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EL PARANOICO FINAL DE LOS COMNENOS EN EL AÑO 1185 FRANCISCO SUÁREZ SALGUERO

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EL PARANOICO FINAL

DE LOS COMNENOS

EN EL AÑO 1185

FRANCISCO SUÁREZ SALGUERO

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Francisco Suárez Salguero ha compuesto estos escritos esmerándose en ofrecer

la crónica cronológica que el lector podrá aprovechar y disfrutar. Lo ha hecho

valiéndose de cuantas fuentes que ha tenido a mano o por medio de la red in-

formática. Agradece las aportaciones a cuantas personas le documentaron a tra-

vés de cualquier medio, teniendo en cuenta que actúa como editor en el caso de

algún texto conseguido por las vías mencionadas. Y para no causar ningún per-

juicio, ni propio ni ajeno, queda prohibida la reproducción total o parcial de este

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reproduzcan indebidamente dichos contenidos, ni por fotografía ni por fotocopia,

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A MODO DE PRÓLOGO

EL EJÉRCITO COMNENO BIZANTINO

El ejército bizantino de la dinastía Comneno fue la fuerza militar creada en su mo-

mento por el emperador Alejo I Comneno entre finales del siglo XI e inicios del XII,

mejorándose y perfeccionándose luego por los emperadores Juan II y Manuel I. Quien

primeramente lo conformó, Alejo I, lo renovó por completo, sustituyendo todas las for-

mas bizantinas anteriores. Así, el ejército Comneno fue instrumental en la restauración

imperial de Bizancio por parte de esta dinastía, restauración que hizo presente la fuerza

militar bastante bien desplegada por los Balcanes, Italia, Hungría, Rusia, Anatolia, Siria,

Egipto y Tierra Santa.

Cuando se originó el período Comneno (año 1081), el Imperio Bizantino se encon-

traba en la más reducida extensión territorial de su historia. Estaba rodeado de enemigos

y financieramente arruinado por los efectos bélicos, y de guerra civil, con una maltrecha

economía. Eran muy sombríos los horizontes del Imperio, en el que no parecía sino

desplegarse la indefensión. Militarmente, el ejército bizantino no parecía ya ni la som-

bra de lo que fue. Durante el siglo XI, décadas de paz y negligencia habían reducido las

antiguas fuerzas temáticas,1 y la batalla de Manzikert (año 1071) había destruido el pro-

fesional tagmata, el núcleo del ejército bizantino. En Manzikert, los rastros de unidades

de su linaje durante siglos en el Imperio Romano fueron eliminados, y la subsecuente

pérdida de Asia Menor privó al Imperio de su principal campo de reclutamiento. En

los Balcanes, al mismo tiempo, el Imperio fue expuesto a las invasiones que arreciaron

desde el reino normando de Sicilia y desde las incursiones de pechenegos (seminóma-

das esteparios procedentes de Asia Central) a través del Danubio.

El ejército bizantino2 llegó a su punto más bajo en 1091, cuando Alejo I sólo disponía

de 500 soldados de las fuerzas profesionales del Imperio. Éstos formaron el núcleo del

ejército, con la incorporación de los sirvientes armados de los parientes de Alejo y los

nobles alistados en el ejército, además de la importante ayuda de una gran fuerza de

aliados cumanos (ruso-turcos), que ganaron la batalla de Levounion (en la primavera de

1091) contra los pechenegos. Sin embargo, a través de una combinación de habilidad,

determinación y años de campaña, los mencionados emperadores Alejo, Juan y Manuel

Comneno lograron restablecer el poder y la fuerza del Imperio Bizantino con la creación

de un nuevo ejército desde sus cimientos. Este proceso no puede, sin embargo, al menos

en sus primeras fases, ser visto como una reestructuración militar planificada. En parti-

cular, Alejo I se vio forzado a reaccionar ante los acontecimientos en lugar de contro-

larlos; los cambios que hizo al ejército bizantino fueron, en gran parte, por la inmediata

necesidad y de carácter pragmático.

1 Los Themas o Themata eran las divisiones administrativas del Imperio Bizantino.

2 Treadgold, W. T. (1995): Bizancio y su ejército, 284-1081, Stanford (California), Universidad de

Stanford Press.

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La nueva fuerza tenía un núcleo de unidades profesionales y disciplinadas. Contenía

formidables unidades de guardias como los varegos,3 los athanatoi (inmortales), una

unidad de caballería pesada estacionada en Constantinopla, los vardariotai4 y los ar-

chontopouloi, reclutados por Alejo entre los hijos de los oficiales bizantinos muertos,

los regimientos de mercenarios extranjeros, y también unidades de soldados profesio-

nales de las provincias. Estas tropas provinciales incluían caballería catafracta (total-

mente armada) de Macedonia, Tesalia, Tracia, y otras fuerzas provinciales como los

arqueros trebisonda de la costa del mar Negro, de Anatolia. Junto con tropas reclutadas

y pagadas directamente por el estado, el ejército Comneno incluía los seguidores ar-

mados de los miembros de la muy amplia familia imperial y sus muchas conexiones. En

esto se pueden ver los inicios de la feudalización de los militares bizantinos. La conce-

sión de las explotaciones pronoia,5 donde la tierra, o más exactamente los ingresos de

los derechos de la tierra, se entregaban a cambio de obligaciones militares, estaba em-

pezando a convertirse en un elemento notable de la infraestructura militar hacia el final

del período Comneno, aunque se hizo mucho más importante posteriormente.

En 1097, el ejército bizantino ascendía alrededor de 70.000 hombres en total. En

1180, a la muerte de Manuel I Comneno, cuyas campañas habían sido frecuentes a gran

escala, el ejército era probablemente mucho mayor. Durante el reinado de Alejo I, el

ejército de operaciones ascendía a unos 20.000 hombres, que se aumentó a cerca de

30.000 hombres en el reinado de Juan II. Al final del reinado de Manuel I el ejército de

campaña bizantino había aumentado a 40.000 hombres.

Bajo el emperador, el comandante en jefe del ejército era el megas domestikos. Su se-

gundo al mando era el protostrator. El comandante de la Armada era el megaduque,

quien también era el comandante militar de Creta, las islas del mar Egeo y el sur de la

Grecia continental. El comandante encargado de una fuerza de campo independiente o

una de las divisiones principales de un gran ejército expedicionario era denominado

strategos (general). Las fuerzas provinciales eran regidas por un doux (jefe duque), o

kataépanos (catapán, alto oficial, aunque a veces este título fue concedido al adminis-

trador superior por debajo del doux), que era un oficial militar con la autoridad civil,

bajo el doux en un asentamiento fortificado o fortaleza, que era mandada por un oficial

con el título de kastrophylax. Los comandantes de menor rango, con la excepción de al-

gunos títulos arcaicos, eran conocidos por el tamaño de la unidad que mandaban, por

ejemplo, un tagmatarchés encabezaba un tagma (regimiento). El comandante de los va-

regos tenía un título único, akolouthos (acólito), indicativo de su cercana asistencia per-

sonal del emperador.

3 Vikingos suecos o nórdicos en general.

4 Un grupo étnico y territorial (probablemente de origen magiar) en el tardío Imperio Bizantino, del que

se proporcionó un regimiento de guardias de palacio durante los siglos XII y XIII.

5 Un sistema de donación y propiedad de la tierra en el Imperio Bizantino comparable al feudalismo de

Occidente.

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Durante el período Comneno los nombres anteriores de las unidades básicas de la ca-

ballería bizantina, bandon6 y moira,

7 desaparecen poco a poco para ser reemplazadas

por la allagion, de entre 300-500 hombres, comandados por un allagator, probable-

mente con división en subunidades de 100, 50 y 10 hombres. En campaña los allagia

podrían agruparse (por lo general de tres en tres) en cuerpos más grandes llamados ta-

xeis, syntaxeis, lochoi o tagmata. La unidad de infantería se llamó taxiarchia, un tipo de

unidad registrado por primera vez durante el reinado de Nicéforo II (963-969) que en

teoría la formaban 1.000 hombres fuertes y la comandaba un taxiarchés.

Muchas de las unidades de la guardia anterior no sobrevivieron al reinado de Alejo I,

los scholai, los athanatoi y los exkoubitoi, no se mencionan en los reinados de sus su-

cesores. Las excepciones notables a este proceso son los varegos y los vestiaritai, y pro-

bablemente los archontopouloi. Los hetaireia (compañeros, compañía) eran comanda-

dos por el megahetereiarchés.

Se mantuvieron también regimientos bizantinos de nativos, reclutados temporalmente

entre el campesinado, con sus reemplazos correspondientes. Hubo épocas o períodos di-

versos, de más o menos anarquía y también organización. Estos regimientos, cuyos sol-

dados podrían catalogarse como mercenarios indígenas, se convirtieron en parte inte-

grante del ejército central y engrosaron las tropas en muchas de las campañas empren-

didas por los Comneno. Aparte podríamos hablar de los contingentes aristocráticos del

ejército bizantino.

Además, engrosaron el ejército bizantino algunos regimientos extranjeros y contin-

gentes aliados, incluso de Occidente y herejes. Sin embargo, si los contingentes de

extranjeros y de etnias diversas eran especialmente grandes y de jefe poderoso, entonces

podían aliarse con mayor finura y era todo más complejo.

Las armas y armaduras de las fuerzas bizantinas en los siglos XI y XII fueron por lo

general más sofisticadas y variadas que las que se encuentran entre sus contemporáneas

de Occidente en Europa. Bizancio estaba abierto a la doble influencia militar de los

mundos musulmán y estepario Euroasiático, siendo éste especialmente productivo e in-

novador en lo militar. El variado y amplio período Comneno, a pesar de la guerra casi

constante, fue notable por la falta de tratados militares, que parece que se agotó durante

el siglo XI. Así que, a diferencia de períodos anteriores, no hay descripciones detalladas

de las tácticas de Bizancio y de su equipo militar. Toda la información sobre asuntos

6 El bandon era la unidad básica de administración militar y territorial en Bizancio. Su nombre deriva del

latín (y de lengua germánica) bandum (bandera, insignia). El término fue utilizado desde el siglo VI

referido a un estandarte de batalla, y pronto llegó a ser aplicada a la unidad que llevaba ese tipo de es-

tandarte en sí mismo. En el ejército bizantino de los siglos VIII-XI, el bandon formó la unidad básica, con

cinco a siete bandas formando una tourma, la subdivisión principal de un thema, un combinado de pro-

vincia militar-civil. Cada bandon fue comandada por un komes o conde con 200-400 soldados de infan-

tería y 50-100 de caballería. A diferencia de otros términos administrativos y militares bizantinos, el

bandon sobrevivió hasta bien entrado el período tardío bizantino, y se mantuvo como la unidad básica

territorial del Imperio de Trebisonda (año 1204) hasta su caída (año 1461).

7 Moira puede traducirse como brigada, comando, división, batallón…

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militares en la era Comneno es fruto de los comentarios recogidos en la literatura his-

tórica y biográfica de la época, panegíricos cortesanos y de la evidencia pictórica.

En cuanto a las armas, las tropas de infantería y caballería en combate cerrado utili-

zaban una lanza, de longitud variable, generalmente conocida como kontarion. Un tipo

de infantería especializada llamada menaviatoi utilizaba una pesada lanza llamada me-

navlion (siendo incierto el momento preciso en que se adoptó).

Las espadas eran de dos tipos: el spathion, que era recto y de doble filo y sólo difiere

en los detalles de la empuñadura respecto de la espada típica de guerra que se encuentra

en Europa Occidental, y el paramerion que parece haber sido un tipo de sable de un

solo filo, quizá ligeramente curvado. Algunas tropas de infantería utilizaban hachas re-

lativamente ligeras, mientras que los varegos eran conocidos como los “guardias por-

tadores de hacha”, debido al uso de la doble hacha de mano danesa. El rhomphaia, un

cuchillo de hoja larga, fue llevado por los guardias cercanos al emperador. La caballería

pesada hacía uso de mazas.

Las armas arrojadizas incluían la jabalina (riptarion) utilizada por la infantería ligera

y potentes arcos compuestos utilizados por la infantería y la caballería. El anterior arco

bizantino fue de origen huno, sin embargo los arcos de uso generalizado en el período

Comneno eran de forma y procedencia turca. Estos arcos podían ser usados para dis-

parar saetas cortas (myai, o moscas) con el uso de una guía de flecha llamada solena-

rion. Las hondas y el cuerpo de honderos también son mencionados.

De otra parte, los escudos (skoutaria) eran generalmente largos, con forma de cometa,

aunque los escudos redondos seguían mostrándose en las fuentes pictóricas. Cualquiera

que fuera su forma general, todos los escudos fueron fuertemente convexos. También se

utilizó un gran escudo en infantería llamado pavés.

En cuanto a armadura corporal, los bizantinos hicieron gran uso del tipo armadura li-

gera, de acolchado, siendo la construcción de textiles acolchados idéntica a la aketon,

encontrada posteriormente en el occidente latino. Esta prenda, llamada kavadion, por lo

general llega hasta justo por encima de las rodillas y el codo, o de manga completa,

siendo a menudo el único elemento de protección de las tropas ligeras, tanto de infan-

tería como de caballería.

Alternativamente, el kavadion podía proporcionar la prenda de vestir base (como un

jubón armado) usado debajo de la armadura metálica de las tropas más fuertemente pro-

tegidas. Otra forma de armadura acolchada, la epilorikion, pudo ser usada sobre una co-

raza de metal.

El repertorio de la armadura de metal del cuerpo incluía cota de malla (lorikion aly-

sidoton), armadura de placas (lorikion folidoton) y armadura laminar o klivanion. Tanto

la cota de malla como la armadura de placas eran similares a armaduras equivalentes en

Europa Occidental, una sobre cota que llegaba a la mitad del muslo o la rodilla y con

mangas hasta el codo. La klivanion laminar era un tipo muy diferente de prenda. Las la-

minares bizantinas, de evidencias pictóricas, poseen algunas características únicas. Se

componen de láminas de metal remachado, de borde a borde, con el apoyo de las bandas

horizontales en cuero, entrelazadas, superpuestas verticalmente, pasadas por cordones

por los agujeros de las láminas. Reconstrucciones modernas han demostrado que esta

armadura era notablemente resistente a la perforación y corte de las armas. Debido a los

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gastos de su fabricación este tipo de armaduras fue probablemente limitado en gran par-

te a la caballería pesada y unidades de élite.

Debido a que la armadura laminar era inherentemente menos flexible que otros tipos

de protección, el klivanion se limitaba a una coraza que cubría solamente el torso. No

tenía mangas integrales y sólo alcanzaba a las caderas, aunque cubría la mayor parte de

la misma zona del cuerpo que la coraza de bronce que representaba los músculos del

pecho de la antigüedad. El klivanion, generalmente, se usaba junto a otros elementos de

blindaje que ampliaban el área protegida del cuerpo. El klivanion podría usarse sobre

una cota de malla, como se muestra en algunos de los iconos contemporáneos que repre-

sentan santos militares. Más comúnmente se representa la klivanion usado con las de-

fensas tubulares del brazo, de construcción ferulizada, a menudo con hombreras peque-

ñas para proteger los hombros. En los manuscritos ilustrados, como el Madrid Skylit-

zes,8 estas defensas se muestran decoradas con pan de oro de una manera idéntica a

los klivanion, mostrando una construcción metálica. Con menos frecuencia se describen

guardabrazos hechos en lámina invertida.

Una prenda usada a menudo con el klivanion era el kremasmata. Ésta era una falda, tal

vez acolchada o de tela plegada, por lo general, reforzadas con férulas metálicas simi-

lares a las encontradas en las defensas del brazo. Aunque la construcción ferulizada es

la que aparece con más frecuencia en las fuentes pictóricas, hay indicios de que la kre-

masmata también podría ser de cota de malla, placas o laminar invertida, sobre una base

textil. Esta prenda protegida las caderas y los muslos del guerrero.

Defensas para el antebrazo se mencionan en tratados anteriores, bajo el nombre de

cheiropsella o manikellia, pero no son muy habituales en las representaciones pictóricas

del período Comneno. La mayoría de las imágenes muestran botas altas (krepides, hy-

podemata) como la única forma de defensa de la pierna aunque algunas imágenes de los

santos militares muestran grebas tubulares (sin detallar lo que indica una construcción

con materiales compuestos). Éstos, presumiblemente, se denominaban podopsella o

chalkotouba. Grebas, de una estructura de férula también se observan, muy esporádica-

mente, en los manuscritos ilustrados. Un solo ejemplo, en el Salterio de Teodoro de Ce-

sarea (del año 1066), se muestra un soldado bizantino que utiliza calzas de malla (con

botas).

Iconos de santos soldados muestran a menudo ilustraciones muy detalladas de las ar-

maduras; por lo general representan a sus súbditos con la cabeza descubierta, por ra-

zones de devoción y por lo tanto no dan ninguna información sobre los cascos y protec-

8 Un manuscrito ricamente ilustrado de la Sinopsis de la historia de Juan Skylitzes (historiador de la

segunda mitad del siglo XI), que abarca los reinados de los emperadores bizantinos desde la muerte

de Nicéforo I (año 811) hasta la deposición de Miguel IV (año 1057). El manuscrito producido durante el

siglo XII en Sicilia, se encuentra actualmente en la Biblioteca Nacional de España, en Madrid (Cod. Vitr.

26-2). Contiene 574 miniaturas, sin que estemos seguros acerca de si son originales o copias. También se

incluyen en el manuscrito numerosas representaciones de ciudades amuralladas, mencionadas en el relato,

donde se incluyen edificios religiosos de Nicea, Edesa, etc. Las ciudades de Euripos (en la Acarnania

griega) y Tesalónica son representadas como palacios. En esta última, aparece representada la iglesia de

San Demetrio (mártir del siglo IV), patrón de la ciudad y que milagrosamente salvó a sus habitantes del

asedio de los búlgaros.

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ción para la cabeza de otros. Ilustraciones en los manuscritos tienden a ser relativamente

pequeñas y dan una cantidad limitada de detalles. Sin embargo, pueden darse algunas

descripciones de los cascos utilizados por los bizantinos. El llamado tipo caucásico,

casco usado en la zona de la Estepa del Ponto Septentrional y las zonas eslavas del este

de Europa también fue utilizado en Bizancio. Era alto, spangenhelm acabado en punta, y

con los segmentos directamente remachados el uno al otro y no a una estructura. Las

ilustraciones también enseñan cascos cónicos, y del tipo relación los de vértice incli-

nado hacia delante (estilo el gorro frigio), construido con cazoleta de una sola pieza, a

menudo con una banda frontal añadida. Cascos con una forma más redondeada también

se ilustran, por ser de una construcción compuesta y tal vez derivada del anterior casco

con cimera que data de la época romana tardía. En el siglo XII, se representa el uso del

capacete con ala en Bizancio.

La mayoría de los cascos bizantinos se muestran usando armadura para el cuello. Algo

menos frecuente son las defensas que también cubren la garganta y hay indicios de que

la protección facial completa se usaba de vez en cuando. El ejemplo más ilustrado de

tales armaduras es una falda de gajos unida a las partes traseras y laterales del casco, lo

que podría haber sido de construcción acolchada, tiras de cuero o de tela metálica re-

forzada. Otras representaciones de cascos, especialmente el tipo caucásico, se muestran

con una malla o almófar9 que se une a la banda frontal (lo que se confirma por medio de

ejemplos conservados de Rusia y otros lugares).

La protección de la cara se menciona al menos tres veces en la literatura del período

de Comneno, y probablemente indica que usan una malla que cubre, dejando sólo los

ojos visibles. Esto estaría de acuerdo con las menciones a dicha protección en los pri-

meros escritos militares, y las ilustraciones posteriores. Tal almófar completo podría

haber cubierto la cara al unirse la malla con la ceja del casco por medio de tacos. Sin

embargo, los restos de viseras antropomórficas de máscaras faciales metálicas se des-

cubrieron en el Gran Palacio de Constantinopla, en asociación con una moneda de Ma-

nuel I Comneno. Éstos son similares a los visores que se encuentran en fosas comunes

asociados con los turcos kipchak o cumanos de la estepa norte del Caspio, y podría

indicar que las referencias de la protección de la cara en la literatura bizantina describía

el uso de estas sólidas viseras.

En cuanto a la armadura ecuestre, no hay fuentes bizantinas pictóricas que la repre-

senten en la época Comneno. La única descripción de la armadura de caballos en la

escritura bizantina de este tiempo es la mencionada por Coniates, y es una descripción

de las primeras filas de la caballería del ejército húngaro en la batalla de Sirmio. Sin

embargo, en tratados militares anteriores, como el de Nicéforo Urano (siglos X-XI), se

9 Un almófar era una cortina flexible de malla en un casco que se extiende hasta cubrir el cuello y los

hombros. La malla se podría unir a la cabeza al sujetar un cordón de cuero a través de anillos de latón en

el borde de la cabeza. Los almófares se observan más comúnmente en bacinetes en el siglo XIV y sir-

vieron como reemplazo de la cofia de malla. Algunos almófares estaban decorados con ribetes de latón o

de bronce, enlazados, o afilados. A finales del siglo XV, el almófar había reemplazado a la cofia de malla

por completo. Sólo aquellos que eran pobres o que eran recolectores utilizaban la cofia de malla. El al-

mófar se unía al casco normalmente a través de pequeñas grapas conocidas como vervelles.

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menciona la utilización de armaduras de caballos y después, en el siglo XIV, existen

ilustraciones de libros bizantinos que muestran armaduras de caballos. Por tanto, es muy

probable que la armadura de caballo fuera utilizada por los bizantinos en la era Com-

neno, aunque su uso estuviese, probablemente, limitado a los muy ricos de las clases

kataphraktoi provinciales, los aristócratas que servían en el ejército, los miembros de

algunas unidades de guardias y la familia imperial. El historiador John Birkenmeier ha

declarado que “los bizantinos, al igual que sus oponentes húngaros, confiaron en lan-

ceros acorazados sobre caballos armados para su primera carga”.10

El ejército Comneno tenía un brazo de artillería formidable que era particularmente

temido por sus enemigos del este. Utilizaron temidas máquinas bélicas y el conocido

fuego griego. El desarrollo del fundíbulo, o trabuquete, el mayor de los cuales podía de-

rribar murallas de la época, fue atribuido a los bizantinos por algunos escritores occi-

dentales.

Cuando la dinastía Comneno llegó a su fin en 1185, el ejército que tuvo no desapa-

reció inmediatamente. Sin embargo, bajo la dinastía de los Ángelo (hasta 1204), el Im-

perio Bizantino empezó a declinar rápidamente, y el resultado fue una disminución del

poder de combate del ejército. Cuando cae Constantinopla durante la cuarta cruzada, en

el mencionado 1204, los estados bizantinos establecidos en Epiro (oeste de Grecia), Tre-

bisonda (en Turquía) y especialmente Nicea (también en Turquía) basaron sus sistemas

militares en el ejército Comneno. El éxito imperial de Nicea, particularmente, en la re-

conquista de los antiguos territorios bizantinos (incluyendo Constantinopla), después

del año 1204, pueden ser vistos como una evidencia de los puntos fuertes del modelo

del ejército Comneno. Sin embargo, hay razones para restringir el término ejército Com-

neno exclusivamente al período de la dominación de los emperadores Comneno, pues el

ejército bizantino tras la recuperación de Constantinopla en 1261 era lo suficientemente

distinto de su forma anterior como para merecer una identidad propia, convertido en el

ejército Peleólogo (asunto en el que nos adentraremos más adelante, de finales del siglo

XIII a mediados del XV).

Sí podemos decir que el Imperio Bizantino disfrutó de una prosperidad económica y

gran desarrollo cultural durante el siglo XII, aunque el final Comneno fuera trágico. El

ejército Comneno jugó un papel crucial en lo que a proporcionar estabilidad política y

territorial se refiere, para que pudiera haber florecido dicho renacimiento cultural.

10

John Birkenmeier, muy interesado en la investigación histórica sobre sociedad y religión medievales,

es autor de El Desarrollo del ejército Comneno, 1081-1180.

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MONASTERIO DE SANTA

MARÍA DE OIA

El monasterio de Santa María de Oia11

se hizo cisterciense en este año 1185, remon-

tándose los orígenes del cenobio a los tiempos de Alfonso VII (1126-1157). En 1149,

este monarca cedió posesiones a los monjes del lugar, que vivían “sub regula beati Be-

nedicti”. Ahora, al adoptar el modo cisterciense, este monasterio se remodela de manera

arquitectónicamente austera, sobria, espiritual y con imponentes muros almenados, ad-

quiriendo toda la semejanza de una fortaleza costera, a prueba de saqueos, tan fre-

cuentes en la zona por las muchas invasiones marítimas.12

11

U Oya, provincia de Pontevedra.

12

Es interesante recordar que entre las muchas labores realizada por los monjes del lugar está la de la

cría de caballos en estado de libertad en los montes pertenecientes al monasterio. Esta práctica que se

conserva todavía en los bosques de la zona, da lugar a un espectáculo de fama internacional, el del corte

de crines conocido como a rapa das bestas. Los monjes de Oia, además de la roturación de tierras y la

apertura de caminos, implantaron el cultivo de la vid según la costumbre de las abadías francesas cis-

tercienses. Se pueden degustar actualmente los ricos caldos bajo la denominación de origen Rías Baixas.

En el siglo XVI acaecerá en el monasterio un hecho a destacar, hecho plasmado en la leyenda de la

Virgen del Mar, actual patrona del lugar. Todo comienza cuando en 1581, unos labradores encuentran en

un acantilado de la costa, en un lugar llamado A Orilluda, una imagen de una Virgen unida por una ca-

dena a la figura de un perro. Tras rescatarla, fue llevada a hombros en procesión hasta el monasterio. Al

llegar los hombres enfervorizados explican a los perplejos monjes que la imagen ha llegado hasta allí

desde el mar a lomos del cánido que luce un collar de conchas. Los monjes tomaron pues sobre sus

propios hombros la imagen y la condujeron a la iglesia del monasterio. Consideraron milagroso el hecho

de que la imagen no se hiciera pedazos en los escarpados acantilados de la zona, aunque lo que quizás

muchos no supieran entonces es que miles de imágenes surcaban el mar a consecuencia de la subida al

poder británico del puritano Cromwell y la furia iconoclasta de éste que vació de imágenes las iglesias

británicas.

Ya en el siglo XIX, este conjunto monástico tuvo su repentino declive, viniendo a menos el intenso

desarrollo que había experimentado en los siglos anteriores. La invasión napoleónica y sobre todo la

desamortización de Mendizábal provocaron su abandono más definitivo en 1835, siendo expulsados los

monjes que lo habitaron desde el siglo XII. Fue a raíz de esto cuando la iglesia del lugar y el monasterio

propiamente dicho empiezan a tener sus historias bien diferentes. Desde 1838, la iglesia se convirtió en

parroquial (de la diócesis de Tui), mientras el monasterio pasó a manos privadas, que no contribuyeron

sino a su deterioro por descuido. En 1910 los jesuitas expulsados de Portugal arrendaron el monasterio,

estableciendo allí un colegio. Los jesuitas permanecieron en Oia hasta 1932, fecha en que tuvieron que

abandonar el lugar al ser nacionalizados los bienes de la Compañía de Jesús, habiendo sido decretada su

expulsión del territorio nacional. Este hecho coincidirá con los años de la Guerra Civil cuando el cenobio

será utilizado como cárcel acogiendo a numerosos prisioneros (catalanes, valencianos y mallorquines en

su mayoría). Su presencia ha quedado patente en las inscripciones murales de diversas estancias. En este

período se continuará e incluso se agravará su etapa de abandono y destrucción. A partir de este momento

el monasterio irá pasando por una etapa de compraventas entre diferentes familias que llegaron a esta-

blecer su hogar en el propio monumento.

Actualmente hay sobre el monasterio planes de hostelería y turismo.

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~ 13 ~

REINO DE JERUSALÉN

En marzo, muy afectado por la lepra, murió en Jerusalén su rey Balduino IV,13

te-

niendo 24 años de edad y siendo el año undécimo de su reinado.14

Fue hijo de Amala-

En relación al conjunto arquitectónico monacal cabe resaltar la marcada personalidad de la iglesia,

construida en época medieval, a finales del siglo XII. Su fachada recia, compacta, sin ornamentación era

un claro reflejo de la austeridad que predicaban los monjes reformadores del Císter. Posteriormente, en el

conjunto monacal se realizaron varias reformas de carácter menor, destacando la fase constructiva del

siglo XVI con la adición de nuevos espacios realizadas por maestros artísticos como Pedro del Campo o

Bartolomé de Hermosa. Así por ejemplo, tenemos el claustro de las procesiones, centro neurálgico de la

vida monacal, la sala capitular, la sacristía o el coro alto, estancias todas ellas necesarias para la vida

religiosa.

En el siglo XVII, la arquitectura dará paso a conceder un mayor protagonismo a la actividad escultórica,

destacando por la realización de imágenes o elementos ornamentales como el retablo mayor que ocupa la

cabecera de la actual iglesia parroquial de Oia. Pero en el siglo XVIII todo este conjunto va a experi-

mentar de nuevo una ambiciosa fase constructiva que afectará a toda su estructura. Así por ejemplo se va

a producir una renovación de la fachada de la iglesia, la creación de la torre o la ampliación del cenobio

en el que se construirán dos nuevas crujías entre las que se cobija el conocido como Patio de los Naranjos.

Paralelamente, parece confirmarse la existencia en esta abadía de una botica monacal que atendía a las

necesidades de los vecinos y que, según referencias, se abastecían de un jardín de plantas medicinales,

ubicado en la parte exterior del monasterio, en los bajos de la fachada principal, comunicado por un lado

con el claustro y por el otro con el patio de las armas.

13

Apodado el Leproso, o también el Santo. Fue bien valorado por cuanto hizo, a pesar de su vida breve y

atormentada por la lepra, por su incapacitad física y su ceguera final. Ciertamente es muy admirable y

respetable su vida, su historia. No sólo la destacaron los francos sino también sus mismos enemigos mu-

sulmanes o árabes. El imad de Ispahán (Irán), por ejemplo, escribió: “Ese joven leproso hizo respetar su

autoridad al modo de los grandes príncipes como David o Salomón”. Su estoica y dolorosa figura, tal vez

la más noble de las cruzadas, símbolo de heroísmo en la frontera de la santidad, ha sido víctima de un in-

justo olvido histórico.

En la película El reino de los cielos (año 2005), dirigida por Ridley Scott, Edward Norton representa el

papel de Balduino. Aunque la cinta contiene numerosos elementos ficticios, la figura del rey transmite

con verosimilitud su valor físico y la dedicación a su reino. También lleva una máscara metálica en la pe-

lícula. Ésta es su sinopsis:

Godofredo de Ibelin, caballero reconocido por el rey de Jerusalén y comprometido con el manteni-

miento de la paz en Tierra Santa, emprende la búsqueda de su hijo ilegítimo, Balian, joven herrero francés

que llora la pérdida de su mujer y su hijo.

Balian cede ante su dolor y se une a Godofredo en su misión sagrada. Tras la muerte de su padre, hereda

su tierra y su título en Jerusalén, ciudad en la que los cristianos, musulmanes y judíos han conseguido

alcanzar una convivencia pacífica durante la tregua entre la 2ª y 3ª Cruzada. Nos encontramos en el año

1186.

Con una integridad inquebrantable y bajo noble juramento, Balian se encuentra en una nueva tierra, sir-

viendo a un rey condenado y atraído por la enigmática hermana de éste, la princesa Sibila. Allí, en Je-

rusalén, se convertirá en el más heroico y honorable de los caballeros y tendrá que proteger a su pueblo de

las fuerzas opresoras.

Puede leerse, por ejemplo, a Steven Runciman (1978): Historia de las Cruzadas, II: El Reino de Jeru-

salén, Madrid, Alianza.

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~ 14 ~

rico I de Jerusalén (1162-1174) y de su primera mujer, Inés de Courtenay (muerta en

1184).

Siendo descendiente de la Casa de Château-Landon, Balduino pasó su niñez y juven-

tud en Jerusalén, en la corte de su padre y siendo muy escaso su trato con su madre, Inés

de Courtenay, condesa de Jaffa y Ascalón (y posteriormente señora de Sidón), de la cual

su padre, como contábamos en su momento, se había visto obligado a divorciarse. Bal-

duino IV fue educado por el cronista Guillermo de Tiro (luego arzobispo de Tiro y can-

ciller del reino, el cual falleció también en este año 1185). Fue Guillermo de Tiro quien

descubrió que el niño padecía lepra (el jovencito y sus amigos estaban jugando un día a

pincharse en los brazos, pero Balduino no sintió dolor cuando le pincharon, por lo que

Guillermo reconoció entonces la señal de la lepra en el joven soberano).

Guillermo de Tiro descubre que Balduino padece lepra15

Cuando murió Amalarico, en 1174, el joven Balduino, con 13 años de edad, fue en-

tronizado. Y durante su minoría, el reino fue gobernado por dos regentes sucesivos, pri-

mero por Miles de Plancy, aunque de forma no oficial, y luego por Raimundo III de

Trípoli. En tanto que leproso, no se esperaba que Balduino reinase muchos años o que

tuviese un heredero, por lo que cortesanos y señores buscaron cómo influir sobre los he-

14

Desde el 15 de julio de 1174.

15

Manuscrito (año 1250) de L’Estoire d’Eracles que se conserva en la Biblioteca Británica de Londres.

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~ 15 ~

rederos de Balduino: su hermana la princesa Sibila y su medio hermana la prince-

sa Isabel.

Raimundo de Trípoli, como regente, casó a Sibila con Guillermo de Monferrato (oto-

ño de 1176), y se les dio el título de condes de Jaffa y Ascalón. Pero éste murió al año

siguiente, dejando a Sibila embarazada de un niño, el que ahora, sobrino del difunto, su-

cede a Balduino IV como Balduino V en Jerusalén (ya veremos el desenvolverse de su

reinado).16

En aquel mismo año (1176), Balduino alcanzó la mayoría de edad. Contaba con pocos

familiares hombres en los que poder delegar. Inés, su madre, ganó influencia y logró

que su hermano Joscelino III de Edesa fuese nombrado senescal. Por entonces (segui-

mos en 1176), Reinaldo de Châtillon había sido liberado de su cautividad en Alepo; en-

tonces Balduino le hizo señor de Kerak, una fortaleza sobre el mar Muerto.

En 1177, Balduino permitió a su madrastra, la reina viuda María Comneno, que se ca-

sase con Balián de Ibelín. Era una alianza peligrosa, pues con el apoyo de María, la am-

biciosa familia de Ibelín intentaría casarse con las princesas Sibila e Isabel. Durante ese

año, como podemos recordar, Balduino IV obtuvo una gran victoria, con Reinaldo de

Châtillon a la cabeza del ejército de Jerusalén, sobre Saladino, que invadió los campos

del reino creyendo atacar un país sin defensores. Pero el joven rey Balduino IV reunió a

todos los caballeros que le quedaban, llevando consigo la Vera Cruz. Primero fue a re-

fugiarse a Ascalón con un ejército reclutado a toda prisa y con sólo 350 caballeros entre

sus filas, y luego los musulmanes fueron sorprendidos por la retaguardia, lo que provo-

có su derrota. Balduino IV había salvado su reino con la astucia y habilidad de un gran

gobernante, siendo por ello recibido triunfalmente en Jerusalén.17

En 1179 fue la recor-

dada batalla del Vado de Jacob, donde el rey Balduino IV de Jerusalén y los caballeros

templarios iniciaron la construcción del castillo de Chastellet (conformado al modo del

del Krak de los Caballeros, en Siria), en el único lugar de cruce del río Jordán y la vía

principal entre el dominio imperial de Saladino y el reino de Jerusalén. El castillo estaba

a sólo un día de marcha de Damasco, la capital de Saladino, y esto socavaba gravemente

su autoridad, por lo que no podía permitir la existencia de una fortaleza enemiga tan

cerca de su capital, de modo que el sultán decidió atacar antes de la terminación de la

fortaleza cogiendo a los cruzados prácticamente indefensos. Balduino IV, al ver su cas-

tillo en llamas, dio marcha atrás. Saladino desmanteló el castillo, pero no antes de que

una epidemia o peste devastara su ejército y matara a diez de sus comandantes.

En el verano de 1180, Balduino IV casó a Sibila con Guido de Lusignan, hermano del

condestable Amalarico de Lusignan. Guido se había aliado con Reinaldo, el cual apro-

vechaba ahora su posición para atacar las caravanas comerciales entre Egipto y Da-

masco. Después de que Saladino respondiese a estos ataques, Balduino nombró a Guido

regente del reino.

16

Será un reinado que dure menos de un año, pues Balduino V muere en 1186, momento en el que lo

contaremos.

17

Y aquélla, la batalla de Montgisard, fue realmente la última destacada como gran batalla ganada por

los cruzados en Tierra Santa antes de la capitulación de Jerusalén y su declive total como reino.

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~ 16 ~

Pero en 1183, Balduino estaba descontento con las acciones de Guido como regente y

terminó por destituirlo, por lo que éste se retiró a Ascalón con su mujer, la princesa

Sibila.

También durante ese año evitó la conquista de Al-Kerak, fortaleza de Reinaldo de

Châtillon, señor de Transjordania, situada a poca distancia de Ammán,18

a manos de Sa-

ladino, debido a que Reinaldo no paraba de saquear caravanas de comerciantes musul-

manes que pasaban por sus territorios con motivo del pacto de paz entre cruzados y sa-

rracenos. El colmo fue cuando organizó una expedición en el mar Rojo. Capturó la ciu-

dad de Eilat, obteniendo una base de operaciones contra la ciudad más sagrada del Is-

lam, La Meca. Saladino, al frente de las fuerzas musulmanas, no podía tolerar esto y

avanzó contra la fortaleza de Reinaldo. El rey Balduino IV marchó inmediatamente con

el ejército de Jerusalén, acompañado por su regente, Raimundo III de Trípoli; llegó

mientras las fuerzas de Saladino continuaban luchando contra las pesadas fortificacio-

nes. A sabiendas de que carecían de tropas para una batalla, y que corrían el riesgo de

ser aplastados entre el ejército cruzado y los muros de Al-Kerak, el sultán decidió huir

con su ejército.

El rey de Jerusalén había burlado de nuevo a sus rivales musulmanes, a pesar de que

sufría la lepra. Si bien la suerte de los cruzados estaba ligada a la vida del rey, esta fue

una demostración de fuerza decisiva.

Aunque no parece que tuviese animadversión a su hermana, en los primeros meses

de 1184, Balduino intentó que se anulase el matrimonio entre Sibila y Guido. La pareja

se resistió, por lo que Balduino IV decidió nombrar sucesor a su sobrino Balduino V,

con el apoyo de Inés, de Raimundo de Trípoli y de muchos barones, excluyendo así a

Sibila de la sucesión. Raimundo actuaría como tutor y regente del niño (8 años de edad).

Los años dificultosos y de enfermedad hicieron estragos en la condición física de Bal-

duino IV. Cuando apenas tenía 20 años de edad, el rey presentaba ya graves secuelas

físicas, su cara estaba desfigurada, se encontraba prácticamente ciego y con las manos y

piernas mutiladas. Ocultaba su terrible estado físico con una máscara de plata. Balduino

murió poco después que su madre. Aunque había sufrido toda su vida los efectos de la

lepra, pudo mantenerse en el trono mucho más de lo previsto.

También murió, poco después de Balduino IV el cronista y arzobispo Guillermo de

Tiro,19

gran conocedor de lenguas y costumbres, de gran presencia e influencia en el

Oriente Latino. En 1179 asistió al III Concilio de Letrán.

18

A 124 kilómetros.

19

Si bien, es imprecisa la fecha de su muerte, entre 1185-1190. El final de la vida de Guillermo de Tiro

resulta bastante oscuro e incierto. Probablemente era de origen siciliano.

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~ 17 ~

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~ 18 ~

HACIA EL SUR

DE CASTILLA Y LEÓN

Murió en este año 1185 el conde Fernando Rodríguez de Castro (“el Castellano”),

uno de los magnates más destacados y poderosos de estos tiempos, hijo de Rodrigo

Fernández de Castro y de Eylo Álvarez.20

Tenía 60 años de edad. Heredó la jefatura de

la Casa de Castro de su tío Gutierre Fernández de Castro, que no tuvo descendencia. Es-

tando, pues, a la cabeza de los Castro, lideró a su linaje contra el de los Lara en la guerra

civil que se desencadenó a la muerte de Sancho III de Castilla y la consecuente minoría

de edad de Alfonso VIII, necesitado de tutoría y regencia.21

Fernando Rodríguez de Castro, como fuimos contando, gobernó varias tenencias en

diversos períodos de tiempo, incluyendo Cuéllar,22

Dueñas,23

Valladolid, Toro24

y Astu-

rias. Aunque era originario de Castilla, siendo apodado por ello como “el Castellano”,

abandonó su reino, al igual que hicieron sus hermanos, y alcanzó la dignidad de ma-

yordomo mayor del rey Fernando II de León, quien le concedió la mano de su herma-

nastra Estefanía Alfonso “la Desdichada”,25

además de la posesión del Infantado de

León. En el reino de Castilla fue apodado “el Leonés”.

20

Rodrigo Fernández de Castro (“el Calvo”) fue alférez del rey Alfonso VII. Sus abuelos paternos fue-

ron Fernando García de Hita, señor de Hita y Uceda (ambas provincia de Guadalajara), que según algunos

cronistas era hijo ilegítimo del rey García de Galicia, y su esposa Estefanía de Urgel, hija del conde

Ermengol V de Urgel, mientras que otros afirman que lo fue del conde García Ordóñez y de su esposa

Urraca Garcés. Por parte materna eran sus abuelos Álvar Fáñez, dux de Toledo, que falleció durante una

sublevación popular en Segovia en 1114, y su esposa Mayor Pérez, hija del conde Pedro Ansúrez, señor y

repoblador de Valladolid.

Todos los indicios nos llevan a que Fernando Rodríguez de Castro falleció en este año 1185, después de

mediados de agosto. Se desconoce su lugar de sepultura.

21

Durante la minoría de edad de Alfonso VIII de Castilla, su familia, castellana, marchó al reino de León,

debido a lo enconado de su enemistad con la Casa de Lara. Una vez establecido en el reino de León, Fer-

nando Rodríguez de Castro contrajo matrimonio (hacia 1150) con Constanza Osorio, hija del conde Oso-

rio Martínez y de su esposa Teresa Fernández. Constanza era miembro del linaje leonés de los Flaínez y

su suegro, el conde Osorio, era tenente de varios castillos.

22

Provincia de Segovia.

23

Provincia de Palencia.

24

Provincia de Zamora.

25

De trágico final como podemos recordar (año 1180).

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~ 19 ~

En 1160, en campaña al mando de su linaje, como podemos recordar, derrotó a los La-

ra y a sus partidarios en la batalla de Lobregal,26

en la que perdió la vida el conde Oso-

rio Martínez, su suegro, y en la que Nuño Pérez de Lara fue capturado. Sin embargo, a

pesar de su victoria, no regresó a Castilla.

Poco después de aquel 1160, el rey leonés Fernando II se enemistó con él, de modo

que Fernando Rodríguez de Castro, con tropas combinadas de cristianos y musulmanes

a sus órdenes, sitió Ciudad Rodrigo (aún de reciente fundación leonesa). Fernando II de

León fue a defender la ciudad, acompañado por las milicias a su favor de Salamanca y

Zamora. Fernando Rodríguez de Castro se reconcilió entonces con el rey leonés, que le

infligió derrota en Ciudad Rodrigo. El rey, además de concederle el perdón, le concedió

tenencias e incluso lo nombró gobernador de Asturias y de Benavente.27

Como queda reseñado, fue mayordomo mayor del rey Fernando II, en dos ocasiones

durante la década de los sesenta. En 1162, Fernando II conquistó Toledo, arrebatando-

sela a los castellanos, nombrando allí enseguida gobernador de la ciudad a Fernando

Rodríguez de Castro. Toledo permaneció en poder de los leoneses hasta el año 1166,

cuando la recuperaron los castellanos.

En 1164, Fernando Rodríguez de Castro penetró en el reino de Castilla por segunda

vez con un ejército, derrotando y matando al conde Manrique Pérez de Lara, en la ba-

talla de Huete,28

entre junio y julio de aquel año. Luego, cuatro años más tarde, fue

nombrado alcalde de León, con el deber o función de controlar y estar al mando de las

fortalezas allí establecidas. Este cargo lo ocupó hasta 1182.

Durante la tensa guerra entre la Casa de Lara y la Casa de Castro, Fernando Rodríguez

de Castro repudió a su esposa Constanza Osorio después de haber dado muerte a su pa-

dre, el conde Osorio Martínez, en 1160, en la batalla de Lobregal, como dijimos. Reci-

bió en premio a sus servicios la mano de Estefanía Alfonso “la Desdichada”, hija ile-

gítima del difunto Alfonso VII y de su amante la condesa Urraca Fernández de Castro,

viuda del conde Rodrigo Martínez. Fernando Rodríguez de Castro se casó con Estefanía

poco después de la batalla de Lobregal.

A principios del verano de 1169, como vimos en su momento, el portugués Gerardo

Sempavor tomó la ciudad de Badajoz después de un largo asedio, pero el gobernador de

la ciudad se refugió en la alcazaba del lugar y el asedio hubo de persistir. Viendo la

oportunidad que se le presentaba de añadir a sus dominios la principal ciudad de la re-

gión a expensas de sus enemigos cristianos y musulmanes, el rey Alfonso I de Portu-

gal acudió con un ejército a Badajoz a fin de sustituir a Gerardo Sempavor como con-

ductor del asedio. Aquello provocó la oposición de Fernando II de León, que argumentó

que Badajoz le pertenecía. El rey de León se dirigió entonces hacia el sur al frente de un

ejército, a petición del califa almohade Abu Yaqub Yusuf, quien ya había enviado un

contingente de quinientos jinetes o caballeros a fin de socorrer Badajoz.

26

Cerca de Villabrágima (Valladolid).

27

Provincia de Zamora.

28

Provincia de Cuenca.

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~ 20 ~

Fernando Rodríguez de Castro, como mayordomo mayor del rey Fernando II de León,

fue uno de los jefes leoneses de la expedición. Los portugueses que sitiaban la alcazaba

de Badajoz se vieron entonces sitiados por los leoneses, estallando la lucha en las calles

de la ciudad. Mientras trataba de escapar, Alfonso I de Portugal fue capturado por los

hombres de Fernando II, tras sufrir una fractura en una pierna. Al mismo tiempo, Fer-

nando II capturó a Gerardo Sempavor. Tras la toma de Badajoz y su alcazaba por los

leoneses, éstos últimos dejaron la ciudad en manos de sus aliados musulmanes. Varias

de las localidades que Gerardo Sempavor había conquistado fueron entregadas al reino

de León a cambio de su libertad.

Fernando II de León conservó la ciudad de Cáceres, mientras las plazas29

de Trujillo,

Montánchez, San Cruz de la Sierra y Monfragüe pasaron a ser propiedad de Fernando

Rodríguez de Castro. De este modo, tras la donación recibida, pasó a dominar el señorío

semiindependiente que localizamos entre los ríos Tajo y Guadiana, siendo Trujillo la ca-

beza de dicho señorío. Pasó enseguida que el rey Alfonso VIII de Castilla se percató de

la importancia estratégica de las fortalezas concedidas a Fernando Rodríguez de Castro,

con vistas a una futura repoblación, pues las fortalezas se hallaban en la zona que, según

el Tratado de Sahagún del año 1158, pertenecía al área de influencia del reino de Cas-

tilla.

En 1171, por su condición de esposo de la hermanastra del rey, Estefanía Alfonso, le

fue concedido a Fernando Rodríguez de Castro el Infantado de León, compartido con su

esposa. Y entre los años 1172-1175 poseyó las plazas de Mayorga y Melgar de Arriba,30

que en el pasado habían pertenecido al conde leonés Osorio Martínez y eran propiedad

regia. Durante el resto de su vida, Fernando Rodríguez de Castro fue requerido con-

tinuamente tanto por la corte leonesa como por la castellana.

Poco después de su muerte, las fortalezas de Trujillo, Montánchez, Santa Cruz de la

Sierra y Monfragüe fueron reclamadas por Alfonso VIII de Castilla, quien se las entregó

para su defensa a las Órdenes militares de Santiago y San Julián del Pereiro.31

De los matrimonios y descendencia de Fernando Rodríguez de Castro podemos decir

que su primer matrimonio, como queda dicho, fue con Constanza Osorio, de la que no

tuvo descendencia. Después de ser repudiada, a los diez años de casada, en 1160, Cons-

tanza contrajo matrimonio32

con el noble gallego Pedro Arias.33

29

Cacereñas.

30

Ambas de la provincia de Valladolid, al norte de la misma.

31

Derivada en Orden de Alcántara.

32

Como muy tarde en 1165.

33

Con quien sí tuvo descendencia.

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~ 21 ~

Poco después de haber repudiado a su primera esposa, contrajo segundas nupcias con

su prima hermana Estefanía Alfonso (“la Desdichada”), siendo fruto de este matrimo-

nio la siguiente descendencia: Pedro34

y Sancha.

Además, como hijo ilegítimo, con María Íñiguez, tuvo a Martín Fernández de Cas-

tro.35

A Fernando Rodríguez de Castro le hereda y sucede al frente de la Casa de Castro su

hijo Pedro Fernández de Castro (“el Castellano”), poseyendo el infantazgo de León y el

señorío semiindependiente de Trujillo, que acaba entregando en este mismo año a su

primo Alfonso VIII de Castilla.

Castillo de Trujillo (Cáceres)

34

Pedro Fernández de Castro “el Castellano”, señor de Paredes de Nava (Palencia) y del Infantado de

León, cuya muerte será en 1214.

35

Confirmó una donación realizada por su hermano en el reino de Castilla en 1216. Su parentesco ha si-

do confirmado por un documento, fechado el día 10 de noviembre de 1241, por el que su hijo, Pedro

Martínez, donó el heredamiento de Tejonar, en el reino de Navarra, al maestre y a la Orden de Calatrava,

declarándose hijo de Martín Fernández y nieto de Fernán Roiz el Castellano, y aclarando que este he-

redamiento lo tiene de parte de María Íñiguez, su abuela, madre de su padre Martín Fernández.

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~ 22 ~

AL-ÁNDALUS

Aprovechando que el emir balear Ali ibn Ishaq ibn Ganiya está en Ifriqiya comba-

tiendo a los almohades, el catalán Abu-l-Hasan Alí ibn Ruburtair, habiendo logrado es-

capar de su prisión, provocó un alzamiento pro almohade en Mallorca, deponiendo así a

Talha ibn Ishaq ibn Ganiya, dejado por su hermano como gobernador, y restaura como

emir de Baleares al hermano pro almohade Muhammad II.

De otra parte, el califa almohade Abu Yusuf Yaqub equipa una escuadra en Ceuta y

envía un ejército que recupera varias plazas del entorno africano ocupadas por los al-

morávides y marcha contra Alí, que asediaba la argelina Constantina y que levanta el

sitio para apoderarse de Tozeur, Gafsa y Gabés, haciéndose fuerte en esta parte de Ifri-

qiya.36

Finalmente, podemos destacar (resumiendo) que los pisanos vencieron a los sarrace-

nos de Mallorca, que se comprometieron a no atacar Córcega.

36

En la actual zona tunecina.

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~ 23 ~

CONSTANTINOPLA

El 30 de mayo de este año 1185 ocurrió la muerte trágica del noble bizantino Cons-

tantino Ducas.37

Bajo Andrónico I Comneno, en cuya muerte también nos detendremos

a continuación, Constantino se vio favorecido (llegó a gozar del rango mayestático de

panipersebastos). Sin embargo, tras la rebelión de su familiar Isaac Comneno, que se

declaró emperador de Chipre (o independiente en Chipre), Constantino Ducas, con otros

familiares, fue detenido. Acusado de traición, fue condenado a morir lapidado, siendo

ejecutada la pena el mencionado 30 de mayo. Después de sobrevivir a la lapidación, fue

arrastrado hacia el palacio de Mangana y allí resultó desmembrado.

El 12 de septiembre fue la fecha de la también trágica muerte del emperador Andró-

nico I Comneno, con 67 años de edad.38

Reinó en Bizancio durante un par de años, des-

de 1183.39

Sobrino de Juan II Comneno (1118-1143) y nieto de Alejo I Comneno (1081-1118),

Andrónico Comneno ha sido probablemente el representante más brillante, llamativo y

fascinante de la dinastía Comnena, una dinastía de lucidez e inteligencia. Pero la exis-

tencia de Andrónico destacó hasta el final por ser turbulenta y trágica.40

Su vida ha sido

de aventurero y proscrito, habiendo sido exiliado varias veces. Con todo, en cuanto

37

Llamado o apodado Macroducas (Alto Ducas) por el escritor y cronista Nicetas Coniates, quien resulta

ser, en la novela histórica-fantástica Baudolino de Umberto Eco uno de los personajes principales. Dicha

novela tiene como marco o referencia histórica la conquista de Constantinopla durante la cuarta cruzada

(1202-1204).

Aunque Constantino Macroducas era una figura distinguida en el último período Comneno (finales del

siglo XII, es imposible establecer su origen familiar o sus vínculos con la dinastía de los Ducas del siglo

XI. Aparece por primera vez en los registros de hacia 1166, gozando de rangos mayestáticos distinguidos

(sebastos) y relacionado con la dinastía reinante por su matrimonio con Ana Comnena, una hija del se-

bastocrátor Isaac Comneno que era también sobrina del emperador Manuel I Comneno. En los años 1170

y 1176 aparecen también registros referentes a Constantino Macroducas, por ejemplo acompañando al

emperador Manuel I en sus campañas contra los turcos selyúcidas.

De su esposa Ana Comnena, tuvo Constantino Macroducas al menos una hija, Zoe Ducaina, que se casó

con Juan Ducas, el hijo mayor de Constantino Ángelo (almirante bizantino al servicio de Manuel I Com-

neno y muerto en 1166) y de Teodora Comnena, la séptima hija del emperador Alejo I Comneno y de Ire-

ne Ducaina (cuyo apellido adoptó Juan).

38

Si nació, como se supone, en 1118. La fecha de nacimiento de Andrónico Comneno es desconocida,

pero sin duda debió de ser muy cercana a la de su primo Manuel I Comneno, nacido en 1118. Era hijo del

sebastocrátor Isaac (muerto en 1152), hermano del emperador Juan II y de la historiadora Ana Comnena.

Sus abuelos paternos fueron el emperador Alejo I Comneno e Irene Ducaina, y los maternos David IV de

Georgia (1089-1125) y Rusudan de Armenia.

39

Y con su muerte fue el final de la dinastía Comnena.

40

Absolutamente novelesca.

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~ 24 ~

hombre atractivo y elocuente, además de enérgico y valiente, destacó como gran general

y hábil político.

Usurpando el trono al joven Alejo II, y matándolo, se convirtió en emperador de Bi-

zancio, siendo ya de avanzada edad.41

Su reinado comenzó bajo los mejores auspicios,

y su recta y honesta administración fue muy beneficiosa para el Imperio. Sin embargo,

su populismo y su concepción autocrática del poder le enemistaron con la aristocracia.

Andrónico reaccionó imponiendo un régimen cada vez más tiránico y brutal, some-

tiendo a sus súbditos a un riguroso régimen de terror y crueldad. La amenaza de los nor-

mandos sicilianos exacerbó la situación en Bizancio, una situación que acabó con la

aparición de un pretendiente al trono, Isaac II Ángelo, y un motín popular. Como vamos

a contar finalmente, la horrorosa muerte de Andrónico Comneno marcará seguramente

el final de los esfuerzos restauradores de la dinastía Comnena.42

El sebastocrátor Isaac, padre de Andrónico, no se resignó a ser un mero segundón tras

la ascensión al trono de su hermano (Juan II); enfrentado con el emperador, fue acusado

de conspiración, viéndose obligado a huir, pero fue perdonado al cabo de seis años. Su

hijo Juan, el hermano mayor de Andrónico, acabó por desertar y se pasó a los turcos du-

rante la campaña que el emperador Juan II llevó a cabo en el interior de Anatolia en

1137, apostatando como cristiano y convirtiéndose al Islam, de modo que entró en la fa-

41

Muerto en octubre de 1183, a la edad de 16 años, Alejo II Comneno, era hijo del emperador Manuel I

Comneno y de María de Antioquía, hija del príncipe Raimundo de Antioquía.

No está claro qué pasó con el matrimonio concertado entre Alejo II e Inés de Francia (hija de Luis VII

de Francia y de Adela de Champaña o Champagna). Según Guillermo de Tiro, Inés tenía 8 años de edad,

en 1179, cuando llegó a Constantinopla. Aunque no se dispone de ninguna otra fuente que confirme este

dato, si realmente es cierto, era 3 años menor de la edad necesaria (canónica o legal consuetudinaria) para

casarse, según el criterio del siglo XII. Sin embargo, Guillermo de Tiro, que (como ya señalábamos en su

momento) estuvo presente en la ceremonia, parece describirla como un matrimonio completo (matrimonii

legibus... copulare). Otras fuentes no bizantinas y muchos autores modernos le siguen en este punto. Fi-

nalmente, la ceremonia tuvo lugar el 2 de marzo de 1180.

El 24 de septiembre del mismo año murió Manuel I, y su esposa María, que había sido recluida como

Xena (Extranjera) en un convento, se proclamó regente y dejó a su hijo en manos de sus consejeros, los

cuales, a lo que parece, fomentaron en él todo tipo de vicios, mientras que ella apoyaba el gobierno del

protosebastos Alejo (un primo de Alejo II, que era abiertamente el amante de María). El joven emperador

y sus amigos intentaron formar un partido contra la emperatriz madre y el protosebastos. Se sucedieron

las correspondientes revueltas callejeras, de diversos signos, en Constantinopla.

El partido del joven emperador Alejo II fue derrotado (el 2 de mayo de 1182), ocurriendo que Andró-

nico Comneno se aprovechó de los desórdenes y se hizo con la corona; entró triunfante en Constanti-

nopla siendo recibido con honores casi divinos, y depuso a los regentes. Su llegada fue celebrada con una

masacre de latinos en la capital, sobre todo de mercaderes venecianos, no haciendo Andrónico nada por

evitar aquello. Permitió que Alejo II fuese coronado, pero le obligó a aceptar que fuesen condenados a

muerte todos sus amigos, además de su madre, su hermana y otros cercanos de la familia; y no le permitió

que expresase la más mínima opinión en los asuntos estatales.

Andrónico se proclamó entonces formalmente co-emperador, y poco después, con el pretexto de que un

gobierno dividido resultaba deshonroso para el Imperio, ordenó matar a Alejo (octubre de 1183) y se casó

con la reina viuda Inés de Francia, que entonces tenía 12 años (Andrónico era ya sexagenario).

42

Ciertamente fue lo que ocurrió. Estamos al comienzo del declive final del Imperio Bizantino.

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~ 25 ~

milia real de los sultanes de Iconio, contrayendo matrimonio con una hija del sultán Ki-

lij Arslan II.

Andrónico se crio y estudió junto a su primo y muy cercano (amigo y príncipe) Ma-

nuel Comneno, hijo menor de Juan II y posterior emperador. Los primeros años de su

edad adulta los pasó entre el servicio militar y el disfrute de placeres.

En 1141, durante una cacería en compañía del noble Teodoro Dasiotes, fue embosca-

do y capturado por una avanzadilla selyúcida y estuvo preso durante un año en Iconio,

donde sin duda frecuentó la compañía de su hermano, el apóstata Juan. Cuando pagaron

su rescate, volvió a la corte de Constantinopla, como favorito de su primo Manuel.

En 1142, los dos hijos mayores del emperador Juan, Alejo y Andrónico, enfermaron y

murieron inesperadamente, con apenas unos meses de diferencia. Así, cuando en agosto

de 1143 Juan II falleció a causa de las heridas recibidas en un accidente de caza, dejó el

gobierno del Imperio, no a su tercer hijo Isaac sino a Manuel, el menor.

Convertido en favorito del nuevo emperador, Andrónico participó en la campaña con-

tra los turcos durante 1145-1146. Durante una discusión en la que se comparaba a Ma-

nuel con su difunto padre, Juan Axuch (comandante) valoró más al segundo que al pri-

mero, mientras que la aduladora mayoría defendía al hijo allí presente. Cuando el her-

mano mayor del emperador, Isaac, se puso del lado de Axuch, Andrónico le insultó, y

de no haber mediado Manuel y otro primo, Juan Ducas, Isaac le hubiera decapitado.

Manuel expulsó a su hermano por unos días y despidió a Juan Axuch de su cargo de me-

gas domestikos.

Andrónico continuó gozando de la amistad del emperador, y no mostró descontento

alguno hacia su primo hasta que Manuel nombró a su sobrino favorito, Juan Comneno

(hijo de su difunto hermano mayor Andrónico), protovestiarios y protosebastos tras

perder un ojo en un torneo. Al parecer –cuenta mucho al respecto el cronista Juan Cin-

namo–43

Juan y Andrónico eran feroces rivales, y aquel nombramiento hirió gravemente

el alma de Andrónico. A partir de entonces su relación con el emperador empeoró a

todas luces.44

En 1152, acompañado por Eudoxia, fue destinado a Cilicia como gobernador con la

importante misión de someter a los rebeldes príncipes armenios. A no mucho tardar, en

su fortaleza de Mopsuestia, atrapó al principal de ellos, Thoros (muerto en 1169). Pero

Andrónico, incapaz de renunciar a sus acostumbrados placeres, se hizo acompañar de

una compañía de actores con los que pasaba las noches de juerga, mientras dedicaba sus

días a atacar con fiereza a los armenios. Éstos, aprovechando la situación, atacaron el

campamento imperial al amparo de la noche y derrotaron a sus tropas, haciéndose con

un rico botín. Andrónico, montando a caballo, atravesó las líneas enemigas, con su lan-

za, y huyó a Antioquía, retornando al poco para gobernar su provincia.

43

Fue un historiador bizantino, secretario (grammatikos) del emperador Manuel I Comneno, al que acom-

pañó en sus campañas militares. Cinnamo seguramente sobrevivió a Andrónico Comneno.

44

Tal vez como desquite de esta “traición”, Andrónico usó sus considerables dotes de seducción para

convertir a Eudoxia, hermana de Juan, en su amante. Esta escandalosa relación fue tan pública como el

romance del propio emperador con Teodora, la otra hermana de Juan y Eudoxia.

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Parece que poco después, en 1154, cesó en el cargo, pues estaba otra vez en Cons-

tantinopla, donde su primo Manuel lo recriminó en privado, pero lo perdonó risueña-

mente en público, nombrándole duque de Nish45

y Barnicevo,46

en los Balcanes. Manuel

I se hizo acompañar por él durante su campaña contra Hungría al año siguiente y llegó a

prestarle su caballo favorito. En todas esas empresas, Andrónico siguió haciéndose

acompañar por su amante Eudoxia. Esta relación era tan abierta que los hermanos de la

joven dama decidieron ponerle fin: una noche éstos, junto con varios amigos, asaltaron

la tienda que compartían ambos amantes con la intención de asesinar al galán. Aterrada,

Eudoxia sugirió a Andrónico que se vistiera de mujer para disimular, pero éste menos-

preció tal idea y, armándose con su espada, se abalanzó contra sus enemigos, abriéndose

paso a la fuerza.

Sospechando tal vez haber perdido el favor del emperador, cuya camaradería se había

trocado en rivalidad, Andrónico,47

aspirando ya a ocupar el trono de su primo, escribió

al rey Géza II de Hungría prometiéndole Niš y Braničevo si le apoyaba en su planea-

do golpe de Estado. También trato de recabar el apoyo del emperador germano (Federi-

co I). Manuel I, que tenía instalado su cuartel de invierno en Pelagonia (Macedonia, en

la antigua Grecia), fue alertado de la conspiración, pero no se decidió a actuar. Entre-

tanto, Andrónico intentó asesinar al emperador bizantino cuando se disponía a una de

sus cacerías nocturnas. Disfrazado de soldado italiano y con ayuda de sus sicarios ar-

menios, se aproximó a la tienda del emperador, pero la guardia le descubrió a tiempo y,

al tratar de huir, fue capturado. Ocurría esto en 1155.

El emperador Manuel I, mostrando de nuevo cierta clemencia, encerró al traidor An-

drónico en una mazmorra de Palacio; y allí pasaría encerrado casi doce años, sin duda

amargándosele su carácter.

Un día de 1158 descubrió que el agujero de su letrina tenía algunos ladrillos sueltos.

Se afanó en quitarlos y se escondió en el estrecho agujero resultante. Al descubrirse su

ausencia, los guardias dieron la voz de alarma: rápidamente cerraron las puertas del pa-

lacio y de la ciudad y comenzaron su búsqueda. La esposa de Andrónico, pese a ser

completamente inocente, fue encerrada en la misma celda de su marido. En tan inhós-

pito lugar los esposos se reencontraron e incluso se las apañaron para engendrar un hijo.

Luego, el cautivo príncipe, aprovechando la confusión, escapó. Logró alcanzar Melan-

geia, en Tracia, antes de ser capturado y devuelto a su celda cargado de cadenas.

La huida de Andrónico coincidió con una conspiración en Constantinopla, que obligó

al emperador a retornar de una campaña en Siria. Como resultado, Teodoro Stypeiotes,

el epi ton kanikleion, cabeza de la administración civil, fue arrestado y cegado.

Pese a su captura, Andrónico no se rindió. Seis años después, en 1164, fingiendo estar

enfermo, logró que un muchacho fuera puesto a su servicio para que le cuidara. Aprove-

45

Niš, importante ciudad serbia en la actualidad.

46

Braničevo, un distrito serbio predominantemente montañoso y recorrido por los ríos Danubio, Morava,

Milava, Pek…

47

Como cuenta el cronista Cinnamo.

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chando el relajamiento de la vigilancia, éste se puso en contacto con los amigos de An-

drónico, que emborracharon a los guardias y copiaron las llaves. Luego le hicieron lle-

gar la copia junto con un rollo de cuerda dentro de un tonel. Andrónico abrió la puerta

tras doce años de cautiverio, descendió de la torre, se ocultó tras unos matorrales y se

descolgó de los muros de Palacio al amparo de las tinieblas, hasta una barca que le tras-

ladó a su casa en Constantinopla. Allí se liberó de sus cadenas, se despidió de su mujer

y sus dos hijos y partió a caballo. En Anquialo, en la costa tracia del mar Negro, un

amigo le proporcionó dinero y, ni corto ni perezoso, puso rumbo norte, más allá de las

fronteras del Imperio. Andrónico cruzó el Danubio y los montes Cárpatos sin detenerse,

intentando pasar desapercibido, pero unos valacos48

lo identificaron y secuestraron, sa-

biendo la recompensa que el emperador les daría por capturar al evadido. Sin embargo,

Andrónico no estaba dispuesto a volver tan pronto a su celda, y una noche se fugó de-

jando un monigote con su capa y su sombrero para que sus guardias le creyeran dormi-

do.

En Halic,49

ya lejos del alcance de la venganza imperial de Manuel, reveló su identi-

dad al príncipe Yaroslav de la rusa Rutenia, quien le acogió como un huésped real. An-

drónico no tardó en convertirse en uno de los favoritos del monarca, destacando en la

caza de osos y jabalíes y adaptándose perfectamente a la corte de Kiev. Sin embargo, su

relación con el Imperio Bizantino aún no estaba acabada.

En 1165, Manuel I, enfrascado en otra de sus guerras contra Hungría, llamó en su ayu-

da a sus aliados europeos. Sin descartar ninguna posibilidad, el basileus mandó un men-

saje a Andrónico, ofreciéndole el perdón a cambio de la ayuda militar suya y del prín-

cipe de Rutenia. El exiliado aceptó, marchando en persona a ayudar a su regio e impe-

rial país junto con un contingente de caballería rusa. Se destacó en varias batallas y en

el asedio de Zeugminon o Zemun volvieron a competir uno y otro en proezas bélicas,

superando Andrónico al basileus en cuanto a arrojo y furia. Al mando de la artillería de

asedio, la actuación de Andrónico fue determinante para lograr la caída de la ciudad.

Tras la victoriosa campaña, siendo el año 1168, Manuel volvió triunfal a Constanti-

nopla junto a su rebelde primo. No obstante, la aparente concordia entre los dos no ha-

bría de ser muy duradera.

El basileus Manuel estaba preocupado por el futuro de su dinastía: de sus dos matri-

monios sólo había engendrado mujeres, y le urgía tener un heredero varón. Debido a

ello, decidió adoptar como tal al príncipe húngaro Bela, renombrándolo Alexio, dándole

el título de déspota y prometiéndolo a su hija María Comnena. La protesta de los nobles

bizantinos fue unánime, y Andrónico, que siempre se opuso a la política pro-occidental

y latinófila, se convirtió en su portavoz, enarbolando las quejas y negándose airada-

mente a jurar lealtad al nuevo sucesor y heredero.

Como castigo, y para ser desplazado exiliándolo, el rebelde Andrónico Comneno fue

nombrado por segunda vez gobernador de Cilicia (año 1166). Su predecesor en el go-

bierno de la provincia, Alejo Axuch, no logró llevar a la práctica las órdenes del empe-

48

Valaquia fue un principado rumano (meridional) desde la Edad Media hasta el siglo XIX.

49

Actual Ucrania.

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rador en cuanto a reconciliarse con los armenios, y se esperaba que el encanto personal

de Andrónico, unido al soborno, dieran mejor resultado. Pero desde su anterior mandato

Andrónico sentía un odio especial contra los rebeldes y escurridizos nobles armenios,

por lo que se aplicó en la lucha contra ellos. Finalmente los derrotó en combate, lan-

zándose en una audaz carga sobre las líneas enemigas e hiriendo de gravedad él mismo

a su jefe, Thoros. No obstante, Andrónico se confió demasiado y no logró poner fin a la

rebeldía de los armenios. Incapaces de someter a Thoros, los bizantinos pactaron una

alianza militar con el sultán de Iconio, pero el armenio Thoros también derrotó a sus

tropas.

Frustrado y negándose a languidecer en su agreste provincia, Andrónico se lanzó en

busca de diversiones más sofisticadas que las que podía ofrecer Cilicia. Pronto visitó la

rica corte del principado de Antioquía, vasallo del Imperio en la persona de Bohemundo

III. Allí quedó prendado de la bella Filipa, hermana de María, la segunda esposa de Ma-

nuel. La emperatriz María era hija del príncipe Raimundo III de Trípoli. Olvidando por

completo sus labores de gobierno, el maduro Andrónico pasó el verano en Antioquía y

sedujo a la inocente doncella con una serie de serenatas románticas, hasta que ella se

sintió tan deslumbrada que no pudo negarle nada. De nuevo, no se retrajo de hacer pú-

blica su relación, dejando al emperador Manuel en una difícil situación, muy embara-

zosa, ante el príncipe Bohemundo.

El enfurecido basileus le ordenó retornar a la capital imperial, pero el incorregible

Andrónico, cuyo móvil había sido molestar a la emperatriz María, a la que detestaba,

abandonó Cilicia y a su llorosa y arrepentida amante, iniciando el peregrinaje a Jeru-

salén junto con un grupo de aventureros, llevándose consigo, además, buena parte del

tesoro de su provincia. En Tierra Santa se ganó el favor del rey Amalarico I de Jeru-

salén, hasta el punto de que éste le concedió el señorío de Beirut. Su reputación gue-

rrera, su noble estirpe y su propio encanto le abrieron todas las puertas del reino de Jeru-

salén, incluyendo la del dormitorio de la viuda de Balduino III, la joven reina Teodora,

sobrina del emperador Manuel I, una encantadora beldad de 21 años. Se ha dicho que

ambos llegaron a pensar en casarse, pero el hecho de ser primos se lo impedía.

Esta vez Andrónico se había pasado de la raya. La ira de Manuel fue incontenible y

pidió a todos los reinos latinos de la región que le entregaran a su incestuoso primo para

ser cegado, pero la influyente Teodora interceptó la carta y advirtió a su amante. Ambos

huyeron juntos a la corte de Nur al-Din, atabeg de Damasco, que les acogió calurosa-

mente (pese a ser él mismo un moralista islámico bastante riguroso). Aunque Andrónico

fuera excomulgado por la Iglesia Ortodoxa, se sabe que nunca abrazó la fe musulmana.

En cuanto a su anterior protector, Amalarico, no le importó deshacerse de tan incómodo

huésped, e incluso se alegró de recuperar el valioso feudo de Beirut para la corona hie-

rosolimitana.

Andrónico y Teodora pasaron en el Oriente musulmán los siguientes años, visitan-

do Bagdad y Persia como amigos de Nur al-Din, e hicieron incluso un largo periplo

por Asia central rodeando el mar Caspio hasta llegar a Georgia. Allí se alió con Saltuq,

el modesto emir de Koloneia y se convirtió en un barón bandido, lanzando incesan-

tes razias contra la provincia bizantina de Trebisonda, en la que robaba y raptaba a vo-

luntad. Finalmente la reputación de las hazañas de Andrónico llegó a tal punto que el

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gobernador de la región movilizó a sus hombres para atajar sus correrías: aprovechando

que Andrónico se hallaba fuera de su castillo, capturó a Teodora y a sus dos hijos y los

envió a Constantinopla.

Temiendo por su familia, Andrónico hizo algo increíble en alguien tan orgulloso: su-

plicar clemencia. A comienzos de 1180 se entregó a las autoridades imperiales y fue hu-

mildemente conducido a Palacio, para postrarse ante su rival. Llorando y gimiendo, con

una cadena atada al cuello, estuvo sin moverse hasta que un lacayo lo arrastró a pre-

sencia del emperador. Esta humillación movió a piedad a Manuel, que se decidió a per-

donar nuevamente a su primo.

En Constantinopla, el emperador y el patriarca perdonaron y absolvieron a Andrónico

de sus pecados a cambio de que jurara lealtad al príncipe Alejo, heredero de la Corona.

Pero, escarmentado de sus innumerables tropelías, Manuel le nombró duque y lo deste-

rró junto con Teodora a Oene (Oeneaeum), una pequeña y agradable ciudad de Pafla-

gonia.50

Allí, entre las colinas cubiertas de viñedos, el eterno exiliado se sentó a rumiar

sus agravios y alimentar su odio.

El 24 de septiembre de 1180 murió Manuel I, del todo muy deprimido desde que fuera

desastrosamente derrotado en Miriocéfalo (año 1176). Quedaba como heredero Alejo II

Comneno, el único hijo de su segundo matrimonio, con María de Antioquía, siendo el

tal Alejo un niño endeble, de apenas 11 años de edad, mal educado y habituado a juegos

con chiquillos, cacerías, cabalgadas… En principio, hasta su mayoría de edad, debería

regir el Imperio un Consejo de Regencia.

La emperatriz María, siguiendo el deseo de su marido, había tomado los hábitos cuan-

do él murió, ingresando en un convento con el nombre de Xena (que significa “extran-

jera”, como ya dijimos). Sin embargo, en la práctica, su nueva condición no le supuso

ningún cambio significativo en su vida. Poco después asumió la regencia y tomó co-

mo valido (y público y notorio amante) al protosebastos Alejo Comneno, sobrino del

difunto emperador, mucho más joven que ella, en quien delegó todos los asuntos del

Estado.

La elección fue poco afortunada, y entre los restantes miembros de la familia Com-

neno provocó gran resentimiento el hecho de que la emperatriz viuda favoreciera a un

hombre tan vanidoso e insignificante como aquel Alejo. María (Xena) optó por gober-

nar en solitario con su amante, olvidando buscar apoyo en el clan familiar, que se ha-

bían multiplicado por todas las ramas de la administración civil y militar hasta coparla,

entroncado además con la aristocracia local y extranjera.

La relación entre ambos provocó un escándalo en la sociedad bizantina, pues se con-

sideró profana e incestuosa. Además, el origen normando de la emperatriz y sus favo-

rables relaciones con los mercaderes italianos (pisanos y genoveses) le acarrearon la

animadversión de toda la población, que odiaba y odia a los occidentales. El suyo fue,

por lo tanto, un trono tambaleante, inestable, amenazado por todos lados, cuyo único

apoyo era el de las repúblicas italianas y de los mercenarios occidentales y georgianos

asentados en la capital.

50

Una antigua área del centro y norte de Anatolia, en la costa del mar Negro, situada entre Bitinia y el

Ponto, y separada de Galacia por una prolongación hacia el este del Olimpo Bitiniano.

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~ 30 ~

Fue inevitable que durante esta regencia se acentuaran tendencias latinófilas o pro la-

tinas del gobierno y el pueblo bizantino atribuyó a esta circunstancia el rápido deterioro

de la situación exterior e interior, desatándose por otro lado la latinofobia. Pronto se or-

ganizó un complot dirigido por la princesa María, hija del primer matrimonio de Ma-

nuel y su marido, el césar Rainiero de Montferrato, quien, al igual que la emperatriz, era

de estirpe normanda vinculada al reino de Jerusalén. Éstos consiguieron el apoyo del

patriarca Teodosio Boradiotes y sobre todo el del propio Andrónico Comneno, que

sentía reverdecer sus ambiciones imperiales al ver la inestabilidad reinante. En febrero

de 1182, los conspiradores se pusieron en marcha, planeando, al parecer, provocar un

motín popular, matar al protosebastos Alejo y formar su propio Consejo de Regencia.

A pesar de que las provincias se sublevaron según lo acordado, el plan fracasó, ya que

el intento de asesinato fue descubierto y los conspiradores de Constantinopla arrestados.

El césar y su esposa se encerraron en Santa Sofía con el patriarca y muchos simpati-

zantes (incluso mercenarios), donde resistieron durante dos meses. El favorito de la em-

peratriz ofendió al pueblo aún más al intentar profanar el santuario, por lo que final-

mente se concedió una amnistía para la pareja a cambio de su rendición. María de An-

tioquía se vio obligada a perdonar a los conspiradores, pero en su inseguridad pidió a su

cuñado Bela III de Hungría que viniera en su ayuda. El patriarca, pese a ser respetado

por todos, fue depuesto, cosa que avivó el descontento contra los regentes.

Con el fracaso de esta tentativa, la oposición en Constantinopla quedaba descabezada

y falta de una jefatura visible. La decisión quedó entonces en manos de Andrónico

Comneno, el gran enemigo de la aristocracia feudal y adversario acérrimo de la ten-

dencia occidentalizante de Manuel. Sus compatriotas recordaban su gallardía y su en-

canto. Por ello en este momento, cuando se deseaba derrocar a la regencia latinófila de

Constantinopla, sus amigos le colocaron en primer plano como caudillo nacional, y to-

das las miradas se centraron en él. Andrónico se hizo pasar hábilmente por defensor de

los derechos del pobre y joven Alejo II, caído en manos de malos tutores, y supo ob-

tener la simpatía y hasta la adoración (idólatra) de los bizantinos, hartos de la regente.

Según expresión del arzobispo Eustacio de Tesalónica,51

Andrónico “era para la mayo-

ría más querido que Dios mismo”, o al menos se le situaba “inmediatamente después de

Dios”, de modo que comenzó a reunir partidarios en Paflagonia, incluidos algunos con-

tingentes musulmanes, todos contra María (Xena).

Aprovechando la desorganización del Imperio, Bela III de Hungría, como fuimos con-

tando, tomó Dalmacia, Bosnia y Sirmio,52

con lo que también todas las conquistas de las

tan costosas guerras húngaras de Manuel I se podían dar por perdidas. Los frutos de las

largas y agotadoras luchas contra los serbios se perdieron con la misma rapidez, pues el

príncipe serbio Esteban Nemanja53

repudió sin dificultad la soberanía bizantina. Por su

parte, los turcos conquistaron una amplia porción de Asia Menor, incluyendo las ga-

51

Muerto en 1198.

52

La actual Sremska Mitrovica, en Serbia.

53

Muerto en 1199.

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~ 31 ~

nancias de Juan II: Sozópolis,54

Antalya55

y Cotyaeum56

, cortando en dos el norte y el

sur bizantinos de Anatolia. Mientras tanto, el rey Rubén de Armenia atacó Cilicia.

En la primavera de 1182, Andrónico se puso por fin en marcha hacia Constantinopla,

sin encontrar apenas resistencia a su paso por Asia Menor. Sus tropas, inicialmente pe-

queñas, fueron creciendo gracias a la afluencia de descontentos. Al comienzo del mes

de mayo había llegado a Calcedonia, ya cerca de Constantinopla, donde derrotó a un

ejército leal dirigido por otro primo de Manuel, Andrónico Ángelo, que se pasó a su

bando, e instaló su campamento. El protosebastos Alejo puso su confianza en la flota,

cuya tripulación estaba constituida en gran parte por occidentales, e intentó cerrar el

Bósforo. Sin embargo, el logothetos ou dromoi Andrónico Kontostephanos, coman-

dante de la flota, se puso del lado del usurpador.

Viendo que la regencia estaba perdida, el 2 de mayo de aquel 1182, la guardia vare-

ga (de élite) arrestó y cegó al protosebastos Alejo, arrojándolo a una mazmorra. Ésta fue

la señal para el motín popular, que descargó su ira en los almacenes y vidas de los mer-

caderes italianos, sus clérigos y sus familias. Estos hechos habían tenido un precedente

en las medidas adoptadas por Manuel I, pero se debió sobre todo a la animadversión que

provocaba la riqueza de los italianos (cuya libertad de comercio sin trabas fiscales, otor-

gada por Alejo I, reinante entre 1081-1118, arruinaba a la burguesía y el artesanado de

la ciudad, muy sobreprotegido por el gobierno imperial) y al mal recuerdo que dejó el

paso de las cruzadas occidentales por tierras imperiales. Algunos de los italianos esca-

paron por mar, donde se convirtieron en piratas y saquearon durante varios meses las is-

las del mar Egeo.

La masacre fue atroz, siendo muchas las crueles degollaciones. Los domicilios y los

almacenes de los occidentales fueron saqueados, multiplicándose los muertos violenta-

mente, Incluso el Hospital de San Juan sufrió duro ataque.57

54

En Pisidia (Anatolia).

55

En la costa mediterránea del suroeste de Turquía.

56

Actual Kütahya, al oeste de Turquía.

57

Según los cronistas, cerca de 30.000 occidentales, incluidos mujeres, niños y hasta el legado pontificio,

fueron asesinados y otros 4.000 vendidos como esclavos a los turcos. El arzobispo Eustacio de Tesaló-

nica describió la matanza en los siguientes términos:

Contar las desgracias que entonces sufrieron los latinos, el fuego que devoró sus bienes, sin tener en

cuenta los saqueos que sufrieron, y los accidentes ocurridos en las playas y en las calles, sería empresa

difícil. Ya que no sólo los latinos armados eran presa de los hombres de Andrónico, sino que la gente,

que no podía defenderse, no suscitaba no la más mínima piedad. De hecho, las mujeres y los niños eran

abatidos por sus espadas. Pero el espectáculo más horrible se daba cuando el hierro enemigo, abriendo

el vientre de las mujeres encintas, sacaba el feto que, después de haber visto antes de tiempo la luz del

sol, era acogido por las tinieblas del infierno, muriendo antes de estar perfectamente vivo. Y esto era bes-

tial, no comparable a otras formas de locura. Cayó también un sacerdote latino, no sé si venido de em-

bajada de la antigua Roma o de Sicilia, o sea romano o siciliano. Y cayó con todos los ornamentos sa-

grados que él se había puesto en vez de las armas, con la esperanza de que los malvados lo respetasen.

Aunque las cifras y estos relatos seguramente sean exagerados, lo cierto es que las relaciones entre Oc-

cidente y Bizancio quedaron seriamente dañadas, y el odio mutuo se acrecentó. Esta brutal matanza fue

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Andrónico, cuya xenofobia contra los occidentales le hizo ganar las simpatías del po-

pulacho, probablemente no hizo nada para alentar los disturbios (puesto que aún se ha-

llaba cruzando los estrechos marinos), pero tampoco hizo nada para detenerlos. Cuando

amainó el furor popular, entró en la capital envuelto en el júbilo de los ciudadanos y

reclamó la regencia en nombre de Alejo II. La emperatriz María-Xena quedó confinada

en el palacio imperial, reducida ahora a mera comparsa, y así, con más de 65 años de

edad, Andrónico se convirtió en dueño absoluto del Imperio Bizantino.

La regencia y la usurpación de Andrónico se dieron juntas. Aún quedaban lealistas

contrarios a Andrónico en el thema (o provincia) de Tracia, reunidos en torno al gran

doméstico Juan Vatatzes, los cuales derrotaron un ejército enviado por Andrónico. Sin

embargo, su jefe murió de enfermedad pocos días después y sus hombres se rindieron.

Sólo entonces Andrónico celebró su fastuosa coronación, en la que Alejo II fue entroni-

zado de nuevo con grandes muestras de respeto.

Inicialmente, el “gran rebelde” asumió el papel de “salvador y protector” del joven

emperador, presentándose como un experimentado y reputado tutor. Acusados de intri-

gas contra el Estado y el legítimo emperador, sus adversarios fueron enviados al cadal-

so. Pronto, los únicos rivales en potencia que le quedaban a Andrónico, el césar Rai-

niero y la princesa María, enfermaron y murieron tan súbitamente que se sospechó de

un envenenamiento. María-Xena fue encerrada en un convento, cosa que molestó a al-

gunos oficiales.

Al visitar la tumba de Manuel I, Andrónico apartó a sus acompañantes que se inclina-

ban en ademán de plegaría y murmuró: “Ya no te estoy temiendo, viejo enemigo, que me

has arrojado y tenido vagando por todos los climas del orbe. Yaces ya depositado bajo

siete bóvedas, de donde no te has de levantar hasta la llamada de la última trompeta.

Llegó mi ocasión, y luego voy a hollar tus cenizas y tu legado”.

Pese al respaldo popular de Andrónico, la situación política seguía inestable: una

conspiración de altos funcionarios (Andrónico Kontostephanos, el gran duque de la flo-

ta, y Andrónico Ángelo) fue desmantelada a principios de 1183, y todos sus miembros

fueron ejecutados, cegados o exiliados por propia voluntad o por real decreto: Andró-

nico Ángelo huyó al reino de Jerusalén.

Más o menos por esta época, se juzgó por traición a la emperatriz viuda María-Xena,

siendo acusada sin fundamento de mantener correspondencia con el rey de Hungría. Fue

un montaje tan evidente que el patriarca Teodoro dimitió en protesta y hasta el hijo ma-

yor de Andrónico pidió misericordia y clemencia a su padre. Finalmente, aunque tres

jueces prefirieron dimitir antes que condenar a la desgraciada, la decisión de Andrónico

fue irrevocable. Alejo fue obligado a firmar la condena a muerte de su propia madre, la

cual fue estrangulada. Luego se quiso malograr la belleza de su cuerpo arrojándolo al

mar para que el agua lo hinchara y deformara. Poco después Andrónico ordenó que to-

das las imágenes de la emperatriz en la capital fueran también desfiguradas o destruidas.

Tal vez fueron estos hechos los que motivaron la aparición de otro complot, que tra-

taba de llevar al trono a un hijo bastardo de Manuel y su sobrina Teodora, Alejo Com-

contemplada por los bizantinos como la causante de las crueldades aún peores que seguiría padeciendo

Constantinopla en las sucesivas cruzadas, sobre todo en la cuarta (1198-1204).

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~ 33 ~

neno (que a su vez estaba casado con Irene, una hija bastarda de Andrónico). Descu-

bierto a tiempo, todos los responsables fueron ejecutados. El infortunado Alejo fue ce-

gado y recluido en una fortaleza.

Una vez preparado el terreno o dispuesto el panorama de esta forma, Andrónico se

decidió a aceptar la púrpura imperial, supuestamente tan sólo cediendo a las súplicas de

la corte y del clero; en el mes de septiembre de 1183 se hizo coronar como co-empe-

rador de su protegido, jurando por lo más sagrado que sólo asumía el poder para pro-

teger al sobrino. Pero apenas pasaron dos meses cuando el infortunado emperador niño

siguió el triste destino de su madre: fue estrangulado con la cuerda de un arco por tres

sicarios de su tutor: Constantino Tripsychos, Teodoro Dadibrenos y Esteban Hagiocris-

toforites. Se dice que el propio Andrónico pateó el cadáver exclamando: “Tu padre fue

un bribón, tu madre una ramera y tú un mentecato”.

Luego de arrojar el cadáver al mar, el nuevo emperador se casó con la jovencísima

Inés, viuda de su víctima, del modo que ya notificábamos antes. De todos modos, An-

drónico mantuvo a su lado a su querida Teodora y a los hijos que tuvo con ella. Sus par-

tidarios fueron recompensados con altos cargos, y también obtuvo del nuevo patriarca,

Basilio Camatero,58

el perdón por todos sus crímenes y juramentos violados.

Así empezó el corto, enérgico y muy llamativo reinado de Andrónico I Comneno.59

El entusiasmo con que la opinión acogió al nuevo emperador se explica por las espe-

ranzas que traía consigo. Dos tareas esenciales en el orden interior: establecer un go-

bierno nacional y librar a Bizancio de la preponderancia latina, limitando el poder de la

aristocracia, de los altos funcionarios y de los grandes terratenientes, cuya supremacía

provocaba la ruina de los campesinos modestos. Semejantes medidas hallaban en el

pueblo la más favorable acogida.60

Andrónico, con su populismo, se presentó como un auténtico rey de los campesinos.

El pueblo le consagraba cantos y componía acerca de él cuentos y relatos poéticos.61

En el año 1183 –hablamos ahora de su política exterior–, los húngaros, aliados con los

serbios, invadieron el Imperio y lograron expandirse hacia el este y el sur.62

58

Una de sus criaturas y marionetas, cuyo pontificado fue de 1183 a 1186.

59

El último y el más odiado de esta dinastía.

60

El arzobispo Miguel Coniates de Atenas, hermano del historiador Nicetas, escribe elogioso: “Y recor-

daré ante todo cómo, en esta época turbulenta y angustiosa, el Imperio Romano [Bizantino] apeló a su

antiguo favorito, el gran Andrónico, para derribar la opresora tiranía latina que, como una mala hierba,

se había aferrado al joven retoño del reino…”.

61

De los que se hallan huellas en los anales y notas manuscritas de la documentación aportada por el

historiador Nicetas Coniates, el cual, entre otras cosas, escribe que Andrónico mandó erigir su propia

estatua no lejos de la puerta septentrional de la iglesia de los Cuarenta Mártires de Sebaste, y no quiso que

se le representase con atuendo imperial, sino como trabajador, muy modestamente vestido y empuñando

una hoz.

62

Belgrado, Branicevo, Nis y Sofía fueron devastadas de tal forma que seis años más tarde los cruzados

encontraron estas ciudades deshabitadas y en gran parte destruidas.

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El ejército imperial en la zona, al mando de Andrónico Lapardas y Alejo Branas, se

dividió entre los partidarios del nuevo emperador, dirigidos por Branas, y los sediciosos

de Lapardas, que temía por su vida bajo el nuevo régimen. De modo que Lapardas tomó

camino de Adramyttium63

para alzarse en armas, pero fue aprehendido por los hombres

del emperador y cegado, así como posteriormente asesinado.

Pronto Andrónico tomó medidas contra el enemigo exterior: tras firmar una paz ven-

tajosa para los selyúcidas, lanzó un rápido contraataque contra los húngaros en 1184, to-

mando Serdica (Sofía) y Nis, y aliado de los serbios de Esteban Nemania llegó al Da-

nubio por Belgrado. Bela III de Hungría tuvo que firmar pronto la paz, pues estaba en

plena lucha por Zara (o Zadar, en la costa Dálmata)64

con Venecia.

Entretanto, genoveses y pisanos se vengaban de la cruel matanza en Constantinopla

mediante la piratería. Para contrarrestarlos, firmó un tratado con la Señoría de Venecia

en la primavera de este año 1185, tratado por el cual Andrónico consentía en libertar a

los venecianos presos en la capital bizantina desde la matanza de 1182 y se compro-

metía a pagar cierta suma todos los años, en compensación o indemnización por los da-

ños sufridos, abonando la primera anualidad en este 1185, manteniéndose con esto a ra-

ya a las otras repúblicas italianas.

También se reanudaron las relaciones entre Constantinopla y Roma. A finales de

1182, el Papa Lucio III65

envió un legado a Constantinopla. Para congraciarse con el

pontífice, Andrónico permitió que se abriera una nueva iglesia latina en Constantinopla,

a pesar de la oposición del patriarca.

Para contrarrestar las malas relaciones con los turcos, se mandaron emisarios al sultán

Saladino, intentando así contrapesar la hostilidad manifiesta de los selyúcidas de Iconio

mediante una alianza con el sultanato de Siria y Egipto. Poco antes de su muerte, An-

drónico hizo alianza formal con el sultán de Egipto. Apremiado por el dolor y el agobio,

Andrónico recurrió al consejo y socorro de Saladino. La alianza jurada estipulaba que si

Saladino, con los consejos y ayuda del emperador, lograba ocupar Jerusalén, retendría

para sí todo otro territorio que ambos pudieran conquistar –quedando libres de esto Je-

rusalén y Ascalón–, pero poseería sus adquisiciones bajo la soberanía de Andrónico. El

emperador tomaría posesión de todos los territorios conquistados al sultán de Iconio

hasta Antioquía y la Armenia Menor, en caso de que los nuevos aliados pudieran apo-

derarse de tales comarcas. La muerte impidió a Andrónico realizar ese plan.

En septiembre de 1183, los hijos del general Andrónico Ángelo,66

Teodoro e Isaac,

iniciaron una revuelta en Nicea, Prusa67

y Lopadio. Contaban con muchos partidarios y

63

Actual Edremit, en la costa oeste de Turquía.

64

En la actual Croacia.

65

Muerto en septiembre de este año 1185.

66

Muerto también en este año 1185.

67

O Brusa, ciudad costera, al noroeste de Turquía.

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algunos mercenarios turcos de Iconio. Esto provocó un enfriamiento de las relaciones

con el sultanato y un nuevo acercamiento a Saladino, como queda dicho.

Acabada la guerra húngara, el general Alejo Branas y el propio emperador coman-

daron dos ejércitos en una campaña conjunta contra los rebeldes. Nicea, defendida por

Teodoro Cantacuzeno e Isaac Ángelo, resistió a las máquinas de asedio imperiales. An-

drónico ordenó que la madre de Isaac, Eufrosine, fuera traída de Constantinopla, y la si-

tuó en lo alto del mayor de sus arietes, para evitar que los asediados lo destruyeran con

su artillería. Esto no minó, sin embargo, la determinación de los defensores, que sim-

plemente afinaron su puntería y, de hecho, acabaron por rescatar a la pobre mujer. Con

la muerte de Teodoro Cantacuzeno, al tratar de asesinar a Andrónico, tomó el mando el

irresoluto Isaac, que comenzó las negociaciones para rendirse. Mientras, el arzobispo

Nicolás de Nicea, ante una inminente hambruna, condujo una delegación de mujeres y

niños para pedir clemencia al emperador. Éste accedió a perdonar a los rebeldes, pero

tras entrar en la ciudad forzó a muchos a exiliarse y ejecutó a otros tantos.

A continuación, Andrónico se trasladó al asedio de Prusa, que bajo el mando del joven

Teodoro Ángelo se defendió tan valientemente como Nicea. Sin embargo, las fuerzas

imperiales acabaron por abrir una brecha y tomaron la ciudad, que fue sometida a sa-

queo. Teodoro Ángelo fue cegado, en tanto que los nobles León Sinesio, Manuel La-

chanas y otros 40 rebeldes fueron empalados. Tampoco hubo piedad alguna en Lopadio.

Tratamos ahora de la política interna de Andrónico; enemigo de la nobleza terrate-

niente, decidió acabar con sus muchos abusos, y sobre todo luchar por limitar el cre-

ciente feudalismo que minaba el poder imperial absoluto del emperador, así como arran-

car de raíz la prepotencia de la aristocracia. Andrónico acometió sus tareas con ardor,

iniciando un amplio programa para frenar la expansión nobiliaria y restaurar la adminis-

tración central como base del poder imperial, tal y como lo fue en la dinastía macedó-

nica.68

Puesto que no reconocía otro método de gobierno que la brutal aplicación de la

violencia, su gobierno se convirtió en una cadena de actos de terror, conspiraciones y

atrocidades. Pero no cabe duda, y hasta sus detractores reconocen este hecho, que sus

medidas llevaron en las provincias del Imperio a una rápida y muy sensible mejora de la

situación.

Con mano férrea, Andrónico puso freno a la corrupción imperante de la administra-

ción.69

, mal que a sus contemporáneos parecía incurable. A sus servidores,70

les inculcó

que o debían cesar de cometer injusticias o bien debían cesar de vivir. Se puso fin a la

venta de cargos públicos; nombró como jueces a personas honradas e incorruptibles, y

los funcionarios pasaron a ser elegidos por su capacidad y remunerados suficientemente

para que así fueran menos inclinados al soborno.

68

Período bizantino del siglo IX al XI, desde Basilio I (867-886) hasta Miguel VI Estratiótico (1056-

1057).

69

Mal que a sus contemporáneos parecía irremediable.

70

Según Nicetas Coniates.

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La práctica más frecuente de los corruptos, el cobro abusivo de impuestos (en ocasio-

nes puro chantaje) fue erradicado. Se sometió a severas penas a los recaudadores rapa-

ces y se adoptaron medidas implacables contra los grandes terratenientes, ejecutando a

numerosos aristócratas. Esto se tradujo en una mejora sustancial de la situación del su-

frido campesinado en las provincias, que respiró más tranquilo, conociendo por primera

vez lo que era la seguridad legal frente a los abusos de la administración.71

Puede decirse que Andrónico fue el administrador más capaz de toda su dinastía. Gra-

cias al aumento de los ingresos del Tesoro, pudo hacer frente a las múltiples dificultades

que surgieron durante su breve reinado. Deja también una gran impresión en sus con-

temporáneos el hecho de suprimir la costumbre ampliamente difundida de saquear bar-

cos naufragados. A este pésimo hábito (que sus antecesores habían combatido en vano)

puso fin Andrónico al dar la orden de que los culpables fueran colgados de los mástiles

de los barcos saqueados. Fue su convicción inquebrantable que no hay nada que los em-

peradores no puedan remediar ni tampoco injusticia alguna que no puedan erradicar

con su poder.

Andrónico no sólo estaba en malas relaciones con la nobleza provincial, sino que

tampoco soportaba a sus parientes imperiales. Éstos odiaban su estilo autocrático y en-

vidiaban su posición. El emperador sólo podía contar con un círculo de agentes y con-

sejeros, aunque trató de crearse un partido favorable entre el proletariado de la capital

practicando la demagogia, el populismo y las ventajas de su honesta administración. A

sus hijos les deja dicho que “si antes pudimos tratar con titanes, ahora podremos tratar

con pigmeos”.

Así intentó mejorar las condiciones de vida de los pobres mandando construir una

nueva instalación de conducción de agua a la capital, procedente del río Hydrales. Esta

medida, sin embargo, fue recibida con frialdad, pues los recelosos de los latinos en

Constantinopla no le perdonaban que se hubiera aliado de nuevo con Venecia ni que su

injustificada persecución72

castigara tanto a nobles como a simples comerciantes y ten-

deros.

Pero el reinado de Andrónico derivó en terror. Las revueltas internas y la pérdida del

apoyo familiar llevaron al emperador a una manifiesta locura73

que le hizo arremeter

contra todos sus enemigos reales o supuestos. La lucha contra la aristocracia degeneró

en una terrible brutalidad. Los métodos de que se sirvió –siempre desenfrenados, vio-

lentos y a menudo infames– contradecían gravemente sus aspiraciones de imponer la

71

Según Nicetas Coniates, “a quien había dado al César lo que era del César ya no se le exigió nada

más: nadie le quitaba, conforme sucedía anteriormente, hasta la última camisa del cuerpo, nadie le tor-

turaba a muerte. Pues cada cual si fuese palabra mágica, el nombre de Andrónico ahuyentaba a los ávi-

dos recaudadores de impuestos […]. Sabemos desde ha mucho que eres blando para el pobre, terrible

para el hombre ávido de ganancias; que eres el protector del débil y el enemigo de los violentos, que no

inclinas la balanza de Temis [la ley, la justicia] ni a izquierda ni a derecha; sino que tienes las manos

puras de toda corrupción”.

72

Al modo caza de brujas.

73

Sumiéndole en un estado de paranoia aguda.

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justicia. A la violencia respondió con más violencia. Hubo una incesante sucesión de

conspiraciones. Irritado por la resistencia, el emperador, cuya irascibilidad y recelo ha-

bían llegado a dimensiones verdaderamente patológicas, recrudeció sus medidas, lo que

no le llevó sino a granjearse nuevos enemigos.

Viendo por todas partes traiciones y conjuras, incapaz de distinguir al culpable del

inocente, Andrónico implantó un régimen de terror. Todo aquel de quien se sospechara

mínimamente podía temer por su vida o la de su familia, y era rara la semana en la que

no hubiera detenciones arbitrarias, condenas injustas o ejecuciones crueles en Constan-

tinopla, lo que se tradujo en odio y descontento. El Imperio se encontraba en un estado

de guerra civil latente. Andrónico intentó en vano dar marcha atrás a la rueda de la his-

toria. La aristocracia feudal ya hacía tiempo que se había convertido en el verdadero

soporte del Estado y de su poderío militar. No se la podía eliminar, pero su aniquilación

por medio de ejecuciones masivas hizo que los fundamentos de la fuerza militar del Bi-

zancio de aquella época con buen pasado se tambalearan.

Además, acompañado por su guardia de corps bárbara, el emperador pasaba cada vez

más tiempo en sus palacios estivales fuera de la capital, en compañía de meretrices, mú-

sicos y concubinas.

Su prestigio se desvaneció, y el pueblo, que poco antes recibía al emperador con acla-

maciones, empezó a mirarle como hombre incumplidor de sus compromisos y a buscar

otro pretendiente al trono.74

Ya en este año 1185, Isaac Comneno, gobernador de Chipre, se proclamó indepen-

diente en la isla. Andrónico, carente de una flota capaz de hacer frente a la de Isaac, no

pudo dominar la rebelión, siendo un duro golpe para el Imperio Bizantino la pérdida de

Chipre, por ser muy importante su situación estratégica y mercantil y por ser muy con-

siderable la cantidad de ingresos que de allí pasaban al Tesoro. Como consecuencia de

la rebelión chipriota, Constantino Macroducas y Andrónico Ducas, dos destacados cor-

tesanos, fueron lapidados y empalados por una turba incitada por el siniestro sicario Ha-

giocristoforites, quien había convencido al emperador para que pagara el rescate de

Isaac, capturado por los turcos, y lo promoviera a gobernador de la isla.

Pero el golpe mayor y decisivo lo recibió Andrónico desde Occidente. Alejo Com-

neno, sobrino y copero del difunto emperador Manuel I, fue exiliado por Andrónico a

Cumania,75

pero huyó con un tal Maleinus, refugiándose en la corte de un antiguo ene-

migo del Imperio, el rey normando Guillermo II de Sicilia. Aprovechando los proble-

mas internos de Bizancio, Guillermo preparó una gran expedición cuyo fin no era sólo

vengar la matanza de 1182 sino adueñarse del trono del Imperio. Guillermo reunió

80.000 hombres en junio de este año 1185, incluyendo un cuerpo de caballería selecta

74

Nicetas Coniates pinta de manera inquietante el voluble humor de la plebe de Constantinopla: “En

todas las otras ciudades, el populacho es irrazonable y cede a sus desordenados movimientos; pero la

muchedumbre de Constantinopla es particularmente tumultuosa, violenta y de tortuosa conducta, porque

la componen nacionalidades diferentes […]. La indiferencia respecto a los emperadores es mal innato en

ellos: aquel al que elevan hoy al trono legítimo lo abaten al año siguiente como a un criminal”.

75

Estepa euroasiática que se regía por una confederación turca.

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de 5.000 jinetes, los embarcó en una flota de 200 unidades y los despachó a los Bal-

canes al mando de los condes Balduino y Ricardo de Acerra (al mando del ejército) y

de Tancredo de Lecce76

(al mando de la flota). Pronto pusieron sitio a la gran fortaleza

de Epidamno,77

que cayó el 24 de junio por la traición de su comandante, que formaba

parte de la nobleza desafecta al régimen.

Los normandos pusieron entonces rumbo a Salónica78

siguiendo la romana Vía Egna-

tia.79

Por el camino encontraron poca resistencia y cercaron esta gran ciudad (Salónica o

Tesalónica), realmente la segunda capital del Imperio, el 6 de agosto. Mientras, su ar-

mada ocupaba las islas de Corfú, Cefalonia y Zane, alcanzando Salónica el 15 de agos-

to. La población de esta ciudad era partidaria de resistir, pero su inepto comandante,

David Comneno, también era contrario al gobierno del nuevo emperador; su dirección

fue nefasta, y las tropas auxiliares enviadas desde Constantinopla no llegaron a tiempo.

Los normandos minaron las murallas sin problemas y Salónica fue tomada al asalto

el 24 de agosto, siendo atrozmente saqueada. Lo que los griegos hicieron a los latinos en

Constantinopla tres años atrás, se le hizo ahora a los habitantes de Tesalónica, que su-

frieron los más crueles insultos, torturas y asesinatos. Hubo más de 7.000 civiles muer-

tos.80

A Andrónico sólo le quedó destituir a David, que se escabulló del castigo, por lo que

pagó su familia. Dejando en Tesalónica una parte de sus fuerzas, un segundo cuerpo del

ejército normando se dirigió a Serres, pero el grueso de sus tropas marchó sobre Cons-

tantinopla, acampando en Mosynopolis. Al saber la toma de Tesalónica y la aproxima-

ción de los normandos, la población de la capital se inquietó, acusando a Andrónico de

indecisión y debilidad.

Si primero se afanó en poner a punto las fortificaciones de la capital imperial, luego se

desinteresó del peligro. Se dio a la vida disoluta, diciendo que a los enemigos no había

que temerlos, y se trasladó a su residencia estival en la Propóntide81

para dedicarse a su

habitual vida de entrega a los placeres y sensualidades. Sin embargo, mandó mensajeros

a las guarniciones de Asia Menor, Bulgaria y el Peloponeso para iniciar una contraofen-

siva contra los normandos. Andrónico formó cuatro divisiones, una de las cuales estaba

al mando de su hijo Juan. No obstante, no se decidió a nombrar un general en jefe de la

76

Futuro rey de Sicilia, entre los años 1189-1194.

77

Dirraquio o Durrés, en la costa albanesa.

78

Ciudad griega, la histórica Tesalónica, actualmente la segunda del país en importancia, capital de la

Macedonia central y destacado puerto al norte del mar Egeo.

79

Desde las costas del mar Adriático hasta Bizancio o Constantinopla.

80

Según Nicetas Coniates, aquel suceso “abrió entre ellos y nosotros un enorme abismo de hostilidad.

No podemos reconciliarnos en nuestro ánimo, y estamos en completo desacuerdo, aunque continuemos

teniendo relaciones externas y vivamos a menudo en la misma casa”.

81

La región turca del Mármara.

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operación, por temor a que utilizara el ejército para deponerle, por lo cual las tropas se

movieron lentamente. El único que se atrevió a atacar a los normandos fue el general

Teodoro Cumno, que se retiró tras unas pocas escaramuzas.

La tensión afectó los nervios del basileus: en su locura paranoica se afanó en buscar

más traidores. Un funesto oráculo82

le reveló a Andrónico que su poder peligraba por al-

guien cuyo nombre empezaba por Is-, lo que asoció inmediatamente al usurpador Isaac

Comneno de Chipre. Sin embargo, el oráculo dijo que esto ocurriría en un plazo muy

breve de tiempo, apenas dos semanas. Evidentemente, Isaac no tenía tiempo material

para llegar desde Chipre hasta Constantinopla y arrebatarle el trono. De modo que, apre-

miado por su desalmada mano derecha, Esteban Hagiocristoforites, en las primeras ho-

ras del 11 de septiembre de este año 1185 Andrónico mandó una patrulla a arrestar a

otro personaje cuyo nombre empezaba por Is-: Isaac Ángelo, un noble insignificante,

emparentado con los Comnenos, que había encabezado una rebelión en Bitinia el año

anterior (1184), pero que, tras haber sido perdonado, vivía tranquilamente en Constanti-

nopla. Hagiocristoforites se presentó en la casa de Isaac con un pelotón de hombres ar-

mados. Isaac, sabiendo que le esperaba una muerte injusta e inmerecida, saltó de la ca-

ma, tomó su espada, montó un caballo y salió medio vestido, tomando al enemigo por

sorpresa. Hagiocristoforites no tuvo ni tiempo de sacar su arma, porque Isaac, con un

espadazo, le partió la cabeza en dos. Luego arremetió contra los sicarios, que huyeron

atemorizados.

Isaac, demostrando una gran intuición de cómo se ha de tratar al populacho, se aba-

lanzó en plena noche hacia Santa Sofía, pidiendo el asilo que la tradición concede a los

homicidas e implorando a grito pelado perdón por la fechoría. Se arrancó la poca ropa

que llevaba y los pelos de la barba, mostrando su espada todavía ensangrentada y, mien-

tras pedía piedad, proclamó que había actuado para defender su vida, recordándoles a

todos los desmanes del muerto. Entretanto, Andrónico llamó a Isaac para que acudiera a

su presencia a la mañana siguiente.

En Santa Sofía se fueron reuniendo todos los agraviados por el emperador, que busca-

ron consuelo y venganza en Isaac, el cual, descendiente de Alejo II Comneno por línea

materna y, por tanto, perfecto candidato al trono, pudo aglutinar a la gente en torno su-

yo. Una gran multitud se atrincheró para defenderlo, y entre todos se empezó a murmu-

rar que había que acabar con el tirano Andrónico. Isaac Ángelo se dirigió al pueblo y lo

enardeció más para combatir contra el despotismo de Andrónico con las siguientes pala-

bras: “¿Por qué tememos? ¿Por qué estamos obedeciendo? Nosotros somos muchos, y

él es uno solo. Nuestro aguante es el único vínculo de nuestra servidumbre”.

A la mañana siguiente estalló un motín e Isaac fue coronado emperador por el pa-

triarca. Mientras, su “predecesor”, recién llegado a la capital cuando empezó la revuel-

ta, sólo pudo atrincherarse en el palacio e intentar una desesperada resistencia, pero tuvo

que ceder al ímpetu furioso de sus súbditos, que ya le habían destituido. Acorralado,

intentó salvarse prometiendo primero una amnistía y luego renunciar al trono en favor

de su prometedor hijo mayor, Manuel, pero ninguna de las ofertas fue aceptada.

82

De lecanomancia: interpretación piedras o de los rayos de luz sobre el agua.

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~ 40 ~

La situación en la ciudad se hizo caótica; mientras muchas familias celebraron la

liberación de sus parientes, injustamente encarcelados por Andrónico, Isaac entró en el

Sacro Palacio y el proletariado urbano saqueó 170.000 nomismata 83

del Tesoro impe-

rial, mucho de lo conseguido gracias a la buena administración del tirano. Andrónico

trató de huir en secreto a Crimea a bordo de un barco, junto a su esposa Agnes y su

concubina Maraptike. Alcanzaron el puerto de Chele, en la costa bitinia del mar Negro,

pero los vientos le fueron desfavorables, por lo que fue capturado. Sus intentos de ga-

narse a su captores con conmovedores lamentos fracasaron, y los cortesanos enviados a

tomar custodia suya la emprendieron a bofetadas y patadas con el reo, arrojándolo a una

mazmorra en la prisión de Anemas.

Encadenado y obligado a postrarse ante Isaac, ni sus súplicas ni las de muchos de sus

partidarios consiguieron el indulto para el ya ex-emperador. Entonces empezó su espe-

luznante suplicio: sus antiguas víctimas le hicieron desfilar por las calles subido a un

camello sarnoso entre burlas de la multitud, que le daba bastonazos, le arrojaba piedras

y excrementos, e incluso agua hirviendo. A continuación le llevaron al Hipódromo, don-

de se ensañaron brutalmente con él cortándole las manos, arrancándole el cabello y los

dientes y sacándole un ojo. Tras darle un breve descanso, fue colgado por los pies entre

dos columnas cercanas a una escultura de la Loba Capitolina, y cuantos quisieron gol-

pearle pudieron hacerlo. Andrónico no profirió un lamento durante su suplicio. Las úni-

cas palabras que repetía eran: “Apiadaos de mí, Señor, ¿para qué habéis de estrellar

una caña ya quebrada?”.

Finalmente, un soldado italiano se decidió a rematar al infortunado hundiéndole su es-

pada en las entrañas, para poner fin a su agonía. El nuevo emperador ordenó que el ca-

dáver totalmente mutilado de Andrónico permaneciera insepulto.

La multitud también atacó a su hijo Manuel, que fue cegado. El resto de su familia

consiguió salvarse, a excepción de su hijo el co-emperador Juan, que fue asesinado por

sus propias tropas cuando llegó a Tracia la noticia de la muerte de Andrónico.84

La siguiente puede ser la semblanza del difunto emperador: Andrónico Comneno po-

drá pasar como una de las figuras más interesantes de la historia bizantina. Desde siem-

pre sus intrépidas hazañas y sus aventurados amoríos constituyeron la comidilla del día

en los mentideros constantinopolitanos. Fue bendecido por la naturaleza con los más

destacados dones de mente y cuerpo. Tenía un carácter atractivo, una brillante erudi-

ción, era ingenioso, elocuente, valiente en la batalla y franco en la corte imperial; fue el

único que se atrevió a oponerse abiertamente al emperador Manuel I (1143-1180). Sin

embargo, también heredó de sus ascendentes un carácter sumamente fuerte, temerario,

rebelde, egoísta y cruel. No reconocía freno alguno, su ambición de poder y su deseo de 83

Valiosos sólidos, de dinero bizantino.

84

Se desconoce el nombre y la nacionalidad de la primera esposa de Andrónico, quizá una noble geor-

giana. En cualquier caso, el matrimonio tuvo tres hijos: Manuel Comneno (nacido en 1145, casado con

Rusudan de Georgia y padre de Alejo y David, fundadores del Imperio de Trebisonda en 1204, dando

origen a la conocida dinastía de los Megaskomnenoi o Grandes Comnenos), Juan Comneno y María

Comnena. De su amante Teodora Comnena tuvo dos hijos: Alejo Comneno e Irene Comnena (casada con

Alejo Comneno, hijo natural del emperador Manuel I Comneno y de su sobrina Teodora Batatzina).

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~ 41 ~

gloria eran insaciables; carecía de escrúpulos y no conocía consideración alguna en la

persecución de sus fines. Al igual que su primo el emperador Manuel, fue un hombre

sumamente capacitado, pero de poca paciencia y de escasa prudencia.

Ambos podían desplegar un carisma y una gentileza irresistibles tanto en la liza diplo-

mática como en la romántica; el primero usó ese talento para conseguir alianzas matri-

moniales en beneficio del Imperio, el segundo básicamente para satisfacer sus pasiones

y meterse una y otra vez en líos y apuros. A diferencia de sus primos, tío y bisabuelo,

Andrónico era poco inclinado a la misericordia con sus oponentes, reales o supuestos, o

a la generosidad de cualquier tipo. Su capacidad de acumular rencor no hizo sino au-

mentar con los años, hasta convertirlo en un ser paranoico, cruel y vengativo.85

Tanto Manuel como Andrónico son descritos como hombres de impresionante atrac-

tivo físico, de gran talla y fuerza física, temibles guerreros, campeones de torneos e in-

fatigables cazadores de jabalíes y osos. Compartían con sus soldados la primera línea de

combate y la parquedad del rancho o la intemperie,86

siendo capaces de subsistir a pan y

agua. También demostraron su talento como estrategas, para problema y lamento de sus

enemigos.

85

Según una observación de Eustacio de Tesalónica, Andrónico era de una naturaleza hasta tal punto

contradictoria que uno puede hablar de él con las mayores alabanzas o las más tremendas reprobaciones,

según qué lado de su carácter se analice. Éste es también el planteamiento que preside la exposición de

uno de los más importantes historiadores de la época, Nicetas Coniates: la expresión de la más alta admi-

ración hacia el estadista se ve seguida, sin transición, de la de su horror y repulsión hacia el tirano.

86

El vivac, el vivaquear, la práctica de dormir a la intemperie, al raso, sin ninguna estructura que sirva de

abrigo o techo, ya sea con o sin talego, bolsa o saco de dormir o similar. En concreto, la palabra vivac

hace referencia al lugar en el que se pernocta, siendo así sinónimo de vivaque.

De forma tradicional, el término hace referencia a un campamento militar hecho como refugio impro-

visado, por lo general sin techo ni protección contra el fuego enemigo en el que las tropas vivaquean.

En la actualidad también se usa comúnmente para describir una variedad de campamentos improvisados

utilizados en montañismo. En este caso, un error de cálculo, una tormenta, un accidente o el placer de

dormir en la ascensión pueden llevar al montañista a hacer vivac.

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~ 42 ~

Ilustración representando la muerte del emperador Andrónico87

En cuanto al nuevo emperador bizantino, Isaac II Ángelo, podemos señalar que tiene

29 años de edad y es hijo de Andrónico Ducas Ángelo, comandante militar en Asia

Menor,88

casado en 1155 con Euphrosyne Katamonitissa, y nieto de Constantino Án-

gelo, almirante de Sicilia, que estuvo casado con Teodora Comnena Porfirogéneta, la

hija menor de Alejo I Comneno y de Irene Ducaena (o Ducaina), por lo que Isaac es cla-

ramente de sangre imperial bizantina. Ya iremos viendo el desenvolverse de su reina-

87

De una edición (siglo XV) de la Historia de Guillermo de Tiro, conservada en la Biblioteca Nacional

de París.

Más recientemente a nosotros se siguen dando hechos semejantes, por ejemplo el de la muerte por lin-

chamiento de Muamar Gadafi, en Libia, el 20 de octubre de 2011.

88

Muerto a finales de este año 1185 (o tal vez en 1186).

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~ 43 ~

do,89

un reinado que empieza exitoso, con la derrota sobre Guillermo II, rey de Sicilia,

el 7 de noviembre de este año 1185, tras haber invadido el siciliano los Balcanes con un

ejército de 80.000 hombres y una flota de 200 barcos.90

La atención del nuevo empera-

dor se dirigió luego al este, por las pretensiones de varios usurpadores reclamando el

trono bizantino.91

89

Tal como estamos contando, reinó a partir del derrocamiento de Andrónico I Comneno, fortaleciendo

pronto su posición mediante el establecimiento de una política basada en matrimonios dinásticos, casando

a su sobrina Eudoxia Angelina con Esteban I Nemanjić, hijo de Esteban Nemanja de Serbia. Teodora,

hermana de Isaac, se casó con Conrado de Montferrato. Y en enero de 1186, Isaac Ángelo se casará con

la princesa Margarita de Hungría (renombrada María en cuanto ortodoxa), hija del rey Bela III de Hun-

gría.

90

Cifras sin duda aumentadas por las crónicas. De todos modos, el Imperio Bizantino perdió en esta

lucha los territorios griegos de Léucade, Cefalonia y Zante.

91

En 1189, el emperador germano Federico I Barbarroja, solicitará y obtendrá permiso para conducir a

sus tropas de la tercera cruzada a través del Imperio Bizantino, pero tan pronto como cruce la frontera (ya

lo iremos viendo) Isaac hará alianza con Saladino. Federico I, vengándose, ocupará Filipópolis (actual

Plovdiv, en Bulgaria) y derrotará a un ejército bizantino de 3.000 hombres.

Los cinco años siguientes serán de continuas guerras de Bizancio contra Bulgaria. A pesar de un pro-

metedor comienzo, tuvieron poco efecto, y en la batalla de Tryavna, en el centro de la actual Bulgaria (en

el año 1190), Isaac apenas si podrá escapar con vida. Otra derrota aún mayor será la de la batalla de Ar-

cadiópolis (año 1194, en la región turca del Mármara). Mientras se prepare para una nueva ofensiva, en

1195, su hermano Alejo III Ángelo se proclamará emperador y será militarmente reconocido. Isaac será

apresado y cegado en Constantinopla.

En 1203, la cuarta cruzada lo restablecerá en el trono y gobernará junto a su hijo Alejo IV Ángelo hasta

que Alejo Ducas Murzuflos, como veremos, los asesine a ambos en la prisión proclamándose emperador

como Alejo V.

Isaac II Ángelo pasará a la historia como uno de los reinantes más fracasados en Bizancio, pues se ro-

deará de mucha gente realmente indigna, se dará a la corrupción y al despilfarro, construirá obras cos-

tosas, hará regalos muy caros a las iglesias, perderá territorios…

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~ 44 ~

VERONA

El 25 de noviembre, en Verona, murió el Papa Lucio III, a la edad de 88 años, siendo

el cuarto año de su pontificado. Recibió sepultura en la catedral de Verona.

El rey Balduino IV de Jerusalén (de cuya muerte hemos informado) le fue pidiendo al

Papa Lucio III que fuera organizando una tercera cruzada. En verdad, el Papa se lo

estaba planteando, pero le sobrevino la muerte y no tuvo tiempo de realizar nada.

Fue su nombre Ubaldo Allucinoli, nacido en Lucca. Monje cisterciense, le hizo car-

denal presbítero de Santa Práxedes, en Roma,92

el Papa Inocencio II (1030-1043),

siendo luego legado pontificio del Papa Eugenio III (1145-1153) en Sicilia. El Papa

Adriano IV (1154-1159) lo nombró obispo cardenal de Ostia y Velletri, siendo luego

uno de los cardenales más destacados e influyentes durante el pontificado de su prede-

cesor el Papa Alejando III (1159-1181).

Al ser elegido Papa, Lucio III vivió en Roma desde noviembre de 1181 hasta marzo

de 1182, pero por las liosas disensiones de la nobleza romana para con él (nobleza que

no había influido en su elección) tuvo que exiliarse, transcurriendo el resto de su vida

entre Velletri, Anagni y Verona.

92

La de Santa Práxedes es una basílica romana que se encuentra cerca de la de Santa María la Mayor. En

su forma actual fue un encargo del Papa Adriano I hacia el año 780, siendo construida sobre los restos de

una estructura del siglo V. Se diseñó para albergar las reliquias de las Santas (vírgenes y mártires) Prá-

xedes y Pudenciana, las hijas de San Pudencio, considerado tradicionalmente como el primer converso

cristiano por la predicación de San Pablo en Roma. Las dos santas sufrieron martirio por el hecho de pro-

porcionar cristiana sepultura a los primeros mártires cristianos. La basílica fue ampliada y decorada por el

Papa Pascual I hacia el año 822, cuando el denominado Renacimiento carolingio. En el altar mayor se

muestra un lienzo de Santa Práxedes con la sangre de los mártires, obra de Domenico Muratori (siglo

XVIII). Y son impresionantes sus mosaicos. El Papa Pascual I contrató a un equipo de mosaístas profe-

sionales para acabar la obra del ábside, el arco del ábside y el triunfal. En el ábside, Jesús está en el cen-

tro, flanqueado por los Santos Pedro y Pablo que presentan a Práxedes y Pudenciana a Dios. En el extre-

mo de la izquierda está Pascual, con el halo cuadrado de los vivos, presentando una maqueta de la iglesia

como ofrenda a Jesús. Por debajo corre una inscripción del pontífice esperando que su ofrenda bastará

para asegurarle un lugar en el cielo. En el arco del ábside hay doce hombres a cada lado, sosteniendo co-

ronas de victoria, dando la bienvenida a las almas al cielo. Sobre ellos están los símbolos de los cuatro

evangelistas: Marcos, el león; Mateo, el hombre; Lucas, el toro; y Juan, el águila, rodeando a un cordero

sobre un trono, un símbolo del eventual regreso de Cristo a la Tierra.

Los aspectos más conocidos de esta iglesia son estos mosaicos y los de la capilla de San Zenón, una

capilla funeraria que Pascual I construyó para su madre, Teodora. Un aspecto intrigante y relativamente

oculto de esta iglesia son los frescos antiguos. Ascendiendo por una escalera de caracol, se entra en una

pequeña sala, cubierta por andamiaje. Sobre la pared hay un ciclo de frescos que se remontan casi con

toda probabilidad al siglo VIII. Los frescos representan supuestamente el ciclo de la vida de Santa Prá-

xedes.

Esta basílica es también conocida por conservar supuestamente una singular reliquia, un segmento o

trozo del supuesto pilar sobre el que Jesús en su Pasión fue flagelado y torturado antes de su crucifixión.

Se dice que esta reliquia, entre tantas otras, fue encontrada en Jerusalén por Santa Elena en el siglo IV.

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~ 45 ~

Podemos recordar como el Papa Lucio III se entrevistó en Verona con el emperador

germano Federico I Barbarroja en el intento de resolver la disputa territorial existente

sobre las posesiones que la condesa Matilde de Toscana (muerta en 1115) legó a la Igle-

sia, durante el pontificado del Papa Pascual II (1099-1118), y que el entonces empera-

dor Enrique V (1111-1125) había hecho suyas alegando derechos dinásticos. La negati-

va de Federico a las pretensiones pontificias, junto al hecho de que negara su ayuda para

que Lucio III regresara a Roma, hizo que este Papa, en respuesta, no coronase co-em-

perador a su hijo Enrique.93

La brecha entre la Santa Sede y el Sacro Imperio Romano

Germánico se incrementaba, se mantenía o crecía de nuevo.

También podemos recordar (del pasado año 1184) cómo Lucio III promulgó la bula

(constitutiva) Ad abolendam, condenando, entre otras, las herejes desviaciones cátaras y

valdenses, enarbolándose así un eficaz instrumento contra cualquier forma de indisci-

plina contra la ortodoxia católica, decretándose que el castigo físico de los herejes co-

rresponde legítimamente a la autoridad laica.94

Al Papa Lucio III le sucede (de inmediato) el cardenal Uberto Crivelli, arzobispo de

Milán, quien tomó el nombre de Urbano III. Es lombardo, de Cuggiono, y tiene al ser

elegido 65 años de edad.95

Ya veremos el desenvolverse de su pontificado.96

93

Futuro emperador germano como Enrique VI (1191-1197).

94

De manera que Ad abolendam, ya embrionariamente, habrá de producir el que será Tribunal de la San-

ta Inquisición y del Santo Oficio.

95

Si nació en 1120, como se supone.

96

Será un pontificado de apenas dos años de duración y habrá de caracterizarse por el enfrentamiento en

relación al emperador germano Federico I Barbarroja, el cual seguirá empeñado en mostrarse del todo

influyente en Italia, ya que la influencia realmente la perdió al ser derrotado en la batalla de Legnano (año

1176).

Para intentar el logro de sus objetivos, el emperador Federico pondrá su mirada en el reino normando de

Sicilia, casando a su hijo Enrique (futuro emperador Enrique VI) con Constanza (heredera del reino sici-

liano al no tener descendencia Guillermo II, su sobrino). Con este matrimonio, celebrado el 4 de enero de

1186, la Santa Sede perderá el apoyo siciliano de estado vasallo, con amenaza tanto por el norte como por

el sur, una amenaza por igual germana y siciliana.

Urbano III romperá sus relaciones con Federico I Barbarroja y le negará el deseo de ver coronado co-

mo emperador antes de su muerte a su hijo Enrique. La coronación, no obstante, se llevará a cabo, porque

el emperador sustituirá como oficiante al Papa por el poderoso patriarca de Aquilea.

El Papa se sentirá ofendido y excomulgará al patriarca de Aquilea y a los obispos concelebrantes, nom-

brando luego como arzobispo de Tréveris al candidato vetado por el emperador, el cual, en respuesta, hará

que su hijo Enrique ocupe los Estados Pontificios. El Papa amenazará al emperador con la excomunión,

pero finalmente, faltándole el apoyo del episcopado alemán, se verá obligado a ceder, en la reunión que se

tendrá en Gelnhausen.

Esa derrota moral junto con la noticia de la derrota sufrida en la batalla de Hattin, por la que se per-

derá Jerusalén, ganándola Saladino, afectarán la salud del Papa Urbano III, el cual habrá de morir, como

veremos, el 20 de octubre de 1187.

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~ 46 ~

El Papa Lucio III

El Papa Urbano III

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~ 47 ~

REINO DE PORTUGAL

En Coímbra, el 6 de diciembre de este 1185, murió el rey Alfonso Enríquez, Alfonso I

de Portugal, a los 76 años de edad.97

Le recordamos como hijo de Enrique de Borgoña

(muerto en 1112) y de Teresa (muerta en 1130), hija ilegítima del rey Alfonso VI de

León (muerto en 1109).

Era el 22 de mayo de 1112 cuando murió su padre, en Astorga.98

Alfonso tenía enton-

ces escasos 3 años de edad, heredando de su padre el condado Portucalense. Al ser

menor de edad, fue su madre la que cogió las riendas del gobierno.

Ya en 1120, como podemos recordar, Alfonso había tomado una posición política

opuesta a la de su madre, quien por su relación sentimental con el conde Fernando Pérez

de Traba (muerto en 1155), con quien tuvo descendencia,99

apoyaba al poderoso partido

de los Traba. El arzobispo de Braga, Paio Mendes, uno de los más acérrimos opositores

de la condesa Teresa, después de haber sido hecho preso y liberado posteriormente por

influencia de la Santa Sede, se exilió al reino de León y se llevó consigo al joven Al-

fonso, el cual, en la solemnidad de Pentecostés del año 1125, “se hizo armar caballero

por sus propias manos en la catedral de Zamora”. Y así, con aquella actuación, sim-

bolizó un primer gesto importante de emancipación y de oposición a los magnates y

ricoshombres que apoyaban la causa de Teresa, su madre, subordinada a la política epis-

copal del compostelano Diego Gelmírez, muy poderoso al igual que los Traba. Eran los

comienzos de la soberanía de Alfonso, en conflicto, sobre el condado Portucalense.

Restablecida la paz, Alfonso volvió al condado. Mientras, unos incidentes provocaron

la invasión del mismo por parte de su primo el rey Alfonso VII de León, el cual, en

1127, asedió Guimarães donde Alfonso Enríquez se encontraba. Al recibir promesa de

lealtad, Alfonso VII desistió de conquistar la ciudad. Luego, en diciembre de ese mismo

97

Fue el segundo conde del condado Portucalense, perteneciente a la Casa de Borgoña afincada en el rei-

no de León, y el primer rey de Portugal, el Fundador. Por su dedicación durante 40 años a conquistar te-

rritorios, pasó a la historia como el Conquistador, y también como el Grande.

Aunque no se sabe con certeza dónde nació, parece ser, según creencia popular, que era de Guimarães,

ciudad del norte de Portugal en la que probablemente creció, hasta 1131, año de su traslado a Coím-

bra. Otros historiadores sostienen, sin embargo, que pudo haber nacido en Viseu, donde su madre, la con-

desa Teresa, pasó largas temporadas en el año de su nacimiento según consta documentalmente.

El rey Alfonso Enríquez recibió sencilla y a la vez solemne sepultura en Coímbra, en el monasterio de

Santa Cruz, que el monarca ayudó a fundar y donde ya había sido enterrada su esposa la reina Mafalda (a

finales de 1157).

En julio de 1520, los restos del primer monarca portugués fueron trasladados desde el sencillo sepulcro

original a otro más elaborado que mandó labrar su descendiente el rey Manuel I de Portugal (1495-1521).

98

Provincia de León.

99

Sancha Fernández de Traba (quien casó tres veces teniendo descendencia solamente de su primer espo-

so, el conde Álvaro Rodríguez de Sarria) y Teresa Fernández de Traba (muerta en 1180, casada en pri-

meras nupcias con el conde Nuño Pérez de Lara y en segundas con el rey Fernando II de León).

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~ 48 ~

año, “varios castillos al norte del Duero tomaron voz por el joven infante”. Unos meses

más tarde, el 24 de junio de 1128, las tropas de Teresa se enfrentaron en la batalla de

San Mamede con las de su hijo Alfonso, siendo éste quien venció, consagrando su auto-

ridad en el territorio.

Después de dicha batalla, ganada no solamente por sus méritos sino también gracias al

apoyo de la nobleza y del clero, Alfonso apresó al conde Fernando Pérez de Traba y a

sus colaboradores.100

Sin embargo, poco después el conde gallego y Teresa se encon-

traban libres y de nuevo en Galicia, como en otras ocasiones.101

En 1131, Alfonso mudó su corte a Coímbra y reforzó las defensas de la ciu-

dad.102

Apoyó allí generosamente la fundación del monasterio de Santa Cruz, que eligió

como panteón familiar. La iniciativa para la fundación de este nuevo cenobio fue del

arcediano Tello Odoáriz. Alfonso donó unas propiedades al lado de la muralla de la ciu-

dad y financió su construcción, que comenzó en junio de 1131, además de otorgarle

posteriormente varios privilegios y dominios que convirtieron a este establecimiento re-

ligioso en uno de los más ricos del reino de Portugal.

Como podemos recordar, después de una gran victoria (en la batalla de Ourique), el

25 de junio de 1139, contra un potente contingente del Imperio Almorávide, Alfonso

Enríquez fue aclamado por sus tropas como rey de Portugal. El primer diploma au-

téntico donde aparece con el título de rey data del 25 de julio de ese año 1139, siendo la

fiesta del Apóstol Santiago. Se celebraron grandes fiestas en Coímbra el 15 de agosto

siguiente y una misa solemne de acción de gracias por el obispo de la diócesis.103

Como podemos recordar, tras la victoria portuguesa en el torneo de Arcos de Valde-

vez (año 1141), el leonés Alfonso VII el Emperador reconoció la “dignidad regia” de

Alfonso Enríquez, lo cual tuvo lugar, en 1143, mediante el tratado de Zamora, en los

100

Incluso a su madre, según cuenta la tradición.

101

De todo ello hay documentación y parece que hubo una reconciliación, ya que Fernando Pérez de Tra-

ba cruzó más de una vez el Miño y su presencia se registra, por ejemplo, el 20 de julio de 1130 cuando

confirmó una donación de Alfonso a la catedral de Braga y otra, en septiembre de ese año, así como otra

más a principios de 1131, a la catedral de Coímbra en sufragio por el alma de Teresa, su madre, fallecida

el 1 de noviembre de 1130.

102

Posiblemente para distanciarse e independizarse de la poderosa nobleza señorial norteña que se atri-

buía la victoria en la batalla de San Mamede. Al mismo tiempo, como Coímbra daba hacia la frontera de

los territorios ocupados por los musulmanes y era constantemente atacada por ellos, Alfonso, una vez es-

tablecido ahí, reforzó las defensas de la ciudad y desde ahí, destruyó los centros militares de sus ene-

migos en Santarém y en Lisboa.

103

Aun así, entre los años 1128-1139, nunca usó Alfonso Enríquez el título de rey, sino tan sólo el de

príncipe o infante, lo que significa, de hecho, que no podía resolver la cuestión de su categoría política

por su cuenta o sin reconocimiento; debía admitir que el asunto dependía del consentimiento de Alfonso

VII, quien era, de hecho, el heredero legítimo de Alfonso VI. Tampoco utilizó jamás Alfonso Enríquez el

título de conde, para no verse colocado en una clara posición de dependencia respecto al rey leonés y/o

castellano.

Según la tradición, la independencia de Portugal como reino fue confirmada más tarde, en las cortes de

Lamego, al recibir Alfonso Enríquez la Corona de Portugal de manos del arzobispo de Braga.

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~ 49 ~

días 4 y 5 de octubre, reuniéndose ambos monarcas con el cardenal Guido de Vico, le-

gado pontificio. El rey leonés, aparte de reconocerle al portugués el título de rey, le

entregó el señorío de Astorga (como para que se considerase vasallo), pero documental-

mente apareció ya en adelante Alfonso Enríquez como rey Alfonso I de Portugal. Cons-

ciente de la importancia de las fuerzas que amenazaban su poder, se concentró en nego-

ciar con la Santa Sede con un doble objetivo: conseguir la completa autonomía de la

Iglesia en Portugal y el reconocimiento del reino. Desde entonces, Alfonso I procuró

consolidar la independencia portuguesa como reino. Realizó importantes donaciones a

la Iglesia y fundó diversos conventos o monasterios. Intentó también ir reconquistando

tierras por el sur, muy poblado por musulmanes. Conquistó Santarém y Lisboa, en

1147.104

Entre los años 1166-1168, Alfonso I de Portugal se había apoderado de varias plazas

pertenecientes al reino leonés, siendo por entonces cuando el rey Fernando II de León,

su yerno,105

repobló Ciudad Rodrigo,106

y sospechando que Fernando la fortificaba con

el propósito de molestarle, envió contra aquella plaza un ejército mandado por su hijo,

el infante heredero Sancho. Acudió Fernando II en auxilio de la plaza amenazada, y en

un encuentro que tuvo con las tropas portuguesas las puso en completa derrota, ha-

ciendo gran número de prisioneros. Despechado Alfonso I entró por Galicia, se apoderó

de Tuy y de muchos castillos, y en el año 1169 acometió primero la plaza de Cáceres.

Luego arremetió contra Badajoz, musulmana, pero que pertenecía, en caso de ser con-

quista, según el tratado de Sahagún (23 de junio de 1158), al monarca leonés. Esto no

obstante, Alfonso I, sin respetar aquellas convenciones ni los lazos de parentesco que le

unían con Fernando, atacó la plaza y quiso hacerla suya. Casi lo consiguió, siendo los

104

Tuvo lugar la mítica batalla de Sacavém, luchando el rey Alfonso I de Portugal con los andalusíes du-

rante el sitio de Lisboa, al principio del mismo, en julio de 1147, junto al puente romano, a orillas del

Trancão (río que se llamaba antiguamente Sacavém).

Después de la conquista de Santarém, Alfonso I se preparó para tomar Lisboa, para así consolidar defi-

nitivamente no sólo la línea del Tajo sino también, con ella, la independencia de Portugal, pues el do-

minio de su fértil valle le garantizaba la plena autosuficiencia y malograba los planes de los leoneses de

volver a anexionarse Portugal.

Entretanto, se difundía por la Extremadura portuguesa la noticia de que los cristianos ya cercaban Lis-

boa, siendo imperativo ayudar a defender a toda costa los últimos reductos musulmanes al norte del Tajo.

Y siendo así, se habían reunido en las proximidades de Sacavém, al norte del río, para luchar y destruir

las fuerzas del rey Alfonso, cerca de 5.000 musulmanes oriundos no sólo de la Extremadura (Alenquer,

Lisboa y Sacavém), sino de otras zonas del entorno amplio.

La batalla que se libró, exitosa para los portugueses cristianos, fue considerada milagrosa por la inter-

vención de la Virgen María, que había hecho aparecer durante el combate “muchos hombres extraños que

peleaban con los cristianos”. Como Alfonso Enríquez contó con el apoyo de los cruzados para tomar la

capital, podemos partir del principio, más o menos seguro, de que los hombres extraños a los que la

fuente se refiere serían cristianos oriundos del norte de Europa, los cuales, ciertamente, masacraron. El

caso fue que aquí se originaron leyendas y devociones.

105

Casado con Urraca de Portugal, madre del futuro Alfonso IX de León.

106

Provincia de Salamanca.

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~ 50 ~

musulmanes confinados y encerrados en un extremo de la ciudad, y siendo así como

Fernando II se presentó con sus huestes y atacó a Alfonso I en las calles de Badajoz.

Alfonso I, que conoció la imposibilidad de sostener la lucha, quiso huir a uña de ca-

ballo, pero al pasar la puerta pegó contra uno de los hierros que la guarnecían y se rom-

pió un muslo. Fernando trató a su suegro prisionero con gran nobleza y generosidad, le

hizo curar por sus mejores médicos. Esta campaña dio por resultado un tratado de paz

entre ambos reyes, en virtud del cual Alfonso recobró la libertad, con la sola condición

de que devolvería al leonés las plazas de Cáceres, Badajoz, Trujillo, Santa Cruz de Pa-

niagua, Montánchez y Monfragüe que en sus dominios le usurpara.

Con la independencia definitiva de Portugal como reino soberano tuvo mucho que ver

el apoyo del monarca portugués, y de su ejército, al monarca castellano Alfonso VIII y

el respaldo definitivo recibido por bula pontificia al respecto. En efecto, ante una entro-

metida invasión de Fernando II de León por Castilla, en 1178, Alfonso I de Portugal

prestó su apoyo al rey Alfonso VIII de Castilla, a quien envió en su auxilio a un cuan-

tioso ejército comandado por su hijo y heredero Sancho. La paz de 1180 entre Fernando

II de León y Alfonso VIII de Castilla evitó una nueva guerra o que ésta se prolongara. Y

el 23 de mayo de 1179, por su bula Manifestus Probatum, el Papa Alejandro III dio su

reconocimiento como rey a Alfonso I de Portugal, siendo el país a todos los efectos rei-

no independiente y soberano aunque vasallo de la Iglesia, de la Santa Sede.

Coímbra. Monasterio de Santa Cruz. Sepulcro del rey Alfonso I de Portugal.

Hablando de la vida familiar y de la descendencia del rey Alfonso I de Portugal, po-

demos recordar y señalar que, en 1146, contrajo matrimonio con Mafalda de Saboya,

hija del conde Amadeo III de Saboya y de su esposa Mahaut de Albon. Del matrimonio

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~ 51 ~

nacieron: Enrique,107

Urraca,108

Teresa,109

Mafalda,110

Sancho (ahora sucesor de su pa-

dre y segundo rey de Portugal en lo que va de historia),111

Juan (nacido en 1156 y

muerto en 1164, con 8 años de edad) y Sancha (nacida en 1157).112

Antes de su matrimonio con Mafalda (año 1146) tuvo un hijo, el primer varón, de

Chamoa Gómez, hija del noble gallego Gómez Núñez de Pombeiro y de Elvira Pérez de

Traba, hermana de los poderosos Fernando y Bermudo Pérez de Traba. Dicho hijo fue

Alfonso.113

También fue padre del bastardo Pedro Alfonso (1130-1169), señor de Arega y Pedró-

gão, alcalde de Abrantes (año 1179), alférez del rey (años 1181-1183).114

Y con Elvira

107

Nacido el 5 de marzo de 1147 y muerto en 1155, con apenas 8 años de edad, llamado igual que su

abuelo. A pesar de su minoría o corta edad, teniendo 3 años, representó a su padre en un concilio cele-

brado en Toledo.

108

Nacida en 1148. Fue esposa del rey Fernando II de León y madre de su heredero y sucesor Alfonso IX

de León, así como abuela del rey Fernando III el Santo de Castilla y León. Su muerte será en 1211.

109

Nacida en 1151 y muerta en 1218, fue condesa de Flandes (con el nombre de Matilde) por matrimonio

con el conde Felipe I de Flandes (o de Alsacia), y después duquesa de Borgoña también por matrimonio

con el duque Eudes (u Odón) III.

110

Nacida en 1153 y muerta, aún niña, en fecha posterior a 1162. En enero de 1160, su padre y el conde

Ramón Berenguer IV de Barcelona pactaron el matrimonio de Mafalda con el futuro Alfonso II de Ara-

gón, el cual tenía entonces 3 ó 4 años de edad. Tras la muerte del conde de Barcelona (verano de 1162), el

rey Fernando II de León convenció a la viuda soberana aragonesa Petronila de que anulase el compro-

miso, acordándose entonces el matrimonio de Alfonso II de Aragón con la infanta Sancha, hija del se-

gundo matrimonio de Alfonso VII de León, el Emperador, y Riquilda de Polonia.

111

Sancho I de Portugal, nacido el 11 de noviembre de 1154 (bautizado como Martín –Martinho– por ser

el 11 de noviembre la fiesta de San Martín). Su muerte será en 1211 (el 26 de marzo).

112

Murió en fecha incierta, pero siendo niña.

113

Probablemente nació en 1140 y pudo ser –según los genealogistas– el que históricamente aparece co-

mo Fernando Alfonso, alférez del rey portugués y posteriormente gran maestre de la Orden de San Juan

de Jerusalén. Su presencia en la corte se registra por primera vez en 1159 y aparece como sucesor de su

hermanastro Pero Pais da Maia (Pedro Peláez de Maia), hijo del matrimonio legítimo de su madre con el

señor de Maia, que ocupó el cargo desde 1147 hasta 1169, refugiado en el reino de León después del con-

flicto y derrota en Badajoz.

114

Y maestre de la Orden de Avis, orden de caballería portuguesa que podemos recordar fundada en 1166

como Orden de Évora. A partir de la conquista de la ciudad de Avis (año 1211), la orden pasó a llamarse

Orden de Avis.

En 1147, tras la toma de Lisboa por los cruzados normandos e ingleses y las mesnadas del rey portu-

gués, un grupo de nobles caballeros decidió asociarse y comprometerse a continuar en todo momento la

lucha contra los musulmanes. En 1166, Alfonso I de Portugal, queriendo proteger la ciudad de Évora de

las acometidas musulmanas, estableció esta orden, reglada al modo cisterciense.

La Orden de Calatrava la apoyó desde el principio y, en agradecimiento, en 1187, los caballeros de

Évora adoptaron su constitución y su emblema, del que sólo cambiaron el color, siendo éste una cruz

flordelisada de sínople (verde) sobre campo de argenta (blanco). En los primeros diseños presentaba a sus

lados, en ocasiones, dos polluelos de águila, como símbolo de la rapidez de sus caballeros al acometer sus

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~ 52 ~

Gálter tuvo a Urraca Alfonso, a quien, en este año 1185, Alfonso I le donó Avô,115

y a

Teresa Alfonso, nacida en 1135.116

A quien hemos de resaltar o destacar es al sucesor y heredero, a Sancho I, de 31 años

de edad, siendo Coímbra el centro del reino. Ya iremos viendo el desenvolverse de su

reinado.117

De momento podemos recordar que el 15 de agosto de 1170, su padre Alfonso le armó

caballero, convirtiéndole del todo en su hombre cercano y de total confianza, tanto en lo

militar como en lo administrativo y político. Durante los primeros años de la indepen-

dencia portuguesa y como reino, existieron numerosos enemigos de la Corona. El ma-

yor enemigo, obviamente, fue el reino de León. Podemos recordar también la calma

eclesiástica para bendecir el reconocimiento de la naciente soberanía portuguesa. Para

compensar la situación, el rey portugués buscó aliados al este, en la Península Ibérica,

con particular acercamiento a la Corona de Aragón, tradicional enemigo del reino de

León. En 1174, se firmó acuerdo entre Portugal y Aragón, con el compromiso matri-

monial entre el ahora rey Sancho I y la joven Dulce de Aragón, hija de Petronila de

Aragón y de Ramón Berenguer IV.

empresas. En un principio su veste estaba formada por un largo escapulario con capucha, pero como la

longitud del manto estorbaba sus movimientos en las batallas, el Papa Bonifacio IX (1389-1404) autorizó

que fuese corto, con una cruz orlada en oro en el hombro izquierdo, dejando el uso del manto largo o ca-

pitular para las ocasiones solemnes, como por ejemplo fiestas de casamientos, cumpleaños de quince o

simplemente para impresionar a una bella dama.

Años más tarde, cuando en 1211 los caballeros conquistaron Avis, trasladaron a esta ciudad su resi-

dencia y –como queda dicho– cambiaron el nombre de la orden (llamándola de Avis), lo que fue confir-

mado por el Papa Inocencio III en 1214. En 1385, uno de sus grandes maestres, Juan, hijo bastardo del

rey Pedro I (1357-1367), reinará en Portugal como Juan I (1385-1433), pasando la dinastía reinante a lla-

marse de Avis.

115

Oliveira do Hospital. En la donación estipula que el señorío solamente podía pasar a los hijos tenidos

con su marido Pedro Alfonso de Ribadouro (también llamado Pedro Alfonso Viegas), lo que puede in-

dicar otro matrimonio, anterior o después de enviudar. En 1187 cambió este señorío de Avô por el

de Aveiro con su medio hermano, el rey Sancho I. Falleció después de 1216, ya que en enero de ese año

el matrimonio realizó una donación al monasterio de Tarouca. Una hija de Urraca y de su esposo Pedro

Alfonso de Ribadouro fue Sancha Pérez de Lumiares, que contrajo matrimonio con Pedro Rodríguez Gi-

rón, participante portugués en la batalla de las Navas de Tolosa (año 1212).

116

Sin que se sepa la fecha de su muerte. En algunas genealogías aparece como hija de Elvira Gálter y en

otras como hija de Chamoa Gómez. Se casó en primeras nupcias con Sancho Núñez de Barbosa y en se-

gundas con Fernando Martins Bravo, señor de Braganza y de Chávez.

117

Será conocido como el Poblador, por el gran empeño que emprendió al respecto en los territorios por-

tugueses. No continuará las guerras fronterizas por la posesión de Galicia, como pasó durante el reinado

de su padre, sino que se volverá, más reconquistador, contra los musulmanes, hacia el sur, en Al-Ándalus,

en el Algarve portugués. En 1189, con ayuda de tropas extranjeras, será reconquistada Silves, ciudad

importante como centro económico y administrativo, de unos 20.000 habitantes. Sancho I dará órdenes de

fortificar la ciudad y de construir en ella un castillo (actualmente se conserva), si bien la posesión de

Silves no fue del todo duradera sino más bien efímera, reconquistada de nuevo por los almohades en

1191.

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Alfonso I de Portugal

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~ 54 ~

INDIA

La raíz cuadrada de la mitad del número de abejas en un enjambre

ha volado hasta la planta de jazmín.

Ocho novenos del enjambre atrás quedaron.

Una abeja vuela junto a su compañero quien zumba dentro de la flor de loto;

en la noche, atraído por el dulce aroma de la flor, voló a su interior

¡y ahora está atrapado!

Dime, encantadora dama, el número de abejas del enjambre.

Este era un problema planteado por el matemático y astrónomo de la India Bhaskara

Acharia (o Bhaskara II),118

fallecido en este año 1185, a los 71 años de edad.

Había nacido cerca de Biyada Bida119

y estuvo al frente del observatorio astronómico

de Ujjain, donde continuó la tradición matemática de los célebres Varaja Mijira (siglo

VI) y Brahma Gupta (siglo VII).

Bhaskara despunta como representante del conocimiento matemático y astronómico

indio en el siglo XII. Alcanzó un conocimiento de cálculo, astronomía, de los sistemas

de numeración y la resolución de ecuaciones que no había sido alcanzado en ninguna

parte del mundo durante varios siglos. Sus principales trabajos fueron el Lilavati (sobre

aritmética),120

Bijaganita (álgebra o cuenta de raíces) y Siddhanta Shiromani (la joya

cimera de las conclusiones, escrito en 1150), que consta de dos partes: Goladhyaya (ca-

pítulo sobre esferas) y Grahaganita (conteo de los astros).

118

Bhaskara o Bhaskara I fue un matemático indio del siglo VII, parece ser que el primero en escribir

números en el sistema decimal indio-arábigo con un círculo para el cero (ver epílogo) y que dio una

extraordinaria y única aproximación racional de la función seno en su comentario sobre el trabajo de

Ariabhata (muerto en el año 550), el primer gran matemático y astrónomo clásico de la India, que trabajó

también en la aproximación del número π (pi).

119

En el actual estado indio de Karnataca, en el distrito de Bijapur, al sur de la India.

120

Lilavati (“la que posee diversión”, la atractiva), su libro sobre aritmética, es la fuente de interesantes

leyendas que afirman que fue escrito para su hija, que se llamaba Lilavati. En uno de estos relatos –en-

contrado en una traducción persa del libro–, Bhaskara II dijo que había estudiado el horóscopo de su hija

Lilavati, casamentera, y predijo que, si su primera relación sexual no sucedía en el momento astrológico

que él prefijara, su marido pronto moriría. Para impedir esto, una hora antes del momento colocó una taza

con un pequeño agujero en la parte inferior de una vasija rellena con agua, colocada de manera que la taza

se hundiera a la hora propicia para el sexo. Puso el mecanismo en la habitación nupcial y le avisó a

Lilavati de no acercarse. Sin embargo, debido a la curiosidad –una de las cualidades negativas que los

hinduistas atribuyen a las mujeres–, ella fue a mirar el mecanismo y una perla de su aro de la nariz cayó

accidentalmente dentro, tapando el orificio y afectando el conteo. La relación sexual tuvo lugar después

del tiempo correcto y ella se quedó viuda pronto. Se dice que, para consolarla en su dolor –ya que la

mujer hinduista viuda no debe volver a casarse–, Bhaskara le enseñó matemáticas y escribió este libro

para ella.

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~ 55 ~

Algunas (entre muchas) de las contribuciones de Bhaskara a las matemáticas son las

siguientes:

- Una demostración del teorema de Pitágoras calculando la misma área de dos ma-

neras diferentes y después anulando términos para obtener:

- En Lilavati, soluciones de ecuaciones indeterminadas de segundo grado, tercer

grado y cuarto grado.

- Soluciones de ecuaciones de segundo grado indeterminadas (del tipo ax2 + b = y

2).

- Soluciones enteras de ecuaciones indeterminadas lineales y de segundo grado

(Kuttaka).121

121

Las reglas que dan son (en efecto) las mismas que las dadas por los matemáticos europeos del Rena-

cimiento y del siglo XVII.

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~ 56 ~

CAMPIONE D’ITALIA

Murió el escultor italiano Anselmo da Campione, a sus 55 años de edad.122

Era hijo

del jefe o maestro de trabajadores pertenecientes a la conocida como escuela de Ma-

gistri Comacini,123

que desarrolló buenos trabajos en la catedral de Módena entre los

años 1160-1175.

122

Las fechas de nacimiento y defunción son aproximadas: 1130-1185. Nació y desenvolvió su vida en

Campione d’Italia, de la actual provincia de Como, en la región de Lombardía, a orillas del lago alpino de

Lugano, conformando un pequeño enclave italiano en la Confederación Suiza. Tal vez se formó en Arlés,

desarrollando luego sus trabajos en la catedral de Módena. Se le atribuye el crucero (del año 1160) y los

relieves que adornan el arco de entrada a la cripta. Además del rosetón, también se le atribuyen su intere-

sante trabajo en el presbiterio (del año 1170).

Campione es también conocido por haber sido cuna y origen de varios escultores, conocidos como

maestros campioneses, activos durante la Edad Media tardía. Y aunque dentro del gótico tardío, el estilo

de los maestros campioneses preludia o anticipa el Renacimiento.

123

Los Maestros Comacini eran constructores, albañiles, estucadores y artistas unidos en un gremio de

empresas constructoras compuesto de profesionales especializados, activos desde el siglo VII en la zona

que se extiende actualmente entre la provincia italiana de Como, el cantón suizo del Tesino y, en general,

por toda Lombardía.

El primer documento que cita o menciona a estos Maestros es el Edicto de Rotario (del 22 de noviembre

del año 643), siendo dicho edicto el exponente de la primera colección o compilación de leyes lombardas,

promulgadas por el rey Rotario, reinante en Lombardía entre los años 636-652.

El Edicto de Rotario fue compuesto en latín (pero en su texto hay numerosas palabras lombardas, en

forma más o menos latinizada, lo cual lo convierte también en un documento interesante para el estudio

de la lengua y el habla lombardas); reúne en forma orgánica las antiguas leyes del pueblo lombardo, si

bien se nota la influencia del antiguo derecho romano. Según el principio de la personalidad de la ley, el

edicto era válido sólo para la población italiana de origen lombarda; la de origen romana sujeta al domi-

nio lombardo permanecía regulada por el derecho romano, codificado en aquel entonces en el Digesto,

promulgado por el emperador Justiniano I en el año 533.

En su contenido, el Edicto de Rotario es un conjunto de códigos que buscan recomponer las relaciones

entre los ciudadanos sustituyendo las venganzas con pagos monetarios. La diferencia de pena de acuerdo

con quien cometa los delitos y con quien los sufra denota cómo la sociedad lombarda de la época estaba

ya notablemente estratificada. Particularmente significativa resulta la diferencia de pena por matar al

propio marido: si es la mujer la que mata a su esposo, esta es condenada a muerte; en cambio, si es el

marido quien mata a su mujer, este debe pagar una multa. Sin embargo, la suma a pagar era tan alta que

tales asesinos acababan en los trabajos forzados. La única copia existente del Edicto de Rotario, no

expuesta al público, se conserva en el Museo de la Catedral de Vercelli.

También hemos de tener en cuenta el Edicto de Liutprando (del 28 de febrero del año 713), informando

en un apéndice de un memoratorium de mercedibus commacinorum, una guía de tarifas.

Estos maestros lo son sobre todo en los aspectos decorativos, destacando en sus representaciones de

figuras zoomorfas, de monstruos, grifos, etc. En sus representaciones de figuras humanas, éstas aparecen

de aspecto rechoncho y poco realista. La mayor maestría la demuestran en las figuras de animales o de

vegetales.

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Puente de la catedral de Módena realizado por Anselmo da Campione

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~ 58 ~

EPÍLOGO

SOBRE EL CERO

El cero (0) es el signo numérico de valor nulo, que en notación posicional ocupa los

lugares donde no hay una cifra significativa. Si está situado a la derecha de un número

entero, decuplica su valor; colocado a la izquierda, no lo modifica.

Utilizándolo como número, se pueden realizar con él operaciones algebraicas como:

sumas, restas, multiplicaciones, entre otras. Pero, por ser la expresión del valor nulo

(nada, nadie, ninguno…), puede dar lugar a expresiones indeterminadas o que carecen

de sentido.

Es el elemento del conjunto ordenado de los números enteros (ℤ, ≤) que sigue al –1 y

precede al 1. Algunos matemáticos lo consideran perteneciente al conjunto de los na-

turales (ℕ) ya que éstos también se pueden definir como el conjunto que nos permite

contar el número de elementos que contienen los demás conjuntos, y el conjunto vacío

carece de elementos. El número cero se puede representar como cualquier número más

su opuesto (o, equivalentemente, menos él mismo): X +(–X) = 0.

Los ceros más antiguos pueden ser conocidos como “imperfectos”. Varias, antiguas y

grandes civilizaciones, como las del Antiguo Egipcio, Babilonia, la Grecia de la Anti-

güedad, la civilización maya, etc., poseen documentos de carácter matemático o astro-

nómico mostrando símbolos indicativos del valor cero; pero por diversas peculiaridades

de sus sistemas numéricos, no supieron obtener el verdadero beneficio de este capital

descubierto.

En el antiguo Egipto se utilizó el signo nfr para indicar el cero.124

El cero apareció por primera vez en Babilonia en el siglo III a. de C., aunque su es-

critura en tablillas de arcilla se remonta al año 2000 a. de C. Los babilonios escribían en

arcilla sin cocer, sobre superficies planas o tablillas. Su notación era cuneiforme. En

tablillas datadas en el año 1700 a. de C. se ven anotaciones numéricas en su particular

forma. Los babilonios utilizaban un sistema de base 60. Con su sistema de notación no

era posible distinguir el número 23 del 203 o el 2003, aunque esta ambigüedad no pare-

ció preocuparles demasiado.

Hacia el año 400 a. de C. los babilonios comenzaron a colocar el signo de “dos cu-

ñas” en los lugares donde en nuestro sistema escribiríamos un cero, que se leía “va-

rios”. Las dos cuñas no fueron la única forma de mostrar las posiciones del cero; en una

tablilla encontrada en Kish, antigua ciudad de Mesopotamia, al este de Babilonia, utili-

zaron un signo de “tres ganchos”. Estas tablas están datadas en el año 700 a. de C. En

otras tablillas usaron un solo “gancho” y, en algunos casos, la deformación de éste se

asemeja a la forma del cero.

124

Papiro Boulaq 18 (Museo de El Cairo), datado hacia el año 1700 a. de C.

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~ 59 ~

El cero también surgió en Mesoamérica y fue ideado por las civilizaciones mesoame-

ricanas antes de la era cristiana, particularmente con la cultura maya. Posiblemente fue

utilizado antes por la cultura olmeca.

El primer uso documentado mostrando el número cero, en la numeración maya, co-

rresponde al año 36 a. de C. A causa de la anomalía introducida en el tercer lugar de

su notación posicional, les privó de posibilidades operativas.

Glifo maya para el cero, año 36 a. de C.

Es el primer uso documentado del cero utilizando notación posicional.

Claudio Ptolomeo, en su Almagesto (año 130 a. de C.), usaba el valor de “vacío” o

“0”. Solía utilizar el símbolo entre dígitos o al final del número. Podría pensarse que el

cero habría arraigado entonces, pero lo cierto es que Ptolomeo no usaba el símbolo co-

mo “número” sino que lo consideraba un signo de anotación. Este uso no se difundió,

pues muy pocos lo adoptaron.

Los romanos no utilizaron el cero. Sus números eran letras de su alfabeto; para repre-

sentar cifras usaban: I, V, X, L, C, D, M, agrupándolas. Para números con valores igua-

les o superiores a 4.000, dibujaban una línea horizontal sobre el “número”, para indi-

car que el valor se multiplicaba por 1.000.

Hay referencias, como hemos visto, acerca de la procedencia india e hindú del cero.

La civilización india es la cuna de la notación posicional, que ha llegado a ser de uso

prácticamente universal. La palabra “cero” proviene de la traducción de su nombre en

sánscrito:125

shunya (vacío) al árabe sifr, a través del italiano. La voz española “cifra”

también tiene su origen en sifr.

Es posible que el matemático indio Brahma Gupta (siglo VII) fuera el primero en teo-

rizar sobre el concepto de “cero” no sólo como definición de una cantidad nula, sino

como posible sumando para números negativos y positivos. El primer testimonio del

uso del “cero indio” está datado en el año 683: es una inscripción camboyana, tallada

en piedra, en el grandioso templo de Angkor Wat, que incluye el número “605”. Otras

pruebas de uso se datan hacia el año 810. Las inscripciones de Gwalior (India cen-

tral) están datados en los años 875-876. Abu Ja’far Muhammad ibn Musa (Al-Juarismi),

en su obra titulada Tratado de la adición y la sustracción mediante el cálculo de los in-

dios, explica el principio de numeración posicional decimal, señalando el origen indio

de las cifras. La décima figura, que tiene forma redondeada, es el “cero”.

125

La lengua clásica de la India.

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~ 60 ~

Los árabes lo transmitieron por el Magreb y Al-Ándalus, pasando posteriormente al

resto de Europa. Los primeros manuscritos que muestran las cifras indias (llamadas en-

tonces “árabes”) provienen del norte de España y son del siglo X: el Codex Vigilanus y

el Codex Aemilianensis. El cero no figura en los textos, pues los cálculos se realizaban

con ábaco, y su uso aparentemente no era necesario.

Aunque se atribuyen o suponen los primeros usos del cero en Francia, o al controver-

tido Papa Silvestre II (999-1003), alrededor del año 1000, la mayor parte de las refe-

rencias indican que el cero (llamado zefhirum) fue introducido en Europa por el mate-

mático italiano Fibonacci (Leonardo de Pisa), entre los siglos XII-XIII, mostrando el

álgebra árabe en su aritmético Liber abaci, aunque por la facilidad del nuevo sistema,

las autoridades eclesiásticas lo tildaron de mágico o demoniaco.126

El cero –tratando ahora de cómo se representó– figuró en los textos de Occidente con

el signo numérico que todos conocemos: “0”. Desde el siglo XX, y especialmente en el

desarrollo de la informática, es frecuente también que este signo aparezca cortado por

una barra diagonal (/), nueva notación para evitar la confusión con la grafía de la letra

“o”. A veces, cuando la letra “o” se escribía (o se escribe) en un texto matemático, se

solía (y se suele) acentuar: “ó”, para no confundirla con el signo numérico 0.

En (la representación de) las coordenadas cartesianas, el origen de dichas coordenadas

se asocia al valor 0 (cero).

Por ser un concepto numérico especial, el cero no se incluía en el conjunto de los

números naturales ℕ, por convenio. Y se representaba como ℕ0, al conjunto de los nú-

meros naturales cuando incluye al cero, por lo que es posible encontrar muchos libros

donde los autores no consideran al cero como número natural. De hecho, aún no hay

consenso al respecto.

A algunos matemáticos les resulta conveniente tratarlo como a los otros números na-

turales, por eso la discrepancia. Desde un punto de vista histórico el cero aparece tan

tarde que algunos no creen que sea justo llamarlo natural.

En la suma, el cero es el elemento neutro; es decir, cualquier número a sumado con 0

vuelve a dar a. Ejemplo: 25 + 0 = 25.

126

Leonardo de Pisa recibió póstumamente el apodo de Fibonacci (por filius Bonacci, hijo de Bonacci,

Guglielmo Bonacci). Guglielmo dirigía un puesto de comercio en Bugía (según algunas versiones era el

cónsul de Pisa), en el norte de África (Bugía es la actual Bejaia, en Argelia), y de niño Leonardo viajó

allí, donde aprendió el sistema de numeración árabe.

Consciente de la superioridad de los numerales árabes, Fibonacci viajó a través de los países del Me-

diterráneo para estudiar con los matemáticos árabes más destacados de aquel tiempo, regresando a Italia

hacia el año 1200. Dos años después, en 1202, con 32 años de edad, publicó lo que había aprendido en el

Liber abaci (en el que abaci ha de entenderse en el sentido de aritmética y no del instrumento conocido

como ábaco). Este libro mostró la importancia del nuevo sistema de numeración aplicándolo a la conta-

bilidad comercial, conversión de pesos y medidas, cálculo, intereses, cambio de moneda y otras nume-

rosas aplicaciones. En sus páginas describe el cero, la notación posicional, la descomposición en facto-

res primos, los criterios de divisibilidad... El libro fue recibido con entusiasmo en la Europa ilustrada de

su tiempo y posteriormente, teniendo un profundo impacto en el pensamiento matemático europeo, si bien

los estamentos eclesiásticos más tradicionales y la casta de los calculadores profesionales (clérigos en su

mayoría, que utilizaban el ábaco) se opusieron frontalmente a Fibonacci, vetando la nueva álgebra, en al-

gunos lugares hasta el siglo XV.

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~ 61 ~

En la resta, el cero es el elemento neutro; es decir, cualquier número a restado con 0

vuelve a dar a. Ejemplo: 37 – 0 = 37.

En cuanto a la multiplicación, en el producto, el cero es el elemento absorbente;

cualquier número operado con 0 da 0. Ejemplo: 25 x 0 = 0.

Pasamos al caso de la división: Entre las controversias que existen sobre el cero, una

de ellas es sobre la posibilidad de dividir por él; hasta llega a dudarse sobre si el cero

puede dividir a otro número. El problema es que se utiliza la misma palabra, división,

para referirse a distintas cosas (aunque en el fondo tengan el mismo origen). Lo vemos

aquí a continuación.

En los números reales (incluso en los complejos) la división entre cero es una inde-

terminación; así, las expresiones: 8/0;

0/0 carecen de sentido.

Intuitivamente, significa que no tiene “sentido” “repartir” 8 manzanas entre niños de

un aula vacía. Tampoco tiene “sentido”, distribuir 0 billetes entre cero personas: nada

entre nadie.

Matemáticamente, el cero es el único número real por el cual no se puede dividir. Por

eso 0 es el único real que no tiene inverso multiplicativo.

Ejemplo: x/2 = x ·

1/2 (correcto).

x/0 = x ·

1/0 (incorrecto porque

1/0 no es un número real).

De otra parte, en el análisis matemático existen definiciones de distintos tipos de lí-

mites. Por ejemplo:

,

,

.

Sin embargo, si se analiza cada numerador y denominador por separado, el límite de

todo ellos es cero. Es por eso que se dice que 0/0 es indeterminado, pues pueden obte-

nerse resultados tan diferentes como infinito, uno o cero.

Y así, desde la pregunta acerca de quién lo descubrió, podríamos continuar en más

aspectos o asuntos acerca del cero, el mismo que hace como solitarias apariciones fan-

tasmales para desvanecerse de nuevo, algo así como si un matemático estuviese bus-

cándolo pero no reconociese su significado fundamental ni siquiera viéndolo.

Es difícil responder satisfactoriamente a la pregunta ¿quién descubrió el cero? Si al-

guien tuvo por primera vez la idea del cero, la cual todo el mundo vio como una bri-

llante innovación a introducir en las matemáticas a partir de ese momento, la pregunta

tendría una respuesta satisfactoria, incluso si no conociésemos el genio que lo inventó.

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Los registros históricos, sin embargo, muestran unas vías bastante distintas hacia dicho

concepto. Lo primero que hay que decir sobre el cero es que hay dos usos para él, usos

ambos extremadamente importantes, pero algo distintos. Un uso es como indicador de

lugar vacío en nuestro sistema numérico de valor por posición.

Así pues, en un número como el 2106, el cero es usado para que las posiciones del 2 y

del 1 sean correctas. Claramente 216 significa algo bastante distinto. El segundo uso del

cero es como un número en sí mismo, en la forma que lo usamos como 0. Hay también

otros aspectos distintos del cero en estos dos usos, a saber, el concepto, la notación y el

nombre.127

Ninguno de los usos mencionados tiene una fácil descripción histórica. No

sucedió que alguien inventó las ideas y entonces todo el mundo comenzó a usarlos.

También es justo decir que el número cero está lejos de ser un concepto intuitivo. Los

problemas matemáticos comenzaron como problemas “reales” más que como proble-

mas abstractos. Los números en los primeros momentos de la historia eran concebidos

de una forma mucho más concreta que los abstractos conceptos que son nuestros núme-

ros de hoy. Hay un salto mental gigantesco de 5 caballos a 5 “cosas” y de ahí a la idea

abstracta de “cinco”. Si los antiguos resolvían un problema sobre cuántos caballos ne-

cesitaba un granjero el problema no iba a tener un resultado de 0 ó 23 como respuesta.

Se podría pensar que una vez que aparece un sistema numérico de valor por posición

entonces el 0 como indicador de posición vacía es una idea necesaria, aunque los ba-

bilonios tuvieron un sistema numérico de valor por posición sin esta característica du-

rante un milenio.

Además, no hay ninguna evidencia de que los babilonios sintiesen que había algún

problema con la ambigüedad que existía. Extraordinariamente, sobrevivieron textos ori-

ginales de la época de los matemáticos babilonios. Los babilonios escribían en tablas de

arcilla sin cocer, usando escritura cuneiforme. Los símbolos se escribían en las tablas de

arcilla blanda con el afilado ángulo de una aguja y por esto tienen una forma de cuña

(de aquí el nombre de cuneiforme). Sobreviven muchas tablas de alrededor del año 1700

a. de C. y podemos leer los textos originales. Por supuesto su notación numérica era

bastante distinta de la nuestra (y no en base 10 sino en base 60) pero la traducción a

nuestro sistema de notación no distinguiría entre el 2106 y el 216 (el contexto tendría

que mostrar a qué nos referimos). No fue hasta alrededor del 400 a. de C. para que los

babilonios colocaron dos símbolos de cuña en el lugar dónde pondríamos nuestro cero

para indicar si significa 216 ó 21”6.

Las dos cuñas no fue la única notación que usaron; de hecho, en una tabla encontrada

en Kish, una antigua ciudad de Mesopotamia situada al este de Babilonia, en lo que hoy

sería la parte centro-sur de Irak, se usó una notación distinta. Esta tabla, que se piensa

que data del año 700 a. de C., usa tres ganchos para denotar un espacio vacío en la no-

tación posicional. Otras tablas que datan más o menos de la misma época usan un solo

gancho para un lugar vacío. Ésta es una característica común para el uso de diferentes

marcas para denotar una posición vacía. Es un hecho que nunca tuvo lugar al final de

127

Como antes ya hemos señalado, el nombre “cero” deriva del término árabe sifr, del que también se

deriva la palabra “cifra”.

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los dígitos sino siempre entre dos de ellos. Por lo que, aunque encontramos 21”6, nunca

encontramos 216”. Se debe suponer que los antiguos sentían que el contexto era sufí-

ciente para indicar lo que se pretendía aún en estos casos. Si la referencia al contexto te

parece absurda, entonces es necesario hacer notar que nosotros aún usamos el contexto

para interpretar los números hoy. Si tomas el autobús a una ciudad cercana y preguntas

cuánto cuesta, si la respuesta es “son tres cincuenta”, significa 3 libras y cincuenta pe-

niques. Si la misma respuesta se da para una pregunta sobre el precio de un vuelo de

Edimburgo a Nueva York entonces sé que lo que se intenta decir son trescientas cin-

cuenta libras.

Podemos ver de esto que el primer uso del cero para denotar un espacio vacío no es en

realidad un uso del cero como número después de todo, sino meramente el uso de algún

tipo de signo de puntuación para que los números tengan una interpretación correcta.

Los antiguos griegos comenzaron sus contribuciones a las matemáticas sobre la época

en la que el cero como indicador de posición vacía empezaba a usarse por los matemá-

ticos babilonios. Los griegos, sin embargo, no adoptaron un sistema numérico posicio-

nal. Merece la pena pensar lo significativo que es este hecho. ¿Cómo podían con los bri-

llantes avances matemáticos de los griegos no verlos adoptar un sistema numérico con

las ventajas del sistema de valor por posición que poseían los babilonios? La verdadera

respuesta a esta pregunta es más sutil que la simple respuesta que vamos a dar, pero bá-

sicamente los logros matemáticos griegos estaban basados en la geometría. Aunque la

obra de Euclides Elementos contenía un libro sobre Teoría Numérica, dicho libro estaba

basado en la geometría. En otras palabras, los matemáticos griegos no necesitaban nom-

brar los números, dado que trabajaban con números como longitudes de una línea.

Los números que requerían ser nombrados eran usados por los mercaderes, no por los

matemáticos, y de aquí que no necesitasen una notación clara. De todos modos, exis-

tieron excepciones a lo que hemos afirmado. Las excepciones fueron las de los mate-

máticos que estaban involucrados en el registro de datos astronómicos. Aquí encontra-

mos el primer uso del símbolo que hoy reconocemos para el cero, y los astrónomos

griegos comenzaron a usar el símbolo O (ómicron) como 0 (cero). Hay muchas teorías

acerca de por qué se usó este símbolo en particular. Algunos historiadores están a favor

de la explicación de que ómicron es la primera letra de la palabra griega “ouden”, que

significa “nada”. Neugebauer,128

sin embargo, descarta esta explicación, dado que los

griegos ya usaban ómicron como un número: representaba el 70 (estando el sistema nu-

mérico de los griegos basado en su alfabeto). Otra explicación ofrecida incluye el hecho

de que significa “obol”, una moneda sin casi valor, y que surgió cuando se usaban fi-

chas para contar en una tabla de arena. La sugerencia aquí es que cuando se eliminaba

una ficha para dejar una columna vacía el hueco en la arena parecía un O. Ptolomeo en

el Almagesto, escrito alrededor del 130 (siglo I), usó el sistema babilónico sexagesimal

junto con el parámetro de vacío O. En esa época, Ptolomeo usaba el símbolo tanto entre

dígitos como al final del número y uno estaría tentado a creer que al menos el cero

128

Otto E. Neugebauer (1899-1990) fue un matemático y astrónomo austríaco-estadounidense dedicado

exclusivamente a la investigación de la historia de la ciencia, y en especial de la astronomía. Fue un in-

vestigador tenaz, y el gran descubridor de la matemática babilónica.

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como parámetro vacío se había establecido con firmeza. Esto, sin embargo, está lejos de

lo que sucedió. Sólo unos pocos astrónomos excepcionales usaron la notación y cayeron

en desuso varias veces antes de establecerla finalmente.

Así, la idea del lugar cero (ciertamente no concebido como un número por Ptolomeo,

quien aún lo consideraba un signo de puntuación) hace su siguiente aparición entre los

matemáticos indios. La escena ahora se mueve a la India donde es justo decir que na-

cieron los números y los sistemas numéricos, los cuales evolucionaron en los sistemas

altamente sofisticados que usamos hoy. Por supuesto, no hace falta decir que el sistema

indio debía algo a los sistemas previos y muchos de los historiadores de las matemáticas

creen que el uso indio del cero evolucionó del usado por los astrónomos griegos. Así

como algunos historiadores parecen querer quitar importancia a la contribución de los

indios de una forma poco razonable, hay también quienes afirman que los indios in-

ventaron el cero, pero decir esto parece ir demasiado lejos. Los cierto es, no obstante,

que los indios medievales usaron también un sistema de valor por posición y el cero se

usaba para denotar un lugar vacío. De hecho, hay evidencias de un parámetro de lugar

vacío en números posicionales desde el siglo III, si bien algunos historiadores rechazan

esto como producto de falsificaciones posteriores. Podemos decir, con todo, que alre-

dedor del año 500 Aryabhata ideó un sistema numérico que no tenía aún el cero y que

era un sistema posicional. Usó la palabra “kha” para la posición y sería usado más tarde

como nombre para el cero.

Hay pruebas de que se había usado el punto en los primeros manuscritos indios para

denotar un espacio vacío en la notación posicional. Es interesante que los mismo docu-

mentos a veces también usan un punto para denotar algo desconocido donde nosotros

usaríamos x. Posteriores matemáticos indios han nombrado el cero en números posicio-

nales, pero aún no tenían un símbolo para el mismo. El primer registro del uso indio del

cero datado y sobre el que todos están de acuerdo en que es genuino fue escrito en el

año 876. Tenemos una inscripción en una tabla de piedra la cual contiene una fecha que

se traduce por 876. La inscripción concierne a la ciudad de Gwalior, 400 km al sur de

Delhi, donde se plantaron unos jardines de 187 por 270 hastas129

que podrían producir

suficientes flores para permitir que se dieran 50 guirnaldas al día a los empleados del

templo local.

Ambos números, 270 y 50, están anotados casi como los de hoy aunque el 0 es menor

y ligeramente elevado. Podemos considerar ahora la primera aparición del cero como

número. Déjennos primero apuntar que éste no es un candidato natural para número en

cierto sentido. Desde los inicios, los números son palabras para referirnos a colecciones

de objetos. Ciertamente la idea de número se convierte en más y más abstracta y esta

abstracción hace posible la consideración del cero y de los números negativos, los cua-

les no habían surgido como propiedades de las colecciones de objetos. Por supuesto, el

problema que surge cuando se intenta considerar el cero y los números negativos es

cómo interactúan respecto a las operaciones aritméticas (suma, resta, multiplicación y

división). En tres importantes libros, los matemáticos indios Brahma Gupta, Mahavira y

129

Un hasta, medida de longitud, equivale a unos dos metros.

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Bhaskara intentaron dar respuesta a estas preguntas. Brahma Gupta intentó dar las re-

glas para la aritmética teniendo en cuenta el cero y los números negativos en el siglo

VII. Explicó que, dado un número, si lo restas a sí mismo obtienes el cero.

Dio las siguientes reglas para la suma que implicaban al cero:

- La suma de cero y un número negativo, es negativo, la suma de un número positivo

y cero es positivo, la suma de cero y cero es cero.

- La resta es un poco más compleja: Un número negativo restado de cero es positivo,

un número positivo restado de cero es negativo, cero restado de un número negativo es

negativo, cero restado de un número positivo es positivo, cero restado de cero es cero.

Brahma Gupta, entonces, dice que cualquier número multiplicado por cero es cero pe-

ro tiene una dificultad con la división: Un número positivo o negativo cuando es divi-

dido por cero es una fracción con cero como denominador.

Cero dividido por un número positivo o negativo es o cero o expresado como fracción

el cero como numerador y una cantidad finita como denominador.

Cero dividido por cero es cero.

En verdad Brahma Gupta está diciendo muy poco cuando sugiere que n dividido por 0

es n/0. Claramente tiene un problema con esto. Ciertamente está equivocado cuando

afirma que cero dividido por cero es cero. Sin embargo es un intento brillante por parte

de la primera persona que sabemos que intentó extender la aritmética a los números ne-

gativos y el cero. En el año 830, alrededor de 200 años después de que Brahma Gupta

escribiese su obra maestra,130

Mahavira escribió Ganita Sara Samgraha, diseñado o

planteado como una actualización del libro de Brahma Gupta.

Afirma correctamente que: “Un número multiplicado por cero es cero, y un número

permanece igual si se le resta cero”. Sin embargo, sus intentos de mejorar las afirma-

ciones de Brahma Gupta sobre la división por cero parecen llevarle al error. Escribe:

“Un número permanece sin cambio cuando es dividido por cero”. Dado que esto es cla-

ramente incorrecto, al usar nosotros las palabras “parecen llevarle al error” podrían

parecer confusas. La razón de esta frase es que algunos comentarios sobre Mahavira han

intentado encontrar excusas para esta afirmación incorrecta. Bhaskara escribió unos 500

años después de Brahma Gupta. A pesar del paso del tiempo aún sigue con problemas

para explicar la división por cero. Escribe: “Una cantidad dividida por cero se con-

vierte en una fracción cuyo denominador es igual a cero. Esta fracción tiene como va-

lor una cantidad infinita. En esta cantidad en la cual cero es el divisor no hay alte-

ración aunque se sumen o se resten muchos; así como no tuvieron lugar cambios en el

infinito e inmutable Dios cuando se crean o se destruyen los mundos, aunque numero-

sos órdenes de seres sean absorbidos o creados”. Por tanto, Bhaskara intentó resolver

el problema escribiendo que n/0 = ∞. A primera vista podríamos estar tentados a pensar

130

Brahmasphuṭasiddhanta (Doctrina de Brahma Correctamente Establecida) es la obra cumbre de este

matemático indio. Contiene grandes avances, incluyendo una buena comprensión del cero, reglas para

manipular números positivos y negativos, un método para calcular raíces cuadradas, métodos de reso-

lución para ecuaciones lineales y algunas cuadráticas y reglas para la sumatoria de series, la identidad de

Brahma Gupta y el teorema de Brahma Gupta. El libro fue escrito enteramente en verso.

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que Bhaskara estaba en lo cierto, pero por supuesto no lo estaba. Si fuese cierto, en-

tonces 0 veces ∞ debe ser igual a cada número n, por tanto todos los número son

iguales. Los matemáticos indios no podían llegar al punto de admitir que no se puede

dividir por cero.

Bhaskara hizo otra afirmación correcta sobre las propiedades del cero, no obstante,

como que 02 = 0 y que √0 = 0. Tal vez deberíamos hacer notar en este punto que hubo

otra civilización que desarrolló un sistema numérico de valor por posición con el cero.

Fueron los mayas, que vivieron en América Central, ocupando el área que hoy es el sur

de México, Guatemala, el norte de Belize y partes de Honduras y El Salvador. Esta fue

una antigua civilización que floreció particularmente entre los años 250-900. Sabemos

que sobre el año 665 usaron un sistema numérico de valor por posición de base 20 con

un símbolo para el cero. Sin embargo, su uso del cero iba más allá de esto y estaba en

uso antes de que lo introdujesen en el sistema numérico de valor por posición. Esto es

un notable éxito, pero desgraciadamente no influenció a otras culturas. El brillante tra-

bajo de los matemáticos indios fue transmitido a los matemáticos árabes e islámicos del

lejano Occidente.

Llegó una primera etapa donde Al-Khwarizmi escribió Al’Khwarizmi en el arte Hindú

del Cálculo, el cual describe el sistema numérico indio de valor por posición de cifras

basado en 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, y 0. Este trabajo fue el primero (en lo que ahora es

Irak) en usar el cero como marcador de posición en una notación de base posicional. Ibn

Ezra, en el siglo XII (1092-1167), escribió tres tratados sobre números que ayudaron a

traer los símbolos e ideas indias de las fracciones decimales a la atención de algunos de

los estudiantes europeos. El Libro de los Números describe el sistema decimal para

enteros con valores de posición de izquierda a derecha. En este trabajo Ibn Ezra usa el

cero, al que llama galgal (significando rueda o círculo). Ligeramente más tarde, en el

siglo XII, Al-Samawal (el Magrebí)131

escribió: “Si restamos un número positivo de

cero permanece el mismo número negativo..., si restamos un número negativo de cero

nos queda el mismo número positivo”. Las ideas se dispersaron hacia el este, a China,

así como por los países islámicos y por Europa. En 1247 el matemático chino Chin

Chiu-Shao escribió un Tratado matemático en nueve secciones, donde usa el símbolo O

para el cero. Un poco más tarde, en 1303, Zhu Shijie escribió El espejo de Jade de los

cuatro elementos, en el cual usa de nuevo el símbolo O para el cero. Y el ya men-

cionado Fibonacci fue una de las figuras principales en hacer llegar por Europa las

nuevas ideas sobre sistemas numéricos a Europa, consolidándose así un importante ne-

xo entre el sistema numérico arábigo-hindú y el los matemáticos europeos.

En Liber Abaci describe Fibonacci los nueve símbolos indios junto con el signo 0,

pero no fue usado ampliamente hasta bastante tiempo después. Es significativo que Fi-

bonacci no fuera lo bastante audaz como para tratar el 0 de la misma forma que al resto

de números 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9 dado que habla de la “marca” cero, mientras que al

resto de símbolos los llama números. Aunque traer los números indios a Europa fue cla-

ramente de una gran importancia, podemos ver en su tratamiento del cero que no al-

131

De familia judía y converso al Islam.

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canzó la misma sofisticación que los indios Brahma Gupta, Mahavira y Bhaskara, ni la

de los matemáticos árabes e islámicos como Al-Samawal. Se podría pensar que el pro-

greso de los sistemas numéricos en general, y del cero en particular, se habría estancado

desde ese momento. Sin embargo, nada más lejos de la realidad. G. Cardano (1501-

1576) resolvió ecuaciones cúbicas y cuárticas sin usar el cero. Habría encontrado su

trabajo mucho más sencillo en su tiempo si hubiese tenido el cero, pero éste no era parte

de sus matemáticas. En el año 1600 el cero comenzó a extenderse, pero sólo tras en-

contrar mucho resistencia. Por supuesto, aún hay signos de los problemas causados por

el cero. Recientemente mucha gente de todo el mundo celebró el nuevo milenio el 1 de

enero de 2000. Por supuesto celebraron el paso de sólo 1999 años, dado que el calen-

dario no tiene ningún año cero especificado. Aunque se podría olvidar el error original,

es un tanto sorprendente que la mayoría de la gente sea incapaz de comprender por qué

el tercer milenio y el siglo XXI comenzaron el 1 de enero del año 2001. ¡El cero con-

tinúa causando problemas!