El Bajo Pueblo en El Pensamiento de Los Precursores de 1810 Sergio Villalobos

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SERGIO VJLLALOBOS R. El bajo pueblo en el pensamiento de los precursores de 1810 LA INFLUEi\"CIA DEI. SIGLO XVllI ESTA FUERA ele dudas que el movi- mIento eman cipador americano fue lleva- do a cabo por la aristocracia criolla, el único grupo con aptitud para tomar el mando y afianzar el éxito. Cuando el mo- escapó a su control y otros grupos lllvadIeron la escena, como sucedió durante algún tiempo en México y Venezuela, las :t!ternativ as dudosas y el descalabro no se hicieron esperar. Solamente ella pudo en- cabezar y dirigir la causa de b Ind epen- dencia. Era na lural que así fuese. Los criollos tenían una fuerte conciencia de sus dere· chos, amaban a sus países con ingenuidad, p os eían la cultura; el grupo aristocrático era dueI10 de la ti erra, habí a gozado de las e ncomienda s, tenía el poder económico, la subordin ación de las demás clases era abso- luta y los títulos de nobleza le daban espe- cial y Podría decirse que la anstocraCla cnolla era la dueña de los dominios americanos. Sin embargo de l as abruptas diferencias ,oc iales y de la jerarquí a reinante, los crio- llos no fueron ajenos a se ntimientos huma- nitarios y el bajo pueblo tuvo un lug ar en sus pensamientos. Así lo demuestr a en el caso de Chile, el ideario de los precursores, aspe cto que nun ca se ha hecho notar. Jun- to a los plane s reformistas, había un papel destinado al pueblo l. La preocup ación por la elel pue- blo emanaba en fo rma natural del senti- miento de caridad, constituido en doctrina por el Cristianismo, y del espíritu de la ' Empl eamos el término "pueblo" en el sentido que se le da hoy día y no en el de la época. En tal concepto debe entrar. por lo tanto. toda la escala social y racial, bajo los criollos, especialmente los mestizos, exceptuándose los indígenas. 36 Ilustración, entre cuyas ideas había muo chas que recaían sobre las clases humildes. En el siglo XVII había predominado en España el sentido de la caridad, tan soca· rronamente descrito por quienes han estu· diado aquella época, pero en el siglo XVIII comenzó a acentuarse la consideración uti- litaria del pueblo. cuya regeneración y el :lproyechanllento de su fuerza, fueron vis- tos factores esenciales para el resta· bleClmlento de la economía espailo1a. No quiere d eci r que durante el siglo ilustrado se perdiese el sentido de la caridad, sino que mu y por el contrario, ella se encauzó por vías más racionales, que al fin iban a desembocar en la mi sm a corriente que pre- tendía dar al pueblo un rol positiyo. Pue· de af irmarse que a lo largo ele la centuria el espíri tu de caridad y las ideas ele la Ilus- tración se para ha ce r del pue- blo un motivo de especial consideración. Aquí es dond e pa re ce adq uirir relieve la frase de que "el Despoti smo Ilu s trado fue una revolución h ec ha desde a rriba", o aquella otra que s inteti za su orientación en :: todo para el pueblo, pero sin el pue- bl o ; aunque el sen tldo de ellas es más amplio. El espíritu hum a nitari o se concretó en infinidad de re a li zacion es llamadas asilos, hosp!c!os, montes de pied ad, hospitales, etc. por o rg anismos de beneficen- Cia. tales como las juntas de ca rid ad y las SOCiedades económicas, que a demás de soco- rrer a los de svalidos pretendieron redimirlos de sus vicios. y ense fl arl es un oficio con que ganars.e la vlela. Los grupos dirigentes com- prendieron que la de los pobres les LOcab.a de cerca y que no podían permane- cer ,aJenos a. desgracia, que al fin reper- en la nllSma postr a ción del país; de 31h eman a ba aquel espíritu de beneficencia, tan tico elel siglo XVIII, que por su, ampht,ud y sus repercusiones bien po- dna llamarseJe una ca mpaiía nacional. La utili zación del pueblo en la recupera-

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El Bajo Pueblo en El Pensamiento de Los Precursores de 1810 Sergio Villalobos

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  • SERGIO VJLLALOBOS R.

    El bajo pueblo en el pensamiento de los precursores de 1810

    LA INFLUEi\"CIA DEI. SIGLO XVllI

    ESTA FUERA ele dudas que el movi-mIento emancipador americano fue lleva-do a cabo por la aristocracia criolla, el nico grupo con aptitud para tomar el mando y afianzar el xito. Cuando el mo-

    \"imie~to escap a su control y otros grupos lllvadIeron la escena, como sucedi durante algn tiempo en Mxico y Venezuela, las :t!ternativas dudosas y el descalabro no se hicieron esperar. Solamente ella pudo en-cabezar y dirigir la causa de b Indepen-dencia.

    Era na lural que as fuese. Los crio llos tenan una fuerte conciencia de sus dere chos, amaban a sus pases con ingenuidad, posean la cultura; el grupo aristocrtico era dueI10 de la ti erra, haba gozado de las encomiendas, tena el poder econmico, la subordin ac in de las dems clases era abso-luta y los ttulos de nobleza le daban espe-cial ~rillo y ~igni~icado. Podra decirse que la anstocraCla cnolla era la duea de los dominios americanos .

    Sin embargo de las abruptas diferencias ,ociales y de la jerarqua reinante, los crio-llos no fueron ajenos a sentimientos huma-nitarios y el bajo pueblo tuvo un lugar en sus pensam ientos. As lo demuestra en el caso de Chile, el ideario de los precursores, aspecto que nunca se ha hecho notar. Jun-to a los planes reformistas, haba un papel destinado al pueblo l.

    La preocupacin por la ~uerte elel pue-blo emanaba en forma natural del senti-miento de caridad, constituido en doctrina por el Cristianismo, y del espritu de la

    ' Empleamos el trmino "pueblo" en el sentido que se le da hoy da y no en el de la poca. En tal concepto debe entrar. por lo tanto. toda la escala social y racial, bajo los criollos, especialmente los mestizos, exceptundose los indgenas.

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    Ilustracin, entre cuyas ideas haba muo chas que recaan sobre las clases humildes. En el siglo XVII haba predominado en Espaa el sentido de la caridad, tan soca rronamente descrito por quienes han estu diado aquella poca, pero en el siglo XVIII comenz a acentuarse la consideracin uti-litaria del pueblo. cuya regeneracin y el :lproyechanllento de su fuerza, fueron vis-tos ~0I"?0 factores esenciales para el resta bleClmlento de la economa espailo1a. No quiere deci r que durante el siglo ilustrado se perdiese el sentido de la caridad, sino que muy por el contrario, ella se encauz por vas m s racionales, que al fin iban a desembocar en la mism a corriente que pre-tenda dar al pueblo un rol positiyo. Pue de afirmarse que a lo largo ele la centuria el espri tu de caridad y las ideas ele la Ilus-tracin se c~njugaron para hacer del pue-blo un motivo de especial consideracin. Aqu es donde parece adquirir relieve la frase de que "el Despo tismo Ilustrado fue una revolucin hecha desde arriba", o aquella otra que sintetiza su orientacin en :: todo para el pueblo, pero sin el pue-blo ; aunque el sen tldo de ellas es ms amplio.

    El espritu humanitario se concret en infinidad de rea lizac iones llamadas asilos, hosp!c!os, montes de pied ad, hospitales, etc.

    a~lsplclaclos por organismos de beneficen-Cia. tales como las juntas de caridad y las SOCiedades econmicas, que adems de soco-rrer a los desvalidos pretendieron redimirlos de sus vicios. y ense fl arl es un oficio con que ganars.e la vlela. Los grupos dirigentes com-prendieron que la ~L1erte de los pobres les LOcab.a de cerca y que no podan permane-cer ,aJenos a. s~ desgracia, que al fin reper-

    cU~la en la nllSma postracin del pas; de 31h emana ba aquel espritu de beneficencia, tan cara~ter tico elel siglo XVIII, que por su, ampht,ud y sus repercusiones bien po-dna llamarseJe una campaia nacional.

    La utili zacin del pueblo en la recupera-

  • EL BAJO PUEBLO

    cin econmica de Esparla, est presente en las ideas de los crticos, economistas, proyectistas y ministros que ~e suceden en serie ininterrumpida desde comienzos has-ta fines del siglo; pero lejos de ser una sim-ple idea, fue una poltica llevada a cabo con "oluntad firme a medi la que las cir-cunstancias lo permitieron.

    El propsito de dignificar el trabajo nu nual y enaltecer al obrero y al artesano, fue-ron una muestra de la orientacin que los ministros ilustrados quisieron dar a la cues-tin . La lucha contra los privilegios y el exclusivismo de los gremios, tuvo por fin dar mayor oportunidad al trabajo. Las f-bricas establecidas bajo el patrocinio de la corona tuyieron el doble objeto de impul-sar la produccin y adiestr3r al obrero es-pecializado. La educacin Llel pueblo d eba apuntar a los mismos fines, ayuclando a eles terrar la ignoranci a, y a d ar las herramien -tas con que el indi viduo poLlra ganarse el pan y ser til a la comunidad .

    El problema agrar io fue enfocado con ~l criterio ele fa\"orecer a los labradores humd eles, atacando de [rente b. situ acin crea d a por los la tifunLlios. las tierras baldas y comunes, los bienes de m anos muerta y los pri\'ilegios ele la Mes ta . Granj as modelos deban unir la ense i anza terica con el trabajo rudo d e la ti erra. Tue\'o cultivo>, experimentacin y se lecc in . contribuir~n a expandir b s pos ibili dad e del tra bajo agrcola e industrial.

    En el sueii o y en i:J. r e;:tl iLacione de l o ~ hombres d e la Il ust racic'H1 , el pueblo ten a, pues. un lugar act i\'o y constitua. por ello un mo tivo tl e especia l preocu paCIn,

    El acercam iento al p ueblo ni siq ui era de-j de afectar a las co LUmbres de .la noble-za, que encon tr en su en tretencion es u na forma de hui r d e la vida cortesana , llegan-do por mod a a imitarlo, dando lugar al "majismo" . La irona q ue la [u en e pa leta de Goya dej en los li en zo) que re tra ~ an a los prncipes y a los no bles, se conv irtI en ca lor humano y rea lid ad en los CLl :ld r05 qu e retratan al pueblo : al l est en !J ~ corrid a~ de toros, en sus diversiones , goando de SU'i costum bres. en el tra ba jo , en e l \'icio y has-la en la rebelin. Con razn se ha afirmado que "El albail he.rido" e~ un a muestra de pintura de conteI1ldo SOCI a l.

    La influencia J el espritu ilustrado espa-1101 en Amrica, \'isible en tantos aspectos, se muestra clara en las ideas que surgen respecto al bajo pueblo, cO~Lribuyenclo a fortalecer el interes en l. sIempre dentro

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    de las limitaciones que imponan el estado de la sociedad y la mentalidad reinante. En este asunto, como en otros. tambin la in-quietud corresponde a una lite que vive alerta frente a los problemas, que se in te-resa en la suerte de su tierra natal y que capta las iniciativas e ideas que vienen ele afuera, mientras el resto permanece inalte-rable en su apata.

    LA RIQ UEZA DEL PAIS y LA i\IISERIA DE SUS HABITANTES

    Un primer problema que se plantearon los pensadores criollos, fue el de la riqueza y posibilidades del pas en contraposicin a la miseria de sus habitantes:!. No acerta-ban a explicarse o justificar como, en medio de una na tura leza generosa la miseri a cu bra a la poblacin.

    Don Jos ele Cos Iriberri exclama: "Qu espectculo tan delicioso presenta al entrar en este reino por cualquiera de sus puertos o al descender de la elevada cordillera, la multitud de arroyos y torrentes, el verdor de los campos, la frondosid ad de los rbo-les , la a lternada vari ac in de valles. cerros y colinas, v la muchedumbre de gan ados que puebh;n las campias! Quin creyera que en medio ele es ta pompa y aparato de la na tura le7; t, la poblacin haba de ser tan escasa y que la m ayor parte d e ella h aba d e gemi r baj o el pesado yugo d e la pobre-l a , la n1'seria y los vicio '., que son una con-sec. uencia forl o 'a d e ell a misma ! Quin lo rreyera ! Ello C'i, sin embargo, cl emasi:\(lo cierto" ;1.

    Don ~I a nl1 c1 de Sa las co incida con la misma opinin , de~cribi e nel o, como buen IT io llo , una imagen idlica d el pas: "El reino de Chile. ~ in con tradiccin e l ms frtil de la Amrica e l ms ad ecuado pa-ra la humana felicid ad. es el m s misera-ble el e lo 'i dominios espao les : teni endo

    "El trmin o " pensadores cr iullos" que empleamos. debe entenderse con cierra fl exibilidad; quizs no fu esen exall amen tC lo qu e se enti ende por pensado-res, y, en segun do lugar, no todos los personaj es ( uyos escritos analizarcmos eran criollos, sino que hab an europcos, En todo caso, sus ideas, aunquc no fuesen or igin ales, forman el pensamiento local y su in fluencia afecta, principalmente, al grupo crio-llo o emana de l. En cuan to al trmino "precursor" lo utilizaremos en su sentido ms amplio. "T ercera Memoria leda por el Secretario en pro-piedad del Consulado, don Jos de Cos Iribcrri ; 30 de septicmbre de 1799. Miguel Cruchaga, Estudio , obre la organizacin ecoll1llica y la hacienda !)-lica de Chile (Madrid, 1929) , tomo III, pg. 263.

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    proporcin para todo, carece de lo necesa-rio, y se traen a l frutos que podra dar a otros. Su extensin, desde Atacama a la Concepcin, que es la parte ocupada por los espalloles, encierra nueve mil leguas en rea, que participan de todos los climas, ya por su situacin geogrfica, pues, empe-zando en veinte y cuatro grados, termina en treint:t y siete de la titud meridional, ya por ha llarse baIlada por un costado de doscien-tas seten ta leguas por el mar Pacfico, y por otro igual bordada de las altas sierras neva-das de los Andes, como por otras diversas causa, subalternas que concurren a variar el temperamento en una misma altura. En este espacio en que jams truena ni graniza, con unas estaciones regladas que rarsima vez se alteran, sembrado de minas de todos los metales conocidos, con salina, abundan-tes, pastos copiosos, regados de muchos arroyos, m anantiales y ros, que a cortas distancias descienden de la cordillera y co-rren superficialmente; donde hay buenos puertos y fcil pesca; en un terreno capaz de todas las producciones y animales de Eu-ropa, de que ninguno ha degenerado, y al-gunos mejorado; donde no se conocen las fieras, ni los insectos ni reptiles venenosos, ni muchas enfermedades de otros pases, y donde se han olvidado los estragos de la vi-ruela por medio de la inoculacin; en este suelo privilegiado, bajo un cielo benigno y limpio, debera haber una numerosa pobla-cin, un comercio vasto, una floreciente in-dustria y las artes que son consiguientes; mucho ms si se considera que est inme-diatamente colocado cerca del rico Per, esterilizados por el terremoto que desde fi-nes del siglo anterior lo hace depender de Chile para su subsistencia.

    "A pesar de todas estas proporciones, la poblacin, segn los mejores cmputos y razones que se han tomado, antes y ahora, no pasa de cuatrocientas mil almas; y sien-do capaz cada legua de mantener mil personas, segn el ms moderado de los clculos, tiene este reino cuando ms la vigsima parte de la gente que admite; y es-ta despoblac in asombrosa, verdadero ter-mmetro del estado de un pas, dar{t una justa idea de su miseri a. Es, a la verdad, de admirar que e,t desierta una tierra que corresponde con prodigalidad al cultivo, donde la fecundidad de las mujeres es gran-de, en que continuamente se establecen fo-rasteros, siendo raro el natural que sale, y donde ni la guerra ni la marina consumen hombres. Pero es an ms portentoso que entre los habitantes de un pa-s tal, cuyo

    ANALES DE L \ UN IVERSIDAD DE CHILE

    moderado trabajo alimenta a otros pueblos, se h::illen muchos cercados de necesidades pocos sin ellas, y raros en la abundancia: Nada es ms comn que ver en los mismo~ campos que acaban de producir pinges co-sechas, extendidos para pedir de limosna el pan, los brazos que las recogieron, y tal vez

    I en el lugar donde acaba de venderse la fa nega de trigo a nfimo precio en la era"4.

    En otro escrilo, Salas insi'sta en pareci das ideas sobre el mbito geogrfico y la existencia del pueblo: "Vaga sobre un terreo no que ofrece a cada punto atracti\'o para deternerlo: desnudo, donde sobran mate rias para vestirse; hambriento, donde se arrojan los alimentos; ociosos en presencia de las riqueza, de todas clases que les encu-bre la falta del arte y del ejemplo"".

    La comparacin de las riquezas naturales con la miseria del pueblo, encerraba en s una protesta, ya que las posibilidades que se presentaban eran ahogadas por la ausen-cia de una. poltica econmica que favore-ciese a. la po blacin y la incapacidad en que se manten a al hombre del pueblo para afron tar con provecho sus tareas. La igno-rancia , la [alta de estmulos y la rutina, se agregaban a la estructura econmica y so-cial del pas para hacer e1el pueblo una ma sa desgraciada.

    LA 'POSTRACION DEL PUEBLO EN EL CAl\fPO, LA l\HNA Y LA CIUDAD

    De all naca la postraclOn material y moral, cuya descripcin alcanza patetismo en la pluma de Cos Iriberri, que nos habla de "los diarios robos, la embriaguez habi tual, los continuos asesinatos, la prodigiosa multitud tle delincuentes de que rebosan las crceles y presidios, la forzosa impunidad de muchos delitos y la frecuencia de los cas-tigos pblicos"6. Manuel de Salas, por su parte, afirma que "El pueblo es ebrio, para sofocar la tristeza de su existencia; es homi-ciela, por el disgusto continuo en que vive y porque nacla tiene que perder; Es clibe, porque mira su posteridad como una. carga, y por esto se minora cada da sensiblemente,

    'Manuel de Salas, Representacin hecha al I\finis tl:O de Ha cienda. don Diego de Gardoqui, por el SlIldlCO del Real Consulado de Santiago. sobre el estado de la agricultura, industria y comercio del reino de Chile. Escritos de don Manuel de Salas, tomo 1, pg. 153. Stgo .. 191. 'Exposiciones p rcscn tadas al Consulado. Escritos de

    ~~H Manllel d e Salas. tomo l. pg. 256. , r ereera Memona. Cruchaga, obra Citada. pago 263.

  • EL BAJO PUEBLO

    O, a lo menm no crece",. Era intil que alguno se esforzase y tratase de salir de su situacin: "El que sobreponindose a las mabs impresiones de la perversa o nin-guna educacin y al desaliento que sigue a la falta

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    comercio :l ttulo de testigos oculares en la materia. El repetido con traste que presen-tan a la vista. el lujo tle algunos y b vergon-zosa desnudez de tantm; los haberes de po-cos y la mendicidad de los muchos ; el esta-blecimiento de unos y los ningunos recur-sos de otros, y en un:l palabra. la comodi-dad de los menos y la miseria de la muche-dumbre es una seal caracterstica por don-de se conoce que son muy cortos y muy len-tos los pasos que da en la carrera de su prosperidad este reino"!::.

    POBLACIO;l/ y DESARROLLO ECONO:\fJ(.O

    Ante el triste cuadro que presentaba el pueblo, la conciencia de los criollos m;s ilustres se senta herida y consider:ndolo dentro del marco econmico en que se de-senvolva la sociedad, forjaban planes y esperanz;.c; para remediar la situacin .. \s llegaron a concebir su redencin dentro de una transformacin econmica del pas , que auspiciaron con rara fe y a pesar de innu-merables contratiempos y desengaos.

    Para comenzar, vean 1In:l clara relacin entre poblacin, aspecto meramente cuanti-tativo, y desarrollo econmico. Domingo Daz de Sa lcedo y Muol, personaje ligado al comercio y la administracin. deca en 1789: "Ya damos por supuesto que sin b poblacin ni puede adelantarse ni la agri-cultura ni las artes y por consiguiente ni el comercio, pues del nmero considerable de gentes, esto es de la abundante poblacin. pende el poder acudir con la fuerza nece-saria a todas las carreras" 14.

    Cos Iriberri al recordar la desaparicin elel indgena, afirmaba que se "haba per-dido en sus personas la poblacin, que es el mayor tesoro y la verdadera riqueJa de un estado"15.

    La gente pobre -seala Dal de Salcedo-es el nmero grande del estado ya [la?] que se debe atender. adems de otros motivos, porque son la riquela y la fuerza del sobe-rano". Indudablemente, Daz de Salcedo quera encerrar en esa frase tanto el senti-do humanit;:rio como el lltiliLlrio.

    U na mayor pob];)cin sig-Il i fic;) ba m;n or

    ,zCr uchaga, obra citada, p:ig. 235. " Informe e levado al Gobierno con motivo de una consulta sobre el e-;tado del comercio chileno, fc -chado en Santiago cl 11 dc marzo de 1789, Archivo Nacional. Archivo Viculla Mackenna. vol. 304-F. Actualmcnte preparamos la publicacin dc ste y otros informes en un trabajo relativo al comercio colonial y la Indcpendencia. J Primera Memoria . Cruchaga . obra cilada. pg. 210 .

    ANALES DE LA UNIVERSIDAD DE CHIU

    consumo y a la 'CI. abundancia de brazos para atender a la explotacin de tantas ri. quezas abandonadas. Pero el problema se presentaba para algunos como un crculo vicioso, pues era intil pensar en el incre. mento de la poblacin sin un mnimo de bienestar econmico. T;:l es el pensamiento de Salas cuando escribe que el hombre del pueblo es clibe "porque mira su posteri dad como una carga" o cuando dice que "as como el primer deseo del hombre, lue. go que tiene una ocupacin wbsistente, e) llenar las intenciones de la naturaleza ca sndose, cuando no la tiene huye y eletest; una carga que no ha de poder lle\'ar. que lo har autor de unos seres precisamente miserables. que sern como sus padres, \'J. gos, sin hogar ni domicilio ni ms bienes ordinariamente que los que apenas cubren su desnudez"lG.

    L;: solucin resida en una poblacin apta p:-a la vida econmica, en un pueblo preparado para el trabajo ~I que pudiese concurri r a las faenas que debera propor cionarle una poltica de explotacin men ~ i\'a y r ac ional de las riquezas de la colonia.

    CO~fIA"ZA EN LA CAPAcmAD DEI. OBRERO Y DEL CA.:\IPESI"O

    Tanto Cos Iriberri como Sala~ tenan confianza en las posibilidades del obrero y del artesa no. El primero, deca, al recor dar los vicios que lo rodeaban, "en vano atribuiremos xu'te de estos males a fiereza de los habitantes, ni a su indolencia la otra parte" y don Manuel ue Salas al analizar las causas del atraso de la agricultura escriba: " no nacen de la indolencia de la gente producida por el clima, especie de supersti-cin con que algunos escritores nos han querido encubrir"17. Y al comparar las ri queJas del pas con la miseria de sus habi-tantes, saltaba en defensa del pueblo: "Quien a primera \"ista nota esta contradic cin, si se deja llevar por el espritu deci didor de los viajeros, desata luego el enig m:l. concluyendo nacidos en el con tinente, :llIll1entada \' fa mentada por la abundancia; () ms i!~dul gente, buscando cau~as ocultas y misteriosas. lo atribuye al clima; pero ninguno se too

    "Represen tacin hccha al Ministro Gardoqui. Es critos de don Manuel de Salas, tomo 1. pg. 153. J1Seg llnda ~rcmori a . Cruchag-a. obra citada. pg. 2-11.

  • EL BAJO PUEBLO

    ma el trabajo de analiz:lr, ni se :lbate a bus-car razones ms sencillas y verosmiles. La flojera y molicie que se atribuyen a estos pueblos es un error, si, es un error que hc palpado muchas veces y he hecho observar :1 hombres des preocu pados".

    Segn Salas, el hombre del pueblo, busc:l-ba con aUn el trabajo, ya fuese como ob;'e-ro en la ciudad o como pen en el campo: "Las cosechas de trigo, que necesitaban a un mismo tiempo muchos jornaleros, se hacen oportunamente, a pesar de su abun-dancia; las vendimias, que requieren ms operarios que las de Espafta, por el distinto beneficio que se da al vino, se hacen todas en unos mismos das con slo hombres; las minas, que ofrecen un trabajo duro, sobran quienes lo deseen. Conque no es desidia la que domina; es la falta de ocupacin la que hace decidioso por necesidad a algunos, la mayor parte del al'io, que cesan los traba jos; y a otros, el mayor tiempo de su Yela, accio-Il CS H'.

    En 1789 clon Ambrosio O'Higgins sella-laba que el total de las importaciones su-ma ban ~.15 -1.939 pesos y las exportaciones 351.922, resultando un saldo desfa\'orable de 1.805.0 17 pesos 20.

    La nica forma ele hacer frente a tan ;lllg~lstiosa situacin era desarrollando b produccin. La intensificacin tle las acti-vidacIes mineras podra aportar mayor can-tidad de oro y especialmente plata, con los cuales se conlrarrestara en parte el mal; pero la verdadera solucin estaba en el de-sarrollo de la minera del cobre, la agricul-tura y Lis manufacturas, cuyos productos al ser exportados deberan restablecer el equi-librio de la balanza. Estos erall los aspectos en que se pona mayor nfasis.

    Para fomentar la miner:l ~e propiciab:l una intensificacin de las exploracione" que se realizaran en forma cientfica; el trabajo mismo de la explotacin debera real izarse con mtodos tcnicos nuevos o aquellos que h experiencia hubiere sellaLl' do como los mejores, un personal bien adiestrado en su oficio sera la base esencial para esas transformaciones. La exportacin de los minerales no con\"ena hacerla en bruto, sino que haba que procurar su ela-boracin; por ejemplo, el cobre podrb. en-tl'egarse en forma de cl:t\os o planchas.

    Los problemas de la agricultura y gana-dera los esboz don Anselmo de la Cruz, secretario del Consulado, en certeras pala-bras: "Los hacendados, los que poseen bie-nes, son los brazos poderosos elel reino y los que perciben entradas m;\, pinges y segu-ras. Los ganados por si solo, sin auxilio de la industria, forman la subsistencia y acle-lantamien to de estos poseedores, A dncle se H:n canales, dehesas, vegas formadas por el brazo industrioso del hombre, pastos de regado, bosques plaI1lados ele rboles tiles ; los animales, de que tanto necesitan para c"itar las crecidas mortandades que se ex -

    'Estas ideas se hallan ex pllc, las en casi todas las memorias leidas en el Tribunal del Consulado y o tros documentos que enfocan los problemas eco nmicos. Puede verse la obra ya varias veces citada de Crllchaga, los escrilOs de don Manuel de Salas y los informes de los comerciantes chilenos, Do-mingo Daz tI!; Salcedo, Francisco Javier Errzuriz, Tom s Delfn y Jos de Urrutia y Mendillllru, en el Archivo Nacional. Archivo Vicua l\hekenna, \'01. 304F. ""EI Presidente de Chile da noticias del comercio y propone medios para su desarrol!o ... " . Septiem. bre 21 de 1789. Biblioteca l'\acional, Sala Mctlina. l\f. $ .. vol. 206.

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    perimentan continuamente por el retardo de las lluvias? Quin medita en la mejor y ms abundante propagacin de las dife-rentes especies de simientes y animales? En el fomento o instruccin de sus propios arrendatarios e inquilinos? Quin tiene con estos la prolijicL:tJ econmica que acon-sejaba Catn y Colume; la de los romanos sobre el planto y recogida de pequeos fru-tos con que sustentarse en las rgidas esta-ciones, bcilit:mdoles terrenos, semillas, ani-males, utensilios y la instruccin de que sin contradiccin necesi tan estos desgraciados semejantes, que nacen y mueren en la mise-ria e ignorancia, sin conocimiento de la comodidad, sin estmulo para obrar bien, envueltos en el desgrei'o y siempre dispues-tos al robo y al asesinato? Unos hombres que instruidos en los principios rurales po-dran ser tiles al Estado, a s mismos y a su posteridad, pintando en ella la buena doctrina y escribiendo la educacin, las imgenes de las artes y ciencias agrarias, sin abandonarse a ser cmplices voluntarios de sus errores o espectadores odiosos de sus "icios. El hombre, dice Sneca, n ace en la ignorancia, pero no en los errores; s tos son todos adquiridos, y sin nada de esto adver-timos con generalidad entre los hacendados del reino, con justa razn podr decirse que viven de los reba'os y producciones natura-les de la tierra; que si se meditaran los prin-cipios del cultivo, seran unos poseedores de ingentes caudales; que esta clase de poderosos es inconveniente al Estado, y que siendo las haciendas y ganados el agen te que constituye la principal grandeza de es-te reino, exige necesariamente de la Junta de Gobierno [del Consulado] por tocios los medios posibles, el adelantamiento de la agricultura y la mejora en el cultivo y bene-ficio de los fru tO'5"~1.

    REFORI'\'fA EN LA AGRICULTURA

    Las ideas de Cruz apuntaban principal-mente a dos objetivos: la explotacin racio-nal de la tierra y la educacin del campesi-no. En ambos aspectos sus ideas coincidan con las ele otros contemporneos.

    La explotacin adecuada de la tierra sig-nificaba construccin de canales y obras de regado, experimentacin de nuevos culti-

    Ot . !emoria que don Anselmo de la Cruz, secretara en propiedad del Real Consulado de Santiago de Chile. ley en la Junta de pose in, celebrada el da 19 de enero del a.10 de 1807. Cruchaga, obra citada. p ;" g. 366.

    ANALES DE LA UNIVERSIDAd> DE CHILE

    vos, principalmente los que tuviesen apli-cacin industrial, seleccin de semillas, em-pleo de herramien tas adecuadas, etc. Pero esas innovaciones requeran un cambio en las costumbres ele los campesinos, una lucha contra los prejuicios y el empleo irracional del suelo, que slo podan lograrse median-te la adaptacin del hombre rstico a nue "as modalidades. La transformacin de la gente del campo no solamente hara posible la adopcin de nuevos mtodos, sino que el progreso de la agricultura presentara ma-yores posibilidades econmicas a la masa flotante que pululaba por campos y ciuda-des. "Demos -dice Cos lriberri- en las ocupaciones rurales ocupacin a tantos mi-serables que acogindose a las poblaciones crecidas a buscar susbsistencia, las gravan y no nos presen tan otra cosa que el espec-tculo ele su miseria y sus desrdenes"2~.

    En su afn de estimular a los campesinos y a travs de ellos abrir nuevos cauces a la agricultura, don Manuel de Salas tom una iniciati va que habla muy alto de su des-prendimiemo y de su inters por fomentar la produccin. Considerando el gran \'alor que tena el lino como producto industrial, se propuso con tenacidad arraigar su culti-vo en Chile, facilitando l mismo todos los medios para realizar el proyecto.

    Comenz sembrando lino por su cuenta en tierras de su propiedad, adiestrando a "arios campesinos en las tareas y al cabo de tres ai'ios ele felices experiencias se pro-puso estimular a otros para que siguiesen sus pasos. Pero considerando, como deCa en un escrito, "que slo se conseguir la abundancia, baratura y perfeccin de la empresa cuando el cultivo y beneficio se hagan por labradores pobres", decidi ayu-dar a los jornaleros que haban trabajado en sus cultivos para que ahora lo hiciesen por cuenta propia: reparti entre ellos 500 arrobas de semillas; les concedi tierras gra-tuitamente; les prest bueyes, herramientas, pozos, hornos y utensilios para la elabora-cin, bodegas para almacenamiento y algu-na ayuda en dinero mientras pudiesen ven-eler el producto. Yendo an ms lejos, Salas se comprometi con los campesinos a com-prarles el lino en caso de que no encontra-sen compradOl-:~3.

    Mediante ese estmulo se propona Salas extender el cultivo y sacar ele la rutina a los

    ""Primera memoria. Cruchaga. obra citada. p~g. 238. ""Carta de 12 de mano de 1798. ... !icruel Luis Amu n:egui. D on \f an ud de Sala.s. Sa;tiago, 1895, t'J-1110 1, p :ig. 149.

  • EL BAJO PUEBLO

    c;mpesinos, proporcionndoles un trabajo abund:lI1te y remunerativo.

    En cuanto a la modalidad de explotacin de la tierr;, ella tambin atrajo la atencin de los hombres cultos. Daz de Salcedo, por ejemplo, se interes por la explotacin a ba-se de inquilinos, sistema que describio en la siguiente forma: "No es menos neces;ria la atencin en esta parte a los labradores pobres, vi\"ientes o arrendatarios o colonos de );s haciendas de los poderosO'S, aquellos que por sus infelicidad estn constituidos a hacer pago de sus a trasos con los gneros [frutos] que recogen, de forma que les que-da muy poco o nacla o tal ,ez no acabarn de sus empeilos; semejante miseria produce que estos desdichados entren luego en nue-vas obligaciones buscando trigo para satis-facer a la siguiente cosecha, hallan efectiva-mente quienes se compadezcan y les provee lo que buscan para sembrar y el sustento de sus familias, pero lor regla general ba-jo la carga de un ciento por ciento, esto es, a pagar dos fanegas por una'2~.

    Para evitar este abuso, Daz de Salcedo re-comendaba el establecimiento de psitos que facilitaran el trigo con un mdico inte-rs a los la bradores pobres y, adems, res-guardaran a la poblacin rural de posibles escaseces en caso de malas cosechas. 1\1 ien-tras se creasen psitos, debera prohibirse ba jo graves penas todo trato usurario, per-mitindose a lo ms el inters de un celemn o almud por fanega.

    Don l\liguel Lastarria, criollo peruano que dej ligado su nombre a Chile por ms de algn motivo, tambi n se ocup clel r-gimen de explotacin de la tierra, que lo era tambin del hombre: "Para cultivar el trigo empeilan anticipadamente sus co-sechas todos los peq uerios y misera bIes la-bradores, muchos de cIIO"' medianos, y al-gunos de los principales hacend ados; no por dinero, sino por lo general, por otras espe-cies que reciben, apreciadas sobrecargada-mente con un 25'10 cuando menos en ben e-ficio del mercader, que se paga con el trigo de aqullos, estimaf)a la fanega .en tres o cuatro reales ; y al respecto d e se!'s u ocho, si ha sido el trato con los mayores labrado-res o con alguno de los medianos. Por esta invariable pignoracin no puede decir el comn de ellos, esta cosecha es ma, en tiempo de ella, y aun quedan debiendo. Llegan a tan to las estrecheces de su nece-

    "Informe ya citado. Archivo Nacional. Archivo Vi CUila r ... fackenna, vol. 304F.

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    sidad, que en la siguiente siembra se ha-llan sin semilla, por lo que piden prestada una fanega de las que han pagado para volver dos, y aun tres en las nuevas cose-chas . . . En el mismo negocio entran algunos diezmeros y principales hacendados, que con ocasin de residir en la campaila se ha-cen tambi n mercaderes de un pormenor vasto, y a quien el arrendamiento ele sus tie-rras, el uso de sus herramientas, el servicio de sus bueyes, mulas, bebidas, alimentos y otros auxilios sirven de moneda, para com-prar por nfimo precio las futuras cosechas del comn de los otros Iabradores'25.

    La solucin propuesta por Lastarria era poner el comercio e1el trigo bajo b tuicin ele la corona, que lo comprara a precios que conviniesen a tocIos y lo transportara al Per para su venta. El provecho de los intermediarios, quedara as eliminado en beneficio de ambos reinos y del comn de la gente.

    CRTICA AL RGIMEN DE PROPIED .\D DE LA TiERRA

    Ms radical que Daz de Salcedo y Lasta-rria para plantear los problemas del campe-sino y ele la agricultura, fue Cos Iriberri, que en su memoria de 1797 atac directa-mente al rgimen de propiedad : "propor-cionaremos propiedad al pobre colono o inquilino que habita I:!s estancias, que no puede llamar suyos ni aun los cuatro palos de que forma su miserable choza y que por la infeliz constitucin ele las cosas se puede decir que est sujeto a cas i todas las servidumbres del rgimen feudal, sin gozar ninguna ele sus ventajas'~G.

    Dos arios mis larde, Cos lriberri ampli sus ideas en la tercera memoria presentada al Consulado: "Di\"idida la faja de terreno que entre mar y cordillera se extiende desde el desierto de A tacama hasta ms alJi del Bo-Bo, entre un corto nmero de propie-tarios, se ve redu cida toda la masa ele pobl:!-cin a servir a

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    donaron sus an liguas poseedores, ha incli-nado como pudiera demo ' trarse, la balan-za de la equidad en contra de los misera-bles; cmo es posible que estos tales, a quienes su destino apenas les proporciona una subsistencia escasa, de ningn modo medraT ni adelantamiento alguno no se abandonen? El tener que perder un domi-cilio seguro, una corta porcin de tierra, pero que cultivada corresponde con usura a las fatigas es un freno que sujeta ms que la guardia de polica ms celosa y vigilante_ As es que aquellos pases en que la propie-dad territorial est ms bien distribuida, son los pases ele mejores costumbres. La Holanda, la Suiza y varios cantones de Ale-mania son ejemplo que nos dan varios jui-ciosos viajeros; en Espai'a misma se nota una diferencia palpable entre las costum-bres de los habitantes de la provincia de Ala\"a, Guipzcoa y seiloro de Vizcaya, en que o por dominio directo o por perpetui-dad de arrendamiento, o bien la propiedad est ms repartida, y las de los de aquellas en que el nmero de propietarios es ms corto'27.

    Despus de lanzar esas val ientes ideas, Cos lriberri retroceda como asustado y en el prrafo siguiente aclaraba: "No se anti-cipe la Junta [del Consulado] a creer que para la reforma de estos males, para exten-der la comodidad por toda la muchedumbre miserable y hacer prosperar al reino, yo in-tento sugerirle proponga al soberano la promulgacin de la ley agraria, como se propuso en Roma, es decir una ley por la cual se arregle una nueva distribucin de tierras quitando parte de ellas a los unos para darlas a los otros". La nocin elel de-recho ele propiedad detena a Cos lriberri, pero de todos modos l crea que la divisin ele la tierra se producira indefectiblemente y en forma natural al aumentar la exporta-cin ele los frutos agrcolas. "Extendida la agricultura a otros artculos exportables -dice- podrn descubrirnos no slo los dilatados terrenos que apenas alcanzan en el da para la subsistencia decente de una familia, y que muerto el jefe de ella no ad-mite una divisin cmoda, capaz de soste-ner sus hij os, haTn fli z entonces una pos-teridad numerosa, sino que el infeliz y mise-rable que est alejado de poder adquirir propiedades, o bien piensa en la cra de g:lI1ado o en el cultivo de los granos por la extensin del terreno y gran capital que

    :!"'Tercera ;\!emoria. Cruchaga. obra ci tad a, pg. 264.

    ANALES DE LA UNIVERSIDAD DE CHILE

    esto exige, podr adquirirla entonces en ra-zn de sus facultades sean las que fueren, y adquirida se radicarn al pie de ella, se multiplicar en su domicilio y su multipli-cacin misma extender ms y ms la agri-(ul tura':.!s.

    L.\ REGE1'.'ERACI6r-; MORAL DEL PUEBLO A TR.-\.-vS DE LA EDliC.\CI6N

    La.s . transform~ciones econmicas que auspICIaban los criollos no eran, sin embar-go, el nico remedio para levantar al pue-blo, sino que deba coincidir con la regene-racin moral, que los gobernantes y los hombres de bien deban perseguir por todos los medios. La educacin debera jugar, por lo tanto, un papel esencial.

    Los hombres del siglo XVIII tenan ple-na confianza en la enseiianza como base del progreso y de la vida en sociedad. Por eso no es extraiio que algunos criollos chi-lenos pro pulsasen su desarrollo y abogasen por u na n ueva orientacin. Don Anselmo d.e la Cruz pensaba que Chile, dada sus rtq~lezas y posibilidades, lo nico que ne-cesitaba era 'del hombre instruido del industrioso, del labrador, del comerci~nte, de! naviero, del maquinaria, y finalmente, del hombre que adquiri la educacin po-pulaT', y luego agregaba, "cuando se ad-vierta en el reino establecida esta ensean-za, ~n tonees se conocer lo que vale este precIOso terreno, de cunto comercio exter-no y de lujo es susceptible, entonces se avergonzar de haberse Ysto como se ve subyugado a la ser"idumbre colonial del nacional y del extranjero, que le introdu-cen cu.nto sten la cabeza y los pies de sus hab itan tes y cunto consumen de deli-Gldeza y de rega lo, en tonces se encontrar el l~g~ r que a.ctualmeme ocupa la pereza, el nno y la Ignorancia; entonces se pro-pOl:\lrn los antdotos que sugiere la edu-canon popular, y ahora nos contentaremos con comprender la necesidad de estos co-nocimie!1 tos, hasta que en obsequio de la Humallldad , v por medio de leyes oportu-nas, los cuerpos de la sociedad, los cabildos de los pueblos, los prrocos de las dices is y los \"ecinos de instruccin y patriotismo, con una sabia dispos icin, con un orden cons tante, con recompensas bien distribui-das, con el auxilio y ejemplo fomenten nuestra ilustrac in patritica: bs luces de

    ~Primera Memoria . Cruchaga , obra citada, pg. 23i. - ;\[clllon a leIda en el Consulaclo el 13 cle enero de 1808 . Cruchaga, obra citacla, pg. 390.

  • EL BAJO P EBLO -- - -----

    b razn dirigidas por b ense-:ll1/;l har:in tarde o temprano la felicidad del reinu"_

    Cabe destaca r esta profe, in de fe en la educacin por lo que en s mi-mu encierra, como porque la solucin no ti cspcra CrUL del gobierno metropolitano, sino de los cuerpos de la sociedad, los cabildos y los vecinos de instruccin y patriotismo.

    Tanta era la importancia que Cruz daba a b enseanza , que destin la memoriJ. que ley en el Consubdo el ailo ISt}S, de !J. cual tomamos 1m p rr:1fos tr:mscritos, a tratar exclusivamente de la educacin po-pular.

    En aquella memoria, Cruz se:daba a la educacin el doble fin de preparar al indi-viduo para ganarse b vida y procurar su regeneracin mora 1. . He com prend ido -cleca- que el medio ms conducente de contener los desrdenes y de que se pueda dar algn fomento a la agricultura, indus-tria, comercio y artes del reino, sea el de proporcionar la educacin popular a !J. porcin ignorante, especfico inmediata-mente contrario a la b arbarie \' a la desi-dia; que cultiva el talento, que' dispone I indiduo a conocerse a s mismo, la exis-tencia de un Dio>, de una Providencia, la inmortalidad del alma, la de una vida [u-tura, los fundamen tos ele la verdadera .. creencia, las relaciones sociales y las fami-liares con que se forma al til ciudada-no" ~o.

    La educacin del pueblo deba ser una especie de campaa general, en que no ten-dran tanta importancia las medidas espec-taculares como el esfuerzo pequelo , reali-zado sin ruido en todos los rincones del pas. Cruz pen aba que los prrocos deban ser una ayuda valios ima por el re pe to q ue se les tena. Si era posible, d eb an establecerse escuelas de primeras let ras en las parroqui as de campo, do nele los cam-pesinos enviaran a sus hij os p ara que jun-to con las le tr as y el cate ismo apre nd ieran un oficio y llegasen a ser , por ejem plo, ma-yordomos de h aciendas , m ina> , ingen ios y panader as. Algo parecido d eb a hacerse con la instru ccin de las ni a , "s igu ien do el mtodo de la escuela que pi adosamente dirige con utilidad el proco actual d e San Lzaro".

    Los vecinos pudientes y prin cipa lme;1te los hacendados ayudaran "ilustrando a sus inquilinos y arrendadores, aux il indoles

    ""Ibdem.

    15

    con lo que necesiten para el Cl]ti\'o de b tierra, crianLa de animales y ocupacin domstica ele sus familias. Esta ltima ocu-pacin proporcional a cada esfera, incum-be promover a todo ciudadano en el orbe pequeo de su casa; a los cabildos, justicias ordinarias, jefes polticos y militares, co-rresponde el reparo de la gente vaga sin domicilio ni ocupacin en los pueblos, pro-cudndoles destino, y aun a los delincuen-tes de ambos sexos, que se ejerciten en conocer los fundamentos de la religin y en las manufacturas de que sean suscepti-bles, como se practica en Prusia y otras partes de Europa" :ll.

    Cuando an se encontraba en la redac-cin de su escrito, recibi Cruz la Educa-cicJI! Popular de Campomanes, que un ami-go le facilit6; qued maravillado con la obra, "pequea en su volumen, pero de una estatura gigante en su contenido" y la recomend fervientemente, iminuando su difusin en las escuelas y en todo el pas.

    Despus de trazar sus ideas sobre la edu-cacin, Cruz finalizaba su discurso dicien-do: "Por este medio a los labradores, arte-sanos y jornaleros amanecern los das feli-ces que ofrece la inocente ocupacin por una relacin domstica bien combinada, que trasciende indispensablemente a bs relaciones sociales por la ntima unin con que se traban, consolid:ll1c!ose de un golpe la pbli ca utilidad, la justiciJ. y la huma-nielad" .

    Don Anselmo de la Cruz no estu\'o solo en sus ideas sobre educacin, sino que fue acompaado por otros criollos. Don Pedro Lurqun, secretario del Consulado, alaba-ba tambin en su m emoria de ISOl la Edu-caci n POjJular de C ampomanes, recordan-do el impacto que h aba GllL do en Espa fa: "La no bleza, el clero, el comercio, todas las cl ases hall an una ocas in de ejer-cer us buenas ideas, y reunindose en so-ciedad es vierten sus luces a l pueblo" 3 ~. Las co ncepcio n es educacio n;t!es ele do n i\{anuel d e S;]as e ta ban tambi n dentro de la mi -m a lnea y an se ha di cho que influy en la redaccin de las memorias lecbs en el Co nsulado o [ue autor de alguna de ell as, fu era de las que llevan su firma 33 .

    "Ibdem. "'Cruchaga, obra citada. pg. 291. "". '0 hacemos mencin de la Academia de San Luis. creada por Salas. por no estar precisamente destina-da al pueblo.

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    LA BE:\EFICENCIA P6BLICA

    El espritu filantrpico tambin tuvo en Chile un despertar durante el ltimo siglo colonial, recayendo varias inici:ltivas sobre la parte ms mene:;terosa del pueblo. Las diferentes realizaciones o proyectos estuvie-ron relacionados con la salubridad pblica }' la mendicidad.

    Desde tiempos inmemoriales exista en Santiago el Hospital San Juan de Dios y otros mis pobres en ciudades como Con-cepcin, Valdivia, La Serena y Valparaso. Al finalizar el siglo XVIII se abri uno nuevo en Talca, gracias al esfuerzo de don Vicente de la Cruz, y en S:lI1tiago en 1782, el de San Francisco de Borja, destinado solamente para mujeres 3~.

    Durante el gobierno de don Gabriel de Avils, se inici la construccin de un nue-vo edificio para el Hospital San Juan ele Dios. Gracias a la generosidad de don Jos Ramrez de Saldai'a v de don Manuel Ruiz Tagle, que se comp~ometieron a sufragar cada uno la construccin de una sala, pu-dieron iniciarse los trabajos en 1797.

    Tres grandes alas para aloj ar a los en-fermos y otras dependencias, dieron al edificio condiciones indispensables de co-modidad y cierto aspecto respetable.

    l\'1 ientras dur la construccin del edifi-cio, los enfermos fueron trasladados a la Quinta de la Ollera, una antigua casa de ejercicios que haba pertenecido a los je-suitas; pero concluidos los trabajos y estan-do el hospital instalado en su nuevo local, don Manuel de Salas y el gobernador Avi-ls pensaron en aprovechar la Ollera para establecer un hospicio.

    Salas reconoci los edificios de la quinta, que se encontraban deteriorados, y juzgn-dolos de todos modos buenos para el nuevo establecimiento, qued decidida la crea-cin del hospicio. El gobernador nombr una comisin para la acl ministracin, que fue presidid a por don Mateo de Toro y Zambrano y a la que qued incorporado tam bin don Manuel de Salas, que fue el alma de aquella obra y que comenz su participacin donando dos mil pe:;os para la enajenacin del inmueble a ~.

    La idea que Salas tena de un hospicio, queda expresada en las siguientes palabras suyas: "Hospicio es una casa grande, cmo-

    "'Diego Barros Arana. Historia General de Chile. Santiago, 1886, tomo VII, pg. 208. ""Miguel Luis Arnuntegui, Don Manuel de Salas, tomo 1, p;ig. 1 9.

    Ai\ALES DE LA UNIVERSIDA,D DE CHILE

    da, aseada, ventilada, abrigada y alegre, con. sagrada por la pblica piedad para recibir a todos aquellos prjimos que por su yejez, achaques o debilidad no son capaces de procurarse la subsistencia, y que, en lugar de comer el pan con el sudor de su ros tro, se yen necesitados a mendigarlo a las puer-tas de aquellos a quienes la providencia consign el cargo de socorrerlos, dnelole\ para esto una uerte mejor. En este asilo ele la miseria desvalida, hallarn una habi tacin que los defienda de la intemperie; un alimento sobrio, pero bastante; un ves-tuario modesto, pero limpio" 30.

    El proyecto de Salas, impulsado por l con apasionado inters, comprenda ade-ms del simple afn de socorrer a los indi-gentes, el deseo de dar a los que estuvieran ms aptos, la ensei'ianza ele un oficio para que mediante su ejercicio ayudaran a su-frJgar los gastos del establecimiento o para que ms adelante pudieran salir a ganarse el pan por s mismos . En las esperanzas de Salas, el hospicio debera ser "un plantel de ar tesanos laboriosos y un seminario de industria , de donde se difundir hacia to-clas partes, y \'endr a ser el nico remedio radical de su mendicidad".

    Con el objeto ele llevar adelante sus ideas, Salas propuso al Gobierno \'arias formas de obtener fondos para mantener la institucin, que de uno u otro modo empez a caminar el 2 ele agosto de 1801 Persiguiendo siempre el props ito de trans-formar a los mendigos en gente til, se va-li de la presencia de un tcnico tejedor, don Santiago Heitz, natural ele Suiza, para establecer en el Hospicio la enseI'anza tex til, aunque los medios y tiles de que se disponan eran muy modestos.

    Sin embargo ele las dificultades, el Hos-picio llen su cometido su existencia que-d asegurada, se le clio una reglamentacin y hasta lleg a producir bayetas y tocuyos, pruebas claras de que el espritu filantrpI-co de Salas h aba dado resultado. Quedaba establecida una institucin que hasta el da de hoy presta servicios en el mismo lug:ll' y dentro de las lneas generales que le seia lara su fundador.

    Hasta aqu, las ideas que hemos esbozado eran propias de la poca y si bien algunas resultan bas tante avanzadas, no se alejaban mucho de lo que en ton ces se consideraba dentro de la cordura y ponderacin. La

    3 CarLa de don Manuel de Salas, sin fecha ni des tinatario, Amunategui, obra citada, pg. 209.

  • EL BAJO PUEBLO

    riguros:l jer:lrquJ. social, la desigualdad y la ideologa rein:lnte, no permitan nl:s.

    VISI01'ARIOS

    Sin embargo, como en toda et:lpa hist-ric:l, huLo hombres que se adelantaron a su tiempo y llevados de un impulso arre-b at::tdor, se salieron de los marcos tolera-bles. Una \"ehemencia extrafia, un disgusto con el mundo en que vivan, y aun cierta sospecha de enajenacin mental, atribuible a todo precursor, rodearon la actitud de algunos hombres que lanzaron en tono des-templado su demanda de justicia social.

    En la pobre Capitana General de Chile, an tes de que la Re\"olucin Francesa sacu diese al mundo con sus postulados, dos franceses mirados con compasin por el vecindario, concibieron en 17 80 la indepen. d encia del pas y la organizacin de una repblica.

    Aquel hecho. tan conocido como "el complot de los tres Antonios", fue protago nizado principalmente por Antonio Gra-musse t y Antonio Alejandro Berney. y aun-que el primero tuvo la idea inicial, el segundo fue el teorizante de la empresa.

    Berney era un hombre bajito. ele apa-riencia insignificante y que volaba lejos de la realidad. Se haba dedicado al estudio de las matemticas y las disciplinas huma-nistas , logrando cierta preparacin cu I tu-ra l, adems era gran lector del Evangelio y, lo que entonce era grave, de los fil~ofos fr anceses, principalmente Rousseau. Con-forme sus ideas, una vez triunfante el mo-vimiento, que se hara sin derramar sangre, se establecera la repblica, "que haba de fundarse en principios de puro derech? natural, de suerte que si vivieran los antI-guos romanos se h aban de avergonzar de la suya". Las concepciones de Berney eran tan concisas como revolucionari as : El pas sera gobernado por un "soberano SeI~aclo de la muy noble, muy fuerte y muy catol!ca Repblica de Chile", en el que. tendran cabida todos los grupos de la SOCIedad, In-cluso los indios. Desa parecer an las jerar-quas sociales y la tierra era dividid~ en-tre todos por partes Iguales, se abolIrla la pena de muerte, etc. 3,.

    Tal fue la llamarada, brillante y fugaz, que encendieron Berney y Gramusset, pero que inmediatamente qued ahogada eutre

    " Testimonio de la Causa ... Archivo Nacional, Real Audiencia, vol. 1644 . pieza 2~, foja 124.

    47

    las fojas de un largo proceso con que las autoridades abrumaron a los autores.

    Berney muri en un naufragio al ser re-mitido a Espa1'ia y Gramusset consumi sus das en una mazmorra de Ccliz 38 .

    I\luchos a{IOS ms tarde, en ISI 1, cuando el pas ya haba asumido su propio gobier-no y avanzaba tambaleante hacia la inde-pendencia, hubo otro grito, estridente y desacompasado, que surgi como una cr-tica al primer Congreso Nacional.

    Habindose establecido aquella asamblea ba jo graneles esperanzas, haban pasado los meses y en lugar de una poltica reformis-ta, que deseaban los ms \'ehementes, los negocios se hallaban detenidos y las cosas tomaban un cariz fran camente conservador, como si los diputados se hubiesen propues-to no reali zar innovaciones. Fue entonces cuando surgi en Concepcin, igual que en Santiago, una ola de descontento que seiia-l como culpables a los polticos santiagui-nos y a los represen tan tes ele la pro\'i ncia, el conde de la Marquina, el cannigo Agus-tn Urrejola y el presbtero Juan Cerdn, por la tibieza con que desempe1'iaban sus cargos. En verdad, aquellos eran realistas em pedern idos.

    El decontento, que luego condujo al cam-bio de los representantes, cogi con terrible vehemencia al fraile franciscano Antonio de Orihuela, que lanz entonces sus acusa-ciones en una nerviosa proclama llena no slo de ideas libertarias sino tambin de un profundo contenido social a pesar del fin netamente poltico que persegua3~.

    Orihuela comenzaba con el siguiente exordio: "Pueblo ele Chile, mucho tiempo hace que se abusa de vuestro nombre para fabricar vue n a desdi cha. Vosotros inocen-tes cooperis a los designios viles ele los

    "' El complot dc l3erney y Gramusset lo estudiaron por vez primcra l\.figucl Luis y. Gregorio Vctor Arnurdtcgui. en un pcquco lillnto titulado UIl" colHjira n " " 1780 (Sallli ago . 1853), que lu ego verti Migu el l.uis. casi sin a lteraciones en su obra / .OS /Jr eC llrso re' de la Ind eJe ll ckll cia ti c Chile (Stgo . 1870IRn). Por nucstra parte. hem os cs tudi~d() los mismos hcch os . a unque con ril cr io y rcsuludos di fc rente -. en el libro Tradici,m y re fonlla en 18/0, prx imo a pullli ca rse. ""Orihuela era hijo natura l de don Fran cisco de Borja Orihuela, hijo natural de don Jos Perfecto Sa las . Haba tomado el h bito en 1797 y luego ha bia dcsempeiiado en el convento franciscano de .

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    malvados, aeo tumbrados a sufrir el yugo que os puso el despotismo, para que ag?bi~dos COIl la fuerza y el poder, no pudlsels leyantar los ojos y descubrir Hlcstros sagra-dos derechos. El infame instrumento de es-ta sen'idumbrc que os ha oprimido largo tiempo, e'i el dilatado rango ele nobles, em-pleados, y ttulos que sostienen el lujo con yuestro sudor y se alimentan ele vuestra san-grc 4 U

    En seguida el fraile instaba al pueblo a 110 fiarse del grupo dirigente, por las falsas promesa, que luban hecho al comenzar el movimiento de 1810: "Abrid los ojos y cote-jad bs flores en que se ocultaban estos s-pides, en lus papeles que circulaban el afio pasado con el veneno mortal que ahora derrama sobre nuestra libertad naciente y no llegar tarde el desengaI1o . Leed, digo , los papeles con que os paladeaban entonces para haceros gust;u despus la amarga hiel que dista ya poco de vuestros labios y pal-paris su perfidia. Todas sus clusulas no respiraban sino dulzura, humanidad y pa-triotismo; que compasin ele los m isera bies hijos elel p:ls. que se hallaban sin gi ro al-guno para subsistir por la tirana y despo-tismo del gobierno; que lamentarse ele los artesanos, reducidos a ganar escasamente el pan de cada da, despus de inmensos sudo-res y fatigas; de los labradores que incesan-temente trabajan en el cultivo de pocas si-mientes para sus amos y morir ellos de hambre, dejando infinitos campos vrgenes, porque les era prohibido sembrar tabaco, lino y otras especies, cuya cosecha hubiera pagado bien su trabajo, de los pobres mi-neros, sepultados en las entraas de la tie-rra todo el afio para alimentar la codicia de los europeos".

    Despus de recordar esas promesas, Ori-huela se preguntaba "Qu no se debera esperar de estas almas sensibles, que al p~lrecer se ol\'idaban de s mismas por llorar las miserias ajenas? Ellos estampaban que tocio peda pronto remedio y que al pueblo slo competa apli carlo; porque la suprema autoridad , decan, reside en l nicamen-te" .

    Pero la nobleza de Santiago se haba olvi-dado del pueblo, arrogndose tocla autori-ciad, y los diputados de Concepcin haban seguido e as huellas. Veamos como eran jULgados estos ltimos por el franciscano: "Ningu no ni inepto para desempear

    Orihuela incluye en el trmino "pueblo" muy es-pecialmente a las clases m desval idas.

    ANALES DE LA UNIVERSIDA!D DE CHILE

    cualquier encargo pblico que el conde de la Marquina. Lo primero por conde. En las ;Cluales circunstancias los ttulos de Casti. lb que por nuestra desgracia abundan de. 1l1;!> iado en nue~tro reino, divisan ya en la mutacin del gobierno el momento fatal en que el pueblo hostigado de su egosmo e 1t i nckLLn , les raspe el oropel con que bri-llan a los ojos de los necios". Terrninabl Orihuela describindolo como "ignorante. caprichoso, lleno de ambicin y sarraceno".

    "El m :1gis tral Urrejola es un sujeto cuya ,ola figura es bastante para descubrir su el dCler yano, arrogante y presumido, perju-di cia l al pueblo, indecoroso al estado en que se h :\ lla e infiel a los deberes de su car-go . .. Cerdn ni es menos ambicioso ni me-nos presumido y egosta que el anterior. Su intereses particulares pesan ms en la balan-1.:1 viciada de su amor propio, que los de to-do un pueblo entero, que abandonar igno-minio amen te a los insultos del sarracenis \Tl O al menor convite con que le brinden 1\uestros enemigos".

    "Ta les o n, indolentes concepcionistas. b s per~onas que os representan. No los elegisteis yosotros? Es verdad, pero permi. ti steis que los eligiesen la intriga, el sobor no y el inters particular ele los nobles, de los rentados y sarracenos, para que a vues tro nombre y al abrigo de vuestros derecho, aseguren su distincin y autoridad sobre \'osotros mismos".

    Luego volva Orihuela al ataque, propo niendo so luciones radicales: "El remedio es vi olen to, pero necesario. Acordaos que so is hombres de la misma naturaleza que los condes, marqueses y nobles; que cada uno de vosotros es como cada uno de ellos, in Lli\'iduo de un CLlerpo grande y respetable que se llama Sociedad: que es necesario que conozcan y les hagis conocer esta igualdad que ellos detestan como destructora de su quimrica nobleza. Levantad el grito para que sepan que estis vivos, y que tenis un a lma racion a 1 que os distingue de los bru-tu . con qui en es os igualan, y os hacen se-mej am e ;\ los que vanamente aspiran a la uperio ri ebd sobre sus hermanos. Juntaos

    en cabildo a bicrto, en que cada uno expon ga libremen te su parecer y arrebatadle) \'ll estros poderes a esos hombres venales. indignos de vues tra confianza y substituid le ' por unos verdaderos y fieles patriotas quc aspiren a vuestra felicidad y que no deseen otras ventajas ni cO\wenienciJ. para ~ , q ue las que ellos mismos proporcionen .1 m pueblo".

  • EL BAJO PUEBLO

    D espu s de recordar que en ESp:lrt3. y Atenas no haba "otra distincin entre su individuos que b que prestaban b virtllll y el talento", y ele selbbr el ejemplo de los Estados Unidos, donde "no hay m :5 distin-cin que la de las ciencia , artes y oficios", Orihueb conclua su proclama en tonos patticos: "Con ,,-osoU-os hablo, infelices, los que formis el bajo pueblo, Atended: mientras vosotros sucLlis en \-uestros talle-res, mientr,LS gast:tis vues tro sudor y fuerLas sobre el arado, mientras velis con el fusil al hombro, al agua, a l sol y a tod as las in-clemenci:is del tiempo, esos seiio res concles. marqueses y cruzados duermen entre lim-pias sbanas y en mullidos colchones que les proporcionan vuestro - trabajo: se di-Yierten en juegos y ga lanteos, prodigando el dinero que os chup:lI1 con diferente~ arbi-trios que no ignor is: y no ti enen otros cui-dados que solicitar con el (ruto de vues tros sudores. mayores empleos y rentas ms pin-ges, que han de salir de vuestras mi~erabIes existencias. sin yoh-eros siqui era el me-nor agradecimiento ante s . desprecio , ul-trajes. baldones y opresin. De~pertad , pues, y reclamad vuestros derechos usurpados_ Borrad, si es posible, del nmero de los vi-Yientes a esos seres mah-ados que se oponen a vuestra dicha, y levantad sobre sus ruinai> un monumento eterno a la igualdad"41.

    La impresin que causa1"a b proclama. bien puede colegirse de las pala hras del cronista rea lista Manuel Antonio Talavera, que despus de copiarla anota: "A habb un ministro del Santuario, un religioso [ranci cano, cuyas arma~ deben ser las l:"t-grimas, los ayunos, la oracin, la macera-cin de la carne, la negacin de s mismo, la caridad, la modestia ... Yo me horrori zo d e slo pasar la yista por b s expre iun e~ d e la proclama".

    Sin embargo, n ad a le ocurri al padre Orihueb; la dignid ad sacerdot;1 le ponLt fuera del alcance de l a ~ autoridades y de s u~ enemigos y adem s sus pun to d e vista se confundan con el d escontento r ein an te en

    " \fanuel _\ ntonio Talavcr;J.. R eL'o ltl c1on t's