El Auge de Las Ciudades Enero 2012 NGS

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El auge de las ciudades La solución urbana Por qué las ciudades son el mejor remedio para los males crecientes de nuestro planeta. Por Robert Kunzig Fotografías de Chia Ming Chien En tiempos de Jack el Destripador, una época difícil para Londres, vivía en esa ciudad un taquígrafo de trato afable llamado Ebenezer Howard. El personaje es digno de mención porque influyó de manera importante en nuestra forma de pensar acerca de las ciudades. Calvo, con un poblado bigote y gafas de montura metálica, Howard tenía el aire distraído de un visionario. Su trabajo de transcriptor de discursos no lo llenaba. Coqueteó con el espiritismo, aprendió el recién creado esperanto e inventó una nueva máquina taquigráfica. Pero sobre todo tenía sueños inmobiliarios. Lo que su familia necesitaba, escribió a su mujer en 1885, era una casa con «un bonito jardín y quizás una pista de tenis». Al cabo de unos años, después de traer al mundo cuatro hijos en seis años en una diminuta casa de alquiler, Howard salió de una depresión con un proyecto para «vaciar» Londres.

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Transcript of El Auge de Las Ciudades Enero 2012 NGS

  • El auge de las ciudades

    La solucin urbana Por qu las ciudades son el mejor remedio para los males crecientes de nuestro planeta. Por Robert Kunzig Fotografas de Chia Ming Chien

    En tiempos de Jack el Destripador, una poca difcil para Londres, viva en esa ciudad un taqugrafo de trato afable llamado Ebenezer Howard. El personaje es digno de mencin porque influy de manera importante en nuestra forma de pensar acerca de las ciudades. Calvo, con un poblado bigote y gafas de montura metlica, Howard tena el aire distrado de un visionario. Su trabajo de transcriptor de discursos no lo llenaba. Coquete con el espiritismo, aprendi el recin creado esperanto e invent una nueva mquina taquigrfica. Pero sobre todo tena sueos inmobiliarios. Lo que su familia necesitaba, escribi a su mujer en 1885, era una casa con un bonito jardn y quizs una pista de tenis. Al cabo de unos aos, despus de traer al mundo cuatro hijos en seis aos en una diminuta casa de alquiler, Howard sali de una depresin con un proyecto para vaciar Londres.

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    En la dcada de 1880 Londres estaba en auge, pero tambin rebosaba de gente mucho ms desesperada que Howard. Las barriadas donde el Destripador buscaba a sus vctimas eran peor que horrendas. En cada habitacin de esas horribles y hediondas casas de vecinos vive una familia, a menudo dos escribi el pastor Andrew Mearns, un cruzado de la causa de los pobres. En un stano un inspector de sanidad dice haber encontrado a un padre, una madre, tres hijos, y cuatro cerdos! En otro lugar haba una pobre viuda con sus tres hijos y un nio que llevaba trece das muerto. Los victorianos llamaban a esos suburbios rookeries: colonias de cra de aves. El presidente del Consejo del Condado de Londres describi su ciudad como un tumor, una elefantiasis que absorbe hacia su voraz sistema la mitad de la vida, la sangre y los huesos de los distritos rurales.

    La planificacin urbana del siglo XX fue resultado directo de aquella espantosa percepcin de las ciudades del siglo XIX. Y curiosamente empez con Ebenezer Howard. En un pequeo libro, cuya edicin financi l mismo en 1898, el hombre que pas sus das transcribiendo las ideas de los dems expuso su propia visin de cmo deba vivir la humanidad, una visin tan convincente que medio siglo despus Lewis Mumford, el gran crtico de arquitectura y urbanismo estadounidense, dijo que haba sentado las bases para un nuevo ciclo de la civilizacin urbana.

    Howard sostena que haba que detener la marea urbanizadora y alejar a la gente de las can-cerosas metrpolis para llevarla a nuevas ciudades jardn autosuficientes. Los habitantes de esas pequeas islas felices sentiran la jubilosa unin del campo y la ciudad. Viviran en bonitas casas con jardn en el centro de la ciudad, iran caminando a sus trabajos en las fbricas de la periferia y recibiran los suministros de las granjas de un cinturn verde, que adems hara de freno a la expansin urbana hacia el medio rural. Cuando una ciudad se llenara por completo hasta el cinturn verde (32.000 habitantes era el nmero adecuado, pensaba Howard), entonces habra que construir la siguiente. En 1907, en su discurso de bienvenida a 500 personas a Letchworth, la primera ciudad jardn, Howard pronostic que su utopa se extendera por todo el mundo.

    Estaba en lo cierto sobre el deseo humano de tener ms espacio para vivir, pero se equivocaba en lo tocante al futuro de las ciudades. Lo que se ha extendido a todo el mundo ha sido la marea urbanizadora. En los pases desarrollados y en Amrica Latina prcticamente ha alcanzado su tope: ms del 70% de la poblacin vive en reas urbanas. Y en gran parte de Asia y frica siguen llegando a las ciudades oleadas de gente. La mayora de las poblaciones tienen menos de medio milln de habitantes, pero las grandes ciudades se han hecho ms grandes y ms comunes. En el siglo XIX Londres era la nica metrpoli de ms de cinco millones de habitantes; actualmente hay 54, la mayora de ellas en Asia.

    Y otra cosa ha cambiado desde entonces: hoy la urbanizacin est bien vista. La opinin de los expertos ha variado profundamente en los ltimos diez o veinte aos. Aunque en el mundo actual abundan los slums, o suburbios tan miserables como los del Londres

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  • decimonnico, la metfora del cncer ya no parece la ms adecuada. Al contrario: ahora que la poblacin mundial va camino de los 9.000 o 10.000 millones, las grandes ciudades empiezan a considerarse un remedio: la mejor esperanza para sacar a la gente de la pobreza sin destrozar el planeta.

    Una tarde del pasado mes de marzo, Edward Glaeser, economista de Harvard, acudi a la London School of Economics para defender este punto de vista y presentar su libro Triumph of the City (El triunfo de la ciudad). No hay ningn pas urbanizado que sea pobre, ni ninguno rural que sea rico, dijo. Un montn de nombres de pases, cada uno situado en un grfico segn su PIB y su tasa de urbanizacin, brillaba en una pantalla a sus espaldas.

    Mahatma Gandhi se equivoc, declar Glaeser. El futuro de la India no est en las aldeas, sino en Bangalore. En la pantalla aparecieron imgenes de Dharavi, el inmenso barrio de chabolas de Mumbai, y de las favelas de Ro de Janeiro. Para Glaeser eran ejemplos de vitalidad urbana, no de deterioro. La gente pobre emigra a las ciudades porque all est el dinero, y las ciudades producen ms porque la ausencia de espacio entre las personas reduce el coste de transportar mercancas, personas e ideas. Histricamente las ciudades se han construido sobre ros o puertos naturales para facilitar la circulacin de bienes. Pero ahora, con la disminucin de los costes del transporte y el aumento del sector servicios, lo ms importante es el flujo de ideas.

    Para Glaeser, el modelo de ciudad vibrante es Wall Street, especialmente el parqu de la Bolsa, donde los millonarios renuncian a las grandes oficinas para trabajar en un espacio abierto inmersos en la informacin. Valoran el conocimiento por encima del espacio. Esta es la idea de la ciudad moderna, dijo. Las ciudades con xito incrementan los beneficios de ser inteligente al hacer posible que cada uno aprenda de los dems. En las ciudades con mayor nivel de educacin, incluso los que no tienen instruccin ganan salarios ms altos; es una evidencia del efecto de desbordamiento de capital humano.

    Este efecto funciona mejor cara a cara. Ninguna de las tecnologas existentes (telfono, Internet o videoconferencia) ofrece los frtiles encuentros casuales que han producido las ciudades desde que se cre el Foro romano. Tampoco transmiten los mensajes contextuales, no verbales, que nos ayudan a expresar ideas complejas.

    Es fcil ver por qu los economistas aprecian las ciudades, con todos sus defectos, como motores de prosperidad. A los ecologistas les ha costado ms. Al aumentar los ingresos, la urbe tambin incrementa el consumo y la contaminacin. Si lo que ms valoras es la naturaleza, las ciudades se presentan como ncleos de destruccin, hasta que te paras a considerar la alternativa: extender esa destruccin. Segn Stewart Brand, fundador de Whole Earth Catalog y actual defensor de la urbanizacin, un regreso al medio rural sera desastroso en trminos ecolgicos. Gracias a las ciudades la mitad de la humanidad vive en un 4% del suelo arable, lo que deja ms espacio para disponer de campo abierto.

    El impacto per cpita de la gente que vive en la ciudad tambin es ms leve en otros aspectos, explica David Owen en su libro Green Metropolis (Metrpolis verdes). Las vas de circulacin, la red de alcantarillado y las lneas elctricas son ms cortas, y por tanto

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  • utilizan menos recursos. Los pisos consumen menos energa en calefaccin, aire acondicionado e iluminacin que las casas unifamiliares. Y lo ms importante, en las ciudades con densidad de poblacin la gente usa menos el coche. Sus puntos de destino estn lo bastante cerca para ir andando, y hay suficiente gente que se dirige a los mismos lugares para hacer que el transporte pblico sea una solucin prctica. En ciudades como Nueva York, el uso de energa y las emisiones de carbono por habitante son muy inferiores a la media nacional.

    Las ciudades de los pases en desarrollo son todava ms densas y utilizan muchos menos recursos. Pero eso se debe sobre todo a que los pobres consumen poco. Tal vez Dharavi sea un modelo de emisiones bajas, pero sus residentes no tienen agua potable, ni inodoros, ni servicio de recogida de basuras. En una situacin similar se encuentran alrededor de mil millones de personas que viven en ciudades en los pases en desarrollo. Segn la ONU, sern precisamente esas ciudades las que absorban la mayor parte del crecimiento demogrfico del mundo hasta 2050, ms de 2.000 millones de personas. Cmo acten sus Gobiernos nos afectar a todos.

    Muchos estn reaccionando como hizo Gran Bretaa ante el crecimiento de Londres en el siglo XIX: tratando de detenerlo. Un estudio de la ONU revela que el 72% de los pases en desarrollo ha adoptado polticas destinadas a frenar la migracin a sus ciudades. Pero es un error considerar la urbanizacin como una lacra y no como una parte inevitable del desarrollo, advierte David Satterthwaite, que asesora a Gobiernos y asociaciones de vecinos de barrios de chabolas de todo el mundo. No me asusta el crecimiento rpido puntualiza. Hay alcaldes africanos que me dicen: Est viniendo demasiada gente!. Yo les contesto: Ese no es el problema. El verdadero problema es su incapacidad para gobernarlos.

    No hay un solo modelo de cmo gestionar una urbanizacin rpida, pero existen ejemplos alentadores. Uno de ellos es Sel, la capital de Corea del Sur. Entre 1960 y 2000 la poblacin de Sel creci de menos de tres millones a diez millones de habitantes, y Corea del Sur pas de ser uno de los pases ms pobres del mundo, con un PIB per cpita de menos de 100 dlares, a tener ms riqueza que algunas naciones europeas. La velocidad de la transformacin se nota. Para entrar en Sel por la carretera que bordea el ro Han hay que atravesar un mar homogneo de bloques de pisos de hormign, cada uno marcado con un gran nmero para diferenciarlo de sus clones. No hace demasiado tiempo, sin embargo, muchos coreanos vivan en chabolas. Los bloques de apartamentos pueden parecer tristes desde fuera, me dijo la urbanista Yeong-Hee Jang, pero dentro se est caliente y cmodo. Repiti tres veces la palabra caliente.

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    Cada ciudad es una mezcla nica de planificacin y azar, de elementos diseados por los Gobiernos y otros que han surgido de forma natural, a lo largo del tiempo, a partir de las decisiones tomadas por sus habitantes. Sel fue planificada desde el principio. Los monjes que escogieron su emplazamiento en 1394 por orden del rey Taejo, fundador de la dinasta Choson, siguieron los antiguos principios del feng shui. Situaron el palacio del rey en un lugar propicio, con el ro Han delante y una gran montaa detrs para protegerlo de los vientos del norte. Durante cinco siglos la ciudad se mantuvo en el interior de una muralla de 16 kilmetros de largo. Era una ciudad enclaustrada y acadmica de unos pocos cientos de miles de habitantes, hasta que en el siglo XX tuvo que volver a empezar de cero.

    La Segunda Guerra Mundial y despus la guerra de Corea, que termin en 1953, empujaron a ms de un milln de refugiados a la ciudad duramente castigada por los bombardeos. No haba quedado mucho de la antigua Sel, pero la ciudad se llen por primera vez de una poderosa mezcla de gente, que arda en deseos de mejorar su miserable situacin. En el corazn de los coreanos, las antiguas virtudes confucianas de lealtad y respeto por la jerarqua no encajaban del todo con los anhelos occidentales de democracia y bienes materiales. En esa poca se produjo la explosin demogrfica surcoreana, impulsada, como en otros sitios, por la rpida mejora de la sanidad pblica y la nutricin.

    Resulta incmodo reconocer que un dictador contribuy a organizar toda esa energa. Cuando Park Chung-Hee se hizo con el poder tras un golpe de Estado militar en 1961, su Gobierno canaliz el capital extranjero hacia empresas coreanas que fabricaban artculos fciles de exportar. Un aspecto esencial del proceso, que cre conglomerados empresariales como Samsung y Hyundai, fueron los hombres y mujeres que confluyeron en Sel para trabajar en sus fbricas y estudiar en sus universidades. No es posible entender la urbanizacin si la separamos del desarrollo econmico, dice el economista Kyung-Hwan Kim, de la Universidad Sogang. La ciudad en expansin hizo posible el boom econmico, que a su vez financi la infraestructura que le permiti absorber el crecimiento demogrfico del pas.

    Se perdi mucho con la fiebre constructora de rascacielos. Los que vivan en la parte vieja de Sel, al norte del ro Han, en los aos setenta y ochenta, vieron crecer un nuevo Sel sobre los verdes arrozales de la ribera meridional, el rea que hoy se llama Kangnam. Y tambin vieron a las cada vez ms numerosas clases media y alta de la ciudad abandonar las callejuelas sinuosas y las casas tradicionales (hermosos hanok de madera, con patios y elegantes tejados curvos) para mudarse a aspticas torres de viviendas en avenidas pensadas para los coches. Sel perdi su singularidad cultural, dice Choo Chin Woo, periodista de investigacin del semanario SisaIN. Y lo que fue peor, en muchos casos los pobres fueron expulsados para construir en sus barrios torres de viviendas que ellos no podan pagar.

    Pero a lo largo de los aos una proporcin creciente de la poblacin ha podido beneficiarse del boom inmobiliario. En la actualidad la mitad de los habitantes de Sel son propietarios

  • de su vivienda. A los coreanos les gusta caldear sus casas a 25 C dice la urbanista Yeong-Hee Jang, y en sus bien equipados apartamentos se lo pueden permitir. Una de las razones de que los edificios de Kangnam estn alineados como soldados en un desfile es que todos quieren casas orientadas al sur, por el calor y por el feng shui.

    Sel es actualmente una de las ciudades ms densas del mundo. Tiene millones de coches, pero tambin una excelente red de metro. En los distritos ms nuevos las calles bullen de comercios y de peatones, cada uno de los cuales tiene una huella de carbono menos de la mitad que la de los neoyorquinos. La vida ha mejorado considerablemente para ellos desde 1961, cuando la poblacin urbana del pas era del 28%, a hoy, en que la proporcin es del 83%. La esperanza de vida ha aumentado de 51 a 79 aos, uno ms que los estadounidenses. Los nios coreanos crecen 15 centmetros ms ahora que en el pasado.

    La experiencia de Corea del Sur no es fcil de imitar, pero demuestra que un pas pobre se puede urbanizar con xito y con rapidez. A finales de los aos noventa Kyung-Hwan Kim trabaj para la ONU en Nairobi, asesorando a ciudades africanas con graves problemas econmicos. Cada vez que visitaba una de esas ciudades me preguntaba qu les habra dicho un asesor a los coreanos en 1960 recuerda. Se habra imaginado cmo sera Corea 40 aos despus?

    El miedo a la urbanizacin no ha sido bueno para las ciudades, ni para los pases, ni para el planeta. Irnicamente, Corea del Sur an no ha abandonado la idea de que su gran capital es un tumor que succiona la vida del resto del pas. Ahora el Gobierno est construyendo una segunda capital a 120 kilmetros al sur, y tiene previsto trasladar all la mitad de sus ministerios a partir de 2012 y dispersar por todo el pas otras instituciones pblicas, con la esperanza de repartir la riqueza de Sel. Los esfuerzos de la nacin por detener el crecimiento de la capital se remontan a Park Chung-Hee, el dictador que puso en marcha la economa. En 1971, cuando la poblacin de la ciudad super los cinco millones, Park aplic los consejos de Ebenezer Howard y rode la ciudad con un amplio cinturn verde para detener su crecimiento, como hizo Londres en 1947.

    Ambos cinturones verdes sirvieron para preservar espacios abiertos, pero no frenaron el crecimiento urbano. Ahora la gente va a trabajar al centro desde suburbios que se saltaron las restricciones, extendindose ms all del cinturn. Los cinturones verdes han tenido el efecto de empujar a la gente ms lejos, a veces, absurdamente lejos, dice Peter Hall, urbanista e historiador del University College de Londres. Brasilia, la planificada capital de Brasil, fue diseada para 500.000 personas; dos millones ms viven ahora al otro lado del lago y el parque que supuestamente iban a bloquear la expansin urbana.

    La extensin preocupa a los urbanistas de hoy tanto como su anttesis, la densidad, preocupaba a sus colegas del pasado. Londres ya no se considera un tumor, pero Atlanta ha sido calificada de mancha palpitante por su exagerada extensin. Las polticas gubernamentales, tales como las subvenciones para construir autovas y las medidas que favorecen la compra de viviendas, han empujado los suburbios hacia fuera. Tambin en esa misma direccin va la otra gran fuerza que determina el destino de las ciudades: las decisiones personales de sus habitantes. Ebenezer Howard tena razn en una cosa: mucha gente quiere tener una casita con jardn.

  • La expansin no es un fenmeno nicamente occidental. Consultando imgenes de satlite, mapas antiguos y censos de poblacin, Shlomo Angel, profesor de urbanismo de las universidades de Nueva York y de Princeton, ha seguido la transformacin de 120 ciudades, en cuanto a su forma y densidad demogrfica, entre 1990 y 2000. Incluso en los pases en desarrollo, el crecimiento en superficie de la mayora de las ciudades es superior a la afluencia de nuevos habitantes. Es decir, su crecimiento geogrfico es superior a su crecimiento en poblacin: por trmino medio son un 2% menos densas cada ao. Para el ao 2030 su rea construida podra triplicarse. Qu impulsa la expansin? Ingresos ms altos y transporte barato. Cuando aumentan los ingresos, la gente tiene dinero para comprar ms espacio, explica Angel. Con un transporte barato, pueden permitirse viajes ms largos de casa al trabajo.

    Pero hay que tener en cuenta el tipo de hogar en el que viven y el transporte que usan. En el siglo XX las ciudades estadounidenses se redisearon en torno a los coches, esas mquinas maravillosas y liberadoras que tambin hicieron irrespirable el aire de la ciudad y empujaron los barrios residenciales hasta ms all del horizonte. La expansin urbana centrada en satisfacer las necesidades de circulacin de los automviles engulle tierras de cultivo, energa y otros recursos. Ahora, los urbanistas de Estados Unidos quieren repoblar los centros urbanos y aumentar la densidad poblacional de los barrios, por ejemplo, construyendo ncleos urbanos peatonales en los inmensos aparcamientos de los centros comerciales fallidos. La huida de las ciudades, que pareca buena idea hace un siglo, se presenta ahora en Occidente como un error. Mientras, en China y la India, las ventas de coches van en aumento. En opinin de Edward Glaeser, sera mejor para el planeta que la gente de esos pases acabara en ciudades densas construidas en torno al ascensor, en lugar de en reas urbanas extensas construidas en torno al automvil.

    Las ciudades en desarrollo se expanden inevitablemente, afirma Angel. En algn punto entre la anarqua que hoy reina en muchas de ellas y la utopa que a menudo ha caracterizado la planificacin urbana, hay un urbanismo modesto que podra dar excelentes resultados. Requiere, segn Angel, pensar con decenios de antelacin y reservar espacios, antes de que la ciudad crezca, para parques y para una densa red de vas para el transporte pblico. Empieza por ver las ciudades en expansin no como una enfermedad, sino como una concentracin de energa humana que hay que organizar y aprovechar.

    Con sus tranquilas avenidas comerciales y sus primorosas casitas, la ciudad inglesa de Letch-worth parece una ciudad jardn detenida en el tiempo. El ideal de Ebenezer Howard de una comunidad autosuficiente nunca se hizo realidad. Los agricultores del cinturn verde venden su trigo y su remolacha azucarera a una gran empresa que fabrica cereales para el desayuno. Sus habitantes trabajan en su mayora en Londres o Cambridge. John Lewis, director de la fundacin iniciada por Howard, teme que Letchworth corre el riesgo de convertirse en ciudad dormitorio. Aun as, tiene un aspecto clave de lo que muchos urbanistas consideran hoy una ciudad sostenible: no ha sido diseada pensando en los coches. Howard ignor el nuevo invento. Desde cualquier punto de Letchworth se puede ir andando al centro para comprar o tomar el tren a Londres. La verdad es que Letchworth parece un lugar encantador para vivir. No es para todo el mundo, desde luego. Pero ninguno lo es.

  • Cincuenta y cinco kilmetros al sur, Londres sigue creciendo. Actualmente viven all ocho millones de personas. Todos los intentos de imponer cordura a su laberinto de calles han fracasado, como cualquiera que haya atravesado la ciudad en taxi puede atestiguar. Nadie planific Londres!, exclam una tarde Peter Hall, mientras nos detenamos en la acera frente a la Academia Britnica. Pero segn l, la ciudad hizo dos cosas sensatas mientras se expanda en los siglos XIX y XX. Por un lado, conserv grandes parques semisilvestres, como Hampstead Heath, donde los londinenses pueden estar en contacto con la naturaleza. Y lo ms importante, se expandi a lo largo de las lneas de metro y de tren. Si el transporte es bueno dice Hall, puedes dejar que las cosas sigan su curso.

    Con esas palabras desapareci en el metro para volver a casa, dejndome con un regalo esplndido: unas horas para pasar en Londres. Incluso Ebenezer Howard habra entendido mi sensacin. Cuando regres tras unos aos en Estados Unidos, qued cautivado por su ciudad natal. El simple hecho de ir en autobs, escribira ms adelante, le produca un agradable estremecimiento: Una curiosa sensacin de xtasis se apoderaba a menudo de m en esas circunstancias Las calles atestadas de gente, los signos de riqueza y prosperidad, la animacin y hasta el mismo desorden y confusin me resultaban atractivos y me llenaban de deleite.