El chismoso

7
RATON Erase una vez Pepito Pérez , que era un pequeño ratoncito de ciudad , vivía con su familia en un agujerito de la pared de un edificio. El agujero no era muy grande pero era muy cómodo, y allí no les faltaba la comida. Vivían junto a una panadería, por las noches él y su padre iban a coger harina y todo lo que encontraban para comer. Un día Pepito escuchó un gran alboroto en el piso de arriba. Y como ratón curioso que era trepó y trepó por las cañerías hasta llegar a la primera planta. Allí vió un montón de aparatos, sillones, flores, cuadros..., parecía que alguien se iba a instalar allí. Al día siguiente Pepito volvió a subir a ver qué era todo aquello, y descubrió algo que le gustó muchísimo. En el piso de arriba habían puesto una clínica dental. A partir de entonces todos los días subía a mirar todo lo que hacía el doctor José Mª. Miraba y aprendía, volvía a mirar y apuntaba todo lo que podía en una pequeña libreta de cartón. Después practicaba con su familia lo que sabía. A su madre le limpió muy bien los dientes, a su hermanita le curó un dolor de muelas con un poquito de medicina. Y así fue como el ratoncito Pérez se fue haciendo famoso. Venían ratones de todas partes para que los curara. Ratones de campo con una bolsita llena de comida para él, ratones de ciudad con sombrero y bastón, ratones pequeños, grandes, gordos, flacos... Todos querían que el ratoncito Pérez les arreglara la boca. Pero entonces empezaron a venir ratones ancianos con un problema más grande. No tenían dientes y querían comer turrón, nueces, almendras, y todo lo que no podían comer desde que eran jóvenes. El ratoncito Pérez pensó y pensó cómo podía ayudar a estos ratones que confiaban en él. Y, como casi siempre que tenía una duda, subió a la clínica dental a mirar. Allí vió cómo el doctor José Mª le ponía unos dientes estupendos a un anciano. Esos dientes no eran de personas, los hacían en una gran fábrica para los dentistas. Pero esos dientes, eran enormes y no le servían a él para nada. Entonces, cuando ya se iba a ir a su casa sin encontrar la solución, apareció en la clínica un niño con su mamá. El niño quería que el doctor le quitara un diente de leche para que le saliera rápido el diente fuerte y grande. El doctor se lo quitó y se lo dió de recuerdo. El ratoncito Pérez encontró la solución: "Iré a la casa de ese niño y le compraré el diente", pensó. Lo siguió por toda la ciudad y cuando por fin llegó a la casa, se encontró con un enorme gato y no pudo entrar. El ratoncito Pérez se esperó a que todos se durmieran y entonces entró a la habitación del niño. El niño se había dormido mirando y mirando su diente, y lo había puesto debajo de su almohada. Al pobre ratoncito Pérez le costó mucho encontrar el diente, pero al fin lo encontró y le dejó al niño un bonito regalo. A la mañana siguiente el niño vió el regalo y se puso contentísimo y se lo contó a todos sus amigos del colegio. Y a partir de ese día, todos los niños dejan sus dientes de leche debajo de la almohada. Y el ratoncito Pérez los recoge y les deja a cambio un bonito regalo.

Transcript of El chismoso

Page 1: El chismoso

RATON Erase una vez Pepito Pérez , que era un pequeño ratoncito de ciudad , vivía con su familia en un agujerito de la pared de un edificio.

El agujero no era muy grande pero era muy cómodo, y allí no les faltaba la comida. Vivían junto a una panadería, por las noches él y su padre iban a coger harina y todo lo que encontraban para comer. Un día Pepito escuchó un gran alboroto en el piso de arriba. Y como ratón curioso que era trepó y trepó por las cañerías hasta llegar a la primera planta. Allí vió un montón de aparatos, sillones, flores, cuadros..., parecía que alguien se iba a instalar allí.

Al día siguiente Pepito volvió a subir a ver qué era todo aquello, y descubrió algo que le gustó muchísimo. En el piso de arriba habían puesto una clínica dental. A partir de entonces todos los días subía a mirar todo lo que hacía el doctor José Mª. Miraba y aprendía, volvía a mirar y apuntaba todo lo que podía en una pequeña libreta de cartón. Después practicaba con su familia lo que sabía. A su madre le limpió muy bien los dientes, a su hermanita le curó un dolor de muelas con un poquito de medicina.

Y así fue como el ratoncito Pérez se fue haciendo famoso. Venían ratones de todas partes para que los curara. Ratones de campo con una bolsita llena de comida para él, ratones de ciudad con sombrero y bastón, ratones pequeños, grandes, gordos, flacos... Todos querían que el ratoncito Pérez les arreglara la boca.

Pero entonces empezaron a venir ratones ancianos con un problema más grande. No tenían dientes y querían comer turrón, nueces, almendras, y todo lo que no podían comer desde que eran jóvenes. El ratoncito Pérez pensó y pensó cómo podía ayudar a estos ratones que confiaban en él. Y, como casi siempre que tenía una duda, subió a la clínica dental a mirar. Allí vió cómo el doctor José Mª le ponía unos dientes estupendos a un anciano. Esos dientes no eran de personas, los hacían en una gran fábrica para los dentistas. Pero esos dientes, eran enormes y no le servían a él para nada.

Entonces, cuando ya se iba a ir a su casa sin encontrar la solución, apareció en la clínica un niño con su mamá. El niño quería que el doctor le quitara un diente de leche para que le saliera rápido el diente fuerte y grande. El doctor se lo quitó y se lo dió de recuerdo. El ratoncito Pérez encontró la solución: "Iré a la casa de ese niño y le compraré el diente", pensó. Lo siguió por toda la ciudad y cuando por fin llegó a la casa, se encontró con un enorme gato y no pudo entrar. El ratoncito Pérez se esperó a que todos se durmieran y entonces entró a la habitación del niño. El niño se había dormido mirando y mirando su diente, y lo había puesto debajo de su almohada. Al pobre ratoncito Pérez le costó mucho encontrar el diente, pero al fin lo encontró y le dejó al niño un bonito regalo.

A la mañana siguiente el niño vió el regalo y se puso contentísimo y se lo contó a todos sus amigos del colegio. Y a partir de ese día, todos los niños dejan sus dientes de leche debajo de la almohada. Y el ratoncito Pérez los recoge y les deja a cambio un bonito regalo.

Page 2: El chismoso

EL AVION Jetro era un avioncito que vivía en una pequeña pista de aterrizaje en el campo construida para recibir aventureros, investigadores

y doctores.   Todos los días, Jetro salía de su hangar muy temprano. Dando graciosos tumbos despegaba y se lanzaba a volar, aunque siempre lo

hacía muy bajito. Nunca perdía de vista el pequeño aeropuerto ni alzaba el vuelo más que lo necesario para ver con claridad a un conejo cruzando por la cerca.

Jetro soñaba con volar como sus hermanos mayores. Los veía salir en formación de tres a gran velocidad. Tomaban altura rápidamente y dibujaban las figuras más hermosas con sus humos de colores. Eran un verdadero espectáculo.

Pero el pequeño avioncito temía encontrarse con fuertes vientos o perderse entre colinas o nubes si hacía lo mismo. Un día en que nuestro amigo soñaba con recorrer nuevos lugares, distinguió a lo lejos un pequeño punto luminoso que se

acercaba trazando desordenadas líneas sobre el cielo, como si fuera el diestro pincel de un artista. "Va volando muy bajo y hacia el sureste - pensaba Jetro -. Perderá la pista!". En efecto, aquella era una avioneta en problemas. Sus motores habían fallado y se incendiaban debido a un cortocircuito. Había

que dar la alarma. Pero todos sus hermanos aviones habían salido a sus vuelos de rutina y Jetro estaba solo; completamente solo. No sabía que hacer. No había a quién avisar y para cuando regresara con ayuda, la avioneta ya se habría estrellado. Entonces Jetro,

armándose de gran valor, se lanzó al rescate. Con rapidez alzó el vuelo y se niveló con la avioneta lo mejor que pudo. La pequeña estaba aterrada, y el negro humo que despedía de sus motores le estorbaba la vista.

- Sígueme por aquí! - le gritaba Jetro. Pero la pobre avioneta sólo iba de aquí para allá y de arriba abajo sin poder verlo, amenazando con chocar con el avioncito si este no se cuidaba. Unas veces rasaban el suelo a pocos metros, para luego empinarse hasta llegar a gran alturas, pero Jetro no se despegaba de su lado.

Al notar que no podía verlo, Jetro decidió guiarla dándole instrucciones sin cesar: Altura dos mil pies, dirección suroeste cinco grados, endereza, ángulo tal, presión tal, etc.

El tiempo se agotaba. La pista de aterrizaje ya estaba a pocos metros. En el momento preciso, Jetro le dió la señal para bajar el tren de aterrizaje, desplegar sus frenos y parar.

-Gracias! - le suspiró la aliviada avioneta - Muchas gracias por salvarme!. Eres un valiente! Jetro estaba agotado por la angustia, pero se sintió renacer al escuchar a la avioneta que había rescatado. Al poco tiempo llegaron

sus hermanos y todos coincidieron en que Jetro había realizado un gran acto de valor.  

Page 3: El chismoso

EL CHISMOSO el chismoso de mi marido le hablo para quejarse que lo ando tratando mal ultimamente (no aguanta nada el cab.ron) y lo vi medio sospechosito, hablando quedito, dije este wey!:cara_que_importa: entonces me dice quieres saludar a mi mama? y me la paso.... despues de un ratito de platica me dice la ruqilla! oye trata bien a mi negro, no ves que el no tiene nadie mas alla y llega cansado de trabajar y tu enojada.... le digo yo tambien llego cansada y a hacer de comer, limpiar la casa, atender los ninos y el beep se bana luego se tira

como rana en el sillon hasta que esta la comida lista:cara_colera: bueno mija esque el es hombre:cara_oh::cara_oh: con eso me hacen en.ca.bronbar y ya lo sabe todo mundo y le digo, nomas porque trae el par de tanates nejos colgando

es hombre???? que se levante del sillon y lave los trastes, si no puede con los tanates que se los amarre del cinto para que no se le

caigan....:cara_preocupado: mi suegra nomas se reia a carcajadas! y acabe risa y risa y el mentado negro bolas nejas ya estaba lavando los trastes y mirandome raro, debio estar pensando si mi mama la

esta reganando esta ca,brona de que se rie....:cara_que_importa: y para cerrar con broche de oro le digo a mi suegra....en cual banco le pongo el dinero? y dice ya sabes mija el

banamex.... ok suegrita... ok mija cuidate te quiero mucho y ponlo que te ayude no te dejes:cara_risa: la tengo bien domada a mi viejita:cara_coqueta: pero ahorita ya no se rian de mi negrito, porque ahorita ya puro amor, puro

amor:cara_lenguazo::cara_coqueta::cara_lenguazo::cara_coqueta:  

Page 4: El chismoso

LA SECRETARIA La compañía en la que trabajo se fusionaba con una multinacional. Prometieron a sus gerentes y directivos, entre

los que me cuento, importantes ventajas laborales y económicas. En el último día, previo a la fusión, la oficina era un pandemónium; teníamos que tener todos los papeles al día para

la entrega. Terminamos cerca de las nueve de la noche. El dueño, devenido ahora en gerente general, nos invitó a festejar.

En uno de los salones, parcialmente desocupados, trajeron viandas y bebidas. Promediando la medianoche, no se supo bien de dónde vinieron unos músicos; al principio, una pareja salió a bailar,

se hizo más lugar, y se animaron otras. El alcohol liberó las inhibiciones y casi todos fueron de la partida. Noté que, tratando de volverse invisible, estaba Maruja, una de las secretarias más veteranas de mi sección. Con

estos cambios no las tiene todas consigo: teme que por la edad prescindan de sus servicios. Le acerqué una cerveza. Ella, quiso negarse, pero insistí, acompañando la invitación con unos emparedados de

pavita. Entre bocados y tragos nos quedamos conversando sobre nuestro futuro, al que mi colaboradora vislumbraba

aciago. Al oír los primeros compases de un tango, la invité a la improvisada pista de baile. Salió, solamente para no

humillarme con un rechazo; aunque en los primeros pasos advertí que su talle estaba tenso, luego se dejó llevar por el hechizo de la música y de la bebida; había tomado bastante y comido poco.

La siguiente pieza fue todavía más melódica; alguien bajó las luces y nos deslizamos olvidados de las personas que nos rodeaban. El abrazo se ciñó más y su mejilla terminó apoyada en la mía.

Al sonar los aplausos, en parte para los músicos, pero también para nosotros; nos apartamos algo abochornados; ella se dirigió para los sanitarios, y cuando volvió, ya no quiso aceptar nada.

Le propuse acercarla a su domicilio, si ya se quería retirar. Lo pensó un momento, sin embargo no aceptó. Entonces, le aseguré que ya era muy tarde para mí también y agregué que podría dejarla de paso. Ella miró hacia la reunión, que se había convertido en una desatada juerga y advertimos, que nadie parecía prestarnos la menor atención.

“Lo espero dentro de diez minutos en la parada del autobús A. Si no aparece, comprenderé” –dijo en un susurro, y se marchó rápidamente saludando a todos.

Estaba extrañamente feliz, luego de tan agotadora jornada.  

Page 5: El chismoso

FACEBOOK

Los invito a visitar la página dedicada a mi última publicación Vivir solos y ser feliz.“Considerar vivir solo desde la perspectiva de la comodidad y la dependencia parece difícil pero, una vez emprendida la experiencia, grandes cambios pueden producirse en la percepción de nosotros mismos y sobre todoo Si algún lector desea conversar, puede encontrarme casi todos los sábados en la cafetería de la librería Exedra Books, a partir de las 2 pm. Es una invitación para los lectores en general y en este mes especialmente para los estudiantes de la Universidad Interamericana que deben entregar trabajos sobre Cuando nos une el silencio. .o de nuestras posibilidades”.

Page 6: El chismoso

COMPAÑERO Fuimos pensados juntos. Un par de bellos zapatos artesanales con cordones, fina gamuza marrón, suela importada. Una maravilla.-

Gran regalo para un mocoso de fortuna, buen ánimo, excelentes relaciones, los mejores lugares. Nosotros éramos reservados para las grandes ocasiones. Noches con hermosas jóvenes, de cabellos siempre rubios, de ojos siempre claros, delgadas, talles inexistentes, prestas al amor y a la caricia. Mucho poder mi dueño. Su palabra era ley. El rey del mundo. Presentíamos que nuestra vida a su servicio no sería prolongado. La gente poderosa acostumbra a cambiar seguido su calzado.Así sucedió y nos obsequió a su secretario personal. Con el conocimos la maldad, la intriga, la traición. Puesto a sus pies vimos como se deshacía de nuestro común patrón. Un mal socio, un mal amigo y secretario. Así acabó un buen amo ingenuo y lleno de ilusiones.-.El secretario tuvo el gran poder. Compro calzado nuevo y nos entregó a un pariente, un primo del maleante, un buen tipo a pesar del tío.Muy joven, amigo de la buena lectura, de los espacios verdes, de la naturaleza. Se hizo amigo de una hermosa morocha de ojos como el cielo, suave, de voz de arroyo. Una delicia de damita. Paseos, citas, primavera, mariposas, trigo, amor de vez primera, toda la gloria.Una delicia. Decidieron vivir juntos. Allí estuvimos nosotros. Tiempos de suavidad, de vida plácida y agradable.Nuestro joven dueño necesitaba dinero a cualquier costo. Sin trabajo y habiendo vendido casi todo sólo quedábamos nosotros. Nos compró un señor maduro, con aspecto de oficinista, traje con chaleco usado y semicalvo.Nos cuidaba como si fuéramos su gran tesoro. Sólo salíamos del ropero donde nos guardaba para alguna gran ocasión, una fiesta especial, o la cita con una dama muy preciada. Nos limpiaba cada mañana con esmero, consiguió un tinte especial para gamuza, cambió nuestros cordones algo viejos por unos nuevos. Parecíamos – pura apariencia- zapatos recién comprados.-Nuestro amo ocasional lamentablemente muere súbitamente de un ataque al corazón. Los herederos se reparten los bienes y vamos a parar a los pies de un granjero, con mucho trabajo para hacer, pocas ganas, amigo de la bebida, de caballos lentos y damas ligeras.-Tiempo de sorpresas. De aventuras. Lo inesperado comenzó a ser rutina. Hoy dormíamos con nuestro amo, mañana y por varios días al pie de la cama. Otras veces aprendiendo a cabalgar, caminar por campos de trigo, maíz, cuidar animales, recorrer cercos. Apreciar la belleza de noches de luna llena plena de estrellas. Compinches de un pícaro soñador.Amigo del juego, una noche nos perdió en una mano de póquer y fuimos súbditos de un audaz jugador.Arduo trabajo. Noche tras noche. Caminar y caminar mesas de juego. Descanso en alguna partida de póquer. Huir raudamente por alguna trampa rutinaria. Terminamos en una morgue.No corrió lo suficiente y murió con los zapatos puestos.-El sepulturero fue nuestro dueño a partir de ese momento. Especialistas en cadáveres, cajones, mortajas, etc. No descansábamos nunca mucho trabajo y éramos los únicos zapatos que poseía.Tanto trajín nos fue desgastando, perdimos prestancia, ese aire de travesura que siempre tuvimos. También ayudó el tipo de trabajo.En el hospital donde terminó sus días nos sacaron sin ningún cuidado de los pies del finado. Recogieron sus cosas y las quemaron. Yo me salvé. No sé como llegué a este desierto solitario.Así en medio de estas reflexiones del abandonado zapato derecho aparecen un par de buscadores de botellas y cosas viejas. Uno le dice al otro. ¡Hoy es mi día de suerte!- A la mañana encontré un zapato de gamuza marrón que me calzaba al pelo y ahora me encuentro con su compañero. ¡Suerte, lo que se dice suerte!

Ningo  

Page 7: El chismoso

LA SUEGRA Raquel, me contó sobre el horrible episodio que tuvo que vivir tras el fallecimiento de su suegra; Hace ya unos

años ella y su marido tuvieron que mudarse con la anciana para cuidarla debido a su avanzada edad; Raquel y ella nunca se habian llevado bien del todo pero el vivir juntas se volvio insoportable, la anciana criticaba cada cosa que Raquel hacia o dejaba de hacer; La forma en que vestia, como se peinaba, como limpiaba, si hablaba esto o aquello...todo. La anciana al parecer disfrutaba persiguiendo y martirizando a Raquel a cada instante, hasta el punto en que mi amiga empezó a desear que de una vez por todas su suegra salga de sus vidas.Y la vieja se murió, fue una conmoción para toda la familia, el esposo de Raquel se deprimió muchisimo, y ella, a pesar de su escondido alivio, tuvo que hacerse cargo de las pompas funebres; aunque en realidad, muy en el fondo, Raquel se sentía mal por que nunca pudo llevarse bien con la anciana.Como dos semanas despues del velorio comenzaron a pasar extrañas cosas en la casa, Raquel sentia la presencia de la anciana por todos lados, llego hasta a escuchar sus pasos en las habitaciones continuas y su tos rasposa en el baño cuando no habia nadie mas que ella misma en toda la casa; Una noche, mientras dormía, Raquel sintió la mirada de alguien al pie de la cama, de pronto sintió una gran presion sobre todo su cuerpo que no la dejaba mover ni un musculo, y sobre su cabeza sintió la huesuda mano de su suegra acariciando su cabello, Raquel queria gritar pero su voz no salia, queria girar la cabeza para ver a su esposo pero todo su cuerpo estaba entumecido bajo una sombra negra que no podia ser otra mas que la de la anciana, hasta que al fin la sombra desaparecio.Esto paso una y otra vez durante semanas, cada dos o tres noches, Raquel sufría esta horrible experiencia, y no sabia si era real o solo una pesadilla, ¿Su suegra venia justo a ella y acariciaba su cabello? su esposo no le creia, y nadie podia ayudarla, hasta que alguien le aconsejo que lo que tenia que hacer era relajarse y enfrentar a su suegra, si se relajaba lo suficiente podría moverse y averiguar por que habia vuelto, que queria decirle.Al principio Raquel pensó que sería imposible, sin embargo decidió intentarlo para volver a conciliar el sueño, Así cuando esa noche Raquel sintió esa gran presión sobre su cuerpo, en vez de desesperarse relajo sus musculos y su respiración, abrió los ojos y vio la oscura sombra de su suegra sobre ella acariciando su cabello y presionando todo su cuerpo... Raquel presa del miedo pero decidida, abrió los labios y susurró lo mas alto que pudo -¿Qué es lo que quieres decirme?-Su suegra sin soltar su cabello acercó su espectral cara al rostro de Raquel y suavemente, susurró a su oido...-Ese tinte no te queda...-¡La vieja maldita había vuelto del infierno para criticarle el tinte!; Yo jamás me creí esa historia pero se que Raquel nunca mas sintió la presencia de su suegra en la casa aunque ahora usa su color natural.