El liberalismo político de John Rawls

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  • 7/27/2019 El liberalismo poltico de John Rawls

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    El liberalismo poltico de John Rawls.

    JOS LUIS CARDERO LPEZ

    Mayo de 1997

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    I.- JOHN RAWLS Y SUS CONCEPCIONES TERICAS.-

    Dentro del marco de la ciencia poltica, el liberalismo ha desempeado siempre comoconcepto y como prctica un papel especial. Definido desde un punto de vista de sentimientopoltico como la creencia en un conjunto de mtodos y prcticas cuyo objetivo comn es lograruna mayor libertad para los individuos 1, en su denotacin como liberalismo clsico fue antetodo una reivindicacin de garantas constitucionales y derechos individuales que tuvo su mejorexpresin en Inglaterra, convirtindose mas adelante en una teora positiva de la organizacineconmica y poltica con un programa poltico que tuvo un amplio eco, tanto en Europa comoen Estados Unidos. Se considera generalmente que el xito del liberalismo clsico se debi a laexistencia de tres condiciones histricas bsicas: constitucionalismo, liberalismo econmico yutilitarismo, an cuando los presupuestos organizativos que deban acompaar a dichas

    condiciones histricas -es decir, un amplio movimiento liberal y un partido liberal potente-nicamente se dieron en Inglaterra. En Estados Unidos no se verific el segundo de talespresupuestos, mientras que en el continente europeo fall la plena consecucin del primero deellos 2.

    Es importante recalcar, aunque por algunos quiz se considere innecesario oredundante, que el liberalismo -pese a sus pretensiones universalistas- es un producto tpico ycaracterstico de aquello que habitualmente se conoce como civilizacin occidental. Es decir, setrata del resultado de un proceso cuyo comienzo se remonta a los primeros intentos delconstitucionalismo medieval y que fue netamente impulsado por el acontecer del Renacimientoy de la Reforma, as como alumbrado definitivamente con la Ilustracin y los sucesoshistricamente vinculados a ella. En ocasiones, la lectura del texto de Rawls 3 puede propiciar elolvido de ese origen concreto y el del mbito territorial en que ocurri, confiriendo un carctergenrico y universal a lo que, en el conjunto global del mundo moderno, contina siendo -porsuerte o por desgracia- algo muy selectivo y particular. Por eso tal vez ser convenientedetenerse brevemente en el examen de los conceptos utilizados con mayor frecuencia porRawls en el desarrollo del texto objeto del presente comentario, aunque desde luego el sentidoy la connotacin que se autor da a sus explicaciones no son en modo alguno exclusivos de ly tal vez puedan considerarse en cierta manera caractersticos -o al menos de uso corriente- enlos medios acadmicos e intelectuales norteamericanos.

    Si se tienen en cuenta las relaciones estrechas que existen entre entidades comoEstado, Nacin y Sociedad, es posible considerar que el propsito globalizador del liberalismomoderno como una frmula que permita lograr que el Estado no sea usado como instrumentopara lograr los fines de un solo grupo o clase, sin que deba servir y atender a todos -idea queinspira en mayor o menor medida el anlisis de Rawls, como inspira el de la mayora de losliberales- se fundamenta al menos sobredos conjuntos de aspectos casi siempre examinados

    1 Definicin recogida del artculoLiberalismo de DAVID G. SMITH en laEnciclopedia de las Ciencias Sociales, Tomo VI, pp.

    579 y s.2 Ibid., p. 579.3 Me refiero a RAWLS, J.,El liberalismo poltico, Ed. Crtica Grijalbo Mondadori, Barcelona, 1996. Es el texto utilizado

    como gua en el presente comentario.

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    desde una perspectiva poco concreta: lo que verdaderamente es el Estado respecto a laSociedad y a quin (o a quienes) representa y como, por quin y para qu se utiliza el Estado.

    Es decir, personalidady relaciones del Estadopor una parte y la voluntad del Estado por otra.Liberales destacados y probados (Raymond Aron, por ejemplo), no tienen ninguna dificultad enestablecer semejantes cuestiones desde el principio mismo de su argumentacin, dando pocolugar a equvocos o a interpretaciones ambigas: El Estado sirve a unos intereses muyconcretos en el seno de un determinado modelo de sociedad y para ello ha de actuar de lanica manera posible en relacin con dichos intereses, en su poltica interior y en el mbitointernacional. Salvando ese poder coercitivo e irrenunciable del Estado, ciertos liberalesconsideran que en el mbito restante pueden existir opciones abiertas para coordinar lasrelaciones entre el Estado, la sociedad y el individuo 4.

    Por su parte, Rawls utiliza concepciones de una circularidad casi absoluta sin hacer -a mijuicio- las necesarias distinciones respecto al papel, a la actuacin y a las interrelaciones de los

    elementos integrantes de dichas concepciones. Son stas tales como concepcin poltica dela justicia, concepcin poltica de la persona como libre e igual, sociedad bien ordenada,sociedad democrtica moderna, pluralismo razonable (definido en relacin con doctrinacomprehensiva razonable) o consenso entrecruzado, entre otras. Evidentemente, no setrata aqu de reprochar a Rawls el uso de estos o de cualesquiera otros desarrollosconceptuales, sino de criticar la forma en que los utiliza y el contexto en el que los integra.Parafrasendole, diremos que su forma de argumentar es inseparable de las conclusiones queobtiene. No existe distancia dialctica apreciable entre sus argumentos y sus conclusiones ycasi no se puede decir otra cosa que las que l sostiene con sus puntos de partida; perolamentablemente deja fuera de la discusin -por principio, al parecer- casi todo lo queconstituye el fundamento de la ciencia poltica y de la filosofa poltica, incluso, casi todo lo queconstituye el fundamento de la propia doctrina y de la prctica liberales.

    Por ejemplo, cuando plantea sus dos cuestiones fundamentales (P. 34 de su Texto).Respecto a la primera cuestin, Rawls afirma que, en el curso seguido por el pensamientodemocrtico en los dos ltimos siglos, no hay acuerdo general sobre el modo en que lasinstituciones bsicas de una democracia constitucional deberan satisfacer los trminosequitativos de la cooperacin entre ciudadanos considerados libres e iguales y apoya tal asertoen el hecho de que existe una profunda controversia... sobre el modo de expresar ptimamentelos valores de libertad e igualdad de manera que se satisfagan las exigencias de una y otra.Hace derivar ese desacuerdo de la disparidad existente entre las tradiciones ideolgicasvinculadas a Locke y a Rousseau que -segn l- conceden un peso diferente a la libertad y a laigualdad. No me extender en un anlisis que habra de entrar de lleno en el campo de lahistoria de las ideas y de las formas polticas en los ltimos doscientos aos y quenecesariamente tendra que tener una extensin y un detalle incompatibles con el tamao y elobjetivo del presente comentario. Solo cabe decir que -en la fecha en que escribi sus trabajos-el propsito de Locke fue defender el derecho moral a la revolucin o el derecho a resistirse a latirana, referidos expresamente a la situacin de la Inglaterra de su tiempo.

    4 En R. ARON puede verse al respectoPaix et guerre entre les nations, Calmann-Lvy, Paris, 1962. Especialmente los

    captulos XIX y XX (pp. 567 a 621), que el autor titula significativamente En busca de una moral.

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    Con independencia de las influencias posteriores que dicho enunciado haya podidosuscitar, no cabe duda que, mediante l, introdujo una cuestin que s tena una gran

    importancia, an cuando no fuese en absoluto novedosa: la distincin estricta y prolijamenterazonada entre sociedad y gobierno. Su argumento se dirige principalmente contra toda teorade que los gobiernos pueden conseguir un poder justo mediante el uso afortunado de la fuerza.Por su parte Rousseau desarrolla en esencia el mismo principio de argumentacin de Locke, esdecir, que validez moral y fuerza son dos cosas distintas y la ltima nunca puede dar origen a laprimera 5.

    Con independencia, repito, del transcurso posterior de esa idea bsica en la obra de losautores siguientes y poniendo de manifiesto el camino diferente que la misma sigui, desdeluego, en Francia y en Inglaterra (toda vez que en dichos paises eran notoriamente distintas ensu prctica y en sus circunstancias las instituciones y las formas polticas de la poca) nadaautoriza a pensar -pese a los argumentos de Benjamin Constant que Rawls aporta- que hubiese

    desacuerdo ni conflicto entre las libertades de los modernos (libertad de pensamiento, deconciencia, imperio de la ley) y las libertades de los antiguos (igualdad de libertades polticas yvalores de la vida pblica), o que esa divergencia nazca de las elaboraciones respectivas de lastradiciones vinculadas a Locke y a Rousseau. Otra cosa es que la justicia como equidad deRawls se proponga -como l apunta- lidiar entre esas dos tradiciones enfrentadas. En realidad,dichas tradiciones podran venir mas bien de dos fuentes, singulares aunque complementarias:Primero, del hecho de que el sentido del liberalismo significa, ms que la conservacin deinstituciones como el sufragio, las asambleas representativas y un ejecutivo responsable ante elelectorado, la existencia de instituciones polticas que reconocen ciertos principios amplios defilosofa social o de moral poltica cualesquiera que sean los mtodos de realizacin de losmismos (y de esa realizacin dispar vienen los matices apuntados por Rawls). Segundo, que elliberalismo representa la culminacin de todo un proceso ligado a la civilizacin occidental(proceso que cristaliza en aquellos matices) 6. Por lo tanto, no se trata verdaderamente deconsiderar un acuerdo sobre una determinada estructuracin de las instituciones polticas ysociales bsicas ni de que haya que salvar una divergencia entre tradiciones volcadas hacia lalibertad o hacia la igualdad. Los dos principios de justicia de Rawls que exigen un esquemaadecuado de derechos y libertades bsicos o la vinculacin de las desigualdades sociales yeconmicas a posiciones y cargos abiertos a todos en condiciones de igualdad equitativa deoportunidades, as como el mayor beneficio para los menos aventajados de la sociedad,patinan -lamentablemente- en el vaco de ese ambigo reconocimiento amplio de principios enel que es posible permitir casi todo y en cuyo seno existe una enorme distancia entre la libertady la igualdad reconocidas ampliamente como principios y su autntica expresin prctica,absolutamente difuminada y disminuida hoy en todos los estados democrticos en favor deotros conceptos ligados al modo de produccin y a la divisin internacional del trabajo.

    Uno de los problemas que se plantean en la argumentacin de Rawls cuando habla delos tres rasgos caractersticos de una concepcin poltica de la justicia (el objeto, el modo de5 Sobre el desarrollo de las ideas de Locke y Rousseau respecto a su herencia compartida en los principios enunciados por

    Richard Hooker en la Inglaterra del siglo XVI y la diferente evolucin de los argumentos de Locke en el mbito de la ciencia

    poltica en Inglaterra y Francia, ver G. SABINE:Historia de la teora poltica, F.C.E., Madrid, 1974. pp. 394 y s.6 As lo indica textualmente Sabine, o.c., p.536.

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    presentacin y la expresin de su contenido, pags. 41 a 43 del Texto) es, precisamente, supunto de partida: considerar a la sociedad como si estuviera autocontenida y no tuviera

    relaciones con otras sociedades, es decir, como una sociedad cerrada. Es un ejemploparadigmtico de su modo de razonar: construyamos un modelo, arrojemos fuera lo que nosestorbe, las irregularidades, los detalles que puedan distraernos, y obtengamos as unasconclusiones. Semejante procedimiento tal vez pueda utilizarse para estudiar la cintica de losgases, pero jams podr servir para analizar los procesos sociales. Precisamente aqu est elerror del positivismo de Comte o del funcionalismo antropolgico, por no citar sino dos modelosexplicativos fracasados en las ciencias sociales. Nada hay ms alejado de un modelo cerradoque la sociedad humana; precisamente, su carcter complejo, plural, adaptativo y cambiante eslo que la significa y lo que hace que resulte su estudio tan dificultoso, sobre todo si se utilizanlas tcnicas del positivismo (o del neo-positivismo) cientfico.

    La idea de presentar una concepcin poltica de la justicia como un punto de vista

    independiente de lo que Rawls denomina doctrina comprehensiva, aparte de cualquiertrasfondo ms amplio o sin referencia a ninguno, puede servir tal vez como factor en unejercicio terico especulativo del tipo qu pasara si...?, pero no es asimilable desde unaperspectiva del anlisis sociolgico o del anlisis poltico. El hecho de manifestar que laconcepcin poltica (de la justicia) puede ser presentada sin necesidad de afirmar, o deconocer, o de aventurar conjeturalmente a qu doctrinas puede pertenecero qu doctrinas

    pueden apoyarla es, con todos mis respetos, hablar por hablar. Por no ser, ni siquiera esconforme con los principios bsicos del liberalismo, el cual, como seala David G. Smith, en suversin moderna pone menos nfasis en los impedimentos externos de la libertad y atiendems al concepto subjetivo de libertad que tiene cada persona y a aquellas circunstancias quedan a ese concepto una realidad objetiva en la experiencia del indivduo 7.Cmo puedelograrse sto a travs de una concepcin razonable ...elaborada

    solo para la estructurabsica...y que no implique compromisos con ninguna otra doctrina? (P. 43 del Texto deRawls) 8.

    Una crtica semejante cabe respecto al proceso de salida de la justicia como equidad delas entraas de una situacin poltica determinada o de la cultura poltica pblica de unasociedad democrtica (P. 43 y 44). Me temo que no es tan sencillo distinguir entre cultura socialy cultura poltica. En cualquier caso habra que matizar mucho mejor esos conceptos y laoportunidad de semejante distincin. Pero en cualquier caso tambin, no cabe duda que Rawlsnecesita de ese matiz para justificar su argumento sobre el tercer rasgo de una concepcinpoltica de la justicia. En los regmenes democrticos, la concepcin de la justicia (sto es,segn Rawls, el desarrollo de un concepto de justicia mediante la elaboracin de una serie deprincipios y criterios sobre lo que es o no arbitrario, sobre la asignacin de derechos y deberesbsicos, etc...) casi nunca se consigue a travs de adhesiones o aceptaciones del cuerpo deciudadanos. En su momento, es elaborado por un grupo corporativo de especialistas y, en elmejor de los casos, sancionado por un parlamento o asamblea de representacin proporcionala travs de leyes. A los ciudadanos no suele drseles nunca la oportunidad de aprobar o

    7 SMITH, D.G., o.c., p. 5838 Letra negrita en los textos, ma (JLC)

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    rechazar directamente el cdigo penal, pongo por caso, o de adherirse o no a las leyes sobre lapropiedad. En las elecciones no se acepta o rechaza el corpus legistativo del pas, ni las leyes

    se someten a referendum ms que en contadas y especialsimas ocasiones. Y ello es asporque en una sociedad tan compleja como las sociedades modernas -en las que el poderlegislativo no acta bajo mandato imperativo alguno- no sera posible un sistema de democraciadirecta y aunque fuera posible, no sera permitido por aquellos grupos de presin cuyosintereses podran verse as afectados.

    Rawls se pregunta -y la contestacin en el sentido que pretende es tambin necesariapara su argumentacin- cmo puede persistir en el tiempo una sociedad estable y justa deciudadanos libres e iguales, divididos por doctrinas religiosas...razonables pero incompatibles(vase la Introduccin de su Texto). De ah sacar su idea de la sociedad como sistemaequitativo de cooperacin a lo largo del tiempo. Veamos. En lo que se refiere a las doctrinasreligiosas, en el mbito de surgimiento del liberalismo, y pese a que siglos atrs las luchas de

    religin tuvieron un protagonismo desdichado, se puede considerar que en el momentopresente no existe tal incompatibilidad. Aunque la religin se utilice como pantalla de conflictosy agresiones entre unos pueblos y otros, es conocido desde hace algn tiempo el hecho de quetales conflictos religiosos esconden en realidad problemas polticos, de dominio o de interseconmico. A lo largo de la historia siempre ha sido as y es suficiente con acudir a los textosde ciertos historiadores (muchos de ellos de ideologa liberal) para comprobarlo. Por ejemplo,en el caso de las Cruzadas para reconquistar Tierra Santa o en el de las guerras mantenidas enFrancia entre catlicos y protestantes, por sealar dos ejemplos clsicos de conflictos dereligin 9. Desgraciadamente, el valor de las concepciones de Rawls se ha de continuarmidiendo en el marco del desarrollo de un modelo social determinado por lo que hablarcolocndose fuera de ese marco, no parece pertinente.

    9 Para el caso de las Cruzadas vase S. RUNCIMAN,Historia de las Cruzadas, 3 vols., Alianza Universidad. Madrid, 1994.

    Para las guerras de religin en Francia, J. LECLER,Histoire de la tolrance au sicle de la Rforme, Albin Michel, Paris, 1994.

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    II.- LA IDEA DE SOCIEDAD EN RAWLS.-

    Las connotaciones arrastradas por las diferentes concepciones que, sobre la sociedad,se han planteado a lo largo de los ltimos doscientos aos -por no remontarnos ms all en laHistoria de las Ideas- han producido un nmero de teoras casi tan elevado cmo el propionmero de los autores que han creido oportuno decir algo acerca del tema en cuestin. A suvez, cada una de las teoras principales ha traido consigo el establecimiento de escuelas y devariaciones internas, por lo que un anlisis mnimamente riguroso e incluso a veces la simpleexposicin de estos temas, puede resultar conceptualmente complejo. Esto va ligado -sobretodo en los ltimos aos- a la gran proliferacin de estudios existente acerca del papel que lasclases sociales han podido desempear en la evolucin de la sociedad o en el establecimientode determinados modos de produccin y reproduccin a partir de los cuales se establecen unosu otros modelos de sociedad. Hago estas observaciones solo para indicar que, en cualquier

    anlisis que pueda plantearse acerca de la sociedad o respecto al juego que sus elementosmantienen, no resulta conveniente apartar a un lado sin ms la gran cantidad de ideas y elvolumen de pensamiento invertidos en tales desarrollos tericos y metodolgicos por losdiferentes autores, ni mucho menos abandonar conceptos que pueden resultar esenciales a lahora de emprender cualquier examen sobre el particular, siempre que se considere, claro est,que ese anlisis ha de tener un mnimo de pretensiones de veracidad cientfica.

    Lo que se ha dado en llamar el fracaso del marxismo, ligado a los acontecimientosproducidos en el mundo tras el derrumbamiento del denominado -con mejor o peor fortuna-imperio sovitico o del tambin llamado -aqu s que con escassima fortuna y conocimiento anmenor- socialismo real e incluso comunismo, ha dado un nuevo auge a las teorizacionessociales dimanantes de escuelas -sobre todo norteamericanas- herederas en algn sentido dePareto, Sorokin o Talcott Parsons, entre otros. En el desarrollo de dichas teorizaciones seaprecian las consecuencias derivadas del conflicto interior que desde un principio mantuvieronlas filosofas polticas liberales, entre dos axiomas: el individualismo, considerado en un sentidode oposicin a cualquier forma de colectivismo y aqul otro que postula irreductiblementecualquier relacin entre los individuos de una comunidad como una relacin moral 10.Con estonaturalmente no quiero decir que todos los desarrollos tericos en ciencias sociales producidosde forma contempornea -o en tiempo ligeramente anterior- a la evolucin y caida delsocialismo real sean de carcter liberal ni mucho menos. Las teoras del intercambio o desociologa conductista de Skinner, las teoras sociolgicas feministas de Madoo Lengermann yNiebrugge-Brantley, el estructural-funcionalismo de Lvi-Strauss y de Goffman o los desarrollosms recientes de integracin micro-macro propugnados por Ritzer, Alexander, Wiley, Colemano Randall Collins, as como las investigaciones en torno a la integracin accin-estructura deGiddens, Bourdieu y Habermas, poco o nada tienen que ver con las viejas aspiraciones delliberalismo.

    No obstante, hay que sealar -por lo que ello pueda afectar al anlisis efectuado sobrelos textos de Rawls- que las mas recientes tendencias de la sociologa norteamericana inclinancasi todas sus elucubraciones tericas en este campo y en los mbitos prximos, hacia los

    10 G. SABINE, o.c., p. 538.

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    conceptos y los desarrollos metodolgicos ms cercanosa las ciencias duras y a la economa.Una buena prueba de ello es la divisin tan en boga en los Estados Unidos entre teoras macro

    (por ejemplo, el funcionalismo estructural y la teora del conflicto) y teoras micro(interaccionismo simblico y teora del intercambio) que guarda una estrecha relacin con unadivisin semejante en el terreno de la economa y que para algunos de sus cultivadores yexgetas confiere, al parecer, a la sociologa y a la ciencia poltica un aire decididamente mscientfico. Todo ello unido, claro es, al rechazo generalizado y al desinters respecto a lafilosofa y a otras especulaciones tan del gusto de las escuelas europeas 11.

    Rawls, me parece, entra de lleno en ese terreno de influencia, no tanto por el tono de susargumentos como por la manera que tiene de hacerlos jugar en el mbito de sus teorizaciones.Vemoslo, por ejemplo, cuando desarrolla su concepcin de sociedad como sistema equitativode cooperacin (Pag. 45 y s. de su Texto).Afirma as que la sociedad constituye un sistemaequitativo de cooperacin a lo largo del tiempo, desde una generacin hasta la siguiente y

    considera que esa idea es implcita en la cultura pblica (no olvidemos que Rawls hace unadistincin entre cultura socialy cultura poltica y que por lo tanto, se supone que aqu se estrefiriendo a la segunda opcin). Naturalmente, esa formulacin no es sino una derivacin de lateora del contrato la cual, salvando sus antecedentes en el iusnaturalismo, llega hasta Halifax yLocke, decae con Montesquieu y los utilitaristas y es reconsiderada de nuevo por Rousseau.Sin embargo, hay algo que Rawls introduce en ese sistema: su condicin equitativa referida a lasociedad. No es un concepto nuevo, toda vez que aparece mas o menos explcitamente en larevisin idealista del liberalismo de principios de ste siglo, cuyas consecuencias -a partir de laobra de Thomas Hill Green- se plasmaron en el replanteamiento de esa teora y en la supresinde la rgida lnea divisoria mantenida hasta entonces entre la economa y la poltica. Por detrsde todo ello andaba la necesidad de evitar interferencias en el funcionamiento del mercadolibre, como bin seala Sabine 12.

    Pero, volviendo al tema. Por qu, precisamente equitativa? Entre los trminos deaquella vieja divergencia entre libertad e igualdad, escoge o se inclina Rawls por la igualdad?La teora del contrato, desde sus acepciones ms antiguas, no hace ms que dar vueltas entrelos trminos -unas veces contrapuestos, otras homologables- ventaja y bien. Si la ideacooperacin es tan importante para nuestro autor es precisamente porque la hace jugar -lmismo lo dice- entre esos dos trminos: la ventaja racional que los miembros de la sociedadencuentran en ese esquema o en ese propsito cooperativo y el bien, que es aquello que cadauno de los miembros trata de conseguir. Pero si eso es as, incluso en el sistema cerrado deRawls, la actuacin conjunta de ventaja y bien no solo no va a favorecer la cooperacin sinoque va a potenciar la desigualdad, que es precisamente la situacin realmente existente en lasociedad. Eso ocurre porque, o predomina la ventaja sobre el bien y entonces las visionesindividuales o particulares de los miembros sern progresivamente anuladas, o sucede locontrario, en cuyo caso las perspectivas individuales haran poco menos que ilusorio cualquier

    11 Sobre estas cuestiones, ver en G. RITZER, Teora sociolgica contempornea, Mc Graw-Hill. Madrid, 1996, captulos 3 a

    13.12 G. SABINE, o.c., pp.525 y s.

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    intento de reciprocidad. En ninguna de las dos situaciones podr mantenerse la condicin deigualdad.

    Naturalmente la sociedad no es un sistema cerrado y por lo tanto no podremos esperarque ambos factores (ventaja y bien) actuasen en equilibrio perfecto o sin interferencias, con loque el desorden se acentuar ms y ms. No existe ningn modelo social en el que lo queRawls denomina reciprocidad, es decir, lo que est a medio camino entre el bin general y laventaja mtua, funcione para conseguir un punto de referencia igualitario. La nica manera deactuacin posible -si as puede decirse- de ventaja y bien estara relacionada con el nivel deinformacin o con la posibilidad de que una informacin dada se extienda en el seno del gruposocial. En efecto, de nada valdra que yo, por ejemplo, estuviese dispuesto a cooperar con miscompaeros de grupo, si de alguna manera no se lo doy a conocer o no les manifiesto miscondiciones para un acuerdo; por otra parte, los principios de justicia que habran de regular elmundo social, de dnde salen? quin los anuncia, quin los da a conocer y cmo? se

    hallan tal vez integrados en nuestras almas? los ha puesto all Dios? En este supuesto, lasexplicaciones suministradas por la religin son mucho mas fciles de entender y de aplicar y nohace falta ningn sistema equitativo de cooperacin. Lo mismo dara que el pacto -o el sistemacooperativo- fuese una ficcin histrica o metodolgica, como en su momento dijo Kant.

    Yo creo que Rawls se da cuenta de que su razonamiento no tiene salida y por eso, unpoco ms adelante afirma: la idea de reciprocidad no coincide con la idea de ventaja mtua yconfiesa que eso se desprende claramente de las observaciones anteriores, lo cual es, desdeluego, absolutamente cierto. No obstante, contina con sus peculiares manifestaciones:supongamos -dice- que gente perteneciente a una sociedad cuya propiedad -en buena medidaresultado de la fortuna y del azar...(?) -est muy desigualmente distribuida, es trasladada a unasociedad bien ordenada regulada por los dos principios de justicia; en tal caso no hay garantade que todos salgan ganando con el cambio, si permanecen en sus anteriores actitudes. Peroeso -como l mismo se apresura a aadir- no hace al caso porque su objetivo es definir la ideade reciprocidad entre ciudadanos libres e iguales en una sociedad bien ordenada. Desde luego,yo no se -dudo que haya alguien que lo sepa- que es para Rawls la idea de reciprocidad en unmundo gobernado por la libertad de mercado. Pero creo que ni la fortuna ni el azar tienenmucho que ver en la actuacin de un modo de produccin o en la divisin del trabajo y todavamenos en la distribucin de la propiedad. Su modelo se parece mas al tpico que nos presentanciertas pelculas sobre el funcionamiento de un consejo de administracin, en donde lacomunidad de intereses puede propiciar -hasta cierto punto- la reciprocidad. Pero incluso en unconsejo de administracin, sus componentes no deben olvidar nunca que existen motivacionesmucho mas fuertes (entre otras, el mercado, la competencia, etc.) a las que han de ajustarnecesariamente su comportamiento individual y colectivo.

    Rawls se debate en un mar de contradicciones, de principios tomados del liberalismoeconmico y del marketing, de concepciones filosficas globales y abstractas extraidas de aquy de all; pero, con todo ello, no consigue articular un desarrollo sistemtico en el que seareconocible un modelo de sociedad al que se pueda tomar como punto de referencia. Tal vez,en su obsesin por el consenso entrecruzado, sea precisamente eso lo que pretende. Losejemplos bastaran para llenar un libro de dimensiones mucho mayores que las del texto que

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    ahora comentamos y la propia dispersin de las concepciones dificulta la tarea de untratamiento crtico definido, de manera que en un trabajo de extensin limitada no podemos

    pretender abarcar todas las cuestiones que cabra comentar.As, una pgina despus de aquellas en las que habla de las condiciones que ha dereunir una sociedad bien ordenada (Pp.45 y s. de su Texto), pasa a considerar la ideafundamental de la persona y la necesidad de adoptar una concepcin de persona que seadece a la concepcin de sociedad como un sistema equitativo de cooperacin a lo largo deltiempo entre generaciones.... Las personas -afirma- han de concebirse (en la tradicin de unpensamiento democrtico) como libres e iguales. Dice que, en virtud de dos facultades morales(capacidad para un sentido de la justicia y para una concepcin del bien) y de las facultades dela razn (de juicio, pensamiento y las inferencias vinculadas), las personas son libres (Pag. 49).He aqu la mas pura metafsica y el pensamiento de Kant cabeceando boca abajo; porque, si nome equivoco, para Kant el hombre (es decir, el ser racional, la persona) es un fin en si mismo

    que no puede ser utilizado nunca solo como medio (ni siquiera por Dios) sin al mismo tiemposer fin; y la libertad ha de ser considerada positivamente, o sea, como la causalidad de un seren cuanto pertenece a un mundo inteligible al que necesariamente ha de presuponerseindependiente (como mundo sensible) y en el que ha de regir la facultad de determinacin de suvoluntad segn la ley de ese mundo (que sera, as, la libertad) 13. La libertad, por tanto es lacondicin del hombre, no en virtud de la accin de las facultades morales o racionales, sino porlo que constituye su carcter en sentido estricto y es denominado (por Kant) modo de pensar14.

    Por otra parte, ser la tradicin del pensamiento democrtico -puesto que Rawls afirmapartir de ella- la que haga a las personas concebibles como libres e iguales? Y en tal casodnde queda la accin de las facultades? dnde quedan las consecuencias de aquelladivergencia doctrinal originada por las tradiciones de las escuelas vinculadas a Locke y aRousseau?. Desde luego, considerar que las personas puedan ser libres e iguales por el hechode estar presuntamente integradas en una tradicin democrtica (habra que analizar tambinque es eso de la tradicin democrtica) es muy norteamericano. Ya lo deca en su tiempo Alexisde Tocqueville cuando hablaba de la aficin que muestran los americanos por las ideasgenerales 15. Pero no por eso aquella consideracin es menos incierta. Si volviramos a Kant,podramos tal vez afirmar (utilizando como l una advertencia que Hume hace a los ingleses)que cuando convergen muchos caracteres dentro de un mismo pueblo, ste acaba por no tenerninguno. Aunque seguramente para algunos, el profesor de Knigsberg y sus admonicionesquedan muy lejos en el tiempo y en el espacio y por lo tanto me contentar con mis propioscomentarios sobre el particular.

    No es un rgimen poltico, ni siquiera su tradicin o continuidad a lo largo del tiempo, loque conforma a los seres humanos ni para bien ni para mal. Apaados estaramos si as fuera.Son las personas -o mejor, el conjunto de personas que constituyen la sociedad o el gruposocial, si se quiere- quienes conforman, construyen, destruyen, ordenan, clasifican y resuelven

    13 I. KANT, Crtica de la razn prctica. Ed. Sgueme. Salamanca, 1995. Ver sobre todo el pargrafo 6, Libro Segundo, Cap.

    Primero, Sobre los postulado de la razn pura prctica en general, pp. 163 y s.14 I. KANT,Antropologa prctica, Tecnos, Madrid, 1990. p. 31.15 A. DE TOCQUEVILLE, La democracia en Amrica, Alianza Editorial. Volumen Segundo, cap. III: Por qu los americanos

    demuestran ms aptitud e inclinacin por las ideas generales que sus antepasados los ingleses. Pp. 17 y s.

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    en suma las tradiciones, las ideas, las formas y regmenes polticos o las estructuras y grupossociales. Son tambin las personas los agentes de los cambios sociales. Simplemente el que

    haya que suponer -como dice Rawls- que las personas en cuanto ciudadanos estn enposesin de todas las capacidades que les permitan ser miembros cooperantes de la sociedad(pag. 50 de su Texto) es una pura y simple tautologa. Acaso imagina Rawls que puede no seras? Si tal ocurre en algn sitio -aparte de lo que pueda pasar en las pelculas de Hollywood- noocurre porque la tradicin democrtica haya creado las circunstancias favorables o su falta,circunstancias adversas. Lo que sucede es que existe tradicin democrtica porque laspersonas (y las relaciones que las personas establecen en el orden social) han creado o dadolugar a esas circunstancias favorables. Y las personas (y las relaciones sociales de laspersonas) pueden hacerlo as, o no, establecerlo, o no. Porque tratar de saber cual es laconcepcin de la justicia ms adecuada para definir los trminos de la cooperacin social entreciudadanos libres e iguales -en el caso de que alguien que no sea un profesor de Harvard

    desee utilizar as su tiempo- es invertir los trminos de la ecuacin social por inadvertencia opor inters (determinar sto ltimo es ya otra cuestin). Lo afirma el propio Rawls unas lneasdespus cuando dice (Pag. 51): Aunque desearamos poder responder a todas estascuestiones, dudo mucho que sea posible hacerlo sin rebasar el mbito de la justicia comoequidad en tanto que concepcin poltica16.

    Con el debido respeto, yo dudo mucho que Rawls pueda obtener la respuesta a suspreguntas si no hace lo que Marx con la dialctica hegeliana: poner sus argumentos sobre suspies y volver, entonces, a preguntar.

    16 Enfatizado con negrita, mo (JLC)

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    III.- LAS DOCTRINAS COMPREHENSIVAS RAZONABLES.-

    Hace Rawls una afirmacin (Pag. 89 de su Texto) que resulta paradigmtica respecto asu modo de argumentar y representativa del tipo de ideas que mantiene. Soy consciente de loinjusto que puede ser -ante un trabajo sobre el que es legtimo discrepar pero que, en cualquiercaso, es el resultado de un esfuerzo meritorio- comentar un prrafo aislado del conjunto de sucontexto, an cuando creo que en este caso hacerlo as ayudar en la interpretacin posteriorde lo que Rawls entiende pordoctrina comprehensiva razonable.

    Tras indicar que distintas concepciones del mundo pueden estar razonablementeelaboradas desde perspectivas distintas, y la diversidad surge en parte de la variedad denuestras perspectivas, apunta nuestro autor: Es irrealista -o peor an, provoca suspicacia yhostilidad mtuas- el supuesto de que todas nuestras diferencias estn arraigadas en laignorancia y en la perversin, si no en rivalidades de poder, estatus o ventaja econmica .

    Habra que preguntarse sobre la intencin de Rawls al propugnar en el segundo prrafola condicin de irrealista para esa versin sobre el origen de las diferencias humanas. Supongoque, por un lado, muestra su desacuerdo con las teoras englobadas genricamente bajo elcalificativo de conflicto (entre las que, sin duda, el marxismo es la ms conocida) mientras quepor otro se refiere a los anlisis weberianos, puesto que es Weber quien con mayor detallerecalca las diferencias surgidas en los grupos humanos, precisamente por las aplicaciones delpoder y de la divisin social sobrevenida mediante el estatus. Sin embargo, no puedeconsiderarse que uno u otro conjunto de teoras, o sus derivaciones posteriores, insistan de unmodo particular en la actuacin de aquellas circunstancias para justificar as el surgimiento delas desigualdades humanas.

    El marxismo (bajo sta denominacin se agrupan en los ltimos tiempos variasestructuras teoricas no homogneas que, en ocasiones, tienen ya poco en comn con supretendido origen ideolgico o doctrinario en las aportaciones de Marx y Engels) suele afirmar-si bien expuesto de la manera que sigue es una simplificacin quiz excesiva de ese modelode pensamiento- que las desigualdades humanas nacen de la explotacin de una clase porotra, en el marco de funcionamiento de un determinado modo de produccin y mediante laextraccin de plusvala del trabajo generado por la clase explotada. Otro de sus principiosbsicos es el de la lucha de clases, proceso al que se considera como motor de la historia,dentro del mbito conceptual del materialismo histrico y del materialismo dialctico. Cuestatrabajo creer que Rawls considere todo el complejo entramado terico-filosfico-poltico delmarxismo (y ya no solo el derivado de Marx o de Engels, sin el producido por Lenin que diolugar entre otras cosas a la revolucin sovitica) como una simple cuestin derivada de rencillasamparadas por la ignorancia y la perversin. No obstante, esa imagen de los revolucionariosbolcheviques y de sus imitadores posteriores como una turba de alborotadores ignorantes,pervertidos y crueles, se grab profundamente en el inconsciente colectivo de los patronos y delos burgueses en general y de un buen nmero de norteamericanos en particular (entre los quese incluyen muchos intelectuales y cientficos de aqul pas).

    La atribucin de tales caractersticas de inhumanidad a los revolucionarios tampoco esnueva. Tambin se aplic en los tiempos de la revolucin francesa a los sans-culottes, a los

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    jacobinos y a algunos otros grupos de dirigentes revolucionarios particularmente significados ensu lucha contra la tirana. Denominar a alguien como comunista en Estados Unidos no es

    simplemente referirse a l como un individuo adherido a un determinado partido poltico o a unaidea de la sociedad, sino identificarlo como un elemento peligroso y radicalmente hostil alsistema de vida americano. En muchos casos -y en tiempos no tan lejanos- la identificacincomo comunista traa aparejada la carcel y la desgracia para muchas gentes de ese pas al queen muchos sectores se considera como adelantado de la democracia y de la libertad. No resultapor tanto inverosimil que Rawls efecte semejante interpretacin del marxismo como unmovimiento inspirado principalmente por la ignorancia y la perversin.

    En lo que pueda referirse a Weber, la cuestin se entiende an menos. Porque lo queWeber se propuso fue precisamente arrebatar al marxismo su monopolio en la explicacin delas desigualdades humanas y su conclusin de que la lucha de clases (que no significa enmodo alguno una terrible proliferacin de sangre y de matanzas descontroladas, como el propio

    Weber entendi perfectamente) no era el nicomotor de la historia, sino que sta se apoyabatambin para su progresin en otros elementos, entre los que describa la economa, el estatusy el poder. Sin embargo, su visin del papel desempeado por la economa eramultidimensional, en contraste con la unidimensionalidad que l atribua al marxismo, aunqueconceda una gran importancia al concepto de clase y a los partidos que se establecan en elorden poltico generado por la interrelacin de los elementos sealados del orden social 17.Nada mas lejos, pues, del irrealismo, si es a estos corpus doctrinarios a los queverdaderamente se refiere Rawls.

    La cuestin, como apunt al principio, no es banal. Del hecho de que en el mundoexistan distintas concepciones (unas razonables y otras irrazonables e irrealistas) sale paraRawls la diversidad. Pero no solo ella; tambin sale una divisin entre concepciones.Supongamos por un momento que, en efecto, la ignorancia y la perversin provocan nuestrasdiferencias. Para Rawls, evidentemente, la concepcin derivada de aqu sera irrazonable. Peropor desgracia, ignorancia y perversin sobreviven en el mundo desde sus comienzos, porqueson factores ligados al modo de ser humano. Adems, los antroplogos culturales handescubierto que tales conceptos son relativos y mudables de una cultura y de una poca aotras. Por lo tanto, una buena parte de nuestros propios sistemas en la civilizacin occidental,pueden estar basados en lo que en tiempos se consideraba bueno y an saludable, pero quehoy dia nos llenara de horror en caso de conocerlo directamente (por ejemplo, la esclavitud, lasmutilaciones, el homicidio, incluso el incesto o lo que hoy se consideran perversiones sexualesy que no lo eran tiempo atras, por no citar mas que algunos) Nada hay mas mudable -ni conmayor poder adaptativo- ni mas humano, por tanto, que la perversin.

    Rawls parece sorprenderse de que las personas (en pleno uso de sus facultades derazn, afirma) ni siquiera despus de una discusin libre lleguen unnimemente a la mismaconclusin. Por eso, dice, es concebible que todos (los juicios conflictivos razonables) seanfalsos y esas cargas del juicio revisten una importancia primordial para una idea democrtica dela tolerancia (Pag. 89 de su Texto). Aunque no lo parezca, esta concepcin tan sui generis de la

    17 Para una explicacin detallada de las teorizaciones de M. Weber, ver G. RITZER, Teora sociolgica clsica, Mc Graw Hill,

    Madrid, 1993, pp. 264 y s.

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    relacin entre la democracia y la tolerancia expresada por Rawls tiene su cuna -o al menosmanifiesta su continuidad ideolgica- en su nocin de la diversidad descrita mas arriba. Lo que

    Rawls entiende por tolerancia (o por idea democrtica de la tolerancia, por utilizar suterminologa) es incompatible con la diversidad existente en las sociedades humanas y habraque convenir, por tanto, que siendo la diversidad inseparable no solo de la condicin humana,sin tambin de la condicin de los grupos humanos, la idea democrtica de la tolerancia,segn la presenta Rawls, es inviable.

    En la linea de su argumentacin, contina diciendo: partamos del supuesto de que laspersonas razonables se limitan a afirmar doctrinas comprehensivas razonables. Para talesdoctrinas, Rawls postula tres rasgos principales: son ejercicios de la razn terica, sonigualmente ejercicios de la razn prctica y pertenecen -o derivan- de una tradicin intelectual ydoctrinal. Sin entrar en la determinacin de la exactitud de esa descripcin, porque, al fn y alcabo, sea o no conforme con la descripcin funcional de una opcin del pensamiento, podemos

    efectivamente reunir esas tres condiciones y ver luego lo que ocurre en la realidad; sin entrar enello, repito, lo que s es necesario determinar es la primera parte del aserto: Slo las personasrazonables van a afirmar doctrinas comprehensivas razonables? Las personas razonablesnicamente pueden afirmar doctrinas de este tipo o slamente quieren hacerlo as, perdiendo,si no lo hicieren su carcter razonable? Qu son -o cmo son- las personas razonables?Quin y de qu manera determina que es lo razonable?

    Podramos continuar ampliando la pregunta, deshojando sus mltiples capas osacndolas una a una de la anterior, como las muecas rusas, sin llegar nunca a un finalsatisfactorio ni a una respuesta, sino definitiva, s al menos referencial. No merece la penafatigarse en ese intento porque nos hallamos en presencia de uno de los tpicos lazosargumentales de Rawls en los que, o bin se acepta sin dudar el primer eslabn en el que seapoya el razonamiento o no hay posibilidad de que ste se sostenga o de que no se nosdesenvuelva entre las razones derivadas de aqul un autntico laberinto inacabable decuestiones secundarias. En el presente caso, lo que no se puede aceptar es la determinacinimpuesta por Rawls: Partamos del supuesto...de que las personas razonables se limitan aafirmar.... Por la misma razn, podramos partir del supuesto contrario (las personasirrazonables se limitan a negar...doctrinas comprehensivas razonables...etc.), tratando de llegara la conclusin de Rawls por el camino inverso. No llegaramos a ninguna parte, como tampocopodemos hacerlo ahora con su propuesta. Y ello por la sencilla razn de que no es concebibleese comportamiento en las personas comunes. Nadie puede limitarse a afirmar o a negar nadasiempre. El desarrollo vivencial de las personas se ampara, precisamente, en la diversidad desus opciones, no porque operen factores o valores sobre las personas, sino porque laspersonas estn constituidas a partir de la segmentacin de su pensamiento, de la que es unprimer escaln la separacin del ser y de su conciencia de ser y que se expandeposteriormente durante el proceso de socializacin -que Rawls no parece tener muy en cuenta-para delimitar los mbitos respectivos con los otros y con el grupo social. Cualquier aspecto deunilateralidad absoluta de respuesta es por tanto funcionalmente imposible.

    Pero hay ms. Rawls dice: las personas razonables pensarn que es irrazonable usar elpoder poltico que puedan llegar a poseer para reprimir concepciones comprehensivas que no

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    son irrazonables, por mucho que difieran de la propia (Pag. 91 de su Texto). Es que cabrapensar en reprimir las concepciones comprehensivas irrazonables incluso an cuando existiese

    esa base pblica y compartida de justificacin que pueda ser aplicada sobre las doctrinascomprehensivas? La existencia misma de esa especie de base reguladora impedira laexistencia de las doctrinas comprehensivas tal como las describe Rawls. Con la modulacininducida por dicha base pblica, las doctrinas no podran ser ni ejercicios de la razn terica, niejercicios de la razn prctica, ya que no seran capaces de organizar o perfilar valores sininterferencias, ni mucho menos de expresar una concepcin inteligible del mundo compatiblecon otras concepciones o con otros valores. Lo que falla aqu en realidad es el concepto mismode doctrina comprehensiva y su divisin en doctrinas razonables e irrazonables.

    Para Rawls, la idea de razonabilidad no es una idea epistemolgica...sino ms bien,parte de un ideal poltico de ciudadana democrtica que incluye la idea de razn pblica en elque los ciudadanos pudieran mutuamente exigirse en lo que concierne a sus concepciones

    comprehensivas. Ya no solo desde un punto de vista social, sino desde una perspectivapoltica, es posible apreciar la irrealidad de semejante concepcin, ni siquiera aceptable en elmarco de un modelo de sociedad del tipo Qu pasara s...?, modelo que, adems, dificilmentepodra servir de recinto de ensayo para aplicar en l opciones de funcionamiento. Estaramoshablando, sencillamente, de un tipo de organizacin social que no solo no existe sobre la Tierra,sino que tampoco podra existir ni resultar mnimamente viable, al menos con las condicionesactuales.

    Por otra parte, me pregunto, quiz ingnuamente: De dnde podra venir esa capacidadde exigencia sobre las concepciones comprehensivas? Desde luego no vendra de la existenciade ninguna razn pblica, ni tampoco de ningn tipo-ideal de ciudadana democrtica. Tan solopodra venir -si ello fuera posible- de algn constructo filosfico-poltico anlogo en ciertosentido a la institucin de los filsofos-reyes de Platn. Pero en el mundo presente no estn lascircunstancias como para admitir una institucin semejante, por mas que algunos intentenconstruir -o aoren la posibilidad de articular- algo parecido.

    Rawls confunde a mi entender sus buenos deseos con la realidad. Por ejemplo, cuandose refiere al escepticismo que parece revelar su descripcin de las cargas del juicio, toda vezque -segn l- es preciso evitar el escepticismo si es que ha de ser posible un consensoentrecruzado de doctrinas razonables, opina que lo que ha se ha de hacer es no proceder, enla descripcin de stas cargas, como un argumento escptico (Pag. 93 de su Texto). Si, comoafirma, los argumentos escpticos ofrecen un anlisis filosfico de las condiciones delconocimiento...(es decir), del mundo externo de objetos.. . y por tanto llegamos a la conclusinde que no podemos conocer esos objetos al no poder satisfacer una o ms condicionesnecesarias para el conocimiento, tampoco ser posible -aunque Rawls se empee en locontrario- ni siquiera albergar la seguridad de que se conoce, al menos alguna de esascircunstancias que, para l, hacen que el acuerdo poltico en el juicio sea mucho ms dificil.

    Cuando desde el propio liberalismo moderno comienza a cuestionarse la utilidad de eseparadigma; cuando se llega a la conclusin -impuesta por la propia fuerza de los hechos- deque es necesario distinguir cuidadosamente entre concepciones como libertad, igualdad,derechos y poder, entre otras, y que de esa distincin no tiene necesariamente que nacer un

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    conflicto; cuando se requiere del poder del Estado -y es un hecho cierto que el Estado ostentacada vez ms cotas de poder- una accin en favor de los individuos y de los grupos ms

    desasistidos, el anlisis de las condiciones que han de ejercer su influencia o delinear un marcorespecto a las relaciones entre el individuo, la sociedad e instituciones como el Estado, ha deceirse todo lo posible a la realidad y a la prctica cotidiana. En este sentido, si bien es verdadque la expresin de buenas intenciones y el diseo de modelos ideales (entre los que hay queincluir el trabajo de Rawls) no vendr seguramente a empeorar lo ya existente, tambin lo esque ayudar mejor un anlisis que intente describir lo que ocurre, rescatando del gran fondocomn de ideas y de pensamiento del que dispone la humanidad, los esfuerzos masadecuados; pero sin olvidar que las contribuciones de los grandes pensadores e investigadoresde la sociedad, forman una parte irrenunciable de aqul patrimonio comn.