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    Nómadas (Col)

    ISSN: [email protected] CentralColombia

    Tovar Zambrano, BernardoEl pasado como oficio. Trayectoria intelectual del historiador Jaime Jaramillo Uribe

    Nómadas (Col), núm. 4, marzo, 1996Universidad CentralBogotá, Colombia

    Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=105118896014

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    La vida es lo que nos pasa mienbuscamos hacer otras co

    * Departamento de Historia. Facultad de Ciencias Humanas Universidad Naci

    Jaime Jaramillo Uribe en el estudio. Foto: Carlos Caicedo. Bogotá. 1996

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    Don Teodoro Jaramillo no tuvo que esperar mu-cho tiempo para apreciar en su hijo las cualidades que,mediando la incertidumbre entre el destino y el azar, ha-brían de convertirlo en uno de los más importantes histo-riadores de Colombia. Muy temprano, pudo percibir en elniño, con expreso deleite y satisfacción, las dos virtudesprincipales que debe poseer y cultivar quien se dedique aloficio de Clío: la capacidad de raciocinar y el arte de na-rrar, combinados. La observación del padre acerca del hijoquedó consignada en una carta escrita en Pereira el 25 demayo de 1926, cuyo destinatario era Eduardo Jaramillo,

    hermano de don Teodoro. Aquí, el progenitor se refirió,aunque en forma breve, a su prole en conjunto: “Todosellos son modelo de juicio, de inteligencia y de trabajado-res”. Pero, al parecer, era el menor quien atraía la mayoratención del padre; por lo menos a él le dedicó más pala-bras, las palabras que ponían de manifiesto, sin saberlo,

    el signo del futuro historiador: “Jaime que es es sin duda el más inteligente de todos. Oírlo rareferir sus historias es para causar admiración a ra”. Bajo su mirada emergía un niño quien, adeinclinación a contar y comentar, poseía otros donnales y sociales: “Es un cachifo buen mozo - aapenas cuenta nueve años, en la escuela, al decpreceptores, es el mejor estudiante, tiene el don dquerer de todo el mundo por su simpatía y pogusto que experimenta prestando cualquier serv

    Sin embargo, no tuvo la suerte de vivir esuficiente como para poder, ya no oír, sino leer,rias escritas por su hijo. Dos años después de aqta, le sobrevino la muerte. Tenía 44 años de edapadre - expresa Jaime Jaramillo- yo guardo unmuy buena. La imagen de un hombre bondadososalud, que era cosa muy común en esa época; pfermedades que hoy resultan insignificantes y curar, eran muy graves en ese tiempo, por ejempludismos, las amebiasis...”2 .

    Don Teodoro Jaramillo pertenecía al tron

    liar que registraba, por el lado paterno, la figura defamoso: Don Lorenzo Jaramillo Londoño. OrSonsón, de fuerte personalidad, Don Lorenzo habilidad especial para los negocios, lo cual leacumular una gran fortuna. Activo comerciantecon sus recuas de mulas el circuito de un mercaden la región antioqueña. Se dice de este patriarcadestacó en el mundo de las finanzas durante losmeros decenios de la segunda mitad del siglo fue una de las personas que financió en parte la ción antioqueña en los actuales departamentos dy Quindío. Muchas e importantes haciendas dgión se abrieron con sus aportes y notables pioQuindío, como los Marulanda, fueron dependieen términos financieros. Estas actividades hicierooficinas funcionaran como una especie de bancoca.

    Por esas extrañas circunstancias que se alguna frecuencia en las familias, ninguno de hijos de este abuelo salió con habilidad para los Negados para la lógica del capital, varios de ellobio, resultaron poetas y literatos. El historiador recuerda, entre otros, a Merejo Jaramillo, un po

    Padre: Teodoro Jaramillo Arango

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    lar; a Joaquín Emilio Jaramillo, quien escribió algunasnovelas y biografías; y a Manuel José, quien colaboró enel Colombiano y fue autor de una novela, La Aduana. Envirtud de la fragmentación de la riqueza implicada en lasherencias dejadas a los hijos y por los efectos de las gue-rras civiles, especialmente la de los Mil Días, la gran fortu-na de Don Lorenzo se perdió: “Ahí - dice Jaime Jaramillo- terminó la estirpe desde el punto de vista financiero”.

    Una de estas herencias importantes quedó en ma-nos de Don José Manuel, el padre de Teodoro Jaramillo.De aquel se decía en los medios familiares que de los hijosde Don Lorenzo era el de menores cualidades para los ne-gocios. Este comentario discurría paralelo a su comporta-miento de hombre generoso y caritativo, hasta el extremode emprender actividades que representaban un peligro parasu patrimonio. Así, en el pueblo de Abejorral, los días demercado, a las 6 de la tarde, se sentaba en su casa a esperara los campesinos que no habían logrado vender sus pro-ductos, con el fin de comprárselos; “les compraba sus exis-tencias, para cualquier cosa”. Con base en transaccionesde esta índole, como era de esperarse, don José Manuel searruinó. Sus hijos, entre ellos Teodoro, tuvieron entoncesque abrirse paso a través de oficios muy diversos. Viendoque muy poco tenía para hacer en Abejorral, Don Teodoro

    se embarcó, con su esposa Genoveva y sus diez hijos, enese éxodo de antioqueños que hubo todavía para los añosveinte del presente siglo, hacia los departamentos de Cal-das y Quindío. Después de un peregrinar por varias ciuda-des (Salamina, Aguadas, Villamaría y otras) se estableciódefinitivamente en Pereira.

    Doña Genoveva madre de Jaime Jaramillo, habíanacido en el pueblo antioqueño del Retiro y pertenecía allinaje de los Uribe. Probablemente estaba emparentada conel General Rafael Uribe Uribe, quien provenía deValparaíso. Ella, en efecto, tenía un culto especial por lamemoria de este General: “Nos lo ponía de ejemplo -ex-presa el profesor Jaramillo- para educar la voluntad y tenerdisciplina; nos hablaba de cómo él se levantaba a las cincode la mañana y tenía su vida reglamentada para el estudioy el trabajo. Para ella era una especie de prototipo”. DoñaGenoveva fue muy buena esposa y madre; de un acendra-do catolicismo, muy piadosa y caritativa; ponía especialrigor en el cumplimiento de algunas costumbres y rutinaselementales, como el orden, la limpieza y la higiene. “Deello heredé - dice Jaramillo - muchas de mis costumbres yde mis hábitos: un cierto orden en las cosas, la limpieza,un sentido estético del vivir y la sensibilidad social”.

    Cuando Teodoro Jaramillo decidió qPereira, su hijo menor, Jaime, nacido en Abejotodavía no había cumplido los dos años de edael padre se desempeñó como secretario del Circuito de la ciudad. Hombre de costumbrestomaba, no fumaba, fue durante toda su vidnario acucioso; poseía un buen conocimientoescribía bien y tenía una bella caligrafía, cosinculcarles a sus hijos. Jaime Jaramillo, en ede cultivar el gusto por la buena escritura y lpor el conocimiento de los aspectos jurídicos,ría incluso a estudiar derecho. Don Teodoroera gran aficionado a la lectura, llevaba siempa la casa y estaba pendiente de lo que iba ocuciudad. De los diez hijos traidos al mundo, m

    Genoveva Uribe, en 1904.Fotografía de Melitón Rodríguez

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    tro; en ese tiempo la mortalidad infantil todavía era muyalta y un niño podía fallecer de una diarrea, de un saram-pión, de una viruela, de cualquier enfermedad que hoy escurable en una semana.

    El primer centro educativo al cual asistió JaimeJaramillo era una pequeña escuela privada, pertenecientea una señorita Echeverry quien se dedicaba a enseñar lasprimeras letras. Cuando aprendió a leer y escribir, contabacon escasos 4 o 5 años. Después ingresó a la Escuela Ofi-cial, donde cursó la primaria. La iniciación del bachilleratoestuvo signada por una decisión peculiar: la de convertirseen monaguillo de la Iglesia de Pereira. Este fue su primertrabajo:

    “Ese oficio no lo busqué por religiosidadsentido práctico: me pagaban 2 o 3 pesos al mestonces pagué con este oficio mis tres primeroscolegio. Y después terminó gustándome; el mtenía su vestido, tenía su roquete ritual, era una ecurita chiquito y eso no dejaba de gustarle a unomular un poco la vanidad infantil. Salir por ejemvar los Santos Oleos, acompañar al sacerdote, tsencia en las procesiones o en las misas, que drezadas en latín, estimulaba también esa vanidaEl monaguillo se sentía haciendo un oficio impo

    El colegio al cual entró a cursar bachillerInstituto Claret de Pereira, establecimiento quecía, precisamente, a los mismos sacerdotes quecontrol de la parroquia donde Jaramillo era acólnaba el estudio y los menesteres de monaguillo cgo del fútbol que mucho le agradaba. Otras dieran los trompos y las canicas, elevar cometas, htos con las cajas de madera en las que venía el salir a pescar en los ríos y quebradas, nadar en etumbar mangos de los árboles que adornaban laa coger frutas silvestres en los alrededores de la

    La cotidianidad que transcurría entre la

    colegio, la parroquia y los juegos fue de pronto pida por un trágico suceso, la muerte de la madrcunstancias entonces cambiaron radicalmente: se dispersó, él quedó prácticamente solo y tuvorarse del colegio para ponerse a trabajar todo el templeó primero con un médico de Pereira, el DrUribe Ruiz, para desempeñar las funciones de unde secretario: contestar el teléfono, atender a los hervir las jeringas, alistar materiales y otras activel estilo. Esta labor fue importante, entre otros porque influyó en la gran admiración hacia la mal profesional médico, al punto de convertirse pmente en una de sus alternativas vocacionales.trabajó en un almacén de ropa para hombres ycomo asistente de ventas. Luego, en un negocirrotes donde se vendía azúcar, cacao, manteca imharina de trigo, arroz, maíz y otros productos. Sgo, mientras desempeñaba estas labores no dejdiar por sí mismo; jamás el empleo lo apartó de que ya era en él un hábito.

    En Pereira, c. 1928.

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    Si las circunstancias le habían obligado a dejar elcolegio, no abandonó ni por instante la idea de terminar elbachillerato. Por eso llegaba al almacén cargado con lostextos de historia natural, de física, de matemáticas y otrasmaterias y a la menor oportunidad, cuando no había gentepara atender, se dedicaba a leerlos: “me sentaba detrás deunos bultos de harina, sacaba los libros y me ponía a repa-sar. Eso me permitió, entre otras cosas, habilitar por lomenos un año de bachillerato cuando reanudé mis estu-dios”.

    La lectura fue en Jaime Jaramillo una pasión tem-prana, adquirida en el seno de una familia donde el acto deleer se había convertido en una forma de ritual colectivo.Varias veces a la semana se reunía el círculo familiar, conalgunas personas del vecindario, para escuchar la lecturaque la hermana mayor hacía, en sonoro estilo, de ciertoslibros famosos: Los Miserables, Los Tres Mosqueteros,Quo Vadis, María, Rosalba y otras novelas. Esta actividadsemanal le abrió el universo encantado de los libros: “yome sentaba por ahí, en un rincón, a oír, y así surgió miinterés por la lectura”. Otras veces se iba a una peluqueríadonde había una buena cantidad de periódicos y revistas y

    se sentaba, no a que le cortaran el pelo, sino a gozar conestos materiales. Después, asumió como costumbre fre-cuentar una de las dos o tres librerías que Pereira tenía porel año de 1930. Una de ellas era la de Miguel Ilián, deapellido libanés, con quien reiteradamente hablaba de li-bros. Leía en forma un poco dispersa, indiscriminada, si-guiendo en cierto sentido los consejos que le daba don LuisCuartas, el padre de un amigo del colegio. Don Luis, unliberal de viejo cuño, era farmacéutico y tenía una botica,en cuya trastienda, como gran lector, había colocado suapreciable biblioteca. Tenía libros de política, novelas yobras de historia, algunos de los cuales fueron devoradospor el adolescente Jaramillo. Este recuerda, de manera es-pecial, una obra que le causó honda impresión, tituladaCaudillos Bárbaros, la cual se ocupaba de la biografía delGeneral Mariano Melgarejo, uno de los grandes dictado-res de Bolivia en el siglo XIX. Por intermedio de un amigovarios años mayor, Fabio Vásquez Botero, entró en con-tacto con escritores españoles muy populares entonces,como Julio Camba, Gómez de la Serna y Javier Poncela.Vásquez Botero llegó a ser un escritor bastante aceptableen los niveles provincianos y a realizar una carrera políticay cívica de notoria importancia. Entre aquellos que deja-ron una huella profunda en su memoria se destacan las

    novelas Sacha Yegulev, del escritor ruso Leonidy Los Miserables, de Víctor Hugo, libros quderramar no pocas lágrimas.

    Novela, poesía, biografía, historia, pocias locales, todo interesaba a los deseos de conocimiento del inquieto adolescente. Pero lectura. Se sentía impulsado a establecer una rva y creadora con los asuntos de la vida y la cuse configuraba y expresaba en el acto de la escpecé a escribir pequeñas crónicas y comenperiódico local que se llamaba El Diario; esctarios de cosas, de acontecimientos que pasabdad”. Si don Teodoro Jaramillo hubiera leídotos, quizás no se habría sorprendido demasianiño que refería historias, escribiera ahora cmentarios.

    Esta primera escritura de Jaime Jaramacompañada de algunas vivencias personalede las cuestiones sociales. En su calidad de ealmacén y estimulado por el ejemplo de su he

    En Pereira, c.1930.

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    tavo, entró a formar parte, hacia 1932, de la Federación deEmpleados de Pereira. Gustavo Jaramillo era trabajadordel Ferrocarril de Caldas y se había destacado como unode los primeros organizadores y líderes sindicales de la re-gión de Pereira y Manizales. La pertenencia a la Federa-ción incentivó en Jaime su preocupación por la situaciónsocial de los empleados y obreros, lo cual, bajo el influjode “cierto sentimentalismo social”, se manifestó en la pu-blicación de varios artículos. Otra experiencia bastantedramática marcó el encuentro con la lucha sindical y elmovimiento social. Mas o menos en 1932, cuando anda-ba por los 15 años y aún se vestía de pantalón corto y me-dias americanas, fue a observar una asamblea deescogedoras de café en Pereira. En la reunión pudo ver,con admiración, a un jovencito de 17 o 18 años, de cararosada y cachucha, que pronunciaba un discurso. EraGilberto Vieira, quien comenzaba su carrera de dirigentecomunista. “En ese momento la policía entró a disolver laasamblea con petardos de gases lacrimógenos y entoncestuve que salir con todo el mundo. Ese es un episodio quetengo claro, fue mi primer contacto con el problema socialy el problema sindical”. Un contacto que se conjugaba consus lecturas sobre la Revolución Rusa y el movimientosocialista, en pleno auge por aquellos años.

    En 1936 el joven Jaime Jaramillo tomó usión: viajar a la Capital de la República, a buscarperseguir nuevos horizontes, siempre con la ideanar sus estudios de Bachillerato y lograr una repersonal en los ámbitos intelectual y cultural : dos o tres vestidos y los zapatos que llevaba puvine para Bogotá, a aventurarme”. Por trabajo, sgo, no debió preocuparse mucho tiempo: pronpleó como cajero nocturno en el café Colombidad de un tío suyo, ubicada en la carrera 7, en lolo que entonces era El Espectador. Al mismo tietró a estudiar en la Escuela Normal Central parallamada también “La Normal Chiquita”, en conla Escuela Normal Superior, a la cual ingresaría mente. Se matriculó en el cuarto año de secundadiaba de día y por la noche atendía la caja del camanera pudo concluir el ciclo del bachillerato nDe este periodo Jaramillo guarda un especial recprofesor Alfonso Jaramillo Guzmán, quien con opañeros, como Miguel Roberto Téllez, introdulombia la pedagogía y la psicología de la escueJaramillo Guzmán había sido del círculo de Piag

    Prestando el Servicio Militar. Bogotá, 1936 (en la última fila, a la izquierda, con el brazo alto)

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    za; era un hombre que a pesar de su acendrado catolicis-mo y conservatismo, tenía un espíritu progresista en mu-chos aspectos y era un convencido de la nueva pedagogía.

    Dadas las normas de la época, no se podía ingre-sar a la universidad con el título obtenido en las escuelasnormales. Para acceder a ella, se debía habilitar en un co-legio oficial ciertas asignaturas (física, química, cienciasnaturales y otras) que no figuraban en los planes de estu-dio de las normales. Jaramillo presentó estos exámenesen el colegio Camilo Torres y así obtuvo el grado de bachi-ller clásico, el cual le permitía pensar en el acceso a la uni-versidad. Empero, no tenía una decisión clara sobre la ca-rrera a seguir. Ante todo, quería estudiar medicina. El de-recho era una segunda opción. En tercer lugar, tenía muypresente las palabras del Dr. José Francisco Socarrás, Rec-tor de la Escuela Normal Superior, quien les dictó a losestudiantes de último año de la “Normal chiquita”, unascharlas de orientación vocacional. Entre otras cosas,Socarrás ponderaba la enseñanza e insistía en que era laprofesión del porvenir; además, terminó su exposicióncon una invitación convincente: “váyanse a la EscuelaNormal Superior, yo les doy becas”. Recordando aquellasalternativas, Jaramillo comenta: “A mí, que tenía que tra-bajar para estudiar, me llamó la atención no sólo la exposi-

    ción que hizo Socarrás sobre la excelencia de la profesiónde pedagogía, de la profesión de profesor, sino también lacuestión de la beca. Entonces me fui para la Normal Supe-rior”.

    En la Normal se matriculó en la carrera de filolo-gía e idiomas, pero al cabo de unos meses se trasladó a lasección de ciencias sociales, por insinuación de Socarrás,quien guardaba un profundo entusiasmo por estas disci-

    plinas. El plan de estudios de la especialización en cien-cias sociales tenía una duración de cuatro años y su estruc-tura correspondía a una interesante relación entre histo-ria, geografía, economía, psicología, pedagogía, sociolo-gía y antropología. La Normal era, en el contexto nacio-nal, el principal centro educativo en el cual se desplegabaun clima de fecunda renovación intelectual, científica yprofesional. A esta institución se habían vinculado nota-bles profesores nacionales y extranjeros. Estos últimos lle-garon a Colombia huyendo de las amenazas de la guerra,o desplazados por el triunfo del nazismo en Alemania ydel franquismo en España. Entre tales profesores, en el

    campo de las disciplinas sociales, se contabantes: Paul Rivet, Pedro Urbano González de lacisco Cirre, José de Recasens, Pablo VilaRodrigo, Luis de Zulueta, José María Ots CaKarsen, Rudolf Hommes, Gerhard MassWolfram Schottelius3 . De quienes fueron profyos, Jaime Jaramillo recuerda, de modo paralemanes Gerhard Massur y Rudolf Hommemás brillante de todos, había sido discípulo Meinecke, autor considerado como el más imlos historiadores alemanes después de Ranke yDurante su estadía en Colombia, Massur escgrafía de Bolívar, que constituye “una de lasse han escrito sobre El Libertador”. El cataláfue el maestro de la geografía y quien trajo ageografía de la escuela francesa moderna deBlache, Demangeon y Jean Bruhnes; su Nuede Colombia, es obra clásica en nuestro medtambién guarda memoria del profesor españCirre, quien enseñaba historia de la Edad MeRivet, quien fundó el Instituto Etnológico Naformado posteriormente en el Instituo ColAntropología). Rivet y Schottelius fueron “loy los impulsores de los modernos estudios aretnográficos y etnológicos de Colombia”.

    En la escuela Normal Superior con el etnógrafo Justus Schottelius y Luis Duque Gómez

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    La Escuela Normal era también un escenario parael debate ideológico y político. Diversos acontecimientosmundiales influían en dicho debate: la Revolución Rusade 1917, la Revolución Mexicana, la Guerra Civil Espa-ñola, el ascenso del fascismo en Italia y del nazismo enAlemania, los frentes populares antifascistas, el desarrollode las ideologías de izquierda, al auge del movimiento so-cialista mundial y, en fin, la propagación del marxismo.Jaramillo tenía una gran admiración por la RevoluciónRusa y por la figura de Lenin, el cual era visto como unapersona sacra, como un ser mitológico: “no había estu-diante con inclinaciones de izquierda, y yo fui uno de ellos,que no tuviera en su cuarto, en el cuarto de su pensión, unretrato de Lenin”. Stalin igualmente tenía un lugar impor-tante en dicha admiración. “No se conocían todavía losresultados que iba a tener la revolución, ni los fenómenosque se presentaron después con el estalinismo”. Por aque-llos años (1938-1942) y mediante otras vías, fuera de laenseñanza de la Normal, Jaramillo leyó con avidez algu-nas obras de Marx: El manifiesto comunista, El 18Brumario, La ideología alemana, La introducción a la eco-nomía política, y El capital, en la traducción de WenceslaoRoces, que empezó a ser publicado en fascículos por unaeditorial española. Igualmente, las obras de Lenin y Lascuestiones fundamentales del marxismo, de Plejanov. El

    contacto con el pensamiento marxista, reconoce Jaramillo,tuvo un efecto decisivo en su concepción de la historia y

    en su formación como historiador. “El marxismocordando una frase de Wilbrand- es como las dbaño, hay que pasar por ellas, pero no hay que en ellas”.

    Otros autores estudiados con entusiasJaramillo fueron Romain Rolland, Henry BarbusToller y André Malraux. También, desde luego, de ideologías diferentes como Maurras y MauriMotivado por un curso que dictara en 1943 el español José Medina Echavarría, invitado a la dad Nacional por Gerardo Molina, estudió la obWeber, Economía y Sociedad, en el momento enba de salir publicada por el Fondo de Cultura Ec“De manera que a las ediciones del Fondo y de lde Occidente, debimos nuestro contacto con mtores importantes, más que a la promoción de ladad”. Como siempre ha sido la práctica en Jaime acompañaba la lectura con la escritura. Escribíarios de libros publicados luego en Educación, lala Escuela Normal. Posteriormente, hacia 1945,divulgar sus primeros ensayos4 .

    Una orientación decisiva, adquirida en sula universidad, fue la profunda convicción sobre

    dad de dedicarse a estudiar el país. En el arraigconvicción la prédica de Socarrás había tenido

    En Manizales con el caricaturista Samuel Acevedo, c. 1945.

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    dencia notable, además de las inquietudes intelectuales ypolíticas anteriormente referenciadas. El espíritu que éstele infundió a la Escuela consistía esencialmente “en darleuna gran importancia al estudio de los problemas colom-bianos y de la realidad nacional, en el más amplio senti-do”. Esto era muy significativo en un país con una fuerte

    tradición extrajerizante y un equivocado conceptohumanístico de la educación y la cultura. Socarrás teníauna percepción muy clara de los problemas básicos deColombia e impulsaba su estudio en todos los sectores.Hablaba de la salud, del analfabetismo, de la baja produc-tividad económica, de la pobreza y la inequidad social, etc..Decía que la historia, la geografía, la antropología y la so-ciología nacionales estaban por hacerse. “Su interés porlos problemas colombianos a mí me impresionó mucho yprobablemente fue fundamental en mis decisiones futurasy en las de muchas de las personas que pasamos por laEscuelas Normal Superior”. De igual manera, pudo darsecuenta, también con la insistencia de Socarrás en ello, dela importancia de investigar la historia nacional y, en ciertosentido, de la pobreza de la historiografía colombiana. Per-cibió que no había estudiosos dedicados en una forma sis-temática y profesional a la historia; que era necesario in-vestigar la historia nacional con nuevos métodos y abor-dar los aspectos desconocidos: los económicos, sociales yculturales; por último, que no existía, prácticamente, lahistoria colonial, que la Colonia era completamente des-conocida. “Ese interés mío por la historia, y esa orienta-ción, fueron las que después se reforzaron con mi viaje aFrancia, en 1946”.

    Jaime Jaramillo obtuvo el grado de LiCiencias Sociales y Económicas de la Escu

    Superior, en el año de 1941. Inmediatamentedo profesor de la Escuela: dirigía las prácticasde los estudiantes realizadas en el InstituEsguerra, anexo a la Normal. Al mismo tiempresponsabilidad de su primera cátedra, la de elogía: “creo haber sido la primera persona quciología moderna aquí, en la Escuela Normal mero, y luego, en la Universidad Nacional.llamaba sociología era una historia de las idpero no se tenía la visión de que la sociologíaciplina muy precisa, incluso muy técnica”.

    En 1946 el gobierno francés ofreció para estudiar en Francia a varios profesores dSuperior. Fueron beneficiarios de ellas elSocarrás y los profesores Ernesto Jara Castro,Carlos Páez Pérez y Jaime Jaramillo. Cuanlos becarios, dejaban un país en el cual el ambco nacional se había tornado aún más conflictcido; a la par, arreciaban por parte de la oposvadora y de algunos sectores liberales, las crícuela Normal, críticas que la consideraban subversión política” y que a la postre contrsupresión de esta Institución.

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    En París, el joven profesor Jaramillo ingresó comoalumno a la Sorbona y a la Escuela de Ciencias Políticas.Socarrás, por su parte, entró a renovar sus estudios de psi-quiatría. Francia y en general Europa vivían los efectos dela guerra. “En algunas regiones todavía había humo de lasdestrucciones y de los bombardeos. La situación de Fran-cia era muy penosa, la de París en particular. No habíacalefacción, no había alimentos, es decir, la vida era muydifícil; sin embargo, la vida intelectual y artística comen-zaba a renacer en una forma muy activa”. Durante su per-manencia en la Ciudad-Luz, Jaramillo asistió, entre otros,al curso del profesor Renouvin sobre historia moderna deFrancia; al de historia de las ideas políticas, dictado porAlfred Le Roy, curso que le impresionó significativamente;al del joven Charles Morazé, quien comenzaba a destacar-se como un importante historiador de la economía. Men-ción especial se hace de un curso que le dejó una grata

    huella, desarrollado por Ernest Labrousse, uno ddores de la Escuela de los Annales y a quien consonalmente. Otros cursos fueron el de Historia dnia de Edmund Vermeil; el de Sociología de laslíticas en Francia, de Albert Baillet; y el de Sociomana Moderna de Georges Gurvitch. Al mismJaramillo leía otros autores: Henri Pirenne, MaÉmile Durkheim, Leopoldo von Wiese y Max Wmodo muy singular, le causaron un intenso efectvocación de historiador, las célebres obras deHistoria económica y social de la Edad Media y lde Europa de las invasiones al siglo XVI. “El enpodríamos decir, y el goce de la historia me lo tPirenne”. Los de París fueron entonces años d“Los cursos y la experiencia que yo tuve en Francquizá lo más importante de mi proceso y de las cde mi carrera”. Como resultado de todo ello vinción de un camino: “dedicarme exclusivamente ria, hacer un intento de investigación, mas o menal desde el punto de vista metodológico, en el la historia colombiana”.

    Lleno de entusiasmo, con muchas ideas ytos, retornó Jaime Jaramillo a Colombia, justo, qantes del trágico 9 de abril de 1948. El escenarinacional había cambiado. Desde 1946 se produvo del partido liberal en el gobierno y una nuevción se impuso en la política educativa del paísmente, Jaramillo y sus compañeros de beca debígrarse a la Escuela Normal. Se presentaron anteRector, el poeta Rafael Maya y éste les respondmentaba mucho, pero en la Escuela no había nellos. “Me hallé en una situación de gran perplela ropa en una maleta y sin trabajo”. En tales cicias se encontró con Hernando Márquez Arbamigo que acaba de ser nombrado Director de upocas instituciones que controlaba el liberalSuperintendencia Nacional de Instituciones OfCrédito. El amigo le dio empleo como DireVisitadores. Su trabajo aquí fue una enriquecedriencia: le permitió conocer el funcionamiento dmas de crédito y de otros mecanismos de la econcional; colaboró en la elaboración de una histoempresas creadas por el Instituto de Fomento Icomo visitador, pudo también recorrer el país y bastante bien.

    En su biblioteca de estudiante en Bogotá, c. 1947.

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    Por el lapso de un año, entre 1950 y 1951,Jaramillo desempeñó la función de redactor del periódicoEl Liberal, cuyo director era Hugo Latorre Cabal. Debíaescribir cada tarde media página de comentarios sobre lostemas más diversos, los cuales se publicaban en una co-lumna intitulada “Hoy”. El diario, circulaba en Bogotá yllevaba la vocería del Dr. Alfonso López Pumarejo quien,con mucha frecuencia, visitaba la casa del periódico, ubi-cada en la carrera 5 con calle 18. Por ese tiempo Jaramillorealizaba su investigación sobre “El pensamiento colom-biano en el siglo XIX”. Un día llegó el Dr. López a suescritorio y le preguntó: “Y usted en que anda?”. “Estoytratando de hacer una investigación sobre las ideas enColombia”, le respondió. “Las ideas en Colombia? Puesle va a costar mucho trabajo encontrarlas”, le observó elexpresidente. “Si Doctor - comentó Jaramillo- es muy di-fícil encontrarlas, pero usted sabe que el historiador es algoparecido a la divinidad, hace la creación ex nihilo”.

    Mientras tanto, Jaramillo había adelantado susestudios de derecho en la Universidad Libre, estudios ini-ciados años atrás en la Universidad Externado de Colom-bia. La Libre, aunque pobre en su estructura material, con-taba con una nómina de destacados profesores que ejer-cían una brillante docencia. Jaramillo recuerda, por ejem-

    plo, las clases de Derecho Civil de Milciades Cortés, las deSucesiones de Carrizosa Pardo, las de Derecho Penal deRafael Escallón, las de Sociología y Derecho del Trabajode Gerardo Molina, las de Economía de Moisés Prieto y,en fin, las de Derecho Internacional de José JoaquínCaicedo Castilla. En 1951 se graduó de abogado con unatesis sobre la Industria colombiana, para cuya elaboraciónle fue muy útil la experiencia adquirida en laSuperintendencia de Instituciones de Crédito. Inmediata-mente intentó ejercer la profesión al lado de su profesor yamigo, Gabriel Escobar Sanín; como dotación para la ofi-cina aportó el escritorio y la máquina de escribir recibidosen pago de las cesantías al liquidarse la empresa del perió-dico El Liberal. Fue un intento fallido, pues muy pronto, alobservar ciertas arterías de la profesión, se desencantó desu ejercicio. Conservó, eso sí, lo que verdaderamente leatraía del derecho: la teoría sobre la organización del Esta-do, la cual habría de integrar a sus estudios históricos.

    Corría el año de 1952 cuando el filósofo CayetanoBetancur, a quien Jaramillo conocía personalmente, fuenombrado Decano de la Facultad de Filosofía de la Uni-versidad Nacional y le ofreció un cargo de profesor. Deeste modo, se le presentaba, finalmente, la oportunidad de

    retornar al ejercicio de la docencia, al ambienversidad, al trabajo de profesor que constituíacon la cual se identificaba; al fin al cabo, habíse había preparado para ser docente e investi

    A la Universidad Nacional ingresó code Historia Universal de la Facultad de Filosoencargado de las asignaturas correspondientmoderno y a la Historia de la Pedagogía. Miendocente discurría sin ningún contratiempo, secircunstancia que le depararía una nueva expeviejo continente. Hacia comienzos de 1953 vibia una comisión de profesores alemanes, entse encontraba Adolf Meyer-Abich, profesor de la Ciencia en la Universidad de Hamburglas varias conversaciones que Jaramillo manprofesor alemán, éste le sugirió la posibilidadtemporada como profesor visitante en Alempocos meses le llegó la invitación y viajó en ea dicho país.

    En la Universidad de Hamburgo le diegoría de profesor extraordinario. Debía dictarHistoria Latinoamericana para los estudiantey lenguas románicas. Así mismo, dictaba una

    En la Guajira, 1950.

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    semanal para el público en general. Durante su estadía enesta institución desarrolló, en varias oportunidades, el cur-so titulado “La sociedad hispanoamericana en la novela”,para el cual utilizó obras como Doña Bárbara, La Vorági-ne, Los de Abajo, El Gran Señor y Rajadiablos, Don Se-gundo Sombra y otras. Dos años y medio permaneció enAlemania, tiempo en el que asistió, además, a varios cur-sos de filosofía y sociología, e igualmente, visitó Italia, In-glaterra y Francia.

    A mediados de 1955 regresó a Colombia y se re-integró a la Universidad Nacional, asumiendo las cátedrasde Historia Moderna e Historia de Colombia. Fue el mo-mento en que Jaramillo Uribe inició una actividad de no-toria repercusión para la historiografía nacional. Con elpropósito de otorgarle a la historia un espacio institucionalque a su turno le abriera las perspectivas de laprofesionalización, empezó las gestiones para la creacióndel Departamento de Historia, el cual se hizo realidad en1962. Considerando la importancia de contar con un me-dio de difusión y de estímulo para las nuevas investigacio-nes sobre la historia colombiana fundó, en el mismo año,el Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura,cuyo primer número vio la luz en 1963. Antes había diri-gido la revista Ideas y Valores, de la Facultad de Filosofía y

    Letras, dependencia de la cual fue decano entre 1962 y1964. Un hecho notorio fue la formación de un grupo de

    estudiantes que se convertiría en el núcleo principse unirían historiadores provenientes de otras fauniversidades, de la tendencia que pasando lodenominaría “La Nueva Historia de Colombia”5 . Haparte de este conjunto estudiantes como Germánares, Jorge Orlando Melo, Margarita GonzálPalacios Preciado, Hermes Tovar Pinzón, GilmaTovar, Víctor Alvarez, Germán Rubiano CaballeFajardo, Carmen Ortega, Angela Mejía e IsabelLa formación de dicho grupo se efectuó bajo lación y ejemplo de Jaramillo, con la participacióprofesores, como el español Antonio Antelo, y cia de estímulos derivados, entre otros aspectos, rio, del contacto con la nueva historiografía latinna y en algunos casos mundial, del atractivo de ltemáticas de investigación, de las implicacioneslas nuevas tendencias teóricas y metodológicasideológicas y políticas.

    Tan pronto se reintegró a la Universidadnal, después de su estadía en Alemania, Jaraminuó sus investigaciones sobre historia de las idelombia, que iniciara en 1950. Hacia 1956 termescribir su más importante libro, El pensamientbiano en el siglo XIX, elaborado en función de uto de historia de las ideas para todos los países laricanos y organizado desde México por Leopoldlibro, publicado ocho años después6 , era el resultauna investigación de largo aliento, en la cual, poto, se desplegaba la competencia metodolóJaramillo había cultivado y el bagaje teórico acen sus abundantes y variadas lecturas. Estas le acampo de las historia cultural, en particular, el dria de las ideas. Aquí, Jaramillo reconoce que influencia provino de los textos de Ernest Casscomo La filosofía de la Ilustración, El problemacimiento en la filosofía moderna europea, Indivimos en el Renacimiento, obras que le mostrarontancia fundamental de este universo. De esJaramillo inauguraba el territorio de la historia deen el cual nada verdaderamente significativo podtrarse, hasta ese momento, en la historiografía cna. Se propuso no sólo describir sino analizar la interna de las formas de pensamiento, es decir, dde mayor significación en Colombia, desde el pla preindependencia hasta las postrimerías del s

    Con el filósofo Rudolf Grossmann, director del institutoIberoaméricano de la Universidad de Hamburgo, 1955.

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    buscando establecer, así mismo, su evolución, sus mutuasrelaciones y su conexión con las corrientes europeas. Abor-dando los principales pensadores, seleccionó tres ámbitosde estas ideas: a) Las pertinentes a las distintas y encontra-das valoraciones que después de la Independencia surgie-ron respecto a la tradición y la herencia españolas; b) Lasideas políticas, relativas a la estructura y funciones delEstado y a las relaciones de éste con los individuos y lasociedad; c) Las ideas filosóficas. Quedaron por fuera,como proyectos futuros, aún no realizados, las ideas esté-ticas, las ideas religiosas y las ideas económicas. Todo estohacía parte “de un intento de comprensión de la vida espi-ritual colombiana durante el siglo XIX - tan decisivo parala formación del país-”7 . Así como la original y complejaobra de Jaramillo no tenía antecedentes en nuestrahistoriografía, tampoco ha tenido continuadores. Perma-nece en un lugar destacado dentro de los pocos libros clá-sicos de la historiografía colombiana.

    En 1962, obedeciendo a una circunstancia un tantocoyuntural, situación no extraña en la actividad intelectualde Jaime Jaramillo, se comprometió a escribir una historiade Pereira, en colaboración con Juan Friede y Luis DuqueGómez. La historia le fue encargada por el Club Rotario,con motivo de la conmemoración del primer centenario

    de la ciudad. Sólo de cuatro meses dispusieron los autorespara elaborar la obra, la cual fue publicada en 19638 . Ensu trabajo, Jaramillo abordó los principales aspectos socia-les, económicos y culturales de los cien años de vida dePereira. Otorgaba de esta manera un reconocimiento a lamemoria de un lugar ligado a las experiencias vitales de suniñez y adolescencia.

    Después de terminar El Pensamiento colombia-no, el interés investigativo de Jaime Jaramillo tomó otrosrumbos. Empezó a orientar su estudio hacia la época colo-nial, particularmente hacia su estructura social. Esto im-plicaba un conjunto de cambios no sólo temáticos y con-ceptuales, sino también metodológicos y técnicos, relacio-nados con la lectura y análisis de las nuevas fuentes docu-mentales. Inició la investigación colonial por el períodoque consideraba el punto de partida de nuestra historia: elmomento del contacto entre España y las culturas indíge-nas. En función de ese comienzo, estudió paleografía; ellale permitía leer los documentos del siglo XVI. Buscaba así responder a uno de los vacíos que desde su época de estu-diante de la Normal veía en la historiografía colombiana ycon el postulado, no sobra enfatizarlo, de que la historia sehace con documentos, con la consulta del archivo. El tema

    específico que llamaba su atención era el prmagnitud de la población indígena en el moConquista y su acentuada disminución postema cuyo estudio dio origen a un artículo p19649. Este problema había sido agitado en la hlatinoamericana por Angel Rosenblat, cuyo 1de motivación a Jaramillo para la investigacotros temas de la historia colonial.

    Como se sabe, el vacío de fuerza de trado por la catástrofe demográfica de la poblacpretendió suplirse parcialmente con la introdva de esclavos africanos. La presencia de estede mano de obra generó una nueva realidadorden colonial. A ese fenómeno, Jaramillo lrigurosos estudios, en los cuales examinaba

    Su obra fundamental, publicada en 1964, y la Historia dPereira, escrita por Luis Duque Gómez, Juan Friede y JJaramillo Uribe, 1963.

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    de la población negra, los aspectos sociales, económicos yculturales de las relaciones entre amos y esclavos, la crisisde la esclavitud y la controversia sobre la libertad de losesclavos11. Sobre todo con el primero de estos trabajos,dado su novedoso enfoque socio-cultural, el autor dabacomienzo a la investigación moderna sobre la esclavitudcolonial, constituyéndose, de igual modo, en significativoantecedente de los estudios afrocolombianos.

    Dada la concurrencia de razas, uno de los fenó-menos sustantivos de la sociedad colonial fue el procesode mestizaje, intensificado en la segunda mitad del sigloXVIII. En este período, a la sociedad que había llegado aconstituirse, dividida y estratificada en castas socio-racia-les bien diferenciadas, se oponía el avance del mestizajeque tendía a eliminar precisamente las diferencias socio-raciales. Esa dinámica la estudió Jaramillo en uno de susmejores trabajos, lleno de novedades y sugerencias, comolas que hace, por ejemplo, sobre el matrimonio y la fami-lia12. Puede afirmarse que con esta investigación, Jaramilloseñaló el comienzo de una nueva historia socio-cultural dela Colonia.

    Los cuatro estudios mencionados versabtemas relacionados y correspondían a una unidtodo. Tal coherencia permitió incluirlos en un libpublicó en 1969 bajo el título de Ensayos sobrsocial colombiana13. Pese a que Jaramillo ha sido uble cultor del género ensayo, para este caso, dadracterísticas metodológicas, la naturaleza de la ición y la estructura de los textos, no parecía muydo el uso de dicha denominación. No así el librhistoria y la filosofía, publicado en 1968, el cuaen efecto, cinco escritos que pueden verse bajo del ensayo14. Un texto con propiedades diferendedicado a la historia de la pedagogía, publicadoEste libro está conformado por las lecciones de hla pedagogía que el autor dictó en la antigua FaFilosofía y Letras, en 1952; organizado con un docente, constituye una muestra del acendrado Jaramillo por la enseñanza, por la pedagogía y sconcebida ésta como una de las más importantede la historia de la cultura15.

    En su casa en Bogotá con sus hijos Rosario y Lorenzo y su esposa, doña Yolanda Jaramillo.

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    En 1970, habiéndole llegado el tiempo de jubi-lación, Jaramillo se retiró de la Universidad nacional. Estocoincidía con el ofrecimiento de la Decanatura de la fa-cultad de Filosofía y Letras de la Universidad de los An-des, la cual ejerció entre los años de 1970 y 1974; endicho lapso también dirigió la revista Razón y Fábula.En 1975, durante el primer semestre, fue profesor visi-tante en las Universidades de Oxford y Londres, y en elsegundo, en la Universidad de Sevilla. Al año siguientedebió interrumpir su actividad universitaria para asumirla Embajada de Colombia en Alemania. La amistad con

    el historiador Indalecio Liévano Aguirre, Ministro de Re-laciones Exteriores, y con el Presidente López Michelsen,influyó para la aceptación de esta función diplomática,desempeñada durante dos años. En otra oportunidad,Jaramillo dirigió el Centro Latinoamericano del Libroauspiciado por la Unesco en Bogotá.

    Desde su vinculación a la Universidad de los An-des, prolongada hasta el presente, además de dictar lascátedras de historia, no ha dejado de investigar y de es-cribir. En esta fase de su trabajo se ha afirmado, con mayorfuerza, su inclinación por el ensayo. “Después seguí ha-

    ciendo investigaciones en el campo de la historia de lasideas y en el campo de la historia de la cultura, un pocosin sujeción a un plan, un poco siguiendo las necesida-des del momento y los intereses míos, el entusiasmo poralgunos temas, lo que le da a mi trabajo un cierto aspectode dispersión y lo que explica la escogencia del ensayo”.De tal modo, entre 1977 y 1994, han aparecido tres li-bros que recogen una interesante y sugestiva variedadde escritos en este género: La personalidad histórica deColombia, el tomo II de los Ensayos de historia social (muy distinto al tomo I) y De la sociología a la historia16.Se destacan, así mismo, los trabajos realizados para al-gunas obras colectivas, en los cuales aborda la economíacolonial, el proceso histórico de la colonia a mediadosdel siglo XIX y la educación durante la República Libe-ral17. Un suceso historiográfico de particular importan-cia fue la elaboración, bajo la dirección de Jaime Jaramillo,del Manual de Historia de Colombia, publicado entre1978 y 1980. Se trata de una obra colectiva, en tres volú-menes, que integra una serie de estudios sobre los pro-cesos económicos, sociales, políticos y culturales del país,escritos por autores representativos de las nuevas inves-tigaciones históricas.

    A la par con la investigación del pasadno, han discurrido sus reflexiones sobre el ofiriador. Este, más que otros estudiosos de las cienas - piensa Jaramillo - está en la obligación demuy amplia formación cultural, sólo así “puedcosas en la historia, no los aspectos unilateralesNinguna de las historias parciales, de las historialas ha llamado el historiador norteamericano puede proporcionar la noción de la integridad dde la historia total que constituye el ideal de quial estudio de esa compleja universalidad que emana transcurrida en el pasado. Ahora bien, enla formación teórica y metodológica existen mdencias, tanto en la disciplina histórica como esociales. El historiador debe, con espíritu crítictodas, sin dogmáticamente instalarse en una co

    En su biblioteca, Bogotá, 1996

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    teral. Ante la diversidad de teorías y metodologías lo másindicado para este profesional es asumir la posición de uneclecticismo crítico, puesto que, en cada una de esas teo-rías y metodologías hay siempre algo de verdad, algo útil yaprovechable para la investigación. El historiador es unartífice que hace su obra con muchos y diversos materia-les. Preparado de ese modo, debe reunir los diferentes ti-pos y variedades de documentos que le sean pertinentespara su investigación. Más allá de la actitud empirista queve en los documentos solamente la superficie de suliteralidad, el estudioso debe leerlos en la búsqueda delsentido profundo, criticarlos, analizarlos e interpretarlos.Dado que el sentido y las relaciones significativas no estánexplícitas en los documentos, el historiador tiene que cons-truirlos. Por eso se dice que la historia es una construc-ción; y de la misma manera que una acumulación de ladri-llos no es una casa, como lo decía el gran científico fran-cés Poincaré, una acumulación de datos documentales noes una historia. Finalmente, el historiador sabe que “lahistoria se hace con palabras; en consecuencia, “tiene quedisponer de un lenguaje muy rico, de una capacidad deexpresión muy amplia, en una palabra, tiene que saber es-cribir y narrar. Y desde luego, analizar, es decir, tiene quetener una mente crítica y analítica”.

    Los anteriores enunciados son apenas una mues-tra de las concepciones que el maestro ha decantado a lolargo de su fecunda trayectoria intelectual, trayectoria quecuenta en su haber significativas distinciones, entre otras:los Doctorados Honoris Causa en Filosofía otorgados porlas Universidades Nacional en 1992 y Andes en 1994;La Cruz de Boyacá concedida por el Gobierno Nacionalen 1993; y el Premio Nacional a la Vida y Obra de unHistoriador, creado por el Archivo General de la Nación,Colcultura, Fonade y Planeación Nacional, otorgado en1995.

    1 Archivo personal de Jaime Jaramillo Uribe.2 Entrevistas con Jaime Jaramillo Uribe, Santafé de Bogotá, d1989 y diciembre de 1995. El presente artículo está elaboradoprincipalmente, en estas entrevistas.3 Sobre la Escuela Normal Superior véase: José Francisco Socarr Facdes de Educación y Escuela Normal Superior. Su historia y aporte científi-co y humanístico , Tunja, Universidad Pedagógica y Tecnológica bia, 1987; Juan Manuel Ospina, “La Escuela Normal Superior: cícierra”, en Boletín Cultural y Bibliográfico , Vol. XXI, núm. 2, BancRepública, Bogotá, 1984; Martha Cecilia Herrera y Carlos Low, Los inttuales y el despertar cultural del siglo. El caso de la Escuela Norma Supe-rior: una historia reciente y olvidada , Santafé de Bogotá, Universdagógica Nacional, 1994.4 Un listado bastante completo de los escritos de Jaime Jaramillocuentra en el “Apéndice B” de su libro De la Sociología a la HistoriaBogotá, Ediciones Uniandes, 1994. Compilación y prólogo de GCataño.5 Acerca de la Nueva Historia véanse los siguientes trabajos dTovar Zambrano, La Colonia en la Historiog rafía Colombiana, BoEdiciones ECOE, 1984, y “La Historiografía Colonial”, en La HistorFinal del Milenio. Ensayos de Historiografía Colombiana y LatinoaméricaBogotá, Editorial Universidad Nacional, 1994, vol. 1.6 Jaime Jaramillo Uribe, El pensamiento colombiano en el siglo XIX , Btá, Editorial TEMIS, 1964.7 Ibid. pag. X.8 Jaime Jaramillo, Luis Duque Gómez y Juan Friede, Historia de PereBogotá, Librería Voluntad, 1963.9 Jaime Jaramillo Uribe, “La población indígena de Colombia ende la Conquista y sus posteriores transformaciones”, en Anuario Colomno de Historia Social y de la Cultura (ACHSC) , núm. 2, U. Nacionaltá, 1964.10 . Angel Rosenblat, La Población Indígena y el Mestizaje en AméricaBuenos Aires, 1954.11 Jaime Jaramillo Uribe, “Esclavos y señores en la sociedad colosiglo XVIII”, en ACHSC , núm. 1, U. Nal., Bogotá, 1963; “La con jurídica y filosófica librada en la Nueva Granada en torno a la llos esclavos”, en ACHSC, núm. 4, U.N., Bogotá 1969.12 Jaime Jaramillo Uribe, “Mestizaje y diferenciación social en elno de Granada en la segunda mitad del siglo XVIII”, en ACHSC, númNal, Bogotá, 1965.13 Jaime Jaramillo Uribe, Ensayos sobre historia social colombiana , Btá, Universidad Nacional de Colombia, 1969.14 Jaime Jaramillo Uribe, Entre la historia y la filosofía, BogotRevista Colombiana, 1968.15 Jaime Jaramillo Uribe, Historia de la pedagogía como historia de la cul-tura , Bogotá, U. Nal., 1970.16 Jaime Jaramillo Uribe, La personalidad histórica de Colombia y otrosensayos, Bogotá, Instituto Colombiano de Cultura, 1977; Ensayos de hria social II. Temas americanos y otros ensayos , Bogotá, 1989; De la sología a la historia , Bogotá, Ediciones Uniandes, 1994. Compilaclogo de Gonzalo Cataño.17 Jaime Jaramillo Uribe, “Etapas y sentido de la historia de CoMario Arrubla (comp.),Colombia Hoy , Bogotá, Siglo XXI, 1978; “nomía del virreinato: 1740-1810”, en José Antonio Ocampo (Ed Hiseconómica de Colombia , Bogotá, Siglo XXI, 1987; “La educaciólos gobiernos liberales: 1930-1946”, en Nueva Historia de Colombia , IV, Bogotá, Ed. Planeta, 1989.