EL COLMADO - FondoMicro

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EL

COLMADO

UNA EXPLORACIÓN ANTROPOLÓGICA DEL NEGOCIO DE COMIDAS Y BEBIDAS

EN LA REPÚBLICA DOMINICANA

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EL

COLMADO

Una Exploración Antropológica del Negocio de Comidas y Bebidas

en la República Dominicana

GERALD F. MURRAY

FONDO PARA EL FINANCIAMIENTO DE LA MICROEMPRESA, INC. (FONDOMICRO)

Santo Domingo, República Dominicana 1996

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Dedicatoria

Estas páginas van dedicadas a dos dominicanos queridos: a la Dra. María Dolores Álvarez, psicóloga y esposa, y a Nathaniel Murray Álvarez, hijo nuestro e hijo adoptivo de la República Dominicana.

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Agradecimientos

Este estudio se realizó con la ayuda de muchas personas. En primer lugar, agradecemos al Dr. Frank Moya Pons, Director de Investigaciones de FondoMicro, tanto por su invitación de producir este estudio, como por el apoyo que brindó a través de su ejecución. Tanto él como el Lic. Mario Dávalos, Director Ejecutivo de FondoMicro, se mostraron entusiastas y flexibles con este intento de abrir una línea antropológica y etnográfica para complementar los excelentes estudios cuantitativos ya realizados por FondoMicro.

La Lic. Marina Ortiz, con sus destrezas en la manipulación de SPSS, con su generosidad en brindar su tiempo y su ayuda, y con su incomparable sentido del humor, hizo de este año una experiencia profesionalmente productiva y humanamente rica. Le debemos nuestro profundo reconocimiento. Fue suerte también tener la colaboración de Jeannette Canals, una editora capaz de traducir un español machucado a un castellano genuino. El estudio también se enriqueció con las conversaciones prolongadas que sostuvimos con el Lic. Luis Martínez, Director de Desarrollo Institucional de FondoMicro, y con un ex-administrador de colmado, Rafael Acosta.

Aprendimos mucho también del mundo de los negocios de nuestras conversaciones con Michael Benson, cuyas preguntas perspicaces nos ayudaron a abrir líneas de investigación que una

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mente académica hubiera podido pasar por alto. Agradecemos la colaboración que recibimos de Brooke Tillemans, Voluntaria del Cuerpo de Paz, y del Director de esa institución en la República Dominicana, el Sr. Michael Hirsch.

Agradezco a mi esposa María Dolores y a nuestro Nathaniel por haber aguantado durante meses no sólo mis ausencias mientras andaba por los colmados, sino también mis conversaciones compulsivas sobre los precios de los plátanos y las habichuelas.

Pero el agradecimiento más profundo va dirigido a aquellos dueños de colmados que con tanta paciencia toleraron la presencia prolongada de un intruso, con sus preguntas y sus apuntes incesantes. Esperamos que este estudio sea una representación verídica y honesta del mundo dinámico al que tuvimos el privilegio de entrar como observadores. Gerald F. Murray

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Tabla de Contenido

Presentación ...................................... xx

I. Introducción ................................... 1

A. Antecedentes ................................ 1

1. El colmado y la economía nacional de productos

alimenticios .............................. 2

2. El colmado en los estudios de FondoMicro ...... 3

B. Objetivos ................................... 7

C. Metodología cualitativa ........................ 8

1. Contraste entre dos tradiciones científicas ......... 8

2. Descubrimiento de sistemas .................. 10

D. Metodología específica ....................... 13

II. El colmado desde una perspectiva

histórica y transcultural .......................... 19

A. Definición del colmado ....................... 19

B. Alternativas históricas y contemporáneas al colmado . 25

III. Etnografía del Colmado Balbuena .................. 37

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IV. Etnografía del Mercado Nuevo .................... 63

V. Decisión básica: ¿colmado o no? ................... 95

A. ¿Cómo me gano la vida? ....................... 98

B. Un negocio como meta local predominante ....... 101

1. )Busco empleo local o me voy .............. 102

para Nueva York? ........................... 102

2. ¿Busco empleo o pongo mi propio negocio? ..... 103

3. )Me quedo en el frío o vuelvo a poner negocio? .. 104

4. Combinación de opciones ................... 109

C. El comercio como camino preferido ............ 111

1. Manufactura y servicios como rubros

minoritarios ................................ 112

2. Antecedentes históricos de la

predilección comercial ........................ 113

D. Factores que empujan hacia el comercio ......... 114

1. Nivel de capitalización ...................... 115

2. Disposición al trabajo y energía personal ...... 116

3. Género ................................. 118

4. Subcultura familiar ......................... 121

5. Antecedentes ocupacionales personales ......... 126

6. Edad ................................. 127

7. Educación ............................. 128

E. El mundo de los alimentos .................... 129

1. La comida es buen negocio ................ 129

2. )Cocinarla o venderla cruda? ................. 131

VI. Estableciendo el colmado ........................ 133

A.Capitalización inicial ......................... 134

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1. Si el colmado es mucho, confórmate con ventorrillo

..................................... 134

2. Lo' banco' no ayudan en na' ................ 136

3. Bú'cate un socio con cuarto' ............... 139

B. Ubicación estratégica ........................ 143

C. Equipo ................................... 150

1. Nevera ................................. 150

2. Congeladores botelleros .................... 151

3. Estantería y mostrador ..................... 151

4. Pesos .................................. 152

5. Abridores, cuchillos, cucharas y otros .......... 152

6. Planta, batería, equipo de música y abanico ...... 152

7. Letrero ................................. 153

8. Teléfono ................................ 153

9. Mascota y caja ............................ 154

10. Transporte ............................. 154

VII. Determinantes del inventario ..................... 157

A. El nivel de capitalización del comerciante ........ 158

B. El carácter del vecindario ..................... 158

C. Expectativas culturales sobre el colmado ......... 159

D. Fluctuaciones de oferta por temporada .......... 160

F. Evolución de la agroindustria nacional ........... 162

G. Globalización de la economía ................. 165

H. La cultura alimenticia dominicana .............. 171

VIII. Los alimentos del colmado ...................... 175

A. El inventario del Colmado Paniagua ............ 175

1. Dilema metodológico ...................... 175

2. Perfil general ............................. 178

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B. Los alimentos .............................. 183

1. Cereales y granos básicos .................... 184

2. Carnes y pescados ......................... 187

3. Productos de mercado: vegetales, frutas y víveres . 189

4. Sal y Azúcar .............................. 192

5. Dulces, galletas y picaderas misceláneas ......... 193

6. Sazones, salsas y especias .................... 195

7. Otros alimentos misceláneos ................. 200

IX. Las bebidas del colmado ........................ 205

A.Perfil general ............................... 205

B. Las bebidas no-alcohólicas .................... 206

2. Café y cocoa ............................. 208

3. Refrescos y jugos .......................... 209

4. Bebidas lácteas............................ 211

C. Cerveza, ron y otras bebidas alcohólicas .......... 213

1. Evolución de la función del colmado ........... 214

2. Importancia estadística del alcohol en el colmado . 219

3. Leche vs. Ron ............................ 227

X. Patrones de venta en el colmado .................. 233

A.Densidad comercial de los colmados: ............ 233

competencia feroz ............................. 233

1. Estrategias de venta ........................ 235

2. Volúmenes de venta: análisis estadístico ........ 253

XI. Ganancias microempresariales: dinámicas generales .... 271

A. Determinantes generales de ganancias ........... 271

1. Pautas metodológicas ...................... 271

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2. Estadísticas básicas ........................ 273

B. Factores determinantes: capital y trabajo ......... 274

1. Capital disponible: determinante principal de

ganancias .............................. 274

C. Variables engañadoras: localización y educación.... 281

1. La ilusoria ventaja capitaleña ................. 281

2. La cuestionable ventaja educativa ............. 285

D. Género como predictor de ganancias: El factor

enigmático ................................ 290

XII. Las ganancias del colmado ....................... 303

A. )La comida es buen negocio? ................. 303

B. Colmados vs. Negocios de no-alimentos en ganancias 306

C. Ganancias por hora: El lado débil del colmado ... 309

D. Colmados vs. Ventorrillos .................... 317

E. Las ganancias del Colmado Paniagua ............ 325

XIII. El futuro del colmado ......................... 330

A.Fuerzas causales en la evolución del colmado ...... 330

1. Necesidades objetivas de campesinos postcoloniales

..................................... 331

2. La comercialización radical de la agricultura antillana

..................................... 332

3. Disminución de la función detallista del mercado al

aire libre ............................... 333

4. Expansión horizontal geométrica del territorio

urbano ................................ 334

5. Débil poder organizativo del sector público .... 334

6. Débil poder adquisitivo del público urbano ..... 335

7. La reciente función recreativa del colmado ...... 336

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B. Evaluando el colmado como institución .......... 338

1. Criterio de importancia estructural ........... 338

2. Criterios de eficiencia ...................... 339

3. Criterios de los microempresarios ............. 341

4. Exclusión por género ...................... 347

5. Criterios sanitarios ......................... 349

6. Criterios ético-morales y filosóficos ............ 351

C. )Intervenciones o laissez-faire? .................. 356

1. Medidas de protección pública ............... 356

2. Intervenciones de apoyo .................... 360

Bibliografía ...................................... 365

ANEXO ........................................ 367

LISTA DE TABLAS

I.1 Microempresas Involucradas con Alimentos, Marzo 1994 . 6

VII.1 COMPAÑÍAS DOMINICANAS CON PRODUCTOS EN EL

COLMADO BALBUENA ...................................................... 163

VII.2 PAÍSES EXTRANJEROS CON PRODUCTOS EN EL

COLMADO BALBUENA ...................................................... 166

VII.3 Productos de los Estados Unidos en el Colmado

Balbuena.............................................................................. 167

VII.4 Productos de Otros Países de las Américas en el

Colmado Balbuena ............................................................ 168

VII.5 Productos de Países Europeos en el Colmado Balbuena

.............................................................................................. 169

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VII.6 Productos de Asia y África en el Colmado Balbuena .. 170

VII.7 Inventario Colmado Paniagua: Inversión en Cereales y

Granos Básicos ................................................................... 172

VIII.1 Inventario del Colmado Paniagua: Categorías de

Productos y Montos de Inversión por Renglón ............ 181

VIII.10 Mantequilla, margarina y queso ...................................... 201

VIII.11 Avenas y harinas ................................................................ 202

VIII.12 Las pastas ........................................................................ 203

VIII.2 Colmado Paniagua: Inversión en los Alimentos......... 183

VIII.3 Granos y cereales básicos Precios de Compra y Venta y

Márgenes de Ganancia ...................................................... 185

VIII.4 Carnes y Pescados ........................................................... 188

VIII.5 Vegetales, frutas y víveres .............................................. 191

VIII.6 Sal y azúcar ....................................................................... 193

VIII.7 Dulces, galletas y otras >picaderas ................................. 194

VIII.8 Sazones y salsas ................................................................... 197

VIII.9 Especias ............................................................................... 199

IX.1 Distribución de las bebidas del colmado ............................ 206

IX.2 Aguas purificadas ................................................................... 207

IX.3 Cafe y Cocoa ........................................................................... 208

IX.4 Refrescos, jugos y maltas ................................................... 210

IX.5 Bebidas lácteas .................................................................... 212

IX.6 Inversión en bebidas alcohólicas por tipo ....................... 220

IX.7 Bebidas alcohólicas ............................................................. 220

IX.8 Volúmenes aproximados de venta mensual por renglón

de producto ......................................................................... 224

IX.9 Márgenes de ganancia bruta de distintas bebidas ........... 228

X I.4 ¿Dónde se realizan mayores ganancias mensuales? ......... 282

X I.5 Impacto de Nivel de Inversión sobre Ganancias Mensuales

Inversión en Equipo y Mercancía .................................... 284

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X.1 ¿Dónde se concentran los negocios de alimentos? ............. 235

X.2 ¿Cuántos días trabaja el negocio a la semana? ..................... 238

X.3 ¿Cuántas horas al día y a la semana trabaja el negocio? ..... 240

X.4 Ventas de microempresas por tamaño ................................. 256

X.5 Ventas de microempresas normales por localización......... 257

X.6 Ventas de las Microempresas Dominicanas Según

Relación al Colmado ......................................................... 258

X.7 ¿Cuánto venden los colmados? Análisis por ubicación

geográfica ............................................................................ 259

X.8 ¿Se mueve el inventario más rápidamente en colmados

grandes o pequeños? ......................................................... 262

X.9 Ventas Diarias por Mes en un Colmado Capitaleño ...... 263

XI.1 Impacto del nivel de capital disponible sobre las ganancias

.............................................................................................. 276

XI.10 )Quiénes ganan más en los negocios: los hombres o las

mujeres? .............................................................................. 292

XI.11 )Quién Invierte Más en el Negocio: El Hombre o la

Mujer? .................................................................................. 293

XI.12 Gganancias por nivel de inversión hombres y mujeres

comparados ........................................................................ 294

XI.13 )Quién dedica más tiempo al negocio: el hombre o la

mujer? .................................................................................. 295

XI.14 ¿Se gana más por mes si se trabajan horas más largas? .. 296

XI.15 Ganancias mensuales por sexo, inversión monetaria y

horario de trabajo .............................................................. 298

XI.2 Impacto de Horas Semanales Trabajadas sobre las

Ganancias............................................................................ 279

XI.3 Ganancias por Horas Trabajadas para Distintos Niveles

de Inversión ........................................................................ 280

XI.6 Educación como predictor fuerte de ganancias mensuales

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.............................................................................................. 286

XI.7 Educación Relacionada con Acceso a Capital ................ 287

XI.8 Ganancias y educación .......................................................... 288

XI.9 ¿Dónde se concentran los negocios de mujeres ................ 291

XII.1 Inversiones, ventas y ganancias de negocios por

renglón de alimentos o de no-alimentos......................... 305

XII.10 Variación en márgenes de ganancia bruta ....................... 327

XII.2 Inversiones y ganancias de ventorrillos, colmados y

negocios de no-alimentos ................................................. 307

XII.3 Inversiones y ganancias de negocios más grandes

Inversiones de $40,000 o más .......................................... 308

XII.4 Ganancias por hora de negocios de alimentos y de no-

alimentos por horario semanal ......................................... 312

XII.5 Ganancias agregadas por género .................................... 313

XII.6 Ganancias por hora de las mujeres comparadas con las

ganancias de los hombres ................................................. 313

XII.7 Comparación de ganancias por hora de los colmados y

de microempresas de no-alimentos de inversión fuerte.

.............................................................................................. 315

XII.8 Ganancias e inversión de ventorrillos en comparación

con otros negocios de $20,000 para abajo...................... 322

XII.9 Ganancias E inversión de negocios pequeños por

renglón y por género ......................................................... 324

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Presentación

Esta obra acerca de los colmados dominicanos, escrita por el conocido antropólogo norteamericano Gerald F. Murray, es el primer estudio que se realiza en el país para tratar de descifrar la lógica económica subyacente en el sistema de distribución y mercadeo de comidas y bebidas en la República Dominicana.

Escrito a partir de una intensa experiencia de observación participante en los colmados de la ciudad de Santo Domingo en 1995 y 1996, este libro descansa también en la base de datos cuantitativos construida por FondoMicro con los resultados de sus encuestas nacionales anuales realizadas en los últimos cinco años.

Esta investigación se sustenta tanto en los más modernos métodos de la antropología social y económica, como en los sistemas de búsqueda sociológica fundamentados en el análisis cuantitativo.

Después de varios años produciendo investigaciones analíticas y descriptivas acerca de los principales indicadores del sector de las micro y las pequeñas empresas, la Dirección de Investigaciones de FondoMicro estimó que había llegado el momento de penetrar más profundamente en los subsistemas económicos, sociales y culturales que contienen y sostienen esas empresas.

Para realizar una exploración de esta naturaleza era necesario encontrar a un especialista capaz de integrar todas las perspectivas en una gran síntesis conceptual fundamentada en datos empíricos. Nadie mejor dotado para esta tarea que Gerald F. Murray, veterano antropólogo graduado de Harvard University

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y de Columbia University, quien desde hace años combina su ejercicio de Profesor en la Universidad de Florida con una intensa carrera como consultor internacional.

Sus numerosos contratos de consultoría en los más diversos países de Asia, África, América Latina y el Caribe han terminado convirtiendo a Murray en uno de los especialistas que mejor conocen las culturas campesinas y pueblerinas de los países en vías de desarrollo, y, por ello, un proyecto para estudiar los colmados de la República Dominicana era algo que encajaba perfectamente en su campo de experiencia profesional.

Casado con una psicóloga dominicana, Murray ha vivido intermitentemente y por varios años en el país, y ha combinado su experiencia en la República Dominicana con varios años de trabajo antropológico en la vecina República de Haití.

Como el lector podrá apreciar, esta obra es el producto de una mente entrenada para estudiar a profundidad los procesos culturales de las sociedades complejas, sean estas modernas o tradicionales. Escrita en un lenguaje ameno y rico, lleno de dominicanismos y giros locales y criollos, es una fuente inagotable de conocimientos acerca de uno de los ejes vitales de la economía popular dominicana: el colmado.

Este libro es el primero de una trilogía de estudios que FondoMicro ha encargado a Gerald F. Murray acerca de las em-presas más frecuentes del comercio, la manufactura y los servicios. Los siguientes dos libros tratarán uno acera de los talleres de metal-mecánica y otro acerca de los salones de belleza en la República Dominicana.

Estamos seguros de que esta obra se convertirá pronto en un modelo para otros investigadores, así como en un instrumento de obligada consulta de planificadores, gente de negocios e inversionistas que deseen entender más cabalmente el funcionamiento de la economía dominicana.

Frank Moya Pons Director de Investigaciones

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CAPITULO I

I. Introducción

A. Antecedentes

Estas páginas presentan un análisis antropológico de una microempresa de alta importancia actual en la República Dominicana: el colmado. La importancia de esta institución se destaca de tres maneras: (a) en el porcentaje elevado de productos alimenticios que el colmado actualmente canaliza a los consumidores dominicanos, (b) en el porcentaje impresionante de microempresarios que operan en ese rubro de actividad, y (c) en la impresión visual sorprendente que hace el colmado, o más bien la explosión demográfica de colmados, en un visitante a los barrios de Santo Domingo y de otras ciudades y pueblos.

Actualmente, la impresión generada por muchos colmados no es sólo visual sino también auditiva, resultado de otras funciones sociales y recreativas que llenan los colmados, además de su papel en la economía de comestibles estrictamente definido. El estrepitoso ruido nocturno (para muchos vecinos, molestoso) de música y de gritos de hombres ingiriendo bebidas alcohólicas, crearía la impresión de que la función alcoholizante del colmado ha llegado a superar su función nutritiva. Veremos que esta impresión vale sólo para una minoría de colmados. Para captar el

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origen y la evolución del colmado, conviene empezar con una mirada a su papel histórico primordial: la venta de comestibles a la población circundante.

1. El colmado y la economía nacional de productos alimenticios

Hay dos procesos diacrónicos que han contribuido al ascenso del colmado como institución importante en la vida dominicana. Primero, con la urbanización de la República Dominicana y el alejamiento subsecuente de la mayoría de su población de actividades directamente involucradas con la producción de alimentos, se crearon las condiciones económicas para la aparición de negocios dedicados al suministro de comestibles a los sectores no agrícolas. Segundo, y subsecuentemente, la expansión rápida de los centros urbanos y la creación de nuevos vecindarios cada vez más alejados de los centros comerciales tradicionales dificultó para decenas de miles de hogares el acceso a lo que antes era el principal suplidor urbano de comestibles al detalle: el mercado público. La política estatal para las nuevas urbanizaciones ha sido la de construir avenidas y parques, pero no mercados para su alimentación. Y, a diferencia de la vecina República de Haití, no existen de este lado de la frontera las mismas tradiciones históricas ni la misma predilección cultural por el mercado público como fuente de alimentos al detalle.

La respuesta espontánea del sector privado tampoco pudo tomar ese rumbo. El mercado público detallista permite a la gente de poco capital entrar en la economía de suministro de comestibles, concentrándose en una línea especializada y alquilando un pequeño puesto por uno o dos días a la semana en el mercado. Pero tal proliferación de mercados públicos en barrios nuevos implicaría algún apoyo del sector público. A falta de esto, los microempresarios del sector privado dominicano optaron por

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la alternativa del colmado y de sus variantes menos capitalizadas, como respuesta a la urbanización y, por ende, a la creciente demanda de productos alimenticios.

No hay estadísticas precisas al respecto, pero es muy pro-bable que hoy en día el porcentaje de los productos alimenticios que llegan a las cocinas de los consumidores dominicanos a través de los colmados sea mucho más alto que el porcentaje canalizado a través de supermercados, mercados públicos o cualquier otro canal detallista. Los vegetales, las frutas y los víveres, es cierto, siguen pasando por los mercados públicos, pero generalmente a nivel mayorista. Poca cantidad se detalla en los mercados que reciben estos productos del interior del país. Y aunque haya surgido el triciclero itinerante y cantante como pintoresca extensión detallista del mercado público para tales productos perecederos, la función de detallar estos productos hoy en día la desempeñan principalmente los colmados.

En la evolución de la economía dominicana, el colmado ha llegado a ser el suplidor por excelencia de alimentos a la población dominicana. Es más, es posible que la cantidad de comestibles canalizados por el colmado, en su última etapa antes de llegar al consumidor, supere la cantidad de todos los otros canales combinados, sobre todo en zonas urbanas. Aun faltando datos sobre cantidades y porcentajes, se puede aseverar que el colmado es hoy en día la institución detallista clave para suministrar comestibles en la mayoría de los lugares. (En el próximo capítulo veremos que esta predilección por el colmado distingue por el momento a la República Dominicana de sus vecinos más próximos: Puerto Rico, Haití y Cuba.)

2. El colmado en los estudios de FondoMicro

Si cambiamos de enfoque y preguntamos sobre porcentajes, no de productos alimenticios canalizados, sino de microempresarios, entonces sí existen estadísticas confiables que demuestran la importancia del colmado en este segundo sentido,

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como canal predilecto para la expresión de la energía microempresarial dominicana. FondoMicro ha publicado los resultados de una serie de encuestas sobre las microempresas en República Dominicana. Dos de los estudios en particular (Cabal, 1992; Moya Pons y Ortiz, 1994) presentan datos que demuestran la importancia estadística del colmado como microempresa. Utilizaremos para nuestro análisis las tabulaciones del volumen más reciente.

Utilizando métodos de muestreo aleatorio estratificado a nivel nacional, y a base de entrevistas con unos 4,500 negocios dentro de las zonas del muestreo, Moya Pons y Ortiz calcularon que para marzo de 1994 funcionaban unas 320,000 microempresas en la República Dominicana, divididas en cuatro rubros: manufactura, comercio, servicios y otros. La mayoría de las microempresas (53%) caían en el rubro de comercio. Es decir, la tendencia de los microempresarios dominicanos de lanzarse al comercio es dos veces más fuerte que su tendencia a dedicarse a la segunda categoría de importancia, la manufactura, con su tasa de 25% en la muestra. Esta diferencia no es producto de requisitos diferentes de capitalización: tanto la manufactura como el comercio se pueden emprender con poco capital o con mucho capital. La predilección generalizada de ser comerciante deriva más bien de factores históricos y culturales.

¿Qué importancia tiene la producción, la distribución o la preparación de alimentos, en todas estas categorías? El mismo estudio nos presenta una tabulación (pp. 144-145) con categori-zaciones más precisas por actividad. Las microempresas encuestadas caen en unas 100 categorías de actividad. En la Tabla I.1 extraemos de esta lista solo aquellas microempresas que se dedican de alguna manera al abastecimiento de alimentos a la población, y los ordenamos según su importancia numérica relativa. La frecuencia absoluta que sigue al nombre de cada clase de empresa no se refiere a la cantidad de empresas encuestadas sino a la cantidad nacional que existe de aquella empresa, cifra que

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los autores del estudio calcularon por extrapolación del muestreo aleatorio estratificado.

Es de notar que no se incluyó en el estudio citado la producción agrícola como microempresa. Los productores de productos alimenticios que aparecen en esta lista no son agricultores sino más bien productores secundarios que elaboran pan u otras cosas por el estilo. Hay que notar también que en nuestra retabulación no incluimos algunos negocios que van estrechamente ligados a los comestibles (por ejemplo, producción de carbón o de hielo), ni tampoco incluimos bares, tabernas, "liquor stores" u otros establecimientos que se dedican casi exclusivamente a la venta de bebidas alcohólicas.

En la Tabla I.1 vemos 19 clases de negocios relacionados directamente con la alimentación de la población. La lista fue extraída del listado de Moya Pons y Ortiz, que contenía 98 categorías diferentes de microempresas. Es decir, aproximada-mente una de cada cinco clases de microempresa tiene que ver con los comestibles. Si lo analizamos, no por clase de empresa, sino por cantidad de microempresarios, la importancia de los productos alimenticios en la economía microempresarial dominicana inmediatamente aumenta y hasta se duplica. Se extrapoló en el estudio que había, en marzo de 1994, un total de 319,639 microempresas de toda clase en la República Dominicana. Nuestra retabulación expresada en la Tabla I.1 indica que 144,217 de estas empresas se dedicaban de alguna manera a la alimentación de la población C45.1% del total. Es decir, casi uno de cada dos microempresarios dominicanos se dedica a una actividad relacionada con la producción, distribución o preparación de pro-ductos alimenticios.

Quiere decir que, aunque sea cierto que la República Dominicana ha dejado de ser un país donde domina la agricultura en el empleo nacional, es igualmente claro que la energía eco-nómica de sus microempresarios urbanos sigue fuertemente orientada hacia el abastecimiento de comida.

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Tabla I.1 MICROEMPRESAS INVOLUCRADAS CON ALIMENTOS

Marzo 1994

Actividad Frecuencia Porcentaje Colmados 40,347 28.0 Pulperías y ventorrillos 31,754 22.0 Cantinas, mesas, chimichurris 11,254 7.8 Restaurantes, cafeterías 9,742 6.8 Producción de pan/galletas 7,998 5.5 Producción de helados 7,695 5.3 Venta de carnes 6,288 4.4 Mabí 4,980 3.5 Venta de alimentos/dulces 4,619 3.2 Venta de productos agrícolas 4,529 3.1 Paleteros y tricicleros 3,668 2.5 Venta de bebidas/jugos 2,294 1.5 Supermercados 2,121 1.5 Venta de helados/esquimalitos 1,685 1.2 Mayorista de alimentos 1,685 1.2 Fábrica de dulces 1,627 1.1 Tostadoras de café 1,249 0.8 Otras bebidas 378 0.3 Venta de alimentos preparados 304 0.2 Total 144,217 100.0

Pero el rubro de Aempresa de productos alimenticios@ constituye una categoría heterogénea. Eliminemos por el momento a los almacenistas mayoristas, a los restaurantes, a los fabricantes de galletas, a los tricicleros y otros. Enfoquemos el subgrupo al cual pertenecen los colmados: detallistas estacionarios multifuncionales de una gama amplia de productos de consumo o uso doméstico que incluye, pero que no se limita, a los comestibles no-cocinados. Hay cuatro clases importantes de negocios que pertenecen a este subgrupo: el supermercado, el colmado y dos

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entidades detallistas más pequeñas, que son la pulpería y el ventorrillo. En el capítulo siguiente discutiremos las ventajas analíticas de tratar estas cuatro entidades, no como negocios verdaderamente distintos (como lo son las zapaterías, los salones de belleza y los quinieleros), sino como variantes del mismo negocio con diferentes niveles de capitalización.

Por ahora, basta señalar que estos detallistas multifuncionales de comestibles y otros productos domésticos ocupan un puesto estadísticamente impresionante Ccasi abrumadorC en la actual economía microempresarial del país. Hemos visto que a nivel nacional uno de cada dos microempresarios (45%) se dirige a alguna actividad relacionada con la producción, el abastecimiento o la preparación de los productos alimenticios. De éstos, un poco más de la mitad se dedica a la clase de actividad detallista que ejemplifica el colmado. Y recordando que los que no establecen colmados sino pulperías o ventorrillos lo hacen simplemente porque carecen del capital necesario para abrir un colmado genuino, podemos aseverar que aproximadamente uno de cuatro microempresarios dominicanos ha logrado ser, o aspira ser, dueño de colmado. Es decir: el asombro que siente el visitante al barrio al ver tantos colmados tan cerca unos de otros no es producto de ilusión óptica. La impresión de dominancia comercial que proyecta el colmado en la vida del país tiene sólida validación estadística en los estudios de FondoMicro.

B. Objetivos

La idea original detrás de este estudio no fue la de estudiar colmados, sino suplementar la metodología cuantitativa de FondoMicro con una metodología más cualitativa. Casi todos los estudios anteriores realizados por FondoMicro sobre las microempresas en la República Dominicana se habían valido de la encuesta como técnica metodológica. Se preparó un cuestionario para ser suministrado a una muestra aleatoria de microempresas

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de toda clase en varias partes del territorio nacional. A la metodología convencional de encuesta se le agregó una dimensión diacrónica. Los estudios en esta serie se repitieron con cuestionarios idénticos o parecidos, suministrados (donde era posible) a las mismas microempresas. Este elemento ha permitido un análisis empírico sobre la evolución de las microempresas dominicanas a través del tiempo en cuanto a aquellas variables medidas por el cuestionario. Esta metodología tiene la limitante de su brevedad. El contacto típico con cada negocio encuestado ha debido ser breve, normalmente de menos de una hora de duración. Tales sondeos permiten la descripción de una población, a base de una muestra, en términos de variables selectas, pero no revelan, sin embargo, la estructura interna o el funcionamiento dinámico del fenómeno bajo estudio. Para este último propósito se emplean regularmente metodologías cualitativas y descriptivas, más limitadas en términos de su alcance numérico, pero más enfocadas y profundas en términos de lo que revelan sobre el fenómeno investigado, en este caso las microempresas.

El objetivo general de este estudio ha sido el de explorar la viabilidad y la utilidad de aplicar métodos etnográficos para complementar los estudios cuantitativos que ya se habían realizado sobre las microempresas en el país.

C. Metodología cualitativa

1. Contraste entre dos tradiciones científicas

Una analogía podría ilustrar el poder diferencial de los dos géneros de estudio. La Fundación Galáctica le da contratos competitivos a dos universidades Cla Universidad de Marte y la Universidad de JúpiterC para preparar cada una, en una semana, un informe sobre los modos de transporte que utilizan los residentes del planeta Tierra. Los marcianos, con un equipo de seis personas, abogan por métodos cuantitativos con muestras

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aleatorias suficientemente grandes para hacer generalizaciones. A base de esfuerzos sobrehumanos, este equipo logra realizar duran-te la semana una encuesta sobre una muestra científicamente seleccionada de 1,000 vehículos distintos de 12 clases diferentes de vehículos (automóvil, camión, bicicleta, motocicleta, helicóptero, etc.), hablando 15 minutos con el dueño de cada uno. Siguiendo una metodología estricta de encuesta, a cada individuo encuestado se le hicieron las mismas preguntas. El equipo sale con información sobre los precios, año de fabricación de los vehículos, la marcas, los tamaños, los colores, las ventajas percibidas de cada tipo. Pero este equipo no sale con información sobre la estructura interna o el funcionamiento dinámico de los vehículos. No saben realmente cómo funcionan. No hubo tiempo de abrir los bonetes, de desenroscar, de descomponer, de analizar. El equipo de los jupiterianos, también de seis personas, aboga por estudios más intensivos. Compran tres vehículos: un auto, una avioneta y un barco, y se dividen en grupos de dos para analizar durante una semana la estructura y el funcionamiento de cada tipo. Cada grupo de dos pasa la semana entera con su vehículo. Les da tiempo de estudiar sólo un ejemplo de cada género de vehículo.

¿Cuál equipo vuelve a su planeta con más conocimientos sobre los mecanismos del transporte terrestre? Los marcianos saben qué porcentaje de vehículos cae en cada categoría, pero no saben realmente cómo funcionan. Los de Júpiter ya saben real-mente cómo funcionan un auto, un avión y un barco, pero no saben cuántos hay de cada uno de estos vehículos, cuál es el precio promedio, la rapidez promedio, etc. Pueden dar cifras numéricas Cnúmero de componentes, velocidad, precio de compraC pero sólo acerca de los tres vehículos que estudiaron. No pueden generalizar a una población.

Sería una equivocación ponerse a discutir cuál de las dos tradiciones metodológicas es mejor. En realidad, ninguna de estas dos metodologías puede considerarse exclusiva y competitiva, más bien son complementarias, cada una suministrando datos inaccesibles a la otra.

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Hasta ahora, los estudios sobre las microempresas en la República Dominicana se asemejan más a la estrategia de los marcianos. Con este tomo intentamos lanzar, de manera exploratoria, un estudio más parecido al de los de Júpiter, de examinar el funcionamiento económico interno de algunas microempresas dominicanas y el funcionamiento Acognoscitivo@ interno de algunos de sus dueños y clientes, los motivos que los impulsan a establecer microempresas y la lógica interna de sus decisiones comerciales y gerenciales.

Pero plantear el objetivo de estudiar Amicroempresas@ dominicanas sería empezar con una categoría analítica demasiado heterogénea. (El auto, el avión y el barco del ejemplo anterior son sin duda todos Avehículos@, pero son tan distintos que el que quiere estudiar Amecanismos de transporte humano@ tiene que empezar con un análisis minucioso de cada uno por separado.) En vista de la importancia de las microempresas de comestibles, se decidió empezar con ese rubro. Y en vista de la dominancia incontestable del colmado en ese rubro, decidimos empezar con el estudio cualitativo de esa clase de negocio.

2. Descubrimiento de sistemas

El que hace bien una encuesta se enfoca exclusivamente en las variables del cuestionario. Si se encuentra en un colmado, no se distrae si entra un cliente a quejarse de un arroz malo que se le vendió, o si una ama de casa rabiosa le grita a la dueña que la atienda inmediatamente, que si no se va a otro colmado. Tampoco trata de escuchar lo que están hablando los dos señores sentados en sillas plásticas colocadas en la acera tomándose una cerveza. Si el encuestador se distrae con tales eventos ajenos a su cuestionario, se le daña el estudio.

La metodología de estudios cualitativos es justo lo contrario. Los detalles ricos de tales eventos constituyen la materia prima del estudio, su base de datos. El investigador entra con

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algunas nociones e hipótesis preliminares. Pero se deja inundar con la avalancha rica y compleja de eventos multifacéticos que le llegan. Apunta todo lo que puede: lo comercial, lo social, lo lingüístico. Intenta, en lo posible, conseguir acceso también a los eventos Adetrás de puertas cerradas@, las maniobras entre diferentes grupos Cdueños, empleados, clientes. Acaba con una masa abrumadora de datos heterogéneos. La tarea científica es la de descubrir, captar y, eventualmente, analizar el sistema del colmado, con sus múltiples subsistemas: los flujos de mercancía, de capital, de clientela, las estrategias económicas y sociales, las presuposiciones culturales. Para los jupiterianos los aparatos también empezaron como masas de tornillos, alambres, ruedas, botones, palancas. La tarea científica era la de captar y analizar el sistema del vehículo con sus múltiples subsistemas.

Aquí la analogía empieza a fallar. El que estudia la estructura de carros y aviones está bregando con sistemas altamente mecánicos. Cada colmado también es un sistema, pero a pesar de sus elementos físicos no es en última instancia un sistema mecánico sino un mini sistema económico y cultural. El que estudia un carro en detalle puede estar razonablemente seguro de la posibilidad de generalizar sus hallazgos a otros carros, por lo menos de esa marca y de ese año. Los colmados, en cambio, siendo sistemas económicos y culturales, manifiestan más variabilidad entre uno y otro. ¿Cómo sabemos que lo que se ve en la investigación profunda de un colmado se aplica a otros? Es un dilema genuino, pero un dilema que tiene respuesta metodológica.

Es el mismo dilema que enfrentan los lingüistas en su estudio de la estructura de sistemas lingüísticos (idiomas). En última instancia, cada individuo utiliza un lenguaje único e idiosincrásico. Es decir, las frases y oraciones específicas que emite fulano en el curso de un día difieren de los que utiliza mengano. Sin embargo, al analista lingüístico le interesan menos los detalles del contenido de lo que fulano y mengano hablaron en un día dado. Lo que le interesa son los patrones, los principios y las reglas

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generalizables, es decir, la gramática subyacente que siguen todos los que hablan un mismo idioma.

Es igual con una microempresa. Al analista le interesan menos los detalles únicos de este u otro negocio. Tiene que estudiar los detalles para llegar a un entendimiento de cómo funciona esa clase de negocio. Pero lo que intenta es eventualmente poder pasar de lo concreto para llegar a captar las reglas abstractas, los subyacentes principios económicos y culturales que aplicó el microempresario en la creación de este negocio en particular. Cada colmado es superficialmente diferente. Pero como en el caso de un idioma, existe en cada género de microempresas un sistema subyacente investigable, con sus reglas latentes, de las cuales los actores mismos quizás no estén completamente conscientes. La antropología, por lo menos, parte de esta premisa, de que debajo de la diversidad superficial funcionan sistemas lógicos escondidos.

La búsqueda de tales sistemas lógicos empieza generalmente no con encuestas, sino con la etnografía, es decir, la inmersión prolongada del investigador en el ambiente investigado, la compilación de notas copiosas sobre todo lo que se dice, lo que se hace. Se asemeja al trabajo del lingüista, que para analizar la gramática de un idioma desconocido no hace una encuesta sino que escoge uno o dos informantes con los cuales trabaja meticulosamente día tras día, mes tras mes. En base a estos contactos, se prepara una formulación preliminar de las reglas y los principios subyacentes Cla gramáticaC que parecen estar guiando a los investigados en su hablar. Esta formulación de reglas preliminares se corrige, se mejora, se completa, se refina a base de información adicional que va obteniéndose en investigaciones subsiguientes.

En este estudio proponemos presentar una Agramática preliminar@ de las reglas que hay que seguir para montar y manejar un colmado en la ciudad capital de la República Dominicana en este período de su historia. Estas reglas son fuertemente económicas tanto en su enfoque como en su contenido. Pero el

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microempresario también tiene que someterse a importantísimas reglas sociales y culturales para garantizar el éxito de su colmado. Estas reglas también forman parte central de la gramática del colmado.

Volvamos, sin embargo, al dilema anteriormente planteado. Hay quizás decenas de miles de colmados en la ciudad capital. ¿Cómo sabemos que las reglas que desglosamos del estudio de dos o tres colmados son las mismas reglas a que obedecen los demás? Es un dilema Cy una críticaC que persigue a los etnógrafos. La respuesta se hace mediante una pregunta: un extranjero que viene al país para aprender el español, )con cuántos miles de maestros tiene que tomar contacto para que la gramática que aprenda sea generalizable, e.d., que le permita hablar con todos los sectores del país? La respuesta: si trabaja únicamente con dos o tres maestros dominicanos, o aun con uno que sea muy bueno, sale con buenos conocimientos de la gramática castellana. Más tarde irá refinando los conocimientos a través del contacto con gente de distintas regiones y acentos.

En estas páginas intentamos estudiar el colmado, no en su diversidad, sino como un mini sistema socioeconómico y cultural cuyos dueños y clientes obedecen a reglas lógicas subyacentes. Presentaremos la Agramática@ del colmado tal cual desglosamos del estudio de unos cuantos colmados, sabiendo que estos colmados no representan la diversidad de su género a través del territorio nacional, pero confiados de que los problemas que enfrentan, los principios que siguen, las estrategias y las maniobras que realizan, probablemente no difieran radicalmente de lo que se encuentra en la mayoría de las microempresas de este género.

D. Metodología específica

Conforme a este planteamiento y a esta estrategia general, se seleccionó un barrio donde llevar a cabo la investigación. El barrio fue identificado en colaboración con Marina Ortiz, de

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FondoMicro. Este barrio daba indicios, por su aparente diversidad socioeconómica, de representar una realidad muy por debajo (económicamente) de la clase media pero también por encima de los barrios más pobres y marginados de la capital. En nuestras visitas a domicilio en ese vecindario, entramos en algunas casas acomodadas y en otras casas donde reinaba una miseria y una pobreza desesperante que hacía al autor recordar algunas escenas de su trabajo en zonas urbanas del vecino país de Haití. Era, en breve, un vecindario heterogéneo.

Desde el punto de vista de FondoMicro, la cantidad impresionante de microempresas que se encuentran en cada calle de este vecindario constituye probablemente una indicación de que se trata de una zona dominada por ese ímpetu microempresarial que dicha institución tiene como misión fundamental apoyar. Y el dominio estadístico obvio de los colmados sobre cualquier otra microempresa confirmó la lógica de nuestra decisión de lanzar las investigaciones cualitativas hacia un estudio de ese rubro.

Como lo que se intentaba era estudiar el funcionamiento normal de una clase importante de microempresa, decidimos evitar la selección de ejemplares en decadencia o en vías de transformarse a otro status. Con respecto a lo primero, hay un sinnúmero de Acolmados de subsistencia@ de bajo nivel de capitalización y de venta, y con baja probabilidad de supervivencia, que son dignos de algún estudio eventual, pero su fragilidad los hace inapropiados como modelos de un colmado dinámico. Con respecto al segundo peligro, ha surgido en años recientes el fenómeno del Acolmadón@, un colmado que se dedica principalmente a la venta de bebidas alcohólicas, y que provee la música, las sillas y las mesas requeridas para que los clientes consuman la bebida ahí mismo. Llaman mucho la atención por la bulla estrepitosa que emana de ellos. Pero estos establecimientos, que se parecen más a tabernas que a colmados, constituyen una pequeña minoría de los colmados. Decidimos evitar estos dos

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géneros de negocio y dedicarnos más bien al estudio de colmados aparentemente bien surtidos y dinámicos, y donde se veía que la mayor parte de las ventas, por lo menos durante los días de semana, son de alimentos llevados a las casas más que de cervezas consumidas en el mismo local.

El tiempo asignado para el estudio en sí y la redacción del documento final fueron los últimos tres meses de 1995, es decir, desde principios de octubre hasta finales de diciembre de ese año. Pasamos las primeras semanas yendo de colmado en colmado, conversando ligeramente con dueños y clientes, recogiendo impresiones preliminares sobre la estructura y el funcionamiento de los colmados, identificando posibles candidatos para estudio intensivo, y evaluando la probabilidad (con creciente pesimismo) de que uno o dos dueños de colmados consentirían en abrirnos, si no sus corazones, por lo menos sus libros (o más bien sus Amascotas@, los cuadernos donde la mayoría lleva su contabilidad embriónica).

El que quiere realizar un estudio de esta clase tiene que pasar ratos largos sentado en colmados o en sus aceras con otros clientes. Pero no basta hacerse el simpático con los dueños en conversaciones superficiales, ni hacerse el Atíguere@ tomando cerveza por la noche con los demás clientes masculinos. Un verdadero estudio de los colmados implica información mucho más profunda, un compromiso por parte del dueño de permitir que su negocio sea objeto de un estudio intensivo. Esto creaba un dilema.

Una regla básica de la Agramática@ del colmado dominicano, quizás sobre todo del colmado capitaleño, es privacidad absoluta. Los dueños, como buena táctica comercial, conversan amistosamente con desconocidos que entran en el colmado para tomar un refresco o una cerveza parados en el mostrador o sentados en una de las sillas plásticas que ya forman parte esencial del mobiliario de muchos colmados. (Nos vimos obligados a ingerir grandes cantidades de refresco, agua en botella y galletas en

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nuestras exploraciones preliminares). Hablan libremente con el cliente sobre los apagones, la escasez de azúcar y las ventajas y desventajas generales de ser dueño de colmado. Pero si uno se pasa de la conversación general y empieza a mostrar un interés inusual en los detalles de un negocio, la actitud del dueño, como es de esperar, cambia.

Para realizar este estudio llegó el momento en que hubo que proponerles formalmente a los dueños del negocio permitir que se realizara un estudio detallado de su negocio, incluyendo inventario, análisis de costos de compra y márgenes de ganancia, observación de las transacciones que se realizaban, etc. Cuando llegamos a proponer abiertamente la noción de tal estudio formal, recibimos varios rechazos. Entramos en un colmado familiar, por ejemplo, que parecía ideal como posible objeto de análisis. Su dueño, amistoso al principio cuando se trataba de un nuevo cliente, dispuesto a hablar sobre la calidad de los plátanos, los problemas de los apagones y cosas por el estilo, se puso de repente nervioso cuando salió a relucir el objetivo analítico de la visita. Rechazó cortésmente nuestra petición de colaboración y recomendó más bien que hiciéramos nuestro estudio sobre el colmado de su competidor al otro lado de la calle. No veía que un estudio de su colmado podría realmente ayudar a su negocio, pero se temía que podría hacerle daño.

Se asumía, no que éramos agentes de Rentas Internas (nuestra apariencia obvia de extranjero hacía improbable esa tesis), sino que teníamos alguna agenda económica posiblemente dañina a su negocio. En varias ocasiones, después de hacer indagaciones detalladas sobre cómo se hacía esto o lo otro, se me preguntó cuándo iba a establecer mi negocio.

Por fin logramos entrar, con consentimiento de los dueños, en calidad de investigador en dos colmados dinámicos, estratégicamente ubicados, aparentemente de tamaño mediano en cuanto a existencia (aunque el inventario detallado subsecuente nos dejó impresionados con la variedad de mercancía y el valor en

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existencia). En estos dos colmados realizamos inventarios completos, examinamos las mascotas, hicimos análisis de costos de compra y márgenes de ganancia. Los dueños, corteses pero siempre un poco nerviosos, al final recibieron con entusiasmo los inventarios computarizados que pudimos entregarles de su mercancía, al igual que las otras gratificaciones modestas que se les brindaron por su colaboración (en el caso de uno de los dueños, ayuda en conseguir un letrero, y en el caso del otro una modesta recompensa monetaria por el tiempo enorme que pasó analizando costos, y el empleo de su hermano desempleado como ayudante en el inventario).

Al principio, uno de los dueños colaboradores sugirió que, en el libro, usáramos su nombre real para que sus hijos mayores tuvieran orgullo en ver un libro sobre el negocio de su papá. Pero a medida que salía información cada vez más delicada sobre las maniobras extralegales que había que hacer para bregar con los defectos en el suministro de corriente por parte de la Corporación Dominicana de Electricidad (CDE), sobre las visitas que realizan diariamente ciertos agentes del Estado para cobrar sus cinco pesos, sobre las discrepancias entre los precios oficiales permitidos por INESPRE y los precios reales de compra y venta, se decidió seguir con la tradición antropológica de disfrazar completamente la identidad de los que colaboraron en el estudio. Por esta razón, tanto los nombres de los colmados como el nombre del barrio son ficticios.

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CAPITULO II

II. El colmado desde una Perspectiva histórica y transcultural

A. Definición del colmado

En este capítulo intentaremos brevemente colocar el colmado dominicano en un contexto más amplio antes de entrar en sus detalles etnográficos. El vocablo Acolmado@, probablemente derivado semánticamente del participio pasado del verbo colmar (llenar hasta el borde); es un término usado en las Antillas hispanoparlantes para designar un negocio detallista multifuncional colmado de diversos alimentos, bebidas, objetos de limpieza doméstica y otras mercancías destinadas principalmente al uso doméstico. Hemos visto que en la República Dominicana la entidad que en zonas urbanas se denomina Acolmado@ se llamará en ciertas zonas rurales Abodega@, o aun Apulpería@ (un término que tiende a ser asociado con entidades de menor escala en su capital y mercancía). A pesar de tales diferencias terminológicas, todo el territorio nacional está cubierto de estas pequeñas entidades comerciales, las cuales constituyen quizás la manifestación más impresionante estadísticamente Co por lo menos más visible y bulliciosaC de la energía microempresarial dominicana.

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El uso del término Amicroempresa@ en este tomo tiene una base técnica. La microempresa se define como entidad con 10 trabajadores o menos. La Apequeña empresa@, en cambio, es una entidad de entre 11 y 50 trabajadores. Las pequeñas empresas así definidas no entran en este estudio. La mayoría de los colmados que visitamos tiene un máximo de dos empleados, además del dueño y su esposa. Ninguno se aproximaba siquiera a los once empleados requeridos para la clasificación de Apequeña empresa@. A diferencia de otros estudios en esta serie, usaremos por tanto el término microempresa, en vez del acrónimo MPE que utiliza FondoMicro, ya que éste incluye también a las empresas con más de diez empleados.

En los estudios de FondoMicro hay por lo menos otros tres negocios que aparecen tabulados como distintos del colmado, aunque en realidad o son variantes del colmado o desempeñan la misma función pero a distintos niveles de capitalización: el supermercado, la pulpería y el ventorrillo. El supermercado es un fenómeno importado, que discutiremos a continuación. La pulpería y el ventorrillo, en cambio, son entidades autóctonas.

El estudio de Moya Pons y Ortiz (1994) clasifica la pulpería con el ventorrillo y los distingue del colmado. Por un lado, es una decisión analítica correcta por el bajo nivel de capitalización que suele caracterizar a los primeros, en contraste con muchos colmados con existencias que superan los RD$50,000. Por otro lado, en otras regiones del país, la distinción entre colmado y pulpería no es tan clara. En nuestras investigaciones en otras partes del país, encontramos zonas donde un negocio que los capitaleños llamarían colmado los residentes locales llaman su pulpería o bodega. En tales casos, la distinción es más bien terminológica que sustancial. La distinción no se hace por clase de mercancía sino por volumen y variedad; en ambos sentidos, el colmado supera a la pulpería. Pero en la mayoría de los casos tanto la pulpería como el colmado son negocios en los cuales el cliente entra físicamente para hacer sus compras. La pulpería quizás

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podría definirse como un colmado pequeño, siempre reconociendo que la línea divisoria entre los dos es algo arbitrario. El ventorrillo, en cambio, es un puesto callejero, muchas veces interino y frágil, que vende alimentos, bebidas, cigarrillos, etc., igual (pero en menor escala) que un colmado, cuyos clientes generalmente no entran en un local sino que compran desde la calle a través de un mostrador.

En términos de su función suplidora, la pulpería típica, al igual que muchos ventorrillos, se podría clasificar como una variante del colmado, pero sencillamente dotada de menos capital que éste. Aun los ventorrillos más pequeños, sin embargo, tienen por lo menos los primeros dos de los tres rubros de mercancía que constituyen la definición esencial del colmado: alimentos, bebidas alcohólicas y otros estimulantes, y productos de limpieza o higiene doméstica. Estas observaciones sobre la semejanza funcional de estos tres establecimientos gozan de importancia analítica. Implica que los dueños de pulperías y ventorrillos, si tuvieran el capital, establecerían colmados. Estos negocios son, en efecto, colmados subcapitalizados.

Volvamos a la discusión del verdadero colmado, no sus variantes subcapitalizadas. El colmado constituye en la actualidad un nodo sistémico dominante para detallar alimentos a los consumidores urbanos, ya fuertemente mayoritarios en la demografía nacional. Pero también es una entidad imprescindible para los sectores agrarios rurales. En sus colmados o bodegas las familias agrícolas procuran no sólo sal, fósforos, aceite u otros productos esenciales no producidos en los campos, sino que durante ciertas épocas del año procuran también una gran parte de su comida en la bodega.

Esta observación sobre el fuerte involucramiento comercial aun de los sectores más rurales y remotos de la República Dominicana es, de hecho, una observación antropológica que se aplica generalmente a las Antillas como región cultural y que distingue esta región de muchas otras regiones de las Américas.

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En las Antillas, una orientación comercial penetra no sólo la vida urbana sino también la vida rural. El ímpetu microempresarial impresionante que satura visiblemente los barrios de las ciudades y los pueblos de la República Dominicana opera con menos letreros pero con igual fuerza en sus campos. Es decir la agricultura dominicana, aun la pequeña agricultura, está altamente comercializada. No hay en realidad una Aagricultura de subsistencia@ en los campos dominicanos, no hay una agricultura orientada primordialmente a satisfacer directamente las necesidades alimenticias domésticas, canalizando al mercado sólo lo que le Asobra@ a la familia. Al contrario, raras veces hemos visto, aun en campos remotos de la República Dominicana, lo que hemos visto con frecuencia y como regla normal en los campos de El Salvador y de Guatemala: familias campesinas que intentan seriamente almacenar sus cosechas (el maíz es el producto dominante de sus milpas) para usarla para la alimentación de la familia durante doce meses, minimizando así su dependencia en alimentos comprados. En tales regiones rurales de las Américas los antropólogos logran encontrar grupos campesinos Ade auto-subsistencia@ que se comportan de la manera que los libros de texto dicen que el Acampesino@ debe de comportarse: producir primero para la familia y vender sólo lo que sobra.

La orientación microeconómica antillana, en cambio, incluyendo la dominicana, tiene muy poco que ver con esta orientación de autosuficiencia alimenticia. El agricultor dominicano, aun el pequeño, al igual que su vecino al otro lado de la frontera, más bien tira la mayor parte de su cosecha hacia el mercado, aun sabiendo que después tendrá que acudir a la bodega no sólo para su sal y aceite sino también para la propia alimentación de su familia.

Algunos ven ese Aafán de lucro@, esa orientación micro-empresarial hacia la finca misma, como una orientación contaminante y corrupta. El gobierno socialista de Cuba ha intentado, sin éxito, suprimirla. En la República Dominicana,

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algunos expertos (urbanos y/o extranjeros) en desarrollo rural se especializan en promover proyectos para que los campesinos sean menos dependientes del mercado y más autosuficientes, que siembren árboles frutales, por ejemplo, para el consumo directo de su familia, o árboles madereros para su propia leña, o para la sombra de su patio, etc. Tales proyectos dan indicios claros de la buena voluntad de los expertos, pero no de sus conocimientos de la orientación microempresarial y comercial de la población a la cual quieren ayudar. Los únicos proyectos de siembra de árboles, por ejemplo, que han logrado despertar el entusiasmo de grandes números de campesinos aquí y en Haití son aquellos que facilitan al agricultor árboles de crecimiento rápido cuya madera podrá cosecharse en pocos años para palos, tablas, carbón u otros productos comerciables en los mercados locales. Si tantos de los que abandonan la agricultura entran en actividades comerciales, es porque ya su agricultura estaba orientada hacia el mercado.

No especularemos aquí sobre los orígenes de esta orientación comercial que caracteriza las culturas antillanas. Algunos analistas la atribuyen a la predominancia histórica de la plantación europea en esta región, con su dedicación total al lucro. Otros buscan aún más lejos en el pasado y la atribuyen a la fuerte presencia de rasgos culturales del África Occidental en el Caribe, una región antropológica de fuerte energía comercial, distinta en su ímpetu de las orientaciones culturales indígenas del Nuevo Mundo. Sospechamos que en la República Dominicana, donde es más aceptable la designación racial Aindio@ que la históricamente más precisa designación Amulato@ (combinación de fenotipo africano y caucásico), no todos verían con buenos ojos esta hipó-tesis africanista de la energía microempresarial local. De todas maneras, son cuestiones causales fascinantes para los académicos pero de poca relevancia para nuestro propósito en estas páginas. Nos interesan más los efectos y, en particular, su impacto sobre el fenómeno del colmado, que el origen y las causas de esta orientación microempresarial subyacente.

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La comercialización de la vida antillana ejerce un doble efecto sobre el colmado. Por un lado, como ya se señaló, aumenta la necesidad objetiva, aun en zonas agrícolas, para entidades que venden alimentos básicos. Si los agricultores venden sus cosechas completas, necesitan negocios donde poder comprar sus alimentos. Pero, por otro lado, esta Acultura del comercio@ crea un entusiasmo y una disposición cultural generalizada en la población para lanzarse a abrir negocios como los colmados. Cierto, hay colmados (llamados por otros nombres) por todas las Américas, pero raramente con la densidad que se percibe en la República Dominicana. A falta de datos estadísticos, hay que plantear el asunto como hipótesis más que como hecho establecido. Basándonos en nuestras visitas a los campos y barrios de varios países centroamericanos y sudamericanos, postulamos que un porcentaje más alto de la población adulta dominicana entretiene la noción, o alberga la esperanza, de abrir su propio negocio que lo que se encontraría en la América Latina fuera de las Antillas.

Esta orientación microempresarial parece ser más de carácter general que orientada hacia una clase específica de microempresa. Los microempresarios visitados en este estudio se refieren más a menudo a Ami negocio@ que a Ami colmado@. Muchos han experimentado con otros negocios en su pasado antes de abrir un colmado. Y otros dueños cerrarán sus colmados para abrir otra clase de negocio. Es decir, a diferencia de la medicina o la pedagogía, el status de dueño de colmado no se conceptualiza como noble carrera vitalicia. Lo que sí hay es una fuerte mística generalizada de llegar a ser Acomerciante@, y de pasar toda la vida en ese status, pero no necesariamente como dueño de colmado. Desde una perspectiva sistémica objetiva, sin embargo, el colmado sí es algo más que un simple negocio. Visto abstracta y teóricamente como mecanismo esencial para alimentar a la población dominicana, el colmado goza (más que una zapatería o un salón de belleza, por ejemplo) de cierta nobleza estructural.

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B. Alternativas históricas y contemporáneas al colmado

En vista de esta importancia universal de los mecanismos de distribución de alimentos, sería útil examinar panorámicamente el bosque entero antes de entrar en detalle sobre sus árboles. In-tentaremos colocar el colmado dominicano brevemente en su contexto como mecanismo históricamente determinado de distribución de comestibles, primero hablando del pasado y luego de las alternativas Csus contrapartesC que se encuentran hoy en día en otras regiones de las Antillas.

Los estudios etnográficos sobre sociedades de cazadores- recolectores Clos representantes contemporáneos de la organización humana más antiguaC sugieren que aun desde el principio de nuestra historia, la distribución de la comida constituía un dilema y un problema digno de reglamentación cultural. Existían normas sociales que gobernaban las cantidades de carne que le tocaba a cada familia en la banda nómada después de una expedición de cacería, y el orden en el cual la carne se distribuía. Los hogares que no lograron cazar carne no podían comprarla (no existía dinero), pero tampoco tenían que pasar hambre. Se les distribuía por lo menos una porción pequeña de carne, gratuitamente, a cada hogar bajo el impulso de reglas culturales. Es decir, aun en sociedades pre-monetarias existía la necesidad objetiva de distribuir alimentos a hogares que por alguna razón no los producían. Pero los mecanismos que evolucionaron en estas sociedades fueron obviamente de carácter no-mercantil.

En cuanto a la isla Española, existen indicaciones indirectas, basadas en analogías antropológicas, de que aun en la sociedad pre colonial taína pudieran haber existido mecanismos no monetizados de circulación de alimentos desde un sector o región a otro. La sociedad taína pertenecía a la categoría antropológica denominada de cacicazgos, sociedades con marcada diferenciación social interna. A diferencia de los jefes de tribus

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egalitarias, los caciques a través del mundo (y sospechamos, por lo tanto, que también los caciques taínos) llenaban la función económica de colectores, almacenadores y eventuales redistribuidores de alimentos y otros bienes, una función que ejercían mediante su autoridad de exigir por lo menos un tributo modesto a sus súbditos. No había antropólogos en los barcos de Colón, y, en todo caso, los cronistas españoles documentaban un sistema social ya amenazado, titubeante y en crisis. Por lo tanto, no hay evidencia directa de que funcionaban tales mecanismos tributarios de redistribución alimenticia no-monetizada entre los taínos.

Pero el hecho de que los españoles al principio intentaron usar a los caciques como colectores de oro de sus súbditos, y que uno de los caciques prometió colmar los españoles de yuca si sólo desistieran de su afán de oro, constituye una huella antropológica sobre la posible existencia entre los taínos de mecanismos tradicionales de colección tributaria y de redistribución alimenticia análogos a aquellos que se han documentado en otras sociedades equivalentes. De todas maneras, podemos aseverar que aunque no hubiera colmados en los cacicazgos pre-coloniales del mundo, en la mayoría sí había varios mecanismos tradicionales de redistribución de alimentos.

Tales mecanismos tradicionales desaparecieron a través de las Américas, reemplazados por una comercialización radical a raíz de la colonización europea. Como señalamos anteriormente, la comercialización de la vida popular alcanzó niveles más altos en las Antillas que en muchas otras regiones del Continente. Una ligera variante de un sistema no-monetario de distribución inter-familiar de alimentos existió probablemente en los campos de la República Dominicana postcolonial. En nuestras investigaciones anteriores entre los campesinos de la Cordillera Central, los ancianos recordaban con nostalgia los tiempos cuando los vecinos intercambiaban regalos de comida y cuando una familia con apuros económicos contaba con aportes de comida de sus vecinos. La gente de antes era Aprojimi'ta@.

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Pero tales mecanismos tradicionales para circular alimentos, sin embargo, si de verdad existían en gran escala en las Antillas, ya han pasado a la historia del benigno pasado romantizado. Hoy lo que existe en la región son sistemas altamente monetizados de distribución de alimentos. En este sentido, es importante reconocer que el colmado es sólo una de varias opciones. De hecho, podemos identificar cinco sistemas diferentes en la región de las Antillas Mayores. Tres de los cinco se encuentran en la República Dominicana. Pero en cada país de la región hay un sistema predominante. Dos predominan en la Cuba socialista, uno en Haití, uno en Puerto Rico y otro (el del colmado) en la República Dominicana.

Empecemos con la variante más reciente y más frágil. Con la llegada del socialismo a Cuba, las actividades microempresariales de todo tipo se definieron como ofensivas y prohibidas. La variante cubana actual Cpor lo menos la oficialC de distribución de alimentos es la bodega estatal. A cada ciudadano se le paga un sueldo, se le asigna una bodega y se le da una tarjeta que le permite comprar alimentos, a precios bajos, en cantidades racionadas, pero sólo en su bodega. El Estado es el distribuidor.

Repetimos que ésta es la variante oficial. En nuestras conversaciones con consumidores en La Habana, salió a relucir lo que el gobierno cubano y la prensa internacional saben bien: la ineficacia y la baja viabilidad de ese sistema de distribución ha engendrado un mercado negro C es el segundo mecanismoC para productos tan básicos como el pan, la carne y los huevos. Y si hay un mercado ilícito de compra de estos productos, es probable que haya un dinámico sistema de producción igualmente ilícito. Por razones obvias, es difícil hacer estudios académicos sobre los detalles de este mercado, estudios a los cuales los investigados les atribuirían un carácter policíaco. Pero los comentarios que recibimos de consumidores habaneros sugerirían que un nutrido porcentaje de los alimentos que se consumen en Cuba, por lo menos los proteínicos, como carne, huevos y leche, llegan al

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consumidor mediante estas trayectorias extralegales y que los mismos funcionarios estatales se aprovechan de estos canales.

En vista de la no-viabilidad de los canales oficiales de distribución, y de la desesperación de su población, el gobierno cubano experimentó, en los años 80, con mercados de productores, paso que despertó el entusiasmo fuerte de la población cubana. Pero las ganancias obtenidas por los agricultores en estos mercados eran tan fuertes y ofensivas Calgunos lo consideran una violación de las leyes de la naturaleza que un agricultor gane más que un funcionarioC que el Estado volvió a prohibirlos.

Actualmente, la política estatal cubana al respecto es fluctuante. Pero el mecanismo oficial continúa siendo la bodega estatal, y la venta privada de productos se trata como acto ilícito. Los jóvenes microempresarios que se acercan a uno en las calles de La Habana ofrecen jabón y bolígrafos con la misma clandestinidad que se ve en los vendedores callejeros de drogas en otros contextos.

En teoría, la bodega estatal cubana, como el colmado dominicano, es multifuncional, es decir, debe detallar no sólo comida, sino también productos de higiene como pasta de dientes, jabón, navajas. En la realidad, muchos de estos productos rara-mente aparecen, a menos que uno tenga acceso a dólares para comprar en las tiendas establecidas para turistas. Y, en teoría, en términos generales, la bodega estatal cubana viene a ser el equivalente del colmado dominicano, con la diferencia de que aquélla es montada y manejada por funcionarios del Estado y que en Cuba a uno se le asigna Asu colmado@. Pero en realidad, las diferencias entre los dos sistemas son más profundas. Las tensiones entre colmado y cliente en la República Dominicana provienen de la escasez de capital por parte del cliente y la presión que siente el colmado bien surtido de venderle fiado. En cambio, la tensión del sistema cubano proviene del choque entre clientes que disponen del dinero necesario pero que llegan a bodegas que carecen de mercancía.

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La bodega estatal cubana es un mecanismo distributivo reciente y probablemente efímero en la historia de la región del Caribe. Y la necesidad de un mercado negro para comestibles básicos es una anomalía histórica, síntoma de una economía en crisis. En cambio, nuestra tercera institución distributiva goza de raíces históricas profundas en la región y probablemente tiene un futuro asegurado: el mercado público. En Haití, ésta es la institución clave para la distribución alimenticia nacional. La familia haitiana típica hace la mayor parte de sus compras alimenticias en los mercados públicos. Su rasgo central es un lugar público periódicamente disponible a comerciantes para vender su mercancía. Dentro de esta generalidad hay variación. Algunos están rodeados de estructuras de bloques y techos de zinc, otros por una simple alambrada y otros están sin cerca. Los mercados regionales se usan sólo uno o dos días de la semana. Otros, (sobre todo los de los pueblos y las ciudades) se usan diariamente. Pero el rasgo permanente del verdadero mercado público es que los vendedores son dueños de sus productos, pero no del local donde venden. Gozan de acceso estable a su puesto pero pagando alquiler más bien que comprando.

Los mercados públicos se encuentran a través de las Antillas, pero su importancia estructural es más fuerte en Haití que en cualquier otra nación. Al igual que su contraparte dominicano, el campesino haitiano practica una agricultura orientada hacia el mercado. Por lo tanto, no sólo los habitantes de las ciudades y pueblos, sino también los del campo, dependen de los alimentos comprados durante gran parte del año. El sistema haitiano de mercados públicos se caracteriza por:

- Fuerte predominancia estadística de detallistas

femeninas, sobre todo de productos agrícolas. (En los colmados dominicanos que visitamos, en cambio, la mayoría de los dueños, y casi todos los administradores y ayudantes asalariados eran varones).

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- Alto nivel de especialización comercial. La mayoría de las machann en Haití venden un sólo producto alimenticio. El cliente va de vendedora en vendedora dentro del mercado para completar las compras. (El colmado dominicano, en cambio, es radicalmente multifuncional. Si no tiene casi toda la mercancía que necesita el cliente, corre el riesgo de perderlo a otro colmado).

- Bajo nivel de capitalización. La detallista haitiana típica que estudiamos al otro lado de la frontera tiene menos, y, generalmente, mucho menos de RD$1,500 en existencia. El dueño de colmado dominicano, en cambio, tiene como mínimo RD$20,000 en existencia, sin contar gastos de alquiler, de equipos, de sueldos, etc. Y un colmado de ese tamaño en la República Dominicana sería un colmadito de subsistencia. La mayoría tiene mucho más. Ser detallista de colmado implica una capitalización mucho más fuerte que ser detallista en mercado público.

En la República Dominicana del pasado, los mercados

públicos jugaban un papel central en la economía alimenticia de la familia típica, quizás sobre todo con respecto a frutas, vegetales y víveres. Pero hoy en día, aun en el caso de estos productos perecederos, el colmado dominicano está en vías de desplazar (y en muchos contextos ya ha desplazado) al mercado público como suplidor máximo de alimentos a la población. Faltan estadísticas precisas y la situación varía de región a región. Los mercados públicos del Sur y del Oeste de la República, por ejemplo, en las cercanías de Haití, proyectan un dinamismo comercial y una real importancia sistémica en la economía alimenticia de la zona. En cambio, los mercados públicos de ciertos pueblos del Este y del centro del país dan la apariencia de letargo.

En cuanto a la ciudad capital, en los barrios visitados en el curso de este estudio, el colmado ha dado un golpe definitivo al mercado público como fuente principal de la alimentación

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familiar. Hoy en día, los mercados de alimentos más importantes de la capital Ccomo el Mercado Nuevo en la Duarte, las calles detrás del Mercado Modelo en la Mella y el Mercado de Productores de HerreraC canalizan el grueso de su mercancía en transacciones mayoristas con comerciantes locales más que en transacciones detallistas con los consumidores.

El colmado ha surgido, por lo tanto, como cuarto mecanismo de distribución de alimentos en la región de las Antillas, y sospechamos que una encuesta sobre el asunto identificaría al colmado como la institución nacional dominante para canalizar alimentos a los consumidores. Es decir, probablemente una mayor cantidad de alimentos, medido por volumen o por costo, llega a las cocinas dominicanas a través del colmado que a través de cualquier otra ruta distributiva. Admitimos que hay sectores cuyos miembros (o sirvientes) raras veces entran a un colmado. Pero son sectores económicamente acomodados y demográficamente minoritarios.

El colmado no es un invento exclusivo de la República Dominicana. También existen colmados en Haití, denominados en creole boutik (un término relacionado etimológicamente con la palabra >bodega= en español). Pero éstas se especializan en productos alimenticios secundarios, y, a diferencia del colmado dominicano, canalizan sólo un porcentaje mínimo de las compras de alimentos realizadas por consumidores haitianos.

Los colmados también abundaban bajo el mismo nombre en Puerto Rico, y en zonas rurales todavía existen. Pero en las ciudades y pueblos de aquella isla el quinto mecanismo de distribución de alimentos, el supermercado, ha llegado a prevalecer. Descendiente evolutivo del grocery store (el colmado tradicional estadounidense), el supermercado es el competidor histórico más peligroso del colmado. Ya casi ha logrado convertir la corner grocery store tradicional de los Estados Unidos en reminiscencia del folklore de antaño.

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Desde el punto de vista de su dueño, el supermercado se distingue del colmado en términos de:

- Mayor inversión de capital, no sólo en existencia sino también gastos en planta física, mecanismos de transporte y en sueldos.

- Precios más bajos de compra. Tiene acceso a los des-cuentos por volumen que ofrecen muchos surtidores y en algunos casos acceso más directo a los productos importados.

- Mayor volumen de venta. El local amplio atrae mayor número de clientes, que no tienen que esperar que lo atiendan.

- Mayores ganancias. - Menos trabajo acomodando a clientes. Los

supermercados no rompen sellos ni abren paquetes para detallar en cantidades más pequeñas, y los clientes cuyos escasos recursos no les permiten compras de ese volumen no van a los supermercados. En cambio, el dueño de colmado que rehusare abrir latas de salsa o botellas de aceite para detallar en cantidades más pequeñas perdería buena parte de su clientela.

- Menos interacción directa entre dueño y cliente. El dueño del colmado conoce personalmente a sus clientes regulares y conversa amistosamente con ellos. Los clientes fieles de un supermercado en cambio muchas veces ni saben quién es el dueño, ni suelen tampoco establecer relaciones personales con esta o la otra cajera.

- Menos presión para vender fiado. Esta ventaja (para el dueño) proviene del punto anterior. El patrón o está en su casa o está aislado en su escritorio tras una puerta cerrada. Un empobrecido cliente subcapitalizado/capitalizado no va a discutir con una cajera para que le venda a crédito.

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Lo precedente enfoca el punto de vista del dueño. Desde el punto de vista del consumidor, el supermercado se distingue del colmado por cuatro rasgos clave:

- Mayor volumen de existencia. Las respuestas frustrantes Ano hay@ y Ase acabó@ se oyen con mucho menos frecuencia en el supermercado que en el colmado.

- Mayor variedad de existencia. El dueño de colmado que piensa poner a la venta una docena de latas de tal pro-ducto las comprará de una sola marca. Al contrario, el dueño de supermercado que piensa vender ocho docenas de latas del mismo producto jamás llenará un tramo con latas de la misma marca. El mayor volumen conduce casi automáticamente a mayor variedad para el cliente.

- Autoservicio. El autoservicio del supermercado libera al cliente de la frustración y de la queja más frecuente que se oye en el colmado: Asi no me atiendes me voy a otro colmado@. Hacer cola en colmado para que te atiendan molesta, sobre todo porque los clientes que entran subsecuentemente no se ven obligados ni moral ni social-mente a esperar que atiendan a los que llegaron antes, ni los dueños se sienten compelidos a observar el orden estricto de llegada.

- Precios más bajos. La ventaja más grande del supermercado, sin embargo, son los precios más bajos que se aplican a muchos artículos importantes. Estos precios más bajos son posibles, en parte, gracias a los precios reducidos de compra, y, en parte, a una estrategia comercial que cuenta con un alto volumen de ventas más que márgenes altos sobre cada producto vendido.

En vista de estas ventajas contundentes, sobre todo la

ventaja de precios de venta más bajos, donde existen supermercados bien surtidos y una clientela motorizada y

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razonablemente capitalizada, el colmado difícilmente puede sobrevivir. Sigue sobreviviendo y dominando en la República Dominicana precisamente porque las condiciones económicas y sociales todavía no existen para el triunfo del supermercado. En el contexto dominicano, el colmado mantiene tres ventajas sobre el supermercado:

- Detalla en cantidades minúsculas hasta el punto de abrir

cajas, botellas, latas y cajetillas de cigarrillos para acomodar el alcance reducido del dinero de mucha de su clientela. La necesidad de comprar en cantidades mínimas proviene en parte también de la ausencia de neveras y/o de energía eléctrica.

- Vende fiado. Los dueños de colmado saben que esta práctica es quizás la causa primordial de la quiebra de muchos negocios, y muchos dicen que ya no fían. Pero los que pudimos observar de hecho fían a una clientela escogida, sobre todo a clientes que tienen su propio negocio (por ejemplo, de vender comida cocinada) o a clientes que tienen un empleo que les canaliza un dinero quincenal garantizado. Precisamente, esta clase de gente dispone de un capital que les permitiría ir a supermercados. Pero el colmado capta su lealtad mediante maniobras crediticias. Es decir, aunque la práctica de fiar tiene mala fama, sigue vigente.

- Queda cerca de la casa. La mayoría de las personas que llegan al colmado en vehículo suelen ser vendedores más que clientes. El cliente con vehículo raras veces va al colmado para compras mayores. Goza, por lo general, del capital que le permite aprovecharse de las múltiples ventajas de los supermercados. Para las masas sin vehículo, en cambio, la disponibilidad de alimentos a la vuelta de la esquina de su casa ofrece una gran ventaja. Algunos supermercados ya han abierto sus puertas en los barrios, logrando captar clientela con dinero pero sin vehículo.

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Los colmados, sin embargo, siguen dominando el negocio de comidas y bebidas en la República Dominicana porque hay amplios sectores que no disponen ni de vehículo para desplazarse ni de dinero para hacer compras grandes. Instituciones económicas como el colmado también generan sus funciones sociales secundarias y sus patrones culturales. Se sabe bien que los eventos que transcurren en el colmado van más allá de las simples transacciones económicas, sobre todo con respecto a las crecientes funciones recreativas del colmado bañadas con cerveza y ron y con avalanchas nocturnas de música fuerte. No obstante, la dimensión más crítica de la mayoría de los colmados sigue siendo su función económica como mecanismo para la alimentación de amplios sectores de la población dominicana.

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CAPITULO III

III. Etnografía del Colmado Balbuena En este capítulo presentaremos al lector una descripción etnográfica de algunas escenas presenciadas en el curso de este estudio en un colmado donde pasamos varias semanas. El siguiente capítulo describe los eventos ocurridos en un viaje de abastecimiento al Mercado Nuevo que hicimos en compañía de Balbuena, uno de los dueños del colmado, quien nos hizo la cortesía de permitirnos estudiar los detalles del funcionamiento de su negocio. En el curso de nuestras conversaciones, nos comunicó algo de la historia de su vida. No son eventos etnográficos propiamente dichos, sino más bien remembranzas. Insertamos esos datos como reminiscencias por parte de Balbuena que brevemente interrumpen el flujo de los eventos. La presencia de un observador modifica en algo los sucesos, por lo menos en el sentido de que le serán dirigidos algunos comentarios o preguntas. En nuestra presentación etnográfica decidimos no fingir que no estábamos presentes. Los comentarios dirigidos a nosotros serán presentados como las otras interacciones dentro del colmado o del mercado. En la descripción de aquellos eventos en que participamos activamente, abandonaremos el uso del Anosotros@

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pontifical, utilizando la forma conversacional más normal de la primera persona singular.

El colmado de José Porfirio Balbuena abre sus puertas discreta pero orgullosamente en la Calle Cabecera del Ensanche Las Mercedes; un vecindario heterogéneo de la ciudad capital de Santo Domingo, a las siete de la mañana, los siete días de la semana, y cierra sus puertas a las 10:00 o a las 11:00 cada noche. Balbuena (como le dicen sus clientes) tiene algo en común con su ya famoso tocayo de la película ANueba Yol@. Ya un hombre de unos 47 años, el capital que acumuló para hacer su casa y para abrir su colmado al otro lado de la calle, vino en gran parte de los ahorros que logró realizar durante los años que pasó haciendo doble trabajo como ayudante en dos restaurantes de Manhattan. Él se había ido renuentemente, en estado de crisis con la quiebra de un negocio anterior que tuvo. Nunca quiso pasar su vida entera allá en el frío del Norte. Logró irse con documentos falsificados, como hacen muchos. Legalizó su status y consiguió la famosa tarjeta verde, como también hacen muchos. Trabajó y ahorró, otro logro corriente. Pero decidió volver a vivir permanentemente en su país, cosa que la mayoría de sus contrapartes no hacen cuando están todavía en edad de trabajar y producir dinero.

Pero su esposa de entonces y sus hijos, que se criaron allá, tenían otros sueños para su futuro, otra perspectiva que no incluía el vivir en un barrio de la capital dominicana. Balbuena se divorció de su esposa quien se quedó en Nueva York, y le entregó el cuidado de sus hijos, quienes tampoco querían volver a la República. No le dolió que se quedaran. Ya dos son universitarios en los Estados Unidos, logro que Balbuena cuenta con orgullo. Balbuena, por lo tanto, vino solo.

Habiendo realizado su sueño de construir una casa grande de concreto y de abrir un negocio en un barrio de la capital de su país natal, pero viviendo en soledad doméstica, eventualmente tuvo la suerte de conocer a Altagracia Encarnación, una mujer enérgica de unos 23 años, oriunda de un campo de Las Matas de

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Farfán. Tatica, como todo el mundo le dice de apodo, vino hace varios años del Sur a la capital. La hijita que procreó con un joven de su campo, con quien nunca estableció hogar, la dejó con su mamá y su papá en el campo y se juntó con sus hermanos en el Ensanche Las Mercedes de la capital. Prefiriendo probar suerte en los barrios de Nueva York, consintió juntarse con un señor puertorriqueño, ya algo mayor, residente en la República Dominicana. El hombre, que ahora retrospectivamente Tatica considera raro, le propuso un arreglo de pura conveniencia, asegurándole que no tendría ni que pagarle ni que vivir con él como esposa. Tatica dio el salto y se casó con él por la ley. Pero el hombre resultó ser un farsante. No cumplió con nada.

Estando todavía con él conoció a Balbuena, ya negociante establecido en la importante Calle Cabecera. Balbuena inmediatamente le cayó atrás con regalitos de comida de su colmado y con otras ofrendas, enviadas con Illo, un muchacho que trabaja en el colmado de ayudante. Tatica consintió. Primero Balbuena la puso a trabajar en su colmado. Por fin se juntó con ella como marido y mujer. No se casaron legalmente. No podían. Tatica se encontraba todavía casada con el boricua. Su divorcio legal no salió sino hasta hace poco. Siguen juntos sin estar casados, pero Balbuena no se cansa de decir públicamente en su colmado que se va a casar con Tatica. Pelean bastante. Tatica tiene un carácter fuerte. Y de noche le arma tremendo pleito si Balbuena se pone a tomar ron o cerveza con sus clientes. Lo controla bastante. Pero Balbuena afirma que la quiere.

Tiene razones no sólo personales, sino también económicas, para tener esos sentimientos. Tatica es quien maneja el colmado. No toma decisiones de compra y a veces tiene que preguntarle a Illo, el joven ayudante, sobre los precios. El colmado es de Balbuena, no de ella. Pero maneja el desenvolvimiento diario de los eventos más críticos en el colmado: las ventas. Ella es quien abre el colmado, a las siete de la mañana, siete días de la semana quizás un poco más tarde los domingos. Y ella se queda hasta que

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se cierra en la noche, a las diez y hasta más tarde. Ha subido de status en un sentido: ya es gerente de hecho de un colmado bastante frecuentado y dinámico. Tiene antecedentes comercia- les. Su mamá, que consiguió una nevera, abrió un colmadito en su casa en el campo de Las Matas de Farfán. Y Tatica misma había tenido otro negocio pequeño de joyería antes. Dirigir un colmado es un ascenso económico, pero muy sacrificado. Trabaja siete días de la semana, generalmente más de catorce horas al día.

Al ser la mujer del dueño, Tatica no recibe un sueldo. Pero a los dos muchachos que trabajan en el colmado sí se les paga. Illo, de 23 años, recibe unos $1,500 al mes. Y Alisón, un muchachito haitiano de unos 16 años, que se encarga de vigilar los víveres cerca de la acera y de hacer trabajitos de limpieza, se gana sus $500 al mes. Balbuena tampoco tiene sueldo asignado.

El colmado de Balbuena todavía no tiene un letrero formal que se destaque con el nombre de su dueño. Pero su status incontestable de colmado se nota por los víveres y sacos de arroz amontonados cerca de la acera y por el letrero de Pepsi-Cola pintado en la pared misma. Se nota también por el flujo nutrido de clientela que acude al colmado. Es físicamente pequeño, más que la mayoría. Tiene muy poco espacio delante del mostrador para los clientes y gran parte del poco espacio que hay está ocupado por cajas de refrescos, sacos de arroz y cajas de víveres, vegetales y frutas del Mercado. Al consumidor dominicano le gusta escoger sus propios plátanos y frutas. Los colmados dejan esos productos al alcance del cliente. La yuca no. Por ser tan perecedera se refrigera y los clientes que la piden advierten que quieren de la buena. Pero los otros víveres se guardan en unas cajas y tramos colocados entre la entrada y la acera.

Balbuena se muestra orgulloso de su Anegocio@. Este, y la casa grande al otro lado de la calle, constituyen los logros eco-nómicos más importantes desde que naciera en las afueras de Jánico, un pueblo pequeño de la Sierra en la Provincia de Santiago, en el año 1948. Su destino económico, por lo menos durante este

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primer medio siglo de su vida, había estado dominado por dos vocaciones que, aunque algo distintas en teoría, se han combinado en una unidad en la vida de Balbuena: el comercio y la construcción. Ya en los primeros años de su vida, se habían establecido las bases de estos dos pilares.

Estos logros, empero, no se consiguieron a través de la educación formal. Sobre su escolaridad, Balbuena hace dos observaciones: primero, ya tiene hijos universitarios y segundo, él mismo nunca pudo entrar en un aula de clase. Balbuena empieza con la primera observación, la de los hijos universitarios, porque la segunda le avergüenza un poco, no haber estudiado nunca. Desde la edad de tres años tuvo que trabajar agricultura con su papá y sus hermanos.

El comercio y la agricultura iban y van ligados en Jánico, donde abundaban las habichuelas. En la República Dominicana los sembradores de habichuelas ya de por sí se han lanzado por el camino del comercio. Es un cultivo destinado principalmente a la venta, no al autoconsumo. Sin embargo, Balbuena nunca sintió vocación de agricultor. Asevera más bien (con orgullo y no en tono de confesionario) que casi desde su infancia le ha gustado manejar, no el colín, sino el dinero. A temprana edad, por lo tanto, se lanzó a su primera aventura comercial. En la cosecha de habichuelas caían muchos granos al suelo. Balbuena esperaba que se fueran los cosechadores para él luego recoger los granos abandonados y vendérselos a los colmados rurales. Más tarde, cuando su familia se habría trasladado a las llanuras del Cibao, haría lo mismo con la cosecha del tabaco. Recogía con sus compañeros las hojas Achipa@ (de calidad inferior) abandonadas por los cosechadores por no tener valor comercial. De hecho, sí tenían valor modesto en los colmados locales. Es decir, durante la primera década de su vida, Balbuena ya se había convertido en suplidor juvenil de pulperías rurales. Ese dinero Cel de la ventaC era mucho más rápido que el del agricultor que producía los cultivos en cuestión.

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Pero su vocación económica tenía otro pilar también: su amor a la construcción. Las cocinas rurales en la República Dominicana son modestas estructuras separadas de la casa. Siente orgullo en haber construido, a la edad de ocho años, una cocina para su mamá. Él y sus compañeros también andaban tumbando palmas para construir puentes a través de varios arroyos en la montaña. Cuando se mudó a la capital por primera vez, consiguió empleo precisamente en ese rubro, de la construcción. Como muchos, fue empleado y peón hasta lograr conseguir el capital para comenzar su primer negocio propio, como vendedor de quinielas.

Habla orgullosamente de estas etapas de su pasado mientras supervisa a Alisón, quien arregla los pocos víveres que quedan. Ya no queda casi ninguno. Habrá que ir al mercado hoy mismo. Entre los comestibles más tradicionales y más codiciados en los barrios están los víveres Cplátano, yuca, yautía y demásC y las frutas. Un colmado que no los vendiera sería un colmado entre comillas. Balbuena los tiene como elemento central en su inventario. Pero los despliega no dentro del colmado, sino casi en la misma acera, sobre una mesa y un tramo que dan a la calle. ¿Y por qué no los guarda detrás del mostrador, le pregunto, como se hace con los sacos de arroz y de habichuelas? Se sonríe con la inocencia de la pregunta. Cuando se trata de víveres, el ama de casa dominicana quiere examinarlos, tocarlos, apretarlos, manipularlos, antes de comprarlos. Si los tiene que ver de lejos detrás del mostrador, no los compra.

Por eso los pone casi en la misma acera. El peligro de robo se minimiza por el empleo de Alisón, el muchacho haitiano que trabaja como vigilante en el negocio. Y, además, guardan siempre a mano un bastón de madera. El bastón de los ladrones.

Estos detalles me los había explicado Balbuena en el curso de mis primeras visitas al colmado. Hoy, un viernes, mi esperanza era ir más allá de las conversaciones generales para proponerle una colaboración formal con un estudio detallado de su colmado. Este es el punto delicado en que muchas relaciones casuales se

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destruyen. Llego a las 8:30 de la mañana, seguro de que iba a encontrar a Balbuena. El colmado llevaba ya más de una hora abierto. Sin embargo, Balbuena estaba en un montículo detrás del colmado. Se había quemado un cable de la Corporación y no había luz, ni en el colmado ni en el barrio. Cuando es un apagón común y corriente (y son bastante comunes y corrientes en la República Dominicana), Balbuena sabe que la luz llegará eventualmente y que sus carnes congeladas corren poco riesgo. Pero el problema de hoy es mucho más serio. No vendrá la luz a menos que se realice una reparación. Los pollos y demás carnes congeladas en el freezer de Balbuena no pueden correr el riesgo de contar con la Corporación.

Balbuena ya está detrás de su tienda, trepado arriba de un promontorio de tierra que separa su colmado de un barrio residencial, lugar donde se encontraba el cable quemado. Entro en el pasillo estrecho que conduce a la parte atrás. Cuando veo que no puedo alcanzar a Balbuena sin pasar arrodillado por un hoyito enlodado perforado en la parte inferior de una pared, decido saludarlo de lejos. Al verme, me dice que lo espere en el colmado, que ya viene.

Llega amistoso pero, obviamente, frustrado y con rabia en contra de la Corporación. A diferencia de otros, su colmado vende pescado y carne frescos. El pescado lo manda a comprar en San Pedro de Macorís cada semana en su camioneta, manejada por un amigo de confianza. Compra también carne congelada, sobre todo pollo y costillas, no sólo los embutidos que venden regularmente muchos otros colmados. Estos productos se pueden dañar si no se arregla este problema.

C¿Llamó a la Corporación? le pregunto. Todavía nos tratamos de usted, aunque Maribel, Illo y Alisón, el muchachito haitiano, ya me tratan de tú.

CSí. Ya el barrio entero llamó. C¿Cuándo vendrán? CBueeeeno...

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La camioneta de Balbuena anda en otra diligencia. Le ofrezco una bola si quiere ir a la Corporación. ANo hay con quien hablar, me explica. Tenemos que esperar que vengan ellos@.

Pero pronto se supo que él no tenía la menor intención de esperar. Ya Balbuena y los vecinos están haciendo arreglos para ver si se resuelve el problema sin intervención oficial.

CMucha gente en este barrio depende de mí para la luz, me confiesa.

Como nuestra confianza es incipiente, decido no preguntar los detalles extralegales, sobre todo porque como yo ando con bolígrafo y tablilla... Llega un joven con escalera, otro hombre con alambre grueso, todos aparentemente bajo el mando de Balbuena.

CBalbuena, )cuándo habrá lu'? le grita una mujer del otro lado de la calle.

CPero bueno, )y yo soy la Corporación? le responde amistosamente.

Pero se ve que, de hecho, la gente contaba con él para resolver el problema.

CEn realidad, uno debe esperar que venga la gente de la Corporación para arreglar esos alambres, me explica. Pero ya usted sabe...

Sería fácil romantizar y malinterpretar. Su iniciativa probablemente se deriva no de su liderazgo o de sus sentimientos comunitarios, sino del hecho de que el cable quemado se encontraba a unos cuantos metros de la parte atrás de su colmado y de que tiene un congelador lleno de carne y pescado.

El tópico de la luz Co más bien de la carencia de luzC domina las conversaciones y hasta los saludos de los transeúntes. En este barrio dominicano los saludos callejeros tradicionales ()Qué hay?) se sustituyen ya por un saludo nuevo: ANo=ay lu!@ El apagón ya forma parte intrínseca no sólo de la economía dominicana sino también de su cultura popular (o más bien impopular).

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Balbuena me invita a sentarme. En su colmado hay una silla alta de las que se encuentran en los mostradores de las cafeterías. Está ocupada por un señor comiéndose un sandwich y tomándose un refresco de naranja. Hay también un banquito verde de madera colocado en la acera. Los tenía colocados arriba de un tramo. A diferencia de muchos otros comerciantes de colmado, Balbuena no organiza el espacio de su colmado para que sirva también de lugar de reunión social ni de consumo de bebidas alcohólicas. Lo intentó una vez, pero decidió sacar el aparato de música. Su colmado sencillamente no tiene espacio. El área donde entran los clientes está llena de cajas de refrescos, sacos de productos y cajas de verduras. Aun así hay que tener por lo menos algunas sillas para que la gente se siente.

Pero para nuestra conversación Balbuena manda a su ayudante a sacar dos sillas plásticas, de aquellas extranjeras que han inundado la República en años recientes, casi destruyendo la industria local de sillas de madera y paja. Faltando espacio en el colmado, las sillas tienen que colocarse afuera en la acera, donde interfieren con el paso de los transeúntes. Un ciclista joven casi nos choca. El ayudante de Balbuena le grita C(Camina en la calle, carajo!

Como hoy es viernes, Balbuena ya había amontonado varias cajas de cerveza Presidente una encima de otra en la acera misma en preparación para las ventas del fin de semana.

Balbuena ya había comentado sobre la dinámica de la microeconomía cervecera. El decidió no dejar que su colmado se convirtiera en sitio de bebedera alcohólica. Su clientela principal son amas de casa y niñas. Si el colmado se llena de desempleados embriagados inclinados al piropo, las señoras y sus hijas se van a otro negocio. El negocio ganaría con la bebida, es cierto. Pero el negocio de la bebida sube y baja, mientras que el de la comida no cambia. La gente no tiene que beber cerveza, pero sí tiene que comer.

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Su participación en la economía cervecera, a pesar de su cautela, es fuerte. Pero es más bien como mayorista de cerveza a otros negocios más pequeños en el vecindario. La compañía cervecera le da un descuento al comerciante que compra por lo menos 5 cajas de 24 botellas de un golpe. Balbuena hace eso, en-fría la cerveza en un congelador que consiguió para ese propósito, y la vende por caja enfriada a otros comerciantes que no compran en cantidades suficientemente grandes para conseguir el des-cuento.

Se sienta otra vez para hablar conmigo. Los señores de la escalera y los alambres ya estaban atrás en su asunto con el cable.

Se había puesto a mis órdenes, pero se veía preocupado y un poco tenso con este dilema del cable. Mal día, pensé yo, para caerle encima con una propuesta de estudios académicos.

C¿Y cuándo piensa usted abrir su negocio? me pregunta de repente.

El día anterior le había dicho que volvería para proponerle que me prestara su colaboración en mi trabajo. Obviamente, interpretó eso en términos comerciales. Y probablemente otras gentes del barrio le habrían hablado de mí Cun extranjero que andaba de colmado en colmado haciendo preguntas. Parecía que quería poner algún negocio en el país. La subcultura empresarial del barrio establece marcos de referencia y pautas de interpretación de conducta y motivos.

Le explico a Balbuena el verdadero propósito: un libro sobre el colmado dominicano. Le pido su colaboración. Acepta, siempre y cuando consiga también la aprobación de su esposa Tatica, quien realiza la mayoría de las ventas.

Me manda donde ella, ocupada con tres clientas. La actitud amistosa con que me recibió se convierte en nerviosismo mientras le pido formalmente su colaboración en un estudio. Lo trato de hacer en voz baja, pero la conversación animada y los chistes de las señoras de repente se convierten en silencio monástico. Vuelven sus miradas discretamente hacia otro punto permitiendo

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así que sus oídos se dirijan más fácilmente hacia nosotros. Tatica también accede.

Me siento otra vez en la acera con Balbuena. Me indica su casa, que queda justo al otro lado de la calle, frente al colmado. De repente se disculpa, se levanta, cruza la calle y entra a su casa. Mientras tanto, un pequeño camión blanco se para delante del colmado. Salen dos hombres con tablillas.

C¿Cómo se llama este colmado? pregunta uno con tono de autoridad. A diferencia de la mayoría de los colmados, Balbuena no ha puesto letrero con su nombre.

CColmado Balbuena, contesta Tatica. Los hombres hablan con Tatica sobre los diferentes productos (todos sabrosísimos y de alta calidad, le aseguran) que andan vendiendo.

C¿Tienen queso amarillo? les pregunta Tatica. CAhora no, pero pasamos los miércoles y los sábados. Balbuena regresa. Habla con los hombres. Vuelven a hablar

de los muchísimos productos buenos que vendían. Balbuena no les compra nada en el momento, pero los invita a regresar en otro momento. Se montan en su vehículo y se van. Son vendedores de la calle, explica luego. No los conocía hasta ahora. Así vienen muchos. Para algunos productos, el dueño de colmado tiene que ir a los surtidores, a los almacenes, pero a veces vienen vendedores de la calle directamente adonde uno. Unos llegan en camioneta o camión pintado con letreros de alguna compañía. Otros en carros privados, con el baúl lleno de mercancía. La mayoría de estos vendedores se apean del vehículo ornamentado con algún símbolo de seriedad comercial: un carnet de identificación pegado a la camisa o una corbata o una tablilla o, por lo menos, un bloque de facturas en blanco.

Llega una señora. Le dice a Balbuena que le Ahaga el favor@, expresión local que expresa deseos de una conversación en privado. Balbuena se levanta y va donde ella. La señora le entrega algo a Balbuena. Otra vez empieza a cruzar la calle. Se para, da la vuelta y le dice al ayudante que le traiga el llavero.

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CEse no. El grande. Le entregan el llavero y se va a su casa. Cuando regresa saca

de su bolsillo diez billetes de cien pesos. Los cuenta delante de la señora y se los entrega.

Esta escena pasa con regularidad en los barrios: la gente buscando desesperadamente quien le cambie un billete de quinientos o de mil. No se va a colmados de barrio con billetes de mil pesos Cmenos por temor a ladrones que por dificultad de cambio. Balbuena le hizo este favor a la mujer, una cliente regular. No tuvo que fingir comprándole algo en el negocio en ese momento. Balbuena mismo tuvo que ir a buscar el dinero guardado bajo llave en su casa para hacerle el favor a la señora. No se guardan cantidades grandes de dinero en el colmado.

Dos mujeres, obviamente vecinas o amigas, se gritan de lejos en la calle.

C¡Tenga cuidado, María... la estamo’ mirando! grita una con voz de risa y con un movimiento admonitorio del índice.

CMire, contesta la otra riéndose, usted no sabe en lo que yo ando...

El episodio deriva de una subcultura de chiste en torno a las actividades de las mujeres del barrio en horas en que sus maridos están ausentes en el trabajo. Supuestamente, andan comprando el vívere y el aceite...

Este tono de chiste domina muchas interacciones, incluso Co quizás sobre todoC en el colmado mismo.

CJerry, ven a conocer a la clienta má' guerrera y peleona de la capital, me dice Balbuena.

Está hablando con una señora joven con cara de malhumor, obviamente molesta por algo que sucedió en el colmado, pero con media sonrisa renuente que no podía reprimir por la manera amistosa de Balbuena. La mujer da la espalda y se va con movimiento rabioso de la cabeza pero con una media sonrisa que sugiere que probablemente volverá al colmado.

CHay que saber tratar con la gente, me explica Balbuena.

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Mire, esa señora me habló fuerte. Otros comerciantes le habrían contestado de la misma manera y más nunca vuelve. Yo no. Eso viene de la experiencia de uno.

Balbuena se siente obviamente orgulloso de sus capacidades comerciales.

CPara el comerciante de barrio, sigue explicando, el trato con la gente es importantísimo.

Más tarde se contradiría, elogiando la capacidad de Tatica de hablar fuerte con los clientes cuando la situación requería hablar fuerte. Balbuena sabe que a veces el comerciante tiene que confrontar a la gente. Esa función, por lo general, se la deja a su esposa Tatica.

CMi mujer e' brava. Si tiene que pelear, pelea. Si hay que chocar, choca. No le tiene miedo a la gente. Mi mujer e' fuerte. Le da el frente a la gente. Cuando hay que conte'tar, conte'ta. Yo en eso soy má' suave.

Dentro del colmado las transacciones siguen. C¿A cómo son lo’ pepino’? le pregunta una mujer a

Tatica. CA do' peso'. Hay má' grande' a 4 peso' en la nevera. La mujer pide uno de a dos. A veces la gente llega con poco

dinero. No se dan muchos lujos. C¿Y la’ cebolla’ a cómo son? pregunta la mujer. Tatica

misma no sabe. C¿A cómo son la’ cebolla’?, le pregunta a Illo. Esta pregunta inocente revela algo de las líneas de autoridad

en el negocio. Sorprende oír la codueña del colmado preguntándole al ayudante sobre el precio de las cebollas. Balbuena hace las compras de los víveres y fija los precios, comunicándolos al muchacho que lo ayuda. En teoría Tatica, como esposa del dueño, llevaría el título de codueña. En otro sentido, sin embargo, funciona más bien como ayudante con un rango más alto que el de los otros ayudantes. Balbuena toma las decisiones, consigue los productos, fija los precios, y a veces le

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llama la atención a Tatica sobre uno que otro manejo de dinero. Y como acaba de suceder, Tatica tiene que preguntarle al joven que le ayuda sobre el precio de las cebollas.

Las transacciones siguen. Hay varias mujeres y un hombre dentro de la tienda.

C¡Qué mostrador más bonito! comenta una mujer. Los clientes se separan de Tatica por un mostrador y un freezer. Es de madera cubierta con plywood.

Una de las mujeres acababa de coger unos víveres de la caja en la acera. Los tenía en el mostrador delante de ella mientras esperaba que la atendieran. Tatica estaba sola, un poco agitada con la cantidad de clientela. Normalmente, Balbuena despacha también. Pero el arreglo del cable quemado ocupaba las energías de Balbuena, dejando sola a Tatica. Illo estaba por el momento ocupado en otra tarea.

C¡Mira, ¡Tatica, si no me atiende dejo la’ cosa’ en el mo’trador y me voy a otro colmao!, le gritó la mujer que había cogido los víveres y esperaba que la atendieran. El tono era de broma. La mujer no se va.

Entra un hombre y pide dos cigarrillos. Tatica se los da, pero sale sin pagarlos y sin que Tatica los apunte en el libro que se guarda para las ventas fiadas. Resulta ser el albañil que está poniéndole un tercer piso a la casa de Balbuena frente al colmado.

Entra un joven de unos 15 años. Coge un refresco de naranja, paga, coge su cambio y sale del colmado.

CVen acá )y la botella? le grita Tatica atrás. CNo te apure'. Lo voy a tomar aquí mi'mo, le contesta el

muchacho. Se sienta en el banquito verde que Balbuena había colocado en la acera y se toma su refresco.

Entra otra, también pide un refresco, dándole un billete de diez pesos a Tatica. Tatica le da el refresco y pasa a otro cliente.

C¿Y no hay devuelta? le pregunta la del refresco. CNo te preocupe'. Te la doy cuando me devuelva' la botella. El negocio tiene gente. Al otro lado hay un muchacho de 13

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años usando como silla unos sacos de arroz amontonados en el piso. Entra una mujer con un billete de 20 pesos en la mano.

CDame una Pe'si. Toma! le dice a Tatica. Tatica le pasa tanto la Pepsi-Cola como la devuelta. La mujer sale y cruza la calle con la botella en su mano. Reglas de juego misteriosas, aún por descifrar. Algunos clientes no se pueden ir con botellas sin chocar con Tatica, otros sí.

La acera delante del colmado es casi intransitable por las seis cajas de cartón llenas de cerveza de diferentes marcas. Los dos botelleros están ya llenos de cerveza en proceso de enfriarse.

CAl dominicano le gusta su cerveza bien fría, explica Balbuena en tono didáctico.

CLa cerveza es una parte importantísima de mi negocio, continúa. Pero casi no detallo cerveza. Lo que hago es comprar en cantidad, enfriar y vender por caja a otros comerciantes locales que sí detallan cerveza. Los fines de semana la venta de cerveza está tan caliente que a los otros comerciantes siempre se les acaba. Entonces vienen donde mí a comprar cerveza fría por caja.

Con este arreglo Balbuena aprovecha el comercio de bebidas alcohólicas sin convertir su propio colmado en un colmadón de hombres intoxicados.

Para este fin, Balbuena consiguió dos freezers distintos. Los dos están llenos de botellas de cerveza, con uno que otro artículo Csalami, queso, etc.C metido encima de o al lado de la cerveza. Usa dos congeladores, no sólo pensando en volumen de cerveza sino también en sincronización. Le pregunto si va a poner las botellas recién compradas, todavía empacadas y en la acera, en el congelador abierto que estamos mirando. No, me contesta. Uno nunca debe mezclar cerveza fría con caliente. Los clientes se ponen bravos si uno les da una botella que no esté fría. El freezer grande coge unas diez cajas de cerveza, y cada caja trae 24 botellas.

CA mí me toca distribuir cerveza los viernes, me explica. El camión de cerveza Presidente pasa cada viernes. Pero con el problema de los apagones, no puedo esperar que el camión llegue

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donde mí. Si llega tarde, y se va la corriente, la cerveza no se enfría para la tardecita que es cuando la gente empieza a tomar. Así es que cojo la delantera. Esta mañana, por ejemplo, me monté en mi camioneta por la mañanita y fui buscando el camión por las calles del barrio. Compré la cerveza ahí mismo en la calle. Más tarde, el camión de cerveza apareció aquí y le compré unas seis cajas más. Están ahí en la acera. Pero ya las otras botellas se están enfriando desde temprano.

Balbuena interrumpe su cátedra y mira hacia el mostrador, donde un vendedor de la calle acaba de colocar dos docenas de latas de atún.

COh-oh, )y esa tuna tan rara? protesta Balbuena. Parece que el vendedor había traído una marca nueva.

CAy no, prosigue Balbuena. Lo siento, pero no puedo llenar el negocio con un producto nuevo. Primero hay que hablar con el público, ya usted sabe.

Sin embargo, Balbuena no quiere ofender al vendedor. Es un surtidor regular.

CMire, déjeme una docena de las dos que tiene ahí. Llego al colmado y saludo a Tatica. CPero después que haga su trabajo, no va a desaparecer,

)verdad? El problema de la luz ya se había resuelto. Balbuena se disculpa, que tiene que ir al mercado a comprar

víveres. Le pregunto si lo puedo acompañar. Me mira con asombro.

C¿Usted quiere ir al mercado? CSí, si no le molesta. Tatica se ríe de la idea. Ella misma nunca ha ido. El que se

mete en esa mugre y en ese lío es Balbuena mismo. Balbuena acepta que lo acompañe.

CPero va a tener que dejar su >yipeta= aquí, me previene. Va conmigo en mi camioneta. Y también se tiene que quitar cualquier prenda o reloj y no andar con dinero. Vamos a estar entre ladrones.

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Como no ando ni con prendas ni con reloj, se ve que la

admonición de Balbuena era simbólica. Mi bulto de hombro lo

dejo detrás del mostrador. Y transfiero mi cartera del bolsillo de

atrás a un bolsillo del frente. Me había adelantado, sin embargo.

Como se vería luego, el viaje tardaría bastante en empezar.

La estrategia de la compra semanal en el mercado se revela

poco a poco. Balbuena va en su camioneta al Mercado Nuevo, en

la Duarte arriba. No puede ir sólo. Hay que tener quien le cargue

la mercancía y quien lo proteja en contra de ladrones. Por lo tanto,

anda acompañado, pero no por sus empleados. Estos tienen que

quedarse con Tatica en la tienda. Lo acompañan más bien dos

muchachos del vecindario, uno para cargar los productos si la

camioneta tiene que parquearse lejos, y el otro para quedarse en la

camioneta velando lo que ya se compró.

Antes de ir Balbuena hace un inventario mental de lo que

necesita comprar. Mira lo que hay y lo que falta. AE'ta ve' no traiga

tanta lechosa,@ le dice Tatica. No hay ajo, nota Balbuena. Y no hay

guineos.

CMientras Balbuena hace las rondas del colmado, entra un

muchacho.

C¡Tatica, una sopita y un completo! (La sopita es una cajita

de cubitos de caldo de sopa y el completo es un sazón.) Recibe,

paga y se va.

CEntra otro muchacho, éste de unos quince años.

CTatica, dame salami y una' galleta', tu sabe bien de la'

cuale'. ¡La’ que me gu’tan!

El muchacho, aparentemente, es un cliente frecuente, se

comporta como APedro por su casa@. Asume que Tatica conoce

sus gustos. Tatica le trae las galletas.

CY dame salami también.

C¡Pero dime cuánto! ¿Yo ‘toy en tu mente?

CDame cinco de salami.

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Tatica saca el salami del freezer al lado del mostrador y le

corta la porción indicada. Illo y Tatica siguen en su lugar habitual, detrás del

mostrador. Entran varias señoras al mismo tiempo, entre ellas una de color indio claro con Apelo bueno@, las otras de color más oscuro. Tatica las saluda bromeando.

C¡Tengo la rubia aquí! Yo soy d=ella. (Illo, ve tú con la otra=! Tatica atiende a la señora mencionada, Illo a las otras. Tatica

misma, de los campos de las Matas de Farfán, tiene tez más oscura que la de su esposo. Jamás cometería la estupidez de hacer comentarios gratuitos y ofensivos que ahuyenten la clientela. Su broma racial es espontánea, chistosa y Cal parecerC completamente aceptable e inofensiva a los demás. (Se puede imaginar la reacción que provocaría un comentario así en un colmado angloparlante poliétnico de Manhattan).

Tatica usó ese término Arubia@ no como descripción de color de pelo, sino como piropo refiriéndose al color de piel de la cliente. El piropo público se permite, aun en presencia de personas más oscuras, las cuales por su participación amistosa en el diálogo están implícitamente admitiendo la inferioridad estética de su propio fenotipo. No se considera insulto.

Pero pasa otro incidente que indica que sí hay barreras de cortesía que no se deben violar. Alisón, el muchacho haitiano, sufre mucho con los comentarios raciales en contra de los haitianos, y trata cuando puede de esconder su origen. Su fenotipo y su manera callada indican que Balbuena quizás no esté jugando. Uno no sabe. Al dominicano de color oscuro a veces lo tildan de Ahaitiano@, sobre todo si es joven y de bajo status socioeconómico, como el muchacho en cuestión. (El título aplicado a políticos y otras figuras más prominentes pierde el tono de chiste que mantenía en el episodio bajo consideración).

Empiezo a hablarle a Alisón, a quien acababa de conocer, en creole.

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CVini m' palé-ou. Kité-m tandé-ou palé ti-kras kréol pou mwen. El muchacho me mira con una sonrisa involuntaria, pero

inmediatamente mira hacia otro lado y no me contesta nada. Le pregunto a Balbuena si me estaba tomando el pelo con eso de haitiano. Temía haber ofendido a un humilde muchacho dominicano tildándolo del epíteto quizás más ofensivo que se pueda tirar de este lado de la frontera. Balbuena me asegura que no, y que él, Balbuena, tiene el colmado más internacional del barrio, con un ayudante haitiano y (ahora) un investigador norteamericano. Vuelvo y hablo al muchacho en creole, pero no logro sacarle ni una palabra.

La piel oscura en sí se ve como una desventaja puramente estética, sin connotaciones profundas sobre la persona o el carácter del individuo. Pero cualquier insinuación de mezcla u origen haitiano ya cambia el asunto. Ahí sí entramos en el terreno de los insultos y epítetos. El buen humor y aceptabilidad de los chistes sobre "la rubia" y sus vecinas más oscuras desaparece cuando se trata del tema haitiano. El muchacho de la acera no niega ser haitiano. Pero rehúsa hablar públicamente en Apatuá@, pues sabe que sus anfitriones no lo califican como lengua humana genuina. El tema surge luego en otro episodio.

Mientras tanto, entran dos muchachitas pequeñas, de unos ocho años, sonrientes.

CTatica, un peso de galleta. Y dame sei' peso'e yuca. Pero tiene' que darme de la yuca hermosííííísima, le dice pícaramente. No de la mala. )Oí'te?

Ya con sus ocho añitos es una exigente compradora profesional, imitadora, obviamente, de la conducta comercial de su madre o de sus vecinas adultas.

Entra otra niña de unos diez años y exige con prisa, CTatica, ven. Un peso de verdura. Toma. Pone el peso en la mano de Tatica. CNo hay de la pequeña, le dice Tatica. CPo' dame mi peso, contesta en tono frustrado. Coge su

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peso y sale, obviamente, hacia otro colmado. No anda con dinero para una compra más cara.

Ni a los comerciantes ni a los clientes les gusta que sucedan tales escenas. El colmado tiene que tener todo lo que la gente quiere. Si no, se van a otro. Por eso Balbuena sigue controlando lo que hay y lo que falta, preparándose para nuestro viaje al mercado.

Una señora le pide a Tatica un >chin= de aceite, una cantidad indefinida aún menor que lo habitual en colmado de barrio. Tatica protesta.

C¿Tú cre’ que vo’ a segui’ detallando aceite así?, se queja bromeando con la señora (mientras le llena su pedido).

CAy. Cuando yo tenga mi almacén, (ma' nunca detallo así!, me afirma irónicamente. CMe gu'ta ma' la ley del supermercado que e'ta ley del miserable.

Con estas frases Tatica acaba mostrar dos sueños, dos metas alternativas, entretenidas por muchos dueños de colmado: convertirse un día o en dueño de almacén o en dueño de supermercado. Pero mientras aquél es su surtidor actual, éste es su competidor actual. La gran amenaza del supermercado para el dueño de colmado (y su gran ventaja, pensaría uno, para el pueblo) es que vende a precios más bajos por unidad que el colmado.

Entonces, )por qué compra la gente en colmado en vez de ir a un supermercado? ¿Será el transporte? ¿Hay que andar en carro para comprar en el súper? Sí y no. En los grandes sí. Pero ahí mismo en el barrio, en la calle Cabecera, hay dos supermercados, tan accesibles físicamente como el Colmado Balbuena, y con precios más bajos por unidad. ¿Por qué no va la gente al sitio de los precios más bajos? ¿Será por el crédito? ¿Los colmados fían con más facilidad? No necesariamente. Es cierto que Balbuena le fía a una veintena de clientes de confianza. Tiene unos $5,000 en la calle. Pero hay otros colmados que no fían. Y aun en el Colmado Balbuena la gran mayoría de las transacciones observadas son al contado, sea con billetes o sea con monedas.

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La paradoja desaparece si descartamos por el momento la dicotomía oficial y académica entre Amayoristas@ y Adetallistas@ que se usa en libros de texto, y si utilizamos la taxonomía popular del barrio. Los libros de texto definen el supermercado como una entidad detallista, pero no la gente del barrio. Para mucha gente del barrio el problema del supermercado es precisamente que no detalla. Entras en el colmado con un potecito vacío y te despachan dos o tres pesos de aceite. En el supermercado tendrías que comprar por lo menos una botellita entera. En el colmado entras con un plato plástico y te venden tres cucharadas de pasta de tomate para el almuerzo. En el supermercado tendrías que comprar por lo menos una latica entera. Para mucha gente del barrio el problema con el supermercado es que establece cantidades mínimas de venta por encima de su cotidiana capacidad económica. Quizás noventa por ciento de las transacciones observadas en el Colmado Balbuena caen por debajo de lo que se podría comprar en el supermercado. Ahí está su lógica y la raíz de su supervivencia.

Muchos colmados sirven otras funciones que también contribuyen a su popularidad Csitio de reunión social, de música y tragos para los hombres los fines de semana, y de interacción social para mujeres y niños durante el día. Pero los elementos pintorescos, folklóricos y accidentales del colmado no deben ofuscar su rasgo esencial. La función económica central del colmado de barrio y su lógica fundamental es que de verdad detalla en cantidades asequibles a la microeconomía precaria de la familia del barrio. Por un lado, está mejor surtido y, por lo tanto, es una fuente más confiable de necesidades domésticas que el ventorrillo o el triciclero. Pero, por otro lado, está más al alcance económico cotidiano de gran parte del público que el supermercado.

Tatica se queja bromeando de la tarea de detallar el Achin@ de aceite a la señora. Pero sabe bien que ahí, precisamente, reside la ventaja central que ella y su marido llevan al supermercado que les queda a unos doscientos metros de distancia en la misma calle.

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Las transacciones siguen y Balbuena sigue preparándose para nuestra visita al mercado. Noto que está tomando mucho tiempo. Más tarde sabría el porqué: quería hacer una compra de unos $1,500 en el mercado pero sólo tenía unos $900 guardados en casa. Necesitaba más dinero. Y en el Mercado Nuevo no se fía. Es una selva, me explica, donde nadie conoce a nadie. Balbuena tenía que ingeniárselas para aumentar su capital antes de salir al mercado.

Entra otra joven. C¡Dame un peso de salami, Tatica! Tatica está con otra cliente y no contesta. C ¡Te dije que me diera un peso de salami!, le repite

impacientemente. C¡E'pérate! Te lo voy a dar! CPero tú no le dice' na' a uno, reprocha la joven. Hay

muchas maneras de hacerle caso a la gente, aun cuando el comerciante no les puede atender inmediatamente. Hay que saberlas emplear.

Me había fijado en una apertura rara que había en la parte alta de la pared de atrás del colmado, ahí por donde caminaban Tatica e Illo mientras atendían a los clientes del otro lado del mostrador. A esta >ventana=, que era más o menos de un metro cuadrado, se le habían puesto unas rejas de hierro y una puerta de madera con un candado. En este momento se clarifica la lógica de esa ventana, aparentemente insólita.

Resulta que detrás del colmado hay otro barrio residencial, pero que no tiene salida a la Calle Cabecera, la calle del Colmado Balbuena. La gente de ese otro barrio sale al centro de la capital por el otro lado. No pasa por donde Balbuena. A todo costo Balbuena quería tener acceso a esa clientela. Una puerta en la parte de atrás del colmado no era posible debido a la loma de tierra que hay inmediatamente detrás del negocio. A Balbuena se le ocurrió abrir una ventana en la parte alta de la pared y ponerle unas rejas

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de hierro y puerta con candado para que no entraran ladrones de noche.

Es un arreglo físicamente incómodo, pues como la ventana queda bajita para los clientes sobre la loma, tienen que agacharse para hacer sus compras. Y del otro lado, dentro del negocio, Illo, a quien se le ha dado el encargo de atenderles, tiene que treparse en una silla y en unos sacos para entregar mercancía y cobrar dinero a los clientes de ese lado. Pero, a fin de cuentas, el arreglo funciona. Balbuena tiene sus clientes. Y la gente del otro barrio tiene acceso al Colmado Balbuena.

Balbuena se siente orgulloso de haber inventado esa solución, otro indicio de su astucia comercial.

CA otro comerciante no se le ocurre perforar un hoyo en la pared de su negocio, me explica con orgullo. Por eso mismo me cambié de sitio, para poder llegarle a la gente de ese otro barrio. Su colmado, de hecho, había estado del otro lado de la calle, en la planta baja de su casa. Al cruzar la calle, no sólo logró situarse en la sombra, por donde camina diez veces más gente, sino que también puso a su alcance otro barrio entero mediante esa abertura en la pared.

Fue a través de esa ventana que Illo acababa de despachar una funda con unas libras de arroz a un muchachito del barrio. Pero al poco rato regresa el muchachito.

CE' una libra de arro' na' ma' que yo quería, grita en voz fuerte y exigente por la ventanilla. Los niños del barrio no son nada tímidos con los empleados de colmado. Exigen. Reclaman. Y si hay que quejarse, saben quejarse con gusto y con buen humor.

Sin decir una palabra, Illo se trepa otra vez en los dos sacos para alcanzar la funda que trae el muchachito, vacía el arroz en su saco original, coge otra funda más pequeña, mide una libra de arroz y se lo vuelve a dar al muchachito. Noto con curiosidad que no se le devolvió dinero al muchacho. ¿Sería una compra fiada?

Iba a preguntarle a Balbuena, pero no hay tiempo. En ese momento llega otra camioneta con otro vendedor. Entra en la

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tienda cargando fundas de costillas congeladas en los brazos. Es un vendedor clave para Balbuena, con el cual tiene relaciones comerciales de confianza.

Balbuena mira su llegada con gran alivio (menos por las costillas congeladas que por la manera en que ese señor, sin darse cuenta, le va a resolver el dilema de la escasez de capital para las compras del Mercado Nuevo). Balbuena examina la carne brevemente Critualmente, diría uno, en vista de la maniobra a punto de perpetrarse.

CTe pedí longaniza también. )La traji=te? El vendedor, apurado, le tiene que decir que no anda con la

longaniza en este momento pero que por favor tuviera paciencia, que no tardarían en llegar.

C¿Tiene teléfono? le pregunta a Balbuena. Balbuena le cede el uso del teléfono detrás del mostrador. El vendedor habla con la central y asegura a Balbuena que la longaniza llegaría en la tarde, que no tiene que comprársela a otro. Balbuena se compromete magnánimamente a esperar la longaniza y hasta a pagarla por adelantado en la misma factura con las costillas.

C¿Cuánto vale todo?, le pregunta al vendedor. CSeteciento'. CMuy bien. Me prepara una facturita. Pausa un momento y continúa. CBueno, esteeee, el efectivo lo dejé en casa. ¿Está bien si

pago con cheque hoy? C¡Oh, pero claro que sí! El vendedor parece aliviado de poderle hacer una concesión

de confianza en reparación de su entrega incompleta. Balbuena saca un talonario de cheques. Los cheques son del Banco Popular. Tienen el nombre de Balbuena impreso en la parte superior.

C¿Me lo quieres llenar? Balbuena le pregunta en voz baja al vendedor.

Se siente inseguro con los cheques. Balbuena me había indicado que a él, como autodidacta, le daba trabajo deletrear los nombres de la gente correctamente.

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CMejor que lo llenes tú mismo, le dice el vendedor. Quedan pocos cheques en el talonario.

CDeja que yo te llene el cheque, le dice Tatica a su marido. Si lo lleno yo no hay errore=.

Normalmente es Tatica quien le escribe los cheques. Pero esta vez él decide hacerlo él mismo. ¿Sería para dejar constancia? Él me había hablado de su alfabetismo auto enseñado y a lo mejor quería demostrármelo.

Finalmente, había llegado el momento clave de la maniobra. Balbuena se prepara para escribir el cheque, teóricamente, de setecientos pesos. Se traslada al punto del mostrador donde yo estaba.

C¿A cómo ‘tamo hoy? le pregunta al vendedor. CA trece. C¿A nombre de quién lo lleno? CJuan Ramón Hidalgo. Empieza a escribir, pero se detiene como si se le hubiera

ocurrido algo en el momento. CLo lleno de mil pesos y me das devuelta, le dice

casualmente al vendedor, como si fuera procedimiento rutinario. CComo no, le contesta el vendedor en un tono que parecía

un poquito más seco... Misión cumplida. Con esta maniobra Balbuena acababa de

conseguirse un préstamo de trescientos pesos en efectivo bajo otro nombre. El vendedor le entregaría no sólo las costillas sino también dinero en efectivo que le permitiría completar las compras en el Mercado Nuevo. Lentamente, escribe el cheque por los mil pesos delante de mí, lo firma y se lo entrega al vendedor.

El vendedor mira el cheque y se lo devuelve. Hay un error, no en la suma, sino en el deletreo. Utilizando su propia ortografía fonética, Balbuena había escrito AIdalgo@.

CPónmelo con hache, le dice a Balbuena. Hay que hacer otro cheque.

C¿No te lo dije?, lo regaña Tatica. Si te lo hago yo, no pasa eso.

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CMira, contesta Balbuena, un poco avergonzado, pero riéndose de todas maneras, lo importante no es la letra, sino que haya dinero en el banco para cubrir el cheque.

Y, de hecho, en ese momento en el banco no había dinero. Cuando se fue el vendedor, Balbuena me admitió que la cuenta no tenía fondos suficientes para cubrir el cheque. Nota mi asombro.

CNo hay problema. La cuenta no tiene que tener fondos, me explica. Mire, los bancos no trabajan sábado ni domingo. Aunque el comerciante deposite el cheque hoy, no le dan efectivo hasta el lunes.

El lunes tempranito Balbuena saldrá corriendo al Banco Popular con el dinero de la venta de cerveza del sábado y del domingo. Ese dinero no sólo cubrirá el cheque sino que también dejará unos $400 ó $500 en la cuenta. Es decir, el uso del cheque como mecanismo de pago constituirá una fuente doble de crédito: los trescientos pesos en efectivo, por un lado, y, por otro lado, el cheque entero usado como préstamo puente de mil pesos sin interés entre viernes y lunes.

CPero esas cosas se hacen sólo con gente de confianza, me advierte.

Con esta maniobra crediticia en mente, y con determinación de escribir el cheque él mismo, sin ayuda de Tatica, se pone a escribir otro cheque, esta vez con la hache. El vendedor le entrega la carne y los trescientos pesos.

CLa longaniza te la traigo por la tarde. Si no, por la mañanita, le asegura el vendedor. Se despide y se va.

La camioneta se aleja y Balbuena me llama aparte y me explica la maniobra entera con orgullo. Esto no lo pueden hacer los colmados pequeños que no tienen cuenta corriente, observa Balbuena, indicándome así que su negocio ya era de otra categoría. Con este nuevo influjo de capital, por fin ya podemos ir al mercado.

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CAPITULO IV

IV. Etnografía del Mercado Nuevo

El abastecimiento de víveres, vegetales y frutas constituye un desafío nacional y un dolor de cabeza personal para el comerciante de barrio. A nivel nacional, gran parte de los víveres y frutos, productos sumamente perecederos, se producen en cantidades pequeñas y dispersas. Se llevan a la capital por intermediarios camioneros. Estos no hacen lo que hacen sus contrapartes en muchos otros países: cobrar por el transporte del producto de otros. En la República Dominicana los camioneros mismos compran y revenden. Porque andan con productos perecederos, tienen que vender la camionada entera rápidamente, en un solo día. No pueden darse el lujo de ir pregonando sus bienes colmado por colmado, como los vendedores ambulantes de dulces o embutidos. Si éstos no venden esta semana, lo harán en la próxima.

Los intermediarios de comestibles perecederos, en cambio, van corriendo más bien a ciertos puntos centralizados, sobre todo al Mercado de Productores de Las Mercedes en la parte oeste de la capital, y al Mercado Nuevo en la parte norte. A primera vista, este arreglo parecería desventajoso e irracional. Los camioneros se

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ven obligados a parquearse al lado de sus competidores. Y los detallistas tienen que bregar con el caos, el sol, el polvo, la mugre, la basura, los bocinazos y los gritos característicos de los mercados superpoblados. Pero en última instancia les conviene a los dos. A los detallistas, porque averiguan mejor el verdadero precio de los víveres. Compran con más seguridad que si un camión solitario apareciera delante de su colmado. A los detallistas les conviene, porque, a pesar de la competencia, venderán su camionada con más seguridad. Y quizás el pueblo entero sea beneficiario de esta competencia feroz. La misma condición perecedera de los víveres crea condiciones favorables para la competencia y precios razonables para el pueblo.

Pero no por eso dejan los víveres de ser dolor de cabeza para Balbuena. Sus enlatados y embutidos los compra cómodamente de viajantes que aparecen a su puerta, pero los víveres los tiene que salir a buscar. Cierto que de cuando en cuando aparece una camioneta para venderle plátanos. Pero no se puede contar con eso. El comerciante tiene que salir; y mejor que lo haga él mismo. El que manda a otro a hacer la compra corre varios riesgos: compras incorrectas, superfluas, muy costosas y hasta de robo a mano de sus empleados.

Balbuena lo hace por lo general una vez a la semana, y para ello cuenta, como se ha dicho, con su vieja camioneta. Habiéndole extraído un préstamo de 300 pesos al vendedor, Balbuena ya tiene con qué hacer su compra. Pero primero hay que buscar el resto del dinero, que no se guarda en el colmado. El grueso del dinero lo guarda en su casa al otro lado de la calle.

Balbuena me invita a acompañarlo hasta allá, para conocer la casa que con tanto orgullo ha ido construyendo poco a poco a través de los años. La casa ya va grande, tiene tres pisos. Balbuena ocupa parte del primer piso con Tatica y una hijita que procreó Tatica en una relación anterior. La sección que ocupan, sin embargo, queda en la parte de atrás, porque la parte que da a la calle él la tiene alquilada a otro negocio, una tienda de ropas. El

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dueño de la tienda pintó las paredes externas de la casa con pintura roja flamante intercalada con letras blancas enormes anunciando su presencia, utilizando así la casa entera de Balbuena como letrero.

A primera vista parecería ser un arreglo bizarro, y no por los colores del letrero. En vez de usar su propia casa para su colmado, Balbuena lo alquila a otro negocio. Entonces, él, a su vez, le alquila terreno a un vecino y construye un colmado justo al otro lado de la calle frente a su casa, cargando así con una deuda mensual de alquiler.

Pero ya la lógica económica del arreglo se había hecho patente. Por estar situado en la acera donde da el sol y donde, por ende, camina poca gente, a su colmado no le iba bien cuando lo tenía en su casa. Mudándose al otro lado de la calle logró captar no sólo la mayor parte de la clientela transeúnte sino también, mediante el hoyito en la pared, muchos clientes del barrio que le queda atrás. Es más, la renta que le cobra a la tienda de ropa es $600 más cara que la renta que él mismo tiene que pagar al dueño del terreno donde construyó su colmado actual. Lejos de ser un arreglo bizarro, su traslado al terreno alquilado frente a su propia casa resultó ser una buena maniobra comercial.

Cruzamos la calle, entramos en el callejón al lado de la tienda de ropas, y llegamos atrás a la parte donde vive Balbuena. Nos acompaña uno de los muchachos del vecindario que nos acompañarán luego, como cargador y velador, en el viaje al mercado.

La puerta tiene candado. Entramos a la sala por una puerta lateral rota.

CA Tatica se le quedó la llave adentro ayer. Tuvimos que romper la puerta. Siéntese.

Quedan exhibidas en un estante, en lugar prominente, varias fotos de sus hijas en los Estados Unidos. Me las enseña, hablando otra vez con orgullo de sus logros universitarios en la diáspora.

CEsta, que tiene 18 años, estudia arquitectura en la

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universidad. Creo que es en Filadelfia. Tengo un hijo de veinte años que se está haciendo médico.

Si tiene 20 años, probablemente acaba de ingresar en la universidad; muchos largos años y más de cien mil dólares lo separan de su juramento hipocrático. Pero Balbuena, orgulloso de las aspiraciones y los logros educativos de su prole, habla de su hijo querido como si ya anduviera con bata blanca y estetoscopio. Balbuena también me enseña su sistema de música traído de los Estados Unidos. Los componentes del radio y de las >caseteras= están conectados a dos bocinas enormes en el piso. Con sus tres pies de altura cada uno, estos aparatos, que fácilmente inundarían de sonido los rincones más alejados de un anfiteatro, ocupan una pared entera de la pequeña sala. Como muchos colmados de barrio se han ido convirtiendo más y más en lugar de consumo alcohólico, tales aparatos de música altodecibélica forman ya parte del equipaje estándar del negocio. Y, de hecho, Balbuena trajo este sistema, con sus enormes bocinas, para instalarlo en su colmado. Pero cervecera del barrio sino una simple redefinición del lugar que la misma ocuparía allí. Las ya mencionadas ventas de cerveza fría al por mayor a otros negocios le garantizan participación en ese negocio sin tener que convertir su propio colmado en >colmadón=. Trasladó los aparatos a su posición actual de elemento dominante en el mobiliario de su sala.

Balbuena me prende el aparato mientras él brevemente pasa a la parte atrás de su residencia en busca del resto del dinero de la compra en el Mercado Nuevo. Cuando sale, lo apaga rápidamente dándose cuenta de las fluctuaciones en el voltaje de la Corporación y el peligro que significan para el aparato.

Salimos. Pero antes de ir al mercado Balbuena quiere examinar la nueva construcción que está haciendo. Subimos por una escalera de concreto en la parte externa de la casa hacia el tercer piso. En el segundo piso nos encontramos con una mujer lavando ropa en una galería abierta. No parece ser familia de Balbuena; no se saludaron. Seguimos subiendo. A estas alturas,

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alejados ya del ambiente altamente comercializado de la Calle Cabecera, se ven las verdaderas casas del barrio, aglomeradas, densamente pobladas, con patios ocupados por gente involucrada en sus múltiples tareas: los económicamente marginados clientes de Balbuena y sus competidores. Llegamos por fin al tercer piso de esta casa enorme. Su gran tamaño constituye evidencia pública del triunfo microeconómico logrado por Balbuena.

Él me había confiado parte de la saga. Cuando por fin se legalizó su status migratorio en Nueva York, podía ya regresar de visita a la República. A diferencia de muchos de sus compatriotas en la diáspora, y a pesar de su status ya legal, decidió sencillamente que no le gustó aquello, que iba a volver a vivir en su país. Su esposa, desafortunadamente, tenía otras ideas y otras aspiraciones. Esta discrepancia, en combinación con otros problemas que ya habían aparecido en el matrimonio, conducirían a su eventual disolución, y Balbuena tendría que regresar a su país solo.

Pero lo hizo paso por paso. En su primer viaje de regreso decidió hacerse dueño de su propia casa en la capital. Resistió el impulso de comprar terreno con casa ya construida en una zona más céntrica. Tendría que coger prestado. Y no le gusta deber. Ya se había >quemado= seriamente con deudas, hasta perder su primera casa capitaleña por haberla hipotecado para aquel viaje ilegal que luego fracasó. Nunca más volvería a coger prestado o a hipotecar lo poco que tenía. Decidió, por lo tanto, comprar al contado un terreno más barato en este ensanche nuevo de la zona de Las Mercedes, al oeste de la capital, que todavía no se había llenado de gente. El terreno tenía ya unas chozas, que Balbuena tumbó para crear espacio para su propia casa.

Una vez conseguido el terreno, se lanzó a la construcción Cpero nunca cogiéndole prestado a nadie. Cada vez que viajaba, llegaba con 3 o 4 mil dólares para invertir en su casa definitiva. Sus años de empleo en la construcción le ayudaron bastante en esta empresa. Pudo ya diseñar su propia casa. Pudo seleccionar y supervisar el trabajo de los albañiles. Sabía lo suficiente para que nadie lo engañara.

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Esta casa, ubicada en el corazón de un barrio nuevo, sería el elemento central de su estrategia económica a largo plazo. Y cabe señalar que esta estrategia del barrio no es la de Arroyo Hondo o la de Cuesta Hermosa. Allí los grandes construyen sus mansiones alejados de sus negocios o almacenes, como refugios domésticos y símbolos conspicuos de su éxito económico. Y son símbolos caros que se sabe desde antes que van a consumir dinero. La estrategia del barrio es la contraria. Es cierto que costaría dinero construir la casa. Pero no se alejaría del negocio. Al contrario sería el local del negocio. Y el resto de la casa no se llenaría de pinturas y esculturas para impresionar a visitantes sino de inquilinos para cobrarles renta.

Y así mismo hizo Balbuena. Su fortaleza de bloques ya tiene su tercer piso completo y funcional. Se detecta inmediatamente su función esencialmente económica por la mera arquitectura. La escalera por la cual subíamos, para llegar hasta donde el albañil le agregaba otro cuarto más, no sube por dentro de la casa sino por fuera. Así, cada >vivienda= puede tener una puerta hacia afuera y cada inquilino su acceso independiente.

CBalbuena, )me va a mandar p' E'paña con ese hombre?, le grita el albañil cuando lo ve acercándose con otro hombre obviamente extranjero. Balbuena le explica que no soy español sino norteamericano.

C¡Mejor to’avía! Lléveme p'allá pa' yo hace'le una casa. Balbuena me presenta al albañil. CEste señor tiene 15 años trabajando conmigo, me explica.

Hace un trabajo excelente. Lo único malo que tiene es que le gusta mucho el trago...

CYa no, contesta el albañil, nada ofendido por el reproche amistoso y fraternal de Balbuena. Ya no tomo.

Se notaba claramente la relación jerárquica entre Balbuena y el que le construía la casa. En el mundo de la clase media convencional, un futuro dueño de casa está a la merced de arquitectos, ingenieros, plomeros, electricistas y otros técnicos.

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Los que construyen una casa son profesionales independientes. En cambio, en el mundo del barrio, el albañil puede funcionar más bien como un empleado asalariado bajo la supervisión directa del futuro dueño. Por lo menos así es en el caso de Balbuena, quien sabe de la construcción.

Nos despedimos del albañil, bajamos otra vez la escalera y por fin nos montamos en la camioneta para el viaje al mercado. Los dos muchachos se montan atrás. El primero CAgustín, el cargadorC anda con tres sacos vacíos. Ahí se meterán los víveres para cargarlos en la camioneta donde luego se vaciarán. El segundo, el guardián, (un muchachito de unos diez años) va equipado con un bastón de madera, el bastón de los ladrones. Agarra el bastón con gusto, orgulloso de su papel adulto de guerrero. Espero que no le caiga arriba ninguna pandilla de ladrones de verdad a este pobre muchachito, pienso. Los dos muchachos se montan atrás, y yo adelante con Balbuena.

La camioneta ya es vieja. Balbuena la compró ya usada. ¿Se necesita vehículo para ser dueño de colmado? Sin vehículo le sería casi imposible, asevera Balbuena, sobre todo para la compra semanal de los víveres en el Mercado Nuevo. Tendría que llegar en carro público, ingeniárselas para ir acumulando los productos, y al final fletar un vehículo para traer la compra otra vez al barrio. El flete le saldría por lo menos en $150. Difícilmente podría transferir este gasto al consumidor.

Los colmados con camioneta venden más barato, la gente les compra a ellos y los víveres se dañan en el negocio. Con los víveres, frutas y otras cosas perecederas no se juega. El que paga flete de víveres tiene que tragárselo, sacando el gasto de su ganancia.

La camioneta sale del barrio y se encamina hacia la Luperón. La gasolina está casi en cero. Balbuena piensa echar en una bomba que hay en la Luperón. Pero de camino, frente a una esquina fuertemente transitada en las orillas del ensanche, Balbuena da un frenazo repentino.

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CAgu'tin! le grita al mayor de los dos muchachos atrás. C¿Tú traji’te la repue’ta?

CNooo. Tú no me diji'te nada. CAnda la porra... dice Balbuena en voz baja para sí mismo,

no reprochándole al muchacho el hecho de no haber montado la goma de repuesta en la camioneta. Las gomas del vehículo están en tal estado que no se puede dar ningún viaje sin la de repuesto. Pero ya la gasolina está tan baja que si vuelve a su casa, quizás no llegue a la bomba.

CVe bú'cala. Coge un Amotoconcho@ y tráela pa'cá. Toma e'to' cinco peso'.

Agustín se apea. El Amotoconcho@ que coge es uno de los tantos aglomerados en la esquina, frente a donde Balbuena dio el frenazo. Son motocicletas cuyos dueños (o locatarios) se dedican a transportar pasajeros, agarrados atrás, por la suma mínima de $5, de las arterias centrales donde pasan los conchos de ruta fija hasta sus destinos individuales en los vecindarios donde no pasa línea de carro. Balbuena parquea la camioneta en la sombra de una mata grande esperando la llegada de Agustín. Se ve por su expresión que le molesta la pérdida innecesaria de diez pesos que este descuido le va a ocasionar a su negocio.

En menos de cinco minutos llega el motoconcho, con Agustín y la goma atrás.

C¿Cuánto e’? CDié' peso', le contesta el motorista, sin apearse de su

vehículo. CU'té sí é' medio carero, reprocha Balbuena. Pero saca de

su bolsillo un billete de diez y se lo entrega al motorista. Agustín se monta atrás con la goma. El motoconcho se aleja.

CAgu'tín, )ya tú le había' pagao? Balbuena pensaba que el motoconcho había cobrado diez sólo por el viaje de regreso y la cargadera de la goma.

CNo. No le dí na'. CAh, 'ta bien entonce'. Devuélveme lo' cinco.

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Por fin la camioneta llega a la bomba de la avenida que cogerán para ir al Mercado Nuevo. El muchacho, Agustín, encantado de tener este trabajito con la camioneta de Balbuena, quiere jugar el papel de ayudante principal.

C¿Cuánto’ peso’ le digo que eche? le pregunta a Balbuena. CDile que eche cuarenta peso', contesta Balbuena, sacando

de su bolsillo dos billetes de veinte. CY dile también que l'eche aire a la repue'ta.

Balbuena estaba dándole a Agustín la oportunidad de jugar un papel cuasi adulto. De todas maneras, Balbuena mismo tuvo que salir de la camioneta para abrir el tapón del tanque, cerrado con llave.

C¿Siempre echa tan poquito? le pregunto, mientras esperábamos la gasolina. Sabía que andaba con los bolsillos llenos de billetes. Habiendo observado ya sus maniobras de aumentar el capital de la compra, la pregunta no fue bien pensada. Balbuena me explica (algo forzadamente, quizás percibiendo en mi pregunta una indirecta no-intencional de tacañería o penuria de su parte) que a estos vehículos viejos no se les puede llenar el tanque, que botan gasolina. Pero la lógica fundamental de echar $40 (en vez de $50 o $60, que tampoco hubiera roto el tanque) era clara. Balbuena tenía obligatoriamente que conservar todo el capital posible para la compra de víveres. Ya sabía que $40 de combustible le daban justo para ir al mercado y volver a su casa. Y, de hecho, aun con esta compra modesta de gasolina, el dinero con que andaba se le acabaría en el mercado antes de él completar sus compras.

Su aparente tacañería hace excelente sentido microeconómico. Funciona a un nivel de capitalización donde pocos se dan el lujo de un >lléneme el tanque, joven=.

Agustín regresa mientras tanto con la de repuesto ya llena de aire y la sube orgullosamente a la camioneta. Al llegar el contador de la bomba a los cuarenta pesos, él mismo insiste en ponerle el tapón al tanque. Le da vueltas pero no le encaja.

C¿Qué’ lo que tiene? pregunta apurado.

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CNo tiene na', le contesta Balbuena. CMira, se hace así. Balbuena ajusta el tapón.

Se le ocurre también echarle aire a las gomas de la camioneta antes de dejar la bomba (el aire no se cobra). Balbuena estaciona la camioneta al lado de la bombita y se apea para echar el aire, pero ya Agustín está agachado delante de una goma con la manguera agarrada en la mano para hacerlo él mismo. La aprieta contra la válvula. Sale un ssssssssssss prolongado.

C¡Pero bueno! ¡Tú le ‘ta sacando el aire! Balbuena mismo intenta echar el aire. Tampoco puede. Hay

algún defecto en el aparato. Un empleado de la bomba viene y le hace el favor de echarle el aire. Otra cortesía comercial, para que Balbuena vuelva.

El viaje al Mercado Nuevo es largo. ¿Por qué Balbuena no compra víveres en uno de los mercados públicos más cerca de su barrio? Es por los precios, explica Balbuena. Los precios de algunos productos cruciales, como los plátanos, tienden a ser más caros aquí que en Mercado Nuevo. Por un lado el precio de los víveres es fluctuante de un minuto a otro y, por lo tanto, impredecible. Pero, por otro lado, hay patrones generales que distinguen un mercado de otro. Balbuena está consciente de es- tas diferencias. Lo que está más barato en Mercado Nuevo lo compro allá, me explica. Lo que es más barato aquí, lo compro aquí.

Como tiene camioneta, puede darse el lujo de ir unos kilómetros más lejos. Los comerciantes más pequeños de la Zona de Las Mercedes que no tienen camioneta prefieren ir a este mercado más cercano, pagando precios más altos pero ahorrándose algo en el flete.

CMire, así mismo es que he hecho subir mi negocio, me dice con orgullo. Peso a peso. A la mala. Trabajando. Si me quedo durmiendo, este negocio se me cae al suelo. Ando para arriba y para abajo buscando precios buenos y productos buenos. Es como ese hoyo en la pared de mi negocio. A otro comerciante no se le ocurre una cosa así.

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Dejamos la Luperón, cogemos la Kennedy y viramos otra vez al norte hacia el Mercado Nuevo. De camino Balbuena habla de sus hazañas económicas anteriores al negocio actual.

Habiendo llegado jovencito a la capital, trabajó varios años en la construcción, actividad que encajaba con sus intereses juveniles en el tema, y que le dotarían de las destrezas necesarias para construir su casa actual. Pero ese trabajo pagaba mal. Y no le gustaba ni el ritmo forzado del trabajo ni el Atener jefe encima de uno@.

Entonces se lanza a una actividad más independiente y más lucrativa: la venta de billetes de lotería. Eso sí dejaba algo. Hasta le dejó lo suficiente para comprarle a un amigo un terrenito en el Ensanche Quisqueya, hacia el oeste de la capital, para construir eventualmente su propia casa. El terreno era baratísimo en aquel entonces, sobre todo porque el lotecito que él compró quedaba, no en una calle, sino atrás, en uno de aquellos rincones alejados. Con las ganancias de la lotería, y con los conocimientos adquiridos en su empleo anterior, también fue poco a poco construyendo su primera casa. No era gran cosa, pero por lo menos era de él. Ya se pudo independizar más y juntarse con una compañera.

Es cierto. La lotería dejaba beneficio. Pero su familia lo veía como actividad de poca categoría, una actividad interina, pero no para hombre serio. Con la casa ya construida, la lotería le dejó lo suficiente para comprarse un carrito viejo. Evento de suficiente importancia y ascenso social para que se acordara del año exacto: 1975. Deja la lotería y empieza a conchar, llevando pasajeros a través de rutas fijas por las calles de la capital. Ya tenía su casa, su compañera, su carro y hasta una cuenta bancaria con RD$3,000, en aquel entonces un buen capital.

Todos sus amigos y vecinos estaban al tanto de su bienestar. No son cosas que uno esconde. Al contrario. Su aparente dina-mismo lo convierte en objeto de atención de cierta señora bastante mayor que él, de 43 años (él andaba por los 27 en ese momento.) Ahí empiezan los líos.

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Como tantos compatriotas, ella tenía gran afán por irse del país. Quería viajar, quería viajar, (quería viajar! Y, de hecho, logró hacer unos viajes a Puerto Rico, llevando a su mamá y su hija. Hasta logró conseguir residencia. Ahora quería que Balbuena la acompañara, esta vez a Nueva York. Ella le ayudaría a entrar ilegalmente y después a conseguir papeles, cosa más fácil en aquellos años.

A Balbuena le interesaba muy poco la idea. Le gustaba aquí en su país, en la capital. Se defendía lo más bien aquí. ¿Para qué viajar allá? Ya tenía su compañera. El visitaba a esta otra señora en la casa de ella, pero ni le gustaba como mujer ni sentía entusiasmo por sus aspiraciones migratorias. Sin embargo, el gran error de Balbuena fue dejarse convencer.

Llega el momento en que la señora le pide $800 para empezar a hacerle los trámites. Balbuena los saca renuentemente de su cuenta de $3,000. La mujer viaja con el dinero a Puerto Rico. Vuelve y le dice que hizo esto y lo otro. Mentira. Balbuena está convencido de que no hizo nada. Y no le gusta que la gente le hable mentiras. La mujer vuelve y le pide otros doscientos. Balbuena se negó, diciéndole que no tenía. Ahí empezaron los disgustos grandes, los pleitos, la separación y el deterioro de la vida de Balbuena.

Para empezar, nunca le había resultado el negocio de chofer. El manejar carro en aquel entonces, aun cuando era propio, dejaba poca cosa. Para decirlo mejor, no dejaba nada. Sus recursos y su cuenta bancaria iban reduciéndose, sobre todo con eso de los $800 perdidos. El encanto y el entusiasmo de antes habían desaparecido. Se le descontroló el negocio del carro de concho. Llegó al punto en que Balbuena tomó una decisión que sus amistades veían como pura locura: vendió su carro en $1,700 para volver a vender billetes de lotería. Sus colegas quinieleros también se asombraron. A¿Vendiste tu carro para poder vender billetes? ¿Tú eres loco?@ Ya la cosa es diferente, asevera Balbuena. Hoy vale la pena conchar, más que vender billetes. En aquel entonces no.

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Este paso hacia atrás no le resolvió sus problemas personales. El entusiasmo y el optimismo de los años anteriores se habían desvanecido. Su vida personal se deterioró y su cuenta bancaria se vació. Las memorias de este período difícil de su vida influirían en su ideología y su conducta comercial en el futuro. Aprendió de primera mano los daños que una falta de administración y de disciplina personal pueden traer a un comerciante Cy sus actividades tanto en la lotería como en el carro las consideraba su Anegocio@. Internalizaría bien las lecciones de ésta su primera bancarrota.

Pero todavía no. Inconforme con su regreso a la lotería, ya sin carro y sin dinero, por fin Balbuena sucumbe a la fiebre que ha contagiado a tantos dominicanos, la de dejar el país. Puerto Rico no le interesaba nada. Se acordaba de los ochocientos, y, además, le habían dicho que allá se vivía igual que aquí. Empieza a tomar pasos para un viaje ilegal a Nueva York.

La gente que arreglaba esos viajes cobraba $2,700. Te daban dos oportunidades. Si a uno lo agarraban en la aduana de Nueva York la primera vez, podría tratar un segundo viaje. Y uno mismo podía ir, o podía arreglar para que viajara otro. Lo que uno quisiera.

A Balbuena todavía le quedaba su casita, pero ya no tenía ni carro ni dinero en el banco. Lo que sí tenía era un amigo de confianza, dueño de un colmado capitaleño. El comerciante de barrio es comerciante polivalente. Tiene poco respeto por rubros oficiales. En este caso, el amigo de Balbuena jugó el papel de prestamista. Conocía a Balbuena lo suficiente para prestarle el dinero del viaje, pero con la garantía de su casa.

Los papeles de la esposa de Balbuena estaban en mejor estado que los de Balbuena, como también sus ganas de viajar. Así es que decidió arreglarle los papeles a su esposa, para que ella se estableciera allá primero. Llega el gran día y su esposa se monta en el avión con los documentos falsificados. Llega a la aduana de Nueva York... y (pan! La agarran y la hacen regresar. Pero toda-vía le queda un >chance=.

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Balbuena mismo quería viajar pero sus papeles falsificados todavía no se podían arreglar. Esta segunda vez, por lo tanto, manda a su hermano, con papeles de otro señor que decidió por fin no viajar. A su hermano también lo agarran en la aduana.

La vida de Balbuena estaba ya en su nadir. Había perdido no sólo los $2,700 de los viajes fracasados, sino su primera casa también. El nuevo dueño no lo botó, pero sí empezó a cobrarle renta.

Con su propio esfuerzo, Balbuena había levantado tres pilares económicos: una casa propia, una cuenta bancaria y un carro, en ese orden. Y la destrucción de los pilares ocurrió uno por uno en el orden inverso. Ya el tercer pilar acababa de derrumbarse, y Balbuena se encontró de repente inquilino en la misma vivienda que había construido con sus propias manos y su propio dinero.

Con este episodio catastrófico, Balbuena aprendió una segunda lección comercial que grabaría en su cerebro como pauta no-negociable en sus aventuras comerciales futuras: nunca cogerle dinero prestado a nadie.

Pero las lecciones se aprenden poco a poco, y Balbuena estaba en estado demasiado precario para convertirse en filósofo. Al dueño del colmado (y de la casa de Balbuena) de verdad no le interesaba la casa. Era comerciante; prefería dinero. Llama a Balbuena y le dice: Amira, hay gente que van a empezar a arreglar viajes por $2,000. Te presto el dinero. Si te vas, trabajas allá y me compras la casa otra vez. A mí no me interesa tu casa, sino el dinero@.

Esta vez Balbuena mismo viaja, y milagrosamente él y el otro que viajaba con él en este primer viaje logran pasar por la aduana. Los otros que llegarían después serían agarrados todos. Pero ya Balbuena estaba en Nueva York, donde reconstruiría su vida, acumulando el capital que le permitiría volver y poner su negocio actual.

Es decir, su participación en la economía globalizada no sólo tomaría la forma de tener uno que otro producto importado

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(por ejemplo, botellas de whisky J&B) en su colmado; su involucramiento es más profundo. El capital básico para poner el negocio provendría de trabajos realizados en el extranjero.

Balbuena, en resumen, había hecho realidad el decálogo que para muchos compatriotas exiliados se queda a nivel de aspiración: I. Te irás para Nueva York II. Trabajarás y ahorrarás III. Liquidarás tus deudas de viaje IV. Volverás a tu país V. Construirás tu propia casa VI. Manejarás tu propio vehículo VII. Pondrás tu propio negocio VIII. Nunca más pagarás alquiler IX. Nunca más le deberás dinero a nadie X. Nunca más trabajarás para otro

El cuarto mandamiento, que visualiza no sólo visitas navide-ñas turísticas sino un verdadero regreso permanente, es el más violado por la comunidad migratoria criolla. Balbuena, en cambio, lo cumplió. Con el pago de alquiler por su local, viola el octavo mandamiento. Pero ya se clarificó la lógica microeconómica de esta violación.

La saga se interrumpe cuando Balbuena hace un viraje a la izquierda y la camioneta entra en el recinto del Mercado Nuevo. Balbuena se dirige directamente a aquella sección del mercado donde se vende el más codiciado de los víveres: el plátano.

Se supone que cuando se diseñó hace varias décadas, el Mercado Nuevo, con sus plataformas elevadas de concreto para descargar víveres, se adaptaba a la realidad demográfica del momento. En el año 1995, sin embargo, a raíz del crecimiento demográfico humano y la inundación vehicular del país, ayudados por la hora ya avanzada de la mañana y el sol candente, el viraje a la izquierda que hace Balbuena nos coloca de repente en la antesala del Purgatorio.

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La congestión, la bulla y el caos son abrumadores. La veintena de camiones y camionetas, llegados la noche anterior de los platanales del Cibao y del Sur, sencillamente no deberían caber. Pero lograron caber. Agréguense a éstos las decenas de carretas de los portadores, las docenas de vendedores ambulantes de objetos diversos (fundas, sogas, lentes de sol) y las camionetas de los compradores negociantes que, como Balbuena mismo, insisten en entrar con su propio vehículo en vez de parquearlo afuera y cargar sus compras manualmente Ctodo conspira para crear una escena digna de la pluma de Dante.

Pero quien rasca la superficie rápidamente se da cuenta de que el caos es sólo aparente. Los eventos bulliciosos de este mercado son gobernados por un orden escondido y una lógica sistémica subyacente. Parte de la lógica se deriva de las reglas populares e informales que han llegado a gobernar la comercialización agropecuaria interregional de la República Dominicana. Son reglas con cierto fundamento ibérico, distintas de las que rigen en el país vecino del otro lado de la frontera. En Haití, el impacto de culturas africanas ha sido más determinante, y son las mujeres, por lo tanto, quienes dominan el comercio agropecuario interregional. Los dueños de camión son casi en su totalidad hombres. Pero raramente se meten en el comercio de comprar y revender productos agrícolas en los mercados abiertos, actividad que se considera más bien función femenina. Los dueños de camión sencillamente cobran flete a las intermediarias viajantes por el transporte de sus productos.

En el contexto ibérico-dominicano, en cambio, es el hombre quien domina el comercio agropecuario interregional, y el hombre, cuando puede, pondrá su Anegocio@. El que compra camión en la República Dominicana, por lo general, no aspira a transportar el producto de otro. El mismo quiere comprar y revender. Por un lado, puede producir más dinero. Pero, por otro lado, trae riesgos no corridos por uno que sólo cobraría flete.

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Pero en este asunto se trata de normas culturales que van más allá de lo puramente económico. El papel y el título de comerciante, de microempresario que compra y revende, dan al hombre no sólo ingreso sino también cierta estatura social. Usar el camión solamente para transportar dejaría no sólo menos ingreso sino también menos prestigio personal bajo las normas vigentes. Cierto, es un Anegocio@, eso de transportar, sobre todo si es con el vehículo de uno. Pero es negocio entre comillas. El verdadero comerciante, el millonario legendario de la historia dominicana preindustrial, es el que se enriqueció comprando y revendiendo. En este sentido, los camiones cargados de plátanos en el Mercado Nuevo pertenecen a verdaderos comerciantes, a hombres que son los dueños no sólo de los vehículos sino también de la carga que traen para revender.

Tienen una ventaja que no tienen, por ejemplo, los comerciantes que importan electrodomésticos para revender. Estos tienen que bregar no sólo con las formales leyes fluctuantes de la aduana, sino también con las informales aspiraciones predatorias de los funcionarios públicos que las manejan. El camionero platanero del Mercado Nuevo en cambio tiene muy poco roce con esa clase de parasitismo estatal.

Pero tiene otro dilema que deriva, no de la conducta del Estado, sino de dos características del vívere en sí Csu carácter perecedero y su producción totalmente descentralizada en fincas de todo tamaño. Estas características protegen al plátano (y a sus consumidores de los barrios) de las maniobras monopolísticas que permiten la manipulación del precio de otros productos. El camionero trata de llegar al Mercado Nuevo la noche anterior, para empezar a vender temprano en la mañana, con la esperanza de que el camión se vaciará ya para la tarde. Su objeto es regresar a su pueblo o campo en el interior ese mismo día, para de inmediato organizar el próximo viaje comercial. Aun cuando haya contratado los servicios de buscones rurales para localizar plátanos desde antes, los productores no los cortarán hasta el día antes de

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que saben que vendrá el camión. Y a pesar de los buscones, el camión mismo tendrá que ir de finca en finca a recoger los plátanos.

Por eso el camionero quiere a todo costo vaciar su camión y volver al interior ese mismo día. Si quedan plátanos sin vender, pierde dinero. O tiene que quedarse otra noche, incurriendo en gastos y perdiendo un día de negocio. O tiene que venderlos regalados. El asunto es, por lo tanto, vaciar el camión lo más rápido posible. Este imperativo colectivo rodea a la economía platanera con una competencia feroz y con fluctuaciones drásticas de precio.

Balbuena sabe esto. Por eso vino hasta acá, en vez de comprar en el Mercado de Las Mercedes, que atrae menos camiones, menos oferta, y, por lo tanto, tiene precios más altos. Aquí en el Mercado Nuevo los vendedores compiten agresivamente.

Hay que hacer las rondas de camión en camión para comparar precios, y volver al camión que mejor venda. Balbuena no lo puede hacer bien en su camioneta. El recinto es de una vía. Una vez se logra milagrosamente llegar, pulgada por pulgada, más adelante, no hay manera de devolverse hacia un camión que tiene precios más bajos. Pero él piensa comprar tantos plátanos que no quiere parquear afuera. La cargadera y protección sería más problemática, aún teniendo a Agustín con sus sacos vacíos y con el vigilante Junior encaramado atrás con su bastón contra la-drones. Es más conveniente parquear la camioneta justo al lado del camión suplidor y quedarse al lado de él. Y así decide Balbuena hacerlo hoy.

Pasamos por varios camiones. Un vendedor me ve escribiendo afanosamente.

C¡Licenciado! Si tiene plátano' en su li'ta, venga a mirar lo' mío'.

Los títulos honoríficos se usan libremente para los compradores potenciales.

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C¡Psssst! ¡Rubia! ¡Venga a mirar! Dice otro vendedor a manera de piropo a una señora trigueña con rolos en la cabeza, cuyos cabellos y piel muy poco tenían de rubio.

Pulgada por pulgada Balbuena va de camión en camión. Se para delante de uno. El vendedor, sudado y encaramado arriba del camión, obviamente no era el dueño del camión. Para no tener que fajarse con regateos y piropos, muchos camioneros del interior contratan a un capitaleño local para realizar la venta en sí en el mercado. El dueño del camión estaba parado al lado, a una cierta distancia, con gorro de pelotero, camisa limpia y bolígrafo en el bolsillo, observando majestuosamente las transacciones. El comerciante de algún prestigio no se pone a vender. Deja que otro realice las ventas, pero bajo supervisión meticulosa.

C¿A cómo son? le pregunta Balbuena al vendedor. CA do'. Son cibaeño'. Balbuena mueve la cabeza en movimiento negativo y sin

decir nada pasa al otro camión. Dos pesos por plátano. Es mucho. Ni trata de regatear. Los plátanos se venden por unidad, no por peso o racimo. Los guineos pueden venderse por racimo. Otros víveres se venden por libra. Otros productos por kilo (como el arroz en saco). Y otros por volumen. Balbuena maneja las medidas automáticamente y hace cálculos mentales con una rapidez asombrosa. En el colmado él y Tatica funcionan con su calculadora. Pero aquí en el mercado Balbuena anda sólo con su cerebro.

Le pregunto si ya conocía el tipo del camión que dejamos atrás. Aquí nadie conoce a nadie, me explica. Aquí no se tiene confianza. ¿Por qué no compró? CEran Malos. Pequeños.

Se para delante de otro camión. Este es de San Francisco de Macorís. Pregunta en voz obviamente más entusiasta sobre el precio. Son mejores que los otros.

CA uno sesenta. Sin regatear ni esperar Balbuena pide 300. Sale del camión.

Para asegurar que le den de los mejores, él mismo sube al camión

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y le tira los plátanos a Agustín. Este a su vez los coloca en la camioneta de Balbuena. El dueño de los plátanos está sentado al lado, mirando la transacción.

En su colmado Balbuena se porta así también, dejando que Tatica e Illo realicen las transacciones corrientes, mientras él se ocupa ejecutivamente de asuntos de más calibre (trato con vendedores, etc.). Pero cuando se trata de la calidad de sus plátanos, Balbuena se quita el sombrero de ejecutivo y se encarama él mismo en el camión.

Los 300 plátanos ya están en la camioneta. Balbuena empieza a contarlos otra vez. Para ayudar a Agustín saca una pila aparte y los cuenta.

CTa completo, le asegura a Balbuena con tono profesional. Se montan en la camioneta y siguen. Examinan otros

camiones. Balbuena quiere otros plátanos de mejor calidad para mezclar con los que acaba de comprar. Los venderá todos a un precio estándar en su colmado. Quiere tener por lo menos algunos de muy alta calidad. La camioneta se para delante de un camión que tiene plátanos enormes, a dos veinticinco la unidad. De éstos, Balbuena compra 50. Paga y se va. Agustín los cuenta otra vez.

C(Balbuena! (Hay 55! Le grita desde atrás en tono de alegría. Huelga decir que nadie sugiere que volvamos al vendedor

para pagarle los cinco que sobran... Problema del vendedor. El mercado es una selva. Llevarse más de lo que uno pagó no se ve como mancha moral sino como astucia personal.

CEl muchacho no sabe contar, me dice Balbuena en tono bajo, asegurando así que no hubo estafa. Pero en otros momentos Balbuena elogiará la viveza de Agustín en el mercado. Que se pone a comer melón ahí mismo mientras estamos comprando. Ya lo habrá terminado cuando el vendedor termina de vender, y no se cobra... El incidente se recuenta en el colmado en tono de reproche, pero todos saben que a Agustín lo están elogiando por >vivo=, no reprochándolo por inmoral.

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La camioneta sigue, ya con 350 plátanos (o 355) amontonados atrás. Junior agarra el bastón contra ladrones. El entaponamiento se pone más serio. No se puede pasar. Hay un camión de plátanos en el medio del camino. Vendiendo. El dueño no piensa moverse hasta que no se le vacíe el camión. No hay ningún policía ni ningún tráfico en el recinto.

Balbuena calmadamente detiene la camioneta. Hay un camión atrás tocando impacientemente la bocina. Balbuena se desmonta y camina adelante hacia un camión procedente de Mao lleno de guineos.

C¿A cómo son? CA veinticinco. Veinticinco centavos por guineo. Maduros se venden a peso

en el colmado. Un precio excelente. CCuéntamelo' grande'. Tresciento'. El dueño esperaba venderlos por millar. Pero cuenta los

trescientos sin alterar el precio acordado. El margen de ganancia de Balbuena será mucho más en el guineo que en el plátano. Sin embargo, no es un alimento básico.

Los guineos se llevan a la camioneta, que continúa bloqueada por el camión. El camión de atrás sigue tocando la bocina con furia.

C¡Dale un chin p’alante a ese camión! Nada. Ni se ve el dueño. Pero no hay ni insultos ni riñas. CAquí todo el mundo e' jefe. A vece' hay policía. Hoy no

hay na', comenta Balbuena con tono de resignación. Camina hacia otro camión de guineos, de igual calidad que

los que Balbuena acaba de comprar. Pero éstos se están vendiendo a sólo veinte centavos la unidad. Lamentándose de los quince pesos que acaba de perder, Balbuena carga en su camioneta 100 guineos más al precio reducido. Los precios suben y bajan en esta parte del mercado con una velocidad asombrosa.

CTengo yuca buenísima.

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Un señor que vendía yuca nos invita a ver su producto. Pero Balbuena todavía está ocupado con los plátanos y los guineos. Regresa al camión de los plátanos grandes donde hace diez minutos compró los cincuenta. El precio ya había bajado de dos veinte a dos pesos el plátano.

CYa perdí diez pesos, me dice Balbuena resignadamente, pero sin rencor contra el vendedor. Así es como los precios funcionan en el mercado.

Balbuena compra 50 plátanos más de los grandes a dos pesos.

Después de media hora parados por fin logramos salir del recinto con 400 plátanos y 400 guineos. Balbuena había gastado más o menos dos tercios de su capital en la compra de estos dos productos clave.

Damos vuelta en la calle pública que rodea el mercado. Pasamos un letrero anunciando botellas grandes de Presidente fría a $17, pequeñas a $11. Balbuena vende las grandes a $18 en su colmado.

Con el resto del dinero hay que comprar otros víveres en cantidades más pequeñas. Pasamos por unas mesas en la acera. Viendo una mesa, Balbuena para la camioneta. Le grita a Agustín que se desmonte, que averigüe sobre aquellas tayotas.

CSon a medio peso, responde el dueño, dirigiéndose a Balbuena.

CDame veinticinco. Las tayotas se entregan y se montan en la camioneta.

Balbuena le da al dueño un billete de veinte pesos, esperando su devuelta de $7.50. El dueño le pasa sólo $5.

CAmigo, falta algo. CNo tengo menudo. Complete lo' quince. Sin protestar Balbuena coge cinco tayotas más, subiendo así

la cantidad del producto a la cantidad pagada. La camioneta se retira y Balbuena comenta con satisfacción sobre lo barato que consiguió las tayotas. Al mismo tiempo, su antiguo dueño estaría

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reflexionando con la misma satisfacción que logró que el comprador comprara más de lo que se había propuesto originalmente. Esta maniobra se realiza con frecuencia en el mercado. La falta de menudo, sea genuina o sea ficticia, se utiliza por los vendedores para aumentar, aunque sea un poco, la cantidad de sus ventas. Como el comprador encontraba que el precio era barato, los dos quedaron satisfechos.

La camioneta sigue por la calle pública que colinda con el mercado. Pasa por un hombre vendiendo toronjas enérgicamente en la acera. Balbuena mira las toronjas. El hombre nota su interés.

C¿A cómo son? Balbuena hace la pregunta con cierta indiferencia; y aunque

desacelera la camioneta, la mantiene en movimiento lento como señal del carácter puramente tentativo de su indagación.

C¡Párate! ¡Uno veinte! El hombre corre con entusiasmo hacia Balbuena llevando

una de las mejoras toronjas en la mano. Balbuena lo mira con incredulidad, menea la cabeza y prosigue sin palabra.

C¡A peso! ¡Párate! ¡Párate! Balbuena lo ignora, acelera la camioneta y sigue para

adelante. CYo las compro a ochenta centavos en el barrio, explica

tranquilamente. Balbuena estaba dispuesto a comprar toronjas, aunque no

sean un producto estrictamente requerido en el colmado como el plátano. Pero el precio que pedía el hombre era, a los ojos de Balbuena, tan exorbitante que ni se molestó en regatear. El dueño de las toronjas, por su conducta enérgica y casi juvenil en atraer clientela, parecía o un vivo o un novato. Le faltaba esa indiferencia majestuosa y esa dignidad de los comerciantes callejeros veteranos. Y el precio obviamente alto que pedía se debe pedir sólo a consumidores inexpertos, no a un comerciante profesional como Balbuena. Perdió la venta.

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La camioneta camina rumbo a la entrada del otro lado del Mercado donde se venden otros víveres. Pero mientras tanto Balbuena sigue mirando los productos vendidos en la acera fuera del mercado, parando su camioneta tranquilamente, y en el proceso bloqueando la calle con tranquilidad, por menos tiempo pero de una manera parecida a la del camionero que había bloqueado el paso dentro del recinto platanero por casi media hora. Al que anda en negocio, sobre todo en camión o camioneta, se le permiten libertades prohibidas al chofer común y corriente.

Un policía parado delante en medio de la calle aparentemente no comparte esa perspectiva.

C¡Muévete! ¡Muévete! Le grita a Balbuena con rabia. Balbuena, absorto en la contemplación de unas frutas, no se

da cuenta del policía. C¡Muévete, coño! ¿Tú tiene’ la men’truación, que no te

mueve’? Balbuena lo oye, se ríe, acelera la camioneta y hace un viraje

a la izquierda, hacia la otra entrada del mercado. Esta vez Balbuena decide no entrar la camioneta dentro del

mercado, sino parquearlo afuera, contando con Agustín para cargar los productos a la camioneta y con Junior para vigilarlos con su bastón. Las compras individuales serían en menor cantidad que con los plátanos. Agustín tendría la fuerza y el tiempo de ir corriendo a la camioneta con cada producto después de la compra, y volver a tiempo para cargar el próximo.

Balbuena ve un espacio vacío casi frente a la entrada del mercado. Dobla la camioneta, la estaciona en el espacio vacío al lado de la acera, sale y se dirige hacia el mercado, acompañado por Agustín, a quien sin darse cuenta se le habían quedado los sacos vacíos en la camioneta. Pero en ese momento pasan tres >tráficos= caminando tranquilamente y conversando, dirigiéndose hacia la misma entrada del mercado. Uno mira casualmente la camioneta de Balbuena. Sin vacilar, Balbuena saca cinco pesos de su bolsillo, se acerca al grupo de policías que ni lo miran y con un gesto de

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clandestinidad discretamente pone los cinco pesos en la mano de uno de ellos. Sin decirle nada, el policía le hace un pequeño movimiento de la cabeza, indicando reconocimiento del regalito y legitimando así la presencia de la camioneta en su parqueo callejero y pagando, como quien dice, derecho de entrada al mercado. Teóricamente, no es necesario ni pagar parqueo ni pagar entrada al mercado. Pero )por qué correr riesgos?

Balbuena se dilata un poco afuera. Cuando entra, ve a los tres tráficos parados delante de un ventorrillo tomando café y riéndose. ¿Dónde estaban cuando se armó ese tapón de media hora en medio de los plátanos?

Balbuena y Agustín ya se encuentran en la parte del mercado donde se venden otros víveres, un recinto también al aire libre. El ambiente es casi de tranquilidad y serenidad en comparación con el local de los plátanos. Un vendedor me ve tomando notas detrás de Balbuena y Agustín y se me acerca.

CLicenciado )usted vas a comprar tayosta? Me sentí honrado tanto por el título como por las refinadas

eses suplementarias. Pero le indico al señor que es con Balbuena, allá adelante, con quien tiene que hablar.

Balbuena se prepara para hacer más compras. Nota que Agustín anda sin los sacos vacíos.

C¿Tú va' a cargar en los hombro'? Agustín sale corriendo a buscar los sacos. Mientras tanto,

Balbuena se acerca a una mesa donde se están vendiendo >chinas= de jugo. Son a $90 el ciento. Balbuena compra 50, pagándole $45 al dueño. Agustín regresa y las pone en el saco y sale otra vez hacia la camioneta con las chinas.

Balbuena va a otra mesa llena de cocos que se venden a $180 el ciento. Los examina y decide en favor. Ya Agustín había regresado.

CDame 25. Toma lo' 45. Como si tuviera una calculadora en la cabeza entrega el

menudo exacto al dueño de los cocos.

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C¡Comandante! ¡Venga a ver! Un hombre nos grita una invitación a examinar su yuca.

Como ando con bolígrafo y tablilla, y como Balbuena, con su capacidad de hacer todos los cálculos sin ayuda de calculadora o lápiz, anda con las manos peladas, se supone que el comandante soy yo. Balbuena no le hace caso.

Mientras Agustín cuenta y examina los cocos, Balbuena pasa a una mesa de naranjas agrias que se venden a medio peso la naranja. Balbuena pide 25, entregándole un billete de 50 al dueño. Como Agustín todavía está ocupado con los cocos, Balbuena mismo cuenta las 25 naranjas.

Otra vez surge el problema de la falta de menudo. El dueño de las naranjas le devuelve sólo $20 en vez de $25, y le dice que coja diez naranjas más para completar los $30. Balbuena sabe que es una maniobra comercial que él mismo difícilmente podría hacer en su colmado con clientes de Acheles@ contados. Pero, después de todo, él es un comerciante que no cuenta cheles. Y el hecho de que los vendedores le hagan ese juego indica que ellos también se dan cuenta de su status económico más alto que el del consumidor común y corriente. Balbuena coge las 10 Achinas@ adicionales sin protestar.

Mientras tanto, Agustín había encontrado dos cocos rotos. Se los enseña a Balbuena con orgullo. Balbuena le dice que vuelva donde el hombre de los cocos para cambiarlos. Agustín se acerca al vendedor, quien en este momento se encuentra pelando y comiéndose un mango. Agustín le enseña los cocos rotos. El hombre los recibe casualmente sin examinarlos y le entrega sin protestar dos cocos nuevos.

Agustín los examina con una mirada profesional. Devuelve uno al dueño.

CDame uno ma' pesa'ito. El dueño le complace con otro coco ma' pesa'ito. Agustín

regresa complacido con los dos cocos intactos. Balbuena también está complacido. Teniendo al muchacho Agustín de ayudante, él

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mismo no tiene que bajar su dignidad comercial involucrándose en asuntos mezquinos como el de los cocos rotos.

Balbuena pasa ahora a una mesa donde venden verduras Cpequeños paqueticos de hierbas aromáticas para la comida. Estas, sin embargo, son bastante grandes y se venden a peseta el paquetico. Es demasiado para su clientela, que acostumbra comprar verdura en cantidades más pequeñas. Balbuena prefiere no tener que descomponer los paqueticos y recomponerlos en unidades más pequeñas. Quiere acotejar a su clientela detallando en las cantidades mínimas que ellos exigen. Pero le conviene más, cuando puede, comprar las cosas ya preparadas en esas cantidades. Deja la mesa de verduras sin comprar.

C¡Mira! ¡E'paña! Una voz me invita de lejos a acercarme a una mesa. Los

títulos siguen brotando de la boca de los vendedores como de una cornucopia. A Balbuena todavía no lo han condecorado con ningún título. Pero como anda acompañado de un comandante español con licenciatura, ni le hace caso a la voz. Balbuena cruza el pasillo y se acerca a una mesa llena de dos clases de ajo. Uno es Acriollo@, y se vende a $25 la libra. El otro es Aamericano@, importado de EE.UU., y se vende a $27. Balbuena, buen patriota y ex-emigrante, no se deja deslumbrar por lo extranjero. Conversa con el dueño elogiando la calidad y el sabor superior del ajo criollo, a pesar de su precio más barato. El dueño del ajo está, huelga decir, cien por ciento de acuerdo con su posible cliente, y habla de la falta de sabor del ajo extranjero. (Como tiene que vender éste también, se supone que estaría cien por ciento de acuerdo con un cliente a quien le encantara el sabor del ajo americano). Balbuena pide cinco libras del criollo.

De todas las compras que Balbuena ha realizado hoy, el ajo es el primer producto que se vende por peso. Todos los demás productos Cplátanos, guineos, tayotas, cocos y naranjasC se han vendido por unidad (o por cien unidades, que es lo mismo). El dueño del ajo mete una cantidad del ajo criollo dentro de un saco

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y lo pone en un peso que tiene colgado arriba de la mesa. Ajusta la cantidad hasta completar las cinco libras. Balbuena paga los $125.

Ya ha gastado más de mil pesos y le queda poco dinero para otros víveres. Pero no quiere dejar de comprar yautía. Pasa por una mesa donde venden dos clases de yautía: Ayautía coco@ a $2 la libra y Ayautía blanca@, más pequeña, pero considerada más fina y, por lo tanto, más cara. La clientela de Balbuena compra por lo general la yautía más barata. Balbuena pide una cantidad grande de 28 libras de esta yautía más barata. Esa cantidad poco común ()por qué no 25 ó 30 libras u otra cifra redonda?) se pide en vista de la pequeña cantidad de dinero que queda y de algunas otras compritas que todavía hay que realizar.

CBueno, ya nos vamos para la casa, como se está terminando el dinero...

De hecho con esta última adquisición Balbuena había gastado $1,201 en víveres más los $40 de gasolina. Como había salido de su casa con menos de los $1,500 deseados, le quedaba poco dinero. Saliendo del mercado pasa por una mesa donde venden cilantro amarrado en paquetes. Es a $5 el paquete. Balbuena compra cuatro paquetes, dándole al dueño la moneda exacta con un billete de $20.

C¿A cómo e’ la libra de zanahoria? Balbuena no puede resistir la pregunta cuando pasa por una mesa de zanahorias. Pero es una pregunta ritual. No le queda el dinero para comprar en una cantidad suficientemente grande para su colmado. De hecho, no compra. Balbuena enfila la camioneta, ya llena de productos, hacia afuera del mercado. Junior sigue con su bastón sin incidentes. La camioneta, sin embargo, no había caminado trescientos metros cuando un Atráfico@ le señala a Balbuena que se pare. No había hecho ningún viraje ilegal ni había pasado semáforo en rojo ni estaba manejando rápido. Sin embargo, el tráfico lo paró.

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Mientras éste se acercaba a la camioneta, Balbuena tranquilamente entra su mano en el bolsillo y saca un billete de cinco pesos. El policía pone sus manos en la parte baja de la ventana abierta de Balbuena y baja la cabeza.

C¿Cómo ‘tá u’té, caballero? CBien, gracias. Tome. Balbuena le entrega el billete de cinco. CQue vaya con Dio'. Diciendo esto, el policía lo saluda, se para y le hace una señal

de que prosiga. Balbuena realizó esta operación automáticamente, sin queja posterior y sin aparente rencor, como una cosa normal y corriente. Si no había hecho nada, )por qué lo paró? ¿Por qué tuvo que darle algo? Las preguntas extranjeras de otro mundo le parecen inocentes.

CMire, si no le doy, me pide los papeles. Y ya usted sabe. Siempre el chofer está incompleto en la calle.

Es decir, algo falta en su documentación, como cuando fue a Nueva York. Pero la corrupción estatal crea su propia lógica. Le sale más económico a Balbuena protegerse con regalitos frecuentes de cinco pesos que tomar los pasos draconianos que, en el sistema actual, se necesitan para regularizar su situación. Aun para regularizarla, de todos modos tendría que estar repartiendo regalitos a todo nivel de la burocracia. Y aun cuando la tuviera completamente regularizada, los tráficos seguirían parándolo y, si no suelta regalos, quitándole la documentación bajo uno que otro pretexto. ¿Por qué no resolver el asunto con regalitos de cinco en la calle? Los diez pesos que le quitaron hoy en el macuteo constituyen un porcentaje mínimo de sus gastos de operación, mucho menos de lo que los comerciantes importadores tienen que gratificar a los empleados de la Aduana o de Rentas Internas. Al nivel bajo de capitalización que funcionan Balbuena y sus colegas, el Estado ni ayuda mucho por un lado Clos tráficos se la pasan tomando café en vez de lidiando con los tapones del recinto plataneroC ni extrae mucho por el otro.

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Quedan compras menores por realizar. Pero se realizarán fuera del mercado, en las aceras colindantes. Balbuena está buscando lechosas, pero no aparecen. Por fin localiza una mesa.

C¿A cómo ‘tá la lechosa? CA cinco. A cinco pesos la unidad. Resulta un precio favorable para

Balbuena. Los frutos que se venden así, por unidad, hay que escogerlos uno mismo. Los víveres que se venden por libra, como la yuca y la yautía, mejor que los veas también, pero no importa tanto. Balbuena examina y toca las lechosas. Pide seis.

CYo quiero Aagua llena@. Y que estén un poco pesada'. El dueño las escoge, pero Balbuena las inspecciona con

cuidado. Justo al lado, un hombre vende piñas a $25. Balbuena le

compra tres. Pero las lechosas todavía le atraen. El precio es tan favorable, que vuelve y compra seis más.

CEsto reemplaza el dinero que perdí en los plátanos. Ya está calculando ganancias y pérdidas. Cuando vino la

bajada repentina en el precio de los plátanos justo después de Balbuena comprar 300, lo archivó mentalmente como una pérdida comercial que tendría que compensar de otra manera. Le duele no haber esperado unos minutos más para comprar los plátanos. Pero los precios del plátano se portan de una manera tan impredecible y errática que tuvo que actuar como actuó. Esta última compra, la de las lechosas, recompensarán en algo su mala suerte con los plátanos. Balbuena y sus ayudantes se montan en la camioneta y se dirigen otra vez hacia Las Mercedes. De camino al mercado, Balbuena había reflexionado sobre su pasado. Pero al regreso, entusiasmado con su adquisición, reflexiona sobre la ganancia que pueda obtener. Comenta con satisfacción y optimismo.

CVoy a tener ganancia. Compré productos cómodos en precio.

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Sin embargo, el marco conceptual y la estrategia general que gobiernan la conducta de Balbuena en el negocio de los víveres difiere profundamente de la estrategia utilizada en un producto como el arroz. Es la combinación de la alta demanda del vívere en la economía doméstica dominicana con su carácter perecedero que lo convierte en un producto de alto-riesgo/alta-ganancia para el dueño de colmado.

Cuando empieza a vender los víveres recién adquiridos, los pone al precio máximo que soportan los clientes. Lleva récord mental de cuánto gastó en ellos, y su empeño es recuperar su inversión lo más rápido posible. Una vez recuperada la inversión, sin embargo, la estrategia comercial se transforma. Ya su empeño es vender los restantes lo más rápido posible, y está dispuesto a bajar los precios drásticamente. Ya cualquier precio a que se vendan constituye una ganancia. No sólo tiene miedo de que se dañen estos productos tan perecederos, sino que también necesita capital para otro viaje al mercado.

Con respecto a su aventura comercial de hoy, Balbuena calcula que los $1,200 y pico que gastó hoy en víveres pueden generarle un ingreso bruto de $1,800. Esto constituye un margen de ganancia de 50% sobre el producto mismo. Aun si sacamos el costo del combustible, el tiempo de Balbuena y sus ayudantes y la depreciación del vehículo, el margen de ganancia sigue por encima del 40%. Este margen lo puede lograr porque él mismo se monta en su camioneta y hace el viaje arduo, varias veces a la semana, al Mercado Nuevo. Otros comerciantes, a quienes les falta o camioneta o iniciativa, compran de las camionetas llenas de víveres que entran en el barrio. Los dueños de estas últimas acaban de comprar en el Mercado Nuevo y venderán, por lo tanto, a un precio más alto.

Balbuena comenta con orgullo sobre su propia iniciativa comercial en este sentido, mientras nos dirigimos otra vez al barrio Las Mercedes.

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El tono altamente etnográfico de este estudio se acaba aquí. Los restantes capítulos tendrán un tono más analítico describiendo los pasos que el empresario tiene que seguir para financiar, surtir y manejar un colmado. El análisis se basa en parte en información etnográfica como la que se presentó aquí, y en parte en análisis cuantitativo de los inventarios que se realizaron de dos colmados.

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CAPITULO V

V. Decisión básica: ¿colmado o no?

Las escenas etnográficas presentadas en los dos capítulos anteriores captan sólo un porcentaje minúsculo de los eventos e interacciones que realmente se desarrollaron en el colmado y en el mercado durante los días de observación. Una descripción detallada de todo lo que hace y dice cada persona, sea cliente sea dueño/empleado, en un colmado en el curso de un día laboral llenaría varios tomos. Es decir, aun en la fase de descripción, hay una gran selectividad por parte del observador.

Pero en la fase analítica hay que aumentar la selectividad aún más, abstrayéndose de los ricos detalles etnográficos de los colmados para captar el perfil de sus rasgos básicos subyacentes. Como cualquier otra institución humana, el colmado constituye un sistema, con rasgos físicos y maniobras económicas esenciales compartidos por todos los miembros del mismo género.

Pasaremos ahora al análisis más abstracto de este sistema. Pero como no se trata sólo de un sistema mecánico visible (como un carro) o un sistema orgánico, como un cuerpo mamífero, sino de un microsistema socioeconómico mantenido a base de fluctuantes maniobras dinámicas, presentaremos los resultados en forma no de una descripción estática de las entidades investigadas

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sino de las reglas dinámicas que hay que seguir para abrir, surtir y manejar un colmado, y de la lógica interna que gobierna la conducta de los que se involucran en este mundo.

El concepto mismo de regla merece una breve discusión. En el mundo de las ciencias sociales y lingüísticas, la palabra Aregla@ tiene dos sentidos distintos. Hay reglas normativas, es decir, leyes formales o pautas informales sobre lo que uno Adebe@ o Ano debe@ hacer. Un ejemplo de la lingüística dominicana sería la aseveración del maestro de escuela típico a sus alumnos dominicanos de que en la frase Alas mismas moscas y los mismos mosquitos@ la Aregla@ es: hay que pronunciar todas las eses con la punta de la lengua (cosa que muy pocos antillanos acostumbran hacer). Esa aseveración ejemplifica una regla normativa. Al científico social y al lingüista, en cambio, les interesan menos las reglas normativas (que a veces poco tienen que ver con lo que se hace de hecho) que las reglas descriptivas, es decir, una descripción de los patrones estadísticos que los miembros de una población dada siguen en su conducta. Frente a Alas mismas moscas, etc.@, el lingüista diría que para esta frase y en esta región lingüística (las Antillas hispanoparlantes y muchas regiones costeñas de Centro y Sudamérica) la Aregla@ es no pronunciar la ese, por lo menos en su forma estándar de fricativa alveolar, sino de aspirarla casi como si fuera una jota, o sencillamente eliminarla, si cae delante de una consonante o al final de una palabra. Esa aseveración es una Adescripción@ de la Aregla@ habitual que siguen las poblaciones hispanoparlantes de las Antillas en su hablar cotidiano.

En nuestro análisis, tratamos de identificar las reglas descriptivas del colmado capitaleño. No nos interesa por el momento aplicar al colmado las reglas normativas que promovería un graduado de una escuela de negocios, sino de captar las reglas descriptivas que en realidad, por bien o por mal, gobiernan la conducta de los dueños de colmado y de sus clientes. Para evitar la monotonía fraseológica, presentaremos las reglas en distintas formulaciones: Ase hace tal cosa@, Ahay que hacer tal cosa@, Atienes

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que hacer tal cosa@. Pero, en todo caso, estamos intentando representar lo que los dueños de colmado de hecho hacen, es decir, captar las reglas descriptivas.

Hay cuatro núcleos distintos de reglas, que corresponden a distintas fases de la vida de un negocio: (1) maniobras de estable-cimiento; (2) estrategias de abastecimiento; (3) manejos de ventas y cuentas; y, posteriormente, (4) decisiones en cuanto a la expansión o al desmantelamiento del negocio. En este capítulo nos ocuparemos del primer núcleo, presentando las reglas que parecen gobernar la conducta del microempresario detallista dominicano en la primera fase de su negocio, la de su establecimiento.

Aquí, sin embargo, tropezamos con un dilema metodológico que afecta a todos los que emprenden estudios cualitativos de caso. Esperamos identificar las reglas que gobiernan el mundo de los colmados en general. Sin embargo, las formulaciones que ofreceremos se derivan de las observaciones cualitativas que hemos podido realizar de un número reducido de colmados. Como malla de seguridad en contra de generalizaciones inválidas, tenemos la gran ventaja de los datos cuantitativos ya recogidos a nivel nacional en los estudios anteriores de FondoMicro. Cuando sea posible, utilizaremos los datos cuantitativos para encajar y enmarcar nuestras observaciones cualitativas. En aquellos asuntos sobre los cuales no haya datos cualitativos, nos veremos obligados a arriesgarnos con generalizaciones por lo menos tentativas. Pero gracias a la rica base de datos de FondoMicro, el peligro de generalización no justificada de hallazgos, aunque no desaparece, sí se reduce.1

1Utilizaremos como fuente principal de datos cuantitativos la publicación

más reciente de Frank Moya Pons y Marina Ortiz: Indicadores de las Microempresas en la República Dominicana, 1994-1995. Esta investigación fue publicada en diciembre de 1995 por FondoMicro. Cualquier referencia estadística proviene de esa obra, a menos que se utilice otra fuente, en cuyo caso se especificará. Para no cargar el presente estudio con tabulaciones ya publicadas en otro

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A. ¿Cómo me gano la vida?

La obtención del capital requerido es un sine qua non en el establecimiento de un colmado, pero no es el primer paso. Al contrario, este paso económico está precedido por tres decisiones básicas, ordenadas secuencialmente una detrás de la otra. Son tres encrucijadas consecutivas en que el individuo va escogiendo unas opciones y descartando otras de un >menú= económico disponible.

A continuación describiremos las tres encrucijadas principales, cada una de las cuales tiene varias opciones:

1) El individuo primero tiene que seleccionar entre cuatro

opciones dominantes en el menú de alternativas económicas actualmente factibles para la población dominicana adulta: agricultura, empleo asalariado, negocio propio, emigración. Asumiremos que el individuo ya descartó la opción agrícola, y enfocaremos las consideraciones que gobiernan la selección entre las últimas tres opciones. 2 Aunque puede haber optado por todas en el curso de su trayectoria económica, en un momento dado tiene que comprometerse por una como estrategia económica dominante.

documento, haremos alusión en nuestro texto a las generalizaciones que se derivan del trabajo de Moya Pons y Ortiz, y justificaremos las generalizaciones mediante breves observaciones estadísticas que aparecerán en forma de notas.

2Bajo agricultura incluimos también actividades ganaderas. Hay un sector (sobre todo, pero no exclusivamente, en el este de la República) que cría ganado sin dedicarse a la agricultura simultáneamente. Sin embargo, es un sector numéricamente restringido y atípico en cuanto a la cantidad de terrenos que posee. El caso de la opción profesional Cmedicina, arquitectura, leyes, etc.C también requeriría otro análisis.

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2) Habiendo seleccionado el camino del negocio, tendrá luego que escoger entre tres rubros: manufactura, ser-vicio o comercio.

3) Habiendo seleccionado el comercio, la actividad de comprar y revender, tendrá luego que escoger el rubro específico de colmado, rechazando la multitud de comercios alternativos que hubiera podido establecer con el mismo capital.

Analizaremos la trayectoria como una serie de decisiones

básicas ordenadas en secuencia lógica hasta llegar el momento de abrir el colmado. Es un modelo abstracto; sabemos bien que el individuo típico se guía en su carrera más por factores coyunturales que por decisiones altamente sistemáticas o racionalizadas. Pero un dominicano urbano de los sectores populares hoy en día tiene estas tres opciones básicas de emigración, empleo y negocio. Cuando opta por una de las tres, implícitamente rechaza las otras dos, aunque no lo haya hecho explícitamente. Discutiremos aquí los factores que gobiernan o influyen sobre las decisiones del individuo hasta el punto en que finalmente invierte su dinero y energía en el establecimiento de un colmado.3

Por un lado, los tres caminos básicos disponibles al dominicano son opciones puramente económicas, las cuales estarían disponibles también, por lo menos en teoría, a alemanes, franceses y norteamericanos que se encuentran en encrucijadas económicas. Pero en realidad sólo una minoría reducida de los ciudadanos de aquellos países industrializados considerarían la

3Es una discusión de "factores" más que un análisis de "determinantes".

En última instancia, hay factores puramente personales, poco analizables, en la trayectoria biográfica de cualquier individuo. Aquí nos interesa, sin embargo, analizar el territorio sociocultural generalizado y compartido dentro del cual el dominicano contemporáneo toma sus decisiones individuales, hasta el día en que abre las puertas de su colmado.

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posibilidad de emigrar para buscar empleo. Quizás una cantidad mayor, pero todavía fuertemente minoritaria, consideraría la posibilidad de vivir independientemente mediante negocio propio. Dicho en otras palabras, para el alemán o norteamericano típico no hay gran lucha interna entre estos tres caminos. Una abrumadora mayoría, y no sólo de estratos obreros sino también de grupos con preparación universitaria y profesional, asume de antemano que su destino económico va a desarrollarse como empleado asalariado a tiempo completo, de alguna compañía o institución, más que como dueño de su propio negocio.4

En cambio, la realidad económica e histórico-cultural de la República Dominicana ha creado una situación en la cual es excepcional la opción de un atractivo empleo asalariado con sueldo viable, seguridad a través del tiempo y otros beneficios ya rutinarios en contextos industrializados. Por lo tanto, la opción de emigración o de independencia económica a través de un negocio, es más real y vívida.

A pesar de la falta de datos cuantitativos transculturales, la impresión cualitativa que hemos recogido sugiere un interés fuerte en la población dominicana Casombroso para los visitantes de países industrializadosC en poner su propio negocio o en irse del país. La opción de empleo estable con sueldo atractivo y beneficios atrayentes existe, pero en tan reducida escala que la población en general muestra una tendencia mayor hacia opciones migratorias o microempresariales.

Este deseo de dejar el empleo y de poner negocio propio lo hemos escuchado hasta de boca de empleados que reciben sueldos relativamente competitivos y que trabajan bajo condiciones de empleo razonables. Y en muchos casos no son aspiraciones vagas sino intenciones muy concretas, a pesar de todo, de llegar a tener su propio negocio como único vehículo hacia un futuro

4La mayoría quizás cambie de compañía en su trayectoria de ascenso

socioeconómico, pero mantiene el status de empleado de alguna compañía o institución.

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económico asegurado. La seriedad de este intento se demuestra en los datos sobre la efervescencia con que se abren y se cierran negocios; lo que comprueba que esta convicción se pone en práctica.5

B. Un negocio como meta local predominante

El menú disponible al dominicano de origen popular tiene estas tres categorías globales, pero, al igual que un menú de restaurante, no todo lo que ofrece tiene el mismo atractivo. El que opta por el sándwich de queso derretido en vez de por el filete puede estar actuando bajo consideraciones económicas más que por preferencias gastronómicas. ¿Hasta qué punto esto se aplica también al menú básico de tres opciones económicas? Al parecer, bastante. Hay evidencia cualitativa y cuantitativa para aseverar que para muchos dominicanos, ante una encrucijada económica, el establecer un negocio propio constituye el sueño económico básico y las otras dos opciones constituyen meros medios para lograr ese fin, como medidas interinas instrumentales pendiente a la acumulación del capital requerido por su negocio. Justifiquemos esta aseveración mediante comparaciones diádicas.

5 La prevalencia de esta orientación en la población dominicana se

manifiesta de muchas maneras, sobre todo en la frecuencia impresionante con la que se abren nuevos negocios. Casi uno de cada tres negocios (31.1%) que se encontraban en el país en el año 1995, era un negocio nuevo que se había establecido dentro de los doce meses anteriores. Hay un alto nivel de aparente fracaso o de movilidad, también, para cada negocio que se estableció en este período se cerró (o se movió) más de uno (1.3). Hay una energía microempresarial, una disposición de probar el papel de dueño de negocio independiente, que sigue vigente en el país a pesar de las estadísticas que sugieren una alta probabilidad de fracaso.

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1. )Busco empleo local o me voy para Nueva York?

Aunque algunos siguen creyendo en el mito de las calles neoyorquinas pavimentadas de oro, ya no es un secreto que los ingresos más elevados de los dominicanos ausentes se logran a base de grandes sacrificios personales y domésticos. Sin embargo, para muchos la migración sigue siendo una opción mucho más atractiva que el típico empleo asalariado local que se consigue actualmente en el país. Hay quienes nos aseguran que el que sigue trabajando en el país es porque todavía no ha logrado conseguir visa para irse.

El carácter obviamente exagerado de tal aseveración cualitativa es sólo parcial. Es mucho más frecuente el caso en que se usa dinero ganado en un empleo local para emigrar que viceversa. Estos son datos informales y responden a simples impresiones, pero son convincentes. Hay olas de dominicanos que usan visas de turistas para explorar trabajos allá y que dejan empleos locales para emigrar. No se ha documentado lo contrario: olas de ausentes que, en sus visitas navideñas, dedican tiempo a la búsqueda de empleo asalariado local o que dejarían un puesto en un Burger King de Dade County por un puesto en el Burger King de la 27. Bajo condiciones económicas actuales, si aparecen ofertas de trabajo en los dos establecimientos y la visa requerida, la mayoría se inclinaría más a despachar hamburguesas en Miami o Nueva York que en Santo Domingo.6

6Hemos planteado informalmente tal pregunta a empleados de varias

compañías como Burger King y Texaco, con sucursales en los Estados Unidos.C"Si a usted le ofrecen el mismo puesto allá que tiene acá, con todo y visa, )se queda o se va?" C"Uuuuy, me voy p'allá en seguida" es la respuesta normal. No hemos planteado la pregunta a dominicanos despachando gasolina en Estados Unidos, pero dudamos que la mayoría quisiera cambiar puesto con los empleados de una bomba Shell en Santo Domingo. Hay que señalar, sin embargo, que hay un grupo de emigrantes interinos que sí vuelven al país para buscar enérgicamente empleos locales: dominicanos graduados de

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2. ¿Busco empleo o pongo mi propio negocio?

Al que no puede irse le quedan dos opciones mayores: empleo local o negocio propio. ¿Cuál tiene más atractivo y prioridad? El que abre un colmadito, )lo hace como paso de emergencia a falta de oportunidad de empleo asalariado normal? ¿O es el empleado asalariado quien aspiraría más bien a abrir su colmadito? La respuesta mayoritaria que se oye en la República Dominicana difiere de lo que se oye por lo regular en los Estados Unidos. Allá, las microempresas chiriperas y callejeras florecen en tiempos de crisis, como el caso conocido de los que salieron a la calle a vender manzanas o lápices durante la Gran Depresión. En tal contexto, la alternativa microempresarial constituye una medida de emergencia interina pendiente a la realización de la aspiración económica subyacente: un trabajo asegurado, con sueldo decente, seguro de salud y un atractivo programa de jubilación.

Los comentarios de los microempresarios dominicanos, en cambio, sugieren lo contrario: una preferencia abrumadora por el negocio sobre el empleo. Es mejor ser su propio jefe y no tener que trabajar para otro. Aun con ingresos comparables, el negocio se prefiere al empleo.

Tales respuestas cualitativas encajan perfectamente con los datos cuantitativos con respecto a este asunto: menos de uno de cada cinco microempresarios dominicanos estaría dispuesto a dejar su negocio por un empleo asalariado.7 Para la gran mayoría

universidades extranjeras. Pero si nos restringimos a especular sólo sobre un subgrupo Clos que gozan de tarjeta verde de residencia en los EE.UU.C no es ningún secreto que una mayoría abrumadora de este subgrupo opta por quedarse allá. El típico licenciado regresado llega al país a raíz de la expiración de su visa estudiantil.

7Los encuestadores de FondoMicro preguntaron a los microempresarios encuestados si dejarían el negocio si pudieran encontrar empleo asalariado. Sólo 16% dijeron que sí. Para saber si estas actitudes son generalizables o si son características particulares sólo de los microempresarios encuestados, habría

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de los microempresarios dominicanos, incluyendo, y quizás sobre todo, a los dueños de colmado, su negocio definitivamente no es una medida interina de emergencia pendiente a la aparición de un empleo asalariado convencional. Al contrario. En la República Dominicana de hoy en día es mucho más probable que uno deje un empleo para poner un negocio que viceversa.8

Esta preferencia por el negocio quizás tenga un sólido origen económico: por un lado, hay tanta inseguridad en el empleo local como en el negocio, pero, por otro lado, las ganancias potenciales son más fuertes en el negocio. Para muchos, sin embargo, ya la inclinación hacia un negocio independiente trasciende los cálculos puramente económicos. Ya es un valor cultural compartido, si no por todos, por lo menos por un sector numéricamente fuerte de la población marginada.

3. )Me quedo en el frío o vuelvo a poner negocio?

El microempresario típico enfáticamente no dejaría su negocio por un empleo local. Pero una tercera y última compa-

que preguntar también a una muestra de empleados asalariados si dejarían su empleo si tuvieran el capital para poner un negocio. No existen tales datos, pero planteamos la tesis de que una mayoría fuerte de empleados dominicanos estarían dispuestos a abandonar el empleo asalariado para poner un negocio que generara ingresos comparables con sus sueldos.

8 Tales patrones de actitudes suscitan una pregunta inquietante: )No podrían generar una fuerza laboral industrial con bajo nivel de compromiso con su trabajo? Es decir, )qué calidad de trabajo se obtiene de unos trabajadores cuando la mayoría de éstos están soñando con poner su propio negocio? El peligro es, de hecho, reducido. La renuencia al empleo asalariado corresponde menos a un patrón profundo e inalterable de la "mentalidad dominicana" que a las condiciones objetivas y cambiables Csueldo, beneficios, trato, seguridadC que actualmente prevalecen en las empresas dominicanas, o en las empresas de capital extranjero ubicadas aquí. Antropológicamente, no se trata de misteriosos valores profundos e inalterables, sino de fluctuantes respuestas racionales por parte de la población a las condiciones subóptimas que actualmente caracterizan el empleo asalariado en general.

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ración reclama atención: )dejaría el negocio si consiguiera visa para irse al extranjero? La pregunta no se incluyó en las encuestas cuantitativas del microempresario, pero hay evidencia informal al respecto.

Distingamos entre el individuo que está todavía en el país y el individuo que ya logró emigrar. En cuanto al primero, dada la orientación tenue e instrumental hacia el empleo salariado, y la preferencia cultural a ser su propio jefe, el que tiene un negocio viable y razonablemente productivo en la República Dominicana lo pensaría bien antes de liquidar su negocio para financiar un viaje para lavar platos o limpiar pisos en el Bronx.9 A diferencia de los empleados de Burger King, que aseguran con franqueza que si consiguen visa se van como cohetes, no oímos esa preferencia tan unánime hacia la migración en el mundo de los micro-empresarios. Dada la atracción de la emigración, y a falta de datos cuantitativos al respecto, sería arriesgado decir que los microempresarios en general no migrarían si se les facilitara una visa. Muchos lo han hecho y lo seguirán haciendo. Lo que sí se puede aseverar es que el microempresario típico tardaría más en irse que el empleado típico.

En cuanto al segundo ejemplo, el caso de los que ya lograron emigrar, muchos dominicanos ausentes hablan de un negocio en su país como meta a largo plazo. En este sentido, el emigrante del siglo veinte tiene una agenda estratégica muy distinta de la de los emigrantes del siglo decimonoveno. Los emigrantes de aquella época, o no albergaban ninguna intención de volver a su país de origen (como las olas de judíos que huyeron de los pogromos de la Rusia zarista), o albergaban esperanzas puramente nostálgicas de pasar sus últimos años contemplando los paisajes de su niñez (los melancólicos cantos irlandeses visualizan al cantor

9No hemos discutido la opción de emigrar para poner un negocio allá.

Aunque lógicamente posible, pocos son los emigrantes que ejercen esta opción como actividad económica dominante. La emigración para la mayoría es sinónimo de la búsqueda de empleo asalariado.

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de regreso a la Isla Esmeralda sentado al lado de un arroyo o en la puerta de su cabaña mirando la puesta del sol).

El sueño más frecuente que se oye de boca del dominicano ausente, en cambio, es más bien el de estar de regreso a la patria parado detrás de su propio mostrador recibiendo clientes en un negocio establecido con el capital acumulado en Nueva York. La esperanza es la de juntar dinero para poder regresar y vivir decentemente en el país. Y el sueño típico no visualiza un empleo, sino un negocio propio donde otros trabajen para uno.10

Hay que distinguir entre ideales y hechos estadísticos. Los procesos reproductivos sabotean este sueño; los niños que nacen y se crían allá en su mayoría se quedarán, y los padres se quedarán en su mayoría al lado de sus hijos. Pero el sueño del regreso triunfante sigue vigente como símbolo de éxito en la subcultura migratoria. El que se va y se queda sigue gozando de cierto prestigio que puede exhibirse en visitas navideñas ostentosas. Pero la opción de quedarse allá en el frío, por envidiable que sea la tarjeta verde, se juzga como menos exitoso que el triunfo del que vuelve, con todo y tarjeta verde, para construir una nueva casa (con una planta para los apagones), para transportarse en su nuevo carro y para dirigir su propio negocio en su propio país.

Para resumir: en un punto de su vida, el dueño del colma-do se encontraba en una encrucijada donde enfrentaba las tres opciones no-agrícolas disponibles a sus compatriotas de status económico parecido. Acabó optando por la más atractiva de las tres rutas globales, la de la independencia económica. Se da el caso

10 Estas diferencias en orientación entre los migrantes de ahora, que

mantienen contacto vivo con su país de origen, y los del pasado que rompieron aquellos vínculos, hasta el punto de ni querer que los niños hablaran un idioma que no fuera el inglés, provienen en gran parte de tres avances tecnológicos: (1) desplazamiento físico agilizado; (2) comunicación telefónica instantánea y relativamente barata; y (3) mecanismos agilizados para transferencia de remesas. El resultado es lo que se ve hoy en día entre emigrantes dominicanos: binacionalismo o transnacionalismo, más que una radical reubicación cultural y sicológica.

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del microempresario que quisiera dejar su negocio para conseguir empleo garantizado. Pero en la República Dominicana es mucho más frecuente el caso contrario del empleado que quisiera dejar el empleo y abrir su propio negocio. Y si el tema cultural de volver a la patria para poner un negocio es, de hecho, un sueño dominante entre los que lograron irse, entonces sí puede aseverarse que el que maneja su propio colmado viable ha logrado un triunfo codiciado: la independencia económica en su propia casa.

El observador de otro país se siente aquí en un mundo con orientaciones muy distintas de las de poblaciones de clase media estable en países industrializados, cuyos jóvenes recién graduados ya están buscando empleo asalariado en compañías cuyo paquete de beneficios les asegure una vejez cómoda. Allá, el que pierde su empleo, por alguna razón, se lanzará a un negocio como medida de emergencia mientras no aparezca un trabajo Anormal@ con sueldo y beneficios y plan de jubilación. Aquí, en cambio, el aceptar un empleo muchas veces parece ser el paso interino hasta que se acumule el capital para hacer Alo normal@, es decir, independizarse en negocio propio.

¿De dónde proviene este ímpetu hacia la independencia económica mediante un negocio? Sería prematuro asumir que se trata de un fenómeno con raíces mayormente culturales o sicológicas. En el marco teórico-antropológico que domina este análisis, es el contexto material, la inseguridad externa y objetiva que genera a través del tiempo su contraparte caracterológica interna: una orientación cultural adaptada a una realidad económica precaria. A largo plazo, lo objetivo y lo externo forjaron lo subjetivo e interno, más que a la inversa. Es la obligación objetiva y externa de Abuscársela@, sea a través de una aventura migratoria hacia el extranjero, sea a través de un negocio local que ha generado su contraparte subjetiva e interna en la población dominicana.

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Sin embargo, una vez forjada y transmitida a la juventud, esta orientación empresarial y chiripera toma su propia vida y crea una orientación cultural de por lo menos parcial desconfianza con respecto al empleo asalariado al servicio de otra gente. Hay un sentimiento fuerte que se vocaliza a menudo entre nuestros informantes que para ganarse la vida es mejor trabajar para uno mismo que para otro. Mejor abrir un negocio para llegar a ser su propio jefe. El sentimiento se deja oír aun en los sectores de más escolarización y hasta en sectores profesionales. Pero parece externarse con fuerza particular en los sectores menos pudientes de la sociedad.11

Por esta razón, los trabajos asalariados en fábricas o en zonas francas, por codiciados que sean, son objeto de crítica hasta por los que los consiguen. Entre los peros y las quejas que se murmuran y repiten, tres en particular se oyen con frecuencia:

- Los sueldos se consideran bajos con relación al trabajo

requerido. - Los patronos maltratan a los trabajadores. - No hay seguridad en el trabajo.

11Hay un peligro de sesgo antropológico en la interpretación de este

patrón. Visto desde la perspectiva de una sociedad industrializada, el afán dominicano de independizarse y trabajar para sí mismo, y la renuencia correspondiente hacia el trabajo asalariado, se interpretaría como una "aberra-ción", producto desafortunado de los escasos antecedentes económicos de la isla. Dentro de la perspectiva industrializada lo "normal" sería el sentirse dispuesto a trabajar para otro. Antropológicamente, sin embargo, el asunto podría formularse al revés. "Las estructuras económicas seguras, pero sofocantes, prevalecientes en contextos industrializados, acaban suprimiendo en muchos sectores el sentido de independencia y maniobra humana que siguen vigentes en contextos como el de la República Dominicana." En todo caso, se necesita una formulación que no trate como aberración histórica o curiosidad etnográfica este afán microempresarial que se encuentra en la República Dominicana y en otros contextos parecidos.

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Aquí no intentaremos debatir la objetividad empírica o el carácter verídico o exagerado de tales acusaciones. 12 Sólo nos interesa, por el momento, la presencia de una orientación ambivalente que percibimos en nuestras entrevistas, y que puede ser una orientación cultural ampliamente difundida en el país con respecto al trabajo asalariado. Por un lado, se desea. Por otro lado, en muchos casos se ve como medida temporal, puramente pragmática, quizás hasta denigrante. Su finalidad a corto plazo es la de permitir al individuo mantener una familia. Pero en muchos casos su propósito a largo plazo es permitirle juntar el capital requerido para establecer su propio negocio. 4. Combinación de opciones

Las comparaciones precedentes nos ayudan a conceptualizar y entender alternativas, pero son en parte teóricas. En realidad, las tres macro opciones disponibles al público dominicano Cempleo local, negocio propio o emigraciónC no necesariamente son alternativas exclusivas. Por el contrario, se combinan de dos maneras: diacrónicamente (a través del tiempo) y hasta sincrónicamente (al mismo tiempo).

Con respecto a lo primero, el mismo individuo, en diferentes fases de su carrera económica, puede involucrarse en las tres opciones. Hemos visto que, en el caso etnográfico que pre-sentamos, Balbuena empezó con trabajo asalariado en la industria de la construcción en Santo Domingo. Luego vendía quinielas. Después se compró un carro y paso varios años Aconchando@ en las calles de la capital. Luego emigró a Nueva York, donde

12 Se trata de imágenes y acusaciones entre clases. Hemos escuchado

acomodados urbanos convencidos (y dispuestos a aseverar) que el campesino dominicano es un haragán. Hemos también escuchado resentidos de otros sectores que aseveran unilateralmente que el patrono dominicano es de por sí un chupasangre sin corazón. En tales contiendas se trata más de ideología de clase que de análisis empírico.

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trabajaba en dos restaurantes. Finalmente, volvió a su país donde puso un colmado con el capital ahorrado en Nueva York. Es decir, combinó las tres opciones Cempleo local, emigración y colmado propioC secuencialmente, en el contexto de una carrera económica personal. Pero muchos dominicanos combinan dos de las tres opciones, a veces sincrónicamente, es decir, al mismo tiempo, por lo menos a nivel de hogar.13 El microempresario que vive solamente de su negocio es la excepción estadística. La gran mayoría de microempresarios vive en hogares que se sustentan de por lo menos dos actividades simultáneas. Es cierto que algunos hogares tienen dos negocios, pero es mucho más común el caso en que el negocio se combina con alguno que otro trabajo asalariado por un miembro del hogar. En un número impresionante de casos es el microempresario mismo quien hace dos actividades simultáneas.14

En el caso de un hombre con empleo asalariado, el salto al mundo de los negocios raras veces se realiza de manera instantánea. Hay caminos graduales que se utilizan: se ahorra un poco del sueldo para que la cónyuge ponga simultáneamente un negocio en casa. O se hace todavía más informalmente, como en el caso de las mujeres empleadas, que van de visita a Nueva York y traen maletas llenas de ropa y bisutería para vender a sus colegas

13De hecho, la emigración en sí está íntimamente ligada conceptualmente

a la búsqueda de trabajos asalariados en el extranjero y, por lo tanto, no constituye una categoría analítica independiente. Algunos emigrantes se involucran en el comercio, pero el sustento económico de la gran mayoría de los que emigran proviene de empleos asalariados en el extranjero.

14Moya Pons y Ortiz (p. 127) encontraron que casi la mitad de los hogares de los microempresarios (46.9%) reciben sueldo de otro empleo mientras llevan su negocio. Y casi uno de cada tres hogares recibe ingreso de otro negocio que están llevando simultáneamente con el negocio encuestado. Es decir, es posible que más de siete de diez hogares de microempresarios reciben ingreso de otros negocios o trabajos. En más de 40% de los casos es el microempresario mismo quien hace más de una actividad económica: 25% llevan otro negocio y 18% hacen otros trabajos generadores de ingresos.

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de oficina. 15 Tal opción de un negocio suplementario se nos describió como algo normal en la República Dominicana, mientras que se consideraría algo insólito y quizás Araro@ por el ciudadano de la sociedad industrializada del norte.

C. El comercio como camino preferido

La decisión de lanzarse a un negocio desencadena el proceso. Pero faltan otros pasos para llegar al colmado. El que opta por la independencia económica tiene primero que decidir qué clase de negocio poner.

Hay tres rubros analíticos convencionales Cmanufactura, servicio y comercioC que representan caminos distintos y que utilizan los analistas para categorizar los negocios. La aplicación de estas categorías al mundo de los microempresarios en algunos casos es forzado: la leedora de tazas y barajas, por ejemplo, se coloca en el mismo rubro económico (Aservicios@) que el zapatero de la esquina.

Pero a pesar de eso son categorías analíticamente útiles porque no sólo distinguen entre diferentes sectores objetivos en la economía, sino que también corresponden a diferentes con-juntos de destrezas personales e inclinaciones subjetivas por parte

15En su mostrador del aeropuerto de Newark, la línea aérea Continental

despacha los pasajeros dominicanos justo al lado del mostrador donde despacha los pasajeros para varios países europeos. Pero el equipaje del vuelo a Santo Domingo no se traslada en la misma correa de maletas de otros vuelos, sino que se lleva por carrito a una correa especial. "Es para que no se nos dañe la correa", nos explicó una empleada norteamericana. "Las maletas de los dominicanos pesan una tonelada. Llevan muchos regalos". Como era el mes de abril, sospechamos que el peso de las maletas se inspiró más por el espíritu comercial que por el espíritu de Papá Noel. "El norteamericano que necesita más dinero buscará un segundo empleo. El dominicano más bien pondrá un negocio para suplementar su empleo. Come del empleo, y usa el negocio para gozar o viajar". (Esta observación incisiva la debemos a Luis Martínez de FondoMicro).

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de los microempresarios. Algunos microempresarios prefieren fabricar cosas. Otros prefieren reparar o limpiar o transportar las cosas ya fabricadas (o usar sus destrezas para embellecer a la gente, como los barberos o salones de belleza). En cambio, otros microempresarios (como los dueños de colmado) prefieren sencillamente comprar, almacenar y revender cosas, sin crear, agregar o restaurarles valor. Los tres rubros de manufactura, servicios y comercio, en fin, corresponden a tres orientaciones muy distintas y analíticamente interesantes.

1. Manufactura y servicios como rubros minoritarios

En la República Dominicana el camino del comercio es más popular que los otros dos caminos microempresariales: la manufactura y los servicios. FondoMicro ha comprobado esta-dísticamente que dos veces más microempresarios (53.7%) se independizan a través del comercio que a través de la pequeña manufactura (25.4%). Es decir, de los dominicanos que decidieron independizarse, sólo uno de cuatro se lanzará a la producción. Más de la mitad prefiere, simplemente, la actividad de comprar y revender, o sea, el comercio.

Surge la pregunta de si esto constituye un problema socio-económico. Por un lado, en términos teóricos, las tres funciones se requieren: las neveras tienen que ser no sólo producidas, sino también distribuidas y luego reparadas. En términos ideológicos convencionales, sin embargo, el status de fabricante de neveras goza de más prestigio que el de reparador de las mismas. Y el ingreso de los dos se considera, si no más honesto, por lo menos más noblemente adquirido, que las ganancias del mero intermediario comercial.

En un país antillano, esta actitud se ha oficializado al punto de criminalizar el comercio. El gobierno socialista cubano ha tenido una antipatía particular en contra del Aparásito@ intermediario. Bajo fuerte presión económica, ha inyectado

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incentivos empresariales privatizados en las unidades de producción agrícola, pero rehúsa legitimar el papel de comerciante, insistiendo en el monopolio del gobierno en el rubro de distribución (el mercado negro florece, pero de manera técnicamente ilegal). Al habanero ya hoy día se le permite oficialmente abrir un negocio casero de vender batidas de leche, pero no un colmado. A menos que se le agregue algún valor al producto vendido, la actividad de comprar y revender se considera oficialmente inmoral.

La reacción ideológica de la sociedad dominicana hacia el comercio ha sido más ambivalente. Por un lado, la importación y venta local ha sido un camino histórico tradicional no sólo hacia la riqueza sino también hacia una posición social más elevada. Pero la admiración y envidia del comerciante exitoso se tiñe con resentimiento, sobre todo por los productores y consumidores de productos básicos como la comida. Tanto el camionero que le compra el plátano al agricultor como el detallista que lo vende al vecino del barrio son vulnerables a la etiqueta de Avivo@ abusador.

2. Antecedentes históricos de la predilección comercial

Muchos consideran esta preferencia por el comercio, por encima de la manufactura o el servicio técnico, como un problema nacional. El folklore urbano popular abunda en cuentos sobre los plomeros que dañan llaves que más o menos funcionaban, y los mecánicos que desarreglan los vehículos entregados a su custodia, (ni hablar de la sustitución de piezas por componentes usados para poder comercializar los componentes nuevos). La ausencia de productores y técnicos competentes y la proliferación de intermediarios se define por muchos observadores desesperados como problema social.16

16 Sería prematuro aseverar que éste es un fenómeno puramente

dominicano. No existen análisis comparativos que nos permitan saber si tal predilección comercial se encuentra también en otras sociedades parecidas a la

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Sin embargo, esta predilección comercial en la República Dominicana goza de racionalidad económica basada en raíces históricas. Hay dos antecedentes relevantes. Primero, en la historia del país el símbolo y la saga del millonario comerciante importador es mucho más sobresaliente que el símbolo del Acapitán de industria@ que domina los libros de historia y el folklore económico del país al norte. Segundo, en términos de la economía agrícola interna del país, tradicionalmente las ganancias que le tocan a los agricultores son menos Co por lo menos los productores los perciben como menosC que las ganancias de los intermediarios que les compran el producto y lo revenden en el mercado. La imagen del Aintermediario chupasangre@ o el Acomerciante abusador@ es un tema cultural prominente. Aun admitiendo un elemento de exageración o de ficción en esa imagen, es incontestable que en la República Dominicana el bienestar económico del comerciante ha sido mucho mejor garantizado que el del agricultor.

En tal contexto, las masas de individuos que se inclinan a la comercialización más que a la producción se están comportando de manera económicamente racional, inclinándose hacia aquel camino que en su sociedad ha generado riqueza personal. La racionalidad macroeconómica de un sistema global, cuya lógica produciría a largo plazo una nación de comerciantes sin productores, puede cuestionarse. Pero la lógica microeconómica del individuo que se sale de su parcela para meterse en un colmado es, hoy en día, impecable. Es decir, la inclinación del dominicano empobrecido de comprar y revender no surge de idiosincrasias culturales; es una reacción racional a las realidades objetivas de la historia dominicana tradicional.

D. Factores que empujan hacia el comercio

dominicana.

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A pesar de los antecedentes históricos y la inclinación comercial, no todo microempresario dominicano elige el comercio. Una minoría opta por la manufactura o los servicios. ¿Por qué unos escogen el camino A, otros el camino B y otros el camino C?17

Exploremos brevemente varios posibles factores. 1. Nivel de capitalización

Las microempresas varían radicalmente en términos de la inversión requerida: desde la inversión fuerte del chofer dueño de su propio vehículo o de la dueña de salón dedicada al embellecimiento de sus congéneres; o la inversión mediana del zapatero y del técnico que repara neveras y aires, y terminando con la inversión más modesta del limpiabotas o la inversión casi nula de aquella figura ya tan incrustada en la cultura callejera capitaleña, el joven que aprovecha la luz roja para ofrecer sus servicios (generalmente sin que uno se lo pida) ensuciando parabrisas con una esponja enjabonada para luego limpiarlos.

¿Se determina la selección de área microempresarial por el nivel de capitalización? Sí, en cuanto al negocio específico, pero no, en cuanto al rubro general. Es decir, los microempresarios entrevistados aseguran que aun los que tienen poco capital pueden tirarse por cualquiera de los tres caminos. Hay cabida para individuos de todos los niveles económicos en la manufactura, el servicio y el comercio. Y, de hecho, los datos cuantitativos apoyan en algo su aseveración: en los tres rubros hay posibilidades para actores microempresariales de baja, mediana y alta capitalización. De hecho, contrario al estereotipo, el sector de los servicios atrae gente con más capital mientras el de la manufactura atrae menos

17Difícilmente se puede hablar de "determinantes de la selección" cuando

se trata de preferencias tan personales y muchas veces coyunturales. Pero sí se podría hablar de influencias Cfactores internos o externos en la vida del individuoC que lo empujan hacia una trayectoria o que lo disuaden de otra.

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que los otros.18 Pero a pesar de tales diferencias intersectoriales, en cada rubro hay cabida para gente de todo nivel de capitalización. Para el dueño del colmado, en fin, no fue la cantidad de dinero a su alcance que lo atrajo hacia el comercio o que lo disuadió de las otras trayectorias microempresariales. 2. Disposición al trabajo y energía personal

Quizás la selección de rubro tiene que ver con creatividad y energía. La imagen menos favorable del comercio llevaría a la hipótesis de que los individuos más enérgicos y creativos se lanzarían a la producción manufacturera o a la provisión de servicios de reparación o embellecimiento, mientras los menos enérgicos o creativos se lanzarían al camino menos creativo de comprar y revender.

Basta un breve contacto con el mundo de los colmados para poner en duda ese estereotipo, por lo menos en cuanto a la disposición hacia el trabajo arduo. En términos de horas requeridas de trabajo, los dueños de colmado nos aseguran que el que no está dispuesto a trabajar desde temprano en la mañana hasta tarde en la noche, siete días a la semana, corre el riesgo de quebrar en el negocio de colmado.

Los datos cuantitativos validan totalmente esta impresión cualitativa. Redondeando las cifras de FondoMicro, la micro-empresa dominicana típica trabaja un promedio de seis días a la semana, nueve horas por día. Si hacemos una distinción, sin embargo, entre los colmados y negocios alimentarios parecidos (ventorrillos, supermercados) por un lado, y las demás micro-empresas por otro lado, el cuadro cambia. El resto de los negocios típicos trabajan sus seis días, pero sólo siete horas al día. El colmado promedio, en cambio, trabaja siete días a la semana, trece

18Si miramos el subgrupo de microempresas que requieren inversiones de

$50,000 para arriba, sólo 22% de las microempresas de manufactura caen en este grupo; a diferencia de 34% de comercio y 44% de los servicios (p. 103).

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horas al día. Es decir, los comerciantes, por lo menos este sub-grupo, trabajan mucho más duro que la población microempre-sarial en general. La persona de baja energía o de reducida disposición al trabajo, en fin, no debe meterse en el mundo de los colmados.

Sería muy arriesgado, sin embargo, interpretar estos datos al revés y aseverar lo contrario: que la gente de más energía se tira al comercio, mientras los de menos energía se tiran a la manufactura o a la provisión de servicios. Los horarios laborales de un negocio se determinan más bien por las condiciones externas objetivas que determinan las ganancias de cada tipo de micro-empresa. La microempresa típica puede funcionar perfectamente bien adhiriéndose al horario estándar prevaleciente en la República Dominicana y otros contextos parecidos: 8 horas al día, 6 días de la semana, tomando el domingo como día de descanso. Es precisamente en las horas de descanso, en cambio, cuando el colmado realiza gran parte de su venta. El colmado que cierra a las seis de la tarde y que no abre los domingos difícilmente puede sobrevivir.

El dueño del colmado, en fin, que se mata trabajando 13 horas al día 7 días de la semana, lo hace no porque tiene más energía o disposición al trabajo que sus contrapartes en la manufactura o la provisión de servicios. Lo hace porque su negocio cojearía o quebraría si no lo hace. Los otros no se involucran de esa manera extraordinaria, no porque sufren de pereza, sino porque objetivamente sus negocios pueden sobrevivir bien con un horario menos exagerado y más adaptada a las expectativas culturales prevalecientes.

Para resumir, volviendo al individuo decidido a independizarse mediante un negocio, vemos que no es ni su nivel de capitalización ni su nivel de energía personal que lo empuja hacia el comercio en vez de hacia otro rubro.

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3. Género

Exploremos entonces una tercera variable, la de género. Sería válido preguntar hasta qué punto el sexo de la persona influye en el rumbo comercial que toma el individuo. De cada 100 empresas, 38 son de mujeres, 55 de hombres y 7 de propiedad mixta. Esta cifra indica que las mujeres juegan un papel importante en la economía microempresarial, pero parece indicar también que, a pesar de todo, el hombre dominicano domina este mundo. Este desequilibrio global en cuanto al género de las microempresas, sin embargo, es más bien un fenómeno capitaleño que crea una ilusión óptica con respecto al país entero. En la capital, dos de cada tres microempresas de propiedad individual son de hombres. Pero es sólo en la capital donde se da este desbalance. En las ciudades del interior 50% de las microempresas individuales son de mujeres. Allá la mujer tiene igual probabilidad que el hombre de abrir un negocio.

Las barreras que limitan el papel de la mujer en la economía microempresarial son en parte económicas (gozan de menos acceso a capital que el hombre) 19 y en parte culturales. Los hombres dominicanos participan muy poco en el cuidado de los niños o en otras tareas domésticas en que el hombre de otras sociedades industriales ya tiene que ayudar. En la República Dominicana los quehaceres domésticos siguen definiéndose, por lo general, como obligaciones exclusivas de la mujer.20

19Las mujeres tienen negocios de menor inversión que los hombres. El

56% de los negocios de mujeres requieren menos de $5,000 para establecerse. Sólo 26% de los hombres tienen negocios de esa pequeña escala. Del otro lado del espectro, mirando los negocios que requieren más de $50,000, vemos que 42% de los hombres tienen negocios de ese monto, pero sólo 17% de las mujeres (p. 183). Es decir, mientras las tareas domésticas dificultan la entrada de la mujer en el mundo microempresarial, la falta de capital restringe su nivel de participación aun cuando logren entrar.

20Las mujeres dueñas de negocio tienen un cargo doble. Nueve de cada diez tienen que realizar tareas domésticas además de sus labores empresariales.

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Una vez en el negocio, sin embargo, las mujeres se reparten igual que los hombres en los tres caminos posibles. Veremos luego que, por un conjunto de factores, los hombres dominan el rubro de los colmados pero no el comercio en general. Los datos indican claramente que los tres caminos Cmanufactura, comercio y servicioC tienen igual cabida tanto para hombres como para mujeres. El porcentaje de mujeres que se dedica a cada rubro es indistinguible estadísticamente del porcentaje de los hombres dentro de los mismos rubros (Moya Pons y Ortiz 1995, p. 55).

Tal hallazgo sorprendería, quizás, en vista de las fuertes normas culturales que existen en cuanto al sexo Aapropiado@ para cierto tipo de microempresas. Son pocas las mujeres zapateras o tricicleras. Son pocos los hombres que cocinan y venden Ayaniqueques@ en la esquina o que operan salones de belleza. Pero aquí se trata no de actividades específicas, sino de rubros generales.

El sexo del individuo, eventualmente, entrará en juego en la selección de un negocio específico, pero cuando se trata de la selección de orientación básica hacia el comercio, los servicios o la manufactura, el sexo del individuo parece no influir, por lo menos no en el estrato microempresarial de la República Dominicana.21

En contraste dramático, sólo un hombre en cada veinte informa que realiza tareas domésticas también (p. 166). Este fenómeno del "horario doble" de la mujer se ha notado en otros países. Parece, sin embargo, tomar una forma radical en la República Dominicana. La presión especial experimentada por mujeres capitaleñas puede derivarse de la debilitación funcional de lazos de parentesco, fuente tradicional de apoyo logístico en el cuidado de niños en pueblos y campos. Las tareas domésticas y la falta de capital de las mujeres limitan también su capacidad de involucrarse en otras actividades generadoras de ingreso. Más hombres (56%) que mujeres (37.3%) tienen el tiempo y el dinero para dedicarse a otro negocio simultáneamente.

21En este sentido, la orientación de la mujer dominicana difiere de la de su contraparte al otro lado de la frontera. La mujer haitiana se especializa fuertemente en el comercio. Es interesante notar que la gran excepción a

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Enfocándonos en el colmado en particular, por lo menos en cuanto a su función alimentaria y doméstica, es culturalmente neutral con respecto al género del dueño. Chocaría ver a una mujer dueña de taller de reparación de carros, pero no choca en lo más mínimo ver a una mujer sin marido establecerse como dueña de colmado. A pesar de esto, hemos notado que el mundo de los colmados es dominado no sólo por microempresarios masculinos sino también por empleados masculinos. Hay tres razones:

1) La escasez de capital entre mujeres es más

obstaculizante en el mundo del colmado, con sus fuertes exigencias financieras, que en negocios menos costosos.

2) El horario draconiano del colmado típico Csiete días a la semana, más de doce horas al díaC se encaja muy difícilmente con las responsabilidades domésticas de la mujer típica.

3) Los empleados y ayudantes se utilizan no sólo para despachar mercancía, sino también para cargarla y almacenarla.

El resultado de estos factores es un desequilibrio paradójico

en el cual el negocio a donde van tantas mujeres y niños a comprar, se define formalmente como negocio dominado por hombres: mientras más del 42% de los negocios fuera del colmado pertenecen a mujeres, sólo el 18% de los colmados son de mujeres.22

nuestra generalización de igualdad de orientación entre los géneros se encuentra precisamente en la región de más fuerte influencia fenotípica y cultural haitiana: el Suroeste. En esa región, más de nueve de cada diez microempresarias fe-meninas se dedican al comercio. Patricia Cely, Microempresas y Pequeñas Empresas de Mujeres en la República Dominicana. Santo Domingo: FondoMicro, p. 96.

22Fue Patricia Cely, en su estudio sobre microempresas de mujeres para FondoMicro, quien estableció el criterio de 75% como pauta para decir que un negocio es "dominado" por hombres o mujeres. Como 77% de los colmados son de hombres, este negocio califica como negocio dominado por un género.

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La mayoría de los hombres que poseen colmados tienen cónyuge, pero son raros los casos en que el negocio se define como propiedad colectiva de la pareja. Un miembro de la pareja es el dueño, y ese individuo en la gran mayoría de los casos es el esposo, no la esposa. Las mujeres no se excluyen del negocio. Pero su papel primordial es el de trabajadora no-remunerada en el negocio de su marido. En fin, el género no influye en la selección básica del rubro (manufactura, servicio, comercio) pero sí influye Cpor varias razones, incluyendo capitalizaciónC en la selección del negocio específico. 4. Subcultura familiar

Los antecedentes familiares del individuo también juegan un papel en la selección de negocio. Cada sector económico sigue generando su propia subcultura, y la función esencial de cualquier cultura sigue siendo la perpetuación intergeneracional de orientaciones generales y conductas específicas. En la sociedad humana tradicional había alta probabilidad de que la profesión de los padres se transmitiera a los hijos.

Hoy día este proceso se ve en la República Dominicana, pero menos automáticamente que en tiempos pasados. Muchos hijos escogen caminos diferentes para ganarse la vida.23 Pero el nivel de influencia de la subcultura familiar varía por sector. Una subcultura fuerte goza de tres poderes: (1) los padres esperan que los hijos sigan sus pasos; (2) los hijos quieren seguirles los pasos a

En el análisis de Cely el colmado fue combinado con el ventorrillo, de los cuales 35% son de mujeres, y su dominancia por género, por lo tanto, no salió. Usando los datos del año 1996, y separando los tres rubros de ventorrillo, colmado y supermercado, estos últimos dos salen dominados por hombres según el criterio de Cely.

23En términos de factores causales, el cambio tecnológico, la educación, la urbanización y la emigración han operado conjuntamente para debilitar (pero no eliminar) el poder de la ocupación paternal o maternal de influir sobre la ocupación de los hijos.

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sus padres; (3) juventud con padres de otros sectores se inclinará a entrar en este nuevo sector. En cambio, en una subcultura débil, los padres esperan que los hijos salgan a otro sector, los hijos mismos quieren salir y pocos de afuera quieren entrar.

La probabilidad de que los hijos sigan los pasos de los padres aumenta a medida que la ocupación paternal: (1) genera ingresos atractivos; (2) se rodea de prestigio social; y (3) involucra especiales destrezas técnicas que el padre transmitirá al hijo y que, subsecuentemente, dé al hijo una ventaja comparativa en ese rubro. En cambio una actividad paternal: (1) que es poco rentable; (2) que sufre de bajo status social; y (3) que no requiere ninguna destreza en particular difícilmente inspirará la lealtad o la imitación filial. Examinemos los diferentes sectores en este marco. a) Subcultura de la agricultura

Tal cual se practica hoy la pequeña y mediana agricultura en

la República Dominicana, no se ve ni económicamente rentable ni socialmente honorable ni técnicamente desafiante. Tiene poder de reclutar la juventud sólo en el sentido de que casi todos los que practican la agricultura están siguiendo los pasos de sus padres. Muchos quisieran salirse. Su capacidad de atraer y reclutar gente de otros sectores es reducida o nula: pocos hijos de no-agricultores entran en la agricultura. El movimiento intersectorial que existe es casi unidireccional: fuera de la agricultura. Pocos migrantes aspiran a volver con capital para invertir en actividades productivas agrícolas. Unos cuantos, si acaso, invertirán dinero en ganado, pero la mayoría preferirá una actividad que no involucre producción agro pastoral. La agricultura dominicana es, en fin, un sector en crisis tanto económica como social e ideológicamente.

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b) Subcultura del empleo asalariado

El atractivo intergeneracional del empleo asalariado no-

profesional es mayor que el de la agricultura pero menor que el del

pequeño negocio o de la migración. Las ganancias son modestas y

el prestigio social varía según el rubro. Relativamente, pocos son

los empleados asalariados que tienen destrezas que ellos mismos

transmiten a los hijos para que sigan los pasos de su padre. Es

cierto que el empleado típico sin destrezas preferiría ver a su hijo

adulto en un trabajo asalariado fuera de la agricultura, algo así

como un pequeño negocio. Como se señaló, muchos empleados

dominicanos quieren independizarse en un negocio.

c) Subcultura microempresarial

El pequeño negocio, por lo tanto, constituye un paso

vertical positivo sobre el empleo asalariado típico, sobre todo en

la visión de los microempresarios que han logrado encaminarse en

ese rumbo. El status de microempresario goza de atractivo eco-

nómico y social que puede atraer y Ajalar@ gente de los sectores

agrícolas y asalariados. Por eso se denominaría como una sub-

cultura dinámica, a diferencia de la subcultura amenazada y

deprimida de la agricultura mediana y pequeña.24

24La evidencia sugiere que en la República Dominicana hay una sub-

cultura microempresarial en la cual muchos individuos pasan su vida económica entera. Como veremos abajo, la mayoría de ellos no empiezan como dueños. A la juventud le falta no sólo capital sino también experiencia y destreza para lanzarse inmediatamente a un negocio. Pero sí empiezan trabajando como ayudantes en microempresas. El poder atractivo de la subcultura micro-empresarial parece gozar de fuerza particular en la capital y en otras ciudades. Siete de cada diez microempresarios encuestados en zona urbana o eran dueños de negocio o trabajaban como empleados de negocio (p. 39). Del 30% restan- te, una parte eran agricultores. En vista de la orientación comercial que domina aún la pequeña agricultura dominicana, este grupo se podría calificar de

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Sin embargo, el deseo de que los hijos sigan los pasos de los

padres no es uniforme, aun cuando al negocio le vaya bien. La

inclinación hacia la continuidad intergeneracional será más

probable en empresas con más sofisticación técnica y más

prestigio social. Tales condiciones se reúnen más en la manu-

factura y en ciertos tipos de servicio (por ejemplo, zapateros,

técnicos en electrodomésticos) más que en el comercio.

Los dueños de un colmado exitoso con quien hemos

conversado, por lo general, quisieran no que sus hijos también

llegaran a ser dueños de colmado, sino que estudiaran para

conseguir un puesto con más sofisticación técnico-profesional y

más prestigio social; algo independiente de consideraciones

puramente económicas. Y muchos pagarán sueldos a ayudantes de

bajos recursos en vez de usar la mano de obra gratuita de sus hijos,

para permitir que éstos se dediquen a tiempo completo a sus

estudios o (si tienen edad suficiente) que tomen los pasos

necesarios para irse del país. El microempresario exitoso mismo,

sobre todo si ya ha pasado los años de juventud, dudaría en

liquidar su negocio para él irse al extranjero, pero haría todo lo

posible para que a sus hijos se les abriera esa opción.

d) Subcultura de la emigración

La opción migratoria, sin embargo, goza del poder inter-generacional más fuerte. Es decir, los hijos de migrantes nacidos en la República Dominicana harán todo lo posible para seguir a sus padres. A diferencia de la agricultura, el hijo que no sigue a sus padres al extranjero por lo general se queda, no por falta de

microempresarios, aunque no se les considere como tales para propósitos de encuestas. Es decir, en la República Dominicana el mundo de la microempresa constituye una verdadera subcultura en cuyo abrazo la mayoría de sus miembros pasan sus vidas económicas enteras.

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voluntad, sino de documentos. 25 Y los hijos que nacen allá difícilmente volverán a la República para vivir.

Tomemos el caso hipotético de un microempresario establecido cuyo hijo de 25 años tiene dos opciones viables: abrir un negocio como el de sus padres, o emigrar legalmente con visa para buscar empleo fuera del país. Si el asunto de la visa legal se ha arreglado, las entrevistas cualitativas que hemos realizado nos llevan a sospechar que la mayoría de los pequeños microempresarios aconsejarían al hijo que viajara. Por atractiva que resulte la condición de microempresario independiente, son pocas las situaciones dentro de los sectores populares de la República que competirían con el aliciente de una visa, un pasaje y una comitiva de familiares o amigos esperándolo en el Aeropuerto John F. Kennedy.

La mayoría de las microempresas gozan de dos o hasta tres de las tres predicciones de continuidad intergeneracional: ganancias atractivas, prestigio social adecuado y destrezas técnicas transmisibles.

En la República Dominicana, si por cualquier razón el hijo de un microempresario no puede proseguir estudios profesionales o emigrar, con más probabilidad se sentirá inclinado a seguir voluntariamente los pasos de sus padres que el hijo de un agricultor o de un asalariado no-profesional. Aunque no se ha cuantificado el proceso, antecedentes familiares microempre-sariales ejercerán un poder de atracción sobre las decisiones que tomará la juventud sobre su propio camino económico.

25La emigración es el único sector en que los padres también, como regla

general, se dejarán reclutar voluntariamente por sus hijos: el hijo que logra establecerse en el extranjero, por regla general, hará todo lo posible para traer a sus padres. Además de los motivos sentimentales, muchas veces hay un pragmatismo económico en esta decisión. Los padres de edad avanzada quizás no consigan empleo asalariado en su nuevo ambiente, pero contribuirán mediante el cuidado de sus nietos, permitiendo así a sus hijos empleados reducir gastos y quizás aumentar las horas de su actividades extradomésticas generadoras de ingreso.

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5. Antecedentes ocupacionales personales

Pero muchos microempresarios no escogieron su rubro a

base de antecedentes familiares sino de coyunturas autobiográficas, a veces casi accidentales en términos de los empleos asalariados que lograron conseguir en épocas anteriores de su vida. El que empieza su vida económica como dueño de microempresa es la excepción estadística. La gran mayoría empezó por otra ruta, a menudo como empleado de otra microempresa. Y, de hecho, existe un mercado laboral: gran porcentaje de las microempresas dominicanas pagan mano de obra no-familiar.26

Estos hechos abren otra ruta hacia una vida microempresarial. Aun no teniendo antecedentes familiares en este sentido, la juventud empleada como ayudante de negocio rentable puede acabar lanzándose en ese rumbo como microempresario, la experiencia laboral habiéndola dotado triplemente de (1) las destrezas requeridas; (2) los contactos comerciales; y (3) el gusto general de esa actividad. Una vez aparecido el capital requerido, el individuo se inclinará más fácilmente a aquella actividad ya conocida y dominada que a lo desconocido. Es decir, cada sector Cmanufactura, comercio, serviciosC recluta y prepara sus propios actores futuros mediante el mercado laboral.

26 Sólo 24% de los microempresarios encuestados por FondoMicro

indicaron que su actividad anterior era como dueño de negocios. Y se sospecha que del 24% que sí eran dueños de negocio, muchos habían empezado su vida económica no como dueños de negocio sino en otro papel. En cuanto al empleo en las microempresas, 42% de la mano de obra de las microempresas es pagada (o aprendiz). En esta cifra, sin embargo, hay gran variación intersectorial. En el sector de servicios, 60% de la mano de obra es pagada, a diferencia de sólo 32% en el comercio.

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6. Edad

Pero el atractivo comparativo de los sectores varía por edad. Casi la mitad de los dueños de microempresas comerciales ya cumplieron 45 años. En cambio, sólo uno de cinco proveedores de servicio ha llegado a esa edad. Al otro lado del espectro, casi ocho de cada diez de los individuos en manufactura tienen menos de 35 años. Sólo tres de diez comerciantes tienen esa edad (Moya Pons y Ortiz, op.cit., p. 115). Es decir, el dominicano joven con acceso a capital se inclinará más a la producción de algún bien. El dominicano más cercano a la vejez, en cambio, se sentirá más atraído por la actividad de comprar y revender lo que otros han producido.

La interpretación de este patrón exige cuidado analítico. Hay dos modelos opuestos para interpretar discrepancias en la conducta de diferentes grupos de edad. El primero es la interpretación del >ciclo de vida=, que ve diferencias por edad como parte normal de la maduración. Se vería normal, por ejemplo, que los de 45 años tuvieran más niños que los de 30 años, o un porcentaje más alto de dueños de su propia casa y un porcentaje más bajo de inquilinos. Bajo este modelo, la predilección de los más viejos por el comercio en vez de la manufactura se interpretaría quizás como merma normal de energías creativas y preferencia para un camino que requiera menos creatividad. El segundo modelo, en cambio, sería un modelo de Acambio estructural diacrónico@. Bajo este modelo, la predilección de los jóvenes por la manufactura sería síntoma de un profundo cambio estructural en la sociedad, una tendencia de alejarse del camino tradicional de comprar y revender y de lanzarse al camino de fabricar y crear.

Hay evidencia leve de que el segundo modelo corresponde a la realidad. De 1993 a 1995 el porcentaje de negocios de manu-factura subió de 23% a 25%. El porcentaje de negocios comerciales bajó de 59% a 54% (Ibíd., p. 16). En la ausencia de

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pruebas de significado estadístico, las diferencias porcentuales son tan pequeñas que se puede tratar de factores aleatorios de muestreo más que de cambios diacrónicos genuinos. Sin embargo, lo que sí se puede aseverar es que, por la razón que sea, el microempresario viejo (o envejeciente) preferirá ganarse la vida comprando y revendiendo más que su contraparte más joven, quien prefiere fabricar o proveer algún servicio. 7. Educación

Una dinámica parecida se nota en cuanto al posible poder del nivel educativo en la selección básica de camino microempresarial. Los que optan por el comercio tienen menos educación que los que van a otros rubros. Casi 75% de los dueños de comercios (pero solamente 38% de los microempresarios proveedores de servicios) terminaron su educación sin pisar la escuela secundaria. En cuanto a la educación, los de manufactura se parecen más a los comerciantes en ese sentido, con 65% que nunca ingresó a la secundaria. Mirando al otro lado del espectro, casi la mitad de los que proveen servicios terminaron su educación secundaria o vocacional. Menos de uno de cada cinco de los comerciantes logró ese nivel (Ibíd., p. 116).

Aquí también se requiere cuidado analítico. A falta de análisis de regresión múltiple, no sabemos hasta qué punto la educación del individuo opera independientemente, o se confunde estadísticamente, de la edad. Sin embargo, es aparente que el rubro de Aproveer servicios@ en el mundo microempresarial dominicano no constituye un Azafacón@ ocupacional donde se acumulan limpiabotas, cargadores de cajas, limpiadores de pisos y calles, y otros que carecen de capital o de talento técnico. Al contrario: vimos arriba que los proveedores de servicio se concentran en los negocios que más capital requieren. Y aquí vemos que requieren no sólo más capital, sino también más educación que los rubros de comercio o manufactura.

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Para resumir: hemos intentado identificar los factores que empujan al microempresario hacia el comercio, en vez de la manufactura o el servicio. Vimos que los tres caminos posibles no reclutan ni por nivel de capitalización, ni por disposición al trabajo, ni por género. Lo que sí aparece es una tendencia, por lo menos en actividades lucrativas, de seguir los pasos paternales o de seguir el ejemplo de los patrones por los cuales uno haya trabajado. Notamos también que, cuando se encuentra en una encrucijada económica y decide lanzarse a su propio negocio, el individuo de más edad y de menos educación se lanzará hacia la actividad, no de producir, sino de comprar y revender. Su selección en este respecto goza de racionalidad en el contexto del carácter lucrativo del comercio en la historia económica de la República Dominicana.

E. El mundo de los alimentos 1. La comida es buen negocio

Al que ya decidió invertir su capital en la actividad de comprar y revender le queda todavía una amplia gama de opciones. La mercancía preferida en la República Dominicana sigue siendo los alimentos. Por el proceso de urbanización, la República Dominicana ha dejado de ser una Asociedad agraria@, en el sentido antropológico; una sociedad donde la mayoría de la población dedica sus vidas directamente a la producción de alimentos. Pero sigue siendo una sociedad agraria en otro sentido: un porcentaje impresionante de los que han dejado la agricultura para el negocio mantienen una fuerte predilección hacia el tráfico de alimentos.

La proliferación abrumadora de colmados en las calles y esquinas urbanas del país genera esta impresión. Pero la impresión goza de fuerte apoyo estadístico. En el primer capítulo hicimos una retabulación de los datos recogidos por FondoMicro y salió a relucir que casi la mitad de las microempresas dominicanas se

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dedica de alguna manera a la alimentación de la población. El colmado pertenece a un subgrupo de tales negocios, el subgrupo de los detallistas de comestibles no-cocinados. De éstos, un poco más de la mitad se dedica a la clase de actividad detallista que ejemplifica el colmado. Sacamos la conclusión sorprendente de que quizás uno de cada cuatro microempresarios dominicanos es o aspira ser dueño de colmado.

Hay por lo menos dos factores que producen esta fuerte atracción microempresarial hacia el negocio de alimentos.

- Demanda concentrada y garantizada. El nivel general de pobreza en los estratos populares ocasiona la asignación de un porcentaje elevado del presupuesto familiar a compras de alimentos. El porcentaje de ingreso disponible para compras no-esenciales o no-alimentarias es menor que en contextos industrializados. Objetivamente, en la República Dominicana, la comida sí es buen negocio.27

- Oferta fragmentada. Al mismo tiempo, el bajo nivel de capitalización del microempresario típico crea una proliferación de unidades de venta. El resultado de este flujo de gran número de comerciantes hacia los alimentos, en vez de ahuyentar a los recién llegados, los estimula a probar el mismo rubro donde tantos antecesores han hecho ganancias. Es decir, los múltiples actores de poco capital, en vez de probar caminos empre-sariales nuevos y riesgosos, se concentrarán en el rubro ya probado de los alimentos, aunque ya haya un sinnúmero de competidores.

27Como veremos, los vendedores de alimentos también venden bebidas

alcohólicas, productos para limpieza doméstica y otros productos no alimenticios. Pero ocupan puestos de menos importancia que los alimentos en la economía de los colmados.

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Estos factores objetivos crean una percepción subjetiva en los microempresarios, que escuchamos en varias ocasiones, que Ala comida siempre se vende@. Y esta percepción, a su vez, produce el fenómeno ya aludido: casi la mitad de las microempresas en la República Dominicana tienen que ver de una manera u otra con los alimentos. 2. )Cocinarla o venderla cruda?

El que se lanza al negocio de la comida tendrá que decidir

si la va a detallar cocinada o cruda Ci.e., si le va a agregar algún valor o si simplemente la va a revender tal cual la compró y dejar que el cliente la cocine. Hay un mercado en ebullición para las dos modalidades. Con el crecimiento urbano y el cada vez mayor enajenamiento físico entre el hogar y el lugar de trabajo, la costumbre de volver a la casa o de esperar que la esposa o los niños lleguen con comida cocinada para el almuerzo, va en franca disminución. Y con la costumbre dominicana de comer comida caliente y abundante a mediodía, la práctica extranjera de >lonchera= con sándwich y guineo no se ha popularizado como alternativa alimentaria al almuerzo con arroz, habichuelas y carne. Hay mercado fuerte, en suma, para negocios de alimentos pre-parados.

Cada opción tiene sus ventajas comerciales, y tiene renglones para actores de todos los niveles de capitalización. Los individuos de poca capitalización que quieren vender comidas y bebidas preparadas pueden abrir una pequeña cafetería, empezando con cerveza, refrescos y sandwiches, y expandiéndose paulatinamente a comidas más fuertes si la demanda local y los recursos del dueño lo permiten. Esta opción goza de las ventajas globales del mercado garantizado de los alimentos, y, además, tiene varias ventajas sobre la opción del colmado o ventorrillo:

- Se puede comenzar con menos variedad. Uno se puede lanzar con los rubros de cerveza, refresco y sandwiches.

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Un colmadito con solo tres productos Co con solo veinte productosC perdería clientela. Las reglas culturales prevalecientes exigen que el colmado surta una gran variedad no solo de productos alimenticios sino también de otros artículos de uso doméstico. El cliente que no los encuentra se va frustrado. Las mismas reglas culturales no gobiernan la dinámica de una cafetería.

- Se puede expandir paulatinamente según la demanda local.

- El horario es más suave y flexible. El colmado tiene que abrir sus puertas desde las siete de la mañana y cerrarlas tarde en la noche. La cafetería o comedor puede abrir tarde y cerrar más temprano. Si la clientela es gente de trabajo, se puede tomar el domingo como día de descanso sin gran daño al negocio. El colmado, en cambio, tiene que abrir el domingo.

- Hay más apertura para mujeres en los negocios de alimentos cocinados. Se trata de (a) una ventaja comparativa global en cuanto a las destrezas y los hábitos culturales requeridos dentro de la cocina; (b) horarios más suaves y más compatibles con sus deberes domésticos; y (c) horas más tempranas de cerrar que reducen el peligro para la mujer de estar en la calle, de camino a su casa, tarde en la noche.

A pesar de estas aparentes ventajas, el ideal cultural del comerciante que sencillamente revende lo que compra sigue imponiéndose en el rubro de los alimentos. Mientras la cantidad aproximada de negocios tipo cafetería o restaurante en la República Dominicana es de unos 21,000, la cantidad de negocios tipo colmado (incluyendo ventorrillos y supermercados) sobre-pasa los 74,000 (Moya Pons y Ortiz, 1994, p. 145). Es decir, para cada dos dominicanos dispuestos a proveer el servicio de preparar, procesar, y/o cocinar la comida, hay más de siete dominicanos que optan por comprarla y revenderla cruda.

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CAPITULO VI

VI. Estableciendo el colmado

En este capítulo analizaremos la conducta de un individuo que ya tomó tres decisiones consecutivas, fuera conscientemente o fuera sólo implícitamente: 1) abrir un negocio en vez de buscar un sueldo o de emigrar; 2) abrir su negocio en el rubro del comercio, es decir, de comprar y revender en vez de fabricar o suministrar servicios; y 3) enfocarse en la compra y venta de alimentos no procesados y bebidas embotelladas o enlatadas, en vez de en ropa o electrodomésticos u otras cosas que podrían comercializarse.

El que decide abrir un colmado tiene que resolver primero que nada el dilema básico de conseguir el capital. Resuelto ese problema, enfrenta otros cuatro problemas de orden logístico, los cuales tiene que resolver antes de comprar ninguna mercancía: 1) conseguir un local; 2) comprar el equipo; 3) organizar el espacio interno del local; y 4) resolver el problema del transporte.

En este capítulo discutiremos primero el dilema de la capitalización y luego pasaremos a un análisis de la resolución de los otros cuatro problemas.

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A. Capitalización inicial 1. Si el colmado es mucho, confórmate con ventorrillo

Para el detallista de alimentos no procesados en la República Dominicana de hoy día, hay tres caminos disponibles: el ventorrillo, el colmado y el supermercado1. Son en realidad sub-grupos dentro del mismo rubro comercial, o variantes del mismo negocio: detallistas de alimentos no-cocinados y de bebidas embotelladas o enlatadas. La variante específica que escoja el individuo dependerá sobre todo del dinero que tiene a su alcance. Los que tienen menos de 15,000 ó 20,000 pesos tendrán que conformarse con un Apre-colmado@, un ventorrillo de pocos productos, de baja venta y, consecuentemente, de baja rentabilidad global. Como se señaló arriba, las calles y las avenidas de la República Dominicana están ornamentadas no solo con letreros de colmados, sino con decenas de millares de puestos de expendio más pequeños que venden alimentos y otra mercancía en menor cantidad que un colmado y que raras veces tienen letrero. A tales puestos se les denomina corrientemente Aventorrillo@. Se establecen con mucho menos dinero en mercancía y en costo de local. Los clientes generalmente no entran a un local sino que compran a través de un mostrador que da a la calle.

Como proveen un servicio parecido al de los colmados, las horas laborables requeridas no difieren drásticamente de las horas

1 Hay otros subgrupos, también, como el del triciclero ambulante y

cantante que compra víveres y otros productos perecederos en el mercado y los detalla en las calles urbanas, y hasta el del hombre o joven que detalla naranjas peladas u otras frutas en las esquinas donde hay semáforos. Pero éstos son detallistas muy especializados y de bajos niveles de capitalización. Su visibilidad pintoresca (y a veces molestosa para sectores motorizados cuyo movimiento se encuentra brevemente entorpecido por un triciclero) crearía la ilusión de grandes números. En realidad, constituyen una pequeña minoría de detallistas de alimentos.

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fuertes requeridas por un colmado bien surtido. Pero el reducido volumen de venta reduce las ganancias que se pueden anticipar. Los actores de poca capitalización tendrán que conformarse con esta clase de pre-colmado para vivir de la compra y venta de alimentos no cocinados.

Al otro lado del espectro está la variante Ahipercapitalizada@ del colmado: el supermercado. Los datos indican que, por lo menos en el caso de los seis supermercados encuestados por FondoMicro, su nivel de capitalización es casi diez veces más que el nivel del colmado promedio. Los fuertes requisitos financieros para un supermercado genuino reducen su viabilidad. Por cada supermercado, en la República Dominicana hay 34 unidades de venta tipo colmado o pre-colmado.2

El porcentaje reducido de supermercados no sorprende. Lo que podría sorprender, lógicamente, es la reducida cantidad de pre-colmados subcapitalizados en relación con la cantidad de colmados genuinos. El colmado básico requiere una inversión mínima de $40,000 pesos, y tal colmado vendría a ser apenas un colmadito, por lo menos en la capital. Aun así, hay pocos microempresarios que gozan de ese nivel de capitalización. Pero como el negocio de la comida atrae, uno esperaría una cantidad mayor de ventorrillos que de colmados genuinos.

Lo contrario se da. Mientras hay más de 40,000 colmados en la República Dominicana, hay sólo unos 32,000 establecimientos del tipo pre-colmado.

¿Por qué no hay más ventorrillos que colmados? La

2Las cifras vienen de Moya Pons y Ortiz, 1994. Una proporción invertida

se da en los países industrializados. En los Estados Unidos la motorización y el poder adquisitivo de la población ha producido el triunfo del supermercado. La entidad denominada grocery store sobrevive principalmente en los barrios étnicos de las ciudades grandes. Y, aun aquí, la denominación es algo ficticia: estos Acolmados@ son generalmente de autoservicio. El mostrador sirve no como barrera entre cliente y mercancía, como en el colmado genuino, sino como simple barrera entre el cobrador y los clientes que acaban de seleccionar su propia mercancía.

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respuesta se encuentra en las potencialidades reducidas de ganancia de los primeros, producto sobre todo del volumen reducido de mercancía, a pesar de un horario laboral fuerte. Es un negocio que exige puertas abiertas desde temprano en la mañana hasta tarde en la noche, preferiblemente siete días a la semana. Pero tal horario, casi inhumano, tendría más sentido siempre y cuando el volumen de mercancía vendido justificara este sacrificio de tiempo. Muchos con menos capital, que quizás quisieran entrar en el negocio de la comida no-cocinada, lo piensan dos veces e invierten su reducido capital en un negocio que exige menos horas de trabajo.

De todas maneras, el ventorrillo, el colmado y el supermercado, de hecho, deben analizarse, no como negocios distintos (como lo son las zapaterías, los salones de belleza y los quinieleros), sino como variantes del mismo negocio, pero con diferentes niveles de capitalización. Por lo general, los dueños de ventorrillo quisieran tener colmado. Y de boca de los dueños de colmado se oye a menudo la aspiración de llegar a ser dueño de un verdadero supermercado. AEstoy cansado (se oye) de abrir latas para detallar un chin de mantequilla o dos cucharadas de salsa de tomate. Cuando se mejore mi situación, pongo supermercado@. 2. Lo' banco' no ayudan en na'

Sin embargo, es mucho más probable la quiebra de un

colmado que su evolución a nivel de supermercado. Para empezar, los dueños de colmados capitaleños con quienes conversamos indicaron que difícilmente se podría establecer un colmado urbano próspero con menos de $100,000. Este podría ser un cálculo idealizado. Los datos recogidos por FondoMicro sobre una muestra de más de 70 colmados, distribuidos tanto en zona urbana como rural, indican que el colmado promedio requiere un mínimo de $40,000 para establecerse, incluyendo equipo, mercancía y local. Y aun esta cifra reducida cae muy por encima

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de lo que el típico microempresario nuevo tiene disponible. ¿De dónde viene el dinero? Unos cuantos individuos tienen el dinero requerido y

establecen su colmado sin contraer deudas. Vimos un caso en que los ahorros hechos durante años de trabajo en Nueva York sirvieron de base para el establecimiento de un colmado. Pero otros, quizás la mayoría, dependen de fuertes insumos de capital para abrir su colmado.

Esto crea un dilema crediticio para el microempresario nuevo. Distingamos entre dos clases funcionalmente distintas de crédito: crédito para establecimiento de un negocio y crédito operacional para una empresa ya en operación. Del punto de vista de la oferta de crédito, pocos son los nuevos microempresarios aspirantes en la República Dominicana que logran conseguir fuentes institucionales de crédito para abrir un negocio. Es cierto que en cualquier país las instituciones crediticias prefieren trabajar con empresarios ya establecidos. Pero mientras es difícil para un novato desconocido conseguir crédito para abrir negocio en contextos industrializados, en la República Dominicana es virtualmente imposible. Aun desde el punto de vista de la demanda para el crédito, también se ha documentado un deseo fuerte en la población microempresarial dominicana de Ano deber dinero@ y una renuencia correspondiente a solicitar altos volúmenes de crédito.3

3En el sondeo hecho en 1995, sólo 38% de los negocios recibieron crédito

en los doce meses anteriores, pero el porcentaje ha ido incrementando a través de los años. Cuando se empezaron los estudios en marzo 1993, sólo el 21% había cogido prestado. El porcentaje se ha casi duplicado (Moya Pons y Ortiz, 1995, p. 49). Paradójicamente, donde menos se acude al crédito es en la capital (27% de los negocios capitaleños), y donde más se utiliza es en las zonas rurales (38%). Casi la mitad de los dueños capitaleños que no solicitaron crédito también aseveran que no necesitan crédito. Las razones dadas por los demás eran diferentes (Ibid., p. 149). Es decir, existe un nivel más alto de capitalización entre los microempresarios capitaleños, que logran en mayor escala realizar el

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La renuencia al crédito varía, sin embargo, por sector. El

colmado pertenece al sector funcional que más acude al crédito: el

comercio. Casi la mitad (48%) de los comercios dominicanos

cogieron crédito, por lo menos en pequeña escala, comparado con

31% de los de manufactura y 18% de los de suplidores de servicios

(Moya Pons y Ortiz, 1994, p. 138). Y en la rama del comercio, los

datos parecen indicar que quizás nueve de cada diez pesos de

crédito se emplean para la compra de mercancía (Ibíd., p. 143).

Esto crea (o indica) un dilema. Para abrir su negocio, el

dueño de colmado tiene que hacer inversiones fuertes en equipo,

sobre todo en neveras, congeladores4, tramos y mostrador, sin

contar el capital requerido para el local mismo si el dueño tiene su

propio local aparte de su casa. Pero el crédito no se otorga para

tales fines, sino para mercancía. No hay fuente institucional de

crédito Cni banco, ni financiera, ni ONGC que reciba con

entusiasmo una solicitud de crédito para establecer un colmado, y

probablemente son poquísimos, o inexistentes, los colmados que

se han establecido por este medio.5

Es más, el crédito, que se utiliza casi totalmente para la

compra de mercancía, viene en su mayoría no de los bancos sino

de las mismas casas suplidoras donde los dueños de colmado

compran su mercancía. Para la población microempresarial en

general, los suplidores son la mayor fuente de crédito. De los que

reciben crédito, todos los sectores económicos Cmanufactura,

servicio y comercioC identifican a sus suplidores como proveedor

principal de crédito (Ibíd., p. 140). Y esta dependencia crediticia

en el suplidor que presta mercancía a corto plazo (quince días

normalmente, por lo menos en principio) más que dinero, es

ideal cultural de Ano deber@.

4Las compañías de cerveza o de refrescos en la República Dominicana generalmente regalan letreros y facilitan la compra de botelleros a crédito.

5Los estudios existentes presentan datos sobre el uso de crédito, pero no distinguen entre crédito de establecimiento y crédito de funcionamiento.

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mucho más fuerte en la rama del comercio que en las otras dos

ramas: casi dos de cada tres comercios identifican al suplidor como

su fuente principal de crédito.6 La disponibilidad del suplidor como fuente de crédito a

corto plazo facilita enormemente el funcionamiento de un negocio ya establecido y viable. Pero no ayuda en lo más mínimo al microempresario nuevo en la fase de establecer su colmado. El suplidor de mercancía, como regla general y enfática, no fía mercancía para abrir un colmado nuevo. Para conseguir una línea de crédito con una casa suplidora Csea almacén, sea factoría de arroz o sea casa productora de enlatados o embutidosC el dueño de colmado tiene que haber comprobado ya su seriedad y capacidad administrativa, y tiene que haber hecho ya varias compras sustanciales, pagando en efectivo o cheque, en la casa donde desea abrir una línea de crédito. Es decir, no sólo los canales institucionales de crédito, sino también los canales suplidores, le cierran la puerta en la cara a un microempresario nuevo que se les acerque para solicitar crédito. 3. Bú'cate un socio con cuarto'

Una maniobra frecuente, quizás la maniobra dominante, que usan los individuos sin suficiente capital para abrir un colmado genuino, es la maniobra de buscarse un Asocio@que tenga dinero. AMi socio pone el capital; yo pongo todo el trabajo y me encargo de llevar el negocio.@ Para el socio que pone el capital, la ventaja

6Sólo 25% de las empresas manufactureras y 32% de servicio identifican

al suplidor como fuente principal. Si miramos fuentes institucionales de crédito (bancos, financieras, ONG), sólo la rama de los servicios utiliza más crédito institucional (44%) que del suplidor (32%). Globalmente, el uso de fuentes institucionales es más fuerte en la capital: una de cada tres microempresas las designa como fuente principal. Pero aún en la capital, el suplidor sigue siendo el surtidor máximo de crédito, más que los bancos y las ONG. En el caso de las manufactureras, la única fuente que compite con el suplidor es el prestamista. pp. 140-141.

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es que no tiene que involucrarse en el manejo del colmado. ANada má' aparece una ve' al me' pa' cobrar su dinero.@ El período mensual, terminando a fin de mes, es el plazo típico para la distribución de ganancias.

En tales colmados hay una tendencia de llevar registros de compra y venta, de realizar inventarios mensuales y, en general, de implementar una gerencia más sistemática que lo que se vería en un colmado de subsistencia financiado por un solo dueño. Pero los libros y los inventarios, en tales casos, se emplean quizás menos como mecanismo de administración racional que como mecanismo de vigilancia por parte del socio financiador.

El socio administrador, por su lado, pone toda la mano de obra para el manejo del colmado. Lo lleva como si fuera su colmado y lo describe como Asu negocio@. No se identifica como empleado del financiador sino como socio o administrador.

El arreglo se ve como algo arriesgado para el socio finan-ciador. La comida puede ser buen negocio, pero solo cuando uno mismo lo lleva. Si hay peligro de robo o engaño aun cuando se trata de empleados supervisados, cuanto mayor es el riesgo cuando el dueño entrega el negocio al cuidado de otro. Los registros, los inventarios y los otros controles ayudan en algo, pero, aun así... Ael dominicano es vivo@. El cinismo popular universal en cuanto a la corrupción en los altos niveles gubernamentales del país ha contribuido a la evolución de un ambiente ideológico en que el bienestar económico se conceptualiza como producto, no del trabajo honesto persistente, sino de la maniobra, la marrulla, el engaño y el macuteo.

En tal ambiente cultural, el financiador de colmado tendría que ser ingenuo para pensar que lo que dice su administrador es así. Pero, aun así, la inversión resulta atractiva. En primer lugar, el dueño puede establecer un sistema de control basado en facturas e inventarios. Casi todo se compra a base de factura. (Aun el vendedor itinerante que le vende tres fundas de paletas al colmado

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anda con su talonario de facturas).7 Y el mismo dueño, si quiere, puede hacer el inventario mensual. El administrador tiene que entregarle el dinero, a precio de venta, para todo lo que salió del colmado. Si se robaron alguna mercancía, es el administrador quien carga con la cuenta (las maniobras se discutirán en más detalle en un próximo capítulo). En fin, un socio financiador precavido puede tomar medidas para minimizar las filtraciones extralegales de mercancía y dinero.

Aun cuando las filtraciones ocurran, el colmado sigue sien-do una inversión atractiva. Siempre y cuando el ingreso mensual que le rinda el colmado sobrepase lo que su capital ganaría enterrado en una cuenta bancaria o en una cartera de inversiones manejada por una financiera, el dueño no tiene de qué quejarse. Para protegerse, sin embargo, el socio financiador pondrá la patente (y el contrato de alquiler del local, si es alquilado) a su nombre y en muchos casos pondrá un letrero con su nombre (y no el del administrador) como mensaje simbólico.

Si el administrador resulta un irresponsable, el financiador difícilmente recupera su liquidez de un solo golpe; lo tiene invertido en nevera, congelador y mercancía. Pero puede reemplazar al administrador como si fuera un simple empleado. En tales casos, el título de Asocio@ que se ponen muchos administradores se revela como una ficción honorífica.

Recibimos la impresión de que los colmados se financian bajo este arreglo con mucha más frecuencia que la microempresa típica de otras categorías. Es una inversión que muchos

7 Los únicos productos que escapan a este control son los víveres,

vegetales y frutas comprados en el mercado público. El dueño, si tiene tiempo, puede insistir en que sea él mismo quien haga tales compras no facturadas. Hemos visto colmados manejados por administrador que, sorprendentemente, no vendían productos de mercado. Sospechamos que el socio financiador no tenía el tiempo de realizar estas compras no facturadas él mismo, pero tampoco confiaba en el administrador. Prefería no vender el artículo a arriesgarse a que su administrador le hablara mentira en cuanto a la cantidad de víveres que se compraron o el precio que se pagó.

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consideran atractiva. La creencia generalizada de que Ala comida es buen negocio@ con posibles ganancias atractivas atrae a muchos individuos en ese rumbo.

Pero el dinero se asigna calculando, no sólo ganancias, sino también riesgos. ¿Dónde corro más riesgo de perder todo mi dinero? ¿En un colmado manejado por un administrador criollo, que yo mismo puedo seleccionar, visitar, supervisar y botar? ¿O en una compañía financiera criolla? AEn el colmado, me robarán cositas, pero en la financiera criolla... humm, ya tú sabes.@ El que se crió en Cuesta Hermosa y quiere invertir el dinero que le dejó papi no lo va a meter en colmado de barrio, pero el que consiguió sus cuartos >guayando la yuca= en Guachupita (o en el Bronx), pero que no tiene tiempo de manejarlo él mismo, difícilmente se lo entrega a una financiera. Sabe muy bien que en este país hay que tener mucho, mucho cuidado con la gente de saco y corbata. Mejor buscarse un socio para manejar un negocio.

Y en la República Dominicana )qué negocio hay mejor garantizado que el de la comida? Es mediante una lógica así que se financian muchos colmados con ganancias mensuales partidas mediante controles más o menos viables para los dos lados. El administrador tratará de maximizar sus ganancias como quiera y, eventualmente, de independizarse en un colmado donde no tenga que compartir ganancias con nadie.

Pero, mientras tanto, le conviene mucho más compartir las ganancias de un colmado con ventas diarias de $3,000 ó $4,000 que manejar su propio ventorrillito que no vende ni $500 diarios por falta de capital y de mercancía. Tendría que invertir casi las mismas horas, con ganancias muy inferiores. Es, en fin, un arreglo que puede convenir tanto al socio inversionista como al administrador.

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B. Ubicación estratégica

Una vez conseguido el capital, viene el problema del local.8 El dueño tiene que ocuparse de dos aspectos de la planificación estratégica del local: su ubicación externa y su organización interna. La organización interna de todos los colmados sigue patrones más o menos estándar. Pero es en su ubicación externa donde se determina gran parte de su éxito o de su fracaso. Si está mal ubicado, aun un colmado bien surtido y bien manejado puede ir a la quiebra.

La ubicación determinará la variable clave que afectará la viabilidad del negocio: el volumen bruto de venta. Las ganancias dependen también de los márgenes entre precio de compra y precio de venta. Pero las diferencias en los márgenes de un colmado y otro no pueden variar mucho dentro del mismo vecindario. Lo que sí varía es el volumen de venta. A largo plazo, la estrategia de alto volumen con márgenes modestos rinde mejores ganancias que la de altos márgenes y bajo volumen.

Al colmado caliente, donde entran y salen centenares de clientes, le va mejor que al colmado letárgico con precios más altos. Al dueño de este último, no sólo se le van los clientes, se le tilda también de abusador y pillo. Cuando se trata de algo tan básico como la comida (y, en la República Dominicana, de la botella de cerveza fría) hay poco espacio para jugar con los precios sin inmediata represalia social. Por lo tanto, el comerciante de comestibles y bebidas echa su negocio adelante aumentando no sus precios sino sus volúmenes de venta. Pero si al instalarse hizo mala selección de lugar, difícilmente podrá aumentar el volumen de sus ventas.

8Se trata aquí de un modelo abstracto de decisiones secuenciales. En la

realidad empírica, muchos dueños de colmado ya tienen su local identificado, aún antes de tener el capital, sobre todo si se trata de un colmadito montado en la sala de la casa de uno.

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La ubicación ideal de un colmado reuniría por lo menos seis condiciones. Como algunas de las condiciones son casi contradictorias con otras, ningún colmado puede gozar de todas las condiciones. Pero es interesante identificarlas y discutirlas.

1) Vecindario densamente poblado. La clientela del colmado típico viene principalmente de las calles aledañas. Cuanto más densamente poblado el vecindario, más probabilidad existe de alto volumen de venta. Consideremos el caso hipotético en que el fundador de un nuevo colmado tiene tres opciones de ubicación: (i) un barrio congestionado de viviendas pero lleno de colmados ya establecidos; (ii) un centro comercial lleno de negocios, sin colmados competidores, pero lejos de zonas residenciales; y (iii) un rincón residencial aislado donde hay pocos colmados pero hay pocas casas. La mayoría de los microempresarios escogerían el barrio congestionado, a pesar de los colmados ya existentes. La presencia de un flujo cuantioso de gente pasando por las calles y de un sinnúmero de colmados ya establecidos en lugar de ahuyentar el nuevo comerciante lo atraerá: es un lugar obviamente Acaliente@. Por esta razón, se ven menos colmados en avenidas principales dominadas por otros comercios o en centros comerciales. La densidad de colmados aumenta cuando uno deja la arteria comercial y entra en las calles residenciales aledañas.

En este sentido, el colmado, por el carácter cotidiano de sus actividades, sigue diferentes principios en su ubicación que los establecimientos de uso ocasional o raro por el hogar típico (zapaterías, tiendas de electrodomésticos, etc.). Estos últimos captarán a largo plazo una clientela más voluminosa si salen del centro del barrio para ubicarse en arterias comerciales. Al colmado, en contraste, le conviene estar en el corazón del barrio.

2) Población sin vehículo. Que sea próspero el vecindario

Cpero no demasiado próspero. Este principio de las ventajas de un vecindario con empleo puede entrar en conflicto con otro

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principio: al colmado le conviene que la población local no tenga medios de transporte. Una población dotada de vehículos, no sólo tiene un nivel de ingreso que lo libera de la necesidad de estar comprando cucharaditas de pasta de tomate o tacitas de aceite en un colmado, también tiene acceso físico, por sus vehículos, al mundo de los supermercados, con su mercancía más variada y sus precios más bajos.

El colmado típico, por lo tanto, sirve (y depende de) una

clientela sin vehículo. Que no se engañe el observador por las decenas de choferes que paran sus vehículos delante de un colmado para desmontarse y entrar en el colmado. Tales vehículos, en su gran mayoría, son manejados por gente que llega al colmado, no para comprar, sino para venderle algo al dueño. Los que llegan al colmado para comprar, llegan por lo general a pie.

En este sentido, el colmado difiere drásticamente de los supermercados más grandes. El dueño de supermercado tiene obligatoriamente que resolver el asunto del parqueo. Si no hay parqueo, el supermercado difícilmente sobrevive. Ese dilema comercial no le afecta en lo más mínimo al dueño de colmado. Es cierto que el Supermercado Nacional de la 27 ó el Supermercado Dominicano de la Sarasota venden a la gente sin carro que vive a su alrededor, o que llegan en taxi, pero el porcentaje de venta que se logra de tales clientes es mínimo. El colmado de barrio, en cambio, depende casi exclusivamente de la clientela peatonal. La ubicación ideal, por lo tanto, es un barrio cuyos moradores tienen empleo, pero no el nivel de bienestar económico de aquellos vecindarios donde la mayoría de las casas ya tienen carro.

Por eso es que se ve el patrón paradójico de que la densidad de los colmados es mayor en barrios aparentemente pobres que en vecindarios de clase media con más alta capacidad adquisitiva. Aun así, hay colmados que abren en estos últimos, pues a los dueños de carro les conviene tener cerca de su casa un colmado

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donde pueden comprar rápidamente un galón de leche o una funda de hielo sin tener que desplazarse y hacer cola en un supermercado grande. Y si hay que pagar un poco más, pues está bien. El que tiene carro no va a estar cheleando ni escatimando. Pero en tales vecindarios de clase media el colmado llena la función de abastecimiento ocasional y suplementario. Por lo general, sin embargo, carecen del ambiente Acaliente@ del colmado de barrio popular.

3) Centro de alta densidad de transeúntes. La mayor parte de las

ventas del colmado típico se llevan a casa para ser procesadas. Sin embargo, hay cierto porcentaje de ventas que se consume allí mismo en el colmado, en las calles o, por lo menos, antes de que el cliente llegue a su casa. Refrescos, cervezas, dulces, galleticas, sándwiches que se preparan ahí mismo partiendo un pan de agua y pesando el chin de queso y salchichón para llenarlo Cventas así difieren en su función de las ventas más fuertes de arroz y habichuelas y aceite que se llevan para cocinar en casa. Pero, como quiera, tales ventas espontáneas constituyen un elemento potencialmente importante en el ingreso diario del colmado.

Y se trata no de los refrescos y cervezas que se toman en las horas ociosas de las noches o de los domingos, se trata más bien de ventas hechas durante horas laborables de día de semana. Por eso le conviene al colmado estar ubicado en una calle de mucho tránsito, donde también pasa gran número de transeúntes en días y horas laborables. Eso se ve más a menudo en calles donde hay otros negocios también. Ahí existe una pequeña discrepancia con el principio susodicho de que es mejor estar ubicado en el corazón de un barrio residencial que en una artería central con muchos negocios. El compromiso se realiza en las calles principales de los barrios cuya fachada está llena de negocios de varias clases, y de transeúntes que acuden a éstos, pero cuyo interior se compone principalmente de viviendas. Es residencial por un lado y comercial por otro. Colmados ubicados en tales calles captan no

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solo el mercado de las amas de casa sino también el de los transeúntes: los niños yendo y viniendo de la escuela, la gente yendo y viniendo de su trabajo, los clientes pasando de negocio en negocio para una variedad de compras, los que trabajan en la calle. Es ese público el que hace las compras ocasionales aquí aludidas. El colmado bien ubicado tendrá acceso a tal clientela.

4) Lado de la calle donde no da el sol. A veces el sandwich o la galleta se llevan, pero otras veces se come ahí mismo, sobre todo si va acompañado de un refresco, pues no se puede llevar la botella sin pagarla. La mayoría de los colmados ya tienen, por lo menos, donde tal cliente se pueda sentar para tomar y/o comer su compra Csea una silla plástica, sea un banquito de madera o sea un taburete de los que se usan en cafeterías. En los colmados más pequeños la gente que se sienta tendrá que sacar la silla a la acera para no interferir con el flujo de clientes adentro.

Ahí viene el dilema del sol. Para captar tales compras ocasionales y el flujo coyuntural de los transeúntes, al colmado le conviene no estar del lado de la calle donde da mucho sol. Vimos, en el caso que analizamos en un capítulo anterior, el dueño de un colmado que alquiló un local al otro lado de la calle para reubicar su negocio, precisamente en respuesta a esta variable. El transeúnte camina donde no hay sol. Y si quiere un refresco o algo de comer, no va a cruzar la calle a un colmado ubicado en el sol si hay un colmado en la misma acera sombreada por dónde camina.

5) Mejor estar en esquina. Hay otro principio que gobierna la

conducta de los dueños de colmado, cuya eficacia no se ha documentado estadísticamente, pero que se afirma con regularidad: se vende mejor en esquina que en medio de la cuadra. Si al microempresario recién llegado se le ofrecen dos alternativas: un local en esquina donde dos de las tres esquinas restantes ya tienen colmados y un local en medio de una cuadra sin otro colmado a 100 metros de distancia (condición difícil de encontrar

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en muchos barrios), el individuo probablemente escoja el local de la esquina a pesar de la cercanía de competidores. Las esquinas de por sí se ven como más atractivas.

6) Donde no hay otros colmados cerca. Si el individuo identificó

un local que reúne tres o cuatro de las seis condiciones anteriores Cpoblación residencial densa, empleada pero sin vehículo, ubicación en esquina donde no dé el sol y donde hay muchos transeúntes deseosos de refrescos y otros refrigeriosC y el individuo tiene, además, la suerte de encontrar un local donde no hay otros colmados en la cercanía, su volumen de venta puede alcanzar niveles muy elevados. Pero difícilmente aparece tal lugar hoy en día en cualquier ciudad o pueblo de la República Dominicana. Si una cuadra reúne condiciones comerciales favorables, probablemente ya haya, no uno, sino varios colmados.

Los observadores se preguntan con asombro: )Cómo se le ocurre a un individuo invertir su dinero para establecer un colmado en una cuadra o una esquina donde ya hay otros? Parece ser, a primera vista, una decisión económica irracional o por lo menos cuestionable.

Antes de juzgar, examinemos el asunto primero de la perspectiva de la población cliente. La proliferación de colmados le conviene a la clientela. Mucho más que los controles de precio establecidos por el gobierno, en cuya bondad u honestidad confían muy pocos ciudadanos, la proliferación de colmados competidores sirve como protección vital en contra de manipulaciones >medalaganarias= de precio por parte de los comer-ciantes en cuanto a los alimentos básicos de la población. Claro, la proliferación de detallistas en sí no protege a la población en contra de las maniobras de precios por parte de mayoristas >enllavados= con altos círculos gubernamentales. Pero, con todo esto, le conviene más a un vecindario tener 25 colmados pequeños que uno o dos grandes.

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Pero nuestra preocupación en este capítulo gira en torno a la racionalidad de la conducta del microempresario en sí. ¿Por qué establecer otro colmado más donde ya hay tantos? )No sería mejor: (a) poner allí otra clase de negocio que no sea colmado o (b) poner el colmado en otro lugar de menos congestión colmadística? Con respecto a la opción (a), los observadores tienen que recordar que el negocio de la comida es visto por muchos como el negocio más garantizado económicamente y más preferido culturalmente. El apego a la parcela de tierra ya pasó a la historia para sectores dominicanos mayoritarios, pero no el apego a la comida (y a la bebida) como objetos favoritos de comercialización.

Con respecto a la opción (b), el microempresario calcula que puede vender más en una calle o una esquina Acaliente@ con muchos competidores que en un rincón letárgico pero sin competencia. A falta de datos empíricos convincentes en contrario, el observador debe asumir que en este asunto los microempresarios saben de lo que hablan.

Resumamos. La estrategia más efectiva para echar un colmado adelante es aumentar no los precios de los comestibles, sino el volumen de venta. Gracias a la competencia feroz en este rubro el individuo no puede subir sus precios sin consecuencias. Y gracias a la cantidad de colmados y a la desconfianza reinante entre los mismos dueños de colmado, la posibilidad de arreglos colectivos para subir precios es mínima. Es una situación muy favorable al consumidor. Por lo tanto, para que su negocio prospere, el comerciante tiene que subir más bien su volumen de venta. La estrategia de anuncios publicitarios, más allá de un letrero atractivo, no ayudaría al dueño de colmado: su clientela no llega ni en carro propio ni en transporte público, sino a pie.

Para él, el volumen de venta depende de dos variables claves: la cantidad de mercancía en existencia y la ubicación de su colmado. Aquella variable, la cantidad, puede manipularse y aumentarse con el tiempo y el dinero. Pero la selección de la

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ubicación es una decisión clave que se hace una vez y que se podría reconsiderar después sólo a un alto costo.

C. Equipo

Una vez seleccionado el local, hay que equiparlo para colmado. Hay por lo menos once clases de equipos, estructuras y utensilios requeridos para montar un colmado. Algunos cuestan mucho dinero, otros son baratísimos. Pero todos son necesarios para que el colmado camine.

1. Nevera

Sin nevera no hay ni colmado ni ventorrillo. La nevera es necesaria, no sólo para los refrescos y jugos fríos que se venden a los transeúntes, sino también para la preservación de carnes embutidas y quesos que ya se han abierto para despachar en cantidades pequeñas a los clientes, y para ciertos productos de mercado, como la yuca, que no se dejan al aire libre como los plátanos.

Las neveras que se ven en los colmados capitaleños, sin embargo, generalmente son de las que tienen una puerta de vidrio transparente. Son neveras comerciales de tamaño y capacidad más grande, por un lado; y, por otro lado, permiten al comerciante ver inmediatamente si hay o no hay tal producto enfriado sin estar abriendo la puerta continuamente.

La nevera es tan importante para el negocio que en los campos retirados todavía se oyen amas de casa pensando en voz alta sobre las ventajas de tener una nevera de gas, menos para la preservación de la comida de su familia, que para abrir un negocio casero para venderle cerveza y refrescos fríos a los vecinos. Es decir, mientras para la clase media y alta la nevera se considera una necesidad doméstica, hay otros sectores que todavía ven en una nevera, primordialmente, una forma de inversión comercial.

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2. Congeladores botelleros

Hay colmados de subsistencia que sólo tienen una nevera.

Pero otros colmados mejor surtidos y capitalizados tienen también uno o dos congeladores. Estos difieren de la nevera, tanto físicamente como funcionalmente. Físicamente, difieren en cuatro sentidos: (a) su altura es menor que su longitud; (b) su tapa abre hacia arriba en vez de hacia afuera; (c) su tapa es opaca y, por lo tanto, hay que abrirla para ver su contenido; y (d) no tiene las parrillas o divisiones internas de la nevera. Difieren de la nevera también funcionalmente. La nevera se utiliza principalmente para refrescos, jugos y comestibles perecederos. El botellero se dedica principalmente al enfriamiento de cerveza.

3. Estantería y mostrador

No existe colmado sin estantería. Los productos se des-pliegan en estantes, generalmente de madera, cuya construcción es uno de los gastos iniciales más fuertes. Pero lo que distingue físicamente al colmado del supermercado es que hay un mostrador que separa al cliente de la estantería y su existencia. Hay pro-ductos que se dejan a propósito al alcance del cliente, sobre todo los vegetales, las frutas y los víveres. Y, por razones de espacio, algunos colmados dejan otros productos al alcance del cliente. Pero el colmado opera sobre el principio no de autoservicio, sino de servicio ofrecido por el dueño o sus familiares o sus empleados.

Hay una evolución en este sentido. Hemos visto colmados que, sea intencionalmente sea por razones de espacio, imitan al supermercado, dejando una porción más grande del producto al alcance del cliente. Tales colmados se condecorarán con el título de Asupercolmado@ (o Aminimercado@), sin dejar de ser colmados por su tamaño y el valor de su existencia. Pero aún en colmados así el propietario pondrá un mostrador, que utilizará pragmática y simbólicamente para separarse de los clientes.

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4. Pesos El colmado necesita otros equipos e instalaciones. Todos

tienen por lo menos un peso colgante. Los colmados más grandes tienen dos. Tiempo atrás, sobre todo en áreas cercanas a la frontera haitiana, se usaba vender productos por volumen. Hasta el día de hoy, en Haití el arroz, las habichuelas y el maíz molido se venden al consumidor en gwo-mamit (latas grandes) o ti-mamit (latas pequeñas) como medidas comerciales. El comercio detallista de la República Dominicana en cambio es dominado por medidas de peso, no de volumen. Hasta el aceite que se vende típicamente en el colmado en unidades más pequeñas que un pote se pesa. Un colmado sin peso no existe.

5. Abridores, cuchillos, cucharas y otros

Hay ciertos utensilios pequeños que necesita el colmado para su funcionamiento. Al igual que el supermercado, el colmado necesita cuchillos para tajar queso y otros productos. Pero el colmado necesita, además, por lo menos tres utensilios que el supermercado típico no usa: abridores, cucharas y vasos plásticos sueltos. Estos utensilios los usa para detallar alimentos en cantidades por debajo de lo que venden los supermercados.

6. Planta, batería, equipo de música y abanico

La mayoría de los colmados hoy en día hacen algún arreglo para iluminación nocturna suplementaria. Si están en zonas donde hay corriente eléctrica, tendrán su alambre y sus bombillos (con o sin contador legal). Los de menor capital se las arreglan con una batería de carro recargable. Unos cuantos invierten en una planta eléctrica. Pero ya pasaron los días cuando la clientela estaba dispuesta a sentarse de noche a conversar y tomar ron a base de lámparas de querosén. Hoy en día se necesita la corriente tanto

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153

para la iluminación como para los aparatos de música y hasta para los abanicos que han llegado a formar parte del equipo de muchos colmados. 7. Letrero

Un colmado sin letrero se tildaría de ventorrillo insigni-ficante. Muchos colmados se aprovechan de la disposición de ciertas compañías de suministrar letreros pregonando sus pro-ductos con el nombre del colmado. Las compañías de bebidas alcohólicas y de tabaco son las más agresivas en este sentido. Chocaría ver un letrero de colmado pregonando leche para los niños, en vez de ron y cigarrillos para los adultos. Sencillamente no se usa. (Como veremos cuando examinemos inventarios específicos, la energía comercial que se invierte en bebidas alcohólicas deja atrás la leche infantil y productos parecidos.) Algunos de los letreros suministrados por las compañías son letreros colgantes, algunos (una minoría) iluminados. Otras compañías se ofrecen a pintar la parte externa del colmado, poniendo la base en un color y el nombre de su producto en otro. Pero sea lo que sea, un colmado necesita un letrero.

8. Teléfono

Muchos colmados urbanos ya tienen teléfono, muchas veces separados del teléfono doméstico del dueño. Hasta hemos visto colmados que dan "servicio a domicilio". La cliente llama y el colmado manda un muchacho con la mercancía. (A veces la cliente viene, hace su compra y la deja para que se la lleven luego a su casa.)

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154

9. Mascota y caja

La gran mayoría de los colmados lleva por lo menos una contabilidad rudimentaria a base de mascota (un cuaderno grande) y bolígrafo. Como mínimo se hace una lista de los clientes que han comprado fiado. La mayoría también tiene los números telefónicos de las varias casas suplidoras que traen los productos. Hemos visto colmados cuya contabilidad va un poco más lejos: apuntan los precios de compra y de venta de distintos artículos, o registran diariamente la cantidad que se vendió en ese día. Sin embargo, la contabilidad del colmado típico es empírica y rudimentaria. (No hemos visto todavía colmado de barrio con computadora, aunque no dudamos que existan algunos.)

El colmado también necesita dónde guardar el dinero que va entrando. La mayoría usa una caja simple de madera que se abre por medio de un tirador. No se estilan las cajas registradoras, ni mucho menos hablar de los modelos computarizados que los supermercados grandes ya utilizan.

10. Transporte

Al colmado le conviene fuertemente tener transporte propio en forma de camioneta. Tal transporte le permite al dueño, en primer lugar, ir al mercado para comprar frutas, vegetales y víveres a precios bajos, para no depender de los intermediarios mayoristas que circulan por los barrios en sus propios vehículos. En segundo lugar, le permite al dueño traer mercancía (enlatada, embotellada, etc.), de las casas suplidoras, sin tener que pagar flete.

La gran mayoría de los colmados no tiene transporte propio. La carencia de transporte ha creado una industria en la cual las propias compañías mandan sus camiones a los colmados. La cerveza, los refrescos, el agua embotellada y otros productos se traen directamente al colmado en camiones de las compañías. Aún así, la flexibilidad del comerciante se aumenta geométricamente si

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155

tiene transporte propio. Muchos de los que no logran comprar camioneta intentan por lo menos tener un motor para su propio transporte y para entregas menores a domicilio.

En este capítulo hemos discutido las dimensiones físicas y materiales de establecer un colmado.

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157

CAPITULO VII

VII. Determinantes del inventario

Habiendo tomado los pasos necesarios para establecer su

colmado, el microempresario tiene ahora que tomar decisiones en

cuanto a su inventario. En este capítulo discutiremos los

Adeterminantes@ del inventario del colmado, es decir, aquellos

factores que de alguna u otra manera canalizan, guían, restringen o

hasta determinan las decisiones del comerciante en cuanto a los

productos con que surtirá su colmado. En última instancia, el

inventario refleja las decisiones personales del comerciante. Pero

estas decisiones se toman bajo la influencia de varios factores

estructurales y culturales, la mayoría de ellos externos al negocio.

Por un lado, el negocio es del propietario, quien decide qué venderá

y a cómo lo venderá. Pero, por otro lado, el colmado Apertenece@ a

una economía, a una cultura y hasta a una historia nacional. El

colmado cuyo inventario no encaje con las posibilidades

económicas y expectativas culturales de su clientela quebrará.

En nuestra discusión de los factores que influyen sobre el

inventario del colmado, empezaremos con lo más inmediato para

terminar con una discusión de factores más generales.

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A. El nivel de capitalización del comerciante

El principal determinante interno del inventario de cualquier

colmado es el nivel de capitalización del comerciante. Los que

tienen poco dinero harán el esfuerzo de abastecer, aunque sea en

cantidades pequeñas, los productos básicos de la dieta local, del

consumo de ron y cerveza, y de la limpieza. Pero el volumen de

estos productos será reducido, y la cantidad de otros productos

marginales o especializados será pequeña. El comerciante con más

dinero, en cambio, ofrecerá productos en más cantidad y variedad:

varias clases de arroz y de habichuelas en saco, una variedad mucho

más rica de productos enlatados y embotellados, y una selección

más sofisticada de bebidas alcohólicas. La ampliación del alcohol

toma la forma principalmente de incluir whisky y otros licores

extranjeros en el inventario Cproductos de alto precio, de bajo

volumen de venta en el colmado típico, pero de alto prestigio.

B. El carácter del vecindario

Otro factor externo que influye sobre el contenido del

inventario de un colmado específico es el carácter del vecindario

circundante. Los colmados de barrio que constituyen el surtidor

principal de los alimentos de los vecinos invertirán gran parte de su

inventario en productos básicos. Los colmados de vecindario clase

media, con una clientela motorizada, invertirán su capital más bien

en productos suplementarios y ocasionales. El propietario sabe que

no es su colmado, sino los supermercados, los que constituirán la

fuente principal de la alimentación de su clientela. Él tiene que

encontrar un nicho suplementario, y su inventario reflejará esta

realidad.

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159

C. Expectativas culturales sobre el colmado

El colmado no sólo es negocio particular. La importancia de

lo que suministra lo ha convertido también en institución cultural.

Y, por lo tanto, el pueblo tiene expectativas culturales en cuanto al

colmado, expectativas a las cuales el dueño tiene que adaptarse.

Estas expectativas involucran no sólo los alimentos, sino también

otros productos que el pueblo ya asume y espera encontrar en el

colmado. Un colmado que no vendiera arroz quebraría. Pero

también quebraría un colmado que sólo vendiera arroz y otros

productos alimenticios. En su evolución histórica local, el colmado

ha adoptado otras funciones comerciales adicionales, como la venta

de productos de limpieza doméstica y de higiene personal, así como

de velas, fósforos, tabaco, etc., y, en años recientes, la venta, para

consumo en el mismo local, de bebidas alcohólicas. Ya estos

artículos son parte de las expectativas culturales de la clientela en

cuanto a lo que un colmado verdadero debe suministrarle.

En este sentido, el colmado ha dejado atrás, por un lado,

aquella radical especialización mercantil que se ve en los mercados

públicos. En la sección alimenticia del mercado público típico el

vendedor de alimentos se especializa en una o dos líneas. El ama de

casa (o su criada) tiene que ir de vendedora en vendedora dentro del

mercado para comprar diferentes comestibles. En cambio, el cliente

que entra en el colmado lo quiere encontrar todo.

Esto implica un modesto sacrificio económico para el

colmado. Al dueño de colmado le convendría, en teoría abstracta,

eliminar ciertas líneas de baja productividad económica (fósforos,

pilas, especias, etc.) para concentrarse en los productos de alta venta

y rentabilidad (arroz, cerveza, etc.). Pero tal pragmatismo comercial

violaría la imagen culturalmente forjada de la gama de productos

que el colmado debe abastecer. Hay que mantener ciertos artículos

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160

de baja venta y ganancia para complacer al cliente ocasional que los

requiere. El colmado que viola esta expectativa, que obliga al cliente

a ir a otro colmado para comprar un producto, corre el riesgo de

perder el cliente.

Por otro lado, sin embargo, el carácter multifuncional del col-

mado no ha llegado al extremo de ciertos emporios más modernos

que suministran no sólo alimentos, bebidas, jabón y otros

productos domésticos, sino también electrodomésticos y hasta

ropa. En términos de la amplitud de su inventario, el

microempresario dominicano que tiene que surtir su nuevo

colmado sigue Areglas del juego@ a mitad de camino entre la

especialización radical del puesto de venta subcapitalizado del

mercado público y la amplitud de ciertas cadenas modernas.

D. Fluctuaciones de oferta por temporada

Otro factor exógeno que influye sobre el inventario del

colmado es la fluctuación de los productos agrícolas por temporada.

Hay fluctuaciones, como las del azúcar, que tienen menos que ver

con fluctuaciones de la naturaleza que con maniobras políticas y

económicas relacionadas con cuotas externas y mercados

internacionales. Sin embargo, las fluctuaciones normales del ciclo

agrícola nacional también afectan el inventario del colmado, sobre

todo en cuanto a vegetales, frutas, víveres y otros productos

perecederos. Pero la importancia de tales fluctuaciones estacionales

ha ido disminuyendo a través de las décadas, a medida que la

agroindustria ha cobrado mayor fuerza en el abastecimiento de los

alimentos de la dieta dominicana (discutiremos este proceso en

párrafos subsecuentes). La creciente disponibilidad de productos

agroindustriales Cembotellados, enlatados o preservados de otra

maneraC ha regularizado la disponibilidad de muchos productos

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que en tiempos pasados hubieran sido sujetos a oscilaciones entre

períodos de inundación postcosecha y períodos de escasez.

E. Las leyes y reglamentos del Estado

Las políticas estatales de un país pueden tener gran impacto

sobre lo que se encuentra y lo que no se encuentra en un negocio.

Para tomar un ejemplo extremo, la marihuana y la cocaína no se

venden (por lo menos abiertamente) en los colmados, pero el taba-

co sí, por causa de las leyes que prohíben aquéllas y permiten éste36 . Otro ejemplo: las fluctuaciones en la disponibilidad y

precio del azúcar que azotaron a los comerciantes y su clientela

durante nuestra investigación se debían en gran parte a factores

políticos.

Tanto los dueños de colmado como el público sospecha que

ciertas Aescaseces@ de productos básicos se deben a arreglos clan-

destinos de mutua conveniencia económica entre funcionarios

gubernamentales y mayoristas privilegiados. En suma, las políticas

del Estado (sean las políticas formales sean las maniobras

individuales de sus funcionarios) influyen fuertemente sobre lo que

hay y lo que no hay en los colmados.

El Estado influye no sólo mediante su injerencia, sino

también en otros renglones por su indiferencia. Esto lo veremos en

el renglón de las bebidas alcohólicas. La bien conocida

Aalcoholización@ del colmado como sitio no sólo de venta sino

36Se rumora popularmente del posible tráfico de otros estimulantes menos

legales por parte de algunos colmados. Por razones obvias, en este estudio evitamos militantemente tocar ese tema. En el mundo de los colmados chocamos con una subcultura preexistente de desconfianza y temor de revelar in-formación, aun sobre asuntos completamente legales. Cualquier indagación sobre drogas u otras sustancias ilegales hubiera suscitado dudas en cuanto al propósito real de este estudio.

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162

también de consumo de toda clase de producto alcohólico es

producto de la carencia de las leyes con las cuales muchos otros

gobiernos modernos rodean la venta y el consumo de alcohol. Es

decir, en la creación de su inventario el comerciante dominicano, al

igual que sus contrapartes en otros países, está respondiendo no

solo a lo que quiere el público sino también a lo que prohíbe o

permite su Estado.

F. Evolución de la agroindustria nacional

Hay otro grupo de factores de gran influencia sobre el

inventario del colmado: la evolución de la agroindustria

dominicana. Las pulperías y bodegas del pasado se especializaban

más en la venta de productos tal cual salían de la finca o del conuco.

Pero el colmado de hoy en día, en cuanto a su renglón alimentario,

llena sus estanterías con productos enlatados, embotellados o

metidos en fundas o cajas, generalmente por compañías

dominicanas.

La Tabla VII.1 presenta una lista de las compañías

dominicanas representadas en el Colmado Balbuena. Al lado del

nombre de la compañía está apuntada la cantidad de productos

diferentes dentro del colmado que llevaba el nombre de esa

compañía. Como se notará, algunas de las compañías (como

Colgate-Palmolive) son sucursales de compañías extranjeras.

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163

Tabla VII.1 COMPAÑÍAS DOMINICANAS CON PRODUCTOS EN EL COLMADO

BALBUENA Nombre Cantidad de Productos Adams Dominicana 2 Agromolinos De Moya 3 Alagro 2 Antonio Barletta 1 Asociación Comer 1 Baldom 11 Barceló y Compañía 11 Barceló Industrial 1 Bayer Industrial 1 Bedeca 2 Bon 1 Bon Agroindustrial 5 Brugal y Compañía 6 Candy King Industrial 1 Casa Ureña 2 Cereales en General 5 Cervecería Bohemia 3 Cervecería Nacional 3 Refrescos Nacionales 6 CODAL 12 Colgate-Palmolive 13 Compañía Anónima Tabacalera 3 Cortés Hermanos 4 D'Guareño 1 Detergentes Industriales 3 Detergentes Solano 1 Dulcería Castillo 1 Impresora Eco 1 Embotelladora Dominicana 4 Productos La Estrella 1 Fleer 1 Frito Lay Domininicana 7 Frutina 2 Fábrica de Velas 1 Halls 1 Ilguiflod 1 Industria de Embutidos El Triunfo 2 Industria de Productos Lácteos 2 Industria de Sal Dominicana 1

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Tabla VII.1

COMPAÑÍAS DOMINICANAS CON PRODUCTOS EN EL COLMADO BALBUENA (Continuación)

Nombre Cantidad de Productos E. León Jimenes 6

Industrias Banilejas 3

Industrias Empacadoras Dominicanas 6

Industrias Guiguenas 1

Industrias Lavador 4

Industrias Nigua 1

Industrias Veganas 1

Induveca 2

Isidro Bordas 4

J. Armando Bermúdez y Cía. 4

Kinder 1

Knorr Alimenticia 2

Laboratorios Dr. Collado 1

Laboratorios Mere 1

Laboratorios Roldán 1

Mabrano y Cía. 3

Malla y Cía. 3

Manuel González 2

Metalmecánica del Sol 1

Molino El Sol 1

N. Durán y Cía. 2

Oasis 1

Pastas Princesa 1

Pasteurizadora Rica 6

Pedro Justo Carrión y Cía. 2

Embotelladora Dominicana 3

Peravia Industrial 6

Plastifar 4

Premium 1

Procesadora San Martín de Porres 1

Procesadora Sánchez Ramírez 1

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Tabla VII.1 COMPAÑÍAS DOMINICANAS CON PRODUCTOS EN EL COLMADO BALBUENA

(Continuación) Nombre Cantidad de Productos Productos AEl Sabroso@ 1

Productos Alimenticios Nacionales 1

Productos Diversos 1

Productos Jarabacoa 1

Productos Lantigua 2

Quitpe Dominicana 2

Ray.O.Vac Dominicana 2

Reforestación Cafetalera Agroindustrial 1

Refrescos Nacionales 2

Roque Mesa y Asociados 1

Sandino Pratt 1

Selecta Agroindustrial 2

Sociedad Industrial Dominicana 16

SODOCAL 3

Tecniplast 1

Termo Envases 4

Transagrícola 6

Transformaciones Industriales 2

Vinícola del Norte 4

G. Globalización de la economía

Indicamos que 80 por ciento de los productos que ofrecía el Colmado Balbuena eran productos criollos. Pero en este espacio reducido también había productos de 19 países distintos. Es decir, el colmado sirve para canalizar al consumidor del barrio productos de todas partes del mundo. La Tabla VII.2 menciona los países cuyos productos el Colmado Balbuena canaliza a sus clientes, con la cantidad de productos con que cada país está representado en el colmado (contamos como productos separados dos artículos iguales de la misma marca pero de tamaño distinto. Como se compran a precios diferentes, el comerciante los trata como dos productos distintos en su inventario.)

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Tabla VII.2 PAÍSES EXTRANJEROS CON PRODUCTOS EN EL COLMADO BALBUENA País Cantidad productos Alemania 1 Brasil 3 Canadá 2 China 6 Colombia 2 Dinamarca 4 Ecuador 1 Escocia 15 España 3 Estados Unidos 28 Holanda 8 Hong Kong 1 Indonesia 1 México 1 Sudáfrica 2 Tailandia 2 Taiwán 1 Trinidad 1 Venezuela 1

Notamos en seguida las paradojas de la economía globalizada. Este colmado dominicano vende productos de Taiwán, Hong Kong e Indonesia, pero no de los países vecinos como Cuba, Haití o Jamaica. La única isla antillana representada en el inventario es Trinidad. El mayor surtidor extranjero, como era de esperarse, resultó ser los Estados Unidos, surtidor de 28 productos.

La prominencia de Escocia, como ocupante del segundo lugar, surtidor de 15 productos a este colmado, sorprenderá al principio. Pero cuando analicemos la importancia de las bebidas alcohólicas en la economía del colmado, y cuando recordemos la importancia de Escocia como productor par excellence de whisky, el misterio de la inesperada conexión escocesa en los colmados dominicanos se resolverá.

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Analicemos las conexiones internacionales región por región. Empecemos en la Tabla VII.3 con un examen de los productos que provienen del surtidor de mayor importancia, los Estados Unidos. Tabla VII.3

PRODUCTOS DE LOS ESTADOS UNIDOS EN EL COLMADO BALBUENA Producto Compañía Alimentos Atún Bumble Bee Bumble Bee Sea Foods Compota de fruta Gerber Gerber Products Company Compota de manzana Gerber Gerber Products Company Pasas Ligo Ligo Vinagre Heinz Distilled White H.J. Heinz Co. Vinagre Musselman's distilled white Musselman's Vinagre (manzana) Heinz H.J. Heinz Co. Bebidas Coctel Clamato Mott's USA Jugo de manzana Mott's Mott's, U.S.A. Jugo de uva Welch's Welch's Vino de manzana Night Train Express Night Train Ltd. Otros Productos Almidón aerosol Niágara CPC International Cepillo de baño Golden Mountain Golden Mountain Cepillo de dientes Colgate Colgate-Palmolive. Hojas de afeitar Personna Colgate-Palmolive Lápices Berol Mirado Berol Mirado Navajas desechables Bic Navajas desechables Gillette Gillette Pasta de dientes Gina Cool One World Pañales de niña (grandes) Pampers Procter & Gamble Pañales de niña (medianos) Pampers Procter & Gamble Pañales de varón (grandes) Pampers Procter & Gamble Pañales de varón (medianos) Pampers Procter & Gamble Pañales de varón (pequeños) Pampers Procter & Gamble Pilas 9V Duracell Duracell, Inc. Pilas AA Duracell Duracell, Inc. Pilas AAA Duracell Duracell, Inc. Pilas D Duracell Duracell, Inc

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Cuando pasamos a los productos europeos, sin embargo, ya la cosa cambia. Un drama importante que toma lugar en el colmado dominicano es la competencia entre Alos tragos de los padres y la leche de los niños@. Los dos compiten por los recursos limitados de los hogares del barrio. Mientras los productos norteamericanos y latinoamericanos son de importancia marginal en el inventario del colmado, los productos que llegaron desde Europa al colmado Balbuena juegan un papel central en la susodicha lucha por los recursos de los adultos.

Tabla VII.4 PRODUCTOS DE OTROS PAÍSES DE LAS AMÉRICAS EN EL COLMADO BALBUENA Producto País Alimentos Atún en aceite Quaker Brasil Atún en agua y sal Quaker Brasil Azúcar Brasil Paletas Colombina Colombia Sardinas (aceite vegetal) Isabel Ecuador Sardinas en aceite Brunswick Canadá Bebidas Malta Caracas Venezuela Refresco banana Chubby Trinidad Otros productos Curitas Venditas Colombia Jabón en polvo Ariel México Palillos de dientes Kaybee Canadá

Como vemos en la Tabla VII.5, los países de Europa del norte mandan su leche y su alcohol a los barrios. Holanda y Dinamarca son fuentes de leche para Balbuena y Escocia una importante fuente de alcohol. Como veremos, el whisky no compite en cantidad con la cerveza y el ron, pero sí ocupa un lugar simbólicamente importante en los estantes del colmado por su

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carácter de bebida Aélite@ que de vez en cuando y en ocasiones especiales el morador del barrio se dará el lujo de tomar. Con nuestros datos de inventario analizaremos en páginas subsecuentes la contienda dramática entre la leche y los tragos en los colmados del barrio.

Tabla VII.5 PRODUCTOS DE PAÍSES EUROPEOS EN EL COLMADO BALBUENA

Producto País Aceite de oliva Fígaro España Alcaparrado (aceitunas) Fígaro España Brandy Tres Cepas España Leche en polvo Alaska pequeña Holanda Leche en polvo Alaska mediana Holanda Leche en polvo Alaska grande Holanda Leche en polvo Milex pequeña Dinamarca Leche en polvo Milex mediana Dinamarca Leche en polvo Milex grande Dinamarca Leche en polvo infantil Milex Dinamarca Leche evaporada Kanny mini Holanda Leche evaporada Kanny pequeña Holanda Leche evaporada Kanny mediana Holanda Leche evaporada Kanny grande Holanda Leche evaporada Kanny jumbo Holanda Malta Tiegerbrau Alemania Whisky Cutty Sark Escocia Whisky Dewar's White Label Escocia Whisky Dunbar Escocia Whisky J & B pequeño Escocia Whisky J & B mediano Escocia Whisky J & B grande Escocia Whisky Johnnie Walker etiqueta negra Escocia Whisky Johnnie Walker etiqueta roja pequeña Escocia Whisky Johnnie Walker etiqueta roja grande Escocia Whisky MacAlbert cuartillo Escocia Whisky MacAlbert pequeña Escocia Whisky MacAlbert grande Escocia Whisky MacAlbert especial Escocia Whisky Seagram's 100 Pipers pequeña Escocia Whisky Seagram's 100 Pipers grande Escocia

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Examinemos, finalmente, los productos provenientes de Asia y hasta de África que se vendían en el Colmado Balbuena. Fue impresionante saber que seis objetos vendidos en el Colmado Balbuena provenían de la China, dos de Hong Kong e Indonesia y hasta dos de Sudáfrica. Pero, a diferencia de los susodichos productos europeos, los productos asiáticos y africanos son marginales a la economía doméstica del barrio y a la economía microempresarial del colmado. Nos interesan, sin embargo, como testimonio y símbolo de la realidad de la economía internacional. Tabla VII.6 PRODUCTOS DE ASIA Y ÁFRICA EN EL COLMADO BALBUENA Producto País Bobo de niño Mayee Hong Kong Cepillo de dientes Colgate Sudáfrica Cepillo de dientes Kaspa Sudáfrica Cepillo de pared China Linternas corrientes China Linterna Kobo China Pasta zapato marrón Bee and Flower China Pasta zapato negra Golden Rooster China Pilas AA Gina Electric Indonesia Pinchos Flower China

En fin, el colmado canaliza algunos productos de la

economía globalizada a los hogares del barrio dominicano, con todas las paradojas de ese sistema. Es de admirarse que un colmado antillano que no surta ni un sólo producto de Cuba socialista venda seis productos de la República Popular de China y dos de Sudáfrica. Tanto los dueños de colmado como sus clientes participan en esta economía global sin darse cuenta. Balbuena se sorprendió cuando le hicimos saber el origen de los productos en sus estantes. Lo que él sabía de su pasta de zapatos Golden Rooster era: para que servía, cuánto le costó y a cómo lo vendería. Su origen chino no le importaba.

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Y hay que señalar, también, que, quizás con la excepción de ciertos productos que llegan de Europa, los productos que llega-ron al Colmado Balbuena a través de estos canales internacionales son de importancia marginal en la economía doméstica local. El grueso de la producción alimenticia nacional viene de fuentes Acriollas@, entre comillas. El arroz, el plátano, la carne de res y aun la carne tradicional de chivo Ccomo señalamos anterior-mente, todos estos elementos Acriollos@ en la dieta dominicana tienen en realidad origen trasatlántico.

La manifestación más impresionante de la Ainternacionalización@ de la economía dominicana no son los productos de origen extranjero que acabamos de exhibir aquí. La verdadera internacionalización consiste en el hecho de que, aun los productos considerados más criollos y centrales, llegaron a la isla de fuentes lejanas en tiempos lejanos. Los productos importados hoy en día de la China, Hong Kong y Dinamarca, y hasta de Estados Unidos y Canadá, afectan muy poco el carácter básico del inventario del colmado.

H. La cultura alimenticia dominicana

El colmado sigue, en primera y en última instancia, enfocado en la comida y la bebida. La demanda de alimentos proviene de una necesidad biológica universal. Pero la forma específica que toma esta demanda se determina fuertemente por los antecedentes culturales. La Tabla VII.7 proviene de un inventario detallado que hicimos de un colmado capitaleño. La misma presenta sólo los cereales y granos básicos, indicando cuánto tenía el propietario invertido en cada producto.

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Tabla VII.7 INVENTARIO COLMADO PANIAGUA:

INVERSIÓN EN CEREALES Y GRANOS BÁSICOS Valor en Producto existencia Porcentaje Arroz $12,543 69.5 Habichuelas 3,268 18.1 Maíz 990 5.5 Guandules 769 4.3 Maní 435 2.4 Trigo 53 0.2 TOTAL $18,058 100.0

Se nota inmediatamente la importancia fundamental del arroz como elemento básico en el colmado dominicano, que contrasta con la baja importancia del maíz. Casi 70% de la inversión del propietario en cereales y granos básicos se enfoca en el arroz, y sólo un 5% va al maíz. La tabla en sí parece poco dramática o incisiva. Sin embargo, refleja los resultados de un largo proceso evolutivo. Esta victoria histórica del arroz y la derrota del maíz en la República Dominicana es producto de una historia cultural que separa a los dominicanos no sólo de sus vecinos creolófonos al otro lado de la frontera, sino también de sus colegas hispano-parlantes de México y Centroamérica. En Mesoamérica el maíz, en combinación con el frijol (el grano leguminoso que se llama Ahabichuela@ en el léxico dominicano), constituyen la base tradicional de la dieta humana.

En tiempos precoloniales, antes de la llegada de los españoles y su cultura ganadera, en Centroamérica los carbohidratos provenían principalmente del maíz (mayormente en forma de tortilla), y las proteínas del frijol. Los ancestros de los taínos de las Antillas llegaron a las islas con una cultura alimenticia muy distinta, una cultura basada en la yuca como carbohidrato básico. Para sus proteínas dependían no del frijol sino de animales Cla pesca, en el caso de las poblaciones isleñas. El maíz y el frijol

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aparecían en la dieta de los taínos, pero sólo como elementos secundarios.

Pero en la población hispanoparlante de la isla la evolución de las preferencias culturales en cuanto a los alimentos no se basó ni en la cultura del maíz y el frijol de Centroamérica, ni en la cultura de la yuca y la pesca de los taínos, sino en las preferencias introducidas por los españoles. Los europeos introdujeron el arroz, el plátano, la caña de azúcar, el café y centenares de otros productos. Introdujeron también las vacas, los puercos, los pollos y otros mamíferos y aves cuyas carnes hoy en día forman parte esencial de la dieta criolla. Es cierto que el maíz tradicional de la dieta centroamericana y la yuca tradicional de la dieta taína persisten. Pero son elementos menores y secundarios en la coci-na dominicana contemporánea.1

Hubo largos períodos de sincretismo. En los campos dominicanos de antes, según conversaciones con ancianos del pueblo, el consumo del maíz autóctono coexistía con el consumo del arroz del lejano oriente. Pero surgió en este siglo un eventual rechazo cultural al maíz por parte de muchos sectores del pueblo dominicano. El maíz se llegó a menospreciar como Acomida de pobre@. El desprecio del maíz proviene, paradójicamente, menos por sus raíces indígenas que por su popularidad en la dieta afro haitiana y afro dominicana. El antihaitianismo hispanófilo fomentado por varios regímenes ha tenido por lo menos este impacto indirecto en la evolución de la dieta criolla.

Tales preferencias culturales operan en todas partes del mundo, estructurando y canalizando la demanda comercial y, por lo tanto, los inventarios de los comerciantes. En Minnesota, la ausencia de arroz en un grocery store constituiría una inconveniencia menor. En un barrio de la capital dominicana, un colmado sin arroz pronto quebraría. La gente iría a otros colmados para sus alimentos; prefieren comprarlo todo en un sitio y en la República

1 La nutritiva habichuela y el tabaco no tan nutritivo son los más

importantes elementos autóctonos que han sobrevivido la colonialización y occidentalización de la vida dominicana.

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Dominicana la compra empieza con el arroz. Los colmados de Manhattan ya surten plátanos y yuca para complacer a su clientela antillana. En el grocery store de Minnesota esos productos se dañarían por falta de clientela. En los mercados de Haití el producto alimenticio quizás de mayor importancia es el mayí moulen, maíz molido. En los colmados de los barrios de Santo Domingo, en cambio, el maíz que se vende crudo en granos se destina principalmente a la alimentación de las gallinas y otros animales que aún se crían en los barrios. A¡En mi casa no comemo’ maí!@ se asevera a menudo, casi con tono de patriotismo. Si el comerciante piensa vender maíz para el consumo humano, mejor que lo venda enlatado y endulzado bajo la etiqueta de una empresa agroindustrial respetada. En fin, hay una cultura alimenticia, no sólo antillana, sino específicamente dominicana. Y esta cultura influye fuertemente sobre la demanda comercial. 2 Las preferencias culturales forjan la demanda comercial, y la demanda comercial, a su vez, determina el contenido del inventario del colmado.

Habiendo discutido los factores más importantes que determinan el contenido del colmado, pasaremos ahora a la investigación del inventario de colmados específicos.

2Si hubiera que escoger los cinco elementos de mayor importancia en la

subcultura alimenticia dominicana, probablemente serían arroz, habichuelas, plátano, pollo y carne de res. Casi todos los colmados surten los primeros tres, y la gran mayoría vende también otros víveres y frutas. Hay colmados donde se consigue carne fresca de pollo y de res, pero son excepcionales. El espacio dentro de los aparatos de refrigeración que tienen la mayoría de los colmados se dedica no a la carne sino más bien a la cerveza, refrescos, jugos, embutidos y quesos. La clientela de colmado generalmente consigue su carne fresca en establecimientos comerciales o en puestos callejeros especializados en ese renglón. Pero el arroz de varias calidades, las habichuelas de varias variedades y el plátano en varios estados de maduración Cal igual que los artículos necesarios para su preparación y sazonamiento (aceite, salsa de tomate, sal)C constituyen los productos alimenticios más exigidos por el público y de más frecuente, rápida y/o voluminosa venta en el colmado dominicano típico. Examinaremos estos patrones con datos empíricos en páginas subsecuentes.

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CAPITULO VIII

VIII. Los alimentos del colmado

A. El inventario del Colmado Paniagua 1. Dilema metodológico

Para pasar de lo abstracto a lo concreto quisimos, en el tiempo breve de la parte de recolección de este estudio, sacar inventarios completos de por lo menos dos colmados representativos de su género y nivel de capitalización. Queríamos saber en gran detalle exactamente cuáles productos había en el colmado, qué cantidad de cada producto había en existencia, de dónde provenía el producto, cuánto se vendía mensualmente, cuál era el precio de compra, cuál era el precio de venta y cuál el margen de ganancia que realizaba el propietario sobre cada producto.

Como sospechábamos, el trabajo más difícil no fue el levantamiento del inventario en sí. Era un trabajo tedioso, pero sin grandes complicaciones conceptuales. La tarea más difícil era la de conseguir permiso de los dueños, justificadamente renuentes a revelar los detalles de su negocio a un investigador, cuyos propósitos, superficialmente científicos e inocentes, podrían albergar propósitos latentes sumamente dañinos al negocio.

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El dueño de colmado a quien en capítulos anteriores llamamos ABalbuena@, cuyas hazañas detrás del mostrador y en el Mercado Nuevo se describieron en detalle, por fin nos permitió hacer el inventario. Tenía que hacer un inventario de todas maneras, y ya había contratado a un amigo contable que acostumbraba realizarle ese trabajo. Le propusimos un esquema en el cual ayudaríamos al contable entrando los datos en una computadora portátil, para prepararle un inventario computarizado. Tal inventario computarizado permitiría un análisis estadístico más refinado de las ganancias que se realizan en diferentes subclases de productos. Y, además, una vez entrados los nombres de los productos en computadora, no habría necesidad de reescribirlos otra vez para el próximo inventario. Se podría sacar una hoja en blanco con los nombres de los productos ya pre registrados. Como los productos son aquellos que había en el colmado, la hoja se adaptaría perfectamente al inventario de este colmado en particular. A Balbuena le gustó la idea, y así se realizó el inventario.

Balbuena nos preparó un rincón pequeño en el espacio limitado detrás del mostrador. Dos cajas de cerveza Presidente, una encima de la otra, sirvieron de mesa para la computadora. Entramos cada ítem en la computadora, con marca (si tenía), recipiente (e. g., lata, botella, pote), tamaño del recipiente, país de origen y cantidad en existencia. Durante dos días y parte de las noches el inventario se realizó sin interrumpir las actividades normales del colmado. Los comentarios de algunos de los clientes dieron indicios de su asombro y curiosidad al ver la presencia poco usual de una computadora detrás del mostrador, manejada por un individuo que parecía ser extranjero.

Para nuestro análisis era importante saber también el precio de compra del producto, su precio de venta y la cantidad aproximada de venta mensual. Para no entorpecer el proceso, sin embargo, decidimos esperar hasta después del inventario para solicitar a Balbuena la información sobre precios y volúmenes

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aproximados de venta. Esa decisión fue un error estratégico con consecuencias negativas para el estudio.

Los otros comerciantes del vecindario supieron del carácter poco usual de lo que estaba sucediendo en el colmado. Balbuena y Csobre todoC su joven esposa Tatica empezaron a recibir visitas y llamadas preocupadas: A)Qué pasa? )¿Quién e’jese tipo? )Pa' que 'tá 'ciendo eso? )¿Por qué tú le ‘tá dando to’ esa información?@ Los instintos protectores de clandestinidad que prevalecen en el mundo microempresarial, sobre todo en el del colmado, salieron a la superficie. A Tatica la convencieron de que detrás de esta investigación había algún propósito nefasto que conduciría a la quiebra, no sólo al colmado Balbuena, sino también a los otros negocios del vecindario. Nuestro conteo de latas de atún y pastas de jabón de repente se había convertido en un complot internacional para sabotear el comercio nacional.

Nosotros mismos no nos dábamos cuenta de nuestra membresía en esa mafia internacional. A los dos días de terminarse el levantamiento, tuvimos el orgullo de presentarle a Balbuena el primer inventario computarizado de su colmado, con los pro-ductos organizados en distintas maneras. Una lista los tenía por orden alfabético, otra los tenía por renglón (granos, jabones, bebidas alcohólicas, etc.) y otra los tenía según ubicación física en el colmado. Y, además, le presentamos una lista en blanco de todos los productos en su colmado, con espacio en blanco al lado para cantidades y precios. Más nunca tendrían que hacer con bolígrafo el apunte tedioso de los nombres de los productos, tarea ardua que les tocaba cada vez que hacían un inventario.

Balbuena recibió el inventario con una reserva inesperada. No anticipábamos una reacción de regocijo extático, pero tampoco esperábamos un nerviosismo y frialdad poco usual por parte de este individuo normalmente amistoso y expresivo. Sin que nosotros nos diéramos cuenta del problema, los comerciantes vecinos le habían llegado. Le pregunté inocentemente que cuándo empezaríamos el levantamiento de los precios de cada producto,

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para entrarlos también en la computadora. Me contestó que no me preocupara, que él mismo lo haría el mes que viene cuando tuviera tiempo, que ahora se sentía muy cansado, y no sé qué más... Le expliqué las ventajas analíticas de tener los datos sobre precios computarizados al lado de los productos. Pero no hubo manera. Por fin me explicó claramente lo que sucedía. Tatica quería que se parara la investigación inmediatamente. Él no estaba de acuerdo, me aseguró, pero si iba en contra de la voluntad de su esposa en ese asunto, caería en problemas.

Con tristeza aceptamos como justificada su posición y como terminada la investigación de ese colmado. Para no terminar la relación con mal sabor en la boca de nadie, seguimos pasando amistosamente por el colmado, tomando refrescos, haciendo los chistes de siempre con Tatica y Balbuena, pero no haciéndoles preguntas ni tomando apuntes. Pero reconocía que al inventario, por completo que fuera, le faltaban los datos críticos sobre precios y ganancias. 2. Perfil general

Seguimos con la determinación de conseguir esos datos aunque tuviéramos que empezar de nuevo con otro colmado. Encontramos otro colmado que se parecía en su dinamismo y clientela abundante al colmado de Balbuena. Le propusimos a su dueño (quien resultó ser su administrador, trabajando con el capital de un inversionista que iba al colmado sólo de vez en cuando para cobrar su porcentaje) una colaboración para realizar un inventario computarizado. Contraté al hermano (desempleado) del administrador como ayudante, y entramos en un convenio verbal mediante el cual el mismo administrador recibiría no sólo un inventario computarizado, sino también una bonificación monetaria por su colaboración y tiempo al terminarse el inventario completo. El modo de interacción con la gerencia de este colmado era cordial, pero más distante, técnica, y profesionalizada. Hubo

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menos chispa, menos bromas y menos intercambios de chistes mutuos que en el colmado Balbuena. Pero el inventario completo se pudo realizar, incluyendo el levantamiento de precios y márgenes.

A este colmado lo llamaremos Colmado Paniagua. Ubicado en un barrio popular de la zona occidental de la capital, en una esquina de mucha circulación vehicular y peatonal, su organización interna es en forma de AL@ más que cuadrada o rectangular. Eso se debe al hecho de que comparte la primera planta del edificio con otro negocio más pequeño al lado. Los negocios se separan completamente con paredes internas. Pero el espacio del otro negocio invade gran parte del espacio del Colmado Paniagua, dándole a éste la forma de AL@. Por el espacio reducido, sin embargo, y por la impresión de tamaño mediano que proyecta el colmado, estimamos a base de una rápida inspección visual que el colmado tendría entre unos RD$100,000 ó $120,000 en existencia. El administrador nos aseguró, sin embargo, que su existencia llegaba más cerca de los $200,000. Los datos de la Tabla VIII.1, generados a base de un levantamiento minucioso de cada producto en el colmado, incluyendo precios de compra y venta, validan la veracidad de su estimación.

El valor total de la existencia actual del Colmado Paniagua al momento del inventario era de $198,695, una suma extraordinariamente cercana a la estimación preliminar del administrador del colmado. En este colmado había 465 productos distintos. 1 Para propósitos de tabulación y análisis, hemos agrupado a los productos en 12 renglones globales. Uno de esos renglones, el de las bebidas, se subdivide en dos subrenglones: bebidas alcohólicas y bebidas no-alcohólicas (gaseosas, lácteas, jugos y otros).

1En el Colmado Balbuena había unos 400 productos distintos. Se define

aquí como "producto distinto" una clase de producto con su propio precio. Es decir, una lata grande de pasta de tomate se define en este inventario como un producto distinto de una lata pequeña del mismo producto y de la misma marca.

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Vemos en la Tabla VIII.1 que de los 465 productos que tiene el colmado, 196 (42%) caen en el renglón de Aalimentos@ y 65 (14.0%) caen en el rubro Abebida no-alcohólica@. Es decir, más de la mitad de los productos vendidos en el colmado alimentan a la población de una u otra manera. A pesar de su carácter multifuncional, la misión fundamental del colmado sigue siendo la alimentación de la población. Si incluimos aquí también los 49 productos (10.5%) que son bebidas alcohólicas, vemos que 66.5% de los productos del colmado son productos que se consumen oralmente. Si miramos las últimas columnas de la tabla Cque registran no las cantidades de productos, sino los montos de inversiónC sacamos una conclusión parecida. De la inversión total del colmado, justo dos tercios (66.1%) se asignan a los alimentos y las bebidas.

Utilicemos esta tabla para examinar la relación complicada entre la tradicional misión Aalimentaria@ del colmado y su reciente función Aalcoholizante@. El Colmado Paniagua, en la estructuración de su inventario, nos parece ser un representante fiel de lo que observamos generalmente en los colmados capitaleños que visitamos: la venta de bebidas alcohólicas es un elemento importante Cpero no estadísticamente dominanteC del negocio. De los 465 productos que vende el colmado, sólo 49 (10.5%) son bebidas alcohólicas. Esto parece contradecir la impresión visual que recibimos cuando entramos en muchos colmados. En los tramos donde se colocan los productos, uno recibe muchas veces la impresión de dominancia de productos alcohólicos, sobre todo del ron.

En la gran mayoría de los colmados esta Adominancia alcohólica@, sin embargo, es una ilusión óptica producida por decisiones estéticas más que por patrones de inversión financiera. Los dueños de colmado acostumbran desplegar su ron en los tramos. ASe ve bonito@. Pero hay productos de aún mayor importancia estadística que casi ni se ven: el arroz que se guarda generalmente en sacos grandes sobre el piso (o sobre un huacal

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colocado en el piso, para que la humedad no entre en el saco); y la cerveza, que por ser vendida fría tiene que guardarse en los botelleros. La dominancia visual del ron y otros licores más elegantes crean una ilusión óptica de que el colmado es un tipo de bar que vende también algunos productos domésticos como suplementos. No es así. Como vemos en la Tabla VIII.1, el 90% de los productos que vende el colmado no son bebidas alcohólicas.

Tabla VIII.1 INVENTARIO DEL COLMADO PANIAGUA:

Categorías de Productos y Montos de Inversión por Renglón Clase de Cantidad Porcentaje Valor Porcentaje Producto de artículos por artículo Invertido inversión Alimentos 196 42.2 $69,870 35.2 Bebidas

Alcohólicas 49 10.5 38,230 19.2 No-alcohólicas 65 14.0 23,155 11.7

Higiene 43 9.2 22,378 11.3 Limpieza 39 8.4 11,687 5.9 Cocina 17 3.7 10,446 5.3 Recipientes 8 1.7 6,553 3.3 Cigarrillos 7 1.5 5,773 2.9 Utensilios 13 2.8 5,564 2.8 Iluminación 13 2.8 3,333 1.7 Productos para bebés 5 1.1 712 0.3 Escuela 7 1.5 532 0.3 Salud 3 0.6 462 0.1 TOTAL 465 100.0 $198,695 100.0

Sin embargo, la misma tabla indica que el patrón de inversión difiere según el carácter alcohólico o no-alcohólico del producto. Si distinguimos entre las bebidas alcohólicas, por un lado, y los alimentos y las bebidas no-alcohólicas, por otro, vemos que el dueño invierte, de hecho, más de dos veces más por línea

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de producto en el renglón alcohólico que en el renglón alimenticio. Es decir, en los 196 alimentos, invirtió unos $70,000: $356 por línea. En las 65 bebidas no-alcohólicas invirtió unos $23,000: justo $356 por línea, igual que con los alimentos. Pero en las 49 bebidas alcohólicas, invirtió más de $38,000: $780 por línea. En cada producto alcohólico invierte dos veces más por producto que en los productos no-alcohólicos.

Esa discrepancia no refleja precios más altos en el alcohol. Al contrario: una lata de leche en polvo cuesta más que una botella de ron. La alta inversión por producto en las líneas alcohólicas es más bien reflejo de la rapidez con que se venden, y su importancia en la generación de ganancias para el colmado. Sin embargo, aun mirando el asunto desde el punto de vista de monto de inversión, las bebidas alcohólicas llegan sólo al 19.1% de la inversión que este dueño del colmado tiene amarrado en su mercancía. Esta tabla constituye una cuantificación, en el caso de un colmado, de lo que consideramos ser un patrón probablemente general. El alcohol es una línea económicamente importante, pero no estadísticamente dominante, en el inventario del colmado típico. El cliente dominicano también espera encontrar en su colmado productos de limpieza.

La Tabla VIII.1 distingue entre productos de higiene personal (jabón de baño, papel sanitario, etc.), y productos de limpieza doméstica (jabón en polvo, escobas, etc.). Hay 82 pro-ductos en estas dos categorías. En conjunto, constituyen el 17.6% de los productos que vende el colmado y el 16.9% de la inversión total del colmado. El porcentaje de capital que se amarra en estos productos importantes se aproxima al porcentaje amarrado en bebidas alcohólicas (19.1%). Sin embargo, no se les atribuye a estos artículos mundanos, ni en la mente popular ni en el folklore sobre el colmado, la misma importancia que se les da a las bebidas alcohólicas.

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B. Los alimentos

Pasaremos ahora a una discusión de los distintos rubros dentro del inventario del colmado. Para cada producto identificamos su nombre, el tamaño del recipiente, su precio de compra, su precio de venta y el margen de ganancia que el dueño obtenía en cada producto. Procederemos por renglón general, empezando con los alimentos y sus diferentes subcategorías.

Tabla VIII.2 COLMADO PANIAGUA: INVERSIÓN EN LOS ALIMENTOS Valor en Producto existencia Porcentaje Granos y cereales $18,059 25.8 Sazones 12,002 17.2 Galletas, dulces, etc. 10,824 15.5 Sal y azúcar 8,446 12.1 Avenas y harinas 6,878 9.8 Pescados 3,942 5.6 Víveres y vegetales 2,295 3.3 Pastas 1,842 2.6 Carnes 1,756 2.5 Lácteos 1,309 2.0 Frutas 1,222 1.7 Alimentos misceláneos 1,295 1.9

TOTAL ALIMENTOS $69,870 100.0 Nota: La inversión en alimentos constituye el 35.5% de la existencia total.

Había 196 productos en la categoría de alimentos dentro del colmado al momento del inventario. Los hemos subdividido en 12 categorías distintas, incluyendo el rubro de Aalimentos misceláneos@, como se ve en la Tabla VIII.2. Como se señaló anteriormente, el valor total de estos productos alimenticios se aproximaba a los $70,000 pesos y constituían 35% de la inversión total del colmado en mercancía.

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En esta sección discutiremos brevemente, por separado, cada rubro del inventario del Colmado Paniagua. 1. Cereales y granos básicos

Como se ve en la Tabla VIII.2, dentro del renglón de los alimentos la inversión más fuerte del colmado se enfoca en los granos y cereales básicos, sobre todo arroz y habichuelas. Como se señaló en una tabla anterior, había casi $16,000 en arroz y habichuelas, pero menos de $2,500 invertidos en maíz, guandules, maní y trigo combinados. Y la inversión en arroz era casi cuatro veces más que la inversión en habichuelas. El arroz es, en fin, el rey de los cereales y granos básicos en la República Dominicana.

En la tabla final del capítulo anterior presentamos los datos sobre dos productos básicos en la dieta dominicana e indispensables en el inventario del colmado: el arroz y las habichuelas. Incluimos en esta lista también otros productos de menor importancia: el guandul, el maíz y el maní. Había más de $18,000 pesos invertidos en estos productos.

El colmado tenía tres clases de arroz, con precios distintos. Como a los clientes les gusta examinar el arroz antes de comprarlo, en el Colmado Paniagua se dejaba en grandes fundas abiertas en el piso del colmado al alcance de los clientes. En colmados donde se guarda detrás del mostrador, al cliente se le da un puñado para examinar. Hay cuatro cosas que se examinan:

- Si los granos están completos o rotos; - Si el arroz está libre de olores; - Si el arroz está libre de pajitas y otras impurezas; y - Si el color del arroz es claro.

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Tabla VIII.3 GRANOS Y CEREALES BÁSICOS. PRECIOS DE COMPRA Y

VENTA Y MÁRGENES DE GANANCIA Producto Precio de Compra Precio de Venta Margen (%) Arroz La Garza (saco 20 lb) 120.00 135.00 13. Arroz La Garza (funda 5 lbs) 30.00 35.00 17. Arroz selecto 3.76 4.50 20. Arroz selecto (saco 25 lb) 100.00 120.00 20. Arroz selecto (saco 50 lb) 200.00 240.00 20. Arroz superior Caserola (saco 125 lb) 3.52 4.00 14. Guandules El Preferido (lata 1 lb) 4.37 5.00 14. Guandules secos Guandules verdes La Famosa (lata 1 lb) 7.50 9.50 27. Guandules verdes Victorina (lata 1 lb) 7.50 9.50 27. Habichuelas blancas 7.27 10.00 38. Habichuelas negras 7.27 10.00 38. Habichuelas pintas 8.50 9.50 12. Habichuelas rojas corrientes 8.33 10.00 20. Habichuelas rojas superiores 10.91 13.00 19. Habichuelas negras La Famosa (lata 1 lb) 8.33 10.00 20. Habichuelas rojas La Famosa (lata 1 lb) 8.33 10.00 20. Maíz chenchén (sobres de 1 lb.) 5.50 10.00 82. Maíz dulce Jajá (lata 1 lb) 8.13 10.00 23. Maíz Jorcón (Pocol) 4.70 7.00 49. Maíz en grano 1.80 2.50 39. Maní en grano 6.82 10.00 47. Trigo 5.30 8.00 51

Hay clientes dispuestos a pagar entre 10% y 15% más por un arroz superior. También había fundas cerradas de arroz más fino en cantidades de 20 libras y 5 libras. Este arroz era casi 60% más caro por libra que las otras variedades. No tenía gran venta, pero su presencia en los tramos añadía un carácter de refina-miento y superioridad al colmado. Además de los guandules, también había varias clases de habichuelas: rojas, negras, blancas y pintas. La variedad de habichuelas preferida, la roja, venía en dos niveles: corriente y superior. Las rojas y las negras también venían en latas.

La Tabla VIII.3, a continuación, presenta un análisis de los

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precios y los márgenes de ganancia bruta de estos productos básicos. La mayoría de los precios se presentan por libra. Algunos se reportan en unidades más grandes (quintales, sacos, etc.). Lo importante es que los precios de venta se convirtieron a la misma unidad que los precios de compra. Los márgenes de ganancia bruta se calcularon restando el precio de compra del precio de venta, dividiendo el resultado por el precio de compra y multiplicando por cien (para convertir el margen en porcentaje). Hay otros cálculos válidos, pero éste es el cálculo que utiliza la mayoría de los microempresarios: si compran a $20 y venden a $30, dicen que se ganaron el cincuenta por ciento.

La Tabla VIII.3 nos ayuda a comprender la estrategia de fijación de precios por parte del propietario. El propietario parece seguir cuatro reglas simultáneas. No son ni oficiales ni conscientemente articuladas por los comerciantes. Son reglas cuya existencia deducimos por la estructuración de los precios.

1) La regla del 20% mínimo. Como regla general, hay que

ganar por lo menos 20% en productos vendidos al detalle. (Como veremos, los comerciantes logran su objetivo en este sentido: el margen mediano es un poco más de 25%).

2) La regla del precio redondo. Ponle un precio redondeado al objeto, preferiblemente en pesos redondos, pero por lo menos en escalas de medio peso.

3) La regla de autodisciplina comercial. Cuidado de no cobrar un margen alto en productos de alta venta y, por lo tanto, alta competitividad en el barrio. Baja el margen en tales productos, aunque caiga por debajo del 20%.

4) La regla de compras mayoristas. El margen baja cuando se trata de compras de mayor volumen.

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Examinando la tabla, el margen modesto de 14% que notamos en el arroz más barato proviene probablemente de su alta venta y precios competitivos en el resto del barrio. El margen en las habichuelas en un promedio de 25%, más alto que el margen sobre el arroz, quizás reflejo de su venta más lenta. La competencia feroz que existe entre colmado y colmado probablemente se lleva a cabo principalmente en los dos productos de alta venta: el arroz y la cerveza fría. El comerciante que le ponga precios altos a estos productos perderá clientela instantáneamente. Con las habichuelas, de venta algo menos caliente, se puede jugar con márgenes un poco más altos, sobre todo en el caso de las variedades finas.

En todo caso, dos de los productos en esta tabla constituyen el corazón del negocio de alimentos. Si un colmado tuviera que limitar su existencia de alimentos a dos productos, el propietario típico probablemente escogería arroz y habichuelas. 2. Carnes y pescados

La reducida inversión en carnes y pescados que se notó anteriormente no es indicio de su baja importancia en la dieta. (Juntos alcanzan sólo 8% de la inversión del colmado.) La carne sobre todo es de gran importancia. Sin embargo, el colmado no es la fuente normal de estos productos altamente perecederos. Hay unos pocos colmados (como el de Balbuena, anteriormente discutido), cuyos dueños pican carne y pescado frescos para sus clientes, pero son la excepción. Las carnes que se venden en colmado son por lo general variantes ya procesadas, capaces de ser guardadas en la nevera del colmado: jamones, salchichas, salamis, pollo ahumado, etc.

En este sentido, el Colmado Paniagua es más típico. La Tabla VIII.4 revela la distribución de carnes y pescados en el colmado. Se notan inmediatamente los precios más altos por libra en las carnes y los pescados que lo que se daba con los granos y

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cereales. En términos de la fijación de precios, se siguen los mismos cuatro principios anteriormente señalados. Pero en el caso de varios productos se le agrega un quinto, que quizás se podría denominar Ala regla de los cinco pesos@. Cuando el precio de compra de un producto se aproxima o sobrepasa los $20, el propietario parece agregarle cinco pesos al precio de compra más cualquier sumita necesaria para redondear el precio de compra. Eso le garantiza su margen básico de 20%. Tabla VIII.4 CARNES Y PESCADOS Precio de Precio de Margen

Producto Compra Venta (%) Chuletas con huesos 25.00 30.00 20 Chuletas deshuesadas 26.50 32.00 21 Costillas ahumadas 19.00 26.00 37 Jamón Picnic 26.50 32.00 21 Jamón cocido 13.50 18.00 33 Jamón de bola Induveca 18.95 24.00 27 Jamón embuchado 15.50 22.00 42 Pollo ahumado Induveca 18.00 26.00 44 Salami Induveca 18.95 24.00 27 Salami Sosúa 18.50 24.00 30 Salami Supremo 33.00 46.00 39 Salchichas Jajá 5 oz 5.00 6.50 30 Arenque 10.56 15.00 42 Atún Bumble Bee (lata) 12.50 15.00 20 Atún Cherry Star (lata) 22.71 28.00 23 Bacalao 32.00 38.00 19 Sardinas Premium Brunswick (lata) 5.80 7.50 29 Sardinas Sea Bell (lata 2.70 3.50 30

En el caso de las carnes, el margen típico es más alto, quizás

como reflejo de la venta más reducida. Cuanto más caliente la venta de un producto, tanto más competencia local habrá, y tanto más autodisciplina el propietario tendrá que ejercer en la fijación de sus márgenes de ganancia.

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Los pescados, el atún y las sardinas se venden en las latas típicas. El bacalao y el arenque, en cambio, se venden por libra, desde cajas abiertas colocadas generalmente al alcance del cliente. Son productos de reducida demanda. Pero como no son perecederos el propietario puede comprar en cantidad. Tenía como $2,000 en arenque y bacalao y $1,750 en latas de atún y sardinas. 3. Productos de mercado: vegetales, frutas y víveres

A pesar de la incursión creciente de la agroindustria en el renglón de los vegetales, frutas y víveres, el grueso de estos productos todavía llega al consumidor capitaleño a través de los mercados mayoristas. Son elementos esenciales de la dieta, pero algunos colmados o no los venden o los venden en pequeñas cantidades. Hay varios factores que enfrían el entusiasmo de algunos dueños de colmado por estos alimentos, a pesar de la demanda popular que existe para ellos.

CSon altamente perecederos. Si no se venden se dañan. Ya

notamos anteriormente la renuencia del colmado típico a vender carne fresca por su carácter perecedero. Una renuencia parecida, pero en menor escala, surge también en el caso de vegetales, frutas y víveres.

CHay que ir al mercado mayorista para conseguir precios buenos. Son

pocos los colmados, sin embargo, que tienen camioneta. (Balbuena tenía, Paniagua no tiene.) La mayoría de los colmados tienen que comprar estos productos de las camionetas que circulan por los barrios. Los dueños de estas camionetas, a su vez, consiguen los víveres y las frutas en el mercado mayorista y venden, por lo tanto, a precios más altos. La ganancia del colmado que tiene que comprarles a estos vendedores ambulantes es reducida.

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CHay otros sitios en los mismos barrios que venden tales productos. Los ventorrillos pequeños se especializan en la venta de estos productos. Y en varios barrios hay mercados callejeros que surgen, específicamente, para vender vegetales, frutas y víveres.

Este conjunto de factores crea una situación en que la

mayoría de los colmados no domina el nicho de vegetales, frutas y víveres, y hasta los hay que se abstienen totalmente de incursionar en este renglón. Sin embargo, la mayoría de estos comerciantes hacen por lo menos algún intento en ese rumbo. Por un lado, existe la lógica de las ganancias modestas que se pueden realizar. Pero existe también la Alógica de la imagen del colmado completo@. Al colmado de barrio no le conviene que la clientela vea que hay una falta absoluta de un renglón tan crucial en la dieta diaria. Un colmado que no tiene estos productos es un colmado incompleto y, como ya se notó, al cliente no le gusta tener que andar mucho de colmado en colmado por carencia de productos.

A falta de camioneta propia, el Colmado Paniagua no incursionaba de lleno en el renglón de los productos de mercado, pero sí se esforzaba por tener un surtido por lo menos modesto. La Tabla VIII.5 lista los vegetales, frutas y víveres que tenía ese colmado al momento del inventario (se incluyen también los productos enlatados de este renglón).

Como es la costumbre general, estos productos (con la excepción de los enlatados) se exhiben, no detrás del mostrador, sino en el piso y en mesas pequeñas al alcance de los clientes que entran. Para los productos básicos de la dieta, el ama de casa típica insiste en tocar, manipular, examinar lo que se está ofreciendo, sea arroz y habichuelas, sea plátanos y guineos.

La inversión total del colmado en vegetales, frutas, y víveres era una modesta suma de $3,517 (recuérdese que la inversión en bebidas alcohólicas era de $38,000 y la inversión en dulces y picaderas era de más de $10,000). Pero esta modesta suma se reduce aún más cuando se nota que de esta suma $466 estaban invertidos en vegetales de lata, y $1,155 en atípicas frutas

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navideñas, manzanas y uvas (El inventario se hizo a principios de diciembre). Es decir, el colmado tenía sólo $1,897 invertido en productos tradicionales de mercado: naranjas, guineos, plátanos, tomates, papas, etc.

Tabla VIII.5

VEGETALES, FRUTAS Y VÍVERES Precio de Precio de Margen Producto Compra Venta (%) Manzanas 4.87 6.50 34. Naranjas de jugo 0.30 0.75 150. Uvas 23.91 35.00 46. Guineos - - - Ajíes 5.00 8.00 60. Ajo 22.00 28.00 27. Berenjenas 1.25 2.00 60. Cebolla 6.50 8.00 23. Cebolla blanca 6.50 8.00 23. Papas - - - Plátanos verdes 1.80 2.50 39. Tomaticos 7.00 12.00 71. Zanahorias 5.00 7.00 40. Garbanzos Jajá (lata 1 lb) 8.17 10.00 22. Maní dulce Ideal (24 u.) 0.75 1.00 33. Petits pois Jajá (lata 1 lb) 8.13 10.00 23. Petits pois Jajá (lata 8 oz.) 5.21 6.50 25. Vegetales mixtos La Famosa (lata 1 lb) 8.54 10.00 17.

Esto fortalece nuestra tesis de que muchos colmados surten estos productos no como una operación económica seria, sino como gesto simbólico ante las expectativas culturales del pueblo de que un colmado superior debe tener todos los alimentos que uno necesita.

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4. Sal y Azúcar

El ama de casa dominicana necesita tanto la sal como el azúcar, pero las cantidades de azúcar que se venden sobrepasan geométricamente las cantidades de sal. En el momento de la investigación hubo escasez de azúcar en el país hasta el punto en que los colmados estaban vendiendo azúcar importado. La escasez en sí puede interpretarse como un efecto extraño de la economía internacional: una situación bizarra en la cual los comerciantes detallistas de un país exportador de azúcar tienen que depender del azúcar importado para satisfacer su clientela. Y este azúcar lo tenían que conseguir muchas veces mediante maniobras detrás de puertas cerradas, ofreciendo a los vendedores mayoristas precios altos.

El carácter extraño de la situación aumentó aún más, sin embargo, con la política de fijación de precios seguida por el Estado. La escasez de azúcar y las alzas en su precio despertaron una ira popular. Como respuesta a esta ira Cque había sido en gran parte fruto de políticas azucareras gubernamentalesC el Estado impuso control de precios al azúcar. Como señalamos en otra parte, sin embargo, el precio legal era muy por debajo del precio comercial real. La venta del azúcar, por lo tanto, se rodeaba durante un período de clandestinidad.

Normalmente, los colmados tienen por lo menos dos clases de azúcar. Sin embargo, en el momento del inventario, el Colmado Paniagua tenía (o reportaba) únicamente azúcar refino. El público estaba disgustado, en general, con los precios del azúcar, dirigiendo la rabia hacia los dueños de colmado en vez de a los funcionarios y mayoristas cuyo impacto sobre los precios era mayor.

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Tabla VIII.6 SAL Y AZÚCAR

Precio de Precio de Margen Producto Compra Venta (%) Azúcar refino $5.91 $7.00 18.

Sal en grano (sacos 100 lb) 0.80 1.00 25. Sal molida Condesa (pequeña) 3.50 4.50 29. Sal molida Condesa (grande) - - - Sal molida Perla (1 lb 2 oz.) $7.08 $9.00 27.

La Tabla VIII.6, sin embargo, muestra que el margen de ganancia sobre el azúcar es menor que el margen ganado sobre la sal y sobre la mayoría de los otros productos que se ven en otras tablas. Es decir, vemos como justificada la ira de un pueblo azotado con altos precios locales en el producto que más exporta el país. Donde quizás haya equivocación es en el blanco de la rabia.

Mientras el colmado tenía $7,800 invertidos en azúcar, tenía menos de $700 invertidos en sal; la demanda de dulce es más fuerte que la otra. El colmado tenía $421 de sal molida y empaquetada por compañías y $226 en sal sacada directamente de las minas del sur y empaquetada en fundas grandes. Pero, en todo caso, la cantidad de sal en el colmado y su demanda popular en las cocinas era una fracción minúscula de la del azúcar.

5. Dulces, galletas y picaderas misceláneas

Pero también hay inversiones fuertes en alimentos suplementarios Csazones, dulces, galletas, etc. De hecho, la inversión en estos productos parece ser sorprendentemente más grande que la inversión en ciertos productos básicos de la dieta dominicana. La importancia de estos productos para el colmado se ve en el hecho de que el propietario tenía una inversión de $10,824 en ellos Cmás que en carnes, pescados, avenas y harinas, y productos lácteos combinados. Estos productos son de alta demanda diaria y frecuentemente se compran en asociación con

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refrescos o jugos. Así, el colmado suple los alimentos no solo para los desayunos, comidas, y cenas tradicionales, sino también para los bocadillos ocasionales.

Como se ve en la Tabla VIII.7, los márgenes altos que se ganan en algunos de estos productos son resultado de la manera de detallarlos. Las paletas, por ejemplo, normalmente se compran en fundas grandes. Siguiendo la Aregla de los precios redondos@, el propietario le cobra al cliente un peso o dos pesos por unidad, ganándose así un margen alto. Los clientes que pegan el grito al cielo cuando este comerciante se gana un margen de 18% en el azúcar paga sin queja el peso por la paleta que rinde un margen de 100%. Ni saben cuánto le costó la unidad al comerciante, ni les importa. Pero como el volumen de tales artículos es reducido, el colmado no obtiene grandes ganancias globales con ellos. Tabla VIII.7

DULCES, GALLETAS Y OTRAS >PICADERAS= Producto Precio de Precio de Margen

Compra Venta (%) Bizcochos $1.67 $2.00 20. Chicharrón Snack 4.70 6.00 28. Crunchy Cheetos 4.70 6.00 28. Galletas Ban Ban saladas 8.50 11.00 29. Galletas Guarina dulces 12.78 15.00 17. Galletas Hatuey (caja 15 parqueticos) 31.67 35.00 11. Galletas Pillo (Dino) 13.54 20.00 48. Galletas Ritz saladas 4.58 8.00 75. Galletas Sabrosita 19.17 23.00 20. Galletas picnic Guarina - - - Galletas Gina 1.50 2.00 33. Nachos Dorito 4.70 6.00 28. Palitos de queso 4.70 6.00 28.

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Tabla VIII.7 DULCES, GALLETAS Y OTRAS >PICADERAS= (continuación)...

Producto Precio de Precio de Margen Compra Venta (%)

Palitos de queso Cheetos 4.70 6.00 28. Palitos de queso Snacks 4.70 6.00 28. Pasas Ligo 2.22 3.00 35. Platanitos Snacks 4.70 6.00 28. Snacks Frito Lay 4.70 6.00 28. Yucas Snacks 4.70 6.00 28. Zucaritas Kellog 6.25 7.00 12. Bola chocolate Nutri-Show 12.78 15.00 17. Bolitas de fruta Bolin 29.00 35.00 21. Cacaítos dulces 25.83 30.00 16. Chiclets Adams (caja de 100 cajitas) 55.00 60.00 9. Goma de mascar Bolin Frintz - - - Goma de mascar Clorets 0.64 1.00 57. Goma de mascar Dubble Bubble 0.15 0.25 62. Chocolate Embajador 0.76 1.00 32. Dulce de leche 0.40 0.50 25. Gelatina Royal 3.54 4.50 27. Huevitos de chocolate Robin Egg 70.00 85.00 21. Caramelos 240 35.00 40.00 14. Caramelos Halls 0.47 1.00 113. Caramelos Marlbern 0.14 0.25 79. Caramelos Arka - - - Caramelos Colombina 35.00 40.00 14. Paletas BoBuBam 0.75 1.00 33. Paletas Claudia 0.50 1.00 100. Paletas Luv Pops 1.20 2.00 67. Paletas Pirulitos 0.67 1.00 49.

6. Sazones, salsas y especias

El colmado lleva docenas de artículos que caen en los rubros generales de sazones, salsas y especias. En términos de su apego a los sabores picantes, el paladar dominicano probablemente caiga a mitad de camino entre la altamente picante cocina mejicana y la cocina tradicional inglesa o irlandesa (sabores

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blandos). Tabla VIII.8 enumera las distintas categorías de sazones y salsas preferidas por el pueblo dominicano.

El sabor a tomate es un elemento preferido en la cocina criolla. Hay dos maneras de lograrlo: cocinando con salsa de to-mate en la paila o la olla, o echándole Acatchú@ (ketchup) a la comida después de cocinada. La principal estrategia criolla es la primera. El Colmado Paniagua tenía la suma impresionante de $3,023 invertidos en pasta de tomate y sólo $1,203 invertido en Acatchú@. La pasta de tomate es un elemento crucial en la cocina diaria, y muchos clientes la compran en cucharadas, en cantidades minúsculas muy por debajo del volumen de la latica más pequeña. La regla informal es que la cliente trae su propio recipiente, mu-chas veces una gorrita de pelota plástica (de las que se reparten en las tiendas de Helados Bon), o cualquier otro recipiente. El comerciante o su cónyuge echan una o dos cucharadas de pasta de tomate en el recipiente. Muchas veces entra la misma cuchara (con todo y restos de pasta) en un pote de aceitunas, de las cuales saca dos o tres para echarlas en la pasta de tomate.

El sazón también es un producto popular, y el colmado tenía $2,974 (1.5% de su inversión total, y 4% de su inversión en alimentos) invertido en varias categorías de este ítem. La forma más popular de comprarlo, sin embargo, es en sobrecitos de Apolvo completo@ Ci. e., con otros sabores agregados. 60% de los sazones se vendían en tales sobrecitos, que, por su reducido tamaño, le producen un margen atractivo de 31% al comerciante.

Además de los sazones y las salsas, las especias constituyen un elemento tradicional importante en la dieta dominicana. En años recientes, el impulso microempresarial ha permitido la preservación de la tradición frente a las dificultades logísticas creadas por la urbanización.

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Tabla VIII.8 SAZONES Y SALSAS

Producto Precio de Precio de Margen Compra Venta (%)

Ajo en pasta Constanza (pote) $12.00 $15.00 25. Azúcar refino 5.91 7.00 18. Catchú Victorina (1 k) 15.42 18.00 17. Catchú Victorina (14 oz.) 11.04 13.50 22. Catchú Victorina (7 lb.) 52.50 60.00 14. Flavor Flavoraid sobres 0.97 1.50 54. Mayonesa Baldom (pote 16 oz.) 11.25 14.00 24. Mayonesa Baldom (pote 200 g.) 22.50 25.00 11. Mayonesa Baldom (pote 8 lb. ) 95.00 110.00 16. Sabor piña Madellín (pote) 3.75 5.00 33. Pasta de tomate Bella (12 oz.) - - - Pasta de tomate Linda (7 lb) - - - Pasta de tomate Linda (lata 1 k) - - - Pasta de tomate Victorina (lata 1 k) 19.58 23.00 17. Salsa inglesa Baldom (5 oz.) 7.71 10.00 30. Salsa tabasco Table Chic (2 oz.) 15.00 19.00 27. Sazón Maggi en polvo 11.67 14.00 20. Sazón Ranchero en polvo (grande) 11.46 14.00 22. Sazón Ranchero en polvo (pequeño) 7.81 9.00 15. Sazón Ranchero en polvo (sobre) 0.52 1.00 92. Sazón líquido Ella (pote 1 lb) 9.03 12.00 33. Sazón líquido Ella (pote 2 lb) 18.00 33.00 83. Sazón líquido Ranchero (galón) 70.00 85.00 21. Sazón en polvo completo Maggi (sobre) 18.33 24.00 31. Sazón líquido El Cocinero (sobre) 1.17 2.00 71. Vainilla 40.00 60.00 50. Vainilla Quisqueya (pote 5 oz.) 2.25 3.50 56. Vainilla Quisqueya (pote 8 oz.) 4.50 6.00 33. Verdura (paquete) - - - Vinagre Nutrisa (sobre) 0.70 1.00 43. Vinagre Victorina (pote 473 ml) 6.04 8.00 32. Vino para cocinar el Cheff (bot. 700 cc) 29.17 35.00 20.

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Muchas especias continúan vendiéndose sueltas, en sacos abiertos dentro del colmado. Pero otras ya se venden en bolsas prefabricadas, con la marca de la empresa que las recoge y las empaqueta. Estas empresas preservan el flujo abundante de un producto tradicional amenazado. Una lista de estas especias se encuentra en la Tabla VIII.9.

Los precios que aparecen en esta lista nos ayudan a examinar más cuidadosamente los mecanismos de fijación de precios. Sugieren que, en el proceso de fijar sus precios de venta, el propietario del colmado combina la Aregla de los precios redondos@ con la Aregla del 20%@. Miremos los precios de las funditas de especias de la marca Tu-Tum. El precio de compra de varias de ellas era de $1.40. Si el propietario hubiera vendido a $1.75, se hubiera ganado un margen decente de 25%. Pero ya casi no se fijan precios que no sean redondos; hay que vender en precios de peso o medio peso. Vender una bolsa a $1.75 sería una anomalía. Vender a $1.50 hubiera dado un margen de sólo 7% Cmuy poco para un dueño de colmado. La próxima alternativa era la de vender a $2.00, lo que produce un margen alto de 43%. El propietario lo hizo, como quien dice, Asin pensarlo dos veces@, sabiendo que para el cliente la cifra redonda de $2.00 para un producto en su propia fundita iba a ser aceptable. En este caso, la regla de los precios redondos le convino, porque le trajo un margen más alto de lo acostumbrado, sin peligro de gran protesta por parte de los clientes. (Con el arroz y con la cerveza fría no se toman tales libertades, pero con productos menos centrales como las especias, sí.)

Hay, sin embargo, tres especias que se venden con márgenes por debajo del 20%. ¿No violan la regla? No necesariamente. Dos de estas tres se venden en volúmenes mayores en fundas grandes. Esta bajada de precio corresponde a la regla de las ventas en volúmenes más grandes. En fin, los comerciantes no fijan sus precios de venta al azar. Siguen reglas más o menos consistentes. Hemos tratado de descubrir, a base de los datos, cuáles son las reglas que siguen.

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Tabla VIII.9 ESPECIAS Producto Precio de Precio de Margen

Compra Venta (%) Ajonjolí Tu-Tum (fundita) $1.40 $2.00 43. Alhucema Tu-Tum (fundita) 1.40 2.00 43. Anís (de mercado) 13.00 18.00 38. Anís Confite (litro) 43.33 50.00 15. Anís Confite (media botella) 21.86 25.00 14. Anís comino Tu-Tum fundita 4.00 5.00 25. Anís sin marca (fundita) 13.00 18.00 38. Canela 24.00 28.00 17. Canela sin marca (fundita) - - - Canelilla Tu-Tum (fundita) 1.40 2.00 43. Cilantrico Tu-Tum fundita 1.40 2.00 43. Clavo dulce 12.00 17.00 42. Flor de tilo Tu-Tum (fundita) 1.40 2.00 43. Flores de manzanilla 1.60 2.00 25. Hojas de laurel Tu-Tum (fundita) 4.00 5.00 25. Hojas de Sen Tu-Tum (fundita) 1.40 2.00 43. Manzanilla Tu-Tum (fundita) 4.00 5.00 25. Nuez moscada Tu-Tum (fundita) 4.00 5.00 25. Nuez moscada sin marca (fundita) - - - Orégano 20.00 26.00 30. Orégano (funditas sin marca) - - - Pimienta 17.00 23.00 35. Pimienta sin marca (fundita) - - -

Sabemos ahora, por lo menos, que no se sientan con calculadora para mantener un margen constante en sus productos Csea de 20% o de 25%. Sospechamos también que hay muy pocos dueños de colmado que mandan Aespías comerciales@ para averiguar los precios en los colmados de la competencia. Si están cobrando mucho, los mismos clientes se lo harán saber rápida y claramente. Lo que hacen, más bien, es buscar una cifra redonda que rinda por lo menos 20%. Si llega a los 35% o a las 40%, calculan si el mercado lo "tolerará". Hay productos (como las especias) donde sí lo aceptan. El principio general parece ser: cuanto más ocasional o exótico el producto, tanto mayor puede

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ser el margen de ganancia. Cuanta más demanda existe para un producto, tanto más modestas tienen que ser las expectativas financieras del dueño de colmado.

7. Otros alimentos misceláneos

Examinaremos someramente los demás alimentos que surte el Colmado Paniagua. Había unos $1,300 de tres productos lácteos: mantequilla, margarina y queso. Como indica la Tabla VIII.10, los precios que paga el comerciante por una libra de queso Caun la variedad más barata, el queso blancoC son superiores al precio de una libra de mantequilla o margarina. Pero en vez de bajar sus márgenes para incentivar compras mayores de queso, la estrategia que se ve claramente en la tabla es la de aumentar los márgenes. El margen promedio impuesto a los cinco quesos es de 34%. El margen promedio impuesto a la mantequilla y a la margarina es de 19%.

Nuestra observación no es una recomendación al propietario de que baje sus márgenes en el queso. Como el queso es un producto de relativamente bajo consumo en el colmado, y como hay pocos o ningún cliente que vaya de colmado en colmado comparando los precios de los quesos, no es muy seguro que una reducción en el precio de queso en un colmado en particular engendraría un aumento en la compra de queso en aquel colmado. Sospechamos que en la fijación de sus márgenes el comerciante está comportándose de una manera económicamente justificable. Por lo menos, no está actuando de una manera irracional en el contexto real en el cual funciona.

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Tabla VIII.10 MANTEQUILLA, MARGARINA Y QUESO

Producto Precio de Precio de Margen Compra Venta (%)

Mantequilla Dorina (tarrito .5 lb) $ 7.90 10.00 27. Mantequilla Dorina (tarrito 1 lb) 15.00 18.00 20. Mantequilla Manicera (lata 5 lb) 60.00 63.00 5. Margarina Manicera (tarro .5 lb) 7.33 10.00 36. Margarina Manicera (tarro 1 lb) 16.67 18.00 8. Queso Géo 33.00 45.00 36. Queso amarillo 25.00 35.00 40. Queso blanco 21.00 28.00 33. Queso danés 36.00 48.00 33. Queso picantino 33.00 43.00 30.

Hay una línea de alimentos que se utiliza especialmente para

los niños en la República Dominicana: las avenas y las harinas. Como se ve en la Tabla VIII.11, el Colmado Paniagua tenía 14 de esos productos distribuidos en 9 marcas distintas. En términos de la fijación de precio vemos una maniobra atípica. El colmado consiguió pequeñas cajas de maizena Duryea por $2.25 la caja. Siguiendo las dobles reglas del 20% mínimo y del precio redondo, si hubiera vendido a $3.00 se hubiera ganado un margen atractivo de 33%. Sin embargo, puso el precio de $3.50, que genera un margen atípico de 56%. Hizo una cosa parecida con la harina Primavera, fuertemente más popular en este colmado que la maizena Duryea, imponiéndole un margen de 45%. (Tenía $2,790 en Primavera y sólo $304 en la de Duryea). Tales desviaciones de las reglas generales de fijación de precio indica que quizás la regla básica sea: cóbrale al cliente todo lo que el mercado tolera. Hay productos como éstos que por alguna razón aparentan tolerar márgenes más altos, permitiéndole al comerciante violar las restricciones que gobiernan la fijación de precios en los otros productos.

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Tabla VIII.11 AVENAS Y HARINAS

Producto Precio de Precio de Margen Compra Venta (%)

Avena Americana (funda 2 lb) - - - Avena Quaker (caja 325 g) $10.00 $12.00 20. Avena Quaker (sobres 60 g) 1.85 2.50 35. Cereal de arroz Nestum (225 g) 15.42 18.00 17. Maizena Duryea (caja 14 oz.) 9.00 11.00 22. Maizena Duryea (caja 3.1 oz.) 2.25 3.50 56. Harina Primavera 3.10 4.50 45. Harina de Negrito (sobres) 2.70 3.50 30. Harina de maíz Mazorca (sobre 397 g) - - - Harina de maíz Mazorca (funda 1 lb) - - - Harina de trigo Blanquita (funda 2 lb) - - - Harina de trigo Cerelac (lata) - - - Harina el Negrito (caja 1 lb) 9.58 11.00 15. Harina el Negrito (caja 4.5 oz.) 2.85 3.75 32.

Como última tabulación de los alimentos del Colmado

Paniagua listamos en la Tabla VIII.12 una clase de productos que empieza a competir como importante fuente de carbohidratos con las fuentes más tradicionales (el arroz, el plátano y los tubérculos). Se refiere aquí a las pastas.

Vemos, en primer lugar, un patrón general de márgenes reducidos. Tal reducción no ocurriría en un producto alimenticio a menos que hubiera una demanda popular fuerte y, por lo tanto, competencia entre colmados. Para seguir la regla del 20% mínimo y la del precio redondo, el propietario hubiera tenido que pedir $8.50 por una funda de coditos o de espaguetis. Este precio le hubiera generado un margen redondo de justamente el 20%. No lo hizo. No por tener sentimientos humanitarios (acabamos de ver que cobró 56% por un cereal para niños), sino porque, obvia-mente, hay demanda activa y competencia entre colmados en este producto. Tuvo que consentir a una violación de su derecho de conseguirse el 20%.

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Tabla VIII.12 LAS PASTAS Producto Precio de Precio de Margen

Compra Venta (%) Coditos La Trigueña sobre 1 libra $7.10 $8.00 13. Espagueti Milano funda 10 libras 5.50 7.00 27. Espagueti Milano funda de 1 libra 7.10 8.00 13. Fideos Milano funda de 1 libra 7.10 8.00 13. Macarroni y queso Milano - - -

La creciente importancia de las pastas en la dieta criolla se ve no sólo en su precio competitivo sino también en el monto de su inversión. En uno sólo de estos productos, los fideos Milano en funda de una libra, el colmado tenía invertido $1,548 en existencia al momento del inventario. Acuérdese que en todos los productos tradicionales de mercado combinados Cplátanos, zanahorias, naranjas, papas, etc.C tenía sólo $1,897 invertido.

Eso no indica que el espagueti y el fideo están amenazando con sustituir las fuentes tradicionales de carbohidratos en la dieta criolla. Hay pocos dominicanos que considerarían un plato de espagueti con queso y salsa por encima, como un sustituto válido para su plato tradicional de arroz y habichuelas para acompañar su carne en la comida del mediodía. Pero sí hay una evolución. Las pastas se comen en desayuno, cena o en otras ocasiones determinadas. Y para el dueño de colmado las pastas tienen una gran ventaja sobre el plátano o la yuca: no se dañan.

En el capítulo anterior analizamos los factores culturales, globales e históricos que influyen sobre el inventario del colmado dominicano. En este capítulo pasamos al análisis de un inventa-rio específico, mirando en algún detalle los diferentes rubros de alimentos. Intentamos desglosar los principios que siguen los comerciantes en la fijación de sus precios y sus márgenes de ganancia. Ahora toca pasar a un fenómeno de mucho comentario social actual: las bebidas del colmado, sobre todo sus bebidas alcohólicas.

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CAPITULO IX

IX. Las bebidas del colmado

La transformación más visible del colmado en décadas recientes ha sido su creciente funcionamiento como lugar de consumo alcohólico. El involucramiento de algunos colmados en este renglón lucrativo los ha llevado al punto de convertirse en Acolmadón@ Cun negocio en el cual el expendio de alimentos es una actividad secundaria y suplementaria a la venta de cerveza y ron. La gran mayoría de los colmados no caen en esta categoría. Siguen siendo esencialmente negocios de alimentos y otros pro-ductos domésticos. Pero casi todos hoy en día generan un porcentaje importante (aunque no mayoritario) de sus ingresos en la venta de cerveza, ron y otras bebidas alcohólicas. La importancia social de esta transformación y la preocupación que suscita en ciertos sectores, nos ha motivado a dedicar un capítulo separado al tópico del colmado y sus bebidas.

A. Perfil general De los 465 productos vendidos en el Colmado Paniagua,

196 (42.2%) eran alimentos y 114 (24.5%) eran bebidas. Los demás (33.3%) eran otros artículos domésticos (jabón, velas, papel

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higiénico, utensilios plásticos, etc.), que no se comen o toman. De la inversión total de unos $199,000 en existencia, 35.2% era en alimentos, 30.9% en bebidas y el resto en otros artículos. Las bebidas del colmado pueden dividirse en dos renglones: alcohólicas y no-alcohólicas. Para fines analíticos, las alcohólicas pueden subdividirse en cervezas, rones y otras bebidas alcohólicas. Las bebidas no-alcohólicas pueden subdividirse en agua purificada, bebidas de grano (café y cocoa), refrescos y jugos, y bebidas lácteas.

La Tabla IX.1 nos ofrece un cuadro de la importancia relativa de cada categoría en la economía del colmado. De los 114 productos distintos que caen en la categoría general Abebida@, 43% son alcohólicas. Pero en términos del porcentaje del monto de inversión total, 62.3% de los $61,385 invertidos por el propietario en bebidas fue dirigido a las alcohólicas. Estadísticamente do-minan el renglón de las bebidas. Tabla IX.1

DISTRIBUCIÓN DE LAS BEBIDAS DEL COLMADO Clase de Cantidad de Porcentaje Valor Porcentaje de Bebida Productos por producto invertido inversión Agua purificada 4 3.4 $ 442 0.7 Café y cocoa 6 5.3 1,337 2.2 Refrescos y jugos 31 27.2 10,693 17.4 Bebidas lácteas 24 21.1 10,683 17.4 Bebidas alcohólicas 49 43.0 38,230 62.3 TOTAL 114 100.0 $ 61,385 100.0

B. Las bebidas no-alcohólicas

Analizaremos brevemente cada renglón. Comenzaremos el análisis con las bebidas más puras (las aguas destiladas) y termina-remos con las más populares: la cerveza y el ron.

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1. Agua purificada

En décadas recientes, ha cogido auge la industria de purificar agua para el consumo humano. El motivo no ha sido la escasez de agua potable en las ciudades, sino su calidad. Hay un número impresionante de compañías que purifican agua para la venta en la República Dominicana. Viene en cuatro tamaños distintos. La variante más grande son los botellones de 5 galones. Para no tomar espacio dentro del colmado, generalmente se guardan en la acera en jaulas de hierro, cerrables a candado, diseñadas específicamente para las botellas. También se venden botellas plásticas más pequeñas de 16 onzas y de 8 onzas. La unidad más pequeña que se vende son funditas pequeñas, casi siempre enfriadas en el colmado. Como las botellas grandes toman tanto espacio, cada comerciante, por lo general, se compromete a una sola marca. En el caso del Colmado Paniagua era la marca Planeta Azul, una de las más populares en la capital. Tabla IX.2

AGUAS PURIFICADAS Producto Precio de Precio de Margen

Compra Venta (%) Agua Fonbella (funda 290 ml. ) $ 0.50 $ 1.00 100. Agua Planeta Azul (botella 16 onz.) - - - Agua Planeta Azul (botella 8 onz.) 1.25 2.00 60. Agua Planeta Azul (botella 5 galones) 10.00 13.00 30.

De la clase media para arriba, el porcentaje de dominicanos que toma agua de botellas es probablemente alto. Entre los sectores menos acomodados del pueblo, sin embargo, son pocos los que toman agua en botella, teniendo a su alcance agua gratuita del acueducto. Como se ve en la Tabla IX.1, la inversión total del colmado en agua era mínima, menos de $500. Casi la mitad de esa inversión era en las botellas o fundas pequeñas, que son para uso ocasional más que para consumo doméstico normal. Hoy en día

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la proliferación de jaulas callejeras para los botellones de agua crea la impresión visual de una población que toma agua purificada. Los datos económicos del colmado Paniagua sugieren, sin embargo, que esta impresión puede ser más ilusión óptica que realidad. 2. Café y cocoa

Al igual que el azúcar, el café y el cacao son productos que se exportan de la República Dominicana. Pero, a diferencia del azúcar, las maniobras políticas a su alrededor no resultan en escaseces que conduzcan luego a la necesidad de importar los pro-ductos para el consumo local. Notamos tres fenómenos en la Tabla XI.3. Primero, el café que se toma en este colmado es criollo; este patrón es generalizado en los barrios. Segundo, todo el cacao y la mayor parte del café vienen ya molidos y procesados por industrias dominicanas. Ya son pocos los residentes urbanos que muelen su propio café. Tercero: la costumbre del café instantáneo no se nota todavía en el pueblo. El café se cuela para que quede fuerte. Son pocos los dominicanos que toleran el Até claro@ que se llama Acafé@ en ciertos ambientes angloparlantes.

Tabla IX.3

CAFÉ Y COCOA Producto Precio de Precio de Margen

Compra Venta (%) Café en granos $25.00 $32.00 28

Café Mamá Inés (paquete 12 sobres) 1.17 1.50 29 Café Santo Domingo (paquete 12 sobres) 1.58 2.00 26 Café Santo Domingo (sobre 1 lb) 25.00 28.00 12 Cocoa Sobrino en polvo (lata 5 lb) 9.17 11.00 20 Cocoa Sobrino en polvo (lata 1 lb) 16.67 20.00 20 Cocoa Sobrino en polvo (sobre 28 g) 0.80 1.00 25

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3. Refrescos y jugos

De mayor importancia económica son los refrescos, los jugos, las maltas y las otras bebidas frescas. En una tabla anterior indicamos que el colmado tenía 31 diferentes productos de esta categoría. Sin embargo, si cada sabor de refresco se contara como un producto aparte, probablemente habría más de cuarenta. (Como le cuestan lo mismo, el dueño de colmado en su inventario junta todos los refrescos de la misma marca y tamaño, sea cual sea el sabor del líquido.)

La gran mayoría de estas dulces bebidas no-alcohólicas caen en las categorías de refrescos, jugos y maltas. Los refrescos constituyen el grupo de demanda y de venta más alta. El colmado tenía una cantidad impresionante de unos $6,000 pesos invertidos en refrescos. Los otros dos productos, sin embargo, también tienen su mercado y su clientela. El colmado tenía $2,400 en maltas y $2,300 en diferentes clases de jugos.

La venta de los refrescos difiere de la venta de las otras bebidas dulces (y de las bebidas alcohólicas también) en un sentido importante: el precio citado incluye sólo el precio del Alíquido@. El cliente no tiene derecho de llevar la botella del colmado sin pagar un precio adicional, o sin haber traído una botella vacía de la misma marca y tamaño. Desconocemos los factores históricos que han conducido a una política de reciclaje obligatoria en el caso de las botellas de los refrescos, pero no en el caso de las botellas de las cervezas o los rones. Asumimos que ha sido política privada y voluntaria de la industria, no reglamento público del Estado.

Constituiría un tópico de estudio ecológica y económicamente importante, el determinar los factores causales que han motivado a una industria importante a adoptar una política tan favorable al medio ambiente

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Tabla IX.4 REFRESCOS, JUGOS Y MALTAS Producto Precio de Precio de Margen

Compra Venta (%) Fresalina (cajita 8 oz.) $3.75 $5.00 33 Fruta Rica 6.25 6.50 4 Jugo Chubby 3.75 5.00 33 Jugo Fiesta (pequeño) 4.00 5.00 25 Jugo Jugola (potecito) 2.29 3.00 31 Jugo Kapo (funda) 3.75 5.00 33 Jugo de naranja Agrodelta (cartón) 11.00 14.00 27 Jugo de naranja Bon (cajita 10 oz.) 3.75 5.00 33 Jugo de pera La Famosa (lata) 4.69 7.00 49 Jugo de piña Bon (cajita 10 oz.) 3.75 5.00 33 Jugo de tomate Clamato (lata) 6.25 10.00 60 Jugo manzana Gerber (4 oz.) 7.08 10.00 41 Jugo manzana Motts (10 oz.) 10.63 12.00 13 Jugo manzana Motts (botella 32 oz.) 21.25 30.00 41 Jugo narana Fiesta (cartón grande) 8.00 10.00 25 Jugo naranja 100% Rica (cartón grande) 11.00 14.00 27 Jugo Frutas Rica 5.00 6.50 30 Jugo de naranja Rica (cartón) 4.75 6.50 37 Kool-aid (sobrecito) 0.97 1.50 54 Malta India (botella 2 litro) 5.12 7.00 37 Malta India (botella 1 litro) 8.33 11.00 32 Malta India (botella pequeña) 3.29 5.00 52 Malta Lowenbrau (botella media) 9.00 11.00 22 Malta Morena (botella 355 cl.) 5.12 7.00 37 Malta Morena (lata) 5.12 7.00 37 Refresco Coca-Cola (botella 2 litros) 16.00 20.00 25 Refresco (botella 2 litro) 3.08 4.00 30 Refresco (botella 1 litro 5.33 7.00 31 Refrescos (botella 10 oz.) - - -

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4. Bebidas lácteas

En el Colmado Paniagua la demanda de las bebidas lácteas para los niños tenía igual vigor que la de las bebidas dulces no-alcohólicas, consumidas mayormente por los adultos (sobre todo las mujeres) y la juventud que ya dejaron atrás el consumo regular de leche. Fue sorprendente ver que el valor invertido en bebidas lácteas ($10,683) difería por sólo diez pesos de la inversión en refrescos, jugos y maltas combinados. Es decir, son dos mercados paralelos y, por lo menos en este colmado, de aparente fuerza parecida. La Tabla IX.5 presenta detalles sobre esta rama pre-dominantemente infantil, la láctea.

Esta tabla en particular revela varios patrones interesantes, merecedores de reflexión. En primer lugar, de los 23 productos sólo dos son leche en forma líquida. Los demás 21 (91.3%) caen en las categorías de leche en polvo o leche condensada. (En términos de montos de inversión, 85% fue invertido en leches condensadas o pulverizadas.) Los consumidores de la leche en polvo son mayormente niños pequeños. Este patrón sugiere fuertemente el carácter fuertemente infantil del mercado lácteo.

La tabla también asombra por los márgenes atípicamente reducidos. En 20 de los 23 productos, el propietario se vio obligado a violar la regla del 20% mínimo de ganancia. Como se discutirá abajo, le atribuimos tal moderación comercial no al amor hacia la niñez por parte de los propietarios, sino a la fuerza de la demanda, la agudeza de la competencia entre colmado y colmado en estas bebidas lácteas. La insistencia de las madres en comprarle leche a sus niños y su determinación de ir de colmado en colmado para que su dinero en este renglón rinda lo máximo, ha conducido a una reducción de los márgenes muy por debajo de los márgenes de los otros renglones del colmado. Cuando se trata de sus niños, las madres defienden cada chele.

Pero este patrón inspirador suscita al mismo tiempo una pregunta sumamente inquietante: )Y el agua con que mezclan la

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leche? Acuérdese: el colmado tiene más de $10,500 en bebidas lácteas, y menos de $500 en agua purificada Creflejo de una demanda muy reducida para esta última. ¿Es posible que la poca agua que se compra se destina a la leche de los niños? Sobre eso no hay datos.

Tabla IX.5

BEBIDAS LÁCTEAS Producto Precio de Precio de Margen

Compra Venta (%) Leche ListaMilk (litro) 10.50 12.50 19 Leche Rica (litro) 10.80 12.00 11 Leche condensada La Lechera (lata 186 g) 7.55 9.00 19 Leche condensada Nestlé (lata 186 g) - - - Leche de coco Jajá (lata 12 oz.) 10.00 12.00 20 Leche evaporada Carnation (395 g) 8.88 10.00 13 Leche evaporada Carnation (lata 147 g) 5.36 6.50 21 Leche en polvo Alaska (lata 2,500 g.) 160.83 175.00 9 Leche en polvo Carnation (sobres) 20.54 28.00 36 Leche en polvo Improlace (sobre 1 lb) 21.00 23.00 10 Leche en polvo Kanny (lata 2,500 g.) 160.83 175.00 9 Leche en polvo Pepe (sobre 454 g) 22.50 25.00 11 Leche polvo Alaska (450 g) 34.58 38.00 10 Leche polvo Carnation (1,500 mg.) 101.67 115.00 13 Leche polvo Kanny (1,800 g) 64.58 70.00 8 Leche polvo Kanny (400 g) 31.25 36.00 15 Leche polvo Kanny (900 g) 65.67 75.00 14 Leche polvo Milex (lata grande) 135.00 150.00 11 Leche polvo Milex (lata mediana) 72.08 80.00 11 Leche polvo Milex (lata pequeña) 31.25 35.00 12 Leche polvo Nestógeno (450 g) - - - Leche polvo Nido (lata grande 1,500 g) 100.00 110.00 10 Leche polvo Nido (sobre 125 g) 8.65 10.00 16

Y hay otra pregunta inquietante. Esta disponibilidad ya en

cantidades industriales de tales productos lácteos, )hasta qué punto conduce al destete prematuro de los niños? No hemos investigado los datos existentes sobre este tema.

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En cuanto a estos productos lácteos, sin embargo, sospechamos que en última instancia la disponibilidad abundante de leche en polvo en la gran mayoría de los colmados contemporáneos, y la disposición de las madres de hacer su dinero llegar al máximo en estos productos, es una ventaja para los niños. Pero es una ventaja que tiene sus peligros: en este caso, el peligro de suplementación o destete prematuro con leche mezclada con agua contaminada.

Nuestras observaciones sobre los patrones de consumo en los colmados, y nuestro análisis de las dos tablas anteriores, nos conduce a plantear la tesis de que en el mercado global de las bebidas hay tres mercados especializados: uno dominado por niños (leche), otro por la juventud y las mujeres adultas (refrescos y jugos), y otro más por los hombres adultos (la cerveza y el ron). No son mercados exclusivos; sabemos que hay mujeres que toman cerveza y hombres que se toman su vaso de leche. Pero sí hay concentraciones de clientela en cada uno de los renglones. Hemos visto ya que el dinero gastado en las bebidas de los niños es casi igual que el dinero gastado en las bebidas de la juventud y las mujeres. Pasemos ahora a comparar estas cifras con el volumen de dinero gastado por los hombres en su cerveza y su ron.

C. Cerveza, ron y otras bebidas alcohólicas

Hay un rumor pesimista que circula en la República Dominicana que dice que por cada botella de leche se consumen cuatro botellas de ron. El inventario del Colmado Paniagua nos obliga a modificar esa proposición: para cada peso que el comerciante invierte en leche en polvo para niños ($6,473), invierte casi seis pesos ($38,230) en bebidas alcohólicas (mayormente para sus padres).

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1. Evolución de la función del colmado

Estos datos sobre un colmado reflejan patrones ya generalizados que suscitan los comentarios de muchos observadores. El colmado contemporáneo del barrio choca a muchos con su tendencia evolutiva de disolver la distinción tradicional entre tienda y taberna, y de convertirse en un local de consumo de bebidas alcohólicas, acompañado por música fuerte, juegos de dominó y, en algunos casos, de baile, sin dejar (en la mayoría de los casos) su función original y primordial de expendio de alimentos. Aquí no se trata solamente de la venta de productos alcohólicos, sino también de su consumo. ¿Por qué?

Hay factores culturales, económicos y legales. Un factor cultural importante y obvio es el hecho de que la República Dominicana es un país con patrones de consumo ya modernizados: la gente está acostumbrada a tomar refrescos y cervezas fríos. El hábito de tomar líquidos fríos ha avanzado mucho más rápido que la capacidad económica de comprar nevera para enfriarlos en su propia casa. Hay, por lo tanto, una fuerte tendencia en los negocios no sólo de vender los líquidos, sino de enfriarlos para sus clientes también. En este sentido, el patrón de venta difiere radicalmente de lo que se ve en los países industrializados del norte. Allá las neveras con vino y cerveza fría al fondo de la tienda son para aquellos clientes excepcionales que necesitan comprar el líquido ya refrigerado. En aquellos ambientes la mayor parte de las cervezas, los vinos y los refrescos se compran calientes. En cambio, el colmado dominicano típico ni se molesta en tener cerveza o refrescos calientes listos para vender. Para venderlos hay que enfriarlos.

¿Pero por qué se toman allí mismo en el colmado? Hay otro factor esencial que hay que incorporar en cualquier modelo explicativo para captar la evolución del colmado dominicano: el factor legal. Otros países separan legalmente el papel de la tienda de alimentos y el del bar o taberna. La separación de las funciones

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en Estados Unidos y otros países parecidos se impuso por leyes estrictas y sancionadas con multas fuertes. Hay cuatro clases de restricciones fuertes que se imponen en los Estados Unidos, para tomar un ejemplo:

a) Restricciones sobre lugar de venta

Para vender alcohol hay que tener un permiso

gubernamental explícito. En tiempos pasados era prohibido vender alcohol en tiendas de alimentos. Había que acudir a licorerías especializadas. Se ha relajado la restricción: ya los vinos y la cerveza se venden en los mismos locales donde se vende comida. En el caso de licores de más alto contenido alcohólico, como ron, whisky, vodka u otras bebidas parecidas, por lo general hay que ir a un liquor store especializado.1

b) Restricciones sobre lugar de consumo

Aunque ya se le permita a los supermercados y a las tiendas

pequeñas tipo 7/11 despachar botellas de cerveza y vino, no se permite sentarse, abrirlos y tomarlos en el mismo lugar. Por lo general, en los EE.UU., para vender alcohol que será consumido en el lugar se necesita una licencia licorera carísima. Y tal licencia no se concedería por ningún precio a un colmado o supermercado. Hay que ser bar, restaurante u otro negocio por el estilo. En cuanto al consumidor, el que toma cerveza abiertamente en la calle arriesga problemas legales, y el conductor que es agarrado por la Policía con una botella abierta de alcohol en su carro puede perder su licencia y hasta ser citado delante de un juez en un tribunal.

1 Muchas cadenas de supermercados se insertan en este mercado de

bebidas alcohólicas fuertes por una maniobra simple: abren una licorería aparte justo al lado del supermercado, con otro letrero, otra gerencia y otro horario que cumpla con las restricciones legales que rodean la venta de tales bebidas.

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c) Restricciones sobre horario de venta

Hay restricciones de carácter cronológico también. Por lo

general, los clientes deseosos de comprar ron o whisky tienen que hacer sus compras entre lunes y sábado. Los domingos las licorerías tienen que cerrar por ley en la mayoría de los estados.

d) Restricciones sobre la edad del comprador

Para comprar cualquier bebida alcohólica Cincluso las más

leves que ya se venden en supermercadoC hay que haber alcanzado cierta edad (por lo general los 18 años), y poseer una licencia de manejar u otro documento que (i) tenga foto del cliente y (ii) demuestre su fecha de nacimiento. Los negocios que venden alcohol a menores, aun sin saber que eran menores, pueden ser penados con multas fuertes y hasta perder la licencia.2

El gobierno dominicano, en cambio, no impone ninguna restricción ni en cuanto a la venta ni en cuanto al consumo abierto de alcohol. Si la dueña de una farmacia o de un salón de belleza decidiera vender cerveza Presidente fría a su clientela, lo podría hacer sin problema legal. Las exhortaciones públicas que se oyen para que los adultos dejen de mandar a sus niños chiquitos a comprarles cerveza, ron y cigarrillos en los colmados provienen de fuentes religiosas o humanitarias. Pero no gozan de ningún apoyo legal. 3 No hay día semanal de Adescanso@, legalmente

2Mientras en la República Dominicana son los grandes que muchas veces

mandan a los niños a comprar cerveza y ron, en los Estados Unidos pasa lo contrario. Grupos de jóvenes menores juntarán dinero en la calle y buscarán a un adulto para hacerles la compra en la licorería de la esquina.

3No incluimos en nuestro estudio un análisis de las leyes dominicanas formales con respecto a los establecimientos detallistas. Basamos nuestras aseveraciones al respecto en lo que nos comentaron los dueños de colmado y nuestros colegas dominicanos en FondoMicro. Si existen leyes restrictivas en

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impuesto, de la venta de alcohol. La población tolera tal prohibición sólo una o dos veces cada cuatro años (en días de votación electoral). Pero, en general, la población dominicana funciona dentro de una estructura legal que no hace distinción entre el ron y el jugo de naranja.4

Aun así, esta función Aalcoholizante@ del colmado en la República Dominicana es reciente. En el pasado no muy lejano, la gente iba de noche a restaurantes o a bares y tabernas para tomarse su cerveza o su ron. El encarecimiento general de la vida, sin embargo, produjo un alza en el precio de las bebidas alcohólicas en aquellos lugares. Al precio de la botella de cerveza se le agregaba el costo de mantener el local especializado con mesas, sillas, música, empleados, además del margen de ganancia que el dueño del restaurante o bar quería que le tocara. Con la inflación, el precio resultante de la botella de cerveza o ron llegó por encima de lo que el ciudadano normal podía pagar fácilmente.

Ahí entró el colmado. Para hacerles la competencia al restaurante y al bar, el colmado no sólo se abastece de los líquidos y de los aparatos refrigeradores requeridos. También incorpora dos elementos cruciales para las funciones recreativas de un bar: sillas y música.5 Estos elementos son casi tan universales en los

cuanto al alcohol, pocos son los dominicanos que se dan cuenta de que existen, y de todas formas ninguna autoridad se atreve a exigir que se cumplan. En cuanto a las ventajas de tales leyes, hay discrepancia de opinión: unos dicen que hacen falta en la República, otros que más bien crean atracción y problemas de adicción en los países donde existen. Tal juicio es ajeno al propósito de nuestra comparación. Intentamos sólo analizar hasta qué punto las leyes vigentes (o más bien la carencia de leyes vigentes) ha sido un factor causal en la evolución de la función alcoholizante del colmado dominicano.

4Un eminente académico dominicano me hizo la observación de que aquí es más fácil comprar ron que agua.

5Sólo una minoría de los colmados llega a poner mesas para hacer la transición a status de "colmadón" Cun expendio de bebidas alcohólicas que vende comida como línea secundaria. La ausencia de mesas en la gran mayoría de los colmados urbanos se debe en parte a la falta de espacio. Pero se debe más fuertemente a la renuencia de los dueños en convertir su negocio en un

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colmados como el mostrador y el peso, sobre todo en los barrios populares.

El restaurante o el bar, como clase genérica de negocio, difícilmente pueden competir con el colmado. En primer lugar, por su función de distribución de alimentos, el colmado es ubicuo. Obligatoria y objetivamente tiene que haber más colmados que restaurantes o bares. Pero una vez establecido su colmado, el dueño puede empezar su injerencia en el territorio del bar, incorporando el alcohol, las sillas y la música a su gusto y a su discreción. Lo que otros gobiernos le prohibirían Cla ingestión libre de alcohol in situ y su venta hasta a niñosC el gobierno dominicano se lo permite.

Frente a tal competencia, el bar tiene menos oportunidades de florecer. Aquellos clientes que quieren cierto ambiente o actividades en su recreo Coscuridad, baile, mesa llena de bebidas, intimidad románticaC irán a un bar o a otro establecimiento. Pero es una minoría ya dispuesta a pagar lo que tal ambiente cuesta. Para simplemente sentarse, tomar, picar y socializar unos con otros, los hombres parados en la esquina no tienen que desplazarse lejos para encontrar un restaurante o un bar. Simplemente cruzan la calle hacia el colmado de enfrente. Para tal clientela, que es la mayoritaria, el bar tiene muy poco que ofrecer que no ofrezca el colmado, con sus sillas, música y su ambiente social cada vez más impresionante. En fin, el colmado ha logrado capturar gran parte de la clientela del bar, y hay evidencia de que el bar y la taberna van en decadencia.6

casi-bar, lo que motivaría a muchas amas de casa y muchachas jóvenes a hacer las compras de alimento en otro negocio. Como veremos, para la mayoría de los colmados el componente de bebidas alcohólicas es sólo una línea Cimportante, pero no tanto como para dejar que dañe el funcionamiento de las otras líneas.

6Las proyecciones de FondoMicro indicaron que, mientras hay más de 70,000 colmados, pulperías y ventorrillos en la República Dominicana, casi todos con su venta de ron y cerveza fría, hay sólo unos tres mil y pico de negocios denominados "bar/taberna/discoteca" (Moya Pons y Ortiz, 1994,

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2. Importancia estadística del alcohol en el colmado

El Colmado Paniagua representa este patrón. Sin haberse convertido en colmadón de cerveza, ya vende grandes cantidades de alcohol. Tenía más de $38,000 en bebidas alcohólicas durante nuestro inventario. La Tabla IX.6 nos presenta la distribución de esa inversión.

Un dilema metodológico en esta tabla aumenta aún más el dilema social de las rumoradas cantidades de alcohol que se toman en el país. La tabla es un cuadro estático de cuánto posee el propietario de cada producto en el momento del inventario. No precisa el volumen real de venta. La cerveza es el producto donde la diferencia entre volumen en existencia y volumen de venta real es más acentuada. La cerveza se vende fría. El colmado compra sólo la cantidad aproximada que se vende en una semana, y cuando hicimos el inventario ya se había vendido parte de la cerveza para esa semana. Sabíamos que se vendían por lo menos $9,000 y pico por semana sólo en cerveza. En cambio, el whisky se despliega en los tramos como producto de alto prestigio, de alto costo por gramo y de baja venta mensual. Mientras el inventario completo de cerveza se vende semanalmente, los $10,000 y pico de whisky no se venden en un año. Es decir, para la cerveza y otros productos de alto movimiento, un inventario de lo que hay en un momento dado subestima radicalmente su importancia real en la microeconomía del colmado. En páginas subsecuentes haremos un ajuste para enfrentar este dilema.

p.145). La longevidad del bar también parece precaria. La "edad" del colmado promedio Ci.e. el lapso entre la fundación del colmado y la hora en que fue encuestadoC es de 6.3 años. En cambio, la edad promedio del bar y sus congéneres es sólo de 1.8 años. Con la competencia del colmado, hoy en día duran muy poco.

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Tabla IX.6 INVERSIÓN EN BEBIDAS ALCOHÓLICAS POR TIPO

Producto Inversión Porcentaje Ron $15,313 40.1 Cerveza 8,714 22.8 Whisky 10,078 26.4 Otras 4,125 10.7

TOTAL $38,230 100.0

Por el momento, queremos examinar la distribución de las diferentes clases de bebidas alcohólicas. La Tabla IX.7 nos enseña su distribución y sus precios. Tabla IX.7 BEBIDAS ALCOHÓLICAS

Producto Precio de Precio de Margen

Compra Venta (%)

Cerveza Heineken (litro) 14.53 18.00 24 Cerveza Presidente (botella 355 cc) 8.50 12.00 41 Cerveza Presidente (botella 650 cc.) 13.77 18.00 31 Cerveza Presidente (lata) 8.52 12.00 41 Ron Barceló Gran Añejo Dorado (media) 22.92 28.00 22 Ron Barceló Añejo (litro) 37.50 45.00 20 Ron Barceló Añejo (media) 18.75 23.00 23 Ron Barceló Dorado (medio litro) 16.87 21.00 24 Ron Barceló Dorado (litro) 33.75 42.00 24 Ron Barceló Gran Añejo Blanco (media) 22.91 28.00 22 Ron Barceló Gran Añejo Dorado (litro) 43.33 50.00 15 Ron Barceló Gran Añejo (media) 22.61 25.00 11 Ron Barceló Imperial (litro) 76.67 90.00 17 Ron Bermúdez 1852 (litro) 115.00 150.00 30 Ron Bermúdez Blanco (cuartillo) 8.05 10.00 24 Ron Bermúdez Blanco (media) 17.17 20.00 17 Ron Bermúdez Palo Viejo (media) 15.42 20.00 30

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Tabla IX.7 BEBIDAS ALCOHÓLICAS (Continuación)

Producto Precio de Precio de Margen Compra Venta (%)

Ron Brugal Añejo (litro) 38.75 48.00 24 Ron Brugal Añejo (media) 19.37 24.00 24 Ron Brugal Blanco (litro) 35.00 42.00 20 Ron Brugal Blanco (media) 17.50 21.00 20 Ron Brugal Carta Dorada (media) 17.50 21.00 20 Ron Brugal Dorado (litro) 35.00 42.00 20 Ron Brugal Extra Viejo (media) 22.92 28.00 22 Ron Brugal Extra Viejo (litro) 45.83 55.00 20 Ron Macorix (litro) 28.00 35.00 25 Ron Macorix (media) 14.00 18.00 29 Whisky Dewar=s White Label (litro) 172.50 195.00 13 Whisky Dunbart (cuartillo) 17.50 23.00 31 Whisky J&B (botella 37.5) 162.50 195.00 20 Whisky Johnny Walker Black Label (litro) 325.00 400.00 23 Whisky Johnny Walker Red Label (37.5) 162.50 195.00 20 Whisky McAlbert (cuartillo) 23.75 28.00 18 Whisky McAlbert (media) 41.67 50.00 20 Whisky McAlbert (litro) 83.33 100.00 20 Whisky Vat 69 (botella 37.5) 56.00 73.00 30 Brandy Bardinet (litro) 120.00 150.00 25 Ginebra Bermúdez (media) 20.83 24.00 15 Ginebra Berrón (media) 7.08 10.00 41 Ponche Crema de Oro 37.50 45.00 20 Sangría Festival (litro) 20.83 25.00 20 Sangría Gitano 2 (litro) 33.95 45.00 33 Sangría Gitano (litro) 20.83 25.00 20 Vermouth Morini (litro) 41.00 48.00 17 Vino Caballo Blanco (litro) 20.83 25.00 20 Vino Caballo Blanco moscatel (media) 10.42 12.00 15 Vino de manzana Night Train (botella 37.5) 21.87 30.00 37 Vino de manzana Night Train (litro) 43.75 60.00 37 Vino tinto León (media) 9.17 11.00 20

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La cantidad de diferentes productos alcohólicos en este colmado es impresionante (o alarmante, dependiendo de la filosofía del observador). Como se señaló arriba, hay sectores del pueblo dominicano que indican con preocupación la diferencia entre el volumen del dinero que se gasta en la leche de los niños y las bebidas alcohólicas de los hombres. La pregunta no debe despreciarse. Los niños menores de 15 años constituyen aproximadamente la mitad de la población dominicana, mientras los que se especializan en el consumo de alcohol (los hombres adultos) no constituyen más que una cuarta parte. Es, por lo tanto, no sólo interesante, sino también justificado, explorar con cifras: a la garganta de quién se canaliza el dinero familiar. Seguiremos esta línea en la forma de dos preguntas globales. La primera explora la conducta de los clientes. )Adónde se canaliza más dinero doméstico: ¿hacia la leche de los niños o hacia el ron de sus padres? La segunda explora la conducta del comerciante. )A quién favorece el comerciante cuando fija sus márgenes de ganancia: ¿al comprador de leche o al de bebidas alcohólicas? ¿O más bien trata a los dos iguales?

Examinemos primero el asunto de la verdadera demanda de alcohol que existe en el colmado. Ya indicamos que, por importantes que hayan resultado las bebidas alcohólicas (casi 20% del inventario total), los datos del inventario subestiman su real importancia en la economía del colmado y la vida del barrio. Acuérdese: en el inventario hay más de $10,000 en whisky, y sólo unos $8,000 en cerveza. Sin embargo, toda la cerveza se mueve cada semana y el whisky probablemente no se mueve en un año entero. Su presencia a largo plazo en los tramos llena otras funciones estéticas y simbólicas. La cerveza, en fin, es mucho más importante que la impresión generada por los datos del inventario estático. Para generar cifras sobre la importancia real de los distintos productos, hay que saber qué volumen de cada producto se vende cada mes, no sólo qué cantidad se encuentra en el colmado cuando se hace el inventario.

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Ahí existe un dilema metodológico: la contabilidad del colmado típico no lleva tales datos. La contabilidad de ventas que llevaba el dueño del Colmado Paniagua era típicamente sencilla: un apunte diario (en una mascota) de la cantidad global de ventas para ese día. No se distinguía por línea de producto. No había manera de sacar de la mascota (que el administrador cortésmente nos facilitó) la cantidad de arroz, habichuelas, cerveza, ron, etc. que se vendía diaria, semanal o mensualmente. Sin embargo, a base de un estimado verbal que nos hizo el administrador sobre volúmenes de venta de los diferentes productos en su colmado, hicimos un ajuste y generamos la Tabla IX.8, que calcula de manera aproximada los volúmenes mensuales de venta de los distintos renglones de productos en el colmado.1

Con este análisis vemos que el rey y la reina del colmado, por lo menos del Colmado Paniagua y muchos colmados parecidos, son el arroz y la cerveza. En el inventario, las bebidas alcohólicas amarraban casi 20% de la inversión del comerciante. Pero el comerciante mide su importancia real en términos del porcentaje de las ganancias que generan. En esta tabla vemos que

1Fuimos producto por producto preguntándole al administrador más o

menos cuánto de cada producto vendía en una semana o mes. El proceso era tedioso y molestoso para el administrador. Y los resultados eran confiables sólo para productos de alta venta, como el arroz y la cerveza, que se compran en cantidades precisas cada semana. En los otros productos hubo una tendencia hacia sobreestimación exagerada. (La venta mensual del colmado hubiera salido en más de $800,000 mensuales si utilizáramos todas las cifras estimadas, en vez de las $220,000 que aparecían en la mascota.)

Para no sobreestimar o subestimar los volúmenes de los productos importantes, utilizamos tres cifras clave: las ventas mensuales globales sacadas de la mascota, y las ventas semanales precisas del alimento más importante (el arroz) y de la bebida más importante (la cerveza). Alrededor de estas cifras clave calculamos los volúmenes de venta de los demás productos según su prominencia estadística en el inventario. El resultado es sólo una aproximación, pero la consideramos más representativa de la importancia relativa y real de los diferentes productos de lo que uno recibe de un simple inventario sin datos sobre volúmenes de venta.

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las bebidas alcohólicas generan casi 30% de las ventas mensuales del colmado, y por sus márgenes atractivos fácilmente pueden generar un tercio de sus ganancias globales.

Tabla IX.8 VOLÚMENES APROXIMADOS DE VENTA MENSUAL

POR RENGLÓN DE PRODUCTO Clase de Venta Porcentaje producto mensual de venta mensual Alimentos

Arroz $ 41,593 18.8 Otros alimentos 44,907 20.3

SUBTOTAL $ 86,500 39.1 Bebidas

Cerveza $ 38,898 17.6 Otras bebidas alcohólicas 23,336 10.6 Bebidas no-alcohólicas 18,916 8.6

SUBTOTAL $ 81,150 36.8 Otros productos $ 53,420 24.1 TOTAL $221,070 100.0

¿Y la leche? En el inventario había más de $10,000

invertidos en leche, mayormente en latas de leche en polvo. Pero calculamos su venta mensual en unos $7,109. El colmado vendía unos $62,000 mensuales en bebidas alcohólicas y unos $7,000 en leche. Es decir, la clientela de este colmado gasta casi nueve pesos en cerveza, ron, whisky y otras bebidas alcohólicas por cada peso que gasta en la leche de sus niños. A los autores de la anteriormente mencionada afirmación (APor cada botella de leche se toman cuatro botellas de ron!@) se les olvidó contar la cerveza y el whisky. Nuestros datos sugieren una proporción, no de cuatro a uno, sino de nueve a uno en favor del alcohol.

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¿Cómo se generó este desequilibrio? Quizás sea una ilusión óptica. Como la gente va a otra clase de negocio para la carne fresca, )es posible que vayan a otros negocios que no sean colmados para la leche de sus niños? Rechazamos esta tesis. Sabemos que la gente sí puede conseguir cerveza y ron dondequiera Chay una farmacia a unos 300 metros del Hotel Embajador que tiene Bermúdez y Brugal al lado del Tilenol y del desodoranteC pero la fuente principal y casi única de leche en el barrio es el colmado.

El desequilibrio entre la demanda de los dos productos es real. ¿A qué se debe el desequilibrio? Hemos oído análisis que le echan la culpa a las crecientes tensiones económicas. ACuando la cosa se pone dura, los hombres toman más, no menos@. Nos abstenemos de opinar sobre tales asuntos sin haberlos investigado. Sin embargo, lo que sí salió a relucir durante la investigación es la fuerte presión publicitaria que se realiza a nivel nacional a favor del alcohol (y del tabaco). Esto toma forma no sólo de anuncios por televisión y radio, sino por medidas que llegan a los mismos barrios. Un porcentaje impresionante de los letreros de los colmados son facilitados gratuitamente por compañías de ron, de cerveza o de cigarrillos. Una compañía cervecera ha inundado las mismas aceras de los barrios con letreritos parados anunciando el precio por botella de su cerveza. Las casas distribuidoras de cerveza hasta han distribuido, gratuitamente o a bajos precios, a muchos colmados, congeladores Abotelleros@ para enfriar grandes cantidades de cerveza.2 El comerciante recipiente de tal favor se comprometerá a vender equis cantidad de cerveza por semana o mes. Muchos colmados inventan sus propios letreros pregonando

2Sin embargo, y paradójicamente, las compañías que más crítica moral han

recibido no son las que se dan golpes para promover el consumo de bebidas alcohólicas, sino las compañías productoras de leche en polvo. Si éstas hacen gran publicidad para sus productos lácteos, es a ellas que se les acusa de causarle diarrea a los niños, no al Estado cuyos acueductos canalizan agua contaminada al pueblo.

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los precios competitivos de su cerveza. No vimos ni un solo colmado anunciar con orgullo el precio de su arroz, ni hablar de su leche en polvo. Es decir, la alcoholización de un pueblo que se refleja modestamente en nuestros datos no se puede analizar sin atribuirle adecuada fuerza causal a la guerra publicitaria que se ha librado en favor de estos productos.

Pero, entonces, pasemos a la otra pregunta sobre la conducta del comerciante. ¿Por qué pone márgenes tan bajos a la leche y tan altos a las bebidas alcohólicas? Nos sorprendimos al ver los márgenes impuestos a la cerveza. Como la cerveza es un producto de alta demanda, uno esperaría que hubiera márgenes de ganancia más competitivos. Pero la tabla anterior indica que los márgenes están muy por encima del 20% Areglamentario@. Se ve en la tabla que la fijación de precios en las bebidas alcohólicas sigue un principio de precios redondos más exigente que en otros productos: los precios de las bebidas alcohólicas suben sólo en unidades de peso. Pocos son los colmados que venden cervezas en precios de medio peso.

Paniagua consiguió la botella pequeña de Presidente a $8.50 (como todos los que compran a su nivel de volumen). Tiene que venderla por lo menos en $11.00 para seguir la regla del 20% mínimo. (Un precio de venta de $10.00 le daría menos de 20%.) Muchos colmados capitaleños, de hecho, la venden en $11.00, consiguiéndose así un margen de 29%. Pero otros (como el de Paniagua) le agregan otro peso más, vendiéndola en $12.

La conducta de Paniagua en este sentido obedece a otro principio que algunos, pero no todos, siguen: date la libertad de márgenes más altos en variantes más pequeñas de una marca. A las botellas o latas más pequeñas de Presidente le impuso un margen de 41%. A las botellas más grandes le fijó un margen más modesto. Vende la botella grande de Heineken, que le cuesta más que el litro de Presidente pero que es menos popular, al mismo precio que la botella grande de Presidente. (La Heineken le genera un margen razonable de 24%). La Presidente grande, sin embargo,

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al precio de venta de $12.00, le rinde un margen de 31%. Si la vendiera en $17.00, como hacen muchos comerciantes, su margen sería de 23%. Pero Paniagua adoptó una política de márgenes ligeramente más altos en la cerveza. Cobra un peso más por botella (sea grande, sea pequeña) de lo que cobran algunos comerciantes en la capital.

¿Por qué? Sospechamos que la respuesta se encuentra en que su colmado no es Acolmadón@. Es decir, no es, en primera instancia, un lugar de vender cerveza. Las bebidas alcohólicas son importantes: constituyen el 20% de su inventario y quizás un tercio de sus ganancias. Pero su colmado no es un Acolmadón@, un bar que depende más del alcohol que de los otros productos. Depende todavía más del arroz que de la cerveza, y, por lo tanto, le impone a ésta un margen de ganancia de un peso más que los verdaderos colmadones, que han dejado de ser sitios de venta de alimentos. 3. Leche vs. Ron

Estas observaciones explican un poco la comparación entre los precios de los productos alcohólicos de Paniagua con los precios de los colmadones. Pero no explican el fenómeno que nos interesa en esta sección: la diferencia entre sus precios de la leche y sus precios del alcohol. Examinamos este fenómeno en la Tabla IX.9.

En esta tabla vemos que los márgenes más altos se imponen en los refrescos y otras bebidas dulces (un promedio de 32.8% en 26 bebidas Adulces@). En las 36 bebidas alcohólicas principales se impone un margen más modesto de 25.9%. Pero CsorprendentementeC en las 23 bebidas lácteas, destinadas mayormente a los niños, se impone un margen de sólo 14.2%.

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Tabla IX.9

MÁRGENES DE GANANCIA BRUTA DE DISTINTAS BEBIDAS Producto No. de Margen de ganancia

productos promedio Leche 23 14.2 Jugo 16 33.8 Malta 6 36.0 Refresco 4 28.7 Cerveza 4 34.1 Ron 23 21.9 Whisky 9 21.8

¿A qué se debe esta concesión comercial tan impresionante?

Hay cuatro explicaciones lógicamente posibles. 1) Idealismo comercial. ¿Hay motivaciones humanitarias o

amor a la niñez por parte del comerciante? 2) Idealismo estatal. ¿Hay motivaciones humanitarias por

parte del Estado al imponer control de precio en los productos destinados a los niños?

3) Egocentrismo adulto. ¿Hay discriminación e indiferencia adulta frente a las necesidades de los niños? (En tal caso el comerciante sabe que si no baja los precios los adultos no comprarán su leche.)

4) Dedicación materna. ¿Se debe a los esfuerzos maternos? Ya indicamos que cuando se trata de la alimentación de sus niños, las mujeres parecen ir de colmado en colmado, buscando mejores precios, para que cada peso rinda más para sus niños.

Descartemos inmediatamente las primeras dos hipótesis.

No vimos ni oímos evidencia que justifique la tesis de idealismo humanitario como factor en la fijación de los precios dentro de los colmados. Y los controles de precio oficiales que salieron a la

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superficie se enfocaban en el azúcar. Como señalamos anterior-mente, el Estado dominicano le da libertad a un padre de mandar a su hija de 8 años a comprarle sus cigarrillos y su cerveza fría en el colmado de la esquina. Y el dueño del colmado típico coopera sin el más mínimo recelo aparente, despachando estos productos nocivos a menores de edad. Es decir, los márgenes sorprenden-temente bajos en la leche no provienen de sentimientos pro-niños, ni por parte de los comerciantes ni por parte de sus gobernantes. No podemos ni debemos ni queremos negar la existencia de tales sentimientos latentes en los corazones de comerciantes o funcionarios. Sólo aseveramos que no los vimos operar empíricamente como factor determinante en la fijación de los precios.

La tercera explicación goza de cierta credibilidad: la egocentricidad adulta. Según esta explicación los adultos tolerarían un margen de 30% en su cerveza y sus refrescos. Comprarían a pesar de márgenes altos cuando se trata de sus propias necesidades. Pero cuando se trata de la alimentación de sus niños, si no encuentran un precio favorable no comprarán. Bajo esta tesis, el comerciante que baja sus márgenes lo hace para acomodarse al egocentrismo adulto.

La cuarta explicación, que plantea no el egocentrismo adulto sino la dedicación materna, ya la sugerimos en párrafos anteriores. Quizás los márgenes bajos en la leche provengan de una disposición por parte de las madres de ir de colmado en colmado para la alimentación de sus niños hasta que no encuentren el mejor precio, para que su dinero rinda el máximo volumen de alimentación para sus niños pequeños.

Sospechamos que estos dos factores contradictorios Cego-centrismo y altruismoC pueden estar obrando simultáneamente en la batalla entre leche y ron. En varios contextos económicamente apretados, los antropólogos han documentado una Acontienda intergeneracional@ para los recursos alimenticios. Con la prevalencia del alcohol en los barrios dominicanos la

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competencia no es siempre A)Pan para los niños o pan para papá?@ sino a menudo A)Leche para los niños o ron para papá?@ En fin, el fenómeno específico que estamos examinando aquí Cla conducta anómala del comerciante en fijar márgenes atípicamente bajos en la leche de los colmadosC puede ser una respuesta a la operación simultánea de los dos factores anteriormente citados: el peligro de que Aadultos egoístas@ no estén dispuestos a pagar precios altos por la leche de los niños, y la determinación de madres dedicadas de buscar mejores precios para la leche, para que sus recursos escasos rindan la máxima cantidad posible de leche para sus niños.

Para concluir este capítulo, hemos visto la operación de dos dinámicas históricamente distintas que han influido fuertemente en el inventario del colmado dominicano. La primera es la evolución de la cultura alimentaria dominicana, que para su base de carbohidratos ya no se basa ni en la cultura taína de la yuca, ni en la cultura mesoamericana del maíz, sino en la cultura del arroz del lejano oriente, introducido por los europeos. AEl pan de cada día@ que domina la cultura alimentaria en los barrios y campos dominicanos no sale del horno sino de la paila. Esto se refleja en la marginalización del pan y la dominancia del arroz en el inventario del colmado típico.

El segundo factor ha sido la creciente importancia del alcohol en la vida dominicana. Nuestros datos y observaciones indican que el colmado típico sigue siendo en primera instancia una fuente de alimentos. No es un bar que vende alimentos al lado. Los Acolmadones@ que ya siguen esa ruta son minoritarios en el mundo de los colmados. Sin embargo hemos observado una invasión dramática del alcohol, sobre todo la cerveza y el ron, en el inventario del colmado típico, una invasión que intentamos documentar y analizar en un inventario específico. Nos chocó la coincidencia puramente aleatoria de que en un colmado inventariado encontramos 23 variedades y tamaños de leche y justo 23 variedades y tamaños de ron. En los tramos la prominente

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leche infantil compite visualmente con el ron varonil. Pero en términos de la demanda comercial real, señalamos que para cada peso que se gasta en esta leche, se gastan 9 pesos en cerveza, ron y otras bebidas parecidas. En la contienda por la dominancia económica dentro de los colmados en la República Dominicana, la leche que toman los niños no compite ni lejanamente con el ron que toman sus padres.

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CAPITULO X

X. Patrones de venta en el colmado

A. Densidad comercial de los colmados: competencia feroz

La estrategia comercial de los detallistas en la República

Dominicana ha cambiado a través de las décadas. Hasta hace algunos años, la regla comercial prevaleciente era: precios altos con márgenes grandes, pero con volúmenes de ventas más reducidos.

Con la creciente comercialización de la vida dominicana, con su creciente participación en la economía internacional y en las reglas y principios que gobiernan esa economía, y con la creciente competitividad de los negocios, el comerciante dominicano ha tenido que cambiar de regla. La nueva regla es: vende más barato, con márgenes reducidos, pero con volumen aumentado de venta.

Esta nueva regla tiene fuerza especial en los rubros de los alimentos y las bebidas. Son productos básicos en la vida diaria de masas urbanas económicamente marginadas. El comerciante detallista se ve obligado a mantener sus precios competitivamente

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bajos. Echa su negocio adelante aumentando no los precios sino los volúmenes de venta.3

La competencia entre colmado y colmado, y entre ventorrillo y ventorrillo es aún más feroz que la competencia entre miembros de otras clases de negocios: hay más colmados y ventorrillos que cualquier otra clase de negocio. Los estudios de FondoMicro sugieren que más de cuatro de cada diez microempresas en la República Dominicana comercializan los alimentos. Pero la Tabla X.1 nos indica que la preponderancia del rubro de los alimentos varía según la región del país.4 Se ve que en pueblos pequeños y campos, casi seis de cada diez negocios (56.3%) son negocios de alimentos, mientras en la ciudad de Santo Domingo sólo uno de cada tres negocios (32.8%) involucra los alimentos. Esta cifra no indica que hay menos colmados o ventorrillos por cabeza en Santo Domingo que en los pueblos, sino que los negocios de otras categorías prefieren venir a la capital. Los negocios de alimentos se establecen dondequiera. Los negocios de otros tipos florecen mejor en la capital. Por lo tanto, un porcentaje más grande de negocios en la capital serán de tipo

3Los mayoristas de alimentos no perecederos Carroz, azúcar y cosas por

el estiloC pueden enllavarse en círculos altos y combinarse entre ellos mismos para mantener los precios altos. Tales combinaciones son imposibles para los comerciantes detallistas de los barrios que compiten unos con otros con ferocidad y desconfianza mutua.

4La Tabla X.1 es una tabulación cruzada. Los números en paréntesis indican la cantidad de negocios entrevistados en cada categoría. Para leer e interpretar la tabla, los porcentajes deben leerse horizontalmente. Por ejemplo, "en Santo Domingo se encuestaron 308 negocios, de los cuales 101 (32.8%) eran de alimentos y 207 (67.2%) no eran de alimentos." La cifra Chi-Cuadrado es una prueba de significancia estadística que se usa para tales tabulaciones cruzadas. Se asume que hay diferencias significativas entre subgrupos en la tabla si el nivel de "probabilidad" cae por debajo de la cifra .05. En este caso, la cifra es de .001, muy por debajo de lo requerido, indicando que hay reales e importantes diferencias entre Santo Domingo, las ciudades y los poblados más pequeños en cuanto a la prevalencia de negocios de alimentos en el mundo microempresarial.

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no-alimentos. Pero aún en la capital la densidad de colmados y ventorrillos por cabeza humana es impresionante, y visible a cualquier visitante que camine o maneje por las calles de los barrios.

Tabla X.1

¿DÓNDE SE CONCENTRAN LOS NEGOCIOS DE ALIMENTOS? Tipo de negocio Ubicación del negocio Alimentos No-alimentos Total Santo Domingo (101) (207) (308)

2.8% 67.2% 100% Ciudades de (104) (140) (244) 10,000 ó más habitantes 42.6% 57.4% 100% Pueblos de menos (107) (83) (190) de 10,000 habitantes 56.3% 43.7% 100% País entero (312) (430) (742)

42.0% 58.0% 100% CHI-CUADRADO 26,734 P < .001 Fuente: Frank Moya Pons y Marina Ortiz, Indicadores de las Microempresas en la

República Dominicana 1994-1995, FondoMicro, Santo Domingo, 1995.

1. Estrategias de venta

Para aumentar las ventas, el colmado tiene que tomar pasos diferentes de los de las compañías grandes. Estas acuden a las empresas publicitarias. En la República Dominicana el uso de tales empresas se destaca más en promoción de bebidas alcohólicas que de productos nutritivos. Los dueños de colmado se benefician de estos anuncios pagados por otros (las compañías productoras). Pero ellos mismos no hacen tal publicidad. La publicidad formal de la mayoría de los colmados se limita a un letrero anunciando simplemente el nombre del colmado que, por lo general, es el nombre de su dueño. Para ahorrarse dinero, la mayoría de los

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colmados se aprovechan de los letreros gratuitos o subsidiados ofrecidos por compañías licoreras, cerveceras o de refrescos, sean letreros colgantes o sean letreros pintados en las mismas paredes del colmado, a costo de la compañía. Estos letreros informan al público que hay un colmado, pero influyen poco en la variable comercial crítica: volumen de venta.

Los determinantes más importantes del volumen de venta son: (a) ubicación; (b) volumen y variedad de mercancía; y (c) precios competitivos. Pero ahí hay un dilema. La flexibilidad del dueño en cuanto a estos factores clave es limitada. El factor (a) es poco cambiable una vez establecido el colmado, el factor (b) se limita por el capital disponible y el factor (c) se determina por las normas prevalecientes en cada vecindario. Es decir, el dueño, hasta cierto punto, tiene las manos atadas en cuanto a estos factores. Para maximizar sus ventas, por lo tanto, su maniobra y creatividad comercial tienen que tomar otros rumbos. Corrientemente, se ven por lo menos cinco maniobras en el mundo de los colmados para aumentar las ventas.

a) Horas laborales continuas

La necesidad comercial de someterse a un horario casi inhumano ya se ha discutido. Miremos algunas cifras, separando cinco clases de negocios: colmados, ventorrillos, supermercados, otros negocios de alimentos y todos los negocios que no tengan que ver con los alimentos. La Tabla X.2 indica una progresión sistemática en términos de labor requerido para el negocio.5 Los

5A diferencia de la "tabulación cruzada" en la Tabla X.1, la Tabla X.2

presenta una "comparación de medias" de diferentes subgrupos. Un análisis de varianza muestra las diferencias globales de importancia estadística en la tabla. Las pruebas T comparan los colmados separadamente con cada subgrupo de otros negocios. Tales pruebas son necesarias para protegernos de decir equivocadamente que "el Grupo X difiere del Grupo Y" sólo por pequeñas diferencias en las cifras. Por ejemplo, los colmados trabajan 7.0 días, mientras los ventorrillos sólo 6.9 días. Pero una Prueba T nos dice que la diferencia es

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327 negocios que no tienen que ver con los alimentos trabajan, como es de esperar, un promedio de 6.0 días a la semana. Siguen el dominante patrón cultural y religioso de coger libre el domingo. Los negocios de alimento, en cambio, no se dan ese lujo. La gran mayoría trabaja hasta el domingo. El que se gana la vida a través de la producción, la preparación o la simple venta de comida, sobre todo en barrios populares, trabaja típicamente por lo menos medio día el domingo.

Pero para discriminar mejor entre distintas clases de negocios de alimentos, los hemos dividido en cuatro subgrupos: colmados, ventorrillos, supermercados y otros negocios de alimentos. En términos de horario laboral, los colmados y los ventorrillos se destacan en que no se dan ni medio día libre el domingo. La mayoría trabaja siete días completos.6

En la Tabla X.2 vemos también la documentación de un patrón que aseveramos más arriba: hace poco sentido económico abrir ventorrillos y pulperías más pequeñas. Los dueños de aquellos establecimientos más empobrecidos trabajan tantos días a la semana como los colmados, pero con ganancias muy inferiores. Es el dinero que se tenga más que el trabajo lo que determina el nivel de ganancias del negocio. Los colmados y ventorrillos llevan horarios semanales muy por encima de la microempresa típica.

tan pequeña que fácilmente puede reflejar fluctuaciones coyunturales de la muestra más que diferencias reales en las dos clases de negocio. En tal caso se reportaría que "los colmados y los ventorrillos trabajan igual", a pesar de las diferencias en las cifras crudas.

670 de los 78 colmados entrevistados trabajan 7 días. Ellos reportan ganancias mensuales promedio de $7,582. Uno pensaría que los 8 colmados que trabajan menos ganarían menos. No es así. Estos 8 colmados reportan ganancias mensuales de $11,500. Sin entrar en detalles sobre cada colmado, no se trata de dueños de colmado perezosos. Los colmados de mayor capacidad financiera pueden darse el lujo de tomar el domingo, o por lo menos parte del domingo, libre. Como hemos notado en otros contextos, el determinante principal de las ganancias no es la labor que invierte el microempresario sino el capital de que goza para comprar mercancía en cantidad.

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Tabla X.2

¿CUÁNTOS DÍAS TRABAJA EL NEGOCIO A LA SEMANA? Tipo de negocio Número de casos Días por semana Colmado 55 7.0 Ventorrillo 75 6.9 Supermercado 5 6.6 Otro negocio de alimentos 137 6.4 Negocio de no-alimentos 327 6.0 TOTAL 599 6.3 Análisis de Variancia Unidireccional: P < .001 Prueba T: P < .001 entre colmado y cada categoría de los otros negocios menos ventorrillo. Estadísticamente, los colmados y los ventorrillos no difieren. Fuente: Base de datos encuesta de microempresas de FondoMicro, 1995.

Pero no sólo es en ritmo semanal donde se distinguen los

colmados, sino también en un arduo horario diurno (y nocturno). La Tabla X.3 examina la cantidad de horas trabajadas en un día laboral normal por diferentes microempresas. La población entera de microempresas trabaja un promedio de 8.7 horas al día.7 Pero esta cifra enmascara diferencias importantes en subgrupos de negocios. En la Tabla X.3 subdividimos los negocios por los mismos rubros de la tabla anterior. Vemos dramáticamente qué quieren decir aquellos dueños de colmado cuando nos aseveran, sin exageración, que Avivimo' e'clavizao' al negocio@.

)Por qué los dueños de colmado y de ventorrillo se someten a un horario tan rígido pero no las otras microempresas? La respuesta popular que se oye es: Ala gente no tiene que reparar sus neveras o sus zapatos los domingos, pero sí tienen que comer y tomar@.

7La cifra mediana Cla cantidad de horas que trabaja el negocio a mitad de

camino entre los que más trabajan (24 horas al día) y los que menos trabajan (1 hora al día)C es de 8 horas. La diferencia entre la media (el simple promedio aritmético) y la mediana más baja indica que hay unas cuantas microempresas con fuertes exigencias laborales que corren el promedio un tanto hacia arriba.

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Los colmados trabajan un promedio de más de trece horas por día. Hay, por supuesto, una variedad amplia alrededor de este promedio. Pero los cuatro colmados que menos horas trabajan al día trabajan 8 horas Ci.e., no hay colmado a tiempo parcial. Y, al otro extremo, los hay que trabajan 17 horas, uno que trabaja 18 horas y uno que trabaja hasta 19 horas.8

Esta respuesta sólo ofrece una explicación parcial al horario de los colmados. Sería una exageración asumir que la pobreza de la población-clientela es tan abrumadora que no podrían comprar la comida del domingo cuando compran la del sábado. Si fuera así, como la mayoría no trabaja los domingos, )dónde conseguirían el dinero para la comida del lunes, si su situación económica fuera tan precaria? Planteamos que el horario fuerte del colmado dominicano se engendró como resultado de una combinación coyuntural de tres factores distintos: (i) su papel alimentario primordial; (ii) su conquista del mercado de bebidas intoxicantes; y (iii) un sistema legal favorable a la promoción sin restricción de alcohol. Examinemos brevemente estos factores.

8Es interesante notar que dentro del rubro de los negocios de alimentos,

son únicamente los colmados, ventorrillos y supermercados Ci.e., los detallistas multifuncionales de alimentos no cocinados y bebidas enfriadasC los que tienen un horario semanal más fuerte. Los otros negociantes de alimentos Cpanaderos, heladeros, chimichurris, etc.C llevan un ritmo laboral menos forzado. Trabajan la mitad del domingo, a diferencia de los negocios no alimentarios, pero en cambio trabajan sólo 7.3 horas al día, con el resultado de un horario semanal casi idéntico al de éstos.

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Tabla X.3 ¿CUÁNTAS HORAS AL DÍA Y A LA SEMANA TRABAJA EL

NEGOCIO? Promedio global de todas las microempresas: 8.7 horas al día Promedio Horas Horas

Tipo de Negocio No. de casos por día por semana Colmado 55 13.7 95.5 Ventorrillo 75 11.7 81.3 Supermercado 5 11.6 76.9 Otro negocio de alimentos 137 7.3 47.4 Negocio de no-alimentos 320 7.7 47.5 Anova: P < .001 Prueba T: P < .001 entre el colmado y cada uno de los otros grupos, incluyendo ventorrillos. Fuente: Base de datos encuesta de microempresas de FondoMicro, 1995.

Si el colmado fuera exclusivamente un expendio de comida

no cocinada, probablemente no hubiera surgido la costumbre de quedarse abierto hasta tarde en la noche ni de abrir el domingo. Abriría y cerraría en los mismos días y a las mismas horas que los demás negocios. Hay evidencia empírica al respecto: los mayoristas de alimentos trabajan un promedio de 5.3 días a la semana y un promedio de 8.3 horas al día; un horario mucho más suave que el de los colmados que ellos surten.

Pero el colmado no sólo abastece alimentos, tiene otras funciones culturales no ligadas estrictamente a la alimentación o a otras dinámicas puramente biológicas. Es su papel cada vez mayor de surtidor principal en la economía del alcohol el que ha impulsado la evolución del horario nocturno y dominical del colmado. La participación del colmado típico en la distribución de alcohol ya es universal. Sólo una minoría se lanza completamente en ese rumbo, poniendo mesas, relegando la comida a nivel secundario y convirtiéndose en Acolmado@. Pero la dependencia del colmado típico en la venta del alcohol ya es incuestionable, y nos lo han afirmado enfáticamente aun aquellos dueños de

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colmado que no se entusiasman tanto con tomar ese rumbo. Es una dependencia simbiótica. El ingreso de los productores de bebidas alcohólicas depende en gran parte de las ventas realizadas en colmados. Y una parte importante del ingreso del colmado típico viene ya de la venta de bebidas alcohólicas. Discutiremos este tópico en un capítulo aparte, es decir, la evolución reciente de las funciones sociales e intoxicantes del colmado y la manera en que el gobierno dominicano le permite al colmado convertirse en lugar de embriaguez, una función que sería castigada con multas fuertes y con pérdida de licencia en la mayoría de los países modernizados.

En este punto señalamos que el colmado ya sirve no sólo como fuente mayor de abastecimiento de alcohol, sino también como lugar de consumo. Por eso el colmado se encuentra obligado a mantener un Ahorario doble@. Para realizar las ventas de alcohol tiene que mantener sus puertas abiertas en las horas de alta demanda recreativa: las noches y los domingos. Pero para realizar sus ventas rutinarias de alimentos tiene que mantenerse abierto en las horas habituales.9 Tanto las impresiones cualitativas como las cifras cuantitativas atribuyen al colmado un horario casi el doble del horario de las microempresas Anormales@. Tal horario se basa en una función económica doble.

b) Música, sillas y vasos plásticos

Para reemplazar el restaurante y el bar en su función de lugar

de consumo de cerveza y ron, el colmado tuvo que adoptar varias costumbres culturales prevalecientes en la República Dominicana

9 Huelga decir que las dos economías no se compartimentalizan

rígidamente en su manifestación diaria. Ya que el colmado está abierto, el ama de casa puede mandar a comprar arroz un domingo. Y ya que hay cerveza fría en el congelador, un cliente puede tomarse una cerveza un miércoles por la mañana mientras las amas de casa compran su aceite y su salsa para el almuerzo de mediodía.

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(y en muchos otros lugares también). Hay varios Amandamientos@ sociales, no escritos en ley pero internalizados sutilmente en el proceso de socialización, que gobiernan la conducta de vendedores y tomadores de bebidas. Algunas son reglas estrictas, otras pautas leves. Y aunque la gente niegue que su conducta es gobernada por reglas o pautas sociales, los clientes y los propietarios se comportan como si las siguientes cuatro reglas culturales de etiqueta existieran:

- No tomarás alcohol directamente de una botella parado en la calle o en un negocio;

- No tomarás directamente de una botella si otros van a tomar de la misma botella,

- No te tomarás una botella entera de ron tú solo; y - No tomarás alcohol sin música.

Las primeras tres reglas se rompen con cierta frecuencia; el cumplimiento de la cuarta es más consistente en los barrios dominicanos. Pero los dueños de colmado que venden y destapan alcohol se comportan como si las reglas fueran vigentes. El primer mandamiento es el de sentarse para consumir cerveza y ron. No es una regla cultural estricta. Es más bien una pauta y preferencia ligera cuando se trata del alcohol. Los refrescos se pueden tomar de la botella cuando uno está parado en el mostrador sin ninguna violación de etiqueta social. Sin embargo, hacer lo mismo con una Presidente fría ya puede considerarse una conducta vulgar. (La falta se reduce si la estás tomando en vaso.) Y el cliente que entra en un colmado para comprar cerveza destapada espera que le den una silla para tomársela. Es una pauta general que rodea el alcohol. No se espera que un negocio que te vende y te destapa un refresco necesariamente tiene que sacarte una silla también, (aunque lo hará en el caso de un desconocido, sobre todo si parece ser de clase social más elevada).

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Las reglas no son bien definidas, pero sí existen. La

existencia del primer mandamiento, por lo tanto, obliga al dueño

de colmado a tener sillas en el negocio. Hoy en día se cumple con

el mandamiento mediante las sillas plásticas que se ven en todas

partes y que se pueden amontonar una encima de otra cuando no

se están usando, para que no ocupen espacio innecesariamente en

el negocio durante horas no recreativas.

El segundo mandamiento obliga al propietario a suministrar

vasos para acompañar ciertas compras líquidas. Al igual que la

regla de la silla, la regla del vaso no se aplica en el caso de refrescos,

por lo menos en colmado. Puedes vender y destapar una Pepsi-

Cola sin darle un vaso al comprador, sobre todo si es conocido y

residente local del barrio. (En casa privada ni un refresco se brinda

normalmente en botella.)

Cuando se trata de cerveza, especialmente, la regla del vaso

empieza a entrar en juego. La etiqueta prevaleciente permite que

la cerveza se tome directamente de la botella en colmado si quien

la toma (a) es hombre, (b) está sentado y (c) pidió una botella

pequeña. En el caso de una botella grande de cerveza, hay

ambigüedad. El segundo mandamiento entra en juego. Como es

mucho más corriente compartir una botella grande con otro, y

como hay que estar dispuesto a hacer eso aun si no tienes

compañero en el momento de la compra, es mejor tomar cerveza

grande en vaso y no directamente de la botella. Aun sentado en

colmado se consideraría bastante vulgar tomar una cerveza grande

directamente de la botella.10

El tercer mandamiento, que en muchos casos es una ficción,

crea una prohibición social de tomar ron directamente de la

10Hasta para una botella pequeña de cerveza el propietario puede dar un

vaso si el comprador es de un estrato social que se considera más elevado, o en el caso poco común en que una mujer compra una botella de cerveza o se le brinda una para tomarla ahí mismo.

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botella. Muchos bebedores experimentados fácilmente se toman

una botella entera en una tanda, pero es prohibitivo socialmente

tratarlo como un refresco, levantando la botella y empinando el

codo. Hacer esto parado con una botella de ron sería violación

flagrante. Es más, ni sentado se acepta.

Por lo tanto, el dueño de colmado tiene que estar preparado

a suministrar vasos a los que compran alcohol para tomarlo en el

lugar. Hoy en día la solución plástica se aplica a los vasos al igual

que a las sillas. No se dan vasos de vidrio, como en los bares y

restaurantes, sino vasos desechables de plástico, fabricados en el

país. Huelga decir que el vaso generalmente no se cobra.

Pero hay un cuarto mandamiento cultural que hay que

analizar también: el de tomar alcohol acompañado por música a

un volumen impresionante. Dudamos que haya un lazo biológico

entre la intoxicación y la necesidad de alta estimulación auditiva.

El fuerte lazo que existe entre estos dos fenómenos en los barrios

de la República Dominicana es más bien un fenómeno cultural.

Cuando se trata de la economía del ron y la cerveza, los

propietarios de colmado se dan cuenta de que hay dos maneras de

quitarle clientela a los competidores: bajando los precios o

subiendo el volumen de la música. La segunda estrategia es más

difundida que la primera.

La demanda popular es por música verdaderamente

dominicana, el merengue siempre ocupando el lugar favorito. La

popularidad de la música norteamericana en las discotecas de la

capital es signo de otra clase social más permeada por la cultura

del Norte. En los estratos populares, cuyos miembros acuden a

los colmados, la música dominicana sigue siendo favorecida y

exigida.

En vista de la ya requerida estimulación auditiva como

acompañante del ron y de la cerveza, los aparatos musicales ya

forman parte del mobiliario típico del colmado dominicano. En

fin, la explosión de sillas y aparatos musicales como elementos

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requeridos en el colmado contemporáneo es símbolo de una

modificación estructural en su función social; la expansión hacia

un territorio que antes era de los bares y cabarets. Y en esta

competencia por el dinero de los hombres (y de las mujeres)

bebedores, el colmado ha salido ganador.11

c) Trato amistoso

El competidor más peligroso del colmado, sin embargo, no es el barcito a varias cuadras de distancia, sino los otros colmados a su alrededor. En los párrafos anteriores se tratan las maniobras para atraer y capturar una clientela en busca de recreación. Pero la clientela cotidiana fundamental de la gran mayoría de los colmados la siguen conformando los vecinos que entran para comprar sus alimentos diarios. ¿Cómo capturar aquella clientela para que compre donde uno y no donde el competidor al otro lado de la calle? Los dueños de colmado aseveran que el trato a los clientes es esencial. Si hay dos colmados con precios y mercancía parecidos, el comerciante que sabe Acómo tratar a la gente@ tendrá su colmado lleno. El otro puede estar vacío.

El microempresario artesanal, cuando se jacta de sus habilidades, hará hincapié en su capacidad técnica. El dueño de colmado, en cambio, tiene pocas destrezas técnicas de qué jactarse. Tampoco tiene gran campo para jactarse de astucia comercial. Los precios de compra para la gran mayoría de sus

11Hubo sólo 9 "bares/tabernas/discotecas" en la muestra de FondoMicro,

y se recolectó información de edad y propietario así como de costos de inversión en equipo y mercancía sólo sobre 3 de ellos. La inversión promedio de los 70 colmados con información sobre equipo y mercancía es de $69,154 pesos. La de los tres bares es de $278,167. Esta alta cifra se produce por un caso atípico en el mundo microempresarial de un bar o discoteca con una inversión de $715,000 pesos. Los otros dos tenían inversiones de $95,000 y $24,500. Sospechamos que, con una submuestra más grande y con una distinción entre bar y discoteca, la inversión del bar promedio sería comparable a la del colmado promedio.

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productos no son no-negociables, son fijados de antemano por las casas surtidoras. No se usa andar regateando mucho con los suplidores. Donde únicamente puede dar rienda suelta a su capacidad regateadora es en las compras de víveres y frutas en el mercado público, donde realmente hay precios fluctuantes y negociables. Pero por importantes que sean tales ventas, el destino económico de su negocio no depende de su astucia en regatear precios bajos en la compra de plátanos.

Entonces, )de qué destrezas se jacta el dueño de colmado? El orgullo del dueño de colmado, cuando se expresa verbalmente, tomará más bien la forma de satisfacción con su capacidad de Ahablar con la gente@. El bienestar de su negocio sí depende de su capacidad de tratar amistosamente a la clientela, sobre todo a su clientela regular. Los llamará por su nombre. Manipulará el cambio delicado de progreso desde el Austed@ más formal hacia el Atú@ más íntimo, sabiendo a quién tratar de qué forma. Si se quejan amistosamente, responderá en tono chistoso parecido. Si se ponen de verdad bravos y le hablan mal, lo que sucede a menudo cuando los precios se suben, se morderá la lengua antes de ponerlos en su puesto. Y su humildad y suavidad en tales momentos proviene menos de una valoración filosófico-religiosa de la otra mejilla que de cálculos comerciales. Para quitarle el cliente al competidor, le conviene más tener precios iguales y mejor trato, que precios más bajos y darse el lujo de trato más impersonal. Mejor competir en el trato que en los precios.

Pero el saber tratar con la gente también implica saber cuándo hay que ponerse los pantalones delante de un tíguere que dice que ya pagó su cerveza cuando no la pagó, o delante de un pillo de la calle que trata de irse con unos víveres o unas naranjas, que por lo general se dejan al alcance de los clientes para que los palpen antes de comprarlos. AHay que ser ami'toso, pero no pendejo@. La preferencia abrumadora por empleados masculinos en parte deriva de ese requerimiento ocasional de confrontación (además de las tareas de cargar y descargar que desempeñan).

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Este punto de los empleados y el trato es delicado. Si uno pone el negocio en manos de un administrador para compartir ganancias, el administrador tendrá el mismo interés que uno en atraer clientela con buen trato. Pero si uno tiene empleados asalariados, su sueldo no depende de la cantidad de clientela que llega a la tienda y no tienen ningún incentivo económico para hacerse los bonachones o tragar insultos. El ojo del amo engorda el caballo. El dueño de colmado típico se siente mucho mejor con los empleados si él está ahí supervisándolos. Y su inquietud gira no sólo alrededor del dinero en la caja, sino también del trato que se le va a dar a sus clientes regulares.

d) Servicio rápido

Quizás el punto más importante del buen trato es el servicio agilizado. Existe una creencia de que la gente del barrio usa el colmado como foro de interacción social. Pero esta observación se aplica en las horas recreativas. Nuestras observaciones dan muy poco apoyo a esta perspectiva cuando se trata de compras cotidianas normales. Las amas de casa que entran en el colmado durante horas laborables Csobre todo entre las 8:00 y las 11:00 de la mañanaC entran por lo general con objetivos pragmáticos, no sociales: hacer las compras para poder volver rápidamente a la casa a atender los infantes y a preparar la comida del mediodía. Y se fijan, por lo tanto, en el tiempo que van a gastar y en el orden en que el dueño o su empleado despacha a los clientes.

En nuestras visitas a los colmados no vimos ni uno solo que usara un sistema de fichas numeradas como el que se ve en American Airlines o en Baskin Robbins. Al contrario, los clientes en los colmados por lo general no hacen cola. El procedimiento sigue otras reglas. Uno entra en el colmado y se mete más bien a cualquier parte del mostrador donde no hay gente, y el dueño a veces no sabe quién llegó primero. Y estando frente al mostrador, pocos son los residentes del barrio que parecen sentirse moral o socialmente obligados a esperar que se sirva primero a los que

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llegaron antes. Es mucho más frecuente el caso contrario: una persona entra en un colmado donde ya hay gente, golpea ligeramente en el mostrador con una moneda o un puño, y simplemente grita: AFulano, dame do' libra' de salchicha...@ o algo por el estilo, como si ignorara la presencia de los que llegaron antes. (Los niños y las niñas aprenden esa conducta a temprana edad. A veces son los más insistentes en hacer notar su presencia a gritos de su aguda vocecita.)

Tal conducta Ainvasora@, que parece ignorar a los que llegaron antes y que se interpretaría como poco cortés o hasta vulgar en contextos de clase media o alta, no tiene ese carácter en el contexto cultural del colmado de barrio. El que llega después y se anuncia con un pedido en voz alta no espera en realidad que lo sirvan antes de los que ya estaban allá. Es mayormente una manera de anunciar la presencia de uno. No todo el mundo lo hace, pero los que lo hacen no suscitan la ira de los otros clientes, como sería el caso si alguien lo hiciera en France Croissant o Taco Bell. Allá se tildaría de Aplebe@ a quien llegara y pidiera en voz alta sin esperar que sirvan a los que llegaron antes. Las reglas culturales de cortesía vigentes en el colmado de barrio son distintas.

El dueño o la dueña de colmado tienen que reconocer las reglas y saber cómo lidiar con esa situación para satisfacer a los que llegaron antes sin dejar de reconocer y acomodar al que acaba de llegar. Se requiere algún reconocimiento verbal o gesticular de la presencia del recién llegado, por lo menos si es adulto. Una falta de respuesta, aún si uno está sirviendo a otro, se interpretaría como falta de cortesía y mal trato por parte del dueño. Pero a fin de cuentas, en general se sirve a la clientela más o menos en el orden en que entra. (A los niños que andan haciendo mandados se puede dar el lujo de hacer que esperen un poco más, y no todos sus gritos y saludos reciben respuesta inmediata del dueño.) En caso de que se viole el orden, el ofendido o la ofendida protestará, amenazando con irse a otro colmado. La querella en ese caso no se dirige al cliente que brincó cola, sino al dueño del colmado.

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En este sentido, las reglas culturales que gobiernan el caso de un brincador de cola difieren de país en país. El que brinca cola en tienda de los EE.UU. probablemente sea objeto directo de AHey, you! Wait your turn!@ de los otros clientes, a menos que el brincador no sea de grupo racial minoritario. (En este caso, la gente parada en fila, para evitar confrontación racial, probable-mente se trague el incidente en silencio enfurecido.) En el colmado dominicano los brincados normalmente protestan no al que brinca sino al dueño o empleado. Y la reacción de los ofendidos no difiere notablemente según el color del ofensor.12

Aun sin el fenómeno de brincar cola, si hay verdadera demora en el servicio dentro del colmado, las protestas serán fuertes y francas, aunque el dueño esté despachando a los clientes justamente en el orden en que llegaron. Cuando se trata de sesiones recreativas en las noches o los domingos, tal exigencia de rapidez de servicio se suaviza. Pero cuando se trata de las ventas cotidianas de alimentos, a la gente no le gusta esperar y de verdad se sentirán inclinados a ir a otro colmado cercano si hay demora de más de tres o cuatro minutos en el servicio. La queja más frecuente que se oye es: A¡Fulana, atiéndeme, que ando con prisa!@ El trato amistoso y conciliatorio tranquiliza un poco en este

12Hay reglas culturales de respeto mutuo que gobiernan la conducta inter-

personal entre dominicanos que no se conocen, aun cuando sean de diferente color o clase social. Tenemos la impresión, sin embargo, de que hay dos situaciones en que parece ser permitido suspender cualquier regla de cortesía y mutuo respeto: detrás del volante y en interacciones donde se sabe que el otro es haitiano. En el caso del colmado, si el que se trata de poner delante de los otros clientes es haitiano, los clientes dominicanos se dirigirán directamente al ofensor, probablemente en términos abiertamente raciales y vituperativos. Presenciamos varias escenas sorprendentes de abuso antihaitiano en nuestras investigaciones en el colmado, aun cuando el haitiano no hacía nada ofensivo. Nunca ha habido segregación racial legalizada en la República Dominicana, es decir, tiendas donde se prohíba la entrada a gente de color, como existía en los Estados Unidos y en Sudáfrica. Pero el denigrante trato público que se le da al haitiano en la República Dominicana es tan "normal" y aceptado que ya llegó al status de patrón cultural.

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respecto, pero al que tiene una clientela abundante le conviene poner uno o dos empleados para que le ayuden a despachar con rapidez.

e) Concesión de precio en los víveres

Para el cliente, sin embargo, el mejor trato, todavía más

apreciado que el servicio rápido, es encontrar mercancía a bajos precios. Pero hay un dilema lógico. Bajar los precios en artículos de importancia marginal Clápices, cuadernos, servilletas, etc.C bajaría las ganancias sin atraer clientela. (Poca gente va de colmado en colmado comparando el precio de las servilletas.) Pero bajar los precios en artículos de alto consumo como el arroz o la cerveza disminuiría las ganancias sustancialmente. Por eso se señaló más arriba: mejor competir en trato que en precio. Pero hay un género de artículo muy codiciado donde el dueño sí puede bajar los precios drásticamente sin consecuencias económicas negativas: los plátanos, guineos, naranjas y otros víveres y frutas.

Por su carácter perecedero, llega un momento en que cada día que pasa amenaza en convertirlos en objetos no-vendibles. Si el dueño de colmado ya superó, o por lo menos recuperó, su inversión con los plátanos ya vendidos, le conviene mucho salir rápidamente de los que quedan. Pero le conviene hacerlo no de manera tacaña y regatona, sino con un gesto de generosidad hacia sus clientes favoritos. Si uno de ellos le pide 5 plátanos, le entrega 7. Le dirá que no, que sólo quiere 5. El dueño contesta, Ano te apures, te regalo dos@. El cliente queda encantado. De hecho, no regaló nada. Más bien vendió la unidad a precio rebajado. Con una maniobra así el dueño de colmado no sólo se deshace de productos amenazados, sino que también solidifica sus lazos con clientes importantes y quizás hasta logra conseguir la lealtad de clientes nuevos.

Hay comerciantes que no llevan esa política, que prefieren dejar que los plátanos se pudran. Pero son comerciantes rígidos y

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carentes de destreza en las relaciones interpersonales tan críticas para el triunfo de un colmado.

f) Crédito de consumo: el fiado

Quizás la maniobra más importante para capturar o mantener clientela es la práctica de muchos colmados de vender fiado. Se reconoce que esta práctica es el factor que más a menudo conduce a la bancarrota de muchos colmados. Hemos visto colmados urbanos de tamaño medio cuyos dueños nos admitieron tener hasta $50,000 Aregados en la calle@ en forma de crédito. En casos donde el dueño logra recuperar el crédito, es una maniobra que verdaderamente aumenta el volumen de venta.

Hay colmados cuyos dueños se niegan rotundamente a fiar. Y hay un letrero popular y antiguo que muestra a dos dueños de colmado: el primero es un comerciante quebrado y empobrecido con la familia hambrienta que dice AYo vendía fiado@. El otro, obviamente próspero, dice AYo nunca vendo fiado@.

Que nosotros sepamos, sin embargo, la veracidad de ese letrero nunca se ha comprobado estadísticamente en la República Dominicana y la imagen que proyecta es muy sospechosa. Si el acto de negar las múltiples solicitudes de crédito que le llegan al colmado de verdad condujese a la prosperidad, ya ningún colmado fiaría. Si es arriesgado fiar, también es arriesgado obstinarse en no fiar. El dueño renuente se crea una fama de tacaño y antipático, y dando precios iguales los vecinos comprarán donde los competidores más humanos, aun cuando ellos mismos no compran fiado. ¿Qué se hace en el caso de un cliente que no paga? Es casi imposible caerle atrás con policía o abogado. Los registros se llevan en un cuaderno y el cliente no firma ningún recibo. Legalmente, el dueño no tiene poder de recuperar lo fiado. Supongamos que llega un cliente con una cuenta subida para pedir

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más alimento fiado. Si el dueño rehúsa, se pone bravo. Cuando por fin le entra dinero, va y lo gasta en otro colmado, comprando al contado. Fiar es una maniobra comercial muy arriesgada. El truco es saber a quién fiar. Sin embargo, observamos la operación de varios principios en la decisión del comerciante de fiar o de no fiar.

CHistorial de pagos al contado. Si un cliente lleva semanas o meses haciendo compras regulares al contado en un mismo negocio, y si ha establecido una relación de amistad con el dueño, más fácilmente se le abrirá una línea de crédito. (O, por lo menos, más difícil le resulta al dueño decirle que no.)

CFidelidad comercial. Si además de pagar al contado se sabe o se sospecha que el cliente hace la mayor parte de sus compras normales en el colmado, es difícil que el dueño pueda negarle una línea de crédito. Y, es más, el facilitarle crédito a un cliente que lleva tiempo comprando al contado puede hasta aumentar la cantidad de compras, minimizando las compras que hace en otros negocios. El contrato implícito es: te fío, pero tienes que comprar en mi negocio. El comerciante que ve (o al que se le dice) que un cliente que le debe dinero va a otro colmado con dinero para comprar, reprochará al delincuente la próxima vez que éste entre en su colmado a pedir fiado. (Oímos tales reproches. Fueron hechos delicada y humorísticamente.)

CComerciantes de comida preparada. Las mujeres que se dedican a la preparación de alimentos cocinados se abastecen princi-palmente de los colmados. Al dueño de colmado le conviene muchísimo tener clientela que compra no para consumir sino para comercializar. Tanto el volumen de compra como la probabilidad de pago son más altos que en el caso de consumidores comunes y corrientes que piden fiado. Tal cliente comerciante fácilmente consigue una línea de crédito en un colmado.

CEmpleados que cobran quincenalmente. A los vecinos que se sabe que tienen empleos fijos y días fijos de cobrar también se les puede fiar. Su volumen de compra será más alto que el de la

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persona desempleada o subempleada, que tiene que escatimar hasta en los alimentos básicos.

Los trabajos se pierden y los negocios de alimentos cocinados quiebran. Aun con estas clases de ventas fiadas hay un elemento de riesgo. Puede ser que el tipo ya haya dejado otros colmados con una deuda grande. Uno nunca sabe. Los colmados competidores de ninguna manera comparten información sobre clientes. Pero hay que arriesgarse un poco para que compren donde uno y no donde el competidor.

Para resumir, hemos identificado seis maniobras que utilizan los dueños de colmado para aumentar la venta. Las primeras dos Clas horas laborales continuas y la instalación de sillas y aparatos de músicaC se relacionan con la función Aalcohólica@ que los colmados han asumido en décadas recientes. La tercera y la cuarta Ctrato amistoso y servicio rápidoC son maniobras sociohumanas relacionadas con la función primordial del colmado, la de despachar alimentos y otros productos domésticos. La quinta (precios reducidos en víveres perecederos) y la sexta (venta al fiado) son concesiones económicas. La última probablemente sea la maniobra que más frecuentemente conduce a la destrucción del negocio, pero al mismo tiempo el paso que más eficazmente aumenta el volumen de ventas para aquellos dueños que logran identificar de antemano los buenos y los malos pagos, para fiar solamente a los primeros.

2. Volúmenes de venta: análisis estadístico

Observamos anteriormente el hecho algo sorprendente de que aproximadamente uno de cada cuatro microempresarios dominicanos o es dueño de colmado o aspira serlo. Si examinamos estadísticamente los patrones de venta del colmado, y si los comparamos con los patrones de otras microempresas, nos daremos cuenta de dónde sale este afán de ser dueño de colmado.

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a) Dilema metodológico: distorsión por los Agigantes@

Para empezar, tenemos que resolver un problema estadístico que podría dar un cuadro exagerado del volumen de venta de la microempresa típica. En los estudios de FondoMicro, la definición de Amicroempresa@ fue basada en la cantidad de empleados. Cualquier empresa con menos de 11 empleados fue definida como microempresa, fuera cual fuera el nivel de capitalización o de ventas. Si sacamos promedios de una muestra heterogénea, la presencia de unos cuantos Agigantes@ distorsiona el cuadro de la microempresa típica. Por ejemplo, la media aritmética (es decir, el simple promedio) de ventas mensuales para todas las empresas estudiadas es de $33,622. Esta cifra incluye las ventas de un mayorista multimillonario que vende más de dos millones y medio por mes pero que tiene menos de 10 empleados Cy, por lo tanto, es Amicroempresario@C y de una bomba de gasolina que despacha casi $650,000 por mes. Estos gigantes están en la misma muestra junto a un vendedor de carbón que vende $220 al mes y un vendedor de hielo que vende $180. Los gigantes inflan las cifras.

El 80% de las microempresas dominicanas ganan menos de $33,622 mensuales. Es un promedio aritmético, pero no un promedio que representa lo típico. Más típica sería la microempresa Amediana@. Es decir, si ordenamos los negocios de la muestra en una fila según su volumen de venta y sacamos el que está equidistante (en su posición en la fila, no en sus ventas) del que más vende y el que menos vende, sacamos la cifra mediana. Esta microempresa mediana en la República Dominicana vende $10,000 pesos al mes, no $33,622. En esta muestra heterogénea lo típico se capta más por la cifra mediana que por la simple media aritmética, que da una impresión exagerada de bienestar comercial. Desafortunadamente, los análisis estadísticos convencionales se basan en promedios, no en cifras medianas. Para poder trabajar con promedios más representativos de lo típico, hemos

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subdividido la muestra en dos grupos de negocios: los que llamamos los Anormales@ y los que llamamos los Agigantes@. En la muestra de microempresas identificamos a varios que tienen cifras extraordinariamente altas en una de varias variables cuantitativas clave incluyendo: cantidad de empleados, dinero invertido en el negocio, monto del préstamo más grande y volúmenes de venta. Si la microempresa o el dueño excedieron ciertos criterios que establecimos en cualquiera de estas variables, categorizamos el negocio provisionalmente como Agigante@. De la muestra de 742 micro-empresas, salieron 57 gigantes (6.8%) cuyas cifras atípicas distorsionaban los promedios. Los otros 685 se categorizaron como [email protected]

b) Patrones de venta: microempresas en general

Con estos rubros examinaremos cuatro medidas de venta para todas las categorías de microempresas: ventas mensuales promedio, ventas del mes pasado, ventas de la última semana y ventas del último día laborable normal (ver Tabla X.4).

La columna Acombinados@ refiere a la muestra entera de 742 microempresas. Por el momento no distinguimos entre colmados y otros negocios; primero queremos sacar un cuadro de movimiento de ventas de la población entera de microempresas. Como ya se observó, la venta promedio mensual de la muestra entera es de $33,623.

Pero si examinamos las cifras para los negocios Anormales@ vemos que la venta mensual promedio es sólo de $15,886. Esta cifra reducida refleja mejor las ventas mensuales de la

13Como es de suponer, los gigantes se concentran en Santo Domingo.

Mientras sólo 39.3% de los comercios normales son capitaleños, 68.4% de los gigantes están allí. Exploramos también la dinámica de los "enanos", microempresas atípicamente pequeñas en una de las variables clave. Su presencia en la muestra distorsionaba menos los promedios y, por lo tanto, no los excluimos de los cálculos para ninguna variable.

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microempresa dominicana típica. (El promedio inflado se había producido por haber incluido las ventas mensuales de los 57 gigantes, cuyo promedio de venta mensual es de más de $200,000).

Tabla X.4 VENTAS DE MICROEMPRESAS POR TAMAÑO

Tamaño de Microempresas "Normal" "Gigante" Combinado

Período de venta (685) (57) (742)

Ventas mensuales promedio $15,886 $205,925 $33,623 Ventas mes pasado 14,544 123,685 25,431 Ventas última semana 3,615 52,191 7,762 Ventas último día 821 15,772 2,253

Para interpretar esta tabla hay que acordarse de que las cifras son sólo estimaciones aproximadas hechas por los comerciantes encuestados. En cuanto a las ventas mensuales, se les hicieron dos preguntas: primero se les preguntó cuánto habían vendido en el mes anterior a la encuesta (febrero de 1995), luego se les preguntó cuánto vendían Aregularmente en un mes@. Probablemente en recuperación de los gastos navideños recién pasados, los negocios estaban vendiendo menos de lo que pensaban vender normalmente.

Los negocios normales pensaban haber vendido en el mes anterior 92% de lo que vendía en un mes normal. Los gigantes, en cambio, estimaron para aquel mes ventas de sólo 60% de lo que venden normalmente. La discrepancia en los dos casos sugiere una dependencia más fuerte por parte de las microempresas más grandes en las ventas navideñas y una merma más drástica subsecuente en el período postnavideño inmediato.14

14Teóricamente, podría reflejar una tendencia más fuerte de los grandes

de romantizar y exagerar el ímpetu de su negocio. Dudamos esta interpretación. Los microempresarios, sobre todo los grandes, tenderán a minimizar sus logros económicos más que a exagerarlos frente a encuestadores. Si hay discrepancia entre los datos suministrados por los encuestados y la realidad, sospechamos

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Hay otras variables que producen grandes diferencias en niveles de venta de las microempresas. Hemos visto que la ubicación específica de un colmado ejerce gran impacto sobre su volumen de actividad comercial. Pero la decisión de un propietario de cualquier microempresa de migrar a Santo Domingo o de que-darse en otra ciudad o pueblo ejercerá un impacto visible sobre el flujo de ventas. Como vemos en la Tabla X.5, las ventas mensuales promedio de las 269 microempresas Anormales@ en la capital eran de $18,255, es decir, 17% más altas que las ventas promedio en otras ciudades, y 25% más altas que el flujo de ventas en los pueblos y en los campos. Pero éstas son diferencias estadísticamente modestas, normales y esperadas, no como las diferencias distorsionadas que se producen por la inclusión de las gigantes.15

Tabla X.5 VENTAS DE MICROEMPRESAS NORMALES POR LOCALIZACIÓN

Localización de la empresa

(269) (231) (185)

Santo Otras Resto

Período de venta Domingo Ciudades del País

Ventas mensuales promedio $18,255 $15,128 $13,749

Ventas mes pasado 16,241 15,293 11,396

Ventas última semana 3,974 3,795 2,991

Ventas último día 927 906 561

c) Patrones de venta: el colmado y negocios similares

Nuestro interés aquí, sin embargo, es examinar el movimiento de ventas en el colmado en comparación con otros negocios. Para no acabar con promedios inflados, basaremos

que los datos suministrados subestiman volúmenes de venta o de capital invertido.

15En la Tabla X.5 no se incluyeron las microempresas gigantes. Si se hubieran incluido, habrían producido un promedio inflado para la capital de $51,027 mensuales, dando un cuadro irrealísticamente inflado de la realidad microempresarial dominicana.

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nuestra comparación en la submuestra de microempresas Anorma-les@. La Tabla X.6 presenta datos sobre las ventas de las 475 microempresas normales, subdivididas según su relación al colmado, para las cuales existen datos sobre la venta. Se ve claramente que la popularidad incontestable del colmado como negocio deriva de un factor económico objetivo: su superioridad incontestable en cuanto a la venta. En términos de ventas mensuales, los 233 negocios que comercializan alimentos Ccolmados, ventorrillos y otros negocios de alimentosC tienen ventas mensuales por encima de las otras microempresas. Aun los 79 humildes ventorrillos en la muestra tienen ventas por encima de los 243 negocios de no-alimentos para las cuales hay datos. La creencia popular de que en la República Dominicana Ala comida es buen negocio@ no es un mito cultural, sino una realidad económica comprobada. Tabla X.6

VENTAS DE LAS MICROEMPRESAS DOMINICANAS Según Relación al Colmado

Ventas Ventas Ventas Ventas

Tipo de Negocio mes último última último

normal mes semana día (N)

Colmado $48,835 $45,889 $11,228 $1,516 ( 60)

Ventorrillo 12,941 11,690 3,059 488 ( 79)

Otro negocio alimentos 16,450 14,310 3,127 582 (119)

Negocio no-alimentos 11,002 9,686 2,764 907 (243)

TODOS COMBINADOS $15,886 $14,544 $ 3,615 $ 821 (475)

Pero se ve dramáticamente que el colmado supera a todos los negocios normales para los cuales tenemos datos.16 Entra y

16Las ventas del supermercado son muy por encima de las del colmado

típico. Hay seis supermercados en la muestra, pero datos de ventas mensuales sólo para tres: $150,000, $260,000 y $350,000, respectivamente. Con una muestra tan pequeña y con tanta heterogeneidad interna todavía no podemos generalizar sobre los supermercados de la República Dominicana.

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sale más de cuatro veces más dinero en el colmado que en los negocios de no-alimentos. Y tenemos razones, a base de nuestras entrevistas cualitativas, para sospechar que el volumen de venta real es aún mayor de lo reportado en la encuesta, sobre todo en la capital. (Un colmadito Amodesto@ que estudiamos en la capital vendía por lo menos $75,000 mensuales. Otro colmado de tamaño físico un poco más grande, para el cual tenemos datos precisos sobre cada producto en el inventario, vendía casi $200,000 mensuales. Los dueños son renuentes a reportar tales sumas abiertamente a encuestadores.) Tabla X.7

¿CUÁNTO VENDEN LOS COLMADOS? ANÁLISIS POR UBICACIÓN GEOGRÁFICA

Ventas Ventas Ubicación mensuales último día (N) Santo Domingo $64,784 $2,181 (15) Ciudades grandes 42,187 1,524 (25) Pueblos y campos 44,188 1,024 (20) PROMEDIO COMBINADO $48,835 $1,165 (60)

Si examinamos las ventas de los colmados por su locali-zación, según la Tabla X.7, esta impresión se valida. En dicha tabla se ve que los 15 colmados capitaleños que fueron encuestados venden un promedio mensual de $64,784. En el resto del país la venta mensual es menor. No hay diferencia de significancia estadística entre las ventas en las otras ciudades, por un lado, y las ventas en pueblos o campos de menos de 10,000 habitantes.

d) Movimiento de inventario

El significado económico y sicológico del volumen de venta depende del tamaño del inventario. El comerciante que vende $50,000 mensuales con un inventario de sólo $25,000 mueve el valor de su inventario dos veces por mes. Pero si la existencia es de $200,000 pesos, una venta de $50,000 mensuales indica que le

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toma 4 meses mover su inventario. A los dos negocios no les va igual. Examinemos, por tanto, el flujo de venta en los colmados en relación con la cantidad en existencia.

Computamos para cada negocio una variable de Arotación mensual de inventario@, dividiendo las ventas mensuales por el valor de la existencia y multiplicando por cien para generar un porcentaje. El colmado con $100,000 en existencia y $100,000 en ventas mensuales tiene rotación mensual de 100%. Si el mismo negocio vende $125,000, su rotación es de 125%, etc.

Este ejemplo hipotético se asemeja a la realidad. La inversión mediana en existencia para los 60 colmados de la muestra es de $40,000.17 Hay 49 colmados en la muestra cuyos datos nos permiten calcular su porcentaje de rotación mensual. La rotación promedio de estos 49 negocios es de 99.5%, y la mediana de exactamente 100%. Es decir, el colmado típico mueve cada mes 100% del dinero invertido en inventario. No necesariamente limpia las tarimas del colmado. Hay objetos que duran meses y quizás años sin venderse. Aquí se trata de valores monetarios. La regla, o por lo menos la meta, es: mover cada mes el valor del dinero que tienes invertido en la existencia de tu colmado. Pero alrededor de este promedio hay gran dispersión. Los tres colmados de venta más lenta movían sólo 24%, 33.3% y 36.8%, respectivamente, cada mes. Los tres que más rápidamente vendían movían 261%, 215% y 168%, respectivamente. ¿Qué factores determinan estas diferencias y cuál es su significado?

El sentido común nos conduce a afirmar que cuanto más >caliente= el ambiente (en un sentido comercial) tanto más rápida sería la rotación. Se supondría, por lo tanto, que los negocios capitaleños tendrían rotación más rápida que los de las ciudades y pueblos. Los datos, sin embargo, no apoyan el Asentido común@.

17La inversión promedio es de $56,453. Pero esta cifra inflada se produce

por unos "gigantes" atípicos en la muestra, el más grande de los cuales tiene inventario de $300,000. La cifra mediana de $40,000 representa mejor la situación del colmado típico.

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No hay diferencias significativas entre las diferentes regiones. De hecho, en términos absolutos, los colmados capitaleños, con una rotación mensual de 87.9%, son los más bajos, y los de las otras ciudades, con rotación de 112.0%, son los más altos. Pero la variación dentro de cada grupo es tan grande y las diferencias tan pequeñas, que no se pueden postular diferencias establecidas, sino sólo tendencias.

Sin embargo, la tendencia aparente de los colmados capitaleños de mover el inventario un poco más lentamente abre otra línea explicatoria: nivel de capitalización. Quizás son los negocios peores capitalizados que, por su bajo nivel de inventario, mueven su inventario más rápidamente.

Si este planteamiento es válido, entonces la rotación mensual de casi 100% en los colmados, con su inventario típico de $40,000, debe ser más lenta que la rotación dentro de los ventorrillos, con su minúsculo inventario promedio de $5,484. Y, de hecho, la rotación mensual promedio de los pequeños ventorrillos es de 558%. Tienen menos de 15% del capital disponible para inventario de lo que tiene el colmado típico. Y, por lo tanto, están vendiendo todo y recomprando con una mayor velocidad: más de cinco veces más rápido de lo que venden los colmados.

El mismo patrón se ve si nos mantenemos dentro del rubro de los colmados y si comparamos los colmados unos con otros (Tabla X.8). Existe un coeficiente de correlación negativa de alta significancia estadística (P < .01) entre tamaño de inventario del colmado y rapidez de movimiento.

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Tabla X.8 ¿SE MUEVE EL INVENTARIO MÁS RÁPIDAMENTE

EN COLMADOS GRANDES O PEQUEÑOS?

Rotación Capital en existencia N mensual

$30,000 ó menos 17 125.5% $31,000 a $50,000 14 88.5% $51,000 ó más 18 83.4% Promedio total 99.5% Correlación de Pearsons en variables no-agregadas: P < .01

En el mundo de los colmados, cuanto mayor el nivel de

capitalización, menor la rapidez de movimiento de inventario. Los colmados pequeños, con $30,000 o menos de existencia, mueven 125.5% del valor de su inventario mensualmente. Los más grandes, con más de $50,000 en existencia, mueven 83.4% mensualmente.

Tal análisis nos revela lo frágiles que son las suposiciones deductivas basadas exclusivamente en el Asentido común@, el cual diría que rapidez de rotación es signo casi automático de salud y vitalidad comercial. En este caso, vemos que es signo más bien de empobrecimiento comercial, de falta de capital. Cuanto menos capital tiene el comerciante, más rápido liquida su inventario y tiene que reponerlo.

Pero tampoco se puede concluir que lentitud de rotación es signo de buena salud comercial. El asunto tendría que formularse relativo al nivel de capitalización. Con dos negocios con niveles parecidos de capitalización, rapidez de rotación es indicio válido de mejor salud comercial. Pero vemos que simplemente no es indicio válido para comparar negocios de diferentes niveles de capitalización.

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e) Ritmos de Venta en el Colmado

Las tabulaciones anteriores muestran un cuadro estático de las ventas. Sabemos que, en realidad, las ventas del colmado suben y bajan siguiendo ritmos y fluctuaciones económicos y culturales.

CRitmo anual: Navidad y Semana Santa. El ritmo de las ventas dentro del colmado se gobierna por las palpitaciones de tres ciclos independientes: el ciclo de los meses, el ciclo de los días de semana y el ciclo de las horas del día. El folklore popular sobre el colmado es que las ventas van aumentándose a medida que viene acercándose la Navidad. Nuestras estadísticas al respecto confirman la creencia popular. Tenemos datos sobre ventas diarias desde principios de octubre de 1995 hasta mediados de diciembre. La Tabla X.9 presenta las ventas diarias promedio para cada mes. Tabla X.9

VENTAS DIARIAS POR MES EN UN COLMADO CAPITALEÑO Mes Venta diaria promedio 1ra quincena octubre $ 6,200 2da quincena octubre 7,241 1ra quincena noviembre 7,630 2da quincena noviembre 7,587 1ra quincena diciembre 8,917 PROMEDIO TOTAL $ 7,369

Se nota que hay un movimiento creciente del volumen de venta al acercarse la Navidad. Las ventas de noviembre son 113% de las de octubre. Y las ventas de diciembre son 117% de las de noviembre y 132% de las de octubre. Nuestra recolección de datos cesó a mediados de diciembre. Si hubiéramos continuado, las ventas diarias seguro habrían aumentado aún más en los días de Navidad.

El ritmo comercial navideño termina abruptamente después del día de Reyes a principio de enero. Ya observamos arriba cómo los microempresarios de todas clases reportaron ventas para febrero por debajo de lo que consideraban ser su venta mensual normal. Este patrón era más contundente en las microempresas

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Agigantes@, sugiriendo por parte de ellos una dependencia más fuerte en las ventas navideñas aumentadas de lo que se percibe en microempresas Anormales@. Pero todas las microempresas sienten el impacto financiero del ciclo anual que culmina en el despliegue comercial que ocurre anualmente en las semanas y los días que preceden a la Navidad.

CRitmos semanales: La Resurrección y el ron. Hay fuertes y regulares ciclos semanales que también gobiernan el volumen de venta en los colmados. No se vende igual todos los días. La Tabla X.10 presenta los datos de venta durante 10 semanas de un colmado capitaleño dinámico y bien surtido. Los datos revelan claramente la lógica del horario continuo de 7 días por semana que lleva más del 90% de los colmados: los sábados y los domingos son los días de mayor venta.18 Y el aumento de venta se atribuye a un aumento en el consumo, no de arroz o de galletas Hatuey, sino de ron y cerveza.

Tabla X.10 VENTAS DE UN COLMADO POR DÍA DE LA SEMANA

Ventas diarias promedio Día de la semana durante 10 semanas

Lunes $ 6,485 Martes 6,375 Miércoles 6,655 Jueves 6,400 Viernes 6,944 Sábado 9,450 Domingo 9,135 PROMEDIO TOTAL $ 7,369

18Una Prueba T indica que las ventas de los días de fin de semana, los

sábados y los domingos como unidad, difieren de las ventas de los días de semana en un nivel significativo < .001. Sin embargo, las diferencias modestas entre sábado y domingo, al igual que las diferencias entre los días de semana, son fluctuaciones coyunturales de nuestra muestra. Aun la aparente superioridad del viernes como día de mayor venta sobre los otros días de la semana puede ser ilusoria. Estadísticamente, la diferencia no es significativa, por lo menos según nuestra muestra de datos para diez semanas.

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En fin, el ritmo anual de creciente consumo comercial para recibir el niño nacido en Belén opera conjunta y simultáneamente con un ritmo semanal bebedero para celebrar su día dominical. Y si la pobreza nacional conduce a un modesto despliegue navideño, muchos compensan semanalmente desde el viernes en la tarde, lubricando con alcohol los corazones y almas para pasarse el día de la Resurrección.19

La problemática social de estos dos ciclos nacionales de embriaguez (el anual y el semanal) se comenta mucho. La paradójica pero muy real función religiosa ()o antirreligiosa?) del colmado se percibe menos. Es indiscutible. Los ciclos de intoxicación nacional, en los cuales el colmado ya juega un papel primordial, siguen con religiosidad impresionante los ciclos de devoción cristiana, los anuales (Navidad y Pascua) al igual que el semanal, que culmina en la celebración dominical de la Resurrección. Son precisamente aquellas semanas y aquellos días que se fijaron como días de mayor reposo y elevación espiritual que se han convertido en períodos de mayor venta y consumo de alcohol.20

19Hay otro ciclo religioso que en la República Dominicana también se

celebra con la ayuda de fuertes cantidades de alcohol: el ciclo anual que culmina en la Semana Santa y en la Pascua de Resurrección. En la República Dominicana contemporánea, al requerimiento cultural de grandes cantidades de alcohol se le agrega la preferencia por arena y mar. El peregrino dominicano típico de Semana Santa se dirige hoy día no a un santuario sino a una playa, donde la música inspiradora es el merengue y la bachata, no el canto gregoriano. Hay complejos turísticos que importan sacerdotes para permitir que las obligaciones litúrgicas se realicen allí mismo, sin entorpecer las funciones recreativas de este período sagrado.

20Los creyentes y practicantes podrían ver tal formulación Cla función "religiosa" del colmado vendedor de alcoholC como terminología cínica y sarcástica. Al contrario. Aun dentro de una cosmología religiosa que visualiza la vida como una lucha entre las fuerzas invisibles de la Luz y las de las Tinieblas, los ciclos religiosos en la República Dominicana han sido "secuestrados" por estas últimas fuerzas y convertidos en ciclos de embriaguez, en gran parte mediante el colmado. Es incontestable: La entidad comercial que suministra los

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CRitmos cotidianos: las tandas del colmado. Pero hay también un tercer ritmo de ventas en el colmado, el ritmo cotidiano, que tiene menos que ver con días o momentos religiosos. Se sabe popularmente que aún en días de semana el colmado tiene varias Atandas@. La tanda de la mañana, que empieza más o menos a las siete y sigue hasta las once, es la tanda alimentaria, las compras orientadas a la preparación de la comida del mediodía, que en la República Dominicana es la comida más fuerte y más elaborada. Hay un fuerte componente de clientela femenina adulta y de niños de menos de ocho años, preescolares en su mayoría. Pero también hay movimientos de hombres adultos: ancianos, desempleados, empleados locales que entran a comprar un refresco o dos cigarrillos o qué se yo, vendedores ambulantes y otros. Es decir, los colmados urbanos que observamos no llegan a ser territorio exclusivo de las mujeres y niñas, aún en esta tanda matutina, enfocada en la preparación de la comida del mediodía.

La segunda tanda es más bien una intermisión. Entre las once de la mañana y las tres o las cuatro de la tarde, el movimiento en los colmados se reduce. Algunos hasta cierran, aunque la mayoría se mantienen abiertos. A esta hora del día el administrador de un grocery store floridano se conformaría con un sándwich, un brownie y un cartoncito de leche o un refresco. Pero no el dueño de colmado dominicano. El propietario que no tiene ayudante confiable, y cuya cónyuge por alguna razón no puede traerle comida de la casa, comprará comida preparada de una de las vendedoras que han proliferado en estos años. Cumplirá con el requisito cultural de un almuerzo fuerte comiéndose su carne con arroz y habichuelas Choy en día desde un recipiente de styrofoam y usando tenedor de plásticoC sentado allí mismo en el

líquidos saboteadores de los ciclos de transformación espiritual está desempeñando una función religiosa importantísima, como arma e instrumento en manos de cualquier fuerza opuesta a tal transformación. Repetimos e insistimos: la función religiosa del colmado hasta ahora no ha sido suficientemente analizada.

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colmado. Otros se irán a su casa, dejando el negocio durante estas horas flojas en manos de un ayudante.

La tercera tanda empieza en la tardecita, de las cuatro en adelante. Ya el flujo de gente y las ventas empiezan a aumentar otra vez. Algunas amas de casa comprarán plátanos y huevos para un mangú vespertino u otros ingredientes para la cena, que en la República Dominicana tiende a ser ligera. Otras aprovecharán para comprar arroz, especias u otros productos no perecederos para la comida del día siguiente. Pero lo perecedero Cla cucharada de mantequilla, los dos pesos de salsa de tomate de una lata abierta en el colmado, las dos o tres aceitunasC no se comprarán hasta la misma mañana en que se van a consumir. En esta tanda se nota más la presencia de la juventud, los que estaban en la escuela durante las primeras dos tandas. Con el sol en vías de despedirse, y con la frescura de la tarde, es una tanda más relajada, quizás la más cómoda del día, sobre todo para el colmado que no le da el sol poniente, sin el ajetreo de la mañana o el calor sofocante del mediodía. Pero ya para las siete de la noche, hay una transición paulatina.

Empieza a llegar la clientela de la cuarta tanda, muchos de los cuales son hombres adultos. En tiempos pasados era la tanda del ron. Lo sigue siendo en campos sin luz o en barrios más marginados. Pero con la proliferación de botelleros congeladores en los colmados capitaleños, abastecidos por las mismas compañías cerveceras para hacerle competencia a los Bermúdez, los Brugal y los Barceló, la cuarta tanda en los colmados capitaleños que observamos tiende a ser la tanda de la cerveza fría. Se sacan las sillas, muchas veces en la acera. Y empiezan las conversaciones sobre los temas contundentes del momento: que si el colorao se juntará con el morao pa' que no gane fulano; que si el viejo de verdad se va; que si agarraron a lo' de'graciao que mataron al pobre niño; que si Toronto le renovó el contrato a Alou; que si la Corporación esto, que si lo otro...

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La música se sube, pero ya no demasiado. Cuando los colmados urbanos lograron meterse, en años recientes, en esta nocturna economía cervecera, no había controles. Para atraer clientela subían la música al volumen que les daba la gana. Si el colmado del otro lado de la calle hacía lo mismo, éste la subía aún más, y que se fastidien los vecinos. Por fin el gobierno intervino. Ya hay pautas para zonas residenciales... más o menos respetadas.

Los vaivenes de la corriente eléctrica impactan sobre la viabilidad de esta tanda. Vimos unos cuantos colmados con planta, pero son una élite minoritaria. Otros se las arreglan con baterías de carro y alambres. Pero el propietario que quiere abrir para su colmado un nicho en esta tanda tiene que arreglárselas para poner luz, preferiblemente eléctrica.

No todos los dueños de colmado están entusiasmados con esta tanda cervecera. Ya vimos en el capítulo III que un propietario que se abrió paso en el flujo de dinero que produce esta tanda lo hizo enfriando grandes cantidades de cerveza para vendérsela ya fría a otros colmados que se les acaba la cerveza. A diferencia de los camiones cerveceros, que quizás se la vendan más barata, él se la vende un chin más cara pero ya congelada, lista para destaparse. No tienen que esperar para enfriarla ellos mismos. Les saca de un apuro.

Pero aun este propietario, que enfáticamente no quería convertir su colmado en lugar de embriaguez nocturno, saca las sillas a la acera y despacha cerveza fría y picaderas a los vecinos que llegan en primeras horas de la noche. Ojalá que se llevaran la cerveza fría para tomársela en sus casas. Su esposa, en particular, preferiría que se fueran a sus casas. Su marido empieza a tomar con ellos y allí empiezan los líos entre ellos dos. ¿Pero qué se puede hacer? Jamás se le dice a la gente que se vaya.

La tanda cervecera es una fuente de ingreso pero un arma de doble filo. Cuando hay hombres tomando, van pocas amas de casa o niñas chiquitas, las que acostumbran a hacer gran parte de las compras durante el día. Observamos, sin embargo, que entraba

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una que otra ama de casa también de noche, aun con hombres sentados en la acera, sobre todo si la esposa del dueño todavía estaba adentro despachando. Había por lo menos esa presencia femenina. Es decir, no es un mundo totalmente masculino durante esta tanda. Y también entraban otras mujeres, quién sabe si eran amas de casa, más jóvenes y un poco mejor arregladas que durante el día, para comprar >chicles= o fósforos o velas y, aparentemente, para ver y ser vistas. (Hubieran podido mandar muchachos pequeños a hacer las compras.) No se les sacaban sillas ni se les invitaba a sentarse a tomar cerveza. Ya eso hubiera convertido el colmado en otra cosa. Pero algunas conversaciones ligeras y pasajeras se entablaban.

Esta última tanda cierra, por lo general, después de las diez de la noche, para poner fin a un día laboral arduo que había empezado a las siete de la mañana. Hay que reconocer que las cuatro tandas que hemos identificado constituyen un patrón ideal y generalizado, y que cada colmado acabará adoptando su propio ritmo y horario. Pero los datos cuantitativos de FondoMicro, que revelan un horario típico de siete días a la semana y trece horas al día, validan las observaciones cualitativas que hemos articulado aquí.

Repetimos lo que se observó arriba. Si el colmado no hubiera invadido el terreno socio-recreativo de los restaurantes y los bares, sobre todo en cuanto al expendio de bebidas alcohólicas, y si el colmado se hubiera mantenido en su papel original de despachar alimentos y productos domésticos, esta tanda cervecera no hubiera emergido. Pocos propietarios se matarían manteniendo un horario terrible para el reducido flujo de compras alimenticias y domésticas que se realizan durante la noche y los domingos.

En fin, hemos visto que el flujo de dinero que entra y sale del colmado supera por un factor de tres al flujo de dinero en el negocio no-alimentario típico. De ahí proviene la popularidad del colmado. En la República Dominicana de hoy día el colmado

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constituye quizás la mejor alternativa comercial para el individuo que tiene capital, o que tiene acceso a un socio que pondrá el capital. Habrá que matarse siete días a la semana, pero el doble flujo que maneja el colmado de hoy en día Cel flujo tradicional de alimentos y el flujo más reciente de bebidas alcohólicasC engendra una entrada de dinero tan por encima de lo que generan los otros negocios que justifica el sacrificio.

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CAPITULO XI

XI. Ganancias microempresariales: dinámicas generales

A. Determinantes generales de ganancias 1. Pautas metodológicas

Las ventas que examinamos en el capítulo anterior son

simplemente medios para alcanzar una meta final: las ganancias.

Es esta meta final que examinaremos en este capítulo. En este

capítulo nos apartaremos momentáneamente de los colmados

para examinar el fenómeno de las ganancias microempresariales

en general. Habiendo examinado los determinantes generales que

ejercen impacto sobre las ganancias en el mundo

microempresarial, enfocaremos en las ganancias del colmado

como subtipo especial de microempresa.

Como en cualquier parte del mundo, los microempresarios

dominicanos conceptualizan su estrategia comercial en términos

de maximizar sus ganancias. El cálculo dominicano difiere quizás

de algunos otros países por el hecho de que el cálculo económico

popular utiliza un marco mensual en vez de anual. En los EE.UU.,

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por ejemplo, el regateo en las negociaciones de empleo gira

alrededor del Asueldo anual@ que a uno le va a tocar. Y cuando se

habla de cuánto gana fulano, se habla de su sueldo anual. En la

República Dominicana, en cambio, cuando se habla del sueldo de

fulano se habla de su sueldo mensual.

Este mismo marco mensual también gobierna las

conversaciones sobre ganancias en el mundo microempresarial. La

forma quizás más corriente de hablar de ganancias es decir: AEl

negocio me deja tanto al mes@. El cuestionario que diseñó

FondoMicro se adaptó completamente al marco conceptual

dominicano. En los primeros años, se adaptó hasta el punto de no

incluir preguntas sobre ganancias por el carácter delicado de tal

pregunta, y el miedo de que la respuesta dada al encuestador

podría caer en manos de Rentas Internas. Pero en la encuesta que

se hizo en 1995, se incluyó una pregunta en que se le pidió al

dueño del negocio estimar cuánto le deja su negocio cada mes.1

La fuente más completa de información estadística

disponible sobre las ganancias realizadas por las microempresas

dominicanas son estos últimos. A más de 700 dueños de

microempresa se les preguntó: )Cuánto deja el negocio en un mes

normal?

Hay que proceder con cautela. Es un cálculo general

subjetivo que puede distorsionarse mediante tres dinámicas:

simple error humano, exageración romantizada del negocio o

subestimación protectiva intencional del negocio. Sabemos que

muchos negocios pierden dinero, y suponemos que eso sucede

también en algunos negocios estudiados por FondoMicro. Ningún

propietario encuestado, sin embargo, admitía que su negocio

perdía dinero.

1Muchos rehusaron contestar la pregunta. Los encuestados en su mayoría,

sin embargo, contestaron la pregunta, pero con tal mala gana en tantos casos que la pregunta se eliminó de la encuesta en el año siguiente.

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Tenemos que conceptualizar las respuestas, por lo tanto,

como respuestas teóricas y aproximadas de las ganancias que

realiza un negocio de ese tipo y tamaño en un mes normal, más

que una historia precisa de las ganancias del negocio encuestado. Sin embargo, a pesar de la cautela con que hay que acercarse

a tales datos subjetivos, nos suministrarán, por lo menos, un cuadro comparativo. Si hay que tener escepticismo en cuanto a las cifras crudas, las cifras comparativas entre diferentes clases de negocios podrán considerarse fidedignas. Una comparación de las ganancias de diferentes clases de microempresas nos permitirá colocar el colmado en un contexto más panorámico.

Son los individuos los que en última instancia conducen las microempresas. Empezaremos nuestra exploración de la dinámica de las ganancias en los colmados examinando la dinámica más amplia de las ganancias entre los microempresarios de todas las características. Queremos ver cuál es el nivel de éxito general que realizan los microempresarios dominicanos, y cuáles son los factores que distinguen el más exitoso del menos exitoso. 2. Estadísticas básicas

Según la base de datos de FondoMicro, el promedio de ganancias mensuales de las 742 microempresas mensuales es de $6,129. Si el microempresario típico ganara esa suma mensual neta, después de sacar los gastos, ya se explicaría la popularidad de la vida microempresarial. Esa suma casi duplica el sueldo mensual de empleados estables y experimentados en empresas respetables. En términos de la realidad económica prevaleciente, un Asueldo@ de $6,000 pesos mensuales limpios se consideraría como un triunfo económico.

Desafortunadamente Cpara los microempresariosC, esta cifra, basada en un simple promedio aritmético, es artificialmente inflada por la inclusión de las 57 microempresas atípicas (las Agigantes@) que discutimos anteriormente. Estos negocios atípicos

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ganan un promedio neto de $23,867 por mes. Si los sacamos y miramos las ganancias sólo de las 475 Anormales@ para las cuales tenemos datos, la ganancia mensual promedio es de $4,523.2 Aun esta cifra es atractiva, aunque no tanto como la inflada. En los siguientes análisis utilizaremos esta submuestra de negocios Anormales@.

B. Factores determinantes: capital y trabajo

La cifra de $4,253 como ganancia mensual es un promedio aritmético sacado de los 475 negocios Anormales@ cuyos dueños estaban dispuestos a estimar las ganancias de un mes normal. Como muchas cifras promedio, esta cifra cubre una impresionante variación interna entre negocio y negocio. A un extremo hay dos que reportan ganancias de menos de $100 mensuales, seguidos por dos que reportan justo $100. Al otro extremo hay dos que reportan ganancias de más de $35,000 y dos que reportan $25,000 por mes. Y eso sin contar los Agigantes@ atípicos, que por su impacto estadístico inflacionario y distorsionador se excluyeron de este cálculo de ganancias promedio.

Sabemos, entonces, que algunos negocios ganan mucho y otros ganan poco. ¿Cuáles son los determinantes de estas cifras? 1. Capital disponible: determinante principal de ganancias

Los microempresarios mismos enfatizan, en sus explicaciones, la importancia de los factores humanos Cde buena

2La ganancia "mediana" Cla ganancia de la microempresa a mitad de

camino entre la que menos gana y la que más ganaC es aún más modesta: $3,200 por mes. Esta cifra es más representativa de la realidad microempresarial dominicana. La diferencia entre la media inflada y la mediana más modesta se produce por la presencia, aun entre las normales, de algunos negocios que reportan ganancias de más de $20,000 mensuales, tirando así el promedio hacia arriba.

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administración, de motivación, de destrezas comercialesC como factores que conducen al éxito o al fracaso. Pero para no romantizar el asunto de las ganancias, hay que lanzar el análisis con la mira puesta en el factor principal que parece determinar el nivel de ganancias de un negocio: el simple monto de capital que el dueño tiene disponible para invertir. Si hay dinero, se puede montar y poner a caminar un negocio. En cambio, si falta capital, las ganancias del genio más determinado serán reducidas.

Los datos de los estudios de FondoMicro documentan claramente este hecho. Analizamos las ganancias de las microempresas en la luz de su Anivel de inversión@, la cantidad de dinero que el dueño tiene disponible para invertir en su negocio. Por el momento, definiremos la inversión como el total de dinero que el dueño calculó que habría que tener para comprar los equipos y la mercancía o materia prima para establecer un negocio similar al negocio actual.3 El impacto de esta variable Cnivel de inversiónC sobre las ganancias es impresionante. El alto coeficiente de correlación (0.625) que el monto de inversión ejerce sobre las ganancias es más fuerte que la correlación de cualquier otro posible determinador de ganancias. Esta estrecha correlación entre capital invertido y ganancias se presenta de una manera visualmente más clara en la Tabla XI.1. Hay 422 negocios de tamaño normal para los cuales se podían calcular la inversión en equipos y mercancía y las ganancias mensuales estimadas. Se subdividieron en tres grupos según monto de la inversión, y la ganancia promedio se calculó para cada grupo. Hay una progresión consistente y simple: cuanto más la inversión, tanto

3También calcularon el costo del local, pero eliminamos esta variable del

cálculo porque las respuestas de los encuestados no eran consistentes en esa variable. Algunos inquilinos, por ejemplo, pusieron la cifra ideal y aproximada de lo que les costaría comprar un local, mientras otros pusieron la cifra mensual de alquiler. Los costos de las otras dos variables Cequipos y mercancía/materia-primaC subestiman el verdadero costo de un negocio. Pero dan un cuadro comparativo que permite distinguir negocios de alta inversión y negocios de baja inversión. Esta es nuestro propósito actual.

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más la ganancia. La relación estadística es fuerte.4 Los que tienen poco dinero que invertir en equipo y mercancía C$5,000 ó menosC reportan un promedio de unos $2,500 de ganancias mensuales. Las empresas que invierten más de $20,000 ganan un promedio de más de $8,200. Tabla XI.1 IMPACTO DEL NIVEL DE CAPITAL DISPONIBLE SOBRE LAS GANANCIAS Inversión en equipo Ganancias y/o mercancía mensuales N $5,000 ó menos $2,582 142 $5,001 a $20,000 3,788 134 Más de $20,000 8,325 146 PROMEDIO COMBINADO $4,870 422 ANOVA: P < .001 Pruebas T indican diferencias significativas entre los grupos individuales.

El promedio de las ganancias netas de las 142

microempresas más pobres de la Tabla XI.1 sólo alcanza una fracción de las ganancias de las 146 microempresas de la categoría de inversión más fuerte. Pero, en otro sentido, su eficiencia financiera se puede ver como superior. Si miramos sólo las ganancias netas como cifra estática, los negocios mejores capitalizados son más eficientes que los menos capitalizados. Pero tomemos, como medida exploratoria de eficiencia para cada grupo, la proporción entre las ganancias de ese grupo y el capital que tienen invertido. Cuanto más altas las ganancias mensuales en relación al capital, tanto más eficiente. El negocio que tiene $5,000 invertido y que gane $4,000 por mes es más eficiente que el negocio que tiene $10,000 invertido y que gane $6,000 por mes. Aunque éste gane más en términos absolutos, aquel gana 80% de

4Se trata de dos variables continuas, inversión y ganancias. La prueba

estadística (Pearson's Correlation) se realiza en los datos no agrupados. La agrupación en la Tabla XI.1 presenta la asociación de una manera visualmente más clara para el lector.

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su capital cada mes mientras este gana sólo 60% de su capital. Las ganancias absolutas de este son mayores, pero la eficiencia en relación al capital invertido se puede juzgar como menos.

Usando esta medida, los negocios más pobres salen más eficientes. La inversión promedio de los 142 negocios en el grupo más pobre (con $5,000 de inversión o menos) es de $1,755, y la inversión mediana de $1,400.5 Vemos por la Tabla anterior que sus ganancias promedio son de $2,582. O sea cada mes estos negocios empobrecidos realizan ganancias promedio de 147% de lo que tienen invertido. Al otro extremo son los 146 negocios mejor capitalizados, que invierten más de $20,000 en equipo y mercancía. Esta cifra de $20,000 es una cifra mínima, para inclusión en el grupo. En realidad estos negocios más fuertes tienen una inversión promedio de $81,241 en equipo y mercancía (con una mediana de $50,000). Su ganancia mensual de $8,325 llega a 10.2% de su inversión promedio. Es decir, ganan más de tres veces lo que ganan los negocios más pequeños, pero los pequeños recuperan su inversión casi 15 veces más rápidamente que los grandes.

Ya vimos la raíz de esta paradoja en un capítulo anterior. Los pequeños tienen tan poco capital que están renovando su inventario varias veces al mes. Su rotación extraordinaria de capital en este caso es un signo no sólo de eficiencia, sino también de pobreza. Es un síntoma más bien de crisis que de salud comercial. El ritmo de rotación de los más grandes, aunque más modesto, se asemeja un poco más a los ritmos prevalecientes en las empresas típicas del mundo industrializado.

5 Por razones técnicas, explicadas en otra nota, esta cifra no incluye

inversión en alquiler o construcción de local ni otros gastos operacionales corrientes. Se trata exclusivamente de inversión en equipo y en mercancía y materia prima. Nuestro propósito analítico aquí no es de establecer cifras absolutas, sino de medir el impacto de una variable sobre otra y de comparar diferentes subgrupos de microempresas. Para tales fines esta medida parcial de inversión ha resultado útil.

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Pero en todo caso, la medida crítica, o bottom line, que utilizan los microempresarios para saber si les va bien o si les va mal, es la cifra de ganancias o pérdidas. Y hemos visto en esta sección que el determinante más fuerte de las ganancias será el monto de capital que se invierte en el negocio. El dinero hace dinero. Y sin dinero es difícil hacer dinero.

a) Ganancias como función de trabajo invertido

El otro factor productivo que teóricamente debe incidir

sobre las ganancias es el factor trabajo. Se supone que si dos negocios son parecidos en nivel de capitalización y en actividad, el negocio que más horas trabaja o que más empleados tiene ganará más que el que menos invierte en trabajo. Nuestra pregunta aquí es: ¿Qué importancia tiene el trabajo como determinante de las ganancias? ¿Cómo compara con el factor capital en determinar el nivel de ganancias? El microempresario con poco capital, )puede realizar ganancias altas compensando con una inversión extraordinaria de energía personal su falta de dinero?

Empecemos primero con las simples variables de la cantidad de días en la semana que trabaja el negocio, y cantidad de horas al día. De estas dos variables de la encuesta computamos un horario semanal para cada negocio. Los 590 negocios que dieron información sobre este tópico trabajan un promedio de 56.5 horas. 6 Si sacamos una coeficiente de correlación entre horas semanales trabajadas y ganancias mensuales reportadas, encontramos una correlación altamente significativa (P < .001). Mientras más horas trabajas, más ganas. Sin embargo, la fuerza de la correlación (.226) es mucho menor que la correlación que descubrimos entre ganancias y nivel de inversión (.625). El tiempo invertido influye sobre ganancias, pero menos que el capital

6Si eliminamos los "gigantes", la muestra se reduce a 533 casos con datos,

pero el horario semanal promedio sigue casi igual: 55.4 horas con una mediana de 52.

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invertido. La relación se ve de una manera más gráfica en la Tabla XI.2. Los 161 negocios que trabajan menos de 40 horas ganan $2,370 por mes. Los que trabajan entre 40 y 65 horas más que duplican sus ganancias. Los 164 negocios que Ase matan@ con un horario semanal de más de 66 horas parecen aumentar sus ganancias un poco C$664 más por mes, o sea 12%. Pero la diferencia es pequeña y carece de significancia estadística en esta muestra.

Tabla XI.2

IMPACTO DE HORAS SEMANALES TRABAJADAS SOBRE LAS GANANCIAS Horas semanales Ganancias trabajadas mensuales N 39 horas o menos $2,370 161 40 a 65 horas 5,386 142 66 horas o más 6,050 164 PROMEDIO COMBINADO $4,579 467 ANOVA P. 001. La Prueba T indica significancia estadística sólo entre A39 horas o menos@ y los demás grupos.

Es decir, hay un Apunto de rendimientos decrecientes@ en términos de inversión de labor, donde una mayor inversión de X por ciento no necesariamente conduce a un aumento de ganancias de X por ciento. Como vimos anteriormente, los que siguen es-forzándose con el horario fortísimo Ccomo los colmadosC lo hacen porque el negocio lo requiere. Si trabajaran sólo 40 horas por semana sus ganancias bajarían, no 12% ó 15% sino 25% ó 30% o tal vez más. El impacto combinado entre trabajo invertido y dinero invertido sobre las ganancias se representa en la Tabla XI.3. Allá desagregamos los datos de la tabla anterior según nivel de inversión. Las cifras se refieren a las ganancias mensuales promedio para cada grupo. Hay 68 negocios pobres: trabajan 39 horas o menos e invierten menos de $5,000 en equipo y mercancía. Esos ganan $1,863 al mes. Al otro extremo son los 68 negocios

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más fuertes: los que tienen más de $20,000 invertidos y que trabajan 66 horas o más por semana. Esos ganan $8,325 por mes. Tabla XI.3

GANANCIAS POR HORAS TRABAJADAS PARA DISTINTOS NIVELES DE INVERSIÓN

Horas trabajadas $5,000 ó $5,001 a Más de Promedio semanales menos $20,000 $20,000 Global 39 horas o menos $1,863 $2,593 $7,845 $2,370 40 a 65 horas 2,821 3,602 8,622 5,386 66 horas o más 3,803 4,750 8,196 6,050 PROMEDIO COMBINADO $2,571 $3,834 $8,325 $4,579

Esta tabla nos indica que aumentos en la inversión financiera sistemáticamente produce aumentos en ganancias. No importa las horas que trabajan: los negocios aumentan sus ganancias a medida que aumentan la inversión financiera. Pero lo contrario no se da. Aumentar las horas trabajadas aumenta las ganancias sistemáticamente sólo en los grupos de menos capital. Cuando se trata de negocios con más de $20,000 invertidos, los que menos horas trabajan ganan $7,845. Los que se matan con trabajo de más de 66 horas por semana aumentan sus ganancias mensuales por sólo $351, una suma irrisoria para ese nivel de capitalización. 7 Y estos ganan menos que los que trabajan el horario mediano de 40 a 65 horas. Es decir, la inversión de más trabajo parece influir sobre ganancias más a niveles más bajos de

7Este grupo más capitalizado usa la estrategia de aumentar la mano de

obra más que aumentar las horas laborales. En este grupo, el negocio donde el dueño trabaja solo realiza ganancias promedio de $6,527. Si emplea una persona más, gana $8,404 por mes. Si tiene tres empleados o más, además de su propio trabajo, gana un promedio de $9,257 por mes. Las diferencias no tienen significancia estadística pero reflejan una tendencia consistente y real. Si tienes capital, pones más mano de obra. Si te falta capital para emplear gente, extiendes las horas de tu propio trabajo.

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capitalización,8 pero aun así no alcanza la importancia del dinero mismo. La tabla sugiere lo siguiente: si tienes un buen capital (más de $20,000) puedes trabajar un horario suave (menos de 39 horas a la semana), y ganarás más de $7,000 al mes, el doble de lo que gana el tipo con poco capital que se mata con un horario semanal de 70 a 80 horas. Para las ganancias microempresariales, el dinero con que entraste cuenta más que el sudor que sudaste.

C. Variables engañadoras: localización y educación

Los factores de capital y de trabajo ejercen un impacto real sobre las ganancias. Hay otros factores que, de una manera algo ilusoria, se correlacionan Ctanto estadísticamente como en la mente popularC con las ganancias, pero realmente no ejercen un impacto causal genuino sobre las ganancias. Discutiremos a continuación dos de estos factores.

1. La ilusoria ventaja capitaleña

La máxima aspiración reinante entre los sectores pobres del interior del país es probablemente la de salir del país. AA falta de pan casabe@. Los que no logran acumular el capital necesario o arreglar los papeles se conformarán con una migración a la ciudad capital. Hay una creencia generalizada de que a uno le va mejor Cpor lo menos económicamenteC en la capital que en su propio pueblo. No sólo hay más empleo, sino también (se cree) es un ambiente más favorable para una microempresa que el pueblo o el campo.

8 Desde un punto de vista técnico, la única diferencia estadística en

ganancias en la tabla se da entre los que trabajan poco y los que trabajan mucho. El grupo mediano (40 a 65 horas) no difiere significativamente de los otros.) Sin embargo, la consistencia con que las ganancias aumentan con inversión de más trabajo para los grupos de baja y mediana inversión nos conduce a opinar que la tabla refleja tendencias reales que ocurren en las microempresas, y que corresponde a lo que dice el sentido común. Abriendo más horas, puedes ganar más dinero.

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A primera vista, los datos sobre ganancias parecen validar esta imagen. La Tabla IX.4 compara las ganancias realizadas en lugares diferentes. Mirando tanto el promedio como la mediana más modesta y típica para cada región, vemos que los comerciantes de la capital realizan mayores ganancias mensuales. Las diferencias entre otras ciudades grandes, por un lado, y los pueblos y los campos, por otro, también van en el rumbo predicho, con mayores ganancias para aquellas.9

Sin embargo, tal observación descriptiva, no importa cuál sea su apoyo numérico, no debe interpretarse como una aseveración causal, como si hubiera algo intrínseco al ambiente capitaleño que favoreciera una microempresa. En este respecto, hay que cuidarse del peligro de Amentir con las estadísticas@, aun sin querer. Viendo la Tabla XI.4, uno podría sospechar que, quizás por la densidad demográfica, los mercados de la capital para diferentes productos sean más Acalientes@ y, por lo tanto, las ganancias sean mayores.

Pero antes de buscar el porqué de las ganancias capitaleñas superiores, asegurémonos de que no se trata de una ilusión óptica.

Tabla X I.4 ¿DÓNDE SE REALIZAN MAYORES GANANCIAS MENSUALES? Muestra: microempresas normales Ganancia Ganancia

Localización N promedio mediana Santo Domingo 173 $5,490 $5,000 Ciudades 10,000+ 168 4,085 3,000 Pueblos y campos 134 3,824 2,000 CIFRA NACIONAL 475 $4,523 $3,200 Prueba T: Santo Domingo difiere de otros dos P < .01 Otras ciudades no difieren de pueblos y campos.

9Pero la variación interna es tan grande Chay muchos negocios de los

pueblos que realizan mayores ganancias que los negocios de las ciudades grandesC que la diferencia puede ser accidente de la muestra. No es así con los negocios capitaleños. Las pruebas estadísticas indican que los negocios capitaleños ganan más que los negocios de las otras ciudades, o de los pueblos y los campos.

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Reexaminemos entonces la relación entre región del país y ganancias en la luz de la variable de cantidad de dinero invertido en el negocio. Planteamos la tesis alternativa de que las ganancias superiores que reportan los negocios capitaleños es función, no de un ambiente comercial más favorable o Acaliente@, sino de la simple presencia de más negocios de alto nivel de inversión. Si controlamos por inversión, es decir, si comparamos sólo los negocios que tienen niveles parecidos de capitalización, quizás no aparezcan diferencias entre los negocios capitaleños y los negocios de otros lugares. Tabla XI.4 tabula los datos de esta manera desagregada. Vemos claramente que, en términos generales, la ventaja que llevan los negocios capitaleños no es por su ubicación en Santo Domingo sino por el simple hecho de que los microempresarios en su totalidad tienen más capital. Si leemos la Tabla horizontalmente, vemos que la relación dinámica entre nivel de capitalización y ganancias mensuales se mantiene consistente en los tres contextos geográficos. Los de menos capital en Santo Domingo ganan $3,640 por mes. El grupo capitaleño con más dinero para invertir ganan $8,687 por mes. Los de menos capital en los pueblos ganan $1,802 por mes. Los de más capital ganan $8,609. Pero si leemos la Tabla verticalmente, controlando por monto de capital invertido, la supuesta ventaja de una ubicación capitaleña desaparece. Cuanto más capital tiene el microempresario, menos importa la ubicación del negocio en cuanto a sus ganancias mensuales.

Comparando las ganancias de los 55 negocios capitaleños de alta inversión con los 27 negocios de pueblos pequeños de alta inversión con una prueba estadística apropiada (en este caso una prueba T), vemos que el hecho de que los negocios capitaleños ganan $78 mensuales más que los del pueblo carece totalmente de significancia estadística. (Es un accidente puramente coyuntural de la muestra). Es decir, con inversiones altas iguales, se gana igual en el pueblo pequeño que en la capital. Si las ganancias promedio de la capital son más grandes que las de las provincias, es

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simplemente porque el porcentaje de negocios de alta inversión es mayor en la capital que en las provincias. Los datos sugieren que dado un alto nivel de inversión, aun los negocios de pequeño pueblo prosperarían igual que los de la capital.10

Tabla X I.5

IMPACTO DE NIVEL DE INVERSIÓN SOBRE GANANCIAS MENSUALES Inversión en Equipo y Mercancía

Ubicación del $5,000 ó $5,001 a Más de Promedio negocio menos $20,000 $20,000 Global Santo Domingo $3,640 $4,100 $8,687 $5,490 Ciudades 10,000 + 2,170 3,167 7,697 4,085 Pueblos pequeños 1,802 4,211 8,609 3,824 PAÍS ENTERO $2,582 $3,788 $8,325 $4,523

Las cifras se refieren a las ganancias mensuales promedio para los negocios de cada región que comparten el mismo nivel de inversión en equipo y mercancía.

Lo contrario se da cuando hay nivel bajo de inversión. Si volvemos a examinar a la Tabla XI.5 y miramos sólo aquellos negocios que tienen $5,000 o menos invertidos en equipos y mercancía, los 48 negocios de la capital ganan $3,640 mensuales mientras los 40 negocios de las otras ciudades ganan solo 60% de

10 Estadísticamente, hay que aseverar lo mismo aun en cuanto a los

negocios de las ciudades más grandes fuera de la capital. Las ganancias más bajas de $7,697 que reportan estos negocios de alta inversión parecerían ser más pequeñas que las de los negocios capitaleños y los negocios de pueblos del mismo nivel de inversión (ganan 11% menos que los negocios capitaleños.) Sin embargo, la variación interna dentro de cada región es tan grande que estas diferencias brutas, en promedio, no indican con seguridad estadística que haya reales diferencias regionales en ganancias, dados altos niveles de inversión. Una prueba T indica que, dado el alto nivel de inversión, hay un 40% de probabilidad de que las diferencias entre la capital y las otras ciudades grandes son producto accidentado de fluctuaciones en la muestra. Lo único que se puede decir es que quizás haya una tendencia ligera a ganar menos en las ciudades pequeñas que en la capital o los pueblos pequeños.

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esta cifra, es decir un promedio de $2,170, y los negocios pobres de los pueblos ganan sólo la mitad de lo que ganan los negocios de la capital que tienen el mismo nivel bajo de inversión. Una prueba estadística revela que estas diferencias entre capital y otras zonas son reales.

Puede ser que los migrantes no sepan estas estadísticas precisas. Pero sí se dan cuenta de los patrones en general y toman decisiones migratorias basadas en ellos. Si eres pobre y quieres establecer un negocio, te va a ir mejor en la capital. En cambio, si tienes ya un capital de unos $8 mil, $9 mil o $10 mil pesos para abrir un negocio, ganarás tanto en tu pueblo como en la capital Cy gastarás mucho menos y tendrás menos líos con ladrones, huelgas, basura y cosas por el estilo. No hay ninguna razón estadística para pensar que te irá mejor en la capital. Mejor que te quedes donde estás. En fin, la información disponible parece indicar que en el mundo microempresarial, salvo en el caso de los más pobres, una ubicación capitaleña no le confiere ventaja automática a una microempresa.11

2. La cuestionable ventaja educativa

Otra variable Afantasma@ que puede engañar es la de la educación. Más de nueve de cada diez microempresarios dominicanos han tenido por lo menos alguna educación formal. La mitad de ellos terminaron su escuela primaria. Y la mayoría de éstos últimos hicieron por lo menos algunos años de secundaria. Además, cerca del quince por ciento de la población microempresarial encuestada hasta cursó estudios universitarios. No es, en breve, una población analfabeta. Sin embargo, hay una gran dispersión en los niveles de educación.

11Esta generalización tiene que modificarse según el rubro de negocio.

Como señalamos arriba y como volveremos a discutir abajo, los negocios de alimentos sí florecen mejor en ambientes altamente urbanizados.

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Para ver si la educación contribuye al éxito microempresarial, habría que comparar las ganancias realizadas por microempresarios con diferentes niveles de educación. Un proponente de la escolarización aseveraría que mientras más te educas, mejor te irá en tus actividades microempresariales. La Tabla XI.6 parece apoyar esta hipótesis a primera vista.

La Tabla XI.6 demuestra una tendencia fuerte y significativa por parte de los microempresarios mejor educados de realizar ganancias más impresionantes. Los negocios de los 39 individuos que no tienen educación formal ganan menos de $3,000 por mes. Al otro extremo, los negocios de los que recibieron por lo menos alguna educación universitaria ganan más de $6,000 por mes. Sin embargo, ya vimos el impacto transcendental que ejerce el nivel de capitalización sobre ganancias. Tenemos que preguntar, entonces, si la educación trae mayores ganancias por causa de los conocimientos adquiridos en las aulas o si se trata simplemente de un grupo que tiene mayor acceso a capital. Tabla XI.6

EDUCACIÓN COMO PREDICTOR FUERTE DE GANANCIAS MENSUALES Ganancias

Nivel de educación N mensuales Ninguna educación formal 39 $2,734 Empezó la primaria 233 3,875 Completó la primaria 51 5,238 Hizo estudios universitarios 48 6,297 PROMEDIO COMBINADO 468 $4,470 Análisis de Varianza: P < .001 Pruebas T indican diferencias significativas de .05 en ganancias entre todos los grupos menos los que completaron la primaria y los que hicieron estudios secundarios.

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Tabla XI.7 indica claramente que hay una co-variación positiva entre educación y el acceso al capital. Y la misma fluctuación inconsistente que había entre los que completaron primaria y los que estudiaron en secundaria Céstos, paradójicamente, ganaban un poco menos en cifras crudas que aquellosC se da también con el patrón de inversión. Eso es lo que nos conduce a sospechar que no son los conocimientos adquiridos en la escuela los que generan las mayores ganancias, sino el simple acceso al capital. Y este acceso puede provenir no de la educación en sí, sino de la simple membresía en una clase social que tiene más dinero y que también manda sus niños a la escuela durante más años.

Para poner esta hipótesis a la prueba, comparamos las ganancias promedio de los tres subgrupos de microempresarios que tienen más o menos el mismo nivel de inversión: $5,000 ó menos, $5,001 hasta $20,000 y más de $20,000. Si es verdaderamente la escolarización que, a través de los conocimientos transmitidos aumenta la capacidad empresarial del individuo, entonces si miramos sólo los que tienen mucho capital, debemos encontrar que aun dentro de este grupo económicamente favorecido, los que más escolarización tienen también tienen mejores destrezas empresariales y por lo tanto mayores ganancias. En la Tabla XI.8 examinamos las ganancias de sólo este grupo favorecido, subdividiéndolos por nivel educativo.

Tabla XI.7 EDUCACIÓN RELACIONADA CON ACCESO A CAPITAL Inversión en Nivel de educación N equipo y mercancía Ninguna educación formal 30 $17,753 Empezó la primaria 201 23,030 Completó la primaria 45 38,044 Hizo estudios secundarios 93 34,965 Hizo estudios universitarios 44 68,446 PROMEDIO COMBINADO 413 $31,809 Análisis de Varianza: P < .001 Prueba T indican diferencias significativas de .05 en ganancias entre todos los grupos menos los que completaron la primaria y los que hicieron estudios secundarios.

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La Tabla no da mucho apoyo al punto de vista de los pedagogos. Las diferencias en ganancia entre los diferentes niveles educativos casi desaparecen. No hay absolutamente ningún patrón consistente en esa Tabla que justifique la aseveración de que la educación conduce a mejor uso del capital y a mayores ganancias. Hicimos análisis parecidos dentro de los otros dos grupos, los de mediana y de baja inversión. Se da la misma ausencia de impacto consistente de la educación sobre las ganancias. En los de mediana inversión, los 10 universitarios ganaron un poco más que los demás, pero los 9 individuos que nunca pisaron una escuela ganaron más que los 102 comerciantes que asistieron a primaria o a secundaria. Y en los negocios que tenían menos de $5,000 pesos de capital, los 15 individuos que nunca habían ido a la escuela ganan más por mes ($2,199) que los 4 universitarios empobrecidos de este grupo ($1,747).12 Tabla XI.8 GANANCIAS Y EDUCACIÓN Submuestra: 122 comerciantes que tienen más de $20,000 invertidos en equipo y/o mercancía Ganancias

Nivel de educación N mensuales Ninguna educación formal 5 $3,940 Empezó la primaria 45 8,403 Completó la primaria 18 9,556 Hizo estudios secundarios 32 8,148 Hizo estudios universitarios 22 8,764 PROMEDIO COMBINADO 122 8,387 Análisis de varianza indica que no hay diferencias significativas en ganancias entre los diferentes niveles educativos.

12 Ganan más en los términos absolutos de esta muestra. Pero

estadísticamente no hay diferencia significativa entre los dos grupos.

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En fin la aparente correlación entre educación y ganancias puede ser en gran parte una ilusión óptica. En el mundo microempresarial dominicano, la escolarización en si no es una fuerza causal importante, generando mayores destrezas que luego generan mayores ganancias. Al contrario, lo que parece ser la fuente principal de ganancias es el capital disponible para inversión. Una vez que tengas este capital, un nivel más alto de escolarización no te va a traer mayores ganancias.

Hay que cuidarse del otro extremo también, de una posición que deja de ver lo importante del factor humano en el éxito de una microempresa. Todos los microempresarios con quien hablamos enfatizan que no sólo basta el capital. Hay que saberlo administrar. Y programas de capacitación microempresarial hipotéticamente podrían incidir favorablemente en los pequeños negocios.

Lo que indican los datos, sin embargo, es que estos conocimientos administrativos o estas destrezas empresariales simplemente no parecen salir de las escuelas dominicanas. La Tabla, en fin, es un comentario no sobre la educación en sí, sino sobre la educación tradicional que se transmite en las escuelas.

Los datos nos obligan a concluir, por lo tanto, que el factor más crucial para las ganancias microempresariales es el acceso al capital, no a la educación formal o a un mercado capitaleño. Con nivel adecuado de capitalización la relevancia de estos dos factores disminuye o desaparece. El destino económico de una que otra microempresa puede ser determinado por factores de localización geográfica. Pero los verdaderos factores causales que determinan las ganancias de un negocio son los factores económicos de producción, sobre todo nivel de inversión de capital y de mano de obra.

Discutiremos luego las enormes implicaciones pragmáticas que tales patrones albergan para las autoridades interesadas en combatir el crecimiento demográfico de la capital. La estrategia de descentralizar las zonas francas ya está siendo implementada. Pero una agilización y una descentralización regional del crédito para

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microempresas tendrían enormes implicaciones. Nuestras impresiones cualitativas de que un préstamo microempresarial de unos $10,000 pesos podrían impedir la emigración de una familia entera parecen tener apoyo estadístico en estos datos de FondoMicro.

D. Género como predictor de ganancias: El factor enigmático

Sin embargo, el dinero no es omnideterminante. Aparece otro factor que incide de una manera enigmática pero consistente sobre las ganancias, en por lo menos parcial autonomía de los factores de dinero y trabajo invertido: el sexo del dueño de la microempresa.

Las encuestas realizadas subdividen las microempresas en tres grupos: negocios de hombres, negocios de mujeres, negocios de propiedad conjunta (es decir, con más de un propietario, y con géneros distintos). De los seiscientos negocios para los cuales existen datos al respecto, sólo 50 (8.3%) son de propiedad de género mezclado. La norma en la República Dominicana es la de concentrar la propiedad en las manos de un individuo: casi nueve de cada diez negocios (87.1%) tienen un solo dueño, de los cuales la mayoría (57%) son de hombres. Como se ve en la Tabla XI.9, las tres clases de negocios no se encuentran homogéneamente distribuidos a través del país. Al contrario: hay una tendencia fuerte entre los negocios de propiedad conjunta (casi dos de cada tres) de ubicarse en la capital. Pero de los negocios de mujeres, sólo uno de cada tres se ubica en la capital. La concentración más fuerte de negocios de mujeres es en las ciudades grandes fuera de la capital, donde el número crudo de negocios femeninos que apareció en la muestra aleatoria (96) casi iguala a la cifra para hombres (99).

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Pero las diferencias en ubicación geográfica por género son mucho menos impresionantes que las diferencias contundentes en ganancias por género. Como se ve en la Tabla XI.10, los hombres ganan más de dos veces lo que ganan las mujeres, una diferencia que se mantiene firme en las tres regiones. Los porcentajes en la columna a la derecha se refieren a la relación de las ganancias femeninas a las ganancias masculinas. Por ejemplo, en Santo Domingo lo que ganan las mujeres en sus negocios ($3,269) es sólo 47.5% de lo que ganan los hombres ($6,877). En cada región los negocios de mujeres ganan menos de la mitad de lo que ganan los negocios de hombres.

Tabla XI.9

¿DÓNDE SE CONCENTRAN LOS NEGOCIOS DE MUJERES?

Género del propietario Localización Hombre Mujer Conjunta Total Santo Domingo 129 76 32 237 40.2% 33.2% 64.0% 39.5% Ciudades 99 96 10 205 30.8% 41.9% 20.0% 34.2% Resto del país 93 57 8 158 29.0% 24.9% 16.0% 26.3% TOTAL 321 229 50 600 100.0% 100.0% 100.0% 100.0% Chi-Cuadrado 21.010 P < .001

Una reacción intuitiva a estas diferencias sería plantear la hipótesis de que son producto de los dos factores determinantes que se analizaron arriba: acceso al capital y tiempo libre para el negocio. Las mujeres tendrán menos capital empresarial que los hombres y, además, sus fuertes obligaciones domésticas les

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impiden invertir el tiempo que dedican los hombres a sus negocios. Si tuvieran igual acceso al tiempo y al dinero, )no ganarían igual que los hombres?

Examinemos primero la variable de capital invertido. La inversión promedio de los hombres en equipos y mercancía, aun sacando los negocios Agigantes@, es de $41,918. La de las mujeres es de $15,640. Si en vez del promedio usamos una cifra más modesta y más representativa, la mediana, sacamos resultados parecidos. Los hombres tienen una inversión mediana de $16,000 en sus negocios, tres veces más fuerte que la de las mujeres, que tienen una inversión mediana de $5,345.

Tabla XI.10 )QUIÉNES GANAN MÁS EN LOS NEGOCIOS: LOS

HOMBRES O LAS MUJERES? Ganancias mensuales por género

Ubicación del negocio Hombres Mujeres Porcentaje Santo Domingo $6,877 $3,269 47.5 Ciudades 10,000 y + 5,970 2,671 44.7 Pueblos pequeños 5,085 2,207 43.4 PROMEDIO NACIONAL $6,071 $2,737 45.1

¿Hasta qué punto esta variable de acceso a capital explica la

diferencia en ganancias entre hombres y mujeres? Para darle representación visual clara a esta pregunta, subdividimos los negocios en tres grupos distintos según nivel de inversión: $5,000 ó menos, $5,001 hasta $20,000, y más de $20,000. La muestra de negocios normales, combinando los géneros, se distribuyó equitativamente en los tres grupos. La Tabla XI.11, sin embargo, los divide por género del propietario. (Los porcentajes deben leerse verticalmente hacia abajo.) De los 165 negocios de mujer para los cuales hay datos de inversión, 75 (o 45.5%) invierten $5,000 ó menos. Solo 26.5% de los negocios de hombres invierten tan poquito. Al otro extremo, más del 40% de los negocios de hombres tienen más de $20,000 invertidos. Menos de 20% de los negocios de mujeres alcanzan ese nivel.

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La pregunta es: )hasta qué punto son estas diferencias en acceso a capital las que producen las diferencias en ganancias entre hombres y mujeres? Vimos ya la fuerte y significativa correlación entre nivel de inversión y ganancias mensuales. El que invierte puede ganar mucho. El que no tiene con qué invertir gana muy poco. Si esta variable, el nivel de capitalización, es el principal factor comercial que distingue entre hombres y mujeres, entonces los hombres y las mujeres con niveles parecidos de capitalización deben realizar ganancias parecidas. Tabla XI.11

)QUIÉN INVIERTE MÁS EN EL NEGOCIO: EL HOMBRE O LA MUJER?

Género del dueño Inversión equipos y mercancía Hombre Mujer Total $5,000 ó menos 63 75 138

26.5% 45.5% 34.2% $5,001 a $20,000 68 60 128

28.6% 36.4% 31.8% Más de $20,000 107 30 137

44.9% 18.1% 34.0% TOTAL 238 165 403

100.0% 100.0% 100.0% Chi-Cuadrado 32.7 P < .001

Tabla XI.12 pone esta hipótesis a la prueba pero da sólo confirmación parcial. Había 150 mujeres para las cuales pudimos calcular inversión y ganancias. La ganancia mensual promedio era de $3,147, aproximadamente la mitad de lo que ganan los hombres. Queríamos ver si una subdivisión de la muestra por nivel de inversión eliminaría las diferencias entre los sexos en cuanto a éxito comercial: las ganancias.

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Esta Tabla indica que tal análisis reduce las diferencias, pero no las elimina. Si miramos sólo los dueños de ambos sexos que menos dinero invierten, las mujeres alcanzan no 50% sino más de 70% de lo que ganan los hombres. No llegan a 100%, pero tampoco se quedan en el nivel de 50%. De igual manera: si examinamos los inversionistas más fuertes, los que ponen más de $20,000 en sus negocios, allá también las mujeres alcanzan 70% de lo que ganan los hombres. Es decir, cuando controlamos por nivel de inversión, parte de la diferencia entre hombres y mujeres se elimina. Pero queda un residuo que no se explica por la variable de nivel de inversión. Tabla XI.12 GANANCIAS POR NIVEL DE INVERSIÓN Hombres y Mujeres Comparados Inversión equipos Ganancias mensuales Proporción y mercancía Hombres Mujeres ganancias mujeres Más de $20,000 $9,082 $6,398 70.4% $5,001 a $20,000 4,541 2,768 61.0% $5,000 ó menos 3,069 2,180 71.0% PROMEDIO TOTAL $6,108 $3,147 51.5%

Pasemos, por lo tanto, al segundo factor posible, acceso a tiempo. Hemos visto que las horas invertidas en el negocio ejercen una influencia sobre ganancias, menos fuerte que la variable de capital, pero una influencia real. Los estudios anteriores de FondoMicro también han indicado que las mujeres, por sus obligaciones domésticas, disponen de menos tiempo que los hombres para sus microempresas. Los hombres trabajan un promedio de 66.6 horas semanales en sus negocios, las mujeres un promedio de 42.0 horas semanales (una diferencia de alto significado estadístico). Es decir, las mujeres, por sus obligaciones domésticas fuertes, pueden dedicar un tercio menos tiempo a sus negocios que los hombres. La diferencia se ve en forma tabular

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clara en la Tabla XI.13, donde dividimos la población microempresarial en tres grupos: los grupos extremos trabajan menos de cuarenta horas semanales por un lado, y más de 66 horas semanales por otro. La población microempresarial total está dividida de manera más o menos igual en las tres categorías. Pero si subdividimos por género, vemos que más del 50% de las mujeres pertenece al grupo que menos tiempo dedica a sus negocios. (Sólo el 15% de los hombres pertenece a este grupo.) Al otro extremo, casi la mitad de los hombres pertenecen al grupo que trabaja más de 66 horas semanales. Sólo una de cada cinco mujeres pertenece a este grupo. Es decir, hay representantes de los dos géneros en todo grupo, pero las mujeres se acumulan en el grupo que menos tiempo dedica (o puede dedicar) a sus negocios. Tabla XI.13 )QUIÉN DEDICA MÁS TIEMPO AL NEGOCIO: EL HOMBRE O LA MUJER?

Horas semanales Género del propietario dedicadas Hombre Mujer Total 39 horas o menos 46 122 168

14.6% 54.5% 31.2% 40 a 65 horas 122 58 180

38.7% 25.9% 33.4% 66 horas o más 147 44 191

46.7% 19.6% 35.4% TOTAL 315 224 539

100.0% 100.0% 100.0% Chi-Cuadrado 100.173 P <.001

¿Hasta qué punto este horario reducido contribuye a la reducción de las ganancias femeninas? Para explorar esta pregunta, sacamos ganancias promedio por sexo pero controlado por horas trabajadas. Tabla XI.14 nos enseña las ganancias promedio de cada sexo dividido según las horas que trabajan. Si las ganancias son

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realmente en función principalmente de horas invertidas, las ganancias de las mujeres que trabajan horas fuertes deberían acercarse a las ganancias de los hombres. Los resultados, sin embargo, no apoyan esa perspectiva.

Es cierto que los hombres que trabajan menos de 40 horas ganan sólo 57% ($3,794) de lo que ganan los hombres que más trabajan ($6,655). Pero aun ese grupo de hombres que trabaja poco en su negocio gana más del doble de lo que ganan las mujeres que trabajan más o menos las mismas horas.13 Si fuera solamente la variable de inversión de tiempo que ocasionara ganancias menores por parte de las mujeres, entonces, esperaríamos ver, en la columna de la derecha, porcentajes que se aproximan al 100%. Es decir, las mujeres deberían de ganar por lo menos igual que los hombres que invierten la misma cantidad de horas. Tabla XI.14 ¿SE GANA MÁS POR MES SI SE TRABAJAN HORAS MÁS LARGAS? Horas trabajadas Ganancias mensuales por género por semana Hombres Mujeres Porcentaje 39 horas o menos $3,794 $1,856 48.9 40 a 65 horas 6,530 3,313 50.7 66 horas o más 6,655 4,817 72.4 PROMEDIO GLOBAL $6,142 $2,778 45.2

La prueba se hace en la Tabla XI.14. Vemos que el porcentaje femenino se acerca un poco más al 100% sólo en el caso del subgrupo que trabaja horas fuertes. Los hombres de este grupo Adedicado@ trabajan un promedio de 90.6 horas a la semana y ganan $6,655 al mes. Las mujeres del mismo grupo trabajan un promedio de 84.9 horas y se embolsillan $4,817 al mes. Es decir, trabajan 93.7% de las horas que trabajan los hombres, y ganan

13Los hombres en este grupo trabajan un promedio de 23.7 horas a la

semana (con una mediana de 23 horas). Las mujeres en el mismo grupo de horas reducidas trabajan un promedio de 21.7 horas (con una mediana de 21 horas). Es decir, dedican 91.5% del tiempo que dedican los hombres de este mismo grupo, pero ganan menos que la mitad.

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72.4% de lo que ganan los hombres. Quedan diferencias, pero son mucho menores que las diferencias que se dan cuando la mujer trabaja menos de cuarenta horas. Los datos parecen indicar que cuando la mujer está libre para trabajar en su negocio a tiempo completo, sus ganancias se aproximan a las ganancias de los hombres que invierten la misma energía.

Se aproximan, pero aun así no igualan. Hay otros factores que operan. Sabíamos de antemano, por el análisis anterior, que no es sólo el tiempo, sino también el monto de la inversión, que influye sobre las ganancias. Y de hecho la inversión influye más que el tiempo. Vimos, sin embargo, que las dos variables juegan un papel simultáneo. Quizás, entonces, es la combinación de estos dos factores que reduce las ganancias de las mujeres: tienen menos dinero y menos tiempo. Quizás si las mujeres se igualaran a los hombres en las dos cosas juntas Cel mismo dinero y el mismo tiempo disponible para el negocioC, entonces se igualarían también en las ganancias.14 Para poner a prueba esta hipótesis, hicimos lo siguiente: creamos una tabla bidimensional con nueve subgrupos de microempresarios (Tabla XI.15) divididos por un lado en los tres niveles de capitalización y por el otro lado en los tres niveles de inversión. Esto produjo nueve celdas, o sea, nueve grupos de microempresarios:

A. Inversión fuerte con horario fuerte. B. Inversión fuerte con horario mediano. C. Inversión fuerte con horario leve. D. Inversión mediana con horario fuerte. E. Inversión mediana con horario mediano. F. Inversión mediana con horario leve. G. Inversión baja con horario fuerte. H. Inversión baja con horario mediano. I. Inversión baja con horario leve.

14El procedimiento estándar para desglosar los determinantes en tales

casos de causas múltiples y simultáneas es la regresión múltiple. El análisis que utilizaremos sirve una función parecida, pero de una manera visualmente más clara para un lector.

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Tabla XI.15 GANANCIAS MENSUALES POR SEXO, INVERSIÓN MONETARIA Y

HORARIO DE TRABAJO

Horario de trabajo semanal Fuerte Mediano Leve

Más de 40 horas hasta Menos de Inversión RD$ 66 horas 65 horas 40 horas Más de $20,000 A B C Hombres $ 8,782 $ 9,132 $11,333 Mujeres $ 7,013 $ 7,030 $ 3,660 % Mujer/Hombre 80% 77% 32% $5,001 a $20,000 D E F Hombres $ 5,185 $ 3,938 $ 4,217 Mujeres $ 3,871 $ 2,861 $ 1,985 % Mujer/Hombre 75% 74% 47% $5,000 ó menos G H I Hombres $ 3,707 $ 3,589 $ 1,937 Mujeres $ 3,968 $ 2,077 $ 1,781 % Mujer/Hombre 107% 58% 92%

Para interpretar la Tabla, la división vertical es por los tres

niveles de inversión monetaria en el negocio. La letra mayúscula a la parte superior izquierda de cada celda corresponde a uno de los subgrupos en la lista arriba mencionada. Por ejemplo, la celda >A= corresponde al grupo de alta inversión monetaria y fuerte horario semanal. Dentro de la celda se dan tres cifras: las ganancias mensuales de los hombres de ese grupo, las ganancias mensuales de las mujeres de ese grupo, y la relación de las ganancias femeninas con respecto a las ganancias masculinas. Los hombres de celda >A= ganan $ 8,782 por mes. Las mujeres de ese mismo grupo ganan $ 7,013, 80% de lo que ganan los hombres.

Examinando así las celdas vemos que en cada caso, con una excepción, las ganancias mensuales realizadas por las mujeres caen por debajo de las ganancias mensuales de los hombres al mismo

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nivel de capitalización y de horas semanales invertidas. En una celda, el grupo >G= que tiene poco capital pero que se esfuerza más de 65 horas a la semana en el negocio, las mujeres ganan un poco más que los hombres. Pero en las demás celdas ganan menos. En unos casos las mujeres se aproximan a los hombres, como en la última celda, la celda >I=, de microempresas de baja inversión y de horas leves. En este grupo las mujeres ganan 92% de lo que ganan los hombres. Al otro extremo está el grupo >C=, de fuerte inversión monetaria pero horario semanal leve, en donde los hombres ganan tres veces más que las mujeres del mismo grupo.

No intentaremos explicar en este momento algunos elementos sorprendentes de la Tabla. (Los hombres de fuerte capitalización, mientras menos trabajan en el negocio, más parecen ganar, lo que no se da en el caso de las mujeres de inversión fuerte.) Lo que queremos señalar en este momento es el patrón generalizado que domina la Tabla: una tendencia por parte de las mujeres a ganar en sus negocios menos que los hombres, aun cuando la comparación se restringe a hombres y mujeres que invierten aproximadamente la misma cantidad de dinero y tiempo en su negocio.

Este hallazgo se presta fácilmente a interpretaciones cuestionables. ¿Será que el hombre dominicano maneja mejor el dinero de su negocio que la mujer dominicana? Hay un dato frío e incómodo (para los hombres) que debe congelar inmediatamente esta línea de especulación. El hombre promedio invierte $41,918 en su negocio. La mujer promedio invierte $15,640. Es decir, las mujeres tienen para sus negocios sólo 37% del capital que tienen los hombres. (Además, como ya hemos visto, disponen de menos tiempo para sus negocios.) Y aun así ganan 45% de lo que ganan los hombres. (La ganancia promedio masculina es $6,071 por mes, y la de las mujeres de $2,734 por mes.) Si usamos sólo estos porcentajes crudos, el premio de mejor cuidador de capital le tocaría a las mujeres.15

15La aparente eficiencia femenina se destaca aún más si incluimos en el

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Concluimos, por lo tanto, en que los resultados son hasta ahora ambiguos, pero que parece que las diferencias entre ganancias de hombre y mujer no se pueden atribuir sólo a diferencias en el nivel de capital o a las horas invertidas en el negocio. Hay otros factores, cuya operación queda por investigar, que producen ganancias reducidas entre las microempresarias dominicanas, aun teniendo acceso al mismo capital que sus contrapartes masculinas. E. Resumen y Conclusión

Esta discusión sobre ganancias se puede resumir brevemente.

- Los datos sobre ganancias microempresariales indican que Ceteris paribus, es mejor tener negocio que tener un empleo en la República Dominicana. La ganancia mensual promedio de la microempresa normal es $4,523. Este promedio es por lo menos el doble de lo que ganaría un individuo sin título universitario en un empleo normal. Y, además del ingreso superior, existen las ventajas de ser su propio jefe, de tener menos peligro de quedar sin trabajo y de poder aumentar el ingreso si se invierte más esfuerzo.16

- Hay gran variación interna alrededor de esta cifra. El 25%

análisis los negocios Agigantes@ atípicos. En esta muestra expandida el capital disponible a la mujer promedio es sólo 29% del capital disponible a su contraparte masculino, pero sus ganancias siguen siendo 45% de las del hombre.

16 Este promedio de $4,523, hay que recordar, es conservador. Es el promedio reducido que se calcula sin incluir los negocios "gigantes" atípicos. Para ser aún más conservador podemos usar, como medida de ganancia típica, no el promedio sino la cifra de la ganancia mediana que es de $3,200. Aun esta ganancia mensual más conservadora representa un sueldo que se consideraría muy favorable.

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de las microempresas gana $6,000 mensuales o más. Al otro extremo, 25% ganan $1,200 o menos. Es decir, el camino microempresarial facilita pero no garantiza el ascenso socioeconómico.

- El factor causal más poderoso al determinar el nivel de ganancias es el factor de capital disponible. Como regla general, mientras más inviertes, mas ganas. Si tienes poco capital, puedes aumentar las ganancias en algo invirtiendo más trabajo, estableciendo un horario semanal fuerte. Pero el aumento a través de trabajo más fuerte es modesto y opera sólo en niveles más bajos de capitalización. Mientras más capital tienes, menor es el impacto estadístico sobre ganancias de horarios expandidos.

- Solo en los niveles más bajos de capitalización se encuentra una verdadera ventaja capitaleña. Teniendo dinero para invertir, puedes ganar igual en un pueblo que en la capital. La tendencia de los negocios capitaleños de reportar mayores ganancias es producto coyuntural de un mayor nivel de capitalización, no de una ventaja verdadera en ubicación capitaleña.

- De manera parecida, una vez que tengas capital, tu nivel de escolarización no influirá sobre las ganancias de tu negocio. El impacto de los conocimientos escolares sobre manejo de un negocio o generación de ganancias parece bajo o nulo. La impresionante asociación estadística entre educación y nivel de ganancias casi desaparece si controlamos por nivel de capital disponible.

- Por razones que no se han analizado plenamente, las microempresarias ganan menos que sus contrapartes masculinas. Si controlamos por capital y tiempo disponibles, parte de la diferencia desaparece. Pero queda un residuo de diferencia entre ganancias masculinas y femeninas que se produce por factores que aún no se han identificado.

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El negocio estadísticamente más popular del mundo microempresarial dominicano es el colmado. Habiendo discutido la dinámica general de las ganancias microempresariales, ya volveremos al análisis de ese subgrupo de negocios. Veremos que su popularidad se deriva en gran parte del flujo de ganancias que genera esa clase de negocio.

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CAPITULO XII

XII. Las ganancias del colmado

En este capítulo examinaremos las ganancias de los colmados, comparándolas con las ganancias de los ventorrillos más pequeños, por un lado, y con las ganancias de los negocios de no-alimentos, por otro lado. Queremos constatar si son las ganancias del colmado que explican la popularidad de esta clase de negocio en la República Dominicana.

A. )La comida es buen negocio?

En capítulos anteriores notamos el porcentaje alto de microempresas dominicanas Cmas de 4 de cada 10C que se ocupan de productos alimenticios. El éxodo nacional de la agricultura como manera de vivir no implica un éxodo del rubro de los alimentos como fuente de ingreso. Se oye con frecuencia el sentimiento de que, como la gente obligatoriamente tiene que comer y tomar, hay un mercado garantizado para los alimentos y las bebidas. Por eso muchos microempresarios invierten su capital en ese rumbo.

Queremos ver aquí si las ganancias reportadas justifican esta inclinación. La Tabla XII.1 divide los negocios en dos grupos: los

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que producen o comercializan alimentos y los que se ocupan de otros productos o servicios. Luego examina cuatro variables que nos darán un perfil económico de cada grupo: inversión en mercancía (o materia prima), inversión en equipo, ventas mensuales y ganancias mensuales. Para cada variable, la Tabla XII.1 da dos cifras: el promedio aritmético y la mediana. Como algunos de los promedios se inflan por unos negocios con inversiones, ventas o ganancias atípicamente altas, presentamos también las cifras medianas para cada negocio.

Las cifras medianas son más modestas y presentan un cuadro más representativo de la realidad microempresarial.1

Examinemos primero los patrones de inversión. En términos de mercancía, los negocios de alimentos (que incluyen no solo colmados, sino también ventorrillos, supermercados y otros negocios como restaurantes, cafeterías, ventas de helados, etc.) invierten un promedio de unos $15,000. Pero esta cifra incluye los supermercados y colmados, además de los negocios mas modestos. Por eso, la cifra mediana Cque representa el nivel de ventorrillo más que de colmadoC es sólo de $3,000, muy por debajo del promedio de $15,206.

1 Para un lector no familiarizado con la estadística, repetimos esta

distinción importante. La inversión "promedio" se saca dividiendo la suma de todas las inversiones por la cantidad de negocios. Por ejemplo, si hay una muestra de siete negocios con inversiones de 5 mil, 10 mil, 15 mil, 20 mil, 25 mil, 30 mil y 200 mil, su inversión "promedio" es de $43,571, es decir, el average de los siete negocios. Esta cifra alta se distorsiona por el negocio atípico que invierte $200,000. El promedio así distorsionado no representa lo típico. La inversión "mediana" es la inversión de aquel negocio que queda a mitad de camino entre el que menos invierte y el que más invierte. La inversión mediana de esta muestra hipotética es $20,000, la inversión del cuarto negocio Ca mitad de camino entre los tres que menos invierten y los tres que más invierten. En tales casos de fuerte heterogeneidad interna la cifra mediana representa una situación más típica. Utilizaremos las dos cifras en este capítulo.

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Tabla XII.1 INVERSIONES, VENTAS Y GANANCIAS DE NEGOCIOS

POR RENGLÓN DE ALIMENTOS O DE NO-ALIMENTOS Tipo de Negocio Negocio Negocio Inversión alimentos no-alimentos Inversión en mercancía

Promedio $15,206 $11,238 Mediana 3,000 2,000

Inversión en equipo

Promedio 12,150 27,096 Mediana 5,000 5,200

Ventas mensuales

Promedio 20,980 11,001 Mediana 12,500 6,000

Ganancias mensuales

Promedio 4,565 4,484 Mediana 3,500 3,080

Lo mismo sucede con los negocios de no-alimentos, con un promedio alto de más de $11,000 pero una mediana baja de solo $2,000. Para interpretar la gran discrepancia entre promedio y mediana, se diría que hay algunos negocios grandes en cada rubro con fuertes inversiones, pero que la típica y mayoritaria microempresa dominicana invierte unos $3,000 en mercancía si es de alimentos y unos $2,000 en materia prima si no comercializa alimentos. En los dos renglones, la inversión en equipo e infraestructura de la microempresa típica Ces decir, la medianaC supera a la inversión en mercancía. Pero esa observación vale solo para los negocios pequeños de alimentos. Cuando miremos más directamente a los colmados separadamente, veremos que la inversión en mercancía sube astronómicamente.

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Hay una gran diferencia en ventas entre los dos renglones. Los negocios de alimentos tienen un movimiento más fuerte de dinero, vendiendo cada mes más o menos el doble de lo que venden los negocios de no-alimentos. Pero ese movimiento más rápido de dinero es algo ficticio y engañador. Gran parte del dinero que entra sólo cubre los costos de la mercancía. El dinero que entra a los negocios de no-alimentos tiene una porción más alta de ganancias limpias. Así es que vemos el patrón curioso de que las ganancias mensuales de los dos renglones son muy parecidas. ALa comida es buen negocio@, como dice el refrán callejero, pero no necesariamente mejor que los otros negocios.

B. Colmados vs. Negocios de no-alimentos en ganancias

El renglón de Anegocio de alimentos@ agrupa entidades demasiado heterogéneas para un análisis refinado. Para un análisis más detallado de las inversiones y ganancias microempresariales, hemos separado los ventorrillos de los colmados.

Empecemos con el grupo mayoritario, las microempresas que no procesan o comercializan alimentos. Alrededor de 70% de la inversión de estos negocios Anormales@ se utiliza para equipos de diferentes clases. Lo que se compra mensualmente en mercancía o en materia prima es relativamente poco. La inversión fuerte es en equipo y, para negocios con empleados, en mano de obra especializada. En nuestras conversaciones con dueños de talleres, por ejemplo, hemos visto que los técnicos que manipulan las máquinas computarizadas para afinamiento de motores o alineamiento de ruedas pueden exigir hasta $8,000 por mes. El mecánico de un taller normal, trabajando por ajuste con sus propias herramientas, puede llevarse hasta $4,000 por mes. El grueso de la inversión en tales negocios va hacia el equipo y la mano de obra especializada.

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El colmado típico, en cambio, pagará $1,200 o $1,500 a sus empleados a tiempo completo, y tal vez menos. Sólo un tercio de la inversión del colmado típico va destinado a equipos o a mano de obra. El resto va dedicado a la mercancía que se venderá. Es decir, el negocio convencional tiene el grueso de su inversión Aamarrado@ en equipo (o, en algunos negocios, en gastos mensuales de mano de obra). El colmado, en cambio, tiene el grueso de su capital Asuelto@ en mercancía de alta movilidad (ver Tabla XII.2). Tabla XII.2

INVERSIONES Y GANANCIAS DE VENTORRILLOS, COLMADOS Y NEGOCIOS DE NO-ALIMENTOS

Tipo de Negocio Negocio Inversión Ventorrillo Colmado no-alimentos Inversión en mercancía

Promedio $ 5,484 $50,959 $11,238 Mediana 3,500 40,000 2,000

Inversión en equipo

Promedio 5,226 26,484 27,096 Mediana 3,650 15,000 5,200

Ventas mensuales

Promedio 12,940 45,287 11,001 Mediana 10,500 42,000

6,000 Ganancias mensuales

Promedio 3,343 9,074 4,484 Mediana 3,000 8,000 3,080

Mirando las cifras medianas, vemos en esta Tabla que, en términos absolutos, la inversión de equipo del colmado típico es casi ocho veces más alta que la inversión de la microempresa de no-alimentos típica. El colmado emerge en este cuadro como el Arey@ de las microempresas. Pero dadas las grandes diferencias en niveles de inversión, quizás estemos comparando manzanas y naranjas.

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Tabla XII.3 INVERSIONES Y GANANCIAS DE NEGOCIOS MÁS GRANDES

INVERSIONES DE $40,000 O MÁS Tipo de Negocio Negocio Inversión Colmado no-alimentos Inversión en mercancía

Promedio $60,917 $36,294 Mediana 45,000 10,000

Inversión en equipo

Promedio 33,318 94,645 Mediana 20,000 50,000

Ventas mensuales

Promedio 51,961 25,892 Mediana 45,000 19,000

Ganancias mensuales

Promedio 10,115 10,008 Mediana 9,000 9,000

Para restringir las comparaciones a negocios que tienen más

o menos el mismo nivel de capital invertido, hemos generado la Tabla XII.3, que examina sólo los negocios que tienen por lo menos $40,000 pesos invertidos en mercancía y equipo. Cuando comparamos los colmados a los negocios de no-alimentos usando este control, ya las diferencias en la cifra económica básica Clas gananciasC desaparece. Los dos son iguales. Donde difiere el colmado del negocio de no-alimentos de inversión fuerte es en términos del porcentaje de capital invertido que está Aamarrado@ en equipo en vez de en mercancía o en materia prima más móvil. El colmado típico invierte más de dos veces más en mercancía para la venta que en equipo estático. El negocio de no-alimentos, en cambio, dedica menos de la mitad a mercancía móvil que a equipo permanente.

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Pero con respecto a la cifra comercial clave Cla relación entre ganancias y capital invertidoC el colmado sale igual que la microempresa de no-alimentos de capitalización equivalente. Mirando las cifras medianas, vemos que los colmados tienen más o menos el mismo nivel de inversión que los negocios de no-alimentos de esta submuestra bien capitalizada. Y vemos que sus reportadas ganancias mensuales son iguales: entre $9,000 y $10,000.2 Mirado desde esta perspectiva de ganancia neta con respecto al capital, el colmado compite con el negocio de no-alimentos, pero no lo supera.

C. Ganancias por hora: El lado débil del colmado

En los párrafos anteriores vimos que las ganancias mensuales limpias del colmado se equivalen a las ganancias de los negocios de no-alimentos de capitalización equivalente. Pero ahí falta un factor que todo el mundo ve como desventaja del negocio del colmado: su horario sacrificado. Si incluimos en la comparación el factor de tiempo invertido, ya el colmado pierde gran parte de su posición ventajosa. Recordemos los datos presentados en capítulos anteriores. Los negocios de no-alimentos trabajan un promedio de 46 horas a la semana (con una mediana de 48). Los colmados trabajan un promedio de 94 horas a la semana (con una mediana de 98). Es decir, para realizar ganancias equivalentes el colmado típico tiene que llevar un horario que es el doble del horario del negocio de no-alimentos.3 Es decir, el

2En términos de ventas mensuales, entra dos veces más dinero en el

colmado que en los negocios de no-alimentos. Pero como los colmados no agregan valor al producto, sólo 20% de lo que venden se calcula como ganancia limpia. Refleja el margen aproximado de 25% que pone el colmado sobre los productos, menos los gastos corrientes del negocio.

3Los negocios de no-alimentos que tienen una inversión de $40,000 o más trabajan un poco más: un promedio de 52 horas a la semana. Pero aún así su horario semanal es sólo 56% del horario de los colmados de capitalización y ganancias equivalentes. El patrón sigue vigente: para realizar ganancias

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colmado sigue siendo buena inversión, pero sólo para alguien dispuesto a vivir Ae'clavizao@ Co para un inversionista con un Asocio@ o Aadministrador@ con esa disposición.

Examinemos este asunto en términos de una variable nueva: Aganancias por hora@. Computamos las ganancias por hora de cada negocio dividiendo sus ganancias mensuales reportadas con las horas mensuales computadas que el negocio trabaja.4 La Tabla XII.4 documenta una dinámica interesante que distingue los negocios de alimentos de los negocios de no-alimentos. Para cada uno de estos renglones calculamos primero las ganancias promedio. Son casi iguales. Los negocios de alimentos ganan $81 pesos más por mes que los negocios de no-alimentos, una diferencia irrisoria y sin significancia estadística. Sin embargo, el negocio de alimentos promedio trabaja 20 horas más por semana que su contraparte. Es decir, para lograr ganancias parecidas el negocio de no-alimentos trabaja sólo 70% del horario del negocio de alimentos promedio. Como resultado, la ganancia por hora ($18) de ésta es sólo 72% de la ganancia por hora que realiza el negocio de no-alimentos promedio ($25). Visto desde este ángulo de ganancias por hora trabajada, el lema de que la comida es buen negocio no goza de fuerte apoyo empírico.5

¿Cómo comparan estas ganancias mensuales netas con los sueldos mensuales que recibirían los microempresarios si

equivalentes los colmados tienen que llevar un horario doble.

4 Las horas mensuales se computaron multiplicando las horas diarias reportadas por el número de días que el negocio trabaja. Es posible que muchos negocios de no-alimentos que trabajaban sólo medio día el sábado reportaron seis días. Y es probable que los colmados trabajen 4 ó 5 horas menos el domingo que en otros días. Tales ajustes hubieran resultado en disminuciones leves para las dos clases de negocio, pero la proporción entre los dos hubiera quedado casi igual.

5 Aplicando una prueba T, vimos que las diferencias en ganancias mensuales entre los dos renglones no tienen significancia estadística. Sus ganancias netas son iguales. En cambio, las diferencias en horas trabajadas y en ganancias por hora alcanza significancia estadística al nivel de .001

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trabajaran como empleados? En el caso de ambos renglones, la respuesta básica es: bastante favorable. El sueldo mínimo que se paga a un obrero es de unos $1,600 por mes. Para este sueldo trabaja (en la práctica vigente en muchas empresas) cinco días de ocho horas durante la semana, más medio día el sábado. Asumiendo un mes de 180 horas de trabajo, el obrero gana el equivalente de un sueldo de unos $9 por hora. El microempresario en el renglón de alimentos gana el doble de esa cantidad. Y el microempresario en el renglón de no-alimentos gana casi el triple de esa cantidad. Aún si reducimos las horas semanales de los empleados a la cifra teórica de 40 horas, los que trabajan por sueldo mínimo salen ganando unos RD$10 (U.S $0.75) por hora Cmuy por debajo de lo que el microempresario promedio se gana por hora.6

Reconozcamos que el promedio de $18 por hora que se ganan los comerciantes de alimentos es elevado por la inclusión de unos que ganan mucho. Usando la cifra mediana más modesta, el negocio Atípico@ en este renglón de comercios de alimentos gana $13 por hora, todavía por encima del sueldo mínimo real en 144%. El sueldo mediano del microempresario de no-alimentos es de $17 por hora, 189% por encima del sueldo mínimo real. Es decir, por cualquier medida estadística que utilicemos, los que se meten en negocios ganan más que los que se conforman con un empleo. El pueblo no goza de las estadísticas precisas sobre este asunto. Pero sí conocen los patrones generales: mejor meterse en negocio propio que quedarse ganando un sueldito.

Hay que reconocer que muchos empleados superan el Asueldo mínimo@. Un chofer o un mecánico ganarán no $1,660,

6 Este cálculo de sueldo por hora, que se usa en muchos contextos

industrializados, es ajeno al cálculo que usan los dominicanos, basados más bien en sueldo mensual. Hemos hablado tanto con empleados como con dueños de empresa que saben lo que ganan o pagan mensualmente pero que no pudieron decirnos cuánto ganan o pagan por hora. No obstante, el cálculo por hora es útil para fines comparativos y analíticos.

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sino $3,000 por mes (unos $17 por hora). No es realista, por lo tanto, usar el sueldo mínimo como criterio único de las ventajas de meterse en negocio. Si usamos el criterio de $3,000 como línea divisoria entre sueldo decente y sueldo marginal, )qué porcentaje de microempresas dan a sus dueños el equivalente de un sueldo decente? Más de la mitad. Sean negocios de alimentos, sean negocios de otro tipo, casi 56% de los microempresarios ganan $3,000 o más cada mes.7 Tabla XII.4 GANANCIAS POR HORA DE NEGOCIOS DE ALIMENTOS Y

DE NO-ALIMENTOS POR HORARIO SEMANAL Tipo de Negocio Negocio Negocio

alimentos no-alimentos N=246 N=277

Ganancias mensuales $4,565. $4,484. Horas semanales abierto 66 46 Ganancias por hora $ 18. $ 25.

El porcentaje es más fuerte entre los hombres. Si

subdividimos los negocios por sexo del dueño, como muestra la Tabla XII.5, vemos que más de 7 de cada 10 microempresarios varones reciben de sus negocios $3,000 o más. Para el hombre dominicano del pueblo, es claro que el camino de la microempresa lo pone en un status económico muy por encima de lo que la mayoría lograría en empleos. Convirtiéndolo (como se hizo arriba) en ganancias por hora, se ve que el Asueldo@ que gana la mujer de su negocio está por debajo del sueldo del hombre, sea lo que sea el renglón. En el renglón de los alimentos la mujer gana 75% por hora de lo que gana el hombre. En los otros renglones gana 63% por hora de lo que gana el hombre.

7El promedio está más cerca de $4,500 por mes, pero el negocio típico, es

decir, el mediano, gana $3,200 por mes.

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Es cierto que entre las mujeres sólo una minoría (37%) alcanza la meta común de $3,000 mensuales (o unos $100 diarios) como ganancia de su negocio. Pero el porcentaje de mujeres empleadas que recibirían el sueldo deseable de $3,000 mensuales es mínimo. Es decir, las ganancias de sus negocios, aunque menores que las ganancias de sus hermanos y maridos, superan en la mayoría de los casos a lo que ganarían en un empleo.

Tabla XII.5

GANANCIAS AGREGADAS POR GÉNERO Ganancias mensuales Menos de

$3,000 $3,000 ó más Total Hombre 69 180 249

27.7% 72.3% 100% Mujer 127 75 202

62.9% 37.1% 100% TOTAL 196 255 451

43.5% 56.5% 100% Chi-Cuadrado 56.1 P < .001 Tabla XII.6

GANANCIAS POR HORA DE LAS MUJERES COMPARADAS CON LAS

GANANCIAS DE LOS HOMBRES Tipo de Negocio Negocio Negocio Género del dueño alimentos de no-alimentos Hombre $20 por hora $30 por hora Mujer $15 por hora $19 por hora

En este capítulo, sin embargo, el enfoque principal es el de comparar, no los hombres y las mujeres, sino los colmados con otros negocios. Hemos visto arriba que los negocios de alimentos, en general, ganan casi lo mismo por mes que los negocios de no-alimentos. Pero vimos también que aquellos llevan un horario de

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más o menos el doble de lo que llevan éstos últimos. En términos humanos, sus ganancias se realizan a base de vivir Aesclavizados@ al negocio, más que en otros renglones. En términos económicos, su ganancia neta por hora invertida es muy por debajo de los negocios de no-alimentos.

De todos los negocios de alimentos, el colmado es el que mas ejemplifica este patrón de ganancias reducidas por horas. Para hacer el análisis hay que restringirnos a negocios con niveles parecidos de capitalización. El nivel de inversión del colmado típico está tan por encima del de las demás microempresas comunes, que tuvimos que restringir la comparación sólo a negocios con $40,000 ó más en inversiones de equipo y mercancía, para no comparar manzanas con naranjas. Usando ese control ya observamos arriba que los colmados y los negocios de no-alimentos bien capitalizados tienen los mismos niveles de ganancias mensuales Centre $9,000 y $10,000. (Estas cifras son estimaciones aproximadas hechas por los dueños de lo que Adeja@ su negocio, sacando todos los gastos. Las cifras salen igual para el colmado y los grandes negocios de no-alimentos.) Esta cifra corresponde en cierto sentido al Asueldo@ que se gana el dueño del negocio. Tal sueldo de $10,000 mensuales, para una persona del pueblo, se consideraría un sueldo astronómico. Los jóvenes ejecutivos de banco pueden empezar, si tienen suerte, con sueldos mensuales de $6,000, y llegar, si acaso y con mucho trabajo, a ganarse $10,000 mensuales. Y, sin embargo, vemos que las ganancias mensuales limpias del colmado típico Cy de la microempresa de no-alimentos de capitalización equivalenteC andan por esas esferas.8

8Probablemente ande muy por encima de este nivel. Hay dominicanos

conocedores de su ambiente que nos aseguran que las cifras recogidas por los encuestadores sobre los colmados están por debajo de la realidad. La gente no quiere que los demás sepan cuánto tienen o cuánto ganan. Un colmadito, nos aseguran, podría fácilmente ganar $20,000 limpios cada mes. Nuestras propias observaciones cualitativas nos condujeron a la misma conclusión. Utilizaremos la cifra de $10,000, como ganancia mensual típica, porque son las cifras que se basan en investigaciones sistemáticas, no en impresiones anecdotales. Sin embargo, reconocemos la posibilidad de que nos brinden un cuadro muy conservador de la realidad.

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Pero inyectemos al análisis el factor de tiempo invertido. De repente, la posición ventajosa del colmado se desinfla (ver Tabla XII.7). Para interpretar esta tabla hay que acordarse de que se trata solo de microempresas Aélite@ Ces decir, con inversiones en equipo y mercancía de $40,000 o mas. Eso incluye 67% de los colmados en la muestra pero sólo 22% de los negocios de no-alimentos (la gran mayoría de los cuales tiene inversiones menores que las del colmado). Cuando se trata de ese nivel de inversión, vemos en la tabla que las microempresas de no-alimentos de este grupo élite invierten 39% más que el colmado.9 Sin embargo, las ganancias netas de los dos renglones son estadísticamente indistinguibles e iguales. El colmado, en ese sentido, sale mejor que el negocio de no-alimentos. Invierte sólo 72% de lo que invierte el negocio de no-alimentos de ese nivel general, pero gana lo mismo.

Tabla XII.7

COMPARACIÓN DE GANANCIAS POR HORA DE LOS COLMADOS Y DE MICROEMPRESAS DE NO-ALIMENTOS DE INVERSIÓN FUERTE.

Tipo de Negocio

Colmado Negocio de Variables económicas no-alimentos Inversión equipo y mercancía $94,235 $130,939 Ganancias mensuales promedio $10,115 $ 10,008 Horas semanales abierto 92.8 51.8 Ganancias por hora laboral $ 25 $ 50

Sin embargo, hay una diferencia fuerte entre los horarios semanales de los dos renglones. Si incluimos este factor en el análisis, el resultado es una ganancia por hora por parte del colmado ($25) que alcanza sólo la mitad de lo que gana por hora

9 Invierte 30% más si usamos la mediana como criterio en vez del

promedio.

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laboral ($50) una contraparte en un renglón de no-alimentos con el mismo nivel general de capital.

Esta perspectiva de ganancias por hora quizás tenga algún interés analítico, pero tiene poca importancia para los microempresarios. Todos pueden decir exactamente cuánto pagan a sus empleados por mes y pueden estimar cuánto les deja el negocio por mes. Pero pocos pueden decir cuánto ganan sus empleados por hora o aun por día. La hora no se utiliza, ni oficialmente ni informalmente, como medida de recompensa salarial, 10 y menos se usa como medida de ganancias microempresariales.

Los dueños de colmado exitosos saben más o menos cuánto venden al día. Y saben que viven sacrificados al negocio. Pero no ponen un precio a su labor. Contabilizan mentalmente como un Agasto@ el sueldo que pagan a sus empleados, pero no su propio trabajo. Si se usara la práctica de pagarse un sueldo de su negocio, entonces sí el tiempo de uno mismo emergería como gasto. Pero esa práctica se usa en muy pocos colmados. La asignación de un sueldo al dueño de negocio por sus horas de trabajo Ces decir, la separación conceptual y formal del trabajo de manejo (que hay que recompensar y contabilizar mediante un Asueldo@) y el status de dueño (cuyo premio son las Aganancias@) se logra sólo en negocios ya administrativamente avanzados. En el colmado típico el único Asueldo@ que recibe el dueño (y, por lo general, su esposa y sus hijos que lo ayuden) son las ganancias del negocio.

Para evaluar la viabilidad o racionalidad económica de su

negocio, mira sólo la diferencia entre lo que tenía al comenzar el

mes y lo que tiene al finalizarse. No divide esta suma por días o

por horas, para saber cuánto vale su labor por unidad de tiempo.

10En muchos países industrializados la hora es la unidad básica de pago

explícita y negociada para muchas categorías de mano de obra, generalmente no-profesional. Con la excepción de los abogados, a los profesionales en tales contextos no se les paga por hora. Pero en tales casos lo que se negocia es la recompensa anual, no la mensual como en la República Dominicana.

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El dueño de colmado que tiene una inversión de $100,000 y que

se gana $10,000 limpios en un mes, pero que ha tenido que trabajar

320 horas para ganar eso, se sentiría más exitoso que un dueño de

taller con una inversión de $50,000 que se ganó $8,000 en el mes

pero que trabajó solo 160 horas. En términos estrictos de capital

y trabajo, al dueño de taller le fue mejor. En un mes ganó 16%

sobre su inversión monetaria y su trabajo se recompensó a la tasa

de $50 por hora. El dueño de colmado, en cambio, ganó 10%

sobre su inversión y se ganó $31 por hora.

Pero en el mundo informal de las microempresas tales

mecanismos analíticos raramente se aplican. Lo que se mira y se

discute y se comenta es el volumen bruto de ventas y el

aproximado volumen neto de ganancias mensuales.

D. Colmados vs. Ventorrillos

Esa perspectiva es la que explica la conducta de los que

quisieran tener colmados pero que (en vista de la falta de capital)

tienen que conformarse con un nicho más modesto en el mundo

de los alimentos: el dueño de ventorrillo. El perfil del ventorrillo

Cpequeño negocio que se especializa en vender productos

perecederos de mercadoC emergió en la Tabla XII.7 más arriba.

El ventorrillo se puede considerar de hecho como un negocio pre-

colmado. El folklore de la calle habla mucho de los orígenes

humildes de muchos colmados: AMira cómo empezó fulano con

su ventorrillo chiquitico y ahora tiene ese colmado enoooorme...@ Pero aunque sean fases evolutivas (por lo menos en el concepto

popular) del mismo negocio, el colmado y el ventorrillo tienen

perfiles económicos distintos en varios sentidos precisos.

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CMonto de la inversión. La inversión mediana del colmado es

de más de $50,000. En cambio, para abrir su ventorrillo chiquito,

fulano sólo tenía que tener unos $3,500 en mercancía y algo

parecido en equipo. La inversión total promedio del ventorrillo

(equipo y mercancía) es sólo el 14% de la inversión promedio de

los colmados.11

CLa distribución de la inversión. El ventorrillo tiene que congelar la mitad de su inversión en el equipo básico requerido: peso, mostrador, instalación eléctrica (por lo menos uno o dos bombillos), y otros rubros. El colmado típico invierte el doble en mercancía de lo que invierte en equipo.

CVolumen de venta. El colmado promedio tiene ventas entre

tres y cuatro veces más altas que las del ventorrillo promedio. CRapidez de rotación de inventario. La inversión en mercancía

del colmado es siete veces más alta que la del ventorrillo. ¿Por qué el volumen de venta es solo tres veces más alto? Ya tocamos ese tema: la baja capitalización del ventorrillo resulta en una rotación mensual de inventario mucho mas rápida. Los dueños venden todo y compran más y venden todo y compran más. El colmado típico vende una vez al mes el monto total de lo que tiene invertido en mercancía.12 Esta rapidez de rotación está muy por encima de lo que logran los negocios de no-alimentos típicos. Pero el ventorrillo mueve su capital aún más rápidamente. Vende su inventario total Co por lo menos el valor de su inventario totalC casi tres veces por mes.

11La inversión mediana del ventorrillo es de $7,800, también 14% de la

inversión mediana de los colmados ($55,000). 12Hay productos que pueden durar meses o aún un año en los tramos.

Pero hay otros Ccomo la cervezaC cuya inversión se mueve varias veces por mes. El patrón promedio y típico, sin embargo, es de vender una vez por mes el volumen total de lo que uno tiene invertido en mercancía.

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Estas diferencias entre colmado y ventorrillo en perfil económico generan diferencias en nivel y rapidez de ganancias. En términos absolutos, las ganancias mensuales del ventorrillo promedio son un poco mas de un tercio de las del colmado. Como el ventorrillo vende casi 30% de lo que vende el colmado, esta proporción parecida en ganancias era de esperarse. La relación volumen/venta y ganancias es bastante semejante para los dos negocios, indicando que los dueños de ventorrillo y los de colmado agregan márgenes similares de ganancia a los productos vendidos.

Sin embargo, si analizamos el valor de la energía laboral del dueño de ventorrillo, lo encontramos en una posición sumamente desventajosa con respecto al dueño de colmado. Ya vimos que el dueño de un colmado con $40,000 o más en inversiones de equipo y mercancía logra $25 en ganancias limpias por hora laboral.

El valor del tiempo del dueño de colmado es relativamente bajo, pero no tan bajo como el del dueño de ventorrillo. El dilema del dueño de ventorrillo, en este sentido, es aún más fuerte que el del dueño de colmado. Los colmados y los ventorrillos trabajan horarios laborales muy parecidos: 94.3 horas a la semana para aquel, 81.3 horas a la semana para éste.13

Sin embargo, sus rendimientos por hora son muy diferentes. Por su reducido nivel de capitalización y de venta, el dueño de ventorrillo, por mucho que se esclavice, se gana solamente $10 pesos por hora laboral, menos de la mitad de lo que gana su colega colmadero con más capital y mayores ventas.

¿Hace sentido económico objetivo que el dueño de ventorrillo se esclavice de tal manera por tan poquito? ¿No sería mejor buscar un chiripeo con sueldito donde gane lo mismo sin tener que matarse casi noventa horas por semana? ¿O no podría

13La microempresa de no-alimentos promedio trabaja sólo 46 horas a la

semana. Los colmados y los ventorrillos son atípicos en el horario fuerte que ambos les exigen a sus dueños. Aunque la diferencia entre ellos en este respecto parece pequeña, una Prueba T revela que la diferencia es altamente significativa (P < .001).

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quizás invertir su reducido capital en otro renglón que no fuera el ventorrillo, que le daría los mismos rendimientos sin un horario semanal tan fuerte? Respondamos a la pregunta comparando lo que gana el ventorrillo con lo que ganan los obreros por un lado, y los negocios de no-alimentos por otro.

Para ganarse el equivalente de $10 por hora, un jornalero bajo prácticas y horarios vigentes tendría que tener un sueldo mensual de entre $1,800 y $2,000 por mes. Eso se consideraría un trabajo modesto pero decente en las capas populares del pueblo. Los serenos y las trabajadoras domésticas bien pagados ganan algo así. Es decir, el dueño de ventorrillo gana más o menos lo mismo por hora que ganan los empleados de ese nivel.

La ventaja que tiene el ventorrillo sobre el empleo, sin embargo, es la posibilidad que le da a su dueño de agregar otros mil o mil doscientos pesos mensuales mediante horas más fuertes. El empleado no tiene esa posibilidad dentro de su empleo actual. Al contrario, en la práctica actual (sobre todo en actividades informales como el servicio doméstico cuyos empleados no son protegidos por las leyes laborales vigentes) se le exige trabajo adicional más allá de las cuarenta horas semanales sin recompensa adicional. Y son muy pocos los trabajos a tiempo completo (en la República Dominicana) cuyo horario permitiría a un empleado emprender un segundo trabajo. 14 Los empleados estarían dispuestos a ganarse más dinero mediante horas extra, pero generalmente no existe tal oportunidad. El ventorrillo sí le da la oportunidad al dueño, y la mayoría la aprovechan. Las ganancias mensuales medianas del ventorrillo ($3,000) ponen a su dueño en un status económico a la par con choferes y otros empleados con

14Los migrantes en Nueva York logran hacer eso, mediante la práctica de

"moonlighting" Cun empleo nocturno a tiempo parcial que suplementa los ingresos del empleo principal. Como se observó en un capítulo anterior, la estrategia isleña en ese aspecto es más empresarial. Para aumentar los ingresos de un empleo en la República Dominicana, abunda más la práctica de poner algún negocio en la casa que buscar un segundo empleo.

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destrezas técnicas. Si tuviera más capital, pondría un colmado y con casi las mismas horas se ganaría $10,000, en vez de $3,000. Pero Aa falta de pan casabe@. Para una persona del pueblo sin enllave con algún patrón, sin destrezas técnicas y con poco capital, el ventorrillo le permite subir y (si lo maneja bien) ahorrar para eventualmente llegar al próximo paso deseado, el colmadito.

Por lo tanto, con respecto a la pregunta que si no le conviene mas a uno tener un empleo que abrir un ventorrillo, la respuesta es: probablemente no, por lo menos al nivel técnico y económico donde funcionan los que abren ventorrillos. Claro, es mejor tener los dos: agarrar un empleo y al mismo tiempo abrir un ventorrillo para que lo maneje la familia. Pero si hay que escoger entre una de las dos opciones, el ventorrillo fácilmente compite con los empleos de subsistencia que serían típicamente disponibles a individuos de ese sector.

Pero todavía queda la segunda pregunta: )por qué no invertir el modesto capital en una microempresa de otro renglón que daría las mismas ganancias, pero sin el horario fuerte del ventorrillo? Para explorar esta pregunta tenemos que examinar las microempresas de modesta capitalización para ver si los otros negocios de alimentos o los negocios de no-alimentos de ese nivel económico tienen horarios más suaves pero ganancias parecidas a las del ventorrillo. La Tabla XII.8 incluye solo aquellas microempresas que tengan $20,000 o menos invertidos en mercancía y equipo.

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Tabla XII.8 GANANCIAS E INVERSIÓN DE VENTORRILLOS EN COMPARACIÓN

CON OTROS NEGOCIOS DE $20,000 PARA ABAJO Tipo de Negocio Otro negocio Negocio de

Ventorrillo de alimentos no-alimentos Inversión N=63 N=111 N=210 Inversión total

Promedio $7,582 $4,785 $6,684 Mediana 6,150 2,800 5,220 Horas semanales

Promedio 77.1 42.0 43.9 Mediana 84.0 35.0 43.5

Ganancias mensuales

Promedio $3,156 $3,091 $3,183 Mediana 2,100 2,000 2,000

Esta Tabla sugiere fuertemente que, para los que tienen menos de $20,000 para invertir, el ventorrillo como microempresa no es necesariamente buen negocio si lo comparamos con otros negocios de alimentos o con los negocios de no-alimentos de bajo nivel de inversión. El ventorrillo invierte unos $3,000 más que los otros negocios alimentos de ese nivel, y tiende a invertir un poco más que los negocios de no-alimentos del mismo nivel.15 Donde

15Utilizamos una Prueba T para comparar el ventorrillo con los otros

negocios de alimentos. La inversión más fuerte del ventorrillo es significante y genuina. Sin embargo, sus ganancias son iguales. El hecho de que el ventorrillo gana $65 más al mes que los otros negocios de alimentos no tiene significancia estadística. Comparando el ventorrillo también con el negocio de no-alimentos, la aparente diferencia de inversión entre ventorrillo y negocio de no-alimentos es producto coyuntural de la muestra y no tiene significancia estadística. Lo más que se puede decir es que los negocios de no-alimentos de este nivel aparentemente tienden a invertir un poco menos que los ventorrillos. En términos de ganancias, los dos renglones son estadísticamente igualitos. La modesta diferencia de $27 mensuales en ganancias no tiene absolutamente ninguna significancia estadística o económica.

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difiere fuertemente de los otros negocios, sean de alimentos, sean de otro renglón, es en su horario laboral. Mientras el horario de los otros negocios se aproxima al horario oficial de 40 horas a la semana, el dueño de ventorrillo tiene que trabajar más o menos el doble de ese horario. Y, sin embargo, sus ganancias son estadísticamente iguales que las de los otros renglones. Invierte mas dinero y mucho más tiempo. Pero sus ganancias son iguales. ¿No sería más lógico invertir su capital y energía en uno de esos otros renglones menos exigentes?

Gran parte del misterio desaparece si tomamos en cuenta el género del dueño, como se hace en la Tabla XII.9. Examinemos primero los datos sobre las mujeres. Para las mujeres que disponen del tiempo para manejar un ventorrillo C70.9 horas por semanaC el ventorrillo da resultados excelentes. Se ganan $3,417 por mes en sus ventorrillos, casi el doble de lo que ganan sus colegas que se tiran en los otros renglones. Las mujeres que trabajan en estos otros renglones son mujeres que simplemente disponen de menos tiempo para sus negocios.16 Trabajan sólo unas 30 y pico de horas en sus negocios. Como difícilmente se maneja un ventorrillo con un horario tan corto, van por otros rumbos. Estos rumbos les rinden menos que un ventorrillo, pero les dan ganancias mensuales atractivas de casi $2,000 por mes. Es decir: el ventorrillo resulta ser un excelente negocio para la mujer que tiene poco capital pero que dispone de tiempo suficiente.

16Las dueñas de ventorrillo tienen un promedio de 48 años de edad. Su

edad quizás explica por qué disponen de mas tiempo. No tienen infantes. Las mujeres que trabajan en los otros renglones tienen un promedio de sólo 40 años de edad. Es de suponer que tienen mayor cantidad de niños chiquitos que requieren una presencia maternal más fuerte.

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Tabla XII.9 GANANCIAS E INVERSIÓN DE NEGOCIOS PEQUEÑOS POR RENGLÓN Y POR GÉNERO

Tipo de Negocio Otro negocio Negocios Negocios

Ventorrillo de alimentos no-alimentos Inversión N=63 N=111 N=210 Inversión total

Hombres $8,328 $5,627 $6,399 Mujeres 6,315 4,207 7,013 Horas semanales

Hombres 82.5 58.1 52.8 Mujeres 70.9 31.9 32.6

Ganancias mensuales

Hombres $3,038 $5,105 $4,365 Mujeres 3,417 1,984 1,967

El misterio del ventorrillo, entonces, se enfoca en los ventorrillos cuyos dueños son hombres. Estos invierten unos $2,500 mas en su negocio que los hombres de los otros renglones y, además, tienen que trabajar unas 30 horas más por semana que estos últimos. Y, sin embargo, sus ganancias mensuales de $3,000 y pico son mucho menos de lo que ganan sus colegas que tienen otro negocio de alimentos ($5,105) o que trabajan en un renglón que no tiene que ver con los alimentos ($4,365). ¿Por qué se quedan estos hombres en el renglón del ventorrillo?

En primer lugar, ya se acercan a los años dorados de su vida. La edad promedio de los hombres dueños de ventorrillos es de cuarenta y siete años. En cambio, al hombre promedio que trabaja en el renglón de no-alimentos todavía le faltan dos años para cumplir los cuarenta. Es decir, muchos hombres subcapitalizados que se acercan al medio siglo y que por fin se quieren meter en una microempresa, se lanzarán por el camino técnicamente y

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logísticamente más fácil del ventorrillo. Tendrán que trabajar largas horas. Pero después de todo no es un trabajo física o mentalmente forzado. Y la ganancia mensual de $3,000 y pico es, después de todo, un ingreso mensual muy atractivo para los sectores subcapitalizados de los barrios.

Y algo tendrá que ver también con el nivel educativo. Justo la mitad de los hombres subcapitalizados que se lanzan hacia negocios no-alimentos completaron su escuela primaria. De los hombres que se meten en ventorrillos, en cambio, sólo 22% completaron la primaria. Cuando se trata de la decisión de un hombre de meterse en ventorrillo, su edad y su nivel de educación ejercerán un impacto. Mientras más joven y mejor educado, menos probable es que se meterá en ventorrillo, aún teniendo un bajo nivel de capitalización. Buscará otra salida para su energía y para el poco dinero del cual dispone.

El poco rentable y poco honorable status del ventorrillo se contrasta fuertemente con el rentable y honorable status de dueño de colmado. Pero hay un folklore callejero que ve en el ventorrillo bien manejado el posible embrión de un colmado futuro. Son pocas las mujeres dueñas de ventorrillo que sueñan realista o seriamente con llegar a ser dueñas de un colmado grande. Como vimos anteriormente, es un campo de combate masculino, no por ley o por norma cultural, sino por restricciones de capital y tiempo disponible. Pero el hombre dueño de ventorrillo sí albergará la esperanza de que su negocio se convertirá un día en colmado. Es un factor importante, este sueño, que hace tolerable el horario fuerte y las ganancias bajas del hombre que tiene que conformarse por el momento con su humilde ventorrillo.

E. Las ganancias del Colmado Paniagua

En este capítulo hemos examinado las ganancias del colmado a base de los datos generales de FondoMicro. Volvamos a examinar las ganancias de un colmado específico examinando

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los datos sobre el inventario del Colmado Paniagua. En este colmado había 465 productos distintos en el momento de nuestro inventario, y una inversión total en existencia de $198,695. De esta suma, 35.2% estaba invertido en alimentos, 19.2% en bebidas alcohólicas y 11.7% en bebidas no-alcohólicas. Estos productos cubrían dos tercios de la inversión del colmado. El otro tercio estaba invertido en productos como jabón, papel sanitario, pilas, utensilios plásticos y más de cien artículos más de uso doméstico.

Para la mayoría de los productos logramos, con la colaboración del administrador, averiguar su precio de compra y su precio de venta. Estos datos nos permitieron, con la ayuda de una computadora, calcular para cada producto su margen de ganancia bruta para 405 productos en cuyos datos confiamos. La distribución de los márgenes se presenta en la Tabla XII.10. Se ve que hay enorme variación en los márgenes para los diferentes productos. La estrategia de fijación de precios en el colmado definitivamente no consiste en sentarse con una calculadora para ponerle un margen consistente a los diferentes productos del colmado.

En capítulos anteriores intentamos identificar los principios que siguen los comerciantes de colmado en la fijación de sus precios de venta. Dos principios tenían importancia especial: la regla del 20% mínimo y la regla del precio redondo. (Suben el precio en unidades de peso o medio peso.)

Esta tabla nos indica que la regla del 20% mínimo se logra en casi 80% de los productos. De hecho el margen promedio es de 30% no de 20%. Sin embargo, este promedio se produce por la presencia de unos cuantos productos de bajo volumen de venta pero de altos márgenes. No representan los márgenes ganados en productos de venta fuerte. Es mejor usar la cifra mediana más conservadora (26.6%) como representativo del margen ganado en un producto típico.

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Tabla XII.10 VARIACIÓN EN MÁRGENES DE GANANCIA BRUTA

` Cantidad de Porcentaje de Margen productos productos Menos de 10% 15 3.7 10%-14% 35 8.6 15%-19% 37 9.1 20%-24% 89 22.0 25%-29% 68 16.8 30%-34% 47 11.6 35%-39% 31 7.7 40%-50% 46 11.4 Más de 50% 37 9.1 TOTAL 405 100.0 Margen promedio = 30.0% Margen mediano = 26.6%

Tenemos datos bastante fidedignos de que este colmado tiene una venta mensual impresionante de unos $220,000. Pero esta suma, por supuesto, incluye las ganancias medianas de 26.6%. Lo que se vende en un mes se compró por $173,776. Es decir, este colmado realiza ganancias brutas de $46,224 por mes. Los gastos mensuales de mano de obra (dos ayudantes), alquiler del local, luz y otros cargos misceláneos no alcanzan a los $5,000. Para redondear el cálculo, podemos asumir que este colmado gana limpio unos $40,000 por mes.

Reconozcamos que es un colmado atípicamente bien capitalizado. Pero sería equivocado considerarlo como supermercado. En términos de sus patrones de venta, su manera de detallar cucharadas de salsa y de mantequilla, y sus márgenes de ganancia, cae plenamente en el mundo de los colmados y no en el de los supermercados. Confiamos que podemos extrapolar de sus cifras para aplicarlas a colmados con niveles más reducidos de capitalización. Las dos cifras clave para extrapolar a otros colmados son: (a) un margen de ganancia mediana de 26.6% y (b)

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la capacidad de mover cada mes entre 85% y 90% del valor del inventario del colmado. (Tenía $198,000 en existencia, del cual vendía $174,000 mensualmente.)

Si aplicamos estas cifras a un colmado menos capitalizado ($50,000 en existencia) y con ventas un poco más lentas (digamos que por una ubicación desfavorable vende cada mes sólo 60% del valor de su inventario) )con qué ganancia saldrá? Venderá mensualmente $37,980 (es decir, $30,000 de existencia más un margen de $7,980. Si tiene que sacar $2,000 en gastos de alquiler, de ayudantes, etc, le queda una ganancia de casi $6,000 mensuales). No está tan Aen la papa@ como el dueño del Colmado Paniagua con sus $40,000 y pico limpios cada mes. Pero le va mucho mejor que a la gran mayoría de los hogares del pueblo. Y si puedo eliminar los gastos usando casa propia y labor familiar, su inversión de $50,000 en existencia de colmado me genera limpio cada mes no $6,000 sino unos $7,500. Tiene que matarse 80 ó 90 horas a la semana, es cierto. Pero por lo menos está trabajando para sí mismo, y no para otro. Es su propio jefe. El colmado, en fin, es buen negocio.

Incluyamos este capítulo utilizando nuestras cifras para ayudar a dos personas distintas a hacer una decisión comercial. En el primer escenario, soy un joven que dispone sólo de $15,000. Con eso puedo abrir no un colmado, sino un ventorrillo. Pero, por otro lado, tengo un familiar acomodado que tiene $50,000 libres para invertir. Se ofreció a Aasociarse@ conmigo en un colmado. Él pone el capital, yo le administro el colmado. Compartimos las ganancias cada mes. ¿Dónde me va a ir mejor? ¿En ventorrillo propio de $15,000, o compartiendo las ganancias con mi familiar en un colmado de $50,000? La respuesta es obvia. Si las ganancias limpias de un colmado de $50,000 pueden subir a $6,000 (como calculamos arriba), salgo con $3,000 mensuales, y un poco más si corto gastos y hago algunas otras maniobras. Como tendré que matarme 80 horas a la semana, no es un arreglo extraordinariamente atractivo. Pero en mi ventorrillo tendría que

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poner el mismo horario, con ganancias menos atractivas. (Si tengo la dicha de manejar un colmado como el de Paniagua, con más elevado nivel de inversión y venta, saldría con unos $20,000 limpios cada mes. Pero tal suerte no le toca a todo el mundo.) De todas maneras, el colmado es una buena opción, sea como dueño total, sea como administrador compartiendo ganancias.

Pero en otro escenario, no soy el joven sin capital sino su familiar con $50,000. No tengo tiempo de trabajarlo. Quiero invertirlo. ¿Qué puedo esperar si se lo doy a mi sobrino joven para que él maneje un colmado y partimos las ganancias? Lo voy a colocar en un buen sitio donde puede vender $50,000 mensuales. Son $10,500 de ganancias brutas mensuales. Sacaremos $2,500 de gastos. El sale con $4,000 limpios mensuales y yo también. En un año habré recuperado casi toda mi inversión líquida Cy la inversión queda en pie en forma de existencia. Si hubiera metido esos $50,000 en una financiera, me hubiera ganado sólo una fracción de lo que me rinde el colmado. ¿Y dónde hay peores riesgos de perderlo todo? Si el sobrino me roba, me robará cositas. Si hago mis visitas semanales y mis inventarios mensuales, y si encuentro problemas, reemplazo al administrador. En todo caso, mi existencia está ahí. Pero si se lo doy a una financiera que de repente se declare en quiebra, como suele acontecer, me embromé.

En términos de sus ganancias, por lo tanto, el colmado dominicano resulta ser una opción atractiva para los que son dueños, para los que lo administran y comparten ganancias y para los que financian y aparecen una vez al mes para cobrar lo que les toca a ellos. En el capítulo final consideraremos la pregunta si es una opción favorable también para su clientela y para la sociedad dominicana.

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CAPITULO XIII

XIII. El futuro del colmado

A. Fuerzas causales en la evolución del colmado

La antropología cultural tradicional se enfocaba tanto en la descripción detallada de una cultura mediante trabajo de campo (la etnografía) como en la comparación metódica de distintas culturas mediante investigaciones bibliográficas (la etnología). Era una ciencia descriptiva. En este estudio ha habido un componente etnográfico tradicional. Empero, la descripción puramente cualitativa e impresionista se ha suplementado con el empleo de los datos cuantitativos recogidos por FondoMicro. Pero aun el uso de tales datos no cambia el enfoque descriptivo del trabajo.

La antropología moderna ha tratado de ir más allá de la simple descripción y comparación para entrar, tentativa y arriesgadamente, en el campo de la explicación. Entrar en este terreno implica la búsqueda de causas, una búsqueda arriesgada cuando se trata de fenómenos socioeconómicos y culturales en los cuales inciden múltiples fuerzas causales simultáneas. Sin embargo, evitar la pregunta Apor qué@ sería evitar la primera pregunta que hacen no sólo los niños frente a lo que les rodea, sino también los científicos que quieren entender las raíces de los

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fenómenos que tratan de documentar. Una ciencia en sus inicios es descriptiva. Pero en su apogeo es explicativa Crevela las fuerzas causales escondidas que engendraron los procesos que logró documentar.

En estas páginas hemos intentado ir más allá de la descripción, para entrar en cuestiones causales del Aporqué@ de la presencia y preponderancia del colmado en la vida popular dominicana.

Abriremos este capítulo final con un breve resumen antropológico del porqué del fenómeno del colmado dominicano. En una perspectiva antropológica e histórica, para captar el carácter fundamental del colmado, insistimos en que hay que evitar poner demasiado los ojos en sus coloridas pero recientes funciones sociales, recreativas y alcoholizantes. Hay que enfocarse más bien en su función original y hasta fundamental: la canalización de alimentos, mediante mecanismos comerciales de oferta y demanda, de los sectores agrícolas que los producen a los sectores mayormente no-agrícolas que los consumen.1 Podemos identificar cinco posibles causas históricas que condujeron, primero, a la aparición del colmado y luego a su dominación en la economía de alimentos. 1. Necesidades objetivas de campesinos postcoloniales

Las culturas indígenas precoloniales, muchas veces autosuficientes en cuanto a sus necesidades básicas, fueron reemplazadas a través de las Américas por campesinados postcoloniales con necesidades y hábitos culturales que podrían satisfacerse sólo a través del mercado. No se trata solamente de azúcar y sal Cproductos alimenticios que la mayoría de las comunidades no producenC sino también de fósforos, aceite de

1La palabra Amayormente@ es importante. Como ya se ha señalado, en la

República Dominicana aun los sectores rurales agrícolas han mantenido una dependencia tradicional en su Abodega@ local para ciertos productos esenciales.

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cocina, enseres domésticos y de trabajo agrícola, equipo para ensillar caballos y mulos y otros productos manufacturados.

Aun el agricultor hipotético que produjera independientemente todos los alimentos de su familia tendría necesidad de acudir al mercado para estos otros productos. Y, por lo tanto, tendría que producir por lo menos algunos productos para el mercado para abastecerse del dinero necesario para tales compras. Es decir: en las economías y culturas del mundo occidental post colonial, hay una necesidad estructural de mecanismos locales de comercialización. El colmado dominicano tiene sus raíces antropológicas en esta necesidad objetiva que tiene cualquier sociedad agraria occidental de mecanismos comerciales de canalización de productos. 2. La comercialización radical de la agricultura antillana

La penetración del comercio en la vida dominicana, sin embargo, ha sido más profunda. La economía campesina de Asubsistencia@, en la cual familias rurales autosuficientes producen la comida que consumen y consumen la comida que producen, es parte del folklore dominicano, no la verdadera historia dominicana. Tal autosuficiencia alimenticia se ve en algunas partes de Centro y Sur América, pero no en las Antillas.

Al contrario, a través de su historia, la economía dominicana entera ha tenido una orientación comercial. Los vecinos coloniales que dejaron las ciudades, fueron a los pueblos y campos impulsados por el afán de producir no alimentos para su familia, sino dinero. Los que no dejaron la isla para ir a las minas de oro y de plata del Continente vivían del contrabando comercial. Y el campesinado dominicano postcolonial ha tenido una fuerte orientación mercantil, orientando gran parte de su producción al mercado y comprando de ese mismo mercado una gran parte de lo que consumen. Esto creó la necesidad objetiva de mecanismos comerciales para abastecer no sólo sal, azúcar, fósforos, etc., sino

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también canalizar los alimentos mismos de parcelas productoras hacia cocinas consumidoras. Este requerimiento estructural incrementó geométricamente con la urbanización.

Ahí entra el Acolmado@. Variantes de la institución comercial que hoy se llama colmado, por lo tanto, han ornamentado el paisaje dominicano. Como vimos, la terminología ha variado según los tiempos y región geográfica. Los que entran en Abodegas@ rurales o en Apulperías@ muchas veces están entrando en Acolmados@ bajo otro nombre. 3. Disminución de la función detallista del mercado al aire libre

Hemos visto que el colmado responde no sólo a un

imperativo económico sino en parte también a una preferencia cultural. En las culturas indígenas precoloniales, y en la cultura postcolonial africanizada del otro lado de la frontera dominicana, la canalización de alimentos se hace mediante el mecanismo de mercado al aire libre, donde las vendedoras femeninas juegan el papel preponderante en el detalle de los alimentos. ¿Por qué apareció el colmado como institución dominante en el contexto dominicano, en vez de los mercados al aire libre que dominan la comercialización en el otro lado de la frontera? Ahí entra el fenómeno de los antecedentes culturales.

Es cierto que muchos mercados públicos detallistas existieron y siguen existiendo en el lado hispanoparlante de la isla Española. Pero la preferencia cultural de las poblaciones ibéricas de las Antillas ha sido hacia el mecanismo de tienda-colmado-bodega-pulpería, más que hacia el mercado público. En el mundo de los consumidores detallistas, la importancia del colmado ha aumentado a través del tiempo. El mercado público ha ido perdiendo su importancia en la economía detallista de alimentos, manteniéndose fuerte más bien en el renglón mayorista de la cadena alimenticia.

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4. Expansión horizontal geométrica del territorio urbano

La preferencia que impulsa el consumidor dominicano hacia el colmado en vez del mercado público es en parte cultural, pero no se debe sobreestimar lo subjetivo y subestimar la importancia de factores pragmáticos. Con la urbanización y la expansión horizontal geométrica de la superficie urbana, se crea un dilema pragmático. La pobreza de la mayoría de la población impide compras grandes, impone la necesidad de compras pequeñas diarias. Pero esta misma pobreza impide la obtención de transporte motorizado personal para la gran mayoría de la población, y crea al mismo tiempo una renuencia de pagar transporte público diariamente para compras alimenticias. Una cosa es pagar transporte público diario para ir a un trabajo para ganar dinero y otra cosa es hacer tal gasto diario para ir a gastar aun más dinero en un mercado lejano. La expansión del territorio urbano habitado por una población pobre o económicamente marginalizada crea una demanda de colmados y ventorrillos aledaños a sus viviendas. 5. Débil poder organizativo del sector público

En teoría, el Estado dominicano hubiera podido legislar, promover y facilitar la organización de nuevos mercados públicos vecinales sincronizados con el ritmo de expansión del territorio urbano. Pero en la práctica no ha habido ni incentivos ni capacidad organizativa para tal intervención estatal. El porqué no constituye gran enigma antropológico. El interés de un gobierno en tales mercados puede derivar de dos motivos diferentes: facilitar el flujo de alimentos a la población o facilitar el flujo de ingreso al Estado (mediante cobro de impuestos públicos) o a sus funcionarios (mediante el cobro de bonificaciones privadas).

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La mayoría de los funcionarios públicos en la República Dominicana no han sido infectados por una fiebre candente de servicio a la población. El impulso de servicio público, por lo tanto, no ha sido lo suficientemente fuerte para estimular esfuerzos gubernamentales para apartar terreno y construir mercados públicos detallistas en los nuevos vecindarios urbanos. (Tampoco existen en esta población fuertemente hispanizada las tradiciones indígenas o africanas que hubieran producido un brote de mercaditos públicos espontáneos, como se ve en otros países o al otro lado de la frontera).

El segundo motivo Cel de generar ingreso para el Estado y/o sus funcionariosC sí ha seguido vigente y fuerte, pero tampoco ha estimulado la creación de mercados públicos detallistas. Los intereses fiscales del Estado han podido satisfacerse mediante mecanismos totalmente privatizados Cel cobro oficial anual de patentes y el cobro no-oficial de multas o bonificaciones por los representantes de Rentas Internas o Salud Pública que gratifican a los propietarios de colmado con sus visitas semanales. Tales mecanismos de generar ingreso implican menos esfuerzo organizativo que el de organizar mercados públicos.

Es decir, aun asumiendo (con poco peligro de equivocarse, si los comentarios populares son verídicos) que el interés del Estado se enfoca menos en servicios públicos que en generación de ingreso, aun así no ha existido motivo suficiente para estimular la creación de lugares públicos para detallar alimentos a la población. La falta de iniciativa pública en este sentido ha abierto la puerta por la privatización total de la distribución alimenticia urbana. El colmado ha emergido como elemento central en este sistema distributivo. 6. Débil poder adquisitivo del público urbano

Se entiende por qué el mercado público ha perdido la batalla por la dominancia del espacio de comercialización de comidas y

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bebidas. Pero )y el supermercado? Ya explicamos en el texto las razones por las cuales el supermercado, a pesar de sus avances cuantitativos en décadas recientes, todavía no ha logrado desplazar al colmado como eslabón principal en la distribución de alimentos a la población dominicana. Por su disposición a ubicarse en los barrios más marginados, a abrir latas, sacos y botellas para detallar en cantidades verdaderamente minúsculas y a vender fiado a clientes conocidos (a pesar de los letreros que dicen que no se fía), el propietario del colmado sigue ofreciendo servicios adaptados a las necesidades de una clientela empobrecida. El supermercado, con sus precios más bajos y su existencia más abundante y variada, seguirá ganando territorio, como lo ha ido haciendo en las últimas décadas. Ya con la creación de supermercados más pequeños, sin lotes de parqueo, en los ensanches y los barrios populares, constituyen una alternativa al colmado aun para familias sin transporte propio. Si algún día el colmado sigue la ruta de desaparición que atravesó el Acorner grocery store@ Co la tienda de comestibles de la esquinaC de los Estados Unidos, será el supermercado (no el mercado público tradicional) el que lo habrá empujado hacia la tumba. Pero los prerrequisitos causales no están todavía presentes para desplazar el colmado de su lugar de dominancia en la distribución alimentaria urbana en este momento de la historia económica dominicana. 7. La reciente función recreativa del colmado

Hay un último factor causal que promoverá la supervivencia

del colmado aun si la competencia de los supermercados se hace más fuerte. En varios lugares dentro del texto aludimos al reciente papel socio recreativo del colmado. La trayectoria causal de esta transformación empezó con el encarecimiento de la vida urbana. Este encarecimiento ha producido una merma drástica en la frecuencia con la cual el ciudadano normal acude a los restaurantes o bares para comerse un filete o tomarse un trago con los

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compañeros. En otros países, las leyes que regulan el expendio y el consumo de alcohol hubieran impedido que el grocery store sirviera esa función. Pero la falta de restricciones gubernamentales en cuanto al consumo público de ron y cerveza en la República Dominicana le ha permitido al colmado dominicano llenar esa función.

Con la sencilla adición de sillas plásticas amontonadas durante el día pero desplegadas en la acera por la noche, el colmado ha logrado convertirse en el sustituto del bar o restaurante para muchos clientes. Y la falta de verdaderas restricciones en cuanto a niveles de ruido le ha permitido al colmado enriquecer el ambiente con música a todo volumen (dañándolo, huelga decir, para los vecinos a quienes les toca la buena y la mala suerte de tener un colmado justo al lado).

Asumiendo (sin temor a errar) la continuación de la libertad legal de ofrecerle una silla y destaparle una botella de cerveza o ron a cualquiera que llegue al colmado, podemos predecir la continuación y supervivencia del colmado aun cuando los supermercados locales continúen invadiendo la economía de detallar alimentos. Por su organización física y por el carácter de su negocio, el supermercado dominicano difícilmente competirá con el colmado en esta minieconomía socio recreativa.2

Para concluir esta sección, hemos intentado entrar un poco en el análisis causal, abordando la pregunta del Aporqué@ de la preponderancia del colmado en la sociedad dominicana. Propusimos siete factores causales que, en su operación conjunta, han conducido a la importantización del colmado en la vida

2Es improbable pero no imposible. Muchos supermercados grandes en

los Estados Unidos tienen una cuasicafetería en el mismo recinto del supermercado. Aunque el dueño acabaría en el tribunal si empezara a despachar bebidas alcohólicas, tal restricción no restringiría la conducta del propietario de supermercado dominicano si decide competir con el colmado en ese renglón. Sin embargo, no hay evidencias de que el supermercado dominicano entrará pronto en ese renglón.

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dominicana o que le permitirán mantener su vigencia y quizás su preponderancia a pesar de las incipientes incursiones del supermercado en la economía nacional. B. Evaluando el colmado como institución

En la vida diaria dominicana hay una continua evaluación del colmado. Los propietarios evalúan su negocio para ver si deja dinero o no. Los vecinos evalúan y comparan un colmado con otro para ver cuál les conviene más.

La antropología tradicional, en cambio, veía su misión como la de describir, de comparar y quizás de tratar de analizar las causas de los fenómenos, pero no de Aevaluar@ las culturas o las instituciones dentro de una cultura. Sin embargo, la antropología aplicada se ve obligada a entrar en el terreno de la evaluación.

En esta sección intentaremos evaluar la institución del colmado dominicano desde varias perspectivas, clarificando de antemano los criterios que se usarán para emitir juicios.

1. Criterio de importancia estructural

La misión estructural dominante del colmado es la de canalizar alimentos y bebidas a la población dominicana. Es el último eslabón que canaliza los productos de por lo menos tres distintas cadenas distributivas.

- Una cadena popular que transfiere productos

perecederos de las parcelas de pequeños y medianos productores dominicanos mediante corredores rurales (Abuscones@"), camioneros y compradores mayoristas en los mercados públicos.

- Una cadena agroindustrial doméstica que canaliza productos dominicanos a través de plantas procesadoras y/o empacadoras que gozan de personalidad jurídica y que utilizan recipientes (latas, botellas, sacos) con el

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nombre de la empresa. - Una cadena internacional que canaliza productos

producidos en el extranjero a través de la aduana dominicana, sea para venta directa al consumidor dominicano (como es el caso de los licores), sea para procesamiento final en el país por alguna sucursal local de la empresa extranjera.

Estas tres cadenas se juntan y desembocan dentro del

colmado. Los tres subsistemas productivos y distributivos cuentan fuertemente (y para muchos productos, principalmente) con el colmado como eslabón final con el consumidor. Midamos su importancia estructural mediante comparaciones hipotéticas. Si de repente se cerraran todos los restaurantes o cafeterías en la República Dominicana, habría grandes inconveniencias para la población. Pero si de repente se cerraran los colmados, el país caería en una crisis alimentaria básica. Es más, en este momento de la historia dominicana, es muy probable que el cierre de los colmados produciría una crisis más seria que el cierre repentino de todos los supermercados, aunque este último haya llegado a ser el principal suplidor alimentario de ciertos sectores. El colmado ha logrado insertarse como institución detallista principal en la economía doméstica dominicana. Bajo el criterio de importancia estructural, el colmado tiene que evaluarse como una institución central en la vida dominicana.

2. Criterios de eficiencia

¿Pero con qué nivel de eficiencia desempeña el colmado su función? Habría que calificarlo como una institución eficiente por lo menos por siete razones distintas.

Primero: no permite que se dañen los alimentos perecederos que se le encargan. Las pérdidas postcosecha ocurren en otros eslabones de la cadena distributiva.

Segundo: su distribución y ubicación física es ideal para una

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población que carece en su mayoría de transporte. Los colmados se encuentran dondequiera. En las zonas urbanas populares del país, hay pocos hogares cuyos miembros tendrían que caminar más de diez minutos para encontrar un colmado. Al contrario, sospechamos que el tiempo promedio sería por debajo de los cinco minutos.

Tercero: su horario es bien adaptado al horario de sus clientes. Ya vimos cómo el colmado típico se abre siete días a la semana, doce o trece horas al día.

Cuarto: actúa con rapidez cuando se acaba un producto, y responde inmediatamente cuando surge demanda por un producto nuevo.

Quinto: la fijación de precios se realiza eficientemente mediante mecanismos de oferta y demanda. La proliferación de colmados dificulta maniobras monopolísticas que encarecerían artificialmente los precios. Una imagen popular del dueño del colmado lo pinta como abusador, y, de hecho, sus precios son más elevados que los del supermercado. Pero sus costos son más altos por tener que comprar en cantidades más pequeñas. El consumidor quisiera tener al lado de su casa un colmado que vendiera al mismo precio que un supermercado. Pero, objetivamente, no es posible. Es cierto que los propietarios de colmado en general tienen poca pinta de filántropos. Pero la mera proliferación de colmados competitivos genera una eficiencia en la fijación de precios a nivel del barrio.

Sexto: el colmado se adapta al bajo nivel de capitalización de su clientela típica en dos sentidos. Por un lado, vimos la manera en la cual detalla en cantidades minúsculas y, por otro lado, reconocimos la necesidad de la función de vender fiado. Mediante tales prácticas de detalle minúsculo y sus mecanismos de venta al fiado, el colmado logra adaptarse a la realidad de una clientela subcapitalizada. Funciona eficientemente dentro de esta realidad.

Séptimo: el colmado se ha adaptado a las necesidades diversas de la población. Mantiene como misión primordial la de canalizar

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alimentos y bebidas. Pero suplementa esta misión con el abastecimiento de otros productos domésticos, sobre todo los de limpieza y de higiene personal. Y su reciente invasión y conquista del terreno del expendio y consumo abierto de bebidas alcohólicas le ha agregado una fuente importante de ingreso sin dañar, en la mayoría de los casos, su función preponderante.

En fin, mirándolo desde una perspectiva evolutiva, tenemos que catalogar al colmado dominicano como una institución eficiente en el cumplimiento de su misión primordial. Ha tenido la capacidad de ajustarse y adaptarse a las varias transformaciones operadas en la economía dominicana. No todo microempresario es eficiente. Hay colmados que quiebran. Pero el colmado como institución goza de la eficiencia septiforme a que aludimos en párrafos anteriores.

3. Criterios de los microempresarios

Hemos evaluado el colmado desde la perspectiva de la sociedad. Cabe también evaluarlo desde el punto de vista de los microempresarios. La comunidad microempresarial evalúa un renglón como atractivo o no según criterios financieros. Bajo esta luz también el colmado recibe una evaluación positiva.

Hemos visto que el colmado se destaca de la mayoría de las microempresas en cuanto al volumen de sus flujos financieros.

a) El renglón requiere capital, pero hay nichos para actores menos

capitalizados

Una desventaja del colmado es que requiere un nivel de inversión muy por encima del capital disponible al microempresario típico. Discutiremos eso como factor excluyente. Sin embargo, el renglón de las ventas alimentarias abre sus puertas a actores menos capitalizados en la forma de un pre-colmado que se llama Aventorrillo@. Para muchos, abrir su colmado es un sueño a largo plazo. Sin embargo, los que aspiran a abrir un

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colmado pero no tienen suficiente capital pueden lanzarse a un ventorrillo. Es decir, una característica positiva del colmado para los microempresarios es que pertenece a un renglón Agarantizado@ con ventas aseguradas y que existe una variante subcapitalizada para permitir la entrada a microempresarios de poco capital.

b) El colmado tiene bajos requisitos educativos

El colmado impone pocos requerimientos educativos a los

que quieren entrar. El colmado no sólo exige pocos años de escolarización formal sino también bajo nivel de verdadera destreza técnica. Hemos visto en capítulos anteriores que, en general, los comerciantes tienen menos años de escolarización que los microempresarios de los otros renglones de manufactura y de servicio. Los mecánicos, los desabolladores, las cocineras, y los especialistas de muchos otros renglones microempresariales se jactan a menudo de sus destrezas técnicas. El Apulpero@, en cambio, se jacta mayormente de sus destrezas interpersonales, su capacidad de inventarse maniobras para hacer que la gente se sienta a gusto en su colmado. Pocos tienen destrezas técnicas de qué jactarse. Su mayor destreza, y su máxima manera de competir, es en el Atrato@ del cliente. Como se señaló más arriba, prefieren competir con los otros colmados cercanos en el trato con la gente más que en los precios de los productos.

Aunque no sea necesaria la escolaridad en el manejo de un colmado, )no sería por lo menos útil en el manejo de la contabilidad? Consideramos en el texto la posibilidad de que la escolaridad básica contribuyera a la capacidad gerencial del propietario de un colmado. Tomando ganancias mensuales como medida del éxito gerencial del propietario, tuvimos que rechazar la hipótesis. Controlando por nivel de capitalización, es decir, comparando sólo los propietarios que tienen más o menos la misma cantidad de dinero disponible para su colmado, no pudimos detectar ninguna diferencia estadística en ganancias entre

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aquellos propietarios con mucha o con poca escolaridad. El hallazgo se aproxima un poco a la herejía: el nivel de escolaridad tradicional de su dueño parece ser irrelevante al éxito comercial de un colmado.

Esta aseveración no indica que la capacidad gerencial del dueño no influye en el éxito del colmado. Al contrario. Repetidas veces escuchamos de la boca de propietarios o administradores de colmado que la causa principal del fracaso de muchos es la Amala gestión@. Los datos sugieren más bien que lo que se aprende en la escuela primaria o secundaria típica no contribuye Ces algo irrelevanteC al desarrollo de las capacidades gerenciales del comerciante.

La falta de prerrequisitos educativos para el colmado, el hecho de que personas de muy poca preparación formal pueden triunfar en el renglón, podría interpretarse como una debilidad de la institución, o por lo menos como signo de su bajo prestigio. Pero aquí estamos evaluando el colmado desde el punto de vista de los microempresarios actuales o potenciales. La falta de barreras educativas tiene que analizarse como un rasgo ventajoso que aumenta lo atractivo del renglón. Individuos dotados de capital pero carentes de destrezas técnicas jamás podrían abrir un taller automotriz. Necesitan destrezas fuera de su alcance. Pero sí pueden abrir un colmado. Desde esta perspectiva se trata de una ventaja sectorial.

c) El colmado y la vejez

El colmado como alternativa comercial tiene un atractivo

particular para individuos que ya dejaron atrás el apogeo de sus energías físicas. Presentamos datos indicando que, por lo general, los microempresarios del renglón comercio tienden a ser más viejos que los de los renglones manufactura y servicios. Los dueños de colmado siguen este patrón. Las posibles causas son variadas:

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- Discutimos la posibilidad de que, por un lado, se trata del

factor Aenergía-y-creatividad@: la juventud se lanza más fácilmente a los renglones de producción y servicio, mientras los viejos se conforman con la vocación más fácil de comprar y revender.

- Se trata también de una posible evolución de la economía entera, con una leve tendencia hacia la disminución de microempresarios en el renglón comercio. La preferencia de la juventud para los otros renglones podría interpretarse también en el contexto de esta tendencia.

En el caso específico del colmado, el factor capital

produciría una fuerte demora en el ingreso de los microempresarios dentro de este renglón. El colmado raras veces es el primer negocio en la carrera de un individuo. Al contrario en el folklore popular el status de ser dueño de colmado es el tope de las aspiraciones económicas, la meta a largo plazo, el fruto de años de trabajo asalariado, sea en el país o en el extranjero, o el fruto de negocios más pequeños que permiten la acumulación del capital necesario para un colmado. En vista de sus fuertes prerrequisitos económicos y su status frecuente de sueño dorado a largo plazo, no sorprende que el colmado atraiga menos a la juventud que muchas otras microempresas. Si entramos en un colmado manejado por un hombre joven, podemos sospechar con poco peligro de equivocarnos que el que despacha o es empleado o es un Asocio@ trabajando con el capital de otro hombre más maduro.

Esta tendencia de atraer a los viejos tiene, en fin, muchas raíces. En parte viene del factor capital. Pero en parte, también, viene de la compatibilidad del colmado con las crecientes limitaciones físicas de los individuos que ya entraron en los cuarenta o más. A pesar de su horario fuerte, el manejo de un colmado exige pocas energías físicas por parte del dueño.

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d) Hay rotación impresionante de capital Sin embargo, la evaluación del colmado por el sector

microempresarial se basa principalmente en criterios financieros, no de comodidad física.

Un criterio importante para un comerciante potencial es el criterio de Aventa caliente@. El colmado exitoso tiene una ventaja enorme desde el punto de vista de este criterio: una rotación mensual rápida. Vimos las estadísticas que comprueban que un colmado dinámico puede mover el valor entero de su inventario cada mes. Esta rapidez de rotación es impresionante. No se trata del movimiento del inventario físico entero. Hay artículos que casi no se mueven, pero que hay que tener para el prestigio del colmado (por ejemplo, ciertos licores extranjeros) y para satisfacer al cliente ocasional. Sin embargo, el dueño de colmado que tiene $50,000 en inventario fácilmente mueve esa cantidad mensualmente. Esta Aventa caliente@ gana para los colmados puntos evaluativos positivos en los ojos de los microempresarios, cuando comparan el colmado con otras alternativas comerciales.

e) Hay ganancias atractivas

En última instancia, la evaluación final de los

microempresarios sobre un renglón se basará mayormente en las ganancias netas que aquel renglón produce. El colmado como negocio saca Abuenas notas@ en este sentido. Aun sacando gastos, el dueño de colmado puede sacar limpio el 20% de su inversión en existencias. El que logra vender $50,000 en un mes (y eso sería un colmado bastante modesto, por lo menos en la ciudad capital) fácilmente se queda con $10,000 limpios. En el capítulo sobre ganancias señalamos claramente que hay pocas microempresas que compiten con el colmado en el rubro de las ganancias.

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f) Atrae capital inversionista informal

Finalmente, por sus Aventas garantizadas@ y sus ganancias

atractivas, el colmado parece atraer más capital inversionista que otros renglones del universo microempresarial. Vimos arriba que atrae a los viejos Clos que ya no tienen energías para una profesión físicamente exigenteC pero también atrae a gente de capital que no quiere invertir ningún esfuerzo físico en su negocio, sino solamente cobrar los frutos de su inversión financiera. Aunque no hay datos cuantitativos al respecto, hemos comentado en estas páginas sobre una tendencia de financiar colmados mediante Aasociaciones@ entre los que tienen capital y los menos capitalizados que están dispuestos a manejar el colmado, compartiendo ganancias. El mercado garantizado de alimentos atrae a tales inversionistas populares, que se sienten más seguros entregando su capital a un administrador de colmado de barrio que a una financiera. El administrador de tu colmado te puede robar cositas, pero en última instancia en caso de emergencia quedas con el equipo y la existencia. En cambio, la gente de saco y corbata que maneja tu dinero en financiera puede dejarte sin nada de un solo golpe.

El resultado de este mercado garantizado, por un lado, y de la desconfianza generalizada en instituciones financieras criollas, crea una disposición por parte de mucha gente de dinero a invertir en un colmado manejado por un Asocio@. Del otro lado del espejo, esta disposición le abre paso a mucha gente subcapitalizada para que entre en el renglón. En vez de abrir un ventorrillo con poco capital y con bajo nivel de venta, abrirán un verdadero colmado con el capital de otro. Para los dos socios es ventajoso. El que pone el capital cobra sus ganancias mensuales sin trabajar. Se limita a visitas ocasionales de supervisión y a los inventarios. El que pone el trabajo gana menos que si fuera dueño exclusivo, pero más que si fuera dueño de ventorrillo. La evaluación del colmado,

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en otras palabras, es sumamente positiva en comparación con otras alternativas microempresariales.

Para resumir: hemos identificado criterios evaluativos para aplicar al colmado como institución. Habíamos visto que, desde el punto de vista de la sociedad dominicana, el colmado es, primero, estructuralmente importante, y segundo, funcionalmente eficiente. En esta sección hemos señalado que los mismos microempresarios lo evalúan positivamente como alternativa comercial atractiva para la inversión de su capital y su tiempo. 4. Exclusión por género

Hemos visto que el colmado dominicano es un negocio dominado por hombres. Tal dominancia es un patrón estadístico más que una norma cultural. Se vería raro entregarle un carro dañado a un mecánico mujer. Culturalmente, este negocio se define como esfera varonil. En cambio, comprar arroz o hasta cerveza en un colmado manejado por propietaria femenina no violaría ninguna expectativa cultural dominicana. Sin embargo, los datos cualitativos de nuestras observaciones, al igual que los datos cuantitativos de FondoMicro, indican fuerte preponderancia masculina en este rubro comercial.

Hemos visto que la marginalización de la mujer en este renglón tan popular se deriva menos de prejuicios ideológicos que de otros factores causales:

a) Factores económicos

El colmado es de las microempresas que más capital exige y la mujer comerciante promedio tiene menos acceso a capital que su contraparte masculino.

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b) Factores domésticos

Los deberes domésticos de la mujer dominicana son incompatibles con el horario extraordinariamente fuerte del dueño de colmado. En los sectores populares, la mujer atípica que dispone de capital abundante preferirá invertir su dinero en un renglón más compatible con la realidad de una cultura en la cual es raro ver a un hombre que se sienta obligado o dispuesto a compartir las tareas domésticas con su esposa. Si el "machismo" entra en juego, no toma la forma de renuencia de comprarle alimentos a una mujer en colmado, sino de compartir con la esposa una las tareas domésticas de una manera que le permitiría ejercer aquella profesión tan exigente.

c) Factores físicos

Manejar colmado implica no sólo despachar y cobrar, sino

también cargar cajas y sacos. Por eso es muy raro contratar a una joven o mujer como empleada de colmado. La preponderancia masculina, por lo tanto, se ve no sólo entre los dueños de colmado sino aun más fuertemente entre los empleados asalariados de colmado. Vimos ya que las exigencias físicas del colmado no son fuertísimas. Sin embargo, hay momentos en que hay que cargar o levantar bultos. Por lo tanto, los empleados son casi todos varones. La mujer que se ve despachando productos en colmado es casi siempre empleada familiar sin sueldo. Si hay que pagarle a alguien, casi siempre será varón.

d) Factores sociales

La visión popular del dueño de colmado como abusador suscita quejas constantes por parte de la clientela Camistosas, azucaradas y chistosas, por lo general, pero reales. Hay que ser Amedio tíguere@ para bregar constantemente con esta corriente

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verbal. Además, hay clientes Cmayormente masculinosC que tratarían de irse sin pagar su refresco o cerveza. Aun durante el día laboral normal, cuando entran amas de casas y niños para comprar, el colmado sirve también a tal clientela masculina adulta. Y la creciente función sociorecreativa del colmado, en el renglón del consumo alcohólico en horas nocturnas, aumenta aún más esta presión hacia una presencia masculina en la gerencia del colmado.

Este conjunto de factores económicos y culturales ha conducido a la marginalización de la mujer en este renglón comercial. En su funcionamiento actual, el colmado favorece a los varones como alternativa microempresarial. 5. Criterios sanitarios

Por tratarse de la venta de alimentos, el colmado como institución tiene que evaluarse también desde el punto de vista de la salud pública. Hay dos áreas de posible preocupación que se observaron en el curso de la investigación. Por un lado, existe la práctica de abrir y detallar cucharadas de mantequilla y de salsa de tomate, tajadas de queso, aceitunas individuales, y otros productos que en el supermercado se venden solo en recipientes cerrados y hasta sellados. Las cucharas y los cuchillos que se utilizan, por lo general, ni se lavan ni se guardan en sitios necesariamente limpios. Es decir, los procesos minidetallistas, que constituyen uno de los atractivos más fuertes del colmado para su clientela, traen consigo al mismo tiempo algún peligro de contaminación.

Es una preocupación visible al observador. Sencillamente, no se toman medidas sanitarias como regla general. Sin embargo, es una preocupación algo teórica. Los clientes no se quejan y no descubrimos ningún caso de enfermedad o envenenamiento que se le atribuyera a las prácticas sanitarias de un colmado. Es posible que haya habido tales casos, sin que haya aparecido el colmado como culpable. Sin embargo, no hay evidencia de que esto sea un problema real.

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Un segundo renglón de posibles problemas sanitarios es la venta de alimentos con fechas expiradas. Este peligro existe más seriamente en el caso de los víveres perecederos que se compran en mercado público para revender en el colmado. Pero el peligro lo manejan los mismos clientes, que examinan cuidadosamente los plátanos y la yuca antes de comprarlos. La putrefacción de víveres es un peligro económico para el dueño de colmado más que un peligro sanitario para el cliente.

En el caso de los alimentos y las bebidas enlatados o embotellados, se oyen a veces quejas de los clientes de que los dueños de colmados venden productos ya vencidos. El Departamento de Salud Pública manda inspectores. Hay colmados que reciben visitas semanales de estos individuos, quienes, por lo general (según varios informantes), salen con cinco o diez pesos más en el bolsillo que cuando entraron, aunque no hayan encontrado absolutamente ninguna violación. Aunque no tengan datos contundentes al respecto, los microempresarios indican su sospecha de que estos pagos informales raras veces llegan a depositarse en las cuentas bancarias oficiales de Salud Pública. Cuando el inspector de hecho encuentra una lata vencida, se le entregan no cinco sino cincuenta o cien pesos. Estos tampoco necesariamente llegan a la tesorería oficial.

Analizándolo fríamente, la función dominante de esta vigilancia sanitaria estatal en este renglón parece ser no la protección epidemiológica de la población, sino la captación de ingresos suplementarios por los funcionarios inspectores. Pero como la venta de productos vencidos es dañina, y como los inspectores tienen interés en detectar tales infracciones, el sistema de vigilancia funciona por lo menos modestamente, cualesquiera que sean los motivos de los inspectores. En todo caso, la evaluación general del colmado, desde un punto de vista sanitario, sale con resultados aceptables. El colmado, ciertamente, no se destaca por niveles altos de preocupación sanitaria, pero tampoco cae por debajo de los estándares prevalecientes en los barrios donde funcionan.

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6. Criterios ético-morales y filosóficos

Hay un último renglón de criterios evaluativos que sería interesante explorar: la ética y la filosofía del colmado. Tales criterios parecen más subjetivos e ideológicos que los más fríos y más medibles criterios de eficiencia económica. Pero no completamente. La subjetividad puede reducirse redefiniendo el problema analítico: analizaremos hasta qué punto la conducta del colmado típico es compatible objetivamente con las normas éticas, morales, o religiosas que prevalecen en la sociedad dominicana. Estamos comparando dos grupos de variables más o menos medibles: la conducta del colmado, por un lado, y las normas prevalecientes en la sociedad dominicana, por otro.

a) Legitimidad básica del comercio como actividad

El mero hecho de ser comprador y revendedor de alimentos

se define como conducta inmoral y criminal en los países socialistas. A diferencia del carpintero, plomero o arquitecto, el dueño de colmado se definiría como Agusano@ o parásito en la sociedad cubana contemporánea. Su actividad económica se ve como fundamentalmente inmoral, por lo menos en la ideología oficial prevaleciente. El comerciante clandestino se trata como criminal. El joven que se acerca a los turistas en las aceras habaneras para venderles tarjetas postales o pastas de jabón actúa con el mismo miedo y clandestinidad que un vendedor de cocaína en el mundo occidental capitalista. En un contexto socialista, el colmado se definiría como una manifestación económica de puro (o impuro) parasitismo social.

En cambio, en la República Dominicana el comercio es una actividad de prestigio. Como señalamos anteriormente las grandes fortunas a través de la historia dominicana tradicional derivaron en gran parte del comercio, sobre todo del comercio internacional. El éxito económico del comerciante le traía (a él y a sus hijos)

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también prestigio social. El comercio ha sido, en fin, una actividad moralmente legítima en la ideología prevaleciente de la sociedad dominicana.

b) Fijación de precios, pesos y medidas

La legitimidad teórica del comercio en los sentimientos

dominicanos populares se reduce algo, sin embargo, en el caso del colmado. Los dueños de colmado son severamente criticados (sobre todo cuando no están presentes) no por ser comerciantes, sino por los supuestos abusos que perpetran en el ejercicio de su función.

El mayor Aabuso@, y el más criticado, es el de subir los precios de los productos, sobre todo de los productos básicos. AEsa gente cobra lo que le da la gana@. Cualquier alza de precios en los productos alimenticios básicos genera una microcrisis Cy rabiaC en decenas de miles de hogares con presupuestos ya limitados. Hay una tendencia predecible de asumir que hay abusadores que se están enriqueciendo a costa del pueblo, y una tendencia popular de condecorar al dueño de colmado con esa etiqueta.

Se oyen, además, otras críticas. Una de ellas es la manipulación de los pesos y de las medidas. Los productos básicos Cincluyendo arroz, habichuela, plátanos y víveres, y hasta aceiteC se detallan por su peso. Hay sospechas de que los dueños o arreglan los pesos a su favor o por lo menos no miden una libra llena cuando despachan al cliente.

c) La Aobligación moral@ de fiar

Mucho más seria que esta acusación, sin embargo, es la de

rehusar crédito a un cliente necesitado. Al tratarse de alimentos esenciales, del dueño de colmado se esperan concesiones crediticias, casi como obligación moral, que no esperarían de un

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dueño de tienda de ropa o de electrodomésticos. El extender crédito es por un lado una maniobra puramente comercial para atraer clientela. Pero en el caso de un colmado, la vox populi lo considera casi una obligación moral, por lo menos en cuanto a los alimentos básicos. El dueño de colmado fácilmente puede rehusar fiar cerveza o ron, pero no es tan fácil negar una petición de fiar alimentos básicos. Un dueño de colmado que tome esa línea dura se le criticará como inmoral, y hasta podría perder clientela solvente, a menos que compita con precios verdaderamente atractivos.

d) El asunto del alcohol y del tabaco

La nueva participación del colmado en la venta de cerveza

y ron suscita inquietudes de carácter ético, moral y filosófico, sentidas muchas veces por los mismos dueños de colmado. La venta de alcohol ya no es un suplemento útil. Repetidas veces se nos aseveró que ya es un elemento esencial en la supervivencia de un colmado. La cerveza y el ron no son esenciales para la supervivencia de los clientes, pero sí son esenciales para la prosperidad y la supervivencia de los colmados. En vista de las cantidades astronómicas de cerveza y ron que se consumen diariamente en el país Cy de cigarrillos que se fumanC, y en vista del negativo impacto social, personal y hasta biológico que estos productos generan, no es exagerado observar que el colmado ha evolucionado hacia una ruta donde su supervivencia económica depende ya de la venta de productos que no alimentan sino que debilitan o enferman a su clientela. Aquella institución de la cual la población depende para su alimentación es al mismo tiempo el agente principal de creación y sostenimiento de varias clases de adicción colectiva a substancias intoxicantes y carcinógenas. La función histórica primordial del colmado, su importantísima misión estructural de alimentar, ha sido combinada en su evolución reciente con la misión menos noble de embriagar y

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envenenar. No son subjetivas observaciones moralistas, sino objetivas observaciones empíricas.

Las implicaciones morales que se deriven dependerán de las sensibilidades morales del observador. Como notamos anteriormente, la neutralidad moral del Estado dominicano en este sentido ha sido extraordinaria. La población dominicana está libre de las restricciones que imponen otros gobiernos en cuanto a la venta y consumo de alcohol y tabaco. Cualquier tienda puede vender cerveza. Hay una farmacia a 200 metros del Hotel El Embajador que vende Ron Bermúdez y Ron Brugal. El ciudadano tiene la libertad de montarse al volante de su carro, manejando con su mano izquierda, mientras toma su Presidente fría con la derecha. Y cuando llega a su casa, si se le acabaron sus cigarrillos, puede mandar a su hijo de 8 años al colmado de la esquina para comprárselos. Sabe que el colmado está abierto por la música fuerte que se oye. Si el dueño de colmado mantiene su patente al día y gratifica a los inspectores con cinco o diez pesos en sus visitas semanales, no tendrá ningún problema con la ley. Puede vender alcohol y tabaco como si fueran jugo y dulce.

Muchos dueños de colmado admitieron el carácter problemático de lo que está sucediendo. Reconocen su propia Aadicción@ a la venta de alcohol como elemento central de su negocio. Pero, en ausencia de normas legales, las fuerzas del mercado rigen. Hemos escuchado a dueños aseverando que no quieren convertir su colmado en un lugar de embriaguez, donde mujeres y niñas no pueden entrar. Sus inquietudes son en parte económicas; no quieren perder clientela. Pero tienen una dimensión moral también. Un dueño de colmado nos comentó que trató de rehusar el despacho de cigarrillos a niños mandados por adultos. Insistió en que fueran los mismos adultos que buscaran sus cigarrillos. ALa gente dejó de comprar. El dominicano no sale a la esquina para comprar cigarrillos. Prefiere mandar a su niño. Tuve que volver a la práctica antigua@. Sin el apoyo de un código legal, las fuerzas del mercado condujeron al abandono de una decisión moral.

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Para resumir: el fenómeno del colmado dominicano suscita preguntas filosóficas y éticas que raras veces se consideran en los análisis puramente económicos y sociales. Esta cara del colmado se caracteriza por una innegable ambigüedad. Por un lado, la sociedad dominicana reconoce como enteramente legítima la profesión de comprar y revender. Ni el comerciante ni su comercio se consideran como actividades en sí ilegítimas o sospechosas. El alto porcentaje de dominicanos que muestran una tendencia microempresarial hacia esa actividad demuestra su carácter aceptable en el esquema criollo de valores.

Sin embargo, el negocio de los alimentos básicos suscita más tensiones que el negocio típico. El hecho de que se trata de productos tan básicos a la supervivencia crea tensiones entre el detallista y su clientela. Cualquier alza de precio, sea cual sea la causa, engendra rencores y rabias y rumores que no se dan cuando se suben los precios de los zapatos o las bicicletas. El precio que paga el dueño de colmado por las ganancias impresionantes que recibe va más allá del dinero que tiene que invertir en su mercancía o el tiempo fuerte que tiene que dedicar a su negocio. Paga un precio adicional: el título de abusador y el resentimiento latente de sus clientes, a pesar del carácter amistoso y chispeante de las interacciones verbales que se oyen en los colmados. Por debajo del compadreo superficial bullen resentimientos y acusaciones latentes.

Un analista caería en gran error si internalizara las querellas del pueblo y se uniera a su letanía de acusaciones. El mismo carácter del negocio de alimentos engendra tensiones de por sí entre sectores empobrecidos como los que acuden diariamente a los colmados para su pan de cada día. No hay justificación, en nuestro dibujo del dueño de colmado, de decorarlo con cola y cuernos, como tampoco hay que pintarlo con aureola y alas. La gran mayoría se han tirado de lleno y voluntariamente al creciente concurso para captar el mercado de las bebidas alcohólicas en las cuales tan alto porcentaje del ingreso de muchos hogares

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empobrecidos se gasta. Hay susurros de renuencia ética y moral que se verbalizan detrás del mostrador, pero casi no se oyen por las fuertes ondas de música con las cuales muchos colmados han inundado sus vecindarios como arma en la conquista del nicho que antes ocupaban los bares. Y si en estos tiempos la música se ha bajado un poco, no ha sido por conciencia comunitaria de sus dueños, sino por las visitas de agentes policiales que por fin empezaron a acudir a los gritos de los vecinos. Es el miedo a las multas y confiscación de sus aparatos, no una conciencia de los derechos de sus vecinos, que ha apagado un poco la música gratuita suministrada por tantos dueños de colmado. C. )Intervenciones o laissez-faire?

Las descripciones y análisis que llenaron los capítulos anteriores cedieron en este último capítulo a un intento de Aevaluar@ el colmado. Ha sacado notas mixtas: estructuralmente importante, funcionalmente eficiente, generador de ganancias atractivas para muchos dueños, pero socialmente ambiguo. Tales evaluaciones son arriesgadas, pero forman parte de cualquier ciencia social que se considere como Aaplicada@.

El último paso intelectual en la antropología aplicada es quizás el más arriesgado: recomendar medidas pragmáticas. Hay dos clases de medidas teóricamente posibles: las que monitorearían a los colmados para la protección del público, y las que apoyarían a los colmados para el mejoramiento del negocio. 1. Medidas de protección pública

Sería fácil generar una lista de las medidas que se podrían considerar útiles para que la conducta del colmado se conformara con los estándares vigentes en muchos países industrializados. Podemos generar la lista como punto de discusión, a sabiendas de que para cada medida hay sectores dominicanos que se opondrían:

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- Chequeo ocasional de los pesos, sin preaviso. - Monitoreo de las fechas de expiración de productos

enlatados. - Leyes que impidan la venta de alcohol y de tabaco a

menores. - Prevención del consumo de alcohol dentro del local del

colmado o en las aceras públicas. - Prohibición de la inundación de vecindarios con música

fuerte, sobre todo en horas de la noche. Algunos se sorprenderán con la ausencia de dos

recomendaciones de esta lista: control de precios y reglamentos de zonificación para que un propietario no se levante un día con la sorpresa desagradable de que montaron un colmado a lado de su casa, con todo y Abellonera@ u otro aparato musical más moderno.

Con respecto a los precios, los intentos de controlar precios al nivel de detalle han producido resultados absurdos. Durante el curso de nuestras investigaciones hubo momentos en que sencillamente no había azúcar disponible. Algunos dueños de colmado la consiguieron a precios altísimos, y la vendieron con sus márgenes normales de 20% a 25%. Pero el precio al público era el doble de lo que se permitía formalmente. Los propietarios pusieron letreros diciendo que el azúcar se vendía a tanto (el precio oficial). Cuando un cliente desconocido la pedía, se le avisaba que desgraciadamente no había. Cuando llegaba un cliente de confianza, se le vendía el azúcar a escondidas al precio actual del mercado.

Para combatir esto algunos inspectores mandaban su propia gente a comprar azúcar. Si el propietario se la vendía al precio del mercado en vez de al precio oficial, se le imponía una multa fuerte. Los funcionarios hacían el intento absurdo de obligar a los dueños de colmado a vender el azúcar por debajo de lo que les costó. Y se sabía que las multas que se cobraban probablemente no llegaban a las cajas públicas.

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Las alzas artificiales de precio se deben normalmente a maniobras a nivel oficial o mayorista, más que a nivel de comerciantes detallistas. Si se adoptan medidas de impedir precios exorbitantes para productos básicos, la arena apropiada para llevar a cabo el combate es en las esferas oficiales y mayoristas que generan las alzas, no en los colmados del barrio. Ahí los mecanismos de competencia y la proliferación de los colmados impedirán maniobras artificiales de subida de precios.

La segunda recomendación que excluimos de nuestra lista es la de zonificar y restringir la ubicación espacial de los colmados. Los sectores populares parecen tener muy poca renuencia a la proliferación de colmados al lado de su casa. Cuanto más colmados, tanto menos peligro de escasez o precios altos. Las quejas que oímos en contra de los colmados que de repente se abren al lado de la casa de uno se oyeron mayormente de boca de los que compran sus alimentos yendo en automóvil al supermercado. La zonificación dificultaría la entrada de muchos actores en este sector. Produciría consecuencias estructurales sobre precios y disponibilidad de alimentos que no podemos predecir. En este asunto, una actitud de laissez faire probablemente sea la mejor.

Pero aun las observaciones que hicimos Cnecesidad de impedir ventas de tabaco a menores, restringir consumo público de alcohol, etc.C las hacemos con dos recelos. En primer lugar, tales reglamentos tendrían que ser impuestos desde arriba con la mano fuerte. Algunos sectores abogarían por restricciones en cuanto a la venta a menores o al consumo público de alcohol o en cuanto al ruido. Pero otros sectores resistirían tales cambios. No sabemos Csi se realizaran encuestas científicasC cuál sería la actitud popular mayoritaria en cuanto a estos asuntos. Individuos de convicciones autoritarias aseverarían que las medidas deben tomarse sin importar lo que quieran las masas. AA los niños no se les debe despachar cigarrillos, quieran lo que quieran los padres@. Otros dirían que las medidas legales deben adaptarse a las

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preferencias de un pueblo. Si el pueblo está acostumbrado a tomar su Presidente fría en la acera frente a un colmado, acompañados de música fuerte, o en la mano izquierda mientras la derecha maneja el volante, )qué derecho tienen los moralistas de imponer sobre el pueblo dominicano restricciones que vienen de otros lugares? Con lemas de soberanía nacional en la boca y con la bandera nacional en la mano, muchos defenderían el derecho sagrado de los colmados dominicanos de seguir haciendo lo que están haciendo. Estamos en controvertido terreno filosófico e ideológico, del cual un autor (sobre todo un extranjero) mejor se retira.

Pero aun esta lista reducida de posibles medidas es de todas maneras irrisoria en el contexto nacional actual. Cuando se genera una lista de medidas, hay que saber cuáles entidades ejecutarán lo recomendado. En estos asuntos, tendría que ser el Estado dominicano. Pero la imagen popular que observamos nos conduce a sospechar que la gran mayoría de la población dominicana aceptaría como verídicas y obvias las aseveraciones siguientes:

- El propósito, objetivo, meta y función principal del Estado, y la actividad predilecta de sus funcionarios, es la de enriquecerse.

- La conducta de autoenriquecimiento por parte de los funcionarios es, si no Anormal@, por lo menos típica, completamente predecible y raras veces castigada.

No aseveramos que estas percepciones sean verídicas en

toda instancia. Sólo aseveramos que el pueblo parece asumir que son verídicas. En vista del cinismo popular, y en vista de la conducta objetiva de los funcionarios e inspectores que parecen justificar esta imagen, sería una forma de conducta ritual de nuestra parte proponer medidas estatales para elevar y salvaguardar el tono moral del barrio, poniendo la ejecución de estas medidas en manos de instituciones cuya propia conducta

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predatoria parece haber llegado a niveles impresionantes de profesionalización. Dudamos, en fin, que se impedirá ni el consumo de cerveza en los colmados ni la venta de cigarrillos a menores, esperando que estemos equivocados en nuestra internalización del escepticismo del pueblo vis-à-vis su Estado.

2. Intervenciones de apoyo

Tal escepticismo en cuanto al sector público nos obliga a dirigirnos al sector privado y al sector de las ONG para posibles zonas de apoyo positivo a los colmados. Sin entrar en detalles, vemos tres posibles áreas de actuación:

a) Crédito

Hay una renuencia entre los dueños de colmado a endeudarse, y hemos oído en varias ocasiones aseveraciones orgullosas de los más exitosos de que todo lo que tienen es de ellos. No deben nada. Sin embargo, parece que una mayoría recibe crédito en forma de mercancía de sus suplidores, pagable en 15 ó 30 días. Algunos aseveran que los suplidores cobran igual que si pagaran al contado. Otros dicen que el que paga al contado recibe mejor precio. ANo te cobran interés si coges fiado, pero sí te dan un pequeño descuento si pagas al contado@ lo que indica que se cobra, en efecto, un interés sobre lo prestado. Y si hay una modesta diferencia de sólo 5% en el precio, el hecho de que la deuda es pagable en 15 días implica una tasa anual de 120% para ese Apréstamo sin interés@. Es decir, hay necesidades genuinas de crédito, pero renuencia genuina de involucrarse con instituciones crediticias.

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Discutamos las posibilidades de crédito desde los dos puntos de vista: los peligros que enfrenta el dueño de colmado que coge prestado, y los peligros a los cuales se expondría una institución crediticia que abriera una cartera dirigida a dueños de colmado.

Con respecto a lo primero, la fuerte renuencia de los microempresarios a acudir a fuentes institucionales de crédito deriva en parte de su deseo de no deber. Los préstamos que los empresarios grandes ven como parte normal del funcionamiento del negocio son considerados como indicio de problemas y medida interina por muchos microempresarios, incluyendo los dueños de colmado. Lo mejor es no deber.

Pero la renuencia se deriva en parte de la conducta que perciben por parte de las instituciones crediticias. Hay tres quejas corrientes que se oyeron en el curso de la investigación: demoran mucho en conceder el crédito (Aa veces meses@), ponen condiciones fuertes (Apor un préstamo pequeño te cogen el negocio entero@), y cobran intereses altos. Con respecto a esta última queja, al principio la considerábamos exagerada cuando la crítica fue hecha en contra de una ONG que cobraba dizque 24%, o el 2% mensual. Es una tasa que no parecía nada exorbitante en el contexto de las tasas de interés prevalecientes en la República Dominicana.

Sin embargo, resulta que el mismo monto mensual de interés (2%) que se cobra al iniciarse el préstamo sigue en vigor durante toda la vida del préstamo. El pago mensual del crédito no se reduce a medida que el principal se va reduciendo. La tasa real que se paga, por lo tanto, acaba siendo muy por encima del 24%.

En el curso de nuestra investigación, preparamos tablas de crédito basadas en una tasa hipotética de 2% por mes, para ser pagados en un año, para préstamos de diferentes montos. Mantuvimos constante el pago mensual del principal, que se pagaba en sumas fijas sobre doce meses. Redujimos el pago mensual del crédito para que llegara a 2% del principal que quedaba.

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Cuando enseñamos estas tablas a docenas de microempresarios, la reacción era favorable e incrédula. Cuando ven el interés bajar cada mes, cuando saben exactamente cuánto pagarán cada mes, cuando saben cuánto acabarán pagando de interés en el año, y cuando se dan cuenta de que, de hecho, acabarán pagando sólo alrededor de un 15% del monto original en ese año de endeudamiento, la renuencia disminuye drásticamente.

Estamos convencidos, por lo tanto, de que una institución financiera que abandone la cuestionable práctica vigente de mantener el mismo pago de interés a través del préstamo entero y que clarifique de antemano cuánto se está pagando cada mes en interés y cuanto en principal, encontrará una clientela muy interesada entre los microempresarios de los colmados y de otros sectores. Nos dio la impresión de que preferían pagar más fuerte en el principio, para que los pagos mensuales fueran reduciéndose a través del préstamo. Pero esos son detalles que pueden determinarse luego. El asunto es que hay un interés en crédito, y la renuencia hacia fuentes institucionales tradicionales se reducirá si surgen instituciones que abandonen ciertas prácticas de la conducta tradicional.

Pero ahí entramos en la segunda pregunta: )Puede una institución financiera prestarle sin peligro excesivo al renglón colmado? Las ONG que han trabajado con colmados no han tenido las mejores experiencias en términos de recuperar los préstamos. Pero sospechamos que parte del problema deriva del hecho de que han trabajado con colmados pequeños o marginales y geográficamente dispersos.

Una institución que trabajara, en base a un experimento piloto, en un área geográfica determinada con colmados bien establecidos, publicando clara y visualmente lo que se pagaría mensualmente de principal y lo que se pagaría de interés, encontraría un mercado confiable de dueños de colmados estables y bien surtidos. Los riesgos de quiebra o desaparición repentina serían mínimos dado el nivel de inversión que se requiere en el

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colmado típico, y el nivel de recuperación de préstamos probablemente sería alto.

b) Contabilidad e Inventario

La facilitación de crédito podría combinarse con apoyo técnico en sistemas sencillos de contabilidad y en procedimientos agilizados de inventarios periódicos. Y de hecho sería interesante considerar un paquete en el cual la obtención de crédito se ligue a la disposición del propietario de mejorar sus procedimientos de contabilidad e inventario. En el curso de nuestras investigaciones desarrollamos un sistema para hacer inventarios rápidos utilizando hojas ya preparadas de antemano con los centenares de productos que acostumbran llenar los estantes de los colmados dominicanos. Sería posible desarrollar un Apaquete@ de contabilidad y de inventario adaptado directamente a las necesidades de los colmados dominicanos, y a promover este paquete en el contexto de un programa de crédito, también dirigido a los colmados. El programa sería experimental, los riesgos muy bajos, y los posibles rendimientos muy altos.

La meta sería la de forjar nuevos mecanismos para desencadenar un flujo de crédito institucional hacia sectores que hasta ahora han tenido poco acceso a tal crédito. Los datos presentados en este libro sugieren que, por su importancia estadística en el mundo de los microempresarios, por su nivel de capitalización y por su importancia estructural en la alimentación del pueblo dominicano, no hay renglón más prometedor para lanzar tal experimento que el renglón del colmado dominicano.

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