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Diversoshistoriadoresyescritoreshanrelatadocómofuelamisteriosavidade«Elhombredelamáscaradehierro».ElprincipalfueVoltaire,quienestandoenlaBastillaencalidaddereo,recibió narraciones de presos más antiguos que hablaban de la existencia del misteriosopersonaje.Segúnlaleyenda,elpersonajemurióen1703yfueenterradoenelcementeriodeSanPablo,enParís,conelpseudónimodeMarchiali,perosuverdaderonombreylasrazonesporlascualeshabíasidoencerradoeranconsideradossecretodeEstado.

Algunos le consideran origen de una unión entre Ana de Austria y el Cardenal Mazarino, ocomo hijo fuera delmatrimonio deCarlos II, de Inglaterra. Con el tiempo, tales argumentoscontribuyeronaabonarelmitodesuexistencia.

AlejandroDumasnarraqueelhombredelamáscaradehierroprobablementeeraunhermanodeLuisXIV,deFrancia,nacidogemelo,oderelacionesextramatrimonialesdeAnadeAustriaconelcondedeBuckingham,loqueleañadiólaimaginaciónpopularalasunto.

Ademásesésta laobraen laseven juntosporúltimaveza loscélebresD’Artagnan,Athos,PorthosyAramis.

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AlexandreDumas

ElhombredelamáscaradehierroePubr1.0

IbnKhaldun10.06.13

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Títulooriginal:L’hommeaumasquedeferAlexandreDumas,1847Traducción:M.AngelonyE.deInza

Editordigital:IbnKhaldunePubbaser1.0

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Trescomensalesadmiradosdecomerjuntos

AlllegarlacarrozaantelapuertaprimeradelaBastilla,separóaintimacióndeuncentinela,peroencuantoD’Artagnan hubo dicho dos palabras, levantóse la consigna y la carroza entró y tomóhacia elpatiodelgobierno.

D’Artagnan,cuyamiradadelinceloveíatodo,aunaltravésdelosmuros,exclamóderepente:—¿Quéveo?—¿Quéveis,amigomío?—preguntóAthoscontranquilidad.—Miradalláabajo.—¿Enelpatio?—Sí,pronto.—Veounacarroza;habrántraídoalgúndesventuradopresocomoyo.—Apostaríaqueesél,Athos.—¿Quién?—Aramis.—¡Qué!¿Aramispreso?Nopuedeser.—Yonoosdigoqueestépreso,puesenlacarrozanovanadiemás.—¿Quéhaceaquí,pues?—Conoce al gobernador Baisemeaux —respondió D’Artagnan con socarronería—. Llegamos a

tiempo.—¿Paraqué?—Paraver.—Siento de veras este encuentro —repuso Athos—. Al verme, Aramis se sentirá contrariado,

primeramentedeverme,yluegodeservisto.—Muybienhablado.—Pordesgracia,cuandounoencuentraaalguienenlaBastilla,nohaymododeretroceder.—Semeocurreuna idea,Athos—repusoelmosquetero—,hagamosporevitar lacontrariedadde

Aramis.—¿Dequémanera?—Haciendo lo que yo os diga, o más bien dejando que yo me explique a mi modo. No quiero

recomendarosquemintáis,puesosseríaimposible.—¿Entonces?…—Yomentirépordos,comogascónquesoy.

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Athossesonrió.Entretantolacarrozasedetuvoalpiedelapuertadelgobierno.—¿Deacuerdo?—preguntóD’Artagnanenvozqueda.Athoshizounaseñalafirmativaconlacabeza,y,juntoconD’Artagnan,echóescaleraarriba.—¿Porquécasualidad?…—dijoAramis—.Esoibayoapreguntaros—interrumpióD’Artagnan.—¿Acasonosconstituimospresostodos?—exclamóAramisesforzándoseenreírse.—¡Je, je!—exclamóelmosquetero—.Laverdadesque lasparedeshuelen aprisión, que apesta.

SeñordeBaisemeaux,supongoquenohabéisolvidadoqueelotrodíameconvidasteisacomer.—¡Yo!—exclamóelgobernador.—¡Hombre!noparecesinoqueostomadesorpresa.¿Vosnolorecordáis?Baisemeaux,miró aAramis, que a su vez lemiró también a él, y acabó por decir con tartamuda

lengua:—Esverdad…mealegro…pero…palabra…queno…¡Malditaseamimemoria!—Deesotengoyolaculpa—exclamóD’Artagnanhaciendoqueseenfadaba.—¿Dequé?—Deacordarmeporloqueseve.—No os formalicéis, capitán—dijo Baisemeaux abalanzándose al gascón—. Soy el hombre más

desmemoriadodelreino.Sacadmedemipalomar,ynosoybuenoparanada.—Bueno, el caso es que ahora lo recordáis, ¿no es eso? —repuso D’Artagnan con la mayor

impasibilidad.—Sí,lorecuerdo—respondióBaisemeauxtitubeando.—FueenpalaciodondemecontasteisquéséyoquecuentosdecuentasconlosseñoresLouvieresy

Tremblay.—Ya,ya.YrespectoalasatencionesdelseñordeHerblayparaconvos.—¡Ah!—exclamó Aramis mirando de hito en hito al gobernador—. ¿Y vos decís que no tenéis

memoria,señorBaisemeaux?—Sí, esto es, tenéis razón —dijo el gobernador interrumpiendo a D’Artagnan—. Os pido mil

perdones. Pero tened por entendido señor de D’Artagnan que, convidado o no, ahora y mañana, ysiempre, sois el amo de mi casa, como también lo son el señor de Herblay y el caballero que osacompaña.

—Estoyalodabayoporsobreentendido—repusoD’Artagnan—.Ycomoestatardenadatengoquehacerenpalacio,veníaparacatarvuestracomida,cuandoporelcaminomeheencontradoconelseñorconde.

Athosasintióconlacabeza.—Puessí,el señorconde,queacababadeveral rey,mehaentregadounaordenqueexigepronta

ejecución;ycomonosencontrábamosaquícerca,heentradoparaestrecharoslamanoypresentarosalcaballero,dequienmehablasteistanventajosamenteenpalaciolanochemismaenque…

Yasé,yasé.ElcaballeroeselcondedeLaFere,¿noesverdad?—Elmismo.—Bienllegadoseaelseñorconde—dijoBaisemeaux.—Sequedaacomerconvosotros—prosiguióD’Artagnan—mientrasyo,voyadondeme llamael

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servicio.—YsuspirandocomoPorthospudierahaberlohecho,añadió—:¡Ohvosotros,felicesmortales!—¡Qué!, ¿os vais? —dijeron Aramis y Baisemeaux a una e impulsados por la alegría que les

proporcionabaaquellasorpresa,yquenofueechadaensacorotoporelgascón.—Enmilugarosdejouncomensalnobleybueno.—¡Cómo!—exclamóelgobernador,¿osperdemos?—Ospidounahorauhoraymedia.Estarédevueltaalospostres.—Osaguardaremos—dijoBaisemeaux.—Medisgustaríais.—¿Volveréis?—preguntóAthosconacentodeduda.—Sí—respondióD’Artagnan estrechando confidencialmente lamano a su amigo. Y en voz baja,

añadió—:Aguardadme,ponedbuenacara,ysobretodonohabléismásquedecosastriviales.BaisemeauxcondujoaD’Artagnanhastalapuerta.Aramis,decididoasonsacaraAthos,lecolmóde

halagos,peroAthosposeíaengradoeminentísimotodaslasvirtudes.Deexigirlolanecesidad,hubierasidoelprimeroradordelmundo,perotambiénhabríamuertosinarticularunasílaba,derequerirlolascircunstancias.

Lostrescomensalessesentaron,aunamesaservidaconelmássubstanciallujogastronómico.Baisemeauxfueelúnicoquetragódeveras;Aramispicótodoslosplatos,Athossólocomiósopay

unaporcioncilladelosentremeses.Laconversaciónfueloquedebíaserentrehombrestanopuestosdecarácterydeproyectos.

Aramis no cesó de preguntarse por qué singular coincidencia se encontraba Athos en casa deBaisemeaux,cuandoD’Artagnanestabaausente,yporquéestabaausenteD’Artagnan,yAthossehabíaquedado.

Athos sondeó hasta lomás hondo el pensamiento deAramis, subterfugio e intriga viviente, y viocomoenunlibroabiertoqueelpreladoleocupabaypreocupabaalgúnproyectodeimportancia.Luegoconsideróensucorazón,ysepreguntóasuvezporquéD’ArtagnansesalieratanaprisaypormaneratansingulardelaBastilla,dejandoallíunpresotanmalintroducidoypeorinscritoenelregistro.

PerosigamosaD’Artagnanque,alsubirseotravezensucarroza,gritóaloídodelcochero…

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—¡Apalacioyaescape!

LoquepasabaenelLouvredurantelacenadelaBastilla.Saint-Aignán,porencargodelrey,habíavistoaLaValiére:peropormuchaquefuesesuelocuencia,

no pudo persuadir a Luisa de que el rey tuviese un protector tan poderoso como eso, y de que nonecesitabadepersonaalgunaenelmundocuandoteníadesupartealsoberano.

Enefecto,nobienhuboelconfidentemanifestadoqueestabadescubiertoelfamososecreto,cuandoLuisa, deshecha en llanto, empezó a lamentarse y a darmuestras de un dolor que no le habría hechomuchagraciaalreysihubiesepodidopresenciarlaescena.

Saint-Aignán,embajador,selocontótodoalreycontodossupelosyseñales.—Perobien—repusoLuiscuandoSaint-Aignánsehuboexplicado—,¿quéha resueltoLuisa?¿La

veréalomenosantesdecenar?¿Vendráoserámenesterqueyovayaasucuarto?—Meparece,Sire,quesideseáisverla,nosolamentedeberéisdarlosprimerospasos,mastambién

recorrertodoelcamino.—¡Nadaparamí! ¡Ah!, ¡muyhondas raíces tieneechadasen sucorazóneseBragelonne!—dijoel

soberano.—Nopuedeseresoquedecís,Sire,porque…Sí,Sire,pero…—¿Qué?—interrumpióconimpacienciaelmonarca.—Peroadvirtiéndomeque,denohacerloyo,loarrestaríavuestrocapitándeguardias.—¿Noosdejabaenbuenlugardesdeelinstanteenquenoosobligaba?—Síamí,Sire,peronoamiamigo.—¿Porquéno?—Esmásclaroquelaluz,porquefuesearrestadopormíoporelcapitándeguardias,paramiamigo

elresultadoeraelmismo.—¿Yesaesvuestradevoción,señordeD’Artagnan?,¿unadevociónquerazonayescoge?Vosnosois

soldado.—EsperoqueVuestraMajestadmedigaquésoy.—¡Unfrondista!—EntalcasodesdequeseacabólaFronda,Sire…—¡Ah!Siloquedecísescierto…—Siempreesciertoloquedigo,Sire.—¿Aquéhabéisvenido?Vamosaver.—AdecirosqueelseñorcondedeLaFereestáenlaBastilla.

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—Noporvuestrogusto,afemía.—Esverdad,Sire:peroestáallí,ypuesallíestá,importaqueVuestraMajestadlosepa.—¡SeñordeD’Artagnan!,¡estáisprovocandoavuestrorey!—Sire…—¡SeñordeD’Artagnan!,¡estáisabusandodemipaciencia!—Alcontrario,Sire.—¡Cómo!,¿alcontrariodecís?—Sí,Sire:porquehevenidoparahacerquetambiénmearrestenamí.—¡Paraqueosarrestenavos!—Estáclaro.MiamigovaaaburrirseenlaBastilla;porlotanto,suplicoaVuestraMajestadmedé

licenciaparairahacerlecompañía.BastaqueVuestraMajestadpronuncieunapalabraparaqueyomearresteamímismo;yoosrespondodequeparaesonotendrénecesidaddelcapitándeguardias.ElreyseabalanzóasubufeteytomólaplumaparadarlaordendeaprisionaraD’Artagnan.

—¡Noolvidéisqueesparatodalavida!—exclamóelreyconacentodeamenaza.—Yalosupongo—repusoelmosquetero—,porqueunavezhayáiscometidoeseabuso,nuncajamás

osatreveréisamirarmecaraacara.—¡Marchaos!—gritóelmonarca,arrojandoconviolencialapluma.—No,siosplace,Sire.—¡Cómoqueno!—Hevenidoparahablarpersuasivamenteconelrey,yestristequeelreysehayadejadollevardela

cólera;peronoporesodejarédedeciraVuestraMajestadloquetengoquedecirle.—¡Vuestradimisión!,¡vuestradimisión!—gritóelsoberano.—Sire—replicóD’Artagnan—,yasabéisquenoestoyapegadoamiempleo;enBloisosofrecími

dimisióneldíaenquenegasteisalreyCarloselmillónqueleregalómiamigoelcondeLaFere.—Puesvengainmediatamente.—No Sire, porque no es mi dimisión lo que ahora estamos ventilando. ¿No ha tomado Vuestra

MajestadlaplumaparaenviarmealaBastilla?¿Porqué,pues,mudadeconsejoVuestraMajestad?—¡D’Artagnan!,¡gascóntestarudo!,¿quiéneselreyaquí?,¿vosoyo?—Vos,Sire,pordesgracia.—¡Pordesgracia!—Sí,Sire,porquedeseryoelrey…—AplaudiríaislarebelióndelseñordeD’Artagnan,¿noesasí?—¡Nohabíadeaplaudirla!—¿Deveras?—dijoLuisXIVencogiendoloshombros.—Y—continuóD’Artagnan—,diríaamicapitándemosqueteros,mirándoleconojoshumanosyno

conesasascuas:«SeñordeD’Artagnan,heolvidadoquesoyelrey:hebajadodemitronoparaultrajarauncaballero».

—¿Yvosestimáisqueesexcusaravuestroamigoelsobrepujarloeninsolencia?—prorrumpióLuis.—¡Ah!Sire—dijoD’Artagnan—,yonomequedaréenlostérminosqueél,yvuestraserálaculpa.

Yovoyadecirosloqueél,elhombredelicadoporexcelencia,nooshadicho;yoosdiré:Sire,habéissacrificadoa suhijo,yéldefendíaa suhijo; lohabéis sacrificadoaél, siendoasíqueoshablabaen

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nombredelareligiónylavirtud,ylohabéisapartado,aprisionado.Yoserémásinflexiblequeél,Sire,yos diré: Sire, elegid. ¿Queréis amigos o lacayos?, ¿soldados o danzantes de reverencias?, ¿grandeshombresomuñecos?,¿queréisqueossirvanoqueantevossedobleguen?,¿queosamenoqueosteman?Si preferís la bajeza, la intriga, la cobardía, decidlo, Sire; nosotros, los únicos restos, qué digo, losúnicosmodelosdelavalentíapasada,nosretiraremos,despuésdehaberservidoyquizásobrepujadoenvaloryméritoahombresya resplandecientesenel cielode laposteridad.Elegid,Sire,ypronto.Loscontados grandes señores que os quedan, guardadlos bajo llave; nunca os faltarán cortesanos.Apresuraos,Sire,yenviadmealaBastillaconmiamigo;porquesinohabéisescuchadoalcondedeLaFere,esdecir lavozmássuaveymásnobledelhonor,niescucháisaD’Artagnan,estoes, lavozmásfrancayrudadelasinceridad,soisunmalrey,ymañanaseréisunreyirresoluto;yalosreyesmalosselesaborrece,yalosreyesirresolutosselesecha.Heahíloqueteníaquedeciros,Sire:muymalhabéishechoalllevarmehastaeseextremo.

LuisXIVsedejócaerfríoypálidoensusillón;eraevidentequeunrayoquelehubiesecaídoalosdosnolehabríacausadomásprofundoasombro:noparecíasinoqueibaaexpirar.Aquellarudavozdelasinceridad,comolallamóD’Artagnan,leentróenelcorazóncuallahojadeunpuñal.

D’Artagnanhabíadichocuantoteníaquedecir,yhaciéndosecargodelacóleradelrey,desenvainólentamente, se acercó con elmayor respeto aLuisXIV, y dejó sobre el bufete su espada, que casi almismoinstanterodóporelsueloimpelidaporunademándefuriadelrey,hastalospiesdeD’Artagnan.

Pormuchoquefueseeldominioquesobreéltenía,elmosqueteropalidecióasuvez,ytemblandodeindignación,exclamó:

—Unreypuede retirar su favoraun soldado,desterrarlo, condenarloamuerte;peroaunque fuesecienvecesrey,notienederechoainsultarlodeshonrandosuespada.Sire,nuncaenFranciahahabidoreyalgunoquehayarepelidocondespreciolaespadadeunhombrecomoyo.Estáespadamancilladayanotieneotravainaquemicorazónoelvuestro,ydadgraciasaDiosyamipacienciadequeescojaelmío.—Yabalanzándoseasuespada,añadió—:Sire,caigamisangresobrevuestracabeza.

Yapoyandoenelsuelolaempuñaduradesuespada,D’Artagnanseprecipitóconrapidezsobrelapunta, dirigida contra su pecho. El rey hizo unmovimiento todavíamás veloz que el deD’Artagnan,rodeóelcuellodeésteconelbrazoderecho,ytomandoconlamanoizquierdalaespadaporlamitaddela hoja, la envainó silenciosamente, sin que elmosquetero, envarado, pálido y todavía tembloroso, leayudaseparanada.

Entonces,LuisXIV,enternecido,sesentódenuevoenelbufete,tomólapluma,trazóalgunaslíneas,echósufirmaalpiedeellas,ytendiólamanoalcapitán.

—¿Quéesesepapel,Sire?—preguntóelmosquetero.—LaordenalseñordeD’Artagnandeque inmediatamentepongaen libertadalseñorcondedeLa

Fere.D’Artagnanasiólamanodelreyyselabesó;luegodoblólaorden,lametióensupecheraysalió,sin

queélnisumajestadhubiesenarticuladopalabra.—¡Ohcorazónhumano!,¡nortedelosreyes!—murmuróLuiscuandoestuvosolo—.¿Cuándoleeréen

tussenoscomoenunlibroabierto?No,yonosoyunreymaloniirresoluto,perotodavíasoyunniño.

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UnnegocioarregladoporM.deD’Artagnan

D’ArtagnanhabíaprometidoaBaisemeauxestardevueltaalospostres,ycumpliósupalabra.AthosyAramissehabíanmostradotancautos,queningunodelosdospudoleerenelpensamiento

del otro. Cenaron, hablaron largo y tendido de la Bastilla, del último viaje a Fontainebleau y de lapróximafiestaqueFouquetdebíadarenVaux.

D’Artagnanllegóenlomásreciodelaconversación,todavíapálidoyconmovidodelasuyaconelrey.

AthosyAramisnotaronlaemocióndeD’Artagnan;peroBaisemeauxsolamentevioalcapitándelosmosqueteros del rey, y se apresuró a agasajarlo porque, para el gobernador, el codearse con el reyimplicabaunderechoatodassusatenciones.

ContodoaunqueAramisnotólaemocióndeD’Artagnan,nopudocalarlacausadeella.SolamenteaAthosleparecióhaberlaprofundizado.ParaésteelregresodeD’Artagnanysobretodoeltrastornodelhombre impasible, significaba que su amigo había pedido algo al rey, pero en vano Athos, pues,plenamente convencidode estar en lo firme, se levantó de lamesa, y con faz risueñahizouna seña aD’Artagnan,comopararecordarlequeteníaotracosaquehacerquenocenarjuntos.

D’Artagnancomprendióycorrespondióconotraseña,mientrasAramisyBaisemeaux,alpresenciaraquelmudodiálogo,seinterrogabanmutuamenteconlamirada.

Athospensóqueletocabaexplicarloquepasaba,ydijosonriéndosecondulzura:—Laverdades,amigosmíos,quevos,Aramis,acabáisdecenarconunreodeEstadoyvos,señorde

Baisemeaux,conunodevuestrospresos.Baisemeaux lanzóunaexclamacióndesorpresaycasidealegría; taleraelamorpropioquedesu

fortaleza,desuBastilla,teníaelbuensujeto.—¡Ah!miqueridoAthos—repusoAramisponiendounacaraapropiadaalascircunstancias—.Casi

mehe temido loquedecís.Alguna indiscrecióndeRaúlodeLaValiére,¿noesverdad?Yvos,comogranseñorquesois,olvidandoqueyanohaysinocortesanos,oshabéisvistoconelreyylehabéisdichocuántassoncinco.

—Adivinado,amigomío.—Demanera—dijoBaisemeaux,no teniéndolas todasconsigoporhabercenadotanfamiliarmente

conunhombrequehabíaperdidoelfavordeSuMajestad—,demaneraque,señorconde…—Demanera, mi querido señor gobernador—repuso Athos—, que el señor de D’Artagnan va a

entregarosesepapelqueasomaporsucoleto,yque,defijo,esmiautodeprisión.Baisemeauxtendiólamanoconagilidad.

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Enefecto,D’Artagnansacódospapelesdesupecherayentregóunoalgobernador.Éstelodesdoblóyloleyóamediavoz,mirandoalmismotiempoyporencimadeélaAthoseinterrumpiéndoseacadapunto.

—«OrdenoymandoqueencierrenenmifortalezadelaBastilla.»Muybien…«Enmifortaleza,delaBastilla…alseñorcondedeLaFere.»¡Ah!caballero,¡quédolorosahonraparamíeltenerosbajomiguardia!

—Nopodíaishallarunpresomáspaciente—contestóAthosconvozsuaveytranquila.—Presoquenopermanecerámuchotiempoaquí—exclamóD’Artagnanexhibiendoelsegundoauto

—, porque ahora, señor de Baisemeaux, os toca copiar este otro papel y poner inmediatamente enlibertadalconde.

—¡Ah!meahorráistrabajo,D’Artagnan—dijoAramisestrechandodeunmodosignificativolamanodelmosqueteroyladeAthos.

—¡Cómo!—exclamóconadmiraciónésteúltimo—.¿Elreymedalalibertad?—Leed,miqueridoamigo—dijoD’Artagnan.—Esverdad—repusoelcondedespuésdehaberleídoeldocumento.—¿Osduele?—preguntóelgascón.—No,locontrario.Nodeseoningúnmalalrey,yelpeormalqueunopuededesearalosreyes,es

quecometanunainjusticia.Perohabéissufridoundisgusto,noloneguéis.—¿Yo?—dijoelmosqueteroriéndose—.Niporasomo.Elhacecuantoquiero.AramismiróaD’Artagnanyvioquementía,peroBaisemeauxnomirómásquealhombre,ysequedó

pasmado,mudodeadmiraciónanteaquelqueconseguíadelreyloqueseleantojaba.—¿DestierraaAthosSuMajestad?—preguntóAramis.—No;sobreelparticularelreynohadichounapalabra—repusoD’Artagnan—,perotengoparamí

quelomejorquepuedehacerelconde,anoserqueseempeñeendarlasgraciasaSuMajestad…—No—respondióAthos.—Pues bien, lo mejor que, en mi concepto, puede hacer el conde —continuó D’Artagnan— es

retirarseasucastillo.Porlodemás,miqueridoAthos,hablad,pedid;sipreferísunaresidenciaaotramecomprometoadejarcumplidosvuestrosdeseos.

—No,gracias—contestóAthos—.Lomásagradableparamíestomaramisoledadalasombradelosárboles,aorillasdelLoira.SiDioseselmédicosupremodelosmalesdelalma,lanaturalezaeselremedio soberano. ¿Conque estoy libre, caballero? —añadió Athos volviéndose hacia el señor deBaisemeaux.

—Sí,señorconde,alomenosasílocreoyespero—añadióelgobernadorvolviendoyrevolviendolosdospapeles—.Anoser,sinembargo,queelseñordeD’Artagnantraigaotroauto.

—No,mibuenBaisemeaux—dijoelmosquetero—.Hayqueatenernosalsegundoynopasarporahí.—¡Ah! señor conde—dijo el gobernador dirigiéndose a Athos—, no sabéis lo que perdéis. Os

hubierapuestoatreintalibrascomolosgenerales;¡quédigo!acincuenta,comolospríncipes,yhabríaiscenadotodaslasnochescomohabéiscenadoahora.

—Dejadqueprefieramimedianía,caballero—replicóAthos.YvolviéndosehaciaD’Artagnan,dijo—:Vámonos,amigomío.

—Vámonos—repusoD’Artagnan.

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—¿Mecabríalainefabledichadetenerosporcompañerodeviaje,amigomío?—preguntóAthosalmosquetero.

—Tansólohastalapuerta—respondióelgascón—,despuésdelocualosdiréloquehedichoalrey,estoes,queestoydeservicio.

Yvos,miqueridoAramis—preguntóalcondesonriéndose—,¿meacompañáis?LaFereestáenelcaminodeVannes.

—No,amigomío—respondióelprelado—.EstanochetengounacitaenParís,ynopuedoalejarmesinqueseresientangravesintereses.

—Entonces—dijo Athos—, dejad que os abrace y me vaya. Señor de Baisemeaux, gracias porvuestrabuenavoluntad, y, sobre todo, por lamuestraquede loque se comeen laBastillamehabéisdado.

AthosabrazóaAramisyestrechólamanodelgobernador,queledesearonelmásfelizviaje,ysalióconD’Artagnan.

Mientrasen laBastilla teníasudesenlace laescena iniciadaenpalacio,digamos loquepasabaencasadeAthosyenladeBragelonne.

Como hemos visto, Grimaud acompañó a su amo a París, asistió a la salida deAthos, vio cómoD’Artagnansemordía losbigotes,ycómosuamosubíaa lacarroza,despuésdehaber interrogado lafisonomíadelosdosamigos,aquienesconocíadefechabastantelargaparahabercomprendidoaltravésdelamáscaradesuimpasibilidad,quepasabaalgogravísimo.

Grimaudrecordólasingularmaneraconquesuamoledijeraadiós,laturbación,imperceptibleparacualquieraotro,deaquelhombredetanclaroentendimientoydevoluntadtaninquebrantable.GrimaudsabíaqueAthosno sehabía llevadomásque la ropapuesta,y, sinembargo, leparecióqueAthosnopartíaporunahora,niporundía.

—Comprendoelenigma—dijoGrimaud—.Lamuchachahahechodelassuyas.Loquedicendeellaydelreyesverdad.Mijovenamohasidoengañado.¡Ah!¡Diosmío!Elseñorcondehaidoaveralreyylehadichodeunahastaciento,yluegoelreyhaenviadoalseñordeD’Artagnanparaquearreglaraelasunto…¡elcondeharegresadosinespada!

SemejantedescubrimientohizosubirelsudoralafrentedelhonradoGrimaud;elcual,dejándosedemásconjetura,sepusoelsombreroysefuevolandoacasadeRaúl.

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EndondePorthosseconvencesinhabercomprendido

EldignoPorthos,fielalasleyesdelacaballeríaantigua,sedecidióaaguardaraSaint-Aignánhastalapuesta del sol. Y como Saint-Aignán no debía comparecer y Raúl se había olvidado de avisar a supadrino,ylacentinelaempezabaasermáslargaypenosa,Porthossehizoservirporelguardadeunapuerta algunas botellas de buen vino y carne, para tener a lomenos la distracción de hacer saltar detiempo en tiempo un corcho y tirar un bocado.Y había llegado a las últimasmigajas, cuandoRaúl yGrimaudllegaronaescape.

Al ver venir por el camino real a aquellos dos jinetes, Porthos creyó que eran Saint-Aignán y supadrino.PeroenvezdeSaint-Aignán,sólovioaRaúl,elcualseleacercóhaciendodesesperadosgestosyexclamando:

—¡Ah!,¡miqueridoamigo!perdonadme,¡quéinfelizsoy!—¡Raúl!—dijoPorthos.—¿Estáisenojadocontramí?—repusoelvizcondeabrazandoaPorthos.—¿Yo?,¿porqué?—Porhaberosolvidadodeesemodo.Pero¡ay!tengotrastornadoeljuicio.—¡Bah!—¡Sisupieseis,amigomío!—¿Lohabéismatado?—¿Aquién?—ASaint-Aignán.—¡Ay!nomerefieroaSaint-Aignán.—¿Quémásocurre?—QueenlahoraesprobablequeelseñorcondedeLaFereestéarrestado.—¡Arrestado!,¿porqué?—exclamóPorthoshaciendounademáncapazdederribarunapared.—PorD’Artagnan.—Nopuedeser—dijoelcoloso.—Sinembargo,eslapuraverdad—replicóelvizconde.PorthossevolvióhaciaGrimaudcomoquiennecesitaunasegundaafirmación,yvioqueelfielcriado

deAthoslehacíaunaseñalconlacabeza.—¿Yadóndelohanllevado?—preguntóPorthos.—ProbablementelaBastilla.—¿Quéoslohacecreer?

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—Porelcaminohemosinterrogadoaalgunostranseúntesquehanvistopasarlacarroza,aotrosquelahanvistoentrarenlaBastilla.

—¡Oh!,¡oh!—repusoPorthosadelantándosedospasos.—¿Quédecís?—preguntóRaúl.—¿Yo?nada:peronoquieroqueAthossequedeenlaBastilla.—¿Sabéisquehanarrestadoalcondeporordendelrey?—dijoelvizcondeacercándoseasuamigo.Porthos miró a Bragelonne como diciéndole: «¿Y a mí qué?».Mudo lenguaje que le pareció tan

elocuente a Raúl, que volvió a subirse a caballo, mientras el coloso hacía lo mismo con ayuda deGrimaud.

—Tracemosunplan—dijoelvizconde.—Estoes—repusoPorthos—,tracemosunplan.—YalverqueRaúllanzabaunsuspiroysedetenía

repentinamente,añadió—:¡Qué!,¿desmayáis?—No,loquemeatajaeslaimpotencia.¿PorventuralostrespodemosapoderarnosdelaBastilla?—SíD’Artagnanestuvieseallí,nodigoqueno—repusoPorthos.Raúl quedó mudo de admiración ante aquella confianza heroica de puro candorosa. ¿Conque en

realidadvivíanaquellosnombrescélebresqueennúmerodetresocuatroembestíancontraunejércitooatacabanunafortaleza?

—Acabáis de inspirarme una idea, señor de Vallón—dijo el vizconde—. Es necesario de todanecesidadqueveamosalseñordeD’Artagnan.

—Sinduda.—Debedehaberconducidoyaamipadrea laBastillay,porconsiguiente,estarde regresoensu

casa.—PrimeramenteinformémonosenlaBastilla—dijoGrimaud,quehablabapoco,perobien.LostresllegaronantelafortalezaatiempoqueGrimaudpudodivisarcómodoblabalagranpuerta

delpuentelevadizolacarrozaqueconducíaaD’Artagnanderegresodepalacio.EnvanoRaúlespoleósucabalgaduraparaalcanzarlacarrozayverquiénibadentro.Aquéllayase

habíadetenidoallendelapuertagrande,quevolvióacerrarse,mientrasunguardiafrancésdecentineladabaconelmosqueteenelhocicodelcaballodelvizconde,elcualvolviógrupas,satisfechodesaberaquéatenerserespectodelapresenciadeaquellacarrozaqueencerraraasupadre.

—Yalohemosatrapado—dijoGrimaud.—Como estamos seguros de que va a salir, aguardemos, ¿no es verdad, señor de Vallón?—dijo

Bragelonne.—AnosertambiénqueD’Artagnanestépreso—replicóPorthos—,encuyocasotodoestáperdido.Raúl,queconocióque todoeraadmisible,nada respondióa laspalabrasdePorthos; loúnicoque

hizofueencargaraGrimaudque,paranodarsospechascondujeseloscaballosalacallejueladeJuanBeausire,mientrasélconsupenetrantemiradaatisbabalasalidadeD’ArtagnanodelaCarroza.

Fue lomejor, pues apenas transcurridos veinteminutos, volvieron a abrir la puerta y apareció denuevolacarroza.¿Quiénesibanenella?Raúlnopudoverloporhabérseloprivadoundeslumbramiento,peroGrimaudafirmóhabervistoadospersonas,unadelascualeserasuamo.

PorthosmiróaBragelonneyallacayoparaadivinarquépensaban.—Escierto—dijoGrimaud—,quesielseñorcondeestáenlacarroza,esporquelohanpuestoen

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libertad,olotrasladanaotraprisión.—Elcaminoqueemprendennoslodirá—repusoPorthos.—Silohanpuestoenlibertad—continuóGrimaud—loconduciránasucasa.—Esverdad—dijoelgigante.—Pueslacarrozanotomataldirección—exclamóelvizconde.Enefecto,loscaballosacababande

internarseenelarrabaldeSanAntonio.—Corramos—dijoPorthos—.Ataquemoslacarrozaunavezenlacarretera,ydigamosaAthosque

sepongaasalvo.—Aesollamanrebelión,—murmuróelvizconde.Porthoslanzóasujovenamigounasegundamiradadignahermanadelaprimera,alacualrespondió

elvizcondearreandoasucabalgadura.Pocodespués los jinetesdieronalcancea lacarroza.D’Artagnan,quesiempreteníadespiertos los

sentidos,oyóeltrotedeloscorcelesenelmomentoenqueRaúldecíaaPorthosqueseadelantasenalacarrozaparaverquiéneralapersonaalacualacompañabaD’Artagnan.

Porthosobedeció,perocomolascortinillasestabancorridas,nadapudover.LarabiaylaimpacienciadominabanaBragelonne,quealnotarelmisteriodequeserodeabanlos

compañerosdeAthos,resolvióatropellarportodo.D’Artagnan por su parte, conoció a Porthos y a Raúl, y comunicó a Athos el resultado de su

observación.AthosyD’ArtagnanseproponíanversiRaúlyPorthosllevaríanlascosasalúltimoextremo.Yasí fue.Bragelonneempuñóunapistola,seabalanzóalprimercaballode lacarroza,e intimóal

cocheroqueparase,Porthosdioungolpeyloquitódesusitio,yGrimaudseasióalaportezuela.—¡Señorconde!,¡señorconde!—exclamóBragelonneabriendolosbrazos.—¿Soisvos,Raúl?—dijoAthosebriodealegría.—¡Noestámal!—repusoD’Artagnanechándoseareír.YlosdosabrazaronaPorthosyaBragelonne,quesehabíanapoderadodeellos.—¡MibuenPorthos!,¡miexcelenteamigo!—exclamóelcondedeLaFere—.¡Siempreelmismo!—Todavíatieneveinteaños—dijoD’Artagnan—.¡Bravo,Porthos!—¡Diantre!—repusoelbarónuntantocortado—.Hemoscreídoqueoshabíanpreso.—Yaloveis—replicóAthos—.TodosereducíaaunpaseoenlacarrozadelseñordeD’Artagnan.—OsseguimosdesdelaBastilla—replicóelvizcondeconvozdedudaydereconvención.—AdondehemosidoacenarconelbuenBaisemeaux—dijoelmosquetero.—AllíhemosvistoaAramis.—¿EnlaBastilla?—Hacenadoconnosotros.—¡Ah!—exclamóPorthosrespirando.—Ynoshadadomilcuriososrecuerdosparavos.—Gracias.—¿Adónde va el señor conde? —preguntó Grimaud, as quien su amo recompensara ya con una

sonrisa.—ABlois,amicasa.

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—¿Asíenderechura?—Desdeluego.—¿Sinequipaje?—Ya se habría encargadoRaúl de enviármelo o llevármelo al volver ami casa, si es que a ella

vuelve.—SiyanolodetieneenParísasuntoalguno,harábienenacompañarnos,Athos—dijoD’Artagnan

acompañandosuspalabrasdeunamiradafirmeycortantecomounacuchillaydolorosacomoella,puesvolvióaabrirlasheridasdeldesventuradojoven.

—NadamedetieneenParís—repusoBragelonne.—Puespartamos—exclamóAthosinmediatamente.—¿YelseñordeD’Artagnan?—SóloacompañabaaAthoshastaaquí;mevuelvoaParísconPorthos.—Corriente—dijoéste.—Acercaos, hijomío—añadió el conde ciñendo suavemente con subrazo el cuello deRaúl para

atraerlo a la carroza, y dándole un nuevo beso. Y volviéndose hacia Grimaud, prosiguió—: Oye, tevuelvesaParíscontucaballoyeldelseñordeVallón;Raúlyyosubimosacaballoaquí,ydejamoslacarrozaaesosdoscaballerosparaque tornena laciudad.Unavezenmicasa, reúnemis ropasymiscartas,yenvíamelasaBlois.

—Señorconde—dijoRaúl,queardíaendeseosdehacerhablarasupadre—.VedquesivolvéisaParísnohallaréisenvuestracasaropablancanicuantoesnecesario,yesoosserápordemásincómodo.

—Creoquetardarémuchotiempoenvolver,Raúl.NuestraúltimaestanciaenParísnomealientaavolver.

Raúlbajólacabezaynohablómás.AthossebajódelacarrozaymontóelcaballodePorthos.Despuésdemilabrazosyapretonesdemanos,ydereiteradasprotestasdeamistadimperecedera,y

dehaberPorthosprometidopasarunmesencasadeAthostanprontoselopermitieransusocupaciones,yD’Artagnanofrecidoaprovecharsuprimeralicencia,esteúltimoabrazóaRaúlporlapostreravez,yledijo:

—Hijomío,teescribiré.¡QuénosignificabanestaspalabrasdeD’Artagnan,quenuncaescribía!Aellas,elvizcondesesintió

enternecido,y,nopudiendorefrenarlaslágrimas,sesoltódelasmanosdelmosqueteroypartió.D’Artagnan,subióasucarroza,enlacualyasehabíainstaladoPorthos.—¡Quédía,mibuenamigo!—exclamóelgascón.—Yapodéisdecirlo—replicóPorthos.—Debéisestarquebrantado.—Nomucho.Sinembargo,meacostarétemprano,afindeestarmañanaenbuenasdisposición.—¿Paraqué?—Paradarfinaloqueheempezado.—Medaiscalambres,amigomío.¿Quédiabloshabéisempezadoquenoestéconcluido?—¡Hombre!comoRaúlnosehabatido,fuerzaesqueyomebata.—¿Conquién?,¿conelrey?

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—¡Cómoconelrey!—exclamóPorthos,enelcolmodelaestupefacción.—Conelreyhedicho.—¡Ca,hombre!conquienvoyabatirmeyoesconSaint-Aignán,lohacéiscontraelrey.—¿Estáissegurodeloqueafirmáis?—repusoPorthosabriendodesmesuradamentelosojos.—¡Nohedeestarlo!—¿Puescómosearreglaeso?—Antetodoveamosdecenarbien,yosdigoquelamesadelcapitándemosqueterosesagradable.A

ellaveréissentadoalgentilSaint-Aignán,ybeberéisasusalud.—¿Yo?—exclamóconhorrorelcoloso.—¡Cómo!,¿osnegáisabeberalasaluddelrey?—Pero¿quiéndiablososhabladelrey?OshablodeSaint-Aignán.—Eslomismo—replicóD’Artagnan.—Asíesdistinto—repusoPorthosvencido.—Mehabéiscomprendido,¿noesverdad?—No—respondióPorthos—,perolomismoda.—Decísbien,lomismoda—dijoD’Artagnan—.Vámonosacenar.

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LasociedaddeBaisemeaux

NohaolvidadoellectorqueD’ArtagnanyelcondedeLaFere,alsalirdelaBastilla,dejaronenellayasolasaAramisyaBaisemeaux.

BaisemeauxteníaporverdadinconcusaqueelvinodelaBastillaeraexcelente,eracapazdehacerhablaraunhombredebien:peronoconocíaaAramis,elcualconocíacomoasímismoalgobernador,ycontabahacerlehablarporelsistemaqueesteúltimoteníaporeficaz.

Si no en apariencia, la conversación decaía, pues Baisemeaux hablaba únicamente de la singularprisióndeAthos,seguidainmediatamentelaordenderemisión.

Aramisnoerahombreparamolestarseporcosaalguna,ynisiquierahabíadichoaunaBaisemeauxporquéestabaallí.

Asíesqueelpreladoleinterrumpiódeimprovisoexclamando:—Decidme,mibuenseñordeBaisemeaux,¿notenéisenlaBastillamásdistraccionesqueaquellasa

queheasistidolasdosotresvecesqueoshevisitado?Elapóstrofeerataninesperado,queelgobernadorquedóaturdido.—¿Distracciones?—dijoBaisemeaux—.Continuamentelastengo,monseñor.—¿Quéclasededistraccionessonesas?—Detodaespecie.—¿Visitas?—No,monseñor;lasvisitasnosoncomunesenlaBastilla.—¡Ah!,¿sonraraslasvisitas?—Rarísimas.—¿Aundepartedevuestrasociedad?—¿Aquéllamáisvosmisociedad?,¿amispresos?—No,entiendoporvuestrasociedadladequevosformáisparte.—En la actualidad es muy reducida para mí—contestó el gobernador después de haber mirado

fijamente aAramis, y como si no hubiera sido imposible lo que por un instante había supuesto—. Siqueréisqueoshableconfranqueza,señordeHerblay,porlocomún,laestanciaenlaBastillaestristeyfastidiosaparaloshombresdemundo.Encuantoalasdamas,apenasvienen,yaunconterrornologrocalmar.¿Ycomono temblaríande lospiesa lacabezaalveresas tristes torres,yalpensarqueestánhabitadaspordesventuradospresosque…?

YaBaisemeauxseleibatrabandolalengua,ycalló.—Nomecomprendéis,mibuenamigo—repusoelprelado.

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—Nomerefieroalasociedadengeneral,sinoalasociedadaqueestáisafiliado.—¿Afiliado?—dijoelgobernador,aquienporpocoselecaeelvasodemoscatelqueibaallevarse

aloslabios.—Sí—replicóAramisconlamayorimpasibilidad—.¿Nosoisindividuodeunasociedadsecreta?—¿Secreta?—Omisteriosa.—¡Oh!,¡señordeHerblay!…—Noloneguéis…—Podéiscreer…—Creoloquesé.—Oslojuro…—Como yo afirmo y vos negáis —repuso Aramis—, uno de los dos está en lo cierto. Pronto

averiguaremosquiéntienerazón.—Vamosaver.—Bebeosvuestrovasodemoscatel.Pero¡quécaraponéis!—No,monseñor.—Puesbebed.Baisemeauxbebió,peroatragantándose.—Pues bien—repusoAramis—, si no formáis parte de una sociedad secreta, omisteriosa, como

queráisllamarla,nocomprenderéispalabradecuantovoyadeciros.—Tenedloporseguro.—Muybien.—Ysino,probadlo.—Aesovoy.Si,alcontrario,pertenecéisalasociedadaquequieroreferirme,vaisaresponderme

inmediatamentesíono.—Preguntad—repusoBaisemeauxtemblando.—Porque—prosiguiócon lamisma impasibilidadAramis—esevidentequeunonopuede formar

partedeunasociedadnigozardelasventajasquelasociedadofrecealosafiliados,sinqueestosesténindividualmentesujetosaalgunaspequeñasservidumbres.

—Enefecto—tartamudeóBaisemeaux—,esoseconcebiría,si…—Puesbien,enlasociedaddequeoshehablado,ydelacual,por loquesevenoformáisparte,

existe…—Sinembargo—repusoelgobernador—,yonoquierodecirenabsoluto…—Existeuncompromisocontraídoportodoslosgobernadoresycapitanesdefortalezaafiliadosala

orden.Baisemeauxpalideció.—Elcompromiso—continúoAramisconvozfirme—heloaquí.—Veamos…Aramisdijo,omásbienrecitóelpárrafosiguiente,conlamismavozquesihubieseleídounlibro:«Cuandoloreclamenlascircunstanciasyapeticióndelpreso,elmencionandocapitánogobernador

defortalezapermitirálaentradaaunconfesorafiliadoalaorden».DabalástimaveraBaisemeaux;detalsuertetemblabaytalerasupalidez.

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—¿Noeseseeltextodelcompromiso?—prosiguiótranquilamenteHerblay.—Monseñor…—Parecequeempiezaaaclararsevuestramente.—Monseñor—dijoBaisemeaux—,noosburléisde lapobrezademi inteligencia;yoyaséqueen

luchaconlavuestra,lamíanadavalesiosproponéisarrancarmelossecretosdemiadministración.—Desengañaos,señordeBaisemeaux;notiroalossecretosdevuestraadministración,sinoalosde

vuestraconciencia.—Concedoqueseandemiconciencia,señordeHerblay;perotenedencuentamisituación.—Noescomúnsiestáisafiliadoaesasociedad—prosiguióelinflexibleHerblay—.Perosiestáis

libredetodocompromiso,sinotenéisquerespondermásquealrey,nopuedesermásnatural.—Pues bien, señor de Herblay, no obedezco más que al rey, porque ¿a quién sino al rey debe

obedeceruncaballerofrancés?—Grato, muy grato es para un prelado de Francia —repuso Aramis con voz suavísima— oír

expresarsecontantalealtadaunhombredevuestrovaler.—¿Habéisdudadodemí,monseñor?—¿Yo?No.—¿Luegonodudáis?—¿Cómoqueréisquedudequeunhombrecomovosnosirvafielmentealosseñoresquesehadado

voluntariamenteasímismo?—¡Losseñores!—exclamóBaisemeaux.—Losseñoreshedicho.—¿Verdadquecontinuáischanceándoos,señordeHerblay?—Tenermuchosseñoresenvezdeuno,hacemásdifícillasituación,loconcibo;peronosoyyola

causadelapuroenqueoshalláis,sinovos,mibuenamigo.—Realmenteno sois vos el causante—repuso el gobernador en el colmode la turbación—.Pero

¿quéhacéis?¿Osmarcháis?—Sí.—¡Quéraroosmostráisparaconmigo,monseñor!—Nopormife.—Puesquedaos.—Nopuedo.—¿Porqué?—Porqueyanadatengoquehaceraquíymellamanaotraparte.—¿Tantarde?—Tantarde.—Pensadqueenlacasadelacualhevenido,mehandicho:«Cuandoloreclamenlascircunstancias

y a petición del preso, el mencionado capitán o gobernador de fortaleza permitirá la entrada a unconfesorafiliadolaorden».Hevenido,meheexplicado,nomehabéiscomprendido,ymevuelvoparadeciralosquemehanenviadoquesehanengañadoyquemeenvíenaotraparte.

—¡Cómo!,¿vossois…?—exclamóBaisemeauxmirandoaAramiscasiconespanto.—Elconfesorafiliadoalaorden—respondióAramissinmodificarlavoz.

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Mas por muy suavemente que Herblay hubiese vertido sus palabras, produjeron en el infelizgobernadorelefectodelrayo.Baisemeauxsepusoamoratado.

—¡Elconfesor!—murmuróBaisemeaux—;¿voselconfesordelaorden,monseñor?—Sí;perocomonoestáisafiliado,nadatenemosqueventilarlosdos.—Monseñor…—¡Ah!—Niquemeniegueaobedecer.—Puesloqueacabadepasarseparecealadesobediencia.—No,monseñor;hequeridocerciorarme…—¿Dequé?—dijoAramisconademándesoberanodesdén.—Denada,monseñor;denada—dijoBaisemeauxbajandolavozyhumillándoseanteelprelado—.

Entodotiempoyentodolugarestoyaladisposicióndemisseñores,pero…—Muy bien; prefiero veros así —repuso Herblay sentándose otra vez y tendiendo su vaso al

gobernador,quenoacertóallenarlo,detalsuerteletemblabalamano—.Habéisdicho«pero»,—dijoAramis.

—Perocomonomehabíanavisado,estabamuylejosdeesperar…—¿PorventuranodiceelEvangelio:«Velad,porquesóloDiossabeelmomento»?¿Acaso lasprescripcionesde laordenno rezan:«Velad,porque loqueyoquiero,vosotrosdebéis

siemprequererlo»?¿Atítulodequé,pues,noesperabaislavenidadelconfesor?—PorqueenestemomentonohayenlaBastillapresoalgunoqueestéenfermo.—¿Quésabéisvos?—replicóHerblayencogiendoloshombros.—Meparece…—SeñordeBaisemeaux—repusoAramisarrellanándoseen su sillón—,heahívuestrocriadoque

deseadecirosalgo.Enefecto,enaquelinstanteaparecióenelumbraldelcomedorelcriadodeBaisemeaux.—¿Quéhay?—preguntóconvivezaelgobernador.—SeñordeBaisemeaux—respondióelcriado—,ostraigoelboletíndelmédicodelacasa.—Hacedqueentreelmensajero—dijoAramisfijandoenelgobernadorsuslímpidosyserenosojos.Elmensajeroentró,saludóyentregóelboletín.—¡Cómo!,¡elsegundoBertaudiereestáenfermo!—exclamóconsorpresaelgobernadordespuésde

haberleídoelboletínylevantadolacabeza.—¿No decíais que vuestros presos gozaban todos de salud inmejorable? —repuso Aramis con

indolenciaybebiéndoseunsorbodelmoscatel,aunquesinapartardelgobernadorlamirada.—Simal no recuerdo—dijo Baisemeaux con temblorosa voz y después de haber despedido con

ademánalcriado—,simalnorecuerdo,elpárrafodice:«Apeticióndelpreso».—Esto es—respondióAramis—, pero ved qué quieren de vos.—En efecto, en aquel instante un

sargentoasomólacabezaporlapuertamedioentornada.—¿Quémáshay?—exclamóelgobernador—.¿Nomedejarándiezminutosenpaz?—Señorgobernador—dijoelsargento—,elenfermode lasegundaBertaudierehaencargadoasu

llaveroqueospidaunconfesor.EnuntrisestuvoqueBertaudierenocayeseportierra.

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Aramisdesdeñóelsosegarlo,comodesdeñaraelasustarlo.—¿Quérespondo?—prosiguióBaisemeaux.—Loqueosguste—dijoAramis—.¿PorventurasoyyoelgobernadordelaBastilla?—Decid al preso que se proveerá —exclamó el gobernador volviéndose hacia el sargento y

despidiéndole con una seña. Luego añadió—: ¡Ah! monseñor, monseñor, ¿cómo pude sospechar…prever…?

—¿Quién os decía que sospecharais, ni quien os rogaba que previerais? —replicó Aramis condesapego—.Laordennosospecha,sabeyprevé:¿nobastaeso?

—¿Quéordenáis?—dijoelgobernador.—Nada.Nosoymásqueunpobresacerdote,unsimpleconfesor.¿Memandáisquevayaavisitara

vuestroenfermo?—Nooslomando,monseñor,osloruego.—Acompañadme,pues.

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Elpreso

DespuésdelasingulartransformacióndeAramisenconfesordelacompañía,Baisemeauxdejódeserelmismohombre.HastaentoncesHerblayhabíasidoparaelgobernadorunpreladoaquiendebíarespeto,unamigoaquien le ligaba lagratitud;perodesde la revelaciónqueacababade trastornarle todas lasideas,Aramisfueeljefe,yéluninferior.

Baisemeauxencendióporsupropiamanounfarol, llamóalcarcelero,ysepusoal lasórdenesdeAramis.

Elcualselimitóahacerconlacabezaunademánquequeríadecir:«Estábien»,yconlamanounaseñaquesignificaba:«Marchaddelante».

Baisemeauxechóaandar,yAramislesiguió.Lanocheestabaestrellada;laspisadasdelostreshombresresonabanenlasbaldosasdelasazoteas,

yelretintíndelasllavesque,colgadasdelcinto,llevabaelllaverosubíahastalospisosdelastorrescomopararecordaralospresosquenoestabaensusmanosrecobrarlalibertad.

Así llegaron al pie de laBertaudiere los tres, y, silenciosamente, subieron hasta el segundo piso,Baisemeaux,sibienobedecía,nolohacíacongransolicitud,nimuchomenos.

Porfinllegaronalapuerta,yelllaveroabrióinmediatamente.—Noestáescritoqueelgobernadoroigalaconfesióndelpreso—dijoAramiscerrandoelpasoal

Baisemeaux,enelactodeiraentraraquélenelcalabozo.BaisemeauxseinclinóydejópasaraAramis,quetomóelfaroldemanosdelllaveroyentró;luego

hizounaseñaparaquetrasélcerraranlapuerta.Herblay permaneció por un instante en pie y con el oído atento, escuchando si Baisemeaux y el

llaverosealejaban;luego,cuandoestuvosegurodequeaquélloshabíansalidodelatorre,dejóelfarolenlamesaymiróatodaspartes.

Enunacamadesargaverde,exactamenteigualalasdemáscamasdelaBastilla,aunquemásnueva,ybajoampliasymediocorridascolgaduras,descansabaeljovenconquienyahemoshechohablarunavezaHerblay.

Segúnelusodelaprisión,elcautivoestabasinluzdesdeeltoquedequeda,enlocualseechadeverdecuántosmiramientosgozabaelpreso,puesteníaelprivilegiodeconservarlavelaencendidahastaelmomentoquevadicho.

Juntoalacamahabíaunsillóndebaqueta,y,enél,ropasflamantes;arrimadaalaventana,seveíaunamesitasinlibrosnirecadodeescribir,perocubiertadeplatos,queenlollenosdemostrabanqueelpresohabíaprobadoapenassuúltimacomida.

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Aramisvio,tendidoenlacamayenposiciónsupina,aljoven,queteníaelrostroescondidoenparteporlosbrazos.

Lallegadadelvisitadornohizocambiardeposturaalpreso,queesperabaodormía.Aramisencendiólavelaconayudadelfarol,apartóconcuidadoelsillónyseacercóallacamacon

muestrasvisiblesdeinterésyderespeto.—¿Quéquierendemí?—preguntóeljovenlevantandolacabeza.—¿Nohabéispedidounconfesor?—Sí.—¿Porqueestáisenfermo?—Sí.—¿Degravedad?—Gracias—repusoeljovenfijandoenAramisunamiradapenetrante.Ytrasuninstantedesilencio,

agregó—:Yaoshevistootravez.Aramis hizo una reverencia. Indudablemente el examen que acababa de hacer al preso, aquella

revelaciónde sucarácter frío, astutoydominador, impresoen la fisonomíadelobispodeVannes, erapocotranquilizadorenlasituacióndeljoven,puesañadió:

—Estoymejor.—¿Asípues?…—preguntóAramis.—Siguiendomejor,meparecequenotengonecesidaddeconfesarme.—¿Nidelciliciodequeoshablaelbilletequehabéisencontradoenvuestropan?Elpresoseestremeció.—¿Nidelsacerdotedelabocadelcualdebéisoírunarevelaciónimportante?—prosiguióAramis.—Enestecasoyaesdistinto—dijoeljovendejándosecaernuevamentesobresualmohada.Aramismiróconmásatenciónalpresoyquedóasombradoalveraquelairedemajestadsencilloy

desembarazadoquenoseadquierenuncasiDiosnoloinfundeenlasangreoenelcorazón.—Sentaos,caballero—dijoelpreso.—¿QuétalencontráislaBastilla?—preguntóHerblayinclinándoseydespuésdehaberobedecido.—Muybien.—¿Padecéis?—No.—¿Deseáisalgo?—Nada.—¿Nilalibertad?—¿Aquéllamáislibertad?—preguntóelpresoconacentodequiensepreparaaunalucha.—Doyelnombredelibertadalasflores,alaire,alaluz,alasestrellas,aladichadeiradondeos

conduzcanvuestrasnerviosaspiernasdeveinteaños.—Mirad—respondió el joven dejando vagar por sus labios una sonrisa que tanto podía ser de

resignacióncomodedesdén—,enesevasodel Japón tengodos lindísimas rosas, tomadasencapulloayertardeeneljardíndelgobernador;estamañanahanabiertoenmipresenciasuencendidocáliz,yporcadaplieguedesushojashandadosalidaaltesorodesuaroma,quehaembalsamadolaestancia.Miradesasdosrosas:sonlasfloresmáshermosas¿Porquéhededesearyootrasflorescuandoposeolasmás

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incomparables?Aramismiróconsorpresaaljoven.—Si las flores son la libertad—continuóconvoz tristeel cautivo—gozodeella,puesposeo las

flores.—Pero¿yelaire?—exclamóHerblay—,¿elairetannecesarioalavida?—Acercaosalaventana—prosiguióelpreso—,estáabierta.Entreelcieloylatierra,elvientoagita

sustorbellinosdenieve,defuego,detibiosvaporesodebrisassuaves.Elairequeentraporesaventanameacariciaelrostrocuando,subidoyoaesesillón,sentadoensurespaldoyconelbrazoentornodelbarrotequemesostiene,mefiguroquenadoenelvacío.

—¿Ylaluz?—preguntóAramis,cuyafrenteibanublándose.—Gozodeotramejor—continuó;elpreso—.Gozodelsol,amigoquevieneavisitarmetodoslos

díassinpermisodelgobernador,sinlacompasióndelcarcelero.Entraporlaventana,trazaenmicuartoungrandeylargoparalelogramoquepartedeaquéllayllegahastaelflecodelascolgadurasdemicama.Aquelparalelogramoseagrandadesde lasdiezde lamañanahastamediodía,ymenguadeunaa tres,lentamentecomosilepesaraapartarsedemítantocuantoseapresuraenveniraverme.Aldesaparecersuúltimorayo,hegozadodesupresenciacuatrohoras.¿Porventuranomebastaeso?Mehandichoquehaydesventuradosqueexcavancanterasyobrerosquetrabajanenlasminas,quenuncavenelsol.

Aramisseenjugólafrente.—Respecto de las estrellas, tan gratas a la mirada —continuó el joven—, aparte el brillo y la

magnitud,todasseparecen.Yaunenesepuntosalgofavorecido;porquedenohaberencendidovosesabujía,podíaishabervistolohermosaestrellaqueveíayodesdemicamaantesdellegarvos,ydelacualmeacariciabalosojoslairradiación.

Aramis,envueltoenlaamargaoleadadesiniestrafilosofíaqueformalareligióndelcautiverio,bajólacabeza.

—Eso en cuanto a las flores, al aire, a la luzy a las estrellas—prosiguió el joven con lamismatranquilidad—.Respecto del andar, cuando hace buen tiempome paseo todo el día por el jardín delgobernador, por este aposento si llueve, al fresco si hace calor, y si hace frío, lo hago al amor de lalumbre de mi chimenea. —Y con expresión no exenta de amargura, el preso añadió—: Creedme,caballero,loshombreshanhechopormícuantopuedeesperaryanhelarunhombre.

—Admito en cuanto a los hombres—replicó Aramis levantando la cabeza—, pero creo que osolvidáisdeDios.

—Enefecto,meheolvidadodeDios—repusocon lamayorcalmael joven—.Pero¿porquémedecíseso?¿AquéhablardeDiosaloscautivos?

Aramismiródefrenteaaqueljovenextraordinario,quealaresignacióndelmártirañadíalasonrisadelateo,ydijoconacentodereproche.

—¿PorventuranoestáDiospresenteentodo?—Alfindetodo—arguyóconfirmezaelpreso.—Concedido—repusoAramis—.Perovolvamosalpuntodepartida.—Esopido.—Soyvuestroconfesor.—Yalosé.

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—Asípues,comopenitentemío,debéisdecirmelaverdad.—Estoydispuestoadecírosla.—Todopresohacometidoelcrimenaconsecuenciadelcuallohanreducidoaprisión.¿Quécrimen

habéiscometidovos?—Yamehicisteislamismapreguntalaprimeravezquemevisteis—contestóelpreso.—Yentonceseludisteislarespuesta,comoahoralaeludís.—¿Yporquéopináisqueahoravoyaresponderos?—Porquesoyvuestroconfesor.—Puesbien,siqueréisqueosdigaquécrimenhecometido,explicadmequéescrimen.Yo,pormi

parte,sédecirosquenoacusándomedenadamiconciencia,nosoycriminal.—A veces uno es criminal a los ojos de los grandes de la tierra, no sólo porque ha cometido

crímenes,sinotambiénporquesabequeotrosloshancometido.—Comprendo —repuso tras un instante de silencio el joven y después de haber escuchado con

atenciónprofunda—.Decísbien,caballero;miradodesdeesepuntodevista,podríamuybienserqueyofuesecriminalalosojosdelosmagnates.

—¡Ah!,¿conquesabéisalgo?—preguntóAramis.—Nadasé—respondióeljoven—,peroenocasionesmedito,yalmeditarmedigo…—¿Qué?—Quedecontinuarenmismeditaciones,unadedos,omevolvíaloco,oadivinaríamuchascosas.—¿Yquéhacéis?—preguntóAramisconimpaciencia.—Paroelvuelodemimente.—¡Ah!—Sí,porquesemeturbalacabeza,meentristezco,meinvadeeltedio,ydeseo…—¿Qué?—No lo sé, porque no quiero que me asalte el deseo de cosas que no poseo, cuando estoy tan

contentoconloquetengo.—¿Teméislamuerte?—preguntóHerblayconinquietud.—Sí—respondióelpresosonriéndose.—Puessiteméislamuerte—repusoAramisestremeciéndoseantelafríasonrisadesuinterlocutor—

esseñaldequesabéismásdeloquenoqueréisdaraentender.—¿Porqué soyyoquienahorahablo,yvosquien se calla—replicó el cautivo—.Cuandohabéis

hechoqueosllamaraamilado,yhabéisentradoprometiéndomehacermetantasrevelaciones?Yaquelosdosestamoscubiertosconunamáscara,ocontinuamosambosconellapuesta,oarrojémoslalosdosauntiempo.

—Vamosaver,¿soisambicioso?—¿Quéesambición?—preguntóeljoven.—Unsentimientoqueimpelealhombreadesearmásdeloqueposee.—Yaoshemanifestadoqueestoycontento,peroquizásmeengaño.Ignoroquéesambición,peroestá

enloposiblequelatenga.Explicaos,ilustradme.—Ambiciosoesaquelquecodiciamásqueloqueleproporcionasuestado.—Eso no va conmigo—dijo el preso con firmeza que hizo estremecer nuevamente al obispo de

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Vannes.Aramis se calló; pero al ver las inflamadas pupilas, la arrugada frente y la reflexiva actitud del

cautivo,conocíasequeésteesperabaalgomásqueelsilencio.—Laprimeravezqueosvi—dijoHerblayhablandoporfin—mentisteis.—¡Qué yo mentí! —exclamó el preso incorporándose, y con voz tal y tan encendidos ojos, que

Aramisretrocedióasupesar.—Quierodecir—prosiguióAramis—,quemeocultasteisloquedevuestrainfanciasabíais.Cada cual es dueño de sus secretos, caballero, y no debe haber almoneda de ellos ante el primer

advenedizo.Esverdad—contestóAramisinclinándoseprofundamente—.Perdonad;pero¿todavíahoysoypara

vosunadvenedizo?Ossuplicoquemerespondáis,«monseñor».—Estetítulocausóunaligeraturbaciónalpreso;sinembargo,pareciónoadmirarsedequeselodiesen.

—Noosconozco,caballero—repusoeljoven.—¡Ah!Síyomeatreviera—dijoHerblay—tomaríavuestramanoyoslabesaría.ElcautivohizounademáncomoparadarlamanoaAramis,peroelrayoqueemanódesuspupilasse

apagóenelbordedesuspárpados,ysumanoseretirófríayrecelosa.—¡Besarlamanodeunpreso!—dijoelcautivomoviendolacabeza—.¿Paraqué?—¿Por qué me habéis dicho que aquí os encontrabais bien?—preguntó Aramis—. ¿Que a nada

aspirabais?Enunapalabra,¿porqué,alhablarasí,mevedáisqueamivezseafranco?Delaspupilasdeljovenemanóuntercerrayo;pero,comolasdosvecesanteriores,seapagósinmás

consecuencias.—¿Receláisdemí?—preguntóelprelado.—¿Porquérecelaríadevos?—Porunarazónmuysencilla,yesquesivossabéisloquedebéissaber,debéisrecelardetodos.—Entoncesnoosadmiremidesconfianza,puessuponéisqueséloqueignoro.—Me hacéis desesperar, monseñor —exclamó Aramis asombrado de tan enérgica resistencia y

descargandoelpuñosobresusillón.—Yyonooscomprendo.—Hacedporcomprenderme.Elpresoclavólamiradaensuinterlocutor.—En ocasiones —prosiguió Herblay— pienso que tengo ante mí al hombre a quien busco… y

luego…—Elhombreesequedecís,desaparece,¿noesverdad?—repusoelcautivosonriéndose.—Másvaleasí.—Decididamentenadatengoquedeciraunhombrequedesconfíademíhastaelpuntoquevos—

dijoAramislevantándose.—Yyo—replicóenelmismotonoeljoven—nadatengoquedeciralhombrequeseempeñaenno

comprenderqueunpresodeberecelardetodo.—¿Aundesusantiguosamigos?Esunexcesodeprudencia,monseñor.—¿Demisantiguosamigos,decís?¡Qué!,¿vossoisunodemisantiguosamigos?—Vamosaver—repusoHerblay—.¿Porventurayanorecordáishabervistoenotrotiempo,enla

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aldeadondepasasteisvuestraprimerainfancia…?—¿Quénombretieneesaaldea?—preguntóelpreso.—Noisy-le-Sec,monseñor—respondióAramisconfirmeza.—Proseguid—dijoelcautivosinquesurostroafirmaseonegase.—En definitiva, monseñor —repuso el obispo—, si estáis resuelto a obrar como hasta aquí, no

sigamosadelante.Hevenidoparahacerossabedordemuchascosas,escierto;perocumpleporvuestraparteme demostréis que deseáis saberlas.Convenid en que antes de que yo hablase, antes de que osdiese a conocer los importantes secretos de que soy depositario, debíais haberme ayudado, si no convuestrafranqueza,alomenosconunpocodesimpatía,yaquenoconfianza.Ahorabien,comooshabéisencerradoenunasupuestaignoranciaquemeparaliza…¡Oh!no,nomeparalizaenelconceptoquevosimagináis;porquepormuyignorantequeestéis,pormuchaquesealaindiferenciaquefinjáis,nodejáisdeserloquesois,monseñor,ynohaypoderalguno,¿looísbien?nohaypoderalgunocapazdehacerquenoloseáis.

—Os ofrezco escucharos con paciencia —replicó el preso—. Pero me parece que me asiste elderechoderepetirlapreguntaqueyaoshedirigido:¿Quiénsois?

—¿Recordáishabervisto,hacequinceodiezyochoañosenNoisy-le-Sec,auncaballeroqueveníaconunadama,usualmentevestidadesedanegrayconcintasrojasenloscabellos?

—Sí —respondió el joven—, y recuerdo también que una vez pregunté cómo se llamaba aquélcaballero,alocualmerespondieronqueeraelpadreHerblay.Porciertoquemeadmiróqueeltalpadretuvieseunairetanmarcial,yasí loexpuse,ymedijeronquenoeraextrañatalcircunstancia,supuestoqueelpadreHerblayhabíasidomosqueterodeLuisXIII.

—Pues bien—dijo Aramis—, el mosquetero de Luis XIII, el sacerdote de Noisy-le-Sec, el quedespuésfueobispodeVannesyeshoyvuestroconfesor,soyyo.

—Losé,osheconocido.—Puesbien,monseñor,siesosabéis,deboañadiralgoqueignoráis,yesquesielreyfuesesabedor

delapresenciaenestecalabozodeaquelmosquetero,deaquelsacerdote,deaquelobispo,devuestroconfesordehoy,estanoche,mañanaamástardar,elquetodolohaarrostradoparallegarhastavos,veríarelucirelhachadelverdugoenuncalabozomásnegroymásescondidoqueelvuestro.

Al escuchar estas palabras dichas con firmeza, el cautivo volvió a incorporarse, fijó con avidezcrecientesusojosenlosdeAramis,y,alparecer,cobróalgunaconfianza,puesdijo:

—Sí,lorecuerdoclaramente.Lamujerdequienmehabéishabladovinounavezconvos,yotrasdosvecesconlamujer…

—Con la mujer que venía a veros todos los meses —repuso Herblay al ver que el preso seinterrumpía.

—Estoes.—¿Sabéisquiéneraaquelladama?—Séqueeraunadamadelacorte—respondióelcautivodilatándoselelaspupilas.—¿Larecordáisclaramente?—Respecto del particular, mis recuerdos no pueden ser confusos: vi una vez a aquella la dama

acompañadadeunhombrequefrisabaenloscuarentaycinco;otravezencompañíadevosydeladamadelvestidonegroydelascintasrojas,yluegootrasdosvecesconestaúltima.Aquellascuatropersonas,

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miayo,laviejaPeronnette,micarceleroyelgobernador,sonlasúnicasconquieneshehabladoenmivida,ypuededecirselasúnicasquehevisto.

—¿LuegoenNoisy-le-Secestabaispreso?—Síaquíloestoy,allígozabadelibertadrelativa,pormásquefuesemuyrestringida.Miprisiónen

Noisy-le-Sec la formaban una casa de la que nunca salí, y un gran huerto rodeado de altísima cerca;huertoycasaquevosconocéis,pueshabéisestadoenellos.Porlodemás,acostumbradoavivirenaquelcercadoyenaquellacasa,nuncadeseésalirdeellos.Asípues,yacomprendéisquenohabiendovistoelmundo,nadapuedodesear,yquesialgomecontáis,notendréismásremedioqueexplicármelo.

—Talesmideber,ylocumpliré,monseñor—dijoAramishaciendounainclinaciónconlacabeza.—Puesempezadpordecirmequiéneramiayo.—Uncaballerobondadosoysobretodohonrado,alavezpreceptordevuestrocuerpoydevuestra

alma.Defijoquenuncaosdioocasióndequejaros.—Nunca,alcontrario;perocomomedijomásdeunavezquemispadreshabíanmuerto,deseosaber

simintióaldecírmeloosifueveraz.Seveíaobligadoacumplirlasórdenesquelehabíandado.—¿Luegomentía?—Enparte,peronorespectodevuestropadre.—¿Ymimadre?—Estámuertaparavos.—Peroviveparalosdemás,¿noesasí?—Sí,monseñor.—¿Yyoestoycondenadoavivirenlaoscuridaddeunaprisión?—exclamóeljovenmirandodehito

enhitoaHerblay.—Talcreo,monseñor—respondióAramisexhalandounsuspiro.—¿Yesoporquemipresenciaenlasociedadrevelaríaungransecreto?—Si,monseñor.—ParahacerencerrarenlaBastillaaunniño,comoerayocuandometrasladaronaquí,esmenester

quemienemigoseamuypoderoso.—Loes.—¿Másquemimadre,entonces?.—¿Porquémedirigísesapregunta?—Porque,delocontrario,mimadremehabríadefendido.—Sí,esmáspoderosoquevuestramadre—respondióelpreladotrasuninstantedevacilación.—Cuandodetalsuertemearrebataronminodrizaymiayo,ydetalmaneramesepararondeellos,es

señaldequeellosoyoconstituíamosunpeligromuygrandeparamienemigo.—Peligro del cual vuestro enemigo se libró haciendo desaparecer al ayo y a la nodriza —dijo

Aramiscontranquilidad.—¡Desaparecer!—exclamóelpreso—.Pero¿dequémododesaparecieron?—Delmodomásseguro—respondióelobispo—.Muriendo.—¿Envenenados?—preguntóelcautivopalideciendoligeramenteypasándoseporelrostrounamano

tembloroso.

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—Envenenados.—Fuerzaesquemienemigoseamuycruel.Oquelanecesidadleobliguedemanerainflexible,para

queaquellasdosinocentescriaturas,misúnicosapoyos,hayansidoasesinadosenelmismodía;porquemiayoyminodrizanuncahabíanhechomalanadie.

—Envuestracasalanecesidadesdura,monseñor,yellaestambiénlaquemeobligaconprofundopesarmío,adecirosquevuestroayoyvuestranodrizafueronasesinados.

—¡Ah!—exclamóeljovenfrunciendolascejas—.Nomedecísnadaqueyonosospechara.—¿Yenquéfundabaisvuestrassospechas?—Voyadecíroslo.El joven se apoyó en los codos y aproximó su rostro al rostro deAramis con tanta expresión de

dignidad,deabnegación,yaundiremosdereto,queelobisposintiócómolaelectricidaddelentusiasmosubíadesumarchitadocorazónyenabrasadoraschispasasucráneodurocomoelacero.

—Hablad,monseñor—repusoHerblay—.Yaoshemanifestadoque expongomividahablándoos,peroporpocoquemividavalga,ossuplicolarecibáiscomorescatedalavuestra.

—Puesbienescuchadporquésospechéquehabíanasesinadoaminodrizayamiayo…—Aquienvosdabaistítulodepadre.—Esverdad,peroyoyasabíaquenoloeramío.—¿Quéoshizosuponer?…—Lomismoquemedasuponerquevosnosoismiamigo:elrespetoexcesivo.—Yonoalientoeldesigniodeocultarlarealidad.Eljovenhizounaseñalconlacabezayprosiguió:—Esindudablequeyonoestabadestinadoapermanecerencerradoeternamente,yloqueasímelo

daaentender,sobretodoenesteinstante,eselcuidadoquesetomaronenhacerdemíuncaballerolomás cumplido. Mi ayo me enseñó cuanto él sabía, esto es, matemáticas, nociones de geometría,astronomíaesgrimayequitación.Todaslasmañanasmeejercitabaenlaesgrimaenunasaladelaplantabaja,ymontabaacaballoenelhuerto.Ahorabien,unacalurosamañanadeveranomedormíenlasaladearmas,sinquehastaentonceselmáspequeñoindiciohubiesevenidoainstruirmeoadespertarmissospechas,anoserelrespetodelayo.Vivíacomolosniños,comolospájarosylasplantas,deaireydesol,pormásquehubiesecumplidolosquince.

—¿Luegohacedeesoochoaños?—Pocomásomenos:semehaolvidadoyalamedidadeltiempo.—¿Quéosdecíavuestroayoparaestimularosaltrabajo?—QueelhombredebeprocurarcrearseenlatierraunafortunaqueDioslehanegadoalnacer;que

yo,pobre,huérfanoyoscuro,nopodíacontarmásqueconmigomismo,todavezquenohabíanihabríaquienseinteresarapormí…Comoosdecía,pues,estabayoenlasaladearmas,donde,fatigadopormileccióndeesgrima,medormí.Miayoestabaenelpisoprimero,ensucuartosituadoverticalmentesobreelmío.Deimprovisollegóalmíunaexclamaciónapagada,comosilahubieseproferidomiayo,yluegooíqueéste llamabaaPeronnette,minodriza,que indudablementesehallabaenelhuerto,puesmiayodescendióprecipitadamentelaescalera.Inquietoporsuinquietud,melevanté.Miayoabriólapuertaqueponíaencomunicaciónelvestíbuloconelhuerto,ysiguióllamandoaPeronnette…Lasventanasdelasala de armas daban al patio, y en aquel instante tenían cerrados los postigos; pero al través de unarendijadeunodeellos,vicómomiayoseacercabaaungranpozosituadocasidebajodelasventanas

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desuestudio,seasomabaalbrocal,mirabahaciaabajo,yhacíadescompasadosademanes,altiempoquevolvíaallamaraPeronnette.Ahorabien,comoyo,desdeelsitioenqueestabaatisbando,nosólopodíaver,sinotambiénoír,viyoí.

—Hacedmelamerceddecontinuar,monseñor—dijoHerblay.—Miayo,alveraminodriza;queacudióasusvoces,salióasuencuentro,laasiódelbrazo,tiró

vivamentedeellahaciaelbrocal,yencuantolosdosestuvieronasomadosalpozo,dijomiayo:—«Mirad,mirad,¡quédesventura!».—«Sosegaos,pordios»,repusominodriza.«¿Quépasa?»—«Aquella carta», exclamó mi ayo tendiendo la mano hacia el fondo del pozo. «¿Veis aquella

carta?»—«¿Quécarta?»,preguntóminodriza.—«Lacartaqueveisnadandoenelaguaeslaúltimaquemehaescritolareina».—Aloíryolapalabra«reina»,meestremecídelospiesalacabeza.¡Conque,dijeentremí,elque

pasa por mi padre, el que incesantemente me recomienda la modestia y la humildad, está encorrespondenciaconlareina!

—«¿La última carta de SuMajestad?», dijo mi nodriza, como si no le hubiese causado emociónalgunaelveraquellacartaenelfondodelpozo.«¿Cómohaidoalpararallí?»

—«Una casualidad, señora Peronnette», respondió mi ayo. «Al entrar en mi cuarto he abierto lapuerta,ycomotambiénestabaabiertalaventana,sehaformadounacorrientedeairequehahechovolarunpapel.Yo,alverelpapel,heconocidoenéllacartadelareina,ymeheasomadoapresuradamentealaventanalanzandoungrito;elpapelharevoloteadoporuninstanteenelaireyhacaídoenelpozo».

—«Puesbien»,objetólanodriza.«Eslomismoquesiestuviesequemada,ycomolareinacadavezquevienequemasuscartas…»

—«¡Cada vez que viene!», murmuré—dijo el preso. Y fijando la mirada en Aramis, añadió—:¿Luegoaquellamujerqueveníaavermetodoslosmeseseralareina?

Aramishizounaseñalafirmativaconlacabeza.—«Bien, sí», repuso mi ayo. «Pero esa carta encerraba instrucciones, y ¿cómo voy yo ahora a

cumplirlas?»—«¡Ah!lareinanoquerrácreerenesteincidente»,dijoelbuensujetomoviendolacabeza.«Pensará

que me he propuesto conservar la carta para convertirla en un arma. ¡Es tan recelosa y el señor deMazarinotan…!Esemalditoitalianoescapazdehacernosenvenenaralaprimerasospecha».

Aramismoviócasiimperceptiblementelacabezaysesonrió.—«¡SontansuspicacesentodoloqueserefiereaFelipe!»,continuómiayo.Felipeeselnombreque

medaban—repusoelcautivointerrumpiendosurelato.Luegoprosiguió:—«Puesnohayquetitubear»,repusolaseñoraPeronnette.«Esprecisoquealguienbajealpozo».—«¡Paraqueelquesaquelacartalaleaalsubir!»—«Hagamosquebajealgúnaldeanoquenosepaleerasíestaréistranquilo».—«Bueno»,dijomiayo.«Peroelquebajealpozo¿novaaadivinarlaimportanciadeunpapelpor

el cual se arriesga la vida de un hombre? Con todo eso acabáis de inspirarme una idea, señoraPeronnette;alguienvaabajaralpozo,esverdad,peroesealguiensoyyo».

—Pero al oír semejante proposición, mi nodriza empezó a llorar de tal suerte y a proferir tales

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lamentos;suplicócontalesinstanciasalancianocaballero,queésteleprometióbuscarunaescalerademanobastantelargaparapoderbajarhastaelpozo,mientrasellasellegabaalcortijoensolicituddeunmozodecidido,alcualdaríanaentenderquehabíacaído,envueltaenunpapel,unaalhajaenelagua.

—«Ycomoelpapel»,añadiómiayo,«enelaguasedesdobla,nocausaráextrañezaelencontrarlacartaabierta».

—«Quizásyasehayaborrado»,objetóminodriza.—«Poco importa, con tal que la recuperemos. La reina, al entregársela, verá que no la hemos

traicionado,y,porconsiguiente,Mazarinonodesconfiará,ninosotrostendremosquetemerdeél».—Tomandoestaresolución,miayoyminodrizasesepararon.Yovolvíalcerrarelpostigo,y,alver

quemiayosedisponíaaentrardenuevo,merecostéenmisalmohadones,perozumbándomelosoídosacausa de lo que acababa de oír. Pocos segundos después mi ayo entreabrió la puerta y, al vermerecostado en los almohadones, volvió a cerrarla poquito al poco en la creencia de que yo estabaadormecido.Apenascerradalapuerta,volvíalevantarme,y,prestandooídoatento,oícomosealejabaelrumordelaspisadas.Luegomevolvíamipostigo,yvisaliramiayoyaminodriza,quemedejaronsolo.Entonces, y sin tomarme siquiera lamolestia de atravesar el vestíbulo, salté por la ventana,meacerquéapresuradamentealpozo,y,comomiayo,measoméaélyvialgoblanquecinoyluminosoquetemblequeaba en los trémulos círculos de la verdosa agua. Aquel brillante disco me fascinaba y meatraía;misojosestabanfijos,ymirespiraciónerajadeante;elpozomeaspirabaconsuanchaboca,ysuheladoaliento,ymeparecíaleeralláenelfondodelagua,caracteresdefuegotrazadosenelpapelquehabía tocado la reina.Entonces, inconscientemente,animadoporunodeesosarranques instintivosquenosempujanalaspendientesfatales,atéunadelasextremidadesdelacuerdaalhierrodelpozo,dejécolgarhastaflordeaguaelcubo,cuidandodenotocarelpapel,queempezabaatomaruncolorverdoso,pruebaevidentedequeibasumergiéndose,ytomandounpedazodelienzomojadoparanolastimarmelasmanos,medeslicéalabismo.Alvermesuspendidoencimadeaquellaaguasombría,yalnotarqueelcieloibaachicándoseencimademicabeza,seapoderódemíelvértigoysemeerizaronloscabellos;peromivoluntadfuesuperioramiterroryamimalestar.Asílleguéhastaelaguay,sosteniéndomeconunamano,mezambullí resueltamenteenellay toméelpreciosopapel,que separtióendosentremisdedos.Ya enmi poder la carta, la escondí enmi pechera, y ora haciendo fuerza con los pies en lasparedesdelpozo,erasosteniéndomecon lasmanos,vigoroso,ágil,ysobre todoapresurado, lleguéalbrocal,quequedócompletamentemojadoconelaguaquechorreabadelaparte inferiordemicuerpo.Unavezfueradelpozoconmibotín,mefuialoúltimodelhuerto,conlaintenciónderefugiarmeenunaespeciedebosquecilloqueallíhabía,peronobiensentélaplantaenmiescondrijo,sonólacampanadelapuertadeentrada.Acababaderegresarmiayo.Entoncescalculéquemequedabandiezminutosantesqueaquélpudiesedarconmigo,si,adivinando,dóndeestabayo,veníadirectamenteamí,yveintesisetomaba lamolestia de buscarme, lo cual eramás que suficiente para que yo pudiese leer la preciosacarta,delaquemeapresuréajuntarlosfragmentos.Loscaracteresempezabanaborrarse,peroapesardeelloconseguídescifrarlos.

—¿Quédecíalacartaaquella,monseñor?—preguntóAramisvivamenteinteresado.—Lobastanteparadarmeaentenderquemiayoeranoble,yqueminodriza,sibiennodamadealto

vuelo, eramásqueuna sirvienta; y, porúltimo,quemi cuna era ilustre, todavezque la reinaAnadeAustriayelprimerministroMazarinomerecomendabandetaneficazmanera.

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—¿Yquésucedió?—preguntóHerblay,alverqueelcautivosecallaba,porlaemoción.—Loquesucediófuequeelobrero llamadopormiayonoencontrónadaenelpozo,pormásque

buscó;quemiayoadvirtióqueelbrocalestabamojado,queyonomesequélobastantealsol;queminodrizareparóquemisropasestabanhúmedas,y,porúltimo,queelfrescodelaguaylaconmociónquemecausóeldescubrimiento,medieronuncalenturóntremendoseguidodeundelirio,duranteelcualtodolo dije, de modo que, guiado por mis propias palabras, mi ayo encontró bajo mi cabecera los dosfragmentosdelacartaescritaporlareina.

—¡Ah!ahoracomprendo—exclamóAramis.—Desde aquel instante no puedohablar sino por conjeturas.Es indudable quemi pobre ayoymi

desventuradanodriza,noatreviéndoseaguardarelsecretodeloquepasó,seloescribieronalareina,enviándolealmismotiempolospedazosdelacarta.

—DespuésdelocualosarrestaronyostrasladaronalaBastilla.—Yaloveis.—Yvuestrosservidoresdesaparecieron.—¡Ay,sí!—Dejemosalosmuertos—dijoelobispodeVannes—yveamosquépuedehacerseconelvivo.¿No

mehabéisdichoqueestabaisresignado?—Yoslorepito.—¿Sinqueosimportelalibertad?—Sí.—¿Yquenadaambicionabaisnideseabais?¡Qué!,¿oscalláis?—Yahehabladomásquesuficiente—respondióelpreso—.Ahoraostocaavos.Estoyfatigado.—Voy a obedeceros—repusoAramis. Se recogiómientras su fisonomía tomaba una expresión de

solemnidadprofunda.SeveíaquehabíallegadoalpuntoculminantedelpapelquefueraarepresentarenlaBastilla.

—Enlacasaenquehabitabais—dijoporfinHerblay—nohabíaespejoalguno,¿noesverdad?—¿Espejo?Noentiendoquéqueréisdecir,ninuncaoísemejantepalabra—repusoeljoven.—Sedaelnombredeespejoalunmueblequereflejalosobjetos,ypermite,verbigracia,queunovea

lasfaccionesdesupropiaimagenenuncristalpreparado,comovosveislasmíasasimplevista.—No,nohabíaenlacasaespejoalguno.—Tampoco lo hay aquí—dijoAramis después de habermirado a todas partes—.Veo que en la

BastillasehantomadolasmismasprecaucionesqueenNoisy-le-Sec.—¿Conquéfin?—Luego lo sabréis.Me habéis dicho que os habían enseñadomatemáticas, astronomía, esgrima y

equitación;peronomehabéishabladodehistoria.—AvecesmiayomecontabalashazañasdelreysanLuis,deFranciscoIydeEnriqueIV.—¿Nadamás?—Casinadamás.—Tambiénestoeshijodelcálculo;asícomoosprivarondeespejos,quereflejan lopresente,han

hechoqueignoréislahistoria,quereflejalopasado,Ycomodesdequeestáispresooshanquitadoloslibros,desconocéismuchascosasconayudadelascualespodríaisreconstruirelderrumbadoedificiode

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vuestrosrecuerdosodevuestrosintereses.—Esverdad—dijoelpreso.—Pues bien, en sucintos términos voy al poneros al corriente de lo que ha pasado en Francia de

veintitrésaveinticuatroañosaestaparte,esdecirlafechaprobabledevuestronacimiento,oloqueeslomismo,desdeelmomentoqueosinteresa.

—Decid—dijo el joven, recobrando su actitud seria y recogida. Entonces Aramis le contó, congrandesdetalles,lahistoriadelosúltimosañosdeLuisXIIIyelnacimientomisteriosodeunpríncipe,hermanogemelodeLuisXIV.Elprisionerooyóesterelatoconlamásvivaemoción.

—Doshijosmellizoscambiaronenamarguraelnacimientodeunosolo,porqueenFrancia,yestoesprobablequenolosepáis,elprimogénitoesquiensucedeeneltronoalpadre.

—Losé.—Y los médicos y los jurisconsultos —añadió Aramis— opinan que cabe dudar si el hijo que

primerosaledelclaustromaternoeselprimogénitosegúnlaleydeDiosydelanaturaleza.Elpresoahogóungritoysepusomásblancoquelassábanasquelecubríanelcuerpo.—Fácil os será ahora comprender que el rey —continuó el prelado—, que con tal gozo viera

aseguradasusucesión,seabandonasealdoloralpensarqueenvezdeunoteníadosherederos,yquetalvezelqueacababadenaceryeradesconocido,disputaríaelderechodeprimogenituraalquevinieraalmundo dos horas antes, y que, dos horas antes había sido proclamado. Así pues, aquel segundo hijopodía,coneltiempoyarmadodelosinteresesodeloscaprichosdeunpartido,sembrarladiscordiaylaguerracivilenelpueblo,destruyendoipsofactoladinastíaalacualdebíaconsolidar.

—Comprendo,comprendo—murmuróeljoven.—Heahíloquedicen,loqueafirman—continuóAramis—.HeahíporquéunodeloshijosdeAna

deAustria, indignamenteseparadodesuhermano, indignamentesecuestrado, reducidoa laobscuridadmásabsoluta,hadesaparecidodetalsuerteque,exceptosumadre,nohayenFranciaquiensepaquetalhijoexiste.

—¡Sí,sumadrequelohaabandonado!—exclamóelcautivoconacentodedesesperación.—Exceptoladamadelvestidonegroylascintasencarnadas—prosiguióHerblay—,yexcepto,por

fin…—Exceptovos,¿noesverdad?Vos,quevenísacontarmeesahistoriayadespertarenmialma la

curiosidad,elodio, laambición,y¿quiénsabe?quizá la seddevenganza;exceptovos,que si soiselhombreaquienespero,elhombredequemehablaelbillete,enunapalabra,elhombrequeDiosdebeenviarme,traéis…

—¿Qué?—preguntóAramis.—ElretratodelreyLuisXIV,queenestemomentosesientaeneltronodeFrancia.—Aquíestáelretrato—replicóelobispoentregandoalpresounartísticoesmalteenelcualseveía

laimagendeLuisXIV,altivo,gallardo,viviente,pordecirloasí.Elpresotomóconavidezelretratoyfijóenéllosojoscualsihubiesequeridodevorarlo.—Y aquí tenéis un espejo, monseñor—dijo Herblay, dejando al joven el tiempo necesario para

anudarsusideas.—¡Tanencumbrado!, ¡tan encumbrado!—murmuróelpresodevorandocon lamiradael retratode

LuisXIVysupropiaimagenreflejadaenelespejo.

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—¿Quéopináis?—preguntóentoncesAramis.—Queestoyperdido—respondióeljoven—.Queelreynuncameperdonará.—Puesyomepregunto—replicóelobispofijandoenelpresounamiradabrillanteysignificativa—

cuáldelosdoseselrey,sielquerepresentaelretrato,oelquereflejaeseespejo.—Elreyeselquesesientaeneltrono,quenoestáspreso,yque,alcontrariomandaaprisionaralos

demás.Larealezaeselpoder,yyaveisqueyonotengopoderalguno.—Monseñor—dijoHerblay con respetomás profundo que hasta entonces—, tened por entendido

que,siqueréis,seráelreyelque,alsalirdelaprisiónsepasostenerseeneltronoenelquelecolocaránsusamigos.

—Nometentéis—dijoconamarguraelcautivo.—No flaqueéis, monseñor —persistió con energía el obispo—. He traído todas las pruebas de

vuestracuna,consultadlas,demostraosavosmismoquesoishijodelrey,y,después,obremos.—No,esimposible.—Anoserque—añadióconironíaelprelado—seacorrienteenvuestraestirpequelospríncipes

excluidosdeltronoseantodoselloscobardesysinhonor,comovuestrotíoGastóndeOrleansqueunayotravezconspirócontrasuhermanoelreyLuisXIII.

—¿Mi tíoGastón deOrleans conspiró contra su hermano?—exclamó el príncipe despavorido—.¿Conspiróparadestronarlo?

—Sí,monseñor.—¿Quémedecís?—Lapuraverdad.—¿Ytuvoamigos…fieles?—Comoyolosoyvuestro.—¿Ysucumbió?—Sí,monseñor,peroporsuculpa,ypararescatar,nosuvida,porquelavidadelhermanodelreyes

sagrada,inviolable,sinopararescatarsulibertad,vuestrotíosacrificóhoy,elbaldóndelahistoriaylaexecracióndeinnumerablesfamiliasnoblesdelreino.

—Comprendo—repusoelpríncipe—.Ymitío¿matóasusamigospordebilidadoportraición?—Pordebilidad;locualequivalesiemprealatraiciónenlospríncipes.—¿No puede uno sucumbir por incapacidad, por ignorancia? ¿Estimáis vos que un pobre cautivo

comoyo,nosolamenteeducadolejosdelacorte,mastambiéndelasociedad,puedaayudaralosamigosqueintentarensalvarlo?

Yenel instanteenqueAramis ibaa responder, el jovenexclamóde improvisoycon ímpetu,querevelóelardordesusangre:

—Sí,hablamosdeamigos;pero¿atítulodequétendríayoamigos,cuandonohayquienmeconozca,y,paraagenciármelos,notengolibertad,dinero,nipoder?

—YahetenidolahonradeofrecermeaVuestraAltezaReal—dijoAramis.—Nomedeisesecalificativo;esunairrisiónounacrueldad.¿Parahablarmedegrandeza,depodery

aunderealezadebíaisescogerunaprisión?Queréishacermecreerenelesplendor,ynosocultamosenlastinieblas.Meensalzáisenlagloria,yahogamosnuestraspalabrasbajolascolgadurasdeestacama.Mehacéisvislumbrarlaomnipotencia,yoigoenelcorredorlospasosdelcarcelero,pasosqueoshacen

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temblaravosmásquenoamí.Paraqueseayomenosincrédulo,arrancadmedelaBastilla;dadaireamispulmones,espuelasamistalones,unaespadaamibrazo,yempezaremosaentendernos.

—Yaesmiintencióndarostodoeso,ymás,monseñor;pero¿loqueréisvos?—Noheacabadotodavía—repusoeljoven—.Séquehayguardiasentodaslasgalerías,cerrojosen

todaslaspuertas,cañonesysoldadosentodoslosrastrillos.¿Cómovenceréisvosalosguardias?,¿cómoclavaréisloscañones?¿Conquéromperéisloscerrojosylosrastrillos?

—¿Cómohallegadoavuestrasmanoselbilleteenelcualosheanunciadomivenida,monseñor?—Paraunbilletebastasobornarauncarcelero.—Puesquiendiceuncarcelero,dicediez.AdmitoqueseaposiblearrancardelaBastillaaunpobre

preso, que lo escondan en sitio donde los agentes del rey no puedan tomarlo, y que nutranconvenientementealdesventuradoenunasiloincógnito.

—¡Ah!monseñor—repusoAramissonriéndose.—Admitoqueelquehiciese talpormí, fueseyamásqueunhombre;más siendoyo, comodecís,

príncipe,hermanoderey,¿cómovaisadevolvermelacategoríaylafuerzaquemimadreymihermanomehan ocultado?Si debo pasar una vida de rencores y de luchas, ¿cómoharéis que yo venza en loscombatesyseainvulnerableamisenemigos?¡Ah!antesbiensepultadmeennegracavernayenlomásintrincadodeunamontaña:proporcionadmelaalegríadeoírenlibertadlosrumoresdelríoydelllano,deverenlibertadelsol,elfirmamento,lastempestades;estomebasta.Nomeprometáismás,porquenopodéisdarmemásyelengañarmeseríauncrimen,tantomáscuantoosllamáismiamigo.

—Monseñor—repuso Aramis después de haber escuchado respetuosamente—, admiro el firme yrectocriterioquedictavuestraspalabras,ymehuelgomuchodehaberadivinadoenvosamirey.Semehabía olvidado deciros, monseñor, que si os dignara dejaros guiar por mí, sí consintierais en ser elpríncipemáspoderosodelatierra,serviríaislosinteresesdelosmuchosamigosqueestándispuestosasacrificarseporeltriunfodevuestracausa.

—¿Muchosdecís?—Muchos,sí,ycontodoesomásimportantesporsupoderíoquenoporelnúmero.—Explicaos.—Nopuedo;peroos juroanteDiosquemeescucha,quemeexplicaréeldíamismoenqueosvea

sentadoeneltronodeFrancia.—Pero¿ymihermano?—Seréisvoselárbitrodesusuerte.¿Acasolecompadecéis?—¡Quién!,¿yocompadeceralquemehacepudrirenuncalabozo?¡Nunca!—¡Enhorabuena!—Siélmismohubiesevenidoaestecalabozo,y,tomándomelamano,mehubiesedicho:«Hermano

mío,Dios nos ha creado para que nos amemos, no para combatirnos.Vengo a vos, hermanomío.Unperjuiciobárbarooscondenabaaperecerenlaobscuridad,lejosdeloshombres,privadodetodoslosgoces, y yo quiero que os sentéis junto a mí, y ceñiros la espada de mi padre ¿Aprovecharéis estareconciliaciónparadestruirmipoderoparaoprimirme?¿Haréisusodeesaespadaparaderramarmisangre?…»,lehubierarespondidoyo«¡Oh!no,osmirocomoamisalvador,yosrespetarécomoareymío.Medaismuchomás que nome había dadoDios. Por vos, gozo de la libertad: por vos tengo elderechodeamaryseramadoenestemundo».

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—¿Yhabríaiscumplidovuestrapalabra,monseñor?—Sí.Mas,¿quémedecísdeladmirableparecidoqueDiosmehadadoconmihermano?—Que tal parecido encerraba un aviso providencial que el rey debió no haber despreciado: que

vuestra madre ha cometido un crimen al hacer diferentes en dicha y en fortuna a aquellos que lanaturalezacrearatanparecidosensuseno,yqueelcastigodebereducirsearestablecerelequilibrio.

—¿Locualsignifica?…—Quesiosdevuelvovuestrositioeneltronodevuestrohermano,vuestrohermanotomaráaquíel

vuestro.—¡Ay!,¡sepadecemuchoenunaprisión,sobretodocuandosehabebidoconabundanciaenlacopa

delavida!—Vuestraaltezaquedarálibredehacerloquemásleplazca;perdonesibienleparece,unavezhaya

castigado.—Estábien.YahoradejadqueosdigaquenovolveréaescucharossinofueradelaBastilla.—IbaadeciraVuestraAltezaquesólomecabríalahonradeverosunavezmás.—¿Cuándo?—Eldíaquemipríncipesalgadeestelúgubrerecinto.—Diososescuche.¿Dequémanerameavisaréis?—Vendréporvos.—¿Vosmismo?—No salgáis de este aposento sino conmigo, monseñor, y si en mi ausencia os compelen a ello,

recordadquenoserádemiparte.—¿Luegosobreelparticularnodebodecirpalabraapersonaalgunamásqueavos?—Únicamenteamí—respondióAramisinclinándoseyasiendolamanoqueletendióelpreso.—Caballero—dijoelcautivoafectuosamente—.Sihabéisvenidoparadevolvermeelsitioquedios

mehabíadestinadoalsoldelafortunaydelagloria:si,porvuestramediación,meesdadovivirenlamemoriade loshombres, y honrarmi estirpe con actosgloriososopor el bienquehayahecho amispueblos,si,desdelatristísimasituaciónenquelanguidezco,suboalacumbredeloshonores,sostenidoporvuestragenerosamano,compartirémipoderymigloriaconvos,aquienbendigo,aquiendoydetodocorazónlasgracias.Yaunquedaréispocopagado;siempreserá incompletavuestraparte,porquenuncaconseguirécompartirconvostodaladichaquemehabéisproporcionado.

—Monseñor—dijo Aramis, conmovido ante la palidez y el arranque del preso—, la nobleza devuestraalmamecolmadegozoydeadmiración.Noostocaavosdarmelasgracias,sinoalospueblosdeloscualeslabraréisladicha,avuestrosdescendientes,aquienesharéisilustres.Esverdad,monseñor,medeberéismásquelavida,puesoshabrédadolainmortalidad.

ElcautivotendiólamanoalAramis,yalverqueésteselabesabaderodillas,lanzóunaexclamacióndeseductivamodestia.

—Eselprimerhomenajeprestadoanuestrofuturorey—dijoelprelado—.Cuandovuelvaaveros,osdiré:«Buenosdías,Sire».

—Hastaaquelmomentonomásilusiones,nomásluchas,porquemividasequebrantaría—exclamóeljovenllevándosealpechosusblancosyflacosdedos—.¡Oh!,¡quépequeñoesestecalabozo,québajaesaventana,quéestrechasesaspuertas!¿Cómopuedehaberpasadoporellas,cómopuedehabercabido

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aquítantoorgullo,tantafelicidad,tantoesplendor?—VuestraAltezamecolmadesatisfacciónalsuponerqueyohetraídocuantoacabademanifestar.Dichasestaspalabras,Aramisseacercóalapuertayllamóaellaconlosnudillos.Casiinmediatamentedespuéselcarceleroabrió,acompañadodelgobernador,quien,devoradoporla

inquietudyeltemor,empezabaaescucharalapuertadelcalabozo.Por fortuna ninguno de los dos interlocutores se había olvidado de bajar la voz, aun en los más

impetuososarranquesdelapasión.—¡Quéconfesióntanlarga!—dijoBaisemeauxhaciendounesfuerzoparareírse—.¿Quiéndijeraque

unrecluso,unhombrepocomenosquedifunto,pudiesehabercometidotantosytanlargospecados?Aramisguardósilencio.NoveíaelinstantedesalirdelaBastilla,delaqueaumentabaentercioy

quintoelpesodelasmurallaselsecretoqueloabrumaba.—Hablemosdenegocios,miqueridogobernador—dijoAramisasíquehubollegadoalaposentode

Baisemeaux.—¡Ay!—exclamóportodarespuestaelgobernador.—¿Notenéisquepedirmemireciboporcientocincuentamillibras?—dijoelprelado.—Y pagar el primer tercio de ellas —añadió el pobre gobernador exhalando un suspiro y

adelantandotrespasoshaciasuarmariodehierro.—Aquíestáelrecibo—dijoAramis.—Yaquíestáeldinero—repusoBaisemeauxlanzandounasartadesuspiros.—Laordensólomehadichoqueosentregaraunrecibodecincuentamillibras—dijoHerblay—,no

queyocobrasedinero.Adiós,señorgobernador.Aramissalió,dejandoaBaisemeauxmásquesofocadoporlasorpresaylaalegría,enpresenciade

aquelregaloregiohechocontaldesprendimientoporelconfesorextraordinariodelaBastilla.

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Lacolmena,lasabejasylamiel

DespuésdesuvisitaalaBastillayatodaprisallegóaSanMandéelobispodeVannes.TodalaparteizquierdadelpisoprimeroestabadestinadaalosepicúreosmáscélebresdeParísyal

losmásfamiliaresdelacasa,ocupadoscadacualensupuesto,comoabejasensusalvéolos,enproducirunamieldestinadaalpanalrealqueFouquetpensabaserviraSuMajestaddurantelasfiestas.

Pelissón,meditabaelprólogodelos«Importunos»,comediaentresactosquedebíahacerrepresentarMoliére;LoretescribíaanticipadamentelacrónicadelasfiestasdeVaux;LaFontaineibadeunoenotro,comodeflorenflorlasabejas,distraído,incómodo,insoportable,zumbandoysusurrandoalaespaldadecadaunomilimpertinenciaspoéticas.YtantasincomodóaPelissón,queéstelevantólacabezayledijoconvozdestemplada:

—Alomenostomadparamíunconsonante,yaqueospaseáisporlosjardinesdelParnaso.—¿Quéconsonantedeseáis?—preguntóelfabulista,comolellamabalaSevigné.—Unconsonantea«luz».—«Capuz»—respondióLaFontaine.—¡Hombre!nocuelahablardecapucescuandounoensalzalasdeliciasdeVaux—dijoLoret.—Ademásdeque«luzycapuz»noconsuenan—repusoPelissón.—¡Cómoquenoconsuenan!—exclamóLaFontaineconademándesorpresa.—No;yoadviertoquetenéisunacostumbremalísima,tanmala,queaelladeberéiselnollegarnunca

aserverdaderopoeta.Rimáisqueesunalástima.—¿Deverasopináisasí,Pelissón?—dijoLaFontaine.—Deveras.Noolvidéisqueunconsonantenuncaesbuenocuandopuedehallarseotromejor.—Digoque todamividaseréun jumento,miqueridocompañero—dijoLaFontaineexhalandoun

profundosuspiro—.Porloqueseve,rimodesastrosamente.—Hacéismal.—¿Loveis?soyunfaquín.—¿Quiéndicetal?—Pelissón.¿Nomehabéisdichoqueyoeraunfaquín,Pelissón?—Pelissónabsortootravezenla

composicióndesuprólogo,seguardódecontestar.—SiPelissónhadichoqueeraisunfaquín—repusoMoliére—,oshainferidounaofensagrave.—¿Deveras?—Ypuessoisnoble,osaconsejoquenodejéisimpunetalinjuria.—¡Ay!—exclamóLaFontaine.

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—¿Oshabéisbatidoalgunavez?—Una,conuntenientedecaballeríaligera.—¿Quéoshizo?—Parecequesedujoamimujer.—¡Ah!—repusoMoliérepalideciendoligeramente.Perocomoaloír loqueacababadedecirLaFontaine, losdemáshabíanvueltoel rostro.Moliére

conservóensuslabiossuburlonasonrisa,ycontinuóhaciendohablaralfabulista,aquienpreguntó:—¿Quéresultódelduelo?—Resultóquemiadversariomedesarmó,yluegoydespuésdedarmetodaclasedesatisfacciones,

meprometiónovolveraponernuncamáslospiesenmicasa.—¿Yvososdisteisporsatisfecho?—preguntóMoliére.—Alcontrario.Recogímiespada,y ledijeamiadversarioquenomehabíabatidoconélporque

fueseelamantedemimujer,sinoporquemehabíandichoquedebíabatirme:yquecomonuncahabíasidoyotandichosocomoenaqueltiempo,mehicieselamerceddecontinuarfrecuentandomicasa,comoantes,sopenadereanudarelduelo.Demodoqueeltenientesevioobligadoaseguirgalanteandoamimujer,yyocontinuésiendoelmaridomásfelizdelatierra.

AloírlaspalabrasdeLaFontaine,todosserieron.EnesteaparecióelobispodeVannes,conunrollodeplanosypergaminosdebajodelbrazo.Comosielángeldelamuertehubieseheladoaquellasvivasyplacenterasimaginaciones,todoquedó

repentinamenteenvueltoenelmásprofundosilencio,ycadacualrecobrósuimpasibilidadysupluma.Aramisdistribuyóesquelasdeconviteentrelospresentes,ylesdiolasgraciasennombredelseñor

Fouquet.Díjolesqueretenidoelsuperintendenteensugabineteporeltrabajo,solicitabadeaquellosqueleenviasenalgodesulabordeldíaparahacerleolvidaraéllafatigadesutrabajonocturno.

Estaspalabrashicieronbajar la frentea todos.HastaLaFontainesesentóaunamesayempezóaescribir velozmente. Pelissón puso en limpio su prólogo;Moliere entregó cincuenta versos calentitos,Loret, su artículo sobre lasmaravillosas fiestas de que el se hiciera profeta, yAramis encargado derecogerelbotíncomoelreydelasabejas,sevolvióasushabitaciones,silenciosoyatareado,despuésdehaberdichoaloscircunstantesquesepreparasenparaponerseencaminoeldíasiguienteporlatarde.

—Enestecasotengoqueavisaralosdemicasa—dijoMoliere.—¡Ah!esverdad—repusoLoretsonriéndose—.ElpobreMoliere«ama»asumujer.—«Amo»,sí—replicóMolieresonriéndosedemanerasuaveytriste—.«Amo»,peroestonoquiere

decirque«meamen».—PuesyoestoysegurodequemeamanenChateau-Thierry—dijoLaFontaine.EnestovolvióaentrarAramis,ypreguntó:—¿Quiénsevieneconmigo?VoyadecirdospalabrasalseñorFouquet,ydentrodeuncuartodehora

salgoparaParís.Ofrezcomicarroza.—Comotengoprisa,acepto—dijoMoliere.—Yo como aquí —repuso Lores—. Gourville me ha ofrecido langostines… ¿Habéis oído?

¡Langostines!…Vaya,LaFontaine,buscaunaconsonante.AramissalióencompañíadeMolierecomoélsabíahacerlo,yalllegaralpiedelaescaleraoyóque

LaFontaineentreabríalapuertaydecíaavoces:

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—¿Tehaofrecidolangostines?—Élsesabráconquéfines.LascarcajadasdelosepicúreosredoblaronyllegaronhastalosoídosdeFouquet,enelinstanteen

queAramisabríalapuertadesugabinete.Moliere, se había encargado de ordenar que engancharan, mientras Herblay iba a ver al

superintendenteparaponersedeacuerdoconél.—¡Cómoríenarriba!—dijoFouquetexhalandounsuspiro.—¿Yvosnoosreís,monseñor?—Yaseacabóparamíelreír,señordeHerblay.—Lafiestaseacerca.—Yeldinerosealeja.—¿Nooshedichoyrepetidoqueesocorríademicuenta?—Mehabéisofrecidomillones.—EstaránenvuestropoderaldíasiguientedelaentradadelreyenVaux.Fouquet dirigió una escrutadoramirada aAramis, y se pasó una heladamano por su humedecida

frente.Aramis comprendióque el superintendentedudabade él, o conocía la imposibilidadenque sehallabadehacersecondinero;porque,¿cómopodíaFouquetsuponerqueunpobreobispo,antiguocura,antiguomosquetero,lohallase?

—¿Porquédudáis?—preguntóAramis.Yalverqueelsuperintendenteselimitabaasonreírseyamoverlacabeza,añadió—:¡Hombredepocafe!

—MiqueridoseñordeHerblay—repusoFouquet—.Sicaigo…—¿Qué?—Alomenoscaerédetaninmensaaltura,queenmicaídamedesmenuzaré.—Ymoviendolacabeza

comoparasustraerseasímismo,preguntó—:¿Dedóndevenís,mibuenamigo?—DeParís.—¡Ah!—DecasadePercerín.—¿Aqué habéis ido a casa dePercerín? Porque supongo que no dais una importancia tan grande

comoesoalostrajesdenuestrospoetas.—MehallevadoacasadePerceríneldeseodeproporcionarunasorpresa.—¡Unasorpresa!¿Quéesello?—Unasorpresaquevaisadaralrey.—¿Costarácara?—¡Bah!ciendoblonesparaLeBrun.—¿Unapintura?Mealegro.Pero¿quédeberepresentarlapinturaesa?—Yaoslodiréluego.Depaso,ypormásquedigáis,heinspeccionadolostrajesdenuestrospoetas.—¿Sonelegantes,ricos?—Magníficos;pocosgrandesseñores losostentaránparecidos.Asíseverá ladiferenciaquevade

loscortesanosdelariquezaalosdelaamistad.—¡Agudoygenerosocomosiempre,miqueridoprelado!—Pertenezcoavuestraescuela.

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—¿Yadóndevaisahora?—preguntóFouquetestrechandolamanodeHerblay.—Aparísencuantomedaisunacarta.—¿Paraquién?—ParaLyonne.—¿QuédeseáisdeLyonne?—Unauto.—¡Unauto!¿QueréisencerraraalguienenlaBastilla?—Alcontrario,quieroquesalgadeellaciertoindividuo.—¿Quién?—Unpobrediablo,unjoven,unniñoqueestáencerradovayaparadiezañosporhaberescritodos

versoslatinoscontralosjesuitas.—¡Pordosversoslatinos!¿Ynadamásquepordosversoslatinoshacediezañosqueestápresoel

infeliz?—Sí.—¿Ynohacometidootrocrimen?—Apartededichosdosversos,esinocentecomovosyyo.—¿Palabra?—Palabra.—¿Cómosellama?—Seldón.—Enverdadesexcesivo.¿Perocómosabiendoesonomehabíaisadvertido?—Porquehastaayernomelodijolamadredeldesventurado.—¿Yestápobreesamujer?—Estáenlamiseriamásespantosa.—¡OhDios!—exclamóFouquet—.Alasvecespermitís tales injusticias,quemeexplicoquehaya

infortunadosquedudendevos.Tomad,señordeHerblay.Dichasestaspalabras,elsuperintendentetomóunaplumayescribióvelozmentealgunaslíneasasu

compañeroLyonne.Aramistomóelpapelyseencaminóalapuerta.—Guardaos—dijoFouquet,abriendosucajónysacandodiezlibranzasdeamillibrasquehabíaen

él—.Hacedquesalgaelhijo,yentregadestaslibranzasalamadre;perosobretodonoledigáis…—¿Qué,monseñor?—Queconesotienediezmillibrasmásqueyo,puesdelocontrariodiríaqueyosoyunpobrísimo

superintendente.Id,yesperoqueDiosbendigaalosquepiensanenlospobres.—Tambiényoloespero—dijoAramisbesandolamanodeFouquetysaliendoapresuradamentecon

la carta para Lyonne, las libranzas para lamadre de Seldón, y llevándose consigo aMoliere, que yaempezabaaimpacientarse.

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OtracenaenlaBastilla

SonabanlassietedelatardeenelgranrelojdelaBastilla.Eralahoradelacenadelospobrescautivos.Laspuertas,rechinandosobresusdescomunalesgoznes,dabanpasoalasfuentesyalascestasatestadasdemanjares,cuyadelicadeza,comoelmismoBaisemeauxnoslohadadoaconocer,seapropiabaalacondicióndeldetenido.

Aquéllaeratambiénlahoraenquecenabaelgobernador,queaqueldíateníaunconvidado,porlocualelasadorvolteabamáscargadoquedecostumbre.

Lacenadelgobernador,apartedelassopasylosentremeses,secomponíadeunlebratomechado,ceñidodeperdicesasadasqueasuvezestabanrodeadasdecodornices,gallinasensalsa,jamónfritoyrociadoconvinoblanco,cardosdeGuipúzcoaylangostines.

Baisemeaux, sentado a la mesa, se restregaba las manos y miraba al obispo de Vannes, el cual,vestido a lo caballero, con altas botas y la espada al cinto, no cesaba de hablar de su hambre ydemostrabalamásvivaimpaciencia.

Elgobernadornoestabaacostumbradoa las familiaridadesde sugrandezamonseñordeVannes,yaquellanoche,Aramis,quesehabíapuestountantoalegre,hacíaconfidenciatrasconfidencia.Elpreladose convirtió casi en mosquetero, y tocó los límites de la desenvoltura. Respecto de Baisemeaux, seentregó en cuerpo y alma y con la facilidad de las gentes vulgares, a la momentánea llaneza de sucomensal.

—Caballero—exclamóelgobernador—yperdonadqueasíosllame,puesenverdadestanochenomeatrevoallamarosmonseñor.

—No,llamadmecaballero—repusoAramis—,traigobotas.—Puesbien,caballero,¿sabéisaquiénmerecordáisestanoche?—No—respondióAramisescanciándosevino—,perosupongoqueaunbuencomensalvuestro.Adosmerecordáis…dospersonas,unadeellasmuyilustre,eldifuntocardenal,elgrancardenal,el

deRochela,elquellevababotascualvos.¿Noesverdad?—Loes—respondióHerblay—.¿Ylaotra?—Laotraesciertomosqueteromuygarrido,muyvaliente,tanatrevidocuantoafortunado,queahorcó

loshábitosparahacersemosquetero,yluegodejólaespadaparahacersecura.—YalverqueAramissedignabasonreírse,sealentóaañadir—:Ydecurasehizoobispo,ydeobispo…

—¡Altoahí!—dijoHerblay.—Osdigoquemeparecéisuncardenal.—Basta,basta,señordeBaisemeaux.Vosmismohabéisdichoquecalzobotasdecaballero;peroni

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aunestanoche,ypeseamisbotas,quieroenemistarmeconlaIglesia.—Sinembargo,alentáismalasintenciones.—Malascomotodolomundano.—¿Recorréiscallesycallejuelasenmascarado?—Sí.—¿Ycontinuáisesgrimiendolaespada?—Sólocuandomeobliganaello.HacedmelamerceddellamaraFrancisco.—Ahítenéisvino.—Noesparaeso,sinoporqueaquíhacecalorylaventanaestácerrada.—Cuandocenomandocerrarlastodasparanooírelpasodelasrondasolallegadadeloscorreos.—¿Conqueselesoyecuandolaventanaestáabierta?—Clarísimamente,yesomemolesta.—Perounoseahogaaquí…¡Francisco!—¿Señor?—Hacedme el favor de abrir la ventana —dijo Aramis—. Con vuestro permiso, señor de

Baisemeaux.—Monseñorestáaquíensucasa—respondióelgobernador—.Decidme,osencontraréissoloahora

queelseñorcondedeLaFeresehavueltoasuspenatesdeBlois.Esamigomuyantiguo,¿noesverdad?—Lohabéistanbiencomoyo,puesfuisteismosqueteroconnosotros—respondióAramis.—Conmisamigosnuncacuentolasbatallasnilosaños.—Yobráiscuerdamente;peroyohagoalgomásquequereralseñordeLaFere,levenero.—PuesamímeplacemáselseñordeD’Artagnan.¡Québuenbebedor!Alomenosunopuedeleeren

elpensamientodehombrescomoelcapitán.—Baisemeaux,emborrachadmeestaanoche,echemosunacanaalairecomoenotrosdías,ysitengo

algunapesadumbreenelcorazón,osjuroquelaveréiscomoveríaisundiamantedentrodevuestrovaso.—Bravo—dijoBaisemeauxescanciándoseunbuenporquédevinoy trasegándoloensuestómago

mientrasseestremecíadegozoalverqueibaaserpartícipedealgúnpecadocapitaldelobispo.Mientraselgobernadorbebía.Aramisescuchabaconlamayoratenciónelruidoquesubíadelpatio.Comoalasochoyalllegaralaquintabotella,entróuncorreocongrandeestrépito,pesealocual

nadaoyóelgobernador.—¡Cargueeldiabloconél!—exclamóAramis.—¿Quépasa?—preguntóBaisemeaux—.Supongoquenoosreferísalvinoquebebéisniaquienos

lodaabeber.—No,esuncaballoqueporsísolometetantoruidoenelpatiocomopudierahacerlounescuadrón

entero.—Seráalgúncorreo—dijoBaisemeauxbebiendoamásymejor—.Tenéis razón,cargueconélel

diablo,ypronto,paraquenovolvamosaoírhablardeél.—Osolvidáisdemí,Baisemeaux;mivasoestávacío—dijoAramismostrandoelsuyo.—Palabraquemedaiselmayorplacer…¡Francisco!…¡vino!—Estábien,señor—dijoFrancisco—.Pero…hallegadouncorreo…—Queselolleveeldiablo.

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—Sinembargo,señor…—Quelodejeenlaescribanía;mañanaveremos.—Ycanturreandoañadió—:Mañanaserádedía.—Señor—tartamudeóelsoldadoFranciscobienasupesar.—Cuidadoconloquehacéis,Baisemeaux—repusoAramis.—¿Ydequéhedeteneryocuidado?—exclamóelgobernador,algomásquealegre.—Aveceslascartasquelleganporcorreoalosgobernadoresdeciudadela,sonórdenes.—Casisiempre.—¿Noprocedendelosministroslasórdenes?—Sí;pero…—¿Ynoselimitanlosministrosarefrendarlafirmadelrey?—Puedequetengáisrazón.Contodoesonodejadeserenojoso,cuandounoestásentadoalunamesa

bienservidayencompañíadeunamigo…Perdonad,caballero,semehabíaolvidadoquesoyyoquienosheconvidadoalmimesayquehabloconunpresuntocardenal.

—DejemosdeladocontodoesoyvolvamosaFrancisco.—¿QuéhahechoFrancisco?—Hamurmurado.—Malo,malo,malo…—Sinembargo,hamurmurado,ycuandohamurmurado,esquepasaalgofueradelousual.Podría

muybiensucederqueFrancisconoanduviesedescaminadoalmurmurar,sinovosalresistirosaescuchar.—¿YonotenerrazóndelantedeFrancisco?—exclamóBaisemeaux—.Duromeparece.—Solamenteenloqueatañealairregularidaddelservicioenestecasoconcreto.Perdonadsioshe

molestado;perohecreídoquedebíahacerosunaobservaciónquejuroimportante.—Puedeque tengáis razón—mascullóelgobernador—.Unaordendel reyessagrada.Perorepito

quelasórdenesquelleganmientrasestoycenando,eldiablo…—Sivoshubieseisobradoasíconelgrancardenalylaordenhubiesetenidoalgunaimportancia…—Sihehecholoquehehechohasidoparanomolestaraunobispo,locualmedisculpa.—Noolvidéisquehesidosoldado,yqueacostumbroverconsignasentodaspartes.—¿Conquequeréis?—Quieroquecumpláisconvuestrodeber,amigomío,alomenosenpresenciadeesesoldado.—Estoesmatemático;—dijoBaisemeaux.YvolviéndosehaciaFrancisco,añadió—:Quesubanla

ordendelrey.Elsoldadosalió.—¿Sabéisquees?—dijoelgobernadoraAramis—.Puesalgoporelestilo:«Cuidadoconelfuego

en las inmediaciones del polvorín»; o bien «Vigilad a fulano, que no se fugue». ¡Si supieseis cuántasveces me han hecho despertar sobresaltado en lo mejor, en lo más profundo de mi sueño, paracomunicarme una orden llegada al galope, o más bien para entregarme un pliego en el que sólo mepreguntabansihabíanovedad!Seconocequelosquepierdeneltiempoenescribirtalesórdenesnohandormido nunca en la Bastilla que de haber dormido, conoceríanmejor el grueso demismurallas, lavigilanciademisoficiales,lamultiplicidaddemisrondas.Enfin¡Quéharemos,monseñor!suoficioesescribirparamolestarmecuandoestoycontento;para turbarmecuandoestoyrebosandodesatisfacción—añadióBaisemeauxinclinándoseanteAramis—.Dejémosles,pues,quecumplansucometido.

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—Ycumplidvoselvuestro—propusoelobispo,cuyamirada,aunquerisueñaseimponía.DeregresoFrancisco,Baisemeauxletomódelasmanoslaordendelministro,laabrióylaleyócon

lentitud,mientrasAramishacíaquebebíaparaobservarasuanfitriónaltravésdelcristal.—¿Nolodije?—exclamóelgobernador.—¿Quées?—preguntóelobispo.—Unaordendeexcarcelación.¡Vayaunanuevaparamolestarnos!—Buenaesparaelinteresado,nolonegaréis.—¡Yalasochodelanoche!—Esoescaridad.—Bueno,síadmitoqueseacaridad;peronoparamíquemedivierto,sinoparaelharagánquese

aburreensucalabozo—prorrumpióelgobernadorexasperado.—¿Acasosalísperjudicadoconesaexcarcelación?¿Elpresoqueosquitanesdelosdecuantía?—¡Psí!esunpobrediablo,unhambrientodelosdeacincolibras.—¿Mepermitíssinohayindiscreción?—dijoHerblay—.Tomad,leed.—Lahojaostentaenelmargenlapalabra«urgente».¿Lohabéisnotado?—¡Urgente!…¡unhombrequeestáaquíhacediezaños!¿Yahoralesvienelaprisadesoltarle,hoy,

estanochemisma,alasocho?Baisemeauxencogióloshombrosconademándesoberanodesdén,tirólaordenencimadelamesay

laemprendiódenuevoconlosmanjares.—Tienenunosarranques,que¡vaya!—repusoBaisemeauxconlabocallena—;alomejorprendena

unhombre, loalimentanporespaciodediezaños, recomendandoquesobre todoseejerzasobreél lamás escrupulosa vigilancia; y cuando uno se ha acostumbrado amirar al detenido como a un hombrepeligroso, ¡pam!sin saberporquéniporquéno, leescribenaunoque lo suelte,yaprisa, sinperdersegundo.¿Yaúndiréisquenohayparaquéencogerloshombros?

—Bien,sí;peropormásqueunochille,nocabeotroremedioquecumplirlaorden.—Poquitoapoco,poquitoapoco,¿osfiguráisquesoyunesclavo?—¿Quiénosdicetal?Todosconocemosvuestraindependencia.—ADiosgracias…—Perotambiéntodosconocemosvuestrocompasivocorazón.—Decídmeloamí.—Y vuestra obediencia a vuestros superiores. Cuando uno ha sido soldado, lo recuerdamientras

vive,¿noesverdad,Baisemeaux?—Poresoobedeceréestrictamente,ymañanaencuantoasomeeldía,elpresoserápuestoenlibertad.—¿Mañana?—Alamanecer.—¿Yporquénoestanoche,supuestoquelaordenesurgente?—Porqueestanochecenamosytambiénnosapremiaanosotroseltiempo.—MiqueridoBaisemeaux,pormásquecalcebotas,soysacerdote,ylacaridadesparamíundeber

más imperiosoqueelhambrey lased.Esedesventuradohapadecidobastante tiempo,puessegúnvosmismo me habéis dicho, hace diez años que está encerrado en la Bastilla. Abreviadle su suplicio,proporcionadlesinmástardarlaalegríaqueleespera,yDiososrecompensará.

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—¿Osempeñáis?—Osloruego.—¿Así,enlomejordelacena?—Sí,yvuestraacciónserálabendicióndevuestramesa.—Cúmplasevuestravoluntad;peroosadviertoquecomeremosfrío.—Noimporta.—Baisemeaux se echó atrás para tirar del cordónde la campanilla y llamar aFranciscoy por un

movimientonatural,sevolvióhacialapuerta.Comolaordenestabasobrelamesa,Aramisaprovechóaquelinstanteparatrocarlaconotropapel

dobladodelamismamanerayquesacódesubolsillo.—Francisco,dijoelgobernador—quesubaaquíelmayorconlosllaverosdelaBertaudiere.Elordenanzahizounareverenciaconlacabeza,ydejósolosalosdoscomensales.

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Elgeneraldelaorden

Duranteunosinstantesambosguardaronelmayorsilencio,duranteelcualAramisnoperdiódevistaalgobernador,quealparecernoestabamuydecididoalinterrumpirsucena,yqueeraevidentebuscabaunarazóncualquier,buenaomala,pararetardarelcumplimientodelaorden,alomenoshastadespuésdelospostres.

—¡Ahcaramba!—exclamódeimprovisoBaisemeaux,comosihubieseencontradoloquebuscaba—.Nopuedeser.

—¿Quéesloquenopuedeser?—preguntóAramis.—Eldarsueltaalpresoalestahora.¿AdóndeirásinoconoceParís?—Adondepueda.—Yaloveis,seríalomismoquelibertaraunciego.—Ahífuerameaguardaunacarroza,yyomeencargodeconducirloadondequiera.—Paratodotenéisrespuesta…¡Francisco!…almayorquevayaabrirelcalabozodelseñorSeldón,

número3delaBertaudiere.—¿Seldón,decís?—preguntóconlamayornaturalidadelobispo.—Sí,eselnombredelindividuoalquienponenenlibertad.—QuerréisdecirMarchiali—replicóAramis.—¿Marchiali?¡Je!¡Je!Seldón.—Tengoparamíqueosengañáis,señordeBaisemeaux.—Comoqueheleídolaorden…—Yyotambién.—YenellahevistoSeldónenletrasgordas,así—repusoelgobernadormostrandoundedo.—PuesyohevistoMarchialienletrasasí—replicóAramisalzandodosdedos.—Aclarémoslo inmediatamente—dijoBaisemeaux, plenamente convencido de lo que afirmaba—.

Bastaleerelpapel.—Aquíesta.¿VeiscomodiceMarchiali?—dijoHerblaydesdoblandoelpapel—.Mirad.—Esverdad—respondióelgobernadorconademándeterrorydejandocaerlosbrazos.—¿Nooslodije?—¡Cómo!, ¡el hombre de quien tanto hemos hablado! ¡El hombre sobre quien me recomiendan

incesantementequevele!—Yaloveis,Marchiali—replicóelinflexibleAramis.—Confiesoquenoentiendojota,monseñor.

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—Sinembargo,debéisdarcréditoavuestrosojos.—¡YdecirquerezaMarchiali!—Yenbuenaletra.—¡Esfenomenal!TodavíaestoyviendolaordenyelnombredeSeldón,irlandés.Yaunrecuerdoque

debajodelnombre,habíaunborrón.—Nohayborrónalguno;ved.—Sí,repito—dijoelgobernador—;ytanesasí,quehearañadolaarenilladequeelborrónestaba

cubierto.—Sealoquefuere,conosinborróndicelaordenquepongáisenlibertadaMarchiali.—DequepongaenlibertadaMarchiali—repitióelgobernadoresforzándoseenrecobrarlalucidez

desumente.—Yvaisasoltaralpreso.SidepasoosdaelcorazónporabrirlaspuertasdelaBastillaaSeldón,

nomeopongo.Aramiscoronósusúltimaspalabrasconunasonrisatanpreñadadeironía,queBaisemeauxacabóde

serenarycobróalientos.—Monseñor —dijo Baisemeaux—. Marchiali es el preso a quien el otro día vino a visitar por

maneratanimperiosaytanensecretounpadrecura,confesorde«nuestraorden».—Nosénadadeeso—replicóAramis.—Sinembargo,nohacetantotiempo…—Esverdad;peroentrenosotrosimportaqueelhombredehoyolvideloquehizoelhombredeayer.—Como quiera que sea —repuso Baisemeaux—, la visita del confesor jesuita habrá sido

grandementeprovechosaparaesejoven.Aramisnoreplicóysepusoacomeryabeber.Baisemeaux,lejosdeimitaraHerblay,tomónuevamentelaordeny,despuésdereleerla,laexaminó

porelanversoyporelreversoconlamayoratención.Aquelexamen,encircunstanciasnormaleshabríahechosubirloscoloresalrostrodelpocopaciente

Aramis;peroelobispodeVannesnoseatufabaportanpoco,sobretodocuandosabíaqueelatufarseerapeligroso.

—¿VaisalibertaraMarchiali?—dijoHerblay—.¡Zape!¡Quéricojerez,miqueridogobernador!—Lo pondré en libertad después que haya visto yo al correo que ha traído la orden, y del

interrogatorioaquevoyasujetarloresulteclaroparamí…—Pero,silasórdenesestánselladas,yporconsiguientenadasabedeellaselcorreo.¿Yquéqueréis

verclaroporesecamino?—Bueno,enviaréunpartealministerio,yelseñorLyonneconfirmaráorectificarálaorden.—¿Yquéprovechovaisasacar?—repusoAramisconlamayorfrescura.—Asíunonuncaseengaña,nifaltaalrespetoqueunsubalternodebeasussuperiores,niinfringelos

deberesdelcargoquedesempeñaporvoluntadpropia.—Vuestra elocuencia me admira. Es verdad, un subalterno debe respetar a sus superiores, y es

culpado cuando se engaña, y es castigado cuando infringe los deberes o las leyes del cargo quedesempeña.

Baisemeauxfijóunamiradadeextrañezaenelobispo.

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—De lo cual se sigue—continuóAramis— que para descargo de vuestra conciencia acudís a laconsulta.

—Sí,monseñor.—Ysiunsuperiorosimponeunaorden,¿lacumpliréis?—Claroquesí,monseñor.—¿Conocéisbienlafirmadelrey,señordeBaisemeaux?—Sí,monseñor.—¿Noestáestampadaalpiedeesaordendelibertad?—Esverdad,peropuede…—Serfalsa,¿noesverdad?—Sehandadocasos,monseñor.—Decísbien.¿YladelseñordeLyonne?—También figura en esa orden; pero así comopueden falsificar la firma del rey, con tantamayor

razónpuedenhacerloconladelseñordeLyonne.—Andáisapasodegiganteporelcampodelalógica,señorBaisemeaux—dijoAramis—,yvuestra

argumentaciónnotieneréplica.Pero¿enquéosfundáisparasuponerqueesasfirmasseanfalsas?—EnquelafirmadeSuMajestadnoestárefrendada.Además,elseñordeLyonnenoestápresente

paradecirmequehafirmado.—Puesbien,señordeBaisemeaux—repusoAramisfijandoenelgobernadorsumiradadeáguila—.

Adoptosinvacilarvuestrasdudasyvuestramaneradeaclararlasyvoyatomarunaplumasimeladais.Baisemeauxlediounapluma.—Yunahojaenblanco—añadióAramis.—Baisemeauxledioelpapel.—Yyotambién,presente,incontestable,voyaescribirunaordenalacualestoysegurodequedaréis

fe,pormuchaqueseavuestraincredulidad.AntelaglacialseguridaddeAramis,elgobernadorpalideció.Creyóquelavozdeaquéltanafabley

alegrepocoantes,habíatomadounsonidofúnebreysiniestro.Aramistomólaplumayescribió,mientraselgobernador,petrificadoleíaporencimadesuhombro:«A.M.D.G.»escribióelobispo,trazandounacruzdebajodeaquellascuatroletras,quesignificaban

admajoremDeigloriam.Luegocontinuó:

Es nuestra voluntad que la orden entregada al señor de Baisemeaux deMontiexun, gobernador de laBastillaporelrey,seatenidaporbuenayvaledera,ypuestaenejecucióninmediatamente.

Herblay,generaldelaCompañíaporgraciadeDios.

Talfuelaemociónquesintióelgobernador,queselecontrajeronlasfacciones,abriólabocayquedóconlamiradafija,inmóvilymudo.

Aramis, sin dignarse siquieramirar al gobernador, sacó de su faltriquera un pequeño estuche queencerrabauntrozodeceranegra;cerrósucarta,imprimióenlaceraunselloquesuspendidoalcuelloy

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debajodesujubónllevaba,yterminadasuoperaciónleentregósilenciosamentelaorden.Templándolelasmanosquedabacompasión,miróBaisemeauxconojosapagadosysininteligencia

elsello,ydespuéscayóensusillacomoheridoporelrayo.—Vaya—dijoAramistrasundilatadosilencio—.Nomehagáiscreerquelapresenciadelgeneral

delacompañíaesterriblecomoladeDios,yqueunomuereaconsecuenciadehaberlevisto.¡Animo!levantaos,dadmevuestramano,yobedeced.

Baisemeaux,tranquilizado,sinosatisfecho,obedeció,besólamanoaAramisyselevantódiciendocontartamudalengua:

—¿Inmediatamente?—Noexageremos—repusoAramis—.Sentaosotravezenvuestrositio,y rindamosacatamientoa

esosricospostres.—Deestanomelevanto,monseñor—dijoBaisemeaux—.¡Yyo,quehereídoybromeadoconvos,y

heosadotratarosdeigualaigual!—¿Quieres callarte,miviejo compadre?—replicó el obispo comprendiendoque la cuerda estaba

muytiranteyseríapeligrosoromperla—.Vivamoscadacualennuestraesferarespectiva: tú,contandoconmiprotecciónyamistad,yyocontuobediencia.Pagadospuntualmenteesosdostributos,sigamostancontentos.

Baisemeaux reflexionó, y al ver, de una ojeada, las consecuencias fatales que podía acarrearle laextorsióndeunpresopormediodeunaordenfalsapusoenparangónaquellasconlaordenoficialdelgeneraldelaorden,yhallóqueestaúltimanolecompensaba.

—MibuenBaisemeaux,soisunmentecato—dijoAramis,queleyóenelpensamientodesucomensal—.Perdedelhábitodereflexionar,cuandoyometomolamolestiadehacerloporvos.

—Bueno, sí; pero ¿cómovoy a arreglarme?—repuso el gobernadordespuésdehaberse inclinadoanteunnuevogestoquehicieraelobispo.

—¿Quéhacéiscuandosoltáisaunpreso?—Sigolasinstruccionesdelreglamento.—Puesobradahoradelamismamanera.—Mepresentoconelmayorenelcalabozodelpreso,yyomismoleacompañocuandoespersonaje

decuenta.—Marchialinoesnadadeeso—repusoAramisconnegligencia.—Nolosé—replicóelgobernadorconacentoquequeríadecir«Avosostocaprobármelo».—Puessinolosabéis,esseñalqueyotengorazón;deconsiguientetratadaMarchialicomosifuera

delosínfimos.—Seguiré al pie de la letra el reglamento, el cual indica que el carcelero o uno de los oficiales

subalternosdebeconducirelpresoalapresenciadelgobernador,enelarchivo.—Esunadisposiciónmuyatinada.¿Quémás?—Luego,sedevuelvenalpresocuantosobjetosdevalortraíaenelinstantedelaencarcelación,así

comolostrajesypapeles,salvoordencontrariadelministro.—¿QuérezalaordendelministroacercadeMarchiali?—Absolutamente nada, pues el desventurado entró en la Bastilla sin joyas, sin papeles y casi

desnudo.

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—Yaveisquenopuedesermássencilloelcaso.—Quedaosaquí,yqueconduzcanelpresoalarchivo.Baisemeauxllamóaunteniente,ylediounaconsigna,queéstetransmitióautomáticamenteaquien

debía.Mediahoradespuésseoyócerrarunapuertaenelpatio:era lapuertadel torreónqueacababade

soltarsupresa.Aramisapagótodaslasbujíasdelcomedor,dejandotansólounaencendidadetrásdelapuerta. Aquella luz trémula no permitía fijarse en los objetos, pues duplicaba los aspectos y losvislumbresconsumovilidad.

Seibaacercandoelrumordepasos.—Salidarecibiraesoshombres—dijoAramis.Elgobernadorobedeció,ydespidiendoalsargentoyaloscarceleros,seguidodelpresoregresóal

comedor,dondeconvozconmovidanotificóaljovenlaordenqueledevolvíalalibertad.Elpresoescuchósinhacerungestoniproferirunapalabra.—Ahoraycumpliendounaformalidadqueexigeelreglamento—añadióelgobernador—vaisajurar

quenuncajamásrevelaréiscuántohabéisvistouoídoenlaBastilla.Elpresoviouncrucifijo,ytendiendolamano,jurósóloconloslabios.—Estáislibre—dijoBaisemeaux—.¿Adóndepensáisir?Eljovenvolviólacabezacomobuscandotrassíunaprotecciónconlacualcontaradeantemano.—Aquí estoy, para prestaros el servicio que os plazca pedirme —dijo Aramis saliendo de la

penumbra.—Dios os tenga en su santa guarda —dijo el preso con voz tan firme que hizo estremecer al

gobernador,tantocuantoleextrañaralafórmula.Elpreso,ligeramentesonrojado,apoyósinvacilaciónsubrazoeneldelobispo.—¿Osdamalaespinamiorden?—dijoAramisestrechandolamanoaBaisemeaux—.¿Teméisquela

encuentrensivienenapracticarunregistro?—Deseoconservarla—respondióelgobernador—.Silaencontraranenmicasaseríaseñalciertade

miperdición,yenestecasotendríaenvosunpoderosoauxiliar.—¿Lo decís porque soy vuestro cómplice? —repuso Aramis encogiendo los hombros—. ¡Bah!

Adiós,Baisemeaux.Loscaballosaguardaban,sacudiendo,ensuimpaciencia,lacarroza.Elobispo,aquienelgobernadoracompañóhastaelpiedelaescalinata,subióalacarrozadespués

dehaberhechoqueseinstalaraenellaMarchiali,ydijoalcocheroestaúnicapalabra:—¡Adelante!La carroza rodó estrepitosamente por el empedrado del patio, precedida de un individuo que

alumbrabaelcaminoconunahachadevientoydabaacadacuerpodeguardialaordendedejarlibreelpaso.

Aramisnorespiródurantetodoeltiempoqueemplearonenabrirlosrastrillos,ytaleraelestadodesuánimo,quepudieranhaberleoídoloslatidosdesucorazón.

Elpreso,sepultadoenunodelosrinconesdelacarroza,tampocodabaseñalesdevida.Porfin,traslacarrozasecerrólaúltimapuerta,ladelacalledeSanAntonio.Aunoyotroladose

veíaelcielo,lalibertad,lavida.Loscaballos,sujetadosporunamanofirme,marcharonalpasohastael

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centro del barrio, donde tomaron el trote. Poco a poco, ora porque se enardecían, ya porque lesaguijaban, fueron aumentando su velocidad hasta que, una vez en Bercy, la carroza,más que por loscaballos,parecía arrastradapor elhuracán.Así corrieron los caballoshastaVillanuevadeSan Jorge,donde estabapreparado el relevo.Ahora, envezdedos fueron cuatro los caballos que arrastraron lacarrozahaciaMelún,no sinhacerunaltoenel riñóndelbosquedeSenart, indudablementeaórdenesdadasdeantemanoporAramis.

—¿Quépasa?—preguntóelpresoaldetenerselacarrozaycualsidespertaradelargosueño.—Pasa,monseñor—respondióHerblay—,queantesdeseguiradelanteesprecisoqueVuestraAlteza

yyoconversemosunpoco.—Tanprontosepresenteocasión—repusoeljovenpríncipe.—Nopuedesermásoportunalapresente,monseñor;noshallamosenelcorazóndelbosque,yporlo

tantonadiepuedeoírnos.—¿Yelpostillón?—Elpostillóndeesterelevoessordomudo,monseñor.—Avuestraórdenes,pues,señorHerblay.—¿Osplacequedarosaquíenlacarroza?—Sí,estamosbiensentadosylehetomadocariñoalacarrozaesta;eslaquemeharestituidoala

liberta.—Convuestralicencia,monseñor,faltatodavíaotraprecaución.—¿Cuál?—Comonoshallamosenmediodelcamino real,puedenpasar jinetesocarrozasqueviajancomo

nosotros, y que al vernosparados, supondríanquenospasa algúnpercance.Evitemosofertas quenosincomodarían.

—Puesordenadalpostillónqueescondalacarrozaenunadelasalamedaslaterales.—Taleramiintención,monseñor.Aramistocóconlamanoalsordomudoylehizounaseña.Aquélseapeóinmediatamente,tomópor

lasriendasalosdosprimeroscaballosyloscondujo,altravésdelasmalezas,aunaalamedasinuosa,enlo último de la cual, en aquella oscura noche, las nubes formaban una cortinamás negra que la tinta.Luego el mudo se tendió en un talud, junto a sus caballos, que empezaron a arrancar a derecha y aizquierdalosretoñosdelasencinas.

—Osescucho—dijoeljovenpríncipeaAramis—.Pero¿quéhacéis?—Desarmounaspistolasdelasqueyanotenemosnecesidad.

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Eltentador

—Príncipemío—dijoAramisvolviéndoseenlacarroza,haciasucompañero—.Pormuypocoqueyovalga,pormenguadoqueseamiingenio,pormuyínfimoqueseaellugarqueocupoenlaescaladelosserespensadores,nuncahehabladoconunhombredequiennohayaleídoensuimaginaciónaltravésdelamáscaravivienteechadasobrenuestrainteligenciaparareprimirsusmanifestaciones.Peroestanoche,enmedio de la oscuridad que nos envuelve y de la reserva en que os veo, nome será dable leer envuestrasfacciones,yunavozsecretamedicequemecostarátrabajoarrancarosunapalabrasincera.Ossuplico,pues,noporamoramí,pueslosvasallosdebennopesarnadaenlabalanzadelospríncipes,sinoporamoravos,quegrabéisenvuestramentemispalabrasylasinflexionesdemivoz,queenlasgravescircunstanciasenqueestamosmetidos,tendráncadaunadeellassusignificadoysuvalor,comojamáslohabrántenidoenelmundootraspalabras.

—Escucho—repitiócondecisiónelpríncipe—sinambicionarni temercuantovaisadecirme.—Dijo, y se hundió todavía más en los mullidos almohadones de la carroza, no sólo para sustraersefísicamenteasucompañero,mastambiénparaarrancaraésteaunlasuposicióndesupresencia.Estabancompletamenteaoscuras.

—Monseñor—continuóAramis—,osesconocidalahistoriadelgobiernoquehoyrigelosdestinosdeFrancia.Elreyhasalidodeunainfanciacautiva,oscurayestrechacomolavuestra,conladiferencia,sinembargo,dequeenvezdesufrir,comovos,laesclavituddelaprisión,laoscuridaddelasoledadylaestrechezdelavidaoculta,hapasadosuinfortunio,sushumillacionesyestrechecesenplenaluzdelimplacablesoldelarealeza,anegadaenclaridadenquetodatachapareceasquerosofango,enquetodagloriapareceunatacha.Elreyhapadecido,yensuspadecimientoshaacumuladorencores,ysevengará,locualsignificaqueseráunmalrey.NodigoquederramesangrecomoLuisXIoCarlosIX,puesnotieneque lavar injuriasmortales;perodevoraráeldineroy la subsistenciade susvasallos,porquehapadecidoinjuriasdeinterésydedinero.Asípues,cuandoexaminodefrentelosméritosylosdefectosdeesepríncipe,loprimeroquehagoesponerasalvomiconciencia,quemeabsuelvedequelecondene.

Aramis hizo una pausa para coordinar sus ideas y para dejar que las palabras que acababa depronunciarsegrabasenhondamenteenelespíritudeFelipe.

—Dios todo lohacebien—prosiguió el obispodeVannes—;yde esto estoy tanpersuadido, quedesdeunprincipiomefelicitédequemehubieseescogidopordepositariodelsecretoqueosheayudadoa descubrir. Dios, justiciero y previsor, para consumar una grande obra necesitaba un instrumentointeligente,perseverante,convencido;yese instrumentosoyyo,queestoydotadodeclara inteligencia,soyperseveranteyestoyconvencido,yo,quegobiernounpueblomisteriosoquehatomadopordivisala

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deDios:«Patiensquiaaeternus!».Elpríncipehizounmovimiento.—Conozcoquehabéislevantadolacabeza,monseñor—prosiguióAramis—,yqueosadmiraqueyo

gobierneunpueblo.Nopudisteisimaginarquetratabaisconunrey.¡Ah!monseñor,soyrey,esverdad,pero rey de un pueblo humildísimo y desheredado: humilde, porque sólo tiene fuerza arrastrándose;desheredado,porqueenestemundocasinuncacosechaeltrigoquesiembra,nocomeelfrutoquecultiva.Trabajaporunaabstracción,reúnetodaslasmoléculasdesupoderparaformarconellasunhombre,yconlasgotasdesusudorformaunanubealrededordeesehombre,queasuvezyconsuingeniodebeconvertirlaenunaaureolaabrillantadaconlosrayosdetodaslascoronasdelacristiandad.Ésteeselhombreque está a vuestro lado,monseñor; lo cual equivale a deciros queos he sacadodel abismoaimpulsosdeungrandesignio,yqueenmiesplendorosodesignioquierohacerossuperioralaspotestadesdelatierrayamí.

—Mehabláisdelasectareligiosadelacualsoislacabeza—dijoelpríncipetocandoligeramenteenelbrazodeAramis—.Ahorabien,deloquemehabéisdichoresulta,amimododever,queeldíaqueospropongáis precipitar a aquel a quien habréis encumbrado, lo precipitaréis, y tendréis bajo vuestrodominioavuestrodiosdelavíspera.

—No,monseñor—replicóelobispo—.Siyonotuviesedosmiras,nohabríaarriesgadounapartidatanterribleconvuestraaltezareal.Eldíaqueseréisencumbrado,loestaréisparasiempre;alponerelpie enel estribo, todo loderribaréis, todo loarrojaréis tan lejosdevos,quenunca jamás suvistaosrecordaránisiquierasuderechoavuestragratitud.

—¡Oh!caballero.—Vuestra exclamación, monseñor, es hija de la nobleza de vuestro corazón. Gracias. Tened por

seguro que aspiro a más que a la gratitud; tengo la certidumbre de que, al llegar vos a la cima, mejuzgaréis todavía más digno de vuestra amistad, y que ambos obraremos tales portentos, que seránrecordadosdesigloensiglo.

—Decidmesinreticenciasloquesoyactualmenteyquéosproponéisqueseaeneldíademañana—repusoelpríncipe.

—SoiselhijodelreyLuisXIII,hermanodelreyLuisXIV,yherederonaturalylegítimodeltronodeFrancia.Conservándoosjuntoaél,comohahechoconsuhermanomenorFelipe,elreysereservabaelderechodesersoberanolegítimo.SóloDiosylosmédicospodíandisputarlelalegitimidad.Losmédicosprefieren siempreal reyque reinaalqueno reina,yDiosnoobraríabienperjudicandoaunpríncipedigno.PeroDioshapermitidoqueospersiguieran,yesapersecuciónosconsagrahoyreydeFrancia.¿Os lo disputan? prueba que tenéis derecho a reinar; ¿os secuestran? señal que teníais derecho a serproclamado; ¿no se han atrevido a derramar vuestra sangre como la de vuestros servidores? es quevuestra sangre es divina. Ved ahora lo que ha hecho en vuestro provechoDios, a quien tantas veceshabéis acusadodehaberosperseguido sindescanso.Mañana, opasadomañana, a laprimeraocasión,vos, fantasmareal, retratovivientedeLuisXIV,ossentaréisensu trono,delque lavoluntaddeDios,confiadaalaejecucióndelbrazodeunhombre,lohabráprecipitadosinremisión.

—Comprendo,noderramaránlasangredemihermano.—Sólovosseréiselárbitrodesudestino.—Elsecretoquehanabusadorespectodemí…

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—Lo usaréis vos para con él. ¿Qué hacía él para ocultarlo? Os escondía. Vivo retrato suyo,descubriríais latramaurdidaporMazarinoyAnadeAustria.Vostendréiselmismointerésenguardarbajollavealque,preso,seosparecerá,comovososparecíaisaélsiendorey.

—Vuelvoaloqueosdecía.¿Quiénlocustodiará?—Elmismoqueoscustodiabaavos.—Ydecidme,¿quiénestáenesesecreto,apartedevosquelohabéisvueltoenmiprovecho?—LareinamadreylaseñoradeChevreuse.—¿Quéharán?—Nada,sivosqueréis.—Noentiendo.—¿Cómovanaconocerossivosobráisdemodoquenoosconozcan?—Esverdad;perohayotrasdificultadesmásgravestodavía.—¿Cuáles?—Mihermanoestácasado,yyonopuedoquitarlesumujer.—Haré que España consienta en un repudio, está bien con vuestra nueva política y con lamoral

humana.Asísaldrábeneficiadotodolonobleyútil.—Elrey,secuestrado,hablará.—¿Aquién?¿Alasparedes?—¿Llamáisparedesaloshombresenquienestendréisvosdepositadavuestraconfianza?—Encasonecesario,sí.Porotraparte,losdesigniosdeDiosnosedetienenentanbuencamino.Un

plandetalmagnitudsecompletaconlosresultados,comouncálculogeométrico.Elrey,secuestrado,noconstituiráparavoselobstáculoquevosparaelsoberanoreinante.Dioshadotadodeunalmaorgullosaeimpacienteavuestrohermano,aquien,además,haenervado,desarmadoconelgocedeloshonoresyelhábitodelpodersoberano.Dios,queteníadispuestoqueelresultadodelcálculogeométricodequeoshehabladofuesevuestroadvenimientoaltronoyladestruccióndecuantoosesperjudicial,hadecididoqueel vencido acabe sus sufrimientos a pocodehaber vos acabado con los vuestros.Dioshapreparado,pues, el almayel cuerpodel reypara labrevedadde laagonía.Vos,aprisionadocomounparticular,secuestradoconvuestrasdudas,privadode todo, conelhábitodeunavida solitaria,habéis resistido;pero vuestro hermano, cautivo, olvidado, restricto, no soportará su desventura yDios llamará a sí sualmaeneltiempoprefijado,estoes,pronto.

—Desterraréalreydestronado—repusoconvoznerviosaFelipe—.Serámáshumano.—Vos resolveréis, monseñor —dijo Aramis—. Ahora decidme, ¿he planteado claramente el

problema?,¿loheresueltoconformealosdeseosoalasprevisionesdeVuestraAltezaReal?—Exceptodoscosas,nadahabéisolvidado.—¿Laprimera?—Hablemos de ella sin tardanza y con lamisma franqueza que ha informado hasta ahora nuestra

conversación,hablemosdelascausasquepuedenecharportierralasesperanzasquehemosconcebido;delospeligrosquecorremos.

—Estos serían inmensos, infinitos, espantosos, insuperables, si, como os he manifestado, noconcurriese todo a anularlos en absoluto.Ni vos ni yo corremos peligro alguno si la constancia y laintrepidezdevuestraAltezaRealcorrenparejasconelmilagrosoparecidoquelanaturalezaoshadado

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conelrey.Repito,pues,quenohaypeligroalguno,perosíobstáculos,pormásqueestevocablocomúnatodos los idiomas, tenga paramí un significado tan obscuro, que de ser yo rey lo haría suprimir porabsurdoeinútil.

—Pueshayunobstáculogravísimo,unpeligroinsuperablequevosolvidáis—replicóelpríncipe.—¿Cuál?—Laconcienciaquegrita,elremordimientoquedesgarra.—Esverdad—dijoHerblay—;haytalencogimientodeánimo,vosmelorecordáis.Tenéisrazón,es

unobstáculopoderosísimo.Elcaballoquetienemiedoalazanja,caeenellaysemata;elhombrequecruzasuacerotemblando,dejaalaespadaenemigahuecosporloscualespasalamuerte.Esverdad,esverdad.

—¿Tenéishermanos?—preguntóeljoven.—Estoysoloenelmundo—respondióAramisconvoznerviosayestridentecomoelamartillarde

unapistola.—Peroalomenosamáisaalguien—repusoFelipe.—¡Anadie!Perodigomal,monseñor,osamoavos.Eljovenseabismóenunsilenciotanprofundo,queparaelobisposeconvirtióenruidoinsufribleel

queproducíasualiento.—Monseñor—continuóAramis—,todavíanohemanifestadoaVuestraAltezaRealcuantoteníaque

manifestarle; todavía no he ofrecido ami príncipe todo el caudal de saludables consejos y de útilesexpedientesqueparaélheacumulado.Nosetratadehacerbrillarunrayoalosojosdelquesecomplaceen laobscuridad;nodehacer retumbar lasmagnificenciasdelcañónen losoídosdelhombrepacíficoque se recrea en el sosiegoy en la vista de los campos.No,monseñor; enmimente tengopreparadavuestradicha,mis labiosvanaverterla, tomadlacuidadosamenteparavos,que tantohabéisamadoelfirmamento, losverdespradosy el airepuro.Conozcouna tierradedelicias, unparaíso ignorado, unrincóndelmundoenelquesolo,libre,desconocido,entrebosques,floresyaguasbullidoras,olvidaréistodas lasmiseriasdeque la locurahumana, tentadoradeDios,oshahabladohacepoco.Escuchadme,príncipemío,yatended,quenomeburlo.Mialmametengo,monseñor,yleoenlasprofundidadesdelavuestra.Noos tomaré incompletoparaarrojarosenelcrisoldemivoluntad,demicapricho,odemiambición. O todo o nada. Estáis atropellado, enfermo, casi muerto por el exceso de aire que habéisrespiradodurantelahoraquehacegozáisdelibertad;yesésta,paramí,señalevidentedequequerréiscontinuarrespirandocontalansia.Limitémonos,pues,aunavidamáshumilde,másadecuadaanuestrasfuerzas.ADiospongopor testigodequequieroquesurjavuestra felicidadde lapruebaenqueoshepuesto.

—Explicaos—exclamóelpríncipeconvivezaquedioquepensaraAramis.—EnelBajoPoitúconozcoyounacomarca—prosiguióelprelado—delaquenohayenFrancia

quien sospechequeexista.Ocupadichacomarcaunaextensióndeveinte leguas…Es inmensa, ¿noesverdad?Veinteleguas,monseñor,cubiertasdeagua,hierbasyjuncales,yconislaspobladasdebosques.Aquellosgrandesyprofundospantanoscuajadosdecañaverales,duermenensilenciobajolasonrisadelsol. Algunas familias de pescadores los cruzan perezosamente con sus grandes barcas de álamos yabedules, de suelo cubierto con una alfombra de cañas y techo labrado de entretejidos y resistentesjuncos.Aquellasbarcas,aquellascasasflotantes,van…adondelasllevaelviento.Sitocanlaorilla,es

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por acaso, y tan blandamente, que el choque no despierta al pescador, si está dormido. Sipremeditadamentellegaalaorilla,esquehavistolargasbandadasderasconesodeavefrías,degansoso de pluviales, de cercetas o de becadas, de los que hace presa con el armadijo o con el plomo delmosquete.Lasplateadas alosas, las descomunales anguilas, los luciosnerviosos, las percas rosadasycenicientascaenenincontablenúmeroenlasredesdelpescador,queescogelaspiezasmejoresysueltalasdemás.Allínohansentadonuncalaplantasoldadoniciudadanoalguno;allíelsolbenigno;allíhaytrozosdeterrenoqueproducenlavidyalimentancongenerosojugoloshermososracimosdeuvasnegrasoblancas.Todas lassemanasunabarcavaabuscar,en la tahonacomún,elpancalienteyamarillentocuyooloratraeyacariciadesdelejos.Allíviviréiscomounhombredelaantigüedad.Señorpoderosodevuestrosperrosdeaguas,devuestrossedales,devuestrasescopetasydevuestrahermosacasadecañas,viviréisallíenlaopulenciadelacaza,enlaplenituddelaseguridad,asípasaréislosaños,alcabodeloscuales,desconocido,transformado,habréisobligadoaDiosaqueosdepareunnuevodestino.Enestetalegohaymildoblones,monseñor;estoesmásdeloquesenecesitaparacomprartodoelpantanodequeoshehablado,paravivirenélmásañosquenodíasalentaréis,paraserelmásrico,libreydichosodelacomarca.Aceptadeldineroconlamismasinceridad,conelmismogozoconqueosloofrezco,ysinmásdilacionesvamosadesenganchardosdeloscuatrocaballosdelacarroza;elmudo,miservidor,osconducirá,andandodenocheydurmiendodedía,hastaaquellatierra,yalomenosmecabráasílasatisfaccióndehaberhechopormipríncipeloqueporsuvoluntadmipríncipehabráescogido.Habrélabradolafelicidaddeunhombre,locualmepremiaráDiosconmáscrecesquenosiconvirtieraaesehombre en poderoso; y cuenta que lo primero es imponderablemente más difícil. ¿Qué respondéis,monseñor?Aquíestáeldinero…Notitubeéis.ElúnicopeligroquecorréisenelPoitúeseldetomarlasfiebres;peroaunenestecasocontaréisconloscuranderosdeallí,quealsabervuestrodinerovendránacuraros.De jugar laotrapartida, laque sabéis, corréis el riesgodequeos asesinenenun tronouosestrangulenenunacárcel.Enverdadosdigo,monseñor,queahoraqueheexploradolosdoscaminos,notitubearía.

—Caballero—repusoelpríncipe—.Dejadmeque,antesderesolver,mebajedelacarroza,andeunpoco, y consulte la voz con que Dios hace hablar a la naturaleza libre. Dentro d diez minutos oscontestaré.

—Hágasecomodecís—dijoHerblayinclinándoseconrespeto,tanaugustaysolemnehabíasidolavozdelpríncipealdecirsusúltimaspalabras.

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Coronaytiara

Aramis se apeó para tener la portezuela al príncipe, el cual se estremeció de los pies a la cabeza alsentar la planta en el césped, y dio una vuelta alrededor de la carroza con paso torpe y casitambaleándose,comosinoestuvieseacostumbradoacaminarporlatierradeloshombres.

Eranlasoncedelanochedel15deagosto;gruesasnubes,presagiodetormenta,cubríanelespacioyocultaban la luzde lasestrellasy laperspectiva.Lasextremidadesde lasalamedasapenas resaltabansobre los sotos por una penumbra gris opaca perceptible tan sólo, enmedio de aquella negrura, trasatentoexamen.Peroelolordelahierba,lasacresemanacionesdelasencinas,laatmósferatempladaporvez primera después de tantos años le envolvía, la inefable fruición de libertad enmedio del campo,hablaban un lenguaje tan seductivo para el príncipe, que, sea cual fuere el recato, casi diremos eldisimulodequehemosintentadodaridea,dioriendaalaemociónyexhalóunsuspirodegozo.

Poco a poco levantó el joven su entorpecida cabeza, y respiró las diferentes capas de aire aproporción que le acariciaban el rostro cargadas de aromas.Con los brazos cruzados sobre el pechocomopara impedirlequereventaraa la invasióndeaquellanuevafelicidad,aspirócondeliciaalairedesconocidoquedenochecirculabajolasbóvedasdelosaltosbosques.Aquelcieloqueseleofrecíaalamirada,aquellasaguasqueleenviabansusmurmullos,aquellascriaturasaquienesveíamoverse,¿noeranlarealidad?¿NoeraunlocoAramiscreyendoqueenelmundopodíaanhelarsemás?

Laembriagadoraperspectivadelavidacampestre,libredecuidados,temoresyescaseces,elocéanodedíasventurososquereverberaalosojosdelajuventud,heahíelverdaderoceboenquepuedequedarprendido un infeliz cautivo, gastado por las piedras del calabozo, enervado por la falta de aire de laprisión.YaquélfueelceboquelepresentóAramisalofrecerlelosmildoblonesyelencantadoedénqueocultabanalosojosdelmundolosdesiertosdelBajoPoitú.

Tales eran las reflexiones que se hacíaAramismientras con ansiedad indecible seguía lamarchasilenciosadelasalegríasdelpríncipe,aquienveíaabismarsegradualmenteenlasprofundidadesdesumeditación.

Conefecto,Felipe,absorto,yanotocabaconlospiesenelsuelo,ysualma,quedeunvuelosubierahastaelexcelsotrono,suplicabaaDiosqueenmediodeaquellaincertidumbre,delaquedebíasalirsuvidaosumuerte,leconcedieseunrayodeluz.

FueaquelunmomentoterribleparaelobispodeVannes;yesqueaunnosehabíaencontradonuncaen presencia de un infortunio tan inmenso. Aquella alma de bronce, acostumbrada a luchar contraobstáculosanteloscualesnosehallójamásinferiornivencido,ibaanaufragarenaquelvastoplanpornohaberprevistolainfluenciaqueejercíaenuncuerpohumanounpuñadodehojasregadasporalgunos

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litrosdeaire.Aramis,clavadoensusitioporlaangustiadeladuda,contemplópuesladolorosaagoníadeFelipe,

que sostenía la lucha contra los dos ángeles misteriosos. Aquel suplicio duró los diez minutos quesolicitara el joven.El cual, durante aquella eternidad, no cesó demirar el cielo con ojos de súplica,tristes y humedecidos; comoAramis no apartó deFelipe los suyos, preñados de avidez, inflamados ydevoradores.

Felipebajóderepente lacabeza,yesquesupensamientohabíabajadonuevamentea la tierra.Aljovenseleendureciólamirada,arrugóselelafrente,yarmóselederesoluciónindómitalaboca;luegovolvió a quedar con los ojos fijos, que por ahora se reflejaba en ellos la llama de los humanosesplendores;ahorasumiradaeracomoladeSatanáscuando,enlacimadelamontaña,queríatentaraJesucristomostrándolelosreinosylaspotestadesdelatierra.

LamiradadeAramissehizotansuavecomoanteserasombría.Felipe,conademásvelozynervioso,acababadetomarlelamano,diciendo:

—VamosadondeseencuentralacoronadeFrancia.—¿Esesavuestradecisión,príncipemío?—preguntóAramis.—Sí.—¿Irrevocable?Felipenisiquierasedignóresponder;selimitóamiraralobispo,comoparapreguntarsiunhombre

puedevolversobresuacuerdo.—Vuestrasmiradas son los dardos de fuegoquepintan los caracteres—dijoAramis inclinándose

hastalamanodeFelipe—.Seréisgrande,monseñor,yosoyquienoslopronostico.—Anudemoslaconversacióndondelahemosdejado—repusoelpríncipe—.Sinorecuerdo,oshe

dichoque«quería»ponermedeacuerdoconvosacercadedospuntos:lospeligrosolosobstáculos.Yaestá resueltoestepunto.Elotroestribaen lascondicionesqueme impondréis.Ahoraos tocahablaravos,señordeHerblay.

—¿Lascondiciones,príncipemío?—Por supuesto. No vais a detenerme en mi camino por tal bagatela, ni me haréis el agravio de

suponerqueyocreoapies juntillasqueoshabéismetidodesinteresadamenteenestenegocio.Conquedadmeaconocersinambagesnirodeosvuestropensamiento.

—Eséste—dijoAramis—:Unavezrey…—¿Cuándoloseré?—Mañanaporlanoche.—¿Cómo?—Oslodirédespuésquemehayáiscontestadoaloquevoyadeciros.Osenviéunhombrefielpara

que os entregara un cartapacio con notas en letra menuda y redactadas con firmeza, que permiten aVuestraAltezaconocerafondoacuantaspersonascomponenocompondránvuestracorte.

—Leítodaslasnotasaqueosreferís.—¿Atentamente?—Lassédememoria.—¿Las comprendisteis? Y perdonad si os hago la pregunta, que bien puedo hacérsela al infeliz

abandonado de la Bastilla. Dentro de ocho días nada tendré que preguntar a un hombre de tan claro

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entendimientocomovos,enelplenogocedelalibertadydelpoder.—Interrogadme pues;me avengo a ser el escolar a quien su sabiomaestro le hace dar la lección

señalada.—Primeramentehablemosdevuestrafamilia,monseñor.—¿DemimadreAnadeAustria?,¿desusamargurasydesuterribledolencia?Detodomeacuerdo.—¿Ydevuestrosegundohermano?—repusoAramisinclinándose.—Añadisteisa lasnotasunosretratos trazadospormanera tanmaravillosa, tanbiendibujados, tan

bienpintados,queenellosreconocíalaspersonasdequienesvuestrasnotasdesignabanelcarácter,lascostumbres y la historia. Mi hermano es un gallardo moreno de pálida tez, que no ama a su mujerEnriqueta,aquienyo,LuisXIV,heamadounpoco,yaúnlaamocoquetamente,pormásquemearrancólágrimaseldíaenquequisodespediraLaValiére.

—Cuidadoconexponerosalosojosdeésta—dijoAramis—.LaValiéreamadetodocorazónalreyactual,ydifícilmenteengañaunolosojosdeunamujerqueama.

—Esrubia,ytieneojosgarzos,cuyamiradadeternuramerevelarásuidentidad.Cojeaunpoco,yescribediariamenteunacartaalaquepormiordencontestaSaint-Aignán.

—¿Yaésteloconocéis?—Comosiloviera,ysédememorialosúltimosversosquemehadirigido,asícomolosqueyohe

compuestoencontestaciónalossuyos.—Muybien.¿Yvuestrosministros?—Colbert, feo y sombrío, pero inteligente; con los cabellos caídos hasta las cejas, cabeza

voluminosa,pesadayredonda,yporaditamento,enemigomortaldeFouquet.—RespectodeColbertnadatenemosquetemer.—No,porqueprecisamentemepediréisvosquelodestierre.—Seréismuygrande,monseñor—selimitóadecirAramis,llenodeadmiración.—Yaveisquesélalecciónalasmilmaravillas—añadióelpríncipe—,yconlaayudadeDiosyla

vuestranopadecerémuchasequivocaciones.—Todavíaquedanunpardeojosmuymolestosparavos,monseñor.—Ya,osreferísalcapitándemosqueteros,avuestroamigoD’Artagnan.—Enrealidadesamigomío.—ElqueacompañóaLaValiéreaChaillot,elquemetióaMonckenunacajaparaentregárseloa

CarlosII,elquehaservidotanbienamipadre,enunapalabra,elhombreaquienledebetantolacoronadeFrancia,queselodebetodo.¿PorventuravaistambiénapedirmequedestierreaD’Artagnan?

—Nunca,Sire.D’Artagnaneshombreaquienmereservocontárselo todo llegada laocasión;perodesconfiaddeél,porquesiantesdemirevelaciónnosdescubre,vosoyolapagaremosconlalibertadolavida.Eshombreaudazvresuelto.

—Loreflexionaré.Bueno,hablemosahoradeFouquet.¿Quéhabéisdeterminadorespectodeél?—Permitidmequetodavíanooshabledeél,monseñor,yperdonadmemiaparentefaltaderespetoal

interrogarosincesantemente.—Cumplísconvuestrodeberalhacerlo,yaundiréqueestáisenvuestroderecho.—AntesdehablardelseñorFouquet,tendríaescrúpulodeolvidaraotroamigomío.—AlseñordeVallón,elHérculesdeFrancia.Éstetieneaseguradasufortuna.

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—Noquisereferirmeaél,monseñor.—¿AlcondedeLaFere,pues?—Yasuhijo,elhijodenosotroscuatro.—¿EldoncelquesemueredeamorporLaValiére,aquienselaharobadopormaneratandeslealmi

hermano?Nada temáis,yoharéque la recobre.Decidme,caballerodeHerblay,¿olvidaelhombre lasinjuriascuandoama?¿Perdonaa lamujer infiel?¿Encajaestoconelcarácter francés,oesunade lasleyesdelcorazónhumano?

—ElhombrequeamacomoamaRaúldeBragelonne,acabaporolvidarelcrimendesuamada;loquenosé,essiRaúlolvidará.

—Procuraréqueasísea.¿Nadamástenéisquedecirme,referenteavuestroamigo?—Nadamás.—AhorahablemosdelseñorFouquet.¿Quépensáisvosquequierohacerdeél?—Dejadlodondeestá;quecontinúesiendosuperintendente.—Conformes;perohoyesprimerministro.—Nodeltodo.—Unreyignoranteeindecisocomoloseréyo,necesitaforzadamenteunprimerministro.—LoquenecesitaVuestraMajestadesunamigo.Tengouno,vos.—Másadelantetendréismás,peroningunotanabnegadonitanamantedevuestragloriacomoyo.—Vosseréismiprimerministro.—No,desdeluego,monseñor.Estolevantaríademasiadassospechas,causaríagrandeextrañeza.—¿Por ventura el primer ministro de mi abuela María de Médicis, Richelieu, era algo más que

obispodeLuzón,comovoslosoisdeVannes?—Veo que Vuestra Alteza ha aprovechado bienmis notas. No podéis figuraros cuántome halaga

vuestramaravillosaperspicacia.—Tambiénséque,graciasalaproteccióndelareina,Richelieunotardóenrecibirelcapelo.—Más valdrá—repuso Aramis inclinándose— que no sea yo primer ministro hasta que Vuestra

Altezamehayahechonombrarcardenal.—Loseréisantesdedosmeses,señordeHerblay.Peroestoesmuypoco,tanpoco,quemedaríaisun

disgustosilimitáisaesovuestraambición.—Poresoesperomás,monseñor.—¡Ah!decid,decid.—El señor Fouquet no desempeñará por mucho tiempo la superintendencia, pues envejecerá

rápidamente.Sihoycomparteelplacerconeltrabajo,hastadondeésteselopermite,esporquelequedaaún algo de juventud; algo que desaparecerá a la primera aflicción o a la primera enfermedad que leasalte.Laaflicciónse laevitaremos,porqueeshombredignoydecorazónnoble,peroencuantoa laenfermedad, nada podemos.De consiguiente, quedamos en que una vez hayáis pagado las deudas delseñor Fouquet y repuesto la hacienda, aquél, a quien habremos enriquecido, continuará siendo rey enmedio de su corte de poetas y pintores. Entonces yo, primerministro de Vuestra Alteza Real, podrépensarenmisinteresesyenlosvuestros.

Elpríncipemiróasuinterlocutor.—Richelieu, del cual hemos hablado —continuó Aramis—, cometió el grande error de querer

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gobernar por sí sobre el reino, de dejar que se sentaran dos reyes en unmismo trono,LuisXIII y él,cuandopudoinstalarlosmáscómodamenteendostronosdiferentes.

—¿Endostronos?—repusoFelipe.—Sí,monseñor—prosiguióAramisconvozsosegada—:uncardenalprimerministrodeFrancia,con

ayudadelfavorydelapoyodelreycristianísimo;uncardenalaquiensuamoyseñorprestasustesoros,susejércitosysuconsejo,alaplicarúnicamenteaFranciasusrecursosnocumpliríaconlosdeberesasucargo.Porotraparte—añadióAramisdirigiendounamiradaescrutadoraaFelipe—,vosnoseréisunreycomovuestropadre,delicado,tardíoyhastiadodetodo,sinounreyinteligenteyguerrero,ycomotal,anhelosodeensancharvuestrosdominios,enloscualesyoosmolestaría.Ahorabien,nuestraamistaddebenoversenunca,nodiréalterada,peronisiquieralevementeveladaporundesigniooculto.YooshabrédadoeltronodeFrancia,vosmedaréiseltronodeSanPedro.Cuandovuestramanoleal,firmeyarmada tengaporgemela ladeunpapacomoyoseré,niCarlosV,quehaposeído losdos terciosdelmundo, ni Carlomagno, llegarán a vuestra cintura. Como no tengo alianzas ni prevenciones, no osenfrascaréenlapersecucióndelosherejesnienlasguerrasdefamilia.Vosyyonoscompartiremoseluniverso, vos en lo temporal, yo en lo espiritual, y comoyomoriré primeroquevos, vuestra serámiherencia.¿Quéosparecemiplan,monseñor?

—Quesóloelhaberoscomprendidomellenadegozoydeorgullo;seréiscardenal,señorHerblay,yunavezcardenal,miprimerministro,yunavezmiprimerministro,harécuantomedigáisparaqueoselijanpapa.Pedidmegarantías.

—¿Paraqué?Nuncaharéyocosaalgunasinquevossalgáisganando;nisubiré,quenooshayahechosubir a vos el escalón superior, y memantendré siempre lo bastante lejos de vos para sustraerme avuestros celos, y lo bastante cerca para conservar vuestro provecho y celar vuestra amistad. En estemundo todos los pactos se rompen porque el interés que encierran tiende a ladearse de sólo un lado.Entrevosyyonuncapasaráeso;heahíporquénonecesitogarantías.

—¿Asípues…mihermano…desaparecerá?—Sí,monseñor,ysinquepersonaalgunasedécuentadeello.Lorobaremosdesucamavaliéndonos

de una trampa que cede a la presión del dedo. Dormido a la sombra de la corona, despertará en elcautiverio.Vos,desdeaquel instante, impondréisvuestraúnicavoluntad,ynadaos interesará comoelconservarmeavuestrolado.

—Escierto.Aquíestámimano,señordeHerblay.—Permitidmequemearrodillerespetuosamenteenvuestrapresencia,Sire.Eldíaquelacoronaciña

vuestrafrente,ylatiaralamía,nosabrazaremos.—Abrazadmesinmástardanza,ysedparamímásqueunhombregrandeyhábil,másqueungenio

sublime:sedbuenoparaconmigo,sedunpadre.Alescuchartalespalabras,Aramiscasiselesubieronlaslágrimasalosojos,ylepareciósentiren

sucorazónalgohastaentoncesparaéldesconocido;peroaquellaimpresiónfuefugaz.—¡Supadre!—dijoentresíHerblay—.Padre,sí,peropadresanto.Elpríncipeyelobisposubieronnuevamentealacarroza,quepartióaescapecaminodeVaux.

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ElcastillodeVaux

ElcastillodeVaux,situadoauna leguadeMelún, fueconstruidoporFouqueten1653,esdecirenuntiempoenqueenFranciaeragrandelaescasezdedinero,puesporunaparteMazarinolohabíarobadocasitodo,yporlaotra,Fouquetgastabaelresto.Sinembargo,comohayhombresquetienenfecundoslosdefectosyútileslosvicios,Fouquet,alsembrarlosmillonesensupalacio,hallómaneradecosechartreshombres ilustres; aLevau, arquitectodel edificio, aLeNotre, autor del planode los jardines, y aLeBrun,quepintólashabitaciones.

Vauxnoteníamásqueundefecto,yerasucaráctergrandioso,sugraciosamagnificencia.UnagranverjasostenidaporcariátidesformalaentradadeVaux,yluegoqueunolahaatravesadose

encuentrafrentealcuerpoprincipaldeledificio,precedidodeungranpatioceñidodeprofundosfososcoronadosdeunamagníficabarandilladepiedra.Aqueledificio,construidoporunvasallo, separecemás a un alcázar que no los palacios que Wolsey se creía obligado a regalar a su señor para nodespertarlelaenvidia.

Pero, si algo puede ser preferido a la espléndida disposición de las habitaciones, al lujo de losdorados, a la profusión de las pinturas y las estatuas, es el parque, son los jardines de Vaux. Lossurtidores,maravillososen1653,losonaúnenlahorapresente:lascascadasdespertabanlaadmiracióndereyesypríncipes;yporloquehacelafamosagruta,ellectornosperdonaráquenodescribamostodassus bellezas, porque no querríamos despertar, respecto de nosotros, críticas como las que a la sazónmeditabaBoileau.Haremos,pues,comoDespreaux,entraremosenelparquequeteníaentoncestansóloochoaños,noobstantelocualsedorabanalosprimerosrayosdelsollasyafrondosasyaltascimasdesusárboles.LeNotreanticipóelgocedelmecenas:todoslosplantelesdieronárbolesprecocesgraciasal sumo cuidado que se puso en su cultura y al eficaces abonos. Todo árbol de las cercanías quepresentaba condiciones de gran desarrollo, era, trasplantado al parque, para adorno del cual podíaFouquetcomprarmuybienárbolesymásárboles,cuandoparaagrandarlohabíacomprado tresaldeasjuntoconloquecontenían.

El suntuosopalacioestabadispuestopara recibir«almásgrande reydelmundo».LosamigosdeFouquethabíanconducidoaél,encoche,unossusactoresysusdecoraciones,otrossusestatuariosysuspintores,y,otros,finalmente,algunosingenios,puessetratabadeimprovisarengrande.

Porpatiosycorredorescirculabaunejércitodecriados,mientrasFouquet,quehastaaquellamañanamismanollegó,sepaseabatranquiloyperspicaz,paradarlasúltimasórdenes,despuésdehaberpasadolosmayordomoslaúltimarevista.

Era el 15 de agosto. El sol caía verticalmente sobre los hombros de los dioses demármol y de

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bronce,yaltiempoquecalentabaelaguadelosestanques,hacíamadurarenlosvergeleslosmagníficosmelocotones,porlosquedebíasuspirarmediosiglodespuésel«granrey»,quedecíaaciertopersonaje:«SoisdemasiadojovenparahabercomidomelocotonesdelseñorFouquet».

¡Oh recuerdo!, ¡oh trompetas de la fama!, ¡oh gloria terrenal! ¡Aquél que tanto sabía apreciar elmérito; aquel que recogió la herencia deNicolás Fouquet, y la quitara a LeNotre y a LeBrun, y lomandarasepultaraperpetuidadenunaprisióndeEstado,sólorecordabalosmelocotonesdesuenemigovencido,aniquilado,olvidado!PormásqueFouquettirótreintamillonesensusestanques,enloscrisolesde sus estatuarios, en los bufetes de sus poetas y en las carteras de sus pintores, en vano creyó quedejaríamemoriadeél;yunpuñadodemateriavegetalqueunlirónroeconlamayorfrecuencia,bastabaparaqueungranreyevocaraensumemorialaimagenlamentabledelúltimosuperintendentedeFrancia.

Seguro de queAramis había distribuido bien los criados, cuidado de hacer guardar las puertas, ypreparadolosalojamientos,Fouquetnoseocupómásqueenelconjunto.Aquí,Gourville lemostróladisposiciónde losfuegosartificiales,allíMoliére locondujoal teatro,hastaqueporfinydespuésdehabervisitadolacapilla,lossalonesylasgalerías,albajar,rendidodecansancio,FouquetseencontróenlaescaleraconAramis,quelehizounaseña.

Elsuperintendenteseunióasuamigo,queledetuvoanteuncuadroapenasterminado,yalcualdabalos últimos toques LeBrun, sudando,manchado de colores, pálido de fatiga y de inspiración. Era elesperadoretratodelrey,coneltrajedeceremonia.

Fouquetsecolocódelantedeaquelretrato,que,pordecirloasí,respiraba,mirólafigura,calculóeltrabajo,seadmiró,ynohallandorecompensadignadeaquellahercúlealabor,echólosbrazosalcuellodelartistayloestrechócontrasupecho.

Siparaelartistafueaquelunmomentodegozo,noasíparaelsastrePercerín,queibatrasFouquet,yadmirabaenlapinturadeLeBruneltrajequeélhicieraparaSuMajestad.

Las exclamaciones de Percerín fueron interrumpidas por la señal que dieron desde la torre delpalacio.MásalládeMelún,enlallanura,losvigíasdeVauxhabíandivisadoelcortejodelreyydelasreinas:SuMajestadentrabaenaquelmomentoenMelúnconsulargafiladecarrozasyjinetes.

—Dentrodeunahora—dijoAramisaFouquet.—¡Dentrodeunahora!—exclamóelsuperintendenteexhalandounsuspiro.—¡Y el pueblo que pregunta de qué sirven las fiestas reales!—prosiguió el obispo riéndose con

hipocresía.—¡Ay!tambiényomelopreguntoynosoypueblo—repusoFouquet.—Dentrodeveinticuatrohorasosresponderé,monseñor.Ponedbuenacara,queesdíadejúbilo.—Tantosimecreéiscomosino,Herblay—designandoconeldedoelcortejodeLuisenelhorizonte

—, sé deciros que aunque él no me quiere mucho ni yo le quiero más a él, a proporción que vaacercándose…

—¿Qué?—Meessagrado,esmirey,casimeesquerido.—¿Querido?locreo—repusoAramishaciendohincapiéenelvocablo—,comoandandoeltiempo

hizoelpadreTerrayconLuisXV.—Nolotoméisabroma,Herblay;conozcoque,dequererloél,amaríaaesejoven.—Esonotenéisquecontármeloamí—replicóelobispo—,sinoaColbert.

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—¡AColbert!—exclamóFouquet—.¿Porqué?—Porque hará que os señalen una pensión sobre el bolsillo particular del rey, cuando sea

superintendente.—¿Adóndevais?—preguntóFouquetcongestosombrío,alverqueAramissemarchabadespuésde

haberdisparadoeldardo.—Amihabitaciónparamudardetraje.—¿Dóndeestáisalojado?—Enelcuartoazuldelpisosegundo.—¿Elquecaeencimadeldormitoriodelrey?—Sí.—¡Vayaunasujeciónqueoshabéisimpuesto!¡Condenarsealainmovilidad!—Pasolanochedurmiendooleyendo,monseñor.—¿Yvuestroscriados?—Sólomeacompañaunapersona.—¡Nadamás!—Mebastamilector.Adiós,monseñor;noosfatiguéisendemasía.Conservaosbienparalallegada

delrey.—¿OsveremosavosyalvuestroamigoVallón?—Lehedejadojuntoamí.Ahoraseestávistiendo.Fouquetsaludóconlacabezayconunasonrisa,ypasócualgeneralísimoquerecorrelasavanzadas

alanunciarlelapresenciadelenemigo.

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ElvinodeMelún

Enefecto,elreyhabíaentradoenMelúnperosinmáspropósitoqueeldeatravesarlaciudad,taleralaseddeplaceresqueleaguijaba.Duranteelviaje,sólohabíavistodosvecesaLaValiére,yadivinandoquenopodríahablarconellasinodenocheyenlosjardines,despuésdelaceremonia,noveíalahoradellegar aVaux. Pero LuisXIV echaba la cuenta sin la huéspeda, queremos decir sinD’Artagnan y sinColbert.

SemejanteaCalipso,quenopodíaconsolarsedelapartidadeUlises,elcapitándemosqueterosnopodíaconsolarsedenohaberadivinadoporquéAramiseraeldirectordelasfiestas.

—Comoquieraquesea—decíaentresíaquelhombreflexibleenmediodesulógica—.CuandomiamigoelobispodeVannneshahechoesoparaalgoserá.

Peroenvanosedevanabalossesos.D’Artagnan,queestabatancurtidoenlasintrigascortesanas,yconocíalasituacióndeFouquetmás

que Fouquet mismo, concibió las más raras sospechas al tener noticia de aquella fiesta que habríaarruinado a un hombre rico, y que para un hombre arruinado era una empresa descabellada y derealizaciónimposible.Además,lapresenciadeAramis,deregresodeBelle-IsleynombradodirectordelasfiestasporFouquet,suasiduaintervenciónentodos losasuntosdelsuperintendente,ysusvisitasaBaisemeaux, eran para D’Artagnan puntos demasiado obscuros para que no le preocupasen hacía yaalgunassemanas.

—Con hombres del temple deAramis—decía entre sí el gascón—, uno no es elmás fuerte sinoespadaenmano.MientrasAramisfueinclinadoallaguerra,huboesperanzasdesobrepujarle;perodesdeelpuntoyahoraenqueseechóunaestolasobrelacorazanohayremedioparanosotros.Pero¿quésepropone Aramis?… ¿qué me importa, si sólo quiere derribar a Colbert?… Porque ¿qué más puedequerer?

Elmosqueterose rascaba la frente, tierra fértilde laqueelaradodesusuñashabíasacado tantasideasfecundas,yresolvióhablarconColbert;perolaamistadyeljuramentoqueloligabanaAramislehicieron retroceder, sin contar que él, por su lado odiaba también al intendente. Luego se le ocurrióhablar sin ambages con el rey; pero el rey se quedaría a obscuras respecto de sus sospechas, que nisiquierateníanlarealidaddelaconjetura.Porúltimo,decidiódirigirsedirectamenteaAramistanprontovolvieseaverlo.

—Lotomarédesorpresa—dijoparasíelmosquetero—;lehablaréalcorazón,ymedirá…¿Qué?Algo,porque¡viveDios!queaquíhaymisterio.

Yamástranquilo,D’Artagnanhizosuspreparativosdeviaje,ycuidódequelacasamilitardelrey,

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muypoconutridaaún,estuviesebienregidayorganizadaensuspequeñasproporciones.De locualsesiguióqueLuisXIV,alllegaralavistadeMelún,sepusoalfrentedesusmosqueteros,desussuizosydeunpiquetedeguardiasfrancesas,queenconjuntoformabanunreducidoejércitoquesellevabatrassílasmiradasdeColbert,quehubieradeseadoaumentarloenuntercio.

—¿Paraqué?—lepreguntóelrey.—ParahonrarmásalseñorFouquet—respondióelintendente.—Sí,paraarruinarlomásaprisa—dijomentalmenteelgascón.ElejércitollegófrenteaMelún,cuyosnotablesentregaronalLuisXIVlasllavesdelaciudadyle

invitaronaentrarenlascasasconsitorialesparabeberloqueenFranciallamanelvinodehonor.LuisXIV,quehabíahechoelpropósitodenodetenerseparallegaraVaux,sesonrojódedespecho.—¿Quién será el imbécil causante de ese retardo?—murmuró el rey, mientras el presidente del

municipioechabalaarengaderúbrica.—Nosoyyo—replicóD’Artagnan—;perosospechoqueeselseñorColbert.—¿Quéseosofrece,señorD’Artagnan?—repusoelintendentealoírsunombre.—SemeofrecesabersisoisvosquienhadispuestoqueconvidasenalreyabebervinodeBrie.—Sí,señor.—Entoncesesavosaquienelreyhaaplicadouncalificativo.—¿Cuál?—Nolorecuerdoclaramente…¡Ah!…mentecato…no,majadero…no,imbécil,estoes,imbécil.De

esohacalificadoSuMajestadalquehadispuestoelvinodehonor.D’Artagnan,alverque la irahabíapuesto tansumamentefeoal intendente,apretó todavíamás las

clavijas,mientraseloradorseguíasuarengayelreysonrojabaaojosvistos.—¡Votoasanes!—dijoflemáticamenteelmosquetero—.Alreyvadarleunderrame.¿Quiéndiablos

oshasugeridosemejanteidea,señorColbert?Comoyonosoyhacendistanohevistomásqueunplanenvuestraidea.

—¿Cuál?—EldehacertragarunpocodebilisalseñorFouquet,quenosestáaguardandoconimpacienciaen

Vaux.Lodichofuetanrecioycertero,queColbertquedóaturdido.Luegoquehubobebidoelrey,elcortejo

reanudólamarchaaltravésdelaciudad.El rey se mordió los labios, pues la noche se venía encima, y con ella se le desvanecían las

esperanzasdepasearseconLaValiére.Porlasmuchasconsignas,eranmenesteralomenoscuatrohorasparahacerentrarenVauxlacasa

delrey;elcualardíadeimpacienciayapremiabaalasreinasparallegarantesdequecerraralanoche.Peroenelinstantedeponersenuevamenteenmarcha,surgieronlasdificultades.

—¿AcasoelreynoduermeenMelún?—dijoenvozbajaColbertaD’Artagnan.Colbertestabamalinspiradoaqueldíaaldirigirsedeaquellamaneraalmosquetero,queconociendo

laimpacienciadelsoberano,noqueríadejarleentrarenVauxsinobienacompañado,esdecir,contodalaescolta,locual,porotraparte,nopodíamenosdeocasionarretardosqueirritaríantodavíamásalrey.¿Cómoconciliaraquellasdosdificultades?D’Artagnannohallóotroexpedientemejorquerepetiralreylaspalabrasdelintendente.

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—Sire—dijoelgascón—,elseñorColbertpreguntasiVuestraMajestadduermeenMelún.—¡Dormir en Melún! ¿Por qué?—exclamó Luis XIV—. ¿A quién puede habérsele ocurrido esa

sandez,cuandoelseñorFouquetnosaguardaestanoche?—Sire—repusoColbertconviveza—,mehamovidoeltemordequeseretrasaraVuestraMajestad,

que,segúnlaetiqueta,nopuedeentrarenpartealguna,másqueensuspalacios,antesquesuaposentadorhayaseñaladolosalojamientos,yestédistribuidalaguarnición.

D’Artagnanprestabaoídoatentomientrasseroíaelbigote.Lasreinasescuchabantambién;ycomoestaban fatigadas,deseabandormir,y sobre todo impedirqueelmonarca sepasaraaquellanocheconSaint-Aignán y las damas, pues si la etiqueta encerraba en sus habitaciones a la princesa, las damaspodíanpasearseterminandoelservicio.

Según se ve, todos aquellos intereses contrapuestos iban levantando vapores que debíantransformarseennubes,comoéstasentempestad.Elreynopodíamorderseelbigoteporqueaunnolotenía; pero roía el puñode su látigo. ¿Cómo salir del atolladero?D’Artagnan se sonreíayColbert sedabatono.¿Contraquiéndescargarlacólera?

—Quedecidalareina—repusoLuisXIVsaludandoaMaríaTeresayasumadre.Ladeferenciadelmonarca llegóal corazónde la reina,queerabuenaygenerosa,yque, alverse

árbitra,contestórespetuosamente:—Paramíseráunagransatisfaccióncumplirlavoluntaddelrey.¿Cuántotiemposenecesitaparaira

Vaux?—preguntóAnadeAustriavertiendosílabaasílabasuspalabras,yapretándoseconlamanosudoloridopecho.

—ParalascarrozasdeVuestrasMajestadesyporcaminoscómodos,unahora—dijoD’Artagnan.Yalverqueelreylemiraba,seapresuróaañadir—:Yparaelrey,quinceminutos.

—Asíllegaremosdedía—repusoLuisXIV.—Peroelalojamientodelacasamilitar—objetóconamabilidadelintendente—haráperderalrey

todoeltiempoqueganeapresurandoelviaje,pormuyrápidoqueéstesea.—¡Ah! bruto—dijo para sí D’Artagnan—. Si yo tuviese interés en desacreditarte, antes de diez

minutoslohabríaconseguido.—Yenaltavozañadió:—YodeSuMajestad,aldirigirmeacasadelseñorFouquet,queesuncaballerocumplido,dejaríami

servidumbre yme presentaría como amigo; quiero decir que entraría enVaux sólo conmi capitán deguardias,yasíseríamásgrandeymássagradoparamihospedador.

—Heahíunbuenconsejo,señora—dijoLuisXIV,brillándoledealegríalosojos—.Entremoscomoamigosencasadeunamigo.Vayandespaciolosdelascarrozas,ynosotros,señores,¡adelante!

Dichoesto,elreypicóasucaballoypartióalgalope,seguidodetodoslosjinetes.Colbertescondiósugrandeyenfurruñadacabezatraselcuellodesucabalgadura.—AsípodréhablarestanochemismaconAramis—dijoparasusadentrosD’Artagnanmientrasiba

galopando—.AdemáselseñorFouquetestodouncaballero,ycuandoyolodigo,votoamíquepuedencreerme.

Así, a las siete de la tarde, sin trompetas ni avanzadas, exploradores ni mosqueteros, el rey sepresentó ante la verja de Vaux, donde Fouquet, previamente avisado, hacía media hora que estabaaguardandoconlacabezadescubierta,enmediodesuscriadosydesusamigos.

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Néctaryambrosía

Fouquet tuvo el estribo al rey, que, apeándose, se enderezó graciosamente, y,más graciosamente aún,tendió la mano al superintendente, que la acercó respetuosamente a sus labios a pesar de un ligeroesfuerzodelmonarca.

Elreyaguardóenelprimerrecintolallegadadelascarrozas,quenosehicieronesperar.Lasdamas,quellegaronalasochodelanoche,fueronrecibidasporlaseñorasuperintendentaalaclaridaddeunaluzvivacomoladelsol,quesurgiódelosárboles,jarronesyestatuas,yduróhastaquesusmajestadeshubierondesaparecidoenelinteriordelpalacio.

Todas aquellas maravillas, amontonadas, todos aquellos esplendores de la noche vencida, lanaturalezaenmendada,detodoslosplaceres,detodaslasmagnificenciascombinadasparalasatisfaccióndelossentidosydelespíritu,Fouquetlosofreciórealmenteasusoberanoenaquelencantadoretiro,delquesoberanoalgunodeEuropapodíavanagloriarseentoncesdeposeerotroequivalente.

Nohablaremosdelgranfestínquereunióasusmajestades,nide losconciertos,nide lasmágicasmetamorfosis,noslimitaremosapintarelrostrodelrey,que,dealegre,expansivoysatisfechocomoeraalprincipio,luegosevolviósombrío,reservado,irritado.Recordósupalacioyelmíserolujodeéste,que no era sino el utensilio de la realeza y no propiedad del hombre-rey. ¿Los grandes jarrones deLouvre, los antiguosmuebles y la vajilla deEnrique II, de Francisco 1, y deLuisXI, no pasaban demonumentos históricos, de objetos de valor intrínseco, desechos del oficio del rey?En el palacio deFouquet, el arte competía con lamateria. Fouquet comía en una vajilla de oro que habían fundido ycincelado para él, artistas a su sueldo, y bebía vinos de los que el rey de Francia ni aun conocía elnombre,ylesbebíaenvasoscadaunodeloscualesvalíamásquetodalabodegareal.

¿Yquédiremosdelossalones,delascolgaduras,deloscuadrosydeloscriadosylacayosdetodaespecie?¿Quédelservicio,allídondeelordensustituíaalasetiquetas,elbienestaralasconsignas,yelplacerylasatisfaccióndelhuéspederanlaleysupremaparacuentosalanfitriónobedecían?

Aquelenjambredecriadosqueibanyveníansilenciosamente,aquellamuchedumbredeconvidadosmenosnumerosaquelosservidores,el incalculablenúmerodemanjaresydevasosdeoroyplata;losraudales de luz, las flores desconocidas de que se habían despojado los invernaderos como de unasobrecarga,puestoqueaunestabanlozanas;aquelconjuntoaromático,quenoeramásquepreludiodelafiestaprometida,llenóderegocijoatodoslosasistentes,queunayotravezmanifestaronsuadmiración,noconlavozyelademán,lenguajesdelcortesanoqueolvidaelrespetodebidoalsuseñor,sinoconelsilencioylaintención.

Elrey,conlosojos,hinchados,noseatrevióamiraralareina;yAnadeAustria,siempresuperioral

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todosenorgullo,abrumóasuhuéspeddespreciandoabiertamentecuandolaservían.MaríaTeresa,buenaycuriosadelavida,alabóaFouquet,comiócongrandeapetito,ypreguntóel

nombre de muchas frutas que había sobre la mesa. Fouquet respondió que ignoraba sus nombres.Aquellasfrutasprocedíandelosreservadosdelsuperintendente,reservadosqueélmismo,peritísimoenagronomíaexótica,cultivaraconfrecuencia.Elrey,quealoírlarespuestadeFouquet,sesintiótantomáshumilladocuantoconocióladelicadezaqueladictaba,hallóalgovulgarasumujer,ysobradoorgullosaaAnadeAustria,yporsupartehizoelpropósitodemantenerse impasibleen los límitesdelextremodesdénodelasimpleadmiración.

Pero Fouquet, que era hombre sagaz y todo lo había previsto, no obstante haber manifestadoterminantementeelreyquemientrasestuvieseenVauxnoqueríasometersuscomidasalaetiqueta,y,porconsiguiente, comería con todo el mundo, hizo que sirvieran aparte a Su Majestad, si así podemosexpresarnos,enmediodelamesageneral.

Aquella cena,maravillosa por su composición, comprendía todos losmanjares gratos al rey, todocuantoéste solíaescoger.LuisXIV,elhombremáscomilóndeFrancia,nopodía,pues, alegarexcusaalgunaparanocomer.

Fouquet hizo más aún: acatando la orden del rey se sentó a la mesa; pero una vez servidas lasmenestras,selevantóparaservirpersonalmentealrey,mientraslaseñorasuperintendentapermanecíaenpiedetrásdel sillónde la reinamadre.Eldesdénde Junoy el enojode Júpiterno resistierona talesmuestrasdedelicadeza;asíesqueAnadeAustriacomióunbizcochomojadoenvinodeSanLúcar,yelreycomiódetodo.

—Nopuededarseunacomidamejor,señorsuperintendente—dijoLuisXIV.Losdemás,aloírlaspalabrasdelrey,empezaronamoverconentusiasmolasmandíbulas.Estonoimpidióquedespuésdehabersehartado,elreyvolvieseaponersetriste;enproporcióndel

buen humor que él creyó debía manifestar, y sobre todo en comparación de la buena cara que suscortesanoshabíanpuestoaFouquet.

D’Artagnanquecomíamuchoybebíamás,comoquiennohacenadanoperdióunbocado,perohizoungrannúmerodeobservacionesprovechosas.

Acabada lacena,el reynoquisoperderelpaseo.Elparqueestaba iluminado; la luna,comosisehubiese puesto al discreción del señor deVaux, pateó los árboles y los lagos con sus diamantes y subrillo. El ambiente era suave; las sombrías alamedas estaban tanmullidamente enarenadas, que dabagusto sentar los pies en ella. La fiesta fue completa, pues el rey encontró a LaValiére en una de lasrevueltas de un bosque, y pudo estrechar sumano y decirla que la amaba, sin que le oyese personaalguna,másqueD’Artagnan,queseguía,yFouquetqueprecedía.

Enhorayaavanzadadeaquellanochedeencantos,elreymanifestódeseosdeacostarse.Alpuntosepusieron todos enmovimiento. Las reinas se encaminaron al sus habitaciones al son de tiorbas y deflautas,yelrey,alsubir,encontróasusmosqueterosaquienesFouquethizovenirdeMelúnyconvidóacenar.

D’Artagnan desechó toda desconfianza, y como estaba cansado, y había cenado bien, se propusogozar,unavezensuvida,deunafiestaencasadeunverdaderorey.

—¡Estodounhombre!—dijoentresíelgascónrefiriéndosealsuperintendente.CongranceremoniacondujeronaLuisXIVal templodeMorfeo,delquevamosadarunasucinta

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reseña.Era la piezamáshermosay capazdel palacio, y en su cúpula, pintada al frescoporLeBrun,figurabanlossueñosfelicesylostristesqueMorfeoasíenvíalospoderososcomoaloshumildes.Todolo gracioso a que da vida el sueño, miel y aromas, flores y néctar, voluptuosidad o reposo de lossentidos,LeBrunlohabíaderramadoensuobra,suaveyhaciendocontrastesconella,veíanselascopasquedestilanlosvenenos,elpuñalquebrillasobrelacabezadeldurmiente,yhechicerosyquimerasdemonstruosascabezas,ycrepúsculosmásespantablesquelasllamasolastinieblasmásprofundas.

El rey, al entrar en aquella suntuosa estancia, sintió comouna sacudida eléctrica; y al preguntarleFouquetlacausadeella,conlapalidezenelrostrocontestóqueeraelsueño.

—¿QuiereVuestraMajestadqueentreinmediatamentesuservidumbre?—No—respondióLuisXIV—;tengoquehablarconalgunaspersonas.QueavisenalseñorColbert.Fouquethizounareverenciaysalió.

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LahabitacióndeMorfeo

Despuésdelacena,D’ArtagnanfueavisitaraAramis,conelfindesaberloquesospechaba;peroenvano.Fuefranco:peroAramis,apesardelosterriblescargosquelesuponía,amistosamente,siempre,elmosqueteronocedióunápiceyhastallegóadecir:

—SiyotengolaideadetocarparanadaalhijodeAnadeAustria,alverdaderoreydeFrancia:sinoestoyprontoabesarsuspies;simañananoeseldíamásgloriosodemirey¡quémepartaunrayo!

D’Artagnan,tranquiloysatisfecho,dejóaAramis,elcualcerrólapuertadesuhabitaciónechóloscerrojoscerróherméticamentelasventanasyllamó:

—¡Monseñor!,¡monseñor!Felipeabrióunapuertacorredera,situadadetrásdelacama,yapareciódiciendo:—Porloqueseve,elseñordeD’Artagnanesuncostaldesospechas.—¡Ah!,¿lohabéisconocido?—Antesquelohubieseisnombrado.—Esvuestrocapitándemosqueteros.—Meesmuydevoto—replicóFelipedandomayorfuerzaalpronombrepersonal.—Esfielcomounperro,yalgunasvecesmuerde.SiD’Artagnannoosconoceantesque«elotro»

haya desaparecido, contad con él para siempre, porque será señal de que nada habrá visto; y si vedemasiadotarde,comoelgascón,nuncaensuvidaconfesaráquesehayaengañado.

—Talsupuse.Yahora¿quéhacemos?—Vais a atisbar desde el observatorio cómo se acuesta el rey, digo como os acostáis vos con el

ceremonialordinario.—Muybien.¿Dóndemepongo?—Sentaosenesa sillade tijera.Voyahacercorrerel sueloparaquepodáismiraral travésde la

abertura,quecorrespondealasventanasfalsasabiertasenlacúpuladeldormitoriodelrey.¿Quéveis?—Veoalrey—contestóFelipeestremeciéndosecomoalaspectodeunenemigo.—¿Quéhace?—Invitaaunhombreaquesesientejuntoaél.—Ya,elseñorFouquet.—No;aguardad…—Recurridalasnotasyalosretratos,monseñor.—Elhombreaquienelreyinvitaasentarse,esColbert.—¿Colbertsentarsedelantedelrey?—exclamóAramis.

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—Nopuedeser.—Mirad.—Escierto—repusoHerblaymirandoaltravésdelaaberturadelsuelo—.¿Quévamosaoíryqué

vaaresultardeesaintimidad?—IndudablementenadabuenoparaelseñorFouquet.Elpríncipenoseengañó.DijimosqueLuisXIVmandóllamaraColbert;éstesepresentóentablando

conversacióníntimaconSuMajestadporunodelosmásinsignesfavoresqueaquélconcedía.Verdadesqueelreyestabaasolasconsuvasallo.

—Sentaos—dijoaColbertelmonarca.El intendente, henchido de gozo, tanto más cuanto temía verse despedido, rehusó aquella honra

insigne.—¿Acepta?—preguntóAramis.—No,sequedaenpie.—Escuchemos.Elfuturoreyyelfuturopapaescucharonconavidezaaquellossimplesmortalesaquienesteníanbajo

susplantasyaloscualespudieranhaberreducidoapolvoconsóloquererlo.—Hoymehabéiscontrariadograndemente,Colbert—dijoLuisXIV.—Yalosabía,Sire—contestóelintendente.—Megustalarespuesta.¿Losabíaisylohabéishecho?Esopruebaunánimoespecial.—SicorríaelriesgodecontrariaraVuestrasMajestad,tambiénlocorríadeocultarlesuverdadero

interés.—¿Porventuratemíaisalgocontramí?—Aunquenofuesesinoparaunaindigestión,Sire—dijoColbert—;porquenodaunsúbditofestines

talesasureymásqueparasofocarlobajoelpesodelosmanjaressuculentos.Lanzadoquehubosuvulgarísimachanza,elintendenteaguardóconfazrisueñaelefectodeella.LuisXIV,elhombremásvanoydelicadodesureino,perdonóaquellanuevatontadaaColbert.—Laverdades—repusoelmonarca—queelseñorFouquetmehadadounacenamásquebuena.

Pero¿dedóndesacaráesehombreeldineronecesarioparasubveniratanenormesgastos?¿Losabéisvos,Colbert?

—Sí,Sire.—Probádmelo.—Fácilmente,hastaloúltimo.—Yaséquecontáisconexactitud.—Eslacualidadmejorquepuedeexigirseaunintendentedehacienda.—Notodoslaposeen.—Gracias,Sire,porunelogiotanlisonjeroparamíenvuestraboca.—ElseñorFouquetestárico,riquísimoyesotodoelmundolosabe.—Vivosymuertos.—¿Quéqueréisdecir?—LosvivosvenlariquezadelseñorFouquet,yadmiranelresultado,yaplauden;perolosmuertos,

conocenlascausas,yacusan.

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—¿Aquécausasdebe,pues,elseñorFouquetsufortuna?—Confrecuenciaeloficiodeintendentefavorecealqueloejerce.—Conozcoquetenéisquehablarmemásconfidencialmente;nadastemáis,estamossolos.—Bajo la ética de mi conciencia y la protección del rey, Sire, nunca temo —dijo Colbert

inclinándose.—¿Conquelosmuertoshablan?—Aveces,Leed,Sire.—¡Ah!—dijoAramisaloídodelpríncipe,queescuchabasinperdersílaba—;puesestáisaquípara

aprendervuestrooficioderey,monseñor,escuchadunainfamiareal.VaisaasistiraunadetantasescenasqueDios,omásbieneldiablo,concibeyejecuta.Escuchadatentamenteyosaprovechará.

Elprínciperedoblólaatención,yviocomoLuisXIVtomabadelasmanosdeColbertunacarta.—¡Letradeldifuntocardenal!—exclamóelrey.—Felizmemoria la deVuestraMajestad—dijo el intendente—; conocer en seguida quémano ha

escritoundocumento,esunaaptitudmaravillosaparaunreydestinadoaltrabajo.LuisXIVleyóunacartadeMazarino,ycomoel lectoryalaconocedesdeelrompimientoentre la

ChevreuseyAramis,dejamosdecitarlaaquí.—Nocomprendobien—dijoelmonarcahondamenteinteresadoenaquelasunto.—VuestraMajestadnotienetodavíalaprácticadelosempleadosdelaintendencia.—VeoquesetratadedineroentregadoalseñorFouquet.—Trecemillonesnadamenos.—¿Yesostrecemillonesfaltaneneltotaldelascuentas?Repitoquenolocomprendobien.¿Cómo

puedeserqueresulteesedéficit?—Yonodigoquepuedaonopuedaresultar,loquedigoesqueresulta.—¿YlacartadeMazarinoindicaselempleodeaqueldineroyelnombredeldepositario?—DeellopuedeconvencerseVuestraMajestad.—Conefecto,deellasededucequeelseñorFouquetaunnohadevueltolostrecemillones.—Asíresultadelascuentas,Sire.—¿Quéinferísdetodoeso?—Que no habiendo el señor Fouquet devuelto los trecemillones, se los hametido en el bolsillo.

Ahorabien,contrecemillonespuedehacerseungastocuatrovecesmayordelqueVuestraMajestadnopudohacerenFontainebleau,donde,siVuestraMajestadnolohaolvidado,sólogastamostresmillones.

Parauntorpe,nodejabadeserunasagazperversidadelinvocarelrecuerdodelafiestaenlacualelrey,graciasaunainsinuacióndeFouquet,notóporvezprimerasuinferioridad.ColbertdevolvíaenVauxla pelota que en Fontainebleau le lanzara Fouquet, y, como buen hacendista, con todos los intereses.Predispuestoyadetalsuerteelrey,aColbertlequedabapocoquehacer,yasíloconocióalverelgestosombríodeLuis.

ElintendenteaguardóaqueSuMajestadhablara,contantaimpacienciacomoFelipeyAramisdesdeloaltodesuobservatorio.

—¿Sabéisquéresultadetodoeso,señorColbert?—preguntóelreytrasuninstantedemeditación.—No.Sire.—Puesresultaquesiquedasecomprobadaslaapropiacióndelostrecemillones…

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—Loestá.—Quierodecirsisehiciesepública.—MañanalosabríatodoelmundosiVuestraMajestad…—SinofueseelhuéspeddelseñorFouquet—repusoconbastantedignidadLuisXIV.—Entodasparteselreyestáensucasa.Sire,ysobretodoenlascasaspagadasconsudinero.—Paréceme—dijo Felipe en voz baja a Aramis—, que el arquitecto que construyó esta cúpula,

previendoelusoqueharíandeella,debíahaberlahechomóvilparaqueunopudiesedesplomarlasobrelacabezadecanallascomoColbert.

—Lomismoestabayopensando—repusoHerblay—.Pero comoen este instanteColbert está tancercadelrey…

—Esverdad,estoprovocaríaunasucesión.—Delaquevuestrohermanomenorcosecharíatodoelfruto,monseñor.Perolomejorquepodemos

hacerescallaryseguirescuchando.—Creoquenoescucharemoslargoespacio—dijoelpríncipe.—¿Porqué?—Porqueyo,deserrey,nodiríaunapalabramás.—¿Quéharíais?—Esperaríaamañanaparareflexionar.Luis XIV levantó por fin los ojos, y al ver que el intendente aguardaba, mudó de conversación

diciendo:—SeñorColbert,vahaciéndosetardeyquieroacostarme.—¡Ah!—repusoelintendente—.Creí…—Mañanaporlamañanaresolveré.—Estábien,Sire—dijoColbertcontrariado,yretirándoseaunaseñaldelrey.—¡Miservidumbre!—dijoéste.Entrado que hubo la servidumbre en el dormitorio de SuMajestad, Aramis dijo con su habitual

dulzura:—Cuanto acaba de pasar no es sino un incidente del quemañana ya no nos acordaremos, pero el

serviciodenoche,laetiquetaconquesueleacostarseelrey,esasuntodeimportancia.Miradyaprendedcómodebéisacostaros,Sire.

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Colbert

Lahistorianosdirá,omásbiennoshadicholassuntuosísimasfiestasquealdíasiguientedioaLuisXIVelsuperintendente.Dosgrandesescritoressehancomprobadoenlareñidacompetenciaentabladaentrela«cascadayel surtidor»,de la luchaempeñadaentre la«fuentede laCoronay losAnimales»,parasabercuálse llevaba lagloria.Asípues,eldíasiguientefuedediversionesydealegría:hubopaseo,banqueteycomedia,comediaen lacual,yconasombro,conocióPorthosaMoliérequedesempeñabaunodelospapelesdelafarsa«LosImportunos».

LuisXIV,preocupadoenlaescenadelavísperaydirigiendoelvenenovertidoporColbert,durantetodoaqueldíasemostrófrío,reservadoytaciturno,sinembargodereproducirseacadapasoenaquellaencantadamansióntodaslasmaravillasdelas«Milyunanoches».

Hastamediodíanoempezóelreyarecobrarunpocolaserenidad,sindudaporqueacababadetomarunaresolucióndefinitiva.

Aramis,queseguípasoalpasoalmonarcaasíensupensamientocomoensumarcha,dedujoquenoseharíaesperarelacontecimientoqueélesperaba.

AhoraColbertparecíaandardeconciertoconelobispodeVannes,tanto,queniporconsejodeéstehabríapunzadomáshondamenteelcorazóndelsoberano.

Éste, teniendonecesidaddeapartardesíunpensamientosombrío,buscódurante todoaqueldía lacompañíadeLaValiérecontantasolicitudcomohuíadeladeColbertoladeFouquet.

Llegadalanoche,elreymanifestóeldeseodenopasearsehastadespuésdeljuego:asípues,sejugóentrelacenayelpaseo.

—Vaya,señores,alparque—dijoLuisXIVdespuésquehuboganadomildoblones.Enelparqueestabanyalasdamas.Hemosdichoqueelreyhabíaganadoyembolsadomildoblones;peroFouquetsupoperderdiezmil:

demanera que se repartieron noventamil libras entre los cortesanos, que estaban alegres como unaspascuas.

Colbert,indudablementeobedeciendoaunacita,aguardabaaLuisXIVenunodelosrecodosdeunaalameda;ydecimosindudablemente,porqueelrey,quedurantetodoeldíaevitaraencontrarseconél,alverlelehizounaseñayseinternóconélenelparque.

LaValiéretambiénhabíanotadolasombríafrenteylamiradaencendidadelsoberano;ycomoasuamor nada de cuanto germinaba en el alma de su amante era impenetrable, comprendió que aquellarefrenadacóleraamagabaaalguno.Asípues,sesituóenelcaminodelavenganzacomounángeldelamisericordia.

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Triste,confusa,doloridaporhabertenidoquepasartantotiempolejosdesurealamante,sepresentóal reyconademáncortado,ademánqueaquél,en lamaladisposicióndeánimo,enqueseencontraba,interpretódesfavorablemente.

Estando ambos solos o casi solos, puesColbert, al ver aLuisa, se detuvo respetuosamente a diezpasosdedistancia,elreyseacercóalella,yasiéndolelamano,ladijo:

—¿Puedo sin indiscreción, preguntaros qué os pasa? Parece que tenéis el pecho oprimido, ycualquieradiríaquehabéisllorado.

—Simipechoestáopreso,Sire, si tengo losojoshumedecidos, enunapalabra, si estoy triste, esporqueVuestraMajestadloestá.

—¿Tristeyo?Osengañanvuestrosojos.Noestoytriste,señorita.—¿Puesqué?—¡Humillado!—¡Humillado!,¿quédecís?—Digoqueallídondeyoestoy,deberíahabermásamoqueyo;y,sinembargo,miradyvedsiyo,rey

deFrancia,nomeobscurezcoanteelreydeestefeudo.—Yapretandolosdientesycrispandolasmanos,añadió—:¡Ah!aeseprocazministrovoyacambiarlesufiestaenunduelodelquelaninfadeVaux,quedicenlospoetas,vaaconservarlargotiempoelrecuerdo.

—¡Oh!Sire…—¡Qué!¿VaisaponerosdelladodelseñorFouquet,señorita?—exclamóLuisXIVconimpaciencia.—No,Sire;perosíospreguntosiestáisbieninformado.MásdeunavezhatenidoVuestraMajestad

ocasióndeconocerloquevalenlasacusacionesdelacorte.LuishizoseñaaColbertdequeseacercara,yledijo:—Explicaos, señorColbert, pues creo que la señorita deLaValiére necesita escucharos para dar

crédito a la palabra de un rey. Decid a la señorita qué ha hecho el señor Fouquet. Y vos, señorita,hacedmelamerceddeprestaratenciónporespaciodeunminuto.

¿PorquéinsistíacontantaobstinaciónLuisXIV?Porquenoestabatranquiloniconvencido,porquebajolahistoriadelostrecemillonesvislumbrabaalgúnamañosombrío,desleal,yteníaempeñoenqueLaValiére,sublevadaalaideadeunrobo,aprobaseconunasolapalabralaresoluciónqueéltomara,yque,sinembargo,noseatrevíaaponerenejecución.

—Yaqueelreyquierequeosescuche,explicaos—dijoLuisaaColbert—.¿QuécrimenhacometidoelseñorFouquet?

—Noesmuygrave—respondióelsombríopersonaje—:unsencilloabusodeconfianza…—Decid loquehay,Colbert—repusoel rey—,y luegodejadnosyavisadalseñordeD’Artagnan

quetengoquecomunicarleórdenes.—¡El señor de D’Artagnan! —exclamó La Valiére—. ¿Por qué mandáis que avisen al señor de

D’Artagnan,Sire?Decídmeloporfavor.—¿Porquésinoparaquearresteaesetitánorgullosoque,fielasudivisa,amenazaescalarmicielo?—¿ArrestaralseñorFouquet,decís?—¡Qué!,¿ospasma?—¿Ensucasa?—¿Porquéno?Siesculpable,tantoloesensucasacomoencualquieraotraparte.

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—¿CulpableelseñorFouquet,queenestemomentoseestáarruinandoparahonrarasurey?—Enverdad,tengoparamíqueledefendéis.Colbertseechóareírsotovoce,peronotantoqueelreynooyeraelsilbidodesurisa.—Sire—replicóLaValiére—,nodefiendoalseñorFouquet,sinoavos.—¡Amí!—Sire,noosdeshonréisdandounaordensemejante.—¡Deshonrarme!—murmuró el rey palideciendode cólera—.Enverdad, os interesáis demanera

singularenesteasunto.—Lo que a mí me interesa —repuso con nobleza La Valiére— es el buen nombre de Vuestra

Majestad:yconigualinterésexpondríamivida,sifueremenester.Colbertrefunfuñóalgunaspalabras;peroLuisaledirigióunamiradaqueleimpusoelsilencio,yal

mismotiempoledijo:—Caballero,cuandoelreyprocedeconrectitud,aunqueseaenmiperjuiciooeneldelosmíos,me

callo;perocuandolocontrariomeaprovecheamíoaquienesamo,selodigo.—Señorita,parécemequetambiényoamoalrey—dijoColbert.—Losdosleamamos,perocadacualasumanera—replicóLuisacontalacento,queelmonarcase

sintióconmovido—.Loquehay,esqueyo leamode tal suerte,que todoelmundo lo sabe,con tantapureza,queélmismonodudademiamor.Elreyesmireyyseñor,yyosoysuhumildeesclava;peroquienvulnerasuhonra,vulneralamía,yrepitoqueledeshonranaquellosqueleaconsejanquemandearrestaralseñorFouquetensucasa.

Colbert,alverseabandonadoporelrey,bajólacabeza,peronosindecir:—Mebastaríaproferirunapalabra.—Nolaprofiráis,porquenolaescucharía—exclamóLuisa—.Porotraparte,¿quémediríais?¿Qué

el señor Fouquet ha cometido crímenes? Lo sé, porque el reyme lo ha dicho, y cuando el rey dice:«Creo»,nonecesitoqueotroslabiosdigan:«Afirmo».PeroaunqueelseñorFouquetfueseelmásinfamedeloshombres,lodigoenvozmuyalta,essagradoparaelrey,porqueelreyessuhuésped.AuncuandoVauxfueseunamadriguera,unacavernademonederosfalsosodebandidos,esunamansiónsanta,unamoradainviolable,puesenellavivesuesposa,yesunasiloquenilosverdugosviolarían.

Luisa se calló, dejando al rey admirado y vencido por el calor de su acento y por la nobleza deaquellacausa.Colbert,anonadadoporladesigualdaddeaquellalucha,ibaperdiendoterreno.

—Señorita—dijoelreyconvozsuaveyconelpechodilatado,tendiendolamanodeLaValiére—,¿porquéhabláiscontramí?¿Sabéisquéharáesemiserablesiledejorespirar?

—Porventuranopodéisecharlelamanosiemprequeosplazca,Sire.—¿Ysiescapa,sisefuga?—exclamóelintendente.—SeráparaelreyuntimbredeimperecederafamaelhaberdejadohuiralseñorFouquet—repuso

La Valiére—; y cuanto más culpable haya sido aquél, tanto mayor será la gloria de Su Majestadcomparadacontantamiseriaytantooprobio.

Elreyhincóunarodillaantesumancebaylebesólamano.—Estoyperdido—dijoentresíelintendente.Peroserenándosedepronto,añadió—:Masno,todavía

no.Ymientrasel soberano,protegidoporelenorme troncodeun tilogigantesco,estrechabacontrasu

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corazónycontodoelfuegodeunamorinefableaLuisa,Colbertregistrósucartera,sacódeellaunpapeldoblado en forma de carta —papel un tanto amarillento quizá— y dirigió una mirada de rencor alhechicerogrupoqueformabanelreyysumanceba,grupoalqueacababadeiluminarlaluzdealgunasantorchasqueseacercaban.

—Vete,Luisa—dijoelaturdido reyalnotar los reflejosde lashachasenelblancovestidodeLaValiére.

—Vienen,señorita,vienen—exclamóColbertparaapresurarlapartidadelajoven.Luisadesaparecióconrapidezentelosárboles.—¡Ah!—exclamó el intendente al levantarse el rey—.A la señorita deLaValiére se le ha caído

algo.—¿Qué?—preguntóLuisXIV.—Unpapel,unacarta,unobjetoblanco;heloahí.Elmonarcaseagachóconlavivacidaddelrayoytomólacarta,estrujándola.Enaquelinstantellegaronlasantorchasinundandodevivísimaluzaquellaobscuraescena.

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Celos

Aquella verdadera luz, aquella solicitud por parte de todos, aquella nueva ocasión hecha al rey porFouquet,suspendieronelefectodeunaresoluciónqueLaValiéreminóyaenelánimodeLuisXIV.

ElmiróaFouquetcasicongratitudporhaberofrecidoalLuisalaocasióndemostrarsetangenerosaytaninfluyenteensucorazón.

Eraelinstantedelasúltimasmaravillas.NobienFouquetcondujoalreyhaciaelpalacio,cuandodela cúpula de este y con majestuoso rumor surgió y voló por los aires una enorme manga de fuego,vivísimaauroraqueiluminóhastalosmáspequeñospormenoresdelasterrazas.

Empezaban los fuegos artificiales. Colbert prosiguió con obstinación su funesto propósito seesforzaba en reducir de nuevo al monarca a ideas que la magnificencia del espectáculo alejabandemasiado.

Derepente,enelinstanteenquetendíaalFouquetlamano,elreysintióenellaelpapelque,segúnlasapariencias,LaValiéredejócaerasuspiesalmarcharse.

ElmásirresistibleimánatraíahaciaelrecuerdodeLuisaalreydeFrancia,quealaluzdelosfuegosartificiales,cadavezmáshermosos,leyóelbilletequeélcreyóqueeraunacartadeamordeLaValiére.

Según iba leyendo, el rey perdía el color, y aquella sorda cólera, iluminada por losmulticoloresfuegos, formaba un espectáculo terrible que hubiera hecho temblar a todos, de haber leído en aquelcorazóndestrozadoporlasmássiniestraspasiones.Rotoslosdiquesdesuscelosydesurabiadesdeelinstantequedescubrió lasombríaverdad,paraLuisXIVnohuboyacompasión,dulzuranideberesdehospitalidad.

La carta, tirada a los pies del rey porColbert, era la que había desaparecido junto con el lacayoTobíasenFontainebleau,despuésdelatentativadeFouquetensolicituddelamordeLaValiére.

Elsuperintendenteveíalapalidezdelreyynoadivinabalacausa;encambioColbertveíalacólerayalláensuánimoseregocijabadelaproximidaddelatormenta.

LavozdeFouquetarrancóaLuisdesuterribleabstracción.—¿Quéospasa,Sire?—preguntóconamabilidadsumaelsuperintendente.—Nada—respondióelrey,haciendounviolentoesfuerzosobresímismo.—¿PordesgraciaseencuentramalVuestraMajestad?—Un poco, ya os lo he manifestado; pero no vale la pena. Y sin aguardar el fin de los fuegos

artificiales,SuMajestadseencaminóalpalacio,acompañadodeFouquetyseguidodetodalacorte;demaneraquelosúltimoscohetesardierontristementeparasísolos.

El superintendente hizo algunas preguntas más al enfurecido soberano, y al ver que no obtenía

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respuestaalguna,creyóqueaquélysuamantehabíanandadoallagreñaenelparque,y,queelrey,pocoinclinadolaponermalacara,peroentregadoasuamor,serevolvíacontratodosporqueellaestabademorros.EstobastóparatranquilizaraFouquet,quedirigióunasonrisadeamistadydeconsueloaLuis,cuandoéstelodiolasbuenasnoches.

No todo había acabado aun para el rey; faltábale tragar el servicio de aquella noche, es decir,acostarse con todoel engorrosísimoceremonial degrandeetiqueta, pues el día siguiente era el fijadoparaladespedida,ycumplíaqueloshospedadosdiesenlasgraciasalsuhuéspedypagasenconunactodegalanteríalosdocemillonesqueaquélgastabaenfestejarlos.

—SeñorFouquet,notardaréisensaberdemí,hacedmelamerceddedeciralseñorD’Artagnanquevenga inmediatamente. —Tal fue la galantería que a Luis XIV se le ocurrió al despedir alsuperintendente.

Fouquet tomó la mano del rey y se la besó sin que éste hiciese esfuerzo para retirarla, peroestremeciéndosedelospiesalacabeza.

Cincominutosdespués,D’ArtagnanentróeneldormitoriodeLuisXIV.Aramis y Felipe estaban en su cuarto, ojo avizor y oído atento. El rey no dejó que su capitán de

mosqueterosllegaseasusillón.Alverlo,selevantóysalióasuencuentro,diciéndole:—Quenoentrenadie.—Estábien,Sire—replicóel soldado,quehacía largoratonotó laalteraciónde la fisonomíadel

rey.Ydespuésdehaberdadodesdelapuertalaorden,añadió—:¿Quénovedadesocurren,Sire?—¿Cuántoshombrestenéisaquí?—dijoelrey,sinresponderalapreguntadelgascón.—¿Paraqué,Sire?—¿Cuántoshombrestenéisaquí?—repitióelsoberanodandounapatada.—Tengoallosmosqueteros.—¿Ningunomás?—Sí,Sire,ademásdelosmosqueteros,hayenVauxveinteguardiasytrecesuizos.—¿Cuántoshombressenecesitanpara…?—¿Paraqué?—preguntóelmosqueteromirandoalreycontodatranquilidad.—ParaarrestaralseñorFouquet.—¡ArrestaralseñorFouquet!—prorrumpióD’Artagnanretrocediendounpaso.—¿Tambiénvosvaisadecirmequeesimposible?—exclamóLuisXIVconrabiafríayrencorosa.—Nuncadigoqueunacosaseaimposible—replicóelgascónmortificadoenlovivo.—Puesmanosalaobra.D’Artagnandiomediovueltayseencaminóallasalida,delaquenoleseparabanmásdeseispasos.

Peroalllegaralapuertasedetuvoydijo:—Conperdón,Sire.—¿Quéhay?—dijoelrey.—ParaprocederalarrestodelseñorFouquet,querríaqueVuestraMajestadmediese laordenpor

escrito.—¿Porqué?,¿desdecuándonoosbastalapalabradeunrey?—Porquecuandolapalabradeunreyeshijadelacólera,puedecambiarcuandoestadesaparece.—Nadadefrases,caballero,ydecidclaramentevuestropensamiento.

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—Siempre los tengo, Sire, y muchos, y como por desgracia no los tienen los demás —replicóimpertinentementeelmosquetero.

El rey, en el furor de su arrebato, se plegó ante aquel hombre, como el caballo doblega loscorvejonesbajolarobustamanodeldomador.

—¡Expresadmevuestropensamiento!—exclamóelrey.—Ahíva,Sire—respondióD’Artagnan—.Laseñalmásevidentedequeobráissugestionadoporla

cólera, es que hacéis arrestar a un hombre estando vos en su casa, y de eso os arrepentiréis una vezsosegado. Entonces quiero poder mostraros vuestra firma; porque a lo menos, ya que no quedareparación,osprobaráqueunreyhacemalenencolerizarse.

—¡Qué un rey hace mal en encolerizarse!—gritó Luis XIV con frenesí—. ¿Acaso mi padre, miabuelonoseencolerizaban,cuerpodeCristo?

—Si,peroúnicamenteensucasa.—Entodaspartesestáenellaelrey.—¡Bah!esassonpalabrasdelisonjero,deseguroqueesautordeellaselseñorColbert;peronoson

verdad.Elreyestáensucasaentodacasadelacualhalanzadoasudueño.Luissemordióloslabios.—¡Cómo!—prosiguióD’Artagnan—.¿ElseñorFouquetsearruinaparadarosgustoymandáisquelo

arresten?¡Votoamilbombas!Sire,siyomellamaseFouquet,ymehiciesenunajugarretacomoesa,deun golpeme tragaría diez cohetes y les pegaría fuego para quemi casa y cuantos en ella estuviesendentro,estallásemos.Peroesigual;¿loqueréis?voyallá.

—Id—dijoelrey.—¿Suponéisvosquevoyallevarmeconmigoalguno,Sire?ArrestaralseñorFouquetestanfácil,que

unmuchacholoharía;tanfácilcomobeberseunvasodeajenjo.Nocuestamásquehacerunamueca.—¿Ysisedefiende?—¿Quién?¿Quién?¿Él?¡Bah!¡Defenderseélcuandotalrigorloconvierteenreyymártir!Apuesto

quesilequedaunmillón,locualdudo,lodaríaparatenertalfin.Voyallá,Sire.—Aguardaos—dijoelrey.—¿Quépasa?—Nohagáispúblicosuarresto.—Eso ya es más difícil. Porque nada hay tan sencillo como ir a buscarle en medio de las mil

personasentusiastasque lo rodean,ydecirleque learrestoennombredel rey.Pero irasuencuentro,rodearlo, acorralarlo en un rincón de su despacho para que no se escape; rotarlo a sus huéspedes, yconservároslopreso,sinquenadiehayaescuchadounadesusexclamaciones,ésaesunadificultadrealyverdadera,queeldiabloquelavenza.

—Decidtambiénqueesimposible,yacabaréismáspronto.Noparecesinoquecuantosmerodeanquieranoponerseamivoluntad.

—Noseréyoquienmeopongaaella.¿QueréisquearrestealseñorFouquet?—Custodiadlohastamañana,quehabrétomadounaresolución.—Secumplirávuestrodeseo,Sire.—Volvedalahoradelevantarmepararecibirórdenes.—Volveré.

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—Yahoraquemedejensolo.—¿NisiquieraqueréisqueentreelseñorColbert?—dijoelmosqueterolanzandosuúltimasaetaen

elinstantedemarcharse.Elreyseestremeció.Entregadoencuerpoyalmaasuvenganza,habíaolvidadoelcuerpodeldelito.—¡Noquieroqueentreaquípersonaalguna!—exclamó—.Dejadme.ApenassalióD’Artagnan,elmonarcacerróconsuspropiasmanoslapuerta,yempezóalpasearse

desaforadoporeldormitorio,cualtodoheridoquellevaclavadasensusespaldaslasbanderillas.—¡Miserable!—exclamóelreyagritos—.Nosólorobaeldinerodemihaciendasinoquetambién

coneldinerorobadosobornasecretarios,amigos,generales,artistas,ymequitamiamante.Poresolapérfidalehadefendidocontantotesón…

—¡Claro!…Conellohamostradosuagradecimiento…yquiénsabesuamor…—yañadióentresíyconelodioprofundoquelaprimerajuventudprofesaaloshombresmadurosqueaunpiensanenelamor—: ¡Un sátiro un faunodado al galanteo y que nunca ha hallado oposición! ¡Unmujeriego que regalaflorecitasdeoroydiamantes,ytienepintoresparahacerelretratodesusmeretricesentrajedediosas!—Y estremeciéndose de desesperación, prosiguió a grito pelado—: ¡Todo lo mío lo mancilla y lodestruye!,¡todo!,¡yporfinacabaráconmigo!¡Esehombremehacesombra!,¡esmimortalenemigo!¡Oh!,¡nohayremedioparaél!…¡Leodio!…¡leodio!…¡leodio!…

Yaldeciresto,aquelreytangrandedescargabaunagranizadadepuñetazosenelbrazodelsillónenelcualsesentabaparavolveralevantarsecomounepiléptico.

—¡Mañana!,¡mañana!—rugióLuisXIV—.¡Oh!,¡quéhermosodíaeldemañana!—Yconmodestiasdignasdeunrey,añadió—:Cuandoelsolselevante,sinmásrivalqueyo,esehombrecaerátanhondoquealverlasgenteslosestragoscausadospormicólera,diránporfinquesoymásgrandequeél.

Incapazdedominarse,elreyLuisXIVpusodeunsoberbiopuñetazopatasarribaunamesitasituadajuntoalsucama,yperdidoelaliento,vestidocomoestaba,setirósobrelassábanasylaemprendióamordiscosconellasparahallarporesesistemaelreposodelcuerpo.

Ellechogimióbajoaquelpeso,y,apartealgunossuspirosescapadosdelpechodelrey,todoquedóensilencioeneltemplodeMorfeo.

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LesaMajestad

ElexaltadofurorqueseposesionódelreyalveryleerlacartadeFouquetaLaValiére,pocoalpocoseresolvióenunafatigadolorosa.

Allídondeelhombremaduroensuvirilidad,oelancianoensuendeblez,hallancontinuoalimentoasudolor,eljoven,sorprendidoporlasúbitarevelacióndelmal,seenervagritando,luchandocuerpoacuerpo,ysedejavencermásprontoporelinflexibleenemigo.

Luisquedóvencido enun cuartodehora; dejóde acusar conviolentaspalabras aFouquet y aLaValiére,ydespuésdehaberpasadodelfuroraldespecho,cayóenlapostración;tendiólosbrazosalolargodelcuerpo,apoyólánguidamentelacabezaenlaalmohadadeencajes,susfatigadosmiembrosseestremecieronaimpulsosdeligerascontraccionesmusculares,ydesupechonopartieronyasinorarossuspiros.

El diosMorfeo, que imperaba en aquel aposento besó al rey que cerró suavemente los ojos y sedurmió.

Comosuelesucederduranteelprimersueño,tanligeroquelevantadelacamaelcuerpoyremontaelalmahacialasregionessuperiores,alLuisleparecióqueeldiosMorfeopintadoenlabóvedalemirabaconojoshumanos,queenel techobrillabayseagitabaalgo;quelossueñossiniestros,poruninstantealejados de su sitio dejaban al descubierto su rostro de hombre con actitud contemplativa. Y lomásextrañoeraqueaquelhombreseparecíapormaneratanextraordinariaalrey,queLuistuvoporseguroque veía su propia imagen reflejada en un espejo. Luego le pareció que poco a poco la bóveda ibasubiendo,quelasfigurasylosatributospintadosporLeBrunseobscurecíanacausadeunalejamientoprogresivo,yquealainmovilidaddelacamahabíaseguidounmovimientosuave,cadenciosocomoeldelduquequesesumerge.Elreycreyóqueestabasoñando,mientras,lacoronadeoroquesujetabalascolgadurasdelacamaibaalejándosecomolacúpuladelacualestabaaquéllasuspendida.

LacamaseguíahundiéndosemásymásLuis, con losojosabiertos, sedejabaengañarporaquellaterriblealucinación.Porfin la luzde lacámararealcasiseobscureciódel todo,yalgofrío,sombrío,inexplicableinvadióelambiente.Pinturas,oro,colgadurasdeterciopelo,tododesapareció,ensulugarnoseveíansinoparedesdeuncolorgrisapagadoycadavezmásobscuro.Ysinembargo,lacamaibadescendiendo,descendiendo,y trasunminuto,queal rey leparecióunsiglo, llegóaunacapadeairenegroyhelado,ysedetuvo.

LuisXIV,queyasolamenteveíalaluzdesudormitoriocomodesdeloprofundodeunpozosevelaluzdeldía,dijoentresí.

—Horrible,horriblesueño.Yaeshoradequemedespierte.Vaya,despertémonos.

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Pero no bien lo hubo dicho, cuando advirtió que no solamente estaba despierto, sino que tambiénteníaabiertoslosojos.

Miróelreyaltodaspartes,yunoacadaladodeélvioadoshombresarmados,embozadosensendasylargascapasyconelrostrotapadoconunantifaz.Unodeellosllevabaenlamanounalamparillacuyarojizaluziluminabaelcuadromástristequepuedenverojosderey.

Luiscreyóqueseguísoñando,yqueparadespertardeltodolebastabamoverlosbrazosodarunavoz;ysaltódelacama,yalencontrarsedepieenunsuelohúmedo,sevolvióhaciaeldelalamparillayledijo:

—¿Quéchanzaesesta,caballero?—Noesningunachanza—respondióconvozsordaelinterpelado.—¿SoisagentedelseñorFouquet?—preguntóelreyuntantoturbado.—Pocoosimportadequiénsomosagentes—replicóelfantasma—.Sabedquesomosdueñosdevos.Elrey,másimpacientequeintimidado,sevolvióhaciaelotropersonaje,yrepuso:—Siesunacomedia,deciddemipartealseñorFouquetquelaencuentrodemuymalgénero,yque

ordenoqueceseinmediatamente.El enmascarado al quien ahora el rey dirigió la palabra era hombre alto y grueso, y parecía una

estatua.—¡Cómo!,¿nomerespondéis?—exclamóLuisdandounapatadaenelsuelo.—Sinoos respondemos,caballerito—dijoconestentóreavozel coloso—,esporqueno tenemos

quedecirossinoquesoiselprimer«importuno»,yqueelseñorMoliéresehaolvidadodeinscribirosenlalistadelossuyos.

—Peroenfin,¿quéquierendemí?—exclamóLuiscruzandolosbrazosconademándecólera.—Luegolosabréis—repusoeldelalamparilla.—Peroentretanto,¿dóndeestoy?—Mirad.En efecto,LuisXIVmiró; pero a la luz de la lámpara que el enmascarado levantó, solamente vio

paredeshúmedasenlascualesyacáyacullábrillabaelplateadorastrodelasbabosas.—¿Esuncalabozo?—preguntóelrey.—No,sinounsubterráneo.—¿Adóndeconduce?—Seguidnos.—Yonomemuevodeaquí—exclamóelsoberano.—Comoosamotinéis,amiguito—repusoelcoloso—;oslevantoenpeso,osenvuelvoenmicapa,y,

siperdéiselresuello,peorparavos.Luis se horrorizó a la idea de una violencia: porque comprendió que aquellos dos hombres,

atropellaríanportodo.—Porloqueseve—dijo—hecaídoenmanosdedosasesinos.¡Vamos!Ningunodelosdosenmascaradosdespególoslabios.Eldelalamparillatomóladelantera,seguido

del rey,queasuvezprecedíaalcoloso,yasíatravesaronunagalería largaysinuosa.Todasaquellasvueltasyrevueltas,afluyeronporfinaunlargocorredorcerradoporunapuertadehierro,queeldelalámparaabrióconunadetantasllavesqueteníaalcinto.

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Alabrirseaquellapuerta,Luisaspiróelbalsámicoolorqueexhalabanlosárbolesenlascalurosasnochesdeverano,ysedetuvo:peroelrobustoguardiánqueleseguíaleempujófueradelsubterráneo.

—Otrasvezospregunto,¿quéintentáiscontraelreydeFrancia?—exclamóelsoberanovolviéndosehaciaelquehabíatenidoelatrevimientodeponerlelamanoencima.

—Hacedporolvidaresecalificativo—repusoeldelalámparacontonoque,cuallosfamososfallosdeMinos,noadmitíaréplica.

—Mereceríaisqueosenredaranporlaspalabrasqueacabáisdeverter—añadióelcolosoapagandolaluzqueleentregósucompañero—;peroelreyesdemasiadohumano.

Hizo el rey un movimiento tan súbito al oír aquella amenaza, que no pareció sino que intentabafugarse;peroelgigantelesentólamanoenelhombroyloclavóenelsitio.

—Peroenfin,¿adóndevamos?—preguntóLuisXIV.Venid—respondió el de la lámpara.Y conduciendo al rey hacia una carroza que estaba entre los

árboles,juntoadoscaballostrabadosyatadosporelcabestroallasramasbajasdecorpulentaencima,abriólaportezuela,bajóelestribo,yañadió—:Subid.

El rey obedeció y se sentó en la carroza, cuya puerta, almohadillada y con cerradura, se cerróinmediatamente que hubieron entrado aquél y su conductor. El otro cortó a los caballos trabas ycabestros, los enganchóy se encaramóenelpescante, enelquenohabíapersonaalguna.Alpunto lacarroza partió al trote camino de París, y al llegar al bosque de Senart relevó el tiro con otros doscaballosqueesperabanatadosalunárbol.LacarrozaentróenParísaesodelastresdelamadrugada,echóporelbarrioSanAntonio,ydespuésdehaberinvocadoelnombredelreyparaqueelcentinelanose opusiera a su paso, entró en el recinto circular de laBastilla, que conducía al patio del gobierno,dondealpiedelaescalinatasedetuvieronloshumeantescaballos.

—Quedespiertenal señorgobernador—dijoconvozde truenoelcocheroal sargentodeguardia,queacudiópresuroso.Diezminutosdespués,Baisemeauxsalióenbataalapuerta,ypreguntó:

—¿Quépasa?Eldelalamparillaabriólaportezueladelacarrozaydijoalgunaspalabrasalcochero,quesebajó

inmediatamentedelpescante,tomóunmosquetequeasuspiestenía,yapuntóconélelpechodelpreso.—Sichista,fuego—añadióelqueacababadesalirdelacarroza.—Estábien—replicoelotro.Hechaaquellarecomendación,elconductorechóescalerasarriba.—¡SeñordeHerblay!—exclamóBaisemeauxalveralconductor.—¡Silencio!—dijoAramis—.Entremosenvuestrahabitación.—Pero¿quéostraeaestashoras?—Unerror,señordeBaisemeaux—respondiócontranquilidadelobispo—.Elotrodíateníaisrazón.—¿Sobre?—preguntóelgobernador.—Sobreaquellaordendelibertad,¿recordáis?—Explicaos,señor,digo,monseñor—repusoBaisemeaux,tansofocadoporlasorpresacomoporel

terror.—Esmuysencillo:¿noesverdad?—Es verdad. Con todo acordaos de mis dudas sobre el particular; yo no quería, pero vos me

obligasteis.

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—¿Quéestáisdiciendo,señordeBaisemeaux?Loqueyohicefueinduciros.—Estoes.Meindujisteisaqueosloentregara,yoslelevasteisenvuestracarroza.—Pues ved lo que son las cosas, padecieron una equivocación al expedir la orden. Así lo han

reconocidoenelministerio,ydetalmanera,queostraigounaordendelreyparaquepongáisenlibertadaSeldón;elpobreescocésaquel,¿sabéis?

—¿Seldón?,¿estáisahorabienseguro?—Convenceosporvuestrospropiosojos—repusoHerblayentregandolaordenalBaisemeaux.—¡Perosiestaordeneslamismaqueyatuveenmismanoselotrodía!—dijoelgobernador.—¿Deveras?—Eslamismísimaquelanochedemarrasosdijehabervisto.¡Votoasanes!laconozcoenelborrón.—Yonomemetoensiesonoesestamisma,perooslatraigo.—¿Ylaotra,pues?—¿Cuál?—LareferenteaMarchiali.—Osloconduzcodenuevo.—Estonomebasta.Parahacermeotravezcargodeélnecesitounaordennueva.—¿Yquébarbaridadesestáisvomitando,mibuenamigo?—repusoHerblay—.Noparecesinoque

oshabéisvueltoniño.¿DóndeestálaordenquerecibisteisreferenteaMarchiali?Baisemeaux se acercó a un cofre, sacó de ella la orden y la entregó aAramis, que con lamayor

frescuralarasgóencuatropedazosqueredujoacenizasenlallamadelalámpara.—¿Quéhacéis?—exclamóelgobernadorenelcolmodelespanto.—Pero hombre, haceos cargo de la situación—dijoAramis con su imperturbable serenidad—, y

veréis cuán sencilla es.Bueno, no tenéis ya envuestropoderorden algunaque justifique la salidadeMarchiali,¿noeseso?

—Nolatengo,yestovaasercausademiperdición.—Desdeelmomentoqueoslotraigo,escomosinohubiesesalido.—¡Ah!—¿Quédudacabe?Vaisaencerrarlonuevamenteysindemora.—¡No,queno!—Yencambioyenvirtudde lanuevaorden,meentregaréisaSeldón.Asíestaráenreglavuestra

contabilidad.¿Comprendéisahora?—Yo…—Veoquesí;muybien—dijoAramis.—Peroenresumidascuentas,¿porquédespuésdehabermellevadoaMarchialimelodevolvéis?—

exclamóBaisemeauxjuntandolasmanosenunparoxismodedolorydeaturdimiento.—Paraunamigoyservidorcualvos,notengosecretos—contestóHerblay.Yacercandolabocaal

oídodelgobernador,añadió—:Yarecordáiselparecidoquehayentreaqueldesventuradoy…—Yél;losé.—Puesbien, elprimerusodeMarchialihahechode su libertadha sidopara sostener…Aver si

adivináisqué.—¿Cómoqueréisqueyoadivine?

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—ParasostenerqueéleraelreydeFrancia.—¡Infeliz!—Paravestirseigualqueelreyyconstituirseenusurpador.—¡VálgameDios!—Poresooslotraigootravez.Estáloco,yhaceversulocuraatodoelmundo.—¿Quéhacer,pues?—Nodejéisquecomuniqueconpersonaalguna,porqueahoraquesulocurahallegadoaoídosdel

rey,quesehabíacompadecidodesudesventura,ysehavistopagadocontannegraingratitud,aquélestáhechounafuria.Osencargo,pues,quenoolvidéisqueahoralovanapagarconlavidacuantosdejencomunicaraMarchialiconotrosqueconmigooconelmismorey.Osvalavidaenello,¿oís?

—Sí,looigo,¡votoa…!—Ahorabajad,yconduciddenuevoaMarchialialsucalabozo,amenosqueprefiráisquesubaaquí.—¿Paraqué?—Másvaleencerrarloenseguida,¿noesverdad?—¡Yalocreo!—Puesandando.Baisemeauxmandótocarredobleysonarlacampanaparaadvertirquetododiosserecogieseasu

cuartoafindeevitarsuencuentroconunpresomisterioso.Libresyatodoslospasillos,elgobernadorbajoparahacersecargodelpreso,aquienPorthos,fielalaconsigna,continuabateniéndoleapuntadoelmosquete.

—¡Ah!,¿estáisotravezaquí,desventurado?—exclamóBaisemeauxalveralrey—.Estábien,estábien.

Yhaciendoapear inmediatamente aLuisXIV, en compañíadePorthos,queno sehabíaquitadoelantifaz,ydeAramis,quesepusonuevamenteelsuyo,lecondujoalasegundaBertaudiere,yleabriólapuertadelcalabozoenqueporespaciodediezañoshabíagemidoFelipe.

Elrey,pálidoyhuraño,entróenelcalabozosindespegarloslabios.Baisemeauxcerróporsímismolapuertacondosvueltasdellave,ydijoaAramis:—Verdaderamenteseparecealrey,peronotantocomovosponderáis.—¿Demodoquenoosdejaríaisengañarporlasustitución?—repusoHerblay.—Si,amíconesas.—Notenéisprecio,mibuenamigo.Vamos,ahorasoltadaSeldón.—Esverdad,semehabíaolvidado.—¡Bah!losoltaréismañana.—¿Mañana?No,monseñor,ahoramismo.Diosmelibredeesperarunsegundo.—Puesadondeosllamavuestraobligación,yyoalamía.¿Habéiscomprendido?—¿Qué?—QuesólopuedeentrarenelcalabozodeMarchialilapersonaquevengaprovistadeunaordendel

rey,yesaordenlatraeréyomismo.—Corriente,monseñor,GuárdeosDios.—Vamos,Porthos—dijoAramis—,aVaux,yaescape.—Nuncaseencuentraunomáságilquecuandohaservidoalrey,y,alservirlo,hasalvadoalsupatria

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—repusoelgigante—.Además,comolacarrozallevamenospeso…Partamos,partamos.Ylacarroza,libredeunpesoque,enefecto,podíaparecercargamuypesadaaAramis,atravesóel

puentelevadizodelaBastilla,quevolvióalevantarseinmediatamentetrasaquélla.

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UnanocheenlaBastilla

Elsufrimientoenestavidaestáenproporcióndelasfuerzashumanas.Cuandoelrey,tristeyquebrantado,vioqueloconducíanauncalabozodelaBastilla,loprimeroque

sefigurófuequelamuerteveníaasercomounsueñoconsueños,quelacamasehabíahundido,quetraselhundimientodelacamahabíasobrevenidolamuerte,yque,prosiguiendosusueño,LuisXIV,difunto,soñabaqueledestronaban,leencarcelabanyleinsultaban,aél,pocohacíatanpoderoso.

—¿Esesoaloqueapellidanlaeternidad,elinfierno?—murmuróLuisXIVenelinstanteenquesecerrólapuertadelcalabozo,empujadaporBaisemeaux.

Elreynisiquieramiróentornodesísinoque,arrimadoaunadelasparedesdelcalabozo,seentregóalaterriblesuposicióndesumuerte,cerrandolosojosparanoveralgotodavíamásterrible.

—Pero¿cómohemuerto?—decíaentresí—.¿Habránhechobajarartificiosamentemicama?Perono,yonorecuerdohaberrecibidoconfusiónalguna,ningúnchoque…Másbienmehabránenvenenado,durantelacenaoconelhumodelasvelas,comoaJuanadeAlbret,mibisabuela.

DerepenteelfríodelcalabozoenvolviócomoenunmantodehieloaLuis,queprosiguió:—Hevistoelcadáverdemipadreensulechomortuorioyrevestidoconlasinsigniasreales.Aquel

rostro pálido, tan sosegado y decaído; aquellas manos tan hábiles, entonces insensibles, y aquellasenvaradaspiernas,norenunciabanundormirpobladodesueños.Ysinembargo,¡cuántossueñosnodebíadiosenviaraaquelmuerto!…¡aaquelmuertoaquientantosotrosprecedieran,precipitadosporélenlamuerteeterna!…No,aquel rey todavía loera; reinabaaúnensu lechomortuorio,comocuandoestabasentado en su trono. Para nada había abdicado SuMajestad. Dios, que no le castigó a él, no puedecastigarmeamíquenadahehecho.

Un ruidoextraño llamó la atencióndel joven;miróyvioen la chimenea, a lospiesdeuncolosalcrucifijogroseramentepintadoalfresco,unratónmonstruosoqueestabaroyendounmendrugo,mientrasfijabaenelnuevohuéspeddelcalabozounamiradadeinteligenciaycuriosidad.

Luis, trémulo demiedo y de asco, retrocedió hasta la puerta, lanzando un grito, Luis conoció queestabavivoyenplenogocedesurazónysuconciencianaturales.

—¡Preso!—exclamó—;¡presoyo!—Ydespuésdebuscarconlamiradaunacampanillaparallamar,continuó—:EnlaBastillanolashay,yyoestoyencerradoenlaBastilla.Pero¿cómohesidoreducidoalprisión?NecesariamenteesestaunaconspiracióndeFouquet.EnVauxmehanatraídoaunlazo…PeroFouquet ha debido tener quien lo secundara… Su agente… aquella voz… era Herblay; sí, lo heconocido…Colbertteníarazón.¿QuéquieredemiFouquet?¿Vaareinarenmilugar?…¡Esimposible!¿Quiénsabe?…QuizámihermanoelduquedeOrleanshacecontrami loquedurante toda suvida se

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propusocontramipadre,mitío…Pero¿ylareina?,¿ymimadre?,¿yLaValiére?¡Oh!aLaValiérelahabránpuestoadiscrecióndelaprincesa…¡PobreLuisa!indudablementelahanencerradocomoamí,ynuncajamásvolveremosavernos.

Antetalidea,elamanteestallóensollozos,suspirosylamentos.—Aquíhayungobernador—prosiguióelreyenfurecido—.Llamemos.Llamó,peroningunavoz respondióa lasuya.Entonces, tomó lasilla,yconellagolpeó la robusta

puertadeencina;peroaldarlamaderacontralamadera,sólorespondieronenlasprofundidadesdelaescaleramillúgubresecos.

Entoncesycalmadoelprimerparoxismodesucólera,elmonarcaviounaenrejadaventanapor laqueentrabaundoradocuadrilongo,indudablementeproyectadoporlaluminosaaurora,yacercándoseaella,empezóallamar,convoznaturalprimero,yluegoagritos.Perocomosinohubiesellamado.

Alreyempezabaahervirlelasangre,asubírselealacabeza,acostumbradoaordenar,serebelabacontralaideadeladesobediencia.

Pocoapocofueenconándoseelánimodelpreso,querompió lasillaalesgrimirlacomounarietecontralapuerta.

Acáyaculárespondieronalgunasvocesahogadas.Lasvocesprodujeronun efecto extraño en el rey, que sedetuvopara escucharlas.Eran lasde los

presos,enotrotiemposusvíctimas,yahorasuscompañeros.Aquellasvocesacusabanalautordeaquelruido,comoensilenciolossuspirosylaslágrimasacusabanalautordesucautiverio.Despuésdehaberquitadolalibertadatantoshombres,ahoralesquitabaelsueño.

Estaideaestuvoapiquedeacabarconsurazóny,sedientodeteneralgunanoticiaounaconclusión,redoblósusfuerzas,yempezódenuevoaesgrimircontralapuertaelpalodelasilla.

Alcabodeunahora,Luisoyóruidoenelcorredor,alotroladodesupuerta,enlaquedescargaronungolpefuribundoquehizocesarlossuyos.

—¡Mil rayos!—exclamóunavoz rudaygrosera—.¿Habéisperdido el juicio?, ¿quéospasa estamañana?

—¡Estamañana!—dijoentresíyconsorpresaelrey.Y,cortésmenteañadió—:¿SoiselgobernadordelaBastilla,caballero?

—Vaya,queoshanvolcadolossesos—replicólavoz—;peroesanoesrazónparaquemetáistantoruido.Silencio,¡viveDios!

—¿Soisvoselgobernador?—repitióelrey.Luisoyócerrarunapuerta.Elcarceleroacababademarcharsesinhabersedignadoresponder.Cuandoelreysepersuadiódequesehabíaalejadoelqueledirigiólapalabra,dioriendasueltaasu

furor.Ágilcomountigre,saltódelamesaalaventana,delaquesacudiólasrejas,ydespuésderomperunvidrio,cuyospedazosfueronapararalpatioproduciendomilarmoniosostonos,llamóporespaciodeunahorayconvozcadavezmásenronquecidaalgobernador.

Víctimadeardientecalentura, con los cabellos endesordenypegadosa la frente,hecho jironesyblanqueadoeltraje,ydesgarradasucamisa,elreynocalmósufurorhastaquehuboagotadosusfuerzas.

Apoyólafrenteenlapuerta,ydejóquefuesecalmándosepocoapocosucorazón.—Horalegaráenquemetraiganelalimentoquedanatodoslospresos—dijoentresí—,yentonces

veréaalguienqueresponderáaloqueyopregunte.

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El rey buscó en sumemoria a qué hora comían los presos de la Bastilla; pero, en vano, pues loignoraba.Aquélla fueparaélunasordaydolorosapuñaladaque le inferíael remordimientodehabervividoveinticincoañosreyydichoso,sinpensaren lospadecimientosde losdesventuradosaquienespriva injustamente de su libertad.YLuis sintió la vergüenza, y conoció queDios, al permitir aquellahumillación terrible, no hacía más que devolver a un hombre los martirios que ese mismo hombreinfligieraatantosotros.

Nada podía ser más eficaz para despertar nuevamente las creencias religiosas en aquella almaaterradaporlasensacióndelosdolores,peroLuisnoseatrevióaarrodillarseparaelevarsucorazónaDiosysuplicarlequepusiesefinaaquellaprueba.

—Diossiempreobrabien—dijoentresí—,porlotanto,yoseríauncobardesipidieseloqueconfrecuenciahenegadoamissemejantes.

Ahíestabadesusreflexiones,esdecir,desuagonía,cuandoallendelapuertavolvióaoírseruido,peroahoraseguidodelrechinardellavesycerrojos.

El reydiounbrinco,paraacercarsealque ibaaentrar;perodeprontosehizocargodeque talesdemostraciones eran indignas de un monarca y, deteniéndose, tomó una actitud noble y tranquila, yaguardó,deespaldashacialaventana,paradisimularcuantolefueseposiblesuagitaciónalosojosdelreciénvenido,quenoeraotroqueelllavero,portadordeunacestallenadevíveres.

Luismiróconinquietudaaquelhombre,yaguardóaquehablase.—¡Ah!—dijoelllavero—.¿Conquehabéisrotolasilla?Yalodije.Porfuerzaoshabéistocadode

lacabeza.—Vedloquedecís—repusoLuis—,puesosinteresagrandemente.—¿Cómo?—exclamóconsorpresaelcarcelero,dejandoelcestosobrelamesa.—Decidalgobernadorquesuba—añadióconnoblezaelrey.—Vamosaver,hijomío—repusoelcarcelero—;siemprehabéissidomuycuerdo;perolalocuralo

vuelvemaloauno,yquieroadvertiros;habéisrotolasillayhechoruido,yesteesdelitoquesecastigaconelcalabozo.Prometedmequenovolveréisalasandadas,ynodirénadaalgobernador.

—Quieroveralgobernador—repitióelreysinpestañear.—¡Cuidado!osharáencerrarenelcalabozo.—¡Quieroverlo!,¿oís?—¡Ahdiantre!,¿seosextravíalamirada?puesmellevovuestrocuchillo.Ydiciendoyhaciendo,elcarcelerocerró lapuertaysemarchó,dejandoal reymásaturdido,más

desventuradoymássoloquenunca.Envanoempezóagolpeardenuevolapuertaconelpalodelasilla;envanoarrojófuentesyplatos

porlaventana;nadielehizocaso.Doshorasdespués,del rey,delcaballero,delhombre,delente razonable,noquedabamásqueun

loco que se arrancaba las uñas, arañando las puertas y haciendo esfuerzos sobrehumanos paradesembaldosar el suelo, lanzaba tan espantosos gritos que no parecía sino que la vetusta Bastilla seconmovíaensuscimientosporhaberseatrevidoarebelarsecontrasuamoyseñor.

Baisemeauxnisiquierasetomólamolestiadepreguntarlacausadetantoruido,porque¿noeranloslocosmonedacorrienteenlafortaleza,ylosmurosnoeran,asuvez,másfuertesqueloslocos?

Baisemeaux,impresionadoconloquedijoAramis,yescudadoconlaordendelrey,nodeseabasino

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queMarchialisevolviesesuficientementelocoparaahorcarsedelpabellóndesucamaodeunodelosbarrotesdesuventana.

Enefecto, aquelpreso reportabapocaganancia,yocasionabamásmolestiasque lasdebidas.Así,pues,desuicidarseelpreso,habríantenidoundesenlacequeniapedirdebocalascomplicacionesdeSeldónydeMarchiali,ylalibertad,reencarnaciónysemejanzas.YauncreyóBaisemeauxhabernotadoqueaHerblaynolehabríadisgustadotalfin.

—Realmente—decía Baisemeaux a su mayor—, un preso es ya harto desdichado con estarlo, ypadecelobastanteparaque,caritativamentepuedaunodesearlelamuerte.Contantamayorrazóncuandoelpresosehavueltoloco,entoncesnohabríaquelimitarseunoadesearlelamuerte,sinomatarlosinmásaveriguaciones,locualseríaunabuenaobra.

Yelbuengobernadorsehizoservirelsegundoalmuerzo.

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LasombradeFouquet

D’Artagnan,aunaturdidodesuentrevistaconelrey,sepreguntabasirealmentesehallabaenVaux,sieraefectivamenteelcapitánde losmosqueteros,yFouquetelpropietariodelcastilloenelcualLuisXIVacababaderecibirhospitalidad.Yaquellasnoeranreflexionesdelhombreembriagadoconlosvinosdelsuperintendente.Peroelgascónerahombresereno,consolotocarsuespadatransmitíaasumoral,enlasocasionessolemnes,elfríodelacero.

—Aquí estoy, históricamente envuelto en los destinos del rey y del ministro —dijo entre síD’Artagnanalsalirdelrealdormitorio—;constaráqueyo,segundóndeGascuña,heechadolamanoaNicolás Fouquet, superintendente de la hacienda de Francia. Mis descendientes, si los tengo, seenvaneceránconestearresto.Hayquecumplirdecorosamentelaordendelrey.Todoelmundoesbuenoparapedirleal señorFouquet laespada,perono todossonapropósitoparacustodiarlosinpromoverprotestas. ¿Qué hacer, pues para que el superintendente pase de la cúspide del favor al abismo de ladesgracia?

AquíD’Artagnansepusosombríoqueeraunacompasión;leasaltaronescrúpulos.—Creo—prosiguióD’Artagnan—,quesinosoytontodaréaconoceraFouquetloquerespectoaél

seproponeelrey.Perosivendoelsecretodemisoberano,soyunpérfidoytraidor,crimenprevistoporel código militar. No, pienso que un hombre de ingenio, debe salir mucho más diestramente de esteatolladero.

D’Artagnanseapretólassienesconlasmanos,searrancóalgunospelosdelbigote,yprosiguió:—LadesgraciadeFouquetobedeceatrescausas:elodioqueleprofesaColbert,elhaberintentado

amaraLaValiére,yelestarelreyapegadoaLaValiéreyaColbert.Nohayremedioparaél,eshombrealagua.¿Peroyo,hombre,voyasentarlelaplantasobrelacabezacuandosucumbeaintrigasdemujeresydeempleados?¡Noenmivida!Siespeligroso,loabatiré;sisóloesvíctimadelapersecución,veré.YenvezdeirabuscardeunmodobrutalaFouquet,paraarrestarloytapiarlo,voyahacercuantoestéenmimanoparacomportarmecaballerosamente.

Y D’Artagnan se encaminó al dormitorio de Fouquet, que, después de haberse despedido de lasdamas,sedisponíaadormirtranquilamentesobreloslaurelesconquistadosduranteeldía.

Elambienteestabatodavíaperfumadooinfestado,comosequiera,delolordelosfuegosartificiales.Lasbujíasdespedíansusmoribundasclaridades, lasflorescaíandesprendidasde lasguirnaldas,y losgruposdedanzarinesydecortesanosibandesparramándoseporlossalones.

Elsuperintendenteacababaderetirarseasudormitorio,sonrienteymásquemediomuerto.Yanooíaniveía;sucamaleatraía,lefascinaba.

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Estaba ya en manos de su ayuda de cámara cuando D’Artagnan apareció en el umbral de sudormitorio.

D’Artagnan,nuncalogróvulgarizarseen lacorte;envanoleveíana todashorasyen todaspartes;siempreproducíalamismaimpresiónsupresencia.Taleselprivilegiodeciertaspersonas,parecidasenesto al rayoo al trueno.Todos saben lo que son; pero su aparición admira, y la última impresión es,indefectiblemente,laquehasidolamásfuerte.

—¡Toma!,¿soisvos,señordeD’Artagnan?—dijoFouquet.—Paraserviros—replicóelmosquetero.—Entrad,miqueridoseñordeD’Artagnan.—Gracias.—¿Venísparahacermeunacríticadelasfiestas?Soishombreingenioso.—No,Señor.—¿Estorban,porventura,vuestroservicio?—Nada.—¿Quizásestáismalalojado?—Loestoyalasmilmaravillas.—Os doy las gracias por vuestra amabilidad, yme siento obligado por todo lo que de lisonjero

acabáisdedecirme.EstoequivalíaaindicarleaD’Artagnanque,puesteníacama,fueseaacostarseyledejasehaceraél

otrotanto.—¿Ya os acostáis?—preguntó el gascón al superintendente como si no hubiese comprendido la

indirecta.—Sí.¿Tenéisquecomunicarmealgo?—Nada.¿Dormísaquí?—Yaloveis.—¡QuéhermosasfiestaslehabéisdadoaSuMajestad,señorFouquet!—¿Locreéis?—Magníficas.—¿Estásatisfechoelrey?—Hastamásnopoder.—¿Porventuraosharogadoquevinieseisacomunicármelo?—Nohubieraelegidosumajestadunmensajerotanindignocomoyo.—Noosrebajéis,señordeD’Artagnan.—¿Ésaesvuestracama?—¿Porquémehacéistalpregunta?¿Noestáisagustoenlavuestra?—¿Medaislicenciaparaqueoshableconfranqueza?—Detodocorazón.—Puesbien,no.—SeñordeD’Artagnan—dijoFouquetestremeciéndose—,oscedolamía.—¿Yoprivarosdeella,monseñor?Enmivida.—¿Cómonosvamosaarreglar,pues?

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—Permitiéndomecompartirlaconvos.—¡Ah!—exclamóFouquet,mirandocaraacaraalmosquetero—.¿Salísdeldormitoriodelrey?—Sí,monseñor.—¿Ysumajestadquerríaquedurmieseisaquí?—Monseñor…—Muybien,muybien,señordeD’Artagnan.Aquísoiseldueño.—Palabraquenoqueríaabusar…—Déjanos—dijoFouquetasuayudantedecámara.Yañadió—:¿Tenéisquecomunicarmealgo?—¡Quién!,¿yo?—Unhombre comovos, no viene a conversar con un hombre como yo, en hora tan avanzada, sin

causagrave.—Nomeinterroguéis,monseñor.—Alcontrario.¿Quéqueréisdemí?—Nadamásquevuestracompañía.—Puesvámonosaljardín,alparque.—No,no—repusoconvivezaelmosquetero.—¿Porquéno?—Elfrescodelasnoche…—Vaya,decidsinrodeosquevenísaarrestarme—dijoFouquetalcapitán.—¡Yo!No,Monseñor.—¿Meveláis,pues?—Parahonraros.—¿Parahonrarme?…Estoesyadistinto.—¡Ah!,¿conquemearrestanenmicasa?—Nodigáiseso,monseñor.—Alcontrario,lopublicaréenaltavoz.—Enestecasotendríaqueimponeroselsilencio.—¡Violenciasenmicasa!—exclamóFouquet—.¡Bien,muybien,viveDios!—Veoquenonoscomprendemos.Mirad,allíhayuntablero,juguemossiosplace,monseñor.—¿Conquehecaídoendesgracia,señordeD’Artagnan?—No,monseñor,pero…—Perosemeprohíbesustraermeavuestramirada.—No comprendo palabra de cuantas decís, monseñor; y si deseáis queme retire, con decírmelo,

estamosalcabo.—Enverdad,señorD’Artagnan,quevuestrasmanerasvanatrastornarmeeljuicio.Mecaíadesueño

ymelohabéisquitadocomoconlamano.—Lo sientomucho, y si queréis reconciliarme conmigomismo, dormid ahí, enmi presencia, y lo

celebraréenelalma.—¡Ah!,¿mevigiláis?—Mevoy,pues.—Siosentiendo,quemeemplumen.

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—Buenasnoches,monseñor—repusoD’Artagnan,haciendoquesemarchaba.—Vaya,nomeacuesto—dijoFouquet—.Yahoraosdigocontodaformalidadque,puesosnegáisa

tratarmecomohombreyosandáisconsutilezasconmigo,voyaacorralaroscomosehaceconeljabalí.—¡Bah!—exclamóD’Artagnan,haciendoquesesonreía.—Voy a ordenar que enganchen y parto para París —dijo Fouquet, sondeando con la mirada el

corazóndelcapitán.—Ésteesotroson,monseñor.—¿Mearrestáis?—No,monseñor,partoconvos.—Basta, señor D’Artagnan —dijo Fouquet con frialdad—. No en balde tenéis fama de hombre

ingeniosoydeexpedientes;peroconmigotodoesoessuperfluo.Algrano:¿porquémearrestáis?,¿quéhehecho?

—Nadasé,monseñor;peroconstequenoosarresto…estanoche…—¡Estanoche!—exclamóFouquetpalideciendo—.Pero¿ymañana?—Todavíanoestamosenmañana,monseñor.¿Quiénescapazderesponderdeldíasiguiente?—Capitán,permitidmehablarconelseñordeHerblay.—Losiento,monseñor,peronopuedeser.Tengoordendenodejaroshablarconpersonaalguna.—¡ConelseñordeHerblay,capitán,convuestroamigo!—¿Queréisdecir,monseñor,quemiamigoelseñordeHerblayseríaelúnicoconquienosdebería

impedircomunicaros?—Decísbien—dijoFouquet,tomandounaactitudderesignación—.Recibounalecciónquenodebí

provocarla.Elhombrecaídonotienederechoanada,nisiquieradepartedeaquellosqueledebenloqueson,tantomásdeaquellosaquienesnohatenidoladichadeprestarlesunservicio.

—¡Monseñor!—Esverdad,señordeD’Artagnan;respectodemí,siempreoshabéismantenidoenlasituacióndel

hombredestinadoaarrestarme.Nuncamehabéispedidocosaalguna.—Monseñor—repusoelgascónenternecidoanteaqueldolorelocuenteynoble—,¿queréishacerme

lamerceddeempeñarmevuestrapalabradecaballerodequenosaldréisdeesteaposento?—¿Paraqué,simecustodiáisenél?¿Teméis,acaso,quedesenvainecontraelhombremásvaliente

deFrancia?—No,monseñor;esquevoyatraerosalseñordeHerblay,y,porconsiguiente,adejarossolo.—¡TraermealseñordeHerblay!,¡dejarmesolo!—exclamóFouquetcongozoysorpresaindeciblesy

juntandolasmanos.—¿NosealojaHerblayenelcuartoazul?—Sí,amigomío,sí.—¡Vuestroamigo!,graciasmonseñor.—¡Ah!mesalváis,señordeD’Artagnan.—Bien,emplearédiezminutoseniryvenir,¿noeseso,monseñor?—Pocomásomenos.—YcincoparadespertaryadvertiraAramis,hacenquinceminutos.Ahora,monseñor,dadmevuestra

palabradequenointentaréisfugaros,ydequeosencontraréaquíalvolver.

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—Os la empeño, señor deD’Artagnan—respondió Fouquet estrechando con afectuosa gratitud lamanodelmosquetero,quesealejóconpasofirme.

FouquetsiguióconlamiradaaD’Artagnan,aguardóconvisibleimpacienciaquelapuertasehubiesecerrado tras de aquél, y luego se abalanzó a sus llaves, abrió algunos cajones escondidos en variosmuebles, buscó en vano algunos papeles que, sin duda, se quedaron en San Mandé, y que elsuperintendentepareciósentirnoencontrarlos,yporfin,tomóconfrenesíunmontóndecartas,contratosy escrituras y los quemó apresuradamente en la tabla demármol del hogar, sin curarse de sacar delinteriordeaquéllasmacetasdequeestaballeno.

Fouquet,comoquienacabadesalvarsedeunpeligroinminenteylibredelpeligro,leabandonanlasfuerzas,sedejócaeranonadadoenunsillón.

D’Artagnan,alregresar,encontróalsuperintendenteenlamismaactitud,ynosospechóqueFouquetdejasedecumplirsupalabra;perosípensóqueutilizaríasuausenciaparadeshacersedepapeles,notasycontratosquepudieranempeorarlasituaciónyadesuyograveenquesehallaba.

—¿QuétalelseñordeHerblay?—preguntóelsuperintendente.—FuerzaesqueelseñordeHerblaylegustenlospaseosnocturnos,yalaluzdelaluna,enelparque

deVaux,compongaversosconalgunosdevuestrospoetas,puesnoestáensucuarto.—¡Cómo!, ¿noestá en su cuarto?—exclamóFouquet, aquien se le escapaba suúltimaesperanza;

porquesinexplicarsedequémanerapodíasocorrerleelobispodeVannes,comprendíaqueenrealidadsólodeélpodíaesperarsocorro.

—Osiestáensucuarto—continuóD’Artagnan—,hatenidosusrazonesparanoresponderme.—¿Porventuranohabéisllamadodemodoquepudieseoíros?—Yapodéissuponer,monseñor,quehabiendoyacontravenidoalaordenquemeimponíaeldeberde

no dejaros de vista ni un segundo, hubiera sido una locura despertar a todos los de la casa yevidenciarmeenelcorredordelobispodeVannes,paraqueelseñorColbertpudiesehaberprobadoqueyoosdabaeltiemponecesarioparaquequemaraisvuestrospapeles.

—¡Mispapeles!—Estáclaro;alomenosyo,envuestrolugar,lohubierahecho.PerovolvamosaAramis,monseñor.—Osrepitoquehabréisllamadoexcesivamentequedo,ynooshabráoído.—Pormuyquedoqueuno llameaAramis,monseñor, siempreoye cuando le interesaoír.Reitero,

pues,queoAramisnoestabaensucuarto,o,paranoconocermivoz,hatenidorazonesqueignoroyque,talvez,ignoráisvostambién,pormuchoqueseafeudatariovuestrosugrandezamonseñorelobispodeVannes.Fouquetlanzóunsuspiro,selevantó,diotresocuatrovueltasporsudormitorio,ysesentó,conabatimiento,ensuregiacamadeterciopelocuajadaderiquísimosencajes.

D’ArtagnanmiróaFouquetconhondacompasión.—Durante mi vida—dijo con melancolía el mosquetero—, he visto arrestar a muchos hombres.

Vamos,señorFouquet,unhombrecomovosnoseabatedeestasuerte.¡Sivuestrosamigososvieran!—Nome habéis comprendido, señor de D’Artagnan—repuso el superintendente sonriéndose con

tristeza—.Precisamentemiabatimientoobedeceaquenomevenmisamigos.Solo,novivonisoynada.Nuncahesabidoquéeraelaislamiento,señordeD’Artagnan.Lapobreza,queenocasioneshevistoconsusharaposalfinaldemicamino,eselespectroconelcualsediviertenhacemuchosañosalgunosdemisamigos,quelepoetizan,leacarician,ymelohacenamable.¡Lapobreza!…yolaacepto,laconozco,

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la acojo como a una hermana desheredada, porque la pobreza no es soledad, el destierro, la prisión.¿Acaso puedo yo ser nunca pobre con amigos como Pelissón, La Fontaine y Moliere, y una amantecomo…?¡Perolasoledad,lasoledadparamí,hombredebullicioydeplaceres,quesóloexistoporquelos otros existen!… ¡Ah!, ¡si supieseis qué solome encuentro en este instante!, ¡si supierais con quéfuerzarepresentáisparamí,vosquemeseparáisdecuantoamo,laimagendelasoledad,delanada,delamuerte!

Ya os he dicho que estabais muy exagerado, señor Fouquet —dijo D’Artagnan hondamenteconmovido—.Elreyosquiere.

—No—replicóelsuperintendentemoviendolacabeza.—QuienosodiaeselseñorColbert.—¿Colbert?¿Yquémeimportaamí?—Osarruinará.—Loretoaquelohaga:yaestoyarruinado.D’Artagnan, al oír la estupenda declaración del superintendente miró alrededor con ademán

expresivo.—¿Dequésirvenesasmagnificenciascuandounohadejadodesermagnífico?—exclamóFouquet,

quecomprendiólamiradadelgascón—.Pero¿ylasmaravillasdeVaux?mediréisvos.Bueno,¿yqué?¿Conqué,siestoyarruinado,derramaréelaguaenlasurnasdemisnáyades,elfuegoenlasentrañasdemissalamandras,elaireenelpechodemistritones?¡Ah!señordeD’Artagnan,parasersuficientementericohayqueserlodemasiado…¿Movéislacabeza?SivosfueseisdueñodeVauxlovenderíaisyconsuproductocompraríaisunfeudoenprovinciasqueencerrarabosques,vergelesycamposyosdieraconquévivir…SiVauxvalecuarentamillones,biensacaríais…

—Diez—interrumpióD’Artagnan.—¡Niuno!señorcapitán.NohayenFranciaquienestébastantericoparacomprarelpalaciodeVaux

pordosmillonesyconservarlocomoestá;nipodría;nisabría.—¡Diantre!—repusoD’Artagnan—.Alomenosbiendaríaunmillónporél.—¿Yqué?—Queunmillónnoeslamiseria.—Casi,casi,señordeD’Artagnan.—¿Cómo?—Nomecomprendéis.NoquierovendermicasadeVaux.Oslaregalosiqueréis.—Regaládselaalreyysaldréismásbeneficiado.—Elreynonecesitaqueyoselaregale—dijoFouquet—,sileplace,melaquitará.Poresoprefiero

quesederrumbe.¡Ah!señordeD’Artagnan,sielreynoestuviesebajomitecho,tomaríaaquellavelaymeiríaaprenderfuegoadoscajasdepólvoraycohetesquehanquedadobajolacúpula,yreduciríamipalacioacenizas.

—Bueno—repusoD’Artagnanconnegligencia—,siemprequedaríanlosjardines,queeslomejor.—Pero¿quéhedicho?¡IncendiaraVaux!, ¡destruirmipalaciocuandoVauxnoesmío!Enverdad,

VauxperteneceaLeBrun,aLeNotre,aPelissón,aLaFontaine,aMoliere,quehahechorepresentarenél«Losimportunos»,enunapalabra,alaposteridad.Yaveispues,señordeD’Artagnan,quenisiquieraesmíomipalacio.

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Aplaudolaidea,yenellaosconozco,señorFouquet—repusoelmosquetero—.Siestáisarruinado,monseñor,tomadlobuenamente;tambiénvospertenecéisalaposteridad,yporlotantonotenéisderechoaempequeñeceros.Aloshombrescomovosesonolessucedemásqueunavezenlavida.Todoconsisteen adaptarse a las circunstancias. Un proverbio latino, del que no recuerdo las palabras pero sí laesencia,puesmásdeunavezhemeditadosobreél,dicequeelfincoronalaobra.

Fouquetselevantó,rodeóconsubrazoderechoelcuellodeD’Artagnan,yleapretócontrasupecho,mientrasconlaizquierdaleestrechabalamano.

—Buensermón—dijoelsuperintendentedespuésdeunapausa.—Sermóndemosquetero,monseñor.—Vosquetalmedecís,mequeréis.—Puedequesí.—Pero¿dóndeestaráHerblay?—repusoFouquet.—Esomepreguntoyo.—Nomeatrevoarogarosquelehagáisbuscar.—Niquemelorogaraislohiciera,monseñor,porqueseríaunaimprudencia.Todosseenterarían,y

Aramis,queno tiene arteniparte en cuantopasa,podríaverse comprometidoy englobadoenvuestradesgracia.

—Aguardaréaqueamanezca.—Eslomásacertado.—¿Quévamosahacerunavezdedía?—Nolosé,monseñor.—Hacedmeunamerced,señordeD’Artagnan.—Conmilamores.—Vuestraconsignaesdequemecustodiéis,¿noeseso?—Sí,monseñor.—Puesbien,sedmisombra;prefierolavuestraatodaotra.D’Artagnanseinclinó.—Pero olvidad que sois el señor de D’Artagnan, capitán demosqueteros, y que yo soy el señor

Fouquet,superintendentedehacienda,yhablemosdemisasuntosparticulares.¿Quéesloquehadichoelrey?

—Nada.—¿Asíconversáis?—¡Diantre!—¿Quéconceptoformáisdemisituación?—Ninguno.—Contodo,amenosdemalavoluntad…—Vuestrasituaciónesdelicada.—¿Porqué?—Porqueoshalláisenvuestracasa.—Pordelicadaquesea,mehagocargodeella.—¿Imagináis,porventura,quemehabríamostradotanfrancoconotroquenovos?—¡Cómo!,¿vosfrancoparaconmigocuandoosnegáisadarmelamáspequeñaluz?

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—Oíd,pues.—Estoyaesdistinto.—¿Queréisqueosdigacómohubierayoobradoconotroquenovos,monseñor?Puesbien,hubiera

llegado avuestrapuerta, unavezhubiesen salidovuestros amigos, y si nohubiesen salido, loshabríaesperadoasusalidaparatomarlosunostrasotroscomoconejosalabandonarsugazapera,yloshubierapuestoabuenrecaudo;luegomehabríatendidosobrelaalfombradevuestrocorredor,yconunamanosobrevos,sinquevososdieraiscuenta,oshubieraguardadoparaelalmuerzodelamo.Deestasuerteseevitaba toda defensa, todo escándalo, todo ruido; pero en cambio ni una advertencia para el señorFouquet,niunareserva,niunadelasatencionesdelicadasquelaspersonascortesesguardanentresíenelmomentodecisivo.¿Osplacemiplan?

—Mehaceestremecer.—¡Quétristehubierasidoparavoselqueyomehubiesepresentadomañana,sinpreparación,yos

hubierapedidovuestraespada!—Mehabríamuertodecólerayvergüenza.—Expresáis con sobrada elocuencia vuestra gratitud; pero tened por seguro que no he hecho lo

bastante.—Noseréyoquientalcosaafirme,señordeD’Artagnan.—Pues bien, monseñor, si estáis satisfecho de mí, si estáis repuesto de la conmoción que he

suavizado cuanto he podido, dejemos que el tiempo bata sus alas; estáis quebrantado y tenéis quereflexionar, dormid, pues, os lo ruego, o haced que dormís, sobre vuestra cama o entre sábanas. Yodormiréenesesillón,ycuandoduermo,misueñoestanpesadoquenomedespertaríanniacañonazos.

Fouquetsesonrió.—Sinembargo,exceptúoelcasoqueabranunapuerta,secretaovisible,desalidaoentrada,porque

osadviertoqueenestepuntomioídoesvulnerabledemaneraextraordinaria.Idyvenid,pues;paseaosporelaposento,escribid,borrad,romped,quemad;peronotoquéislallavedelacerradura,nielbotóndelapuerta,porquemeharíaisdespertarsobresaltado,yestomeexcitaríahorrorosamentelosnervios.

—Realmente sois el hombre más ingenioso y cortés que conozco, señor de D’Artagnan —dijoFouquet—.Sólomedejaréisunpesar,eldehaberosconocidotantarde.

D’Artagnan exhaló un suspiro que quería decir: «¡Ay! tal vez me habéis conocido excesivamentepronto».Luegosearrellanóensusillón,mientrasFouquet, semiacostadoensucamayapoyadoenelcodo,meditabaenloqueleestabapasando.

Deestemodo,custodiadoycustodiadejaronarderlasvelasyaguardaronlaluzdelalba;ycuandoFouquetsuspirabademasiadoalto,D’Artagnanroncabaconmásfuerza.

Ningunavisita,niladeAramis,turbósuquietud,niseoyóruidoalgunoenelinmensopalacio.

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Lamañana

EljovenpríncipedescendiódelahabitacióndeAramis,comoelreyhabíadescendidodelamansióndeMorfeo.Lacúpulabajó,obedeciendoalapresióndeHerblay,yFelipeseencontróantelacamareal,quehabíasubidonuevamente,despuésdehaberdejadoaLuisXIVenlasprofundidadesdelsubterráneo.

Solo, en presencia de aquel lujo, solo ante su poder, ante el papel que iba a verse forzado adesempeñar,Felipesintió,porprimeravezabrirsesualmaalasmúltiplesemocionesquesonloslatidosvitales de un corazón de rey; pero palideció al contemplar aquella cama vacía y aun arrugada por elcuerpodesuhermano.

Felipeseinclinóparaexaminarmejorlacama,yvioelpañuelotodavíahumedecidoconelsudorquecorrieraporlafrentedeLuisXIV.AquelsudoraterróaFelipecomolasangredeAbelaterróaCaín.

—Hemeaquícaraacaraconmidestino—dijoentresíFelipe,pálidoyconlaspupilasardientes—.¿Serámásterriblequenodolorosohasidomicautiverio?¿Obligadoaseguiracadainstantelasoberaníadelpensamiento,daréeternamenteoídoalosescrúpulosdemicorazón?…Sí,elreyhadescansadoenestacama;sucabezahaimpresoestaconcavidadenlaalmohada,ysusamargaslágrimashanhumedecidoestepañuelo…¡Yvaciloenacostarmeenestacama,enapretarentremisdedosestepañueloqueostentalasarmasylacifradelrey!…¡Oh!imitemosalseñordeHerblay,quedicequelaaccióndebesiempreadelantarseungradoalpensamiento;sí,imitemosalseñordeHerblay,quesiemprepiensaensímismoysetieneporhombrehonradocuandosólocontraríaovendeasusenemigos.EstacamayolahabríausadosiLuisXIVnomelohubieseimpedidoconelcrimendenuestramadre;sóloyohabríatenidoderechoaservirme de este pañuelo con el escudo de Francia, si, como dice el señor deHerblay,me hubiesendejado enmi sitio en la cuna real… ¡Felipe, hijo de Francia, sube a tu cama! ¡Felipe, único rey deFrancia,recobratublasón!¡Felipe,únicoherederopresuntodeLuisXIII,tupadre,notengascompasiónparaelusurpador,queeneste instanteni siquiera siente remordimientoalgunopor loque tehahechopadecer!

Dichoesto,Felipe,apesardelarepugnanciainstintivadesucuerpo,ydelosestremecimientosydelterrorvencidosporlavoluntad,seacostóenlacamareal.

Aldescansar lacabezaen lamullidaalmohada,Felipedivisó,encimadeél, lacoronadeFrancia,sostenida,comohemosdicho,porelángeldelasalasdeoro.

Contempladalrealintruso,demiradasombríaycuerpotembloroso;parecetigreextraviadodurantelanochedetormenta,quealtravésdecañaveralesydeincógnitosbarrancos,vaaacostarseenlacavernadelleónausente.

Puedeunoalentarlaambicióndeacostarseenellechodelleón,peronoesperardormirtranquiloen

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él.Felipeprestóoído atento a todos los rumores, dejóque su corazónoscilase al soplode todos los

sobresaltos;perofiadoensuenergía,redobladapor laexageracióndesuresoluciónsuprema,aguardósindebilidadquesepresentaseunacircunstanciadecisivaparajuzgarseasímismo.

Peronadasobrevino.Hacia lamadrugada, una sombra se deslizó en el dormitorio real, sombra que no causó sorpresa

algunaaFelipe,tantomáscuantoquelaesperaba.—¿Ybien,señordeHerblay?—dijoelpríncipe.—Todohaconcluido,sire.—¿Quéhapasado?—Loqueesperábamos.—¿Haresistido?—Encarnizadamente;halloradoydadogritos.—¿Ydespués?—Hasobrevenidoelestupor.—¿Yporfin?—Porfin,victoriacompletaysilencioabsoluto.—¿SospechaalgoelgobernadordelaBastilla?—Nada.—¿Yelparecido?—Eselquehadeterminadoelbuenéxitodelaempresa.—Sinembargo,noolvidéisqueelpresonopuedemenosdeexplicarse, comoyopudehacerlono

obstantehabermevistoobligadoacombatirunpoderincomparablementemásfuertequeelmío.—Ya lo he previsto todo. Dentro de algunos días, más pronto si lo exigen las circunstancias,

sacaremosdesuprisiónalcautivoylodesterraremosaunpuntotanlejano…—Unovuelvedeldestierro,señordeHerblay.—Hedichoaunpuntotanlejano,quelasfuerzasmaterialesdelhombreyladuracióndesuvidano

bastaríanparaprocurarsuregreso.UnavezmáselreyyAramiscruzaronunafríamiradadeinteligencia.—¿YelseñordeVallón?—preguntóFelipe.—Oslopresentaránhoy,yosfelicitaráconfidencialmenteporhaberossalvadodelpeligroqueosha

hechocorrerelusurpador.—¿Quéharemosdeél?—¿DelseñordeVallón?—Unduquevitalicio,¿noesverdad?—Sí,sire—respondióAramis,sonriéndosedeunmodoparticular.—¿Porquéosreís,señordeHerblay?—Meríodelaprevisoraideadevuestramajestad.—¿Previsora?,¿quéqueréisdecir?—Vuestra majestad teme que el pobre Porthos se convierta en un testigo incómodo, y quiere

deshacersedeél.

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—¿Creándoleduque?—Sí,sire,porquelaalegríavaamatarlo,yconélmoriríaelsecreto.—¡Quédecís!—Yyoperderéunbuenamigo—repusoconlamayorflemaHerblay.Enestemomentoyenmediodelafútilconversaciónbajolacuallosdosconspiradoresocultabanel

gozoyelorgullodeltriunfo,Aramisoyóunrumorquelehizoaguzareloído.—¿Quépasa?—preguntóFelipe.—Amanece,sire.—¿Yqué?—Queanoche,antesdeacostaros,decidisteishaceralgollegadoeldía.—Sí,dijeamicapitándemosqueterosqueloaguardaría,—contestóconvivezaeljoven.—Puessiasílodijisteis,vaapresentarseporqueeshombrepuntual.—Oigopasosenelvestíbulo.—Esél.—Ea,empecemoselataque—dijoFelipeconresolución.—Cuidado, Sire —repuso Aramis—: empezar el ataque, y por D’Artagnan, sería una locura.

D’Artagnannosabenihavistocosaalgunayestáamilleguasdesospecharnuestromisterio;perosieselprimeroenentrarhoyaquí,barruntaráquehapasadoalgoquedebeponerlesobreaviso.AntesquepermitáislaentradaaD’Artagnan,debemosventilarmuchoeldormitorio,ointroducirenéltantagente,queelmejorsabuesodelreinoquededesorientadoportantosrastrosdiferentes.

—¿Cómodespedirlesilehecitado?—observóelpríncipe,ardiendoendeseosdemedirsecontantemibleadversario.

—Yome encargo de ello—repuso el obispo—, y para empezar, voy a dar un golpe que dejaráaturdidoalgascón.

—Tambiénélsabedarlos—replicóconvivezaelpríncipe.Enefecto,enelexteriorresonóungolpe.Aramisnoseengañó:realmenteeraD’Artagnanquienasíseanunciaba.

Ya hemos visto al mosquetero pasar la noche filosofando con el señor Fouquet; pero aquél estabafatigadísimo, aun de fingir el sueño. Y apenas el alba iluminó con su azulada aureola las suntuosascornisasdeldormitoriodelsuperintendente,D’Artagnanse levantódesusillón,acomodósuespada,yconlamangasecepillóeltrajeysombrero,comosoldadoprontoapasarrevistadelimpieza.

—¿Osvais?—preguntóFouquetalgascón.—Sí,monseñor,¿yvos?—Mequedo.—¿Palabra?—Palabra.—Porotraparte,salgoúnicamenteenbuscadelarespuestaquevossabéis.—Delasentenciaqueréisdecir.—Mirad,monseñor,yotengoalgoderomanoantiguo.Estamañana,allevantarme,henotadoquemi

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espadanosehaenganchadoenningunaagujeta,yqueel tahalíharesbaladosin tropiezo.Esunaseñalinfalible.

—¿Deprosperidad?—Sí.—¡Diantre!nosabíaquevuestraespadaos tuviese tanalcabo—dijoFouquet—.¿Eshechicera la

hojadevuestraespada,oestáencantada?—Miespadaesmiembrodemicuerpo.Heoídodecirqueaalgunoshombreslesavisalapiernao

una punzada en las sienes. A mí me avisa mi espada. Pues bien, mi espada nada me ha dicho estamañana…¡Ah!, ¡sí!…ahoraacabadecaerporsíenelúltimorecododel tahalí.¿Sabéisquépresagiaesto?

—No.—Puesmepresagiaunarrestoparahoy.—Pero si nada triste os predice vuestra espada —repuso el superintendente, más admirado que

enojadodeaquellafranqueza—,¿noestristeparavoselarrestarme?—¿Yoarrestarosavos?—Claro,elpresagio…—Noesporvos,puesdesdeanocheestáisarrestado.Luegonoseréisvosaquienyoarreste.Poreso

mealegro,poresodigoquesemepreparaunbiendía.Dichasestaspalabrasconafectuosogracejo,elcapitánsedespidiódeFouquetparaencaminarseala

habitacióndelrey.—Dadmelaúltimapruebadeafecto—dijoFouquet,enelinstanteenqueelgascónibaaatravesarel

umbral.—Estoypronto,monseñor.—PermitidmequeveaaHerblay.—Harécuantoestéenmimanoparaconducirloaquí.

D’Artagnan llamó a la puerta del dormitorio del rey, y una vez abierta, el gascón pudo creer que elmismísimo rey le había franqueado el paso; suposición que no era inadmisible, atendido el estado deagitaciónenqueelmosqueterodejóaLuisXIV.Pero,envezdelacaradelrey,aquienibaasaludarconelmayorrespeto,violaimpasiblefisonomíadeHerblay.

—¡Aramis!—exclamóD’Artagnan.—D’Artagnan,quebienqueestéisaquí—dijofríamenteelprelado.—¡Aquí!—balbuceóelmosquetero.—Sumajestadosruegaqueanunciéisqueestádescansando,pueshapasadomuymalanoche.—¡Ah! —exclamó D’Artagnan, que no acertaba a explicarse cómo el obispo de Vannes, tan

indiferenteparaelreylavíspera,enseishorassehubieseconvertidoenelmáscorpulentohongoquesehubieseproducidoenelpasillodeunaalcobareal.Enefecto,paratransmitirenelumbraldeldormitoriodelmonarcalavoluntaddeéste,paraservirdeintermediarioaLuisXIV,yordenarensunombre,adospasosdeél,eraprecisohaberllegadoadondenuncallegóRichelieuconLuisXIII.

—Además —continuó Aramis—, cuidaréis, señor capitán, de que esta mañana sólo admitan las

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entradas,puessumajestadquieredormiralgúntiempomás.—Pero—objetó D’Artagnan, pronto a atufarse, y sobre todo, a manifestar las sospechas que le

inspirabaelsilenciodelrey—;pero,señorobispo,sumajestadmediocitaparaestamañana.—Mástarde,mástarde—dijoelreydesdeelinteriordelaalcoba.Aloíraquellavoz,D’Artagnansintióunacorrientedehieloenlasvenas,yseinclinóatontado,como

quienvevisiones,antelasonrisaconqueAramisleanonadóluegodeproferidasaquellaspalabras.—Yen respuestade loqueveníais apreguntar al rey—prosiguióelobispo—,aquívaunaorden

concernientealseñorFouquetydelacualosenteraréisinmediatamente.—¿Unaordendelibertad?—dijoelgascón,tomandolaqueAramisletendió.AquellaordenleexplicabalapresenciadeAramiseneldormitoriodelrey.D’Artagnan,aquienlebastabacomprenderalgoparacomprenderlotodo,saludóyavanzódospasos

paramarcharse.—Osacompaño—dijoHerblay.—¿Adónde?—AlaposentodelseñorFouquet;quierogozardesucontento.—¡Sisupieraisloquehabéisdadoquepensar!—repusoD’Artagnan.—Peroahoracomprendéis,¿noesasí?—replicóHerblay.—¡Puesnohedecomprender!—respondióenvozaltaelmosquetero.Yentresíañadió—:Puesno

comprendo ni pizca; pero lo mismo da, aquí traigo la orden. —Luego dijo al prelado—: Adelante,monseñor.

D’ArtagnancondujoaAramisaldormitoriodeFouquet.

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Elamigodelrey

Fouquet aguardaba con ansiedad, y ya había despedido a algunos servidores y amigos suyos que,anticipándosealahoradesusacostumbradasrecepciones,acudieronasupuerta.

CuandoFouquetviovolveraD’Artagnan,ytraséstealobispodeVannes,sualegríafuetangrandecomo grande había sido su zozobra. Para el superintendente, la presencia de Aramis era unacompensaciónaladesgraciadeserarrestado.

El obispo estaba taciturno y grave, y D’Artagnan, trastornado por todo aquel cúmulo deacontecimientosincreíbles.

—¿Ybien,capitán,metraéisalseñordeHerblay?—Yalgomejortodavía,monseñor.—¿Qué?—Lalibertad.—¿Estoylibre?—Sí,monseñor;porordendelrey.FouquetrecobrótodasuserenidadparainterrogaraAramisconlamirada.—DadlasgraciasalseñorobispodeVannes—prosiguióD’Artagnan—;puesaélyanadiemásque

aéldebéiselcambiodelrey.AramissevolvióhaciaFouquet,quenoestabamenospasmadoqueelmosqueteroyledijo:—Monseñor,elreymehaencargadoqueosdigaquesuamistadparaconvoseshoymásfirmeque

nunca, y que la hermosa fiesta que le habéis dado y con tanta generosidad ofrecido, le ha dejadohondamentesatisfecho.

YAramissaludóaFouquettanceremoniosamente,queéste,incapazdecomprenderunadiplomaciatansutil,quedósinvoz,sinidea,sinmovimiento.

Herblaysevolvióhaciaelmosquetero,yledijoconvozmeliflua:—Amigomío,¿verdadquenoolvidaréislaordendelreyconcernientealasprohibicionesquetiene

hechasparacuandoselevante?Estaspalabraseran tanclarasqueD’Artagnansedioporentendido.Así,pues,saludóaFouquety

luegoaAramisconrespetoalgoirónico,ysalió.Entonceselsuperintendenteseabalanzóalapuertaparacerrarla,ysalió.—Mi queridoHerblay, creo que ha llegado la hora de queme expliquéis lo que pasa, porque en

verdadnoentiendonada.—Todovaisasaberlo—repusoAramissentándoseyhaciendosentaraFouquet.

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—¿Pordóndehayqueprincipiar?—Poresto.¿Porquéhamandadoelreyquemeponganenlibertad?—Mejorhubieraishechopreguntándomeporquéoshizoarrestar.—Desdequeloefectuaronhetenidotiempodereflexionarlo,ycasijuraríaquelosceloshaninfluido

algo.Mi fiesta ha contrariado aColbert, yColbert ha hallado contramí algún plan, el deBelle-Isle,pongamosporcaso.

—No,todavíanohemosllegadoaeso.—¿Porqué?—¿OsacordáisdeaquellosresguardosdetrecemillonesqueoshizorobarMazarino?—Sí,¿yqué?—Queporesteladoyaosdeclaranladrón.—¡VálgameDios!—Notodoparaaquí.¿RecordáislacartaqueescribisteisaLaValiére?—¡Ay!esverdad.—Puessoistraidorysobornador.—¿Porquémehaperdonadopues,elrey?—Todavíanohemosllegadoaesepuntodenuestraargumentación.Loqueyoquieroesqueantetodo

quedéisbienimpuestodevuestrasituación.ElreysabequesoismalversadordecaudalesdelEstado…¡Quédiantre!,ya séyoquenohabéismalversadounardite;pero sea loque fuere,SuMajestadnohavistolosresguardos,y,porlotanto,nopuedemenosdetenerosporcriminal.

—Contodoeso,noveo…—Yaveréis.Además,comoel reyha leído lacartaquedirigisteisaLaValiére,nopuedecaberle

dudaalgunarespectodevuestrospropósitosparaconaquélla,¿noesasí?—Sí;peroacabaddeunavez.—Aesovoy.Elreyes,pues,paravosunenemigocapital,implacable,eterno.—Deacuerdo.Pero ¿soyporventura tanpoderosoparaque, pese al odioquemeprofesay a los

pretextosquemidebilidadomidesgracialeproporcionancontramí,nosehayaatrevidoaconsumarmiperdición?

—Quedademostrado—prosiguióAramisconindiferencia—,quenohayreconciliaciónposibleentrevosyelmonarca.

—Peromeperdona.—¿Locreéisasí?—preguntóelobispofijandounamiradaescrutadoraensuinterlocutor.—Puedonocreerenlasinceridaddelcorazón,perosíenlaverdaddelcaso—replicóFouquet.Yal

verqueAramisencogíaligeramenteloshombros,añadió—:Entonces¿porquéoshaencargadoLuisXIVquemedijeraisloquemehabéisdicho?

—Elreynomehaencargadodenadaparavos.—¡Denada!—exclamóelsuperintendenteenelcolmodelaestupefacción—.Pues¿ylaorden?…—¡Ah! es verdad —repuso Aramis con acento tan singular, que Fouquet no pudo menos de

estremecerse.—Vosmeocultáisalgo,Herblay.¿Acasoelreymedestierra?—Adivinado.

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—Measustáis.—Señalquenohabéisadivinado.—¿Quéoshadichoelrey?Ennombredenuestraamistadnomeloocultéis.—Nada.—Vaisahacerquememueradeimpaciencia,Herblay.¿Continúosiendosuperintendente?—Mientrasqueráis.—Pero¿quésingularimperiohabéisadquiridoderepenteenelánimodeSuMajestad?—Yaloveis.—Lehacéisobraravuestroantojo.—Talcreo.—Esinverosímil.—Asídirán.—Herblay,ennombredenuestraalianza,denuestraamistadydecuantomásqueridoosseaenel

mundo,decidmesinrodeosloquehay.¿Aquédebéiselhaberosimpuestodetalmaneraenelánimodelrey?Meconstaquenoosveíaconbuenosojos.Ahoramequerrá.

—¿Habéistenidoalgúnnegocioparticularconél?—Sí.—¿Unsecreto,talvez?—Sí.—¿TalquepuedahaberimpresounnuevorumboalasmirasdeSuMajestad?—Realmentesoisunhombresuperior.Habéisadivinado.Enefecto,hedescubiertounsecretocapaz

demodificarlasmirasdelreydeFrancia.—¡Ah!—repusoFouquetconlareservadelhombrecortésquenoquiereinterrogar.—Vaisajuzgarlo—continuóAramis—,yadecirmesimeengañorespectodelaimportanciadetal

secreto.—Puesme hacéis la granmerced de abrirme vuestro corazón, os escucho; pero conste que no he

cometidolaindiscrecióndeinterrogaros.Aramisserecogióunmomento.DespuésmiróprofundamenteaFouquetqueestabamudo,admirado,

confundidoycongraveacentolecontólahistoriadeldesgraciadoFelipe.—¡Oh!¡Diosmío!,¡quéextrañaaventura!—dijoalfinFouquet.—Todavíanohemosllegadoalfin.Paciencia,amigomío.—Latendré.—Diosenvióaloprimidounvengador,o, si lopreferís,unapoyo.Sucedió,pues,queel soberano

reinante…Opináiscomoyo,¿noesverdad?Prosigo,puesDiospermitióqueelusurpador tuvieseporprimerministrounhombredetalentoydegrancorazónysobreesto,animoso.

—Estábien,estábien—dijoFouquet—.Comprendo,habéiscontadoconmigoparaqueosayudearepararlainjusticiadequehasidovíctimaelpobrehermanodeLuisXIV.Habéishechobien;osayudaré.Gracias,Herblay,gracias.

—Nadadeeso,pero…sinomedejáisconcluir…—exclamóAramisconimpasibilidad.—Mecallo.—Decía,pues,queel soberano reinantecobróaversiónasuministro,el señorFouquet,elcual se

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veíaamenazadoensufortuna,ensulibertadyquizátambiénensuvida,porlaintrigayelodio,alosqueprestóoídoelrey.PeroDiospermitió,asimismo,paralasalvacióndelpríncipesacrificado,queelseñorFouquettuvieseasuvezunamigodevoto,conocedordelsecretodeEstado,yconalientobastanteparapublicar aquel secreto después de haberlo tenido para aguardarle por espacio de veinte años en sucorazón.

—Nodigáismás—repusoFouquetardiendoenideasgenerosas—;oscomprendoyloadivinotodo.Al saber que yo estaba arrestado, os habéis abocado con el rey, al ver que vuestras súplicas no leablandabanlehabéisamenazadoconrevelarelsecreto,yLuisXIV,asustado,haconcedidoalterrorloquehabíanegadoavuestragenerosaintercesión.Comprendo,comprendo,vostenéisenelpuñoalrey;comprendo.

—Nipizca—replicóAramis—.Afe,novalíalapenadequemeinterrumpieraisotravez.Además,yconperdónseadicho,descuidáisdemasiadolalógicaynohacéiselusodebidodevuestramemoria.

—¿Porqué?—¿Enquéhebasadoyoelprincipiodenuestraconversación?—EnelodioquemeprofesaSuMajestad,odioinvencible,pero¿quéodioescapazderesistirala

amenazadetalrevelación?—Aquí es donde falsea vuestra lógica. ¡Cómo! ¿Vos creéis que de haber hecho yo tal revelación,

estaríavivoenestahora?—Apenashacediezminutosqueoshabéisseparadodelrey.—¿Yqué?nohubieratenidotiempodehacermematar;perosíelsuficienteparahacermeamordazar

ysepultarenunamazmorra.Vaya,másfirmeenelraciocinio,¡votoamilbombas!Por tal exclamación del mosquetero, resbalón de un hombre que siempre caminaba con pies de

plomo,FouquetpudocomprenderaquégradodeexaltaciónhabíallegadoelserenoyreservadoobispodeVannes.

—Además—continuó éste último después de haberse calmado—, ¿sería yo quien soy, un amigoverdadero,siavosaquienyaelreyosodia,osexpusieraaserjuguetedeunapasióntodavíaterribledeaquél?Que lehubierais robadolahaciendaygalanteadoasuconcubina, ¡pase!Pero tenerenvuestrasmanossucoronaysuhonra,primeroosarrancaríaelcorazónconsuspropiasuñas.

—¿Luegonolehabéisdejadoentreverelsecreto?—AntesmehubieratragadotodoslosvenenosqueMitrídatessebebióenelespaciodeveinteaños

paraversideestasuerteconseguíanomorirse.—¿Quéhabéishechopues?—Ahí está el quid, monseñor. Paréceme que voy a despertar vuestra curiosidad. ¿Continuáis

prestándomeoídoatento?—¡Puesnohedeescucharos!Decid.Aramisdiounavueltaalrededordelaposentoparacerciorarsedequenadiepodíaescuchar,yluego

sevolvióasentarjuntoalsillónenelcualFouquetaguardabaconprofundaansiedadsusrevelaciones.—Había olvidado haceros sabedor de una particularidad notable referente a los mellizos de que

estamos hablando —repuso Aramis—, y es que Dios los ha criado tan semejantes entre sí, queúnicamenteél, si les citara ante el tribunal, lospodríadistinguirunodeotro.AnadeAustria, con sermadredeellos,noloconseguiría.

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—¡Esimposible!—exclamóFouquet.—Noblezadefacciones,andar,estatura,voz,todoenellosesigual.—Pero¿yelpensamiento,lainteligencia,lacienciadelavida?—En esto hay desigualdad,monseñor. El preso de laBastilla es incontestablemente superior a su

hermano,ysi lapobrevíctimapasasedelaprisiónal trono,talvezdesdesuorigenFrancianohabríatenidounsoberanomásgrandeencuantoalainteligenciayalanoblezadecarácter.

Fouquetbajólafrentebajoelpesodeaquelsecretoterrible.—También hay desigualdad para vos entre los dos gemelos hijos de Luis XIII—repuso Aramis

acercándoseal superintendenteyprosiguiendosuobrade tentación—;y ladesigualdad,enestepunto,estáenqueelúltimonacidonoconoceaColbert.

Fouquetselevantóconlasfaccionespálidasyalteradas.Lasaetahabíadadoenelblanco,peronoenelcorazón,sinoenelalma.

—Ya—dijoelsuperintendente—,meproponéisunaconspiración.—Casi, casi.Una tentativa de esas que cambian la faz de los imperios, comome habéis dicho al

principiodeestaconversación.—Pero —replicó Fouquet después de penoso silencio—, vos no habéis reflexionado que esta

revoluciónpolíticaesparatrastornaratodoelreino,yqueparaarrancardecuajoelárboldeinfinitasraícesaquellamanunreyysustituirloporotro,nuncaestarálatierralosuficientementeapelmazadaparaque el nuevo soberano quede al abrigo del viento de la borrasca pasada y de las oscilaciones de supropiocuerpo.

Aramisvolvióasonreírse.—Tened en cuenta—continuó Fouquet enardeciéndose con la eficacia del talento que concibe un

proyecto y lo madura en pocos segundos, y con la amplitud de miras del que prevé todas lasconsecuenciasyabarcatodoslosresultados—;tenedencuentaquedebemosconvocara lanobleza,alcleroyalestadollano;destruiralpríncipereinante, turbarconunescándaloinauditolatumbadeLuisXIII,perderlavidaylahonradeAnadeAustria,ylavidaylapazdeMaríaTeresa,yquehechoesto,siloconseguimos…

—Pormífequenooscomprendo—replicóAramisconindiferencia—.Decuantaspalabrasacabáisdeverternoaprovechaniuna.

—¡Cómo!—exclamóconadmiraciónel superintendente—.¿Unhombrecomovosnodiscuteenelterreno de la práctica? ¿Os limitáis a la alegría pueril de una ilusión política? ¿Prescindís de lasalternativasdelaejecución,esdecir,delarealidad?

—Amigomío—replicóAramisdandounacentode familiaridaddesdeñosaalcalificativo—,¿quéhaceDiosparasustituiraunreyporotro?

—¡Dios!—prorrumpióFouquet—.Dios delega a su agente, que toma al condenado, se lo lleva yhacesentaraltriunfadoreneltronovacío.

—Peroolvidáisqueaquelagenteeslamuerte…—¡OhDios!,¿acasoalentaríaislaintención?…—Nadadeeso,monseñor.Vaismásalládel fin.¿QuiénoshablademataraLuisXIV?,¿quiénde

seguirelejemplodeDiosenlaestrictaprácticadesusobras?No.LoqueyoquisedecirosesqueDioshacelascosassintrastorno,sinescándalo,sinesfuerzos,yqueloshombresinspiradosporDiostriunfan

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comoélencuantoemprenden,intentanyhacen.—¿Quéqueréisdecir?—Quiero decir, amigo mío —prosiguió Aramis—, que si ha habido trastorno, escándalo, y aún

esfuerzoenlasustitucióndelreyporelpreso,osretoaquemeloprobéis.—¿Cómo?—exclamóFouquet,másblancoqueelpañueloconqueseenjugaba lassienes—.¿Qué

decís?…—Entradeneldormitoriodelrey—continuóAramisconpasmosatranquilidad—,ynoobstanteestar

vosenautos,osretoaqueadvirtáisqueelpresodelaBastillaestáacostadoenlacamadesuhermano.—Pero¿yelrey?—preguntóFouquetsobrecogidodehorroraloírtalnueva.—¿Quérey?—dijoAramisconvozsuave—,¿elqueosodiaoelqueosquiere?—Elrey…deayer.—Tranquilizaos; ha ido a tomar en laBastilla el puesto que por espacio de demasiado tiempoha

ocupadosuvíctima.—¡DiosdeDios!¿YquiénlehallevadoalaBastilla?—Yo.—¡Vos!—Sí,ydelmodomássencillo.Estanochelehesecuestrado,ymientrasélbajabaalaobscuridad,el

otro subía a la luz.Parécemeque esonoha levantadoelmás leve ruido.Un relámpago sin truenonodespiertaanadie.

Fouquetlanzóungritosordo,comosiunserinvisiblehubiesedescargadosobreélungolpeterrible,y,tomándoselacabezaconlascrispadasmanos,murmuró:

—¿Voshabéishechoeso?—Conbastantedestreza.¿Qué?,¿nolocreéis?—¿Voshabéisdestronadoalreyyreducidoaprisión?—Sí.—¿Ylaacciónsehaconsumadoaquí,enVaux?—Sí,enlacámaradeMorfeo.Noparecesinoquelaconstruyeronenprevisióndesemejanteacto.—¿Ycuándohapasadoeso?—Estanoche.—¡Estanoche!—Entredoceyuna.—¡EnVaux!,¡enmicasa!—prorrumpióFouquetconvozatragantada.—Sí,envuestracasa,quebienvuestraesdesdequeColbertnopuedehacerqueoslaroben.—¡Conquehasidoenmicasadondesehacometidotamañocrimen!—¡Crimen!—repusoAramisconestupefacción.—¡Crimen abominable!—prosiguió Fouquet exaltándose pormomentos—, ¡crimenmás execrable

queunasesinato!,¡crimenqueparasiempredeshonraminombreymelibraalhorrordelaposteridad!—Estáis delirando, caballero—replicó el obispo con voz nomuy firme—.Cuidado con levantar

tantolavoz.—Lalevantarédetalsuerte,quemeoiráeluniversoentero.—SeñorFouquet,vedloquehacéis.

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—Sí—exclamó el superintendente volviéndose hacia el prelado y mirándole cara a cara—. Alcometeresatraición,esecrimencontramihuésped,contraaquelquedescansabatranquilamentebajomitecho,mehabéisdeshonrado.¡Aydemí!

—¡Ay de aquel que bajo vuestro techo meditaba la ruina de vuestra fortuna y de vuestra vida!¿Olvidáiseso?

—¡Eramihuésped,eramirey!—¿Estoy con un insensato?—repusoAramis levantándose, con los ojos sanguinolentos y la boca

convulsiva.—No,sinoconunhombrehonrado.—¡Loco!—Conunhombrequeosimpediráqueconsuméisvuestrocrimen.—¡Loco!—Conunhombrequeprefierematarosymoriraqueconsuméissudeshonor.YFouquetseabalanzóasuespadapuestaporD’Artagnanalacabeceradelacama,ylablandiócon

resolución.Aramisarrugóelceño,ysemetióladiestraenlapecheracomobuscandounarma.Aquelademánno

pasóinadvertidoaFouquet,quenobleysoberbioensumagnanimidad,arrojólejosdesísuespada,quefueapararalpasillodelacama,yseacercóaHerblayhastatocarleelhombroconsudesarmadamano.

—Caballero—dijoelsuperintendente—,meseríagratomorirmeenesteinstanteparanosobreviviramioprobio;sitodavíasentíspormíalgunaamistad,porfavor,quitadmelavida.

Aramispermaneciósilenciosoeinmóvil.—¿Nomerespondéis?Herblaylevantópausadamentelacabeza,yporsuspupilascruzóunnuevorayodeesperanza.—Reflexionadenloquenosespera,monseñor—dijoelprelado—.Quedasatisfechalajusticia,el

reyviveaún,ysuprisiónossalvalavida.—Podéis haber obrado enmi provecho—repusoFouquet—,pero no acepto vuestro servicio.Sin

embargo,noquierocausarvuestraperdición.Salidinmediatamentedeestacasa.Aramisapagóelrayoqueemanabadesuquebrantadocorazón.—Soyhospitalarioparatodos—continuóFouquetconinefablemajestad—;tanseguroestáisvosde

noverossacrificado,comoaqueldequienhabíaisconsumadolaperdición.—Loseréisvos—replicóHerblayconvozsordayprofética—;loseréisvos,loseréisvos.—Aceptoelaugurio,señordeHerblay;peronadamedetendrá.VaisasalirdeVaux,deFrancia;os

concedocuatrohorasparaqueospongáisacubiertodelapersecucióndelrey.—¿Cuatrohoras?—dijoAramisconvozdezumbaydeincredulidad.—Sí;dentrodelplazoqueos fijonadieosperseguirá.Luego llevaréiscuatrohorasdedelanteraa

cuantoselreyenvíeavuestroalcance.—¡Cuatrohoras!—repitióAramissonrojándose.—SonmásquelasquesenecesitanparaembarcarosyllegaraBelle-Isle,queosdoyporrefugio.—¡Ah!—murmuróelprelado.—Belle-Isleesmíaparavos,comoVauxesmíoparaelrey.Marchaos,Herblay,ytenedporseguro

quemientrasyoaliente,notocaránenunodevuestroscabellos.

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—Gracias—dijoAramisconterribleironía.—Marchaos,pues,ydadmelamanoparaqueamboscorramos,vos,alasalvacióndevuestravida,

yo,a la salvacióndel rey.—Aramissacódesuseno lamanoqueenélescondió.Estaba teñidaensusangre,arrancadadesupechoconsusuñas,comoparacastigaralacarneporhaberdadovidaatantosproyectos,másvanos,másinsensatos,másperecederosquelavidadelhombre.

Fouquetsintióhorrorycompasión,ytendiólosbrazosaHerblay.—Notraíaarmas—dijoéste,hurañoyterriblecomoelespectrodeDido.YsintocarlamanodeFouquet,desviólamiradayretrocediódospasos.Lasúltimaspalabrasdelpreladofueronunaimprecación;suúltimoademánunanatemaescritoporsu

enrojecidamano,conlaquesalpicóconalgunasgotasdesangreelrostrodelsuperintendente.Después,ambosseabalanzaronfueradelaposentoporlaescalerasecretaqueconducíaalospatios

interiores.Fouquetordenóqueengancharansusmejorescaballos;Aramissedetuvoalpiede laescaleraque

conducíaalcuartodePorthos.MientraslacarrozadeFouquetsalíadelpatioprincipalagalopetendido,Herblaydecíaentresí:—¿Partirésolo?,¿avisaréalpríncipe?…¡Ohrabia!…Siavisoalpríncipe,¿quéhago?…Partircon

él… arrastrar conmigo y a todas partes ese testimonio acusador… La guerra… la guerra civil,implacable…Sinrecursos¡ay!…¡Imposible!…¿Quévaahacersinmí?…¡Ah!sinmívaaderrumbarsecomoyo…¿Quiénsabe?…¡Cúmplasesudestino!…¿Noestabacondenado?puescontinúesiéndolo…¡Dios!…¡Demonio!…sombríoymofadorpoderaquellamaningeniodelhombre,noeresmásqueunsoploincierto,másinútilqueelvientoenlamontaña,tenombrasacaso,ynoeresnada,loabrasastodocontualiento,levantaslaspeñas,yaúnlamontaña,ydeimprovisotedesmenuzasantelacruzdemaderatraslacualviveotropoderinvisible…quetalveztúnegabas,yquesevengadeti,ytereduceapolvosin designarse siquiera decirte cómo se llama… ¡Perdido!… ¡Estoy perdido!… ¿Qué hacer?… ¿Iré aBelle-Isle?…Sí…¡YPorthos,quevaaquedarseaquí,yahablar,yacontárselotodoatodos!¡Porthos,quetalvezvaapadecer!…No,yonoquieroquePorthospadezca.Esunodemismiembros;sudoloresmidolor…Porthospartiráconmigo,seguirámidestino,fuerzaesquelosiga.

Ytemerosodeencontraraalguienaquiensuprecipitaciónpudieraparecersospechosa,Aramissubiólaescalerasinservisto.

PorthosapenasregresadodeParís,dormíayaelsueñodel justo.Sugigantescocuerpoolvidaba lafatiga,asícomosucerebroelpensamiento.

Aramisentróligerocomounespectro,apoyósunerviosamanoenelhombrodelgigante,ydijoenvozalta:

—Porthos,levantaos.Porthosselevantóyabriólosojosantesdehaberabiertosuinteligencia.—¡Partimos!—dijoAramis.—¡Ah!—exclamóelgigante.—Acaballoymásvelocesquenunca.—¡Ah!—replicóPorthos.—Vestíos.Aramisayudóasuamigoavestirse,ylemetióenelbolsillosudineroysusdiamantes.

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EnestounligeroruidollamólaatencióndeHerblay,yalvolverseyalveraD’Artagnanenelvanodelapuerta,seestremeció.

—¿Quédiablosestáishaciendoahítanconmovido?—preguntóelmosquetero.—¡Chitón!—dijoelgigante.—Partimosencomisión—añadióelobispo.—¡Quédichosossois!—repusoD’Artagnan.—¡Valientedicha!—dijoPorthos—.Meestoycayendodefatiga,yenverdadpreferiríadormir;pero

elserviciodelrey…—¿HabéisvistoalseñorFouquet?—preguntóAramisalgascón.—Sí,hacepoco,ensucarroza.—¿Quéoshadicho?—Adiós.—¿Nadamás?—¿Quémásqueríaisquemedijese?—Escuchad—dijoAramisabrazandoalmosquetero—,vuelveabrillarelsolparavos:enadelante

notendréisqueenvidiaranadie.—¡Bah!—Ospredigoparahoyunacontecimientoquemejoraráentercioyquintovuestroestado.—¿Deveras?—Yasabéisqueyoestoyalcorrientedenoticias.—Sí,sé.—Porthos,¿estáis?—Partamos—exclamóelgigante.—YabracemosaD’Artagnan—añadióAramis.—Contodaelalma¿Yloscaballos?—Nofaltanaquí—repusoelgascón—.¿Queréiselmío?—Gracias,Porthostienesucaballeriza.AdiósD’Artagnan.Losdosfugitivossubieronsobresendoscaballosyenpresenciadelcapitándemosqueteros,quetuvo

elestriboaPorthosyacompañóasusamigosconlamiradahastaqueloshuboperdidodevista.—En otro tiempo —murmuró D’Artagnan—, hubiera dicho que esos hombres huían; pero en la

actualidadestátancambiadalapolítica,queaesolellamanirencomisión.Enbuenahorasea.Vamosanuestrosquehaceres.

Yelgascónentrófilosóficamenteensualojamiento.

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CómoserespetalaconsignaenlaBastilla

Fouquet,mientrassucarrozalollevabacomoenalasdelhuracán,seestremecíadehorroralpensarenloqueacababadesaber.

—¿Quéhacían,ensujuventudesoshombresprodigiosos—decíaentresíelsuperintendente—,sienlaedadmaduratodavíatienenfibraparaideartalesempresasyejecutarlassinpestañear?

A veces, Fouquet se preguntaba si cuanto le contóHerblay no era un sueño, y si al llegar él a laBastillanoibaaencontrarunaordendearrestoqueleenviaseadondeelreydestronado.

En esta previsión, el superintendente dio algunas órdenes selladas por el camino, mientrasenganchaban los caballos, y las dirigió aD’Artagnan y a todos los jefes de cuerpo cuya fidelidad nopodíasersospechosa.

—Deestamanera—dijoentresíFouquet—,presoono,habréservidocualdebolacausadelhonor.Como las órdenes no llegarán a su destino antes que yo, si vuelvo libre, no las habrán abierto, y lasrecobraré.Sitardo,seráseñaldequemehabráocurridoalgunadesgracia,yentoncesnosllegarásocorroamíyalrey.

Asípreparado,elsuperintendentellegóalapuertadelaBastilladespuésdehaberrecorridocincoleguasymediaenunahora.

AFouquetlesucediócompletamentelocontrarioqueaAramis.Pormásquesenombró,pormásquesedioaconocer,noconsiguióquelepermitiesenlaentradaenlafortaleza.Afuerzadeinstar,amenazaryordenar,logróqueuncentinelaavisaraaunsargentoparaqueésteasuvezadvirtieraalmayor.

Fouquettascabaelfrenoensucarroza,alapuertadelaBastilla,yaguardabalavueltadelsargento,queporfinreaparecióconcaraavinagrada.

—¿Quéhadichoelmayor?—preguntóFouquetconimpaciencia.—Elmayorsehaechadoareír—contestóelsoldado—,ymehadichoqueelseñorFouquetestáen

Vaux,yqueauncuandoestuvieseenParís,noselevantaríatantemprano.—¡Votoatal!soisunhatodepillos—exclamóelsuperintendentelanzándosefueradelacarroza.Yantesdequeelsargentohubiesetenidotiempodecerrarlapuerta,Fouquetsecolóporlaaberturay

siguióadelanteapesardelasvocesdeauxilioqueproferíaaquél.Fouquetibaganandoterreno,sinhacercasodelosgritosdelsargento,quealfinlealcanzóydijoal

centineladelasegundapuerta:—¡Cerradleelpaso!El centinela cruzó la pica ante el ministro; pero éste, que era robusto y ágil, y, además, estaba

exasperado,arrancóde lasmanosdelsoldadolapicayconella lesantiguódefirmelasespaldas,sin

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olvidarlasdelsargento,queseacercabaendemasía.Losapaleadospusieronelgritoenelcielo,yasusvoces salió todoel cuerpodeguardiade laavanzada,entrecuyos individuoshubounoqueconocióaFouquetyque,alverlo,exclamó:

—¡Monseñor!…¡monseñor!…¡Amigos!, ¡deteneos!Efectivamente,elquede tal suerteacababadeexpresarsedetuvoalosguardias,quesedisponíanavengarasuscompañeros.

Fouquetordenóqueabriesenlareja;peroleobjetaronquelaconsignaloprohibía.Entoncesmandóqueavisaranalgobernador;peroéste,ya informadode loquesucedía,seadelantabaapresuradamenteblandiendo la espada a la cabeza de veinte soldados y seguido del mayor, en la persuasión de queatacabanlaBastilla.

Baisemeaux,alconoceraFouquet,dejócaerlaespada,ycontartamudalenguadijo:—¡Ah!monseñor,perdonad…—Osfelicito,caballero—repusoFouquet,sofocado—;elserviciodelafortalezasehacealasmil

maravillas.Baisemeaux se dio a entender que las palabras del ministro encerraban una ironía presagio de

arrebatadacólera,ypalideció;peromuylejosdeesto,Fouquet,dijo:—SeñordeBaisemeaux,necesitohablarconvosenparticular.Fouquetsiguióalgobernadorasudespachoenmediodeunmurmullodesatisfaccióngeneral.Baisemeauxtemblabadevergüenzaydetemor.PerofuepeortodavíacuandoFouquetlepreguntócon

vozlacónicaymiradadeimperio:—¿HabéisvistoalseñordeHerblayestanoche?—Sí,monseñor.—¿Ynoosllenadehorrorelcrimendequeoshabéishechocómplice?«Nohayremedioparamí»,dijoparasusadentroselgobernador.Yconvozaltaañadió:—¿Quécrimen,monseñor?—Señor Baisemeaux, ved cómo obráis, pues en lo que habéis hecho hay bastante para haceros

descuartizarvivo.Conducidmeinmediatamenteadondeestáelpreso.—¿Quépreso?—preguntóelgobernadortemblandodelospiesalacabeza.—¡Ah!, ¿fingís no comprenderme? Bueno; bien mirado es lo mejor que podéis hacer, porque, de

confesarvosvuestracomplicidad,nohabríaremedioparavos.Quiero,pues,simularquedoyfeavuestraignorancia.

—Porfavor,monseñor…—Estábien.Conducidmealcalabozodelpreso.—¿AlcalabozodeMarchiali?—¿QuiénesMarchiali?—ElpresoquehatraídoelseñordeHerblayestanoche.—¿LellamanMarchiali?—preguntóelsuperintendente,turbadoensusconviccionesporlaingenua

seguridaddeBaisemeaux.—Sí,monseñor,bajotalnombreestáinscriptoenelregistrodelaBastilla.Fouquet sondeó con lamirada el corazón de Baisemeaux, y con la claridad que da el hábito del

poder,vioenéllasinceridadmásabsoluta.—¿EseMarchialieselpresoqueelseñordeHerblaysellevóanteayer?

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—Sí,monseñor.—¿Y le ha traído nuevamente esta noche?—añadió con viveza el superintendente, que al punto

comprendióelmecanismodelplandeAramis.—Sí,monseñor.—¿YsellamaMarchiali?—Estoes.Simonseñorvieneparallevárselo,mejor;porqueibaaescribirotravezrespectodeél.—¿Quéhahecho?—Desdeestanocheestáinsufrible;ledantalesarrebatos,quenoparecesinoquelaBastillaseviene

alsuelo.—Puesbien—dijoFouquet—,voyadesembarazarosdeél.—Quemeplace,monseñor.—Conducidmeasucalabozo.—Monseñormeharálamerceddeentregarmelaorden…—¿Quéorden?—Unaordendelrey.—Voyafirmarosuna.—Nobasta,monseñor;necesitolaordendelrey.—¡Ah!—exclamóFouquetirritándoseotravez—.Yaqueosmostráistanescrupulosoensoltaralos

presos,mostradmelaordenmediantelacuallibertasteisaMarchiali.BaisemeauxmostrólaordenconcernientealalibertaddeSeldón.—SeldónnoesMarchiali—objetóFouquet.—PeroMarchialinoestálibre,monseñor,sinoensucalabozo.—¿NomehabéisdichoqueelseñordeHerblayselollevóylohadevuelto?—Nohedichoesto,monseñor.—¿Quenolohabéisdicho?Todavíamepareceestaroyéndolo.—Hasidounlapsus.—¡SeñordeBaisemeaux,cuidado!—Comoestoyenregla,nadatengoquetemer,monseñor.—¿Yosatrevéisadecireso?—Lodiréanteunapóstol.ElseñordeHerblaymehatraídolaordendelibertaddeSeldón,ySeldón

estálibre.—OsdigoqueMarchialihasalidodelaBastilla.—Quemeloprueben,monseñor.—Dejadmequelovea.—Monseñor, vos que ejercéis unmando tan alto en este reino, sabéis que nadie puede ver a los

presossinunaordendelrey.—BienhaentradoelseñordeHerblay.—Quemeloprueben,monseñor—repitióBaisemeaux.—ElseñordeHerblayhaperdidotodosupoder.—¡Quién!,¿elseñordeHerblay?esimposible.—Yaveisquehainfluidoenvos.

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—Loqueme influye,monseñor,esel serviciodel rey.Alpedirosunaordendeél,cumploconmideber.Entregádmelayentraréis.

—Osdoymipalabradequesimedejáisentrarenelcalabozodelpresoosentregaréinmediatamentelaordenquemeexigís.

—Dádmelasindilación,monseñor.—Comotambiénosladoydequeoshagoarrestarjuntoconvuestrosoficialessinoconsentísenlo

queospido.—Antesde cometer semejante actodeviolencia, reflexionaréis,monseñor—dijoBaisemeauxmás

blancoquelacera—,quesóloobedeceremosaunaordendelrey,yquetanpocooscostaráobtenerunaparaveraMarchiali,comoparaconseguirotratanenmiperjuicio,siendocomosoy,inocente.

—Esverdad—repusoFouquetposeídodefuror.Yconvozsonorayatrayendoasíaldesventuradogobernador,añadió—:¿Sabéisporquéquierocontantoardorhablarconelpreso?

—No,monseñor,ydignaosnotarenelespantoquemeinfundísyquevaadarconmigoentierra.—Masdaréisconvosentierracuandodentrodepocomeveáisvolveralfrentedediezmilhombres

ytreintacañones.—¡VálgameDios!,¡monseñorsevuelveloco!—CuandoamotinecontravosyvuestrasmalditastorresalpueblodeParís,yfuercevuestraspuertas,

yoshagacolgardelasalmenasdelatorredeCoin.—¡Monseñor!¡Monseñor!…—Osconcedodiezminutosparaqueosdecidáis—añadióFouquetconvozsosegada—.Esperoaquí,

sentadoenestesillón.Sidentrodediezminutospersistís,salgo,ymetengáisonoporloco,veréisloquepasa.

Baisemeauxdioenelsuelounapatadadedesesperación,peronoreplicó.Alveresto,Fouquettomóunaplumayescribiólosiguiente:

Reúna el preboste de losmercaderes la guardia cívica, y con ella y para el servicio del rey,ataquelaBastilla.

Baisemeauxencogióloshombros.Fouquetescribió:

ElseñorduquedeBouillónyelseñorpríncipedeCondésepondránalacabezadelossuizosydelosguardias,yparaelserviciodeSuMajestadmarcharánsobrelaBastilla.

Baisemeauxreflexionó.Fouquetcontinuóensutareayextendióestaorden:

Seordenaa todo soldado, ciudadanoonoble,que tomendoquiera losencuentren, al caballeroHerblay,obispodeVannes,ya suscómplices,que sonel señorBaisemeaux,gobernadorde laBastilla,sospechosodeloscrímenesdetraición,rebeliónylesamajestad…

—Deteneos,monseñor—exclamóBaisemeaux—.Sientiendoloquepasa,quemeemplumen;perocomo

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tantosmales,aunquedesencadenadosporlalocura,puedensobrevenirdentrodedoshoras,júzguemeelrey y vea si he obradomal al romper la consigna en presencia de tantas y tan eminentes catástrofes.Vamosalatorre,monseñor;veréisaMarchiali.

Fouquetselanzófueradeldespacho.Baisemeauxlesiguió,limpiándoseelfríosudorqueleinundabalafrente.

—¡Quéhorrorosamañana!—ibadiciendoBaisemeaux—.¡Quédesgracia!—¡Aprisa!,¡aprisa!—dijoconvozásperaelsuperintendente,advirtiendoloquepasabaenelánimo

del gobernador—.Quédese aquí este hombre, y tomad vosmismo las llaves ymostradme el camino.Nadie¿oís?absolutamentenadiedebeenterarsedeloquevaapasar.

—¡Ah!—repusoBaisemeauxindeciso.—¡Otra vez!—prorrumpió Fouquet—.Decid inmediatamente sí o no, y salgo de la Bastilla para

llevaryomismolasórdenesasudestino.Baisemeauxtomólasllavesysubiósoloconelministrolaescaleradelatorre.Segúnibanascendiendoporaquellaespiral,losmurmullosahogadosseconvertíanengritosclarosy

enespantosasimprecaciones.—¿Quiéngrita?—preguntóFouquet.—Marchiali.Asíaúllanloslocos—respondióelgobernadordirigiendounamiradamáshenchidade

alusionesofensivasquederespetoalsuperintendente.Ésteseestremeció,puesenungritotodavíamásterriblequelosanterioresacababadeconocerlavoz

delrey.Fouquet se detuvo en el descenso de la escalera, y tomó el manojo de llaves de manos de

Baisemeaux,que,figurándosequeelnuevolocoibaaestrellarseelcráneoconunadeellas,exclamó:—¡Ah!elseñordeHerblaynomehahabladodeeso.—¡Vengan las llaves!—prorrumpió Fouquet arrancándoselas—. ¿Dónde está la puerta que quiero

abrir?—Esésta.Ungritohorrendoseguidodeunterribletrancazocontralapuerta,despertólosecosdelaescalera.—¡Retiraros!—dijoconvozamenazanteFouquetaBaisemeaux.—Conmilamores—murmuróelgobernador.—¡Retiraros!—repitióFouquet—.Ysiantesqueosllamesentáislaplantaenestaescalera,yoos

aseguroquevaisaocuparelsitiodelpresomásinfelizdelaBastilla.—Deestanoescapo—mascullóelgobernadorretirándoseconpasovacilante.Losgritosdelpresoresonabancadavezconmásfuerza.Fouquet, en cuanto se hubo cerciorado de que Baisemeaux había llegado al pie de la escalera,

introdujolallaveenlaprimeracerradura.—¡Socorro!,¡soyelrey!,¡socorro!—gritóentoncesLuisXIVconacentoderabia.Comolallavedelasegundapuertanoeralamismaqueladelaprimera,Fouquetsevioobligadoa

probar algunas de las del manojo, mientras el rey, enardecido, loco, furioso, gritaba con todas susfuerzas:

—¡ElseñorFouquetesquienmehahechotraeraquí!,¡socorrocontraelseñorFouquet!,¡soyelrey!,¡favoralreycontraelseñorFouquet!

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Estas vociferaciones partían del corazón del ministro, e iban seguidas de golpes espantososdescargadoscontralapuertaconlasilla,delaqueLuisseservíacomodeunariete.

Fouquetdioporfinconlallave.Elrey,yanoarticulaba,sinorugía,aullabaestaspalabras:—¡MueraFouquet!,¡mueraelasesinoFouquet!Entoncesseabriólapuerta.

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Elreconocimientodelrey

Fouquetyel rey ibanaabalanzarseunocontraotroperoalversesedetuvierony lanzaronungritodehorror.

—¿Venísaasesinarme?—exclamóelreyalconoceralsuperintendente.—¡El rey en semejante estado!—exclamó el ministro. Efectivamente, nadamás espantoso que el

aspecto del joven príncipe en el momento en que entró Fouquet. Su traje estaba hecho jirones, y sucamisa,desabrochadayreducidaapedazos,estabaempapadadelsudorylasangrequeleinundabaelpechoylosdesgarradosbrazos.

Fosco, pálido, frenético, con los cabellos erizados, Luis XIV era la imagen viviente de ladesesperación, del hambre y delmiedo reunidos en una sola estatua; y tanto se conmovió y turbó elministroalverle,queseacercóaéldesolado,conlosbrazosabiertosylaslágrimasenlosojos.

LuisblandiósobrelacabezadeFouquetelpalodelasilladelcualhicieratanenfurecidouso.—¡Qué!—dijoconvoztrémulaelministro—.¿Noconocéisyaalmásfieldevuestrosamigos?—¿Vos,vosamigomío?—replicóelreyconrechinardedientesenqueresonaronelodioylasedde

inmediatavenganza.—Unservidorrespetuoso—añadióFouquetcayendodehinojos.Elreytirósuarma,yelministroseacercóaél,lebesólasrodillas,letomócariñosamenteenbrazos

ydijo:—¡Ohrey!,¡ohhijomío!,¡cuántodebéishaberpadecido!Luis,recobradoporelcambiodelasituación,miróseasímismo,y,avergonzadodeldesordendesus

ropas,corridodesulocura,abochornadodelaproteccióndequeeraobjeto,retrocedió.Fouquetnocomprendióaquelmovimiento,niqueel rey, en suorgullo,nunca leperdonaríaelque

hubiesesidotestigodetantadebilidad.—Venid,Sire,estáislibre—dijoelsuperintendente.—¿Libre?—repusoelrey—.¡Ah!,¿medevolvéislalibertaddespuésdehaberosadoponersobremí

vuestramano?—Sire —repuso Fouquet indignado, vos no decís lo que sentís; vos no creéis que en esta

circunstanciaseayoculpable.Ysucintaycalurosamenteelministrocontóalmonarcatodalaintrigadequeellectoryaconocelos

detalles.Durante el relato, Luis sufrió las más horribles angustias, y, una vez Fouquet hubo terminado, la

magnituddelpeligroquehabíacorridoleconmoviótodavíamásquelaimportanciadelsecretorelativoa

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suhermanogemelo.—SeñorFouquet—dijoelrey—,esodelpartodobleesunamentira,ynopuedeserquehayáissido

víctimadesemejanteimpostura.—¡Sire!—Digoquenopuedeserquesesospechedelahonraydelavirtuddemimadre.¿Yvos,miprimer

ministro,nohabéiscastigadoyaaloscriminales?—No os ofusquéis, Sire —repuso Fouquet—. Reflexionadlo bien; el nacimiento de vuestro

hermano…—Notengomásqueuno,elduquedeOrleans,aquienconocéiscomoamímismo.Osdigoquehay

conspiración,empezandoporelgobernadordelaBastilla.—Sire,Sire,elgobernadordelaBastillahasidoengañadocomotodoelmundo,porelparecidodel

príncipe.—¿Elparecido?¡Queréiscallaros!—ContodoesoesmenesterqueMarchialiseparezcagrandementeaVuestraMajestadparaquetodos

seengañen—repusoFouquet.—¡Locura!—Nodigáiseso;Sire;elhombrequesemuestradispuestoaarrojarlamiradadevuestrosministros,

devuestramadre,devuestraservidumbre,devuestrafamilia,debeestarmuysegurodelparecido.—Enefecto—exclamóelrey—.Yesehombre¿dóndeestá?—¿DóndesinoenVaux?—¡EnVaux!¿YvosconsentísquepermanezcaenVauxunhombretal?—Sire,hecreídoquelomásapremianteeralibraraVuestraMajestad.Cumplidoestedeber,harélo

queelreymeordene.—ConcentremostropasenParís—dijoelmonarca,despuésdeunosinstantesdereflexión.—Yaestándadaslasórdenesalefecto—contestóFouquet.—¿Lashabéisdadovos?—exclamóelrey.—Paraestosí,Sire.AntesdeunahoraVuestraMajestadestaráalfrentedediezmilhombres.Por toda respuesta, el rey tomó con tal efusión la mano del superintendente que se veía cuánta

desconfianza había conservado hasta entonces hacia el primerministro, a pesar de la intervención deéste.

—Yconlosdiezmilhombres—prosiguióelrey—,¿vamosasitiar,envuestracasa,alosrebeldes,queaestashorasdebenhaberyatomadoposesióndeellaytalvezatrincherándoseenella?

—Meadmiradequetalsucediese.—¿Porqué?—Porquehedesenmascaradoasujefe,elalmadelaempresa,yamiverhaabortadoelplan.—¿Voshabéisdesenmascaradoalsupuestopríncipe?—No,Sire,nisiquieralohevisto.—¿Aquien,pues,habéisdesenmascarado?—Eljefedelaempresanoeseldesventuradousurpador;éstesóloesuninstrumentodestinadopor

todasuvidaalinfortunio,loconozco.—¡Sinremisión!

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—EselpadreHerblay,obispodeVannes.—¿Vuestroamigo?—Lofue,Sire—replicóconnoblezaelsuperintendente.—Esunadesgraciaparavos—dijoelreyconmenosgenerosidad.—Mientrasestuveignorantedelcrimen,Sire,talamistadnadateníadedeshonrosa.—Eramenesterpreverlo.—Sisoyculpable,Sire,mepongoenlasmanosdeVuestraMajestad.—Noesesoloquequisedecir,señorFouquet—dijoelrey,disgustadodehaberdadoaconocerla

maladisposicióndesuánimo—;loquequisedeciresqueapesardelamáscaraconqueelmiserableHerblay se cubría el rostro, he tenido como un presentimiento de que era él. Pero al caudillo de laempresaleacompañabaunhombredepeloenpecho,quemeamenazabaconsufuerzahercúlea.

—¿Quiénes?—DebesersuamigoelbaróndeVallón,elantiguomosquetero.—¿ElamigodeD’ArtagnanydelcondedeLaFere?Noesparadesperdiciarlaestarelaciónentrelos

conspiradoresyelseñordeBragelonne.—Sire,Sire,osavanzáisendemasía.ElseñorcondedeLaFereeselhombremásdebienquehayen

Francia.Contentaosconloquepongoenvuestrasmanos.—Corriente,porqueesoquieredecirqueponéisenmismanosalosculpables.—¿QuéinterpretacióndaVuestraMajestadamispalabras?—preguntóFouquet.—EntiendoquevamosallegaraVauxconlastropas,yquenovaaescaparniunodecuantosforman

aquelnidodevíboras.—¡Qué!¿VuestraMajestadvaamataralossuyos?—exclamóFouquet.—¡Hastaelúltimo!—¡Oh!¡Sirte!—Entendámonos,señorFouquet—dijoconaltivezelmonarca—.Yonovivoenuntiempoenqueel

asesinato sea la única y última razón de los reyes.Gracias aDios no es así. Tengo parlamentos quejuzganenminombre,ypatíbulosenlosqueejecutanmivoluntadsuprema.

—Me propaso a hacer observar a VuestraMajestad—replicó Fouquet palideciendo—, que todoprocesosobreestamateriaseráunescándalomortíferoparaladignidaddeltrono.HayqueevitaratodotrancequeelaugustonombredeAnadeAustriacirculeporloslabiosdelpueblo,entreabiertosporunasonrisa.

—Hayquehacerjusticia,señorFouquet.—Estábien,Sire;perolasangrerealnopuedecorrerenelpatíbulo.—¡Lasangrereal!,¿yvoscreéiseso?—exclamóelreyenfurecidoydandounapatadaenelsuelo—.

Elpartodobledequemehabéishabladoespurafábula.Ahí,sobretodo,enesafábula,esdondeparamíestáelcrimendeHerblay,eseeselcrimenqueyoquierocastigar,muchomásquenolaviolenciayelinsultoquemehaninferidoélyVallón.

—¿Castigardemuerte?—Demuerte.—Sire—repuso con firmeza elministro, levantando conmajestad la frente—, si os gusta, haréis

decapitar a Felipe de Francia, vuestro hermano; eso os atañe a vos, Sire, y sobre el particular

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consultaréis a vuestramadreAna deAustria.Lo que ordenéis estará bien ordenado.Quiero, pues, nomezclarmemásenesteasunto,nisiquieraparalamayorhonradevuestracorona;perotengoquepedirosunagracia,yoslapido,Sire.

—¿Cuál?—preguntóelreyturbadoporlasúltimaspalabrasdelministro.—ElperdóndelosseñoresdeHerblayydeVallón.—¿Misasesinos?—No,Sire,sinodosrebeldes.—Comprendoquemepidáiselperdónparavuestrosamigos.—¡Misamigos!—exclamóFouquethondamenteofendido.—Sí,vuestrosamigos,perolaseguridaddemiEstadoexigeunejemplarcastigodelosculpables.—Noosdiré,Sire,queacabodelibertarosydesalvaroslavida.—¡Caballero!—NiquesielseñordeHerblayhubiesetenidolaintencióndeasesinaros,pudohaberosasesinado

estamadrugadaenelbosquedeSenart.—Elreyseestremeció.—Un pistoletazo enmitad del rostro de Luis XIV, desfigurado por la herida era para siempre la

absolucióndelseñordeHerblay.Alsaberelpeligroevitado,elreypalideciódemiedo.—Si el señor de Herblay hubiese sido un asesino —continuó Fouquet—, no tenía necesidad de

hacerme sabedorde suplanpara conseguir suspropósitos.Desembarazadodel rey legítimo,nohabíaquienfueracapazdereconoceralusurpador,quehabríasidoreconocidoporAnadeAustria,puesparaellonodejabadeserunhijocomoparalaconcienciadelseñordeHerblayeraaquélunreydelasangredeLuisXIII.Además, el conspiradorcontabacon la seguridad, conel secreto, con la impunidad, consólodispararunapistola.Sire,porvuestrasalvacióneterna,perdónparaelseñordeHerblay.

La fiel pintura de la generosidad de Aramis, en vez de enternecer al rey le humilló; porque elmonarcaensuindómitoorgullo,nopodíaadmitirqueunhombrehabíatenidoasudiscreciónlavidadeun rey.Cadaunade laspalabrasdeFouquet teníaporeficacesparaobtenerelperdónde susamigos,destilabaunagotadevenenoenelyaulceradocorazóndeLuisXIV,que,muylejosdeceder,exclamóconímpetu:

—Verdaderamentenomeexplicoquemepidáisclemenciaparahombrestales.¿Aquépedirloqueunopuedeconseguirsinsolicitarlo?

—Nooscomprendo.Sire.—Sinembargo,esevidente.¿Dóndeestoy?—EnlaBastilla,Sire.—Yenuncalabozo,ypasandoporloco,¿noesverdad?—Loes,Sire.—YaquínadieconocemásqueaMarchiali.—Deseguro,Sire.—Puesdejadlascosascomoestán.DejadallocoquesepudraenuncalabozodelaBastilla,ylos

señoresdeHerblayydeVallónparanadanecesitandemiclemencia.Sunuevoreylesobedecerá.—VuestraMajestadmeinjuria,yhacemal—replicóFouquetconsequedad—.Niyosoytanniño,ni

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el señordeHerblay tan ineptoquenonoshayamoshecho todas esas reflexionesy si yo, comodecís,hubiesequeridosentareneltronoaunnuevorey,¿aquéhabervenidoaforzarlaspuertasdelaBastillaparaarrancarosdeella?Estocaedesupeso.VuestraMajestadtieneeljuicioturbadoconlacólera;delocontrario,noofenderíasinrazónasuservidorquelehaprestadoelmásimportanteservicio.

ViendoLuisXIVquesehabíaexcedido,quelaspuertasdelaBastillatodavíaestabancerradasparaél,mientraspocoapoco ibanabriéndose las esclusas tras las cuales el generosoFouquet contenía sucólera,repuso:

—Nolohedichoparahumillaros.¡Diosmelibre!Loquehay,esqueosdirigísamíparaobtenerunperdón,yosrespondosegúnmedictamiconciencia.Ahorabien,segúnmiconciencia,losculpablesdequienesestamoshablandonosondignosdeclemencianideperdón.

Fouquetguardósilencio.—Enesto—prosiguióelrey—,miconductaestangenerosacomolavuestraencuantoaloqueosha

traído,porquelaverdadesqueestoyenvuestropoder.Yaunañadoqueloesmás,atentoquevosmeimponéiscondicionesdelascualespuedenpendermilibertadymivida,yelnegarmeaadmitirlas,eshacerunsacrificio.

—Realmente la sinrazón está demi parte—repusoFouquet—; en la apariencia os obligaba a serclemente;mearrepiento,Sire,yossuplicoquemeperdonéis.

—Loestáis,miqueridoseñorFouquet—dijoelreysonriéndosedemodoqueacabódeserenarsurostro,alteradodesdelavíspera,portantosacontecimientos.

—Bueno, yo ya he obtenidomi perdón—repuso el obstinadoministro—, pero ¿y los señores deHerblayydeVallón?

—Noloobtendránmientrasyoviva—replicóelinflexiblerey—.Hacedmelamerceddenovolveradecirmejamásunapalabrasobreelparticular.

—Seréisobedecido,Sire.—¿Ynomeguardaréisrencorporminegativa?—No,Sire,porquehabíaprevistoelcaso.—¿Voshabéisprevistoelcasodequeyonegaríaelperdónaaquellosseñores?—Sí,Sire,ylopruebaelquehetomadotodasmisdisposicionesenconsonanciaconmiprevisión.—¿Quéqueréisdecir?—exclamóconsorpresaelsoberano.—Por decirlo así, el señor deHerblay acaba de ponerse ami discreción, dejándome la honra de

salvar ami rey y ami patria. ¿Podía yo condenar amuerte al señor deHerblay?No, como tampocoexponerlealalegítimaindignacióndeVuestraMajestad,locualhubierasidolomismoquesiyohubiesematadopormimano.

—¿Quéhabéishecho?—Sire, he dado al señor de Herblay mis mejores caballos, y llevan cuatro horas de delantera a

cuantosVuestraMajestadpuedaenviarenpersecucióndeaquél.—Está bien—exclamó Luis—. Pero elmundo es bastante grande para quemis corredores ganen

sobrevuestroscaballoslascuatrohorasdedelanteraquehabéisconcedidoalseñordeHerblay.—Alconcederlecuatrohoras,Sire,sabíaqueledabalavida,ylasalvará.—¿Cómo?—Porquetrasunacarreraenlacualsiemprellevarácuatrohorasdeventajaavuestrosmosqueteros,

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llegaráamicastillodeBelle-Isle,dondelehedadoasilo.—Bueno—replicóelrey—;peroolvidáisquemedonasteisBelle-Isle.—Noparahacerarrestarenellaamisamigos.—¡Ah!,¿osreincorporáisdeBelle-Isle?—Paraeso,sí,Sire.—Mismosqueterosvolveránaquitárosla,yenpaz.—Ni vuestros mosqueteros ni todo vuestro ejército son capaces de tomarla, Sire. Belle-Isle es

inexpugnable—dijoFouquetconfrialdad.Elreyperdióelcolorylanzóunrayoporlosojos.Fouquetconocióqueestabaperdido;perocomo

noerahombrequeretrocedieraantelavozdelhonor,sostuvolarencorosamiradadelrey,quedevorósurabia.

—¿VamosaVaux?—preguntóLuisXIVtrasunapausadesilencio.—EstoyalasórdenesdeVuestraMajestad—contestóFouquethaciendounaprofundareverencia—;

perocreoqueVuestraMajestadnopuedeprescindirdemudardetrajeantesdepresentarseenlacorte.—PasaremosporelLouvre—dijoelrey.—Vamos.LuisXIVyFouquet semarcharonenpresenciadeldespavoridoBaisemeaux,queunavezmásvio

saliraMarchiali,ysearrancólospocoscabellosquelequedaban.

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Elfalsorey

EnVauxelrealusurpadorcontinuabadesempeñandoalasmilmaravillassupapelderey.Felipe ordenó que, para su salida de la cama, introdujesen a las entradas, ya dispuestas para

presentarseasurey.Ysedecidióadartalorden,pesealaausenciadeHerblay,quenosedejabaverdenuevo, nuestros lectores saben por qué. Pero el príncipe, creyendo que aquella ausencia no podíaprolongarse, quería, como todos los hombres temerarios, ensayar su valor y su fortuna, fuera de todaprotecciónyconsejo.

Otrarazónleimpedíaaello:AnadeAustriaibaaaparecer.Lamadreculpableibaaencontrarseenpresencia de su hijo sacrificado; y Felipe no quería, de sentir una debilidad, hacer testigo de ella alhombreanteelcualestabaobligadaadesplegarenadelantetantaenergía.

Felipeabriódeparenparlapuerta,yentraronsilenciosamentealgunospersonajes.El no se movió mientras sus ayudas de cámara lo vistieron, a imitación de lo que vio hacer, la

víspera, a su hermano. Felipe desempeñó en aquel punto el papel de rey demanera que no despertóningunasospecha.

Felipe recibió, en trajede caza, a susvisitantes, ygracias a sumemoriay a lasnotasdeAramis,conocióinmediatamenteaAnadeAustria,aquiendabalamanoelduquedeOrleans,yalaprincesaalacual acompañaba Saint-Aignán. A todos dirigió Felipe una sonrisa, y, al conocer a su madre, seestremeció.

Elnobleeimponenterostrodelareinamadre,descompuestoporeldolor,dispusosucorazónenprodeaquellafamosareinaqueinmolaraunhijoalarazóndelEstado.Felipeencontróhermosaasumadre,ycomosabíaqueLuisXIVlaamaba,sepropusoamarlatambién,ynoserparasuvejezuncastigocruel.

Felipemiróasuhermanoconternurafácildecomprender.ElduquedeOrleansnadahabíausurpado,a nadie perjudicado en su vida.Rama separada, dejaba que creciera el tallo, sin pensar en su propiaelevaciónymajestad.Asícomoasumadre,Felipesepropusoamarasuhermano,aquienlebastabaeldinero,quedalosplaceres.

DespuésFelipesaludóafectuosamenteaSaint-Aignán,quesedeshacíaensonrisasyenreverencias,y,temblando,tendiólamanoasucuñadaEnriqueta,delaquelellamólaatenciónlahermosura.Peroenlosojosdelaprincesanotóunrestodefrialdadquelepareciódebuenagüeroparalafacilidaddesusrelacionesfuturas.

—¡Cuántomáscómodomeserá—dijoFelipe—serhermanodeesamujer,quenosugalán,simemanifiestaunafrialdadquemihermanonopodíasentirporella,yqueamímelaimponeeldeber!

Lo que Felipe temíamás en aquelmomento era la presencia de la reinaMaríaTeresa; porque su

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corazón y su alma acababan de ser conmovidos por una prueba tan violenta que, a pesar de su buentemple,talveznohubieransoportadounnuevochoque.Porfortunalareinanosepresentó.Entonces,AnadeAustriaempezóunadisertaciónpolíticarespectodelrecibimientoqueelseñorFouquethabíahechoalafamiliareal,yatenuósusataquesconcumplimientosdirigidosalrey,conpreguntassobresusalud,conhalagosmaternalesyconastuciasdiplomáticas.

—¿OshabéisreconciliadoconelseñorFouquet,hijomío?—preguntóAnadeAustria.—Saint-Aignán—dijoFelipe—,hacedmelamerceddeenterarosdecómoestálareina.Aestaspalabras,lasprimerasqueFelipepronuncióenvozalta,laligeradiferenciaquehabíaentre

lavozdeFelipeyladeLuisXIV,nopasóinadvertidaalosoídosmaternales;asíesqueAnadeAustriamirófijamenteasuhijo.

—Señora—continuóFelipeunavezhubosalidoSaint-Aignán—,yasabéisquenomeplacequemehablenmaldelseñorFouquet,yvosmismamehabéishabladodeélventajosamente.

—Esverdad,porestomeciñoainterrogarosrespectoavuestradisposiciónparaconél.—Sire—dijoEnriqueta—,amísiempremehasidosimpáticoelseñorFouquet.Eshombredegusto

exquisito,yunexcelentesujeto.—Unsuperintendentequenuncaescatimayquepagaenorocuantas libranzas leenvíoalcobro—

añadióelduquedeOrleans.—Porloqueseve—replicólareinamadre—,aquí todosmiranúnicamenteporsí,ynadieporel

Estado,ylaverdadesqueelseñorFouquetestáarruinandoelreino.—¿TambiénvosescudáisalseñorColbert,madremía?—repusoFelipebajandolavoz.—¿Porquémedecíseso?—preguntóAnadeAustriaconsorpresa.—Porqueosexpresáiscomoloharíavuestraantiguaamiga,laseñoradeChevreuse.Aloírestenombre,lareinapalideció.Felipehabíairritadoalaleona.—¿QuémeestáisdiciendodelaseñoradeChevreuse—repusoAnadeAustria—,yquémoscaosha

picadohoycontramí?—¿Porventura—continuóFelipe—,laseñoradeChevreusenoestásiempredispuestaaformaruna

ligacontraalguien?¿Acasonooshahechorecientementeunavisita?—Osexpresáisdetalsuerte—dijoAnadeAustria—quenoparecesinoqueestoyoyendoavuestro

padre.—MipadrenopodíaveralaseñoradeChevreuse,yconrazón—dijoFelipe—.Tampocoyopuedo

sufrirla,ysiseatreveavenir,comoenotrotiempo,parasembrarlasdisensionesyelodiosopretextodemendigardinero…

—¿Qué?—repusoconaltivezAnadeAustriaprovocandolatormenta.—Laexpatriaré,yconellaa todoslosartesanosdesecretosymisterios—contestóconresolución

Felipe.Elnocalculóelalcancedesusterriblespalabras,otalvezsepropusoverelefectoqueproducían.AnadeAustriaestuvoenuntrisdecaersedesmayada;abriódesmesuradamentelosojos,peroporun

instantedejódever,ytendiólosbrazoshaciaelduquedeOrleansquelediounbesosintemordeirritaralmonarca.

—Sire—murmuróAnadeAustria—,mal,muymaltratáisavuestramadre.—¿Enquéostratomal,señora?—replicóFelipe—.SolohablodelaseñoradeChevreuse.¿Oesque

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preferíslaseñoradeChevreusealaseguridaddemiEstadoyalamíapropia?LoquedigoyafirmoesquelaseñoradeChevreusehavenidoaFranciaparapedirprestadodinero,yquesehadirigidoalseñorFouquetparavenderleciertosecreto.

—¡Ciertosecreto!—exclamóAnadeAustria.—Relativoaunsupuestorobocometidoporelsuperintendente,locualesfalso.ElseñorFouquetla

hizodespedir con indignación,puesprefiere la estimacióndel reya todacomplicidadcon intrigantes.Entonces,laseñoradeChevreusefueyvendióelsecretoalseñorColbert,ycomoesmujerinsaciable,yno le bastaba haber arrancado cienmil escudos al intendente, picómás alto para ver si se hacía conmayoresrecursos…¿Esonoesverdadloquedigo,señora?

—Todolosabéis,Sire—repusolareinamadre,másinquietaqueirritada.—Yaveis,pues,señora—continuóFelipe—,quetengoderechodemirarconmalosojosaesaharpía

que viene a tramar enmi corte la deshonra de unos y la ruina de otros. SiDios ha permitido que secometieranciertoscrímenes,yloshaocultadobajoelmantodesuclemencia,yonoadmitoquelaseñoradeChevreusetengaelpoderdecontrarrestarlosdesigniosdeDios.

TantoestaúltimapartedeldiscursodeFelipeturbóalareinamadre,quesecompadeciódeella,y,tomándole lamano,se labesócon ternura;peroAnadeAustrianoadvirtióqueenaquelbesodadoapesarde las resistenciasy los rencoresdelcorazón, ibaenvueltoelperdóndeochoañosdehorriblespadecimientos.

Felipe dejó que aquellas emociones se suavizaran, y tras un instante de silencio, dijo con ciertaalegría:

—Todavíanopartimoshoy;tengounplan.FelipemiróhacialapuertaporsiveíaaHerblay,cuyaausenciaempezabaainquietarlo.Yalverque

sumadresedisponíaamarcharse,repuso:—Quedaos,madre;quieroquehagáislaspacesconelseñorFouquet.—Perosinoloquieromal;loúnicoquetemosonsusprodigalidades.—Pondremoscotoaellas,ynotomaremosdelsuperintendentemásquelasbuenascualidades.—¿QuébuscaVuestraMajestad?—preguntóEnriqueta al ver que el reymirabahacia la puerta, y

deseosadedispararleunasaetaalcorazón,puescreyóqueaquélesperabaaLaValiéreocartadeésta.—Hermana mía —respondió Felipe, adivinando el pensamiento de la princesa, gracias a la

maravillosaperspicaciaquelafortunaibaapermitirledesplegarenlosucesivo—;hermanamía,esperoa un hombre notabilísimo, a un consejero hábil si los hay, y al cual quiero presentaros a todos,recomendándoloavuestraindulgencia.¡Ah!,¿soisvos,D’Artagnan?Entrad.

—¿QuédeseaVuestraMajestad?—preguntóelgascónadelantándose.—¿SabéisdóndeestávuestroamigoelseñorobispodeVannes?—Perosi…—Loestoyaguardandoynoaparece.Quevayanporél.D’Artagnansequedócomoquienvevisiones;peroreflexionandoqueAramishabíasalidodeVaux

ocultamente con una comisión del rey, dedujo que éste tenía empeño en guardar secreto. Así pues,replicó:

—¿VuestraMajestaddeseaabsolutamentequevayanporelseñordeHerblay?—Tantocomoesono—respondióFelipe—;notengotalnecesidaddeél,perosiloencuentran…

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—Hedadoenelblanco—dijoentresíD’Artagnan.—¿EseseñordeHerblayeselobispodeVannes?—preguntóAnadeAustria.—¿YeselamigodelseñorFouquet?—Sí,señora;ensusmodalesfuemosquetero.AnadeAustriaseruborizó.—Unodeaquelloscuatrovalientesquehicierontantasproezas—añadióFelipe.Lareinamadresearrepintiódehaberqueridomorder.—Seacualfuesevuestraelección—dijoAnadeAustria—,desdeluegolatengoporexcelente.—Enél—continuóFelipe—veréislaprofundidaddeRichelieu,descartadalaavariciadeMazarino.—¿Unprimerministro,Sire?—preguntóelduquedeOrleansnoteniéndolastodasconsigo.—Ya os lo contaré, hermanomío… Pero es singular que no esté aquí el señor de Herblay.—Y

levantandolavoz,añadió—:AvisenalseñorFouquetquetengoquehablarconél…¡Ah!antevosotros,antevosotros;noosretiréis.

Saint-AignánvolviótrayendonuevassatisfactoriasdelareinaMaríaTeresa,queguardabacamasóloporprecauciónypararecobrarlafuerzaparacumplirlavoluntaddelrey.

Mientras andaban buscando por todas partes a Fouquet y a Herblay, el nuevo rey continuabaapaciblementesuspruebas,ytodoelmundo,familia,servidumbreycriados,leteníanporelrey,ensugesto,ensuvozyensushábitos.

Felipe,aplicandoa todas las fisonomías lanotayeldibujo fielesque leproporcionósucómpliceHerblay, se portabademodoquenopodía despertar lamás leve sospecha en el ánimode los que lerodeaban.

Nadapodíaenloporvenir inquietaralusurpador.YaquíesdeadmirarlaportentosafacilidadconquelaProvidenciaacababadederrumbarelmayorpoderdelmundoparasustituirloconelmáshumilde.

FelipeadmirabalabondaddeDiosparaconél,peroalasvecesleparecíaqueseinterpusieraunanubeentreélylosrayosdesunuevagloria.AquellanubeeralaausenciadeAramis.

Decayó la conversación. Felipe no pensaba en despedir a su hermano ni a Enriqueta, que noacertabanaexplicarseaqueldescuidodelrey,yempezabanaimpacientarse.Entonces,AnadeAustriaseinclinóhastasuhijoyledirigióalgunaspalabrasencastellano.Felipe,queignorabaelidioma,palidecióanteelinesperadoobstáculo;perocomosielimperturbableespíritudeHerblaylohubiesecubiertoconsuinfalibilidad,envezdedesconcertarseselevantó.

—¡Qué!,¿nomerespondéis?—repusoAnadeAustria.—¿Quéruidoesese?—preguntóFelipevolviéndosehacialapuertadelaescalerasecreta.—¡Poraquí!,¡poraquí!¡Faltanpocosescalonesparallegar,Sire!—gritóunavoz.—LavozdelseñorFouquet—dijoD’Artagnan,queestabaenpiejuntoalareinamadre.—NoandarálejoselseñordeHerblay—añadióFelipe,elcualvioloquenuncapudoesperarque

veríatancercadesí.Todosmiraron hacia la puerta por la cual presumían iba a entrar Fouquet; pero no fue éste quien

entró, sino otro personaje que arrancó una exclamación terrible, de dolor, al rey y a todos loscircunstantes.

Niaunloshombrescuyosinoencierramáselementosextrañosyaccidentesmaravillosos,lesesdadocontemplarunespectáculosemejantealqueofrecíaaquelmomentoeldormitorioreal.

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Altravésdelosmediocerradospostigosentrabaunavagaclaridad,veladaporgrandescolgadurasdeterciopeloforradasdetupidaseda.

Enmediodeaquellasuavepenumbrasehabíandilatadopocoapocolaspupilas,ycadacualveíaalos demás antes con la confianza que no con los ojos. Con todo, en tales circunstancias llega uno adistinguirtodocuantolorodea,ysisepresentaunnuevoobjeto,ésteapareceluminosocomobañadoporlosrayosdelsol.

EstofueloquesucediórespectodeLuisXIVcuandoapareció,pálidoyconelceñofruncido,bajaelcortinónde laescalerasecretaseguidodeFouquet,encuyorostroseveían impresas laseveridady latristeza.

Lareinamadre,queteníaasidaunadelasmanosdeFelipe,alveraLuisXIV,lanzóungrito,comolohabríahechoalverunfantasma,elduquedeOrleansquedómomentáneamentedeslumbrado,ydejódemiraralreyqueteníaenfrenteparaposarlosojosenelqueestabaasulado,ylaprincesa,juguetedeunailusiónquenadateníadeinverosímil,seadelantóunpaso,creyendoqueveíareflejadaenunespejolaimagen de u cuñado. Los dos príncipes, desconcertados a cual más, pues renunciamos a pintar elespantososobrecogimientodeFelipe,temblorososlosdos,ylosdosconlasmanoscrispadas,semedíanmutuamentecon losojosyhundíanunoenel almadelotromiradasmásagudasqueunpuñal.Mudos,jadeantes, encorvados, no parecía sino que iban a arremeterse cual encarnizados enemigos. Aquellainauditasemejanzaderostro,ademanesyestatura,lacasualsemejanzadetrajes—puesLuis,alpasarporelLouvre, se había puesto uno de terciopelomorado—aquella acabada analogía de ambos príncipesacabódetrastornarelcorazóndeAnadeAustria,sinembargoquetodavíanoadivinabalaverdad.Quehay desventuras que el ser humano no se aviene a aceptar en la vida, y prefiere achacarlas a losobrenatural, a lo imposible. Luis no contó con aquellos obstáculos; Luis creyó que le bastaríapresentarseparaquetodosloconocieran.Solviviente,noadmitíaquepudiesencompararleconhombrealgunoniquetodaantorchanoseconvirtieraentinieblastanprontoélhacíabrillarsurayovencedor.AsíesquealveraFelipe,quizásfueélquienquedómáspetrificadoquetodoslosdemás,ysusilencio,suinmovilidad,fueroneltiempoderecogimientoydecalmaprecursoresdelasexplosionesviolentasdelacólera.

Mas¿quiénseríacapazdepintarelsobrecogimientoyelestupordeFouquetenpresenciadeaquelretratovivientedesusoberano?FouquetsedijomentalmentequeAramisteníarazón,queelintrusoeraunreytanpuroensuestirpecomoelotro,yqueparahaberrepudiadotodaparticipaciónenaquelgolpede Estado tan hábilmente llevado a término por el general de los jesuitas, era preciso ser un locoentusiasta,parasiempreindignodeponerlasmanosenunaobrapolítica.Además,FouquetsacrificabalasangredeLuisXIIIalasangredelmismorey,unaambiciónnobleaunaambiciónegoísta,elderechodeadquirir al derecho de conservar. Bastóle ver al pretendiente para comprender todo el alcance de sudesacierto.

Para todos quedó envuelto en elmisterio lo que pasó en el ánimo de Fouquet, el cual tuvo cincominutosparaconcentrarsusmeditacionesrespectodeaquelpuntodelcasodeconciencia;cincominutos,esdecir,cincosiglosduranteloscualeslosdosreyesysufamiliaapenastuvierontiempoderehacersedetanterribleconmoción.

D’Artagnan,arrimadoalapared,alladodelsuperintendente,conlamanoenlacabezaylamiradafija,noacertabaaexplicarseaquelprodigio.Deprontonopudierahaberdichoporquédudaba;peroes

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seguroquesabíaquehabíatenidorazónaldudar,yqueenaquelencuentrodelosdosLuises,estabatodoelmisterioque,duranteaquellosúltimosdías,hizotansospechosaalmosqueterolaconductadeAramis.

Sinembargo,D’Artagnan,comolosactorestodosdeaquellaescena,noveíaclaro;parecíanadarenlasnieblasdeunpesadosueño.

Depronto,LuisXIII,másimpacienteymásacostumbradoamandar,seabalanzóalospostigosylosabrió de par en par rasgando las colgaduras, dando con ello paso a una oleada de luz que inundó declaridadeldormitorioehizoretrocederaFelipehastalaalcoba.

—Madre—exclamóLuisaprovechandoconardorelmovimientodeFelipeydirigiéndoseaAnadeAustria—;madre,yaqueaquíhandesconocidotodosasurey,¿noconocéisvosavuestrohijo?

AnadeAustriaseestremecióylevantólasmanoshaciaelcielosinpoderarticularpalabra.—Madre—dijoFelipeconvoztranquila—,¿noconocéisavuestrohijo?Luisretrocedióasuvez.AnadeAustria,heridaensurazónyensualmaporelremordimiento,perdióelequilibrio,ycomo

nadielasocorrióporestartodospetrificados,cayóensusillónexhalandoundébilsuspiro.LuisXIV, nopudiendo soportar aquel espectáculoy aquella afrenta, se abalanzó aD’Artagnan, de

quienempezabaaapoderarseelvértigo,yquesetambaleabarozandolapuertaqueleservíadeapoyo,yexclamó:

—¡Amí,mosqueteros!Miradnosalosdoscaraacarayvedcuáldelasdosestámáspálida.AquellavozdespertóaD’Artagnanyremovióensucorazónlafibradelaobediencia.Asípues,el

mosquetero irguió la frente,y,sinvacilarmás,seacercóaFelipe, lesentó lamanoenelhombroy ledijo:

—Daospreso,caballero.Felipenolevantólosojoshaciaelcielo,nisemoviódelsitioenqueseencontrabacomosihubiese

echadoraícesenél; loúnicoquehizofueclavarunaintensamiradaensuhermano,reprochándoleconsublimesilenciotodaslasamargurasytodossusmartiriosvenideros.Anteaquellenguajedealma,Luis,sinfuerzas,bajólosojos,yllevándoseprecipitadamenteconsigoasuhermanoyasucuñada,abandonóasumadre tendida y sinmovimiento a tres pasos del hijo a quien por segunda vez dejaba condenar amuerte.

FelipeseacercóaAnadeAustria,yconvozdulcísimaynoblementeconmovida,dijo:—Madre,madremía,siyonofuesevuestrohijoosmaldeciríaporhabermehechotandesgraciado.D’Artagnansintióhieloenlaméduladesushuesos,ysaludandorespetuosamentealjovenpríncipe,

ledijomedioencorvado:—Monseñor,perdonadme,no soymásqueun soldado,ymis juramentosme liganalqueacabade

salirdeesteaposento.—Gracias,señordeD’Artagnan.Pero¿quéhasidodelseñordeHerblay?—ElseñordeHerblayestáasalvo,monseñor—dijounavoz trasellos—,ymientrasyoalienteo

estélibre,nadieletocaráuncabello.—¡Ah!,¿soisvos,señorFouquet?—repusoFelipesonriéndosecontristeza.—Perdonadme,monseñor—replicóelsuperintendente—;peroelqueacabadesalirdeaquíerami

huésped.—Aesolellamoyoserbuenosydignosamigos—murmuróFelipeexhalandounsuspiro—.Ellosme

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hacendesearelmundo.SeñordeD’Artagnan,ossigo.En el instante en que el capitán demosqueteros iba a salir, aparecióColbert, entregó a aquél una

ordendelreyyseretiró.D’Artagnanestrujóconrabiaelpapel.—¿Quéesello?—preguntóelpríncipe.—Leed,monseñor—contestóelmosquetero.Felipeleyólassiguientespalabras,trazadasapresuradamenteporlamanodeLuisXIV:

ElseñorD’ArtagnanvaaconduciralpresoalasislasdeSantaMargarita,ylecubriráelrostroconunaviseradehierro,queaquélnopodrálevantarbajopenademuerte.

—Estábien—dijoconresignacióneldesventuradopríncipe—.Estoypronto.—Aramisteníarazón—repusoFouquetaloídodelmosquetero—;tanreyeséstecomoelotro.—¡Más!—replicóD’Artagnan—.Sólolefaltamosvosyyo.

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EnelquePorthoscreequecorretrasunducado

AramisyPorthosaprovecharoneltiempoquelesconcedióFouquet.Porthosnocomprendíaparaquégénerodecomisiónleobligabanadesplegartalvelocidad;peroal

verqueAramisarreabaasucabalgadura,élnoleibaalazaga.AsíprontoseencontraronadoceleguasdeVaux,luegohubonecesidaddecambiardecaballosyorganizarunserviciodepostas.

AllífuedondePorthosseaventuróainterrogardiscretamenteaAramis.—¡Chitón! —replicó Herblay—; contentaos con saber que nuestra fortuna depende de nuestra

rapidez.ComosiPorthoshubierasidotodavíaelmosqueterosinblancade1626,siguióadelante,movidopor

lamágicapalabra«fortuna».—Vanahacermeduque—dijoenaltavozyhablandoconsigomismo.—Puedequesí—replicóAramissonriéndoseasumodo.Aramisteníalacabezahechaunvolcán,laactividaddesucuerponohabíaconseguidosobreponerse

a ladesuespírituenelcaminoreal,y libredeentregarsea lomenosa las impresionesdelmomento,Herblay vomitaba una blasfemia a cada tropiezo de su cabalgadura y a cada desigualdad del terreno.Pálidoycubiertodehirvientesudor,clavabadespiadadamentelasespuelasenlosijaresdesumontura.

Asícorrieronporespaciodeocholargashoraslosfugitivos,hastaquellegaronaOrleans.Eranlascuatrodelatarde,yAramis,alinterrogarsusrecuerdos,dioporciertoquetodapersecución

eraimposible.Admitiendolapersecución,que,porotraparte,noeramanifiesta,losfugitivosteníanunaventajadecincohorassobresusperseguidores.

ParaHerblay,nohabríasidoimprudentedescansar,peroseguiradelanteeraasegurarlapartida.Dio,pues,aPorthoseldisgustodemontarnuevamenteacaballo,yambosdevoraronelespaciohasta

lassietedelatarde,horaenqueseapearonenunaventa.NolesfaltabamásqueunapostaparallegaraBlois;perouncontratiempodiabólicovinoasembrar

laalarmaenelcorazóndeAramis.Enaquellapostanohabíacaballos.El prelado se preguntó por qué infernal maquinación sus enemigos habían conseguido quitarle el

mediodeirmásalá,aélquenoteníaporDiosalacasoyveíaentodoresultadounacausa.Peroenelinstanteenqueibaadarriendaasuenojoparaobtenerunaexplicaciónouncaballo,seleocurrióunaidea:seacordódequeelcondedeLaFerevivíaenlascercanías.

—Noviajonihagopostaentera—dijoHerblayalmaestrodepostas—.Dadme,pues,doscaballosparairavisitaraunseñoramigomíoquemoranolejosdeaquí.

—¿Quéseñor?—preguntóelmaestrodepostas.

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—ElseñorcondedeLaFere.—¡Ah!—repusoelmaestrodescubriéndoseconrespeto—.Nopuedoproporcionarosdoscaballos,

puestodoslostieneacaparadoselseñorduquedeBeaufort.—¿ElseñorduquedeBeaufort?—repusoAramiscondisgusto.—Contodo—continuóelmaestrodepostas—,siosplaceservirosdeuncarretón,haréenganchara

éluncaballociegoalquesólolequedanlosremos,yasípodréisllegaracasadelseñorcondedeLaFere.

—EstovaleunLuis—repusoHerblay.—No,señor,sinounescudo.—Osdaréunescudo,peroesonomenoscabaparanadamiderechoadarosunluisporvuestrabuena

ocurrencia.—Estáclaro—repusollenodealegríaelmaestrodepostas.ElmaestrodepostasencargóaunodesusmozosdecuadraquecondujeralosforasterosaLaFere.Porthossesentóenlacarreta,juntoaAramis,ydijoaloídodeéste:—Comprendo.—¡Ah!—replicóAramis—.¿Yquécomprendéis,mibuenamigo?—VamosdepartedelreyahacerunaproposicióndegrandeimportanciaaAthos.—¡Psé!—Nomedigáis nada—añadióPorthos procurando hacer contrapeso para evitar los tumbos de la

carreta—,nomedigáisnada;adivinaré.—Esoes,adivinad.Alasnuevedelanocheyalaclaridaddeunalunadespejada,PorthosyAramisllegaronacasade

Athos.Porthosysucompañeroseapearonalapuertadelpequeñocastillo,queesdondevamosaencontrar

denuevoaAthosyaBragelonne,desaparecidosambosdespuésdeldescubrimientodelainfidelidaddeLuisa.

Sihayunamáximaverdadera, es laque rezaque losgrandesdolores encierranen sí elgermende suconsuelo.Enefecto,ladolorosaheridaabiertaenelcorazóndeRaúl,acercóaélasupadreyDiossabesi erandulces los consuelosquemanabande los elocuentes labiosydel almagenerosadeAthos.Sinembargo,nosiempreRaúlcomprendíaasupadre;yesqueparaelcorazónverdaderamenteenamorado,nadareemplazaelrecuerdoyelpensamientodelobjetoamado.EntoncesdecíaRaúlasupadre:

—Señor,cuantomedecísescierto:creofirmementequenohayquienhayasentidomásquebrantadoelcorazónquevos;perovossoisdemasiadograndeporloqueatañealainteligencia,yexcesivamenteprobado por la desventura, para no ser indulgente con la debilidad del soldado que padece por laprimeravez.Pagountributoquenovolveréapagar;porlotanto,toleradmequemeabismecuandopuedaeneldolor,quesumergidoenélmeolvidedemímismoyseaneguemicorazón.

—¡Raúl!¡Raúl!—Escuchad,señor;nuncameacostumbraréalaideadequeLuisa,lamáscastaycandorosadelas

mujerespuedahaberengañadodemaneratanvilaunhombretanhonradoytanamantecomoyo;nunca

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acertaré a resolverme a ver aquel rostro apacible y angelical convertido en cara hipócrita y lasciva.¡Luisa perdida! ¡Luisa infame! ¡Ah!, señor, esto es para mí más doloroso que mi desventura, que suabandono.

Athos entonces echaba mano del remedio heroico; defendía a Luisa contra Raúl, y justificaba superfidiaconsuamor.

—Unamujerquehubieracedidoalreyporelmerohechodeserrey—decíaAthos—,mereceríaelcalificativo de infame; pero Luisa ama a Luis. Jóvenes ambos, han olvidado, el su alcurnia, ella susjuramentos.Elamortodoloabsuelve,Raúl.ElreyyLuisaseamansinceramente.

Dadaaquellapuñalada,Athos,suspirando,mirabaasuhijocomoaldolordelatremendaheridahuíaalomáscerradodelbosqueoserefugiabaensucuartodelqueunahoradespuéssalía,pálidoytrémulo,paraacercarsenuevamenteysonriéndoseaAthos,aquienbesabalamanocomoelperroqueacabadeser castigado acaricia a su amo para rescatar su falta. Raúl sólo daba oídos a su debilidad, y noconfesabamásquesudolor.

Así pasaron los días que siguieron a la escena durante la cualAthos había agitadodemanera tanviolentael indómitoorgullodelmonarca;escenasobre lacualelcondedeLaFerenodijonuncaunapalabraaRaúl,pormásqueaéstelehabríatalvezservidodeconsuelolahumillaciónporlaquepasósurival.YesqueAthosnoqueríaqueelamanteofendidoolvidaraelrespetodebidoalrey.

YcuandoBragelonne,enardecido,arrebatado,sombrío,hablabaconmenospreciodelapalabrareal,de la fe equívoca que algunos insensatos buscaban en las personas emanadas del trono; cuandoRaúlpredecíalostiemposenquelosreyesseríanmáspequeñosqueloshombres.Athosledecíaconsuvozserenaypersuasiva:

—Tenéis razón, hijomío; sucederá como decís: los reyes perderán su prestigio, como pierden suclaridadlasestrellasquehanllegadoallímitequeDioslesseñalara.Peroantesquelleguetalmomento,yaestaremosmuertosnosotros,Raúl;ynoolvidéis loquevoyadeciros:enestemundo fuerzaesquetodos, hombres, mujeres y reyes, vivamos en los presentes; sólo para Dios debemos vivir según lovenidero.

He aquí como conversaban Athos y Raúl, paseándose por la larga alameda de tilos del parque,cuando resonó la campanilla que servía para avisar al conde la hora de la comida o una visita.Maquinalmenteysindarimportanciaelsonidoqueacababadevibrar,elcondeysuhijodieronmediavuelta,yalllegaralextremodelaalamedaseencontraronenpresenciadePorthosydeHerblay.

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Elúltimoadiós

RaúllanzóunaexclamacióndealegríayabrazóconternuraaPorthos,AramisyAthosseabrazaroncomoseabrazanloshombresmaduros,yaunparaelprimeroaquelabrazoequivalióaunapregunta,puesdijosintardanza:

—Amigomío,estamosaquíporpocorato.—¡Ah!—exclamóelconde.—Eltiempodeponerosaltantodemibuenasuerte—repusoPorthos.—¡Ah!—exclamóRaúl.AthosmiróaAramis,cuyoademánsombríolepareciópocoenarmoníaconlabuenanuevadeque

hablabaVallón.—¿Québuenasuerteoshatraído?—preguntóRaúlsonriéndose.—El reyme hace duque—respondió conmisterio el buen Porthos inclinándose hasta el oído del

jovenduquevitalicio.Perolosapartesdelcolosoeransiemprelobastantesonorosparaquetodoslosoyeran.

AthoslanzóunaexclamaciónquehizoestremeceraAramis,queseapoyóenelbrazodesuamigo,y,despuésdehaberpedidolicenciaaPorthosparahablaralgunosmomentosaparte,dijoalconde:

—MiqueridoAthos,estoytransidodedolor.—¡Dedolor!—exclamóelconde—;¿quédecís,miqueridoamigo?—Heaquíendospalabrasloquepasa:heconspiradocontraelrey,laconspiraciónhaabortado,ya

estahoraesindudablequemebuscan.—¡Osbuscan!…¡unaconspiración!…Pero¿quéestáisdiciendo,amigomío?—Latristeverdad.Estoyperdido.—PeroPorthos…esetítulodeduque…¿quésignificatodoeso?—Ésta es la causa demi pesadumbremayor; esta mi heridamás profunda. En la creencia de un

triunfo infalible, arrastré a Porthos en mi conjuración, a la que aplicó todas sus fuerzas, sin saberabsolutamentenada,yhoyestácomprometidoyperdidocomoyo.

—¡Diossanto!—exclamóelcondevolviéndosehaciaPorthos,queledirigióunasonrisadecariño.—Esmenesterquelocomprendáistodo—prosiguióAramis—.Escuchadme.YHerblaycontólahistoriaqueyaconocemos.—Eraunagrandeidea—repusoelconde—,perotambiénunafaltamuygrande…—Delaqueestoycastigado—exclamóAramis.—Poresonoosrevelaréporenteromipensamiento.

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—Notemáisenmanifestármelo.—Puesbien,loquehabéishechovosesuncrimen.—Capital,losé;escrimendelesamajestad.—¡PobrePorthos!—dijoelconde.—¿Quéqueréisquehaga?Yaoshedichoqueeltriunfoeraseguro.—Fouqueteshombrehonrado.—Yyounnecioporhaberle juzgadotanmal—dijoAramis—.¡Ohsabiduríade loshombres!, ¡oh

muelainmensaquetrituraunmundo,yquea lomejoresdetenidaporelgranodearenaquecaenosesabecómoensusrodajes!

—Decidporundiamante,Herblay.Enfin,yaelmalnotieneremedio.¿Quépensáishacer?—Me llevo conmigo aPorthos, pues el rey nunca querrá creer que nuestro buen amigoha obrado

candorosamentecreyendoquealhacerlaquehahechoservíaasusoberano.Pagaríaconsucabezamifalta,ynoloconsiento.

—¿Adóndeoslelleváis?—PrimeramenteaBelle-Isle,queesunrefugioinexpugnable;luego,yenunaembarcaciónquetengo

preparada,nostrasladaremosaInglaterra,dondeestoybienrelacionado.—¿VosaInglaterra?—OaEspaña,dondetodavíatengomásamigos.—AldesterraraPorthos,learruináis,pueselreyconfiscarásusbienes.—Todoestáprevisto.UnavezenEspaña,arbitraré lamanerade reconciliarmeconLuisXIVyde

hacerquePorthosentrenuevamenteensugracias.—Porloqueveo,gozáisdegranvalimiento—dijoAthoscondiscreción.—Muygrande,yalserviciodemisamigos,amigoAthos—dijoAramisacompañandosuspalabras

deunsinceroapretóndemanos.—Gracias—repusoelconde.—Ypuesparecequevienerodado,perdonadqueosdigaquetambiénvosyRaúlestáisdescontentos

a causade los agraviosqueosha inferidoel rey. Imitadnuestro ejemplo.PasadaBelle-Isle, y luegoveremos…OsdoypalabradequedentrodeunmeshabráestalladolaguerraentreFranciayEspañaacausadeesehijodeLuisXIII,queestambiéninfante,yalcualFranciadetieneinhumanamente.Ahorabien,comoLuisXIVnoquerráqueporestacausaseenciendaunaguerra,osgarantizounatransaccióncuyoresultadoserálagrandezadePorthosymía,yunducadoenFranciaparavos,queyasoisgrandedeEspaña.¿Aceptáis?

—No; prefiero tener algo que echar en cara al rey; es un orgullo natural entre los demi linaje elaspiraralasuperioridadsobrelasestirpesreales.Siyohicieseloquemeproponéis,quedaríaobligadoalrey,ycuantoganaríaenlomaterial,loperderíaenmiconciencia.Gracias.

—Puesdadmedoscosas:vuestraabsolución…—Si realmente os habíais propuesto vengar al débil y al oprimido contra el opresor, os la doy,

Aramis.—Mebasta—repusoHerblaysonrojándose—.Ahora,dadmevuestrosdosmejorescaballosparael

segundorelevo,puessopretextodeunviajequeelseñordeBeauforthaceporestosparajes,meloshannegadoenelrelevocercano.

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—Tendréismisdoscaballosmejores,Aramis,yosrecomiendoaPorthos.—Nadatemáis.Dospalabrasmás;¿osparecequehagoparaconélloquedebo?—Estando,comoestáhechoelmalsí;porqueelreynoloperdonaría,yluego,pormásqueéldiga,

siempre tenéis un apoyo en el señor Fouquet, que nos os abandonará, ya que no obstante su heroicocomportamiento,tambiénestámuycomprometido.

—Decísbien.Heahíporquéenvezdeembarcarmeinmediatamente,loquedaríaacomprendermitemorymeharíaculpablevoyaquedarmeenterritoriofrancés.PeroBelle-Isleseráparamíelterritorioqueyoquiera:inglés,españoloromano,todoconsisteenelpabellónqueyoenarbole.

—¿Cómoasí?—YosoyquienhafortificadoaBelle-Isle,ymientrasyoladefienda,nohabráquienpongalaplanta

enella.Ademásdeque,comovoslohabéisdichohacepoco,puedocontarconelseñorFouquet,locualquieredecirquesinelconsentimientodelsuperintendentenoatacaránaBelle-Isle.

—Esverdad.Sinembargo,sedprudente.Aramissesonrió.—OsrecomiendoaPorthos—repitióelcondeconfríainsistencia.—NuestrohermanoPorthosseguirámisuerte—repusoAramisenelmismotono.AthosseinclinóyestrechólamanodeAramis;luegoseacercóalPorthosylediounefusivoabrazo.—¿Verdadquenacíconbuenaestrella?—repusoél,embozándoseensuampliacapa.—Venid,amigomío—dijoAramis.Raúlsehabíaanticipadoparadarlasórdenesdelcasoyhacerensillarlosdoscaballos.Yaelgruposehabíadividido;yaAthosmirabaasusamigosapuntodepartir,cuandoalgoasícomo

unanieblapasópordelantedelosojosdelcondeylecayócuallosadeplomosobreelcorazón.—¡Essingular!—dijoentresíAthos—.¿DequénaceeseanhelodeabrazarnuevamenteaPorthos?PrecisamenteVallónsehabíavuelto,yseacercabaconlosbrazosabiertosasuantiguoamigo.Aquelúltimoabrazoencerrótantaternuracomoenlajuventud,comoenlostiemposenqueelcorazón

latíaconfuerza,comoenlosdíasenquelavidasepresentabacolorderosa.Porthossubiósobreelcaballo,mientrasAramissevolvíaparaecharnuevamentelosbrazosalcuello

deAthos.Éstevioasusdosamigosenelcaminorealalargarseenlasombraconsusblancascapas.Cualdos

fantasmas,losfugitivosseagrandabanaproporciónqueibanalejándose,ynofueentrelaniebla,noenlapendientedelsuelodondedesaparecieron:alfinaldelaperspectiva,AramisyPorthospareciócomoquehabíandadoconlospiesasuscuerposunimpulsoqueleshizoperderseevaporadosenlasnubes.

EntoncesyconelcorazónopresoAthosentróotravezensucasaydijoaBragelonne:—Elcorazónmedicequenovolveréaveraesosdoshombres.Derepenteatrajolaatencióndepadreehijohacialaalameda,unrumordecaballosydevoces.Algunosportaantorchasacaballosacudíanalegrementesushachasenlosárbolesdelcamino,yde

cuandoencuandovolvíanelrostroparanoalejarsedelosjinetesquelesseguían.Aquella luz, aquel ruido, el polvo que levantaban una docena de caballos ricamente enjaezados,

hicieronestupendocontrasteenmediodelanocheconladesapariciónsordayfúnebredePorthosydeAramis.

Athos entró en su casa; pero apenas hubo llegado a su terraza, cuando pareció que la verja seinflamaba,todaslasantorchassedetuvieronyabrasaronconsuclaridadelcamino.

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—¡ElseñorduquedeBeaufort!—gritóunavoz.Athos,aloíraquelgrito,seabalanzóalaverja.

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Beaufort

Yaelduquesehabíaapeadoybuscabaalgoalrededor.—Aquíestoy,monseñor—dijoAthos.—¡Hola!Buenasnoches,¿esmuytardeparaunamigo,queridoconde?Beaufort,delbrazodeAthosentróencasa,seguidodeRaúlqueibarespetuosaymodestamenteentre

losoficialesdelpríncipe,deloscualesmuchoseranamigossuyos.ElpríncipesevolvióenelinstanteenqueRaúl,paradejarlesoloconAthoscerrabalapuertapara

pasarconlosoficialesaunasalacontigua.—¿EseseelmozodequienheoídotantoselogiosdebocadelseñorpríncipedeCondé?—preguntó

Beaufort.—Sí,monseñor—respondióelconde.—¡Estodounsoldado!Noestádemásaquí.Decidlequesequede,conde.—Raúl,quedaos,yaquemonseñorloconsiente—dijoAthos.—¡Caramba!esgallardoyhermoso—prosiguióelduque—.¿Melodaréissioslopido?—¿Enquésentidomelopreguntáis,monseñor?—dijoelconde.—Hevenidoparadespedirmedevos.—¿Paradespediros,monseñor?—Sí.¿Noimagináispoconimucholoquevoyaser?—Loquesiemprehabéissido,monseñor;príncipevalienteycaballerocumplido.—Voyaconvertirmeenpríncipeafricano,encaballerobeduino.Elreymeenvíaahacerlaguerraa

losárabes.—¡Quédecís,monseñor!—¿Verdadqueesfenomenal?Yo,elparisienseporexcelencia,yo,quehereinadoenlosbarriosyfui

llamadoreydelosmercados,pasodelaplazadeMaubertalosminaretesdeDjidgeli;defrondistameconviertoenaventurero.

—Sivosmismonomelodijeseis,monseñor…—Nolocreeríais.Sinembargo,dadcréditoamispalabras,ydespidámonos.Estotraeelrecobrarel

favor.—¿Elfavor?—Sí.¿Ossonreís?¡Ah!miqueridoconde,¿sabéisporquéheaceptado?—PorqueVuestraAltezaanteponelagloriaatodo.—No, conde, andar amosquetazos con los salvajes no es glorioso.Yono tomo la gloria por este

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lado,ylomásprobableesqueenvezdegloriaencuentreyootracosa…Peroquiseyquiero,¿oísbien,señorconde?quemividatengaestaúltimafazdespuésdehaberbrilladodetansingularmaneradurantemediosiglo.Porquenopodéismenosdeconvenirconmigo,enquenodejadesernotableelhabernacidohijoderey,haberhecholaguerraareyes,figuradoentrelosgrandesdelsiglo, llenadodignamentelosdeberesde su jerarquía, trascender aEnrique IV,y sergrande almirantedeFrancia, para ir ahacersematarenDjidgeli,enmediodeturcos,sarracenosymoros.

—Rara es vuestra insistencia sobre el particular, monseñor —repuso Athos turbado—. ¿Cómoadmitirqueunacarreratanbrillantecomolavuestravayaatenerporremateunfintanobscuro?

—¿Acasooscreéis,hombrejustoysencillo,quesiportanridículopretextovoyalÁfrica,noharépor salir de ella sin menoscabo? ¿Por ventura no haré hablar de mí? Y para que hablen de míactualmente,cuandobrillanCondé,Turenayotrostantos,¿quémequedaamí,almirantedeFrancia,hijodeEnriqueIV,reydeParís,sinohacermematar?¡Votoaldiablo!yoosjuroquehablarándemí;peseatododiosmematarán,sinoenÁfrica,enotraparte.

—Exageráis,monseñor—dijoel conde—,ynuncaoshabéismostradoexagerado sinoenpuntoalvalor.

—Valor se requiere para irse uno al arrostrar el escorbuto, la disentería, la langosta y las flechasemponzoñadas.Además,hacetiempoquelotengopensado,ycuandomedecido,eldemonioquemehagadesistir.

—QuisisteissalirdeVincennes,monseñor.—¡Hombre!,¿porventuranomeayudasteisvosasalirdeallí?Apropósito,¿dóndeestáVaugrimaud

quenoloveopormásquemiroaltodaspartes?¿Siguebien?—Vaugrimaud continúa siendo el más respetuoso servidor de Vuestra Alteza —respondió Athos

sonriéndose.Traigoparaélyporvíadelegadociendoblones.Tengohechomitestamento,conde,ycomprenderéis

quesivieranelnombredeGrimaudenmitestamento…Elduqueseechóareír;luegosevolvióhaciaRaúl,quedesdeelcomienzodeaquellaconversación

sequedóprofundamentepensativoyledijo:—Joven,meconstaqueenestacasahayciertovinodeVauvray…Raúlsalióapresuradamenteparaserviralduque;elcual,unavezasolasconelconde, le tomó la

manoylepreguntó,aludiendoaBragelonne:—¿Quépensáishacerdeél?—Porlopronto,nada,monseñor.—Ya,deresultasdelapasióndelreypor…LaValiére.—Estoes,monseñor.—¿Conque es cierto lo que dicen?…Me baila por lamente que yo he visto en alguna parte a la

muchachaesa,ysimalnorecuerdo,noeshermosa.—Noloes,monseñor.—¿Sabéisaquiénmerecuerda?—Nosé,monseñor.—Merecuerdaaunamozanomalparecida,hijadeunamujerquevivíaenelmercado.—¡Ah!—exclamóAthossonriéndose.

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—¡Qué hermosos tiempos aquellos!—dijoBeaufort—. Pues sí. LaValiéreme recuerda a aquellamuchacha.

—¿Notuvounhijo?—Parécemeque sí—respondióelduquecon indolente ingenuidad,conunolvido indecible—.De

maneraqueelpobreRaúl…Eshijovuestro,¿noesverdad?—Sí,monseñor.—Demaneraqueelpobremuchachosehavistodesbancadoporelrey,yderesultas,vosyélponéis

malacaraalsoberano.—Hacemosmásqueponerlemalacara,monseñor;noshemosseparadodeél.—¿Vaisadejarquesepudraesemuchacho?Hacéismal.Dádmeloalmí.—Deseoconservarloamilado,monseñor.Notengomásqueélenelmundo,ymientrasseavengaa

permanecer…—Bien,bien—repusoelduque—.Sinembargo,yolohubierareconciliadosintardanzaconelrey.

Es de lamadera de que se hacen losmariscales de Francia, y amás de uno de su fuste, he visto yoempuñarelbastóndemariscal.

—Nodigoqueno,monseñor;perocomoelreyesquiennombraa losmariscalesdeFrancia,RaúlnuncaaceptarácosaalgunadeSuMajestad.

En esto entró Bragelonne precediendo al Grimaud, que traía en sus todavía seguras manos unasalvillaconunvasoyunabotelladelvinopredilectodelduque.

Beaufort,alverasuantiguoprotegido,exclamóconalegría:—Buenasnoches,Grimaud,¿quétalvaesasalud?Grimaud,tanllenodesatisfaccióncomosunobleinterlocutor,hizounaprofundareverencia.—¡Dosamigos!—exclamóelduquesacudiendoconrobustamanoelhombrodelhonradoGrimaud,

quehizounareverenciamásprofundaquelaprimera.—¡Cómo!,¿unsólovaso,conde?—repusoBeaufort.—SólobeberéconVuestraAltezasiVuestraAltezasedignainvitarmeaquelohaga—contestócon

noblehumildadAthos.—¡ViveDios!quehabéishechobienennohaberhechotraermásqueunvaso—replicóelduque—;

asíbeberemoslosdosenélcomodoshermanosdearmas.Vosprimero,conde.—Puesosdignáishacermetalfavor,hacédmeloporentero—dijoAthosapartandoconsuavidadel

vaso.—Soisungrandeamigo—repusoBeaufort,quebebióyentregóelvasodeoroasucompañero—,

pero como todavía tengo sed, quierohonrar a esegarridomozoque está ahí enpie.—YvolviéndosehaciaRaúl,añadió—:Ladichavaconmigo,vizconde;mientrasbebáisenmivaso,deseadalgo,yacabeconmigolapestesinoveiscumplidovuestrodeseo.

ElduquetendióelvasoalBragelonne,quehumedecióprecipitadamenteenelvinoloslabiosydijoconigualpresteza:

—Deseoalgo,monseñor.ARaúllebrillaronconfuegosombríolosojos,seleencendieronlasmejillas,ysesonriódemodo

quellenódeespantoalAthos.—¿Quédeseáis?—preguntóBeaufort sentándose en el sillón,mientras conunamano entregaba la

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botellayunabolsaaGrimaud.—¿Meprometéisaccederamideseo,monseñor?—Desdeluego,puestaleslopactado.—PuesdeseoacompañarosaDjidgeli,monseñor.Athossepusopálidoynopudoocultarsuturbación.—Esdifícil,muydifícil,miqueridovizconde—repusoelduquebajandolavozydespuésdehaber

miradoalsuamigocomoparaayudarleapararaquelgolpeimprevisto.—Perdonad, monseñor, he sido indiscreto—repuso Bragelonne con voz firme—; pero como vos

mismomehabéisinvitado…—¿Aquemedejarais?—atajóelconde.—Señor,¿cómopodéiscreer…?—¡Quécaramba!—exclamóelduque—.Elvizcondetienerazón.¿Quévaahaceraquísinomorirse

detristeza?Raúlsesonrojó;peroelpríncipe,enardecido,prosiguió:—Laguerraesdestrucción,enellaseganatodo,ysólosepierdeunacosa,lavida,yentoncestanto

peor.—Esdecir,lamemoria—repusoRaúlconviveza—,esdecir,tantomejor.Mas al ver queAthos se levantaba y abría la ventana, el joven se arrepintió de las palabras que

acababadepronunciar.El acto del conde sin duda escondía una emoción; Raúl se abalanzó a su padre, que ya había

devoradosudolor,puesreaparecióenelcampodeluzdelasbujíasconelrostroserenoeimpasible.—¿En qué quedamos?—preguntó el duque—, ¿se viene o no se viene conmigo? Si se viene le

nombromiedecán,yosprometomirarlocomoahijo,conde.—¡Monseñor!—exclamóRaúlhincandounarodilla.—Monseñor—repusoAthosasiendolamanoalduque—,Raúlharáloquemejorleplazca.—No,sinoloqueosplazcaavos,señor—replicóelvizconde.—Vaya,vaya—dijoBeaufort—,aquínohaycondenivizcondequevalgan.MellevoalBragelonne.

Lamarinaleabreunacarrerabrillantísima,amigomío.Raúlentendió,yrecobrósuserenidad,ynovolvióaproferirpalabra.Alverloavanzadodelahora,Beaufortselevantóydijoapresuradamente:—Tengo prisa; pero a quien me diga que he perdido el tiempo conversando con un amigo, le

responderéqueencambiohehechounabuenaadquisición.—Con perdón, señor duque—repusoBragelonne—, pero no digáis nada respecto demí al rey, a

quiennoestoydispuestoaservir.—¿Aquién, pues, vas a servir si no al rey,muchacho?—objetó el duque—.Pasaron ya aquellos

tiemposenquepodíashaberdichoqueservíasaBeaufort.Hoy,grandesychicos,servimosalrey;poreso si sirves en mis naves, no valen subterfugios, mi querido vizconde, a quien servirás será a SuMajestad.

Athosaguardabaconciertaalegríaimpacientelamaneracómoibaaescaparsedeaquelcallejónsinsalidaelvizconde,enemigoirreconciliabledelrey,surival.ElpadrecreíaqueelobstáculoahogaríaeldeseoycasiestabaagradecidoalBeaufort, cuya ligerezaocuyagenerosa reflexiónacababadeponer

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otravezendudalapartidadeunhijosuúnicogozo.PeroRaúlcontestóconvozfirmeysosegada:—Yayohabíaresueltoenmiánimolaobjeciónquemehacéis,señorduque.Puesmehacéislagran

merceddellevarmeconvos,serviréenvuestrasnaves,peroenellasserviréaunamomáspoderosoqueelrey:aDios.

—¡ADios!—exclamaronaunaAthosyelpríncipe—.¿Cómo?—Mi intenciónesprofesaryhacermecaballerodeMalta—prosiguióBragelonne,vertiendounaa

unasuspalabras,másheladasquelasgotasdesprendidasdelosnegrosárbolesdespuésdelastormentasinvernales.

Aesteúltimogolpe,Athossetambaleó,elpríncipesesintióconmovido,yGrimaudexhalóunsordogemido y dejó caer la botella, que se hizo añicos en la alfombra sin que ninguno de los presentes loadvirtiera.

Beaufortmiródehitoenhitoalvizconde,ypormásqueésteteníalosojosclavadosenelsuelo,leyóensusfaccionesunaresolucióninquebrantable.

En cuanto aAthos, conocedor como era del alma tierna e inflexible de su hijo, no contó hacerledesviardelcaminoqueacababadetrazarse.

—Conde—dijoBeaufort tendiendo lamano aAthos—,dentro de dos días salgoparaTolón. ¿OsveréenParísparasabervuestraresolucióndefinitiva?

Tendrélahonradeiralláparadaroslasgraciasportodasvuestrasbondades.—Nodejéisdellevarosalvizconde,tantosimeacompañaalÁfricacomono—añadióelduque—;

tienemipalabra,ynolepidosinolavuestra.Despuésdehaberderramadounpocodebálsamoenlaheridaabiertaenaquelcorazónpaternal,el

duquediountiróndeorejasaGrimaud,queparpadeabamásquedecostumbre,yenlaterrazasereunióconsuescoltaysealejó.

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Preparativosdemarcha

Athos,hombre fuertepor excelencia,noperdiómás tiempoencombatir la inmutable resoluciónde suhijo; al contrario, empleó los dos días que el duque concedió en hacer preparar cuidadosamente elequipajedeRaúlporelbuenGrimaud,queseaplicóalatareaconelcariñoylainteligenciaquetodossabemos.

Elcondemandóasufielcriadoqueunavezpreparadoslosequipajes,salieseparaPaís,yparanoexponerse a hacer esperar al duque, o, a lo menos, a que Raúl fuese tachado de reacio si el duqueadvertíasuausencia,aldíasiguientedelavisitadeBeaufortemprendióconsuhijoelcaminodeParís.

AthossedirigióacasadePlanchetparasaberdeD’Artagnan;alllegaralacalledelosLombardos,seencontróconqueenlatiendadeldroguerohabíagranmovimiento,peronooriginadoporlaventaolallegadademercancías.Planchetnooficiaba,comodecostumbre,entresacosybarriles.No.Unsirviente,conlaplumaenlaoreja,yotroconunalibretaenlamano,trazabancifrasysumas,mientrasuntercerocontabaypesaba.

Tratábasedeuninventario.Athos,quenoeracomerciante,yveíaquedespedíanamuchosparroquianos,sepreguntósiél,que

nadateníaquecomprar,seríaallíimportuno.Asípues,seacercóaunodelossirvientesyledijocontodafinurasipodíahablarconelseñorPlanchet.

—Estádandolaúltimamanoasusmaletas—respondióelinterpelado.—¡Cómo!¿SevaelseñorPlanchet?—Sí,señor,dentrodepoco.—PueshacedmelamerceddedecirlequeelseñorcondedeLaFeredeseahablarconél.Unodelosempleados,sindudaacostumbradoaoírpronunciarconelmayorrespetoelnombredel

condedeLaFere,fueaavisarinmediatamenteaPlanchet.Planchet,dejósuocupaciónyacudióapresuradamente,diciendoconverdaderaalegría:—¡Ah!señorconde,¿québuenaestrellaostrae?—MiqueridoPlanchet—repusoAthos—,metraeeldeseodesaberdevos…¡Peroenquétráfagoos

encuentro!Estáisblancocomounmolinero¿Dóndeoshabéismetido?—¡Ah!, ¡diantre!cuidado, señorconde,cuidado,noosacerquéisamíhastaquemehayasacudido

bien.—¿Porqué?Harinaopolvonohacenmásqueblanquear.—No,no,esoqueveisenmisbrazosesarsénico.—¿Arsénico?

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—Sí,señorestoyhaciendomisprovisionesparalosratones.—Esverdad,enunatiendacomoestalosratonesabundan.—Nomeocupédeestatienda,señor;conde:losratonessehancomidoenellamásquemecomerán.—¿Quéqueréisdecir?—Podéishaberlovisto,señorconde:hacenmiinventario.—¿Osretiráis?—Sí,señorconde,traspasomitiendaaunodemisempleados.—¿Conqueyaestáisbastanterico?—Lehe tomadoaversióna laciudad,nosésiporqueenvejezco,yporque,alenvejecer,comome

dijo una vez el señor deD’Artagnan, uno piensa conmás frecuencia en la juventud; pero hace algúntiempoqueelcampoylahuertameatraen.—Yacompañandodeunasonrisauntantopresuntuosa,añadió—:Enmismocedadesfuicampesino.

—¿Vaisacompraralgunastierras?—preguntóAthos.—UnacasitaenFontainebleauyunasveintefanegasenlosalrededoresdeella.—Osdoymienhorabuena.Planchet.—Peroestamosmuymalaquí,señorconde;esemalditopolvooshacetoser,ynoquieroenvenenaral

máscumplidocaballerodelreino.—Sí,hablemosaparte—dijoAthos—:envuestrahabitación,porejemplo,porquetendréisuncuarto

particular…—Esverdad,señorconde.—¿Arribatalvez?—repusoAthosfingiendosubiralverturbadoaPlanchet.—Esque…—objetóeldroguerovacilando.Athos interpretó mal la vacilación de Planchet, y atribuyéndola al temor de éste de ofrecer una

hospitalidadpocodignaalhuésped,prosiguióadelante,diciendo:—Noimporta,yasabemosquelahabitacióndeuntendero,enestebarrio,nopuedeserunpalacio.

Vaya,subamos.Raúlprecedióasupadreyentró,peroalmismopuntoresonarondosexclamaciones,yaunpodemos

decirtres,yunadeellasmásagudaquelasdemás,comolanzadaporunamujer.Laotraexclamación,desorpresa, salió de boca de Raúl, que, no bien la hubo proferido, cerró la puerta. La tercera fue deespanto,ylaexhalóPlanchet,puesdiounpasoparadescenderdenuevo.

—¿Laseñora?…—repusoAthos—.Perdonad,miamigo,ignorabaqueaquíarribatuvieseis…—EsTruchen—añadióPlanchetunpocosonrojado.—Quienquieraquesea,mibuenPlanchet,perdonadnuestraindiscreción.—No,no,ahorayapodéissubir,señores.—¿Paraqué?—repusoAthos.—Laseñorayaestáavisada,yhabrátenidotiempo…—NoPlanchet.Adiós.—Nomedeis el disgusto de quedaron en la escalera, señores, ni de salir demi casa sin haberos

sentado.—Dehabersabidonosotrosqueahíarribahabíaunadama—dijoAthosconsuhabitualserenidad—

oshabríamospedidopermisoparasaludarla.

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Planchet quedó tan cortado por aquella exquisita impertinencia, que forzó el paso y abrió por símismolapuertaparahacerentraralcondeyasuhijo.Truchen,yacompletamentevestidacontrajedetenderaricaycoqueta,ymirandoconsusojosalemanesconmezcladefrancésalosreciénllegados,hizoacadaunodeéstosunareverenciaysebajóalatienda,aunquenosinanteshaberpegadoeloídoalapuertaparasaberquédiríandeellaaPlanchetloshidalgosvisitadores;perocomoAthosselofiguró,nodijounapalabrarespectodelparticular.EncambionotuvootroremedioqueescucharaPlanchet,quelecontósusidiliosdefelicidad,traducidosenunlenguajemáscastoqueeldeLongo,yacabódiciendoqueTruchenhabíahechoelencantodesuedadmadura,y traído labendiciónasusnegocios,comoRuthaBooz.

—Sóloosfaltanherederosdevuestraprosperidad—repusoAthos.—Situvieseuno,noletocaríanmenosdetrescientasmillibras—replicóPlanchet.—Pues esmenester que lo tengáis—dijo sosegadamente Athos—, para que no se pierda vuestra

fortunita.Lapalabra«fortunita»pusoaPlancheten su fila, comoenotro tiempo lavozdel sargentocuando

aquélerapiquerodelregimientodelPiamonte,dondelocolocóRochefort.AthoscomprendióqueeldroguerosecasaríaconTruchen,yqueformaríaunárbolgenealógico.Y

esto lepareció tantomásevidente,cuandosupoqueel sirvienteaquienPlanchetvendíasu tiendaeraprimodeTruchen,encarnadocomounalelí,deencrespadoscabellosycargadodehombros.

ElcondedeLaFere sabíacuántopuedeydebesaberse sobre la suertedeundroguero.Porque laverdadesqueAthoscomprendió,ydijosintransición:

—¿DóndeestáelseñordeD’Artagnan,quenolehanencontradoenelLouvre?—Hadesaparecido,señorconde.—¡Desaparecido!—exclamóAthosconsorpresa.—Yasabemosloqueestosignifica,señorconde.—Noyo.—CuandoelseñordeD’Artagnandesaparece,essiempreporalgunacomisiónoalgúnnegocio.—¿Oshadichoalgo?—Nuncamedicenada.—Sinembargo,tiempoatrássupisteissuviajeaInglaterra.—Acausadelaespeculación—replicóatolondradamentePlanchet.—¿Quéespeculación?—Quierodecir…—protestóPlanchet.—Bien, bien, vuestros asuntos, así como los de vuestro amigo, nada tienen que ver; sólo me ha

llevadoainterrogaroselinterésqueelseñordeD’Artagnannosinspira.Ahorabien,comoelcapitándemosqueterosnoestáaquí,ynopodéisdecirnosdóndeestá,nosvamos.HastalavistaPlanchet.

—Señorconde—dijoeldroguero—,querríapoderdeciros…—Deningúnmodo,nosoyyoquienrecrimineladiscreciónaunservidor.Esta palabra «servidor» hirió al semimillonario Planchet; pero el respeto y su natural bondad se

sobrepusieronalorgullo.—NoesindiscretodecirosqueelseñordeD’Artagnanestuvoaquíelotrodía—repusoeldroguero

—,yquepasólargashorasconsultandounmapa.

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—Tenéisrazón,amigomío;nodigáismás.—Ycomopruebaaquíestáelmapa—añadióPlanchet.Ypresentó,enefecto,alcondedeLaFere,unmapadeFrancia,enelcuallamiradaexpertadeaquél

descubrióunitinerariopunteadoconpequeñosalfileres.Athossiguióconlamiradalosalfileresylosagujeros,yvioqueD’Artagnandebíahabertomadola

direccióndelMediodía,haciaelMediterráneo,delladodeTolón,hastalasinmediacionesdeCannes.ElcondesedevanabalossesosparaadivinarquéibaahacerD’ArtagnanenCannes,yquémotivos

podíatenerparairaobservarlasmárgenesdelVar;peronadasacóenclaro.—Noimporta—dijoRaúl,quetampocoatinóenelporquédelviajedelmosquetero,ydirigiéndosea

supadre,quesilenciosamenteyconeldedolehacíacomprenderlamarchadeD’Artagnan—;noimporta,sepuedeconfesarquehayunaprovidenciasiempreocupadaenacercarnuestrodestinoaldelseñordeD’Artagnan.ElvahaciaCannesyvos,señor,meacompañáis,alomenos,hastaTolón.Estadsegurodequemásfácilmenteloencontraremosennuestrocaminoqueenestemapa.

Despidiéndose de Planchet, que estaba reprendiendo a sus dependientes, y con ellos al primo deTruchen, su sucesor, los dos hidalgos salieron para encaminarse a casa del duque deBeaufort, y a lapuertadeladrogueríavieronuncoche,depositariofuturodelosencantosdeTruchenydelastalegasdeldroguero.

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ElinventariodeM.deBeaufort

NolefaltabamásaAthosquevisitaralduquedeBeaufortyponersedeacuerdoconélparalapartida.ElduqueestabaespléndidamenteinstaladoenParís;teníaelsoberbioboatodelascolosalesfortunas

quealgunosancianosrecordabanhabervistoflorecerentiempodelasliberalidadesdeEnriqueIII.Enaquelreinadohuboseñoresqueverdaderamenteestabanmásricosqueelmonarca,ysabiendoellosesto,usabandesusriquezas,ysedabanelgustodehumillarunpocoasurealmajestad.

AquéllafuelaegoístaaristocraciaalacualRichelieuobligóacontribuirconsusangre,subolsaysusreverenciasaloquedesdeentoncessellamó«elserviciodelrey».

Desde Luis XI, el terrible segador de grandes, hasta Richelieu, ¡cuántas familias habían vuelto alevantarlacabeza!Perotambién¡cuántasladoblaronparanovolveralevantarlajamás,desdeRichelieuaLuisXIV!PeroBeauforthabíanacidopríncipe,ydeunasangrequenoderramaenlospatíbulos,sinoesporsentenciadelospueblos.

Este príncipe conservó, pues, sumodo de vivir con esplendidez. ¿Cómo pagaba sus caballos, suscriadosy sumesa?Nadie lo sabía,yélmenosque losdemás.Peroenaquel tiempo loshijosdel reygozabandeunprivilegio,yesquepersonaalgunasenegabaaconvertirseenacreedordeellos,yaporrespeto,yapordevoción,obienporqueesperabancobraralgúndía.

AthosyRaúlencontraronlacasadelprínciperevueltacomoladePlanchet.Tambiénelduquehacíainventario,esdecirquedistribuíaasusamigos,asusacreedores,todocuanto

devalorhabíaensucasa.Paraencontrarlaentoncesenormecantidaddedosmillones,queelduquejuzgónecesarioreunirpara

encaminarsealÁfrica,distribuíaasusantiguosacreedoresvalijas,armas,joyasymuebles,locualeramásmagníficoquevender,ylereportabaeldoble.

Enefecto,¿quéhombreaquienunodebediezmillibrasseniegaallevarseunregalodeseismil,quetiene elmérito de haber pertenecido al descendiente de Enrique IV, y después de haberse llevado elregalo,nodaotrasdiezmillibrasatangenerososeñor?

Yasífue.Elduquelevantólacasa;lacualnonecesitaunalmirantesilatieneabordo.Además,sedeshizodesusarmassuperfluas,puesibaavivirentrecañones,ydesusjoyas,quelamarpodíadevorar;peroencambioteníaensuscofrestresocuatrocientosmilescudos.

Yentodaspartes,enlacasa,habíapersonasquecreíanrobaramansalva.Ellodabatodo.Lafábulaorientalenqueunárabesaqueandounpalacioseapoderódeunaollaencuyofondohabíaunsacodeoro,y a quien todos dejaron pasar sin inconveniente, era una verdad en casa del duque. Todos estabancontentosconllevarsealgo.

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Beaufort acabópordar suscaballosyvació susgraneros.Además, secreíaque si elduquehacíaaquelloeraporqueesperabahallarmayorfortunaentrelosárabe.

Heaquílasituación,delaquesediocuentaalinstanteconsumiradainvestigadoraelcondedeLaFere.

ÉsteencontróalalmirantedeFranciaunpocoaturdido,puesacababadelevantarsedeunamesadecincuentacubiertosdondesebebióenabundanciaa laprosperidadde laexpedición,yal llegara lospostres,seabandonaronlosrestosaloscriadosylosplatosvacíosaloscuriosos.

Beaufortsehabíaembriagadoaunaconsuruinayconsupopularidad.—He aquími edecán—exclamó el duque al ver aAthos y a Raúl—. Por aquí, conde; por aquí,

vizconde.Athosbuscóunpasoaltravésdelosmontonesderopablancaydevajillaquecubríanelsuelo.—Heaquívuestracomisión—dijoelpríncipeaRaúl—.Yolahabíapreparadocontandoconvos.Id

pordelantehastaAntibes.¿Conocéiselmar?—Sí,monseñor,heviajadoconelpríncipedeCondé.—Bueno.Hacedquetodaslasgarrabasesténdispuestasparaescoltarmeyconducirmisprovisiones.

Urgequeelejércitopuedaembarcarse,amástardar,dentrodequincedías.—Asísehará,monseñor.—Estaordenosconfiereelderechodevisitayderequisaentodaslasislascercanasalacosta.En

ellasharéislaslevasylasrequisasqueenminombreosplazcahacer.—Estábien,señorduque.—Ycomosoisactivoytrabajáismucho,necesitáismuchodinero.—Yocreoqueno,monseñor.—Puesyoesperolocontrario.Mimayordomohaextendidounaslibranzasdeamillibrascadauna,

pagaderasenlasciudadesdelMediodía.Verosconélyosdarácien.—Conservadvuestrodinero—repusoAthosinterrumpiendoalpríncipe—parahacerlaguerraalos

árabes,tantosenecesitadelorocomodelplomo.—Puesyoquieroensayar lopuesto—replicóelduque—,ademásdequeyaconocéismimodode

pensarrespectodelaexpresión:muchoruido,muchofuego,ysiesmenester,desapareceréentreelhumo.Avososretengo,miqueridoconde.

—No,monseñor,mevoyconRaúl;lacomisiónquelehabéisencargadoesdifícilypenosa,yporsísolo le costaría demasiado trabajo llenarla.Vos no notáis,monseñor, en que acabáis de conferirle unmandodeprimerorden.

—¡Bah!—¡Yenlamarina!—Esverdad;perounhombrecomoélhacecuantosepropone.—Monseñor,enningúnotrohombrehallaréismáscelo,másinteligenciaymásvalentíaqueenRaúl;

perosinopudieseefectuarseelembargodelejércitoeneldíaquetenéisdispuesto,nadiemásquevostendríalaculpadesemejantecontratiempo.

—¡Toma!,¿puesnomeestáriñendomiamigo?—Monseñor, para avituallar una escuadra, para concentrar una cuadrilla, para reclutar a los

marineros,unalmirantenecesitaríatresmeses,yRaúlescapitándecaballería,ynoleconcedéismásque

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dossemanas.—Puesyoosdigoqueéllohará.Tambiénlocreoyo;peroleayudaré.—Yahecontadoconvos,yaúnesperoque,unavezenTolón,noledejaréispartirsolo.—¡Ah!—exclamóAthosmoviendolacabeza.—¡Paciencia!¡Paciencia!—Convuestralicencia,monseñor.—¿Osvais?GuárdeosDiosylasuerteosayude.—Adiós,monseñor,yquetambiénosseapropicialafortuna.—Bien,empiezalaexpedición—dijoAthosasuhijo—.Nohayvíveres,nireservas,niflotillade

carga.¿Quévanahacer?—Sitodoshacenloqueyo—repusoRaúl—,nofaltaránlasvituallas.

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Lafuentedeplata

El viaje fue agradable. Athos y su hijo atravesaron toda Francia a razón de quince leguas por día.EmplearonquincedíasenllegaraTolónyperdieronlashuellasdeD’ArtagnanenAntibes.

Hayquecreerqueelcapitándemosqueterosquisoguardarelincógnitoenaquellosparajes;porquede los informes que tomóAthos, obtuvo la seguridad de que habían visto al jinete que él describió,cambiarcaballosporuncochecuidadosamentecerradoquetomóhaciaAviñón.

RaúlsintiómuchonoencontraraD’Artagnan;yesqueasutiernocorazónlefaltabaladespedidayelconsuelodeaquelcorazóndeacero.

Athos sabía por experiencia que D’Artagnan se volvía impenetrable cuando estaba metido en unnegocioserio,yaporcuentapropiaoenserviciodelrey,yauntemíaofenderasuamigooperjudicarlo,tomando demasiados informes. Sin embargo, cuando Raúl empezó su labor de clasificación para laflotilla,yconcentrólasgabarrasyalijadoresparaenviarlosaTolón,unodelospescadoresdijoalcondequesubarcaestabaenreparacióndespuésdeunviajehechoporcuentadeunhidalgoaquienapremiabamuchoembarcarse.

ImaginándoseAthosqueaquelhombrementíaparaquedarlibreyganarmásdineropescando,unavezsuscompañeroshubiesenpartido,insistióparaconseguirpormenores.

Elpescadordijoentoncesqueunosseisdíasantes,yduranteunanoche,unhombrelehabíaflotadosubarcaparatrasladarsealaisladeSanHonorato.Cerróseeltrato,peroelhidalgollegóconunagrancajade coche, a la que se empeñó en embarcar, pese a las dificultades que presentaba tal operación. Elpescador quiso desdecirse, y amenazó, y en pago recibió una paliza furiosamente descargada por elhidalgo.Elpescadoracudió,refunfuñando,alsíndicodesuscofradesdeAntibes,loscualesadministranjusticiaentresíyseprotegen;peroelhidalgoexhibióciertopapel,alverelcualelsíndico,haciendounareverencia hasta el suelo, conjuró al pescador a obedecer y le echó un sermón por habersemostradorecalcitrante.

—Entonces—prosiguióelpescador—,notuvemásremedioquepartirconelcargamento.—Bueno—replicóAthos—,perohastaaquínadajustificaloquehabéisdichorespectodelestadode

vuestraembarcación.—Aesovoy,señor.PuselaproaalaisladeSanHonorato,obedeciendoalaordendelhidalgo;pero

cambiandoéstedeparecer,seempeñóenquenopodríamospasarporelsuddelaabadía.—¿Porquéno?—PorquefrentealatorrecuadradadelosBenedictinos,hacialapuntadelsur,estáelbancodelos

«Monjes»,aflordeaguaybajoella,pasopeligroso,peroqueyolohesalvadomilveces.Elhidalgome

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pidióquelodesembarcaraenSantaMargarita.—¿Yqué?—¿Y qué, señor? —exclamó el pescador con dejo provenzal—. ¿Somos o no somos marinos?

¿Conocemoselpasoosóloservimosparameternosenaguadulce?Yomeobstinéenpasar,yelhidalgo¿quéhizo?Meechó lasmanosalcuelloymedijoque ibaaestrangularme.Entoncesmisegundoyyoempuñamossendashachasparavengarnosdelaafrentadelanoche,peroelhidalgotiródesuespadaylaesgrimiótanaprisa,queeldemonioqueloacercaraaél.Yoibaalanzarleelhachaenlacabeza,locualestabaenmiderecho,¿verdad,señor?,porqueunmarinoabordoesrey,comounciudadanoloesensucasa;comohedicho,ibayoalanzarlemihachaalacabeza,cuandoprontamenteycreedmesiqueréis,aquellacajadecarroza seabriónosécómo,ydeella salióunaespeciede fantasma,cubiertaconuncasconegroyunamáscaranegra;algoquemetíaespantoynosamenazabaconelpuño.

—¿Quiénera?—preguntóAthos.—Eldemonio,señor,porqueelhidalgo,alverlo,dijocongranalegría:«Graciasmonseñor».—¡Essingular!—exclamóelcondemirandoaRaúl.—¿Quéhicisteisvosentonces?—preguntóBragelonnealpescador.—Yacomprenderéis,señor,quedoshombrescomonosotros,éramospocoscontradoshidalgos;pero

¡contraeldiablo!,¡digo!Micompañeroyyonosconsultamos;pero,comosilohubiéramoshecho,nosechamosdecabezaalagua,asieteuochocientospiesdelacosta.

—¿Yentonces?—Entonces, señor, como soplaba el viento fresco del suroeste, la barca siguió avanzando y fue a

pararalaplayadeSantamargarita.—Pero¿ylosviajeros?—¡Bah!noos inquietéis.Y lapruebadequeelunoeraeldemonioyprotegíaalotro,estáenque

cuandollegamosanadoadondelabarca,envezdeencontraraquellosdoshombresdesmenuzadosporelchoque,noencontramosnada,nisiquieralacarroza.

—¡Esextraño!¡Esextraño!—repitióelconde—.¿Yquéhicisteisluego,amigomío?—¿Quéhice?MequejéalgobernadordeSantamargarita,quesellevóeldedoalabocaymedijo

quecomoyofueseotravezaélconsemejantescuentos,meharíaazotar.—¿Elgobernador?—Sí, señor;ymibarcahechaastillas, puesdejó toda laproaenel cabodeSantaMargarita, y el

carpinteromepidecientoveintelibraspararepararlaavería.—Bueno—repusoBragelonne—,quedáiseximidodeservicio.Podéismarcharos.—¿VamosaSantaMargarita,Raúl?—preguntóluegoAthos.—Sí,señor;porquehayqueponeralgoenclaro,ydeseguroelhidalgoesD’Artagnan;ensumodode

obrarleconozco.Aquelmismodía,AthosysuhijopartieronparaSantaMargaritaabordodeunquechemarínquepor

ordendeellosvinodeTolón.Laimpresiónquesintieronaldesembarcarfuemuyagradable.Laislaestaballenadefloresyfrutas.

Los naranjos y los granados doblaban sus ramas bajo el peso de los frutos; y toda la parte cultivadaservíadejardínalgobernador.

Laislaestabadeshabitada.Teníaunaensenadadondepodíanrefugiarsepequeñasembarcaciones,y

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dondeibanloscontrabandistasadepositarsusmercancías,loqueelgobernadorlespermitía,contalquenocortasen,nitocasenlasplantas.

Asíesquelaguarnicióndelaislasólosecomponíadeochohombresqueguardabanunafortalezacondocecañonesenmohecidos.Lafortalezateníaunprofundofosoytrestorrecillasunidasentresíporterraplenes.

CuandoAthosyRaúl llegarona la isladeSantaMargarita,eraelmediodía.Siguieronla tapiadelvergel, bajo un sol abrasador. Todo era calma y silencio, todo dormía pesadamente; como el martranquilo, lashojasde losárboles inclinadase inmóviles, sosteníanunaquietud sofocante,yhasta losinsectosdormíanensuscuevas.

Los viajeros no encontraron a nadie que pudiera conducirles ante el gobernador. Sólo Athos viocruzarunsoldadoporlosterraplenes,llevandounacesta,yvolviendosinella.

DeprontoAthosoyóquelellamaban,yallevantarlacabezavioenelvanodeunaventanaenrejada,algo blanco, comounamanoque semovía, un no sé qué deslumbrador, comoun armaherida por losrayos del sol, y antes que pudiese enterarme, llamó su atención desde la torre al suelo una ráfagaluminosayungolpesecoenelfoso.Elobjetoqueprodujolaráfagaluminosayelgolpe,eraunafuentedeplata,querodóhastalacandentearena,adondefueRaúlarecogerla.

Lamanoquelanzólafuentedeplatahizounaseñaalosdoshidalgosydesapareció.EntoncesRaúlyAthos miraron con atención la fuente cubierta de polvo, y en el fondo de ella descubrieron unoscaracterestrazadosconlapuntadeuncuchilloyquedecían:«SoyhermanodelreydeFrancia.Presohoy,mañanaestaré loco.Caballerosfrancesesycristianos, rogadaDiosporelalmay larazóndelhijodevuestrosseñores».AAthosselecayódelasmanoslafuente,mientrasRaúlseesforzabaendescifrarelsentidomisteriosodeaquellaslúgubrespalabras.

Enaquelmismo instanteyde loaltode la torrepartióungrito.Raúl,velozcomoel rayo,bajó lacabezayobligóasupadreaquehicieselomismo.Enlacrestadelamurallaacababaderelucirelcañóndeunmosquete,delcualpartióunablancahumareda,yaseispulgadasdeloshidalgosvinoaaplastarseunabalacontraunapiedra.Traselprimermosqueteaparecióotroquetambiénapuntó.

—¡Votoaldiablo!—gritóAthos—.¿Seasesinaalagenteaquí?¡Bajad,cobardes!—¡Bajad!—repitióBragelonneamenazandoconelpuñoalosdelcastillo.Elqueibaadispararelsegundomosquetazo,respondióa lasvocesdelcondeyRaúlconotrasde

sorpresa, y como su compañero sedisponía a continuar el ataquey tomóelmosquete cargado, el queacababadegritarlevantóelarma,yeltirofuealaire.

AthosyRaúl,alverque losque lesatacarondesaparecíande laplataforma,creyeronquebajabanparaatacarlesdefrente,yaguardaronapiefirme.

Apenastranscurridoscincominutos,sonóuntamborllamandoalosochosoldadosdelaguarnición,quesevinieronalotroladodelfosoconmosquetes,almandodeunoficialenquienRaúlconocióalquehabíadisparadoelprimermosquetazo.Aqueloficialordenóasussoldadosquepreparasenlasarmas.

—¡Nos van a fusilar!—exclamóBragelonne—.A lomenos desenvainemos y saltemos al foso, ymuchoseráquecadaunodenosotrosnomatemosaunocuandohayandescargado.

YaRaúl,añadiendolaacciónaldicho,ibaasaltar,seguidodeAthos,cuandoasusespaldasresonóunavozconocidaquellamó:

—¡Athos!¡Raúl!

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—¡D’Artagnan!—respondieronlosdoshidalgos.—¡Milrayos!¡Abajolasarmas!—gritóelcapitánalossoldados—.Yaestabayosegurodeloque

decía.Lossoldadosbajaronsusmosquetes.—Pero—preguntóAthos—,¿sinavisarnosfusilan?—Erayoquienibaafusilaros—replicóD’Artagnan—,ysielgobernadornohubierahechoblanco,

lohubierahechoyo,amigosmíos.Esunasuertequeyohayatomadolacostumbredeapuntarcontodaclama,envezdehacerloinstintivamente.Alapuntarosmehaparecidoconoceros,y¡quédicha,amigosmíos!

—¡Cómo! —exclamó el conde—, ¿el que ha disparado contra nosotros es el gobernador de lafortaleza?

—Enpersona.—¿Porquéhadisparado?¿Quélehemoshecho?—¡Votoaldiablo!Habéisrecogidoloqueoshatiradoelpreso.—Esverdad.—Elpresohaescritoalgoenlafuente,¿noescierto?—Sí.—Me lo temí—repuso D’Artagnan dando muestras de la mayor inquietud y apoderándose de la

fuenteparaleerloqueenellahabíaescrito;y,palideciendolanzóunaexclamacióndeangustiayañadió—:¡Silencio!Aquíestáelgobernador.

—¿Quévaahacernos?—repusoBragelonne.—Callaos,porDios—dijoD’Artagnan—.Si sospechanque sabéis leer,habéis comprendido,por

másqueyoosquieracontodamialmaymehagamatarporvosotros…—¿Qué?—preguntaronaunaAthosyRaúl.—Noossalvarédeunencierroperpetuopormuchoquelogresalvarosdelamuerte.Repito,pues,

¡silencio!Elgobernadoratravesóelfosopormediodeunpuentecillodetablas,ypreguntóaD’Artagnan:—¿Quéosdetiene?—Soisespañolesynocomprendéispizcadefrancés—dijoelgascónenvozbajaasusamigos.Y

volviéndose hacia el gobernador, añadió en voz alta—: ¿No os lo dije? Estos caballeros son doscapitanesespañolesaquienesconocíenIpreselañopasado…Noentiendenelfrancés.

—¡Ah!—repusoconatenciónelgobernadoreintentandoleerloscaracteresdelafuentedeplata.YalverqueD’Artagnanselaquitabaparaborrarlosconlapuntodesuespada,exclamó—:¿Quéhacéis?¿Conqueyonopuedoleer?…

—Es un secreto de Estado —dijo el mosquetero—; y como sabéis que por orden del rey estácondenado a muerte el que lo sepa, no hallo reparo en que leáis lo que dice la bandeja, peroinmediatamentedespuésoshagofusilar.

MientrasD’Artagnanprofería,entreformaleirónico,aquelapóstrofe,AthosyRaúlguardabanelmásimpasiblesilencio.

—Es imposible que esos caballeros no comprendan a lo menos algunas palabras —repuso elgobernador.

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—¡Bah!Aunquecomprendiesenloqueunohabla,noleeríanningúnescrito,nisiquieraencastellano.Unnobleespañolnodebesaberleer.

—Invitad a esos caballeros a que vengan al fuerte —dijo el gobernador, que si bien tuvo quecontentarseconlasexplicacionesdelgascón,eratenaz.

—Muybien;yomismoibaaproponéroslo—replicóD’Artagnan.Lo cierto es que el capitán de mosqueteros hubiera querido ver a sus amigos a cien leguas de

distancia.Así,pues,sevolvióhacialosdoshidalgos,yencastellanolesinvitóalentrarenlafortaleza.

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Prisioneroycarceleros

Unavezenelfuerte,ymientraselgobernadorhacíaalgunospreparativospararecibirasushuéspedes:—Vamos—dijoAthos—,explicaosahoraqueestamossolos.—Esmuysencillo—respondióelmosquetero—.Heconducidoaquíunpresoaquienporordendel

rey nadie puede ver.Al llegar vosotros, el preso os ha arrojado algo al través de los barrotes de suventana,algoqueyohevistocaermientrasestabacomiendoconelgobernador,yqueRaúlharecogido.Ycomononecesitomuchotiempoparacomprender,hecomprendidoqueestabaiseninteligenciaconelpreso.Entonces…

—Habéisordenadoquenosfusilaran—interrumpióAthos.—Loconfieso;perosihe sidoyoquienprimeroheempuñadounmosquete,por fortunahesidoel

últimoenapuntaros.—Simehubieraismatado,hubieratenidoelhonordemorirporlacasarealdeFrancia;yeshonra

insignemorirporvuestramano,siendo,comosois,sumáslealynobledefensor.—¿Quédiablosestáisdiciendodelacasareal?—repusoD’Artagnan—.¡Qué!unhombrecomovos,

discretoyavisado,¿dacréditoallaslocurasqueescribeuninsensato?—Sí.—Yconmayorrazón,miqueridocaballero—dijoRaúl—,cuandotenéisordendemataraquienlas

crea.—Porquecuantomásabsurdaesunacalumnia—replicóelgascón—,másprobabilidades tienede

popularizarse.—No,D’Artagnan—repusoenvozbajaAthos—,sinoporqueelreynoquierequeelsecretodesu

familiatranspireentreelpuebloycubradeinfamiaalosverdugosdelhijodeLuisXIII.—Nodigáisesasniñerías,Athos,odelocontrariodejodetenerosporsensato.Porotraparte,¿cómo

podríaLuisXIIItenerunhijoenlaisladeSantaMargarita?—Unhijo a quienhabéis conducidovos aquí, enmascarado, en la barcadeunpescador—dijo el

condedeLaFere.—¿Ydedóndehabéissacadovosqueunabarcadepescador?…—repusoD’Artagnanalgocortado.—Unabarcaqueoshatraídoaquíjuntoconlacarrozaqueencerrabaalpreso,aquienvosllamáis

monseñor.Yaveisquelosé.—Aunqueesto fueseverdad—replicó elmosquetero, royéndose el bigote—;aunque fueseverdad

queyohubieseconducidoaquíenunabarcayconunacarrozaaunpresoenmascarado,nadapruebaqueelpresoseaunpríncipe…delacasarealdeFrancia.

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—EsopreguntádseloaAramis—contestóconfrialdadelconde.—¿AAramis?—exclamóconturbaciónelmosquetero—.¿HabéisvistoaAramis?—Si,despuésdelcontratiempoquesufrióenVaux.HevistoalAramisfugitivo,perseguido,perdido,

yporélhesabidolobastanteparacreerenloqueaqueldesventuradohagrabadoenlafuentedeplata.—He aquí cómoDios se burla de lo que los hombres llaman sabiduría—repusoD’Artagnan con

abatimiento—.¡Buensecretoelqueyaconocencatorceoquincepersonas!Athos,¡malditoseaelazarqueoshapuestofrenteamíenesteasunto!porqueahora…

—¿Queréis decir que vuestro secreto se ha divulgado porque yo lo sé?—dijo Athos con severadulzura—.¡Ay!otrosmáspesadosheguardadoenmivida,ysino,recorredvuestramemoria.

—Peronuncatanpeligrosos—replicóD’Artagnancontristeza—.Sospechoquecuantosesténenestesecretomoriránmal.

—CúmplaselavoluntaddeDios,D’Artagnan.Peroaquíestáelgobernador.D’Artagnanysusamigosseidentificaronotravezconlospapelesquelestocabadesempeñar.Aquelgobernador,suspicazyduro,ymuyobsequiosoconD’Artagnan,selimitóaponerbuenacaraa

sus huéspedes y a observarlos atentamente. Athos y Raúl notaron que el gobernador buscaba confrecuencia y repentinamente ponerles en un aprieto, o sorprenderlos; pero ninguno de los dos sedesconcertó;dandoasívisosdeverosimilitud,sinodeverdadcompleta,aloquedijeraelmosquetero.

Acabadalacomida,elgobernadorsepreparóparadormirlasiesta.—¿Cómosellamaesehombre?tienemuymalaspecto—dijoAthosencastellanoaD’Artagnan.—Saint-Mars—respondióelmosquetero.—¿Conquevaaserelcarcelerodeljovenpríncipe?—¿Acasoloséyo?¿Quiénsabesivoyapasartodamividaenestaisla?—¿Quién?,¿vos?¡Cá!—Amigomío,meencuentroenlasituacióndequiensehallauntesoroenmediodeldesierto.Quiere

llevárselo,ynopuede;quieredejarlo, yno se atreve.El reynome llamará, temiendodequeotronovigile tanbiencomoyo,y almismo tiempomeecharádemenos sabiendo, comosabe,que,decerca,nadieleservirácomoyo.Porlodemás,sucederáloqueDiosquiera.

—Porlomismoquenosabéisnadafijo—replicóBragelonne—,vuestroestadoestransitorioyosvolveréisaParís.

—PreguntadaesosseñoresquévienenahacerenSantaMargarita—interrumpióSaint-Mars.—Sabedores de que había un convento de benedictinos enSanHonorato, dignode ser visitado, y

abundantecazaenSantaMargarita,sehandecididoavenir.—Estoyasudisposicióncomoalavuestra—dijoSaint-Mars.—Gracias—repusoelgascón.—Y¿cuándoparten?—prosiguióelgobernador.—Mañana—respondióD’Artagnan.Saint-Marsfueahacersuronda,ydejóalmosqueterosoloconlossupuestosespañoles.—Vedunavidayunasociedadquemefastidian—exclamóD’Artagnan—.Mandoaesehombre,yno

puedo soportarle, ¡voto a mil rayos!… ¿Os gustaría matar conejos? El paseo resultará grato y pocofatigoso.La isla sólo tiene leguaymediade longitudpormediade anchura.Esunverdaderoparque.Divirtámonos.

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—Vayamosadondequeráis,D’Artagnan,noparadivertirnos,sinoparaconversarcontodalibertad.Elgascónhizoseñaaunsoldado,quecomprendió,trajoescopetasparalostreshidalgos,ysevolvió

alfuerte.—Ahora—dijo elmosquetero—, respondedmea lapreguntaquehapocomehahechoelmaldito

Saint-Mars:¿Quéhabéisvenidoahaceraquí?—Hemosvenidoparadespedirnosdevos.—¡Despedirosdemí!¡Cómo!,¿parteRaúl?—Sí.—ApuestoqueconelseñordeBeaufort.—Lohabéisadivinado,comosiempre,amigomío.—Lacostumbre…Mientraslosdosamigosdabancomienzoasuconversación,Raúl,conlacabezapesadayelcorazón

henchido,sesentóenunamusgosapeña,conlaescopetasobrelasrodillas,yoramirandolamar,oraelcielo,escuchandolavozdesualma,dejabaquepocoapocofuesenalejándosedeélloscazadores.

—Raúlestássiempretriste,¿noesverdad?—preguntóD’ArtagnanaAthosalnotar laausenciadeBragelonne.

—Demuerte—respondióAthos.—Creo que exageráis. Raúl es de buen temple. Los corazones nobles como el suyo, tienen una

segundaenvolturacomounacoraza.Laprimerasangra,lasegundaresiste.—No—repusoAthos—,Raúlmorirádeesta.—¡Votoaldiablo!—exclamóD’Artagnanponiéndosesombrío.Despuéspreguntó:—¿Porquéledejáispartir?—Porqueasíloquiereél.—¿Yporquénoloacompañáis?—Porquenoquieroverlemorir—D’Artagnanmiróenlacaraalconde.—Vossabéisquepocascosasmehandadomiedoenmivida—repusoAthosapoyandoelbrazoenel

de su amigo—.Pues bien, tengo unmiedo incesante, insuperable; temo llegar al día en que sostendréentremisbrazoselcadáverdeesepobremuchacho.

—¡Oh!—exclamóD’Artagnan—.¡Cómo!¡Venísaponerosenpresenciadelhombremásvalientequedecíshaberconocido,devuestroD’Artagnan,delhombresinigual,comolenombrabaisenotrotiempo,ycon losbrazoscruzados ledecísque teméisavuestrohijomuerto,cuandohabéisvistocuantoversepuedaenestemundo!¿Aquéesemiedo,Athos?enlatierra,elhombredebeesperarloyafrontarlotodo.

—Escuchad,amigomío:despuésdehabergastadomisfuerzasenesatierradequemehabláis,noheconservadomásquedos religiones: la de la vida, o seamis amistadesymideber depadre; la de laeternidad,oseaelamoryelrespetodeDios.AhoratengolarevelacióndequesiDiospermitiesequeenmi presenciami amigo omi hijo exhalasen su postrer aliento… ¡Oh! ni siquiera quiero deciros eso,D’Artagnan.

—¡Decidlo!¡Decidlo!—Soyfuertecontratodo,menoscontralamuertedeaquellosaquienesamo.Estoyviejoyseacabó

elvalor;perosiDiosmehiriesedefrenteydeestasuerte,lemaldeciría,yuncaballerocristianonodebemaldeciraDios,D’Artagnan,trastornadoporaquellaviolentaborrascadedolores.

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—D’Artagnan,amigomío,vosqueamáisaRaúl,vedle—añadióAthosmostrandoasuhijo—;nuncale abandona la tristeza. ¿Haymás terrible,más aflictivo, que asistirminuto porminuto a la incesanteagoníadeesemíserocorazón?

—Dejadmequehableconél,Athos,¿quiénsabe?—Probadlo;peroestoyconvencidodequeseráenvano.—Noleprodigaréconsuelos,sinoqueleserviré.—¿Vos?—Yo.¿Seríalaprimeravezqueunamujervolviesedesuinfidelidad?Voyallá.Athos meneó la cabeza y continuó solo el paseo. D’Artagnan tomó por el atajo al través de las

malezas,yalllegaraRaúlletendiólamanoyledijo:—¿Ybien?,¿tenéisquedecirmealgo?—Tengoquepedirosunfavor—respondióelvizconde.—Hablad.—TardeotempranovaisaregresaraFrancia.—Talespero.—EsmenesterqueescribaalaseñoritadeLaValiére.—Noesmenester.—¡Tengotantoquedecirle!—Puesidadecírseloaella.—¡Nunca!—Luisaamaalrey—dijobrutalmenteD’Artagnan—;esunamuchachahonrada.Raúlseestremeció.—Yapesardehaberosabandonado,puedequeosamemásquealrey,perodeotramanera.—¿CreéisfirmementequeLuisaamealrey,señordeD’Artagnan?—Hasta la idolatría. Su corazón es inaccesible a todo afecto. Si continuaseis viviendo a su lado

llegaríaisasersumejoramigo.—¡Ah!—exclamóRaúlconarranqueapasionadoanteaquellaesperanzadolorosa.—¿Queréis?—Seríaunacobardía.—Nunca hay cobardía en hacer lo que impone la fuerzamayor. Si vuestro corazón os dice: ve o

muere,id,Raúl.Ella,queosamaba,¿hasidocobardeovalientealpreferiralrey,aquiensucorazónleordenaba imperiosamente preferir? No, ha sido la más valiente de las mujeres. Haced como ella,obedeceos a vosmismo. ¡Ah! Raúl, estoy seguro de que al verla vos de cerca y con los ojos de unhombreceloso,dejaríasdeamarla.

—Medecidís,señordeD’Artagnan.—¿Apartirparaverladenuevo?—Alcontrario,apartirparanovolveraverlanuncajamás.Prefieroamarlasiempre.—Contodafranquezaosdigoquenoesperabassemejanteconclusión.—Hacedme una merced, amigo; vos, que volveréis a verla, dadle esta carta, que, si lo juzgáis

oportuno,leexplicará,comoavos,loquepasaenmicorazón.Leedla,laheescritolanocheúltima,puestuveelpresentimientodequeosveríahoy.

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YentregóaD’Artagnanunacartaquedecía:

Señorita:nosoisculpableamisojosporquenomeamáis,sinoporquehabéisconsentidoqueyocreyeraquemeamabais;esteerrorvaacostarmelavida,yquesiosloperdonoavos,nomeloperdonoamí.Dicenquelosamantesfelicescierranlosoídosalasquejasdelosamantesdesdeñados;perocomovosnomeamabais,nopasaráesoconvos,sinoquemeescucharéisconansiedad.Estoyseguroquedehaberinsistidoyoparaconvosparatrocarvuestrasamistadenamor,hubieraiscedidotemerosadeacarrearmelamuerteodeaminorarlaestimaenqueostenía;peroprefieromorirsabiendoquesoislibreydichosa.¡Cuánto vais a amarme cuando ya no tengáis que temermimirada nimis reproches!Me amaréis, sí,porquepormuyencantadorqueosparezcaunnuevoamor,Diosennadamehahechoinferioraaquelaquienhabéisescogido,yporquemidevoción,misacrificio,midolorosofin,measeguranavuestrosojosunasuperioridadsegurasobreél.Enlasencillacredulidaddemicorazón,hedejadoescapareltesoroqueenmismanostuve;nifaltaquienmedigaquevosmeamábaislobastanteparallegarconeltiempoaamarmemucho.Enverdad,estodulcificamiamargurayhacequeveaenmímiúnicoenemigo.

Recibidesteúltimoadiós,yagradecedmeelquemehayarefugiadoenelinviolableasilodondetodoodioseextingue,dondeperduraelamor.

Adiós,miseñorita,yestadseguradequesiconmisangrepudieseyolabrarvuestradicha,osladaríahastalaúltimagota,puestoquelasacrificoamidesgracia.

RaúldeBragelonne.

Lacartaestábien—dijoelcapitán—;sóloleencuentrounafalta.—¿Cuál?—preguntóRaúl.—Quehabladetodo,menosdeloqueexhaladevuestrosojosydevuestrocorazóncualmortífero

veneno,ydelamorinsensatoquetodavíaosabrasa.Raúlpalidecióysecalló.—¿Porquénoescribíssolamenteestaspalabras:«señorita:envezdemaldeciros,osamoymuero»?—Esverdad—exclamóRaúlconsiniestrogozo.Ehizopedazossucarta,yescribióestaslíneas:

Paragozardelainefabledichaderepetirosqueosamocometolacobardíadeescribirosyencastigodemicobardía,muero.

Raúl.

—Laentregaréisestepapel,¿noesverdad,capitán?—dijoelvizcondealmosquetero.—¿Cuándo?—preguntóD’Artagnan.—Cuandoescribáislafechaalpiedeestaspalabras—respondióBragelonne,señalandoconeldedo

la última frase y levantándose prontamente para volar al encuentro de Athos, que regresaba muydespacio.

Alpasarpor lamurallaparaentrarenunagaleríade lacualD’Artagnantenía la llave,vieronqueSaint-Mars iba al calabozo del preso, y se escondieron en el rincón de la escalera a una seña del

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mosquetero.—¿Quéhay?—preguntóAthos.—Miradyveréis—respondióelgascón—:elpresotornadelacapilla.Yalaluzdelosrelámpagosyenmediodelavioláceabrumaconqueelvientoesfumabaelespacio,

seviopasargravemente,aunosseispasosdedistanciadetrásdelgobernador,aunhombrevestidodenegro,conel rostrocubiertoporunacaretadeacerobruñido,soldadaauncascode lomismo,que leenvolvía toda la cabeza. El fuego del cielo arrancaba leonados reflejos que al revolotearcaprichosamente, parecían las iracundas miradas que, a falta de imprecaciones, lanzaba aqueldesventurado.

Enmitad de la galería, el preso se detuvo un instante, contempló el inmenso horizonte, aspiró elsulfurosoolordelatormenta,bebióconavidezlacálidalluvia,lanzóunsuspiro,semejanteaunrugido.

—Venid,caballero—dijoSaint-Marsbruscamentealpresoalverquepersistíaenmirarmásalládelasmurallas—.Venid,repito,caballero.

—Decid,monseñor—gritódesdesurincónAthosaSaint-Marsconvoztansolemneyterrible,queelgobernadorseestremeciódelospiesalacabeza.

Athosexigíaelrespetoalamajestadcaída.Elpresosevolvió,altiempoqueSaint-Marsdecía:—¿Quiénhahablado?—Yo—respondióD’Artagnan,mostrándoseenseguida—.Yasabéisqueestaeslaorden.—¡Nomellaméiscaballeronimonseñor!—dijoasuvezelpresoconvozqueconmovióaRaúlhasta

lomáshondodesusentrañas—;¡llamadmemaldito!Elpresosiguióadelante,ytrasélchirriólaférreapuerta.—¡He ahí un hombre desventurado! —exclamó con voz sorda D’Artagnan, mostrando a Raúl el

calabozodelpríncipe.

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Laspromesas

ApenasD’Artagnanentróensuaposentoconsusamigos,vinounsoldadodelfuerteparaavisarlequeelgobernadordeseabahablarconél.

UnabarcahabíallegadoaSantaMargaritaconunaordenimportanteparaelcapitándemosqueteros,que,alabrirelpliego,conociólaletradelrey.

Comosupongoquehabéisdadoyaeldebidocumplimientoamisórdenes,alllegarestepliegoavuestrasmanosvolvedinmediatamenteaParís,dondeosesperoenelLouvre.

—¡LoadoseaDios!seacabómidestierro,—exclamóconalegríaD’ArtagnanymostrandoelpliegoaAthos—.¡Cesodesercarcelero!

—¿Luegonosdejáis?—repusoelcondedeLaFerecontristeza.—Paravolvernosaver,amigomío,—replicóelmosquetero—,puesRaúlyaestábastantecrecido

paramarcharsesoloconelseñordeBeaufort,ypreferirádejarquesupadresevuelvaencompañíadeD’Artagnan a no obligarle a que haga solo las doscientas leguas que lo separan de La Fere. ¿No esverdad,Raúl?

—Sí,—respondióelvizcondecontristeacento.—No,amigomío,—interrumpióAthos—,nomesepararédeRaúlhastaeldíaenquesunavehaya

desaparecidoenelhorizonte.MientrasestéenFrancia,nosesepararádemí.—Comoqueráis;peroalomenossaldremosjuntosdeSantaMargarita.Aprovechaosdelabarcaque

vaaconducirmeaAntibes.—Esosí,nuncanosalejaremosconbastanteprisadeestefuerteydelespectáculoquehapoconosha

entristecido.Lostresamigossedespidierondelgobernador,yalaluzdelospostrerosrelámpagosdelatormenta

quesealejaba,vieronblanquearporúltimavezlasmurallasdelafortaleza.D’Artagnanseseparódesusamigosaquellanochemisma…—Amigosmíos,—dijoD’ArtagnanantesdemontaracaballoyabrazandoaAthos—,mehacéisel

efecto de los soldados que abandonan su puesto.El corazónmedice queRaúl necesitaría que vos lomantuvieraisensurango.¿QueréisquesolicitepasaralÁfricaconcienbuenosmosqueteros?Elreynomediráqueno,yvososvendréisconmigo.

—SeñordeD’Artagnan,—repusoelvizcondeestrechándolecariñosamentelamano—,graciasporelofrecimiento,superioracuantodeseamoselseñorcondeyyo.Soyjoven,ynecesitopenasparaelalmay

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fatigaparaelcuerpo;elseñorcondenecesitademásprofundoreposo,yoslerecomiendoavosquesoissumejoramigo,enlaseguridaddequealvelarporéltendréisenvuestrasmanossualmaylamía.

—Fuerzaesqueparta,micaballoseimpacienta,—dijoD’Artagnan,enquienlaseñalmásmanifiestadevivaemocióneraelcambiardeconversación—.Hasta lavistapues,miqueridoAthos;cuantomásapresuréisvuestroregreso,másprontovolveréaabrazaros.

EstaescenatuvolugarantelacasaelegidaporAthosalaspuertasdeAntibes,yadondeD’Artagnandespués de cenar había ordenado que le trajesen sus caballos. Allí empezaba el camino real, que seextendíablancoyondulosoenmedioduelosvaporesdelanoche.

Elcaballoaspirabaconfuerzalasemanacionessalinasdelospantanos,yendoaltrote.AthosyRaúlvolvíancontristezahacialacasa,cuandodeprontooyeronaproximarseelruidodelos

pasosdeuncaballo,ruidoquealprincipiotomaronporunadeesasextrañasrepercusionesqueengañanel oído al cada revuelta del camino. Pero era D’Artagnan que volvía al galope al encuentro de susamigos,quelanzaronunaexclamacióndealegresorpresa.

ElcapitánseapeóconligerezayuniendoenunabrazolascabezasdeAthosydeRaúl,lasmantuvoasí largo tiempo ahogando un suspiro que le quebrantaba el pecho. Luego, con la rapidez que llegó,emprendiódenuevolamarcha,clavandosusespuelasenlosijaresdesuenfurecidocaballo.

—¡Ay!—suspiró Athos imperceptiblemente mientras D’Artagnan, recuperando el tiempo perdidodecíaentresí:

—¡Malpresagio!LasórdenesdeBeaufortsellevabanafeliztérmino.GraciasaladiligenciadeRaúl,habíallevado

paraTolón laescuadrilla, a laque formaronconvoy innumerablesembarcacioncitas tripuladaspor lasmujeresylosamigosdelospescadoresyloscontrabandistasreclutadosparaelserviciodelaescuadra.

El poco tiempo que de vivir juntos les quedaba al padre y al hijo, parecía que pasaba con doblerapidez,comoaumentalasuyatodocuantoestáparacaerenelabismodelaeternidad.

AthosyRaúl regresaron aTolón, dondehacíangran ruido carrosy armas, relinchadores caballos,trompetasytambores,ylossoldados,criadosymercaderesquellenabansuscalles.

ElduquedeBeaufortestabaentodaspartes,activandoelembarcoconelceloyelinterésdeunbuencapitán,mostrándosecariñosohastacon susmáshumildescompañeros,y reprendiendoa sus tenientespormuyencumbradosquefuesen.Todoquiso inspeccionarloBeaufort:artillería,provisiones,bagajes,equiposycaballos.Frívolo, jactanciosoyegoístaensupalacio,elduque,ante la responsabilidadquehabíacontraído,eraotravezsoldado,elgranseñorcapitán.

Estando Beaufort, satisfecho de su inspección, aparentemente a lomenos, felicitó a Raúl, dio lasúltimasórdenesparadarsealavelaalclarearelnuevodía,yconvidóasumesaalcondeyasuhijo,quesopretextodeatenderanecesidadesdelservicio,declinaronlahonraqueleshacíaelduque.

AthosyRaúlsefueronasuposada,situadaalasombradelosárbolesdelaplazaMayor,ycenaronapresuradamente. Luego el conde condujo a su hijo a los peñones que dominan la ciudad, vastas yplomizasmontañasdesdelascualessedescubreunhorizontelíquidotanlejano,quepareceestaralniveldeellas.

Comosueleenaqueltempladoclima,lanocheestabahermosa,laluna,allevantarseaespaldasdelos peñones, cubría con una argentada sábana la azul alfombra de la mar; en la rada maniobrabansilenciosamentelasnavesqueveníanaocuparelsitioquelesestabadesignadoparafacilitarelembarco.

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Lamar,cargadadefósforo,seabríabajolasquillasdelasbarcas,queconsuscabeceosparecíanquerersondearaquelabismodeblancas llamas,mientrasde losremossedesprendían líquidosdiamantes.Enalasdelabrisa,llegabanloscantossencillosylentosdelosmarineros,alegresporlagenerosidaddelalmirante,yasusvocesseuníadevezencuandoelrechinardecadenasyelruidosordodelasbalasalcaerenlasbodegas.Espectáculoyarmoníasque,comoeltemor,oprimíanelpecho,peroquetambién,comolaesperanza,lodilataban.Athosysuhijosesentaronentrelasmalezasysobreunaalfombrademusgo del promontorio, y por encima de sus cabezas iban y venían los corpulentos murciélagos,arrebatadosporelespantostorbellinodesuciegacaza.Raúlsacólospiesfueradelacantiladoylosdejóquesebañaranenaquelvacíopobladoporelvértigoyqueinvitaalamuerte.

Cuando la luna, ya alta, inundó con su luz los vecinos picachos, cuando el espejo del aguaquedóiluminadoen todasuextensión,y los fanalesdeabordohubieronformadocadaunodeellosunpuntorojoluminososobrelanegramoledecadanave,Athosllamóasítodossusrecuerdosytodosuvalor,ydijoaRaúl:

—Dioshahechocuantovemos,Raúlytambiénanosotros,átomosdeesegranuniverso.Brillamoscomoaquellos faroles, como las estrellas: suspiramoscomo lasolas, sufrimoscomoaquellasgrandesnaves que se consumen arando las aguas, obedientes al viento que las lleva hacia su puerto, como anosotros el soplo de Dios nos empuja a nuestro fin. Todo ama y vive, Raúl, y todo cuanto vive eshermoso.

—Realmenteesmaravillosoelespectáculoquetenemosantenuestrosojos,—repusoelvizconde.—¡QuébuenoesD’Artagnan!—interrumpióinmediatamenteAthos—,¡quédichaelhaberseapoyado

todaunavidaenunamigocomoél!Estooshafaltado,Raúl.Yonoeraunamigoparavos.—¿Porqué,señor?—Porqueoshedadoocasióndequepudieraiscreerquelavidanoteníamásqueunafez,porque¡ay!

tristeysevero,sinquererhecortadosiemprelosalegrescapullosquesincesarbrotabandelárboldelajuventud; en una palabra, porque en este instanteme arrepiento de no haber hecho de vos un hombreexpansivo,disolutoycasquivano.

—Yaséporquémedecíseso,señor,—dijoelvizconde—.Peroestáisenunerror,nosoisvosquienmehahecho loque soy, sino el amorqueme sorprendió enunmomento enque losniños sólo tieneninclinaciones;sinolaconstanciapropiademicarácter,constanciaqueenlosdemásesunhábito.Creíquetodamividaseríacomoera;queDiosmehabíapuestoenuncaminorecto,orilladodefrutasydeflores.Protegidoporvuestravigilanciayvuestra fuerza,me tuveporvigilantey fuerte,ycomoestabapreparado,alaprimeracaídaheperdidoelvalorparasiempre.No,sóloparamiventurafiguráisenmipasado, señor, enmi porvenir soismi esperanza.Nada tengo que decir de la vida tal cual vosme lahabéisdispuesto,yporesosbendigoyosamodetodocorazón.

—Vuestras palabrasme hacen bien, mi querido Raúl, yme prueban que en los días que vendránharéisalgopormí.

—Todoloharéporvos,señor.—Raúl,loquehastaahoranohehechoporvos,loharéenadelante.Serévuestroamigo,novuestro

padre.Avuestravuelta,queserápronto,¿noesverdad?frecuentaremoseltratodelasgentesenvezdevivir,comohastaahora,aislados.

—Sí,señor,puesunaexpedicióncomoesanopuedeserlarga.Asípues,dentrodepocotiempo,en

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vezdevivirmódicamentedemirenta,osdaréelcapitaldemistierras;esoosbastaráparalanzarosalmundohastamimuerte,yantesdequeéstasllegue,esperoquemedaréiselconsuelodenodejarqueseextingamiestirpe.

—Harécuantomeordenéis—repusoRaúlprofundamenteconmovido.—Raúl, haced que vuestro empleo de ayudante de campo no os conduzca a tentativas demasiado

arriesgadas,tantomáscuantoestáacreditadovuestrovalor.Acordaosdequelaguerradelosárabesesdeemboscadasyasesinatos.

—Asídicen.—Dejarlavidaenunaemboscadaespocoglorioso,Raúl,puesacusatemeridadoimprevisión.¿Me

habéiscomprendidobien,Raúl?NopermitaDiosqueosexhortearehuirelcombate.—Delomíosoyprudente,señor,ylasuertemeesmuypropicia,—dijoRaúldejandovagarporsus

labios una sonrisa que heló el corazón del desventurado padre. Y al ver el efecto de su sonrisa, seapresuró a añadir—: Tan es así, que en veinte combates a que he asistido no he sacadomás que unrasguño.

—Además,—prosiguióAthos—,esmenesterqueosguardéisdelclima,porqueesunfinmuyvulgarmorirdeunafiebre.ElreysanLuissuplicabaaDiosqueantesquelacalentura,leenviaseunaflechaolapeste.

—Conlasobriedadyunejerciciomoderado…—YaheobtenidodelseñordeBeaufort,—atajóAthos—,quecadaquincedíasexpidaaFranciaun

correo,locualcorreráavuestrocargocomoedecánsuyo.Supongoquenomeolvidaréis.—No,señor,—respondióRaúlconvozentrecortada.—En definitiva, Raúl, como sois buen cristiano, y yo también lo soy, debemos contar con una

protecciónmásespecialdeDiosodenuestrosángelescustodios.Raúl,prometedmequesiossobrevieneunmal,seréyoelprimeroenquienpenséis.

—¡Oh!señor,osloprometo.—Yquemellamaréisinmediatamente.—Sinperdermomento,señor.—¿Soñáisconmigoalgunavez,Raúl?—Todaslasnoches,señor.Durantemiprimerajuventud,osveíaensueños,sosegadoycariñosocon

lamanotendidaencimademicabeza.Poresodormíasiempretanbien…«antes».—Nos amamos demasiado,—dijo el conde—, para que desde elmomento de nuestra separación,

partedenuestrosernoviajeconunodenosotrosdosynohabitedondehabitemos.Micorazónsentirálatristezacuandovosestéistriste,ycuandoossonriáispensandoenmí,meenviaréisdesdeaquellalejanatierraunrayodevuestraalegría.

—Noosprometoestaralegre,—repusoBragelonne—;perosíos juroque,comonoseoponga lamuerte,nopasaréunahorasinqueyopienseenvos.

Elconde,nopudiendocontenersepormástiempo,echólosbrazosalcuellodesuhijo,yloretuvoabrazadocontodassusfuerzas.

A la luna había reemplazado el crepúsculo matutino, una dorada faja subía sobre el horizonte,anunciandolallegadadelnuevodía.

Athos echó su capa sobre los hombros de Raúl y le condujo a la ciudad, convertida en inmenso

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hormiguero.Al extremo de lameseta que acababan de abandonar, Athos y Raúl vieron un bulto negro que se

movíaconindecisiónycomoavergonzadodequelevieran.EraGrimaudque,inquietohabíaseguidoasusamos,ylesaguardaba.

—¡Ah!,¡mibuenGrimaud!—exclamóRaúl—,¿quéquieres?¿Vienesadecirnosqueeslahoradelapartida?

—¿Solo? —profirió Grimaud mostrando Raúl a Athos y en son de reproche que demostrabaclaramentecuántrastornadoestabaelanciano.

—Esverdad,esverdad,—repusoelconde—.No,Raúlnopartirásolo;nopermaneceráenextrañatierrasinunamigoquelerecuerdelosseresdeélamados.

—¿Yo?—preguntóGrimaud.—¿Tú?¡Ah!sí,sí,—exclamóRaúlconmovidohastalomásíntimodesucorazón.—¡Ay!—objetóelconde—,¡estásmuyviejo,mibuenGrimaud!—Mejor,—replicóelancianoconinefableprofundidaddesentimientoydeinteligencias.—Perovedqueyaseestáefectuandoelembarcoytúnoestáspreparado—dijoBragelonne.—Sí—contestóGrimaudmostrandolasllavesdesusmaletasligadasconlasdesujovenseñor.—Pero tú no puedes dejar de esta suerte solo al señor conde—objetóRaúl—.Tú no has dejado

nuncaalseñorconde.GrimaudvolviósuoscurecidamiradahaciaAthoscomoparaconocerelparecerdeunoydeotro,yalverqueaquélnadarespondía,repuso:

—Elseñorcondeprefierequeosacompañe.Athoshizounaseñalafirmativaconlacabeza.Enaquelmomentollenólosaireselredobledelostambores:delaciudadsalieronlosregimientos

quedebíanformarpartedelaexpedición,cincoentodo,compuestoscadaunodecuarentacompañías.ElregimientoReal,queabríalamarchayquesedistinguíaporeluniformeblancoconvivosazulesdesussoldados,llevabadesplegadassusbanderasdeordenanza,colordevioletaydehojaseca,sembradasdefloresdelisdeoroyacuarteladasencruz,ysubanderacoronela,blancaconlacruzflordelisada,quesobresalídelasdemás.Formabanlasalasdelmencionadoregimientolascompañíasdemosqueteros,yel centrode lospiqueros,horquilla enmanoymosqueteenelhombroaquéllos,y losúltimoscon suslanzasdecatorcepies,yunosyotrosavanzabanalegrementehacialasbarcasdetransportequedebíanconducirlosporseccionesalasnaves.AlregimientoRealseguíanlosdePicardía,Navarra,Normandíayel de la capitana, y cerraba la marcha, seguido de su estadomayor, el señor de Beaufort, que en laeleccióndelastropashabíademostradosercapitánperitísimo.

Faltandotodavíamásdeunahoraparaembarcarse,RaúlyAthosseencaminaronpausadamentealaorillaparaocuparsusitioenelinstanteenquepasabaelpríncipe.

Grimaud,llenodeardor,hacíatransportaralacapitanaelequipajedeRaúl.Athos, apoyado en el brazo de su hijo a quien iba a perder, se absorbía en la más dolorosa

meditación, y se aturdía con el ruido y el movimiento, cuando de repente vio llegar un oficial deBeaufort,quedepartedeéstellamóaRaúl.

—Hacedmelamerceddedeciralseñorpríncipe—contestóBragelonne—,quesesirvaconcedermeunahoramásparagozardelapresenciadelseñorconde.

—No—repusoAthos—,unedecánnopuedeestarseparadodeestasuertedesugeneral.Caballero,

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decidalpríncipequeelvizcondeiráenseguida.Eloficialsealejóalgalope.—Separarnos aquí o separarnos a bordo, al fin y al cabo resulta lo mismo —dijo Athos

desempolvandocuidadosamenteel trajedesuhijoypasándole lamanopor loscabellosmientras ibanandando—.Necesitáisdinero,Raúl;elseñordeBeauforteshombregustoso,yestoysegurodequeallátendréisgustoencomprararmasycaballos,queenaquella tierrasonpreciosos.Ahorabien,comonoservísalreynialseñordeBeaufort,ysólodependéisdevuestroilustrealbedrío,nodebéiscontarconsueldonilarguezas.Quiero,quenadaosfalteenDjidgeli.Tomad,ahívandoscientaspistolasparaquelasgastéisdispuestoaldarmegusto.

Raúlestrechólamanoasupadre,y,aldoblarlaesquinadeunacalle,vieronalpríncipemontadoenmagnífico caballo blanco que correspondía con graciosas corvetas a los aplausos de las damas de laciudad.

ElduquellamóaRaúlytendiólamanoalconde,aquiendijotantasytalescosasycontancariñosaexpresión,queelcorazóndelinfortunadopadresesintióunpocofortalecido.

Enmediodeaquelbulliciollegóunmomentoterrible,yfueelmomentoenquealabandonarlaarenade laplaya, soldadosymarineroscruzaronconsus familiasy susamigos losúltimosbesos:momentosupremoenqueapesardelapurezadelcielo,elcalordelsol,losperfumesdelaireylaagradablevidaquecirculaporlasvenas, todoparecenegroyamargo,ynoobstantehablarporlabocadeDios, todohacedudardeDios.

Siendoelusoqueelalmiranteysuestadomayorseembarcasenlosúltimos,elcañónaguardaba.Paralanzarsuformidablevoz,aqueelgeneralísimohubiesesentadolospiesenlaplanchaqueconducíaalacapitana.

Athos,olvidandoalmirante,flotaysupropiavanidaddehombrefuerte,abrazóasuhijoyloestrechóconvulsivamentecontrasupecho.

—Acompañadnosabordoyganaréismediahora—dijoelduqueconmovido.—No—repusoAthos—,yamehedespedido,ynoquierohacerloporsegundavez.—Entoncesembarcaospronto,vizconde—dijoelpríncipequeriendoevitarlágrimasaaquellosdos

hombrescuyoscorazonesestabanapuntodequebrantarse.Yconternurapaternal,yfuertecomolohubierassidoPorthos,elpríncipelevantóaRaúlenbrazosy

locolocóenelesquife,quealpuntoyaunaseñadelalmiranteseapartódelaorillaaimpulsosdesusremos.

Elmismo duque, prescindiendo de todo ceremonial, saltó al esquife, y con el pie, lo empujómaradentro.

—¡Adiós!—gritóRaúl.Athossolopudocontestarconunaseña;perosintióalgoardienteensumano:eraelbesorespetuoso

deGrimaud,elúltimoadiósdelperroleal.Athos se sentó en el muelle, desconsolado, sordo, abandonado. Cada segundo que transcurría le

borrabaunadelasfacciones,unodelosmaticesdelapálidatezdesuhijo.Conlosbrazoscaídos,fijalamiradayabiertalaboca,elinfelizpadrequedóconfundidoconRaúlenunamismamirada,enunmismopensamiento,enunmismoestupor.

Pocoapoco,chalupasyfigurallegaronaunadistanciaenqueloshombressolamentesonpuntosyel

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amorrecuerdos.Athosviocomosuhijosubíalaescaleradelacapitana,yseasomabaalempalletado,colocándosedemaneraquesupadrenopudieseperderlodevista.Envanotronóelcañón,envanodelasnavespartióunprolongadorumorcontestadodesdetierraporinmensasaclamaciones,envanoseesforzóelruidoenaturdirlosoídosdelpadre,yelhumoenborrarelobjetoamadodetodassusaspiraciones:Athosvioasuhijohastaelúltimomomento;elimperceptibleátomopasódelnegroalpálido,delpálidoalblanco,ydelblancoanada,ydesaparecióa losojosdeAthosmuchodespuésquepara losde lospresenteshabíandesaparecidolaspoderosasnavesysushinchadasvelas.

Amediodía,cuandoyaelsoldevorabaelespacioyapenassilostopesdelospalossobresalíandelaabrasadalíneadelmar,Athosvioremontarseporelespaciounanubecillatanprontodesvanecidacomovista:eraelhumodeuncañonazomandadodispararporBeaufortparasaludarporúltimavezlacostadeFrancia.

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Entremujeres

D’Artagnan no pudo ocultar su emoción a sus amigos como hubiera deseado. El soldado estoico, elimpasibleguerrero, vencidopor el temory lospresentimientos, cedió a la flaquezahumana;y cuandohuboacalladosucorazónycalmadoel temblordesusmúsculos,sevolvióhaciasu lacayo,silenciososervidorsiempreoídoatentoparaobedecerconmáspresteza,yledijo:

—Rabaud,sabequedebohacertreintaleguaspordía.—Estábien,micapitán—respondióRabaud.Desdeaquelinstante,D’Artagnan,acostumbradoamontar,verdaderocentauro,noleocupóennada.El hombre inteligente nunca se aburre cuando ejercita el cuerpo, como el sano nunca deja de

parecerlelevecargalavidasialgolecautivaelespíritu.D’Artagnan, siemprecorriendo, siemprepensando, llegóaParís elásticodemúsculos, comoatleta

preparadopara lagimnasia,ycomonoencontróal rey,queacababadepartirhaciaMeudónparaunacacería,envezdecorrertraselmonarca,comohubierahechoenotrotiempo,sedesnudó,tomóunbaño,yesperóaqueregresaseSuMajestadbienfatigadoypolvoriento.

DurantelascincohorasquetardóLuisXIVenllegar,elmosqueterotomó,comosueledecirse,elairedelacasa,ysepertrechócontratodaeventualidad.

D’Artagnansupoqueelreyhacíaquincedíasqueestabataciturno;quelareinamadreestabaenfermayabatida;queelduquedeOrleanssevolvíadevoto;quelaprincesapadecíaaccesoshistéricos,yqueGuichehabíapartidoparasustierras,queColbertestabaradiantedegozo,yqueFouquetcambiabatodoslosdíasdemédico,quenolecuraba,yquesuprincipalenfermedadnoeradelasquecuranlosmédicos.

Tambiéncontaronalgascónqueelreytratabacongrandesmiramientosalsuperintendente,delquenole apartaba: pero que Fouquet, herido en el corazón como árbol frondoso carcomido por un gusano,desmejorabaapesardelassonrisasdelrey,soldelosárbolesdelacorte;queelreynopodíaprescindirdeLaValiére,yque sino la llevabaconsigoa las cacerías, le escribía cartasymáscartas,noyaenverso,sino,loqueerapeor,enprosaymucho.

Enefecto,seveíaal«reymásgrandedelmundo»,comodecíanlospoetasdeaqueltiempo,apearsedelcaballo«conardorsinigual»,ytrazarsobrelacopadesusombreroyenestiloculteranofrasesquesuayudantedecampoperpetuo,Saint-Aignán,llevabaaLaValiéreaescapeyariesgodereventarsuscaballos.

EntoncesD’ArtagnanpensóenlasrecomendacionesdelpobreRaúl,enlacartadedesesperaciónqueéste le diera para una mujer que se pasaba la vida esperando; y como D’Artagnan se complacía enfilosofar,resolvióaprovecharlaausenciadelreyparaconversaruninstanteconLaValiére.

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Estoerafácil,Luisadurantelacaceríareal,sepaseabaconalgunasdamasporunadelasgaleríasdelPalacioReal,dondeprecisamenteelcapitándemosqueterosdebíapasarrevistadeinspecciónaalgunosguardias.

D’ArtagnannodudabadequesilaconversaciónrecaíasobreRaúl,ellaalmenosledaríapieparaescribirunacartadeconsueloalpobredesterrado.

Ahora bien, la esperanza, o a lo menos el consuelo para Bragelonne, atendida la disposición deánimo en que hemos visto a aquél, era el sol, la vida de dos hombres a quienes el capitán queríaentrañablemente.

D’Artagnan se encaminó, pues, adonde sabía que estabaLaValiére, y la encontró enmedio de unnumeroso corro. En su aparente soledad. La favorita de LuisXIV, recibía, tanto ymás que una reinadecente,unhomenajedequelaprincesaEnriquetasehubieraenorgullecidocuandoelmonarcasóloteníaojosparaellaysusmiradasservíandenormaalasdesuscortesanos.

Aunquenoeraelcapitándemosqueterosunmozalbete,tratábanlelasdamasconmuchomimo;yesqueD’Artagnanera tancortés comovaliente,y su terrible fama lehabía conciliado la amistadde loshombresylaadmiracióndelasmujeres.

Poreso,alverentraralgascón,todaslasseñoritasledirigieronlapalabra,lehicieronmilpreguntassobredóndehabíaestado,quéhabíasidodeél,porquéentantotiempoymontadoensubriosocorcelnohabíaevolucionadoelpatiollenandodeadmiraciónacuantoslocontemplabandesdeelbalcóndelrey.AlocualreplicóD’Artagnanquellegabadelatierradelasnaranjas,arrancandoconsurespuestalarisadesusinterlocutoras.

En aquel tiempo todo el mundo viajaba, y, no obstante, un viaje de cien leguas era un problemaresueltoconfrecuenciaporlamuerte.

—¿Delatierradelasnaranjas?—exclamólaTonnay-Charente—.Ya,deEspaña.—¡Je!,¡je!—rióD’Artagnan.—¿DeMalta?—dijolaMontalais.—Pormifequeosquemáis,señoritas—repusoelgascón.—¿Esunaisla?—preguntóLaValiére.—Noquieroqueosdevanéislossesosbuscando,señorita;vengodelatierradondeenestemomento

seestáembarcandoelseñordeBeaufortparapasaraArgel.—¿Habéisvistoalejército?—preguntaronalgunascamarerasbelicosas.—Comoosveoavosotras—replicóD’Artagnan.—¿Hay algunos amigos nuestros por allá? —dijo con frialdad la Tonnay-Charente, pero con la

intenciónvisibledellamarlaatenciónsobresuscalculadaspalabras.—Sí—respondióD’Artagnan—,vialosseñoresdeLaGuillotiere,deMouchyydeBragelonne.LaValiérepalideció.—¿ElseñordeBragelonne? ¡Cómo!,¿elvizcondehapartidopara laguerra?—exclamó lapérfida

Atanasia sin hacer caso de los pisotones que le daba la Montalais. Y dirigiéndose a D’Artagnan,prosiguiódespiadadamente—:Yotengolaideadequetodoslosquevanaesaguerrasondesesperadosaquieneshamaltratadoelamor,yvanabuscarnegras,menoscruelesquelasblancas.

Algunasdamasserieron,LaValiéreperdiósuserenidad,ylaMontalaistosiófuertemente.—Encuantoa lasmujeresdeDjidgeli—replicóD’Artagnan—,noestáisen locierto,señorita;no

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sonnegras,perotampocoblancas,sinoamarillas.—¡Amarillas!—Nodigáismaldeellas:enmividanuncahevistouncolorquecasemásadmirablementeconunos

ojosnegrosyunoslabiosdecoral.—Mejor para el señor de Bragelonne —repuso Atanasia con insistencia—; así se desquitará el

pobre.Aestaspalabrassiguióelmásprofundosilencio,silencioduranteelcualelgascóntuvotiempode

reflexionarquelaspalomassinhielaquellamamosmujeres,setratanentresímássañudamentequelostigresylososos.

ParaAtanasianoerabastantehaberhechopalidecer aLuisa;quiso también sacarla los colores alrostro.Asípues,dijo:

—¿Sabéisquepesaungranpecadosobrevuestraconciencia,Luisa?—¿Quépecado?—balbuceólainfortunada,mientrasbuscabaenvanoentornodesíunapoyo.—¡Quécaramba!elvizcondenodejabadeservuestroprometido.Elpobreosamabayvosledisteis

calabazas.—Esunderechoquetienetodamujerhonrada—replicóAuraconademásdearrogancia—.Cuando

unasabequenopuedelabrarlaventuradeunhombre,lomejoresrepelerlo.Luisanosupocomprendersidebíaquedaragraviadaoagradecidaalaquetomósudefensa.—¡Repeler!, ¡repeler! está bien—arguyó Atanasia—, pero no es este el pecado que La Valiére

tendríaqueecharseencara.ElverdaderopecadoestáenhaberenviadoalpobreBragelonnealaguerra;alaguerradondeunoencuentralamuerte.

Luisasepasólamanoporsuheladafrente.—Ysimuere—continuólaimplacableAtanasia—,voslehabréisdadolamuerte;ahíelpecado.LaValiére,mediomuerta,seacercótambaleándoseaD’Artagnan,encuyorostroseveíaunaemoción

inusitada,yapoyándoseensubrazo,ledijoconvozturbadaporlacólerayeldolor:—¿Quétenéisquedecirme?—Loqueteníaquedeciros—respondióelmosqueteroluegoquehuboconducidoaLuisaabastante

distanciadelosdemás—,acabademanifestárseloporentero,aunquebrutalmente,laseñoritaAtanasia.Luisa lanzó un mal reprimido ay, y lastimada por aquella nueva herida, echó a correr como los

pajarillosheridosdemuerte,quebuscanlasombraparaexhalarelpostreraliento,ydesaparecióporunapuertaenelinstanteenqueelreyentrabaporotra.

Luisdirigiósuprimeramiradaalsitiovacíodesuamante,yalnoverlafruncióelceño;peroalpuntoadvirtiólapresenciadeD’Artagnan,quelehacíaunaprofundareverencia.

—Diligentehabéissido,yestoysatisfechodevos—dijoelmonarcaalmosquetero.Ésta era la expresión superlativa de satisfacción real, y para ser objeto de ella muchos debían

hacersematar.Camaradasycortesanos,quehabíanformadounrespetuosocírculoalrededordelreyasuentrada,al

verqueaquéldeseabahablarenparticularconD’Artagnan,seapartaron.LuisXIV siguió adelante y condujo al capitán demosqueteros fuera de la sala, después de haber

buscadootravezconlamiradaaLaValiére,dequiennoseexplicabalaausencia.—¿Yelpreso?—preguntóelmonarcaaD’Artagnancuandoseencontraronfueradetirodelasorejas

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indiscretas.—Estáenprisión,Sire.—¿Quédijoduranteelcamino?—Nada,Sire.—¿Quéhizo?—Sire,elpescadorabordodecuyabarcametrasladabaaSantaMargarita,sesublevóymeamenazó

demuerte,yelpreso,envezdeintentarfugarse,medefendió.—Basta—dijo el rey y empezando a pasearse de uno a otro ladodel gabinete.Os hemandado a

buscar,señorcapitán,paradecirosquesalgáisparaNantesypreparéisallímialojamiento.—¿ParaNantes?—exclamóD’Artagnan.—EstáenlaBretaña.—Yasé,Sire.¿YVuestraMajestademprendeunviajetanlargo?—LosEstadossereúnenenaquellaciudad,ycomotengoquehacerlesdospeticiones,quieroestar

presente.—¿Cuándomepongoencamino?—Estanoche…mañanaporlamañana…oporlatarde,puesnecesitáisdescansar.—Yaestoydescansado,Sire.—Muybien.Asípues,estanocheomañana,avuestraelección.D’Artagnansaludócomoparadespedirse; luegoalverqueelmonarcaestaba turbado, seadelantó

dospasosypreguntó:—¿Elreyllevalacorte?—Porsupuesto—respondióLuisXIV.—Así Vuestra Majestad necesita de sus mosqueteros —dijo D’Artagnan fijando una mirada tan

escrutadoraenelrey,queéstebajólasuya.—Tomadunabrigada—repusoelsoberano.—¿VuestraMajestadnotienequedarmeningunaordenmás?—No…¡Ah!Sí.EnelpalaciodeNantes,queestámuymaldistribuido,segúndicen,acostumbraosa

colocarmosqueterosalapuertadecadaunodelosprincipalesdignatariosquemellevaréconmigo.—¿De las principales? ¿Cómo verbigracia a la puerta del señor de Lyonne? ¿De los señores de

Brienne,LetelleryFouquet?—Sí.—Estábien,Sire.Partomañana.—Dospalabrasaún,señordeD’Artagnan.EnNantesencontraréisalduquedeGesvres,capitánde

losguardias.Cuidaddequelosmosqueterosesténalojadosantesdequelosguardiaslleguen.Yasabéisquelosquelleganprimerosacanprovecho.

—Esverdad.—¿YsielseñorGesvresosinterroga?—¿Amí?¡Bah!,¿atítulodequétendríaqueinterrogarmeelseñordeGesvres?Yelmosqueterodiomarcialmentemediavueltaysalió,mientrasdecíaparasí:—¡Nantes!¿PorquénosehaatrevidoadecirinmediatamenteBelle-Isle?Alllegaralapuertaprincipal,undependientedelseñordeBrienneseacercóaD’Artagnan.

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—¿Quéhay,Arístides?—preguntóelcapitán.—AcargodelacajadelseñorFouquet.D’Artagnan leyó con sorpresa la libranza, y vio que era de puño y letra del rey y valedera por

doscientaspistolas.—¡Cómo! —dijo entre sí el mosquetero después de haber dado cortésmente las gracias al

dependiente de Brienne—. ¿Van a hacer pagar ese viaje al señor Fouquet? ¡Mil rayos! ni LuisXI lohabríahechopeor.¿PorquénomehandadounalibranzaacargodeColbert?¡Lahabríapagadocontantogusto!

Yfielasuprincipiodenodejarenfriarunalibranzaa lavista,D’ArtagnanseencaminóacasadeFouquetparacobrarlasdoscientaspistolas.

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Lacena

El superintendente debía estar enterado del próximo viaje del rey a Nantes, porque dio una cena dedespedidaasusamigos.Eliryvenirdecriadoscargadosdeplatos,ylaactividadquesenotabaenelescritorio,eranseñalesevidentesdeunpróximotrastornoenlacocinayenlacaja.

D’Artagnansepresentó,libranzaenmano,enelescritorioyaldecirlequeyaeratardeyquelacajaestabacerrada,noreplicómásqueesto:

—Serviciodelrey.Eldependiente,unpocoturbadoalverlacarafoscaquepusoelcapitán,contestóquelarazónera

respetable, pero que también lo eran las costumbres de la casa, y rogaba al portador que volviese alsiguientedía.D’ArtagnanpidióentonceshablarconelseñorFouquet.

—ElseñorFouquetnosecuidabadetalespequeñeces—replicóeldependientedandoconlapuertaenlasnaricesdelmosquetero.

Éste,queprevióelcaso,habíapuestolapuntadesubotaentrelapuertaylajamba,demaneraquenojugó lacerradura,yvolvióaencontrarsecaraacaraconeldependienteque,cambiandode tonodijo,entredespavoridoycortés:

—Si vuestramerced desea hablar con el señor superintendente, vaya a las antesalas, aquí está elescritorio,adondenuncavienemonseñor.

—¡Alfin!—repusoD’Artagnan—.¿Ydóndeestánlasantesalas?—Alotroladodelpatio—respondióeldependientesatisfechodeverselibre.D’Artagnanatravesóelpatio,ypreguntóaloscriados.—Monseñornorecibeaestahora—lerespondióunoquellevabaenunafuentedeplatasobredorada

tresfaisanesydocecodornices.—Decidle—repusoelcapitándeteniendoalcriadoporelextremodelafuente—,quesoyelseñor

deD’Artagnan,capitántenientedelosmosqueterosdeSuMajestad.El criado lanzó un grito de sorpresa y desapareció seguido del gascón, que llegó a tiempo para

encontrarenlaantesalaaPelissónque,unpocopálido,veníadelcomedoralencuentrodelanunciado.—No es nada desagradable, señor Pelissón—dijoD’Artagnan sonriéndose—; no esmás que una

librancilla.—¡Ah!—exclamóelamigodeFouquetensanchándoseleelpecho.Pelissón asió de lamano almosquetero y le hizo entrar en el comedor, donde los amigos íntimos

rodeabanalsuperintendente,colocadoenelcentroenunsillónconalmohadones.AllíestabanreunidostodoslosepicúreosquepocotiempoanteshacíanenVauxloshonoresdelacasa,discreteabanyhacían

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ganardineroaFouquet.Amigosalegres,cariñososcasi todos,nohabíanabandonadoasuprotectoralacercarse la tormenta, y a pesar de las amenazas del cielo y del temblor de la tierra, estaban allí,risueños, solícitos,devotosenel infortuniocomo lohabíansidoen laprosperidad.A la izquierdadelsuperintendenteestabalaBelliere,yasuderechalaesposa;comosi,desafiandolasleyesdelmundoylaspreocupaciones,losdosángelestutelaresdeaquelhombresehubieranreunidoparaprestarle,enelmomento crítico, el apoyo de sus entrelazados brazos. La Belliere estaba pálida, trémula, y atenta yrespetuosa con la esposa del superintendente, que con una mano sobre la de su marido, miraba conansiedadhacialapuertaporlacualPelissónibaaconduciraD’Artagnan.Ésteentróconactitudcortés,paraluegoadmirarse,cuandoconmiradainfalibleadivinólasignificacióndetodaslasfisonomías.

—Perdonadmequenooshayasalidoarecibirviniendoennombredelrey,señordeD’Artagnan—dijo Fouquet levantándose y dando a sus últimas palabras una triste firmeza que llenó de espanto elcorazóndesusamigos.

—Monseñor—contestóD’Artagnan—,novengoennombredel rey,sinopara reclamarelpagodeunalibranzadedoscientaspistolas.

Todaslasfrentesseserenaron;menosladeFouquet,quedijoalmosquetero:—¿AcasovospartísparaNantes,también?—Noséadóndevoy,monseñor.—Pero—repusolaesposadeFouquet,yatranquilizada—,nopartístanapresuradamentequenonos

hagáislafinezadesentarosennuestracompañía,señorcapitán.—Señora,seríaunagranhonra:peromeapremiadetalmodoeltiempoqueyaloveis,nohetenido

otroremedioqueinterrumpirvuestracenaparahacerquemepaguenestalibranza.—Que será satisfecha en oro—dijo Fouquet haciendo seña a sumayordomo, que inmediatamente

salióconlalibranzaqueleentregóD’Artagnan.—Noteníatemorporelpago—repusoelmosquetero—;lacasaesbuena.Fouquetsesonriódolorosamente.—¿Estáismal?—preguntólaBelliere.—¿Elacceso?—dijolaesposadelsuperintendente.—Noesnada,gracias—respondióFouquet.—¡Qué!¿Estáisenfermomonseñor?—preguntóD’Artagnan.—PilléunastercianasenVaux.—¿Lahumedaddelasgrutas,denoche?—No,porunaemoción.—Sí,laexcesivasolicitudquepusisteisenrecibiralrey—dijoLaFontaineconvozsosegada,sin

saberquedecíaunsacrilegio.—Nuncaesunobastantesolícitoenrecibiralrey—dijocariñosamenteFouquetasupoeta.—El caballero querrá decir ardor —repuso D’Artagnan con amable franqueza—. La verdad es,

monseñor,quenuncasehaejercidolahospitalidadcomoenVaux.LaesposadeFouquetdejócomprenderclaramente,en laexpresióndesurostro,quesiFouquetse

habíaportadobienconelrey,elreynohabíacorrespondidoconelministro.Peroallísólosabíanelterriblesecretodelrey,D’ArtagnanyFouquet;ysielprimeronosesentía

convalorparacompadecer,elsegundonoteníaderechoaacusar.

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Elcapitán,aquienentregaronlasdoscientaspistolas, ibaadespedirse,cuandoFouquetselevantó,tomóunvaso,hizoquedieranotroaD’Artagnan,ydijo:

—Alasaluddelrey,«sucedaloquesuceda».—Yalavuestra,monseñor,«sobrevengaloquesobrevenga»—contestóD’Artagnanbebiendo.Despuésdeestaspalabrasdemalagüero, elgascónsaludóa todos,que se levantaronyoyeronel

ruidodelasespuelasydelasbotasdeaquélhastaquellegóalpiedelaescalera.—Poruninstantecreíqueveníapormí,ynopormidinero—dijoFouquet,esforzándoseenreírse.—¡Porvos!¿Yporqué?—exclamaronlosamigosdelsuperintendente.—Nonoshagamosilusiones,queridoshermanosmíosenEpicuro—dijoFouquet—;noquierohacer

comparacionesentreelmáshumildepecadordelatierrayelDiosaquienadoramos;peroeseDiosdioundíaasusamigosunacomidaquesellamala«Cena»,yquelofuededespedidacomolaqueestamoscelebrandoenestosmomentos.

Todoslanzaronunavozdedolorosanegativa.—Cerradlaspuertas—dijoFouquet.Ycuandosalierontodosloscriados,añadió,bajandolavoz—:

¿Quéfuiyquiénsoy,amigosmíos?Reflexionadloyresponded.Siunhombrecomoyo,desciendedesdeelmomento enquedejade elevarse.No tengoyadineroni crédito; sólo tengo enemigospoderososyamigosquenadapueden.

—Ya que os explicáis con tanta franqueza—exclamó Pelissón levantándose—, también nosotrosdebemosserfrancos.Siestáisperdido,corréisavuestraruinaydebéisdeteneros.Antetodo,¿quédineronosqueda?

—Setecientasmillibras—respondióFouquet.—Elpan—murmurósuesposa.—Hacedquepreparenrelevos,yhuid—dijoPelissón.—¿Adónde?—ASuiza,aSaboya,perohuid.—Simonseñorhuye—dijolaBelliere—,diránqueesculpableyquehatenidomiedo.—Mástodavía—repusoFouquet—,diránquemehellevadoveintemillones.—Escribiremosmemoriasparajustificaros—dijoLaFontaine—;huid.—Mequedo—replicóFouquet—;además¿nosemepresentatodobien?—PoseéisBelle-Isle—exclamóelcuraFouquet.YallávoyenlínearectaalencaminarmeaNantes—repusoelsuperintendente—.Asípues,tengamos

paciencia.—Peroantesdellegaranantes,¡cuántocamino!—objetólaesposadelministro.—Losé—replicóFouquet—,pero¿quéhacer?El reyme llamaa losestados,yaunqueséquees

paraperderme,nopuedomenosdepartir,sopenademostrarmereceloso.—Puesbien—dijoPelissón—,yohehalladolamaneradeconciliarlotodo.Vaisapartirparanantes,

peroconalgunosamigosyenvuestracarrozahastaOrleans,dondeosembarcaréisennuestrobuquequeos conducirá hasta el fin del camino.Estad preparadopara defenderos si os atacan, y para huir si osamenazan.Enunapalabra,porloquepuedasucederllevadtodoeldineroquetengáisamano;luego,ycuando queráis os acercáis almar y os embarcáis para Belle-Isle, y desde allí os dirigís adonde osplazca,semejantealáguilaquesaleyhiendeelespaciocuandoladesalojandesunido.

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LaspalabrasdePelissónfueronacogidascongeneralaprobación.—Sí,hacedeso—dijolaesposadeFouquetasumarido.—Hacedlo—repitierontodoslosamigosdelsuperintendente.—Loharé—contestóFouquet.—Estatardemisma.—Dentrodeunahora.—Inmediatamente.—Las setecientas mil libras os servirán de base para labrar una nueva fortuna —dijo el padre

Fouquet—;porque¿quiénnosimpediráqueenBelle-Islearmemoscorsarios?—Y si fuere menester, saldremos a descubrir un nuevo mundo —añadió La Fontaine, lleno de

proyectosydeentusiasmo.Ungolpedadoalapuertainterrumpióaquelconcursodealegríaydeesperanzas.—¡Uncorreodelrey!—anuncióelmaestrodeceremonias.Alanunciosiguióunsilenciomásprofundo,comosielmensajedequeeraportadorelcorreohubiera

sidounarespuestaatodoslosproyectosconcebidosuninstantehacía.Todos esperaban a ver qué hacíaFouquet, cuya frente estaba cubierta de sudor, y que en realidad

estabaentoncesbajoeldominiodesucalentura.FouquetsefueasugabinetepararecibirelmensajedeSuMajestad.Eratalelsilencio,quedesdeelcomedorseoyólavozdeFouquet,querespondió:—Estábien,caballero.Aquellavozestabaalteradaporlaemoción.Casi en seguida Fouquet llamó a Gourville, que atravesó la galería en medio de la expectación

universal,yporfinreaparecióentresusconvidados;peronopálidoydescompuestocomoalsalir,sinolívidoydesconocido.Espectroviviente,Fouquet se adelantaba con losbrazos caídosy seca la boca,comocadáverquevinieseasaludarasusamigosdelavida.Alveralministro,todosselevantaronyseabalanzaronaéldeshaciéndoseenlamentos.FouquetmiróaPelissón,seapoyóensuesposa,yestrechólamanoalaBelliere.

—¿Ybien?¿Quépasa?—preguntarontodosauna.Fouquet abrió su crispada y sudorosa mano derecha y mostró un papel sobre el cual, y lleno de

espanto,seprecipitóPelissón,queleyólassiguienteslíneasdepuñoyletradelrey:

Miqueridoy estimado señorFouquet: del dineronuestroque todavíaqueda envuestropoder, dadnossetecientasmillibrasquenoshacenfaltahoyparanuestrapartida.

Sabiendoquevuestrasaludnoesbuena,suplicamosadiosqueosladevuelvayostengaensusantaguarda.Luis.

Lapresentesirvederecibo.

Unmurmullodeespantocirculóporlasala…—Bueno—exclamóPelissónasuvez—,habéisrecibidoestacarta,¿noesasí?—Asíes—respondióFouquet.—¿Quépensáishacer?

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—Nada, pues la he recibido. Si la he recibido es señal de que la he pagado —repuso elsuperintendenteconnaturalidadquearrancóelcorazóndesusamigos.

—¡Qué habéis pagado!—exclamó la esposa de Fouquet con desesperación—. ¡Entonces estamosperdidos!

—Vaya,dejémonosdepalabrasinútiles—dijoPelissón—.Yaquehabéisperdidoeldinero,salvadlavida.¡Acaballo,monseñor!¡Acaballo!

—¡Perosinopuedesostenerseenpie!—¡Ah!—dijoelintrépidoPelissón—,sientramosenreflexiones…—Tienerazón—murmuróFouquet.—¡Monseñor! ¡Monseñor! —gritó Gourville subiendo de cuatro en cuatro los peldaños de la

escalera.—¿Quéhay?—Comosabéis,hesalidoacompañandoalcorreodesuMajestadconeldinero.Puesbien,alllegara

palaciohevisto…—Tomaunpocodealiento,amigomío,estássofocado.—¿Quéhabéisvisto?—preguntaronconimpaciencialosamigos.—Hevistoalosmosqueterosmontaracaballo.—Veis,veis—exclamarontodos.—Nohayqueperderminuto.LaseñoradeFouquetsesalióprecipitadamentealaescalerayordenóqueengancharan.—Señora—dijo laBelliereechándoseenposdeaquéllaydeteniéndola—,porsusalvaciónos lo

ruego,nodemostréisnadanimanifestéislamenoralarma.Pelissónsalióparadisponerqueprepararanlascarrozas.Mientras, Gourville recogió en un sombrero lo que los desconsolados y despavoridos amigos de

Fouquetpudierondepositarenél,últimaofrenda,piadosalimosnahechaporlapobrezaalinfortunio.Llevadosporlosunosysostenidoporlosotros,elsuperintendentefueencerradoensucarroza.Gourvillesesubióalpescanteyempuñólasriendas,yPelissónsostuvoensusbrazosaladesmayada

esposadeFouquet.Encuandoa laBelliere, fuemásenérgica,y recibióelpago, recogiendoelúltimobesodelministro.

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Consejosdeamigo

D’ArtagnanyFouquetpartieronyéstecontalrapidezqueaumentabaeltiernointerésdesusamigos.Losprimerosmomentosdelviaje,omejor,deestafuga,fueronturbadosporelcontinuotemorqueinspirabanalfugitivoloscaballosycochesquetrassíveía.Noeranatural,enefecto,queLuisXIVdejaseescaparsupresa.Eljovenleónhabíahusmeadolacazayteníamuybuenosperrosparaestardescuidado.Mas,insensiblemente,todoslostemoresfuerondesapareciendo:elsuperintendente,afuerzadecorrertomótaldelanteraalosperseguidoresque,razonablemente,nopodíanalcanzarle.Encuantoalhecho,susamigosencontraronunaexcelentedisculpa.¿NodebíairaNantesareunirseconelrey?Puessuprecipitaciónerapruebadesucelo.

LlegócansadoperotranquiloaOrleans,endonde,graciasaloscuidadosdesucorreoquelehabíaprecedido,encontróunahermosaembarcaciónenformadegóndola,peromáslargaypesada,delasqueentonceshacían el servicio entreNantes yOrleanspor elLoira, travesía larga, aúnhoy, que entoncesparecíamás agradable y cómoda que no el camino real con sus caballos de posta y susmalas ymalsuspendidascarrozas.

Fouquetpartióenseguida.Losremeros,sabiendoqueteníanelhonordeconduciralsuperintendentede«hacienda»,seprometíanunabuenagratificaciónsilamerecían.LalanchavolósobrelasaguasdelLoira, serenasy tranquilas, sobre lasque se reflejaban lospurpúreos rayosdeun sol espléndido.Losocho remerosque llevaronaFouquetcomo lasalas llevana lospájaros, eran tantoscuantosnunca seusabanenaquellasembarcaciones,comonofueseparaserviralmismorey.

FouquetdijoasuamigoGourville,estrechándolelamano:—Amigomío,todoestájugado:recuerdatúelproverbio«Losprimerosvandelante»,yColbertno

tratadeadelantarme,Colbertesunhombreprudente.CuandollegóaNantes,Fouquetsubióaunacarroza,quelaciudadleenvió,nosesabeporqué,yse

encaminóalacasadeAyuntamiento,escoltadoporunagranmuchedumbrequedesdehacíaalgunosdíasllenabalaciudadenlaexpectativadeunaconvocatoriadeestados.Apenasinstaladoelsuperintendente,Gourville salióparahacerpreparar loscaballosenuncaminodePoitiersydeVannesyunabarcaenPaimboeuf;y tal fueelmisterio, laactividady lagenerosidadqueaquéldesplegó,quenuncaFouquet,atacadoentoncesporlacalentura,estuvomáscercadesusalvación,salvolacooperacióndelazar.

Circuló aquellanochepor la ciudadel rumordequeel reyvenía apresuradamente en caballosdeposta,yqueseleesperabaentrediezyonce.

Elpueblo,esperandoalrey,seregocijabaviendoalosmosqueteros,reciénllegadosconsucapitánD’Artagnan,yalojadosenelpalacio,enelquedabanguardiasdehonorentodaslaspuertas.

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D’Artagnan, que era muy cortés, como a las diez de la mañana se presentó en la habitación delsuperintendenteparaofrecerlesusrespetos,yaunqueéstesufríadecalentura,yestabahechounmardesudor, se empeñó en recibir aD’Artagnan, que quedó contento de tal distinción, como se verá por laconversaciónqueambostuvieron.

Fouquet se acostó comoquien ama la viday economiza todo loposible el delgadísimohilode laexistencia.

D’Artagnan apareció en el umbral del dormitorio y fue saludado con afabilidad por elsuperintendente.

—Buenosdías,monseñor—respondióelmosquetero—.¿Quétalosencontráisdelviaje?—Bastantebien,gracias.—¿Ylacalentura?—Bastantemal.Comoveis,estoybebiendo.ApenashesentadolaplantaenNantes,leheimpuesto

unacontribucióndetisana.—Loqueprimerodebéisprocuraresdormir,monseñor.—Demuybuenaganaloharía,señordeD’Artagnan.—¿Quéosloimpide,monseñor?—Enprimerlugar,vos.—¿Yo?¡Ah!monseñor…—Sinduda.¿Porventuraaquí,comoenParís,novenísennombredelrey?—¡PorDios!monseñor—replicóelcapitán—,dejadenreposoaSuMajestad.Eldíaquevengade

partedelreyparaloquevosqueréisdecir,osdoypalabradenohaceroslanguidecer.Meveréisempuñarla espada, según la ordenanza, yme oiréis decir de golpe y con ceremonia:Monseñor, os arresto ennombredelrey.Fouquetseestremeció,tannaturalyrobustohabíasidoelacentodelagudogascón,tanparecidahabíasidolaficciónalarealidad.

—¿Meprometéistalfranqueza?—dijoFouquet.—Palabra.Peronohemosllegadoatalextremo.—¿Quéoslohacecreer,señordeD’Artagnan?Yocreolocontrario.—Elquenoheoídohablardenada.—¡Je!¡je!—¡Diantre!veoqueapesardelafiebreestáisdebuenhumor—replicóelmosquetero—.Elreyno

puedenidebeimpedirqueunoosquieradetodocorazón.—¿Y creéis queColbertme quiere también tanto como decís?—repuso elministro haciendo una

mueca.—¿QuiénoshabladeColbert?—dijoD’Artagnan—.Colbertesunhombreexcepcional.Quizánoos

quiera;perolaardillapuedepreservarsedelaculebraporpocoqueseempeñeenello.—Veoquemeestáishablandocomoamigo,señordeD’Artagnan,enmividaheencontradohombre

demásingenioydemáscorazónquevos.—Esfavorquemehacéis;peroosponéisronco,monseñor.Bebed.D’ArtagnantomóunatazadetisanayselaofrecióconlamáscordialamistadaFouquet,quelatomó

ydiolasgraciasconunasonrisa.—Esascosasnolesucedenanadiemásqueamí—exclamóD’Artagnan—.Hepasadodiezañosante

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vuestrasbarbas,cuandoapaleabaiseldinero,distribuíaisenpensionescuatromillonesanuales,sinquerepararaisenmí,yadvertísqueestoyenelmundo,precisamenteenelmomento…

—Enquevoyaderrumbarme.Esverdad,miqueridoseñordeD’Artagnan.Puesbien,sicaigo,tenedporverdadloquevoyadeciros,nopasarádíasinquemedigaamímismoygolpeándomelafrente:¡Ohmortalinsensato!,¡teníaisalamanoalseñordeD’Artagnanynoteservistedeél,ynoleenriqueciste!

—Meenorgullecéis,monseñor—repusoelcapitán—,yestoyencantadodevos.—¿Noesverdadqueestoybienseñalado,capitán?¿Noesverdadqueelreymehatraídoaquípara

aislarmedeParís,dondetengotantosamigos,yparaapoderarsedeBelle-Isle?—DondeestáHerblay—repusoD’Artagnan.Fouquetlevantólacabeza.—Encuantoamí,monseñor—prosiguióD’Artagnan—,puedoafirmarosqueelreynadamehadicho

contravos.—¿Deveras?—Meordenóqueviniera,escierto,yquenadadijesealseñordeGesvres.—Amigomío.—AlseñordeGesvres—continuóelmosquetero—.El reymeordenó tambiénqueme trajeseuna

brigadademosqueteros,locualessuperfluoenlaapariencia,yaqueaquíestátodotranquilo.—¿Unabrigada?—dijoFouquetincorporándose.—Noventayseisjinetes,monseñor,igualnúmeroquetomaronparaarrestaralosseñoresdeChalais,

deCinc-MarsyMontmorency.—¿Qué más? —preguntó el superintendente aguzando los oídos al escuchar aquellas palabras

vertidassinintenciónaparente.—Otras órdenes insignificantes, tales comoguardar el palacio, vigilar todas las habitaciones y no

dejarqueestédecentinelaningúnsoldadodelseñorGesvres,vuestroamigo.—Yrespectodemí,¿quéórdenesosdioSuMajestad?—Nadamedijo.—SeñordeD’Artagnan,vaenellomihonra,yquizámivida.¿Nomeengañáis?—¿Yoengañaros?,¿conquéobjeto?¿Acasoestáisamenazado?Ahora,tocantealascarrozasyalas

barcas,sí,hayunaorden…—¿Unaorden?—Sí,monseñor,peronoosconcierne.Esunasimpledisposicióndepolicía.—¿Cuál,capitán?,¿cuál?—QuenopuedesalircaballonibarcadeNantessinsalvoconductofirmadodelrey.—¡Diosmevalga!pero…—Bien—repusoD’Artagnanriéndose—,peroesaordennoestarávigentehastaquehayallegadoSu

MajestadaNantes.Yaveispues,quelaordennadatienequeverconvos.Fouquetsequedópensativo;peroelmosqueterohizocomoquenoadvertíasupreocupación.—Para que yo os confíe el tenor de las órdenes queme han dado—prosiguióD’Artagnan—, es

menesterqueosprofesehondoafectoyquetengaempeñoenqueningunavayadirigidacontravos.—Sinduda—repusocondistracciónelministro.—¿Sabéis,señorFouquet,quesienlugardehabérmelasconunhombrecomovos,quesoisunode

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los primeros del reino, me las hubiera con una conciencia turbada e inquieta, me comprometía parasiempre? ¡Qué buena ocasión la presente para quien quisiere poner tierra por medio! Ni policía, niguardias,niórdenes; libreelagua,expeditoelcamino,el señordeD’Artagnanobligadoaprestar suscaballossiselospidieran…Esodebetranquilizaros,monseñor;porqueesobvioque,desustentarmalosdesignios,el reynomehabríadejadotanindependiente.Enverdad,señorFouquet,pedidmecuantoosagrade; estoy a vuestra disposición. Lo único que reclamo de vos, si consentís, es que de mi partesaludéisaAramisyaPorthos,digosiosembarcáisparaBelle-Isle,comotenéisderechoahacerlo,enelacto,debata,comoestáis.

Con esto y una profunda reverencia, el mosquetero, cuyasmiradas no habían perdido nada de suinteligentebenevolencia,saliódeldormitorioydesapareció;peroaunnohabíalegadoalasgradasdelvestíbulo,cuandoFouquet,fueradesí,tiródelcordóndelacampanillaygritó:

—¡Miscaballos!,¡miesquife!Elsuperintendente,alverquenadielerespondía,sevistióconloqueencontróamano.—¡Gourville!…¡Gourville!…—gritóelministro.Gourvilleentrópálidoyjadeante.—¡Partamos!,¡partamos!—exclamóelsuperintendentealverasuamigo.—Esdemasiadotarde—contestóGourville.—¡Demasiadotarde!,¿porqué?—¡Escuchad!Anteelpalacioseoíaelrumordetrompetasytambores.—¿Quéeseso,Gourville?—Llegaelrey,monseñor.—¡Elrey!—Elrey,quehavenidoamarchasforzadasyreventandocaballosysehaanticipadoochohorasa

todosloscálculos.—¡Estamosperdidos!—murmuróFouquet—.¡Ah!buenD’Artagnan,hashabladodemasiadotarde.Enefecto,enaquelinstanteelreyllegabaaNantes,yapocotronaronloscañonesdelasmurallasy

losdeunbuquedeguerraancladoenelrío.Fouquetfruncióelceño,llamóasusayudasdecámaraehizoquelepusieraneltrajedeceremonia.Desdesuventanayaltravésdelascortinas,elministroviolaimpacienciadelpuebloygrannúmero

desoldadosquehabíanseguidoalpríncipesinquepudieseadivinarsecómo.Elreyfueconducidoapalaciocongranpompa,yFouquetlevioapearsealpiedelrastrilloyhablar

aloídodeD’Artagnanqueleteníaelestribo.Apenaselreyhubopasadolabóvedadeentrada,elcapitánseencaminóacasadeFouquet,perocon

lentitudyparándosetantasvecesparahablarasusmosqueteros,formadosenlínea,quenoparecíasinoquecontabalossegundosalospasosantesdecumplirlacomisiónqueledioelrey.

Alverleenelpatio,elsuperintendenteabriólaventanaparahablarconél.—¡Cómo!¿«aún»estabaisaquí,monseñor?—preguntóD’Artagnan.—Sí,señor—respondióFouquetexhalandounsuspiro—;lallegadadelreymehasorprendidoenlo

mejordemisproyectos.—¡Ah!,¿sabéisqueelreyacabadellegar?

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—Lehevisto.¿Yahoravenísdesuparte?—Ainformarmedevuestrasalud,monseñor,ysinoesdemasiadodelicada,rogarosqueospresentéis

enpalacio.—Sinperderminuto,señordeD’Artagnan.—¡Malhaya!—repusoelcapitán—;desdequeelreyestáaquí,yanadieesdueñodepasearseasu

albedrío;ahoraestamosbajoelimperiodelaconsigna,tantovoscomoyo.Fouquet exhalóotro suspiro, subió auna carroza, tanta era sudebilidad, y se encaminó apalacio,

escoltadoporD’Artagnan,cuyacortesíaeraahoratanespantosacomoconsoladorayalegrehabíasidopocoantes.

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CómoelreyLuisXIVhizosupequeñopapel

AlapearseFouquetparaentrarenelpalaciodeNantes,unhombredelpuebloseleacercóconelmayorrespetoyleentregóunacarta.

D’Artagnanimpidióqueaquelhombrehablaseconelministro,ylealejó,perolacartaestabayaenmanos del superintendente, que la abrió y la leyó, dando muestras de un vago terror que no pasóinadvertidoalmosquetero.Fouquetmetió lacartaen lacarteraysiguióhacia lashabitacionesdeLuisXIV.

Altravésdelasventanillasabiertasencadapisodel torreón,ysubiendotrasFouquet,D’Artagnanvioenlaplazacómoelhombredelacartamirabaentornodesíyhacíaseñalesaotrosquedesaparecíanpor las calles inmediatas después de haber repetido las señales hechas por el personaje que hemosindicado.

AFouquetlehicieronesperarunratoenlaazoteaquehemoscitado,quedabaaunpasillojuntoalcualhabíandispuestoeldespachodelrey.

D’Artagnan se adelantó entonces al superintendente, aquienhabía acompañado respetuosamente,yentróenelgabinetedesuMajestad.

—¿Y bien?—le preguntó Luis XIV, que al verle entrar cubrió con un gran paño verde el bufeteatestadodepapeles.

—Estácumplidalaorden,Sire.—¿YFouquet?—Elseñorsuperintendenteestáahí—replicóD’Artagnan.—Queleintroduzcanaquídentrodediezminutos—dijoelreydespidiendoconunademánalgascón.Éste salió, pero apenas hubo llegado al pasillo, al extremo del que Fouquet estaba aguardando,

cuandovolvióallamarlelacampanilladelmonarca.—¿Nohamanifestadoextrañezaalguna?—preguntóLuisXIV.—¿Quién,Sire?—«Fouquet»—repitióelreysindecirseñor,particularidadqueconfirmóensussospechasalcapitán

demosqueteros.—No,Sire.—Estábien,podéismarcharos.Fouquetnosehabíamovidodelaazoteadondeledejósuguía,yestabaleyendonuevamentelacarta,

concebidaenestostérminos:

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Setramaalgocontravos,ysinoseatrevenenpalacio,serácuandoregreséisavuestracasa,yacercadaporlosmosqueteros.Noentréisenella,sinodirigiosdetrásdelaexplanada,dondeosesperauncaballoblanco.

Fouquet había reconocido la letra y el celo de Gourville, y no queriendo que, de sobrevenirle unadesgracia, aquel papel pudiese comprometer a su fiel amigo, hizomil pedazos la carta y la arrojó alvientoporelpretildelaazotea.

D’Artagnansorprendióalsuperintendentemientrasésteestabamirandorevolotearporelespaciolosúltimospedazosdelacarta.

—El rey os aguarda,monseñor—dijo elmosquetero. Fouquet avanzó con ademán resuelto por elpasillo,enelque trabajabanBrienneyRose,mientrasSaint-Aignán,sentadoenunasillitano lejosdeellosyconlaespadaentrelaspiernas,parecíaestaresperandoórdenesybostezaba.

AFouquetleparecióextrañoqueBrienne,RoseySaint-Aignán,siempretancortesesyobsequiosos,apenas sehubiesenmovidoal pasar él, el superintendente.Pero ¿quépodía esperarde los cortesanosaquelaquienelreyyasolamentellamabaFouquet?

Elministroirguiólacabeza,y,resueltoaarrostrarlotododefrente,entróenelgabinetedeLuisXIVtanprontounacampanillaqueyanosesconocidalehuboanunciadoaSumajestad.

Luislesaludóconlacabeza,sinlevantarse,ylepreguntóconinterésporsusalud.—Estoyconunaccesodefiebre,Sire—respondióelsuperintendente—;peroalaordendeVuestra

Majestad.—Bien:mañanasereúnenlosestados;¿tenéispreparadoalgúndiscurso?—No,Sire;peroimprovisaréuno.Conozcobastantelosasuntosquevanatratarseparanoquedarme

cortado.Sóloquerríahacerunapregunta:¿medaVuestraMajestadlicenciaparaqueseladirija?—Hacedla.—¿Porqué,siendovuestroprimerministro,Sire,noosdignasteisadvertirmeenParís?—Porqueestabaisenfermoynoqueríacausarosfatigaalguna.—Nuncame fatiganel trabajoy lasexplicaciones,Sire,ypuesha llegadoparamíelmomentode

pedirunaexplicaciónamisoberano…—¿Sobrequé?—SobrelasintencionesdeVuestraMajestadrespectodemí.LuisXIVsesonrojó.—Sire—prosiguióFouquetconviveza—,hesidocalumniadoydeboprovocarunainformación.—Habláisinútilmente—replicóelmonarca—:yoséloquesé.—Vuestramajestad no puede sabermás que lo que le han dicho, y yo no os he dicho nada, Sire,

mientraslosdemáshanhabladoquéséyocuántasveces.—¿Qué queréis decir? —prorrumpió Luis XIV anheloso de dar fin a aquella embarazosa

conversación.—Voyalhecho,Sire,yacusoaunhombredeperjudicarmeantevos.—Nadieosperjudica,señorFouquet.—Estarespuesta,Sire,mepruebaqueyoteníarazón.—SeñorFouquet,nomegustaqueacusen.—¡Cuándounoesacusado!

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—Basta,yahemoshabladodemasiadosobreesto.—¿LuegoVuestraMajestadnoquierequemejustifique?—Osrepitoquenoosacuso.Es evidente que ha tomado una resolución, pensó Fouquet retrocediendo un paso y haciendo una

ligera inclinación con la cabeza. Sólo tiene esa obstinación el que no puede volverse atrás. Seríamenesterestarciegoparanoverahoraelpeligro,vacilarseríaunanecedad.Yenvozaltapreguntó:

—¿MehaenviadoabuscarVuestraMajestadparaalgúntrabajo?—No,sinoparadarosunconsejo.—Loesperoconelmayorrespeto,Sire.—Descansad;noprodiguéismásvuestrasfuerzas.Lasesióndelosestadosserácorta,ycuandomis

secretarioslahayancerrado,noquieroqueenFranciasehabledehaciendaenquincedías.—¿NadatienequedecirmeVuestraMajestadsobrelareunióndelosestados?—No.—¿Amí,superintendentedehacienda?—Osruegoquedescanséis;nadamástengoquedeciros.Fouquetsemordióloslabiosybajólacabezaconseñalesevidentesdemeditaralgograve.—¿Acasoosfastidiaverosobligadoadescansar?—dijoelrey,contaminadoporlainquietudquese

veíaenelrostrodelministro.—Sí,Sire,noestoyacostumbradoalreposo.—Estáisenfermoyesmenesterqueoscuidéis.—¿NomehahabladoVuestraMajestaddeundiscursoquedebepronunciarsemañana?Estapreguntaleturbó,elreynorespondió.Fouquetsintióelpesodeaquellavacilación,ycreyóverenlosojosdelpríncipeelpeligroqueél

precipitaríaconsusrecelos.«Sihagoverquetengomiedo»,pensóelministro,«estoyperdido».Almonarca,leteníadesasosegadoladesconfianzadeFouquet.«Comolaprimerapalabraquemedirijaseadura»,continuóelministropensando,«siseirritaofinge

irritarse para tomar un pretexto, ¿cómo salgo del apuro? Suavicemos la pendiente. Gourville teníarazón».Yalzandolavoz,dijodepronto:

—Sire, pues veláis por mi salud hasta el punto de dispensarme de todo trabajo, ¿os dignaríaisexcusarme de asistir al consejo demañana?Así podría pasar en cama el día, y probaría un remediocontraestasmalditasfiebressituvieseisabiencedermevuestromédico.

—Concedido.Osenviarémilicenciaparamañana,osenviarémimédico,yrecobraréislasalud.—Gracias,Sire—dijoFouquetinclinándose.Ytomandounaresoluciónprosiguió:—¿TendrélahonradeconduciraVuestraMajestadaBelle-Isle,amicasa?—Elministromirócaraa

caraalreyparajuzgardelefectodesuproposición.—¿Sabéisloquedecís?—replicóelmonarcasonrojándoseotravezyesforzándoseensonreírse—.

¿Belle-Islevuestracasa?—Escierto,Sire.—¿Habéisolvidado—prosiguióLuisXIVconelmismotonojovial—,quemedonasteisBelle-Isle?—No lo he olvidado, Sire, pero como todavía no habéis tomadoposesión de ella, ahora podríais

hacerlo.

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—Conmuchogusto.—PorotraparteéstaeralaintencióndeVuestramajestad,queeralamía,ynosabríadeciroscuán

satisfechoyorgullosomehesentidoalvervenirdeParístodalacasamilitardelreyparaesatomadeposesión.

—Nohetraídosolamenteparaesoamismosqueteros—balbuceóelrey.—Losupongo—dijoconvivezaelsuperintendente—:VuestraMajestadsabemuybienquelebasta

irsoloaBelle-Isleconunbastoncitoparaqueasupresenciasederrumbentodaslasfortificaciones.—No—exclamóelrey—,noquieroqueunasfortificacionestancostosassederrumben.Quedenen

piecontralosholandesesylosingleses.LoqueyodeseoverenBelle-Isle,noloadivinaríais:sonlashermosas campesinas, solteras y casadas, del interior o de la costa, que bailan tan bien y son tanseductoras con sus sayas rojas. Me han dicho grandes alabanzas de vuestras vasallas, señorsuperintendente;mostrádmelas.

—CuandoVuestraMajestadquiera.—¿Tenéisdispuestoalgúnbuque?—No,Sire—respondió el superintendente, que vio la poco hábil indirecta—; como ignoraba que

VuestraMajestadtuvierataldeseo,ysobretodoquetuviesetantaprisaporveraBelle-Isle,nohehechopreparativos.

—Sinembargo,¿notenéisunaembarcación?—Cincoposeo,Sire,perounasestánenPortyotrasenPaimboeuf,yparalegaradondeestányhacer

quevengan,senecesitanalomenosveinticuatrohoras.¿QuiereVuestraMajestadqueenvíeuncorreooquevayayoporalgunadeellas?

—Dejadquepasevuestracalentura.Aguardadamañana.—Decísbien,Sire…¿Quiénsabequéideastendremosmañana?—replicóFouquet,yalibredetoda

dudaeintensamentepálido.Elreyseestremecióyalargólamanohaciasucampanilla;peroelministroseleanticipó,diciendo:—Sire,medalacalenturayestoytiritando.Siestoyaquíunsegundomás,esfácilquemedesmaye.

DémeVuestramajestadlicenciaparairaacostarme.—En efecto, tiritáis, y da compasión veros. Recogeos, señor Fouquet; ya enviaré a preguntar por

vuestrasalud.—VuestraMajestadmecolmadeatenciones.Dentrodeunahoraestarémuchomejor.—Quieroquealguienosacompañe—dijoelrey.—Comoosplazca,Sire;debuenaganameapoyaríaenelbrazodealguno.—¡SeñordeD’Artagnan!—gritóelreytocandodelacampanilla.—¡Oh!Sire—repusoFouquetriéndosedeunmodoquediocalambresalsoberano—,¿paraqueme

acompañeamicasamedaisalcapitándemosqueteros?Esunhonormuyequívoco,Sire.Mebastaunsimplelacayo.

—¿Porqué,señorFouquet?¿NomeacompañaamíelseñordeD’Artagnan?—Sí,Sire;perocuandoosacompañaesparaobedecer,entantoqueyo…—¿Qué?—Entantoqueyo,Sire,sientroenmicasaconvuestrocapitándemosqueteros,lagentevaadecir

quehabéismandadoarrestarme.

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—¡Arrestaros!—profirióLuisXIV,poniéndosetodavíamáspálidoqueFouquet.—¿Por qué no, Sire? —prosiguió Fouquet sin cesar de reírse—. Y apostaría que algunos se

alegraríandeello.Esta salida desconcertó al monarca que, gracias a la habilidad de Fouquet, retrocedió ante la

aparienciadelgolpequeestabameditando,yalverentraraD’Artagnan,ordenóaéstequedesignaraunmosqueteroparaqueacompañasealsuperintendente.

—Es inútil—repusoFouquet—;espadaporespada,prefieroaGourville,quemeestáaguardandoabajo;peroestonoimpidequeyogocedelacompañíadelseñorD’Artagnan,quemegustaríaquevieseBelle-Isle,siendotanperitoenmateriadefortificaciones.D’Artagnanseinclinósincomprendernada.

Fouquethizounanuevareverencia,ysesalióafectandolalentituddelhombrequesepasea;unavezfueradepalacio,dijoentresímientrasdesaparecíaentrelamuchedumbre:

—Estoysalvado.Si,verásaBelle-Isle,reyinfame,perocuandoyanoestaréenella.—Capitán—dijoelreyalmosquetero—,vaisaseguiralseñorFouquetacienpasosdedistancia.Se

encaminaasucasa,yallávaisairvostambién;learrestáisenminombreyleencerráisenunacarroza.—¿Enunacarroza?Corriente.—Demaneraqueporelcaminonopuedahablarconpersonaalguna,niarrojarningúnescrito.—LoqueVuestraMajestadmeordenaesmuydifícil;yonopuedohacermorirporasfixiaalseñor

Fouquet,ysimepidequeledejerespirar,novoyaimpedírselocerrandocristalesycortinillas.Yaveis,pues,quepuedegritaryarrojarpapelesporlaventanilla.

—Yestáprevistoelcaso;losdosinconvenientesdequeacabáisdehablarlosobviaráunacarrozaconunenrejadodehierro.

—¡Ah!—exclamóD’Artagnan—;perocomonohayquienlabreenmediahoraunenrejadodehierroparaunacarroza,yVuestraMajestadmeordenaquevayaenseguidaacasadelseñorFouquet…

—Yaestá—replicóelrey.—Estoesdistinto—repusoelcapitán.—Todoestápronto,yelcocheroyellacayoaguardanenelpatiodeservicio.—SólomefaltapreguntaradóndedeboconduciralseñorFouquet—dijoD’Artagnaninclinándose.—PorahoraalcastillodeAngers.Luego,veremos.¡Ah!yahabéisnotadoqueparaarrestaralseñor

Fouquetnomevalgodemisguardias,locualpondráfuriosoalseñordeGesvres.Estoquieredecirquetengoconfianzaenvos.

—Yalosé,Sire,yesinútilqueloponderéis.—Oslohedichoconelobjetodemanifestarosquesi,porcasualidad,porunacasualidadcualquiera,

elseñorFouquetseevadiera…Porquesehandadocasos,señorcapitán…—Confrecuencia,Sire;peroesovaconlosdemás,noconmigo.—¿Porquénoconvos?—PorqueporuninstantehetenidolaideadesalvaralseñorFouquet.Elreyseestremeció.—Porque—prosiguió el capitán—, habiendo adivinado yo vuestro plan sin que vosme hubieseis

dicho sobre él una palabra, y siéndome simpático el señor Fouquet, al intentar salvarlo estaba enmiderecho.

—Enverdad,nopodéistranquilizarmerespectodevuestrosservicios—repusoelsoberano.

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—Siyo lo hubiese salvado entonces,mi inocencia no pudiera negarse; yme aventuro a decir quehabría obrado bien, porque el señor Fouquet no es un criminal. Pero en vez de escucharme, se haentregadoenbrazosdeldestino,yhadejadoescaparlahoradelalibertad.Elsufrirálasconsecuencias.Ahoraherecibidoórdenesparamíineludibles;porlotanto,dadporarrestadoalseñorsuperintendente,Sire,yporencerradoenelcastillodeAngers.

—Todavíanolehabéisechadolamano,capitán.—Esto es cosa mía; cada uno a lo suyo, Sire. Lo único que os digo, es que lo reflexionéis con

madurez.¿MedaisformalmentelaordendearrestaralseñorFouquet,Sire?—Nouna,sinomilvecesosladoysifueramenester.—Puesvengaporescrito.—Aquíestá.D’Artagnan la leyó, saludó al monarca, salió, y al legar a la azotea vio pasar todo satisfecho a

Gourvilleendireccióndelacasadelsuperintendente.

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Elcaballoblancoyelcaballonegro

—Essorprendente—dijoentresíelgascón—;¡Gourvillecorriendoalegreporlacalle,cuandoestácasisegurodequealseñorFouquetleamagaunpeligro,ycuandoestambiéncasisegurodequeélesquienha avisado al superintendente pormedio de la carta que éste ha rasgado enmil pedazos aquímismo!¿Gourvilleserestriegalasmanos?señaldequehahechoalgodeprovecho.¿Dedóndevendrá?LlegaporlacalledelasHierbas.¿Adóndevaapararesacalle?

D’ArtagnanmiróporencimadelascasasdeNantes,dominadasporelpalacio,lalíneatrazadaporlascalles,comopudierahaberlohechoenelplanotopográfico;sóloqueenvezdeunpapelextendido,vacíoydesierto,elplanovivienteselevantabaenrelieveconlosmovimientos,elvoceríoylasfigurasde personas y cosas. Extramuros se extendía la verde llanura, cerrada por el encendido horizonte ysurcadaporlasazuladasaguasdelLoirayporlasverdinegrasaguasdelospantanos.DelaspuertasdeNantespartíandosblancoscaminosquedivergíancomodosdedosseparadosdeunamanogigantesca.

D’Artagnan,quehabíaabrazadoconunamiradatodoelpanorama,siguiendolalíneadelacalledelasHierbas,fueapararconlavistaalpuntodepartidadeunodeloscaminos:yyasedisponíaasalirdelaazoteaparaentrareneltorreónybajarabuscarlaenrejadacarrozaparairseacasadelseñorFouquet,cuandolellamólaatenciónalgoqueavanzabaporaquelcamino.

—¿Quéesaquelloquesemuevealláabajo?—dijoentresíelmosquetero—.Uncaballo,uncaballodesbocadosinduda.

Elobjetomovedizoseseparódelcaminoysemetióporlossembrados.—¡Uncaballoblanco!—continuóelgascón,queacababadeverresaltarelcolordelanimalsobrela

oscuraalfalfa—;¡ylomontaalguno!Defijoqueeljineteesunmuchacho,yqueelcaballo,sediento,lollevaaldiagonalmentehaciaunabrevadero.

El caballo blanco corría, corría siempre hacia el Loira a cuyo extremo se veía una pequeñaembarcación.

—¡Oh!¡Oh!—murmuróelmosquetero—,sólounhombrequehuyecorrede talsuerteal travésdetierras de labor; sólo unFouquet, un hacendista puede correr así en pleno día ymontando un caballoblanco:sólounseñordeBelle-Islepuedehuirhaciaelmar,cuandoentierrahaybosquestancerrados;ysólohayunD’ArtagnanenelmundocapazdealcanzaraFouquet,quellevamediahoradedelantera,yantesdeunahorahabrállegadoalaembarcaciónqueleespera.

Dicho esto, el gascón mandó que la carroza del enrejado saliese a escape hacia un bosquecillosituadofueradeNantes,y,escogiendosumejorcaballo,subiósobreél,echóporlacalledelasHierbas,ytomó,noelcaminoquellevabaFouquet,sinolaorilladelLoira,segurodequeasíganaríadiezminutos

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sobreel totaldel trayecto,y, en la intersecciónde lasdos líneas, alcanzaríaal fugitivo,quenopodíapresumirqueporaquelladolepersiguiesen.

Enlarapidezdesucarrera,conlaimpacienciadelperseguidor,animándosecomoenlacazayenlaguerra,D’Artagnan,tanamableytanbuenoconFouquet,sevolvióferozycasosanguinario.

Mientrascorrióporlargotiemposinveralcaballoblanco,sufurortomótodosloscaracteresdelarabia. Dudando de sí mismo, supuso que Fouquet se había abismado en un camino subterráneo, ocambiadoelcaballoblancoporunodeaquellosfamososcaballosnegros,velocescomoelviento,queD’Artagnanadmirabayenvidiara tantasvecesenSanMandé.Enaquellosmomentos,cuandoelvientoescocía losojosy le arrancaba lágrimas,y la sillaquemaba,y el caballo, abiertas sus carnespor lasespuelas,rugíadedoloryhacíavolarconsuspieslaarenaylosguijarros,D’Artagnanlevantábasesobresusestribos,yalnovernadaenel aguanibajo laarboleda,buscabaenel airecomoun insensato,ydevoradoporeltemordelridículo,decíasincesar:

—¡Yo!,¡yoburladoporunGourville!Sediráqueenvejezco,oqueherecibidounmillónparadejarhuiraFouquet.

Yhundíasusespuelasenlosijaresdesucaballo,queendosminutoshabíarecorridounalegua.Derepenteyalextremodeunadehesa,allendelavalla,D’Artagnanvioaparecerydesaparecerpara

aparecer de nuevo y permanecer visible en un terreno más elevado, una forma blanca que le hizoestremecersedealegríayserenarseenseguida.

Seenjugólafrente,abriólasrodillas,y,recogiendolasriendas,moderóelpasodelvigorosoanimal,sucómpliceenaquellacazadelhombre.

Entoncespudoestudiarlaformadelcamino,ysusituaciónrespectodeFouquet.Éstehabíafatigadoasucaballoalatravesarlastierras,yconociendocuánnecesarioleerallegara

unsuelomásduro,buscabaelcaminoporlasecantemáscorta.D’Artagnan seguí en línea recta por la pendiente del acantilado que le ocultaba a la vista de su

enemigo, para cortarle el paso al llegar al camino, donde iba a principiar la verdadera carrera, aentablarselalucha.

D’Artagnandejórespirarasucaballo,notóqueelsuperintendentehacíalomismoconelsuyo.Perocomo ambos llevaban demasiada prisa para continuarmucho tiempo a aquel paso, el caballo blancopartió como una flecha en cuanto pisó en terrenomás resistente. D’Artagnan aflojó las riendas, y sucaballonegrotomóelgalope.

Ambosseguíanelmismocamino; loscuádruplesecosde lacarrera seconfundían;FouquetaunnohabíaadvertidolapresenciadeD’Artagnan.Peroallasalidadelapendiente,sólounecohiriólosaires,eldelospasosdelacabalgaduradelmosquetero,queproducíaelefectodeltrueno.

Fouquetsevolvió,yalverauncentenardepasosasuespaldaasuenemigoinclinadohastaelcuellodesucorcel,yanodudóqueleperseguíaunmosquetero,alqueconocióporsubruñidotahalíysurojacasaca.Fouquet,pues,aflojótambiénlasriendasasucaballo,quepusoentreélysuadversarioveintepiesmásdedistancia.

—¡Ah! —dijo entre sí D’Artagnan con inquietud—, el caballo que monta Fouquet no es de losordinarios.

Yexaminólasparticularidadesdeaquelcorcel;vioqueteníaredondalagrupa,largayenjutalacola,patasdelgadasysecascomoalambresycascosmásdurosqueelmármol.

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D’Artagnanpicóasucaballo,peroladistanciacontinuósiendoigual.Elmosqueteroprestóoídoatentoperonooyóniunresoplidodelcaballoblanco,noobstantedejar

atráslosvientos.Elcaballonegro,porelcontrario,empezabaaroncarcomosilehubiesedadounataquedetos.—Aunquerevientemicaballo—pensóD’Artagnan—,debodarlealcance.Y rasgando labocadelpobreanimaly lacerándole lascarnesvivasconsusespuelas, logróganar

sobreFouquetunasveintetoesas,esdeciratirodepistola.—¡Animo!¡Animo!—murmuróelmosquetero—;elcaballoblancoquizásedebilitetambién,ysino

cae el caballo, caerá su amo. Pero caballo y caballero, continuaron derechos unidos, y poco a pocoganaronterreno.

D’Artagnan lanzó un grito salvaje que hizo volver el rostro al Fouquet, cuyamontura conservababastantesfuerzas.

—¡Famosocaballo!—dijoconroncavozD’Artagnan—.¡Votoaldiablo!señorFouquet,ennombredelrey,daospreso.—YalverqueFouquetnorespondía,aulló—:¿Mehabéisoído,señorFouquet?

ElcaballodeD’Artagnandiounpasoenfalso.—Sí,contestólacónicamenteelministro.D’Artagnanestuvoparavolverseloco,lasangreafluyóalassienesyalosojos.—¡Ennombredelrey,deteneros,uosderribodeunpistoletazo!—gritóelmosquetero.—Derribadme—exclamó Fouquet corriendo siempre. D’Artagnan tomó una de sus pistolas y la

amartilló,esperandoqueelruidoalamartillarladetendríaasuenemigo.—Tambiénvoslleváispistolas,defendeos—ledijo.Fouquet volvió el rostro, ymirando al gascón cara a cara, se desabrochó con lamanoderecha el

jubón;peronotocóalaspistoleras.Entreellosapenashabíaveintepasos.—¡Voto al diablo! —exclamó D’Artagnan—, no os asesinaré; si no queréis disparar contra mí,

rendíos.¿Quéeslaprisión?—Prefieromorir—respondióFouquet—;asísufrirémenos.—Bueno,osprenderévivo—repusoD’Artagnanlocodedesesperaciónyarrojandosupistola.Yhaciendounprodigiodequesóloeraélcapaz,pusosucaballoadiezpasosdelcaballoblanco;ya

estirabalamanoparaagarrarsupresa,cuandoFouquetexclamó:—Matadme;esmáshumano.—No,vivo,vivo.PeroelcaballodeD’Artagnandiootropasoenfalso,yperdióterreno,yFouquetseadelantó.Algalopedesencadenadohabíaseguidoeltrotelargo,yaésteelsimpletrote;lacarreraparecíatan

frenéticacomoalprincipioaaquellosfatigadosatletas.—¡A vuestro caballo, no a vos!—gritó D’Artagnan fuera de sí, empuñando la segunda pistola y

disparandosobreelcaballoblanco.Elanimal,heridoenlagrupa,diounbrincoterribleyseencabritó;peroeldeD’Artagnancaíamuerto.

—Estoy deshonrado —dijo entre sí el mosquetero—, soy un miserable. —Y levantando la voz,añadió—:Señor Fouquet, por favor, echadmeuna de vuestras pistolas para levantarme la tapa de lossesos.

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Fouquetsiguiósumarcha.—¡Porfavor,porfavor!—exclamóD’Artagnan—,loquenoqueréisenesteinstante,leharédentro

deunahora.Hacedmeestefavor,señorFouquet:dejadmequememateaquí,enestecamino,yasímorirécomounvalienteestimado.

Fouquetcontinuótrotandoycallado.D’Artagnanechóacorrertrassuenemigo,ysucesivamentefuearrojandoalsuelosusombreroysu

casaca,que le incomodaban, lavainade suespada,que se lemetíaentre laspiernas,yporúltimonopudiendosostenerlaenlamano,suespada.

Elcaballoblancoagonizaba,yD’Artagnanibaacercándose.Agotadasyalasfuerzas,elanimalpasódel trote al paso corto, y poseído del vértigo y echando sangre y espuma por la boca, movíaviolentamentelacabeza.D’Artagnanhizounesfuerzodesesperado;deunbrincoseechósobreFouquet,yasiéndoledeunapierna,dijoconvozentrecortadayjadeante:

—Os arresto en nombre del rey. Ahora sacadme los sesos de un pistoletazo, los dos habremoscumplidoconnuestrodeber.Fouquetarrojólejosdesí,alrío, lasdospistolasdequepudierahaberseapoderadoelgascón,yseapeó,diciendo:

—Meentrego.Ahoraapoyaosenmibrazo,puesvaisadesmayaros.—Gracias—murmuróD’Artagnanqueefectivamente,sintióque le faltaba la tierrayelcielose le

veníaencima,ycayósinfuerzasysinaliento.Fouquetbajóalrío,recogióaguaensusombrero,yvolviendoadondeelmosquetero,lerefrescólas

sienesylevertióalgunasgotasenloslabios.D’Artagnanseincorporó,mirandoalrededoryalveralministroconsuhumedecidosombreroenla

manoysonriendoconinefabledulzura,exclamó:—¡Cómo!,¿nohabéishuido?¡Ah,monseñor!,enpuntoalealtad,corazónyalma,elverdaderoreyno

eselLuisdelLouvre,nielFelipedeSantaMargarita,sinovos,elproscrito,elcondenado.—Pero¿cómovamosaarreglarnospararegresaraNantes?Estamosmuylejos.—Esverdad—contestóelmosquetero.—Quizáselcaballopuedaregresar.¡Eratanbuencorcel!subíossobreél,señordeD’Artagnan;yo

iréapiehastaquehayáisdescansado.—¡Pobrebestia!¡Herida!—dijoelgascón.—Todavíapodrácaminar,laconozco:peromontemossobreellalosdos.—Probemos—repusoelcapitán.Cuandoelcaballosintióeldoblepeso,vaciló:masserepusoyanduvoporalgunosminutos,luego

cayójuntoalcaballonegro.—Eldestinoquierequevayamosapie;magníficopase—dijoFouquetapoyándoseenelbrazode

D’Artagnan.—Maldíaparamí,¡votoamilbombas!—exclamóelmosqueteroconlamiradafija,frunciendoel

ceñoyelcorazóntriste.LentamentehicieronFouquetyD’Artagnanlascuatroleguasquelesseparabadelbosque,traselcual

lesesperabalacarrozaconunaescolta.AlverFouquetlasiniestramáquina,sevolvióhaciaD’Artagnan,queavergonzadoporLuisXIVbajólosojos,ydijo:

—Pocogenerosoeselhombrequehaconcebidolaidea,señordeD’Artagnan,yesehombrenosois

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vos.¿Paraquéeseenrejado?—Paraimpedirosquearrojéisporlaventanillaalgúnescrito.—Esingenioso.—Pero,sinoescribir,podéishablar.—¿Convos?—Siosplace.Fouquetsequedópensativo,ydespuésdijo,mirandocaraacaraalcapitán.—Unasolapalabra;¿laretendréis?—Sí,monseñor.—¿Latrasmitiréisaquienyoquiero?—Latrasmitiré.—«SanMandé»—dijoenvozbajaFouquet.—Estábien.¿Yaquiéntengoquetransmitirla?—AlaseñoradeBelliereoaPelissón.—Loharé.LacarrozaatravesóNantesytomóelcaminodeAngers.

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Enelcuallaardillacaeylaculebravuela

Eran lasdosde la tarde,yel rey, inquieto, ibayveníadesugabinetea laazotea,abriendodevezencuandolapuertadelcorredorparaverloquehacíansussecretarios.

Colbert, sentado en el mismo sitio en que Saint-Aignán pasó tanto tiempo por la mañana, estabaconversandoenvozbajaconBrienne.LuisXIVabriódeprontolapuertaylespreguntó:

—¿Dequéestáishablando?—Delaprimerasesióndelosestados—respondióBriennelevantándose.—Estábien—repusoelmonarcaentrandootravez.Cincominutosdespuéslacampanillallamóarose,porseryalahoradedespacho.—¿Habéisacabadovuestrascopias?—preguntóelrey.—Aunno,Sire.—VedsiharegresadoelseñordeD’Artagnan.—Todavíano.—¡Esextraño!—murmuróelrey—.LlamadalseñorColbert.Colbertentró.—Señor Colbert —dijo el rey con viveza—, sería del caso indagar qué ha sido del señor de

D’Artagnan.—¿YdóndequiereVuestraMajestadqueselebusque?—repusocontodacalmaelintendente.—¿Nosabéisadóndeleheenviado?—replicóconasperezaelmonarca.—VuestraMajestadnomelohadicho.—Haycosasqueseadivinan,ysobretodovoslasadivináis.—Yopuedosuponer,peromeestávedadoadivinardeltodo.ApenasColbert dijo esto, una vozmás ruda que la del rey interrumpió la conversación empezada

entreelmonarcayelintendente.—¡D’Artagnan!—exclamóLuisXIVllenodealegría.—Sire—preguntóelmosquetero,pálidoydepésimohumor—,¿hasidoVuestraMajestadquienha

dadoórdenesamismosqueteros?—¿Quéórdenes?—preguntóelrey.—RespectodelacasadelseñorFouquet.—No—contestóLuis.—¡Ah!—repusoD’Artagnanroyéndoseelbigote.YseñalandoaColbert,añadió—:Nomeengañé,

esesecaballero.

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—¿Quéorden?Vamosaver—dijoelmonarca.—Laderevolvertodalacasa,apalearaloscriadosyempleadosdelseñordeFouquet,fracturarlos

cajones,enunapalabra,saquearunamoradatranquila.Esoesunasalvajada,¡votoaldiablo!—¡Caballero!…—repusoColbertintensamentepálido.—SeñorColbert—atajóD’Artagnan—,sóloelreytieneelderechodemandaramismosqueteros.A

vososlovedo,yanteSuMajestadoslodigo.¿Oshabéisfiguradoqueuncaballeroqueciñeespadaesunbergantequellevalaplumaalaoreja?

—¡D’Artagnan!¡D’Artagnan!—exclamóelrey.—Nopuededarsemayorhumillación—prosiguióelmosquetero—;missoldadosestándeshonrados,

yonomandoretiresoescribientesdelaintendencia.—Perovamosaver¿quépasa?—dijoconvozdeautoridadelmonarca.—Pasa,Sire,queestecaballero,quenopuedehaberadivinadolasórdenesdeVuestraMajestad,y

por lo tanto noha sabidoquehabía salido para arrestar al señorFouquet, el caballero, que ha hechoconstruirunajauladehierroparaencerrarenellaasuamodeayer,haenviadoaRoncheratacasadelseñorFouquet,paraapoderarsedelospapelesdeéste,ynohandejadomueblesano.Mismosqueteros,en cumplimiento demis órdenes, cercaban la casa desde lamañana. Y pregunto yo: ¿por qué se hanpropasadoahacerlosentrar?¿Porquéleshanhechocómplicesdelsaqueo,obligándolesapresenciarlo?¡ViveDios!Nosotrosser,vimosalrey,peronoelseñorColbert.

—¡Señor deD’Artagnan!—repuso con severidadLuisXIV—,no permito que enmi presencia sehableenesetono.

—HeobradoenprodeSuMajestad—dijoColbertconvozalterada—,yesparamímuydurovermetratadotanmalporunoficialdelrey,tantomáscuantonopuedoreplicarosporvedármeloelrespetoquedeboamisoberano.

—¡Elrespetoquedebéisavuestrosoberano!—prorrumpióD’Artagnanechandollamasporlosojos.Elrespetoquedebeunoalsusoberanoconsisteantetodoenhacerrespetarsuautoridadyhaceramablesupersona.Todoagentedeunpoderabsoluto representaesepoder,ycuando lospueblosmaldicen lamanoquelosmaltrata,Dioslespidecuentasalamanoreal,¿oís?

D’Artagnantomóunaactitudaltiva,yconlamiradafiera,lamanosobrelaespadaytemblándoleloslabios,fingiómáscóleraquesentía.

Colbert,humilladoydevoradoporlarabia,saludóalreycomopidiéndolelicenciapararetirarse.Elrey,contrariadoensuorgulloyensucuriosidad,nosabíaquéhacer.D’Artagnan,alverletitubear,

comprendió que de quedarsemás tiempo en el gabinete sería cometer una falta; lo que él quería eraconseguiruntriunfosobreColbert,ylaúnicamaneradeconseguirloeraherirtanhondoyenlovivoalrey,queaéstenolequedaseotrasalidaqueescogerentreunoyotroantagonista.

D’Artagnan se inclinó;pero el rey,queante todoquería sabernuevas exactas sobre el arrestodelsuperintendentedehacienda,seolvidódeColbert,quenadanuevoteníaquedecir,yllamóasucapitándemosqueteros,diciéndole:

—SeñordeD’Artagnan,explicadmeprimerocómohabéishechomicomisión;luegodescansaréis.Elgascón,queibaasalir,sedetuvoalavozdelreyyretrocedió.Colbertseinclinóanteél,seirguióamediasanteelmosquetero,y,conlosojosanimadosdefuego

siniestro,ylamuerteenelcorazón,saliódelgabinete.

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—Sire—dijoD’Artagnanyasoloconelmonarcaymástranquilo—,soisunreyjoven,yalaauroraes cuandouno adivina si el día será hermoso o triste. ¿Qué queréis que augure de vuestro reinado elpuebloquedioshapuestobajovuestra ley, si dejáisque entrevosy él se interponganministros todocólerayviolencia?Perohablemosdemí,Sire,dejemosunadiscusiónqueospareceociosay talvezinconveniente.HearrestadoalseñorFouquet.

—Largotiempooshacostado—repusoconacritudelmonarca.—Veoquemeheexplicadomal—dijoD’Artagnanmirandocon fijezaaLuisXIV—.¿Hedichoa

VuestraMajestadquehearrestadoalseñorFouquet?—Sí,¿yqué?—QuerectificodiciendoqueelseñorFouquetmehaarrestadoamí.EntoncesLuisXIVenmudeciódesorpresa,D’Artagnan,consumiradadelince,comprendióloque

pasabaenelánimodesusoberano,y,sindarletiempodehablar,contó,conlapoesíaygracejoquetalvezúnicamenteélposeíaenaqueltiempo,laevasióndeFouquet,lapersecución,laencarnizadacarrera,y,porúltimo,lainimitablegenerosidaddelsuperintendente,quepudiendohuirymatarasuperseguidor,habíapreferidolaprisión,yquizásotracosapeor,a lahumillacióndeaquelquequeríaarrebatarlesulibertad.

Amedidaqueibanarrandoelcapitándemosqueteros,LuisXIVseagitabaydevorabalaspalabrasmientrashacíachasquearunascontraotrassusuñas.

—Resulta, pues, Sire, a lo menos a mis ojos que el hombre que de tal suerte se conduce escaballerosoynopuedeserenemigodelrey.Talesmiopinión,Sire,os lorepito.Séloquemevaisadecir,yantetodomeinclino,puesparamíesmuyrespetable;perosoysoldado,ycumplidaquemehandado,mecallo.

—¿DóndeestáahoraelseñorFouquet?—preguntótrasuninstantedesilencioelmonarca.—EnlajauladehierroqueparaélhamandadoconstruirelseñorColbert,yqueenesteinstantevuela

haciaAngersalgalopedecuatrobriososcaballos.—¿Porquéoshabéisseparadodeélporelcamino?—PorqueVuestraMajestadnomedijoqueyofuerahastaAngers.Ylamejorpruebadeelloesque

VuestraMajestadandababuscándomehacepoco.Además,measistíaotra razón,y esque, antemí, elpobreseñorFouquetnohubieraintentadoevadirse.

—¿Decís?—exclamóelreyestupefacto.—Heconfiadosucustodiaalsargentomástorpedecuantoshayentremismosqueteros,alfindeque

elpresoseevada.—¿Estáisloco,señordeD’Artagnan?—exclamóelreycruzandolosbrazos.—¡Ah!Sire,noesperéisquedespuésdeloqueelseñorFouquetacabadehacerporvosypormíque

meconviertaensuenemigo.Nomeconfiéisnuncasucustodia.Sire,sitenéisempeñoenquequedebajocerrojos;porquepormuyfuertequeseanlasrejasdellajaula,elpájaroacabaráporvolar.

—MeadmiraquenohayáisseguidodesdeluegolasuertedeaquelaquienelseñorFouquetqueríasentarenmitrono—repusoelreyconvozsombría—.Asíoshabríaisganadoloqueoshacefalta:afectoygratitud.Enmiservicionoseencuentramásqueunamo.

—SielseñorFouquetnohubieseidoporvosalaBastilla,Sire—replicóD’Artagnanconenergía—,sólohubieseidootrohombre,yo,yesovoslosabéis.

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Elreysecalló,nadateníaqueobjetar.AlescucharaD’Artagnan,LuisXIVrecordóalmosqueterodeañosantes,alque,enelpalacioreal,estabaescondidotraslascolgadurasdesucama,cuandoelpueblodeParís,guiadoporelcardenaldeRetz,fueaasegurarsedelapresenciadelrey;alD’Artagnanaquienél saludaba con lamanodesde la portezuela de su carroza al ir aNotreDame regresando aParís; alsoldadoqueledejóenBlois;altenienteaquienvolvióallamarjuntoasí,cuandolamuertedeMazarinopusoelpoderensusmanos,alhombresiemprefiel,valienteyabnegado.

Luis se dirigió a la puerta y llamó a Colbert, que se presentó inmediatamente, pues no se habíamovidodelcorredorenqueestabantrabajandolossecretarios.

—¿HabéismandadohacerunapesquisaencasadelseñorFouquet?—preguntóelreyalintendente.—Sí,Sire—respondióColbert.—¿Quéresultadohaproducido?—ElseñordeRoncherat,aquienhanacompañadolosmosqueteros,mehaentregadoalgunospapeles.—Losveré…Dadmevuestramano.—¿Mimano,Sire?—Sí,paraponerlaenladelseñordeD’Artagnan.Yvolviéndosehaciaelgascón,quealveralintendentetomódenuevosuactitudaltiva,añadió:—Comonoconocéisalhombreaquientenéisantevos,oslopresento.Enloscargossubalternosno

pasadeserunmedianoservidor;perosileelevoalacima,seráungrandehombre.—¡Sire!—tartamudeóColbert,fueradesídegozoydetemor.—Ahoracomprendo—dijoD’Artagnanaloídodelrey—:estabaceloso.—Esoes,ysuscelosleatabanlasalas.—Enadelanteseráunaserpiente—murmuróelmosqueteroconunrestodeodiocontrasuadversario

dehacíapoco.Pero Colbert se acercó a D’Artagnan con fisonomía tan diferente de la habitual, se presentó tan

bueno,tanfranco,tancomunicativo,ysusojoscobraronunaexpresióndeinteligenciatannoble,queelmosquetero, que era gran fisonomista, se sintió conmovido casi hasta el extremo de cambiar susconvicciones.

—Loqueelreyoshadicho—repusoColbertestrechandolamanodeD’Artagnan—,pruebacuántoconoce suMajestad a los hombres. La encarnizada oposición que hasta hoy he desplegado, no contraindividuos,sinocontraabusos,pruebaquenoteníaotrofinqueeldeprestaramiseñorungranreinado,yamipatriaungranbienestar.Tengomuchosplanes,señorD’Artagnan,ylosveréisdesenvolversealsoldelapaz;ysinotengolacertidumbreyladichadeconquistarmelaamistaddeloshombreshonrados,alomenosestoysegurodeconseguirsuestima,yporsuadmiracióndaríamivida.

Aquelcambio,aquellasúbitaelevaciónylasmuestrasdeaprobacióndelsoberano,dieronmuchoquepensaralmosquetero;elcualsaludómuycortésmenteaColbert,quenoleperdíadevista.

Elrey,alverlosreconciliadoslesdespidióyunavezfueradelgabinete,elnuevoministrodetuvoalcapitányledijo:

—¿Cómo se explica, señor de D’Artagnan, que un hombre tan perspicaz como vos no me hayaconocidoalaprimeramirada?

—SeñorColbert—contestóelmosquetero—,elrayodesolenlosojospropiosimpideverelmásardientebrasero.Cuandounhombreocupaelpoder,brilla,ypuesvoshabéisllegadoaél,¿quésacaríais

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enperseguiralqueacabadeperderelfavordelreyyhacaídodetalaltura?—¿YoperseguiralseñorFouquet?¡Nunca!Loqueyoqueríaeraadministrarlahacienda,perosolo,

porquesoyambicioso,ysobretodoporquetengolamásgrandeconfianzaenmimérito;porqueséquetodoeldinerodeFranciahadevenirapararamismanos,ymegustavereldinerodelrey;porquesimequedantreintaañosdevida,enesetiemponomequedaráparamíniunóbolo;porqueconeldineroqueyoobtengavoyaconstruirgraneros,edificiosyciudadesyaabrirpuertos;porquefundarébibliotecasyacademias,yconvertiréamipatriaenlanaciónmásgrandeymásricadelmundo.HeahílascausasdemianimosidadcontraelseñorFouquet,quemeimpedíaobrar.Además,cuandoyoseagrandeyfuerte,yseafuerteygrandelaFrancia,amivezgritaré:¡Misericordia!

—¿Misericordia,decís?PuespidamosalreylalibertaddelseñorFouquet,enquienSuMajestadnoseensañasinoporvos.

—Señor deD’Artagnan—repusoColbert irguiéndola cabeza—, yo no entro ni salgo en esto; vossabéisqueelreytieneunaenemistadpersonalcontraelseñorFouquet.

—Elreysecansará,yolvidará.—SuMajestadnuncaolvida,señordeD’Artagnan…¡Hola!elreyllamayvaadarunaorden…Ya

veisqueyonoheinfluidoparanada.Escuchad.Enefecto,elreyllamóasussecretarios,yalmosquetero.—Aquíestoy,Sire—dijoD’Artagnan.—DadalseñordeSaint-AignánveintemosqueterosparaquecustodienalseñorFouquet.D’ArtagnanyColbertcruzaronunamirada.—YquedesdeAngerstrasladenalpresoalaBastilladeParís—continuóelmonarca.—Tenéisrazón—dijoelcapitánalministro.—Saint-Aignán—prosiguióLuisXIV—,mandaréisfusilaratodoelquehableporelcaminoenvoz

bajaalseñorFouquet.—¿Yyo,Sire?—preguntóSaint-Aignán.—Vossolamentelehablaréisenpresenciadelosmosqueteros.Saint-Aignánhizounareverenciaysalióparahacerejecutar laorden;yD’Artagnanibaaretirarse

también,cuandoelreyledetuvo,diciéndole:—VaisasalirinmediatamenteparatomarposesióndelaisladelfeudodeBelle-Isle.—¿Yosolo,Sire?—Llevaoscuantastropasseannecesariasparanosufrirundescalabrosilaplazaseresiste.Delgrupodecortesanospartióunmurmullodeincredulidadaduladora.—Yasehavisto—repusoD’Artagnan.—Lopresencié enmi infancia, y no quiero presenciarlo otra vez. ¿Habéis oído?Puesmanos a la

obra,ynovolváissinoconlasllavesdelaplaza.—Esestaunamisiónque,si ladesempeñáisbien—dijoColbertalgascón—,osdaráelbastónde

mariscaldeFrancia.—¿Porquémedecíssiladesempeñobien?—Porqueesdifícil.—¿Enqué?—EnBelle-Isletenéisamigos,yahombrescomovosnolesestanfácilpasarporencimadelcuerpo

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deunamigoparatriunfar.D’Artagnanbajólacabeza,mientrasColbertsevolvíaalgabinetedelrey.UncuartodehoradespuéselgascónrecibióporescritolaordendehacervolaraBelle-Isle,encaso

de resistencia, y confiriéndole el derecho de todo justicia sobre todos los habitantes de la isla o«refugiados»,conprescripcióndenodejarescaparniuno.

—Colbertteníarazón—dijoentresíD’Artagnan—,mibastóndemariscalvaacostarlavidaamisdosamigos.Peroseolvidanquemisamigossonlistoscomolospájaros,yquenoaguardaránaquelescaigaencimalamanodelpajareropardesplegar lasalas;yyovoyamostrarles tanbienlamano,quetendrán tiempodeverla. ¡PobrePorthos,pobreAramis!No,mi fortunanooscostarániunaplumadevuestrasalas.

Habiendoconcluidoesto,D’Artagnanconcentróelejércitoreal,lohizoembarcarenPaimboeuf,ysedioalavelasinperderunmomento.

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Belle-Isle-En-Mer

Haciaelextremodelmuelleenelpaseoquebatefuriosomarduranteelflujodelatarde,doshombresasidosdelbrazoteníanunaconversaciónanimadayexpansiva,sinquenadiepudieseoírloquedecían,porqueelvientosellevabaunaaunasuspalabrascomolablancaespumaarrancadaalacrestadelasolas.

Elsolsehabíapuestotraselocéano,encendidocomouncrisolgigantesco.Algunas veces, uno de los dos interlocutores se volvía hacia el Este, y sombrío interrogaba la

superficiedelmar,mientraselotroquería leeren lasmiradasdesucompañero.Luego, reanudabansupaseo,taciturnos.

LosdossujetoseranlosproscriptosPorthosyAramis,refugiadosenBelle-IsledespuésdelaruinadesusesperanzasydeldesquiciamientodelvastoplandeHerblay.

—Pormásquedigáis,miqueridoAramis—repusoPorthosrespirandocontodassusfuerzaselairesalinoquehenchíasurobustopecho—,noesnatural ladesapariciónde todas lasbarcasdepescaquehace dos días se hicieron al la mar, porque no se ha desencadenado temporal alguno y ha reinadoconstantecalma.Nicontormentapodíanhaberzozobradotodaslasbarcas.Repitoquemeextraña.

Tenéisrazón,Porthos—contestóAramis—,esextraño.—Y además—prosiguió el gigante, a quien el asentimiento del obispo de Vannes despertaba las

ideas—,silasbarcashubiesennaufragado,hubierallegadoalgúnrestoaestasplayas.—Lohenotadocomovos.—Reparadtambiénenquelasdosúnicasbarcasquequedabanentodalaislayalascualesenviéen

buscadelasdemás…—Aramisinterrumpióasucompañeroconungritoyunmovimientotanrepentinos,quePorthossecallóestupefacto.

—¡Cómo!—exclamóAramis—,¿voshabéisenviadolasdosbarcas?…—Abuscarlasdemás,sí—respondióconsencillezPorthos.—¡Ah,desventurado!¿Quéhabéishecho?,¡entoncesestamosperdidos!—¡Perdidos!—exclamóelgigantedespavorido—.¿Porquéestamosperdidos,Aramis?—Nada,nada—repusoelobispomordiéndoseloslabios—.Quisedecir…—¿Qué?—Quesiquisiéramosdarunpaseoporelmar,nopodríamos.—¡Valienteplacer,pormivida!paraquienloapetezca.Loqueyodeseo,noeselgustomásomenos

grandequeunopuederecibirenBelle-Isle,sinoenPierrefonds,Bracieux,Vallón,enmihermosaFrancia;porqueaquínoestamosenFrancia,amigomío,nisédónde.Loquedigocontoda lasinceridaddemi

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alma,yperdonadmifranquezaengraciaamiafecto,esqueaquímesientomal.—Amigo Porthos—dijo Aramis ahogando un suspiro—, he ahí por qué es tan triste que hayáis

enviadolasdosbarcasquenosquedaban.Denohaberlasenviado,yahubiéramospartido.—¡Partido!¿Ylaconsigna?—¿Quéconsigna?—¡Pardiez! La consigna que diariamente y bajo cualquier pretexto me repetíais, esto es, que

guardáramosaBelle-Islecontraelusurpador.—Esverdad—murmuróAramis.—Yaveis,pues,quenopodemospartir,yquenadanosperjudicaelenvíodelasdosbarcas.Aramis se calló, y tendió por el inmenso mar su mirada, luminosa como la de la gaviota, para

penetrarmásalládelhorizonte.—A pesar de eso —continuó Porthos, que estaba tanto más aferrado a su idea—, no me dais

explicaciónalgunarespectoaloquepuedahabersucedidoallasdesventuradasbarcas.Doquierapaso,oigoayesylamentos;losniñoslloranalverlloraralasmujeres,comosiyopudieserestituiralosunossuspadres,yalasotrassusesposos.¿Quésuponéisvos,yquédeboresponderles?

—Supongámoslo todo, mi buen Porthos, y nada digamos. Éste, poco satisfecho de tal respuesta,volviólacabezayprofirióalgunaspalabrasdemalhumor.

—¿Osacordáis—dijoAramisconmelancolíayestrechandoconafectuosacordialidadambasmanosaPorthos—,queenloshermososdíasdenuestrajuventud,cuandoéramosfuertesyvalientes,losotrosdosynosotrosnoshubiéramosvueltoaFranciasinoshubiesedadolagana,sinquenoshubieradetenidoesasábanadeaguasalada?

—¡Oh,seisleguas!—repusoPorthos.—¿Oshabríaisquedadoentierra,simehubieseisvistoembarcarmeenunatabla?—No,Aramis,no;perohoy¡quétablanonecesitaríamos,yosobretodo!—dijoelseñordeBracieux

riéndose con orgullo y lanzando unamirada a su colosal redondez.Y añadió—: ¿Formalmente no osaburrísunpocoenBelle-Isle?¿NopreferiríaisaestolascomodidadesdevuestropalaciodeVannes?

—No—respondióAramis,sinatreverseamiraraPorthos.—Puesquedémonos—repusoélsuspirando.Yagregó—:Sinembargo,comonospropusiéramosde

veras,perobiendeveras,volvernosaFrancia,aunquenopudiésemosdisfrutardebarcaalguna…—¿Habéisnotadootracosa,miqueridoamigo?Desde ladesaparicióndenuestrasbarcas,durante

esos dos días en que no ha vuelto ninguno de nuestros pescadores no ha abordado a esta isla ni unamíserabarquichuela.

—Esverdad;antesdeestosfunestosdías,veíamosllegarbarcasylanchas.—Habráqueinformarse—dijoderepenteAramis—.Auncuandodebahacerconstruirunabalsa…Aramiscontinuópaseándosecontodaslasseñalesdeunaagitacióncreciente.Porthos, que se cansaba siguiendo los febriles movimientos de su amigo, y en su calma y en su

credulidadnocomprendíaelporquédeaquellaexasperaciónqueseresolvíaensobresaltoscontinuos,detuvoalAramisyledijo:

—Sentémonosenestaroca,unojuntoaotro…Ahoraosconjuroporúltimavezquemeexpliquéisdemaneraqueyolocomprendaquéhacemosaquí.

—Porthos…—dijoAramisconturbación.

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—Séqueelfalsoreyhaintentadodestronaralreylegítimo.Estolocomprendo.¿Noesfalsoloquemedijisteis?

—Sí—respondióAramis.—Sé, además, que el falso rey ha proyectado vender Belle-Isle a los ingleses. Eso también lo

comprendo. Y sé y comprendo que nosotros, ingenieros y capitanes, hemos venido a Belle-Isle paratomar ladirecciónde lasobrasdedefensayelmandodediezcompañías reclutadasypagadasporelseñorFouquet,omásbien,delasdiezcompañíasdesuyerno.

Aramisselevantóconimpaciencia,comoleónimportunadoporunmosquito,peroPorthosleretuvoporelbrazo,yprosiguió:

—Mas lo que no comprendo, lo que, a pesar de todos los esfuerzos demi inteligencia y demisreflexiones, no acierto ni acertaré a comprender, es que en vez de enviarnos hombres, víveres ymuniciones, nos dejen sin embarcaciones y sin auxilio; que en vez de establecer con nosotros unacorrespondencia,porseñales,oporcomunicacionesescritasoverbales,interceptentodalarelaciónconnosotros.Vamos,Aramis,respondedme,omásbienantesdehacerlodejadqueosdigaloquepienso.

Elobispolevantólacabeza.—Puesbien, lo queyo creo es que enFrancia hapasado algograve.Toda la noche la hepasado

soñandoconelseñorFouquet.—¿Quéesloquesevealláabajo,Porthos?—InterrumpiódeprontoAramislevantándoseymostrandoasuamigounpuntonegroqueresaltaba

sobrelaencendidafajadelmar.—¡Unaembarcación!Sí,esunaembarcación.¡Ah,porfinvamosatenernoticias!—¡Dos!—dijoelpreladodescubriendootraarboladura—,¡tres,cuatro!—¡Cinco!—repusoPorthosasuvez—.¡Seis!¡Siete!¡Diosmío,esunaflota!—Probablemente son nuestras barcas que regresan —dijo Aramis desasosegado, con fingida

serenidad.—Sonmuygrandesparaserbarcasdepescar—objetóPorthos—;yademás,¿nonotáisquevienen

delLoira?Mirad, todoelmundo lashavistoaquí comonosotros; lasmujeresy losniñosempiezanapoblarlasescolleras.

—¿Sonnuestrasbarcas?—preguntóAramisaunancianopescadorquepasóenaquelinstante.—No,monseñor—respondióelinterpelado—,sonchalanasdelservicioreal.—¡Chalanasdelservicioreal!—exclamóAramisestremeciéndose—.¿Enquéloconocéis?—Enelpabellón.—¿Cómopodéisdivisarelpabellón,sielbuqueesapenasvisible?—objetóPorthos.—Veoquehayuno—replicóelanciano—,ynuestrasbarcasychalanasmercantesno lo izan.Esa

clasedepinazasquellegan,porlogeneralsirvenparaeltransportedetropas.—¡Ah!—exclamóAramis.—¡Viva!—gritóPorthos—,nosenvíanrefuerzos,¿noesverdad,Aramis?—Porthos—exclamó de improviso el prelado tras un corto instante de meditación—, haced que

toquengenerala.—¡Generala!¿Estáisloco?—Sí,yquelosartillerossubanasusitio,sobretodoenlasbateríasdelacosta.

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Porthosabrióunosojostamañosymiróatentamenteasuamigocomoparaconvencersedequeésteestabaensujuicio.

—Sivosnovais,iréyo,mibuenPorthos—dijoAramisconvozsuave.—Voy, voy —repuso Porthos, y dejó al obispo para hacer ejecutar la orden, mirando al cada

momentohaciaatrásparaversiaquélhabíapadecidounaalucinaciónysi,reflexionandomejor,volvíaallamarle.

Clarinesytamborestocarongenerala,ylacampanagrandedeltorreóntocóarebato.Los muelles se llenaron de curiosos y de soldados, y brillaron las mechas en las manos de los

artilleroscolocadostrasloscañonesdegruesocalibresentadosensuscureñasdepiedra.Cuandoestuvieroncadaunoensusitioyhechostodoslospreparativosdeladefensa,Porthosdijo

contimidezaloídodeHerblay:—Ayudadmeacomprender.—Demasiadoprontocomprenderéis—contestóAramisasuteniente.—Laescuadraque llegaavelasdesplegadasendemandadelpuertodeBelle-Isle,es la flotareal,

¿noesverdad?—PerocomoenFranciahaydosreyes,hayquesaberacuáldelosdosperteneceesaescuadra.—¡Oh!acabáisdeabrirmelosojos—dijoPorthos,convencidoporaquelargumento;porlocualse

encaminóapresuradamentealasbateríasparavigilarasugenteyexhortaracadaunoalcumplimientodesudeber.

Entretanto, Aramis, con la mirada siempre fija en el horizonte, veía las naves acercarse pormomentos.Lamuchedumbreylossoldados,subidossobrelascumbresylasfragosidadesdelasrocas,veíanprogresivamentelospalos,lasvelasbajasyloscascosdelaspinazas,quellevabaneneltopeelpabellónrealdeFrancia.

Era ya noche cerrado cuando una de las chalanas cuya presencia conmovió tan hondamente a loshabitantesdeBelle-Isle,echóanclasatirodecañóndelaplaza.

Aunconlaobscuridad,sevioqueabordoreinabagranmovimiento,yquedeunodesuscostadosdesatracabaunboteque,tripuladoportresremeros,avanzóhaciaelpuertoyatracóalpiedelfuerte.

Elpatróndelbotesaltóentierra,yesgrimióenelaireunacartacomosolicitandocomunicarseconalguno.

Aquelhombre,aquienconocieroninmediatamentemuchossoldados,eraunodelospilotosdelaisla,patróndeunadelasbarcasconservadasporAramisyenviadasporPorthosabuscarlasbarcasperdidas.

El piloto pidió que lo condujesen donde Herblay. A una seña de un sargento, dos soldados leescoltaronhastaelmuelle,dondeestabaAramis,envueltocasientinieblasapesardelaluzdelashachasdevientoquellevabanlossoldadosqueseguíanalobispoensuronda.

—¡Cómo!—exclamóHerblay—,¿erestú,Jonatás?¿Departedequiénvienes?—Departedelosquemehantomado,monseñor.—¿Quiéntehaatrapado?—Yasabéisquesalimosabuscaranuestroscompañeros,monseñor.—Puesbien,apenashubimosnavegadounalegua,cuandonosapresóunquechemaríndelrey.—¿Dequérey?—preguntóPorthos.—JonatásmiróaPorthosasombrado.—Prosigue—dijoelprelado.

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—Puesnosllevaronadondeestabanreunidoslosquefueronapresadosantesquenosotros.—¡Hombre!,¿aquéesamaníadeapresarosatodos?—exclamóPorthos.—Paraimpedirnosqueosdiéramosnoticias,señor—contestóJonatás.—¿Yparaquéoshansoltadohoy?—preguntóPorthos.—Paraqueosdigaquenoshanapresado.—Cadavezloentiendomenos—dijoentresíelhonradoPorthos.—¿Luego una escuadra bloquea la costa? —dijo Aramis, que había estado meditando mientras

hablabanPorthosyJonatás.—Sí,monseñor—respondióelpilotoentregandounacarta.—¿Quiénlamanda?—Elcapitándelosmosqueterosdelrey.—¿D’Artagnan?—dijoAramis.—¡D’Artagnan!—exclamóPorthos.—Creoqueasísellama—repusoJonatás.—¿Yesélquientehaentregadoestacarta?—Sí,monseñor.—Acercaos—dijoAramisalosdelashachasdeviento.Aramisleyóconavidezlassiguienteslíneas:

MandaelreyquemeapoderedeBelle-Isle,quepaseacuchilloalaguarniciónsiseresiste,olahagaprisioneradeguerra.AnteayerarrestéalseñorFouquetparaenviarlealaBastilla.

D’Artagnan.

—¿Quépasa?—preguntóPorthosalverqueAramisestrujabalacarta.—Nada,amigomío,nada.—YvolviéndosehaciaJonatásañadió—:¿Hashabladoconelseñorde

D’Artagnan?—Sí,monseñor.—¿Quétehadicho?—Queparamásampliosinformeshablaráconvos.—¿Dónde?—Abordodesubuque.Elseñormosquetero—continuóJonatás—mehadichoqueostomeavosy

alseñoringenieroenmiboteyoslleveasubuque.—Vamosallá—dijoPorthos—;¡oh!buenD’Artagnan.—¿Estás loco?—exclamóAramisdeteniendoa suamigo. ¿Quiénos aseguraquenonosarmenun

lazo?—¿Elotrorey?—dijoPorthosconmisterio.—Sealoquefuereesunlazo,yescuantopuededecirse,amigomío.—Puedequesí.¿Quéhacemos,pues?Sinembargo,siD’Artagnannosenvíaabuscar…—¿QuiénosaseguraqueseaD’Artagnan?—¡Ah!…Perolaletraessuya…

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—Cualquierafalsealaletra,yéstaestáfalsificada,trémula.—¿Quéhago?—preguntóJonatás.—Tevuelvesabordo—respondióAramis—,yledicesalcapitánquelerogamosquevengaélen

personaalaisla.—Comprendo—repusoPorthos.—Estábien,monseñor—dijoelpiloto—,pero¿ysirehúsavenir?—Sirehúsa,haremosusodeloscañones,queparaesolostenemos.—¿ContraD’Artagnan?—SiesD’Artagnan—replicóAramis—,vendrá.Ve,Jonatás,abordo.—Porquiensoyquenoentiendonada—murmuróPorthos.—Hallegadoelmomentodehacéroslocomprender todo,amigomío—dijoHerblay—.Sentaosen

estacureñayescuchadmeatentamente.Aramistomólamanodesuamigoydiocomienzoasusexplicaciones.

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LasexplicacionesdeAramis

—Loquevoyadeciros,amigoPorthos—dijoHerblay—,vaasorprenderos,perotambiénainstruiros.—Prefieroquedarsorprendido—repusoconbenevolenciaPorthos—;noosandéisconmiramientos.

Soyduroparalasemociones;nadatemáis,pues.—Esdifícil,Porthos…porqueenverdad,osrepitoquetengoquedeciroscosasmuysingulares,muy

extraordinarias.—Osexpresáistanbien,miqueridoamigo,quemepasaríadíasenterosescuchando.Hacedme,pues,

lamerceddeexplicaros,y…semeocurreunaidea:parafacilitaroseltrabajo,paraayudarosadecirmeesascosas,voyainterrogaros.

—Muybien.—¿Porquévamosapelear,miqueridoAramis?—Comomehagáispreguntacomoesa,nomeayudaréisennada;todolocontrario;puesprecisamente

eseseelnudogordiano.Mirad,amigomío,conunhombregenerosoyabnegadocomovos,lomejoreshablar.Osheengañado,mibuenamigo.

—¿Vosmehabéisengañado?—Sí.—¿Lohicisteispormibien?—Asílocreícontodasinceridad.—Entonces—repusoelproboseñordeBracieux—,mehabéishechounamercedyosloagradezco,

porquesivosnomehubieseisengañado,pudierayohabermeengañadoamímismo.¿Yenquémehabéisengañado,Aramis?

—Enqueyoservíaalusurpador,contraquienLuisXIVdirigeenestemomentotodossusesfuerzos.—Yelusurpador—repusoPorthosrascándoselafrente—es…Nocomprendobastantebien.—UnodelosdosreyesquesedisputanlacoronadeFrancia.—Ya.EsoquieredecirqueservíaisalquenoesLuisXIV.—Estoes.—Delocualsesigue…—Quesomosrebeldes,mibuenamigo.—¡Diantre!,¡diantre!…—exclamóPorthoscontrariadoensusesperanzas.—Calmaos—repusoHerblay—,hallaremosmaneradeponernosensalvo.—Noesesoloquemeinquieta—replicóPorthos—;loquesemeatragantaeselmalditocalificativo

derebelde,yasíelducadoquemeprometieron…

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—Teníaquedárosloelusurpador.—Noeslomismo,Aramis—repusomajestuosamenteelgigante.—Comosolamentehabríadependidodemí,habríaissidopríncipe.—Heahíenloquehabéishechomalenengañarme—replicóelseñordeBracieuxroyéndoselasuñas

conmelancolía—;porqueyocontabaconelducadoquesemeofreció,yenserio,puessabíaqueeraishombredepalabra.

—¡PobrePorthos!Perdonadmeporcaridad.—¿Así,pues,estoydeltodoenemistadoconLuisXIV?—insinuóPorthossinresponderalruegodel

obispodeVannes.—Dejadenmismanosesteasunto;osprometoarreglarlo.Yocargarécontodo.—¡Aramis!…—Dejadme hacer, repito, Porthos. Nada de falsa generosidad ni de abnegación importuna. Vos

ignorabaisentodomisproyectos,ysialgohabéishecho,nohasidoporvosmismo.Encuantoamí,esmuydistinto:soyelúnicoautordelaconjuración;ycomoteníanecesidaddemicompañeroinseparable,osenviéabuscaryvinisteis,fielavuestraantiguadivisa:«Todosparauno,cadaunoparatodos».Micrimenestáenhabersidoegoísta.

—Apruebaloqueacabáisdedecirme—repusoPorthos—.Puestoquehabéisobradoúnicamenteporvos,nadapuedoecharosencara.¡Estannaturalelegoísmo!

Dicha esta frase sublime, Porthos estrechó cordialmente la mano a Aramis, que en presencia deaquella candorosa grandeza de alma se sintió pequeño. Era la segunda vez que se veía forzado adoblegarse ante la superioridad real del corazón, mucho más poderosa que el esplendor de lainteligencia,yrespondióalagenerosacariciadesuamigoconunamudayenérgicapresión.

—Ahoraquenoshemosexplicadoclaramente—repusoPorthos—,ysécuálesmisituaciónanteLuisXIV, creo que ha llegado elmomento de queme hagáis comprender la intriga política de que somosvíctimas,porqueyoveoquebajotodoesoexisteunaintrigapolítica.

—ComovaavenirD’Artagnan—contestóAramis—,éloslacontaráendetalle,mibuenPorthos.Yoestoy transidodedolor,muertodepesadumbreynecesitode todamipresenciadeánimoyde todamireflexión para salvaros delmal paso en que con tanta imprudencia os hemetido; pero ya conocemosnuestrasituación;ahoraalreyLuisXIVnolequedamásqueunenemigo,yeseenemigosoyyo,sóloyo.Ostrajeamí,meseguisteis,yhoyosdevuelvolalibertadparaquevolváisavuestropríncipe.Yaveisqueelcaminoesfácil.

—Entonces—replicó Porthos con admirable buen sentido—, ¿por qué si nuestra situación es tanbuena,preparamoscañones,mosquetesy todaclasedeaparatosdeguerra?mássencilloseríadeciralcapitán D’Artagnan: «Amigo mío, nos hemos equivocado, y hay que dejar las cosas como estaban;abridnoslapuerta,dejadnospasar,ybuenosdías».

—Veounadificultad.—¿Cuál?—DudoqueD’Artagnanvengacontalesórdenes,ynosveremosobligadosadefendernos.—¡Bah!¿DefendernoscontraD’Artagnan?¡Quélocura!¿ContraelbuenD’Artagnan?…—Noraciocinemoscomoniños—dijoHerblaysonriéndoseconciertatristeza—;enelconsejoyen

laejecución,seamoshombres.¡Hola!desdeelpuertollamanconlabocinaaunaembarcación.Atención,

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Porthos,muchaatención.—SeráD’Artagnan—dijoPorthosconvozatronadorayacercándosealparapeto.—Yosoy—respondióelcapitándemosqueterossaltandoconligerezaalosescalonesdelmuelley

subiendoconprestezahastalapequeñaexplanadadondeleaguardabansusdosamigos.Al saltaren tierraD’Artagnan,PorthosyAramisvieronaunoficialqueseguíaalgascóncomo la

sombrasiguealcuerpo.Elcapitánsedetuvoenlasgradasdelmuelle,enmediodesucamino,yelcompañeroleimitó:—Hacedretirarlagente—dijoD’ArtagnanaPorthosyaAramis—;fueradelalcancedelavoz.Porthosdiolaorden,quefueejecutadainmediatamente.Entonceselgascónsevolvióhaciasuseguidoryledijo:—Caballero, ya no estamos en la flota del rey, donde y en virtud de ciertas órdenes, me habéis

habladocontalarroganciahacepoco.—Señor de D’Artagnan —replicó el oficial—, no he hecho más que obedecer sencilla, aunque

rigurosamente, lo que me han mandado. Me han dicho que os siguiera, y os sigo; que no os dejaracomunicarconpersonaalgunasinqueyomeenteredeloquehacéis,ymeentero.

D’Artagnanseestremeciódecólera,yPorthosyAramis,queoíanaqueldiálogo,seestremecierontambién,perodeinquietudydetemor.

Elmosquetero semordió el bigote con la rapidez que en él era significativa de una exasperaciónterrible,yenvozmásbajaytantomásacentuada,cuantosimulabaunacalmaprofundaysehenchíaderayos,dijo:

—Caballero, al enviar yo un bote aquí, os habéis empeñado en saber lo que escribía yo a losdefensoresdeBelle-Isle,yencuantomehabéisexhibidounaorden,oshemostradoelbillete;luego,alregresarabordoelpatrónportadordelarespuestadeestoscaballeros—añadióD’ArtagnandesignandoconlamanoaHerblayyaPorthos—,habéisoídotodocuantohadichoelmensajero.Estoentraenlasórdenesquehabéisrecibidoyseguidopuntualmente,¿noesverdad?

—Sí,señor—respondióeloficial—,pero…—CuandohemanifestadolaintencióndeveniraBelle-Isle—prosiguióD’Artagnanamostazándose

cadavezmás—,habéisexigidoacompañarmeyheaccedidosinoposición.YaestáisenBelle-Isle,¿noesasí?

—Sí,señor,pero…—Pero…no se trata ya del señorColbert o de quien os haya dado la orden de la que seguís las

instrucciones,sinodeunhombrequeestorbaalseñordeD’Artagnan,yconélseencuentrasoloenlasgradas de una escalera bañada por treinta pies de agua salada; lo cual es unamala posición para elhombreese,osloadvierto.

—Siosestorbo,señordeD’Artagnan—dijocontimidezeloficial—,miservicioeselque…—Vos o quienes os envían habéis tenido la desgracia de hacerme un insulto; y como no puedo

volvermecontralosqueosapoyan,porquenolosconozcooestándemasiadolejos,osjuroquesidaisunpasomástrasmíallevantaryoelpieparasubiralencuentrodeaquellosseñores…osjuro,repito,quedeuntajoospartoelcráneoyosarrojoalagua,ysealoquesea.Sólohemontadoencóleraseisvecesenmivida,ycadaunahacostadolavidaaunhombre.

—Vuestramercedhacemalenobrarcontramiconsigna—repusoconsencillezeloficial,inmóvily

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palideciendoantelaquesepersignóyechótraselmosquetero.—¡Cuidado, D’Artagnan, cuidado!—dijeron desde lo alto del parapeto Porthos y Aramis, hasta

entoncesmudosyconmovidos.D’Artagnanleshizocallarconunademán,levantóunpieconespantosacalmaparasubirunescalón,y,conlaespadaenlamano,sevolvióparaversileseguíaeloficial,quesesignóyechótraselmosquetero.

PorthosyAramis,queconocíanaD’Artagnan,dieronungritoyselanzaronparadetenerelgolpequeyacreíanseguro;peroelgascónpasósuespadaalamanoizquierda,yconvozconmovidadijoaloficial:

—Soisunvaliente,ycomotalvaisacomprendermejorloqueahoraosdiré,queloqueosdijeantes.—Osescucho,señordeD’Artagnan—dijoelbravooficial.—Esoscaballeros,aquienesvenimosaver,ycontraloscualeshabéisrecibidoórdenes,sonamigos

míos.—Losé,señordeD’Artagnan.—Yacomprenderéis,pues,quenopuedotratarlescomoosloprescribenvuestrasinstrucciones.—Comprendovuestrareserva.—Puesbien,dejadmequehableconellossintestigos.—Siaccedoavuestrapetición,señordeD’Artagnan,faltoamipalabra,ysinoaccedoosdisgusto;

perocomoprefieroloprimeroalosegundo,habladconvuestrosamigosynometengáisenmenosporhaberhecho,poramoravos,aquienhonroyestimo,porvossólo,unaacciónvillana.

D’Artagnan,conmovido,abrazóaljovenysubióalencuentrodesusamigos;eloficialseembozóensucapaysesentóenlosescalones,cubiertosdehúmedasalgas.

Lostresamigosseabrazaroncomoenlosbuenosañosdesujuventud;luegodijoD’Artagnan:—Éstaeslasituación;juzgad.—¿Quésignificantantosrigores?—preguntóPorthos.—Yadebéissospecharalgo—replicóD’Artagnan.—¿Yo?no,miqueridocapitán:porquealfinnadahehecho,niAramistampoco.D’Artagnanlanzóunamiradadereprochealobispo,quelasintiópenetrasensuencallecidocorazón.—¡Ah!,¡queridoPorthos!—exclamóAramis.—Yaveislasdisposicionesquehetomado—repusoelmosquetero—.Belle-Isletieneinterceptada

todacomunicación:todasvuestrasbarcashansidoapresadas,ysihubieraishuido,caíaisenpoderdeloscrucerosquesurcanelmaryosacechan.Elreyquieretomarosyostomará.

YD’Artagnansearrancóalgunospelosdesuentrecanobigote.Aramissepusosombrío,yPorthoscolérico.—Miideaerallevarosabordo,tenerosjuntoamí,yluegodaroslalibertad—continuóD’Artagnan

—. Pero ahora, ¿quiénme dice amí que al volver ami buque no voy a hallar un superior, órdenessecretasquemequitenelmandoparadarloaotroquedispongademíydevosotrossinesperanzadesocorro?

—NosotrosnosquedamosenBelle-Isle—dijoresueltamenteAramis—,yyoosrespondodequenomerindosinoenbuenascondiciones.

Porthosnadadijo.—Dejad que tantee al bravo oficial queme acompaña—repusoD’Artagnan, que había notado el

silencio de Porthos—. Su valerosa resistenciame place, pues acusa a un hombre digno, que, aunque

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nuestroenemigo,valemilvecesmásquenouncobardecomplaciente.Probemos,ysepamosporsubocaloquetienederechoahacer,loquelepermiteolevedasuconsigna.

D’Artagnanfuealparapeto,se inclinóhacia losescalonesdelmuelle,y llamóaloficialquesubióinmediatamente.

—Caballero—ledijoD’Artagnan,despuésdehabercruzadoconél lasmáscordialescortesías—,¿quéharíaissiquisierellevarmeconmigoaestosseñores?

—No me opondría a ello; pero como he recibido orden directa y formal de custodiarlespersonalmente,lescustodiaría.

—¡Ah!—exclamóD’Artagnan.—Basta,estosehaacabado—repusoconvozsordaHerblay.Porthoscontinuócallado.—Detodosmodos—dijoelprelado—,llevaosaPorthos,queconmiayudaylavuestraprobaráal

reyqueenesteasuntonadatienequever.—¡Hum!—repusoelgascón—.¿Queréisvenirosconmigo,Porthos?Elreyesclemente.—Déjenmequelomedite—respondióconnoblezaPorthos.—¿Luegoosquedáis?—Hastanuevaorden—exclamóHerblayconviveza.—Hastaquesenoshayaocurridounaidea—replicóelmosquetero—,ycreoquenohayparamucho

tiempo,puessemehaocurridouna.—Creohaberlaadivinado—dijoAramis.—Vamosaver—dijoelmosqueteroacercandoeloídoalabocadeAramis.Éstedijoapresuradamentealgunaspalabrasalcapitán,querespondió:—Esoes.—Entoncesesinfalible—exclamóconsatisfacciónelprelado.—Puespreparaosmientrasduralaprimeraemociónquecausaráeseproyecto.—¡Oh!notemáis.—Caballero—dijo D’Artagnan al oficial—, os doy las gracias. Acabáis de ganaros tres amigos

verdaderos.—Esverdad—repusoAramis.Porthossólohizounaseñaldeaquiescenciaconlacabeza.Después de abrazar con ternura a sus dos antiguos amigos, D’Artagnan dejó a Belle-Isle con el

inseparablecompañeroqueledieraColbert,sinhabermodificadolasuertedeunosyotros,apartedelaespeciedeexplicaciónconquesecontentóelbuenPorthos.

El oficial dejó respetuosamente reflexionar a sus anchas al capitán, que al llegar a su buque,acoderadoatirodecañóndeBelle-Isle,habíaelegidoyatodossusrecursosofensivosydefensivos.

D’Artagnanreunióinmediatamentesuconsejodeguerra,compuestodeochooficialesqueservíanasus órdenes, esto es, un jefe de las fuerzasmarítimas, unmayor jefe de la artillería, un ingeniero, eloficialaquienyaconocemos,ycuatrojinetes.

Reunidos todos en la cámara de popa, D’Artagnan se levantó, descubriéndose y les habló en lossiguientestérminos:

—Señores,heidoareconoceraBelle-Isle,ysédecirosqueestábienguarnecidaypreparadapara

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una defensa que puede ponernos en grave apuro. He resuelto, pues, mandar llamar a dos de losprincipalesjefesdelaplazaparahablarconellos,quelejosdesustropasydesuscañonesy,sobretodo,movidospornuestrasrazones,cederán.¿Soisdemiparecer,señores?

—Señor deD’Artagnan—replicó elmayor de artillería levantándose, y con voz respetuosa perofirme—,habéisdichoquelaplazaestápreparadaparaunadefensaquepuedeponerosengraveapuro.¿Luegoquevossepáis,laplazaestáresueltaalarebelión?

Laréplicadelmayorirritóvisiblementealmosquetero;ycomonoerahombrequeseabatieraportanpoco,tomónuevamentelapalabraydijo:

—Justa es vuestra observación, caballero; pero no ignoráis que Belle-Isle es un feudo del señorFouquetyquelosantiguosreyesdieronalosseñoresdeBelle-Isleelderechodearmarseensucasa.

Yalverqueelmayorhacíaunademán,prosiguió:—Nomeinterrumpáis.Yaséquevaisadecirmeque talderechose lesdiocontra los ingleses,no

para pelear contra su rey. Pero no es el señor Fouquet quien defiende a Belle-Isle, pues lo arrestéanteayer;arrestodelcualnisabennadaloshabitantesydefensoresdelaisla,yalcualéstosnodaríancréditopormásqueseloanunciarais,porloinaudito,porloextraordinario,porloinesperado.Unbretónsirve a su señor, no a sus señores, y le sirve hasta que lo ve muerto. Ahora bien, nada tiene desorprendentequeseresistancontraquiennoseaelseñorFouquetonosepresenteconunaordenfirmadaporéste.Porestomepropongomandarllamaradosdelosprincipalesjefesdelaguarnición;loscuales,alver las fuerzasdequedisponemos,comprenderán lasuerteque lesesperaencasode rebelión.Lesharemos saber bajo la fe denuestra palabra, que el señorFouquet está preso, que toda resistencianopuede menos de perjudicarle, y que una vez disparado el primer cañonazo no pueden esperarmisericordiaalgunadel rey.Entonces,yocreoquenoresistiránmás,quese rendiránsin luchar,yqueamigablementenosapoderaremosdeunaplazaquepudieracostarnosmuchoelconquistarla…Supongoloquevaisadecirme—continuóD’Artagnan,dirigiéndosealoficialqueleacompañóaBelle-Isleysedisponíaahablar—;séqueSuMajestadhaprohibidotodacomunicaciónsecretaconlosdefensoresdeBelle-Isle,poresoprecisamenteofrezcocomunicarconellosúnicamenteenpresenciadetodomiestadomayor.

LosoficialessemiraroncomoparaasentirdecomúnacuerdoalosdeseosdeD’Artagnan;yyaveíaéstecongozoqueelresultadodelsentimientodeaquéllosseríaelenvíodeunboteaPorthosyaAramis,cuando el oficial del rey sacó de su faltriquera un pliego cerrado y señalado con un número 2, y loentregóalmosquetero,quepreguntóconsorpresaquéeraaquelpliego.

—Leedlo,señordeD’Artagnan—respondióeloficialconcortesía.D’Artagnandesdoblócondesconfianzaelpapelyleyólosiguiente:

SeprohíbealseñordeD’ArtagnantodareunióndeconsejoytodadeliberaciónantesdehaberserendidoBelle-Isleydehaberpasadoporlasarmasalosprisioneros.Luis.

Elcapitáncontuvolaimpacienciaycontestósonriéndoseconamabilidad:—Estábien,quedaráncumplidaslasórdenesdelrey.Elgolpeeradirecto,duro,mortal.D’Artagnan,enfurecidodequeelreysehubieseanticipado,nopor

eso desesperó al contrario, dandovueltas a la idea que trajera deBelle-Isle, creyó que de ella iba a

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surgirotrocaminodesalvaciónparasusamigos.Asípues,dijosúbitamente:—Señores,puestoqueSuMajestadhaencargadoelcumplimientodesusórdenessecretasaotroque

amí,hedejadodemerecersuconfianza,ydeellaseríaverdaderamenteindignosi tuvieseelvalordeconservarunmandosujetoatantassospechasinjuriosas.Partoenseguidaparapresentarmidimisiónalrey, y la doy ante vosotros, instándoos a que os repleguéis conmigo sobre las costas de Francia sincomprometerfuerzaalgunadelasqueSuMajestadmehaconfiado.Vuélvase,pues,cadacualasupuestoyordenadelregreso;dentrodeunahoraempezaráelflujo.

Yelverquetodossedisponíanaobedecer,menoseloficialcelador,añadió:—Supongoqueestaveznotendréisqueoponerosordenalguna.D’Artagnandijoestocasiensonde

triunfo; aquel plan era la salvación de sus amigos; levantado el bloqueo, podían embarcarseinmediatamenteydarsealavelaparaInglaterraoparaEspaña,sintemor;mientrasélsepresentabaalrey, justificabasu regresocon la indignaciónque levantarancontraél lasdesconfianzasdeColbert, leenviabanotravezconampliospoderes,yseapoderabadeBelle-Isle,esdecir,delajaulasinlospájaros.Peroaestosplanesseopusoeloficial,entregandootraordendelreyasíconcebida:

EnelmomentoqueelseñordeD’Artagnanmanifiesteeldeseodepresentarsudimisión,quedadestituidodesucargodegeneralísimo,yningunodelosoficialesqueesténasusórdenesdebeobedecerle. Además, tan pronto el señor deD’Artagnan deje de ser generalísimo del ejércitoenviado contra Belle-Isle, deberá volver a Francia en compañía del oficial que ponga en susmanoselpresentemensaje,yquelocustodiarábajosuresponsabilidad.

El bravo e inteligente D’Artagnan palideció. Todo había sido calculado con profundidad que, porprimeravez,despuésde treintaaños, le recordó laadmirableprevisióny la lógica inflexibledelgrancardenal.

—SeñordeD’Artagnan—dijoeloficial—,cuandoosplazca;estoyavuestrasórdenes.—Partamos—contestóelmosqueterorechinandolosdientes.EloficialhizoarriarinmediatamenteunboteenquedebíaembarcarseD’Artagnanque,fueradesíal

verlaembarcacióndijo:—¿Cómovanaarreglarseahoraparadirigirlosdiferentescuerposdelejército?—Partiendovos—respondióeljefedelaescuadra—,elreymehaconfiadoamíelmando.—Entonces es para vos este pliego—repuso el agente de Colbert dirigiéndose al nuevo jefe—.

Vemosnuestrospoderes.—Aquíestán—contestóelmarinoexhibiendoundespachodelrey.—He ahí vuestras instrucciones —dijo el oficial entregándole el pliego. Y volviéndose hacia

D’Artagnan y viendo la desesperación de aquel hombre de bronce, añadió con voz conmovida—:Partamos,caballero.

—Al instante —profirió con voz débil el gascón, vencido, doblegado por la implacableimposibilidad.

Ybajóalbote,quesinglóhaciaFranciaconvientofavorableyconducidoporlamareaascendiente.ConD’Artagnanseembarcarontambiénlosguardiasdelrey.Con todo, el gascón alentaba todavía la esperanza de llegar a Nantes con bastante presteza y de

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abogarconsuficienteelocuenciaenprodesusamigosparainclinaralreyalaclemencia.El bote volaba como una golondrina, yD’Artagnan veía claramente resaltar la negra línea de las

costasdeFranciasobrelasblanquecinasnubesdelanoche.—¡Quénodierayoparaconocerlasinstruccionesdelnuevojefe!—dijoelmosqueteroenvozbaja

aloficial,aquienhacíaunahoraquenodirigíalapalabra—.Sonpacíficas,¿noesverdad?y…Noacabó;uncañonazolejanoresonóporlasuperficiedelmar;luegoresonóotro,yotrosdosotres

másfuertes.—YaestáabiertoelfuegocontraBelle-Isle—respondióeloficial.ElboteatracóentierradeFrancia.

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LadespedidadePorthos

Cuando los dejó D’Artagnan, Aramis y Porthos entraron en el fuerte principal para hablar con máslibertad.

Porthos,siemprereceloso,molestabaaHerblay,queensuvidahabíatenidomáslibreelespírituqueenaquellosmomentos.

—MiqueridoPorthos—dijodeprontoelobispo—,dejadqueosexpliquela ideadeD’Artagnan.Unaideaalacualvamosadeberlalibertadantesdedocehoras.

—¿Deveras?—exclamóPorthosconadmiración—.Vamosaver.—Por lo que ha pasado entre nuestro amigo y el oficial, ya habéis visto que le sujetaban ciertas

órdenesreferentesanosotrosdos.—Sí;lohevisto.—Puesbien,D’Artagnanvaapresentarsudimisiónalrey,ydurantelaconfusiónquedesuausencia

vaaoriginarse,nosotrosnosfugaremos;esdecir,osfugaréisvos,siúnicamenteunodelosdospodemosfugarnos.

—Onosfugamosjuntosolosdosnosquedamosaquí—replicóPorthosmeneandolacabeza.—Generosotenéiselcorazón,amigomío—dijoAramis—.Pero,francamente,vuestrainquietudme

aflige.—¿Yoinquieto?nolocreáis.—Entoncesestáisresentidoconmigo.—Tampoco.—Pues¿aquéesacaralúgubre?—Esqueestoyhaciendomitestamento—dijoelbuenPorthosmirandocontristezaaHerblay.—¡Vuestrotestamento!—exclamóelobispo—.¡Qué!,¿ostenéisporperdido?—No,peromesientofatigado.Éstaeslaprimeravezquemesucede,ycomoenmifamiliahaycierta

herencia…—¿Cuál?—Miabueloerahombredosvecesmásrobustoqueyo.—¡Diantre!¿AcasoeraSansónvuestroabuelo?—No,sellamabaAntonio.Puessí,miabueloteníamiedadcuando,alpartirundíaparalacaza,le

flaquearonlaspiernas,locualnuncalehabíapasado.—¿Quésignificabatalfatiga?—Nadabueno,comovaisaverlo;porqueapesardequejarsedeladebilidaddepiernaspartiópara

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lacaza,yunjabalílehizofrenteyélletiróunarcabuzazoquefallóylabestialeabrióaéluncanal.—Éstanoesrazónparaqueosalarméis.—Mipadreeramásrobustoqueyo;peronosellamabaAntonio,comomiabuelo,sinoGaspar,como

Coligny.FuemipadrevalerosísimosoldadodeEnriqueIIIydeEnriqueIV,siempreacaballo.Puesbien,mipadre,quenuncahabíasabidoquéeraelcansancio,leflaquearonlaspiernasunanocheallevantarsedelamesa.

—Puedequehubiesecenadobien,yporesosetambaleaba—dijoAramis.—¡Bah!¿UnamigodeBassompierre tambalearse? ¡No!Comodecía,mipadre ledijoamimadre,

quehacíaburladeél:«¿Aversiamímesaleunjabalícomoamipadre?».—¿Yquépasó?—Quearrostrandoaquelladebilidad,mipadreseempeñóenbajaraljardínenvezdemeterseenla

cama,yalsentarlaplantaenlaescalera,lefaltóelpieyfueadardecabezacontralaesquinadeunapiedraenlaquehabíaungoznedehierroquelepartiólasienyquedómuerto.

—Realmentesonextraordinariaslascircunstanciasqueacabáisdecontar—dijoAramisfijandolosojos en su amigo—; pero no infiramos de ellas que puede presentarse una tercera. A un hombre devuestrarobusteznolepegasersupersticioso;porotraparte,¿enquésevequeosflaqueanlaspiernas?Enmividaoshevistotancampante:cargaríaisenhombrosunacasa.

—Bueno,sí,porahoraestoybien,perohacepocosentíamispiernasdébiles,yestefenómeno,comovosdecís,seharepetidocuatrovecesenpocotiempo.Noosdigoqueestomehaasustado,perosíquemehacontrariado,porque lavidaesagradable.Tengodinero,hermosos feudos,preciadoscaballos,yamigosqueridoscomoD’Artagnan,Athos,Raúlyvos.

EladmirablePorthosnisiquierasetomóeltrabajodedisimularaHerblaylacategoríaqueledabaensusamistades.

—Viviréisaúnlargosañosparaconservaralmundoejemplaresdehombresextraordinarios—repusoelobispoestrechándolelamano—.Descansadenmí,amigomío;nonoshallegadocontestaciónalgunadeD’Artagnan,yestaesbuenaseñal;debedehaberhechoconcentrarlaescuadraydespejarelmar.Yo,por mi parte, hace poco he ordenado que lleven, sobre rodillos, una barca hasta la salida del gransubterráneodeLocmaría,dondetantasveceshemoscazadozorrasalacecho.

—Ya,osreferísalagrutaquedesembocaenelAncónporelpasadizoquedescubrimoseldíaenqueseescapóporallíaquelsoberbiozorro.

—Precisamente.Siestovamal,esconderánparanosotrosunabarcaenaquelsubterráneo,siesquenolohanhechoya,yenelinstantefavorable,durantelanoche,nosescapamos.

—Comprendo.—¿Quétallaspiernas?—Enesteinstante,muybien.—¡Loveis!Todoconspiraadarnostranquilidadyesperanza.¡ViveDios!Porthos,todavíanosqueda

mediosiglodeprósperasaventuras,ysiyollegoatierradeEspaña,vuestroducadonoestanilusorio.—Esperemos—dijoelgiganteunpococontentoporelnuevocalordesucompañero.Deprontoseoyerongritosde:«¡Alasarmas!»cuyasvocespenetraronenelaposentoenqueestaban

losdosamigosyllenarondesorpresaalunoydeinquietudalotro.Aramisabriólaventanayviocorreramuchoshombres conhachasdeviento encendidas, seguidosde susmujeres,mientras losdefensores

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acudíanasuspuestos.—¡Laescuadra!¡Laescuadra!—gritóunsoldadoqueconocióaAramis.—¿Laescuadra?—repitióelobispo.—Sí,monseñor,estáamediotirodecañón—continuóelsoldado.—¡Alasarmas!—vociferóAramis.—¡Alasarmas!—repitióconvoztonantePorthos,lanzándoseenposdesuamigoyendirecciónal

muelleparaponersealabrigodelasbaterías.Vieron acercarse las chalupas cargados de soldados, formando tres divisiones divergentes para

desembarcarentrespuntosalavez.—¿Quédebemoshacer?—preguntóunoficialdeguardia.—Detenerlas,ysinoceden,¡fuego!—respondióAramis.Cincominutosdespuésempezóelcañoneo,cuyosecosfueronlosquellegaronaoídosdeD’Artagnan

al desembarcar en Francia. Pero las chalupas estaban ya demasiado cerca del muelle para que loscañoneshiciesenblanco;atracaron,yelcombateempezócasicuerpoacuerpo.

—¿Quétenéis,Porthos?—preguntóAramisasuamigo.—Nada…laspiernas…Esverdaderamenteincomprensible…peroalcargarserepondrán.Enefecto,PorthosyAramiscargaroncontalvigoryanimarontantoalossuyos,quelosrealistasse

reembarcaron atropelladamente sin haber sacado más ventaja que algunos heridos que consigo sellevaron.

—¡Porthos,necesitamosunprisionero!—gritóAramis—.¡Pronto,pronto!Porthosseagachóenlaescaleradelmuelle,agarróporlanucaaunodelosoficialesdelejércitoreal

queparaembarcarseesperabaquetodoslohubiesenhecho,ylevantándolo,sesirviódeélcomodeunarodelasinquelepegasenuntiro.

—Ahívaunprisionero—dijoPorthosasuamigo.—Calumniadahoraavuestraspiernas—repusoHerblayechándoseareír.—Esquenolohetomadoconlaspiernas,sinoconlosbrazos—replicóPorthoscontristeza.

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ElhijodeBiscarrat

Losbretonesde la islaestabanorgullososdeaquellavictoria;peroAramis;no lesalentabaydecíaaPorthos:

—Loquevaasucederesque,despertadalacóleradelreyporlaresistencia,unavezlaislaensupoder,loquedesegurodiezmadaoabrasada.

—Estoquieredecirquenohemoshechonadaútil—replicóPorthos.—Porlodeprontosí—repusoelobispo—,puestenemosunprisionero,porbocadequiensabremos

quépreparannuestrosenemigo.—Interroguémosle—dijoPorthos—,yelmododehacerlehablaressencillísimo:leconvidamosa

cenar,ybebiendoseledesatarálalengua.Dichoyhecho.Eloficial,unpoco inquietoalprincipio, se tranquilizóviendoconquién teníaque

habérselasy,sintemordecomprometerse,diotodoslospormenoresimaginablessobreladimisiónylapartida de D’Artagnan y sobre las órdenes que dio el nuevo jefe para apoderarse de Belle-Isle porsorpresa.

Aramis y Porthos cruzaron una mirada de desesperación, ya no podían contar con las ideas deD’Artagnan,yporconsiguienteconningúnrecursoencasodederrota.

Continuósuinterrogatorio;Herblaypreguntóalprisionerocómopensabantratar lastropasrealesalos jefes de Belle-Isle, y al responderle aquél que había orden dematarlos durante el combate y deahorcaralossupervivientes,cruzóotramiradaconPorthos.

—Soymuyligeroparalahorca—repusoHerblay—;aloshombrescomoyonoselescuelga.—Yyosoydemasiadopesado—dijoPorthos—;loshombrescomoyorompenlasoga.—Estoysegurodequehubiéramosdejadoavuestraelecciónelgénerodemuerte—dijoconfinurael

prisionero.—Milgracias—contestóconformalidadelobispo.—Vayapuesavuestrasaludestevasodevino—dijoPorthosbebiendo.Charlando seprolongó la cena, y el oficial, que erahidalgodebuen entendimiento, se aficionó al

ingeniodeAramisyalacordialllanezadePorthos.—Unapregunta,conperdón—dijoelprisionero—,yexcusadmifranquezaelquenoshallemosyaen

lasextabotella.—Hablad—dijoAramis.—¿Noservíaislosdosenelcuerpodemosqueterosdeldifuntorey?—Sí,yqueéramosdelosmejores—respondióPorthos.

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—Es verdad—exclamó el oficial—, y aun añadiría que no había soldados como vosotros, si notemieseofenderlamemoriademipadre.

—¿Devuestropadre?—repusoAramis.—Sí,¿sabéiscómomellamo?MellamoJorgedeBiscarrat.—¿Biscarrat?…—repusoAramisrecorriendosumemoria—.Creo…—Buscadbien—dijoeloficial.—¡Votoaldiablo!—exclamóPorthos—,nohayparaquépensarmucho,Biscarrat,aliasCardenal…

fueunode loscuatroquevinierona interrumpirnoseldíaqueespadaenmanonoshicimosamigosdeD’Artagnan.

—Estoes,señores.—Elúnicoaquiennoherimos—añadióAramis.—Esdecirqueeraunespadachín—repusoelprisionero.—Escierto,muycierto—dijeronaunalosdosamigos—.Plácenosconoceraunhombretanbravo.Biscarratestrechólasmanosqueletendieronlosdosantiguosmosqueteros.Aramismiróasuamigocomodiciéndole:«Éstevaaayudarnos»,yluegodijo:—¿Verdadqueelhabersidohombredignoleenorgulleceauno?—Esomismoselooísiempreamipadre.—¿Verdadtambién—prosiguióHerblay—,queparaunoestristeencontrarseconhombresaquienes

vanaarcabucearoacolgar,tantomáscuantoesoshombresresultanserantiguosconocidos,relacioneshereditarias?

—¡Bah!noosaguardaunfintandesastroso,señoresmíos—repusoconvivezaeloficial.—Voslohabéisdicho.—Cuandoaunnoosconocía;peroahoraosdigoquepodéisevitartanfunestodestino.—¡Qué podemos! —exclamó Herblay, chispeándole de inteligencia los ojos y mirando

alternativamentealprisioneroyaPorthos.—Con talquenonosexijanunabajeza—repusoconnoble intrepidezPorthosmirandoa suveza

Biscarratyalprelado.—Noosexigiránnada,señores—dijoeloficial—.¿Quéqueréisqueosexijan,cuandosiosprenden

osmatan?Evitadqueosencuentren.—Paraencontrarnos,fuerzaesquevenganabuscarnosaquí—repusoPorthoscondignidad.—Habéisdichobien,mibuenamigo—dijoAramissindejardeinterrogarconlamiradalafisonomía

deBiscarrat,silenciosoycohibido.Ydirigiendolapalabraaesteúltimo,ledijo—:Omuchomeengaño,oqueréishacernosunaconfidenciaynoosatrevéis.

—¡Ah!señores,esque,dehablar,hagotraiciónalaconsigna;peroescuchad,hablaunavozquemerelevademicompromiso.

—¡Elcañón!—exclamóPorthos.—¡Elcañónylamosquetera!—prorrumpióelobispo.Entrelasrocasyalolejosoíaseelfragorsiniestrodeuncombatebreve.—¿Quésignificaeso?—dijoPorthos.—Loqueyosospeché—respondióAramis.—¿Yquéhabéissospechado?—preguntóelprisionero.

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—Quevuestraembestidanoeramásqueunataquesimulado,yquemientrasvuestrascompañíassedejabanrechazar,teníaislacertezadeefectuarundesembarcoenlaparteopuestadelaisla.

—Nouno,sinomuchos—contestóBiscarrat.—Entoncesestamosperdidos—repusocontodacalmaelprelado.—Nodigoqueno estemosperdidos—arguyó el señordePierrefonds—;pero todavíanonoshan

hechoprisioneros,nimuchomenosestamosahorcados.Dichoesto,Porthosselevantódelamesa,seacercóalapareddelaposento,ydescolgóconlamayor

impasibilidad suespaday suspistolasque inspeccionóconelminuciosocuidadodelveteranoque sedisponealucharyqueconocequesuvidadependeengranpartedelasexcelenciasydelbuenestadodesusarmas.

Alestampidode loscañonazos,a lanuevade lasorpresaquepodíaponer la islaenmanosde lastropasreales,lamuchedumbreentróaterradayatropelladamentealfuerteparapedirauxilioyconsejoasus jefes. Aramis, pálido y vencido, se asomó, entre dos hachones, a la ventana que daba al patioprincipal,enaquelinstantellenodesoldadosqueesperabanórdenesydijoconvozgraveysonora:

—Amigosmíos,elseñorFouquet,vuestroprotector,vuestroarraigo,vuestropadre,hasidoarrestadoporordendelreyysepultadoenlaBastilla.

—¡VenguemosalseñorFouquet!¡Mueranlosrealistas!—gritaronlosmásexaltados.—No,amigosmíos—contestósolemnementeelprelado—,noopongáisresistencia.Elreyesseñor

ensureino.HumillaosanteDiosyamadaDios,yalrey,quehancastigadoalseñorFouquet.Peronovenguéisavuestroseñor,ni lo intentéis,puesossacrificaríaisenvano,ysacrificaríaisesposas,hijos,bienesy libertad.Puesel reyos loordena, abajo las armas, amigosmíos,y retiraos sosegadamenteavuestrascasas.Oslopido,osloruego,ysifueramenesterosloordenoennombredelseñorFouquet.

Lamuchedumbre reunida al pie de la ventana acogió las palabras deAramis con unmurmullo decóleraydeterror.

—Los soldados del rey LuisXIV han entrado en la isla—prosiguióHerblay—, y ya no sería uncombateloquehubieseentreellosyvosotros,sinounacarnicería.Idos,pues,yolvidad;yahoraosloordenoennombredeDios.

Aunqueconlentitud,losamotinadosseretiraronsumisosysilenciosos.—¿Quédemoniosacabáisdedecir,amigomío?—dijoPorthos.—Habéis salvado a esos habitantes, caballero—repuso Biscarrat—, pero no a vos ni a vuestro

amigo.—SeñordeBiscarrat—dijoconacentonobleycortéselobispodeVannes—,hacedmelamercedde

marcharos.—Conmilamores,caballero;pero…—Nos haréis un favor con ello, señor deBiscarrat, porque al anunciar vos al teniente del rey la

sumisióndelosmoradoresdelaislaydecirlecómosehaverificadolasumisión,talvezconsigáisparanosotrosalgunagracia.

—¡Gracia!¿Quépalabraesesa?—exclamóPorthosdespidiendorayosporlosojos.Aramisdiounfuertecodazoasuamigo,comohacíaensusbuenosaños,cuandoqueríaadvertirleque

ibaacometerohabíacometidoalgunatorpeza.—Iré,señores—dijoBiscarrat,sorprendidotambiéndehaberoídolapalabra«gracia»enbocadel

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altivomosqueterodequienpocohacíacontóyensalzóconentusiasmolasheroicasproezas.—Id,pues,señordeBiscarrat—dijoAramis—,ycontadanticipadamenteconnuestragratitud.—Pero entretanto ¿qué va a ser de vosotros, señores, de vosotros a quienes me honro en llamar

amigosmíos,yaqueoshabéisdignadoaceptarestetítulo?—repusoeloficial,conmovido,aldespedirsedelosdosantiguosadversariosdesupadre.

—Nosquedamosaquí.—Vedquelaordenesformal,señores.—SoyobispodeVannes,señordeBiscarrat,yasícomonoarcabuceanaunobispo,tampocoahorcan

aunnoble.—Tenéis razón, monseñor—dijo Biscarrat—; todavía podéis contar con esta posibilidad. Parto,

pues,enbuscadel jefede laexpedición,del tenientedel rey.GuárdeosDios, señores;omejordicho,hastalavista.

El oficial montó sobre un caballo que Aramis le hizo preparar, y partió hacia donde se oían losmosquetazoscuandolairrupcióndelamuchedumbreenelfuerteinterrumpiólaconversacióndelosdosamigosconsuprisionero.

—¿Comprendéis?—preguntóAramis a Porthos una vez a solas con su amigo y después de habermiradocómopartíaBiscarrat.

—Nada—respondióelgigante.—¿PorventuranoosmolestabalapresenciadeBiscarrat?—No,esunbuenmuchacho.—Sí,pero¿esprudentequetodoelmundoconozcalagrutadeLocmaría?—¡Ah,diantre!¡Esverdad!¡Esverdad!Comprendo,comprendo.Nosescapamosporelsubterráneo.—Sigustáis—repusojovialmenteHerblay—.Andando,amigoPorthos,nuestrabarcanosespera,y

elreytodavíanonoshaechadolamano.Unsilencioespantosoreinabaenlaisla.

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LagrutadeLocmaría

ElsubterráneodeLocmaríaestababastantelejosdelmuelleparaquelosdosamigostuviesennecesidaddeeconomizarsusfuerzasantesdellegaraél.Porotraparte,habíasonadoyalamedianocheenelrelojdel fuerte, y Aramis y Porthos iban cargados de dinero y de armas. Caminaban, pues, nuestros dosfugitivosporelarenalqueseparabadelsubterráneoelmuelle,oídoatentoyprocurandoevitartodaslasemboscadas.Decuandoencuandoyporelcaminoquedeliberadamentedejabanasuizquierda,pasabanhabitantesprocedentesdelinterior,aquieneshizohuirlanuevadeldesembarcodelosrealistas.Alfinytrasunarápidacarrera,frecuentementeinterrumpidaporprudentesparadas,losdosamigospenetraronalaprofundagrutadeLocmaría,yalaqueelprevisorobispodeVanneshizollevar,sobrecilindros,unabarcacapazdeafrontarlasolasenaquellahermosaestación.

—Mibuenamigo—dijoPorthosdespuésdehaberrespiradoestrepitosamente—,porloqueseveyahemos llegado; pero simal nome acuerdo,me hablasteis de tres hombres, que debían acompañaros.¿Dóndeestánquenoslosveo?

—Indudablementenosaguardanen lacaverna,dondedefijodescansandelpenoso trabajoquehanhecho.—YalverquePorthosibaaentrarenelsubterráneo,ledetuvo,yañadió—:Dejadquepaseyodelante,mibuenamigo.Comosóloconozcoyolaseñalquehedadoalosnuestros,osrecibiríanatirosuoslanzaránsuscuchillosenlaoscuridad.

—Pasad,amigoAramis,soistodosabiduríayprudencia.¡Pardiez,puesnomeflaqueanotravezlaspiernas!

AramisdejósentadoaPorthosen laentradade lagruta,yencorvadose internóenellay lanzóungrito imitandoaldelmochuelo,alquecontestóunarrulloplañideroyapenasperceptible,que invitóaHerblayacontinuarsumarchaprudente,hastaqueledetuvoungritoigualalqueéllanzóalentrar,yqueresonóadiezpasosdeél.

—¿Soisvos,Ibo?—preguntóelobispo.—Sí,monseñor,ytambiénGoennecconsuhijo.—Bueno.¿Estátodopreparado?—Sí,monseñor.—Llegaos los tres a la entrada de la gruta, mi buen Ibo, donde está descansando el señor de

Pierrefonds.Lostresbretonesobedecieron;Porthos,rehecho,entrabaya,ysusfuertespisadasresonabanenmedio

delascavidadesformadasysostenidasporlascolumnasdesíliceydegranito.EncuantoseunióelseñordeBracieuxconelobispo,losbretonesencendieronunalinternadequese

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proveyeron.—Veamoslabarca—dijoAramis—,ycerciorémonosdeloqueencierra.—Noacerquéismucholaluz,monseñor—dijoelpatrónIbo—,puessegúnmehabéisrecomendado,

hemetido,bajoelbancodepopa,elbarrildepólvoraylascargasdemosquete,quedesdeelfuertemehabíaisenviado.

—Está bien—repuso Herblay. Y tomando la linterna, inspeccionó minuciosamente la barca, contodaslasprecaucionesdelhombrenitímidoniignoranteanteelpeligro.

Labarcaeralarga,ligera,depococalado,dequillaestrecha,bienconstruida,comotienenfamadeconstruirlasenBelle-Isle,debordasunpocoaltas,resistenteenelagua,muymanejable,yprovistadetablas para formar con ellas en tiempo inseguro como una cubierta por la que se deslizan las olas yprotegealosremeros.

En dos cofres bien cerrados y colocados bajo los bancos de popa y proa, Aramis encontró pan,bizcocho,frutaseca,tocino,yunabuenaprovisióndeaguapotableendosodres;locualerasuficienteparaquienesdebíannavegar siemprepor lacostaypodían refrescar susvituallasencasoapremiante.Además,enlabarcahabíaochomosquetesyotrastantaspistolasdecaballería,cargadostodosyenbuenestado;remosyunapequeñavelallamadadetrinquete,queayudaalosremeros,esútilalsoplarlabrisaynocargalaembarcación.

Unavezlohuboinspeccionadotodo,dijoAramisaPorthos:—Faltasabersidebemoshacersalirlabarcaporelextremodesconocidodelagruta,siguiendola

pendienteylaoscuridaddelsubterráneo,osiesmejorhacerlaresbalarsobrerodillosalraso;altravésdeloszarzales,allanandoelcaminodelacosta,nomásaltadeveintepies,yqueenlaaltamareaofrecetresocuatrobrazasdeaguasobreunbuenfondo.

—Esoeslomenos,monseñor—repusoelpatrónIboconelmayorrespeto—.Perocreoqueporlapendientedelsubterráneoyenmediodelaoscuridadenquenosveremosobligadosamaniobrarnuestraembarcación,elcaminonoserátancómodocomoelairelibre.Yoconozcolacostaypuedodecirosqueesrasa;elinteriordelagruta,alcontrario,esescabroso,sincontarquealextremodeellavamosadarconlasalidaqueconducealmaryporlacualtalveznopaselabarca.

—Yaheechadomiscálculos—dijoelobispo—,yestoysegurodequepasará.—Bien,monseñor—insistióelpatrón—;perovuestragrandezasabemuybienqueparahacerllegar

labarcaalaextremidaddelasalida,esprecisoquitarunapiedraenorme,aquellapordebajodelacualseescurrensiempreloszorrosyquecierralasalidacomounapuerta.

—Noimporta—dijoPorthos—,laquitaremos.—Creoqueelpatróntienerazón—repusoAramis—.Probemosalairelibre.—Tanto más, monseñor —continuó el marino—, cuanto no podemos embarcarnos antes que

amanezca;taleseltrabajoquefaltahacer.Además,encuantoclaree,esmenesterqueenlapartesuperiordelagrutasecoloqueunbuenvigíaparavigilarlasmaniobrasdelaschalanasydeloscrucerosquenosacecharán.

—Decísbien,Ibo,pasaremosporlacosta.Ylostresrobustosbretoneshabíancolocadoyasusrodillosbajolabarcaeibanahacerladeslizar,

cuandoenelcampoylejosresonaronladridosquemovieronaAramisasalirdelagruta,yaPorthosaseguirasuamigo.

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El alta teñía de púrpura y nácar mar y llanura; en medio de aquella vaga claridad veíanse lospequeñosymelancólicosabetosretorcersesobrelaspiedras,ylargasbandadasdecuervosrasabanconsus negras alas los sembrados de trigo. Sólo faltaba un cuarto de hora para el nuevo día, al queanunciaban con sus alegres gorjeos los pajarillos. Los ladridos que detuvieron en su tarea a los tresbretonesehicieronsalirdelagrutaalosdosamigos,seprolongabanenunprofundocollado,casiaunaleguadelsubterráneo.

—Esunajauría—dijoPorthos—;losperrosestánsobreunrastro.—¿Quéeseso?¿Quiéncazaaestashoras?—repusoHerblay.—Ysobre todopor este lado,donde temen la llegadade las tropas reales—prosiguióPorthos—.

Pero…¡Ibo!¡Ibo!Llegaosacá.Ibo acudió dejando el cilindro que aun tenía en lamano e iba a colocar bajo la barca cuando la

exclamacióndelobispoleinterrumpióensutarea.—¿Quécazaesesa,patrón?—preguntóPorthos.—Nosé,monseñor—respondióIbo—.Loúnicoquepuedodecirosesqueaestashoraselseñorde

Locmaríanocazaría.Y,sinembargolosperros…—Anoserquesehayanescapadodelaperrera…—No—dijoGoennec—.NosonlosperrosdelseñordeLocmaría.—Porprudenciavolvámonosadentro—repusoAramis—.Losladridosseacercan,ydentrodepoco

vamosasaberaquéatenernos.Todosseinternaronnuevamenteenlagruta;peroapenassehubieronadelantadouncentenardepasos

en la obscuridad, cuando resonó en la caverna un ruido semejante al ronco suspiro de una personaaterrorizada,y,jadeante,veloz,asustado,unzorropasócomounrayopordelantedelosfugitivos,saltóporencimadelabarcaydesapareció,dejandotrassíunvahoacre,quenosedesvanecióhastaalgunosmomentosdespuésbajolaschatasbóvedasdelsubterráneo.

—¡Elzorro!—exclamaronlosbretonesconlaalegresorpresadelcazador.—¡Maldición!—prorrumpióelobispo—.Handescubiertonuestrorefugio.—¡Qué!—dijoPorthos—.¿Unzorronosasusta?—¿Quédecís?—replicóHerblay—.¿Enelzorroosfijáis?Nosetratadeél¡viveDios!¿Acasono

sabíaisquetraselzorrovienenlosperros,ytraslosperrosloshombres?Porthosbajólacabeza.ComoparaconfirmarlaspalabrasdeAramis,laladradorajauríallegóconvertiginosarapidez,yseis

galgoscorredoresdesembocaronenelpequeñoarenal.—¡Heaquíalosperros—dijoAramis,alacechotrasunahendeduraabiertaentredospeñas—;ahora

faltasaberquiénessonloscazadores!—SieselseñordeLocmaría—repusoelpatrón—,dejaráquelosperrosregistrenlagruta,yseiráa

esperaralzorroalotrolado.—NoeselseñordeLocmaríaquiencaza—replicóHerblay,palideciendoapesarsuyo.—¿Quién,pues?—preguntóPorthos.—Mirad.—¡Los guardias!—exclamó Porthos al ver, al través de la abertura y en lo alto del otero, a una

docenadejinetesqueaguijabanasuscaballosyexcitabanalosperros.

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—Sí,losguardias,amigomío—dijoAramis.—¿Losguardiasdelrey,monseñor?—preguntaronlosbretonespalideciendoasuvez.—Sí, yBiscarrat al frente de ellosmontado enmi tordillo.Los perros entraron en la gruta, cuyas

profundidadesrepitieronlosensordecedoresladridosdelajauría.—¡Ahdiantres!—exclamóAramis,recobrandosusangrefríaanteelpeligro—.Yaséqueestamos

perdidos. Pero todavía nos queda una probabilidad: si los guardias advierten que la gruta tiene unasalida,nohayesperanza,porquealentraraquívanadescubrirlabarcayadescubrirnosanosotros.Así,pues,nilosperrosdebensalirdelsubterráneo,nilosguardiasentrarenél.

—Esverdad—repusoPorthos.—Los seis perros que han entrado —continuó Aramis con la rápida precisión del mando— se

pararánantelagruesapiedrapordebajodelacualsehaescurridoelzorro,yallídebenmorir.Los bretones se lanzaron, cuchillo en mano, y poco después se oyó un lamentable concierto de

gemidosyaullidosmortales,alosquesiguióelsilencio.—Estábien—dijoAramisconfrialdad.—Ahoraalosamos.Esperadquelleguen,escondernosymatar.—¡Matar!—repitióPorthos.—Sondiezyseis—dijoAramis—,alomenosporelpronto.—Ybienarmados—añadióPorthos,sonriéndose.—Elasuntodurarádiezminutos—dijoHerblay—.Vamos.Yconademánresueltoempuñóunmosqueteysepusoentrelosdientessucuchillodemonte.Luego

añadió:—Ibo.Goennecysuhijonospasaránlosmosquetes.Hacedfuegoaquemarropa,Porthos.Antesde

quelosotrossehayanenterado,habremosderribadoocho,yluegomataremosalosdemásacuchilladas.—¿YelpobreBiscarrattambién?—preguntóPorthos.—ABiscarratprimeroquetodo—respondióAramisyconlamayorfrialdad—.Nosconoce.

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Enlagruta

Apesar de la especie de adivinación que constituía la notamás saliente del carácter deAramis, losacontecimientos,sujetosalasalternativasdetodoloqueestásometidoalazar,nosedesenvolvieronenabsoluto cual previó el obispo de Vannes. Biscarrat, mejor montado que sus compañeros, ycomprendiendoquezorroyperroshabíandesaparecidoenlasprofundidadesdelsubterráneo,fueelqueprimerollegóalaentradadelagruta;perodominadoporelsupersticiosoterrorqueinfundenaturalmentealhombretodavíasubterráneayobscura,sedetuvoenlaparteexterioryaguardóasuscompañeros.

—¿Ybien?—preguntaronéstosalllegarjadeantesynoexplicándoselainaccióndeBiscarrat.—Fuerzaesquezorroyjauríahayandesaparecidoengullidosenesesubterráneo,puesnoseoyea

losperros.—¿Porquéhandejadodeladrar,pues?—objetóunodelosguardias.—Esextraño—añadióotro.—¡Qué caramba!—repuso otro de los guardias—. Entremos. ¿Acaso está prohibido entrar en la

gruta?—No—respondióBiscarrat—.Peroestáobscuracomobocadeloboypuedeunodescalabrarse.—Ysinoquelodigannuestrosperros—dijounguardia—.Defijosehanestrellado.—¿Quédiabloshasidodeellos?—sepreguntaronunosyotros.Y cada uno llamó a su respectivo perro por su nombre y lanzó su silbido favorito; pero ninguno

respondióalsilbidonialllamamiento.—Puedequeseaunagrutaencantada—dijoBiscarrat.Yapeándoseyadelantándoseunpasohaciael

subterráneoañadió—:Veamos.—Aguárdate:teacompaño—repusounodelosguardiasalverqueBiscarratibaadesaparecerenlas

tinieblas.—No —replicó Biscarrat—. No nos arriesguemos todos a la vez. Aquí ha pasado algo

extraordinario.Sidentrodediezminutosnohevuelto,entradjuntos.—Bien,teaguardamos—dijeronlosguardias.Y,sinapearse,formaronuncírculoalrededordelagruta.Biscarratentró,pues,solo;seadelantóenmediodelanegrurahastatocarconelpechoelmosquete

dePorthos,yal tenderlamanoparasaberloqueleoponíaaquellaresistencia, tomóelfríocañóndelarma.AlmismoinstanteIboblandiósucuchillo,queibaadescargarsobreeljovencontodalafuerzadeunbrazobretón,cuandoelférreopuñodePorthosledetuvoalamitaddelcamino.

—¡Noquieroquelematen!—exclamóPorthosconvozdetrueno.

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Biscarratseencontróentreunaprotecciónyunaamenaza,casitanterriblelaunacomolaotra.Aunquevaliente,Biscarratlanzóunaexclamación,queAramisahogóalpuntometiendounpañueloen

labocadeaquél.—SeñordeBiscarrat—dijoHerblayenvozbaja—.Noosqueremosmal,comodebéissaberlosinos

habéisconocido;pero siproferísunapalabra, si exhaláisun suspiro,nosveremos forzadosamataroscomohemosmatadoavuestrosperros.

—Sí,osconozco,señores—contestótambiénconvozremisaeljoven—.Pero¿porquéestáisaquí?¿Quéhacéisenestesitio?¡Desventurados!Creíaqueestabaisenelfuerte.

—Yvos,¿quécondicioneshabéisobtenidoennuestrofavor?—Hehechocuantohaestadoenmismanos,señores;pero…—¿Peroqué?—Hayordenformal,señores.—¿Dematarnos?Biscarratnoatreviéndoseadecirlesquehabíaordendeahorcarlos,norespondió.—Señor de Biscarrat —dijo Aramis comprendiendo su silencio—. Si no hubiésemos tenido en

consideraciónvuestrajuventudynuestraantiguaamistadconvuestropadre,aestashorasyanoviviríais;perotodavíapodéisescaparosdeaquísinosdaispalabradenodeciravuestroscompañerosnadadeloquehabéisvisto.

—Nosóloosempeñomipalabraencuantoa loquemepedís,sino tambiénos ladoydequeharétodoloposibleparaevitarquemiscompañerosentrenenestagruta.

—¡Biscarrat!¡Biscarrat!—gritarondesdeafueravariasvocesqueseengolfaroncualtorbellinoenelsubterráneo.

—Responded—dijoAramis.—¡Aquíestoy!—gritóBiscarrat.—Podéismarcharos;descansamosenlafedevuestrapalabra—repusoHerblay,soltandoaljoven,

quetomóelcaminodelaentrada.—¡Biscarrat!¡Biscarrat!—gritaronmáscercalasvoces,altiempoqueseproyectabanenelinterior

delagrutalassombrasdealgunasformashumanas.Biscarratseabalanzóalencuentrodesusamigosparadetenerlos.AramisyPorthosescucharonconlaatencióndequiensejuegalavidaaunsoplodelaire.Biscarratllegóalaentradadelagrutaseguidodesusamigos.—¡Oh!¡Oh!—exclamóunodeellosalllegaralaluz—.¡Quépálidoestás!—Verde,querrásdecir—repusootro.—¿Yo?—exclamóBiscarratesforzándoseenllamarasítodassusfuerzas.—Lacosaesseria,señores—dijootro.—Levaadaralgo.¡Quiéntraesales!InterpelacionesyburlassecruzabanentornodeBiscarrat,comosecruzanenelcampodebatallalos

proyectiles.—¿Quéqueréisquehayavisto?—dijoBiscarrat,rehaciéndosebajoaqueldiluviodeinterrogaciones

—.Cuandoheentradoenlagrutateníamuchocalor,yenellamehadadofrío.—Pero¿ylosperros?¿Loshasvisto?

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—Esdesuponerquehayantomadootrocamino—respondióBiscarrat.—Señores—dijo uno de los guardias—, en lo que pasa y en la palidez de nuestro amigo hay un

misterioqueBiscarratnopuedeonoquiererevelar.EsindudablequeBiscarrathavistoalgoenlagruta,yyotambiénquieroverlo,aunqueseaeldiablo.¡Alagruta,señores;alagruta!

—¡Alagruta!—repitierontodos.—¡Señores!¡Señores!—exclamóBiscarratponiéndosedelantedesuscompañerosparacerrarlesel

paso—.¡Porfavor,noentréis!—¿Peroquéhayenestagruta?—Decididamentehavistoaldiablo—repusoelqueyasentóestahipótesis.—Pues si lo ha visto, que no sea egoísta y deje que también lo veamos nosotros—dijo otro—.

Vamos,échateaunlado.—Señores—dijo un oficial de más edad que los demás, que hasta entonces había callado y se

expresóconsosiegoquehacíacontrasteconlaanimacióndelos jóvenes—.Señores,enestagrutahayalgooalguienquenoeseldiablo,peroquehatenidopoderbastanteparaenmudeceranuestrosperros.Espreciso,pues,quesepamosquéesoquiénesesealgooesealguien.

Biscarratintentóaúndetenerasusamigos;perotodofueinútil.Susamigosentraronenlacavernatrasel oficial que había sido el último en hablar; pero fue el primero en lanzarse, espada en mano, alsubterráneo para arrostrar el peligro desconocido. Biscarrat, repelido por sus amigos, y no pudiendoacompañarles,sopenadepasaralosojosdePorthosyAramisportraidoryperjuro,fueaapoyarse,coneloídoatentoylasmanostodavíaextendidasenademándesúplica,enunodelosásperosladosdeunarocaqueaélleparecióexpuestaalfuegodelosmosqueteros.Encuantoalosguardias,ibaninternándosepormomentosydandovocesquesedebilitabanaproporcióndeladistancia.Derepenterugiócomountrueno,bajolasbóvedas,unadescargademosquetería,dosotresbalasvinieronaaplastarsecontralarocaenqueBiscarratseapoyaba,yacompañadosdesuspiros,aullidoseimprecaciones,reaparecieronlos guardias, pálidos unos, otros ensangrentados, y todos envueltos en una nube de humo que el aireexteriorparecíaaspirardelfondodelacaverna.

—¡Biscarrat! ¡Biscarrat! —gritaron los fugitivos—. ¡Tú sabías que en esta caverna había unaemboscadaynonoshasprevenido!¡Túerescausadequehayanperecidocuatrodelosnuestros!¡Aydeti,Biscarrat!

—Alomenosdinosquiénestáahídentro—exclamaronmuchosfuriosos.—Diloomuere—dijounherido incorporándosesobreunade sus rodillasyblandiendocontra su

compañerounaespadayainútil.Biscarratseprecipitóaélconelpechodescubierto;peroelheridovolvióacaerparanolevantarse

más.—Tenéisrazón—dijoentoncesBiscarratadelantándosehaciaelinteriordelacaverna,fueradesí,

con los cabellos erizados y la mirada fosca—. ¡Muera yo que he dejado que asesinaran a miscompañeros!¡Soyuncobarde!

Yarrojandolejosdesísuespada,puesqueríamorirsindefenderse,agachólacabezayseentróenelsubterráneo,peronosolo,comoélsupuso,sinoseguidodelosdemás;esdecir,delosoncequedelosdiezyseisquedaban.Peronopasarondedondelosprimeros:unasegundadescargatendióaloscincoenla fríaarena,ycomoera imposibleverdedóndepartíaelmortífero rayo, losotros retrocedieroncon

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espantoindescriptible.Biscarrat,sanoysalvo,sesentóenunarocayesperó.Delosdiezyseisguardiasnoquedabanmásqueseis.—¿Sideverdadseráeldiablo?—dijounodelossupervivientes.—Peores—repusootro.—PreguntémosloaBiscarrat;éllosabe.—¿DóndeestáBiscarrat?—Estámuerto—respondierondosotres.—No—replicóotro.—Porfuerzaconocealosqueestándentro.—¿Porqué?—¿Nohaestadoprisioneroentrelosrebeldes?—Esverdad.Llamémosle,pues,ysepamosporsubocacontraquiénnoslasvemos.—Paranadanecesitamosdeél;noslleganrefuerzos—dijoelotrooficial.Enefecto,llegabaunacompañíadeguardiascompuestasdesetentaycincoaochentaindividuos,ala

queensuardorporlacazadejaronatrássusoficiales,queahorasalieronalencuentrodesussoldados,yconelocuenciafácildeconcebirlesexplicaronlaaventuraysolicitaronsuayuda.

—¿Dóndeestánvuestroscompañeros?—preguntóelcapitán.—Estánmuertos.—¿Peronoeraisdiezyseis?—Hanperecidodiez.Biscarratestáenlacaverna,yestamosaquíloscincorestantes.—¿LuegoBiscarratestáprisionero?—Esprobable.—No;vedle—repusounodelosoficialesmostrandoaBiscarrat,queenaquelinstanteaparecióenla

entradadelacaverna.Yluegoañadió—:Vamosalláaverquénosquiere,puesnoshaceseñadequenosacerquemos.

—¡Vamos!—repitierontodosadelantándosealencuentrodeBiscarrat.—SeñordeBiscarrat—dijoelcapitándirigiéndosealjoven—,measeguranquevosconocéisalos

queestánenlagrutayhacenunadefensatandesesperada.Así,pues,ennombredelrey,osintimoquedeclaréiscuantosepáis.

—Micapitán—contestóBiscarrat—,notenéisyanecesidaddeintimarme,puesvengoennombredeellos.

—¿Adecirmequeserinden?—No, señor, sino a deciros que están decididos a defenderse hasta lamuerte si no les conceden

buenascondiciones.—¿Cuántosson?—Dos—respondióBiscarrat.—¿Dosyquierenimponernoscondiciones?—Dosson,capitán—repusoBiscarrat—,ynoshanmatadoyadiezcompañeros.—¿Quéhombressonesos,pues?¿Porventurasontitanes?—Más,micapitán,más.¿OsacordáisdelahistoriadelbastióndeSanGervasio?—¿Dóndecuatromosqueterosdelreyhicieronfrenteaunejército?Sí,larecuerdo.

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—Pueslosqueestánahídentrosondosdeellos.—¿Yquéinteréstienenentaldefensa?—SonlosquedefendíanaBelle-IsleennombredelseñorFouquet.—¡Losmosqueteros!¡Losmosqueteros!—dijeronlossoldados.Yalpensarqueibanalucharcontra

dosdelasmásantiguasgloriasmilitaresdelejército,aquellosvalientesseestremecierondeterroralavezquedeentusiasmo.

—¿Doshombresyhanmatadodiezoficialesendosdescargas?—exclamóelcapitán—.Nopuedeser,señorBiscarrat.

—Yonodigoquenolosacompañendosotreshombres,comoalosmosqueteroslesacompañarontres o cuatro criados en el bastión de San Gervasio; pero, creedme, mi capitán, yo he visto a esoshombres,hesidoprisionerodeellos,losconozco;bastanellosdosparadestruiruncuerpodeejército.

—Esoesloquevamosaver,ypronto—repusoelcapitán.Entonces, todossedispusieronaobedecer; sóloBiscarrathizo laúltima tentativa,diciendoenvoz

bajaalcapitán:—Creedme,pasemosdelargo.¿Quéganaremoscombatiéndolos?—Ganaremos la conciencia de no haber hecho retroceder a ochenta guardias del rey ante dos

rebeldes.Siescuchasevuestroconsejo,señordeBiscarrat,seríahombredeshonrado,yaldeshonrarme,deshonraríaalejército.

ElcapitánsehizodescribirporBiscarratysuscompañeroselinteriordelsubterráneo,ycuandolepareciósaberbastante,dividiólacompañíaentressecciones,quedebíanentrarsucesivamentehaciendofuegograneadoentodasdirecciones.

Sindudaenaquelataquesucumbiríancincohombresmás,diezquizá;peroacabaríanporapresaralosrebeldes,yaquelacavernanoteníasalida,ypormuchoquehicieran,doshombresnopodíanacabarconochenta.

—Reclamoelhonordeponermealfrentedelprimerpelotón,micapitán—dijoBiscarrat.—Bien—respondióelcapitán.—Gracias—dijoeljovenconlaenterezadelosdesuestirpe.—¡Qué!¿Osvaissinespada?—Sí,talcualestoy,micapitán—dijoBiscarrat—;porquenovoyparamatar,sinoaquemematen.Yponiéndosealfrentedelprimerpelotón,conlacabezadescubiertaylosbrazoscruzados,añadió:—¡Marchen!

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UncantodeHomero

Yaestiempodepasaralotrocampoydescribiraloscombatientesyelteatrodelabatalla.Lagruta,queteníaunascientoesasdelongitudyllegabahastaundeclivequeibaapararenunacaleta,entiempoenque Belle-Isle se llamaba todavía Colonesa, fue templo de divinidades paganas, y sus misteriosasconcavidadespresenciaronmásdeunsacrificiohumano.Laentradadeaquellacavernalaformabanunapendiente suave cubierta por una baja bóveda de amontonadas peñas; el interior, de suelo desigual ypeligroso por las fragosidades de las peñas de la bóveda, se subdividía en varios compartimientosgradualmentemáselevadosyaloscualessellegabaporescalonesásperos,resquebrajadosyunidosaderechayaizquierdaaenormespilaresnaturales.Eneltercercompartimientolabóvedaeratanbajaytanestrechalagalería,quelabarcaapenaspudierahaberpasadorozandolasparedes;contodo,enunmomentodedesesperación,lamaderacedeylapiedraseablandaalsoplodelavoluntadhumana.

TaleraelpensamientodeAramiscuando,traselcombate,sedecidióalafuga,fugapeligrosa,puesnohabíanperecido todos losasaltantes,yadmitiendo laposibilidaddebotar labarcaalmar,habríanhuido en plena luz, ante los vencidos, que al ver cuán pocos eran hubieran tenido interés en hacerperseguiralosvencedores.

Cuando las dos descargas hubieronmatado diez hombres,Aramis, acostumbrado a los rodeos delsubterráneo,seacercóaloscadáveresparainspeccionarlosunoaunosinpeligro,pueselhumoimpedíaqueloviesendesdefuera,yordenóelarrastredelabarcahastalagranpiedraquecerrabalalibertadorasalida.Porthos reunió todassus fuerzas,y tomandoconambasmanos labarca, la levantómientras losbretones colocaban rápidamente los rodillos bajo ella. De esta suerte, llegaron hasta el tercercompartimiento, es decir, a la piedra que obstruía la salida. Porthos tomó por la base la gigantescapiedra,apoyóenéstasurobustohombroyleimprimióunasacudidaquehizocrujirlasparedes.

Alatercerasacudidacediólapiedra,queoscilóporespaciodeunminuto;luegoPorthosseapoyóenlas rocas contiguas, y haciendo palanca con uno de sus pies, arrancó y separó la piedra de lasaglomeracionescalcáreasqueleservíandegoznes.Caídalapiedra,penetróenelsubterráneolaradianteluzdeldía,yelazuladomaraparecióalosmaravilladosojosdelosbretones.

Enseguidaprocediósea subir labarca sobreaquellabarricada;y sólo faltabanveinte toesasparahacerladeslizaralmar,cuandollególacompañíayelcapitánlaalineóparaelasalto.Aramis,quetodolovigilabaparafavorecereltrabajodesusamigos,vioelrefuerzo,contólossoldadosyseconvenciódelinsuperablepeligroenqueibaaponerlesunnuevocombate.Huirpormarenelmomentoenqueelsubterráneo iba a ser invadido, era imposible, pues la luz que acababa de iluminar los dos últimoscompartimientos hubiera mostrado a los soldados la barca deslizándose hacia el mar, y a los dos

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rebeldesatirodemosquete,sincontarqueunadescargaacribillaríalaembarcaciónsinoquitabalavidaaloscinconavegantes.Aramissemesabaconrabialoscabellos,yorainvocabaelauxiliodeDios,oradeldiablo.

Amigomío—dijoHerblayenvozbajaaPorthos,quetrabajabaélsolomásquelosrodillosy losbretones—,acabandellegarrefuerzosanuestrosadversarios.

—¿Quéhacemos,pues?—repusososegadamentePorthos.—Reanudarelcombateesaventurado—contestóAramis.—Esverdad,porqueesdifícilquenonosmatenaunodelosdos,ymuertoeluno,elotroseharía

matar—dijoelgiganteconlaheroicasencillezqueenélerarealzadacontodaslasfuerzasdelamateria.—Niavosniamínosmataránsihacéisloqueyoosdiga—repusoAramis,aquienlaspalabrasde

suamigolehabíanpenetradoenelcorazóncomounpuñal.—Decid,pues.—Lossoldadosvanainternarseenlagruta,yalosumomataremoscatorceoquince.—¿Cuántosson?—preguntóPorthos.—Leshallegadounrefuerzodesetentaycincohombres.—Queconloscincohacenochenta—dijoPorthos.—Sinosenvíanunadescargacerradanosacribillanabalazos.—Tomemos pronto una resolución. Nuestros bretones van a continuar en su tarea, y nosotros nos

traemosaquípólvora,balasymosquetes.—Reflexionad que los dos no conseguiremos disparar tres mosquetes a un tiempo —dijo

candorosamentePorthos—.Nomeparecenbienlosmosquetes.—¿Quéharíaisvos?—Voyaemboscarmetraselpilarconestabarradehierro,yasí,invisibleeinatacable,cuandohayan

entrado a oleadas, descargomi barra sobre los cráneos treinta veces por minuto. ¿Qué os parece elproyecto?¿Osplace?

—Mucho; pero la mitad se quedarán fuera para rendirnos por hambre. Lo que necesitamos esdestruirlosatodos,puesunsolohombrequesobrevivanospierde.

—Esverdad;pero¿cómoatraerlos?—Nomoviéndonos.—Puesnonosmovamos;pero¿ycuandoesténtodosreunidos?—Dejadloenmimano;semehaocurridounaidea.—Siesasí,contalquelaideaqueseoshaocurridoseabuena…ydebeserlo…estoytranquilo.—Alacecho,Porthos,ycontadlosqueentren.—¿Yvos?—Noospreocupéispormí;noestaréocioso.—Creoqueoigovoces.—Sonellos.Avuestrositio,yhacedquepodamosoírnosytocarnos.Porthosse refugióenel segundocompartimiento,completamenteobscuro,empuñandounabarrade

hierro de cincuenta libras de peso que había servido para hacer rodar la barca y quemanejaba confacilidad maravillosa. Aramis entró en el tercer compartimiento, se agachó y empezó la maniobramisteriosa.

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Mientrastantolosbretonesempujabanlabarcahastalaplaya.Seoyóunavozdemando;eralaúltimaordendelcapitán.Veinticincohombressaltarondelasrocas

superioresalprimercompartimientodelagruta,yrompieronelfuego.Retumbaron losecos, los silbidosde lasbalas surcaron labóveda,yelespacio se llenódedensa

humareda.—¡Porlaizquierda!¡Porlaizquierda!—gritóBiscarrat,queensuprimerreconocimientohabíavisto

elpasodelsegundocompartimiento,yque,animadoporelolordelapólvora,queríaguiarhaciaaquelladoasussoldados.

Estosavanzaron,efectivamente,por la izquierdaysemetieronenelestrechocorredorguiadosporBiscarratque,conlasmanoshaciaadelante,ibabuscandosumuerte.

—¡Venid!¡Poraquí!—gritóBiscarrat—.Veounaluz.—¡Golpeenellos!—dijoAramisconvozsepulcral.Porthos exhaló un suspiro, pero obedeció. La barra de hierro descargó enmitad de la cabeza de

Biscarrat,quecayómuertoconlapalabraenloslabios.Luegolaformidablebarravolvióalevantarseparadescargardiezvecesendiezsegundosydejartendidosdiezhombres.Lossoldadosnadaveían:sólooíanayesysuspirosyhollabancuerpos;todavíanosabíanloquepasaba,yavanzarontropezandounosconotros,mientraslaimplacablebarrasubíaybajabaincesantementehastaacabarconelprimerpelotón,sin que un solo ruido hubiese puesto sobre aviso al pelotón segundo, que avanzaba tranquilamente,aunquealumbradoporunaantorchaformadadelasentretejidasramasdeunpequeñopinoqueelcapitánarrancófueradelagruta.AlllegaralcompartimientoenquePorthos,semejantealángelexterminador,destruyócuantos tocó, laprimerafilaretrocedióaterrorizada.Ningunadescargahabíacontestadoa lasdescargas de los guardias, y sin embargo, ante sí tenían unmontón de cadáveres y sus pies nadabanliteralmenteensangre.Porthoscontinuabadetrásdesupilar.Elcapitán,alalumbrarconlatrémulaluzdel inflamadopinoaquellahorriblecarniceríade laqueenvanobuscaba lacausa, retrocedióhastaelpilar tras el cual estaba Porthos; entonces salió de la obscuridad una mano descomunal, agarró elpescuezo del capitán, que lanzó un estertoroso ronquido, azotó el aire con las manos, soltando laantorcha, que se apagó en la sangre, y un segundo después cayó junto a la antorcha. Todo se hizomisteriosamenteycomoporartedemagia.Entonces,elteniente,obedeciendoaunimpulsoirreflexivo,instintivo, maquinal, dio la voz de ¡fuego! Una descarga retumbó, aulló en aquellas concavidades yarrancóenormespiedrasde lasbóvedas; lacaverna,poruninstantequedóiluminadapor la luzde losfogonazos,peroluegomásoscuraacausadelhumo.Trasladescargareinóelmásprofundosilencio,sóloturbadoporlospasosdelatercerabrigadaqueentrabaenelsubterráneo.

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Lamuertedeuntitán

EnelmomentoenquePorthos,másacostumbradoalaobscuridadquelosqueentraban,mirabaentornode sí, paraver si enmediodeaquellanegruraAramis lehacía alguna señal, sintióungolpecitoenelbrazo,yensuoídounavozsuavequedecía:

—Venid.—¿Adónde?—dijoPorthos.—¡Silencio!—repusoAramis,todavíamásquedo.Conelruidodelatercerabrigadaquecontinuabaavanzando,yacompañadosdelasimprecacionesde

losguardiasquequedaronenpieydelestertordelosmoribundos,AramisyPorthosseescurrieron,sinser vistos, a lo largo de las graníticas paredes de la gruta. Aramis condujo a su amigo al penúltimocompartimiento,ylemostró,enun;huecodelapared,unbarrildepólvoradesesentaaochentalibrasdepeso,alcualhabíaaplicadounamecha.

—Amigomío—dijoHerblayaPorthos—,vaisatomarestebarrildelquevoyaencenderlamecha,yarrojarloenmediodenuestrosenemigos;¿podéis?

—¡Yalocreo!—contestóPorthos.—Encendedlamecha.Aguardadaqueesténtodosreunidos;luego,Júpitermío,lanzadvuestrorayo

enmediodeellos.—Encendedlamecha—repitióelgigante.—Yo—continuóAramis—voyareunirmealosbretonesparaayudarlesabotarlabarcaalagua.Os

aguardoenlaorilla.Lanzadelbarrilconmanofirmeyvenidcorriendo.—Encended—dijoporterceravezPorthos.—¿Mehabéiscomprendido?—preguntóAramis.—Cuandomeexplicancomprendo—respondióPorthosriéndose—.Vengalayescaymarchaos.AramisdiountrozodeyescaardiendoaPorthos,ysefuealasalidadelacaverna,dondeleestaban

aguardando los tres remeros. Porthos aplicó la yesca a la mecha, y aquella chispa, principio de unincendioespantoso,brillóenlaobscuridadcomounaluciérnagaysecorrióalamecha,queseencendió.Porthosactivóelfuegoconunsoplo.Graciasahabersedisipadounpocoelhumo,a laclaridaddelamechadurantedossegundospudierondistinguirselosobjetos.

Breve,peromagnífico fueel espectáculoqueofrecióaquelcoloso,pálido,ensangrentadoyconelrostroiluminadoporelfuegodelamechaqueenlaobscuridadardía.Lossoldadosalverlo,alverelbarril que en la mano sostenía, comprendieron lo que iba a pasar, y aterrados, lanzaron un grito deagonía.Unosintentaronhuir,peroseencontraronconlatercerabrigadaquelescerróelpaso,losotros

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apuntaronmaquinalmenteehicieron fuegoconsusdescargadosmosquetes;otroscayerondehinojos,ydosotresoficialesprometieronaPorthoslalibertadsilesconcedíalavida.

El teniente de la tercera brigada repetía la voz de fuego, pero los guardias tenían ante sí a susdespavoridoscompañerosqueservíandemurallavivienteaPorthos.

CadasoplódePorthosalreavivarelfuegodelamecha,enviabaaaquelhacinamientodecadáveresunaluzsulfurosainterrumpidaporanchasypurpúreasfajas.Elespectáculosóloduródossegundos;peroenaqueltiempo,unoficialdelatercerabrigadareunióochoguardiasarmadosdesendosmosquetesylesordenóquehiciesenfuegosobrePorthosatravésdeunaabertura.Losquehabíanrecibidolaordendedisparar temblaron de tal suerte, que la descargamató a tres de sus compañeros, y a las cinco balasrestantes fueron silbando a rayas la bóveda, a surcar el suelo o a empotrarse en las paredes. A ladescarga respondió una carcajada, luego osciló el brazo del coloso, pasó por el aire algo como uncometa,yelbarril,lanzadoatreintapasos,pasóporencimadelabarricadadecadáveresyfueacaerenmediodeunpelotóndeaulladoressoldadosquesedejaroncaerdebruces.Eloficial,quehabíaseguidoenelairelabrillantecola,seprecipitósobreelbarrilparaarrancarlamechaantesquehubieseprendidoenlapólvora.Suabnegaciónfueinútil, lamecha,queenreposohabríaduradocincominutos,activadaporelairenodurómásquetreintasegundos,ylamáquinainfernalreventó.Furiosostorbellinos,silbidosdelazufreydelnitro,estragosdevoradoresdelfuego,truenoespantosodelaexplosión,heahíloqueenel segundo que siguió a los dos segundos primeros pasó en aquella caverna, igual en horrores a unacavernadedemonios.Las rocasseabrieroncomo tablasdeabetobajoelhacha;enmediode lagrutabrotóunchorrodefuego,dedespojosqueseensanchabaaproporciónquesubía;lasmacizasparedesdesíliceseinclinaronparaacostarseenlaarena,queconvertidaeninstrumentodedolorselanzófueradesus endurecidas capas en millones de átomos para acribillar los rostros de los moribundos. Ayes,aullidos,imprecaciones,existencias,todoseapagóenaquellainmensacatástrofequeconvirtiólostresprimeroscompartimientosenunabismoenelcualcayeronunoaunoysegúnsupesadez, losdespojosvegetales, minerales o humanos, y luego la arena y la ceniza, que cual plomiza y humeante mortajacubrieronaquellugardehorrores.

Busquenahoraenaquellaardientetumba,enaquelvolcánsubterráneo,alosguardiasdelreyconsusuniformes azules con adornosdeplata; busquen a los oficiales relucientesdeoro, y las armas enqueconfiaron todos para defenderse; y busquen, por fin, las piedras que les mataron y el suelo que lossustentó.Unhombresolo,lohaconvertidotodoenuncaosmásconfuso,másinformeymásterriblequeelcaosqueexistíaunahoraantesdequeDioscrearaelmundo.DelostrescompartimientosnoquedócosaalgunaqueDiospudiesehaberreconocidocomoobrasuya.

Porthos, según le aconsejóAramis,despuésdehaber lanzadoelbarrildepólvoraechóacorreryllegóalúltimocompartimiento,enelqueentrabaelaireyelsol,yacienpasosdeélviolabarcamecidaporlasolasyasusamigos,esdecir,lalibertadylavidadespuésdelavictoria.Seiszancadasmásyseencontraba fuera de la bóveda, y con otras seis zancadas llegaba a la barca; pero de improviso leflaquearonlaspiernasysintiócomosiselehubiesenvaciadolasrodillas.

—¡Ah diantre! —murmuró Porthos—, vuelve a acometerme debilidad y no puedo andar. ¿Quésignificaesto?

—¡Porthos!—gritóAramisaltravésdelapuerta,noexplicándoseporquésedeteníaelgigante—,¡venidpronto!,¡pronto!

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—Nopuedo—contestóPorthoshaciendounesfuerzoquecontrajoinútilmentetodoslosmúsculosdesucuerpo.

Porthoscayóderodillas;peroconsusrobustasmanosseagarróalasrocasyvolvióalevantarse.—¡Pronto!, ¡pronto!—repitióAramisencorvándosehacia laorillacomoparaatraeraPorthoscon

susbrazos.—Aquíestoy—balbuceóélllamandoasítodassusfuerzasparaadelantarseotropaso.—Ennombredelcielo,Porthos,venid;elbarrilvaareventar.—Venid,monseñor—dijeronlosbretonesalverquePorthossemovíacomoenunapesadilla.Peroyanoeratiempo:retumbólaexplosión,latierraseresquebrajó,lahumaredaselanzóporlas

anchashendiduras,seobscurecióelcielo, lamarrefluyócomorepelidapor labocanadadefuegoquebrotódelagrutacomodelabocadegigantescomonstruo;elreflujoarrastrólabarcahastaunasveintetoesasdelaorilla,todaslaspeñascrujieronensubaseyserompieronenpedazoscomoalesfuerzodepoderosascuñas;partedelabóvedaseremontóporlosaires;elfuegoróseoyverdedelazufreylanegralavadelaslicuefaccionesarcillosas,chocaronycombatieronporuninstantebajounamajestuosacúpuladehumo,yluegooscilaron,seinclinaronycayeronlargosfragmentosdelasrocas,quelaviolenciadelaexplosiónnopudodesarraigardesusseculareszócalos;fragmentosquesesaludabanunosaotroscomoancianosgravesylentos,yluegoseprosternabanytendíanparasiempre.

Aquel espantoso choque pareció devolver a Porthos las perdidas fuerzas; gigante entre aquellosgigantes,selevantó;peroenelinstanteenquehuíaporenmediodelasdosfilasdegraníticosfantasmas,estosúltimosyanosostenidospor loscorrespondienteseslabones,empezaronarodarconestrépitoentornodeaqueltitánalparecerprecipitadodesdeelcieloenmediodelasrocasqueacababadelanzarcontra él. Porthos sintió temblar bajo sus pies el suelo conmovido por aquella espantosa sacudida, ytendió a derecha y a izquierda sus titánicasmanos para repeler las peñas que se le iban encima. Sinembargo, tanenormefueunadeellas,quelehizodoblar losbrazosyagachar lacabeza,mientrasotragraníticamolelecaíaentreloshombros.PoruninstantelosbrazosdePorthoscedieron,peroelhérculesreunió todas sus fuerzas y separó lentamente las paredes de aquella prisión en que estaba sepultado.Porthosaparecióenaquelmarcodegranitocomoelángeldelcaos;peroalsepararlaspeñaslaterales,quitósupuntodeapoyoalmonolitoquepesabasobresushombros,yelmonolitohizocaerderodillasalgigante.Lasrocaslaterales,separadasporuninstante,volvieronajuntarseyañadieronsupesoalpesoprimitivo,bastanteparaaplastaradiezhombres.Elgigantecayósinpedirsocorro;cayórespondiendoaAramisconpalabrasdealientoydeesperanza,porqueporbreveespacioygraciasalrobustopuntaldesusmanos,pudocreerque,comoEncelado,sacudiríaaqueltriple,peso.Sinembargo,Aramisviocómopoco a poco la mole bajaba; las crispadas manos y los por un postres esfuerzo envarados brazos,cedieroncomocedieronlosdesgarradoshombros,ylapeñacontinuóbajando,bajando…

—¡Porthos! ¡Porthos! —exclamó Aramis mesándose los cabellos—, ¡Porthos!, ¿dónde estáis?¡Hablad!

—¡Paciencia!,¡paciencia!—murmuróPorthosconvozqueibaextinguiéndosepormomentos.Apenaspudoconcluirsusúltimapalabra;elimpulsodelacaídaaumentóelpeso;laenormepeñase

sentó,cargadaporlasotras,yabismóaPorthosenunasepulturaderotaspiedras.Aloírlaexpirantevozdesuamigo,Aramisdejódeguardiaaunodelostresbretonesenlabarca,saltóentierraseguidodelosotros dos, provistos de una palanca, y se encaminó hacia donde oía el último estertor del intrépido

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Porthos.Herblay,centelleante,magnífico,jovencomoalosveinteaños,seabalanzóalatriplemole,consusmanosdelicadascomolasdeunamujer, levantóporunmilagrodevigorunadelasesquinasdelainmensa sepultura de granito. Entonces vislumbró en las tinieblas de aquella fosa la todavía brillantemiradade suamigo,aquien lapeña levantadaporun instantehabíadevuelto la respiración.AlpuntoAramisy los dosbretones se agarraron a la palancadehierro, y con su triple esfuerzo intentaron, nolevantarlapeña,sinosostenerlaalaire.Todofueinútil:lostressevieronforzadosacederlentamenteycondolor de su corazón.Porthos, al verles agotar sus fuerzas en lucha estéril,murmuróburlonamenteestaspalabrassupremasquelellegaronaloslabiosconelpostreraliento:

—¡Pesademasiado!Después se empañaron los ojos, palideció su rostro, le blanquearon lasmanos, y el titán lanzó el

postrersuspiro.Lostreshombressoltaronlapalanca,querodósobrelatumulariapeña;luego,jadeante,descolorido,

conelpechooprimidoyelcorazónapuntoderompérsele,Aramisprestóoídoatento.Nadaseoía:elgigantedormíaelsueñoeternoenlasepulturaqueDioslehabíadadoconformeasugrandeza.

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ElepitafiodePorthos

Aramis,silencioso,helado,temblandocomounmedrosoniño,bajódeaquellapeña,tumbaquenopodíaserholladaporcristianospies.

ParecíaquealgodePorthoshubiesemuertoenél.LosbretonesrodearonaAramis,yleabrazaron,éllesdejóhacer,ylostresmarinerosletomaronen

pesoylecondujeronalabarca.Colocadoenelbanco,juntoaltimón,lostresbretoneshicieronfuerzaderemosprefiriendoalejarse

deestamaneraaizarlavelaquepodíavenderlos.De laarrasadasuperficiede laantiguagrutadeLocmaría,deaquellaorilla, sólounaprominencia

atraíalamirada.Aramisnopodíadesviardeellalosojos,ydesdelejos,desdelamar,amedidaquesealejaba, le parecía que la amenazadora y altiva peña se erguía, como antes se irguiera Porthos, ylevantaba hasta el cielo una cabeza risueña e invencible como la del probo y valiente amigo, elmásfuertedeloscuatroy,sinembargo,muertoelprimero.

¡Extrañodestinoeldeaquelloshombresdebronce!Elmássencillodecorazónaliadoalmásastuto;lafuerzacorporalguiadaporlasutilezadelainteligencia;yelcuerpo,unapiedra,unapeña,unpesovilymaterialdominabalafuerzay,desplomándosesobresucuerpo,lanzabadeélalainteligencia.

¡OhdignoPorthos!Nacidoparaayudaralosdemás,siempredispuestoasacrificarseenprodelosdébiles,comosiDiosnolehubiesedadolafuerzamásqueparaesto,almorir,creyóquenohacíamásquecumplirlascondicionesdesupactoconAramis,sinembargodequeúnicamenteAramisloredactó,pactoqueconociósóloparareclamarsuterriblesolidaridad.¡OhnoblePorthos!¿Dequétesirvieronloscastillos llenosdemuebles, losbosquespobladosdecaza, los lagosrebosantesdepescay lascuevaspletóricasdedinero?¿Dequétantoslacayosderelucienteslibreas,entreellosMosquetón,enorgullecidodelpoderqueledelegaste?¡OhPorthos!,¿paraquéacumulartesoros,paraquétantoafanarteensuavizarydorartuvidaparaveniratenderte,conloshuesostriturados,bajofríapiedra,endesiertaplaya,alosgraznidosdelospájarosdelocéano?¿Paraquéacumulartantariquezasinisiquierahabíadefigurarentu sepulturaundísticodemalpoeta? ¡OhbravoPorthos!Sindudaduerme todavía,olvidado,perdido,bajolapeñaquelospastoresdelpáramostomanporeltechogigantescodeundolmen.

Aramis,pálido,heladoyconelcorazónenloslabios,hastaquelaplayadesaparecióenelhorizonteenvueltaenelvelodelanoche,noapartódelatumbadesuamigolosojos.Niunapalabraseexhalódesuslabios,niunsuspirosaliódesuoprimidopecho.Losbretones,supersticiosos,lemirabancontemor;másquedehombre,aquelsilencioeradeestatua.

Yacasidenoche,losbretonesizaronlapequeñavela,quehinchándosealbesodelabrisaimpulsóa

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la barca, que alejándose de la costa con rapidez, puso la proa hacia España y se lanzó al través delprocelosogolfodeGascuña.Peroapenashacíamediahoraquehabíanizadolavela,cuándolosremerosseencorvaronensusbancos,yhaciendopantalladesusmanossemostraronunosaotrosunpuntoblancocomoenlaapariencialoestáunagaviotamecidaporlainsensiblerespiracióndelasolas.Peroloqueparecíainmóvilparalosojosdeunprofano,paralaexpertamiradadelmarinerocaminabaconrapidez.Viendo el profundo embotamiento de su amo, los bretones no se atrevieron a sacarle de suensimismamiento, y se limitaron a hacer conjeturas en voz baja. En efecto, Aramis, tan vigilante, tanactivo,Aramis,cuyosojos,comolosdellince,velabanincesantementeyveíanmásdenochequededía,se hundía en la desesperaciónde su alma.Así transcurrió unahora, durante la cual la luz del día fueapagándosegradualmente,perodurantelacualtambiénelbuquealavistaseacercótantoalabarca,queGoennec,unodelostresmarineros,sedecidióadecirenvozbastantealta:

—Monseñor,nospersiguen.Aramisnadacontestó.Entonces,losmarineros,alverqueelbuqueseguíaavanzando,porordendel

patrón Ibo, arriaron la vela, a fin de que aquel único punto que aparecía en la superficie de las olascesasedeguiaralenemigo,elcuallargódosvelasmás.Pordesgracia,corríanlosdíasmáshermososymáslargosdelaño,yalaluzdeaqueldíanefastosucediólanochedelamásesplendenteluna.Elbuqueperseguidornavegabavientoenpopa,ylequedabatodavíamediahoradecrepúsculo,ytodaunanochedeclaridadrelativa.

—¡Monseñor!, ¡monseñor!, ¡estamosperdidos!—dijoelpatrón—;mirad, aunquehayamoscargadonuestravela,nosven.

Aramissinresponder,ledioalpatrónuncatalejo.Ibomiróyrepuso:—¡Oh!monseñor, losveo tancerca,quemeparecequepuedotocarloscon lasmanos.Alomenos

vienenveinticuatrohombres. ¡Ah!ahoraveoalcapitánen laproa,ymiraconunanteojocomoéste…Ahorasevuelveydaunaorden…Emplazanuncañónenlaproa…locargan…apuntan…¡Misericordiadivina!,¡disparancontranosotros!

Ybajómaquinalmenteelcatalejo,ylosobjetos,repetidoshaciaelhorizonte,leaparecieronbajosuaspectoreal.

Pordebajodelasvelasdelbuqueperseguidor,yunpocomásazulqueellas,aparecióunanubecilladehumoquesedilatócualflorqueseabre,ypocomásomenosaunamilladelcañoncitounabalalamiódosotresolas,abrióunblancosurcoenelmarydesapareciótaninofensivacomolapiedraconlacual,jugando,unmuchachohacecírculosenelagua.

Aquellabalafuealavezunaamenazayunaviso.—¿Quéhacemos?—preguntóelpatrón.—Vanaecharnosapique—dijoGoennec—;dadnoslaabsolución,monseñor.—Olvidáisquenosven—dijoAramisalosmarinerosarrodilladosasuspies.—Es verdad —exclamaron los bretones avergonzados de su debilidad—. Ordenad, monseñor,

estamosprontosamorirporvos.—Esperemos—dijoAramis.—¿Queesperemos?—Sí;¿noveisquedehuirvanaecharnosapique,comohabéisdichohacepoco?

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—Quizásalamparodelanochepodamosescapar—dijoelpatrón.—Nolesfaltaráalgúnfuegogriegoparailuminarsucaminoyelnuestro—objetóAramis.AlmismotiempoycualsielbuqueenemigohubiesequeridoresponderalaspalabrasdeAramis,se

remontóalcielounasegundanubecilladelsenodelacualsurgiótinainflamadaflechaquedescribióunaparábolasemejanteaunarcoiris,cayóenelmar,dondecontinuóardiendo,eiluminóunespaciodeuncuartodeleguadediámetro.

—Yaveisquemásvalesesperar—dijoAramisalosaterrorizadosbretones,queaunasoltaronsusremos.

Labarcacesódeavanzarysemetiósobrelasolas.Entretanto,lanocheseveníaencima,yelbuquecontinuabaavanzando.De tiempoen tiempoycualbuitrede sanguinolentocuelloque saca lacabeza fuerade sunido,el

formidable fuego griego partía de los costados del buque y arrojaba en medio del océano su llama,blancacomonievecandente.Por fin llegóa tirodemosquetecon toda la tripulaciónen la cubierta,yarmaalbrazolosunosylosotrosconlamechaencendidaenlamanoyjuntoaloscañones.Noparecíasinoquetuviesenquehabérselasconunafragataycombatiraunatripulaciónsuperiorennúmero.

—¡Rendíos!—gritóelcapitándelbuqueconayudadeunabocina.Losmarinerosmiraron aAramis, y viendo que les hacía una señal afirmativa, Ibo hizo ondear un

trapoblancoalextremodeunbichero.Locualeraunamaneradearriarelpabellón.El buque avanzó comoun caballo corredor; lanzó un nuevo cohete, que vino a caer a unas veinte

brazasdelabarcaylailuminóconmásclaridadqueunrayodelmásardientesol.—A la primera señal de resistencia, ¡fuego! —exclamó el capitán del buque dirigiéndose a sus

soldados,queinmediatamenteapuntaronsusmosquetes.—¿Nooshemosdichoquenosrendíamos?—repusoIbo.—¡Vivos,vivos,capitán!—dijeronalgunossoldadosexaltados—;¡esprecisotomarlosvivos!—Bien, sí, vivos—dijo el capitán. Y volviéndose hacia los bretones, añadió—: A todos se os

garantizalavida,menosalcaballeroHerblay.Aramisseestremeciócasiimperceptiblemente,yporunmomentofijólamiradaenlasprofundidades

del océano, iluminado por los últimos vislumbres del fuego griego, vislumbres que corrían por laspendientes de las olas, brillaban en sus crestas cual penachos, y hacían aún más sombríos, másmisteriososymásterribleslosabismosaloscualescubrían.

—¿Habéisoído,monseñor?—dijeronlosbretones.—Sí.—¿Quéordenáis?—Aceptad.—Pero¿yvos,monseñor?—Aceptad—repitió Aramis inclinándose hasta la borda y mojando las yemas de sus blancos y

puntiagudosdedosenlaverdosaaguadelmar,alacualmirabasonriéndosecomoaunaamiga.—Aceptamos—respondieronlosbretones—;pero¿quégarantíassenosda?—Lapalabradeuncaballero—dijoeloficial—.Porelnombreyporeluniformequevistojuroque

seosrespetarálavidaatodos,menosalseñorcaballerodeHerblay.Soytenientedelafragatadelrey«Pomona»,ymellamoLuisConstantdePressigny.

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Conungestorápido,Aramis,yainclinadohaciaelaguayconlamitaddelcuerpofueradelaborda,irguiólafrente,selevantó,yconlaspupilasinflamadas,lasonrisaenloslabios,ycomosilehubiesepertenecidoaélelmundo,ordenóqueechasenlaescala;asílohicieronlosdelbuquedeguerra.Aramissubióabordoseguidodelosbretones,quequedaronmudosdeasombroalverqueHerblay,enlugardeabatirse,seencaminóresueltamenteyconlamiradafijaenélalencuentrodelcapitánylehizoconlamanounaseñamisteriosa,antelacualeloficialpalideció,temblóybajólacabeza.Luegoysinproferirpalabra,HerblaylevantólamanoizquierdahastalaalturadelosojosdePressigny,ylemostróelengastedeunanilloqueleceñíaelanular.

Enaquellaactitudmajestuosa,fría,silenciosayaltiva,Aramisparecíaunemperadordandoabesarsumano.

El capitán levantó de nuevo la cabeza y volvió a bajarla conmuestras delmás profundo respeto;luego tendióunamanohaciapopa,esdecir,hacia lacámara,ysehizoaun ladoparacederelpasoaAramis.

Lostresbretonessemirabanunosaotrosconindecibleestupefacciónenmediodelsilenciodelostripulantes.

Cincominutos después el capitán llamó a su segundo, que subió inmediatamente y le ordenó quehicierarumboalaCoruña.

Mientras se estaba ejecutando la orden dada por Pressigny,Herblay reapareció en la cubierta, sesentójuntoalempalletado,yapesardeloobscurodelanoche,puesaunnohabíasalidolaluna,clavóobstinadamentelamiradaendirecciónaBelle-Isle.

—¿Quérutaseguimos,capitán?—preguntóenvozbajaIboaPressigny,quesehabíavueltoapopa.—La que le place a monseñor —respondió el interpelado. Aramis pasó la noche sobre el

empalletado.Ibo,alacercarseaélalamañanasiguiente,notóquelanochedebióhabersidomuyhúmeda,puesla

maderasobrelacualelobispoapoyabalacabeza,estabamojadacomoporelrocío.¡Quiénsabesifueelrocío,osifueronlasprimeraslágrimasquederramaranlosojosdeAramis!¡OhbuenPorthos!,¿quéepitafiohubieravalidoloqueaquél?

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ElreyLuisXIV

D’Artagnan, que no estaba acostumbrado a resistencias como la que acababan de oponerle, regresósumamenteirritadoaNantes,yyasabemosqueenél,hombredefibra,lairritaciónsemanifestabaporunaimpetuosaembestidaalaquehastaentoncespocosresistieron,aunquefuesenreyes.

D’Artagnan,todoexaltadofuederechoapalacioparahablaralrey.ÉstemadrugabadesdequeestabaenNantes;seríanlassietedelamañanacuandollegóD’Artagnan.

—Voyaanunciaros—dijoM.deGesvres,conunairequenadabuenopresagiaba.Gesvresvolviódespuésdecincominutos; cedióelpasoaD’Artagnan, le condujodirectamenteal

gabinetedeSuMajestad,ysecolocóaespaldasdesucompañeroen laantesala,desde lacualseoíahablarclaramentealreyconsuministroColbert,enelmismogabineteenqueColbert,algunosdíasantes,oyóhablarenaltavozalreyconD’Artagnan.

Losguardiasestabanformadosacaballoantelapuertaprincipalypocoapococundióporlaciudadelrumordequeelcapitándemosqueterosacababadeserarrestadoporordendelrey.EntoncesycomoenlosbuenostiemposdeLuisXIVydeTreville,losmosqueterosseagitaron,oraformandogrupos,orallenandolasescaleras,yacongregándoseenlospatios,delosquepartíanvagosrumoresquesubíanhastalospisosaltoscuallosroncoslamentosdelasolasduranteelflujo.

Gesvresestabainquietoymirabaasusguardias,queinterrogadosporlosmosqueterosempezabanaapartarsedeellosmanifestandotambiénalgunainquietud.

D’Artagnan,muchomás serenoque el capitándeguardias, al entrar se sentó en el alféizardeunaventana, y con su mirada de águila y sin pestañear, presenciaba lo que ocurría sin que le pasarainadvertido ninguno de los progresos de la fermentación que se iniciara al rumor de su arresto, ypreviendoelinstantedelaexplosión.

—¡Bueno estaría que esta nochemis pretorianos me proclamaran rey de Francia!—dijo entre síD’Artagnan—.¡Yquenomereiríapoco!

Peroalomejortodosecalmó.Guardias,mosqueteros,oficiales,soldados,murmullosyzozobras,sedispersaron,desaparecieron,seevaporaron;Unasolafraseapaciguóaquelrevueltomar.

—Señores,silencio—dijoBrienneporencargodeSuMajestad—,estáismolestandoalrey.—Vaya,seacabó—murmuróD’Artagnansuspirando—,losmosqueterosdehoynosonlosdeLuis

XIII.—¡QuéentreelseñorD’Artagnan!—gritóelujier.Elreyestabasentadoensugabinete,deespaldasalapuertaydecaraaunespejoalcualymientras

removíasuspapeleslebastabalanzarunamiradaparaveralosqueentraban.

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AlentrarD’Artagnan,LuisXIV,sinvolverse,echósobresuscartasysusplanoselgranpañodesedaverdequeleservíaparaescondersussecretosalosojosdelosimportunos.

D’Artagnancomprendiólaintencióndelreyysequedóatrás;demaneraquepasadounmomento,elmonarca,quenadaoíaysóloveíaconelrabillodelojo,sevioobligadoapreguntarenaltavoz:

—¿NoestáahíelseñordeD’Artagnan?—Presente—respondióelmosqueteroadelantándose.—¿Quétenéisquedecirme,caballero?—dijoLuisfijandosulímpidamiradaenD’Artagnan.—¿Yo,Sire?—repusoelgascón,queespiabalaprimeraestocadadeladversarioparadarunbuen

quite—.Solotengoquedecirosquemehabéishechoarrestaryqueestoyaquí.ElreyibaareplicarquenohabíamandadoarrestaraD’Artagnan;perocomoestohubierasidouna

excusa,secalló,enlocualleimitóobstinadamenteelgascón.—¿ParaquéosenviéaBelle-Isle?—prosiguióLuisXIVmirandodehitoenhitoasucapitán.—Paréceme —respondió D’Artagnan al ver que el rey se colocaba en un terreno para él tan

favorable—queVuestramajestadsedignapreguntarmequéfuiahacerenBelle-Isle.Puesbien,nolosé;noesamíaquiendebéisdirigirsemejantepregunta,Sire,sinoal infinitonúmerodeoficialesde todaespecieaquienessediounnúmeroinfinitodeórdenesdetodaclase,mientrasqueamí,generalísimodelaexpedición,nosemeprecisóabsolutamentenada.

—Caballero—repusoelrey,heridoensuorgullo—,sólosedieronórdenesa los jefesyoficialesqueinspirabanconfianza.

—Por eso no me admiro, Sire —replicó D’Artagnan—, que un capitán como yo, que tiene lacategoríademariscaldeFrancia,sehallaalasórdenesdecincooseistenientesmayores,buenosparaespías,noloniego,peronoparadirigiroperaciónalgunadeguerra.SobreelparticularhevenidoapedirexplicacionesaVuestraMajestad.

—SeñordeD’Artagnan,continuáis,comosiempre,creyendoquevivísenunsigloenquelosreyesestabancomovosquejáisquehabéisestado,estoes,bajolasórdenesyaladiscrecióndesusinferiores;olvidáisqueunreysólodeberendircuantadesusaccionesaDios.

—Nadaolvido,Sire—dijoelmosquetero,mortificadoasuvezporlalección—.Porotraparte,noveoenquépuedeofenderasureyunhombrecabalalpreguntarleenquélehaservidomal.

—Mehabéisservidomalamentealhacercontramícausacomúnconmisenemigos.—¿Cuálessonvuestrosenemigos,Sire?—Aquélloscontraloscualesosenvié.—¡Doshombres!,¡doshombresenemigosdelejércitodeVuestraMajestad!Esincreíble.Sire.—Nosoisvoselllamadoajuzgarmivoluntad.—Tan claramente lo he comprendido así, que he ofrecido respetuosamentemi dimisión a vuestra

Majestad.—Yyolaheaceptado—repusoelrey—.Antesdesepararmedevoshequeridoprobarosquesabía

cumplirmipalabra.—Vuestra Majestad ha hecho más que cumplir su palabra, pues Vuestra Majestad me ha hecho

arrestarynomelohabíaprometido—dijoD’Artagnanconacentofríamentezumbón.—Aestomehaobligadovuestradesobediencia—repusoLuisXIVhaciendocasoomisodelazumba

ysosteniéndoseserio.

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—¡Midesobediencia!—exclamóD’Artagnanencendidoporlacólera.—Es lapalabramás suavequehehallado—prosiguióLuis—.Miplanera tomary castigar a los

rebeldes,ysilosrebeldeseranamigosvuestros,¿nomehabíadeinquietar?—También yo debí hacer lo mismo —arguyó el mosquetero—, porque fue una crueldad, Sire,

enviarmeatomaramisamigosparaconducirlosavuestrashorcas.—Quise hacer una prueba con los servidores que comenmi pan y están obligados a defendermi

persona;yyaveis,lapruebahasalidomal.—PorunmalservidorquepierdeVuestramajestad—dijoD’Artagnanconamargura—,haydiezque

aqueldíahicieronsuspruebas.Escuchadme,Sire:noestoyacostumbradoaunserviciocomoese.Paraelmal,miespadaesrebelde,yparamíeraunmalelperseguirdemuerteadoshombrescuyavidaospidióvuestrosalvador,elseñorFouquet;además,aquellosdoshombreseranamigosmíos,quenoatacabanaVuestraMajestadsinoquesucumbíanbajoelpesodeunacóleraciega.Porotraparte,¿porquénolesdejabanhuir?¿Quécrimencometieron?Admitoquemeneguéiselderechodejuzgarsuconducta;pero¿porquésospechardemíantesdeobrar?,¿porqué rodearmedeespías?,¿porqué reducirme,amí,aquienteníaislamásabsolutaconfianza;amí,quehacetreintaañosestoyapegadoavuestrapersonayoshe dadomil pruebas de abnegación, porque esmenester que os lo diga hoy queme acusan; por quéreducirme,repito,amirarordenadosenbatallaatresmilhombresdelreycontrados?

—Cualquieradiríaqueolvidáisloqueelloshicieron—dijoconvozsordaelmonarca—,yquenodependiódeelloselqueyonoquedaraparasiempreperdido.

—Cualquieradiríatambién,Sire,quevosolvidáisqueyoexistía.—Basta,señordeD’Artagnan,bastadeesosinteresesavasalladoresqueperturbanlosmíos.Fundo

unEstadoenelcualnohabrámásqueunseñor,comoyaenotraocasiónosdije,yhallegadolahoradehacer buena mi palabra. Si obedeciendo a vuestros gustos o a vuestras amistades os empeñáis encontrarrestarmisplanesyensalvaramisenemigos,tengoqueanularlososepararmedevos.Buscadunamoqueosvalgamás.Yaséqueotroreynoseportaríacomoyo,yquesedejaríadominarporvos,ariesgodequeosenviaraahacercompañíaalseñorFouquetyalosdemás;peroyotengobuenamemoria,yparamí losserviciosson títulossagradosa lagratitudy la impunidad.Nollevaréismáscastigoporvuestraindisciplinaqueestalección,puesquieroimitaramispredecesoresensucólera,yaquenolesheimitadoenfacilitarlosfavores.Además,otrasrazonesmemuevenatratarosconblandura,soishombredebuen sentidoy de gran corazón, y seréis unbuen servidor de quienos tome; vais a cesar de tenermotivosde insubordinación.Yohedestruidooarruinadoavuestrosamigos;hehechodesaparecer losdospuntosdeapoyoenloscualesdescansabainstintivamentevuestrocaprichosocarácter.Aestashorasmissoldadoshanmatadoohechoprisionerosalosrebeldes.

—¿Loshanhechoprisionerosoloshanmatado?—exclamóD’Artagnanpalideciendo—.¡Ah!Sire,sisupieraisloquemedecís,siestuvieraissegurodequemedecíslaverdad,olvidaríacuantohaydejustoymagnánimoenvuestraspalabrasparallamarosreybárbaroyhombredesnaturalizado.Peroosperdonoesaspalabras—añadióD’Artagnansonriéndoseconorgullo—;selasperdonoaljovenpríncipequenosabenipuedecomprenderloquesonhombresdetalladeHerblay,Vallónyyo.¿Prisionerosomuertos?¡Ah!Siredecidmesilanuevaescierta,cuántoshombresycuántodinerooshacostado,yluegoveremossilagananciacorrespondealjuego.

—SeñordeD’Artagnan—repusoelreyacercándosealmosqueteroyconacentocolérico—,esaesla

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respuestadeunrebelde.¿MehacéiselfavordedecirmequiéneselreydeFrancia?¿Sabéisquehayaotro?

—Sire—respondió con frialdad el capitándemosqueteros—, recuerdoqueunamañana, enVaux,hicisteis lamismapreguntaavariaspersonas,sinqueningunadeellas,exceptoyo,osrespondiese.Siaquel día, cuando no era fácil, os conocí, es ocioso que me lo preguntéis ahora que estáis a solasconmigo.

Al oír esto, Luis XIV bajó los ojos; le pareció que entre él y D’Artagnan acababa de pasar elespectrodelinfortunadoFelipeparaevocarelrecuerdodeaquelterriblesuceso.

En aquel instante entró un oficial que entregó un pliego al rey, que cambió de color al leerlo,quedándoseinmóvilysilenciosoalleerlootravez.

—Señor de D’Artagnan —dijo el rey tomando una resolución repentina—, como lo que mecomunican lo sabríais luego, valemás que lo sepáis por boca del rey.EnBelle-Isle se ha libradouncombate.

—¡Ah!—exclamóconlamayortranquilidadelmosquetero,mientraselcorazónlelatíaconviolencia—.¿Ybien,Sire?

—Heperdidocientoseishombres.—¿Ylosrebeldes?—preguntóelgascónporcuyosojoscruzóunrayodeorgulloydealegría.—Sehanfugado—respondióLuisXIV.D’Artagnanlanzóunaexclamacióndetriunfo.—Mientrasmiescuadrabloqueeestrechamentelaisla—prosiguióelsoberano—tengolacertezade

quenoseescaparáunabarca.—Demodoque—repusoD’Artagnanponiéndosegraveotravez—,sitomanalosdos…—Losahorcarán—contestótranquilamenteelrey.—¿Yelloslosaben?—replicóelmosqueterorefrenandounescalofrío.—Sí,puesdebisteisdecírseloytodosallílosaben.—Entoncesnolostomanvivos,yoosrespondodeello.—¡Ah!—dijocondisciplinael rey,y tomandootravez la carta—.Bueno, los tomaránmuertos,y

resultarálomismo,pueseltomarlosnoeramásqueparacolgarlos.D’Artagnanseenjugóelsudorquelehumedecíalafrente.—Ya os he dicho —continuó Luis XIV— que con el tiempo seré para vos un amo afectuoso,

magnánimoyconstante.Soiselúnicohombredelpasado,dignodemicóleraodemiamistad;segúnseavuestraconducta,noosescatimarénilaunanilaotra.¿Serviréisvosaunreyquetuviesequecompetirconotros cien reyes sus iguales en el reino?, ¿con tal debilidad, haría las grandes cosas quemedito?¡Lejosdenosotroslalevaduradelosabusosfeudales!LaFronda,quedebíaperderlamonarquía,lahaemancipado.SoyseñorenmiEstado,ytendréservidoresquetalveznoosigualeseningenio,peroquellevaránsudevociónysuobedienciahastaelheroísmo.¿QuéimportaqueDiosnohayadadointeligenciaalosbrazosyalaspiernas,cuandoseladaalacabezaquehaceobedeceralcuerpo?Lacabezasoyyo.

Elmosqueteroseestremeció,peroelrey,aunqueadvirtiendoaquelestremecimiento,continuócomositalcosa.

—Bueno, ahora hagamos los dos el pacto que os prometí un día que, en Blois, os parecí muypequeño,yagradecedmequenohagapagaranadielaslágrimasqueentoncesderramé.Miradavuestroderredor: lascabezasmásaltasestánencorvadas.Encorvaosvoscomoellas,oelegideldestierroque

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másosconvenga.Puedequereflexionándolohalléisquesoygenerosoalcontarlobastanteconvuestralealtadpara separarmedevos sabiendoque estáis descontento, cuandoposeéis el secretodelEstado;peroséquesoiscaballerocompleto.¿Porquémehabéisjuzgadoantesdetiempo?Juzgadmeenadelanteycontodalaseveridadqueosplazca.

D’Artagnanquedóaturdido,mudo,indeciso;porlaprimeravezensuvidaacababadeencontrarunadversariodignodeél.

—¿Quéosdetiene?—preguntóconsuavidadelrey—.¿Queréisquenoosadmitaladimisión?Yayoséqueseráduroparaunveteranocapitánelquedarseconsumalhumor.

—Noesesoloquemedacuidado,Sire—repusoconmelancolíaelgascón—.Sititubeoenretirarmidimisión, es porque ante vos soy viejo, y tengo hábitos difíciles de perder. Lo que necesitáis soncortesanosquesepandivertiros,locosquesehaganmatarporloquellamáisvuestrasgrandesobras:quegrandesserán,lopresiento;pero…¿ysiamínomeparecentales?Sire,hevistolaguerraylapaz;heservidoaRichelieuyaMazarino;mecurtíal fuegodeLaRochelaconvuestropadre, tengoelcuerpohechounacriba,y,comolasserpientes,hemudadonueveodiezvecesdepellejo.Despuésdeafrentaseinjusticias, poseo un mando que en otro tiempo era algo, porque daba derecho a hablar con todafranqueza al rey. En adelante vuestro capitán de mosqueteros será un oficial de escaleras abajo. Enverdad,Sire,sitaldebeserenlosucesivoelempleo,aprovechaosdequeestamoscompletamentesolospara quitármelo; no os guardaré rencor; como decís, me habéis domado, por más que al hacerlo mehabéisempequeñecido,yalencorvarme,mehabéishechovermidebilidad.¡Sisupieraiscuántolellenaaunollevarlacabezaerguida,yquécaravoyaponeroliendoelpolvodevuestrasalfombras!¡Ah!Sire,lamento de todo corazón, y vos como yo, el tiempo en que el rey de Francia veía en sus vestíbulosaquelloshidalgosinsolentes,flacos,maldicientes,intolerables,peroqueeneldíadelabatallamordíanmortalmente.Hombres tales son losmejorescortesanospara lamanoque losalimenta,pues la lamen;peroparalamanoqueloscastigareservanlasdentelladas.Pero¿aquéhablardeeso?Elreyesmiseñor,yquierequecompongaversos,queconzapatosde rasopula losmosaicosdesusantesalas;difíciles,perocosasmásdifícileshehechotodavía.Loharé,Sire,ynoporlapaga,puestengodinero;niporquesea ambicioso, puesmi carrera es limitada, ni porque ame la corte.No,Sire,mequedo, porquehacetreintaañostengolacostumbredepresentarmealreyparatomarlaconsigna,ydeoírqueelreymedalasbuenasnochesconunasonrisaquenomendigo,peroquelamendigaréenadelante.¿Estáiscontento,Sire?

YD’Artagnandobló suplateadacabeza, en laqueel rey, sonriéndose,pasóconorgullo sublancamano.

—Gracias,miviejoservidor,mifielamigo—dijoLuis—.YpuesyanotengoenemigosenFrancia,merestaenviarteatierraextrañaparaquerecojastubastóndemariscal.Yohallarélaocasión,fíaenmí,yentretantocomemimejorpanyduermetranquilo.

—Enhorabuena—repusoD’Artagnanconmovido—.Pero¿yesospobresdeBelle-Isle?,¡sobretodounodeellos,tanbueno,tanbravo!

—¿Mepedíssuperdón?—Derodillas,Sire.—Puesbien,sitodavíaestiempo,llevádselo.Pero¿merespondéisdeellos?—Conmicabeza.

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—Id,pues.MañanasalgoparaParís,ydeseoqueparaentonceshayáisregresado,puesnoquieroquevolváisasepararosdemí.

—Estadtranquilo,Sire—exclamóD’Artagnanbesandolamanoalrey.Yconelcorazónhenchidodegozo,saliódepalacioytomóelcaminodeBelle-Isle.

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LosamigosdeM.Fouquet

LuisXIVregresóaParís,yconélD’Artagnan,elcualdespuésdehabertomadocuantosinformespudorecogerenBelle-Isle,volviódeellasinsabernadadelsecretoquetanbienguardabalapesadarocadeLocmaría,tumbaheroicadePorthos.

Elcapitándemosqueterossupoloquehabíanhecho,conayudadetresbretonesycontraunejércitoentero, losvalientesamigosdequienes tannoblemente tomó ladefensae intentósalvar lavida:queagrandistancia,enelmar,habíandivisadounabarca,alacualunbuquedelrey,cualavederapiña,habíaperseguido, tomado y devorado aquel pajarillo que huía con toda rapidez. Pero ahí paraban lascertidumbresdeD’Artagnan: lodemáseran las conjeturas. ¿Quépensar?Elbuquedeguerranohabíaregresado; es verdad que un temporal reinaba hacía tres días. Sin embargo, la corbeta que llevaba abordoaAramiseraveleray sólida,ypodíahabercorridobienel temporalyhaber tomadopuertoenBrestoentradoporlabocadelLoira.

Talesfueronlasnoticiasambiguas,perocasitranquilizadorasparaélpersonalmente,queD’ArtagnandioaLuisXIV,cuandoéste,seguidodetodalacorte,volvíaaParís.

Elrey,contentodeléxito,másbenignoyafabledesdequesesintiómásfuerte,nodejóniuninstantedecabalgaralestribodelacarrozadeLaValiére;estohizoquelasdamasyloscortesanostratasendehacerolvidaraquelabandonodelhijoydelesposoalasdosreinas.

Todo respiraba lo porvenir, lo pasado nada significaba ya para ninguno, excepto para algunossensiblesyabnegadosaquieneselrecuerdodeaquéllesulcerabaelcorazón,comodeellorecibióLuisunapruebapatéticatanprontoestuvoinstaladoenpalacio.

AcababaLuisXIVde levantarse y tomar su desayuno, cuando se le presentóD’Artagnan un pocopálidoyturbado.

—¿Qué os pasa, D’Artagnan? —preguntó el monarca al notar la alteración de aquel rostrocomúnmenteimpasible.

—Unagrandesventura,Sire.—¿Cuál?—Sire,enlarefriegadeBelle-IsleheperdidoamiamigoVallón—respondióD’Artagnanfijandosus

ojosdehalcónenlosdeLuisXIVparaadivinarelprimersentimientodeéste.—Yalosabía—replicóelrey.—¿Ynomelohabéisdicho?—exclamóelmosquetero.—¿Paraqué?Estanrespetablevuestrodolor,amigomío,quemidebereranoaumentarlo.Haceros

saberladesgraciaqueosaflige,avuestrosojoshubierasidohaceralardedeella.Sí,sabíaqueelseñor

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deVallónsehabíaenterradobajo laspeñasdeLocmaría,yqueelseñordeHerblaymeha tomadounbuqueconsutripulaciónysehahechoconduciraBayona.Peroquisequelosupieraisdirectamente,paraque os convencierais de quemis amigos son paramí respetables y sagrados, y que enmí siempre elhombre se inmolará a los hombres, ya que el rey se ve tan a menudo obligado a sacrificarlos a sumajestadypoderío.

—Pero¿cómosabéis?…—Yvos¿cómolosabéis?—Por esta carta que desde Bayona me escribe Aramis, libre ya de todo peligro —respondió

D’Artagnan.—AquítengoyounacopiaexactadeloqueoshaescritoAramis—dijoelreysacandounpapelde

unacajitacolocadasobreunmueblecontiguoalasientoenqueelgascónestabaapoyado—;aquíestálacarta;Colbertme lahaenviadoochohorasantesdequevos recibierais lavuestra, loquepruebaqueestoybienservido.

—Loestáis,Sire—contestóelmosquetero—.Esverdad,eraiselúnicohombrecapazdedominarconvuestrafortunalafortunaylafuerzademisamigos.Habéisusado,Sire,peromeanimoacreerquenoabusaréis,¿noesverdad?

—D’Artagnan —dijo el rey sonriéndose con benevolencia—, puedo hacer tomar a Herblay enterritorioespañolyquemelotraiganparaajusticiarle;peronocederéaestenaturalyprimerimpulso.¿Noestálibre?,puesquecontinúeasí.

—Nosiempre seréis tan clemente, tannobley tangenerosocomoacabáisde serlo conmigoy conHerblay,Sire;yaencontraréisconsejerosqueoscurendeestadebilidad.

—OsengañáisD’Artagnan,alacusaramisconsejerosdequererinducirmealrigor:elmismoColbertesquienmehaaconsejadoquenadahicieracontraHerblay.

—¡ElseñorColbert!—exclamóD’Artagnanconestupefacción.—Respectoavos—prosiguióelreyconbondadnocomúnenél—,tengoqueanunciarosmuchasy

buenasnuevas;peroya la sabréisencuantohayahechomiscálculos,miqueridocapitán.Osdijequequeríalabrarvuestrafortuna,ylocumpliré.

—Graciasmil,Sire,perocomoyopuedoesperar,suplicoaVuestraMajestadsedignerecibiraunaspobresgentesquehacelargoratoestánahífuerayvienenaponeralospiesdelreyunahumildesúplica.

—¿Quiénesson?—EnemigosdeVuestraMajestad:Gourville,Pelissónyunpoeta,JuandelaFontaine,amigosdeM.

deFouquet.—Queentren—dijoLuisXIVarrugandoelceño.D’Artagnandiomediavuelta,levantólacolgaduraquecerrabalaentradadelgabinetereal,ysacando

lacabezahacialasalacontigua,gritó:—¡Quépasen!EnseguidaaparecieronenlapuertadelgabinetereallostreshombresaquienesnombróD’Artagnan.

Al acercarse los amigos del desventurado superintendente de hacienda, los cortesanos se hacían atráscomoparanocontagiarseconladesgraciadelinfortunio.D’Artagnanseadelantóconprestezaparaasirdelamanoaaquellosdesdichadosquetitubeabanytemblabanalapuertadelrealgabinete,yloscondujoante el sillón de Luis XIV, el cual, refugiado en el vano de una ventana, aguardaba el instante de la

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presentaciónysepreparabaahaceralossuplicantesunaacogidarigurosamentediplomática.ElprimerodelosamigosdeFouquetqueseadelantófuePelissón,quereprimiósullantoparaqueelreypudieseoírmejorsuvozylasúplicaqueibaaelevarle.Gourvillesemordíaloslabiospararefrenarsuslágrimasporrespetoalmonarca,yLaFontaine,conelrostroescondidoensupañuelo,nodabaotrasseñalesdevida que un convulsivo movimiento de hombros a causa de sus sollozos. El rey conservó toda sudignidad;permanecióimpasibleyauncontinuóconelceñofruncidocomocuandoD’Artagnanleanuncióasusenemigos.Luegohizounaseña,comodandosuveniaparaquelossuplicantesseexplicaran,ysequedóenpieobservandoaaquellostreshombresdesesperados.Pelissónseinclinóhastaelsuelo,yLaFontainesearrodillócomoeneltemplosearrodilla.Aquelobstinadosilencio,únicamentecortadoporsuspirosygemidosdedolor,empezabaaexcitarenelmonarca,nolacompasión,sinolaimpaciencia.

—SeñorPelissón, señorGourville, y vos señor…—dijo el rey con sequedad y sin nombrar aLaFontaine—, veré con sumo desagrado que vengáis a suplicarme en pro de uno de los más grandescriminalesaquiendebecastigarmijusticia.Unreynosedejaablandarmásqueporlaslágrimasdelainocenciaoelarrepentimientodelosculpables;ynocreoenelarrepentimientodelseñorFouquetnienlaslágrimasdesusamigos,porqueelunoestágastadohastaelcorazón,ylosotrosdebentemerel,veniraofendermeenmicasa.PoresoosruegoseñorPelissón,señorGourville,yavos,señor…quenodigáisnadaquenosealaexpresióndelmásprofundoacatamientoamivoluntad.

—Sire—respondió Pelissón temblando ante aquellas palabras—, nada venimos a decir aVuestraMajestadquenoseaclaroreflejodelrespetoydelamormássinceroqueunsúbditodebeasurey.LajusticiadeVuestraMajestadestremenda,ytodosdebemosacatarsusfallos,yanteellanosinclinamosrespetuosamente.LejosdenosotroslaideadeveniradefenderalhombrequehatenidoladesdichadeofenderaVuestraMajestad.Elquehaincurridoenvuestradesgraciapuedeserparanosotrosunamigo,peroesenemigodelEstado;leabandonamosconlágrimasenlosojosalaseveridaddelrey.

—Porotra parte, juzgarámiparlamento—repusoLuisXIVcalmadopor aquella vozde súplicayaquellaspersuasivaspalabras—.Nocastigosinhaberjustipreciadoelcrimen,puessimijusticiaconunamanoempuñalaespada,conlaotrasostienelasbalanzas.

—Poreso tenemos lamásomnímodaconfianzaen la imparcialidaddel rey,yesperamospoderoírnuestradébilvoz,conlaveniadeVuestraMajestad,cuandoparanosotrossuenelahoradedefenderaunamigoacusado.

—¿Quévenísasolicitar,pues?—replicóLuisXIVconademánimpaciente.—Sire—continuóPelissón—,elacusadodejaunaesposayunafamilia.Lopocoquelequedabaal

señorFouquetapenasbastabaparacubrirsusdeudas,ysuesposa,desdeelcautiveriodesumarido,seveabandonadadetodos.LamanodeVuestraMajestadhierecomoladeDios,quecuandoenvíalalepraolapesteaunafamilia,todoshuyenysealejandelamoradadelleprosoodelapestado.Aveces,peromuyraras,sólounmédicogenerososeatreveaacercarsealumbraldelmaldito,yloatraviesaanimoso,yexponesuvidaparacombatira lamuerte.Eleselúltimorecursodelmoribundo,el instrumentode lamisericordiadivina.Sire,conlasmanoscruzadasdehinojosycomosesuplicaaDios,osdecimos:laesposadelseñorFouquetyanotieneamigosniapoyo,ylloraensucasa,míseraydesierta,abandonadadelosmismosqueasediabansupuertaenlaprosperidad,ysincréditoysinesperanza.Alomenos,eldesventuradosobrequienpesavuestracólerarecibedevos,aunqueculpable,elpanquemojancadadíasus lágrimasTan afligida ymás despojada que su esposo, la señoraFouquet, la que tuvo la honra de

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recibir a VuestraMajestad a su mesa, la esposa del antiguo superintendente de hacienda de VuestraMajestad,carecedepan.

Al llegar aquí, el silencio mortal que encadenaba el aliento de los dos amigos de Pelissón, fueinterrumpidoporlossollozosdeaquéllos,yD’Artagnan,aquienyaelcorazónparecíaquerersaltárseledelpechoalescucharaquellahumildesúplica,tuvoquevolverelrostrohaciaelrincóndelgabineteparamorderseconlibertadelbigoteyreprimirsussuspiros.

Elreyconservósecoslosojosyseveroelrostro;perosesonrojó,yvisiblementemenguólafirmezadesumirada.

—¿Quédeseáis?—preguntóconvozconmovidaelmonarca.—VenimosapedirhumildementeaVuestraMajestad—respondióPelissóncadavezmásconmovido

—,que,sinincurrirensudesagrado,nospermitaprestaralaseñoraFouquetdosmilpistolasrecogidasentretodoslosantiguosamigosdesuesposo,paraquealaviudanolefaltelomásnecesarioalavida.

A la palabra «viuda», pronunciada por Pelissón, cuando Fouquet todavía estaba vivo, Luis XIVpalidecióintensamente,ysedesplomósuorgullo,ylacompasiónselesubiódelcorazónaloslabios,ymirandoconojosdeternuraaaquelloshombresquesollozabanasuspies,respondió:

—¡PlegueaDiosqueyonoconfundaalinocenteconelculpable!Losquedudandemimisericordiacon losdébiles,nomeconocen;nuncadescarguémimano sino sobre los arrogantes.Haced loqueelcorazónosdicteparaaliviareldolordelaseñoraFouquet.Retiraos,señores.

Los tres amigos, con los ojos enjutos, pues las lágrimas se les habían secado al contacto de susencendidasmejillasydesusardientespárpados,selevantaronsilenciosamente,sinfuerzasparadarlasgraciasal rey,queporotrapartepuso términoa lassolemnesreverenciasdeaquéllos retirándoseconprestezadetrásdesusillón.

—Muybien,Sire—dijoD’Artagnancuandolosotrossalieron,contestandoalainterrogadoramiradadelrey—;muybien,amomío;sinotuvieseisladivisaenlaquecampeaelsol,osaconsejaríaunaquepodríaishacertraducirallatínporConrat,ésta:«Blandoconeldébil,severoconelfuerte».

—Osdoy la licencia dequedebéis tener necesidadpara arreglar los asuntos devuestro amigo eldifuntoseñordeVallón—dijoelreysonriéndoseypasandoalapiezacontigua.

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EltestamentodePorthos

Pierrefondsestabaenelmáximoluto.Lospatiosestabandesiertos,lascaballerizascerradas,lasterrazasabandonadas.Lasfuentesdelosestanquesparábansedesuyo.

Por loscaminosque llegabanalcastillo,quienmontandoenunamula,quiensubidosobreun jaco,veníanalgunosgravespersonajesvecinosdecampo,osidecimoslospárrocosylosbailíosdelastierraslimítrofes,todosloscualesyunotrasotroentraronsilenciososenelcastillo,entregaronsusrespectivasmonturas aunpalafrenero afligidoy, guiadosporun criado, vestidode luto, se encaminaron al salón,dondeenelumbralMosquetónrecibíaalosllegados.

EndosdíashabíaMosquetónenflaquecidodetalsuerte,quesezarandeabadentrodesuvestidocomoalfilerencanuto,ysurostro,marcadodepuntosrojosyblancoscomoeldelaVirgendeVanDick,estabasurcadopordosargentadosarroyosqueabríanlechoenaquellossuscarrillosantestanesféricoscuantoahoraenjutos.

CadanuevovisitadorarrancabaaMosquetónnuevaslágrimasyeraunacompasiónelverlellevarsumanazaalaluzparanoreventarensollozos.

Todas aquellasvisitasno teníanotro finque el de la lecturadel testamentodePorthos, anunciadapara aquel día, y a la cual concurrieron todos los amigos del difunto, que no dejó pariente alguno, ocuantossintierondespertárselelacodicia.

Losasistentesibantomandoasientoamedidaquellegaban,y,aldarelmediodía,horaseñaladaparalalectura,cerráronselaspuertasdelvastosalón.

ElprocuradordePorthos,superfluoesdecirqueeraelsucesordeCoquenard,empezópordesplegarconlentitudelgranpergaminoenelcuallahercúleamanodePorthosconsignarasuúltimavoluntad.Rotoel sello,calados losanteojosysoltadoelgolpede tospreliminar, todosycadaunoaguzaroneloído,todos, exceptoMosquetón, que, para oírmenos y llorarmás a sus anchas, se había acurrucado en unrincón.Deprontoycomopormágicasartesseabriólapuertadelasalayapareció,enmediodelavivaluzdelsol,unafiguraviril.EraD’Artagnanque, llegadoalcastilloynohabiendoencontradoquienletuvieraelestribo,habíaarrendadosucaballoa laaldabayseanunciabaasímismo.La luzdelsolalentrarenlasala,elmurmullodelosasistentesy,másquetodo,elinstintodelperroleal,arrancarondesuabatimientoaMosquetón,que,allevantarlacabezayconoceralantiguoamigodesuamo,aullódedoloryvinoaabrazarlelasrodillasregandoalmismotiempolaslosasconsuslágrimas.D’Artagnanlevantóaldesesperadomayordomo, le abrazó como un hermano digno, y después de saludar cortésmente a lospresentes,queseinclinaronunoshaciaotrosmurmurandosunombre,fueasentarsealtesterodelagransalaenunsillóndeencinaesculpida,sinsoltarlamanodeMosquetónque,conelcorazónangustiado,se

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sentóenunescabel.Entonceselprocurador,queestabaconmovidocomolosdemás,empezólalectura.Empezandoconunaardienteprofesiónde fe,Porthospedíaperdóna susenemigosdeldañoquepudohaberlecausado.

Este párrafo hizo brillar de inmenso orgullo los ojos de D’Artagnan, que, recobrando al antiguoMosqueteroycalculandoelnúmerodelosenemigosqueaquélvenciera,creyóquePorthoshabíaobradocuerdamentealnoespecificarlosyalnorecordarlosagraviosquelesinfiriera,puesdelocontrarioelprocuradorhabríatenidomuchoqueleer.

Veníaluegolaenumeraciónsiguiente:

EnlahorapresenteyporlagraciadeDios,poseo:1°.ElFeudodePierrefondsconsustierrasdelabranza,bosques,prados, aguasy selvas, rodeadosdebuenacerca;2°.El feudodeBracieux,compuesto de castillo, bosques y tierras de pan llevar, distribuidas en tres cortijos; 3°. ElpequeñofeudodeVallón,llamadoasíporqueestáenelvalle;4°.CincuentaalqueríasenTurena,quesumanenconjuntoquinientasfanegas;5°.TresestanquesenelBerrí,quereditúandoscientaslibras cada uno. En cuanto a los bienes «mobiliarios», así llamados porque se puedenmover,comotanbienloexplicamisabioamigoelobispodeVannes…

EstelúgubrenombrehizoestremeceraD’Artagnan.Elprocuradorcontinuóimperturbable:

Consisten: 1°.Enmuebles que dejo de enunciar por falta de espacio, y que alhajan todosmiscastillosocasas,perodeloscualeshahechoelinventariomimayordomo…

TodoslospresentesconvergieronlosojoshaciaMosquetón,queseabismóensudolor.

2°.Enveintecaballosdemanoydetiro,quesehallanenmicastillodePierrefonds,llamados:Bayardo, Rolando, Carlomagno, Pepino, Dunois, La Hire, Ogier, Sansón, Milón, Nemrod,Urganda,Armido,Falstrade,Dalila,Rebeca,Yolanda, Fineta,Griseta,Liseta yMuseta, 3°.Ensesenta perros, divididos en seis jaurías, para la caza del ciervo, del lobo, del jabalí y de laliebrerespectivamente,ylasotrasdosparamuestraoparaguarda;4°.Enarmasdeguerraydecaza,encerradasenmigaleríadearmas;5°.EnvinosdeAnjou,escogidosparaAthos,aquiengustaban mucho en otro tiempo, y en vinos de Borgoña, Champaña, Burdeos y España,conservadosenochobodegasydocecuevasdemisposesiones;6°.Miscuadrosyestatuas,quesegún dicen son de gran mérito, y los hay en bastante cantidad para fatigar la vista; 7°. Mibiblioteca, compuesta de seismil volúmenes intactos; 8°.Mi vajilla de plata, tal vez un pocousada,peroquenodejarádepesardemilamildoscientaslibras,puesyoaduraspenaspodíalevantarelcofrequelaencerraba;ytantoesasíquecargadoconél,sólopodíadarseisvueltasalrededordemicuarto;9°.Todo lomencionado, juntocon lamanteleríaydemás ropablanca,estádistribuidoentrelascasasmíasquemásmegustaban…

Elprocuradorsedetuvoparatomaraliento,ylosconcurrentesaprovecharonlasuspensiónparasuspirar,

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tose,redoblarlaatención.Luegoelprocuradorprosiguió:

Nihetenidohijos,niesprobablequelostenga,locualesparamíunverdaderodolor.Contodoeso,digoquenodigobien,porquetengounhijoencomúnconmisamigos,esehijo,jovenseñorllamadoRaúlAugusto Julio deBragelonne e hijo legítimodel señor conde deLaFere,me haparecidodignodesucederalostresbravoshidalgosconcuyaamistadmehonroydeloscualessoyelservidormáshumilde.

Cuandoellectorllegóaquí,oyóseunruidoagudo:laespadadeD’Artagnanacababadeescurrirsedesutahalíydecaerenlassonorasbaldosas.Locualmotivóquetodossevolvieronhaciaelpuntodedondepartierael ruido,con loquepudieronvercómode lasespesaspestañasdelgascónsedesprendíaunalágrima como una pequeña nuez y le rodaba por su aguileña nariz, cuya luminosa arista brillaba, deaquellasuerte,comounfiletedeorobruñido.

Poresolegotodosmisbienes,muebleseinmuebles,especificadosmásarriba,alsusodichoseñorRaúlAugustoJuliodeBragelonne,hijodelseñorcondedeLaFere,paraqueseconsueledelapesadumbrequealparecerleagobia,yponerleenestadodellevargloriosamentesunombre…

Porelauditoriocorrióunprolongadomurmullo.El procurador, ayudado por la flameante mirada de D’Artagnan, que estableció el silencio

recorriendolasala,continuó:

ElvizcondedeBragelonnequedaobligadoaentregaralseñorcaballerodeD’Artagnan,capitándelosmosqueterosdelrey,cuantosdemásbieneslepida;apasarunapensiónamiamigo,elseñorcaballerodeHerblay, caso de verse éste obligado a vivir en el destierro, amantener amis criados queme hayanservidodiezomásaños,yaentregarquinientaslibrasacadaunodelosdemás.

Lego amimayordomoMosquetón todosmis trajes de paisano,militares y de caza, en número decuarentaysiete,enlaseguridaddequelosllevaráhastaquedarraídos,poramoryenrecuerdomío.

Ítemmás: legoal señorvizcondedeBragelonneelyanombradoMosquetón,miantiguoservidoryfielamigo,paraqueletratedemodoqueaquél,almorirdeclarequenuncahadejadodeserdichoso.

Mosquetón,aloírestaspalabras,hizounareverencia,sepusoaúnmáspálidodeloqueestaba,empezóatemblarconvulsivamente,yconelrostrotrastornadoporeldolorsetambaleóytitubeócomosibuscaraunadirecciónparasalirsedelasala.

—Saliddeaquíeidahacervuestrospreparativos,mibuenamigo—dijoD’ArtagnanaMosquetón—.OsllevoconmigoacasadeAthos,adondemeencaminoalirmedePierrefonds.

Mosquetón,sincontestar,respirandoapenas,comositodoenaquellasaladebieseserleextrañoenlosucesivo,abriólapuertaydesapareciólentamente.

Elprocurador terminó la lecturadel testamento,despuésde lacualsemarcharonfrustradosensusesperanzas,peroconelmásprofundorespeto,lamayorpartedelosquehabíanvenidoparainformarse

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delaúltimavoluntaddePorthos.D’Artagnan,encuantosehuboquedadosolo,despuésdehaberrecibidolaceremoniosareverencia

quelehicieraelprocurador,admirólaprofundasabiduríadeltestador,quetanjustamentedistribuyesesusbienesalmásdignoyalmásnecesitado,conunadelicadezaquenohabríanigualadolosmáspulcroscortesanosyloscorazonesmásgenerosos.

Enefecto,PorthosprescribiríaaRaúldeBragelonnequedieseaD’Artagnancuantoéstelepidiese;yelbuenPorthossabíaqueD’Artagnannopediríanada,ydepediralgo,queríaquenadiesinoélmismoeligiesesuparte.

Porthos dejaba una pensión a Aramis, quien por excederse en sus pretensiones, se encontrabadetenidoporelejemplodeD’Artagnan.Además,elvocablo«destierro»,soltadosinintenciónaparenteporeltestador,¿noeralamásblandaydelicadacríticadelaconductadeAramis,causadelamuertedePorthos?

Finalmente,sieltestadornohacíalegadoalgunoaAthos,¿noeraporquehabíasupuestoqueelhijoofreceríalamejorpartealpadre?

Comoseve,eltoscoentendimientodePorthosavalorótodaslascausasytodaslascircunstanciasconmástactoquelaley,lacostumbreyelcriterio.

—Porthos era hombre de corazón —dijo entre sí D’Artagnan exhalando un suspiro, mientras leparecióquebajabadeltechoungemido—.¡Ah!—añadióelmosquetero—,eselpobreMosquetón;esprecisodistraerledesudolor.

D’Artagnansesalióapresuradamentedelasaladelhonradomayordomo,yalentrarenelcuartodePorthos, vio unmontón de trajes de todos colores y de toda clase de telas sobre los cuales se habíaechadoMosquetóndespuésdehaberlosamontonado.Aquéleraellotedelamitofiel;aquellostrajeseransuyosybiensuyos,seloshabíanlegadoformalmente.

Mosquetón,conlasmanostendidassobreaquellasreliquias,lasbesabaconloslabiosyconelrostroyloscubríaconsucuerpo.

—¡VálgameDios,nosemueve!—dijoentresíD’Artagnanacercándosealpobremayordomoparaconsolarle—;sehadesmayado.

D’Artagnanseengañaba:Mosquetónestabamuerto,comoelperroquehaperdidoasuamoyvaaexpirarsobrelaropadeéste.

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¡Padre!¡Padre!

Una serie funesta de acontecimientos había separado para siempre a los cuatromosqueteros, en otrotiempoligadosdemaneraalparecerindisoluble.Athos,solodesdelapartidadeRaúl,empezabaapagartributoaesamuerteanticipadaaquellamamoslaausenciadelosseresqueridos.

DeregresoensucasadeBlois,sintenernisiquieraasuladoaGrimaudpararecogerdeélunatristesonrisaalpasarporeljardín,Athossentíacadavezmásdebilitárseleelcuerpo,tantosañosconservadoalparecerinalterable.

Disimuladoporlapresenciadelobjetoamado,elcursodelaedad,éstallegabaahoraconelcortejodedoloreseincomodidadestantomayores,cuantomástardellegan,Athosyanoteníaallíasuhijoparaesmerarseencaminarderechoyconlacabezalevantadaparadarelbuenejemplo,nipodíaregenerarlalamadesusmiradasenelfocosincesarardientedelosojosdeaquél.

Y luego, aquelhombre tan sensibley reservado,desdeelpuntoquedejóde encontrardiquea losimpulsos de su corazón, se entregó en brazos de la pesadumbre con todo el ardor con que los seresvulgaresseentreganalaalegría.

ElcondedeLaFerealossesentaydosañoshabíaconservadosusfuerzas.Siemprehermoso,peroagobiado,noble,perotriste,benigno,buscabadesdequesequedósolo,losclarosdelasalamedasaloscualesllegabaelsolaltravésdelfollaje.

LejosRaúl,Athosdejódelibrarsealrudoejerciciodetodasuvida,susservidores,acostumbradosaverlelevantarsetodoelañoalalba,admiráronsedequeentonces,noobstanteestarenverano,elcondenohubieratodavíadejadolacamaalassietedelamañana.

Athossequedabaacostadoyconunlibrobajolaalmohada;noparadormirnileer,sinoparanotenerquellevarsucuerpo,paradejarasualmayasumentelanzarsefueradelacarnalenvolturaenbuscadesuhijoodeDios.

Susservidoresseasustabanalverleentregadoporespaciodelargashorasaunadivagaciónmudaeinsensible;nisiquieraoíalaspisadasdelcriadoquetemerososellegabahastaelumbraldeldormitorioparaversisuamoestabadormidoodespierto.Algunavezolvidóqueestabamediadoeldíayque lahora de las dos primeras comidas había pasado. Entonces lo despertaban, se levantaba, bajaba a susombríaalameda,tomabaluegounpocodesolcomoparacompartirsucalorconelhijoausente,yvolvíaa supaseo lúgubre,monótono,hastaque, cansado, tornaba a su cama, sudomiciliopredilecto.Largosdíaspasóelcondesinproferirunapalabra,senegóarecibiracuantosibanavisitarle,ydurantelanocheviéronle cómo encendía su lámpara y pasaba horas y más horas escribiendo u ocupado en hojearpergaminos.

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Elayudadecámaranotóqueacortabacadadíamássupaseo.Lagrandealamedadelostilosnotardóenserdemasiadolargaparalospiesqueenotrotiempolarecorríaninnumerablesvecesaldía.

Yaelandarcienpasoslerendía,yaniquisolevantarse,yaunsenegóatomaralimento.Entonces,aunqueelcondenosequejaba,ysiempresesonreía,yeraafable,asustadossuscriados

fueronaBloisabuscaralantiguomédicodeldifuntoduquedeOrleans,ehicieronquevieseaAthossinqueéstevieraalmédico;leintrodujeronenunapiezacontiguaaldormitoriodelenfermo,ylerogaronque no se mostrase, temerosos de disgustar a su amo que no había solicitado auxilio facultativo. Elmédicoaccedió.Examinódesdesuescondrijo lossíntomasdelmisteriosomalqueagobiabayminabacadadíamásmortalmentelaexistenciadeaquelhombrepocoantesllenodevidayapegadoaella.

ElmédiconotóenlamejilladeAthoslapúrpuradelacalenturalentaeimplacable,nacidaenunodelossenosdelcorazónque,enconandogradualmenteeldolorqueengendra,esalavezcausayefectodeunasituaciónpeligrosa.

Elmédicoempleóalgunashorasenestudiaraquelladolorosaluchadelavoluntadcontraunafuerzasuperior;despuéscomohombreresueltoyenérgico,salióinopinadamentedesuesconditeyseacercóaAthos,quelomirósinmanifestarsorpresa.

—Con perdón, señor conde —dijo el médico llegándose al enfermo con los brazos abiertos ysentándosealacabeceradeAthos,quecongrandestrabajossalíadesupreocupación—;perotengoquereñiros;preparaosaescucharme.

—¿Quépasadoctor?—preguntóelcondetrasuninstantedesilencio.—Pasaqueestáisenfermo,señorconde,ynadahacéisparacuraros.—¿Yoenfermo?—repusoAthos,sonriéndose.—Calentura, consunción; vaya, señor conde, dejémonos de subterfugios; sois buen cristiano y…

¿Seríaiscapazdequitaroslavida?—¡Nunca!—Puesbien,señorconde,osvaisconsumiendo,ydecontinuarasí,seríasuicidaros.Curaos,señor

conde,curaos.—¿Dequé?Primeramentehalladelmal.—Avososminaunaaflicción.—No,doctor;todomimalestribaenlaausenciademihijo;nomeescondodeello.—Señorconde,vuestrohijovive,yasusojosseabreelporveniraquesonacreedoresloshombres

desuvalerydesuestirpe;vividporél…—Yalohago,doctor…—Ysonriéndoseconmelancolíaañadió—:Nadatemáis,mientrasRaúlviva,

viviréyo;tengopreparadamimochilaymialmaestádispuesta;sóloesperolaseñal…Espero,doctor,espero…

Elmédico,queconocíalafortalezadeánimoylarobustezdelcuerpodeAthos,reflexionóuninstantey comprendiendo que las palabras eran ociosas y absurdos los remedios, semarchó exhortando a loscriadosdelcondequenoabandonasenuninstanteasuamo.

Cuando se fue el médico, Athos no manifestó ningún disgusto porque le hubiesen turbado, nirecomendóqueleentregasenlascartasencuantollegaseelcorreo,porquesabíaqueparasusservidoreseraungozoyunaesperanzatodadistracciónquelellegaba,yqueaquellosselaprocuraríanacostadesumismasangre.

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Pocas veces conciliabaAthos el sueño; lo único que hacía era abismarse por espacio de algunashorasenunadivagaciónmásprofunda,másoscura,queotroshabríanconfundidoconelsueño:reposomomentáneo, olvido de la materia que redundaba en fatiga del alma, porque Athos vivía con doblerapidezduranteaquellasperegrinacionesde la inteligencia.UnanochesoñóqueRaúl sevestíaenunatienda de campaña, para ir a una expedición dirigida personalmente por el duque de Beaufort. Raúlestabatriste,yseabrochabalentamentesucoraza,ymáslentamenteaúnseceñíasuespada.

—¿Quéospasa,Raúl?—lepreguntóconternurasupadre.—¡Ay!loquemeafligeeslamuertedePorthos,nuestrobuenamigo—respondióRaúl—,ypadezco

aquíeldolorquevossentísenBlois.YlavisióndesaparecióconelsueñodeAthos.Al amanecer, uno de los criados entró en el dormitorio del conde y entregó a éste una carta

procedentedeEspaña.—DeAramis—dijoentresíAthosalverelsobrescrito.Ydespuésdeleeralgunaslíneas,exclamó

—:¡Porthoshamuerto!¡Ah,Raúl,Raúl!¡Gracias,cumplestupromesa!¡Meadviertes!Yacongojado,sedesmayóensulechosinmáscausaquesudebilidad.Cuando el desmayo de Athos pasó, casi avergonzado de haber flaqueado ante aquel incidente

sobrenatural, se vistió y pidió un caballo, firmemente resuelto a irse a Blois para entablarcorrespondenciamássegura,yafueseconelÁfrica,yaconD’ArtagnanoAramis,queensuúltimacartaleponíaalcorrientedelmaléxitodelaexpedicióndeBelle-IsleydelamuertedePorthos,sobrecuyofinledababastantesdetallesparaqueeltiernoydevotocorazóndeAthossesintieraconmovidohastalasmáshondasfibras.

Athosquiso,pues,hacerunapostreravisitaasuamigoPorthos,ensutumbadeLocmaría.Pero,apenaslosgozososcriadosvistieronasuamo,aquienveíanconsatisfacciónprepararsepara

unviajequedebíadisiparsutristeza,apenashubieronensilladoyconducidoalpiedelaescalinataelcaballomásmansodelacaballeriza,cuandoalpadredeRaúlseleturbólacabezayleflaquearonlaspiernas.

Athos,comprendiendoquenoleseríaposibledarunpasomás,hizoquelocondujeranalsol;allí,acostadoensubancodecésped,tardómásdeunahoraenrehacersedeaquellaatonía,pordemásnaturaltraselinertereposodelosúltimosdías.

Athostomóunatazadecaldopararecobrarse,yhumedeciósussecoslabiosenunvasodevinodeAnjou.

Entoncesconfortadoydespejada lamente,Athoshizoque llevasensucaballo;peronecesitóde laayudadesuscriadosparamontarpenosamente.

Acienpasosdelcastilloyalaprimerarevueltadelcamino,Athossintióescalofríos.—Esextraño—dijoelcondeasuayudadecámara,queleacompañaba.—Paremos,señor,porvuestrasaludoslopido—contestóelfielcriado—.Palidecéis.—Locualno impediráqueprosigayomicamino,puesencaminoestoy—replicóelcondedando

riendaasucaballo.Pero en vez de obedecer a su amo, el animal se detuvo de repente, refrenado por unmovimiento

involuntariodeAthosyenelqueéstenoparólaatención.—Algo se empeña en que no vayamás lejos—dijo el conde.Y tendiendo los brazos, añadió—:

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Sostenedme;¡pronto!puessientoqueseaflojanmismúsculosyvoyacaerdelcaballo.Elcriadohabíavistoelademándesuamo;seacercóapresuradamenteylorecibióensusbrazos.—Resueltamente«quieren»quemequedeencasa—murmuróelconde.Loscriadosseacercaron,letransportaronasucasayleacostaron.—NoolvidéisquehoyesperocartasdeÁfrica—dijoAthosasuscriadosdisponiéndoseadormir.—ElhijodeBlaisoishamontadoacaballoparaadelantarseunahoraalcorreodeBlois—respondió

elayudadecámara.—Gracias—contestóAthossonriéndoseconbondad.Elcondeacogióelsueño,sueñoansiosoquerevelabaunpadecimientointerno,comopudonotarloen

lasfaccioneselquesequedóasucabeceraparavelarlo.Asípasóeldía,yalfintornóelhijodeBlaisois,quedijoqueelcorreonohabíatraídocartaparael

conde,quedebíaesperarsietemortalesdíasmásaquellegaseotrocorreo,yelcondecomenzólanocheentandolorosapersuasión.

Enlasprimerashorasdeaquellanochemortal,Athosacumulóasusyatristesprobabilidades,cuantassuposicionessombríaspuedennacerenlamentedeunhombreenfermoeirritadoporlospadecimientos.

LafiebreinvadióelpechodeAthos,enelqueprendiófuegoinmediatamente,segúnlaexpresióndelmédicoquedeBlois llevóconsigoyensuúltimoviajealhijodeBlaisois,y traselpecho invadió lacabeza,quevolvióadespejárselegraciasadossangríasquelehizoelmédico,peroquedebilitaronalenfermoysóloledejaronfuerzadeacciónenelcerebro.

Ycesólatemiblecalentura.Ante aquellamejoría incontestable, elmédico se volvió aBlois después de haber dejado algunas

prescripcionesydichoqueelcondeestabasalvado.EntoncescomenzóparaAthosunasituaciónextraña,indefinible.Libredepensar,suespírituvolóa

Raúl,elhijoamado.EnsuimaginaciónvioloscamposdeAtrickenlascercaníasdeDjidgeli,endondeelduquedeBeaufortdebíadehaberdesembarcadoyaconsuejército.Portodaspartesseveíanplomizaspeñasreverdecidasatrechosporelaguadelmarcuandoazotalaplayadurantelasborrascas.Másalládelaplaya,cuajadaderocasparecidasatumbas,entrelentiscosycactus,seveíacomounaaldeaqueascendíaenformadeanfiteatro,envueltaendensahumaredaporentrelaqueseveíanpasardespavoridassombras,ydelaquepartíanconfusosclamores.

Deprontoydelsenodeaquellahumareda,salióunallamaque,arrastrándose,cubriótodalaaldea,yque, agrandándose poco a poco, englobó en sus rojos torbellinos llantos, gritos, brazos extendidos,maderos que se derrumbaban, hojas de espada retorcidas, piedras calcinadas y árboles abrasados yreducidosacenizas.Ylomásextrañoesqueenmediodetalcaos,Athosveíabrazoslevantados,yoíalamentos, sollozos y suspiros, pero no veía figura humana. A lo lejos retumbaban el cañón y lamosquetería,mugíalamar,ylosrebañoshuíansaltandoporlosverdeantesdeclives.Peronoseveíaunsoldadoqueaplicaralamechaaloídodeloscañones,niunmarineroqueayudasealasmaniobrasdelaescuadra,niunpastorqueguiaselosrebaños.

Después de la ruina de la aldea y de la destrucción de los fuertes que la dominaban, ruina ydestrucciónrealizadasmágicamente,sinlacooperacióndeunserhumano,seextinguiólallamayvolvióasubirelhumoque,cadavezmenosdenso,acabóporevaporarse.Lassombrasdelanochecubrieronentoncesaquelpaisaje:nocheopacaenlatierraperoclaraenelfirmamento,enelquelasestrellasde

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primeramagnitud,quecontalintensidadrefulgenenelcieloafricano,brillabansiniluminarmásqueasímismas.

Sucedió prolongado silencio, que sirvió para reposar por unmomento la turbada imaginación deAthos:elcual,comprendiendoqueaunnohabíaterminadoloqueteníaquever,fijóconmásatenciónlasmiradasdesuinteligenciaenelestupendoespectáculoquelereservabasuimaginación.Laluna,pálidaymelancólica,selevantótraslasvertientesdelacosta,yplateandoprimeramentelosondulantesplieguesdelmar,calmadodespuésdelosmugidosconqueacompañaralavisióndeAthos,salpicódeópalosydiamanteslosbrezosylosmatorralesdelacolina.Lasgrisespeñas,cualfantasmassilenciosasyatentas,pareciócomoquelevantabansusverdosascabezasparamirartambiénelcampodebatallaalaluzdelaluna,campodebatallaqueahoravioAthossembradodecadáveres.

Elalmadelcondeseestremeciódeespantoydetemoralconocereluniformeazulyblancodelossoldados de Picardía, sus largas picas de asta azul, y susmosquetes con la flor de lis grabada en laculata;cuandovioaquellasfríasyabiertasheridasquemirabanelazuladoespaciocomoparareclamarlelasalmasalascualeslibraranelpaso;aquelloscaballosdespanzurrados,inmóviles,conlalenguafuerade la bocay colgando, dormidos en la coagulada sangre esparcida en torno suyoyquemanchaba susmantillasysuscrines,yelblancocaballodeBeauforttendido,conlacabezadespedazada,enlaprimerafiladelosmuertos,Athossepasóunaheladamanoporlafrente,yalnohallarlaabrasada,conocióqueasistíacomoespectadortranquilo,aldíasiguientedeunabatallalibradaenlaplayadeDjidgeliporelejércitoexpedicionarioquevioabandonarlascostasdeFranciaydesaparecerenelhorizonte,delcualhabía saludado él, con el ademán y con el pensamiento, el último cañonazomandado disparar por elduque en señal de despedida a la patria.No es para escribir la aflicciónmortal con que el alma delconde,siguiendoconescrudiñadoresojos lashuellasdeaquelloscadáveres, fuemirándolesunoaunoparaver siRaúldormía entre ellos, ni para explicadoel gozo embriagador, divino, conqueAthos seinclinóanteelHacedorylerindiógraciaspornohabervistoaaquelaquienbuscabacontantotemorentre los muertos. Muertos que, caídos en su respectiva fila, envarados, yertos, fáciles de conocer,parecíanvolverseconcomplacenciayrespetohaciaelcondedeLaFereparaqueéstelosvieramejordurantesufúnebreinspección.

A talpunto llegó la ilusióndeAthos,queaquellavisióneraparaélunviaje realefectuadoporelpadrealÁfricaparaobtener informesmásexactosacercadesuhijo.Así, fatigadodehaber recorridomaresycontinentes,tratódebuscardescansobajounadelastiendaslevantadasalabrigodeunapeña,tiendasencuyoápiceflameabalablancayflordelisabandera.

Entonces y mientras su mirada vagaba por la planicie, vio aparecer una forma blanca tras losresinosos mirtos. Aquella figura ostentaba el uniforme de oficial, empuñaba una espada rota y seadelantabapocoapocohaciaAthos,que,parándosederepenteyfijandolosojosenella,nohablónisemovió, si bien quiso abrir los brazos, pues acababa de conocer a Raúl en aquel oficial pálido ysilencioso.Elcondeintentólanzarunaexclamación,ylavozseleahogóenlagarganta.

Raúlsellevóundedoaloslabiosindicándolequesecallase,yretrocediólentamentesinqueAthosvieraquemovieselaspiernas.Elconde,máspálidoymástemblorosoqueRaúl,siguiópenosamenteasuhijoaltravésdebrezosyzarzales,piedrasyzanjas.Raúlparecíanotocarelsuelo,yningúnobstáculoseoponíaalaligerezadesumarcha.

Athos,fatigadoporlafragosidaddelterreno,sedetuvojadeante,mientrasRaúllehacíasiempreseña

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dequelesiguiese.Eltiernopadre,aquienelamordabanuevasfuerzas,hizotodoloposibleparasubirlamontañaenposdesuhijo,queleatraíaconsuademányconsusonrisa,yalllegaralacúspide,vioresaltarcomounafiguranegraysobreelhorizonteblanqueadoporlaluna,lasformasaéreasdeRaúl.

Athostendiólamanoparareunirseenlameseta,asuamadohijo,quetambiénletendíalasuya;perodepronto,ycualsiloarrastraraunafuerzaincontrastable,Raúlabandonólatierra,yAthosviobrillarelcieloentrelacolinaylospiesdesuhijo,queascendióporlosaireshaciaelcielosindejardesonreírseydellamarconelademásasupadre.

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Elángeldelamuerte

EnestoestabaAthosdesumaravillosavisióncuandoelabrirycerrarde laspuertasexterioresde lacasarompiósuencanto.Elcondeoyóelgalopardeuncaballopor laendurecidaarenade laalamedagrande, y el rumor de animadas conversaciones; pero sólo volvió la cabeza hacia la puerta de sudormitorio para percibir mejor los rumores que hasta él llegaban. Alguien subió con paso tardo laescalinata, y el caballo, que poco antes galopaba con rapidez, partió lentamente hacia la caballeriza.AlgunosestremecimientosacompañabanaquellospasosquepocoapocoibanacercándosealcuartodeAthos;quealabrirselapuerta,preguntóconvozdesfallecida:

—CartadeÁfrica,¿noesverdad?—No,señorconde—respondióunavozquehizoestremecerensulechoalpadredeRaúl.—¡Grimaud!—murmuróAthos,cuyassumidasmejillassecubrierondesudor.Grimaudaparecióenelumbral,peronoelGrimaudquevimos,jovenaúnporelvaloryladevoción,

cuandosaltóprimeroquetodosenelbotedestinadoaconduciraRaúlabordo,sinounancianopálidoygrave,coneltrajepolvorientoyraloscabellosplateadosporlaedad.Grimaudtemblabaalapoyarseenlapuerta,ycuandodelejosyalaluzdelalámparavioelrostrodesuamo,estuvoapuntodecaerse.Grimaudlevabaimpresaenelrostrolahuelladeundoloryaenvejecidoporunhábitolúgubre.Asícomoantes seacostumbraraanohablar, ahora seacostumbrabaano sonreírse.Athos tuvobastanteconunamiradaparanotaraquellamutaciónenelrostrodesufielservidor,yconelmismotonoconquehubierahabladoconRaúlensusueño,dijo:

—Raúlestámuerto,¿noesverdad,Grimaud?Losotroscriadosdelconde,conlosojosclavadosenellechodeldoliente,escuchabanpalpitantes

detrásdeGrimaud.—Sí—respondióelanciano,arrancandodesupechoyconunroncosuspiroaquelmonosílabo.Al oír la respuesta de Grimaud, los criados prorrumpieron en gemidos y lamentos, suspiros y

deprecaciones que llenaron la estancia de aquel padre agonizante. Esto fue como la transición quecondujo a Athos a su sueño. Sin proferir una palabra, sin derramar una lágrima, paciente, dulce yresignado como losmártires, fijó en el cielo los ojos para ver de nuevo en él y remontándose de lamontaña de Djidgeli, la amada aparición que se alejaba de él en el instante de llegar Grimaud. Eindudablementealmirarhaciaelcieloyalreanudarsumaravillososueño,Athosvolvióapasarporlosmismoscaminosporloscualeslecondujeraaquellavisiónalavezgratayterrible;porquedespuésdehaber cerrado suavemente los ojos, los abrió de nuevo y se sonrió respondiendo a la sonrisa que ledirigíaRaúl.IndudablementeDiosquisoabriraaquelelegidolostesorosdelabienaventuranzaeternaen

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lahoraenquelosdemáshombrestiemblanantelaseverajusticiadelSeñoryseaferranalavidaterrenaldeellosconocida,dominadosporel terrorque les inspira laotravida,queentrevena la luz tétricayseveradelasantorchasdelamuerte.Trasunahoradeéxtasis,Athoslevantópausadamentesusblancasmanos, imprimió a sus labiosuna sonrisaymurmuró envoz tan tenue, que apenas fueoída, estasdospalabrasdirigidasaDiosoaRaúl:«Aquíestoy».Luegosusmanosvolvieronacaerlentamentecomosiélmismolashubiesedescansadoenellecho.

Hasta enel sueñoeterno,Athosconservó lapláciday sincera sonrisaquedebíaacompañarle a latumba.Laquietuddesusfaccionesylacalmadesufin,hicierondudarporlargotiempoasusservidoresdesirealmenteestabamuerto.

LoscriadosdelcondeseempeñaronenllevarsedelacámaramortuoriaaGrimaud,quedesdelejosdevorabaaquelpálidorostroynoseatrevíaaacercarseaélmovidodelpiadosotemordellevarleelsoplo de la muerte; pero a pesar de su fatiga, Grimaud se negó a retirarse, y se sentó en el suelo,guardando a su amo con la vigilancia de un centinela, y anheloso de recoger su primera mirada aldespertarysuúltimosuspiroalamuerte.

Enlacasafueronapagándoselosrumores;respetandoelsueñodelseñor;peroGrimaudprestóoídoatentoyadvirtióqueelcondehabíadejadoderespirar.Entoncesincorporándosemiródesdeelsitioenqueestabaparaversisorprenderíaunestremecimientoenelcuerpodesuamo;pero¡nada!Tuvomiedoysepusoenpieatiempoqueenlaescaleraseoyóruidodeespuelasgolpeadasporunaespada,sonidobelicoso,familiarasusoídos,queledetuvoenelinstanteenqueseencaminabaallechomortuorio.

—¡Athos! ¡Athos!, ¡amigo mío! —exclamó una voz conmovida hasta las lágrimas y todavía másvibrantequeelcobreyelacero.

—¡SeñorcaballerodeD’Artagnan!—murmuróGrimaud.—¿Dóndeestá?—preguntóelmosquetero.Grimaudleasiódelbrazoconsushuesudosdedosylemostróellecho,sobrecuyassábanasresaltaba

yaellívidocolordelcadáver.D’Artagnan,conlarespiraciónjadeante,seadelantódepuntillas,tembloroso,asustadodelruidoque

producíasuandar,yconelcorazóndesgarradopormortalangustia,acercósuoídoalpechodeAthos,yalverqueésteestabamuerto,sehizoatrás.

Grimaud,quenoperdíadevistaalmosqueteroyparaquiencadaunodelosademanesdeaquéleraunarevelación,sellegótímidamenteallechoy,sentándosealospiesdeél,pególoslabiosalasábana,levantadaporlosdesuamoyseabrieronlasfuentesdesuslágrimas.

Aquelanciano,desesperado,queencorvadoysinproferirpalabralloraba,ofrecíaelespectáculomásconmovedorqueD’Artagnan,ensuvidallenadeemociones,hubiesepresenciadonunca.

El capitán permaneció en pie y en contemplación ante aquel risueño cadáver, que parecía haberconservado supostrer pensamientoparahacer a sumejor amigo, al hombre aquienhabía amadomásdespués de Raúl, un recibimiento amable, aúnmás allá de la vida, y como para responder a aquellapostrera cariciadehospitalidad,D’Artagnandiounbeso en la frentedeAthosy con sus temblorososdedoslecerrólosojos.Deimproviso,laamargaoleadaquepuntoporpuntoibasubiendo,invadióleelcorazónylequebrantóelpecho.Incapazdedominarsuemoción,selevantó,ysaliendoviolentamentedelafúnebreestanciaenlaqueacababadeencontrarmuertoaaquelaquienélveníaatraerlanuevadelamuertedePorthos,rompióensollozostandesgarradores,queloscriados,queparecíannoaguardarmás

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queunaexplosióndedolor, contestaronaelloscon lúgubresclamores,y losperrosdel señorconsuslamentablesaullidos.SóloGrimaudnolevantólavoz;queaunenelparoxismodesudolornosehubieraatrevidoaprofanar lamuerte,niporprimeravez turbarelsueñodesuamo.Alalba,D’Artagnan,quehabía pasado la noche paseándose por el comedor,mordiéndose los puños para ahogar los suspiros,subióotravez laescalera,yatisbandoel instanteenqueGrimaudvolvería lacabezahaciaél, lehizoseñadequeseleacercara,loqueejecutóelfielservidorsinhacermásruidoqueunespectro.

D’ArtagnanvolvióabajarseguidodeGrimaud,yunavezenelvestíbulo,tomólasmanosdelancianoyledijo:

—Hevistocómohamuertoelpadre,Grimaud;dimeahoracómohamuertoelhijo.Grimaud sacóde supecherauna abultada carta dirigida aAthos,D’Artagnan, que en la del sobre

conociólaletradeBeaufort;rompióelsello,yalaazuladaluzdelalbaypaseándosealasombradelosañosostilosdelaalamedaquetodavíaconservabalahuelladelqueacababademorir,leyólosiguiente:

Miqueridoconde—decíaelpríncipeen sudescomunal escrituradeescolar torpe—,enmediodeungrantriunfonosllenadeaflicciónunagrandesventura.Elreypierdeunodesusmásvalientessoldados,yo un amigo, vos el señor Bragelonne, muerto tan gloriosamente, que no me siento con fuerza parallorarlecomoyoquería.Recibidmi tristeenhorabuena,miqueridoconde,ynoolvidéisqueDiosnosenvíaacadacuallaspruebassegúnlagrandezadenuestrocorazón.Laqueenestemomentoosabrumaesinmensa,peronosuperioravuestroánimo.

Vuestrobuenamigo.

ElduquedeBeaufort.

Estacartaincluíaunarelaciónescritaporunodelossecretariosdelpríncipe.D’Artagnan,acostumbradoa las emocionesde labatalla,y escudadocontra los entorpecimientosdel corazón,nopudomenosdeestremecersealleerestarelación:

Por lamañana,monseñor el duque dio la orden de ataque. Los regimientos deNormandía y Picardíahabían tomadoposiciones en las grises peñas dominadas por el declive de lamontaña en la vertientedondesealzanlosbaluartesdeDjidgeli.Empeñadalaacciónporlaartillería,losregimientosavanzaronresueltamente,conlapicaaltalospiqueros,yarmaalbrazolosmosqueteros,seguidosensumarchayatentamenteporlamiradadelpríncipe,dispuestoasostenerlosconunafuertereserva.Juntoamonseñorestaban los capitanes más antiguos y sus ayudantes de campo, entre ellos el señor vizconde deBragelonne,quehabíarecibidolaordendenosepararsedesuAlteza.

Entretanto,laartilleríaenemiga,quealprincipiodisparabaabultocontraelgruesodelejército,afinósupunteríaysusbalasmataronaalgunoshombresentornodelpríncipe.Losregimientosqueavanzabanencolumnacontralasmurallas,fueronalgomaltratados,yempezaronavacilaralversemalsecundadospornuestraartillería.

Enefecto,lasbateríasemplazadaslavísperahacíanuntiroinciertoacausadesuposición,queeraladeabajoaarriba,locualhacíaquenopudiesedarseprecisiónalosdisparos.Comprendiendomonseñorelmalefectodelaposicióndeartilleríadesitio,ordenóalasfragatasacoderadasenlapequeñarada

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querompiesenunfuegoregularcontralaplaza,yparallevarlaorden,elprimeroqueseofreciófueelseñordeBragelonne,quenopudoversatisfechossusdeseosporhabersenegadoaconsentirasupeticiónelpríncipe.Elcualteníarazón,puesqueríadeverasalvizconde,ylosacontecimientosseencargarondejustificarlaprevisiónylanegativademonseñor,puesapenashubollegadoalaorilladelmarelsargentoa quien Su alteza confió el parte solicitado por el señor deBragelonne, cuando cayómuerto por dosdescargasdeespingardaqueledirigióelenemigo.

ElseñordeBragelonne,alveresto,sevolviósonriéndosehaciasuAlteza,queledijo:«Yaloveis,vizconde,oshesalvado lavida.Escribídseloasíal señorcondedeLaFere,paraquesabiéndoloporvos,meloagradezcaamí».

El señor vizconde se sonrió con tristeza y replicó: «Monseñor, es verdad que sin vuestrabenevolenciaestaríayotendidoalláabajo,dondeelsargento,yengranreposo».

Elseñorvizcondedioestarespuestaconvoztansingular,quemonseñorreplicóconviveza:«¡ViveDios!noparecesinoqueoshaceagualaboca,pero¡porelalmadeEnriqueIV!prometíavuestropadrequeosdevolveríavivoaél,ysiquiereDioscumplirémipalabra».

«Monseñor»,contestóelseñordeBragelonnesonrojándoseyenvozmásbaja,«dignaosperdonarme;esquesiempreheanheladoacudiralpeligro,yparaunoficialnadaesmásgratoquedistinguirseantesugeneral;sobretodocuandosugeneraleselseñordeBeaufort».

Losgranaderosde los regimientos llegaron lobastante cercade los fososyde las trincherasparalanzar a ellos sus granadas, que produjeron poco efecto. Entretanto, el señor de Estrees, jefe de laescuadra,alverlatentativadelsargento,comprendióyabrióelfuego.

Entonces, los árabes, al verse acribillados por las balas de la escuadra y por las ruinas y lostasquilesdesusmalasmurallas,prorrumpieronengritosespantosos.Susjinetesdescendieronlamontañaal galope, encorvados sobre sus sillas, y se lanzaron a escape contra las columnas de infantería, quedetuvieronaquelímpetufuriosocruzandosuspicas.Rechazadosporelbatallón,losárabessevolvieronconinusitadafuriacontraelestadomayor,queenaquelinstantenopodíacontarmásqueconsuspropiasfuerzas.

El peligro era inminente, monseñor desenvainó, imitáronle sus secretarios y sus criados, y losoficialesdesucomitivaempeñaronuncombateconaquellosfuriosos.Entonces,elseñordeBragelonne,dandosatisfacciónalosdeseosquenocesódemanifestardesdeelprincipiodelaacción,combatiójuntoalpríncipecomounromanodelaantigüedad,yquitólavidaatresárabesconsucortaespada:perosuarrojonoerahijodelorgullonaturalen todos losquecombatensino impetuoso,afectadoyaunpuededecirse forzado, sinmás finqueeldeemborracharseconel ruidoy lamatanza;y se enardecióde talsuerte,quemonseñorlegritóquesedetuviera.

El señor deBragelonne debió oír la voz de suAlteza, pues nosotros que estábamos junto a él laoímos.Contodo,nosedetuvo,ycontinuócorriendohacialastrincheras.Semejantedesobedienciaalasórdenes demonseñor nos sorprendió a todos, tantomás cuanto el señor deBragelonne era un oficialobedientísimo.«¡Deteneos,Bragelonne!»,gritóSuAltezaredoblandosusinstancias.«¡Deteneos!,¡osloordeno!»Nosotros,queimitandoelademándelseñorduquehabíamoslevantadolamano,esperábamosque el jinete volviese grupas; pero no, el jinete seguía corriendo hacia las empalizadas. «¡Deteneos,Bragelonne!»gritóconvozpotentísimaelpríncipe:«¡Ennombredevuestropadre,deteneos!».Elseñorvizcondevolvióelrostro,enelqueseveíaimpresoelmásprofundodolor,peronosedetuvo.

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Entonces comprendimosque su caballo se había desbocado.Adivinando el duqueque el señor deBragelonne no era dueño de su caballo, y al verle traspasar la primera línea de granaderos, gritó:«¡Mosqueteros!,¡matadlesucaballo!¡Cienpistolasalquemateelcaballo!».Pero¿cómodispararcontralabestiasinheriraljinete?Nadieseatrevía.

PorfinuntiradordelregimientodePicardía,llamadoLuzerne,hizofuegocontraelcaballoylohirióen la grupa, pues vimos cómo la sangre teñía el blanco pelaje de aquél, pero elmaldito bruto siguiótodavíamás desenfrenadamente su carrera. Los soldados del regimiento de Picardía, que veían cómoaqueldesventuradojoven,tanqueridoportodoelejército,corríaalamuerte,gritabanavozencuello:«¡Arrojaos al suelo, señor vizconde!, ¡al suelo!, ¡arrojaos al suelo!», pero ya el señor deBragelonnehabíallegadoatirodepistoladelamuralla,ycontraélhicieronlosárabesunadescargaqueloenvolvióenunanubedefuegoydehumo.

Disipada la humareda, le vimos a pie; acababan de matadle el caballo. Los árabes intimaron larendiciónalvizconde;pero éstehizouna señalnegativa con la cabeza,y continuóavanzandohacia laempalizada.Eraunaimprudenciamortal;sinembargotodoelejércitoleagradecióquenoretrocediese,yaqueladesgracialellevótancercadelenemigo.ElseñordeBragelonneseadelantótodavíaalgunospasosmásenmediodelosaplausosdelosdosregimientos.

Enaquelinstanteunasegundadescargaconmoviódenuevolasmurallas,yelvizcondedesaparecióporsegundavezenel torbellino,peroahora,aldisiparseelhumo,yanolevimosenpie,sinotendidosobrelosbrezosyconlacabezamásbajaquelaspiernas.

Entonces,losárabesquisieronsalirdesustrincherasparacortarlacabezaalseñordeBragelonneoapoderarsedesucuerpo,comoescostumbreentrelosinfieles;peroSuAlteza,quehabíaobservadoeltristeespectáculo,quelearrancóprofundosydolorosossuspiros,alvercorrercualblancosfantasmasalos árabes al través de los lentiscos, gritó con todas sus fuerzas: «¡Granaderos!, ¿consentiréis que seapoderendeesenoblecuerpo?»,dijo,yblandiendosuespadaarremetióelprimerocontraelenemigoseguidodelosdosregimientos,queprorrumpieronengritostanterriblescuantosalvajeseranlosdelosárabes.

EntoncescomenzóelcombatesobreelcuerpodeBragelonne, luchatanencarnizadaqueenelsitioquedaronciento sesentaárabesymásdecincuentade losnuestros.Un tenientedePicardía fueelquecargóelcuerpodelvizcondeylotrajoanuestraslíneas.Entretanto,elejércitoibaavanzando,yconelapoyodelareservadestruyólasempalizadas.

Alastreslosárabescesaronelfuego,yporespaciodedoshorasnosehizousomásquedelarmablanca;fueunacarnicería.Alascincoéramosvictoriososentodalalínea;elenemigohabíaabandonadosusposicionesyelduquedeBeauforthizoplantarlabanderablancaenlacumbredelacolina.

Entonces pudieron tributarse todos los cuidados al señor de Bragelonne, que tenía el cuerpoatravesadoporochobalazosyhabíaperdidocasitodasusangre.

Contodo,elvizcondetodavíarespiraba, locualalegrópormanerainefableamonseñor,quequisoasistiralaprimeracuradelheridoyalaconsultadeloscirujanos,dosdeloscualesdeclararonqueelseñordeBragelonneviviría,yaquienesabrazóelseñorduque,ofreciendomilescudosacadaunosilesalvaban.Elvizcondeoyólosextremosdealegríademonseñor,yoraporqueestuvieradesesperado,yaporque sus heridas le hiciesen padecer, imprimió a su rostro una expresión de contrariedad, que diomuchoquepensar,sobretodoaunodelossecretarios,cuandohubooídoloquesedicemásadelante.El

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tercercirujanoquesepresentófueelhermanoSilvanodeSanCosme,elmássabiodelosnuestros,queasuvezsondeólasheridas,perosindarsuparecer.

ElseñordeBragelonneteníalamiradafija,comosihubiesequeridointerrogarlosmovimientosylamentedelcirujano,quealaspreguntasdeSuAlteza,respondióquedelasochoheridasdelvizconde,treseranmortales,peroquetantaeralarobustezdelherido,tanfecundasujuventud,ytanmisericordiosalabondaddeDios,que talvezelseñordeBragelonnesanaría,conlacondición,sinembargo,dequenohiciese el más leve movimiento. Y volviéndose hacia sus practicantes, el hermano Silvano añadió:«Sobretodonolotoquéisconeldedopuesseríaquitarlelavida».

Tras estas palabras del cirujano nos salimos todos de la tienda animados de alguna esperanza.Elsecretarioaquemásarribamerefiero,alsalirleparecióqueelvizcondesehabíasonreídocontristezaaldecirlealseñorduqueconvozcariñosa:«Tesalvaremos,Bragelonne,tesalvaremos».Mas,alllegarlanoche,cuandotodossuponíamosqueeldolientehabíadescansado,unode losayudantesentróen latiendadeaquél,paravolverasalirdeellainmediatamenteprofiriendolastimerasvoces;acudimostodosapresuradamente y en desorden, y el señor duque con nosotros. Entonces, el ayudante nos mostró elcuerpodelseñordeBragelonne,tendidoentierra,alpiedelacamaybañadoenelrestodesusangre.

Sepensóquesucaídafuedebidaaunanuevaconvulsión,aalgúnmovimientofebril,yquelacaídaprecipitósufin.TaleselparecerdelhermanoSilvano.

Levantadoelcuerpodelvizconde,fríoysinvida,viósequeensucrispadadiestraapoyadasobresucorazón,teníaunrizodeblondoscabellos.

—¡Desventurado!—murmuró elmosquetero—, ¡se suicidó!—Yvolviendo losojoshacia el aposentodelcastilloenqueAthosdormíaelsueñoeterno,añadió—:hancumplidomutuamentelapalabraquesedieron.Ahorasondichosos,puesdebenhabersereunido.

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Elúltimocantodelpoema

Aldía siguiente se vio llegar a toda la nobleza de las cercanías y a la de provincia, hasta donde losmensajeroshabíantenidotiempodellevarlanueva.D’Artagnanseencerróparanohablarconninguno;detalsuerteyporlargotiempoabrumaronaaquelcorazónhastaentoncesinfatigabledosmuertesparaéltan dolorosas, después de la reciente muerte de Porthos. Excepto Grimaud, que entró una vez en sucuarto, el mosquetero no vio criado ni comensal. En el ruido de la casa, en las idas y venidas, aD’Artagnanleparecióadivinarquesehacíanlospreparativosparalosfuneralesdelconde,ycomoibaacumplirseelplazodesulicencia,escribióalreyparaqueleconcediesealgunosdíasmás.

GrimaudentróenelcuartodeD’Artagnan,sesentóensuescabeljuntoalapuerta,comoquienmeditaprofundamente,yluegoselevantóehizoseñaalmosqueterodequelesiguiese.Grimaudbajóhastaeldormitoriodelconde,mostróconeldedoelsitiode lacamavacío,y levantóelocuentemente losojoshastaelcielo.

—Sí,mibuenGrimaud—repusoD’Artagnan—,alladodesuhijoquetantoamaba.Grimaudsaliódeldormitorioyllegóalsalón,donde,segúncostumbredeprovincias,estabaexpuesto

elcadáverantesdelsepelio.D’Artagnanquedóparadoalverdosataúdesabiertosenelsalón,yalacercarseaunamudaseñalde

Grimaud, vio en uno de ellos a Athos, hermoso aún en la muerte, y en el otro a Raúl; con los ojoscerrados,lasmejillasnacaradascomoelPalasdeVirgilio,ylasonrisaensusmoradoslabios.

Lapresenciadelpadreydelhijo,deaquellasdosalmasdesaparecidasyrepresentadasenlatierrapordosyertoscadáveres incapacesdeacercarseunoaotropormásquecasiseestabantocando,hizoestremeceraD’Artagnan,queexclamóenvozbaja:

—¡Raúlaquí!¡Ah!Grimaud,nadamehabíasdicho.Grimaudmovió lacabeza sindespegar los labios;peroasióde lamanoaD’Artagnan, locondujo

hastaelféretrodeRaúlylemostróbajoeltransparentesudariolasnegrasheridasporlasqueseescapólavidadeaquél.Elmosqueterodesviólamirada,yestimandoinútilinterrogaraGrimaud,recordóqueelsecretario del duque de Beaufort decía algo más que él no tuvo el valor de leer. Abriendo, pues,nuevamentelarelacióndelcombatequecostólavidaaRaúl,leyóestaspalabrasqueformabanelúltimopárrafo:

Porordendelseñorduque,hasidoembalsamadoelcuerpodelseñorvizconde,comolohacenlosárabes cuando disponen que sus restos mortales sean trasladadas a la tierra natal. Además,monseñor ha destinado relevos para que un criado de confianza que educó al señor de

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Bragelonne,pudiesellevarsuféretroalseñorcondedeLaFere.

—Así—dijopara sus adentrosD’Artagnan—seguiré tumuerte,mi amadoRaúl, yoviejoya, yo, quenadavalgoyaenlatierra,yesparcirélacenizasobreesatufrentequebesétodavíanohacedosmeses.Túloquisiste,yDioslohapermitido.Nisiquieratengoelderechodellorar,puestúelegistetumuertequetepareciópreferiblealavida.

Porfinllegóelmomentoenquelosfríosdespojosdeaquellosdoshidalgosdebíanserrestituidosala tierra;y tal fue la afluenciademilitaresypaisanosqueacudió a rendirles el último tributo,queelcaminodelaciudadhastalasepultura,queeraunacapillasituadaenelllano,sevioinundadodejinetesypeones,todosellosenlutados.

Celebradoeloficiodelosdifuntos,ydadoelpostreradiósaaquellosnoblesmuertos,losasistentesse dispersaron, hablando, por el camino, de las virtudes y de la dulce muerte del padre, y de lasesperanzasquedabaelhijoyde su triste finen lasafricanasplayas.Pocoapoco los rumores fueronextinguiéndosecomolaslámparasencendidasenlahumildenave.

D’Artagnan,quesehabíaquedadosolo,aladvertirquelanocheibacerrando,selevantódelbancodeencinaenelcualsesentóenlacapilla,seencaminóaladoblehuesaqueencerrabaloscuerposdeAthos y de Raúl para darles el último adiós; una mujer oraba arrodillada sobre la húmeda tierra.D’Artagnansedetuvoenelumbraldelacapillaparaverquiéneraaquellaalmapiadosaquellenabacontantofervoryperseveranciaaqueldebersagrado.

Laincógnitaocultabaelrostroenlasmanos,blancascomoelalabastro,yconlanoblesencillezdesutrajeseveíaqueeradamadedistinción.

Enlapartedeafuera,algunoscriadosacaballoyunacarrozadecaminoaguardabanalaincógnita;éstasepasabaconfrecuenciaelpañueloporelrostro;lloraba,ysegolpeabaelpechoconlaimplacablecompuncióndelamujercristiana,yD’Artagnanoyóquerepetidasvecesycondolorprofundoproferíalapalabraperdón.

Yalverquelamujeraquellaparecíaabandonarseporcompletoasudolor,yqueenmediodesuslamentosydesusoracionesseechóatráscomosifueseadesmayarse,D’Artagnan,conmovidoporamorasuslloradosamigos,seadelantóalgunospasoshacialatumbaparainterrumpirelsiniestrocoloquiodela penitente con losmuertos;mas apenas hubo crujido bajo sus pies la arena, la incógnita levantó lacabezaymostróalmosqueterounrostroamigoycubiertodelágrimas.AquellamujereraLaValiére,quemurmuróconvozapenasperceptible:

—¡SeñordeD’Artagnan!—¡Vos!—dijoconacentosombríoelmosquetero—,¡vosaquí!¡Ah!señora,habríapreferidoveros

adornadadefloresenlamansióndelcondedeLaFere.Voshubieraislloradomenos,ellosyyotambién.—¡Caballero!—repusoLuisasollozando.—Porquesoisvoslaquehabéistendidoaesosdoshombresenlatumba—continuóel implacable

amigodelosmuertos.—¡Ah! ya sé que la causa de la muerte del vizconde de Bragelonne soy yo—repuso La Valiére

juntandolasmanos—.Lanuevadesumuertellegóayeralacorte,ydesdelasdosdeestamadrugadaherecorridocuarentaleguasparavenirapedirperdónalconde,suponiendoqueaunvivía,yparasuplicaraDios,sobrelatumbadeRaúl,quemeenvíetodaslasdesventurasquemerezco,exceptouna.Masahora

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queséquelamuertedelhijohacausadoladelpadre,yanotengoqueecharmeencaraunsolocrimen,sinodos,comodossonloscastigosquedeDiosdeboesperar.

—VoyarepetirosloqueRaúlmedijoenAntibes,cuandoyameditabasumuerte:«Sihasucumbidoalorgullo y a la coquetería, la perdono despreciándola; si el amor, la perdono también, jurándole queningúnhombrelahubieraamadocomoyo».

—Yasabéisqueporamoribaasacrificarmeamímisma—repusoLaValiére—,comosabéiscuálfuemidolorcuandomeencontrasteissinsentidos,moribunda,abandonada.Puesbien,nuncahesentidoundolor tanpunzantecomoeldehoy,porqueentoncesesperabaydeseaba,en tantoquehoyyanomeatrevoaamarsinremordimiento;porquepresientoqueaquelaquienamomeharápadecerunoporunotodoslostormentosqueyohehechopadeceralosdemás.

D’Artagnan,queconocíaqueLuisanoseengañaba,guardósilencio.—Puesbien,señordeD’Artagnan—continuóLaValiére—,nomeabruméisahora,porfavoroslo

pido.Amocondelirio,amohastaelpuntodecometerelsacrilegiodedecirloantelascenizasdeRaúlsinsonrojoysinremordimiento.¡Ay!elamorqueyosientoesunareligión;perocomotardeotempranomeveréis sola, olvidadaydesdeñada; comomeveréis castigada, compadeceosdemídurantemi efímeradicha,dejadmequegocedeellaporalgunosdías,algunosminutos,siesquetodavíaduraahora,siesqueesedobleasesinatonoestáyaexpiado.

NohabíaconcluidodehablarLaValiére,cuandollamólaatencióndeD’Artagnanrumordevocesypisardecaballos:eraunamigodelrey,Saint-Aignán,queibaabuscaraLuisadepartedeSumajestad,aquien,dijoaquél,roíanloscelosylainquietud.

Saint-Aignánnovioalmosquetero,medioocultoporeltroncodeuncastañoquesombreabalasdostumbas.

Luisadiolasgraciasalemisarioylodespidióconunademán.—Yaloveis,todavíaduravuestradicha—dijoD’Artagnanconamarguraalajoven.—Día llegará en que os arrepintáis de haberme juzgado tanmal—repusoLuisa levantándose con

actitud solemne—, y aquel día seré yo que suplique a Dios que olvide lo injusto que habéis estadoconmigo. No me reprochéis mi dicha, señor de D’Artagnan, pues me cuesta muy cara y aun no hesatisfechoporcompletotodaladeuda.

Dijo,volvióaarrodillarse,yconvozdulceyafectuosarepuso:—Perdónporúltimavez,miprometidoRaúl.Yoherotolacadenaquenosuníaalosdos,peroyo,

como tú, estoy destinada amorir de dolor. Tú has partido primero, y yo no tardaré en seguirte. Sóloquieroqueveasquenohesidocobarde,yquehevenidoadarteelpostreradiós.ElSeñoresmitestigo,Raúl,dequeenrescatedelatuyahubieradadoyomivida;peronopodíadarmiamor.PerdónameRaúl,perdóname.

Luisatomóunaramaylaclavóenelsuelo,seenjugólosojos,saludóaD’Artagnanydesapareció.Elcapitánmirócómopartíancaballos,jinetesycarrozas;luegocruzólosbrazossobresuoprimido

pecho,ydijoconvozconmovida:—¿Cuándometocaráamípartir?¿Quélequedaalhombredespuésdelajuventud,elamor,lagloria,

laamistad, la fuerzay lasriquezas?Lequeda lapeñabajo lacualduermePorthos,queposeyócuantoacabodedecir;estecésped,bajoelcualdescansanAthosyRaúl,quetodavíaposeyeronmuchomás…

Ytrasunmomentodevacilación,conlamiradaatónita,seirguióyrepuso:

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—Sigamosadelante,yllegadalahora,Diosmelodirácomoselohadichoalosdemás.D’Artagnan tocó con las yemas de los dedos la tierra humedecida por el rocío de la noche, se

persignó,ytomósolo,solocomonunca,lavueltadeParís.

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Epílogo

Cuatroañosdespuésdelaescenaqueacabamosdedescribir,yalamanecerdehermosodía,dosjinetesbienmontadosllegaronalaciudaddeBloisafindedisponerlotodoparaunacazadevolateríaqueelreyqueríaefectuarenlavariadaplaniciepartidaendosporelLoira,yqueconfinaconMeungporunlado,yporelotroconAmboise.

Aquellos dos jinetes, que no eran otros que el perrero y el halconero deSuMajestad; personajesrespetabilísimos en tiempos de Luis XIII, pero algo desatendidos por su sucesor; después de haberexploradoelterreno,sevolvían,cuandodivisaronacáyalláalgunospelotonesdemosqueterosdelrey,aloscualessusrespectivossargentoscolocabandetrechoentrechoenlosextremosdeloscercados.

Detrásdelosmosqueteros,subidoenbriosocorcelyfácildeconocerensusbordadosdeoro,veníaelcapitán,hombredecabellocasienteramentecanoybarbaentrecana,algocargadodeespaldas,peroquemanejabaconsolturaelcaballoynoperdíadevistaningunadelasevolucionesdesussoldados.

—Afemía—dijoelperreroalhalconero—;elseñordeD’Artagnannoenvejece;condiezañosmásquenosotros,pareceuncadeteacaballo.

—Esverdad—repusoelhalconero—;enveinteañosqueleconozconohavariado.Elhalconeroseengañaba;durantelosúltimoscuatroañoselmosqueterohabíaenvejecidopordoce.

En las comisuras de los ojos el tiempo le había impreso sus implacables garras; tenía despoblada lafrente, y susmanos, antesmorenas y nervudas, blanqueaban como si en ellas empezara a enfriarse lasangre.

D’Artagnanseacercóconelademándeafabilidad,propiodeloshombresdevaler,alhalconeroyalperrero,quelesaludaronconelmayorrespeto.

—¡Quéfelizcasualidadelverosporaquí,señordeD’Artagnan!—exclamóelhalconero.—Yosoyquiendeberíadecir tal, señores—replicóD’Artagnan—,puesennuestrosdíasel reyse

sirveconmásfrecuenciadesusmosqueterosquedesushalcones.—¡Quiénvolvieraaaquellostiempos!—exclamóelhalconeroexhalandounsuspiro.—¿Osacordáis,señordeD’Artagnan,decuandoeldifuntoreycazabaconurracaporlasviñasdel

otroladodeBeaugenci?Entoncesnoeraiscapitándemosqueteros.—Yvos, sóloeraiscabode terzuelos—repusoD’Artagnancon jovialidad—.No importa; elloes

queaqueleraunbuentiempo,comoloessiempreeldelajuventud…Buenosdías,señorcapitánperrera.—Mehacéismuchofavor,señorconde—repusoelsaludo.D’Artagnan,noobstantesercondehacíacuatroaños,nooyócongustoelcalificativoqueacababade

darleelperreroysecalló.

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—¿Nooshafatigadoelcamino,señordeD’Artagnan?—preguntóelhalconero—,sinomeengaño,dePignerolaquíhaydoscientasleguas.

—Doscientassetentaalaidayotrastantasalavuelta—repusoconlamayornaturalidadelgascón.—¿Y«él»siguebien?—preguntóenvozbajaelhalconero.—¿Quién?—ElseñorFouquet—continuóelhalconeroenlamismavozmientraselperrerosehacíaaunlado

porprudencia.—No—respondióD’Artagnan—,eldesventuradoestásumamenteabatido;nopuededeningúnmodo

creerquelaprisiónseaunfavor;dicequeelparlamentoleabsolvióaldesterrarle,yqueeldestierroesla libertad.Elpobrenose figuraquehabíaeldeliberadopropósitodematarlo,yquealsalvarde lasgarrasdelparlamentolavidaesyadeberlemuchoaDios.

—Es verdad—dijo el halconero—, el infortunado estuvo a dos dedos del patíbulo; dicen que elseñor Colbert había transmitido ya las órdenes para el caso al gobernador de la Bastilla y que laejecuciónestabadecidida.

—¡Enfin!—exclamóD’Artagnancomoparacortarlaconversación.—¡Enfin!—repitióelperreroacercándose—,sielseñorFouquetestáenPignerol,merecidoselo

tiene;bastantehabíarobadoalrey.Además,¿noesnadaelhabertenidoladichadeserconducidoalláporvos?

—Caballero—replicóD’Artagnan lanzando unamirada de enojo al perrero—, sime dijesen quehabéiscomidolapitanzadevuestrosgalgos,nosólonolocreería,sinotambiénoscompadeceríasiporesooscondenaranaencierro,ynoconsentiríaquehablasenmaldevos.Contodoesoypormuyproboqueseáis,sédecirosquenolosoismásqueloeraelinfelizseñorFouquet.

Este discurso hizo agachar las orejas al perrero, que dejó que el halconero y D’Artagnan se leadelantarandospasos.

Alo lejosasomabanya loscazadorespor lassalidasdelbosque,yveíansepasarpor losclarosycualestrellaserrantes,lospenachosdelasamazonas,ylosblancoscaballosatravesarcomoluminosasaparicioneslasombríafloresta.

—¿Vaaser largalacacería?—preguntóD’Artagnan—.Osruegoquesoltéisprontoelave,puestoestoyquemecaigodefatiga.¿Cazáisgarzasocisnes?

—Cisnesygarzas,señordeD’Artagnan—respondióelhalconero—;peronadatemáis,elreynoespráctico,ysicazaessóloparadivertiralasdamas.

—¡Ah!—exclamóconacentodesorpresaD’Artagnan,mirandoalhalconeroquehabíavertido lastresúltimaspalabrasconmarcadaintención.

Elperrerosesonriócomoqueriendohacerlaspacesconelgascón.—Reíos, reíos—exclamóD’Artagnan—; llegué ayer tras unmes de ausencia, y por consiguiente,

estoymuyatrasadodenoticias.Cuandopartí, la corte estaba aúnmuy triste con lamuertede la reinamadre,yelreyhabíadadofinalasdiversionesdespuésdehaberrecogidoelpostrersuspirodeAnadeAustria;peroenestemundotodotienefin.

—Ytambiéntodoprincipio—dijoelperrerolanzandounacarcajada.—¡Ah!—repitióD’Artagnanqueardíaendeseosdesaber,peroqueporsucategoríanopodíaser

interrogadoporsusinferiores—;¿conquehayalgoqueempieza?

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Elperreroguiñóel ojodeunamanera significativa; pero comoD’Artagnannadaquería saberporbocadeaquél,preguntóalhalconero:

—¿Vendráprontoelrey?Tengoordendesoltarlasavesalassiete.—¿Quiénvieneconelrey?¿Quétallaprincesa?¿Cómoestálareina?—Mejor,señordeD’Artagnan.—¿Haestadoenferma?—Desdeelúltimodisgustoquehapasadoestáenfermiza.—¿Quédisgusto?Comollegodeviaje,nadasé.—Segúnparece,lareinaunpocodesdeñadadesdelamuertedesusuegra,sequejóalrey,que,según

dicenlacontestóquepuesdormíaconellatodaslasnoches,quemásquería.—¡Pobremujer!—dijoD’Artagnan—.¡QuéodiodebeprofesaraLaValiére!—¿AlaseñoritadeLaValiére?—repusoelhalconero—.¡Bah!no,señor.—¿Aquiénpues?Elcuerno,llamandoalosperrosyalasaves,cortólaconversación.PerreroyhalconeropicaronasuscaballosydejaronaD’Artagnanenlomejor,mientrasalolejos

aparecía el soberano rodeado de damas y jinetes, que formaban un conjunto animado, bullicioso ydeslumbrador, como hoy no podemos formarnos idea, a no ser en lamentida opulencia y en la falsamajestaddelteatro.

D’Artagnan,queyateníalavistadébil,divisótraselgrupotrescarrozas,laprimera,destinadaalareina, estabavacía; luegoyalnover juntoal reyaLaValiére, labuscóy lavioencompañíadedosmujeresquealparecerseaburríanmuchocomoella.Alaizquierdadelreyymontadaenfogosocorcelhábilmentemanejado, brillaba unamujer de portentosa hermosura, que sostenía con SuMajestad unacorrespondenciadesonrisasydespertabaconsuhablarlascarcajadasdetodos.

Yo conozco a aquella mujer —dijo mentalmente D’Artagnan. Y volviéndose hacia su amigo elhalconerolepreguntó—:¿Quiénesladamaaquella?

—LaseñoritadeTonnay-Charente,marquesadeMontespan—respondióelhalconero.CuandoLuisXIVvioaD’Artagnanexclamó:—¡Ah!,¿estáisdevuelta,conde?¿Porquénohabéisvenidoaverme?—Porque cuando he llegado,Vuestramajestad estaba todavía durmiendo, y cuando he tomadomi

servicioestamañana,todavíanoestabaisdespierto.—Siempreelmismo—dijoenaltavozelreyyconacentodesatisfacción—.Descansad,conde,os

loordeno.Hoycenaréisconmigo.Unmurmullodeadmiraciónenvolviócomounainmensacariciaalmosquetero.

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LamuertedeD’Artagnan

Al llegar la primavera el ejército de tierra entró en campaña contra los holandeses, precediendo enmagnífico orden a la corte de Luis XIV, que a caballo y rodeado de carrozas llenas de damas y decortesanos,conducíaalaflorynatadesureinoaaquellasangrientafiesta.

Verdadesquelosoficialesdelejércitonotuvieronotramúsicaquelaartilleríadelasfortificacionesholandesas; pero fue bastante para gran número de ellos, que en aquella guerra hallaron honores,adelantamiento,gloriaomuerte.

D’Artagnanpartióalfrentede12000hombresdeinfanteríaycaballería,conordendeapoderarsedelasplazasqueformanlallavedelaredestratégicaaquellamanlaFrisia.

NuncaningúngeneralhaconducidomáshábilmenteunejércitocomolohizoD’Artagnandequiensusoficiales conocían laprudencia, la astuciay elvalor, y sabíanqueno sacrificaría sinnecesidadniunsoldadoniunasolapulgadadeterreno.

Teníalasantiguascostumbresdelaguerra,esdecir,viviracostadelatierraconquistadaymanteneralegrealsoldadoybatidoalenemigo;elcapitánde losmosqueterosdel reyponía todosuempeñoendemostrarquesabíasuoficio.Nuncaseescogieronmejorlasocasiones,nuncasedierongolpesdemanomás bien sentados, ni se aprovecharonmejor las faltas de los sitiados; basta decir que en unmes elejércitodeD’Artagnanseapoderódedocepequeñasplazasypusositioatrece;lacualaunsemanteníafirmealquintodía,cuandoD’Artagnanmandóabrirtrincherasinquealparecersupiesequeelenemigodebiesenuncarendirse.

Los zapadores y los obreros deD’Artagnan formaban un cuerpo lleno de emulación, inteligente yceloso;porqueaquéllostratabacomosoldados,leshacíagloriosoeltrabajo,yvelabacuidadosamenteporsusvidas.

D’ArtagnandespachóuncorreoaLuisXIV,notificándolelosúltimostriunfos;locualredoblóelbuenhumordeSuMajestad,asícomolasdamas.

Dabanalreytantolustrelasvictoriasdelmosquetero,quelaMontespanyanollamóalmonarcamásqueLuisel invencible;asíesqueLaValiére,quesólo llamabaal soberanoLuiselvictorioso,perdiómuchoenelfavordeSuMajestad.Porotraparte,Luisateníaconfrecuencialospárpadoshinchadosdetantollorar,yparauninvenciblenadaesmásdesagradablequeunaqueridaquelloracuandoentornodeéltodosonríe.ElastrodeLaValiéreseanegabaenelhorizonteentrenubesylágrimas;peroencambiolaalegríadelaMontespanredoblabaconlostriunfosdelrey,aquienconsolabadeltodo.

El rey, deseoso de premiar los servicios de D’Artagnan, a quien debía la dicha de que estabadisfrutando,escribióaColbertlasiguientecarta:

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SeñorColbert:YaeshoradequecumplamoslapromesaquehicimosalseñordeD’Artagnan,quetanbiencumple

lassuyas.Aesteefectoyentiempooportunoseosfacilitarácuantoesmenester.

Luis.

Porconsecuencia,ColbertentregóaloficialemisariodeD’Artagnan,aquien retuviera juntoa sí,otracarta de su puño y letra y una arquilla de ébano con incrustaciones de oro, no voluminosa, peroindudablementemuypesada, pues elministro dio almensajero cincohombres para que le ayudasen allevarla.LosemisariosdeColbertyeloficialllegaronantelaplazasitiadaporD’Artagnanalamanecer,y se encaminaron al alojamiento del general, donde supieron que éste, contrariado por la salida quehicieralavísperaelgobernadordelaplaza,hombreastuto,yenlacuallosholandeseshabíancegadounatrinchera,matadosetentay sietehombresyempezadoa repararunabrecha, acababade salir condiezcompañíasdegranaderospararehacerlatrinchera.ElemisariodeColbert,queteníaordendebuscaraD’Artagnandondesehallaseyfueselahoraquefuese,seencaminópuesalastrincherasseguidodesuescolta, todosacaballo,yensitiodescubiertovioaaquélconsusombreroconpasamanosdeoro,sulargo bastón y su dorado uniforme. D’Artagnan se estaba mordiendo su cano bigote, y con la manoizquierdasacudíaelpolvoqueasupasohacíanlloversobreéllasbalasrasasqueseempotrabanenelsuelo.

Enmedio de aquel horroroso fuego que conmovía el aire con sus silbidos, veíase a los oficialesmanejar lapala,ya lossoldadosarrastras lascarretillasocubrirconenormesfajinasel frentede lastrincherasabiertasnuevamenteporelcolosalesfuerzodelossoldadosanimadosporsugeneral.

D’Artagnanempezóahablarconmássuavidadcuandoalastreshorasviorehechalatrinchera,ysesosegódeltodoaldecirleelcapitándezapadoresqueenaquéllayapodíanabrigarselossoldados.

Apenaselcapitándezapadoresacabódehablar,cuandounabaladecañónle levóunapiernaylehizocaerenbrazosdeD’Artagnan,quelevantóenpesoalherido,ycontodososiegoyanimándole,lobajóalatrincheraenmediodelosentusiastasaplausosdelosregimientos.

Desde entonces, más que ardor fue delirio lo que sintieron los soldados; dos compañías seadelantaronporuncaminoabierto, arremetieron las avanzadas, lasdestrozarony se apoderarondeunbaluarte;alver locual,suscompañeros,refrenadosaduraspenasporD’Artagnan,cargarontambiényasaltaronconirresistibleímpetulacontracarpa,llavedelaplaza.

D’Artagnan,alverquesólolequedabaunrecursoparadetenerasuejército,queeraalojarloenlaplaza,lanzóelrestodesustropascontralasdosbrechasquelossitiadosestabanreparando;elchoquefueterrible.Diezyochocompañíasdieronelataque,mientrasD’Artagnanavanzabaconlareservahastamediotirodecañóndelaplazaparasostenerporescaloneselasalto.

SeoíanclaramentelosayesdelosholandesesacuchilladossobresuscañonesporlosgranaderosdeD’Artagnan.Laluchaseagigantabaconladesesperacióndelgobernador,quedisputabapalmoapalmosusposiciones.

D’Artagnan,paraacabaryapagarelfuegoincesante,envióalasaltounanuevacolumna,quetaladrócomo una barrena las robustas puertas. Poco después, y enmedio del fuego, vióse correr con terrorpánicoalossitiadosperseguidosporlossitiadores.

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EntoncesD’Artagnan,respirandoyllenodealegría,oyójuntoasíunavozqueledecía:—Señorgeneral,departedelseñorColbert.Elrompióelsellodeunacartaquedecíaasí:

SeñordeD’Artagnan:elreymeencargaosdigaqueoshanombradomariscaldeFrancia,enjustopremioavuestrosbuenosserviciosya lagloriadequecubrís susarmas.SuMajestadestáenaltísimogradosatisfechodelasconquistasquehabéisllevadoacabo,yosencargaespecialmentequedeisfinalsitioquehabéiscomenzado,conhonraparavosylustreparaél.

D’Artagnan,queestabaenpie,conelrostroanimadoylamiradaardiente,levantólosojosparaverelprogreso de sus tropas en aquellas murallas envueltas en rojos y negros torbellinos, y respondió almensajero:

—Heacabado;dentrodeuncuartodehoraalomássehabrárendidolaciudad.YD’Artagnanreanudólalecturadelacarta,quecontinuabadeestemodo:

Laarquillaoslaregaloyo,yestoysegurodequenoosdisgustaráverquemientrasvosotros,soldados,desenvaináislaespadaendefensadelrey,yofomentolasartesdelapazparaadornodelasrecompensasdignasdevos.

Merecomiendoavuestraamistad,señormariscal,yosruegocreáisenlamíamuysincera.

Colbert.

D’Artagnan,ebriodegozo,hizounaseñalalmensajero,queseacercóconlaarquillaenlasmanos;peroen el momento en que el mariscal iba a contemplarla, llamó su atención hacia la ciudad una fuerteexplosiónocurridaenlasmurallas.

—Esextraño—dijoD’Artagnan—,todavíanoveoflamearen lasmurallas labanderarealnioigotocarllamada.

Elmariscallanzótrescientoshombresderefrescoalasórdenesdeunvalienteoficial,yordenóquesebatieseotrabrecha.

Luego,mástranquilo,D’ArtagnansevolvióhacialaarquillaquelepresentabaelemisariodeColbertyquecontantoesfuerzohabíaganado;mas,altenderlamanoparaabrirla,partiódelaciudadunabalarazaquehizopedazoslaarquillaentrelosbrazosdeloficial,hirióenmitaddelpechoaD’Artagnan,ylederribóenelsuelo,mientraselflordelisadobastóncaíadeaquellamutiladaarquillay,rodando,veníaacolocarsebajoladesfallecidamanodelmariscal.

D’Artagnan,aquien losque le rodeabansuponían incólume, intentó levantarse.Entonces,alveralmariscalcubiertodesangreycadavezmáspálidosunoble rostro, suestadomayorprorrumpióenungritoterrible.

Apoyadoen losbrazosquede todaspartes se tendíanpara recibirlo,D’Artagnanaún tuvo fuerzasparadirigirunapostrermiradaalaplazaydivisarlabanderablancaenelprincipalbaluarte;susoídos,yasordosa los rumoresde lavida,percibierondébilmente los redoblesdelparchequeanunciaban lavictoria.

Page 283: El hombre de la máscara de hierro · San Pablo , en París, con el ... La verdad es que las paredes huelen a prisión ... —Fue en palacio donde me contasteis qué sé yo que cuentos

Entoncesapretóconsucrispadamanoelbastónbordadodefloresdelisdeoro,posóenéllosojos,ya sin fuerza paramirar al cielo, y cayómurmurando estas extrañas palabras, que a los soldados lesparecieronotrastantasvocescabalísticas,vocesqueenotrotiemporepresentarontantoenlatierra,yquenadiecomprendía,exceptoaquelmoribundo:

—Athos,Porthos,hastaluego.Aramis,adiósparasiempre.Deloscuatrovalientescuyahistoriahemosnarrado,noquedabamásqueunosolo:ésteeraAramis.

Lafuerza,lanoblezayelvalorsehabíanremontadoaDios;laastucia,máshábil,lessobrevivióymorósobrelatierra.

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ALEXANDREDUMAS(Villers-Cotterêts,1802-Puys,cercadeDieppe,1870),fueunodelosautoresmásfamososdelaFranciadelsigloXIX,yqueacabóconvirtiéndoseenunclásicodelaliteraturagraciasaobrascomoLostresmosqueteros(1844)oElcondedeMontecristo(1845).

DumasnacióenVillers-Cotterêtsen1802,depadremilitar—quemurióalpocodenacerelescritor—ymadreesclava.Deformaciónautodidacta,Dumasluchóparapoderestrenarsusobrasdeteatro.NofuehastaquelogróproducirEnriqueIII(1830)queconsiguióelsuficienteéxitocomoparadedicarsealaescritura.

Fue con sus novelas y folletines, aunque siguió escribiendo y produciendo teatro, con lo queconsiguióconvertirse enunauténtico fenómeno literario.Autorprolífico, se le atribuyenmásde1200obras,aunquemuchasdeellas,alparecer,fueronescritasconsupuestoscolaboradores.

DumasamasóunagranfortunayllegóaconstruirseuncastilloenlasafuerasdeParís.Pordesgracia,sucarácterhedonistalellevóadespilfarrartodosudineroyhastaverseobligadoahuirdeParísparaescapardesusacreedores.