El Gatro Negro

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Ismael Cuevas IV°C El Gato Negro Nunca pensó que una decisión tomada tan a la ligera le estuviera causando tanto problema. Se repetía una y otra vez: “¿Porque a mí?... ¿Por qué?... ¡Qué suerte tengo!” Terminaba gritando irónicamente. Todo había comenzado una tarde, al llegar a su casa en la que encontró a un gato negro, famélico, casi a punto de llegar a la muerte. Le dio un plato con leche. “Ojalá no muera” pensó en ese instante. Al día siguiente, se encontró ante la puerta de su casa a dos gatos. Pudo reconocer al del día anterior que había vuelto. Les dio de comer y se dijo para sí “No les volveré a dar que comer. Me dejarán sin comida.” Ahora que ya habían pasado las semanas no sabía qué hacer con tantos gatos. Habían logrado entrar en su casa y se estaban comiendo todo. Tenía cada vez más miedo a que al otro día no lo dejaran entrar. “Me iré” se dijo. Ordenó sus cosas en una mochila y salió de la casa. Caminó por las calles, fue a visitar a un amigo, pero, según la mujer que lo recibió, él ya no vivía ahí. Se sentó en un parque, para contemplar la noche, y mientras la tristeza y la soledad lo invadían, se encontró con que un centenar de gatos negros lo contemplaban. Llegó después de un largo rato de espera. La miro a los ojos y sus ojos lo miraron. “Tus ojos se parecen a los de él” le dijo la muchacha al gato negro que estaba sentado adelante de su puerta. Él recordó aquellos momentos en los que alguna vez la amó. Ahora no podía, se había convertido en un animal, por el propio embrujo de su egoísmo. Recordó lo solo que había estado desde que la dejó. No había visitado a sus

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Ismael Cuevas IVCEl Gato NegroNunca pens que una decisin tomada tan a la ligera le estuviera causando tanto problema. Se repeta una y otra vez: Porque a m?... Por qu?... Qu suerte tengo! Terminaba gritando irnicamente.Todo haba comenzado una tarde, al llegar a su casa en la que encontr a un gato negro, famlico, casi a punto de llegar a la muerte. Le dio un plato con leche. Ojal no muera pens en ese instante. Al da siguiente, se encontr ante la puerta de su casa a dos gatos. Pudo reconocer al del da anterior que haba vuelto. Les dio de comer y se dijo para s No les volver a dar que comer. Me dejarn sin comida.Ahora que ya haban pasado las semanas no saba qu hacer con tantos gatos. Haban logrado entrar en su casa y se estaban comiendo todo. Tena cada vez ms miedo a que al otro da no lo dejaran entrar. Me ir se dijo. Orden sus cosas en una mochila y sali de la casa. Camin por las calles, fue a visitar a un amigo, pero, segn la mujer que lo recibi, l ya no viva ah. Se sent en un parque, para contemplar la noche, y mientras la tristeza y la soledad lo invadan, se encontr con que un centenar de gatos negros lo contemplaban. Lleg despus de un largo rato de espera. La miro a los ojos y sus ojos lo miraron. Tus ojos se parecen a los de l le dijo la muchacha al gato negro que estaba sentado adelante de su puerta. l record aquellos momentos en los que alguna vez la am. Ahora no poda, se haba convertido en un animal, por el propio embrujo de su egosmo. Record lo solo que haba estado desde que la dej. No haba visitado a sus padres ni a sus amigos, si es que as los hubiera podido llamar. La mujer contemplaba aquella escena tan extraa: una cantidad innumerable de gatos negros la esperaban en la puerta de su casa. Saba bien que no era normal que eso pasara, pero tambin saba que no era ms que un simple castigo para ella, y que le haba pasado a l tambin, y que seguira pasando hasta que cada hombre en este mundo vuelva a su estado animal.