El líder se calienta
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1 Por: Diana Fernanda Vásquez S. Tel: 315 309 9114 Escríbenos: [email protected] *Ilustraciones: Cortesía de Fano
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“26Si se enojan, no pequen; que el enojo no les dure todo el día, 27no le den oportunidad al diablo. (…) 29No digan malas palabras, sino sólo palabras buenas y oportunas que edifiquen la comunidad y traigan beneficios a quienes las escuchen. 30No hagan que se entristezca el Espíritu Santo de Dios, con el que ustedes han sido sellados para distinguirlos como propiedad de Dios el día en que él les dé la liberación definitiva. 31Alejen de ustedes la amargura, las pasiones, los enojos, los gritos, los insultos y toda clase de maldad.. 32Sean buenos y compasivos unos con otros, y perdónense mutuamente, como Dios los perdonó a ustedes en Cristo”. Efesios 4, 26-‐31.
Hace unos días el Señor me regaló a través de la parroquia un seminario de formación
para la espiritualidad y la terapia del perdón, la reconciliación y la convivencia pacífica. Fueron 3 días maravillosos al que asistieron 74 personas de diferentes iglesias. Inició con la presentación del padre Gersaín Paz, de la Arquidiócesis de Cali, quien expresó el esfuerzo, el motivo, y la alegría de poder realizar esta convivencia; a la vez su expectativa ante la respuesta de nosotros al culminar el seminario. Entre charlas y dinámicas sobre nuestras heridas, nos iban llevando día a día a un encuentro personal sanador.
Hablamos entre tantas cosas de lo importante que es el diálogo; el aceptar que cada uno de nosotros somos mundos completamente diferentes, y que es nuestro deber mantener una actitud de armonía y de paz en esas relaciones. De pronto levanta la mano una monjita y dice: “yo sinceramente no sé qué hago aquí y así mismo se sienten otros compañeros. Esto no es lo que yo esperaba y quiero que me digan si va a seguir así porque no me parece que estemos aprovechando la oportunidad”. (Más o menos eso fue su idea). En el salón quedamos por segundos en completo silencio. De pronto estallaron voces y murmuraciones por un lado y otro. Alguien dijo: hermana, hable por usted, no involucre a los demás, y comenzaron palabras de descontento hacia la hermana.
Puntos de interés: Diferencia entre emoción y sentimiento • La pasión • ¿Qué es tener dominio propio? • El papel del Espíritu Santo en este proceso.
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Yo estaba sorprendida, pero más me sorprendí, cuando Lucero la conductora de la charla empieza a quejarse del grupo: y añadió que si no nos gustaba, mejor ella y Pedro, el otro animador se iban. Y salieron los dos del salón. Dirigí la mirada a mis compañeras Fabiola y Marta quienes a su vez estaban mudas, con los ojos 4 veces más grandes de lo que los tienen. De pronto alguien tomo la vocería tratando de calmar los ánimos. Cuando los conferencistas salieron, me paré de la silla inquieta y pensaba: ¿y ahora qué le vamos a decir al padre Gersaín Paz? Me senté de nuevo y pensé: aquí terminó el seminario para la formación de la espiritualidad, el perdón y la reconciliación.
Por instantes me pasaron por la mente una cantidad de ideas: ¿cómo es que la conductora pierde el control si es la que debe dar ejemplo? ¿Qué pasó con todo el
trabajo que habíamos hecho? ¿En qué quedó lo del diálogo? De pronto Lucero la conferencista entra rápidamente muy seria, se ubica al frente de todos, hace un gesto invitándonos a hacer silencio y dice: este tema se llama: “El líder se calienta”.
Por segundos enmudecimos de nuevo y después como que captamos que era una broma preparada y todos soltamos nerviosamente la carcajada. Nos costó asimilarlo pero de eso se trataba; de enseñarnos como nos dejamos manipular fácilmente por las emocionas, la conmoción que causan y las consecuencias que estas pueden traer. Comenzaron a disculparse con la pobre monjita quien se fue parte de la dinámica y nos dispusimos a observar las emociones que” nos” produjo el “incidente”. ¿Qué sentimos? ¿qué pensamos?¿que observamos en otros?
Fueron tan solo unas palabras y nada fuera de lo común. Ella sólo había expresado un punto de vista completamente contrario al sentir del grupo. ¡Pero el desazón que causó! Yo por lo menos quedé indispuesta por un buen rato. De ahí en adelante reímos contando cada uno la experiencia.
Este fue un taller sobre las emociones mal dirigidas, que son promotoras de formas de resolver violentamente los conflictos.
Según datos proporcionados por el motivador del seminario el padre Gersaín, Cali es la ciudad con el índice más alto de esquizofrenia mundialmente y la cuarta ciudad más violenta del mundo.
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¿Qué es una emoción? “A ver cómo se comportan; que no sean como los insensatos, sino como inteligentes”. Efesios 5,15
Es la respuesta inmediata a un estímulo externo. Las emociones, son un estado de ánimo caracterizado por una conmoción orgánica consiguiente a impresiones de los sentidos, ideas o recuerdos. Una emoción viene acompañada de una respuesta afectiva de gran intensidad, que sobreviene bruscamente e invade la psiquis de una persona y suele estar acompañada de reacciones neurovegetativas. En su fase inicial, las emociones se asemejan entre sí, independientemente de las circunstancias que las generen (una mala noticia, un momento de intensa alegría, etc.). Las reacciones son más o menos similares: Sudor frío, temblores, respiración rápida, palpitaciones, secreciones hormonales internas como el aumento en la producción de adrenalina.. Se producen también fenómenos expresivos como gritos y sollozos. Se perturba el tono afectivo habitual, se altera el ritmo de los pensamientos y se pierde, en algunos casos, el control de los actos. En las emociones muy violentas, se liberan los sentimientos reprimidos, reaparecen modos primitivos donde el sujeto puede expresar palabrotas y hasta realizar gestos brutales.
“Lo que nace de padres humanos es humano, lo que nace del Espíritu es Espíritu”. Juan 3,6
Las emociones son conductas aprendidas, intensas y momentáneas. Fugaces. Se ven, se transmiten, se contagian. Una emoción mal dirigida puede causar heridas muy profundas, haciendo perder hasta el proyecto o sentido de vida de una persona.
La alegría, tristeza, cólera, miedo, el rencor, la rabia, la ira y la vergüenza, entre otras, son emociones. Hay quienes señalan que se manifiesta una emoción sólo cuando lo experimentado por el individuo es desagradable, es decir, cuando se hacen presente el odio, la ira, el rencor, la vergüenza, etc. En el caso de las sensaciones agradables se habla de sentimiento. Sentimos amor, alegría, paz, tranquilidad. No podemos estar seguros de que esta diferenciación sea cierta. Es por ello que, al hablar aquí de emociones lo haremos de forma generalizada incluyendo las agradables y desagradables por igual. Las
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emociones se caracterizan por una serie de trastornos físicos y psicológicos. Las reacciones del individuo son las mismas para todas las emociones. Es decir, el cuerpo reacciona en primera instancia, igual cuando sentimos amor que cuando sentimos odio. Es por ello que vemos cómo se puede llorar de alegría y de tristeza, inclusive hasta de rabia. Temblamos cuando sentimos miedo y cuando estamos encolerizados y también cuando nos abraza el ser querido.
En todos los casos, se observan iguales cambios en la respiración y en la circulación, por nombrar sólo algunos. Las reacciones físicas están más diferenciadas y cada emoción comienza a tener su cuadro de síntomas muy particulares a cada una de ellas, clasificándose en dos categorías:
* Los que afectan a la mímica, como la palidez o el rubor del rostro, o algunas actitudes de escape o de lucha ante determinada situación. Igual, los fenómenos viscerales como los cambios en la respiración, en la circulación de la sangre, alteraciones digestivas y otras.
* Hasta hoy, la psicología continúa estudiando si alguna reacción en particular se identifica con una emoción específica. Por ejemplo, si los escalofríos son una reacción exclusiva del miedo.
Generalmente, sabemos que estamos tristes porque lloramos o que tenemos miedo, porque temblamos. Sólo si se producen los fenómenos corporales como cierta agitación,
temblor, escalofrío, ansiedad y otras, las emociones aparecerán. “Si se suprimen los fenómenos corporales, no existen las emociones. Sólo queda un frío estado de conocimiento de lo que nos sucede”.
¿Cómo controlar las emociones?
“Pues Dios ha mostrado su bondad a toda la humanidad, esta bondad nos enseña a renunciar a la maldad, y a las pasiones mundanas y a vivir en esta vida con templanza (dominio propio), justicia y piedad en el tiempo presente”. Tito 2, 11-‐12
Respirar profundamente, llamar al Señor y mientras él invade con la luz del espíritu Santo nuestro corazón, tomar unos segundos, o minutos, en silencio sin pensar, y dejar fluir la emoción. Clave: no dejarse enganchar por lo que encendió la llama. Es difícil mientras aprendes a tener dominio propio. Es cuestión de hacer un hábito.
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Y... ¿Qué es la pasión?
“Como ciudad sin muralla y expuesta al peligro, así es quien no sabe dominar sus pasiones”. Proverbios 25,28
La pasión es una inclinación, una tendencia desarrollada, exaltada y sobretodo hecha exclusiva, que anula todas las demás. Es una inclinación afectiva privilegiada, que se impone y llega a ser el centro de atracción de nuestra vida psicológica. La pasión es un sentimiento en donde se presenta una gran construcción imaginativa. Puede ser positiva o negativa dependiendo del sentimiento que la mueve. Por eso se dice que los extremos son dañinos.
En el caso de parejas se caracteriza por la tendencia del espíritu de descubrir, entre todas las cosas, que el objeto amado posee todas las perfecciones. Así, la pasión consiste en una creación, proseguida, sin descanso y frecuente de un objeto o persona perfecta, que muere cuando la imaginación cesa y ya no tiene fuerzas para realizar la imagen ideal.
¿Qué es un sentimiento?
“Que Dios mismo, el Dios de la paz, los haga a ustedes perfectamente santos, les conserve íntegros todo su ser, espíritu, alma y cuerpo, sin defecto alguno, para la venida de nuestro Señor Jesucristo”. 1Tesalonicenses 5,23
Los sentimientos, en cambio, son la evaluación consciente que hacemos de la percepción de nuestro estado corporal durante una respuesta emocional. Los sentimientos son conscientes, objetos mentales como aquellos que desencadenaron la emoción (imágenes, sonidos, percepciones físicas…). Los sentimientos se mueven entre extremos opuestos (placer-‐dolor, amor-‐odio, esperanza-‐desesperanza), son profundos o superficiales y perdurables en el tiempo. Esta última característica los separa por completo de las emociones, que se distinguen por sus notas de gran intensidad y momentaneidad.
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Dominio propio
“Ahora, hermanos, les rogamos y encargamos esto en nombre del Señor Jesús. Que se comporten y agraden a Dios tal como les enseñamos, y que continúen progresando en ese camino. Ustedes conocen las instrucciones que les dimos por la autoridad del Señor Jesús. Lo que Dios quiere es que ustedes lleven una vida santa, que huyan de la impureza y que cada uno sepa dominar su propio cuerpo en forma digna y respetuosa, sin dejarse llevar por la pasión y malos deseos como las gentes que no conocen a Dios. Que nadie ofenda a su hermano ni se aproveche de él, porque el Señor castiga tales ofensas como se los hemos dicho e inculcado. Y es que Dios no nos ha llamado a la impureza, sino a vivir en santidad. Por tanto quien desprecia estas enseñanzas, no desprecia a un hombre, sino a Dios, que
además les dio su Espíritu Santo”. 1Tesalonicenses 4, 1-‐8
Templanza y/o dominio propio: fruto del Espíritu Santo y es auto negación ante los malos deseos o placeres.
La falta de dominio propio conduce a exceso, a darle realce a la satisfacción de los deseos pecaminosos de la carne. El mejor antídoto consiste en ser lleno del Espíritu Santo. La persona llena del Espíritu está bajo control de él y recibe su ayuda para dominar su debilidad para controlarse a sí mismo.
Dios desea que los creyentes experimenten una vida equilibrada. En ello se incluye el equilibrio espiritual, físico, mental y emocional. Lo que Pablo llama “dominio propio”, clave en la conversión para el proceso de cambio, es la capacidad que tiene el individuo de poder entender e identificar sus emociones, además de saber cómo se mueve en torno a ellas. Una vez que la persona conoce su dimensión emocional, comienza a tener mejor y mayor control sobre su vida, lo que produce mayor estabilidad. Ahora la ciencia lo llama La inteligencia Emocional-‐ intrapersonal.
La inteligencia emocional se aprende. Primero que todo, la persona tiene que descubrir y aceptar que existen otras personas, espacios y situaciones, en el mundo que proporcionan herramientas para asumir la vida, y luego, a través de un trabajo y un proceso, comenzar a interconectar los sistemas emocional y
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racional que posee. Ya que algunas personas son tremendamente exitosas en ambientes laborales y sociales, mientras que en las relaciones familiares y personales presentas graves deficiencias.
Esto no es más que lo que encontramos en la Biblia en Hechos de los apóstoles 3, 19 que, dice: “Por tanto, arrepiéntanse y conviértanse para que sean borrados vuestros pecados”.
* Primero: “Arrepiéntanse“Es una invitación a mirarnos interiormente, a aprender de nuestros errores y mirar las emociones y sentimientos que los produjeron.
*Segundo “Conviértanse” después de mirar lo que hemos hecho de nuestra vida, convertirnos es una invitación a un cambio de la mente, de corazón, cambio interior, exterior, de actitudes, de vida, de acciones.
*“Para que sean borrados vuestros pecados”; a la persona que más afecta los errores cometidos es a uno mismo. Porque nos acompañan por donde vayamos, con el dolor de sus respectivas consecuencias. Por eso el Señor nos llama al cambio; para generar nuevas acciones, obras buenas, correctas, justas, dignas, que generemos restauración, paz, ambientes sanos y productivos. Para ese proceso Dios nos puso a Jesús en el camino, para que lo sigamos y seguirlo es imitarlo e imitarlo es hacer lo que él hacía y como él actuaba. Por eso hablar de
Conversión es siempre volverse de… para tener salvación y vida nueva.
Hablar de conversión permanente es hablar de dominio propio y/o inteligencia emocional. La conversión debe ser una actitud constante, permanente, progresiva y ascendente en nuestra vida.
Debe ser primero un cambio interior realizado por la acción creadora de Dios, por la acción vivificadora del Espíritu Santo, pero luego debe manifestarse coherentemente en lo exterior, en la vida, en las actitudes y los actos. Hablar de dominio propio es hablar de perdón, reconciliación, y vida nueva.
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De la mano…J
“Así, no ahorren esfuerzos por añadir a su fe la virtud, a la virtud el conocimiento, al conocimiento el dominio propio, al dominio propio la paciencia, a la paciencia la piedad, a la piedad el cariño fraternal, al cariño fraternal el amor”. 2 Pedro 1, 5-‐6
Existen cinco componentes claves en la conducta humana que debemos tener en cuenta: La Autoestima, el control emocional, la socialización, la planificación de objetivos y el optimismo. Comencemos por la autoestima: Las personas que se aprecian a sí mismas son más resistentes a las presiones de la vida cotidiana y son más perseverantes en las tareas que requieren mayores esfuerzos, que los que poseen baja autoestima. Investigadores de la conducta han demostrado que las personas que poseen control personal toman mejores decisiones que aquellas que se dejan llevar por las emociones. Otro factor que nos ayuda a ser estables emocionalmente, es la definición de metas de vida, con objetivos diarios razonables que nos permitan obtener mini-‐logros, y disfrutar, día a día, la plena satisfacción que provoca el éxito alcanzado.
De igual forma, investigaciones nos señalan que las personas optimistas no sólo son más saludables que las pesimistas, sino que se definen más felices.
La socialización, representa otro factor asociado al equilibrio. En efecto, se ha encontrado que las personas extrovertidas tienden a estar más contentas y satisfechas que las introvertidas.
Por su parte, las personas cordiales, entablan amistades con facilidad y consiguen mejores empleos y oportunidades de trabajo. De manera que si hasta ahora no lo hace, cultive la amistad, la autoestima, fíjese metas claras y alcanzables, sea optimista, crea en usted mismo, y viva en la voluntad de Dios, manteniendo un adecuado control emocional, o dominio propio.
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La obra del Espíritu Santo.
“En efecto, los que se dejan guiar por los bajos instintos tienden a lo bajo, los que se dejan guiar por el Espíritu tienden a lo espiritual. Los de naturaleza débil tienden a la muerte, pero preocuparse por las cosas del espíritu lleva a la vida y a la paz. Porque la tendencia de los bajos instintos se opone a Dios; porque no se somete a la ley de Dios, ni puede en realidad someterse, así que los que viven según la carne no pueden agradar a Dios”. Romanos 8, 5-‐8
El fuego es muy necesario, y tiene muchos usos en nuestras casas y en fábricas cuando se mantiene bajo control, pero cuando uno
pierde el control de este, se convierte en un terrible enemigo que destruye todo lo que toca. El hombre al ser creado fue lleno de energía mental, física, emocional y espiritual, la cual debe controlar adecuadamente para darle buen uso. Para que ésta traiga beneficios debe ser sometida al control del Espíritu Santo, que, como fruto nos regala la templanza o lo que también conocemos como dominio propio. Por eso debemos gobernarnos a nosotros mismos bajo la dirección del Espíritu Santo, para poder vencer las tentaciones. Es un trabajo que requiere disciplina, esfuerzo y constancia. Sólo después que un creyente pasa la experiencia sanadora, entregándole todas las áreas de su ser por completo a Dios, puede entonces avanzar en las enseñanzas que recibe como cursos bíblicos, grupos de oración, catequesis y en las prácticas que dan frutos.
En el universo hay una ley de cambio constante, y así somos los seres humanos. Por eso los que seguimos a Cristo, encontramos que unos días lo amamos con todo el corazón, tenemos una alegría a flor de piel, queremos a todo el mundo y estamos dispuestos a hacer todo lo que Dios nos pida. Pero al día siguiente encontramos que no deseamos orar, ya no le dedicamos el tiempo necesario, que nos da pereza asistir a la iglesia, nos sentimos desanimados para prestar el servicio en el ministerio por el que tanto nos esforzamos, o ya no sentimos ese primer amor que nos daba fuerzas para soportarlo todo. Esto es producto de nuestras emociones no manejadas.
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El Espíritu Santo trabaja en ti si se lo permites.
“Los que se dejan guiar por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Porque no recibiste un espíritu de esclavitud para recaer de nuevo en el temor, sino que recibiste el espíritu de hijos adoptivos, que nos hace exclamar: ¡Abba! Padre”. Romanos 8,14-‐15
Para un seguidor de Cristo las emociones intensas no son la medida de una experiencia cristiana. Un factor importante en el equilibrio de los aspectos de la fe cristiana es reconocer que la experiencia cristiana nace de la verdad; “en Cristo”.
Las emociones y los sentimientos son producto de la doctrina, por lo tanto del conocimiento de Dios, no a la inversa. El apóstol Pablo, dijo a los cristianos de Filipos que no importa los motivos del predicador, mientras que el Evangelio sea anunciado, (Fil 1:18). Pablo estaba mucho más preocupado por la doctrina que se predicaba que la experiencia o las emociones en la predicación. No son las emociones y los sentimientos los que te llevan a ser un buen cristiano; es el trabajo realizado por el Espíritu Santo en ti, es tu actitud y es tu compromiso. Dios obra en ti en la medida que se lo permitas. Y esto lleva a tocar fibras a veces dolorosas y desconocidas. Dios te invita a dejar hábitos, dependencias y a trabajar en tu interior desde el vientre materno hasta donde el Señor lo considere necesario. Y esto no es
más que un trabajo emocional. Donde tienes que aprender con la guía y la fortaleza que sólo Dios da, a manejar tus sentimientos y emociones hasta llegar a tener dominio completo de ellos. Es gobernar tu propio “yo”. Sólo él puede crear un corazón limpio que se caracteriza por emociones piadosas. Y los medios particulares que Dios ha prometido para bendecir con la presencia de su Espíritu son las buenas nuevas de Cristo y la salvación que él ha hecho posible a través de su muerte y resurrección. Así, el papel de las emociones en la vida cristiana encuentra su lugar adecuado en el momento en que la persona que reconoce que la salvación y la nueva vida empieza y termina con Dios.
Y para los apasionados del Señor les regalo esta cita Bíblica de Pablo: “Yo no corro sin ton ni son, ni peleo como quien da golpes al aire, sino que me impongo una disciplina y domino mi cuerpo, no sea que después de predicar a los demás, yo quede descalificado”. 1Corintios 9, 26-‐27.