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El Mimetismo Biológico y sus Implicaciones
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El Mimetismo Biológico y sus Implicaciones.
Por Mario A. Lopez
En mi última entrada escribí sobre la Biomimésis (bio – vida y mimesis – imitar), o la ciencia
que estudia a la Naturaleza como fuente de inspiración para crear innovaciones que resuelven
los obstáculos tecnológicos de la humanidad. Aquí se expone otro tipo de “inspiración”
mimética que resuelve otro tipo de dificultad, es decir, la de la supervivencia. Aquí las especies
imitantes no plagian diseños para formar nuevas tecnologías, sino imitan el diseño de otras
especies en sí mismas como disfraz para el gran baile de la vida.
Aunque hay mucha conjetura, el mimetismo biológico sigue siendo un misterio en términos
evolutivos. Estas especies, los mímicos, perciben características de un modelo o especie distinta
y se asemejan a tal para adquirir alguna ventaja funcional sobre su depredador. El enfoque de
este articulo no es de distinguir entre el mimetismo batesiano o mulleriano, sino para demostrar
que el fenómeno mimético en si implica una evolución dirigida y por extensión una implicación
teleológica.
Unos de los ejemplos del mimetismo biológico más sorprendentes incluyen, orugas que imitan
el excremento de aves, insectos que imitan hojas de árbol (sus huevos asemejan semillas),
insectos que imitan espinas, y los que imitan ramitas de eucalipto. Tales ejemplos se dicen
haber evolucionado, pero su evolución elude nuestra comprensión porque no existe un
mecanismo adecuado para explicar la complejidad y la apariencia de propósito en estos
insectos. Las propuestas que según pueden explicar este fenómeno del mimetismo son:
Convergencia evolutiva: el fenómeno de la evolución de características semejantes en especies
distintas y evolutivamente alejadas.
Coevolución: la evolución mutua entre especies distintas influenciada por relaciones recíprocas
para sincronizar la adaptación de ambas.
Selección natural: la reproducción de genotipos favorecidos en una población marcada por
cambios evolutivos.
Lo primero que se debe notar es que no hay leyes fijas en la evolución; más bien, no tiene una
regularidad que garantice la estructura deseada. Tanto como la evolución por convergencia y la
coevolución trabajan a través de mutaciones aleatorias que se tamizan a través de la selección
natural. La selección, siendo ciega, tampoco garantiza reservar aquellas mutaciones que
llevaran al organismo a sus finales características apetecidas. Lo único que garantiza la
selección natural es de preservar las adaptaciones más aptas para sobrevivir en su ambiente.
La convergencia evolutiva entre distintos organismos sigue un trayecto común debido a las
presiones ambientales similares, ¿pero cómo se supone que la presión del ambiente dirige la
mímica de un insecto a una planta, o más, del excremento? Esta explicación no tiene base
científica. El mimetismo es un tipo de cripsis en la cual se supone que la evolución del insecto
cambia fortuitamente sin algún patrón predeterminado, aun la suborden Euphasmatodea fue
capaz de evolucionar su capacidad de imitar dos formas totalmente diferentes de vegetación.
Esto no indica que las mutaciones que llevaron a cabo su forma final fueron aleatorias, sino que
hubo un propósito en la imitación de la vegetación.
La coevolución tampoco tiene algo que decir en este caso. Aunque sería posible que hubiera
una relación reciproca entre los insectos mímicos y las plantas que imitan, no deja de ser una
dificultad para la imitación a través de mutaciones aleatorias elegidas por la selección en
cualquier ambiente.
Richard Dawkins toma la susceptibilidad a la victimización de estos insectos como la fuerza de
tras de la selección natural. Dice:
“Tal vez una especie de depredador sólo nota el color, otra sólo la forma, otra sólo la textura, y
así sucesivamente. A continuación, un insecto que se asemeja a una ramita en sólo un respeto
escaso engaña a un tipo de depredador, a pesar de que se come por todos los otros tipos de
depredadores. Cuando progresa la evolución, más y más características cada vez más
semejantes se le agregan al repertorio de los insectos. Así, el final de la perfección multifacética
del mimetismo se ha elaborado por la suma selección natural proporcionada por muchas
especies diferentes de depredadores.”
Richard Dawkins, El Relojero Ciego, p83.
Así que la selección natural no solo tamiza las aventajas del mimetismo resultando de las
presiones ambientes, también afecta al mimetismo por presiones del depredador. Claro,
Dawkins no explica como tal insecto se protegería de Koalas u otras especies de dieta
herbívora, pero no importa porque al menos sabemos como el insecto llego a ser ramita.
El registro fósil exhibe una abrupta aparición de estas especies, y además, sin algún cambio
evolutivo subsiguiente. Esta ausencia de cambio evolutivo es un ejemplo sobresaliente de
estasis morfológico. ¿Pero entonces de donde proviene el mimetismo biológico? Dong Ren y
sus asociados de Capital Normal University en Beijing han desenterrado dos fósiles de insectos
hoja (Bellinympha filicifolia y Bellinympha dancei) de los finales del período Jurásico Medio
(hace 165 millones de años).
Varios científicos han propuesto un teleomecanismo que según explica la aparente evolución
impulsada por el propósito. Es decir, una evolución dirigida por propiedades internas del
organismo que gravan sus historias evolutivas. ¿Puede ser esto posible? Esta explicación de la
autonomía inherente trata de demarcar la diferencia entre un sistema implicado por la
teleonomía y uno implicado por la teleología. ¿Será entonces una afinidad bioquímica
predeterminada por la grabación que existe ya en el organismo? ¿Si fuera así, cómo adquirió la
habilidad de reconocer/grabar al objeto que imita?