El Archivo de Las Élites.

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Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=32816382007 Red de Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal Sistema de Información Científica Raúl Rodríguez Freire Literatura y poder: Sobre la potencia del testimonio en América Latina Atenea, núm. 501, 2010, pp. 113-126, Universidad de Concepción Chile ¿Cómo citar? Fascículo completo Más información del artículo Página de la revista Atenea, ISSN (Versión impresa): 0716-1840 [email protected] Universidad de Concepción Chile www.redalyc.org Proyecto académico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto

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Colonialidad

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    Red de Revistas Cientficas de Amrica Latina, el Caribe, Espaa y PortugalSistema de Informacin Cientfica

    Ral Rodrguez FreireLiteratura y poder: Sobre la potencia del testimonio en Amrica Latina

    Atenea, nm. 501, 2010, pp. 113-126,Universidad de Concepcin

    Chile

    Cmo citar? Fascculo completo Ms informacin del artculo Pgina de la revista

    Atenea,ISSN (Versin impresa): [email protected] de ConcepcinChile

    www.redalyc.orgProyecto acadmico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto

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    RESUMEN

    El objetivo principal es dar cuenta de la (in)utilidad de la definicin de la narrativatestimonial, por un lado, y sealar que su emergencia data slo de los aos sesenta, porotro, de manera que la pretensin de buscar su genealoga en las crnicas coloniales ydiscursos afines es no entender su funcin. Finalmente, a partir de los escritos de Gior-gio Agamben, propongo una manera distinta de leer la narrativa testimonial latinoame-ricana.

    Palabras clave: Testimonio, archivo, verdad.

    ABSTRACT

    The primary objective of this paper is to give an account of the usefulness/uselessness ofthe definition of testimonial narrative, and to signal its origins or emergence datingfrom the nineteen sixties. On the other hand, I show that the pretension of seeking itsgenealogy in colonial chronicles and discourses is to misunderstand its function. Fi-nally, from writings of Giorgio Agamben, I propose a different way to read Latin Ameri-can testimonial narrative.

    Keywords: Testimonio, archive, truth.

    Recibido: 06.09.2007. Aprobado: 12.09.2008.

    1 Doctor (c) en Literatura, Universidad de Chile. Escuela de Historia, Facultad de CienciasSociales, Universidad Diego Portales, Santiago, Chile. E-mail [email protected]

    ISSN 0716-1840

    RAL RODRGUEZ FREIRE1

    LITERATURA Y PODER:SOBRE LA POTENCIA DELTESTIMONIO EN AMRICA LATINALITERATURE AND POWER: ON THE PRODUCTIONOF TESTIMONY IN LATIN AMERICA

    113 Atenea 501I Sem. 2010pp. 113-126

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    PRESENTACIN

    EN EL CAMPO de la crtica literaria, y en la academia en general, lainquietud por ordenar y clasificar los discursos producidos a lo largode la historia parecen ser una prctica bastante recurrente, e inclusocasi definitoria para la enseanza de los saberes institucionales. De ah quela bsqueda de una identidad de gnero discursivo sea una actividadque tambin ha afectado a la narrativa testimonial, razn por la cual lascrnicas, los testimonios e incluso las cartas producidas durante la pocadenominada colonia (e incluso antes de este periodo) han sido definidaspor algunos y algunas intelectuales como el origen o el precedente de lo quehoy se conoce como narrativa testimonial. Otros, como Leonidas Morales,van ms lejos al definir el testimonio como un discurso transhistrico, esdecir, un tipo de discurso que, de acuerdo a Todorov, no es posible fijarlo enun nico momento del tiempo, de manera que testimonio tenemos desdeque la lengua existe. La pregunta que surge al respecto, y que guiar el desa-rrollo de este ensayo, es la siguiente: existe relacin alguna entre Naufra-gios, de Nez Cabeza de Vaca (2001), la Historia verdadera de la conquistade la Nueva Espaa, de Bernal Daz del Castillo (1983), el juicio inquisitoriala don Carlos Ometochtzin (en Lienhard, 1992:15-16), la Historia general delas cosas de Nueva Espaa, de Bernardino de Sahagn (1981), la Nueva cr-nica y buen gobierno, de Felipe Guaman Poma de Ayala (1980), los Comenta-rios reales, del Inca Garcilaso de la Vega (1999), la breve crnica (tambinllamada Memorial), de Titu Cusi Yupanqui (1973), las respuestas que reali-zaran los habitantes indgenas de Chucuito a las entrevistas que les aplic en1567 Garci Diez de San Miguel, por orden del gobernador de Per2 (con elfin de averiguar de qu manera era posible aumentar la contribucin fiscal alos gastos reales), las epstolas escritas por los letrados de las elites localesdirigidas al rey o aquellas otras formuladas por los sectores menos aventaja-dos, tales como los municipios, tambin dirigidas al rey (en Lienhard, 1992),con textos contemporneos tales como Si me permiten hablar... testimoniode Domitila, una mujer de las minas de Bolivia (1988), Me llamo RigobertaMench, y as me naci la conciencia (1994), Mujeres en la Alborada de YolandaColom (2000), Hear my Testimony: Mara Teresa Tula, Human Rights Activistof El Salvador (1994), Apuntes de una historia de amor que no fue, de JacintaEscudos (1987), entre otros (pos supuesto, ninguna lista es exhaustiva)? S yno. Si la clasificacin de los discursos la identidad es lo que se pretende,

    2 Ver Lienhard, 1992:17-21.

    A. Nez Cabeza de Vaca

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    estamos, entonces, obligados a incluir todos estos textos bajo la categoradenominada gnero referencial, de manera que la respuesta sera S. Pero,cuando ms que forzar una clasificacin lo que se pretende es determinarlas condiciones de emergencia del discurso testimonial para comprendersus implicancias sociopolticas, la respuesta es No, pues pertenecen cada unoa su contexto, ya que sus condiciones de existencia (de posibilidad) son di-ferentes, como tambin lo son sus objetivos, de manera que la forzadarelacin se diluye.

    Desde una perspectiva material, lo que pretendo desarrollar a lo largo deestas pginas es un anlisis del testimonio, considerndolo como un cuerpodiscursivo, un cuerpo que afecta y es afectado, a su vez, por otros cuerpos(no slo) discursivos. Para ello, me centro en la filosofa spinozista, la cualconsidera que un cuerpo debe definirse por su potencia y no por su perte-nencia a algn gnero identitario, ya que ste no sera ms que una nocinabstracta y confusa. Un cuerpo, nos seala Spinoza (2000) se define por elconjunto de las relaciones que lo componen, las que determinan qu puedehacer dicho cuerpo. En otras palabras, cul es su potencia? En este sentido,el filsofo holands, a modo de ejemplo, seala que si bien el caballo decarreras y el caballo de trabajo pertenecen a la misma especie, sus potencias,sin embargo, son diferentes; esto porque el primero estara ms cerca de ungalgo y el segundo de un buey. Siguiendo esta lnea, pero yendo ms all dela filosofa para instaurarnos en el campo de la literatura (aunque no exclu-sivamente), la pretendida genealoga de lo que hoy se denomina narrativatestimonial latinoamericana no debera buscarse en los discursos produci-dos durante la colonia, simplemente porque esta NO existe. Por el contra-rio, dicha narrativa emerge recin durante los aos sesenta en Amrica Lati-na como una especie de discurso de resistencia de los grupos subalternos,dirigido hacia una opinin pblica internacional con el fin de denunciaraspectos o acciones que los sectores dominantes ocultan. Es, por ejemplo, elcaso de Tejas Verdes (Hernn Valds, 1996) en Chile o el mismo testimoniode Rigoberta, ambos publicados fuera de sus pases de origen, Espaa y Cuba,respectivamente, y cuyos objetivos eran develar las atrocidades que se esta-ban cometiendo en las dictaduras en las cuales sus pases se encontraban.De esta manera, no slo el contexto, sino tambin los objetivos hacen de lanarrativa testimonial un discurso radicalmente alejado de los textos colo-niales sealados ms arriba, donde los sin voz comienzan a tomar la pala-bra para convertirla en escritura. Ya no se trata, como dira Martin Lienhard,de un secuestro del discurso indgena; por el contrario, ahora la voz se hacecuerpo y se materializa generalmente mediante una articulacin con inte-

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    lectuales comprometidos en los mismos objetivos de develamiento. Pero,uno de los aspectos ms importantes de la narrativa testimonial se encuen-tra en el hecho de que las mujeres indgenas, doblemente subalternizadaspor su condicin de indgena y mujer, emergen como parte importante enla toma de la palabra (Franco, 1988), que rompe las constricciones del ha-bla, al emerger de los lmites de la supervivencia dictatorial.

    LA CRNICA O EL ARCHIVO DE LAS ELITES

    Para los estudiosos de la Colonia, las crnicas representan una especie dematerial, una fuente de primera mano para la indagacin sobre los aconte-cimientos que, durante esa poca, tuvieron lugar. Comenzando por los via-jes hasta los asentamientos, pasando por las exploraciones y los enfrenta-mientos entre hispanos e indgenas, las crnicas que de estos sucesos repre-sentaran una fuente voluntaria capaz de constituir la memoria dominantede las sociedades. En este sentido, la crnica sera el reflejo del imaginarioque los componentes de un grupo construyen, de su mentalidad e ideolo-ga, que refleja el conflicto interno de toda sociedad (Arstegui, 1994).Pero la perspectiva imperante en dichos textos no es la de todos los sectoresen conflicto, sino ms bien la de un sector: el dominante, ya que no cual-quier persona estaba en condiciones de redactar una crnica (y menos eps-tolas). Desde un comienzo, quienes las escribieron fue un restringido grupode hombres de la fe o la milicia, conquistadores espirituales y territorialesposeedores de un saber letrado. Por tanto, la pluralidad de miradas sobre unacontecimiento ac, como en cualquier otro discurso, se ve restringida ha-cia la produccin de una determinada historia por parte de los intereseseclesisticos o militares, o simplemente por sus miembros individuales. Porotra parte, durante la colonia las elites locales tambin asirn la letra enfavor de sus intereses particulares redactando, tanto en su lengua nativa comofornea, de la misma manera que los criollos o los hispanos.

    Me interesa aqu dar cuenta de la ambigedad en la que se ve envuelta lacrnica considerada como antecesora de la narrativa testimonial, productode una mirada retrospectiva sujeta a la voluntad de fomentar determinadaslecturas desde el presente. Se tratara de un afn por crear puntos de en-cuentro con los orgenes de la escritura etnogrfica, como tambin con latradicin literaria denominada heterolgica, preocupada de vehiculizar lavoz del otro en forma de documento. Merc Picornell Belenguer seala que

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    la doble tradici etnogrfica y literaria de la qual les crniques han estattractades com a precedent no pot menystenir la intencionalitat que subjeua aquest relats de conquesta, uns relats que no sn nicament descriptius,sin fruti duna voluntat dinformar, com en el cas de Colom, als quilhan subvencionat, sobre els recursos mercantils de les zones quedescobreix, i de deixar constrncia escritas de les terres conquerides...Un dels llocs comuns del tractament de les crniques en relaci amb elstestimonios s precisament aquest carcter inaugural en la representacidel nou mn (Picornell, 2003:123).

    Al respecto, para Mercedes Serna las crnicas de Indias recurren amodelos textuales clsicos para describir el descubrimiento, de la mismamanera que se haca en la tradicin medieval con los clsicos paganos quepretendan recordar y transmitir. En las crnicas, por tanto, no habra unaseparacin de la visin dominante de la historia vista como el desarrollo deun proyecto divino imperante incluso despus del medioevo.

    De ah que para Picornell Belenguer (2003) quienes se empean en de-fender la crnica como origen de la narrativa testimonial (la bsqueda deuna identidad) se apoyan en modalidades discursivas tales como: a) unavoluntad documental, b) una forma vivaz de presentar la informacin y c)la pretensin de originalidad esttica en la representacin del nuevo mun-do. Carmen Ochando (1998) es una de las personas ubicadas en esta lnea,para quien con este tipo de discursos se rompen los moldes acartonados dela historiografa tradicional e inauguran una nueva manera de narrar laHistoria. Para ella, los

    ... protagonistas de la Conquista fundaron, con las crnicas, los cimien-tos de la literatura del Nuevo Continente. Coln, Alonzo de Ercilla, Bar-tolom de las Casas, Alvar Nez Cabeza de Vaca, Pizarro, Corts, BernalDaz del Castillo, y otros, inician, sin intencin literaria explcita, los mitosde la literatura latinoamericana, sus ambiciones, su paisaje, sus gustos ysus disgustos... El paisaje, la naturaleza y los propios hombres que en-cuentran a su paso por las tierras americanas, desbordan las esperanzasde los conquistadores quienes, en su afn de incorporarse en la Histo-ria... deslizarn su asombro en una escritura testimonial y vivificadora,cuyas bases se anclaban en la literatura y pensamiento europeo de la poca(citado en Picornell, 2003:125).

    Frente a la posicin de Ochando, Picornell Belenguer insiste en que no lees posible imaginar tipos de historiografa tradicional que no estn basadosen crnicas. Por el contrario,

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    crec, ms aviant, que volv manifestar la diferncia d`una escriptura de lahistria ms litraria que la que es deselvoluparia posteriorment, i que,fonamentaria, de fet, la disciplina. D`altra banda, si realment creim queles crniques inauguren una forma d`explicar la histria no podrem deixar[Ochando] de tener en compte que aquest inici est vinculat a l`expansicolonial , aix como a la representaci de una realitat alteritzada que lajustifica: la del pobles indgenes que habiten els espais conquerits(Picornell, 2003:125).

    El asombro volcado en una escritura testimonial y vivificadora del quehabla Ochando, est marcado no slo por un afn de incorporarse en laHistoria (lo cual tambin es cuestionable), en gran medida tambin lo estpor una voluntad de poder que arrastra en sus hombros destruccin y muerte,todo lo que, por el contrario, lleva a Rigoberta Mench a lanzarse en el pro-yecto de un libro que, desde su aparicin en 1983, la transform en uno delos conos de la resistencia subalterna. En este sentido, la crnica como cuerpodiscursivo se distancia radicalmente de la narrativa testimonial, debido fun-damentalmente a que esta est inmersa en una empresa de denuncia, unaempresa preocupada de mostrar las atrocidades que estn experimentadolos sectores marginados, donde la tortura y el genocidio, ms que las ambi-ciones personales, devienen una constante de la vida cotidiana. Una equipa-racin similar a la de Ochando se desprende del argumento de LeonidasMorales, ya que cuando ste habla del testimonio como un discurso trans-histrico, lo que hace es colocar los discursos emergidos desde la subalter-nidad en el mismo plano que los discursos emanados por una voz degrada-da, pervertida, o incluso [de] la voz del poder hegemnico mismo, encu-bierta o cnicamente expuesta (1999:171). Slo una perspectiva elitista pre-tendera equiparar una narrativa hegemnica con una subalterna. He aquel problema de la mirada clnica instaurada por el crtico literario, que in-tenta una operacin casi quirrgica para lograr integrar en un mismo plano(cuerpo) discursos que apuntan a cartografas socio-polticas dismiles, sies que no antagnicas.

    Por otra parte, y colocndome un tanto quisquilloso, en tanto enuncia-do, ms que a la narrativa testimonial, la crnica pertenece al plano archi-vstico descrito por Michel Foucault. El archivo, seala el filsofo francs,no es la acumulacin de textos pasados que dan testimonio de una deter-minada identidad, como tampoco lo seran aquellos edificios denominadosArchivo Nacional, encargado de

    ... registrar y conservar los discursos cuya memoria se quiere guardar ycuya libre disposicin se quiere mantener. Ms bien, es por el contrario

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    lo que hace que tantas cosas dichas, por tantos hombres desde hace tan-tos milenos, no hayan surgido segn las leyes del pensamiento, o por elsolo juego de las circunstancias, por lo que no son simplemente el sea-lamiento, al nivel de las actuaciones verbales, de lo que ha podido desa-rrollarse en el orden del espritu o en el orden de las cosas; pero que hanaparecido gracias a todo un juego de relaciones que caracterizan propia-mente el nivel discursivo (2002: 219).

    En otras palabras, el archivo es aquello que norma lo que puede, comotambin aquello que no puede ser hablado o escrito; se trata de lo que deter-mina las condiciones de cada toma de palabra, algo que en las crnicas estms que determinado, ya que en ellas no es posible escribir cualquier cosa nide cualquier modo, debido, entre otras cosas, a la influencia de la estticamedieval en su produccin. Por otra parte, la crnica en tanto discurso seubica entre la langue y la parola, mientras que el testimonio narrado por unsobreviviente se ubica entre la lengua y el archivo como tal. Tal mirada con-sidera los enunciados testimoniales ya no desde el discurso sino desde lalengua, lo que implica tomar en cuenta no lo dicho (y lo no dicho) sino lodecible (y lo no decible); en otras palabras, se trata de considerar tanto laposibilidad como la imposibilidad de generar un enunciado, de que stetenga lugar. Es en este plano, seala Giorgio Agamben (2002), donde se ubi-ca el cuerpo discursivo testimonial, alejndose por tanto de los discursoscoloniales de una manera radical.

    EL ARCHIVO INSTITUCIONAL: SOBRE LAS CARTASY TESTIMONIOS COLONIALES

    Si bien los testimonios coloniales no han sido directamente relacionadosa la narrativa testimonial de la misma manera que las crnicas, el uso de lapalabra testimonio por parte de la academia obliga a considerarlos de todasmaneras. Esta relacin se genera debido al significado literal de la palabratestimonio. De las cinco definiciones que la RAE entrega, tres son, paraefecto de nuestros objetivos, necesarios traer a colacin: 1) atestacin o ase-veracin de algo; 2) instrumento autorizado por escribano o notario, enque se da fe de un hecho, se traslada total o parcialmente un documento o sele resume por va de relacin y 3) prueba, justificacin y comprobacin dela certeza o verdad de algo. Aseverar, dar fe y probar son los hilos con-ductores de estas definiciones, donde el tema de la verdad parece ser el ejecomn a todas. Pero, cuando uno lee los textos acadmicos dedicados a los

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    estudios de la Colonia (o tambin al periodo prehispnico), la palabra testi-monio aparece una y otra vez, pero distanciada de una idea de verdad, pormuy general que sta pueda ser. Adems, la definicin de testimonio gene-ralmente se da por sobreentendida, generando una ambigedad conceptualconsiderable. Observemos, por ejemplo, cmo usa la palabra Serge Gruzinski,en La colonizacin de lo imaginario (1991).

    Tanto la arqueologa como la historia prehispnicas han olvidado, fre-cuentemente, que la mayora de los testimonios que conservamos de lapoca precortesiana fueron elaborados y redactados en el contexto tras-tocado de la naciente Nueva Espaa y que, antes que nada, lo que ofre-cen es un reflejo de esa poca (1991:10).

    La doble naturaleza de las fuentes indgenas del siglo XVI (pintadas ymanuscritas) nos lleva a fijarnos en la remodelacin y la alteracin de lascosas observadas que implica ponerlas por escrito... (1991:10).

    Diseminada en Mxico, Espaa, Italia, Francia y Estados Unidos, unadocumentacin considerable permite estudiar a los indios de la NuevaEspaa o, para ser ms exactos, captar lo que representaban a los ojos delas autoridades espaolas (1991:11).

    Por lo dems, estos materiales han dado pie a una historia institucional,demogrfica, econmica y social de los indios de la Colonia... (1991:11.Las cursivas son mas).

    Como es de notar, Gruzinski utiliza la palabra testimonio como sinni-mo de fuentes, documentacin y materiales. Lo mismo sucede en el texto Eldestino de la palabra, de Miguel Len Portilla, cuando este seala que losvestigios arqueolgicos, en particular las inscripciones y figuras que los acom-paan en estelas y pinturas murales, as como unos cuantos libros pictogli-fcos son los nicos testimonios incuestionables del pensamiento mesoame-ricano... Hay ciertamente otros testimonios, pero debe reconocerse que sonms tardos, resultado de varios modos de trasvase, paso o conversin aotros sistemas de registro (1996:19). A lo que ambos autores se estn refi-riendo es a la nocin tradicional de fuentes, sean stas monumentales, ora-les, audiovisuales, escritas, o de otro tipo (como los mismos glifos), no siem-pre ubicables en los Archivos Nacionales (aunque se espera que pronto loestn para uso acadmico), pero s sujetas al registro y a la conservacinpara el resguardo y/o produccin de cierta memoria, y cuya circulacin, portanto, no es abierta. En este sentido, dentro de lo que denomino, a falta deun concepto ms preciso, los testimonio-fuentes coloniales se incluiran

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    desde discursos iconogrficos como el Cdice Telleriano-Remesis, pasandopor discursos mixtos como la crnica de Guaman Poma de Ayala, hasta lle-gar a las cartas tanto indgenas (no slo de las elites) como hispanas, pasan-do por los registros de todos los juicios realizados, incluyendo las crnicas,los manifiestos y petitorios, como tambin los escritos de Sor Juana oCiguenza y Gngora, la escritura de monjas exigida por los sacerdotes, lostestamentos, etc. En otras palabras, todo documento (escrito o no) que seguarda de la colonia es un discurso posible de ser considerado un testimo-nio-fuente, en el sentido de que nos permitira investigar caractersticas dedicho periodo. Por tanto, se tratara de documentos de archivo (en el senti-do literal), cuya posibilidad de existencia (enunciacin) y materialidad (enun-ciado) se la dio el archivo foucaultiano del que emergieron3. Por otra parteMartn Lienhard (1992) ha sido una de las personas que ms se ha esforza-do en dejar constancia de la presencia de los sectores marginados en losdocumentos/fuentes coloniales, aunque tambin operando dentro de laambigedad semntica del testimonio sealada ms arriba. Lienhard hamostrado que la produccin de los diversos discursos generados durante lacolonia fue producto de largos e intensos procesos de negociacin entre lossectores indgenas y las autoridades hispanas y/o criollas, produccincatalizada muchas veces por las situaciones de conflicto. Las zonas de con-tacto que describe Mary Pratt cobran plena vigencia en este sentido, ya quese trata de zonas que dan cuenta de los encuentros coloniales entre pue-blos histrica y geogrficamente distanciados, producindose relaciones queinvolucran coercin, desigualdad y conflictos insuperables, que desembo-can generalmente en una produccin discursiva que intenta dar cuenta de(y construir) un otro, radicalmente diferente.

    EL TESTIMONIO COMO LITERATURA DE RESISTENCIA

    Tal como el 12 de octubre de 1492 marc un hito para el devenir de la histo-ria mundial, el 11 de septiembre de 2001 marc otro para la poltica globalcontempornea. El atentado terrorista al World Trade Center conmocional mundo entero, sobre todo porque las tecnologas modernas nos permi-

    3 Ac es necesario sealar que si bien la mayora de estas fuentes han sido dejadas por las elites,indgenas o espaolas, la presencia de los sectores marginados (no slo de la letra) se puede ras-trear de todas maneras en ellas. La subalternidad se ve reflejada, directa o indirectamente ya que,the subalterns not only developed theis own strategies of resistance but actually helped defineand refined [sometimes only with its presence] elite options (Mallon, 1994: 1494).

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    tieron acceder inmediatamente a las horribles imgenes que daban cuentade una de las acciones ms incomprensibles que hemos presenciado ltima-mente. Durante el ao recin pasado vio la luz un texto que recopil testi-monios de latinas y latinos que durante el atentado vivan en Estados Uni-dos, pero, a diferencia de otros textos testimoniales contemporneos, estasvoces fueron incardinadas mediante el correo electrnico (Joysmith yLomas, 2005). Otro texto similar se produjo en Espaa debido a un atenta-do terrorista de la misma ndole, pero ya no sobre el aire sino sobre el subte-rrneo. En el prlogo de este libro editado por Varios autores (2004), seseala que el objetivo principal es

    ... sacar a la superficie algunos trazos de la narracin coral tejida a basede correos electrnicos, sms, imgenes, cuadernos de bitcora o comen-tarios en weblogs que fue construyendo otra mirada sobre lo que ocu-rra aquellos das trgicos y extraordinarios, otro sentido, otra predispo-sicin de nimo frente a los acontecimientos. Una narracin que, lejosde ser un aadido a lo que pasaba produca efectos muy concretos, im-pulsaba a la accin, desplazaba los imaginarios ms all de cualquieranteojera meditica, daba forma a lo que se vea y viva entonces, lanzabamensajes de rebelda en botellas digitales para otras personas en bsque-da, escpticas frente a la versin oficial.

    Como se puede apreciar, los contextos y las condiciones de posibilidad parala emergencia de discursos que intentan dar cuenta de determinados he-chos es muy dismil, como lo es el archivo foucaultiano que los produce. Loque ac denominamos literatura de resistencia emerge en el contexto lati-noamericano de los aos sesenta, del cual el texto de Rigoberta Mench esel ms conocido y prcticamente ha sido elevado al nivel de paradigma deeste tipo de discursos, distancindose tanto de los discursos coloniales comode los discursos mediticos contemporneos. Como es ya sabido, la cano-nizacin del testimonio se produce en 1970, cuando Casa de las Amricasdecide entregar un premio a la narrativa testimonial. La revista de Casa pu-blic en 1995 una serie de documentos que describen detalladamente ladiscusin (del jurado de 1969) que dio origen al premio conocido hoy comoTestimonio Latinoamericano. En aquella discusin particip ngel Rama,quien seal lo siguiente:

    [...] Hay una cosa importante [...] que es lo siguiente. Yo no s la expe-riencia que tienen los dems jurados, pero s la que tuvimos nosotros enel campo de la novela. Existen, entre otras buenas obras literarias, coninters, que no todas llegan a la calidad de un premio que podramos

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    mencionar, pero cuyo valor no est solamente en lo literario, sino en loque testimonian del proceso de la Amrica Latina.

    Entonces yo voy a sugerir una cosa, voy a sugerir a todos los juradossi nosotros podemos proponerle a la Casa que cree, que establezca unacoleccin que se llame Testimonio Latinoamericano; es decir, una colec-cin en la cual una novela, un ensayo, la poesa, el cuento, d testimoniode lo que est pasando en la Amrica Latina y de lo que se est realizando(1995:122).

    Este dar testimonio del que habla ngel Rama podra ser ledo de la mis-ma manera que las fuentes, pero, dada las condiciones de posibilidad y elcontexto de la narrativa testimonial, se distancia radicalmente por encon-trarse dicho discurso ubicado no entre la palabra y la lengua, sino, comovimos ms arriba, entre sta y el archivo foucaultiano como tal. El testimo-nio al que me estoy refiriendo tiene como caracterstica central el ser narra-do (oral o escrituralmente) por un sobreviviente, una persona que tiene laposibilidad de contar el horror que ha vivido y al que ha sobrevivido. No setrata de un testigo en tercera persona, sino alguien que ha experienciado encarne propia lo que cuenta, y que en dicha experiencia traumtica ha perdi-do amigos, familiares y personas con las que comparti la violencia, la opre-sin y la tortura, de manera que estar vivo para contarlo es una (enorme)posibilidad, que hace de quienes se deciden a hablar historiadores comba-tivos, como les llama Primo Levi (2002). Se trata de hablar por aquellos queya no estn o simplemente no pueden hacerlo, de hablar por delegacin.Giorgio Agamben es quien ha reflexionado sobre este hecho, al sealar que... testimoniar significa ponerse en relacin con la propia lengua en la si-tuacin de los que la han perdido, instalarse en una lengua viva como siestuviera muerta o en una lengua muerta como si estuviera viva, ms encualquier caso, fuera tanto del archivo como del corpus de lo ya dicho(2002:169). En otras palabras, se trata de que en el testimonio se tiene efec-tivamente la posibilidad de no poder dar cuenta, ya que la situacin de laque viene el testimoniante es, como dice el filsofo italiano, la de un contex-to biopoltico, donde, ms que hacer vivir (rgimen capitalista) o hacer mo-rir (rgimen soberano), se trata de hacer sobrevivir; un contexto biopolticoque realiza una escisin que separa a aquellas personas cuya humanidad espuesta en duda (debido a su estada en un campo de concentracin), deaquellas que pueden testimoniar. El testimonio se da, entonces, slo comocontingencia, existe slo mediante la posibilidad de no tener lugar. De ahque la relacin entre al archivo y la lengua necesite de un sujeto que dcuenta, en la posibilidad misma de hablar, una imposibilidad de palabra.

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    Por eso se presenta como testigo y puede hablar por aquellos que no puedenhacerlo. En este sentido, Me llamo Rigoberta Mench es un testimonio queadquiere realidad mediante una impotencia de decir, y una imposibilidadque cobra existencia mediante una posibilidad de hablar... [su] testimonioes esta intimidad indivisible (Agamben, 2002:153). En otras palabras, es laimpotencia (de decir) que se presenta en los sobrevivientes lo que permitela aparicin del testimonio como una potencia, potencia de la que no sedesprende, como en el caso de las fuentes, la posibilidad de una bsquedaverdica de los hechos que se narran en su contenido; por el contrario, eltestimonio es la insubordinacin del custodiado archivo, de manera que yano es posible fijarlo en l. Por ello, en cuanto existencia de la lengua, el testi-monio no se resta ni a la memoria ni al olvido, por el contrario, se resiste ennombre de un no poder decir (Agamben, 2002:165).

    Pero el hecho de que el testimonio se resista a ser custodiado y, por tanto,a ser tratado como fuente, no se sustrae al intento de quienes intenten ha-cerlo. Es el caso de un antroplogo estadounidense, David Stoll (1999), quienha cuestionado el testimonio de Rigoberta Mench, sealando que algunaspartes del libro son problemticas4. Del libro de Stoll se desprende que loshechos deben ser contrastados empricamente y recogidos mediante la me-todologa correcta, de manera que el testimonio debe, por tanto, ser anali-zado con las tcnicas objetivas pertinentes. Sin embargo, John Beverley (1999)ha sealado que el problema de la veracidad no ha sido lo ms importantepara Stoll, ya que ste no cuestiona la mayor parte de los acontecimientosnarrados por Rigoberta; por el contrario, este antroplogo est comprome-tido con develar los negativos usos del texto de Mench por parte de laizquierda intelectual estadounidense y los grupos de solidaridad interna-cionales con la guerrilla en Guatemala, que tambin se han articulado y sim-patizan, por ejemplo, con el EZLN en Mxico. Para Beverley, la cuestin dela verdad est subordinada al desacuerdo ideolgico de Stoll con la estrate-gia de la lucha armada. Stoll seala que en el trabajo de campo no es difcilencontrar a alguien que nos cuente lo que queremos escuchar, de maneraque si su libro se basa en entrevistas realizadas por l aos ms tarde a ind-genas guatemaltecos, stos no tendran por qu tener ms credibilidad queMench. Esto siguiendo su misma lgica, nos seala Beverley.

    Finalmente, el texto de Mench nos (de)muestra cmo la narrativa tes-timonial se distancia radicalmente, tanto de los discursos de la colonia, como

    4 El libro de Stoll slo ha sido traducido al espaol y publicado slo en una pgina web. Ver:http://www.nodulo.org/bib/stoll/rmg.htm

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    de los gneros referenciales ms contemporneos. Ms que su identidad, essu potencia de enunciar, precisamente mediante la imposibilidad de hacer-lo que se le presenta al testigo, donde estriba su particularidad y su capaci-dad de afectar el espacio sociopoltico. En el caso de Centroamrica, la nece-sidad de comunicar una situacin de urgencia es la que ha catalizado laliteratura de este tipo, y la articulacin transnacional empeada en la con-formacin de un bloque que aspire a lograr, como en el caso de Guatemala,hegemona all donde los marginados son la mayora. Se trata de una articu-lacin que interpela directamente al mundo acadmico que, ms all deStoll, ha tenido que lidiar con aquellos sectores intelectuales que ven al tes-timonio como un parsito de los discursos genricos existentes (Morales),caracterstica similar otorgada al testimonio por el neoconservador DineshD`Souza, uno de los crticos ms acrrimos del multiculturalismo. El testi-monio, como literatura de resistencia y develacin, nos obliga tanto en laacademia como fuera de ella, a tomar posiciones: ya sea para articularnoscon los sectores subalternos (no representarlos) o a contribuir a su margi-nacin.

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