El Hombre Marginal

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 Robert Ezra Park Ciertos estudiosos de la sociedad, contemplando la Humanidad desde la larga perspectiva de la historia, se han mostrado incli nados a buscar una explicación de las diferencias culturales existentes entre las razas y los pueblos en algu na ca usa o c ondició n predominante y única. Una escuela de pensami ento, repre sentada fundamentalm ente por Montesquieu, ha creído encontrar en el ent orno físico y en el clima la explicación a tales diferencias. Otra escuela, identificada con el nombre de Arthur de Gobineau, el autor de  La desigualdad de l as razas humanas, ha buscado la explicación de las divergencias culturales en los atributos innatos biol ógi camente heredados de las razas. Estas dos teorías poseen en común, en concreto, el hecho de que conciben la civilización y la sociedad como el resultado de procesos evolutivos -procesos  por los cuales el hom bre adquiere nuevos ras go s heredados- más que como proceso s por lo s que han si do establecidas nuevas relaciones entre los homb res. En contraste con ambas teorías, Frederick T egg art ha reformulado y ampli ado recientemente la que puede ser denominada teoría cata strófica de la civil izaci ón, una te oría que se re monta hasta Hume en Inglaterra y Turgot en Francia. Desde esa perspectiva, el clima y los rasgos raciales innatos, que pueden haber sido imp ortantes e n la evolución de las razas, han te nido una influencia secundaria en la creación de las diferencias culturales exis tentes. De hecho, razas y culturas, que distan mucho de ser en cierto sentido idénticas -o incluso el producto de condiciones y fuerzas simil ares- están quiz á destinadas a contrastarse recíprocamente, productos de t endencias antagónicas, de modo que puede decirse que la civi liz ación, más que ser conservada por las disparid ades interraciales, prospera gracias a ellas. En todo c aso, si es cierto que las razas son el producto del aislamiento y la endogamia, también es seguro, por otro lado, que la civil izaci ón es una c onsecuencia del contacto y de la comuni cación. Las fuerzas que se han mostrado decisivas en la historia de la humanidad son aquellas que han llevado a los hombres a vivir una existencia común en competencia provechosa, conflicto y c ooperación. Entre las más impo rtantes de estas influencias -de acuerdo a lo que he llamado antes teoría ca tastrófica del progreso- hay que considerar la migración y los encuentros fortuitos, los conflictos y las fusiones de gentes y culturas a las que dan lugar. "Todo avance en la cultura", dice Bücher e n su obra  Industrial Ev olution, "comienza, por así decirlo, con un nuevo período de e mig ración", y en apoyo de esta tesis advierte que las primeras formas de intercambio fueron migratorias, que las primeras industrias que liberaron a los hombres de la casa de labor y de la tierra y se hicieron ocupaciones in dependientes, fueron mantenidas de un modo itinerante. "Los grandes fundadores de la religión, los primeros poetas y filósofos, los músicos y los actores de épocas  pretéritas, fueron todos g randes viaj eros. Incluso hoy día, ¿ acaso el inventor , el predicador de una nu eva doctrina y el virtuoso, no viajan de un sitio a otro en busca de partidarios y admi radores, a pesar del inmenso y reciente desarrollo de los medios de comunicación e información?"  (13) Las influencias de las migraciones no se han visto limitadas, por supuesto, a las transformaciones que han operado en las culturas e xistentes. A l a larga, han determinado las caracte rísticas raciales de los puebl os históricos. "Toda la enseñanza de la etnología", observa Griffith Taylor, "muestra que los pueblos de raza mixta son la norma y no la excepción"  (14)  Cada nación, cuando es e xami nada, se presenta como un melting-pot más o menos logrado. A este tamiz constante de razas y pueblos, los geógrafos han dado el título de "movimientos históricos", porque, tal como Ellen Ch. Temple afirma en su obra  Influences of Geographic Environment , "subyace en la may or par te de l a historia e scrita y constitu ye la mayor parte de l a historia no esc rita, especialmen te la de las tribus salvajes y nóm adas." (15) Sin duda alguna, a las modificaciones en la cultura deben seguir inevitablemente, pero a cierta distancia, cambios en las razas. A los movimientos y a la circulación de pueblos -que terminan provocando rápidos,  bruscos y a menudo catastróficos cam bios en l as costumbres y en los hábitos- suceden en el transcurso del tiempo, como resultado del cruce, las correspondientes modifi caciones físicas y temperamentales. Con MIGRACIONES, CAMBI OS SOCI ALES E HIBRIDOS SOCIALES http://www.ub.edu /geocrit/sn -75.h tm 1 de 7 31/01/2012 7:59

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Robert Ezra Park 

Ciertos estudiosos de la sociedad, contemplando la Humanidad desde la larga perspectiva de la historia, sehan mostrado inclinados a buscar una explicación de las diferencias culturales existentes entre las razas y

los pueblos en alguna causa o condición predominante y única. Una escuela de pensamiento, representadafundamentalmente por Montesquieu, ha creído encontrar en el entorno físico y en el clima la explicación atales diferencias. Otra escuela, identificada con el nombre de Arthur de Gobineau, el autor de  La

desigualdad de las razas humanas, ha buscado la explicación de las divergencias culturales en losatributos innatos biológicamente heredados de las razas. Estas dos teorías poseen en común, en concreto,el hecho de que conciben la civilización y la sociedad como el resultado de procesos evolutivos -procesos

 por los cuales el hombre adquiere nuevos rasgos heredados- más que como procesos por los que han sidoestablecidas nuevas relaciones entre los hombres.

En contraste con ambas teorías, Frederick Teggart ha reformulado y ampliado recientemente la que puedeser denominada teoría catastrófica de la civilización, una teoría que se remonta hasta Hume en Inglaterra

y Turgot en Francia. Desde esa perspectiva, el clima y los rasgos raciales innatos, que pueden haber sidoimportantes en la evolución de las razas, han tenido una influencia secundaria en la creación de lasdiferencias culturales existentes. De hecho, razas y culturas, que distan mucho de ser en cierto sentidoidénticas -o incluso el producto de condiciones y fuerzas similares- están quizá destinadas a contrastarserecíprocamente, productos de tendencias antagónicas, de modo que puede decirse que la civilización, másque ser conservada por las disparidades interraciales, prospera gracias a ellas. En todo caso, si es ciertoque las razas son el producto del aislamiento y la endogamia, también es seguro, por otro lado, que lacivilización es una consecuencia del contacto y de la comunicación. Las fuerzas que se han mostradodecisivas en la historia de la humanidad son aquellas que han llevado a los hombres a vivir una existenciacomún en competencia provechosa, conflicto y cooperación.

Entre las más importantes de estas influencias -de acuerdo a lo que he llamado antes teoría catastróficadel progreso- hay que considerar la migración y los encuentros fortuitos, los conflictos y las fusiones degentes y culturas a las que dan lugar.

"Todo avance en la cultura", dice Bücher en su obra Industrial Evolution, "comienza, por así decirlo, conun nuevo período de emigración", y en apoyo de esta tesis advierte que las primeras formas deintercambio fueron migratorias, que las primeras industrias que liberaron a los hombres de la casa de labor y de la tierra y se hicieron ocupaciones independientes, fueron mantenidas de un modo itinerante. "Losgrandes fundadores de la religión, los primeros poetas y filósofos, los músicos y los actores de épocas

 pretéritas, fueron todos grandes viajeros. Incluso hoy día, ¿acaso el inventor, el predicador de una nueva

doctrina y el virtuoso, no viajan de un sitio a otro en busca de partidarios y admiradores, a pesar delinmenso y reciente desarrollo de los medios de comunicación e información?" (13)

Las influencias de las migraciones no se han visto limitadas, por supuesto, a las transformaciones que hanoperado en las culturas existentes. A la larga, han determinado las características raciales de los puebloshistóricos. "Toda la enseñanza de la etnología", observa Griffith Taylor, "muestra que los pueblos de raza

mixta son la norma y no la excepción" (14) Cada nación, cuando es examinada, se presenta comoun melting-pot más o menos logrado. A este tamiz constante de razas y pueblos, los geógrafos han dado eltítulo de "movimientos históricos", porque, tal como Ellen Ch. Temple afirma en su obra  Influences of 

Geographic Environment , "subyace en la mayor parte de la historia escrita y constituye la mayor parte de la historia no escrita,

especialmente la de las tribus salvajes y nómadas."(15)

Sin duda alguna, a las modificaciones en la cultura deben seguir inevitablemente, pero a cierta distancia,cambios en las razas. A los movimientos y a la circulación de pueblos -que terminan provocando rápidos,

 bruscos y a menudo catastróficos cambios en las costumbres y en los hábitos- suceden en el transcurso deltiempo, como resultado del cruce, las correspondientes modificaciones físicas y temperamentales. Con

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 toda probabilidad jamás ha habido un solo caso donde la proximidad entre aquellas razas que viven juntasen estrecho contacto con una economía común forzosa no haya dado lugar a híbridos raciales. Noobstante, los cambios en las características raciales y en los rasgos culturales marchan a distinto ritmo, yes notorio que las transformaciones culturales no se consolidan ni se transmiten biológicamente, al menos,si acaso, en un grado mínimo. Las características adquiridas no son biológicamente heredadas.

Algunos escritores que han puesto enfasis en la importancia de la migración como instrumento de progreso se inclinan invariablemente a atribuir un papel similar a la guerra. De este modo, comentando el papel de la migración como medio de civilización, Waitz señala que las migraciones son "raramente denaturaleza pacífica en principio". Respecto a la guerra, afirma: "La primera consecuencia de la guerra esque entre los pueblos se establecen relaciones fijas, lo que hace posible un trato amigable, trato que sehace más importante por el intercambio de conocimiento y de experiencia que por el mero intercambio de

mercancías" (16). Y añade entonces:

Siempre que vemos un pueblo, sea cual fuere su grado de civilización, que vive al margen de los otros, sincontacto o acción recíproca, generalmente encontraremos un cierto estancamiento, una levedad mental yuna carencia de actividad que harán imposible después cualquier cambio de condiciones políticas ysociales. En tiempos de paz, estas características son transmitidas como un malestar continuo, y la guerra

aparece entonces, a pesar de lo que los puedan decir los apóstoles de la paz, como un bien salvador, queenardece el espíritu nacional y hace más flexibles todas las fuerzas. (17)

Entre los escritores que han concebido el proceso histórico en términos de intrusiones -pacíficas uhostiles- de un pueblo en el dominio de otro, debemos considerar a sociólogos como Gumplowicz yOppenheim. El primero, en un esfuerzo para definir esquemáticamente el proceso social, lo ha descritocomo la interacción de grupos étnicos heterogéneos, como el resultado de la subordinación y lasuperposición de razas en la constitución del orden social -de hecho, de la sociedad-.

De un modo muy parecido, Oppenheim, en su estudio sobre los orígenes sociológicos del estado, creehaber demostrado que en todos los casos éste ha tenido su origen histórico en la imposición, por conquistay fuerza, de la autoridad de un pueblo nómada sobre otro sedentario y agrícola. Los hechos queOppenheim ha reunido en apoyo de su tesis muestran, en cualquier caso, que las instituciones socialessurgen en realidad, al menos en bastantes ocasiones, como por una mutación repentina y no tanto por un

 proceso de selección evolutiva y acumulación gradual de variaciones relativamente leves (18).

 No se advierte por qué una teoría que insiste en la importancia de la mutación catastrófica en la evoluciónde la civilización no habría de tener en consideración al mismo tiempo la revolución como un factor de

 progreso. Si la paz y el estancamiento, como Waitz sugiere, tienden a asumir la forma social del malestar;si, como Sumner ha afirmado, "la sociedad necesita tener un cierto fermento dentro de ella" para romper con ese estancamiento y emancipar las energías de los individuos aprisionados en el orden social existente,

 parece, pues, que cierta "aventura insensata" como fueron las cruzadas durante la Edad Media, o algúnentusiasmo romántico, como el que encuentra expresión en la Revolución Francesa, o más recientementeen la aventura bolchevique en Rusia, puede ser del todo útil y eficiente, como la migración o la guerra,

 para interrumpir la rutina de los hábitos creados y romper la "costra de costumbre". Las doctrinasrevolucionarias se basan naturalmente en una concepción del cambio catastrófico más que en el cambioevolutivo. La estrategia revolucionaria, tal como ha sido desarrollada y racionalizada por G. Sorelen Reflexiones sobre la violencia, hace de la gran catástrofe, de la huelga general, un artículo de fe.Como tal se convierte en un medio para mantener la moral e imponer una disciplina entre las masas

revolucionarias (19).

La primera y más obvia diferencia entre la revolución y la migración es que, en la segunda, la crisis delorden social se inicia con el impacto de una población invasora y concluye mediante el contacto y lafusión de los pueblos nativos con los extraños. En el caso de la primera, el fermento revolucionario y lasfuerzas que han perturbado la sociedad han tenido por lo general o parecen haber tenido sus fuentes yorígenes en su interior, y si no del todo, sí más dentro que fuera de la sociedad afectada. Es dudoso -siacaso esto uede mantenerse- ue cada revolución cada Au klärun cada des ertar renacimiento

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 intelectual haya sido o vaya a ser provocado por cierto movimiento de población invasora o por laintrusión de un agente cultural extraño. Dado que desde el crecimiento del comercio y la comunicaciónhay progresiva y relativamente más movimiento y menos migración, se hace necesario introducir ciertasmodificaciones en esa perspectiva. El comercio, uniendo los confines del mundo, ha hecho el viajerelativamente seguro. Además, con el desarrollo de la industria y el crecimiento de las ciudades, son lasmercancías más que los individuos lo que circula. El vendedor ambulante que lleva encima sus existenciasdescubre el viaje de representación y el catálogo por correo enviado desde la casa alcanza regiones

remotas en las que el traficante yanqui raramente o jamás había penetrado. Como ha observado Bücher,con el desarrollo de una economía mundial y la interpenetración de pueblos las migraciones han cambiadode carácter:

Las migraciones que tienen lugar al comienzo de la historia de los pueblos europeos son migraciones detribus en su totalidad, una presión y un empuje de unidades colectivas de este a oeste que dura siglos. Lasmigraciones de la Edad Media sólo afectan a tipos particulares; los caballeros en las cruzadas, losmercaderes, los artesanos, los jornaleros, los malabaristas, juglares y trovadores, los siervos de la glebaque buscan protección dentro de los muros de una ciudad. Las modernas migraciones, en cambio, songeneralmente un asunto privado de individuos a los que guían diversos motivos. Casi invariablementecarecen de organización. El proceso, que se repite diariamente miles de veces, sólo esta unido mediante

una característica: que por doquier es una cuestión de cambio de localidad de personas en busca de unascondiciones de vida más favorables.(20)

La migración, que originalmente se presentó como invasión, seguida de un desplazamiento forzoso osubyugación de un pueblo por otro, ha asumido el carácter de una penetración pacífica. En otros términos,la migración de los pueblos ha sido transmutada en movilidad de individuos, y las guerras tan a menudoocasionadas por esos movimientos adquieren el carácter de luchas intestinas, de las que las huelgas y lasrevoluciones han de considerarse como tipos.

Además, si uno intentara reconocer todas las formas en que tienen lugar los cambios catastróficos sería preciso incluir aquellos que vienen producidos por el súbito ascenso de ciertos movimientos religiososcomo el islamismo o el cristianismo, que en ambos casos comenzaron como movimientos cismáticos ysectarios y cuya extensión y evolución interna les han llevado a convertirse en religiones independientes.Considerada desde este punto de vista, la migración asume un carácter menos específico y extraordinariode lo que hasta la fecha han concebido algunos escritores a quienes este problema intrigaba conintensidad. Parece, simplemente, una más dentro de una serie de formas en que los cambios históricos

 pueden acontecer. Sin embargo, considerada de un modo abstracto como un tipo de acción colectiva, lamigración humana exhibe por todos lados características que son suficientemente típicas para hacer deella un tema de estudio e investigación independiente, tanto respecto a su forma como en lo relativo a losefectos que genera.

 No obstante, la migración no puede ser identificada como un simple movimiento. Como mínimo, implicaun cambio de residencia y una ruptura con los vínculos domésticos. Los movimientos de gitanos y de otros pueblos parias, en la medida en que apenas ocasionan importantes modificaciones en la vida cultural, pueden considerarse más bien un hecho geográfico que un fenómeno social. La vida nómada se consolidasobre la base del movimiento y aun cuando los gitanos viajan ahora en automóvil, todavía mantienen,relativamente inmutables, su antigua organización y sus costumbres tribales. El resultado es que surelación con las comunidades en que puedan encontrarse en un momento dado puede ser descrita más entérminos de relación simbiótica que como relación social. Esto tiende a ser cierto para algunos tipos osegmentos de la población -por ejemplo, los hobos y los habituales de las pensiones- que son inestables ymóviles.

Como fenómeno social la migración no debe ser estudiada simplemente en sus efectos más evidentes, talcomo manifiestan los cambios de costumbres y de hábitos, sino que podría ser enfocada en sus aspectossubjetivos, como se expresa en el tipo modificado de personalidad que produce. Cuando la organizaciónsocial tradicional entra en crisis, como resultado del contacto y de la colisión con una nueva culturainvasora, el efecto es, por así decirlo, la emancipación del hombre individual. Las energías que fueron

 

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contro a as en un pr nc p o por as costum res y a tra c n se eran. n v uo es re para nuevasaventuras, pero se encuentra más o menos sin dirección ni control. La exposición de Teggart sobre estacuestión es como sigue:

Como resultado de la crisis de los tradicionales modos de pensamiento y de acción, el individuo experimenta un relajamientocon respecto a las obligaciones y los límites a los que estaba sujeto, y da muestras de esta "desvinculación" en unaautoafirmación agresiva. La acusada expresión de la individualidad es uno de los rasgos más pronunciados de todas las épocasde cambio. Por otro lado, el estudio de los efectos psicológicos de la colisión y del contacto entre diferentes grupos pone demanifiesto el hecho de que el aspecto más importante de esa liberación descansa no en hacer libre al soldado, al guerrero o al

 perturbado de las coacciones de los modos de acción tradicionales, sino en liberar el criterio individual de las inhibiciones delos modos convencionales de pensamiento. De ahí podrá observarse -añade Teggart- que el estudio de los modus operandi decambio en el tiempo ofrece un foco común para los esfuerzos realizados por los historiadores políticos, los historiadores de la

ideas y de la li teratura, psicólogos y estudiosos de la ética y de la teoría de la educación. (21)

Los cambios sociales, de acuerdo con Teggart, tienen su origen en sucesos que "liberan" a los individuosque componen la sociedad. Inevitablemente, esta liberación es seguida en el curso del tiempo por unareintegración de los individuos dentro de un nuevo orden social. Mientras tanto, sin embargo, ciertoscambios tienen lugar -al menos probablemente- en el carácter de los individuos. En ese proceso no sólo seemancipan, sino que amplían su horizontes.

Invariablemente, el individuo emancipado se hace en un cierto sentido y hasta cierto grado un individuocosmopolita. Aprende a mirar el mundo en el que ha nacido y se ha criado con algo del distanciamientodel extraño. En suma, adquiere un sesgo intelectual. Simmel ha descrito la posición del extranjero en lacomunidad y su personalidad en términos de movimiento y migración.

"Si la emigración -dice Simmel- considerada como no vinculación a un punto dado en el espacio,constituye el concepto opuesto a la sedentariedad en un punto cualquiera, entonces, con toda seguridad laforma sociológica del extranjero representa la unión de ambas determinaciones". El extranjero permanece

 pero no llega a asentarse; no es sino un emigrante en potencia. Esto significa que no se encuentra ligado alos otros por normas y convenciones locales. "Es un hombre libre, en lo práctico y en lo teórico.Considera su relación con los otros con menos prejuicios; los somete, pues, a un patrón más general y

objetivo, y las tradiciones, las costumbres o los afectos no limitan su acción."

El efecto de la movilidad y de la migración es una secularización de las relaciones que anteriormenteestaban sacralizadas. Quizás se puede describir el proceso, en su doble aspecto, como la secularización dela sociedad y la individualización de la persona. Para una breve, intensa y auténtica ilustración del modoen que la migración del primer tipo, la migración de un pueblo, ha ocasionado de hecho la destrucción deuna civilización anterior y ha liberado a los pueblos implicados para la creación de un sociedad posterior,más libre y secularizada, sugiero reparar en la introducción de Gilbert Murray's a The Rise of the Greek 

 Epic, en la que intenta reproducir los acontecimientos de la invasión nórdica sobre el área Egea. Lo quesiguió, dice Murray, fue un período de caos:

Un caos en el que la vieja civilización salta en pedazos, sus leyes son omitidas y la intrincada red de expectativas normales queforman la esencia auténtica de la sociedad humana se rasga tan a menudo y tan completamente por las continuas decepciones queal final deja de ser una esperanza. Para los pobladores fugitivos en las tierras que después fueron la Jonia, y para parte tambiénde Doria y Aeolis, no había dioses y mucho menos obligaciones tribales porque no existían tribus. No existían las antiguas leyes porque no había nadie que las administrara o incluso que las recordara; sólo las obligaciones que el poder más fuerte en esemomento decidía imponer. El hogar y la vida familiar desaparecieron y con ellos todos sus innumerables vínculos. El hombre noestaba viviendo con una mujer de su propia raza, sino con una peligrosa mujer extranjera, de lenguaje extraño y dioses ajenos,una mujer cuyo marido o cuyo padre murieron quizá a manos de él -o, como mucho, una mujer a quien compró como esclava trasel asesinato. El viejo marido ario, como veremos de aquí en adelante, había vivido con su manada en una especie de conexiónfamiliar. Él dió muerte a "su hermano buey" sólo bajo una presión especial o l levado por firmes razones religiosas, y espera laslágrimas de su mujer en su funeral. Pero ahora ha dejado su propio rebaño lejos. Ha sido devorado por sus enemigos. Y vivióentre las bestias de los extraños a quienes usurpó o poseyó en servidumbre. Abandonó la tumba de sus padres, los espíritusamistosos de su propia sangre, que lo alimentaron y lo amaron. Estaba rodeado de tumbas de muertos extraños, fantasmasdesconocidos cuyos nombres ignoraba y cuyo poder estaba más allá de su control, a quienes sacrificó su bestia para aplacar eltemor o la aversión. Sólo una cosa concreta existía para él para hacer en adelante el centro de sus lealtad, para suplir el lugar desu viejo hogar familiar, sus bienes, sus costumbres tribales y sagradas. Era un muro circular de piedras, una Polis; el muro que ély sus compañeros, hombres de diversas lenguas y cultos, unidos por una tremenda necesidad, construyeron para formar una barrera entre ellos y un mundo de enemigos. (22)

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La civilización griega surgió dentro de los muros de la polis y en esa variada compañía. El profundosecreto de la antigua vida griega, su libertad relativa de las grandes supersticiones y del temor a los diosesestá estrechamente vinculado con este período de transición y de caos, en el que perece el orden primitivoy surge un orden social más libre y racional. El pensamiento se emancipa, nace la filosofía y la opinión

 pública se erige como autoridad sobre las tradiciones y las costumbres. Tal como afirma Guyot, "el griego,con sus festivales, sus canciones y su poesía, parece celebrar, en un himno perpetuo, la liberación del

hombre de las poderosas cadenas de la naturaleza." (23)

Lo que primero aconteció en Grecia después tuvo lugar en el resto de Europa y está sucediendo ahora enAmérica. El movimiento y la migración de los pueblos, la expansión de la industria y el comercio, y

 particularmente el crecimiento, en los tiempos modernos, de esos enormes melting-pots de razas yculturas, la ciudades metropolitanas, han aflojado los vínculos locales, han destrozado las culturas tribalesy populares, y han sustituido las lealtades locales por la libertad de la ciudad; el orden sagrado de lacostumbre por la organización racional que podemos llamar civilización.

En estas grandes ciudades, donde todas las pasiones, todas las energías de la humanidad son liberadas,estamos en posición de investigar el proceso de civilización, por así decirlo, bajo un microscopio.

En las ciudades el viejo clan y los grupos de parentesco se han disuelto y han sido reemplazados por unaorganización social basada en intereses racionales y en preferencias temperamentales. De un modo másconcreto, la gran división del trabajo que rige en las ciudades permite y más o menos obliga al hombreindividual a concentrar sus energías y su talento en la tarea específica que mejor desempeña, y en estesentido él y sus compañeros se emancipan del control de la naturaleza y de las circunstancias que tanrigurosamente dominan al hombre primitivo.

Sucede, sin embargo, que el proceso de aculturación y asimilación y la fusión racial consiguiente entre losgrupos no procede en todos los casos con la misma velocidad y facilidad. En particular, allí dondeconviven pueblos de culturas diferentes y de muy distintas razas, la asimilación y la fusión no tienen lugar rápidamente como en otros casos. Todos nuestros 'problemas raciales' -como los llamamos- surgen desituaciones en que la asimilación y la fusión no llegan a realizarse completamente o tienen lugar de unmodo muy lento. Como ya he dicho en otro lugar, el principal obstáculo para la asimilación cultural de lasrazas no es tanto su mentalidad diferente como un conjunto de rasgos físicos divergentes. No es lamentalidad del japonés la que impide que se asimile con la misma facilidad que el europeo; esto ocurre así

 porque:

"el japonés porta en sus rasgos un sello racial distintivo; lleva, por así decirlo, un uniforme racial que lo clasifica. Él no puedellegar a ser un simple individuo, imperceptible entre la masa cosmopolita, como ocurre por ejemplo con el irlandés, y en menor medida, con otros grupos raciales inmigrantes. El japonés, como el negro, está condenado a permanecer entre nosotros como unaabstracción, como un símbolo -y no sólo como símbolo de su propia raza sino de todo Oriente y de esa tan imprecisa eindefinida amenaza a la que algunas veces nos referimos como "el peligro amarillo." (24)

Bajo tales circunstancias, los pueblos de diferentes estirpes raciales pueden vivir unos junto a otros enrelación simbiótica, cada uno desempeñando su papel en una economía común, pero sin llegar a cruzarseen gran medida; cada uno manteniendo, como los gitanos y otros pueblos parias de la India, unaorganización tribal o una sociedad propia más o menos completa. Tal era la situación del judío en Europahasta los tiempos modernos, y en cierto modo existe hoy una relación similar entre los blancos nativos y la

 población hindú en el sudeste africano y en las Antillas.

A largo plazo, sin embargo, pueblos y razas que viven juntos, participando de la misma economía,inevitablemente se cruzan, y en este sentido las relaciones que eran meramente de economía y decooperación se vuelven sociales y culturales. Cuando las migraciones llevan a la conquista, económica o

 política, la asimilación es inevitable. El pueblo vencedor impone su cultura y sus patrones sobre el puebloconquistado, y después sigue un período de endósmosis cultural.

Algunas relaciones entre los conquistadores y los conquistados toman la forma de la esclavitud; a vecesasumen, como ocurre en la India, la forma de un sistema de castas. Pero en cualquier caso el pueblo

 

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om nan e y e pue o some o se conv er en, con e empo, en par es n egra es e una soc e a . aesclavitud y el sistema de castas son sólo simples formas de acomodación en las que el problema racialencuentra una solución temporal. El caso de los judíos fue diferente. El judío nunca fue un pueblosometido, al menos no en Europa; nunca se vio reducido a una posición de casta inferior. En los guetosdonde eligió y fue obligado a vivir, preservó sus propias tradiciones tribales, su independencia cultural, sino la independencia política. El judío que abandonaba el gueto pasaba a convertirse en un desertor, unindividuo execrable, un apóstata. La relación del gueto judío con la comunidad más amplia en la que sehallaba era, y hasta cierto grado continúa siendo así, una relación simbiótica más que social.

 No obstante, cuando los muros del gueto medieval cayeron y se permitió al judío participar en la vidacultural de las gentes entre las que vivía, apareció un nuevo tipo de personalidad, a saber, un híbridocultural, un hombre que vivía y compartía al mismo tiempo la vida cultural y las tradiciones de dos

 pueblos distintos; nunca dispuesto a romper del todo con su pasado y sus tradiciones -incluso si esto lehubiera sido posible-, y a causa del prejuicio racial, nunca aceptado por completo en la nueva sociedaddonde trataba de hacerse un lugar. Era un hombre en los márgenes de dos culturas y dos sociedades,nunca del todo fundidas ni penetradas entre sí. El judío emancipado era y es, histórica y típicamente, elhombre marginal, el primer cosmopolita, el primer ciudadano del mundo. Constituye, por excelencia, el"extranjero" a quien Simmel -él mismo judío- describió con profunda sutileza y comprensión ensu Sociología. Muchas, si no todas, las características del judío, su superioridad como comerciante, suagudo interés intelectual, su sofisticación, su idealismo y su falta de sentido histórico, constituyen lascaracterísticas del hombre de ciudad, del hombre que va y viene continuamente y que vive

 preferentemente en hoteles. En pocas palabras, el cosmopolita. Las autobiografías de judíos inmigrantes,de las cuales un gran número han sido publicadas en Norteamérica en años recientes, constituyen todasellas distintas versiones de una misma historia: la historia del hombre marginal, el hombre que desde elgueto en que vivía en Europa trata de alcanzar un lugar entre la más libre, compleja y cosmopolita vida dela ciudad americana. Uno puede aprender de estas autobiografías cómo tiene lugar en la actualidad el

 proceso de asimilación del inmigrante. En los espíritus más sensibles, sus efectos son tan profundos yturbadores como algunas conversiones religiosas, de las que William James nos ha dado su explicación, yaclásica, en Varietes of Religious Experience. En esas autobiografías de inmigrantes, el conflicto cultural,

tal como acontece en la mente del inmigrante, es precisamente el conflicto del "sí escindido" entre el viejoy el nuevo yo. Y con frecuencia este conflicto carece de un desenlace satisfactorio, terminando a menudoen una profunda desilusión, como describe por ejemplo la autobiografía de Lewisohn, Up Stream.

Pero es típica la inquieta oscilación de Lewisohn entre la tibia seguridad del gueto, que había abandonado,y la fría libertad del mundo exterior, en el que no encontraba todavía su hogar. Un siglo antes, HeinrichHeine, fue desgarrado por el mismo conflicto de lealtades, y forcejeando para ser al mismo tiempo alemány judío, representó un papel similar. Conforme a su último biógrafo, el secreto y la tragedia de la vida deHeine consistió en que las circunstancias lo condenaron a vivir en dos mundos, a ninguno de los cualesllegó a pertenecer del todo. Fue esto lo que agrió su vida intelectual y otorgó a sus escritos ese carácter deconflicto espiritual e inestabilidad que, como ha observado Browne, es buena prueba de su "angustia

espiritual". Su mente carecía de la integridad que se basa en la convicción. "Sus brazos eran endebles"-continúa la cita- "porque su mente estaba escindida; sus manos eran débiles porque su alma era laconfusión."

Probablemente, parte de la misma sensación de dicotomía moral y de conflicto es característica de todoinmigrante durante el período de transición, cuando los viejos hábitos van deshaciéndose y los nuevos nohan llegado a formarse. Se trata inevitablemente de un período de agitación interna y de intensaautoconciencia.

Sin duda hay fases de transición y crisis en la vida de muchos de nosotros que son comparables a aquellasque experimentaron los inmigrantes cuando dejaron su hogar para buscar fortuna en un país extraño. Peroen el caso del hombre marginal ese período de crisis es relativamente permanente. El resultado es quetiende a convertirse a una personalidad-tipo. De ordinario, el hombre marginal es sangre mixta, como elmulato en los Estados Unidos o el euroasiático en Asia, pero eso es al parecer porque el hombre de sangremixta es uno que vive en dos mundos y en ambos es más o menos un extranjero. El cristiano converso enAsia o en África muestra al unos de los ras os del hombre mar inal, si no la ma oría: el mismo es íritu

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 inestable, autoconciencia intensa, esa inquietud y aquel malestar.

Es en la mente del hombre marginal donde la confusión moral que ocasionan los nuevos contactosculturales se muestra bajo las formas más obvias. Y es ahí, en la mente del hombre marginal -por la queavanzan los cambios y las fusiones culturales- donde mejor podemos estudiar los procesos de civilizacióny de progreso.

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