El inconsciente
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Lic. Adriana Lutrillo Pérez
La revolución del Inconsciente y el aprendizaje
¿Cuántas veces hemos escuchado frases como: “te traiciona el inconsciente” o
“creo que actuó su inconsciente”? Se habla en cualquier ámbito de este fenómeno
que causa muchas preguntas, pero antes de comenzar a explicar el origen de esta
revolucionaria idea, más adelante diré el porqué le llamo así, expondré
brevemente una definición de esta palabra. Puesto que definir es delimitar, pienso
que es importante hacerlo, ya que sabremos de dónde partir y qué entendemos
exactamente por “inconsciente”.
Se llama inconsciente a lo que no ha penetrado, o acaso no pueda penetrar, en el
campo de la conciencia… lo inconsciente es el conjunto de hechos, estados o
procesos que no son aprehendidos por la conciencia, que tienen lugar
efectivamente en la zona psíquica, pero que no son advertidos por el sujeto1 En
pocas palabras, puedo decir, es que lo que está oculto en la mente, sin embargo,
nos constituye fuertemente, pues en él se albergan tanto nuestros deseos
positivos como negativos.
Existen pensadores que rechazan esta idea, pero más allá de eso, estén de
acuerdo o no, el inconsciente ha sido una idea revolucionaria, tan revolucionaria
como las ideas de Copérnico sobre el centro del universo. La Tierra no es el
centro, el Sol lo es, dice la teoría. Hoy sabemos que es el centro de un sistema y
desconocemos qué cosas nos podemos topar más allá de él. Copérnico escribe
en 1543 De revolutionibus donde plantea varias tesis, una de ellas que la Tierra se
mueve, no sólo sobre su propio eje, también alrededor del Sol. En su tiempo se
pasó de una teoría teocéntrica a una heliocéntrica, eso provocó que el hombre se
sintiera amo y señor del universo y se proclamara autónomo en todos los sentidos,
con el tiempo su razón era quien dominaba todo.
1 Cfr. J. Ferrater Mora, Diccionario de Filosofía, Tomo II, Ariel, Barcelona, 2004, pp. 1790-1792
Tiempo después, a mediados del siglo XIX aparece en escena Sigmund Freud,
hasta ese momento se había intentado dominar los afectos irracionales del
hombre por la razón, sin conocerlos, o más bien sin conocer sus fuentes
profundas.2 Freud creó el psicoanálisis y con él se abrió paso la revolución
freudiana. El hombre ya no era libre de pensar y actuar, había “algo” que lo
dominaba y había que investigar qué era. Eso le quitó poder a los hombres, son
vulnerables; la razón, ahora esclavizada es la única arma para volverlos a
emancipar, pero el cómo aún se estaba gestando. Freud, entre las muchas
aportaciones que hizo a la psicología y al mundo, están el descubrimiento del
inconsciente y el concepto de determinismo psíquico, es decir que la conducta
está determinada; no hay casualidad, sino causalidad.
Cuando el hombre nace, es como una “hoja en blanco” que va escribiéndose
gracias a experiencias, sensaciones, conocimientos, emociones y demás
elementos; muchas de esas cosas que aprende y vive es material desagradable,
doloroso, agresivo; todo ese material es reprimido y guardado en la región de la
mente que llamamos inconsciente; éste es atemporal, contradictorio y todo en él
está profundamente vinculado con los instintos. Sólo se puede llegar a esa
información reprimida cuando el consciente está débil, como en el caso de los
sueños.
Existen muchos estudios que prueban que las motivaciones inconscientes ejercen
una influencia fundamental sobre la conducta, los sentimientos, las decisiones y
las relaciones interpersonales3. Como se puede suponer, la conducta y el
inconsciente están fuertemente relacionados, incluso no se puede separar uno de
la otra.
La pregunta que se plantea sobre la importancia que tiene para una persona que
pretende ser buen aprendedor que se conozca a sí mismo, la podemos responder
diciendo que es básico tener una buena salud mental y con ello una mejor
capacidad de aprendizaje, que podamos adentrarnos hacia nuestro inconsciente
2 Erich Fromm, La misión de Sigmund Freud, Fondo de Cultura Económica, México, 2005, p. 92
3 A. Reyes Zubiría, Persona y espiritualidad, AMTAC, México 2001, p. 25
para poder conocer lo que hay en él, en esta caso Freud recomendaría una
psicoterapia que te ayuda a trabajar todo ese material reprimido que sale y que
muchas veces no sabemos qué hacer con él. Se puede comenzar por el
autoconocimiento, tarea muy difícil y reto de toda la vida, el “Conócete a ti mismo”
inserto en el templo de Delfos acuñado también por Heráclito en su sentencia: “Me
busco a mí mismo” tiene muchas implicaciones éticas pues nos exhorta a vivir de
acuerdo a quienes somos, a irlo descubriendo y para eso es necesario indagar en
el inconsciente, pues como ya lo mencioné, ahí se encuentra gran parte de lo que
somos.
En ese conocerse a sí mismo se encuentra inscrita la necesidad de aprender de
lo que somos y de lo que no somos; habilidades y carencias, capacidades y
limitaciones, que nos harán más conciente la experiencia epistemológica. ¿Qué
puedo conocer? ¿Qué puedo conocer? ¿Qué haré con ese conocimiento?
Platón dice que “aprender es recordar” y la experiencia es básica para ese
recordar; la mente juega un papel fundamental pues en ella se guarda mucha
información que si la sabemos utilizar adecuadamente hará de nuestro
aprendizaje una experiencia auténtica.