el pan y el vino

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Se trata de un encuentro de Abraham con un hermano de iniciacin. Despus de haber hecho la guerra a los reyes de Sodoma y de Gomorra, Abraham va a rendirhomenaje a Melchisedec. Ese rey reside en la fortaleza que ser ms tarde Jerusaln!. Melchisedec, rey de Salem, hizo traer pan y vino. Porque l era sacrificador de Aelohim, el Dios soberano. Y l bendijo a Abram, diciendo: Bendito sea Abram por Aelohim, el Dios soberano, poseedor de los cielos y de la tierra. (Gnesis XIV, 18 y 19). He aqu, pues, un rey de Salem, que es el gran sacerdote del mismo Dios que Abraham. ste le trata como superior, como maestro, y comulga con l bajo las especies del pan y del vino, en nombre de Aelohim, lo que en el antiguo Egipto era un signo de comunin entre iniciados. Haba pues un lazo de fraternidad, signos de reconocimiento y un fin comn entre todos los adoradores de Aelohim, desde el fondo de la Caldea hasta Palestina y quiz hasta santuarios de Egipto. Aquella conjuracin monotesta slo esperaba un organizador.--------------------------------------------------------------------------------------------------En seguida el jefe de la orden, de ordinario un anciano centenario (Josefo dice que los esenios vivan mucho tiempo), le presentaba el cliz de oro, smbolo de la iniciacin suprema, que contena el vino de la via del Seor, smbolo de la inspiracin divina. Algunos decan que Moiss lo haba bebido con los setenta.

Otros lo hacan remontar hasta Abraham, que recibi de Melchisedec esa misma iniciacin, bajo las especies del pan y del vino. (Gnesis, XIV, 18).

Jams presentaba el anciano la copa ms que a un hombre en quien haba reconocido con certeza los signos de una misin proftica. Pero esa misin nadie poda definirla; l deba encontrarla por s mismo, porque tal es la ley de los iniciados; nada del exterior, todo por lo interno. En adelante, era libre, dueo de sus actos, hierofante por s, entregado al viento del Espritu, que poda lanzarle al abismo o elevarle a las cimas, por encima de la zona de las tormentas y de los vrtigos.--------------------------------------------------------------------------------------------------Cuando trajeron el cordero pascual, los vasos llenos de vino y la copa preciosa, el cliz de oro prestado por el amigo desconocido, Jess, colocado entre Juan y Pedro, dijo: He deseado ardientemente comer con vosotros esta Pascua, porque os digo que no comer en otra hasta que se celebre en el reino del cielo. (Lucas,XXII, 15). Despus de esas palabras, los semblantes se oscurecieron y la atmsfera se entenebreci. El discpulo que Jess amaba, y que era el nico que lo adivinaba todo, inclin en silencio su cabeza sobre el pecho del Maestro. Segn costumbre de los judos en la comida de Pascuas, comieron en silencio las hierbas amargas y el charoset. Entonces Jess tom el pan y habiendo dado gracias, lo parti y distribuy diciendo: ste es mi cuerpo, que os doy: haced esto en memoria ma. De igual modo les dio la copa despus de la comida; dicindoles: Esta copa es la nueva alianza en mi sangre que se vierte por vosotros. (Lucas, XXII, 19-20).

Entonces Jess, partiendo el pan y presentando la copa, pronuncia solemnemente las palabras que consagran su misin y que repercuten al travs de los siglos: Tomad... ste es mi cuerpo. Bebed... sta es mi sangre. Los apstoles sobrecogidos comprenden menos todava. Slo Cristo sabe que en aquel momento ejecuta el supremo acto de su vida.

Por medio de sus palabras, inscritas en lo Invisible, se ofrece a la humanidad, se sacrifica con antelacin. Momentos antes, el Hijo de Dios, el Verbo, ms libre que todos los Elohim, hubiera podido retroceder rehusando el sangriento holocausto.

Ahora ya no puede. Las palabras han recibido su juramento. Y, como una aureola inmensa, sienten los Elohim que asciende hacia ellos la divina contraparte de Jess-Cristo, su alma solar, con todos sus poderes. Y la retienen en su crculo atento, fulgurante prenda de divino sacrificio que no devolvern hasta despus de su muerte. Sobre la tierra no permanece ms que el Hijo del Hombre, vctima que avanza hacia el suplicio.