El Fútbol en La Literatura

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El Fútbol en la Literatura El fútbol es el deporte que más apasiona a multitudes, especialmente en países en que se lo práctica intensamente y que intervienen en copas intercontinentales y mundiales. Este deporte es tema de interés educativo, y ha inspirado a escritores que plasman en sus obras el fenómeno social, psicológico y sociológico que representa el fútbol, las hinchadas, los goles, los ídolos y la pasión de multitudes. Muchos son los escritores que se han ocupado del tema, como Eduardo Galeano, Mario Benedetti, Osvaldo Soriano, Eduardo Sacheri, José Cantero Verni, Roberto Fontanarrosa, Alejandro Dolina, Alejandro Apo y tantos otros. Presentamos en este sitio interesantes trabajos, proyectos y manifestaciones literarias sobre el tema. http://www.bibliotecasvirtuales.com/biblioteca/ elfutbolenlaliteratura/ Eduardo Galeano El Fútbol A Sol Y Sombra Y Otros Escritos «Todos los uruguayos nacemos gritando gol y por eso hay tanto ruido en las maternidades, hay un estrépito tremendo. Yo quise ser jugador de fútbol como todos los niños uruguayos. Jugaba de ocho y me fue muy mal porque siempre fui un .pata dura. terrible. La pelota y yo nunca pudimos entendernos, fue un caso de amor no correspondido. También era un desastre en otro sentido: cuando los rivales hacían una linda jugada yo iba y los felicitaba, lo cual es un pecado imperdonable para las reglas del fútbol moderno.» Eduardo Galeano Este libro rinde homenaje al fútbol, música en el cuerpo, fiesta de los

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El Fútbol en la Literatura

El fútbol es el deporte que más apasiona a multitudes, especialmente en países en que se lo práctica intensamente y que intervienen en copas intercontinentales y mundiales.

Este deporte es tema de interés educativo, y ha inspirado a escritores que plasman en sus obras el fenómeno social, psicológico y sociológico que representa el fútbol, las hinchadas, los goles, los ídolos y la pasión de multitudes.

Muchos son los escritores que se han ocupado del tema, como Eduardo Galeano, Mario Benedetti, Osvaldo Soriano, Eduardo Sacheri, José Cantero Verni, Roberto Fontanarrosa, Alejandro Dolina, Alejandro Apo y tantos otros.

Presentamos en este sitio interesantes trabajos, proyectos y manifestaciones literarias sobre el tema.

http://www.bibliotecasvirtuales.com/biblioteca/elfutbolenlaliteratura/

Eduardo Galeano

El Fútbol A Sol Y Sombra

Y Otros Escritos

 

«Todos los uruguayos nacemos gritando gol y por eso hay tanto ruido en las maternidades, hay un estrépito tremendo. Yo quise ser jugador de fútbol como todos los niños uruguayos. Jugaba de ocho y me fue muy mal porque siempre fui un .pata dura. terrible. La pelota y yo nunca pudimos entendernos, fue un caso de amor no correspondido.

También era un desastre en otro sentido: cuando los rivales hacían una linda jugada yo iba y los felicitaba, lo cual es un pecado imperdonable para las reglas del fútbol moderno.»

Eduardo Galeano

 

Este libro rinde homenaje al fútbol, música en el cuerpo, fiesta de los ojos, y también denuncia las estructuras de poder de uno de los negocios más lucrativos del mundo.

Hace unos meses en alguno de los grupos de interés que suelo frecuentar, un profesor dedicado al fútbol solicitó colaboración porque quería saber el origen de «la Chilena». Estamos hablando de una habilidad futbolística que consiste en arquearse hacia atrás y en el aire pegarle a la pelota con el pie. Se suele utilizar tanto para rechazar una pelota cuanto para sorprender en un remate al arco desde una posición inesperada. Recuerdo un gol de Enzo Franchescoli en un Torneo de Verano jugando para River y contra alguna selección europea. Y también un gol de chilena del Tano Novello contra San

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Lorenzo. Y un rechazo de Mouzo de chilena en plena área rodeado de atacantes.

Mientras consultaba el libro de Eduardo Galeano para contestar -con esa solidaridad por compartir el conocimiento que nos caracteriza a los adictos al correo electrónico- se me ocurrió cuántas cuestiones nos dedicamos a enseñar y de las cuales pareciera ser que sabemos muy poco.

El libro de Galeano permite acercarse a una mirada sobre el fútbol: sus mitos, su historia, sus personajes. En una galería que va desde Maradona a Pelé, pasando por Garrincha y Sanfilippo; desde los viejos enfrentamientos del fútbol rioplatense hasta los

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Roberto Fontanarrosa

"Aldo Pedro: el jugador hincha"

-Aldo, he descubierto que te amo.Aldo Pedro cesó de untarse sus melancólicos bigotes con bálsamo Sloan y miró a lo lejos, como pensando.-Ahora todos me quieren -musitó, ausente, mientras sorbía un sobrio trago de aceite verde.-No, no -insistió aquella voluptuosa mujer, yo siempre te he querido, siempre.Aldo Pedro echó hacia atrás la pluma que ornaba su sombrero de ala ancha y sacudió su melena de novio en el recuerdo. Rememoraba, tal vez, los insultos, rememoraba, quizás, las amenazas, las ofensas.-No es cierto -silabeó nuevamente.-Siempre, siempre -porfió la mujer, retorciendo con desesperación su ceñida blusa azul y oro-; yo nunca te protesté, ni te odié, ni pedí a Dios que te agarrara un cáncer, ni pedí a los rivales que te quebraran en cuatro, ni prometí no volver a la cancha hasta que te echaran a patadas del club, ni me amargué porque no te hiciste mierda con el auto en el bulevar Rondó...Aldo Pedro entrecerró sus pequeños ojos tornasolados, avezados en la búsqueda del intersticio esquivo, baqueanos en medir la distancia milimétrica del pase a Ramoncito, aguzador en la pesquisa constante de localizar espacios vacíos, o bien en detectar al Chango Gramajo, hábilmente oculto tras sus marcadores.-Mentira, vos me odiabas, me odiabas como todos...-No, no... te juro... nadie te odiaba, eran unos pocos apátridas, eran infiltrados en la hinchada, todos te quisimos siempre, te amamos siempre...Aldo Pedro acomodó su capa, su espada cantora y pareció escuchar. De lejos llegaba un coro celestial de querubines entonando el Opus 9, tocatta y fuga "Gol del Aldo". Recordaba, quizás, aquel remoto equipo de tercera, el de Pignani, el de Palma, y tantos otros que habían sido devorados por el túnel del tiempo, o de los vestuarios.-Mentira... todos me odiaban...-No digas eso, Aldo.La mujer entrelazó sus dedos expertos en lanzar confetti, globos, preservativos inflados y rompeportones, en los revueltos cabellos del Aldo. Sobre aquella cabeza legendaria, sobre ese endemoniado rulo izquierdo que volara un día, certero y cruel como un águila vengadora, hacia una pelota rauda, coqueta, ese endemoniado parietal izquierdo que golpeara el fútbol disparado desde la derecha y lo pusiera lejos, inesperado y seco, de la mano inmóvil de Fenoy, del griterío canalla del Monumental.-Es que has recorrido un largo camino muchacho -aventuró aquella mujer-; has cambiado mucho, ahora juegas para todos, corres, te prodigas...Aldo Pedro meneó apenas la cabeza. Recordaba, quizás, cuando don Miguel lo mandaba al muere, a buscar contra los laterales los pelotazos de los volantes, a dominar la pelota de alto, de espaldas al arco, con los dos marcadores centrales que le reventaban los riñones a rodillazos, que lo amasijaban contra la raya, cuando debía evitar el anticipo, dominar el fútbol y esperar que Gennoni no se estrellara contra un palo picando en diagonal hacia el centro, o el Oreja no le pidiera la pelota entre una manifestación de defensores; cuando después de todo eso, hecha la pausa que refresca, metido el toque justo, debía salir picando hacia el arco, hacia el gol, porque él era el número nueve, porque llevaba el número nueve en la espalda como una condena y los números nueve deben estar ahí, adelante carajo, que así jugaban Cagnotti, Potro, Guzmán, y no como este malnacido de Poy, que ojalá le dé un síncope en el medio de la cancha; cuando lo odiaban...

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-Mentira... -el último romántico se ajustó con morosa lentitud el suspensor-. Yo sé que ahora vendrán caras extrañas. Yo siempre me brindé, nunca pudieron decir de mí, como de otros talentosos, que jugaba cuando quería, ni que era cagón, ni que no quería la camiseta; sin embargo me odiaban, salvo un pequeño grupo al que miraban como descastados, como leprosos... no... como leprosos no, como apestados.-No es cierto, no es cierto -la mujer sollozaba doblada sobre el bombo-, eres amado, eres el gran ídolo viviente de Rosario, eres hermoso, no morirás nunca, y cuando mueras, en los partidos contra Ñul te sacaremos como al Cid, embalsamado, con la azul y oro, para que tiemblen las huestes del Parque...Aldo Pedro volvió a mirar hacia el horizonte, apartó con deliberado cariño a la mujer y sonrió apenas. El vaivén de su melena en los hombros eran las palmadas de un viejo amigo. Miró hacia ambos lados, como esperando el anticipo, y finalmente picó raudo. El centro podía llegar en cualquier momento.

Roberto Fontanarrosa

 

Mario Benedetti dedicó este poema a Maradona.

Hoy Tu Tiempo Es Real

Hoy tu tiempo es real, nadie lo inventaY aunque otros olviden tus festejosLas noches sin amos quedaron lejosY lejos el pesar que desalienta.

Tu edad de otras edades se alimentaNo importa lo que digan los espejosTus ojos todavía no están viejosY miran, sin mirar, más de la cuenta.

Tu esperanza ya sabe su tamañoY por eso no habrá quien la destruyaYa no te sentirás solo ni extraño.

Vida tuya tendrás y muerte tuyaHa pasado otro año, y otro añoLes has ganado a tus sombras, aleluya.

Mario Benedetti

Este poema de Rafael Alberti está dedicado al arquero húngaro Franz Platko.

Este arquero, atajando en el partido de Santander contra la Real Sociedad en la final de la Copa de España de 1928 recibe un fuerte golpe en la cabeza. No obstante esto, termina el partido con un importante vendaje y con gran profesionalismo.

Al gran oso rubio de Hungría

Ni el mar,Que frente a ti saltaba sin poder defenderte.Ni la lluvia, ni el viento, que era el que más rugía.

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Ni el mar, ni el viento, Platko,Rubio Platko de sangre,Guardameta en polvo,Pararrayos.No, nadie, nadie, nadie,Camisetas azules y blancas, sobre el aire.camisetas reales,contrarias, contra ti, volando y arrastrándote.Platko, Platko lejano,Rubio Platko tronchado,Tigre ardiente en la hierba de otro país,¡ Tú, llave, Platko, tú llave rota,llave áurea caída ante el pórtico áureo!No, nadie, nadie, nadie,Nadie se olvida, PlatkoVolvió su espalda el cielo.Camisetas azules y granas flamearon,apagadas, sin vientoEl mar, vueltos los ojos,se tumbó y nada dijo.Sangrando en los ojales,sangrando por ti, Platko,por tu sangre de Hungría,sin tu sangre, tu impulso, tu parada, tu saltotemieron las insignias.No, nadie, Platko, nadie,nadie se olvida.Fue la vuelta del marFueron diez rápidas banderasincendiadas sin freno.Fue la vuelta del viento.La vuelta al corazón de la esperanzaFue tu vuelta.Azul heroico y granamando el aire en las venasAlas, alas celestes y blancas,rotas alas, combatidas, sinplumas, encalaron la hierba.Y el aire tuvo piernas,tronco, brazos, cabeza.!Y todo por ti Platko,rubio Platko de Hungría!Y en tu honor, por tu vuelta,porque volviste el pulso perdido a la pelea,en el arco contrario al viento abrió una brecha.Nadie, nadie, se olvida.El cielo, el mar, la lluvia lo recuerdan.Las insignias.Las doradas insignias, flores de los ojales,cerradas, por ti abiertas.No nadie, nadie, nadie,nadie se olvida, Platko.Ni el final: tu salida,oso rubio de sangre,desmayada bandera en hombros por el campo.

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!Oh Platko, Platko, Platkotú tan lejos de Hungría!¿Que mar hubiera sido capaz de no llorarte?Nadie, nadie se olvida,no nadie, nadie, nadie.

Rafael Alberti

El estadio.

Ha entrado usted, alguna vez, a un estadio vacío? Haga la prueba. Párese en medio de la cancha y escuche. No hay nada menos vacío que un estadio vacío. No hay nada menos mudo que las gradas sin nadie. En Wembley suena todavía el griterío del Mundial del 66, que ganó Inglaterra, pero aguzando el oído puede usted escuchar gemidos que vienen del 53, cuando los húngaros golearon a la selección inglesa. El Estadio Centenario, de Montevideo, suspira de nostalgia por las glorias del fútbol uruguayo.

Maracaná sigue llorando la derrota brasileña en el Mundial del 50. En la Bombonera de Buenos Aires, trepidan tambores de hace medio siglo. Desde las profundidades del estadio Azteca, resuenan los ecos de los cánticos ceremoniales del antiguo juego mexicano de pelota. Habla en catalán el cemento del Camp Nou, en Barcelona, y en euskera conversan las gradas de San Mamés, en Bilbao. En Milán, el fantasma de Giuseppe Meazza mete goles que hacen vibrar al estadio que lleva su nombre. La final del Mundial del 74, que ganó Alemania, se juega día tras día y noche tras noche en el Estadio Olímpico de Munich. El estadio del rey Fahd, en Arabia Saudita, tiene palco de mármol y oro y tribunas alfombradas, pero no tiene memoria ni gran cosa que decir.

 

El hincha.

Una vez por semana, el hincha huye de su casa y asiste al estadio.

Flamean las banderas, suenan las matracas, los cohetes, los tambores, llueven las serpientes y el papel picado;

la ciudad desaparece, la rutina se olvida, sólo existe el templo. En este espacio sagrado, la única religión que no tiene ateos exhibe a sus divinidades. Aunque el hincha puede contemplar el milagro, más cómodamente, en la pantalla de la tele, prefiere emprender la peregrinación hacia este lugar donde puede ver en carne y hueso a sus ángeles, batiéndose a duelo contra los demonios de turno.

Aquí, el hincha agita el pañuelo, traga saliva, glup, traga veneno, se come la gorra, susurra plegarias y maldiciones y de pronto se rompe la garganta en una ovación y salta como pulga abrazando al desconocido que grita el gol a su lado. Mientras dura la misa pagana, el hincha es muchos. Con miles de devotos comparte la certeza de que somos los mejores, todos los árbitros están vendidos, todos los rivales son tramposos.

Rara vez el hincha dice: «hoy juega mi club». Más bien dice: «Hoy jugamos nosotros».

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Bien sabe este jugador número doce que es él quien sopla los vientos de fervor que empujan la pelota cuando ella se duerme, como bien saben los otros once jugadores que jugar sin hinchada es como bailar sin música.

Cuando el partido concluye, el hincha, que no se ha movido de la tribuna, celebra su victoria; qué goleada les hicimos, qué paliza les dimos, o llora su derrota; otra vez nos estafaron, juez ladrón. Y entonces el sol se va y el hincha se va. Caen las sombras sobre el estadio que se vacía. En las gradas de cemento arden, aquí y allá, algunas hogueras de fuego fugaz, mientras se van apagando las luces y las voces. El estadio se queda solo y también el hincha regresa a su soledad, yo que ha sido nosotros: el hincha se aleja, se dispersa, se pierde, y el domingo es melancólico como un miércoles de cenizas después de la muerte del carnaval.

 

El fanático.

El fanático es el hincha en el manicomio. La manía de negar la evidencia ha terminado por echar a pique a la razón y a cuanta cosa se le parezca, y a la deriva navegan los

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Fútbol y literatura, tres libros clásicos imprescindiblesPor DANIEL RIOBÓO BUEZO 

Hace no tanto existía el prejuicio de que no era posible hacer buena literatura

utilizando el fútbol, algo que ha sido desmentido en los últimos años con la incursión

de numerosos autores en el campo. Pero en España el fenómeno es más bien

reciente y en ocasiones obedece más a una publicación oportunista (libros sobre

Guardiola, Del Bosque o Mourinho) que a un trabajo concienzudo o autobiográfico. En

otras latitudes la literatura deportiva tiene más tradición y existen obras que son ya

prácticamente consideradas incunables en la materia. Vamos a ocuparnos de tres

obras que podrían componer la Santísima Trinidad de la literatura sobre fútbol. Dos

vienen desde Inglaterra, la cuna del fútbol, y la otra desde Uruguay, un país donde la

pasión por el deporte rey también es centenaria. Sirven para comprender lo que

significa este deporte más allá del terreno de juego pero también para disfrutar ya que

su calidad literaria es innegable, algo de lo que pueden presumir merecidamente.

“Fiebre en las gradas”, la sufrida vida del aficionado

Hoy en día ser aficionado del Arsenal es un orgullo, no tanto por los títulos, ya que

lleva años sin levantar una copa, pero sí por su fútbol estético y armonioso, no muy

competitivo en las grandes citas pero sí agradecido con el aficionado que acude al

flamante Emirates Stadium. Pero hubo un tiempo en el que el Arsenal no jugaba bien

sino burocráticamente, donde el 1-0 estaba a la orden del día y sus aficionados eran

auténticos sufridores. Uno de ellos era el autor del libro, Nick Hornby, que

en “Fiebre en las gradas” (1992)   a través de un ejercicio semi autobiográfico

ofrecía un documentado día a día de un aficionado cuya vida, profesional y hasta

sentimental, se ve afectada por lo que le ocurre a su equipo y cuyos destinos parecen

unidos por una pasión o incluso por algo más fuerte, una auténtica forma de vida. El

libro destila ironía y contribuyó a que el fútbol empezara a salir del círculo de los

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aficionados para llegar a otros ámbitos de la sociedad y es una declaración de amor a

este deporte a la que siguen enganchándose los aficionados veinte años después. El

autor de “Alta fidelidad” consiguió que“Fiebre en las gradas” se convirtiera en

un clásico moderno de la literatura deportiva y que fue incluso trasladado con éxito a

la pantalla en la película “Fuera de juego” (David Evans, 1997). 

“El fútbol contra el enemigo”, cuando la política invade el

juego

Viajar  por todo el mundo para conocer de primera mano cómo el fútbol puede tener

una importancia capital en muchos países y cómo los gobiernos lo utilizan para hacer

política. Es la misión que se propuso Simon Kuper, un periodista y aventurero

inglés (aunque nacido en Uganda) que estuvo durante casi un año recorriendo el

mundo para entrevistar a ex futbolistas, entrenadores, aficionados, periodistas y

políticos para empaparse y comprobar que, más allá del mero juego, el fútbol es algo

mucho más importante en la mayoría de países. Después contó todo lo vivido,

escuchado y aprendido en “El fútbol contra el enemigo” (1994).  A través

de la mirada de Kuper podemos constatar cómo la rivalidad surgida tras la II guerra

mundial entre Holanda y Alemania ha sido trasladada al terreno de juego en cruentas

batallas así como comprobar el poder del fútbol en la independencia de las repúblicas

bálticas, cómo el fútbol simboliza la rivalidad histórica entre católicos y protestantes

entre los dos grandes equipos de Escocia o lo que significa el Barça como símbolo de

Cataluña. Sus viajes también le llevaron a conocer el fútbol africano en Camerún, su

significado casi religioso en Brasil y Argentina o la importancia que tuvo en los

enfrentamientos entre croatas y serbios para concluir su periplo en el mundial de

Estados Unidos 1994 comprobando su universalidad absoluta. Y en todos los sitios a

los que fue, Kuper pudo comprobar de primera mano que el fútbol y la política están

tan conectados que a veces es difícil separarlos. El libro fue publicado en Reino Unido

hace casi veinte años pero la edición española es de 2012 y está prologada por

Santiago Segurola. Se trata de un clásico que no pierde vigencia con el paso de los

años y que todo aquel interesado en comprender la dimensión global del fútbol

debería leer.

 

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“El fútbol a sol y sombra”, la función social y la relación del

fútbol con el poder

Hay un lugar común que dice que Uruguay es un país de tres millones de futbolistas.

El estereotipo es exagerado pero se trata de uno de los países con mayor tradición y

pasión por el deporte rey y con un palmarés envidiable (dos mundiales y 15 Copas

América) y sus escritores no podían ser menos. Uno de los más ilustres es Eduardo

Galeano. En “El fútbol a sol y sombra” (1995) el autor de “Las Venas

abiertas de América Latina”homenajea al fútbol haciendo con las manos lo

que le hubiera gustado conseguir con los pies. Con una mezcla de sentimiento e

idealismo y una indisimulada pasión explica las bases del juego siempre con

originalidad y describe a sus protagonistas mientras inscribe el fútbol paralelamente a

la evolución de la historia en el siglo veinte en un libro lleno de curiosidades

sorprendentes. El escritor uruguayo impregna el relato de recuerdos personales pero

a la vez buscando su influencia social e incluso denunciando las estructuras de poder

de un deporte que también es un lucrativo negocio. Galeano ofrece un fresco personal

e imprescindible para comprender la esencia y la pasión que es capaz de generar

este deporte pero también sus lazos con la sociedad y el poder.

Aviso que no todo son palabras amables, aunque Albert Camus dice algo tan bonito como

“Todo cuanto sé con mayor certeza sobre la moral y las obligaciones de los hombres, se lo

debo al futbol”, ahí está Jorge Luis Borges para contratacar con “El fútbol es popular

porque la estupidez es popular”. ¡Veamos más frases sobre el fútbol de otros 13

escritores fundamentales!

1. “A mí siempre me pareció más interesante marcar un autogol que un gol. Un

gol, salvo si uno se llama Pelé, es algo eminentemente vulgar y muy descortés

con el arquero contrario, a quien no conoces y que no te ha hecho nada,

mientras que un autogol es un gesto de independencia.” – Roberto Bolaño.

2. “Decir que pagaron para ver a 22 mercenarios dar patadas a un balón es como

decir que un violín es madera y tripa, y Hamlet, papel y tinta” – J. B. Priestly.

3. “El culto hispánico religioso ha cedido paso a una nueva fe, en la que los

sacerdotes emergen desde una cavidad subterránea y ofician con el pie” – José

Luis Sampedro.

4. “Fútbol, un deporte en el que todo el mundo sale herido y cada nación tiene su

propio estilo de juego le que parece injusto a los extranjeros” – George

Orwell.

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5. “El rugby es un juego de bárbaros practicado por caballeros; el fútbol, un juego

de caballeros practicado por bárbaros”- Oscar Wilde.

6. “Vale, publicar un libro y lanzar una película está muy bien, pero que el

Tottenham le gane 3-2 al Manchester United no tiene precio” – Salman

Rushdie.

7. “Me enamoré del fútbol igual que más tarde me enamoré de las mujeres: de

repente, inexplicablemente, sin crítica, sin pensar en el dolor o los trastornos

que traería consigo” – Nick Hornby.

8. “En el fútbol todo se complica por la presencia del otro equipo” – Jean Paul

Sartre.

9. “Sé cuál es el atractivo del fútbol. Es el único deporte que habitualmente se

decide por un tanto así que la presión en el momento es más intensa en fútbol

que en cualquier otro deporte” – Martin Amis.

10.“He estado jugueteando durante décadas con la idea de escribir sobre un linier

de fútbol: un tío (ahora también puede ser una mujer) que es periférico,

necesario y poco valorado” – Julian Barnes.

11.“Cinco días son para trabajar, como dice la Biblia. El séptimo día es para el

Señor, tu Dios. El sexto día es para el futbol” – Anthony Burgess.

12.“En su vida, un hombre puede cambiar de mujer, de partido político o de

religión, pero no puede cambiar de equipo de futbol” – Eduardo Galeano.

13.“La vida no es sino un partido de fútbol” – Walter Scott.http://www.libropatas.com/libros-literatura/15-citas-sobre-futbol-de-escritores-imprescindibles/

El fútbol tiene la significación de una guerra sin muertos, pero con conflicto. Con drama,

reflexión e ironía. Y amalgama a la familia, cosa que no consigue la política.

Osvaldo Soriano

Frases de Osvaldo Soriano »

Creo que si no se entiende que esto es una pasión, y las pasiones son bastantes

inexplicables, no se entiende nada de lo que pasa en el fútbol.

Roberto Fontanarrosa

Algunos de los momentos más emocionantes de mi vida los he vivido con el fútbol. Tiene un

elemento de representación que le emparenta con el teatro y el cine; y la solidaridad y el

empeño común que tiene el juego es un trasunto beneficioso y pacífico de las batallas. Si no

existiera el fútbol probablemente habría más peleas.

Javier Marías

Frases de Javier Marías »

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El fútbol que vale es el que uno guarda en el recuerdo.

Roberto Fontanarrosa