El Fracaso Del Triunfador

7
El tener derecho a la vida implica haber tenido que competir con aproximadamente cinco millones de espermas que, todos ellos en su lugar, por alcanzar el triunfo, sin importar su origen que es del mismo padre, todos ellos, con el mayor de los ahíncos buscan ser el triunfador, es decir, llegar al óvulo para poder ganarse el derecho a vivir. De este esfuerzo dependía “vivir o morir”, no se tendría otra oportunidad. Tendrían que morir cuatro millones y fracción de seres vivientes que, en la misma lucha, quedarían en el camino; sólo uno lograría llegar y ese sería el Gran Triunfador. Cada uno de los seres humanos que hemos logrado triunfar en esta nuestra primera prueba de fuego, nos encontramos poblando este mundo; somos triunfadores desde el mismo momento en que fuimos concebidos; traemos en nuestra mente la información correspondiente y la capacidad suficiente para poder triunfar en cualquier empresa en la que nos veamos precisados a tener que iniciarnos, pues, haber sido los elegidos para recibir el don de la vida, es una muestra fehaciente de que estos dones nos han sido dados. Sin embargo, la aparición del ego en el hombre, energía que, concomitada con el espíritu, dan las potencialidades necesarias para hacer posible el triunfo permanente del ser humano en cualquier evento en que se encuentre involucrado, pues, el equilibrio de ambas energías, logran regular las necesidades de la materia, supervisadas por el espíritu y, es éste último, con su sabiduría, el que deberá ordenar las decisiones que los seres deben tomar. De ésta manera, el caballo va delante de la carreta. Claro que esto implica un amplio conocimiento de los dones que el espíritu puede ejercer en favor del hombre, es decir, poner la Voluntad por encima de las emociones; poner la Inteligencia por encima de los instintos y, poner la Libertad por encima de cualquier deseo, apego o dependencia. Cuando esto se logra, el hombre elimina las impotencias, las emociones, las frustraciones, las dependencias enfermizas y, finalmente, no permite que los defectos sean quienes manejen su vida. Para el conocimiento de esto último, por desgracia aún no existen escuelas en donde se enseñe ni siquiera una materia, en ningún plan de estudios medios o universitarios que permita el conocimiento del desarrollo espiritual del hombre. Estamos inmersos en un materialismo que absorbemos inconscientemente a través de mensajes directos y subliminales, toda vez que somos víctimas de un sistema de competencia permanente, en donde se encuentra involucrada la sociedad, la familia y el individuo, y esto ha hecho que los EL FRACASO DEL TRIUNFADOR

description

El fracaso del triunfador

Transcript of El Fracaso Del Triunfador

Page 1: El Fracaso Del Triunfador

El tener derecho a la vida implica haber tenido que competir con aproximadamente cinco millones de espermas que, todos ellos en su lugar, por alcanzar el triunfo, sin importar su origen que es del mismo padre, todos ellos, con el mayor de los ahíncos buscan ser el triunfador, es decir, llegar al óvulo para poder ganarse el derecho a vivir. De este esfuerzo dependía “vivir o morir”, no se tendría otra oportunidad. Tendrían que morir cuatro millones y fracción de seres vivientes que, en la misma lucha, quedarían en el camino; sólo uno lograría llegar y ese sería el Gran Triunfador.

Cada uno de los seres humanos que hemos logrado triunfar en esta nuestra primera prueba de fuego, nos encontramos poblando este mundo; somos triunfadores desde el mismo momento en que fuimos concebidos; traemos en nuestra mente la información correspondiente y la capacidad suficiente para poder triunfar en cualquier empresa en la que nos veamos precisados a tener que iniciarnos, pues, haber sido los elegidos para recibir el don de la vida, es una muestra fehaciente de que estos dones nos han sido dados.

Sin embargo, la aparición del ego en el hombre, energía que, concomitada con el espíritu, dan las potencialidades necesarias para hacer posible el triunfo permanente del ser humano en cualquier evento en que se encuentre involucrado, pues, el equilibrio de ambas energías, logran regular las necesidades de la materia, supervisadas por el espíritu y, es éste último, con su sabiduría, el que deberá ordenar las decisiones que los seres deben tomar. De ésta manera, el caballo va delante de la carreta. Claro que esto implica un amplio conocimiento de los dones que el espíritu puede ejercer en favor del hombre, es decir, poner la Voluntad por encima de las emociones; poner la Inteligencia por encima de los instintos y, poner la Libertad por encima de cualquier deseo, apego o dependencia. Cuando esto se logra, el hombre elimina las impotencias, las emociones, las frustraciones, las

dependencias enfermizas y, finalmente, no permite que los defectos sean quienes manejen su vida.

Para el conocimiento de esto último, por desgracia aún no existen escuelas en donde se enseñe ni siquiera una materia, en ningún plan de estudios medios o universitarios que permita el conocimiento del desarrollo espiritual del hombre. Estamos inmersos en un materialismo que absorbemos inconscientemente a través de mensajes directos y subliminales, toda vez que somos víctimas de un sistema de competencia permanente, en donde se encuentra involucrada la sociedad, la familia y el individuo, y esto ha hecho que los dones del espíritu no se accesen al conocimiento del ser humano que, en la misma medida que va evolucionando en su cuerpo material, comienza a vivir solo para darle a éste las exigencias que, a través de sus instintos comienza a proponerle en sus diferentes edades, alejándose inconscientemente de los valores que proporcionan seguridad como son: la honradez, la lealtad, la justicia, la obediencia, racionalizando todos sus hechos en relación directa de la búsqueda de un placer, en que hemos pretendido creer que es el encuentro de la felicidad del hombre.

De tal suerte, se comienzan a tener deseos que, la mayoría de las veces, se encuentran fuera del alcance de nuestra realidad, y por lo tanto, nos van a provocar, no solo impotencias sino frustración. De niños deseamos tener juguetes que no están al alcance de la economía de nuestros padres y comenzamos a pensar que la vida era injusta: ¿Qué por qué hay niños que todo lo tienen y nosotros no? Comenzamos a resentirnos con nuestros padres porque no nos proporcionan ese tipo de satisfactores edónicos que vemos que otros disfrutan. A veces, somos llegamos a rechazar el hecho de ser hijos de seres que los vemos incapaces de poder darnos lo que deseamos. Ahí comenzó la pérdida de la identidad, al iniciarnos en la comparación con otros individuos y otras familias. Cada ser es distinto a todos los demás y su circunstancia, de igual forma es distinta el desear lo que otro

EL FRACASO DEL TRIUNFADOR

Page 2: El Fracaso Del Triunfador

tiene o querer parecerse a otro es no aceptar su ser.

De ésta manera, los deseos insatisfechos que se van a ir presentando en la misma medida que se evoluciona como ser, primero un juguete, después una fiesta de cumpleaños, una escuela, una novia, una profesión, un auto, una casa, etc., siempre, lo que tengamos, poco nos va a parecer comparado con lo que otro tenga. El exceso de impotencias y frustraciones que provocan el compararnos, originan el más perverso de los defectos que se llama Envidia, logrando que se acrecenten dentro de nuestra alma estados anímicos de derrota permanente, deseos auto-destructivos, que nos llevan a clamar venganza de la injusticia que la vida está haciendo con nosotros. ¿Por qué hay ricos y por qué hay pobres?, ¿Por qué hay guapos y por qué hay feos?, ¿Por qué hay enfermedad y por qué hay salud?, ¿Por qué hay padres buenos y por qué hay padres malos?, etc. Estos cuestionamientos vienen de una enfermedad en el espíritu.

Los cuatro millones y fracción de espermas que lucharon por lograr su objetivo que era la vida murieron en el camino, sólo llegó el más fuerte, el más rápido, el que no volteó hacia atrás a perder el tiempo, el que no se estuvo comparando con nadie, sólo empleó su energía en llegar. ¿Qué hubiera pasado si este esperma hubiera volteado a ver a los demás: que si eran guapos o fuertes? Definitivamente, no hubiera logrado su objetivo.

Lo anterior no permite ver lo paradójico en que se convierte la existencia de un ser que nació para Triunfar, la forma tan Miserable en que se pasa la vida, perdiendo toda su energía en ver lo que está a su alrededor y que no ha podido obtener.

¿Qué es lo que le sucedió a este ser? Que el Ego que le fue otorgado para hacerse llegar recursos de sobrevivencia humana, tales como, alimento, vestido, un techo donde vivir, se descoyuntó, es decir, se salió del lugar que le toca ocupar dentro de las fuerzas internas

del ser humano; comenzó a ocupar los espacios que le corresponden al espíritu; se inició en la toma de decisiones que no le correspondían, acallando los reclamos que el espíritu le hace a través de la intuición (don del espíritu que permite ver el mal sin habérnoslo enseñado), convirtiéndose por tal razón el Ego en Egoísmo, es decir, en un deseo persistente de solo pensar en uno mismo y de todo lo que la vida le ha negado; egocentrismo, el pretender que toda la gente esté al pendiente de nuestras necesidades y en ocasiones hasta de que nos traten de adivinar el pensamiento y, por último el Egotismo, manifestación del sujeto en sólo hablar de él y de sus experiencias, arrebatando inclusive la palabra a los demás para el sólo decir lo que piensa, incapacitándose por este hecho para poder escuchar.

Estas manifestaciones del Ego, enfermizas, hacen del sujeto un ser sin sentimientos: piensa que sus padres no sienten, que su esposa no siente, que sus hijos no sienten, que sus amigos o compañeros no sienten; el único que siente es él. En relación a eso que él siente, quiere que todos estén al pendiente o a su alrededor y, perversamente, si es necesario, tratará de llamar la atención.

El espíritu es el generador de la vida, de la salud, de la alegría, de la sabiduría; por lo tanto, no permitir que éste se manifieste es ir en contra de éstos sus dones. De ahí que quien vive alimentando el Ego, alimenta la enfermedad, la infelicidad, la tristeza, la ignorancia, en una palabra, alimenta la Muerte; pues el Ego cuando se desfaza, las exigencias del mismo logran matar al individuo.

La paradoja nos hace ver en lo anteriormente descrito que el triunfo del que hizo todo lo necesario para poder ganarse el Derecho a Vivir, comienza a hacer todo lo necesario para ganarse el Derecho a Morir: fuma, toma alcohol, fármacos, drogas, inhalantes, café y otros catalizadores, para “sentirse bien”, es decir, es un ser

Page 3: El Fracaso Del Triunfador

incongruente que no debió haberse ganado el derecho a tener el don de la vida, ya que le quitó la oportunidad a otro esperma de poder ser más digno frente a las responsabilidades que implica ser hijo de Dios.

Jack Alexander, en su folleto que escribió expresa claramente que después de haber hecho un estudio de muchos enfermos emocionales (alcohólicos), todos ellos presentaban un síntoma que los identificaba; se trataba de seres Inmaduros Emocionales, es decir, seres humanos que no estaban preparados para poder vivir con las responsabilidades que implica la madurez física; ya que se logra un desarrollo físico, pero no hay un crecimiento emocional congruente a éste desarrollo; de tal suerte que se contraen responsabilidades a las cuales no se está capacitado para poder enfrentar.

Desde niño, el ser que es absorbido por el Egoísmo solo buscará el placer por el placer y, todo aquello que vaya en contra de éste principio sintomático de un enfermo espiritual, le va a causar repudio. Mientras todos los niños normales desean estudiar, a él sólo le interesa jugar; cuando todo el mundo ayuda en su hogar en las labores domésticas, para él es una carga tener que tender su cama, barrer o ayudar en la limpieza de su hogar; solo desea estar sentado comiendo o haciendo solo lo que le interesa, sin importarle si los que están en el hogar ya comieron o no, él trata egoístamente de solo llenarse y si, por alguna causa, no se le permite jugar, se le pone a servir en su hogar o se le indica que tiene que ser compartido, se resiente; piensa que se están metiendo en su libertad, que se le está cobrando lo que se le da, pues está trabajando sin una recompensa; o que sus padres son miserables cuando le piden que piense en los demás. A temprana edad dice que él no sirve para el estudio, pero tampoco para el trabajo, porque no encuentra uno a su gusto, ya que no acepta quien lo mande. Desea andar bien vestido, ir a buenos lugares, pero no hace ningún esfuerzo para ganárselo. Siempre ve en sus padres a los culpables de sus aparentes carencias. Cuando es mayor,

desea tener una mujer y casarse, pero la lleva a vivir con sus padres, inclusive les pide que los mantengan a los dos y, si alguno de ellos reclama su actitud, contesta diciendo que él no pidió venir a la vida; por lo tanto, sus padres tienen la obligación de darle todo lo que necesita, ya que él no está en esta vida por su gusto.

Esta manera de pensar es un impedimento para poder vivir congruentemente con la realidad, pues se es adulto, pero se piensa como niño. El Egoísmo, el Egocentrismo y el Egotismo son fuerzas que impiden el desarrollo normal de un individuo, dejándolo en un estado de infantilismo permanente, que no le va a permitir nunca enfrentarse a las responsabilidades de la vida. Buscará por todos los medios evadir las responsabilidades. Siempre buscará culpables y así, el triunfador, el dotado para poder vencer todos los obstáculos que la vida le pueda deparar, se convierte en un estéril para poder generar vida por sí mismo, pues es un parásito social altamente dependiente, resentido, muerto en vida, pues nunca, por su ceguera espiritual, podrá hacer uso de los dones de la Voluntad, de la Inteligencia y de la Libertad; será un sujeto, es decir, un ser, atado a todas sus impotencias, ignorante altamente emocional, que vivirá parecido a un animal movido por sus instintos; inútil, incapaz, inseguro, inmaduro, ingrato, inculto, insatisfecho y, por lo tanto, infeliz.

Page 4: El Fracaso Del Triunfador

Si compramos un automóvil, simultáneamente se nos entrega un Instructivo para la mejor conservación del mismo, sobre cada qué tiempo o cada cuántos kilómetros hacerle afinación al motor, etc. Si compramos una computadora, de igual forma lleva consigo un Instructivo sobre la forma de usarla y darle mantenimiento. Si compramos una licuadora de 10 velocidades, también trae un Instructivo para su mejor conservación. Sin embargo, cuando nace un niño no trae un Instructivo que nos diga de qué manera podemos lograr conservarle la vida al recién nacido y de qué forma prolongarla lo más posible.

Es probable que la Biblia cumpla con esa función pues, si bien es cierto que es un libro que narra la historia del hombre, también es cierto que proporciona los consejos necesarios para obtener una vida de calidad, tanto en el espíritu del hombre como en su cuerpo, que es el vehículo donde viaja él mismo. Este libro que instruye al hombre sobre cómo debe vivir para lograr una mejor calidad de vida y una vida más prolongada, es útil para gente normal, pero ¿De qué manera éste libro no cumple esa función en los seres anormales?

La pregunta anterior es con el fin de hacer notar que existen seres que por su esencia no caen dentro del término genérico de normalidad, pues se trata de seres que desde su nacimiento traemos una mayor sensibilidad y que somos personas que distorsionamos, por este simple hecho, la realidad en que vivimos: ya sea que la hacemos demasiado grande o que la minimizamos de tal forma que permanentemente nos hace vivir fuera del contexto que nos circunda, es decir, nuestra imaginaria se descoyunta y por lo tanto, todo lo que miramos a nuestro alrededor carece de la dimensión que debe tener, pues todo depende de la forma en que la haya tamizado a través de su mente el hipersensible. De tal suerte que los principios espirituales dogmáticos que establece el libro de libros llamado Biblia, por este simple hecho, no le ayuda en gran medida, puesto que al leerlo, éste será interpretado de acuerdo con esta

esencia, que lo hará distorsionar, en buena medida, las verdades que de él emanen. El extremo sentimiento de culpa en que vivimos nos hace sentir como gusanos, y si a eso le sumamos la fuerza de la palabra que emana de la Biblia, se caerá en un mayor remordimiento moral.

Por lo tanto, un ser hipersensible que desconoce su esencia, que no sabe que deforma la realidad en proporción directa de su mayor sensibilidad, los principios anteriores le serán sumamente abrumadores. Al ver su impotencia de poder practicarlos, o de lo contrario, los minimizará, de tal forma que no le dará importancia, porque considera que él no los necesita. Ambas circunstancias no son reales. Sin embargo, por esta manera de visualizar los principios que emanan de el libro, el hipersensible prefiere mejor no saber nada de los mismos, negándose con este hecho la oportunidad de poder encontrar un camino para tener una mejor calidad de vida y una vida más prolongada, condenándose a no tener Instructivo, no porque no exista, sino porque el que existe no funciona para su personalidad, nacida de una esencia muy especial. Su aprendizaje en el terreno espiritual será en forma empírica, a través de ir concientizando el dolor que le ha causado su conducta.

En el año de 1938 se publica el Libro Azul, libro de texto básico para los hipersensibles que, al no encontrar el por qué de su disfunción, tanto bioquímica como mental, quedamos predispuestos a encontrar un vehículo que nos pudiera proporcionar la seguridad que andábamos buscando y que nos hiciera funcionales. Habiendo encontrado para tal efecto el alcohol, elemento que nos permitió compensar de alguna manera la disfunción, solo que, dados los síntomas que presentamos este tipo de seres humanos, de ser obsesivos, compulsivos; la ingesta alcohólica dejó de ser moderada para convertirse en una obsesión tal que le quitó las pocas facultades volitivas que estaban al alcance del enfermo emocional. Dicho libro, de una manera sutil, pero sumamente enfática, mediante la transmisión de las

EL INSTRUCTIVO

Page 5: El Fracaso Del Triunfador

experiencias que proporciona el autor, hace ver que ésta personalidad que algunos seres humanos tenemos, responden a una enfermedad y que hay una solución, no para encontrar la normalidad en toda la extensión de la palabra, pues para que esto se diera se le tendría que cambiar la esencia de hipersensible, sino la de aceptar que se es diferente a la gente normal y, a partir de esta verdad, encontrar el camino para vivir, dentro de lo posible, en la búsqueda de principios que, de manera empírica, iremos encontrando cada uno de los enfermos, en la medida que logramos interiorizar el conocimiento de nuestra disfunción, así como de nuestra devastadora debilidad para enfrentarse a las circunstancias de la vida que, vistas a través de la lente que le proporciona su mayor sensibilidad, tenga la oportunidad de buscar, mediante herramientas que se proporcionan en el mismo libro, el tratar de vivir en el justo medio hasta donde humanamente sea posible o hasta donde tenga la capacidad y entrega de poder vivir de acuerdo con la práctica del programa que propone tanto los Doce Pasos, las Doce Tradiciones y los Doce Conceptos para el servicio, que le proporcionan al enfermo, tanto tratamiento como rehabilitación, y que forman parte del Instructivo que necesitan los anormales.