EL ESPECTÀCULO DE LA TRAGEDIA
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EL ESPECTÁCULO DE LA TRAGEDIA: 12 MESES DE MOVILIZACIONES
JUVENILES
Sofía Silva e Israel Solares
Después de haber sufrido grandes estragos por la peste, la pequeña ciudad de Loudun,
ubicada en el oeste de Francia, presenció en 1632 una serie de eventos considerados
sobrenaturales. A inicios de octubre se registraron apariciones demoniacas y posesiones en
el convento ursulino de la ciudad lo que atrajo la atención de las autoridades eclesiásticas y
civiles. Después de la llegada del exorcista Barré, párroco de la vecina ciudad de Chinon,
los exorcismos de las monjas implicadas comenzaron a llevarse en plaza pública, donde se
representaba el drama del combate entre Dios y los demonios. Los exorcismos llevados a
cabo en Loudun dejaron muy pronto de tener la pretensión de liberar a las poseídas de sus
demonios y se transformaron en un espectáculo asistido por miles de personas durante años.
Fuera de la plaza pública y del momento del exorcismo las ursulinas y los párrocos
llevaban una vida aparentemente normal en la comunidad. Apenas comenzaba la
representación del exorcismo los párrocos mostraban su poder sobre los demonios mientras
las monjas se retorcían, chirriaban los dientes y voces que parecían venir de otro mundo
decían, en claro francés, una gran variedad de blasfemias. El espectáculo del exorcismo, la
representación de la batalla entre el bien y el mal encarnado en exorcistas y poseídas, servía
para legitimar el poder que la institución eclesiástica pretendía ejercer en una comunidad
donde existía una fuerte presencia protestante. No obstante, el guión de dicho teatro del
poder no era inofensivo y requería una muerte como prueba de su veracidad. En agosto de
1634 las autoridades civiles y eclesiásticas acordaron que el culpable de las posesiones era
Urban Grandier, el jesuita progresista enemigo del cardenal Richelieu, quien, como castigo,
fue quemado vivo en la plaza pública.i
La exposición que haremos a continuación intenta examinar las características de las
movilizaciones juveniles durante el último año utilizando una analogía con la
representación demoníaca en Loudun. Sostenemos que la dinámica de las movilizaciones
juveniles durante el último año responde a las tensiones sociales experimentadas en el
contexto nacional pero que, a la vez, se trata del espectáculo de una tragedia en el cual cada
uno de los actores sigue un texto predeterminado. El ensayo está dividido en tres partes.
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Las dos primeras describen la evolución que tuvieron las movilizaciones juveniles durante
el último año, primero en términos del discurso de la acción directa y después la creciente
represión por parte del Estado. La última parte describe la lógica de la representación de la
batalla entre los manifestantes y el Estado y cómo dicha dinámica justifica los discursos de
uno y otro lado.
1. La diferenciación.
Es 31 de agosto de 2012 y la noche ya ha caído en la Ciudad de México. Los estudiantes
que marcharon desde Ciudad Universitaria hasta el Tribunal Electoral del Poder Judicial de
la Federación ubicado en Coapa miran videos proyectados en las paredes del edificio del
TEPJF. Hay vallas de madera entre los manifestantes y las filas de granaderos que se
encuentran frente al edificio, además de los que miran y toman fotos desde el puente
ubicado a un costado. Resuena la explosión de una paloma, hay confusión entre la mayoría
de los asistentes pero desde el micrófono del sonido se llama a la calma y minutos después
reinician las proyecciones. Unos minutos después resuenan dos detonaciones más, una que
cae del lado de los manifestantes. Hay empujones y señalamientos hacia un grupo de
manifestantes que lleva el rostro cubierto; los flashazos de la prensa retratan el conato de
bronca. Desde el sonido se llama a la calma y se disuelve la protesta.
El episodio de los palomazos a las afueras del TEPJF fue a la vez la condensación
de un debate anterior al seno del movimiento #Yosoy132 y el inicio de una dinámica de
manifestación que había sido ajena a las movilizaciones juveniles durante los meses que
siguieron al 11 de mayo de 2012. Dicho evento fue el decantamiento de dos lógicas que se
habían reforzado durante las discusiones al interior del movimiento. Por un lado, la
Convención Nacional Contra la Imposición había definido la dinámica del movimiento
juvenil al encaminarlo hacia la “lucha contra la Imposición” lo que, conforme se
materializaba el ascenso a la presidencia de Enrique Peña Nieto, daba como consecuencia
lógica una mayor materialidad de la lucha contra el régimen. Por otro lado, en las
Asambleas pero sobre todo en la marcha de las acciones se daban discusiones internas
respecto al carácter de las acciones, generando una diferenciación entre acciones
“simbólicas”, las que había realizado hasta entonces el movimiento #Yosoy132, y las
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“contundentes” que significaban, sobre todo, levantamiento de plumas de casetas y toma de
edificios públicos.
Posterior al 31 de agosto de 2012 aparecieron diversas visiones del movimiento,
internas y externas, que tendieron a diferenciar los sectores juveniles en una dupla: “ultras”
y “moderados”. Así, por una parte, Silvia Garduño, reportera del Reforma, Leo
Zuckerman, desde su columna en El Excelsior, y Gisela Pérez de Acha, antigua integrante
de la Asamblea #Yosoy132ITAM acusaban al sector “contundente” de haber cooptado los
procesos de decisión del movimiento y, una vez más, de radicalizarlo para posteriormente
“reventarlo”; por su parte, Olegario Chávez y Daniel Rantés, en sus artículos publicados en
rebelión.org en la primera semana de septiembre, “De los manuales de la CIA a la
moderación de la socialdemocracia en el #YoSoy132” y “Gene Sharp y el #YoSoy132 (o
de cómo llevar la protesta social al fracaso)” respectivamente, se reproducía esta división
argumentando que las acciones “contundentes” acusaban al otro sector del movimiento, al
“no contundente” digamos, de ser socialdemócratas dispuestos a “negociar con la sangre
del pueblo” y, enmascaradamente, ser agentes de la CIA. La diferenciación discursiva se
reforzó durante tres meses más hasta tomar forma después de los acontecimientos del
primero de diciembre.
Para fines de noviembre la base social del movimiento #Yosoy132 estaba casi
completamente desmovilizada y la unión de su dirección, agrupada en la AGI, era
únicamente formal. No obstante, a partir de la protesta por la toma de posesión de Enrique
Peña Nieto y la represión se reactivó una fracción de los jóvenes movilizados durante el
año. Ya con una estructura organizativa casi inexistente, los que respondieron a la
convocatoria del #Yosoy132 se vieron envueltos en una dinámica inesperada: la de la
división entre un contingente pacífico que salió a las 7 am del metro Moctezuma y uno de
confrontación directa que salió del Monumento a la Revolución a las 4 am. Posterior a los
sucesos del 1º de diciembre en las cenizas de la dirigencia del #Yosoy132, congregada en la
entonces Asamblea Nacional #Yosoy132, se comenzó a definir un sector denominado Ultra
que, como contraparte, definió a otro sector como moderado, en una transformación del
discurso que dividía al movimiento en contundentes y comeflores. La construcción de la
Ultra como concepto e identidad se ubicó en dos niveles fundamentales. En primer lugar,
una reivindicación de la violencia y, en particular, de los enfrentamientos ocurridos el día
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de la toma de posesión de Enrique Peña Nieto. No obstante, esta identidad no puede
definirse sin un complemento antagónico que la defina en binomio. La Ultra se definió y
fue definida sólo en función de su antagonismo con los moderados, el otro polo, en
contraste, aceptó la definición de la Ultra pero nunca se reivindicó como moderada.
Dichos grupos tomaron de nuevo como escenario de discusión la AN132 y, a la par
que se discutían las estrategias para liberar a los presos del 1Dmx, iniciaron una discusión
respecto al carácter pacífico o no del movimiento. El tema fue tocado en las asambleas
llevadas a cabo en la Facultad de Ciencias, en el Museo Nacional de Antropología e
Historia, en Huexca, Morelos, y terminó el movimiento por definirse como pacífico en la
asamblea realizada en la Facultad de Economía, realizada en febrero de 2013. El resultado
de la discusión fue menos que nominal. El #Yosoy132 se encontraba extinto para cuando se
discutió de nuevo su definición, y ninguno de los sectores en disputa lo reconoció más
como un espacio de participación política, atomizándose los que se abrogaban el título de
#Yosoy132 en dos espacios. Por un lado, la AN132 fue desde entonces dominada por las
células estatales que continuaron operando en el país, teniendo diversos encuentros
virtuales y semipresenciales desde entonces. Por otro lado, las mesas de trabajo de Medios
y Reforma Energética comenzaron a operar como colectivos muy reducidos.
A pesar de que ambos sectores han reivindicado el #Yosoy132 usando espacios
mediáticos, éste dejó de articular la protesta juvenil y, en cambio, la dinámica de
movilización siguió la lógica que había comenzado en septiembre de 2012. La participación
juvenil en las manifestación se ubicó en movilizaciones coyunturales, como las del ABC o
por la liberación de Alberto Patishtan, y conmemorativas, como la del 10 de junio y el 1º de
septiembre. En ambas, en diferente medida, se replicó la lógica de división entre
manifestantes pacíficos desorganizados y grupos de acción directa así como la represión
por parte del Estado. En ambas dicha represión fue seguida por una respuesta de
documentación de violaciones de derechos humanos y presión para la liberación de los
presos. Pero tales reacciones fueron cada vez de menor fuerza.
2. Estado
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El papel que el Estado representa, se ha ido modificando a lo largo de estos meses de
movilización. Entre mayo y septiembre de 2012 se presentaron diversas acciones en las que
el Estado protagonizaba actos de agresiones, hostigamiento, acoso, amenazas y en algunos
casos, detenciones contra jóvenes en diferentes lugares del país, principalmente en el
Estado de México, Oaxaca, Veracruz, Guadalajara y Distrito Federal. Respondiendo
además a fechas específicas, momentos en los que la movilización era más álgida. Sin
embargo, en el grueso del movimiento esto no se percibía del todo, no siempre se lograba
comunicar y sensibilizar a todos los sectores, de la forma en que éstos mecanismos del
Estado alcanzaban a los diferentes integrantes.
La dinámica interna del movimiento juvenil, con una creciente diferenciación de
sectores, no fue inadvertida por las fuerzas del Estado. Como los medios de comunicación y
los integrantes del movimiento, las fuerzas del Estado explotaron las divisiones que se
estaban llevando a cabo al seno del todavía movimiento #Yosoy132 haciendo de la
desconfianza y la polarización los más recurrentes personajes de la interacción. Las
tensiones inherentes en las marchas son incrementadas con provocaciones policiacas cada
vez más francas, lo que desencadena reacciones de los grupos de acción directa, y a la
inversa. Es así que desde ése momento, la discreción y el sigilo del Estado se van
transformando en exhibiciones de violencia que con los meses ocupan ya por completo la
atención de todos.
Así llega el 1Dmx, con las vallas y el cerco policiaco alrededor de San Lázaro,
colocado ahí desde una semana antes, como augurio de lo que ese día se presenciaría, con
un terreno preparado de descalificación en los medios hacía los jóvenes. Se identifican ahí
los operativos de los diferentes niveles de gobierno, la complicidad entre el gobierno de la
Ciudad de México y el gobierno Federal, aprovechando la confusión de la transición de
poderes para deslindar responsabilidades de los más altos mandos. La movilización se
desarrolló entre el uso de gases, balas de goma, escudos y toletes, en combinación con el
actuar de los diferentes cuerpos policiacos, que obedecían ordenes confusas pero que al
mismo tiempo eran tan claras como decir “Detener a los que se pueda como se pueda”. Las
calles del centro histórico son todas grabadas, con la precaria pero creciente cultura de la
documentación, que ya se colocaba entre algunos, como una forma importante de hacer
denuncia pública sobre éste tipo de acciones. Se ensaya ahí el proyecto que caracterizará
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desde entonces la postura del gobierno de Miguel Ángel Mancera “El protocolo de
actuación policiaca y control de multitudes”. A pesar de que el impacto mediático es
revertido en cierta medida por la documentación de la arbitrariedad, la movilización social
se enfoca a partir de entonces en la liberación de los detenidos y la denuncia de las
arbitrariedades.
Con ese acto se inauguran ambas gestiones de gobierno y el 2013 se caracteriza
ahora por una centralización e incremento de las acciones de represión. Las
movilizaciones, incluso las pacíficas y con baja asistencia, son desde entonces testigos de
una presencia policiaca desmesurada, de modo que en varias ocasiones se supera el número
de manifestantes por el número de granaderos. Asimismo, el amedrentamiento de los
asistentes se torna más fino y selectivo y se obstaculizan los procesos reactivos a la
represión. Es así que la marcha del 10 de junio estuvo marcada por la agresión a
contingentes organizados al finalizar la protesta y para el 1º de septiembre se atomiza la
protesta por las detenciones al ubicar en distintos Ministerios Públicos a los detenidos. El
Estado sabe perfectamente a quienes detener, en que espacios públicos hacerlo, calcula los
tiempos, las respuestas de los actores con quienes se confronta y con cada respuesta
planeada con anticipación exhibe su poder sobre la justicia, la ley y la protesta misma.
Los saldos de esos encuentros se van multiplicando y casi la totalidad de los detenidos
en fechas recientes continúan su proceso legal: tal es el caso de los detenidos del 1smx.
Tomando en cuenta sólo el 1º de diciembre, el 10 de junio y el 1º de septiembre se suman
para el movimiento estudiantil y juvenil 145 detenidos con un estatus jurídico distinto cada
uno (en algunos casos ya con libertad absoluta), pero en cuya experiencia de vida estará
siempre el recuerdo que significa ser un preso. El objetivo del Estado resulta bastante
evidente cuando podemos distinguir que ésta lógica no solo ocurre con los jóvenes, y por el
contrario es un escenario recurrente que se prepara en muchos otros contextos y estados del
país, registrando actualmente, en el periodo que va de junio del 2012 a mayo del 2013, 334
detenciones en todo el país, con el común denominador en la mayoría de los casos, de
pertenecer a algún movimiento social, entre los cuales está el #Yosoy132.ii
3. La representación del texto
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Una vez descritos los actores es tiempo de narrar la representación del drama. Antes de la
manifestación los participantes se encuentran en una tensa calma pero el evento
desencadena la representación de la tragedia. Por un lado, los grupos que confrontan al
Estado, por el otro, las fuerzas represivas de éste; exorcistas y poseídos se encuentran en el
escenario y toman sus papeles, encarnan fuerzas destinadas a enfrentarse. El público sabe
ya la hora y el lugar del teatro, los clásicos espacios de la manifestación son el campo de
batalla, las principales avenidas, la plaza pública. Así como los exorcistas y demonios de
Loudun no buscaban eliminarse, los actores de este drama se enfrentan pero ninguno busca
realmente suprimir al otro, pues es sólo en el acontecimiento del enfrentamiento cuando sus
discursos toman sentido. El objetivo de la manifestación se vuelve irrelevante en tanto que
es la pretendida batalla el argumento principal de la obra: los grupos de acción directa
legitiman su discurso de confrontación con el Estado mientras que el Estado legitima el uso
de la fuerza y muestra su poder represivo.
Otros grupos de activistas y retazos del #Yosoy132 se aparecen en los márgenes de
la escena. Cual tramoyistas son necesarios para la obra, aparecen en la manifestación y en
sus consecuencias, en los procesos legales, en la documentación del enfrentamiento. Como
a todos los demás participantes, el contenido de la protesta les es indiferente, no tienen
objetivos propios: nada aparece fuera del exorcismo como acontecimiento.
Todo el teatro ocurre públicamente, no sólo en los espacios físicos, sino que los
medios masivos de comunicación y las redes sociales amplifican el espectáculo de la
tragedia. Por un lado, los medios de comunicación hacen la épica del Estado, por el otro, en
las redes sociales se conjuga la épica de la confrontación y la tragedia de la represión. El
público, así, participa del espectáculo: sin él la representación del poder no tiene sentido.
Los presos, los lesionados, son el instrumento de la puesta en escena, son aquello que hace
posible su guión: son Urban Grandier inmolado en la plaza pública. Al final ellos, las
víctimas, son olvidados junto con el objetivo de la manifestación. El espectáculo termina, y
los actores y el público regresan a su rutina hasta el próximo exorcismo, donde se
encontrarán de nuevo en la plaza, representarán el poder y la violencia y alguien más será
inmolado.
¿Es posible salir de la enajenación de la obra?
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La respuesta a ésta pregunta, necesariamente implica a todos los actores en escena e incluso
al espectador mismo. El análisis que con tal fin lleven a cabo los actores debe versar en el
contexto general de violencia que viene a reforzarse con cada una de éstas puestas en
escena, debe tomar en cuenta el manejo de la información que cada uno de los actores y
espectadores tiene sobre dichas condiciones, pero también sobre los objetivos de la
movilización que se han quedado en el olvido con cada representación. Por lo tanto resulta
imprescindible que se definan claramente éstos objetivos, abandonando el ciclo de
prepararse sólo para la siguiente exhibición de poder, y concentrarse más enfáticamente en
la construcción de un discurso propio, con un fondo claro. Romper éste ciclo además
supone un ejercicio constante de acción – reflexión, y una responsabilidad colectiva de las
decisiones tomadas por los actores que confrontan al movimiento social. La enajenación se
fomenta con asumir como tal la tragedia, desde la nota roja, el morbo y el dolor, que
representan en el acto del exorcismo los gritos de las monjas, habría que buscar por lo tanto
el detonante que contrarreste esa angustia, y que termine por no replicar más la violencia.
Dilucidar el objetivo y desvanecer la lógica de la reacción, para avanzar despacio pero
construyendo en la claridad la importancia de pensar otras posibilidades y que no aleje la
indignación de las acciones concretas y colectivas. Que inviten a sumar esfuerzos y no a la
desesperanza y el sentido de tragedia generalizada que ya se respira en el país.
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i Certeau, Michel de. La posesión de Loudun. Universidad Iberoamericana, México, 2012; Huxley, Aldous. Los demonios de Loudun. Circulo de Lectores, S.A. Barcelona, 2004.ii Informe Comité Cerezo México “Defender los Derechos Humanos en México: el costo de la dignidad”