El Mercosur de Perón, de Julio Fernández Baraibar

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Una breve historia sobre la unidad latinoamericana y la propuesta de Perón, en la década del 50 del siglo pasado, de estructurar una alianza estratégica con Brasil, el Nuevo ABC.

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El Mercosur de PernLas relaciones entre Juan Domingo Pern y Getulio Vargas, antecedentes para un verdadero Mercosurde Julio Fernndez Baraibar

Buenos Aires - 1999 -

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A Guadalupe y a Soledad, mis bellas hijas. A Jorge Enea Spilimbergo y a Alberto Methol Ferr, quienes, desde el Ro de la Plata, otean con sagacidad el futuro. A todos los compaeros y compaeras que lograron aguantar estos aos de reaccin.

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INDICEI. Introduccin..............................................................................................................................................7 A. La naturaleza del Mercosur ...................................................................................................................................................................9 B. Hacia un verdadero Mercosur............................................................................................................12 II. La Unidad Latinoamericana en el siglo XIX......................................................................................14 C. Antecedentes en el siglo pasado.........................................................................................................15 D. El caso del Brasil...............................................................................................................................19 1. El enfrentamiento entre Portugal y Espaa. ............................................................................................................................................................19 2. El Brasil durante la Independencia Sudamericana.........................................................................20 3. El Imperio y la creacin del Uruguay............................................................................................21 4. La guerra del Paraguay...................................................................................................................22 E. Los nacionalismos de la balcanizacin...............................................................................................24 F. Los latinoamericanistas de principio de siglo. ...................................................................................26 III. El Barn de Rio Branco y el primer A.B.C.......................................................................................28 G. La Alianza no escrita con los EE.UU............................................................................................30 H. El proyecto sudamericano del A.B.C.................................................................................................34 1. El nacionalismo antibrasileo del inepto Zeballos.........................................................................35 2. Roque Senz Pea y el apogeo del A.B.C......................................................................................37 IV. La Unidad Latinoamericana en el siglo XX......................................................................................42 I. Brasil, Getulio Vargas y el Estado Novo ........................................................................................42 1. Getulio Vargas, un desconocido para los argentinos ....................................................................44 2. Qu fue la Revolucin del Treinta en Brasil?...............................................................................47 3. El Estado Novo y el nuevo Brasil..................................................................................................49 4. La Segunda Guerra Mundial..........................................................................................................52 5. Las relaciones de Brasil y Argentina en el perodo........................................................................54 6. La primera cada de Getulio y la irrupcin de Pern en Argentina................................................57 a) El cerco al Rgimen del 43.......................................................................................................59 b) Un gacho ms peronista que brasileo....................................................................................60 c) Lusardo y la detencin del coronel Pern ................................................................................63 d) Un antiguo admirador de las SS se vuelve democrtico y antiperonista..................................66 e) Los cinco aos de Dutra y la gestin de Lusardo......................................................................69 J. El viejo A.B.C. es relanzado por Pern...............................................................................................75 1. Los acuerdos de integracin con Chile..........................................................................................78 2. Paraguay y la devolucin de los trofeos de guerra. Otros acuerdos...............................................83 K. El regreso de Getulio Vargas.............................................................................................................85 1. Joo Neves da Fontoura, un varguista antiperonista......................................................................86 2. El nuevo Brasil...............................................................................................................................88 3. Lusardo vuelve a Buenos Aires......................................................................................................92 L. El discurso de Pern en la Escuela Superior de Guerra......................................................................93 1. La reaccin en el Brasil...............................................................................................................101 2. El fin del getulismo......................................................................................................................102 a) Salgo de la vida para entrar en la Historia...........................................................................104 V. El final de un sueo no realizado ......................................................................................................106

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I.

IntroduccinLa creacin, afianzamiento y desarrollo del Mercosur proceso iniciado casi como

producto inmediato de la cada de los regmenes militares en, por lo menos, Argentina, Brasil, Uruguay y Chile1 es el intento ms importante y exitoso de una poltica tendiente a la creacin de un espacio poltico, econmico, cultural y social que supere el estrecho marco de los particularismos y las "patrias chicas" en que se convirti la herencia hispnica de Indias, despus de las guerras de la Independencia y de la constitucin de nuestros estados nacionales. Por primera vez y, al parecer, de una manera estable, los dos pases ms importantes del Cono Sur han logrado formular una alianza econmicocomercial a la que, de una manera natural, se han integrado los restantes pases de la regin. Desde hace casi quince aos, nuestras cancilleras han ido tejiendo una red de acuerdos, resoluciones y anexos que dificultan, sino impiden, un paso atrs en el camino de la integracin. Por primera vez en su existencia como estado soberano, la Argentina ha establecido un pacto regional al cual se subordina su economa y su poltica comercial. El perodo de la balcanizacin, iniciado al da siguiente de nuestra independencia frente a Espaa, parece llegar a su fin. Como ha escrito Jorge Enea Spilimbergo, Estratgicamente considerado, sin embargo, el Mercosur aparece como el acontecimiento ms importante de la ltima dcada del siglo para los cuatro pases signatarios, aunque su dialctica concreta no est predeterminada ni mucho menos2 Paradjicamente, el proceso que comenz con el acercamiento de los presidentes Sarney y Alfonsn en 1985 y que concluye con la creacin del Mercado Comn del Sur1

Excluimos de esta enumeracin el caso paraguayo, dadas las especficas condiciones de su desarrollo poltico. El reemplazo de lo que podramos llamar "el stroessnerato" se produjo por una crisis interior al propio sistema cvicomilitar establecido desde hace dcadas por el partido Colorado. El gobierno de Stroessner, ms all del juicio que merezcan sus evidentes violaciones a los derechos humanos, no fue exactamente un rgimen militar inconstitucional. Las particulares caractersticas histricopolticas del Paraguay su temprano aislamiento de las Provincias Unidas y el brutal genocidio que signific la guerra de la Triple Alianza, entre otras han impuesto en el pas un rgimen en el que el Ejrcito, el partido Colorado y el Estado forman un todo muy difcil de diferenciar, sostenido, entre otras razones, por la propia insularidad paraguaya.2

Spilimbergo, Jorge Enea, Un paso hacia la unidad de Amrica Latina, artculo aparecido en Accin Popular para la Liberacin, Organo del Partido de la Izquierda Nacional, N 17, Diciembre de 1994, Buenos Aires. Este libro le debe al pensamiento de la Izquierda Nacional la rica y compleja estructura ideolgica de esta corriente de pensamiento. En esta tarea, Jorge Enea Spilimbergo ha jugado, desde su relativo aislamiento y con las dificultades propias de quien se encuentra alejado de los grandes canales de prestigio, un papel fundamental en estos aos oscuros. Con la claudicacin de Jorge Abelardo Ramos frente a la ofensiva imperialista encarnada por el menemismo, Spilimbergo ha sido la figura cuya accin y pensamiento han mantenido viva esta tradicin militante obrera , popular y revolucionaria.

8 integrado por Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay en 1994, ha correspondido al perodo de ms absoluta hegemona imperialista bajo la frmula del llamado neoliberalismo. La cada de la Unin Sovitica y del bloque socialista retrotrajo el panorama del mundo a los das previos al Soviet de Petrogrado. Occidente y con l, el planeta ha vuelto a los tiempos del capitalismo liberal, del estado gendarme, de la cruda y brutal vigencia de la oferta y la demanda, del lucro empresario como nica ley. En la Argentina, este perodo ha coincidido con las dos presidencias de Menem y con la adecuacin de nuestro pas al orden imperialista surgido de la cada del muro de Berln. Ello ha significado el desmantelamiento del Estado nacional y de las grandes empresas estatales que, durante casi cincuenta aos, constituyeron el ncleo y la columna vertebral de cualquier poltica de soberana nacional. La llamada globalizacin adquiri, en nuestro pas, carcter de ideologa estatal tomando la palabra ideologa en su originario sentido de conciencia errnea del mundo y ha servido de justificacin a todo tipo de renuncias y traiciones a la independencia nacional y a las tradiciones conceptuales y polticas de los grandes movimientos populares del siglo XX3. Ha sido en este oscuro perodo de nuestra historia cuando la Argentina viol el principio de no-intervencin que haba regido su poltica exterior durante todo el siglo integrando las fuerzas armadas imperialistas que cobardemente bombardearon Bagdad en la guerra del Golfo. Ha sido, simultneamente a la constitucin del Mercosur, que el presidente Menem representando un partido fundado por el creador de la doctrina de la Tercera Posicin alej a la Argentina del Movimiento de Pases del Tercer Mundo, hostiliz diplomticamente a la Cuba de Fidel Castro bloqueada por EE.UU., vendi armas a Ecuador, durante la fugaz y deplorable guerra con el Per, y su ministro de Relaciones Exteriores estableci el alineamiento automtico y confes relaciones carnales con Washington. Pero, como sostiene el escritor y diplomtico Abel Posse4: En 1989 se inaugur esta etapa de globalizacin que implica mercado ms democracias dbiles. La nica3

Conf. Buela, Alberto, Globalizacin y Aldea Planetaria, en revista Lnea, Ao XVI, N 160, pg. 44, Febrero de 1999, Buenos Aires. El autor distingue con acierto entre los dos conceptos. Atribuye al concepto de Aldea Planetaria o Planetarizacin un carcter fctico, indiscutible, que, a nuestro entender errneamente, atribuye al desarrollo tecnolgico, y el de Globalizacin al que define como proyecto ideolgico. Seguimos convencidos que el desarrollo tecnolgico sigue siendo consecuencia de la expansin de las fuerzas productivas, a la vez que facilita esa expansin en un nuevo nivel. La planetarizacin, entonces, sera la ltima etapa alcanzada por el capitalismo imperialista, en la cual el desarrollo tecnolgico permite la total desaparicin de la distancia y la virtual simultaneidad del conjunto del planeta, algo que Marx haba alcanzado a entrever en el Manifiesto Comunista, pero que slo se ha hecho realidad a ciento cincuenta aos de su publicacin

9 democracia fuerte es la del pas central y las otras son democracias de sumisin, como la Argentina. Esta etapa ya termina, implosiona, en un nuevo retorno al EstadoNacin y al EstadoRegin, o sea, las naciones de una misma regin que se unen. Y ah est el Mercosur: el hecho poltico ms importante encarado por la comunidad argentina desde la guerra de Malvinas, en manos de empresarios y comerciantes. Completamente ajeno a las discusiones y anlisis de los polticos oficialistas u opositores quienes han renunciado hace tiempo a discutir lo importante, es examinado por expertos de mezquino horizonte economicista, calumniado alternativamente por exportadores o importadores de acuerdo a las meras relaciones cambiarias y es un arcano insondable para la inmensa mayora de los argentinos a quienes se les ha presentado como un vulgar acuerdo mercantil que tan slo interesa a los directorios de las empresas involucradas. Por vez primera, sin embargo, un valioso planteo de raz histrica, ideolgica y espiritual, perfila un camino de concreciones, zigzagueando entre los vericuetos que va labrando lo que llam Hegel la astucia de la historia5.

A. La naturaleza del MercosurEl libro Argentina y el MERCOSUR, una respuesta a la Iniciativa para las Amricas y a Europa 92, publicado por la Fundacin de Investigaciones Econmicas Latinoamericanas (FIEL), expresa bien a las claras el carcter meramente comercial bajo la bandera ideolgica del Libre Comercio que para un amplio sector de la burguesa argentina tiene nuestro acuerdo regional, a la vez que expone las diferencias entre ste y el NAFTA y la Comunidad Europea. En cuanto al NAFTA, cuyo nombre completo es North American Free Trade Agreement (Acuerdo Norteamericano de Libre Comercio), establece simplemente una zona de libre comercio, en la cual no se prev la existencia de un arancel comn hacia terceros pases. En rigor, la principal motivacin que gui a los pases firmantes fue la de estabilizar el acceso a los mercados, tratando de eliminar las barreras proteccionistas6. En el caso de EE.UU. y Canad, con economas integradas y de magnitud y grado de desarrollo semejantes, con pautas sociales y culturales similares,4

Posse, Abel, El Fracaso del Sistema Internacional, entrevista en Lnea, Ao XV, N 153, pg. 10, Junio de 1998, Buenos Aires5 6

Spilimbergo, Jorge Enea, op. cit.

FIEL, Argentina y el Mercosur. Una respuesta a la Iniciativa para las Amricas y a Europa 92. Pg. 11. Editorial Manantial. Buenos Aires. 1993.

10 con instituciones polticas y tradiciones jurdicas comunes, el acuerdo estatuye tan slo un intercambio ya establecido por la dinmica social. Distinto es el caso de Mxico, que a las diferencias econmicas, polticas, sociales y culturales con los EE.UU. y Canad, agrega un precio radicalmente ms bajo de la mano de obra y conflictivas relaciones migratorias con su vecino del Norte. Es cierto que el NAFTA abre su produccin al millonario mercado de sus otros dos miembros; pero es cierto tambin que lo abre para las empresas maquiladoras establecidas en Mxico, con costos laborales menores, lo que, por aadidura, permitira hipotticamente reducir la presin de los espaldas mojadas sobre los guardias fronterizos norteamericanos. El Mercosur, por el contrario, es un modelo de integracin de un mercado comn7, ms cercano al europeo. La distancia que media entre un proyecto y el otro es abismal. Entre ambas perspectivas est la distancia entre una tarifa aduanera comn y la apertura salvaje sujeta a los dictados de la llamada globalizacin8. No obstante, la Argentina es, de los dos pases ms importantes del pacto, el que aparece como ms reticente a desarrollar todas las consecuencias polticas, econmicas, militares, estratgicas y diplomticas de este logro. Los argentinos han consolidado un Mercosur puramente econmico. Un Mercosur de mercaderes que dio un extraordinario rdito para una Argentina de commodities industrialestecnolgicos)9. En el momento de escribir estas lneas, vemos por el canal oficial, ATC, al seor Carlos Fiorini, presidente de la Cmara Argentina de Comercio, entrevistado por Pedro Olgo Ochoa, en un programa dedicado justamente al Mercosur10. A juicio del seor Fiorini, que expresa el pensamiento del sector ms concentrado de la burguesa exportadora e importadora, lo ms importante del Mercosur ha sido la posibilidad de abrirse a la globalizacin, y la consecuencia que extrae de la crisis producida por la devaluacin del real es la necesidad de la Argentina de buscar otros mercados, sobre7 8 9 10

o de industria poco

competitiva (ante el dumping permanenteinmanente de los grandes centros

Ibdem. Spilimbergo, Jorge Enea, op. cit. Posse, Abel, op. cit., pg. 11.

Voz e Imagen del Mercosur, ATC, emisin del 28 de febrero de 1999. Un mes atrs, Brasil haba dejado flotante la cotizacin del dlar, como producto de la presin empresarial y sindical contra el monetarismo del llamado grupo carioca" de economistas, nombrados por el presidente Cardozo en los puestos decisivos del Ministerio de Economa y del Banco Central. Esa devaluacin sembr el pnico en el ambiente poltico y empresarial argentino, que de inmediato comenz a ver con desconfianza al Mercosur y la, por ellos considerada, irresponsabilidad brasilea.

11 todo en el hemisferio Norte, para compensar su dependencia con el Brasil. Esto, insistimos, fue dicho en un programa que pretende reivindicar este Mercosur de mercachifles. La nueva burguesa comercial portuaria, similar en esto a la de los tiempos de Mitre, carece, por supuesto, de todo proyecto ms all de su espritu fenicio. Ante la inevitabilidad de nuestro bloque semicontinental, ante la inviabilidad poltica, histrica y econmica de la Argentina aislada, desgajada de Latinoamrica, Provincia transocenica de Europa11, el vocero de los importadores reivindica tan slo su dogmatismo ideolgico y se desentiende del Brasil y de nuestro destino comn. Considera que el intento brasileo de romper con el cors de hierro impuesto por los organismos internacionales y apostar a la produccin y a una poltica monetaria que satisfaga sus necesidades quiebra las leyes de la globalizacin y se desentiende de todo compromiso con el transgresor. Su aceptacin mentirosa del Mercosur apenas oculta una vulgar adecuacin a las condiciones impuestas por el imperialismo. Estos son los hombres a los que la Argentina les ha dado la misin de acordar un gran bloque con el Brasil. No es extrao, entonces, que el Mercosur haya despertado en la Argentina tan menguado inters. Por otra parte, y con respecto a la poltica monetaria del Brasil, tiene razn el economista argentino Hctor Valle cuando afirma12: precisamente, entre otros elementos de juicio, si algo hicieron los genricamente definidos como paulistas y sus circunstanciales aliados, fue leer fructferamente la experiencia acumulada por la Argentina luego de tantos aos metida en un esquema de tipo de cambio fijo. En efecto, Brasil, sobre todo despus del giro poltico adoptado por Itamaraty, es el miembro ms activo y dinmico de la regin y el que plantea permanentemente una ampliacin de los niveles puramente comerciales del acuerdo. Citamos nuevamente a este notable miembro de nuestro cuerpo diplomtico, que es una de las pocas voces que, en la Argentina, se eleva para reivindicar el carcter estratgico del Mercosur y la imperiosa necesidad de su ampliacin, Abel Posse: Brasil quiso llevar la ntente con Argentina a una dimensin superior. Argentina, manejada por una burocracia ajena a toda idea de gran poltica y de sentido trgico de la historia, una burocracia de empleadillos de reparticiones oficiales, no supo consolidar con Brasil intereses polticos, sociales y estratgicos superiores. Prevalecieron los almaceneros de paso.11 12

Spilimbergo, Jorge Enea, op. cit.

Valle, Hctor, Brasil pate el tablero, revista Lnea, ao XVI, N 160, pg. 23, febrero 1999, Buenos Aires. Este economista, de origen desarrollista, efecta en este artculo interesantes reflexiones que lo alejan tanto del rebao monocorde del liberalismo y sus virtudes teologales mercado, ajuste y convertibilidad, como de la abstracta e imposible reivindicacin de la integracin nacional como paso previo a una integracin regional, planteada tradicionalmente por el frigerismo.

12 () Argentina se neg a crear desde el xito del Mercosur una alianza estratgica con Brasil. Nos negamos a crear el gran Estado de Naciones con estrategia y proyecto propio, con una fuerza disuasiva nuclear (el caso del submarino atmico), y con una presencia soberana, en los grandes geoespacios de la integracin y de nuestra Sudamrica y en los espacios ocenicos (el caso de la Zona de Paz y seguridad del Atlntico Sur). Argentina, como el patn provinciano, se sent a la mesa de juego slo para ganar sus porotos. No quisimos arriesgar un gran proyecto comn. No quisimos ser. Nos guardamos y rompimos los ases de la energa nuclear, del desarrollo en el Atlntico, de propiciar el puesto permanente de Brasil en el Consejo de Seguridad. Y termina afirmando: Por mi experiencia personal en esta materia, podra afirmar que Brasil se cans de los mercaderes argentinos y contina hoy su propio camino de gran Nacincontinente13. Esto es en suma el Mercosur. La nica herramienta capaz de hacer entrar a nuestra regin en el siglo XXI con la frente alta ha sido puesta en manos de quienes intentan entrar al futuro retrocediendo, de las mismas clases sociales y sus corifeos que durante cincuenta aos lucharon contra el rumbo industrialista impuesto por Pern y el peronismo a partir de 1945, al que derrocaron en 1955 y que han logrado, en parte, volver a la Argentina agroexportadora de 1930, en la que sobran ms de la mitad de sus habitantes, hoy sometidos a las condiciones del desempleo, el subempleo y la marginalidad. En las vsperas del nuevo siglo, la admonicin de Juan Domingo Pern el siglo XXI nos encontrar unidos o dominados corre el riesgo, merced, entre otras cosas, a la traicin de sus epgonos, de convertirse en su opuesta paradoja, unidos y dominados.

B. Hacia un verdadero MercosurEste trabajo, cuya finalidad ltima es, obviamente, poltica antes que acadmica, se propone demostrar que el proyecto de unin con el Brasil es, en primer lugar, un

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Posse, Abel, Nosotros, Brasil y la implosin Occidental, revista Lnea, ao XVI, N 160, pg. 12, febrero 1999, Buenos Aires. La experiencia a la que se refiere lo ha llevado a Posse a quedar relegado en sus destinos diplomticos y separado de toda decisin estratgica en la Cancillera de Di Tella y solamente su prestigio literario le ha permitido hacer or su voz acerca de estos temas en columnas de medios de gran tiraje. De lo contrario, sus opiniones slo aparecen en medios de distribucin militante: el viejo cerco del silencio que el sistema dominante ha impuesto tradicionalmente a sus ms destacados crticos.

13 momento, el ms alto, de nuestro viejo proyecto de unin Latinoamericana, nacido en las guerras de la Independencia. En segundo lugar, al rastrear en el pensamiento y la accin del general Pern el origen del Mercosur, aparece la concepcin de un bloque regional econmico, poltico y estratgico en respuesta a la constitucin del bloque europeo y norteamericano. Descubrimos entonces, que la idea de la integracin naci como respuesta nacional antiimperialista al intento hegemnico continental angloamericano, inmediatamente despus de la 2 Guerra Mundial, lejos, por lo tanto, de las nieblas globalizadoras y aperturistas que hoy impiden ver la naturaleza histrica de nuestro Mercado Comn del Sur. Entendemos que en la profundizacin y desarrollo de estas ideas expuestas por Pern, principalmente entre los aos 1950 y 55, se encuentra el rumbo hacia un verdadero Mercosur que, alrededor del eje Buenos AiresSo Paulo, estructure el gran bloque continental hispanoamericano, biocenico, desplegado en los dos hemisferios, industrial, libre y justo. A ese proyecto hemos llamado el Mercosur de Pern.

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II.

La Unidad Latinoamericana en el siglo XIXLo primero que es necesario plantear, antes de otra consideracin, es que el

Mercosur debe ser ubicado y analizado dentro de una larga perspectiva histrica. Considerar que el Mercosur es producto tan slo de las modificaciones sociales, econmicas y polticas producidas por la desaparicin de la Unin Sovitica y el establecimiento de una, aparentemente, maciza hegemona del sistema econmico conducido por los Estados Unidos y los organismos financieros internacionales, significara un grueso error de aproximacin a lo que ha sido, posiblemente, el problema poltico ms importante con el que se han enfrentado los pueblos del sur de Amrica Latina despus de las Guerras de la Independencia. Hace unos aos, el ensayista uruguayo Alberto Methol Ferr afirmaba, a propsito de un seminario convocado por la Secretara de Cultura de la Nacin bajo el arbitrario ttulo de Mercosur y Postmodernismo, que los brasileos que haban concurrido al simposio (entre otros Helio Juagaribe, el fundador del pensamiento sociolgico latinoamericano) se haban dedicado a hablar del Mercosur y los argentinos, muchos de ellos con cargos pblicos en la administracin menemista, haban preferido referirse al llamado postmodernismo. Con ello Methol Ferr quera sealar la profunda indiferencia con que la intelligentzia argentina recibi la creacin y desarrollo del Mercosur. Pero, por otra parte, vincular, como los organizadores del encuentro lo hicieron, el llamado pensamiento postmoderno con la creacin de nuestra unidad regional es caer en ese error de aproximacin del que hablamos ms arriba, que deshistoriza un logro cuya gestacin se remonta a los orgenes mismos de la Independencia. Como el divulgador postmodernista JeanFranois Lyotard sostiene: En la sociedad y la cultura contemporneas, sociedad postindustrial, cultura postmoderna, la cuestin de la legitimacin del saber se plantea en otros trminos. El gran relato ha perdido su credibilidad, sea, cual sea el modo de unificacin que se le haya asignado: relato especulativo, relato de emancipacin1. Con esto, el pensador francs intenta destruir el pasado histrico, convirtiendo en un cuento para nios el paso del hombre sobre la tierra, la evolucin y transformacin experimentada por el gnero humano desde su salida de las cavernas y el descubrimiento del fuego y, por sobre todas las1

Lyotard, Jean Franois. La Condicin Postmoderna, pg. 73 y ss. REI Argentina, Buenos Aires, 1987. En su introduccin el autor explica el objeto de su obra como la condicin del saber en las sociedades ms desarrolladas. Se ha decidido llamar a esta condicin postmoderna. () En origen la ciencia est en conflicto con los relatos. (pg. 9 y ss.).

15 cosas, la absoluta imposibilidad del hombre de cambiar las condiciones de su propia existencia. En su jerga, tomada del formalismo lingstico y de los juegos verbales de Wittgenstein: La funcin narrativa pierde sus functores, el gran hroe, los grandes peligros, los grandes periplos y el gran propsito. Se dispersa en nubes de elementos lingsticos, narrativos, etc., cada uno de ellos vehiculando consigo valencias pragmticas sui generis. Lo que sea que este galimatas signifique implica la prdida de toda nocin de humanidad, de todo destino humano, por lo tanto de toda historia, disuelta en un juego de apelaciones verbales en los cuales solo se imponen aquellos que gozan ya del beneficio del poder2. Nuestro intento, por lo tanto, consistir en tratar de rehistorizar lo que consideramos el principal logro en trminos de objetivos nacionales que el pas se ha dado desde la constitucin del Estado Nacional por parte del general Roca y la generacin del 80. Creemos que el accionar de las generaciones pasadas, sus luchas, sus desvelos, sus triunfos y sus derrotas condicionan el escenario en el cual deben actuar las mujeres y los hombres de hoy. No somos productos ex nihilo de ninguna probeta de laboratorio. Lo que somos, lo que hemos logrado ser, es el resultado de nuestros esfuerzos, determinados por lo que hombres y mujeres del pasado formularon, pensaron, realizaron o fracasaron en realizar. De ah el esfuerzo de este trabajo en vincular el actual Mercosur en el marco de lo que fue, durante aos y para muchas generaciones de compatriotas, un objetivo estratgico: la Unidad Latinoamericana.

C. Antecedentes en el siglo pasado.Con diferencias de unos pocos aos, todas las sociedades criollas de las Indias se levantan contra el poder espaol. La revolucin hispanoamericana es una consecuencia directa de la invasin napolenica a Espaa. El infecundo atraso de la metrpoli y la imposibilidad de sus sectores dirigentes -la corte borbnica y la parasitaria nobleza territorial- en transformar la anacrnica sociedad espaola, disolver sus particularismos feudales y establecer un rgimen capitalista tanto en la metrpoli como en sus posesiones ultramarinas, acorde al proceso que de manera acelerada se desarrollaba2

El saber postmoderno no es solamente el instrumento de los poderes. Hace ms til nuestra sensibilidad ante las diferencias, y fortalece nuestra capacidad de soportar lo inconmensurable (Lyotard J.F. op. cit., pg. 11). El saber, la ciencia, el conocimiento se han convertido tan slo en la legitimacin del poder econmico y en el consuelo, para quienes estn marginados del mismo, que otrora brindara la religin.

16 allende los Pirineos o trasponiendo el Golfo de Vizcaya, fue resuelto de manera paradjica por la invasin napolenica. La guerra de defensa nacional contra el invasor francs asume las tareas interiores que esos mismos invasores haban desplegado en su propia patria. Los espaoles metropolitanos y ultramarinos, por esos oscuros caprichos de Clo, se enfrentan a los herederos directos y recientes de la Revolucin Francesa con las mismas banderas polticas y sociales que haban asaltado las Tulleras. La vuelta del absolutismo de la mano de Fernando VII, al caer Napolen, disuelve la famosa mscara de Fernando bajo la cual se haban gestado las Juntas y los gobiernos criollos que desde 1810 se organizan en Hispanoamrica. La vuelta del autcrata y su intencin de retrotraer el imperio a la situacin previa a la invasin francesa produce el afianzamiento de los intentos independentistas y su consecuencia militar, las guerras de la Independencia. Jorge Abelardo Ramos precisa, entendemos, con claridad esta cuestin cuando afirma: El fracaso de la revolucin espaola abre la etapa de las guerras de la Independencia en Amrica; la guerra civil se traslada a este continente, donde combaten en bandos enfrentados espaoles contra espaoles, criollos contra criollos. () Esta guerra persegua al principio un doble objetivo: impedir que Amrica Hispnica recayera bajo el yugo absolutista y conservar la unidad poltica del sistema virreinal bajo la forma de una Confederacin de los nuevos grandes Estados3. Hoy ya no quedan dudas como en el momento cuando estas palabras fueron escritas acerca del carcter unificador de las batallas libradas por San Martn y Bolvar. Y mucho se ha dicho y escrito sobre las razones que impidieron que esa confederacin americana se frustrase bajo los deseos y apetitos del mediocre particularismo de las oligarquas locales y sus socios de las burguesas comerciales de los puertos y ciudades hispanoamericanas. El hecho histrico incontrastable es que nacimos a la vida independiente con la vocacin de establecer en las viejas colonias espaolas la misma3

Ramos, Jorge Abelardo. Historia de la Nacin Latinoamericana, Tomo 1, pg. 145 y ss. A. Pea Lillo Editor, Buenos Aires, 1973. A nuestro entender, Jorge Abelardo Ramos ha sido uno de los ms grandes pensadores polticos argentinos del siglo XX. El autor lo conoci y trat en el perodo, quizs, ms rico de la larga trayectoria poltica de Ramos, entre 1969 y 1976. Sus libros ms importantes, Revolucin y Contrarrevolucin en la Argentina, Historia de la Nacin Latinoamericana,, Historia del Partido Comunista en la Argentina y Crisis y Resurreccin de la Literatura Argentina, forman parte del acerbo del pensamiento nacional argentino y latinoamericano. Su final, al servicio de la traicin menemista, no empaa de ninguna manera sus aportes, desde el marxismo, a la constitucin de un sistema de pensamiento revolucionario enfrentado, por un lado, a la vieja Argentina oligrquica y, por el otro, a las limitaciones del peronismo despus de la desaparicin de su jefe histrico. Como Alberdi, al cual admir, Ramos fue una vctima ms, una de las ms preclaras, de la dictadura ideolgica de la vieja Argentina oligrquica. Como modesto homenaje a su memoria, recordemos, tan slo, que muri, unos das antes que sus amigos se afiliaran al partido presidido por Menem. La dignidad de la muerte le evit tan indigno paso.

17 unidad anfictinica que permiti a las posesiones britnicas de New England convertirse en el pascontinente, del Atlntico al Pacfico, que hoy son los EE.UU. Uno de los historiadores revisionistas argentinos que ha tenido la osada intelectual de comparar el proceso de independencia de los actuales EE.UU. con el de nuestro continente, Julio Irazusta, menciona que el hecho es que por la desdichada combinacin de circunstancias enumeradas, los Estados promotores de la revolucin hispanoamericana quedaron controlados por los segundones del movimiento. () Esos hombres resultaron pequeos en comparacin con los hroes mximos. Pero formaban una brillante generacin. Inteligentsimos, aun cuando se equivocaban, y diestros para sostener dialcticamente sus peores extravos, su primer defecto consisti en el espritu imitativo4. Esto nos convirti en argentinos, chilenos, uruguayos o bolivianos. En octubre de 1825, en Potos, actual Bolivia, Simn Bolvar es husped de un banquete ofrecido por los delegados argentinos, el general Carlos Mara de Alvear y el doctor Daz Vlez. Estos haban sido enviados por el gobierno del Ro de la Plata, a la sazn en manos de Bernardino Rivadavia uno de los segundones a los que se refiere Irazusta para felicitar al Libertador por la victoria de Ayacucho, victoria que aseguraba la independencia del Ro de la Plata y que lograba, adems, la independencia de las cuatro provincias rioplatenses del Alto Per5. Los porteos, que eran tambin portadores de un ofrecimiento al Libertador para que se hiciera cargo de las tropas rioplatenses que lucharan contra el Brasil, acababan de reconocer la Independencia de Bolivia es decir de las cuatro provincias rioplatenses del Alto Per, que formaban parte del virreinato del Ro de la Plata y donde se haban formado, entre otros, Mariano Moreno y Bernardo de Monteagudo como modo de granjearse la simpata de Bolvar, en ese momento el hombre ms importante de Hispanoamrica. En ese banquete, Simn Bolvar pronuncia un brindis que revela con claridad el juicio que la conducta del partido porteo le4

Irazusta, Julio, De la epopeya emancipadora a la pequea Argentina, pg. 302, Ediciones Dictio. Buenos Aires, 1979. Contina el autor afirmando: () se aferraron a la idea de obtener una ayuda exterior que no podan alcanzar, y despreciaron a sus compatriotas provincianos que mejor sostenan la causa, pero por eso mismo queran compartir la direccin del movimiento. () El afn nacional de dirigir nuestros destinos fue olvidado por ellos, para mendigar en cambio protectorados brasileo, ingls o francs que nos salvaran del absolutismo espaol. Esto mismo les pareci en cierto momento preferible a la anarqua resultante de su incapacidad para arreglarse con sus compatriotas. Los Rivadavia y los Manuel Garca, carentes del genio y la voluntad de los San Martn y Bolvar, preferan ser defendidos por la corte de los Braganza o por Lord Canning antes que sentarse a discutir con Artigas, con el doctor Francia o con Pancho Ramrez.5

No olvidemos en este rpido anlisis histrico que las Provincias Unidas del Ro de la Plata no terminaban en La Quiaca, sino que comprendan parte de lo que hoy es territorio de Bolivia.

18 mereca. Dijo entonces: Brindo por el Congreso de las Provincias Unidas del Ro de la Plata, cuya liberalidad de principios es superior a toda alabanza, y cuyo desprendimiento con respecto a las provincias del Alto Per es inaudito (la negrita es nuestra). Brindo por el gobierno del Ro de la Plata por que recobre la integridad de sus provincias (aludiendo a la Banda Oriental, causa de la futura guerra con el Brasil), como ha adquirido sus derechos6. Cuando los ejrcitos espaoles se retiran definitivamente de nuestro continente quedan establecidas pequeas entidades polticas con dbiles o inexistentes estados. Jorge Canning y la intriga inglesa, la docilidad de Manuel Garca ante los ingleses y la estolidez de Rivadavia crean el Uruguay. El Ro de la Plata cede voluntariamente sus provincias altoperuanas, como hemos visto, para fundar un pas que paradjicamente es el nico cuyo nombre pretende rendir homenaje al guerrero de la unidad sudamericana, Bolivia. El Paraguay del doctor Francia, abandonado por Buenos Aires despus de la expedicin militar de Belgrano, se sostiene en su aislamiento. Los mezquinos intereses de las burguesas comerciales de Bogot, Caracas y Quito hacen pedazos la Gran Colombia bolivariana, convirtindose en Colombia, Venezuela y Ecuador. La avidez norteamericana y la ceguera provinciana arrancan a Colombia su provincia en el istmo, dando origen a Panam7. La primera gran oportunidad de constituir una nacin que se desplegase del Caribe a Tierra del Fuego y del Atlntico al Pacfico haba sucumbido. El Libertador, slo y con el nico capital con que contaba, un cofre conteniendo un gran juego de cubiertos de plata, definitivamente enfermo, agoniza lejos de Manuela Senz. Un antiguo realista, Don Joaqun de Mier, que antes pudo ser su enemigo, enterado de la situacin del gran Bolvar, acudi en persona a caballo para ofrecer su propia

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Bolvar, Simn, Discursos y Proclamas, pg. 96 y ss. Casa Editorial Garnier Hermanos, Pars, 1913. El brindis del gran caraqueo agrega un saludo al general Alvear, que con su valor plant el estandarte de la libertad sobre las fortalezas de Montevideo y que con sus talentos liga las relaciones del gnero humano con su patria. Por que la suerte lo eleve a la altura de sus mritos. Posea Bolvar, sin duda, tambin el arte de la irona. Por el compaero de la delegacin del Ro de la Plata brinda tambin el Libertador: Por el seor Daz Vlez, esclarecido legislador, poltico virtuoso, modelo de ciudadano. No haba dudas que ignoraba cul haba sido la colaboracin exacta del preclaro porteo a la emancipacin americana.7

Los seores Obaldia, Amador y Huertas, al iniciar el separatismo, creyeron quiz sinceramente que del sometimiento a los Estados Unidos sacara la regin grandes ventajas. Imaginaron que la nueva entidad usufructuara los beneficios del intercambio enorme a que dara lugar la nueva va de comunicacin. Pero con excepcin del saneamiento de las poblaciones, la antigua provincia de Panam no ha realizado sus esperanzas. Ugarte, Manuel, El Destino de un Continente, Ediciones de la Patria Grande, pg. 175, Buenos Aires, 1962. Esto fue escrito en 1913, a pocos aos de la separacin. No mucho ha cambiado desde entonces.

19 hacienda, distantes unos cuantos kilmetros de la localidad8. En esa casa, en la cama prestada por un enemigo poltico, muri Simn Bolvar. Gabriel Garca Mrquez, en El General y su Laberinto, ha escrito para siempre su dramtica derrota, de la que an hoy Latinoamrica sigue sin recuperarse plenamente.

D. El caso del Brasil.El condado de Portugal, perteneciente al reino leonscastellano, fue entregado por Alfonso VI, rey de Castilla, como dote a su hija Taraja, al casarse con el caballero francs Enrique de Borgoa. ste, en permanente guerra con Raimundo, marido de Urraca, la otra hija de Alfonso VI, muri sin lograr establecer su dominio en las tierras dotales. Muri joven, en 1114, dejando un hijo menor de edad, Alfonso Enrquez, y una viuda, segn los decires, bella y casquivana. La conducta de la casquivana Taraja despert la rebelda de los barones de la terra portucalis, capitaneados por el propio Alfonso. La batalla de Guimares dio el triunfo a Alfonso Enrquez, quien no vacil en encarcelar a su madre, hacindose cargo del reino. En este relato, entre histrico y mtico, se funda la creacin de la corona de Portugal y, con ella, de la nacionalidad portuguesa. 1. El enfrentamiento entre Portugal y Espaa. Ms all de ello, la cua que dividi para siempre la pennsula ibrica, permitiendo el afianzamiento del reino y su posterior transformacin en una potencia martima, ha tenido permanentemente una conspicua presencia, diplomtica o militar, inglesa. Desde los tiempos de Juan I y su victoria sobre el rey de Castilla, en 1385, Inglaterra ha estado vinculada a la historia portuguesa, estableciendo un permanente antagonismo entre los dos estados ibricos. Ese antagonismo y esa abstracta barrera que divide a Espaa y Portugal se traslad a las tierras de Amrica, convirtiendo al Brasil en un cerrado enigma para los americanos hispanohablantes. El tratado de Tordesillas de 1494, tan slo a dos aos del Descubrimiento, traz en nuestro continente esa muralla de incomprensin. Los argentinos ignoramos de nuestro principal vecino todo o casi todo. Nos es mucho ms familiar la figura de Clemenceau o de Bismarck que la del Barn de Rio Branco. Marcel Proust o James Joyce gozan de mucho mayor prestigio

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Von Hagen, Vctor W., Las cuatro estaciones de Manuela, pg. 303, Editorial Sudamericana, 1989.

20 que Euclides da Cunha. Nos ha despertado mucho mayor inters la Repblica de Weimar que la Repblica de los quilombos de Palmares.9 En 1549 se instala el primer gobernador general de las posesiones portuguesas en Sudamrica. La ciudad de la Baha de Todos los Santos se convierte en la capital y en el centro de una de las principales actividades econmicas, el comercio de esclavos. Se establece sobre todo el pas una explotacin econmica de plantacin, en la que rpidamente a la mano de obra esclava de los indios se suma la de los africanos, trados por portugueses, holandeses y franceses. Esta primera etapa de la colonia portuguesa se caracteriza, sobre todo, por un permanente enfrentamiento en el norte con los asentamientos de otras potencias coloniales, las Guayanas holandesa y francesa. El descubrimiento de oro en Minas Gerais en 1693 signific un impulso decisivo para el crecimiento de la colonia lusitana y la fundacin de grandes poblaciones en el interior. A excepcin del perodo 15801640, cuando ambos reinos de Portugal y Espaa estn bajo la corona de los Felipes de Habsburgo, las peleas dinsticas, las querellas derivadas de las distintas interpretaciones que cada corona haca sobre el Tratado de Tordesillas y la poltica europea profundizaron las diferencias entre ambos pases. A mediados del siglo XVIII, las reformas del marqus de Pombal, gobernador general del rey en Brasil, alteraron la vida social y administrativa de la inmensa colonia. El poder se concentr entonces en manos del representante real y se traslad la capital a Ro de Janeiro. 2. El Brasil durante la Independencia Sudamericana La invasin napolenica al Portugal, en 1807, tuvo para nuestro vecino un efecto completamente distinto al que el mismo hecho produjo en las colonias espaolas. El entonces prncipe regente, despus Juan VI, toda la familia real y la corte en pleno se trasladaron a Ro de Janeiro, convirtindose la ciudad en la metrpoli del Imperio Lusitano. El espectculo de esa imponente procesin de veleros, llevando en sus bodegas el Estado Imperial, su Tesoro, sus parsitos cortesanos y su servidumbre, debe haber dejado honda impresin en los ojos de los cariocas de entonces.

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Esta fue una repblica de esclavos fugados de las plantaciones, ingenios y haciendas, que a principios del siglo XVII se estableci en el interior de la entonces capitana de Pernambuco. V. Edison, Carneiro, O Quilombo dos Palmares, Civilizao Brasileira, Ro de Janeiro, 1966; Freitas, Dcio, Palmares: a guerra dos escravos, Mercado Aberto, Porto Alegre, 1984; Gomes, F. dos Santos, Liberdade por un fio, Historia dos Quilombos no Brasil, Companhia dos Libros, So Paulo, 1996.

21 Pero la instalacin de los Braganza en Ro de Janeiro no impidi que en el Brasil se expresaran los mismos intentos independentistas que haban brotado como hongos en el resto de Hispanoamrica y, como dice un historiador brasileo, las rebeliones seguan a las algaradas, la revolucin a los motines10. En 1817 se produce en Pernambuco un levantamiento popular impregnado de las mismas ideas de los que se producan en otras regiones hispanohablantes, que es brutalmente reprimido. En 1821, se extiende desde Par una insurreccin que se une al levantamiento de Baha al grito de Abajo el absolutismo11. El prncipe regente Juan, ya instalado en Ro de Janeiro, ha trado consigo tambin la ayuda inglesa. Ahora comienza el siglo britnico en el estilo de vida de la ruda sociedad brasilea: la corte portuguesa y los importadores ingleses educarn a los dueos de plantacin12. El ms absoluto librecambismo se instala en el Brasil y la corte de los Braganza se convierte en el principal centro de conspiracin antiindependentista, adems de nido de intrigas diplomticas britnicas. En 1821, cado Napolen y establecida la Santa Alianza, el ya rey Juan VI decide que es hora de volver a Lisboa. Queda como regente de Brasil su hijo, el prncipe Pedro. Al ao siguiente, ste pronuncia su clebre Eu fico13, se proclama la independencia brasilea y el regente es coronado como Pedro I, Emperador de Brasil. 3. El Imperio y la creacin del Uruguay Es a pocos aos de estos hechos, en 1825, cuando se produce la guerra entre las Provincias Unidas del Ro de la Plata y el Brasil por la regin llamada Banda Oriental por los porteos y Provincia Cisplatina por el Imperio. La repercusin que esta guerra tuvo en los odos de Bolvar lo hemos visto ms arriba. Como sabemos, las armas rioplatenses triunfaron en Ituzaing, aplastando al desmoralizado ejrcito imperial. Como sabemos tambin, la diplomacia de Rivadavia y Manuel Garca perdieron para siempre a la Banda Oriental. Dice Jorge Abelardo Ramos: Pero los intereses porteos buscaban desprenderse de la Banda Oriental y concentrarse en la explotacin de su

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Ramos, Arthur, Las poblaciones del Brasil, Editorial Fondo de Cultura Econmica, Mxico, 1948. Freyre, Gilberto, Interpretacin del Brasil, Fondo de Cultura Econmica. 1945. Ramos, Jorge Abelardo, op. cit. Tomo 2, pg. 261.

El hoy muy difundido turismo a Brasil debera hacer intil la traduccin de la frase. Pero sabemos ms ingls que portugus. Me quedo dijo Pedro de Braganza, dando a entender su voluntad de separar al Brasil de la corona de su padre.

22 propia pradera y su propio puerto. Esto coincida con la voluntad inglesa, que haba proyectado la creacin de una ciudad hansetica en la margen oriental del ro14. El papel jugado por el reciente Imperio Brasileo y por su monarca, Pedro I, en este captulo de la balcanizacin sudamericana se ajust exactamente a las necesidades britnicas. Entre su intransigencia en el terreno diplomtico para reconocer la derrota sufrida en el campo de batalla, negndose a devolver a Buenos Aires, la Provincia Cisplatina, y la inepcia dolosa de Manuel Garca, cambiando en la mesa de negociacin el resultado logrado por las armas, Lord Ponsomby, el embajador del Foreign Office, logr su cometido: segregar la Banda Oriental y crear la Repblica del Uruguay, el algodn entre dos cristales. Resulta sorprendente que uno de los primeros debates en los que participa el joven diputado en la Asamblea Legislativa del estado de Rio Grande do Sul, el futuro presidente Getulio Vargas, sostena en octubre de 1909: Aunque haga justicia al talento y gran habilidad de los diplomticos brasileros de tiempo del Imperio, no se debe ocultar que ellos quisieron erigirse en rbitros y solucionadores forzados de las cuestiones internas de las repblicas del Plata15. El reformador de la llamada Repblica Vieja, nacido en el territorio fronterizo de las viejas Misiones Orientales, sospechaba ya entonces sobre el papel jugado por la diplomacia de Pedro I. 4. La guerra del Paraguay. El crimen de la Guerra del Paraguay ba en sangre, durante cinco dolorosos aos (18641865), el corazn de la Cuenca del Plata. Con ello culminaba de manera dramtica el proceso de desmembramiento de la heredad hispnica. La bibliografa histrica divulgada en los ltimos treinta aos da cuenta de los saldos de esa guerra fratricida. El pueblo paraguayo no se reconstruira jams de su sacrificio. El Brasil era gobernado por Pedro II, hijo y sucesor del primer Emperador. Como ha sostenido con claridad el gran historiador mexicano Carlos Pereyra El Uruguay y Mitre aparecen, pues, como meros auxiliares del Brasil en la Guerra del Paraguay16. Fue justamente uno de los ms grandes pensadores polticos argentinos del siglo XIX, Juan Bautista Alberdi, quien, desde el primer momento, defini que esa guerra era una guerra del Brasil. Sostiene el gran tucumano: La Guerra del Paraguay es guerra14 15 16

Ramos, Jorge Abelardo, op. cit., Tomo 2, pg. 269. Carrazzoni, Andr, Getulio Vargas, pg. 74, Librera Anaconda, Buenos Aires, 1953. Pereyra, Carlos, El Pensamiento Poltico de Alberdi, pg. 253, Editorial Amrica, Madrid, 1913.

23 brasilea de conquista y de contrarrevolucin; guerra dinstica; guerra

antiamericana; guerra por lo mismo de amenaza para las otras repblicas, y principalmente las del Plata, que el Brasil poda utilizar como aliadas nicamente porque eran dbiles17. El Brasil imperial, con sus marqueses y marquesas, con su esclavitud, su economa de plantacin y su burguesa comercial, era visto por el resto de los pueblos sudamericanos como el enemigo de su libertad. Desde Buenos Aires se levantan, junto con el gran exiliado que era Alberdi, las voces de Carlos Guido Spano, Jos y Rafael Hernndez, Olegario V. Andrade, entre otros, que expresan todava la vinculacin con el pas de las guerras de Independencia. En su proclama, Felipe Varela afirma: El pabelln de Mayo que radiante flame victorioso desde los Andes hasta Ayacucho ha sido cobardemente arrastrado por los fangales de Estero Bellaco, Tuyut, Curuz y Curupaity18. En este momento culmina la peor poca de la relacin con el Brasil. En palabras de Alberto Methol Ferr, posiblemente el ensayista que con ms profundidad y devocin se ha dedicado al anlisis poltico e histrico entre Brasil y Argentina: En el momento de la Independencia todava se hacan sentir las oposiciones de la Era conflictiva que nos vena desde la separacin de Portugal y Espaa de 1640. Era conflictiva que se prolongara hasta la Guerra de la Triple Alianza19. Al terminar la guerra, llega a Montevideo una misin diplomtica brasilea a cuyo frente se encontraba el Vizconde de Rio Branco y su hijo, Jos Mara da Silva Paranhos Junior. Este ltimo pasar a la historia de su pas y de la diplomacia como el Barn de Rio Branco, futuro ministro de Relaciones Exteriores de la Repblica Federativa de Brasil y quien, en ese carcter, reaparecer unas pginas ms adelante.

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Alberdi, Juan Bautista, El Imperio del Brasil ante la democracia de Amrica, pg. XIII y XIV. Edicin del autor, sin consignar ao.18

General Felipe Varela, Manifiesto a los pueblos americanos sobre los acontecimientos polticos en la Repblica Argentina en los aos 1866 y 1867, Editorial Sudestada, Buenos Aires, 1968.19

Methol Ferr, Alberto, Pern y la novedad de la alianza argentinobrasilea, Cuadernos de Marcha, diciembre de 1995, Montevideo. Curiosamente este texto es una conferencia dada por el pensador oriental en Buenos Aires, a miembros del partido Justicialista con motivo del cincuentenario del 17 de Octubre. La curiosidad radica en que ninguna editorial argentina, ni los propios organizadores de la misma, la hayan hecho conocer en su forma impresa.

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E. Los nacionalismos de la balcanizacinEs a partir de estos aos en que comienzan a esfumarse los viejos ideales unificadores. La epopeya de la independencia ha quedado atrs. Los congresos anfictinicos y los mltiples intentos de Bolvar por mantener unidas las provincias espaolas de ultramar se han perdido hasta del recuerdo. San Martn ha muerto en el destierro para que su espada no fuese usada en las luchas civiles. Es ese momento en que comienzan a aparecer los pequeos y pobres nacionalismos regionales, que en veinte o treinta aos se convertiran en las nacionalidades argentina, uruguaya, boliviana, chilena, que llevar al absurdo de que cada uno de sus integrantes sea considerado extranjero en el territorio de cualquiera de los otros. Es en este perodo en que se organizan de manera ms o menos definitiva los estados latinoamericanos. En el marco de hierro de la balcanizacin se modelan los Estados en la dcada del 80: Rafael Nuez en Colombia, el general Roca en la Argentina, el coronel Latorre en el Uruguay, Porfirio Daz en Mxico, Santa Mara en Chile, Alfaro en el Ecuador, Guzmn Blanco en Venezuela, Rui Barbosa en el Brasil instauran el reinado de la prosperidad agraria o minera y la hegemona positivista20. En el Brasil, abolida la esclavitud en 1888, el Imperio y su pompa versallesca son reemplazados por los fastos de la Repblica dos aos despus. La federalizacin del puerto de Buenos Aires daba fin, en la Argentina, a casi un siglo de guerra civil. Cada una de las piezas del mosaico bolivariano se organizaba con todas las formalidades de los estados europeos, incluida su poltica exterior. Las relaciones entre Brasil y Argentina o entre Bolivia y Paraguay comenzaban a ser de la misma naturaleza que las que entonces podan existir entre la Repblica Francesa y el Imperio Alemn21. Los altos precios obtenidos por las materias primas exportadas por nuestras pequeas economas primarias es decir, nuestra insercin en el mercado mundial haban generado, en primer lugar, una clase dominante en cada una de nuestras sociedades, que crea vivir en las condiciones objetivas de los pases europeos e iba, lentamente, perdiendo contacto moral con la patria vieja. Comenzaron a sumarse legiones de inmigrantes, sobre todo en Argentina, Uruguay y Brasil, carentes de toda20 21

Ramos, Jorge Abelardo, op. cit., tomo 2, pg. 68.

Pero con las caractersticas que expresa Manuel Ugarte: La poltica primaria que consisti en la Argentina en sonrer al Per contra Chile, y en Chile en hacer seas al Brasil contra la Argentina, naci del encerramiento y la falta de experiencia de los que se encaraman hasta nuestras cancilleras sin ms fuente de inspiracin que un grupo exiguo dentro de la ciudad. Manuel Ugarte, op. cit., pg. 256.

25 vinculacin cultural con el nuevo pas de adopcin. Se hicieron argentinos, uruguayos o brasileros, porque la capacidad y voluntad de insercin de los nuevos estados eran grandes. O como dice Leonardo Senkman: Los inmigrantes que arribaron masivamente a la Argentina y Brasil, a pesar de coyunturas de xenofobia, nunca fueron los Otros para las oligarquas criollas: no slo tnicamente constituan la expresin de la Europa Blanca y el modelo civilizatorio, sino que en ambos pases la inmigracin masiva fue reclutada y subvencionada expresamente por el Estadonacin para reemplazar a la fuerza nativa de trabajo22. Pero, si alguno traa grabado en su memoria el recuerdo de la Comuna de Pars, no haba uno slo que supiera que, haca tan solo unos aos, la batalla librada en los Corrales, remontando un poco el Riachuelo hacia el Oeste, haba permitido organizar el pas al que llegaban. La creacin de estos estados nacionales tendr como resultado, en lo referente a la poltica internacional o, ms concretamente hacia los pases vecinos, una mayor estabilizacin y regularizacin. Se crearn embajadas, consulados y se establecern relaciones entre estados, con la importancia que ello tiene en la vida diplomtica. Especficamente la transformacin republicana del Brasil implicar otro tipo de relacin con Inglaterra. En una biografa del Barn de Ro Branco, sostiene el diplomtico brasileo Rubens Ricupero: () las relaciones del Brasil con las potencias europeas diferan profundamente de las que mantenamos en el Plata o con los dems vecinos de Amrica del Sur. Las primeras se basaban en un eje de desigualdad y asimetra, pues la diferencia de poder que nos inferiorizaba frente a esos pases predominantes era de tal orden que, en el fondo, no podamos aspirar a jugar el mismo juego que ellos. De ese tipo eran todos los episodios determinantes de nuestra historia diplomtica, marcados por el predominio britnico entre 1807 y mediados de la dcada de 1850, con la apertura de los puertos, la imposicin de tratados desiguales sobre comercio y la jurisdiccin extraterritorial de los Jueces Conservadores de la nacin inglesa, la mediacin de Londres en las negociaciones del reconocimiento de la Independencia y la cobranza, impaga, de esos servicios, de la renovacin de los privilegios, la nueva mediacin para poner fin a la Guerra de la Cisplatina y, sobre todo, la prolongada y humillante campaa britnica para acabar22

Senkman, Leonardo, La lgica populista de la identidad y alteridad en Vargas y Pern: algunas implicaciones para los inmigrantes, en Cuadernos Americanos, N 66 noviembrediciembre de 1997, Buenos Aires. Este trabajo es muy interesante porque el autor, en una investigacin hecha para la Universidad de Jerusaln, reconoce el carcter abierto y no discriminatorio del peronismo hacia la colectividad de origen judo.

26 con el trfico de esclavos23. La Repblica del Brasil se desilusionaba de su desigual relacin con el Reino Unido, en momentos en que la Repblica Argentina solidificaba la integracin de su economa agraria con el imperio britnico. El caf, principal producto de exportacin del Brasil, lo vinculara cada vez ms con los EE.UU.

F. Los latinoamericanistas de principio de siglo.El cambio de siglo traer un reverdecer de los viejos ideales de unificacin. La generacin de intelectuales latinoamericanos que comienza a actuar alrededor de 1900 ofician como primeras antenas de la necesidad de la integracin y augurio de la crisis de la Polis Oligrquica24. Vinculados generacionalmente al movimiento modernista, en todas las capitales iberoamericanas aparece una plyade de hombres dominados por dos pasiones: la palabra, oral o escrita, y la unin latinoamericana. Manuel Ugarte, Rufino Blanco Fombona, Carlos Pereyra, Jos Vasconcelos, Santos Chocano, Garca Monge predican, en el vasto desierto de la incomprensin, el viejo ideario bolivariano. Tienen un antecedente en el siglo anterior. Jos Mara Torres Caicedo, el venezolano que en Europa represent a su pas, forjador del concepto latinoamericano, haba hecho conocer en la dcada del 60 sus propuestas econmicas, polticas y administrativas para una confederacin que inclua al Brasil. Alejados del antihispanismo de cuo galo o anglosajn, esta generacin de pensadores, escritores y polticos revisan el actual estado de las pobres repblicas y el pasado sudamericano. Sobre el trasfondo de una poderosa corriente intelectual que se denomin iberismo y que propona, como sintetiza Methol Ferr, restablecer la Alianza Peninsular entre Espaa y Portugal, como va de regeneracin comn, luego de su decadencia y prdida de Amrica Latina25, estos pensadores retoman la cuestin de la unidad, en la que Brasil entra ya como pieza fundamental. No puede dejar de mencionarse, en este sentido, el aporte realizado por algunos intelectuales brasileos. Manuel Bomfin, en su libro La Amrica Latina (males de origen) no slo repudia el estigma de la esclavitud, sino que reivindica la mestizacin de razas producida por la colonizacin ibrica, en pocas en que cierto positivismo racista pretenda encontrar en ella la causa de nuestros males. Otro brasileo precursor es Jos Verssimo (18571916), periodista,23

Ricupero, Rubens, Jose Maria da Silva Paranhos, Baro do Rio Branco, Fundacin Alexandre de Gusmo, Ro de Janeiro, 1995.24 25

Methol Ferr, Alberto, op. cit. Ibdem.

27 escritor y historiador de la literatura brasilea, quien propugn, en sus palabras, salir de la insularidad a travs del conocimiento de la cultura de Amrica Latina y de sus literaturas, por nosotros, ntegramente ignoradas. Esa ignorancia es recproca26. Y sigue sindolo pasados ya ms de noventa aos. Los tiempos no estaban todava maduros para la obra ciclpea. Los polticos y las dirigencias contemporneas ignoraron el mensaje de estos precursores que seran entendidos por generaciones siguientes, cuando las condiciones objetivas estuviesen ms maduras para la integracin. Tngase presente, por otra parte, que Manuel Ugarte, para dar tan slo un ejemplo, falleci en 1951 y logr votar en las elecciones de ese mismo ao, cuando el General Pern es reelecto por segunda vez. Un antecedente sorprendente de esta tradicin y en relacin directa con el joven oficial Pern, que ha sido exhumado por el investigador argentino Claudio Chaves27, es el de quien lleg a ser General Jos Mara Sarobe. Coronel en la revolucin del 30, es un hombre ligado al sector liberal del ejrcito que voltea a Yrigoyen. Es decir que no proviene de la vertiente del nacionalismo que se nucle alrededor de Jos Felix Uriburu, sino vinculado al ala de Agustn P. Justo. Alguna vez, el general Pern reconoci que Sarobe y el coronel Descalzo haban sido sus dos grandes maestros. En un libro publicado en 1944, como consigna Chaves en su nota, aparece la sntesis del pensamiento sudamericanista de Sarobe: Unirse es la misin perentoria y trascendente de Amrica". Para ello propone: "Desarrollo de una poltica de cooperacin econmica, con vistas a la unin aduanera de todos los Estados. Creacin de una documentacin especial de identidad titulada ciudadano de Amrica. Las economas del Brasil y de la Argentina son complementarias en lo fundamental y es tan importante el comercio entre ambas naciones que se lo puede considerar el eje sobre el cual rota todo el plan revisionista sudamericano. Como veremos oportunamente, mucho tuvo que ver este militar con la visita de Getulio Vargas a Buenos Aires en la dcada del 30. Sarobe, que era coronel en 1930, era un hombre nacido en la dcada del 80 del siglo pasado. El hilo de Clo es, muchas veces, delgado, pero firme.26

Conf. Chacon Vamireh, Brasil: identidad y vecindad a principios de siglo, publicado en la revista Disenso, en traduccin de Alberto Buela. Buenos Aires, 1997.27

Chaves, Claudio, El Pern Liberal, La Patria Grande, sin fecha. El artculo es interesante en cuanto reproduce el pensamiento poltico del coronel Sarobe. El intento oportunista de explicar la capitulacin de Menem ante el imperialismo y su ideologa neoliberal con la influencia del liberalismo de Sarobe en Pern es pattica y slo encuentra respuesta en la necesidad del autor de autojustificar la propia capitulacin frente a algn contrato ofrecido por el cortesano escribidor, Jorge Castro, el redactor del nuevo credo peronista.

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III. El Barn de Rio Branco y el primer A.B.C.La concepcin diplomtica conocida como A.B.C. es brasilea y concretamente de Jos Mara da Silva Paranhos Junior, el Barn de Ro Branco, fundador de la poltica exterior del Brasil y creador del moderno Itamaraty. Dado el desconocimiento que en nuestro pas impera sobre las cosas del Brasil, similar posiblemente al que en aquel pas existe sobre nuestras cosas, se hace necesario, habida cuenta de la importancia y trascendencia del personaje, una breve resea sobre el mismo. Junto con Rui Barbosa, el inspirador de la constitucin de la repblica de los plantadores, y con Joaquim Nabuco, el apstol de la abolicin de la esclavitud, el Barn de Ro Branco integra el grupo de estadistas que introdujo al Brasil en el nuevo siglo. Liberal en lo econmico y conservador y monrquico en lo poltico, perteneca a una familia de linaje pero sin peculio, de la aristocracia imperial de Baha. Su padre, el Vizconde de Rio Branco, a quien ya vimos en Montevideo al final de la guerra del Paraguay, lleg a ser, dentro de una larga carrera en la administracin, jefe de gabinete durante cuatro aos, el ms largo y exitoso de la monarqua de Pedro II. Es este gabinete el que promulga, en 1871, la Ley de Vientre Libre, comienzo del fin de la ignominiosa esclavitud, que se haba convertido ya en un factor de atraso econmico. Segn un bigrafo1, tanto el vizconde como el barn vivieron siempre como servidores del Estado. Ninguno de ellos tena relacin directa con los grandes propietarios esclavistas2. El vizconde era un veterano en la poltica del Ro de la Plata, ya que integr, en distintos cargos hasta ser el jefe, la legacin diplomtica en Montevideo en varias oportunidades. La ltima de ellas fue poco antes del inicio de la Guerra de la Triple Alianza. Despus de la guerra vuelve a Montevideo, esta vez acompaado de su hijo, quien se desempe como su secretario. La tarea del vizconde fue, entonces, negociar con sus aliados los resultados de aquella carnicera, labor en que ya los encontramos ms arriba. Una vez recibido de abogado y despus de un breve y desilusionante paso por la Cmara, como diputado por el Matto Grosso, el joven Jose Maria da Silva Paranhos1

Manuel de Oliveira Lima, O Baro do Rio Branco, Editorial Instituto Nacional do Livro, Ro de Janeiro.2

Desde el perodo monrquico, el reclutamiento de la burocracia civil y militar del Imperio se hizo mediante la seleccin de personas pertenecientes a familias venidas a menos. Cardoso, Fernando Henrique, Ideologas de la burguesa industrial en sociedades dependientes (Argentina y Brasil), pg. 113, Siglo XXI Editores S.A., 1976, Mxico.

29 Junior abandona la poltica para pasar a la diplomacia, y obtiene del presidente del Consejo de Ministros, el marqus de Caxias, su nombramiento como cnsul general en Liverpool, en 1876. Nunca ms actuar en el pas, hasta que, en 1902, el presidente Rodrguez Alves lo nombra Ministro de Asuntos Extranjeros. Su actividad como diplomtico y la resolucin positiva, para el punto de vista brasileo, de resonantes conflictos le haban otorgado una enorme popularidad que conserv hasta su muerte. Hombre de una vasta cultura universal, era un profundo conocedor de su pas. Lo que del Brasil saba era enorme, como que haba ledo todo cuanto se haba escrito al respecto: historia, geografa, flora, fauna. Haba recorrido bibliotecas enteras en Europa y Amrica, dice de l el diplomtico argentino Jos Mara Cantilo3. Como todos los militares y polticos brasileos de su poca, y hasta ya entrado el siglo XX, era un profundo admirador de Augusto Comte y su positivismo4, conviccin a la que una sin contradicciones su declarado monarquismo. En el retrato que, a su muerte, hace el relativamente crtico historiador pernambucano Manuel de Oliveira Lima, leemos: Su personalidad dominante se destacaba de la colectividad para fundirse en la entidad abstracta a la que l, tan bien y tan eficazmente, sirvi toda la vida, al punto de, sin guerras, exclusivamente por los medios pacficos de la negociacin y el arbitraje, haber aumentado tan considerablemente la superficie nacional lo que a poqusimos personajes histricos, a un resumidsimo nmero de privilegiados, le ha sido dado5. El prestigio y seguramente los xitos que la poltica de Itamaraty ha obtenido a lo largo de los aos se deben, sin duda, a la accin del Barn de Rio Branco. Su labor como canciller entre 1902 y 1912, se hizo bajo tres presidentes, Rodrigues Alves, Affonso Pena y Hermes de Fonseca. Pero al mismo tiempo que declinaban sus fuerzas, comenzaba a desaparecer no slo el mundo internacional del Barn, sino tambin el Brasil fuerte, prspero y prestigioso que le haba permitido realizar, sin solucin de continuidad, su obra diplomtica. Las presidencias de Rodrigues Alves y Affonso Pena marcarn el punto ms alto de la Repblica Vieja6. En medio de una crisis poltica y militar, que incluye el bombardeo a Baha, muri a los 66 aos el Barn de Rio Branco. No dej testamento alguno, pues sus bienes eran escasos.

3 4 5 6

Cantilo, Jos Mara, Recuerdos de mi vida diplomtica, Buenos Aires, 1935. V. Ramos, Jorge Abelardo, op. cit., tomo 2, El positivismo en Amrica Latina, pg. 70. Oliveira Lima, Manuel, op. cit. Ricupero, Rubens, op. cit., pg. 123.

30 Dejando de lado la poltica territorial, que escapa a los propsitos de este trabajo 7, la poltica exterior de Rio Branco tuvo dos ejes: la relacin con los EE.UU. y el llamado A.B.C., la poltica de relaciones con Argentina y Chile8.

G. La Alianza no escrita con los EE.UU.A partir de 1865, recin terminada la Guerra Civil, los EE.UU. se convierten en los principales importadores del caf brasileo. A partir de 1870, cuando suprimen las tasas de importacin sobre este producto, ms de la mitad del caf exportado por el Brasil es comprado por aquel pas, en vertiginosa expansin econmica e industrial. El 60% del caucho brasileo era vendido en el mercado norteamericano, que tambin se convertira, poco despus, en el principal comprador del cacao del Brasil. En 1912, las compras de los EE.UU. representaban el 36% de las ventas internacionales brasileas, en tanto que Gran Bretaa, el segundo comprador, alcanzaba a tan slo un 15% del volumen de esas exportaciones9. Por otra parte, como sostiene Celso Furtado, en el ltimo decenio del siglo XIX se cre una situacin excepcionalmente favorable a la expansin del cultivo del caf en el Brasil. Por un lado, la oferta no brasilea atraves una etapa de dificultades, sufriendo la produccin asitica enormes perjuicios. () Por otra parte, con la descentralizacin republicana el problema de la inmigracin pas a las manos de los Estados, siendo abordado de manera mucho ms amplia por el gobierno del Estado de So Paulo, vale decir, por la propia clase de los fazendeiros de caf. Finalmente, el efecto estimulante de la gran inflacin de crdito de ese perodo benefici doblemente a la clase de cultivadores de caf: proporcion el crdito necesario para financiar la apertura de nuevas tierra y elev los precios del producto

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En una palabra: gracias a Jos Mara da Silva Paranhos, Brasil incorporar a su patrimonio, sin disparar un tiro ni generar irredentismos peligrosos, nada menos que 600.000 kilmetros cuadrados dos veces la provincia de Buenos Aires! Con l, Brasil alcanz las colosales dimensiones que hoy posee y dio pie al orgulloso dicho O Brasil sempre saiu vencedor. Habra que agregar que siempre tuvo a mano un Rio Branco. Scenna, Miguel Angel, ArgentinaBrasil, Cuatro Siglos de Rivalidad, Revista Todo es Historia, N 79, pg. 79 y ss., Buenos Aires, diciembre de 1973. . Pese al absurdo ttulo Argentina no tiene cuatro siglos de historia este ensayo presenta una muy completa exposicin de los encuentros y desencuentros entre Brasil y las provincias del Plata.8

Ya constru el mapa del Brasil. Ahora mi programa es contribuir a la unin y la amistad entre los pases sudamericanos. Citado por Crcano, Ramn J, Mis primeros ochenta aos, Buenos Aires, 1943.9

Datos tomados de Burns, E. Bradford, The Unwritten Alliance, Columbia University Press. New York, 1966.

31 en moneda nacional con la depreciacin cambiaria. ( ) La produccin brasilea alcanzara en 19011902 a 16,3 millones de bolsas de 60 kilos10. La economa brasilea dependa de las exportaciones a EE.UU del mismo modo que, en esa poca, la Argentina se organizaba alrededor de sus ventas de carne y trigo al Reino Unido. Esta es, sin duda, una de las bases objetivas para la reformulacin de las alianzas internacionales de Brasil, realizada por Paranhos, al convertirse en Canciller de la Repblica Vieja. Desde aquel lejano nombramiento como cnsul general en Liverpool, el Barn de Rio Branco haba estado en permanente actividad diplomtica en Europa y Estados Unidos. Londres, Pars, San Petersburgo, Berln, Berna, New York, Washington haban sido las ciudades por las que haba pasado representando los intereses de su pas en espinosas cuestiones limtrofes, en las que su tino, prudencia y voluntad de negociacin consolidaron las gigantescas fronteras del Brasil. Desde la cuestin de las Misiones en discusin con Argentina, sometida al arbitraje del presidente de los EE.UU., hasta la cuestin del ro Japoc, en la frontera con la Guayana Francesa conflicto con Francia que lleg al borde del enfrentamiento armado, sometido al arbitraje de la Federacin Suiza, Paranhos tuvo oportunidad de conocer de cerca las grandes potencias de la poca. Y pese a que su formacin intelectual y moral, as como su corazn, estaban en Europa, debe reconocer, a poco de asumir como Canciller del presidente Rodrigues Alves, la aparicin incontenible de la gran potencia del Norte del Nuevo Mundo, EE.UU. Son los tiempos del Destino Manifiesto, cuando Rubn Daro se dirige al presidente Teodoro Roosevelt con su inmortal Es con voz de Biblia / o verso de Walt Whitman / que habra que llegar hasta ti / Gran Cazador?. Ha terminado la guerra hispano americana y los EE.UU. incorporan a Filipinas y Puerto Rico, establecen su protectorado sobre Cuba, pretenden invadir Venezuela, amenazan a Mjico y toman el canal de Panam. Es el momento en que el propio Roosevelt proclama: Hemos comenzado a tomar posesin del Continente11, en frase que estremeci a Manuel Ugarte y a Carlos Pereyra12. Como dice Rubens Ricupero: La emergencia de una gran potencia que comenzaba a proyectar su sombra inhibidora sobre todo el continente era, evidentemente, un hecho nuevo imposible de ignorar. Antes, durante el Imperio, las potencias predominantes, Inglaterra, Francia, Alemania, estaban del otro lado del10 11 12

Furtado, Celso, Formao Econmica do Brasil, pg. 177 y ss., Editorial Nacional, So Paulo, 1975. Ugarte, Manuel, op. cit., pg. 168. V. Pereyra, Carlos, El Mito de Monroe, Ediciones El Bho, Buenos Aires, 1959.

32 Atlntico, envueltas y enmaraadas en sus juegos de equilibrio. Ahora surga un poder cada vez ms prximo y cuya fuerza gravitacional pasaba a ser sentida en forma creciente13. Por otra parte, la experiencia personal de Paranhos con los norteamericanos, en su permanencia en New York y Washington, durante las negociaciones con Argentina y su ministro Estanislao Zeballos, haba sido ptima14. No disgustaban al Barn, pese a su formacin europea, la ruda franqueza, la falta de ambigedades, el trato llano y la soberbia casi adolescente de los norteamericanos. Pesaba tambin el hecho de que, desde la poca del Imperio, Brasil haba ido perdiendo su tradicional vinculacin con el Reino Unido. Como ya se ha dicho, una serie de conflictos de carcter comercial y diplomtico haba empeorado las relaciones con la potencia amiga, situacin que termin en una ruptura formal de relaciones. El gobierno imperial comienza a rehusar toda propuesta de acuerdos comerciales con naciones ms poderosas, entre otras cosas, porque ello le significa una limitacin al aumento de las tarifas aduaneras de importacin, que constituan una de las principales fuentes de financiamiento del erario pblico en la poca. No exista gran intimidad poltica con Inglaterra (y mucho menos con otras potencias europeas), ni influencia apreciable de esta ltima sobre la diplomacia imperial, casi toda ella volcada prioritariamente para el Plata o para los vecinos sudamericanos15. Este vaco en las relaciones diplomticas del Brasil con las grandes potencias ser ocupado, a partir de la gestin de Ro Branco y con la colaboracin de su amigo de la juventud y gran figura intelectual de la Repblica, Joaqun Nabuco, por una relacin preferencial con los Estados Unidos. A partir de la inauguracin de la primera embajada13 14

Ricupero, Rubens, op. cit., pg. 87.

En estas negociaciones se revelan ya las diferencias con que el tema territorial fue asumido por argentinos y brasileos. En Estados Unidos, mientras Zeballos desplegaba un agudo sentido gregario, desarrollando una activa sociabilidad donde no se perda fiesta, sarao o banquete que saliera al paso, Rio Branco trabaj a la par del ltimo secretario, cuidando cada argumentacin, puliendo pruebas, pesando las palabras, componiendo lo que al cabo fue un modelo de presentacin. El resultado final estuvo de acuerdo con tales antecedentes. El alegato de Rio Branco es una obra maestra tanto del punto de vista jurdico como del histrico, preado de erudicin, poblado de documentos que apuntalaban la posicin brasilea, en un grueso volumen donde no hay pgina de desperdicio. Frente a ello, la presentacin de Zeballos es apenas un modestsimo folleto, anmico y lnguido, carente de conviccin y de fuerza. No haba posibilidad de duda en cuanto a la calidad de lo presentado por uno y otro. De ese modo, el 5 de febrero de 1895, Cleveland estamp su firma en el fallo: sin fundar la decisin entreg todo el territorio en litigio a Brasil. La gobernacin de Misiones se encogi en 11.500 millas cuadradas. Scenna, Miguel Angel, op. cit., pg. 77. Y aunque esto ya sea una nota dentro de otra nota, especie de caja china de la memoria, recordemos de paso la clebre Zoncera formulada por don Arturo Jauretche: El mal que aqueja a la Argentina es su extensin.15

Ricupero, Rubens, op. cit., pg. 85 y ss.

33 de Brasil en Washington, a cuyo frente queda el propio Nabuco, el Itamaraty de Rio Branco inicia lo que un autor norteamericano llamar la Alianza no escrita16 con Norteamrica. Las condiciones de la misma sern que cada uno de los aliados se prestar mutuo apoyo a fin de mejor servir a sus intereses. Lo que en la prctica se tradujo en contar con el apoyo norteamericano en las relaciones potencialmente conflictivas del Brasil con dos vecinos coloniales y, a menudo, amenazantes Gran Bretaa y Francia y neutralizar cualquier intriga en Washington de parte de alguno de los otros vecinos sudamericanos. Si la relacin preferencial de Buenos Aires con el Reino Unido le permita al presidente argentino Roque Senz Pea exclamar en los propios bigotes de Ted Roosevelt Amrica para la humanidad, oponindose a la reinterpretacin imperialista de la ambigua y verstil doctrina Monroe formulada por el Gran Cazador, para regocijo de los patriotas hispanoamericanos saqueados por las tropelas de la marinera yanqui17, Itamaraty y su gran canciller apostaron a los EE.UU. con la idea de utilizar a su favor las eventuales rivalidades interimperialistas de uno y otro lado del ocano. El eje de la diplomacia brasilea se establecer por largos aos con Washington y la adopcin de esta poltica tendr una importancia decisiva en los aos siguientes, frente a las dos guerras mundiales. Y lo que en un principio haba sido concebido como un instrumento diplomtico para dar respuesta a los cambios producidos en la poca se convirti en un paradigma, supuestamente vlido para todas las situaciones18. En el plano sudamericano, esta doctrina llev a Itamaraty a alinearse sistemticamente con los EE.UU., a oponerse a la doctrina Drago segn la cual no pueden ser usadas las fuerzas militares para cobrar la deuda en caso de que el pas deudor recusase el arbitraje o sus resultados o a hacer una apologa imperialista de la tan llevada y trada doctrina Monroe que confera a los EE.UU. poder de polica, en especial en Amrica Central y en el Caribe. Pero a favor de los objetivos de Rio Branco, debe dejarse sentado que el pragmtico y positivista bahiano, Orden y Progreso reza en la verde bandera brasilea logr el apoyo norteamericano para sus16 17

Burns, E. Bradford, op. cit.

El mexicano Carlos Pereyra celebraba as la posicin del argentino: La corriente de los estadistas profundos, que tienen la prudencia de los hombres prcticos y la videncia de los poetas, Su numen es Bolvar; su hombre de Estado, Senz Pea. Ellos saben que los norteamericanos no llevan a la Amrica del Sur sino el propsito de la absorcin econmica y de la dominacin poltica, y que ayudarles en esta obra es un suicidio.... Carlos Pereyra, op. cit., pg. 23418

Ricupero, Rubens, op. cit., pg. 90.

34 reclamaciones fronterizas con Bolivia, Per, Francia, Inglaterra y hasta en un abortado proyecto de invasin por aventureros franceses en 1904. El Barn logr dibujar el mapa de Brasil con el lpiz de su habilidad y el comps de Washington. Los lmites de esta poltica los experimentara pocos aos despus, en la Segunda Conferencia de Paz en La Haya, en 1907. A ella concurri el Brasil con la idea de que su alianza con los EE.UU. le dara un papel protagnico en la constitucin de un Tribunal Internacional Permanente. Sera el primer pas sudamericano en obtener un reconocimiento frente a las grandes potencias imperiales de la poca. All el Barn tom, quizs por primera vez, conciencia de que el centro de las preocupaciones de Washington pasaba por Europa y que Brasil era, en ese sentido, nada ms que una puerta hacia su patio trasero 19. Con el desaire de EE.UU. Brasil no pudo integrar el Tribunal.

H. El proyecto sudamericano del A.B.C.El otro eje central en el giro dado por Rio Branco a Itamaraty fue el de consolidar las relaciones diplomticas de su pas con el de su gran vecino del Sur, la Argentina, y con el otro pas que armonizaba en desarrollo poltico y econmico con el suyo y con el cual no tena fronteras, Chile. A esto se le llam, eufnicamente, A.B.C. por las iniciales de los tres pases en cuestin. Este poltica se armonizaba, en la inteligencia del Barn, con su relacin preferencial con EE.UU. en el panamericanismo. En palabras de Burns, El Brasil transmita a los pases de la Amrica Espaola la suficiente impresin de intimidad con los Estados Unidos para ser capaz de interpretar su poltica y a los Estados Unidos de ser indispensable para preparar a Amrica hispnica para recibir y hasta aceptar sus polticas. Ambos papeles aumentaban el prestigio del Brasil20. En su concepcin el A.B.C. era un proyecto destinado a complementar su alianza no escrita con los EE.UU en el eje asimtrico de relacin, con un esquema de no agresin, entendimiento y cooperacin entre estos tres pases, articulando con ello un eje simtrico con sus principales vecinos21. No era fcil la propuesta, especialmente con la Argentina, ya que la desconfianza entre las dos cancilleras era profunda. Se sum a ello la animadversin y el rencor que, despus del resultado del arbitraje de Cleveland, profesaba hacia Ro Branco el incompetente y aptico negociador de las Misiones, Estanislao Zeballos, ministro de Relaciones19 20 21

Conf. Ibdem, pg. 101. Burns, E. Bradford, op. cit. Conf. Ricupero, Rubens, op. cit., pg. 93.

35 Exteriores de Figueroa Alcorta22. La historia de la diplomacia argentinobrasilea tiene un incidente conocido como del telegrama 9 que resume, por un lado la ineptitud de Zeballos, por el otro la extraordinaria habilidad del Barn, y la fragilidad por la que entonces atravesaban las relaciones entre nuestros dos pases. Esta es, en sntesis, la historia del incidente. 1. El nacionalismo antibrasileo del inepto Zeballos Tan pronto como es nombrado Ministro de Relaciones Exteriores, Zeballos se lanza, con primaria simpleza y llevado por su incontrolable rencor por Paranhos, a una agresiva poltica no slo con Brasil sino tambin con los otros vecinos. Obviamente, la situacin es aprovechada por Itamaraty, que montada en la torpeza del canciller argentino, entusiasma al Uruguay a reclamar la soberana sobre la mitad del Ro de la Plata, teora que careca de todo antecedente y que todava hoy es motivo de inocente broma con los uruguayos. En lugar de responder, como lo hizo Rio Branco en cada una de las oportunidades en que se enfrent a situaciones similares, con la diplomacia y la negociacin, Zeballos mand la flota de guerra a hacer maniobras frente a la costa oriental. Es decir, puso en su peor nivel las relaciones con Montevideo, levant una ola de furia en el pequeo nacionalismo uruguayo e hizo frotar las manos en secreto regocijo a la esfinge de Itamaraty, como lo llam Euclides da Cunha al Barn de Rio Branco. Miguel Angel Scenna describe as los hechos: Zeballos viva convencido de que Brasil preparaba la guerra contra la Argentina. Razonaba que una vez lograda la superioridad naval atacara, llevando en su estela al Uruguay, el Paraguay y tal vez Bolivia. Para aventar el peligro elucubr soluciones un tanto tenebrosa. Propuso a Chile una alianza. En Santiago se desentendieron porque no les interesaban los problemas atlnticos y porque no tena motivo alguno para molestar al Brasil. Entonces Zeballos se torn truculento y plane una guerra preventiva. La marina argentina estaba en magnficas condiciones. En cuanto al ejrcito, pasaba por el momento de mayor podero de su historia, esplndidamente armado y adiestrado. Segn las referencias a mano, Brasil no podra soportar un ataque llevado a cabo por 50.000 argentinos movilizados, cifra muy respetable para la poca, que era la base preparada para enfrentar un conflicto con Chile poco antes. Reuni al gobierno y expuso el plan: se movilizaran las reservas, se pondra al pas en pie de guerra y se enviara un ultimtum al Brasil dndole seis das para responder. O limitaba su22

Maestro del rastacuerismo diplomtico lo llam Carlos Pereyra, El Mito de Monroe, pg. 233.

36 podero naval o se le impona por la fuerza. Los atnitos ministros escucharon a Zeballos sin comprenderlo del todo. Con grandes esfuerzos se acababa de evitar una guerra y ahora se sala al encuentro de otra. Pese a la reserva prometida en la reunin, el asunto trascendi. Lo pesc La Nacin dndole a publicidad y ardi Troya. La alarma cundi por todos los sectores, se alz un coro de protestas ante el canciller que usaba la diplomacia del hacha y se deterioraron an ms las relaciones con el Brasil. El presidente Figueroa Alcorta no dud un momento y pidi la renuncia a Zeballos, que se retir airado. Pero como haba declarado personalmente la guerra al Brasil, cometi otra indiscrecin y en 1908 denunci al Barn de Rio Branco desde la Revista de Derecho de estar tejiendo un cerco diplomtico en torno a la Argentina. Como prueba public un telegrama cifrado que llevaba el nmero 9, que la cancillera fluminense habra cursado a las representaciones brasileas en varias naciones americanas. De acuerdo al texto, Argentina estara elaborando un plan imperialista de vastas proporciones, ya que se tratara nada menos que de la reconstruccin del virreinato del Ro de la Plata mediante el sencillo expediente de anexar Uruguay, Paraguay, Bolivia y Ro Grande do Sul. Las representaciones brasileas deban divulgar discretamente dichos planes al tiempo que aseguraban la amistosa proteccin de Brasil, ngel justiciero que cerrara el paso a las torvas intenciones de Buenos Aires23. La fra y comtiana cabeza de Paranhos prepar de inmediato una respuesta oficial al reemplazante del iracundo antibrasileo, el ministro Manuel Gorostiaga. En ella acus a Zeballos de falsificador, ya que aseguraba que ste haba conseguido una copia de un telegrama nmero 9 enviado a la legacin en Santiago de Chile, que s haba existido, pero que de ninguna manera era de ese tenor, sino que su contenido haba sido adulterado. La nota era acompaada por el telegrama original con la cifra correspondiente y la garanta de que en ningn momento haba enviado rdenes como las denunciadas. La nota termina con la expresin ms sinttica y clara de su teora del A.B.C.: Estoy cada vez ms convencido de que una cordial inteligencia entre Argentina, Brasil y Chile sera de gran provecho para cada una de las tres naciones y tendra influencia benfica dentro y fuera de nuestros pases24. El genial brasileo vea con claridad lo arriesgado y absurdo de un enfrentamiento armado con la Argentina y23

Scenna, Miguel Angel, op. cit., pg. 82 y ss. Adems Crcano, Miguel Angel, Presidencia de Jos Figueroa Alcorta, en Historia Argentina Contempornea, Academia Nacional de la Historia, volumen I, seccin 2, El Ateneo, Buenos Aires, 1963.24

Conf. Scenna, Miguel Angel, op. cit., pg. 83; Ricupero, Rubens, op. cit., pg. 93.

37 entenda, como Clemenceau, que los asuntos de la guerra eran demasiado serios como para dejrselos a los militares. Bastante haba extendido la soberana de su pas por medio de la persuasin, la diplomacia y la poltica internacional, sin disparar un solo tiro, para arriesgarse a un enfrentamiento de azaroso resultado. Pero no slo eso. Esas palabras a Gorostiaga no eran nada ms que protocolares. Su imaginacin haba pensado una solucin, novedosa para la poca, pero slida e interesante. Si el objetivo era asegurar el sur del Brasil e impedir una alianza argentina que amenazara al Brasil, lo mejor no era la confrontacin blica sino establecer una alianza con Buenos Aires. El eje del A.B.C. hara girar en su torno al sistema iberoamericano y pondra fin a las desangrantes e intiles guerras locales. 2. Roque Senz Pea y el apogeo del A.B.C. En este perodo (1905-1910) entra en ocaso la hegemona del zorro Julio Argentino Roca sobre la poltica argentina. En una pgina de inolvidable riqueza literaria, sensibilidad histrica y claridad poltica, Jorge Abelardo Ramos describe as el comienzo de la presidencia de Quintana: Aquel mircoles 12 de octubre de 1904, la casa de Gobierno bulla de invitados y arribistas, comunes en tales actos. Diplomticos abrumados de condecoraciones con su mirada escptica y su espadn, militares de gran uniforme, inquietos diputados, buscando nuevas combinaciones ante el cambio de Presidente, personajes palmeando espaldas, funcionarios celosos y damas empingorotadas. Rodeado de un puado de amigos y con un velo melanclico en sus ojos saltones, el general Julio Argentino Roca entregaba las insignias del mando al doctor Manuel Quintana, con su perilla blanca, retobado y despreciativo, enfundado a presin en su clebre levita25. Prevaleca en el antiguo abogado de las comp