El Hermeneuta

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Nos apremia sentir que estar en el mundo sirve de algo tanto para nosotros mismos como para los demás. En estos momentos de la historia en que la realidad se ve turbada, crisis económica mundial, guerra inhumana en Palestina, confrontación política violenta en Venezuela. Con todo ello, necesitamos sentir y saber que mi lugar en el mundo, aquí, tiene sentido y vale la pena estar en él. En esta realidad los hombres y mujeres de hoy nos vemos para hacer la vida. Es ella la que nos interesa. O la vivimos o se nos pasa. Vamos a carrera con el tiempo. Nos lleva de la mano, caminamos con él o nos quedamos, él vive su propio curso, no se detiene. Lo cierto es que mientras estemos en este mundo moviéndonos hacemos la vida, cargando con ella o no, en esta nuestra propia situación. Caminando o parados la vida se hace, encargándome de ella la construyo, y el símbolo es el camino. Estamos obligados a pensarnos en nuestro contexto. Pensamos la realidad y nuestra vida. El hombre es un intérprete. Todo lo hace sostenido por algún sentido. Se mueve entre su vida (piensa, siente y hace) y la realidad (que ve, le toca, le afecta, le sorprende) frente a sí, es un hermeneuta. Se las arregla para ser feliz en su propio escenario, pues sin algo de ello no se sostiene la existencia. Aunque nuestro vivir es un constante interpretar, no es fácil descifrar la y mi propia realidad. Siempre ella nos desborda, como desbordamos a nosotros mismos. Entre las múltiples herramientas posibles útiles para discernir, los cristianos tenemos la Palabra de Dios, no sólo como herramienta sino como el elemento de nivel más profundo para sumergirnos en la hondura de la vida. Cómo hacer cuando Dios nos habla por medio de su Palabra. La Palabra escrita que leemos o escuchamos siendo Palabra de Dios sigue la estructura de un texto escrito. Paul Ricoeur quiere rescatar y respetar al texto mismo. Rescatar

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Nos apremia sentir que estar en el mundo sirve de algo tanto para nosotros mismos como para los demás. En estos momentos de la historia en que la realidad se ve turbada, crisis económica mundial, guerra inhumana en Palestina, confrontación política violenta en Venezuela. Con todo ello, necesitamos sentir y saber que mi lugar en el mundo, aquí, tiene sentido y vale la pena estar en él.

En esta realidad los hombres y mujeres de hoy nos vemos para hacer la vida. Es ella la que nos interesa. O la vivimos o se nos pasa. Vamos a carrera con el tiempo. Nos lleva de la mano, caminamos con él o nos quedamos, él vive su propio curso, no se detiene. Lo cierto es que mientras estemos en este mundo moviéndonos hacemos la vida, cargando con ella o no, en esta nuestra propia situación. Caminando o parados la vida se hace, encargándome de ella la construyo, y el símbolo es el camino.

Estamos obligados a pensarnos en nuestro contexto. Pensamos la realidad y nuestra vida. El hombre es un intérprete. Todo lo hace sostenido por algún sentido. Se mueve entre su vida (piensa, siente y hace) y la realidad (que ve, le toca, le afecta, le sorprende) frente a sí, es un hermeneuta. Se las arregla para ser feliz en su propio escenario, pues sin algo de ello no se sostiene la existencia.

Aunque nuestro vivir es un constante interpretar, no es fácil descifrar la y mi propia realidad. Siempre ella nos desborda, como desbordamos a nosotros mismos. Entre las múltiples herramientas posibles útiles para discernir, los cristianos tenemos la Palabra de Dios, no sólo como herramienta sino como el elemento de nivel más profundo para sumergirnos en la hondura de la vida.

Cómo hacer cuando Dios nos habla por medio de su Palabra. La Palabra escrita que leemos o escuchamos siendo Palabra de Dios sigue la estructura de un texto escrito. Paul Ricoeur quiere rescatar y respetar al texto mismo. Rescatar el patrimonio que el texto trae y nos obsequia, pero respetar el texto en cuanto a su distancia con relación al lector. Buscar en el texto mismo, de una parte, la dinámica interna que preside a la estructuración de la obra, y de otra parte, a la potencia de la obra a proyectarse fuera de si misma y engendrar un mundo que sería propiamente la cosa del texto.

Presento una reseña general del autor, luego hago referencia a la experiencia del encuentro que he tenido al enfrentarme con Paul Ricoeur, por último me limito prácticamente a hacer un resumen del artículo leído.

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Referencia general del autor.

Los primeros años de Ricoeur estuvieron marcados por dos hechos principales. El primero fue que nació en una devota familia protestante, convirtiéndose así en miembro de una minoría religiosa en la católica Francia. El segundo, que su padre murió en 1915 en la Primera Guerra Mundial, cuando Ricoeur tenía solamente dos años de edad. Como consecuencia, fue educado por su tía en Rennes con una pequeña pensión asignada por su condición de huérfano de guerra. Ricoeur era un muchacho intelectualmente precoz y amante de los libros, cuya inclinación hacia el estudio fue incentivada por el énfasis de su familia protestante sobre el estudio de la Biblia. En 1933 Ricœur se licenció por la Universidad de Rennes y en 1934 comenzó sus estudios de filosofía en la Sorbona, donde fue influido por Gabriel Marcel. En 1935 se licenció en filosofía, presagiando un futuro brillante a pesar de sus orígenes provincianos.

La Segunda Guerra Mundial interrumpió la carrera de Ricoeur, y en 1939 fue movilizado para servir en el ejército francés. Su unidad fue capturada durante la invasión alemana de Francia en 1940, y pasó los cinco años siguientes como prisionero de guerra. En su campo de detención se encontraron otros intelectuales como Mikel Dufrenne, que organizó lecturas y clases de tal rigor que el campo fue acreditado por el gobierno de Vichy como institución con capacidad de otorgar títulos universitarios. Durante esta época leyó a Karl Jaspers, quien habría de tener gran influencia sobre él. Inició también una traducción de las Ideas de Edmund Husserl.

Paul Ricoeur ha tenido un gran recorrido intelectual de mucho renombre muy reconocido. Presento un poco sus obras más destacadas. La voluntad (Lo voluntario y lo involuntario, 1950; Historia y Verdad (1955); Finitud y culpabilidad, 1960). Es también autor de Karl Jaspers y la filosofía de la existencia (1947), De la interpretación. Ensayo sobre Freud (1965), El conflicto de las interpretaciones (1969), La metáfora viva (1975), la trilogía Tiempo y relato (1981-1987), El sí mismo como otro (1990), Amour et justice (1993) y Lectures I, II y III (1993, 1994 y 1994), memoria, historia y olvido (2000).

La obra que he tomado pertenece a la segunda etapa de su vida, como dice: que se distinguen tres etapas conectadas por los dos desplazamientos de la hermenéutica, del símbolo al texto y del texto a la acción. La primera desarrollada en las publicaciones de los años 60 y 75, va de una antropología del hombre falible a una hermenéutica del símbolo cuyo lema es “creer para comprender, comprender la creencia”. La segunda

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representada por los años 75 al 90, se desplaza de la hermenéutica del símbolo a la hermenéutica del texto bajo el lema de “comprenderse ante el texto”1.

Se puede notar en sus obras una evolución en su pensamiento y una madurez en su reflexión. Eso lo hizo un autor de gran respeto. Tomo su obra “Del texto a la acción”. Dentro de ella he tomado el artículo “Hermenéutica filosófica y hermenéutica Bíblica”. No leí toda la obra. No es fácil de comprender el autor. He tenido en mis manos otros textos: “El sí mismo como, Caminos del reconocimiento, Ideología y Utopía”. He tenido la experiencia de tener que leer varias veces el artículo, dejarlo reposar y luego repasarlo para comprenderlo.

Mu quedé muy corto para comprender a qué quiere responder el autor con este libro, no sólo con esta obra sino con su pensamiento. Para comprender el autor hay una labor grande a realizar. No sólo leer sus escritos, sino estudiarlo dentro del contexto de Gadamer y Habermas. Para ello hay que estudiar estos autores, que también tienen una competencia intelectual y que no son fáciles de entender.

HERMENÉUTICA FILOSÓFICA Y HERMENÉUTICA BÍBLICA

La SE constituye en su totalidad un texto. Como texto obedece a características propias de las obras escritas. Paul Ricoeur2 aplica las categorías hermenéuticas de todo texto a la Palabra de Dios, puesto que ésta, sin dejar de ser Palabra divina, es tal. Sin embargo, descubre una particularidad. Que la hermenéutica bíblica siendo una hermenéutica regional con relación a la filosófica constituida en hermenéutica general, se revierte presentando características tan originales que subordina la hermenéutica filosófica como su propio órganon.

Aplica cuatro categorías de la hermenéutica general. Estas cuatro categorías él las desarrolla en su libro que hemos tomado para el trabajo.

1. Las formas del discurso bíblico. (Cause por el que fluye la revelación).

La revelación de Dios no está reducida a su palabra escrita. Pero cuando se trata de la revelación en la palabra escrita, ésta contiene aquélla. Si queremos saber lo que Dios nos quiere decir por medio de su palabra, ella lo contiene. Es la revelación de Dios supeditada a la palabra escrita y ésta hablándonos de Dios mismo. Esto lo sintetiza muy bien Gadamer con una frase “ésta (la palabra) sale como fiadora de aquello sobre lo que se habla”3.

Toda palabra escrita tiene su estructura y forma: poesía, literatura, etc. Lo que se dice se dice por medio de ello. Lo expresado está en su modo. El modo contiene lo 1 FERRERA, Ricardo. Paul Ricoeur (1913-2005). Sus aportes a la Teología. En, Revista de Teología, Tomo XLIII, Nº 89, Abril 2006, p. 14.2 RICOEUR, Paul. Del Texto a la acción. Hermenéutica filosófica y Hermenéutica bíblica. Fondo de Cultura Económica, 2006, p. 111-123.3 GADAMER, Hans-Geor. Antología. Sígueme, Salamanca. 2001, p. 115.

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expresado. Lo que dijo en poesía lo digo poéticamente. De igual manera con la palabra divina. Lo que la palabra de Dios contiene es inseparable de la forma del discurso: Pentateuco, evangelios, parábola, himno, etc. La interpretación teológica del AT o NT no puede considerar ajena la categoría narrativa del contenido transmitido. Lo contenido transmitido en la palabra escrita se encuentra todo bajo la forma de un determinado modo de escritura. Entonces cada forma de discurso suscita un estilo de confesión de fe, y ésta a su vez es inseparable de la estructura del relato. Encontramos afinidad entre una forma de discurso y una cierta modalidad de confesión de fe.

Cuando ponemos unas formas del discurso al frente o al lado de otras saltan naturalmente las diferencias, las tensiones y los contrastes, como la narración y la profecía, etc. Cada una de las estructuras, aunque haya contrastes, contribuye a engendrar la figura global del sentido, en este caso del sentido teológico.

2. Habla y Escritura.

Habla y escritura son y tienen una relación intrínseca. Una debe su existencia en el tiempo a la otra. Se quiere alertar a la hermenéutica bíblica sobre una teología de la Palabra que no incluya el paso del habla a la escritura. El habla precede a la escritura, pero a su vez se relaciona con una escritura que interpreta: el propio Jesús interpreta la Torá. Aquí nos encontramos con el testimonio y con la interpretación del testimonio, que contiene ya el elemento de distanciamiento que hace posible la escritura. A su vez, la nueva interpretación no sólo está ligada a una escritura anterior a la que interpreta, sino que la convierte también en una nueva escritura. Esta dinámica tiene su límite, que es el canon, constituyendo la escritura acabada.

Lo que parece primero es la cadena habla-escritura-habla o bien escritura-habla-escritura. Esta cadena es la condición de posibilidad de una tradición en el sentido fundamental de transmisión de un mensaje. Antes de ser agregada a la escritura como fuente complementaria, la tradición es la dimensión histórica del proceso que encadena habla y escritura, escritura y habla. La escritura aporta el distanciamiento, que aleja el mensaje del hablante, de su situación inicial y de su destinatario primitivo. Gracias a la escritura, el hablante se extiende hasta nosotros y nos alcanza con su sentido y con la cosa del cual se trata, no ya con la voz que emite.

3. El ser nuevo y la cosa del texto.

La cosa del texto es el objetivo, es el mundo que el texto despliega ante sí. Nos encontramos con que la primera etapa entre la explicación y la autocomprensión, el despliegue del mundo del texto y la primera tarea de la hermenéutica no es suscitar la decisión en el lector, sino dejar que se despliegue el mundo de ser (reino de Dios) que es la cosa del texto bíblico, “el mundo nuevo implicado en los textos bíblicos. Lo que debe ser interpretado de un texto es el proyecto de un mundo que podríamos habitar

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y en el que podríamos proyectar nuestros posibles más propios”4. En segundo lugar, el ser nuevo que ella dice y que despliega, es él mismo revelador al mundo, a la realidad toda. Ya entre la relación con el tercer elemento, como se trata de un mundo, de una totalidad de significados, el mundo bíblico tiene aspectos cósmicos, comunitarios, históricos-culturales y personales. El mundo del texto es mundo proyectado, que se distancia poéticamente de la realidad cotidiana. Lo proyectado apela nuestros posibles más propios, de allí que el hombre se comprenda delante del texto, que es el cuarto elemento.

4. La constitución hermenéutica de la fe bíblica.

La fe bíblica está constituida por el ser nuevo que es la cosa del texto. A su vez se advierte que la fe bíblica no podría ser separada del movimiento de la interpretación que la eleva al lenguaje. Lo concretado por el lenguaje en el texto, que es la cosa del texto, ayuda a la fe.

El lector se comprende delante del texto apropiándoselo y se comprende por la distancia5. El comprenderse delante del texto lleva consigo una crítica de las ilusiones del sujeto y precisamente porque el sujeto se lleva a sí mismo en el texto, una crítica de sí mismo forma parte de su autocomprensión delante del texto. Este es el aspecto negativo que genera el texto cuando se le relaciona con la imaginación, que también la genera el texto en aspecto positivo. El texto abre posibilidades nuevas, que es la obra misma en mí de la cosa del texto. Variaciones imaginativas, juego, metamorfosis, son expresiones que intentan circunscribir un fenómeno fundamental: que es en la imaginación donde primero se forma en mí el ser nuevo. La imaginación es esta dimensión de la subjetividad que responde al texto como Poema. El papel que juega la imaginación en el ser de la cosa del texto es análogo al papel que juega la fantasía para el investigador que habla Gadamer. “La fantasía no significa aquí una vaga facultad anímica de imaginar cosas, sino que tiene una función hermenéutica y está al servicio del sentido de lo cuestionable, de la capacidad de suscitar cuestiones reales, productivas…”6.

Cuando el distanciamiento de la imaginación responde al distanciamiento que la cosa del texto profundiza en el corazón de la realidad, una poética de la existencia responde a la poética del discurso. En la línea de una hermenéutica que parte del texto y de la cosa del texto, sostengo que el texto habla en primer lugar a mi imaginación, proponiendo las figuras de liberación.

4 FERRERA, Ricardo. Op,m cit., p. 26.5 RICOEUR, Paul. Op., cit., p. 109.6 GADAMER, Hans-Geor. Antología. Sígueme, Salamanca. 2001, p. 94.