El jardín de la orisha

26
EL JARDÍN DE LA ORISHA Elisa había quedado a tomar café con su amiga Berta. Desde que habían acabado sus estudios no se veían tanto como antes porque al empezar a trabajar Elisa se había trasladado a la ciudad de Vetusta, más grande y activa que Castrolupo, su ciudad de origen. Ahora a Berta le había salido en Vetusta un trabajo que le duraría una temporada por lo que se podrían ver con más frecuencia y entre semana, como aquella tarde de un martes. Charlaron de como les iba y se pusieron al día de las últimas novedades de amigos comunes y conocidos. Berta estaba más al día que Elisa, al haber estado residiendo permanentemente en Castrol upo, mientras que Elisa solo iba allí la mayor parte de los fines de semana.  T ras acabar su café Berta sacó sus cigarrillos y se encendió uno, fumándolo satisfecha y con su elegancia habitual. Berta era una chica rubicunda, cuyo aspecto y expresividad tenía un toque dulcemente rural, un punto campesino y algo matriarcal que se combinaba con su piel lechosa, tendiendo a sonrosada, su cabello fino, rubio pajizo y ondulado sus ojos azules y su rostro de rasgos redondeados, pero al fumar con su cuidado estilo característico, ese toque campestre desapar ecía y adquiría la compostura de una mujer elegante y con mundo del siglo pasado. Elisa se quedó pensativa y Berta le preguntó que le pasaba. Elisa le contestó señalándole al cigarrillo y Berta le preguntó sorprendida si le iba a reprender por fumar, extrañada porque hacía años que Elisa sabía que fumaba y no se esperaba que ahora empezara a parecerle mal eso. Elisa le dijo que no, que era otra cosa. Le contó que llevaba unas semanas con 1

Transcript of El jardín de la orisha

Page 1: El jardín de la orisha

8/3/2019 El jardín de la orisha

http://slidepdf.com/reader/full/el-jardin-de-la-orisha 1/26

EL JARDÍN DE LAORISHA

Elisa había quedado a tomar café con su amiga Berta. Desde quehabían acabado sus estudios no se veían tanto como antes porque alempezar a trabajar Elisa se había trasladado a la ciudad de Vetusta, másgrande y activa que Castrolupo, su ciudad de origen. Ahora a Berta le

había salido en Vetusta un trabajo que le duraría una temporada por loque se podrían ver con más frecuencia y entre semana, como aquellatarde de un martes.

Charlaron de como les iba y se pusieron al día de las últimasnovedades de amigos comunes y conocidos. Berta estaba más al día queElisa, al haber estado residiendo permanentemente en Castrolupo,mientras que Elisa solo iba allí la mayor parte de los fines de semana. Tras acabar su café Berta sacó sus cigarrillos y se encendió uno,fumándolo satisfecha y con su elegancia habitual. Berta era una chica

rubicunda, cuyo aspecto y expresividad tenía un toque dulcemente rural,un punto campesino y algo matriarcal que se combinaba con su piellechosa, tendiendo a sonrosada, su cabello fino, rubio pajizo y onduladosus ojos azules y su rostro de rasgos redondeados, pero al fumar con sucuidado estilo característico, ese toque campestre desaparecía y adquiríala compostura de una mujer elegante y con mundo del siglo pasado.Elisa se quedó pensativa y Berta le preguntó que le pasaba. Elisa lecontestó señalándole al cigarrillo y Berta le preguntó sorprendida si le ibaa reprender por fumar, extrañada porque hacía años que Elisa sabía quefumaba y no se esperaba que ahora empezara a parecerle mal eso. Elisale dijo que no, que era otra cosa. Le contó que llevaba unas semanas con

1

Page 2: El jardín de la orisha

8/3/2019 El jardín de la orisha

http://slidepdf.com/reader/full/el-jardin-de-la-orisha 2/26

unos sueños repetitivos en que aparecía una chica mulata, amable ymisteriosa, que fumaba y le invitaba a fumar. Berta le preguntó si es queentonces estaba fumando en sueños y Elisa le contestó que si, quefumaba, charlaba y paseaba con la mulata misteriosa, pero que no sabíade que hablaban, que eran sueños muy vívidos pero a la vez confusos,nunca los recordaba claramente. Berta le dirigió una mirada de pícaradesconfianza y Elisa le preguntó escandalizada que era lo que estabapensando, asegurándole que no era una especie de sueño erótico, queella era perfectamente hetero incluso en sueños y que sabía distinguirperfectamente un sueño sexual de otro que no lo era, esta era otra clasede sueño. Berta le preguntó porqué le daba importancia a esos sueños yElisa le contestó que porque se repetían y porque siempre que sedespertaba, aunque no lo recordaba bien, tenía la impresión de que en elsueño había hablado de cosas muy importantes y reveladoras conaquella mulata con aire de maga o algo parecido. Berta le dijo que quizá

soñaba eso porque le apetecía fumar, Elisa contestó que no y Berta ledijo que en todo caso si le apetecía un cigarrillo no tenía ni que pedírselo.Elisa descartó la oferta con una sonrisa, si a su amiga Berta le gustabafumar era muy dueña de hacerlo pero para Elisa, aunque reconocía queBerta sabía fumar con un aire interesante, los cigarrillos eran un viciocutre y el olor del humo le resultaba desagradable, además de que leparecía absurdo agredir la propia salud de esa manera.

Un fin de semana Elisa va a casa de sus padres a Castrolupo. Por la

noche se le hace algo tarde leyendo, su familia ya están durmiendo y aella le entra sed. Va a la cocina y llega hasta ella un agradable aroma, leparece que viene del cuarto del servicio y picada por la curiosidad seacerca a la puerta y ve que sale luz por la rendija de debajo de la puertapor lo que se anima a llamar suavemente a la puerta para preguntar adoña Dorita, la asistenta.

Doña Dorita llevaba poco tiempo trabajando en casa de sus padres.Elisa no recordaba que tuvieran chacha interna en casa desde mediadosde los años 80, después aquello se había convertido en un lujo

exagerado y solo habían tenido asistentas externas que cada vez ibanmenos días a limpiar. Sin embargo conocieron a doña Dorita que lespedía una cantidad asombrosamente baja, sobre todo teniendo encuenta que incluía en sus servicios masajes terapéuticos, eficacísimoscontra los dolores de espalda de la madre de Elisa, y labores de modista.Si no hubiera sido por estar incluidos esos servicios extras los padres deElisa no se hubieran podido permitir el salario de Elisa, pese a lo bajo queera, pero con aquellos extras ahorraban otros gastos. Además doña Elisaresultó ser una mujer entrañable, una sesentona regordeta llena de laalegría tropical de su República Dominicana.

2

Page 3: El jardín de la orisha

8/3/2019 El jardín de la orisha

http://slidepdf.com/reader/full/el-jardin-de-la-orisha 3/26

 Tras llamar Elisa a la puerta doña Dorita dijo en seguida "adelante".Elisa entró diciendo "buenas noches" y escrutando su rostro para ver sisu visita resultaba molesta, pero doña Dorita la acogió con una sonrisaencantadora. Además de la sonrisa de doña Dorita, Elisa también vio cualel origen del misterioso aroma: ¡Doña Dorita estaba fumando un puro!Elisa estaba asombrada, primero porque no esperaba que una señoracomo doña Dorita fumara y mucho menos puros, segundo por no haberreconocido el olor de un puro y porque le hubiera resultado tanagradable. Dejando a un lado su sorpresa Elisa recordó la excusa quehabía pensado para entrar en la habitación a ver cual era el origen delaroma y preguntó a doña Dorita si aun no se iba a dormir y si le apetecíacharlar un rato, alegando que estaba desvelada. Sonriendo sincera ydulcemente Doña Dorita le contestó que estaba encantada de su visita yle indicó que cerrara la puerta. Elisa así lo hizo y doña Dorita dió unacalada a su cigarro soltando una gran bocanada que se expandió en una

gran nube que subió lentamente hacia el techo. Elisa le dijo que no sabíaque fumara y doña Dorita le contestó que solo fumaba algún puro. Elisale preguntó si no le preocupaba que fumar le hiciera daño y doña Doritale contestó que no, que fumaba poco, solo puros y que se había ocupadode que sus santos le protegieran de los males del tabaco. Al decir estoseñaló un altarcillo con extrañas estampitas, figuritas y amuletos. A Elisaaquellos santos no le parecieron santos normales, y doña Dorita leexplicó que les llamaba santos pero que eran orishas, dioses africanosancestrales.

Elisa se dio cuenta de que doña Dorita practicaba la santería yaquello le resultó muy curioso e interesante. Le preguntó que como habíahecho para que los orishas evitaran que el tabaco le perjudicara y doñaDorita le contestó que con unos rituales y ofrendas que no podía revelarporque para conocerlos había que ser devoto de los santos. La señora diootra calada y el olor del humo resulto muy tentador para Elisa. Elisa tratóde cambiar de tema y le preguntó trivialidades como si se encontraba agusto en casa de sus padres, si echaba de menos su país y si teníafamiliares en España. Doña Dorita le contestaba y charlaba con ellacariñosamente mientras fumaba y Elisa sintió que podía confiar en ella y

se le ocurrió contarle los sueños que ya le había comentado a su amigaBerta. Doña Dorita pareció muy impresionada por aquellos sueños y lehizo algunas preguntas sobre los sueños que Elisa solo pudo contestar enparte, porque recordaba los sueños muy confusamente. Tras lasrespuestas de Elisa, doña Dorita pareció satisfecha y le dijo que sabíaquien era la mágica joven mulata de sus sueños, que era Cósima, unaorisha poco conocida, esquiva con casi todos, no solía tratardirectamente con los mortales, era misteriosa y también poderosa,ocupada en misteriosas tareas mágicas, y era de ella de quien se podíaconseguir protección para fumar sin daño, aunque como había hecho ella

lo corriente era conseguir esa protección indirectamente, por la

3

Page 4: El jardín de la orisha

8/3/2019 El jardín de la orisha

http://slidepdf.com/reader/full/el-jardin-de-la-orisha 4/26

intermediación de otros orishas más accesibles con los que se tuvierabuena relación. Le dijo a Elisa que tenía suerte de que Cósima se lehubiera manifestado porque era algo muy desacostumbrado. Ahoraentendía porque sus santos la habían llevado hasta aquella casa, le dijo aElisa, alguien tenía que explicar a Elisa quien la había visitado en sueños.Doña Dorita le dijo que si no entendía bien algo que le dijera Cósima ensus sueños quizá ella pudiera ayudarla. Elisa le dijo que nunca recordabasi le decían algo en esos sueños y doña Dorita le contestó que ahora quesabía el nombre de la orisha quizá las cosas fueran diferentes.

Elisa vio que se había hecho tarde y se despidió de doña Dorita. Sefue a la cama oliendo el olor del humo que había impregnado su pijamay, a pesar de tener la cabeza llena de las sorprendentes teorías de doñaDorita, se durmió en seguida.

El valle era amplio y explotaba de verde, lleno de cultivos deaspecto desconocido, bosques y bosquecillos de árboles exóticos ypalmeras, el aire era tibio y aromático, con una ligera brisa queacariciaba las mejillas, los brazos y las piernas desnudas de rodilla paraabajo. Elisa se fijó un poco más y vio que además de pájaros multicoloresque volaban en suaves curvas sobre su cabeza e intercambiaban suscantos de rama en rama, en el valle a lo lejos se veían grandes animales,de proporciones exageradas, que no sabía reconocer. Algunos separecían a enormes bueyes, otros a osos o ciervos y otros a leones

enormes, que sin embargo no asustaron a Elisa. Vio una gran casa, omás bien un palacete, sobre una pequeña elevación del terreno que casise podía llamar una colina. Elisa decidió encaminar hacia allí sus pasos,caminando con sus pies desnudos sobre la suave arena del camino. Seacercó al palacete atravesando sus jardines, un caos ordenado deplantas vistosas, amenizado por la presencia de pavos reales, pequeñoscanguros y grandes galápagos de aspecto prehistórico. El palaceteestaba construido en madera, con algunos detalles en adobe y un tejadode plaza. Sobre una base con tres escalones de mampostería una galeríade columnas de madera pintadas de rojo rodeaba la planta baja,

rematadas por un friso de madera repleta de bajorrelieves de aspectoafricano. La segunda planta del palacete tenía un aire como de cabaña ode choza, muchas de sus paredes eran de estera, como preparadas paraser enrolladas dejando la segunda planta convertida en un conjunto deterrazas cubiertas que se unieran a las terrazas descubiertas de los ladosdel edificio.

 Tras examinar el ligero palacete, Elisa dirigió si vista hacia otraparte del jardín a unos doscientos metros, donde vio junto a una fuente auna adolescente acompañada por una chica mulata, la joven mulata que

había estado apareciendo en sus sueños ¡Cósima! Entonces Cósima giró

4

Page 5: El jardín de la orisha

8/3/2019 El jardín de la orisha

http://slidepdf.com/reader/full/el-jardin-de-la-orisha 5/26

su cabeza, miró a Elisa y le dirigió una sonrisa. Al momento estaba juntoa ella. Elisa vio a la adolescente que antes hablaba con Cósima alejarsepor el jardín caminando calmosamente.

-Ya conoces mi nombre – le dijo Cósima a Elisa con una voz cálida yacogedora.

- Si- me lo dijo una señora que practica la santería.

Contempló a Cósima. Parecía una chica de unos 25 años, de rasgossuaves y dulces, gesto acogedor, con un físico menudo salvo por suscaderas, algo más anchas de lo que parecería corresponder a lasproporciones de sus miembros y cuello. La mirada no se correspondíacon su edad aparente, era limpia y expresiva pero se adivinaba un pozode sabiduría tras aquellos ojos. Todo en Cósima daba sensaciónconfianza.

-Estoy muy agradecida a doña Dorita porque te dejara saber cual esmi nombre- dijo Cósima. Y añadió- Dale recuerdos para el señor Fernán.

-¿Estoy soñando?- preguntó Elisa.- Si y no. Estás durmiendo pero estás en mi morada.

Elisa miró en partes alejadas del jardín a algunas mujeres quecaminaban solas, a una distancia suficiente para que no pudieradistinguir sus rasgos.

-¿Quiénes son?- preguntó Elisa y descubriendo, al girar la vistahacia Cósima, que ahora sostenía un puro encendido. Cósima dio unalenta chupada a su cigarro, saboreó el humo y lo echó antes de contestara Elisa.

- Otras amigas mías como tu, también durmientes. También hablocon ellas.

Elisa no pudo dejar de mirar como Cósima daba otra calada al puroy soltaba una vaporosa nube de humo.

-¿Quieres? – le dijo Cósima ofreciéndole el cigarro.-Yo no fumo- dijo Elisa dubitativamente y sonándole extrañamente

absurdas esas palabras tras oírlas salir de su boca.

Cósima le sonrió con cariñoso reproche.-Amiga Elisa, ya has fumado conmigo antes. El que esta vez,

sabiendo mi nombre, te mantengas más centrada y consciente durantela visión no es razón para que te sientas cohibida.

Elisa sonrió y pensó que allí estaba segura, estaba en una especiede sueño donde nada le iba a dañar. Aceptó el ofrecimiento de Cósima,

tomó el cigarro y le dio una chupada. El sabor del humo le pareció

5

Page 6: El jardín de la orisha

8/3/2019 El jardín de la orisha

http://slidepdf.com/reader/full/el-jardin-de-la-orisha 6/26

delicioso y al momento lo recordó como el sabor de las otras veces quehabía fumado soñando con Cósima.

-¿A que te gusta?- le preguntó Cósima.- Me gusta mucho. Gracias Cósima- contestó Elisa, antes de sentir

cierta incomodidad al llamar a Cósima simplemente por su nombre depila, a pesar del afecto y confianza que le inspiraba.

Continuaron paseando por el jardín, charlando y fumando el purocompartido. Hablaron amistosamente de temas generales y de la vida deElisa, dándole Cósima buenos consejos.

 - Veo que es cierto que te gusta fumar- le dijo Cósima a Elisa- Fumar

es importante para mi, hace siglos que lo conocí y desde entonceses parte de mi y un medio del que me valgo para mi magia.

Estando en mis estancias puedes fumar lo que quieras porque nopodrá dañarte y cuando estés en el mundo, si fumas un puro yo teprotegeré a ti y a quienes te acompañen para que no os dañe, serácomo un sacramento porque fumando un cigarro estarás cerca demi, me llamarás como a una amiga con la que se quiere compartirunos minuto y fumaré contigo y con quien te acompañe. Pero nofumes cigarrillos, solo son una forma espuria de tabaco, unaprovechamiento de residuos de la planta, que no te satisfará. Estámás allá de mi poder protegerte de los cigarrillos.

- Gracias Santa Cósima- dijo Elisa sintiendo que era una manera más

apropiada de dirigirse a Cósima, a pesar de que fuera joven y deque la sintiera como una amiga- No se como agradecer que mehalas regalado tu amistad ¿Porqué me has elegido? ¿Qué puedohacer por ti?

- Eres una persona especial, he sentido afinidad hacia ti y veo quetienes potencial para ayudarme en algo que tengo que hacer. Ya teexplicaré a su tiempo, no temas.

Elisa dio una calada al cigarro mientras Cósima le hizo un gesto dedespedida. Elisa se despertó en la cama sintiendo aun el sabor del humo

en su boca. “Esta vez si recuerdo el sueño, lo recuerdo bien. Esta vez hasido muy diferente”, pensó Elisa.

El siguiente fin de semana Elisa volvió a Castrolupo. Tan pronto sequedó sola en casa con doña Dorita fue junto a ella y le contó todo. DoñaDorita quedó muy impresionada, sobre todo cuando le transmitió losrecuerdos de Cósima para el señor Fernán, que resultó ser el santero alque solía acudir doña Dorita allá en su aldea dominicana. Doña Dorita

quiso celebrar los logros de Elisa en su amistad con la orisha y sacó dos

6

Page 7: El jardín de la orisha

8/3/2019 El jardín de la orisha

http://slidepdf.com/reader/full/el-jardin-de-la-orisha 7/26

puros, no tan grandes como el que había fumado con Cósima. Elisaesbozó una sonrisa nerviosa, nunca había fumado un puro fuera de lossueños de Cósima y le parecía raro hacerlo. Doña Dorita le dijo que nohabía razón para que no se diera ese gusto, que Cósima le había dichoque le protegería a ella y a quienes fumaran un cigarro con ella y que sino fuera por ese regalo de Cósima, ella misma tampoco fumaría en esemomento, que no fumaba tanto, pero quería compartir aquello y fumarcon la orisha. Elisa llegó a sugerir que compartieran un mismo puro perodoña Dorita descartó esa posibilidad tomándoselo como si no le dejaraser generosa en la invitación. Elisa tomó el puro, imitó a doña Doritacuando esta cortó el extremo del cigarro cuidadosamente con los dientesy dejó que doña Dorita le acercara la llama de un encendedor. Con ciertatorpeza por su inexperiencia, Elisa consiguió encender el cigarro y sintióel rico sabor del humo en su boca. Mientras doña Dorita se encendía supuro, Elisa dio unas buenas caladas al suyo para asegurarse de que

quedara bien encendido, advertida por doña Dorita del peligro de que sele apagara enseguida si no quedaba bien prendido. Las dos mujeresfumaron contentas. Elisa se sintió más relajada al ver que era comocuando fumaba en sueños. El sabor era un poco diferente y Elisacomprendió que los puros de Cósima eran superiores a cualquier puro delmundo terrenal, pero aun así el sabor del cigarro le pareció delicioso y sesintió cómoda y satisfecha fumando un puro, superando cualquiersensación de estar haciendo algo raro e impropio. Además sintió que eracierto, que de alguna manera Cósima estaba con ellas compartiendo esemomento.

Cósima no se hizo esperar y esa misma noche se le apareció ensueños, contenta de que hubiera fumado en el mundo terrenal estandodespierta permitiéndole a ella compartir ese momento con Elisa y DoñaDorita. Le recordó que no debía temer fumar puros y que ella siempreestaría con ella para evitar que fumar le causara cualquier daño oinconveniente. Charlaron y fumaron un poco y la noche siguió su cursonormal para Elisa.

La semana siguiente, en Vetusta, Elisa pasó por delante de un estancoy viendo unas cajas de puros en el escaparate se acordó de su nuevaafición y se le ocurrió que estaría bien comprarse unos puros. Contentade haber tenido esa idea entró en el estanco y compró cuatro puros de lamarca que fumaba doña Dorita, pues lo cierto es que no tenía ni idea demarcas de cigarros, y también pensando en probar otra marca y pidiendoconsejo a la estanquera esta le aconsejó un Fonseca Delicias. Laestanquera no llegó a poner cara de extrañeza ante la compra de Elisa,para tranquilidad de esta. Esa misma noche después de cenar, mientrasveía una serie de televisión, no pudo resistir la tentación de fumarse un

puro, su primer puro en solitario. Le gustó la experiencia y alguno de los

7

Page 8: El jardín de la orisha

8/3/2019 El jardín de la orisha

http://slidepdf.com/reader/full/el-jardin-de-la-orisha 8/26

días siguientes repitió la experiencia.

Berta llamó por teléfono a Elisa comentándole que su amiga comúnAlicia iba a pasar el fin de semana a Vetusta. El viernes por la tarde Elisafue al apartamento de Berta donde acababa de llegar Alicia desdeCastrolupo. Berta compartía el apartamento con una prima suyaestudiante, que estaba estudiando para unos exámenes ya cercanos, porlo que para no molestarla bajaron a un viejo café cercano, algo ajadopero con encanto. Pidieron un café, Berta encendió un cigarrillo ycharlaron de sus cosas. Viendo a Berta fumar, con su bonito estilocaracterístico, Elisa echó de menos sus cigarros. Al cabo de un rato Elisafue al baño. Al volver hacia la mesa, al pasar junto a la barra vio que junto a la caja registradora tenían una caja de puros La Paz. Elisa sesintió contenta por el hallazgo pero dudó un momento, fumar un puro enpúblico podía producir cierto revuelo, incluso entre sus amigas, pero la

expectativa de que Berta pudiera encender otro cigarrillo y quedarseviendo como su amiga fumaba como espectadora pasiva le pareciófastidiosa y además le apeteció probar esa marca de puros, así queencomendándose a Santa Cósima se decidió a pedir un puro al camarero.

Volvió a la mesa con sus amigas, que se rieron divertidas al verlallegar con un puro.

- ¿Vas a fumar eso? – le preguntó Berta sorprendida.- Pues si ¿Te acuerdas que te había dicho que soñaba que fumaba?

Pues resultó que soñaba que fumaba puros. Me entró curiosidad por

probarlo y me gustó – explicó con una sonrisa traviesa- ¿Me dejas elmechero?- Claro- le contestó Berta deslizando el encendedor hacia Elisa,

divertida y curiosa por ver como Elisa fumaba un puro.-  Ja ja, mira que estás chalada- rió Alicia.

Elisa quitó el celofán que envolvía el cigarro, encontró que ya estabacortado. Se llevó el puro a los labios y lo encendió cuidadosamente, yacon cierta soltura en la operación, ante la mirada atenta de sus amigas.Una vez quedó bien encendido dio una lenta calada y saboreó el humo

detenidamente.

- Para ser un puro barato hecho a máquina está rico.- ¿Te gusta? – le preguntó Alicia.- Claro, los puros son una delicia y son mucho más seguros que los

cigarrillos.- Ay, si ahora tu también fumas me he quedado en minoría- se quejó

Alicia.- Solo fumo a veces, se puede fumar puros solo de vez en cuando,

como una especie de rito- explicó Elisa mientras seguía fumando.

8

Page 9: El jardín de la orisha

8/3/2019 El jardín de la orisha

http://slidepdf.com/reader/full/el-jardin-de-la-orisha 9/26

Berta y Alicia le miraban fumar con curiosidad y cierta fascinación.Berta echó la mano maquinalmente a su cajetilla de cigarrillos, como siquisiera unirse a Elisa fumando, y luego la apartó dubitativa.

- Berta ¿Porqué no lo pruebas?- le preguntó Elisa acercándole elpuro.

Berta no lo dudó y cogió el cigarro. Le dio una buena calada y se pusoa toser.

- Pero Berta ¿Has tragado el humo?- dijo Elisa. Berta asintió mientrasseguía tosiendo- con los puros no se hace eso, solo se saborea elhumo. ¿Quieres probarlo tu? – le preguntó a Alicia.

Alicia se sorprendió con la pregunta porque ella no fumaba.

- Huy, si a Berta la ha hecho toser, a mi que no fumo me manda aurgencias.

- ¡Que va! Al contrario. Berta tosió porque como es fumadora decigarrillos para ella es raro fumar sin tragar el humo, como tu nofumas te será mucho más fácil.

Alicia vaciló un instante y luego tomó el cigarro. Le dio una calada conprecaución y sintió el humo en su boca. Lo retuvo un momento comopara estar segura de que aquel sabor, más tenue de lo esperado, era

realmente humo que había aspirado, sin estar segura de que realmenteestuviera fumando. Esperaba una sensación ardiente en su boca que nose produjo. Echó una nube de humo, convenciéndose de que realmentele había dado una calada al puro.

-¿Qué tal? – le preguntó Elisa.- Es un sabor curioso- dijo Alicia antes de dar otra chupada al

cigarro y entregárselo de nuevo a Elisa- No está mal.

Elisa le dio un par de caladas al puro y Berta quiso volver a

intentarlo sin tragar el humo, esta vez fue mejor y le pareció que sabíabien. El puro volvió a pasar de mano en mano.

- ¿Porqué no os fumáis uno? ¿Pedimos otro par de puros?- Huy, eso ya iba a ser mucho, un puro entero… - dijo Berta, con el

asentimiento de Alicia.- Bueno, pues quedaros ese y yo me cojo otro- dijo Elisa

levantándose de la mesa para dirigirse a la barra y sin dar opción ala réplica, pues en ese momento el cigarro estaba en manos deAlicia, que puso cara de sorpresa al encontrarse que aquel puroquedaba para ella y Berta, pero que inmediatamente le dio una

9

Page 10: El jardín de la orisha

8/3/2019 El jardín de la orisha

http://slidepdf.com/reader/full/el-jardin-de-la-orisha 10/26

buena calada al puro.

Elisa volvió con el puro y se puso a fumarlo mientras sus amigascompartían el otro puro. Mientras tanto la escena no pasabadesapercibida en el local. La gente les miró primero con sorpresa y luegocon curiosidad. Al poco un hombre de cuarenta y pico años que leía elperiódico en otra mesa, pidió al camarero que le trajera un puro. Luegoen otra mesa, una pareja de novios de unos veinte años pensaron quepodía ser divertido fumar un puro como aquellas chicas y pidieron un parde ellos. Elisa estaba acabando su puro, miró alrededor y se sorprendióde ver que en el café había varias personas fumando puros.

Por la noche soñó de nuevo con el palacete de Cósima. Desde elporche vio a lo lejos, en el jardín, a Cósima hablando con una mujer.Decidió esperarla dentro y empezó a caminar exploratoriamente por

pasillos y salones. En un saloncito acogedor con un gran acuario devistosos peces de colores, vio sobre la mesita de café una caja de cristaltallado con puros en su interior. Cogió uno y lo encendió en una vela queestaba encendida junto a la bonita tabaquera. Delicioso. El puro eramejor que cualquiera que hubiera fumado en vigilia, suave como unyogur pero con un sabor nítido y lleno de misteriosos matices. Se recostóen un sofá de bambú a fumar mientras contemplaba los peces delacuario. Al cabo de un rato llegó Cósima sonriente.

-¿Está rico el puro?- le dijo a Elisa.

- Me encanta. Oye mi orisha ¿Sabes lo que pasó esta tarde en el caféCalamino?

Cósima asintió.

-  Yo estaba presente.- Hubo otra gente que se puso a fumar puros ¿Eso fue cosa tuya?- Mía y tuya, sin tu mediación no lo hubiera hecho. A tus amigas

también les gustó fumar un cigarro.- Si. No se si hice bien en incitarlas a fumar.

- No te preocupes hermana mía. Berta es fumadora de cigarrillos así que los puros en todo caso no iban a ser un cambio a peor. Encuanto a Alicia, la protegeré. Fumar sin tu compañía no le resultarátan interesante y cuando fume en tu compañía también estaráfumando conmigo y no le dañará.

Elisa quedó más tranquila. Cósima se encendió también un puro yfumaron y charlaron amistosamente, primero sentadas en el saloncito yluego paseando por el jardín, donde más lejos veían mujeres, jovencitasy niñas que paseaban o descansaban, las más de las veces solas y

pensativas pero también alguna acompañada.

10

Page 11: El jardín de la orisha

8/3/2019 El jardín de la orisha

http://slidepdf.com/reader/full/el-jardin-de-la-orisha 11/26

Los días siguientes trascurrieron con normalidad. Algún día Elisa fumóun puro. En una ocasión pasaba por la zona del café Calamino y entró adescansar un rato. Pidió uun refresco de cola y un puro, que se fumómientras leía un libro. De nuevo otros visitantes del café sintieron elimpulso de fumar un puro ante la sorpresa del dueño del local.

Otro fin de semana en Castrolupo, Elisa se reunió con sus amigas,Alicia, Berta, otro par de ellas, Sole y Trinidad, el novio de Trini y unamigo suyo. En la conversación les contó que la semana siguienteviajaría a Sevilla por motivos de trabajo. En un momento dado Berta lepreguntó traviesamente: “No tendrás por ahí un puro”.

-Pensé que os podía apetecer – contestó Elisa sacando de su bolso unestuche de Vega Fina Midi.-¿Me das uno?- preguntó Alicia contenta.- Claro- le dijo Elisa pasándole los puritos.-Así que la historia era cierta- dijo Trinidad sorprendida.- Le contamos lo del otro día y no se lo creía- explicó Berta con una

sonrisa, cogiendo también un purito.

Alicia, Berta y Elisa encendieron sus puritos y fumaron satisfechas,ante la mirada curiosa de la pandilla. Tras la sorpresa inicial Elisa les

ofreció unirse a ellas. Trini y su novio de encendieron uno para compartir.El amigo del novio de Trinidad rechazó la invitación y se encendió uno desus cigarrillos. Sole, ex fumadora, no se atrevió a fumar un purito ysoportó la situación como quien soporta un chaparrón.

La semana siguiente Elisa viajó a Sevilla por un asunto de trabajo.Llegó a la estación de tren de Santa Justa con un buen margen detiempo. Mientras caminaba observó el bullicio de gente yendo y viniendopor los andenes y vestíbulos de la estación. Entre toda aquella gente sefijó en una mujer treintañera que le sonaba muchísimo, aunque no era

capaz de ubicarla. La mujer también reparó en Elisa, le sostuvo unmomento la mirada, luego buscó a su alrededor con la mirada, volvió amirar a Elisa y se dio la vuelta entrando en la cercana cafetería cercanade la estación. Elisa dudó, no le parecía buena idea seguir a unadesconocida pero le daba la impresión de que aquella mujer quizá nofuera del todo desconocida y quería resolver el misterio de por que lesonaba aquella mujer y por que parecía que a ella tampoco le era deltodo desconocida, así que se decidió a entrar también en la cafetería.Una vez allí vio que la treintañera había entrado en la zona defumadores, la siguió y vio que, ya situada frente a la barra, sacaba un

puro de su bolso. Entonces Elisa se dio cuenta de que aquello debía tener

11

Page 12: El jardín de la orisha

8/3/2019 El jardín de la orisha

http://slidepdf.com/reader/full/el-jardin-de-la-orisha 12/26

que ver con Cósima. Rebuscó en su bolso y lamentó no llevar encimaningún puro, solo llevaba unos puritos Entrefinos. En la maleta llevaba unpar de puros pero no era cosa de abrir el equipaje allí mismo, necesitabair más rápido. Sacó un purito mientras la treintañera se encendía el puro,atrayendo las miradas, alguna reprobatoria, de los ocupantes de la zonade fumadores. Lisa se encendió el purito y se acercó a la treintañera,pensando en que podía decir para romper el hielo.

-¿Eres amiga de Cósima? – le dijo la treintañera a Elisa liberándola dela responsabilidad de empezar la conversación.

- Si- contestó Elisa contenta- me resultabas familiar pero no sabía deque. Al verte encender el puro me pareció que debía ser por algorelacionado con Cósima.

- Ya nos debimos de ver en sueños, en los jardines del palacio deCósima, pero allí no nos podemos ver más que de lejos, si nos

intentamos acercar la imagen de la otra se aleja y ni siquiera tenemos elmismo aspecto que en el mundo terrenal. Hasta que no nos encontramoscara a cara en la vida terrena no nos podemos acercar en los sueños, laorisha tiene esas reglas – dijo encogiéndose de hombros y dando unacalada a su cigarro- Ah, me llamo Carmen.

- Yo me llamo Elisa- contestó esta y se saludaron dándose dos besos.

Elisa dio una chupada a su purito, inclinó la cabeza y echó un densochorro hacia el techo. Las miradas reprobatorias de alguno de losfumadores de cigarrillos ya habían desaparecido y solo quedaba alguna

mirada de curiosidad.

-¿Dices que en el palacio de la orisha no tenemos el mismo aspecto?-preguntó Elisa.

- Si, allí yo parezco tener ventipocos años, me encanta estar tan jovencita, ja ja. Hay gente que parece menor y gente que parece mayoren el palacio de Cósima.

- ¿Conoces a más amigas de Cósima en la vida terrena?- Si, tardé en encontrarme con la primera. Hace tres años que conozco

a Cósima y aun solo hace un año que me encontré en el mundo con otra

de sus amigas, pero ya conozco a un grupillo. Al conocer a otra tambiénpuedes conocer a quien ella conozca, y viceversa, así que cada vez esmás fácil ampliar el círculo de conocidas- explicó mientras examinaba sucigarro, tras lo cual le dio un par de chupadas para asegurarse de que nose le apagara.

Una chica con un mechón de pelo de color lila entró en la zona defumadores. Llegaba en tren de Córdoba y tras no poder fumar en todo elviaje necesitaba fumar un cigarrillo y también le apetecía un café. Al vera Elisa y Carmen fumando en la barra se quedó sorprendida y sintió una

punzada de curiosidad. Dudó un momento y se acercó a la pareja.

12

Page 13: El jardín de la orisha

8/3/2019 El jardín de la orisha

http://slidepdf.com/reader/full/el-jardin-de-la-orisha 13/26

- Perdona ¿Tienes uno de esos? – le preguntó a Elisa señalándole elpurito- Bueno, a lo mejor son demasiado caros para invitar- añadióazorada.

- Si tengo- dijo Elisa echando al bolso. Sacó el paquete de Entrefinosy le ofreció a la chica- coge uno. Acuérdate de que con estos no setraga el humo.

La chica cogió un purito y dio las gracias con una sonrisa. Cogió unperiódico y se fue a una mesa tras pedir un café con leche en la barra.Se encendió el purito y le dio unas caladas experimentales concuriosidad.

- ¿Es otra de nosotras? – le preguntó Elisa a Carmen intrigada.- No. Suele pasar esto, nos ponemos a fumar en un sitio como este y

a alguien le da envidia y también quiere fumar un puro. Creo que es

cosa de Cósima. A ver cuanto tarda el siguiente.- ¿Vamos a una mesa?- Vale- aceptó Carmen.

 Ya sentadas Carmen le preguntó a Elisa.

- ¿Tienes idea de que quiere la orisha de nosotras?- Ni idea- contestó Elisa sorprendida de que Carmen le preguntara

eso porque Carmen parecía más enterada de lo que estabapasando que ella. Pensativa, le dio una pequeña calada a su

cigarrito - A mi también me intriga esto.- No se, a lo mejor Cósima solo quiere que seamos sus amigas.- Puede ser, pero creo que debe haber algo más- dijo Elisa. Carmen

asintió.

Se quedaron un rato charlando y fumando. Se intercambiaronnúmeros de teléfono y direcciones de correo electrónico por si por algunarazón no se podían ver al día siguiente, pero al final también se vieron aldía siguiente. Por la tarde dieron un paseo por el centro de Sevilla yCarmen le hizo de guía turística. Durante el paseo fumaron sendos

puritos, prefirieron no fumar puros por la calle para no atraer demasiadasmiradas.

Al día siguiente ya no se vieron porque Elisa salía muy temprano en eltren de alta velocidad, pero siguieron hablando por Internet y en los díasque siguieron Carmen le fue presentando a través del Messenger a otrasde las amigas de Cósima con las que había contactado en el mundoterrenal.

13

Page 14: El jardín de la orisha

8/3/2019 El jardín de la orisha

http://slidepdf.com/reader/full/el-jardin-de-la-orisha 14/26

Una tarde, tras salir del trabajo, a Elisa se le ocurrió ir a un parque aleer un rato para relajarse un poco. Al cabo de unos minutos le parecióque sería agradable fumar un puro y pensó que si era frecuente que enlos parques hubiera adolescentes fumando porros no había razón paraque nadie se escandalizara porque ella fumara un puro, así que nisiquiera era necesario recurrir a un menos llamativo purito. Se encendióun puro y siguió leyendo. Pronto vio que desde otro banco una viejecitale miraba con reproche y finalmente esta se decidió, se puso en pie yempezó a caminar atravesando la distancia que les separaba, despacitopero con determinación y gesto enfadado. Elisa miró por el rabillo del ojoy según se acercaba la señora su expresión pareció ablandarse. Elisa lamiró directamente con una sonrisa y dio una calada lenta y relajada alpuro, la señora vaciló en su avance, sonrió y acabó de recorrer ladistancia que le separaba de Elisa.

- Buenas tardes joven. Iba a regañarle por fumar un puro porque meparecía algo muy impropio y descarado en una muchacha, pero veoque le gusta mucho y que es una buena chica, así que me parecebien que fume puros si quiere.

- Muchas gracias – contestó Elisa- ¿Porqué no se sienta?

La señora aceptó la invitación. Elisa agradeció a Cósima el súbitocambio de opinión de la viejecita, sospechando que la orisha tenía algoque ver. La viejecita y Elisa conversaron un rato.

Elisa quedó con Alicia y Trini en el café Calamino. Elisa llevaba unoscuantos Papayos de Tabantillas, sospechando que a sus amigas les podíaapetecer unírsele a ella fumando un puro. Acertó y las tres amigasfumaron contentas mientras charlaban. Al poco algunos otros clientes delcafé pidieron puros al camarero, que les sirvió de las marcas que teníanen el café: Farias y La Paz. Un par de chicos veiteañeros, una pareja en

los cuarenta, un señor de unos 60 años y tres chicas a las que elcamarero tuvo que pedir el carnet de identidad para asegurarse de queeran mayores de edad, fumaron alegremente.

Al ir a pagar a la barra el dueño del café se dirigió a Elisa y sus amigascon asombro.

- Cada vez que venís aquí pasa lo mismo, os ponéis a fumar puros yluego también los fuman otros clientes. Nunca había visto cosaigual ¿Sois todos de alguna peña o algo así?

- No -contestó Trini- no conocemos a esa gente.

14

Page 15: El jardín de la orisha

8/3/2019 El jardín de la orisha

http://slidepdf.com/reader/full/el-jardin-de-la-orisha 15/26

- Debe ser que al vernos les da envidia y se les antoja un puro, dijoAlicia.

- Debe ser. Voy a tener que comprar puros más a menudo si seguísviniendo, nunca habían tenido tanta salida- explicó contento elhostelero.

Unos días después Elisa fue a León a conocer en persona a Cayetana,otra de las conocidas de Carmen y que, pese a que Cayetana no se podíaconectar con frecuencia, ya le había sido presentada por Internet. Detodas las cofrades con las habían contactado, Cayetana era la que vivíamás cerca de Elisa, por lo que tenían ganas de conocerse en persona.Cayetana la recibió en el andén de la estación de tren, vestida con unchándal y con una bolsa de deportes, porque venía directa de susentrenamientos. Se fueron a tomar algo en la misma estación, Elisa un té

y Cayetana una bebida isotónica, tras lo cual ambas se encendieron unpuro. Resultaba curioso ver a una chica tan deportiva como Cayetanafumando un puro con un estilo tan sofisticado y tanta satisfacción.Cayetana le explicó que siendo deportista tenía que ser más discreta consu afición a los puros, pero que no notaba que fumar puros le perjudicarapara competir y sabía que eso lo tenía que agradecer a la protección deCósima.

Estuvieron juntas ese día y también el siguiente. Las dos chicas teníanedades parecidas y congeniaron bien. Cayetana la llevó a conocer a doña

Eleuteria. Doña Eleuteria vivía en la zona antigua de León, tenía 90 añosy prefería que le llamar Lita. Lita disfrutaba mucho con las visitas, comocualquier persona de su edad, pero disfrutaba especialmente con lasvisitas de Cayetana porque si no había nadie más por casa aprovechabapara fumarse un puro. Pese a que ya pocas veces podía salir de casa. lavida cotidiana de doña Eleuteria tenía entretenimientos que no solíantener las personas de su edad y con sus achaques, porque por la noche,al dormir, a menudo visitaba los lugares de Cósima. Lita era otra de suscofrades y cuando visitaba a Cósima su apariencia era la de unadespreocupada y traviesa niña de quince años. Pasaron un rato

agradable fumando con la señora mientras esta les contaba anécdotasde todo tipo.

Al final de su estancia en León, Elisa sugirió a Cayetana que unassemanas después podían irse de viaje aprovechando la Semana Santa,para conocer a otras cofrades a las que aun solo conocían por Internet.En los días posteriores fueron concretando el viaje. Se moveríanbastante, en tren y en autobús porque las estaciones de tren, donde lashabía, y las de autobuses en su defecto, eran buenos sitios paraencontrar nuevas amigas de Cósima y así poder ampliar el círculo de las

cofrades contactadas porque las cofrades de Cósima tenían la costumbre

15

Page 16: El jardín de la orisha

8/3/2019 El jardín de la orisha

http://slidepdf.com/reader/full/el-jardin-de-la-orisha 16/26

de dejarse ver por esos lugares para facilitar el contacto con otrascofrades al viajar.

Elisa soñó y se encontró en el palacio de Cósima. Paseó un poco porlos jardines y se fue acercando a una mujer. Al acercarse se sorprendióde ver que esta no se alejaba, como solía pasar. Al final estuvo frente aella y se presentaron. La desconocida vestida con una túnica vistosa sellamaba Clara y al decirse los nombres se dieron cuenta de que yahabían hablado por Internet, aunque no se habían visto porque Clara notenía cámara web. Clara parecía una elegante mujer de entre 45 y 50años, pese a que Elisa sabía que en el mundo terrenal tenía 28. Sefueron juntas al palacete y se encontraron con Carmen, Cayetana, Lita yotras dos amigas del círculo de las contactadas. Elisa también vio a unasfiguras cubiertas por ropajes largos y velos, de manera que no se les

podía ver las caras. A veces hablaban con alguna de las cofradesdescubiertas pero Elisa no podía entender los susurros de las mujeresveladas. Elisa comentó aquello con Cayetana y esta le dijo que señalaraa las mujeres veladas. Elisa así lo hizo y Cayetana, señalando a una deellas, dijo que era Silvia, que ella no la veía con velo y que la habíaconocido unos meses atrás en Barataria. Luego Cayetana señaló a lasque ella veía veladas y Elisa se dio cuenta de que una de ellas era Inés, ala que ella veía desvelada por haber hablado con ella por Internet.

Las cofrades abrieron una caja de marfil sobre un aparador y

encontraron unos puros muy grandes. Los encendieron y resultarondeliciosos y ligeros. Salieron al porche y se sentaron en unos sillones deteca a fumar, charlar y bromear. A lo lejos vieron aparecer a Cósimaacompañada por cuatro chicas, un oso y una especie de hurón con elpelo blanco, largo y lanudo, con el tamaño de un hipopótamo, todosbailando una especie de danza hindú al son de la música que tocaba eloso en una flauta y dos de las chicas con panderetas. Dos de las chicasque acompañaban bailando a Cósima tenían la piel de un vistoso colorazul. Las cofrades se quedaron contemplando la danza mientrasfumaban ensimismadas. La música y la danza acabaron y Cósima se

acercó a sus asombradas amigas mientras sus acompañantes en ladanza se iban a otra parte.

Cósima estuvo un buen rato charlando y fumando con sus amigas,buscando en ocasiones hablar a solas brevemente con alguna de lascofrades. Más tarde hizo un aparte con Elisa y esta aprovechó paracomentarle lo que había pasado en el café.

- Si, el que se os unan otras personas al fumar puros es cosa mía ¿Noes algo hermoso? Tengo que pedirte un favor. Querría establecer mi

influencia y protección permanentemente sobre el café Calamino,

16

Page 17: El jardín de la orisha

8/3/2019 El jardín de la orisha

http://slidepdf.com/reader/full/el-jardin-de-la-orisha 17/26

que tan propicio me ha sido hasta ahora. Quiero que sea como unsantuario mío, me gustaría que allí la gente pudiera disfrutarfumando puros a salvo ¿Me ayudarás?

- Claro mi santa- contestó Elisa.

Elisa siguió las instrucciones que le dio Cósima. Le hacía falta unaestampita de santa Cósima. Recurrió a doña Dorita para conseguirla. Nose podía encontrar una estampita de la orisha propiamente dicha, perodoña Dorita recurrió a la tradición santera de identificar a diversos santoscatólicos con los orishas por alguna semejanza en sus características.Doña Dorita fue a una tienda de objetos religiosos y compró la estampitade una santa que le pareció que se parecía a Cósima la orisha. Elisa pidióla bendición de Cósima sobre la estampita con una oración que la mismaCósima le había enseñado. De vuelta en Vetusta, Elisa fue sola al caféCalamino. Se puso a fumar un puro y al poco rato pasó lo de siempre,

una pareja de novios pidieron un puro para compartir y un ejecutivo pidióotro. Sentada en la barra, Elisa dirigió una sonrisa cómplice alsorprendido dueño del café.

- Otra vez lo mismo. Voy a tener que rebajarte el precio de los caféspara que vengas con frecuencia y así poder vender más puros- ledijo alegre el dueño del café.

- No haría falta que viniera yo, hay otro modo ¿Cree usted en lascosas misteriosas?

- ¿A que te refieres?- le preguntó el hostelero interesado, bajando el

tono de voz a un volumen confidencial.

Elisa le enseñó la estampita de Santa Cósima. Imitando el tonoclandestino del hostelero le explicó que si ponía la estampita sobre unade las cajas de puros los clientes del café siempre le pedirían puros comocuando ella estaba por allí. El dueño del café quedó boquiabierto, peropensó que nada perdía por intentarlo.

- Esto no será magia negra ¿no?- preguntó el dueño del café por siacaso.

- No, tranquilo. Todo lo más un poco de santería- dijo Elisa sonriendo-Otra cosa, compre también unos habanos, para tener más clases depuros que ofrecer.

El dueño del café siguió las indicaciones de Elisa y comprobó quesurtían efecto. No había tanta gente fumando puros como cuando estabaElisa pero si que había bastantes. Elisa pudo comprobarlo cuando otrodía fue al café con Berta y se encontraron entre los clientes del café conun grupo de cuatro chicas de aspecto pijito en una mesa y dostreintañeros que discutían de fútbol en la barra, todos fumando puros.

Elisa y Berta se unieron a la fumada y el dueño del café le agradeció a

17

Page 18: El jardín de la orisha

8/3/2019 El jardín de la orisha

http://slidepdf.com/reader/full/el-jardin-de-la-orisha 18/26

Elisa el sortilegio.

Otra noche Elisa encontró bastante vacío el palacete y los jardinesde Cósima. Se cruzó con Lita, que iba corriendo y riendo persiguiendo ununicornio de poco más de un metro de altura. Saludó a la “quinceañera”y esta le devolvió un saludo fugaz y alegre, sin parar la carrera tras elunicornio. Elisa se dirigió al palacete donde se encontró a Cósima echadaen un divan, fumando un puro y leyendo un gran librote antiguo quedescansaba a su lado. Cósima la recibió sonriente abandonando sulectura y Elisa se recostó en otro diván mientras arreglaba unas arrugasde la clámide que llevaba puesta. Cósima le pasó un puro ya encendido,que Elisa no le había visto encender. Elisa aprovechó para preguntarlepor algo que le tenía intrigada: ¿Cósima no tenía amigos varones?Cósima sonrió traviesamente y se quedó callada un momento antes delevantarse.

-Ven, te voy a enseñar algo. Pero se discreta que luego la Madre seenfada conmigo – le dijo bajito la orisha a Elisa.

Elisa no entendió a que madre se refería, pero antes de darle tiempo apreguntar nada percibió algo, como un reflejo fugaz desde el límite de sucampo de visión. Miró a ver que era aquello y vio que en aquella paredhabía un icono de la Virgen. Elisa comprendió algo sobrecogida quien erala Madre a quien se refería Cósima y se mantuvo callada. Al salir de lahabitación Cósima la tranquilizó con complicidad.

- No te preocupes, no se enfada en serio, ella nos quiere pero estascosas no le entusiasman.

La condujo a la planta superior y la llevó a habitaciones interiores queno conocía. Aquello se veía sorprendentemente espacioso, con muchashabitaciones. Recorrieron los pasillos puro en ristre, dejando tras de siuna estela aromática. Saludaron a una matrona sentada en una butaca yleyendo el periódico, que al oír llegar a alguien había levantado lamirada del periódico inquisitivamente para identificar a quien quería

entrar en aquella parte del palacete. Al ver que era Cósima la matrona serelajó y dulcificó su mirada. Llegaron a una habitación donde había unpar de venteañeros que jugaban al backgammon y les saludaron alverlas llegar. Siguieron por el pasillo y Elisa vio a otros hombres, todosellos atractivos, en diversas salas. Llegaron a una terraza que Elisa nohabía visto desde los jardines. Allí Elisa se encontró con una docenita dehombres jóvenes y atractivos, que al verlas llegar les saludaronsonriendo cálidamente. Elisa los encontró extrañamente encantadores,pese a ser un grupo grande de hombres no se sintió cohibida y le dio lasensación de que de alguna manera podía confiar en ellos. Cósima se los

fue presentando y charlaron superficialmente con unos y otros.

18

Page 19: El jardín de la orisha

8/3/2019 El jardín de la orisha

http://slidepdf.com/reader/full/el-jardin-de-la-orisha 19/26

-Disculpadme un momento- dijo en un momento dado Cósima a loschicos cogiendo a Elisa por el brazo y llevándola a un a parte- Elisa,ahora me voy a ir con uno de los chicos ¿Porqué no haces lo mismo?Escoge uno e iros a un cuarto un rato.

-¿Cómo? – dijo Elisa sorprendidísima- ¿Me dices que me lleve a unchico para…?

Cósima asintió con una sonrisa pícara.-¿No te apetece? Escoge a cualquiera y se portará estupendamente

contigo, no te arrepentirás. Me parece que has mirado bastante a Leo.Venga, llévatelo – la animó con tono cómplice.

Elisa quedó sonriendo entre maliciosa y cohibida. Cósima se acercóa un chico, le tomó de la mano y se dirigió hacia la puerta, echando unamirada a Elisa y haciendo un gesto casi imperceptible con la cabeza

señalando a Leo. Elisa se decidió, fue hasta Leo y le cogió también deuna mano. Mientras caminaba en busca de un cuarto el corazón lepalpitaba a mil por hora y la cabeza le daba vueltas ¿Cuándo habíahecho algo tal loco? Dudó sobre cual habitación elegir y Leo le ayudósugiriéndole una que Elisa encontró muy agradable. Cerró la puerta y alhacerlo sintió que podía dejar al margen todas las precauciones. Seabalanzó sobre Leo y esa noche tembló la bóveda celeste.

La noche siguiente también soñó brevemente con Cósima.Comentaron divertidas lo ocurrido la anterior noche y Cósima le

agradeció que le dejara “jugar con sus amigos”. Elisa le comentó quepronto se iría de viaje con Cayetana a conocer a otras contactadas de lacofradía de las amigas de Cósima y quizá contactar a alguna nueva.Cósima bendijo la iniciativa pero le recomendó encarecidamente que,como iban a viajar en Semana Santa, cumplieran con los ritos católicosde esas fiestas. Que confesaran, fueran a misa, comulgaran y tambiénque rezaran uno o dos rosarios “Que tenemos que procurar que la Madreno se enfade con nosotras, que ya sabes que algunas cosas no legustan”. Elisa, desde niña, no era nada practicante, pero con toda laexperiencia de su contacto con Cósima se mostró conforme en seguir sus

recomendaciones, con todo lo que había visto no era fácil ser agnóstica,pero tuvo que hacerle una confesión a Cósima: “No se rezar el rosario”.

-Mmmm, las chicas de ahora ya casi no sabéis nada de religión- dijoCósima sin reproche, solo comentando la circunstancia como uncontratiempo- Una noche de estas os tengo que enseñar a rezar elrosario, os puede venir bien.

Un fin de semana en que Elisa no se iba a casa de sus padres en

Castrolupo y se quedaba en Vetusta, Cayetana fue a visitarla. Al recibirla

19

Page 20: El jardín de la orisha

8/3/2019 El jardín de la orisha

http://slidepdf.com/reader/full/el-jardin-de-la-orisha 20/26

en la estación del tren Elisa encontró que su amiga tenía expresión seria.Se sentaron en un asiento de la estación, Elisa sacó un paquete depuritos midi y ofreció a su amiga. Cayetana pareció dudar, no parecíamuy animada, pero cogió un purito y ambas se los encendieron. Lasamigas de Cósima habían adoptado la costumbre de fumar cuandoestaban en las estaciones de tren porque habían visto que eran un buensitio para contactar con otras cofrades y al fumar un puro se hacíanreconocibles las unas a las otras.

- ¿Qué pasó? _ le preguntó a Cayetana- ¿Estás bien?- Doña Eleuteria ha muerto.

Elisa se apenó al escuchar que la anciana había muerto. Al parecerhabía sido un repentino ataque cerebral y ya la habían enterrado el díaanterior.

Sin embargo no todo fueron penas ese fin de semana. Elisa presentó aCayetana a algunas de sus amigas. Berta estuvo con ellas todo el sábadoy por la noche quedó sorprendida de que estando con Elisa y Cayetanaen toda la tarde no había fumado ni un cigarrillo, solo había humado unpuro y un par de cigarritos.

Empezaron las vacaciones de Semana Santa y Cayetana y Elisaempezaron su viaje. Fue un viaje muy rápido, pasando de un lugar a otro

deteniéndose poco en cada sitio y durmiendo la mayor parte de lasveces en el tren, como si estuvieran haciendo un Interrail, con la ayudade tapones para los oídos y el ejercicio físico de sus andanzas diurnaspara poder dormir en esas condiciones. Ya habían ido a Santander y sefueron a Ferrol en el romántico pero poco práctico ferrocarril de víaestrecha. En Ferrol vivía Mercedes, otra de las contactadas. Llegaron a laestación del FEVE en Ferrol justo antes del alba, se detuvieron unospocos minutos a encender y empezar a fumar un purito y enseguida seencaminaron hacia al centro. En su camino encontraron un parque,dudaron un poco pero decidieron cruzarlo en vez de dar un rodeo. Una

densa niebla de aroma salado subía de la ría e inundaba la ciudad.Caminando por el parque vieron una figura en la niebla.

-Vamos por ahí- susurró Elisa señalando una dirección que lespermitiera evitar acercarse al desconocido.

-No, fíjate, parece una mujer- le tranquilizó Cayetana.

Se acercaron a la figura y vieron que se trataba de una señora ancianavestida con un camisón y un chal, y les sorprendió el que estabafumando un puro cuyo humo desaparecía al mezclarse con la niebla. La

anciana se dio la vuelta y se quedaron heladas ¡Era doña Eleuteria!

20

Page 21: El jardín de la orisha

8/3/2019 El jardín de la orisha

http://slidepdf.com/reader/full/el-jardin-de-la-orisha 21/26

-¡Lita!, pero tu… -balbuceó Cayetana.

Lita le contestó con una dulce sonrisa.

A Elisa le pareció que doña Eleuteria parecía más alta que decostumbre, miró hacia abajo y vio que entre los últimos pliegues delfaldón del camisón y el suelo había un espacio vacío, no se veían los piesde doña Eleuteria, que estaba flotando a unos centímetros del suelo.

-Aun tengo algunas cosas que hacer aquí, estaré un tiempo entre elmundo de los vivos y el de los muertos- les dijo doña Eleuteria con unavoz que parecía venir de muy lejos- Pero ahora no puedo quedarme convosotras, solo quiero recomendaros que en este viaje paséis por Portugal.Hasta pronto niñas.

Doña Eleuteria se dio la vuelta y desapareció en la niebla sin que lasdos amigas osaran seguirla. Según la perdieron de vista oyeron decir“Adiós”, con la jovial voz de la Lita de quince años.

Embarcaron a la ínsula Barataria y allí conocieron a Silvia. Cuandoquedaron con ella en su casa la encontraron en la compañía de su hija ysus amigas Berenice y Pepi. Las amigas se fueron pronto y quedaroncharlando con Silvia. Silvia les invitó a unos estupendos Montecristos y

se sorprendieron al ver que de vez en cuando Silvia pasaba el puro a suhija de catorce años, que le daba unas caladas y las saboreaba condeleite. Se notaba que la niña estaba muy acostumbrada al saborear unpuro y que le encantaba. Incluso a ellas el gesto de la madre pasando elpuro a su hija les pareció extraño, pero también les resultó tierno yafectuoso.

Después de visitar la isla de Barataria querían ir a Badajoz. Teníanprevisto que al volver al continente bajarían hasta allá por la Ruta de laPlata, en autobús, dado que no había un tren en esa dirección. Pero a la

vista de la recomendación de doña Lita decidieron ir en tren por Portugal.El tren del recorrido transfronterizo era una antigualla que se movía poruna vía muy abandonada, pero viajando en aquel tren, si bien no ibanmuy rápidas, al menos seguían la pauta de las cofrades de usarpreferentemente el tren para facilitar el encontrarse entre si.

Llegaron a la estación de Sao Bento en Oporto, sin más intención quedar una vuelta por la ciudad antes de coger un tren hacia Lisboa. Al noestar en España dudaron de si encender un puro al bajarse del tren parahacerse más identificables para otras amigas de Cósima, pero pensaron

que pese a no estar en España igualmente podía ser conveniente y

21

Page 22: El jardín de la orisha

8/3/2019 El jardín de la orisha

http://slidepdf.com/reader/full/el-jardin-de-la-orisha 22/26

Page 23: El jardín de la orisha

8/3/2019 El jardín de la orisha

http://slidepdf.com/reader/full/el-jardin-de-la-orisha 23/26

Page 24: El jardín de la orisha

8/3/2019 El jardín de la orisha

http://slidepdf.com/reader/full/el-jardin-de-la-orisha 24/26

se mantuvieran dentro de la ortodoxia y ritual católicos y les puso depenitencia una importante cantidad de avemarías y padrenuestros. Encambio Elisa se sorprendió al ver que el confesor no daba importancia asus encuentros sexuales con los amigos de Cósima, pues el cura losconsideró simples sueños y se limitó a recomendarle que no hicieracenas muy copiosas para evitar sueños raros. Para amenizar elcumplimiento de la penitencia y el rezo de un rosario de propina, las tresamigas decidieron hacer una caminata hasta una ermita, en unos montescercanos a Cuenca, para rezar mientras caminaban.

 Tres días después de volver a casa Elisa se sorprendió al darse cuentade que en esos tres días no había fumado nada, después de que duranteel viaje había fumado varios puros al día. Cualquiera hubiera esperadoque tras tanto fumar se hubiera enganchado pero durante esos tres días

no se había cordado de fumar. Incluso, la vez que en sueños habíaestado en el palacio de Cósima, había estado entretenida con los amigosde Cósima y no había fumado. En aquella resistencia a la adicción Elisaadivinó la intervención de Cósima. Pensó si aquella falta de apetencia porel tabaco era algo circunstancial o sería algo más serio, si Cósima querríaalejarla del tabaco definitivamente. Fue a por un purito H. Uppman y selo encendió. Ese sintió contenta al comprobar que el humo del tabacocubano resultaba tan delicioso como siempre y Elisa fumó el cigarrito congusto mientras veía la tele.

En las siguientes visitas a las moradas de Cósima, esta les empezó aenseñar la danza que ya habían visto ejecutar. Las primeras vecespracticaron en un gran salón con espejos y después ya bailaron al airelibre, con la llamativa compañía del oso flautista, del animal semejante aun hurón gigante y de las dos chicas de piel azul.

Cuando la danza empezó a salirles bien, Cósima les explicó:

-Esta danza no solo la bailamos porque sea divertida, tiene una

finalidad. En el mundo hay diferentes fuerzas espirituales, diferentesenergías que están tras lo que vemos, ritmos ocultos de las cosas queson la pauta del palpitar de la materia y del mismo entramado delespacio-tiempo. Estas fuerzas influyen en el discurrir del constanteantagonismo entre el bien y el mal, el amor y el odio. A veces no bastacon la evolución espontánea del cosmos para equilibrar esas estructuras,para armonizar esos ritmos y equilibrios. Necesito vuestra ayuda paraque, con el ritual adecuado que es esta danza que hemos practicado,ayudemos a equilibrarse las fuerzas cósmicas que han perdido suarmonía. Nuestra danza servirá para poner en armonía muchas notas

discordantes.

24

Page 25: El jardín de la orisha

8/3/2019 El jardín de la orisha

http://slidepdf.com/reader/full/el-jardin-de-la-orisha 25/26

Page 26: El jardín de la orisha

8/3/2019 El jardín de la orisha

http://slidepdf.com/reader/full/el-jardin-de-la-orisha 26/26

para ellas, bailó también con sus amigas, contenta de que la danzahubiera funcionado tan bien como esperaba.

[email protected]

26