El Fiord, Osvaldo Lamborghini

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    El Fiord, cuento completo del escritor argentino Osvaldo Lamborghini -Transcripcin del cuento, por Henzo Lafuente.

    NOTA !ontenido slo para adultos

    Dibujo de un fiord.

    Y por qu, si a fin de cuentas la criatura result tan miserable -en lo que hace

    al tamao, entendmonos- ella profer!a semejantes alaridos, arrancndose lospelos a manota"os # abalan"ando fero"mente las nal$as contra el ati$radocolchn% &rremet!a, descansaba' abr!a las piernas # la ra#a (a$inal se ledilataba en c!rculo permitiendo (er la afloracin de un hue(o bastantepuntia$udo, que era la cabe"a del chico. Despus de cada pujo parec!a que lacabe"a iba a salir) amena"aba, pero no sal!a' (ol(!ase en rpido retroceso defusil, lo cual para la parturienta si$nificaba la reno(acin centuplicada de todosu dolor. Entonces, El *oco +odr!$ue", desnudo, con el lti$o que daba pa(orarrollado a la cintura -El *oco +odr!$ue", padre del en$endro remoln,aclaremos-, plantaba sus codos en el (ientre de la mujer # hac!a fuer"a # msfuer"a. in embar$o, arla reta /ern no par!a. Y era e(idente que cada (e"

    que el en$endro practicaba su $il retroceso, laceraba -en fin- la dulce entraamaternal, la dulce tripa que lo conten!a, que no lo pod!a (omitar.

    e produc!a una nue(a laceracin en su ba0l (entral e instantneamente arlareta /ern dejaba escapar un $rito horrible que hac!a rechinar los flejes de lacama. El *oco +odr!$ue" apro(echaba la oportunidad para machacarle la bocacon un puo de hierro. &s!, re(entbale los labios, quebrbale los dientes'stos, perlados de san$re, #ac!an en $ran n0mero alrededor de la cabecera dellecho. 1reso de la ira, al *oco se le combaban los b!ceps, # sus #a de por s!enormes test!culos a$i$antbanse aun ms. *as (enas del cuello, tambin, sele hinchaban # retorc!an) parec!an ra!ces de aosos rboles' un sudor espeso

    le baaba las espaldas' las uas de los pies le san$raban de tanto querer

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    hincarse en las baldosas del piso. /odo su cuerpo ma$n!fico brillaba,empapado. 2n brillo de fraude # nen.

    3i"o restallar el lti$o, El *oco en (arias ocasiones' empero, los $ritos de arlareta /ern no cesaban' peor a0n) tornbanse desafiantes, cobraban un no s

    qu pro(ocador. *a pastosa san$re continubale manndole de la boca # de lara#a (a$inal' defecaba, adems, sin cesar todo el tiempo. /ratbase-confesmoslo- de una caca demasiado a$uachenta, que lle$aba, incluso, aamarronarle los cabellos. El *oco, en (irtud de ser l quien la hab!a preado,cumpl!a la labor humanitaria de desa$otar la catrera) manejaba la pala comohbil fo$onero # a la mierda la tiraba al fue$o.

    4ino otro pujo. El *oco le bord el cuerpo a tralla"os 5# dale dale dale6. *e pe$tambin lati$a"os en los ojos como se estila con los caballos malleros. El hue(obastante puntia$udo, entonces, aflor un poco ms, estu(o a punto de pasar ala emer$encia definiti(a # total. 1ero no. +etrocedi, $il, lacerante,

    antihi$inico. Desesperadamente El *oco se le subi encima a la arla reta/ern. 4imos cmo l se sobaba el pito sin disimulo, asumiendo su acto antelos otros. El pito se fue ir$uiendo con lentitud' su parte inferior se puso tensa,dura, maci"a, hasta cobrar la e7acta forma del asta de un bue#. Y arrasandoentr en la san$rante (a$ina. arla reta /ern relinch una (e" ms) qui"spretend!a des$arrarnos. Empero, #a no ten!a escapatoria, ni la ms m!nimaposibilidad de escapatoria) El *oco #a la coj!a a su manera, corco(eandoencima de ella, cla(ndole las espuelas # sin perderse la ocasin de estrellarleel crneo contra el acerado respaldar.

    81ronto, #a, 9quiero:8, musit &lcira Faf, a mi lado. Yo me cubr! con lassbanas hasta la cabe"a # me fui retirando, reptando, hacia los pies de nuestrocamastro. 2na (e" all! aspir hondamente el olor de nuestros cuerpos, quenunca la(amos. 8*as fuer"as de la naturale"a se han desencadenado8, dije, #me "ambuli! de cabe"a en la concheta cascajienta de &lcira Faf. ebastin-di$moslo-, mi aliado # compaero, el entraable ebas, apareci en escena)894i(a el 1lan de *ucha:8, cacare, desde su rincn. Yo iba a contestarle,estimulndolo, mas no pude) El *oco +odr!$ue", que #a hab!a concluido sufaena con la arla reta /ern, comen" a hacerme objeto -# no ojete, comodice ebas de una a$uda penetracin anal, de un rotundo (ejamen se7ual.on todo, peor suerte tu(o mi pobre ami$o, cu#os ojos a$nicos brillaban,

    intermitentes, en el solitario rincn que le hab!amos asi$nado, rincn donde#ac!a -todo el tiempo- entre trapos (iejos # combati(os peridicos que en suoportunidad abo$aron por el /error. 5omo nunca le dbamos de comerparec!a, el entraable ebas, un enfermo de anemia perniciosa, una $eo$raf!adel hambre, un jud!o de campo de concentracin-si es que al$una (e"e7istieron los campos de concentracin-, un miserable # (entrudo infantetucumano, famlico pero barri$n6.

    Y as!, cuando ad(irti que la fieston$a se iniciaba, la fieston$a de $archar, seentiende, empe" a arrastrarse con la jeta contra!da hacia el camastro donde&lcira # #o nos refocilbamos, con el a$re$ado, a mis espaldas, del abusi(o

    *oco, nuestro 1atrn) nunca le dbamos de cojer al entraable ebas, casto ala fuer"a, recontracalentn, que ahora dbilmente se arrastraba hacia el

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    camastro, barriendo con la cara casi las baldosas, detenindose numerosas(eces para recuperar el aliento (ital, # murmurando a cada paso 8/, /,/...8, como para despistar, o, en una de esas, a modo de oracin. ;l seapo#aba en sus bra"os -menos $ruesos que palos de escoba- # con los pies seimpulsaba hacia adelante, no sin cierto fer(or. < mejor dicho todo fer(or. 1ara

    siempre lo ten$o retratado en mi memoria al e7traordinario ebastin. =untosmilitamos en la uardia +estauradora, aos, aos atrs.

    Y #o lo miraba acercarse a pesar de que los rempujones del *oco no medejaban mucho tiempo ni muchas $anas para la ecunime, objeti(aobser(acin 9Do$mtico ebastin: u mirada era poes!a, la re(olucin. adauno de sus mo(imientos trasuntaba un a$radecimiento infinito hacia nosotros,que le !bamos a permitir -l cre!a- sacudirse la soledad de su carne # de suesp!ritu as! como un perro se sacude el a$ua de la mar. Y si se lo permit!amos-en esa direccin su pri(ile$iado cerebro empe" a funcionar-9qu importabaque nunca le diramos de comer ni de cojer: 9>u importaba que su estma$o

    siempre (ac!o se$re$ara esa baba (erde cu#a fetide" tornaba irrespirable elaire de nuestro a$usanado cuarto: 9>u importaba que (i(iera entre (mitos desan$re, molestando incluso nuestro sueo porque cada una de sus arcadas erauna especie de alarido sin fe: 9>u importaba qu:

    &delante camarada ebastin, entraable ami$o, perro inmundo. asi lle$ atocarnos con sus transparentes manos. Yo estaba preso en la crcel formadapor los bra"os del *oco # con la cabe"a sumer$ida en el bajo (ientre de micajetoidea &lcira. ?i $ran amor se desbordaba. ent! en el centro en el cero demi ser las (ibraciones e#aculatorias del pijn del *oco, mientras el cl!toris de&lcira Faf, enhiesto # ru$oso, me hac!a sonar la campanilla, a rebato' pero (i,(i sin embar$o de reojo cmo el temible, purulento ebastin, intentabaacariciar las bien plantadas nal$as que sobre las m!as $alopaban, el culo denuestro abusi(o Dueo # eor. Entonces, mal(olo # dulce a la (e", con eltaln le pe$u al *oco desesperadas pataditas a(isati(as en sus fuertespantorrillas, pataditas objeti(amente alcahueteantes, caro ebastin. /al como#o lo esperaba 5# era acaso para menos%6 el 1atrn reaccion de inmediato.Despus de echarme su $uascn en mis adnicos adentros, se ir$ui # leaplic un fabuloso patadn en la $ar$anta a mi pobre ami$o) de boca abajo queestaba lo puso boca arriba. /odo un espectculo, el musculoso pie,ma$n!ficamente posado en el suelo despus del $olpe, recortndose n!tido

    contra el cuello del derrotado) #o lo (i con mis propios ojos, # qu lejos aquellostiempos, ebastin, cuando un suboficial dado de baja por la libertadorapacientemente nos enseaba el mar7ismo.

    Y un hilito de baba se le escap al entraable ebas por la comisura-i"quierda- de los labios. us intermitentes ojos rodaron (arias (eces en una #otra direccin. @ntent limpiarse la boca con la mano, pero su e7trema debilidadhi"o que el $esto abortara) a la mitad de camino la mano no resisti ms #sobre la pan"a enorme se le derrumb. *os cuer(os planearon sobre su fi$ura,# #o, adolorido por la reciente penetracin, li con el elstico de las bombachasde &lcira Faf una bolsa de hielo al rea de mi desfloracin.

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    Y tambin interced! en un arranque de pietismo para que El *oco espantara alos pajarracos rapiosos, aunque uno de ellos i$ual tu(o tiempo para arrancarleel dedo !ndice derecho al pobre ebas, de un picota"o # tirn. Y eso era eldolor, todo el dolor, # no todo el dolor. /enaces $otas de san$re brotaron de lafrente de ebastin. Yo me lar$u a llorar con desesperacin. omo en la

    infancia) arrodillado en un rincn de la pie"a, escondiendo la cara bajo elsobaco # aspirando el chi(o olor. *as cucarachas me sub!an por la parteposterior de los muslos #, sal(ando el bre(e obstculo de la bolsa de hielo,somet!an mis lomos a una e7hausti(a e7ploracin. Entretanto, El *oco+odr!$ue" -3ijo de 1uta &mo # eor- espantaba, en efecto, a los cuer(os,mas tratndolos como si fueran (iejos ami$os que se han puesto un pocopesados con el alcohol # los recuerdos del tiempo que se fue 5# que fue mejor6cuando no era necesaria la insurreccin. Y ra"n -como a nadie- en parte al*oco no le falt) la atmsfera repentinamente se sobrecar$) 89& usted loconoc! en una reunin del

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    unas sucias medias ne$ras, lar$as hasta las in$les, -sucias medias ne$ras desucio seminarista- que, junto con el escapulario, constitu!an toda mi (estimenta.Y pre(iendo lo que iba a ocurrir me er$u!, sin restarle un solo cent!metro a miestatura. Era un deber hacerlo, aunque la humildad taimada que me caracteri"aprocurara estran$ularme con mis propias manos. *a baba pe$ajosa que flu!a

    de mi boca me mojaba el cuerpo. +as$u, sin embar$o, todos los tapices a mialcance. & traicin, claro que a traicin. ?util las bordadas escenas del bien #del mal, deform su sentido, mord! al$unas con mis dientes mellados. &traicin. al!a un ju$uito dul"n, asqueroso # de rechupete # con sabor dul"n.& traicin. Y todos estbamos modificados por la presencia del inmodificante&tilio /ancredo 4acn. alt en todas las direcciones) 9una nue(a relacin: Y9en: relacin. 3ombre con hombre hombre con hombres hombres hombres.&tra(es incluso aros de madera llameantes, # porque El *oco quisofornicarme al (uelo, se me resbal -# no relaj, como dice el intraducibleebas- la bolsa de hielo) # no, a m! no me import) 9no eran momentos deandar cuidando el carajo del estilo: ?e puse un frac de sir(iente # un collar de

    perro) me los saqu rapidito, no es cierto% 9uasca en el ojo: on los restosde los tapices por m! ras$ados me lle$u hasta arla reta /ern, que #a ten!amedio monstruo afuera, # se los di. Di. Y le dije) 89/om, (a,*arrecontraputamadrequeterrecontrapari 3ijaderremilputas:8 9Ya: 9Y no: ?eflori lue$o 5# no6 en unos pasos can#en$ues, pero no pude coronar mi baile)entre prematuros estertores, &tilio /aneredo 4aen, #a definiti(amente nacidoparido escupido, ca# atroden de la sabol con los bra"os # las piernasaplastados contra el cuerpo, al estilo de las momias a"tecas. 9Y no estabamuerto: 83uija8, $rit, 8hurra, hermanos, respira # mue(e la cola8. ebastinbati palmas # se arrastr hasta el la(atorio, dejando como siempre limadurasde sali(a en el piso' # se prendi a la $oteante canilla, lamindola, paraen$aar el estma$o. El *oco, que no cab!a de $o"o en su ra#ada piel, le hi"oun chiste de festejacin) corri tras l, lo tom de las casi in(isibles piernas, # lometi de cabe"a en el inodoro. Y tir la cadena (arias (eces como broche deoro. ?e re! a ms no poder, retorcindome, a la (e" me arrastraba -#o tambin-hacia nuestro descojonado bao. 892# u# u#, qu bueno:8, dije, 8hacselo otra(e"' #o te a#udo, *oco8. El 1atrn me mir con el asco en los ojos, # pro(istode s0bita jerin$a me aplic una in#eccin de brillantina slida) endo(enosa. &los tumbos, desesperado, a punto de desma#arme (omitar o ca$ar hasta lastripas, fui a remodelarme a un rincn, esperando que ebastin se permitieraal$0n comentario para arrancarle la piel a dentelladas, con(ertirlo en una pura

    lla$a. &lcira dijo) 8Yo quiero acunarlo a &tilio /aneredo 4acn' a ese chico #ase le para8. 8?ierda) tom tom # tom) 9es pa m! noms:8, se opuso la arlareta /ern. &lcira Faf se le abalan" para de$ollarla con una na(aja, # comose lo impedimos le $rit, a la otra que #a se re(olcaba $archando con su hijo)8ojal que un $ato rabioso se te meta en la concha # te arae arae arae, laputa que te pari:8

    Estallaron todos los (idrios de la casa, se hicieron aicos. *a primer bola defue$o incendi la cabellera de &lcira. Esta (e", en serio, fue necesario recurriral chiste que se le hiciera a ebastin, que semiaho$ado hipaba sobre unostitulares re(olucionarios. *a se$unda bola de fue$o calcin la mano i"quierda

    de arla reta /ern. Entonces apareci mi mujer. on nuestra hija entre los

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    bra"os, recubierta por ese aire tan su#o de en$aosa ju(entud, emer$!a,lum!nica # casi pura, contra el fondo del fiord.

    *os buques na(e$aban lentamente, mu$iendo, desde el r!o hacia el mar. *aniebla esfumaba las siluetas de los estibadores' pero hasta nosotros lle$aba,

    desde el pequeo puerto, el bordoneo de innumerables $uitarras, el fino cantarde las rubias la(anderas. 2na $aler!a de retratos de poetas in$leses de finesdel si$lo C4@@@ brill, intensamente, durante un se$undo, en la oscuridad. 1erono se acab lo que se daba. ontinu bajo otras formas, encadenndoseeslabn por eslabn. Ao perdonando nin$0n (ac!o, con(irtiendo cada e(entual(ac!o en el punto nodal de todas las fuer"as contrarias en tensin. 1or al$o los(idrios se hab!an roto # eran bolas de fue$o los ojos del l0cido, del cr!ticoebastin. /ampoco era casual que mis manos rompieran el in(isible aire desu contorno #, al$o lastimadas, se e7tendieran hacia la fi$ura de mi mujer,aunque lue$o se detu(ieran a mitad de camino, crispadas, con(ertidas en dospuos increpantes, incapaces incluso de la salutacin. Ella me mostr sus

    tobillos) dos muones san$rantes. Ella transportaba en la mano derecha suspies aserrados. Y me los ofrendaba a m!, a m!, que slo me atre(!a a mirarlosde reojo. >ue no pod!a aceptarlos ni escupir sobre ellos. >ue ahora mirabanue(amente hacia el fiord # (e!a, all, sobre las tranquilas a$uas, tranquilas #oscuras, estallar pequeos soles crepusculares entre nubes de $ases, unostras otros. Y hoces, adems, desli$adas eterna o momentneamente de susrespecti(os martillos, # fra$mentos de burdas s(sticas de alquitrn) Dios1atria 3o$ar' # una sonora muchedumbre -en ella #o pod!a distin$uir conabsoluto ri$or el rostro de cada uno de nosotros- penetrando con banderas enla ortopdica sonrisa del 4iejo 1ern. Ao sabemos bien qu ocurri despus de3uerta rande.

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    rociaremos con unas salsas para e(itar que la carne la afecte8, dijo, # repiti8ecte8, con despecti(o $esto, tras lo cual me aplic 5desprecio tras desprecio6un papirota"o en la cabe"a de la $archa. 1ero no ha# amar$ura que a m! mederrote) hasta el dormitorio fui al trote, $olpendome la boca con la mano,dando alaridos, como hacen los indios. 1e$u un resbaln de rda$o con el

    apuro # la pa#asada, apuro plenamente justificado porque lle$u justo atiempo) arla reta /ern #a hab!a llenado de a$ua su enorme (aso a"ul dematerial plstico, # se dispon!a a abrir la caja de 0tiles donde $uardabamortales dosis de barbit0ricos. 8

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    ira ensombreci el rostro del *oco, quien con esa habilidad que slo puede darla costumbre, sac de su canana una puntera de acero # la aadi al e7tremodel *ti$o. 1ero el asombro lo detu(o, porque #o, mirndolo a los ojos # conuna sonrisa de oreja a oreja, me recontraca$u nue(amente. &lcira Faf semordi una mano para contener el $rito, mientras arla reta /ern liberaba su

    an$ustia machetendose con un ma#0sculo consolador. Fue tremenda mitercera deposicin) salpiqu hasta el cielo raso, el cual qued como hollado porpatas de fieras, aunque era slo mierda. Y entonces El *oco se resi$n' (inohasta m!, me arrastr de los pelos por mi propia porquer!a, # le(ant, dispuestoal casti$o, el temible-hermoso *&/@

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    intacto pa(o # las mujeres iniciaron un baile es$rimiendo cuchillos # tenedores)ellas estaban desnudas.

    *a san$re del ?ordido en olas se me colaba entre los dientes # me inundaba laboca. *a arla reta /ern con(ertida #a en una , en una , en una G o en

    una ? rabiosa sealaba desesperada los hue(os de nuestro e7 amo # seor.*es pe$u un rodilla"o # se hicieron aicos) construidos estaban de fr$ilcristal. El ebas se las in$eni como pudo para traerme la morsa. &pret conella la pierna derecha del apado # comprob con placer que la misma seenco$!a # enflaquec!a tremendamente, hasta parecer la pierne"ueladespreciable de un beb de pocos meses, al$o que daba asco. El abrileoastin someti su cuerpo quebrantado por el e7ilio a otro esfuer"oencomiable) arrastr hasta m! el descomunal re(l(er del *ejano

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    casi, para a$arrar el lti$o, pero, astuta se contu(o. 1rimero seccion el pito,que fue a parar, dando (ueltas por el aire, a las manos de ali riselda/irembn' de ellas, a una sartn con aceite hir(iendo. *o que qued de lahermosa (eta de carne humana encontr su destino final en nuestro p0tridoinodoro) &ic#rf tu(o el especial cuidado de di(idir la (eta en pequeos tro"os

    con su &*F@*E+ De ?arras, para lue$o hacerlos desaparecer sin prdida detiempo. ort tambin la pierna achicada # se la dio a despellejar a &lejo 4arilioasn, fantico de la masturbacin. Ella se comi los ojos. a$reta la cabe"aentera. Yo, una mano crispada. El asti lami en su rincn tro"osirreconocibles, # unas hormi$as in(asoras liquidaron el resto.

    on el $on$. Era *a *oca del &lfiler hacindolo sonar. on el $on$. Era ella,le(antando la tapa de la sartn # aspirando el aroma con fruicin. 1robaba conuna bolita de mi$a de pan el ahora (itamini"ado aceite # nos miraba a todoscon ojos chispeantes. olpe otra (e" el $on$ # lue$o bati palmas con el&lfiler entre los dientes. /odos nos sentamos a la mesa sin chistar. Aos sir(i a

    cada uno un peda"o de poron$o frito, que cada uno de(or a su manera,murmurando apenas aquello de 8con tu pan te lo comas8. +ecuerdo que meson los mocos con los dedos # me los col$u de las pestaas, como si fueranl$rimas. /en!a perfecta conciencia.

    El desesperado rumor (en!a de la sala. ?i mujer somet!a la cerradura del(entanal del techo al trabajo de sus dientes. in pies, era dif!cil que pudieraafirmarse, abrir, lue$o de romper la cerradura con los dientes. edi lacerradura con un clanc de lo ms austero. El barco parti, "arp una (e" ms,lue$o de dejar a su 0nica pasajera. Ella apareci en la puerta del comedor conla boca destro"ada pero sin nuestra hija, que ahora se$uramente a$uardaba enal$0n lu$ar del puerto, otro barco, que tampoco tardar!a en "arpar. ?i mujerapret los labios. us ojos a"ules a todos nos abarcaron, en silencio. 4inohasta m! # me ense sus muecas) dos muones san$rantes. &pretaba entrelas enc!as sus manos aserradas. in rabia, las escupi sobre la mesa. 3ice unesfuer"o # me apro7im para (erlas, (erlas con los ojos bien abiertos. *ai"quierda se pos sobre la derecha' lue$o, la derecha sobre la i"quierda./omaron una flor artificial del centro de mesa # la estrujaron. *os ptalos me$olpearon en plena cara. Ella se fue, caminando de rodillas.

    *as inscripciones luminosas arrojaban espordica lu" sobre nuestros rostros.

    8Ao eremos Aunca arne olche(ique Dios 1atria 3o$ar8. 8Dos, /res4ietnam8. 81ern Es +e(olucin8. 8olidaridad &cti(a on *as uerrillas8. 81or2n &mpliofrente 1ropa"8. &lcira Faf fumaba el clsico ci$arrillo de sobremesa# disfrutaba. 3ac!a coincidir sus bocanadas de humo con los huecos de lasletras, que eran de mil colores. ?e lo a$arr al entraable ebas de una oreja #lo derrumb bajo el peso de la bandera. Yo la a#ud a incrustarle el mstil en elesculido hombro) para l era un honor, despus de todo. &s!, salimos enmanifestacin.

    Octubre 1966 - Marzo 1967.

    Osvaldo Lamborghini

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