El Mural NO 4
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Transcript of El Mural NO 4
El Mural
Banderilla
Jesús Arroyave,
Director de Departamento
Jennie Peña,
Coordinadora de Programa
Daniel Aguilar
Dirección El Muro
Participaron en este número
Kell Pozo,
Alberto Martínez
Alejandro Ángel
Felipe Amalfi
Isaías Molina
Andrés Jaramillo
Giovanni Echeverry
Óscar Tobón
Leonid Pinzón
Gabriel Guillén
Eder Jiménez
El muro de los lamentos
Estudiante (ofuscado): ¿Compromiso?...¿A
usted le parece que no estoy comprometido
con esta materia? ¡si es la tercera vez que la
repito!!…¿Si eso no es compromiso, enton-
ces no sé qué es???
La función primaria de la co-
municación escrita es facilitar
el sometimiento..
Claude Levi—Strauss
El invitado fotográfico de esta semana es Felipe Amalfi, estudiante de Comunicación Social, quien se desempeña como una de las figuras claves para el Canal Uni 5 TV, de la universidad
del Norte, además de ejercer como secretario de cultura del consulado Bogotano. Acá una muestra de su trabajo…¡Ala!
Órgano informativo de publicación quincenal Junio de 2010 Año 1, No. 4
Si el Junior juega un partido Vs. Si el Junior fuera
un partido
Por Kell Pozo
Si el Junior juega un partido usted se saluda
con el que está su lado, le da la mano, se abra-
za, le dice en la cara de mil maneras:
“Hijueputa” y su compañero asiente, acepta la
palabrita sin censura y se decepciona igual que
usted. Si el Junior juega un partido y es la fi-
nal van sesenta mil doscientos espectadores, se
transmite por canal nacional, internet, se to-
man fotos desde el aire, en el terreno de juego,
desde los lados, con flash, con flash, con teleobjetivos, ojo de pesca-
do, se llenan las primera páginas de los periódicos locales con cinco
notas todas alusivas a la victoria.
Si el Junior juega un partido algunos se quedan en casa, en un esta-
dero o alrededor del estadio para no perder de vista ningún momento.
Y el equipo va casi siempre de la descalificación a la calificación, de
los últimos lugares a los primeros, de la semifinal a la final no cabe
duda que enciende la afición y la movilización de niños, jóvenes y
adultos.
Si el Junior juega un partido usted llora, grita, abraza. No importa si
el que está al lado, además de ser un perfecto anónimo, sea hombre,
mujer, moreno, trigueño, blanco, albino, lampiño, peludo, se convier-
te en su hermano, porque tienen un mismo papá.
Si el Junior fuera un partido, usted no se saludaría con el de al lado,
la mano apenas se si saca para señalar o para pedir. Si el Junior fuera
un partido sus asistentes serían unos comemierda porque además no
habría ni canal nacional, ni internet, ni fotos desde abajo, ni desde
arriba, ni llenaríamos las primeras páginas de los periódicos, ni nos
invitarían a un desafío.
Si el Junior fuera un partido todos nos quedaríamos en casa, a puerta
cerrada, sin salir a celebrar, porque no hay ojos para el momento, por-
que ya estaríamos de entrada descalificados, no subiríamos a los pri-
meros lugares, siempre en la banca de suplentes, esperando que los
directores técnicos de esta democracia nos regalaran el milagro de ju-
gar los últimos minutos del primer tiempo o los primeros del segundo
para tener que cumplir con la demanda social de la participación.
Si el Junior fuera un partido nunca habría segunda vuelta y en la pri-
mera los votos no suman, ni restan, ni dividen a lo sumo sólo nos dar-
ían carácter hipotético de existencia. Si el Junior fuera un partido nos
encendería a tiros o a falsos o a positivos.
Si el Junior fuera un partido usted lloraría, gritaría para que desapare-
ciera, porque los sinónimos que lo conforman son líderes que no
hablan bien en púbico y se visten como corronchos, hablan como co-
rronchos y le dan gracia a un dios por la incapacidad de no poder su-
mar votos. Porque Si el Junior fuera un partido no compartiríamos el
mismo papá sino que la madre nos dolería porque madre es madre y
papá es cualquier hijueputa.
Adenda post partitum
Siempre invoco un Ojala a todo sueño, como suspirando victoria, an-
helando esa misma fuerza para que ojalá pudiéramos hombro a hom-
bro construir una mejor sociedad. ¿Será que tenemos que convertir-
nos en equipo de fútbol para conseguir tantos adeptos?. Perdimos
más de setenta mil votos anoche ojalá nos movilizáramos el 20 de ju-
nio para depositar nuestro voto en la urnas con la misma pasión con
que anoche nos unimos.
Lecciones de periodismo (3)
Agarre fuerte las riendas de ese potro
Por Alberto Martínez M.
Cuando Ernest Hemingway trabajaba en
el Toronto Star, un periódico que circulaba
en el área metropolitana de esa ciudad ca-
nadiense, recibió un teletipo (el e-mail de
aquella época) de un joven periodista, a
quien un día antes había enviado a Nueva
Escocia para cubrir las inundaciones pro-
vocadas por un huracán que se había for-
mado en el mar Caribe.
Todo parecía indicar, a juzgar por las in-
tenciones de aquel texto, que la tragedia poseía unas dimensio-
nes extraordinarias y comprometía numerosas víctimas huma-
nas y daños materiales irreparables. Los canadienses no tenían
noticias, ni tendrían después, de un desastre natural tan grande.
Pero la catástrofe también daba lugar a la esperanza. Dos me-
nores de edad, que debieron fallecer a causa de la fuerza de los
vientos, sobrevivieron milagrosamente al embate de la natura-
leza. Los socorristas los hallaron aferrados a un árbol endeble,
encima del cual habían flotado durante toda la noche.
El joven periodista, conmovido seguramente por la escena,
empezó así su texto: “Y allí estaba Dios…”.
Hemingway, que esperaba ansiosamente la nota para cerrar el
periódico, interrumpió el teletipo, sin ningún pudor: “Forget
about the floodings and interview God”.
La lección para el muchacho (lección 3) era indiscutible: A la
hora de escribir, la imaginación es una especie de caballo des-
bocado, al que hay que agarrarle fuertemente las riendas so pe-
na de perder la verosimilitud de la información. Para un cre-
yente ordinario, y es probable que el reportero lo fuera, la figu-
ra narrativa no necesitaba mayor explicación, pues su fe infini-
ta aceptaba la presencia del Ser Supremo en esa conmisera-
ción divina. Pero un periodista no puede dar certezas del co-
razón que no le consten a su razón.
Por eso Hemingway le pidió que se olvidara de las inundacio-
nes y entrevistara a Dios, no para que relegara la tragedia y
concertara evidentemente una cita periodística con Dios; mu-
cho menos, para que dejara de creer. La idea, simplemente, era
que recogiera su conmoción y cabalgara con prudencia en el
caballo de la redacción.
Cotidianidad, qué palabra tan repetida últi-
mamente.
Qué se puede hacer, los espacios recorridos pi-
den -cada vez más- ser retratados.
Tropezar con personajes, ideas, objetos y con-
ceptos cada día y dejarlos que mueran en el aire
sin dejarlos plasmados en alguna parte se me
hace egoísta, no con nadie, conmigo mismo, habrá algún momento
en el que quiera mirar atrás a mis viejos días y saber cómo era, qué
pasaba, qué me encontraba.
Los buses de una ciudad siempre son espacios narrativos, digan lo
que digan, en ellos se viven y se perciben historias de vida, frag-
mentos de desaires, llamadas a deshoras, intrigas, pesares, sonrisas,
amores y desamores, peleas, reconciliaciones, gritos.
Voy mirando por la ventana, me gusta que la brisa me pegue en la
frente y pensar en el aire, la mente en blanco visualizando los espa-
cios por los que voy pasando.
Un grito de voz ronca me saca de mi ensimismamiento.
- ¡Qué es la vaina, nojoda!!- Grita un jardinero o algo parecido,
desde el andén.
- Eche qué, te vas a poner pesado, era mamando gallo- le responde
su compañero de faena.
Los dos están arreglando el césped, o algo por el estilo, en un par-
queadero cerca de la 93, el agresor le lanza un poco de hierba al
agredido, al que parece no gustarle esta simple broma.
- Te voy a clavar la mano como sigas hecho el huevón- grita ofen-
dido.
- Ñerda, cule pesa, hey. No se te puede es hacer nada- le responde
en tono jocoso su compañero.
Desde el bus sale la frase típica, indispensable.
- El que parte papaya menta mamá.
El bus estalla en risas, la pregunta que me hago es: ¿por qué yo no
me río? ¿es por tanto escuchar esa broma cliché? o ¿es mi mismo
ensimismamiento? o ¿qué carajos es?.
El Urbaplaya sigue su marcha. En la mitad de la cancha de básquet
de la imitación de parque de Villa Santos hay un personaje de esos
difícil de describir: pantaloneta de varios colores, aretes o algo que
se le parece en las orejas, una gorra de campaña política y un balón
imaginario con el que lanza cestas de una cancha a la otra.
No alcanzo a imaginar qué puede haber en esa mente para estar
lanzando balones de aire, balones imaginarios a las 2 de la tarde,
con un sol que quema las neuronas, pero algo me dice que hay más
de un cable zafado, a ése le falto más de un hervor, diría una amiga
mía.
Me bajo del bus, voy a entrar a la universidad y un tipo con traje y
corbata, totalmente fuera de lugar en el canicular sol de la tarde cu-
rrambera, habla por su celular.
- Sólo te voy a agradecer una cosa, a esa vieja hay que pegarle un
buen susto para que sea seria y se organice. Nada del otro mundo
pero tiene que saber quién es el que manda.
La frase fuera de contexto me da mucho para pensar, miro al tipo
de reojo y sigo caminando.
Definitivamente, lo dicho, el habito no hace al monje.
Cotidianidad
Por Alejandro Ángel
Alberto Salcedo en el intersemestral
Alberto Salcedo Ramos, a quien la crítica reconoce actualmente
como el mejor cronista de Colombia, estará en la Universidad
del Norte durante el período intersemestral, por invitación del
Centro de Educación Continuada y el Departamento de Comu-
nicación Social. Colaborador permanente de las revistas SOHO,
Malpesantente y Gato Pardo, Salcedo dictará un taller sobre Pe-
riodismo creativo, del 12 al 17 de julio próximos. Para entonces
habrá publicado en Soho, precisamente, el esperado perfil del
cantautor Diomedes Díaz en el que trabajó durante dos años.
Salcedo es, según Juan Gossaín “el aliento que revivió la cróni-
ca en Colombia, cuando todos pensábamos que había muerto”.
Mayores informes: Centro de Educación Continuada (primer pi-
so del edificio de postgrados), teléfono 3509351 o correo
El Rincón del Programa
OFERTA CURSOS
INTERSEMESTRALES
Comunicación Corporativa
Filosofía y Comunicación
Medios Masivos y Conflicto
Seminario Comunicación Organizacio-nal
CURSOS ESPECIALES CON PROFESORES
INVITADOS
Relaciones Públicas: teorías, conceptos y
relacionamientos
María Aparecida Ferrari. Ph.D. en
Ciencias de la Comunicación,. Coor-
dinadora de la carrera de Relaciones
Públicas y Periodismo de la Universi-
dad Metodista de São Paulo
Periodismo Internacional
Miguel Ángel Bastenier. Licenciado en
Historia y Derecho de la Universidad
de Barcelona y en Lengua y Literatura
inglesa de la Universidad de Cambridge.
Articulista y Columnista del Diario El
País.
Periodismo Deportivo y Sociedad moderna
Darío Cuesta Cristóbal. Periodista, Uni-
versidad Gabriela Mistral. Director
Escuela de Periodismo y de Comunica-
ción Audiovisual, Instituto Profesional
Santo Tomás, Santiago de Chile.
Periodismo Creativo – Crónica
Alberto Salcedo Ramos. Cronista co-
lombiano, considerado uno de los mejo-
res periodistas narrativos latinoamerica-
nos.
¿Barranquilla, Una Ciudad Posible?
Libardo Barros
Hoy día se debe matizar aquella antigua historia en la que se afirma
que Barranquilla fue “fundada” por unos galaperos que trajeron a pas-
tar sus ganados a un lugar llamado “Barrancas de San Nicolás”. La in-
vestigación antropológica e histórica ha develado entre otras cosas que
aquel relato está más cercano a una leyenda que puede tomarse como
un referente (oral o literario), pero no como una verdad incontroverti-
ble.
Desde una perspectiva histórico crítica podemos afirmar entonces que
Barranquilla no fue fundada, sino poblada por trashumantes de variadas procedencias: in-
dios, negros, criollos y mestizos de diversas raleas. Esto facilitó una mentalidad cosmopo-
lita en el nativo. Luego, a mediados del siglo pasado (1870 a 1920) la ciudad logró un au-
ge importante en lo social, cultural y económico. Pero cincuenta años después notamos
que los habitantes de entonces no previeron el crecimiento y los cambios que se suscitar-
ían, por todo lo expuesto y por la posición estratégica de la ciudad.
Barranquilla ya no es una ciudad registrable a simple vista donde casi todos se conocen.
Aunque se ha ganado el prestigioso título de ciudad-región, se ha quedado corta en lo que
a políticas sociales, culturales y urbanísticas se refiere (el sentido que tiene el barranquille-
ro de lo público es lamentable). Hace falta construir convivencia ciudadana de calidad y
aquello de lo que hoy se conoce como sociedad civil organizada. De lo que es o puede ser
la ciudad en un mundo globalizado, no sabemos más que lo que produce el mercado y los
medios de comunicación masiva. No hay todavía una interacción tangible entre estado y
ciudadanos. Además, existe una prensa complaciente (acrítica) y partidista; que atiende
más a los deseos de sus pautantes que al bien público.
En lo que se traduce en un proyecto de ciudad coherente, es mucho lo que nos queda por
pensar y resolver. Son demasiadas las preguntas que nos asisten sobre este hecho; relacio-
nadas con lo que la ciudad espera y necesita a corto plazo. Estamos llamados a darle un
carácter más humano, interactivo y sistemático a la administración pública. Para tener una
ciudad menos caprichosa y autoritaria; pero más habitable y más culta. En la que todos nos
convenzamos y tengamos la certeza que: Si nuestros vecinos viven mal, todos corremos
peligro.
La camisa recién comprada se le manchó de
salsa de ciruelas, pero no le importó. En su ro-
pero aún colgaba media docena de ellas sin
usar. Ahora su único interés era aliviarse de
una indigestión hecha con rodajas de carne,
arroz con coco y puré de papa cocida.
Del apartamento vecino se filtraba una música
alegre, risas y un olor a salchicha frita. Eso lo
sumió en una intranquilidad exasperante y para
soportarla se sirvió una copa de vino tinto, de
su cava personal. Desató los cordones de sus zapatos brillantes, adquiri-
dos en un almacén exclusivo, se aflojó el reloj y colocó su anillo de oro
en la mesa de noche.
Quería descansar con placidez en su colchón espumado y liberar su barri-
ga de la presión del pantalón de lino. Soltó la hebilla de su correa, se
quitó las medias y masajeó los dedos de los pies. Al poco rato comenzó a
estornudar por culpa del pestilente aceite quemado, que se colaba por una
ventana que olvidó cerrar.
Cuando volvió a expeler sus secreciones nasales por cuarta vez miró
hacia allí con odio… Quiso arrojarles la botella o disparar unos tiros al
aire para amedrentarlos, pero reprimió esa idea irracional. En vez de eso
centró su atención en las luces de colores que alumbraban el árbol de pi-
no artificial que mandó instalar en la sala. El elemento decorativo era
parte de una costumbre extranjera, que no comprendía muy bien, pero le
agradaban sus hojas verdes, salpicadas de nieve química y las bolas de
vidrio que colgaban de sus puntas…
El rafagazo del pasado parecía tan real que creyó sentir la vitalidad de los
38 años de ese recuerdo lejano, animando su cuerpo otra vez. Sin embar-
go, cuando los minutos pasaron se resignó a que su desgracia aún seguía
allí, tal como la había dejado. Quiso confirmarlo palpando con su lengua
en el sitio donde debían hallarse sus dientes y al tropezarse con las encías
vacías tuvo la certeza definitiva que ya no era el de antes.
Sus ojos no poseían la agudeza del pasado, el pantalón no le combinaba
con las medias, su camisa era barata y desteñida. Además, el cuero de sus
zapatos había perdido el lustre de otras épocas, ya no existían sus joyas ni
sus propiedades y el hambre lo acosaba puntual como un prestamista dis-
ciplinado.
Observó con detenimiento sus manos arrugadas, bañadas de lunares cafés
y las frotó con fuerza, aunque sabía que eso no le regresaría su lozanía.
Después de una hora de permanecer allí pensó abandonar su lugar en la
fila. Lo que más deseaba, en esos momentos, era salir corriendo, pero su
terquedad fue más fuerte y lo detuvo. Estaba integrado a una hilera larga
de hombres sudorosos, mal vestidos y con rostros de cartón, quienes ya
completaban 4 horas y 26 minutos uno detrás del otro. Ninguno se iría
hasta que les dieran lo que tanto anhelaban: un empleo.
De repente, percibió el tibio aroma del pan fresco, que provenía de una
panadería cercana y sus ácidos digestivos saltaron en su estómago como
niños hiperactivos. No tenía dinero y llevaba dos días sin comer, así que
cuando llegó su turno, su moral estaba deshecha y la espera, en vez de
ablandarlo, lo enfureció.
La recepcionista, de 22 años de edad, era briosa como la nieta que lo
abandonó para irse a vivir con su novio, pero no tan delgada. Tampoco
era dueña de unos labios sensuales ni de unos ojos grandes y expresivos.
Su cabello pintado con un tinte postizo, unos senos de silicona y su piel
trigueña eran su mayor atractivo.
Esperaba ser tratado con amabilidad, pero ella sólo le mostró su rostro
más duro y una displicencia exagerada. Eso aumentó el nivel de su ira.
La vio taparse la nariz con un pañuelo, para no aspirar su aliento y fue
cuando recordó que hacía tres días no se lavaba la boca. No se sintió cul-
pable, sino humillado, sacó los dedos crispados de sus bolsillos y es-
cuchó con claridad el despiadado tono de voz, que comparó con la esto-
cada final en una corrida de toros torturante y salvaje:
-El trabajo disponible no es adecuado para su edad…Y ¿Qué le pasó en
los dientes?, la verdad es que se ve horrible, peor aún ¡Espantoso!
La paciencia del viejo explotó y desató su resentimiento golpeando la
mesa con sus puños, los ojos se le enrojecieron y su tensión arterial se
elevó. Ella lo miró con terror. Después de tanto tiempo de aguardar como
un idiota detrás de esos desconocidos que ni siquiera hablaban, lo único
que aceptaría era la decencia de una oferta laboral, para comer de nuevo
un plato de comida caliente. Ella le destruyó esa ilusión.
La mujer no perdió la calma, en lugar de eso no le quitó la vista e intentó
con sigilo ponerse de pie, pero él sobresaltado por la adrenalina, que
corría por su torrente sanguíneo, pateó la mesa como cuando jugaba
fútbol en su niñez. Vio en ella el horror y la manera cómo controlaba la
situación, su uniforme azul con blanco y los papeles que volaron, junto
con un vaso lleno de agua, que acabó destruido contra el suelo.
Entonces, se le abalanzó e intentó agarrarla con sus manos temblorosas,
resoplándole su halitosis de oso en su nariz respingada y la ofendió con
las palabrotas más gruesas de su archivo mental. Quería desmenuzarla
como si fuera de arena, arrancarle su maldita insensibilidad para que
jamás dañara a otros y hundirle los nudillos en su asquerosa incompren-
sión.
Sin embargo, un garrotazo certero, en la cabeza, lo derribó y lo obligó a
rendirse ante el poder aplastante de sus adversarios enceguecidos. Ahora
era ella, quien lo pisaba como si fuera una cucaracha con sus tacones al-
tos, mientras el guardia de seguridad dejaba a un lado la porra para ases-
tarle una serie de patadas en las costillas.
A pesar de su llanto, los puntapiés eran cada vez decididos y cargados de
una juventud que arremetía una y otra vez contra su humanidad desgasta-
da, mientras él jadeaba con su aliento podrido revuelto con dolor y lágri-
mas. Esta vez no fue capaz de articular ninguna palabra indecente.
-¡Para la gente como usted nunca habrá una oportunidad!, le gritó la re-
cepcionista bajo la mirada de aquellos seres anónimos, quienes no inter-
vinieron a favor del anciano. En el fondo esperaban a que el incidente pa-
sara rápido, para obtener el trabajo temporal que vinieron a buscar y
mientras tanto se divertían observando al guardia, armado con un revól-
ver y sacando a empujones al abuelo sublevado. Él se perdió en la distan-
cia sin decir nada, arrastrándose como una morsa demacrada y sin colmi-
llos, sobre el concreto gélido de la ciudad.
Gente como usted
Por Isaías Molina
¡Josep Guardiola! Un estilo de vida!
Por Andrés Jaramillo
Desde niño siempre he sido un gran
seguidor del futbol mundial, más no
un fanático. Siempre me ha interesa-
do en saber cómo le va al equipo de
mi ciudad (Atlético Junior) y al FC
Barcelona. Pero me confieso un au-
tentico fanático del segundo. Quizás
porque me brinda más alegrías qué el
primero. Y es que este sentimiento no
es que haya nacido de la nada. Re-
cientemente salió de lo más profundo
de mi corazón, y sé quien fue la per-
sona que logró brotarlo por mis poros.
Esa persona se llama Josep Guardiola. Aunque prefiero decirle:
“Pep”. Su modelo de pensamiento y convicciones futbolísticas
han dejado un rastro lleno de cicatrices por todos mis pensa-
mientos y gustos. Mi madre siempre dice: “las cicatrices duran
para toda la vida” y sí que duran. Desde que Pep llegó al ban-
quillo del primer equipo, nunca pensé tan inigualable éxito. “Si
no fuera por Messi, estaría todavía dirigiendo la B” si claro, to-
dos los que conocemos o analizamos a Pep, sabemos que él
nunca se acreditaría con todos los éxitos. Siempre humildemen-
te prefiere rendirles homenaje a sus pupilos por todo lo que ga-
naron. Pero aun así sabemos que siempre hay una cabeza líder,
quien lidia y ordena a su ejército, y simplemente es él (como en
aquella película del gladiador o 300 espartanos. Dos muy bue-
nos filmes que reflejan la autoridad y compromiso que estos
líderes expresan a sus soldados mientras caminan hacia la victo-
ria) Por eso todos mis aplausos y dedicatoria en este artículo son
i n s p i r a d o s e n e s t e l í d e r .
Este joven entrenador ha marcado tanto en mi vida por su forma
de pensar, qué estoy seguro qué he aprendido infinidades de co-
sas para tomarlas y adaptarlas a mi nuevo estilo de vida. Sus
grandes palabras que lo definen: “persistiré e intentaré” reflejan
a ese gran luchador que seguro derramará hasta la última gota
de sangre mientras sobrevive o muere en la batalla. Batalla que
me ha enseñado a saber cómo lucharla. He aprendido que tanto
en el futbol como en la vida, tenemos que persistir e intentarlo
todas las veces que sean necesarias para lograr todo lo que nos
proponemos. Y es que mientras existen muchas maneras de en-
tender las palabras logrando una mentalidad fuerte contra las ad-
versidades, preferí escuchar las de Pep. Suena más interesante
comprenderme desde otra perspectiva (siempre saliéndome por
la tangente, he buscado los métodos más paradójicos e inocente-
mente extraños para identificarme) pues se pueden entender mu-
chas cosas de nuestra vida diaria mientras una persona enseña a
sus jugadores a cómo manejar una pelota de futbol al 100%.
“Todos los estilos son buenos. Intentare convencer de lo que
siento. Sin ello, no puedo ganar.” Es más sencillo de lo que pa-
rece. Mientras Pep expresaba de cómo transmitiría ese estilo
propio a sus jugadores. Yo analizaba cada una de sus palabras y
lograba una analogía fascinante para mi vida. Caminaba y deta-
llaba a cada una de las personas de mi alrededor. Y veía en ellas
un estilo propio pero muy diferente al mío. Por ejemplo: “El
profesor que dicta su clase, siempre intenta convencer a sus
alumnos de que lo qué está enseñando les servirá para su vida.
Eso sí, estampa su propio estilo al momento de enseñar.” Por
eso existen profesores extraordinarios, excepcionales en todo el
sentido de la palabra. Pues sus estilos son tan propios que con-
vence hasta al más inquieto.
Y es que todos los estilos son buenos, unos dan más resultados
que otros. Pero nunca garantiza el éxito. Esto es así en el futbol,
son más las probabilidades de perder qué ganar, como también
en la vida. Las oportunidades de triunfar en el trabajo; en el
amor; en el mundo entero, Son escasas. Tenemos que saber mol-
dearlas, aprovecharlas y ajustarlas a nuestro propio estilo de vi-
da para que seamos completamente felices. Y es que de eso se
trata todo esto, ser feliz en lo que más nos gusta hacer aunque
nos quedemos calvos como Pep. Pero estoy seguro que tanto él,
como, así como también muchas otras personas en el mundo, se
gozan su trabajo reflejando su propio estilo de vida, estilo de vi-
da que sin querer él me enseñó…
Manifiesto
Por: Daniel Aguilar.
A propósito del período
electoral, muchos temas
salen a la luz pública. Al-
gunos importantes, otros
no, pero que logran una
buena exposición, debido
a que favorecen o cubren
los intereses de unos y
otros dentro de la contien-
da. La cantidad de estupi-
deces que se han llegado a
decir en contra y a favor de los candidatos ha sido
tal, que carece de todo sentido y demuestra, de triste
manera, lo ramplona que es la política en nuestro
país. Sin embargo, el historial de ciertos miembros
de la vida política del país, quienes ahora se perfilan
como posibles miembros del futuro gobierno, me
lleva a retomar un pensamiento que me viene dando
vueltas en la cabeza, desde que comenzaran las libe-
raciones de secuestrados y, con ellas, los reclamos y
en un momento dado, denuncias en contra de Piedad
Córdoba, con cargos de traición a la patria.
¿No es traidor de la patria quien patrocina grupos al
margen de la ley, forzando a otros compatriotas, tan
colombianos como ellos, a irse de sus terrenos, a fin
de incrementar sus propiedades? ¿No traiciona a la
patria el miembro de las fuerzas armadas que asesi-
na al civil a quien, se supone, debe proteger? ¿No
traiciona a la patria quien desde su cargo poderoso
permite la violación de derechos humanos en el
país? ¿No traiciona a la patria el Juez que libera al
criminal que tanto daño le hace a nuestra sociedad?
¿No es un traidor de la patria quien asigna tierras in-
cautadas a grupos al margen de la ley, no a los cam-
pesinos que las poseían anteriormente, sino a grupos
de explotación industrial de aceite de palma? ¿No
traiciona a la patria el abogado que representa a la
firma privada que sale victoriosa de un contrato que
no le cumplió al estado? ¿No es acaso, un traidor de
la patria el político que utiliza absurdas cantidades
de dinero para promover su imagen, mientras cien-
tos de niños de nuestro país padecen de hambre y
mueren bajo precarias condiciones de vida?
Si vamos a hablar de traición a la patria hagámoslo
bien. Abiertamente y sin tapujos. Independiente-
mente de orientaciones de tipo partidista, o de color
político, es necesario denunciar al mayor y más cos-
toso flagelo que ha vivió este país: la corrupción,
que se enquistó en todas las instancias del poder y
succionó, desde los pedestales en que se encuentra,
toda la riqueza nacional. La misma corrupción que
todos los gobiernos han prometido acabar de modo
tajante, pero que en plena contienda electoral vuelve
y surge en apoyo de aquellos que prometen acabarla.
Por todo lo anterior, propongo lo siguiente. Que se
abran procesos por cargos de traición a la patria en
contra de:
1. Aquellos que asaltan el erario público.
2. Funcionarios que reciben o recibieron preben-
das de criminales comprobados y condenados, a fin
de favorecerlos en sus procesos judiciales.
3. Los corruptos que impiden el desarrollo regio-
nal, robándose el dinero de las regalías.
4. Que los delitos de desaparición forzosa, la tor-
tura y el exterminio masivo y/o selectivo sean consi-
derados, en Colombia, actos tan criminales como el
secuestro.
5. Militares y policías a quienes se les encuentre
culpables por delitos en contra de los derechos
humanos.
Soy consciente de que es tan sólo una idea loca, des-
cabellada y, dada las condiciones del país, hasta pe-
ligrosa. Pero ¿qué más da?
Si tiene algún aporte a esta lista de crímenes que
debieran ser considerados traición a la patria,
por favor, anótelos abajo o envíelos a nuestro co-
rreo.
El Mural Ese día (Nov 6 de 1985) no censuramos
a ningún medio...sólo promovimos que
se autocensuraran ellos mismos.
Noemí Sanín
Breve encuentro con la Seguridad Democrática Por Eder J. Jiménez
Intentaba leer un libro pero la vibración no me lo permitía. El frío dentro
de aquel rectángulo con ventanas y ruedas era suficiente como para mante-
ner refrescante la gaseosa que había comprado hace una hora y media en la
terminal de Cartagena. Los pilotos de la nave interdepartamental deciden
apagar las luces del interior del vehículo y poner una película argentina…
ahora sí, leer era imposible, y además tocaba ver el cine de los que se cre-
en europeos.
A una velocidad lenta y desesperante, el bus viajaba hacia mi ciudad natal,
Barranquilla. Había hecho el mismo viaje ese mismo día, para encontrarme
con una gran amiga, pero en la mañana. Ahora de noche, ni para ver el mis-
mo paisaje aburrido de siempre a través de la ventana. Dos horas y medias
de viaje en la mañana, un día agitado y otras dos horas y media de viaje en
la noche… o por lo menos ese era el plan, pero la llamada Seguridad De-
mocrática le dio un punto de giro obligatorio a la historia.
El bus se detiene lentamente, todos abordo se extrañan pues el viaje era ex-
preso. El asistente del conductor entra a la cabina de pasajeros y detiene la
película que más de una vez me hizo pensar en bajarme en cualquier lugar
de la carretera y caminar hasta Barranquilla. Unas luces parpadeantes, rojas
y azules, entran por el parabrisas invadiendo la oscuridad de la cabina, ilu-
minando los rostros de aquellos que se asomaban para averiguar qué estaba
pasando afuera.
Una figura eclipsa las luces al entrar al único lugar que hasta el momento
parecía seguro y prende una linterna que golpea las pupilas de todos los pa-
sajeros. “Buenas noches damas y caballeros —dice el hombre que además
portaba una cámara en su otra mano— somos la Policía Nacional de Co-
lombia. Este es un control de seguridad y vamos a grabar sus rostros”,
agregó apuntado su lente y la intensa luz blanca al primer pasajero de la fila
derecha.
Con expresiones en su cara, como las de alguien que intenta leer la mente y
un tono de voz nada amigable, el agente le pide a cada uno de los viajeros
que mire a la cámara, diga su nombre y muestre su identificación. A mitad
del pasillo, se encuentra con dos jóvenes que viajan juntos, uno de ellos lle-
va un pasamontañas sobre su cabeza y el otro viste un buso con capucha ne-
gro.
El agente le ordena al primer muchacho quitarse el pasamontañas. Acto se-
guido, con su linterna -como si se tratase de un descubrimiento rupestre de-
ntro de una cueva tecnológica y con ruedas- el oficial revela una serie de
figuras dibujadas por algún peluquero hábil de barrio con una cuchilla sobre
la cabeza del chico. Al agente “Holmes” le parece sospechoso y le pregunta
si es un pandillero, el joven responde que no, pero el experto sentido deduc-
tivo del interrogador -que no tiene en cuenta las modas de hoy-, no cree en
la respuesta y manda bajar a los sospechosos para una requisa más intensa.
Más adelante me enteraría que los dos jóvenes son hermanos y viven en un
pueblo del departamento de Bolívar, ambos son delgados y de tez morena.
Después de ver aquella prejuiciosa escena, me doy cuenta que olvidé mi do-
cumento de identidad en casa. A dos puestos de mi turno a la cámara caza
criminales; era hora de inventar una buena historia y llevar a cabo la actua-
ción de mi vida.
—Mire a la cámara señor, diga su nombre y muestre su identificación— me
dice el hombre de uniforme.
—Mi nombre es Eder Jiménez…
—¿Y su identificación? — me pregunta, interrumpiendo mi minuto de fama
judicial.
—Bueno… la verdad es que, justamente ésta tarde, dos hombres me asalta-
ron en el centro de Cartagena. Se llevaron mi dinero y mis documentos…
pero aún tengo el carnet de mi universidad— le respondí sosteniendo el li-
bro que había vuelto a sacar del maletín antes de ser interrogado y, con mi-
rada sufrida a través de las gafas, que me había vuelto a poner para comple-
tar mi personaje: el de un joven periodista y culto, victima de la inseguri-
dad. Todo eso hacía juego con la camisa gris de mangas largas que lucía
además de mi cabello despeinado, que me hacía parecer más a un ratón de
bibliotecas que a un pandillero.
El agente creyó mi historia, pero de igual forma ordenó a todos bajar del
vehículo para una requisa y, fue allí, cuando baje y tomé la fotografía de
ésta historia a escondidas de los oficiales. Luego volvimos a abordar el bus
y continuamos nuestro camino, dejando atrás a los hombres motorizados de
uniforme verde, a las luces parpadeantes azules y rojas y al interrogador
prejuicioso.
Por primera vez, había sentido temor de aquel fantasma llamado “Seguridad
Democrática” que, según nuestro actual presidente (Álvaro Uribe), le ha
traído tanta paz a los colombianos.
A nivel mundial la corrupción política es
un flagelo que golpea a todas las sociedades.
Está claro que dentro del marco de la legali-
dad, lo ideal sería la transparencia. Sin em-
bargo, en Colombia parece que es imposible
vivir jornadas electorales libres de corrup-
tos, muestra de esto fueron los pasados co-
micios en cuales se elegían a nuestros con-
gresistas, nada más y nada menos estaba en
juego la elección de los encargados de guiar
por buen camino el futuro del país.
Cada contienda electoral colombiana siempre termina disfrazada con
el traje de la corrupción. La compra de votos, es quizá el punto más
negro, en las pasadas elecciones parlamentarias esto se vivió desca-
radamente, muchos de los congresistas electos el pasado 14 de Mar-
zo, se vieron salpicados en hechos de compra y venta de votos. La
idea era mantener o alcanzar una curul a como diera lugar. Nada raro
que sea así, ya que es un sueldo envidiable el que tienen los congre-
sistas, que parece que en las universidades y casas donde recibieron
sus enseñanzas aprendiendo a ser „picaros‟, y en realidad no es mu-
cho lo que hacen por el bien del país, son pocos los que realizan co-
mo deben su labor.
Sin embargo, la duda que surge cada vez que se aproximan unas
elecciones, es por qué las personas venden su voto, será por falta de
educación, la falta de bases políticas fuertes, o por lo contrario la
gente se aburrió de escuchar siempre el mismo discurso y le da igual
saber quiénes son sus líderes, y lo único que le interesa es conseguir
algunos cuantos pesos que de verdad lo puedan ayudar y ser más úti-
les en su vida.
Otro acto de corrupción que aparece en medio de las contiendas elec-
torales, es la poca transparencia en la financiación de campañas
políticas, este factor que los empresarios perciben como problemas
graves de corrupción, debido a que las grandes empresas o personas
que apoyan ciertas campañas, lo hacen para recibir favores a futuros,
es decir apoyan y respaldan cierta campaña, con el fin único de ma-
nejar la política a su antojo, es decir en Colombia las cosas se ganan
con plata, todo aquel que tenga el poder, o más bien el factor dinero
seguramente tendrá apoyo de alguna parte del gobierno.
Pero tratando de aterrizar un poco más cerca c el tema, podemos si-
tuarnos en Soledad, que según el propio gobierno es uno de los mu-
nicipios más corruptos de todo el país, y seguramente así es, los so-
ledeños a diario ven como su pueblo se desbarata a pedazos, de los
últimos alcaldes pocos han podido terminar su mandato, al verse su-
mergidos en varios problemas de corrupción. Y como para no ser aje-
nos a uno traducción corrupta de muchos años, para las pasadas pri-
mera y cercana segunda vuelta de las elecciones presidenciales, se
presentaron, se presentan y se presentaran la compra de votos.
Según Máximo Noriega líder de la campaña del candidato Gustavo
Petro, en Soledad estuvieron comprando los votos para los comicios
del 30 de mayo, por la mínima suma de 30 mil pesos, claro está que
si el candidato superaba la primera vuelta, recibirán más plata por
un nuevo voto. El líder del Polo Democrático, no dio nombres pero
quiso poner alerta a todas las autoridades electorales, para evitar lo
sucedido en las pasadas elecciones parlamentarias.
Quizá nuevamente aparecerá la compra y venta de votos, no es des-
cabellado pensarlo, ya que para muchas personas recibir cualquier
peso es una ayuda extra muy importante, además tienen marcado en
su mente que todos los políticos son iguales, y que pase lo que pase
nada nuevo pasará y seguiremos viendo como se repite la historia.
Sin embargo ojalá que en esta segunda vuelta de elecciones presiden-
ciales que se aproximan, prevalezca la transparencia sobre la corrup-
ción, y que la gente vaya a las urnas segura y convencida de que su
opción es la mejor, que luego de haber escuchado todas las propues-
tas han decidido votar por la iniciativa que llevará al país por buen
camino. Si se logrará esto, seguramente en estos futuros comicios
podremos decir que ganó la democracia, sí es que aún existe en este
país de corrupción.
La Corrupción Electoral Colombiana
Por: Leonid Pinzón
El Mural
Historia de un titulo anunciado
Por Giovanni Echeverry
Esta historia comenzó el 14 de diciembre
de 2009, justo un día después de terminar
la copa mustang II, cuando Diego Edison
Umaña aterrizo en el Ernesto cortissoz de
la arenosa. Las primeras palabras del técni-
co vallecaucano fueron “quiero ser cam-
peón y vengo para eso”, palabras que que-
darían en el aire tras una nueva decepción
del plantel, quedando eliminado de la copa
libertadores a manos del Racing club de
Montevideo en el mes de febrero.
Pero el futbol da revancha y eso era precisamente lo que querían
todos los junioristas, quienes no aguantaban una caída más. La an-
tigua copa mustang se convertiría ahora en la liga postobon y Uma-
ña conformaría un sólido equipo que ya su base traía varios torneos
en línea.
La liga comenzaría para los tiburones en el estadio Hernán Ramírez
Villegas de Pereira con un empate a dos goles, resultado que era
positivo mirando el pasado de visitante del onceno barranquillero,
luego, una semana después se verían las caras en Barranquilla con
la equidad, al cual vencieron fácilmente dos goles contra cero, el
equipo tomaba buena cara y comenzaba a ser protagonista del tor-
neo desde muy temprano, después vendrían una seguidilla de bue-
nos partidos: 2-2 con Tolima en Ibagué, victoria 2-0 vs millonarios,
derrota 1-0 en el Atanasio contra nacional, contundente victoria 3-0
en el metropolitano al Cali, la primera victoria de visitante ante el
colero Quindío por 2-1 y un empate a un gol contra el DIM en Me-
dellín.
A esta altura del semestre, la liga en la fecha ocho se encontraba
animada por el líder invicto Real Cartagena, seguido de Medellín,
junior y Tolima.
Llegaría la anhelada fecha de clásicos en donde junior recibiría en
casa al superlíder y vecino Real Cartagena, con un estadio colmado
por mas de 30 mil almas, el junior volvería a decepcionar a su hin-
chada cayendo por goleada tres goles a cero, muchos hinchas se re-
tirarían del Roberto Meléndez por varias jornadas.
Con la sangre en el ojo por esta derrota el siguiente rival fue el
Cúcuta, quien pago los platos rotos perdiendo 2-0 en Barranquilla
ante un majestuoso estadio con pocos espectadores, posteriormente
junior caería una vez mas por fuera de su cancha ante el once cal-
das que últimamente amarga a los tiburones con mucha frecuencia,
pero Umaña, Giovanni, Bacca y el resto del plantel pondrían pare a
esta situación, en los siguientes cinco partidos junior sacaría 3 vic-
torias y dos empates que lo dejaban al borde de la clasificación,
siempre y cuando consiguiera 4 de 6 puntos restantes.
La cita ahora seria en el Jaime Morón León en donde el Cartagena
que venia de capa caída recibía a junior, luego de un partido violen-
to y polémico, el arquero Didier Muñoz en los últimos segundos
del partido, como es costumbre en el, cometería una terrible falta
en el área que dio paso a una pena máxima y la victoria agónica del
Real sobre los rojiblancos. A la espera de otros resultados junior re-
cibía en la ultima fecha del torneo regular al eliminado envigado,
partido que comenzaría con la temprana expulsión de Didier Mu-
ñoz, lo cual hizo sufrir a los pocos asistentes que allí se encontra-
ban, finalmente junior daría vuelta a la situación negativa y se
pondría ganador dos goles contra cero, tras una maravillosa actua-
ción del cancerbero Carlos Rodríguez.
Los resultados esperados se dieron y junior logro la agónica clasifi-
cación a las semifinales en donde enfrentaría al deportivo indepen-
diente Medellín, primero, en Barranquilla y luego en la capital de
la montaña, el público volvió a creer y se acerco a las tribunas.
En dos interesantes partidos venciendo 3-1 en casa y perdiendo 0-1
de visita, el junior logro su paso a la final del futbol profesional co-
lombiano de la mano del peto Rodríguez, aquel que en principio
era el tercer arquero del plantel.
La equidad seguros fue el otro finalista, quien el 26 de mayo reci-
bió y derrotó al junior en el Nemesio Camacho “el Campin” de la
capital de la republica 1-0, tras ocho días teñidos de política debido
a la elecciones presidenciales, el junior recibiría a los capitalinos en
su fortín, el estadio metropolitano Roberto Meléndez totalmente
colmado por 65.000 hinchas, una pantalla nueva y una lechuza de
la suerte; cuando corría el minuto 85 de juego el partido se encon-
traba 2-1 a favor del local, lo que llevaría a definir el titulo desde
los once pasos, pero la historia no terminaría aun, un rebote que pe-
go en Carlos Bacca y dejo descolocado al arquero Nelson Ramos,
le daría el triunfo, el trofeo de goleador a bacca y la sexta estrella al
conjunto de la costa, lo que desato la algarabía en las tribunas y en
una sola voz se escuchaba el coro, CAMPEÓN, JUNIOR CAM-
PEÓN…
Abrazo de gol
Sentado en su cubículo y mientras
termina su última crónica sobre el le-
gendario boxeador, colombiano Anto-
nio Cervantes ,” KID PAMBELÉ “ ,
es ahí cuando comienzo a lanzarle ,
mis inquietudes a este gran cronista
deportivo llamado Estewil Quezada
Fernández Por qué dicen que usted le
teme a la muerte, si le gusta tanto el
boxeo siendo un deporte tan rudo y donde tantas veces se llega a la
muerte .-a lo que este hombre que parece más un emigrante chino
responde ,como tratando de esquivar este fuerte golpe. Yo no le te-
mo a la muerte, incluso cuando comencé a trabajar, lo hacía enfren-
te del cementerio, lo que no me gusta es ver sufrir a las personas
frente a sus muertos.- Me contengo de lanzar otro golpe , a mi con-
trincante ,mientras este contesta el teléfono que repica insistente-
mente, momento en el cuál , aprovecho para observar a su alrede-
dor y veo un gran desorden , cuando este cuelga el auricular , le
pregunto volviendo , al infighting , por que este gran desorden , el
deja esbozar una sonrisa en su rostro y contesta “es que estamos
haciendo limpieza, yo no soy desordenado” , yo vuelvo al ataque :
y pregunto si usted volviera a nacer fuera periodista de nuevo , a lo
que el sintiendo un fuerte golpe bajo responde pues claro querido
amigo para eso fue a lo que vinimos a este mundo. Entra el árbitro
al teléfono y otra vez con sus insistente repicar nos sepa-
ra ,momento en el cuál, le pregunto a uno de sus compañeros de la-
bores, de apellido capella, que tal es este personaje como compa-
ñero y persona, y este me responde con una fuerte voz, de locutor
de radio, “el hombre es un buen compañero, 1A, y como periodista
es todavía mucho mejor”, cuando Quezada deja el teléfono a un la-
do, lanzo un gancho de derecha, a mi fuerte contrincante: a usted le
gusta tomar del pelo a sus compañeros, el acomodándose en la si-
lla, y de paso su camisa, me dice que horror, quien te informo eso,
me imagino que fue Capella, o Franco, eso es falso, yo soy un tipo
muy serio y soltó una fuerte carcajada que hizo que todos sus
compañeros voltearan para ver que sucedía. Esta vez el clava su
cabeza en la pantalla del computador y me dice espera un momento
y a la vez también abre una gaveta de metal la cuál golpea mi rodi-
lla y él sin mirar me dice perdón. Al cavo de unos segundos volve-
mos al intercambio de golpes y yo le lanzo un golpe a su rostro
preguntándole cosas de tipo personal, la primera que se me vino a
la cabeza fue preguntarle por su familia, en específico, como hace
usted para pasar un fin de semana con su hijo y el muy claramente
contesta “pues cuando estaba pequeño yo me lo llevaba para el es-
tadio los domingos y pasaba con el todo el día pero como ya cre-
ció ya no me acompaña”. Sin darle descanso lanzo otro golpe más:
¿Por qué su hijo ya no va a el estadio? por que el no vive acá, vi-
ve en Bogotá y es así cuando la campana me indica que ha acaba-
do el primer asalto de esta dura pelea. El día domingo comenzó el
segundo asalto de este combate periodístico, mientras espero en la
puerta del Periódico El Tiempo, al personaje en cuestión, recuerdo
algo que me dijo Javier Franco sobre Estewil “Estewil es muy
buen compañero, siempre se preocupa por nuestro bienestar por
que estemos integrados, por eso es el presidente de nuestra Coope-
rativa”. Cuando en mi reloj marcaba la una menos cuarto de la tar-
de, apareció de nuevo este singular personaje, que me saludó muy
amablemente y proseguimos con este combate de preguntas y res-
puestas. Mi primer golpe esta vez fue directo a su corazón: le pre-
gunté por qué le gustaba ayudar a los demás y este, como de cos-
tumbre, sacando algo de su gaveta de metal me respondió “pues
eso va en uno, pues antes de ser presidente de la cooperativa y no
tener ningún cargo en el periódico yo ya hacía las cosas”, y sin dar-
me tiempo a golpear de nuevo con mis preguntas, Estewil reposta y
dice "acerca de eso tengo una anécdota, se iba a organizar una fies-
ta y yo conseguí hasta el ron fiao, y la fiesta se hizo”, otra vez el
repicar de ese pequeño aparato llamado teléfono detiene el comba-
te y me doy cuenta que lo que se rumora de él, que es tomador de
pelo, es totalmente cierto, pues a la persona que está al otro lado de
la línea le dice que si, que ahí esta Mema y dice espera un momen-
to y comienza a llamar a otro compañero al cual él llama “Mema,
Mema…”.Pasándole el teléfono a ese compañero me dice
“prosigamos” y sigue esta lucha, es en este momento donde vuelvo
a golpear el sentir periodístico de Estewil, y le pregunto quién fue
su maestro en su iniciación en el periodismo, y el recibe aquel gol-
pe y responde muy alegre “mi maestro fue el gran Fabio Poveda
Márquez”, agacha la cabeza “el no solo fue mi maestro sino mi
amigo” y con un dejo de tristeza en la voz me comenta que él estu-
vo con Poveda en los últimos instantes de su vida, y que fueron
compañeros de viajes cuando salían a cubrir un evento boxísti-
co. Dejo que mi contrincante tome aire nuevamente y contraataco
con otro golpe directo a los sentimientos, y me deja ver la parte
humana de este ilustre personaje, cuando le pregunto, “¿qué sigue
en su carrera profesional?” y el me dice “escribir crónicas” pero yo
muy hábilmente contraataco nuevamente “¿pero, de qué tipo?”, y
el responde “de tipo humana porque aunque usted no lo crea, esa
son las que me gustan a mi”. Estewil mira el reloj y yo aprovecho
para lanzar los dos últimos golpe en este combate, y pregunto
“¿usted por qué ayuda tanto, usted que piensa de los demás cole-
gas?” y el muy hábilmente se defiende y esquiva el golpe respon-
diendo “prefiero no hablar por qué yo no hablo mal de mis cole-
gas”. Y para darle el golpe de nocaut, le pregunto sobre un apodo
que le tienen sus compañeros: paciencia, así me aseguró su com-
pañero Javier Franco a lo que Quezada respondió con un breve
“uhum” y su palabra favorita “que horror”. Con lo cual damos por
finalizado esta lucha, que nos muestra que a pesar de ser un hom-
bre reconocido por su labor en el periodismo también es una perso-
na que se preocupa mucho por sus semejantes.
ESTEWIL QUEZADA: LA BIBLIA DEL BOXEO
Por : Oscar Tobón
Photo-Shop
líquido
P S 120º de Felicidad
libre de culpas Cosecha de 2010
Más de 25 años haciendo el bien, sin mirar a quién...
Nota: Idea original de Gabriel Guillén, profesor del programa de Diseño Gráfico, Universidad del Norte.
Si estas vacaciones lo aburren más que a un
pescado en un tetero, le tenemos la solución...
Consulte las ediciones anteriores en nuestra
página:
http://issuu.com/el_mural
Mejor aún, mándenos sus textos originales, fo-
tos, comentarios, dedicatorias, declaraciones,
etc., al correo:
Sea parte de este proyecto…!Todos, absoluta-
mente todos, pueden serlo!!!
“If you´d come today, you would have rea-
ched a whole nation...But Israel in 4 B.C.
had no mass communication”
Judas en Jesus Christ Superstar