El Cristiano y La Música Secular

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El tema del taller que impartí en el Congreso Integral fue “El cristiano y la música secular” y el subtítulo lo planteé en forma de pregunta: “¿Puede el cristiano escuchar música secular o sólo debe escuchar música cristiana?” Sin embargo, luego de enviar mi bosquejo a los organizadores del evento para incluirlo en el manual del Congreso pensé que realmente la pregunta anterior debí haberla formulado mejor. La verdadera pregunta no debería cuestionar si el cristiano “puede” o “no puede” pues de poder todos pueden hacer lo que se les antoje. ¿No dijo el apóstol Pablo “todo me es lícito”? Pienso que la pregunta estaría mejor planteada sustituyendo la palabra “puede” por la palabra “debe”. En este sentido la pregunta debería ser no si podemos, sino si “debemos” o no escuchar música secular. “¿Debe el cristiano escuchar música secular o sólo debe escuchar música cristiana?” CINCO PREMISAS FUNDAMENTALES. Antes de expresar mis pensamientos quisiera establecer algunos fundamentos que me ayudarán a transmitir mis convicciones sobre el tema de la música y de este modo usted comprender el espíritu desde el cual escribo. En primer lugar, comparto este tema en La Aventura de Componer porque estoy consciente de que los compositores escuchan mucha música. Para ser un buen compositor y para mantenernos actualizados debemos estar empapándonos constantemente de esto que nos apasiona tanto: La música y las canciones. Aunque sé de muchos que han establecido para sí mismos la norma de sólo escuchar música cristiana un buen porcentaje de escritores escucha música secular. ¿En qué porcentaje? No lo sé, cada quien debería saber cuánto de estos tipos de música escuchan en su dieta de canciones diarias. Por lo tanto, la duda que surge es si es correcto que un compositor cristiano escuche música secular o no, o si sólo debería escuchar música cristiana. ¿De qué debería estar empapado un compositor cristiano? En segundo lugar, no solo quienes componemos nos preguntamos dónde está la línea divisoria entre los tipos de música que deberíamos escuchar, también se lo pregunta el cristiano comprometido con su fe. Claro que muchos cristianos no se cuestionan estas cosas quizá porque no ven conflicto entre ambos tipos de música y por lo tanto, escuchan todo por igual; sin embargo, la conciencia del cristiano que busca profundizar su relación con Dios le advierte en cuanto a qué sí y qué no debería oír. Para todos quienes tienen dudas al respecto les dedico estos artículos. En tercer lugar, voy a abordar el tema partiendo de que la música cristiana es aquella que producen los cristianos y la música secular aquella que producen quienes no profesan la fe cristiana. La diferenciación entre música cristiana y música secular la uso partiendo del marco teórico de la mayoría de creyentes que definen así la música; sin embargo, si fuéramos estrictos con estos términos la verdad no existe música cristiana y no existe

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el cristiano y la música secular

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El tema del taller que impartí en el Congreso Integral fue “El cristiano y la música secular” y

el subtítulo lo planteé en forma de pregunta: “¿Puede el cristiano escuchar música secular

o sólo debe escuchar música cristiana?” Sin embargo, luego de enviar mi bosquejo a los

organizadores del evento para incluirlo en el manual del Congreso pensé que realmente la

pregunta anterior debí haberla formulado mejor. La verdadera pregunta no debería

cuestionar si el cristiano “puede” o “no puede” pues de poder todos pueden hacer lo que se

les antoje. ¿No dijo el apóstol Pablo “todo me es lícito”? Pienso que la pregunta estaría

mejor planteada sustituyendo la palabra “puede” por la palabra “debe”. En este sentido la

pregunta debería ser no si podemos, sino si “debemos” o no escuchar música secular.

“¿Debe el cristiano escuchar música secular o sólo debe escuchar música cristiana?”

CINCO PREMISAS FUNDAMENTALES.

Antes de expresar mis pensamientos quisiera establecer algunos fundamentos que me

ayudarán a transmitir mis convicciones sobre el tema de la música y de este modo usted

comprender el espíritu desde el cual escribo.

En primer lugar, comparto este tema en La Aventura de Componer porque estoy

consciente de que los compositores escuchan mucha música. Para ser un buen

compositor y para mantenernos actualizados debemos estar empapándonos

constantemente de esto que nos apasiona tanto: La música y las canciones. Aunque sé de

muchos que han establecido para sí mismos la norma de sólo escuchar música cristiana

un buen porcentaje de escritores escucha música secular. ¿En qué porcentaje? No lo sé,

cada quien debería saber cuánto de estos tipos de música escuchan en su dieta de

canciones diarias. Por lo tanto, la duda que surge es si es correcto que un compositor

cristiano escuche música secular o no, o si sólo debería escuchar música cristiana. ¿De

qué debería estar empapado un compositor cristiano?

En segundo lugar, no solo quienes componemos nos preguntamos dónde está la línea

divisoria entre los tipos de música que deberíamos escuchar, también se lo pregunta el

cristiano comprometido con su fe. Claro que muchos cristianos no se cuestionan estas

cosas quizá porque no ven conflicto entre ambos tipos de música y por lo tanto, escuchan

todo por igual; sin embargo, la conciencia del cristiano que busca profundizar su relación

con Dios le advierte en cuanto a qué sí y qué no debería oír. Para todos quienes tienen

dudas al respecto les dedico estos artículos.

En tercer lugar, voy a abordar el tema partiendo de que la música cristiana es aquella que

producen los cristianos y la música secular aquella que producen quienes no profesan la fe

cristiana. La diferenciación entre música cristiana y música secular la uso partiendo del

marco teórico de la mayoría de creyentes que definen así la música; sin embargo, si

fuéramos estrictos con estos términos la verdad no existe música cristiana y no existe

música secular. La música es música. Es decir, no existe el “Do” cristiano ni el “Do”

secular. El “Do” es “Do” y punto, lo toque un creyente o lo toque un pagano. Tal vez una

mejor forma de diferenciar los tipos de música sería decir que es música producida por

cristianos y música producida por no cristianos. Pienso que es una forma menos absurda

de diferenciar ambas.

En cuarto lugar, reconozcamos que la Biblia no dice nada referente al tema. En el sentido

que hay temas en los que la Biblia es clara al decir qué sí y qué no es bueno, qué cosas

son blancas y qué cosas son negras. Sin embargo, en cuanto a la música cristiana y

secular la Biblia no dice nada y por lo tanto, el tema es un tema gris. En este sentido

debemos apelar a principios bíblicos para definir qué sí y qué no está bien y de este modo

buscar hacer la voluntad de Dios. El contenido de la letra, aunque no esté hablando

específicamente de la música, Filipenses 4:8 es una excelente guía de lo que debíamos

escuchar en las letras de la música, “Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero,

todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre;

si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad.” Si esas son las cosas en

las que debemos pensar, seguramente también esas son las cosas que debemos invitar a

nuestras mentes a través de la música y las letras. ¿Puede ser la letra de una canción

secular totalmente verdadera, noble, justa, pura, amorosa, admirable, excelente, y digna

de alabanza? A través de estos artículos basaré mis reflexiones en principios para poder

determinar las convicciones que debería caracterizarnos a aquellos que decimos ser

cristianos.

Por último, recordemos que el tema de la música es un tema apasionante.

Lamentablemente algunos no saben controlar sus pasión y a lo largo de los años he

presenciado discusiones acaloradas entre cristianos al punto de faltarse el respeto cuando

han abordado el tema de la música. ¡Ni se diga cuando sale a relucir el punto de los

ritmos! Los que dicen que no deberíamos oírla tachan de carnales a quienes sí la oyen,

mientras que quienes defienden el hecho de que es válido oírla tachan de religiosos a

quienes dicen que no debería oírse. Le invito a que sea moderado, a que considere mis

pensamientos como pautas para iniciar una reflexión mucho más profunda

En adelante, ¿está la iglesia preparada para nuevos conceptos? ¿Cuál es el criterio

pastoral, cuando se promueve nuevos conceptos que generan consecuencias adversas?

¿Cuál será el resultado, si se denominará espirituales versus débiles o carnales? ¿Cuál es

el rol que se nos ha encomendado llevar a cabo?

A continuación, un párrafo a favor de escuchar la música secular - creo que ya la escuche

en algún lado. Pero de nuevo, pienso que la pregunta no debería ser algo tan básico como

es bueno o es malo, debiera ser, ¿conviene o no conviene?, ¿edifica o no edifica?,

¿glorifica a Dios o no? Etc.

¿Qué corriente será? ¿Es malo escuchar música secular? ó ¿Es bueno escuchar música

secular?

En la entrada anterior introduje el tema de la música cristiana y secular lanzando algunas

premisas que pienso que deberíamos tener en mente a medida que hablamos del tema.

Hablé sobre la realidad de que muchos compositores cristianos oyen música secular y aun

el cristiano promedio. Hablé sobre el área gris en el cual se encuentra este tema y por lo

tanto, debemos recurrir a principios para regir nuestra conducta. Por último, hablé sobre la

importancia de amarnos unos a otros a pesar de que pensemos distinto. Hoy sí, entremos

de llenos a todo esto…

EL PROBLEMA DE LA RADICALIZACIÓN DEL TEMA.

Para ponerle un poco de salsa picante a las mentes de quienes asistieron a mi taller cité

las palabras de un pastor amigo que me compartió una frase que me impresionó. Él me

dijo: “Noel, hay música cristiana que no escucho y música secular que sí”. ¡Algunos en el

taller comenzaron a rascarse la cabeza!

A medida que seguí profundizando en el pensamiento de mi amigo él fue aun más atrevido

al decirme: “Yo creo que hay música cristiana que es malo escuchar y música secular que

es bueno escuchar”. ¡Ahora usted ha de ser quien se está rascando! ¿Verdad?

Pienso que uno de los problemas de los que decimos llamarnos evangélicos es que nos

gusta radicalizar las cosas. Y aunque en muchos temas la Biblia es radical y por lo tanto,

nosotros deberíamos ser radicales, eso no significa que debamos radicalizar los temas que

la Biblia no radicaliza.

Detrás de la radicalización del pensamiento cristiano en cuanto a la música secular se

esconde una actitud perezosa y holgazana. El evangélico es cómodo en cuanto a

reflexionar se refiere. Es más fácil decir “Sí” o decir “No” que dedicar energía mental para

sopesar que algunas cosas son “Tal vez”. Es más fácil determinar que algo es “blanco”

o “negro” que sentarse a definir qué cosas tienen un matiz de “gris”.

La otra vez tuve una amable discusión con algunos amigos relacionado al hecho de tomar

cerveza. “¿Realmente es malo tomar cerveza?” Les pregunté. Aunque unos se quedaron

callados todos dijeron que sí, que es malo. Volví a preguntarles: “¿Por qué?” Algunos no

supieron qué decir y otros esgrimieron argumentos un tanto débiles. Lo que pasó con mi

ejercicio intelectual es que evidenció que muchos solo repiten lo que se les dice y

aceptan como malo un acto que no necesariamente es malo.

¡Aclaración! Yo no tomo cerveza, jamás he probado la cerveza y creo que en nuestro país

El Salvador, ¡culturalmente hablando!, es malo tomar cerveza. ¿Ok?

El punto es que yo quería llevar a mis amigos a reflexionar de que tomar una cerveza no

es malo en sí mismo, que la Biblia califica de malo la borrachera, pero no tomar una

cerveza. Aun así en nuestro país es muy pero muy mal visto que un evangélico lo haga.

¿Significa esto que tomar una cerveza es malo? Siendo honestos: No debería serlo. Para

comprobarlo dese una pasadita por un par de países europeos para verificar que

evangélicos y protestantes beben cerveza como norma cotidiana sin que sus conciencias

se inmuten.

La otra vez me contaron de un pastor salvadoreño que fue a un congreso de pastores en

Alemania y cuando salieron a almorzar a un restaurante todos los pastores pidieron una

cerveza. Cuando el salvadoreño presenció eso dijo para sí: “¡Ops! ¡Estos pastores son

unos borrachos!” Cuando el mesero le pidió saber qué bebida quería exclamó: “No, ¡yo

prefiero un cafecito!” Todos los pastores voltearon a verlo con cara de: “¡Uy! ¡Este pastor

es un drogadicto!”

Hay cosas que no son malas en sí mismas, sino que debido a nuestro contexto cultural del

latino borracho calificamos como malas.

Regresemos al tema de la música: ¿Es malo escuchar música secular? ¡Piénselo! ¿Es

malo tomar una cerveza? ¿No será que preferimos decir que algo es malo para ahorrarnos

una reflexión más detenida sobre qué, cómo, cuándo y dónde algo podría ser malo?

Al evangélico promedio no le gusta reflexionar, prefieren clasificar las cosas como “Sí” o

como “No” con tal de no quemar neuronas.

¿SON MALOS LOS CARBOHIDRATOS SIMPLES?

Creo que lo que nos ha pasado como cristianos es lo que nos ha ocurrido a los

nutricionistas. Mire, tengo una licenciatura en nutrición, especialidad que ejercí durante los

5 años siguientes de haberme graduado. Después de 2005 la ejerzo muy

esporádicamente. El punto es que como profesionales se nos enseñó cómo debe ser la

dieta del paciente diabético.

En El Salvador hay alrededor de 600 mil personas que padecen diabetes, eso es un

poquito más del 10% de la población. ¡Bastante gente! ¿No? Como usted sabe la persona

con diabetes tiene un problema de absorción de glucosa (azúcar, si quiere llamarle así)

que puede dispararle lo niveles en la sangre. Los alimentos que disparan súbitamente la

glucosa sanguínea son los carbohidratos simples (Ojo: Son los simples, no los

carbohidratos complejos). De modo sencillo los carbohidratos simples son: La leche y las

frutas (dentro de estos: el azúcar, todo lo que lleve azúcar y todo lo que sea dulce). Los

carbohidratos complejos son el arroz, el maíz, el pan, la papa, entre otros.

¿Significa esto que un diabético no puede tomar leche ni consumir frutas por

ser carbohidratos simples? No, simplemente debe hacerlo con medida.

El punto es que en la universidad nos enseñaron lo siguiente. Los catedráticos

repetidamente nos decían: “Miren, del 100% de carbohidratos de la dieta del diabético el

75% deben ser carbohidratos complejos y el 25% carbohidratos simples. ¡Perooo! En El

Salvador la consejería díetética que ustedes brinden debe establecer que el diabético debe

consumir 0% de carbohidratos simples. ¿Por qué? Porque si usted le da un permisito al

paciente… ¡Se descontrola!”

De esa escuela de pensamiento es que en nuestro país le prohibimos el azúcar (y todo

cuanto sea dulce) a quienes padecen diabetes. Porque si les damos un espacito se

corromperían ante la tentación de comer y por lo tanto, descompensarían su salud – muy

cierto, también aquí en Perú, pero obviamente hay una minoría disciplinada.

En cuanto a nuestra ingesta de música secular la mayoría de pastores y líderes eclesiales

han hecho algo similar al asegurar que toda la música secular es mala y por lo tanto, no

deberíamos oírla. Que aunque hay alguna música que tal vez podríamos consumir

preferimos calificar todo como malo y así proteger la salud del rebaño – esta afirmación me

parece más acertada.

De nuevo pregunto: ¿Es malo escuchar música secular? ¿Es malo que el diabético

consuma carbohidratos simples? ¿No será que en el fondo preferimos radicalizar nuestras

posturas en lugar de dedicar tiempo y esfuerzo enseñándoles a las personas a desarrollar

habilidades mentales que les sirvan para discernir qué cosas son buenas y qué cosas son

malas?

Cambiando las preguntas:

¿Es bueno escuchar música secular? ¿Es bueno que el diabético consuma carbohidratos

simples? Cabe resaltar la diferencia que se hace de los cultos e incultos, los sabios e

ignorantes, espirituales y débiles, estudiosos y flojos. ¿Si el paciente muere es por su descuido,

por su falta de disciplina?