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  • Anastassia Espinel Souares

    EL HOMBREDE LAS FLORES

    Novela Prehistrica

    Bucaramanga - 2002

  • PRIMERA EDICINJulio de 2002

    DIAGRAMACIN - IMPRESINY ENCUADERNACIN

    (Sic) Editorial Ltda.Centro Empresarial Chicamocha Of. 303 Sur

    Telef: (97) 6343558 - Fax (97) 6455869E-mail: [email protected] web: www.syc.com.co/sic

    Bucaramanga - Colombia

    ISBN: 958-8150-69-8

    ILUSTRACIONES DEDon PunchatzTomadas de:

    Orgenes del HombreEdiciones Culturales Internacionales

    Mxico 1989

    Prohibida la reproduccin parcial o total de esta obra,por cualquier medio, sin autorizacin escrita del autor

    Impreso en Colombia

  • 5EL HOMBRE DE LAS FLORES

    ...Escuchadme esta cosa tremenda: HE VIVIDO!He vivido con alma, con sangre,Con nervios, con msculosY voy al olvido...

    Porfirio Barba Jacob

    En 1951 Ralph Solecki, un joven arquelogoadscrito a la Institucin Smithsoniana, inici los trabajosde excavacin en los montes de Zagros, en la zonalimtrofe entre Iraq, Irn y Turqua, con el fin deencontrar utensilios de piedra y restos fsiles del hombrede Neanderthal, aquel ser antiguo y misterioso quepoblaba la Tierra desde hace 180 hasta hace 40 milaos. La atencin del cientfico la atrajo lamundialmente famosa ahora caverna de Shanidar.Grande y bien ventilada, con la entrada orientada haciael sur, la caverna de Shanidar despertaba las grandesesperanzas de poseer enormes tesoros prehistricos y era,segn palabras de Solecki, la ms maravillosa cavernaque hayamos visto en nuestro viaje de reconocimiento.

    Realmente, Shanidar no defraud las esperanzasdel cientfico. Al concluir su tarea con ayuda de los obreroskurdos, nueve aos ms tarde, Solecki haba descubierto

  • 6una de las ms ricas colecciones de esqueletosneanderthalenses que hayan sido encontrados en un solositio. Al parecer, la mayora de los habitantesprehistricos de la caverna haban encontrado su muertea causa de la cada de rocas desprendidas, puesShanidar, situada junto a una falla geolgica, ha sufridonumerosos terremotos, lo que posteriormente oblig aSolecki a usar dinamita para extraer las rocas de lazanja, adoptando numerosas precauciones que evitarandaar los vestigios sepultados.

    A pesar de la gran riqueza arqueolgica de la regin,el hallazgo considerado por los cientficos como el msimportante de todos ocurri en 1960, en la ltimacampaa, cuando fue encontrado un esqueleto que tenaaproximadamente 50 mil aos de antigedad y, aprimera vista, no ofreca nada fuera de lo comn de untpico hombre de Neanderthal. Recubierto con yeso yalgodn y embalado en una caja, fue enviado a Bagdad.Posteriormente Solecki remiti las muestras de tierraencontradas en aquella sepultura al laboratorio delMuseo del Hombre en Pars, para analizar los posiblesrestos de vida vegetal que pudiera contener. Para gransorpresa de los cientficos, bajo el ocular del microscopioapareci el polen de diferentes flores: variedades dejacinto, violetas, malvas y otras. Los especialistascoinciden en que todas estas plantas no pudieron creceren el interior de la caverna o ser llevadas all por aveso animales. Pareca evidente que el cadver haba sido

  • 7colocado sobre un lecho cuidadosamente preparado conramas de pino y cubierto por flores silvestres recogidasen las laderas de las colinas cercanas.

    Qu papel jugaban aquellas flores en los ritosfunerarios de los hombres de Neanderthal? Algunas deestas plantas se usan por los actuales habitantes deZagros para preparar cataplasmas y tisanasmedicinales. Algunos investigadores suponen que losNeanderthales tambin las usaban como remedios y lasesparcan sobre el cuerpo del cazador fallecido pararestablecer su salud en el mundo del ms all. Sinembargo, cabe tambin la posibilidad de que las floresse depositaran all con la misma intencin que mueveal hombre moderno a colocarlas sobre las tumbas de susseres queridos.

    Todo esto desmiente por completo aquella imagen delantiguo hombre de Neanderthal que exista hasta hacerelativamente poco. Ahora prcticamente todos loscientficos reconocen que las espaldas encorvadas, losbrazos colgantes, las rodillas dobladas, el hirsuto pelajey la expresin bestial del rostro, con las cuales el hombrede Neanderthal apareca en las pginas de los manualesde antropologa hace varias dcadas, son purasexageraciones, y que los verdaderos Neanderthales noeran unos brutos gruidores que andaban arrastrandolos pies y eran incapaces de experimentar ningn tipode emocin, sino unos hombres de notable inteligencia ycapacidad inventiva. Bajo su tosca apariencia, eran

  • 8seres complejos y sensibles, capaces de llorar la prdidade un compaero y sentir compasin por su prjimo.Por ejemplo, uno de los esqueletos, tambin hallados enla caverna de Shanidar, muestra que en vida aquelhombre haba perdido su brazo derecho, y adems, eratuerto y padeca una artritis tan grave que no podacaminar sin ayuda de otra persona. Sin embargo, aquelhombre, famoso hoy como Shanidar I, vivi hastauna edad avanzada para su poca (unos 45 aos) loque significa que fue protegido y alimentado por los demsmiembros de su grupo.

    Por lo tanto, el hombre de Neanderthal no era tandistinto de nosotros como se crea antes; era, segnSolecki, la mente del hombre moderno encerrada en elcuerpo de una criatura primitiva. Las principalesdiferencias entre aquel hombre y nosotros mismos parecenser ms bien de grado que de clase; sin embargo, losNeanderthales siguen representando hasta ahora un granmisterio. Sin duda alguna, la sepultura del hombre delas flores en Shanidar es uno de los enigmasneanderthalenses ms impresionantes. Qu sentanaquellos hombres colocando en la tumba de su compaerocado manojos de flores hermosas y fragantes que, adiferencia de armas, utensilios y alimentos, no tenanningn valor prctico? Qu historia trgica y, tal vez,romntica, se oculta detrs de aquella sepultura extraa?

    Todo esto abre un espacio sin lmites para el vuelode la fantasa...

  • 9La nieve que cubra lasescarpadas cuestas de lasmontaas reluca bajo losrayos del brillante sol delmedioda, cuando unpequeo grupo de cazadoresse acerc a la entrada de unacaverna rocosa. Durante untiempo los hombrespermanecieron callados,escudriando la oscuridadde la caverna y prestando elodo al silencio que reinabaalrededor. El jefe de laexpedicin un hombrejoven, robusto y barbudo mova sus labios sin emitirsonido alguno, comopronunciando un conjurosecreto.

    Las caras de loscazadores, de frentes bajasy huidizas, quijadas ampliasy recias casi sin mentn,

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    cubiertas de extraos ornamentos de color rojo,negro y amarillo, se vean sombras y atentas; suscuerpos rechonchos y musculosos, envueltos enpieles de alces y de renos, temblaban de emocinporque hoy no les esperaba una caza comn ycorriente, sino la lucha con el mismo dueo de lasmontaas el oso de las cavernas.

    No existe otro animal tan feroz y peligrosocomo aquella fiera poderosa, pesada pero al mismotiempo sorprendentemente gil y de movimientosimprevisibles. Hasta el mismo len de lascavernas prefiere cederle el paso y los lobos y lashienas huyen con el rabo entre las patas solo alolfatearlo. Los hombres tambin evitan cruzarleel camino, pues en los bosques y las montaasabundan presas mucho menos peligrosas y msfciles de matar, pero una vez al ao, superandosu miedo eviterno ante el dueo de las cavernas,lo desafan en una lucha mortal para aplacar a losespritus de la caza, pedirles buena suerte y deuna vez probar la fuerza y el coraje de losmuchachos que se encuentran a punto de entraren la vida adulta con todos sus peligros yadversidades. Tal eleccin no es casual, pues elque resista en la lucha contra un oso ya notemblar ante ningn otro animal, sea un len,una pantera, un bisonte, un uro, un rinocerontelanudo o incluso un enorme mamut y no fallar a

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    sus compaeros en ninguna de sus cacerasfuturas.

    Todos los hombres apiados junto a la entradaconocan perfectamente la situacin de cadacaverna en su extenso territorio de caza, y desdetiempo atrs tenan averiguado con seguridad quanimal ocupaba tal o cual refugio rocoso. En lacaverna que se encontraba ahora ante sus ojosbrillantes habitaba un enorme macho solitario, elanimal ms conveniente para ser sacrificado a losespritus.

    La mejor poca para organizar tal cazaceremonial es el fin del invierno, cuando el osorecin despierto despus de su largo sueo yprivado de sus reservas de grasa, estarentumecido y debilitado; la mejor hora es elmedioda, cuando el resplandor de la nieve cegaral animal en el momento que intente salircorriendo de la cueva para lanzarse contra losadversarios insolentes. Sin embargo, incluso ahorael oso posee fuerzas suficientes para aplastarcabezas, destrozar cuerpos y partir lanzas demadera dura como ramas secas; por eso todo elgrupo antes de comenzar aquella lucha mortalguardaba silencio y cada uno imploraba en sumente a su espritu protector, cuando el jefe de laexpedicin alz la mano, dando la seal para elinicio.

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    Los hombres que hasta el momento parecaninmviles, al igual que las rocas que los rodeaban,se pusieron en movimiento al instante. Doscazadores recogieron varias piedras grandesdepositndolas en el saledizo de una roca que sealzaba justamente sobre la entrada de la caverna,mientras que los dems reunieron ramas de pinoprendindoles fuego con ayuda de rescoldosardientes trados del campamento en unrecipiente hecho con un montn de arcilla blanda.Luego, por orden del jefe, todos los hombres, unotras otro, comenzaron a tirar a la oscuridad lasramas encendidas.

    Del interior de la caverna sali un rugidoamenazador, seguido por un bufido ronco y ruidosde pesados pasos sobre las piedras. Los cazadoresreaccionaron empuando prestamente sus lanzasy los dos hombres situados en el saledizo rocosolevantaron las piedras.

    El oso sali disparado, envuelto en humo,gruendo y mostrando sus resplandecientescolmillos. Por encima de su cabeza vol unpedrusco que rebot por la ladera de la montaa,pero el segundo tiro result ms exitoso porquedio justamente en la nuca del oso y lo hizo tropezar.En un instante la bestia volvi a ponerse en pie,lo cual fue suficiente para que varias lanzasafiladas se hundieran en su pellejo y fueran

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    extradas de nuevo, teidas de sangre. Enfurecidodel todo, el animal herido se alz sobre sus patastraseras y en aquel momento el ms joven de loscazadores, un novato para el cual esta cacera erala primera prueba seria de su vida, horrorizadopor la enormidad de aquella masa oscura y peludaque haba surgido ante sus ojos, brinc a un lado,tir su lanza al suelo y se ech a correrdesapareciendo entre las rocas.

    Sin embargo, la caza continu. Un nuevo golpede piedra entumeci al oso; los cazadores seguanasestndole ms y ms golpes, apuntando a losojos y a la garganta de la fiera hasta que una hbillanzada le seccion la arteria. El animal sedesplom en el suelo y qued quieto.

    Sobre las montaas rein de nuevo un silencioprofundo. Uno tras otro, los cazadores seacercaban al oso tumbado, mojaban los dedos conla sangre del animal y se dibujaban uno al otro enla frente y las mejillas unas lneas gruesas elsmbolo del triunfo. Cumplido aquel ritoindispensable, la tensin que posea a todos sedesvaneci, los hombres comenzaron a cruzarsepalabras primero apenas audiblemente, comotemiendo despertar a la fiera muerta, luego envoz alta.

    El jefe bati sus palmas y grit:

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    Nar, Nar, sal de ah! El oso ya no tealcanzar!

    Nar, Nar! todos los dems cazadoresle respondieron como eco.

    De detrs de la roca, tratando de no mirar alos ojos de sus compaeros, sali el novatoacobardado. Era un adolescente de cuerpo delgadoy gil que an careca de la robustez y losmsculos abultados de un cazador adulto, y sucara no se ocultaba bajo la gruesa capa de pinturaritual, pues no haba merecido todava el granhonor de adornar su piel con las marcas mgicas.Su tez estaba tan ennegrecida por las cenizas delfuego que su propio color claro se vea solo enalgunas partes. El muchacho tena las mismasfacciones que el resto de los cazadores de la banda la frente inclinada, los pmulos prominentes,la nariz larga y ancha pero a diferencia de suscompaeros mayores posea un mentn firme ybien moldeado que daba a su joven rostro unaexpresin desafiante y orgullosa, incluso ahora,cuando se vea profundamente abatido por sudeshonra. Sus cabellos speros, abundantes yenmaraados eran de un profundo color castaooscuro, con chispas rojizas, como el brillo de unafogata en medio de una noche de invierno, y susojos grises, con reflejos azules, bajo las largas

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    pestaas y las cejas salientes, parecan oscuros ysombros, al igual que el cielo sobre los glaciares.

    Nar... suspir el jefe. En su voz sonaronel reproche y la decepcin; no dijo ni una palabrams porque resultaba intil e innecesario.

    Mientras que los cazadores descuartizaban elanimal con afiladas lascas de slex, Nar semantena aparte; aunque aquel trabajo no erafcil, nadie aceptara su ayuda. Luego, cuando laprocesin triunfal, cargada de brazadas de carne,se puso en camino de regreso, Nar iba atrs, acierta distancia de sus compaeros. Aunque lapresa era abundante y los cazadores se encorvabanbajo el peso, a Nar no le confiaron llevar nisiquiera un pequeo pedazo de carne: hacerlosignificara ofender a los espritus de la caza.

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    El miedo que desgarrabaa Nar creca en su corazncon cada paso que lo acercabaa su caverna natal, y ahora elmuchacho se senta inclusopeor que en aquel momentocuando haba visto a dos pasosde su cara la enorme zarpadel oso. Sera mejor que lafiera hubiese reventado sucabeza o destrozado todo sucuerpo en vez de arrastrarsecon sumisin tras loscazadores, hacia unahumillacin inevitable.Cuando la procesin seacerc al pie de una montaagrande, cubierta por un densochaparral y acribillada denumerosas cuevas, el jovensinti un fuerte deseo de sertragado por la tierra, perocontinu la subida tras suscompaeros.

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    Todo el clan de la Gran Montaa unapareja de ancianos, varias mujeres jvenes y unadocena de nios sali de la caverna alencuentro de los cazadores. Comprendiendo laseriedad del momento, todos guardaban silencio,incluso los nios que habitualmente corran conprecipitacin hacia los hombres, enredndoseentre sus pies e inundando todos los alrededorescon sus alegres chillidos. Tana, la mayor de lasmujeres, delgada, nudosa, de cabellos canosos yralos que pendan como carmbanos por amboslados de su arrugado rostro, sali adelante y echa los cazadores callados una miradaescudriadora. Al lado de Tana, apoyndose ensu hombro, cojeaba su marido Kruk, quien ya norecordaba su edad, pues al menos haba vistotantos inviernos cuntos dedos tienen dos hombresen ambas manos y pies y conocido numerosasadversidades. En su juventud, en una escaramuzacon otro clan, Kruk recibi un mazazo tan fuerteque le desfigur toda la parte izquierda del rostroy lo dej tuerto; luego se encontr en un senderoestrecho con un tigre dientes de sable y logrvencerlo, pero aquella victoria le cost la prdidadel brazo derecho y profundas heridas en el pecho;finalmente, una enfermedad implacable deformsus piernas a tal punto que el pobre hombre nopoda caminar sin ayuda de alguien. Sin embargo,

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    Kruk jams perda el nimo, con una agilidadsorprendente usaba sus dientes en vez del brazoperdido y a cada instante se rea de sus propiasmutilaciones; pero ahora su cara deformada sevea seria e impenetrable.

    A unos pasos de los ancianos se detuvo Gala,su hija mayor, con sus dos nios pequeos. Erauna mujer robusta, de cabellos brillantes y negros,mejillas sonrosadas y ojos vivos, una gran amantede rer y bromear; sin embargo, ahora permanecacallada.

    El corazn de Nar golpeaba aceleradamentesu pecho y dio un vuelco cuando de la cavernasali corriendo Muna, la hermana menor de Gala,una muchacha delgada y gil, de pies ligeros yrostro ruborizado, rodeado por una nube decabellos negros. Los ojos de la joven, enormes yazules, como dos violetas de la montaa, sedeslizaron por el rostro de Nar y, al no encontraren su frente y sus mejillas las marcas de sangredel oso, se apagaron al instante. Con un suspirode decepcin, Muna se volte y desapareci enla oscuridad de la caverna.

    Estn contentos nuestros espritusprotectores, Marg? pregunt la vieja Tana,dirigindose al joven jefe de los cazadores.

    S, madre de los hombres de la GranMontaa contest el cazador sonriendo .

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    Esta vez no llevaron consigo a ninguno de tushijos...

    Pero tampoco ha nacido un cazador nuevo.Por qu Nar regres a casa tal como se habaido, sin las marcas de un hombre adulto? Qusucedi, Marg?

    Los punzantes ojos de la anciana se clavaronen el plido rostro de Nar. El muchacho sinti untemblor traicionero en sus rodillas, su respiracinse cort y ante sus ojos surgi una enorme manchaoscura y sofocante, muy parecida al oso empinado.Al mismo tiempo percibi que una mano fuerte ytibia rozaba su hombro amistosamente, comopara darle un poco de valor, y oy la voz deMarg, que pareca sonar desde lejos:

    Nar no ha crecido todava para la grancacera y por eso se azor. Tambin es mi culpa,porque lo coloqu en un lugar incmodo.

    No trates de asumir la culpa ajena, Marg lo interrumpi Tana con severidad . Tal vezNar no haya crecido todava para cazar con loshombres, pero es bastante grande para responderpor sus faltas. Es as, Nar?

    El muchacho inclin su cabeza con esfuerzo.Nunca en su vida y Nar ya haba visto tantosinviernos cuantos dedos tiene un hombre en dosmanos y un pie se haba sentido tan mal. Deno ser por la mano de Marg, que an permaneca

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    en su hombro, el dolor que desgarraba su almasera insoportable. Tana y Kruk lo miraban comosi fuera una araa o un sapo, todos los dems nole dirigieron ni una sola palabra y Muna, quienan en la madrugada le haba sonredo con tantocario, ni siquiera quiso salir de la caverna...

    Lo que sucedi ya pas perturb elsilencio la voz del viejo Kruk, rechinante comomadera seca y su nico ojo, azul, brillante y claro,con una alegra inesperada gui a los cazadoresturbados . Tarde o temprano Nar responderante los espritus por su cobarda y ahora hay queagradecerles por la caza exitosa, o de lo contrariose ofendern no solo con Nar sino con todosnosotros.

    En el festn ceremonial que sigui, Nar estuvosentado en la oscuridad, con aire afligido fueradel crculo de luz, observando en silencio a suspaisanos saborear la carne de oso asada sobre laspiedras calientes. Segn las costumbres del clan,un cobarde no poda probar ni siquiera un pedazopequeo de la presa ritual. En realidad, Nar nosenta hambre: cualquier alimento se le atrancaraen la garganta.

    Los reflejos de la fogata sobre las paredesrocosas y los rostros humanos, el fuerte olor aramas de pino encendidas y a carne asada, lasestalactitas colgadas del techo todo se vea

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    igual que antes pero al mismo tiempo le parecadistinto, ajeno e incluso hostil. Por qu? Acasono era su caverna natal, donde l haba nacido,dado sus primeros pasos y pronunciado susprimeras palabras? A esta caverna espaciosa y bienprotegida los hombres del clan de la GranMontaa regresaban cada ao, despus de susviajes de verano a la tundra abierta y cada vezsentan una verdadera felicidad al entrar bajo elpedregoso techo de aquel refugio que de antaoles serva de hogar. Aqu Nar pas su niez,jugando con otros nios, arrojando a la fogatatrozos de huesos de animales o lanzando bolas dearcilla contra una estalactita; aqu era tan dulcedormir acurrucado junto al fuego, sobre las pielessuaves, y sentirse tranquilo y protegido contraaquella lucha de garras, colmillos, cascos ymsculos que prosegua fuera de los murosprotectores; aqu, bajo las pirmides de piedras,yacan aquellos hijos de la Gran Montaa cuyasalmas haban partido a la tierra de las sombras, yentre ellos estaban los padres de Nar, a los cualesconoca solo gracias a las historias contadas porTana y Kruk...

    El padre de Nar pereci muy joven, en unotoo fro y lluvioso, cuando los hijos de la GranMontaa, al regresar de su viaje anual a la tundra,encontraron la caverna ocupada por otro clan. Los

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    advenedizos no quisieron abandonar el refugioajeno por las buenas y estall una pelea sangrientaen la cual los hijos de la Gran Montaa lograrondefender su hogar y expulsar a los intrusos, peroel padre de Nar, un joven ardiente e imprudente,se descuid y recibi una herida mortal. Unalanza enemiga le atraves el pecho y el desdichadomuri al cabo de pocas horas, ahogndose yescupiendo sangre, cuando faltaba un poco msde un mes para el nacimiento de su primognito.

    La madre del nio abandon el mundo tresaos ms tarde, cuando en plena noche un fuerteterremoto sacudi la caverna, arrancando de sutecho enormes rocas que se desplomaron sobre elsuelo, aplastando a todos los que no tuvieron lasuerte de despertarse a tiempo. La madre de Nartan slo alcanz a empujarlo fuera del derrumbe,pero no pudo salvarse a s misma. Luego Kruk,cuyos brazos y pies por aquel entonces anestaban sanos, alz al nio junto con la pequeaMuna y corri hacia la salida, evitando condestreza las piedras que seguan cayendo deltecho. Tras l, arrastrando de la mano a la asustadaGala, corra Tana, todava, fuerte y rpida comoel viento. Las nias lloraban y el pequeo Narmiraba con obstinacin hacia atrs, donde habaquedado su madre sepultada bajo las rocas. En

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    su memoria qued grabada para siempre unamano que temblaba convulsivamente entre lospedruscos inmviles y grises.

    Fue as como se convirti en un hurfano, perojams se sinti solo y desdichado: su familia eranTana, Kruk, sus dos hijas y toda la gente del clan.Adems, las sombras de sus padres seencontraban constantemente al lado de Nar,protegindolo desde el ms all. Solo ahora eljoven se sinti agobiado por una verdaderasoledad, ni siquiera los fantasmas de sus padrespodan ayudarle pues en el fondo de su alma Narpresenta que ellos tambin reprobaban sucobarda.

    Terminado el festn, varias mujeresarrastraron al centro de la caverna una piedragrande y plana, colocaron encima la cabeza deloso y entonaron una cancin, elogiando la fuerzadel animal y pidindole perdn por haberlomatado. Ven y cuenta a los espritus que loscazadores de la Gran Montaa son muy buenos,pdeles enviarnos ms presas cantaban lasmujeres. Al son de la cancin los hombresagarraron sus armas y comenzaron una danzaprecipitada alrededor de la cabeza del oso,mientras que Tana y Kruk la rociaban con ocrerojo sangre de la tierra. Nar siempre habacontemplado con admiracin todos estos ritos,

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    imaginando que al pasar la prueba y convertirseen un cazador adulto l tambin iba a bailar enaquel torbellino de saltos y vueltas, blandiendosu lanza y evocando a los espritus. Hoy hubiesepodido hacerlo de no ser por su maldita falta devalor...

    Con un suspiro profundo Nar dio la espalda ala fogata y a la gente, y dirigi su sombra miradahacia la salida de la caverna, observando cmoen la profundidad azul del cielo se encendantmidamente las primeras estrellas.

    No te pongas triste. La prxima primaverade nuevo saldrs con nosotros para la caza sagraday ya no te asustars son la suave ytranquilizadora voz de Marg.

    Sumergido en sus tristes pensamientos, Narno percibi que su amigo mayor se separ de losbailarines y se le acerc silenciosamente, comoun lince. A pesar de su apariencia temible facciones toscas, barba desgreada, pechoextremadamente ancho y brazos musculosos Marg posea un buen corazn, por el cual loamaban todos los hijos de la Gran Montaa,aunque era un forastero nacido en el clan del GranLago, cuyas tierras de caza se situaban ms alnorte, casi al lmite de la tundra abierta. Ambasbandas se encontraban cada verano, confrecuencia juntaban sus fuerzas para cercar un

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    mamut o un rinoceronte lanudo o hacer huir unamanada de caballos o renos hacia un precipiciorocoso. Adems, los dos clanes haca tiempoestaban estrechamente emparentados gracias alos casamientos mixtos, y por eso ocho aos atrsa nadie le pareci extrao que Marg, un jovencazador del clan del Gran Lago, viniera a vivircon la otra banda, atrado por los brillantes ojos,prominentes formas y contagiosa risa de Gala.Rpidamente se hizo completamente suyo entresus nuevos parientes: llevaba sobre sus hombrosa todos los chiquillos del clan, permitindolespellizcarle la nariz y tirarlo de la barba, siempreencontraba palabras alentadoras para suscompaeros de caza y jams responda consoberbia a los numerosos reproches de su mujer,mientras que la misma Gala con frecuencia lohera con su lengua maliciosa.

    Para complacer a su compaero, Nar fingiuna sonrisa, aunque se le parta el coraznpensando que lo esperaba todo un ao de dolor yhumillacin hasta que pudiera lavar su deshonra.Hara cualquier cosa por expiar su culpa lo antesposible, pero ninguno de los hombres de la GranMontaa, incluso el sabio Kruk, poda recordarni una sola historia sobre algn novato que hubierasido iniciado a cazador por alguna otra hazaadiferente a la caza de oso... Quin poda decirle

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    qu podra suceder durante este ao? Y cmodeba comportarse frente a Muna?

    Nar mir a la muchacha de reojo. Sentadaentre su madre y su hermana mayor, Muna noacompaaba con su voz el coro femenino, y suslabios temblaban como si tratara de contener elllanto. Al sentir la mirada de Nar, frunci el ceoy baj la cabeza. Pareca increble que apenashaca unas horas le regalaba sus sonrisasdeslumbrantes y sus miradas prometedoras. Deno ser por aquella maldita cobarda, Nar hubiesepodido esta misma noche estrechar entre susbrazos el desnudo y caliente cuerpo de lamuchacha, poseerla por completo, convertirla ensu mujer, pero ahora tendr que luchar con losdeseos que ardan en su sangre por lo menos hastala prxima primavera: solo un cazador verdaderopuede compartir su lecho con una mujer. Loesperar Muna? El verano pasado detrs de ellaandaba un joven del clan del Gran Lago fuerte,vigoroso y, adems, ya llevaba en su cara lasmarcas de adulto. Aquel entonces Muna slo seburlaba de su admirador, prefiriendo la compaade Nar, pero ahora todo puede cambiar porcompleto, pues a ninguna mujer le gustan losdefraudados...

    El canto ces. Las mujeres extendieron sobreel suelo pieles de animales preparndose para

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    dormir, pero los hombres continuaban lacelebracin. Levantaron con solemnidad la cabezadel oso y, armados de varias antorchas, salieronde la caverna a la oscuridad de la noche. Nar sabaque se dirigiran cuesta arriba, hacia una pequeacueva casi invisible entre las rocas y los matorralesdonde, segn la tradicin, un antepasado de loshombres de la Gran Montaa haba matado a suprimer oso tiempo atrs. All, a la mortecina luzde las antorchas, los cazadores colocarn lacabeza de la fiera en un nicho entre las piedras,junto a los crneos de otros osos muertos en aosanteriores, y realizarn ritos secretos que nopueden ver las mujeres, los nios y tampoco loscobardes.