EL COLOR DE LOS OFICIOS: COLONIALIDAD Y ORGANIZACIÓN DEL TRABAJO EN ECUADOR
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Maestría en Desarrollo Territorial Rural
EL COLOR DE LOS OFICIOS: COLONIALIDAD Y ORGANIZACIÓN DEL
TRABAJO EN ECUADOR
Marco Alvarado Torres [email protected]
Octubre de 2014.
RESUMEN
El presente documento intenta provocar una reflexión acerca de la organización social del trabajo en el Ecuador, a la luz de la teoría de la colonialidad del poder. Se pregunta si el
mito alrededor de la idea de raza permea las estructuras de este ámbito de la vida social y cómo se manifiesta. Se trabaja a través del análisis del ingreso laboral y de las condiciones de empleo en relación a la clasificaciones sociales de tipo racial. Se concluye que la
noción de raza y por tanto la colonialidad del poder continúan operando como pautas estructurales de la organización del trabajo en la sociedad ecuatoriana, ‘blanqueando’ el
acceso a los trabajos de mayor jerarquía1 o de mayor seguridad.
Palabras clave: trabajo, raza, clasificación, jerarquía, ingreso, condición laboral.
INTRODUCCIÓN
El presente documento intenta provocar una reflexión acerca de la organización social del trabajo en el Ecuador a la luz de la teoría de la colonialidad del poder, preguntándose sí
el mito alrededor de la idea de raza permea las estructuras de este ámbito de la vida social y cómo se manifiesta.
Para ello hemos trabajado una metodología consistente en el análisis del ingreso laboral y de la condición laboral para estimar cuantitativamente si son condicionadas por las
clasificaciones sociales que traducen la idea colonial de raza, y en función de ello, intentar una aproximación a las posiciones que ocupan los grupos humanos en las jerarquías2 de
la organización del trabajo en nuestro país, contrastando principalmente a los considerados como indígenas, blancos y afroecuatorianos. Los datos utilizados fueron tomados de la Encuesta Nacional de Empleo, Desempleo y Subempleo-ENEMDU
(INEC, 2013).
El trabajo se presenta de la siguiente manera: luego de ésta introducción, hacemos unas disquisiciones acerca de la división social del trabajo y la teoría de la colonialidad del
poder. Seguidamente hacemos un análisis descriptivo de datos a través de medidas de tendencia central, dispersión y posición, así como un análisis de regresión. Finalmente se presentan unas reflexiones a manera de conclusión.
LA IDEA DE RAZA Y LA DIVISIÓN SOCIAL DEL TRABAJO
La división social del trabajo es un proceso organizador de la economía que consiste en la separación de los distintos tipos de trabajo en la sociedad de manera que los productores
se especializan en diferentes ramas de la producción (Borízov et al, 1965). Es decir, se trata de la distribución orgánica de tareas productivas o de servicios, mediante la
1 Consciente de las limitaciones que esto pueda traer, dicha jerarquía se intenta ver a través de ingreso
laboral.
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separación o diferenciación de las actividades en el ámbito del trabajo, partiendo desde
el cuerpo social más amplio para formar tareas autónomas (Guerrero, 2008).
Así, la división social del trabajo ha dado lugar a ramas y sectores económicos especializados con características históricamente determinadas (Guerrero, 2008), siendo
que el grado de desarrollo de este proceso, depende a su vez del grado de desarrollo de sus fuerzas productivas (Borizov et al, 1965).
Es en las sociedades capitalistas donde la división social del trabajo más se ha
profundizado, llegando a rebasar los límites de las economías nacionales y, sobre la base del comercio internacional deviene en una totalidad histórica que es la división capitalista internacional del trabajo (Borizov et al, 1965). La división internacional del trabajo trata
de la proyección de la división social del trabajo a escala global, convirtiéndose en una forma de organización internacional de la economía, que asigna a los países roles
productivos según sus localizaciones, recursos, capacidades y sobre todo jerarquías, proyectando la dominación y la explotación en esa escala global: “la situación dominante de los estados económicamente desarrollados en el mundo capitalista hace que se
intensifique la explotación de los países poco desarrollados” (Borizov et al, 1965).
América Latina en general y Ecuador en particular han participado en esta división internacional del trabajo preponderantemente asumiendo posiciones subordinadas en el
escenario internacional, es decir, una ‘inserción dependiente’ (Acosta, 2006).
Este papel tuvo sus orígenes a partir de la época de la colonia (Acosta, 2006 y Thorp, 1998), que fue cuando se configuró una economía primario exportadora que aún persiste . En la base de esa configuración interna estaban las jerarquías raciales como criterio
organizador de la división del trabajo, criterio sobre el cuál se continuó la organizac ión económica del país luego de la independencia y constituyó (junto al despojo de las tierras
y la explotación irracional de los recursos naturales) uno de los condicionantes inicia les que está en la raíz de la profunda inequidad que aún persiste, no solo en Ecuador sino también en América Latina. (Acosta, 2006 y Thorp 1998).
En síntesis, al hablar de la división del trabajo a lo interno de países como Ecuador y Latinoamérica, estamos refiriéndonos a una trayectoria dependiente que tiene sus orígenes incluso antes de los albores de nuestra historia republicana, en cuyo corazón está
la idea de raza como criterio organizador. Pero luego de cerca de dos siglos de fin de la colonia, ¿sigue aun operando en la sociedad ecuatoriana?
Al respecto, desde los estudios postcoloniales se sostiene que este criterio persiste,
habiendo pasado nuestros países del colonialismo a la colonialidad (Quijano, 2000), Así pues en palabras de Santos (2010) “el fin del colonialismo político no significó el fin del colonialismo de las mentalidades y subjetividades […] y que por el contrario continuó
reproduciéndose de modo endógeno (Santos, 2010: 7)”.
La idea de raza según Quijano “fue un modo de otorgar legitimidad a las relaciones de dominación impuestas por la conquista” (Quijano, 2000: 203) que surgió a partir de la
codificación de los rasgos fenotípicos de los conquistados en la categoría ‘color’ (Quijano, 2000), constituyéndose en un mecanismo eficaz de modelación de las intersubjetividades y legitimador así, de las previas relaciones de dominación (Quijano,
2000).
Según Quijano (2000), no solo se trata de un criterio persistente como rezago de la época colonial en las sociedades latinoamericanas, sino que a partir de la conquista colonial de
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Latinoamérica se universalizó como instrumento de dominación social, convirtiéndose en
el criterio básico “de clasificación social universal de la población mundial” (Quijano, 2000: 203), y volviéndose fundamental para la distribución de la población en la
estructura del poder capitalista global, convirtiéndose en un rasgo fundamental del mismo, que naturaliza las posiciones subalternas de los sometidos visibilizándolas “no como el resultado de un conflicto de poder sino como la derivación lógica de una inferioridad
esencial en su naturaleza” (Quintero, 2010: 8).
Así pues, la idea de raza ha derivado en un patrón de poder global, que Quijano (2000)
ha denominado la colonialidad del poder, que estructura todos los ámbitos de la existenc ia social humana, en múltiples escalas, siendo la globalización capitalista el punto
culminante de este proceso que inició con la conquista colonial de América.
Uno de estos ámbitos de la vida social atravesado por la colonialidad del poder es el trabajo. Quijano (2000), sostiene que la colonialidad del poder ha configurado un patrón de control del trabajo, de sus productos y sus recursos, a partir de las identidades
producidas sobre la base de la idea de raza, que fueron asociadas a la naturaleza de los roles y posiciones en la nueva estructura global del trabajo.
Así, ambos elementos, raza y división del trabajo, quedaron estructuralmente asociados y reforzándose mutuamente, a pesar de que ninguno de los dos era necesariamente dependiente el uno del otro para existir o para cambiar. De ese modo se impuso una sistemática división racial del trabajo (Quijano, 2000:204)
Así pues, estamos hablando del racismo como un elemento constitutivo de la explotación
del trabajo en el capitalismo. Este proceso inició con la división racista del trabajo en el período colonial en América Latina, y luego, con la expansión de la dominación colonial
en el mundo, por parte de los blancos, la raza como criterio de clasificación y organizac ión social se impuso a escala global (Quijano, 2000).
En un inicio se expresó sobre todo en una asociación casi exclusiva “de la blanquitud social con el salario y por supuesto con los puestos de mando de la administrac ión”
(Quijano, 2000: 205), mientras la población de otros colores era asociada a la explotación por otros modos no salariales como la servidumbre y la esclavitud (Quijano, 2000).
Así, cada forma de control del trabajo estuvo articulada con una raza particular. Consecuentemente, el control de una forma específica de trabajo podía ser al mismo tiempo el control de un grupo específico de gente dominada. Una nueva tecnología de dominación/explotación, en este caso raza/trabajo, se articuló de manera que apareciera como naturalmente asociada. Lo cual, hasta ahora, ha sido excepcionalmente exitoso (Quijano, 2000: 204).
Al igual que lo manifestado por Quijano (2000) al final de la cita textual anterior, desde
los estudios de la globalización, Robinson (2007), señala que aunque no debemos perder de vista la naturaleza de clase de las jerarquías sociales globales, ésta se complementa con las dimensiones raciales, que son una construcción histórica producida por el
despliegue histórico del capitalismo sobre el colonialismo europeo y el imperialismo racializado, que hacen que el racismo no sea fortuito sino constitutivo del capitalismo
contemporáneo:
[…] los trabajadores de los grupos raciales dominantes suelen ser asignados al trabajo libre y aquellos de los grupos raciales oprimidos a las distintas formas de trabajo forzado […] esta racialización de las relaciones de clase se ha mantenido a través de toda la historia del capitalismo mundial, justo por ser parte constitutiva del sistema (Robinson, 2007: 173).
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Condicionada por las categorías de raza y clase, Robinson (2007) señala que la sociedad
actual se divide por tres niveles jerárquicos de distribución del trabajo que tienen carácter global: el primero está conformado por aquellos que logran conseguir empleo contratado
(formal). El segundo, por un ejército creciente de trabajadores ‘casualizados’, es decir, caracterizados por la inseguridad crónica de sus empleos. Y un tercero, que estaría conformado por la ‘población flotante’, aquellos excluidos de la actividad productiva del
capitalismo, y que en palabras de (Grabois, 2014) están en situación de trabajo precario y cuyo conjunto de estrategias de supervivencia conforman lo que se denomina ‘economía
popular’.
Con estas breves reflexiones teóricas cabe entonces preguntarse: ¿la colonialidad del poder se refleja en la organización del trabajo en Ecuador?, ¿cómo se manifiesta? A estas disquisiciones se dedica la siguiente parte de este artículo.
LA ESTRUCTURA DEL INGRESO EN EL ECUADOR
En el presente apartado, se intenta dar respuesta a la pregunta formulada en el párrafo
anterior. Intentamos un ejercicio de analogía en torno a las principales categorías planteadas por la teoría (básicamente las de raza, trabajo y jerarquía), a partir de la información proporcionada por ENEMDU (INEC, 2013), y utilizando medidas de
tendencia central, dispersión, posición y finalmente contrastando tres modelos de regresión. Las variables principales que se cruzan son el ingreso laboral y
autoidentificación (en adelante me referiré a esta variable como ‘clasificaciónes’), también me apoyo de las variables escolaridad y condición de actividad (tomando solamente en cuenta la población ocupada, que se ha catalogado ya sea como empleada o
subempleada como aproximadas a situaciones de formalidad y precariedad respectivamente) en una tentativa de enriquecer la panorámica. Esta es la presente
propuesta para ensayar un acercamiento a la estructura del ingreso en nuestro país a la luz de las categorías propuestas en la teoría.
Clasificación y jerarquía en relación al ingreso
En el cuadro 1, se puede observar muy claramente una jerarquía entre las distintas
clasificaciones en términos de sus ingresos laborales, ordenándose las categorías de
superior a inferior como sigue: blanco, mestizo, afroecuatoriano, negro, mulato, montubio
e indígena.
Cuadro 1.
Media de ingresos y medidas de dispersión de los ingresos de diferentes grupos étnicos
P15= etnia Mean= media ingreso
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Variance= varianza del ingreso
Sd= desviación estándar del ingreso Cv= covarianza FUENTE: ENEMDU
Elaboración propia
Las poblaciones clasificadas como ‘indígenas’, se encuentran en la posición inferior con
medias de USD 261,67, seguidos muy de cerca por los montubios (campesinos de la
región Costa), y de los afroecuatorianos (y negros). Mientras que en la escala superior, se
encuentra la población considerada blanca, con un ingreso medio de USD 613.09, lo que
es casi 2,5 veces más que el ingreso medio indígena. La población mestiza, se encuentra
en una posición intermedia, pero más cercana a la de los blancos en la posición superior
que a la de los indígenas en la inferior y en resumen, podemos observar que estas dos
categorías se encuentran con una considerable distancia respecto de las demás.
Es importante también anotar que la dispersión del ingreso es muy diferente entre la
posición superior y las inferiores (a excepción de la población negra), lo que podría nos
invita a mirar las restricciones estructurales que la clasificación impone a las personas en
términos de oportunidades económicas. Esto es mucho más evidente si discriminamos las
jerarquías intermedias y solamente comparamos la inferior y la superior, como se presenta
en el cuadro 2 a continuación:
Cuadro 2.
Análisis de varianza.
Obs: Número de observaciones Mean:media Std. Dev.: Desviación estándar
Conf. Interval: Nivel de confianza FUENTE: ENEMDU, 2013 Elaboración propia
Lo visto en este cuadro a su vez se ratifica si lo triangulamos con un análisis a través de
medidas de posición: en el cuadro 3 a continuación, observaremos que:
Casi el 45% de la población clasificada como indígena se encuentra en el quintil
con menores ingresos, y casi el 70% se ubica en los dos quintiles con menores
ingresos.
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Más del 57% de la población afroecuatoriana está en los dos quintiles con
menores ingresos.
La población blanca muestra una distribución bastante equilibrada en los 4
primeros quintiles, y en el quinto (que es el de mayores ingresos) aumenta
desproporcionadamente con respecto a estos, concentrando el 35% de su
población.
En contraste con esta concentración de la población blanca, apenas el 4,5% de la
población indígena y el 9% de la población afroecuatoriana, se encuentra en el
quintil de mayores ingresos.
Cuadro 3
Posiciones de la población indígena, afroecuatoriana y blanca en los quintiles de ingreso
(en porcentajes).
Fuente: ENEMDU, 2013
Elaboración propia
Clasificación y condición de actividad
Con la variable dicotómica ‘condición de actividad’ nos referimos al conjunto de la
población muestreada en la ENEMDU que declaró estar ocupada, a la cual la separamos
en ‘empleados’ y ‘subempleados’. En este espacio muestral vemos que, aunque la
probabilidad de estar en condición de subempleo es alta para todos los grupos, esta
probabilidad es mucho menor para la población considerada blanca en relación a los otros
dos grupos de contraste.
Cuadro 4. Condición de actividad de la población blanca, afroecuatoriana e indígena ocupada
Fuente: ENEMDU, 2013 Elaboración propia
Efectos de la clasificación, escolaridad y condición de actividad sobre la estructura
del ingreso laboral.
En este apartado se pretende hacer una aproximación principalmente a la relación que la
clasificación puede tener sobre la jerarquía en el ingreso, aunque se acude también a la
blanco afroecuatoriano indígena
subempleado 56,57 68,54 81,56
empleado 43,43 31,46 18,44
SUMA 100 100 100
QUINTIL Indígena Afroecuatoriano Blanco
1 44,75 32,39 18,53
2 23,49 25,03 12,15
3 17,00 18,67 16,76
4 10,28 14,78 17,16
5 4,48 9,14 35,29
Suma 100 100 100
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intervención de los variables escolaridad y condición de actividad. El ejercicio consistió
en trabajar a través de dos modelos de regresión:
Regresión 1: Se observó el comportamiento de la variable ingreso laboral a la
luz de la variable independiente discreta ‘clasificación’, y de la variable
independiente continua “años de escolaridad”.
Regresión 2: Al modelo anterior, se agregó la variable independiente dicotómica
“condición de labor”
A continuación, en el cuadro 5 se muestran los interesantes resultados:
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Cuadro 5.
Resultados de los modelos de regresión
Fuente: ENEMDU, 2013
Elaboración propia
En una escueta síntesis lo que podemos observar en los tres modelos es que, no ser blanco
significa partir con una desventaja en la estructura del ámbito del trabajo en los siguientes sentidos:
Nuevamente observamos que los grupos clasificados como indígenas o
afroecuatorianos asumen una posición inferior en términos de ingreso laboral al resto de grupos representados en el espacio muestral.
Mientras que ser blanco significa una clara ventaja de posición en el ingreso laboral respecto al resto de grupos representados en el espacio muestral.
Observando las constantes en todos los modelos, podemos inducir que, no ser blanco significa perder posiciones en la estructura del ingreso laboral en la medida
que nos señala la prueba R2.
Sin embargo, cabe anotar que la magnitud del movimiento en la estructura del ingreso por efectos de cambios en el grado de preparación (escolaridad) o del cambio de condición de actividad laboral de subempleado a empleado, no difiere elocuentemente
entre los distintos grupos raciales. Estas variables influyen sobre el ingreso laboral de manera más o menos similar para todos los grupos.
CONCLUSIONES
Los datos analizados nos sugieren que la colonialidad persiste en la organización del
trabajo como un elemento estructural de la misma; en cuanto el “color” de las personas influye en las posiciones que asumen en la estructura, que fue observada a través de las
probabilidades de acceso a empleo (o en contraparte subempleo), así como en la dispersión y posición de las clasificaciones en cuanto al ingreso, que nos dieron a notar una clara jerarquía favorable para los clasificados como blancos y una clara desventaja
para los indígenas.
Regresión 1 Regresión 2
Constante 33,63 207,1
raza -27,9 -75,39
escolaridad 38,39
Condición de trabajo 486,95
R2 10% 16%
Constante 30,73 201,21
raza -33,59 -30,61
escolaridad 30,73
escolaridad 490,36
R2 10% 16%
Constante 27,48 197,09
raza 156,92 171,92
escolaridad 38,53
escolaridad 489,98
R2 10% 16%
INDÍGENA
AFROECUTORIANO
BLANCO
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Refuerza esta proposición lo que encontramos en el análisis de regresión, a partir del cual,
además de permitirnos ratificar el ya antes mencionado sentido de la jerarquía en la organización del trabajo, visto a través de los ingresos laborales, en una suerte de
caricaturización nos permite concluir que la estructura de la organización del trabajo tiene una importante capacidad de determinar que la condición de indígenas o afroecuatorianos sea causa de un descuento a nuestros ingresos laborales, mientras que ser considerado
blanco significa hacerse acreedor a ‘una yapa’ en términos locales.
En fin, el análisis nos muestra que la noción de raza y por tanto la colonialidad del poder continúan operando como pautas estructurales de la organización del trabajo en la
sociedad ecuatoriana, ‘blanqueando’ el acceso a los trabajos de mayor jerarquía o de mayor seguridad.
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