El hombre de la máscara de hierro · San Pablo , en París, con el ... La verdad es que las...
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Diversoshistoriadoresyescritoreshanrelatadocómofuelamisteriosavidade«Elhombredelamáscaradehierro».ElprincipalfueVoltaire,quienestandoenlaBastillaencalidaddereo,recibió narraciones de presos más antiguos que hablaban de la existencia del misteriosopersonaje.Segúnlaleyenda,elpersonajemurióen1703yfueenterradoenelcementeriodeSanPablo,enParís,conelpseudónimodeMarchiali,perosuverdaderonombreylasrazonesporlascualeshabíasidoencerradoeranconsideradossecretodeEstado.
Algunos le consideran origen de una unión entre Ana de Austria y el Cardenal Mazarino, ocomo hijo fuera delmatrimonio deCarlos II, de Inglaterra. Con el tiempo, tales argumentoscontribuyeronaabonarelmitodesuexistencia.
AlejandroDumasnarraqueelhombredelamáscaradehierroprobablementeeraunhermanodeLuisXIV,deFrancia,nacidogemelo,oderelacionesextramatrimonialesdeAnadeAustriaconelcondedeBuckingham,loqueleañadiólaimaginaciónpopularalasunto.
Ademásesésta laobraen laseven juntosporúltimaveza loscélebresD’Artagnan,Athos,PorthosyAramis.
AlexandreDumas
ElhombredelamáscaradehierroePubr1.0
IbnKhaldun10.06.13
Títulooriginal:L’hommeaumasquedeferAlexandreDumas,1847Traducción:M.AngelonyE.deInza
Editordigital:IbnKhaldunePubbaser1.0
Trescomensalesadmiradosdecomerjuntos
AlllegarlacarrozaantelapuertaprimeradelaBastilla,separóaintimacióndeuncentinela,peroencuantoD’Artagnan hubo dicho dos palabras, levantóse la consigna y la carroza entró y tomóhacia elpatiodelgobierno.
D’Artagnan,cuyamiradadelinceloveíatodo,aunaltravésdelosmuros,exclamóderepente:—¿Quéveo?—¿Quéveis,amigomío?—preguntóAthoscontranquilidad.—Miradalláabajo.—¿Enelpatio?—Sí,pronto.—Veounacarroza;habrántraídoalgúndesventuradopresocomoyo.—Apostaríaqueesél,Athos.—¿Quién?—Aramis.—¡Qué!¿Aramispreso?Nopuedeser.—Yonoosdigoqueestépreso,puesenlacarrozanovanadiemás.—¿Quéhaceaquí,pues?—Conoce al gobernador Baisemeaux —respondió D’Artagnan con socarronería—. Llegamos a
tiempo.—¿Paraqué?—Paraver.—Siento de veras este encuentro —repuso Athos—. Al verme, Aramis se sentirá contrariado,
primeramentedeverme,yluegodeservisto.—Muybienhablado.—Pordesgracia,cuandounoencuentraaalguienenlaBastilla,nohaymododeretroceder.—Semeocurreuna idea,Athos—repusoelmosquetero—,hagamosporevitar lacontrariedadde
Aramis.—¿Dequémanera?—Haciendo lo que yo os diga, o más bien dejando que yo me explique a mi modo. No quiero
recomendarosquemintáis,puesosseríaimposible.—¿Entonces?…—Yomentirépordos,comogascónquesoy.
Athossesonrió.Entretantolacarrozasedetuvoalpiedelapuertadelgobierno.—¿Deacuerdo?—preguntóD’Artagnanenvozqueda.Athoshizounaseñalafirmativaconlacabeza,y,juntoconD’Artagnan,echóescaleraarriba.—¿Porquécasualidad?…—dijoAramis—.Esoibayoapreguntaros—interrumpióD’Artagnan.—¿Acasonosconstituimospresostodos?—exclamóAramisesforzándoseenreírse.—¡Je, je!—exclamóelmosquetero—.Laverdadesque lasparedeshuelen aprisión, que apesta.
SeñordeBaisemeaux,supongoquenohabéisolvidadoqueelotrodíameconvidasteisacomer.—¡Yo!—exclamóelgobernador.—¡Hombre!noparecesinoqueostomadesorpresa.¿Vosnolorecordáis?Baisemeaux,miró aAramis, que a su vez lemiró también a él, y acabó por decir con tartamuda
lengua:—Esverdad…mealegro…pero…palabra…queno…¡Malditaseamimemoria!—Deesotengoyolaculpa—exclamóD’Artagnanhaciendoqueseenfadaba.—¿Dequé?—Deacordarmeporloqueseve.—No os formalicéis, capitán—dijo Baisemeaux abalanzándose al gascón—. Soy el hombre más
desmemoriadodelreino.Sacadmedemipalomar,ynosoybuenoparanada.—Bueno, el caso es que ahora lo recordáis, ¿no es eso? —repuso D’Artagnan con la mayor
impasibilidad.—Sí,lorecuerdo—respondióBaisemeauxtitubeando.—FueenpalaciodondemecontasteisquéséyoquecuentosdecuentasconlosseñoresLouvieresy
Tremblay.—Ya,ya.YrespectoalasatencionesdelseñordeHerblayparaconvos.—¡Ah!—exclamó Aramis mirando de hito en hito al gobernador—. ¿Y vos decís que no tenéis
memoria,señorBaisemeaux?—Sí, esto es, tenéis razón —dijo el gobernador interrumpiendo a D’Artagnan—. Os pido mil
perdones. Pero tened por entendido señor de D’Artagnan que, convidado o no, ahora y mañana, ysiempre, sois el amo de mi casa, como también lo son el señor de Herblay y el caballero que osacompaña.
—Estoyalodabayoporsobreentendido—repusoD’Artagnan—.Ycomoestatardenadatengoquehacerenpalacio,veníaparacatarvuestracomida,cuandoporelcaminomeheencontradoconelseñorconde.
Athosasintióconlacabeza.—Puessí,el señorconde,queacababadeveral rey,mehaentregadounaordenqueexigepronta
ejecución;ycomonosencontrábamosaquícerca,heentradoparaestrecharoslamanoypresentarosalcaballero,dequienmehablasteistanventajosamenteenpalaciolanochemismaenque…
Yasé,yasé.ElcaballeroeselcondedeLaFere,¿noesverdad?—Elmismo.—Bienllegadoseaelseñorconde—dijoBaisemeaux.—Sequedaacomerconvosotros—prosiguióD’Artagnan—mientrasyo,voyadondeme llamael
servicio.—YsuspirandocomoPorthospudierahaberlohecho,añadió—:¡Ohvosotros,felicesmortales!—¡Qué!, ¿os vais? —dijeron Aramis y Baisemeaux a una e impulsados por la alegría que les
proporcionabaaquellasorpresa,yquenofueechadaensacorotoporelgascón.—Enmilugarosdejouncomensalnobleybueno.—¡Cómo!—exclamóelgobernador,¿osperdemos?—Ospidounahorauhoraymedia.Estarédevueltaalospostres.—Osaguardaremos—dijoBaisemeaux.—Medisgustaríais.—¿Volveréis?—preguntóAthosconacentodeduda.—Sí—respondióD’Artagnan estrechando confidencialmente lamano a su amigo. Y en voz baja,
añadió—:Aguardadme,ponedbuenacara,ysobretodonohabléismásquedecosastriviales.BaisemeauxcondujoaD’Artagnanhastalapuerta.Aramis,decididoasonsacaraAthos,lecolmóde
halagos,peroAthosposeíaengradoeminentísimotodaslasvirtudes.Deexigirlolanecesidad,hubierasidoelprimeroradordelmundo,perotambiénhabríamuertosinarticularunasílaba,derequerirlolascircunstancias.
Lostrescomensalessesentaron,aunamesaservidaconelmássubstanciallujogastronómico.Baisemeauxfueelúnicoquetragódeveras;Aramispicótodoslosplatos,Athossólocomiósopay
unaporcioncilladelosentremeses.Laconversaciónfueloquedebíaserentrehombrestanopuestosdecarácterydeproyectos.
Aramis no cesó de preguntarse por qué singular coincidencia se encontraba Athos en casa deBaisemeaux,cuandoD’Artagnanestabaausente,yporquéestabaausenteD’Artagnan,yAthossehabíaquedado.
Athos sondeó hasta lomás hondo el pensamiento deAramis, subterfugio e intriga viviente, y viocomoenunlibroabiertoqueelpreladoleocupabaypreocupabaalgúnproyectodeimportancia.Luegoconsideróensucorazón,ysepreguntóasuvezporquéD’ArtagnansesalieratanaprisaypormaneratansingulardelaBastilla,dejandoallíunpresotanmalintroducidoypeorinscritoenelregistro.
PerosigamosaD’Artagnanque,alsubirseotravezensucarroza,gritóaloídodelcochero…
—¡Apalacioyaescape!
LoquepasabaenelLouvredurantelacenadelaBastilla.Saint-Aignán,porencargodelrey,habíavistoaLaValiére:peropormuchaquefuesesuelocuencia,
no pudo persuadir a Luisa de que el rey tuviese un protector tan poderoso como eso, y de que nonecesitabadepersonaalgunaenelmundocuandoteníadesupartealsoberano.
Enefecto,nobienhuboelconfidentemanifestadoqueestabadescubiertoelfamososecreto,cuandoLuisa, deshecha en llanto, empezó a lamentarse y a darmuestras de un dolor que no le habría hechomuchagraciaalreysihubiesepodidopresenciarlaescena.
Saint-Aignán,embajador,selocontótodoalreycontodossupelosyseñales.—Perobien—repusoLuiscuandoSaint-Aignánsehuboexplicado—,¿quéha resueltoLuisa?¿La
veréalomenosantesdecenar?¿Vendráoserámenesterqueyovayaasucuarto?—Meparece,Sire,quesideseáisverla,nosolamentedeberéisdarlosprimerospasos,mastambién
recorrertodoelcamino.—¡Nadaparamí! ¡Ah!, ¡muyhondas raíces tieneechadasen sucorazóneseBragelonne!—dijoel
soberano.—Nopuedeseresoquedecís,Sire,porque…Sí,Sire,pero…—¿Qué?—interrumpióconimpacienciaelmonarca.—Peroadvirtiéndomeque,denohacerloyo,loarrestaríavuestrocapitándeguardias.—¿Noosdejabaenbuenlugardesdeelinstanteenquenoosobligaba?—Síamí,Sire,peronoamiamigo.—¿Porquéno?—Esmásclaroquelaluz,porquefuesearrestadopormíoporelcapitándeguardias,paramiamigo
elresultadoeraelmismo.—¿Yesaesvuestradevoción,señordeD’Artagnan?,¿unadevociónquerazonayescoge?Vosnosois
soldado.—EsperoqueVuestraMajestadmedigaquésoy.—¡Unfrondista!—EntalcasodesdequeseacabólaFronda,Sire…—¡Ah!Siloquedecísescierto…—Siempreesciertoloquedigo,Sire.—¿Aquéhabéisvenido?Vamosaver.—AdecirosqueelseñorcondedeLaFereestáenlaBastilla.
—Noporvuestrogusto,afemía.—Esverdad,Sire:peroestáallí,ypuesallíestá,importaqueVuestraMajestadlosepa.—¡SeñordeD’Artagnan!,¡estáisprovocandoavuestrorey!—Sire…—¡SeñordeD’Artagnan!,¡estáisabusandodemipaciencia!—Alcontrario,Sire.—¡Cómo!,¿alcontrariodecís?—Sí,Sire:porquehevenidoparahacerquetambiénmearrestenamí.—¡Paraqueosarrestenavos!—Estáclaro.MiamigovaaaburrirseenlaBastilla;porlotanto,suplicoaVuestraMajestadmedé
licenciaparairahacerlecompañía.BastaqueVuestraMajestadpronuncieunapalabraparaqueyomearresteamímismo;yoosrespondodequeparaesonotendrénecesidaddelcapitándeguardias.ElreyseabalanzóasubufeteytomólaplumaparadarlaordendeaprisionaraD’Artagnan.
—¡Noolvidéisqueesparatodalavida!—exclamóelreyconacentodeamenaza.—Yalosupongo—repusoelmosquetero—,porqueunavezhayáiscometidoeseabuso,nuncajamás
osatreveréisamirarmecaraacara.—¡Marchaos!—gritóelmonarca,arrojandoconviolencialapluma.—No,siosplace,Sire.—¡Cómoqueno!—Hevenidoparahablarpersuasivamenteconelrey,yestristequeelreysehayadejadollevardela
cólera;peronoporesodejarédedeciraVuestraMajestadloquetengoquedecirle.—¡Vuestradimisión!,¡vuestradimisión!—gritóelsoberano.—Sire—replicóD’Artagnan—,yasabéisquenoestoyapegadoamiempleo;enBloisosofrecími
dimisióneldíaenquenegasteisalreyCarloselmillónqueleregalómiamigoelcondeLaFere.—Puesvengainmediatamente.—No Sire, porque no es mi dimisión lo que ahora estamos ventilando. ¿No ha tomado Vuestra
MajestadlaplumaparaenviarmealaBastilla?¿Porqué,pues,mudadeconsejoVuestraMajestad?—¡D’Artagnan!,¡gascóntestarudo!,¿quiéneselreyaquí?,¿vosoyo?—Vos,Sire,pordesgracia.—¡Pordesgracia!—Sí,Sire,porquedeseryoelrey…—AplaudiríaislarebelióndelseñordeD’Artagnan,¿noesasí?—¡Nohabíadeaplaudirla!—¿Deveras?—dijoLuisXIVencogiendoloshombros.—Y—continuóD’Artagnan—,diríaamicapitándemosqueteros,mirándoleconojoshumanosyno
conesasascuas:«SeñordeD’Artagnan,heolvidadoquesoyelrey:hebajadodemitronoparaultrajarauncaballero».
—¿Yvosestimáisqueesexcusaravuestroamigoelsobrepujarloeninsolencia?—prorrumpióLuis.—¡Ah!Sire—dijoD’Artagnan—,yonomequedaréenlostérminosqueél,yvuestraserálaculpa.
Yovoyadecirosloqueél,elhombredelicadoporexcelencia,nooshadicho;yoosdiré:Sire,habéissacrificadoa suhijo,yéldefendíaa suhijo; lohabéis sacrificadoaél, siendoasíqueoshablabaen
nombredelareligiónylavirtud,ylohabéisapartado,aprisionado.Yoserémásinflexiblequeél,Sire,yos diré: Sire, elegid. ¿Queréis amigos o lacayos?, ¿soldados o danzantes de reverencias?, ¿grandeshombresomuñecos?,¿queréisqueossirvanoqueantevossedobleguen?,¿queosamenoqueosteman?Si preferís la bajeza, la intriga, la cobardía, decidlo, Sire; nosotros, los únicos restos, qué digo, losúnicosmodelosdelavalentíapasada,nosretiraremos,despuésdehaberservidoyquizásobrepujadoenvaloryméritoahombresya resplandecientesenel cielode laposteridad.Elegid,Sire,ypronto.Loscontados grandes señores que os quedan, guardadlos bajo llave; nunca os faltarán cortesanos.Apresuraos,Sire,yenviadmealaBastillaconmiamigo;porquesinohabéisescuchadoalcondedeLaFere,esdecir lavozmássuaveymásnobledelhonor,niescucháisaD’Artagnan,estoes, lavozmásfrancayrudadelasinceridad,soisunmalrey,ymañanaseréisunreyirresoluto;yalosreyesmalosselesaborrece,yalosreyesirresolutosselesecha.Heahíloqueteníaquedeciros,Sire:muymalhabéishechoalllevarmehastaeseextremo.
LuisXIVsedejócaerfríoypálidoensusillón;eraevidentequeunrayoquelehubiesecaídoalosdosnolehabríacausadomásprofundoasombro:noparecíasinoqueibaaexpirar.Aquellarudavozdelasinceridad,comolallamóD’Artagnan,leentróenelcorazóncuallahojadeunpuñal.
D’Artagnanhabíadichocuantoteníaquedecir,yhaciéndosecargodelacóleradelrey,desenvainólentamente, se acercó con elmayor respeto aLuisXIV, y dejó sobre el bufete su espada, que casi almismoinstanterodóporelsueloimpelidaporunademándefuriadelrey,hastalospiesdeD’Artagnan.
Pormuchoquefueseeldominioquesobreéltenía,elmosqueteropalidecióasuvez,ytemblandodeindignación,exclamó:
—Unreypuede retirar su favoraun soldado,desterrarlo, condenarloamuerte;peroaunque fuesecienvecesrey,notienederechoainsultarlodeshonrandosuespada.Sire,nuncaenFranciahahabidoreyalgunoquehayarepelidocondespreciolaespadadeunhombrecomoyo.Estáespadamancilladayanotieneotravainaquemicorazónoelvuestro,ydadgraciasaDiosyamipacienciadequeescojaelmío.—Yabalanzándoseasuespada,añadió—:Sire,caigamisangresobrevuestracabeza.
Yapoyandoenelsuelolaempuñaduradesuespada,D’Artagnanseprecipitóconrapidezsobrelapunta, dirigida contra su pecho. El rey hizo unmovimiento todavíamás veloz que el deD’Artagnan,rodeóelcuellodeésteconelbrazoderecho,ytomandoconlamanoizquierdalaespadaporlamitaddela hoja, la envainó silenciosamente, sin que elmosquetero, envarado, pálido y todavía tembloroso, leayudaseparanada.
Entonces,LuisXIV,enternecido,sesentódenuevoenelbufete,tomólapluma,trazóalgunaslíneas,echósufirmaalpiedeellas,ytendiólamanoalcapitán.
—¿Quéesesepapel,Sire?—preguntóelmosquetero.—LaordenalseñordeD’Artagnandeque inmediatamentepongaen libertadalseñorcondedeLa
Fere.D’Artagnanasiólamanodelreyyselabesó;luegodoblólaorden,lametióensupecheraysalió,sin
queélnisumajestadhubiesenarticuladopalabra.—¡Ohcorazónhumano!,¡nortedelosreyes!—murmuróLuiscuandoestuvosolo—.¿Cuándoleeréen
tussenoscomoenunlibroabierto?No,yonosoyunreymaloniirresoluto,perotodavíasoyunniño.
UnnegocioarregladoporM.deD’Artagnan
D’ArtagnanhabíaprometidoaBaisemeauxestardevueltaalospostres,ycumpliósupalabra.AthosyAramissehabíanmostradotancautos,queningunodelosdospudoleerenelpensamiento
del otro. Cenaron, hablaron largo y tendido de la Bastilla, del último viaje a Fontainebleau y de lapróximafiestaqueFouquetdebíadarenVaux.
D’Artagnanllegóenlomásreciodelaconversación,todavíapálidoyconmovidodelasuyaconelrey.
AthosyAramisnotaronlaemocióndeD’Artagnan;peroBaisemeauxsolamentevioalcapitándelosmosqueteros del rey, y se apresuró a agasajarlo porque, para el gobernador, el codearse con el reyimplicabaunderechoatodassusatenciones.
ContodoaunqueAramisnotólaemocióndeD’Artagnan,nopudocalarlacausadeella.SolamenteaAthosleparecióhaberlaprofundizado.ParaésteelregresodeD’Artagnanysobretodoeltrastornodelhombre impasible, significaba que su amigo había pedido algo al rey, pero en vano Athos, pues,plenamente convencidode estar en lo firme, se levantó de lamesa, y con faz risueñahizouna seña aD’Artagnan,comopararecordarlequeteníaotracosaquehacerquenocenarjuntos.
D’Artagnancomprendióycorrespondióconotraseña,mientrasAramisyBaisemeaux,alpresenciaraquelmudodiálogo,seinterrogabanmutuamenteconlamirada.
Athospensóqueletocabaexplicarloquepasaba,ydijosonriéndosecondulzura:—Laverdades,amigosmíos,quevos,Aramis,acabáisdecenarconunreodeEstadoyvos,señorde
Baisemeaux,conunodevuestrospresos.Baisemeaux lanzóunaexclamacióndesorpresaycasidealegría; taleraelamorpropioquedesu
fortaleza,desuBastilla,teníaelbuensujeto.—¡Ah!miqueridoAthos—repusoAramisponiendounacaraapropiadaalascircunstancias—.Casi
mehe temido loquedecís.Alguna indiscrecióndeRaúlodeLaValiére,¿noesverdad?Yvos,comogranseñorquesois,olvidandoqueyanohaysinocortesanos,oshabéisvistoconelreyylehabéisdichocuántassoncinco.
—Adivinado,amigomío.—Demanera—dijoBaisemeaux,no teniéndolas todasconsigoporhabercenadotanfamiliarmente
conunhombrequehabíaperdidoelfavordeSuMajestad—,demaneraque,señorconde…—Demanera, mi querido señor gobernador—repuso Athos—, que el señor de D’Artagnan va a
entregarosesepapelqueasomaporsucoleto,yque,defijo,esmiautodeprisión.Baisemeauxtendiólamanoconagilidad.
Enefecto,D’Artagnansacódospapelesdesupecherayentregóunoalgobernador.Éstelodesdoblóyloleyóamediavoz,mirandoalmismotiempoyporencimadeélaAthoseinterrumpiéndoseacadapunto.
—«OrdenoymandoqueencierrenenmifortalezadelaBastilla.»Muybien…«Enmifortaleza,delaBastilla…alseñorcondedeLaFere.»¡Ah!caballero,¡quédolorosahonraparamíeltenerosbajomiguardia!
—Nopodíaishallarunpresomáspaciente—contestóAthosconvozsuaveytranquila.—Presoquenopermanecerámuchotiempoaquí—exclamóD’Artagnanexhibiendoelsegundoauto
—, porque ahora, señor de Baisemeaux, os toca copiar este otro papel y poner inmediatamente enlibertadalconde.
—¡Ah!meahorráistrabajo,D’Artagnan—dijoAramisestrechandodeunmodosignificativolamanodelmosqueteroyladeAthos.
—¡Cómo!—exclamóconadmiraciónésteúltimo—.¿Elreymedalalibertad?—Leed,miqueridoamigo—dijoD’Artagnan.—Esverdad—repusoelcondedespuésdehaberleídoeldocumento.—¿Osduele?—preguntóelgascón.—No,locontrario.Nodeseoningúnmalalrey,yelpeormalqueunopuededesearalosreyes,es
quecometanunainjusticia.Perohabéissufridoundisgusto,noloneguéis.—¿Yo?—dijoelmosqueteroriéndose—.Niporasomo.Elhacecuantoquiero.AramismiróaD’Artagnanyvioquementía,peroBaisemeauxnomirómásquealhombre,ysequedó
pasmado,mudodeadmiraciónanteaquelqueconseguíadelreyloqueseleantojaba.—¿DestierraaAthosSuMajestad?—preguntóAramis.—No;sobreelparticularelreynohadichounapalabra—repusoD’Artagnan—,perotengoparamí
quelomejorquepuedehacerelconde,anoserqueseempeñeendarlasgraciasaSuMajestad…—No—respondióAthos.—Pues bien, lo mejor que, en mi concepto, puede hacer el conde —continuó D’Artagnan— es
retirarseasucastillo.Porlodemás,miqueridoAthos,hablad,pedid;sipreferísunaresidenciaaotramecomprometoadejarcumplidosvuestrosdeseos.
—No,gracias—contestóAthos—.Lomásagradableparamíestomaramisoledadalasombradelosárboles,aorillasdelLoira.SiDioseselmédicosupremodelosmalesdelalma,lanaturalezaeselremedio soberano. ¿Conque estoy libre, caballero? —añadió Athos volviéndose hacia el señor deBaisemeaux.
—Sí,señorconde,alomenosasílocreoyespero—añadióelgobernadorvolviendoyrevolviendolosdospapeles—.Anoser,sinembargo,queelseñordeD’Artagnantraigaotroauto.
—No,mibuenBaisemeaux—dijoelmosquetero—.Hayqueatenernosalsegundoynopasarporahí.—¡Ah! señor conde—dijo el gobernador dirigiéndose a Athos—, no sabéis lo que perdéis. Os
hubierapuestoatreintalibrascomolosgenerales;¡quédigo!acincuenta,comolospríncipes,yhabríaiscenadotodaslasnochescomohabéiscenadoahora.
—Dejadqueprefieramimedianía,caballero—replicóAthos.YvolviéndosehaciaD’Artagnan,dijo—:Vámonos,amigomío.
—Vámonos—repusoD’Artagnan.
—¿Mecabríalainefabledichadetenerosporcompañerodeviaje,amigomío?—preguntóAthosalmosquetero.
—Tansólohastalapuerta—respondióelgascón—,despuésdelocualosdiréloquehedichoalrey,estoes,queestoydeservicio.
Yvos,miqueridoAramis—preguntóalcondesonriéndose—,¿meacompañáis?LaFereestáenelcaminodeVannes.
—No,amigomío—respondióelprelado—.EstanochetengounacitaenParís,ynopuedoalejarmesinqueseresientangravesintereses.
—Entonces—dijo Athos—, dejad que os abrace y me vaya. Señor de Baisemeaux, gracias porvuestrabuenavoluntad, y, sobre todo, por lamuestraquede loque se comeen laBastillamehabéisdado.
AthosabrazóaAramisyestrechólamanodelgobernador,queledesearonelmásfelizviaje,ysalióconD’Artagnan.
Mientrasen laBastilla teníasudesenlace laescena iniciadaenpalacio,digamos loquepasabaencasadeAthosyenladeBragelonne.
Como hemos visto, Grimaud acompañó a su amo a París, asistió a la salida deAthos, vio cómoD’Artagnansemordía losbigotes,ycómosuamosubíaa lacarroza,despuésdehaber interrogado lafisonomíadelosdosamigos,aquienesconocíadefechabastantelargaparahabercomprendidoaltravésdelamáscaradesuimpasibilidad,quepasabaalgogravísimo.
Grimaudrecordólasingularmaneraconquesuamoledijeraadiós,laturbación,imperceptibleparacualquieraotro,deaquelhombredetanclaroentendimientoydevoluntadtaninquebrantable.GrimaudsabíaqueAthosno sehabía llevadomásque la ropapuesta,y, sinembargo, leparecióqueAthosnopartíaporunahora,niporundía.
—Comprendoelenigma—dijoGrimaud—.Lamuchachahahechodelassuyas.Loquedicendeellaydelreyesverdad.Mijovenamohasidoengañado.¡Ah!¡Diosmío!Elseñorcondehaidoaveralreyylehadichodeunahastaciento,yluegoelreyhaenviadoalseñordeD’Artagnanparaquearreglaraelasunto…¡elcondeharegresadosinespada!
SemejantedescubrimientohizosubirelsudoralafrentedelhonradoGrimaud;elcual,dejándosedemásconjetura,sepusoelsombreroysefuevolandoacasadeRaúl.
EndondePorthosseconvencesinhabercomprendido
EldignoPorthos,fielalasleyesdelacaballeríaantigua,sedecidióaaguardaraSaint-Aignánhastalapuesta del sol. Y como Saint-Aignán no debía comparecer y Raúl se había olvidado de avisar a supadrino,ylacentinelaempezabaasermáslargaypenosa,Porthossehizoservirporelguardadeunapuerta algunas botellas de buen vino y carne, para tener a lomenos la distracción de hacer saltar detiempo en tiempo un corcho y tirar un bocado.Y había llegado a las últimasmigajas, cuandoRaúl yGrimaudllegaronaescape.
Al ver venir por el camino real a aquellos dos jinetes, Porthos creyó que eran Saint-Aignán y supadrino.PeroenvezdeSaint-Aignán,sólovioaRaúl,elcualseleacercóhaciendodesesperadosgestosyexclamando:
—¡Ah!,¡miqueridoamigo!perdonadme,¡quéinfelizsoy!—¡Raúl!—dijoPorthos.—¿Estáisenojadocontramí?—repusoelvizcondeabrazandoaPorthos.—¿Yo?,¿porqué?—Porhaberosolvidadodeesemodo.Pero¡ay!tengotrastornadoeljuicio.—¡Bah!—¡Sisupieseis,amigomío!—¿Lohabéismatado?—¿Aquién?—ASaint-Aignán.—¡Ay!nomerefieroaSaint-Aignán.—¿Quémásocurre?—QueenlahoraesprobablequeelseñorcondedeLaFereestéarrestado.—¡Arrestado!,¿porqué?—exclamóPorthoshaciendounademáncapazdederribarunapared.—PorD’Artagnan.—Nopuedeser—dijoelcoloso.—Sinembargo,eslapuraverdad—replicóelvizconde.PorthossevolvióhaciaGrimaudcomoquiennecesitaunasegundaafirmación,yvioqueelfielcriado
deAthoslehacíaunaseñalconlacabeza.—¿Yadóndelohanllevado?—preguntóPorthos.—ProbablementelaBastilla.—¿Quéoslohacecreer?
—Porelcaminohemosinterrogadoaalgunostranseúntesquehanvistopasarlacarroza,aotrosquelahanvistoentrarenlaBastilla.
—¡Oh!,¡oh!—repusoPorthosadelantándosedospasos.—¿Quédecís?—preguntóRaúl.—¿Yo?nada:peronoquieroqueAthossequedeenlaBastilla.—¿Sabéisquehanarrestadoalcondeporordendelrey?—dijoelvizcondeacercándoseasuamigo.Porthos miró a Bragelonne como diciéndole: «¿Y a mí qué?».Mudo lenguaje que le pareció tan
elocuente a Raúl, que volvió a subirse a caballo, mientras el coloso hacía lo mismo con ayuda deGrimaud.
—Tracemosunplan—dijoelvizconde.—Estoes—repusoPorthos—,tracemosunplan.—YalverqueRaúllanzabaunsuspiroysedetenía
repentinamente,añadió—:¡Qué!,¿desmayáis?—No,loquemeatajaeslaimpotencia.¿PorventuralostrespodemosapoderarnosdelaBastilla?—SíD’Artagnanestuvieseallí,nodigoqueno—repusoPorthos.Raúl quedó mudo de admiración ante aquella confianza heroica de puro candorosa. ¿Conque en
realidadvivíanaquellosnombrescélebresqueennúmerodetresocuatroembestíancontraunejércitooatacabanunafortaleza?
—Acabáis de inspirarme una idea, señor de Vallón—dijo el vizconde—. Es necesario de todanecesidadqueveamosalseñordeD’Artagnan.
—Sinduda.—Debedehaberconducidoyaamipadrea laBastillay,porconsiguiente,estarde regresoensu
casa.—PrimeramenteinformémonosenlaBastilla—dijoGrimaud,quehablabapoco,perobien.LostresllegaronantelafortalezaatiempoqueGrimaudpudodivisarcómodoblabalagranpuerta
delpuentelevadizolacarrozaqueconducíaaD’Artagnanderegresodepalacio.EnvanoRaúlespoleósucabalgaduraparaalcanzarlacarrozayverquiénibadentro.Aquéllayase
habíadetenidoallendelapuertagrande,quevolvióacerrarse,mientrasunguardiafrancésdecentineladabaconelmosqueteenelhocicodelcaballodelvizconde,elcualvolviógrupas,satisfechodesaberaquéatenerserespectodelapresenciadeaquellacarrozaqueencerraraasupadre.
—Yalohemosatrapado—dijoGrimaud.—Como estamos seguros de que va a salir, aguardemos, ¿no es verdad, señor de Vallón?—dijo
Bragelonne.—AnosertambiénqueD’Artagnanestépreso—replicóPorthos—,encuyocasotodoestáperdido.Raúl,queconocióque todoeraadmisible,nada respondióa laspalabrasdePorthos; loúnicoque
hizofueencargaraGrimaudque,paranodarsospechascondujeseloscaballosalacallejueladeJuanBeausire,mientrasélconsupenetrantemiradaatisbabalasalidadeD’ArtagnanodelaCarroza.
Fue lomejor, pues apenas transcurridos veinteminutos, volvieron a abrir la puerta y apareció denuevolacarroza.¿Quiénesibanenella?Raúlnopudoverloporhabérseloprivadoundeslumbramiento,peroGrimaudafirmóhabervistoadospersonas,unadelascualeserasuamo.
PorthosmiróaBragelonneyallacayoparaadivinarquépensaban.—Escierto—dijoGrimaud—,quesielseñorcondeestáenlacarroza,esporquelohanpuestoen
libertad,olotrasladanaotraprisión.—Elcaminoqueemprendennoslodirá—repusoPorthos.—Silohanpuestoenlibertad—continuóGrimaud—loconduciránasucasa.—Esverdad—dijoelgigante.—Pueslacarrozanotomataldirección—exclamóelvizconde.Enefecto,loscaballosacababande
internarseenelarrabaldeSanAntonio.—Corramos—dijoPorthos—.Ataquemoslacarrozaunavezenlacarretera,ydigamosaAthosque
sepongaasalvo.—Aesollamanrebelión,—murmuróelvizconde.Porthoslanzóasujovenamigounasegundamiradadignahermanadelaprimera,alacualrespondió
elvizcondearreandoasucabalgadura.Pocodespués los jinetesdieronalcancea lacarroza.D’Artagnan,quesiempreteníadespiertos los
sentidos,oyóeltrotedeloscorcelesenelmomentoenqueRaúldecíaaPorthosqueseadelantasenalacarrozaparaverquiéneralapersonaalacualacompañabaD’Artagnan.
Porthosobedeció,perocomolascortinillasestabancorridas,nadapudover.LarabiaylaimpacienciadominabanaBragelonne,quealnotarelmisteriodequeserodeabanlos
compañerosdeAthos,resolvióatropellarportodo.D’Artagnan por su parte, conoció a Porthos y a Raúl, y comunicó a Athos el resultado de su
observación.AthosyD’ArtagnanseproponíanversiRaúlyPorthosllevaríanlascosasalúltimoextremo.Yasí fue.Bragelonneempuñóunapistola,seabalanzóalprimercaballode lacarroza,e intimóal
cocheroqueparase,Porthosdioungolpeyloquitódesusitio,yGrimaudseasióalaportezuela.—¡Señorconde!,¡señorconde!—exclamóBragelonneabriendolosbrazos.—¿Soisvos,Raúl?—dijoAthosebriodealegría.—¡Noestámal!—repusoD’Artagnanechándoseareír.YlosdosabrazaronaPorthosyaBragelonne,quesehabíanapoderadodeellos.—¡MibuenPorthos!,¡miexcelenteamigo!—exclamóelcondedeLaFere—.¡Siempreelmismo!—Todavíatieneveinteaños—dijoD’Artagnan—.¡Bravo,Porthos!—¡Diantre!—repusoelbarónuntantocortado—.Hemoscreídoqueoshabíanpreso.—Yaloveis—replicóAthos—.TodosereducíaaunpaseoenlacarrozadelseñordeD’Artagnan.—OsseguimosdesdelaBastilla—replicóelvizcondeconvozdedudaydereconvención.—AdondehemosidoacenarconelbuenBaisemeaux—dijoelmosquetero.—AllíhemosvistoaAramis.—¿EnlaBastilla?—Hacenadoconnosotros.—¡Ah!—exclamóPorthosrespirando.—Ynoshadadomilcuriososrecuerdosparavos.—Gracias.—¿Adónde va el señor conde? —preguntó Grimaud, as quien su amo recompensara ya con una
sonrisa.—ABlois,amicasa.
—¿Asíenderechura?—Desdeluego.—¿Sinequipaje?—Ya se habría encargadoRaúl de enviármelo o llevármelo al volver ami casa, si es que a ella
vuelve.—SiyanolodetieneenParísasuntoalguno,harábienenacompañarnos,Athos—dijoD’Artagnan
acompañandosuspalabrasdeunamiradafirmeycortantecomounacuchillaydolorosacomoella,puesvolvióaabrirlasheridasdeldesventuradojoven.
—NadamedetieneenParís—repusoBragelonne.—Puespartamos—exclamóAthosinmediatamente.—¿YelseñordeD’Artagnan?—SóloacompañabaaAthoshastaaquí;mevuelvoaParísconPorthos.—Corriente—dijoéste.—Acercaos, hijomío—añadió el conde ciñendo suavemente con subrazo el cuello deRaúl para
atraerlo a la carroza, y dándole un nuevo beso. Y volviéndose hacia Grimaud, prosiguió—: Oye, tevuelvesaParíscontucaballoyeldelseñordeVallón;Raúlyyosubimosacaballoaquí,ydejamoslacarrozaaesosdoscaballerosparaque tornena laciudad.Unavezenmicasa, reúnemis ropasymiscartas,yenvíamelasaBlois.
—Señorconde—dijoRaúl,queardíaendeseosdehacerhablarasupadre—.VedquesivolvéisaParísnohallaréisenvuestracasaropablancanicuantoesnecesario,yesoosserápordemásincómodo.
—Creoquetardarémuchotiempoenvolver,Raúl.NuestraúltimaestanciaenParísnomealientaavolver.
Raúlbajólacabezaynohablómás.AthossebajódelacarrozaymontóelcaballodePorthos.Despuésdemilabrazosyapretonesdemanos,ydereiteradasprotestasdeamistadimperecedera,y
dehaberPorthosprometidopasarunmesencasadeAthostanprontoselopermitieransusocupaciones,yD’Artagnanofrecidoaprovecharsuprimeralicencia,esteúltimoabrazóaRaúlporlapostreravez,yledijo:
—Hijomío,teescribiré.¡QuénosignificabanestaspalabrasdeD’Artagnan,quenuncaescribía!Aellas,elvizcondesesintió
enternecido,y,nopudiendorefrenarlaslágrimas,sesoltódelasmanosdelmosqueteroypartió.D’Artagnan,subióasucarroza,enlacualyasehabíainstaladoPorthos.—¡Quédía,mibuenamigo!—exclamóelgascón.—Yapodéisdecirlo—replicóPorthos.—Debéisestarquebrantado.—Nomucho.Sinembargo,meacostarétemprano,afindeestarmañanaenbuenasdisposición.—¿Paraqué?—Paradarfinaloqueheempezado.—Medaiscalambres,amigomío.¿Quédiabloshabéisempezadoquenoestéconcluido?—¡Hombre!comoRaúlnosehabatido,fuerzaesqueyomebata.—¿Conquién?,¿conelrey?
—¡Cómoconelrey!—exclamóPorthos,enelcolmodelaestupefacción.—Conelreyhedicho.—¡Ca,hombre!conquienvoyabatirmeyoesconSaint-Aignán,lohacéiscontraelrey.—¿Estáissegurodeloqueafirmáis?—repusoPorthosabriendodesmesuradamentelosojos.—¡Nohedeestarlo!—¿Puescómosearreglaeso?—Antetodoveamosdecenarbien,yosdigoquelamesadelcapitándemosqueterosesagradable.A
ellaveréissentadoalgentilSaint-Aignán,ybeberéisasusalud.—¿Yo?—exclamóconhorrorelcoloso.—¡Cómo!,¿osnegáisabeberalasaluddelrey?—Pero¿quiéndiablososhabladelrey?OshablodeSaint-Aignán.—Eslomismo—replicóD’Artagnan.—Asíesdistinto—repusoPorthosvencido.—Mehabéiscomprendido,¿noesverdad?—No—respondióPorthos—,perolomismoda.—Decísbien,lomismoda—dijoD’Artagnan—.Vámonosacenar.
LasociedaddeBaisemeaux
NohaolvidadoellectorqueD’ArtagnanyelcondedeLaFere,alsalirdelaBastilla,dejaronenellayasolasaAramisyaBaisemeaux.
BaisemeauxteníaporverdadinconcusaqueelvinodelaBastillaeraexcelente,eracapazdehacerhablaraunhombredebien:peronoconocíaaAramis,elcualconocíacomoasímismoalgobernador,ycontabahacerlehablarporelsistemaqueesteúltimoteníaporeficaz.
Si no en apariencia, la conversación decaía, pues Baisemeaux hablaba únicamente de la singularprisióndeAthos,seguidainmediatamentelaordenderemisión.
Aramisnoerahombreparamolestarseporcosaalguna,ynisiquierahabíadichoaunaBaisemeauxporquéestabaallí.
Asíesqueelpreladoleinterrumpiódeimprovisoexclamando:—Decidme,mibuenseñordeBaisemeaux,¿notenéisenlaBastillamásdistraccionesqueaquellasa
queheasistidolasdosotresvecesqueoshevisitado?Elapóstrofeerataninesperado,queelgobernadorquedóaturdido.—¿Distracciones?—dijoBaisemeaux—.Continuamentelastengo,monseñor.—¿Quéclasededistraccionessonesas?—Detodaespecie.—¿Visitas?—No,monseñor;lasvisitasnosoncomunesenlaBastilla.—¡Ah!,¿sonraraslasvisitas?—Rarísimas.—¿Aundepartedevuestrasociedad?—¿Aquéllamáisvosmisociedad?,¿amispresos?—No,entiendoporvuestrasociedadladequevosformáisparte.—En la actualidad es muy reducida para mí—contestó el gobernador después de haber mirado
fijamente aAramis, y como si no hubiera sido imposible lo que por un instante había supuesto—. Siqueréisqueoshableconfranqueza,señordeHerblay,porlocomún,laestanciaenlaBastillaestristeyfastidiosaparaloshombresdemundo.Encuantoalasdamas,apenasvienen,yaunconterrornologrocalmar.¿Ycomono temblaríande lospiesa lacabezaalveresas tristes torres,yalpensarqueestánhabitadaspordesventuradospresosque…?
YaBaisemeauxseleibatrabandolalengua,ycalló.—Nomecomprendéis,mibuenamigo—repusoelprelado.
—Nomerefieroalasociedadengeneral,sinoalasociedadaqueestáisafiliado.—¿Afiliado?—dijoelgobernador,aquienporpocoselecaeelvasodemoscatelqueibaallevarse
aloslabios.—Sí—replicóAramisconlamayorimpasibilidad—.¿Nosoisindividuodeunasociedadsecreta?—¿Secreta?—Omisteriosa.—¡Oh!,¡señordeHerblay!…—Noloneguéis…—Podéiscreer…—Creoloquesé.—Oslojuro…—Como yo afirmo y vos negáis —repuso Aramis—, uno de los dos está en lo cierto. Pronto
averiguaremosquiéntienerazón.—Vamosaver.—Bebeosvuestrovasodemoscatel.Pero¡quécaraponéis!—No,monseñor.—Puesbebed.Baisemeauxbebió,peroatragantándose.—Pues bien—repusoAramis—, si no formáis parte de una sociedad secreta, omisteriosa, como
queráisllamarla,nocomprenderéispalabradecuantovoyadeciros.—Tenedloporseguro.—Muybien.—Ysino,probadlo.—Aesovoy.Si,alcontrario,pertenecéisalasociedadaquequieroreferirme,vaisaresponderme
inmediatamentesíono.—Preguntad—repusoBaisemeauxtemblando.—Porque—prosiguiócon lamisma impasibilidadAramis—esevidentequeunonopuede formar
partedeunasociedadnigozardelasventajasquelasociedadofrecealosafiliados,sinqueestosesténindividualmentesujetosaalgunaspequeñasservidumbres.
—Enefecto—tartamudeóBaisemeaux—,esoseconcebiría,si…—Puesbien,enlasociedaddequeoshehablado,ydelacual,por loquesevenoformáisparte,
existe…—Sinembargo—repusoelgobernador—,yonoquierodecirenabsoluto…—Existeuncompromisocontraídoportodoslosgobernadoresycapitanesdefortalezaafiliadosala
orden.Baisemeauxpalideció.—Elcompromiso—continúoAramisconvozfirme—heloaquí.—Veamos…Aramisdijo,omásbienrecitóelpárrafosiguiente,conlamismavozquesihubieseleídounlibro:«Cuandoloreclamenlascircunstanciasyapeticióndelpreso,elmencionandocapitánogobernador
defortalezapermitirálaentradaaunconfesorafiliadoalaorden».DabalástimaveraBaisemeaux;detalsuertetemblabaytalerasupalidez.
—¿Noeseseeltextodelcompromiso?—prosiguiótranquilamenteHerblay.—Monseñor…—Parecequeempiezaaaclararsevuestramente.—Monseñor—dijoBaisemeaux—,noosburléisde lapobrezademi inteligencia;yoyaséqueen
luchaconlavuestra,lamíanadavalesiosproponéisarrancarmelossecretosdemiadministración.—Desengañaos,señordeBaisemeaux;notiroalossecretosdevuestraadministración,sinoalosde
vuestraconciencia.—Concedoqueseandemiconciencia,señordeHerblay;perotenedencuentamisituación.—Noescomúnsiestáisafiliadoaesasociedad—prosiguióelinflexibleHerblay—.Perosiestáis
libredetodocompromiso,sinotenéisquerespondermásquealrey,nopuedesermásnatural.—Pues bien, señor de Herblay, no obedezco más que al rey, porque ¿a quién sino al rey debe
obedeceruncaballerofrancés?—Grato, muy grato es para un prelado de Francia —repuso Aramis con voz suavísima— oír
expresarsecontantalealtadaunhombredevuestrovaler.—¿Habéisdudadodemí,monseñor?—¿Yo?No.—¿Luegonodudáis?—¿Cómoqueréisquedudequeunhombrecomovosnosirvafielmentealosseñoresquesehadado
voluntariamenteasímismo?—¡Losseñores!—exclamóBaisemeaux.—Losseñoreshedicho.—¿Verdadquecontinuáischanceándoos,señordeHerblay?—Tenermuchosseñoresenvezdeuno,hacemásdifícillasituación,loconcibo;peronosoyyola
causadelapuroenqueoshalláis,sinovos,mibuenamigo.—Realmenteno sois vos el causante—repuso el gobernador en el colmode la turbación—.Pero
¿quéhacéis?¿Osmarcháis?—Sí.—¡Quéraroosmostráisparaconmigo,monseñor!—Nopormife.—Puesquedaos.—Nopuedo.—¿Porqué?—Porqueyanadatengoquehaceraquíymellamanaotraparte.—¿Tantarde?—Tantarde.—Pensadqueenlacasadelacualhevenido,mehandicho:«Cuandoloreclamenlascircunstancias
y a petición del preso, el mencionado capitán o gobernador de fortaleza permitirá la entrada a unconfesorafiliadolaorden».Hevenido,meheexplicado,nomehabéiscomprendido,ymevuelvoparadeciralosquemehanenviadoquesehanengañadoyquemeenvíenaotraparte.
—¡Cómo!,¿vossois…?—exclamóBaisemeauxmirandoaAramiscasiconespanto.—Elconfesorafiliadoalaorden—respondióAramissinmodificarlavoz.
Mas por muy suavemente que Herblay hubiese vertido sus palabras, produjeron en el infelizgobernadorelefectodelrayo.Baisemeauxsepusoamoratado.
—¡Elconfesor!—murmuróBaisemeaux—;¿voselconfesordelaorden,monseñor?—Sí;perocomonoestáisafiliado,nadatenemosqueventilarlosdos.—Monseñor…—¡Ah!—Niquemeniegueaobedecer.—Puesloqueacabadepasarseparecealadesobediencia.—No,monseñor;hequeridocerciorarme…—¿Dequé?—dijoAramisconademándesoberanodesdén.—Denada,monseñor;denada—dijoBaisemeauxbajandolavozyhumillándoseanteelprelado—.
Entodotiempoyentodolugarestoyaladisposicióndemisseñores,pero…—Muy bien; prefiero veros así —repuso Herblay sentándose otra vez y tendiendo su vaso al
gobernador,quenoacertóallenarlo,detalsuerteletemblabalamano—.Habéisdicho«pero»,—dijoAramis.
—Perocomonomehabíanavisado,estabamuylejosdeesperar…—¿PorventuranodiceelEvangelio:«Velad,porquesóloDiossabeelmomento»?¿Acaso lasprescripcionesde laordenno rezan:«Velad,porque loqueyoquiero,vosotrosdebéis
siemprequererlo»?¿Atítulodequé,pues,noesperabaislavenidadelconfesor?—PorqueenestemomentonohayenlaBastillapresoalgunoqueestéenfermo.—¿Quésabéisvos?—replicóHerblayencogiendoloshombros.—Meparece…—SeñordeBaisemeaux—repusoAramisarrellanándoseen su sillón—,heahívuestrocriadoque
deseadecirosalgo.Enefecto,enaquelinstanteaparecióenelumbraldelcomedorelcriadodeBaisemeaux.—¿Quéhay?—preguntóconvivezaelgobernador.—SeñordeBaisemeaux—respondióelcriado—,ostraigoelboletíndelmédicodelacasa.—Hacedqueentreelmensajero—dijoAramisfijandoenelgobernadorsuslímpidosyserenosojos.Elmensajeroentró,saludóyentregóelboletín.—¡Cómo!,¡elsegundoBertaudiereestáenfermo!—exclamóconsorpresaelgobernadordespuésde
haberleídoelboletínylevantadolacabeza.—¿No decíais que vuestros presos gozaban todos de salud inmejorable? —repuso Aramis con
indolenciaybebiéndoseunsorbodelmoscatel,aunquesinapartardelgobernadorlamirada.—Simal no recuerdo—dijo Baisemeaux con temblorosa voz y después de haber despedido con
ademánalcriado—,simalnorecuerdo,elpárrafodice:«Apeticióndelpreso».—Esto es—respondióAramis—, pero ved qué quieren de vos.—En efecto, en aquel instante un
sargentoasomólacabezaporlapuertamedioentornada.—¿Quémáshay?—exclamóelgobernador—.¿Nomedejarándiezminutosenpaz?—Señorgobernador—dijoelsargento—,elenfermode lasegundaBertaudierehaencargadoasu
llaveroqueospidaunconfesor.EnuntrisestuvoqueBertaudierenocayeseportierra.
Aramisdesdeñóelsosegarlo,comodesdeñaraelasustarlo.—¿Quérespondo?—prosiguióBaisemeaux.—Loqueosguste—dijoAramis—.¿PorventurasoyyoelgobernadordelaBastilla?—Decid al preso que se proveerá —exclamó el gobernador volviéndose hacia el sargento y
despidiéndole con una seña. Luego añadió—: ¡Ah! monseñor, monseñor, ¿cómo pude sospechar…prever…?
—¿Quién os decía que sospecharais, ni quien os rogaba que previerais? —replicó Aramis condesapego—.Laordennosospecha,sabeyprevé:¿nobastaeso?
—¿Quéordenáis?—dijoelgobernador.—Nada.Nosoymásqueunpobresacerdote,unsimpleconfesor.¿Memandáisquevayaavisitara
vuestroenfermo?—Nooslomando,monseñor,osloruego.—Acompañadme,pues.
Elpreso
DespuésdelasingulartransformacióndeAramisenconfesordelacompañía,Baisemeauxdejódeserelmismohombre.HastaentoncesHerblayhabíasidoparaelgobernadorunpreladoaquiendebíarespeto,unamigoaquien le ligaba lagratitud;perodesde la revelaciónqueacababade trastornarle todas lasideas,Aramisfueeljefe,yéluninferior.
Baisemeauxencendióporsupropiamanounfarol, llamóalcarcelero,ysepusoal lasórdenesdeAramis.
Elcualselimitóahacerconlacabezaunademánquequeríadecir:«Estábien»,yconlamanounaseñaquesignificaba:«Marchaddelante».
Baisemeauxechóaandar,yAramislesiguió.Lanocheestabaestrellada;laspisadasdelostreshombresresonabanenlasbaldosasdelasazoteas,
yelretintíndelasllavesque,colgadasdelcinto,llevabaelllaverosubíahastalospisosdelastorrescomopararecordaralospresosquenoestabaensusmanosrecobrarlalibertad.
Así llegaron al pie de laBertaudiere los tres, y, silenciosamente, subieron hasta el segundo piso,Baisemeaux,sibienobedecía,nolohacíacongransolicitud,nimuchomenos.
Porfinllegaronalapuerta,yelllaveroabrióinmediatamente.—Noestáescritoqueelgobernadoroigalaconfesióndelpreso—dijoAramiscerrandoelpasoal
Baisemeaux,enelactodeiraentraraquélenelcalabozo.BaisemeauxseinclinóydejópasaraAramis,quetomóelfaroldemanosdelllaveroyentró;luego
hizounaseñaparaquetrasélcerraranlapuerta.Herblay permaneció por un instante en pie y con el oído atento, escuchando si Baisemeaux y el
llaverosealejaban;luego,cuandoestuvosegurodequeaquélloshabíansalidodelatorre,dejóelfarolenlamesaymiróatodaspartes.
Enunacamadesargaverde,exactamenteigualalasdemáscamasdelaBastilla,aunquemásnueva,ybajoampliasymediocorridascolgaduras,descansabaeljovenconquienyahemoshechohablarunavezaHerblay.
Segúnelusodelaprisión,elcautivoestabasinluzdesdeeltoquedequeda,enlocualseechadeverdecuántosmiramientosgozabaelpreso,puesteníaelprivilegiodeconservarlavelaencendidahastaelmomentoquevadicho.
Juntoalacamahabíaunsillóndebaqueta,y,enél,ropasflamantes;arrimadaalaventana,seveíaunamesitasinlibrosnirecadodeescribir,perocubiertadeplatos,queenlollenosdemostrabanqueelpresohabíaprobadoapenassuúltimacomida.
Aramisvio,tendidoenlacamayenposiciónsupina,aljoven,queteníaelrostroescondidoenparteporlosbrazos.
Lallegadadelvisitadornohizocambiardeposturaalpreso,queesperabaodormía.Aramisencendiólavelaconayudadelfarol,apartóconcuidadoelsillónyseacercóallacamacon
muestrasvisiblesdeinterésyderespeto.—¿Quéquierendemí?—preguntóeljovenlevantandolacabeza.—¿Nohabéispedidounconfesor?—Sí.—¿Porqueestáisenfermo?—Sí.—¿Degravedad?—Gracias—repusoeljovenfijandoenAramisunamiradapenetrante.Ytrasuninstantedesilencio,
agregó—:Yaoshevistootravez.Aramis hizo una reverencia. Indudablemente el examen que acababa de hacer al preso, aquella
revelaciónde sucarácter frío, astutoydominador, impresoen la fisonomíadelobispodeVannes, erapocotranquilizadorenlasituacióndeljoven,puesañadió:
—Estoymejor.—¿Asípues?…—preguntóAramis.—Siguiendomejor,meparecequenotengonecesidaddeconfesarme.—¿Nidelciliciodequeoshablaelbilletequehabéisencontradoenvuestropan?Elpresoseestremeció.—¿Nidelsacerdotedelabocadelcualdebéisoírunarevelaciónimportante?—prosiguióAramis.—Enestecasoyaesdistinto—dijoeljovendejándosecaernuevamentesobresualmohada.Aramismiróconmásatenciónalpresoyquedóasombradoalveraquelairedemajestadsencilloy
desembarazadoquenoseadquierenuncasiDiosnoloinfundeenlasangreoenelcorazón.—Sentaos,caballero—dijoelpreso.—¿QuétalencontráislaBastilla?—preguntóHerblayinclinándoseydespuésdehaberobedecido.—Muybien.—¿Padecéis?—No.—¿Deseáisalgo?—Nada.—¿Nilalibertad?—¿Aquéllamáislibertad?—preguntóelpresoconacentodequiensepreparaaunalucha.—Doyelnombredelibertadalasflores,alaire,alaluz,alasestrellas,aladichadeiradondeos
conduzcanvuestrasnerviosaspiernasdeveinteaños.—Mirad—respondió el joven dejando vagar por sus labios una sonrisa que tanto podía ser de
resignacióncomodedesdén—,enesevasodel Japón tengodos lindísimas rosas, tomadasencapulloayertardeeneljardíndelgobernador;estamañanahanabiertoenmipresenciasuencendidocáliz,yporcadaplieguedesushojashandadosalidaaltesorodesuaroma,quehaembalsamadolaestancia.Miradesasdosrosas:sonlasfloresmáshermosas¿Porquéhededesearyootrasflorescuandoposeolasmás
incomparables?Aramismiróconsorpresaaljoven.—Si las flores son la libertad—continuóconvoz tristeel cautivo—gozodeella,puesposeo las
flores.—Pero¿yelaire?—exclamóHerblay—,¿elairetannecesarioalavida?—Acercaosalaventana—prosiguióelpreso—,estáabierta.Entreelcieloylatierra,elvientoagita
sustorbellinosdenieve,defuego,detibiosvaporesodebrisassuaves.Elairequeentraporesaventanameacariciaelrostrocuando,subidoyoaesesillón,sentadoensurespaldoyconelbrazoentornodelbarrotequemesostiene,mefiguroquenadoenelvacío.
—¿Ylaluz?—preguntóAramis,cuyafrenteibanublándose.—Gozodeotramejor—continuó;elpreso—.Gozodelsol,amigoquevieneavisitarmetodoslos
díassinpermisodelgobernador,sinlacompasióndelcarcelero.Entraporlaventana,trazaenmicuartoungrandeylargoparalelogramoquepartedeaquéllayllegahastaelflecodelascolgadurasdemicama.Aquelparalelogramoseagrandadesde lasdiezde lamañanahastamediodía,ymenguadeunaa tres,lentamentecomosilepesaraapartarsedemítantocuantoseapresuraenveniraverme.Aldesaparecersuúltimorayo,hegozadodesupresenciacuatrohoras.¿Porventuranomebastaeso?Mehandichoquehaydesventuradosqueexcavancanterasyobrerosquetrabajanenlasminas,quenuncavenelsol.
Aramisseenjugólafrente.—Respecto de las estrellas, tan gratas a la mirada —continuó el joven—, aparte el brillo y la
magnitud,todasseparecen.Yaunenesepuntosalgofavorecido;porquedenohaberencendidovosesabujía,podíaishabervistolohermosaestrellaqueveíayodesdemicamaantesdellegarvos,ydelacualmeacariciabalosojoslairradiación.
Aramis,envueltoenlaamargaoleadadesiniestrafilosofíaqueformalareligióndelcautiverio,bajólacabeza.
—Eso en cuanto a las flores, al aire, a la luzy a las estrellas—prosiguió el joven con lamismatranquilidad—.Respecto del andar, cuando hace buen tiempome paseo todo el día por el jardín delgobernador, por este aposento si llueve, al fresco si hace calor, y si hace frío, lo hago al amor de lalumbre de mi chimenea. —Y con expresión no exenta de amargura, el preso añadió—: Creedme,caballero,loshombreshanhechopormícuantopuedeesperaryanhelarunhombre.
—Admito en cuanto a los hombres—replicó Aramis levantando la cabeza—, pero creo que osolvidáisdeDios.
—Enefecto,meheolvidadodeDios—repusocon lamayorcalmael joven—.Pero¿porquémedecíseso?¿AquéhablardeDiosaloscautivos?
Aramismiródefrenteaaqueljovenextraordinario,quealaresignacióndelmártirañadíalasonrisadelateo,ydijoconacentodereproche.
—¿PorventuranoestáDiospresenteentodo?—Alfindetodo—arguyóconfirmezaelpreso.—Concedido—repusoAramis—.Perovolvamosalpuntodepartida.—Esopido.—Soyvuestroconfesor.—Yalosé.
—Asípues,comopenitentemío,debéisdecirmelaverdad.—Estoydispuestoadecírosla.—Todopresohacometidoelcrimenaconsecuenciadelcuallohanreducidoaprisión.¿Quécrimen
habéiscometidovos?—Yamehicisteislamismapreguntalaprimeravezquemevisteis—contestóelpreso.—Yentonceseludisteislarespuesta,comoahoralaeludís.—¿Yporquéopináisqueahoravoyaresponderos?—Porquesoyvuestroconfesor.—Puesbien,siqueréisqueosdigaquécrimenhecometido,explicadmequéescrimen.Yo,pormi
parte,sédecirosquenoacusándomedenadamiconciencia,nosoycriminal.—A veces uno es criminal a los ojos de los grandes de la tierra, no sólo porque ha cometido
crímenes,sinotambiénporquesabequeotrosloshancometido.—Comprendo —repuso tras un instante de silencio el joven y después de haber escuchado con
atenciónprofunda—.Decísbien,caballero;miradodesdeesepuntodevista,podríamuybienserqueyofuesecriminalalosojosdelosmagnates.
—¡Ah!,¿conquesabéisalgo?—preguntóAramis.—Nadasé—respondióeljoven—,peroenocasionesmedito,yalmeditarmedigo…—¿Qué?—Quedecontinuarenmismeditaciones,unadedos,omevolvíaloco,oadivinaríamuchascosas.—¿Yquéhacéis?—preguntóAramisconimpaciencia.—Paroelvuelodemimente.—¡Ah!—Sí,porquesemeturbalacabeza,meentristezco,meinvadeeltedio,ydeseo…—¿Qué?—No lo sé, porque no quiero que me asalte el deseo de cosas que no poseo, cuando estoy tan
contentoconloquetengo.—¿Teméislamuerte?—preguntóHerblayconinquietud.—Sí—respondióelpresosonriéndose.—Puessiteméislamuerte—repusoAramisestremeciéndoseantelafríasonrisadesuinterlocutor—
esseñaldequesabéismásdeloquenoqueréisdaraentender.—¿Porqué soyyoquienahorahablo,yvosquien se calla—replicó el cautivo—.Cuandohabéis
hechoqueosllamaraamilado,yhabéisentradoprometiéndomehacermetantasrevelaciones?Yaquelosdosestamoscubiertosconunamáscara,ocontinuamosambosconellapuesta,oarrojémoslalosdosauntiempo.
—Vamosaver,¿soisambicioso?—¿Quéesambición?—preguntóeljoven.—Unsentimientoqueimpelealhombreadesearmásdeloqueposee.—Yaoshemanifestadoqueestoycontento,peroquizásmeengaño.Ignoroquéesambición,peroestá
enloposiblequelatenga.Explicaos,ilustradme.—Ambiciosoesaquelquecodiciamásqueloqueleproporcionasuestado.—Eso no va conmigo—dijo el preso con firmeza que hizo estremecer nuevamente al obispo de
Vannes.Aramis se calló; pero al ver las inflamadas pupilas, la arrugada frente y la reflexiva actitud del
cautivo,conocíasequeésteesperabaalgomásqueelsilencio.—Laprimeravezqueosvi—dijoHerblayhablandoporfin—mentisteis.—¡Qué yo mentí! —exclamó el preso incorporándose, y con voz tal y tan encendidos ojos, que
Aramisretrocedióasupesar.—Quierodecir—prosiguióAramis—,quemeocultasteisloquedevuestrainfanciasabíais.Cada cual es dueño de sus secretos, caballero, y no debe haber almoneda de ellos ante el primer
advenedizo.Esverdad—contestóAramisinclinándoseprofundamente—.Perdonad;pero¿todavíahoysoypara
vosunadvenedizo?Ossuplicoquemerespondáis,«monseñor».—Estetítulocausóunaligeraturbaciónalpreso;sinembargo,pareciónoadmirarsedequeselodiesen.
—Noosconozco,caballero—repusoeljoven.—¡Ah!Síyomeatreviera—dijoHerblay—tomaríavuestramanoyoslabesaría.ElcautivohizounademáncomoparadarlamanoaAramis,peroelrayoqueemanódesuspupilasse
apagóenelbordedesuspárpados,ysumanoseretirófríayrecelosa.—¡Besarlamanodeunpreso!—dijoelcautivomoviendolacabeza—.¿Paraqué?—¿Por qué me habéis dicho que aquí os encontrabais bien?—preguntó Aramis—. ¿Que a nada
aspirabais?Enunapalabra,¿porqué,alhablarasí,mevedáisqueamivezseafranco?Delaspupilasdeljovenemanóuntercerrayo;pero,comolasdosvecesanteriores,seapagósinmás
consecuencias.—¿Receláisdemí?—preguntóelprelado.—¿Porquérecelaríadevos?—Porunarazónmuysencilla,yesquesivossabéisloquedebéissaber,debéisrecelardetodos.—Entoncesnoosadmiremidesconfianza,puessuponéisqueséloqueignoro.—Me hacéis desesperar, monseñor —exclamó Aramis asombrado de tan enérgica resistencia y
descargandoelpuñosobresusillón.—Yyonooscomprendo.—Hacedporcomprenderme.Elpresoclavólamiradaensuinterlocutor.—En ocasiones —prosiguió Herblay— pienso que tengo ante mí al hombre a quien busco… y
luego…—Elhombreesequedecís,desaparece,¿noesverdad?—repusoelcautivosonriéndose.—Másvaleasí.—Decididamentenadatengoquedeciraunhombrequedesconfíademíhastaelpuntoquevos—
dijoAramislevantándose.—Yyo—replicóenelmismotonoeljoven—nadatengoquedeciralhombrequeseempeñaenno
comprenderqueunpresodeberecelardetodo.—¿Aundesusantiguosamigos?Esunexcesodeprudencia,monseñor.—¿Demisantiguosamigos,decís?¡Qué!,¿vossoisunodemisantiguosamigos?—Vamosaver—repusoHerblay—.¿Porventurayanorecordáishabervistoenotrotiempo,enla
aldeadondepasasteisvuestraprimerainfancia…?—¿Quénombretieneesaaldea?—preguntóelpreso.—Noisy-le-Sec,monseñor—respondióAramisconfirmeza.—Proseguid—dijoelcautivosinquesurostroafirmaseonegase.—En definitiva, monseñor —repuso el obispo—, si estáis resuelto a obrar como hasta aquí, no
sigamosadelante.Hevenidoparahacerossabedordemuchascosas,escierto;perocumpleporvuestraparteme demostréis que deseáis saberlas.Convenid en que antes de que yo hablase, antes de que osdiese a conocer los importantes secretos de que soy depositario, debíais haberme ayudado, si no convuestrafranqueza,alomenosconunpocodesimpatía,yaquenoconfianza.Ahorabien,comooshabéisencerradoenunasupuestaignoranciaquemeparaliza…¡Oh!no,nomeparalizaenelconceptoquevosimagináis;porquepormuyignorantequeestéis,pormuchaquesealaindiferenciaquefinjáis,nodejáisdeserloquesois,monseñor,ynohaypoderalguno,¿looísbien?nohaypoderalgunocapazdehacerquenoloseáis.
—Os ofrezco escucharos con paciencia —replicó el preso—. Pero me parece que me asiste elderechoderepetirlapreguntaqueyaoshedirigido:¿Quiénsois?
—¿Recordáishabervisto,hacequinceodiezyochoañosenNoisy-le-Sec,auncaballeroqueveníaconunadama,usualmentevestidadesedanegrayconcintasrojasenloscabellos?
—Sí —respondió el joven—, y recuerdo también que una vez pregunté cómo se llamaba aquélcaballero,alocualmerespondieronqueeraelpadreHerblay.Porciertoquemeadmiróqueeltalpadretuvieseunairetanmarcial,yasí loexpuse,ymedijeronquenoeraextrañatalcircunstancia,supuestoqueelpadreHerblayhabíasidomosqueterodeLuisXIII.
—Pues bien—dijo Aramis—, el mosquetero de Luis XIII, el sacerdote de Noisy-le-Sec, el quedespuésfueobispodeVannesyeshoyvuestroconfesor,soyyo.
—Losé,osheconocido.—Puesbien,monseñor,siesosabéis,deboañadiralgoqueignoráis,yesquesielreyfuesesabedor
delapresenciaenestecalabozodeaquelmosquetero,deaquelsacerdote,deaquelobispo,devuestroconfesordehoy,estanoche,mañanaamástardar,elquetodolohaarrostradoparallegarhastavos,veríarelucirelhachadelverdugoenuncalabozomásnegroymásescondidoqueelvuestro.
Al escuchar estas palabras dichas con firmeza, el cautivo volvió a incorporarse, fijó con avidezcrecientesusojosenlosdeAramis,y,alparecer,cobróalgunaconfianza,puesdijo:
—Sí,lorecuerdoclaramente.Lamujerdequienmehabéishabladovinounavezconvos,yotrasdosvecesconlamujer…
—Con la mujer que venía a veros todos los meses —repuso Herblay al ver que el preso seinterrumpía.
—Estoes.—¿Sabéisquiéneraaquelladama?—Séqueeraunadamadelacorte—respondióelcautivodilatándoselelaspupilas.—¿Larecordáisclaramente?—Respecto del particular, mis recuerdos no pueden ser confusos: vi una vez a aquella la dama
acompañadadeunhombrequefrisabaenloscuarentaycinco;otravezencompañíadevosydeladamadelvestidonegroydelascintasrojas,yluegootrasdosvecesconestaúltima.Aquellascuatropersonas,
miayo,laviejaPeronnette,micarceleroyelgobernador,sonlasúnicasconquieneshehabladoenmivida,ypuededecirselasúnicasquehevisto.
—¿LuegoenNoisy-le-Secestabaispreso?—Síaquíloestoy,allígozabadelibertadrelativa,pormásquefuesemuyrestringida.Miprisiónen
Noisy-le-Sec la formaban una casa de la que nunca salí, y un gran huerto rodeado de altísima cerca;huertoycasaquevosconocéis,pueshabéisestadoenellos.Porlodemás,acostumbradoavivirenaquelcercadoyenaquellacasa,nuncadeseésalirdeellos.Asípues,yacomprendéisquenohabiendovistoelmundo,nadapuedodesear,yquesialgomecontáis,notendréismásremedioqueexplicármelo.
—Talesmideber,ylocumpliré,monseñor—dijoAramishaciendounainclinaciónconlacabeza.—Puesempezadpordecirmequiéneramiayo.—Uncaballerobondadosoysobretodohonrado,alavezpreceptordevuestrocuerpoydevuestra
alma.Defijoquenuncaosdioocasióndequejaros.—Nunca,alcontrario;perocomomedijomásdeunavezquemispadreshabíanmuerto,deseosaber
simintióaldecírmeloosifueveraz.Seveíaobligadoacumplirlasórdenesquelehabíandado.—¿Luegomentía?—Enparte,peronorespectodevuestropadre.—¿Ymimadre?—Estámuertaparavos.—Peroviveparalosdemás,¿noesasí?—Sí,monseñor.—¿Yyoestoycondenadoavivirenlaoscuridaddeunaprisión?—exclamóeljovenmirandodehito
enhitoaHerblay.—Talcreo,monseñor—respondióAramisexhalandounsuspiro.—¿Yesoporquemipresenciaenlasociedadrevelaríaungransecreto?—Si,monseñor.—ParahacerencerrarenlaBastillaaunniño,comoerayocuandometrasladaronaquí,esmenester
quemienemigoseamuypoderoso.—Loes.—¿Másquemimadre,entonces?.—¿Porquémedirigísesapregunta?—Porque,delocontrario,mimadremehabríadefendido.—Sí,esmáspoderosoquevuestramadre—respondióelpreladotrasuninstantedevacilación.—Cuandodetalsuertemearrebataronminodrizaymiayo,ydetalmaneramesepararondeellos,es
señaldequeellosoyoconstituíamosunpeligromuygrandeparamienemigo.—Peligro del cual vuestro enemigo se libró haciendo desaparecer al ayo y a la nodriza —dijo
Aramiscontranquilidad.—¡Desaparecer!—exclamóelpreso—.Pero¿dequémododesaparecieron?—Delmodomásseguro—respondióelobispo—.Muriendo.—¿Envenenados?—preguntóelcautivopalideciendoligeramenteypasándoseporelrostrounamano
tembloroso.
—Envenenados.—Fuerzaesquemienemigoseamuycruel.Oquelanecesidadleobliguedemanerainflexible,para
queaquellasdosinocentescriaturas,misúnicosapoyos,hayansidoasesinadosenelmismodía;porquemiayoyminodrizanuncahabíanhechomalanadie.
—Envuestracasalanecesidadesdura,monseñor,yellaestambiénlaquemeobligaconprofundopesarmío,adecirosquevuestroayoyvuestranodrizafueronasesinados.
—¡Ah!—exclamóeljovenfrunciendolascejas—.Nomedecísnadaqueyonosospechara.—¿Yenquéfundabaisvuestrassospechas?—Voyadecíroslo.El joven se apoyó en los codos y aproximó su rostro al rostro deAramis con tanta expresión de
dignidad,deabnegación,yaundiremosdereto,queelobisposintiócómolaelectricidaddelentusiasmosubíadesumarchitadocorazónyenabrasadoraschispasasucráneodurocomoelacero.
—Hablad,monseñor—repusoHerblay—.Yaoshemanifestadoque expongomividahablándoos,peroporpocoquemividavalga,ossuplicolarecibáiscomorescatedalavuestra.
—Puesbienescuchadporquésospechéquehabíanasesinadoaminodrizayamiayo…—Aquienvosdabaistítulodepadre.—Esverdad,peroyoyasabíaquenoloeramío.—¿Quéoshizosuponer?…—Lomismoquemedasuponerquevosnosoismiamigo:elrespetoexcesivo.—Yonoalientoeldesigniodeocultarlarealidad.Eljovenhizounaseñalconlacabezayprosiguió:—Esindudablequeyonoestabadestinadoapermanecerencerradoeternamente,yloqueasímelo
daaentender,sobretodoenesteinstante,eselcuidadoquesetomaronenhacerdemíuncaballerolomás cumplido. Mi ayo me enseñó cuanto él sabía, esto es, matemáticas, nociones de geometría,astronomíaesgrimayequitación.Todaslasmañanasmeejercitabaenlaesgrimaenunasaladelaplantabaja,ymontabaacaballoenelhuerto.Ahorabien,unacalurosamañanadeveranomedormíenlasaladearmas,sinquehastaentonceselmáspequeñoindiciohubiesevenidoainstruirmeoadespertarmissospechas,anoserelrespetodelayo.Vivíacomolosniños,comolospájarosylasplantas,deaireydesol,pormásquehubiesecumplidolosquince.
—¿Luegohacedeesoochoaños?—Pocomásomenos:semehaolvidadoyalamedidadeltiempo.—¿Quéosdecíavuestroayoparaestimularosaltrabajo?—QueelhombredebeprocurarcrearseenlatierraunafortunaqueDioslehanegadoalnacer;que
yo,pobre,huérfanoyoscuro,nopodíacontarmásqueconmigomismo,todavezquenohabíanihabríaquienseinteresarapormí…Comoosdecía,pues,estabayoenlasaladearmas,donde,fatigadopormileccióndeesgrima,medormí.Miayoestabaenelpisoprimero,ensucuartosituadoverticalmentesobreelmío.Deimprovisollegóalmíunaexclamaciónapagada,comosilahubieseproferidomiayo,yluegooíqueéste llamabaaPeronnette,minodriza,que indudablementesehallabaenelhuerto,puesmiayodescendióprecipitadamentelaescalera.Inquietoporsuinquietud,melevanté.Miayoabriólapuertaqueponíaencomunicaciónelvestíbuloconelhuerto,ysiguióllamandoaPeronnette…Lasventanasdelasala de armas daban al patio, y en aquel instante tenían cerrados los postigos; pero al través de unarendijadeunodeellos,vicómomiayoseacercabaaungranpozosituadocasidebajodelasventanas
desuestudio,seasomabaalbrocal,mirabahaciaabajo,yhacíadescompasadosademanes,altiempoquevolvíaallamaraPeronnette.Ahorabien,comoyo,desdeelsitioenqueestabaatisbando,nosólopodíaver,sinotambiénoír,viyoí.
—Hacedmelamerceddecontinuar,monseñor—dijoHerblay.—Miayo,alveraminodriza;queacudióasusvoces,salióasuencuentro,laasiódelbrazo,tiró
vivamentedeellahaciaelbrocal,yencuantolosdosestuvieronasomadosalpozo,dijomiayo:—«Mirad,mirad,¡quédesventura!».—«Sosegaos,pordios»,repusominodriza.«¿Quépasa?»—«Aquella carta», exclamó mi ayo tendiendo la mano hacia el fondo del pozo. «¿Veis aquella
carta?»—«¿Quécarta?»,preguntóminodriza.—«Lacartaqueveisnadandoenelaguaeslaúltimaquemehaescritolareina».—Aloíryolapalabra«reina»,meestremecídelospiesalacabeza.¡Conque,dijeentremí,elque
pasa por mi padre, el que incesantemente me recomienda la modestia y la humildad, está encorrespondenciaconlareina!
—«¿La última carta de SuMajestad?», dijo mi nodriza, como si no le hubiese causado emociónalgunaelveraquellacartaenelfondodelpozo.«¿Cómohaidoalpararallí?»
—«Una casualidad, señora Peronnette», respondió mi ayo. «Al entrar en mi cuarto he abierto lapuerta,ycomotambiénestabaabiertalaventana,sehaformadounacorrientedeairequehahechovolarunpapel.Yo,alverelpapel,heconocidoenéllacartadelareina,ymeheasomadoapresuradamentealaventanalanzandoungrito;elpapelharevoloteadoporuninstanteenelaireyhacaídoenelpozo».
—«Puesbien»,objetólanodriza.«Eslomismoquesiestuviesequemada,ycomolareinacadavezquevienequemasuscartas…»
—«¡Cada vez que viene!», murmuré—dijo el preso. Y fijando la mirada en Aramis, añadió—:¿Luegoaquellamujerqueveníaavermetodoslosmeseseralareina?
Aramishizounaseñalafirmativaconlacabeza.—«Bien, sí», repuso mi ayo. «Pero esa carta encerraba instrucciones, y ¿cómo voy yo ahora a
cumplirlas?»—«¡Ah!lareinanoquerrácreerenesteincidente»,dijoelbuensujetomoviendolacabeza.«Pensará
que me he propuesto conservar la carta para convertirla en un arma. ¡Es tan recelosa y el señor deMazarinotan…!Esemalditoitalianoescapazdehacernosenvenenaralaprimerasospecha».
Aramismoviócasiimperceptiblementelacabezaysesonrió.—«¡SontansuspicacesentodoloqueserefiereaFelipe!»,continuómiayo.Felipeeselnombreque
medaban—repusoelcautivointerrumpiendosurelato.Luegoprosiguió:—«Puesnohayquetitubear»,repusolaseñoraPeronnette.«Esprecisoquealguienbajealpozo».—«¡Paraqueelquesaquelacartalaleaalsubir!»—«Hagamosquebajealgúnaldeanoquenosepaleerasíestaréistranquilo».—«Bueno»,dijomiayo.«Peroelquebajealpozo¿novaaadivinarlaimportanciadeunpapelpor
el cual se arriesga la vida de un hombre? Con todo eso acabáis de inspirarme una idea, señoraPeronnette;alguienvaabajaralpozo,esverdad,peroesealguiensoyyo».
—Pero al oír semejante proposición, mi nodriza empezó a llorar de tal suerte y a proferir tales
lamentos;suplicócontalesinstanciasalancianocaballero,queésteleprometióbuscarunaescalerademanobastantelargaparapoderbajarhastaelpozo,mientrasellasellegabaalcortijoensolicituddeunmozodecidido,alcualdaríanaentenderquehabíacaído,envueltaenunpapel,unaalhajaenelagua.
—«Ycomoelpapel»,añadiómiayo,«enelaguasedesdobla,nocausaráextrañezaelencontrarlacartaabierta».
—«Quizásyasehayaborrado»,objetóminodriza.—«Poco importa, con tal que la recuperemos. La reina, al entregársela, verá que no la hemos
traicionado,y,porconsiguiente,Mazarinonodesconfiará,ninosotrostendremosquetemerdeél».—Tomandoestaresolución,miayoyminodrizasesepararon.Yovolvíalcerrarelpostigo,y,alver
quemiayosedisponíaaentrardenuevo,merecostéenmisalmohadones,perozumbándomelosoídosacausa de lo que acababa de oír. Pocos segundos después mi ayo entreabrió la puerta y, al vermerecostado en los almohadones, volvió a cerrarla poquito al poco en la creencia de que yo estabaadormecido.Apenascerradalapuerta,volvíalevantarme,y,prestandooídoatento,oícomosealejabaelrumordelaspisadas.Luegomevolvíamipostigo,yvisaliramiayoyaminodriza,quemedejaronsolo.Entonces, y sin tomarme siquiera lamolestia de atravesar el vestíbulo, salté por la ventana,meacerquéapresuradamentealpozo,y,comomiayo,measoméaélyvialgoblanquecinoyluminosoquetemblequeaba en los trémulos círculos de la verdosa agua. Aquel brillante disco me fascinaba y meatraía;misojosestabanfijos,ymirespiraciónerajadeante;elpozomeaspirabaconsuanchaboca,ysuheladoaliento,ymeparecíaleeralláenelfondodelagua,caracteresdefuegotrazadosenelpapelquehabía tocado la reina.Entonces, inconscientemente,animadoporunodeesosarranques instintivosquenosempujanalaspendientesfatales,atéunadelasextremidadesdelacuerdaalhierrodelpozo,dejécolgarhastaflordeaguaelcubo,cuidandodenotocarelpapel,queempezabaatomaruncolorverdoso,pruebaevidentedequeibasumergiéndose,ytomandounpedazodelienzomojadoparanolastimarmelasmanos,medeslicéalabismo.Alvermesuspendidoencimadeaquellaaguasombría,yalnotarqueelcieloibaachicándoseencimademicabeza,seapoderódemíelvértigoysemeerizaronloscabellos;peromivoluntadfuesuperioramiterroryamimalestar.Asílleguéhastaelaguay,sosteniéndomeconunamano,mezambullí resueltamenteenellay toméelpreciosopapel,que separtióendosentremisdedos.Ya enmi poder la carta, la escondí enmi pechera, y ora haciendo fuerza con los pies en lasparedesdelpozo,erasosteniéndomecon lasmanos,vigoroso,ágil,ysobre todoapresurado, lleguéalbrocal,quequedócompletamentemojadoconelaguaquechorreabadelaparte inferiordemicuerpo.Unavezfueradelpozoconmibotín,mefuialoúltimodelhuerto,conlaintenciónderefugiarmeenunaespeciedebosquecilloqueallíhabía,peronobiensentélaplantaenmiescondrijo,sonólacampanadelapuertadeentrada.Acababaderegresarmiayo.Entoncescalculéquemequedabandiezminutosantesqueaquélpudiesedarconmigo,si,adivinando,dóndeestabayo,veníadirectamenteamí,yveintesisetomaba lamolestia de buscarme, lo cual eramás que suficiente para que yo pudiese leer la preciosacarta,delaquemeapresuréajuntarlosfragmentos.Loscaracteresempezabanaborrarse,peroapesardeelloconseguídescifrarlos.
—¿Quédecíalacartaaquella,monseñor?—preguntóAramisvivamenteinteresado.—Lobastanteparadarmeaentenderquemiayoeranoble,yqueminodriza,sibiennodamadealto
vuelo, eramásqueuna sirvienta; y, porúltimo,quemi cuna era ilustre, todavezque la reinaAnadeAustriayelprimerministroMazarinomerecomendabandetaneficazmanera.
—¿Yquésucedió?—preguntóHerblay,alverqueelcautivosecallaba,porlaemoción.—Loquesucediófuequeelobrero llamadopormiayonoencontrónadaenelpozo,pormásque
buscó;quemiayoadvirtióqueelbrocalestabamojado,queyonomesequélobastantealsol;queminodrizareparóquemisropasestabanhúmedas,y,porúltimo,queelfrescodelaguaylaconmociónquemecausóeldescubrimiento,medieronuncalenturóntremendoseguidodeundelirio,duranteelcualtodolo dije, de modo que, guiado por mis propias palabras, mi ayo encontró bajo mi cabecera los dosfragmentosdelacartaescritaporlareina.
—¡Ah!ahoracomprendo—exclamóAramis.—Desde aquel instante no puedohablar sino por conjeturas.Es indudable quemi pobre ayoymi
desventuradanodriza,noatreviéndoseaguardarelsecretodeloquepasó,seloescribieronalareina,enviándolealmismotiempolospedazosdelacarta.
—DespuésdelocualosarrestaronyostrasladaronalaBastilla.—Yaloveis.—Yvuestrosservidoresdesaparecieron.—¡Ay,sí!—Dejemosalosmuertos—dijoelobispodeVannes—yveamosquépuedehacerseconelvivo.¿No
mehabéisdichoqueestabaisresignado?—Yoslorepito.—¿Sinqueosimportelalibertad?—Sí.—¿Yquenadaambicionabaisnideseabais?¡Qué!,¿oscalláis?—Yahehabladomásquesuficiente—respondióelpreso—.Ahoraostocaavos.Estoyfatigado.—Voy a obedeceros—repusoAramis. Se recogiómientras su fisonomía tomaba una expresión de
solemnidadprofunda.SeveíaquehabíallegadoalpuntoculminantedelpapelquefueraarepresentarenlaBastilla.
—Enlacasaenquehabitabais—dijoporfinHerblay—nohabíaespejoalguno,¿noesverdad?—¿Espejo?Noentiendoquéqueréisdecir,ninuncaoísemejantepalabra—repusoeljoven.—Sedaelnombredeespejoalunmueblequereflejalosobjetos,ypermite,verbigracia,queunovea
lasfaccionesdesupropiaimagenenuncristalpreparado,comovosveislasmíasasimplevista.—No,nohabíaenlacasaespejoalguno.—Tampoco lo hay aquí—dijoAramis después de habermirado a todas partes—.Veo que en la
BastillasehantomadolasmismasprecaucionesqueenNoisy-le-Sec.—¿Conquéfin?—Luego lo sabréis.Me habéis dicho que os habían enseñadomatemáticas, astronomía, esgrima y
equitación;peronomehabéishabladodehistoria.—AvecesmiayomecontabalashazañasdelreysanLuis,deFranciscoIydeEnriqueIV.—¿Nadamás?—Casinadamás.—Tambiénestoeshijodelcálculo;asícomoosprivarondeespejos,quereflejan lopresente,han
hechoqueignoréislahistoria,quereflejalopasado,Ycomodesdequeestáispresooshanquitadoloslibros,desconocéismuchascosasconayudadelascualespodríaisreconstruirelderrumbadoedificiode
vuestrosrecuerdosodevuestrosintereses.—Esverdad—dijoelpreso.—Pues bien, en sucintos términos voy al poneros al corriente de lo que ha pasado en Francia de
veintitrésaveinticuatroañosaestaparte,esdecirlafechaprobabledevuestronacimiento,oloqueeslomismo,desdeelmomentoqueosinteresa.
—Decid—dijo el joven, recobrando su actitud seria y recogida. Entonces Aramis le contó, congrandesdetalles,lahistoriadelosúltimosañosdeLuisXIIIyelnacimientomisteriosodeunpríncipe,hermanogemelodeLuisXIV.Elprisionerooyóesterelatoconlamásvivaemoción.
—Doshijosmellizoscambiaronenamarguraelnacimientodeunosolo,porqueenFrancia,yestoesprobablequenolosepáis,elprimogénitoesquiensucedeeneltronoalpadre.
—Losé.—Y los médicos y los jurisconsultos —añadió Aramis— opinan que cabe dudar si el hijo que
primerosaledelclaustromaternoeselprimogénitosegúnlaleydeDiosydelanaturaleza.Elpresoahogóungritoysepusomásblancoquelassábanasquelecubríanelcuerpo.—Fácil os será ahora comprender que el rey —continuó el prelado—, que con tal gozo viera
aseguradasusucesión,seabandonasealdoloralpensarqueenvezdeunoteníadosherederos,yquetalvezelqueacababadenaceryeradesconocido,disputaríaelderechodeprimogenituraalquevinieraalmundo dos horas antes, y que, dos horas antes había sido proclamado. Así pues, aquel segundo hijopodía,coneltiempoyarmadodelosinteresesodeloscaprichosdeunpartido,sembrarladiscordiaylaguerracivilenelpueblo,destruyendoipsofactoladinastíaalacualdebíaconsolidar.
—Comprendo,comprendo—murmuróeljoven.—Heahíloquedicen,loqueafirman—continuóAramis—.HeahíporquéunodeloshijosdeAna
deAustria, indignamenteseparadodesuhermano, indignamentesecuestrado, reducidoa laobscuridadmásabsoluta,hadesaparecidodetalsuerteque,exceptosumadre,nohayenFranciaquiensepaquetalhijoexiste.
—¡Sí,sumadrequelohaabandonado!—exclamóelcautivoconacentodedesesperación.—Exceptoladamadelvestidonegroylascintasencarnadas—prosiguióHerblay—,yexcepto,por
fin…—Exceptovos,¿noesverdad?Vos,quevenísacontarmeesahistoriayadespertarenmialma la
curiosidad,elodio, laambición,y¿quiénsabe?quizá la seddevenganza;exceptovos,que si soiselhombreaquienespero,elhombredequemehablaelbillete,enunapalabra,elhombrequeDiosdebeenviarme,traéis…
—¿Qué?—preguntóAramis.—ElretratodelreyLuisXIV,queenestemomentosesientaeneltronodeFrancia.—Aquíestáelretrato—replicóelobispoentregandoalpresounartísticoesmalteenelcualseveía
laimagendeLuisXIV,altivo,gallardo,viviente,pordecirloasí.Elpresotomóconavidezelretratoyfijóenéllosojoscualsihubiesequeridodevorarlo.—Y aquí tenéis un espejo, monseñor—dijo Herblay, dejando al joven el tiempo necesario para
anudarsusideas.—¡Tanencumbrado!, ¡tan encumbrado!—murmuróelpresodevorandocon lamiradael retratode
LuisXIVysupropiaimagenreflejadaenelespejo.
—¿Quéopináis?—preguntóentoncesAramis.—Queestoyperdido—respondióeljoven—.Queelreynuncameperdonará.—Puesyomepregunto—replicóelobispofijandoenelpresounamiradabrillanteysignificativa—
cuáldelosdoseselrey,sielquerepresentaelretrato,oelquereflejaeseespejo.—Elreyeselquesesientaeneltrono,quenoestáspreso,yque,alcontrariomandaaprisionaralos
demás.Larealezaeselpoder,yyaveisqueyonotengopoderalguno.—Monseñor—dijoHerblay con respetomás profundo que hasta entonces—, tened por entendido
que,siqueréis,seráelreyelque,alsalirdelaprisiónsepasostenerseeneltronoenelquelecolocaránsusamigos.
—Nometentéis—dijoconamarguraelcautivo.—No flaqueéis, monseñor —persistió con energía el obispo—. He traído todas las pruebas de
vuestracuna,consultadlas,demostraosavosmismoquesoishijodelrey,y,después,obremos.—No,esimposible.—Anoserque—añadióconironíaelprelado—seacorrienteenvuestraestirpequelospríncipes
excluidosdeltronoseantodoselloscobardesysinhonor,comovuestrotíoGastóndeOrleansqueunayotravezconspirócontrasuhermanoelreyLuisXIII.
—¿Mi tíoGastón deOrleans conspiró contra su hermano?—exclamó el príncipe despavorido—.¿Conspiróparadestronarlo?
—Sí,monseñor.—¿Quémedecís?—Lapuraverdad.—¿Ytuvoamigos…fieles?—Comoyolosoyvuestro.—¿Ysucumbió?—Sí,monseñor,peroporsuculpa,ypararescatar,nosuvida,porquelavidadelhermanodelreyes
sagrada,inviolable,sinopararescatarsulibertad,vuestrotíosacrificóhoy,elbaldóndelahistoriaylaexecracióndeinnumerablesfamiliasnoblesdelreino.
—Comprendo—repusoelpríncipe—.Ymitío¿matóasusamigospordebilidadoportraición?—Pordebilidad;locualequivalesiemprealatraiciónenlospríncipes.—¿No puede uno sucumbir por incapacidad, por ignorancia? ¿Estimáis vos que un pobre cautivo
comoyo,nosolamenteeducadolejosdelacorte,mastambiéndelasociedad,puedaayudaralosamigosqueintentarensalvarlo?
Yenel instanteenqueAramis ibaa responder, el jovenexclamóde improvisoycon ímpetu,querevelóelardordesusangre:
—Sí,hablamosdeamigos;pero¿atítulodequétendríayoamigos,cuandonohayquienmeconozca,y,paraagenciármelos,notengolibertad,dinero,nipoder?
—YahetenidolahonradeofrecermeaVuestraAltezaReal—dijoAramis.—Nomedeisesecalificativo;esunairrisiónounacrueldad.¿Parahablarmedegrandeza,depodery
aunderealezadebíaisescogerunaprisión?Queréishacermecreerenelesplendor,ynosocultamosenlastinieblas.Meensalzáisenlagloria,yahogamosnuestraspalabrasbajolascolgadurasdeestacama.Mehacéisvislumbrarlaomnipotencia,yoigoenelcorredorlospasosdelcarcelero,pasosqueoshacen
temblaravosmásquenoamí.Paraqueseayomenosincrédulo,arrancadmedelaBastilla;dadaireamispulmones,espuelasamistalones,unaespadaamibrazo,yempezaremosaentendernos.
—Yaesmiintencióndarostodoeso,ymás,monseñor;pero¿loqueréisvos?—Noheacabadotodavía—repusoeljoven—.Séquehayguardiasentodaslasgalerías,cerrojosen
todaslaspuertas,cañonesysoldadosentodoslosrastrillos.¿Cómovenceréisvosalosguardias?,¿cómoclavaréisloscañones?¿Conquéromperéisloscerrojosylosrastrillos?
—¿Cómohallegadoavuestrasmanoselbilleteenelcualosheanunciadomivenida,monseñor?—Paraunbilletebastasobornarauncarcelero.—Puesquiendiceuncarcelero,dicediez.AdmitoqueseaposiblearrancardelaBastillaaunpobre
preso, que lo escondan en sitio donde los agentes del rey no puedan tomarlo, y que nutranconvenientementealdesventuradoenunasiloincógnito.
—¡Ah!monseñor—repusoAramissonriéndose.—Admitoqueelquehiciese talpormí, fueseyamásqueunhombre;más siendoyo, comodecís,
príncipe,hermanoderey,¿cómovaisadevolvermelacategoríaylafuerzaquemimadreymihermanomehan ocultado?Si debo pasar una vida de rencores y de luchas, ¿cómoharéis que yo venza en loscombatesyseainvulnerableamisenemigos?¡Ah!antesbiensepultadmeennegracavernayenlomásintrincadodeunamontaña:proporcionadmelaalegríadeoírenlibertadlosrumoresdelríoydelllano,deverenlibertadelsol,elfirmamento,lastempestades;estomebasta.Nomeprometáismás,porquenopodéisdarmemásyelengañarmeseríauncrimen,tantomáscuantoosllamáismiamigo.
—Monseñor—repuso Aramis después de haber escuchado respetuosamente—, admiro el firme yrectocriterioquedictavuestraspalabras,ymehuelgomuchodehaberadivinadoenvosamirey.Semehabía olvidado deciros, monseñor, que si os dignara dejaros guiar por mí, sí consintierais en ser elpríncipemáspoderosodelatierra,serviríaislosinteresesdelosmuchosamigosqueestándispuestosasacrificarseporeltriunfodevuestracausa.
—¿Muchosdecís?—Muchos,sí,ycontodoesomásimportantesporsupoderíoquenoporelnúmero.—Explicaos.—Nopuedo;peroos juroanteDiosquemeescucha,quemeexplicaréeldíamismoenqueosvea
sentadoeneltronodeFrancia.—Pero¿ymihermano?—Seréisvoselárbitrodesusuerte.¿Acasolecompadecéis?—¡Quién!,¿yocompadeceralquemehacepudrirenuncalabozo?¡Nunca!—¡Enhorabuena!—Siélmismohubiesevenidoaestecalabozo,y,tomándomelamano,mehubiesedicho:«Hermano
mío,Dios nos ha creado para que nos amemos, no para combatirnos.Vengo a vos, hermanomío.Unperjuiciobárbarooscondenabaaperecerenlaobscuridad,lejosdeloshombres,privadodetodoslosgoces, y yo quiero que os sentéis junto a mí, y ceñiros la espada de mi padre ¿Aprovecharéis estareconciliaciónparadestruirmipoderoparaoprimirme?¿Haréisusodeesaespadaparaderramarmisangre?…»,lehubierarespondidoyo«¡Oh!no,osmirocomoamisalvador,yosrespetarécomoareymío.Medaismuchomás que nome había dadoDios. Por vos, gozo de la libertad: por vos tengo elderechodeamaryseramadoenestemundo».
—¿Yhabríaiscumplidovuestrapalabra,monseñor?—Sí.Mas,¿quémedecísdeladmirableparecidoqueDiosmehadadoconmihermano?—Que tal parecido encerraba un aviso providencial que el rey debió no haber despreciado: que
vuestra madre ha cometido un crimen al hacer diferentes en dicha y en fortuna a aquellos que lanaturalezacrearatanparecidosensuseno,yqueelcastigodebereducirsearestablecerelequilibrio.
—¿Locualsignifica?…—Quesiosdevuelvovuestrositioeneltronodevuestrohermano,vuestrohermanotomaráaquíel
vuestro.—¡Ay!,¡sepadecemuchoenunaprisión,sobretodocuandosehabebidoconabundanciaenlacopa
delavida!—Vuestraaltezaquedarálibredehacerloquemásleplazca;perdonesibienleparece,unavezhaya
castigado.—Estábien.YahoradejadqueosdigaquenovolveréaescucharossinofueradelaBastilla.—IbaadeciraVuestraAltezaquesólomecabríalahonradeverosunavezmás.—¿Cuándo?—Eldíaquemipríncipesalgadeestelúgubrerecinto.—Diososescuche.¿Dequémanerameavisaréis?—Vendréporvos.—¿Vosmismo?—No salgáis de este aposento sino conmigo, monseñor, y si en mi ausencia os compelen a ello,
recordadquenoserádemiparte.—¿Luegosobreelparticularnodebodecirpalabraapersonaalgunamásqueavos?—Únicamenteamí—respondióAramisinclinándoseyasiendolamanoqueletendióelpreso.—Caballero—dijoelcautivoafectuosamente—.Sihabéisvenidoparadevolvermeelsitioquedios
mehabíadestinadoalsoldelafortunaydelagloria:si,porvuestramediación,meesdadovivirenlamemoriade loshombres, y honrarmi estirpe con actosgloriososopor el bienquehayahecho amispueblos,si,desdelatristísimasituaciónenquelanguidezco,suboalacumbredeloshonores,sostenidoporvuestragenerosamano,compartirémipoderymigloriaconvos,aquienbendigo,aquiendoydetodocorazónlasgracias.Yaunquedaréispocopagado;siempreserá incompletavuestraparte,porquenuncaconseguirécompartirconvostodaladichaquemehabéisproporcionado.
—Monseñor—dijo Aramis, conmovido ante la palidez y el arranque del preso—, la nobleza devuestraalmamecolmadegozoydeadmiración.Noostocaavosdarmelasgracias,sinoalospueblosdeloscualeslabraréisladicha,avuestrosdescendientes,aquienesharéisilustres.Esverdad,monseñor,medeberéismásquelavida,puesoshabrédadolainmortalidad.
ElcautivotendiólamanoalAramis,yalverqueésteselabesabaderodillas,lanzóunaexclamacióndeseductivamodestia.
—Eselprimerhomenajeprestadoanuestrofuturorey—dijoelprelado—.Cuandovuelvaaveros,osdiré:«Buenosdías,Sire».
—Hastaaquelmomentonomásilusiones,nomásluchas,porquemividasequebrantaría—exclamóeljovenllevándosealpechosusblancosyflacosdedos—.¡Oh!,¡quépequeñoesestecalabozo,québajaesaventana,quéestrechasesaspuertas!¿Cómopuedehaberpasadoporellas,cómopuedehabercabido
aquítantoorgullo,tantafelicidad,tantoesplendor?—VuestraAltezamecolmadesatisfacciónalsuponerqueyohetraídocuantoacabademanifestar.Dichasestaspalabras,Aramisseacercóalapuertayllamóaellaconlosnudillos.Casiinmediatamentedespuéselcarceleroabrió,acompañadodelgobernador,quien,devoradoporla
inquietudyeltemor,empezabaaescucharalapuertadelcalabozo.Por fortuna ninguno de los dos interlocutores se había olvidado de bajar la voz, aun en los más
impetuososarranquesdelapasión.—¡Quéconfesióntanlarga!—dijoBaisemeauxhaciendounesfuerzoparareírse—.¿Quiéndijeraque
unrecluso,unhombrepocomenosquedifunto,pudiesehabercometidotantosytanlargospecados?Aramisguardósilencio.NoveíaelinstantedesalirdelaBastilla,delaqueaumentabaentercioy
quintoelpesodelasmurallaselsecretoqueloabrumaba.—Hablemosdenegocios,miqueridogobernador—dijoAramisasíquehubollegadoalaposentode
Baisemeaux.—¡Ay!—exclamóportodarespuestaelgobernador.—¿Notenéisquepedirmemireciboporcientocincuentamillibras?—dijoelprelado.—Y pagar el primer tercio de ellas —añadió el pobre gobernador exhalando un suspiro y
adelantandotrespasoshaciasuarmariodehierro.—Aquíestáelrecibo—dijoAramis.—Yaquíestáeldinero—repusoBaisemeauxlanzandounasartadesuspiros.—Laordensólomehadichoqueosentregaraunrecibodecincuentamillibras—dijoHerblay—,no
queyocobrasedinero.Adiós,señorgobernador.Aramissalió,dejandoaBaisemeauxmásquesofocadoporlasorpresaylaalegría,enpresenciade
aquelregaloregiohechocontaldesprendimientoporelconfesorextraordinariodelaBastilla.
Lacolmena,lasabejasylamiel
DespuésdesuvisitaalaBastillayatodaprisallegóaSanMandéelobispodeVannes.TodalaparteizquierdadelpisoprimeroestabadestinadaalosepicúreosmáscélebresdeParísyal
losmásfamiliaresdelacasa,ocupadoscadacualensupuesto,comoabejasensusalvéolos,enproducirunamieldestinadaalpanalrealqueFouquetpensabaserviraSuMajestaddurantelasfiestas.
Pelissón,meditabaelprólogodelos«Importunos»,comediaentresactosquedebíahacerrepresentarMoliére;LoretescribíaanticipadamentelacrónicadelasfiestasdeVaux;LaFontaineibadeunoenotro,comodeflorenflorlasabejas,distraído,incómodo,insoportable,zumbandoysusurrandoalaespaldadecadaunomilimpertinenciaspoéticas.YtantasincomodóaPelissón,queéstelevantólacabezayledijoconvozdestemplada:
—Alomenostomadparamíunconsonante,yaqueospaseáisporlosjardinesdelParnaso.—¿Quéconsonantedeseáis?—preguntóelfabulista,comolellamabalaSevigné.—Unconsonantea«luz».—«Capuz»—respondióLaFontaine.—¡Hombre!nocuelahablardecapucescuandounoensalzalasdeliciasdeVaux—dijoLoret.—Ademásdeque«luzycapuz»noconsuenan—repusoPelissón.—¡Cómoquenoconsuenan!—exclamóLaFontaineconademándesorpresa.—No;yoadviertoquetenéisunacostumbremalísima,tanmala,queaelladeberéiselnollegarnunca
aserverdaderopoeta.Rimáisqueesunalástima.—¿Deverasopináisasí,Pelissón?—dijoLaFontaine.—Deveras.Noolvidéisqueunconsonantenuncaesbuenocuandopuedehallarseotromejor.—Digoque todamividaseréun jumento,miqueridocompañero—dijoLaFontaineexhalandoun
profundosuspiro—.Porloqueseve,rimodesastrosamente.—Hacéismal.—¿Loveis?soyunfaquín.—¿Quiéndicetal?—Pelissón.¿Nomehabéisdichoqueyoeraunfaquín,Pelissón?—Pelissónabsortootravezenla
composicióndesuprólogo,seguardódecontestar.—SiPelissónhadichoqueeraisunfaquín—repusoMoliére—,oshainferidounaofensagrave.—¿Deveras?—Ypuessoisnoble,osaconsejoquenodejéisimpunetalinjuria.—¡Ay!—exclamóLaFontaine.
—¿Oshabéisbatidoalgunavez?—Una,conuntenientedecaballeríaligera.—¿Quéoshizo?—Parecequesedujoamimujer.—¡Ah!—repusoMoliérepalideciendoligeramente.Perocomoaloír loqueacababadedecirLaFontaine, losdemáshabíanvueltoel rostro.Moliére
conservóensuslabiossuburlonasonrisa,ycontinuóhaciendohablaralfabulista,aquienpreguntó:—¿Quéresultódelduelo?—Resultóquemiadversariomedesarmó,yluegoydespuésdedarmetodaclasedesatisfacciones,
meprometiónovolveraponernuncamáslospiesenmicasa.—¿Yvososdisteisporsatisfecho?—preguntóMoliére.—Alcontrario.Recogímiespada,y ledijeamiadversarioquenomehabíabatidoconélporque
fueseelamantedemimujer,sinoporquemehabíandichoquedebíabatirme:yquecomonuncahabíasidoyotandichosocomoenaqueltiempo,mehicieselamerceddecontinuarfrecuentandomicasa,comoantes,sopenadereanudarelduelo.Demodoqueeltenientesevioobligadoaseguirgalanteandoamimujer,yyocontinuésiendoelmaridomásfelizdelatierra.
AloírlaspalabrasdeLaFontaine,todosserieron.EnesteaparecióelobispodeVannes,conunrollodeplanosypergaminosdebajodelbrazo.Comosielángeldelamuertehubieseheladoaquellasvivasyplacenterasimaginaciones,todoquedó
repentinamenteenvueltoenelmásprofundosilencio,ycadacualrecobrósuimpasibilidadysupluma.Aramisdistribuyóesquelasdeconviteentrelospresentes,ylesdiolasgraciasennombredelseñor
Fouquet.Díjolesqueretenidoelsuperintendenteensugabineteporeltrabajo,solicitabadeaquellosqueleenviasenalgodesulabordeldíaparahacerleolvidaraéllafatigadesutrabajonocturno.
Estaspalabrashicieronbajar la frentea todos.HastaLaFontainesesentóaunamesayempezóaescribir velozmente. Pelissón puso en limpio su prólogo;Moliere entregó cincuenta versos calentitos,Loret, su artículo sobre lasmaravillosas fiestas de que el se hiciera profeta, yAramis encargado derecogerelbotíncomoelreydelasabejas,sevolvióasushabitaciones,silenciosoyatareado,despuésdehaberdichoaloscircunstantesquesepreparasenparaponerseencaminoeldíasiguienteporlatarde.
—Enestecasotengoqueavisaralosdemicasa—dijoMoliere.—¡Ah!esverdad—repusoLoretsonriéndose—.ElpobreMoliere«ama»asumujer.—«Amo»,sí—replicóMolieresonriéndosedemanerasuaveytriste—.«Amo»,peroestonoquiere
decirque«meamen».—PuesyoestoysegurodequemeamanenChateau-Thierry—dijoLaFontaine.EnestovolvióaentrarAramis,ypreguntó:—¿Quiénsevieneconmigo?VoyadecirdospalabrasalseñorFouquet,ydentrodeuncuartodehora
salgoparaParís.Ofrezcomicarroza.—Comotengoprisa,acepto—dijoMoliere.—Yo como aquí —repuso Lores—. Gourville me ha ofrecido langostines… ¿Habéis oído?
¡Langostines!…Vaya,LaFontaine,buscaunaconsonante.AramissalióencompañíadeMolierecomoélsabíahacerlo,yalllegaralpiedelaescaleraoyóque
LaFontaineentreabríalapuertaydecíaavoces:
—¿Tehaofrecidolangostines?—Élsesabráconquéfines.LascarcajadasdelosepicúreosredoblaronyllegaronhastalosoídosdeFouquet,enelinstanteen
queAramisabríalapuertadesugabinete.Moliere, se había encargado de ordenar que engancharan, mientras Herblay iba a ver al
superintendenteparaponersedeacuerdoconél.—¡Cómoríenarriba!—dijoFouquetexhalandounsuspiro.—¿Yvosnoosreís,monseñor?—Yaseacabóparamíelreír,señordeHerblay.—Lafiestaseacerca.—Yeldinerosealeja.—¿Nooshedichoyrepetidoqueesocorríademicuenta?—Mehabéisofrecidomillones.—EstaránenvuestropoderaldíasiguientedelaentradadelreyenVaux.Fouquet dirigió una escrutadoramirada aAramis, y se pasó una heladamano por su humedecida
frente.Aramis comprendióque el superintendentedudabade él, o conocía la imposibilidadenque sehallabadehacersecondinero;porque,¿cómopodíaFouquetsuponerqueunpobreobispo,antiguocura,antiguomosquetero,lohallase?
—¿Porquédudáis?—preguntóAramis.Yalverqueelsuperintendenteselimitabaasonreírseyamoverlacabeza,añadió—:¡Hombredepocafe!
—MiqueridoseñordeHerblay—repusoFouquet—.Sicaigo…—¿Qué?—Alomenoscaerédetaninmensaaltura,queenmicaídamedesmenuzaré.—Ymoviendolacabeza
comoparasustraerseasímismo,preguntó—:¿Dedóndevenís,mibuenamigo?—DeParís.—¡Ah!—DecasadePercerín.—¿Aqué habéis ido a casa dePercerín? Porque supongo que no dais una importancia tan grande
comoesoalostrajesdenuestrospoetas.—MehallevadoacasadePerceríneldeseodeproporcionarunasorpresa.—¡Unasorpresa!¿Quéesello?—Unasorpresaquevaisadaralrey.—¿Costarácara?—¡Bah!ciendoblonesparaLeBrun.—¿Unapintura?Mealegro.Pero¿quédeberepresentarlapinturaesa?—Yaoslodiréluego.Depaso,ypormásquedigáis,heinspeccionadolostrajesdenuestrospoetas.—¿Sonelegantes,ricos?—Magníficos;pocosgrandesseñores losostentaránparecidos.Asíseverá ladiferenciaquevade
loscortesanosdelariquezaalosdelaamistad.—¡Agudoygenerosocomosiempre,miqueridoprelado!—Pertenezcoavuestraescuela.
—¿Yadóndevaisahora?—preguntóFouquetestrechandolamanodeHerblay.—Aparísencuantomedaisunacarta.—¿Paraquién?—ParaLyonne.—¿QuédeseáisdeLyonne?—Unauto.—¡Unauto!¿QueréisencerraraalguienenlaBastilla?—Alcontrario,quieroquesalgadeellaciertoindividuo.—¿Quién?—Unpobrediablo,unjoven,unniñoqueestáencerradovayaparadiezañosporhaberescritodos
versoslatinoscontralosjesuitas.—¡Pordosversoslatinos!¿Ynadamásquepordosversoslatinoshacediezañosqueestápresoel
infeliz?—Sí.—¿Ynohacometidootrocrimen?—Apartededichosdosversos,esinocentecomovosyyo.—¿Palabra?—Palabra.—¿Cómosellama?—Seldón.—Enverdadesexcesivo.¿Perocómosabiendoesonomehabíaisadvertido?—Porquehastaayernomelodijolamadredeldesventurado.—¿Yestápobreesamujer?—Estáenlamiseriamásespantosa.—¡OhDios!—exclamóFouquet—.Alasvecespermitís tales injusticias,quemeexplicoquehaya
infortunadosquedudendevos.Tomad,señordeHerblay.Dichasestaspalabras,elsuperintendentetomóunaplumayescribióvelozmentealgunaslíneasasu
compañeroLyonne.Aramistomóelpapelyseencaminóalapuerta.—Guardaos—dijoFouquet,abriendosucajónysacandodiezlibranzasdeamillibrasquehabíaen
él—.Hacedquesalgaelhijo,yentregadestaslibranzasalamadre;perosobretodonoledigáis…—¿Qué,monseñor?—Queconesotienediezmillibrasmásqueyo,puesdelocontrariodiríaqueyosoyunpobrísimo
superintendente.Id,yesperoqueDiosbendigaalosquepiensanenlospobres.—Tambiényoloespero—dijoAramisbesandolamanodeFouquetysaliendoapresuradamentecon
la carta para Lyonne, las libranzas para lamadre de Seldón, y llevándose consigo aMoliere, que yaempezabaaimpacientarse.
OtracenaenlaBastilla
SonabanlassietedelatardeenelgranrelojdelaBastilla.Eralahoradelacenadelospobrescautivos.Laspuertas,rechinandosobresusdescomunalesgoznes,dabanpasoalasfuentesyalascestasatestadasdemanjares,cuyadelicadeza,comoelmismoBaisemeauxnoslohadadoaconocer,seapropiabaalacondicióndeldetenido.
Aquéllaeratambiénlahoraenquecenabaelgobernador,queaqueldíateníaunconvidado,porlocualelasadorvolteabamáscargadoquedecostumbre.
Lacenadelgobernador,apartedelassopasylosentremeses,secomponíadeunlebratomechado,ceñidodeperdicesasadasqueasuvezestabanrodeadasdecodornices,gallinasensalsa,jamónfritoyrociadoconvinoblanco,cardosdeGuipúzcoaylangostines.
Baisemeaux, sentado a la mesa, se restregaba las manos y miraba al obispo de Vannes, el cual,vestido a lo caballero, con altas botas y la espada al cinto, no cesaba de hablar de su hambre ydemostrabalamásvivaimpaciencia.
Elgobernadornoestabaacostumbradoa las familiaridadesde sugrandezamonseñordeVannes,yaquellanoche,Aramis,quesehabíapuestountantoalegre,hacíaconfidenciatrasconfidencia.Elpreladose convirtió casi en mosquetero, y tocó los límites de la desenvoltura. Respecto de Baisemeaux, seentregó en cuerpo y alma y con la facilidad de las gentes vulgares, a la momentánea llaneza de sucomensal.
—Caballero—exclamóelgobernador—yperdonadqueasíosllame,puesenverdadestanochenomeatrevoallamarosmonseñor.
—No,llamadmecaballero—repusoAramis—,traigobotas.—Puesbien,caballero,¿sabéisaquiénmerecordáisestanoche?—No—respondióAramisescanciándosevino—,perosupongoqueaunbuencomensalvuestro.Adosmerecordáis…dospersonas,unadeellasmuyilustre,eldifuntocardenal,elgrancardenal,el
deRochela,elquellevababotascualvos.¿Noesverdad?—Loes—respondióHerblay—.¿Ylaotra?—Laotraesciertomosqueteromuygarrido,muyvaliente,tanatrevidocuantoafortunado,queahorcó
loshábitosparahacersemosquetero,yluegodejólaespadaparahacersecura.—YalverqueAramissedignabasonreírse,sealentóaañadir—:Ydecurasehizoobispo,ydeobispo…
—¡Altoahí!—dijoHerblay.—Osdigoquemeparecéisuncardenal.—Basta,basta,señordeBaisemeaux.Vosmismohabéisdichoquecalzobotasdecaballero;peroni
aunestanoche,ypeseamisbotas,quieroenemistarmeconlaIglesia.—Sinembargo,alentáismalasintenciones.—Malascomotodolomundano.—¿Recorréiscallesycallejuelasenmascarado?—Sí.—¿Ycontinuáisesgrimiendolaespada?—Sólocuandomeobliganaello.HacedmelamerceddellamaraFrancisco.—Ahítenéisvino.—Noesparaeso,sinoporqueaquíhacecalorylaventanaestácerrada.—Cuandocenomandocerrarlastodasparanooírelpasodelasrondasolallegadadeloscorreos.—¿Conqueselesoyecuandolaventanaestáabierta?—Clarísimamente,yesomemolesta.—Perounoseahogaaquí…¡Francisco!—¿Señor?—Hacedme el favor de abrir la ventana —dijo Aramis—. Con vuestro permiso, señor de
Baisemeaux.—Monseñorestáaquíensucasa—respondióelgobernador—.Decidme,osencontraréissoloahora
queelseñorcondedeLaFeresehavueltoasuspenatesdeBlois.Esamigomuyantiguo,¿noesverdad?—Lohabéistanbiencomoyo,puesfuisteismosqueteroconnosotros—respondióAramis.—Conmisamigosnuncacuentolasbatallasnilosaños.—Yobráiscuerdamente;peroyohagoalgomásquequereralseñordeLaFere,levenero.—PuesamímeplacemáselseñordeD’Artagnan.¡Québuenbebedor!Alomenosunopuedeleeren
elpensamientodehombrescomoelcapitán.—Baisemeaux,emborrachadmeestaanoche,echemosunacanaalairecomoenotrosdías,ysitengo
algunapesadumbreenelcorazón,osjuroquelaveréiscomoveríaisundiamantedentrodevuestrovaso.—Bravo—dijoBaisemeauxescanciándoseunbuenporquédevinoy trasegándoloensuestómago
mientrasseestremecíadegozoalverqueibaaserpartícipedealgúnpecadocapitaldelobispo.Mientraselgobernadorbebía.Aramisescuchabaconlamayoratenciónelruidoquesubíadelpatio.Comoalasochoyalllegaralaquintabotella,entróuncorreocongrandeestrépito,pesealocual
nadaoyóelgobernador.—¡Cargueeldiabloconél!—exclamóAramis.—¿Quépasa?—preguntóBaisemeaux—.Supongoquenoosreferísalvinoquebebéisniaquienos
lodaabeber.—No,esuncaballoqueporsísolometetantoruidoenelpatiocomopudierahacerlounescuadrón
entero.—Seráalgúncorreo—dijoBaisemeauxbebiendoamásymejor—.Tenéis razón,cargueconélel
diablo,ypronto,paraquenovolvamosaoírhablardeél.—Osolvidáisdemí,Baisemeaux;mivasoestávacío—dijoAramismostrandoelsuyo.—Palabraquemedaiselmayorplacer…¡Francisco!…¡vino!—Estábien,señor—dijoFrancisco—.Pero…hallegadouncorreo…—Queselolleveeldiablo.
—Sinembargo,señor…—Quelodejeenlaescribanía;mañanaveremos.—Ycanturreandoañadió—:Mañanaserádedía.—Señor—tartamudeóelsoldadoFranciscobienasupesar.—Cuidadoconloquehacéis,Baisemeaux—repusoAramis.—¿Ydequéhedeteneryocuidado?—exclamóelgobernador,algomásquealegre.—Aveceslascartasquelleganporcorreoalosgobernadoresdeciudadela,sonórdenes.—Casisiempre.—¿Noprocedendelosministroslasórdenes?—Sí;pero…—¿Ynoselimitanlosministrosarefrendarlafirmadelrey?—Puedequetengáisrazón.Contodoesonodejadeserenojoso,cuandounoestásentadoalunamesa
bienservidayencompañíadeunamigo…Perdonad,caballero,semehabíaolvidadoquesoyyoquienosheconvidadoalmimesayquehabloconunpresuntocardenal.
—DejemosdeladocontodoesoyvolvamosaFrancisco.—¿QuéhahechoFrancisco?—Hamurmurado.—Malo,malo,malo…—Sinembargo,hamurmurado,ycuandohamurmurado,esquepasaalgofueradelousual.Podría
muybiensucederqueFrancisconoanduviesedescaminadoalmurmurar,sinovosalresistirosaescuchar.—¿YonotenerrazóndelantedeFrancisco?—exclamóBaisemeaux—.Duromeparece.—Solamenteenloqueatañealairregularidaddelservicioenestecasoconcreto.Perdonadsioshe
molestado;perohecreídoquedebíahacerosunaobservaciónquejuroimportante.—Puedeque tengáis razón—mascullóelgobernador—.Unaordendel reyessagrada.Perorepito
quelasórdenesquelleganmientrasestoycenando,eldiablo…—Sivoshubieseisobradoasíconelgrancardenalylaordenhubiesetenidoalgunaimportancia…—Sihehecholoquehehechohasidoparanomolestaraunobispo,locualmedisculpa.—Noolvidéisquehesidosoldado,yqueacostumbroverconsignasentodaspartes.—¿Conquequeréis?—Quieroquecumpláisconvuestrodeber,amigomío,alomenosenpresenciadeesesoldado.—Estoesmatemático;—dijoBaisemeaux.YvolviéndosehaciaFrancisco,añadió—:Quesubanla
ordendelrey.Elsoldadosalió.—¿Sabéisquees?—dijoelgobernadoraAramis—.Puesalgoporelestilo:«Cuidadoconelfuego
en las inmediaciones del polvorín»; o bien «Vigilad a fulano, que no se fugue». ¡Si supieseis cuántasveces me han hecho despertar sobresaltado en lo mejor, en lo más profundo de mi sueño, paracomunicarme una orden llegada al galope, o más bien para entregarme un pliego en el que sólo mepreguntabansihabíanovedad!Seconocequelosquepierdeneltiempoenescribirtalesórdenesnohandormido nunca en la Bastilla que de haber dormido, conoceríanmejor el grueso demismurallas, lavigilanciademisoficiales,lamultiplicidaddemisrondas.Enfin¡Quéharemos,monseñor!suoficioesescribirparamolestarmecuandoestoycontento;para turbarmecuandoestoyrebosandodesatisfacción—añadióBaisemeauxinclinándoseanteAramis—.Dejémosles,pues,quecumplansucometido.
—Ycumplidvoselvuestro—propusoelobispo,cuyamirada,aunquerisueñaseimponía.DeregresoFrancisco,Baisemeauxletomódelasmanoslaordendelministro,laabrióylaleyócon
lentitud,mientrasAramishacíaquebebíaparaobservarasuanfitriónaltravésdelcristal.—¿Nolodije?—exclamóelgobernador.—¿Quées?—preguntóelobispo.—Unaordendeexcarcelación.¡Vayaunanuevaparamolestarnos!—Buenaesparaelinteresado,nolonegaréis.—¡Yalasochodelanoche!—Esoescaridad.—Bueno,síadmitoqueseacaridad;peronoparamíquemedivierto,sinoparaelharagánquese
aburreensucalabozo—prorrumpióelgobernadorexasperado.—¿Acasosalísperjudicadoconesaexcarcelación?¿Elpresoqueosquitanesdelosdecuantía?—¡Psí!esunpobrediablo,unhambrientodelosdeacincolibras.—¿Mepermitíssinohayindiscreción?—dijoHerblay—.Tomad,leed.—Lahojaostentaenelmargenlapalabra«urgente».¿Lohabéisnotado?—¡Urgente!…¡unhombrequeestáaquíhacediezaños!¿Yahoralesvienelaprisadesoltarle,hoy,
estanochemisma,alasocho?Baisemeauxencogióloshombrosconademándesoberanodesdén,tirólaordenencimadelamesay
laemprendiódenuevoconlosmanjares.—Tienenunosarranques,que¡vaya!—repusoBaisemeauxconlabocallena—;alomejorprendena
unhombre, loalimentanporespaciodediezaños, recomendandoquesobre todoseejerzasobreél lamás escrupulosa vigilancia; y cuando uno se ha acostumbrado amirar al detenido como a un hombrepeligroso, ¡pam!sin saberporquéniporquéno, leescribenaunoque lo suelte,yaprisa, sinperdersegundo.¿Yaúndiréisquenohayparaquéencogerloshombros?
—Bien,sí;peropormásqueunochille,nocabeotroremedioquecumplirlaorden.—Poquitoapoco,poquitoapoco,¿osfiguráisquesoyunesclavo?—¿Quiénosdicetal?Todosconocemosvuestraindependencia.—ADiosgracias…—Perotambiéntodosconocemosvuestrocompasivocorazón.—Decídmeloamí.—Y vuestra obediencia a vuestros superiores. Cuando uno ha sido soldado, lo recuerdamientras
vive,¿noesverdad,Baisemeaux?—Poresoobedeceréestrictamente,ymañanaencuantoasomeeldía,elpresoserápuestoenlibertad.—¿Mañana?—Alamanecer.—¿Yporquénoestanoche,supuestoquelaordenesurgente?—Porqueestanochecenamosytambiénnosapremiaanosotroseltiempo.—MiqueridoBaisemeaux,pormásquecalcebotas,soysacerdote,ylacaridadesparamíundeber
más imperiosoqueelhambrey lased.Esedesventuradohapadecidobastante tiempo,puessegúnvosmismo me habéis dicho, hace diez años que está encerrado en la Bastilla. Abreviadle su suplicio,proporcionadlesinmástardarlaalegríaqueleespera,yDiososrecompensará.
—¿Osempeñáis?—Osloruego.—¿Así,enlomejordelacena?—Sí,yvuestraacciónserálabendicióndevuestramesa.—Cúmplasevuestravoluntad;peroosadviertoquecomeremosfrío.—Noimporta.—Baisemeaux se echó atrás para tirar del cordónde la campanilla y llamar aFranciscoy por un
movimientonatural,sevolvióhacialapuerta.Comolaordenestabasobrelamesa,Aramisaprovechóaquelinstanteparatrocarlaconotropapel
dobladodelamismamanerayquesacódesubolsillo.—Francisco,dijoelgobernador—quesubaaquíelmayorconlosllaverosdelaBertaudiere.Elordenanzahizounareverenciaconlacabeza,ydejósolosalosdoscomensales.
Elgeneraldelaorden
Duranteunosinstantesambosguardaronelmayorsilencio,duranteelcualAramisnoperdiódevistaalgobernador,quealparecernoestabamuydecididoalinterrumpirsucena,yqueeraevidentebuscabaunarazóncualquier,buenaomala,pararetardarelcumplimientodelaorden,alomenoshastadespuésdelospostres.
—¡Ahcaramba!—exclamódeimprovisoBaisemeaux,comosihubieseencontradoloquebuscaba—.Nopuedeser.
—¿Quéesloquenopuedeser?—preguntóAramis.—Eldarsueltaalpresoalestahora.¿AdóndeirásinoconoceParís?—Adondepueda.—Yaloveis,seríalomismoquelibertaraunciego.—Ahífuerameaguardaunacarroza,yyomeencargodeconducirloadondequiera.—Paratodotenéisrespuesta…¡Francisco!…almayorquevayaabrirelcalabozodelseñorSeldón,
número3delaBertaudiere.—¿Seldón,decís?—preguntóconlamayornaturalidadelobispo.—Sí,eselnombredelindividuoalquienponenenlibertad.—QuerréisdecirMarchiali—replicóAramis.—¿Marchiali?¡Je!¡Je!Seldón.—Tengoparamíqueosengañáis,señordeBaisemeaux.—Comoqueheleídolaorden…—Yyotambién.—YenellahevistoSeldónenletrasgordas,así—repusoelgobernadormostrandoundedo.—PuesyohevistoMarchialienletrasasí—replicóAramisalzandodosdedos.—Aclarémoslo inmediatamente—dijoBaisemeaux, plenamente convencido de lo que afirmaba—.
Bastaleerelpapel.—Aquíesta.¿VeiscomodiceMarchiali?—dijoHerblaydesdoblandoelpapel—.Mirad.—Esverdad—respondióelgobernadorconademándeterrorydejandocaerlosbrazos.—¿Nooslodije?—¡Cómo!, ¡el hombre de quien tanto hemos hablado! ¡El hombre sobre quien me recomiendan
incesantementequevele!—Yaloveis,Marchiali—replicóelinflexibleAramis.—Confiesoquenoentiendojota,monseñor.
—Sinembargo,debéisdarcréditoavuestrosojos.—¡YdecirquerezaMarchiali!—Yenbuenaletra.—¡Esfenomenal!TodavíaestoyviendolaordenyelnombredeSeldón,irlandés.Yaunrecuerdoque
debajodelnombre,habíaunborrón.—Nohayborrónalguno;ved.—Sí,repito—dijoelgobernador—;ytanesasí,quehearañadolaarenilladequeelborrónestaba
cubierto.—Sealoquefuere,conosinborróndicelaordenquepongáisenlibertadaMarchiali.—DequepongaenlibertadaMarchiali—repitióelgobernadoresforzándoseenrecobrarlalucidez
desumente.—Yvaisasoltaralpreso.SidepasoosdaelcorazónporabrirlaspuertasdelaBastillaaSeldón,
nomeopongo.Aramiscoronósusúltimaspalabrasconunasonrisatanpreñadadeironía,queBaisemeauxacabóde
serenarycobróalientos.—Monseñor —dijo Baisemeaux—. Marchiali es el preso a quien el otro día vino a visitar por
maneratanimperiosaytanensecretounpadrecura,confesorde«nuestraorden».—Nosénadadeeso—replicóAramis.—Sinembargo,nohacetantotiempo…—Esverdad;peroentrenosotrosimportaqueelhombredehoyolvideloquehizoelhombredeayer.—Como quiera que sea —repuso Baisemeaux—, la visita del confesor jesuita habrá sido
grandementeprovechosaparaesejoven.Aramisnoreplicóysepusoacomeryabeber.Baisemeaux,lejosdeimitaraHerblay,tomónuevamentelaordeny,despuésdereleerla,laexaminó
porelanversoyporelreversoconlamayoratención.Aquelexamen,encircunstanciasnormaleshabríahechosubirloscoloresalrostrodelpocopaciente
Aramis;peroelobispodeVannesnoseatufabaportanpoco,sobretodocuandosabíaqueelatufarseerapeligroso.
—¿VaisalibertaraMarchiali?—dijoHerblay—.¡Zape!¡Quéricojerez,miqueridogobernador!—Lo pondré en libertad después que haya visto yo al correo que ha traído la orden, y del
interrogatorioaquevoyasujetarloresulteclaroparamí…—Pero,silasórdenesestánselladas,yporconsiguientenadasabedeellaselcorreo.¿Yquéqueréis
verclaroporesecamino?—Bueno,enviaréunpartealministerio,yelseñorLyonneconfirmaráorectificarálaorden.—¿Yquéprovechovaisasacar?—repusoAramisconlamayorfrescura.—Asíunonuncaseengaña,nifaltaalrespetoqueunsubalternodebeasussuperiores,niinfringelos
deberesdelcargoquedesempeñaporvoluntadpropia.—Vuestra elocuencia me admira. Es verdad, un subalterno debe respetar a sus superiores, y es
culpado cuando se engaña, y es castigado cuando infringe los deberes o las leyes del cargo quedesempeña.
Baisemeauxfijóunamiradadeextrañezaenelobispo.
—De lo cual se sigue—continuóAramis— que para descargo de vuestra conciencia acudís a laconsulta.
—Sí,monseñor.—Ysiunsuperiorosimponeunaorden,¿lacumpliréis?—Claroquesí,monseñor.—¿Conocéisbienlafirmadelrey,señordeBaisemeaux?—Sí,monseñor.—¿Noestáestampadaalpiedeesaordendelibertad?—Esverdad,peropuede…—Serfalsa,¿noesverdad?—Sehandadocasos,monseñor.—Decísbien.¿YladelseñordeLyonne?—También figura en esa orden; pero así comopueden falsificar la firma del rey, con tantamayor
razónpuedenhacerloconladelseñordeLyonne.—Andáisapasodegiganteporelcampodelalógica,señorBaisemeaux—dijoAramis—,yvuestra
argumentaciónnotieneréplica.Pero¿enquéosfundáisparasuponerqueesasfirmasseanfalsas?—EnquelafirmadeSuMajestadnoestárefrendada.Además,elseñordeLyonnenoestápresente
paradecirmequehafirmado.—Puesbien,señordeBaisemeaux—repusoAramisfijandoenelgobernadorsumiradadeáguila—.
Adoptosinvacilarvuestrasdudasyvuestramaneradeaclararlasyvoyatomarunaplumasimeladais.Baisemeauxlediounapluma.—Yunahojaenblanco—añadióAramis.—Baisemeauxledioelpapel.—Yyotambién,presente,incontestable,voyaescribirunaordenalacualestoysegurodequedaréis
fe,pormuchaqueseavuestraincredulidad.AntelaglacialseguridaddeAramis,elgobernadorpalideció.Creyóquelavozdeaquéltanafabley
alegrepocoantes,habíatomadounsonidofúnebreysiniestro.Aramistomólaplumayescribió,mientraselgobernador,petrificadoleíaporencimadesuhombro:«A.M.D.G.»escribióelobispo,trazandounacruzdebajodeaquellascuatroletras,quesignificaban
admajoremDeigloriam.Luegocontinuó:
Es nuestra voluntad que la orden entregada al señor de Baisemeaux deMontiexun, gobernador de laBastillaporelrey,seatenidaporbuenayvaledera,ypuestaenejecucióninmediatamente.
Herblay,generaldelaCompañíaporgraciadeDios.
Talfuelaemociónquesintióelgobernador,queselecontrajeronlasfacciones,abriólabocayquedóconlamiradafija,inmóvilymudo.
Aramis, sin dignarse siquieramirar al gobernador, sacó de su faltriquera un pequeño estuche queencerrabauntrozodeceranegra;cerrósucarta,imprimióenlaceraunselloquesuspendidoalcuelloy
debajodesujubónllevaba,yterminadasuoperaciónleentregósilenciosamentelaorden.Templándolelasmanosquedabacompasión,miróBaisemeauxconojosapagadosysininteligencia
elsello,ydespuéscayóensusillacomoheridoporelrayo.—Vaya—dijoAramistrasundilatadosilencio—.Nomehagáiscreerquelapresenciadelgeneral
delacompañíaesterriblecomoladeDios,yqueunomuereaconsecuenciadehaberlevisto.¡Animo!levantaos,dadmevuestramano,yobedeced.
Baisemeaux,tranquilizado,sinosatisfecho,obedeció,besólamanoaAramisyselevantódiciendocontartamudalengua:
—¿Inmediatamente?—Noexageremos—repusoAramis—.Sentaosotravezenvuestrositio,y rindamosacatamientoa
esosricospostres.—Deestanomelevanto,monseñor—dijoBaisemeaux—.¡Yyo,quehereídoybromeadoconvos,y
heosadotratarosdeigualaigual!—¿Quieres callarte,miviejo compadre?—replicó el obispo comprendiendoque la cuerda estaba
muytiranteyseríapeligrosoromperla—.Vivamoscadacualennuestraesferarespectiva: tú,contandoconmiprotecciónyamistad,yyocontuobediencia.Pagadospuntualmenteesosdostributos,sigamostancontentos.
Baisemeaux reflexionó, y al ver, de una ojeada, las consecuencias fatales que podía acarrearle laextorsióndeunpresopormediodeunaordenfalsapusoenparangónaquellasconlaordenoficialdelgeneraldelaorden,yhallóqueestaúltimanolecompensaba.
—MibuenBaisemeaux,soisunmentecato—dijoAramis,queleyóenelpensamientodesucomensal—.Perdedelhábitodereflexionar,cuandoyometomolamolestiadehacerloporvos.
—Bueno, sí; pero ¿cómovoy a arreglarme?—repuso el gobernadordespuésdehaberse inclinadoanteunnuevogestoquehicieraelobispo.
—¿Quéhacéiscuandosoltáisaunpreso?—Sigolasinstruccionesdelreglamento.—Puesobradahoradelamismamanera.—Mepresentoconelmayorenelcalabozodelpreso,yyomismoleacompañocuandoespersonaje
decuenta.—Marchialinoesnadadeeso—repusoAramisconnegligencia.—Nolosé—replicóelgobernadorconacentoquequeríadecir«Avosostocaprobármelo».—Puessinolosabéis,esseñalqueyotengorazón;deconsiguientetratadaMarchialicomosifuera
delosínfimos.—Seguiré al pie de la letra el reglamento, el cual indica que el carcelero o uno de los oficiales
subalternosdebeconducirelpresoalapresenciadelgobernador,enelarchivo.—Esunadisposiciónmuyatinada.¿Quémás?—Luego,sedevuelvenalpresocuantosobjetosdevalortraíaenelinstantedelaencarcelación,así
comolostrajesypapeles,salvoordencontrariadelministro.—¿QuérezalaordendelministroacercadeMarchiali?—Absolutamente nada, pues el desventurado entró en la Bastilla sin joyas, sin papeles y casi
desnudo.
—Yaveisquenopuedesermássencilloelcaso.—Quedaosaquí,yqueconduzcanelpresoalarchivo.Baisemeauxllamóaunteniente,ylediounaconsigna,queéstetransmitióautomáticamenteaquien
debía.Mediahoradespuésseoyócerrarunapuertaenelpatio:era lapuertadel torreónqueacababade
soltarsupresa.Aramisapagótodaslasbujíasdelcomedor,dejandotansólounaencendidadetrásdelapuerta. Aquella luz trémula no permitía fijarse en los objetos, pues duplicaba los aspectos y losvislumbresconsumovilidad.
Seibaacercandoelrumordepasos.—Salidarecibiraesoshombres—dijoAramis.Elgobernadorobedeció,ydespidiendoalsargentoyaloscarceleros,seguidodelpresoregresóal
comedor,dondeconvozconmovidanotificóaljovenlaordenqueledevolvíalalibertad.Elpresoescuchósinhacerungestoniproferirunapalabra.—Ahoraycumpliendounaformalidadqueexigeelreglamento—añadióelgobernador—vaisajurar
quenuncajamásrevelaréiscuántohabéisvistouoídoenlaBastilla.Elpresoviouncrucifijo,ytendiendolamano,jurósóloconloslabios.—Estáislibre—dijoBaisemeaux—.¿Adóndepensáisir?Eljovenvolviólacabezacomobuscandotrassíunaprotecciónconlacualcontaradeantemano.—Aquí estoy, para prestaros el servicio que os plazca pedirme —dijo Aramis saliendo de la
penumbra.—Dios os tenga en su santa guarda —dijo el preso con voz tan firme que hizo estremecer al
gobernador,tantocuantoleextrañaralafórmula.Elpreso,ligeramentesonrojado,apoyósinvacilaciónsubrazoeneldelobispo.—¿Osdamalaespinamiorden?—dijoAramisestrechandolamanoaBaisemeaux—.¿Teméisquela
encuentrensivienenapracticarunregistro?—Deseoconservarla—respondióelgobernador—.Silaencontraranenmicasaseríaseñalciertade
miperdición,yenestecasotendríaenvosunpoderosoauxiliar.—¿Lo decís porque soy vuestro cómplice? —repuso Aramis encogiendo los hombros—. ¡Bah!
Adiós,Baisemeaux.Loscaballosaguardaban,sacudiendo,ensuimpaciencia,lacarroza.Elobispo,aquienelgobernadoracompañóhastaelpiedelaescalinata,subióalacarrozadespués
dehaberhechoqueseinstalaraenellaMarchiali,ydijoalcocheroestaúnicapalabra:—¡Adelante!La carroza rodó estrepitosamente por el empedrado del patio, precedida de un individuo que
alumbrabaelcaminoconunahachadevientoydabaacadacuerpodeguardialaordendedejarlibreelpaso.
Aramisnorespiródurantetodoeltiempoqueemplearonenabrirlosrastrillos,ytaleraelestadodesuánimo,quepudieranhaberleoídoloslatidosdesucorazón.
Elpreso,sepultadoenunodelosrinconesdelacarroza,tampocodabaseñalesdevida.Porfin,traslacarrozasecerrólaúltimapuerta,ladelacalledeSanAntonio.Aunoyotroladose
veíaelcielo,lalibertad,lavida.Loscaballos,sujetadosporunamanofirme,marcharonalpasohastael
centro del barrio, donde tomaron el trote. Poco a poco, ora porque se enardecían, ya porque lesaguijaban, fueron aumentando su velocidad hasta que, una vez en Bercy, la carroza,más que por loscaballos,parecía arrastradapor elhuracán.Así corrieron los caballoshastaVillanuevadeSan Jorge,donde estabapreparado el relevo.Ahora, envezdedos fueron cuatro los caballos que arrastraron lacarrozahaciaMelún,no sinhacerunaltoenel riñóndelbosquedeSenart, indudablementeaórdenesdadasdeantemanoporAramis.
—¿Quépasa?—preguntóelpresoaldetenerselacarrozaycualsidespertaradelargosueño.—Pasa,monseñor—respondióHerblay—,queantesdeseguiradelanteesprecisoqueVuestraAlteza
yyoconversemosunpoco.—Tanprontosepresenteocasión—repusoeljovenpríncipe.—Nopuedesermásoportunalapresente,monseñor;noshallamosenelcorazóndelbosque,yporlo
tantonadiepuedeoírnos.—¿Yelpostillón?—Elpostillóndeesterelevoessordomudo,monseñor.—Avuestraórdenes,pues,señorHerblay.—¿Osplacequedarosaquíenlacarroza?—Sí,estamosbiensentadosylehetomadocariñoalacarrozaesta;eslaquemeharestituidoala
liberta.—Convuestralicencia,monseñor,faltatodavíaotraprecaución.—¿Cuál?—Comonoshallamosenmediodelcamino real,puedenpasar jinetesocarrozasqueviajancomo
nosotros, y que al vernosparados, supondríanquenospasa algúnpercance.Evitemosofertas quenosincomodarían.
—Puesordenadalpostillónqueescondalacarrozaenunadelasalamedaslaterales.—Taleramiintención,monseñor.Aramistocóconlamanoalsordomudoylehizounaseña.Aquélseapeóinmediatamente,tomópor
lasriendasalosdosprimeroscaballosyloscondujo,altravésdelasmalezas,aunaalamedasinuosa,enlo último de la cual, en aquella oscura noche, las nubes formaban una cortinamás negra que la tinta.Luego el mudo se tendió en un talud, junto a sus caballos, que empezaron a arrancar a derecha y aizquierdalosretoñosdelasencinas.
—Osescucho—dijoeljovenpríncipeaAramis—.Pero¿quéhacéis?—Desarmounaspistolasdelasqueyanotenemosnecesidad.
Eltentador
—Príncipemío—dijoAramisvolviéndoseenlacarroza,haciasucompañero—.Pormuypocoqueyovalga,pormenguadoqueseamiingenio,pormuyínfimoqueseaellugarqueocupoenlaescaladelosserespensadores,nuncahehabladoconunhombredequiennohayaleídoensuimaginaciónaltravésdelamáscaravivienteechadasobrenuestrainteligenciaparareprimirsusmanifestaciones.Peroestanoche,enmedio de la oscuridad que nos envuelve y de la reserva en que os veo, nome será dable leer envuestrasfacciones,yunavozsecretamedicequemecostarátrabajoarrancarosunapalabrasincera.Ossuplico,pues,noporamoramí,pueslosvasallosdebennopesarnadaenlabalanzadelospríncipes,sinoporamoravos,quegrabéisenvuestramentemispalabrasylasinflexionesdemivoz,queenlasgravescircunstanciasenqueestamosmetidos,tendráncadaunadeellassusignificadoysuvalor,comojamáslohabrántenidoenelmundootraspalabras.
—Escucho—repitiócondecisiónelpríncipe—sinambicionarni temercuantovaisadecirme.—Dijo, y se hundió todavía más en los mullidos almohadones de la carroza, no sólo para sustraersefísicamenteasucompañero,mastambiénparaarrancaraésteaunlasuposicióndesupresencia.Estabancompletamenteaoscuras.
—Monseñor—continuóAramis—,osesconocidalahistoriadelgobiernoquehoyrigelosdestinosdeFrancia.Elreyhasalidodeunainfanciacautiva,oscurayestrechacomolavuestra,conladiferencia,sinembargo,dequeenvezdesufrir,comovos,laesclavituddelaprisión,laoscuridaddelasoledadylaestrechezdelavidaoculta,hapasadosuinfortunio,sushumillacionesyestrechecesenplenaluzdelimplacablesoldelarealeza,anegadaenclaridadenquetodatachapareceasquerosofango,enquetodagloriapareceunatacha.Elreyhapadecido,yensuspadecimientoshaacumuladorencores,ysevengará,locualsignificaqueseráunmalrey.NodigoquederramesangrecomoLuisXIoCarlosIX,puesnotieneque lavar injuriasmortales;perodevoraráeldineroy la subsistenciade susvasallos,porquehapadecidoinjuriasdeinterésydedinero.Asípues,cuandoexaminodefrentelosméritosylosdefectosdeesepríncipe,loprimeroquehagoesponerasalvomiconciencia,quemeabsuelvedequelecondene.
Aramis hizo una pausa para coordinar sus ideas y para dejar que las palabras que acababa depronunciarsegrabasenhondamenteenelespíritudeFelipe.
—Dios todo lohacebien—prosiguió el obispodeVannes—;yde esto estoy tanpersuadido, quedesdeunprincipiomefelicitédequemehubieseescogidopordepositariodelsecretoqueosheayudadoa descubrir. Dios, justiciero y previsor, para consumar una grande obra necesitaba un instrumentointeligente,perseverante,convencido;yese instrumentosoyyo,queestoydotadodeclara inteligencia,soyperseveranteyestoyconvencido,yo,quegobiernounpueblomisteriosoquehatomadopordivisala
deDios:«Patiensquiaaeternus!».Elpríncipehizounmovimiento.—Conozcoquehabéislevantadolacabeza,monseñor—prosiguióAramis—,yqueosadmiraqueyo
gobierneunpueblo.Nopudisteisimaginarquetratabaisconunrey.¡Ah!monseñor,soyrey,esverdad,pero rey de un pueblo humildísimo y desheredado: humilde, porque sólo tiene fuerza arrastrándose;desheredado,porqueenestemundocasinuncacosechaeltrigoquesiembra,nocomeelfrutoquecultiva.Trabajaporunaabstracción,reúnetodaslasmoléculasdesupoderparaformarconellasunhombre,yconlasgotasdesusudorformaunanubealrededordeesehombre,queasuvezyconsuingeniodebeconvertirlaenunaaureolaabrillantadaconlosrayosdetodaslascoronasdelacristiandad.Ésteeselhombreque está a vuestro lado,monseñor; lo cual equivale a deciros queos he sacadodel abismoaimpulsosdeungrandesignio,yqueenmiesplendorosodesignioquierohacerossuperioralaspotestadesdelatierrayamí.
—Mehabláisdelasectareligiosadelacualsoislacabeza—dijoelpríncipetocandoligeramenteenelbrazodeAramis—.Ahorabien,deloquemehabéisdichoresulta,amimododever,queeldíaqueospropongáis precipitar a aquel a quien habréis encumbrado, lo precipitaréis, y tendréis bajo vuestrodominioavuestrodiosdelavíspera.
—No,monseñor—replicóelobispo—.Siyonotuviesedosmiras,nohabríaarriesgadounapartidatanterribleconvuestraaltezareal.Eldíaqueseréisencumbrado,loestaréisparasiempre;alponerelpie enel estribo, todo loderribaréis, todo loarrojaréis tan lejosdevos,quenunca jamás suvistaosrecordaránisiquierasuderechoavuestragratitud.
—¡Oh!caballero.—Vuestra exclamación, monseñor, es hija de la nobleza de vuestro corazón. Gracias. Tened por
seguro que aspiro a más que a la gratitud; tengo la certidumbre de que, al llegar vos a la cima, mejuzgaréis todavía más digno de vuestra amistad, y que ambos obraremos tales portentos, que seránrecordadosdesigloensiglo.
—Decidmesinreticenciasloquesoyactualmenteyquéosproponéisqueseaeneldíademañana—repusoelpríncipe.
—SoiselhijodelreyLuisXIII,hermanodelreyLuisXIV,yherederonaturalylegítimodeltronodeFrancia.Conservándoosjuntoaél,comohahechoconsuhermanomenorFelipe,elreysereservabaelderechodesersoberanolegítimo.SóloDiosylosmédicospodíandisputarlelalegitimidad.Losmédicosprefieren siempreal reyque reinaalqueno reina,yDiosnoobraríabienperjudicandoaunpríncipedigno.PeroDioshapermitidoqueospersiguieran,yesapersecuciónosconsagrahoyreydeFrancia.¿Os lo disputan? prueba que tenéis derecho a reinar; ¿os secuestran? señal que teníais derecho a serproclamado; ¿no se han atrevido a derramar vuestra sangre como la de vuestros servidores? es quevuestra sangre es divina. Ved ahora lo que ha hecho en vuestro provechoDios, a quien tantas veceshabéis acusadodehaberosperseguido sindescanso.Mañana, opasadomañana, a laprimeraocasión,vos, fantasmareal, retratovivientedeLuisXIV,ossentaréisensu trono,delque lavoluntaddeDios,confiadaalaejecucióndelbrazodeunhombre,lohabráprecipitadosinremisión.
—Comprendo,noderramaránlasangredemihermano.—Sólovosseréiselárbitrodesudestino.—Elsecretoquehanabusadorespectodemí…
—Lo usaréis vos para con él. ¿Qué hacía él para ocultarlo? Os escondía. Vivo retrato suyo,descubriríais latramaurdidaporMazarinoyAnadeAustria.Vostendréiselmismointerésenguardarbajollavealque,preso,seosparecerá,comovososparecíaisaélsiendorey.
—Vuelvoaloqueosdecía.¿Quiénlocustodiará?—Elmismoqueoscustodiabaavos.—Ydecidme,¿quiénestáenesesecreto,apartedevosquelohabéisvueltoenmiprovecho?—LareinamadreylaseñoradeChevreuse.—¿Quéharán?—Nada,sivosqueréis.—Noentiendo.—¿Cómovanaconocerossivosobráisdemodoquenoosconozcan?—Esverdad;perohayotrasdificultadesmásgravestodavía.—¿Cuáles?—Mihermanoestácasado,yyonopuedoquitarlesumujer.—Haré que España consienta en un repudio, está bien con vuestra nueva política y con lamoral
humana.Asísaldrábeneficiadotodolonobleyútil.—Elrey,secuestrado,hablará.—¿Aquién?¿Alasparedes?—¿Llamáisparedesaloshombresenquienestendréisvosdepositadavuestraconfianza?—Encasonecesario,sí.Porotraparte,losdesigniosdeDiosnosedetienenentanbuencamino.Un
plandetalmagnitudsecompletaconlosresultados,comouncálculogeométrico.Elrey,secuestrado,noconstituiráparavoselobstáculoquevosparaelsoberanoreinante.Dioshadotadodeunalmaorgullosaeimpacienteavuestrohermano,aquien,además,haenervado,desarmadoconelgocedeloshonoresyelhábitodelpodersoberano.Dios,queteníadispuestoqueelresultadodelcálculogeométricodequeoshehabladofuesevuestroadvenimientoaltronoyladestruccióndecuantoosesperjudicial,hadecididoqueel vencido acabe sus sufrimientos a pocodehaber vos acabado con los vuestros.Dioshapreparado,pues, el almayel cuerpodel reypara labrevedadde laagonía.Vos,aprisionadocomounparticular,secuestradoconvuestrasdudas,privadode todo, conelhábitodeunavida solitaria,habéis resistido;pero vuestro hermano, cautivo, olvidado, restricto, no soportará su desventura yDios llamará a sí sualmaeneltiempoprefijado,estoes,pronto.
—Desterraréalreydestronado—repusoconvoznerviosaFelipe—.Serámáshumano.—Vos resolveréis, monseñor —dijo Aramis—. Ahora decidme, ¿he planteado claramente el
problema?,¿loheresueltoconformealosdeseosoalasprevisionesdeVuestraAltezaReal?—Exceptodoscosas,nadahabéisolvidado.—¿Laprimera?—Hablemos de ella sin tardanza y con lamisma franqueza que ha informado hasta ahora nuestra
conversación,hablemosdelascausasquepuedenecharportierralasesperanzasquehemosconcebido;delospeligrosquecorremos.
—Estos serían inmensos, infinitos, espantosos, insuperables, si, como os he manifestado, noconcurriese todo a anularlos en absoluto.Ni vos ni yo corremos peligro alguno si la constancia y laintrepidezdevuestraAltezaRealcorrenparejasconelmilagrosoparecidoquelanaturalezaoshadado
conelrey.Repito,pues,quenohaypeligroalguno,perosíobstáculos,pormásqueestevocablocomúnatodos los idiomas, tenga paramí un significado tan obscuro, que de ser yo rey lo haría suprimir porabsurdoeinútil.
—Pueshayunobstáculogravísimo,unpeligroinsuperablequevosolvidáis—replicóelpríncipe.—¿Cuál?—Laconcienciaquegrita,elremordimientoquedesgarra.—Esverdad—dijoHerblay—;haytalencogimientodeánimo,vosmelorecordáis.Tenéisrazón,es
unobstáculopoderosísimo.Elcaballoquetienemiedoalazanja,caeenellaysemata;elhombrequecruzasuacerotemblando,dejaalaespadaenemigahuecosporloscualespasalamuerte.Esverdad,esverdad.
—¿Tenéishermanos?—preguntóeljoven.—Estoysoloenelmundo—respondióAramisconvoznerviosayestridentecomoelamartillarde
unapistola.—Peroalomenosamáisaalguien—repusoFelipe.—¡Anadie!Perodigomal,monseñor,osamoavos.Eljovenseabismóenunsilenciotanprofundo,queparaelobisposeconvirtióenruidoinsufribleel
queproducíasualiento.—Monseñor—continuóAramis—,todavíanohemanifestadoaVuestraAltezaRealcuantoteníaque
manifestarle; todavía no he ofrecido ami príncipe todo el caudal de saludables consejos y de útilesexpedientesqueparaélheacumulado.Nosetratadehacerbrillarunrayoalosojosdelquesecomplaceen laobscuridad;nodehacer retumbar lasmagnificenciasdelcañónen losoídosdelhombrepacíficoque se recrea en el sosiegoy en la vista de los campos.No,monseñor; enmimente tengopreparadavuestradicha,mis labiosvanaverterla, tomadlacuidadosamenteparavos,que tantohabéisamadoelfirmamento, losverdespradosy el airepuro.Conozcouna tierradedelicias, unparaíso ignorado, unrincóndelmundoenelquesolo,libre,desconocido,entrebosques,floresyaguasbullidoras,olvidaréistodas lasmiseriasdeque la locurahumana, tentadoradeDios,oshahabladohacepoco.Escuchadme,príncipemío,yatended,quenomeburlo.Mialmametengo,monseñor,yleoenlasprofundidadesdelavuestra.Noos tomaré incompletoparaarrojarosenelcrisoldemivoluntad,demicapricho,odemiambición. O todo o nada. Estáis atropellado, enfermo, casi muerto por el exceso de aire que habéisrespiradodurantelahoraquehacegozáisdelibertad;yesésta,paramí,señalevidentedequequerréiscontinuarrespirandocontalansia.Limitémonos,pues,aunavidamáshumilde,másadecuadaanuestrasfuerzas.ADiospongopor testigodequequieroquesurjavuestra felicidadde lapruebaenqueoshepuesto.
—Explicaos—exclamóelpríncipeconvivezaquedioquepensaraAramis.—EnelBajoPoitúconozcoyounacomarca—prosiguióelprelado—delaquenohayenFrancia
quien sospechequeexista.Ocupadichacomarcaunaextensióndeveinte leguas…Es inmensa, ¿noesverdad?Veinteleguas,monseñor,cubiertasdeagua,hierbasyjuncales,yconislaspobladasdebosques.Aquellosgrandesyprofundospantanoscuajadosdecañaverales,duermenensilenciobajolasonrisadelsol. Algunas familias de pescadores los cruzan perezosamente con sus grandes barcas de álamos yabedules, de suelo cubierto con una alfombra de cañas y techo labrado de entretejidos y resistentesjuncos.Aquellasbarcas,aquellascasasflotantes,van…adondelasllevaelviento.Sitocanlaorilla,es
por acaso, y tan blandamente, que el choque no despierta al pescador, si está dormido. Sipremeditadamentellegaalaorilla,esquehavistolargasbandadasderasconesodeavefrías,degansoso de pluviales, de cercetas o de becadas, de los que hace presa con el armadijo o con el plomo delmosquete.Lasplateadas alosas, las descomunales anguilas, los luciosnerviosos, las percas rosadasycenicientascaenenincontablenúmeroenlasredesdelpescador,queescogelaspiezasmejoresysueltalasdemás.Allínohansentadonuncalaplantasoldadoniciudadanoalguno;allíelsolbenigno;allíhaytrozosdeterrenoqueproducenlavidyalimentancongenerosojugoloshermososracimosdeuvasnegrasoblancas.Todas lassemanasunabarcavaabuscar,en la tahonacomún,elpancalienteyamarillentocuyooloratraeyacariciadesdelejos.Allíviviréiscomounhombredelaantigüedad.Señorpoderosodevuestrosperrosdeaguas,devuestrossedales,devuestrasescopetasydevuestrahermosacasadecañas,viviréisallíenlaopulenciadelacaza,enlaplenituddelaseguridad,asípasaréislosaños,alcabodeloscuales,desconocido,transformado,habréisobligadoaDiosaqueosdepareunnuevodestino.Enestetalegohaymildoblones,monseñor;estoesmásdeloquesenecesitaparacomprartodoelpantanodequeoshehablado,paravivirenélmásañosquenodíasalentaréis,paraserelmásrico,libreydichosodelacomarca.Aceptadeldineroconlamismasinceridad,conelmismogozoconqueosloofrezco,ysinmásdilacionesvamosadesenganchardosdeloscuatrocaballosdelacarroza;elmudo,miservidor,osconducirá,andandodenocheydurmiendodedía,hastaaquellatierra,yalomenosmecabráasílasatisfaccióndehaberhechopormipríncipeloqueporsuvoluntadmipríncipehabráescogido.Habrélabradolafelicidaddeunhombre,locualmepremiaráDiosconmáscrecesquenosiconvirtieraaesehombre en poderoso; y cuenta que lo primero es imponderablemente más difícil. ¿Qué respondéis,monseñor?Aquíestáeldinero…Notitubeéis.ElúnicopeligroquecorréisenelPoitúeseldetomarlasfiebres;peroaunenestecasocontaréisconloscuranderosdeallí,quealsabervuestrodinerovendránacuraros.De jugar laotrapartida, laque sabéis, corréis el riesgodequeos asesinenenun tronouosestrangulenenunacárcel.Enverdadosdigo,monseñor,queahoraqueheexploradolosdoscaminos,notitubearía.
—Caballero—repusoelpríncipe—.Dejadmeque,antesderesolver,mebajedelacarroza,andeunpoco, y consulte la voz con que Dios hace hablar a la naturaleza libre. Dentro d diez minutos oscontestaré.
—Hágasecomodecís—dijoHerblayinclinándoseconrespeto,tanaugustaysolemnehabíasidolavozdelpríncipealdecirsusúltimaspalabras.
Coronaytiara
Aramis se apeó para tener la portezuela al príncipe, el cual se estremeció de los pies a la cabeza alsentar la planta en el césped, y dio una vuelta alrededor de la carroza con paso torpe y casitambaleándose,comosinoestuvieseacostumbradoacaminarporlatierradeloshombres.
Eranlasoncedelanochedel15deagosto;gruesasnubes,presagiodetormenta,cubríanelespacioyocultaban la luzde lasestrellasy laperspectiva.Lasextremidadesde lasalamedasapenas resaltabansobre los sotos por una penumbra gris opaca perceptible tan sólo, enmedio de aquella negrura, trasatentoexamen.Peroelolordelahierba,lasacresemanacionesdelasencinas,laatmósferatempladaporvez primera después de tantos años le envolvía, la inefable fruición de libertad enmedio del campo,hablaban un lenguaje tan seductivo para el príncipe, que, sea cual fuere el recato, casi diremos eldisimulodequehemosintentadodaridea,dioriendaalaemociónyexhalóunsuspirodegozo.
Poco a poco levantó el joven su entorpecida cabeza, y respiró las diferentes capas de aire aproporción que le acariciaban el rostro cargadas de aromas.Con los brazos cruzados sobre el pechocomopara impedirlequereventaraa la invasióndeaquellanuevafelicidad,aspirócondeliciaalairedesconocidoquedenochecirculabajolasbóvedasdelosaltosbosques.Aquelcieloqueseleofrecíaalamirada,aquellasaguasqueleenviabansusmurmullos,aquellascriaturasaquienesveíamoverse,¿noeranlarealidad?¿NoeraunlocoAramiscreyendoqueenelmundopodíaanhelarsemás?
Laembriagadoraperspectivadelavidacampestre,libredecuidados,temoresyescaseces,elocéanodedíasventurososquereverberaalosojosdelajuventud,heahíelverdaderoceboenquepuedequedarprendido un infeliz cautivo, gastado por las piedras del calabozo, enervado por la falta de aire de laprisión.YaquélfueelceboquelepresentóAramisalofrecerlelosmildoblonesyelencantadoedénqueocultabanalosojosdelmundolosdesiertosdelBajoPoitú.
Tales eran las reflexiones que se hacíaAramismientras con ansiedad indecible seguía lamarchasilenciosadelasalegríasdelpríncipe,aquienveíaabismarsegradualmenteenlasprofundidadesdesumeditación.
Conefecto,Felipe,absorto,yanotocabaconlospiesenelsuelo,ysualma,quedeunvuelosubierahastaelexcelsotrono,suplicabaaDiosqueenmediodeaquellaincertidumbre,delaquedebíasalirsuvidaosumuerte,leconcedieseunrayodeluz.
FueaquelunmomentoterribleparaelobispodeVannes;yesqueaunnosehabíaencontradonuncaen presencia de un infortunio tan inmenso. Aquella alma de bronce, acostumbrada a luchar contraobstáculosanteloscualesnosehallójamásinferiornivencido,ibaanaufragarenaquelvastoplanpornohaberprevistolainfluenciaqueejercíaenuncuerpohumanounpuñadodehojasregadasporalgunos
litrosdeaire.Aramis,clavadoensusitioporlaangustiadeladuda,contemplópuesladolorosaagoníadeFelipe,
que sostenía la lucha contra los dos ángeles misteriosos. Aquel suplicio duró los diez minutos quesolicitara el joven.El cual, durante aquella eternidad, no cesó demirar el cielo con ojos de súplica,tristes y humedecidos; comoAramis no apartó deFelipe los suyos, preñados de avidez, inflamados ydevoradores.
Felipebajóderepente lacabeza,yesquesupensamientohabíabajadonuevamentea la tierra.Aljovenseleendureciólamirada,arrugóselelafrente,yarmóselederesoluciónindómitalaboca;luegovolvió a quedar con los ojos fijos, que por ahora se reflejaba en ellos la llama de los humanosesplendores;ahorasumiradaeracomoladeSatanáscuando,enlacimadelamontaña,queríatentaraJesucristomostrándolelosreinosylaspotestadesdelatierra.
LamiradadeAramissehizotansuavecomoanteserasombría.Felipe,conademásvelozynervioso,acababadetomarlelamano,diciendo:
—VamosadondeseencuentralacoronadeFrancia.—¿Esesavuestradecisión,príncipemío?—preguntóAramis.—Sí.—¿Irrevocable?Felipenisiquierasedignóresponder;selimitóamiraralobispo,comoparapreguntarsiunhombre
puedevolversobresuacuerdo.—Vuestrasmiradas son los dardos de fuegoquepintan los caracteres—dijoAramis inclinándose
hastalamanodeFelipe—.Seréisgrande,monseñor,yosoyquienoslopronostico.—Anudemoslaconversacióndondelahemosdejado—repusoelpríncipe—.Sinorecuerdo,oshe
dichoque«quería»ponermedeacuerdoconvosacercadedospuntos:lospeligrosolosobstáculos.Yaestá resueltoestepunto.Elotroestribaen lascondicionesqueme impondréis.Ahoraos tocahablaravos,señordeHerblay.
—¿Lascondiciones,príncipemío?—Por supuesto. No vais a detenerme en mi camino por tal bagatela, ni me haréis el agravio de
suponerqueyocreoapies juntillasqueoshabéismetidodesinteresadamenteenestenegocio.Conquedadmeaconocersinambagesnirodeosvuestropensamiento.
—Eséste—dijoAramis—:Unavezrey…—¿Cuándoloseré?—Mañanaporlanoche.—¿Cómo?—Oslodirédespuésquemehayáiscontestadoaloquevoyadeciros.Osenviéunhombrefielpara
que os entregara un cartapacio con notas en letra menuda y redactadas con firmeza, que permiten aVuestraAltezaconocerafondoacuantaspersonascomponenocompondránvuestracorte.
—Leítodaslasnotasaqueosreferís.—¿Atentamente?—Lassédememoria.—¿Las comprendisteis? Y perdonad si os hago la pregunta, que bien puedo hacérsela al infeliz
abandonado de la Bastilla. Dentro de ocho días nada tendré que preguntar a un hombre de tan claro
entendimientocomovos,enelplenogocedelalibertadydelpoder.—Interrogadme pues;me avengo a ser el escolar a quien su sabiomaestro le hace dar la lección
señalada.—Primeramentehablemosdevuestrafamilia,monseñor.—¿DemimadreAnadeAustria?,¿desusamargurasydesuterribledolencia?Detodomeacuerdo.—¿Ydevuestrosegundohermano?—repusoAramisinclinándose.—Añadisteisa lasnotasunosretratos trazadospormanera tanmaravillosa, tanbiendibujados, tan
bienpintados,queenellosreconocíalaspersonasdequienesvuestrasnotasdesignabanelcarácter,lascostumbres y la historia. Mi hermano es un gallardo moreno de pálida tez, que no ama a su mujerEnriqueta,aquienyo,LuisXIV,heamadounpoco,yaúnlaamocoquetamente,pormásquemearrancólágrimaseldíaenquequisodespediraLaValiére.
—Cuidadoconexponerosalosojosdeésta—dijoAramis—.LaValiéreamadetodocorazónalreyactual,ydifícilmenteengañaunolosojosdeunamujerqueama.
—Esrubia,ytieneojosgarzos,cuyamiradadeternuramerevelarásuidentidad.Cojeaunpoco,yescribediariamenteunacartaalaquepormiordencontestaSaint-Aignán.
—¿Yaésteloconocéis?—Comosiloviera,ysédememorialosúltimosversosquemehadirigido,asícomolosqueyohe
compuestoencontestaciónalossuyos.—Muybien.¿Yvuestrosministros?—Colbert, feo y sombrío, pero inteligente; con los cabellos caídos hasta las cejas, cabeza
voluminosa,pesadayredonda,yporaditamento,enemigomortaldeFouquet.—RespectodeColbertnadatenemosquetemer.—No,porqueprecisamentemepediréisvosquelodestierre.—Seréismuygrande,monseñor—selimitóadecirAramis,llenodeadmiración.—Yaveisquesélalecciónalasmilmaravillas—añadióelpríncipe—,yconlaayudadeDiosyla
vuestranopadecerémuchasequivocaciones.—Todavíaquedanunpardeojosmuymolestosparavos,monseñor.—Ya,osreferísalcapitándemosqueteros,avuestroamigoD’Artagnan.—Enrealidadesamigomío.—ElqueacompañóaLaValiéreaChaillot,elquemetióaMonckenunacajaparaentregárseloa
CarlosII,elquehaservidotanbienamipadre,enunapalabra,elhombreaquienledebetantolacoronadeFrancia,queselodebetodo.¿PorventuravaistambiénapedirmequedestierreaD’Artagnan?
—Nunca,Sire.D’Artagnaneshombreaquienmereservocontárselo todo llegada laocasión;perodesconfiaddeél,porquesiantesdemirevelaciónnosdescubre,vosoyolapagaremosconlalibertadolavida.Eshombreaudazvresuelto.
—Loreflexionaré.Bueno,hablemosahoradeFouquet.¿Quéhabéisdeterminadorespectodeél?—Permitidmequetodavíanooshabledeél,monseñor,yperdonadmemiaparentefaltaderespetoal
interrogarosincesantemente.—Cumplísconvuestrodeberalhacerlo,yaundiréqueestáisenvuestroderecho.—AntesdehablardelseñorFouquet,tendríaescrúpulodeolvidaraotroamigomío.—AlseñordeVallón,elHérculesdeFrancia.Éstetieneaseguradasufortuna.
—Noquisereferirmeaél,monseñor.—¿AlcondedeLaFere,pues?—Yasuhijo,elhijodenosotroscuatro.—¿EldoncelquesemueredeamorporLaValiére,aquienselaharobadopormaneratandeslealmi
hermano?Nada temáis,yoharéque la recobre.Decidme,caballerodeHerblay,¿olvidaelhombre lasinjuriascuandoama?¿Perdonaa lamujer infiel?¿Encajaestoconelcarácter francés,oesunade lasleyesdelcorazónhumano?
—ElhombrequeamacomoamaRaúldeBragelonne,acabaporolvidarelcrimendesuamada;loquenosé,essiRaúlolvidará.
—Procuraréqueasísea.¿Nadamástenéisquedecirme,referenteavuestroamigo?—Nadamás.—AhorahablemosdelseñorFouquet.¿Quépensáisvosquequierohacerdeél?—Dejadlodondeestá;quecontinúesiendosuperintendente.—Conformes;perohoyesprimerministro.—Nodeltodo.—Unreyignoranteeindecisocomoloseréyo,necesitaforzadamenteunprimerministro.—LoquenecesitaVuestraMajestadesunamigo.Tengouno,vos.—Másadelantetendréismás,peroningunotanabnegadonitanamantedevuestragloriacomoyo.—Vosseréismiprimerministro.—No,desdeluego,monseñor.Estolevantaríademasiadassospechas,causaríagrandeextrañeza.—¿Por ventura el primer ministro de mi abuela María de Médicis, Richelieu, era algo más que
obispodeLuzón,comovoslosoisdeVannes?—Veo que Vuestra Alteza ha aprovechado bienmis notas. No podéis figuraros cuántome halaga
vuestramaravillosaperspicacia.—Tambiénséque,graciasalaproteccióndelareina,Richelieunotardóenrecibirelcapelo.—Más valdrá—repuso Aramis inclinándose— que no sea yo primer ministro hasta que Vuestra
Altezamehayahechonombrarcardenal.—Loseréisantesdedosmeses,señordeHerblay.Peroestoesmuypoco,tanpoco,quemedaríaisun
disgustosilimitáisaesovuestraambición.—Poresoesperomás,monseñor.—¡Ah!decid,decid.—El señor Fouquet no desempeñará por mucho tiempo la superintendencia, pues envejecerá
rápidamente.Sihoycomparteelplacerconeltrabajo,hastadondeésteselopermite,esporquelequedaaún algo de juventud; algo que desaparecerá a la primera aflicción o a la primera enfermedad que leasalte.Laaflicciónse laevitaremos,porqueeshombredignoydecorazónnoble,peroencuantoa laenfermedad, nada podemos.De consiguiente, quedamos en que una vez hayáis pagado las deudas delseñor Fouquet y repuesto la hacienda, aquél, a quien habremos enriquecido, continuará siendo rey enmedio de su corte de poetas y pintores. Entonces yo, primerministro de Vuestra Alteza Real, podrépensarenmisinteresesyenlosvuestros.
Elpríncipemiróasuinterlocutor.—Richelieu, del cual hemos hablado —continuó Aramis—, cometió el grande error de querer
gobernar por sí sobre el reino, de dejar que se sentaran dos reyes en unmismo trono,LuisXIII y él,cuandopudoinstalarlosmáscómodamenteendostronosdiferentes.
—¿Endostronos?—repusoFelipe.—Sí,monseñor—prosiguióAramisconvozsosegada—:uncardenalprimerministrodeFrancia,con
ayudadelfavorydelapoyodelreycristianísimo;uncardenalaquiensuamoyseñorprestasustesoros,susejércitosysuconsejo,alaplicarúnicamenteaFranciasusrecursosnocumpliríaconlosdeberesasucargo.Porotraparte—añadióAramisdirigiendounamiradaescrutadoraaFelipe—,vosnoseréisunreycomovuestropadre,delicado,tardíoyhastiadodetodo,sinounreyinteligenteyguerrero,ycomotal,anhelosodeensancharvuestrosdominios,enloscualesyoosmolestaría.Ahorabien,nuestraamistaddebenoversenunca,nodiréalterada,peronisiquieralevementeveladaporundesigniooculto.YooshabrédadoeltronodeFrancia,vosmedaréiseltronodeSanPedro.Cuandovuestramanoleal,firmeyarmada tengaporgemela ladeunpapacomoyoseré,niCarlosV,quehaposeído losdos terciosdelmundo, ni Carlomagno, llegarán a vuestra cintura. Como no tengo alianzas ni prevenciones, no osenfrascaréenlapersecucióndelosherejesnienlasguerrasdefamilia.Vosyyonoscompartiremoseluniverso, vos en lo temporal, yo en lo espiritual, y comoyomoriré primeroquevos, vuestra serámiherencia.¿Quéosparecemiplan,monseñor?
—Quesóloelhaberoscomprendidomellenadegozoydeorgullo;seréiscardenal,señorHerblay,yunavezcardenal,miprimerministro,yunavezmiprimerministro,harécuantomedigáisparaqueoselijanpapa.Pedidmegarantías.
—¿Paraqué?Nuncaharéyocosaalgunasinquevossalgáisganando;nisubiré,quenooshayahechosubir a vos el escalón superior, y memantendré siempre lo bastante lejos de vos para sustraerme avuestros celos, y lo bastante cerca para conservar vuestro provecho y celar vuestra amistad. En estemundo todos los pactos se rompen porque el interés que encierran tiende a ladearse de sólo un lado.Entrevosyyonuncapasaráeso;heahíporquénonecesitogarantías.
—¿Asípues…mihermano…desaparecerá?—Sí,monseñor,ysinquepersonaalgunasedécuentadeello.Lorobaremosdesucamavaliéndonos
de una trampa que cede a la presión del dedo. Dormido a la sombra de la corona, despertará en elcautiverio.Vos,desdeaquel instante, impondréisvuestraúnicavoluntad,ynadaos interesará comoelconservarmeavuestrolado.
—Escierto.Aquíestámimano,señordeHerblay.—Permitidmequemearrodillerespetuosamenteenvuestrapresencia,Sire.Eldíaquelacoronaciña
vuestrafrente,ylatiaralamía,nosabrazaremos.—Abrazadmesinmástardanza,ysedparamímásqueunhombregrandeyhábil,másqueungenio
sublime:sedbuenoparaconmigo,sedunpadre.Alescuchartalespalabras,Aramiscasiselesubieronlaslágrimasalosojos,ylepareciósentiren
sucorazónalgohastaentoncesparaéldesconocido;peroaquellaimpresiónfuefugaz.—¡Supadre!—dijoentresíHerblay—.Padre,sí,peropadresanto.Elpríncipeyelobisposubieronnuevamentealacarroza,quepartióaescapecaminodeVaux.
ElcastillodeVaux
ElcastillodeVaux,situadoauna leguadeMelún, fueconstruidoporFouqueten1653,esdecirenuntiempoenqueenFranciaeragrandelaescasezdedinero,puesporunaparteMazarinolohabíarobadocasitodo,yporlaotra,Fouquetgastabaelresto.Sinembargo,comohayhombresquetienenfecundoslosdefectosyútileslosvicios,Fouquet,alsembrarlosmillonesensupalacio,hallómaneradecosechartreshombres ilustres; aLevau, arquitectodel edificio, aLeNotre, autor del planode los jardines, y aLeBrun,quepintólashabitaciones.
Vauxnoteníamásqueundefecto,yerasucaráctergrandioso,sugraciosamagnificencia.UnagranverjasostenidaporcariátidesformalaentradadeVaux,yluegoqueunolahaatravesadose
encuentrafrentealcuerpoprincipaldeledificio,precedidodeungranpatioceñidodeprofundosfososcoronadosdeunamagníficabarandilladepiedra.Aqueledificio,construidoporunvasallo, separecemás a un alcázar que no los palacios que Wolsey se creía obligado a regalar a su señor para nodespertarlelaenvidia.
Pero, si algo puede ser preferido a la espléndida disposición de las habitaciones, al lujo de losdorados, a la profusión de las pinturas y las estatuas, es el parque, son los jardines de Vaux. Lossurtidores,maravillososen1653,losonaúnenlahorapresente:lascascadasdespertabanlaadmiracióndereyesypríncipes;yporloquehacelafamosagruta,ellectornosperdonaráquenodescribamostodassus bellezas, porque no querríamos despertar, respecto de nosotros, críticas como las que a la sazónmeditabaBoileau.Haremos,pues,comoDespreaux,entraremosenelparquequeteníaentoncestansóloochoaños,noobstantelocualsedorabanalosprimerosrayosdelsollasyafrondosasyaltascimasdesusárboles.LeNotreanticipóelgocedelmecenas:todoslosplantelesdieronárbolesprecocesgraciasal sumo cuidado que se puso en su cultura y al eficaces abonos. Todo árbol de las cercanías quepresentaba condiciones de gran desarrollo, era, trasplantado al parque, para adorno del cual podíaFouquetcomprarmuybienárbolesymásárboles,cuandoparaagrandarlohabíacomprado tresaldeasjuntoconloquecontenían.
El suntuosopalacioestabadispuestopara recibir«almásgrande reydelmundo».LosamigosdeFouquethabíanconducidoaél,encoche,unossusactoresysusdecoraciones,otrossusestatuariosysuspintores,y,otros,finalmente,algunosingenios,puessetratabadeimprovisarengrande.
Porpatiosycorredorescirculabaunejércitodecriados,mientrasFouquet,quehastaaquellamañanamismanollegó,sepaseabatranquiloyperspicaz,paradarlasúltimasórdenes,despuésdehaberpasadolosmayordomoslaúltimarevista.
Era el 15 de agosto. El sol caía verticalmente sobre los hombros de los dioses demármol y de
bronce,yaltiempoquecalentabaelaguadelosestanques,hacíamadurarenlosvergeleslosmagníficosmelocotones,porlosquedebíasuspirarmediosiglodespuésel«granrey»,quedecíaaciertopersonaje:«SoisdemasiadojovenparahabercomidomelocotonesdelseñorFouquet».
¡Oh recuerdo!, ¡oh trompetas de la fama!, ¡oh gloria terrenal! ¡Aquél que tanto sabía apreciar elmérito; aquel que recogió la herencia deNicolás Fouquet, y la quitara a LeNotre y a LeBrun, y lomandarasepultaraperpetuidadenunaprisióndeEstado,sólorecordabalosmelocotonesdesuenemigovencido,aniquilado,olvidado!PormásqueFouquettirótreintamillonesensusestanques,enloscrisolesde sus estatuarios, en los bufetes de sus poetas y en las carteras de sus pintores, en vano creyó quedejaríamemoriadeél;yunpuñadodemateriavegetalqueunlirónroeconlamayorfrecuencia,bastabaparaqueungranreyevocaraensumemorialaimagenlamentabledelúltimosuperintendentedeFrancia.
Seguro de queAramis había distribuido bien los criados, cuidado de hacer guardar las puertas, ypreparadolosalojamientos,Fouquetnoseocupómásqueenelconjunto.Aquí,Gourville lemostróladisposiciónde losfuegosartificiales,allíMoliére locondujoal teatro,hastaqueporfinydespuésdehabervisitadolacapilla,lossalonesylasgalerías,albajar,rendidodecansancio,FouquetseencontróenlaescaleraconAramis,quelehizounaseña.
Elsuperintendenteseunióasuamigo,queledetuvoanteuncuadroapenasterminado,yalcualdabalos últimos toques LeBrun, sudando,manchado de colores, pálido de fatiga y de inspiración. Era elesperadoretratodelrey,coneltrajedeceremonia.
Fouquetsecolocódelantedeaquelretrato,que,pordecirloasí,respiraba,mirólafigura,calculóeltrabajo,seadmiró,ynohallandorecompensadignadeaquellahercúlealabor,echólosbrazosalcuellodelartistayloestrechócontrasupecho.
Siparaelartistafueaquelunmomentodegozo,noasíparaelsastrePercerín,queibatrasFouquet,yadmirabaenlapinturadeLeBruneltrajequeélhicieraparaSuMajestad.
Las exclamaciones de Percerín fueron interrumpidas por la señal que dieron desde la torre delpalacio.MásalládeMelún,enlallanura,losvigíasdeVauxhabíandivisadoelcortejodelreyydelasreinas:SuMajestadentrabaenaquelmomentoenMelúnconsulargafiladecarrozasyjinetes.
—Dentrodeunahora—dijoAramisaFouquet.—¡Dentrodeunahora!—exclamóelsuperintendenteexhalandounsuspiro.—¡Y el pueblo que pregunta de qué sirven las fiestas reales!—prosiguió el obispo riéndose con
hipocresía.—¡Ay!tambiényomelopreguntoynosoypueblo—repusoFouquet.—Dentrodeveinticuatrohorasosresponderé,monseñor.Ponedbuenacara,queesdíadejúbilo.—Tantosimecreéiscomosino,Herblay—designandoconeldedoelcortejodeLuisenelhorizonte
—, sé deciros que aunque él no me quiere mucho ni yo le quiero más a él, a proporción que vaacercándose…
—¿Qué?—Meessagrado,esmirey,casimeesquerido.—¿Querido?locreo—repusoAramishaciendohincapiéenelvocablo—,comoandandoeltiempo
hizoelpadreTerrayconLuisXV.—Nolotoméisabroma,Herblay;conozcoque,dequererloél,amaríaaesejoven.—Esonotenéisquecontármeloamí—replicóelobispo—,sinoaColbert.
—¡AColbert!—exclamóFouquet—.¿Porqué?—Porque hará que os señalen una pensión sobre el bolsillo particular del rey, cuando sea
superintendente.—¿Adóndevais?—preguntóFouquetcongestosombrío,alverqueAramissemarchabadespuésde
haberdisparadoeldardo.—Amihabitaciónparamudardetraje.—¿Dóndeestáisalojado?—Enelcuartoazuldelpisosegundo.—¿Elquecaeencimadeldormitoriodelrey?—Sí.—¡Vayaunasujeciónqueoshabéisimpuesto!¡Condenarsealainmovilidad!—Pasolanochedurmiendooleyendo,monseñor.—¿Yvuestroscriados?—Sólomeacompañaunapersona.—¡Nadamás!—Mebastamilector.Adiós,monseñor;noosfatiguéisendemasía.Conservaosbienparalallegada
delrey.—¿OsveremosavosyalvuestroamigoVallón?—Lehedejadojuntoamí.Ahoraseestávistiendo.Fouquetsaludóconlacabezayconunasonrisa,ypasócualgeneralísimoquerecorrelasavanzadas
alanunciarlelapresenciadelenemigo.
ElvinodeMelún
Enefecto,elreyhabíaentradoenMelúnperosinmáspropósitoqueeldeatravesarlaciudad,taleralaseddeplaceresqueleaguijaba.Duranteelviaje,sólohabíavistodosvecesaLaValiére,yadivinandoquenopodríahablarconellasinodenocheyenlosjardines,despuésdelaceremonia,noveíalahoradellegar aVaux. Pero LuisXIV echaba la cuenta sin la huéspeda, queremos decir sinD’Artagnan y sinColbert.
SemejanteaCalipso,quenopodíaconsolarsedelapartidadeUlises,elcapitándemosqueterosnopodíaconsolarsedenohaberadivinadoporquéAramiseraeldirectordelasfiestas.
—Comoquieraquesea—decíaentresíaquelhombreflexibleenmediodesulógica—.CuandomiamigoelobispodeVannneshahechoesoparaalgoserá.
Peroenvanosedevanabalossesos.D’Artagnan,queestabatancurtidoenlasintrigascortesanas,yconocíalasituacióndeFouquetmás
que Fouquet mismo, concibió las más raras sospechas al tener noticia de aquella fiesta que habríaarruinado a un hombre rico, y que para un hombre arruinado era una empresa descabellada y derealizaciónimposible.Además,lapresenciadeAramis,deregresodeBelle-IsleynombradodirectordelasfiestasporFouquet,suasiduaintervenciónentodos losasuntosdelsuperintendente,ysusvisitasaBaisemeaux, eran para D’Artagnan puntos demasiado obscuros para que no le preocupasen hacía yaalgunassemanas.
—Con hombres del temple deAramis—decía entre sí el gascón—, uno no es elmás fuerte sinoespadaenmano.MientrasAramisfueinclinadoallaguerra,huboesperanzasdesobrepujarle;perodesdeelpuntoyahoraenqueseechóunaestolasobrelacorazanohayremedioparanosotros.Pero¿quésepropone Aramis?… ¿qué me importa, si sólo quiere derribar a Colbert?… Porque ¿qué más puedequerer?
Elmosqueterose rascaba la frente, tierra fértilde laqueelaradodesusuñashabíasacado tantasideasfecundas,yresolvióhablarconColbert;perolaamistadyeljuramentoqueloligabanaAramislehicieron retroceder, sin contar que él, por su lado odiaba también al intendente. Luego se le ocurrióhablar sin ambages con el rey; pero el rey se quedaría a obscuras respecto de sus sospechas, que nisiquierateníanlarealidaddelaconjetura.Porúltimo,decidiódirigirsedirectamenteaAramistanprontovolvieseaverlo.
—Lotomarédesorpresa—dijoparasíelmosquetero—;lehablaréalcorazón,ymedirá…¿Qué?Algo,porque¡viveDios!queaquíhaymisterio.
Yamástranquilo,D’Artagnanhizosuspreparativosdeviaje,ycuidódequelacasamilitardelrey,
muypoconutridaaún,estuviesebienregidayorganizadaensuspequeñasproporciones.De locualsesiguióqueLuisXIV,alllegaralavistadeMelún,sepusoalfrentedesusmosqueteros,desussuizosydeunpiquetedeguardiasfrancesas,queenconjuntoformabanunreducidoejércitoquesellevabatrassílasmiradasdeColbert,quehubieradeseadoaumentarloenuntercio.
—¿Paraqué?—lepreguntóelrey.—ParahonrarmásalseñorFouquet—respondióelintendente.—Sí,paraarruinarlomásaprisa—dijomentalmenteelgascón.ElejércitollegófrenteaMelún,cuyosnotablesentregaronalLuisXIVlasllavesdelaciudadyle
invitaronaentrarenlascasasconsitorialesparabeberloqueenFranciallamanelvinodehonor.LuisXIV,quehabíahechoelpropósitodenodetenerseparallegaraVaux,sesonrojódedespecho.—¿Quién será el imbécil causante de ese retardo?—murmuró el rey, mientras el presidente del
municipioechabalaarengaderúbrica.—Nosoyyo—replicóD’Artagnan—;perosospechoqueeselseñorColbert.—¿Quéseosofrece,señorD’Artagnan?—repusoelintendentealoírsunombre.—SemeofrecesabersisoisvosquienhadispuestoqueconvidasenalreyabebervinodeBrie.—Sí,señor.—Entoncesesavosaquienelreyhaaplicadouncalificativo.—¿Cuál?—Nolorecuerdoclaramente…¡Ah!…mentecato…no,majadero…no,imbécil,estoes,imbécil.De
esohacalificadoSuMajestadalquehadispuestoelvinodehonor.D’Artagnan,alverque la irahabíapuesto tansumamentefeoal intendente,apretó todavíamás las
clavijas,mientraseloradorseguíasuarengayelreysonrojabaaojosvistos.—¡Votoasanes!—dijoflemáticamenteelmosquetero—.Alreyvadarleunderrame.¿Quiéndiablos
oshasugeridosemejanteidea,señorColbert?Comoyonosoyhacendistanohevistomásqueunplanenvuestraidea.
—¿Cuál?—EldehacertragarunpocodebilisalseñorFouquet,quenosestáaguardandoconimpacienciaen
Vaux.Lodichofuetanrecioycertero,queColbertquedóaturdido.Luegoquehubobebidoelrey,elcortejo
reanudólamarchaaltravésdelaciudad.El rey se mordió los labios, pues la noche se venía encima, y con ella se le desvanecían las
esperanzasdepasearseconLaValiére.Porlasmuchasconsignas,eranmenesteralomenoscuatrohorasparahacerentrarenVauxlacasa
delrey;elcualardíadeimpacienciayapremiabaalasreinasparallegarantesdequecerraralanoche.Peroenelinstantedeponersenuevamenteenmarcha,surgieronlasdificultades.
—¿AcasoelreynoduermeenMelún?—dijoenvozbajaColbertaD’Artagnan.Colbertestabamalinspiradoaqueldíaaldirigirsedeaquellamaneraalmosquetero,queconociendo
laimpacienciadelsoberano,noqueríadejarleentrarenVauxsinobienacompañado,esdecir,contodalaescolta,locual,porotraparte,nopodíamenosdeocasionarretardosqueirritaríantodavíamásalrey.¿Cómoconciliaraquellasdosdificultades?D’Artagnannohallóotroexpedientemejorquerepetiralreylaspalabrasdelintendente.
—Sire—dijoelgascón—,elseñorColbertpreguntasiVuestraMajestadduermeenMelún.—¡Dormir en Melún! ¿Por qué?—exclamó Luis XIV—. ¿A quién puede habérsele ocurrido esa
sandez,cuandoelseñorFouquetnosaguardaestanoche?—Sire—repusoColbertconviveza—,mehamovidoeltemordequeseretrasaraVuestraMajestad,
que,segúnlaetiqueta,nopuedeentrarenpartealguna,másqueensuspalacios,antesquesuaposentadorhayaseñaladolosalojamientos,yestédistribuidalaguarnición.
D’Artagnanprestabaoídoatentomientrasseroíaelbigote.Lasreinasescuchabantambién;ycomoestaban fatigadas,deseabandormir,y sobre todo impedirqueelmonarca sepasaraaquellanocheconSaint-Aignán y las damas, pues si la etiqueta encerraba en sus habitaciones a la princesa, las damaspodíanpasearseterminandoelservicio.
Según se ve, todos aquellos intereses contrapuestos iban levantando vapores que debíantransformarseennubes,comoéstasentempestad.Elreynopodíamorderseelbigoteporqueaunnolotenía; pero roía el puñode su látigo. ¿Cómo salir del atolladero?D’Artagnan se sonreíayColbert sedabatono.¿Contraquiéndescargarlacólera?
—Quedecidalareina—repusoLuisXIVsaludandoaMaríaTeresayasumadre.Ladeferenciadelmonarca llegóal corazónde la reina,queerabuenaygenerosa,yque, alverse
árbitra,contestórespetuosamente:—Paramíseráunagransatisfaccióncumplirlavoluntaddelrey.¿Cuántotiemposenecesitaparaira
Vaux?—preguntóAnadeAustriavertiendosílabaasílabasuspalabras,yapretándoseconlamanosudoloridopecho.
—ParalascarrozasdeVuestrasMajestadesyporcaminoscómodos,unahora—dijoD’Artagnan.Yalverqueelreylemiraba,seapresuróaañadir—:Yparaelrey,quinceminutos.
—Asíllegaremosdedía—repusoLuisXIV.—Peroelalojamientodelacasamilitar—objetóconamabilidadelintendente—haráperderalrey
todoeltiempoqueganeapresurandoelviaje,pormuyrápidoqueéstesea.—¡Ah! bruto—dijo para sí D’Artagnan—. Si yo tuviese interés en desacreditarte, antes de diez
minutoslohabríaconseguido.—Yenaltavozañadió:—YodeSuMajestad,aldirigirmeacasadelseñorFouquet,queesuncaballerocumplido,dejaríami
servidumbre yme presentaría como amigo; quiero decir que entraría enVaux sólo conmi capitán deguardias,yasíseríamásgrandeymássagradoparamihospedador.
—Heahíunbuenconsejo,señora—dijoLuisXIV,brillándoledealegríalosojos—.Entremoscomoamigosencasadeunamigo.Vayandespaciolosdelascarrozas,ynosotros,señores,¡adelante!
Dichoesto,elreypicóasucaballoypartióalgalope,seguidodetodoslosjinetes.Colbertescondiósugrandeyenfurruñadacabezatraselcuellodesucabalgadura.—AsípodréhablarestanochemismaconAramis—dijoparasusadentrosD’Artagnanmientrasiba
galopando—.AdemáselseñorFouquetestodouncaballero,ycuandoyolodigo,votoamíquepuedencreerme.
Así, a las siete de la tarde, sin trompetas ni avanzadas, exploradores ni mosqueteros, el rey sepresentó ante la verja de Vaux, donde Fouquet, previamente avisado, hacía media hora que estabaaguardandoconlacabezadescubierta,enmediodesuscriadosydesusamigos.
Néctaryambrosía
Fouquet tuvo el estribo al rey, que, apeándose, se enderezó graciosamente, y,más graciosamente aún,tendió la mano al superintendente, que la acercó respetuosamente a sus labios a pesar de un ligeroesfuerzodelmonarca.
Elreyaguardóenelprimerrecintolallegadadelascarrozas,quenosehicieronesperar.Lasdamas,quellegaronalasochodelanoche,fueronrecibidasporlaseñorasuperintendentaalaclaridaddeunaluzvivacomoladelsol,quesurgiódelosárboles,jarronesyestatuas,yduróhastaquesusmajestadeshubierondesaparecidoenelinteriordelpalacio.
Todas aquellas maravillas, amontonadas, todos aquellos esplendores de la noche vencida, lanaturalezaenmendada,detodoslosplaceres,detodaslasmagnificenciascombinadasparalasatisfaccióndelossentidosydelespíritu,Fouquetlosofreciórealmenteasusoberanoenaquelencantadoretiro,delquesoberanoalgunodeEuropapodíavanagloriarseentoncesdeposeerotroequivalente.
Nohablaremosdelgranfestínquereunióasusmajestades,nide losconciertos,nide lasmágicasmetamorfosis,noslimitaremosapintarelrostrodelrey,que,dealegre,expansivoysatisfechocomoeraalprincipio,luegosevolviósombrío,reservado,irritado.Recordósupalacioyelmíserolujodeéste,que no era sino el utensilio de la realeza y no propiedad del hombre-rey. ¿Los grandes jarrones deLouvre, los antiguosmuebles y la vajilla deEnrique II, de Francisco 1, y deLuisXI, no pasaban demonumentos históricos, de objetos de valor intrínseco, desechos del oficio del rey?En el palacio deFouquet, el arte competía con lamateria. Fouquet comía en una vajilla de oro que habían fundido ycincelado para él, artistas a su sueldo, y bebía vinos de los que el rey de Francia ni aun conocía elnombre,ylesbebíaenvasoscadaunodeloscualesvalíamásquetodalabodegareal.
¿Yquédiremosdelossalones,delascolgaduras,deloscuadrosydeloscriadosylacayosdetodaespecie?¿Quédelservicio,allídondeelordensustituíaalasetiquetas,elbienestaralasconsignas,yelplacerylasatisfaccióndelhuéspederanlaleysupremaparacuentosalanfitriónobedecían?
Aquelenjambredecriadosqueibanyveníansilenciosamente,aquellamuchedumbredeconvidadosmenosnumerosaquelosservidores,el incalculablenúmerodemanjaresydevasosdeoroyplata;losraudales de luz, las flores desconocidas de que se habían despojado los invernaderos como de unasobrecarga,puestoqueaunestabanlozanas;aquelconjuntoaromático,quenoeramásquepreludiodelafiestaprometida,llenóderegocijoatodoslosasistentes,queunayotravezmanifestaronsuadmiración,noconlavozyelademán,lenguajesdelcortesanoqueolvidaelrespetodebidoalsuseñor,sinoconelsilencioylaintención.
Elrey,conlosojos,hinchados,noseatrevióamiraralareina;yAnadeAustria,siempresuperioral
todosenorgullo,abrumóasuhuéspeddespreciandoabiertamentecuandolaservían.MaríaTeresa,buenaycuriosadelavida,alabóaFouquet,comiócongrandeapetito,ypreguntóel
nombre de muchas frutas que había sobre la mesa. Fouquet respondió que ignoraba sus nombres.Aquellasfrutasprocedíandelosreservadosdelsuperintendente,reservadosqueélmismo,peritísimoenagronomíaexótica,cultivaraconfrecuencia.Elrey,quealoírlarespuestadeFouquet,sesintiótantomáshumilladocuantoconocióladelicadezaqueladictaba,hallóalgovulgarasumujer,ysobradoorgullosaaAnadeAustria,yporsupartehizoelpropósitodemantenerse impasibleen los límitesdelextremodesdénodelasimpleadmiración.
Pero Fouquet, que era hombre sagaz y todo lo había previsto, no obstante haber manifestadoterminantementeelreyquemientrasestuvieseenVauxnoqueríasometersuscomidasalaetiqueta,y,porconsiguiente, comería con todo el mundo, hizo que sirvieran aparte a Su Majestad, si así podemosexpresarnos,enmediodelamesageneral.
Aquella cena,maravillosa por su composición, comprendía todos losmanjares gratos al rey, todocuantoéste solíaescoger.LuisXIV,elhombremáscomilóndeFrancia,nopodía,pues, alegarexcusaalgunaparanocomer.
Fouquet hizo más aún: acatando la orden del rey se sentó a la mesa; pero una vez servidas lasmenestras,selevantóparaservirpersonalmentealrey,mientraslaseñorasuperintendentapermanecíaenpiedetrásdel sillónde la reinamadre.Eldesdénde Junoy el enojode Júpiterno resistierona talesmuestrasdedelicadeza;asíesqueAnadeAustriacomióunbizcochomojadoenvinodeSanLúcar,yelreycomiódetodo.
—Nopuededarseunacomidamejor,señorsuperintendente—dijoLuisXIV.Losdemás,aloírlaspalabrasdelrey,empezaronamoverconentusiasmolasmandíbulas.Estonoimpidióquedespuésdehabersehartado,elreyvolvieseaponersetriste;enproporcióndel
buen humor que él creyó debía manifestar, y sobre todo en comparación de la buena cara que suscortesanoshabíanpuestoaFouquet.
D’Artagnanquecomíamuchoybebíamás,comoquiennohacenadanoperdióunbocado,perohizoungrannúmerodeobservacionesprovechosas.
Acabada lacena,el reynoquisoperderelpaseo.Elparqueestaba iluminado; la luna,comosisehubiese puesto al discreción del señor deVaux, pateó los árboles y los lagos con sus diamantes y subrillo. El ambiente era suave; las sombrías alamedas estaban tanmullidamente enarenadas, que dabagusto sentar los pies en ella. La fiesta fue completa, pues el rey encontró a LaValiére en una de lasrevueltas de un bosque, y pudo estrechar sumano y decirla que la amaba, sin que le oyese personaalguna,másqueD’Artagnan,queseguía,yFouquetqueprecedía.
Enhorayaavanzadadeaquellanochedeencantos,elreymanifestódeseosdeacostarse.Alpuntosepusieron todos enmovimiento. Las reinas se encaminaron al sus habitaciones al son de tiorbas y deflautas,yelrey,alsubir,encontróasusmosqueterosaquienesFouquethizovenirdeMelúnyconvidóacenar.
D’Artagnan desechó toda desconfianza, y como estaba cansado, y había cenado bien, se propusogozar,unavezensuvida,deunafiestaencasadeunverdaderorey.
—¡Estodounhombre!—dijoentresíelgascónrefiriéndosealsuperintendente.CongranceremoniacondujeronaLuisXIVal templodeMorfeo,delquevamosadarunasucinta
reseña.Era la piezamáshermosay capazdel palacio, y en su cúpula, pintada al frescoporLeBrun,figurabanlossueñosfelicesylostristesqueMorfeoasíenvíalospoderososcomoaloshumildes.Todolo gracioso a que da vida el sueño, miel y aromas, flores y néctar, voluptuosidad o reposo de lossentidos,LeBrunlohabíaderramadoensuobra,suaveyhaciendocontrastesconella,veíanselascopasquedestilanlosvenenos,elpuñalquebrillasobrelacabezadeldurmiente,yhechicerosyquimerasdemonstruosascabezas,ycrepúsculosmásespantablesquelasllamasolastinieblasmásprofundas.
El rey, al entrar en aquella suntuosa estancia, sintió comouna sacudida eléctrica; y al preguntarleFouquetlacausadeella,conlapalidezenelrostrocontestóqueeraelsueño.
—¿QuiereVuestraMajestadqueentreinmediatamentesuservidumbre?—No—respondióLuisXIV—;tengoquehablarconalgunaspersonas.QueavisenalseñorColbert.Fouquethizounareverenciaysalió.
LahabitacióndeMorfeo
Despuésdelacena,D’ArtagnanfueavisitaraAramis,conelfindesaberloquesospechaba;peroenvano.Fuefranco:peroAramis,apesardelosterriblescargosquelesuponía,amistosamente,siempre,elmosqueteronocedióunápiceyhastallegóadecir:
—SiyotengolaideadetocarparanadaalhijodeAnadeAustria,alverdaderoreydeFrancia:sinoestoyprontoabesarsuspies;simañananoeseldíamásgloriosodemirey¡quémepartaunrayo!
D’Artagnan,tranquiloysatisfecho,dejóaAramis,elcualcerrólapuertadesuhabitaciónechóloscerrojoscerróherméticamentelasventanasyllamó:
—¡Monseñor!,¡monseñor!Felipeabrióunapuertacorredera,situadadetrásdelacama,yapareciódiciendo:—Porloqueseve,elseñordeD’Artagnanesuncostaldesospechas.—¡Ah!,¿lohabéisconocido?—Antesquelohubieseisnombrado.—Esvuestrocapitándemosqueteros.—Meesmuydevoto—replicóFelipedandomayorfuerzaalpronombrepersonal.—Esfielcomounperro,yalgunasvecesmuerde.SiD’Artagnannoosconoceantesque«elotro»
haya desaparecido, contad con él para siempre, porque será señal de que nada habrá visto; y si vedemasiadotarde,comoelgascón,nuncaensuvidaconfesaráquesehayaengañado.
—Talsupuse.Yahora¿quéhacemos?—Vais a atisbar desde el observatorio cómo se acuesta el rey, digo como os acostáis vos con el
ceremonialordinario.—Muybien.¿Dóndemepongo?—Sentaosenesa sillade tijera.Voyahacercorrerel sueloparaquepodáismiraral travésde la
abertura,quecorrespondealasventanasfalsasabiertasenlacúpuladeldormitoriodelrey.¿Quéveis?—Veoalrey—contestóFelipeestremeciéndosecomoalaspectodeunenemigo.—¿Quéhace?—Invitaaunhombreaquesesientejuntoaél.—Ya,elseñorFouquet.—No;aguardad…—Recurridalasnotasyalosretratos,monseñor.—Elhombreaquienelreyinvitaasentarse,esColbert.—¿Colbertsentarsedelantedelrey?—exclamóAramis.
—Nopuedeser.—Mirad.—Escierto—repusoHerblaymirandoaltravésdelaaberturadelsuelo—.¿Quévamosaoíryqué
vaaresultardeesaintimidad?—IndudablementenadabuenoparaelseñorFouquet.Elpríncipenoseengañó.DijimosqueLuisXIVmandóllamaraColbert;éstesepresentóentablando
conversacióníntimaconSuMajestadporunodelosmásinsignesfavoresqueaquélconcedía.Verdadesqueelreyestabaasolasconsuvasallo.
—Sentaos—dijoaColbertelmonarca.El intendente, henchido de gozo, tanto más cuanto temía verse despedido, rehusó aquella honra
insigne.—¿Acepta?—preguntóAramis.—No,sequedaenpie.—Escuchemos.Elfuturoreyyelfuturopapaescucharonconavidezaaquellossimplesmortalesaquienesteníanbajo
susplantasyaloscualespudieranhaberreducidoapolvoconsóloquererlo.—Hoymehabéiscontrariadograndemente,Colbert—dijoLuisXIV.—Yalosabía,Sire—contestóelintendente.—Megustalarespuesta.¿Losabíaisylohabéishecho?Esopruebaunánimoespecial.—SicorríaelriesgodecontrariaraVuestrasMajestad,tambiénlocorríadeocultarlesuverdadero
interés.—¿Porventuratemíaisalgocontramí?—Aunquenofuesesinoparaunaindigestión,Sire—dijoColbert—;porquenodaunsúbditofestines
talesasureymásqueparasofocarlobajoelpesodelosmanjaressuculentos.Lanzadoquehubosuvulgarísimachanza,elintendenteaguardóconfazrisueñaelefectodeella.LuisXIV,elhombremásvanoydelicadodesureino,perdonóaquellanuevatontadaaColbert.—Laverdades—repusoelmonarca—queelseñorFouquetmehadadounacenamásquebuena.
Pero¿dedóndesacaráesehombreeldineronecesarioparasubveniratanenormesgastos?¿Losabéisvos,Colbert?
—Sí,Sire.—Probádmelo.—Fácilmente,hastaloúltimo.—Yaséquecontáisconexactitud.—Eslacualidadmejorquepuedeexigirseaunintendentedehacienda.—Notodoslaposeen.—Gracias,Sire,porunelogiotanlisonjeroparamíenvuestraboca.—ElseñorFouquetestárico,riquísimoyesotodoelmundolosabe.—Vivosymuertos.—¿Quéqueréisdecir?—LosvivosvenlariquezadelseñorFouquet,yadmiranelresultado,yaplauden;perolosmuertos,
conocenlascausas,yacusan.
—¿Aquécausasdebe,pues,elseñorFouquetsufortuna?—Confrecuenciaeloficiodeintendentefavorecealqueloejerce.—Conozcoquetenéisquehablarmemásconfidencialmente;nadastemáis,estamossolos.—Bajo la ética de mi conciencia y la protección del rey, Sire, nunca temo —dijo Colbert
inclinándose.—¿Conquelosmuertoshablan?—Aveces,Leed,Sire.—¡Ah!—dijoAramisaloídodelpríncipe,queescuchabasinperdersílaba—;puesestáisaquípara
aprendervuestrooficioderey,monseñor,escuchadunainfamiareal.VaisaasistiraunadetantasescenasqueDios,omásbieneldiablo,concibeyejecuta.Escuchadatentamenteyosaprovechará.
Elprínciperedoblólaatención,yviocomoLuisXIVtomabadelasmanosdeColbertunacarta.—¡Letradeldifuntocardenal!—exclamóelrey.—Felizmemoria la deVuestraMajestad—dijo el intendente—; conocer en seguida quémano ha
escritoundocumento,esunaaptitudmaravillosaparaunreydestinadoaltrabajo.LuisXIVleyóunacartadeMazarino,ycomoel lectoryalaconocedesdeelrompimientoentre la
ChevreuseyAramis,dejamosdecitarlaaquí.—Nocomprendobien—dijoelmonarcahondamenteinteresadoenaquelasunto.—VuestraMajestadnotienetodavíalaprácticadelosempleadosdelaintendencia.—VeoquesetratadedineroentregadoalseñorFouquet.—Trecemillonesnadamenos.—¿Yesostrecemillonesfaltaneneltotaldelascuentas?Repitoquenolocomprendobien.¿Cómo
puedeserqueresulteesedéficit?—Yonodigoquepuedaonopuedaresultar,loquedigoesqueresulta.—¿YlacartadeMazarinoindicaselempleodeaqueldineroyelnombredeldepositario?—DeellopuedeconvencerseVuestraMajestad.—Conefecto,deellasededucequeelseñorFouquetaunnohadevueltolostrecemillones.—Asíresultadelascuentas,Sire.—¿Quéinferísdetodoeso?—Que no habiendo el señor Fouquet devuelto los trecemillones, se los hametido en el bolsillo.
Ahorabien,contrecemillonespuedehacerseungastocuatrovecesmayordelqueVuestraMajestadnopudohacerenFontainebleau,donde,siVuestraMajestadnolohaolvidado,sólogastamostresmillones.
Parauntorpe,nodejabadeserunasagazperversidadelinvocarelrecuerdodelafiestaenlacualelrey,graciasaunainsinuacióndeFouquet,notóporvezprimerasuinferioridad.ColbertdevolvíaenVauxla pelota que en Fontainebleau le lanzara Fouquet, y, como buen hacendista, con todos los intereses.Predispuestoyadetalsuerteelrey,aColbertlequedabapocoquehacer,yasíloconocióalverelgestosombríodeLuis.
ElintendenteaguardóaqueSuMajestadhablara,contantaimpacienciacomoFelipeyAramisdesdeloaltodesuobservatorio.
—¿Sabéisquéresultadetodoeso,señorColbert?—preguntóelreytrasuninstantedemeditación.—No.Sire.—Puesresultaquesiquedasecomprobadaslaapropiacióndelostrecemillones…
—Loestá.—Quierodecirsisehiciesepública.—MañanalosabríatodoelmundosiVuestraMajestad…—SinofueseelhuéspeddelseñorFouquet—repusoconbastantedignidadLuisXIV.—Entodasparteselreyestáensucasa.Sire,ysobretodoenlascasaspagadasconsudinero.—Paréceme—dijo Felipe en voz baja a Aramis—, que el arquitecto que construyó esta cúpula,
previendoelusoqueharíandeella,debíahaberlahechomóvilparaqueunopudiesedesplomarlasobrelacabezadecanallascomoColbert.
—Lomismoestabayopensando—repusoHerblay—.Pero comoen este instanteColbert está tancercadelrey…
—Esverdad,estoprovocaríaunasucesión.—Delaquevuestrohermanomenorcosecharíatodoelfruto,monseñor.Perolomejorquepodemos
hacerescallaryseguirescuchando.—Creoquenoescucharemoslargoespacio—dijoelpríncipe.—¿Porqué?—Porqueyo,deserrey,nodiríaunapalabramás.—¿Quéharíais?—Esperaríaamañanaparareflexionar.Luis XIV levantó por fin los ojos, y al ver que el intendente aguardaba, mudó de conversación
diciendo:—SeñorColbert,vahaciéndosetardeyquieroacostarme.—¡Ah!—repusoelintendente—.Creí…—Mañanaporlamañanaresolveré.—Estábien,Sire—dijoColbertcontrariado,yretirándoseaunaseñaldelrey.—¡Miservidumbre!—dijoéste.Entrado que hubo la servidumbre en el dormitorio de SuMajestad, Aramis dijo con su habitual
dulzura:—Cuanto acaba de pasar no es sino un incidente del quemañana ya no nos acordaremos, pero el
serviciodenoche,laetiquetaconquesueleacostarseelrey,esasuntodeimportancia.Miradyaprendedcómodebéisacostaros,Sire.
Colbert
Lahistorianosdirá,omásbiennoshadicholassuntuosísimasfiestasquealdíasiguientedioaLuisXIVelsuperintendente.Dosgrandesescritoressehancomprobadoenlareñidacompetenciaentabladaentrela«cascadayel surtidor»,de la luchaempeñadaentre la«fuentede laCoronay losAnimales»,parasabercuálse llevaba lagloria.Asípues,eldíasiguientefuedediversionesydealegría:hubopaseo,banqueteycomedia,comediaen lacual,yconasombro,conocióPorthosaMoliérequedesempeñabaunodelospapelesdelafarsa«LosImportunos».
LuisXIV,preocupadoenlaescenadelavísperaydirigiendoelvenenovertidoporColbert,durantetodoaqueldíasemostrófrío,reservadoytaciturno,sinembargodereproducirseacadapasoenaquellaencantadamansióntodaslasmaravillasdelas«Milyunanoches».
Hastamediodíanoempezóelreyarecobrarunpocolaserenidad,sindudaporqueacababadetomarunaresolucióndefinitiva.
Aramis,queseguípasoalpasoalmonarcaasíensupensamientocomoensumarcha,dedujoquenoseharíaesperarelacontecimientoqueélesperaba.
AhoraColbertparecíaandardeconciertoconelobispodeVannes,tanto,queniporconsejodeéstehabríapunzadomáshondamenteelcorazóndelsoberano.
Éste, teniendonecesidaddeapartardesíunpensamientosombrío,buscódurante todoaqueldía lacompañíadeLaValiérecontantasolicitudcomohuíadeladeColbertoladeFouquet.
Llegadalanoche,elreymanifestóeldeseodenopasearsehastadespuésdeljuego:asípues,sejugóentrelacenayelpaseo.
—Vaya,señores,alparque—dijoLuisXIVdespuésquehuboganadomildoblones.Enelparqueestabanyalasdamas.Hemosdichoqueelreyhabíaganadoyembolsadomildoblones;peroFouquetsupoperderdiezmil:
demanera que se repartieron noventamil libras entre los cortesanos, que estaban alegres como unaspascuas.
Colbert,indudablementeobedeciendoaunacita,aguardabaaLuisXIVenunodelosrecodosdeunaalameda;ydecimosindudablemente,porqueelrey,quedurantetodoeldíaevitaraencontrarseconél,alverlelehizounaseñayseinternóconélenelparque.
LaValiéretambiénhabíanotadolasombríafrenteylamiradaencendidadelsoberano;ycomoasuamor nada de cuanto germinaba en el alma de su amante era impenetrable, comprendió que aquellarefrenadacóleraamagabaaalguno.Asípues,sesituóenelcaminodelavenganzacomounángeldelamisericordia.
Triste,confusa,doloridaporhabertenidoquepasartantotiempolejosdesurealamante,sepresentóal reyconademáncortado,ademánqueaquél,en lamaladisposicióndeánimo,enqueseencontraba,interpretódesfavorablemente.
Estando ambos solos o casi solos, puesColbert, al ver aLuisa, se detuvo respetuosamente a diezpasosdedistancia,elreyseacercóalella,yasiéndolelamano,ladijo:
—¿Puedo sin indiscreción, preguntaros qué os pasa? Parece que tenéis el pecho oprimido, ycualquieradiríaquehabéisllorado.
—Simipechoestáopreso,Sire, si tengo losojoshumedecidos, enunapalabra, si estoy triste, esporqueVuestraMajestadloestá.
—¿Tristeyo?Osengañanvuestrosojos.Noestoytriste,señorita.—¿Puesqué?—¡Humillado!—¡Humillado!,¿quédecís?—Digoqueallídondeyoestoy,deberíahabermásamoqueyo;y,sinembargo,miradyvedsiyo,rey
deFrancia,nomeobscurezcoanteelreydeestefeudo.—Yapretandolosdientesycrispandolasmanos,añadió—:¡Ah!aeseprocazministrovoyacambiarlesufiestaenunduelodelquelaninfadeVaux,quedicenlospoetas,vaaconservarlargotiempoelrecuerdo.
—¡Oh!Sire…—¡Qué!¿VaisaponerosdelladodelseñorFouquet,señorita?—exclamóLuisXIVconimpaciencia.—No,Sire;perosíospreguntosiestáisbieninformado.MásdeunavezhatenidoVuestraMajestad
ocasióndeconocerloquevalenlasacusacionesdelacorte.LuishizoseñaaColbertdequeseacercara,yledijo:—Explicaos, señorColbert, pues creo que la señorita deLaValiére necesita escucharos para dar
crédito a la palabra de un rey. Decid a la señorita qué ha hecho el señor Fouquet. Y vos, señorita,hacedmelamerceddeprestaratenciónporespaciodeunminuto.
¿PorquéinsistíacontantaobstinaciónLuisXIV?Porquenoestabatranquiloniconvencido,porquebajolahistoriadelostrecemillonesvislumbrabaalgúnamañosombrío,desleal,yteníaempeñoenqueLaValiére,sublevadaalaideadeunrobo,aprobaseconunasolapalabralaresoluciónqueéltomara,yque,sinembargo,noseatrevíaaponerenejecución.
—Yaqueelreyquierequeosescuche,explicaos—dijoLuisaaColbert—.¿QuécrimenhacometidoelseñorFouquet?
—Noesmuygrave—respondióelsombríopersonaje—:unsencilloabusodeconfianza…—Decid loquehay,Colbert—repusoel rey—,y luegodejadnosyavisadalseñordeD’Artagnan
quetengoquecomunicarleórdenes.—¡El señor de D’Artagnan! —exclamó La Valiére—. ¿Por qué mandáis que avisen al señor de
D’Artagnan,Sire?Decídmeloporfavor.—¿Porquésinoparaquearresteaesetitánorgullosoque,fielasudivisa,amenazaescalarmicielo?—¿ArrestaralseñorFouquet,decís?—¡Qué!,¿ospasma?—¿Ensucasa?—¿Porquéno?Siesculpable,tantoloesensucasacomoencualquieraotraparte.
—¿CulpableelseñorFouquet,queenestemomentoseestáarruinandoparahonrarasurey?—Enverdad,tengoparamíqueledefendéis.Colbertseechóareírsotovoce,peronotantoqueelreynooyeraelsilbidodesurisa.—Sire—replicóLaValiére—,nodefiendoalseñorFouquet,sinoavos.—¡Amí!—Sire,noosdeshonréisdandounaordensemejante.—¡Deshonrarme!—murmuró el rey palideciendode cólera—.Enverdad, os interesáis demanera
singularenesteasunto.—Lo que a mí me interesa —repuso con nobleza La Valiére— es el buen nombre de Vuestra
Majestad:yconigualinterésexpondríamivida,sifueremenester.Colbertrefunfuñóalgunaspalabras;peroLuisaledirigióunamiradaqueleimpusoelsilencio,yal
mismotiempoledijo:—Caballero,cuandoelreyprocedeconrectitud,aunqueseaenmiperjuiciooeneldelosmíos,me
callo;perocuandolocontrariomeaprovecheamíoaquienesamo,selodigo.—Señorita,parécemequetambiényoamoalrey—dijoColbert.—Losdosleamamos,perocadacualasumanera—replicóLuisacontalacento,queelmonarcase
sintióconmovido—.Loquehay,esqueyo leamode tal suerte,que todoelmundo lo sabe,con tantapureza,queélmismonodudademiamor.Elreyesmireyyseñor,yyosoysuhumildeesclava;peroquienvulnerasuhonra,vulneralamía,yrepitoqueledeshonranaquellosqueleaconsejanquemandearrestaralseñorFouquetensucasa.
Colbert,alverseabandonadoporelrey,bajólacabeza,peronosindecir:—Mebastaríaproferirunapalabra.—Nolaprofiráis,porquenolaescucharía—exclamóLuisa—.Porotraparte,¿quémediríais?¿Qué
el señor Fouquet ha cometido crímenes? Lo sé, porque el reyme lo ha dicho, y cuando el rey dice:«Creo»,nonecesitoqueotroslabiosdigan:«Afirmo».PeroaunqueelseñorFouquetfueseelmásinfamedeloshombres,lodigoenvozmuyalta,essagradoparaelrey,porqueelreyessuhuésped.AuncuandoVauxfueseunamadriguera,unacavernademonederosfalsosodebandidos,esunamansiónsanta,unamoradainviolable,puesenellavivesuesposa,yesunasiloquenilosverdugosviolarían.
Luisa se calló, dejando al rey admirado y vencido por el calor de su acento y por la nobleza deaquellacausa.Colbert,anonadadoporladesigualdaddeaquellalucha,ibaperdiendoterreno.
—Señorita—dijoelreyconvozsuaveyconelpechodilatado,tendiendolamanodeLaValiére—,¿porquéhabláiscontramí?¿Sabéisquéharáesemiserablesiledejorespirar?
—Porventuranopodéisecharlelamanosiemprequeosplazca,Sire.—¿Ysiescapa,sisefuga?—exclamóelintendente.—SeráparaelreyuntimbredeimperecederafamaelhaberdejadohuiralseñorFouquet—repuso
La Valiére—; y cuanto más culpable haya sido aquél, tanto mayor será la gloria de Su Majestadcomparadacontantamiseriaytantooprobio.
Elreyhincóunarodillaantesumancebaylebesólamano.—Estoyperdido—dijoentresíelintendente.Peroserenándosedepronto,añadió—:Masno,todavía
no.Ymientrasel soberano,protegidoporelenorme troncodeun tilogigantesco,estrechabacontrasu
corazónycontodoelfuegodeunamorinefableaLuisa,Colbertregistrósucartera,sacódeellaunpapeldoblado en forma de carta —papel un tanto amarillento quizá— y dirigió una mirada de rencor alhechicerogrupoqueformabanelreyysumanceba,grupoalqueacababadeiluminarlaluzdealgunasantorchasqueseacercaban.
—Vete,Luisa—dijoelaturdido reyalnotar los reflejosde lashachasenelblancovestidodeLaValiére.
—Vienen,señorita,vienen—exclamóColbertparaapresurarlapartidadelajoven.Luisadesaparecióconrapidezentelosárboles.—¡Ah!—exclamó el intendente al levantarse el rey—.A la señorita deLaValiére se le ha caído
algo.—¿Qué?—preguntóLuisXIV.—Unpapel,unacarta,unobjetoblanco;heloahí.Elmonarcaseagachóconlavivacidaddelrayoytomólacarta,estrujándola.Enaquelinstantellegaronlasantorchasinundandodevivísimaluzaquellaobscuraescena.
Celos
Aquella verdadera luz, aquella solicitud por parte de todos, aquella nueva ocasión hecha al rey porFouquet,suspendieronelefectodeunaresoluciónqueLaValiéreminóyaenelánimodeLuisXIV.
ElmiróaFouquetcasicongratitudporhaberofrecidoalLuisalaocasióndemostrarsetangenerosaytaninfluyenteensucorazón.
Eraelinstantedelasúltimasmaravillas.NobienFouquetcondujoalreyhaciaelpalacio,cuandodela cúpula de este y con majestuoso rumor surgió y voló por los aires una enorme manga de fuego,vivísimaauroraqueiluminóhastalosmáspequeñospormenoresdelasterrazas.
Empezaban los fuegos artificiales. Colbert prosiguió con obstinación su funesto propósito seesforzaba en reducir de nuevo al monarca a ideas que la magnificencia del espectáculo alejabandemasiado.
Derepente,enelinstanteenquetendíaalFouquetlamano,elreysintióenellaelpapelque,segúnlasapariencias,LaValiéredejócaerasuspiesalmarcharse.
ElmásirresistibleimánatraíahaciaelrecuerdodeLuisaalreydeFrancia,quealaluzdelosfuegosartificiales,cadavezmáshermosos,leyóelbilletequeélcreyóqueeraunacartadeamordeLaValiére.
Según iba leyendo, el rey perdía el color, y aquella sorda cólera, iluminada por losmulticoloresfuegos, formaba un espectáculo terrible que hubiera hecho temblar a todos, de haber leído en aquelcorazóndestrozadoporlasmássiniestraspasiones.Rotoslosdiquesdesuscelosydesurabiadesdeelinstantequedescubrió lasombríaverdad,paraLuisXIVnohuboyacompasión,dulzuranideberesdehospitalidad.
La carta, tirada a los pies del rey porColbert, era la que había desaparecido junto con el lacayoTobíasenFontainebleau,despuésdelatentativadeFouquetensolicituddelamordeLaValiére.
Elsuperintendenteveíalapalidezdelreyynoadivinabalacausa;encambioColbertveíalacólerayalláensuánimoseregocijabadelaproximidaddelatormenta.
LavozdeFouquetarrancóaLuisdesuterribleabstracción.—¿Quéospasa,Sire?—preguntóconamabilidadsumaelsuperintendente.—Nada—respondióelrey,haciendounviolentoesfuerzosobresímismo.—¿PordesgraciaseencuentramalVuestraMajestad?—Un poco, ya os lo he manifestado; pero no vale la pena. Y sin aguardar el fin de los fuegos
artificiales,SuMajestadseencaminóalpalacio,acompañadodeFouquetyseguidodetodalacorte;demaneraquelosúltimoscohetesardierontristementeparasísolos.
El superintendente hizo algunas preguntas más al enfurecido soberano, y al ver que no obtenía
respuestaalguna,creyóqueaquélysuamantehabíanandadoallagreñaenelparque,y,queelrey,pocoinclinadolaponermalacara,peroentregadoasuamor,serevolvíacontratodosporqueellaestabademorros.EstobastóparatranquilizaraFouquet,quedirigióunasonrisadeamistadydeconsueloaLuis,cuandoéstelodiolasbuenasnoches.
No todo había acabado aun para el rey; faltábale tragar el servicio de aquella noche, es decir,acostarse con todoel engorrosísimoceremonial degrandeetiqueta, pues el día siguiente era el fijadoparaladespedida,ycumplíaqueloshospedadosdiesenlasgraciasalsuhuéspedypagasenconunactodegalanteríalosdocemillonesqueaquélgastabaenfestejarlos.
—SeñorFouquet,notardaréisensaberdemí,hacedmelamerceddedeciralseñorD’Artagnanquevenga inmediatamente. —Tal fue la galantería que a Luis XIV se le ocurrió al despedir alsuperintendente.
Fouquet tomó la mano del rey y se la besó sin que éste hiciese esfuerzo para retirarla, peroestremeciéndosedelospiesalacabeza.
Cincominutosdespués,D’ArtagnanentróeneldormitoriodeLuisXIV.Aramis y Felipe estaban en su cuarto, ojo avizor y oído atento. El rey no dejó que su capitán de
mosqueterosllegaseasusillón.Alverlo,selevantóysalióasuencuentro,diciéndole:—Quenoentrenadie.—Estábien,Sire—replicóel soldado,quehacía largoratonotó laalteraciónde la fisonomíadel
rey.Ydespuésdehaberdadodesdelapuertalaorden,añadió—:¿Quénovedadesocurren,Sire?—¿Cuántoshombrestenéisaquí?—dijoelrey,sinresponderalapreguntadelgascón.—¿Paraqué,Sire?—¿Cuántoshombrestenéisaquí?—repitióelsoberanodandounapatada.—Tengoallosmosqueteros.—¿Ningunomás?—Sí,Sire,ademásdelosmosqueteros,hayenVauxveinteguardiasytrecesuizos.—¿Cuántoshombressenecesitanpara…?—¿Paraqué?—preguntóelmosqueteromirandoalreycontodatranquilidad.—ParaarrestaralseñorFouquet.—¡ArrestaralseñorFouquet!—prorrumpióD’Artagnanretrocediendounpaso.—¿Tambiénvosvaisadecirmequeesimposible?—exclamóLuisXIVconrabiafríayrencorosa.—Nuncadigoqueunacosaseaimposible—replicóelgascónmortificadoenlovivo.—Puesmanosalaobra.D’Artagnandiomediovueltayseencaminóallasalida,delaquenoleseparabanmásdeseispasos.
Peroalllegaralapuertasedetuvoydijo:—Conperdón,Sire.—¿Quéhay?—dijoelrey.—ParaprocederalarrestodelseñorFouquet,querríaqueVuestraMajestadmediese laordenpor
escrito.—¿Porqué?,¿desdecuándonoosbastalapalabradeunrey?—Porquecuandolapalabradeunreyeshijadelacólera,puedecambiarcuandoestadesaparece.—Nadadefrases,caballero,ydecidclaramentevuestropensamiento.
—Siempre los tengo, Sire, y muchos, y como por desgracia no los tienen los demás —replicóimpertinentementeelmosquetero.
El rey, en el furor de su arrebato, se plegó ante aquel hombre, como el caballo doblega loscorvejonesbajolarobustamanodeldomador.
—¡Expresadmevuestropensamiento!—exclamóelrey.—Ahíva,Sire—respondióD’Artagnan—.Laseñalmásevidentedequeobráissugestionadoporla
cólera, es que hacéis arrestar a un hombre estando vos en su casa, y de eso os arrepentiréis una vezsosegado. Entonces quiero poder mostraros vuestra firma; porque a lo menos, ya que no quedareparación,osprobaráqueunreyhacemalenencolerizarse.
—¡Qué un rey hace mal en encolerizarse!—gritó Luis XIV con frenesí—. ¿Acaso mi padre, miabuelonoseencolerizaban,cuerpodeCristo?
—Si,peroúnicamenteensucasa.—Entodaspartesestáenellaelrey.—¡Bah!esassonpalabrasdelisonjero,deseguroqueesautordeellaselseñorColbert;peronoson
verdad.Elreyestáensucasaentodacasadelacualhalanzadoasudueño.Luissemordióloslabios.—¡Cómo!—prosiguióD’Artagnan—.¿ElseñorFouquetsearruinaparadarosgustoymandáisquelo
arresten?¡Votoamilbombas!Sire,siyomellamaseFouquet,ymehiciesenunajugarretacomoesa,deun golpeme tragaría diez cohetes y les pegaría fuego para quemi casa y cuantos en ella estuviesendentro,estallásemos.Peroesigual;¿loqueréis?voyallá.
—Id—dijoelrey.—¿Suponéisvosquevoyallevarmeconmigoalguno,Sire?ArrestaralseñorFouquetestanfácil,que
unmuchacholoharía;tanfácilcomobeberseunvasodeajenjo.Nocuestamásquehacerunamueca.—¿Ysisedefiende?—¿Quién?¿Quién?¿Él?¡Bah!¡Defenderseélcuandotalrigorloconvierteenreyymártir!Apuesto
quesilequedaunmillón,locualdudo,lodaríaparatenertalfin.Voyallá,Sire.—Aguardaos—dijoelrey.—¿Quépasa?—Nohagáispúblicosuarresto.—Eso ya es más difícil. Porque nada hay tan sencillo como ir a buscarle en medio de las mil
personasentusiastasque lo rodean,ydecirleque learrestoennombredel rey.Pero irasuencuentro,rodearlo, acorralarlo en un rincón de su despacho para que no se escape; rotarlo a sus huéspedes, yconservároslopreso,sinquenadiehayaescuchadounadesusexclamaciones,ésaesunadificultadrealyverdadera,queeldiabloquelavenza.
—Decidtambiénqueesimposible,yacabaréismáspronto.Noparecesinoquecuantosmerodeanquieranoponerseamivoluntad.
—Noseréyoquienmeopongaaella.¿QueréisquearrestealseñorFouquet?—Custodiadlohastamañana,quehabrétomadounaresolución.—Secumplirávuestrodeseo,Sire.—Volvedalahoradelevantarmepararecibirórdenes.—Volveré.
—Yahoraquemedejensolo.—¿NisiquieraqueréisqueentreelseñorColbert?—dijoelmosqueterolanzandosuúltimasaetaen
elinstantedemarcharse.Elreyseestremeció.Entregadoencuerpoyalmaasuvenganza,habíaolvidadoelcuerpodeldelito.—¡Noquieroqueentreaquípersonaalguna!—exclamó—.Dejadme.ApenassalióD’Artagnan,elmonarcacerróconsuspropiasmanoslapuerta,yempezóalpasearse
desaforadoporeldormitorio,cualtodoheridoquellevaclavadasensusespaldaslasbanderillas.—¡Miserable!—exclamóelreyagritos—.Nosólorobaeldinerodemihaciendasinoquetambién
coneldinerorobadosobornasecretarios,amigos,generales,artistas,ymequitamiamante.Poresolapérfidalehadefendidocontantotesón…
—¡Claro!…Conellohamostradosuagradecimiento…yquiénsabesuamor…—yañadióentresíyconelodioprofundoquelaprimerajuventudprofesaaloshombresmadurosqueaunpiensanenelamor—: ¡Un sátiro un faunodado al galanteo y que nunca ha hallado oposición! ¡Unmujeriego que regalaflorecitasdeoroydiamantes,ytienepintoresparahacerelretratodesusmeretricesentrajedediosas!—Y estremeciéndose de desesperación, prosiguió a grito pelado—: ¡Todo lo mío lo mancilla y lodestruye!,¡todo!,¡yporfinacabaráconmigo!¡Esehombremehacesombra!,¡esmimortalenemigo!¡Oh!,¡nohayremedioparaél!…¡Leodio!…¡leodio!…¡leodio!…
Yaldeciresto,aquelreytangrandedescargabaunagranizadadepuñetazosenelbrazodelsillónenelcualsesentabaparavolveralevantarsecomounepiléptico.
—¡Mañana!,¡mañana!—rugióLuisXIV—.¡Oh!,¡quéhermosodíaeldemañana!—Yconmodestiasdignasdeunrey,añadió—:Cuandoelsolselevante,sinmásrivalqueyo,esehombrecaerátanhondoquealverlasgenteslosestragoscausadospormicólera,diránporfinquesoymásgrandequeél.
Incapazdedominarse,elreyLuisXIVpusodeunsoberbiopuñetazopatasarribaunamesitasituadajuntoalsucama,yperdidoelaliento,vestidocomoestaba,setirósobrelassábanasylaemprendióamordiscosconellasparahallarporesesistemaelreposodelcuerpo.
Ellechogimióbajoaquelpeso,y,apartealgunossuspirosescapadosdelpechodelrey,todoquedóensilencioeneltemplodeMorfeo.
LesaMajestad
ElexaltadofurorqueseposesionódelreyalveryleerlacartadeFouquetaLaValiére,pocoalpocoseresolvióenunafatigadolorosa.
Allídondeelhombremaduroensuvirilidad,oelancianoensuendeblez,hallancontinuoalimentoasudolor,eljoven,sorprendidoporlasúbitarevelacióndelmal,seenervagritando,luchandocuerpoacuerpo,ysedejavencermásprontoporelinflexibleenemigo.
Luisquedóvencido enun cuartodehora; dejóde acusar conviolentaspalabras aFouquet y aLaValiére,ydespuésdehaberpasadodelfuroraldespecho,cayóenlapostración;tendiólosbrazosalolargodelcuerpo,apoyólánguidamentelacabezaenlaalmohadadeencajes,susfatigadosmiembrosseestremecieronaimpulsosdeligerascontraccionesmusculares,ydesupechonopartieronyasinorarossuspiros.
El diosMorfeo, que imperaba en aquel aposento besó al rey que cerró suavemente los ojos y sedurmió.
Comosuelesucederduranteelprimersueño,tanligeroquelevantadelacamaelcuerpoyremontaelalmahacialasregionessuperiores,alLuisleparecióqueeldiosMorfeopintadoenlabóvedalemirabaconojoshumanos,queenel techobrillabayseagitabaalgo;quelossueñossiniestros,poruninstantealejados de su sitio dejaban al descubierto su rostro de hombre con actitud contemplativa. Y lomásextrañoeraqueaquelhombreseparecíapormaneratanextraordinariaalrey,queLuistuvoporseguroque veía su propia imagen reflejada en un espejo. Luego le pareció que poco a poco la bóveda ibasubiendo,quelasfigurasylosatributospintadosporLeBrunseobscurecíanacausadeunalejamientoprogresivo,yquealainmovilidaddelacamahabíaseguidounmovimientosuave,cadenciosocomoeldelduquequesesumerge.Elreycreyóqueestabasoñando,mientras,lacoronadeoroquesujetabalascolgadurasdelacamaibaalejándosecomolacúpuladelacualestabaaquéllasuspendida.
LacamaseguíahundiéndosemásymásLuis, con losojosabiertos, sedejabaengañarporaquellaterriblealucinación.Porfin la luzde lacámararealcasiseobscureciódel todo,yalgofrío,sombrío,inexplicableinvadióelambiente.Pinturas,oro,colgadurasdeterciopelo,tododesapareció,ensulugarnoseveíansinoparedesdeuncolorgrisapagadoycadavezmásobscuro.Ysinembargo,lacamaibadescendiendo,descendiendo,y trasunminuto,queal rey leparecióunsiglo, llegóaunacapadeairenegroyhelado,ysedetuvo.
LuisXIV,queyasolamenteveíalaluzdesudormitoriocomodesdeloprofundodeunpozosevelaluzdeldía,dijoentresí.
—Horrible,horriblesueño.Yaeshoradequemedespierte.Vaya,despertémonos.
Pero no bien lo hubo dicho, cuando advirtió que no solamente estaba despierto, sino que tambiénteníaabiertoslosojos.
Miróelreyaltodaspartes,yunoacadaladodeélvioadoshombresarmados,embozadosensendasylargascapasyconelrostrotapadoconunantifaz.Unodeellosllevabaenlamanounalamparillacuyarojizaluziluminabaelcuadromástristequepuedenverojosderey.
Luiscreyóqueseguísoñando,yqueparadespertardeltodolebastabamoverlosbrazosodarunavoz;ysaltódelacama,yalencontrarsedepieenunsuelohúmedo,sevolvióhaciaeldelalamparillayledijo:
—¿Quéchanzaesesta,caballero?—Noesningunachanza—respondióconvozsordaelinterpelado.—¿SoisagentedelseñorFouquet?—preguntóelreyuntantoturbado.—Pocoosimportadequiénsomosagentes—replicóelfantasma—.Sabedquesomosdueñosdevos.Elrey,másimpacientequeintimidado,sevolvióhaciaelotropersonaje,yrepuso:—Siesunacomedia,deciddemipartealseñorFouquetquelaencuentrodemuymalgénero,yque
ordenoqueceseinmediatamente.El enmascarado al quien ahora el rey dirigió la palabra era hombre alto y grueso, y parecía una
estatua.—¡Cómo!,¿nomerespondéis?—exclamóLuisdandounapatadaenelsuelo.—Sinoos respondemos,caballerito—dijoconestentóreavozel coloso—,esporqueno tenemos
quedecirossinoquesoiselprimer«importuno»,yqueelseñorMoliéresehaolvidadodeinscribirosenlalistadelossuyos.
—Peroenfin,¿quéquierendemí?—exclamóLuiscruzandolosbrazosconademándecólera.—Luegolosabréis—repusoeldelalamparilla.—Peroentretanto,¿dóndeestoy?—Mirad.En efecto,LuisXIVmiró; pero a la luz de la lámpara que el enmascarado levantó, solamente vio
paredeshúmedasenlascualesyacáyacullábrillabaelplateadorastrodelasbabosas.—¿Esuncalabozo?—preguntóelrey.—No,sinounsubterráneo.—¿Adóndeconduce?—Seguidnos.—Yonomemuevodeaquí—exclamóelsoberano.—Comoosamotinéis,amiguito—repusoelcoloso—;oslevantoenpeso,osenvuelvoenmicapa,y,
siperdéiselresuello,peorparavos.Luis se horrorizó a la idea de una violencia: porque comprendió que aquellos dos hombres,
atropellaríanportodo.—Porloqueseve—dijo—hecaídoenmanosdedosasesinos.¡Vamos!Ningunodelosdosenmascaradosdespególoslabios.Eldelalamparillatomóladelantera,seguido
del rey,queasuvezprecedíaalcoloso,yasíatravesaronunagalería largaysinuosa.Todasaquellasvueltasyrevueltas,afluyeronporfinaunlargocorredorcerradoporunapuertadehierro,queeldelalámparaabrióconunadetantasllavesqueteníaalcinto.
Alabrirseaquellapuerta,Luisaspiróelbalsámicoolorqueexhalabanlosárbolesenlascalurosasnochesdeverano,ysedetuvo:peroelrobustoguardiánqueleseguíaleempujófueradelsubterráneo.
—Otrasvezospregunto,¿quéintentáiscontraelreydeFrancia?—exclamóelsoberanovolviéndosehaciaelquehabíatenidoelatrevimientodeponerlelamanoencima.
—Hacedporolvidaresecalificativo—repusoeldelalámparacontonoque,cuallosfamososfallosdeMinos,noadmitíaréplica.
—Mereceríaisqueosenredaranporlaspalabrasqueacabáisdeverter—añadióelcolosoapagandolaluzqueleentregósucompañero—;peroelreyesdemasiadohumano.
Hizo el rey un movimiento tan súbito al oír aquella amenaza, que no pareció sino que intentabafugarse;peroelgigantelesentólamanoenelhombroyloclavóenelsitio.
—Peroenfin,¿adóndevamos?—preguntóLuisXIV.Venid—respondió el de la lámpara.Y conduciendo al rey hacia una carroza que estaba entre los
árboles,juntoadoscaballostrabadosyatadosporelcabestroallasramasbajasdecorpulentaencima,abriólaportezuela,bajóelestribo,yañadió—:Subid.
El rey obedeció y se sentó en la carroza, cuya puerta, almohadillada y con cerradura, se cerróinmediatamente que hubieron entrado aquél y su conductor. El otro cortó a los caballos trabas ycabestros, los enganchóy se encaramóenelpescante, enelquenohabíapersonaalguna.Alpunto lacarroza partió al trote camino de París, y al llegar al bosque de Senart relevó el tiro con otros doscaballosqueesperabanatadosalunárbol.LacarrozaentróenParísaesodelastresdelamadrugada,echóporelbarrioSanAntonio,ydespuésdehaberinvocadoelnombredelreyparaqueelcentinelanose opusiera a su paso, entró en el recinto circular de laBastilla, que conducía al patio del gobierno,dondealpiedelaescalinatasedetuvieronloshumeantescaballos.
—Quedespiertenal señorgobernador—dijoconvozde truenoelcocheroal sargentodeguardia,queacudiópresuroso.Diezminutosdespués,Baisemeauxsalióenbataalapuerta,ypreguntó:
—¿Quépasa?Eldelalamparillaabriólaportezueladelacarrozaydijoalgunaspalabrasalcochero,quesebajó
inmediatamentedelpescante,tomóunmosquetequeasuspiestenía,yapuntóconélelpechodelpreso.—Sichista,fuego—añadióelqueacababadesalirdelacarroza.—Estábien—replicoelotro.Hechaaquellarecomendación,elconductorechóescalerasarriba.—¡SeñordeHerblay!—exclamóBaisemeauxalveralconductor.—¡Silencio!—dijoAramis—.Entremosenvuestrahabitación.—Pero¿quéostraeaestashoras?—Unerror,señordeBaisemeaux—respondiócontranquilidadelobispo—.Elotrodíateníaisrazón.—¿Sobre?—preguntóelgobernador.—Sobreaquellaordendelibertad,¿recordáis?—Explicaos,señor,digo,monseñor—repusoBaisemeaux,tansofocadoporlasorpresacomoporel
terror.—Esmuysencillo:¿noesverdad?—Es verdad. Con todo acordaos de mis dudas sobre el particular; yo no quería, pero vos me
obligasteis.
—¿Quéestáisdiciendo,señordeBaisemeaux?Loqueyohicefueinduciros.—Estoes.Meindujisteisaqueosloentregara,yoslelevasteisenvuestracarroza.—Pues ved lo que son las cosas, padecieron una equivocación al expedir la orden. Así lo han
reconocidoenelministerio,ydetalmanera,queostraigounaordendelreyparaquepongáisenlibertadaSeldón;elpobreescocésaquel,¿sabéis?
—¿Seldón?,¿estáisahorabienseguro?—Convenceosporvuestrospropiosojos—repusoHerblayentregandolaordenalBaisemeaux.—¡Perosiestaordeneslamismaqueyatuveenmismanoselotrodía!—dijoelgobernador.—¿Deveras?—Eslamismísimaquelanochedemarrasosdijehabervisto.¡Votoasanes!laconozcoenelborrón.—Yonomemetoensiesonoesestamisma,perooslatraigo.—¿Ylaotra,pues?—¿Cuál?—LareferenteaMarchiali.—Osloconduzcodenuevo.—Estonomebasta.Parahacermeotravezcargodeélnecesitounaordennueva.—¿Yquébarbaridadesestáisvomitando,mibuenamigo?—repusoHerblay—.Noparecesinoque
oshabéisvueltoniño.¿DóndeestálaordenquerecibisteisreferenteaMarchiali?Baisemeaux se acercó a un cofre, sacó de ella la orden y la entregó aAramis, que con lamayor
frescuralarasgóencuatropedazosqueredujoacenizasenlallamadelalámpara.—¿Quéhacéis?—exclamóelgobernadorenelcolmodelespanto.—Pero hombre, haceos cargo de la situación—dijoAramis con su imperturbable serenidad—, y
veréis cuán sencilla es.Bueno, no tenéis ya envuestropoderorden algunaque justifique la salidadeMarchiali,¿noeseso?
—Nolatengo,yestovaasercausademiperdición.—Desdeelmomentoqueoslotraigo,escomosinohubiesesalido.—¡Ah!—¿Quédudacabe?Vaisaencerrarlonuevamenteysindemora.—¡No,queno!—Yencambioyenvirtudde lanuevaorden,meentregaréisaSeldón.Asíestaráenreglavuestra
contabilidad.¿Comprendéisahora?—Yo…—Veoquesí;muybien—dijoAramis.—Peroenresumidascuentas,¿porquédespuésdehabermellevadoaMarchialimelodevolvéis?—
exclamóBaisemeauxjuntandolasmanosenunparoxismodedolorydeaturdimiento.—Paraunamigoyservidorcualvos,notengosecretos—contestóHerblay.Yacercandolabocaal
oídodelgobernador,añadió—:Yarecordáiselparecidoquehayentreaqueldesventuradoy…—Yél;losé.—Puesbien, elprimerusodeMarchialihahechode su libertadha sidopara sostener…Aver si
adivináisqué.—¿Cómoqueréisqueyoadivine?
—ParasostenerqueéleraelreydeFrancia.—¡Infeliz!—Paravestirseigualqueelreyyconstituirseenusurpador.—¡VálgameDios!—Poresooslotraigootravez.Estáloco,yhaceversulocuraatodoelmundo.—¿Quéhacer,pues?—Nodejéisquecomuniqueconpersonaalguna,porqueahoraquesulocurahallegadoaoídosdel
rey,quesehabíacompadecidodesudesventura,ysehavistopagadocontannegraingratitud,aquélestáhechounafuria.Osencargo,pues,quenoolvidéisqueahoralovanapagarconlavidacuantosdejencomunicaraMarchialiconotrosqueconmigooconelmismorey.Osvalavidaenello,¿oís?
—Sí,looigo,¡votoa…!—Ahorabajad,yconduciddenuevoaMarchialialsucalabozo,amenosqueprefiráisquesubaaquí.—¿Paraqué?—Másvaleencerrarloenseguida,¿noesverdad?—¡Yalocreo!—Puesandando.Baisemeauxmandótocarredobleysonarlacampanaparaadvertirquetododiosserecogieseasu
cuartoafindeevitarsuencuentroconunpresomisterioso.Libresyatodoslospasillos,elgobernadorbajoparahacersecargodelpreso,aquienPorthos,fielalaconsigna,continuabateniéndoleapuntadoelmosquete.
—¡Ah!,¿estáisotravezaquí,desventurado?—exclamóBaisemeauxalveralrey—.Estábien,estábien.
Yhaciendoapear inmediatamente aLuisXIV, en compañíadePorthos,queno sehabíaquitadoelantifaz,ydeAramis,quesepusonuevamenteelsuyo,lecondujoalasegundaBertaudiere,yleabriólapuertadelcalabozoenqueporespaciodediezañoshabíagemidoFelipe.
Elrey,pálidoyhuraño,entróenelcalabozosindespegarloslabios.Baisemeauxcerróporsímismolapuertacondosvueltasdellave,ydijoaAramis:—Verdaderamenteseparecealrey,peronotantocomovosponderáis.—¿Demodoquenoosdejaríaisengañarporlasustitución?—repusoHerblay.—Si,amíconesas.—Notenéisprecio,mibuenamigo.Vamos,ahorasoltadaSeldón.—Esverdad,semehabíaolvidado.—¡Bah!losoltaréismañana.—¿Mañana?No,monseñor,ahoramismo.Diosmelibredeesperarunsegundo.—Puesadondeosllamavuestraobligación,yyoalamía.¿Habéiscomprendido?—¿Qué?—QuesólopuedeentrarenelcalabozodeMarchialilapersonaquevengaprovistadeunaordendel
rey,yesaordenlatraeréyomismo.—Corriente,monseñor,GuárdeosDios.—Vamos,Porthos—dijoAramis—,aVaux,yaescape.—Nuncaseencuentraunomáságilquecuandohaservidoalrey,y,alservirlo,hasalvadoalsupatria
—repusoelgigante—.Además,comolacarrozallevamenospeso…Partamos,partamos.Ylacarroza,libredeunpesoque,enefecto,podíaparecercargamuypesadaaAramis,atravesóel
puentelevadizodelaBastilla,quevolvióalevantarseinmediatamentetrasaquélla.
UnanocheenlaBastilla
Elsufrimientoenestavidaestáenproporcióndelasfuerzashumanas.Cuandoelrey,tristeyquebrantado,vioqueloconducíanauncalabozodelaBastilla,loprimeroque
sefigurófuequelamuerteveníaasercomounsueñoconsueños,quelacamasehabíahundido,quetraselhundimientodelacamahabíasobrevenidolamuerte,yque,prosiguiendosusueño,LuisXIV,difunto,soñabaqueledestronaban,leencarcelabanyleinsultaban,aél,pocohacíatanpoderoso.
—¿Esesoaloqueapellidanlaeternidad,elinfierno?—murmuróLuisXIVenelinstanteenquesecerrólapuertadelcalabozo,empujadaporBaisemeaux.
Elreynisiquieramiróentornodesísinoque,arrimadoaunadelasparedesdelcalabozo,seentregóalaterriblesuposicióndesumuerte,cerrandolosojosparanoveralgotodavíamásterrible.
—Pero¿cómohemuerto?—decíaentresí—.¿Habránhechobajarartificiosamentemicama?Perono,yonorecuerdohaberrecibidoconfusiónalguna,ningúnchoque…Másbienmehabránenvenenado,durantelacenaoconelhumodelasvelas,comoaJuanadeAlbret,mibisabuela.
DerepenteelfríodelcalabozoenvolviócomoenunmantodehieloaLuis,queprosiguió:—Hevistoelcadáverdemipadreensulechomortuorioyrevestidoconlasinsigniasreales.Aquel
rostro pálido, tan sosegado y decaído; aquellas manos tan hábiles, entonces insensibles, y aquellasenvaradaspiernas,norenunciabanundormirpobladodesueños.Ysinembargo,¡cuántossueñosnodebíadiosenviaraaquelmuerto!…¡aaquelmuertoaquientantosotrosprecedieran,precipitadosporélenlamuerteeterna!…No,aquel rey todavía loera; reinabaaúnensu lechomortuorio,comocuandoestabasentado en su trono. Para nada había abdicado SuMajestad. Dios, que no le castigó a él, no puedecastigarmeamíquenadahehecho.
Un ruidoextraño llamó la atencióndel joven;miróyvioen la chimenea, a lospiesdeuncolosalcrucifijogroseramentepintadoalfresco,unratónmonstruosoqueestabaroyendounmendrugo,mientrasfijabaenelnuevohuéspeddelcalabozounamiradadeinteligenciaycuriosidad.
Luis, trémulo demiedo y de asco, retrocedió hasta la puerta, lanzando un grito, Luis conoció queestabavivoyenplenogocedesurazónysuconciencianaturales.
—¡Preso!—exclamó—;¡presoyo!—Ydespuésdebuscarconlamiradaunacampanillaparallamar,continuó—:EnlaBastillanolashay,yyoestoyencerradoenlaBastilla.Pero¿cómohesidoreducidoalprisión?NecesariamenteesestaunaconspiracióndeFouquet.EnVauxmehanatraídoaunlazo…PeroFouquet ha debido tener quien lo secundara… Su agente… aquella voz… era Herblay; sí, lo heconocido…Colbertteníarazón.¿QuéquieredemiFouquet?¿Vaareinarenmilugar?…¡Esimposible!¿Quiénsabe?…QuizámihermanoelduquedeOrleanshacecontrami loquedurante toda suvida se
propusocontramipadre,mitío…Pero¿ylareina?,¿ymimadre?,¿yLaValiére?¡Oh!aLaValiérelahabránpuestoadiscrecióndelaprincesa…¡PobreLuisa!indudablementelahanencerradocomoamí,ynuncajamásvolveremosavernos.
Antetalidea,elamanteestallóensollozos,suspirosylamentos.—Aquíhayungobernador—prosiguióelreyenfurecido—.Llamemos.Llamó,peroningunavoz respondióa lasuya.Entonces, tomó lasilla,yconellagolpeó la robusta
puertadeencina;peroaldarlamaderacontralamadera,sólorespondieronenlasprofundidadesdelaescaleramillúgubresecos.
Entoncesycalmadoelprimerparoxismodesucólera,elmonarcaviounaenrejadaventanapor laqueentrabaundoradocuadrilongo,indudablementeproyectadoporlaluminosaaurora,yacercándoseaella,empezóallamar,convoznaturalprimero,yluegoagritos.Perocomosinohubiesellamado.
Alreyempezabaahervirlelasangre,asubírselealacabeza,acostumbradoaordenar,serebelabacontralaideadeladesobediencia.
Pocoapocofueenconándoseelánimodelpreso,querompió lasillaalesgrimirlacomounarietecontralapuerta.
Acáyaculárespondieronalgunasvocesahogadas.Lasvocesprodujeronun efecto extraño en el rey, que sedetuvopara escucharlas.Eran lasde los
presos,enotrotiemposusvíctimas,yahorasuscompañeros.Aquellasvocesacusabanalautordeaquelruido,comoensilenciolossuspirosylaslágrimasacusabanalautordesucautiverio.Despuésdehaberquitadolalibertadatantoshombres,ahoralesquitabaelsueño.
Estaideaestuvoapiquedeacabarconsurazóny,sedientodeteneralgunanoticiaounaconclusión,redoblósusfuerzas,yempezódenuevoaesgrimircontralapuertaelpalodelasilla.
Alcabodeunahora,Luisoyóruidoenelcorredor,alotroladodesupuerta,enlaquedescargaronungolpefuribundoquehizocesarlossuyos.
—¡Mil rayos!—exclamóunavoz rudaygrosera—.¿Habéisperdido el juicio?, ¿quéospasa estamañana?
—¡Estamañana!—dijoentresíyconsorpresaelrey.Y,cortésmenteañadió—:¿SoiselgobernadordelaBastilla,caballero?
—Vaya,queoshanvolcadolossesos—replicólavoz—;peroesanoesrazónparaquemetáistantoruido.Silencio,¡viveDios!
—¿Soisvoselgobernador?—repitióelrey.Luisoyócerrarunapuerta.Elcarceleroacababademarcharsesinhabersedignadoresponder.Cuandoelreysepersuadiódequesehabíaalejadoelqueledirigiólapalabra,dioriendasueltaasu
furor.Ágilcomountigre,saltódelamesaalaventana,delaquesacudiólasrejas,ydespuésderomperunvidrio,cuyospedazosfueronapararalpatioproduciendomilarmoniosostonos,llamóporespaciodeunahorayconvozcadavezmásenronquecidaalgobernador.
Víctimadeardientecalentura, con los cabellos endesordenypegadosa la frente,hecho jironesyblanqueadoeltraje,ydesgarradasucamisa,elreynocalmósufurorhastaquehuboagotadosusfuerzas.
Apoyólafrenteenlapuerta,ydejóquefuesecalmándosepocoapocosucorazón.—Horalegaráenquemetraiganelalimentoquedanatodoslospresos—dijoentresí—,yentonces
veréaalguienqueresponderáaloqueyopregunte.
El rey buscó en sumemoria a qué hora comían los presos de la Bastilla; pero, en vano, pues loignoraba.Aquélla fueparaélunasordaydolorosapuñaladaque le inferíael remordimientodehabervividoveinticincoañosreyydichoso,sinpensaren lospadecimientosde losdesventuradosaquienespriva injustamente de su libertad.YLuis sintió la vergüenza, y conoció queDios, al permitir aquellahumillación terrible, no hacía más que devolver a un hombre los martirios que ese mismo hombreinfligieraatantosotros.
Nada podía ser más eficaz para despertar nuevamente las creencias religiosas en aquella almaaterradaporlasensacióndelosdolores,peroLuisnoseatrevióaarrodillarseparaelevarsucorazónaDiosysuplicarlequepusiesefinaaquellaprueba.
—Diossiempreobrabien—dijoentresí—,porlotanto,yoseríauncobardesipidieseloqueconfrecuenciahenegadoamissemejantes.
Ahíestabadesusreflexiones,esdecir,desuagonía,cuandoallendelapuertavolvióaoírseruido,peroahoraseguidodelrechinardellavesycerrojos.
El reydiounbrinco,paraacercarsealque ibaaentrar;perodeprontosehizocargodeque talesdemostraciones eran indignas de un monarca y, deteniéndose, tomó una actitud noble y tranquila, yaguardó,deespaldashacialaventana,paradisimularcuantolefueseposiblesuagitaciónalosojosdelreciénvenido,quenoeraotroqueelllavero,portadordeunacestallenadevíveres.
Luismiróconinquietudaaquelhombre,yaguardóaquehablase.—¡Ah!—dijoelllavero—.¿Conquehabéisrotolasilla?Yalodije.Porfuerzaoshabéistocadode
lacabeza.—Vedloquedecís—repusoLuis—,puesosinteresagrandemente.—¿Cómo?—exclamóconsorpresaelcarcelero,dejandoelcestosobrelamesa.—Decidalgobernadorquesuba—añadióconnoblezaelrey.—Vamosaver,hijomío—repusoelcarcelero—;siemprehabéissidomuycuerdo;perolalocuralo
vuelvemaloauno,yquieroadvertiros;habéisrotolasillayhechoruido,yesteesdelitoquesecastigaconelcalabozo.Prometedmequenovolveréisalasandadas,ynodirénadaalgobernador.
—Quieroveralgobernador—repitióelreysinpestañear.—¡Cuidado!osharáencerrarenelcalabozo.—¡Quieroverlo!,¿oís?—¡Ahdiantre!,¿seosextravíalamirada?puesmellevovuestrocuchillo.Ydiciendoyhaciendo,elcarcelerocerró lapuertaysemarchó,dejandoal reymásaturdido,más
desventuradoymássoloquenunca.Envanoempezóagolpeardenuevolapuertaconelpalodelasilla;envanoarrojófuentesyplatos
porlaventana;nadielehizocaso.Doshorasdespués,del rey,delcaballero,delhombre,delente razonable,noquedabamásqueun
loco que se arrancaba las uñas, arañando las puertas y haciendo esfuerzos sobrehumanos paradesembaldosar el suelo, lanzaba tan espantosos gritos que no parecía sino que la vetusta Bastilla seconmovíaensuscimientosporhaberseatrevidoarebelarsecontrasuamoyseñor.
Baisemeauxnisiquierasetomólamolestiadepreguntarlacausadetantoruido,porque¿noeranloslocosmonedacorrienteenlafortaleza,ylosmurosnoeran,asuvez,másfuertesqueloslocos?
Baisemeaux,impresionadoconloquedijoAramis,yescudadoconlaordendelrey,nodeseabasino
queMarchialisevolviesesuficientementelocoparaahorcarsedelpabellóndesucamaodeunodelosbarrotesdesuventana.
Enefecto, aquelpreso reportabapocaganancia,yocasionabamásmolestiasque lasdebidas.Así,pues,desuicidarseelpreso,habríantenidoundesenlacequeniapedirdebocalascomplicacionesdeSeldónydeMarchiali,ylalibertad,reencarnaciónysemejanzas.YauncreyóBaisemeauxhabernotadoqueaHerblaynolehabríadisgustadotalfin.
—Realmente—decía Baisemeaux a su mayor—, un preso es ya harto desdichado con estarlo, ypadecelobastanteparaque,caritativamentepuedaunodesearlelamuerte.Contantamayorrazóncuandoelpresosehavueltoloco,entoncesnohabríaquelimitarseunoadesearlelamuerte,sinomatarlosinmásaveriguaciones,locualseríaunabuenaobra.
Yelbuengobernadorsehizoservirelsegundoalmuerzo.
LasombradeFouquet
D’Artagnan,aunaturdidodesuentrevistaconelrey,sepreguntabasirealmentesehallabaenVaux,sieraefectivamenteelcapitánde losmosqueteros,yFouquetelpropietariodelcastilloenelcualLuisXIVacababaderecibirhospitalidad.Yaquellasnoeranreflexionesdelhombreembriagadoconlosvinosdelsuperintendente.Peroelgascónerahombresereno,consolotocarsuespadatransmitíaasumoral,enlasocasionessolemnes,elfríodelacero.
—Aquí estoy, históricamente envuelto en los destinos del rey y del ministro —dijo entre síD’Artagnanalsalirdelrealdormitorio—;constaráqueyo,segundóndeGascuña,heechadolamanoaNicolás Fouquet, superintendente de la hacienda de Francia. Mis descendientes, si los tengo, seenvaneceránconestearresto.Hayquecumplirdecorosamentelaordendelrey.Todoelmundoesbuenoparapedirleal señorFouquet laespada,perono todossonapropósitoparacustodiarlosinpromoverprotestas. ¿Qué hacer, pues para que el superintendente pase de la cúspide del favor al abismo de ladesgracia?
AquíD’Artagnansepusosombríoqueeraunacompasión;leasaltaronescrúpulos.—Creo—prosiguióD’Artagnan—,quesinosoytontodaréaconoceraFouquetloquerespectoaél
seproponeelrey.Perosivendoelsecretodemisoberano,soyunpérfidoytraidor,crimenprevistoporel código militar. No, pienso que un hombre de ingenio, debe salir mucho más diestramente de esteatolladero.
D’Artagnanseapretólassienesconlasmanos,searrancóalgunospelosdelbigote,yprosiguió:—LadesgraciadeFouquetobedeceatrescausas:elodioqueleprofesaColbert,elhaberintentado
amaraLaValiére,yelestarelreyapegadoaLaValiéreyaColbert.Nohayremedioparaél,eshombrealagua.¿Peroyo,hombre,voyasentarlelaplantasobrelacabezacuandosucumbeaintrigasdemujeresydeempleados?¡Noenmivida!Siespeligroso,loabatiré;sisóloesvíctimadelapersecución,veré.YenvezdeirabuscardeunmodobrutalaFouquet,paraarrestarloytapiarlo,voyahacercuantoestéenmimanoparacomportarmecaballerosamente.
Y D’Artagnan se encaminó al dormitorio de Fouquet, que, después de haberse despedido de lasdamas,sedisponíaadormirtranquilamentesobreloslaurelesconquistadosduranteeldía.
Elambienteestabatodavíaperfumadooinfestado,comosequiera,delolordelosfuegosartificiales.Lasbujíasdespedíansusmoribundasclaridades, lasflorescaíandesprendidasde lasguirnaldas,y losgruposdedanzarinesydecortesanosibandesparramándoseporlossalones.
Elsuperintendenteacababaderetirarseasudormitorio,sonrienteymásquemediomuerto.Yanooíaniveía;sucamaleatraía,lefascinaba.
Estaba ya en manos de su ayuda de cámara cuando D’Artagnan apareció en el umbral de sudormitorio.
D’Artagnan,nuncalogróvulgarizarseen lacorte;envanoleveíana todashorasyen todaspartes;siempreproducíalamismaimpresiónsupresencia.Taleselprivilegiodeciertaspersonas,parecidasenesto al rayoo al trueno.Todos saben lo que son; pero su aparición admira, y la última impresión es,indefectiblemente,laquehasidolamásfuerte.
—¡Toma!,¿soisvos,señordeD’Artagnan?—dijoFouquet.—Paraserviros—replicóelmosquetero.—Entrad,miqueridoseñordeD’Artagnan.—Gracias.—¿Venísparahacermeunacríticadelasfiestas?Soishombreingenioso.—No,Señor.—¿Estorban,porventura,vuestroservicio?—Nada.—¿Quizásestáismalalojado?—Loestoyalasmilmaravillas.—Os doy las gracias por vuestra amabilidad, yme siento obligado por todo lo que de lisonjero
acabáisdedecirme.EstoequivalíaaindicarleaD’Artagnanque,puesteníacama,fueseaacostarseyledejasehaceraél
otrotanto.—¿Ya os acostáis?—preguntó el gascón al superintendente como si no hubiese comprendido la
indirecta.—Sí.¿Tenéisquecomunicarmealgo?—Nada.¿Dormísaquí?—Yaloveis.—¡QuéhermosasfiestaslehabéisdadoaSuMajestad,señorFouquet!—¿Locreéis?—Magníficas.—¿Estásatisfechoelrey?—Hastamásnopoder.—¿Porventuraosharogadoquevinieseisacomunicármelo?—Nohubieraelegidosumajestadunmensajerotanindignocomoyo.—Noosrebajéis,señordeD’Artagnan.—¿Ésaesvuestracama?—¿Porquémehacéistalpregunta?¿Noestáisagustoenlavuestra?—¿Medaislicenciaparaqueoshableconfranqueza?—Detodocorazón.—Puesbien,no.—SeñordeD’Artagnan—dijoFouquetestremeciéndose—,oscedolamía.—¿Yoprivarosdeella,monseñor?Enmivida.—¿Cómonosvamosaarreglar,pues?
—Permitiéndomecompartirlaconvos.—¡Ah!—exclamóFouquet,mirandocaraacaraalmosquetero—.¿Salísdeldormitoriodelrey?—Sí,monseñor.—¿Ysumajestadquerríaquedurmieseisaquí?—Monseñor…—Muybien,muybien,señordeD’Artagnan.Aquísoiseldueño.—Palabraquenoqueríaabusar…—Déjanos—dijoFouquetasuayudantedecámara.Yañadió—:¿Tenéisquecomunicarmealgo?—¡Quién!,¿yo?—Unhombre comovos, no viene a conversar con un hombre como yo, en hora tan avanzada, sin
causagrave.—Nomeinterroguéis,monseñor.—Alcontrario.¿Quéqueréisdemí?—Nadamásquevuestracompañía.—Puesvámonosaljardín,alparque.—No,no—repusoconvivezaelmosquetero.—¿Porquéno?—Elfrescodelasnoche…—Vaya,decidsinrodeosquevenísaarrestarme—dijoFouquetalcapitán.—¡Yo!No,Monseñor.—¿Meveláis,pues?—Parahonraros.—¿Parahonrarme?…Estoesyadistinto.—¡Ah!,¿conquemearrestanenmicasa?—Nodigáiseso,monseñor.—Alcontrario,lopublicaréenaltavoz.—Enestecasotendríaqueimponeroselsilencio.—¡Violenciasenmicasa!—exclamóFouquet—.¡Bien,muybien,viveDios!—Veoquenonoscomprendemos.Mirad,allíhayuntablero,juguemossiosplace,monseñor.—¿Conquehecaídoendesgracia,señordeD’Artagnan?—No,monseñor,pero…—Perosemeprohíbesustraermeavuestramirada.—No comprendo palabra de cuantas decís, monseñor; y si deseáis queme retire, con decírmelo,
estamosalcabo.—Enverdad,señorD’Artagnan,quevuestrasmanerasvanatrastornarmeeljuicio.Mecaíadesueño
ymelohabéisquitadocomoconlamano.—Lo sientomucho, y si queréis reconciliarme conmigomismo, dormid ahí, enmi presencia, y lo
celebraréenelalma.—¡Ah!,¿mevigiláis?—Mevoy,pues.—Siosentiendo,quemeemplumen.
—Buenasnoches,monseñor—repusoD’Artagnan,haciendoquesemarchaba.—Vaya,nomeacuesto—dijoFouquet—.Yahoraosdigocontodaformalidadque,puesosnegáisa
tratarmecomohombreyosandáisconsutilezasconmigo,voyaacorralaroscomosehaceconeljabalí.—¡Bah!—exclamóD’Artagnan,haciendoquesesonreía.—Voy a ordenar que enganchen y parto para París —dijo Fouquet, sondeando con la mirada el
corazóndelcapitán.—Ésteesotroson,monseñor.—¿Mearrestáis?—No,monseñor,partoconvos.—Basta, señor D’Artagnan —dijo Fouquet con frialdad—. No en balde tenéis fama de hombre
ingeniosoydeexpedientes;peroconmigotodoesoessuperfluo.Algrano:¿porquémearrestáis?,¿quéhehecho?
—Nadasé,monseñor;peroconstequenoosarresto…estanoche…—¡Estanoche!—exclamóFouquetpalideciendo—.Pero¿ymañana?—Todavíanoestamosenmañana,monseñor.¿Quiénescapazderesponderdeldíasiguiente?—Capitán,permitidmehablarconelseñordeHerblay.—Losiento,monseñor,peronopuedeser.Tengoordendenodejaroshablarconpersonaalguna.—¡ConelseñordeHerblay,capitán,convuestroamigo!—¿Queréisdecir,monseñor,quemiamigoelseñordeHerblayseríaelúnicoconquienosdebería
impedircomunicaros?—Decísbien—dijoFouquet,tomandounaactitudderesignación—.Recibounalecciónquenodebí
provocarla.Elhombrecaídonotienederechoanada,nisiquieradepartedeaquellosqueledebenloqueson,tantomásdeaquellosaquienesnohatenidoladichadeprestarlesunservicio.
—¡Monseñor!—Esverdad,señordeD’Artagnan;respectodemí,siempreoshabéismantenidoenlasituacióndel
hombredestinadoaarrestarme.Nuncamehabéispedidocosaalguna.—Monseñor—repusoelgascónenternecidoanteaqueldolorelocuenteynoble—,¿queréishacerme
lamerceddeempeñarmevuestrapalabradecaballerodequenosaldréisdeesteaposento?—¿Paraqué,simecustodiáisenél?¿Teméis,acaso,quedesenvainecontraelhombremásvaliente
deFrancia?—No,monseñor;esquevoyatraerosalseñordeHerblay,y,porconsiguiente,adejarossolo.—¡TraermealseñordeHerblay!,¡dejarmesolo!—exclamóFouquetcongozoysorpresaindeciblesy
juntandolasmanos.—¿NosealojaHerblayenelcuartoazul?—Sí,amigomío,sí.—¡Vuestroamigo!,graciasmonseñor.—¡Ah!mesalváis,señordeD’Artagnan.—Bien,emplearédiezminutoseniryvenir,¿noeseso,monseñor?—Pocomásomenos.—YcincoparadespertaryadvertiraAramis,hacenquinceminutos.Ahora,monseñor,dadmevuestra
palabradequenointentaréisfugaros,ydequeosencontraréaquíalvolver.
—Os la empeño, señor deD’Artagnan—respondió Fouquet estrechando con afectuosa gratitud lamanodelmosquetero,quesealejóconpasofirme.
FouquetsiguióconlamiradaaD’Artagnan,aguardóconvisibleimpacienciaquelapuertasehubiesecerrado tras de aquél, y luego se abalanzó a sus llaves, abrió algunos cajones escondidos en variosmuebles, buscó en vano algunos papeles que, sin duda, se quedaron en San Mandé, y que elsuperintendentepareciósentirnoencontrarlos,yporfin,tomóconfrenesíunmontóndecartas,contratosy escrituras y los quemó apresuradamente en la tabla demármol del hogar, sin curarse de sacar delinteriordeaquéllasmacetasdequeestaballeno.
Fouquet,comoquienacabadesalvarsedeunpeligroinminenteylibredelpeligro,leabandonanlasfuerzas,sedejócaeranonadadoenunsillón.
D’Artagnan,alregresar,encontróalsuperintendenteenlamismaactitud,ynosospechóqueFouquetdejasedecumplirsupalabra;perosípensóqueutilizaríasuausenciaparadeshacersedepapeles,notasycontratosquepudieranempeorarlasituaciónyadesuyograveenquesehallaba.
—¿QuétalelseñordeHerblay?—preguntóelsuperintendente.—FuerzaesqueelseñordeHerblaylegustenlospaseosnocturnos,yalaluzdelaluna,enelparque
deVaux,compongaversosconalgunosdevuestrospoetas,puesnoestáensucuarto.—¡Cómo!, ¿noestá en su cuarto?—exclamóFouquet, aquien se le escapaba suúltimaesperanza;
porquesinexplicarsedequémanerapodíasocorrerleelobispodeVannes,comprendíaqueenrealidadsólodeélpodíaesperarsocorro.
—Osiestáensucuarto—continuóD’Artagnan—,hatenidosusrazonesparanoresponderme.—¿Porventuranohabéisllamadodemodoquepudieseoíros?—Yapodéissuponer,monseñor,quehabiendoyacontravenidoalaordenquemeimponíaeldeberde
no dejaros de vista ni un segundo, hubiera sido una locura despertar a todos los de la casa yevidenciarmeenelcorredordelobispodeVannes,paraqueelseñorColbertpudiesehaberprobadoqueyoosdabaeltiemponecesarioparaquequemaraisvuestrospapeles.
—¡Mispapeles!—Estáclaro;alomenosyo,envuestrolugar,lohubierahecho.PerovolvamosaAramis,monseñor.—Osrepitoquehabréisllamadoexcesivamentequedo,ynooshabráoído.—Pormuyquedoqueuno llameaAramis,monseñor, siempreoye cuando le interesaoír.Reitero,
pues,queoAramisnoestabaensucuarto,o,paranoconocermivoz,hatenidorazonesqueignoroyque,talvez,ignoráisvostambién,pormuchoqueseafeudatariovuestrosugrandezamonseñorelobispodeVannes.Fouquetlanzóunsuspiro,selevantó,diotresocuatrovueltasporsudormitorio,ysesentó,conabatimiento,ensuregiacamadeterciopelocuajadaderiquísimosencajes.
D’ArtagnanmiróaFouquetconhondacompasión.—Durante mi vida—dijo con melancolía el mosquetero—, he visto arrestar a muchos hombres.
Vamos,señorFouquet,unhombrecomovosnoseabatedeestasuerte.¡Sivuestrosamigososvieran!—Nome habéis comprendido, señor de D’Artagnan—repuso el superintendente sonriéndose con
tristeza—.Precisamentemiabatimientoobedeceaquenomevenmisamigos.Solo,novivonisoynada.Nuncahesabidoquéeraelaislamiento,señordeD’Artagnan.Lapobreza,queenocasioneshevistoconsusharaposalfinaldemicamino,eselespectroconelcualsediviertenhacemuchosañosalgunosdemisamigos,quelepoetizan,leacarician,ymelohacenamable.¡Lapobreza!…yolaacepto,laconozco,
la acojo como a una hermana desheredada, porque la pobreza no es soledad, el destierro, la prisión.¿Acaso puedo yo ser nunca pobre con amigos como Pelissón, La Fontaine y Moliere, y una amantecomo…?¡Perolasoledad,lasoledadparamí,hombredebullicioydeplaceres,quesóloexistoporquelos otros existen!… ¡Ah!, ¡si supieseis qué solome encuentro en este instante!, ¡si supierais con quéfuerzarepresentáisparamí,vosquemeseparáisdecuantoamo,laimagendelasoledad,delanada,delamuerte!
Ya os he dicho que estabais muy exagerado, señor Fouquet —dijo D’Artagnan hondamenteconmovido—.Elreyosquiere.
—No—replicóelsuperintendentemoviendolacabeza.—QuienosodiaeselseñorColbert.—¿Colbert?¿Yquémeimportaamí?—Osarruinará.—Loretoaquelohaga:yaestoyarruinado.D’Artagnan, al oír la estupenda declaración del superintendente miró alrededor con ademán
expresivo.—¿Dequésirvenesasmagnificenciascuandounohadejadodesermagnífico?—exclamóFouquet,
quecomprendiólamiradadelgascón—.Pero¿ylasmaravillasdeVaux?mediréisvos.Bueno,¿yqué?¿Conqué,siestoyarruinado,derramaréelaguaenlasurnasdemisnáyades,elfuegoenlasentrañasdemissalamandras,elaireenelpechodemistritones?¡Ah!señordeD’Artagnan,parasersuficientementericohayqueserlodemasiado…¿Movéislacabeza?SivosfueseisdueñodeVauxlovenderíaisyconsuproductocompraríaisunfeudoenprovinciasqueencerrarabosques,vergelesycamposyosdieraconquévivir…SiVauxvalecuarentamillones,biensacaríais…
—Diez—interrumpióD’Artagnan.—¡Niuno!señorcapitán.NohayenFranciaquienestébastantericoparacomprarelpalaciodeVaux
pordosmillonesyconservarlocomoestá;nipodría;nisabría.—¡Diantre!—repusoD’Artagnan—.Alomenosbiendaríaunmillónporél.—¿Yqué?—Queunmillónnoeslamiseria.—Casi,casi,señordeD’Artagnan.—¿Cómo?—Nomecomprendéis.NoquierovendermicasadeVaux.Oslaregalosiqueréis.—Regaládselaalreyysaldréismásbeneficiado.—Elreynonecesitaqueyoselaregale—dijoFouquet—,sileplace,melaquitará.Poresoprefiero
quesederrumbe.¡Ah!señordeD’Artagnan,sielreynoestuviesebajomitecho,tomaríaaquellavelaymeiríaaprenderfuegoadoscajasdepólvoraycohetesquehanquedadobajolacúpula,yreduciríamipalacioacenizas.
—Bueno—repusoD’Artagnanconnegligencia—,siemprequedaríanlosjardines,queeslomejor.—Pero¿quéhedicho?¡IncendiaraVaux!, ¡destruirmipalaciocuandoVauxnoesmío!Enverdad,
VauxperteneceaLeBrun,aLeNotre,aPelissón,aLaFontaine,aMoliere,quehahechorepresentarenél«Losimportunos»,enunapalabra,alaposteridad.Yaveispues,señordeD’Artagnan,quenisiquieraesmíomipalacio.
Aplaudolaidea,yenellaosconozco,señorFouquet—repusoelmosquetero—.Siestáisarruinado,monseñor,tomadlobuenamente;tambiénvospertenecéisalaposteridad,yporlotantonotenéisderechoaempequeñeceros.Aloshombrescomovosesonolessucedemásqueunavezenlavida.Todoconsisteen adaptarse a las circunstancias. Un proverbio latino, del que no recuerdo las palabras pero sí laesencia,puesmásdeunavezhemeditadosobreél,dicequeelfincoronalaobra.
Fouquetselevantó,rodeóconsubrazoderechoelcuellodeD’Artagnan,yleapretócontrasupecho,mientrasconlaizquierdaleestrechabalamano.
—Buensermón—dijoelsuperintendentedespuésdeunapausa.—Sermóndemosquetero,monseñor.—Vosquetalmedecís,mequeréis.—Puedequesí.—Pero¿dóndeestaráHerblay?—repusoFouquet.—Esomepreguntoyo.—Nomeatrevoarogarosquelehagáisbuscar.—Niquemelorogaraislohiciera,monseñor,porqueseríaunaimprudencia.Todosseenterarían,y
Aramis,queno tiene arteniparte en cuantopasa,podríaverse comprometidoy englobadoenvuestradesgracia.
—Aguardaréaqueamanezca.—Eslomásacertado.—¿Quévamosahacerunavezdedía?—Nolosé,monseñor.—Hacedmeunamerced,señordeD’Artagnan.—Conmilamores.—Vuestraconsignaesdequemecustodiéis,¿noeseso?—Sí,monseñor.—Puesbien,sedmisombra;prefierolavuestraatodaotra.D’Artagnanseinclinó.—Pero olvidad que sois el señor de D’Artagnan, capitán demosqueteros, y que yo soy el señor
Fouquet,superintendentedehacienda,yhablemosdemisasuntosparticulares.¿Quéesloquehadichoelrey?
—Nada.—¿Asíconversáis?—¡Diantre!—¿Quéconceptoformáisdemisituación?—Ninguno.—Contodo,amenosdemalavoluntad…—Vuestrasituaciónesdelicada.—¿Porqué?—Porqueoshalláisenvuestracasa.—Pordelicadaquesea,mehagocargodeella.—¿Imagináis,porventura,quemehabríamostradotanfrancoconotroquenovos?—¡Cómo!,¿vosfrancoparaconmigocuandoosnegáisadarmelamáspequeñaluz?
—Oíd,pues.—Estoyaesdistinto.—¿Queréisqueosdigacómohubierayoobradoconotroquenovos,monseñor?Puesbien,hubiera
llegado avuestrapuerta, unavezhubiesen salidovuestros amigos, y si nohubiesen salido, loshabríaesperadoasusalidaparatomarlosunostrasotroscomoconejosalabandonarsugazapera,yloshubierapuestoabuenrecaudo;luegomehabríatendidosobrelaalfombradevuestrocorredor,yconunamanosobrevos,sinquevososdieraiscuenta,oshubieraguardadoparaelalmuerzodelamo.Deestasuerteseevitaba toda defensa, todo escándalo, todo ruido; pero en cambio ni una advertencia para el señorFouquet,niunareserva,niunadelasatencionesdelicadasquelaspersonascortesesguardanentresíenelmomentodecisivo.¿Osplacemiplan?
—Mehaceestremecer.—¡Quétristehubierasidoparavoselqueyomehubiesepresentadomañana,sinpreparación,yos
hubierapedidovuestraespada!—Mehabríamuertodecólerayvergüenza.—Expresáis con sobrada elocuencia vuestra gratitud; pero tened por seguro que no he hecho lo
bastante.—Noseréyoquientalcosaafirme,señordeD’Artagnan.—Pues bien, monseñor, si estáis satisfecho de mí, si estáis repuesto de la conmoción que he
suavizado cuanto he podido, dejemos que el tiempo bata sus alas; estáis quebrantado y tenéis quereflexionar, dormid, pues, os lo ruego, o haced que dormís, sobre vuestra cama o entre sábanas. Yodormiréenesesillón,ycuandoduermo,misueñoestanpesadoquenomedespertaríanniacañonazos.
Fouquetsesonrió.—Sinembargo,exceptúoelcasoqueabranunapuerta,secretaovisible,desalidaoentrada,porque
osadviertoqueenestepuntomioídoesvulnerabledemaneraextraordinaria.Idyvenid,pues;paseaosporelaposento,escribid,borrad,romped,quemad;peronotoquéislallavedelacerradura,nielbotóndelapuerta,porquemeharíaisdespertarsobresaltado,yestomeexcitaríahorrorosamentelosnervios.
—Realmente sois el hombre más ingenioso y cortés que conozco, señor de D’Artagnan —dijoFouquet—.Sólomedejaréisunpesar,eldehaberosconocidotantarde.
D’Artagnan exhaló un suspiro que quería decir: «¡Ay! tal vez me habéis conocido excesivamentepronto».Luegosearrellanóensusillón,mientrasFouquet, semiacostadoensucamayapoyadoenelcodo,meditabaenloqueleestabapasando.
Deestemodo,custodiadoycustodiadejaronarderlasvelasyaguardaronlaluzdelalba;ycuandoFouquetsuspirabademasiadoalto,D’Artagnanroncabaconmásfuerza.
Ningunavisita,niladeAramis,turbósuquietud,niseoyóruidoalgunoenelinmensopalacio.
Lamañana
EljovenpríncipedescendiódelahabitacióndeAramis,comoelreyhabíadescendidodelamansióndeMorfeo.Lacúpulabajó,obedeciendoalapresióndeHerblay,yFelipeseencontróantelacamareal,quehabíasubidonuevamente,despuésdehaberdejadoaLuisXIVenlasprofundidadesdelsubterráneo.
Solo, en presencia de aquel lujo, solo ante su poder, ante el papel que iba a verse forzado adesempeñar,Felipesintió,porprimeravezabrirsesualmaalasmúltiplesemocionesquesonloslatidosvitales de un corazón de rey; pero palideció al contemplar aquella cama vacía y aun arrugada por elcuerpodesuhermano.
Felipeseinclinóparaexaminarmejorlacama,yvioelpañuelotodavíahumedecidoconelsudorquecorrieraporlafrentedeLuisXIV.AquelsudoraterróaFelipecomolasangredeAbelaterróaCaín.
—Hemeaquícaraacaraconmidestino—dijoentresíFelipe,pálidoyconlaspupilasardientes—.¿Serámásterriblequenodolorosohasidomicautiverio?¿Obligadoaseguiracadainstantelasoberaníadelpensamiento,daréeternamenteoídoalosescrúpulosdemicorazón?…Sí,elreyhadescansadoenestacama;sucabezahaimpresoestaconcavidadenlaalmohada,ysusamargaslágrimashanhumedecidoestepañuelo…¡Yvaciloenacostarmeenestacama,enapretarentremisdedosestepañueloqueostentalasarmasylacifradelrey!…¡Oh!imitemosalseñordeHerblay,quedicequelaaccióndebesiempreadelantarseungradoalpensamiento;sí,imitemosalseñordeHerblay,quesiemprepiensaensímismoysetieneporhombrehonradocuandosólocontraríaovendeasusenemigos.EstacamayolahabríausadosiLuisXIVnomelohubieseimpedidoconelcrimendenuestramadre;sóloyohabríatenidoderechoaservirme de este pañuelo con el escudo de Francia, si, como dice el señor deHerblay,me hubiesendejado enmi sitio en la cuna real… ¡Felipe, hijo de Francia, sube a tu cama! ¡Felipe, único rey deFrancia,recobratublasón!¡Felipe,únicoherederopresuntodeLuisXIII,tupadre,notengascompasiónparaelusurpador,queeneste instanteni siquiera siente remordimientoalgunopor loque tehahechopadecer!
Dichoesto,Felipe,apesardelarepugnanciainstintivadesucuerpo,ydelosestremecimientosydelterrorvencidosporlavoluntad,seacostóenlacamareal.
Aldescansar lacabezaen lamullidaalmohada,Felipedivisó,encimadeél, lacoronadeFrancia,sostenida,comohemosdicho,porelángeldelasalasdeoro.
Contempladalrealintruso,demiradasombríaycuerpotembloroso;parecetigreextraviadodurantelanochedetormenta,quealtravésdecañaveralesydeincógnitosbarrancos,vaaacostarseenlacavernadelleónausente.
Puedeunoalentarlaambicióndeacostarseenellechodelleón,peronoesperardormirtranquiloen
él.Felipeprestóoído atento a todos los rumores, dejóque su corazónoscilase al soplode todos los
sobresaltos;perofiadoensuenergía,redobladapor laexageracióndesuresoluciónsuprema,aguardósindebilidadquesepresentaseunacircunstanciadecisivaparajuzgarseasímismo.
Peronadasobrevino.Hacia lamadrugada, una sombra se deslizó en el dormitorio real, sombra que no causó sorpresa
algunaaFelipe,tantomáscuantoquelaesperaba.—¿Ybien,señordeHerblay?—dijoelpríncipe.—Todohaconcluido,sire.—¿Quéhapasado?—Loqueesperábamos.—¿Haresistido?—Encarnizadamente;halloradoydadogritos.—¿Ydespués?—Hasobrevenidoelestupor.—¿Yporfin?—Porfin,victoriacompletaysilencioabsoluto.—¿SospechaalgoelgobernadordelaBastilla?—Nada.—¿Yelparecido?—Eselquehadeterminadoelbuenéxitodelaempresa.—Sinembargo,noolvidéisqueelpresonopuedemenosdeexplicarse, comoyopudehacerlono
obstantehabermevistoobligadoacombatirunpoderincomparablementemásfuertequeelmío.—Ya lo he previsto todo. Dentro de algunos días, más pronto si lo exigen las circunstancias,
sacaremosdesuprisiónalcautivoylodesterraremosaunpuntotanlejano…—Unovuelvedeldestierro,señordeHerblay.—Hedichoaunpuntotanlejano,quelasfuerzasmaterialesdelhombreyladuracióndesuvidano
bastaríanparaprocurarsuregreso.UnavezmáselreyyAramiscruzaronunafríamiradadeinteligencia.—¿YelseñordeVallón?—preguntóFelipe.—Oslopresentaránhoy,yosfelicitaráconfidencialmenteporhaberossalvadodelpeligroqueosha
hechocorrerelusurpador.—¿Quéharemosdeél?—¿DelseñordeVallón?—Unduquevitalicio,¿noesverdad?—Sí,sire—respondióAramis,sonriéndosedeunmodoparticular.—¿Porquéosreís,señordeHerblay?—Meríodelaprevisoraideadevuestramajestad.—¿Previsora?,¿quéqueréisdecir?—Vuestra majestad teme que el pobre Porthos se convierta en un testigo incómodo, y quiere
deshacersedeél.
—¿Creándoleduque?—Sí,sire,porquelaalegríavaamatarlo,yconélmoriríaelsecreto.—¡Quédecís!—Yyoperderéunbuenamigo—repusoconlamayorflemaHerblay.Enestemomentoyenmediodelafútilconversaciónbajolacuallosdosconspiradoresocultabanel
gozoyelorgullodeltriunfo,Aramisoyóunrumorquelehizoaguzareloído.—¿Quépasa?—preguntóFelipe.—Amanece,sire.—¿Yqué?—Queanoche,antesdeacostaros,decidisteishaceralgollegadoeldía.—Sí,dijeamicapitándemosqueterosqueloaguardaría,—contestóconvivezaeljoven.—Puessiasílodijisteis,vaapresentarseporqueeshombrepuntual.—Oigopasosenelvestíbulo.—Esél.—Ea,empecemoselataque—dijoFelipeconresolución.—Cuidado, Sire —repuso Aramis—: empezar el ataque, y por D’Artagnan, sería una locura.
D’Artagnannosabenihavistocosaalgunayestáamilleguasdesospecharnuestromisterio;perosieselprimeroenentrarhoyaquí,barruntaráquehapasadoalgoquedebeponerlesobreaviso.AntesquepermitáislaentradaaD’Artagnan,debemosventilarmuchoeldormitorio,ointroducirenéltantagente,queelmejorsabuesodelreinoquededesorientadoportantosrastrosdiferentes.
—¿Cómodespedirlesilehecitado?—observóelpríncipe,ardiendoendeseosdemedirsecontantemibleadversario.
—Yome encargo de ello—repuso el obispo—, y para empezar, voy a dar un golpe que dejaráaturdidoalgascón.
—Tambiénélsabedarlos—replicóconvivezaelpríncipe.Enefecto,enelexteriorresonóungolpe.Aramisnoseengañó:realmenteeraD’Artagnanquienasíseanunciaba.
Ya hemos visto al mosquetero pasar la noche filosofando con el señor Fouquet; pero aquél estabafatigadísimo, aun de fingir el sueño. Y apenas el alba iluminó con su azulada aureola las suntuosascornisasdeldormitoriodelsuperintendente,D’Artagnanse levantódesusillón,acomodósuespada,yconlamangasecepillóeltrajeysombrero,comosoldadoprontoapasarrevistadelimpieza.
—¿Osvais?—preguntóFouquetalgascón.—Sí,monseñor,¿yvos?—Mequedo.—¿Palabra?—Palabra.—Porotraparte,salgoúnicamenteenbuscadelarespuestaquevossabéis.—Delasentenciaqueréisdecir.—Mirad,monseñor,yotengoalgoderomanoantiguo.Estamañana,allevantarme,henotadoquemi
espadanosehaenganchadoenningunaagujeta,yqueel tahalíharesbaladosin tropiezo.Esunaseñalinfalible.
—¿Deprosperidad?—Sí.—¡Diantre!nosabíaquevuestraespadaos tuviese tanalcabo—dijoFouquet—.¿Eshechicera la
hojadevuestraespada,oestáencantada?—Miespadaesmiembrodemicuerpo.Heoídodecirqueaalgunoshombreslesavisalapiernao
una punzada en las sienes. A mí me avisa mi espada. Pues bien, mi espada nada me ha dicho estamañana…¡Ah!, ¡sí!…ahoraacabadecaerporsíenelúltimorecododel tahalí.¿Sabéisquépresagiaesto?
—No.—Puesmepresagiaunarrestoparahoy.—Pero si nada triste os predice vuestra espada —repuso el superintendente, más admirado que
enojadodeaquellafranqueza—,¿noestristeparavoselarrestarme?—¿Yoarrestarosavos?—Claro,elpresagio…—Noesporvos,puesdesdeanocheestáisarrestado.Luegonoseréisvosaquienyoarreste.Poreso
mealegro,poresodigoquesemepreparaunbiendía.Dichasestaspalabrasconafectuosogracejo,elcapitánsedespidiódeFouquetparaencaminarseala
habitacióndelrey.—Dadmelaúltimapruebadeafecto—dijoFouquet,enelinstanteenqueelgascónibaaatravesarel
umbral.—Estoypronto,monseñor.—PermitidmequeveaaHerblay.—Harécuantoestéenmimanoparaconducirloaquí.
D’Artagnan llamó a la puerta del dormitorio del rey, y una vez abierta, el gascón pudo creer que elmismísimo rey le había franqueado el paso; suposición que no era inadmisible, atendido el estado deagitaciónenqueelmosqueterodejóaLuisXIV.Pero,envezdelacaradelrey,aquienibaasaludarconelmayorrespeto,violaimpasiblefisonomíadeHerblay.
—¡Aramis!—exclamóD’Artagnan.—D’Artagnan,quebienqueestéisaquí—dijofríamenteelprelado.—¡Aquí!—balbuceóelmosquetero.—Sumajestadosruegaqueanunciéisqueestádescansando,pueshapasadomuymalanoche.—¡Ah! —exclamó D’Artagnan, que no acertaba a explicarse cómo el obispo de Vannes, tan
indiferenteparaelreylavíspera,enseishorassehubieseconvertidoenelmáscorpulentohongoquesehubieseproducidoenelpasillodeunaalcobareal.Enefecto,paratransmitirenelumbraldeldormitoriodelmonarcalavoluntaddeéste,paraservirdeintermediarioaLuisXIV,yordenarensunombre,adospasosdeél,eraprecisohaberllegadoadondenuncallegóRichelieuconLuisXIII.
—Además —continuó Aramis—, cuidaréis, señor capitán, de que esta mañana sólo admitan las
entradas,puessumajestadquieredormiralgúntiempomás.—Pero—objetó D’Artagnan, pronto a atufarse, y sobre todo, a manifestar las sospechas que le
inspirabaelsilenciodelrey—;pero,señorobispo,sumajestadmediocitaparaestamañana.—Mástarde,mástarde—dijoelreydesdeelinteriordelaalcoba.Aloíraquellavoz,D’Artagnansintióunacorrientedehieloenlasvenas,yseinclinóatontado,como
quienvevisiones,antelasonrisaconqueAramisleanonadóluegodeproferidasaquellaspalabras.—Yen respuestade loqueveníais apreguntar al rey—prosiguióelobispo—,aquívaunaorden
concernientealseñorFouquetydelacualosenteraréisinmediatamente.—¿Unaordendelibertad?—dijoelgascón,tomandolaqueAramisletendió.AquellaordenleexplicabalapresenciadeAramiseneldormitoriodelrey.D’Artagnan,aquienlebastabacomprenderalgoparacomprenderlotodo,saludóyavanzódospasos
paramarcharse.—Osacompaño—dijoHerblay.—¿Adónde?—AlaposentodelseñorFouquet;quierogozardesucontento.—¡Sisupieraisloquehabéisdadoquepensar!—repusoD’Artagnan.—Peroahoracomprendéis,¿noesasí?—replicóHerblay.—¡Puesnohedecomprender!—respondióenvozaltaelmosquetero.Yentresíañadió—:Puesno
comprendo ni pizca; pero lo mismo da, aquí traigo la orden. —Luego dijo al prelado—: Adelante,monseñor.
D’ArtagnancondujoaAramisaldormitoriodeFouquet.
Elamigodelrey
Fouquet aguardaba con ansiedad, y ya había despedido a algunos servidores y amigos suyos que,anticipándosealahoradesusacostumbradasrecepciones,acudieronasupuerta.
CuandoFouquetviovolveraD’Artagnan,ytraséstealobispodeVannes,sualegríafuetangrandecomo grande había sido su zozobra. Para el superintendente, la presencia de Aramis era unacompensaciónaladesgraciadeserarrestado.
El obispo estaba taciturno y grave, y D’Artagnan, trastornado por todo aquel cúmulo deacontecimientosincreíbles.
—¿Ybien,capitán,metraéisalseñordeHerblay?—Yalgomejortodavía,monseñor.—¿Qué?—Lalibertad.—¿Estoylibre?—Sí,monseñor;porordendelrey.FouquetrecobrótodasuserenidadparainterrogaraAramisconlamirada.—DadlasgraciasalseñorobispodeVannes—prosiguióD’Artagnan—;puesaélyanadiemásque
aéldebéiselcambiodelrey.AramissevolvióhaciaFouquet,quenoestabamenospasmadoqueelmosqueteroyledijo:—Monseñor,elreymehaencargadoqueosdigaquesuamistadparaconvoseshoymásfirmeque
nunca, y que la hermosa fiesta que le habéis dado y con tanta generosidad ofrecido, le ha dejadohondamentesatisfecho.
YAramissaludóaFouquettanceremoniosamente,queéste,incapazdecomprenderunadiplomaciatansutil,quedósinvoz,sinidea,sinmovimiento.
Herblaysevolvióhaciaelmosquetero,yledijoconvozmeliflua:—Amigomío,¿verdadquenoolvidaréislaordendelreyconcernientealasprohibicionesquetiene
hechasparacuandoselevante?Estaspalabraseran tanclarasqueD’Artagnansedioporentendido.Así,pues,saludóaFouquety
luegoaAramisconrespetoalgoirónico,ysalió.Entonceselsuperintendenteseabalanzóalapuertaparacerrarla,ysalió.—Mi queridoHerblay, creo que ha llegado la hora de queme expliquéis lo que pasa, porque en
verdadnoentiendonada.—Todovaisasaberlo—repusoAramissentándoseyhaciendosentaraFouquet.
—¿Pordóndehayqueprincipiar?—Poresto.¿Porquéhamandadoelreyquemeponganenlibertad?—Mejorhubieraishechopreguntándomeporquéoshizoarrestar.—Desdequeloefectuaronhetenidotiempodereflexionarlo,ycasijuraríaquelosceloshaninfluido
algo.Mi fiesta ha contrariado aColbert, yColbert ha hallado contramí algún plan, el deBelle-Isle,pongamosporcaso.
—No,todavíanohemosllegadoaeso.—¿Porqué?—¿OsacordáisdeaquellosresguardosdetrecemillonesqueoshizorobarMazarino?—Sí,¿yqué?—Queporesteladoyaosdeclaranladrón.—¡VálgameDios!—Notodoparaaquí.¿RecordáislacartaqueescribisteisaLaValiére?—¡Ay!esverdad.—Puessoistraidorysobornador.—¿Porquémehaperdonadopues,elrey?—Todavíanohemosllegadoaesepuntodenuestraargumentación.Loqueyoquieroesqueantetodo
quedéisbienimpuestodevuestrasituación.ElreysabequesoismalversadordecaudalesdelEstado…¡Quédiantre!,ya séyoquenohabéismalversadounardite;pero sea loque fuere,SuMajestadnohavistolosresguardos,y,porlotanto,nopuedemenosdetenerosporcriminal.
—Contodoeso,noveo…—Yaveréis.Además,comoel reyha leído lacartaquedirigisteisaLaValiére,nopuedecaberle
dudaalgunarespectodevuestrospropósitosparaconaquélla,¿noesasí?—Sí;peroacabaddeunavez.—Aesovoy.Elreyes,pues,paravosunenemigocapital,implacable,eterno.—Deacuerdo.Pero ¿soyporventura tanpoderosoparaque, pese al odioquemeprofesay a los
pretextosquemidebilidadomidesgracialeproporcionancontramí,nosehayaatrevidoaconsumarmiperdición?
—Quedademostrado—prosiguióAramisconindiferencia—,quenohayreconciliaciónposibleentrevosyelmonarca.
—Peromeperdona.—¿Locreéisasí?—preguntóelobispofijandounamiradaescrutadoraensuinterlocutor.—Puedonocreerenlasinceridaddelcorazón,perosíenlaverdaddelcaso—replicóFouquet.Yal
verqueAramisencogíaligeramenteloshombros,añadió—:Entonces¿porquéoshaencargadoLuisXIVquemedijeraisloquemehabéisdicho?
—Elreynomehaencargadodenadaparavos.—¡Denada!—exclamóelsuperintendenteenelcolmodelaestupefacción—.Pues¿ylaorden?…—¡Ah! es verdad —repuso Aramis con acento tan singular, que Fouquet no pudo menos de
estremecerse.—Vosmeocultáisalgo,Herblay.¿Acasoelreymedestierra?—Adivinado.
—Measustáis.—Señalquenohabéisadivinado.—¿Quéoshadichoelrey?Ennombredenuestraamistadnomeloocultéis.—Nada.—Vaisahacerquememueradeimpaciencia,Herblay.¿Continúosiendosuperintendente?—Mientrasqueráis.—Pero¿quésingularimperiohabéisadquiridoderepenteenelánimodeSuMajestad?—Yaloveis.—Lehacéisobraravuestroantojo.—Talcreo.—Esinverosímil.—Asídirán.—Herblay,ennombredenuestraalianza,denuestraamistadydecuantomásqueridoosseaenel
mundo,decidmesinrodeosloquehay.¿Aquédebéiselhaberosimpuestodetalmaneraenelánimodelrey?Meconstaquenoosveíaconbuenosojos.Ahoramequerrá.
—¿Habéistenidoalgúnnegocioparticularconél?—Sí.—¿Unsecreto,talvez?—Sí.—¿TalquepuedahaberimpresounnuevorumboalasmirasdeSuMajestad?—Realmentesoisunhombresuperior.Habéisadivinado.Enefecto,hedescubiertounsecretocapaz
demodificarlasmirasdelreydeFrancia.—¡Ah!—repusoFouquetconlareservadelhombrecortésquenoquiereinterrogar.—Vaisajuzgarlo—continuóAramis—,yadecirmesimeengañorespectodelaimportanciadetal
secreto.—Puesme hacéis la granmerced de abrirme vuestro corazón, os escucho; pero conste que no he
cometidolaindiscrecióndeinterrogaros.Aramisserecogióunmomento.DespuésmiróprofundamenteaFouquetqueestabamudo,admirado,
confundidoycongraveacentolecontólahistoriadeldesgraciadoFelipe.—¡Oh!¡Diosmío!,¡quéextrañaaventura!—dijoalfinFouquet.—Todavíanohemosllegadoalfin.Paciencia,amigomío.—Latendré.—Diosenvióaloprimidounvengador,o, si lopreferís,unapoyo.Sucedió,pues,queel soberano
reinante…Opináiscomoyo,¿noesverdad?Prosigo,puesDiospermitióqueelusurpador tuvieseporprimerministrounhombredetalentoydegrancorazónysobreesto,animoso.
—Estábien,estábien—dijoFouquet—.Comprendo,habéiscontadoconmigoparaqueosayudearepararlainjusticiadequehasidovíctimaelpobrehermanodeLuisXIV.Habéishechobien;osayudaré.Gracias,Herblay,gracias.
—Nadadeeso,pero…sinomedejáisconcluir…—exclamóAramisconimpasibilidad.—Mecallo.—Decía,pues,queel soberano reinantecobróaversiónasuministro,el señorFouquet,elcual se
veíaamenazadoensufortuna,ensulibertadyquizátambiénensuvida,porlaintrigayelodio,alosqueprestóoídoelrey.PeroDiospermitió,asimismo,paralasalvacióndelpríncipesacrificado,queelseñorFouquettuvieseasuvezunamigodevoto,conocedordelsecretodeEstado,yconalientobastanteparapublicar aquel secreto después de haberlo tenido para aguardarle por espacio de veinte años en sucorazón.
—Nodigáismás—repusoFouquetardiendoenideasgenerosas—;oscomprendoyloadivinotodo.Al saber que yo estaba arrestado, os habéis abocado con el rey, al ver que vuestras súplicas no leablandabanlehabéisamenazadoconrevelarelsecreto,yLuisXIV,asustado,haconcedidoalterrorloquehabíanegadoavuestragenerosaintercesión.Comprendo,comprendo,vostenéisenelpuñoalrey;comprendo.
—Nipizca—replicóAramis—.Afe,novalíalapenadequemeinterrumpieraisotravez.Además,yconperdónseadicho,descuidáisdemasiadolalógicaynohacéiselusodebidodevuestramemoria.
—¿Porqué?—¿Enquéhebasadoyoelprincipiodenuestraconversación?—EnelodioquemeprofesaSuMajestad,odioinvencible,pero¿quéodioescapazderesistirala
amenazadetalrevelación?—Aquí es donde falsea vuestra lógica. ¡Cómo! ¿Vos creéis que de haber hecho yo tal revelación,
estaríavivoenestahora?—Apenashacediezminutosqueoshabéisseparadodelrey.—¿Yqué?nohubieratenidotiempodehacermematar;perosíelsuficienteparahacermeamordazar
ysepultarenunamazmorra.Vaya,másfirmeenelraciocinio,¡votoamilbombas!Por tal exclamación del mosquetero, resbalón de un hombre que siempre caminaba con pies de
plomo,FouquetpudocomprenderaquégradodeexaltaciónhabíallegadoelserenoyreservadoobispodeVannes.
—Además—continuó éste último después de haberse calmado—, ¿sería yo quien soy, un amigoverdadero,siavosaquienyaelreyosodia,osexpusieraaserjuguetedeunapasióntodavíaterribledeaquél?Que lehubierais robadolahaciendaygalanteadoasuconcubina, ¡pase!Pero tenerenvuestrasmanossucoronaysuhonra,primeroosarrancaríaelcorazónconsuspropiasuñas.
—¿Luegonolehabéisdejadoentreverelsecreto?—AntesmehubieratragadotodoslosvenenosqueMitrídatessebebióenelespaciodeveinteaños
paraversideestasuerteconseguíanomorirse.—¿Quéhabéishechopues?—Ahí está el quid, monseñor. Paréceme que voy a despertar vuestra curiosidad. ¿Continuáis
prestándomeoídoatento?—¡Puesnohedeescucharos!Decid.Aramisdiounavueltaalrededordelaposentoparacerciorarsedequenadiepodíaescuchar,yluego
sevolvióasentarjuntoalsillónenelcualFouquetaguardabaconprofundaansiedadsusrevelaciones.—Había olvidado haceros sabedor de una particularidad notable referente a los mellizos de que
estamos hablando —repuso Aramis—, y es que Dios los ha criado tan semejantes entre sí, queúnicamenteél, si les citara ante el tribunal, lospodríadistinguirunodeotro.AnadeAustria, con sermadredeellos,noloconseguiría.
—¡Esimposible!—exclamóFouquet.—Noblezadefacciones,andar,estatura,voz,todoenellosesigual.—Pero¿yelpensamiento,lainteligencia,lacienciadelavida?—En esto hay desigualdad,monseñor. El preso de laBastilla es incontestablemente superior a su
hermano,ysi lapobrevíctimapasasedelaprisiónal trono,talvezdesdesuorigenFrancianohabríatenidounsoberanomásgrandeencuantoalainteligenciayalanoblezadecarácter.
Fouquetbajólafrentebajoelpesodeaquelsecretoterrible.—También hay desigualdad para vos entre los dos gemelos hijos de Luis XIII—repuso Aramis
acercándoseal superintendenteyprosiguiendosuobrade tentación—;y ladesigualdad,enestepunto,estáenqueelúltimonacidonoconoceaColbert.
Fouquetselevantóconlasfaccionespálidasyalteradas.Lasaetahabíadadoenelblanco,peronoenelcorazón,sinoenelalma.
—Ya—dijoelsuperintendente—,meproponéisunaconspiración.—Casi, casi.Una tentativa de esas que cambian la faz de los imperios, comome habéis dicho al
principiodeestaconversación.—Pero —replicó Fouquet después de penoso silencio—, vos no habéis reflexionado que esta
revoluciónpolíticaesparatrastornaratodoelreino,yqueparaarrancardecuajoelárboldeinfinitasraícesaquellamanunreyysustituirloporotro,nuncaestarálatierralosuficientementeapelmazadaparaque el nuevo soberano quede al abrigo del viento de la borrasca pasada y de las oscilaciones de supropiocuerpo.
Aramisvolvióasonreírse.—Tened en cuenta—continuó Fouquet enardeciéndose con la eficacia del talento que concibe un
proyecto y lo madura en pocos segundos, y con la amplitud de miras del que prevé todas lasconsecuenciasyabarcatodoslosresultados—;tenedencuentaquedebemosconvocara lanobleza,alcleroyalestadollano;destruiralpríncipereinante, turbarconunescándaloinauditolatumbadeLuisXIII,perderlavidaylahonradeAnadeAustria,ylavidaylapazdeMaríaTeresa,yquehechoesto,siloconseguimos…
—Pormífequenooscomprendo—replicóAramisconindiferencia—.Decuantaspalabrasacabáisdeverternoaprovechaniuna.
—¡Cómo!—exclamóconadmiraciónel superintendente—.¿Unhombrecomovosnodiscuteenelterreno de la práctica? ¿Os limitáis a la alegría pueril de una ilusión política? ¿Prescindís de lasalternativasdelaejecución,esdecir,delarealidad?
—Amigomío—replicóAramisdandounacentode familiaridaddesdeñosaalcalificativo—,¿quéhaceDiosparasustituiraunreyporotro?
—¡Dios!—prorrumpióFouquet—.Dios delega a su agente, que toma al condenado, se lo lleva yhacesentaraltriunfadoreneltronovacío.
—Peroolvidáisqueaquelagenteeslamuerte…—¡OhDios!,¿acasoalentaríaislaintención?…—Nadadeeso,monseñor.Vaismásalládel fin.¿QuiénoshablademataraLuisXIV?,¿quiénde
seguirelejemplodeDiosenlaestrictaprácticadesusobras?No.LoqueyoquisedecirosesqueDioshacelascosassintrastorno,sinescándalo,sinesfuerzos,yqueloshombresinspiradosporDiostriunfan
comoélencuantoemprenden,intentanyhacen.—¿Quéqueréisdecir?—Quiero decir, amigo mío —prosiguió Aramis—, que si ha habido trastorno, escándalo, y aún
esfuerzoenlasustitucióndelreyporelpreso,osretoaquemeloprobéis.—¿Cómo?—exclamóFouquet,másblancoqueelpañueloconqueseenjugaba lassienes—.¿Qué
decís?…—Entradeneldormitoriodelrey—continuóAramisconpasmosatranquilidad—,ynoobstanteestar
vosenautos,osretoaqueadvirtáisqueelpresodelaBastillaestáacostadoenlacamadesuhermano.—Pero¿yelrey?—preguntóFouquetsobrecogidodehorroraloírtalnueva.—¿Quérey?—dijoAramisconvozsuave—,¿elqueosodiaoelqueosquiere?—Elrey…deayer.—Tranquilizaos; ha ido a tomar en laBastilla el puesto que por espacio de demasiado tiempoha
ocupadosuvíctima.—¡DiosdeDios!¿YquiénlehallevadoalaBastilla?—Yo.—¡Vos!—Sí,ydelmodomássencillo.Estanochelehesecuestrado,ymientrasélbajabaalaobscuridad,el
otro subía a la luz.Parécemeque esonoha levantadoelmás leve ruido.Un relámpago sin truenonodespiertaanadie.
Fouquetlanzóungritosordo,comosiunserinvisiblehubiesedescargadosobreélungolpeterrible,y,tomándoselacabezaconlascrispadasmanos,murmuró:
—¿Voshabéishechoeso?—Conbastantedestreza.¿Qué?,¿nolocreéis?—¿Voshabéisdestronadoalreyyreducidoaprisión?—Sí.—¿Ylaacciónsehaconsumadoaquí,enVaux?—Sí,enlacámaradeMorfeo.Noparecesinoquelaconstruyeronenprevisióndesemejanteacto.—¿Ycuándohapasadoeso?—Estanoche.—¡Estanoche!—Entredoceyuna.—¡EnVaux!,¡enmicasa!—prorrumpióFouquetconvozatragantada.—Sí,envuestracasa,quebienvuestraesdesdequeColbertnopuedehacerqueoslaroben.—¡Conquehasidoenmicasadondesehacometidotamañocrimen!—¡Crimen!—repusoAramisconestupefacción.—¡Crimen abominable!—prosiguió Fouquet exaltándose pormomentos—, ¡crimenmás execrable
queunasesinato!,¡crimenqueparasiempredeshonraminombreymelibraalhorrordelaposteridad!—Estáis delirando, caballero—replicó el obispo con voz nomuy firme—.Cuidado con levantar
tantolavoz.—Lalevantarédetalsuerte,quemeoiráeluniversoentero.—SeñorFouquet,vedloquehacéis.
—Sí—exclamó el superintendente volviéndose hacia el prelado y mirándole cara a cara—. Alcometeresatraición,esecrimencontramihuésped,contraaquelquedescansabatranquilamentebajomitecho,mehabéisdeshonrado.¡Aydemí!
—¡Ay de aquel que bajo vuestro techo meditaba la ruina de vuestra fortuna y de vuestra vida!¿Olvidáiseso?
—¡Eramihuésped,eramirey!—¿Estoy con un insensato?—repusoAramis levantándose, con los ojos sanguinolentos y la boca
convulsiva.—No,sinoconunhombrehonrado.—¡Loco!—Conunhombrequeosimpediráqueconsuméisvuestrocrimen.—¡Loco!—Conunhombrequeprefierematarosymoriraqueconsuméissudeshonor.YFouquetseabalanzóasuespadapuestaporD’Artagnanalacabeceradelacama,ylablandiócon
resolución.Aramisarrugóelceño,ysemetióladiestraenlapecheracomobuscandounarma.Aquelademánno
pasóinadvertidoaFouquet,quenobleysoberbioensumagnanimidad,arrojólejosdesísuespada,quefueapararalpasillodelacama,yseacercóaHerblayhastatocarleelhombroconsudesarmadamano.
—Caballero—dijoelsuperintendente—,meseríagratomorirmeenesteinstanteparanosobreviviramioprobio;sitodavíasentíspormíalgunaamistad,porfavor,quitadmelavida.
Aramispermaneciósilenciosoeinmóvil.—¿Nomerespondéis?Herblaylevantópausadamentelacabeza,yporsuspupilascruzóunnuevorayodeesperanza.—Reflexionadenloquenosespera,monseñor—dijoelprelado—.Quedasatisfechalajusticia,el
reyviveaún,ysuprisiónossalvalavida.—Podéis haber obrado enmi provecho—repusoFouquet—,pero no acepto vuestro servicio.Sin
embargo,noquierocausarvuestraperdición.Salidinmediatamentedeestacasa.Aramisapagóelrayoqueemanabadesuquebrantadocorazón.—Soyhospitalarioparatodos—continuóFouquetconinefablemajestad—;tanseguroestáisvosde
noverossacrificado,comoaqueldequienhabíaisconsumadolaperdición.—Loseréisvos—replicóHerblayconvozsordayprofética—;loseréisvos,loseréisvos.—Aceptoelaugurio,señordeHerblay;peronadamedetendrá.VaisasalirdeVaux,deFrancia;os
concedocuatrohorasparaqueospongáisacubiertodelapersecucióndelrey.—¿Cuatrohoras?—dijoAramisconvozdezumbaydeincredulidad.—Sí;dentrodelplazoqueos fijonadieosperseguirá.Luego llevaréiscuatrohorasdedelanteraa
cuantoselreyenvíeavuestroalcance.—¡Cuatrohoras!—repitióAramissonrojándose.—SonmásquelasquesenecesitanparaembarcarosyllegaraBelle-Isle,queosdoyporrefugio.—¡Ah!—murmuróelprelado.—Belle-Isleesmíaparavos,comoVauxesmíoparaelrey.Marchaos,Herblay,ytenedporseguro
quemientrasyoaliente,notocaránenunodevuestroscabellos.
—Gracias—dijoAramisconterribleironía.—Marchaos,pues,ydadmelamanoparaqueamboscorramos,vos,alasalvacióndevuestravida,
yo,a la salvacióndel rey.—Aramissacódesuseno lamanoqueenélescondió.Estaba teñidaensusangre,arrancadadesupechoconsusuñas,comoparacastigaralacarneporhaberdadovidaatantosproyectos,másvanos,másinsensatos,másperecederosquelavidadelhombre.
Fouquetsintióhorrorycompasión,ytendiólosbrazosaHerblay.—Notraíaarmas—dijoéste,hurañoyterriblecomoelespectrodeDido.YsintocarlamanodeFouquet,desviólamiradayretrocediódospasos.Lasúltimaspalabrasdelpreladofueronunaimprecación;suúltimoademánunanatemaescritoporsu
enrojecidamano,conlaquesalpicóconalgunasgotasdesangreelrostrodelsuperintendente.Después,ambosseabalanzaronfueradelaposentoporlaescalerasecretaqueconducíaalospatios
interiores.Fouquetordenóqueengancharansusmejorescaballos;Aramissedetuvoalpiede laescaleraque
conducíaalcuartodePorthos.MientraslacarrozadeFouquetsalíadelpatioprincipalagalopetendido,Herblaydecíaentresí:—¿Partirésolo?,¿avisaréalpríncipe?…¡Ohrabia!…Siavisoalpríncipe,¿quéhago?…Partircon
él… arrastrar conmigo y a todas partes ese testimonio acusador… La guerra… la guerra civil,implacable…Sinrecursos¡ay!…¡Imposible!…¿Quévaahacersinmí?…¡Ah!sinmívaaderrumbarsecomoyo…¿Quiénsabe?…¡Cúmplasesudestino!…¿Noestabacondenado?puescontinúesiéndolo…¡Dios!…¡Demonio!…sombríoymofadorpoderaquellamaningeniodelhombre,noeresmásqueunsoploincierto,másinútilqueelvientoenlamontaña,tenombrasacaso,ynoeresnada,loabrasastodocontualiento,levantaslaspeñas,yaúnlamontaña,ydeimprovisotedesmenuzasantelacruzdemaderatraslacualviveotropoderinvisible…quetalveztúnegabas,yquesevengadeti,ytereduceapolvosin designarse siquiera decirte cómo se llama… ¡Perdido!… ¡Estoy perdido!… ¿Qué hacer?… ¿Iré aBelle-Isle?…Sí…¡YPorthos,quevaaquedarseaquí,yahablar,yacontárselotodoatodos!¡Porthos,quetalvezvaapadecer!…No,yonoquieroquePorthospadezca.Esunodemismiembros;sudoloresmidolor…Porthospartiráconmigo,seguirámidestino,fuerzaesquelosiga.
Ytemerosodeencontraraalguienaquiensuprecipitaciónpudieraparecersospechosa,Aramissubiólaescalerasinservisto.
PorthosapenasregresadodeParís,dormíayaelsueñodel justo.Sugigantescocuerpoolvidaba lafatiga,asícomosucerebroelpensamiento.
Aramisentróligerocomounespectro,apoyósunerviosamanoenelhombrodelgigante,ydijoenvozalta:
—Porthos,levantaos.Porthosselevantóyabriólosojosantesdehaberabiertosuinteligencia.—¡Partimos!—dijoAramis.—¡Ah!—exclamóelgigante.—Acaballoymásvelocesquenunca.—¡Ah!—replicóPorthos.—Vestíos.Aramisayudóasuamigoavestirse,ylemetióenelbolsillosudineroysusdiamantes.
EnestounligeroruidollamólaatencióndeHerblay,yalvolverseyalveraD’Artagnanenelvanodelapuerta,seestremeció.
—¿Quédiablosestáishaciendoahítanconmovido?—preguntóelmosquetero.—¡Chitón!—dijoelgigante.—Partimosencomisión—añadióelobispo.—¡Quédichosossois!—repusoD’Artagnan.—¡Valientedicha!—dijoPorthos—.Meestoycayendodefatiga,yenverdadpreferiríadormir;pero
elserviciodelrey…—¿HabéisvistoalseñorFouquet?—preguntóAramisalgascón.—Sí,hacepoco,ensucarroza.—¿Quéoshadicho?—Adiós.—¿Nadamás?—¿Quémásqueríaisquemedijese?—Escuchad—dijoAramisabrazandoalmosquetero—,vuelveabrillarelsolparavos:enadelante
notendréisqueenvidiaranadie.—¡Bah!—Ospredigoparahoyunacontecimientoquemejoraráentercioyquintovuestroestado.—¿Deveras?—Yasabéisqueyoestoyalcorrientedenoticias.—Sí,sé.—Porthos,¿estáis?—Partamos—exclamóelgigante.—YabracemosaD’Artagnan—añadióAramis.—Contodaelalma¿Yloscaballos?—Nofaltanaquí—repusoelgascón—.¿Queréiselmío?—Gracias,Porthostienesucaballeriza.AdiósD’Artagnan.Losdosfugitivossubieronsobresendoscaballosyenpresenciadelcapitándemosqueteros,quetuvo
elestriboaPorthosyacompañóasusamigosconlamiradahastaqueloshuboperdidodevista.—En otro tiempo —murmuró D’Artagnan—, hubiera dicho que esos hombres huían; pero en la
actualidadestátancambiadalapolítica,queaesolellamanirencomisión.Enbuenahorasea.Vamosanuestrosquehaceres.
Yelgascónentrófilosóficamenteensualojamiento.
CómoserespetalaconsignaenlaBastilla
Fouquet,mientrassucarrozalollevabacomoenalasdelhuracán,seestremecíadehorroralpensarenloqueacababadesaber.
—¿Quéhacían,ensujuventudesoshombresprodigiosos—decíaentresíelsuperintendente—,sienlaedadmaduratodavíatienenfibraparaideartalesempresasyejecutarlassinpestañear?
A veces, Fouquet se preguntaba si cuanto le contóHerblay no era un sueño, y si al llegar él a laBastillanoibaaencontrarunaordendearrestoqueleenviaseadondeelreydestronado.
En esta previsión, el superintendente dio algunas órdenes selladas por el camino, mientrasenganchaban los caballos, y las dirigió aD’Artagnan y a todos los jefes de cuerpo cuya fidelidad nopodíasersospechosa.
—Deestamanera—dijoentresíFouquet—,presoono,habréservidocualdebolacausadelhonor.Como las órdenes no llegarán a su destino antes que yo, si vuelvo libre, no las habrán abierto, y lasrecobraré.Sitardo,seráseñaldequemehabráocurridoalgunadesgracia,yentoncesnosllegarásocorroamíyalrey.
Asípreparado,elsuperintendentellegóalapuertadelaBastilladespuésdehaberrecorridocincoleguasymediaenunahora.
AFouquetlesucediócompletamentelocontrarioqueaAramis.Pormásquesenombró,pormásquesedioaconocer,noconsiguióquelepermitiesenlaentradaenlafortaleza.Afuerzadeinstar,amenazaryordenar,logróqueuncentinelaavisaraaunsargentoparaqueésteasuvezadvirtieraalmayor.
Fouquettascabaelfrenoensucarroza,alapuertadelaBastilla,yaguardabalavueltadelsargento,queporfinreaparecióconcaraavinagrada.
—¿Quéhadichoelmayor?—preguntóFouquetconimpaciencia.—Elmayorsehaechadoareír—contestóelsoldado—,ymehadichoqueelseñorFouquetestáen
Vaux,yqueauncuandoestuvieseenParís,noselevantaríatantemprano.—¡Votoatal!soisunhatodepillos—exclamóelsuperintendentelanzándosefueradelacarroza.Yantesdequeelsargentohubiesetenidotiempodecerrarlapuerta,Fouquetsecolóporlaaberturay
siguióadelanteapesardelasvocesdeauxilioqueproferíaaquél.Fouquetibaganandoterreno,sinhacercasodelosgritosdelsargento,quealfinlealcanzóydijoal
centineladelasegundapuerta:—¡Cerradleelpaso!El centinela cruzó la pica ante el ministro; pero éste, que era robusto y ágil, y, además, estaba
exasperado,arrancóde lasmanosdelsoldadolapicayconella lesantiguódefirmelasespaldas,sin
olvidarlasdelsargento,queseacercabaendemasía.Losapaleadospusieronelgritoenelcielo,yasusvoces salió todoel cuerpodeguardiade laavanzada,entrecuyos individuoshubounoqueconocióaFouquetyque,alverlo,exclamó:
—¡Monseñor!…¡monseñor!…¡Amigos!, ¡deteneos!Efectivamente,elquede tal suerteacababadeexpresarsedetuvoalosguardias,quesedisponíanavengarasuscompañeros.
Fouquetordenóqueabriesenlareja;peroleobjetaronquelaconsignaloprohibía.Entoncesmandóqueavisaranalgobernador;peroéste,ya informadode loquesucedía,seadelantabaapresuradamenteblandiendo la espada a la cabeza de veinte soldados y seguido del mayor, en la persuasión de queatacabanlaBastilla.
Baisemeaux,alconoceraFouquet,dejócaerlaespada,ycontartamudalenguadijo:—¡Ah!monseñor,perdonad…—Osfelicito,caballero—repusoFouquet,sofocado—;elserviciodelafortalezasehacealasmil
maravillas.Baisemeaux se dio a entender que las palabras del ministro encerraban una ironía presagio de
arrebatadacólera,ypalideció;peromuylejosdeesto,Fouquet,dijo:—SeñordeBaisemeaux,necesitohablarconvosenparticular.Fouquetsiguióalgobernadorasudespachoenmediodeunmurmullodesatisfaccióngeneral.Baisemeauxtemblabadevergüenzaydetemor.PerofuepeortodavíacuandoFouquetlepreguntócon
vozlacónicaymiradadeimperio:—¿HabéisvistoalseñordeHerblayestanoche?—Sí,monseñor.—¿Ynoosllenadehorrorelcrimendequeoshabéishechocómplice?«Nohayremedioparamí»,dijoparasusadentroselgobernador.Yconvozaltaañadió:—¿Quécrimen,monseñor?—Señor Baisemeaux, ved cómo obráis, pues en lo que habéis hecho hay bastante para haceros
descuartizarvivo.Conducidmeinmediatamenteadondeestáelpreso.—¿Quépreso?—preguntóelgobernadortemblandodelospiesalacabeza.—¡Ah!, ¿fingís no comprenderme? Bueno; bien mirado es lo mejor que podéis hacer, porque, de
confesarvosvuestracomplicidad,nohabríaremedioparavos.Quiero,pues,simularquedoyfeavuestraignorancia.
—Porfavor,monseñor…—Estábien.Conducidmealcalabozodelpreso.—¿AlcalabozodeMarchiali?—¿QuiénesMarchiali?—ElpresoquehatraídoelseñordeHerblayestanoche.—¿LellamanMarchiali?—preguntóelsuperintendente,turbadoensusconviccionesporlaingenua
seguridaddeBaisemeaux.—Sí,monseñor,bajotalnombreestáinscriptoenelregistrodelaBastilla.Fouquet sondeó con lamirada el corazón de Baisemeaux, y con la claridad que da el hábito del
poder,vioenéllasinceridadmásabsoluta.—¿EseMarchialieselpresoqueelseñordeHerblaysellevóanteayer?
—Sí,monseñor.—¿Y le ha traído nuevamente esta noche?—añadió con viveza el superintendente, que al punto
comprendióelmecanismodelplandeAramis.—Sí,monseñor.—¿YsellamaMarchiali?—Estoes.Simonseñorvieneparallevárselo,mejor;porqueibaaescribirotravezrespectodeél.—¿Quéhahecho?—Desdeestanocheestáinsufrible;ledantalesarrebatos,quenoparecesinoquelaBastillaseviene
alsuelo.—Puesbien—dijoFouquet—,voyadesembarazarosdeél.—Quemeplace,monseñor.—Conducidmeasucalabozo.—Monseñormeharálamerceddeentregarmelaorden…—¿Quéorden?—Unaordendelrey.—Voyafirmarosuna.—Nobasta,monseñor;necesitolaordendelrey.—¡Ah!—exclamóFouquetirritándoseotravez—.Yaqueosmostráistanescrupulosoensoltaralos
presos,mostradmelaordenmediantelacuallibertasteisaMarchiali.BaisemeauxmostrólaordenconcernientealalibertaddeSeldón.—SeldónnoesMarchiali—objetóFouquet.—PeroMarchialinoestálibre,monseñor,sinoensucalabozo.—¿NomehabéisdichoqueelseñordeHerblayselollevóylohadevuelto?—Nohedichoesto,monseñor.—¿Quenolohabéisdicho?Todavíamepareceestaroyéndolo.—Hasidounlapsus.—¡SeñordeBaisemeaux,cuidado!—Comoestoyenregla,nadatengoquetemer,monseñor.—¿Yosatrevéisadecireso?—Lodiréanteunapóstol.ElseñordeHerblaymehatraídolaordendelibertaddeSeldón,ySeldón
estálibre.—OsdigoqueMarchialihasalidodelaBastilla.—Quemeloprueben,monseñor.—Dejadmequelovea.—Monseñor, vos que ejercéis unmando tan alto en este reino, sabéis que nadie puede ver a los
presossinunaordendelrey.—BienhaentradoelseñordeHerblay.—Quemeloprueben,monseñor—repitióBaisemeaux.—ElseñordeHerblayhaperdidotodosupoder.—¡Quién!,¿elseñordeHerblay?esimposible.—Yaveisquehainfluidoenvos.
—Loqueme influye,monseñor,esel serviciodel rey.Alpedirosunaordendeél,cumploconmideber.Entregádmelayentraréis.
—Osdoymipalabradequesimedejáisentrarenelcalabozodelpresoosentregaréinmediatamentelaordenquemeexigís.
—Dádmelasindilación,monseñor.—Comotambiénosladoydequeoshagoarrestarjuntoconvuestrosoficialessinoconsentísenlo
queospido.—Antesde cometer semejante actodeviolencia, reflexionaréis,monseñor—dijoBaisemeauxmás
blancoquelacera—,quesóloobedeceremosaunaordendelrey,yquetanpocooscostaráobtenerunaparaveraMarchiali,comoparaconseguirotratanenmiperjuicio,siendocomosoy,inocente.
—Esverdad—repusoFouquetposeídodefuror.Yconvozsonorayatrayendoasíaldesventuradogobernador,añadió—:¿Sabéisporquéquierocontantoardorhablarconelpreso?
—No,monseñor,ydignaosnotarenelespantoquemeinfundísyquevaadarconmigoentierra.—Masdaréisconvosentierracuandodentrodepocomeveáisvolveralfrentedediezmilhombres
ytreintacañones.—¡VálgameDios!,¡monseñorsevuelveloco!—CuandoamotinecontravosyvuestrasmalditastorresalpueblodeParís,yfuercevuestraspuertas,
yoshagacolgardelasalmenasdelatorredeCoin.—¡Monseñor!¡Monseñor!…—Osconcedodiezminutosparaqueosdecidáis—añadióFouquetconvozsosegada—.Esperoaquí,
sentadoenestesillón.Sidentrodediezminutospersistís,salgo,ymetengáisonoporloco,veréisloquepasa.
Baisemeauxdioenelsuelounapatadadedesesperación,peronoreplicó.Alveresto,Fouquettomóunaplumayescribiólosiguiente:
Reúna el preboste de losmercaderes la guardia cívica, y con ella y para el servicio del rey,ataquelaBastilla.
Baisemeauxencogióloshombros.Fouquetescribió:
ElseñorduquedeBouillónyelseñorpríncipedeCondésepondránalacabezadelossuizosydelosguardias,yparaelserviciodeSuMajestadmarcharánsobrelaBastilla.
Baisemeauxreflexionó.Fouquetcontinuóensutareayextendióestaorden:
Seordenaa todo soldado, ciudadanoonoble,que tomendoquiera losencuentren, al caballeroHerblay,obispodeVannes,ya suscómplices,que sonel señorBaisemeaux,gobernadorde laBastilla,sospechosodeloscrímenesdetraición,rebeliónylesamajestad…
—Deteneos,monseñor—exclamóBaisemeaux—.Sientiendoloquepasa,quemeemplumen;perocomo
tantosmales,aunquedesencadenadosporlalocura,puedensobrevenirdentrodedoshoras,júzguemeelrey y vea si he obradomal al romper la consigna en presencia de tantas y tan eminentes catástrofes.Vamosalatorre,monseñor;veréisaMarchiali.
Fouquetselanzófueradeldespacho.Baisemeauxlesiguió,limpiándoseelfríosudorqueleinundabalafrente.
—¡Quéhorrorosamañana!—ibadiciendoBaisemeaux—.¡Quédesgracia!—¡Aprisa!,¡aprisa!—dijoconvozásperaelsuperintendente,advirtiendoloquepasabaenelánimo
del gobernador—.Quédese aquí este hombre, y tomad vosmismo las llaves ymostradme el camino.Nadie¿oís?absolutamentenadiedebeenterarsedeloquevaapasar.
—¡Ah!—repusoBaisemeauxindeciso.—¡Otra vez!—prorrumpió Fouquet—.Decid inmediatamente sí o no, y salgo de la Bastilla para
llevaryomismolasórdenesasudestino.Baisemeauxtomólasllavesysubiósoloconelministrolaescaleradelatorre.Segúnibanascendiendoporaquellaespiral,losmurmullosahogadosseconvertíanengritosclarosy
enespantosasimprecaciones.—¿Quiéngrita?—preguntóFouquet.—Marchiali.Asíaúllanloslocos—respondióelgobernadordirigiendounamiradamáshenchidade
alusionesofensivasquederespetoalsuperintendente.Ésteseestremeció,puesenungritotodavíamásterriblequelosanterioresacababadeconocerlavoz
delrey.Fouquet se detuvo en el descenso de la escalera, y tomó el manojo de llaves de manos de
Baisemeaux,que,figurándosequeelnuevolocoibaaestrellarseelcráneoconunadeellas,exclamó:—¡Ah!elseñordeHerblaynomehahabladodeeso.—¡Vengan las llaves!—prorrumpió Fouquet arrancándoselas—. ¿Dónde está la puerta que quiero
abrir?—Esésta.Ungritohorrendoseguidodeunterribletrancazocontralapuerta,despertólosecosdelaescalera.—¡Retiraros!—dijoconvozamenazanteFouquetaBaisemeaux.—Conmilamores—murmuróelgobernador.—¡Retiraros!—repitióFouquet—.Ysiantesqueosllamesentáislaplantaenestaescalera,yoos
aseguroquevaisaocuparelsitiodelpresomásinfelizdelaBastilla.—Deestanoescapo—mascullóelgobernadorretirándoseconpasovacilante.Losgritosdelpresoresonabancadavezconmásfuerza.Fouquet, en cuanto se hubo cerciorado de que Baisemeaux había llegado al pie de la escalera,
introdujolallaveenlaprimeracerradura.—¡Socorro!,¡soyelrey!,¡socorro!—gritóentoncesLuisXIVconacentoderabia.Comolallavedelasegundapuertanoeralamismaqueladelaprimera,Fouquetsevioobligadoa
probar algunas de las del manojo, mientras el rey, enardecido, loco, furioso, gritaba con todas susfuerzas:
—¡ElseñorFouquetesquienmehahechotraeraquí!,¡socorrocontraelseñorFouquet!,¡soyelrey!,¡favoralreycontraelseñorFouquet!
Estas vociferaciones partían del corazón del ministro, e iban seguidas de golpes espantososdescargadoscontralapuertaconlasilla,delaqueLuisseservíacomodeunariete.
Fouquetdioporfinconlallave.Elrey,yanoarticulaba,sinorugía,aullabaestaspalabras:—¡MueraFouquet!,¡mueraelasesinoFouquet!Entoncesseabriólapuerta.
Elreconocimientodelrey
Fouquetyel rey ibanaabalanzarseunocontraotroperoalversesedetuvierony lanzaronungritodehorror.
—¿Venísaasesinarme?—exclamóelreyalconoceralsuperintendente.—¡El rey en semejante estado!—exclamó el ministro. Efectivamente, nadamás espantoso que el
aspecto del joven príncipe en el momento en que entró Fouquet. Su traje estaba hecho jirones, y sucamisa,desabrochadayreducidaapedazos,estabaempapadadelsudorylasangrequeleinundabaelpechoylosdesgarradosbrazos.
Fosco, pálido, frenético, con los cabellos erizados, Luis XIV era la imagen viviente de ladesesperación, del hambre y delmiedo reunidos en una sola estatua; y tanto se conmovió y turbó elministroalverle,queseacercóaéldesolado,conlosbrazosabiertosylaslágrimasenlosojos.
LuisblandiósobrelacabezadeFouquetelpalodelasilladelcualhicieratanenfurecidouso.—¡Qué!—dijoconvoztrémulaelministro—.¿Noconocéisyaalmásfieldevuestrosamigos?—¿Vos,vosamigomío?—replicóelreyconrechinardedientesenqueresonaronelodioylasedde
inmediatavenganza.—Unservidorrespetuoso—añadióFouquetcayendodehinojos.Elreytirósuarma,yelministroseacercóaél,lebesólasrodillas,letomócariñosamenteenbrazos
ydijo:—¡Ohrey!,¡ohhijomío!,¡cuántodebéishaberpadecido!Luis,recobradoporelcambiodelasituación,miróseasímismo,y,avergonzadodeldesordendesus
ropas,corridodesulocura,abochornadodelaproteccióndequeeraobjeto,retrocedió.Fouquetnocomprendióaquelmovimiento,niqueel rey, en suorgullo,nunca leperdonaríaelque
hubiesesidotestigodetantadebilidad.—Venid,Sire,estáislibre—dijoelsuperintendente.—¿Libre?—repusoelrey—.¡Ah!,¿medevolvéislalibertaddespuésdehaberosadoponersobremí
vuestramano?—Sire —repuso Fouquet indignado, vos no decís lo que sentís; vos no creéis que en esta
circunstanciaseayoculpable.Ysucintaycalurosamenteelministrocontóalmonarcatodalaintrigadequeellectoryaconocelos
detalles.Durante el relato, Luis sufrió las más horribles angustias, y, una vez Fouquet hubo terminado, la
magnituddelpeligroquehabíacorridoleconmoviótodavíamásquelaimportanciadelsecretorelativoa
suhermanogemelo.—SeñorFouquet—dijoelrey—,esodelpartodobleesunamentira,ynopuedeserquehayáissido
víctimadesemejanteimpostura.—¡Sire!—Digoquenopuedeserquesesospechedelahonraydelavirtuddemimadre.¿Yvos,miprimer
ministro,nohabéiscastigadoyaaloscriminales?—No os ofusquéis, Sire —repuso Fouquet—. Reflexionadlo bien; el nacimiento de vuestro
hermano…—Notengomásqueuno,elduquedeOrleans,aquienconocéiscomoamímismo.Osdigoquehay
conspiración,empezandoporelgobernadordelaBastilla.—Sire,Sire,elgobernadordelaBastillahasidoengañadocomotodoelmundo,porelparecidodel
príncipe.—¿Elparecido?¡Queréiscallaros!—ContodoesoesmenesterqueMarchialiseparezcagrandementeaVuestraMajestadparaquetodos
seengañen—repusoFouquet.—¡Locura!—Nodigáiseso;Sire;elhombrequesemuestradispuestoaarrojarlamiradadevuestrosministros,
devuestramadre,devuestraservidumbre,devuestrafamilia,debeestarmuysegurodelparecido.—Enefecto—exclamóelrey—.Yesehombre¿dóndeestá?—¿DóndesinoenVaux?—¡EnVaux!¿YvosconsentísquepermanezcaenVauxunhombretal?—Sire,hecreídoquelomásapremianteeralibraraVuestraMajestad.Cumplidoestedeber,harélo
queelreymeordene.—ConcentremostropasenParís—dijoelmonarca,despuésdeunosinstantesdereflexión.—Yaestándadaslasórdenesalefecto—contestóFouquet.—¿Lashabéisdadovos?—exclamóelrey.—Paraestosí,Sire.AntesdeunahoraVuestraMajestadestaráalfrentedediezmilhombres.Por toda respuesta, el rey tomó con tal efusión la mano del superintendente que se veía cuánta
desconfianza había conservado hasta entonces hacia el primerministro, a pesar de la intervención deéste.
—Yconlosdiezmilhombres—prosiguióelrey—,¿vamosasitiar,envuestracasa,alosrebeldes,queaestashorasdebenhaberyatomadoposesióndeellaytalvezatrincherándoseenella?
—Meadmiradequetalsucediese.—¿Porqué?—Porquehedesenmascaradoasujefe,elalmadelaempresa,yamiverhaabortadoelplan.—¿Voshabéisdesenmascaradoalsupuestopríncipe?—No,Sire,nisiquieralohevisto.—¿Aquien,pues,habéisdesenmascarado?—Eljefedelaempresanoeseldesventuradousurpador;éstesóloesuninstrumentodestinadopor
todasuvidaalinfortunio,loconozco.—¡Sinremisión!
—EselpadreHerblay,obispodeVannes.—¿Vuestroamigo?—Lofue,Sire—replicóconnoblezaelsuperintendente.—Esunadesgraciaparavos—dijoelreyconmenosgenerosidad.—Mientrasestuveignorantedelcrimen,Sire,talamistadnadateníadedeshonrosa.—Eramenesterpreverlo.—Sisoyculpable,Sire,mepongoenlasmanosdeVuestraMajestad.—Noesesoloquequisedecir,señorFouquet—dijoelrey,disgustadodehaberdadoaconocerla
maladisposicióndesuánimo—;loquequisedeciresqueapesardelamáscaraconqueelmiserableHerblay se cubría el rostro, he tenido como un presentimiento de que era él. Pero al caudillo de laempresaleacompañabaunhombredepeloenpecho,quemeamenazabaconsufuerzahercúlea.
—¿Quiénes?—DebesersuamigoelbaróndeVallón,elantiguomosquetero.—¿ElamigodeD’ArtagnanydelcondedeLaFere?Noesparadesperdiciarlaestarelaciónentrelos
conspiradoresyelseñordeBragelonne.—Sire,Sire,osavanzáisendemasía.ElseñorcondedeLaFereeselhombremásdebienquehayen
Francia.Contentaosconloquepongoenvuestrasmanos.—Corriente,porqueesoquieredecirqueponéisenmismanosalosculpables.—¿QuéinterpretacióndaVuestraMajestadamispalabras?—preguntóFouquet.—EntiendoquevamosallegaraVauxconlastropas,yquenovaaescaparniunodecuantosforman
aquelnidodevíboras.—¡Qué!¿VuestraMajestadvaamataralossuyos?—exclamóFouquet.—¡Hastaelúltimo!—¡Oh!¡Sirte!—Entendámonos,señorFouquet—dijoconaltivezelmonarca—.Yonovivoenuntiempoenqueel
asesinato sea la única y última razón de los reyes.Gracias aDios no es así. Tengo parlamentos quejuzganenminombre,ypatíbulosenlosqueejecutanmivoluntadsuprema.
—Me propaso a hacer observar a VuestraMajestad—replicó Fouquet palideciendo—, que todoprocesosobreestamateriaseráunescándalomortíferoparaladignidaddeltrono.HayqueevitaratodotrancequeelaugustonombredeAnadeAustriacirculeporloslabiosdelpueblo,entreabiertosporunasonrisa.
—Hayquehacerjusticia,señorFouquet.—Estábien,Sire;perolasangrerealnopuedecorrerenelpatíbulo.—¡Lasangrereal!,¿yvoscreéiseso?—exclamóelreyenfurecidoydandounapatadaenelsuelo—.
Elpartodobledequemehabéishabladoespurafábula.Ahí,sobretodo,enesafábula,esdondeparamíestáelcrimendeHerblay,eseeselcrimenqueyoquierocastigar,muchomásquenolaviolenciayelinsultoquemehaninferidoélyVallón.
—¿Castigardemuerte?—Demuerte.—Sire—repuso con firmeza elministro, levantando conmajestad la frente—, si os gusta, haréis
decapitar a Felipe de Francia, vuestro hermano; eso os atañe a vos, Sire, y sobre el particular
consultaréis a vuestramadreAna deAustria.Lo que ordenéis estará bien ordenado.Quiero, pues, nomezclarmemásenesteasunto,nisiquieraparalamayorhonradevuestracorona;perotengoquepedirosunagracia,yoslapido,Sire.
—¿Cuál?—preguntóelreyturbadoporlasúltimaspalabrasdelministro.—ElperdóndelosseñoresdeHerblayydeVallón.—¿Misasesinos?—No,Sire,sinodosrebeldes.—Comprendoquemepidáiselperdónparavuestrosamigos.—¡Misamigos!—exclamóFouquethondamenteofendido.—Sí,vuestrosamigos,perolaseguridaddemiEstadoexigeunejemplarcastigodelosculpables.—Noosdiré,Sire,queacabodelibertarosydesalvaroslavida.—¡Caballero!—NiquesielseñordeHerblayhubiesetenidolaintencióndeasesinaros,pudohaberosasesinado
estamadrugadaenelbosquedeSenart.—Elreyseestremeció.—Un pistoletazo enmitad del rostro de Luis XIV, desfigurado por la herida era para siempre la
absolucióndelseñordeHerblay.Alsaberelpeligroevitado,elreypalideciódemiedo.—Si el señor de Herblay hubiese sido un asesino —continuó Fouquet—, no tenía necesidad de
hacerme sabedorde suplanpara conseguir suspropósitos.Desembarazadodel rey legítimo,nohabíaquienfueracapazdereconoceralusurpador,quehabríasidoreconocidoporAnadeAustria,puesparaellonodejabadeserunhijocomoparalaconcienciadelseñordeHerblayeraaquélunreydelasangredeLuisXIII.Además, el conspiradorcontabacon la seguridad, conel secreto, con la impunidad, consólodispararunapistola.Sire,porvuestrasalvacióneterna,perdónparaelseñordeHerblay.
La fiel pintura de la generosidad de Aramis, en vez de enternecer al rey le humilló; porque elmonarcaensuindómitoorgullo,nopodíaadmitirqueunhombrehabíatenidoasudiscreciónlavidadeun rey.Cadaunade laspalabrasdeFouquet teníaporeficacesparaobtenerelperdónde susamigos,destilabaunagotadevenenoenelyaulceradocorazóndeLuisXIV,que,muylejosdeceder,exclamóconímpetu:
—Verdaderamentenomeexplicoquemepidáisclemenciaparahombrestales.¿Aquépedirloqueunopuedeconseguirsinsolicitarlo?
—Nooscomprendo.Sire.—Sinembargo,esevidente.¿Dóndeestoy?—EnlaBastilla,Sire.—Yenuncalabozo,ypasandoporloco,¿noesverdad?—Loes,Sire.—YaquínadieconocemásqueaMarchiali.—Deseguro,Sire.—Puesdejadlascosascomoestán.DejadallocoquesepudraenuncalabozodelaBastilla,ylos
señoresdeHerblayydeVallónparanadanecesitandemiclemencia.Sunuevoreylesobedecerá.—VuestraMajestadmeinjuria,yhacemal—replicóFouquetconsequedad—.Niyosoytanniño,ni
el señordeHerblay tan ineptoquenonoshayamoshecho todas esas reflexionesy si yo, comodecís,hubiesequeridosentareneltronoaunnuevorey,¿aquéhabervenidoaforzarlaspuertasdelaBastillaparaarrancarosdeella?Estocaedesupeso.VuestraMajestadtieneeljuicioturbadoconlacólera;delocontrario,noofenderíasinrazónasuservidorquelehaprestadoelmásimportanteservicio.
ViendoLuisXIVquesehabíaexcedido,quelaspuertasdelaBastillatodavíaestabancerradasparaél,mientraspocoapoco ibanabriéndose las esclusas tras las cuales el generosoFouquet contenía sucólera,repuso:
—Nolohedichoparahumillaros.¡Diosmelibre!Loquehay,esqueosdirigísamíparaobtenerunperdón,yosrespondosegúnmedictamiconciencia.Ahorabien,segúnmiconciencia,losculpablesdequienesestamoshablandonosondignosdeclemencianideperdón.
Fouquetguardósilencio.—Enesto—prosiguióelrey—,miconductaestangenerosacomolavuestraencuantoaloqueosha
traído,porquelaverdadesqueestoyenvuestropoder.Yaunañadoqueloesmás,atentoquevosmeimponéiscondicionesdelascualespuedenpendermilibertadymivida,yelnegarmeaadmitirlas,eshacerunsacrificio.
—Realmente la sinrazón está demi parte—repusoFouquet—; en la apariencia os obligaba a serclemente;mearrepiento,Sire,yossuplicoquemeperdonéis.
—Loestáis,miqueridoseñorFouquet—dijoelreysonriéndosedemodoqueacabódeserenarsurostro,alteradodesdelavíspera,portantosacontecimientos.
—Bueno, yo ya he obtenidomi perdón—repuso el obstinadoministro—, pero ¿y los señores deHerblayydeVallón?
—Noloobtendránmientrasyoviva—replicóelinflexiblerey—.Hacedmelamerceddenovolveradecirmejamásunapalabrasobreelparticular.
—Seréisobedecido,Sire.—¿Ynomeguardaréisrencorporminegativa?—No,Sire,porquehabíaprevistoelcaso.—¿Voshabéisprevistoelcasodequeyonegaríaelperdónaaquellosseñores?—Sí,Sire,ylopruebaelquehetomadotodasmisdisposicionesenconsonanciaconmiprevisión.—¿Quéqueréisdecir?—exclamóconsorpresaelsoberano.—Por decirlo así, el señor deHerblay acaba de ponerse ami discreción, dejándome la honra de
salvar ami rey y ami patria. ¿Podía yo condenar amuerte al señor deHerblay?No, como tampocoexponerlealalegítimaindignacióndeVuestraMajestad,locualhubierasidolomismoquesiyohubiesematadopormimano.
—¿Quéhabéishecho?—Sire, he dado al señor de Herblay mis mejores caballos, y llevan cuatro horas de delantera a
cuantosVuestraMajestadpuedaenviarenpersecucióndeaquél.—Está bien—exclamó Luis—. Pero elmundo es bastante grande para quemis corredores ganen
sobrevuestroscaballoslascuatrohorasdedelanteraquehabéisconcedidoalseñordeHerblay.—Alconcederlecuatrohoras,Sire,sabíaqueledabalavida,ylasalvará.—¿Cómo?—Porquetrasunacarreraenlacualsiemprellevarácuatrohorasdeventajaavuestrosmosqueteros,
llegaráamicastillodeBelle-Isle,dondelehedadoasilo.—Bueno—replicóelrey—;peroolvidáisquemedonasteisBelle-Isle.—Noparahacerarrestarenellaamisamigos.—¡Ah!,¿osreincorporáisdeBelle-Isle?—Paraeso,sí,Sire.—Mismosqueterosvolveránaquitárosla,yenpaz.—Ni vuestros mosqueteros ni todo vuestro ejército son capaces de tomarla, Sire. Belle-Isle es
inexpugnable—dijoFouquetconfrialdad.Elreyperdióelcolorylanzóunrayoporlosojos.Fouquetconocióqueestabaperdido;perocomo
noerahombrequeretrocedieraantelavozdelhonor,sostuvolarencorosamiradadelrey,quedevorósurabia.
—¿VamosaVaux?—preguntóLuisXIVtrasunapausadesilencio.—EstoyalasórdenesdeVuestraMajestad—contestóFouquethaciendounaprofundareverencia—;
perocreoqueVuestraMajestadnopuedeprescindirdemudardetrajeantesdepresentarseenlacorte.—PasaremosporelLouvre—dijoelrey.—Vamos.LuisXIVyFouquet semarcharonenpresenciadeldespavoridoBaisemeaux,queunavezmásvio
saliraMarchiali,ysearrancólospocoscabellosquelequedaban.
Elfalsorey
EnVauxelrealusurpadorcontinuabadesempeñandoalasmilmaravillassupapelderey.Felipe ordenó que, para su salida de la cama, introdujesen a las entradas, ya dispuestas para
presentarseasurey.Ysedecidióadartalorden,pesealaausenciadeHerblay,quenosedejabaverdenuevo, nuestros lectores saben por qué. Pero el príncipe, creyendo que aquella ausencia no podíaprolongarse, quería, como todos los hombres temerarios, ensayar su valor y su fortuna, fuera de todaprotecciónyconsejo.
Otrarazónleimpedíaaello:AnadeAustriaibaaaparecer.Lamadreculpableibaaencontrarseenpresencia de su hijo sacrificado; y Felipe no quería, de sentir una debilidad, hacer testigo de ella alhombreanteelcualestabaobligadaadesplegarenadelantetantaenergía.
Felipeabriódeparenparlapuerta,yentraronsilenciosamentealgunospersonajes.El no se movió mientras sus ayudas de cámara lo vistieron, a imitación de lo que vio hacer, la
víspera, a su hermano. Felipe desempeñó en aquel punto el papel de rey demanera que no despertóningunasospecha.
Felipe recibió, en trajede caza, a susvisitantes, ygracias a sumemoriay a lasnotasdeAramis,conocióinmediatamenteaAnadeAustria,aquiendabalamanoelduquedeOrleans,yalaprincesaalacual acompañaba Saint-Aignán. A todos dirigió Felipe una sonrisa, y, al conocer a su madre, seestremeció.
Elnobleeimponenterostrodelareinamadre,descompuestoporeldolor,dispusosucorazónenprodeaquellafamosareinaqueinmolaraunhijoalarazóndelEstado.Felipeencontróhermosaasumadre,ycomosabíaqueLuisXIVlaamaba,sepropusoamarlatambién,ynoserparasuvejezuncastigocruel.
Felipemiróasuhermanoconternurafácildecomprender.ElduquedeOrleansnadahabíausurpado,a nadie perjudicado en su vida.Rama separada, dejaba que creciera el tallo, sin pensar en su propiaelevaciónymajestad.Asícomoasumadre,Felipesepropusoamarasuhermano,aquienlebastabaeldinero,quedalosplaceres.
DespuésFelipesaludóafectuosamenteaSaint-Aignán,quesedeshacíaensonrisasyenreverencias,y,temblando,tendiólamanoasucuñadaEnriqueta,delaquelellamólaatenciónlahermosura.Peroenlosojosdelaprincesanotóunrestodefrialdadquelepareciódebuenagüeroparalafacilidaddesusrelacionesfuturas.
—¡Cuántomáscómodomeserá—dijoFelipe—serhermanodeesamujer,quenosugalán,simemanifiestaunafrialdadquemihermanonopodíasentirporella,yqueamímelaimponeeldeber!
Lo que Felipe temíamás en aquelmomento era la presencia de la reinaMaríaTeresa; porque su
corazón y su alma acababan de ser conmovidos por una prueba tan violenta que, a pesar de su buentemple,talveznohubieransoportadounnuevochoque.Porfortunalareinanosepresentó.Entonces,AnadeAustriaempezóunadisertaciónpolíticarespectodelrecibimientoqueelseñorFouquethabíahechoalafamiliareal,yatenuósusataquesconcumplimientosdirigidosalrey,conpreguntassobresusalud,conhalagosmaternalesyconastuciasdiplomáticas.
—¿OshabéisreconciliadoconelseñorFouquet,hijomío?—preguntóAnadeAustria.—Saint-Aignán—dijoFelipe—,hacedmelamerceddeenterarosdecómoestálareina.Aestaspalabras,lasprimerasqueFelipepronuncióenvozalta,laligeradiferenciaquehabíaentre
lavozdeFelipeyladeLuisXIV,nopasóinadvertidaalosoídosmaternales;asíesqueAnadeAustriamirófijamenteasuhijo.
—Señora—continuóFelipeunavezhubosalidoSaint-Aignán—,yasabéisquenomeplacequemehablenmaldelseñorFouquet,yvosmismamehabéishabladodeélventajosamente.
—Esverdad,porestomeciñoainterrogarosrespectoavuestradisposiciónparaconél.—Sire—dijoEnriqueta—,amísiempremehasidosimpáticoelseñorFouquet.Eshombredegusto
exquisito,yunexcelentesujeto.—Unsuperintendentequenuncaescatimayquepagaenorocuantas libranzas leenvíoalcobro—
añadióelduquedeOrleans.—Porloqueseve—replicólareinamadre—,aquí todosmiranúnicamenteporsí,ynadieporel
Estado,ylaverdadesqueelseñorFouquetestáarruinandoelreino.—¿TambiénvosescudáisalseñorColbert,madremía?—repusoFelipebajandolavoz.—¿Porquémedecíseso?—preguntóAnadeAustriaconsorpresa.—Porqueosexpresáiscomoloharíavuestraantiguaamiga,laseñoradeChevreuse.Aloírestenombre,lareinapalideció.Felipehabíairritadoalaleona.—¿QuémeestáisdiciendodelaseñoradeChevreuse—repusoAnadeAustria—,yquémoscaosha
picadohoycontramí?—¿Porventura—continuóFelipe—,laseñoradeChevreusenoestásiempredispuestaaformaruna
ligacontraalguien?¿Acasonooshahechorecientementeunavisita?—Osexpresáisdetalsuerte—dijoAnadeAustria—quenoparecesinoqueestoyoyendoavuestro
padre.—MipadrenopodíaveralaseñoradeChevreuse,yconrazón—dijoFelipe—.Tampocoyopuedo
sufrirla,ysiseatreveavenir,comoenotrotiempo,parasembrarlasdisensionesyelodiosopretextodemendigardinero…
—¿Qué?—repusoconaltivezAnadeAustriaprovocandolatormenta.—Laexpatriaré,yconellaa todoslosartesanosdesecretosymisterios—contestóconresolución
Felipe.Elnocalculóelalcancedesusterriblespalabras,otalvezsepropusoverelefectoqueproducían.AnadeAustriaestuvoenuntrisdecaersedesmayada;abriódesmesuradamentelosojos,peroporun
instantedejódever,ytendiólosbrazoshaciaelduquedeOrleansquelediounbesosintemordeirritaralmonarca.
—Sire—murmuróAnadeAustria—,mal,muymaltratáisavuestramadre.—¿Enquéostratomal,señora?—replicóFelipe—.SolohablodelaseñoradeChevreuse.¿Oesque
preferíslaseñoradeChevreusealaseguridaddemiEstadoyalamíapropia?LoquedigoyafirmoesquelaseñoradeChevreusehavenidoaFranciaparapedirprestadodinero,yquesehadirigidoalseñorFouquetparavenderleciertosecreto.
—¡Ciertosecreto!—exclamóAnadeAustria.—Relativoaunsupuestorobocometidoporelsuperintendente,locualesfalso.ElseñorFouquetla
hizodespedir con indignación,puesprefiere la estimacióndel reya todacomplicidadcon intrigantes.Entonces,laseñoradeChevreusefueyvendióelsecretoalseñorColbert,ycomoesmujerinsaciable,yno le bastaba haber arrancado cienmil escudos al intendente, picómás alto para ver si se hacía conmayoresrecursos…¿Esonoesverdadloquedigo,señora?
—Todolosabéis,Sire—repusolareinamadre,másinquietaqueirritada.—Yaveis,pues,señora—continuóFelipe—,quetengoderechodemirarconmalosojosaesaharpía
que viene a tramar enmi corte la deshonra de unos y la ruina de otros. SiDios ha permitido que secometieranciertoscrímenes,yloshaocultadobajoelmantodesuclemencia,yonoadmitoquelaseñoradeChevreusetengaelpoderdecontrarrestarlosdesigniosdeDios.
TantoestaúltimapartedeldiscursodeFelipeturbóalareinamadre,quesecompadeciódeella,y,tomándole lamano,se labesócon ternura;peroAnadeAustrianoadvirtióqueenaquelbesodadoapesarde las resistenciasy los rencoresdelcorazón, ibaenvueltoelperdóndeochoañosdehorriblespadecimientos.
Felipe dejó que aquellas emociones se suavizaran, y tras un instante de silencio, dijo con ciertaalegría:
—Todavíanopartimoshoy;tengounplan.FelipemiróhacialapuertaporsiveíaaHerblay,cuyaausenciaempezabaainquietarlo.Yalverque
sumadresedisponíaamarcharse,repuso:—Quedaos,madre;quieroquehagáislaspacesconelseñorFouquet.—Perosinoloquieromal;loúnicoquetemosonsusprodigalidades.—Pondremoscotoaellas,ynotomaremosdelsuperintendentemásquelasbuenascualidades.—¿QuébuscaVuestraMajestad?—preguntóEnriqueta al ver que el reymirabahacia la puerta, y
deseosadedispararleunasaetaalcorazón,puescreyóqueaquélesperabaaLaValiéreocartadeésta.—Hermana mía —respondió Felipe, adivinando el pensamiento de la princesa, gracias a la
maravillosaperspicaciaquelafortunaibaapermitirledesplegarenlosucesivo—;hermanamía,esperoa un hombre notabilísimo, a un consejero hábil si los hay, y al cual quiero presentaros a todos,recomendándoloavuestraindulgencia.¡Ah!,¿soisvos,D’Artagnan?Entrad.
—¿QuédeseaVuestraMajestad?—preguntóelgascónadelantándose.—¿SabéisdóndeestávuestroamigoelseñorobispodeVannes?—Perosi…—Loestoyaguardandoynoaparece.Quevayanporél.D’Artagnansequedócomoquienvevisiones;peroreflexionandoqueAramishabíasalidodeVaux
ocultamente con una comisión del rey, dedujo que éste tenía empeño en guardar secreto. Así pues,replicó:
—¿VuestraMajestaddeseaabsolutamentequevayanporelseñordeHerblay?—Tantocomoesono—respondióFelipe—;notengotalnecesidaddeél,perosiloencuentran…
—Hedadoenelblanco—dijoentresíD’Artagnan.—¿EseseñordeHerblayeselobispodeVannes?—preguntóAnadeAustria.—¿YeselamigodelseñorFouquet?—Sí,señora;ensusmodalesfuemosquetero.AnadeAustriaseruborizó.—Unodeaquelloscuatrovalientesquehicierontantasproezas—añadióFelipe.Lareinamadresearrepintiódehaberqueridomorder.—Seacualfuesevuestraelección—dijoAnadeAustria—,desdeluegolatengoporexcelente.—Enél—continuóFelipe—veréislaprofundidaddeRichelieu,descartadalaavariciadeMazarino.—¿Unprimerministro,Sire?—preguntóelduquedeOrleansnoteniéndolastodasconsigo.—Ya os lo contaré, hermanomío… Pero es singular que no esté aquí el señor de Herblay.—Y
levantandolavoz,añadió—:AvisenalseñorFouquetquetengoquehablarconél…¡Ah!antevosotros,antevosotros;noosretiréis.
Saint-AignánvolviótrayendonuevassatisfactoriasdelareinaMaríaTeresa,queguardabacamasóloporprecauciónypararecobrarlafuerzaparacumplirlavoluntaddelrey.
Mientras andaban buscando por todas partes a Fouquet y a Herblay, el nuevo rey continuabaapaciblementesuspruebas,ytodoelmundo,familia,servidumbreycriados,leteníanporelrey,ensugesto,ensuvozyensushábitos.
Felipe,aplicandoa todas las fisonomías lanotayeldibujo fielesque leproporcionósucómpliceHerblay, se portabademodoquenopodía despertar lamás leve sospecha en el ánimode los que lerodeaban.
Nadapodíaenloporvenir inquietaralusurpador.YaquíesdeadmirarlaportentosafacilidadconquelaProvidenciaacababadederrumbarelmayorpoderdelmundoparasustituirloconelmáshumilde.
FelipeadmirabalabondaddeDiosparaconél,peroalasvecesleparecíaqueseinterpusieraunanubeentreélylosrayosdesunuevagloria.AquellanubeeralaausenciadeAramis.
Decayó la conversación. Felipe no pensaba en despedir a su hermano ni a Enriqueta, que noacertabanaexplicarseaqueldescuidodelrey,yempezabanaimpacientarse.Entonces,AnadeAustriaseinclinóhastasuhijoyledirigióalgunaspalabrasencastellano.Felipe,queignorabaelidioma,palidecióanteelinesperadoobstáculo;perocomosielimperturbableespíritudeHerblaylohubiesecubiertoconsuinfalibilidad,envezdedesconcertarseselevantó.
—¡Qué!,¿nomerespondéis?—repusoAnadeAustria.—¿Quéruidoesese?—preguntóFelipevolviéndosehacialapuertadelaescalerasecreta.—¡Poraquí!,¡poraquí!¡Faltanpocosescalonesparallegar,Sire!—gritóunavoz.—LavozdelseñorFouquet—dijoD’Artagnan,queestabaenpiejuntoalareinamadre.—NoandarálejoselseñordeHerblay—añadióFelipe,elcualvioloquenuncapudoesperarque
veríatancercadesí.Todosmiraron hacia la puerta por la cual presumían iba a entrar Fouquet; pero no fue éste quien
entró, sino otro personaje que arrancó una exclamación terrible, de dolor, al rey y a todos loscircunstantes.
Niaunloshombrescuyosinoencierramáselementosextrañosyaccidentesmaravillosos,lesesdadocontemplarunespectáculosemejantealqueofrecíaaquelmomentoeldormitorioreal.
Altravésdelosmediocerradospostigosentrabaunavagaclaridad,veladaporgrandescolgadurasdeterciopeloforradasdetupidaseda.
Enmediodeaquellasuavepenumbrasehabíandilatadopocoapocolaspupilas,ycadacualveíaalos demás antes con la confianza que no con los ojos. Con todo, en tales circunstancias llega uno adistinguirtodocuantolorodea,ysisepresentaunnuevoobjeto,ésteapareceluminosocomobañadoporlosrayosdelsol.
EstofueloquesucediórespectodeLuisXIVcuandoapareció,pálidoyconelceñofruncido,bajaelcortinónde laescalerasecretaseguidodeFouquet,encuyorostroseveían impresas laseveridady latristeza.
Lareinamadre,queteníaasidaunadelasmanosdeFelipe,alveraLuisXIV,lanzóungrito,comolohabríahechoalverunfantasma,elduquedeOrleansquedómomentáneamentedeslumbrado,ydejódemiraralreyqueteníaenfrenteparaposarlosojosenelqueestabaasulado,ylaprincesa,juguetedeunailusiónquenadateníadeinverosímil,seadelantóunpaso,creyendoqueveíareflejadaenunespejolaimagen de u cuñado. Los dos príncipes, desconcertados a cual más, pues renunciamos a pintar elespantososobrecogimientodeFelipe,temblorososlosdos,ylosdosconlasmanoscrispadas,semedíanmutuamentecon losojosyhundíanunoenel almadelotromiradasmásagudasqueunpuñal.Mudos,jadeantes, encorvados, no parecía sino que iban a arremeterse cual encarnizados enemigos. Aquellainauditasemejanzaderostro,ademanesyestatura,lacasualsemejanzadetrajes—puesLuis,alpasarporelLouvre, se había puesto uno de terciopelomorado—aquella acabada analogía de ambos príncipesacabódetrastornarelcorazóndeAnadeAustria,sinembargoquetodavíanoadivinabalaverdad.Quehay desventuras que el ser humano no se aviene a aceptar en la vida, y prefiere achacarlas a losobrenatural, a lo imposible. Luis no contó con aquellos obstáculos; Luis creyó que le bastaríapresentarseparaquetodosloconocieran.Solviviente,noadmitíaquepudiesencompararleconhombrealgunoniquetodaantorchanoseconvirtieraentinieblastanprontoélhacíabrillarsurayovencedor.AsíesquealveraFelipe,quizásfueélquienquedómáspetrificadoquetodoslosdemás,ysusilencio,suinmovilidad,fueroneltiempoderecogimientoydecalmaprecursoresdelasexplosionesviolentasdelacólera.
Mas¿quiénseríacapazdepintarelsobrecogimientoyelestupordeFouquetenpresenciadeaquelretratovivientedesusoberano?FouquetsedijomentalmentequeAramisteníarazón,queelintrusoeraunreytanpuroensuestirpecomoelotro,yqueparahaberrepudiadotodaparticipaciónenaquelgolpede Estado tan hábilmente llevado a término por el general de los jesuitas, era preciso ser un locoentusiasta,parasiempreindignodeponerlasmanosenunaobrapolítica.Además,FouquetsacrificabalasangredeLuisXIIIalasangredelmismorey,unaambiciónnobleaunaambiciónegoísta,elderechodeadquirir al derecho de conservar. Bastóle ver al pretendiente para comprender todo el alcance de sudesacierto.
Para todos quedó envuelto en elmisterio lo que pasó en el ánimo de Fouquet, el cual tuvo cincominutosparaconcentrarsusmeditacionesrespectodeaquelpuntodelcasodeconciencia;cincominutos,esdecir,cincosiglosduranteloscualeslosdosreyesysufamiliaapenastuvierontiempoderehacersedetanterribleconmoción.
D’Artagnan,arrimadoalapared,alladodelsuperintendente,conlamanoenlacabezaylamiradafija,noacertabaaexplicarseaquelprodigio.Deprontonopudierahaberdichoporquédudaba;peroes
seguroquesabíaquehabíatenidorazónaldudar,yqueenaquelencuentrodelosdosLuises,estabatodoelmisterioque,duranteaquellosúltimosdías,hizotansospechosaalmosqueterolaconductadeAramis.
Sinembargo,D’Artagnan,comolosactorestodosdeaquellaescena,noveíaclaro;parecíanadarenlasnieblasdeunpesadosueño.
Depronto,LuisXIII,másimpacienteymásacostumbradoamandar,seabalanzóalospostigosylosabrió de par en par rasgando las colgaduras, dando con ello paso a una oleada de luz que inundó declaridadeldormitorioehizoretrocederaFelipehastalaalcoba.
—Madre—exclamóLuisaprovechandoconardorelmovimientodeFelipeydirigiéndoseaAnadeAustria—;madre,yaqueaquíhandesconocidotodosasurey,¿noconocéisvosavuestrohijo?
AnadeAustriaseestremecióylevantólasmanoshaciaelcielosinpoderarticularpalabra.—Madre—dijoFelipeconvoztranquila—,¿noconocéisavuestrohijo?Luisretrocedióasuvez.AnadeAustria,heridaensurazónyensualmaporelremordimiento,perdióelequilibrio,ycomo
nadielasocorrióporestartodospetrificados,cayóensusillónexhalandoundébilsuspiro.LuisXIV, nopudiendo soportar aquel espectáculoy aquella afrenta, se abalanzó aD’Artagnan, de
quienempezabaaapoderarseelvértigo,yquesetambaleabarozandolapuertaqueleservíadeapoyo,yexclamó:
—¡Amí,mosqueteros!Miradnosalosdoscaraacarayvedcuáldelasdosestámáspálida.AquellavozdespertóaD’Artagnanyremovióensucorazónlafibradelaobediencia.Asípues,el
mosquetero irguió la frente,y,sinvacilarmás,seacercóaFelipe, lesentó lamanoenelhombroy ledijo:
—Daospreso,caballero.Felipenolevantólosojoshaciaelcielo,nisemoviódelsitioenqueseencontrabacomosihubiese
echadoraícesenél; loúnicoquehizofueclavarunaintensamiradaensuhermano,reprochándoleconsublimesilenciotodaslasamargurasytodossusmartiriosvenideros.Anteaquellenguajedealma,Luis,sinfuerzas,bajólosojos,yllevándoseprecipitadamenteconsigoasuhermanoyasucuñada,abandonóasumadre tendida y sinmovimiento a tres pasos del hijo a quien por segunda vez dejaba condenar amuerte.
FelipeseacercóaAnadeAustria,yconvozdulcísimaynoblementeconmovida,dijo:—Madre,madremía,siyonofuesevuestrohijoosmaldeciríaporhabermehechotandesgraciado.D’Artagnansintióhieloenlaméduladesushuesos,ysaludandorespetuosamentealjovenpríncipe,
ledijomedioencorvado:—Monseñor,perdonadme,no soymásqueun soldado,ymis juramentosme liganalqueacabade
salirdeesteaposento.—Gracias,señordeD’Artagnan.Pero¿quéhasidodelseñordeHerblay?—ElseñordeHerblayestáasalvo,monseñor—dijounavoz trasellos—,ymientrasyoalienteo
estélibre,nadieletocaráuncabello.—¡Ah!,¿soisvos,señorFouquet?—repusoFelipesonriéndosecontristeza.—Perdonadme,monseñor—replicóelsuperintendente—;peroelqueacabadesalirdeaquíerami
huésped.—Aesolellamoyoserbuenosydignosamigos—murmuróFelipeexhalandounsuspiro—.Ellosme
hacendesearelmundo.SeñordeD’Artagnan,ossigo.En el instante en que el capitán demosqueteros iba a salir, aparecióColbert, entregó a aquél una
ordendelreyyseretiró.D’Artagnanestrujóconrabiaelpapel.—¿Quéesello?—preguntóelpríncipe.—Leed,monseñor—contestóelmosquetero.Felipeleyólassiguientespalabras,trazadasapresuradamenteporlamanodeLuisXIV:
ElseñorD’ArtagnanvaaconduciralpresoalasislasdeSantaMargarita,ylecubriráelrostroconunaviseradehierro,queaquélnopodrálevantarbajopenademuerte.
—Estábien—dijoconresignacióneldesventuradopríncipe—.Estoypronto.—Aramisteníarazón—repusoFouquetaloídodelmosquetero—;tanreyeséstecomoelotro.—¡Más!—replicóD’Artagnan—.Sólolefaltamosvosyyo.
EnelquePorthoscreequecorretrasunducado
AramisyPorthosaprovecharoneltiempoquelesconcedióFouquet.Porthosnocomprendíaparaquégénerodecomisiónleobligabanadesplegartalvelocidad;peroal
verqueAramisarreabaasucabalgadura,élnoleibaalazaga.AsíprontoseencontraronadoceleguasdeVaux,luegohubonecesidaddecambiardecaballosyorganizarunserviciodepostas.
AllífuedondePorthosseaventuróainterrogardiscretamenteaAramis.—¡Chitón! —replicó Herblay—; contentaos con saber que nuestra fortuna depende de nuestra
rapidez.ComosiPorthoshubierasidotodavíaelmosqueterosinblancade1626,siguióadelante,movidopor
lamágicapalabra«fortuna».—Vanahacermeduque—dijoenaltavozyhablandoconsigomismo.—Puedequesí—replicóAramissonriéndoseasumodo.Aramisteníalacabezahechaunvolcán,laactividaddesucuerponohabíaconseguidosobreponerse
a ladesuespírituenelcaminoreal,y libredeentregarsea lomenosa las impresionesdelmomento,Herblay vomitaba una blasfemia a cada tropiezo de su cabalgadura y a cada desigualdad del terreno.Pálidoycubiertodehirvientesudor,clavabadespiadadamentelasespuelasenlosijaresdesumontura.
Asícorrieronporespaciodeocholargashoraslosfugitivos,hastaquellegaronaOrleans.Eranlascuatrodelatarde,yAramis,alinterrogarsusrecuerdos,dioporciertoquetodapersecución
eraimposible.Admitiendolapersecución,que,porotraparte,noeramanifiesta,losfugitivosteníanunaventajadecincohorassobresusperseguidores.
ParaHerblay,nohabríasidoimprudentedescansar,peroseguiradelanteeraasegurarlapartida.Dio,pues,aPorthoseldisgustodemontarnuevamenteacaballo,yambosdevoraronelespaciohasta
lassietedelatarde,horaenqueseapearonenunaventa.NolesfaltabamásqueunapostaparallegaraBlois;perouncontratiempodiabólicovinoasembrar
laalarmaenelcorazóndeAramis.Enaquellapostanohabíacaballos.El prelado se preguntó por qué infernal maquinación sus enemigos habían conseguido quitarle el
mediodeirmásalá,aélquenoteníaporDiosalacasoyveíaentodoresultadounacausa.Peroenelinstanteenqueibaadarriendaasuenojoparaobtenerunaexplicaciónouncaballo,seleocurrióunaidea:seacordódequeelcondedeLaFerevivíaenlascercanías.
—Noviajonihagopostaentera—dijoHerblayalmaestrodepostas—.Dadme,pues,doscaballosparairavisitaraunseñoramigomíoquemoranolejosdeaquí.
—¿Quéseñor?—preguntóelmaestrodepostas.
—ElseñorcondedeLaFere.—¡Ah!—repusoelmaestrodescubriéndoseconrespeto—.Nopuedoproporcionarosdoscaballos,
puestodoslostieneacaparadoselseñorduquedeBeaufort.—¿ElseñorduquedeBeaufort?—repusoAramiscondisgusto.—Contodo—continuóelmaestrodepostas—,siosplaceservirosdeuncarretón,haréenganchara
éluncaballociegoalquesólolequedanlosremos,yasípodréisllegaracasadelseñorcondedeLaFere.
—EstovaleunLuis—repusoHerblay.—No,señor,sinounescudo.—Osdaréunescudo,peroesonomenoscabaparanadamiderechoadarosunluisporvuestrabuena
ocurrencia.—Estáclaro—repusollenodealegríaelmaestrodepostas.ElmaestrodepostasencargóaunodesusmozosdecuadraquecondujeralosforasterosaLaFere.Porthossesentóenlacarreta,juntoaAramis,ydijoaloídodeéste:—Comprendo.—¡Ah!—replicóAramis—.¿Yquécomprendéis,mibuenamigo?—VamosdepartedelreyahacerunaproposicióndegrandeimportanciaaAthos.—¡Psé!—Nomedigáis nada—añadióPorthos procurando hacer contrapeso para evitar los tumbos de la
carreta—,nomedigáisnada;adivinaré.—Esoes,adivinad.Alasnuevedelanocheyalaclaridaddeunalunadespejada,PorthosyAramisllegaronacasade
Athos.Porthosysucompañeroseapearonalapuertadelpequeñocastillo,queesdondevamosaencontrar
denuevoaAthosyaBragelonne,desaparecidosambosdespuésdeldescubrimientodelainfidelidaddeLuisa.
Sihayunamáximaverdadera, es laque rezaque losgrandesdolores encierranen sí elgermende suconsuelo.Enefecto,ladolorosaheridaabiertaenelcorazóndeRaúl,acercóaélasupadreyDiossabesi erandulces los consuelosquemanabande los elocuentes labiosydel almagenerosadeAthos.Sinembargo,nosiempreRaúlcomprendíaasupadre;yesqueparaelcorazónverdaderamenteenamorado,nadareemplazaelrecuerdoyelpensamientodelobjetoamado.EntoncesdecíaRaúlasupadre:
—Señor,cuantomedecísescierto:creofirmementequenohayquienhayasentidomásquebrantadoelcorazónquevos;perovossoisdemasiadograndeporloqueatañealainteligencia,yexcesivamenteprobado por la desventura, para no ser indulgente con la debilidad del soldado que padece por laprimeravez.Pagountributoquenovolveréapagar;porlotanto,toleradmequemeabismecuandopuedaeneldolor,quesumergidoenélmeolvidedemímismoyseaneguemicorazón.
—¡Raúl!¡Raúl!—Escuchad,señor;nuncameacostumbraréalaideadequeLuisa,lamáscastaycandorosadelas
mujerespuedahaberengañadodemaneratanvilaunhombretanhonradoytanamantecomoyo;nunca
acertaré a resolverme a ver aquel rostro apacible y angelical convertido en cara hipócrita y lasciva.¡Luisa perdida! ¡Luisa infame! ¡Ah!, señor, esto es para mí más doloroso que mi desventura, que suabandono.
Athos entonces echaba mano del remedio heroico; defendía a Luisa contra Raúl, y justificaba superfidiaconsuamor.
—Unamujerquehubieracedidoalreyporelmerohechodeserrey—decíaAthos—,mereceríaelcalificativo de infame; pero Luisa ama a Luis. Jóvenes ambos, han olvidado, el su alcurnia, ella susjuramentos.Elamortodoloabsuelve,Raúl.ElreyyLuisaseamansinceramente.
Dadaaquellapuñalada,Athos,suspirando,mirabaasuhijocomoaldolordelatremendaheridahuíaalomáscerradodelbosqueoserefugiabaensucuartodelqueunahoradespuéssalía,pálidoytrémulo,paraacercarsenuevamenteysonriéndoseaAthos,aquienbesabalamanocomoelperroqueacabadeser castigado acaricia a su amo para rescatar su falta. Raúl sólo daba oídos a su debilidad, y noconfesabamásquesudolor.
Así pasaron los días que siguieron a la escena durante la cualAthos había agitadodemanera tanviolentael indómitoorgullodelmonarca;escenasobre lacualelcondedeLaFerenodijonuncaunapalabraaRaúl,pormásqueaéstelehabríatalvezservidodeconsuelolahumillaciónporlaquepasósurival.YesqueAthosnoqueríaqueelamanteofendidoolvidaraelrespetodebidoalrey.
YcuandoBragelonne,enardecido,arrebatado,sombrío,hablabaconmenospreciodelapalabrareal,de la fe equívoca que algunos insensatos buscaban en las personas emanadas del trono; cuandoRaúlpredecíalostiemposenquelosreyesseríanmáspequeñosqueloshombres.Athosledecíaconsuvozserenaypersuasiva:
—Tenéis razón, hijomío; sucederá como decís: los reyes perderán su prestigio, como pierden suclaridadlasestrellasquehanllegadoallímitequeDioslesseñalara.Peroantesquelleguetalmomento,yaestaremosmuertosnosotros,Raúl;ynoolvidéis loquevoyadeciros:enestemundo fuerzaesquetodos, hombres, mujeres y reyes, vivamos en los presentes; sólo para Dios debemos vivir según lovenidero.
He aquí como conversaban Athos y Raúl, paseándose por la larga alameda de tilos del parque,cuando resonó la campanilla que servía para avisar al conde la hora de la comida o una visita.Maquinalmenteysindarimportanciaelsonidoqueacababadevibrar,elcondeysuhijodieronmediavuelta,yalllegaralextremodelaalamedaseencontraronenpresenciadePorthosydeHerblay.
Elúltimoadiós
RaúllanzóunaexclamacióndealegríayabrazóconternuraaPorthos,AramisyAthosseabrazaroncomoseabrazanloshombresmaduros,yaunparaelprimeroaquelabrazoequivalióaunapregunta,puesdijosintardanza:
—Amigomío,estamosaquíporpocorato.—¡Ah!—exclamóelconde.—Eltiempodeponerosaltantodemibuenasuerte—repusoPorthos.—¡Ah!—exclamóRaúl.AthosmiróaAramis,cuyoademánsombríolepareciópocoenarmoníaconlabuenanuevadeque
hablabaVallón.—¿Québuenasuerteoshatraído?—preguntóRaúlsonriéndose.—El reyme hace duque—respondió conmisterio el buen Porthos inclinándose hasta el oído del
jovenduquevitalicio.Perolosapartesdelcolosoeransiemprelobastantesonorosparaquetodoslosoyeran.
AthoslanzóunaexclamaciónquehizoestremeceraAramis,queseapoyóenelbrazodesuamigo,y,despuésdehaberpedidolicenciaaPorthosparahablaralgunosmomentosaparte,dijoalconde:
—MiqueridoAthos,estoytransidodedolor.—¡Dedolor!—exclamóelconde—;¿quédecís,miqueridoamigo?—Heaquíendospalabrasloquepasa:heconspiradocontraelrey,laconspiraciónhaabortado,ya
estahoraesindudablequemebuscan.—¡Osbuscan!…¡unaconspiración!…Pero¿quéestáisdiciendo,amigomío?—Latristeverdad.Estoyperdido.—PeroPorthos…esetítulodeduque…¿quésignificatodoeso?—Ésta es la causa demi pesadumbremayor; esta mi heridamás profunda. En la creencia de un
triunfo infalible, arrastré a Porthos en mi conjuración, a la que aplicó todas sus fuerzas, sin saberabsolutamentenada,yhoyestácomprometidoyperdidocomoyo.
—¡Diossanto!—exclamóelcondevolviéndosehaciaPorthos,queledirigióunasonrisadecariño.—Esmenesterquelocomprendáistodo—prosiguióAramis—.Escuchadme.YHerblaycontólahistoriaqueyaconocemos.—Eraunagrandeidea—repusoelconde—,perotambiénunafaltamuygrande…—Delaqueestoycastigado—exclamóAramis.—Poresonoosrevelaréporenteromipensamiento.
—Notemáisenmanifestármelo.—Puesbien,loquehabéishechovosesuncrimen.—Capital,losé;escrimendelesamajestad.—¡PobrePorthos!—dijoelconde.—¿Quéqueréisquehaga?Yaoshedichoqueeltriunfoeraseguro.—Fouqueteshombrehonrado.—Yyounnecioporhaberle juzgadotanmal—dijoAramis—.¡Ohsabiduríade loshombres!, ¡oh
muelainmensaquetrituraunmundo,yquea lomejoresdetenidaporelgranodearenaquecaenosesabecómoensusrodajes!
—Decidporundiamante,Herblay.Enfin,yaelmalnotieneremedio.¿Quépensáishacer?—Me llevo conmigo aPorthos, pues el rey nunca querrá creer que nuestro buen amigoha obrado
candorosamentecreyendoquealhacerlaquehahechoservíaasusoberano.Pagaríaconsucabezamifalta,ynoloconsiento.
—¿Adóndeoslelleváis?—PrimeramenteaBelle-Isle,queesunrefugioinexpugnable;luego,yenunaembarcaciónquetengo
preparada,nostrasladaremosaInglaterra,dondeestoybienrelacionado.—¿VosaInglaterra?—OaEspaña,dondetodavíatengomásamigos.—AldesterraraPorthos,learruináis,pueselreyconfiscarásusbienes.—Todoestáprevisto.UnavezenEspaña,arbitraré lamanerade reconciliarmeconLuisXIVyde
hacerquePorthosentrenuevamenteensugracias.—Porloqueveo,gozáisdegranvalimiento—dijoAthoscondiscreción.—Muygrande,yalserviciodemisamigos,amigoAthos—dijoAramisacompañandosuspalabras
deunsinceroapretóndemanos.—Gracias—repusoelconde.—Ypuesparecequevienerodado,perdonadqueosdigaquetambiénvosyRaúlestáisdescontentos
a causade los agraviosqueosha inferidoel rey. Imitadnuestro ejemplo.PasadaBelle-Isle, y luegoveremos…OsdoypalabradequedentrodeunmeshabráestalladolaguerraentreFranciayEspañaacausadeesehijodeLuisXIII,queestambiéninfante,yalcualFranciadetieneinhumanamente.Ahorabien,comoLuisXIVnoquerráqueporestacausaseenciendaunaguerra,osgarantizounatransaccióncuyoresultadoserálagrandezadePorthosymía,yunducadoenFranciaparavos,queyasoisgrandedeEspaña.¿Aceptáis?
—No; prefiero tener algo que echar en cara al rey; es un orgullo natural entre los demi linaje elaspiraralasuperioridadsobrelasestirpesreales.Siyohicieseloquemeproponéis,quedaríaobligadoalrey,ycuantoganaríaenlomaterial,loperderíaenmiconciencia.Gracias.
—Puesdadmedoscosas:vuestraabsolución…—Si realmente os habíais propuesto vengar al débil y al oprimido contra el opresor, os la doy,
Aramis.—Mebasta—repusoHerblaysonrojándose—.Ahora,dadmevuestrosdosmejorescaballosparael
segundorelevo,puessopretextodeunviajequeelseñordeBeauforthaceporestosparajes,meloshannegadoenelrelevocercano.
—Tendréismisdoscaballosmejores,Aramis,yosrecomiendoaPorthos.—Nadatemáis.Dospalabrasmás;¿osparecequehagoparaconélloquedebo?—Estando,comoestáhechoelmalsí;porqueelreynoloperdonaría,yluego,pormásqueéldiga,
siempre tenéis un apoyo en el señor Fouquet, que nos os abandonará, ya que no obstante su heroicocomportamiento,tambiénestámuycomprometido.
—Decísbien.Heahíporquéenvezdeembarcarmeinmediatamente,loquedaríaacomprendermitemorymeharíaculpablevoyaquedarmeenterritoriofrancés.PeroBelle-Isleseráparamíelterritorioqueyoquiera:inglés,españoloromano,todoconsisteenelpabellónqueyoenarbole.
—¿Cómoasí?—YosoyquienhafortificadoaBelle-Isle,ymientrasyoladefienda,nohabráquienpongalaplanta
enella.Ademásdeque,comovoslohabéisdichohacepoco,puedocontarconelseñorFouquet,locualquieredecirquesinelconsentimientodelsuperintendentenoatacaránaBelle-Isle.
—Esverdad.Sinembargo,sedprudente.Aramissesonrió.—OsrecomiendoaPorthos—repitióelcondeconfríainsistencia.—NuestrohermanoPorthosseguirámisuerte—repusoAramisenelmismotono.AthosseinclinóyestrechólamanodeAramis;luegoseacercóalPorthosylediounefusivoabrazo.—¿Verdadquenacíconbuenaestrella?—repusoél,embozándoseensuampliacapa.—Venid,amigomío—dijoAramis.Raúlsehabíaanticipadoparadarlasórdenesdelcasoyhacerensillarlosdoscaballos.Yaelgruposehabíadividido;yaAthosmirabaasusamigosapuntodepartir,cuandoalgoasícomo
unanieblapasópordelantedelosojosdelcondeylecayócuallosadeplomosobreelcorazón.—¡Essingular!—dijoentresíAthos—.¿DequénaceeseanhelodeabrazarnuevamenteaPorthos?PrecisamenteVallónsehabíavuelto,yseacercabaconlosbrazosabiertosasuantiguoamigo.Aquelúltimoabrazoencerrótantaternuracomoenlajuventud,comoenlostiemposenqueelcorazón
latíaconfuerza,comoenlosdíasenquelavidasepresentabacolorderosa.Porthossubiósobreelcaballo,mientrasAramissevolvíaparaecharnuevamentelosbrazosalcuello
deAthos.Éstevioasusdosamigosenelcaminorealalargarseenlasombraconsusblancascapas.Cualdos
fantasmas,losfugitivosseagrandabanaproporciónqueibanalejándose,ynofueentrelaniebla,noenlapendientedelsuelodondedesaparecieron:alfinaldelaperspectiva,AramisyPorthospareciócomoquehabíandadoconlospiesasuscuerposunimpulsoqueleshizoperderseevaporadosenlasnubes.
EntoncesyconelcorazónopresoAthosentróotravezensucasaydijoaBragelonne:—Elcorazónmedicequenovolveréaveraesosdoshombres.Derepenteatrajolaatencióndepadreehijohacialaalameda,unrumordecaballosydevoces.Algunosportaantorchasacaballosacudíanalegrementesushachasenlosárbolesdelcamino,yde
cuandoencuandovolvíanelrostroparanoalejarsedelosjinetesquelesseguían.Aquella luz, aquel ruido, el polvo que levantaban una docena de caballos ricamente enjaezados,
hicieronestupendocontrasteenmediodelanocheconladesapariciónsordayfúnebredePorthosydeAramis.
Athos entró en su casa; pero apenas hubo llegado a su terraza, cuando pareció que la verja seinflamaba,todaslasantorchassedetuvieronyabrasaronconsuclaridadelcamino.
—¡ElseñorduquedeBeaufort!—gritóunavoz.Athos,aloíraquelgrito,seabalanzóalaverja.
Beaufort
Yaelduquesehabíaapeadoybuscabaalgoalrededor.—Aquíestoy,monseñor—dijoAthos.—¡Hola!Buenasnoches,¿esmuytardeparaunamigo,queridoconde?Beaufort,delbrazodeAthosentróencasa,seguidodeRaúlqueibarespetuosaymodestamenteentre
losoficialesdelpríncipe,deloscualesmuchoseranamigossuyos.ElpríncipesevolvióenelinstanteenqueRaúl,paradejarlesoloconAthoscerrabalapuertapara
pasarconlosoficialesaunasalacontigua.—¿EseseelmozodequienheoídotantoselogiosdebocadelseñorpríncipedeCondé?—preguntó
Beaufort.—Sí,monseñor—respondióelconde.—¡Estodounsoldado!Noestádemásaquí.Decidlequesequede,conde.—Raúl,quedaos,yaquemonseñorloconsiente—dijoAthos.—¡Caramba!esgallardoyhermoso—prosiguióelduque—.¿Melodaréissioslopido?—¿Enquésentidomelopreguntáis,monseñor?—dijoelconde.—Hevenidoparadespedirmedevos.—¿Paradespediros,monseñor?—Sí.¿Noimagináispoconimucholoquevoyaser?—Loquesiemprehabéissido,monseñor;príncipevalienteycaballerocumplido.—Voyaconvertirmeenpríncipeafricano,encaballerobeduino.Elreymeenvíaahacerlaguerraa
losárabes.—¡Quédecís,monseñor!—¿Verdadqueesfenomenal?Yo,elparisienseporexcelencia,yo,quehereinadoenlosbarriosyfui
llamadoreydelosmercados,pasodelaplazadeMaubertalosminaretesdeDjidgeli;defrondistameconviertoenaventurero.
—Sivosmismonomelodijeseis,monseñor…—Nolocreeríais.Sinembargo,dadcréditoamispalabras,ydespidámonos.Estotraeelrecobrarel
favor.—¿Elfavor?—Sí.¿Ossonreís?¡Ah!miqueridoconde,¿sabéisporquéheaceptado?—PorqueVuestraAltezaanteponelagloriaatodo.—No, conde, andar amosquetazos con los salvajes no es glorioso.Yono tomo la gloria por este
lado,ylomásprobableesqueenvezdegloriaencuentreyootracosa…Peroquiseyquiero,¿oísbien,señorconde?quemividatengaestaúltimafazdespuésdehaberbrilladodetansingularmaneradurantemediosiglo.Porquenopodéismenosdeconvenirconmigo,enquenodejadesernotableelhabernacidohijoderey,haberhecholaguerraareyes,figuradoentrelosgrandesdelsiglo, llenadodignamentelosdeberesde su jerarquía, trascender aEnrique IV,y sergrande almirantedeFrancia, para ir ahacersematarenDjidgeli,enmediodeturcos,sarracenosymoros.
—Rara es vuestra insistencia sobre el particular, monseñor —repuso Athos turbado—. ¿Cómoadmitirqueunacarreratanbrillantecomolavuestravayaatenerporremateunfintanobscuro?
—¿Acasooscreéis,hombrejustoysencillo,quesiportanridículopretextovoyalÁfrica,noharépor salir de ella sin menoscabo? ¿Por ventura no haré hablar de mí? Y para que hablen de míactualmente,cuandobrillanCondé,Turenayotrostantos,¿quémequedaamí,almirantedeFrancia,hijodeEnriqueIV,reydeParís,sinohacermematar?¡Votoaldiablo!yoosjuroquehablarándemí;peseatododiosmematarán,sinoenÁfrica,enotraparte.
—Exageráis,monseñor—dijoel conde—,ynuncaoshabéismostradoexagerado sinoenpuntoalvalor.
—Valor se requiere para irse uno al arrostrar el escorbuto, la disentería, la langosta y las flechasemponzoñadas.Además,hacetiempoquelotengopensado,ycuandomedecido,eldemonioquemehagadesistir.
—QuisisteissalirdeVincennes,monseñor.—¡Hombre!,¿porventuranomeayudasteisvosasalirdeallí?Apropósito,¿dóndeestáVaugrimaud
quenoloveopormásquemiroaltodaspartes?¿Siguebien?—Vaugrimaud continúa siendo el más respetuoso servidor de Vuestra Alteza —respondió Athos
sonriéndose.Traigoparaélyporvíadelegadociendoblones.Tengohechomitestamento,conde,ycomprenderéis
quesivieranelnombredeGrimaudenmitestamento…Elduqueseechóareír;luegosevolvióhaciaRaúl,quedesdeelcomienzodeaquellaconversación
sequedóprofundamentepensativoyledijo:—Joven,meconstaqueenestacasahayciertovinodeVauvray…Raúlsalióapresuradamenteparaserviralduque;elcual,unavezasolasconelconde, le tomó la
manoylepreguntó,aludiendoaBragelonne:—¿Quépensáishacerdeél?—Porlopronto,nada,monseñor.—Ya,deresultasdelapasióndelreypor…LaValiére.—Estoes,monseñor.—¿Conque es cierto lo que dicen?…Me baila por lamente que yo he visto en alguna parte a la
muchachaesa,ysimalnorecuerdo,noeshermosa.—Noloes,monseñor.—¿Sabéisaquiénmerecuerda?—Nosé,monseñor.—Merecuerdaaunamozanomalparecida,hijadeunamujerquevivíaenelmercado.—¡Ah!—exclamóAthossonriéndose.
—¡Qué hermosos tiempos aquellos!—dijoBeaufort—. Pues sí. LaValiéreme recuerda a aquellamuchacha.
—¿Notuvounhijo?—Parécemeque sí—respondióelduquecon indolente ingenuidad,conunolvido indecible—.De
maneraqueelpobreRaúl…Eshijovuestro,¿noesverdad?—Sí,monseñor.—Demaneraqueelpobremuchachosehavistodesbancadoporelrey,yderesultas,vosyélponéis
malacaraalsoberano.—Hacemosmásqueponerlemalacara,monseñor;noshemosseparadodeél.—¿Vaisadejarquesepudraesemuchacho?Hacéismal.Dádmeloalmí.—Deseoconservarloamilado,monseñor.Notengomásqueélenelmundo,ymientrasseavengaa
permanecer…—Bien,bien—repusoelduque—.Sinembargo,yolohubierareconciliadosintardanzaconelrey.
Es de lamadera de que se hacen losmariscales de Francia, y amás de uno de su fuste, he visto yoempuñarelbastóndemariscal.
—Nodigoqueno,monseñor;perocomoelreyesquiennombraa losmariscalesdeFrancia,RaúlnuncaaceptarácosaalgunadeSuMajestad.
En esto entró Bragelonne precediendo al Grimaud, que traía en sus todavía seguras manos unasalvillaconunvasoyunabotelladelvinopredilectodelduque.
Beaufort,alverasuantiguoprotegido,exclamóconalegría:—Buenasnoches,Grimaud,¿quétalvaesasalud?Grimaud,tanllenodesatisfaccióncomosunobleinterlocutor,hizounaprofundareverencia.—¡Dosamigos!—exclamóelduquesacudiendoconrobustamanoelhombrodelhonradoGrimaud,
quehizounareverenciamásprofundaquelaprimera.—¡Cómo!,¿unsólovaso,conde?—repusoBeaufort.—SólobeberéconVuestraAltezasiVuestraAltezasedignainvitarmeaquelohaga—contestócon
noblehumildadAthos.—¡ViveDios!quehabéishechobienennohaberhechotraermásqueunvaso—replicóelduque—;
asíbeberemoslosdosenélcomodoshermanosdearmas.Vosprimero,conde.—Puesosdignáishacermetalfavor,hacédmeloporentero—dijoAthosapartandoconsuavidadel
vaso.—Soisungrandeamigo—repusoBeaufort,quebebióyentregóelvasodeoroasucompañero—,
pero como todavía tengo sed, quierohonrar a esegarridomozoque está ahí enpie.—YvolviéndosehaciaRaúl,añadió—:Ladichavaconmigo,vizconde;mientrasbebáisenmivaso,deseadalgo,yacabeconmigolapestesinoveiscumplidovuestrodeseo.
ElduquetendióelvasoalBragelonne,quehumedecióprecipitadamenteenelvinoloslabiosydijoconigualpresteza:
—Deseoalgo,monseñor.ARaúllebrillaronconfuegosombríolosojos,seleencendieronlasmejillas,ysesonriódemodo
quellenódeespantoalAthos.—¿Quédeseáis?—preguntóBeaufort sentándose en el sillón,mientras conunamano entregaba la
botellayunabolsaaGrimaud.—¿Meprometéisaccederamideseo,monseñor?—Desdeluego,puestaleslopactado.—PuesdeseoacompañarosaDjidgeli,monseñor.Athossepusopálidoynopudoocultarsuturbación.—Esdifícil,muydifícil,miqueridovizconde—repusoelduquebajandolavozydespuésdehaber
miradoalsuamigocomoparaayudarleapararaquelgolpeimprevisto.—Perdonad, monseñor, he sido indiscreto—repuso Bragelonne con voz firme—; pero como vos
mismomehabéisinvitado…—¿Aquemedejarais?—atajóelconde.—Señor,¿cómopodéiscreer…?—¡Quécaramba!—exclamóelduque—.Elvizcondetienerazón.¿Quévaahaceraquísinomorirse
detristeza?Raúlsesonrojó;peroelpríncipe,enardecido,prosiguió:—Laguerraesdestrucción,enellaseganatodo,ysólosepierdeunacosa,lavida,yentoncestanto
peor.—Esdecir,lamemoria—repusoRaúlconviveza—,esdecir,tantomejor.Mas al ver queAthos se levantaba y abría la ventana, el joven se arrepintió de las palabras que
acababadepronunciar.El acto del conde sin duda escondía una emoción; Raúl se abalanzó a su padre, que ya había
devoradosudolor,puesreaparecióenelcampodeluzdelasbujíasconelrostroserenoeimpasible.—¿En qué quedamos?—preguntó el duque—, ¿se viene o no se viene conmigo? Si se viene le
nombromiedecán,yosprometomirarlocomoahijo,conde.—¡Monseñor!—exclamóRaúlhincandounarodilla.—Monseñor—repusoAthosasiendolamanoalduque—,Raúlharáloquemejorleplazca.—No,sinoloqueosplazcaavos,señor—replicóelvizconde.—Vaya,vaya—dijoBeaufort—,aquínohaycondenivizcondequevalgan.MellevoalBragelonne.
Lamarinaleabreunacarrerabrillantísima,amigomío.Raúlentendió,yrecobrósuserenidad,ynovolvióaproferirpalabra.Alverloavanzadodelahora,Beaufortselevantóydijoapresuradamente:—Tengo prisa; pero a quien me diga que he perdido el tiempo conversando con un amigo, le
responderéqueencambiohehechounabuenaadquisición.—Con perdón, señor duque—repusoBragelonne—, pero no digáis nada respecto demí al rey, a
quiennoestoydispuestoaservir.—¿Aquién, pues, vas a servir si no al rey,muchacho?—objetó el duque—.Pasaron ya aquellos
tiemposenquepodíashaberdichoqueservíasaBeaufort.Hoy,grandesychicos,servimosalrey;poreso si sirves en mis naves, no valen subterfugios, mi querido vizconde, a quien servirás será a SuMajestad.
Athosaguardabaconciertaalegríaimpacientelamaneracómoibaaescaparsedeaquelcallejónsinsalidaelvizconde,enemigoirreconciliabledelrey,surival.ElpadrecreíaqueelobstáculoahogaríaeldeseoycasiestabaagradecidoalBeaufort, cuya ligerezaocuyagenerosa reflexiónacababadeponer
otravezendudalapartidadeunhijosuúnicogozo.PeroRaúlcontestóconvozfirmeysosegada:—Yayohabíaresueltoenmiánimolaobjeciónquemehacéis,señorduque.Puesmehacéislagran
merceddellevarmeconvos,serviréenvuestrasnaves,peroenellasserviréaunamomáspoderosoqueelrey:aDios.
—¡ADios!—exclamaronaunaAthosyelpríncipe—.¿Cómo?—Mi intenciónesprofesaryhacermecaballerodeMalta—prosiguióBragelonne,vertiendounaa
unasuspalabras,másheladasquelasgotasdesprendidasdelosnegrosárbolesdespuésdelastormentasinvernales.
Aesteúltimogolpe,Athossetambaleó,elpríncipesesintióconmovido,yGrimaudexhalóunsordogemido y dejó caer la botella, que se hizo añicos en la alfombra sin que ninguno de los presentes loadvirtiera.
Beaufortmiródehitoenhitoalvizconde,ypormásqueésteteníalosojosclavadosenelsuelo,leyóensusfaccionesunaresolucióninquebrantable.
En cuanto aAthos, conocedor como era del alma tierna e inflexible de su hijo, no contó hacerledesviardelcaminoqueacababadetrazarse.
—Conde—dijoBeaufort tendiendo lamano aAthos—,dentro de dos días salgoparaTolón. ¿OsveréenParísparasabervuestraresolucióndefinitiva?
Tendrélahonradeiralláparadaroslasgraciasportodasvuestrasbondades.—Nodejéisdellevarosalvizconde,tantosimeacompañaalÁfricacomono—añadióelduque—;
tienemipalabra,ynolepidosinolavuestra.Despuésdehaberderramadounpocodebálsamoenlaheridaabiertaenaquelcorazónpaternal,el
duquediountiróndeorejasaGrimaud,queparpadeabamásquedecostumbre,yenlaterrazasereunióconsuescoltaysealejó.
Preparativosdemarcha
Athos,hombre fuertepor excelencia,noperdiómás tiempoencombatir la inmutable resoluciónde suhijo; al contrario, empleó los dos días que el duque concedió en hacer preparar cuidadosamente elequipajedeRaúlporelbuenGrimaud,queseaplicóalatareaconelcariñoylainteligenciaquetodossabemos.
Elcondemandóasufielcriadoqueunavezpreparadoslosequipajes,salieseparaPaís,yparanoexponerse a hacer esperar al duque, o, a lo menos, a que Raúl fuese tachado de reacio si el duqueadvertíasuausencia,aldíasiguientedelavisitadeBeaufortemprendióconsuhijoelcaminodeParís.
AthossedirigióacasadePlanchetparasaberdeD’Artagnan;alllegaralacalledelosLombardos,seencontróconqueenlatiendadeldroguerohabíagranmovimiento,peronooriginadoporlaventaolallegadademercancías.Planchetnooficiaba,comodecostumbre,entresacosybarriles.No.Unsirviente,conlaplumaenlaoreja,yotroconunalibretaenlamano,trazabancifrasysumas,mientrasuntercerocontabaypesaba.
Tratábasedeuninventario.Athos,quenoeracomerciante,yveíaquedespedíanamuchosparroquianos,sepreguntósiél,que
nadateníaquecomprar,seríaallíimportuno.Asípues,seacercóaunodelossirvientesyledijocontodafinurasipodíahablarconelseñorPlanchet.
—Estádandolaúltimamanoasusmaletas—respondióelinterpelado.—¡Cómo!¿SevaelseñorPlanchet?—Sí,señor,dentrodepoco.—PueshacedmelamerceddedecirlequeelseñorcondedeLaFeredeseahablarconél.Unodelosempleados,sindudaacostumbradoaoírpronunciarconelmayorrespetoelnombredel
condedeLaFere,fueaavisarinmediatamenteaPlanchet.Planchet,dejósuocupaciónyacudióapresuradamente,diciendoconverdaderaalegría:—¡Ah!señorconde,¿québuenaestrellaostrae?—MiqueridoPlanchet—repusoAthos—,metraeeldeseodesaberdevos…¡Peroenquétráfagoos
encuentro!Estáisblancocomounmolinero¿Dóndeoshabéismetido?—¡Ah!, ¡diantre!cuidado, señorconde,cuidado,noosacerquéisamíhastaquemehayasacudido
bien.—¿Porqué?Harinaopolvonohacenmásqueblanquear.—No,no,esoqueveisenmisbrazosesarsénico.—¿Arsénico?
—Sí,señorestoyhaciendomisprovisionesparalosratones.—Esverdad,enunatiendacomoestalosratonesabundan.—Nomeocupédeestatienda,señor;conde:losratonessehancomidoenellamásquemecomerán.—¿Quéqueréisdecir?—Podéishaberlovisto,señorconde:hacenmiinventario.—¿Osretiráis?—Sí,señorconde,traspasomitiendaaunodemisempleados.—¿Conqueyaestáisbastanterico?—Lehe tomadoaversióna laciudad,nosésiporqueenvejezco,yporque,alenvejecer,comome
dijo una vez el señor deD’Artagnan, uno piensa conmás frecuencia en la juventud; pero hace algúntiempoqueelcampoylahuertameatraen.—Yacompañandodeunasonrisauntantopresuntuosa,añadió—:Enmismocedadesfuicampesino.
—¿Vaisacompraralgunastierras?—preguntóAthos.—UnacasitaenFontainebleauyunasveintefanegasenlosalrededoresdeella.—Osdoymienhorabuena.Planchet.—Peroestamosmuymalaquí,señorconde;esemalditopolvooshacetoser,ynoquieroenvenenaral
máscumplidocaballerodelreino.—Sí,hablemosaparte—dijoAthos—:envuestrahabitación,porejemplo,porquetendréisuncuarto
particular…—Esverdad,señorconde.—¿Arribatalvez?—repusoAthosfingiendosubiralverturbadoaPlanchet.—Esque…—objetóeldroguerovacilando.Athos interpretó mal la vacilación de Planchet, y atribuyéndola al temor de éste de ofrecer una
hospitalidadpocodignaalhuésped,prosiguióadelante,diciendo:—Noimporta,yasabemosquelahabitacióndeuntendero,enestebarrio,nopuedeserunpalacio.
Vaya,subamos.Raúlprecedióasupadreyentró,peroalmismopuntoresonarondosexclamaciones,yaunpodemos
decirtres,yunadeellasmásagudaquelasdemás,comolanzadaporunamujer.Laotraexclamación,desorpresa, salió de boca de Raúl, que, no bien la hubo proferido, cerró la puerta. La tercera fue deespanto,ylaexhalóPlanchet,puesdiounpasoparadescenderdenuevo.
—¿Laseñora?…—repusoAthos—.Perdonad,miamigo,ignorabaqueaquíarribatuvieseis…—EsTruchen—añadióPlanchetunpocosonrojado.—Quienquieraquesea,mibuenPlanchet,perdonadnuestraindiscreción.—No,no,ahorayapodéissubir,señores.—¿Paraqué?—repusoAthos.—Laseñorayaestáavisada,yhabrátenidotiempo…—NoPlanchet.Adiós.—Nomedeis el disgusto de quedaron en la escalera, señores, ni de salir demi casa sin haberos
sentado.—Dehabersabidonosotrosqueahíarribahabíaunadama—dijoAthosconsuhabitualserenidad—
oshabríamospedidopermisoparasaludarla.
Planchet quedó tan cortado por aquella exquisita impertinencia, que forzó el paso y abrió por símismolapuertaparahacerentraralcondeyasuhijo.Truchen,yacompletamentevestidacontrajedetenderaricaycoqueta,ymirandoconsusojosalemanesconmezcladefrancésalosreciénllegados,hizoacadaunodeéstosunareverenciaysebajóalatienda,aunquenosinanteshaberpegadoeloídoalapuertaparasaberquédiríandeellaaPlanchetloshidalgosvisitadores;perocomoAthosselofiguró,nodijounapalabrarespectodelparticular.EncambionotuvootroremedioqueescucharaPlanchet,quelecontósusidiliosdefelicidad,traducidosenunlenguajemáscastoqueeldeLongo,yacabódiciendoqueTruchenhabíahechoelencantodesuedadmadura,y traído labendiciónasusnegocios,comoRuthaBooz.
—Sóloosfaltanherederosdevuestraprosperidad—repusoAthos.—Situvieseuno,noletocaríanmenosdetrescientasmillibras—replicóPlanchet.—Pues esmenester que lo tengáis—dijo sosegadamente Athos—, para que no se pierda vuestra
fortunita.Lapalabra«fortunita»pusoaPlancheten su fila, comoenotro tiempo lavozdel sargentocuando
aquélerapiquerodelregimientodelPiamonte,dondelocolocóRochefort.AthoscomprendióqueeldroguerosecasaríaconTruchen,yqueformaríaunárbolgenealógico.Y
esto lepareció tantomásevidente,cuandosupoqueel sirvienteaquienPlanchetvendíasu tiendaeraprimodeTruchen,encarnadocomounalelí,deencrespadoscabellosycargadodehombros.
ElcondedeLaFere sabíacuántopuedeydebesaberse sobre la suertedeundroguero.Porque laverdadesqueAthoscomprendió,ydijosintransición:
—¿DóndeestáelseñordeD’Artagnan,quenolehanencontradoenelLouvre?—Hadesaparecido,señorconde.—¡Desaparecido!—exclamóAthosconsorpresa.—Yasabemosloqueestosignifica,señorconde.—Noyo.—CuandoelseñordeD’Artagnandesaparece,essiempreporalgunacomisiónoalgúnnegocio.—¿Oshadichoalgo?—Nuncamedicenada.—Sinembargo,tiempoatrássupisteissuviajeaInglaterra.—Acausadelaespeculación—replicóatolondradamentePlanchet.—¿Quéespeculación?—Quierodecir…—protestóPlanchet.—Bien, bien, vuestros asuntos, así como los de vuestro amigo, nada tienen que ver; sólo me ha
llevadoainterrogaroselinterésqueelseñordeD’Artagnannosinspira.Ahorabien,comoelcapitándemosqueterosnoestáaquí,ynopodéisdecirnosdóndeestá,nosvamos.HastalavistaPlanchet.
—Señorconde—dijoeldroguero—,querríapoderdeciros…—Deningúnmodo,nosoyyoquienrecrimineladiscreciónaunservidor.Esta palabra «servidor» hirió al semimillonario Planchet; pero el respeto y su natural bondad se
sobrepusieronalorgullo.—NoesindiscretodecirosqueelseñordeD’Artagnanestuvoaquíelotrodía—repusoeldroguero
—,yquepasólargashorasconsultandounmapa.
—Tenéisrazón,amigomío;nodigáismás.—Ycomopruebaaquíestáelmapa—añadióPlanchet.Ypresentó,enefecto,alcondedeLaFere,unmapadeFrancia,enelcuallamiradaexpertadeaquél
descubrióunitinerariopunteadoconpequeñosalfileres.Athossiguióconlamiradalosalfileresylosagujeros,yvioqueD’Artagnandebíahabertomadola
direccióndelMediodía,haciaelMediterráneo,delladodeTolón,hastalasinmediacionesdeCannes.ElcondesedevanabalossesosparaadivinarquéibaahacerD’ArtagnanenCannes,yquémotivos
podíatenerparairaobservarlasmárgenesdelVar;peronadasacóenclaro.—Noimporta—dijoRaúl,quetampocoatinóenelporquédelviajedelmosquetero,ydirigiéndosea
supadre,quesilenciosamenteyconeldedolehacíacomprenderlamarchadeD’Artagnan—;noimporta,sepuedeconfesarquehayunaprovidenciasiempreocupadaenacercarnuestrodestinoaldelseñordeD’Artagnan.ElvahaciaCannesyvos,señor,meacompañáis,alomenos,hastaTolón.Estadsegurodequemásfácilmenteloencontraremosennuestrocaminoqueenestemapa.
Despidiéndose de Planchet, que estaba reprendiendo a sus dependientes, y con ellos al primo deTruchen, su sucesor, los dos hidalgos salieron para encaminarse a casa del duque deBeaufort, y a lapuertadeladrogueríavieronuncoche,depositariofuturodelosencantosdeTruchenydelastalegasdeldroguero.
ElinventariodeM.deBeaufort
NolefaltabamásaAthosquevisitaralduquedeBeaufortyponersedeacuerdoconélparalapartida.ElduqueestabaespléndidamenteinstaladoenParís;teníaelsoberbioboatodelascolosalesfortunas
quealgunosancianosrecordabanhabervistoflorecerentiempodelasliberalidadesdeEnriqueIII.Enaquelreinadohuboseñoresqueverdaderamenteestabanmásricosqueelmonarca,ysabiendoellosesto,usabandesusriquezas,ysedabanelgustodehumillarunpocoasurealmajestad.
AquéllafuelaegoístaaristocraciaalacualRichelieuobligóacontribuirconsusangre,subolsaysusreverenciasaloquedesdeentoncessellamó«elserviciodelrey».
Desde Luis XI, el terrible segador de grandes, hasta Richelieu, ¡cuántas familias habían vuelto alevantarlacabeza!Perotambién¡cuántasladoblaronparanovolveralevantarlajamás,desdeRichelieuaLuisXIV!PeroBeauforthabíanacidopríncipe,ydeunasangrequenoderramaenlospatíbulos,sinoesporsentenciadelospueblos.
Este príncipe conservó, pues, sumodo de vivir con esplendidez. ¿Cómo pagaba sus caballos, suscriadosy sumesa?Nadie lo sabía,yélmenosque losdemás.Peroenaquel tiempo loshijosdel reygozabandeunprivilegio,yesquepersonaalgunasenegabaaconvertirseenacreedordeellos,yaporrespeto,yapordevoción,obienporqueesperabancobraralgúndía.
AthosyRaúlencontraronlacasadelprínciperevueltacomoladePlanchet.Tambiénelduquehacíainventario,esdecirquedistribuíaasusamigos,asusacreedores,todocuanto
devalorhabíaensucasa.Paraencontrarlaentoncesenormecantidaddedosmillones,queelduquejuzgónecesarioreunirpara
encaminarsealÁfrica,distribuíaasusantiguosacreedoresvalijas,armas,joyasymuebles,locualeramásmagníficoquevender,ylereportabaeldoble.
Enefecto,¿quéhombreaquienunodebediezmillibrasseniegaallevarseunregalodeseismil,quetiene elmérito de haber pertenecido al descendiente de Enrique IV, y después de haberse llevado elregalo,nodaotrasdiezmillibrasatangenerososeñor?
Yasífue.Elduquelevantólacasa;lacualnonecesitaunalmirantesilatieneabordo.Además,sedeshizodesusarmassuperfluas,puesibaavivirentrecañones,ydesusjoyas,quelamarpodíadevorar;peroencambioteníaensuscofrestresocuatrocientosmilescudos.
Yentodaspartes,enlacasa,habíapersonasquecreíanrobaramansalva.Ellodabatodo.Lafábulaorientalenqueunárabesaqueandounpalacioseapoderódeunaollaencuyofondohabíaunsacodeoro,y a quien todos dejaron pasar sin inconveniente, era una verdad en casa del duque. Todos estabancontentosconllevarsealgo.
Beaufort acabópordar suscaballosyvació susgraneros.Además, secreíaque si elduquehacíaaquelloeraporqueesperabahallarmayorfortunaentrelosárabe.
Heaquílasituación,delaquesediocuentaalinstanteconsumiradainvestigadoraelcondedeLaFere.
ÉsteencontróalalmirantedeFranciaunpocoaturdido,puesacababadelevantarsedeunamesadecincuentacubiertosdondesebebióenabundanciaa laprosperidadde laexpedición,yal llegara lospostres,seabandonaronlosrestosaloscriadosylosplatosvacíosaloscuriosos.
Beaufortsehabíaembriagadoaunaconsuruinayconsupopularidad.—He aquími edecán—exclamó el duque al ver aAthos y a Raúl—. Por aquí, conde; por aquí,
vizconde.Athosbuscóunpasoaltravésdelosmontonesderopablancaydevajillaquecubríanelsuelo.—Heaquívuestracomisión—dijoelpríncipeaRaúl—.Yolahabíapreparadocontandoconvos.Id
pordelantehastaAntibes.¿Conocéiselmar?—Sí,monseñor,heviajadoconelpríncipedeCondé.—Bueno.Hacedquetodaslasgarrabasesténdispuestasparaescoltarmeyconducirmisprovisiones.
Urgequeelejércitopuedaembarcarse,amástardar,dentrodequincedías.—Asísehará,monseñor.—Estaordenosconfiereelderechodevisitayderequisaentodaslasislascercanasalacosta.En
ellasharéislaslevasylasrequisasqueenminombreosplazcahacer.—Estábien,señorduque.—Ycomosoisactivoytrabajáismucho,necesitáismuchodinero.—Yocreoqueno,monseñor.—Puesyoesperolocontrario.Mimayordomohaextendidounaslibranzasdeamillibrascadauna,
pagaderasenlasciudadesdelMediodía.Verosconélyosdarácien.—Conservadvuestrodinero—repusoAthosinterrumpiendoalpríncipe—parahacerlaguerraalos
árabes,tantosenecesitadelorocomodelplomo.—Puesyoquieroensayar lopuesto—replicóelduque—,ademásdequeyaconocéismimodode
pensarrespectodelaexpresión:muchoruido,muchofuego,ysiesmenester,desapareceréentreelhumo.Avososretengo,miqueridoconde.
—No,monseñor,mevoyconRaúl;lacomisiónquelehabéisencargadoesdifícilypenosa,yporsísolo le costaría demasiado trabajo llenarla.Vos no notáis,monseñor, en que acabáis de conferirle unmandodeprimerorden.
—¡Bah!—¡Yenlamarina!—Esverdad;perounhombrecomoélhacecuantosepropone.—Monseñor,enningúnotrohombrehallaréismáscelo,másinteligenciaymásvalentíaqueenRaúl;
perosinopudieseefectuarseelembargodelejércitoeneldíaquetenéisdispuesto,nadiemásquevostendríalaculpadesemejantecontratiempo.
—¡Toma!,¿puesnomeestáriñendomiamigo?—Monseñor, para avituallar una escuadra, para concentrar una cuadrilla, para reclutar a los
marineros,unalmirantenecesitaríatresmeses,yRaúlescapitándecaballería,ynoleconcedéismásque
dossemanas.—Puesyoosdigoqueéllohará.Tambiénlocreoyo;peroleayudaré.—Yahecontadoconvos,yaúnesperoque,unavezenTolón,noledejaréispartirsolo.—¡Ah!—exclamóAthosmoviendolacabeza.—¡Paciencia!¡Paciencia!—Convuestralicencia,monseñor.—¿Osvais?GuárdeosDiosylasuerteosayude.—Adiós,monseñor,yquetambiénosseapropicialafortuna.—Bien,empiezalaexpedición—dijoAthosasuhijo—.Nohayvíveres,nireservas,niflotillade
carga.¿Quévanahacer?—Sitodoshacenloqueyo—repusoRaúl—,nofaltaránlasvituallas.
Lafuentedeplata
El viaje fue agradable. Athos y su hijo atravesaron toda Francia a razón de quince leguas por día.EmplearonquincedíasenllegaraTolónyperdieronlashuellasdeD’ArtagnanenAntibes.
Hayquecreerqueelcapitándemosqueterosquisoguardarelincógnitoenaquellosparajes;porquede los informes que tomóAthos, obtuvo la seguridad de que habían visto al jinete que él describió,cambiarcaballosporuncochecuidadosamentecerradoquetomóhaciaAviñón.
RaúlsintiómuchonoencontraraD’Artagnan;yesqueasutiernocorazónlefaltabaladespedidayelconsuelodeaquelcorazóndeacero.
Athos sabía por experiencia que D’Artagnan se volvía impenetrable cuando estaba metido en unnegocioserio,yaporcuentapropiaoenserviciodelrey,yauntemíaofenderasuamigooperjudicarlo,tomando demasiados informes. Sin embargo, cuando Raúl empezó su labor de clasificación para laflotilla,yconcentrólasgabarrasyalijadoresparaenviarlosaTolón,unodelospescadoresdijoalcondequesubarcaestabaenreparacióndespuésdeunviajehechoporcuentadeunhidalgoaquienapremiabamuchoembarcarse.
ImaginándoseAthosqueaquelhombrementíaparaquedarlibreyganarmásdineropescando,unavezsuscompañeroshubiesenpartido,insistióparaconseguirpormenores.
Elpescadordijoentoncesqueunosseisdíasantes,yduranteunanoche,unhombrelehabíaflotadosubarcaparatrasladarsealaisladeSanHonorato.Cerróseeltrato,peroelhidalgollegóconunagrancajade coche, a la que se empeñó en embarcar, pese a las dificultades que presentaba tal operación. Elpescador quiso desdecirse, y amenazó, y en pago recibió una paliza furiosamente descargada por elhidalgo.Elpescadoracudió,refunfuñando,alsíndicodesuscofradesdeAntibes,loscualesadministranjusticiaentresíyseprotegen;peroelhidalgoexhibióciertopapel,alverelcualelsíndico,haciendounareverencia hasta el suelo, conjuró al pescador a obedecer y le echó un sermón por habersemostradorecalcitrante.
—Entonces—prosiguióelpescador—,notuvemásremedioquepartirconelcargamento.—Bueno—replicóAthos—,perohastaaquínadajustificaloquehabéisdichorespectodelestadode
vuestraembarcación.—Aesovoy,señor.PuselaproaalaisladeSanHonorato,obedeciendoalaordendelhidalgo;pero
cambiandoéstedeparecer,seempeñóenquenopodríamospasarporelsuddelaabadía.—¿Porquéno?—PorquefrentealatorrecuadradadelosBenedictinos,hacialapuntadelsur,estáelbancodelos
«Monjes»,aflordeaguaybajoella,pasopeligroso,peroqueyolohesalvadomilveces.Elhidalgome
pidióquelodesembarcaraenSantaMargarita.—¿Yqué?—¿Y qué, señor? —exclamó el pescador con dejo provenzal—. ¿Somos o no somos marinos?
¿Conocemoselpasoosóloservimosparameternosenaguadulce?Yomeobstinéenpasar,yelhidalgo¿quéhizo?Meechó lasmanosalcuelloymedijoque ibaaestrangularme.Entoncesmisegundoyyoempuñamossendashachasparavengarnosdelaafrentadelanoche,peroelhidalgotiródesuespadaylaesgrimiótanaprisa,queeldemonioqueloacercaraaél.Yoibaalanzarleelhachaenlacabeza,locualestabaenmiderecho,¿verdad,señor?,porqueunmarinoabordoesrey,comounciudadanoloesensucasa;comohedicho,ibayoalanzarlemihachaalacabeza,cuandoprontamenteycreedmesiqueréis,aquellacajadecarroza seabriónosécómo,ydeella salióunaespeciede fantasma,cubiertaconuncasconegroyunamáscaranegra;algoquemetíaespantoynosamenazabaconelpuño.
—¿Quiénera?—preguntóAthos.—Eldemonio,señor,porqueelhidalgo,alverlo,dijocongranalegría:«Graciasmonseñor».—¡Essingular!—exclamóelcondemirandoaRaúl.—¿Quéhicisteisvosentonces?—preguntóBragelonnealpescador.—Yacomprenderéis,señor,quedoshombrescomonosotros,éramospocoscontradoshidalgos;pero
¡contraeldiablo!,¡digo!Micompañeroyyonosconsultamos;pero,comosilohubiéramoshecho,nosechamosdecabezaalagua,asieteuochocientospiesdelacosta.
—¿Yentonces?—Entonces, señor, como soplaba el viento fresco del suroeste, la barca siguió avanzando y fue a
pararalaplayadeSantamargarita.—Pero¿ylosviajeros?—¡Bah!noos inquietéis.Y lapruebadequeelunoeraeldemonioyprotegíaalotro,estáenque
cuandollegamosanadoadondelabarca,envezdeencontraraquellosdoshombresdesmenuzadosporelchoque,noencontramosnada,nisiquieralacarroza.
—¡Esextraño!¡Esextraño!—repitióelconde—.¿Yquéhicisteisluego,amigomío?—¿Quéhice?MequejéalgobernadordeSantamargarita,quesellevóeldedoalabocaymedijo
quecomoyofueseotravezaélconsemejantescuentos,meharíaazotar.—¿Elgobernador?—Sí, señor;ymibarcahechaastillas, puesdejó toda laproaenel cabodeSantaMargarita, y el
carpinteromepidecientoveintelibraspararepararlaavería.—Bueno—repusoBragelonne—,quedáiseximidodeservicio.Podéismarcharos.—¿VamosaSantaMargarita,Raúl?—preguntóluegoAthos.—Sí,señor;porquehayqueponeralgoenclaro,ydeseguroelhidalgoesD’Artagnan;ensumodode
obrarleconozco.Aquelmismodía,AthosysuhijopartieronparaSantaMargaritaabordodeunquechemarínquepor
ordendeellosvinodeTolón.Laimpresiónquesintieronaldesembarcarfuemuyagradable.Laislaestaballenadefloresyfrutas.
Los naranjos y los granados doblaban sus ramas bajo el peso de los frutos; y toda la parte cultivadaservíadejardínalgobernador.
Laislaestabadeshabitada.Teníaunaensenadadondepodíanrefugiarsepequeñasembarcaciones,y
dondeibanloscontrabandistasadepositarsusmercancías,loqueelgobernadorlespermitía,contalquenocortasen,nitocasenlasplantas.
Asíesquelaguarnicióndelaislasólosecomponíadeochohombresqueguardabanunafortalezacondocecañonesenmohecidos.Lafortalezateníaunprofundofosoytrestorrecillasunidasentresíporterraplenes.
CuandoAthosyRaúl llegarona la isladeSantaMargarita,eraelmediodía.Siguieronla tapiadelvergel, bajo un sol abrasador. Todo era calma y silencio, todo dormía pesadamente; como el martranquilo, lashojasde losárboles inclinadase inmóviles, sosteníanunaquietud sofocante,yhasta losinsectosdormíanensuscuevas.
Los viajeros no encontraron a nadie que pudiera conducirles ante el gobernador. Sólo Athos viocruzarunsoldadoporlosterraplenes,llevandounacesta,yvolviendosinella.
DeprontoAthosoyóquelellamaban,yallevantarlacabezavioenelvanodeunaventanaenrejada,algo blanco, comounamanoque semovía, un no sé qué deslumbrador, comoun armaherida por losrayos del sol, y antes que pudiese enterarme, llamó su atención desde la torre al suelo una ráfagaluminosayungolpesecoenelfoso.Elobjetoqueprodujolaráfagaluminosayelgolpe,eraunafuentedeplata,querodóhastalacandentearena,adondefueRaúlarecogerla.
Lamanoquelanzólafuentedeplatahizounaseñaalosdoshidalgosydesapareció.EntoncesRaúlyAthos miraron con atención la fuente cubierta de polvo, y en el fondo de ella descubrieron unoscaracterestrazadosconlapuntadeuncuchilloyquedecían:«SoyhermanodelreydeFrancia.Presohoy,mañanaestaré loco.Caballerosfrancesesycristianos, rogadaDiosporelalmay larazóndelhijodevuestrosseñores».AAthosselecayódelasmanoslafuente,mientrasRaúlseesforzabaendescifrarelsentidomisteriosodeaquellaslúgubrespalabras.
Enaquelmismo instanteyde loaltode la torrepartióungrito.Raúl,velozcomoel rayo,bajó lacabezayobligóasupadreaquehicieselomismo.Enlacrestadelamurallaacababaderelucirelcañóndeunmosquete,delcualpartióunablancahumareda,yaseispulgadasdeloshidalgosvinoaaplastarseunabalacontraunapiedra.Traselprimermosqueteaparecióotroquetambiénapuntó.
—¡Votoaldiablo!—gritóAthos—.¿Seasesinaalagenteaquí?¡Bajad,cobardes!—¡Bajad!—repitióBragelonneamenazandoconelpuñoalosdelcastillo.Elqueibaadispararelsegundomosquetazo,respondióa lasvocesdelcondeyRaúlconotrasde
sorpresa, y como su compañero sedisponía a continuar el ataquey tomóelmosquete cargado, el queacababadegritarlevantóelarma,yeltirofuealaire.
AthosyRaúl,alverque losque lesatacarondesaparecíande laplataforma,creyeronquebajabanparaatacarlesdefrente,yaguardaronapiefirme.
Apenastranscurridoscincominutos,sonóuntamborllamandoalosochosoldadosdelaguarnición,quesevinieronalotroladodelfosoconmosquetes,almandodeunoficialenquienRaúlconocióalquehabíadisparadoelprimermosquetazo.Aqueloficialordenóasussoldadosquepreparasenlasarmas.
—¡Nos van a fusilar!—exclamóBragelonne—.A lomenos desenvainemos y saltemos al foso, ymuchoseráquecadaunodenosotrosnomatemosaunocuandohayandescargado.
YaRaúl,añadiendolaacciónaldicho,ibaasaltar,seguidodeAthos,cuandoasusespaldasresonóunavozconocidaquellamó:
—¡Athos!¡Raúl!
—¡D’Artagnan!—respondieronlosdoshidalgos.—¡Milrayos!¡Abajolasarmas!—gritóelcapitánalossoldados—.Yaestabayosegurodeloque
decía.Lossoldadosbajaronsusmosquetes.—Pero—preguntóAthos—,¿sinavisarnosfusilan?—Erayoquienibaafusilaros—replicóD’Artagnan—,ysielgobernadornohubierahechoblanco,
lohubierahechoyo,amigosmíos.Esunasuertequeyohayatomadolacostumbredeapuntarcontodaclama,envezdehacerloinstintivamente.Alapuntarosmehaparecidoconoceros,y¡quédicha,amigosmíos!
—¡Cómo! —exclamó el conde—, ¿el que ha disparado contra nosotros es el gobernador de lafortaleza?
—Enpersona.—¿Porquéhadisparado?¿Quélehemoshecho?—¡Votoaldiablo!Habéisrecogidoloqueoshatiradoelpreso.—Esverdad.—Elpresohaescritoalgoenlafuente,¿noescierto?—Sí.—Me lo temí—repuso D’Artagnan dando muestras de la mayor inquietud y apoderándose de la
fuenteparaleerloqueenellahabíaescrito;y,palideciendolanzóunaexclamacióndeangustiayañadió—:¡Silencio!Aquíestáelgobernador.
—¿Quévaahacernos?—repusoBragelonne.—Callaos,porDios—dijoD’Artagnan—.Si sospechanque sabéis leer,habéis comprendido,por
másqueyoosquieracontodamialmaymehagamatarporvosotros…—¿Qué?—preguntaronaunaAthosyRaúl.—Noossalvarédeunencierroperpetuopormuchoquelogresalvarosdelamuerte.Repito,pues,
¡silencio!Elgobernadoratravesóelfosopormediodeunpuentecillodetablas,ypreguntóaD’Artagnan:—¿Quéosdetiene?—Soisespañolesynocomprendéispizcadefrancés—dijoelgascónenvozbajaasusamigos.Y
volviéndose hacia el gobernador, añadió en voz alta—: ¿No os lo dije? Estos caballeros son doscapitanesespañolesaquienesconocíenIpreselañopasado…Noentiendenelfrancés.
—¡Ah!—repusoconatenciónelgobernadoreintentandoleerloscaracteresdelafuentedeplata.YalverqueD’Artagnanselaquitabaparaborrarlosconlapuntodesuespada,exclamó—:¿Quéhacéis?¿Conqueyonopuedoleer?…
—Es un secreto de Estado —dijo el mosquetero—; y como sabéis que por orden del rey estácondenado a muerte el que lo sepa, no hallo reparo en que leáis lo que dice la bandeja, peroinmediatamentedespuésoshagofusilar.
MientrasD’Artagnanprofería,entreformaleirónico,aquelapóstrofe,AthosyRaúlguardabanelmásimpasiblesilencio.
—Es imposible que esos caballeros no comprendan a lo menos algunas palabras —repuso elgobernador.
—¡Bah!Aunquecomprendiesenloqueunohabla,noleeríanningúnescrito,nisiquieraencastellano.Unnobleespañolnodebesaberleer.
—Invitad a esos caballeros a que vengan al fuerte —dijo el gobernador, que si bien tuvo quecontentarseconlasexplicacionesdelgascón,eratenaz.
—Muybien;yomismoibaaproponéroslo—replicóD’Artagnan.Lo cierto es que el capitán de mosqueteros hubiera querido ver a sus amigos a cien leguas de
distancia.Así,pues,sevolvióhacialosdoshidalgos,yencastellanolesinvitóalentrarenlafortaleza.
Prisioneroycarceleros
Unavezenelfuerte,ymientraselgobernadorhacíaalgunospreparativospararecibirasushuéspedes:—Vamos—dijoAthos—,explicaosahoraqueestamossolos.—Esmuysencillo—respondióelmosquetero—.Heconducidoaquíunpresoaquienporordendel
rey nadie puede ver.Al llegar vosotros, el preso os ha arrojado algo al través de los barrotes de suventana,algoqueyohevistocaermientrasestabacomiendoconelgobernador,yqueRaúlharecogido.Ycomononecesitomuchotiempoparacomprender,hecomprendidoqueestabaiseninteligenciaconelpreso.Entonces…
—Habéisordenadoquenosfusilaran—interrumpióAthos.—Loconfieso;perosihe sidoyoquienprimeroheempuñadounmosquete,por fortunahesidoel
últimoenapuntaros.—Simehubieraismatado,hubieratenidoelhonordemorirporlacasarealdeFrancia;yeshonra
insignemorirporvuestramano,siendo,comosois,sumáslealynobledefensor.—¿Quédiablosestáisdiciendodelacasareal?—repusoD’Artagnan—.¡Qué!unhombrecomovos,
discretoyavisado,¿dacréditoallaslocurasqueescribeuninsensato?—Sí.—Yconmayorrazón,miqueridocaballero—dijoRaúl—,cuandotenéisordendemataraquienlas
crea.—Porquecuantomásabsurdaesunacalumnia—replicóelgascón—,másprobabilidades tienede
popularizarse.—No,D’Artagnan—repusoenvozbajaAthos—,sinoporqueelreynoquierequeelsecretodesu
familiatranspireentreelpuebloycubradeinfamiaalosverdugosdelhijodeLuisXIII.—Nodigáisesasniñerías,Athos,odelocontrariodejodetenerosporsensato.Porotraparte,¿cómo
podríaLuisXIIItenerunhijoenlaisladeSantaMargarita?—Unhijo a quienhabéis conducidovos aquí, enmascarado, en la barcadeunpescador—dijo el
condedeLaFere.—¿Ydedóndehabéissacadovosqueunabarcadepescador?…—repusoD’Artagnanalgocortado.—Unabarcaqueoshatraídoaquíjuntoconlacarrozaqueencerrabaalpreso,aquienvosllamáis
monseñor.Yaveisquelosé.—Aunqueesto fueseverdad—replicó elmosquetero, royéndose el bigote—;aunque fueseverdad
queyohubieseconducidoaquíenunabarcayconunacarrozaaunpresoenmascarado,nadapruebaqueelpresoseaunpríncipe…delacasarealdeFrancia.
—EsopreguntádseloaAramis—contestóconfrialdadelconde.—¿AAramis?—exclamóconturbaciónelmosquetero—.¿HabéisvistoaAramis?—Si,despuésdelcontratiempoquesufrióenVaux.HevistoalAramisfugitivo,perseguido,perdido,
yporélhesabidolobastanteparacreerenloqueaqueldesventuradohagrabadoenlafuentedeplata.—He aquí cómoDios se burla de lo que los hombres llaman sabiduría—repusoD’Artagnan con
abatimiento—.¡Buensecretoelqueyaconocencatorceoquincepersonas!Athos,¡malditoseaelazarqueoshapuestofrenteamíenesteasunto!porqueahora…
—¿Queréis decir que vuestro secreto se ha divulgado porque yo lo sé?—dijo Athos con severadulzura—.¡Ay!otrosmáspesadosheguardadoenmivida,ysino,recorredvuestramemoria.
—Peronuncatanpeligrosos—replicóD’Artagnancontristeza—.Sospechoquecuantosesténenestesecretomoriránmal.
—CúmplaselavoluntaddeDios,D’Artagnan.Peroaquíestáelgobernador.D’Artagnanysusamigosseidentificaronotravezconlospapelesquelestocabadesempeñar.Aquelgobernador,suspicazyduro,ymuyobsequiosoconD’Artagnan,selimitóaponerbuenacaraa
sus huéspedes y a observarlos atentamente. Athos y Raúl notaron que el gobernador buscaba confrecuencia y repentinamente ponerles en un aprieto, o sorprenderlos; pero ninguno de los dos sedesconcertó;dandoasívisosdeverosimilitud,sinodeverdadcompleta,aloquedijeraelmosquetero.
Acabadalacomida,elgobernadorsepreparóparadormirlasiesta.—¿Cómosellamaesehombre?tienemuymalaspecto—dijoAthosencastellanoaD’Artagnan.—Saint-Mars—respondióelmosquetero.—¿Conquevaaserelcarcelerodeljovenpríncipe?—¿Acasoloséyo?¿Quiénsabesivoyapasartodamividaenestaisla?—¿Quién?,¿vos?¡Cá!—Amigomío,meencuentroenlasituacióndequiensehallauntesoroenmediodeldesierto.Quiere
llevárselo,ynopuede;quieredejarlo, yno se atreve.El reynome llamará, temiendodequeotronovigile tanbiencomoyo,y almismo tiempomeecharádemenos sabiendo, comosabe,que,decerca,nadieleservirácomoyo.Porlodemás,sucederáloqueDiosquiera.
—Porlomismoquenosabéisnadafijo—replicóBragelonne—,vuestroestadoestransitorioyosvolveréisaParís.
—PreguntadaesosseñoresquévienenahacerenSantaMargarita—interrumpióSaint-Mars.—Sabedores de que había un convento de benedictinos enSanHonorato, dignode ser visitado, y
abundantecazaenSantaMargarita,sehandecididoavenir.—Estoyasudisposicióncomoalavuestra—dijoSaint-Mars.—Gracias—repusoelgascón.—Y¿cuándoparten?—prosiguióelgobernador.—Mañana—respondióD’Artagnan.Saint-Marsfueahacersuronda,ydejóalmosqueterosoloconlossupuestosespañoles.—Vedunavidayunasociedadquemefastidian—exclamóD’Artagnan—.Mandoaesehombre,yno
puedo soportarle, ¡voto a mil rayos!… ¿Os gustaría matar conejos? El paseo resultará grato y pocofatigoso.La isla sólo tiene leguaymediade longitudpormediade anchura.Esunverdaderoparque.Divirtámonos.
—Vayamosadondequeráis,D’Artagnan,noparadivertirnos,sinoparaconversarcontodalibertad.Elgascónhizoseñaaunsoldado,quecomprendió,trajoescopetasparalostreshidalgos,ysevolvió
alfuerte.—Ahora—dijo elmosquetero—, respondedmea lapreguntaquehapocomehahechoelmaldito
Saint-Mars:¿Quéhabéisvenidoahaceraquí?—Hemosvenidoparadespedirnosdevos.—¡Despedirosdemí!¡Cómo!,¿parteRaúl?—Sí.—ApuestoqueconelseñordeBeaufort.—Lohabéisadivinado,comosiempre,amigomío.—Lacostumbre…Mientraslosdosamigosdabancomienzoasuconversación,Raúl,conlacabezapesadayelcorazón
henchido,sesentóenunamusgosapeña,conlaescopetasobrelasrodillas,yoramirandolamar,oraelcielo,escuchandolavozdesualma,dejabaquepocoapocofuesenalejándosedeélloscazadores.
—Raúlestássiempretriste,¿noesverdad?—preguntóD’ArtagnanaAthosalnotar laausenciadeBragelonne.
—Demuerte—respondióAthos.—Creo que exageráis. Raúl es de buen temple. Los corazones nobles como el suyo, tienen una
segundaenvolturacomounacoraza.Laprimerasangra,lasegundaresiste.—No—repusoAthos—,Raúlmorirádeesta.—¡Votoaldiablo!—exclamóD’Artagnanponiéndosesombrío.Despuéspreguntó:—¿Porquéledejáispartir?—Porqueasíloquiereél.—¿Yporquénoloacompañáis?—Porquenoquieroverlemorir—D’Artagnanmiróenlacaraalconde.—Vossabéisquepocascosasmehandadomiedoenmivida—repusoAthosapoyandoelbrazoenel
de su amigo—.Pues bien, tengo unmiedo incesante, insuperable; temo llegar al día en que sostendréentremisbrazoselcadáverdeesepobremuchacho.
—¡Oh!—exclamóD’Artagnan—.¡Cómo!¡Venísaponerosenpresenciadelhombremásvalientequedecíshaberconocido,devuestroD’Artagnan,delhombresinigual,comolenombrabaisenotrotiempo,ycon losbrazoscruzados ledecísque teméisavuestrohijomuerto,cuandohabéisvistocuantoversepuedaenestemundo!¿Aquéesemiedo,Athos?enlatierra,elhombredebeesperarloyafrontarlotodo.
—Escuchad,amigomío:despuésdehabergastadomisfuerzasenesatierradequemehabláis,noheconservadomásquedos religiones: la de la vida, o seamis amistadesymideber depadre; la de laeternidad,oseaelamoryelrespetodeDios.AhoratengolarevelacióndequesiDiospermitiesequeenmi presenciami amigo omi hijo exhalasen su postrer aliento… ¡Oh! ni siquiera quiero deciros eso,D’Artagnan.
—¡Decidlo!¡Decidlo!—Soyfuertecontratodo,menoscontralamuertedeaquellosaquienesamo.Estoyviejoyseacabó
elvalor;perosiDiosmehiriesedefrenteydeestasuerte,lemaldeciría,yuncaballerocristianonodebemaldeciraDios,D’Artagnan,trastornadoporaquellaviolentaborrascadedolores.
—D’Artagnan,amigomío,vosqueamáisaRaúl,vedle—añadióAthosmostrandoasuhijo—;nuncale abandona la tristeza. ¿Haymás terrible,más aflictivo, que asistirminuto porminuto a la incesanteagoníadeesemíserocorazón?
—Dejadmequehableconél,Athos,¿quiénsabe?—Probadlo;peroestoyconvencidodequeseráenvano.—Noleprodigaréconsuelos,sinoqueleserviré.—¿Vos?—Yo.¿Seríalaprimeravezqueunamujervolviesedesuinfidelidad?Voyallá.Athos meneó la cabeza y continuó solo el paseo. D’Artagnan tomó por el atajo al través de las
malezas,yalllegaraRaúlletendiólamanoyledijo:—¿Ybien?,¿tenéisquedecirmealgo?—Tengoquepedirosunfavor—respondióelvizconde.—Hablad.—TardeotempranovaisaregresaraFrancia.—Talespero.—EsmenesterqueescribaalaseñoritadeLaValiére.—Noesmenester.—¡Tengotantoquedecirle!—Puesidadecírseloaella.—¡Nunca!—Luisaamaalrey—dijobrutalmenteD’Artagnan—;esunamuchachahonrada.Raúlseestremeció.—Yapesardehaberosabandonado,puedequeosamemásquealrey,perodeotramanera.—¿CreéisfirmementequeLuisaamealrey,señordeD’Artagnan?—Hasta la idolatría. Su corazón es inaccesible a todo afecto. Si continuaseis viviendo a su lado
llegaríaisasersumejoramigo.—¡Ah!—exclamóRaúlconarranqueapasionadoanteaquellaesperanzadolorosa.—¿Queréis?—Seríaunacobardía.—Nunca hay cobardía en hacer lo que impone la fuerzamayor. Si vuestro corazón os dice: ve o
muere,id,Raúl.Ella,queosamaba,¿hasidocobardeovalientealpreferiralrey,aquiensucorazónleordenaba imperiosamente preferir? No, ha sido la más valiente de las mujeres. Haced como ella,obedeceos a vosmismo. ¡Ah! Raúl, estoy seguro de que al verla vos de cerca y con los ojos de unhombreceloso,dejaríasdeamarla.
—Medecidís,señordeD’Artagnan.—¿Apartirparaverladenuevo?—Alcontrario,apartirparanovolveraverlanuncajamás.Prefieroamarlasiempre.—Contodafranquezaosdigoquenoesperabassemejanteconclusión.—Hacedme una merced, amigo; vos, que volveréis a verla, dadle esta carta, que, si lo juzgáis
oportuno,leexplicará,comoavos,loquepasaenmicorazón.Leedla,laheescritolanocheúltima,puestuveelpresentimientodequeosveríahoy.
YentregóaD’Artagnanunacartaquedecía:
Señorita:nosoisculpableamisojosporquenomeamáis,sinoporquehabéisconsentidoqueyocreyeraquemeamabais;esteerrorvaacostarmelavida,yquesiosloperdonoavos,nomeloperdonoamí.Dicenquelosamantesfelicescierranlosoídosalasquejasdelosamantesdesdeñados;perocomovosnomeamabais,nopasaráesoconvos,sinoquemeescucharéisconansiedad.Estoyseguroquedehaberinsistidoyoparaconvosparatrocarvuestrasamistadenamor,hubieraiscedidotemerosadeacarrearmelamuerteodeaminorarlaestimaenqueostenía;peroprefieromorirsabiendoquesoislibreydichosa.¡Cuánto vais a amarme cuando ya no tengáis que temermimirada nimis reproches!Me amaréis, sí,porquepormuyencantadorqueosparezcaunnuevoamor,Diosennadamehahechoinferioraaquelaquienhabéisescogido,yporquemidevoción,misacrificio,midolorosofin,measeguranavuestrosojosunasuperioridadsegurasobreél.Enlasencillacredulidaddemicorazón,hedejadoescapareltesoroqueenmismanostuve;nifaltaquienmedigaquevosmeamábaislobastanteparallegarconeltiempoaamarmemucho.Enverdad,estodulcificamiamargurayhacequeveaenmímiúnicoenemigo.
Recibidesteúltimoadiós,yagradecedmeelquemehayarefugiadoenelinviolableasilodondetodoodioseextingue,dondeperduraelamor.
Adiós,miseñorita,yestadseguradequesiconmisangrepudieseyolabrarvuestradicha,osladaríahastalaúltimagota,puestoquelasacrificoamidesgracia.
RaúldeBragelonne.
Lacartaestábien—dijoelcapitán—;sóloleencuentrounafalta.—¿Cuál?—preguntóRaúl.—Quehabladetodo,menosdeloqueexhaladevuestrosojosydevuestrocorazóncualmortífero
veneno,ydelamorinsensatoquetodavíaosabrasa.Raúlpalidecióysecalló.—¿Porquénoescribíssolamenteestaspalabras:«señorita:envezdemaldeciros,osamoymuero»?—Esverdad—exclamóRaúlconsiniestrogozo.Ehizopedazossucarta,yescribióestaslíneas:
Paragozardelainefabledichaderepetirosqueosamocometolacobardíadeescribirosyencastigodemicobardía,muero.
Raúl.
—Laentregaréisestepapel,¿noesverdad,capitán?—dijoelvizcondealmosquetero.—¿Cuándo?—preguntóD’Artagnan.—Cuandoescribáislafechaalpiedeestaspalabras—respondióBragelonne,señalandoconeldedo
la última frase y levantándose prontamente para volar al encuentro de Athos, que regresaba muydespacio.
Alpasarpor lamurallaparaentrarenunagaleríade lacualD’Artagnantenía la llave,vieronqueSaint-Mars iba al calabozo del preso, y se escondieron en el rincón de la escalera a una seña del
mosquetero.—¿Quéhay?—preguntóAthos.—Miradyveréis—respondióelgascón—:elpresotornadelacapilla.Yalaluzdelosrelámpagosyenmediodelavioláceabrumaconqueelvientoesfumabaelespacio,
seviopasargravemente,aunosseispasosdedistanciadetrásdelgobernador,aunhombrevestidodenegro,conel rostrocubiertoporunacaretadeacerobruñido,soldadaauncascode lomismo,que leenvolvía toda la cabeza. El fuego del cielo arrancaba leonados reflejos que al revolotearcaprichosamente, parecían las iracundas miradas que, a falta de imprecaciones, lanzaba aqueldesventurado.
Enmitad de la galería, el preso se detuvo un instante, contempló el inmenso horizonte, aspiró elsulfurosoolordelatormenta,bebióconavidezlacálidalluvia,lanzóunsuspiro,semejanteaunrugido.
—Venid,caballero—dijoSaint-Marsbruscamentealpresoalverquepersistíaenmirarmásalládelasmurallas—.Venid,repito,caballero.
—Decid,monseñor—gritódesdesurincónAthosaSaint-Marsconvoztansolemneyterrible,queelgobernadorseestremeciódelospiesalacabeza.
Athosexigíaelrespetoalamajestadcaída.Elpresosevolvió,altiempoqueSaint-Marsdecía:—¿Quiénhahablado?—Yo—respondióD’Artagnan,mostrándoseenseguida—.Yasabéisqueestaeslaorden.—¡Nomellaméiscaballeronimonseñor!—dijoasuvezelpresoconvozqueconmovióaRaúlhasta
lomáshondodesusentrañas—;¡llamadmemaldito!Elpresosiguióadelante,ytrasélchirriólaférreapuerta.—¡He ahí un hombre desventurado! —exclamó con voz sorda D’Artagnan, mostrando a Raúl el
calabozodelpríncipe.
Laspromesas
ApenasD’Artagnanentróensuaposentoconsusamigos,vinounsoldadodelfuerteparaavisarlequeelgobernadordeseabahablarconél.
UnabarcahabíallegadoaSantaMargaritaconunaordenimportanteparaelcapitándemosqueteros,que,alabrirelpliego,conociólaletradelrey.
Comosupongoquehabéisdadoyaeldebidocumplimientoamisórdenes,alllegarestepliegoavuestrasmanosvolvedinmediatamenteaParís,dondeosesperoenelLouvre.
—¡LoadoseaDios!seacabómidestierro,—exclamóconalegríaD’ArtagnanymostrandoelpliegoaAthos—.¡Cesodesercarcelero!
—¿Luegonosdejáis?—repusoelcondedeLaFerecontristeza.—Paravolvernosaver,amigomío,—replicóelmosquetero—,puesRaúlyaestábastantecrecido
paramarcharsesoloconelseñordeBeaufort,ypreferirádejarquesupadresevuelvaencompañíadeD’Artagnan a no obligarle a que haga solo las doscientas leguas que lo separan de La Fere. ¿No esverdad,Raúl?
—Sí,—respondióelvizcondecontristeacento.—No,amigomío,—interrumpióAthos—,nomesepararédeRaúlhastaeldíaenquesunavehaya
desaparecidoenelhorizonte.MientrasestéenFrancia,nosesepararádemí.—Comoqueráis;peroalomenossaldremosjuntosdeSantaMargarita.Aprovechaosdelabarcaque
vaaconducirmeaAntibes.—Esosí,nuncanosalejaremosconbastanteprisadeestefuerteydelespectáculoquehapoconosha
entristecido.Lostresamigossedespidierondelgobernador,yalaluzdelospostrerosrelámpagosdelatormenta
quesealejaba,vieronblanquearporúltimavezlasmurallasdelafortaleza.D’Artagnanseseparódesusamigosaquellanochemisma…—Amigosmíos,—dijoD’ArtagnanantesdemontaracaballoyabrazandoaAthos—,mehacéisel
efecto de los soldados que abandonan su puesto.El corazónmedice queRaúl necesitaría que vos lomantuvieraisensurango.¿QueréisquesolicitepasaralÁfricaconcienbuenosmosqueteros?Elreynomediráqueno,yvososvendréisconmigo.
—SeñordeD’Artagnan,—repusoelvizcondeestrechándolecariñosamentelamano—,graciasporelofrecimiento,superioracuantodeseamoselseñorcondeyyo.Soyjoven,ynecesitopenasparaelalmay
fatigaparaelcuerpo;elseñorcondenecesitademásprofundoreposo,yoslerecomiendoavosquesoissumejoramigo,enlaseguridaddequealvelarporéltendréisenvuestrasmanossualmaylamía.
—Fuerzaesqueparta,micaballoseimpacienta,—dijoD’Artagnan,enquienlaseñalmásmanifiestadevivaemocióneraelcambiardeconversación—.Hasta lavistapues,miqueridoAthos;cuantomásapresuréisvuestroregreso,másprontovolveréaabrazaros.
EstaescenatuvolugarantelacasaelegidaporAthosalaspuertasdeAntibes,yadondeD’Artagnandespués de cenar había ordenado que le trajesen sus caballos. Allí empezaba el camino real, que seextendíablancoyondulosoenmedioduelosvaporesdelanoche.
Elcaballoaspirabaconfuerzalasemanacionessalinasdelospantanos,yendoaltrote.AthosyRaúlvolvíancontristezahacialacasa,cuandodeprontooyeronaproximarseelruidodelos
pasosdeuncaballo,ruidoquealprincipiotomaronporunadeesasextrañasrepercusionesqueengañanel oído al cada revuelta del camino. Pero era D’Artagnan que volvía al galope al encuentro de susamigos,quelanzaronunaexclamacióndealegresorpresa.
ElcapitánseapeóconligerezayuniendoenunabrazolascabezasdeAthosydeRaúl,lasmantuvoasí largo tiempo ahogando un suspiro que le quebrantaba el pecho. Luego, con la rapidez que llegó,emprendiódenuevolamarcha,clavandosusespuelasenlosijaresdesuenfurecidocaballo.
—¡Ay!—suspiró Athos imperceptiblemente mientras D’Artagnan, recuperando el tiempo perdidodecíaentresí:
—¡Malpresagio!LasórdenesdeBeaufortsellevabanafeliztérmino.GraciasaladiligenciadeRaúl,habíallevado
paraTolón laescuadrilla, a laque formaronconvoy innumerablesembarcacioncitas tripuladaspor lasmujeresylosamigosdelospescadoresyloscontrabandistasreclutadosparaelserviciodelaescuadra.
El poco tiempo que de vivir juntos les quedaba al padre y al hijo, parecía que pasaba con doblerapidez,comoaumentalasuyatodocuantoestáparacaerenelabismodelaeternidad.
AthosyRaúl regresaron aTolón, dondehacíangran ruido carrosy armas, relinchadores caballos,trompetasytambores,ylossoldados,criadosymercaderesquellenabansuscalles.
ElduquedeBeaufortestabaentodaspartes,activandoelembarcoconelceloyelinterésdeunbuencapitán,mostrándosecariñosohastacon susmáshumildescompañeros,y reprendiendoa sus tenientespormuyencumbradosquefuesen.Todoquiso inspeccionarloBeaufort:artillería,provisiones,bagajes,equiposycaballos.Frívolo, jactanciosoyegoístaensupalacio,elduque,ante la responsabilidadquehabíacontraído,eraotravezsoldado,elgranseñorcapitán.
Estando Beaufort, satisfecho de su inspección, aparentemente a lomenos, felicitó a Raúl, dio lasúltimasórdenesparadarsealavelaalclarearelnuevodía,yconvidóasumesaalcondeyasuhijo,quesopretextodeatenderanecesidadesdelservicio,declinaronlahonraqueleshacíaelduque.
AthosyRaúlsefueronasuposada,situadaalasombradelosárbolesdelaplazaMayor,ycenaronapresuradamente. Luego el conde condujo a su hijo a los peñones que dominan la ciudad, vastas yplomizasmontañasdesdelascualessedescubreunhorizontelíquidotanlejano,quepareceestaralniveldeellas.
Comosueleenaqueltempladoclima,lanocheestabahermosa,laluna,allevantarseaespaldasdelos peñones, cubría con una argentada sábana la azul alfombra de la mar; en la rada maniobrabansilenciosamentelasnavesqueveníanaocuparelsitioquelesestabadesignadoparafacilitarelembarco.
Lamar,cargadadefósforo,seabríabajolasquillasdelasbarcas,queconsuscabeceosparecíanquerersondearaquelabismodeblancas llamas,mientrasde losremossedesprendían líquidosdiamantes.Enalasdelabrisa,llegabanloscantossencillosylentosdelosmarineros,alegresporlagenerosidaddelalmirante,yasusvocesseuníadevezencuandoelrechinardecadenasyelruidosordodelasbalasalcaerenlasbodegas.Espectáculoyarmoníasque,comoeltemor,oprimíanelpecho,peroquetambién,comolaesperanza,lodilataban.Athosysuhijosesentaronentrelasmalezasysobreunaalfombrademusgo del promontorio, y por encima de sus cabezas iban y venían los corpulentos murciélagos,arrebatadosporelespantostorbellinodesuciegacaza.Raúlsacólospiesfueradelacantiladoylosdejóquesebañaranenaquelvacíopobladoporelvértigoyqueinvitaalamuerte.
Cuando la luna, ya alta, inundó con su luz los vecinos picachos, cuando el espejo del aguaquedóiluminadoen todasuextensión,y los fanalesdeabordohubieronformadocadaunodeellosunpuntorojoluminososobrelanegramoledecadanave,Athosllamóasítodossusrecuerdosytodosuvalor,ydijoaRaúl:
—Dioshahechocuantovemos,Raúlytambiénanosotros,átomosdeesegranuniverso.Brillamoscomoaquellos faroles, como las estrellas: suspiramoscomo lasolas, sufrimoscomoaquellasgrandesnaves que se consumen arando las aguas, obedientes al viento que las lleva hacia su puerto, como anosotros el soplo de Dios nos empuja a nuestro fin. Todo ama y vive, Raúl, y todo cuanto vive eshermoso.
—Realmenteesmaravillosoelespectáculoquetenemosantenuestrosojos,—repusoelvizconde.—¡QuébuenoesD’Artagnan!—interrumpióinmediatamenteAthos—,¡quédichaelhaberseapoyado
todaunavidaenunamigocomoél!Estooshafaltado,Raúl.Yonoeraunamigoparavos.—¿Porqué,señor?—Porqueoshedadoocasióndequepudieraiscreerquelavidanoteníamásqueunafez,porque¡ay!
tristeysevero,sinquererhecortadosiemprelosalegrescapullosquesincesarbrotabandelárboldelajuventud; en una palabra, porque en este instanteme arrepiento de no haber hecho de vos un hombreexpansivo,disolutoycasquivano.
—Yaséporquémedecíseso,señor,—dijoelvizconde—.Peroestáisenunerror,nosoisvosquienmehahecho loque soy, sino el amorqueme sorprendió enunmomento enque losniños sólo tieneninclinaciones;sinolaconstanciapropiademicarácter,constanciaqueenlosdemásesunhábito.Creíquetodamividaseríacomoera;queDiosmehabíapuestoenuncaminorecto,orilladodefrutasydeflores.Protegidoporvuestravigilanciayvuestra fuerza,me tuveporvigilantey fuerte,ycomoestabapreparado,alaprimeracaídaheperdidoelvalorparasiempre.No,sóloparamiventurafiguráisenmipasado, señor, enmi porvenir soismi esperanza.Nada tengo que decir de la vida tal cual vosme lahabéisdispuesto,yporesosbendigoyosamodetodocorazón.
—Vuestras palabrasme hacen bien, mi querido Raúl, yme prueban que en los días que vendránharéisalgopormí.
—Todoloharéporvos,señor.—Raúl,loquehastaahoranohehechoporvos,loharéenadelante.Serévuestroamigo,novuestro
padre.Avuestravuelta,queserápronto,¿noesverdad?frecuentaremoseltratodelasgentesenvezdevivir,comohastaahora,aislados.
—Sí,señor,puesunaexpedicióncomoesanopuedeserlarga.Asípues,dentrodepocotiempo,en
vezdevivirmódicamentedemirenta,osdaréelcapitaldemistierras;esoosbastaráparalanzarosalmundohastamimuerte,yantesdequeéstasllegue,esperoquemedaréiselconsuelodenodejarqueseextingamiestirpe.
—Harécuantomeordenéis—repusoRaúlprofundamenteconmovido.—Raúl, haced que vuestro empleo de ayudante de campo no os conduzca a tentativas demasiado
arriesgadas,tantomáscuantoestáacreditadovuestrovalor.Acordaosdequelaguerradelosárabesesdeemboscadasyasesinatos.
—Asídicen.—Dejarlavidaenunaemboscadaespocoglorioso,Raúl,puesacusatemeridadoimprevisión.¿Me
habéiscomprendidobien,Raúl?NopermitaDiosqueosexhortearehuirelcombate.—Delomíosoyprudente,señor,ylasuertemeesmuypropicia,—dijoRaúldejandovagarporsus
labios una sonrisa que heló el corazón del desventurado padre. Y al ver el efecto de su sonrisa, seapresuró a añadir—: Tan es así, que en veinte combates a que he asistido no he sacadomás que unrasguño.
—Además,—prosiguióAthos—,esmenesterqueosguardéisdelclima,porqueesunfinmuyvulgarmorirdeunafiebre.ElreysanLuissuplicabaaDiosqueantesquelacalentura,leenviaseunaflechaolapeste.
—Conlasobriedadyunejerciciomoderado…—YaheobtenidodelseñordeBeaufort,—atajóAthos—,quecadaquincedíasexpidaaFranciaun
correo,locualcorreráavuestrocargocomoedecánsuyo.Supongoquenomeolvidaréis.—No,señor,—respondióRaúlconvozentrecortada.—En definitiva, Raúl, como sois buen cristiano, y yo también lo soy, debemos contar con una
protecciónmásespecialdeDiosodenuestrosángelescustodios.Raúl,prometedmequesiossobrevieneunmal,seréyoelprimeroenquienpenséis.
—¡Oh!señor,osloprometo.—Yquemellamaréisinmediatamente.—Sinperdermomento,señor.—¿Soñáisconmigoalgunavez,Raúl?—Todaslasnoches,señor.Durantemiprimerajuventud,osveíaensueños,sosegadoycariñosocon
lamanotendidaencimademicabeza.Poresodormíasiempretanbien…«antes».—Nos amamos demasiado,—dijo el conde—, para que desde elmomento de nuestra separación,
partedenuestrosernoviajeconunodenosotrosdosynohabitedondehabitemos.Micorazónsentirálatristezacuandovosestéistriste,ycuandoossonriáispensandoenmí,meenviaréisdesdeaquellalejanatierraunrayodevuestraalegría.
—Noosprometoestaralegre,—repusoBragelonne—;perosíos juroque,comonoseoponga lamuerte,nopasaréunahorasinqueyopienseenvos.
Elconde,nopudiendocontenersepormástiempo,echólosbrazosalcuellodesuhijo,yloretuvoabrazadocontodassusfuerzas.
A la luna había reemplazado el crepúsculo matutino, una dorada faja subía sobre el horizonte,anunciandolallegadadelnuevodía.
Athos echó su capa sobre los hombros de Raúl y le condujo a la ciudad, convertida en inmenso
hormiguero.Al extremo de lameseta que acababan de abandonar, Athos y Raúl vieron un bulto negro que se
movíaconindecisiónycomoavergonzadodequelevieran.EraGrimaudque,inquietohabíaseguidoasusamos,ylesaguardaba.
—¡Ah!,¡mibuenGrimaud!—exclamóRaúl—,¿quéquieres?¿Vienesadecirnosqueeslahoradelapartida?
—¿Solo? —profirió Grimaud mostrando Raúl a Athos y en son de reproche que demostrabaclaramentecuántrastornadoestabaelanciano.
—Esverdad,esverdad,—repusoelconde—.No,Raúlnopartirásolo;nopermaneceráenextrañatierrasinunamigoquelerecuerdelosseresdeélamados.
—¿Yo?—preguntóGrimaud.—¿Tú?¡Ah!sí,sí,—exclamóRaúlconmovidohastalomásíntimodesucorazón.—¡Ay!—objetóelconde—,¡estásmuyviejo,mibuenGrimaud!—Mejor,—replicóelancianoconinefableprofundidaddesentimientoydeinteligencias.—Perovedqueyaseestáefectuandoelembarcoytúnoestáspreparado—dijoBragelonne.—Sí—contestóGrimaudmostrandolasllavesdesusmaletasligadasconlasdesujovenseñor.—Pero tú no puedes dejar de esta suerte solo al señor conde—objetóRaúl—.Tú no has dejado
nuncaalseñorconde.GrimaudvolviósuoscurecidamiradahaciaAthoscomoparaconocerelparecerdeunoydeotro,yalverqueaquélnadarespondía,repuso:
—Elseñorcondeprefierequeosacompañe.Athoshizounaseñalafirmativaconlacabeza.Enaquelmomentollenólosaireselredobledelostambores:delaciudadsalieronlosregimientos
quedebíanformarpartedelaexpedición,cincoentodo,compuestoscadaunodecuarentacompañías.ElregimientoReal,queabríalamarchayquesedistinguíaporeluniformeblancoconvivosazulesdesussoldados,llevabadesplegadassusbanderasdeordenanza,colordevioletaydehojaseca,sembradasdefloresdelisdeoroyacuarteladasencruz,ysubanderacoronela,blancaconlacruzflordelisada,quesobresalídelasdemás.Formabanlasalasdelmencionadoregimientolascompañíasdemosqueteros,yel centrode lospiqueros,horquilla enmanoymosqueteenelhombroaquéllos,y losúltimoscon suslanzasdecatorcepies,yunosyotrosavanzabanalegrementehacialasbarcasdetransportequedebíanconducirlosporseccionesalasnaves.AlregimientoRealseguíanlosdePicardía,Navarra,Normandíayel de la capitana, y cerraba la marcha, seguido de su estadomayor, el señor de Beaufort, que en laeleccióndelastropashabíademostradosercapitánperitísimo.
Faltandotodavíamásdeunahoraparaembarcarse,RaúlyAthosseencaminaronpausadamentealaorillaparaocuparsusitioenelinstanteenquepasabaelpríncipe.
Grimaud,llenodeardor,hacíatransportaralacapitanaelequipajedeRaúl.Athos, apoyado en el brazo de su hijo a quien iba a perder, se absorbía en la más dolorosa
meditación, y se aturdía con el ruido y el movimiento, cuando de repente vio llegar un oficial deBeaufort,quedepartedeéstellamóaRaúl.
—Hacedmelamerceddedeciralseñorpríncipe—contestóBragelonne—,quesesirvaconcedermeunahoramásparagozardelapresenciadelseñorconde.
—No—repusoAthos—,unedecánnopuedeestarseparadodeestasuertedesugeneral.Caballero,
decidalpríncipequeelvizcondeiráenseguida.Eloficialsealejóalgalope.—Separarnos aquí o separarnos a bordo, al fin y al cabo resulta lo mismo —dijo Athos
desempolvandocuidadosamenteel trajedesuhijoypasándole lamanopor loscabellosmientras ibanandando—.Necesitáisdinero,Raúl;elseñordeBeauforteshombregustoso,yestoysegurodequeallátendréisgustoencomprararmasycaballos,queenaquella tierrasonpreciosos.Ahorabien,comonoservísalreynialseñordeBeaufort,ysólodependéisdevuestroilustrealbedrío,nodebéiscontarconsueldonilarguezas.Quiero,quenadaosfalteenDjidgeli.Tomad,ahívandoscientaspistolasparaquelasgastéisdispuestoaldarmegusto.
Raúlestrechólamanoasupadre,y,aldoblarlaesquinadeunacalle,vieronalpríncipemontadoenmagnífico caballo blanco que correspondía con graciosas corvetas a los aplausos de las damas de laciudad.
ElduquellamóaRaúlytendiólamanoalconde,aquiendijotantasytalescosasycontancariñosaexpresión,queelcorazóndelinfortunadopadresesintióunpocofortalecido.
Enmediodeaquelbulliciollegóunmomentoterrible,yfueelmomentoenquealabandonarlaarenade laplaya, soldadosymarineroscruzaronconsus familiasy susamigos losúltimosbesos:momentosupremoenqueapesardelapurezadelcielo,elcalordelsol,losperfumesdelaireylaagradablevidaquecirculaporlasvenas, todoparecenegroyamargo,ynoobstantehablarporlabocadeDios, todohacedudardeDios.
Siendoelusoqueelalmiranteysuestadomayorseembarcasenlosúltimos,elcañónaguardaba.Paralanzarsuformidablevoz,aqueelgeneralísimohubiesesentadolospiesenlaplanchaqueconducíaalacapitana.
Athos,olvidandoalmirante,flotaysupropiavanidaddehombrefuerte,abrazóasuhijoyloestrechóconvulsivamentecontrasupecho.
—Acompañadnosabordoyganaréismediahora—dijoelduqueconmovido.—No—repusoAthos—,yamehedespedido,ynoquierohacerloporsegundavez.—Entoncesembarcaospronto,vizconde—dijoelpríncipequeriendoevitarlágrimasaaquellosdos
hombrescuyoscorazonesestabanapuntodequebrantarse.Yconternurapaternal,yfuertecomolohubierassidoPorthos,elpríncipelevantóaRaúlenbrazosy
locolocóenelesquife,quealpuntoyaunaseñadelalmiranteseapartódelaorillaaimpulsosdesusremos.
Elmismo duque, prescindiendo de todo ceremonial, saltó al esquife, y con el pie, lo empujómaradentro.
—¡Adiós!—gritóRaúl.Athossolopudocontestarconunaseña;perosintióalgoardienteensumano:eraelbesorespetuoso
deGrimaud,elúltimoadiósdelperroleal.Athos se sentó en el muelle, desconsolado, sordo, abandonado. Cada segundo que transcurría le
borrabaunadelasfacciones,unodelosmaticesdelapálidatezdesuhijo.Conlosbrazoscaídos,fijalamiradayabiertalaboca,elinfelizpadrequedóconfundidoconRaúlenunamismamirada,enunmismopensamiento,enunmismoestupor.
Pocoapoco,chalupasyfigurallegaronaunadistanciaenqueloshombressolamentesonpuntosyel
amorrecuerdos.Athosviocomosuhijosubíalaescaleradelacapitana,yseasomabaalempalletado,colocándosedemaneraquesupadrenopudieseperderlodevista.Envanotronóelcañón,envanodelasnavespartióunprolongadorumorcontestadodesdetierraporinmensasaclamaciones,envanoseesforzóelruidoenaturdirlosoídosdelpadre,yelhumoenborrarelobjetoamadodetodassusaspiraciones:Athosvioasuhijohastaelúltimomomento;elimperceptibleátomopasódelnegroalpálido,delpálidoalblanco,ydelblancoanada,ydesaparecióa losojosdeAthosmuchodespuésquepara losde lospresenteshabíandesaparecidolaspoderosasnavesysushinchadasvelas.
Amediodía,cuandoyaelsoldevorabaelespacioyapenassilostopesdelospalossobresalíandelaabrasadalíneadelmar,Athosvioremontarseporelespaciounanubecillatanprontodesvanecidacomovista:eraelhumodeuncañonazomandadodispararporBeaufortparasaludarporúltimavezlacostadeFrancia.
Entremujeres
D’Artagnan no pudo ocultar su emoción a sus amigos como hubiera deseado. El soldado estoico, elimpasibleguerrero, vencidopor el temory lospresentimientos, cedió a la flaquezahumana;y cuandohuboacalladosucorazónycalmadoel temblordesusmúsculos,sevolvióhaciasu lacayo,silenciososervidorsiempreoídoatentoparaobedecerconmáspresteza,yledijo:
—Rabaud,sabequedebohacertreintaleguaspordía.—Estábien,micapitán—respondióRabaud.Desdeaquelinstante,D’Artagnan,acostumbradoamontar,verdaderocentauro,noleocupóennada.El hombre inteligente nunca se aburre cuando ejercita el cuerpo, como el sano nunca deja de
parecerlelevecargalavidasialgolecautivaelespíritu.D’Artagnan, siemprecorriendo, siemprepensando, llegóaParís elásticodemúsculos, comoatleta
preparadopara lagimnasia,ycomonoencontróal rey,queacababadepartirhaciaMeudónparaunacacería,envezdecorrertraselmonarca,comohubierahechoenotrotiempo,sedesnudó,tomóunbaño,yesperóaqueregresaseSuMajestadbienfatigadoypolvoriento.
DurantelascincohorasquetardóLuisXIVenllegar,elmosqueterotomó,comosueledecirse,elairedelacasa,ysepertrechócontratodaeventualidad.
D’Artagnansupoqueelreyhacíaquincedíasqueestabataciturno;quelareinamadreestabaenfermayabatida;queelduquedeOrleanssevolvíadevoto;quelaprincesapadecíaaccesoshistéricos,yqueGuichehabíapartidoparasustierras,queColbertestabaradiantedegozo,yqueFouquetcambiabatodoslosdíasdemédico,quenolecuraba,yquesuprincipalenfermedadnoeradelasquecuranlosmédicos.
Tambiéncontaronalgascónqueelreytratabacongrandesmiramientosalsuperintendente,delquenole apartaba: pero que Fouquet, herido en el corazón como árbol frondoso carcomido por un gusano,desmejorabaapesardelassonrisasdelrey,soldelosárbolesdelacorte;queelreynopodíaprescindirdeLaValiére,yque sino la llevabaconsigoa las cacerías, le escribía cartasymáscartas,noyaenverso,sino,loqueerapeor,enprosaymucho.
Enefecto,seveíaal«reymásgrandedelmundo»,comodecíanlospoetasdeaqueltiempo,apearsedelcaballo«conardorsinigual»,ytrazarsobrelacopadesusombreroyenestiloculteranofrasesquesuayudantedecampoperpetuo,Saint-Aignán,llevabaaLaValiéreaescapeyariesgodereventarsuscaballos.
EntoncesD’ArtagnanpensóenlasrecomendacionesdelpobreRaúl,enlacartadedesesperaciónqueéste le diera para una mujer que se pasaba la vida esperando; y como D’Artagnan se complacía enfilosofar,resolvióaprovecharlaausenciadelreyparaconversaruninstanteconLaValiére.
Estoerafácil,Luisadurantelacaceríareal,sepaseabaconalgunasdamasporunadelasgaleríasdelPalacioReal,dondeprecisamenteelcapitándemosqueterosdebíapasarrevistadeinspecciónaalgunosguardias.
D’ArtagnannodudabadequesilaconversaciónrecaíasobreRaúl,ellaalmenosledaríapieparaescribirunacartadeconsueloalpobredesterrado.
Ahora bien, la esperanza, o a lo menos el consuelo para Bragelonne, atendida la disposición deánimo en que hemos visto a aquél, era el sol, la vida de dos hombres a quienes el capitán queríaentrañablemente.
D’Artagnan se encaminó, pues, adonde sabía que estabaLaValiére, y la encontró enmedio de unnumeroso corro. En su aparente soledad. La favorita de LuisXIV, recibía, tanto ymás que una reinadecente,unhomenajedequelaprincesaEnriquetasehubieraenorgullecidocuandoelmonarcasóloteníaojosparaellaysusmiradasservíandenormaalasdesuscortesanos.
Aunquenoeraelcapitándemosqueterosunmozalbete,tratábanlelasdamasconmuchomimo;yesqueD’Artagnanera tancortés comovaliente,y su terrible fama lehabía conciliado la amistadde loshombresylaadmiracióndelasmujeres.
Poreso,alverentraralgascón,todaslasseñoritasledirigieronlapalabra,lehicieronmilpreguntassobredóndehabíaestado,quéhabíasidodeél,porquéentantotiempoymontadoensubriosocorcelnohabíaevolucionadoelpatiollenandodeadmiraciónacuantoslocontemplabandesdeelbalcóndelrey.AlocualreplicóD’Artagnanquellegabadelatierradelasnaranjas,arrancandoconsurespuestalarisadesusinterlocutoras.
En aquel tiempo todo el mundo viajaba, y, no obstante, un viaje de cien leguas era un problemaresueltoconfrecuenciaporlamuerte.
—¿Delatierradelasnaranjas?—exclamólaTonnay-Charente—.Ya,deEspaña.—¡Je!,¡je!—rióD’Artagnan.—¿DeMalta?—dijolaMontalais.—Pormifequeosquemáis,señoritas—repusoelgascón.—¿Esunaisla?—preguntóLaValiére.—Noquieroqueosdevanéislossesosbuscando,señorita;vengodelatierradondeenestemomento
seestáembarcandoelseñordeBeaufortparapasaraArgel.—¿Habéisvistoalejército?—preguntaronalgunascamarerasbelicosas.—Comoosveoavosotras—replicóD’Artagnan.—¿Hay algunos amigos nuestros por allá? —dijo con frialdad la Tonnay-Charente, pero con la
intenciónvisibledellamarlaatenciónsobresuscalculadaspalabras.—Sí—respondióD’Artagnan—,vialosseñoresdeLaGuillotiere,deMouchyydeBragelonne.LaValiérepalideció.—¿ElseñordeBragelonne? ¡Cómo!,¿elvizcondehapartidopara laguerra?—exclamó lapérfida
Atanasia sin hacer caso de los pisotones que le daba la Montalais. Y dirigiéndose a D’Artagnan,prosiguiódespiadadamente—:Yotengolaideadequetodoslosquevanaesaguerrasondesesperadosaquieneshamaltratadoelamor,yvanabuscarnegras,menoscruelesquelasblancas.
Algunasdamasserieron,LaValiéreperdiósuserenidad,ylaMontalaistosiófuertemente.—Encuantoa lasmujeresdeDjidgeli—replicóD’Artagnan—,noestáisen locierto,señorita;no
sonnegras,perotampocoblancas,sinoamarillas.—¡Amarillas!—Nodigáismaldeellas:enmividanuncahevistouncolorquecasemásadmirablementeconunos
ojosnegrosyunoslabiosdecoral.—Mejor para el señor de Bragelonne —repuso Atanasia con insistencia—; así se desquitará el
pobre.Aestaspalabrassiguióelmásprofundosilencio,silencioduranteelcualelgascóntuvotiempode
reflexionarquelaspalomassinhielaquellamamosmujeres,setratanentresímássañudamentequelostigresylososos.
ParaAtanasianoerabastantehaberhechopalidecer aLuisa;quiso también sacarla los colores alrostro.Asípues,dijo:
—¿Sabéisquepesaungranpecadosobrevuestraconciencia,Luisa?—¿Quépecado?—balbuceólainfortunada,mientrasbuscabaenvanoentornodesíunapoyo.—¡Quécaramba!elvizcondenodejabadeservuestroprometido.Elpobreosamabayvosledisteis
calabazas.—Esunderechoquetienetodamujerhonrada—replicóAuraconademásdearrogancia—.Cuando
unasabequenopuedelabrarlaventuradeunhombre,lomejoresrepelerlo.Luisanosupocomprendersidebíaquedaragraviadaoagradecidaalaquetomósudefensa.—¡Repeler!, ¡repeler! está bien—arguyó Atanasia—, pero no es este el pecado que La Valiére
tendríaqueecharseencara.ElverdaderopecadoestáenhaberenviadoalpobreBragelonnealaguerra;alaguerradondeunoencuentralamuerte.
Luisasepasólamanoporsuheladafrente.—Ysimuere—continuólaimplacableAtanasia—,voslehabréisdadolamuerte;ahíelpecado.LaValiére,mediomuerta,seacercótambaleándoseaD’Artagnan,encuyorostroseveíaunaemoción
inusitada,yapoyándoseensubrazo,ledijoconvozturbadaporlacólerayeldolor:—¿Quétenéisquedecirme?—Loqueteníaquedeciros—respondióelmosqueteroluegoquehuboconducidoaLuisaabastante
distanciadelosdemás—,acabademanifestárseloporentero,aunquebrutalmente,laseñoritaAtanasia.Luisa lanzó un mal reprimido ay, y lastimada por aquella nueva herida, echó a correr como los
pajarillosheridosdemuerte,quebuscanlasombraparaexhalarelpostreraliento,ydesaparecióporunapuertaenelinstanteenqueelreyentrabaporotra.
Luisdirigiósuprimeramiradaalsitiovacíodesuamante,yalnoverlafruncióelceño;peroalpuntoadvirtiólapresenciadeD’Artagnan,quelehacíaunaprofundareverencia.
—Diligentehabéissido,yestoysatisfechodevos—dijoelmonarcaalmosquetero.Ésta era la expresión superlativa de satisfacción real, y para ser objeto de ella muchos debían
hacersematar.Camaradasycortesanos,quehabíanformadounrespetuosocírculoalrededordelreyasuentrada,al
verqueaquéldeseabahablarenparticularconD’Artagnan,seapartaron.LuisXIV siguió adelante y condujo al capitán demosqueteros fuera de la sala, después de haber
buscadootravezconlamiradaaLaValiére,dequiennoseexplicabalaausencia.—¿Yelpreso?—preguntóelmonarcaaD’Artagnancuandoseencontraronfueradetirodelasorejas
indiscretas.—Estáenprisión,Sire.—¿Quédijoduranteelcamino?—Nada,Sire.—¿Quéhizo?—Sire,elpescadorabordodecuyabarcametrasladabaaSantaMargarita,sesublevóymeamenazó
demuerte,yelpreso,envezdeintentarfugarse,medefendió.—Basta—dijo el rey y empezando a pasearse de uno a otro ladodel gabinete.Os hemandado a
buscar,señorcapitán,paradecirosquesalgáisparaNantesypreparéisallímialojamiento.—¿ParaNantes?—exclamóD’Artagnan.—EstáenlaBretaña.—Yasé,Sire.¿YVuestraMajestademprendeunviajetanlargo?—LosEstadossereúnenenaquellaciudad,ycomotengoquehacerlesdospeticiones,quieroestar
presente.—¿Cuándomepongoencamino?—Estanoche…mañanaporlamañana…oporlatarde,puesnecesitáisdescansar.—Yaestoydescansado,Sire.—Muybien.Asípues,estanocheomañana,avuestraelección.D’Artagnansaludócomoparadespedirse; luegoalverqueelmonarcaestaba turbado, seadelantó
dospasosypreguntó:—¿Elreyllevalacorte?—Porsupuesto—respondióLuisXIV.—Así Vuestra Majestad necesita de sus mosqueteros —dijo D’Artagnan fijando una mirada tan
escrutadoraenelrey,queéstebajólasuya.—Tomadunabrigada—repusoelsoberano.—¿VuestraMajestadnotienequedarmeningunaordenmás?—No…¡Ah!Sí.EnelpalaciodeNantes,queestámuymaldistribuido,segúndicen,acostumbraosa
colocarmosqueterosalapuertadecadaunodelosprincipalesdignatariosquemellevaréconmigo.—¿De las principales? ¿Cómo verbigracia a la puerta del señor de Lyonne? ¿De los señores de
Brienne,LetelleryFouquet?—Sí.—Estábien,Sire.Partomañana.—Dospalabrasaún,señordeD’Artagnan.EnNantesencontraréisalduquedeGesvres,capitánde
losguardias.Cuidaddequelosmosqueterosesténalojadosantesdequelosguardiaslleguen.Yasabéisquelosquelleganprimerosacanprovecho.
—Esverdad.—¿YsielseñorGesvresosinterroga?—¿Amí?¡Bah!,¿atítulodequétendríaqueinterrogarmeelseñordeGesvres?Yelmosqueterodiomarcialmentemediavueltaysalió,mientrasdecíaparasí:—¡Nantes!¿PorquénosehaatrevidoadecirinmediatamenteBelle-Isle?Alllegaralapuertaprincipal,undependientedelseñordeBrienneseacercóaD’Artagnan.
—¿Quéhay,Arístides?—preguntóelcapitán.—AcargodelacajadelseñorFouquet.D’Artagnan leyó con sorpresa la libranza, y vio que era de puño y letra del rey y valedera por
doscientaspistolas.—¡Cómo! —dijo entre sí el mosquetero después de haber dado cortésmente las gracias al
dependiente de Brienne—. ¿Van a hacer pagar ese viaje al señor Fouquet? ¡Mil rayos! ni LuisXI lohabríahechopeor.¿PorquénomehandadounalibranzaacargodeColbert?¡Lahabríapagadocontantogusto!
Yfielasuprincipiodenodejarenfriarunalibranzaa lavista,D’ArtagnanseencaminóacasadeFouquetparacobrarlasdoscientaspistolas.
Lacena
El superintendente debía estar enterado del próximo viaje del rey a Nantes, porque dio una cena dedespedidaasusamigos.Eliryvenirdecriadoscargadosdeplatos,ylaactividadquesenotabaenelescritorio,eranseñalesevidentesdeunpróximotrastornoenlacocinayenlacaja.
D’Artagnansepresentó,libranzaenmano,enelescritorioyaldecirlequeyaeratardeyquelacajaestabacerrada,noreplicómásqueesto:
—Serviciodelrey.Eldependiente,unpocoturbadoalverlacarafoscaquepusoelcapitán,contestóquelarazónera
respetable, pero que también lo eran las costumbres de la casa, y rogaba al portador que volviese alsiguientedía.D’ArtagnanpidióentonceshablarconelseñorFouquet.
—ElseñorFouquetnosecuidabadetalespequeñeces—replicóeldependientedandoconlapuertaenlasnaricesdelmosquetero.
Éste,queprevióelcaso,habíapuestolapuntadesubotaentrelapuertaylajamba,demaneraquenojugó lacerradura,yvolvióaencontrarsecaraacaraconeldependienteque,cambiandode tonodijo,entredespavoridoycortés:
—Si vuestramerced desea hablar con el señor superintendente, vaya a las antesalas, aquí está elescritorio,adondenuncavienemonseñor.
—¡Alfin!—repusoD’Artagnan—.¿Ydóndeestánlasantesalas?—Alotroladodelpatio—respondióeldependientesatisfechodeverselibre.D’Artagnanatravesóelpatio,ypreguntóaloscriados.—Monseñornorecibeaestahora—lerespondióunoquellevabaenunafuentedeplatasobredorada
tresfaisanesydocecodornices.—Decidle—repusoelcapitándeteniendoalcriadoporelextremodelafuente—,quesoyelseñor
deD’Artagnan,capitántenientedelosmosqueterosdeSuMajestad.El criado lanzó un grito de sorpresa y desapareció seguido del gascón, que llegó a tiempo para
encontrarenlaantesalaaPelissónque,unpocopálido,veníadelcomedoralencuentrodelanunciado.—No es nada desagradable, señor Pelissón—dijoD’Artagnan sonriéndose—; no esmás que una
librancilla.—¡Ah!—exclamóelamigodeFouquetensanchándoseleelpecho.Pelissón asió de lamano almosquetero y le hizo entrar en el comedor, donde los amigos íntimos
rodeabanalsuperintendente,colocadoenelcentroenunsillónconalmohadones.AllíestabanreunidostodoslosepicúreosquepocotiempoanteshacíanenVauxloshonoresdelacasa,discreteabanyhacían
ganardineroaFouquet.Amigosalegres,cariñososcasi todos,nohabíanabandonadoasuprotectoralacercarse la tormenta, y a pesar de las amenazas del cielo y del temblor de la tierra, estaban allí,risueños, solícitos,devotosenel infortuniocomo lohabíansidoen laprosperidad.A la izquierdadelsuperintendenteestabalaBelliere,yasuderechalaesposa;comosi,desafiandolasleyesdelmundoylaspreocupaciones,losdosángelestutelaresdeaquelhombresehubieranreunidoparaprestarle,enelmomento crítico, el apoyo de sus entrelazados brazos. La Belliere estaba pálida, trémula, y atenta yrespetuosa con la esposa del superintendente, que con una mano sobre la de su marido, miraba conansiedadhacialapuertaporlacualPelissónibaaconduciraD’Artagnan.Ésteentróconactitudcortés,paraluegoadmirarse,cuandoconmiradainfalibleadivinólasignificacióndetodaslasfisonomías.
—Perdonadmequenooshayasalidoarecibirviniendoennombredelrey,señordeD’Artagnan—dijo Fouquet levantándose y dando a sus últimas palabras una triste firmeza que llenó de espanto elcorazóndesusamigos.
—Monseñor—contestóD’Artagnan—,novengoennombredel rey,sinopara reclamarelpagodeunalibranzadedoscientaspistolas.
Todaslasfrentesseserenaron;menosladeFouquet,quedijoalmosquetero:—¿AcasovospartísparaNantes,también?—Noséadóndevoy,monseñor.—Pero—repusolaesposadeFouquet,yatranquilizada—,nopartístanapresuradamentequenonos
hagáislafinezadesentarosennuestracompañía,señorcapitán.—Señora,seríaunagranhonra:peromeapremiadetalmodoeltiempoqueyaloveis,nohetenido
otroremedioqueinterrumpirvuestracenaparahacerquemepaguenestalibranza.—Que será satisfecha en oro—dijo Fouquet haciendo seña a sumayordomo, que inmediatamente
salióconlalibranzaqueleentregóD’Artagnan.—Noteníatemorporelpago—repusoelmosquetero—;lacasaesbuena.Fouquetsesonriódolorosamente.—¿Estáismal?—preguntólaBelliere.—¿Elacceso?—dijolaesposadelsuperintendente.—Noesnada,gracias—respondióFouquet.—¡Qué!¿Estáisenfermomonseñor?—preguntóD’Artagnan.—PilléunastercianasenVaux.—¿Lahumedaddelasgrutas,denoche?—No,porunaemoción.—Sí,laexcesivasolicitudquepusisteisenrecibiralrey—dijoLaFontaineconvozsosegada,sin
saberquedecíaunsacrilegio.—Nuncaesunobastantesolícitoenrecibiralrey—dijocariñosamenteFouquetasupoeta.—El caballero querrá decir ardor —repuso D’Artagnan con amable franqueza—. La verdad es,
monseñor,quenuncasehaejercidolahospitalidadcomoenVaux.LaesposadeFouquetdejócomprenderclaramente,en laexpresióndesurostro,quesiFouquetse
habíaportadobienconelrey,elreynohabíacorrespondidoconelministro.Peroallísólosabíanelterriblesecretodelrey,D’ArtagnanyFouquet;ysielprimeronosesentía
convalorparacompadecer,elsegundonoteníaderechoaacusar.
Elcapitán,aquienentregaronlasdoscientaspistolas, ibaadespedirse,cuandoFouquetselevantó,tomóunvaso,hizoquedieranotroaD’Artagnan,ydijo:
—Alasaluddelrey,«sucedaloquesuceda».—Yalavuestra,monseñor,«sobrevengaloquesobrevenga»—contestóD’Artagnanbebiendo.Despuésdeestaspalabrasdemalagüero, elgascónsaludóa todos,que se levantaronyoyeronel
ruidodelasespuelasydelasbotasdeaquélhastaquellegóalpiedelaescalera.—Poruninstantecreíqueveníapormí,ynopormidinero—dijoFouquet,esforzándoseenreírse.—¡Porvos!¿Yporqué?—exclamaronlosamigosdelsuperintendente.—Nonoshagamosilusiones,queridoshermanosmíosenEpicuro—dijoFouquet—;noquierohacer
comparacionesentreelmáshumildepecadordelatierrayelDiosaquienadoramos;peroeseDiosdioundíaasusamigosunacomidaquesellamala«Cena»,yquelofuededespedidacomolaqueestamoscelebrandoenestosmomentos.
Todoslanzaronunavozdedolorosanegativa.—Cerradlaspuertas—dijoFouquet.Ycuandosalierontodosloscriados,añadió,bajandolavoz—:
¿Quéfuiyquiénsoy,amigosmíos?Reflexionadloyresponded.Siunhombrecomoyo,desciendedesdeelmomento enquedejade elevarse.No tengoyadineroni crédito; sólo tengo enemigospoderososyamigosquenadapueden.
—Ya que os explicáis con tanta franqueza—exclamó Pelissón levantándose—, también nosotrosdebemosserfrancos.Siestáisperdido,corréisavuestraruinaydebéisdeteneros.Antetodo,¿quédineronosqueda?
—Setecientasmillibras—respondióFouquet.—Elpan—murmurósuesposa.—Hacedquepreparenrelevos,yhuid—dijoPelissón.—¿Adónde?—ASuiza,aSaboya,perohuid.—Simonseñorhuye—dijolaBelliere—,diránqueesculpableyquehatenidomiedo.—Mástodavía—repusoFouquet—,diránquemehellevadoveintemillones.—Escribiremosmemoriasparajustificaros—dijoLaFontaine—;huid.—Mequedo—replicóFouquet—;además¿nosemepresentatodobien?—PoseéisBelle-Isle—exclamóelcuraFouquet.YallávoyenlínearectaalencaminarmeaNantes—repusoelsuperintendente—.Asípues,tengamos
paciencia.—Peroantesdellegaranantes,¡cuántocamino!—objetólaesposadelministro.—Losé—replicóFouquet—,pero¿quéhacer?El reyme llamaa losestados,yaunqueséquees
paraperderme,nopuedomenosdepartir,sopenademostrarmereceloso.—Puesbien—dijoPelissón—,yohehalladolamaneradeconciliarlotodo.Vaisapartirparanantes,
peroconalgunosamigosyenvuestracarrozahastaOrleans,dondeosembarcaréisennuestrobuquequeos conducirá hasta el fin del camino.Estad preparadopara defenderos si os atacan, y para huir si osamenazan.Enunapalabra,porloquepuedasucederllevadtodoeldineroquetengáisamano;luego,ycuando queráis os acercáis almar y os embarcáis para Belle-Isle, y desde allí os dirigís adonde osplazca,semejantealáguilaquesaleyhiendeelespaciocuandoladesalojandesunido.
LaspalabrasdePelissónfueronacogidascongeneralaprobación.—Sí,hacedeso—dijolaesposadeFouquetasumarido.—Hacedlo—repitierontodoslosamigosdelsuperintendente.—Loharé—contestóFouquet.—Estatardemisma.—Dentrodeunahora.—Inmediatamente.—Las setecientas mil libras os servirán de base para labrar una nueva fortuna —dijo el padre
Fouquet—;porque¿quiénnosimpediráqueenBelle-Islearmemoscorsarios?—Y si fuere menester, saldremos a descubrir un nuevo mundo —añadió La Fontaine, lleno de
proyectosydeentusiasmo.Ungolpedadoalapuertainterrumpióaquelconcursodealegríaydeesperanzas.—¡Uncorreodelrey!—anuncióelmaestrodeceremonias.Alanunciosiguióunsilenciomásprofundo,comosielmensajedequeeraportadorelcorreohubiera
sidounarespuestaatodoslosproyectosconcebidosuninstantehacía.Todos esperaban a ver qué hacíaFouquet, cuya frente estaba cubierta de sudor, y que en realidad
estabaentoncesbajoeldominiodesucalentura.FouquetsefueasugabinetepararecibirelmensajedeSuMajestad.Eratalelsilencio,quedesdeelcomedorseoyólavozdeFouquet,querespondió:—Estábien,caballero.Aquellavozestabaalteradaporlaemoción.Casi en seguida Fouquet llamó a Gourville, que atravesó la galería en medio de la expectación
universal,yporfinreaparecióentresusconvidados;peronopálidoydescompuestocomoalsalir,sinolívidoydesconocido.Espectroviviente,Fouquet se adelantaba con losbrazos caídosy seca la boca,comocadáverquevinieseasaludarasusamigosdelavida.Alveralministro,todosselevantaronyseabalanzaronaéldeshaciéndoseenlamentos.FouquetmiróaPelissón,seapoyóensuesposa,yestrechólamanoalaBelliere.
—¿Ybien?¿Quépasa?—preguntarontodosauna.Fouquet abrió su crispada y sudorosa mano derecha y mostró un papel sobre el cual, y lleno de
espanto,seprecipitóPelissón,queleyólassiguienteslíneasdepuñoyletradelrey:
Miqueridoy estimado señorFouquet: del dineronuestroque todavíaqueda envuestropoder, dadnossetecientasmillibrasquenoshacenfaltahoyparanuestrapartida.
Sabiendoquevuestrasaludnoesbuena,suplicamosadiosqueosladevuelvayostengaensusantaguarda.Luis.
Lapresentesirvederecibo.
Unmurmullodeespantocirculóporlasala…—Bueno—exclamóPelissónasuvez—,habéisrecibidoestacarta,¿noesasí?—Asíes—respondióFouquet.—¿Quépensáishacer?
—Nada, pues la he recibido. Si la he recibido es señal de que la he pagado —repuso elsuperintendenteconnaturalidadquearrancóelcorazóndesusamigos.
—¡Qué habéis pagado!—exclamó la esposa de Fouquet con desesperación—. ¡Entonces estamosperdidos!
—Vaya,dejémonosdepalabrasinútiles—dijoPelissón—.Yaquehabéisperdidoeldinero,salvadlavida.¡Acaballo,monseñor!¡Acaballo!
—¡Perosinopuedesostenerseenpie!—¡Ah!—dijoelintrépidoPelissón—,sientramosenreflexiones…—Tienerazón—murmuróFouquet.—¡Monseñor! ¡Monseñor! —gritó Gourville subiendo de cuatro en cuatro los peldaños de la
escalera.—¿Quéhay?—Comosabéis,hesalidoacompañandoalcorreodesuMajestadconeldinero.Puesbien,alllegara
palaciohevisto…—Tomaunpocodealiento,amigomío,estássofocado.—¿Quéhabéisvisto?—preguntaronconimpaciencialosamigos.—Hevistoalosmosqueterosmontaracaballo.—Veis,veis—exclamarontodos.—Nohayqueperderminuto.LaseñoradeFouquetsesalióprecipitadamentealaescalerayordenóqueengancharan.—Señora—dijo laBelliereechándoseenposdeaquéllaydeteniéndola—,porsusalvaciónos lo
ruego,nodemostréisnadanimanifestéislamenoralarma.Pelissónsalióparadisponerqueprepararanlascarrozas.Mientras, Gourville recogió en un sombrero lo que los desconsolados y despavoridos amigos de
Fouquetpudierondepositarenél,últimaofrenda,piadosalimosnahechaporlapobrezaalinfortunio.Llevadosporlosunosysostenidoporlosotros,elsuperintendentefueencerradoensucarroza.Gourvillesesubióalpescanteyempuñólasriendas,yPelissónsostuvoensusbrazosaladesmayada
esposadeFouquet.Encuandoa laBelliere, fuemásenérgica,y recibióelpago, recogiendoelúltimobesodelministro.
Consejosdeamigo
D’ArtagnanyFouquetpartieronyéstecontalrapidezqueaumentabaeltiernointerésdesusamigos.Losprimerosmomentosdelviaje,omejor,deestafuga,fueronturbadosporelcontinuotemorqueinspirabanalfugitivoloscaballosycochesquetrassíveía.Noeranatural,enefecto,queLuisXIVdejaseescaparsupresa.Eljovenleónhabíahusmeadolacazayteníamuybuenosperrosparaestardescuidado.Mas,insensiblemente,todoslostemoresfuerondesapareciendo:elsuperintendente,afuerzadecorrertomótaldelanteraalosperseguidoresque,razonablemente,nopodíanalcanzarle.Encuantoalhecho,susamigosencontraronunaexcelentedisculpa.¿NodebíairaNantesareunirseconelrey?Puessuprecipitaciónerapruebadesucelo.
LlegócansadoperotranquiloaOrleans,endonde,graciasaloscuidadosdesucorreoquelehabíaprecedido,encontróunahermosaembarcaciónenformadegóndola,peromáslargaypesada,delasqueentonceshacían el servicio entreNantes yOrleanspor elLoira, travesía larga, aúnhoy, que entoncesparecíamás agradable y cómoda que no el camino real con sus caballos de posta y susmalas ymalsuspendidascarrozas.
Fouquetpartióenseguida.Losremeros,sabiendoqueteníanelhonordeconduciralsuperintendentede«hacienda»,seprometíanunabuenagratificaciónsilamerecían.LalanchavolósobrelasaguasdelLoira, serenasy tranquilas, sobre lasque se reflejaban lospurpúreos rayosdeun sol espléndido.Losocho remerosque llevaronaFouquetcomo lasalas llevana lospájaros, eran tantoscuantosnunca seusabanenaquellasembarcaciones,comonofueseparaserviralmismorey.
FouquetdijoasuamigoGourville,estrechándolelamano:—Amigomío,todoestájugado:recuerdatúelproverbio«Losprimerosvandelante»,yColbertno
tratadeadelantarme,Colbertesunhombreprudente.CuandollegóaNantes,Fouquetsubióaunacarroza,quelaciudadleenvió,nosesabeporqué,yse
encaminóalacasadeAyuntamiento,escoltadoporunagranmuchedumbrequedesdehacíaalgunosdíasllenabalaciudadenlaexpectativadeunaconvocatoriadeestados.Apenasinstaladoelsuperintendente,Gourville salióparahacerpreparar loscaballosenuncaminodePoitiersydeVannesyunabarcaenPaimboeuf;y tal fueelmisterio, laactividady lagenerosidadqueaquéldesplegó,quenuncaFouquet,atacadoentoncesporlacalentura,estuvomáscercadesusalvación,salvolacooperacióndelazar.
Circuló aquellanochepor la ciudadel rumordequeel reyvenía apresuradamente en caballosdeposta,yqueseleesperabaentrediezyonce.
Elpueblo,esperandoalrey,seregocijabaviendoalosmosqueteros,reciénllegadosconsucapitánD’Artagnan,yalojadosenelpalacio,enelquedabanguardiasdehonorentodaslaspuertas.
D’Artagnan, que era muy cortés, como a las diez de la mañana se presentó en la habitación delsuperintendenteparaofrecerlesusrespetos,yaunqueéstesufríadecalentura,yestabahechounmardesudor, se empeñó en recibir aD’Artagnan, que quedó contento de tal distinción, como se verá por laconversaciónqueambostuvieron.
Fouquet se acostó comoquien ama la viday economiza todo loposible el delgadísimohilode laexistencia.
D’Artagnan apareció en el umbral del dormitorio y fue saludado con afabilidad por elsuperintendente.
—Buenosdías,monseñor—respondióelmosquetero—.¿Quétalosencontráisdelviaje?—Bastantebien,gracias.—¿Ylacalentura?—Bastantemal.Comoveis,estoybebiendo.ApenashesentadolaplantaenNantes,leheimpuesto
unacontribucióndetisana.—Loqueprimerodebéisprocuraresdormir,monseñor.—Demuybuenaganaloharía,señordeD’Artagnan.—¿Quéosloimpide,monseñor?—Enprimerlugar,vos.—¿Yo?¡Ah!monseñor…—Sinduda.¿Porventuraaquí,comoenParís,novenísennombredelrey?—¡PorDios!monseñor—replicóelcapitán—,dejadenreposoaSuMajestad.Eldíaquevengade
partedelreyparaloquevosqueréisdecir,osdoypalabradenohaceroslanguidecer.Meveréisempuñarla espada, según la ordenanza, yme oiréis decir de golpe y con ceremonia:Monseñor, os arresto ennombredelrey.Fouquetseestremeció,tannaturalyrobustohabíasidoelacentodelagudogascón,tanparecidahabíasidolaficciónalarealidad.
—¿Meprometéistalfranqueza?—dijoFouquet.—Palabra.Peronohemosllegadoatalextremo.—¿Quéoslohacecreer,señordeD’Artagnan?Yocreolocontrario.—Elquenoheoídohablardenada.—¡Je!¡je!—¡Diantre!veoqueapesardelafiebreestáisdebuenhumor—replicóelmosquetero—.Elreyno
puedenidebeimpedirqueunoosquieradetodocorazón.—¿Y creéis queColbertme quiere también tanto como decís?—repuso elministro haciendo una
mueca.—¿QuiénoshabladeColbert?—dijoD’Artagnan—.Colbertesunhombreexcepcional.Quizánoos
quiera;perolaardillapuedepreservarsedelaculebraporpocoqueseempeñeenello.—Veoquemeestáishablandocomoamigo,señordeD’Artagnan,enmividaheencontradohombre
demásingenioydemáscorazónquevos.—Esfavorquemehacéis;peroosponéisronco,monseñor.Bebed.D’ArtagnantomóunatazadetisanayselaofrecióconlamáscordialamistadaFouquet,quelatomó
ydiolasgraciasconunasonrisa.—Esascosasnolesucedenanadiemásqueamí—exclamóD’Artagnan—.Hepasadodiezañosante
vuestrasbarbas,cuandoapaleabaiseldinero,distribuíaisenpensionescuatromillonesanuales,sinquerepararaisenmí,yadvertísqueestoyenelmundo,precisamenteenelmomento…
—Enquevoyaderrumbarme.Esverdad,miqueridoseñordeD’Artagnan.Puesbien,sicaigo,tenedporverdadloquevoyadeciros,nopasarádíasinquemedigaamímismoygolpeándomelafrente:¡Ohmortalinsensato!,¡teníaisalamanoalseñordeD’Artagnanynoteservistedeél,ynoleenriqueciste!
—Meenorgullecéis,monseñor—repusoelcapitán—,yestoyencantadodevos.—¿Noesverdadqueestoybienseñalado,capitán?¿Noesverdadqueelreymehatraídoaquípara
aislarmedeParís,dondetengotantosamigos,yparaapoderarsedeBelle-Isle?—DondeestáHerblay—repusoD’Artagnan.Fouquetlevantólacabeza.—Encuantoamí,monseñor—prosiguióD’Artagnan—,puedoafirmarosqueelreynadamehadicho
contravos.—¿Deveras?—Meordenóqueviniera,escierto,yquenadadijesealseñordeGesvres.—Amigomío.—AlseñordeGesvres—continuóelmosquetero—.El reymeordenó tambiénqueme trajeseuna
brigadademosqueteros,locualessuperfluoenlaapariencia,yaqueaquíestátodotranquilo.—¿Unabrigada?—dijoFouquetincorporándose.—Noventayseisjinetes,monseñor,igualnúmeroquetomaronparaarrestaralosseñoresdeChalais,
deCinc-MarsyMontmorency.—¿Qué más? —preguntó el superintendente aguzando los oídos al escuchar aquellas palabras
vertidassinintenciónaparente.—Otras órdenes insignificantes, tales comoguardar el palacio, vigilar todas las habitaciones y no
dejarqueestédecentinelaningúnsoldadodelseñorGesvres,vuestroamigo.—Yrespectodemí,¿quéórdenesosdioSuMajestad?—Nadamedijo.—SeñordeD’Artagnan,vaenellomihonra,yquizámivida.¿Nomeengañáis?—¿Yoengañaros?,¿conquéobjeto?¿Acasoestáisamenazado?Ahora,tocantealascarrozasyalas
barcas,sí,hayunaorden…—¿Unaorden?—Sí,monseñor,peronoosconcierne.Esunasimpledisposicióndepolicía.—¿Cuál,capitán?,¿cuál?—QuenopuedesalircaballonibarcadeNantessinsalvoconductofirmadodelrey.—¡Diosmevalga!pero…—Bien—repusoD’Artagnanriéndose—,peroesaordennoestarávigentehastaquehayallegadoSu
MajestadaNantes.Yaveispues,quelaordennadatienequeverconvos.Fouquetsequedópensativo;peroelmosqueterohizocomoquenoadvertíasupreocupación.—Para que yo os confíe el tenor de las órdenes queme han dado—prosiguióD’Artagnan—, es
menesterqueosprofesehondoafectoyquetengaempeñoenqueningunavayadirigidacontravos.—Sinduda—repusocondistracciónelministro.—¿Sabéis,señorFouquet,quesienlugardehabérmelasconunhombrecomovos,quesoisunode
los primeros del reino, me las hubiera con una conciencia turbada e inquieta, me comprometía parasiempre? ¡Qué buena ocasión la presente para quien quisiere poner tierra por medio! Ni policía, niguardias,niórdenes; libreelagua,expeditoelcamino,el señordeD’Artagnanobligadoaprestar suscaballossiselospidieran…Esodebetranquilizaros,monseñor;porqueesobvioque,desustentarmalosdesignios,el reynomehabríadejadotanindependiente.Enverdad,señorFouquet,pedidmecuantoosagrade; estoy a vuestra disposición. Lo único que reclamo de vos, si consentís, es que de mi partesaludéisaAramisyaPorthos,digosiosembarcáisparaBelle-Isle,comotenéisderechoahacerlo,enelacto,debata,comoestáis.
Con esto y una profunda reverencia, el mosquetero, cuyasmiradas no habían perdido nada de suinteligentebenevolencia,saliódeldormitorioydesapareció;peroaunnohabíalegadoalasgradasdelvestíbulo,cuandoFouquet,fueradesí,tiródelcordóndelacampanillaygritó:
—¡Miscaballos!,¡miesquife!Elsuperintendente,alverquenadielerespondía,sevistióconloqueencontróamano.—¡Gourville!…¡Gourville!…—gritóelministro.Gourvilleentrópálidoyjadeante.—¡Partamos!,¡partamos!—exclamóelsuperintendentealverasuamigo.—Esdemasiadotarde—contestóGourville.—¡Demasiadotarde!,¿porqué?—¡Escuchad!Anteelpalacioseoíaelrumordetrompetasytambores.—¿Quéeseso,Gourville?—Llegaelrey,monseñor.—¡Elrey!—Elrey,quehavenidoamarchasforzadasyreventandocaballosysehaanticipadoochohorasa
todosloscálculos.—¡Estamosperdidos!—murmuróFouquet—.¡Ah!buenD’Artagnan,hashabladodemasiadotarde.Enefecto,enaquelinstanteelreyllegabaaNantes,yapocotronaronloscañonesdelasmurallasy
losdeunbuquedeguerraancladoenelrío.Fouquetfruncióelceño,llamóasusayudasdecámaraehizoquelepusieraneltrajedeceremonia.Desdesuventanayaltravésdelascortinas,elministroviolaimpacienciadelpuebloygrannúmero
desoldadosquehabíanseguidoalpríncipesinquepudieseadivinarsecómo.Elreyfueconducidoapalaciocongranpompa,yFouquetlevioapearsealpiedelrastrilloyhablar
aloídodeD’Artagnanqueleteníaelestribo.Apenaselreyhubopasadolabóvedadeentrada,elcapitánseencaminóacasadeFouquet,perocon
lentitudyparándosetantasvecesparahablarasusmosqueteros,formadosenlínea,quenoparecíasinoquecontabalossegundosalospasosantesdecumplirlacomisiónqueledioelrey.
Alverleenelpatio,elsuperintendenteabriólaventanaparahablarconél.—¡Cómo!¿«aún»estabaisaquí,monseñor?—preguntóD’Artagnan.—Sí,señor—respondióFouquetexhalandounsuspiro—;lallegadadelreymehasorprendidoenlo
mejordemisproyectos.—¡Ah!,¿sabéisqueelreyacabadellegar?
—Lehevisto.¿Yahoravenísdesuparte?—Ainformarmedevuestrasalud,monseñor,ysinoesdemasiadodelicada,rogarosqueospresentéis
enpalacio.—Sinperderminuto,señordeD’Artagnan.—¡Malhaya!—repusoelcapitán—;desdequeelreyestáaquí,yanadieesdueñodepasearseasu
albedrío;ahoraestamosbajoelimperiodelaconsigna,tantovoscomoyo.Fouquet exhalóotro suspiro, subió auna carroza, tanta era sudebilidad, y se encaminó apalacio,
escoltadoporD’Artagnan,cuyacortesíaeraahoratanespantosacomoconsoladorayalegrehabíasidopocoantes.
CómoelreyLuisXIVhizosupequeñopapel
AlapearseFouquetparaentrarenelpalaciodeNantes,unhombredelpuebloseleacercóconelmayorrespetoyleentregóunacarta.
D’Artagnanimpidióqueaquelhombrehablaseconelministro,ylealejó,perolacartaestabayaenmanos del superintendente, que la abrió y la leyó, dando muestras de un vago terror que no pasóinadvertidoalmosquetero.Fouquetmetió lacartaen lacarteraysiguióhacia lashabitacionesdeLuisXIV.
Altravésdelasventanillasabiertasencadapisodel torreón,ysubiendotrasFouquet,D’Artagnanvioenlaplazacómoelhombredelacartamirabaentornodesíyhacíaseñalesaotrosquedesaparecíanpor las calles inmediatas después de haber repetido las señales hechas por el personaje que hemosindicado.
AFouquetlehicieronesperarunratoenlaazoteaquehemoscitado,quedabaaunpasillojuntoalcualhabíandispuestoeldespachodelrey.
D’Artagnan se adelantó entonces al superintendente, aquienhabía acompañado respetuosamente,yentróenelgabinetedesuMajestad.
—¿Y bien?—le preguntó Luis XIV, que al verle entrar cubrió con un gran paño verde el bufeteatestadodepapeles.
—Estácumplidalaorden,Sire.—¿YFouquet?—Elseñorsuperintendenteestáahí—replicóD’Artagnan.—Queleintroduzcanaquídentrodediezminutos—dijoelreydespidiendoconunademánalgascón.Éste salió, pero apenas hubo llegado al pasillo, al extremo del que Fouquet estaba aguardando,
cuandovolvióallamarlelacampanilladelmonarca.—¿Nohamanifestadoextrañezaalguna?—preguntóLuisXIV.—¿Quién,Sire?—«Fouquet»—repitióelreysindecirseñor,particularidadqueconfirmóensussospechasalcapitán
demosqueteros.—No,Sire.—Estábien,podéismarcharos.Fouquetnosehabíamovidodelaazoteadondeledejósuguía,yestabaleyendonuevamentelacarta,
concebidaenestostérminos:
Setramaalgocontravos,ysinoseatrevenenpalacio,serácuandoregreséisavuestracasa,yacercadaporlosmosqueteros.Noentréisenella,sinodirigiosdetrásdelaexplanada,dondeosesperauncaballoblanco.
Fouquet había reconocido la letra y el celo de Gourville, y no queriendo que, de sobrevenirle unadesgracia, aquel papel pudiese comprometer a su fiel amigo, hizomil pedazos la carta y la arrojó alvientoporelpretildelaazotea.
D’Artagnansorprendióalsuperintendentemientrasésteestabamirandorevolotearporelespaciolosúltimospedazosdelacarta.
—El rey os aguarda,monseñor—dijo elmosquetero. Fouquet avanzó con ademán resuelto por elpasillo,enelque trabajabanBrienneyRose,mientrasSaint-Aignán,sentadoenunasillitano lejosdeellosyconlaespadaentrelaspiernas,parecíaestaresperandoórdenesybostezaba.
AFouquetleparecióextrañoqueBrienne,RoseySaint-Aignán,siempretancortesesyobsequiosos,apenas sehubiesenmovidoal pasar él, el superintendente.Pero ¿quépodía esperarde los cortesanosaquelaquienelreyyasolamentellamabaFouquet?
Elministroirguiólacabeza,y,resueltoaarrostrarlotododefrente,entróenelgabinetedeLuisXIVtanprontounacampanillaqueyanosesconocidalehuboanunciadoaSumajestad.
Luislesaludóconlacabeza,sinlevantarse,ylepreguntóconinterésporsusalud.—Estoyconunaccesodefiebre,Sire—respondióelsuperintendente—;peroalaordendeVuestra
Majestad.—Bien:mañanasereúnenlosestados;¿tenéispreparadoalgúndiscurso?—No,Sire;peroimprovisaréuno.Conozcobastantelosasuntosquevanatratarseparanoquedarme
cortado.Sóloquerríahacerunapregunta:¿medaVuestraMajestadlicenciaparaqueseladirija?—Hacedla.—¿Porqué,siendovuestroprimerministro,Sire,noosdignasteisadvertirmeenParís?—Porqueestabaisenfermoynoqueríacausarosfatigaalguna.—Nuncame fatiganel trabajoy lasexplicaciones,Sire,ypuesha llegadoparamíelmomentode
pedirunaexplicaciónamisoberano…—¿Sobrequé?—SobrelasintencionesdeVuestraMajestadrespectodemí.LuisXIVsesonrojó.—Sire—prosiguióFouquetconviveza—,hesidocalumniadoydeboprovocarunainformación.—Habláisinútilmente—replicóelmonarca—:yoséloquesé.—Vuestramajestad no puede sabermás que lo que le han dicho, y yo no os he dicho nada, Sire,
mientraslosdemáshanhabladoquéséyocuántasveces.—¿Qué queréis decir? —prorrumpió Luis XIV anheloso de dar fin a aquella embarazosa
conversación.—Voyalhecho,Sire,yacusoaunhombredeperjudicarmeantevos.—Nadieosperjudica,señorFouquet.—Estarespuesta,Sire,mepruebaqueyoteníarazón.—SeñorFouquet,nomegustaqueacusen.—¡Cuándounoesacusado!
—Basta,yahemoshabladodemasiadosobreesto.—¿LuegoVuestraMajestadnoquierequemejustifique?—Osrepitoquenoosacuso.Es evidente que ha tomado una resolución, pensó Fouquet retrocediendo un paso y haciendo una
ligera inclinación con la cabeza. Sólo tiene esa obstinación el que no puede volverse atrás. Seríamenesterestarciegoparanoverahoraelpeligro,vacilarseríaunanecedad.Yenvozaltapreguntó:
—¿MehaenviadoabuscarVuestraMajestadparaalgúntrabajo?—No,sinoparadarosunconsejo.—Loesperoconelmayorrespeto,Sire.—Descansad;noprodiguéismásvuestrasfuerzas.Lasesióndelosestadosserácorta,ycuandomis
secretarioslahayancerrado,noquieroqueenFranciasehabledehaciendaenquincedías.—¿NadatienequedecirmeVuestraMajestadsobrelareunióndelosestados?—No.—¿Amí,superintendentedehacienda?—Osruegoquedescanséis;nadamástengoquedeciros.Fouquetsemordióloslabiosybajólacabezaconseñalesevidentesdemeditaralgograve.—¿Acasoosfastidiaverosobligadoadescansar?—dijoelrey,contaminadoporlainquietudquese
veíaenelrostrodelministro.—Sí,Sire,noestoyacostumbradoalreposo.—Estáisenfermoyesmenesterqueoscuidéis.—¿NomehahabladoVuestraMajestaddeundiscursoquedebepronunciarsemañana?Estapreguntaleturbó,elreynorespondió.Fouquetsintióelpesodeaquellavacilación,ycreyóverenlosojosdelpríncipeelpeligroqueél
precipitaríaconsusrecelos.«Sihagoverquetengomiedo»,pensóelministro,«estoyperdido».Almonarca,leteníadesasosegadoladesconfianzadeFouquet.«Comolaprimerapalabraquemedirijaseadura»,continuóelministropensando,«siseirritaofinge
irritarse para tomar un pretexto, ¿cómo salgo del apuro? Suavicemos la pendiente. Gourville teníarazón».Yalzandolavoz,dijodepronto:
—Sire, pues veláis por mi salud hasta el punto de dispensarme de todo trabajo, ¿os dignaríaisexcusarme de asistir al consejo demañana?Así podría pasar en cama el día, y probaría un remediocontraestasmalditasfiebressituvieseisabiencedermevuestromédico.
—Concedido.Osenviarémilicenciaparamañana,osenviarémimédico,yrecobraréislasalud.—Gracias,Sire—dijoFouquetinclinándose.Ytomandounaresoluciónprosiguió:—¿TendrélahonradeconduciraVuestraMajestadaBelle-Isle,amicasa?—Elministromirócaraa
caraalreyparajuzgardelefectodesuproposición.—¿Sabéisloquedecís?—replicóelmonarcasonrojándoseotravezyesforzándoseensonreírse—.
¿Belle-Islevuestracasa?—Escierto,Sire.—¿Habéisolvidado—prosiguióLuisXIVconelmismotonojovial—,quemedonasteisBelle-Isle?—No lo he olvidado, Sire, pero como todavía no habéis tomadoposesión de ella, ahora podríais
hacerlo.
—Conmuchogusto.—PorotraparteéstaeralaintencióndeVuestramajestad,queeralamía,ynosabríadeciroscuán
satisfechoyorgullosomehesentidoalvervenirdeParístodalacasamilitardelreyparaesatomadeposesión.
—Nohetraídosolamenteparaesoamismosqueteros—balbuceóelrey.—Losupongo—dijoconvivezaelsuperintendente—:VuestraMajestadsabemuybienquelebasta
irsoloaBelle-Isleconunbastoncitoparaqueasupresenciasederrumbentodaslasfortificaciones.—No—exclamóelrey—,noquieroqueunasfortificacionestancostosassederrumben.Quedenen
piecontralosholandesesylosingleses.LoqueyodeseoverenBelle-Isle,noloadivinaríais:sonlashermosas campesinas, solteras y casadas, del interior o de la costa, que bailan tan bien y son tanseductoras con sus sayas rojas. Me han dicho grandes alabanzas de vuestras vasallas, señorsuperintendente;mostrádmelas.
—CuandoVuestraMajestadquiera.—¿Tenéisdispuestoalgúnbuque?—No,Sire—respondió el superintendente, que vio la poco hábil indirecta—; como ignoraba que
VuestraMajestadtuvierataldeseo,ysobretodoquetuviesetantaprisaporveraBelle-Isle,nohehechopreparativos.
—Sinembargo,¿notenéisunaembarcación?—Cincoposeo,Sire,perounasestánenPortyotrasenPaimboeuf,yparalegaradondeestányhacer
quevengan,senecesitanalomenosveinticuatrohoras.¿QuiereVuestraMajestadqueenvíeuncorreooquevayayoporalgunadeellas?
—Dejadquepasevuestracalentura.Aguardadamañana.—Decísbien,Sire…¿Quiénsabequéideastendremosmañana?—replicóFouquet,yalibredetoda
dudaeintensamentepálido.Elreyseestremecióyalargólamanohaciasucampanilla;peroelministroseleanticipó,diciendo:—Sire,medalacalenturayestoytiritando.Siestoyaquíunsegundomás,esfácilquemedesmaye.
DémeVuestramajestadlicenciaparairaacostarme.—En efecto, tiritáis, y da compasión veros. Recogeos, señor Fouquet; ya enviaré a preguntar por
vuestrasalud.—VuestraMajestadmecolmadeatenciones.Dentrodeunahoraestarémuchomejor.—Quieroquealguienosacompañe—dijoelrey.—Comoosplazca,Sire;debuenaganameapoyaríaenelbrazodealguno.—¡SeñordeD’Artagnan!—gritóelreytocandodelacampanilla.—¡Oh!Sire—repusoFouquetriéndosedeunmodoquediocalambresalsoberano—,¿paraqueme
acompañeamicasamedaisalcapitándemosqueteros?Esunhonormuyequívoco,Sire.Mebastaunsimplelacayo.
—¿Porqué,señorFouquet?¿NomeacompañaamíelseñordeD’Artagnan?—Sí,Sire;perocuandoosacompañaesparaobedecer,entantoqueyo…—¿Qué?—Entantoqueyo,Sire,sientroenmicasaconvuestrocapitándemosqueteros,lagentevaadecir
quehabéismandadoarrestarme.
—¡Arrestaros!—profirióLuisXIV,poniéndosetodavíamáspálidoqueFouquet.—¿Por qué no, Sire? —prosiguió Fouquet sin cesar de reírse—. Y apostaría que algunos se
alegraríandeello.Esta salida desconcertó al monarca que, gracias a la habilidad de Fouquet, retrocedió ante la
aparienciadelgolpequeestabameditando,yalverentraraD’Artagnan,ordenóaéstequedesignaraunmosqueteroparaqueacompañasealsuperintendente.
—Es inútil—repusoFouquet—;espadaporespada,prefieroaGourville,quemeestáaguardandoabajo;peroestonoimpidequeyogocedelacompañíadelseñorD’Artagnan,quemegustaríaquevieseBelle-Isle,siendotanperitoenmateriadefortificaciones.D’Artagnanseinclinósincomprendernada.
Fouquethizounanuevareverencia,ysesalióafectandolalentituddelhombrequesepasea;unavezfueradepalacio,dijoentresímientrasdesaparecíaentrelamuchedumbre:
—Estoysalvado.Si,verásaBelle-Isle,reyinfame,perocuandoyanoestaréenella.—Capitán—dijoelreyalmosquetero—,vaisaseguiralseñorFouquetacienpasosdedistancia.Se
encaminaasucasa,yallávaisairvostambién;learrestáisenminombreyleencerráisenunacarroza.—¿Enunacarroza?Corriente.—Demaneraqueporelcaminonopuedahablarconpersonaalguna,niarrojarningúnescrito.—LoqueVuestraMajestadmeordenaesmuydifícil;yonopuedohacermorirporasfixiaalseñor
Fouquet,ysimepidequeledejerespirar,novoyaimpedírselocerrandocristalesycortinillas.Yaveis,pues,quepuedegritaryarrojarpapelesporlaventanilla.
—Yestáprevistoelcaso;losdosinconvenientesdequeacabáisdehablarlosobviaráunacarrozaconunenrejadodehierro.
—¡Ah!—exclamóD’Artagnan—;perocomonohayquienlabreenmediahoraunenrejadodehierroparaunacarroza,yVuestraMajestadmeordenaquevayaenseguidaacasadelseñorFouquet…
—Yaestá—replicóelrey.—Estoesdistinto—repusoelcapitán.—Todoestápronto,yelcocheroyellacayoaguardanenelpatiodeservicio.—SólomefaltapreguntaradóndedeboconduciralseñorFouquet—dijoD’Artagnaninclinándose.—PorahoraalcastillodeAngers.Luego,veremos.¡Ah!yahabéisnotadoqueparaarrestaralseñor
Fouquetnomevalgodemisguardias,locualpondráfuriosoalseñordeGesvres.Estoquieredecirquetengoconfianzaenvos.
—Yalosé,Sire,yesinútilqueloponderéis.—Oslohedichoconelobjetodemanifestarosquesi,porcasualidad,porunacasualidadcualquiera,
elseñorFouquetseevadiera…Porquesehandadocasos,señorcapitán…—Confrecuencia,Sire;peroesovaconlosdemás,noconmigo.—¿Porquénoconvos?—PorqueporuninstantehetenidolaideadesalvaralseñorFouquet.Elreyseestremeció.—Porque—prosiguió el capitán—, habiendo adivinado yo vuestro plan sin que vosme hubieseis
dicho sobre él una palabra, y siéndome simpático el señor Fouquet, al intentar salvarlo estaba enmiderecho.
—Enverdad,nopodéistranquilizarmerespectodevuestrosservicios—repusoelsoberano.
—Siyo lo hubiese salvado entonces,mi inocencia no pudiera negarse; yme aventuro a decir quehabría obrado bien, porque el señor Fouquet no es un criminal. Pero en vez de escucharme, se haentregadoenbrazosdeldestino,yhadejadoescaparlahoradelalibertad.Elsufrirálasconsecuencias.Ahoraherecibidoórdenesparamíineludibles;porlotanto,dadporarrestadoalseñorsuperintendente,Sire,yporencerradoenelcastillodeAngers.
—Todavíanolehabéisechadolamano,capitán.—Esto es cosa mía; cada uno a lo suyo, Sire. Lo único que os digo, es que lo reflexionéis con
madurez.¿MedaisformalmentelaordendearrestaralseñorFouquet,Sire?—Nouna,sinomilvecesosladoysifueramenester.—Puesvengaporescrito.—Aquíestá.D’Artagnan la leyó, saludó al monarca, salió, y al legar a la azotea vio pasar todo satisfecho a
Gourvilleendireccióndelacasadelsuperintendente.
Elcaballoblancoyelcaballonegro
—Essorprendente—dijoentresíelgascón—;¡Gourvillecorriendoalegreporlacalle,cuandoestácasisegurodequealseñorFouquetleamagaunpeligro,ycuandoestambiéncasisegurodequeélesquienha avisado al superintendente pormedio de la carta que éste ha rasgado enmil pedazos aquímismo!¿Gourvilleserestriegalasmanos?señaldequehahechoalgodeprovecho.¿Dedóndevendrá?LlegaporlacalledelasHierbas.¿Adóndevaapararesacalle?
D’ArtagnanmiróporencimadelascasasdeNantes,dominadasporelpalacio,lalíneatrazadaporlascalles,comopudierahaberlohechoenelplanotopográfico;sóloqueenvezdeunpapelextendido,vacíoydesierto,elplanovivienteselevantabaenrelieveconlosmovimientos,elvoceríoylasfigurasde personas y cosas. Extramuros se extendía la verde llanura, cerrada por el encendido horizonte ysurcadaporlasazuladasaguasdelLoirayporlasverdinegrasaguasdelospantanos.DelaspuertasdeNantespartíandosblancoscaminosquedivergíancomodosdedosseparadosdeunamanogigantesca.
D’Artagnan,quehabíaabrazadoconunamiradatodoelpanorama,siguiendolalíneadelacalledelasHierbas,fueapararconlavistaalpuntodepartidadeunodeloscaminos:yyasedisponíaasalirdelaazoteaparaentrareneltorreónybajarabuscarlaenrejadacarrozaparairseacasadelseñorFouquet,cuandolellamólaatenciónalgoqueavanzabaporaquelcamino.
—¿Quéesaquelloquesemuevealláabajo?—dijoentresíelmosquetero—.Uncaballo,uncaballodesbocadosinduda.
Elobjetomovedizoseseparódelcaminoysemetióporlossembrados.—¡Uncaballoblanco!—continuóelgascón,queacababadeverresaltarelcolordelanimalsobrela
oscuraalfalfa—;¡ylomontaalguno!Defijoqueeljineteesunmuchacho,yqueelcaballo,sediento,lollevaaldiagonalmentehaciaunabrevadero.
El caballo blanco corría, corría siempre hacia el Loira a cuyo extremo se veía una pequeñaembarcación.
—¡Oh!¡Oh!—murmuróelmosquetero—,sólounhombrequehuyecorrede talsuerteal travésdetierras de labor; sólo unFouquet, un hacendista puede correr así en pleno día ymontando un caballoblanco:sólounseñordeBelle-Islepuedehuirhaciaelmar,cuandoentierrahaybosquestancerrados;ysólohayunD’ArtagnanenelmundocapazdealcanzaraFouquet,quellevamediahoradedelantera,yantesdeunahorahabrállegadoalaembarcaciónqueleespera.
Dicho esto, el gascón mandó que la carroza del enrejado saliese a escape hacia un bosquecillosituadofueradeNantes,y,escogiendosumejorcaballo,subiósobreél,echóporlacalledelasHierbas,ytomó,noelcaminoquellevabaFouquet,sinolaorilladelLoira,segurodequeasíganaríadiezminutos
sobreel totaldel trayecto,y, en la intersecciónde lasdos líneas, alcanzaríaal fugitivo,quenopodíapresumirqueporaquelladolepersiguiesen.
Enlarapidezdesucarrera,conlaimpacienciadelperseguidor,animándosecomoenlacazayenlaguerra,D’Artagnan,tanamableytanbuenoconFouquet,sevolvióferozycasosanguinario.
Mientrascorrióporlargotiemposinveralcaballoblanco,sufurortomótodosloscaracteresdelarabia. Dudando de sí mismo, supuso que Fouquet se había abismado en un camino subterráneo, ocambiadoelcaballoblancoporunodeaquellosfamososcaballosnegros,velocescomoelviento,queD’Artagnanadmirabayenvidiara tantasvecesenSanMandé.Enaquellosmomentos,cuandoelvientoescocía losojosy le arrancaba lágrimas,y la sillaquemaba,y el caballo, abiertas sus carnespor lasespuelas,rugíadedoloryhacíavolarconsuspieslaarenaylosguijarros,D’Artagnanlevantábasesobresusestribos,yalnovernadaenel aguanibajo laarboleda,buscabaenel airecomoun insensato,ydevoradoporeltemordelridículo,decíasincesar:
—¡Yo!,¡yoburladoporunGourville!Sediráqueenvejezco,oqueherecibidounmillónparadejarhuiraFouquet.
Yhundíasusespuelasenlosijaresdesucaballo,queendosminutoshabíarecorridounalegua.Derepenteyalextremodeunadehesa,allendelavalla,D’Artagnanvioaparecerydesaparecerpara
aparecer de nuevo y permanecer visible en un terreno más elevado, una forma blanca que le hizoestremecersedealegríayserenarseenseguida.
Seenjugólafrente,abriólasrodillas,y,recogiendolasriendas,moderóelpasodelvigorosoanimal,sucómpliceenaquellacazadelhombre.
Entoncespudoestudiarlaformadelcamino,ysusituaciónrespectodeFouquet.Éstehabíafatigadoasucaballoalatravesarlastierras,yconociendocuánnecesarioleerallegara
unsuelomásduro,buscabaelcaminoporlasecantemáscorta.D’Artagnan seguí en línea recta por la pendiente del acantilado que le ocultaba a la vista de su
enemigo, para cortarle el paso al llegar al camino, donde iba a principiar la verdadera carrera, aentablarselalucha.
D’Artagnandejórespirarasucaballo,notóqueelsuperintendentehacíalomismoconelsuyo.Perocomo ambos llevaban demasiada prisa para continuarmucho tiempo a aquel paso, el caballo blancopartió como una flecha en cuanto pisó en terrenomás resistente. D’Artagnan aflojó las riendas, y sucaballonegrotomóelgalope.
Ambosseguíanelmismocamino; loscuádruplesecosde lacarrera seconfundían;FouquetaunnohabíaadvertidolapresenciadeD’Artagnan.Peroallasalidadelapendiente,sólounecohiriólosaires,eldelospasosdelacabalgaduradelmosquetero,queproducíaelefectodeltrueno.
Fouquetsevolvió,yalverauncentenardepasosasuespaldaasuenemigoinclinadohastaelcuellodesucorcel,yanodudóqueleperseguíaunmosquetero,alqueconocióporsubruñidotahalíysurojacasaca.Fouquet,pues,aflojótambiénlasriendasasucaballo,quepusoentreélysuadversarioveintepiesmásdedistancia.
—¡Ah! —dijo entre sí D’Artagnan con inquietud—, el caballo que monta Fouquet no es de losordinarios.
Yexaminólasparticularidadesdeaquelcorcel;vioqueteníaredondalagrupa,largayenjutalacola,patasdelgadasysecascomoalambresycascosmásdurosqueelmármol.
D’Artagnanpicóasucaballo,peroladistanciacontinuósiendoigual.Elmosqueteroprestóoídoatentoperonooyóniunresoplidodelcaballoblanco,noobstantedejar
atráslosvientos.Elcaballonegro,porelcontrario,empezabaaroncarcomosilehubiesedadounataquedetos.—Aunquerevientemicaballo—pensóD’Artagnan—,debodarlealcance.Y rasgando labocadelpobreanimaly lacerándole lascarnesvivasconsusespuelas, logróganar
sobreFouquetunasveintetoesas,esdeciratirodepistola.—¡Animo!¡Animo!—murmuróelmosquetero—;elcaballoblancoquizásedebilitetambién,ysino
cae el caballo, caerá su amo. Pero caballo y caballero, continuaron derechos unidos, y poco a pocoganaronterreno.
D’Artagnan lanzó un grito salvaje que hizo volver el rostro al Fouquet, cuyamontura conservababastantesfuerzas.
—¡Famosocaballo!—dijoconroncavozD’Artagnan—.¡Votoaldiablo!señorFouquet,ennombredelrey,daospreso.—YalverqueFouquetnorespondía,aulló—:¿Mehabéisoído,señorFouquet?
ElcaballodeD’Artagnandiounpasoenfalso.—Sí,contestólacónicamenteelministro.D’Artagnanestuvoparavolverseloco,lasangreafluyóalassienesyalosojos.—¡Ennombredelrey,deteneros,uosderribodeunpistoletazo!—gritóelmosquetero.—Derribadme—exclamó Fouquet corriendo siempre. D’Artagnan tomó una de sus pistolas y la
amartilló,esperandoqueelruidoalamartillarladetendríaasuenemigo.—Tambiénvoslleváispistolas,defendeos—ledijo.Fouquet volvió el rostro, ymirando al gascón cara a cara, se desabrochó con lamanoderecha el
jubón;peronotocóalaspistoleras.Entreellosapenashabíaveintepasos.—¡Voto al diablo! —exclamó D’Artagnan—, no os asesinaré; si no queréis disparar contra mí,
rendíos.¿Quéeslaprisión?—Prefieromorir—respondióFouquet—;asísufrirémenos.—Bueno,osprenderévivo—repusoD’Artagnanlocodedesesperaciónyarrojandosupistola.Yhaciendounprodigiodequesóloeraélcapaz,pusosucaballoadiezpasosdelcaballoblanco;ya
estirabalamanoparaagarrarsupresa,cuandoFouquetexclamó:—Matadme;esmáshumano.—No,vivo,vivo.PeroelcaballodeD’Artagnandiootropasoenfalso,yperdióterreno,yFouquetseadelantó.Algalopedesencadenadohabíaseguidoeltrotelargo,yaésteelsimpletrote;lacarreraparecíatan
frenéticacomoalprincipioaaquellosfatigadosatletas.—¡A vuestro caballo, no a vos!—gritó D’Artagnan fuera de sí, empuñando la segunda pistola y
disparandosobreelcaballoblanco.Elanimal,heridoenlagrupa,diounbrincoterribleyseencabritó;peroeldeD’Artagnancaíamuerto.
—Estoy deshonrado —dijo entre sí el mosquetero—, soy un miserable. —Y levantando la voz,añadió—:Señor Fouquet, por favor, echadmeuna de vuestras pistolas para levantarme la tapa de lossesos.
Fouquetsiguiósumarcha.—¡Porfavor,porfavor!—exclamóD’Artagnan—,loquenoqueréisenesteinstante,leharédentro
deunahora.Hacedmeestefavor,señorFouquet:dejadmequememateaquí,enestecamino,yasímorirécomounvalienteestimado.
Fouquetcontinuótrotandoycallado.D’Artagnanechóacorrertrassuenemigo,ysucesivamentefuearrojandoalsuelosusombreroysu
casaca,que le incomodaban, lavainade suespada,que se lemetíaentre laspiernas,yporúltimonopudiendosostenerlaenlamano,suespada.
Elcaballoblancoagonizaba,yD’Artagnanibaacercándose.Agotadasyalasfuerzas,elanimalpasódel trote al paso corto, y poseído del vértigo y echando sangre y espuma por la boca, movíaviolentamentelacabeza.D’Artagnanhizounesfuerzodesesperado;deunbrincoseechósobreFouquet,yasiéndoledeunapierna,dijoconvozentrecortadayjadeante:
—Os arresto en nombre del rey. Ahora sacadme los sesos de un pistoletazo, los dos habremoscumplidoconnuestrodeber.Fouquetarrojólejosdesí,alrío, lasdospistolasdequepudierahaberseapoderadoelgascón,yseapeó,diciendo:
—Meentrego.Ahoraapoyaosenmibrazo,puesvaisadesmayaros.—Gracias—murmuróD’Artagnanqueefectivamente,sintióque le faltaba la tierrayelcielose le
veníaencima,ycayósinfuerzasysinaliento.Fouquetbajóalrío,recogióaguaensusombrero,yvolviendoadondeelmosquetero,lerefrescólas
sienesylevertióalgunasgotasenloslabios.D’Artagnanseincorporó,mirandoalrededoryalveralministroconsuhumedecidosombreroenla
manoysonriendoconinefabledulzura,exclamó:—¡Cómo!,¿nohabéishuido?¡Ah,monseñor!,enpuntoalealtad,corazónyalma,elverdaderoreyno
eselLuisdelLouvre,nielFelipedeSantaMargarita,sinovos,elproscrito,elcondenado.—Pero¿cómovamosaarreglarnospararegresaraNantes?Estamosmuylejos.—Esverdad—contestóelmosquetero.—Quizáselcaballopuedaregresar.¡Eratanbuencorcel!subíossobreél,señordeD’Artagnan;yo
iréapiehastaquehayáisdescansado.—¡Pobrebestia!¡Herida!—dijoelgascón.—Todavíapodrácaminar,laconozco:peromontemossobreellalosdos.—Probemos—repusoelcapitán.Cuandoelcaballosintióeldoblepeso,vaciló:masserepusoyanduvoporalgunosminutos,luego
cayójuntoalcaballonegro.—Eldestinoquierequevayamosapie;magníficopase—dijoFouquetapoyándoseenelbrazode
D’Artagnan.—Maldíaparamí,¡votoamilbombas!—exclamóelmosqueteroconlamiradafija,frunciendoel
ceñoyelcorazóntriste.LentamentehicieronFouquetyD’Artagnanlascuatroleguasquelesseparabadelbosque,traselcual
lesesperabalacarrozaconunaescolta.AlverFouquetlasiniestramáquina,sevolvióhaciaD’Artagnan,queavergonzadoporLuisXIVbajólosojos,ydijo:
—Pocogenerosoeselhombrequehaconcebidolaidea,señordeD’Artagnan,yesehombrenosois
vos.¿Paraquéeseenrejado?—Paraimpedirosquearrojéisporlaventanillaalgúnescrito.—Esingenioso.—Pero,sinoescribir,podéishablar.—¿Convos?—Siosplace.Fouquetsequedópensativo,ydespuésdijo,mirandocaraacaraalcapitán.—Unasolapalabra;¿laretendréis?—Sí,monseñor.—¿Latrasmitiréisaquienyoquiero?—Latrasmitiré.—«SanMandé»—dijoenvozbajaFouquet.—Estábien.¿Yaquiéntengoquetransmitirla?—AlaseñoradeBelliereoaPelissón.—Loharé.LacarrozaatravesóNantesytomóelcaminodeAngers.
Enelcuallaardillacaeylaculebravuela
Eran lasdosde la tarde,yel rey, inquieto, ibayveníadesugabinetea laazotea,abriendodevezencuandolapuertadelcorredorparaverloquehacíansussecretarios.
Colbert, sentado en el mismo sitio en que Saint-Aignán pasó tanto tiempo por la mañana, estabaconversandoenvozbajaconBrienne.LuisXIVabriódeprontolapuertaylespreguntó:
—¿Dequéestáishablando?—Delaprimerasesióndelosestados—respondióBriennelevantándose.—Estábien—repusoelmonarcaentrandootravez.Cincominutosdespuéslacampanillallamóarose,porseryalahoradedespacho.—¿Habéisacabadovuestrascopias?—preguntóelrey.—Aunno,Sire.—VedsiharegresadoelseñordeD’Artagnan.—Todavíano.—¡Esextraño!—murmuróelrey—.LlamadalseñorColbert.Colbertentró.—Señor Colbert —dijo el rey con viveza—, sería del caso indagar qué ha sido del señor de
D’Artagnan.—¿YdóndequiereVuestraMajestadqueselebusque?—repusocontodacalmaelintendente.—¿Nosabéisadóndeleheenviado?—replicóconasperezaelmonarca.—VuestraMajestadnomelohadicho.—Haycosasqueseadivinan,ysobretodovoslasadivináis.—Yopuedosuponer,peromeestávedadoadivinardeltodo.ApenasColbert dijo esto, una vozmás ruda que la del rey interrumpió la conversación empezada
entreelmonarcayelintendente.—¡D’Artagnan!—exclamóLuisXIVllenodealegría.—Sire—preguntóelmosquetero,pálidoydepésimohumor—,¿hasidoVuestraMajestadquienha
dadoórdenesamismosqueteros?—¿Quéórdenes?—preguntóelrey.—RespectodelacasadelseñorFouquet.—No—contestóLuis.—¡Ah!—repusoD’Artagnanroyéndoseelbigote.YseñalandoaColbert,añadió—:Nomeengañé,
esesecaballero.
—¿Quéorden?Vamosaver—dijoelmonarca.—Laderevolvertodalacasa,apalearaloscriadosyempleadosdelseñordeFouquet,fracturarlos
cajones,enunapalabra,saquearunamoradatranquila.Esoesunasalvajada,¡votoaldiablo!—¡Caballero!…—repusoColbertintensamentepálido.—SeñorColbert—atajóD’Artagnan—,sóloelreytieneelderechodemandaramismosqueteros.A
vososlovedo,yanteSuMajestadoslodigo.¿Oshabéisfiguradoqueuncaballeroqueciñeespadaesunbergantequellevalaplumaalaoreja?
—¡D’Artagnan!¡D’Artagnan!—exclamóelrey.—Nopuededarsemayorhumillación—prosiguióelmosquetero—;missoldadosestándeshonrados,
yonomandoretiresoescribientesdelaintendencia.—Perovamosaver¿quépasa?—dijoconvozdeautoridadelmonarca.—Pasa,Sire,queestecaballero,quenopuedehaberadivinadolasórdenesdeVuestraMajestad,y
por lo tanto noha sabidoquehabía salido para arrestar al señorFouquet, el caballero, que ha hechoconstruirunajauladehierroparaencerrarenellaasuamodeayer,haenviadoaRoncheratacasadelseñorFouquet,paraapoderarsedelospapelesdeéste,ynohandejadomueblesano.Mismosqueteros,en cumplimiento demis órdenes, cercaban la casa desde lamañana. Y pregunto yo: ¿por qué se hanpropasadoahacerlosentrar?¿Porquéleshanhechocómplicesdelsaqueo,obligándolesapresenciarlo?¡ViveDios!Nosotrosser,vimosalrey,peronoelseñorColbert.
—¡Señor deD’Artagnan!—repuso con severidadLuisXIV—,no permito que enmi presencia sehableenesetono.
—HeobradoenprodeSuMajestad—dijoColbertconvozalterada—,yesparamímuydurovermetratadotanmalporunoficialdelrey,tantomáscuantonopuedoreplicarosporvedármeloelrespetoquedeboamisoberano.
—¡Elrespetoquedebéisavuestrosoberano!—prorrumpióD’Artagnanechandollamasporlosojos.Elrespetoquedebeunoalsusoberanoconsisteantetodoenhacerrespetarsuautoridadyhaceramablesupersona.Todoagentedeunpoderabsoluto representaesepoder,ycuando lospueblosmaldicen lamanoquelosmaltrata,Dioslespidecuentasalamanoreal,¿oís?
D’Artagnantomóunaactitudaltiva,yconlamiradafiera,lamanosobrelaespadaytemblándoleloslabios,fingiómáscóleraquesentía.
Colbert,humilladoydevoradoporlarabia,saludóalreycomopidiéndolelicenciapararetirarse.Elrey,contrariadoensuorgulloyensucuriosidad,nosabíaquéhacer.D’Artagnan,alverletitubear,
comprendió que de quedarsemás tiempo en el gabinete sería cometer una falta; lo que él quería eraconseguiruntriunfosobreColbert,ylaúnicamaneradeconseguirloeraherirtanhondoyenlovivoalrey,queaéstenolequedaseotrasalidaqueescogerentreunoyotroantagonista.
D’Artagnan se inclinó;pero el rey,queante todoquería sabernuevas exactas sobre el arrestodelsuperintendentedehacienda,seolvidódeColbert,quenadanuevoteníaquedecir,yllamóasucapitándemosqueteros,diciéndole:
—SeñordeD’Artagnan,explicadmeprimerocómohabéishechomicomisión;luegodescansaréis.Elgascón,queibaasalir,sedetuvoalavozdelreyyretrocedió.Colbertseinclinóanteél,seirguióamediasanteelmosquetero,y,conlosojosanimadosdefuego
siniestro,ylamuerteenelcorazón,saliódelgabinete.
—Sire—dijoD’Artagnanyasoloconelmonarcaymástranquilo—,soisunreyjoven,yalaauroraes cuandouno adivina si el día será hermoso o triste. ¿Qué queréis que augure de vuestro reinado elpuebloquedioshapuestobajovuestra ley, si dejáisque entrevosy él se interponganministros todocólerayviolencia?Perohablemosdemí,Sire,dejemosunadiscusiónqueospareceociosay talvezinconveniente.HearrestadoalseñorFouquet.
—Largotiempooshacostado—repusoconacritudelmonarca.—Veoquemeheexplicadomal—dijoD’Artagnanmirandocon fijezaaLuisXIV—.¿Hedichoa
VuestraMajestadquehearrestadoalseñorFouquet?—Sí,¿yqué?—QuerectificodiciendoqueelseñorFouquetmehaarrestadoamí.EntoncesLuisXIVenmudeciódesorpresa,D’Artagnan,consumiradadelince,comprendióloque
pasabaenelánimodesusoberano,y,sindarletiempodehablar,contó,conlapoesíaygracejoquetalvezúnicamenteélposeíaenaqueltiempo,laevasióndeFouquet,lapersecución,laencarnizadacarrera,y,porúltimo,lainimitablegenerosidaddelsuperintendente,quepudiendohuirymatarasuperseguidor,habíapreferidolaprisión,yquizásotracosapeor,a lahumillacióndeaquelquequeríaarrebatarlesulibertad.
Amedidaqueibanarrandoelcapitándemosqueteros,LuisXIVseagitabaydevorabalaspalabrasmientrashacíachasquearunascontraotrassusuñas.
—Resulta, pues, Sire, a lo menos a mis ojos que el hombre que de tal suerte se conduce escaballerosoynopuedeserenemigodelrey.Talesmiopinión,Sire,os lorepito.Séloquemevaisadecir,yantetodomeinclino,puesparamíesmuyrespetable;perosoysoldado,ycumplidaquemehandado,mecallo.
—¿DóndeestáahoraelseñorFouquet?—preguntótrasuninstantedesilencioelmonarca.—EnlajauladehierroqueparaélhamandadoconstruirelseñorColbert,yqueenesteinstantevuela
haciaAngersalgalopedecuatrobriososcaballos.—¿Porquéoshabéisseparadodeélporelcamino?—PorqueVuestraMajestadnomedijoqueyofuerahastaAngers.Ylamejorpruebadeelloesque
VuestraMajestadandababuscándomehacepoco.Además,measistíaotra razón,y esque, antemí, elpobreseñorFouquetnohubieraintentadoevadirse.
—¿Decís?—exclamóelreyestupefacto.—Heconfiadosucustodiaalsargentomástorpedecuantoshayentremismosqueteros,alfindeque
elpresoseevada.—¿Estáisloco,señordeD’Artagnan?—exclamóelreycruzandolosbrazos.—¡Ah!Sire,noesperéisquedespuésdeloqueelseñorFouquetacabadehacerporvosypormíque
meconviertaensuenemigo.Nomeconfiéisnuncasucustodia.Sire,sitenéisempeñoenquequedebajocerrojos;porquepormuyfuertequeseanlasrejasdellajaula,elpájaroacabaráporvolar.
—MeadmiraquenohayáisseguidodesdeluegolasuertedeaquelaquienelseñorFouquetqueríasentarenmitrono—repusoelreyconvozsombría—.Asíoshabríaisganadoloqueoshacefalta:afectoygratitud.Enmiservicionoseencuentramásqueunamo.
—SielseñorFouquetnohubieseidoporvosalaBastilla,Sire—replicóD’Artagnanconenergía—,sólohubieseidootrohombre,yo,yesovoslosabéis.
Elreysecalló,nadateníaqueobjetar.AlescucharaD’Artagnan,LuisXIVrecordóalmosqueterodeañosantes,alque,enelpalacioreal,estabaescondidotraslascolgadurasdesucama,cuandoelpueblodeParís,guiadoporelcardenaldeRetz,fueaasegurarsedelapresenciadelrey;alD’Artagnanaquienél saludaba con lamanodesde la portezuela de su carroza al ir aNotreDame regresando aParís; alsoldadoqueledejóenBlois;altenienteaquienvolvióallamarjuntoasí,cuandolamuertedeMazarinopusoelpoderensusmanos,alhombresiemprefiel,valienteyabnegado.
Luis se dirigió a la puerta y llamó a Colbert, que se presentó inmediatamente, pues no se habíamovidodelcorredorenqueestabantrabajandolossecretarios.
—¿HabéismandadohacerunapesquisaencasadelseñorFouquet?—preguntóelreyalintendente.—Sí,Sire—respondióColbert.—¿Quéresultadohaproducido?—ElseñordeRoncherat,aquienhanacompañadolosmosqueteros,mehaentregadoalgunospapeles.—Losveré…Dadmevuestramano.—¿Mimano,Sire?—Sí,paraponerlaenladelseñordeD’Artagnan.Yvolviéndosehaciaelgascón,quealveralintendentetomódenuevosuactitudaltiva,añadió:—Comonoconocéisalhombreaquientenéisantevos,oslopresento.Enloscargossubalternosno
pasadeserunmedianoservidor;perosileelevoalacima,seráungrandehombre.—¡Sire!—tartamudeóColbert,fueradesídegozoydetemor.—Ahoracomprendo—dijoD’Artagnanaloídodelrey—:estabaceloso.—Esoes,ysuscelosleatabanlasalas.—Enadelanteseráunaserpiente—murmuróelmosqueteroconunrestodeodiocontrasuadversario
dehacíapoco.Pero Colbert se acercó a D’Artagnan con fisonomía tan diferente de la habitual, se presentó tan
bueno,tanfranco,tancomunicativo,ysusojoscobraronunaexpresióndeinteligenciatannoble,queelmosquetero, que era gran fisonomista, se sintió conmovido casi hasta el extremo de cambiar susconvicciones.
—Loqueelreyoshadicho—repusoColbertestrechandolamanodeD’Artagnan—,pruebacuántoconoce suMajestad a los hombres. La encarnizada oposición que hasta hoy he desplegado, no contraindividuos,sinocontraabusos,pruebaquenoteníaotrofinqueeldeprestaramiseñorungranreinado,yamipatriaungranbienestar.Tengomuchosplanes,señorD’Artagnan,ylosveréisdesenvolversealsoldelapaz;ysinotengolacertidumbreyladichadeconquistarmelaamistaddeloshombreshonrados,alomenosestoysegurodeconseguirsuestima,yporsuadmiracióndaríamivida.
Aquelcambio,aquellasúbitaelevaciónylasmuestrasdeaprobacióndelsoberano,dieronmuchoquepensaralmosquetero;elcualsaludómuycortésmenteaColbert,quenoleperdíadevista.
Elrey,alverlosreconciliadoslesdespidióyunavezfueradelgabinete,elnuevoministrodetuvoalcapitányledijo:
—¿Cómo se explica, señor de D’Artagnan, que un hombre tan perspicaz como vos no me hayaconocidoalaprimeramirada?
—SeñorColbert—contestóelmosquetero—,elrayodesolenlosojospropiosimpideverelmásardientebrasero.Cuandounhombreocupaelpoder,brilla,ypuesvoshabéisllegadoaél,¿quésacaríais
enperseguiralqueacabadeperderelfavordelreyyhacaídodetalaltura?—¿YoperseguiralseñorFouquet?¡Nunca!Loqueyoqueríaeraadministrarlahacienda,perosolo,
porquesoyambicioso,ysobretodoporquetengolamásgrandeconfianzaenmimérito;porqueséquetodoeldinerodeFranciahadevenirapararamismanos,ymegustavereldinerodelrey;porquesimequedantreintaañosdevida,enesetiemponomequedaráparamíniunóbolo;porqueconeldineroqueyoobtengavoyaconstruirgraneros,edificiosyciudadesyaabrirpuertos;porquefundarébibliotecasyacademias,yconvertiréamipatriaenlanaciónmásgrandeymásricadelmundo.HeahílascausasdemianimosidadcontraelseñorFouquet,quemeimpedíaobrar.Además,cuandoyoseagrandeyfuerte,yseafuerteygrandelaFrancia,amivezgritaré:¡Misericordia!
—¿Misericordia,decís?PuespidamosalreylalibertaddelseñorFouquet,enquienSuMajestadnoseensañasinoporvos.
—Señor deD’Artagnan—repusoColbert irguiéndola cabeza—, yo no entro ni salgo en esto; vossabéisqueelreytieneunaenemistadpersonalcontraelseñorFouquet.
—Elreysecansará,yolvidará.—SuMajestadnuncaolvida,señordeD’Artagnan…¡Hola!elreyllamayvaadarunaorden…Ya
veisqueyonoheinfluidoparanada.Escuchad.Enefecto,elreyllamóasussecretarios,yalmosquetero.—Aquíestoy,Sire—dijoD’Artagnan.—DadalseñordeSaint-AignánveintemosqueterosparaquecustodienalseñorFouquet.D’ArtagnanyColbertcruzaronunamirada.—YquedesdeAngerstrasladenalpresoalaBastilladeParís—continuóelmonarca.—Tenéisrazón—dijoelcapitánalministro.—Saint-Aignán—prosiguióLuisXIV—,mandaréisfusilaratodoelquehableporelcaminoenvoz
bajaalseñorFouquet.—¿Yyo,Sire?—preguntóSaint-Aignán.—Vossolamentelehablaréisenpresenciadelosmosqueteros.Saint-Aignánhizounareverenciaysalióparahacerejecutar laorden;yD’Artagnanibaaretirarse
también,cuandoelreyledetuvo,diciéndole:—VaisasalirinmediatamenteparatomarposesióndelaisladelfeudodeBelle-Isle.—¿Yosolo,Sire?—Llevaoscuantastropasseannecesariasparanosufrirundescalabrosilaplazaseresiste.Delgrupodecortesanospartióunmurmullodeincredulidadaduladora.—Yasehavisto—repusoD’Artagnan.—Lopresencié enmi infancia, y no quiero presenciarlo otra vez. ¿Habéis oído?Puesmanos a la
obra,ynovolváissinoconlasllavesdelaplaza.—Esestaunamisiónque,si ladesempeñáisbien—dijoColbertalgascón—,osdaráelbastónde
mariscaldeFrancia.—¿Porquémedecíssiladesempeñobien?—Porqueesdifícil.—¿Enqué?—EnBelle-Isletenéisamigos,yahombrescomovosnolesestanfácilpasarporencimadelcuerpo
deunamigoparatriunfar.D’Artagnanbajólacabeza,mientrasColbertsevolvíaalgabinetedelrey.UncuartodehoradespuéselgascónrecibióporescritolaordendehacervolaraBelle-Isle,encaso
de resistencia, y confiriéndole el derecho de todo justicia sobre todos los habitantes de la isla o«refugiados»,conprescripcióndenodejarescaparniuno.
—Colbertteníarazón—dijoentresíD’Artagnan—,mibastóndemariscalvaacostarlavidaamisdosamigos.Peroseolvidanquemisamigossonlistoscomolospájaros,yquenoaguardaránaquelescaigaencimalamanodelpajareropardesplegar lasalas;yyovoyamostrarles tanbienlamano,quetendrán tiempodeverla. ¡PobrePorthos,pobreAramis!No,mi fortunanooscostarániunaplumadevuestrasalas.
Habiendoconcluidoesto,D’Artagnanconcentróelejércitoreal,lohizoembarcarenPaimboeuf,ysedioalavelasinperderunmomento.
Belle-Isle-En-Mer
Haciaelextremodelmuelleenelpaseoquebatefuriosomarduranteelflujodelatarde,doshombresasidosdelbrazoteníanunaconversaciónanimadayexpansiva,sinquenadiepudieseoírloquedecían,porqueelvientosellevabaunaaunasuspalabrascomolablancaespumaarrancadaalacrestadelasolas.
Elsolsehabíapuestotraselocéano,encendidocomouncrisolgigantesco.Algunas veces, uno de los dos interlocutores se volvía hacia el Este, y sombrío interrogaba la
superficiedelmar,mientraselotroquería leeren lasmiradasdesucompañero.Luego, reanudabansupaseo,taciturnos.
LosdossujetoseranlosproscriptosPorthosyAramis,refugiadosenBelle-IsledespuésdelaruinadesusesperanzasydeldesquiciamientodelvastoplandeHerblay.
—Pormásquedigáis,miqueridoAramis—repusoPorthosrespirandocontodassusfuerzaselairesalinoquehenchíasurobustopecho—,noesnatural ladesapariciónde todas lasbarcasdepescaquehace dos días se hicieron al la mar, porque no se ha desencadenado temporal alguno y ha reinadoconstantecalma.Nicontormentapodíanhaberzozobradotodaslasbarcas.Repitoquemeextraña.
Tenéisrazón,Porthos—contestóAramis—,esextraño.—Y además—prosiguió el gigante, a quien el asentimiento del obispo de Vannes despertaba las
ideas—,silasbarcashubiesennaufragado,hubierallegadoalgúnrestoaestasplayas.—Lohenotadocomovos.—Reparadtambiénenquelasdosúnicasbarcasquequedabanentodalaislayalascualesenviéen
buscadelasdemás…—Aramisinterrumpióasucompañeroconungritoyunmovimientotanrepentinos,quePorthossecallóestupefacto.
—¡Cómo!—exclamóAramis—,¿voshabéisenviadolasdosbarcas?…—Abuscarlasdemás,sí—respondióconsencillezPorthos.—¡Ah,desventurado!¿Quéhabéishecho?,¡entoncesestamosperdidos!—¡Perdidos!—exclamóelgigantedespavorido—.¿Porquéestamosperdidos,Aramis?—Nada,nada—repusoelobispomordiéndoseloslabios—.Quisedecir…—¿Qué?—Quesiquisiéramosdarunpaseoporelmar,nopodríamos.—¡Valienteplacer,pormivida!paraquienloapetezca.Loqueyodeseo,noeselgustomásomenos
grandequeunopuederecibirenBelle-Isle,sinoenPierrefonds,Bracieux,Vallón,enmihermosaFrancia;porqueaquínoestamosenFrancia,amigomío,nisédónde.Loquedigocontoda lasinceridaddemi
alma,yperdonadmifranquezaengraciaamiafecto,esqueaquímesientomal.—Amigo Porthos—dijo Aramis ahogando un suspiro—, he ahí por qué es tan triste que hayáis
enviadolasdosbarcasquenosquedaban.Denohaberlasenviado,yahubiéramospartido.—¡Partido!¿Ylaconsigna?—¿Quéconsigna?—¡Pardiez! La consigna que diariamente y bajo cualquier pretexto me repetíais, esto es, que
guardáramosaBelle-Islecontraelusurpador.—Esverdad—murmuróAramis.—Yaveis,pues,quenopodemospartir,yquenadanosperjudicaelenvíodelasdosbarcas.Aramis se calló, y tendió por el inmenso mar su mirada, luminosa como la de la gaviota, para
penetrarmásalládelhorizonte.—A pesar de eso —continuó Porthos, que estaba tanto más aferrado a su idea—, no me dais
explicaciónalgunarespectoaloquepuedahabersucedidoallasdesventuradasbarcas.Doquierapaso,oigoayesylamentos;losniñoslloranalverlloraralasmujeres,comosiyopudieserestituiralosunossuspadres,yalasotrassusesposos.¿Quésuponéisvos,yquédeboresponderles?
—Supongámoslo todo, mi buen Porthos, y nada digamos. Éste, poco satisfecho de tal respuesta,volviólacabezayprofirióalgunaspalabrasdemalhumor.
—¿Osacordáis—dijoAramisconmelancolíayestrechandoconafectuosacordialidadambasmanosaPorthos—,queenloshermososdíasdenuestrajuventud,cuandoéramosfuertesyvalientes,losotrosdosynosotrosnoshubiéramosvueltoaFranciasinoshubiesedadolagana,sinquenoshubieradetenidoesasábanadeaguasalada?
—¡Oh,seisleguas!—repusoPorthos.—¿Oshabríaisquedadoentierra,simehubieseisvistoembarcarmeenunatabla?—No,Aramis,no;perohoy¡quétablanonecesitaríamos,yosobretodo!—dijoelseñordeBracieux
riéndose con orgullo y lanzando unamirada a su colosal redondez.Y añadió—: ¿Formalmente no osaburrísunpocoenBelle-Isle?¿NopreferiríaisaestolascomodidadesdevuestropalaciodeVannes?
—No—respondióAramis,sinatreverseamiraraPorthos.—Puesquedémonos—repusoélsuspirando.Yagregó—:Sinembargo,comonospropusiéramosde
veras,perobiendeveras,volvernosaFrancia,aunquenopudiésemosdisfrutardebarcaalguna…—¿Habéisnotadootracosa,miqueridoamigo?Desde ladesaparicióndenuestrasbarcas,durante
esos dos días en que no ha vuelto ninguno de nuestros pescadores no ha abordado a esta isla ni unamíserabarquichuela.
—Esverdad;antesdeestosfunestosdías,veíamosllegarbarcasylanchas.—Habráqueinformarse—dijoderepenteAramis—.Auncuandodebahacerconstruirunabalsa…Aramiscontinuópaseándosecontodaslasseñalesdeunaagitacióncreciente.Porthos, que se cansaba siguiendo los febriles movimientos de su amigo, y en su calma y en su
credulidadnocomprendíaelporquédeaquellaexasperaciónqueseresolvíaensobresaltoscontinuos,detuvoalAramisyledijo:
—Sentémonosenestaroca,unojuntoaotro…Ahoraosconjuroporúltimavezquemeexpliquéisdemaneraqueyolocomprendaquéhacemosaquí.
—Porthos…—dijoAramisconturbación.
—Séqueelfalsoreyhaintentadodestronaralreylegítimo.Estolocomprendo.¿Noesfalsoloquemedijisteis?
—Sí—respondióAramis.—Sé, además, que el falso rey ha proyectado vender Belle-Isle a los ingleses. Eso también lo
comprendo. Y sé y comprendo que nosotros, ingenieros y capitanes, hemos venido a Belle-Isle paratomar ladirecciónde lasobrasdedefensayelmandodediezcompañías reclutadasypagadasporelseñorFouquet,omásbien,delasdiezcompañíasdesuyerno.
Aramisselevantóconimpaciencia,comoleónimportunadoporunmosquito,peroPorthosleretuvoporelbrazo,yprosiguió:
—Mas lo que no comprendo, lo que, a pesar de todos los esfuerzos demi inteligencia y demisreflexiones, no acierto ni acertaré a comprender, es que en vez de enviarnos hombres, víveres ymuniciones, nos dejen sin embarcaciones y sin auxilio; que en vez de establecer con nosotros unacorrespondencia,porseñales,oporcomunicacionesescritasoverbales,interceptentodalarelaciónconnosotros.Vamos,Aramis,respondedme,omásbienantesdehacerlodejadqueosdigaloquepienso.
Elobispolevantólacabeza.—Puesbien, lo queyo creo es que enFrancia hapasado algograve.Toda la noche la hepasado
soñandoconelseñorFouquet.—¿Quéesloquesevealláabajo,Porthos?—InterrumpiódeprontoAramislevantándoseymostrandoasuamigounpuntonegroqueresaltaba
sobrelaencendidafajadelmar.—¡Unaembarcación!Sí,esunaembarcación.¡Ah,porfinvamosatenernoticias!—¡Dos!—dijoelpreladodescubriendootraarboladura—,¡tres,cuatro!—¡Cinco!—repusoPorthosasuvez—.¡Seis!¡Siete!¡Diosmío,esunaflota!—Probablemente son nuestras barcas que regresan —dijo Aramis desasosegado, con fingida
serenidad.—Sonmuygrandesparaserbarcasdepescar—objetóPorthos—;yademás,¿nonotáisquevienen
delLoira?Mirad, todoelmundo lashavistoaquí comonosotros; lasmujeresy losniñosempiezanapoblarlasescolleras.
—¿Sonnuestrasbarcas?—preguntóAramisaunancianopescadorquepasóenaquelinstante.—No,monseñor—respondióelinterpelado—,sonchalanasdelservicioreal.—¡Chalanasdelservicioreal!—exclamóAramisestremeciéndose—.¿Enquéloconocéis?—Enelpabellón.—¿Cómopodéisdivisarelpabellón,sielbuqueesapenasvisible?—objetóPorthos.—Veoquehayuno—replicóelanciano—,ynuestrasbarcasychalanasmercantesno lo izan.Esa
clasedepinazasquellegan,porlogeneralsirvenparaeltransportedetropas.—¡Ah!—exclamóAramis.—¡Viva!—gritóPorthos—,nosenvíanrefuerzos,¿noesverdad,Aramis?—Porthos—exclamó de improviso el prelado tras un corto instante de meditación—, haced que
toquengenerala.—¡Generala!¿Estáisloco?—Sí,yquelosartillerossubanasusitio,sobretodoenlasbateríasdelacosta.
Porthosabrióunosojostamañosymiróatentamenteasuamigocomoparaconvencersedequeésteestabaensujuicio.
—Sivosnovais,iréyo,mibuenPorthos—dijoAramisconvozsuave.—Voy, voy —repuso Porthos, y dejó al obispo para hacer ejecutar la orden, mirando al cada
momentohaciaatrásparaversiaquélhabíapadecidounaalucinaciónysi,reflexionandomejor,volvíaallamarle.
Clarinesytamborestocarongenerala,ylacampanagrandedeltorreóntocóarebato.Los muelles se llenaron de curiosos y de soldados, y brillaron las mechas en las manos de los
artilleroscolocadostrasloscañonesdegruesocalibresentadosensuscureñasdepiedra.Cuandoestuvieroncadaunoensusitioyhechostodoslospreparativosdeladefensa,Porthosdijo
contimidezaloídodeHerblay:—Ayudadmeacomprender.—Demasiadoprontocomprenderéis—contestóAramisasuteniente.—Laescuadraque llegaavelasdesplegadasendemandadelpuertodeBelle-Isle,es la flotareal,
¿noesverdad?—PerocomoenFranciahaydosreyes,hayquesaberacuáldelosdosperteneceesaescuadra.—¡Oh!acabáisdeabrirmelosojos—dijoPorthos,convencidoporaquelargumento;porlocualse
encaminóapresuradamentealasbateríasparavigilarasugenteyexhortaracadaunoalcumplimientodesudeber.
Entretanto, Aramis, con la mirada siempre fija en el horizonte, veía las naves acercarse pormomentos.Lamuchedumbreylossoldados,subidossobrelascumbresylasfragosidadesdelasrocas,veíanprogresivamentelospalos,lasvelasbajasyloscascosdelaspinazas,quellevabaneneltopeelpabellónrealdeFrancia.
Era ya noche cerrado cuando una de las chalanas cuya presencia conmovió tan hondamente a loshabitantesdeBelle-Isle,echóanclasatirodecañóndelaplaza.
Aunconlaobscuridad,sevioqueabordoreinabagranmovimiento,yquedeunodesuscostadosdesatracabaunboteque,tripuladoportresremeros,avanzóhaciaelpuertoyatracóalpiedelfuerte.
Elpatróndelbotesaltóentierra,yesgrimióenelaireunacartacomosolicitandocomunicarseconalguno.
Aquelhombre,aquienconocieroninmediatamentemuchossoldados,eraunodelospilotosdelaisla,patróndeunadelasbarcasconservadasporAramisyenviadasporPorthosabuscarlasbarcasperdidas.
El piloto pidió que lo condujesen donde Herblay. A una seña de un sargento, dos soldados leescoltaronhastaelmuelle,dondeestabaAramis,envueltocasientinieblasapesardelaluzdelashachasdevientoquellevabanlossoldadosqueseguíanalobispoensuronda.
—¡Cómo!—exclamóHerblay—,¿erestú,Jonatás?¿Departedequiénvienes?—Departedelosquemehantomado,monseñor.—¿Quiéntehaatrapado?—Yasabéisquesalimosabuscaranuestroscompañeros,monseñor.—Puesbien,apenashubimosnavegadounalegua,cuandonosapresóunquechemaríndelrey.—¿Dequérey?—preguntóPorthos.—JonatásmiróaPorthosasombrado.—Prosigue—dijoelprelado.
—Puesnosllevaronadondeestabanreunidoslosquefueronapresadosantesquenosotros.—¡Hombre!,¿aquéesamaníadeapresarosatodos?—exclamóPorthos.—Paraimpedirnosqueosdiéramosnoticias,señor—contestóJonatás.—¿Yparaquéoshansoltadohoy?—preguntóPorthos.—Paraqueosdigaquenoshanapresado.—Cadavezloentiendomenos—dijoentresíelhonradoPorthos.—¿Luego una escuadra bloquea la costa? —dijo Aramis, que había estado meditando mientras
hablabanPorthosyJonatás.—Sí,monseñor—respondióelpilotoentregandounacarta.—¿Quiénlamanda?—Elcapitándelosmosqueterosdelrey.—¿D’Artagnan?—dijoAramis.—¡D’Artagnan!—exclamóPorthos.—Creoqueasísellama—repusoJonatás.—¿Yesélquientehaentregadoestacarta?—Sí,monseñor.—Acercaos—dijoAramisalosdelashachasdeviento.Aramisleyóconavidezlassiguienteslíneas:
MandaelreyquemeapoderedeBelle-Isle,quepaseacuchilloalaguarniciónsiseresiste,olahagaprisioneradeguerra.AnteayerarrestéalseñorFouquetparaenviarlealaBastilla.
D’Artagnan.
—¿Quépasa?—preguntóPorthosalverqueAramisestrujabalacarta.—Nada,amigomío,nada.—YvolviéndosehaciaJonatásañadió—:¿Hashabladoconelseñorde
D’Artagnan?—Sí,monseñor.—¿Quétehadicho?—Queparamásampliosinformeshablaráconvos.—¿Dónde?—Abordodesubuque.Elseñormosquetero—continuóJonatás—mehadichoqueostomeavosy
alseñoringenieroenmiboteyoslleveasubuque.—Vamosallá—dijoPorthos—;¡oh!buenD’Artagnan.—¿Estás loco?—exclamóAramisdeteniendoa suamigo. ¿Quiénos aseguraquenonosarmenun
lazo?—¿Elotrorey?—dijoPorthosconmisterio.—Sealoquefuereesunlazo,yescuantopuededecirse,amigomío.—Puedequesí.¿Quéhacemos,pues?Sinembargo,siD’Artagnannosenvíaabuscar…—¿QuiénosaseguraqueseaD’Artagnan?—¡Ah!…Perolaletraessuya…
—Cualquierafalsealaletra,yéstaestáfalsificada,trémula.—¿Quéhago?—preguntóJonatás.—Tevuelvesabordo—respondióAramis—,yledicesalcapitánquelerogamosquevengaélen
personaalaisla.—Comprendo—repusoPorthos.—Estábien,monseñor—dijoelpiloto—,pero¿ysirehúsavenir?—Sirehúsa,haremosusodeloscañones,queparaesolostenemos.—¿ContraD’Artagnan?—SiesD’Artagnan—replicóAramis—,vendrá.Ve,Jonatás,abordo.—Porquiensoyquenoentiendonada—murmuróPorthos.—Hallegadoelmomentodehacéroslocomprender todo,amigomío—dijoHerblay—.Sentaosen
estacureñayescuchadmeatentamente.Aramistomólamanodesuamigoydiocomienzoasusexplicaciones.
LasexplicacionesdeAramis
—Loquevoyadeciros,amigoPorthos—dijoHerblay—,vaasorprenderos,perotambiénainstruiros.—Prefieroquedarsorprendido—repusoconbenevolenciaPorthos—;noosandéisconmiramientos.
Soyduroparalasemociones;nadatemáis,pues.—Esdifícil,Porthos…porqueenverdad,osrepitoquetengoquedeciroscosasmuysingulares,muy
extraordinarias.—Osexpresáistanbien,miqueridoamigo,quemepasaríadíasenterosescuchando.Hacedme,pues,
lamerceddeexplicaros,y…semeocurreunaidea:parafacilitaroseltrabajo,paraayudarosadecirmeesascosas,voyainterrogaros.
—Muybien.—¿Porquévamosapelear,miqueridoAramis?—Comomehagáispreguntacomoesa,nomeayudaréisennada;todolocontrario;puesprecisamente
eseseelnudogordiano.Mirad,amigomío,conunhombregenerosoyabnegadocomovos,lomejoreshablar.Osheengañado,mibuenamigo.
—¿Vosmehabéisengañado?—Sí.—¿Lohicisteispormibien?—Asílocreícontodasinceridad.—Entonces—repusoelproboseñordeBracieux—,mehabéishechounamercedyosloagradezco,
porquesivosnomehubieseisengañado,pudierayohabermeengañadoamímismo.¿Yenquémehabéisengañado,Aramis?
—Enqueyoservíaalusurpador,contraquienLuisXIVdirigeenestemomentotodossusesfuerzos.—Yelusurpador—repusoPorthosrascándoselafrente—es…Nocomprendobastantebien.—UnodelosdosreyesquesedisputanlacoronadeFrancia.—Ya.EsoquieredecirqueservíaisalquenoesLuisXIV.—Estoes.—Delocualsesigue…—Quesomosrebeldes,mibuenamigo.—¡Diantre!,¡diantre!…—exclamóPorthoscontrariadoensusesperanzas.—Calmaos—repusoHerblay—,hallaremosmaneradeponernosensalvo.—Noesesoloquemeinquieta—replicóPorthos—;loquesemeatragantaeselmalditocalificativo
derebelde,yasíelducadoquemeprometieron…
—Teníaquedárosloelusurpador.—Noeslomismo,Aramis—repusomajestuosamenteelgigante.—Comosolamentehabríadependidodemí,habríaissidopríncipe.—Heahíenloquehabéishechomalenengañarme—replicóelseñordeBracieuxroyéndoselasuñas
conmelancolía—;porqueyocontabaconelducadoquesemeofreció,yenserio,puessabíaqueeraishombredepalabra.
—¡PobrePorthos!Perdonadmeporcaridad.—¿Así,pues,estoydeltodoenemistadoconLuisXIV?—insinuóPorthossinresponderalruegodel
obispodeVannes.—Dejadenmismanosesteasunto;osprometoarreglarlo.Yocargarécontodo.—¡Aramis!…—Dejadme hacer, repito, Porthos. Nada de falsa generosidad ni de abnegación importuna. Vos
ignorabaisentodomisproyectos,ysialgohabéishecho,nohasidoporvosmismo.Encuantoamí,esmuydistinto:soyelúnicoautordelaconjuración;ycomoteníanecesidaddemicompañeroinseparable,osenviéabuscaryvinisteis,fielavuestraantiguadivisa:«Todosparauno,cadaunoparatodos».Micrimenestáenhabersidoegoísta.
—Apruebaloqueacabáisdedecirme—repusoPorthos—.Puestoquehabéisobradoúnicamenteporvos,nadapuedoecharosencara.¡Estannaturalelegoísmo!
Dicha esta frase sublime, Porthos estrechó cordialmente la mano a Aramis, que en presencia deaquella candorosa grandeza de alma se sintió pequeño. Era la segunda vez que se veía forzado adoblegarse ante la superioridad real del corazón, mucho más poderosa que el esplendor de lainteligencia,yrespondióalagenerosacariciadesuamigoconunamudayenérgicapresión.
—Ahoraquenoshemosexplicadoclaramente—repusoPorthos—,ysécuálesmisituaciónanteLuisXIV, creo que ha llegado elmomento de queme hagáis comprender la intriga política de que somosvíctimas,porqueyoveoquebajotodoesoexisteunaintrigapolítica.
—ComovaavenirD’Artagnan—contestóAramis—,éloslacontaráendetalle,mibuenPorthos.Yoestoy transidodedolor,muertodepesadumbreynecesitode todamipresenciadeánimoyde todamireflexión para salvaros delmal paso en que con tanta imprudencia os hemetido; pero ya conocemosnuestrasituación;ahoraalreyLuisXIVnolequedamásqueunenemigo,yeseenemigosoyyo,sóloyo.Ostrajeamí,meseguisteis,yhoyosdevuelvolalibertadparaquevolváisavuestropríncipe.Yaveisqueelcaminoesfácil.
—Entonces—replicó Porthos con admirable buen sentido—, ¿por qué si nuestra situación es tanbuena,preparamoscañones,mosquetesy todaclasedeaparatosdeguerra?mássencilloseríadeciralcapitán D’Artagnan: «Amigo mío, nos hemos equivocado, y hay que dejar las cosas como estaban;abridnoslapuerta,dejadnospasar,ybuenosdías».
—Veounadificultad.—¿Cuál?—DudoqueD’Artagnanvengacontalesórdenes,ynosveremosobligadosadefendernos.—¡Bah!¿DefendernoscontraD’Artagnan?¡Quélocura!¿ContraelbuenD’Artagnan?…—Noraciocinemoscomoniños—dijoHerblaysonriéndoseconciertatristeza—;enelconsejoyen
laejecución,seamoshombres.¡Hola!desdeelpuertollamanconlabocinaaunaembarcación.Atención,
Porthos,muchaatención.—SeráD’Artagnan—dijoPorthosconvozatronadorayacercándosealparapeto.—Yosoy—respondióelcapitándemosqueterossaltandoconligerezaalosescalonesdelmuelley
subiendoconprestezahastalapequeñaexplanadadondeleaguardabansusdosamigos.Al saltaren tierraD’Artagnan,PorthosyAramisvieronaunoficialqueseguíaalgascóncomo la
sombrasiguealcuerpo.Elcapitánsedetuvoenlasgradasdelmuelle,enmediodesucamino,yelcompañeroleimitó:—Hacedretirarlagente—dijoD’ArtagnanaPorthosyaAramis—;fueradelalcancedelavoz.Porthosdiolaorden,quefueejecutadainmediatamente.Entonceselgascónsevolvióhaciasuseguidoryledijo:—Caballero, ya no estamos en la flota del rey, donde y en virtud de ciertas órdenes, me habéis
habladocontalarroganciahacepoco.—Señor de D’Artagnan —replicó el oficial—, no he hecho más que obedecer sencilla, aunque
rigurosamente, lo que me han mandado. Me han dicho que os siguiera, y os sigo; que no os dejaracomunicarconpersonaalgunasinqueyomeenteredeloquehacéis,ymeentero.
D’Artagnanseestremeciódecólera,yPorthosyAramis,queoíanaqueldiálogo,seestremecierontambién,perodeinquietudydetemor.
Elmosquetero semordió el bigote con la rapidez que en él era significativa de una exasperaciónterrible,yenvozmásbajaytantomásacentuada,cuantosimulabaunacalmaprofundaysehenchíaderayos,dijo:
—Caballero, al enviar yo un bote aquí, os habéis empeñado en saber lo que escribía yo a losdefensoresdeBelle-Isle,yencuantomehabéisexhibidounaorden,oshemostradoelbillete;luego,alregresarabordoelpatrónportadordelarespuestadeestoscaballeros—añadióD’ArtagnandesignandoconlamanoaHerblayyaPorthos—,habéisoídotodocuantohadichoelmensajero.Estoentraenlasórdenesquehabéisrecibidoyseguidopuntualmente,¿noesverdad?
—Sí,señor—respondióeloficial—,pero…—CuandohemanifestadolaintencióndeveniraBelle-Isle—prosiguióD’Artagnanamostazándose
cadavezmás—,habéisexigidoacompañarmeyheaccedidosinoposición.YaestáisenBelle-Isle,¿noesasí?
—Sí,señor,pero…—Pero…no se trata ya del señorColbert o de quien os haya dado la orden de la que seguís las
instrucciones,sinodeunhombrequeestorbaalseñordeD’Artagnan,yconélseencuentrasoloenlasgradas de una escalera bañada por treinta pies de agua salada; lo cual es unamala posición para elhombreese,osloadvierto.
—Siosestorbo,señordeD’Artagnan—dijocontimidezeloficial—,miservicioeselque…—Vos o quienes os envían habéis tenido la desgracia de hacerme un insulto; y como no puedo
volvermecontralosqueosapoyan,porquenolosconozcooestándemasiadolejos,osjuroquesidaisunpasomástrasmíallevantaryoelpieparasubiralencuentrodeaquellosseñores…osjuro,repito,quedeuntajoospartoelcráneoyosarrojoalagua,ysealoquesea.Sólohemontadoencóleraseisvecesenmivida,ycadaunahacostadolavidaaunhombre.
—Vuestramercedhacemalenobrarcontramiconsigna—repusoconsencillezeloficial,inmóvily
palideciendoantelaquesepersignóyechótraselmosquetero.—¡Cuidado, D’Artagnan, cuidado!—dijeron desde lo alto del parapeto Porthos y Aramis, hasta
entoncesmudosyconmovidos.D’Artagnanleshizocallarconunademán,levantóunpieconespantosacalmaparasubirunescalón,y,conlaespadaenlamano,sevolvióparaversileseguíaeloficial,quesesignóyechótraselmosquetero.
PorthosyAramis,queconocíanaD’Artagnan,dieronungritoyselanzaronparadetenerelgolpequeyacreíanseguro;peroelgascónpasósuespadaalamanoizquierda,yconvozconmovidadijoaloficial:
—Soisunvaliente,ycomotalvaisacomprendermejorloqueahoraosdiré,queloqueosdijeantes.—Osescucho,señordeD’Artagnan—dijoelbravooficial.—Esoscaballeros,aquienesvenimosaver,ycontraloscualeshabéisrecibidoórdenes,sonamigos
míos.—Losé,señordeD’Artagnan.—Yacomprenderéis,pues,quenopuedotratarlescomoosloprescribenvuestrasinstrucciones.—Comprendovuestrareserva.—Puesbien,dejadmequehableconellossintestigos.—Siaccedoavuestrapetición,señordeD’Artagnan,faltoamipalabra,ysinoaccedoosdisgusto;
perocomoprefieroloprimeroalosegundo,habladconvuestrosamigosynometengáisenmenosporhaberhecho,poramoravos,aquienhonroyestimo,porvossólo,unaacciónvillana.
D’Artagnan,conmovido,abrazóaljovenysubióalencuentrodesusamigos;eloficialseembozóensucapaysesentóenlosescalones,cubiertosdehúmedasalgas.
Lostresamigosseabrazaroncomoenlosbuenosañosdesujuventud;luegodijoD’Artagnan:—Éstaeslasituación;juzgad.—¿Quésignificantantosrigores?—preguntóPorthos.—Yadebéissospecharalgo—replicóD’Artagnan.—¿Yo?no,miqueridocapitán:porquealfinnadahehecho,niAramistampoco.D’Artagnanlanzóunamiradadereprochealobispo,quelasintiópenetrasensuencallecidocorazón.—¡Ah!,¡queridoPorthos!—exclamóAramis.—Yaveislasdisposicionesquehetomado—repusoelmosquetero—.Belle-Isletieneinterceptada
todacomunicación:todasvuestrasbarcashansidoapresadas,ysihubieraishuido,caíaisenpoderdeloscrucerosquesurcanelmaryosacechan.Elreyquieretomarosyostomará.
YD’Artagnansearrancóalgunospelosdesuentrecanobigote.Aramissepusosombrío,yPorthoscolérico.—Miideaerallevarosabordo,tenerosjuntoamí,yluegodaroslalibertad—continuóD’Artagnan
—. Pero ahora, ¿quiénme dice amí que al volver ami buque no voy a hallar un superior, órdenessecretasquemequitenelmandoparadarloaotroquedispongademíydevosotrossinesperanzadesocorro?
—NosotrosnosquedamosenBelle-Isle—dijoresueltamenteAramis—,yyoosrespondodequenomerindosinoenbuenascondiciones.
Porthosnadadijo.—Dejad que tantee al bravo oficial queme acompaña—repusoD’Artagnan, que había notado el
silencio de Porthos—. Su valerosa resistenciame place, pues acusa a un hombre digno, que, aunque
nuestroenemigo,valemilvecesmásquenouncobardecomplaciente.Probemos,ysepamosporsubocaloquetienederechoahacer,loquelepermiteolevedasuconsigna.
D’Artagnanfuealparapeto,se inclinóhacia losescalonesdelmuelle,y llamóaloficialquesubióinmediatamente.
—Caballero—ledijoD’Artagnan,despuésdehabercruzadoconél lasmáscordialescortesías—,¿quéharíaissiquisierellevarmeconmigoaestosseñores?
—No me opondría a ello; pero como he recibido orden directa y formal de custodiarlespersonalmente,lescustodiaría.
—¡Ah!—exclamóD’Artagnan.—Basta,estosehaacabado—repusoconvozsordaHerblay.Porthoscontinuócallado.—Detodosmodos—dijoelprelado—,llevaosaPorthos,queconmiayudaylavuestraprobaráal
reyqueenesteasuntonadatienequever.—¡Hum!—repusoelgascón—.¿Queréisvenirosconmigo,Porthos?Elreyesclemente.—Déjenmequelomedite—respondióconnoblezaPorthos.—¿Luegoosquedáis?—Hastanuevaorden—exclamóHerblayconviveza.—Hastaquesenoshayaocurridounaidea—replicóelmosquetero—,ycreoquenohayparamucho
tiempo,puessemehaocurridouna.—Creohaberlaadivinado—dijoAramis.—Vamosaver—dijoelmosqueteroacercandoeloídoalabocadeAramis.Éstedijoapresuradamentealgunaspalabrasalcapitán,querespondió:—Esoes.—Entoncesesinfalible—exclamóconsatisfacciónelprelado.—Puespreparaosmientrasduralaprimeraemociónquecausaráeseproyecto.—¡Oh!notemáis.—Caballero—dijo D’Artagnan al oficial—, os doy las gracias. Acabáis de ganaros tres amigos
verdaderos.—Esverdad—repusoAramis.Porthossólohizounaseñaldeaquiescenciaconlacabeza.Después de abrazar con ternura a sus dos antiguos amigos, D’Artagnan dejó a Belle-Isle con el
inseparablecompañeroqueledieraColbert,sinhabermodificadolasuertedeunosyotros,apartedelaespeciedeexplicaciónconquesecontentóelbuenPorthos.
El oficial dejó respetuosamente reflexionar a sus anchas al capitán, que al llegar a su buque,acoderadoatirodecañóndeBelle-Isle,habíaelegidoyatodossusrecursosofensivosydefensivos.
D’Artagnanreunióinmediatamentesuconsejodeguerra,compuestodeochooficialesqueservíanasus órdenes, esto es, un jefe de las fuerzasmarítimas, unmayor jefe de la artillería, un ingeniero, eloficialaquienyaconocemos,ycuatrojinetes.
Reunidos todos en la cámara de popa, D’Artagnan se levantó, descubriéndose y les habló en lossiguientestérminos:
—Señores,heidoareconoceraBelle-Isle,ysédecirosqueestábienguarnecidaypreparadapara
una defensa que puede ponernos en grave apuro. He resuelto, pues, mandar llamar a dos de losprincipalesjefesdelaplazaparahablarconellos,quelejosdesustropasydesuscañonesy,sobretodo,movidospornuestrasrazones,cederán.¿Soisdemiparecer,señores?
—Señor deD’Artagnan—replicó elmayor de artillería levantándose, y con voz respetuosa perofirme—,habéisdichoquelaplazaestápreparadaparaunadefensaquepuedeponerosengraveapuro.¿Luegoquevossepáis,laplazaestáresueltaalarebelión?
Laréplicadelmayorirritóvisiblementealmosquetero;ycomonoerahombrequeseabatieraportanpoco,tomónuevamentelapalabraydijo:
—Justa es vuestra observación, caballero; pero no ignoráis que Belle-Isle es un feudo del señorFouquetyquelosantiguosreyesdieronalosseñoresdeBelle-Isleelderechodearmarseensucasa.
Yalverqueelmayorhacíaunademán,prosiguió:—Nomeinterrumpáis.Yaséquevaisadecirmeque talderechose lesdiocontra los ingleses,no
para pelear contra su rey. Pero no es el señor Fouquet quien defiende a Belle-Isle, pues lo arrestéanteayer;arrestodelcualnisabennadaloshabitantesydefensoresdelaisla,yalcualéstosnodaríancréditopormásqueseloanunciarais,porloinaudito,porloextraordinario,porloinesperado.Unbretónsirve a su señor, no a sus señores, y le sirve hasta que lo ve muerto. Ahora bien, nada tiene desorprendentequeseresistancontraquiennoseaelseñorFouquetonosepresenteconunaordenfirmadaporéste.Porestomepropongomandarllamaradosdelosprincipalesjefesdelaguarnición;loscuales,alver las fuerzasdequedisponemos,comprenderán lasuerteque lesesperaencasode rebelión.Lesharemos saber bajo la fe denuestra palabra, que el señorFouquet está preso, que toda resistencianopuede menos de perjudicarle, y que una vez disparado el primer cañonazo no pueden esperarmisericordiaalgunadel rey.Entonces,yocreoquenoresistiránmás,quese rendiránsin luchar,yqueamigablementenosapoderaremosdeunaplazaquepudieracostarnosmuchoelconquistarla…Supongoloquevaisadecirme—continuóD’Artagnan,dirigiéndosealoficialqueleacompañóaBelle-Isleysedisponíaahablar—;séqueSuMajestadhaprohibidotodacomunicaciónsecretaconlosdefensoresdeBelle-Isle,poresoprecisamenteofrezcocomunicarconellosúnicamenteenpresenciadetodomiestadomayor.
LosoficialessemiraroncomoparaasentirdecomúnacuerdoalosdeseosdeD’Artagnan;yyaveíaéstecongozoqueelresultadodelsentimientodeaquéllosseríaelenvíodeunboteaPorthosyaAramis,cuando el oficial del rey sacó de su faltriquera un pliego cerrado y señalado con un número 2, y loentregóalmosquetero,quepreguntóconsorpresaquéeraaquelpliego.
—Leedlo,señordeD’Artagnan—respondióeloficialconcortesía.D’Artagnandesdoblócondesconfianzaelpapelyleyólosiguiente:
SeprohíbealseñordeD’ArtagnantodareunióndeconsejoytodadeliberaciónantesdehaberserendidoBelle-Isleydehaberpasadoporlasarmasalosprisioneros.Luis.
Elcapitáncontuvolaimpacienciaycontestósonriéndoseconamabilidad:—Estábien,quedaráncumplidaslasórdenesdelrey.Elgolpeeradirecto,duro,mortal.D’Artagnan,enfurecidodequeelreysehubieseanticipado,nopor
eso desesperó al contrario, dandovueltas a la idea que trajera deBelle-Isle, creyó que de ella iba a
surgirotrocaminodesalvaciónparasusamigos.Asípues,dijosúbitamente:—Señores,puestoqueSuMajestadhaencargadoelcumplimientodesusórdenessecretasaotroque
amí,hedejadodemerecersuconfianza,ydeellaseríaverdaderamenteindignosi tuvieseelvalordeconservarunmandosujetoatantassospechasinjuriosas.Partoenseguidaparapresentarmidimisiónalrey, y la doy ante vosotros, instándoos a que os repleguéis conmigo sobre las costas de Francia sincomprometerfuerzaalgunadelasqueSuMajestadmehaconfiado.Vuélvase,pues,cadacualasupuestoyordenadelregreso;dentrodeunahoraempezaráelflujo.
Yelverquetodossedisponíanaobedecer,menoseloficialcelador,añadió:—Supongoqueestaveznotendréisqueoponerosordenalguna.D’Artagnandijoestocasiensonde
triunfo; aquel plan era la salvación de sus amigos; levantado el bloqueo, podían embarcarseinmediatamenteydarsealavelaparaInglaterraoparaEspaña,sintemor;mientrasélsepresentabaalrey, justificabasu regresocon la indignaciónque levantarancontraél lasdesconfianzasdeColbert, leenviabanotravezconampliospoderes,yseapoderabadeBelle-Isle,esdecir,delajaulasinlospájaros.Peroaestosplanesseopusoeloficial,entregandootraordendelreyasíconcebida:
EnelmomentoqueelseñordeD’Artagnanmanifiesteeldeseodepresentarsudimisión,quedadestituidodesucargodegeneralísimo,yningunodelosoficialesqueesténasusórdenesdebeobedecerle. Además, tan pronto el señor deD’Artagnan deje de ser generalísimo del ejércitoenviado contra Belle-Isle, deberá volver a Francia en compañía del oficial que ponga en susmanoselpresentemensaje,yquelocustodiarábajosuresponsabilidad.
El bravo e inteligente D’Artagnan palideció. Todo había sido calculado con profundidad que, porprimeravez,despuésde treintaaños, le recordó laadmirableprevisióny la lógica inflexibledelgrancardenal.
—SeñordeD’Artagnan—dijoeloficial—,cuandoosplazca;estoyavuestrasórdenes.—Partamos—contestóelmosqueterorechinandolosdientes.EloficialhizoarriarinmediatamenteunboteenquedebíaembarcarseD’Artagnanque,fueradesíal
verlaembarcacióndijo:—¿Cómovanaarreglarseahoraparadirigirlosdiferentescuerposdelejército?—Partiendovos—respondióeljefedelaescuadra—,elreymehaconfiadoamíelmando.—Entonces es para vos este pliego—repuso el agente de Colbert dirigiéndose al nuevo jefe—.
Vemosnuestrospoderes.—Aquíestán—contestóelmarinoexhibiendoundespachodelrey.—He ahí vuestras instrucciones —dijo el oficial entregándole el pliego. Y volviéndose hacia
D’Artagnan y viendo la desesperación de aquel hombre de bronce, añadió con voz conmovida—:Partamos,caballero.
—Al instante —profirió con voz débil el gascón, vencido, doblegado por la implacableimposibilidad.
Ybajóalbote,quesinglóhaciaFranciaconvientofavorableyconducidoporlamareaascendiente.ConD’Artagnanseembarcarontambiénlosguardiasdelrey.Con todo, el gascón alentaba todavía la esperanza de llegar a Nantes con bastante presteza y de
abogarconsuficienteelocuenciaenprodesusamigosparainclinaralreyalaclemencia.El bote volaba como una golondrina, yD’Artagnan veía claramente resaltar la negra línea de las
costasdeFranciasobrelasblanquecinasnubesdelanoche.—¡Quénodierayoparaconocerlasinstruccionesdelnuevojefe!—dijoelmosqueteroenvozbaja
aloficial,aquienhacíaunahoraquenodirigíalapalabra—.Sonpacíficas,¿noesverdad?y…Noacabó;uncañonazolejanoresonóporlasuperficiedelmar;luegoresonóotro,yotrosdosotres
másfuertes.—YaestáabiertoelfuegocontraBelle-Isle—respondióeloficial.ElboteatracóentierradeFrancia.
LadespedidadePorthos
Cuando los dejó D’Artagnan, Aramis y Porthos entraron en el fuerte principal para hablar con máslibertad.
Porthos,siemprereceloso,molestabaaHerblay,queensuvidahabíatenidomáslibreelespírituqueenaquellosmomentos.
—MiqueridoPorthos—dijodeprontoelobispo—,dejadqueosexpliquela ideadeD’Artagnan.Unaideaalacualvamosadeberlalibertadantesdedocehoras.
—¿Deveras?—exclamóPorthosconadmiración—.Vamosaver.—Por lo que ha pasado entre nuestro amigo y el oficial, ya habéis visto que le sujetaban ciertas
órdenesreferentesanosotrosdos.—Sí;lohevisto.—Puesbien,D’Artagnanvaapresentarsudimisiónalrey,ydurantelaconfusiónquedesuausencia
vaaoriginarse,nosotrosnosfugaremos;esdecir,osfugaréisvos,siúnicamenteunodelosdospodemosfugarnos.
—Onosfugamosjuntosolosdosnosquedamosaquí—replicóPorthosmeneandolacabeza.—Generosotenéiselcorazón,amigomío—dijoAramis—.Pero,francamente,vuestrainquietudme
aflige.—¿Yoinquieto?nolocreáis.—Entoncesestáisresentidoconmigo.—Tampoco.—Pues¿aquéesacaralúgubre?—Esqueestoyhaciendomitestamento—dijoelbuenPorthosmirandocontristezaaHerblay.—¡Vuestrotestamento!—exclamóelobispo—.¡Qué!,¿ostenéisporperdido?—No,peromesientofatigado.Éstaeslaprimeravezquemesucede,ycomoenmifamiliahaycierta
herencia…—¿Cuál?—Miabueloerahombredosvecesmásrobustoqueyo.—¡Diantre!¿AcasoeraSansónvuestroabuelo?—No,sellamabaAntonio.Puessí,miabueloteníamiedadcuando,alpartirundíaparalacaza,le
flaquearonlaspiernas,locualnuncalehabíapasado.—¿Quésignificabatalfatiga?—Nadabueno,comovaisaverlo;porqueapesardequejarsedeladebilidaddepiernaspartiópara
lacaza,yunjabalílehizofrenteyélletiróunarcabuzazoquefallóylabestialeabrióaéluncanal.—Éstanoesrazónparaqueosalarméis.—Mipadreeramásrobustoqueyo;peronosellamabaAntonio,comomiabuelo,sinoGaspar,como
Coligny.FuemipadrevalerosísimosoldadodeEnriqueIIIydeEnriqueIV,siempreacaballo.Puesbien,mipadre,quenuncahabíasabidoquéeraelcansancio,leflaquearonlaspiernasunanocheallevantarsedelamesa.
—Puedequehubiesecenadobien,yporesosetambaleaba—dijoAramis.—¡Bah!¿UnamigodeBassompierre tambalearse? ¡No!Comodecía,mipadre ledijoamimadre,
quehacíaburladeél:«¿Aversiamímesaleunjabalícomoamipadre?».—¿Yquépasó?—Quearrostrandoaquelladebilidad,mipadreseempeñóenbajaraljardínenvezdemeterseenla
cama,yalsentarlaplantaenlaescalera,lefaltóelpieyfueadardecabezacontralaesquinadeunapiedraenlaquehabíaungoznedehierroquelepartiólasienyquedómuerto.
—Realmentesonextraordinariaslascircunstanciasqueacabáisdecontar—dijoAramisfijandolosojos en su amigo—; pero no infiramos de ellas que puede presentarse una tercera. A un hombre devuestrarobusteznolepegasersupersticioso;porotraparte,¿enquésevequeosflaqueanlaspiernas?Enmividaoshevistotancampante:cargaríaisenhombrosunacasa.
—Bueno,sí,porahoraestoybien,perohacepocosentíamispiernasdébiles,yestefenómeno,comovosdecís,seharepetidocuatrovecesenpocotiempo.Noosdigoqueestomehaasustado,perosíquemehacontrariado,porque lavidaesagradable.Tengodinero,hermosos feudos,preciadoscaballos,yamigosqueridoscomoD’Artagnan,Athos,Raúlyvos.
EladmirablePorthosnisiquierasetomóeltrabajodedisimularaHerblaylacategoríaqueledabaensusamistades.
—Viviréisaúnlargosañosparaconservaralmundoejemplaresdehombresextraordinarios—repusoelobispoestrechándolelamano—.Descansadenmí,amigomío;nonoshallegadocontestaciónalgunadeD’Artagnan,yestaesbuenaseñal;debedehaberhechoconcentrarlaescuadraydespejarelmar.Yo,por mi parte, hace poco he ordenado que lleven, sobre rodillos, una barca hasta la salida del gransubterráneodeLocmaría,dondetantasveceshemoscazadozorrasalacecho.
—Ya,osreferísalagrutaquedesembocaenelAncónporelpasadizoquedescubrimoseldíaenqueseescapóporallíaquelsoberbiozorro.
—Precisamente.Siestovamal,esconderánparanosotrosunabarcaenaquelsubterráneo,siesquenolohanhechoya,yenelinstantefavorable,durantelanoche,nosescapamos.
—Comprendo.—¿Quétallaspiernas?—Enesteinstante,muybien.—¡Loveis!Todoconspiraadarnostranquilidadyesperanza.¡ViveDios!Porthos,todavíanosqueda
mediosiglodeprósperasaventuras,ysiyollegoatierradeEspaña,vuestroducadonoestanilusorio.—Esperemos—dijoelgiganteunpococontentoporelnuevocalordesucompañero.Deprontoseoyerongritosde:«¡Alasarmas!»cuyasvocespenetraronenelaposentoenqueestaban
losdosamigosyllenarondesorpresaalunoydeinquietudalotro.Aramisabriólaventanayviocorreramuchoshombres conhachasdeviento encendidas, seguidosde susmujeres,mientras losdefensores
acudíanasuspuestos.—¡Laescuadra!¡Laescuadra!—gritóunsoldadoqueconocióaAramis.—¿Laescuadra?—repitióelobispo.—Sí,monseñor,estáamediotirodecañón—continuóelsoldado.—¡Alasarmas!—vociferóAramis.—¡Alasarmas!—repitióconvoztonantePorthos,lanzándoseenposdesuamigoyendirecciónal
muelleparaponersealabrigodelasbaterías.Vieron acercarse las chalupas cargados de soldados, formando tres divisiones divergentes para
desembarcarentrespuntosalavez.—¿Quédebemoshacer?—preguntóunoficialdeguardia.—Detenerlas,ysinoceden,¡fuego!—respondióAramis.Cincominutosdespuésempezóelcañoneo,cuyosecosfueronlosquellegaronaoídosdeD’Artagnan
al desembarcar en Francia. Pero las chalupas estaban ya demasiado cerca del muelle para que loscañoneshiciesenblanco;atracaron,yelcombateempezócasicuerpoacuerpo.
—¿Quétenéis,Porthos?—preguntóAramisasuamigo.—Nada…laspiernas…Esverdaderamenteincomprensible…peroalcargarserepondrán.Enefecto,PorthosyAramiscargaroncontalvigoryanimarontantoalossuyos,quelosrealistasse
reembarcaron atropelladamente sin haber sacado más ventaja que algunos heridos que consigo sellevaron.
—¡Porthos,necesitamosunprisionero!—gritóAramis—.¡Pronto,pronto!Porthosseagachóenlaescaleradelmuelle,agarróporlanucaaunodelosoficialesdelejércitoreal
queparaembarcarseesperabaquetodoslohubiesenhecho,ylevantándolo,sesirviódeélcomodeunarodelasinquelepegasenuntiro.
—Ahívaunprisionero—dijoPorthosasuamigo.—Calumniadahoraavuestraspiernas—repusoHerblayechándoseareír.—Esquenolohetomadoconlaspiernas,sinoconlosbrazos—replicóPorthoscontristeza.
ElhijodeBiscarrat
Losbretonesde la islaestabanorgullososdeaquellavictoria;peroAramis;no lesalentabaydecíaaPorthos:
—Loquevaasucederesque,despertadalacóleradelreyporlaresistencia,unavezlaislaensupoder,loquedesegurodiezmadaoabrasada.
—Estoquieredecirquenohemoshechonadaútil—replicóPorthos.—Porlodeprontosí—repusoelobispo—,puestenemosunprisionero,porbocadequiensabremos
quépreparannuestrosenemigo.—Interroguémosle—dijoPorthos—,yelmododehacerlehablaressencillísimo:leconvidamosa
cenar,ybebiendoseledesatarálalengua.Dichoyhecho.Eloficial,unpoco inquietoalprincipio, se tranquilizóviendoconquién teníaque
habérselasy,sintemordecomprometerse,diotodoslospormenoresimaginablessobreladimisiónylapartida de D’Artagnan y sobre las órdenes que dio el nuevo jefe para apoderarse de Belle-Isle porsorpresa.
Aramis y Porthos cruzaron una mirada de desesperación, ya no podían contar con las ideas deD’Artagnan,yporconsiguienteconningúnrecursoencasodederrota.
Continuósuinterrogatorio;Herblaypreguntóalprisionerocómopensabantratar lastropasrealesalos jefes de Belle-Isle, y al responderle aquél que había orden dematarlos durante el combate y deahorcaralossupervivientes,cruzóotramiradaconPorthos.
—Soymuyligeroparalahorca—repusoHerblay—;aloshombrescomoyonoselescuelga.—Yyosoydemasiadopesado—dijoPorthos—;loshombrescomoyorompenlasoga.—Estoysegurodequehubiéramosdejadoavuestraelecciónelgénerodemuerte—dijoconfinurael
prisionero.—Milgracias—contestóconformalidadelobispo.—Vayapuesavuestrasaludestevasodevino—dijoPorthosbebiendo.Charlando seprolongó la cena, y el oficial, que erahidalgodebuen entendimiento, se aficionó al
ingeniodeAramisyalacordialllanezadePorthos.—Unapregunta,conperdón—dijoelprisionero—,yexcusadmifranquezaelquenoshallemosyaen
lasextabotella.—Hablad—dijoAramis.—¿Noservíaislosdosenelcuerpodemosqueterosdeldifuntorey?—Sí,yqueéramosdelosmejores—respondióPorthos.
—Es verdad—exclamó el oficial—, y aun añadiría que no había soldados como vosotros, si notemieseofenderlamemoriademipadre.
—¿Devuestropadre?—repusoAramis.—Sí,¿sabéiscómomellamo?MellamoJorgedeBiscarrat.—¿Biscarrat?…—repusoAramisrecorriendosumemoria—.Creo…—Buscadbien—dijoeloficial.—¡Votoaldiablo!—exclamóPorthos—,nohayparaquépensarmucho,Biscarrat,aliasCardenal…
fueunode loscuatroquevinierona interrumpirnoseldíaqueespadaenmanonoshicimosamigosdeD’Artagnan.
—Estoes,señores.—Elúnicoaquiennoherimos—añadióAramis.—Esdecirqueeraunespadachín—repusoelprisionero.—Escierto,muycierto—dijeronaunalosdosamigos—.Plácenosconoceraunhombretanbravo.Biscarratestrechólasmanosqueletendieronlosdosantiguosmosqueteros.Aramismiróasuamigocomodiciéndole:«Éstevaaayudarnos»,yluegodijo:—¿Verdadqueelhabersidohombredignoleenorgulleceauno?—Esomismoselooísiempreamipadre.—¿Verdadtambién—prosiguióHerblay—,queparaunoestristeencontrarseconhombresaquienes
vanaarcabucearoacolgar,tantomáscuantoesoshombresresultanserantiguosconocidos,relacioneshereditarias?
—¡Bah!noosaguardaunfintandesastroso,señoresmíos—repusoconvivezaeloficial.—Voslohabéisdicho.—Cuandoaunnoosconocía;peroahoraosdigoquepodéisevitartanfunestodestino.—¡Qué podemos! —exclamó Herblay, chispeándole de inteligencia los ojos y mirando
alternativamentealprisioneroyaPorthos.—Con talquenonosexijanunabajeza—repusoconnoble intrepidezPorthosmirandoa suveza
Biscarratyalprelado.—Noosexigiránnada,señores—dijoeloficial—.¿Quéqueréisqueosexijan,cuandosiosprenden
osmatan?Evitadqueosencuentren.—Paraencontrarnos,fuerzaesquevenganabuscarnosaquí—repusoPorthoscondignidad.—Habéisdichobien,mibuenamigo—dijoAramissindejardeinterrogarconlamiradalafisonomía
deBiscarrat,silenciosoycohibido.Ydirigiendolapalabraaesteúltimo,ledijo—:Omuchomeengaño,oqueréishacernosunaconfidenciaynoosatrevéis.
—¡Ah!señores,esque,dehablar,hagotraiciónalaconsigna;peroescuchad,hablaunavozquemerelevademicompromiso.
—¡Elcañón!—exclamóPorthos.—¡Elcañónylamosquetera!—prorrumpióelobispo.Entrelasrocasyalolejosoíaseelfragorsiniestrodeuncombatebreve.—¿Quésignificaeso?—dijoPorthos.—Loqueyosospeché—respondióAramis.—¿Yquéhabéissospechado?—preguntóelprisionero.
—Quevuestraembestidanoeramásqueunataquesimulado,yquemientrasvuestrascompañíassedejabanrechazar,teníaislacertezadeefectuarundesembarcoenlaparteopuestadelaisla.
—Nouno,sinomuchos—contestóBiscarrat.—Entoncesestamosperdidos—repusocontodacalmaelprelado.—Nodigoqueno estemosperdidos—arguyó el señordePierrefonds—;pero todavíanonoshan
hechoprisioneros,nimuchomenosestamosahorcados.Dichoesto,Porthosselevantódelamesa,seacercóalapareddelaposento,ydescolgóconlamayor
impasibilidad suespaday suspistolasque inspeccionóconelminuciosocuidadodelveteranoque sedisponealucharyqueconocequesuvidadependeengranpartedelasexcelenciasydelbuenestadodesusarmas.
Alestampidode loscañonazos,a lanuevade lasorpresaquepodíaponer la islaenmanosde lastropasreales,lamuchedumbreentróaterradayatropelladamentealfuerteparapedirauxilioyconsejoasus jefes. Aramis, pálido y vencido, se asomó, entre dos hachones, a la ventana que daba al patioprincipal,enaquelinstantellenodesoldadosqueesperabanórdenesydijoconvozgraveysonora:
—Amigosmíos,elseñorFouquet,vuestroprotector,vuestroarraigo,vuestropadre,hasidoarrestadoporordendelreyysepultadoenlaBastilla.
—¡VenguemosalseñorFouquet!¡Mueranlosrealistas!—gritaronlosmásexaltados.—No,amigosmíos—contestósolemnementeelprelado—,noopongáisresistencia.Elreyesseñor
ensureino.HumillaosanteDiosyamadaDios,yalrey,quehancastigadoalseñorFouquet.Peronovenguéisavuestroseñor,ni lo intentéis,puesossacrificaríaisenvano,ysacrificaríaisesposas,hijos,bienesy libertad.Puesel reyos loordena, abajo las armas, amigosmíos,y retiraos sosegadamenteavuestrascasas.Oslopido,osloruego,ysifueramenesterosloordenoennombredelseñorFouquet.
Lamuchedumbre reunida al pie de la ventana acogió las palabras deAramis con unmurmullo decóleraydeterror.
—Los soldados del rey LuisXIV han entrado en la isla—prosiguióHerblay—, y ya no sería uncombateloquehubieseentreellosyvosotros,sinounacarnicería.Idos,pues,yolvidad;yahoraosloordenoennombredeDios.
Aunqueconlentitud,losamotinadosseretiraronsumisosysilenciosos.—¿Quédemoniosacabáisdedecir,amigomío?—dijoPorthos.—Habéis salvado a esos habitantes, caballero—repuso Biscarrat—, pero no a vos ni a vuestro
amigo.—SeñordeBiscarrat—dijoconacentonobleycortéselobispodeVannes—,hacedmelamercedde
marcharos.—Conmilamores,caballero;pero…—Nos haréis un favor con ello, señor deBiscarrat, porque al anunciar vos al teniente del rey la
sumisióndelosmoradoresdelaislaydecirlecómosehaverificadolasumisión,talvezconsigáisparanosotrosalgunagracia.
—¡Gracia!¿Quépalabraesesa?—exclamóPorthosdespidiendorayosporlosojos.Aramisdiounfuertecodazoasuamigo,comohacíaensusbuenosaños,cuandoqueríaadvertirleque
ibaacometerohabíacometidoalgunatorpeza.—Iré,señores—dijoBiscarrat,sorprendidotambiéndehaberoídolapalabra«gracia»enbocadel
altivomosqueterodequienpocohacíacontóyensalzóconentusiasmolasheroicasproezas.—Id,pues,señordeBiscarrat—dijoAramis—,ycontadanticipadamenteconnuestragratitud.—Pero entretanto ¿qué va a ser de vosotros, señores, de vosotros a quienes me honro en llamar
amigosmíos,yaqueoshabéisdignadoaceptarestetítulo?—repusoeloficial,conmovido,aldespedirsedelosdosantiguosadversariosdesupadre.
—Nosquedamosaquí.—Vedquelaordenesformal,señores.—SoyobispodeVannes,señordeBiscarrat,yasícomonoarcabuceanaunobispo,tampocoahorcan
aunnoble.—Tenéis razón, monseñor—dijo Biscarrat—; todavía podéis contar con esta posibilidad. Parto,
pues,enbuscadel jefede laexpedición,del tenientedel rey.GuárdeosDios, señores;omejordicho,hastalavista.
El oficial montó sobre un caballo que Aramis le hizo preparar, y partió hacia donde se oían losmosquetazoscuandolairrupcióndelamuchedumbreenelfuerteinterrumpiólaconversacióndelosdosamigosconsuprisionero.
—¿Comprendéis?—preguntóAramis a Porthos una vez a solas con su amigo y después de habermiradocómopartíaBiscarrat.
—Nada—respondióelgigante.—¿PorventuranoosmolestabalapresenciadeBiscarrat?—No,esunbuenmuchacho.—Sí,pero¿esprudentequetodoelmundoconozcalagrutadeLocmaría?—¡Ah,diantre!¡Esverdad!¡Esverdad!Comprendo,comprendo.Nosescapamosporelsubterráneo.—Sigustáis—repusojovialmenteHerblay—.Andando,amigoPorthos,nuestrabarcanosespera,y
elreytodavíanonoshaechadolamano.Unsilencioespantosoreinabaenlaisla.
LagrutadeLocmaría
ElsubterráneodeLocmaríaestababastantelejosdelmuelleparaquelosdosamigostuviesennecesidaddeeconomizarsusfuerzasantesdellegaraél.Porotraparte,habíasonadoyalamedianocheenelrelojdel fuerte, y Aramis y Porthos iban cargados de dinero y de armas. Caminaban, pues, nuestros dosfugitivosporelarenalqueseparabadelsubterráneoelmuelle,oídoatentoyprocurandoevitartodaslasemboscadas.Decuandoencuandoyporelcaminoquedeliberadamentedejabanasuizquierda,pasabanhabitantesprocedentesdelinterior,aquieneshizohuirlanuevadeldesembarcodelosrealistas.Alfinytrasunarápidacarrera,frecuentementeinterrumpidaporprudentesparadas,losdosamigospenetraronalaprofundagrutadeLocmaría,yalaqueelprevisorobispodeVanneshizollevar,sobrecilindros,unabarcacapazdeafrontarlasolasenaquellahermosaestación.
—Mibuenamigo—dijoPorthosdespuésdehaberrespiradoestrepitosamente—,porloqueseveyahemos llegado; pero simal nome acuerdo,me hablasteis de tres hombres, que debían acompañaros.¿Dóndeestánquenoslosveo?
—Indudablementenosaguardanen lacaverna,dondedefijodescansandelpenoso trabajoquehanhecho.—YalverquePorthosibaaentrarenelsubterráneo,ledetuvo,yañadió—:Dejadquepaseyodelante,mibuenamigo.Comosóloconozcoyolaseñalquehedadoalosnuestros,osrecibiríanatirosuoslanzaránsuscuchillosenlaoscuridad.
—Pasad,amigoAramis,soistodosabiduríayprudencia.¡Pardiez,puesnomeflaqueanotravezlaspiernas!
AramisdejósentadoaPorthosen laentradade lagruta,yencorvadose internóenellay lanzóungrito imitandoaldelmochuelo,alquecontestóunarrulloplañideroyapenasperceptible,que invitóaHerblayacontinuarsumarchaprudente,hastaqueledetuvoungritoigualalqueéllanzóalentrar,yqueresonóadiezpasosdeél.
—¿Soisvos,Ibo?—preguntóelobispo.—Sí,monseñor,ytambiénGoennecconsuhijo.—Bueno.¿Estátodopreparado?—Sí,monseñor.—Llegaos los tres a la entrada de la gruta, mi buen Ibo, donde está descansando el señor de
Pierrefonds.Lostresbretonesobedecieron;Porthos,rehecho,entrabaya,ysusfuertespisadasresonabanenmedio
delascavidadesformadasysostenidasporlascolumnasdesíliceydegranito.EncuantoseunióelseñordeBracieuxconelobispo,losbretonesencendieronunalinternadequese
proveyeron.—Veamoslabarca—dijoAramis—,ycerciorémonosdeloqueencierra.—Noacerquéismucholaluz,monseñor—dijoelpatrónIbo—,puessegúnmehabéisrecomendado,
hemetido,bajoelbancodepopa,elbarrildepólvoraylascargasdemosquete,quedesdeelfuertemehabíaisenviado.
—Está bien—repuso Herblay. Y tomando la linterna, inspeccionó minuciosamente la barca, contodaslasprecaucionesdelhombrenitímidoniignoranteanteelpeligro.
Labarcaeralarga,ligera,depococalado,dequillaestrecha,bienconstruida,comotienenfamadeconstruirlasenBelle-Isle,debordasunpocoaltas,resistenteenelagua,muymanejable,yprovistadetablas para formar con ellas en tiempo inseguro como una cubierta por la que se deslizan las olas yprotegealosremeros.
En dos cofres bien cerrados y colocados bajo los bancos de popa y proa, Aramis encontró pan,bizcocho,frutaseca,tocino,yunabuenaprovisióndeaguapotableendosodres;locualerasuficienteparaquienesdebíannavegar siemprepor lacostaypodían refrescar susvituallasencasoapremiante.Además,enlabarcahabíaochomosquetesyotrastantaspistolasdecaballería,cargadostodosyenbuenestado;remosyunapequeñavelallamadadetrinquete,queayudaalosremeros,esútilalsoplarlabrisaynocargalaembarcación.
Unavezlohuboinspeccionadotodo,dijoAramisaPorthos:—Faltasabersidebemoshacersalirlabarcaporelextremodesconocidodelagruta,siguiendola
pendienteylaoscuridaddelsubterráneo,osiesmejorhacerlaresbalarsobrerodillosalraso;altravésdeloszarzales,allanandoelcaminodelacosta,nomásaltadeveintepies,yqueenlaaltamareaofrecetresocuatrobrazasdeaguasobreunbuenfondo.
—Esoeslomenos,monseñor—repusoelpatrónIboconelmayorrespeto—.Perocreoqueporlapendientedelsubterráneoyenmediodelaoscuridadenquenosveremosobligadosamaniobrarnuestraembarcación,elcaminonoserátancómodocomoelairelibre.Yoconozcolacostaypuedodecirosqueesrasa;elinteriordelagruta,alcontrario,esescabroso,sincontarquealextremodeellavamosadarconlasalidaqueconducealmaryporlacualtalveznopaselabarca.
—Yaheechadomiscálculos—dijoelobispo—,yestoysegurodequepasará.—Bien,monseñor—insistióelpatrón—;perovuestragrandezasabemuybienqueparahacerllegar
labarcaalaextremidaddelasalida,esprecisoquitarunapiedraenorme,aquellapordebajodelacualseescurrensiempreloszorrosyquecierralasalidacomounapuerta.
—Noimporta—dijoPorthos—,laquitaremos.—Creoqueelpatróntienerazón—repusoAramis—.Probemosalairelibre.—Tanto más, monseñor —continuó el marino—, cuanto no podemos embarcarnos antes que
amanezca;taleseltrabajoquefaltahacer.Además,encuantoclaree,esmenesterqueenlapartesuperiordelagrutasecoloqueunbuenvigíaparavigilarlasmaniobrasdelaschalanasydeloscrucerosquenosacecharán.
—Decísbien,Ibo,pasaremosporlacosta.Ylostresrobustosbretoneshabíancolocadoyasusrodillosbajolabarcaeibanahacerladeslizar,
cuandoenelcampoylejosresonaronladridosquemovieronaAramisasalirdelagruta,yaPorthosaseguirasuamigo.
El alta teñía de púrpura y nácar mar y llanura; en medio de aquella vaga claridad veíanse lospequeñosymelancólicosabetosretorcersesobrelaspiedras,ylargasbandadasdecuervosrasabanconsus negras alas los sembrados de trigo. Sólo faltaba un cuarto de hora para el nuevo día, al queanunciaban con sus alegres gorjeos los pajarillos. Los ladridos que detuvieron en su tarea a los tresbretonesehicieronsalirdelagrutaalosdosamigos,seprolongabanenunprofundocollado,casiaunaleguadelsubterráneo.
—Esunajauría—dijoPorthos—;losperrosestánsobreunrastro.—¿Quéeseso?¿Quiéncazaaestashoras?—repusoHerblay.—Ysobre todopor este lado,donde temen la llegadade las tropas reales—prosiguióPorthos—.
Pero…¡Ibo!¡Ibo!Llegaosacá.Ibo acudió dejando el cilindro que aun tenía en lamano e iba a colocar bajo la barca cuando la
exclamacióndelobispoleinterrumpióensutarea.—¿Quécazaesesa,patrón?—preguntóPorthos.—Nosé,monseñor—respondióIbo—.Loúnicoquepuedodecirosesqueaestashoraselseñorde
Locmaríanocazaría.Y,sinembargolosperros…—Anoserquesehayanescapadodelaperrera…—No—dijoGoennec—.NosonlosperrosdelseñordeLocmaría.—Porprudenciavolvámonosadentro—repusoAramis—.Losladridosseacercan,ydentrodepoco
vamosasaberaquéatenernos.Todosseinternaronnuevamenteenlagruta;peroapenassehubieronadelantadouncentenardepasos
en la obscuridad, cuando resonó en la caverna un ruido semejante al ronco suspiro de una personaaterrorizada,y,jadeante,veloz,asustado,unzorropasócomounrayopordelantedelosfugitivos,saltóporencimadelabarcaydesapareció,dejandotrassíunvahoacre,quenosedesvanecióhastaalgunosmomentosdespuésbajolaschatasbóvedasdelsubterráneo.
—¡Elzorro!—exclamaronlosbretonesconlaalegresorpresadelcazador.—¡Maldición!—prorrumpióelobispo—.Handescubiertonuestrorefugio.—¡Qué!—dijoPorthos—.¿Unzorronosasusta?—¿Quédecís?—replicóHerblay—.¿Enelzorroosfijáis?Nosetratadeél¡viveDios!¿Acasono
sabíaisquetraselzorrovienenlosperros,ytraslosperrosloshombres?Porthosbajólacabeza.ComoparaconfirmarlaspalabrasdeAramis,laladradorajauríallegóconvertiginosarapidez,yseis
galgoscorredoresdesembocaronenelpequeñoarenal.—¡Heaquíalosperros—dijoAramis,alacechotrasunahendeduraabiertaentredospeñas—;ahora
faltasaberquiénessonloscazadores!—SieselseñordeLocmaría—repusoelpatrón—,dejaráquelosperrosregistrenlagruta,yseiráa
esperaralzorroalotrolado.—NoeselseñordeLocmaríaquiencaza—replicóHerblay,palideciendoapesarsuyo.—¿Quién,pues?—preguntóPorthos.—Mirad.—¡Los guardias!—exclamó Porthos al ver, al través de la abertura y en lo alto del otero, a una
docenadejinetesqueaguijabanasuscaballosyexcitabanalosperros.
—Sí,losguardias,amigomío—dijoAramis.—¿Losguardiasdelrey,monseñor?—preguntaronlosbretonespalideciendoasuvez.—Sí, yBiscarrat al frente de ellosmontado enmi tordillo.Los perros entraron en la gruta, cuyas
profundidadesrepitieronlosensordecedoresladridosdelajauría.—¡Ahdiantres!—exclamóAramis,recobrandosusangrefríaanteelpeligro—.Yaséqueestamos
perdidos. Pero todavía nos queda una probabilidad: si los guardias advierten que la gruta tiene unasalida,nohayesperanza,porquealentraraquívanadescubrirlabarcayadescubrirnosanosotros.Así,pues,nilosperrosdebensalirdelsubterráneo,nilosguardiasentrarenél.
—Esverdad—repusoPorthos.—Los seis perros que han entrado —continuó Aramis con la rápida precisión del mando— se
pararánantelagruesapiedrapordebajodelacualsehaescurridoelzorro,yallídebenmorir.Los bretones se lanzaron, cuchillo en mano, y poco después se oyó un lamentable concierto de
gemidosyaullidosmortales,alosquesiguióelsilencio.—Estábien—dijoAramisconfrialdad.—Ahoraalosamos.Esperadquelleguen,escondernosymatar.—¡Matar!—repitióPorthos.—Sondiezyseis—dijoAramis—,alomenosporelpronto.—Ybienarmados—añadióPorthos,sonriéndose.—Elasuntodurarádiezminutos—dijoHerblay—.Vamos.Yconademánresueltoempuñóunmosqueteysepusoentrelosdientessucuchillodemonte.Luego
añadió:—Ibo.Goennecysuhijonospasaránlosmosquetes.Hacedfuegoaquemarropa,Porthos.Antesde
quelosotrossehayanenterado,habremosderribadoocho,yluegomataremosalosdemásacuchilladas.—¿YelpobreBiscarrattambién?—preguntóPorthos.—ABiscarratprimeroquetodo—respondióAramisyconlamayorfrialdad—.Nosconoce.
Enlagruta
Apesar de la especie de adivinación que constituía la notamás saliente del carácter deAramis, losacontecimientos,sujetosalasalternativasdetodoloqueestásometidoalazar,nosedesenvolvieronenabsoluto cual previó el obispo de Vannes. Biscarrat, mejor montado que sus compañeros, ycomprendiendoquezorroyperroshabíandesaparecidoenlasprofundidadesdelsubterráneo,fueelqueprimerollegóalaentradadelagruta;perodominadoporelsupersticiosoterrorqueinfundenaturalmentealhombretodavíasubterráneayobscura,sedetuvoenlaparteexterioryaguardóasuscompañeros.
—¿Ybien?—preguntaronéstosalllegarjadeantesynoexplicándoselainaccióndeBiscarrat.—Fuerzaesquezorroyjauríahayandesaparecidoengullidosenesesubterráneo,puesnoseoyea
losperros.—¿Porquéhandejadodeladrar,pues?—objetóunodelosguardias.—Esextraño—añadióotro.—¡Qué caramba!—repuso otro de los guardias—. Entremos. ¿Acaso está prohibido entrar en la
gruta?—No—respondióBiscarrat—.Peroestáobscuracomobocadeloboypuedeunodescalabrarse.—Ysinoquelodigannuestrosperros—dijounguardia—.Defijosehanestrellado.—¿Quédiabloshasidodeellos?—sepreguntaronunosyotros.Y cada uno llamó a su respectivo perro por su nombre y lanzó su silbido favorito; pero ninguno
respondióalsilbidonialllamamiento.—Puedequeseaunagrutaencantada—dijoBiscarrat.Yapeándoseyadelantándoseunpasohaciael
subterráneoañadió—:Veamos.—Aguárdate:teacompaño—repusounodelosguardiasalverqueBiscarratibaadesaparecerenlas
tinieblas.—No —replicó Biscarrat—. No nos arriesguemos todos a la vez. Aquí ha pasado algo
extraordinario.Sidentrodediezminutosnohevuelto,entradjuntos.—Bien,teaguardamos—dijeronlosguardias.Y,sinapearse,formaronuncírculoalrededordelagruta.Biscarratentró,pues,solo;seadelantóenmediodelanegrurahastatocarconelpechoelmosquete
dePorthos,yal tenderlamanoparasaberloqueleoponíaaquellaresistencia, tomóelfríocañóndelarma.AlmismoinstanteIboblandiósucuchillo,queibaadescargarsobreeljovencontodalafuerzadeunbrazobretón,cuandoelférreopuñodePorthosledetuvoalamitaddelcamino.
—¡Noquieroquelematen!—exclamóPorthosconvozdetrueno.
Biscarratseencontróentreunaprotecciónyunaamenaza,casitanterriblelaunacomolaotra.Aunquevaliente,Biscarratlanzóunaexclamación,queAramisahogóalpuntometiendounpañueloen
labocadeaquél.—SeñordeBiscarrat—dijoHerblayenvozbaja—.Noosqueremosmal,comodebéissaberlosinos
habéisconocido;pero siproferísunapalabra, si exhaláisun suspiro,nosveremos forzadosamataroscomohemosmatadoavuestrosperros.
—Sí,osconozco,señores—contestótambiénconvozremisaeljoven—.Pero¿porquéestáisaquí?¿Quéhacéisenestesitio?¡Desventurados!Creíaqueestabaisenelfuerte.
—Yvos,¿quécondicioneshabéisobtenidoennuestrofavor?—Hehechocuantohaestadoenmismanos,señores;pero…—¿Peroqué?—Hayordenformal,señores.—¿Dematarnos?Biscarratnoatreviéndoseadecirlesquehabíaordendeahorcarlos,norespondió.—Señor de Biscarrat —dijo Aramis comprendiendo su silencio—. Si no hubiésemos tenido en
consideraciónvuestrajuventudynuestraantiguaamistadconvuestropadre,aestashorasyanoviviríais;perotodavíapodéisescaparosdeaquísinosdaispalabradenodeciravuestroscompañerosnadadeloquehabéisvisto.
—Nosóloosempeñomipalabraencuantoa loquemepedís,sino tambiénos ladoydequeharétodoloposibleparaevitarquemiscompañerosentrenenestagruta.
—¡Biscarrat!¡Biscarrat!—gritarondesdeafueravariasvocesqueseengolfaroncualtorbellinoenelsubterráneo.
—Responded—dijoAramis.—¡Aquíestoy!—gritóBiscarrat.—Podéismarcharos;descansamosenlafedevuestrapalabra—repusoHerblay,soltandoaljoven,
quetomóelcaminodelaentrada.—¡Biscarrat!¡Biscarrat!—gritaronmáscercalasvoces,altiempoqueseproyectabanenelinterior
delagrutalassombrasdealgunasformashumanas.Biscarratseabalanzóalencuentrodesusamigosparadetenerlos.AramisyPorthosescucharonconlaatencióndequiensejuegalavidaaunsoplodelaire.Biscarratllegóalaentradadelagrutaseguidodesusamigos.—¡Oh!¡Oh!—exclamóunodeellosalllegaralaluz—.¡Quépálidoestás!—Verde,querrásdecir—repusootro.—¿Yo?—exclamóBiscarratesforzándoseenllamarasítodassusfuerzas.—Lacosaesseria,señores—dijootro.—Levaadaralgo.¡Quiéntraesales!InterpelacionesyburlassecruzabanentornodeBiscarrat,comosecruzanenelcampodebatallalos
proyectiles.—¿Quéqueréisquehayavisto?—dijoBiscarrat,rehaciéndosebajoaqueldiluviodeinterrogaciones
—.Cuandoheentradoenlagrutateníamuchocalor,yenellamehadadofrío.—Pero¿ylosperros?¿Loshasvisto?
—Esdesuponerquehayantomadootrocamino—respondióBiscarrat.—Señores—dijo uno de los guardias—, en lo que pasa y en la palidez de nuestro amigo hay un
misterioqueBiscarratnopuedeonoquiererevelar.EsindudablequeBiscarrathavistoalgoenlagruta,yyotambiénquieroverlo,aunqueseaeldiablo.¡Alagruta,señores;alagruta!
—¡Alagruta!—repitierontodos.—¡Señores!¡Señores!—exclamóBiscarratponiéndosedelantedesuscompañerosparacerrarlesel
paso—.¡Porfavor,noentréis!—¿Peroquéhayenestagruta?—Decididamentehavistoaldiablo—repusoelqueyasentóestahipótesis.—Pues si lo ha visto, que no sea egoísta y deje que también lo veamos nosotros—dijo otro—.
Vamos,échateaunlado.—Señores—dijo un oficial de más edad que los demás, que hasta entonces había callado y se
expresóconsosiegoquehacíacontrasteconlaanimacióndelos jóvenes—.Señores,enestagrutahayalgooalguienquenoeseldiablo,peroquehatenidopoderbastanteparaenmudeceranuestrosperros.Espreciso,pues,quesepamosquéesoquiénesesealgooesealguien.
Biscarratintentóaúndetenerasusamigos;perotodofueinútil.Susamigosentraronenlacavernatrasel oficial que había sido el último en hablar; pero fue el primero en lanzarse, espada en mano, alsubterráneo para arrostrar el peligro desconocido. Biscarrat, repelido por sus amigos, y no pudiendoacompañarles,sopenadepasaralosojosdePorthosyAramisportraidoryperjuro,fueaapoyarse,coneloídoatentoylasmanostodavíaextendidasenademándesúplica,enunodelosásperosladosdeunarocaqueaélleparecióexpuestaalfuegodelosmosqueteros.Encuantoalosguardias,ibaninternándosepormomentosydandovocesquesedebilitabanaproporcióndeladistancia.Derepenterugiócomountrueno,bajolasbóvedas,unadescargademosquetería,dosotresbalasvinieronaaplastarsecontralarocaenqueBiscarratseapoyaba,yacompañadosdesuspiros,aullidoseimprecaciones,reaparecieronlos guardias, pálidos unos, otros ensangrentados, y todos envueltos en una nube de humo que el aireexteriorparecíaaspirardelfondodelacaverna.
—¡Biscarrat! ¡Biscarrat! —gritaron los fugitivos—. ¡Tú sabías que en esta caverna había unaemboscadaynonoshasprevenido!¡Túerescausadequehayanperecidocuatrodelosnuestros!¡Aydeti,Biscarrat!
—Alomenosdinosquiénestáahídentro—exclamaronmuchosfuriosos.—Diloomuere—dijounherido incorporándosesobreunade sus rodillasyblandiendocontra su
compañerounaespadayainútil.Biscarratseprecipitóaélconelpechodescubierto;peroelheridovolvióacaerparanolevantarse
más.—Tenéisrazón—dijoentoncesBiscarratadelantándosehaciaelinteriordelacaverna,fueradesí,
con los cabellos erizados y la mirada fosca—. ¡Muera yo que he dejado que asesinaran a miscompañeros!¡Soyuncobarde!
Yarrojandolejosdesísuespada,puesqueríamorirsindefenderse,agachólacabezayseentróenelsubterráneo,peronosolo,comoélsupuso,sinoseguidodelosdemás;esdecir,delosoncequedelosdiezyseisquedaban.Peronopasarondedondelosprimeros:unasegundadescargatendióaloscincoenla fríaarena,ycomoera imposibleverdedóndepartíaelmortífero rayo, losotros retrocedieroncon
espantoindescriptible.Biscarrat,sanoysalvo,sesentóenunarocayesperó.Delosdiezyseisguardiasnoquedabanmásqueseis.—¿Sideverdadseráeldiablo?—dijounodelossupervivientes.—Peores—repusootro.—PreguntémosloaBiscarrat;éllosabe.—¿DóndeestáBiscarrat?—Estámuerto—respondierondosotres.—No—replicóotro.—Porfuerzaconocealosqueestándentro.—¿Porqué?—¿Nohaestadoprisioneroentrelosrebeldes?—Esverdad.Llamémosle,pues,ysepamosporsubocacontraquiénnoslasvemos.—Paranadanecesitamosdeél;noslleganrefuerzos—dijoelotrooficial.Enefecto,llegabaunacompañíadeguardiascompuestasdesetentaycincoaochentaindividuos,ala
queensuardorporlacazadejaronatrássusoficiales,queahorasalieronalencuentrodesussoldados,yconelocuenciafácildeconcebirlesexplicaronlaaventuraysolicitaronsuayuda.
—¿Dóndeestánvuestroscompañeros?—preguntóelcapitán.—Estánmuertos.—¿Peronoeraisdiezyseis?—Hanperecidodiez.Biscarratestáenlacaverna,yestamosaquíloscincorestantes.—¿LuegoBiscarratestáprisionero?—Esprobable.—No;vedle—repusounodelosoficialesmostrandoaBiscarrat,queenaquelinstanteaparecióenla
entradadelacaverna.Yluegoañadió—:Vamosalláaverquénosquiere,puesnoshaceseñadequenosacerquemos.
—¡Vamos!—repitierontodosadelantándosealencuentrodeBiscarrat.—SeñordeBiscarrat—dijoelcapitándirigiéndosealjoven—,measeguranquevosconocéisalos
queestánenlagrutayhacenunadefensatandesesperada.Así,pues,ennombredelrey,osintimoquedeclaréiscuantosepáis.
—Micapitán—contestóBiscarrat—,notenéisyanecesidaddeintimarme,puesvengoennombredeellos.
—¿Adecirmequeserinden?—No, señor, sino a deciros que están decididos a defenderse hasta lamuerte si no les conceden
buenascondiciones.—¿Cuántosson?—Dos—respondióBiscarrat.—¿Dosyquierenimponernoscondiciones?—Dosson,capitán—repusoBiscarrat—,ynoshanmatadoyadiezcompañeros.—¿Quéhombressonesos,pues?¿Porventurasontitanes?—Más,micapitán,más.¿OsacordáisdelahistoriadelbastióndeSanGervasio?—¿Dóndecuatromosqueterosdelreyhicieronfrenteaunejército?Sí,larecuerdo.
—Pueslosqueestánahídentrosondosdeellos.—¿Yquéinteréstienenentaldefensa?—SonlosquedefendíanaBelle-IsleennombredelseñorFouquet.—¡Losmosqueteros!¡Losmosqueteros!—dijeronlossoldados.Yalpensarqueibanalucharcontra
dosdelasmásantiguasgloriasmilitaresdelejército,aquellosvalientesseestremecierondeterroralavezquedeentusiasmo.
—¿Doshombresyhanmatadodiezoficialesendosdescargas?—exclamóelcapitán—.Nopuedeser,señorBiscarrat.
—Yonodigoquenolosacompañendosotreshombres,comoalosmosqueteroslesacompañarontres o cuatro criados en el bastión de San Gervasio; pero, creedme, mi capitán, yo he visto a esoshombres,hesidoprisionerodeellos,losconozco;bastanellosdosparadestruiruncuerpodeejército.
—Esoesloquevamosaver,ypronto—repusoelcapitán.Entonces, todossedispusieronaobedecer; sóloBiscarrathizo laúltima tentativa,diciendoenvoz
bajaalcapitán:—Creedme,pasemosdelargo.¿Quéganaremoscombatiéndolos?—Ganaremos la conciencia de no haber hecho retroceder a ochenta guardias del rey ante dos
rebeldes.Siescuchasevuestroconsejo,señordeBiscarrat,seríahombredeshonrado,yaldeshonrarme,deshonraríaalejército.
ElcapitánsehizodescribirporBiscarratysuscompañeroselinteriordelsubterráneo,ycuandolepareciósaberbastante,dividiólacompañíaentressecciones,quedebíanentrarsucesivamentehaciendofuegograneadoentodasdirecciones.
Sindudaenaquelataquesucumbiríancincohombresmás,diezquizá;peroacabaríanporapresaralosrebeldes,yaquelacavernanoteníasalida,ypormuchoquehicieran,doshombresnopodíanacabarconochenta.
—Reclamoelhonordeponermealfrentedelprimerpelotón,micapitán—dijoBiscarrat.—Bien—respondióelcapitán.—Gracias—dijoeljovenconlaenterezadelosdesuestirpe.—¡Qué!¿Osvaissinespada?—Sí,talcualestoy,micapitán—dijoBiscarrat—;porquenovoyparamatar,sinoaquemematen.Yponiéndosealfrentedelprimerpelotón,conlacabezadescubiertaylosbrazoscruzados,añadió:—¡Marchen!
UncantodeHomero
Yaestiempodepasaralotrocampoydescribiraloscombatientesyelteatrodelabatalla.Lagruta,queteníaunascientoesasdelongitudyllegabahastaundeclivequeibaapararenunacaleta,entiempoenque Belle-Isle se llamaba todavía Colonesa, fue templo de divinidades paganas, y sus misteriosasconcavidadespresenciaronmásdeunsacrificiohumano.Laentradadeaquellacavernalaformabanunapendiente suave cubierta por una baja bóveda de amontonadas peñas; el interior, de suelo desigual ypeligroso por las fragosidades de las peñas de la bóveda, se subdividía en varios compartimientosgradualmentemáselevadosyaloscualessellegabaporescalonesásperos,resquebrajadosyunidosaderechayaizquierdaaenormespilaresnaturales.Eneltercercompartimientolabóvedaeratanbajaytanestrechalagalería,quelabarcaapenaspudierahaberpasadorozandolasparedes;contodo,enunmomentodedesesperación,lamaderacedeylapiedraseablandaalsoplodelavoluntadhumana.
TaleraelpensamientodeAramiscuando,traselcombate,sedecidióalafuga,fugapeligrosa,puesnohabíanperecido todos losasaltantes,yadmitiendo laposibilidaddebotar labarcaalmar,habríanhuido en plena luz, ante los vencidos, que al ver cuán pocos eran hubieran tenido interés en hacerperseguiralosvencedores.
Cuando las dos descargas hubieronmatado diez hombres,Aramis, acostumbrado a los rodeos delsubterráneo,seacercóaloscadáveresparainspeccionarlosunoaunosinpeligro,pueselhumoimpedíaqueloviesendesdefuera,yordenóelarrastredelabarcahastalagranpiedraquecerrabalalibertadorasalida.Porthos reunió todassus fuerzas,y tomandoconambasmanos labarca, la levantómientras losbretones colocaban rápidamente los rodillos bajo ella. De esta suerte, llegaron hasta el tercercompartimiento, es decir, a la piedra que obstruía la salida. Porthos tomó por la base la gigantescapiedra,apoyóenéstasurobustohombroyleimprimióunasacudidaquehizocrujirlasparedes.
Alatercerasacudidacediólapiedra,queoscilóporespaciodeunminuto;luegoPorthosseapoyóenlas rocas contiguas, y haciendo palanca con uno de sus pies, arrancó y separó la piedra de lasaglomeracionescalcáreasqueleservíandegoznes.Caídalapiedra,penetróenelsubterráneolaradianteluzdeldía,yelazuladomaraparecióalosmaravilladosojosdelosbretones.
Enseguidaprocediósea subir labarca sobreaquellabarricada;y sólo faltabanveinte toesasparahacerladeslizaralmar,cuandollególacompañíayelcapitánlaalineóparaelasalto.Aramis,quetodolovigilabaparafavorecereltrabajodesusamigos,vioelrefuerzo,contólossoldadosyseconvenciódelinsuperablepeligroenqueibaaponerlesunnuevocombate.Huirpormarenelmomentoenqueelsubterráneo iba a ser invadido, era imposible, pues la luz que acababa de iluminar los dos últimoscompartimientos hubiera mostrado a los soldados la barca deslizándose hacia el mar, y a los dos
rebeldesatirodemosquete,sincontarqueunadescargaacribillaríalaembarcaciónsinoquitabalavidaaloscinconavegantes.Aramissemesabaconrabialoscabellos,yorainvocabaelauxiliodeDios,oradeldiablo.
Amigomío—dijoHerblayenvozbajaaPorthos,quetrabajabaélsolomásquelosrodillosy losbretones—,acabandellegarrefuerzosanuestrosadversarios.
—¿Quéhacemos,pues?—repusososegadamentePorthos.—Reanudarelcombateesaventurado—contestóAramis.—Esverdad,porqueesdifícilquenonosmatenaunodelosdos,ymuertoeluno,elotroseharía
matar—dijoelgiganteconlaheroicasencillezqueenélerarealzadacontodaslasfuerzasdelamateria.—Niavosniamínosmataránsihacéisloqueyoosdiga—repusoAramis,aquienlaspalabrasde
suamigolehabíanpenetradoenelcorazóncomounpuñal.—Decid,pues.—Lossoldadosvanainternarseenlagruta,yalosumomataremoscatorceoquince.—¿Cuántosson?—preguntóPorthos.—Leshallegadounrefuerzodesetentaycincohombres.—Queconloscincohacenochenta—dijoPorthos.—Sinosenvíanunadescargacerradanosacribillanabalazos.—Tomemos pronto una resolución. Nuestros bretones van a continuar en su tarea, y nosotros nos
traemosaquípólvora,balasymosquetes.—Reflexionad que los dos no conseguiremos disparar tres mosquetes a un tiempo —dijo
candorosamentePorthos—.Nomeparecenbienlosmosquetes.—¿Quéharíaisvos?—Voyaemboscarmetraselpilarconestabarradehierro,yasí,invisibleeinatacable,cuandohayan
entrado a oleadas, descargomi barra sobre los cráneos treinta veces por minuto. ¿Qué os parece elproyecto?¿Osplace?
—Mucho; pero la mitad se quedarán fuera para rendirnos por hambre. Lo que necesitamos esdestruirlosatodos,puesunsolohombrequesobrevivanospierde.
—Esverdad;pero¿cómoatraerlos?—Nomoviéndonos.—Puesnonosmovamos;pero¿ycuandoesténtodosreunidos?—Dejadloenmimano;semehaocurridounaidea.—Siesasí,contalquelaideaqueseoshaocurridoseabuena…ydebeserlo…estoytranquilo.—Alacecho,Porthos,ycontadlosqueentren.—¿Yvos?—Noospreocupéispormí;noestaréocioso.—Creoqueoigovoces.—Sonellos.Avuestrositio,yhacedquepodamosoírnosytocarnos.Porthosse refugióenel segundocompartimiento,completamenteobscuro,empuñandounabarrade
hierro de cincuenta libras de peso que había servido para hacer rodar la barca y quemanejaba confacilidad maravillosa. Aramis entró en el tercer compartimiento, se agachó y empezó la maniobramisteriosa.
Mientrastantolosbretonesempujabanlabarcahastalaplaya.Seoyóunavozdemando;eralaúltimaordendelcapitán.Veinticincohombressaltarondelasrocas
superioresalprimercompartimientodelagruta,yrompieronelfuego.Retumbaron losecos, los silbidosde lasbalas surcaron labóveda,yelespacio se llenódedensa
humareda.—¡Porlaizquierda!¡Porlaizquierda!—gritóBiscarrat,queensuprimerreconocimientohabíavisto
elpasodelsegundocompartimiento,yque,animadoporelolordelapólvora,queríaguiarhaciaaquelladoasussoldados.
Estosavanzaron,efectivamente,por la izquierdaysemetieronenelestrechocorredorguiadosporBiscarratque,conlasmanoshaciaadelante,ibabuscandosumuerte.
—¡Venid!¡Poraquí!—gritóBiscarrat—.Veounaluz.—¡Golpeenellos!—dijoAramisconvozsepulcral.Porthos exhaló un suspiro, pero obedeció. La barra de hierro descargó enmitad de la cabeza de
Biscarrat,quecayómuertoconlapalabraenloslabios.Luegolaformidablebarravolvióalevantarseparadescargardiezvecesendiezsegundosydejartendidosdiezhombres.Lossoldadosnadaveían:sólooíanayesysuspirosyhollabancuerpos;todavíanosabíanloquepasaba,yavanzarontropezandounosconotros,mientraslaimplacablebarrasubíaybajabaincesantementehastaacabarconelprimerpelotón,sin que un solo ruido hubiese puesto sobre aviso al pelotón segundo, que avanzaba tranquilamente,aunquealumbradoporunaantorchaformadadelasentretejidasramasdeunpequeñopinoqueelcapitánarrancófueradelagruta.AlllegaralcompartimientoenquePorthos,semejantealángelexterminador,destruyócuantos tocó, laprimerafilaretrocedióaterrorizada.Ningunadescargahabíacontestadoa lasdescargas de los guardias, y sin embargo, ante sí tenían unmontón de cadáveres y sus pies nadabanliteralmenteensangre.Porthoscontinuabadetrásdesupilar.Elcapitán,alalumbrarconlatrémulaluzdel inflamadopinoaquellahorriblecarniceríade laqueenvanobuscaba lacausa, retrocedióhastaelpilar tras el cual estaba Porthos; entonces salió de la obscuridad una mano descomunal, agarró elpescuezo del capitán, que lanzó un estertoroso ronquido, azotó el aire con las manos, soltando laantorcha, que se apagó en la sangre, y un segundo después cayó junto a la antorcha. Todo se hizomisteriosamenteycomoporartedemagia.Entonces,elteniente,obedeciendoaunimpulsoirreflexivo,instintivo, maquinal, dio la voz de ¡fuego! Una descarga retumbó, aulló en aquellas concavidades yarrancóenormespiedrasde lasbóvedas; lacaverna,poruninstantequedóiluminadapor la luzde losfogonazos,peroluegomásoscuraacausadelhumo.Trasladescargareinóelmásprofundosilencio,sóloturbadoporlospasosdelatercerabrigadaqueentrabaenelsubterráneo.
Lamuertedeuntitán
EnelmomentoenquePorthos,másacostumbradoalaobscuridadquelosqueentraban,mirabaentornode sí, paraver si enmediodeaquellanegruraAramis lehacía alguna señal, sintióungolpecitoenelbrazo,yensuoídounavozsuavequedecía:
—Venid.—¿Adónde?—dijoPorthos.—¡Silencio!—repusoAramis,todavíamásquedo.Conelruidodelatercerabrigadaquecontinuabaavanzando,yacompañadosdelasimprecacionesde
losguardiasquequedaronenpieydelestertordelosmoribundos,AramisyPorthosseescurrieron,sinser vistos, a lo largo de las graníticas paredes de la gruta. Aramis condujo a su amigo al penúltimocompartimiento,ylemostró,enun;huecodelapared,unbarrildepólvoradesesentaaochentalibrasdepeso,alcualhabíaaplicadounamecha.
—Amigomío—dijoHerblayaPorthos—,vaisatomarestebarrildelquevoyaencenderlamecha,yarrojarloenmediodenuestrosenemigos;¿podéis?
—¡Yalocreo!—contestóPorthos.—Encendedlamecha.Aguardadaqueesténtodosreunidos;luego,Júpitermío,lanzadvuestrorayo
enmediodeellos.—Encendedlamecha—repitióelgigante.—Yo—continuóAramis—voyareunirmealosbretonesparaayudarlesabotarlabarcaalagua.Os
aguardoenlaorilla.Lanzadelbarrilconmanofirmeyvenidcorriendo.—Encended—dijoporterceravezPorthos.—¿Mehabéiscomprendido?—preguntóAramis.—Cuandomeexplicancomprendo—respondióPorthosriéndose—.Vengalayescaymarchaos.AramisdiountrozodeyescaardiendoaPorthos,ysefuealasalidadelacaverna,dondeleestaban
aguardando los tres remeros. Porthos aplicó la yesca a la mecha, y aquella chispa, principio de unincendioespantoso,brillóenlaobscuridadcomounaluciérnagaysecorrióalamecha,queseencendió.Porthosactivóelfuegoconunsoplo.Graciasahabersedisipadounpocoelhumo,a laclaridaddelamechadurantedossegundospudierondistinguirselosobjetos.
Breve,peromagnífico fueel espectáculoqueofrecióaquelcoloso,pálido,ensangrentadoyconelrostroiluminadoporelfuegodelamechaqueenlaobscuridadardía.Lossoldadosalverlo,alverelbarril que en la mano sostenía, comprendieron lo que iba a pasar, y aterrados, lanzaron un grito deagonía.Unosintentaronhuir,peroseencontraronconlatercerabrigadaquelescerróelpaso,losotros
apuntaronmaquinalmenteehicieron fuegoconsusdescargadosmosquetes;otroscayerondehinojos,ydosotresoficialesprometieronaPorthoslalibertadsilesconcedíalavida.
El teniente de la tercera brigada repetía la voz de fuego, pero los guardias tenían ante sí a susdespavoridoscompañerosqueservíandemurallavivienteaPorthos.
CadasoplódePorthosalreavivarelfuegodelamecha,enviabaaaquelhacinamientodecadáveresunaluzsulfurosainterrumpidaporanchasypurpúreasfajas.Elespectáculosóloduródossegundos;peroenaqueltiempo,unoficialdelatercerabrigadareunióochoguardiasarmadosdesendosmosquetesylesordenóquehiciesenfuegosobrePorthosatravésdeunaabertura.Losquehabíanrecibidolaordendedisparar temblaron de tal suerte, que la descargamató a tres de sus compañeros, y a las cinco balasrestantes fueron silbando a rayas la bóveda, a surcar el suelo o a empotrarse en las paredes. A ladescarga respondió una carcajada, luego osciló el brazo del coloso, pasó por el aire algo como uncometa,yelbarril,lanzadoatreintapasos,pasóporencimadelabarricadadecadáveresyfueacaerenmediodeunpelotóndeaulladoressoldadosquesedejaroncaerdebruces.Eloficial,quehabíaseguidoenelairelabrillantecola,seprecipitósobreelbarrilparaarrancarlamechaantesquehubieseprendidoenlapólvora.Suabnegaciónfueinútil, lamecha,queenreposohabríaduradocincominutos,activadaporelairenodurómásquetreintasegundos,ylamáquinainfernalreventó.Furiosostorbellinos,silbidosdelazufreydelnitro,estragosdevoradoresdelfuego,truenoespantosodelaexplosión,heahíloqueenel segundo que siguió a los dos segundos primeros pasó en aquella caverna, igual en horrores a unacavernadedemonios.Las rocasseabrieroncomo tablasdeabetobajoelhacha;enmediode lagrutabrotóunchorrodefuego,dedespojosqueseensanchabaaproporciónquesubía;lasmacizasparedesdesíliceseinclinaronparaacostarseenlaarena,queconvertidaeninstrumentodedolorselanzófueradesus endurecidas capas en millones de átomos para acribillar los rostros de los moribundos. Ayes,aullidos,imprecaciones,existencias,todoseapagóenaquellainmensacatástrofequeconvirtiólostresprimeroscompartimientosenunabismoenelcualcayeronunoaunoysegúnsupesadez, losdespojosvegetales, minerales o humanos, y luego la arena y la ceniza, que cual plomiza y humeante mortajacubrieronaquellugardehorrores.
Busquenahoraenaquellaardientetumba,enaquelvolcánsubterráneo,alosguardiasdelreyconsusuniformes azules con adornosdeplata; busquen a los oficiales relucientesdeoro, y las armas enqueconfiaron todos para defenderse; y busquen, por fin, las piedras que les mataron y el suelo que lossustentó.Unhombresolo,lohaconvertidotodoenuncaosmásconfuso,másinformeymásterriblequeelcaosqueexistíaunahoraantesdequeDioscrearaelmundo.DelostrescompartimientosnoquedócosaalgunaqueDiospudiesehaberreconocidocomoobrasuya.
Porthos, según le aconsejóAramis,despuésdehaber lanzadoelbarrildepólvoraechóacorreryllegóalúltimocompartimiento,enelqueentrabaelaireyelsol,yacienpasosdeélviolabarcamecidaporlasolasyasusamigos,esdecir,lalibertadylavidadespuésdelavictoria.Seiszancadasmásyseencontraba fuera de la bóveda, y con otras seis zancadas llegaba a la barca; pero de improviso leflaquearonlaspiernasysintiócomosiselehubiesenvaciadolasrodillas.
—¡Ah diantre! —murmuró Porthos—, vuelve a acometerme debilidad y no puedo andar. ¿Quésignificaesto?
—¡Porthos!—gritóAramisaltravésdelapuerta,noexplicándoseporquésedeteníaelgigante—,¡venidpronto!,¡pronto!
—Nopuedo—contestóPorthoshaciendounesfuerzoquecontrajoinútilmentetodoslosmúsculosdesucuerpo.
Porthoscayóderodillas;peroconsusrobustasmanosseagarróalasrocasyvolvióalevantarse.—¡Pronto!, ¡pronto!—repitióAramisencorvándosehacia laorillacomoparaatraeraPorthoscon
susbrazos.—Aquíestoy—balbuceóélllamandoasítodassusfuerzasparaadelantarseotropaso.—Ennombredelcielo,Porthos,venid;elbarrilvaareventar.—Venid,monseñor—dijeronlosbretonesalverquePorthossemovíacomoenunapesadilla.Peroyanoeratiempo:retumbólaexplosión,latierraseresquebrajó,lahumaredaselanzóporlas
anchashendiduras,seobscurecióelcielo, lamarrefluyócomorepelidapor labocanadadefuegoquebrotódelagrutacomodelabocadegigantescomonstruo;elreflujoarrastrólabarcahastaunasveintetoesasdelaorilla,todaslaspeñascrujieronensubaseyserompieronenpedazoscomoalesfuerzodepoderosascuñas;partedelabóvedaseremontóporlosaires;elfuegoróseoyverdedelazufreylanegralavadelaslicuefaccionesarcillosas,chocaronycombatieronporuninstantebajounamajestuosacúpuladehumo,yluegooscilaron,seinclinaronycayeronlargosfragmentosdelasrocas,quelaviolenciadelaexplosiónnopudodesarraigardesusseculareszócalos;fragmentosquesesaludabanunosaotroscomoancianosgravesylentos,yluegoseprosternabanytendíanparasiempre.
Aquel espantoso choque pareció devolver a Porthos las perdidas fuerzas; gigante entre aquellosgigantes,selevantó;peroenelinstanteenquehuíaporenmediodelasdosfilasdegraníticosfantasmas,estosúltimosyanosostenidospor loscorrespondienteseslabones,empezaronarodarconestrépitoentornodeaqueltitánalparecerprecipitadodesdeelcieloenmediodelasrocasqueacababadelanzarcontra él. Porthos sintió temblar bajo sus pies el suelo conmovido por aquella espantosa sacudida, ytendió a derecha y a izquierda sus titánicasmanos para repeler las peñas que se le iban encima. Sinembargo, tanenormefueunadeellas,quelehizodoblar losbrazosyagachar lacabeza,mientrasotragraníticamolelecaíaentreloshombros.PoruninstantelosbrazosdePorthoscedieron,peroelhérculesreunió todas sus fuerzas y separó lentamente las paredes de aquella prisión en que estaba sepultado.Porthosaparecióenaquelmarcodegranitocomoelángeldelcaos;peroalsepararlaspeñaslaterales,quitósupuntodeapoyoalmonolitoquepesabasobresushombros,yelmonolitohizocaerderodillasalgigante.Lasrocaslaterales,separadasporuninstante,volvieronajuntarseyañadieronsupesoalpesoprimitivo,bastanteparaaplastaradiezhombres.Elgigantecayósinpedirsocorro;cayórespondiendoaAramisconpalabrasdealientoydeesperanza,porqueporbreveespacioygraciasalrobustopuntaldesusmanos,pudocreerque,comoEncelado,sacudiríaaqueltriple,peso.Sinembargo,Aramisviocómopoco a poco la mole bajaba; las crispadas manos y los por un postres esfuerzo envarados brazos,cedieroncomocedieronlosdesgarradoshombros,ylapeñacontinuóbajando,bajando…
—¡Porthos! ¡Porthos! —exclamó Aramis mesándose los cabellos—, ¡Porthos!, ¿dónde estáis?¡Hablad!
—¡Paciencia!,¡paciencia!—murmuróPorthosconvozqueibaextinguiéndosepormomentos.Apenaspudoconcluirsusúltimapalabra;elimpulsodelacaídaaumentóelpeso;laenormepeñase
sentó,cargadaporlasotras,yabismóaPorthosenunasepulturaderotaspiedras.Aloírlaexpirantevozdesuamigo,Aramisdejódeguardiaaunodelostresbretonesenlabarca,saltóentierraseguidodelosotros dos, provistos de una palanca, y se encaminó hacia donde oía el último estertor del intrépido
Porthos.Herblay,centelleante,magnífico,jovencomoalosveinteaños,seabalanzóalatriplemole,consusmanosdelicadascomolasdeunamujer, levantóporunmilagrodevigorunadelasesquinasdelainmensa sepultura de granito. Entonces vislumbró en las tinieblas de aquella fosa la todavía brillantemiradade suamigo,aquien lapeña levantadaporun instantehabíadevuelto la respiración.AlpuntoAramisy los dosbretones se agarraron a la palancadehierro, y con su triple esfuerzo intentaron, nolevantarlapeña,sinosostenerlaalaire.Todofueinútil:lostressevieronforzadosacederlentamenteycondolor de su corazón.Porthos, al verles agotar sus fuerzas en lucha estéril,murmuróburlonamenteestaspalabrassupremasquelellegaronaloslabiosconelpostreraliento:
—¡Pesademasiado!Después se empañaron los ojos, palideció su rostro, le blanquearon lasmanos, y el titán lanzó el
postrersuspiro.Lostreshombressoltaronlapalanca,querodósobrelatumulariapeña;luego,jadeante,descolorido,
conelpechooprimidoyelcorazónapuntoderompérsele,Aramisprestóoídoatento.Nadaseoía:elgigantedormíaelsueñoeternoenlasepulturaqueDioslehabíadadoconformeasugrandeza.
ElepitafiodePorthos
Aramis,silencioso,helado,temblandocomounmedrosoniño,bajódeaquellapeña,tumbaquenopodíaserholladaporcristianospies.
ParecíaquealgodePorthoshubiesemuertoenél.LosbretonesrodearonaAramis,yleabrazaron,éllesdejóhacer,ylostresmarinerosletomaronen
pesoylecondujeronalabarca.Colocadoenelbanco,juntoaltimón,lostresbretoneshicieronfuerzaderemosprefiriendoalejarse
deestamaneraaizarlavelaquepodíavenderlos.De laarrasadasuperficiede laantiguagrutadeLocmaría,deaquellaorilla, sólounaprominencia
atraíalamirada.Aramisnopodíadesviardeellalosojos,ydesdelejos,desdelamar,amedidaquesealejaba, le parecía que la amenazadora y altiva peña se erguía, como antes se irguiera Porthos, ylevantaba hasta el cielo una cabeza risueña e invencible como la del probo y valiente amigo, elmásfuertedeloscuatroy,sinembargo,muertoelprimero.
¡Extrañodestinoeldeaquelloshombresdebronce!Elmássencillodecorazónaliadoalmásastuto;lafuerzacorporalguiadaporlasutilezadelainteligencia;yelcuerpo,unapiedra,unapeña,unpesovilymaterialdominabalafuerzay,desplomándosesobresucuerpo,lanzabadeélalainteligencia.
¡OhdignoPorthos!Nacidoparaayudaralosdemás,siempredispuestoasacrificarseenprodelosdébiles,comosiDiosnolehubiesedadolafuerzamásqueparaesto,almorir,creyóquenohacíamásquecumplirlascondicionesdesupactoconAramis,sinembargodequeúnicamenteAramisloredactó,pactoqueconociósóloparareclamarsuterriblesolidaridad.¡OhnoblePorthos!¿Dequétesirvieronloscastillos llenosdemuebles, losbosquespobladosdecaza, los lagosrebosantesdepescay lascuevaspletóricasdedinero?¿Dequétantoslacayosderelucienteslibreas,entreellosMosquetón,enorgullecidodelpoderqueledelegaste?¡OhPorthos!,¿paraquéacumulartesoros,paraquétantoafanarteensuavizarydorartuvidaparaveniratenderte,conloshuesostriturados,bajofríapiedra,endesiertaplaya,alosgraznidosdelospájarosdelocéano?¿Paraquéacumulartantariquezasinisiquierahabíadefigurarentu sepulturaundísticodemalpoeta? ¡OhbravoPorthos!Sindudaduerme todavía,olvidado,perdido,bajolapeñaquelospastoresdelpáramostomanporeltechogigantescodeundolmen.
Aramis,pálido,heladoyconelcorazónenloslabios,hastaquelaplayadesaparecióenelhorizonteenvueltaenelvelodelanoche,noapartódelatumbadesuamigolosojos.Niunapalabraseexhalódesuslabios,niunsuspirosaliódesuoprimidopecho.Losbretones,supersticiosos,lemirabancontemor;másquedehombre,aquelsilencioeradeestatua.
Yacasidenoche,losbretonesizaronlapequeñavela,quehinchándosealbesodelabrisaimpulsóa
la barca, que alejándose de la costa con rapidez, puso la proa hacia España y se lanzó al través delprocelosogolfodeGascuña.Peroapenashacíamediahoraquehabíanizadolavela,cuándolosremerosseencorvaronensusbancos,yhaciendopantalladesusmanossemostraronunosaotrosunpuntoblancocomoenlaapariencialoestáunagaviotamecidaporlainsensiblerespiracióndelasolas.Peroloqueparecíainmóvilparalosojosdeunprofano,paralaexpertamiradadelmarinerocaminabaconrapidez.Viendo el profundo embotamiento de su amo, los bretones no se atrevieron a sacarle de suensimismamiento, y se limitaron a hacer conjeturas en voz baja. En efecto, Aramis, tan vigilante, tanactivo,Aramis,cuyosojos,comolosdellince,velabanincesantementeyveíanmásdenochequededía,se hundía en la desesperaciónde su alma.Así transcurrió unahora, durante la cual la luz del día fueapagándosegradualmente,perodurantelacualtambiénelbuquealavistaseacercótantoalabarca,queGoennec,unodelostresmarineros,sedecidióadecirenvozbastantealta:
—Monseñor,nospersiguen.Aramisnadacontestó.Entonces,losmarineros,alverqueelbuqueseguíaavanzando,porordendel
patrón Ibo, arriaron la vela, a fin de que aquel único punto que aparecía en la superficie de las olascesasedeguiaralenemigo,elcuallargódosvelasmás.Pordesgracia,corríanlosdíasmáshermososymáslargosdelaño,yalaluzdeaqueldíanefastosucediólanochedelamásesplendenteluna.Elbuqueperseguidornavegabavientoenpopa,ylequedabatodavíamediahoradecrepúsculo,ytodaunanochedeclaridadrelativa.
—¡Monseñor!, ¡monseñor!, ¡estamosperdidos!—dijoelpatrón—;mirad, aunquehayamoscargadonuestravela,nosven.
Aramissinresponder,ledioalpatrónuncatalejo.Ibomiróyrepuso:—¡Oh!monseñor, losveo tancerca,quemeparecequepuedotocarloscon lasmanos.Alomenos
vienenveinticuatrohombres. ¡Ah!ahoraveoalcapitánen laproa,ymiraconunanteojocomoéste…Ahorasevuelveydaunaorden…Emplazanuncañónenlaproa…locargan…apuntan…¡Misericordiadivina!,¡disparancontranosotros!
Ybajómaquinalmenteelcatalejo,ylosobjetos,repetidoshaciaelhorizonte,leaparecieronbajosuaspectoreal.
Pordebajodelasvelasdelbuqueperseguidor,yunpocomásazulqueellas,aparecióunanubecilladehumoquesedilatócualflorqueseabre,ypocomásomenosaunamilladelcañoncitounabalalamiódosotresolas,abrióunblancosurcoenelmarydesapareciótaninofensivacomolapiedraconlacual,jugando,unmuchachohacecírculosenelagua.
Aquellabalafuealavezunaamenazayunaviso.—¿Quéhacemos?—preguntóelpatrón.—Vanaecharnosapique—dijoGoennec—;dadnoslaabsolución,monseñor.—Olvidáisquenosven—dijoAramisalosmarinerosarrodilladosasuspies.—Es verdad —exclamaron los bretones avergonzados de su debilidad—. Ordenad, monseñor,
estamosprontosamorirporvos.—Esperemos—dijoAramis.—¿Queesperemos?—Sí;¿noveisquedehuirvanaecharnosapique,comohabéisdichohacepoco?
—Quizásalamparodelanochepodamosescapar—dijoelpatrón.—Nolesfaltaráalgúnfuegogriegoparailuminarsucaminoyelnuestro—objetóAramis.AlmismotiempoycualsielbuqueenemigohubiesequeridoresponderalaspalabrasdeAramis,se
remontóalcielounasegundanubecilladelsenodelacualsurgiótinainflamadaflechaquedescribióunaparábolasemejanteaunarcoiris,cayóenelmar,dondecontinuóardiendo,eiluminóunespaciodeuncuartodeleguadediámetro.
—Yaveisquemásvalesesperar—dijoAramisalosaterrorizadosbretones,queaunasoltaronsusremos.
Labarcacesódeavanzarysemetiósobrelasolas.Entretanto,lanocheseveníaencima,yelbuquecontinuabaavanzando.De tiempoen tiempoycualbuitrede sanguinolentocuelloque saca lacabeza fuerade sunido,el
formidable fuego griego partía de los costados del buque y arrojaba en medio del océano su llama,blancacomonievecandente.Por fin llegóa tirodemosquetecon toda la tripulaciónen la cubierta,yarmaalbrazolosunosylosotrosconlamechaencendidaenlamanoyjuntoaloscañones.Noparecíasinoquetuviesenquehabérselasconunafragataycombatiraunatripulaciónsuperiorennúmero.
—¡Rendíos!—gritóelcapitándelbuqueconayudadeunabocina.Losmarinerosmiraron aAramis, y viendo que les hacía una señal afirmativa, Ibo hizo ondear un
trapoblancoalextremodeunbichero.Locualeraunamaneradearriarelpabellón.El buque avanzó comoun caballo corredor; lanzó un nuevo cohete, que vino a caer a unas veinte
brazasdelabarcaylailuminóconmásclaridadqueunrayodelmásardientesol.—A la primera señal de resistencia, ¡fuego! —exclamó el capitán del buque dirigiéndose a sus
soldados,queinmediatamenteapuntaronsusmosquetes.—¿Nooshemosdichoquenosrendíamos?—repusoIbo.—¡Vivos,vivos,capitán!—dijeronalgunossoldadosexaltados—;¡esprecisotomarlosvivos!—Bien, sí, vivos—dijo el capitán. Y volviéndose hacia los bretones, añadió—: A todos se os
garantizalavida,menosalcaballeroHerblay.Aramisseestremeciócasiimperceptiblemente,yporunmomentofijólamiradaenlasprofundidades
del océano, iluminado por los últimos vislumbres del fuego griego, vislumbres que corrían por laspendientes de las olas, brillaban en sus crestas cual penachos, y hacían aún más sombríos, másmisteriososymásterribleslosabismosaloscualescubrían.
—¿Habéisoído,monseñor?—dijeronlosbretones.—Sí.—¿Quéordenáis?—Aceptad.—Pero¿yvos,monseñor?—Aceptad—repitió Aramis inclinándose hasta la borda y mojando las yemas de sus blancos y
puntiagudosdedosenlaverdosaaguadelmar,alacualmirabasonriéndosecomoaunaamiga.—Aceptamos—respondieronlosbretones—;pero¿quégarantíassenosda?—Lapalabradeuncaballero—dijoeloficial—.Porelnombreyporeluniformequevistojuroque
seosrespetarálavidaatodos,menosalseñorcaballerodeHerblay.Soytenientedelafragatadelrey«Pomona»,ymellamoLuisConstantdePressigny.
Conungestorápido,Aramis,yainclinadohaciaelaguayconlamitaddelcuerpofueradelaborda,irguiólafrente,selevantó,yconlaspupilasinflamadas,lasonrisaenloslabios,ycomosilehubiesepertenecidoaélelmundo,ordenóqueechasenlaescala;asílohicieronlosdelbuquedeguerra.Aramissubióabordoseguidodelosbretones,quequedaronmudosdeasombroalverqueHerblay,enlugardeabatirse,seencaminóresueltamenteyconlamiradafijaenélalencuentrodelcapitánylehizoconlamanounaseñamisteriosa,antelacualeloficialpalideció,temblóybajólacabeza.Luegoysinproferirpalabra,HerblaylevantólamanoizquierdahastalaalturadelosojosdePressigny,ylemostróelengastedeunanilloqueleceñíaelanular.
Enaquellaactitudmajestuosa,fría,silenciosayaltiva,Aramisparecíaunemperadordandoabesarsumano.
El capitán levantó de nuevo la cabeza y volvió a bajarla conmuestras delmás profundo respeto;luego tendióunamanohaciapopa,esdecir,hacia lacámara,ysehizoaun ladoparacederelpasoaAramis.
Lostresbretonessemirabanunosaotrosconindecibleestupefacciónenmediodelsilenciodelostripulantes.
Cincominutos después el capitán llamó a su segundo, que subió inmediatamente y le ordenó quehicierarumboalaCoruña.
Mientras se estaba ejecutando la orden dada por Pressigny,Herblay reapareció en la cubierta, sesentójuntoalempalletado,yapesardeloobscurodelanoche,puesaunnohabíasalidolaluna,clavóobstinadamentelamiradaendirecciónaBelle-Isle.
—¿Quérutaseguimos,capitán?—preguntóenvozbajaIboaPressigny,quesehabíavueltoapopa.—La que le place a monseñor —respondió el interpelado. Aramis pasó la noche sobre el
empalletado.Ibo,alacercarseaélalamañanasiguiente,notóquelanochedebióhabersidomuyhúmeda,puesla
maderasobrelacualelobispoapoyabalacabeza,estabamojadacomoporelrocío.¡Quiénsabesifueelrocío,osifueronlasprimeraslágrimasquederramaranlosojosdeAramis!¡OhbuenPorthos!,¿quéepitafiohubieravalidoloqueaquél?
ElreyLuisXIV
D’Artagnan, que no estaba acostumbrado a resistencias como la que acababan de oponerle, regresósumamenteirritadoaNantes,yyasabemosqueenél,hombredefibra,lairritaciónsemanifestabaporunaimpetuosaembestidaalaquehastaentoncespocosresistieron,aunquefuesenreyes.
D’Artagnan,todoexaltadofuederechoapalacioparahablaralrey.ÉstemadrugabadesdequeestabaenNantes;seríanlassietedelamañanacuandollegóD’Artagnan.
—Voyaanunciaros—dijoM.deGesvres,conunairequenadabuenopresagiaba.Gesvresvolviódespuésdecincominutos; cedióelpasoaD’Artagnan, le condujodirectamenteal
gabinetedeSuMajestad,ysecolocóaespaldasdesucompañeroen laantesala,desde lacualseoíahablarclaramentealreyconsuministroColbert,enelmismogabineteenqueColbert,algunosdíasantes,oyóhablarenaltavozalreyconD’Artagnan.
Losguardiasestabanformadosacaballoantelapuertaprincipalypocoapococundióporlaciudadelrumordequeelcapitándemosqueterosacababadeserarrestadoporordendelrey.EntoncesycomoenlosbuenostiemposdeLuisXIVydeTreville,losmosqueterosseagitaron,oraformandogrupos,orallenandolasescaleras,yacongregándoseenlospatios,delosquepartíanvagosrumoresquesubíanhastalospisosaltoscuallosroncoslamentosdelasolasduranteelflujo.
Gesvresestabainquietoymirabaasusguardias,queinterrogadosporlosmosqueterosempezabanaapartarsedeellosmanifestandotambiénalgunainquietud.
D’Artagnan,muchomás serenoque el capitándeguardias, al entrar se sentó en el alféizardeunaventana, y con su mirada de águila y sin pestañear, presenciaba lo que ocurría sin que le pasarainadvertido ninguno de los progresos de la fermentación que se iniciara al rumor de su arresto, ypreviendoelinstantedelaexplosión.
—¡Bueno estaría que esta nochemis pretorianos me proclamaran rey de Francia!—dijo entre síD’Artagnan—.¡Yquenomereiríapoco!
Peroalomejortodosecalmó.Guardias,mosqueteros,oficiales,soldados,murmullosyzozobras,sedispersaron,desaparecieron,seevaporaron;Unasolafraseapaciguóaquelrevueltomar.
—Señores,silencio—dijoBrienneporencargodeSuMajestad—,estáismolestandoalrey.—Vaya,seacabó—murmuróD’Artagnansuspirando—,losmosqueterosdehoynosonlosdeLuis
XIII.—¡QuéentreelseñorD’Artagnan!—gritóelujier.Elreyestabasentadoensugabinete,deespaldasalapuertaydecaraaunespejoalcualymientras
removíasuspapeleslebastabalanzarunamiradaparaveralosqueentraban.
AlentrarD’Artagnan,LuisXIV,sinvolverse,echósobresuscartasysusplanoselgranpañodesedaverdequeleservíaparaescondersussecretosalosojosdelosimportunos.
D’Artagnancomprendiólaintencióndelreyysequedóatrás;demaneraquepasadounmomento,elmonarca,quenadaoíaysóloveíaconelrabillodelojo,sevioobligadoapreguntarenaltavoz:
—¿NoestáahíelseñordeD’Artagnan?—Presente—respondióelmosqueteroadelantándose.—¿Quétenéisquedecirme,caballero?—dijoLuisfijandosulímpidamiradaenD’Artagnan.—¿Yo,Sire?—repusoelgascón,queespiabalaprimeraestocadadeladversarioparadarunbuen
quite—.Solotengoquedecirosquemehabéishechoarrestaryqueestoyaquí.ElreyibaareplicarquenohabíamandadoarrestaraD’Artagnan;perocomoestohubierasidouna
excusa,secalló,enlocualleimitóobstinadamenteelgascón.—¿ParaquéosenviéaBelle-Isle?—prosiguióLuisXIVmirandodehitoenhitoasucapitán.—Paréceme —respondió D’Artagnan al ver que el rey se colocaba en un terreno para él tan
favorable—queVuestramajestadsedignapreguntarmequéfuiahacerenBelle-Isle.Puesbien,nolosé;noesamíaquiendebéisdirigirsemejantepregunta,Sire,sinoal infinitonúmerodeoficialesde todaespecieaquienessediounnúmeroinfinitodeórdenesdetodaclase,mientrasqueamí,generalísimodelaexpedición,nosemeprecisóabsolutamentenada.
—Caballero—repusoelrey,heridoensuorgullo—,sólosedieronórdenesa los jefesyoficialesqueinspirabanconfianza.
—Por eso no me admiro, Sire —replicó D’Artagnan—, que un capitán como yo, que tiene lacategoríademariscaldeFrancia,sehallaalasórdenesdecincooseistenientesmayores,buenosparaespías,noloniego,peronoparadirigiroperaciónalgunadeguerra.SobreelparticularhevenidoapedirexplicacionesaVuestraMajestad.
—SeñordeD’Artagnan,continuáis,comosiempre,creyendoquevivísenunsigloenquelosreyesestabancomovosquejáisquehabéisestado,estoes,bajolasórdenesyaladiscrecióndesusinferiores;olvidáisqueunreysólodeberendircuantadesusaccionesaDios.
—Nadaolvido,Sire—dijoelmosquetero,mortificadoasuvezporlalección—.Porotraparte,noveoenquépuedeofenderasureyunhombrecabalalpreguntarleenquélehaservidomal.
—Mehabéisservidomalamentealhacercontramícausacomúnconmisenemigos.—¿Cuálessonvuestrosenemigos,Sire?—Aquélloscontraloscualesosenvié.—¡Doshombres!,¡doshombresenemigosdelejércitodeVuestraMajestad!Esincreíble.Sire.—Nosoisvoselllamadoajuzgarmivoluntad.—Tan claramente lo he comprendido así, que he ofrecido respetuosamentemi dimisión a vuestra
Majestad.—Yyolaheaceptado—repusoelrey—.Antesdesepararmedevoshequeridoprobarosquesabía
cumplirmipalabra.—Vuestra Majestad ha hecho más que cumplir su palabra, pues Vuestra Majestad me ha hecho
arrestarynomelohabíaprometido—dijoD’Artagnanconacentofríamentezumbón.—Aestomehaobligadovuestradesobediencia—repusoLuisXIVhaciendocasoomisodelazumba
ysosteniéndoseserio.
—¡Midesobediencia!—exclamóD’Artagnanencendidoporlacólera.—Es lapalabramás suavequehehallado—prosiguióLuis—.Miplanera tomary castigar a los
rebeldes,ysilosrebeldeseranamigosvuestros,¿nomehabíadeinquietar?—También yo debí hacer lo mismo —arguyó el mosquetero—, porque fue una crueldad, Sire,
enviarmeatomaramisamigosparaconducirlosavuestrashorcas.—Quise hacer una prueba con los servidores que comenmi pan y están obligados a defendermi
persona;yyaveis,lapruebahasalidomal.—PorunmalservidorquepierdeVuestramajestad—dijoD’Artagnanconamargura—,haydiezque
aqueldíahicieronsuspruebas.Escuchadme,Sire:noestoyacostumbradoaunserviciocomoese.Paraelmal,miespadaesrebelde,yparamíeraunmalelperseguirdemuerteadoshombrescuyavidaospidióvuestrosalvador,elseñorFouquet;además,aquellosdoshombreseranamigosmíos,quenoatacabanaVuestraMajestadsinoquesucumbíanbajoelpesodeunacóleraciega.Porotraparte,¿porquénolesdejabanhuir?¿Quécrimencometieron?Admitoquemeneguéiselderechodejuzgarsuconducta;pero¿porquésospechardemíantesdeobrar?,¿porqué rodearmedeespías?,¿porqué reducirme,amí,aquienteníaislamásabsolutaconfianza;amí,quehacetreintaañosestoyapegadoavuestrapersonayoshe dadomil pruebas de abnegación, porque esmenester que os lo diga hoy queme acusan; por quéreducirme,repito,amirarordenadosenbatallaatresmilhombresdelreycontrados?
—Cualquieradiríaqueolvidáisloqueelloshicieron—dijoconvozsordaelmonarca—,yquenodependiódeelloselqueyonoquedaraparasiempreperdido.
—Cualquieradiríatambién,Sire,quevosolvidáisqueyoexistía.—Basta,señordeD’Artagnan,bastadeesosinteresesavasalladoresqueperturbanlosmíos.Fundo
unEstadoenelcualnohabrámásqueunseñor,comoyaenotraocasiónosdije,yhallegadolahoradehacer buena mi palabra. Si obedeciendo a vuestros gustos o a vuestras amistades os empeñáis encontrarrestarmisplanesyensalvaramisenemigos,tengoqueanularlososepararmedevos.Buscadunamoqueosvalgamás.Yaséqueotroreynoseportaríacomoyo,yquesedejaríadominarporvos,ariesgodequeosenviaraahacercompañíaalseñorFouquetyalosdemás;peroyotengobuenamemoria,yparamí losserviciosson títulossagradosa lagratitudy la impunidad.Nollevaréismáscastigoporvuestraindisciplinaqueestalección,puesquieroimitaramispredecesoresensucólera,yaquenolesheimitadoenfacilitarlosfavores.Además,otrasrazonesmemuevenatratarosconblandura,soishombredebuen sentidoy de gran corazón, y seréis unbuen servidor de quienos tome; vais a cesar de tenermotivosde insubordinación.Yohedestruidooarruinadoavuestrosamigos;hehechodesaparecer losdospuntosdeapoyoenloscualesdescansabainstintivamentevuestrocaprichosocarácter.Aestashorasmissoldadoshanmatadoohechoprisionerosalosrebeldes.
—¿Loshanhechoprisionerosoloshanmatado?—exclamóD’Artagnanpalideciendo—.¡Ah!Sire,sisupieraisloquemedecís,siestuvieraissegurodequemedecíslaverdad,olvidaríacuantohaydejustoymagnánimoenvuestraspalabrasparallamarosreybárbaroyhombredesnaturalizado.Peroosperdonoesaspalabras—añadióD’Artagnansonriéndoseconorgullo—;selasperdonoaljovenpríncipequenosabenipuedecomprenderloquesonhombresdetalladeHerblay,Vallónyyo.¿Prisionerosomuertos?¡Ah!Siredecidmesilanuevaescierta,cuántoshombresycuántodinerooshacostado,yluegoveremossilagananciacorrespondealjuego.
—SeñordeD’Artagnan—repusoelreyacercándosealmosqueteroyconacentocolérico—,esaesla
respuestadeunrebelde.¿MehacéiselfavordedecirmequiéneselreydeFrancia?¿Sabéisquehayaotro?
—Sire—respondió con frialdad el capitándemosqueteros—, recuerdoqueunamañana, enVaux,hicisteis lamismapreguntaavariaspersonas,sinqueningunadeellas,exceptoyo,osrespondiese.Siaquel día, cuando no era fácil, os conocí, es ocioso que me lo preguntéis ahora que estáis a solasconmigo.
Al oír esto, Luis XIV bajó los ojos; le pareció que entre él y D’Artagnan acababa de pasar elespectrodelinfortunadoFelipeparaevocarelrecuerdodeaquelterriblesuceso.
En aquel instante entró un oficial que entregó un pliego al rey, que cambió de color al leerlo,quedándoseinmóvilysilenciosoalleerlootravez.
—Señor de D’Artagnan —dijo el rey tomando una resolución repentina—, como lo que mecomunican lo sabríais luego, valemás que lo sepáis por boca del rey.EnBelle-Isle se ha libradouncombate.
—¡Ah!—exclamóconlamayortranquilidadelmosquetero,mientraselcorazónlelatíaconviolencia—.¿Ybien,Sire?
—Heperdidocientoseishombres.—¿Ylosrebeldes?—preguntóelgascónporcuyosojoscruzóunrayodeorgulloydealegría.—Sehanfugado—respondióLuisXIV.D’Artagnanlanzóunaexclamacióndetriunfo.—Mientrasmiescuadrabloqueeestrechamentelaisla—prosiguióelsoberano—tengolacertezade
quenoseescaparáunabarca.—Demodoque—repusoD’Artagnanponiéndosegraveotravez—,sitomanalosdos…—Losahorcarán—contestótranquilamenteelrey.—¿Yelloslosaben?—replicóelmosqueterorefrenandounescalofrío.—Sí,puesdebisteisdecírseloytodosallílosaben.—Entoncesnolostomanvivos,yoosrespondodeello.—¡Ah!—dijocondisciplinael rey,y tomandootravez la carta—.Bueno, los tomaránmuertos,y
resultarálomismo,pueseltomarlosnoeramásqueparacolgarlos.D’Artagnanseenjugóelsudorquelehumedecíalafrente.—Ya os he dicho —continuó Luis XIV— que con el tiempo seré para vos un amo afectuoso,
magnánimoyconstante.Soiselúnicohombredelpasado,dignodemicóleraodemiamistad;segúnseavuestraconducta,noosescatimarénilaunanilaotra.¿Serviréisvosaunreyquetuviesequecompetirconotros cien reyes sus iguales en el reino?, ¿con tal debilidad, haría las grandes cosas quemedito?¡Lejosdenosotroslalevaduradelosabusosfeudales!LaFronda,quedebíaperderlamonarquía,lahaemancipado.SoyseñorenmiEstado,ytendréservidoresquetalveznoosigualeseningenio,peroquellevaránsudevociónysuobedienciahastaelheroísmo.¿QuéimportaqueDiosnohayadadointeligenciaalosbrazosyalaspiernas,cuandoseladaalacabezaquehaceobedeceralcuerpo?Lacabezasoyyo.
Elmosqueteroseestremeció,peroelrey,aunqueadvirtiendoaquelestremecimiento,continuócomositalcosa.
—Bueno, ahora hagamos los dos el pacto que os prometí un día que, en Blois, os parecí muypequeño,yagradecedmequenohagapagaranadielaslágrimasqueentoncesderramé.Miradavuestroderredor: lascabezasmásaltasestánencorvadas.Encorvaosvoscomoellas,oelegideldestierroque
másosconvenga.Puedequereflexionándolohalléisquesoygenerosoalcontarlobastanteconvuestralealtadpara separarmedevos sabiendoque estáis descontento, cuandoposeéis el secretodelEstado;peroséquesoiscaballerocompleto.¿Porquémehabéisjuzgadoantesdetiempo?Juzgadmeenadelanteycontodalaseveridadqueosplazca.
D’Artagnanquedóaturdido,mudo,indeciso;porlaprimeravezensuvidaacababadeencontrarunadversariodignodeél.
—¿Quéosdetiene?—preguntóconsuavidadelrey—.¿Queréisquenoosadmitaladimisión?Yayoséqueseráduroparaunveteranocapitánelquedarseconsumalhumor.
—Noesesoloquemedacuidado,Sire—repusoconmelancolíaelgascón—.Sititubeoenretirarmidimisión, es porque ante vos soy viejo, y tengo hábitos difíciles de perder. Lo que necesitáis soncortesanosquesepandivertiros,locosquesehaganmatarporloquellamáisvuestrasgrandesobras:quegrandesserán,lopresiento;pero…¿ysiamínomeparecentales?Sire,hevistolaguerraylapaz;heservidoaRichelieuyaMazarino;mecurtíal fuegodeLaRochelaconvuestropadre, tengoelcuerpohechounacriba,y,comolasserpientes,hemudadonueveodiezvecesdepellejo.Despuésdeafrentaseinjusticias, poseo un mando que en otro tiempo era algo, porque daba derecho a hablar con todafranqueza al rey. En adelante vuestro capitán de mosqueteros será un oficial de escaleras abajo. Enverdad,Sire,sitaldebeserenlosucesivoelempleo,aprovechaosdequeestamoscompletamentesolospara quitármelo; no os guardaré rencor; como decís, me habéis domado, por más que al hacerlo mehabéisempequeñecido,yalencorvarme,mehabéishechovermidebilidad.¡Sisupieraiscuántolellenaaunollevarlacabezaerguida,yquécaravoyaponeroliendoelpolvodevuestrasalfombras!¡Ah!Sire,lamento de todo corazón, y vos como yo, el tiempo en que el rey de Francia veía en sus vestíbulosaquelloshidalgosinsolentes,flacos,maldicientes,intolerables,peroqueeneldíadelabatallamordíanmortalmente.Hombres tales son losmejorescortesanospara lamanoque losalimenta,pues la lamen;peroparalamanoqueloscastigareservanlasdentelladas.Pero¿aquéhablardeeso?Elreyesmiseñor,yquierequecompongaversos,queconzapatosde rasopula losmosaicosdesusantesalas;difíciles,perocosasmásdifícileshehechotodavía.Loharé,Sire,ynoporlapaga,puestengodinero;niporquesea ambicioso, puesmi carrera es limitada, ni porque ame la corte.No,Sire,mequedo, porquehacetreintaañostengolacostumbredepresentarmealreyparatomarlaconsigna,ydeoírqueelreymedalasbuenasnochesconunasonrisaquenomendigo,peroquelamendigaréenadelante.¿Estáiscontento,Sire?
YD’Artagnandobló suplateadacabeza, en laqueel rey, sonriéndose,pasóconorgullo sublancamano.
—Gracias,miviejoservidor,mifielamigo—dijoLuis—.YpuesyanotengoenemigosenFrancia,merestaenviarteatierraextrañaparaquerecojastubastóndemariscal.Yohallarélaocasión,fíaenmí,yentretantocomemimejorpanyduermetranquilo.
—Enhorabuena—repusoD’Artagnanconmovido—.Pero¿yesospobresdeBelle-Isle?,¡sobretodounodeellos,tanbueno,tanbravo!
—¿Mepedíssuperdón?—Derodillas,Sire.—Puesbien,sitodavíaestiempo,llevádselo.Pero¿merespondéisdeellos?—Conmicabeza.
—Id,pues.MañanasalgoparaParís,ydeseoqueparaentonceshayáisregresado,puesnoquieroquevolváisasepararosdemí.
—Estadtranquilo,Sire—exclamóD’Artagnanbesandolamanoalrey.Yconelcorazónhenchidodegozo,saliódepalacioytomóelcaminodeBelle-Isle.
LosamigosdeM.Fouquet
LuisXIVregresóaParís,yconélD’Artagnan,elcualdespuésdehabertomadocuantosinformespudorecogerenBelle-Isle,volviódeellasinsabernadadelsecretoquetanbienguardabalapesadarocadeLocmaría,tumbaheroicadePorthos.
Elcapitándemosqueterossupoloquehabíanhecho,conayudadetresbretonesycontraunejércitoentero, losvalientesamigosdequienes tannoblemente tomó ladefensae intentósalvar lavida:queagrandistancia,enelmar,habíandivisadounabarca,alacualunbuquedelrey,cualavederapiña,habíaperseguido, tomado y devorado aquel pajarillo que huía con toda rapidez. Pero ahí paraban lascertidumbresdeD’Artagnan: lodemáseran las conjeturas. ¿Quépensar?Elbuquedeguerranohabíaregresado; es verdad que un temporal reinaba hacía tres días. Sin embargo, la corbeta que llevaba abordoaAramiseraveleray sólida,ypodíahabercorridobienel temporalyhaber tomadopuertoenBrestoentradoporlabocadelLoira.
Talesfueronlasnoticiasambiguas,perocasitranquilizadorasparaélpersonalmente,queD’ArtagnandioaLuisXIV,cuandoéste,seguidodetodalacorte,volvíaaParís.
Elrey,contentodeléxito,másbenignoyafabledesdequesesintiómásfuerte,nodejóniuninstantedecabalgaralestribodelacarrozadeLaValiére;estohizoquelasdamasyloscortesanostratasendehacerolvidaraquelabandonodelhijoydelesposoalasdosreinas.
Todo respiraba lo porvenir, lo pasado nada significaba ya para ninguno, excepto para algunossensiblesyabnegadosaquieneselrecuerdodeaquéllesulcerabaelcorazón,comodeellorecibióLuisunapruebapatéticatanprontoestuvoinstaladoenpalacio.
AcababaLuisXIVde levantarse y tomar su desayuno, cuando se le presentóD’Artagnan un pocopálidoyturbado.
—¿Qué os pasa, D’Artagnan? —preguntó el monarca al notar la alteración de aquel rostrocomúnmenteimpasible.
—Unagrandesventura,Sire.—¿Cuál?—Sire,enlarefriegadeBelle-IsleheperdidoamiamigoVallón—respondióD’Artagnanfijandosus
ojosdehalcónenlosdeLuisXIVparaadivinarelprimersentimientodeéste.—Yalosabía—replicóelrey.—¿Ynomelohabéisdicho?—exclamóelmosquetero.—¿Paraqué?Estanrespetablevuestrodolor,amigomío,quemidebereranoaumentarlo.Haceros
saberladesgraciaqueosaflige,avuestrosojoshubierasidohaceralardedeella.Sí,sabíaqueelseñor
deVallónsehabíaenterradobajo laspeñasdeLocmaría,yqueelseñordeHerblaymeha tomadounbuqueconsutripulaciónysehahechoconduciraBayona.Peroquisequelosupieraisdirectamente,paraque os convencierais de quemis amigos son paramí respetables y sagrados, y que enmí siempre elhombre se inmolará a los hombres, ya que el rey se ve tan a menudo obligado a sacrificarlos a sumajestadypoderío.
—Pero¿cómosabéis?…—Yvos¿cómolosabéis?—Por esta carta que desde Bayona me escribe Aramis, libre ya de todo peligro —respondió
D’Artagnan.—AquítengoyounacopiaexactadeloqueoshaescritoAramis—dijoelreysacandounpapelde
unacajitacolocadasobreunmueblecontiguoalasientoenqueelgascónestabaapoyado—;aquíestálacarta;Colbertme lahaenviadoochohorasantesdequevos recibierais lavuestra, loquepruebaqueestoybienservido.
—Loestáis,Sire—contestóelmosquetero—.Esverdad,eraiselúnicohombrecapazdedominarconvuestrafortunalafortunaylafuerzademisamigos.Habéisusado,Sire,peromeanimoacreerquenoabusaréis,¿noesverdad?
—D’Artagnan —dijo el rey sonriéndose con benevolencia—, puedo hacer tomar a Herblay enterritorioespañolyquemelotraiganparaajusticiarle;peronocederéaestenaturalyprimerimpulso.¿Noestálibre?,puesquecontinúeasí.
—Nosiempre seréis tan clemente, tannobley tangenerosocomoacabáisde serlo conmigoy conHerblay,Sire;yaencontraréisconsejerosqueoscurendeestadebilidad.
—OsengañáisD’Artagnan,alacusaramisconsejerosdequererinducirmealrigor:elmismoColbertesquienmehaaconsejadoquenadahicieracontraHerblay.
—¡ElseñorColbert!—exclamóD’Artagnanconestupefacción.—Respectoavos—prosiguióelreyconbondadnocomúnenél—,tengoqueanunciarosmuchasy
buenasnuevas;peroya la sabréisencuantohayahechomiscálculos,miqueridocapitán.Osdijequequeríalabrarvuestrafortuna,ylocumpliré.
—Graciasmil,Sire,perocomoyopuedoesperar,suplicoaVuestraMajestadsedignerecibiraunaspobresgentesquehacelargoratoestánahífuerayvienenaponeralospiesdelreyunahumildesúplica.
—¿Quiénesson?—EnemigosdeVuestraMajestad:Gourville,Pelissónyunpoeta,JuandelaFontaine,amigosdeM.
deFouquet.—Queentren—dijoLuisXIVarrugandoelceño.D’Artagnandiomediavuelta,levantólacolgaduraquecerrabalaentradadelgabinetereal,ysacando
lacabezahacialasalacontigua,gritó:—¡Quépasen!EnseguidaaparecieronenlapuertadelgabinetereallostreshombresaquienesnombróD’Artagnan.
Al acercarse los amigos del desventurado superintendente de hacienda, los cortesanos se hacían atráscomoparanocontagiarseconladesgraciadelinfortunio.D’Artagnanseadelantóconprestezaparaasirdelamanoaaquellosdesdichadosquetitubeabanytemblabanalapuertadelrealgabinete,yloscondujoante el sillón de Luis XIV, el cual, refugiado en el vano de una ventana, aguardaba el instante de la
presentaciónysepreparabaahaceralossuplicantesunaacogidarigurosamentediplomática.ElprimerodelosamigosdeFouquetqueseadelantófuePelissón,quereprimiósullantoparaqueelreypudieseoírmejorsuvozylasúplicaqueibaaelevarle.Gourvillesemordíaloslabiospararefrenarsuslágrimasporrespetoalmonarca,yLaFontaine,conelrostroescondidoensupañuelo,nodabaotrasseñalesdevida que un convulsivo movimiento de hombros a causa de sus sollozos. El rey conservó toda sudignidad;permanecióimpasibleyauncontinuóconelceñofruncidocomocuandoD’Artagnanleanuncióasusenemigos.Luegohizounaseña,comodandosuveniaparaquelossuplicantesseexplicaran,ysequedóenpieobservandoaaquellostreshombresdesesperados.Pelissónseinclinóhastaelsuelo,yLaFontainesearrodillócomoeneltemplosearrodilla.Aquelobstinadosilencio,únicamentecortadoporsuspirosygemidosdedolor,empezabaaexcitarenelmonarca,nolacompasión,sinolaimpaciencia.
—SeñorPelissón, señorGourville, y vos señor…—dijo el rey con sequedad y sin nombrar aLaFontaine—, veré con sumo desagrado que vengáis a suplicarme en pro de uno de los más grandescriminalesaquiendebecastigarmijusticia.Unreynosedejaablandarmásqueporlaslágrimasdelainocenciaoelarrepentimientodelosculpables;ynocreoenelarrepentimientodelseñorFouquetnienlaslágrimasdesusamigos,porqueelunoestágastadohastaelcorazón,ylosotrosdebentemerel,veniraofendermeenmicasa.PoresoosruegoseñorPelissón,señorGourville,yavos,señor…quenodigáisnadaquenosealaexpresióndelmásprofundoacatamientoamivoluntad.
—Sire—respondió Pelissón temblando ante aquellas palabras—, nada venimos a decir aVuestraMajestadquenoseaclaroreflejodelrespetoydelamormássinceroqueunsúbditodebeasurey.LajusticiadeVuestraMajestadestremenda,ytodosdebemosacatarsusfallos,yanteellanosinclinamosrespetuosamente.LejosdenosotroslaideadeveniradefenderalhombrequehatenidoladesdichadeofenderaVuestraMajestad.Elquehaincurridoenvuestradesgraciapuedeserparanosotrosunamigo,peroesenemigodelEstado;leabandonamosconlágrimasenlosojosalaseveridaddelrey.
—Porotra parte, juzgarámiparlamento—repusoLuisXIVcalmadopor aquella vozde súplicayaquellaspersuasivaspalabras—.Nocastigosinhaberjustipreciadoelcrimen,puessimijusticiaconunamanoempuñalaespada,conlaotrasostienelasbalanzas.
—Poreso tenemos lamásomnímodaconfianzaen la imparcialidaddel rey,yesperamospoderoírnuestradébilvoz,conlaveniadeVuestraMajestad,cuandoparanosotrossuenelahoradedefenderaunamigoacusado.
—¿Quévenísasolicitar,pues?—replicóLuisXIVconademánimpaciente.—Sire—continuóPelissón—,elacusadodejaunaesposayunafamilia.Lopocoquelequedabaal
señorFouquetapenasbastabaparacubrirsusdeudas,ysuesposa,desdeelcautiveriodesumarido,seveabandonadadetodos.LamanodeVuestraMajestadhierecomoladeDios,quecuandoenvíalalepraolapesteaunafamilia,todoshuyenysealejandelamoradadelleprosoodelapestado.Aveces,peromuyraras,sólounmédicogenerososeatreveaacercarsealumbraldelmaldito,yloatraviesaanimoso,yexponesuvidaparacombatira lamuerte.Eleselúltimorecursodelmoribundo,el instrumentode lamisericordiadivina.Sire,conlasmanoscruzadasdehinojosycomosesuplicaaDios,osdecimos:laesposadelseñorFouquetyanotieneamigosniapoyo,ylloraensucasa,míseraydesierta,abandonadadelosmismosqueasediabansupuertaenlaprosperidad,ysincréditoysinesperanza.Alomenos,eldesventuradosobrequienpesavuestracólerarecibedevos,aunqueculpable,elpanquemojancadadíasus lágrimasTan afligida ymás despojada que su esposo, la señoraFouquet, la que tuvo la honra de
recibir a VuestraMajestad a su mesa, la esposa del antiguo superintendente de hacienda de VuestraMajestad,carecedepan.
Al llegar aquí, el silencio mortal que encadenaba el aliento de los dos amigos de Pelissón, fueinterrumpidoporlossollozosdeaquéllos,yD’Artagnan,aquienyaelcorazónparecíaquerersaltárseledelpechoalescucharaquellahumildesúplica,tuvoquevolverelrostrohaciaelrincóndelgabineteparamorderseconlibertadelbigoteyreprimirsussuspiros.
Elreyconservósecoslosojosyseveroelrostro;perosesonrojó,yvisiblementemenguólafirmezadesumirada.
—¿Quédeseáis?—preguntóconvozconmovidaelmonarca.—VenimosapedirhumildementeaVuestraMajestad—respondióPelissóncadavezmásconmovido
—,que,sinincurrirensudesagrado,nospermitaprestaralaseñoraFouquetdosmilpistolasrecogidasentretodoslosantiguosamigosdesuesposo,paraquealaviudanolefaltelomásnecesarioalavida.
A la palabra «viuda», pronunciada por Pelissón, cuando Fouquet todavía estaba vivo, Luis XIVpalidecióintensamente,ysedesplomósuorgullo,ylacompasiónselesubiódelcorazónaloslabios,ymirandoconojosdeternuraaaquelloshombresquesollozabanasuspies,respondió:
—¡PlegueaDiosqueyonoconfundaalinocenteconelculpable!Losquedudandemimisericordiacon losdébiles,nomeconocen;nuncadescarguémimano sino sobre los arrogantes.Haced loqueelcorazónosdicteparaaliviareldolordelaseñoraFouquet.Retiraos,señores.
Los tres amigos, con los ojos enjutos, pues las lágrimas se les habían secado al contacto de susencendidasmejillasydesusardientespárpados,selevantaronsilenciosamente,sinfuerzasparadarlasgraciasal rey,queporotrapartepuso términoa lassolemnesreverenciasdeaquéllos retirándoseconprestezadetrásdesusillón.
—Muybien,Sire—dijoD’Artagnancuandolosotrossalieron,contestandoalainterrogadoramiradadelrey—;muybien,amomío;sinotuvieseisladivisaenlaquecampeaelsol,osaconsejaríaunaquepodríaishacertraducirallatínporConrat,ésta:«Blandoconeldébil,severoconelfuerte».
—Osdoy la licencia dequedebéis tener necesidadpara arreglar los asuntos devuestro amigo eldifuntoseñordeVallón—dijoelreysonriéndoseypasandoalapiezacontigua.
EltestamentodePorthos
Pierrefondsestabaenelmáximoluto.Lospatiosestabandesiertos,lascaballerizascerradas,lasterrazasabandonadas.Lasfuentesdelosestanquesparábansedesuyo.
Por loscaminosque llegabanalcastillo,quienmontandoenunamula,quiensubidosobreun jaco,veníanalgunosgravespersonajesvecinosdecampo,osidecimoslospárrocosylosbailíosdelastierraslimítrofes,todosloscualesyunotrasotroentraronsilenciososenelcastillo,entregaronsusrespectivasmonturas aunpalafrenero afligidoy, guiadosporun criado, vestidode luto, se encaminaron al salón,dondeenelumbralMosquetónrecibíaalosllegados.
EndosdíashabíaMosquetónenflaquecidodetalsuerte,quesezarandeabadentrodesuvestidocomoalfilerencanuto,ysurostro,marcadodepuntosrojosyblancoscomoeldelaVirgendeVanDick,estabasurcadopordosargentadosarroyosqueabríanlechoenaquellossuscarrillosantestanesféricoscuantoahoraenjutos.
CadanuevovisitadorarrancabaaMosquetónnuevaslágrimasyeraunacompasiónelverlellevarsumanazaalaluzparanoreventarensollozos.
Todas aquellasvisitasno teníanotro finque el de la lecturadel testamentodePorthos, anunciadapara aquel día, y a la cual concurrieron todos los amigos del difunto, que no dejó pariente alguno, ocuantossintierondespertárselelacodicia.
Losasistentesibantomandoasientoamedidaquellegaban,y,aldarelmediodía,horaseñaladaparalalectura,cerráronselaspuertasdelvastosalón.
ElprocuradordePorthos,superfluoesdecirqueeraelsucesordeCoquenard,empezópordesplegarconlentitudelgranpergaminoenelcuallahercúleamanodePorthosconsignarasuúltimavoluntad.Rotoel sello,calados losanteojosysoltadoelgolpede tospreliminar, todosycadaunoaguzaroneloído,todos, exceptoMosquetón, que, para oírmenos y llorarmás a sus anchas, se había acurrucado en unrincón.Deprontoycomopormágicasartesseabriólapuertadelasalayapareció,enmediodelavivaluzdelsol,unafiguraviril.EraD’Artagnanque, llegadoalcastilloynohabiendoencontradoquienletuvieraelestribo,habíaarrendadosucaballoa laaldabayseanunciabaasímismo.La luzdelsolalentrarenlasala,elmurmullodelosasistentesy,másquetodo,elinstintodelperroleal,arrancarondesuabatimientoaMosquetón,que,allevantarlacabezayconoceralantiguoamigodesuamo,aullódedoloryvinoaabrazarlelasrodillasregandoalmismotiempolaslosasconsuslágrimas.D’Artagnanlevantóaldesesperadomayordomo, le abrazó como un hermano digno, y después de saludar cortésmente a lospresentes,queseinclinaronunoshaciaotrosmurmurandosunombre,fueasentarsealtesterodelagransalaenunsillóndeencinaesculpida,sinsoltarlamanodeMosquetónque,conelcorazónangustiado,se
sentóenunescabel.Entonceselprocurador,queestabaconmovidocomolosdemás,empezólalectura.Empezandoconunaardienteprofesiónde fe,Porthospedíaperdóna susenemigosdeldañoquepudohaberlecausado.
Este párrafo hizo brillar de inmenso orgullo los ojos de D’Artagnan, que, recobrando al antiguoMosqueteroycalculandoelnúmerodelosenemigosqueaquélvenciera,creyóquePorthoshabíaobradocuerdamentealnoespecificarlosyalnorecordarlosagraviosquelesinfiriera,puesdelocontrarioelprocuradorhabríatenidomuchoqueleer.
Veníaluegolaenumeraciónsiguiente:
EnlahorapresenteyporlagraciadeDios,poseo:1°.ElFeudodePierrefondsconsustierrasdelabranza,bosques,prados, aguasy selvas, rodeadosdebuenacerca;2°.El feudodeBracieux,compuesto de castillo, bosques y tierras de pan llevar, distribuidas en tres cortijos; 3°. ElpequeñofeudodeVallón,llamadoasíporqueestáenelvalle;4°.CincuentaalqueríasenTurena,quesumanenconjuntoquinientasfanegas;5°.TresestanquesenelBerrí,quereditúandoscientaslibras cada uno. En cuanto a los bienes «mobiliarios», así llamados porque se puedenmover,comotanbienloexplicamisabioamigoelobispodeVannes…
EstelúgubrenombrehizoestremeceraD’Artagnan.Elprocuradorcontinuóimperturbable:
Consisten: 1°.Enmuebles que dejo de enunciar por falta de espacio, y que alhajan todosmiscastillosocasas,perodeloscualeshahechoelinventariomimayordomo…
TodoslospresentesconvergieronlosojoshaciaMosquetón,queseabismóensudolor.
2°.Enveintecaballosdemanoydetiro,quesehallanenmicastillodePierrefonds,llamados:Bayardo, Rolando, Carlomagno, Pepino, Dunois, La Hire, Ogier, Sansón, Milón, Nemrod,Urganda,Armido,Falstrade,Dalila,Rebeca,Yolanda, Fineta,Griseta,Liseta yMuseta, 3°.Ensesenta perros, divididos en seis jaurías, para la caza del ciervo, del lobo, del jabalí y de laliebrerespectivamente,ylasotrasdosparamuestraoparaguarda;4°.Enarmasdeguerraydecaza,encerradasenmigaleríadearmas;5°.EnvinosdeAnjou,escogidosparaAthos,aquiengustaban mucho en otro tiempo, y en vinos de Borgoña, Champaña, Burdeos y España,conservadosenochobodegasydocecuevasdemisposesiones;6°.Miscuadrosyestatuas,quesegún dicen son de gran mérito, y los hay en bastante cantidad para fatigar la vista; 7°. Mibiblioteca, compuesta de seismil volúmenes intactos; 8°.Mi vajilla de plata, tal vez un pocousada,peroquenodejarádepesardemilamildoscientaslibras,puesyoaduraspenaspodíalevantarelcofrequelaencerraba;ytantoesasíquecargadoconél,sólopodíadarseisvueltasalrededordemicuarto;9°.Todo lomencionado, juntocon lamanteleríaydemás ropablanca,estádistribuidoentrelascasasmíasquemásmegustaban…
Elprocuradorsedetuvoparatomaraliento,ylosconcurrentesaprovecharonlasuspensiónparasuspirar,
tose,redoblarlaatención.Luegoelprocuradorprosiguió:
Nihetenidohijos,niesprobablequelostenga,locualesparamíunverdaderodolor.Contodoeso,digoquenodigobien,porquetengounhijoencomúnconmisamigos,esehijo,jovenseñorllamadoRaúlAugusto Julio deBragelonne e hijo legítimodel señor conde deLaFere,me haparecidodignodesucederalostresbravoshidalgosconcuyaamistadmehonroydeloscualessoyelservidormáshumilde.
Cuandoellectorllegóaquí,oyóseunruidoagudo:laespadadeD’Artagnanacababadeescurrirsedesutahalíydecaerenlassonorasbaldosas.Locualmotivóquetodossevolvieronhaciaelpuntodedondepartierael ruido,con loquepudieronvercómode lasespesaspestañasdelgascónsedesprendíaunalágrima como una pequeña nuez y le rodaba por su aguileña nariz, cuya luminosa arista brillaba, deaquellasuerte,comounfiletedeorobruñido.
Poresolegotodosmisbienes,muebleseinmuebles,especificadosmásarriba,alsusodichoseñorRaúlAugustoJuliodeBragelonne,hijodelseñorcondedeLaFere,paraqueseconsueledelapesadumbrequealparecerleagobia,yponerleenestadodellevargloriosamentesunombre…
Porelauditoriocorrióunprolongadomurmullo.El procurador, ayudado por la flameante mirada de D’Artagnan, que estableció el silencio
recorriendolasala,continuó:
ElvizcondedeBragelonnequedaobligadoaentregaralseñorcaballerodeD’Artagnan,capitándelosmosqueterosdelrey,cuantosdemásbieneslepida;apasarunapensiónamiamigo,elseñorcaballerodeHerblay, caso de verse éste obligado a vivir en el destierro, amantener amis criados queme hayanservidodiezomásaños,yaentregarquinientaslibrasacadaunodelosdemás.
Lego amimayordomoMosquetón todosmis trajes de paisano,militares y de caza, en número decuarentaysiete,enlaseguridaddequelosllevaráhastaquedarraídos,poramoryenrecuerdomío.
Ítemmás: legoal señorvizcondedeBragelonneelyanombradoMosquetón,miantiguoservidoryfielamigo,paraqueletratedemodoqueaquél,almorirdeclarequenuncahadejadodeserdichoso.
Mosquetón,aloírestaspalabras,hizounareverencia,sepusoaúnmáspálidodeloqueestaba,empezóatemblarconvulsivamente,yconelrostrotrastornadoporeldolorsetambaleóytitubeócomosibuscaraunadirecciónparasalirsedelasala.
—Saliddeaquíeidahacervuestrospreparativos,mibuenamigo—dijoD’ArtagnanaMosquetón—.OsllevoconmigoacasadeAthos,adondemeencaminoalirmedePierrefonds.
Mosquetón,sincontestar,respirandoapenas,comositodoenaquellasaladebieseserleextrañoenlosucesivo,abriólapuertaydesapareciólentamente.
Elprocurador terminó la lecturadel testamento,despuésde lacualsemarcharonfrustradosensusesperanzas,peroconelmásprofundorespeto,lamayorpartedelosquehabíanvenidoparainformarse
delaúltimavoluntaddePorthos.D’Artagnan,encuantosehuboquedadosolo,despuésdehaberrecibidolaceremoniosareverencia
quelehicieraelprocurador,admirólaprofundasabiduríadeltestador,quetanjustamentedistribuyesesusbienesalmásdignoyalmásnecesitado,conunadelicadezaquenohabríanigualadolosmáspulcroscortesanosyloscorazonesmásgenerosos.
Enefecto,PorthosprescribiríaaRaúldeBragelonnequedieseaD’Artagnancuantoéstelepidiese;yelbuenPorthossabíaqueD’Artagnannopediríanada,ydepediralgo,queríaquenadiesinoélmismoeligiesesuparte.
Porthos dejaba una pensión a Aramis, quien por excederse en sus pretensiones, se encontrabadetenidoporelejemplodeD’Artagnan.Además,elvocablo«destierro»,soltadosinintenciónaparenteporeltestador,¿noeralamásblandaydelicadacríticadelaconductadeAramis,causadelamuertedePorthos?
Finalmente,sieltestadornohacíalegadoalgunoaAthos,¿noeraporquehabíasupuestoqueelhijoofreceríalamejorpartealpadre?
Comoseve,eltoscoentendimientodePorthosavalorótodaslascausasytodaslascircunstanciasconmástactoquelaley,lacostumbreyelcriterio.
—Porthos era hombre de corazón —dijo entre sí D’Artagnan exhalando un suspiro, mientras leparecióquebajabadeltechoungemido—.¡Ah!—añadióelmosquetero—,eselpobreMosquetón;esprecisodistraerledesudolor.
D’Artagnansesalióapresuradamentedelasaladelhonradomayordomo,yalentrarenelcuartodePorthos, vio unmontón de trajes de todos colores y de toda clase de telas sobre los cuales se habíaechadoMosquetóndespuésdehaberlosamontonado.Aquéleraellotedelamitofiel;aquellostrajeseransuyosybiensuyos,seloshabíanlegadoformalmente.
Mosquetón,conlasmanostendidassobreaquellasreliquias,lasbesabaconloslabiosyconelrostroyloscubríaconsucuerpo.
—¡VálgameDios,nosemueve!—dijoentresíD’Artagnanacercándosealpobremayordomoparaconsolarle—;sehadesmayado.
D’Artagnanseengañaba:Mosquetónestabamuerto,comoelperroquehaperdidoasuamoyvaaexpirarsobrelaropadeéste.
¡Padre!¡Padre!
Una serie funesta de acontecimientos había separado para siempre a los cuatromosqueteros, en otrotiempoligadosdemaneraalparecerindisoluble.Athos,solodesdelapartidadeRaúl,empezabaapagartributoaesamuerteanticipadaaquellamamoslaausenciadelosseresqueridos.
DeregresoensucasadeBlois,sintenernisiquieraasuladoaGrimaudpararecogerdeélunatristesonrisaalpasarporeljardín,Athossentíacadavezmásdebilitárseleelcuerpo,tantosañosconservadoalparecerinalterable.
Disimuladoporlapresenciadelobjetoamado,elcursodelaedad,éstallegabaahoraconelcortejodedoloreseincomodidadestantomayores,cuantomástardellegan,Athosyanoteníaallíasuhijoparaesmerarseencaminarderechoyconlacabezalevantadaparadarelbuenejemplo,nipodíaregenerarlalamadesusmiradasenelfocosincesarardientedelosojosdeaquél.
Y luego, aquelhombre tan sensibley reservado,desdeelpuntoquedejóde encontrardiquea losimpulsos de su corazón, se entregó en brazos de la pesadumbre con todo el ardor con que los seresvulgaresseentreganalaalegría.
ElcondedeLaFerealossesentaydosañoshabíaconservadosusfuerzas.Siemprehermoso,peroagobiado,noble,perotriste,benigno,buscabadesdequesequedósolo,losclarosdelasalamedasaloscualesllegabaelsolaltravésdelfollaje.
LejosRaúl,Athosdejódelibrarsealrudoejerciciodetodasuvida,susservidores,acostumbradosaverlelevantarsetodoelañoalalba,admiráronsedequeentonces,noobstanteestarenverano,elcondenohubieratodavíadejadolacamaalassietedelamañana.
Athossequedabaacostadoyconunlibrobajolaalmohada;noparadormirnileer,sinoparanotenerquellevarsucuerpo,paradejarasualmayasumentelanzarsefueradelacarnalenvolturaenbuscadesuhijoodeDios.
Susservidoresseasustabanalverleentregadoporespaciodelargashorasaunadivagaciónmudaeinsensible;nisiquieraoíalaspisadasdelcriadoquetemerososellegabahastaelumbraldeldormitorioparaversisuamoestabadormidoodespierto.Algunavezolvidóqueestabamediadoeldíayque lahora de las dos primeras comidas había pasado. Entonces lo despertaban, se levantaba, bajaba a susombríaalameda,tomabaluegounpocodesolcomoparacompartirsucalorconelhijoausente,yvolvíaa supaseo lúgubre,monótono,hastaque, cansado, tornaba a su cama, sudomiciliopredilecto.Largosdíaspasóelcondesinproferirunapalabra,senegóarecibiracuantosibanavisitarle,ydurantelanocheviéronle cómo encendía su lámpara y pasaba horas y más horas escribiendo u ocupado en hojearpergaminos.
Elayudadecámaranotóqueacortabacadadíamássupaseo.Lagrandealamedadelostilosnotardóenserdemasiadolargaparalospiesqueenotrotiempolarecorríaninnumerablesvecesaldía.
Yaelandarcienpasoslerendía,yaniquisolevantarse,yaunsenegóatomaralimento.Entonces,aunqueelcondenosequejaba,ysiempresesonreía,yeraafable,asustadossuscriados
fueronaBloisabuscaralantiguomédicodeldifuntoduquedeOrleans,ehicieronquevieseaAthossinqueéstevieraalmédico;leintrodujeronenunapiezacontiguaaldormitoriodelenfermo,ylerogaronque no se mostrase, temerosos de disgustar a su amo que no había solicitado auxilio facultativo. Elmédicoaccedió.Examinódesdesuescondrijo lossíntomasdelmisteriosomalqueagobiabayminabacadadíamásmortalmentelaexistenciadeaquelhombrepocoantesllenodevidayapegadoaella.
ElmédiconotóenlamejilladeAthoslapúrpuradelacalenturalentaeimplacable,nacidaenunodelossenosdelcorazónque,enconandogradualmenteeldolorqueengendra,esalavezcausayefectodeunasituaciónpeligrosa.
Elmédicoempleóalgunashorasenestudiaraquelladolorosaluchadelavoluntadcontraunafuerzasuperior;despuéscomohombreresueltoyenérgico,salióinopinadamentedesuesconditeyseacercóaAthos,quelomirósinmanifestarsorpresa.
—Con perdón, señor conde —dijo el médico llegándose al enfermo con los brazos abiertos ysentándosealacabeceradeAthos,quecongrandestrabajossalíadesupreocupación—;perotengoquereñiros;preparaosaescucharme.
—¿Quépasadoctor?—preguntóelcondetrasuninstantedesilencio.—Pasaqueestáisenfermo,señorconde,ynadahacéisparacuraros.—¿Yoenfermo?—repusoAthos,sonriéndose.—Calentura, consunción; vaya, señor conde, dejémonos de subterfugios; sois buen cristiano y…
¿Seríaiscapazdequitaroslavida?—¡Nunca!—Puesbien,señorconde,osvaisconsumiendo,ydecontinuarasí,seríasuicidaros.Curaos,señor
conde,curaos.—¿Dequé?Primeramentehalladelmal.—Avososminaunaaflicción.—No,doctor;todomimalestribaenlaausenciademihijo;nomeescondodeello.—Señorconde,vuestrohijovive,yasusojosseabreelporveniraquesonacreedoresloshombres
desuvalerydesuestirpe;vividporél…—Yalohago,doctor…—Ysonriéndoseconmelancolíaañadió—:Nadatemáis,mientrasRaúlviva,
viviréyo;tengopreparadamimochilaymialmaestádispuesta;sóloesperolaseñal…Espero,doctor,espero…
Elmédico,queconocíalafortalezadeánimoylarobustezdelcuerpodeAthos,reflexionóuninstantey comprendiendo que las palabras eran ociosas y absurdos los remedios, semarchó exhortando a loscriadosdelcondequenoabandonasenuninstanteasuamo.
Cuando se fue el médico, Athos no manifestó ningún disgusto porque le hubiesen turbado, nirecomendóqueleentregasenlascartasencuantollegaseelcorreo,porquesabíaqueparasusservidoreseraungozoyunaesperanzatodadistracciónquelellegaba,yqueaquellosselaprocuraríanacostadesumismasangre.
Pocas veces conciliabaAthos el sueño; lo único que hacía era abismarse por espacio de algunashorasenunadivagaciónmásprofunda,másoscura,queotroshabríanconfundidoconelsueño:reposomomentáneo, olvido de la materia que redundaba en fatiga del alma, porque Athos vivía con doblerapidezduranteaquellasperegrinacionesde la inteligencia.UnanochesoñóqueRaúl sevestíaenunatienda de campaña, para ir a una expedición dirigida personalmente por el duque de Beaufort. Raúlestabatriste,yseabrochabalentamentesucoraza,ymáslentamenteaúnseceñíasuespada.
—¿Quéospasa,Raúl?—lepreguntóconternurasupadre.—¡Ay!loquemeafligeeslamuertedePorthos,nuestrobuenamigo—respondióRaúl—,ypadezco
aquíeldolorquevossentísenBlois.YlavisióndesaparecióconelsueñodeAthos.Al amanecer, uno de los criados entró en el dormitorio del conde y entregó a éste una carta
procedentedeEspaña.—DeAramis—dijoentresíAthosalverelsobrescrito.Ydespuésdeleeralgunaslíneas,exclamó
—:¡Porthoshamuerto!¡Ah,Raúl,Raúl!¡Gracias,cumplestupromesa!¡Meadviertes!Yacongojado,sedesmayóensulechosinmáscausaquesudebilidad.Cuando el desmayo de Athos pasó, casi avergonzado de haber flaqueado ante aquel incidente
sobrenatural, se vistió y pidió un caballo, firmemente resuelto a irse a Blois para entablarcorrespondenciamássegura,yafueseconelÁfrica,yaconD’ArtagnanoAramis,queensuúltimacartaleponíaalcorrientedelmaléxitodelaexpedicióndeBelle-IsleydelamuertedePorthos,sobrecuyofinledababastantesdetallesparaqueeltiernoydevotocorazóndeAthossesintieraconmovidohastalasmáshondasfibras.
Athosquiso,pues,hacerunapostreravisitaasuamigoPorthos,ensutumbadeLocmaría.Pero,apenaslosgozososcriadosvistieronasuamo,aquienveíanconsatisfacciónprepararsepara
unviajequedebíadisiparsutristeza,apenashubieronensilladoyconducidoalpiedelaescalinataelcaballomásmansodelacaballeriza,cuandoalpadredeRaúlseleturbólacabezayleflaquearonlaspiernas.
Athos,comprendiendoquenoleseríaposibledarunpasomás,hizoquelocondujeranalsol;allí,acostadoensubancodecésped,tardómásdeunahoraenrehacersedeaquellaatonía,pordemásnaturaltraselinertereposodelosúltimosdías.
Athostomóunatazadecaldopararecobrarse,yhumedeciósussecoslabiosenunvasodevinodeAnjou.
Entoncesconfortadoydespejada lamente,Athoshizoque llevasensucaballo;peronecesitóde laayudadesuscriadosparamontarpenosamente.
Acienpasosdelcastilloyalaprimerarevueltadelcamino,Athossintióescalofríos.—Esextraño—dijoelcondeasuayudadecámara,queleacompañaba.—Paremos,señor,porvuestrasaludoslopido—contestóelfielcriado—.Palidecéis.—Locualno impediráqueprosigayomicamino,puesencaminoestoy—replicóelcondedando
riendaasucaballo.Pero en vez de obedecer a su amo, el animal se detuvo de repente, refrenado por unmovimiento
involuntariodeAthosyenelqueéstenoparólaatención.—Algo se empeña en que no vayamás lejos—dijo el conde.Y tendiendo los brazos, añadió—:
Sostenedme;¡pronto!puessientoqueseaflojanmismúsculosyvoyacaerdelcaballo.Elcriadohabíavistoelademándesuamo;seacercóapresuradamenteylorecibióensusbrazos.—Resueltamente«quieren»quemequedeencasa—murmuróelconde.Loscriadosseacercaron,letransportaronasucasayleacostaron.—NoolvidéisquehoyesperocartasdeÁfrica—dijoAthosasuscriadosdisponiéndoseadormir.—ElhijodeBlaisoishamontadoacaballoparaadelantarseunahoraalcorreodeBlois—respondió
elayudadecámara.—Gracias—contestóAthossonriéndoseconbondad.Elcondeacogióelsueño,sueñoansiosoquerevelabaunpadecimientointerno,comopudonotarloen
lasfaccioneselquesequedóasucabeceraparavelarlo.Asípasóeldía,yalfintornóelhijodeBlaisois,quedijoqueelcorreonohabíatraídocartaparael
conde,quedebíaesperarsietemortalesdíasmásaquellegaseotrocorreo,yelcondecomenzólanocheentandolorosapersuasión.
Enlasprimerashorasdeaquellanochemortal,Athosacumulóasusyatristesprobabilidades,cuantassuposicionessombríaspuedennacerenlamentedeunhombreenfermoeirritadoporlospadecimientos.
LafiebreinvadióelpechodeAthos,enelqueprendiófuegoinmediatamente,segúnlaexpresióndelmédicoquedeBlois llevóconsigoyensuúltimoviajealhijodeBlaisois,y traselpecho invadió lacabeza,quevolvióadespejárselegraciasadossangríasquelehizoelmédico,peroquedebilitaronalenfermoysóloledejaronfuerzadeacciónenelcerebro.
Ycesólatemiblecalentura.Ante aquellamejoría incontestable, elmédico se volvió aBlois después de haber dejado algunas
prescripcionesydichoqueelcondeestabasalvado.EntoncescomenzóparaAthosunasituaciónextraña,indefinible.Libredepensar,suespírituvolóa
Raúl,elhijoamado.EnsuimaginaciónvioloscamposdeAtrickenlascercaníasdeDjidgeli,endondeelduquedeBeaufortdebíadehaberdesembarcadoyaconsuejército.Portodaspartesseveíanplomizaspeñasreverdecidasatrechosporelaguadelmarcuandoazotalaplayadurantelasborrascas.Másalládelaplaya,cuajadaderocasparecidasatumbas,entrelentiscosycactus,seveíacomounaaldeaqueascendíaenformadeanfiteatro,envueltaendensahumaredaporentrelaqueseveíanpasardespavoridassombras,ydelaquepartíanconfusosclamores.
Deprontoydelsenodeaquellahumareda,salióunallamaque,arrastrándose,cubriótodalaaldea,yque, agrandándose poco a poco, englobó en sus rojos torbellinos llantos, gritos, brazos extendidos,maderos que se derrumbaban, hojas de espada retorcidas, piedras calcinadas y árboles abrasados yreducidosacenizas.Ylomásextrañoesqueenmediodetalcaos,Athosveíabrazoslevantados,yoíalamentos, sollozos y suspiros, pero no veía figura humana. A lo lejos retumbaban el cañón y lamosquetería,mugíalamar,ylosrebañoshuíansaltandoporlosverdeantesdeclives.Peronoseveíaunsoldadoqueaplicaralamechaaloídodeloscañones,niunmarineroqueayudasealasmaniobrasdelaescuadra,niunpastorqueguiaselosrebaños.
Después de la ruina de la aldea y de la destrucción de los fuertes que la dominaban, ruina ydestrucciónrealizadasmágicamente,sinlacooperacióndeunserhumano,seextinguiólallamayvolvióasubirelhumoque,cadavezmenosdenso,acabóporevaporarse.Lassombrasdelanochecubrieronentoncesaquelpaisaje:nocheopacaenlatierraperoclaraenelfirmamento,enelquelasestrellasde
primeramagnitud,quecontalintensidadrefulgenenelcieloafricano,brillabansiniluminarmásqueasímismas.
Sucedió prolongado silencio, que sirvió para reposar por unmomento la turbada imaginación deAthos:elcual,comprendiendoqueaunnohabíaterminadoloqueteníaquever,fijóconmásatenciónlasmiradasdesuinteligenciaenelestupendoespectáculoquelereservabasuimaginación.Laluna,pálidaymelancólica,selevantótraslasvertientesdelacosta,yplateandoprimeramentelosondulantesplieguesdelmar,calmadodespuésdelosmugidosconqueacompañaralavisióndeAthos,salpicódeópalosydiamanteslosbrezosylosmatorralesdelacolina.Lasgrisespeñas,cualfantasmassilenciosasyatentas,pareciócomoquelevantabansusverdosascabezasparamirartambiénelcampodebatallaalaluzdelaluna,campodebatallaqueahoravioAthossembradodecadáveres.
Elalmadelcondeseestremeciódeespantoydetemoralconocereluniformeazulyblancodelossoldados de Picardía, sus largas picas de asta azul, y susmosquetes con la flor de lis grabada en laculata;cuandovioaquellasfríasyabiertasheridasquemirabanelazuladoespaciocomoparareclamarlelasalmasalascualeslibraranelpaso;aquelloscaballosdespanzurrados,inmóviles,conlalenguafuerade la bocay colgando, dormidos en la coagulada sangre esparcida en torno suyoyquemanchaba susmantillasysuscrines,yelblancocaballodeBeauforttendido,conlacabezadespedazada,enlaprimerafiladelosmuertos,Athossepasóunaheladamanoporlafrente,yalnohallarlaabrasada,conocióqueasistíacomoespectadortranquilo,aldíasiguientedeunabatallalibradaenlaplayadeDjidgeliporelejércitoexpedicionarioquevioabandonarlascostasdeFranciaydesaparecerenelhorizonte,delcualhabía saludado él, con el ademán y con el pensamiento, el último cañonazomandado disparar por elduque en señal de despedida a la patria.No es para escribir la aflicciónmortal con que el alma delconde,siguiendoconescrudiñadoresojos lashuellasdeaquelloscadáveres, fuemirándolesunoaunoparaver siRaúldormía entre ellos, ni para explicadoel gozo embriagador, divino, conqueAthos seinclinóanteelHacedorylerindiógraciaspornohabervistoaaquelaquienbuscabacontantotemorentre los muertos. Muertos que, caídos en su respectiva fila, envarados, yertos, fáciles de conocer,parecíanvolverseconcomplacenciayrespetohaciaelcondedeLaFereparaqueéstelosvieramejordurantesufúnebreinspección.
A talpunto llegó la ilusióndeAthos,queaquellavisióneraparaélunviaje realefectuadoporelpadrealÁfricaparaobtener informesmásexactosacercadesuhijo.Así, fatigadodehaber recorridomaresycontinentes,tratódebuscardescansobajounadelastiendaslevantadasalabrigodeunapeña,tiendasencuyoápiceflameabalablancayflordelisabandera.
Entonces y mientras su mirada vagaba por la planicie, vio aparecer una forma blanca tras losresinosos mirtos. Aquella figura ostentaba el uniforme de oficial, empuñaba una espada rota y seadelantabapocoapocohaciaAthos,que,parándosederepenteyfijandolosojosenella,nohablónisemovió, si bien quiso abrir los brazos, pues acababa de conocer a Raúl en aquel oficial pálido ysilencioso.Elcondeintentólanzarunaexclamación,ylavozseleahogóenlagarganta.
Raúlsellevóundedoaloslabiosindicándolequesecallase,yretrocediólentamentesinqueAthosvieraquemovieselaspiernas.Elconde,máspálidoymástemblorosoqueRaúl,siguiópenosamenteasuhijoaltravésdebrezosyzarzales,piedrasyzanjas.Raúlparecíanotocarelsuelo,yningúnobstáculoseoponíaalaligerezadesumarcha.
Athos,fatigadoporlafragosidaddelterreno,sedetuvojadeante,mientrasRaúllehacíasiempreseña
dequelesiguiese.Eltiernopadre,aquienelamordabanuevasfuerzas,hizotodoloposibleparasubirlamontañaenposdesuhijo,queleatraíaconsuademányconsusonrisa,yalllegaralacúspide,vioresaltarcomounafiguranegraysobreelhorizonteblanqueadoporlaluna,lasformasaéreasdeRaúl.
Athostendiólamanoparareunirseenlameseta,asuamadohijo,quetambiénletendíalasuya;perodepronto,ycualsiloarrastraraunafuerzaincontrastable,Raúlabandonólatierra,yAthosviobrillarelcieloentrelacolinaylospiesdesuhijo,queascendióporlosaireshaciaelcielosindejardesonreírseydellamarconelademásasupadre.
Elángeldelamuerte
EnestoestabaAthosdesumaravillosavisióncuandoelabrirycerrarde laspuertasexterioresde lacasarompiósuencanto.Elcondeoyóelgalopardeuncaballopor laendurecidaarenade laalamedagrande, y el rumor de animadas conversaciones; pero sólo volvió la cabeza hacia la puerta de sudormitorio para percibir mejor los rumores que hasta él llegaban. Alguien subió con paso tardo laescalinata, y el caballo, que poco antes galopaba con rapidez, partió lentamente hacia la caballeriza.AlgunosestremecimientosacompañabanaquellospasosquepocoapocoibanacercándosealcuartodeAthos;quealabrirselapuerta,preguntóconvozdesfallecida:
—CartadeÁfrica,¿noesverdad?—No,señorconde—respondióunavozquehizoestremecerensulechoalpadredeRaúl.—¡Grimaud!—murmuróAthos,cuyassumidasmejillassecubrierondesudor.Grimaudaparecióenelumbral,peronoelGrimaudquevimos,jovenaúnporelvaloryladevoción,
cuandosaltóprimeroquetodosenelbotedestinadoaconduciraRaúlabordo,sinounancianopálidoygrave,coneltrajepolvorientoyraloscabellosplateadosporlaedad.Grimaudtemblabaalapoyarseenlapuerta,ycuandodelejosyalaluzdelalámparavioelrostrodesuamo,estuvoapuntodecaerse.Grimaudlevabaimpresaenelrostrolahuelladeundoloryaenvejecidoporunhábitolúgubre.Asícomoantes seacostumbraraanohablar, ahora seacostumbrabaano sonreírse.Athos tuvobastanteconunamiradaparanotaraquellamutaciónenelrostrodesufielservidor,yconelmismotonoconquehubierahabladoconRaúlensusueño,dijo:
—Raúlestámuerto,¿noesverdad,Grimaud?Losotroscriadosdelconde,conlosojosclavadosenellechodeldoliente,escuchabanpalpitantes
detrásdeGrimaud.—Sí—respondióelanciano,arrancandodesupechoyconunroncosuspiroaquelmonosílabo.Al oír la respuesta de Grimaud, los criados prorrumpieron en gemidos y lamentos, suspiros y
deprecaciones que llenaron la estancia de aquel padre agonizante. Esto fue como la transición quecondujo a Athos a su sueño. Sin proferir una palabra, sin derramar una lágrima, paciente, dulce yresignado como losmártires, fijó en el cielo los ojos para ver de nuevo en él y remontándose de lamontaña de Djidgeli, la amada aparición que se alejaba de él en el instante de llegar Grimaud. Eindudablementealmirarhaciaelcieloyalreanudarsumaravillososueño,Athosvolvióapasarporlosmismoscaminosporloscualeslecondujeraaquellavisiónalavezgratayterrible;porquedespuésdehaber cerrado suavemente los ojos, los abrió de nuevo y se sonrió respondiendo a la sonrisa que ledirigíaRaúl.IndudablementeDiosquisoabriraaquelelegidolostesorosdelabienaventuranzaeternaen
lahoraenquelosdemáshombrestiemblanantelaseverajusticiadelSeñoryseaferranalavidaterrenaldeellosconocida,dominadosporel terrorque les inspira laotravida,queentrevena la luz tétricayseveradelasantorchasdelamuerte.Trasunahoradeéxtasis,Athoslevantópausadamentesusblancasmanos, imprimió a sus labiosuna sonrisaymurmuró envoz tan tenue, que apenas fueoída, estasdospalabrasdirigidasaDiosoaRaúl:«Aquíestoy».Luegosusmanosvolvieronacaerlentamentecomosiélmismolashubiesedescansadoenellecho.
Hasta enel sueñoeterno,Athosconservó lapláciday sincera sonrisaquedebíaacompañarle a latumba.Laquietuddesusfaccionesylacalmadesufin,hicierondudarporlargotiempoasusservidoresdesirealmenteestabamuerto.
LoscriadosdelcondeseempeñaronenllevarsedelacámaramortuoriaaGrimaud,quedesdelejosdevorabaaquelpálidorostroynoseatrevíaaacercarseaélmovidodelpiadosotemordellevarleelsoplo de la muerte; pero a pesar de su fatiga, Grimaud se negó a retirarse, y se sentó en el suelo,guardando a su amo con la vigilancia de un centinela, y anheloso de recoger su primera mirada aldespertarysuúltimosuspiroalamuerte.
Enlacasafueronapagándoselosrumores;respetandoelsueñodelseñor;peroGrimaudprestóoídoatentoyadvirtióqueelcondehabíadejadoderespirar.Entoncesincorporándosemiródesdeelsitioenqueestabaparaversisorprenderíaunestremecimientoenelcuerpodesuamo;pero¡nada!Tuvomiedoysepusoenpieatiempoqueenlaescaleraseoyóruidodeespuelasgolpeadasporunaespada,sonidobelicoso,familiarasusoídos,queledetuvoenelinstanteenqueseencaminabaallechomortuorio.
—¡Athos! ¡Athos!, ¡amigo mío! —exclamó una voz conmovida hasta las lágrimas y todavía másvibrantequeelcobreyelacero.
—¡SeñorcaballerodeD’Artagnan!—murmuróGrimaud.—¿Dóndeestá?—preguntóelmosquetero.Grimaudleasiódelbrazoconsushuesudosdedosylemostróellecho,sobrecuyassábanasresaltaba
yaellívidocolordelcadáver.D’Artagnan,conlarespiraciónjadeante,seadelantódepuntillas,tembloroso,asustadodelruidoque
producíasuandar,yconelcorazóndesgarradopormortalangustia,acercósuoídoalpechodeAthos,yalverqueésteestabamuerto,sehizoatrás.
Grimaud,quenoperdíadevistaalmosqueteroyparaquiencadaunodelosademanesdeaquéleraunarevelación,sellegótímidamenteallechoy,sentándosealospiesdeél,pególoslabiosalasábana,levantadaporlosdesuamoyseabrieronlasfuentesdesuslágrimas.
Aquelanciano,desesperado,queencorvadoysinproferirpalabralloraba,ofrecíaelespectáculomásconmovedorqueD’Artagnan,ensuvidallenadeemociones,hubiesepresenciadonunca.
El capitán permaneció en pie y en contemplación ante aquel risueño cadáver, que parecía haberconservado supostrer pensamientoparahacer a sumejor amigo, al hombre aquienhabía amadomásdespués de Raúl, un recibimiento amable, aúnmás allá de la vida, y como para responder a aquellapostrera cariciadehospitalidad,D’Artagnandiounbeso en la frentedeAthosy con sus temblorososdedoslecerrólosojos.Deimproviso,laamargaoleadaquepuntoporpuntoibasubiendo,invadióleelcorazónylequebrantóelpecho.Incapazdedominarsuemoción,selevantó,ysaliendoviolentamentedelafúnebreestanciaenlaqueacababadeencontrarmuertoaaquelaquienélveníaatraerlanuevadelamuertedePorthos,rompióensollozostandesgarradores,queloscriados,queparecíannoaguardarmás
queunaexplosióndedolor, contestaronaelloscon lúgubresclamores,y losperrosdel señorconsuslamentablesaullidos.SóloGrimaudnolevantólavoz;queaunenelparoxismodesudolornosehubieraatrevidoaprofanar lamuerte,niporprimeravez turbarelsueñodesuamo.Alalba,D’Artagnan,quehabía pasado la noche paseándose por el comedor,mordiéndose los puños para ahogar los suspiros,subióotravez laescalera,yatisbandoel instanteenqueGrimaudvolvería lacabezahaciaél, lehizoseñadequeseleacercara,loqueejecutóelfielservidorsinhacermásruidoqueunespectro.
D’ArtagnanvolvióabajarseguidodeGrimaud,yunavezenelvestíbulo,tomólasmanosdelancianoyledijo:
—Hevistocómohamuertoelpadre,Grimaud;dimeahoracómohamuertoelhijo.Grimaud sacóde supecherauna abultada carta dirigida aAthos,D’Artagnan, que en la del sobre
conociólaletradeBeaufort;rompióelsello,yalaazuladaluzdelalbaypaseándosealasombradelosañosostilosdelaalamedaquetodavíaconservabalahuelladelqueacababademorir,leyólosiguiente:
Miqueridoconde—decíaelpríncipeen sudescomunal escrituradeescolar torpe—,enmediodeungrantriunfonosllenadeaflicciónunagrandesventura.Elreypierdeunodesusmásvalientessoldados,yo un amigo, vos el señor Bragelonne, muerto tan gloriosamente, que no me siento con fuerza parallorarlecomoyoquería.Recibidmi tristeenhorabuena,miqueridoconde,ynoolvidéisqueDiosnosenvíaacadacuallaspruebassegúnlagrandezadenuestrocorazón.Laqueenestemomentoosabrumaesinmensa,peronosuperioravuestroánimo.
Vuestrobuenamigo.
ElduquedeBeaufort.
Estacartaincluíaunarelaciónescritaporunodelossecretariosdelpríncipe.D’Artagnan,acostumbradoa las emocionesde labatalla,y escudadocontra los entorpecimientosdel corazón,nopudomenosdeestremecersealleerestarelación:
Por lamañana,monseñor el duque dio la orden de ataque. Los regimientos deNormandía y Picardíahabían tomadoposiciones en las grises peñas dominadas por el declive de lamontaña en la vertientedondesealzanlosbaluartesdeDjidgeli.Empeñadalaacciónporlaartillería,losregimientosavanzaronresueltamente,conlapicaaltalospiqueros,yarmaalbrazolosmosqueteros,seguidosensumarchayatentamenteporlamiradadelpríncipe,dispuestoasostenerlosconunafuertereserva.Juntoamonseñorestaban los capitanes más antiguos y sus ayudantes de campo, entre ellos el señor vizconde deBragelonne,quehabíarecibidolaordendenosepararsedesuAlteza.
Entretanto,laartilleríaenemiga,quealprincipiodisparabaabultocontraelgruesodelejército,afinósupunteríaysusbalasmataronaalgunoshombresentornodelpríncipe.Losregimientosqueavanzabanencolumnacontralasmurallas,fueronalgomaltratados,yempezaronavacilaralversemalsecundadospornuestraartillería.
Enefecto,lasbateríasemplazadaslavísperahacíanuntiroinciertoacausadesuposición,queeraladeabajoaarriba,locualhacíaquenopudiesedarseprecisiónalosdisparos.Comprendiendomonseñorelmalefectodelaposicióndeartilleríadesitio,ordenóalasfragatasacoderadasenlapequeñarada
querompiesenunfuegoregularcontralaplaza,yparallevarlaorden,elprimeroqueseofreciófueelseñordeBragelonne,quenopudoversatisfechossusdeseosporhabersenegadoaconsentirasupeticiónelpríncipe.Elcualteníarazón,puesqueríadeverasalvizconde,ylosacontecimientosseencargarondejustificarlaprevisiónylanegativademonseñor,puesapenashubollegadoalaorilladelmarelsargentoa quien Su alteza confió el parte solicitado por el señor deBragelonne, cuando cayómuerto por dosdescargasdeespingardaqueledirigióelenemigo.
ElseñordeBragelonne,alveresto,sevolviósonriéndosehaciasuAlteza,queledijo:«Yaloveis,vizconde,oshesalvado lavida.Escribídseloasíal señorcondedeLaFere,paraquesabiéndoloporvos,meloagradezcaamí».
El señor vizconde se sonrió con tristeza y replicó: «Monseñor, es verdad que sin vuestrabenevolenciaestaríayotendidoalláabajo,dondeelsargento,yengranreposo».
Elseñorvizcondedioestarespuestaconvoztansingular,quemonseñorreplicóconviveza:«¡ViveDios!noparecesinoqueoshaceagualaboca,pero¡porelalmadeEnriqueIV!prometíavuestropadrequeosdevolveríavivoaél,ysiquiereDioscumplirémipalabra».
«Monseñor»,contestóelseñordeBragelonnesonrojándoseyenvozmásbaja,«dignaosperdonarme;esquesiempreheanheladoacudiralpeligro,yparaunoficialnadaesmásgratoquedistinguirseantesugeneral;sobretodocuandosugeneraleselseñordeBeaufort».
Losgranaderosde los regimientos llegaron lobastante cercade los fososyde las trincherasparalanzar a ellos sus granadas, que produjeron poco efecto. Entretanto, el señor de Estrees, jefe de laescuadra,alverlatentativadelsargento,comprendióyabrióelfuego.
Entonces, los árabes, al verse acribillados por las balas de la escuadra y por las ruinas y lostasquilesdesusmalasmurallas,prorrumpieronengritosespantosos.Susjinetesdescendieronlamontañaal galope, encorvados sobre sus sillas, y se lanzaron a escape contra las columnas de infantería, quedetuvieronaquelímpetufuriosocruzandosuspicas.Rechazadosporelbatallón,losárabessevolvieronconinusitadafuriacontraelestadomayor,queenaquelinstantenopodíacontarmásqueconsuspropiasfuerzas.
El peligro era inminente, monseñor desenvainó, imitáronle sus secretarios y sus criados, y losoficialesdesucomitivaempeñaronuncombateconaquellosfuriosos.Entonces,elseñordeBragelonne,dandosatisfacciónalosdeseosquenocesódemanifestardesdeelprincipiodelaacción,combatiójuntoalpríncipecomounromanodelaantigüedad,yquitólavidaatresárabesconsucortaespada:perosuarrojonoerahijodelorgullonaturalen todos losquecombatensino impetuoso,afectadoyaunpuededecirse forzado, sinmás finqueeldeemborracharseconel ruidoy lamatanza;y se enardecióde talsuerte,quemonseñorlegritóquesedetuviera.
El señor deBragelonne debió oír la voz de suAlteza, pues nosotros que estábamos junto a él laoímos.Contodo,nosedetuvo,ycontinuócorriendohacialastrincheras.Semejantedesobedienciaalasórdenes demonseñor nos sorprendió a todos, tantomás cuanto el señor deBragelonne era un oficialobedientísimo.«¡Deteneos,Bragelonne!»,gritóSuAltezaredoblandosusinstancias.«¡Deteneos!,¡osloordeno!»Nosotros,queimitandoelademándelseñorduquehabíamoslevantadolamano,esperábamosque el jinete volviese grupas; pero no, el jinete seguía corriendo hacia las empalizadas. «¡Deteneos,Bragelonne!»gritóconvozpotentísimaelpríncipe:«¡Ennombredevuestropadre,deteneos!».Elseñorvizcondevolvióelrostro,enelqueseveíaimpresoelmásprofundodolor,peronosedetuvo.
Entonces comprendimosque su caballo se había desbocado.Adivinando el duqueque el señor deBragelonne no era dueño de su caballo, y al verle traspasar la primera línea de granaderos, gritó:«¡Mosqueteros!,¡matadlesucaballo!¡Cienpistolasalquemateelcaballo!».Pero¿cómodispararcontralabestiasinheriraljinete?Nadieseatrevía.
PorfinuntiradordelregimientodePicardía,llamadoLuzerne,hizofuegocontraelcaballoylohirióen la grupa, pues vimos cómo la sangre teñía el blanco pelaje de aquél, pero elmaldito bruto siguiótodavíamás desenfrenadamente su carrera. Los soldados del regimiento de Picardía, que veían cómoaqueldesventuradojoven,tanqueridoportodoelejército,corríaalamuerte,gritabanavozencuello:«¡Arrojaos al suelo, señor vizconde!, ¡al suelo!, ¡arrojaos al suelo!», pero ya el señor deBragelonnehabíallegadoatirodepistoladelamuralla,ycontraélhicieronlosárabesunadescargaqueloenvolvióenunanubedefuegoydehumo.
Disipada la humareda, le vimos a pie; acababan de matadle el caballo. Los árabes intimaron larendiciónalvizconde;pero éstehizouna señalnegativa con la cabeza,y continuóavanzandohacia laempalizada.Eraunaimprudenciamortal;sinembargotodoelejércitoleagradecióquenoretrocediese,yaqueladesgracialellevótancercadelenemigo.ElseñordeBragelonneseadelantótodavíaalgunospasosmásenmediodelosaplausosdelosdosregimientos.
Enaquelinstanteunasegundadescargaconmoviódenuevolasmurallas,yelvizcondedesaparecióporsegundavezenel torbellino,peroahora,aldisiparseelhumo,yanolevimosenpie,sinotendidosobrelosbrezosyconlacabezamásbajaquelaspiernas.
Entonces,losárabesquisieronsalirdesustrincherasparacortarlacabezaalseñordeBragelonneoapoderarsedesucuerpo,comoescostumbreentrelosinfieles;peroSuAlteza,quehabíaobservadoeltristeespectáculo,quelearrancóprofundosydolorosossuspiros,alvercorrercualblancosfantasmasalos árabes al través de los lentiscos, gritó con todas sus fuerzas: «¡Granaderos!, ¿consentiréis que seapoderendeesenoblecuerpo?»,dijo,yblandiendosuespadaarremetióelprimerocontraelenemigoseguidodelosdosregimientos,queprorrumpieronengritostanterriblescuantosalvajeseranlosdelosárabes.
EntoncescomenzóelcombatesobreelcuerpodeBragelonne, luchatanencarnizadaqueenelsitioquedaronciento sesentaárabesymásdecincuentade losnuestros.Un tenientedePicardía fueelquecargóelcuerpodelvizcondeylotrajoanuestraslíneas.Entretanto,elejércitoibaavanzando,yconelapoyodelareservadestruyólasempalizadas.
Alastreslosárabescesaronelfuego,yporespaciodedoshorasnosehizousomásquedelarmablanca;fueunacarnicería.Alascincoéramosvictoriososentodalalínea;elenemigohabíaabandonadosusposicionesyelduquedeBeauforthizoplantarlabanderablancaenlacumbredelacolina.
Entonces pudieron tributarse todos los cuidados al señor de Bragelonne, que tenía el cuerpoatravesadoporochobalazosyhabíaperdidocasitodasusangre.
Contodo,elvizcondetodavíarespiraba, locualalegrópormanerainefableamonseñor,quequisoasistiralaprimeracuradelheridoyalaconsultadeloscirujanos,dosdeloscualesdeclararonqueelseñordeBragelonneviviría,yaquienesabrazóelseñorduque,ofreciendomilescudosacadaunosilesalvaban.Elvizcondeoyólosextremosdealegríademonseñor,yoraporqueestuvieradesesperado,yaporque sus heridas le hiciesen padecer, imprimió a su rostro una expresión de contrariedad, que diomuchoquepensar,sobretodoaunodelossecretarios,cuandohubooídoloquesedicemásadelante.El
tercercirujanoquesepresentófueelhermanoSilvanodeSanCosme,elmássabiodelosnuestros,queasuvezsondeólasheridas,perosindarsuparecer.
ElseñordeBragelonneteníalamiradafija,comosihubiesequeridointerrogarlosmovimientosylamentedelcirujano,quealaspreguntasdeSuAlteza,respondióquedelasochoheridasdelvizconde,treseranmortales,peroquetantaeralarobustezdelherido,tanfecundasujuventud,ytanmisericordiosalabondaddeDios,que talvezelseñordeBragelonnesanaría,conlacondición,sinembargo,dequenohiciese el más leve movimiento. Y volviéndose hacia sus practicantes, el hermano Silvano añadió:«Sobretodonolotoquéisconeldedopuesseríaquitarlelavida».
Tras estas palabras del cirujano nos salimos todos de la tienda animados de alguna esperanza.Elsecretarioaquemásarribamerefiero,alsalirleparecióqueelvizcondesehabíasonreídocontristezaaldecirlealseñorduqueconvozcariñosa:«Tesalvaremos,Bragelonne,tesalvaremos».Mas,alllegarlanoche,cuandotodossuponíamosqueeldolientehabíadescansado,unode losayudantesentróen latiendadeaquél,paravolverasalirdeellainmediatamenteprofiriendolastimerasvoces;acudimostodosapresuradamente y en desorden, y el señor duque con nosotros. Entonces, el ayudante nos mostró elcuerpodelseñordeBragelonne,tendidoentierra,alpiedelacamaybañadoenelrestodesusangre.
Sepensóquesucaídafuedebidaaunanuevaconvulsión,aalgúnmovimientofebril,yquelacaídaprecipitósufin.TaleselparecerdelhermanoSilvano.
Levantadoelcuerpodelvizconde,fríoysinvida,viósequeensucrispadadiestraapoyadasobresucorazón,teníaunrizodeblondoscabellos.
—¡Desventurado!—murmuró elmosquetero—, ¡se suicidó!—Yvolviendo losojoshacia el aposentodelcastilloenqueAthosdormíaelsueñoeterno,añadió—:hancumplidomutuamentelapalabraquesedieron.Ahorasondichosos,puesdebenhabersereunido.
Elúltimocantodelpoema
Aldía siguiente se vio llegar a toda la nobleza de las cercanías y a la de provincia, hasta donde losmensajeroshabíantenidotiempodellevarlanueva.D’Artagnanseencerróparanohablarconninguno;detalsuerteyporlargotiempoabrumaronaaquelcorazónhastaentoncesinfatigabledosmuertesparaéltan dolorosas, después de la reciente muerte de Porthos. Excepto Grimaud, que entró una vez en sucuarto, el mosquetero no vio criado ni comensal. En el ruido de la casa, en las idas y venidas, aD’Artagnanleparecióadivinarquesehacíanlospreparativosparalosfuneralesdelconde,ycomoibaacumplirseelplazodesulicencia,escribióalreyparaqueleconcediesealgunosdíasmás.
GrimaudentróenelcuartodeD’Artagnan,sesentóensuescabeljuntoalapuerta,comoquienmeditaprofundamente,yluegoselevantóehizoseñaalmosqueterodequelesiguiese.Grimaudbajóhastaeldormitoriodelconde,mostróconeldedoelsitiode lacamavacío,y levantóelocuentemente losojoshastaelcielo.
—Sí,mibuenGrimaud—repusoD’Artagnan—,alladodesuhijoquetantoamaba.Grimaudsaliódeldormitorioyllegóalsalón,donde,segúncostumbredeprovincias,estabaexpuesto
elcadáverantesdelsepelio.D’Artagnanquedóparadoalverdosataúdesabiertosenelsalón,yalacercarseaunamudaseñalde
Grimaud, vio en uno de ellos a Athos, hermoso aún en la muerte, y en el otro a Raúl; con los ojoscerrados,lasmejillasnacaradascomoelPalasdeVirgilio,ylasonrisaensusmoradoslabios.
Lapresenciadelpadreydelhijo,deaquellasdosalmasdesaparecidasyrepresentadasenlatierrapordosyertoscadáveres incapacesdeacercarseunoaotropormásquecasiseestabantocando,hizoestremeceraD’Artagnan,queexclamóenvozbaja:
—¡Raúlaquí!¡Ah!Grimaud,nadamehabíasdicho.Grimaudmovió lacabeza sindespegar los labios;peroasióde lamanoaD’Artagnan, locondujo
hastaelféretrodeRaúlylemostróbajoeltransparentesudariolasnegrasheridasporlasqueseescapólavidadeaquél.Elmosqueterodesviólamirada,yestimandoinútilinterrogaraGrimaud,recordóqueelsecretario del duque de Beaufort decía algo más que él no tuvo el valor de leer. Abriendo, pues,nuevamentelarelacióndelcombatequecostólavidaaRaúl,leyóestaspalabrasqueformabanelúltimopárrafo:
Porordendelseñorduque,hasidoembalsamadoelcuerpodelseñorvizconde,comolohacenlosárabes cuando disponen que sus restos mortales sean trasladadas a la tierra natal. Además,monseñor ha destinado relevos para que un criado de confianza que educó al señor de
Bragelonne,pudiesellevarsuféretroalseñorcondedeLaFere.
—Así—dijopara sus adentrosD’Artagnan—seguiré tumuerte,mi amadoRaúl, yoviejoya, yo, quenadavalgoyaenlatierra,yesparcirélacenizasobreesatufrentequebesétodavíanohacedosmeses.Túloquisiste,yDioslohapermitido.Nisiquieratengoelderechodellorar,puestúelegistetumuertequetepareciópreferiblealavida.
Porfinllegóelmomentoenquelosfríosdespojosdeaquellosdoshidalgosdebíanserrestituidosala tierra;y tal fue la afluenciademilitaresypaisanosqueacudió a rendirles el último tributo,queelcaminodelaciudadhastalasepultura,queeraunacapillasituadaenelllano,sevioinundadodejinetesypeones,todosellosenlutados.
Celebradoeloficiodelosdifuntos,ydadoelpostreradiósaaquellosnoblesmuertos,losasistentesse dispersaron, hablando, por el camino, de las virtudes y de la dulce muerte del padre, y de lasesperanzasquedabaelhijoyde su triste finen lasafricanasplayas.Pocoapoco los rumores fueronextinguiéndosecomolaslámparasencendidasenlahumildenave.
D’Artagnan,quesehabíaquedadosolo,aladvertirquelanocheibacerrando,selevantódelbancodeencinaenelcualsesentóenlacapilla,seencaminóaladoblehuesaqueencerrabaloscuerposdeAthos y de Raúl para darles el último adiós; una mujer oraba arrodillada sobre la húmeda tierra.D’Artagnansedetuvoenelumbraldelacapillaparaverquiéneraaquellaalmapiadosaquellenabacontantofervoryperseveranciaaqueldebersagrado.
Laincógnitaocultabaelrostroenlasmanos,blancascomoelalabastro,yconlanoblesencillezdesutrajeseveíaqueeradamadedistinción.
Enlapartedeafuera,algunoscriadosacaballoyunacarrozadecaminoaguardabanalaincógnita;éstasepasabaconfrecuenciaelpañueloporelrostro;lloraba,ysegolpeabaelpechoconlaimplacablecompuncióndelamujercristiana,yD’Artagnanoyóquerepetidasvecesycondolorprofundoproferíalapalabraperdón.
Yalverquelamujeraquellaparecíaabandonarseporcompletoasudolor,yqueenmediodesuslamentosydesusoracionesseechóatráscomosifueseadesmayarse,D’Artagnan,conmovidoporamorasuslloradosamigos,seadelantóalgunospasoshacialatumbaparainterrumpirelsiniestrocoloquiodela penitente con losmuertos;mas apenas hubo crujido bajo sus pies la arena, la incógnita levantó lacabezaymostróalmosqueterounrostroamigoycubiertodelágrimas.AquellamujereraLaValiére,quemurmuróconvozapenasperceptible:
—¡SeñordeD’Artagnan!—¡Vos!—dijoconacentosombríoelmosquetero—,¡vosaquí!¡Ah!señora,habríapreferidoveros
adornadadefloresenlamansióndelcondedeLaFere.Voshubieraislloradomenos,ellosyyotambién.—¡Caballero!—repusoLuisasollozando.—Porquesoisvoslaquehabéistendidoaesosdoshombresenlatumba—continuóel implacable
amigodelosmuertos.—¡Ah! ya sé que la causa de la muerte del vizconde de Bragelonne soy yo—repuso La Valiére
juntandolasmanos—.Lanuevadesumuertellegóayeralacorte,ydesdelasdosdeestamadrugadaherecorridocuarentaleguasparavenirapedirperdónalconde,suponiendoqueaunvivía,yparasuplicaraDios,sobrelatumbadeRaúl,quemeenvíetodaslasdesventurasquemerezco,exceptouna.Masahora
queséquelamuertedelhijohacausadoladelpadre,yanotengoqueecharmeencaraunsolocrimen,sinodos,comodossonloscastigosquedeDiosdeboesperar.
—VoyarepetirosloqueRaúlmedijoenAntibes,cuandoyameditabasumuerte:«Sihasucumbidoalorgullo y a la coquetería, la perdono despreciándola; si el amor, la perdono también, jurándole queningúnhombrelahubieraamadocomoyo».
—Yasabéisqueporamoribaasacrificarmeamímisma—repusoLaValiére—,comosabéiscuálfuemidolorcuandomeencontrasteissinsentidos,moribunda,abandonada.Puesbien,nuncahesentidoundolor tanpunzantecomoeldehoy,porqueentoncesesperabaydeseaba,en tantoquehoyyanomeatrevoaamarsinremordimiento;porquepresientoqueaquelaquienamomeharápadecerunoporunotodoslostormentosqueyohehechopadeceralosdemás.
D’Artagnan,queconocíaqueLuisanoseengañaba,guardósilencio.—Puesbien,señordeD’Artagnan—continuóLaValiére—,nomeabruméisahora,porfavoroslo
pido.Amocondelirio,amohastaelpuntodecometerelsacrilegiodedecirloantelascenizasdeRaúlsinsonrojoysinremordimiento.¡Ay!elamorqueyosientoesunareligión;perocomotardeotempranomeveréis sola, olvidadaydesdeñada; comomeveréis castigada, compadeceosdemídurantemi efímeradicha,dejadmequegocedeellaporalgunosdías,algunosminutos,siesquetodavíaduraahora,siesqueesedobleasesinatonoestáyaexpiado.
NohabíaconcluidodehablarLaValiére,cuandollamólaatencióndeD’Artagnanrumordevocesypisardecaballos:eraunamigodelrey,Saint-Aignán,queibaabuscaraLuisadepartedeSumajestad,aquien,dijoaquél,roíanloscelosylainquietud.
Saint-Aignánnovioalmosquetero,medioocultoporeltroncodeuncastañoquesombreabalasdostumbas.
Luisadiolasgraciasalemisarioylodespidióconunademán.—Yaloveis,todavíaduravuestradicha—dijoD’Artagnanconamarguraalajoven.—Día llegará en que os arrepintáis de haberme juzgado tanmal—repusoLuisa levantándose con
actitud solemne—, y aquel día seré yo que suplique a Dios que olvide lo injusto que habéis estadoconmigo. No me reprochéis mi dicha, señor de D’Artagnan, pues me cuesta muy cara y aun no hesatisfechoporcompletotodaladeuda.
Dijo,volvióaarrodillarse,yconvozdulceyafectuosarepuso:—Perdónporúltimavez,miprometidoRaúl.Yoherotolacadenaquenosuníaalosdos,peroyo,
como tú, estoy destinada amorir de dolor. Tú has partido primero, y yo no tardaré en seguirte. Sóloquieroqueveasquenohesidocobarde,yquehevenidoadarteelpostreradiós.ElSeñoresmitestigo,Raúl,dequeenrescatedelatuyahubieradadoyomivida;peronopodíadarmiamor.PerdónameRaúl,perdóname.
Luisatomóunaramaylaclavóenelsuelo,seenjugólosojos,saludóaD’Artagnanydesapareció.Elcapitánmirócómopartíancaballos,jinetesycarrozas;luegocruzólosbrazossobresuoprimido
pecho,ydijoconvozconmovida:—¿Cuándometocaráamípartir?¿Quélequedaalhombredespuésdelajuventud,elamor,lagloria,
laamistad, la fuerzay lasriquezas?Lequeda lapeñabajo lacualduermePorthos,queposeyócuantoacabodedecir;estecésped,bajoelcualdescansanAthosyRaúl,quetodavíaposeyeronmuchomás…
Ytrasunmomentodevacilación,conlamiradaatónita,seirguióyrepuso:
—Sigamosadelante,yllegadalahora,Diosmelodirácomoselohadichoalosdemás.D’Artagnan tocó con las yemas de los dedos la tierra humedecida por el rocío de la noche, se
persignó,ytomósolo,solocomonunca,lavueltadeParís.
Epílogo
Cuatroañosdespuésdelaescenaqueacabamosdedescribir,yalamanecerdehermosodía,dosjinetesbienmontadosllegaronalaciudaddeBloisafindedisponerlotodoparaunacazadevolateríaqueelreyqueríaefectuarenlavariadaplaniciepartidaendosporelLoira,yqueconfinaconMeungporunlado,yporelotroconAmboise.
Aquellos dos jinetes, que no eran otros que el perrero y el halconero deSuMajestad; personajesrespetabilísimos en tiempos de Luis XIII, pero algo desatendidos por su sucesor; después de haberexploradoelterreno,sevolvían,cuandodivisaronacáyalláalgunospelotonesdemosqueterosdelrey,aloscualessusrespectivossargentoscolocabandetrechoentrechoenlosextremosdeloscercados.
Detrásdelosmosqueteros,subidoenbriosocorcelyfácildeconocerensusbordadosdeoro,veníaelcapitán,hombredecabellocasienteramentecanoybarbaentrecana,algocargadodeespaldas,peroquemanejabaconsolturaelcaballoynoperdíadevistaningunadelasevolucionesdesussoldados.
—Afemía—dijoelperreroalhalconero—;elseñordeD’Artagnannoenvejece;condiezañosmásquenosotros,pareceuncadeteacaballo.
—Esverdad—repusoelhalconero—;enveinteañosqueleconozconohavariado.Elhalconeroseengañaba;durantelosúltimoscuatroañoselmosqueterohabíaenvejecidopordoce.
En las comisuras de los ojos el tiempo le había impreso sus implacables garras; tenía despoblada lafrente, y susmanos, antesmorenas y nervudas, blanqueaban como si en ellas empezara a enfriarse lasangre.
D’Artagnanseacercóconelademándeafabilidad,propiodeloshombresdevaler,alhalconeroyalperrero,quelesaludaronconelmayorrespeto.
—¡Quéfelizcasualidadelverosporaquí,señordeD’Artagnan!—exclamóelhalconero.—Yosoyquiendeberíadecir tal, señores—replicóD’Artagnan—,puesennuestrosdíasel reyse
sirveconmásfrecuenciadesusmosqueterosquedesushalcones.—¡Quiénvolvieraaaquellostiempos!—exclamóelhalconeroexhalandounsuspiro.—¿Osacordáis,señordeD’Artagnan,decuandoeldifuntoreycazabaconurracaporlasviñasdel
otroladodeBeaugenci?Entoncesnoeraiscapitándemosqueteros.—Yvos, sóloeraiscabode terzuelos—repusoD’Artagnancon jovialidad—.No importa; elloes
queaqueleraunbuentiempo,comoloessiempreeldelajuventud…Buenosdías,señorcapitánperrera.—Mehacéismuchofavor,señorconde—repusoelsaludo.D’Artagnan,noobstantesercondehacíacuatroaños,nooyócongustoelcalificativoqueacababade
darleelperreroysecalló.
—¿Nooshafatigadoelcamino,señordeD’Artagnan?—preguntóelhalconero—,sinomeengaño,dePignerolaquíhaydoscientasleguas.
—Doscientassetentaalaidayotrastantasalavuelta—repusoconlamayornaturalidadelgascón.—¿Y«él»siguebien?—preguntóenvozbajaelhalconero.—¿Quién?—ElseñorFouquet—continuóelhalconeroenlamismavozmientraselperrerosehacíaaunlado
porprudencia.—No—respondióD’Artagnan—,eldesventuradoestásumamenteabatido;nopuededeningúnmodo
creerquelaprisiónseaunfavor;dicequeelparlamentoleabsolvióaldesterrarle,yqueeldestierroesla libertad.Elpobrenose figuraquehabíaeldeliberadopropósitodematarlo,yquealsalvarde lasgarrasdelparlamentolavidaesyadeberlemuchoaDios.
—Es verdad—dijo el halconero—, el infortunado estuvo a dos dedos del patíbulo; dicen que elseñor Colbert había transmitido ya las órdenes para el caso al gobernador de la Bastilla y que laejecuciónestabadecidida.
—¡Enfin!—exclamóD’Artagnancomoparacortarlaconversación.—¡Enfin!—repitióelperreroacercándose—,sielseñorFouquetestáenPignerol,merecidoselo
tiene;bastantehabíarobadoalrey.Además,¿noesnadaelhabertenidoladichadeserconducidoalláporvos?
—Caballero—replicóD’Artagnan lanzando unamirada de enojo al perrero—, sime dijesen quehabéiscomidolapitanzadevuestrosgalgos,nosólonolocreería,sinotambiénoscompadeceríasiporesooscondenaranaencierro,ynoconsentiríaquehablasenmaldevos.Contodoesoypormuyproboqueseáis,sédecirosquenolosoismásqueloeraelinfelizseñorFouquet.
Este discurso hizo agachar las orejas al perrero, que dejó que el halconero y D’Artagnan se leadelantarandospasos.
Alo lejosasomabanya loscazadorespor lassalidasdelbosque,yveíansepasarpor losclarosycualestrellaserrantes,lospenachosdelasamazonas,ylosblancoscaballosatravesarcomoluminosasaparicioneslasombríafloresta.
—¿Vaaser largalacacería?—preguntóD’Artagnan—.Osruegoquesoltéisprontoelave,puestoestoyquemecaigodefatiga.¿Cazáisgarzasocisnes?
—Cisnesygarzas,señordeD’Artagnan—respondióelhalconero—;peronadatemáis,elreynoespráctico,ysicazaessóloparadivertiralasdamas.
—¡Ah!—exclamóconacentodesorpresaD’Artagnan,mirandoalhalconeroquehabíavertido lastresúltimaspalabrasconmarcadaintención.
Elperrerosesonriócomoqueriendohacerlaspacesconelgascón.—Reíos, reíos—exclamóD’Artagnan—; llegué ayer tras unmes de ausencia, y por consiguiente,
estoymuyatrasadodenoticias.Cuandopartí, la corte estaba aúnmuy triste con lamuertede la reinamadre,yelreyhabíadadofinalasdiversionesdespuésdehaberrecogidoelpostrersuspirodeAnadeAustria;peroenestemundotodotienefin.
—Ytambiéntodoprincipio—dijoelperrerolanzandounacarcajada.—¡Ah!—repitióD’Artagnanqueardíaendeseosdesaber,peroqueporsucategoríanopodíaser
interrogadoporsusinferiores—;¿conquehayalgoqueempieza?
Elperreroguiñóel ojodeunamanera significativa; pero comoD’Artagnannadaquería saberporbocadeaquél,preguntóalhalconero:
—¿Vendráprontoelrey?Tengoordendesoltarlasavesalassiete.—¿Quiénvieneconelrey?¿Quétallaprincesa?¿Cómoestálareina?—Mejor,señordeD’Artagnan.—¿Haestadoenferma?—Desdeelúltimodisgustoquehapasadoestáenfermiza.—¿Quédisgusto?Comollegodeviaje,nadasé.—Segúnparece,lareinaunpocodesdeñadadesdelamuertedesusuegra,sequejóalrey,que,según
dicenlacontestóquepuesdormíaconellatodaslasnoches,quemásquería.—¡Pobremujer!—dijoD’Artagnan—.¡QuéodiodebeprofesaraLaValiére!—¿AlaseñoritadeLaValiére?—repusoelhalconero—.¡Bah!no,señor.—¿Aquiénpues?Elcuerno,llamandoalosperrosyalasaves,cortólaconversación.PerreroyhalconeropicaronasuscaballosydejaronaD’Artagnanenlomejor,mientrasalolejos
aparecía el soberano rodeado de damas y jinetes, que formaban un conjunto animado, bullicioso ydeslumbrador, como hoy no podemos formarnos idea, a no ser en lamentida opulencia y en la falsamajestaddelteatro.
D’Artagnan,queyateníalavistadébil,divisótraselgrupotrescarrozas,laprimera,destinadaalareina, estabavacía; luegoyalnover juntoal reyaLaValiére, labuscóy lavioencompañíadedosmujeresquealparecerseaburríanmuchocomoella.Alaizquierdadelreyymontadaenfogosocorcelhábilmentemanejado, brillaba unamujer de portentosa hermosura, que sostenía con SuMajestad unacorrespondenciadesonrisasydespertabaconsuhablarlascarcajadasdetodos.
Yo conozco a aquella mujer —dijo mentalmente D’Artagnan. Y volviéndose hacia su amigo elhalconerolepreguntó—:¿Quiénesladamaaquella?
—LaseñoritadeTonnay-Charente,marquesadeMontespan—respondióelhalconero.CuandoLuisXIVvioaD’Artagnanexclamó:—¡Ah!,¿estáisdevuelta,conde?¿Porquénohabéisvenidoaverme?—Porque cuando he llegado,Vuestramajestad estaba todavía durmiendo, y cuando he tomadomi
servicioestamañana,todavíanoestabaisdespierto.—Siempreelmismo—dijoenaltavozelreyyconacentodesatisfacción—.Descansad,conde,os
loordeno.Hoycenaréisconmigo.Unmurmullodeadmiraciónenvolviócomounainmensacariciaalmosquetero.
LamuertedeD’Artagnan
Al llegar la primavera el ejército de tierra entró en campaña contra los holandeses, precediendo enmagnífico orden a la corte de Luis XIV, que a caballo y rodeado de carrozas llenas de damas y decortesanos,conducíaalaflorynatadesureinoaaquellasangrientafiesta.
Verdadesquelosoficialesdelejércitonotuvieronotramúsicaquelaartilleríadelasfortificacionesholandesas; pero fue bastante para gran número de ellos, que en aquella guerra hallaron honores,adelantamiento,gloriaomuerte.
D’Artagnanpartióalfrentede12000hombresdeinfanteríaycaballería,conordendeapoderarsedelasplazasqueformanlallavedelaredestratégicaaquellamanlaFrisia.
NuncaningúngeneralhaconducidomáshábilmenteunejércitocomolohizoD’Artagnandequiensusoficiales conocían laprudencia, la astuciay elvalor, y sabíanqueno sacrificaría sinnecesidadniunsoldadoniunasolapulgadadeterreno.
Teníalasantiguascostumbresdelaguerra,esdecir,viviracostadelatierraconquistadaymanteneralegrealsoldadoybatidoalenemigo;elcapitánde losmosqueterosdel reyponía todosuempeñoendemostrarquesabíasuoficio.Nuncaseescogieronmejorlasocasiones,nuncasedierongolpesdemanomás bien sentados, ni se aprovecharonmejor las faltas de los sitiados; basta decir que en unmes elejércitodeD’Artagnanseapoderódedocepequeñasplazasypusositioatrece;lacualaunsemanteníafirmealquintodía,cuandoD’Artagnanmandóabrirtrincherasinquealparecersupiesequeelenemigodebiesenuncarendirse.
Los zapadores y los obreros deD’Artagnan formaban un cuerpo lleno de emulación, inteligente yceloso;porqueaquéllostratabacomosoldados,leshacíagloriosoeltrabajo,yvelabacuidadosamenteporsusvidas.
D’ArtagnandespachóuncorreoaLuisXIV,notificándolelosúltimostriunfos;locualredoblóelbuenhumordeSuMajestad,asícomolasdamas.
Dabanalreytantolustrelasvictoriasdelmosquetero,quelaMontespanyanollamóalmonarcamásqueLuisel invencible;asíesqueLaValiére,quesólo llamabaal soberanoLuiselvictorioso,perdiómuchoenelfavordeSuMajestad.Porotraparte,Luisateníaconfrecuencialospárpadoshinchadosdetantollorar,yparauninvenciblenadaesmásdesagradablequeunaqueridaquelloracuandoentornodeéltodosonríe.ElastrodeLaValiéreseanegabaenelhorizonteentrenubesylágrimas;peroencambiolaalegríadelaMontespanredoblabaconlostriunfosdelrey,aquienconsolabadeltodo.
El rey, deseoso de premiar los servicios de D’Artagnan, a quien debía la dicha de que estabadisfrutando,escribióaColbertlasiguientecarta:
SeñorColbert:YaeshoradequecumplamoslapromesaquehicimosalseñordeD’Artagnan,quetanbiencumple
lassuyas.Aesteefectoyentiempooportunoseosfacilitarácuantoesmenester.
Luis.
Porconsecuencia,ColbertentregóaloficialemisariodeD’Artagnan,aquien retuviera juntoa sí,otracarta de su puño y letra y una arquilla de ébano con incrustaciones de oro, no voluminosa, peroindudablementemuypesada, pues elministro dio almensajero cincohombres para que le ayudasen allevarla.LosemisariosdeColbertyeloficialllegaronantelaplazasitiadaporD’Artagnanalamanecer,y se encaminaron al alojamiento del general, donde supieron que éste, contrariado por la salida quehicieralavísperaelgobernadordelaplaza,hombreastuto,yenlacuallosholandeseshabíancegadounatrinchera,matadosetentay sietehombresyempezadoa repararunabrecha, acababade salir condiezcompañíasdegranaderospararehacerlatrinchera.ElemisariodeColbert,queteníaordendebuscaraD’Artagnandondesehallaseyfueselahoraquefuese,seencaminópuesalastrincherasseguidodesuescolta, todosacaballo,yensitiodescubiertovioaaquélconsusombreroconpasamanosdeoro,sulargo bastón y su dorado uniforme. D’Artagnan se estaba mordiendo su cano bigote, y con la manoizquierdasacudíaelpolvoqueasupasohacíanlloversobreéllasbalasrasasqueseempotrabanenelsuelo.
Enmedio de aquel horroroso fuego que conmovía el aire con sus silbidos, veíase a los oficialesmanejar lapala,ya lossoldadosarrastras lascarretillasocubrirconenormesfajinasel frentede lastrincherasabiertasnuevamenteporelcolosalesfuerzodelossoldadosanimadosporsugeneral.
D’Artagnanempezóahablarconmássuavidadcuandoalastreshorasviorehechalatrinchera,ysesosegódeltodoaldecirleelcapitándezapadoresqueenaquéllayapodíanabrigarselossoldados.
Apenaselcapitándezapadoresacabódehablar,cuandounabaladecañónle levóunapiernaylehizocaerenbrazosdeD’Artagnan,quelevantóenpesoalherido,ycontodososiegoyanimándole,lobajóalatrincheraenmediodelosentusiastasaplausosdelosregimientos.
Desde entonces, más que ardor fue delirio lo que sintieron los soldados; dos compañías seadelantaronporuncaminoabierto, arremetieron las avanzadas, lasdestrozarony se apoderarondeunbaluarte;alver locual,suscompañeros,refrenadosaduraspenasporD’Artagnan,cargarontambiényasaltaronconirresistibleímpetulacontracarpa,llavedelaplaza.
D’Artagnan,alverquesólolequedabaunrecursoparadetenerasuejército,queeraalojarloenlaplaza,lanzóelrestodesustropascontralasdosbrechasquelossitiadosestabanreparando;elchoquefueterrible.Diezyochocompañíasdieronelataque,mientrasD’Artagnanavanzabaconlareservahastamediotirodecañóndelaplazaparasostenerporescaloneselasalto.
SeoíanclaramentelosayesdelosholandesesacuchilladossobresuscañonesporlosgranaderosdeD’Artagnan.Laluchaseagigantabaconladesesperacióndelgobernador,quedisputabapalmoapalmosusposiciones.
D’Artagnan,paraacabaryapagarelfuegoincesante,envióalasaltounanuevacolumna,quetaladrócomo una barrena las robustas puertas. Poco después, y enmedio del fuego, vióse correr con terrorpánicoalossitiadosperseguidosporlossitiadores.
EntoncesD’Artagnan,respirandoyllenodealegría,oyójuntoasíunavozqueledecía:—Señorgeneral,departedelseñorColbert.Elrompióelsellodeunacartaquedecíaasí:
SeñordeD’Artagnan:elreymeencargaosdigaqueoshanombradomariscaldeFrancia,enjustopremioavuestrosbuenosserviciosya lagloriadequecubrís susarmas.SuMajestadestáenaltísimogradosatisfechodelasconquistasquehabéisllevadoacabo,yosencargaespecialmentequedeisfinalsitioquehabéiscomenzado,conhonraparavosylustreparaél.
D’Artagnan,queestabaenpie,conelrostroanimadoylamiradaardiente,levantólosojosparaverelprogreso de sus tropas en aquellas murallas envueltas en rojos y negros torbellinos, y respondió almensajero:
—Heacabado;dentrodeuncuartodehoraalomássehabrárendidolaciudad.YD’Artagnanreanudólalecturadelacarta,quecontinuabadeestemodo:
Laarquillaoslaregaloyo,yestoysegurodequenoosdisgustaráverquemientrasvosotros,soldados,desenvaináislaespadaendefensadelrey,yofomentolasartesdelapazparaadornodelasrecompensasdignasdevos.
Merecomiendoavuestraamistad,señormariscal,yosruegocreáisenlamíamuysincera.
Colbert.
D’Artagnan,ebriodegozo,hizounaseñalalmensajero,queseacercóconlaarquillaenlasmanos;peroen el momento en que el mariscal iba a contemplarla, llamó su atención hacia la ciudad una fuerteexplosiónocurridaenlasmurallas.
—Esextraño—dijoD’Artagnan—,todavíanoveoflamearen lasmurallas labanderarealnioigotocarllamada.
Elmariscallanzótrescientoshombresderefrescoalasórdenesdeunvalienteoficial,yordenóquesebatieseotrabrecha.
Luego,mástranquilo,D’ArtagnansevolvióhacialaarquillaquelepresentabaelemisariodeColbertyquecontantoesfuerzohabíaganado;mas,altenderlamanoparaabrirla,partiódelaciudadunabalarazaquehizopedazoslaarquillaentrelosbrazosdeloficial,hirióenmitaddelpechoaD’Artagnan,ylederribóenelsuelo,mientraselflordelisadobastóncaíadeaquellamutiladaarquillay,rodando,veníaacolocarsebajoladesfallecidamanodelmariscal.
D’Artagnan,aquien losque le rodeabansuponían incólume, intentó levantarse.Entonces,alveralmariscalcubiertodesangreycadavezmáspálidosunoble rostro, suestadomayorprorrumpióenungritoterrible.
Apoyadoen losbrazosquede todaspartes se tendíanpara recibirlo,D’Artagnanaún tuvo fuerzasparadirigirunapostrermiradaalaplazaydivisarlabanderablancaenelprincipalbaluarte;susoídos,yasordosa los rumoresde lavida,percibierondébilmente los redoblesdelparchequeanunciaban lavictoria.
Entoncesapretóconsucrispadamanoelbastónbordadodefloresdelisdeoro,posóenéllosojos,ya sin fuerza paramirar al cielo, y cayómurmurando estas extrañas palabras, que a los soldados lesparecieronotrastantasvocescabalísticas,vocesqueenotrotiemporepresentarontantoenlatierra,yquenadiecomprendía,exceptoaquelmoribundo:
—Athos,Porthos,hastaluego.Aramis,adiósparasiempre.Deloscuatrovalientescuyahistoriahemosnarrado,noquedabamásqueunosolo:ésteeraAramis.
Lafuerza,lanoblezayelvalorsehabíanremontadoaDios;laastucia,máshábil,lessobrevivióymorósobrelatierra.
ALEXANDREDUMAS(Villers-Cotterêts,1802-Puys,cercadeDieppe,1870),fueunodelosautoresmásfamososdelaFranciadelsigloXIX,yqueacabóconvirtiéndoseenunclásicodelaliteraturagraciasaobrascomoLostresmosqueteros(1844)oElcondedeMontecristo(1845).
DumasnacióenVillers-Cotterêtsen1802,depadremilitar—quemurióalpocodenacerelescritor—ymadreesclava.Deformaciónautodidacta,Dumasluchóparapoderestrenarsusobrasdeteatro.NofuehastaquelogróproducirEnriqueIII(1830)queconsiguióelsuficienteéxitocomoparadedicarsealaescritura.
Fue con sus novelas y folletines, aunque siguió escribiendo y produciendo teatro, con lo queconsiguióconvertirse enunauténtico fenómeno literario.Autorprolífico, se le atribuyenmásde1200obras,aunquemuchasdeellas,alparecer,fueronescritasconsupuestoscolaboradores.
DumasamasóunagranfortunayllegóaconstruirseuncastilloenlasafuerasdeParís.Pordesgracia,sucarácterhedonistalellevóadespilfarrartodosudineroyhastaverseobligadoahuirdeParísparaescapardesusacreedores.