El Carnaval durante el siglo XIX en la ciudad de México

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  1 Carnav al: d e fiesta popular a diversión burguesa  Martes era, que no lun es,  Martes de Carnestolendas, Víspera de la Ceniza, primer día de Cuaresma. Ved qué martes y qué miércoles, Qué vísperas y qué fiesta;  El martes lleno de risa,  El miércoles de tristeza.  Por qué don C arnaval El presente trabajo aunque escueto tratará de abordar lo que representó, y sobre todo visualizar cómo se realizaba el carnaval en la ciudad de México y su periferia en el período de una década, desde la guerra contra Estados Unidos hasta el ascenso del gobierno triunfante de la revolución de Ayutla. ¿Por qué esa época? Como mencionaremos más abajo, las carnestolendas fueron paulatinamente perdiendo su sentido original debido a los castigos impuestos, ya fuera por autoridades eclesiásticas o civiles, a quienes participaban en ellos. Con esa censura el carnaval perdió poco a poco todo su carácter contestatario, y al extirparle esa esencia no tardó en pasar a formar parte de las filas de las diversiones burguesas o de las élites. Observaremos también cómo la despresurización social que tenía lugar gracias al carnaval, que se encontraba en vías de desaparición, iba encontrando cauce en otras diversiones, pero no con el mismo carácter de las carnestolendas, y en todo caso algunas de ellas también fueron reprimidas. Las reprimendas al carnaval, en el período elegido, ya no vinieron por parte de la Iglesia, como antaño, quien era la principal represora, sino que ahora eran las autoridades civiles quienes con más afán atacaban esas fiestas populares, principalmente a la antesala de la cuaresma.

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Carnaval: de fiesta popular a diversión burguesa

 Martes era, que no lunes,

 Martes de Carnestolendas,

Víspera de la Ceniza, primer día de Cuaresma.

Ved qué martes y qué miércoles,

Qué vísperas y qué fiesta;

 El martes lleno de risa,

 El miércoles de tristeza. 

Por qué don Carnaval

El presente trabajo aunque escueto tratará de abordar lo que representó, y

sobre todo visualizar cómo se realizaba el carnaval en la ciudad de México y su

periferia en el período de una década, desde la guerra contra Estados Unidos

hasta el ascenso del gobierno triunfante de la revolución de Ayutla.

¿Por qué esa época? Como mencionaremos más abajo, las carnestolendas

fueron paulatinamente perdiendo su sentido original debido a los castigos

impuestos, ya fuera por autoridades eclesiásticas o civiles, a quienes

participaban en ellos. Con esa censura el carnaval perdió poco a poco todo su

carácter contestatario, y al extirparle esa esencia no tardó en pasar a formar 

parte de las filas de las diversiones burguesas o de las élites.

Observaremos también cómo la despresurización social que tenía lugar gracias

al carnaval, que se encontraba en vías de desaparición, iba encontrando cauce

en otras diversiones, pero no con el mismo carácter de las carnestolendas, y en

todo caso algunas de ellas también fueron reprimidas. Las reprimendas al

carnaval, en el período elegido, ya no vinieron por parte de la Iglesia, como

antaño, quien era la principal represora, sino que ahora eran las autoridades

civiles quienes con más afán atacaban esas fiestas populares, principalmente a

la antesala de la cuaresma.

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Hemos decidido dedicar este análisis a tal período por la razón que nos da

Juan Pedro Viqueira en su libro ¿Relajados o reprimidos?, donde hace

mención al poco desenvolvimiento que tuvo la manifestación popular durante

las primeras décadas del México independiente, y su reaparición durante la

década de los 40 del siglo decimonónico. Pero bien menciona él que suaparición fue simplemente una pálida copia del original.

En el presente demostraremos con algunas fuentes de archivo esa afirmación,

o en su caso refutarla.

En el trabajo abordaremos un sistema comparativo del carnaval y trataremos,

en estas pocas líneas, de demostrar o rechazar la tesis con la que culmina el

apartado de carnaval del libro ¿Relajados o reprimidos? Pues veremos que en

todo caso, si las carnestolendas no desaparecieron, su sentido original sí. Nos

apoyaremos en algunas fuentes de primera mano y otras secundarias para

mostrar cómo es que el carnaval pierde gran fuerza y cómo se convirtió en una

parodia de lo que era y más aún, que al haber mermado la fiesta del carnaval,

su antípoda, la cuaresma, murió con él.

Del vulgo al burgués

Don Carnaval contra doña cuaresma. Ése ha sido uno de los temas sobre los

cuales han versado los estudios en lo relativo a aquella época del año en que

el desenfreno era total y la inversión de roles era la premisa. En diferentes

estudios los ponen como la contradicción misma, elementos enemistados y

contrapuestos: si uno, el carnaval, era la libertad, el otro, la cuaresma, era la

censura y la prohibición. Pero realmente los dos se necesitaban. Uno era la

vitalidad del otro.

En el siglo de las luces observamos claramente los intentos que se hicieron por 

acabar con el carnaval, edictos, cédulas y bandos iban encaminados a detener 

de tajo la celebración popular en la cual no se veía más que una práctica de

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ritos paganos, que atentaban contra el dogma católico. Su prohibición se

realizaba con castigos ejemplares tanto económicos como físicos y morales.

El carnaval en la ciudad de México comenzó a marchitarse cuando las

reformas borbónicas se implementaron en la Nueva España, e iniciaron con elcombate a las fiestas populares, tradiciones y celebraciones de las

comunidades indígenas. Estos ataques asestados durante aquel período

fueron tan duros y demoledores que hicieron al carnaval perder gran parte de

su función social, pues actualmente los estudios realizados demuestran que

era una válvula de escape a la cotidianidad de la vida, a su constante

sometimiento y represión por parte de los poderes establecidos, especialmente

de la Iglesia.

Hay autores que consideran que durante la centuria anterior a la independencia

el decaimiento del carnaval va en aumento, hasta casi hacerlo desaparecer,

pero en la dualidad que era, su contraparte, la cuaresma, se va con él.

Por otra parte hay autores que mencionan que el carnaval no perdió mucha

fuerza, pues a mediados del siglo decimonónico siguió celebrándose, y se

sustentan en la existencia de bandos y actas que demuestran su prohibición, o

en su defecto reglas de comportamiento para la época de carnestolendas, que

cada año mandaba a colocar el Ayuntamiento del Distrito Federal. Pero en ellos

mismos se observa su decaimiento, pues muchos de los bandos mandados a

colocar no variaban de un año a otro, sólo se acomodaba de distinta manera, lo

cual nos demuestra que no existían los excesos de antaño en los cuales había

que anotar nuevas indicaciones.

El carnaval

El carnaval surgió como rompimiento a las normas establecidas por el

cristianismo. Fue una válvula de escape para mantener sana a la sociedad que

se encontraba encajonada, y a la cual se le intentaba extirpar sus creencias

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prehispánicas. Las carnestolendas eran una dosis de catarsis para soportar 

durante el resto del año la miseria y la pesada losa impuesta por las élites.

El carnaval aunque traído por los españoles, al igual que la religión cristiana, se

mezcló con las tradiciones naturales de aquí, por ello en los desfiles decarnaval abundaban los simbolismos ³paganos´, mismos que después fueron

utilizados como pretexto por las autoridades para irlo censurando. Ya bien

menciona Juan Pedro Viqueira y también Cristina Oehmichen: ³el carnaval 

empezó a ser combatido por los poderes civiles y eclesiásticos de la Nueva

España a finales del siglo XVI («) [y] entre los motivos esgrimidos para

[detenerlos] se encuentran los desórdenes masivos provocados por los

  participantes, así como las actividades paganas e idolátricas que eran

atribuidas a los indios´1, pero en realidad sólo eran pretexto para detener el

carácter crítico y contestatario del carnaval, esa llave que dejaba escapar un

poco de la presión causada por la cotidianidad. El autor de ¿Relajados o

reprimidos? nos menciona que el carnaval empezó a ser castigado porque los

participantes realizaban ciertas ofensas y burla a los poderes establecidos.

En pocas palabras el carnaval intentaba ³ritualizar el momento más importante

del año (...). Su importancia está en la batalla entre la muerte y la vida («) de

asegurar la fertilidad del mundo («) lograr que la muerte se convierta en

resurrección, requiere la totalidad de fuerzas humanas y sobrehumanas y la

concentración de los rituales mayores´2 por ello las tradiciones cristianas se

amoldaron muy bien a las prácticas de los antiguos mexicanos o viceversa.

Pero qué es el carnaval, según la definición del diccionario nacional de Joaquín

Domínguez Ramos el carnaval es el tiempo de fiestas y diversiones que

precede a la cuaresma, y en el cual se entrega el mundo a disfraces, bailes,

máscaras, etc.3 Y el diccionario castellano de Esteban de Terreros y Pando lo

define así ³ [son] los días que hay desde pasando los Santos Reyes hasta

1Cristina Oehmichen, ³El carnaval de Culhuacán: expresiones de identidad barrial´ en Estudios sobre las

Culturas Contemporáneas, Colima, año/vol. IV, número 13-14, 1992, Universidad de Colima, pág. 171.2

Ileana Azor, los carnavales en México. Teatralidades de la fiesta popular , pág. 61.3 Ramón Joaquín Domínguez, Gran diccionario clásico de la lengua española (2 vols.), 2 ed., Madrid,

establecimiento léxico-tipográfico de R. J. Domínguez, MDCCCXLVII, pág. 345.

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cuaresma («)  y que algunos toman el carnaval por sólo los tres días

  precedentes a la Cuaresma4, el mismo autor nos menciona que

carnestolendas es el martes de carnaval, de carnal.5 

Podríamos completar la definición con lo escrito por Cobarrubias en su Tesoro

de la Lengua Española al mencionar que ³también llamamos carnal el tiempo

del año que se come carne, en respeto a la cuaresma y los días cercanos a ella

llamamos carnaval, porque nos despedimos de ella, como si le dijéremos,

carne vale, y por otro nombre carnestolendas´.6 Según esas definiciones el

carnaval es la antesala de la cuaresma y es el tiempo de despedirse de la

carne y de los placeres de la vida, para guardar penitencia.

Pues era justamente esa celebración popular en la que las personas buscaban

invertir el orden de las cosas y desatar su locura, e igualmente eso fue lo que

ocasionó que se fueran prohibiendo, y para lograrlo se fueron castigando y

vetando determinadas cosas durante todo el siglo XVIII, y posteriormente se

adaptaría a la forma burguesa. ³Ya adelantado el siglo XIX («) el carnaval en

la ciudad de México no se recuperó, su resurgimiento («) no fue sino una

  pálida copia, una desnaturalización burguesa («) su celebración se redujo

entonces a elegantes bailes de máscaras, concurridos por lo más granado de

la sociedad .7 Otro método que también sirvió para extirpar los excesos de las

celebraciones del carnaval fue que en esas temporadas empezara a haber 

³variadas distracciones para los habitantes de la ciudad´8 con artistas

callejeros, músicos, etc.

Esto lo podemos comparar con dos situaciones, una es la que nos ofrece el

libro El carnaval en México, donde nos menciona, hablando del carnaval:

4Esteban de Terreros y Pando,  Diccionario castellano con las voces de ciencia y artes y sus

correspondientes en las tres lenguas, francesa, latina e italiana (3 vols.), Madrid, imprenta de la viuda de

Ibarra, hijos y compañía, MDCCLXXXVI, pág. 363.5  Ibíd., pág. 364.6

Sebastián Cobarruvias Orozco, Tesoro de la lengua castellana, o española, Madrid, Luis Sánchez

impresor del rey N. S., MDCXI, pág. 203.7 Juan Pedro Viqueira, ¿  Relajados o reprimidos?  Diversiones públicas y vida social en la ciudad de

 México durante el siglo de las luces, 2ª reimpresión, México, Fondo de Cultura Económica, 1995, pág.

148.8  Ibíd . pág. 149.

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³En la época colonial, no sólo se improvisaban mascaradas para celebrar el 

cumpleaños de los reyes, canonización de algún santo, dedicación de los

templos («) los disfraces representaban personas de calidad, históricas,

bíblicas o mitológicas, ridiculizando a veces a gente de alcurnia o de gobierno

(«) la comparsería se entregaba a brazos de µmomo¶ con gran regocijo que

rayaba, casi siempre, en desacatos y ofensas, y hasta graves injurias, al grado

que las justicias tenían que intervenir para impedir tales desacatos´.9 

Se menciona que en la Colonia hubo siempre ese ímpetu y organización propia

del populacho que no pedía permiso para realizar ³su´ fiesta, y vemos que en la

década de los cuarenta del siglo XIX, se tenía que elaborar una carta para

pedir permiso para realizar alguna actividad, así lo hacen constar varias

peticiones como la de la empresa La Compañía empresarial del principal que

solicita licencia para dar unos bailes de máscara en el próximo carnaval. 10 Así

como la compañía, varias personas solicitaban permiso para realizar sus

presentaciones.

 Al hacer las solicitudes y anunciar los lugares donde se realizaba los eventos,

dejaban completamente alejado al carnaval de su lugar originario, ya que los

bailes de máscaras muchas veces tenían un costo nada accesible al vulgo.

Observamos también con ello que los bailes y muchas de las diversiones que

se hacían para paliar la extinción del carnaval se realizaban en lugares que la

élite solía concurrir como lo eran el teatro principal y el teatro de Santa Anna.11 

Pero la expedición de licencias para ofrecer diferentes entretenimientos no

quitaba que se cometieran ³excesos´, por los cuales el ayuntamiento del DF

emitía año con año reglamentos que en realidad no variaban mucho, pareciese

que fueran copias simplemente; entre las cosas que se decía en ellos era: ³la

prohibición de vender bebidas embriagantes, entrar al salón con armas o

bastones´, además de amenazar a los que incurrieran en una falta:

9 Haydée Quiroz Malca, El carnaval en México, abanico de cultura, México, Conaculta, 2002, pág. 48.10

Archivo Histórico del Distrito Federal (de aquí en adelante AHDF), Diversiones públicas, vol. 798 exp.

113.11

AHDF, Vol. 798 exp. 136.

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³Serán detenidos por la policía y puestos a disposición de la autoridad, todos

aquellos que con motivo de la fiesta tiren piedras o cualquier otra cosa, con las

que lastimaban a las personas y los que se valían del disfraz para decir 

insultos, palabras indecentes o asuntos que perturben la tranquilidad de los

asistentes´ del mismo modo señala que serán acreedoras a encierro las

personas que ³solas o en grupo entren a las casas a robar . De igual manera

sostiene: ³las cantinas que con el permiso correspondiente se colocaban fuera

o dentro de los teatros donde se realizaban los bailes de máscaras, cobrarían

el precio normal de la bebidas y pasando la media noche podrán subir un

 poco´.12 

 Ahí vemos cómo se contradecían las mismas autoridades, ya sea por falta de

voluntad, por la corrupción o porque ellos también ganaban con la venta de las

bebidas alcohólicas durante los bailes de máscaras, pues mientras en unos

bandos prohibían la venta o entrada de personas en estado de ebriedad, por el

otro mencionan que sí se venden y se castigará a quien venda más caro. Pero

con esas medidas se intentaba limitar los daños o procurar que ocurriera el

menor posible en tiempos de carnaval, sin esas limitaciones o reglas,

seguramente el carnaval se hubiera ido recuperando.

  Algunos de los que se quejaban por los mínimos excesos cometidos, si los

comparamos con otros tiempos, eran los religiosos y las autoridades civiles,

pues eran quienes recibían las burlas, ofensas e insultos, ya que si bien se

castigaba a quien usara trajes, máscaras o que hiciera alusión a alguna

autoridad, ellas se seguían manifestando, por ello mismo se seguía censurando

y castigando con severidad.

Veamos ahora cómo es que en realidad esas plétoras podrían estar infladas o

eran vistas con horror sin serlo tanto, ya que existen descripciones del carnaval

por gente de la élite, ello nos puede dar una visión de lo que sucedía en esa

época.

12Archivo General de la Nación de México (de aquí en adelante AGNM), gobernación, vol. 431, exp. 4.

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Pondremos algunos ejemplos de cómo es que veían el carnaval las personas

que no eran habitantes de la ciudad de México, en especial de extranjeros que

estaban acostumbrados a otros aires, por ejemplo una crónica hace alusión al

carnaval de la siguiente manera:13 

³U na de las épocas del año más alegres que hay en México es el Carnaval; y 

aunque las diversiones no son tan numerosas ni espléndidas como en Roma y 

Nápoles, hay en esta población juiciosa y recatada más exuberancia de vida y 

más demostraciones públicas de alegría y placer que en cualquier otra época

del año« 

´Los teatros se transforman en salones de baile y los adornan a gusto por lo

común («) desde hace unos pocos años los elegantes se han abstenido de

tomar parte en las ruses de las mascaradas; y han dejado el campo libre sobre

todo a los pasteleros, modistas y peluqueros franceses de la calle de Plateros´.

Por su parte Madame calderón de la Barca, esposa del primer embajador 

español en México mencionó:

³El carnaval no fue muy alegre, excepción hecha de los bailes de máscaras y 

los lucidos paseos («) se celebraron tres bailes de máscara («) entre las

mujeres dominaban los dominós, adoptados por más encubridores, pues se

estima en poco asistir a estos bailes («) [hay mujeres] vestidas de hombres

(«) y muchos hombres vestidos de mujeres; y poblanas de antifaz, sin medias

y con faldas demasiado cortas; caballeros armados («) la música era muy 

buena, y los que bailaban, valsaron y galoparon, y dieron vueltas por la sala

como furias´.14 

Por su parte un mexicano liberal como Guillermo Prieto observó bien el cambio

que hubo en el desenvolvimiento del carnaval ya que inicia una crónica

resaltando las peculiaridades del carnaval, dando un par de palabras a su

13 Citado en Haydée Quiroz Malca op. cit., pág. 54.14

  Ibíd. pág. 55.

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origen el cual describió como alborotador de conciencias, escandalizador de

ancianas y sembrador de inquietudes en el corazón de las familias, por su parte

caracterizó el período que nos corresponde de la siguiente manera:

³Corrieron los tiempos; las comparsas se organizaron; ya no eran vestidos de

  papel ni de cucharas, ya no panaderos y léperos, eran parejas con ricos

vestidos de fantasía, descendiendo de los trajes de moros, de chinos y las

carretas de moros, («) máscaras y comparsas, como hemos dicho, se

solazaban en las casas particulares, conservándose mucho tiempo memoria de

las recepciones en los grandes salones de las Casas de Monedas («) las

fiestas callejeras del carnaval se reducían a retozos más o menos groseros,

con el pretexto de quebrantar cascarones de tizar, de salvado, de miel y aguas

  pestilentes, y entre la gente bien educada, lanzar flores, aguas de olor y 

agasajos´.15 

Por su parte otro personaje importante en la historia de México pero del bando

conservador, Antonio García Cubas, manifiesta que en los carnavales durante

la década de los 40 y 50 ya no eran los indios quienes los llevaban a cabo, ni

siquiera eran un componente importante, pues ya no cometían los excesos de

siempre, sino que salían a la calle a danzar alegremente y hacían bonitos

carros alegóricos.

³La animación y la alegría que reinaban el domingo y martes de carnestolendas

eran extraordinarias. Las calles se hallaban henchidas de gente que se dirigía

al Paseo de Bucareli por las tardes, y a los portales y calle Vergara por las

noches, para divertirse con los enmascarados («) por la noche la fiesta era

más animada [«] si grande era el gentío que invadía los portales y las calles

 principales de la ciudad .16 

Vemos con esos ejemplos que es verdad que el carnaval en la ciudad de

México inició su debacle y pasó a formar parte de las diversiones de clases

altas, a tal grado que diferentes personalidades hicieron alguna referencia a él.

15  Ibíd., pág. 59-61.16

  Ibíd., págs. 62-63.

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10 

Esto también nos remite a que el carnaval si bien estaba en agonía, existían, y

si no era el caso, se crearon maneras de paliarlo, como el ya tan conocido baile

de máscara, hemos hecho referencia a la popularidad de ese evento. El

detrimento del carnaval se ve en las normas prohibitivas, ya que antaño las

autoridades cambiaban cada año la forma de censura y eso demostraba que seseguía realizando aunque con menos libertad, pero se realizaba, lo que nos

lleva a deducir que en la época que analizamos los puntos provisorios que

lanzaba el ayuntamiento eran una mera formalidad, pues desde 1847 a 185417 

no trae cambios significativos, sino meramente diversas maneras de acomodar 

el texto.

Conclusiones

Gracias a las diversas fuentes consultadas nos percatamos de varios puntos. A

través de las primarias que fueron especialmente bandos y edictos,

observamos que si bien no prohibían el carnaval sí lanzaban medidas

amenazantes a quienes participaran en él, y sí se cometían abusos. Las

fuentes de segunda mano a las que nos remitimos hacen referencia a la

evolución y censura del mismo, nos pudimos percatar de que en verdad el

carnaval sufrió una transformación de fondo, pues si bien se trató de limitar 

seguía subsistiendo, por ello se hizo imperante mejor deslizar esa necesidad a

nuevas actividades, que poco a poco fueron adoptadas por las clases altas

hasta matar el origen del carnaval.

Tal vez el carnaval sea el ejemplo más representativo sobre los asuntos que el

gobierno y la autoridad eclesiásticas desterraron para tener un mejor control

sobre la población, pero no fue el único, ya que lo mismo ocurrió con muchas

otras fiestas y costumbres con tintes paganos que tendían a realizarse de

manera más o menos violenta, y a los ojos de aquéllos eran manifestaciones

rebeldes, que necesitaban ser opacadas, para después ser absorbidas por las

élites para calmar al pueblo. Ello hoy día lo podemos observar en fiestas como

el día de muertos o más específicamente con la Guelaguetza.

17Revisando las actas de bandos del Archivo Histórico de la Ciudad de México se hace constar esto.

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11 

Hoy el carnaval sigue vivo gracias a su apartamiento de la zona centro de la

ciudad de México y de otros lugares turísticos, en pueblos en el interior de la

república se ha preservado, si bien no en su totalidad, en su sentido original,

conservando grandes rasgos de la época en que la inversión de roles y loviolento están de manifiesto. Y sigue siendo una catarsis de lo cotidiano.

Bibliografía

Fuentes de archivo

 Archivo General de la Nación de México.y Gobernación.

o vol. 431, exp. 4.

 Archivo Histórico del Distrito Federal.y Diversiones públicas.

o vol. 798 exp. 113.o vol. 798 exp. 136.

Fuentes primarias

Cobarruvias Orozco, Sebastián, Tesoro de la lengua castellana, o española, Madrid,

Luis Sánchez impresor del rey N. S., MDCXI.

Joaquín Domínguez, Ramón, Gran diccionario clásico de la lengua española (2 vols.), 2 ed., Madrid, establecimiento léxico-tipográfico de R. J. Domínguez, MDCCCXLVII.

Terreros y Pando, Esteban de, Diccionario castellano con las voces de ciencia y artesy sus correspondientes en las tres lenguas, francesa, latina e italiana (3 vols.), Madrid,imprenta de la viuda de Ibarra, hijos y compañía, MDCCLXXXVI.

Fuentes secundarias

Oehmichen, Cristina, ³El carnaval de Culhuacán: expresiones de identidad barrial´ enEstudios sobre las Culturas Contemporáneas, Colima, año/vol. IV, número 13-14,1992, Universidad de Colima

Quiroz Malca, Haydée, El carnaval en México, abanico de cultura, México, Conaculta,2002, pág. 48.

Viqueira, Juan Pedro, ¿Relajados o reprimidos? Diversiones públicas y vida social enla ciudad de México durante el siglo de las luces , 2ª reimpresión, México, Fondo deCultura Económica, 1995.