El Origen Del Lenguaje Escrito
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Ensayo sobre
El origen del Lenguaje Escrito y sus características
Autor: Pedro López Eiroá
soportedelconocimiento.blogspot.mx
origensobrehumano.blogspot.mx
ciudadanosdelreinodeloscielos.blogspot.mx¿QUIÉN INVENTÓ EL LENGUAJE?
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En lo insondable del pasado se encuentra el inventor de la herramienta tecnológica más importante de la historia, la cual ha dado soporte al desarrollo de la civilización como la conocemos, un código único y genial: el lenguaje.
Todo comenzó con la palabra de expresión del ser humano en su facultad para hablar,
sea que haya evolucionado de los gruñidos a los sonidos, o bien que haya sido
diseñado desde el comienzo con esta capacidad. Existen innumerables
investigaciones realizadas, para determinar con certeza cuándo y cómo el hombre
cruzó el umbral para empezar a expresarse y comunicarse entre sí oralmente,
logrando articular e implementar lo complejo de este tipo de lenguaje, hasta
experimentar su sistematización escrita.
Algunos especialistas inclusive piensan que el lenguaje establece una barrera de
separación y distinción, entre el hombre y los animales: ¿es posible que sea el
instrumento que lo saca de lo instintivo e irracional para llevarlo a la consciencia de lo
intelectual y las funciones superiores de la mente?, ¿es quizás el ingrediente que
posibilita la convivencia social y el avance cultural?, ¿es una herramienta que posibilite
el conocimiento y del dominio de la naturaleza?
Hoy en día se manejan dos
posturas en cuanto al origen del
lenguaje, aunque opuestas entre sí.
Por un lado se considera la teoría de
un origen divino, que tiene su
soporte en lo que dice la Biblia: Dios
desde el comienzo habla con Adán
(Génesis 2:15-17) y le solicita que
de nombre a todas las criaturas
(Génesis 2:19-20); además se
menciona que toda la tierra usaba una misma lengua y palabras en el comienzo
(Génesis 11:1). Esta postura está a favor de: un lenguaje diseñado desde el origen,
que inclusive tiene una expresión oral y escrita, que no requiere de un proceso de
aprendizaje y que tampoco se desarrolla a partir de gruñidos.
Por otro lado, consideremos la teoría evolucionista, en donde se propone que los
seres humanos comenzaron a hablar imitando los sonidos de su entorno, tanto de los
animales como de la naturaleza, y presenta dos variantes. Una versión está
sustentada desde el siglo XVIII por el filósofo Wilhelm Leibniz, y ha sido publicada por
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el lingüista italiano Alfredo Trombetti en su
libro “L’Unitá d’origine del linguaggio”, en
donde aparentemente se puede llegar por
imitación a la creación de una lengua
madre de la que se derivan las actuales
(Teoría de la Monogénesis) debido a la
necesidad del hombre de buscar
comunicarse. Otra versión propone que las
lenguas surgen en distintos lugares y con un
desarrollo independiente pero de forma simultánea,
lo que aparentemente pudiera explicar la
diversidad actual de las mismas (Teoría de la
Poligénesis). Un representante actual de esta
tendencia evolucionista es el psicólogo y lingüista
canadiense Steven Arthur Pinker, quien siguiendo
una línea darwinista (1997) atribuye el nacimiento y
el progreso del lenguaje a una estrategia de adaptación y especialización.
Estas dos tendencias tienen su reflejo en el terreno de la lingüística. Encontramos
así dos versiones de la postura evolutiva: una opción apoya que el lenguaje tiene un
diseño provisto por la evolución (incluyendo un órgano propio del lenguaje), esta teoría
racionalista es llamada INNATISTA y es impulsada por Noam Chomsky (lingüista y
filósofo norteamericano) quien propone que la capacidad de pensar y hablar son actos
innatos pero controlados por la genética; en donde el hombre tiene desde niño la
programación genética en el
cerebro la cual incluye una
gramática idiomática, por lo que
solo le falta aprender a adaptar
esos mecanismos al léxico y a la
sintaxis. La otra opción evolutiva
se basa en la postura conductista
impulsada por Burrhus Frederic
Skinner (psicólogo y filósofo
norteamericano), quien sostiene
que el lenguaje es un conocimiento que se aprende por factores externos: bien sea por
imitación de los padres o por la relación con las cosas.
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Ahora bien, una teoría que pudiera soportar el diseño del lenguaje directamente por
Dios, es la del DISEÑO INTELIGENTE, propuesta por William Dembski (filósofo y
teólogo norteamericano), a través de la cual el lenguaje humano (1999: 127-132, 153-
173) cumple con tres variables que lo catalogan como un diseño: presenta
complejidad, tiene especificaciones
propias y sustenta información en su
contenido que normalmente NO surge
espontáneamente en el entorno. La
complejidad se refiere al significado
estadístico del diseño, que reduce al
máximo la probabilidad de ocurrencia
del mismo de forma espontánea. Las
especificaciones se refieren al conocimiento que involucra el diseño, es decir, a su
funcionalidad. La información por un lado es una medida de la complejidad del diseño,
y por otro lado nos ubica en una secuencia significativa generada prácticamente por
un agente inteligente. Si bien Dembski acepta que el lenguaje cambia con el tiempo
para adaptarse a los convencionalismos de cada época, piensa que todavía no se ha
logrado confirmar ningún mecanismo natural que pudiera haberlo originado.
La evidencia real hasta el momento, aparentemente tiene que ver con que no hay
ningún registro (histórico o fósil) que haga constar cuándo y cómo surge el lenguaje
humano por lo menos en su forma oral; así como tampoco se ha encontrado ningún
ejemplo homólogo en el mundo animal, que nos permita la posibilidad de un estudio
comparativo. De hecho en lo que
respecta al mismo, lo único verídico es
que se trata de una forma de
comunicación: expresiva, espontánea,
vocal, natural, afectiva y gesticular.
Nos permite además señalar no solo
objetos y pensamientos con palabras,
sino que también permite la expresión
de sentimientos e intenciones.
Promueve la interacción dinámica no planeada entre emisor y receptor, pero solo dura
lo que tarda en emitirse (es fugaz) y no permite su corrección, aunque promueve una
contínua interacción e innovación. Su objetivo no es la reflexión ni el autoanálisis.
Claramente es un lenguaje informal que se ve influido por el contexto y situación en
que se desarrolla y tiene un número limitado de receptores. Es obvio que no requiere
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de mayor estructura o rigurosidad y se adquiere por convivencia en la comunidad. Es
el lenguaje de mayor uso, en cuanto a la frecuencia y la práctica a nivel mundial.
Me parece que es digno de mención, el saber que hay antropólogos, que tienden a
considerar con base a la evidencia científica actual, que la evolución no brinda la
explicación del origen del lenguaje, porque:
a) Cuanto más simples son las culturas en el pasado presentan lenguajes más
complejos (Kluckhohn, 1969, 148), en contraste con el curso general de la
evolución cultural, mostrando que el concepto de escala evolutiva es erróneo.
b) Es exclusivo del hombre (Kroeber, 1948, 41): ni el hombre ha hecho hablar ni
ha podido comunicarse con los animales subhumanos, y desde luego aunque
el mono o el loro pueden imitar sonidos del habla, no llegan nunca a hablar.
c) Los animales aprenden el tono de la voz, pero no las palabras mismas (Munro
Fox, 1952,28), es decir, no comprenden el lenguaje humano.
Ahora bien, ¿será posible que encontremos alguna evidencia o pista relevante, en
cuanto a su origen, en el lenguaje escrito? Las formas más antiguas de comunicación
de que se tengan registro y que existen en
todo el mundo, se conocen como
petroglifos (del griego petro = piedra
y glupheim = grabar) y pictografías, con
una antigüedad que data entre 4,000 y
8,000 años a.C. Ambos surgen como una
forma de expresión gráfica, mediante
imágenes, aunque no son un lenguaje
propiamente dicho, porque no se
sistematizan dichos símbolos ni tampoco establecen reglas que permitan su uso para
efectos comunicativos. Se cree que son el
antecedente simbólico previo a un sistema de
escritura formal, y que muchos historiadores
consideran como “proto-escritura”. En este
sentido los historiadores hacen una distinción
específica entre la prehistoria y la historia, siendo
esta última definida por la presencia de fuentes
escritas autóctonas, que estando presentes en la
forma de textos coherentes, establecen una
marca permanente de la “historicidad”.
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En realidad el primer sistema organizado de signos de que se tenga constancia se
presentó en Mesopotamia a través de la cultura sumeria, en el
período entre 6000 y 1000 años antes de nuestra era; y por definición
este registro escrito del hombre establece el inicio de la historia como
la conocemos. Las primeras inscripciones que encontramos (hacia el
año 2500 a.C.) son de tipo ideográfico, es decir, dibujos simplificados
que representan objetos, seres e inclusive ideas; los cuales se
transformaron y estandarizaron en lo que conocemos como símbolos
cuneiformes, es decir en forma de la cuña que modelaba la arcilla o
roca en donde se llegaron a plasmar (del latín cuneum = cuña); y a
partir de ese momento dejaron de representar un único concepto que
dependía de su imagen, para pasar a establecer un concepto
dependiente del contexto, lo que provocó una clara disminución de la
cantidad de signos de representación necesarios en la escritura.
Un aspecto adicional fue la invención del fonetismo, en donde los
signos dejaron de representar conceptos, para representar sonidos de
la propia lengua; aunque el uso de los jeroglíficos viene a ser el punto
intermedio de transición entre la escritura ideográfica y la fonética,
como el caso de la cultura egipcia. Este es un tipo de escritura
verdaderamente artística realizada con dibujos que representan la
realidad tal y como es: cabezas humanas, pájaros, animales diversos,
plantas y flores. Según los antiguos egipcios, es el dios Thot el que
habría creado la escritura y luego la habría transmitido a los hombres;
este dios es el poseedor y
dominador de la palabra eficaz,
además de presidir la escritura de la
historia; se le representa con un
cuerpo humano que tiene cabeza de ibis. Es
conocedor de los jeroglíficos como palabras que
crean las cosas.
La palabra "jeroglífico", que designa los caracteres
de la escritura egipcia, significa de hecho "escritura
de los dioses" (del griego hieros = sagrado, y
glupheim = grabar). Los primeros documentos que llevan inscripciones jeroglíficas se
remontan al tercer milenio a.C. La lengua egipcia no sufrió ninguna transformación
importante hasta el año 390 d.C., coincidiendo con la dominación romana. Los
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egipcios, a diferencia de los sumerios, concibieron un sistema gráfico para poder
expresarlo todo. El sistema jeroglífico es, desde su origen, una verdadera escritura: en
primer lugar porque reproduce casi totalmente la lengua hablada y en segundo lugar
porque refleja toda clase de realidades abstractas y concretas.
Sin embargo, los dibujos jeroglíficos exigían mucha paciencia y minuciosidad, eran
un arte y no una escritura práctica.
Por ese motivo los egipcios
desarrollaron una escritura
"cursiva" mucho más rápida y útil,
la cual se denominó hierática (del
griego hieros = sagrado) debido a
que se usó en un principio en
círculos religiosos. Presentaba los
mismos caracteres que la escritura
jeroglífica pero generalmente
unidos entre sí. Posteriormente la escritura hierática se simplificaría aún más hacia el
año 650 a.C., dando lugar a la denominada escritura demótica, la cual se convertiría
en la escritura popular en Egipto.
Todos estos registros antiguos del lenguaje (cuneiformes y jeroglíficos) presentaban
un gran problema: había una multitud de signos distintos, debido a lo cual aprender a
escribir no era tarea fácil y se
convertía en una actividad exclusiva
de pocos (escribas, sacerdotes o
clase alta); donde la mayoría del
pueblo permanecía prácticamente
analfabeta. Por eso, la invención del
alfabeto (palabra griega formada a
partir de las primeras letras alfa y
beta; como hoy pudiéramos decir “el
abc”) por los fenicios hace unos
3,000 años fue una revolución: cada letra pasó a representar un sonido (el lenguaje
escrito se hizo fonético), y con pocos signos se podía desarrollar todo el sistema
escrito. El cambio a este sistema tenía grandes ventajas, pues sus veinte y dos
consonantes que lo conformaban eran: menos que los mil caracteres que se deben
utilizar en chino, menos que los varios centenares de jeroglíficos egipcios y menos que
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los seiscientos signos
cuneiformes que manejaban los
escribas en Mesopotamia. Por
eso, la invención del alfabeto
abrió la posibilidad de que
muchas más personas
aprendieran a leer y escribir;
adicional a su impacto histórico,
pues como pueblo comerciante
los fenicios expandieron los beneficios de esta innovación del lenguaje a toda su zona
de influencia en la región del mediterráneo.
Desafortunadamente su escritura se realizaba en papiro, pergamino y tablillas de
arcilla, por lo que el actual testimonio de su escritura es escaso; ya que salvo la piedra,
los demás materiales no han perdurado con el tiempo. Lo que hoy conocemos de esta
lengua proviene de las inscripciones arcaicas de la antigua ciudad de Biblos (siglos
XIII a XI a.C.). Se trata de un sistema en realidad simple, pero que potenció la difusión
del conocimiento y la cultura; comparativamente con otros sistemas de escritura del
pasado que solo eran empleados por
unos cuantos, rompiendo así con una
tradición de siglos: la exclusividad de la
escritura y desde luego de la cultura.
Posteriormente entre los años 1100 al
800 a.C., los griegos adoptaron el
alfabeto fenicio; no porque antes fueran
iletrados, sino por razones comerciales;
y es aquí donde llega a su clímax la
tecnología del lenguaje escrito. Los
fenicios solo escribían las consonantes,
y los griegos adaptaron algunos signos
de los mismos fenicios, para establecer
la forma de escribir las vocales;
conformando de esta forma un sistema
verdaderamente completo de escritura.
Parece menor en importancia, pero sin
duda es un aporte fundamental a la lengua escrita que históricamente y hasta ese
momento solo estaba conformada por consonantes.
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Después este alfabeto fue adoptado por los etruscos en Italia (habitantes de Etruria,
la actual Toscana, del 800 al 300 a. C.) para a
su vez transmitirlo a los romanos; sirviendo de
esta forma su cultura como puente entre el
mundo griego y el mundo romano. El poder
romano creciente en la zona, hizo a los etruscos
fusionarse cultural y religiosamente con Roma
sin necesidad de guerras, pero perdiendo los
registros de su pasado y hasta de su lengua.
De manera gradual el lenguaje se hizo más
común, convirtiéndose además en un
instrumento portador del pensamiento, del
conocimiento y de la cultura. Nuestro alfabeto está basado en esta versión latina de
los romanos, pues el español es una lengua derivada del mismo. Hoy en día la
mayoría del planeta (excepto China y Japón) utiliza sistemas alfabéticos en su
expresión por escrito, y se tienen más de 7000 diferentes lenguajes, lo que hace del
hombre la especie más complicada sobre la tierra en cuanto a su sistema de
comunicación.
Podemos reconocer a través de este breve recorrido, que el lenguaje escrito es: muy
preciso, otorga una identidad al ser humano, es más difícil de expresar que en su
forma oral por tratarse de un sistema complejo y
codificado, se manifiesta por signos gráficos, se
adquiere por aprendizaje y se mantiene por la
práctica, es duradero a través del tiempo y del
espacio, utiliza un vocabulario más amplio,
permite la reflexión y el autoanálisis (da tiempo a
pensar y podemos revisar ideas de otros), permite
un número limitado de receptores del mensaje de
forma indirecta y mediata, es autónomo y libre de
contextos , tiene reglas de construcción y
organización, favorece el ordenamiento de las
ideas, maneja secuencias relacionadas que le
dan cohesión, permite una intención
comunicativa, tiene un sentido de interpretación, no permite una corrección inmediata,
es planeado y organizado.
Sin embargo, no hemos logrado encontrar evidencias de una relación entre el
desarrollo del lenguaje oral y escrito, pareciera como si se tratase de dos procesos en
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cierta medida autónomos en cuanto a su origen histórico que evita su confusión y los
mantiene independientes (aunque interactivos); tampoco hemos encontrado ninguna
prueba de que los petroglifos sean un antecedente del lenguaje escrito, excepto por
algunas opiniones. Tradicionalmente se considera que el lenguaje oral precede al
escrito, así como los petroglifos y pictografías parecieran ser un eslabón entre el
lenguaje oral y el surgimiento del lenguaje escrito; y suena lógico, pero no tiene un
sustento más que especulativo. Es cierto que hoy en día se complementan en nuestra
comunicación actual, en donde usamos el alfabeto, pero también imágenes que le dan
una mayor expresión al lenguaje.
Hasta este punto, nuestra aventura en esta investigación, todavía no nos
proporciona ningún nombre de quién haya sido el inventor del lenguaje escrito, y
mucho menos de quienes lo hayan perfeccionado; aunque sin duda cumple con su
función de promover la
comunicación por
medio de sus signos de
forma exclusiva entre
los humanos, pues no
hay evidencia alguna
de este tipo de
comunicación entre los
animales. Al parecer
contrario a la idea
evolutiva de crecer en
complejidad, la lengua
escrita se ha
simplificado hasta llegar a su mínima expresión en cuanto a la pequeña cantidad de
signos que emplea, pero alcanzando su máxima expresión comunicativa;
comparativamente con los cientos de jeroglíficos o signos cuneiformes que requería
para su expresión en el pasado.
Esta simplificación ha concretado el lenguaje como lo conocemos hoy,
permitiéndole al hombre escribir sin límites todo lo que quiere; es impresionante como
en el español sólo con 25 fonemas somos capaces de abstraer la realidad tal y como
la vemos con la ventaja adicional de poder transmitirla a los demás. Sin duda es clara
la intervención del hombre en lo que podemos llamar la “optimización” de su lenguaje
escrito a través de la historia, pero si nos atenemos a los registros, parece que el
lenguaje escrito surge como un sistema completo desde su inicio (tiene una historia
muy corta de pocos miles de años) y no tenemos evidencias de lenguajes
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incompletos, salvo que así se consideran por lo general a los petroglifos o pictografías
antiguas. Es claro que el alfabeto actual no lo ha conformado la evolución, y tampoco
parece que haya sido creado como tal, entonces, ¿de dónde viene esta idea?; ¿acaso
nos llega como una herencia o recuerdo del remoto pasado en donde el hombre
aparentemente se expresaba abiertamente con su creador? También es claro que el
lenguaje escrito inicial u original de la humanidad que estamos tratando de alcanzar,
tiene evidencia de haber surgido como un lenguaje completo desde el primer
momento, ¿es este el que quizá tenga un diseño u origen divino?
Sin duda, el lenguaje escrito ha sido una herramienta útil y eficaz para conservar la
lengua, pero también ha permitido preservar el conocimiento y promover el progreso
de la civilización; llevando la razón y la comunicación a límites inimaginables en el
pasado, acrecentando además la interacción del hombre. Es una herramienta presente
en las civilizaciones más avanzadas de la historia, y es claro que desde su
“universalización” provocada por su simplificación y movilidad en el tiempo de los
fenicios y romanos, ha funcionado como una catapulta para la civilización: nos ha
llevado lejos y en poco tiempo. Sin un lenguaje escrito seguramente: no contaríamos
con las matemáticas o la ingeniería, no tendríamos ningún método científico, no
existirían los libros ni el Internet, desconoceríamos la historia; en suma y sin ánimo de
ofender, seríamos un animal incapaz de progresar.
El lenguaje escrito es un instrumento tan complejo, que todavía no ha podido ser
reproducido artificialmente mediante computadoras para llegar a la tan ansiada y
vaticinada “inteligencia artificial”, que permita tener robots e instrumentos (celulares,
computadoras, etc.) que usen nuestro lenguaje con desenvoltura. Estarás de acuerdo
en que un programa procesador de palabras nos puede ayudar con las herramientas
gramaticales (sintaxis, ortografía) y el formato, pero no puede por sí mismo crear
escritos con las letras; mucho menos reflexionar o razonar. ¿Te imaginas tu
computadora dándote recomendaciones y sugerencias en tus escritos?,
¿comprendiendo lo que escribes y completando tus ideas? Hasta ahora un mero
sueño de película.
La singularidad del lenguaje humano dentro del reino animal y del universo
conocido, complica su estudio, pues no existen referentes comparativos. ¿Es posible
que el lenguaje tenga un origen divino, como mencionan los egipcios o la Biblia?, pues
no por tratarse de referentes espirituales dejan de ser una realidad; o bien, ¿será que
el lenguaje surgió en un proceso al azar de prueba y error hasta quedar conformado?
Han fracasado los esfuerzos de arqueólogos, filósofos, psicólogos, antropólogos y
lingüistas en cuanto a la búsqueda de estas respuestas; que siguen generando
inquietud, fascinación y controversia. Se trata de un enigma que sigue latente.
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Con todo, podemos decir que la palabra escrita, es la “tecnología de las tecnologías”
que ha permitido todos los desarrollos sucesivos de la humanidad, hasta los más
descabellados alojados en lo profundo de la imaginación del hombre. A pesar de los
múltiples esfuerzos e investigaciones, todavía no se sabe como surgió esta facultad
del hombre de comunicarse con sus semejantes: ni de forma oral ni de forma escrita, y
por tanto seguimos en el terreno de la especulación.
Finalmente, nos damos cuenta de la importancia que el lenguaje escrito ha tenido
en la civilización humana como la conocemos; y aunque el hombre ha perfeccionado
este instrumento a través de la historia, con las evidencias actuales no alcanzamos a
arrancar la verdad que nos aclare definitivamente si se trata de un invento humano o
divino. No hay otro ser vivo conocido que presente un desarrollo del lenguaje tan
complejo y fascinante como el del hombre; sin duda nos sigue haciendo meditar en la
idea de su posible diseño desde un comienzo, acaso ¿pudiera provenir de la
inteligencia del hombre o de la inteligencia divina?; en lo personal pienso que el
hombre le ha impartido dinámica y mejoras, pero que sin duda parece que surge en la
historia en una forma completamente desarrollado, lo cual nos pone a pensar en la
idea de un inventor diferente del hombre, que se lo ha regalado para su uso.
Y aunque por el momento el Internet y lo digital no inventan un nuevo lenguaje, si le
dan una nueva presentación y alcance; posibilitan la comunicación y traducción
instantánea de lo escrito, además de
permitir el acceso al acervo de
conocimiento de la humanidad de
forma global. Se trata de un nuevo
medio que se suma al lenguaje oral y
escrito, que además contiene e
interactúa con muchas variedades de
lenguaje, dándole una nueva fase de
expansión. ¿Será posible que de aquí surjan los símbolos, su sistematización y
significado que le den vida a una nueva etapa del lenguaje escrito diferente de lo que
conocemos hoy, tal y como ocurrió cuando el lenguaje pasó de cuneiforme a silábico?
Con todo, el pasado tiene la clave oculta de este desarrollo formidable del lenguaje
escrito, que por el momento nos esconde los detalles y nos evade con sus pistas; nos
deja tan solo con la posibilidad de su uso y la riqueza de su expresión. Una herencia
que no tuvieron la mayoría de los habitantes en las culturas del pasado y que ahora se
ha democratizado, pues definitivamente: no lee y no escribe el que no quiere.
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BIBLIOGRAFÍA Y LECTURAS RECOMENDADAS:
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Chomsky, Noam. (1991). Lenguaje, Sociedad y Cognición. Editorial Trillas: México.
De la Fuente, Miguel Ángel. (2010). Redacción y ortografía en la era de Internet: Evaluación de los Trabajos Académicos Estudiantiles. TABANQUE Revista Pedagógica (23), 221-242. Recuperado el 8 de Enero de 2013 de: http://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/3829855.pdf
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Fox, M. (1952). The personality of animals. Pelican Books: Londres.
Kluckhohn, C. (1969). Mirror for man. McGraw Hill: New York.
Kroeber, A.L. (1948). Anthropology. Harcourt-Brace: New York.
Mosterín, J. (2002). Teoría de la escritura. Icaria Editorial: Barcelona. Disponible en libros de Google y consultado en Enero de 2013:http://books.google.com.mx/books?hl=es&lr=&id=nAbB-FoMJ5wC&oi=fnd&pg=PA11&dq=escritura+cuneiforme&ots=YobgyrEx1c&sig=OFKpLS0VQg8CAv8yapbh_cfWRtU#v=onepage&q=escritura%20cuneiforme&f=false
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