El Arte de Tener Razón. Introducción

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    Dialctica Erstica oEl Arte De Tener Razn

    Arthur Schopenhauer

    La dialctica erstica es el arte de discutir, pero discutir de tal manera que se tenga razntanto lcita como ilcitamente por fas y por nefas- . Puede tenerse ciertamente raznobjetiva en un asunto y sin embargo, a ojos de los presentes y algunas veces tambin a losde uno mismo, parecer falto de ella. A saber, cuando el adversario refuta mi prueba y estosirve como refutacin misma de mi afirmacin, la cual hubiese podido ser defendida deotro modo. En este caso, como es natural, para l la relacin es inversa, pues le asiste larazn en lo que objetivamente no la tiene. En efecto, la verdad objetiva de una tesis y suvalidez en la aprobacin de los contrincantes y los oyentes son dos cosas distintas. (Hacialo ltimo se dirige la dialctica.)

    Cul es el origen de esto? La maldad natural del gnero humano. Si no fuese as, sifusemos honestos por naturaleza, intentaramos simplemente que la verdad saliese a la luzen todo debate, sin preocuparnos en absoluto de si sta se adapta a la opinin quepreviamente mantuvimos, o a la del otro; eso sera indiferente o en cualquier caso, algomuy secundario. Pero ahora es lo principal. La vanidad innata, que tan susceptible semuestra en lo que respecta a nuestra capacidad intelectual, no se resigna a aceptar queaquello que primero formulamos resulte ser falso, y verdadero lo del adversario. Tras esto,cada cual no tendra otra cosa que hacer ms que esforzase por juzgar rectamente, para loque primero tendra que pensar y luego hablar. Pero junto a la vanidad natural tambin sehermanan, en la mayor parte de los seres humanos, la charlatanera y la innata improbidad.

    Hablan antes de haber pensado y aun cuando en su fuero interno se dan cuenta de que suafirmacin es falsa y que no tienen razn, debe parecer, sin embargo, como si fuese locontrario. El inters por la verdad, que por lo general muy bien pudo ser el nico motivo alformular la supuesta tesis verdadera, se inclina ahora del todo al inters de la vanidad: loverdadero debe parecer falso y lo falso verdadero.

    Sin embargo, esa improbidad misma, el empeo en mantener tozudamente una tesis inclusocuando nos parece falsa, todava tiene una excusa. Con frecuencia al comienzo de ladiscusin estamos firmemente convencidos de la verdad de nuestra tesis, pero ahora elcontraargumento del adversario parece refutarla; dando ya el asunto por perdido, solemos 2encontrarnos ms tarde con que, a pesar de todo, tenamos razn; nuestra prueba era falsa,pero poda haber habido una adecuada para defender nuestra afirmacin: el argumentosalvador no se nos ocurri a tiempo. De ah que surja en nosotros la mxima de lucharcontra el razonamiento del adversario incluso cuando parece correcto y definitivo, pues,precisamente, creemos que su propia correccin no es ms que ilusoria y que durante elcurso de la discusin se nos ocurrir otro argumento con el que podremos oponernos aaqul, o incluso alguna otra manera de probar nuestra verdad. De ah que casi nos veamos

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    obligados a actuar con improbidad en las disputas o, cuando menos, tentados a ello congran facilidad. De esta forma se amparan mutuamente la debilidad de nuestroentendimiento y la versatilidad de nuestra voluntad. Esto ocasiona que, por regla general,quien discute no luche por amor de la verdad, sino por su tesis como pro ara et focis [por elaltar y el hogar] y por fas o por nefas puesto que como ya se ha mostrado, no puede hacerlo

    de otro modo.

    Lo habitual ser, pues, que todos quieran que sea su afirmacin la que prevalezca sobre lasotras, aunque momentneamente llegue incluso a parecerles falsa o dudosa" . Los mediospara conseguirlo son, en buena medida, los que a cada uno le proporciona su propia astuciay malignidad; se adiestran en la experiencia cotidiana de la discusin. En efecto, as comotodo el mundo tiene su propia dialctica natural, tambin tiene su propia lgica innata. Slola primera, no le conducir ni tan lejos ni con tanta seguridad como la segunda. No es fcilque alguien piense o infiera contradiciendo las leyes de la lgica; si los juicios falsos sonnumerosos, muy rara vez lo son las conclusiones falsas. Una persona no muestra

    corrientemente carencia de lgica natural; en cambio, s falta de dialctica. Esta ltima esun don natural desigualmente repartido (en esto se asemeja a la capacidad de juzgar. Larazn, por cierto, se reparte de manera ms homognea). Precisamente, dejarse confundir,dejarse refutar por una argumentacin engaosa en aquello que se tiene razn o locontrario, es algo que ocurre con frecuencia. Quien queda como vencedor de una discusintiene que agradecrselo por lo general, no tanto a la certeza de su juicio al formular su tesiscomo a la astucia y habilidad con que la defendi. En ste, como en todos los casos, loinnato es lo mejor ; no obstante, tanto el ejercicio como la reflexin sobre las maniobrascon las que puede vencerse al adversario, o las que ste utiliza con ms frecuencia para

    rebatir, aportarn mucho para llegar a ser maestro en este arte. Si bien la lgica no puedetener provecho prctico alguno, s puede tenerlo la dialctica. Me parece que Aristtelestambin expuso su propia lgica (analtica), principalmente como fundamento ypreparacin de la dialctica, y que sta fue para l lo principal. La lgica se ocupa de lamera forma de las proposiciones, la dialctica de su contenido o materia, de su valorintrnseco; de ah que debiera preceder la consideracin de la forma, en cuanto lo universal,a la del contenido o de lo particular. Aristteles no define el objeto de la dialctica tansutilmente como yo lo he hecho; si bien es cierto que asigna como su objeto principal ladiscusin, al misivo tiempo tambin la bsqueda de la verdad (Tpicos l, 2). Despus aadede nuevo: "las proposiciones se consideran filosficamente segn la verdad y

    dialcticamente teniendo en cuenta la credibilidad o el aplauso que obtienen en la opininde los otros" (Tpicos 1, 12). Es consciente de la diferencia y disyuncin de la verdadobjetiva de una proposicin y del hecho de hacerla valer o de obtener su aprobacin, perono lo hace con la suficiente sutileza como para asignar este ltimo fin a la dialctica. Susreglas para conseguir el ltimo propsito son, a menudo, tambin asignadas al primero,encontrndose combinadas. De ah que me parezca que no supo terminar airosamente sutarea. Aristteles abord en los Tpicos la exposicin de la dialctica con el espritu

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    cientfico que lo caracteriza, de forma extraordinariamente metdica y analtica; aunqueesto sea muy digno de admiracin, no lleg a alcanzar completamente su propsito, queaqu es evidentemente prctico. Tras considerar en los Analticos los conceptos, juicios ysilogismos segn su pura forma, pas despus a considerar el contenido, que nicamentetiene que ver con los primeros, ya que es en ellos donde reside. Proposiciones y silogismos

    son en s mismos pura forma; los conceptos significan su contenido. Su procedimiento esel siguiente: Toda discusin tiene una tesis o un problema (stos difieren simplemente en laforma) y luego, axiomas que deben servir para resolverlo. Se trata siempre de la relacin deunos conceptos con otros. Estas relaciones son, inicialmente, cuatro. De un concepto sebusca, o 1) su definicin, o 2) su gnero, o 3) su caracterstica particular, su marca esencial,proprium, o 4) su accidens, es decir, una cualidad cualquiera, sin importar si es peculiar yexclusiva o no; brevemente, un predicado. El problema de toda discusin hay quereconducirlo a una de estas relaciones. sta es la base de toda la dialctica. En los ocholibros de los Tpicos, Aristteles presenta el conjunto de todas las relaciones en las que los

    conceptos pueden hallarse recprocamente, con respecto a las cuatro clases, e indica lasreglas para toda posible relacin; esto es, cmo debe comportarse un concepto con respectoa otro para ser su proprium [propio], su accidens [accidente], su genus [gnero] o sudefinitum o definicin; qu errores pueden cometerse fcilmente durante la formulacin yqu es lo que debe tenerse en cuenta cada vez que formulamos una relacin, y qu es lo quepuede hacerse para refutarla si la ha formulado el otro. Aristteles denomina locus [tpico]a la formulacin de cualquiera de estas reglas o de cualquiera de las relaciones entre talesclases de conceptos, indicando 382 topoi: de aqu el nombre de Tpicos. A stos adjuntaunas cuantas reglas sobre la discusin en general que, por lo dems, no son en modo algunoexhaustivas.

    El topos no es, pues, algo puramente material; no se refiere a un objeto o a un conceptodeterminado, sino siempre a una relacin de clases enteras de conceptos que puede sercomn a un nmero indeterminado de ellos, en cuanto que stos sean considerados en susrelaciones recprocas, bajo uno de los mencionados cuatro casos que se dan en todadiscusin. Estos cuatro casos tienen, de nuevo, clases subordinadas. La consideracin esaqu, en cierta medida, todava formal, aunque no tan puramente formal como en la lgica,que se ocupa del contenido de los conceptos desde el punto de vista de la forma; esto es,indica cmo debe comportarse el contenido del concepto A con respecto al del concepto Bpara que pueda ser formulado como su genus, o como su proprium (carcter distintivo), o 4

    como su accidens, o como su definicin, o, segn las rbricas a l subordinadas, delopuesto, causa y efecto, posesin o privacin, etc. En torno a una de estas relaciones debegirar toda discusin. La mayora de las reglas que Aristteles indica como topoi en relacincon estas correspondencias, estn incluidas en la naturaleza de la relacin conceptual; cadauno es consciente de ellas por s mismo, adems, ya de por s, obligan al respeto por partedel adversario, igual que en la lgica, siendo ms fcil observarlas en el caso particular odarse cuenta de su negligencia que acordarse del topos abstracto correspondiente; de aqu

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    proviene que el uso prctico de tal dialctica no sea muy grande. Aristteles no dice msque cosas de suyo evidentes, y a las que la sana razn arriba por s misma. Ejemplo: "Si seafirma el genus de una cosa, entonces debe tambin convenirle alguna species cualquiera deese genus; de otro modo, la afirmacin ser falsa. Por ejemplo, se afirma que el alma estdotada de movimiento; entonces debe serle propia alguna especie determinada de aqul:

    volar, caminar, crecer, disminuir, etc.; si carece de ella, entonces, tampoco est dotada demovimiento. Esto es, cuando no le conviene alguna especie, tampoco lo hace el genus; stees el tpos" (Aristteles, Tpicos 11, 4, 11la 33 -b111). Este tpos sirve tanto para construircomo para destruir. Es el tpos noveno. Y , a la inversa, si el gnero no conviene, tampocola especie; por ejemplo: Alguien (se afirma) ha hablado mal de otro. Si demostramos queno habl en absoluto, no ha podido hablar mal de aqul, pues en donde no se da el genustampoco puede darse la especie. Bajo la rbrica de carcter distintivo, proprium, el locus215 dice as: "En primer lugar, para invalidar: cuando el adversario indica como propioalguna cosa que slo puede ser percibida por medio de los sentidos, lo ha indicado mal, ya

    que todo aquello que es sensible se vuelve incierto en el momento en que sale del mbito delos sentidos. Por ejemplo, si se sostiene como propio del sol que es el astro ms brillanteque se desplaza sobre la tierra, esto no sirve, pues cuando el sol se pone no sabemos si sedesplaza sobre la tierra, ya que entonces est fuera del mbito de la sensacin. -Ensegundo lugar, para establecer: lo propio estar bien indicado, cuando se presente uno queno sea reconocible mediante la sensacin, o, que, siendo sensible, es evidente que se da demanera necesaria. Por ejemplo, como propio de la superficie se indica que es aquella queprimero se colorea; sta es una caracterstica propia sensible, y adems, siempre manifiesta,por lo que es correcta)) [Aristteles, Tpicos V, 5, 13 ib-19-36]. Esto es suficiente paradarles una idea de la dialctica de Aristteles. Me parece que no alcanza su propsito; por

    eso yo lo he intentado de otra manera. Los Tpicos de Cicern son una imitacin hecha dememoria de los de Aristteles; en sumo grado superficial y miserable. Cicern no tiene enabsoluto una idea clara de qu es un topus ni a qu se dirige; parlotea confusamente exingenio [utilizando su propia inventiva] cosas sin sentido, adornndolas ricamente conejemplos jurdicos. Uno de sus peores escritos.

    Para definir concisamente qu es la dialctica habr de considerrsela despreocupndosedefinitivamente de la verdad objetiva (que es asunto de la lgica), como el arte de tener5razn, lo que ha de ser tanto ms fcil cuando efectivamente se lleve razn en el asuntodel que se trata. La dialctica como tal debe ensear nicamente cmo podemos

    defendernos contra ataques de cualquier tipo, especialmente contra los desleales y,evidentemente, cmo podemos atacar lo que el otro expone sin contradecirnos y, lo msimportante, sin que seamos refutados. Hay que distinguir claramente la bsqueda de laverdad objetiva del arte de hacer que lo que se ha enunciado pase por verdadero; aqulla esasunto de una [disciplina] bien distinta, es la obra de la capacidad de juzgar, del discurrir,de la experiencia, y para ella no existe artificio alguno; la segunda es el objeto de ladialctica. Se la ha definido como la lgica de la apariencia: falso; pues de ser as, se

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    utilizara para defender slo enunciados falsos; pero incluso cuando alguien tiene la raznde su parte necesita la dialctica para defenderla; adems deben conocerse los golpesdesleales para poder encajarlos y, a veces, cuando sea necesario, utilizarlos tambin paraagredir al oponente con las mismas armas. Por eso, en la dialctica hay que dejar a un ladola verdad objetiva, o considerarla como algo accidental; y, simplemente, no ocuparse ms

    que de cmo defender las afirmaciones propias y cmo invalidar las del otro. En lo que aestas reglas se refiere, es permisible no tener en cuenta la verdad objetiva porque en lamayora de los casos se desconoce su paradero. Con frecuencia, uno mismo no sabe si tienerazn o no, a veces cree tenerla y se equivoca, otras lo creen ambas partes, puesto queveritas est in puteo [La verdad est en lo profundo], Demcrito. Cuando comienza ladiscusin, por regla general, cada una de las partes est convencida de tener la razn de sulado; durante su transcurso ambas llegarn a dudarlo; el final debe ser, evidentemente,cuando se estipule, cuando se demuestre la verdad. En lo que a sta respecta, ah ya no semezcla la dialctica, pues su funcin es idntica a la del maestro de esgrima, que no repara

    en quien tenga efectivamente la razn en la ria que condujo al duelo. Atacar y parar es lonico que cuenta, como en la dialctica, que es una esgrima intelectual. Slo as entendidapuede establecerse como una disciplina con entidad propia, ya que si nuestro propsitofuese la bsqueda de la verdad, tendramos que remitirnos a la simple lgica; y, en cambio,si nuestro objeto es mostrar la validez de proposiciones falsas, no tendremos ms que puray simple sofistica. En ambas se dara por supuesto que ya sabramos que fueraobjetivamente lo falso o lo verdadero, algo que raramente se sabe de antemano. Laverdadera definicin de dialctica es, por consiguiente, la que hemos formulado: esgrimaintelectual para tener razn en las discusiones. Si el nombre de Erstica le fuera bien,mucho ms apropiado es el de Dialctica erstica. Siendo de gran utilidad, en los ltimos

    tiempos se la ha descuidado injustamente.

    Por lo tanto, en este sentido, la dialctica debe ser simplemente una recapitulacin yexposicin sistematizada y reglamentada de aquellas tcnicas dadas por la naturaleza, de lasque se sirve la mayora de la gente para tener tazn cuando durante una disputa adviertenque no la llevan de su parte. Es por esto por lo que sera absurdo que en la dialcticacientfica se tuviera en cuenta la verdad objetiva y su esclarecimiento, puesto que enaquella otra dialctica originaria y natural esto no acontece nunca, sino que, por el6contrario, su nico objetivo es el de tener razn. Desde nuestro punto de vista, la tareaprincipal de la dialctica cientfica es la de formular y analizar las estratagemas desleales

    utilizadas en la discusin, con el fin de que en los debates verdaderos se las reconozca deinmediato y se las destruya. De ah que, en su planteamiento, sta deba asumir que supropsito final va dirigido al hecho de tener razn, y no al esclarecimiento de la verdadobjetiva. A pesar de que he buscado a lo largo y ancho, no me resulta conocido el que sehaya logrado algo en este sentido; por lo tanto, ste es todava un campo sin cultivar. Paraalcanzar el fin propuesto debera acudirse al manantial de la experiencia, observando en losdebates cotidianos de nuestro entorno el modo en que uno u otro de los contrincantes utiliz

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    sta o aqulla estratagema, y acto seguido, aquellos ardides que aparecen con msfrecuencia, reducirlos a sus principios generales para poder formular desde ellos lasestratagemas desleales utilizadas en la discusin con el fin de que en los debates verdaderosse las reconozca de inmediato y se las destruya. De ah que, en su planteamiento sta debeasumir que su propsito final va dirigido al hecho de tener razn, y no al esclarecimiento de

    la verdad objetiva.

    A pesar de que he buscado a lo largo y ancho, no me resulta conocido el que se hayalogrado algo en este sentido; por lo tanto, ste es todava un campo sin cultivar. Paraalcanzar el fin propuesto debera acudirse al manantial de la experiencia, observando en losdebates cotidianos de nuestro entorno el modo en que uno u otro de los contrincantes utilizsta o aquella estratagema, y acto seguido, aquellos ardides que aparecen con msfrecuencia, reducirlos a sus principios generales para poder formular desde ellos losstratagemata ms usuales, que no slo han de ser tiles despus para la propia ventaja, sinotambin para impedir que sean usadas cuando el adversario pretenda utilizarlas en su

    provecho.

    Lo que sigue debe ser considerado como un primer intento.