EL DOCUMENTO Y LA RECONSTRUCCIÓN HISTÓRICA

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(1) Conferencia dada en la Institución Hispano-Cubana de Cultura el 10 de Febrero de 1929.

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Después de la larga ausencia, y cuando me apercibo a hablaros de un tema que puede juzgarse excesivamente técnico y de fría y seca apariencia, temo caer en mis primeras palabras en motivos sen­timentales. Once años se kan cumplido ya de la última vez que me puse en con­tacto con un auditorio cubano. Fué en el invierno de 1918. En mi vida silen­ciosa aquel recuerdo tiene una profunda resonancia. Era en los últimos tiempos de la Sociedad de Conferencias, de me­moria tan grata para mi. Eran también los días del Ateneo de la Habana, que había encontrado refugio generoso en la Academia de Ciencias. "Pasó ya el tiem­po , podía escribirse como sintética frase de conmemoración y despedida. He aquí nuestro tiempo nuevo, podría decir ahora, al llegar por primera vez a la tribuna de la Institución Hispano-Cubana de Cultura.

Voy a hablaros de aquello que ha sido el centro de mi vida en estos últimos

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anos. Del documento, del documento tí histórico, y de una manera especial del

que se refiere directamente a nuestra América o es de manera exclusiva un documento cubano. Más esta conferen­cia inicial requiere imprescindibles acla­raciones. Yo quería primeramente es­tudiar el medio, tan heterogéneo y diverso.* en donde podemos encontrar las senes documentales referentes a nuestra histo­ria. Yo quería recordaros mis viajes, mis peregrinaciones por los archivos españo­les, desde el de una vieja catedral, Si-güenza, pongo de ejemplo, hasta el mu­nicipal, de un típico pueblo castellano, el de la Comunidad y tierra de Cuellar, la villa que vio la niñez y la juventud del primer adelantado y Gobernador de Cuba, don Diego Velázquez. Entonces hubiera sido la ocasión propicia de que en líneas muy amplias yo os señalara las fuentes documentales que de la His­toria de Cuba guardan los archivos es­pañoles. Y era el momento oportuno también de mostraros los vanos aspectos que tiene el estudio de un documento: Sus caracteres gráficos, y estábamos en­tonces en la paleografía, su grado de conservación, sus condiciones de auten­ticidad, su cronología, caso de que no ' 10

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se fijase c l a r a m e n t e en el cu r so del m i s m o , l i s t a crit ica ex te rna es ímpresc ind i ble Ka-cerla en u n te r reno exper imenta l . Con es te obje to h a b í a fo rmado u n a ampl i a y represen ta t iva se r ie de d iapos i t ivas q u e m e sirviese p a r a es ta exper iencia crít ica. D e b í a m o s ver desfilar en el l ienzo d e proyecciones l as d i s t i n t a s e t a p a s de la e sc r i tu ra e spaño la , d e s d e el d e s c u b r i m i e n ­to de Amér ica b a s t a los p r i m e r o s a ñ o s del Siglo XVII I . Y ve r í amos t a m b i é n los a rch ivos e spaño les en s u e s t a d o a c t u a l : el cast i l lo de S i m a n c a s , la an t igua m a n ­sión de los a lmi r an t e s de Cast i l la , el P a ­lacio de la Casa de Cont ra tac ión , en d o n d e es tá hoy el Archivo de I n d i a s . Ve r í amos los c a m i n o s , los pueb los , l a s p e r s o n a s con qu ienes t iene q u e t r a t a r co t i d i anamen te el peregr ino de los a rch ivos . ¡ Q u é m a ­teria h u m a n a t an var ia y comple ja se a d ­vierte en es ta s e n e de fotografías i m p e r ­fectas ! Con e n t u s i a s m o , d igno de u n l a u r e a d o de la ca sa K o d a k , p e r m i t i d m e es ta p e q u e ñ a vanaglor ia , h a b í a p r e p a r a ­do yo e s t a p a r t e p in to resca de mi confe­rencia . Y c u a n d o m e s d i spon ía a u t i ­l izar la , c u a n d o iba a hacer con t emor el ensayo q u e h a b í a de af i rmar o desvanece r p a r a s i empre m i g r a n i lusión fotográfica, no to q u e he o lv idado en M a d r i d es te

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material colorista de mi disertación. Por ese motivo no empiezo a hablaros de mis viajes al través de los archivos españoles, y dejo esos preliminares para una confe­rencia posterior, si es que vuelven otra vez a mí esos bien queridos recuerdos fotográficos y si es que cuento para en­tonces con vuestro benévolo concurso.

El documento todos sabemos que es una de las fuentes tradicionales de la Historia. Berheim, lo ha definido: escrito que sirve de testimonio histórico, redactado obser­vando determinadas formas reglamenta­das, propias para hacerlo fidedigno (1). Sin documento no hay historia propia­mente dicha, pero esto es siempre a con­dición de que se interprete el documento, de que el mismo produzca en el que le juzga esa reacción que hace del crítico —y no olvidemos de que uno de los actos iniciales del historiador es el de la crí­tica— un sujeto creador.

Pasaron ya los tiempos en que según la frase humorística del Marqués de Villa

(1) Berherm: Lehrbuch der Hiseorischem Methode und der Geschichts philosophie. 5.a ed. Leipzig 1908. Cita de Ballesteros. (Antonio y Pío) Cuestiones histórica». Me­todología. Madrid. 1917.—Pag. 60.

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Urrutia, el investigador hacia el paciente análisis documental y el historiador filóso­fo ponía la síntesis hegeliana. Hoy vemos en todo historiador también a un técnico de la investigación que, aunque no investi­gue, sabrá en todo momento avalorar la investigación ajena, para aprovecharla. Es esencial. No hay en los tiempos mo­dernos un historiador capaz de las gran­des síntesis, que no sea al mismo tiempo un maestro de los pequeños detalles, de esa labor modesta, oscura, silenciosa, franciscana (dejadme una sola vez huir del tópico benedictino) que se realiza en los archivos. No hay uno que no haya sentido esa emoción casi inefable de ver surgir la historia viva, y nueva, y sor­prendente, del documento a punto de des­vanecerse para siempre.

La ínter- La interpretación. He aquí la historia prefación. • " / - i t 1 • , • 1

misma. Vjuerra a ios historiadores sin eru­dición que no saben leer, y a los historiado­res sm imaginación, que no saben pintar, exclamaba Thierry, el historiador de los Normandos". Quizá se pintó demasia­do, y se leyó un poco menos. No im­porta. La escuela mtituiva dio para siempre a la historia un acento personal,

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u n a v ibrac ión h u m a n a , u n sen t ido de la rea l idad interior, que la de ja ron resis t i r los excesos sociológicos de los ú l t imos anos del siglo XIX.

E s t a conferencia quiere ser u n ensayo de in terpre tac ión . Qu ie re m o s t r a r como se incorpora el d a t o escueto del d o c u m e n ­to inédi to y n o a p r o v e c h a d o todavía , a la his tor ia , q u e se es tá nac iendo y r e n a ­ciendo en u n devenir sin t é rmino . Y se rá , es c laro n u e s t r a h is tor ia , o la h i s to r ia de Amér ica , d e la Amér ica q u e es t a m b i é n n u e s t r a .

P e r o os es toy h a b l a n d o en 1929, y es ta fecha t r ae a mi m e m o r i a u n a evocación : la del año de 1829. E n el m i s m o la Sección de H i s t o r i a de la Soc iedad Pa t r ió t i ca de Amigos del P a í s , pensó en hace r u n a h i s ­tor ia de Cuba , f u n d a m e n t a l m e n t e docu ­men ta l . El proyec to se concre ta en el t o m o p r imero de l as ú e m o r i a s de la r e ­ferida Sección, q u e se publ ica en 1830. N o m b r e s represen ta t ivos de la cu l tu ra c u b a n a lo p a t r o c i n a n : D o m i n g o del M o n ­te, B las O s e s , T o m á s Agus t ín Cervantes . . . N o vemos el m o n b r e de J o s é Antonio S a ­co, n u e s t r o h i s to r iador por excelencia, p o r q u e en aquel los t i empos se e n c o n t r a b a

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el g ran polígrafo en N u e v a York, al frente del Mensajero, per iódico que r e d a c t a b a con el P a d r e Várela , y l a b o r a n d o s i empre por la fu tura pa t r i a c u b a n a . E n la m e ­mor i a a lud ida se h a b l a de u n a exp lora ­ción de ten ida , minuc iosa por los archivos e spaño le s . P e n s a d en la fecha de e s t a t e n t a t i v a : r e p a r a d en el hecho de q u e a u n n o h a b í a n aparec ido los g r a n d e s r e ­per tor io documen ta l e s , fuera d e la e s ­p lénd ida colección d e Viajes de NaVa-rrete, y comprende ré i s toda la t r a n s c e n ­denc ia científica, toda la se r iedad de es ta t en ta t iva generosa . La o b r a no se r ea ­l iza, pero en las M e m o r i a s de la E c o n ó ­mica se pub l i can t an to s d o c u m e n t o s iné ­d i tos , se a p o r t a n d a t o s t an in te resan tes d e o b r a s m a n u s c r i t a s en tonces , como l a s h i s to r i a s de L a s C a s a s o del C u r a de l o s Pa lac ios , q u e e s t a s M e m o r i a s d e la Soc iedad Pa t r ió t i ca son u n a de l a s fuen­t e s m á s i m p o r t a n t e s p a r a la h i s to r ia de Cuba . N o podía olvidar e s ta fecha al hablar por p r imera vez, d e s p u é s de t a n t o s a ñ o s , an t e u n públ ico de mi pa t r i a y al t r a t a r p r ec i s amen te de u n o s d o c u m e n t o s c u b a n o s . U n nexo de so l ida r idad ideo ­lógica, u n nexo e n t r a ñ a b l e de cu l tu ra , s iento q u e m e u n e n a mi , e s t u d i a n t e d e p o r v ida , con aquel los c u b a n o s de 1830,

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algunos de los cuales fueron maestros de su generación, maestros que al través d e un siglo, nacen sentir todavía su gene-» roso magisterio.

Esta nutrida serie de libros en perga­mino, en folio, muy bien conservados y de blancura casi nítida, a pesar de la hume­dad sevillana y de los siglos, tienen todos un título común : Registro Generalísimo de Reales Cédulas, Provisiones, Minutas , Despachos etc. etc., —y se encuentran agrupados en la sección más vasta, más heterogénea y compleja del Archivo de Indias : en Indiferente General. Indife­rente general: nombre delicioso. Nom­bre típico del siglo XVIII. Síntesis del excepticismo y de la Enciclopedia. ¿Quién fué el autor del epígrafe único? Sería Don Juan Bautista Muñoz, fundador del Archivo e historiador del Nuevo Mundo? Sería el canónigo Don Tomás Antonio González, o Don Agustín Ceam Bermudez, historiador de las Bellas Artes en España, gran amigo de Goya y autor de los enor­mes catálogos que tienen que leerse en atril, de la Casa de Contratación? Ve­mos el título ya en los sumarios índices de Don José H íginio Higuera, pero debió

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existir en los primeros tiempos del archivo y sólo pudo concebirse en el siglo XVIII, el siglo de oro de la historiografía espa­ñola, el siglo del folklore y de la encí-píopedia.

Debéis llegar a la prodigiosa y misce-lánica sección con un profundo convenci­miento : el de que nada os será indiferente. Allí encontraréis las cosas más disímiles y más fundamentales : desde las instruc­ciones a los primeros conquistadores has ­ta los diarios de viaje de los capitanes de ffaleones que custodiaban los tesoros de as Indias. En esta sección hemos lle­

gado a hacer nuestro trabajo práctico, sencillo, elemental. De este gran reper­torio que ya hemos hablado, del Regis­tro General de Cédulas, que comienza en 1492 y se cierra en 1717 y que tiene 48 libros, todos numerados y todos foliados, vamos a examinar algunos documentos. Y huiremos de la anécdota —para em­plear una fórmula de nuestro casi pai­sano Eugenio d 'Ors , el creador insigne del glosario, con la aspiración de llegar a la categoría. La categoría será para nosotros el hecho nuevo que se incorpo­ra a la historia conocida, o el germen de «na doctrina, que después tiene fecundas e imprevistas derivaciones.

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SANCHO CAMACHO, LOS VIAJES SECRETOS A CUBA Y EL SI ­

LENCIO D E LOS H I S T O ­RIADORES

La alusión es muy corta, pero muy significativa. Se encuentra en una larga carta dirigida por el Rey Católico al Co­mendador Fr. Nicolás de Ovando, gober­nador de La Española. La carta, que está fechada en Valladolid a 14 de agosto de 1509, habla al gobernador de muy diversos asuntos : del mapa de La Espa­ñola— 'que se haga la pintura de la di­visión de los términos con la pintura de la isla, porque de hacerse e vello hay necesidad"—•, de la Tenencia de Fran­cisco Tapia, de la instrucción sobre cuen­tas a Gil González. . . Por último, la alu­sión a Cuba y a unos viajes desconocidos :

"En lo que dezis que embiareis a la isla de Cuba a Tomás a Sancho Garnacha y a su hermano que se hacían ido allá secretamente. . . yo de vos confío enten­dáis en cobrar a Sancho Camacho e a su hermano e todos los que allá fueren (1).

(1) Archivo cíe Indias. Indiferente gfeneral. 139-1-4, lib. 2.°, folio 40.

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De este viaje secreto nada dicen los cro­nistas primitivos de Indias : ni Las Casas en su Historia de las Indias (1), ni Fer­nández de Oviedo en su Historia General y Natural (2), ni Herrera en sus Déca­das (3). Nada dicen tampoco las histo­rias modernas : ni Pedro J . Guiteras (4), m Jacobo de la Pezuela, ni la reciente y aun en curso de publicación de D. Ra-miro Guerra (5), que aprovecha con tino singular toda la documentación conocida y aporta personales interpretaciones. Coin­ciden los primitivos cronistas y los his­toriadores modernos en señalar con pos­terioridad a los viajes de Colón y antes de la llegada a Cuba de Diego Velázquez, el bojeo de la Isla por Sebastián de Ocampo y las aventuras trágicas de Die­go de Ojeda y sus compañeros, como las únicas exploraciones españolas en Cuba, aunque admiten la posibilidad de otros viajes y hasta la circunmavegación de la

(1) Citamos a Las Casas siempre por el texto de la Colección de Documentos inéditos para la Historia de España, tomos 62 al 66 inclusives. Recientemente lia aparecido una edición de la Historia de las Indias.—M. Aguilar. Madrid, (s. a. ¿1928?)

(2) Edición de la Real Academis de la Historia. (3) Ed. de Madrid. Oficina Real. 1730. (4) Hay edición reciente en la Colección de libro»

euKanos que dirige el Dr. D. Fernando Ortiz. (5) Historia de Cuba. Tomo 1.° (1492-1555).—La H a ­

bana, segunda edición, 1922.

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Isla, por marinos residentes en Santo Do­mingo (6). Y esta posibilidad es evidente.

El viaje de Sancho Camacho no debe ser una excepción. Aparece mencionado el mismo en el documento citado y junto al bojeo de la Isla que no se acababa de hacer y que parcee era muy costoso. Sancho Camacho y sus anónimos com­pañeros debieron ir a Cuba con indepen­dencia de Ocampo, puesto que era clan­destino su viaje, y por el texto del docu­mento se deduce que estaban fuera de la ley. ¿Qué hicieron en Cuba? Nada más volvemos a encontrar en el Registro Ge­neral de Cédulas ni en ningún otro cuerpo documental del archivo, sobre el desco­nocido viajero. Pero su nombre debe res­catarse del olvido y unirse a los que precedieron a Velázquez en su empresa de Colonización.

5 n LOS ORÍGENES D E L A E S C L A V I T U D

AFRICANA EN AMERICA Y FR. BAR­TOLOMÉ DE LAS CASAS

Fray Bartolomé de las Casas, en su Historia de las Indias, escribió: "Este

(6) Ramiro Guerra: Historia. Tomo 1.°, paga. 157-158. 20 I

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aviso de q u e se d iese l icencia p a r a t r ae r esc lavos negros a e s t a s t i e r ras dio el p r imero el clérigo Casas , no advi r t i endo la in just ic ia con q u e los po r tugueses los t o m a n y nacen esc lavos , el cual d e s p u é s c u a n d o cayó en ello, no lo d ie ra por tood el o ro del m u n d o (1). H e a q u í el p r i n ­cipa 1 fund a m e n t o de u n a de l as va r ias l eyendas q u e en tenebrecen la m e m o r i a del g ran pro tec tor de los indios .

J o s é Anton io Saco , y h a y q u e pa r t i r de es te n o m b r e s i empre q u e se t r a t a de la h i s to r i a d e la esc lavi tud , n a c e en el t o m o IV de su lib ro f u n d a m e n t a l (2) u n aná l i s i s a d m i r a b l e de la cues t ión y u n a defensa definitiva del P a d r e L a s C a s a s .

N o p u d o Saco ut i l izar l as fuentes q u e v a m o s a e x a m i n a r año ra , pero tuvo n o ­t icias ind i rec tas de ellas por ios c ron i s t a s pr imi t ivos o por índice de los Reg i s t ros del Consejo de I n d i a s . E n el legajo 139 - 1 - 4, e n c o n t r a m o s la d o c u m e n ­tac ión decis iva. En el l ibro 1, folio 100, v e m o s la referencia i m p o r t a n t í s i m a d e o t ra R. C. a O v a n d o (27 de m a r z o d e 1503) : " 1 2 . E n c u a n t o a lo d e los negros

(1) Historia de las Indias. Lib. IV, pág. 380. (2) Historia de la Esclavitud de la Raza Africana en el

Nuevo Mundo. Barcelona, 1879.—Tomo 1.°, pág. 91-109. (Se cita corrientemente como el tomo IV de la Historia de la Esclavitud).

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esclavos que dezis que no se embien alia, por que los que alia había se han huido, en esto nos mandaremos qye se faga como dezis". Ramiro Guerra cita esta cédula en su obra mencionada, naciendo la re­ferencia a la colección vastísima publica­da por Torres de Mendoza. Saco no menciona la Real Cédula, que no conoció, pero sí un pasaje de Herrera, en sus Décadas (3), que se refiere a la carta de Ovando que motivó la R. C. mencionada.

Mucho más decisivo para defender a Las Casas de su propia acusación es el texto de la Provisión a los Onciales Reales de Sevilla sobre el envío de esclavos ne­gros a América. Saco sólo conoció la mención de este documento hecha en el í n ­dice General de los Registros ael Consejo de Indias, desde 1509 a 1608, tomo en folio manuscrito, que se conserva en la Academia de la Historia de Madrid y que sin duda debe ser el que formó León Pmelo, Secretario del Consejo y un gran precursor de la historiografía americana. Pero debe conocerse el texto de la Real Provisión. Tiene fecha 22 de enero de 1510. No hemos visto publicado el do­cumento en ninguno de los grandes re-

(3) Saco. Ó t . "cit., pág. 62. 22 ;

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pertorios ni en ninguna de las monogra­fías que t e m o s consultado, y encontramos que la argumentación que mucnos años más tarde aparece alegada por Las Ca­sas, como si fuese por primera vez, se encuentra explícita y termínate en esta brevísima Provisión Real : . . . y porque agora me han escrito nuestros oficiales que alia residen (en La Española), que en las dichas minas se na comenzado a fallar buena cantidad de oro, gracias a nuestro Señor, y que ios dichos cincuen­ta esclavos son alia muy necesarios para romper las peñas, donde dicho oro se halla, porque .los indios diz que son muy flacos de o de poca fuerza, por ende, yo vos mando que pongáis toda diligencia en buscar los dichos cincuenta esclavos, que sean los mayores y más recios que pudieres haber" (1).

En 1510 hay constancia oficial, por ío tanto, de que se practicaba y se recomen­daba de una manera clara, terminante, la sustitución de los indios, por esclavos

(1) La Provisión la hemos visto en dos secciones dis­tintas del Archivo de Indias: en Indiferente general, 139-1-4, Kb. 2.°, folios 98 vuelto y 99. y. en Contratación, 41-6-1/24, lib. 1.°, fol. 38. (Damos en nuestro Cedulario Cutiano, cuyo primer tomo acaba de aparecer en Ma­drid, publicado por la Compañía Ibero-Americana, r e ­producción fotográfica de esta Provisión importantísima.)

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africanos, fundándose en la superioridad física de estos últimos. Creemos que los orígenes de la esclavitud en el Nuevo Mundo se aclaran mucho con este docu­mento que robustece también la tesis sus­tentada con la erudición y, sobre todo, con el admirable espíritu discrimmativo de José Antonio Saco.

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LA SERVIDUMBRE D E LOS INDIOS Y LOS S E R M O N E S D E M O N T E S I N O S

El tema de la esclavitud africana se relaciona claramente con el de la servi­dumbre de los indios, y llegamos en este punto a la cuestión de mayor interés ideo­lógico, y más apasionada y dramática a un tiempo en los orígenes de la coloni­zación. Los documentos que se refieren a este asunto en nuestro legajo, son la Respuesta del Rey al Almirante Don Diego Colón, fechada en Burgos, a 20 de marzo de 1512, y las dos cartas de Fray Alonso de Loaysa, provincial de los Dominicos, "a l Prior que esta en las Indias" , escritas también en el mismo mes y año. Una de estas cartas no la hemos visto publicada en ninguna parte. Lo sustantivo del

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M e n s a j e del R e y es tá en las s igu ien tes p a l a b r a s :

Vi as í m e s m o el s e r m ó n q u e dezis q u e hizo u n fraile domin ico q u e se l l a m a Fr , An tón M o n t e s i n o s , y m e he m u c h o m a ­ravi l lado en g r a n m a n e r a de decir lo q u e di jo , p o r q u e p a r a decirlo n i n g ú n b u e n f u n d a m e n t o de teología, n i c á n o n e s ni leyes tenía , s egún dicen los l e t r ados , y yo as í lo creo , p o r q u e c u a n d o yo e la señora R e i n a m i mujer , q u e s a n t a gloria aya, d i m o s u n a ca r t a p a r a q u e los ind ios s i rv iesen a los c r i s t i anos , como ago ra les s i rven, m a n d a m o s j u n t a r p a r a ello t odos los del n u e s t r o Consejo y m u c h o s o t ros l e t r ados , teólogos y c a n o n i s t a s e v i s ta la gracia y donac ión q u e n u e s t r o S a n t o P a ­d re Ale jandro Sexto nos h i z o . . . a c o r d a ­ron en p resenc ia e con pa rece r del Ar ­zob i spo de Sevil la, q u e agora es , q u e se devían de d a r (los indios) p u e s e ra con­forme a de recho h u m a n o e d iv ino (1) .

L a s m e n s a j e r a s del Provinc ia l Loaysa inqu ie ren del P r i o r d e I n d i a s u n a expl i ­cación de lo suced ido . E s t a expl icación la neces i ta t a m b i é n el h i s to r i ador con­t e m p o r á n e o , q u e se e n c u e n t r a a la t e o -

(1) Archivo de Indias. Indiferente general. Registros 139-1-4, libro 3.°, fol. 266.

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logia i n f o r m a n d o u n a spec to esencia l de la colonización a m e r i c a n a .

¿Quién fué F r a y Anton io de M o n t e s i ­nos? ¿ D ó n d e e s t á n s u s s e r m o n e s , q u e se refer ían a la s e r v i d u m b r e de los ind ios? ¿Cuáles fueron las consecuenc ias de e s t a s p red icac iones?

Los domin icos fueron a la E s p a ñ o l a en 1510. El au to r de este viaje fué F r a y D o m i n g o de M e n d o z a , dice H e r r e r a (1) en s u s Décadas. P e r o o igamos , m á s q u e a H e r r e r a , q u e s igue aqu í , como en o t r a s p a r t e s , t an p u n t u a l m e n t e a L a s Casas , a los c ron i s t a s de la O r d e n . E s t a es u n a c rónica de 1567 (2) . Du a u t o r e s tá m u y o lv idado . S u crónica no se lia r e impreso n u n c a . P e r o F r a y J u a n de la Cruz nos cuen ta q u e t r a s l a d a a su crónica de P r e d i c a d o r e s , a d e m á s de los pape les q u e n a le ído, m u c n a s cosas no escr i tas q u e h a oído. T e n g a m o s confianza en es tos c ron i s t a s candorosos . Aquí s a b e m o s de Fr . P e d r o de Córdoba , p r imer Pr ior d e

(1) Décadas, I, lib. VIII, pág. 192 y ss. (Edición de Madrid, 1730.)

(2) Crónica de la Orden de Predicadores. En el folio CCXXII aparece este colofón: fin del cuarto y postrero libro de la primera parte . . . impreso en la noole y siempre leal ciudad de^Lisboa, por Manuel Juan. Año de 1567.

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los Dominicos en las Indias : Varón noble de linaje, pero mas loables por su virtud: fué de maravilloso celo y vigor, así con su persona como con los frailes que con­sigo llevó, guardando en la nao las ob­servancias de la Orden11 (1). Fueron do­ce los religiosos que formaron el primer convento de dominicos en la Española: el número clásico del apostolado (2). Tuvo la Orden un comienzo lleno de pe­nalidades : en la pintura de esta iniciación hay un suave matiz idílico, tanto en Fray Juan de la Cruz como en Las Casas. Lí egaron a la isla y fueron recibidos por un buen cristiano, vecino de esta ciudad, llamado Pedro Lumbreras; dióles una choza en que se aposentasen al cabo de un corral suyo, porque no había entonces casas sino de paja y estrechas. Allí les daba de comer cacabí de raices, que es pan de muy poca sustancia si se come sin carne o pescado; solamente se les da­ba algunos huevos y de cuando en cuan­do, si acaecía pescar, un pescadillo1 (3).

(1) Fr. Juan de la Cruz: Crónica... folio CXXVI vuelto. (2) ídem folio CXXVII. Fr. Juan de la Cruz enumera

algunos de estos primeros frailes: Fr. Tomás de Berlanga, Fr. Pablo de Trujilío, Fr. Juan de 1 avila "cantor de muchos conventos y en su vejez y edad postrera tuvo tan fuerte y graciosa voz como en su juventud' . . .

(3) Las Casas: Historia de las Indias. Documentos inéditos para la Historia de España, tomo 64, pág. 274-275.

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I m p o r t a m u c h o fijar l a s i t u a c i ó n d e e s t o s p r i m e r o s d o m i n i c o s , e n t r e l o s c u a l e s e s t a b a M o n t e s i n o s , p a r a s e n t i r m e j o r e l h e r o í s m o m o r a l d e s u c o n d u c t a .

• 7t v? t o" D e M o n t e s i n o s s a b e m o s m u y p o c o a n ­ata de Mon- -, T • 1 > • 1 1 tesinas. tes d e s u s s e r m o n e s . .La c l a s i c a o b r a d e

J a c o b o E c h a r d (1) n o a ñ a d e n a d a a l a n o ­t i c i a d e l o s c r o n i s t a s . P e r o d e s p u é s d e s u s p r é d i c a s h a y e s t e d a t o c a p i t a l : c u e n t a F r a y J u a n d e A r r a y a ( 2 ) , q u e c u a n d o M o n -t e s m o s r e g r e s ó a E s p a ñ a , a d o n d e v a e n r e ­p r e s e n t a c i ó n d e l o s d o m i n i c o s a j u s t i f i c a r ­l o s , s e le d a e l t í t u l o d e p r o t e c t o r d e l o s I n d i o s . I m p o r t a n t í s i m o e s e l d a t o : t e ­n e m o s a s í e n M o n t e s i n o s , n o y a a u n p r e c u r s o r d e L a s C a s a s , s i n o a u n a n t e ­c e s o r d i r e c t o s u y o e n e s a e s p e c i e d e d i g ­n i d a d i n d i a n a .

Y p a r a c o n o c e r s u s s e r m o n e s s ó l o s é d e u n a f u e n t e : l a H i s t o r i a d e L a s C a s a s . F r a y B a r t o l o m é , a n t e s d e e x t r a c t a r l o s , h a c e u n a a f i r m a c i ó n c a p i t a l í s i m a : l o s

(1) Scriptoris Ordinis Praedicatorum, de Jacobo Echard y Jaeobo Quetis.—París, MDCLXXI, tomo 2.°, página 123.

(2) En la segunda parte de su Historia del Convento de Salamanca, (en Historiadores del Convento de San Esteban de Salamanca", publicados por el Rdo. Padre Fr. Justo Cuervo, tomo II, 1914), capítulo XV, págf. 46. Aquí se nos dice también que Montesinos profesó en 1502.

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sermones estabane scntos y fueron apro­bados y firmados por toda la cumunidad.

No era una voz aislada entre las doce. Era la voz unánime de los dominicos de América, que en 1510 en una mañana de diciembre, clamaba por primera vez en el mundo por la libertad de los indios. Pudo conocer Las Casas los sermones, ya que ingresó en la Orden dominicana en 1619 y disfrutó ampliamente de todos sus papeles para escribir su historia. Es posible que los tuviese a la vista, pues aunque él oyó las dos predicaciones de Montesinos, cuando escribe su Historia estaba ya muy viejo y su memoria fla-queaba mucho: esto no se compadece con el extracto minucioso, pormenorizado de los sermones.

La fecka del primero se fija claramente : cuarto domingo de Adviento, o sea el domingo inmediatamente anterior a la fiesta de Navidad. Montesinos según el retrato de Las Casas, tenía gracia al pre­dicar, era aspérrimo en reprender vicios y, sobre todo, en sus sermones y palabras, muy colérico, y así hacía, o se creía que nacía en sus sermones, mucho fruto .

La fiesta es solemne. Están todas las autoridades de la Española, presididas por Colón, el beredero del gran Almirante.

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Se canta el Evangelio de San Juan . Enviáronle a preguntar a San Juan Bau­tista quién, era, y respondióles: Yo soy la voz que clama en el desierto.

Fray Antonio de Montesinos dice en­tonces : "Pa ra darlos a conocer (los ex­cesos de los colonizadores) me he subido aquí, yo que soy la voz de Cristo en el desierto de esta isla, y, por tanto, conviene que con atención no cualquiera, sino con todo vuestro corazón y con todos vuestros sentidos la oigáis, la cual voz os será la más suave que nunca oísteis, la más áspera y dura.

Esta voz es que estáis en pecado mortal y en él vivís y morís, por la crueldad y tiranía que usáis con estas inocentes gentes. Decid: ¿con qué derecho, con qué justicia tenéis en tan cruel y horrible servidumbre a aquellos indios, y con qué autoridad habéis hecho tan destetables guerras a estas gentes que estaban en sus tierras mansas y pacíficas, donde tan infinitas dellas, con muertes y estragos nunca oídos, habéis consumido? ¿Cómo los tenéis tan opresos y fatigados, sin dalles de comer ni curallos de sus enfer­medades, que de los excesivos trabajos que les dais incurren y se os mueren, y por mejor decir los matáis, por sacar

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y adquirir oro cada día? . . . ¿Estos no son nombres? ¿No tienen ánimas racio­nales? ¿No son obligados a curallos como a vosotros mesmos? ¿Esto no entendéis? ¿Esto no sentís? ¿Cómo estáis en tan pro­fundidad de sueño tan letárgico dormidos? Tenéis por cierto que en el estado que estáis no os podéis más salvar que los moros o turcos, que carecen u no quieren la fe de J esucristo .

Concluye Las Casas. Finalmente, de tal manera se explicó la voz que antes babía muy encarecido, que los dejó ató­nitos, a muchos como fuera de sentido, a otros más empedernidos, y algunos algo colrllpungldos ,; pero a ninguno, a lo que yo entendí después, convertidos" (1).

Blcriticis- Has ta aquí el extracto de Las Casas. ato « a p a - *"t i -i i TL ir •

Sol. L o m e n z a b a con el s e r m ó n de lYlontesmos, con e se s e r m ó n escr i to y a p r o b a d o por los domin icos de la E s p a ñ o l a , la p ro t e s t a c o n t r a la s e r v i d u m b r e d e los I nd io s . S e in ic iaba u n a l a rga con t i enda , q u e t endr í a m á s t a rde como pr inc ipa l ac tor a F r a y B a r t o l o m é de Las C a s a s , el h i s to r iador q u e nos n a conse rvado m á s p o r m e n o -

(1) Historia de las Indias. Libro III, c a p . IV. (Tomo 64 cíe D o c u m e n t o s inéditos, pág. 366.)

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rizado relato de aquellos sermones. M u -cnos verán en las palabras de Montesinos el comienzo de la llamada leyenda ne­gra ; más recto, más de acuerdo con la verdad objetiva de la historia, será consi­derarlas como una de las primeras mani­festaciones del criticismo español frente al problema de la colonización americana. Es una nota muy interesante, típicamente española. Es una actitud espiritual aná­loga a la de los enciclopedistas del siglo XVIII: los Aranda, los Floridablanca, el mismo Jovellanos. El sentido de la pa­tria no excusa la recta, la penetrante vi­sión crítica. Se nace más aguda, llega al climax trágico porque no la informan frías ideas abstractas, sino ideas morales, palpitantes y vivas. Ideas morales. Es lo fundamental. Así este criticismo es­pañol se nutre de otra tradición muy es­pañola también: la senequista.

. Si recorremos la historia de la cultura española, veremos cómo persisten en los más diversos, en los más distantes es­píritus—tan distantes como pueden estar Montesinos y Las Casas de los enciclo­pedistas españoles—estas tradiciones. Las encontraremos en el siglo XIX: en los krausistas, en Sanz del Río, en Salmerón, en Don Francisco Giner. ¡Qué enorme

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valor moral el de estos hombres ! Las vere­mos alentar en algún político solitario: he nombrado a D. Francisco Pi y Margall. Observaremos también cómo determina lá obra total de algunos grandes repre­sentativos de la España finesicular: la obra de Ganivet, la de Macías Picavea, la multiforme y desgarrada de D. Joa­quín Costa. Hay un acento doloroso, hay como un clamor trágico en estas obras, en estos hombres atormentados y puros. No dejaremos de percibir este mismo tono de exaltada tragedia en algunas grandes figuras de la España actual, y encontra­remos también la misma tradición cn-téista: así en Miguel de Unamuno, que escribe el Sentimiento trágico y en una ocasión solemne interviene, con un célebre discurso, en la vida del colegio de los dominicos de Salamanca, el colegio de San Esteban, que enalteció en el siglo XVI el maestro Francisco de Vitoria. Y veremos vivir de manera fecunda, en con­tinua y generosa creación este ensticismo este senequismo en los compañeros, dis­cípulos y continuadores de D. Francisco Gmer, en Manuel Cosío, en Luis de Zulue-ta, en Ferando de los Ríos , . ., hombres de vida armoniosa y de obra ejemplar y pura.

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H u y a m o s de l eyendas y a c e r q u é m o n o s con esp í r i tu de v e r d a d a la L i s tona . E l p roceso de l as ideas de M o n t e s i n o s , m e ­jo r d icho , de l as d e los domin icos de la E s p a ñ o l a , será u n a de l as m á s g r a n d e s lecciones de ec t i smo heroico q u e n a d e d a r n o s la h is tor ia de la colonización a m e ­r i cana .

Diego Colón e ra virrey de las I n d i a s , con las m i s m a s pre r roga t ivas de su p a d r e , el g r a n descubr ido r . E s decir , q u e cas i su pode r l legaba al de la realeza. C a s a d o con D . a M a r í a de Toledo , de la famil ia del D u q u e de Alba , p a r a la q u e se d i c ­t a b a n cédu las de excepción en lo refe­ren te a la célebre p r a g m á t i c a q u e p r o ­h ib ía ga s t a r s eda y oro en las I n d i a s (la p r agmá t i ca de la a u s t e r i d a d ) , su v i ­r rey na to , q u e c o m e n z a b a en tonces , e s t a b a r e s g u a r d a d o por u n a decis iva inf luencia social y polít ica. E s t e pe r sona je so lemne a c o m p a ñ a d o por los oficiales rea les , con el in t r igan te P a s a m e n t e a la cabeza , se d i ­r ige a los boníos d o n d e viven los frailes en -«demanda de u n a expl icación. R e s u ­mi r é la e scena p in toresca , l lena de e m o ­ción, q u e desc r ibe L a s C a s a s :

P r o p o n e p r imero el A lmi ran te , po r sí 34

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y por todos, su querella, diciendo cómo aquel padre había osado predicar cosas en tan grande deservicio del Rey y daño de toda aquella tierra, afirmando que no podían tener los indios, dándoselos el Rey, que era señor de todas las Indias. Se le dice al vicario —-el venerable Fray Pedro de Córdoba — que debe hablar el mismo fraile—Montesinos—todo lo con­trario de lo que había dicho. Y Pedro de Córdoba dice serenamente que lo que había predicado aquel padre había sido de parecer, voluntad y consentimiento de todos, y con mucho consejo y madura deliberación se había determinado que se predicase como verdad evangélica y cosa necesaria. Entonces Colón y sus com­pañeros llegaron a tanta ceguedad que le dijeron que se preparasen él y todos los frailes para embarcar a España, a lo que respondió el vicario: por cierto, se­ñores, que tendremos en esto muy poco trabajo. Y era así , porque sus alhajas no eran sino unos hábitos de jerga muy basta que tenían vestidos, y unas mantas de la misma jerga. Las camas eran unae varas puestas sobre unas horquetas, qus llaman cadalechos, y sobre ellas unos ma­nojos de paja, la que tocaba al recaudo

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de la misa y algunos librillos, que pu­diera quizá todo caber en dos a rcas" (1).

La situación estaba clara en medio de su gran violencia. Los frailes no pedían nada. Diego Colón y sus compañeros lo podían todo. Mas , ¿qué sintieron el Almirante y los oficiales reales en las palabras humildes pero categóricas de Fr. Pedro de Córdoba? Ellos tenían la fuerza, tenían hasta una razón legal (la real cédula que disponía el primer re­partimiento de los indios)—una razón es­crita emanada del Rey, que a su vez concretamente se refería a una bula del Papa. Sin embargo, no hicieron buena su amenaza, no dispusieron el viaje for­zoso. En aquellos momentos solemnes, en la humilde residencia de unos humildes frailes surgía un derecho nuevo. Un de­recho de profunda raíz teológica. Un derecho en el que se percibía un claro, un fuerte ascetismo medieval. La ser­vidumbre de los indios era un hecho, una consecuencia fatal de la conquista. Pero, ¿era legítima la servidumbre? Fray Antonio de Montesinos, llevando la voz de los dominicos de la Española, declaraba que n o . . . Años más tarde, los mismos

(1) Historia de las Indias. Lib. 3.°, cap. IV. Docu­mentos, tomo 64, fol. 369.

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argumentos de Montesinos y mucho más ha de repetir Fr. Bartolomé de Las Casas —-que era en 1510 un clérigo con enco­miendas—cuyo dramático apostolado ne­cesita una nueva revisión histórica, ya que después de haber sido exaltado por los historiadores filántropos del siglo XIX —es clásica la biografía de Quintana— y en general por los historiógrafos america­nos, la escuela erudita y diplomática es­pañola—a partir de los memorables tra­ba) os de Navarrete—ha ido extremando la tesis negativa respecto a la finalidad y a los medios de la obra del protector de los indios (1).

Unidad ¿Qué consecuencias inmediatas tuvo el etica en - *- ^

tre Mon- sermón de Montesinos: iin primer tér-í^slno?a

y mino, en otro sermón con que se respon­día a la visita de las autoridades, volvió a sostener Montesinos la libertad absoluta

(1) En este proceso de revisión mucho espero de D. An­tonio Ballesteros, que dirige, con D. Pedro Sáms Rodrí­guez y con la colaboración de especialistas españoles e hispanoamericanos, una Historia de América verdadera­mente monumental y cuyo primer tomo verá la luz en breve, editado por la Sociedad ibero-Americana de Pu­blicaciones. El eminente tratadista español, cuya gene­rosa amistad nunca encareceré bastante, me anunció su criterio favorable, en líneas generales, al P. Las Casas, en quien ve la acción clara y fecunda del criticismo español.

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de los indios: "Tornaré a referir desde su principio mi sciencia y verdat, que el pa­sado domingo os prediqué, y aquellas mis palabras que asi amargaron, mostraré ser verdaderas . Trasciende entonces la cuestión. Las autoridades de la Españo­la escriben a la Corte, envían sus emisa­rios (1). A estas instancias responden la Real Cédula que antes nemos leído y las cartas del provincial Fr. Alonso de Loaysa (2). ¿Qué actitud adoptaría la Orden de Santo Domingo en España? Por el mensaje del provincial podía pen­sarse que era de duda, recelo o de franca condenación (3). Sin embargo, debe ob­servarse que estas cartas del Provincial Loaysa se escriben cuando babía elemen-

(1) Herrera -.Décadas. Libro VIII, cap. XII. (2) De este Provincial poco liemos podido saber.

En las Actas Congregationis hispaniae S. Pelri Martiris. de Toledo, aparece como Definidor en 1518. Mi generoso y doctísimo amigo el Rdo. P . Fr. Luis Alonso Getino, a quien quiero dar aquí rendidas gracias por las valiosas indicaciones bibliográficas que me na becbo para escribir estas páginas, me dice que examinadas las copias manus­critas que posee del Acta Congregationis Hispaniae, no encuentra ninguna otra alusión al P. Loaysa, a quien un momento identifiqué con el célebre Cardenal García de Loaysa, que fué también provincial de los Dominicos, casi por los mismos días que lo fuera su oscuro y casi bomónimo compañero de Orden.

(3) Así lo cree D. Manuel Serrano y Sanz, en sus magistrales Estudios sobre la Dominación Española en América, tomo 1.°, Madricd, 1918, pág. 359. (Es el tomo 25 de la Nueva Biblioteca de Autores Españoles.)

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tos contradictorios para formar recto jui­cio. La tradición de la Orden amparaba las prédicas de Montesinos. Por eso en ella encuentra ambiente propicio la mi­sión de Las Casas. Por eso la Orden se hace solidaria con las doctrinas de Fray Francisco de Vitoria, que lleva a la más alta especulación científica alguna de las ideas cuyo germen hemos visto en las ardientes y olvidadas palabras del fraile de la Española. Hay una unidad ética entre los sermones de Montesinos y las Relecciones de Indias del profesor de Sa­lamanca.

Hoy que se renueva la obra vitoriana bueno será señalar algunos de sus remotos y casi desvanecidos orígenes. Las pre­dicaciones de la Española son la causa, de un modo indirecto, si se quiere—nos lo dice el testimonio de Herrera (4)—, de la Junta de Burgos, que aun no ha sido estudiada documentalmente, siendo una de las primeras fuentes del derecho in­diano. La Junta se reúne en 1512. Está constituida por teólogos y juristas. E n ­tre aquéllos, Matías de Paz, dominico también, autor de una Memoria latina,,

(4) Décadas, I., Kfc. VIII, cap. XII.

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inédita todavía (5), en la que se aboga por la causa de los indios y en la que se advierte más de una concordancia con la obra de Vitoria. Entre los juristas, el Consejero de los Reyes Católicos, el Dr. Palacios Rubios, autor del célebre Re­querimiento (6) que leyó el primero Alon­so de Hojeda, por el cual antes de lle­garse a declarar la guerra a los indios estos debían saber los derechos divinos y naturales que tenían los conquistadores y someterse sencillamente a su dominio: la más completa expresión del formulismo legal, verboso y vacío (7).

Teología, ¿Cómo se equilibran las dos fuerzas? Por la resolución sustantiva de la J u n t a vemos que triunfa el criterio teológico sobre el práctico de los legalistas. Se declara que "los indios son libres y V. Á. y la rema ntra. señora (que baya

(5) La publicará próximamente D. Eloy Bullón, que nace indicaciones interesantes acerca ac la misma en su reciente libro Un Consejero de los Reyes Católicos: el Doctor Palacios Rubios. (Madrid, 1927.)

(6) Véase en Herrera: Décadas, I, lib. VII, capítulo XIV. (7) Una justificación de Palacios Rubios intenta

D. Eloy Bullón en su obra arriba citada. Aunque el Requerimiento es difícilmente defendible no hay duda Ae que la personalidad de Palacios Rubios fué eminente, por su austeridad y por su honda doctrina, virtudes que pone de relieve el excelente libro del Sr. Bullón.

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s a n t a gloria) los m a n d a r o n a t r a t a r como ta les . E s t o e r a el pr incipio. P e r o c u a n ­do se t r a d u c e n lega lmente esos p o s t u l a ­d o s é t icos ( las p r i m e r a s o r d e n a n z a s p a r a el t r a t a m i e n t o de los indios de 1512), p r á c t i c a m e n t e se vuelve al m i s m o e s t a d o de cosas q u e mot ivó la g ran p ro t e s t a de la E s p a ñ o l a .

L a s f luc tuac iones en t re el pr incipio teológico y el legal is ta , en t r e la fuerza ideal y la r azón p ragmá t i ca , v a n a se r u n a de l as ca rac te r í s t i cas de la h i s tor ia i n t e r n a d e la colonización. Vitor ia a c e p ­ta la idea teológica en su m a y o r p u r e z a . F ren t e al imper io , en el m o m e n t o de la m á x i m a g r a n d e z a polít ica de s u nac ión , l anza la af i rmación he ro i ca : N o es legí­t ima la conqu i s t a , no es legí t ima la se r ­v i d u m b r e . Y as í como a los o scu ros se r ­m o n e s de M o n t e s i n o s se r e s p o n d e con u n a enérg ica condenac ión del Rey Ca­tólico (la R e a l Cédula d e q u e h e m o s h a ­b lado a n t e s ) , la relección de Vitor ia sob re los indios p roduce ot ro d o c u m e n t o , la ca r t a del E m p e r a d o r Car los V al P r io r de S a n E s t e b a n (10 de nov iembre de 1539), q u e t iene u n a re lación m u y e s t r e ­cha con la cédu la del Rey Católico. E s la m i s m a reacc ión del esp í r i tu rea l i s ta .

" H e sido in fo rmado , dice e n t r e o t r a s

a

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cosas el Emperador, de que algunos maes-t¡ tros religiosos han planteado y tratado

en sus sermones del derecho que nos te­nemos en las Indias, Isla y Tierra Firme del Mar Océano... y como tratar de se­mejantes cosas... aparte de ser perju­dicial y escandaloso podía traer graves inconvenientes en ofensa de Dios y daño de nuestra coronal real, hemos acordado encargaros, que sin dilación llaméis a los mencionados maestros, para que ni ahora, ni en lo sucesivo traten, ni prediquen, ni disputen de lo mencionado..." (1).

Hay un evidente paralelismo entre los dos documentos. Montesinos respondió a la requisitoria del Almirante con un nuevo sermón; el maestro Fr. Francisco de Vitoria confirmó en otra relección los principios que motivaron la condena im­perial. Y el César español, que había

(1) V. en Relecciones Teológicas, del Rdo. P . Fr, Fran­cisco de Vitoria, tomo 1.° (trad. de Jaime Torrubsano y Ripoll.), pág. XXII. El P . Beltrán de Herej ía (Los Manuscritos del Maestro Fray Francisco de Vitoria. Madrid, sin año ¿1928?, pág. 148) cree que no se refiere Carlos V en ese documento a Vitoria. El P. Getmo, en su libro ma­gistral El Maestro Fr. Francisco de Vitoria y el renacimien­to filosofico-teológico del siglo XVI (Madrid, 1914), opinó que por Vitoria hubo de escribirse la carta del Emperador (pág. 101), y en esta tesis se reafirma, según me advierte en la nueva edición, muy ampliada, que publicará de su libro. Ciencia y Cultura (año 1928), la Revista agust i-niana, se inclinó a la tesis del P . Getino en la rescenaión del interesante libro de Beltrán de Heredia.

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sido años antes espectador anónimo en la cátedra de Vitoria, dejó que siguiese * libre, creador y nuevo el magisterio del gran dominico.

Después de las relecciones, las doctri­nas de Las Casas se comentaban en los colegios domicinos, como si fueran textos básicos de su lecturas (2). Se constitu­yen en cuerpo científico y comienzan a olvid arse sus ya remotos antecedentes. Conviene reunirlos para apreciar más hondamente su verdadera trascendencia.

o hemos intentado en esta explana­ción de un texto documental. Va siendo ya demasiado larga. A la bistoria de las doctrinas de Vitoria deben incorporarse los nombres casi desconocidos de Mon­tesinos y sus compañeros. Ellos repre­sentan el más antiguo antecedente de una tradición fecundísima. La tradición teo­lógica puesta frente a frente de la cesa-rista, que representó Juan Gmés de Se-púlveda, el gran impugnador de Las Ca­sas, de quien ba trazado Jus to de Lara un paralelo sugestivo con Federico Nietz-che (3). Teología, legalismo: términos que en la bistoria de esta controversia

(2) Beltrán de Heredia: Obra citada, 150. (3) José de Armas y Cárdenas (Justo de Lara) : His­

toria y Literatura. La Habana, 1915, páginas 171-187.

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parecen irreconciliables. Ascetismo, hu-k. mamtismo: términos que parecen ence­

rrar esa misma oposición ideológica. No olvidemos que fué nuestra América

el primitivo escenario de esa disputa fun­damental. No era un hecko transitorio, En sus términos finales la gran contra-versia se relaciona con la naturaleza del nombre, con su dignidad, con su libertad, el más alto signo distintivo de su verda­dera cíftMua..

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I I

SIMANCAS '

^ k ^ ^ A ^ * ^

(1) Conferencia dada en la Institución Hispano-Cubana de Cultura el 19 de Mayo de 1929.

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1 I

VISION DE SIMANCAS «

S i m a n c a s es tá en la m e s e t a cas te l lana , a once k i lómet ros d e Val ladol id , en la r u t a de Tordes i l l a s . E s u n pueblec i to h u ­milde , con a l g u n a s ca sa s d e p iedra viva, con «11 bel l ís imo p u e n t e de m á s de ve in te a rcos , con u n cast i l lo l leno de r ecue rdos y m á s l leno a ú n de h is tor ia t ang ib le , d o c u ­m e n t a l ; con dos r íos a n c h o s , s e p a r a d o s e n t r e s í por u n p i n a r verde q u e t iene k i l ó ­me t ro s y k i lómet ros de ex tens ión , con dos r íos q u e son s u v ida y su fo r tuna : el t u rb io y t u m u l t u o s o P i sue rga , q u e llega d e s ­p u é s de h a b e r a t r a v e s a d o Valladolid y q u e supo de las finas a lus iones de G ó n -gora, y el D u e r o , el l ímp ido y a r e n o s o D u e r o , el río de los viejos r o m a n c e s .

(1) Antes de dar lectura a esta conferencia su autor pronunció las siguientes palabras:

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E s t a conferenc ia deb ió ciarse el p a s a d o d o m i n g o , P o r

c i r c u n s t a n c i a s m a t e r i a l e s , a j e n a s a m i v o l u n t a d , t u v o

q u e t r an s f e r i r s e p a r a u n d ía c o m o el d e noy, en q u e C u b a

c o n m e m o r a el a n i v e r s a r i o d e la m u e r t e d e J o s é M a r t í ,

s í m b o l o p o r excelencia d e n u e s t r a v i d a e s p i r i t u a l . C o m "

p r e n d e r é i s t o d o lo q u e Ka d e sen t i r u n esc r i to r c u b a n o ,

q u e Ka e s t a d o a u s e n t e l a rgos a ñ o s d e la p a t r i a y q u e ya

s e p r e p a r a p a r a el n u e v o viaje , a n t e e s t a co inc idencia-

f i a p e n s a d o u n m o m e n t o R^te o t r o d e b í a ser el t e m a

d e su d i s e r t a c i ó n , m á s en a r m o n í a con la fecKa q u e r e ­

c o r d a m o s . P e r o M a r t í es Kombre d e C u b a y es h o m b r e c o n t m e n t a í . E l cu l to a n u e s t r a A m é r i c a fué e senc i a l

en s u v ida . S u c u b a n i s m o no p o d e m o s c o m p r e n d e r l o

t o t a l m e n t e sin tjr^ s e n t i m i e n t o suyo c r e a d o r y g e n e r o s o ,

d e l a A m é r i c a l ib re . Yo voy a t r a t a r d e a l g u n o s p u n t o s

d e n u e s t r a Kistoria co lonia l y d e o t ros r e l a c i o n a d a s c o n

los p r e l i m i n a r e s d e las g u e r r a s d e I n d e p e n d e n c i a a m e n ,

c a n a , f í a n d e c r u z a r r á p i d a m e n t e e n e s t a s p á g i n a s

f iguras q u e M a r t í s u p o a m a r . H a n d e o í r se pa l ab ra s^

p a l a b r a s o l v i d a d a s Koy t o t a l m e n t e , q u e NIar t í no Kibiera

v a c i l a d o en susc r ib i r c o m o e u y a s y p i e n s o as í q u e en e s t e

t r a b a j o q u e voy a d a r o s a conocer e n s e g u i d a p u e d o of re­

cer m i h o m e n a j e senci l lo a la s a g r a d a m e m o r i a d e a q u e l

g r a n c u b a n o , g r a n n o m b r e d e A m é r i c a y g r a n c i u d a d a n o

c^eí m u n d o .

S i m a n c a s d u r a n t e el siglo X I X fué u n pueb lo de agr icu l to res y de cop i s t a s . F i jaos bien en es te detal le cur ioso . El l a b r a d o r veía p a s a r los d í a s del la rgo inv ie rno , veía s u s c a m p o s he l ados , s en ­tía los v ientos fuer tes , t e m p e s t u o s o s — t a n carac te r í s t icos de Simancas-—y poco a

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poco se iba familiarizando con el castillo, con su castillo. Allí pasaba las ñoras más rudas del día. Allí encontraba su mejor refugio. Allí aquel nombre silen­cioso, sentía quizá una nueva curiosidad ante la vida, por lo menos, una nueva distracción. Y fué así como surgió ese tipo tan interesante, tan representativo de una España desconocida: el labra­dor copista, el agricultor paleógrafo, el nombre de tierra de campos y de los archivos.

Yo le be conocido aún. He sido su amigo, soy su amigo. Por él supe de esta tradición que no creo baya sido re­cogida en ningún libro que trate de ar­chivos. El se lamentaba conmigo de que los medios mecánicos modernos nubieran becbo casi inútiles/ la labor de estos co­pistas. Llevaba veinte años en el Arclii-vo. En el verano tenía siempre un mes de licencia que consagraba a sus campos de trigo. Luego volvía a los documentos. Documentos del Registro del Sel! o—tan difíciles por lo común de interpretar— documentos diplomáticos, ricos en enga­ñosas apariencias, documentos de los tiempos postreros de la Edad Med l a . . . de los Austrias espléndidos y de los Austrias miserables.

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¡Qué silencio p e n e t r a n t e en aque l l a s m a ñ a n a s d e i nv i e rno ! ¡Qué sen t ido d e e t e rn idad inmóvil , frente a aque l n o m b r e q u e venía de la t ie r ra y q u e volvería o t r a vez a la t ie r ra ! Veinte inv iernos en S i m a n ­cas . . . Y el c a m p o ofreciéndole en c a d a año su t r aba jo sa y b ien e s p e r a d a cosecba . N o p u e d e sen t i r se es te Arebivo, el m á s vas to de E s p a ñ a , y d e j a d m e a b o r a ba~ b ia r m á s del sen t i r q u e del conocer , n o puede c o m p e n e t r a r s e u n o con s u v ida sin re lac ionar lo con es te c a m p o de S i m a n ­ca s , con e s t a t ie r ra q u e y a se pa rece m u -cbo a la l l a m a d a en Cast i l la T i e r r a de C a m p o s .

N o sé si en S i m a n c a s se celebra la fies­t a de l as e sp igas , de la bendic ión de l a s e sp igas . P e r o en u n puebleci to p róx imo, visigótico t a m b i é n , en B a m b a , yo be vis to la proces ión m á s emoc ionan te q u e r e ­c u e r d o en toda m i v ida d e v ia jero . E r a en la Oc tava del Corpus . La proces ión c ruzaba p r imero los c a m p o s ; lego reco­r r í a l a s calles de la villa. N o ten ía u n solo p a s o de a u t o r f amoso , a p e s a r de q u e la iglesia, del m á s p u r o román ico , ofrecía t an to s deta l les d e in te rés a r t í s t i co ; n i s iqu ie ra la cus tod ia e ra u n a de l a s i n n u m e r a b l e s sa l idas de l ta l ler d e los Arfes y de su l a rga d inas t í a . T o d o ten ía

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u n aire de conmovedora h u m i l d a d . Y n u n c a vi u n a of renda m á s s imple , m á s l lena de pu reza al p a s o del S a n t í s i m o S a c r a m e n t o . N o h a b í a l lores en las ca ­s a s ; n i f loréenlas s i lves t res d e los c a m p o s . Y a r r o j a b a n de l a s v e n t a n a s , d e los a m ­plios ba lcones , d o r a d o s g ranos de tr igo. E l tr igo nuevo , recién cosechado , caía en medio de la proces ión. Caía en med io de los can tos . Yo lo veía en e sa t a r d e p u r a de Casti l la, y parec ía como si se m e revelase s ú b i t a m e n t e lo m á s ín ­t imo, lo m á s e n t r a ñ a b l e del esp í r i tu p o ­pular .

Con todo es te sen t imien to d e la t ier ra , d e b e m o s l legar al Casti l lo de S i m a n c a s . F u é a n t e s d e ser Archivo ca sa solar iega de los A lmi ran te s de Cas t i l la ; luego p r i ­sión d e E s t a d o . A q u í p a s ó los ú l t imos d í a s d e su v ida el O b i s p o Acuña , u n o de los g r a n d e s caudi l los d e la gue r r a d e las c o m u n i d a d e s . D e a q u í solo salió p a ­ra mor i r degol lado. E n t i empos de C a r ­los V se erigió el Archivo . P o r e so en el Casti l lo lucen l a s a r m a s i m p e r i a l e s . Todav ía se conserva su pr imi t iva e s t a n ­tería, regalo del E m p e r a d o r . P a b e l l ó n de Car los V se l l a m a e s t a pa r t e , l a m á s an t igua del Archivo. Y e s u n o d e los

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l uga res ob l igados en q u e se det iene p r o ­toco la r iamente la admi rac ión del tu r i s t a .

N o a lcancé los t i empos heroicos del Archivo, en los que era preciso l legar a S i m a n c a s en dil igencia, q u e sal ía m u y de m a ñ a n a d e s d e la p laza M a y o r de V a -l ladolid. A pesa r de haber v ia jado t an to , y de t a n d iversos m o d o s por los pueb los e spaño les , sólo u n a vez p u d e conocer lo que era ese viaje ex t raord inar io d e l a dil igencia. P e r m i t i d m e e s t e recuerdo persona l . Fue en el o toño de 1918. E s ­t a b a en Sor ia , c iudad c ruzada por el D u e r o t ambién . Sor ia pu ra , cabeza d e ex t re rnadura , dice u n viejo mote , q u e p r o d u c e ter r ib les confusiones geográficas. M e di jeron en tonces q u e m u y p ron to d e ­saparece r í a la di l igencia de Burgos , in ­capaz de nacer le la compe tenc ia al t e r r o -carr i l i to a e u n a e m p r e s a belga q u e u n í a a Sor ia con T o r r a l b a , es tac ión ya de la línea genera l de M a d r i d a Barce lona . D e ­bo decir q u e yo tenía de es te d e s t a r t a l a d o ferrocarr i l los m á s t rágicos recuerdos .

¿Cómo volver por la m i s m a ru ta , a u n ­q u e h u b i e r a de a t r a v e s a r n u e v a m e n t e los marav i l losos p ina res de A l m a z a n ? La a v e n t u r a de la dil ígencia era u n a ten tac ión d e m a s i a d o fuerte. D o s d í a s e s t a r í a c r u -

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z a n d o la m e s e t a de Casti l la. P a r a d a en l a noche en c lás icas ven ta s como la de Cidones . Ca tedra les r o m á n t i c a s fuera de la r u t a tur í s t ica , como la del Burgo de O s m a , se p re sen ta r í an en es te camino d e s ­conocido. T o d a la m á s fuerte e d a d m e ­d i a envolvería a mi v ia j e : S a n E s t e b a n d e G o r m a z , L e r m a , S a l a s de los In fan tes , Cova r rub ia s . A lo lejos, la s o m b r a be ­néfica acojedora , del g ran monas t e r io de S i los , la a b a d í a q u e a lcanzó su m a y o r e sp lendor en los siglos XI I , XI I I , XIV.

Aquel la l ana de ca rne ro q u e b a b í a en el suelo de la dil igencia, m e produjo , ya en el inicio del viaje, u n a g ran in­qu ie tud . Q u é frío l iaría en la v a s t a lia-n u r a ! Y no fué sólo el frío. E r a la d e s -solación de l a s deso lac iones . Yo no s a ­bía q u e u n a ep idemia terr ible azo t aba toda E s p a ñ a . F u é aquel la invas ión de la gr ipe , a raíz de la guer ra . S a b í a yo q u e es tos pueb los cas te l lanos tienen un dolorido sentir. P e r o e s t a t ragedia , es te a c a b a m i e n t o to ta l yo no podía imag iná r ­melo n u n c a . Así crucé la l l a n u r a c a s t e ­l lana, como s i fuera c r i a tu ra viva de u n c u a d r o del Bosco .

Así l legué solo, comple t amen te solo, a B u r g o s , cabeza de Casti l la . Solo con el post i l lón decidido, a qu ien yo h a b í a co -

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m u n i c a d o mi confianza en los beneficios d e la gaiarsine, específico, que , en mi s deb i l idades í a r m a c é u t i c a s , creo h a b e r s i ­d o yo u n o de los p r imeros en p r o p a g a r por E s p a ñ a .

E n 1921 n o h a b í a dil igencia a S i m a n c a s . E r a el au to de l ínea en t re Valladol id y Tordes i l l a s el q u e nac ía es te servicio. E n 1927 ya t e n í a m o s u n a u t o especia l , el au tomóvi l del inves t igador , d i s p u e s t o p a ­ra los t r a b a j a d o r e s de S i m a n c a s . E n t o n ­ces sólo h u b o u n a d i f icul tad: como e ra pequeño , c u a n d o , en a lguna r a r a ocas ión , nos r e u n í a m o s m á s de cua t ro inves t iga­d o r e s , t e n í a m o s q u e echa r sue r t e s pa ra seleccionar los via jeros del f l aman te CI-troen. P e r o es to ocur r í a m u y pocas ve ­ces, p o r q u e u n o de los encan tos del g ran a rch ivo , a diferencia del de I n d i a s , es el de la so ledad. Y a d e m á s , a u n q u e ocu­r r iese con m á s f recuencia el r emedio e ra fáci l : vivir en S i m a n c a s , el an t iguo o b i s ­p a d o visigótico. S i e m p r e q u e p u d e h ice és to , y es algo q u e recomiendo a los q u e qu i e r an tonificar s u e sp í r i tu con el a s ­ce t i smo y al m i s m o t i empo con la m á s fuer te v ida n a t u r a l . P o r q u e allí t odo se nos d a b a d i r ec t amen te , sin artificio a l ­g u n o . As í c u a n d o q u i s i m o s funda r n u e s -

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tro Simancas Tennis Club, los magníficos fosos del Castillo, nos ofrecieron un cam­po natural insuperable. Así las orillas del Duero, antes de la confluencia con el Pisuerga, nos brindaban una playa prodigiosa, resguardada de los vientos fuertes, con el mejor sol de Castilla y con la más fina y límpida arena que tiene ningún río de España.

¿Qué más podíamos querer en nues­tra vida de viajeros? La fórmula de juego y trabajo, quedaba ctimplida con ampli­tud. Y todo esto en medio de una gran paz, en medio de un silencio perfecto, sin radio, sin piano, sin fonógrafo, con un solo teléfono lejano, que casi siempre funcionaba mal.

1 II

SIMANCAS Y AMERICA

Antes de fundarse el Arckivo de Indias, Simanacas era la gran fuente documental de nuestra bistoria. En las signatu­ras del famoso archivo de Sevilla, con frecuencia encontramos la palabra Siman­cas, que indica claramente la procedencia de esa documentación. Fué Don Juan Bautista Muñoz, el gran investigador del

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siglo XVIII, el último historiador español í a la manera clásica, quien dio cima a

la empresa de seleccionar en Simancas, Archivo General del Reino, los papeles concernientes a América. Antes de esta comisión (1781-1787), desempeñada por Muñoz magistralmente, se habían hecho diversas tentativas para segregar de Si­mancas los documentos concernientes a la historia de las Indias. Pero Muñoz es quien logra dar realidad a la empresa, movido por el afán de ordenar en forma sistemática la vasta y heterogénea docu­mentación americana, que se hallaba di­seminada en aquel Archivo. Sin embargo, Muñoz se encontró con que muchos pa­peles concernientes a Indias, estaban en tai forma unidos a legajos de interés estrictamente nacional, que su operación no podía efectuarse sin perderse la in­tegridad del texto documental. Queda­ron así unidos a los legajos de interés general a la Monarquía Española mu­chos documentos que tienen una particu­lar importancia para la historia de la co­lonización de América

He aqu por consiguiente, la primera fuente de historia americana que encon­tramos en Simancas. Después, entrado el siglo XIX se envían a Simancas nuevas

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series documentales que tienen especial interés para América. Así los papeles de las Secretarías de Estado y del Despacho de M arma, que de Real Ord en se remi­tieron en 1826 y así también los de la Secretaría de la Guerra que lo fueron en 1841.

Esta sumaria indicación prueba la im­portancia fundamental de Simancas, para la historia de nuestra América. Sin em­bargo, muchos son los investigadores que, con un afán simplista, causa de tantos males en la construcción histórica, creen que basta en España el Archivo de Indias para una investigación exclusivamente americana. Pero la vida de los Archivos no sabe de estos encasillados inmutables ni de estos inalterables límites de juris­dicción. Es necesario que veamos siem­pre en Simancas el indispensable com­plemento de nuestra labor de Indias, Por esta razón, siguiendo el proceso lógico de nuestros trabajos, así como dedicamos nuestra conferencia pasada a algunos puntos de la historia de Cuba que encon­trábamos esclarecidos en el Archivo de Indias, hoy vamos a ocuparnos de algu­nos aspectos de la misma vistos a la luz de una documentación, medita y desco­nocida, del Archivo de Simancas.

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Voy exc lus ivamente a refer i rme a d o s p u n t o s concre tos de n u e s t r a h is tor ia , p e r o no p u e d o m e n o s de ap rovecha r e s t a o c a ­sión p a r a ex t rac ta r de mi s copiosos i n ­ven ta r ios , a l g u n a s not ic ias q u e ev iden ­cian la impor t anc i a ex t rao rd ina r i a de S i ­m a n c a s p a r a la h i s tor ia d e A m é r i c a . Se rán brev í s imas , y yo las es t imo e s e n ­ciales.

Una Eepú- g n \a sección de E s t a d o , h a y m u c h o s blica Ame- * • . * * 1 1 C

ncanaenel legajos q u e ínc iden ta lmen te se refieren siglo XVII. a ( J u b a y a Amér ica en genera l . A lgunos

nos h a b l a n de m a t e r i a s desconoc idas . A s í en el N.° 3963 , co r r e spond ien te a e s a s e c ­ción y q u e forma p a r t e de la l a rgu í s ima ser ie re lat iva a l as Negociac iones con I n ­g la ter ra , apa rece u n a not icia insól i ta , s o r p r e n d e n t e . El ró tu lo m i s m o ya aviva n u e s t r a c u r i o s i d a d : sobre la fo rmación de u n a R e p ú b l i c a en la Amér ica del N o r t e . Se t r a t a de u n a c u e r d o del Consejo R e a l , (en el q u e f iguraba, en t r e o t ros , el M a r ­q u é s d e los B a l b a s e s ) , t o m a d o en 12 d e m a r z o de 1688. N o olvidéis e s ta fecha.

S e refiere e s t e a c u e r d o a u n a c a r t a del E m b a j a d o r Ronqu i l lo , r e p r e s e n t a n t e d e E s p a ñ a en Ing la t e r r a . La pa r t e s u s t a n ­cial d i c e :

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" E n c u a n t o al a p r e s t o de la e s c u a d r a del Cabal le ro H o l m e s no parece e s t a r t an a d e l a n t a d o como rep resen tó D o n P e d r o (Ronqui l lo , el E m b a j a d o r E s p a ñ o l ) , c u a n ­do pidió los se isc ientos pesos , y q u e le adv ie r t a q u e es ta c a n t i d a d se le debe d a r sólo p a r a l as operac iones q u e se hic ieren con t ra los Asociados de la Nuetia Repú­blica de sa lo j ándo los d e los n u e v o s t e r r i ­tor ios q u e o c u p a s e n .

Obv io es ins is t i r sob re la i m p o r t a n c i a q u e p a r a la H i s t o r i a genera l de Amér ica y espec ia lmente la de los E . U. t i ene el hecho de q u e en el ú l t imo tercio del siglo XVII se h a b l e en es te a c u e r d o de l Con­sejo de Casti l la , de la t i tu l ada R e p ú b l i c a de la Amér ica S e p t e n t r i o n a l ' .

E s t o s legajos de la referida sección con­t ienen not ic ias m á s o m e n o s a m p l i a s s o ­bre d i s t in tos a spec tos de la colonización de Amér ica , p r e d o m i n a n d o el t e m a de las invas iones p i rá t i cas . La h i s tor ia de D r a -ke , p u e d e segui r se p u n t u a l m e n t e en e s t a d o c u m e n t a c i ó n , en la q u e se a lude con ins is tencia a los h o n o r e s q u e al f amoso Corsario le r end ía la cor te de L o n d r e s . El t e m a de l a s hos t i l idades e n t r e E s p a ñ a e Ing l a t e r r a , q u e t iene a Amér ica por p r i n ­cipal escenar io , ocupa , con el de l a s d e -

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predaciones y excesos de los piratas en Ind ías, la parte más mitrida de estos do­cumentos, que ofrece abundante materia­les inéditos y, lo que es más importante, muchos de ellos desconocidos todavía.

No pueden serlo de igual modo, los legajos de Estado correspondientes a más recientes períodos.

A M ^° m e o c u p é durante largos días en da. seguir la huella de Miranda, (que inicia

precisamente su historia, y de una ma­nera ruidosa, en nuestra Cuba colonial), al través de la correspondencia de la ETTI-

bajada española en Londres, que es ía parte central de esta documentación his­tórica. Hay dos libros excelentes, de autores contemporáneos, sobre el extraor­dinario personaje, que han aprovechado gran caudal de materiales inéditos, in­terpretándolos c o n método riguroso y con criterio objetivo, el único que per­mite la severa disciplina histórica. Me refiero a la ramosa tesis doctoral de Wi-lliam Spence Robertson; Francisco de Miranda and the Revolutionizmg oí Spanish America (1) y al uoro de Parra

(I) Anual Reporí of tne American Histórica! Asso-ciation—1907—Vol. 1—p. 190—539.

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Pérez , a c t u a l m e n t e M i n i s t r o de Venezuela en R o m a , q u e l leva el a t r ayen t e t í tu lo de M i r a n d a y la Revoluc ión f r ancesa" . R o b e r t s o n aprovecl ia los fondos de S i ­m a n c a s con g ran t i n o ; P a r r a Pérez , q u e descubr ió el nu t r id í s imo arcnivo pe r so na l del g ran caudi l lo y a qu ien se d e b e en g ran p a r t e s u res t i tuc ión a Venezuela , de sde la biblioteca pa r t i cu la r de L o n d r e s en q u e se e n c o n t r a b a , uti l iza u n a s e n e de d o c u m e n t o s , desconoc idos u n o s , y o t ros , como los re la t ivos al per íodo p r e -revolucionar io del P r ecu r so r , q u e t ienen s u s dup l i cas , o los m i s m o s or iginales oficiales en S i m a n c a s t amb ién .

N o creo sin e m b a r g o q u e se b a y a ago ­t a d o todo el in te rés d e la d o c u m e n t a c i ó n s i m a n q u m a referente a aque l la pro te ica figura, q u e p a r a ser ex t r ao rd ina r i a en todo lo es en la e n o r m e r iqueza de su arcnivo, compues to de 63 t omos , o r d e n a d o s por el m i s m o M i r a n d a en r igu rosa forma c ro ­nológica, y q u e ofrece el m á s un ive r sa l p a n o r a m a q u e u n héroe amer i cano p u e d e p r e s e n t a r : los solos t í tu los del índice , escr i to t a m b i é n por el caudi l lo , ya nos dicen como fué aque l la v ida de d ive rsa y o n d u l a n t e , de va r i a y u n i v e r s a l : África,

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El archi­vo de Mi ­randa.

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E s p a ñ a , L a s Ant i l l as , Amér ica Cent ra l , L o s E s t a d o s Un idos , Ing l a t e r r a , H o l a n d a , P r u s i a , Sajorna , Aus t r i a , I ta l ia , Grec ia , T u r q u í a , R u s i a . Y aqu í comienza ya la pe rs i s t enc ia d e u n mot icvo e n t r a l : el m o ­tivo de R u s i a . D o s t o m o s c o n s a g r a d o s al e n o r m e pa í s apa recen en el a rcn ivo d e M i r a n d a . H a y los t í tulos m á s a r r a y e n -t e s : D ia r io de las obse rvac iones y o c u -rencias en Cr imea, Dia r io de l as o b s e r ­vac iones y ocur renc ias en M o s c o u , D i a ­rio de las obse rvac iones y ocur renc ias en S a n P e t e r p b u r g o . Relación d e u n viaje a S iber ia . P o r q u e u n a n o t a pe r sona l , u n sen t ido d e obse rvac ión p rop ia pa recen ca ­rac te r iza r e s t a prodig iosa colección d e d o c u m e n t o s . A m e d i d a q u e se a v a n z a en la l ec tura del í nd ice , q u e h a v is to la luz en 1927 en publ icac ión oficial del g o ­bierno d e Venezuela (1) , el in te rés a u m e n t a y el d r a m a t i s m o d e aquel la ins igne v ida se h a c e m á s a g u d o . D e s p u é s d e los t o ­m o s ded icados a los pa í ses nórd icos , Suec ia , Noruega , D i n a m a r c a , H o l a n d a , d e s p u é s d e los t o m o s misce lánicos d e viaje, en los q u e el gran revolucionar io apa rece

(1) Boletín de la Academia Nacional de la Historia (Ca­racas-Venezuela) tomo XI-1928. En el núm. 45 (Enero-Marzo de 1929) de esta excelente publicación. Ka visto la luz el Diario de Miranda en los Estados Unidos, del que na cuidado el insigne Mirandista W. S. Robertson.

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c o m o el m á s cur ioso y d iver t ido tu r i s ta , v iene u n a e t a p a cen t ra l en la v ida de M i r a n d a , t a n i m p o r t a n t e q u e ya es tos t o m o s del a rch ivo apa recen con n u m e ­ración p rop ia d e n t r o de la corre la t iva de l a colección. E s el per íodo de la revo­lución f rancesa . 19 t o m o s de d o c u m e n ­tos , en los q u e p r e d o m i n a n los de ca­r ác t e r pe r sona l , apa recen consag rados a e s t e terna en el Archivo d e M i r a n d a . E l p a p e l p r ime ro q u e apa rece es u n d ia r io d e O b s e r v a c i o n e s desde el 11 de Agos to h a s t a el 12 de S e p t i e m b r e de 1792. Los ú l t imos co r r e sponden al pe r íodo B o n a p a r -t i s t a y apa recen a g r u p a d o s en u n s u b ­t í tu lo q u e d i c e : O p r e s i ó n del Director io . C ie r ran la po r t en tosa colección o t ros 19 t o m o s r eun idos bajo el t í tulo c o m ú n de

Negociac iones , q u e comienzan en D i ­c i e m b r e de 1770 y se c ie r ran en Agos to d e 1810, en los q u e se s igue p a s o a p a s o l a ac t iv idad revoluc ionar ia de M i r a n d a , s u l abo r hero ica en p ro de la i n d e p e n ­d e n c i a amer i cana , su pe r s i s t enc ia en ese in ten to d u r a n t e toda 1 a v ida a u n q u e c r u z a s e n po r aque l e sp í r i tu g igan tesco l a s s o m b r a s del ce sa r i smo y se b o s q u e j a s e •en aquel la d r a m á t i c a exis tencia la fé-r r e a figura del d ic tador .

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Miranda y Decía , an te s de es te necesar io p a r e n -e! Marqués . • -\ , ,

-JeCampos, tes is , que , sin e m b a r g o a u n n o es ta ag'o-ad to el in terés del Archivo d e S i m a n a c a s con re lac ión a M i r a n d a , a p e s a r de los l ibros de R o b e r t s o n y de P a r r a Pérez ; . s igue teniéndolo con valor a u t ó n o m o , a pesa r t a m b i é n de es ta res t i tuc ión a n u e s ­t ra Amér ica del g ran archivo a q u e a c a b o de nace r referencia y q u e i n d u d a b l e m e n t e verá p ron to , en su to ta l idad , la luz p ú ­blica. P o r q u e M i r a n d a p u d o recoger , por e jemplo , l a s ca r t a s q u e escr ibió a l M a r q u é s d e C a m p o s , E m b a j a d o r de E s ­p a ñ a en L o n a r e s y l as q u e recibió d e es te in te resan te d ip lomát ico , n o m b r e r e ­presen ta t ivo del siglo XVII I , cur ioso p o r los e s tud ios d e m á s d iverso l inaje, d e m o r a l algo laxa , con u n sen t ido t a n e p i ­cúreo de la v ida q u e en los m o m e n t o s cu lminan te s de la revolución f rancesa (después d e la d e L o n d r e s d e s e m p e ñ ó la E m b a j a d a d e P a r í s ) , en med io d e los agobios d r a m á t i c o s del d ía se le ve p r e ­sidir ios bai les desenf renados , las f iestas org iás t icas d e la O p e r a y d e o t ros s i t ios m u c h o m á s recóndi tos y m e n o s a r m o n i o ­sos . P e r o las c a r t a s oficiales l as y p r i va ­d a s de C a m p o s , en las q u e re l a t aba la v ida d e M i r a n d a en L o n d r e s , su s in t i ­m i d a d e s , s u s proyec tos , en l a s q u e s e

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a p u n t a b a su ideología polít ica, en l as q u e se seguían s u s p a s o s por agentes secre tos , e s t a s n o p u d o conocer las M i r a n d a , e r a n d o c u m e n t o s confidenciales en su época y son noy u n a de l as p a r t e s m á s in te re ­s a n t e s y m á s v ivas d e la dócximentación de la E m b a j a d a en L o n d r e s q u e g u a r d a el Archivo d e S i m a n c a s .

As í el a rch ivo de la p e q u e ñ a villa p u e d e a ñ a d i r a lgún in te rés , d r amá t i co s i empre p o r q u e el d r a m a t i s m o informa toda a q u e ­l la v ida c a u d a l o s a , a la g r a n colección q u e g u a r d a d e s d e 1926 la c iudad de Ca­r a c a s .

Yo in t en té recoger lo en u n a confe ren­cia exc lus ivamente ded i cada a M i r a n d a , a lo q u e p u d i é r a m o s l l amar la iniciación d e M i r a n d a y la H i s t o r i a d e Cuba , pero c o m p r e n d í q u e lo q u e iba a decir forzo­s a m e n t e t end r í a u n valor provis ional , s u ­b o r d i n a d o s i e m p r e a lo q u e r e su l t a se d e la publ icac ión comple ta del a rchivo d e aque l ins igne amer i cano , y des is t í de m i in tento .

¿Cómo se vé a M i r a n d a , cómo se le s ien te vivir en e s t a s c a r t a s confidenciales del M a r q u é s de C a m p o s ? H a y u n a f rase q u e s m t e n h z a toda la ideología, t odas l as inc l inaciones , todos los secre tos móvi les d e la v ida d e M i r a n d a : h a y u n a f rase

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perd ida , a h o g a d a en t r e cons iderac iones oficiales y c i rcunloquios d ip lomá t i cos en u n a ca r t a de C a m p o s al Conde de F l o ­r ida .Blanca: es n o m b r e de m u c h o t a ­lento (dice C a m p o s de M i r a n d a ) de i n s ­t rucción m á s q u e m e d i a n a , pero fanát ico en sos tene r los pr incipios de la l ibe r tad con t ra todo gob ie rno" .

Faná t i co de la l i b e r t a d . . . he a q u í t oda la v ida del g ran viajero de R u s i a , del g ran actor de la Revolución f rancesa , del g ran p recur so r de la independenc ia a m e r i c a n a . E l fanát ico de la l iber tad , p a s ó por Cuba , en C u b a tuvo su p r imer c h o q u e con u n o de esos gobiernos de q u e h a b l a C a m p o s (¿qué móviles ocul tos pud ie ron exist ir en aquel la c a u s a t an r a ra , t a n pe regr ina del c o n t r a b a n d o de M i r a n d a en Cuba , d e ­n u n c i a d a por el i n t enden t e Urr i sa?) y de C u b a h a d e aco rda r se con emoción en u n m o m e n t o m e m o r a b l e : c u a n d o en 1809 se dir ige a los cab i ldos amer i canos y les p r o p o n e su p lan de l iberación del con t i ­nen te . La ca r t a al cabi ldo de la H a b a n a la he vis to t a m b i é n en S i m a n c a s (1).

Los ú l t imos legajos de la sección de E s t a d o e s t á n c o m p r e n d i d o s bajo el ge -

(1) Estado 8284-8285 (folio 16 del legajo).

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Un aventu­rero italia­no : Luis Vi-Aeác.

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nérico t í tulo de Sublevac iones de A m é r i ­ca" . B a s t a es te enunc iado p a r a q u e com­p r e n d a m o s su impor t anc ia . A veces u n legajo en tero e s t á ded icado a u n a sola negociación d ip lomát ica : as í el 8286 que t r a t a de l a s negociaciones de R ivadav ia con el E m b a j a d o r de E s p a ñ a en Londre s , q u e en es tos a ñ o s (1815-1818) lo e ra el D u q u e de S a n Car los . Con frecuencia el hecho his tór ico, el escueto relato docu ­menta l se s u b o r d i n a al proceso de u n a ideología : tal, por e jemplo , en el legajo a c a b a d o de ci tar , la d i scus ión doc t r ina l acerca de la p royec tada m o n a r q u í a de Buenos Aires y la c a n d i d a t u r a m á s o m e ­nos fantás t ica del P r ínc ipe de Lucca .

Y los in ten tos , l a s u t o p í a s , l a s s i m u l a ­ciones t a m b i é n (es necesar io emplea r e s ­ta d u r a pa l ab ra ) a favor de la i n d e p e n ­dencia de Amér ica , e n el ú l t imo tercio del siglo XVII I se s iguen a q u í p u n t u a l ­men te y es tos d o c u m e n t o s m á s de u r a vez nos d a n u n a g ran so rpresa . E n esa cor respondenc ia del M a r q u é s de C a m p o s t an prolífica, t an l lena de n o v e d a d e s h u ­m a n a s ñ a u a m o s pe reg r inas not ic ias sob re u n i ta l iano, Lu i s Vidale , t ipo q u e recuer ­d a m u c h o al q u e t a n m a g i s t r a l m e n t e nos t r aza ra en e s t a m i s m a t r i b u n a el ins igne escr i tor Víctor A n d r é s Be launde , bajo la

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denominac ión del memor ia l i s t a (1). V i -dale escr ibe l a rgas m e m o r i a s , pe ro no va a exponer las al gobierno de la met rópo l i sino q u e se dir ige a los que cons idera s e ­g ú n los casos , s u s n a t u r a l e s e n e m i g o s : u n a s veces a F ranc ia , o t r a s a Ing la te r ra . El p lan de la sub lebac ión de Amér ica es va s to , y la m a q u i n a r i a t an p r e p a r a d a q u e a s i s t imos en es ta co r respondenc ia a u n a secre ta lucha en t re el p r imer M i n i s ­t ro br i tán ico , n a d a m e n o s q u e Fox, " u n b o t a m e g o s q u e p u e d e echar lo todo a pe r ­d e r " , s egún la f rase de C a m p o s , y el E m b a j a d o r de E s p a ñ a en L o n d r e s , con obje to de a p o d e r a r s e d e esos pape les m i s ­te r iosos . Vidale, q u e tuvo u n m o m e n t o d e poder ío , p ierde al fin s u s memor i a l e s y pape les , y memor ia l i s t a sin memor i a l m u e r e de ma la m u e r t e , en u n camino de Casti l la .

T a l es , a g r a n d e s r a sgos , la p e r s p e c ­t iva de h i s tor ia amer i cana q u e nos ofrece el a rchivo de S i m a n c a s . P u d o en 1890 J o s é Tor ib io M e d i n a , pa t r i a r ca de la e rudic ión de n u e s t r a Amér ica , fo rmar el p r imer vo lumen de su célebre colección de d o c u m e n t o s p a r a la H i s to r i a de Chile,

(1) Conferencia dada en 2 cíe Marzo de 1929 en la Ins­titución ríispano-Cubana de Cultura.

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casi exclusivamente sobre los fondos del Archivo de Simanacas. Pero desde M e ­dina hasta nuestros días ¿qué han traba­jado los investigadores americanos en ese gran laboratorio de la historia? La res­puesta tiene que encerrar un doloroso escepticismo (1).

«¡ni

UN VIAJERO IRLANDÉS

Había nacido en Dublín en 1725. Se había formado, definido militarmente en Prusia, durante la guerra de los siete años. Este carácter prusiano será la nota de más relieve en toda la vida de Don Alejandro de O Reiily, primer conde de O Reilly, fundador de ilustre linaje cubano.

Francisco de Miranda, en su célebre información a Florida Blanca de 1.° de Abril de 1785, que se conserva tam­bién en el Archivo ae Simanacas, nos pre­senta a O'Reiüy como la encarnación nu-mana ae la autoridad. En esta pintura

(1) l lamarnos ae los luspaiio-americanos. Los espe­cialistas de los Estados Unidlos que kan trabajado en Simancas constituyen legión. JSajta que citemos añora un nombre: el de Alicia B. Gould, la heroica investigadora y viajera de los archivos españoles.

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los sombr íos colores e s t án r eca rgados , * sin d u d a a lguna , como era n a t u r a l q u e

fuese d a d a la i r reduct ib le oposic ión d e aque l l a s dos n a t u r a l e z a s . M i r a n d a era el e te rno viajero de la l ibe r tad ; (TRei l ly e ra el viajero i m p e r t u r b a b l e de la au to r i dad .

H a b l a M i r a n d a del esp í r i tu inquis i t ivo de O Rei l ly : inqui r ía c o n t i n u a m e n t e si oía m i s a , si t o c a b a la f lauta, si leía l i ­b ro s filosóficos, m á s se engañó su Exa . y m i carác te r n u n c a p u d o a c o m o d a r s e a s u s v a n o s pr incipios . M á s ade l an t e cuen ta q u e le n a b l a b a s i empre " c o n su a c o s t u m b r a d o tono m a g i s t r a l y decisivo de que yo i n t e n t a b a subver t i r las leyes del re ino (1).

Aquel los a ñ o s , en los que tuvo q u e t r a t a r l e M i r a n d a , e r an de p rofunda a m a r ­gura p a r a O Rei l ly : no n a b í a n pod ido d i ­s ipa r se a ú n los t r i s tes r ecuerdos d e la d e s a s t r o s a j o r n a d a de Argel, de 1775, que se r i amen te q u e b r a n t ó su repu tac ión mil i tar . Con u n á n i m o e n t e r a m e n t e d i s ­t in to n a b í a venido a l a H a b a n a , en 1763, como s e g u n d o de Riela , en su e m p r e s a d e r e s t a u r a r la denominac ión e spaño la en C u b a d e s p u é s de la ocupac ión inglesa .

(1) Miranda. Representación a Floridablunca—Lon­dres, 1.° de Abrí! de 1785—Simancas—Estado—Legajo 8141—folio A.

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Este interesante período de nuestra his­toria tiene en Simancas una documenta­ción riquísima. La vida íntima de la co­lonia bajo el gobierno de Albemarle puede reconstruirse merced al copioso epistolari-laño de Don Lorenzo de Montalvo. Ahora que se anuncia para muy en breve la publicación de las actas del Cabildo de la Habana en ese tiempo, obra que debere­mos al vigilante espíritu de Emilio Roig de Leuchsenring, las cartas de Montalvo, los papeles satíricos contra Oquendo, las valientes representaciones del Obispo Mo­rdí, el historiador de "Cuba y su Catedral que con otros documentos, muchos de ellos inéditos, guarda Simancas, adquie­ren ese relativo valor de actualidad que puede tener en este mundo una o ora his­tórica.

m í o r trie Este viaje de OReilly por Cuba, en y ' 1764, forma parte de la expresada do­

cumentación. La memoria del viajero irlandés lleva fecha de 1.° de Abril de 1764. Ocupa en el legajo unas 20 pá­ginas, sin foliar, de letra clarísima. Va dirigida al Ministro Español Amaga, ya que este viaje minucioso, detenido, se hace no sólo por indicación del Conde de

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Riela s ino por a c u e r d o del Consejo d e S. M . N i n g ú n h i s to r i ador de C u b a h a r e p a r a d o en es te informe, en el q u e h a y los gé rmenes de las pr inc ipa les r e fo rmas económicas h e c h a s por el gobierno colo­n ia l a fines del siglo XVII I . Ya es s ig ­nificativo q u e el d o c u m e n t o se e n c u e n t r e en u n a serie de legajos q u e t ienen es te rótulo común: Intendencia de la Habana. Sus orígenes. Su desenvolvimiento (1).

Un carác te r de observac ión pe r sona l y d i rec ta d i s t ingue p r inc ipa lmen te a e s t e informe. E n la a d j u n t a r ep re sen t ac ión ha l l a rá V. E . not ic ias c ier tas q u e dificulto h y a n s ido an t e s t a n p ro l i j amente e x a m i ­n a d a s : m e c o n s t a n t o d o s los hechos q u e expongo , y los r emed ios y m e j o r a s q u e p r o p o n g o son las q u e concibo m á s c o n ­d u c e n t e s y a ú n ún i ca s p a r a el fin q u e t an to in te resa y con r a z ó n a n h e l a n ¡3. M . y V. E . E s t o m e prec i sa a exponer lo con t a n t a f ranqueza , a p a r t á n d o n o s de c u a l ­qu ie r prejuicio (2) .

(1) Simancas. Hacienda. Superintendencia—2352 al

2350 (inclusives).

(2) Simancas. Hacienda. Superintendencia.—Legajo

2342.

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S e e n u m e r a n las c a u s a s de los ma le s d e C u b a . N o h a y a m b i g ü e d a d en l a s p a l a ­b r a s . La p r i m e r a d e t o d a s es la fal ta d e jus t ic ia . La falta de jus t i c ia es el p u n t o m á s des t ruc t ivo de t oda Repúb l i ca , d ice O R e i l l y . E n es tos pueb los (los de C u b a , q u e h a b í a recorr ido d u r a n t e seis m e s e s ) se hacen visibles los efectos. P r o v i e n e todo de la ignoranc ia , colusión y pas ión de los Alca ldes o rd ina r ios , t a n ­to m á s a t r ev idos , c u a n d o q u e conocen q u e las res idenc ias se c o m p o n e n con d i ­ne ro , y q u e de su p r i m e r a sen tenc ia sólo h a y ape lac ión a la R e a l Audienc ia de S a n ­to D o m i n g o , d i l a t ándose al r e su l t a m u ­ch í s imo. E n cada a ñ o no h a y m á s q^^e u n navio , q u e p a s a de la H a b a n a a la E s p a ñ o l a , q u e es c u a n d o condiuce el s-t u a d o ; sólo q u e d a allí u n m e s , y a su regreso no p u e d e e s t a r d e s p a c h a n d o el negocio . D e es te m o d o se e te rn izan las c a u s a s , q u e d a n d o m u c h a s veces d e s a m ­p a r a d a s por la dificultad, y gas tos del r ecu r so . Los l a m e n t o s en es te pa r t i cu ­lar , son t an un iversa les como j u s t o s y do lo rosos , y el remedio ve rdade ro ser ía u n T r i b u n a l de ape lac iones en la H a b a n a

Fa l t a de jus t ic ia . D e s p u é s el d e s a m ­p a r o económico . 'Los h a b i t a n t e s de Cu­b a se ven en el d e s a m p a r o d e n o recibi r

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de los domin ios de S. M . lo q u e neces i tan pa ra su ves tuar io y s u s t e n t o y de carecer de la co r respond ien te ext racción del p r e ­cioso p roduc to de sus B o s q u e s y l a b r a n ­zas . E n diez años a p e n a s n a ido a Cuba , B a y a m o , P u e r t o del P r ínc ipe y d e m á s pueb los in ter iores , lo q u e b a s t a p a r a el c o n s u m o de diez meses . El cuad ro e s desoíador . N i s iquiera la pr inc ipa l r i ­queza de la t ierra puede p roduc i r u n comple to beneficio. Los ingenios de a z ú ­car (dice el amp l í s imo informe y ya t o ­camos , en u n o de los mot ivos cent ra les de la economía nacional ) merecen toda protección del Rey (en c u a n t o lo p e r m i ­ten los t r a t ados ) p a r a a s egu ra r su p r e ­ferencia y es t imación en E s p a ñ a : la ca l i ­d a d es m u c h o mejor q u e el de p o r t u g u e ­ses , ingleses ni f ranceses , pero como e s ­tos t ienen los géneros de vest i r y los esc lavos m u c h o m á s b a r a t o s , pueden d a r s u s azúca res con m á s conveniencia , q u e es a lo q u e s i empre a t e n d e r á el c o m ú n , si el Min i s t e r io no lo vigila con cons ide ­rac iones a todas s u s r e s u l t a s " . S m e m ­bargo 'es te y el t abaco son las ú n i c a s r a m a s del comercio , q u e en el d ía d e ­j an ingreso efectivo a es ta Is la , y repi to q u e tengo por út i l í s imo su fomento , q u e cons is te en facilitar la in t roducc ión d e

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esclavos y conservar la es t imac ión de s u s f ru tos .

Se lia h a b l a d o — P e z u e l a ins is te en es te p u n t o de su h is tor ia de l as r e fo rmas m i ­l i tares de O Reilly, pero no se h a hecho resa l ta r , por el desconoc imien to de es te informe, del apor te que O Reilly t rae a la economía c u b a n a .

E n c u a n t o a la E c o n o m í a Pol í t ica dice O'Rei l ly — y debe obse rva r se la novedad de es ta terminología en u n informe de p u r a admin i s t r ac ión que se escr ibe en 1764— he t ropezado con graves per ju i ­cios . Y p ropone u n a y o t ra vez el v ia ­jero q u e se ampl íe el comercio , ún ica m a ­nera de cor ta r el ilícito, que fomenta la m i s m a espec ia l configuración de la isla.

E s t a fué la g ran exper iencia de la d o m i ­nac ión inglesa añade . E n u n solo año en t r a ron cerca de mil embarcac iones con mercanc ía y víveres . Y vienen d e s p u é s a m p l i a s cons iderac iones sobre el fomento de la ganade r í a en Cuba , sobre las g r a n ­des ex tens iones de t ierra q u e e s t án sin cul t ivar , sobre l as dif icultades de la p r o ­ducción del t abaco , planta delicadísima, p u n t o s todos t r a t a d o s con prolija m i n u ­cios idad.

La pa r t e final de la M e m o r i a se refiere ai A u m e n t o de Pob lac ión e In t roducc ión

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de Ex t r an je ros . Aquí se evidencia el e s ­p í r i tu cospmool i t a de G R e i l l y . A q u í e s ­t á n las n o v e d a d e s R u m a n a s del informe desconoc ido .

Cons ide ra el i r l andés q u e p a r a el fo­m e n t o de l as n u e v a s poblac iones es in ­d i spensab l e el concurso de los ex t r an je ­ros . N o padece rá con ello n a d a la i n t e ­g r idad nac iona l . Lo p r u e b a Ing la t e r r a — h a y u n táci to elogio a la nac ión r ival , m u y significativo en u n i r l andés , m u c h o m á s c u a n d o se ven las condic iones en q u e e sc r ib í a : como jefe e spaño l q u e s u s ­t i tuye al b r i t án i co— lo p r u e b a Ing la te r ra con sus colonias , que l ian pob lado m á s con los ex t ran jeros que con s u s p rop ios n a t u r a l e s . N a d a de t emores . T o d o d e ­be verse con u n a g r a n ampl i t ud . T o d o debe sen t i r se con esp í r i tu de ve rdad . r o r eso O'Rei l ly , con la explíci ta a p r o ­bación de Riela , e ra capaz en u n informe oficial h a b l a r de la g r a n exper iencia d e la dominac ión inglesa. D e ci tar , a c a d a m o m e n t o , como e jemplo de pueb lo colo­n izador , al pueblo inglés. E s o podía e s ­cribirlo l ib remente O'Reil ly, eso pod ía ap roba r lo u n M i n i s t r o de Carlos I I I . P a ­s a b a por el a m b i e n t e de Cuba u n soplo

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de vida universa l . Un ans ia de r enova ­ción, q u e no de ten ían los prejuicios n a ­cionales .

Emigración U n a colonia ex t ran je ra de mil famil ias , p ropon ía a O Reilly, q u e se in t rodujese en Cuba . El p lan , en s u s deta l les , r e ­su l ta ba algo compl icado . D o s n o t a s s a ­l ientes h a b í a en el m i s m o : el in terés agr í ­cola q u e debía tener c ada lami l la , p a r a sen t i r se l igada a ia t ierra c u b a n a , y la selección física y mora l , q u e deb ía p r e ­s idir la formación de es ta colonia.

E s t o se escr ib ía en el año de 1764. Y a u n sociólogo exper imenta l , pos i t iv is ta no r e p u g n a r í a el empleo de m u c h o s de los t é rminos q u e vemos en el informe de O'Reilly. No sent i r ía ex t r aña su e s b o ­zada ideología.

E n la d o r m i d a colonia, en Cuba , pa ís famoso , según las p a l a b r a s iniciales d e O'Rei l ly , ' por su g r a n d e fert i l idad, suave t e m p e r a m e n t o y s i tuac ión admi rab l e , se in ic iaba u n a nueva época , q u e t end rá m á s t a rde su o r g a n i s m o represen ta t ivo en el Rea l Consu lado , y s u h o m b r e e j em­plar en D o n F ranc i sco de Arango y P a r r e -ñ o .

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1 IV

U N C O N Q U I S T A D O R D E L S I G L O

X V I I I

E s t a m o s en el año de 1781. La H a b a n a es en es tos m o m e n t o s el cent ro de la v ida in te rnac iona l de la Amér ica E s ­paño la . N o lo habé i s oído decir m u ­cho , p o r q u e todav ía es tá por nace r el e s tud io d o c u m e n t a l de ese per íodo de n u e s t r a H i s to r i a . E s sin d u d a el m o ­m e n t o in te rnac iona l por excelencia de Cu­ba Colonial. La cap i tan ía genera l de Cuba n o m b r a d i r ec t amen te los emisa r ios d ip lomát icos de E s p a ñ a cerca de los " E s -t a d o s Unidos I n d e p e n d i e n t e s , q u e k a n c o m e n z a d o la g ran lucha con la m e t r ó ­poli . E s t o s n o m b r a m i e n t o s d e s p u é s los a p r o b a r á el gobierno español . A la Ca­p i tan ía Gene ra l de C u b a l legan los m e n ­sajes p id iendo envío de t r o p a s expedic io­n a r i a s , o s imp lemen te de d inero y c o m e s ­t ibles . Vienen los m e n s a j e s de los Vi-r r eyna to s de N u e v a E s p a ñ a , N u e v a G r a n -d a y L ima , de l as cap i t an ía s de Guatemala y Venezuela (1). E n la H a b a n a se h a c e n

(1) Archivo general de Indias.—Santo Domingo. 84-2-25.—Y Archivo de Simancas Secretaria de guerra. Siglo XVIII, legajo 6912.

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l o s emprés t i t o s q u e k a n de ser la base económica de las exped ic iones ; en la H a ­b a n a e s t á n a la expecta t iva , la e s c u a d r a e s p a ñ o l a q u e m a n d a p r imero el A lmi ran te Bone t y d e s p u é s el A lmi ran t e So lano , y los ejérci tos , que norn ina lmen te m a n d a r á el M a r i s c a l Nav ia . Tengo an t e mí dos vo lúmenes de d o c u m e n t a c i ó n c o m p a c t a , pe ro he te rogénea , cas i toda inédi ta y en g r a n p a r t e desconoc ida . N o se h a for­m a d o la vas t a recopi lac ión d o c u m e n t a l s o l a m e n t e en el Archivo de S i m a n c a s : en I n d i a s se k a n recogido t a m b i é n a lgu-

L a mter. n o s de sus m á s i m p o r t a n t e s pape les . Un venc ión d e • i . • 1

Cuba en los a m i g o , q u e qu i so o b s e q u i a r m e con la e n -E s t a d o s cuade rnac ión de esos vo lúmenes , p u s o en U n i d o s . 1 • 1 -- 1 1 y

el tejuelo es te t i tulo paradogico , pero con u n posible fondo d e ve rdad : L a in te rven­ción de C u b a en la I n d e p e n d e n c i a de los E s t a d o s U n i d o s .

N o t emá i s que m e t iente el c amino de l a p a r a d o j a h is tór ica . P o r o t r a pa r t e , sé que sobre es ta m i s m a ma te r i a y a p r o ­v e c h a n d o la m i s m a documen tac ión iné­d i ta , q u e yo tuve el gus to de facil i tarle, el Doc to r Rafae l M a r t í n e z Or t í z , Sec re ­ta r io de E s t a d o de la Repúb l i ca , p r e p a r a u n a minuc iosa monograf ía que t e n d r á ,

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sin d u d a , so rp r enden t e s novedades . E n n a a a qu ie ro a m e n g u a r el in te rés d e e s e t rabado.

D e los dos mil d o c u m e n t o s q u e fo rman la recopi lación voy a escoger dos so la ­m e n t e y ni s iqu ie ra he de t r ansc r ib i r lo s comple tos . F o r m a n pa r t e de u n legajo q u e t iene es te t í tulo en la c a r p e t a :

A s u n t o s de guer ra y expediente de la expedic ión de D o n V i c t o n o de N a v i a y del Conde de Ca lvez ' . Y en re lación, m á s o m e n o s d i rec ta con es te a s u n t o , h a y u n o s se ten ta legajos en los Archivos d e I n d i a s y de S i m a n c a s . P a r a q u e t engá i s u n a idea d e lo q u e es e s ta e n o r m e m a s a de documen tac ión os d i ré q u e cada legajo t iene a p r o x i m a d a m e n t e u n o s qu in i en tos d o c u m e n t o s y el i n fo r tunado inves t igador t iene q u e p a s a r los ojos fa t igados p o r e s a s p á g i n a s d o c u m e n t a l e s y ava lo ra r l a s r á p i d a m n e t e p a r a s abe r cua l debe f o r m a r p a r t e de la selección. E n m i c u a d e r n o de t r aba jo , los r áp idos comenta r ios e s t á n l lenos de reflexiones q u e cas i m e a t rever ía a l l a m a r t r á g i c o s : ' E s t o n o pa rece t ene r fin. No encuen t ro la ca r t a au tógra fa d e W a s h i n g t o n , d e s p u é s de h a b e r v is to lo s siete legajos . El frío del archivo (hac ía :\80 || i; j" ;,; I

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estas investigaciones en el mes de Febre­ro de 1927) La apagado el vacilante bra­sero. Me siento como un mar de tinie­blas. Y luego veo escritas, con caracteres muy enérgicos las palabras de Lessmg que seguramente serían un gran consuelo para mi espíritu cansado: Si me pusieran en una mano la verdad, y en la otra, el esfuerzo, la tenacidad, el beroismo cons­ciente y tranquilo, el anbelo profundo por conquistar la verdad, yo me quedaría con la tenacidad infatigable, con el keroismo consciente y seguro, con el esfuerzo ab­negado y con el férvido anhelo más que con la verdad misma".

Gal™» y los Esta carta tiene fecka de 28 de Septiem-delKiepano- bre de 1781. Va dirigida al Arzobispo ii»erican¡». ¿e Santa Fé, Don Antonio Caballero y

Góngora. La escribe desde la Habana Don Bernardo Galvez, Jefe de los ejér­citos expedicionarios de América, conquis­tador de Movila y Panzacola, más tarde Capitán General de Cuba, luego Virrey de México, donde muere, joven todavía y en medio de una carrera de triunfos asombrosos.

En Santa Fé nabían ocurrido gravísi­mos motines, un movimiento revolucio-

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n a n o , u n a v e r d a d e r a sublevac ión popu la r . E l Virrey de N u e v a G r a n a d a se h a b í a d i ­r igido a Ca lvez . Galvez es el caudi l lo mi l i ta r por excelencia. E l Arzob ispo , t a m b i é n interviene y qu ie re consegui r a t oda cos ta la paz , pero sin efusión d e s a n g r e (1). Un móvi l económico , u n a s t r ibu tac iones i n ju s t a s , (2) pa recen ser la c a u s a de la con t ienda . El Virrey j uzga q u e si n o acuden en su socorro el m a l se rá i r r epa rab le , t eme por la sue r t e del domin io e spaño l en aque l las t i e r ras . Así lo dice al Cap i t án G e n e r a l de Cuba , q u e era a la sazón D o n J o s é N a v a r r o . S in e m b a r g o , Galvez , a n d a vac i lan te . E n t o n ­ces es c u a n d o escr ibe al Arzobispo de S a n t a Fe . Y fie a q u í t inas p a l a b r a s q u e n o pa recen de u n caudi l lo mil i tar . H e a q u í u n a s p a l a b r a s en q u e se p res ien te e s a idea l idad vaga rosa del n i s p a n o - a m e -n c a n i s m o , esa ideología a m e n a z a d a p o r l a s m á s v a n a s re tór icas , pero q u e yo la s iento como rea l idad sus t an t iva , qu izá m á s l lena de futuro q u e de concre to y posi t ivo p resen te .

Yo no sé con q u é 03os, dice el Conde de

(1) Arcravo General Je Indias.—Sección V.—Santo -Domingo.—84-2-25.—Y Arcnivo de Simancas.—-Secre­taría de guerra.—Siglo XVIII, legajo 6912.

(2) id. id.

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Gaivez en su ca r t a al Arzob i spo de S a n t a Fé , yo no se con q u é ojos ve rá la me t rópo l i la len t i tud con q u e m e lie m a n e j a d o e n es ta ocas ión , t a n a jena a m i ca rác te r . M i s in tenc iones l ian s ido y son las m e ­jo res , y mi s recelos en t r a n s p o r t a r m e afií, con u n a pa r t e del e jérci to , se n a n fun­d a d o en no q u e r e r d a r u n p a s o q u e nos e m p e ñ a s e en las hos t i l i dades , . . . p u e s a la ve rdad ser ía m u y do lorosa la cruel n e ­ces idad d e nace r se la gue r ra u n o s e s p a ­ñoles a o t r o s : vasa l los de u n m i s m o p r í n ­cipe, m i e m b r o s de u n a m i s m a re l ig ión; o r iundos de u n a m i s m a pa t r ia , y u n i d o s con los v ínculos de la . sangre y su je tos al m i s m o oprob io q u e p o d r á caer sob re la nac ión , si nos p rec ip i t á semos a u n a paz sangr i en ta .

Yo espe ro q u e esos an t iguos vasa l los conocerán s u s y e r r o s , . . . p e r d o n a r á el Rey s u s agrav ios y s iendo ga r an t e s la religión y la an t i gua fidelidad, volverá ese pa í s a gozar de la t r anqu i l i dad q u e tuvo y el ejérci to q u e a t a n t a cos ta m a n t i e ­ne S. M . en Amér ica , no se rá i n t e r r u m p i ­do en las operac iones q u e se m e d i t a n con obje to de a p r e s u r a r el de seado fin de la gue r ra .

D ios querrá, q u e es te p ronós t ico sa lga v e r d a d e r o y no m e vea en la a m a r g u r a

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de coronar tristemente mis hasta ahora felices expediciones, derramando la san­gre de mis hermanos y compatriotas de América' (1).

No fué Galvez a Nueva Granada ; la guerra siguió su curso y el gran gobierno colonial simuló pactos y ofrecimientos. Entonces Galvez vuelve a escribir y se dirige al visitador de las Provincias, prin­cipal causante de los disturbios.

U»a énea n g n t a n i m p o r t a n t e objeto permítame íunflamen- * * ^ . . ¿

tai. que yo aventure desde aquí mi opinión. Esta será siempre que se debe cumplir lo prometido, que faltar a lo acordado sería hacer aún más vergonzosas las con­descendencias que Us. cita se han tenido como hijas del miedo y no de la reflexión; envilecer para siempre el carácter de los Tribunales y Magistrados, que madura­mente se conformaron con la necesidad y circunstancias, y últimamente faltar a la buena fé, único nudo que liga recipro­camente al pueblo con sus jefes, que una vez pérdida tarde o jamás volverá a res­tablecerse la confianza (2).

Es en el año de 1782. Al frente del M i -(1) Archivo de Indias. Santo Domingo.—84-2-25. (2) id. id. 84

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nisteno de las Indias, en España, está Don José de Galvez, Marqués de la Sono­ra, tío de nuestro caudillo, y primer Mi­nistro de Ind ías, que llega a este puesto después de un detenido vieje por América : el memorable viaje a Nueva España, como visitador del Virreynato. Hay en España un ambiente de enciclopedismo y de crítica. Hay una profunda preocupación por las ideas morales. Quizá recorda­réis que yo os hablaba en otra conferencia, al referirme a los sermones de Montesinos, de esa tradición eticista que une a los teó­logos del siglo XVI con algunos espí­ritus proceres del siglo XVIII.

Y añora nos encontramos a un caudillo, que en el momento culminante del triunfo sabe hablar la misma lengua de Monte­sinos, Las Casas y Vitoria. Respeto a la palabra empeñada, la buena fé como base de todo gobierno. Sentir con el hijo de América una profunda comunidad de es­píritu. Considerar la guerra con el hijo de América como una espantosa, infe­cunda tragedla. Y todo esto tan puro, tan generoso, tan ampliamente humano que haya pasado en silencio, a pesar de los libros que se han escrito bien sobre el personaje, bien sobre sus memorables ex­pediciones.

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Yo solo... D e s p u é s de c o n q u i s t a d a Panzaco l a G a l -vez ob t iene u n nuevo e scudo de a r m a s . E s u n a nave , u n a sola nave en niedio de u n m a r proceloso . Arr iba , como c o ­rona del nav io , e s t án escr i tas e s t a s p a l a ­b r a s : ' Yo soio ' . . . Q u e r í a referirse s e ­g u r a m e n t e al nuevo b l a s ó n , a l as c i r cuns ­t anc i a s del si t io de P a n z a c o l a . P e r o al t ravés del t i empo, el s imbo l i smo del e s ­cudo t end rá u n v'alor d i s t in to , se rá s u s ­cept ible de n u e v a s in te rpre tac iones .

La vida del j . . . . . I I . Espíritu. Los p in to res pr imi t ivos , en su s imbo l i s ­

m o e lementa l , r e p r e s e n t a b a n m u c h a s v e ­ces el a l m a como u n a nave q u e recor r ía los celestes espac ios . Yo no p u e d o ve r n i j a c t anc i a hero ica n i s impl ic idad g u e ­r re ra en las senci l las p a l a b r a s del e s c u d o de Galvez . O lv idada s u s h a z a ñ a s , ef í ­mero el r e su l t ado de sus c o n q u i s t a s s o r ­p r e n d e n t e s y de ' s u s g r a n d e s v ic tor ias , q u e d a n sin e m b a r g o desa l i ando al t i e m p o , a t o d a s l as m u d a n z a s imag inab le s , las» af i rmaciones del caudi l lo q u e se ref ieren a in te reses m á s a l tos , m á s d u r a d e r o s q u e los de u n a victor ia mi l i ta r o de u n fácil t r iunfo de la d ip lomac ia . S o n los i n t e ­reses del espí r i tu , los de la v ida del e sp í -

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r i tu o sea los de la v ida pe rdu rab le . Q u e solo el e sp í r i t u—di ré con el p u r o , con el l uminoso , con el angél ico, J u a n Maragall— q u e solo el esp í r i tu vive y r e sp landece s i e m p r e , y todo lo d e m á s es s o m b r a .

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OBRAS DEL M I S M O AUTOR

Orígenes de la poesía en Cuba. (Extracto de Cuba Con~ temporánea) La Habana, 1913.

Romances tradicionales en Cuba. (Extracto de la Revista de la Facultad de Letras y Ciencias) La Habana, 1914,.

Gertrudis Gómez de Avellaneda. Las influencias. Castellanas: examen negativo. La Habana, 1914. José María Heredia. La Habana, 1915. Vida Universitaria de Heredia. La Habana, 1916. Hermanito menor. (En la colección antológica El Ceu~

ririo). San José de Costa Rica, 1919. Falla de variantes en la poesías líricas de la Avellaneda.-

(Tomo VI de la Ed íeión Nacional del Centenario) La Habana, 1920.

El primer poema escrito en Cuba (Extracto de la Revista de Filología Española) Madrid, 1921.

Ensayos de Literatura Cubana. Madrid. Editorial Ca­lleja, 1922.

Las Cien mejores poesías cubanas. Madrid. Editorial Reus, 1922.

Ensayos Sentimentales. (En la colección del Repertorio-Americano) San José de Costa Rica. 1923.

Manuel de la Cruz. Madrid. Editorial Calleja, 1928. Del epistolario de Heredia. (Extracto del homenaje a

Menéndez Pidal) Madrid, 1926. Los Comienzos literarios de Zenea. (Extracto del Homenaje

a Bonilla y San Martín) Madrid. 1927. Ensayos de literatura Española. Madrid. Editorial Her ­

nando, 1928. Cedulario Cubano. (Los orígenes de la Colonización)

Tomo l.c , Madrid. Compañía Ibero-Americana de^ Publicaciones, 1929.

DE PRÓXIMA PUBLICACIÓN

Cedulario Cubano. (Los orígenes de la Colonización) Tomos I I y III.

Nueva vida de Heredia. Pastores. España. (Libro de memorias).

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ERRATAS Y OMISIONES

Un viajé del autor de este libro, en los momentos en que el

mismo se imprimía, ha impedido la cuidadosa revisión de sus

pruebas de imprenta. Por este motivo ve la luz con erratas y omi­

siones gravísimas, que dificultan la inteligencia del texto. Sal­

vamos aquí las principales:

Pág. línea dice debe decir

4 1 2 el pr inc ip io en pr inc ip io

44 D e s p u é s d e la l ínea 6. a a ñ a d i r : l igado e x c l u s i v a m e n t e

con la sue r t e d e la r a z a c o n q u i s t a d a .

48 E l p á r r a í o en le t ra p e q u e ñ a d e b e ir en n o t a y no

en el t ex to .

48 22 e n s e g u i d a en segu ida

64 2 7 l a s y p r i v a d a s , •• Tunfiíg p r i v a d a s

68 • 8 t a n p r e p a r a b a ' ; ta^'.. biénC; p r e p a r a d a

i l r e s u l t a •; V - , la j e s u í t a

5 el grat í goVieirio el gokn

86 7 al nuevo b lasón el nuevo blasór:

73 Í 5

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