El extranjero en la realidad, novela juvenil

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EL EXTRANJERO EN LA REALIDAD, LA VERDADERA HISTORIA DE @CAMUSHACKER acker Capítulo 1: La inexactitud de los libros ¡Mierda! Pensó cuando el frío del escupitajo le cayó por detrás de la nunca, como un tiro fulminante y silencioso. Seis pisos arriba Santiago y sus amigos reían “como hienas inmundas”, pensaría después, mientras usaban las lapiceras vacías como cerbatanas para desprotegidos

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EL EXTRANJERO EN LA REALIDAD, LA VERDADERA HISTORIA DE @CAMUSHACKER

acker

Capítulo 1: La inexactitud de los libros

¡Mierda! Pensó cuando el frío del escupitajo le cayó por detrás de la nunca, como un tiro

fulminante y silencioso. Seis pisos arriba Santiago y sus amigos reían “como hienas inmundas”,

pensaría después, mientras usaban las lapiceras vacías como cerbatanas para desprotegidos

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paseantes.

Hacia mucho que le venía esquivando al tema de María, que si la encaraba, que si no. Se había

puesto su mejor vestuario. Sí, era como salir del potrero y pelearle un partido a los ingleses, una

meta casi imposible, pero no por eso menos atractiva.

Ella estaba sentada repasando las fechas claves de la segunda guerra mundial, dibujaba una línea

de tiempo invisible con sus dedos de pianista eximia. Apenas lo vio le regaló su mejor sonrisa, con

pocitos en la mejilla y todo.

- Llegaste temprano, ¿no?

- ….

- Y … ¿estudiaste algo?

- …..

- Bueno… Me voy…a clase. Chau.

El silencio nuevamente era el único lenguaje que salía de su boca. Ese silencio quería decir muchas

cosas: “qué bueno que te encontré, sos lo más lindo que he visto hoy y ayer y antes de ayer,

menos mal que estás, me alegraste el día, corrí quince cuadras para llegar a verte antes de que

entraras a clase, las baldosas que estoy mirando firmemente están dibujando un país secreto para

que vos y yo lo habitemos eternamente, alrededor de tu pelo ensortijado se han revuelto todas las

ideas que traía hasta aquí y ahora mi cabeza es una radio que se sintoniza sola en un tema de

Queen, etc. etc.”

Ella se levanto de su asiento de reina y con suma delicadeza se perdió entre la muchedumbre de

“los otros”, los sin rostro, los que no contaban, los verdugos de siempre, guionados por un

maquiavélico rey de algún infame imperio colonizador de almas.

No, se ve que el lenguaje del silencio aún no era descifrable para ningún ente humano ni

traspasable hacia ningún corazón…

En sala de maestros la profesora de Ética dijo que todos los chicos son muy revoltosos, que lo más

importante para ellos es hacer amigos y no los estudios y que en general se portan bastante mal.

Lo escucho como al pasar: pensó que era filosofía barata y con su imagen fantasmal de delgadez

extrema siguió danzando a través de las paredes del colegio, con el rostro cabizbajo, absorbiendo

datos de aquí y de allá sin una utilidad precisa.

En horas de Lengua leyeron por enésima vez “El Principito” y la profe dijo que no es posible vivir

en el espacio exterior y que por eso se trataba de un relato fantástico.

A Franco todo eso le pareció una gran inexactitud, igual que esos relatos infantiles y absurdos

adornados con familias felices e historias de navidad al calor de un hogar.

Se siguió ignorando su presencia durante toda la clase, a tal punto que hasta él mismo dudaba de

ser real o algún experimento fallido de algún mago que desembarcó en la unánime noche de los

presentes.

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Entre los gritos y los portazos de sus padres, debajo de la cama, Franco había encontrado un

recurso mágico para ser feliz, breve pero contundentemente: sin varitas mágicas, sin dimensiones

desconocidas, sin superhéroes, sin espejitos de colores. Realidad y ficción conformaban una

amalga indisoluble que no gustaba de la liviandad de los conceptos y que desmoronaba toda

ciencia pragmática.

Los gritos afuera, el silencio interior. Solamente el silencio enhebrando con delicadeza la

reconstrucción de la memoria y abriendo el terreno poderoso a la imaginación: ella, su sonrisa, el

recreo y él. Shhh…Shhh…

___________________________________________________________________________.

9 am, sol despuntando el alba, otoño en colores de esperanza y pájaros que retornan a su nido,

rumor de río y trinos sobre los fresnos de los canteros.

- (Él, con voz grave) Che, y así que tenés prueba de Historia…

- (Ella, linda como siempre) Sí, la profesora es aburrida y tiene esa voz de pito que perfora los

oídos.

- (Él, como si su edad interior coincidiera con la de afuera) ¿Sí, no? Es como una gallina asustada

que no sabe dónde depositar sus huevos. A ver?, a ver? A ver?, Quién sabe quien sabe como se

llamaba el archiduque de Austria?...

Ella tocándose la panza de la risa, salían mariposas de su vientre.

Yo sé muchísimo de Historia, leo libros, podés venir a casa. Mi mamá nos prepara un café con

leche. Te puedo mostrar mi biblioteca. Mi casa es muy grande, tengo una buhardilla se Creta que

siempre te he querido mostrar.

- Me gustaría ir, Franco.

Fin de la obra, danza de aves, destellos en los ojos de ambos.

_____________________________________________________________________________.

El despertador ponía un límite entre su felicidad y la amargura innominable de todos los días. Cada

mañana la madre lo levantaba de un tirón lo peinaba con gomina y lo depositaba como un

paquete con fecha de vencimiento en el modesto colegio del barrio. Pero aún ella no llegaba y él

se imaginaba un insecto diminuto tras las frazadas, escapándole a un nuevo día de humillación en

el colegio aunque con la tristeza de no verla.

En los primeros abecedarios del colegio lo hacían repetir: Mi mamá me ama, amo la masa que ella

amasa, mi mamá me mima.

No, mi mamá no me mima ni amasa, pero me pega un mazazo con el amasador mientras un mimo

se cuela por la ventana y hace el personaje de Carlitos Chaplin….

No, los días de la infancia no eran así

Capítulo 2: El Idiota

“Es idiota. No sirve. Es así, que se le va a hacer…”

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-Señora, no estoy discutiendo con usted la mala conducta de su hijo o su mal desempeño en

exámenes, sino su hipoacusia. Su hijo simplemente no habla y es posible que tampoco oiga. Le veo

la mirada distante cuando explico aunque sus exámenes en general son muy buenos. Necesito una

ficha médica para comprobar sus condiciones reales de salud y después actuar en consecuencia…

Sinceramente, creo que usted, como madre, no ha hecho lo correcto hasta ahora. Su hijo la

necesita…

Franco miraba la escena desde un lugar estratégico y se retorcía de placer. Era el resentimiento en

estado puro liberándose después de tantos años en danza de ácidos estomacales corroyendo las

entrañas de su madre y su rostro de bobalicona ante la directora.

Porque ella odiaba, sí, descubrirse ante los demás como lo que era: una madre ausente y amoral.

Atrapada entre las fauces de su hijo, que rumiaba lentamente el sabor de la venganza, salió como

un tiro de gracia disparado hacia la calle, con tanta mala suerte de pisar mal con un pie y caer al

suelo vencida, en simbólica muestra de nocaut.

Franco pensaba que la verdad que sus exámenes no eran tan buenos como podría haberlos hecho

realmente, pero algo en él le impedía sobresalir entre los demás, era como una resistencia interna.

Proferir una palaba, cualquiera sea, podría ser usada en su contra porque al salir del recinto

respetuoso de su morada sería ya de otro, seguramente del enemigo. Prefería, en cambio, ser un

testigo mudo de su propia vida, hilvanando las historias de los demás personajes azarosamente

involucrados en ella, recogiendo los escombros de sentido entre una existencia asolada por el

fuego de la indiferencia.

No se sentía un protagonista, en cambio se pensaba a sí mismo como un poeta en cuya boca

muerta habitaban nuevas experiencias que poblaban de luces la lobreguez de sus días. Con sutil

encanto las palabras llegaban a él para animar sus días, pero no para ser oídas por los demás.

Sin embargo la mayor revelación sucedería al descubrir que era capaz de intervenir con igual

provecho en la vida de los demás. Un limbo entre la voz y el silencio, a medio camino entre la

realidad y la fantasía.

Estaba en la sala de informática:

- Les voy a pedir que saquen sus netbooks y entren a la red interna del colegio, dijo el profesor a

cargo. Recuerden, que nunca tienen que ingresar a sus cuentas privadas sino a la red de la escuela.

Los alumnos consintieron con igual desgano que en un clip de Pink Floyd.

Después de decir eso, una pelea inusitada en el pasillo lo interrumpió en sus tareas y todos los

jóvenes, como es natural en ellos, desobedecieron a sus órdenes, entrando a los chats y mails

personales.

Franco estaba sentado al lado de la “pc madre” que tenía información de todas las demás y desde

allí observaba, como siempre, todo el cuadro representado ante él, con un acceso total a los

usuarios y contraseñas personales de todos sus verdugos. Y lo que más le llamo la atención fue el

facebook de Santiago, el matón del curso.

-

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Inicio de la conversación 11 de abril de 2014 19:23

No me das bola, ya te dije que te vas a arrepentir. Hablame boluda, estoy mal. Me dijiste que no

era mío. A vos qué te pasa. Mi viejo está en cana y encima me haces esto te juro que me las vas a

pagar

13 de abril de 2014 12:38

Contéstame Andrea, no te saques así. Vos me arruinaste la vida.

viernes 19:51 Andrea no te lo sigo más. Es la última. Te vas a arrepentir te lo juro.

viernes 19:52 A las 6, atrás del tanque

No sentía ni la más mínima compasión por Santiago porque era el principal enemigo de su

felicidad. Se empeñaba en hacerle las burlas más crueles y hasta de sólo presentir el olor de su

colonia barata se estremecía de temor al punto de extremo de mojarse una vez los pantalones.

Andrea no era mala chica, no molestaba a nadie, era simpe y buena y además sería madre. Todos

pensaban que era naturalmente de Santiago, pero él al parecer no lo creía.

Las horas del colegio se diluyeron entre las tribulaciones de ser un testigo clave, pero mudo, de lo

que podría ocurrir. Y más aún cuando divisó en la mochila de Santiago un objeto de aspecto

puntiagudo, como un arma.

A la salida del colegio se pasó la tarde entera cabizbajo, tirando piedras con la gomera hacia

ningún punto fijo. Se debatía entre la inacción y el temor de ser causante involuntario de algún

desenlace fatal.

En su casa tenía un libro que había dejado su padre, estaba deteriorado por la humedad y

naturalmente lo leyó, como todo lo que atesoraba de él en las retinas de sus ojos. Se llamaba El

Extranjero y tenía anotaciones de puño y letra de su progenitor, como la consigna “estamos

condenados a ser libres” de otro pensador de la época, el genial Sartre. Esa frase le retumbaba en

las sienes como una bomba de conciencia dispuesta a estallar….

Llegó corriendo hasta el baldío detrás del parque en la hora señalada para otro. Santiago estaba

en cuquillas, en posición semifetal y como un niño lloraba con gemidos agudos de dolor. “No me

vua’ a quere, no me vua’ a querer, nunca, nunca, nunca…”. Se presagiaba a sí mismo como una

ave negra sobre el Busto de Palas.

Desde cerca Franco pude ver que tenía la pistola en la boca, pero su presencia también era

invisible para él, ya derrotado y sin ánimos de compensar frustraciones con burlas odiosas.

Se trataba de hablar, actuar, de vencer la barrera de la seguridad del silencio. Pero, ¿qué decir?,

¿qué? El viento amainaba las bolsas vacías de basura, como en pajonales de un paisaje rancio.

Franco apartó con suavidad el arma con quien su antes verdugo ahora se castigaba. Y lo abrazó

casi sin quererlo, tratando de contener el pesado cuerpo del otro muchacho morrudo, aferrado

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hacia el costado de la vida, en esa osamenta de objetos inútiles, entre pilas de basura, a donde

parecía que los ojos de Dios ya no llegaban. Pero a veces sí…

Ese día se convirtió en @camushacker.

Publicado por Mariana en 11:06

/5/2014

Capítulo 3: El Extranjero

El Extranjero

La soledad se hace carne en mí y la noche parece un desierto hoy...

La densidad de la angustia que se respiraba cada día en la desolación de su cuarto parecía poder

cortarse en bloques y dibujar unos barrotes invisibles entre su soledad y los demás.

Soñaba con escapar hacia algún lugar, no cualquiera, el lugar de verdad, un valle verde dibujado

en colinas, hojas de hierba y tejados rojos sobre las casas de piedra.

En la biblioteca del colegio lo vio realmente, adentro de un anuario viejo de National Geographic,

pero ya lo había proyectado en sueños mil o más veces: un paisaje irlandés donde los pobladores

vivían de la recolección de frutas y hortalizas.

Cuando alguien consultaba su lugar de origen le costaba nombrar a “Córdoba”, hubiera querido

negarla tantas veces porque ella sólo le recordaba su amargura. En vez de eso prefería como

siempre el silencio y escribía en el papel el nombre infausto…vencido en la realidad.

La casa se dividía en dos: allí donde andaba la madre fijando su territorio de conquistadora y

donde moraba él, el extranjero, el nativo desplazado, habitándola con la levedad de un poema

roto y huyendo de su mirada rapaz.

Desde allí, desde su invisibilidad, la miraba masticar con la boca abierta y gritarle al televisor

encendido a todo volumen.

Se acordaba de su padre, cuando de rodillas le imploraba "piedad" y se agarraba de sus pies como

si fuera un náufrago en la tormenta.

Antes de que ella decidiera echarlo a la calle, por sus problemas mentales, supo intentar ganar su

cariño más de una vez. Pero ahora estaba orgulloso de odiarla, era una victoria personal.

En la “pieza” (o celda) de la casucha mal gestada, la humedad se enredaba como una hiedra

venenosa a las cosas y se mezclaba soporíferamente con el frío implacable del invierno que se

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colaba por la ventana desvencijada.

Entonces soñaba despierto con el lugar, “my place”, la aldea de los granjeros irlandeses.

----------------------------------------------------------------------------------------------------

Subido a un tren imaginario de un solo pasajero (él), y desde la ventanilla, observaba como pronto

todo quedaba atrás, azotado por el fuego del olvido y la purificación de las almas.

Una Roma incendiada que se perdía en el camino y detrás de nubes esponjosas que señalaban la

proximidad del verdadero hogar.

En una de las casitas lo esperaban con abrazos y una tarta de manzanas recién horneadas. Cuán

verde era ese valle…

Él, el exiliado de retorno, se preparaba para hacer posesión de su casa, calzándose unas pantuflas

algodonadas como esas nubes, que danzaban con el viento alrededor del sol.

Y, como arena fina entre los dedos, el paisaje se iba escurriendo con el frío de la pieza al caer la

noche.

-------------------------------------------------------------------------------------------------------

Sin embargo, desde hace una semana había descubierto que su soledad podía compartirla con la

soledad de otro, la de Santiago.

Después de la trágica experiencia en el baldío, Santiago se había transformado en un suicida en

retirada, ¿qué es esto? Un sujeto melancólico que atravesaba su existencia de manera automática,

con la mirada perdida en otro lugar, igual que él, un exiliado de la vida.

Cuando entraba al colegio lo miraba absorto, era sólo a Franco a quien miraba realmente, como

una manera de asentir, de reconocer, que eran dos habitantes de otro país, lejano y distante, y

que se fingían geográficamente allí sólo para aparentar cordura.

Dos (casi) niños, (casi) adultos mirando al sudeste, hacia un horizonte tan apartado como otra

galaxia.

Hasta que una vez Santiago dejó su recinto sombrío de angustia para reírse con él.

Iban caminando por la ruta de tierra. Le escupió al lado al lado suyo. Franco lo sintió casi como un

signo de aliento.

-No boludo, no se te asustes (le extendió la mano, como un puente imaginario).

-… (rostro de sorpresa, ojos caídos, con rubor de vergüenza)

-Vos sos Franco, ¿no?

-… (asintió con la cabeza)

- Ah sí, ¿querés un pucho?

-… (sí, ¿por qué no?, para despejar la niebla con humo caliente…)

-… Ehmmm. Qué día de mierda. Bueno, chau bolu… Le refregó la cabeza con una mano y se rió.

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-… (chau boludo… chau Santiago, chau…)

Ese día apenas llegó a la casa se tomó entero un plato asqueroso de sopa. Y se acostó boca arriba.

La mancha de moho de la pared se abrió sorpresivamente, y una nube radiante pasó saludándolo

(como Santiago), emigrando hacia el Sur.

-----------------------------------------------------------------------------------------------

Se calzó los botines negros y la remera vieja de Talleres del padre. En el potrero lo

esperaba el Santi, gambeteando como los dioses.

Lo invitó con un aventón de manos, como entregándole una llave para entrar a “su” lugar. Punto

de penal, tres pasos atrás, arco enemigo, pie izquierdo y… ¡marca de gol!

Detrás de la red, el fulgor del verde de Irlanda se fundía con los colores del otoño y el olor de las

manzanas. María también estaba ahí y movía la cabeza arriba y abajo, una y otra vez, como era su

tic habitual. Si le hubiese preguntado algo, cualquiera sea la pregunta... ella habría dicho que "sí".

-----------------------------------------------------------------------------------------------------

Le salió como algo extraño, una contusión interior, un pájaro herido reviviendo en la noche y

gorjeando junto a una fuente de plata. Entonces una risa inusitada rompió la barrera del silencio y

detrás de ella una cascada, en borbotones de alegría.

La soledad de Santiago y la de él se hacían compañía mutuamente. Inconscientemente lo hizo,

abrió su cuenta de correo en "enviados":

[email protected]

CC. Para [email protected]

Ese tema es de putos, pero me dijiste que te gustaba. Se ve que por vos hago todo. Hasta me

vuelvo puto. Te lo mando. Cuidate. Estoi buscando trabajo. Te voi a mandar para los dos. Yo te voi

a esperar…

Adjunto. La soledad se hace carne en mí. Abel pintos.mp3

Después de ver el correo se sintió aturdido, le dio remordimiento ponerle palabras a los ojos rojos

inyectados de sangre de Santiago. Era demasiado perturbador para él tener tantas palabras

atragantadas, atoradas e incapaces de salir, de dispersarse entre el viento siquiera.

Sabía que “lo iban a cagar a trompadas”, porque Andrea salía con "el hijo de un cana" y se la

tenían jurada. Lo había escuchado esa tarde. Pero… ¿cómo pedir ayuda sin decirlo?, ¿cómo avisar

sin voz?, ¿y cómo luchar a riesgo de morir, de quebrar su recinto seguro hacia ninguna certeza de

nada?

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Asumir el peligroso rol de salvador de Santiago lo atormentaba, pero en su mano latía esa llave

invisible para retornar por fin a su hogar.

Capítulo 4: Literatura y Vida

Hubiese querido desintegrarse en el aire como los pistilos de los panaderos, esparcidos por el

viento en señal de buen augurio…

Mientras Santiago se hundía en la depresión como un can cerbero oliendo la muerte a cada paso,

él sólo pensaba en las improbables chances de que su descubrimiento cibernético le trajese algún

bien a su miserable vida.

Se debatía entre el hastío y la miseria acosadora de todos los días y la angustia se le pegaba a los

poros, adosada en los pulmones como el frio húmedo que se colaba por la ventana.

De un día para el otro, Santiago se había hecho un seguidor destacado de la cursilería de las

“canciones para putos” y se las enviaba, con letras y poemas improvisados, a la cuenta de Andrea,

quien se mostraba imperturbable como el mármol.

[email protected]

te quiero, vida mía, te quiero noche y día, no he querido nunca asi. Aunque haiga cosas que nos

separen vos y yo siempre vamos ha estar juntos. Chau, mi amor. Ayer te deje plata con mi tia.

San.

La muchacha se le figuraba a Franco detrás de una puerta de acero interminable, señalando su

negativa a cualquier gesto y Santiago, como en ese cuento kafkiano, se dibujaba tan torpe y

diminuto como él mismo, frente a la tiranía de su madre.

-Dale, boludito, levántate, dale, dale, daaaaaaaaaale! Vamo al médico, dale.

El coloquialismo burdo de los insultos de su madre siempre interrumpía a la literatura de sus ideas

que, en absoluto, se reconciliaba con la vida, tan aciaga e imprevista como un mal boceto sin

terminar.

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La literatura, se reunía con la libertad, con la satisfacción, como en los imaginarios idílicos que

dibujaban la cursilería de esos temas donde, en su caso, María sonreía y tarareaba un tema con

ojos embelesados de amor.

Pero también la literatura le robaba a la vida, al roce de la piel en un apretón de manos o, mejor,

al olor de la piel resoplando aliviado en un abrazo cálido y la vida se iba desdibujando detrás de las

palabras, mientras la tarde caía apesadumbrada sobre el comedor.

En todo eso iba pensando cuando el colectivo se detuvo como un estampido de bestias feroces

sobre el pavimento, licuando los sueños y la filosofía con el atroz desencanto de la realidad.

Suplicantes, los padecientes pacientes esperaban en la sala de guardias del hospital

-Ka…

-¡Si acá!, dijo la Señora K. mientras arrastraba a Franco como una bolsa de papas ante la total

indiferencia del resto de los suplicantes.

-A ver, que les anda pasando… (palabras ensayadas, libreto de antemano)

-Si mire, este chico (cuesta llamarlo hijo), no habla (no quiere), no sabe hablar (no acepta), no le

funciona el celebro (no como esperarías).

- SÍ, deme los resultados de los… sí, de las pruebas que le mandé a hacer.

-¿Y?

-Todo… todo parece estar bien, correcto, correcto. Me puede dejar hablar con el chico a solas.

A “solas”.

- Menos mal que se fue tu mamá, ya me tenía podrido. Así que vos no podés hablar. ¿Y si te

clavo esta alfiler en la pierna?

- - Aaaay! (sonido evidenciando lo indecible)

- - Me parece que sos más inteligente que lo que dice tu mamá. ¿Te fumás un pucho? (tengo

catorce años) Yo también finjo, como vos, en realidad no soy doctor aunque lo parezca y aunque

legalmente lo sea. En realidad yo soy escritor, tengo seis libros sobre los egipcios y todas estas

cosas las traje de allá... ¿sabés..? (¿qué me importa?)

-

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- - Y sobre los faraones y las pirámides y la mitología egipcia y estos (¿mamotretos?), todos

estos libros yo los escribo entre las pocas horas libres, que son las que cuentan y en realidad soy

muy famoso (¿y si es así porque no te quedás allá?) Y esas mujeres que están afuera (¿las

pacientes?) son las ammas, las madres del desierto, predicando bajo la persecución del

parlamento romano… Y esos hombres, son Ramsés II y III…

3riojebl´bepbewjebkebebrkèbk`pebrk+eb+peñfñerbpwehwrvlrjrwrbjebrbpe

Sonidos que ya no decían nada y entonces, detrás del monólogo interminable del doctor y su

obsesión por los egipcios, se dio cuenta de que ya no estaba ahí, sino sobrevolando el antiguo

imperio africano. Tampoco estaba ya ahí el niño que jugaba con un pedazo de cartón, ni siquiera

la madre del niño, con frenética adicción a la tecnología celular y, por supuesto, tampoco él mismo

con la mirada perdida ya en otra parte…

En la hora premeditada, Santiago y él salieron del colegio y sus verdugos lo esperaban, a la vuelta

de la esquina. El polvo suspendido en el aire presagiaba el final épico de un duelo de malevos. Con

las mujeres asomándose por las ventanas, oreando los trapos al sol en un destino inexorable que

los aguardaba a ambos. En ese escenario infausto donde la vida y la muerte se jugarían un duelo,

como en un partido de truco, comprendió qua la literatura era la realidad y lo que los otros

llamaban real no era más que una máscara absurda, detrás de la cual todos se ocultaban…

Capítulo 5: Los sonidos del silencio

El desenlace se presentó inevitable porque en realidad ese duelo ya estaba definido desde hace

siglos, desde aquellos tiempos remotos donde los hombrebestia conocieron a

los hombrescordero y se dedicaron a cazarlos furtivamente y través de implacable paso de años de

batallas vencidas.

Las nubes negras marcaban el regreso de la oscuridad, la vieja compañera de todos

loshombrescordero, ahorcándose en las infinitas sogas de los árboles negros o adentrándose en

los profundos silencios del mar muerto.

A la vez un trueno, un rugido amenazante del Señor, congeló el paisaje como en una fotografía y

entonces aparecieron los verdugos, con palos en las manos y borceguíes en los pies. Voces

distantes y ni una palabra verdadera, caos de gritos, insultos y amenazas.

-Qué hace vo’ con la Andrea, ¿eh?

Los sonidos del silencio marcaron la absoluta desproporción de la batalla: los golpes de culata y las

patadas en el estómago a Santiago hirieron tan profundamente el aire, pestilente del hedor que

exuda el miedo de los vencidos, que las aves salieron despavoridas voland

o atontadas en círculos diversos, buscando aires de libertad entre el encierro de los mutilados.

Page 12: El extranjero en la realidad, novela juvenil

Sin embargo el atroz cuadro se desintegró como el vidrio contra el suelo, ante el feroz grito de

guerra de Franco.

-A vo también te vamo a hacer cagar…

-….

-Hablá, puto, cagón.

-…

Una vez depositada en territorio enemigo, la voz sería para siempre de otro, inservible como una

hoja al viento que no encontró su buzón.

Pero su grito, terriblemente agudo y sonoro conmovió la tierra y el polvillo lo llevó consigo en

andas, hasta los oídos de un cartonero que pasaba por ahí, con la barba raída y los ojos luminosos.

Y entonces la pelea se detuvo.

Esta vez los hombresbestia se retiraron cabizbajos, sabiendo que ya volverían pronto a buscar sus

víctimas, los corderos degollados, ya advertidos del maquiavélico funcionamiento de la

“democracia”.

El hombre de los cartones pasó silbando y riendo, lo seguían tres perros y un chivo. ¿Y si fuera

Dios?

Franco, trató de enderezar a Santiago que, como Lázaro, revivió con algo del agua con que Franco

le mojó la cara.

-Vo soi Dios?

-… (Ojalá, ojalá…)

-Vo so bueno…Vo so…

Santiago deliraba, pero a la vez aunque moribundo era el motor de vida de Franco, quien como

una órbita a su alrededor lo salvaba otra vez de un final trágico.

Después de arrastrar casi 30 cuadras el pesado cuerpo de Santiago y depositarlo junto a la puerta

del dispensario más cercano de inhóspito lugar, Franco se sentó a descansar, en el séptimo día.

Todo lo que jamás creyó poder hacer en su vida sucedió en un segundo, un grito de horror que

destrozó para siempre la barrera del silencio interior que lo atormentaba de impotencia. Se sentía

casi un profeta, misionero de la amistad, corderolobo escondiéndose en la selva del territorio

enemigo.

Capítulo 6: Autor/Personaje

Pero aún no podía estar seguro… ¿y las palabras?, ¿Qué harían los hombres con sus palabras?, ¿las

usarían para amordazarlo infinitamente, como a su padre? Ya casi ni lo recordaba, pero sí a sus

palabras, que sonaban tan melódicas como el rumor de los pájaros fabricando sus nidos.

Page 13: El extranjero en la realidad, novela juvenil

Adentro de su casa, o casilla, y con su PC empezó a pensar en María. La recordaba vendiendo las

pizzas y las empanadas en la casa de la esquina.

-Franco, ¿lo de siempre?

-…. (lo de siempre es la rutina infame, lo único sos vos)

-Están calentitas, tomá, una docena de empandas dulces.

-…. (tus manos, abiertas, se parecen a las manos de la virgen… podrías acobijarme eternamente

entre esas manos…)

Si tan sólo pudiera hablar con ella ¿Servirían esas palabras para amar, tender puentes, construir

sólidas estructuras o sólo para destruir y barrer todo lo que alguna vez nos hizo felices, como

siempre pensó?

Leyó en un libro de mitos egipcios que antes de la escritura no existían guerras, las palabras fueron

usadas para separar, marcar abismos de desigualdad, muros impolutos.

Ni siquiera sabía si Santiago estaba aún a salvo, las bestias se empeñaban en destruir a cada paso

cada surco de vida y cada palabra quedaba atragantada para siempre en el dolor de ya no ser más

que un anacoreta, subsistiendo en la penumbra interior.

Pero María estaba conectada, imposible sería no leerla, acaso pudiera desentrañar la magia de las

palabras divinas que conectan finalmente a los hombres y los hacen felices.

28 de abril de 2014 13:50

....

-hola, kien sos

......

Hola…

…..

...

KE Kallado estas

Page 14: El extranjero en la realidad, novela juvenil

@camushacker está desconectado o no puede recibir mensajes

_____________________________________________________

(No, todavía no, estoy desconectado, pero puedo recibir mensajes, desde aquí desde donde estoy,

en un sitio remoto aislado por protección)

Se resistía al silencio y a la vez a la palabra. Descubrió que el mejor camino era la palabra de otro.

Sino más genuina, más experimentada que la suya…

-Hola…

- volviste? Que estabas haciendo te comieron la lengua los ratones jajaj...

-Tú, aire que respiro en aquél paisaje donde vivo yo…

- QE??

-Tú me das la fuerza que se necesita para no marcharme

-a donde te vas? No te vayas

-TU ME DAS AMOR…

Page 15: El extranjero en la realidad, novela juvenil

-Que dulce sos

-Mil momentos como este quedan en mi mente

si ya me voy a ir para casa dentro de un rato. Un besoooooooo

-…(Sí, ya sé que sos esquiva, como quisiera destruir para siempre este bloque de hielo que me

mantiene atado al otro costado de la vida, a donde lo encontré a Santiago aquella vez, en la

oscuridad de siempre, mi única consejera)

@marialadelbarrio está desconectada o no puede recibir mensajes en este momento

Franco pensó que todos a su alrededor estaban desconectados, movidos por un hilo invisible de

algún titiritero desquiciado, en un circo de explotadores. Algunos hombrescordero como él se

negaban a los libretos premeditados de tan infames dueños, lo hacían con su silencio.

Y sin embargo tanta soledad se hacía absurda, pesada y gris como una nube de lluvia infinita.

Hubiera querido regresar a Irlanda, la pradera de sus sueños. Hablar con su padre, comer la tarta

de manzanas y salir al jardín a oler la frescura de los árboles frutales en flor. ¿Cómo serían sus

labios?

Acababa de cumplir los quince años, hace escasas horas. Ella también tenía quince. Iría finalmente

a ese baile al que ella va siempre y pondría un nuevo disco, una música melódica para poder bailar

lento y tocar su cintura.

Shhh…shhhh

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-Lo que haría, por no sentirme así…

-¿así cómo?

-Así solo, así perdido

-No está solo, yo toy con vo

-Pero vos sos mi sueño te vas a ir…

-Y si me soñás para siempre…no

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Ahí, pero dónde, cómo. Estaba siempre a su lado, junto al lavabo, al lavarse los dientes, junto a la

mesa de luz. Con el perfume y la frescura de una rosa en un jarrón. Ahí, pero dónde y cómo. Para

siempre él su autor, y ella su personaje. Dibujando su conciencia, la calidez de su piel, sus ojos

rasgados, las mejillas coloradas. Para siempre ella un boceto de su imaginación creadora,

recopilando fragmentos de su verdadera existencia para rearmarla ante sí. Inalcanzable e

indispensable como el oasis de un desierto.

Para siempre él su personaje porque ella definía en realidad sus emociones y él se dejaba manejar

sin resistencia por los hilos de seda de tan magnífica titiritera.

Si fuese más de esto y menos de aquello. Si fuese para ella su personaje, tan bello como sólo ella

pudiera construirlo, orgullosamente, y amarlo para siempre, en un sueño eterno, a través de una

pc y sin desconectarse…

Capítulo 7: Letra y Música Ella se mostraba inalcanzable en la mañana, pero en la soledad de sus tardes iluminaba el cuarto oscuro como un claro de luz infinito. Detrás de las maderas crujientes de la puerta rechinaba el viento, filtrándose como una sombra pestilente de amargura. Allí en su pieza iban a dar todos los vientos, todos, pero él solo podía pensar en el poder de las palabras, las mágicas, las verdaderas… Eran palabras prestadas, pero más suyas que la guarida profunda de su silencio absoluto donde reposaban todas, amontonadas, esperando poder elevarse como cometas en el cielo. Se había instruido en el arte del plagio, el de los recolectores de historias, de frases, momentos: como aquellos narradores del oriente que, en las plazas del mercado, se sientan a narrar las vidas pasadas de los hombres que se diluyen bajo las arenas del desierto.

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Escogía entre los desechos de sentido que pululaban en las marginales poéticas de aquellos lugares donde no llega nada, ni nadie, más que los ojos de Dios. Un grafitti, un poema envolviendo un paquete y, sobre todo la música, SU música, el obsequio más sagrado para un habitante del silencio. Sólo bastaba con apoderarse de sus auriculares, como las abejas que se disponen laboriosas a extraer la miel, sorbiendo los frutos sabrosos de su maravilloso mundo interior. Lejos quedaban todos los gritos, los sonidos torpes, los sinsabores de la rutina y la pared mohosa, mágicamente, reverdecía nuevamente de alegría en arroyos, jilgueros y cerezos en flor. Ella llegaba y, con las manos abiertas con las que la recordaba siempre (como en la estampita religiosa de su cuarto), lo invitaba a compartir su alegría o su llanto. Cualquiera fuera la opción siempre lo liberaba de su ensimismamiento atroz, absorto frente a un escaparate de anhelos imposibles, como un mendigo del amor. Una canción, cuidadosamente escogida para ella (aún la más cursi) bastaría para retenerla, tanto como pudiese, para recrearla en su pensamiento una y otra vez . -Hola @camushacker, esta re bueno tu logo -…. -Decime de donde me conoces, estas???? -... -Hola, estas? Holaaaaa -Qué me importa haber sufrido, si ya tengo lo más bello y me da felicidad… - No lo conozco a ese, me gustaría que me lo cantes si pudieras….jejejeje -Siempre me vas a cantar? Stoy :-( hoy, mi papa me dice que se muda la obra q nos vamos -esteamorquetumehasdadoesaquelqueyosoñé… (Me salieron…las palabras…¡todas juntas! ya no puedo ya reprimirlas) - No me quiero ir, yo tambien sufro - En un mundo tan ingrato, sólo tú me das amor… (siempre te voy a cantar, con los latidos de mi corazón que vencen este mundo mío desmoronándose a cada rato, sostenido por las cuerdas de la imaginación, como un viejo violín que ya nadie quiere tocar, solamente vos lo descubriste y sonará eternamente en mí. Vos…)

-K lindo!!! -Pero a veces tengo miedo, aca ya no vendemos nada, mi mama hace costuras para el cantri de la esquina, pero yo no se, si se viene abajo lo de las comidas. Vos no tenes miedo a veces? Ayer mi hermano se escapo otra vez, vos no te escapas? -Este amor siempre es sincero, sin saber lo que es el miedo. En un mundo tan ingrato, AMADA, AMANTE (estoy escapándome de este mundo solitario, con tu voz, que habita en mi cabeza) -Vos sos raro, no sos como los otros, y es que… ¿en serio no estas en nada raro? Mi mama dice

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que la gente rara anda en algo feo… ¿Cuándo te voy a ver? -Este… Este amor que me has dado, amor que no esperaba, es aquél que yo soñé. Va creciendo como el fuego, es hermoso dar amor (te puedo comprar dos mil quinientas empanadas para que te quedes eternamente, sentada ahí, sobre la verja, hasta que yo llegue, bailando con la punta de las zapatillas suspendidas en el cielo, siempre… SIEMPRE, AMOR, HERMOSA, ESPECIAL, SUAVE, MARIPOSA, CIRUELAS, LÁGRIMA, LABIOS, PIEL, FLOR ….) -Si me gusta este tema, mandamelo. TQM :-) si te quiero ver, ¿venis a la fiesta el viernes? Te espero .Yo… Este… Yo… vos… Te amo María La del Barrio está desconectada o no puede responder en este momento ------------------------------------------ - El siguiente mensaje no pudo enviarse : -Yo… Este… Yo… vos… Te amo Todas las letras, todas, corrían hacia él, se arremolinaban ante sus ojos, refulgentes. Casi podía tocarlas, sentirlas, enhebrarlas, hilvanar un collar de perlas con ellas, palabras hermosas que jamás había dicho y ya no casi no recordaba su sonido, pero sí las imaginaba… O acaso las había inventado, un hacedor de lo indecible… Amar..Ría…Mar..Haría… Todo su universo estaba ya impregnado de su esencia. Como un torrente de lava, venas sangrantes, ebulliendo su adolescencia a flor de piel, encrispados los nervios de la necesitar de verla el viernes, de impedir que se fuese, que se bajara el telón sin su amado personaje, sin su autora Shhh... … ……………………………………………………………………………………… - ¿Cuántas empanadas vas a llevar? - Doscientas mil - -No son muchas?? (las mejillas ruborosas) - Puedo comprarlas a todas, y en mi auto llevarte a pasear, a la orilla de un río, no el de acá, uno de verdad, con agua cristalina y pececitos dorados. - Pero…¿y si me tengo que ir? - Si te sueño toda la vida nunca te vas a ir, vos me dijiste… - Sos un loco… - No te apartes de mí… ……………………………………………………………………..

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Pensaba que el mundo es siempre una canción de amor en un grabador a veces descompuesto, o deteriorado, pero que siempre vuelve a sonar y su imaginación era tan potente que hasta casi podía sentir el olor de su perfume y las yemas rugosas de sus dedos laboriosos recibiéndole el dinero. La puerta jamás estalló tan estruendosamente como en aquél momento, con la irrupción de lo real: - Franco, Volvió, el papá. Pero el tema ya estaba sintonizado en una sola frecuencia, en un mismo ritmo. No había lugar para palabras nuevas, otras ideas. Su mundo ya estaba inundado de aquellas y no deseaba aferrarse a ninguna costa, tocar el suelo firme dejando atrás el mar de sus tribulaciones. Como un náufrago en un mar de emociones, no podía sino empaparse de esos sonidos de las canciones y refrescarse el cuerpo flacucho, alimentándose de las palabras mágicas. -FRANCO!!… Volvió el papá. “El Papá”… Por primera vez en muchos años vio realmente el cuerpo regordete y los ojos cansados de su madre y hasta la vio más linda que otras veces. María… Mar… Ma... María rima con mamá…

Capítulo 8: Géneros Su padre estaba sentado en la silla rota del comedor, una silla rota para un hombre que había sido el artífice principal de todos sus recuerdos. -Toma, toma la leche La natural rudeza de su madre siempre le desdibujaba a todos sus héroes. Ella literalmente había vaciado lo poco que había en la heladera para dárselo a él. Era un acto de amor natural, jamás se había dado cuenta de esos detalles, de qué también a él e dejaba siempre la milanesa más grande y ella comía las sobras en otro plato, no el de la porcelana azul. Allí viéndolo a ambos, pensó que tal vez su representación había sido un tanto maniqueísta esos años. Definitivamente. Con la presencia de María a su lado, quien invisiblemente le tendía un puente de reconciliación con él, igual que Santiago, quiso decirle a su padre. -Ahhhh me quemo, Martaaaaaa! La madre le pus los pies en remojo, con agua y sal. El padre, la madre, ¿qué era su vida?, ¿un sainete, un gotesco, una comedia negra, una película neorrealista?, ¿qué era el absurdo de lo real y donde estaba Irlanda, su otra casa, cuando acabaría ese exilio interior? El hombre tenía los ojos fijos en el piso. Estaba hechizado de algún pensamiento interior.

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Embebido de alcohol que alimentaba todos sus delirios. Se le acerco, hubiera querido decirle algo... Él le tomo una mano con firmeza, casi le hacía daño, pero era necesario que se la estrechara con tanta fuerza. Se acercó a sus oidos, reales, y le dijo: Hijo, no te vayas... Y luego volvió a desvariar, todo se hizo difuso. Tuvo que huir, huir sin bolso. Para qué, no necesitaba más que su imagen, ella lo acompañaba fantasmalmente, en su memoria, pero iba a su encuentro real. Golpeando sus zapataillas en punta, con los pies en entre el cielo y la tierra, ella bailaba en la verja. -Franco, te doy lo de siempre. -... -...Me deben mucha plata, tu mamá me va a tener que pagar, está difícil todo -... -Toma, lo de siempre Le acercó el libro en vez del pago. Ella levanto el ceño en señal de asombro. "El Extranjero: Albert Camus"...jajaja. ¿qué me querés decir? Después me traes la plata El asintió Y se suresginado, otra vez absorto en los pensamientos. ¿Qué era su vida?, ¿un cuento absurdo?, ¿cómo sería el final? Le hubiera gustado recojer todos los fragmentos de momentos felices del día y hacer una comedia, o un cuento con final feliz: la mirada de él papá, la voz de la madre diciéndole su nombre, el apretón de manos de Santiago y la sonrisa de María Por el camino de tierra iluminado tenuemente su sombra delgada se proyectaba más grande que de costumbre. Una estampida de pasos atrás le hizo pensar lo peor... -Camus, Camus Hacker!!!!, Camus!!! El ya no era un hombre, era un manojo de nervios petrificado junto a su sombra, temía darse vuelta, y convertirse en estatua de sal, no podía ya decepcionarse de nada más. -Camus... tu libro, tomá! Ella tenía una calza roja y un pañuelito rosa anudado al cuello. No pudo ver más que eso... Todo se sucedió rapidamente, aunque lo recordaría toda su vida, entera. Se acercó a él, le tomó la cara con ambas manos y lo besó. Mientras lo real y lo irreal se unían magicamente y el pueblito infernal que habitaban pasaba de ser Comalá a Macondo. El elemento vital para girar drásticamente el guión. A una comedia de amor shakespereana... Ella volvió corriendo a su casa. El libro de los nervios se le cayó a un charco de agua sucia. Lo limpió un poco con los dedos temblorosos. Aunque hubiese querido, decir algo hubiese sido

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imposible. Sólo podía sentirla eternamente, en sus labios y las palabras jugaban dentro de él y lo hacían reír...

Publicado por Mariana en 4:46