El ColEgio Huérfanos dE fErroviarios dE aprobaCión dEl ... · de Andalucía” (HUM-548,...

FERNANDO VENTAJAS DOTE

Isla de Arriarán — 577

El ColEgio dE Huérfanos dE fErroviarios dE TorrEmolinos: aprobaCión dEl proyECTo, ConsTruCCión y puEsTa En funCionamiEnTo

(1933-1936)

Fernando Ventajas DoteDoctor en Historia

Grupo de Investigación “Historia, Imagen y Memoria de Andalucía” (HUM-548, Universidad de Málaga)

RESUMEN

Bajo el patronato de la Asociación General de Empleados y Obreros de los Ferrocarriles de España se fundaba en noviembre de 1922 la entidad denominada Colegio de Huérfanos de Ferroviarios. Solo unos años después de que se levantara en Madrid el primer internado de dicha organización benéfica –abierto oficialmente en mayo de 1930–, se adoptaba el acuerdo de construir un “Colegio sucursal” en Torremolinos, que fue inaugurado en septiembre de 1935, permaneciendo en funcionamiento durante 38 años, hasta su cierre en 1973. En este trabajo abordamos, entre otras cuestio-nes, el debate previo que surgió con respecto a la elección del lugar donde debía ubicarse el nuevo orfanato, el desarrollo de las obras de edificación, la inauguración del centro y los aspectos más relevantes de su primer año de actividad, durante el curso escolar 1935-1936.

Isla de Arriarán, XL-XLI, pp. 577-629


El Colegio de Huérfanos de Ferroviarios de Torremolinos...

Palabras claves: Historia de la Educación, instituciones benéfico-docentes, enseñanza privada, Colegio de Huérfanos de Ferroviarios, Torremolinos (Málaga), Segunda República, años 1933-1936.

THE ORPHANS’ COLLEGE OF RAILROAD WORKERS OF TORRE-MOLINOS: APPROVAL OF THE PROJECT, CONSTRUCTION AND

FUNCTIONING (1933-1936)

ABSTRACT

Under the patronage of the Staff and Workers General Association of Railway of Spain, the entity named Railway Orphans College was founded in November 1922. Only a few years after the first boarding school being built in Madrid –officially opened in May 1930– by this private charity association, the agreement to build a “branch College” in Torremolinos was adopted, school which was opened in September 1935 and remained active for 38 years, until its closure in 1973. In this report we approach, among other issues, the previous debate arisen regarding the place where the new orphanage should be located, the developing of the building works, the opening of the centre and the most relevant aspects of its first year of activity, during the 1935-1936 school year.

Key words: History of Education, beneficial-educational institutions, private education, Railway Orphans College, Torremolinos (Málaga), Second Republic, years 1933-1936.

Introducción

Desde mediados del siglo XIX, y a lo largo de la segunda mitad de la centuria, se produjo una importante expansión del ferrocarril en España con la construcción de numerosas líneas a cargo de las que se convertirían en las grandes empresas del sector: la Compañía de los Ferrocarriles de Madrid a Zaragoza y Alicante (MZA, creada en 1856), la Compañía de los Caminos de Hierro del Norte de España



(1858) y la Compañía de los Ferrocarriles Andaluces (1877), las dos primeras con sede central en Madrid y esta última en Málaga1. Con la aparición del ferrocarril surge una nueva clase de trabajadores, los ferroviarios, que ya en el último tercio del Ochocientos constitui-rán diversas sociedades mutualistas2. La más destacada, estable y duradera, pues ha llegado a nuestros días, fue la Asociación General de Empleados y Obreros de los Ferrocarriles de España (AGEOFE), fundada el 16 de enero de 1888. Formada por 103 afiliados de la Compañía MZA, en un plazo breve La Asociación –así era denomi-nada por los ferroviarios– consiguió agrupar a los trabajadores de esta empresa y extender su presencia a otras compañías y líneas repartidas por el resto del país. Inicialmente sus fines principales consistían en la defensa de los intereses y derechos de sus asociados, asegurarles pensiones en casos de enfermedad, invalidez o jubilación y a sus familias cuando se producía el fallecimiento del afiliado, y conceder anticipos como ayuda (para satisfacer dichos objetivos se creó un montepío en 1894 y una caja de ahorros en 1901). La prio-ridad que concedió a los aspectos de previsión, dejando de lado el carácter reivindicativo, le valió el apoyo de las compañías ferroviarias y del propio Estado3. Con el paso del tiempo fue ampliando de forma progresiva su campo de actividades y los servicios que se ofrecían a

1 Sobre el proceso de construcción de la red ferroviaria en nuestro país pueden verse principalmente ARTOLA, M. (dir.), Los ferrocarriles en España, Madrid, Servicio de Estudios del Banco de España, 1978, 2 vols.; WAIS SAN MARTÍN, F., Historia de los ferrocarriles españoles, Madrid, Fundación de los Ferrocarriles Españoles, 1987, 2 vols.; y LENTISCO FLORES, D., Cuando el hierro se hace camino. Historia del ferrocarril en España, Madrid, Alianza Editorial, 2005.

2 Cfr. JUEZ GONZALO, E. P., Los ferroviarios de las antiguas compañías. (Una historia desconocida), Gijón, Ediciones Trea, 2000; PLAZA PLAZA, A., El sindicalismo ferroviario en España: de las sociedades mutualistas a los sindicatos de industria (1870-1936), Madrid, Museo del Ferrocarril (Fundación de los Ferrocarriles Españoles), 2012.

3 Cfr. JUEZ GONZALO, E. P., op. cit., pp. 78-82.



los socios4. El número de mutualistas experimentó un crecimiento continuado, de manera que ya contaba con 10.000 en 1900, pasando a 17.000 en 1905 –cuando había sesenta mil trabajadores ferroviarios en España–, 35.000 en 1915, 43.400 en 1921 y 70.000 a comienzos del año 1931, configurándose como una entidad fuerte y arraigada, con una posición preeminente.

El 11 de noviembre de 1922, por resolución del Ministerio de la Gobernación, quedaba constituida formalmente la entidad Colegio de Huérfanos de Ferroviarios (CHF), con domicilio social en Madrid, bajo el patronato y como filial de la Asociación General de Empleados y Obreros de los Ferrocarriles de España5. El artífice de la misma fue Antonio Gistau Ferrando, que contó en su empeño con la colaboración de Leocadio Martín Ruiz, Julio Domingo Rodríguez y Ángel Simón García. En un primer momento su finalidad era acoger y educar en un internado a los huérfanos y huérfanas de los afiliados en edad comprendida entre los 7 y 18 años. Cuatro años más tarde, durante la dictadura de Primo de Rivera, quedaba declarada como asociación benéfico-docente particular o privada por real orden del Ministerio de la Gobernación de 12 de mayo de 19266.

4 Así, por ejemplo, la construcción o habilitación de centros de enseñanza para los hijos de los trabajadores, la creación de talleres y centros de formación para personal ferroviario, cooperativas de consumo, mutualidades médico-sanitarias, etc.

5 A comienzos de la década de 1930 las principales filiales de la AGEOFE, además de la institucón Colegio de Huérfanos, eran la Asociación Ferroviaria Médico-Farmacéutica, la Asociación para Residencias de Pensionistas Ferroviarios (Internado de Ancianos) y Ciudades Ferroviarias (cooperativa de casas baratas).

6 El artículo 2º de los Estatutos reformados de la asociación Colegio de Huérfanos de Ferroviarios, vigentes desde comienzos de julio de 1935, señalaba que para cumplir sus fines “la Institución construirá y sostendrá Colegios y otros establecimientos para la educación e instrucción de los huérfanos”, concediendo ayudas a quienes no pudieran ingresar en los mismos. Con anterioridad, los Estatutos de 1929 simplemente recogían en su artículo 1º que la entidad debía



A finales de noviembre de dicho año comenzaba a edificarse el primer internado de la citada institución, el Colegio de Huérfanos

“proporcionar internado, instrucción y educación, mediante el pago de una pensión módica, que fijará anualmente el Consejo de Administración, a los hijos de socios que quedaren viudos mientras éstos permanezcan en dicho estado”.

Imagen 1. Alegoría de la asociación Colegio de Huérfanos de Ferroviarios (Archivo del Autor).



de Ferroviarios de Madrid, en unos terrenos de la Dehesa de la Vi-lla –en las afueras de la ciudad– cedidos por el Gobierno. Las obras superaron ampliamente el plazo de ejecución previsto de dos años y costaron más de tres millones de pesetas. Fue inaugurado el 7 de mayo de 1930 por el monarca Alfonso XIII, aunque será la fecha de su inauguración social –el 11 de mayo–, la que permanecerá grabada en la memoria colectiva de la entidad al quedar fijada como fiesta mayor del Colegio (Día del Huérfano)7.

1. Debate sobre la ubicación del “Colegio sucursal” para huérfanos de ferroviarios

El constante aumento del volumen de socios de la entidad CHF supuso también el incremento del número de huérfanos, de manera que el Colegio Central de Madrid –que llegó a atender a 500 alum-nos y alumnas– no podía cubrir totalmente las necesidades de la institución, abriéndose un debate sobre esta cuestión en tiempos del primer bienio republicano8. En la Junta General ordinaria de aso-

7 “El Colegio de Huérfanos. La inauguración del edificio”, Boletín Oficial del Colegio de Huérfanos de Ferroviarios (en adelante BCHF) nº 36, Madrid, Junio 1930, pp. 5-9. Este Boletín, vehículo de difusión de la entidad, venía editándose desde 1923 (el primer número apareció en abril de ese año) y continuó publicándose hasta julio de 1936, en su primera época. Ya en la posguerra, iniciaría una segunda y larga andadura en 1943.

8 El edificio, enclavado en la Ciudad Universitaria de Madrid y rodeado de pinares, constaba de dos cuerpos idénticos –con las mismas instalaciones en cada uno de ellos– al ser concebido como un centro para alumnado de ambos sexos. Se componía de cinco plantas, contaba con amplios jardines, campos de tenis y piscinas. Considerado en aquella época como uno de los mejores edificios de su clase y finalidad tanto en España como en el plano internacional, su coste –incluido el mobiliario y material de enseñanza– se elevó a cinco millones de pesetas. Se ingresaba en el centro con 7 años de edad, pudiendo permanecer en



ciados que se celebró durante varias jornadas en diciembre de 1932, en las sesiones de los días 18 y 19 se discutió la posibilidad de crear un segundo internado o llevar a los beneficiarios a otros orfelinatos. Jerónimo García Orive, que sería nombrado presidente del Consejo de Administración de la organización unos meses después, puso de relieve que por falta de previsión había por entonces alrededor de 300 huérfanos que debían ser atendidos, y consideraba una necesidad apremiante construir un nuevo internado9. En la tercera sesión, el 20 de diciembre, se resaltó que Galicia, Asturias y Andalucía eran las regiones donde había mayor número de solicitantes. Se recibieron inicialmente propuestas y ofrecimientos de diversas poblaciones para emplazar el futuro centro: Ávila (tanto la capital como la localidad de Arévalo), Segovia, Ciudad Real, Castellón, Córdoba y Sevilla. Aunque la delegación de Málaga (Zona 20ª de la AGEOFE) no había relizado ofrecimiento alguno, García Orive estimaba que este lugar era el más idóneo y conveniente “por el número grande de ferroviarios que tiene y por sus condiciones climáticas y marítimas”. Se acordó en principio establecer el nuevo centro en la Región Sur (Andalucía)10.

La última semana de mayo de 1933 se desarrollaba una nueva Junta General de asociados. Entre las cuestiones a tratar se encon-traba la elección de varios cargos del Consejo de Administración (presidente, vicepresidente, secretario y tres consejeros). El punto 6º del orden del día hacía referencia a la “Ponencia del Consejo para

el mismo hasta los 18 años en el caso de los chicos, y hasta los 20 las chicas. En este colegio se daba primera y segunda enseñanza así como la correspondiente preparación para carreras universitarias y especiales.

9 Cfr. “Junta General Ordinaria de Asociados”, BCHF nº 64, Madrid, Febrero 1933, pp. 11-30.

10 Véase BCHF nº 65, Marzo 1933, pp. 2-11. Se consideraba que la existencia de un núcleo importante de población ferroviaria, contar con una buena comunicación y adecuadas condiciones climáticas debían ser factores fundamentales para determinar el emplazamiento del nuevo centro.



la construcción de un nuevo Colegio”. En la misma se contemplaban las diversas opciones: a) la compra de un edificio destinado a la ense-ñanza; b) la adaptación del Pabellón de Brasil en Sevilla (levantado para la Exposición Iberoamericana de 1929-1930); c) la construcción de un centro de nueva planta sobre terrenos cedidos o adquiridos en condiciones favorables, presentándose como candidatas las ciudades de Almería, Cádiz, Córdoba, Huelva y Ciudad Real. Con respecto a la primera posibilidad, la delegación de Málaga ofreció la venta del Colegio Concepcionista –obra del arquitecto Fernando Guerrero-Strachan, inaugurado en 1926, conocido popularmente como Colegio del Monte–, ubicado en el Camino Nuevo (después calle Ferrándiz). Había sido incautado a esta orden religiosa y se encontraba por en-tonces cerrado. Por su parte, Valencia propuso la adquisición de un edificio situado en el pueblo de Torrente destinado a sanatorio. La tercera opción, es decir, la construcción de un centro de nueva planta –y, además, en Andalucía–, es la que defendió el Consejo de Adminis-tración de la entidad, acompañando los planos y alzados que había realizado el arquitecto granadino Francisco Alonso Martos para este proyecto, cuyo coste podía ascender a 900.000 pesetas. También se presentaban las líneas básicas de la organización pedagógica y administrativa del futuro internado11.

En la mencionada Junta fue elegido presidente del Consejo de Administración Jerónimo García Orive, que sustituía en el cargo a Alfredo Armenta, continuando como secretario José González Sanz. En la sesión del 24 de mayo, y con respecto al punto 6º citado anterior-mente, el debate se centró en las candidaturas de Málaga (Zona 20) y Huelva (Zona 23), los dos municipios considerados más apropiados

11 Cfr. BCHF nº 66, Abril 1933, pp. 7-18. Acerca del mencionado Colegio malacitano de la Inmaculada Concepción y Sagrada Familia puede verse CAMACHO MARTÍNEZ, R. y COLOMA MARTÍN, I., Guía artística de Málaga y su provincia, vol. I, Sevilla, Fundación José Manuel Lara, 2006, pag. 124.



para la ubicación del centro. José Rivas Porras, representante de la delegación de Málaga, agradeció a García Orive que en las sesiones celebradas en diciembre del año anterior pusiera de manifiesto las inmejorables condiciones que presentaba la zona malacitana a este respecto. Allí se había llegado a un primer consenso para establecer en Andalucía el internado, “acuerdo lógico si se considera que es de donde proceden la mayor parte de los huérfanos”, y además flotaba en el ambiente que debía localizarse en “una población marítima”12.

12 “Actas de la Junta General celebrada en 24 de mayo de 1933”, BCHF nº 69, Julio 1933, pp. 12-26. Los representantes de Málaga, grupo encabezado por Antonio Ojeda Retenaga –presidente de la 20ª Zona de la AGEOFE– y José Rivas Porras, llevaron hasta siete propuestas distintas de terrenos para

Imagen 2. Colegio de la Inmaculada Concepción y Sagrada Familia de Málaga en los años 1930 (Archivo del Autor).



Pero lejos de quedar zanjado, el asunto continuó discutiéndose en las sesiones celebradas el 29 de mayo. Descartados los edificios cons-truidos en Sevilla y Málaga, y puesto que Cádiz, Córdoba y Almería no hacían ofrecimientos concretos de terrenos, y el precio de los mismos en Huelva era elevado (7,50 pesetas el metro cuadrado), la candidatura de Málaga se configuraba como la idónea para construir aquí la “Sucursal del Sur”. Así, iba tomando fuerza la propuesta de comprar un solar de unos 23.000 metros cuadrados –según las estimaciones realizadas entonces–, localizado en la carretera de Torremolinos, entre la Sierra de Mijas y la playa, con buena dotación de agua, al excepcional precio de 3,50 ptas/metro, lo que supondría unas 80.500 pesetas de coste. Por aquellas fechas Torremolinos se encontraba agregado al municipio de Málaga, concretamente desde 1924. Jerónimo García Orive seguía decantándose por esta ciudad: “El clima es más benigno, tiene la ventaja de la playa. Otro aspecto es el núcleo de ferroviarios. En la zona Sur es la capital que tiene mayor número de asociados”. También hay que destacar el papel que jugó Ángel Simón, socio meritísimo residente en Granada y uno de los fundadores de la institución CHF, en defensa de la candidatura malagueña, llegándose al acuerdo de que esta sería la solución13. Como vemos, el factor climático fue un elemento decisivo. Precisa-mente en el verano de ese año se instalaron en el Sanatorio Maríti-mo de Torremolinos las primeras colonias escolares del Colegio de Huérfanos de Ferroviarios de Madrid14. La construcción del nuevo

ubicar la nueva construcción. Argumentaban que Málaga contaba con mayor población ferroviaria que Huelva, y desde el punto de vista geográfico estaba mejor comunicada y situada en la región andaluza.

13 Cfr. BCHF nº 70, Agosto 1933, pp. 6-21; “Los ferroviarios y Málaga. La construcción del Colegio Sur de Huérfanos es concedida a nuesta ciudad”, El Popular (Málaga), 28 de mayo de 1933, pag. 28.

14 MARTÍN PALOMO, J., “El Sanatorio Marítimo de Torremolinos y la Colonia Escolar del Colegio de Huérfanos de Ferroviarios”, Vida Gráfica nº 391, Málaga, 24



centro facilitaría en el futuro dicha actividad, con el consiguiente ahorro económico que ello suponía. Ya por aquella época la prensa local malagueña resaltaba el auge que estaba experimentando Torremolinos como lugar de veraneo, tanto de españoles como de extranjeros, residentes y transeúntes.

Finalmente, el 30 de julio de 1933 tenía lugar una Junta General extraordinaria, convocada a instancias del presidente de la zona de Sevilla que la había solicitado al del Consejo de Administración. En esta reunión todavía se mostraron algunas reticencias a aceptar la ubicación del internado en Málaga. De hecho aún no se había efec-tuado la compra del terreno hasta que hubiera un acuerdo unánime sobre el asunto, a pesar de que todos los informes emitidos por el arquitecto Francisco Alonso Martos eran favorables a la candidatu-ra malacitana y contaban con el respaldo del Consejo. Efectuada la oportuna votación, se ratificó el acuerdo tomado en la Junta General celebrada en mayo de que el nuevo edificio se construiría en Málaga15.

A mediados de agosto se firmaba la escritura de compraven-ta de los terrenos de Torremolinos adquiridos por la institución Colegio de Huérfanos de Ferroviarios, con la presencia del alcalde de Málaga Narciso Pérez Texeira. Un mes más tarde el redactor Manuel Prados publicaba en la revista ilustrada Blanco y Negro, editada en Madrid por ABC, sus impresiones sobre el lugar elegido

de julio de 1933. El 4 de marzo de 1927 la reina Victoria Eugenia de Battenberg, esposa de Alfonso XIII, firmaba el acta de colocación de la primera piedra de dicho centro sanitario, diseñado por el arquitecto Fernando Guerrero-Strachan (Málaga, 1879-1930) –alcalde de este municipio durante los años 1928-1930– y creado en un principio para el tratamiento de la tuberculosis, cuyas obras definitivas finalizaron en 1931. Desde 1929, gracias a sus pabellones provisionales, comenzó a recibir colonias escolares tanto de verano como de invierno.

15 “Junta General Extraordinaria”, BCHF nº 70, Agosto 1933, pag. 22 y siguientes; MARTÍN PALOMO, J., “La construcción en Málaga del Colegio de Huérfanos de Ferroviarios es una espléndida realidad”, Vida Gráfica nº 393, Málaga, 7 de agosto de 1933.



para edificar el centro, que sería al mismo tiempo “sanatorio, hogar y residencia”. Menciona que la parcela había sido propiedad de don Manuel Loring, “que ha hecho una bonificación considerable apenas enterado de la importancia del proyecto”. Ubicada entre la sierra y el mar, tenía una excelente situación, configurándose como un mirador al Mediterráneo. El Ayuntamiento se haría cargo de las obras para el suministro de agua y de arreglar el camino que llevaba hasta la playa del barrio de pescadores conocido como Bajondillo. El arqui-tecto Francisco Alonso Martos ya había visitado el lugar unos días antes16. Y a mediados de diciembre se abría el plazo del concurso de contratistas de obras para la construcción del edificio con arreglo al proyecto, que se podía consultar en la sede de la institución en Madrid (número 89 de la calle Atocha) o en local de la AGEOFE en Málaga (plaza de la Alhóndiga, nº 9)17.

16 PRADOS LÓPEZ, M., “Entre la sierra y el mar. El Colegio de Huérfanos de Ferroviarios de Torremolinos”, Blanco y Negro (Madrid), 17 de septiembre de 1933, pp. 119-122. Francisco Alonso Martos (Granada, 1887 -Madrid, 1961), cuyo nombre de pila era Francisco José Claudio, cursó la carrera en la Escuela Superior de Arquitectura de Madrid, finalizando sus estudios en 1913 a la edad de 26 años. Tenía una estrecha vinculación con Málaga, ya que su madre, sus abuelos maternos y su abuelo paterno eran malacitanos. Nacido el 30 de octubre de 1887, era hijo de Manuel Alonso Zegrí (natural de Granada) y de Manuela Martos de la Fuente (Málaga), vecinos de la ciudad de la Alhambra. Sus abuelos paternos fueron Manuel Alonso (Málaga) y Catalina Zegrí (Granada), ya difuntos cuando él nació; y sus abuelos maternos José Martos (Colmenar) y Concepción de la Fuente (Málaga), residentes en Granada al igual que sus padres. Como arquitecto oficial de la Asociación General de Empleados y Obreros de los Ferrocarriles de España había desarrollado una intensa labor hasta aquellos momentos, debiendo destacarse además de los Colegios de Huérfanos de Madrid y Torremolinos, la Colonia madrileña “Casas de Ferroviarios” en los años veinte, y ya en la década siguiente los Colegios de Ferroviarios de Monforte de Lemos (Lugo), Huelva, Granada y Córdoba, entre otros.

17 “Colegio de Huérfanos de Ferroviarios. Concurso para la construcción de su edificio en Málaga”, BCHF nº 74, Diciembre 1933, pag. 11.



2. Edificación del internado torremolinense (1934-1935)

Las obras se desarrollaron durante algo más de año y medio, desde enero de 1934 hasta agosto de 1935, ya en el segundo bienio republicano (radical-cedista). El domingo 21 de enero de 1934 se celebraba el acto oficial de colocación de la primera piedra, que había organizado una comisión encabezada por los ya mencionados Antonio Ojeda y José Rivas. Numerosas autoridades, directivos del sector ferroviario y multitud de personas se congregaron en aquellos terrenos para tal efecto, quedando recogida la noticia en la prensa y demás fuentes hemerográficas de la época18. Desde las diez y media de esa mañana comenzaron a salir varios trenes de la Estación de los Suburbanos de Málaga hacia Torremolinos, para trasladar a ferro-viarios y a sus familiares, representaciones oficiales, personalidades y periodistas. Algunas autoridades malagueñas y otras llegadas de Madrid hicieron el trayecto en automóvil. En el lugar donde se iba a edificar el internado se había levantado “una artística tribuna, adornada profusamente con plantas, flores y tapices”, ondeando las banderas de la Asociación General de Empleados y Obreros de los Ferrocarriles, de la Zona de Málaga y del Colegio de Huérfanos de Madrid. También se colocaron en sitio visible varios cuadros con distintos planos del futuro edificio. En lugar cercano a la tribuna, la

18 Cfr. “Colocación de la primera piedra para la construcción del edificio sucursal del Colegio de Huérfanos de la Zona Sur, Torremolinos (Málaga)”, BCHF nº 76, Febrero 1934, pp. 1-10; “Los actos de ayer. El ministro y el subsecretario de Instrucción Pública y el director general de Ferrocarriles, en Málaga”, Diario de Málaga, 22 de enero de 1934, pp. 1-4; “Los actos celebrados el domingo en Málaga”, El Cronista (Málaga), 23 de enero de 1934, portada; “Lo que nos dice el director general de Ferrocarriles. El señor Montaner habla de la Asamblea que se está celebrando en Madrid, de la cual espera beneficiosos resultados para las Compañías y para el personal”, El Popular (Málaga), 23 de enero de 1934, portada.



Banda Municipal desempeñaba su cometido, y al izarse la bandera de la Nación interpretó el Himno de Riego.

En torno a las doce del mediodía llegaron en automóvil el mi-nistro de Instrucción Pública José Pareja Yébenes, el subsecretario de dicho Ministerio Pedro Armasa Briales y el director general de Ferrocarriles Antonio Montaner, a quienes acompañaban el alcalde de Málaga Eugenio Entrambasaguas y el gobernador civil Alberto Insúa. Tras ser recibidos por representantes del Consejo de Administración del Colegio de Huérfanos de Ferroviarios, uno de los consejeros de la entidad dio lectura al acta redactada para la ocasión, que una vez firmada fue depositada junto con los perió-dicos locales de ese día en un pequeño cofre, colocándose éste en el lugar reservado y encima la primera piedra, mientras la Banda tocaba el Himno de Riego19. Después las autoridades volvieron a

19 La mencionada acta quedó redactada de esta forma: “En la ciudad de Málaga, y en solar adquirido por el Colegio de Huérfanos Ferroviarios para edificar el segundo Internado de su Institución: El Excmo Sr. D. José Pareja Yébenes, Ministro de Instrucción Pública; el Excmo Sr. D. Pedro Armasa Briales, Subsecretario de Instrucción Pública; el Excmo Sr. D. Antonio Montaner, Director general de Ferrocarriles; el excelentísimo señor Gobernador civil, D. Alberto Insúa; señor Alcalde de Málaga, don Eugenio Entrambasaguas; representantes de las Compañías del Norte y M.Z.A.; señor Director de los Ferrocarriles Andaluces, D. Juan Senespleda Pascual; señor Director de los Ferrocarriles Suburbanos, D. Pablo de Jonge; señor Presidente de la Asociación General de Ferroviarios, D. Alfredo Armenta; señor Presidente del Consejo de Administración del Colegio de Huérfanos, D. Jerónimo García Orive; Consejeros del Colegio, señores Aceña, García Conde, Jiménez Calvo y Rodríguez Martín; Arquitecto, D. Francisco Alonso Martos; Presidente de la Zona de Málaga, D. Antonio Ojeda, y Presidente en Málaga [sic] D. José Rivas Porras. Colocaron la primera piedra de este edificio para Colegio de Huérfanos de Ferroviarios, el día 21 de enero de 1934, firmando la presente acta, que da fe de esta solemnidad”. Cfr. “Colocación de la primera piedra para la construcción del edificio sucursal del Colegio de Huérfanos de la Zona Sur, Torremolinos (Málaga)”, BCHF nº 76, Febrero 1934, pag. 2.



la tribuna y se desarrolló el capítulo de discursos. Nos interesa resaltar que tras las intervenciones de Jerónimo García Orive –presidente de la entidad CHF–, Antonio Montaner –director ge-neral de Ferrocarriles, quien excusó la ausencia del ministro de Obras Públicas, el canario Rafael Guerra del Río–, Pedro Armasa y del alcalde malacitano, cerró el acto el ministro Pareja Yébenes con las siguientes palabras:

El Gobierno de la República ha querido asociarse en el día de hoy de modo decidido a una noble obra que tiene de sim-pática y generosa lo que tienen todas las obras democráticas y de cultura (…) Porque es una obra democrática el poner al alcance de todas las inteligencias un plan de instrucción que les permita llegar a todos, por humildes que sean, al lugar que deben ocupar por su talento. Es una obra de cultura que ofrece y fomenta, en una amplia medida y con un entusiasmo mayor, los anhelos que siente España de un mejoramiento de la enseñanza y de un perfeccionamiento de los medios para que llegue aquélla a conocimiento de todos.Encontramos, además, un nuevo motivo de halago, un aliento de esperanza en esta obra, en la que hoy se coloca la primera piedra que, como demócratas y gobernantes, nos enorgullece y satisface, porque tiene debajo de ella, y con singular relieve, un afán de emulación y un deseo de atender socialmente al desvalido, digno de atención del Gobierno y merecedor de la gratitud nacional.Todos los que como yo han venido preocupándose de las cuestiones que afectan a la enseñanza en España aprecian debidamente lo que significan estas obras de cultura y estas labores de engrandecimiento para edificar centros dignos de organizaciones proletarias modernas, que caminan de cara al progreso y a las realidades humanas (…)Recibid, pues, en nombre del Gobierno de la República un aplauso y un saludo. La alegría que comparto aquí en Má-



laga, en esta tierra hermana de mi Granada querida, es inmensa, y este aplauso por ver la obra grandiosa que van ustedes a construir a las puertas de la ciudad es mi mayor satisfacción. Decía bien el Subsecretario, mi querido amigo D. Pedro Armasa, que se trataba de una obra maravillosa y brillante por su emplazamiento y por su propósito20.

20 Ibidem, pp. 7-8. El doctor José Pareja Yébenes (1888-1951), catedrático de Patología en las Universidades de Sevilla y Granada, había fundado en su ciudad natal el Partido Republicano Autónomo de Granada. Después, como miembro del Partido Republicano Radical (PRR) fue elegido diputado a Cortes por la circunscripción de Granada en las elecciones de 1931 y 1933. Estuvo solo unos meses al frente del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes entre el 16 de diciembre de 1933 y el 3 de marzo de 1934, en el Gobierno que presidió Alejandro Lerroux.

Imagen 3. Acto de colocación de la primera piedra del Colegio de Huérfanos de Ferroviarios de Torremolinos, celebrado el 21 de enero de 1934 (Agrupación de

Antiguos Alumnos del Colegio de Huérfanos de Ferroviarios).



Dos meses más tarde, en el Boletín de la institución corres-pondiente a marzo de 1934, se publicaba amplia información sobre el futuro edificio: planos del arquitecto Francisco Alonso Martos, orientación y características de sus instalaciones y servicios21. Con todos estos datos y los proporcionados por otras fuentes podemos presentar por anticipado una descripción de la edificación que sería inaugurada en septiembre de 1935. Previamente debemos destacar que llegaría a ser considerada por los especialistas como una de las obras más relevantes del Movimiento Modernista en Andalucía y posiblemente la mejor muestra de arquitectura racionalista en la provincia de Málaga. Su ubicación en un lugar cerca de la playa y en contacto con la naturaleza respondía a los criterios higienistas de la época. Su planta en forma de avión está en relación con lo que se ha llamado “racionalismo aerodinámico”22, y es una muestra del

21 “El colegio sucursal de Málaga”, BCHF nº 77, Marzo 1934, pp. 4-9. Ese mismo texto se publicó unos meses después en la prensa local malagueña, cfr. “Un gran edificio en construcción. El Colegio de Huérfanos de Ferroviarios, en Torremolinos”, Diario de Málaga, 19 de agosto de 1934, pag. 15. La diferencia es que no se editaron los planos y se añadían unas fotos que mostraban el estado de las obras por esas fechas.

22 Cfr. BONO RUIZ DE LA HERRÁN, L. et al., “Veinte obras del Movimiento Moderno en Andalucía”, PH Boletín del Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico, nº 15, Sevilla, Junio 1996, pp. 133-152 (véase especialmente la pag. 137). El edificio está incluido en el catálogo de DOCOMOMO andaluz (VV. AA., MOMO Andalucía. Arquitectura del Movimiento Moderno en Andalucía 1925-1965, Sevilla, Consejería de Obras Públicas y Transportes de la Junta de Andalucía, 1999, pp. 56-59). La organización internacional denominada DOCOMOMO (Documentation and Conservation of Building, Sites and Neighbourhoods of the Modern Movement) comenzó a funcionar en 1990. Su creación respondía a la preocupación de un grupo de arquitectos holandeses ante la necesidad de documentar y proteger el patrimonio arquitectónico del Movimiento Moderno –cuyo desarrollo se extendió desde los años 1920 hasta mediados de la década de 1960–, promoviendo su reconocimiento social e institucional. Años después se convirtió en una especie de ONG de la que formaban parte numerosos países, agrupados por Comités de distribución



optimismo volcado hacia el progreso propio del periodo republicano. Totalmente simétrica, su eje lo constituye el centro del acceso de la fachada principal, y se constata claramente en las galerías y alas laterales, escaleras de acceso a los semisótanos y plantas altas, y en el volumen curvo de la fachada trasera. Se aleja de las construccio-nes compactas y de las tipologías claustrales tan utilizadas en los colegios urbanos de la época23.

El inmueble se alzaba sobre un solar o parcela con forma de cuadriátero irregular de aproximadamente 20.500 metros cuadra-dos, situada a una altitud de 50 metros sobre el nivel del mar y a una distancia de 300 metros de la playa. Esta ubicación proporcio-naba al edificio una adecuada aireación e iluminación, además de unas espléndidas vistas. La construcción seguía una tipología de edificio único y bloque lineal, y desde el punto de vista constructivo una estructura de hormigón armado24. La planta tenía forma de H irregular –simulando un avión como se ha dicho– y se articulaba en base a dos cuerpos rectangulares paralelos –el posterior de menor longitud pero con mayor fondo– enlazados por otro cuerpo central perpendicular o transversal a los anteriores, configurado por dos galerías o pasillos que encerraban un amplio local interior (salón de actos). La simetría compositiva del edificio, que se extiende a las fachadas principal y trasera, solo se ve alterada por el cuerpo rehun-dido de la entrada y el volumen convexo o especie de ábside curvo

geográfica (PICO VALIMAÑA, R., “DO.CO.MO.MO. Un lugar en el Patrimonio”, PH Boletín del Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico, nº 15, Sevilla, Junio 1996, pp. 110-114).

23 LOREN MÉNDEZ, M., “La modernidad española como relato de las periferias. Laboratorio arquitectónico y visiones urbanas en el alejado sur íbero”, Apuntes. Revista de estudios sobre patrimonio cultural, vol. 21, nº 2, Bogotá (Colombia), Julio-Diciembre 2008, pp. 234-251 (vid. con detalle pp. 141-142).

24 VV. AA., 50 años de Arquitectura en Andalucía: 1936-1986, Sevilla, Consejería de Obras Públicas y Transportes, 1986, pag. 248.



de la fachada posterior (comedor)25. El inmueble constaba de dos plantas completas (baja y principal), un semisótano y una segunda planta en los cuerpos central y posterior –ligeramente más altos que el anterior–, terminando las cubiertas en azoteas. Se establecía una clara división funcional por plantas como veremos a continuación.

La entrada principal del edificio se situaba en el cuerpo anterior, paralelo y con fachada a la carretera Málaga-Cádiz, orientada al oeste. Se encontraba en la planta baja, elevada sobre la rasante del terreno. A la derecha e izquierda de la misma se ubicaban locales para recepción, conserjería, oficinas y teléfono. En esta amplia nave, que presentaba

25 VV. AA., MOMO Andalucía…, op. cit., pag. 56.

Imagen 4. Plano de la planta principal del Colegio de Torremolinos (dormitorios, salón de actos, despacho de Dirección, etc.), proyecto diseñado por el arquitecto granadino Francisco Alonso Martos en 1933 (Boletín Oficial del Colegio de Huérfa-

nos de Ferroviarios nº 77, Marzo de 1934).



dos galerías abiertas delanteras mediante una decena de arcos en cada ala, se localizaban seis aulas –tres en cada lado–, con ventanas orientadas al este para aprovechar la ilumación y los efectos calóricos del sol en invierno. El cuerpo central estaba constituido por un salón de actos multifuncional –utilizado también como sala de estudios, sala de fiestas y cine, y al que tenía acceso el cuarto de visitas situado al pasar la entrada–, flanqueado por sendos pasillos laterales con ven-tanas al exterior, que conducían al cuerpo posterior, concretamente a las escaleras de acceso al sótano y plantas altas y al comedor, donde también había a ambos lados del mismo aseos separados para alumnos y alumnas. El comedor tenía amplios ventanales orientados al Medi-terráneo, contando con un espacio anexo desde donde se distribuía el menú. Completaban la planta baja dos dependencias enclavadas en los laterales del cuerpo trasero: la enfermería, en la cara norte, con entrada totalmente independiente desde el exterior para garantizar su aislamiento (distribuida en “nueve boxes Pasteur” para niños y niñas, cuarto de baño, sala de curas, cuarto de enfermería y almacén), y la vivienda del Director, en el lado sur, con las habitaciones necesarias para el acomodo de una familia.

Con respecto al semisótano, solo estaban habilitadas la parte central y posterior del edificio, donde se encontraban la sala de du-chas y aseos, peluquería, comedor del servicio, despensa, habitación de planchado, lavadero, cocina y el recreo cubierto (solo estos tres últimos espacios tenían acceso directo al exterior, mientras que los demás servicios se comunicaban con el edificio por las escaleras).

En la “planta principal” (primera planta) se localizaban cuatro dormitorios –dos para niños y dos para niñas– ubicados tanto en el cuerpo principal como en el posterior –estos daban a una azotea so-bre el comedor–, la sala de profesores, el despacho de Dirección y una sala de visitas aneja, todas estas dependencias en la parte central del bloque principal, encima de los locales de recepción, conserjería y oficinas. Las galerías laterales quedaban a modo de palcos sobre el



salón de actos, mediante arcos, disponiéndose también de una tribuna sobre la sala de visitas de la planta baja. En la segunda planta había dos locales largos y estrechos en el cuerpo central, a ambos lados del salón de actos, y otros dos en el cuerpo posterior, que previsiblemente podían servir como dormitorios de la servidumbre, o uno para este fin y el otro como complemento del lavadero, desde donde podía realizarse con más facilidad el tendido de ropa en las azoteas a las que tenían acceso, encima de los dos dormitorios de este sector. Hay que destacar la viguería vista que recorría los techos del edificio, subrayando el predominio de las líneas paralelas en todo el conjunto26.

Como construcción accesoria estaba el pabellón de portería –junto a la puerta de entrada al recinto–, que incluía un porche, sala de espera y la vivienda del portero (tres habitaciones, cocina y aseo). El recinto quedaba cerrado por un muro de hormigón y tela metálica encima, hasta los tres metros de altura27. En un primer

26 Como han señalado algunos autores, las características o rasgos modernistas se mostraban, además de la alusión arerodinámica de la planta del edificio, en el empleo de superficies lisas, paredes encaladas, grandes ventanales y cristaleras, cubiertas planas, ausencia de ornamentación, etc. Se apreciaban igualmente en el salón de actos, en las amplias terrazas y en la gran escalera, donde predominaban las líneas paralelas con elementos metálicos evocando –como tantos edificios de los años treinta– el diseño de los transatlánticos, que también sugerían el cuerpo curvo y las terrazas con barandillas de la fachada trasera, orientada al mar. El arquitecto Francisco Alonso Martos incorporó algunos motivos andaluces, mínimos ciertamente, como las galerías con arcos de la fachada principal o las de la primera planta que miraban al salón de actos a modo de palcos. Por otra parte, la puerta de entrada y los grandes vanos externos del cuerpo posterior conformaban “estupendos ejercicios art deco”.

27 En 1990, diecisiete años después de su cierre, el inmeble fue declarado Bien de Interés Cultural y quedó incluido en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz, contando así con un reconocimiento instsitucional. Una vez finalizadas las necesarias obras de restauración y acondicionamiento, que dejaron intactas la estructura y fachadas del edificio, se inauguró como Centro Cultural (“Pablo Ruiz Picasso”) el 12 de noviembre de 2001.



momento el proyecto contemplaba la instalación de dos piscinas, una en cada patio lateral, pero esta idea fue finalmente descartada dada la proximidad de la playa.

Debemos subrayar que el arquitecto Francisco Alonso Martos se desplazaba con frecuencia desde Madrid a Málaga para supervisar el desarrollo de las obras. En abril de 1934 efectuó una visita, indicando en su informe que ya se había hecho el vaciado del semisótano, las zanjas y pozos de cimentación, “y comenzado el hormigón armado en su mayor parte, faltando tan sólo muy pocos pilares”. Asimismo estaban iniciados los muros y cerramientos laterales. En cuanto a los cimientos, el firme no se encontraba tan a la superficie como se esperaba, y en algunos tramos hubo que profundizar hasta dos metros con respecto a la rasante del terreno, “con aumento, por consiguiente de 1,50 metros sobre lo presupuestado”28.

En julio se comunicaba a los afiliados que las obras seguían su curso, aunque no con la celeridad que se esperaba “debido a la falta de materiales por contingencias de diversa índole”29. El día ocho de ese mismo mes se instalaba en el Sanatorio Marítimo de Torremo-linos una colonia escolar organizada por el Colegio de Huérfanos de Ferroviarios de Madrid, un total de 52 alumnos seleccionados por prescripción facultativa, a cargo del profesor Pedro Alcántara. Tres días después realizaban la obligada visita al edificio en construc-

28 Además, la localización de una primitiva alcantarilla provocó que hubiera que ahondar más o aumentar el área de apoyo de varios pilares. Terminaba diciendo el citado arquitecto que los trabajos debían transcurrir con más rapidez, “pero los aumentos de cimentación, por un lado, una huelga padecida, que no afecta legalmente a la fecha de terminación, y algunas dificultades en la organización de los suministros, no dan a la obra todavía la actividad que hemos de lograr en plazo breve”. Cfr. ALONSO MARTOS, F., “Obras del nuevo Colegio de Málaga”, BCHF nº 78, Abril 1934, pp. 15-17.

29 “Obras del Colegio de Huérfanos de Ferroviarios en Málaga”, BCHF nº 81, Julio 1934, pag. 4.



ción, acompañados por José Rivas Porras, representante de Málaga (Zona 20) en la Asamblea General y delegado de la institución CHF en esta ciudad30.

En septiembre ya se constataba el considerable avance de la construcción y podía apreciarse la “grandiosidad del conjunto”31. Y en

30 “Nuestras colonias escolares”, BCHF nº 81, Julio 1934, pag. 5.31 “El Colegio de Torremolinos”, BCHF nº 83, Septiembre 1934, pag. 10.

Imagen 5. Estado de las obras del internado torremolinense en los últimos meses de 1934 (Boletín del CHF nº 85, Noviembre de 1934).



noviembre estaba terminada la cubierta del edificio y el Ayuntamien-to había finalizado el ensamblaje de tuberías para el abastecimiento de agua. Por entonces se trabajaba en guarnecidos, instalaciones sanitarias, de calefacción, cocinas, fabricación y colocación de los solados, tareas de carpintería, etc. Por aquellas fechas el arquitecto resolvía con el Ayuntamiento el sistema de evacuación, y se esperaba solucionar en breve el suministro de corriente eléctrica. El retraso en las obras, como consecuencia de algunas huelgas y dificultades de materiales, se fue corrigiendo progresivamente32.

En marzo de 1935 se quitaban los andamios de las fachadas y algunas caras del edificio estaban enlucidas y pintadas33. Uno de los puntos que se debatió en la Junta General de asociados celebrada el 19 de mayo se refería al presupuesto del “Colegio surcursal” de Torre-molinos para los meses que funcionaría en dicho año. Dado que estaba

32 “Obras del nuevo Colegio en Torremolinos”, BCHF nº 85, Noviembre 1934, pp. 12-13. La noche del 2 de diciembre de 1934 fallecía de manera inesperada, a la edad de 42 años, Jerónimo García Orive, presidente del Consejo de Administración de la entidad. Elegido en mayo de 1933 para desempeñar dicha función, había estado en Torremolinos en el acto de colocación de la primera piedra de este colegio. Le sucedió en el cargo Julián Saco Torres.

33 “Nuestro Colegio de Málaga”, BCHF nº 89, Marzo 1935, pag. 8. Tras un largo compás de espera, el 28 de abril de ese año se iniciaban las obras del edificio social y grupo escolar que la AGEOFE iba a construir en Málaga para la Zona 20, en la calle Cuarteles (barrio del Perchel), en el lugar que ocupaba el antiguo Matadero (cfr. “Colocación de la primera piedra para el edificio de la Asociación general en Málaga”, BCHF nº 91, Mayo 1935, pp. 1-3). La firma de la escritura de cesión del solar por parte de la Corporación municipal malagueña se realizó en septiembre de 1932 ante el notario Francisco Villarejo. Las obras de este edificio –diseñado también por Francisco Alonso Martos– se encontraban muy avanzadas en marzo de 1936, pero parece ser que quedaron paralizadas con el estallido de la Guera Civil y no se finalizaron hasta febrero de 1938. Precisamente por aquellas fechas la AGEOFE lo cedió en alquiler al Ayuntamiento para que se estableciera allí la Escuela de Especialistas de Aviación, y esa sería su funcionalidad hasta 1950 en que dicha Escuela fue trasladada a León.



próxima la terminación de las obras, se acordó que se intentara poner en marcha a comienzos del curso escolar 1935-1936, “sin perjuicio de que puedan ser instaladas en él previamente las colonias escolares que en años anteriores se alojaron en el Sanatorio Marítimo existente en el mismo Torremolinos, lo que nos reportará alguna economía, además de las ventajas correspondientes al mejor alojamiento de los niños”34.

34 En efecto, y así se hizo. Durante los días 8, 9 y 10 de agosto salieron de Madrid con destino a Torremolinos tres expediciones de colonias escolares, que sumaban

Imagen 6. Panorámica del edificio y detalle del lateral meridional (Boletín del CHF nº 89, Marzo de 1935).



En agosto, después de una constante e intensa labor fiscalizadora, se daban por finalizadas las obras. Desde las páginas del Boletín de la institución publicado dicho mes el Consejo de Administración comuni-caba que el 7 de septiembre, “coincidiendo con la estancia de nuestros alumnos de Madrid en Torremolinos, tendrá lugar la inauguración oficial del edificio sucursal, e inmediatamente regresarán a su residen-cia, con el objeto de que empiecen a incorporarse los nuevos alumnos en expectación de ingreso y que por turno les corresponde”35. Con ese motivo Francisco Alonso Martos ofrecía a los asociados diversos datos sobre la obra y el edificio. En concreto, comentaba que el internado de Torremolinos contaba con una superficie de 2.000 metros cuadrados (el de Madrid tenía 3.200) y la capacidad máxima era de 300 huérfanos y huérfanas. Su coste no había alcanzado el millón de pesetas, ya que el presupuesto de ejecución se cifró en 942.123, obteniéndose en el concur-so una baja del 15,3%, lo que supuso un ahorro de 144.144 pesetas. Se había aprovechado al máximo la superficie construida, proporcionando

un total de 228 alumnos y alumnas, al cuidado de su profesorado sin que el hospedaje ofreciera dificultad alguna. El mar y el sol de Málaga contribuían “poderosamente a fortalecer la salud de los pequeños colonos”. Cfr. “Los niños viajan”, BCHF nº 94, Agosto 1935, pp. 2-5.

35 “Inauguración del Colegio sucursal en Torremolinos (Málaga)”, BCHF nº 94, Agosto 1935, pag. 2. También se avisaba que cuando dicho Boletín llegara a los asociados, ya habrían recibido “las viudas o tutores de los huérfanos respectivos las correspondientes cartas de llamamiento, con el fin de que al comenzar el próximo curso escolar estén incorporados los 300 para que se ha habilitado el Colegio de Torremolinos, más 100 que se aumentan en el de Madrid, hacen un total de 400. Sumada esta cifra a los 504 que tenemos actualmente, representa la global de 904 alumnos de ambos sexos que recibirán albergue adecuado y educación orientada a tenor de las normas que marca la Pedagogía en sus diferentes aspectos, librándolos del infortunio en que quedaron al fallecer sus padres”. Se enfatizaba el espíritu filantrópico de la comunidad ferroviaria, que con estas obras estaba prestando “un gran servicio a la Humanidad”, a pesar de que la crisis mundial “está ahora en un momento agudo, y ello, naturalmente, hace que repercuta en las instituciones benéficas” (Ibidem).



unas instalaciones sencillas y confortables. La característica principal del edificio consistía en que era “esquemático” en su traza (el Colegio de Madrid respondía a una concepción más academicista o clásica), lejos de estructuras complicadas y de una decoración recargada36. La construcción se basaba en una fuerte estructura de hormigón armado, con un recubrimiento de doble tabicado. En el proyecto malagueño se había elimado cualquier elemento que no fuera absolutamente útil, sin que faltaran los servicios indispensables. Los pavimentos eran sencillos así como la pintura, en colores lisos. Disponía de la debida dotación de agua caliente para duchas, lavadero, cocina y enfermería (un depósito, ubicado en la parte anterior del edificio, junto al vértice noroeste del recinto, suministraba el agua al colegio, que tenía ade-más diez pequeñas fuentes o surtidores). La central de calor estaba formada por una caldera única de vapor, que alimentaba las marmitas de la cocina y el lavadero, servicios que podían simultanearse con la calefacción en invierno. Con respecto a otros elementos, Alonso Martos señala como datos curiosos que “el edificio ha exigido un movimiento de tierras de unos 2.000 metros cúbicos. Lleva 1.600 metros cúbicos de hormigón para armar; unos 150.000 kilos de hierros redondos en diferentes secciones para el hormigón; 8.000 metros cuadrados de guarnecidos; más de dos kilómetros de rodapié hidráulico curvo en unión entre los solados y los paramentos; más de 15.000 metros cuadrados de pintura; 100 lavabos, 72 duchas, medio centenar de re-tretes; cerca de un kilómetro de tuberías de saneamiento. Instalación completa de cocinas con marmitas de vapor; lavadero mecánico con centrífuga [sic] y secadero; una gran cámara frigorífica y, en general, todos los elementos del edificio de Madrid, con una reducción de coste e importantia”37.

36 “El nuevo Colegio”, BCHF nº 94, Agosto 1935, pp. 5-6.37 Ibid., pag. 6.



3. Inauguración del Colegio: 7 de septiembre de 1935

A comienzos de septiembre, como se había anunciado, todo es-taba preparado para proceder a la inauguración oficial del Colegio de Huérfanos de Ferroviarios de Torremolinos. El secretario general del Consejo de Aministración de la institución, Maximiliano Castillo, se había desplazado a Málaga unos días antes para organizar los diversos actos, contando para ello con la colaboración de la Comisión delegada del nuevo colegio. A las nueve y media de la mañana del sábado día 7 de septiembre hacía parada en Torremolinos el tren que conducía a personalidades, altos cargos e invitados llegados desde diversos puntos de España. Ante la fachada del edificio se habían desplegado las banderas de los distintos organismos que acudían al acto, y con el Himno de Riego como fondo fueron recibidos por Julián Saco Torres –presidente del Consejo de Administración de la entidad CHF–, el mencionado Maximiliano Castillo y varios consejeros. Los algo más de dos centenares de alumnos y alumnas que se encontraban en el centro en calidad de colonia escolar fueron testigos excepcionales del evento38.

Todos se acomodaron en el luminoso salón de actos, un espacio con “reminiscencias de patio andaluz”. Ocupaban la mesa presiden-cial el diputado a Cortes Pedro Armasa Briales, en representación del ministro de Obras Públicas39; el gobernador civil de la provincia,

38 “Una fecha memorable. Inauguración del Colegio de Torremolinos”, BCHF nº 95, Septiembre 1935, pp. 1-2. En las páginas 1-16 de este número se publicó amplia información al respecto, que sintetizamos.

39 El abogado, profesor de francés y político Pedro Armasa Briales, nacido en Málaga en 1893, fue activo militante del Partido Republicano Radical. Resultó elegido diputado a Cortes por la circunscipción de Málaga capital en las elecciones de 1931 y 1933, en estas últimas representando a la coalición de dicho partido con la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA), lo que supuso un giro en su trayectoria política progresista. Fiel aliado de



Alberto Insúa; el presidente de la Comisión gestora municipal, Salvador González Anaya; los mencionados Julián Saco Torres y Maximiliano Castillo, principales representantes de la asociación CHF; Alfredo Armenta, presidente de la AGEOFE; el ingeniero Pedro Ansorena y Sáenz de Jubera, como representante del Subsecretario de Obras Públicas y del Comisario del Estado en la Compañía de Fe-rrocarriles Andaluces; Antonio Rózpide, abogado, antiguo presidente del CHF, representante de la Compañía de los Ferrocarriles de Ma-drid a Zaragoza y Alicante; Miguel Martín García Varo, subdirector de la Compañía de Ferrocarriles Andaluces; el comandante militar de la plaza general Francisco Patxot; el presidente de la Comisión delegada, José Rivas Porras; el director del Colegio de Madrid Aure-lio Rodríguez Charentón, y el director del Colegio de Torremolinos, Jacinto Ruiz Santiago40.

Tomó la palabra en primer lugar Julián Saco Torres, quien resaltó que los ferroviarios españoles debían sentirse satisfechos por la construcción de este segundo orfanato, de excelentes condiciones pedagógicas e higiénicas. Recordó la labor de los pioneros Leocadio

Alejandro Lerroux, ocupó el cargo de subsecretario de Instrucción Pública en el segundo bienio republicano. Como consecuencia de la represión del gobierno cedista en 1934, su popularidad se fue desvaneciendo, y el rechazo hacia Armasa abarcó también su ámbito personal y laboral. Exiliado en Francia, en 1952 se le concedió el visado para entrar en España. Falleció en Madrid en 1957.

40 Entre otros asistentes cabe destacar la presencia del diputado a Cortes por Málaga Eduardo Frapolli, los ex alcaldes Federico Alva Varela y Narciso Pérez Texeira, el presidente de la Diputación malacitana Manuel Aguilar, el presidente de la Audiencia Jerónimo del Pozo y el comisario general de Andalucía Juan Herrera. No faltaron el director interino del Instituto de Málaga Félix González, la directora de la Escuela Normal María Victoria Montiel, los máximos representantes de las fuerzas del orden (Guardia Civil, Comisaría de Policía, Carabineros, Guardias de Asalto), compañías ferroviarias, varias zonas delegadas de la AGEOFE, altos jefes de los ferroviarios malagueños, redactores de la prensa local, el arquitecto Francisco Alonso Martos y representantes de las otras filiales de la Asociación General de Ferroviarios.



Martín Ruiz, Julio Domingo Rodríguez y Ángel Simón García (los dos primeros ya fallecidos, y el último gravemente enfermo por lo que no había podido asistir al acto). Asimismo destacó la labor de los difuntos Antonio Gistau, fundador de la institución CHF, y Jerónimo García Orive, su predecesor en el cargo de presidente del Consejo de Administración de la entidad, uno de los máximos defensores de que el nuevo centro se edificara en Málaga –de hecho bajo su mandato comenzaron las obras–, y cuya viuda se encontraba allí acompañán-dolos en ese día tan especial. Señaló que la asociación contaba con 35.000 afiliados por aquellas fechas y amparaba a 2.000 huérfanos y huérfanas (600 en el Colegio de Madrid y en breve otros 300 en el de Torremolinos, mientras que los 1.100 restantes percibirían el subsi-dio correspondiente, hasta que pudieran ingresar en estos centros). Agradeció el apoyo de la AGEOFE y de las compañías ferroviarias, cuyas representaciones les honraban con su presencia. Subrayó también la labor social, cultural y educativa de dicha asociación, que además tenía establecidas varias escuelas en sus distintas zonas41.

Después habló Aurelio Rodríguez Charentón, director del Colegio de Madrid, hombre de reconocido prestigio como profesor y pedagogo, autor de diversos libros de textos de amplia difusión. Comentó que el centro malagueño nacía como resultado de un importante esfuerzo y espíritu cooperativo, futuro hogar-escuela donde en un ambiente familiar el alumnado recibiría todas las enseñanzas necesarias para

41 En el plano económico, puso de relieve que los ingresos de la insitución debían incrementarse en la medida que lo exigían las necesidades de la misma, siendo los propios asociados los principales contribuyentes (desde comienzos de julio de ese año la cuota que pagaban se elevó del 0,5 al 1% del sueldo, en cumplimiento del acuerdo adoptado en la Junta General celebrada en mayo). Confiaba en que las Compañías ferroviarias continuarían ofreciendo sus aportaciones. No obstante, proponía nuevos medios para ampliarlas, por ejemplo haciendo obligatoria la fijación de un sello del Colegio de Huérfanos, de diez céntimos, por cada billete expendido o expedición facturada en el servicio de ferrocarriles.



su formación integral. Consideraba que la máxima garantía de éxito radicaba en la elección del director, el Inspector de primera enseñanza Jacinto Ruiz Santiago, de 37 años de edad, hombre “dinámico y com-petentísimo, que sabrá trabajar con vocación y con cariño para que los huérfanos obtengan el mayor fruto de la enseñanza”.

A continuación le tocó el turno a Alfredo Armenta, presidente de la AGEOFE. Al término de su intervención, las niñas más pequeñas del Colegio de Madrid, que veraneaban en Torremolinos, aparecieron en el salón de actos y bajo la dirección de la profesora Josefa Casas entonaron “unas lindísimas canciones”. Tras este intermedio habló Antonio Rózpide, que alavó la obra altruista llevada a cabo por la institución CHF, en nombre de todas las empresas ferroviarias. Por su parte, el alcalde Salvador González Anaya y el gobernador civil

Imagen 7. Busto de Jerónimo García Orive en el vestíbulo del Colegio de Torremo-linos, instalado con motivo de la inauguración de este centro el 7 de septiembre

de 1935 (Agrupación de Antiguos Alumnos del CHF).



Alberto Insúa ofrecieron la colaboración y apoyo de las autoridades malacitanas para el buen funcionamiento de este centro. Seguida-mente el diputado a Cortes Pedro Armasa se dirigió a los presentes con estas sentidas palabras:

Hace poco más de un año vine yo a este lugar en la ilustre compañía de D. José Pareja Yébenes, ministro a la sazón de Instrucción pública, a colocar una primera piedra. Todos los que asistimos a aquel acto esperábamos la maravilla que luego ha resultado. Pero entonces, entre los concurrentes de aquella mañana, había uno cuya falta noto hoy; uno cuyo dinamismo y cuyo entusiasmo eran acaso el motor que ponía en marcha toda esta obra y que hoy, al no estar aquí, parece como si nos faltara algo fundamental. Ese a quien me re-fiero es mi querido y malogrado amigo D. Jerónimo García Orive, entusiasta paladín de esta causa y alma del Colegio de Huérfanos. Y no sólo he de señalar esta sensible falta, sino que, con verdadera emoción, he de poner de relieve que en este establecimento, donde se recoge y ampara el dolor de la orfandad, hay acogidas tres hijas del Sr. García Orive. Y yo pido, yo suplico a esas tres huérfanas, que lleven un recuerdo fervoroso hasta la tumba de su padre y lo depositen allí juntamente con el mío, como ofrenda emotiva de una asmistad que no olvida, que no muere42.

Armasa recordó también al ilustre pedagogo Manuel Bartolomé Cossío –fallecido solo unos días antes, el 2 de septiembre–, que había sido director del Museo Pedagógico Nacional y presidente del Patro-nato de Misiones Pedagógicas. Esparaba que sus postulados fueran un referente en el centro malacitano. Por otra parte, consideraba

42 “Una fecha memorable. Inauguración del Colegio de Torremolinos”, BCHF nº 95, Septiembre 1935, pag. 13.



que la elección de su amigo Jacinto Ruiz Santiago para el cargo de director del Colegio había sido un verdadero acierto, “porque en este hombre se conjugan los entusiasmos, la voluntad y el conocimiento, y de él pueden esperarse magníficos resultados”.

Finalizados los discursos, las autoridades y personalidades que integraban la presidencia del acto se trasladaron al vestíbulo del edi-ficio, en donde se procedió a descubrir un busto en bronce –colocado sobre una base de mármol oscuro– del mencionado Jerónimo García Orive, quien había promovido y defendido siempre la idea de que este segundo centro de la institución debía ubicarse en Málaga. Después en el amplio patio trasero el alumnado del Colegio madrileño realizó

Imagen 8. Una de las actividades (configuración del Anagrama de la entidad CHF) realizadas por los alumnos y alumnas de la colonia del Colegio madrileño en el

acto de inauguración del orfanato de Torremolinos (Boletín del CHF nº 95, Septiembre de 1935).



diversos ejercicios gimnásticos y formó el anagrama o emblema de la asociación Colegio de Huérfanos de Ferroviarios43.

Terminadas las colonias veraniegas, tras un mes en Torremoli-nos, alumnado y profesores regresaban a Madrid para incoporarse al Colegio de la Dehesa de la Villa.

4. Los comienzos: el curso escolar 1935-1936

Ya en el Boletín de la institución del mes de julio de 1935 el Con-sejo de Administración había publicado el siguiente aviso, dirigido a las familias de los alumnos y alumnas que debían ocupar las nuevas plazas de los Colegios de Madrid y Torremolinos:

Durante el mes de septiembre próximo serán llamados para el ingreso los 400 huérfanos (200 de cada sexo) que habrán de ocupar las 300 plazas del Colegio sucursal de Torremolinos y las 100 de ampliación del Colegio de Madrid.Para ello se llamará en primer término a todos los huérfanos que ya obtuvieron plaza y no ingresaron en su día por no tener los siete años de edad, y a los que figuran en el tur-no preferente, y después, hasta completar los 200 de cada sexo, a los que ocupen los primeros lugares de la escala de aspirantes.Como en el Colegio sucursal de Torremolinos solamente se acogerá a los alumnos comprendidos entre los siete y los doce años de edad, inclusive, que no estén ya cursando

43 Por la tarde, en los comedores de los Baños del Carmen, el Colegio de Huérfanos de Ferroviarios ofreció un banquete a las autoridades y personalidades que habían asistido a la inauguración. Antes de servirse los postres, el secretario general de la entidad Maximiliano Castillo procedió a la lectura de numerosas adhesiones al acto, entre las que figuraba una extensa y afectuosa carta del Presidente de la República Niceto Alcalá-Zamora.



la segunda enseñanza, aquellos de los llamados que sean mayores de esta última edad tendrán que venir al Colegio de Madrid, y, naturalmente, será forzoso trasladar al de Málaga a los niños y niñas más pequeños de los ingresados en el Colegio Central, hasta completar el cupo que corres-ponde al de Torremolinos.Ahora bien, como pudiera suceder que por razones familiares o de cualquier otra índole conviniera a alguno de los actua-les alumnos de Madrid trasladarse al Colegio de Málaga, se pone en conocimiento de las madres y tutores a quienes pueda interesar el traslado, para que lo soliciten dentro del corriente mes de julio, teniendo muy presente que sólo po-drán pedirlo para aquellos alumnos que no hayan cumplido los trece años el día 1º de septiembre próximo44.

Por tanto, los dos internados de huérfanos quedaban como centros mixtos, el de Torremolinos destinado a enseñanza primaria graduada para niños y niñas de 7 a 12 años –decisión que ya se había tomado en la Junta General de asociados en diciembre de 1934, meses antes de que finalizaran las obras–, y el de Madrid reservado a segunda enseñanza, clases especiales y talleres para chicos y chicas de 13 a 18 años. En los días siguientes a la inauguración se produjo el ingreso del alumnado (a finales de diciembre de 1935 había 291 internos/as, en concreto 149 alumnos y 142 alumnas). Con respecto al uniforme, inicialmente las niñas utilizarían babis o batas blancas y los niños oscuras.

El presupuesto para su funcionamiento en los últimos cuatro meses de 1935 se fijó en 116.044 pesetas, y para todo el año 1936 en 395.276 pesetas (para el Colegio Central de Madrid, con el doble de alumnado, se presupuestó un gasto de 912.469 pesetas). Esta última anualidad la institución CHF contaba con unos ingresos de 1.871.308,60 pesetas, cantidad de la que algo más de un millón

44 Cfr. “Aviso importante”, BCHF nº 93, Julio 1935, pag. 2.



(1.105.515,60) correspondían a las cuotas de los socios, y el resto provenía de las subvenciones que concedían algunas compañías fe-rroviarias45. En los presupuestos generales de la entidad, los gastos que afectaban al centro torremolinense quedaban reflejados en los capítulos III (personal), IV (material), V (internado e inmueble), VI (gastos diversos) y VII (Comisión delegada). El gasto anual de personal se cifraba en 95.556 pesetas (en el de Madrid ascendía a 234.865 pesetas), para una plantilla de 45 empleados y empleadas que percibirían los siguientes salarios: el director 6.000 pesetas al año, el administrador 4.000, un empleado de oficina 2.500; seis profe-sores de instrucción primaria 4.000 pesetas cada uno, una profesora auxiliar interna 3.000, cinco inspectores maestros internos –también denominados celadores– 2.100 pesetas por cabeza; el médico 4.000,

45 En 1935 los ingresos rondaron un millón y medio de pesetas, cuantía que en su mayor parte procedía –como hemos dicho– de las cuotas que pagaban los socios (a finales de septiembre de ese año había censados 35.656).

Imagen 9. Panorámica aérea del Colegio de Torremolinos (Archivo del Autor).



un/a practicante externo/a 1.700, una enfermera interna 1.500; un peluquero 1.500, un mecánico 4.392, un ayudante aprendiz 2.196, un jornalero 2.196, un jardinero 2.928, una encargada de costura y repaso de ropas 2.500, tres costureras 1.235 cada una, un portero 1.830, dos mozos ordenanzas 2.920, un sereno 1.830, una cocinera 900, tres sirvientas encargadas 780, una sirvienta de cocina 720 y nueve sirvientas internas 600 pesetas cada una46. Las plazas de director, administrador, médico, profesorado y maestros inspectores se cubrieron mediante concurso-oposición. Accedieron a tres plazas de profesores personas que habían sido anteriormente alumnos y alumnas en el Colegio de Madrid, concretamente Gabriel Cuevas López, Manuel Alcántara Ortega e Isabel García Cubillo. Por lo que respecta al personal administrativo y subalterno, el Consejo de Ami-nistración tuvo en cuenta a los alumnos del centro madrileño que por su edad y conocimentos se encontraban en condiciones de poder desempeñarlas. De este modo, previo concurso, fue nombrada prac-ticante del centro Aurelia Cruz Madero, enfermera Laura Negrillo, ordenanzas Emilio Bermejo Cristóbal y Enrique Iznaola Villaseñor, y empleada de oficinas en la Comisión delegada Francisca Garzón Martín47. Cabe añadir que a mediados de noviembre se contrató a la maestra Dulce Nombre Zea López, que prestó sus servicios en este internado durante 32 años, hasta su jubilación en 1967. La Jefatura

46 Cfr. “Presupuesto de ingresos y gastos para 1936”, BCHF nº 97, Noviembre 1935, pp. 2-11; “Memoria correspondiente al año 1935”, BCHF nº 102, Abril 1936, pp. 2-4 y 11. En resumen, 12.500 pesetas se destinaban al sueldo de personal de dirección, administración y oficina; 27.000 al profesorado de primera enseñanza, 10.500 a los inspectores, 8.700 al personal de Sanidad e Higiene, 11.712 al de máquinas y conservación del edificio y jardín, 6.268 al de costura y 18.876 al personal subalterno. En este capítulo también se incluían los salarios de dos personas que trabajaban para la Comisión delegada de Málaga: un empleado a media jornada que percibía 1.200 pesetas al año y un botones 720. Aparte, en el capítulo VIII, se consignaban 5.920 pesetas de gastos de dicha Comisión.

47 Cfr. “Memoria correspondiente al año 1935”, BCHF nº 102, Abril 1936, pag. 3.



de Estudios de la sección de niñas recayó en la profesora Trinidad Rivas Porras –hermana del presidente de la Comisión delegada José Rivas–, desde 1935 hasta 1939, año este último en que pasó a ocupar el cargo de directora, responsabilidad que desempeñó a lo largo de casi treinta años, jubilándose a finales de 196848.

En el capítulo cuarto se anotó la cantidad de 8.050 pesetas: 4.500 en concepto de material de enseñanza y nuevas instalaciones, 500 para la biblioteca, 500 para la oficina, 300 de material y vestuario de juegos y deportes, 500 para la clínica y enfermería, 500 de ortope-dia y similares, 1.000 de farmacia y 250 de peluquería. En cuanto a gastos de internado e inmueble se computaron 276.700 pesetas: 243.800 por concepto de “sostenimiento” de huérfanos y huérfanas que englobaba alimentación (200.000), ropas del alumnado (25.000), calzado nuevo (6.000), arreglo y compostura de calzado (3.000), ro-pas de cama y cortinaje (1.500), útiles de limpieza y aseo personal (2.000), de comedor (3.000) y cocina (300), útiles de lavadero, repaso y planchado de ropas (3.000), y 32.900 para el mantenimiento del edificio e instalaciones.

En julio de 1935 se había dado a conocer el Reglamento general de los Establecimientos de la institución Colegio de Huérfanos de

48 Toda la vida profesional de Trinidad Rivas estuvo ligada al Colegio de Huérfanos de Torremolinos. Procedía de una familia de ferroviarios. Hija de José Rivas Gómez y Encarnación Porras Hidalgo, nació en Osuna (Sevilla) en el año 1900 y falleció en Madrid en 1994. Era la segunda de seis hermanos (tres varones y tres mujeres). El primogénito, José Rivas Porras, también había nacido en dicha localidad, dos años antes que Trinidad, en 1898. Ambos estudiaron la carrera de Magisterio en Málaga. José siguió los pasos de su padre, entrando a trabajar en la Compañía de los Ferrocarriles Andaluces y ocupando años después un alto cargo de RENFE en León. Trinidad finalizó sus estudios en 1917, contando con un brillante expediente académico. En 1927 contrajo matrimonio con el también docente Juan González Rodríguez, nacido en Pizarra en 1898, amigo de su hermano José.



Ferroviarios, aprobado en la primavera de ese año49. Sería el marco normativo de referencia para los centros de Madrid y Torremolinos durante varios años. Constaba de seis capítulos (organización gene-ral, alumnado, plan de alimentación y vestuario, plan de enseñanza, obligaciones del personal de los Colegios y Junta facultativa), que incluían 38 artículos. Realizando una apretada síntesis podemos decir que los internados de Madrid y Torremolinos tenían por objeto “sostener, educar e instruir” a los huérfanos y huérfanas de los afilia-dos. Los directores y demás personal docente debían cuidar de que ello se llevara a cabo “con el mayor interés y cariño, en un ambiente sano y moral, dando siempre ejemplo de exactitud y puntualidad en el cumplimiento de las obligaciones”.

Cada Colegio contaría con su director, administrador, médico, profesores, maestros inspectores (celadores), operarios y sirvientes, seglares, de ambos sexos que fuesen necesarios. Uno de los profesores de niños y una de las profesoras de niñas ejercerían el cargo de jefes de estudios respectivos de las secciones de huérfanos y huérfanas (el primero sustiruiría al director del centro en ausencias y enfer-medades, asumiendo sus atribuciones). Todo el personal del Colegio sería nombrado por el Consejo de Administración con arreglo a los diferentes trámites establecidos (concurso, oposición o ambos). Los planes de estudios se fijaban al principio de curso con el visto bueno de dicho Consejo. La instrucción que recibiría el alumnado sería de primera enseñanza graduada (Colegio de Torremolinos) y segunda

49 BCHF nº 93, Julio 1935. A mediados de diciembre de ese mismo año se celebró una Junta General de asociados, donde José Díaz Robledo y José González Sanz fueron elegidos presidente y secretario, respectivamente, del Consejo de Administración de la institución CHF. En esa reunión se habló de la designación de una Comisión para proceder a la reforma parcial de los Estatutos y Reglamento, a pesar de que habían sido aprobados solo unos meses antes, cfr. “Acuerdos importantes de la Junta General de Asociados de los días 15 y 16 de diciembre de 1935”, BCHF nº 98, Diciembre 1935, pag. 8.



enseñanza a través de todas las asignaturas necesarias hasta obte-ner el grado de Bachiller según el plan oficial (Colegio de Madrid)50. En los Colegios se darían las prácticas religiosas que solicitaran los tutores o representantes legales de los huérfanos y huérfanas. A pe-sar de los avances que se habían producido en la sociedad española con respecto a la enseñanza femenina, todavía quedaban diversas barreras por superar en el camino hacia una educación igualitaria para niños y niñas, pues según se recoge en el artículo 13, las chicas “serán, además, preparadas convenientemente para que sepan dirigir el hogar que están llamadas a constituir, administrando con econo-mía su hacienda, debiendo aprender a condimentar los platos más comunes de la cocina vulgar o de familia, alternando en el servicio de aquélla, que ensayarán en el número y período de tiempo que se juzgue más conveniente”.

Los premios, que sólo se concederían en casos justificados, po-dían consistir en salidas extraordinarias, libros y juguetes, o una

50 En este último centro se impartían asimismo clases de idiomas, mecanografía, taquigrafía, etc. y se preparaba al alumnado para el ingreso en las Compañías de Ferrocarriles, Cuerpos de Correos y Telégrafos, Aduanas, carreras de Magisterio, Comercio o cualquier otra que pudiera cursarse en los centros oficiales. Y para las chicas se daban igualmente enseñanzas especiales de formación de institutrices, corte y confección de ropa, etc. También se preveía organizar clases complementarias de música y dibujo, con la posibilidad de ampliarlas a otras materias más adelante. Según se indicaba en el plan de estudios del Colegio madrileño para el curso de 1934-35, al término de la enseñanza primaria podían tomarse tres alternativas: a) Talleres (carpintería, mecánica y técnicas artísticas); b) Segunda enseñanza (Bachillerato y Comercio, y como complemento talleres de mecánica, encuadernación, cerámica y repujado, y para el alumnado de quinto y sexto año de Bachillerato trabajos de Laboratorio en Química, Física e Historia Natural); y c) Clases especiales (había cinco secciones: Oficinas, Factores, Corte y Confección, Delineantes y Enfermeras), donde además de cursar las materias propias de cada opción se perfeccionaba la cultura general (Gramática, Ortografía, Redacción y Cálculo). Cfr. “Nuestro plan de estudios para el curso de 1934-35”, BCHF nº 84, Octubre 1934, pp. 24-25.



donación en metálico que no excediera de 250 pesetas “como auxilio para los primeros gastos a los alumnos que obtengan colocación y hubiesen observado buena conducta”. Los castigos previstos eran la reprensión privada, ayudar a vigilar en horas de recreo, anulación de paseo y privación de vacaciones.

El director, máxima autoridad del centro, debía desarrollar la labor pedagógica del internado atendiendo todos los aspectos (estudios, servicios, disciplina y administración); fomentar un am-biente alegre, sano, moral y disciplinado, cuidando de que se diera un trato cariñoso, prudente y tolerante al alumnado para evitar en la medida de lo posible la imposición de castigos, usando el proce-dimiento persuasivo con preferencia a cualquier otro; impulsar la educación física y moral de los alumnos, de modo que los juegos, deportes, salidas o excursiones y distracciones fueran considerados

Imagen 10. Una de las aulas del centro (Agrupación de Antiguos Alumnos del CHF).



importantes elementos educativos “de los modernamente empleados por la Pedagogía”; crear “clases de enlace” para que los alumnos de nuevo ingreso se integraran cuanto antes en el grupo adecuado a su edad, y también “clases especiales para que los retrasados en ciertas materias con relación al grupo en que están incorporados puedan ponerse al corriente y sacar así el máximo fruto de la tota-lidad de las enseñanzas”. El director del Colegio de Torremolinos podía dirigirse al presidente de la Comisión delegada para resolver cualquier cuestión urgente que se planteara. Mensualmente daba traslado a dicha Comisión de los partes quincenales que recibía del administrador, y al final de cada año remitiría una Memoria indicando los aspectos más relevantes de su gestión, estadísticas y propuestas de mejora que estimara adecuadas.

El administrador tenía a su cargo los almacenes de ropa, menaje, artículos y víveres, ocupándose también de la organización y distri-bución del personal de servicio. El médico se encargaría de efectuar los pertinentes reconocimientos al alumnado de nuevo ingreso y al personal, así como de las vacunaciones, aislamiento de los enfermos infeciosos o contagiosos, etc. Debía visitar diariamente la enferme-ría y con la colaboración del profesorado llevaría una ficha médico-antropométrica escolar y “psicográfica” de cada alumno y alumna, en la que constaran “todas las medidas, notas y observaciones que con estos fines recomienda la Pedagogía”, ya que esa información serviría en el futuro como elemento de jucio para la orientación del alumnado.

Los profesores (“escultores de almas”), titulados en sus res-pectivas enseñanzas, tenían que acomodar sus explicaciones a los programas y textos aprobados, pudiendo proponer al jefe de estudios las reformas oportunas. Estaban obligados a entregar a éste el parte diario de clase, y además mensualmente un estadillo sobre las notas obtenidas por el alumnado y su conducta. Su trato con los huérfa-nos “será siempre cariñoso y enérgico a la vez, a fin de obtener los brillantes resultados que la delicada e importante misión que se les



encomienda ha de producir”. Los maestros inspectores (celadores), también con titulación de maestros de primera enseñanza, coope-raban en la educación de los huérfanos y huérfanas, con quienes convivían, teniendo a su cargo los servicios de orden y vigilancia del alumnado. Asimismo trabajaban como auxiliares de los demás pro-fesores en su tarea docente, principalmente en las horas de estudio. Los maestros de taller se ocupaban de la enseñanza profesional. Los profesores y médico configuraban la Junta Facultativa, presidida por el director. En su seno se elegía el cargo de secretario/a que levan-taría acta de las sesiones. Esta Junta se reunía como mínimo una vez al mes para tratar cuestiones sobre el plan de estudios, libros de texto, programa, y todo cuanto tuviera relación con la mejora de la enseñanza.

En febrero de 1936, el mismo mes en que las terceras elecciones generales de la Segunda República dieron el triunfo a la coalicición de izquierdas denominada Frente Popular, el Boletín Oficial del Colegio de Huérfanos de Ferroviarios dedicó una especial atención al orfanato malacitano con el principal objeto de divulgar la obra de la institución e intentar reclutar nuevos socios para la entidad. El médico que atendía al alumnado del centro, Salvador Marina –profesional del Sanatorio Marítimo de Torremolinos–, comentó que allí se realizaba una labor sanitaria en su doble vertiente: profiláctica o preventiva (programa de higiene escolar) y curati-va (tratamiento en la enfermería). Con respecto a la primera, se efectuaba un reconocimiento médico previo al ingreso (datos an-tropométricos, vacunaciones antivariólica y antidiftérica, revisión por parte de un odontólogo, otorrinolaringólogo y oculista) que se repetía periódicamente y se completaba con un examen mental de los alumnos “para poder catalogarlos y darles el tipo de ins-trucción y educación que cada alumno requiera”. En la vertiente curativa, hasta esas fechas solo habían tenido que hacer frente a una epidemia de difteria desencadenada en el otoño de 1935 y



que afectó a una veintena de alumnos sin que se produjera ningún fallecimiento51.

El director del Colegio, Jacinto Ruiz Santiago, que estaba al frente de un plantel de jóvenes profesores y profesoras, explicaba cómo transcurría la jornada escolar. Tras el desayuno se iniciaban las clases, donde se trabajaba un tema señalado el día antes, que cons-tituía el eje de toda la labor escolar de la jornada (“se lee, se calcula, se habla, se escribe, se proyectan fotografías, dibujos y láminas, y después se hacen realizaciones sobre el asunto tratado”). Al mediodía había un descanso. Unos alumnos pasaban por los dormitorios para ordenar sus camas –ayudando los mayores a los pequeños– y otros iban a las duchas. En el almuerzo –y luego también en la cena– el director y su familia presidían las comidas en la mesa de cabecera, y en las restantes se acomodaban once comensales, entre ellos un adulto (profesor/a, maestro/a inspector/a, enfermera, practicante, administrador, etc.) y un alumno o alumna mayor que distribuía la comida y ayudaba a los demás. Después se daba un poco de recreo, antes de comenzar las clases de la tarde. Al término de las mismas, se les permitía jugar o pasear por los incipientes jardines, donde se habían plantado unos arbustos. Otros grupos asistían al ensayo del coro, praticaban gimnasia dirigida o jugaban al fútbol y al tenis en el patio que se hallaba frente a la fachada trasera. Con un silbato se anunciaba la hora de la merienda, formándose unas filas en el recreo cubierto. Posteriormente se desarrollaban las “clases recreativas” a través de diversos grupos (dibujo, trabajos manuales, taller de car-pintería, labores artísticas y domésticas, corte y confección…). Los más pequeños, alrededor de un centenar de ambos sexos, seguían jugando hasta la hora de la cena, al cuidado de una profesora. An-tes de pasar al comedor el alumnado se reunía en el salón de actos.

51 Cfr. MARINA, S., “Labor sanitaria que se realiza en el Colegio sucursal de Torremolinos”, BCHF nº 100, Febrero 1936, pp. 16-17.



Se informaba del tema a tratar en las clases del día siguiente, se resolvían unas cuentas y problemas matemáticos, y se terminaba con alguna canción. Los sábados esta sesión se dedicaba a hacer una valoración de todo lo realizado durante la semana. El director comunicaba al alumnado las notas de comportamiento y aplicación que le habían trasmitido los profesores (“Y hay lágrimas, frases de arrepentimiento, explosiones de alegría, abrazos, aplausos y un horizonte dominguero, risueño o sombrío, de privación de paseo, de recreo, de cine, según la categoría del asunto”). Después de la cena se dejaba media hora de “charla libre” en el comedor, y a continuación todos subían a los dormitorios para descansar (ya solo se podía oír el murmullo de las dos fontanas que había en el salón de actos)52.

Uno de los principales impulsores del Colegio de Torremolinos, José Rivas Porras, profesional de la Compañía de Ferrocarriles An-daluces y presidente de la Comisión delegada, pasaba con fecuencia por el internado debido al desempeño de dicho cargo. Compartía la unánime opinión de que estaba enclavado en un lugar estratégico, entre la transitada carretera Málaga-Cádiz y la línea ferroviaria Málaga-Fuengirola. Desde allí se contemplaban excelentes pano-rámicas del Mediterráneo e incluso se veían los nevados picos del Veleta. Los niños y niñas se habían acostumbrado pronto al tránsito de los vehículos y de los autocares turísticos, al paso del tren de cer-canías, al vuelo de los “potentes aeroplanos de las líneas regulares francomarroquíes” –el campo de aviación de Málaga estaba muy próximo– y a ver cómo navegaban a lo lejos los buques que buscaban o se alejaban del obligado paso del Estrecho de Gibraltar. Agradecía a los socios su constante apoyo para hacer realidad y mantener estos colegios, “templos de nuestro colectivo amor a la niñez desvalida”, magna obra y orgullo de la clase ferroviaria y gran familia del fe-

52 RUIZ SANTIAGO, J., “Un día en el Colegio”, BCHF nº 100, Febrero 1936, pp. 4-6.



rrocarril53. El administrador Manuel de la Peña Lantarón resaltó la cooperación y trabajo de la Direccion y de todo el personal del centro, así como de la Comisión delegada. Su mayor preocupación consistía en que funcionaran a la mayor perfección los servicios de limpieza, alimentación e higiene, que configuraban uno de los principales resortes del internado54.

La fiesta principal del Colegio se celebraba el 11 de mayo (Día del Huérfano), en conmemoración de la fecha de inauguración del centro madrileño. También los inicios y clausura de curso suponían una auténtica fiesta. Pero aparte algunos días, por determinadas circunstancias, fueron motivo de celebraciones especiales. Así, por ejemplo, a comienzos de marzo visitaron el centro Luis Montequi –nuevo presidente de la AGEOFE–, José Díaz Robledo –presidente del Consejo de Administración de la entidad CHF– y el arquitecto Francisco Alonso Martos. Les acompañaban el presidente de la Zona 20 de la Asociación General Carlos López Trigueros, el presidente de la Comisión delegada José Rivas Porras y otros vocales de la misma. En el salón de actos, José Díaz y Luis Montequi pronunciaron unas palabras ante profesores y alumnado. Después subió al estrato el niño Juan Salvador López, que recitó un poema titulado “El Piyayo”, y a continuación “la niña Armenteros” interpretó unas canciones. La sesión terminó con la intervención del coro del Colegio –dirigido por el celador señor De la Puerta–, que finalizó su actuación entonando el himno de la Asociación55. El viernes 3 de abril hizo lo propio Án-gel Simón García, el único de los iniciadores de la institución CHF que aún vivía. Tenía entonces 55 años y afortunadamente se había

53 RIVAS PORRAS, J., “Momentos de emoción”, BCHF nº 100, Febrero 1936, pp. 12-13.

54 DE LA PEÑA, M., “Limpieza, alimentación, higiene”, BCHF nº 100, Febrero 1936, pag. 18.

55 FERNÁNDEZ CASAMAYOR, A., “Don Luis Montequi en el Colegio Sucursal de Torremolinos”, BCHF nº 101, Marzo 1936, pp. 2-3.



recuperado de una grave enfermedad que padeció durante nueve meses y que le impidió estar presente en el acto de inauguración del centro en septiembre de 1935. Se decretó día de fiesta en el Colegio para celebrar oficialmente esta visita, que coincidió con la de Euse-bio Criado Manzano, profesor de la Escuela Normal del Magisterio Primario de Guadalaja y destacado colaborador de las Misiones Pe-dagógicas –compañero del director Jacinto Ruiz–, y los malagueños Rafael Montañés Serena, que había sido gobernador civil de Zamo-ra, y Enrique Laza Herrera, inquieto investigador, farmacéutico y miembro de la Socidad Malagueña de Ciencias56.

El Colegio de Huérfanos de Ferroviarios de Torremolinos, si-guiendo los pasos del centro madrileño, fue una institución educativa “progresista” y un centro modélico de orfelinato en España (por su organización, recursos, modernidad, etc.), muy visitado por perso-nalidades y profesionales de la enseñanza que querían conocer de primera mano su funcionamiento. También constituyó un referente en el ámbito pedagógico de la región, y meses antes de que estallara la guerra continuaron sucediéndose las visitas. El miércoles 8 de abril pasaron por allí Antonio Gil Muñiz, profesor numerario de la Escuela Normal de Córdoba que había ocupado el cargo de Director general de Primera Enseñanza el año anterior, y el profesor de la Escuela Normal de Málaga Vicente Pertusa Périz, autores de las obras tituladas Pedagogía Moderna (3 vols., Málaga, 1919-1922, con reediciones posteriores, libro de textro muy difundido en los años veinte y treinta del pasado siglo) y Organización Escolar (Málaga, 1935, tomo V de la serie “Estudios Pedagógicos Modernos”)57. El

56 Cfr. FERNÁNDEZ CASAMAYOR, A., “Fiesta en el Colegio de Málaga. ¡Ha venido el abuelo!”, BCHF nº 103, Mayo 1936, pp. 8-10; “Notas breves del Colegio de Torremolinos”, BCHF nº 103, Mayo 1936, pag. 11.

57 Sobre las consecuencias que tuvo la depuración franquista para estos docentes puede verse RIVERA SÁNCHEZ, Mª. J., Las Escuelas Normales de Málaga (1846-1992), Málaga, Consejería de Educación y Ciencia de la Junta de



domingo 12 de abril hizo una visita de carácter privado el minis-tro de Trabajo, Sanidad y Previsión Social Enrique Ramos Ramos, abogado y político de Izquierda Republicana nacido en la población malacitana de Algarrobo en 1873, que se comprometió a interceder ante los poderes públicos para la creación de un nuevo internado de la entidad CHF58. El lunes 13 de abril por la mañana un numeroso grupo de maestras de Málaga y la provincia, que durante las vacacio-nes primaverales realizaban un curso de Puericultura en la capital, se acercaron a conocer el centro. Todo esto suponía una importante publicidad de la labor que allí se desarrollaba, ampliándose así los apoyos de particulares y órganos oficiales, siempre necesarios.

En marzo de 1936 Manuel Prados, colaborador de la revista ilustrada Blanco y Negro, publicó un reportaje sobre este internado. Destacó que en el mismo recibían enseñanza unos 300 niños y niñas “bajo un régimen modernísimo y confortable”. Recorrió los dormito-rios –amplios y bien ventilados–, las aulas “cuyo material pedagógico es inmejorable”, el salón de actos acondicionado para dar sesiones de cine, el campo de deportes, los almacenes, la peluquería, etc. Algunos días se hacían excursiones a la Sierra de Mijas o se daba lección al aire libre en la playa. Había reflectores instalados en los ángulos del inmueble, gracias a los cuales el alumnado podía jugar de noche en los jardines, cuando el tiempo lo permitía. Con sus excelentes vistas al Mediterráneo, el comedor se asemajaba a “un gran trasatlántico encallado en la playa”59.

Al término de aquel curso escolar hubo alumnos y alumnas que marcharon a pasar el periodo estival con sus familias, mientras

Andalucía, 1995, pp. 143-152 y 165-166.58 En el seno de la asociación Colegio de Huérfanos de Ferroviarios se consideraba

necesaria la construcción de otro edificio sucursal en la Región Norte, objetivo que no vería cumplido hasta la década de 1950.

59 PRADOS LÓPEZ, M., “Una mañana en el Colegio de Huérfanos de Ferroviarios de Torremolinos”, Blanco y Negro (Madrid), 22 de marzo de 1936, pp. 74-79.



Imagen 11. Portada del número 100 del Boletín Oficial del Colegio de Huérfa-nos de Ferroviarios (Febrero de 1936), donde se incluye una foto de la facha-da principal del orfanato torremolinen-se y otra del primer alumno que recibió el centro en septiembre de 1935, José

Luis Mendoza.

Imagen 12. Detalle de la fachada posterior del Cole-gio de Torremolinos, con su volumen curvo (comedor) y

azoteas (Boletín del CHF nº 100, Febrero de 1936).



que otros permanecieron en el centro. Además, cuando se produjo el levantamiento militar del 18 de julio de 1936 se encontraba en el internado torremolinense una colonia de alumnos procedente del Colegio de Madrid60. Precisamente una problemática surgida con algunos de ellos provocó la dimisión de Jacinto Ruiz Santiago como director, derivando de esta cuestión posteriormente una de las imputaciones que se le formularon en el pliego de cargos fecha-do el 28 de julio de 1937 (“las infracciones morales cometidas en el orfelinato que motivaron su baja como director”), en la tramitación de su expediente de depuración61. Según explicaría el docente en su escrito de descargos, el Colegio de Torremolinos estaba organizado como si se tratase de una gran familia, con un ambiente extraor-dinario, y se había granjeado la admiración de propios y extraños. En el seno de la mencionada colonia había un grupo de alumnos

60 Cuando comenzó el conflicto, de los 600 chicos y chicas que residían habitualmente en el Colegio de Madrid solo quedaron allí alrededor de 250, dado que la mayoría de los estudiantes estaba de vacaciones. En el enclave de la Dehesa de la Villa se recrudecieron pronto los combates y hubo que evacuar al alumnado. Trasladados hasta Alcázar de San Juan (Ciudad Real), marcharon en tren hacia Arbós (Tarragona), donde se habilitaron dos masías, una para cada sexo. Y en esa población permanecieron durante la guerra con la ayuda de los ferroviarios, principalmente de Villafranca del Panedés y Barcelona.

61 Jacinto Ruiz Santiago había nacido en Fuengirola en 1898. Tras realizar la carrera en la Escuela de Estudios Superiores del Magisterio de Madrid, obtuvo en 1923 los títulos de Maestro Normal y Superior de Primera Enseñanza. Fue nombrado Inspector de enseñanza primaria en abril de 1924, ejerciendo en Lugo, Málaga, La Coruña y de nuevo en Málaga desde enero de 1934. El 3 de marzo de 1937 –un mes más tarde de que las tropas franquistas tomaran Málaga– el rector de la Universidad de Granada determinaba la suspensión de empleo y sueldo de este docente, sanción que quedó ratificada nueve meses más tarde al ser separado del servicio con baja en el cuerpo como resolución de su expediente de depuración. Al serle denegada la revisión del mismo, tuvo que ganarse la vida dedicándose a otras actividades hasta que fue reincorporado al servicio en 1957.



simpatizantes de partidos políticos de izquierdas que al parecer no soportaban la disciplina impuesta en el orfanato, llegando a hacer frente con descaro a profesores y al propio director. Ante las acusa-ciones referidas por los alumnos, puso el tema en conocimiento de José Rivas Porras –jefe de negociado de las oficinas de la Compañía de Ferrocarriles Andaluces y presidente de la Comisión delegada de Málaga– solitando la incoación de un expediente para aclararlo todo y salvaguardar su imagen y dignidad personal. Además presentó su irrevocable dimisión del cargo. El señor Rivas no quiso aceptarla y le concedió un mes de licencia para que recapacitara (con anterioridad a este episodio le habían ofrecido incluso hacerse cargo de la dirección del Colegio de Madrid). Pero Ruiz Santiago se mantuvo firme en su decisión, comunicándola por escrito al Consejo de Administración del Colegio de Huérfanos de Ferroviarios, que termino aceptándola.

Una vez controlada la sublevación militar en Málaga, el goberna-dor José Antonio Fernández Vega –médico y militante de Izquierda Republicana, fusilado en 1942– envió al ministro de la Gobernación el siguiente telegrama: “Se comunica por este Gobierno Civil a todas las familias de España que tienen niños en el Colegio de Huérfanos de Ferroviarios, de Torremolinos, que estos chicos se encuentran perfectamente y que no han sufrido novedad alguna, gozando de perfecta tranquilidad”62. Sabemos que en 1937, tras el periodo de control republicano y el establecimiento del gobierno local fanquista, ejercía el cargo de director Joaquín Gámez, aunque desconocemos por el momento si fue nombrado inmediatamente después de la dimisión de Jacinto Ruiz Santiago. Había entonces en el centro 270 alumnos (186 varones y 84 mujeres)63, por lo que continuó provisionalmente

62 “Los niños del Colegio de Huérfanos de Ferroviarios de Torremolinos se encuentran perfectamente”, diario ABC (Madrid), 26 de julio de 1936, pag. 23.

63 CABALLERO CORTÉS, A., “Situación de la enseñanza primaria en Málaga en 1937”, Jábega 73, Málaga, 1993, pp. 60 y 62.



como internado mixto durante la Guerra Civil, aunque en la práctica se impartiera la enseñanza por separado a chicos y chicas.

Con la implantación de los principios ideológicos y del modelo educativo del “Nuevo Estado”, el Colegio de Torremolinos experimen-tó un cambio de rumbo. Como muestra podemos comentar la visita del escritor gaditano Jose María Pemán, presidente de la Comisión de Cultura y Enseñanza de la Junta Técnica del Estado, el domingo 26 de septiembre de 1937, con el país todavía en plena Guerra Civil. Según indica la crónica recogida en la Hoja Oficial del Lunes, sema-nario de Falange Española Tradicinalista y de las JONS, acompañado por varias autoridades inspeccionó las distintas dependencias, feli-citando a los directivos por las magníficas instalaciones que tenía el centro. Después los cadetes del Colegio, “dirigidos por su profesor de instrucción militar, realizaron en el patio del edificio interesantes ejercicios”. A continuación niños y niñas “se situaron en forma apro-piada para construir las siguientes leyendas: Arriba España, Viva Franco y Viva Queipo”, y también “las flechas y el yugo de la Falange”. Durante estos ejercicios se cantaron los himnos nacionales. Pemán dejó su firma –tambien el gobernador civil Francisco García Alted y las demás autoridades que le acompañaban– en el álbum o libro de visitas que se inauguró para la ocasión64. Instaurado el régimen franquista en Málaga se impuso una educación formativa, católica

64 “José Mª Pemán, hijo adoptivo de Málaga, recibe su nombramiento. Una conferencia de Pemán en el Colegio de Huérfanos de Torremolinos”, Hoja Oficial del Lunes (Málaga), 27 de septiembre de 1937, pp. 2-3. La “Marcha de los Granaderos” o “Marcha Granadera” es la denominación tradicional, juntamente con la de “Marcha Real”, del himno nacional de España. La versión con letra de Pemán fue confeccionada en 1928 por encargo de Miguel Primo de Rivera, y nunca llegó a tener carácter oficial. Las funciones de la Comisión de Cultura y Enseñanza de la Junta Técnica del Estado fueron asumidas posteriormente por el Ministerio de Educación Nacional, creado en enero de 1938 tras la formación del primer Gobierno de Franco.



y patriótica, basada en los principios de autoridad, disciplina y obe-diencia, prohibiéndose la coeducación. El Colegio de Huérfanos de Ferroviarios de Torremolinos quedaría más adelante como internado exclusivamente femenino, donde se educaron alumnas de entre 8 y 18-20 años hasta 1953, en que con la apertura de un nuevo centro de la entidad en Palencia pasó a acoger solo a alumnas pequeñas hasta 5º de enseñanza primaria. En futuros trabajos analizaremos de forma detallada la evolución de este internado en las décadas posteriores, hasta su cierre en junio de 1973.

El ColEgio Huérfanos dE fErroviarios dE aprobaCión dEl ... · de Andalucía” (HUM-548,...

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