El pensamiento crítico de nuestra América y los desafíos del siglo XXI (Tomo I)

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Camilo Valqui Cachi, Miguel Rojas Gómez, Homero Bazán Zurita (Coord.)

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    E L P EN S AM I ENTO CR T I CODE NUE S TRA AM R I CA

    Y LO S DE SAF O S DEL S I G LO X X I

    TOMO I

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    EL P EN SAM I ENTO CR T I CO

    DE NUE S TRA AM R I C A Y LO S DE SA F O S DE L S I G LO X X I

    AUTNOMA

    DEGUERRERO

    UNIVERSIDAD

    U A G

    UNIVERSIDAD AUTNOMADE GUERRERO

    Unidad Acadmicade Filosofa y Letras

    LA UNIVERSIDADDE CAJAMARCA

    TOMO I

    Camilo Valqui Cachi

    Miguel Rojas GmezHomero Bazn Zurita

    (Coordinadores)

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    Primera edicin: octubre de 2013

    ISBN de la obra completa: 978-607-8289-46-2ISBN del tomo I: 978-607-8289-47-9

    Universidad Autnoma de Guerrero-Mxico

    Universidad Privada Antonio Guillermo Urrelo-Per

    Ediciones y Grficos En, S.A. de C.V. Av. Mxico-Coyoacn nm. 421 Col. Xoco, Deleg. Benito Jurez Mxico, D.F., C.P. 03330 Tels.: 56 04 12 04, 56 88 91 12

    Prohibida la reproduccin total o parcial por cualquier medio sin la autorizacinescrita del titular de los derechos patrimoniales.

    Impreso y hecho en MxicoPrinted and made in Mexico

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    UNIVERSIDADESPARTICIPANTESUniversidad Autnoma de Guerrero-MxicoUniversidad Privada Antonio Guillermo Urrelo-Cajamarca, Per

    Universidad Central Marta Abreu de las Villas-Cuba

    UNIDADESACADMICAS-UAGFilosofa y LetrasDerechoMaestra en Derecho

    CUERPOSACADMICOS-UAGProblemas Sociales y HumanosEstudios Literarios y Filosfcos

    REDESACADMICASINTERNACIONALES

    Grupo de Investigadores del Departamento de Filosofa de la Facultad de CienciasSociales de la Universidad Central Marta Abreu de las Villas, CubaCtedra Internacional Carlos Marx, Mxico-Per-Cuba

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    La coedicin internacional de los dos tomos de El pensamiento crtico

    de nuestra Amrica y los desafos del sigloXXI

    , que contienen las inves-tigaciones crticas procedentes de universidades, posgrados, centros deinvestigacin, organizaciones sociales, ctedras del pensamiento crtico,comunidades originarias, crculos, ncleos, destacamentos y universidadespopulares de nuestra Amrica, ha sido posible gracias al apoyo fnancie-ro y al compromiso con la identidad y el pensamiento crtico de nuestra

    Amrica, de la Universidad Central Marta Abreu de las Villas, Cuba, dela Universidad Privada Antonio Guillermo Urrelo (UPAGU), Per, y de laUniversidad Autnoma de Guerrero (UAGro), Mxico.Nuestro especial agradecimiento al Dr. Manuel Becerra Vlchez, Presidente

    del Directorio de la UPAGU, y al Dr. Javier Saldaa Almazn, Rector de laUAGro.

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    N D I C E

    Presentacin . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13

    Jos Mart, el pensamiento crtico de nuestra Amrica

    y los desafos del siglo XXI(A modo de prlogo). . . . . . . . . . . . . . . . . 17

    Jos Ramn Fabelo Corzo

    Introduccin . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 27

    POLTICAYPODERENAMRICALATINA

    Dilemas tericos y fracturas sociales en tiempos

    de crisis del Estado-Nacin . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 31Vicente Fernando Salas Salazar

    Una aproximacin necesaria sobre la toma

    del poder en el contexto latinoamericano . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 43Abel Alonso Prez

    Anayansi Castelln JimnezTesis para la reexin sobre la legitimidad del poder poltico en Cuba . . . . . 55

    Yusdelis Garca Florat

    Es justa la democracia? Anlisis de la experiencia latinoamericana . . . . . . . 63

    Elena Pavlova

    Reexiones sobre el poder. Una mirada desde Amrica Latina. . . . . . . . . . . 73Israel Lpez PinoMiguel Hernndez Garca

    Subjetividad y resistencia: debates modernos

    en los lmites de los sistemas polticos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .91Diego A. Fernndez Peychaux

    El Estado y proyecto de nacin . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 107

    Jos Gilberto Garza GrimaldoAlejandra Luna Pineda

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    RESISTENCIAYMOVIMIENTOSSOCIALESENAMRICALATINA

    Movimientos de resistencia y resistencias

    al cambio democrtico en Mxico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 119Jorge Ceja Martnez

    La construccin de alternativas de poder a travsde la comunicacin: caso del movimiento campesino

    colombiano y sus estrategias mediticas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 137

    scar Julin Cuesta

    Movimientos sociales femeninos en Amrica Latina . . . . . . . . . . . . . . . . . 147Daily Cordero MoralesYaiset Arias Santos

    Direito e movimentos populares: insurgencia, dualidade

    de poderes e poltica da libertao no Brasil . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 155Ricardo Prestes Pazello

    Praxis y reconocimiento. Ir contra-y-ms-all del capital desde

    los movimientos sociales latinoamericanos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 175Hugo Alejandro Cabello Ros

    La confguracin del poder dentrode los movimientos sociales en Amrica Latina . . . . . . . . . . . . . . . . . 185

    Tania DurnMaritza Rub Aguilar PrezKarla Corts Lozano

    EDUCACINYCAMBIOSSOCIALESENAMRICALATINA

    La recuperacin de espacios por el poder popular en Venezuela: experiencia

    de reconversin del Hipdromo de Valencia en el Complejo

    Cultural, Deportivo y Recreativo del Sur (CDR-SUR) . . . . . . . . . . . . . . 197Eduardo Ortunio, Gustavo Hedmont,Martn Len, Eleazar Daz, Ricardo Camilletti,Magalys Maldonado, Carlos Escalona,Narcio Rangel y Adn Bueno

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    La preparacin poltico-ideolgica en el Programa de Formacin

    de Grado de Estudios Jurdicos de la Universidad

    Bolivariana de Venezuela . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 207

    Frank Manuel Tamayo Audivert

    El derecho consuetudinario de los pueblos originarios del Per:

    las Rondas Campesinas, una experiencia para Amrica Latina

    y el Caribe . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 217Cyntia Raquel Rudas Murga

    La municipalizacin de la educacin universitaria bolivariana.

    Un proceso sociohistrico para el desarrollo del poder

    popular como forma de gobierno . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 227

    Lilian Silva

    La importancia de la formacin humanstica en el mundo de hoy . . . . . . 233Alexander Aldana Pieros

    Estado, educacin y reforma. Una mirada a la lucha estudiantil

    chilena. Un acercamiento a lo que se refere el trabajo. . . . . . . . . . 245Yraldo Simn

    La colonializacin conceptual en la educacin latinoamericana . . . . . . . . 257

    Guillermo Campos

    El movimiento educacional de la alfabetizacin en la construccin

    y triunfo de la Revolucin Cubana . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 263Asnety Chinea Franco

    MARXISMOYSOCIALISMOENAMRICALATINA

    El socialismo del siglo XXI: perspectiva

    de los marxistas latinoamericanos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 275

    Pablo Guadarrama Gonzlez

    El socialismo latinoamericano: los puntos

    de partida del socialismo del norte . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 285

    Tim Anderson

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    Construir el poder popular obrero desde la conciencia de clase,

    en su emancipacin para la construccin del socialismo . . . . . . . . . 301Salvador Romero Montalvo

    Recepcin y transformacin de las ideas socialistas y marxistas

    en Latinoamrica: la obra de Jos Ingenieros . . . . . . . . . . . . . . . . . 319

    Jorge Morales Brito

    Concepciones tericas de Ernesto CheGuevaraante el socialismo euro-sovitico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 331Ibeity Cruz Reyes

    Maritegui: la hereja marxista . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 343

    Harold Crdenas Lema

    La concepcin guevariana de la formacin del hombre comunista

    como constructor consciente de la sociedad . . . . . . . . . . . . . . . . . . 355Linet Hernndez Moredo

    Pensamiento humanista de Fidel Castro Ruz.

    Un criterio sobre su periodizacin . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 367Sonia Matilde Ortiz Amar

    El artculo del Che: El cuadro, columna vertebral de la Revoluciny su vigencia para la preservacin y perfeccionamiento

    del socialismo en Cuba . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 381Maritza V. Martnez LimaElia Serra Arcia

    Obra Revolucionariay la divulgacin de los discursos y materialesde la Revolucin Cubana en sus aos iniciales . . . . . . . . . . . . . . . . 387Israel Lpez Pino

    Leamos al Chehoy. Algunas ideas en torno al comunismo . . . . . . . . . . . 393Anayansi Castelln Jimnez

    Nuestra Amrica y la necesidad de Marx para pensar y hacer

    la revolucin: vicisitudes y perspectivas en el siglo XXI . . . . . . . . . . 403Camilo Valqui Cachi

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    13PRESENTACIN

    PRE S ENTAC IN

    Durante los das 26 y 27 de junio de 2012se desarroll de manera exitosa en elCentro de Convenciones Simn Bolvar de laciudad de Santa Clara, Cuba, el XIII Simposio

    Internacional sobre Pensamiento Filosco

    Latinoamericano. Este evento tiene una rica

    trayectoria de 26 aos que lo han llevado a

    convertirse en un prestigioso foro de discusin

    y debate de las distintas expresiones del dis-

    curso crtico y praxis latinoamericanos, donde

    no slo se reexiona sobre las complejas

    cuestiones histrico-loscas, epistemolgi-

    cas y metodolgicas, sino tambin sobre las

    complejas problemticas globales y concretasque tributan a campos diversos del quehacer

    intelectual que tienen como objeto de estudio

    la peculiaridad nuestroamericana o el sistema

    de relaciones de dicha peculiaridad con las

    propuestas discursivas crticas provenientes

    de otras latitudes. El haber logrado un poder de

    convocatoria diverso, inter y multidisciplinario

    en torno a los estudios del pensamiento lati-

    noamericano ha sido una de las divisas fun-

    damentales de los encuentros que cada dos

    aos organiza la Ctedra Enrique Jos Varona,fundada por el Dr. Pablo Guadarrama Gonzlez

    (Profesor de Mrito de nuestra universidad y

    representante destacado de los historiadores

    de ideas loscas en la regin), junto con

    otros colegas del Departamento de Filosofa

    de la Facultad de Ciencias Sociales.

    Otra divisa no menos importante de estossimposios ha sido responder en cada momento

    a las complejas realidades y urgencias con-

    textuales, esto es, sus distintas ediciones no

    han sido meras elucubraciones a caballo de

    la fantasa, sin conexin alguna con el tejido

    social que sirve de soporte histrico y episte-

    molgico de la elaboracin. Por el contrario,

    junto a las investigaciones que recrean el

    itinerario de las ideas loscas, su valor

    histrico, las premisas metodolgicas para

    su estudio, as como aquellos resultadosinvestigativos sobre la identidad cultural

    latinoamericana, han estado las prime-

    ras aproximaciones y, por qu no, las primeras

    sistematizaciones en torno a ejes temticos

    coyunturales tales como: el suceso trgico

    para la izquierda revolucionaria a nivel mundial

    y regional que represent el derrumbe del

    modelo euro-sovitico del Socialismo Real,

    las estrategias polticas y culturales desde la

    resistencia y el cambio frente a las avalanchas

    neoliberales de los noventa del pasado siglo,y la problemtica terico-poltica del sujeto de

    la transformacin social en tiempos de banca-

    rrota del proyecto ideolgico neoliberal y sus

    polticas econmicas en Amrica Latina, por

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    14 PRESENTACIN

    slo enunciar tres ejemplos de signicacin

    poltica que centraron en su tiempo histrico

    la atencin de los simposios y siguen siendo,

    en buena parte, objeto de anlisis de losencuentros recientes.

    El compromiso orgnico de la comunidad

    intelectual crtica que participa en nuestros

    eventos con la emancipacin nuestroameri-

    cana y las alternativas ms diversas frente

    al capitalismo mundial neoliberal depredador

    y excluyente, representa una continuidad

    enriquecedora de la vocacin humanista y

    desalienadora que ha tipicado las expresio-

    nes ms autnticas de la tradicin discursiva

    latinoamericana. La conciencia intelectualcrtica con participacin renovada, que cada

    dos aos acude a nuestra convocatoria, ha

    asumido en tiempos difciles y complejos una

    alta responsabilidad acadmica y tica. En me-

    dio de los cantos de sirena del n de la Historia,

    de la supuesta muerte denitiva del marxismo

    y de los metarrelatos emancipatorios, de la

    expansin de las modas postmodernas de

    la ltima dcada del siglo XX, los simposios

    de pensamiento losco latinoamericano de

    la Universidad Central Marta Abreu de Las

    Villas, en Santa Clara, se convirtieron en

    trincheras de ideas y resistencia frente al

    pensamiento nico de los centros de poder de

    capitalismo-imperialismo contemporneo.

    No llegaron a estas tierras del Che Gue-

    vara, enclavadas en una Cuba revolucionaria

    impactada por un doble bloqueo, pues a la

    guerra econmica del imperialismo norteame-

    ricano se le unan los golpes econmicos e

    ideolgicos que representaban la debacle del

    socialismo en la URSS y en Europa Oriental,

    los renegados y arrepentidos de su pasado

    marxista e izquierdista. Ellos se fueron a los

    eventos en Europa, Latinoamrica y Estados

    Unidos, nanciados por las derechas neolibe-

    rales y las instituciones ideolgicas del gran

    capital. Bochornoso episodio de servilismo

    y apostasa. Hasta la universidad del Che,

    a sus simposios de pensamiento losco

    latinoamericano, llegaron entonces los queno estaban dispuestos a claudicar ante la

    apologa ideolgica del mercado, aquellos

    que en medio de dudas, contradicciones y

    confusiones mantenan viva la utopa, esto

    es, el ideal afectivo y racional de que otro

    mundo era posible, junto a la necesidad

    terico-poltica de plantearse la actualizacin

    del marxismo y el socialismo en las nuevas

    circunstancias histricas. Nuestros simposios

    en tales condiciones asumieron el reto de

    recrear la utopa revolucionaria desde unaperspectiva crtica, transformadora, inter, multi

    y transdisciplinaria, convirtindose de hecho

    en uno de los escasos escenarios acadmicos

    de contrahegemona neoliberal de la regin en

    la citada dcada del siglo pasado.

    El XIII Simposio de Pensamiento Filosco

    Latinoamericano de junio del 2012 incluy en

    la agenda acadmica un variado espectro de

    temas dosicados en doce comisiones: Poltica

    y poder en Amrica Latina, Resistencia y movi-

    mientos sociales en Amrica Latina, Educacin

    y cambios sociales en la regin, Marxismo y

    socialismo en dicha regin, Esttica, arte e

    ideologa en Amrica Latina, Sociedad, hu-

    manismo y desarrollo sustentable en Amrica

    Latina, Integracin e inclusin en la regin,

    Pensamiento e historicismo en Latinoamrica,

    El sujeto y los cambios sociales en dicha re-

    gin, Cultura e identidad en Amrica Latina,

    Pensamiento cubano y Filosofa y pensamiento

    crtico en Latinoamrica. Cada comisin de-

    vino laboratorio de reexin y debate y, si se

    mira desde una perspectiva de conjunto,

    se advierte la signicacin epistemolgica,

    poltica y emancipadora de un abundante

    material discursivo conformado por ms de 90

    ponencias, preado de tesis novedosas, enfo-

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    15PRESENTACIN

    ques distintos, posturas epistmicas variadas,

    de campos del saber diversos, de experiencias

    dismiles, pero con un denominador comn:

    el nexo entre la teora y la praxis a propsitode la emancipacin y la transformacin de la

    realidad nuestroamericana. Fue simposio de

    inmensa riqueza epistmica crtica, en esa

    ocasin se multiplic la presencia extranjera

    y se cont con una contundente declaracin

    nal que patentiz la solidaridad y compromiso

    con el nuevo escenario de cambios que vive la

    regin y, a su vez, no pas por alto la condena

    ms rme al golpe de Estado parlamentario

    perpetrado por la derecha paraguaya al pre-

    sidente Fernando Lugo.El compromiso del estimado Dr. Camilo

    Valqui Cachi, profesor e investigador de la

    Universidad Autnoma de Guerrero, Mxico, y

    coordinador internacional de la Ctedra Carlos

    Marx de la misma institucin, de realizar las

    gestiones pertinentes en Per y Mxico para

    editar en formato de libro las investigaciones

    presentadas en el XIII Simposio fue recibido

    con beneplcito por los participantes, su

    comisin organizadora y el consejo de di-

    reccin de la Facultad de Ciencias Sociales.

    Hoy asistimos con marcada satisfaccin a la

    concrecin de este proyecto editorial de tres

    tomos, de los que hoy se presentan los dos

    primeros. Se trata de una apreciada colabo-

    racin que permitir que tanto los ejemplares

    en soporte duro como las versiones digitaleslleguen a instituciones educativas, culturales y

    acadmicas de distintos pases, as como a la

    comunidad de investigadores del pensamiento

    latinoamericano.

    El ms fraterno agradecimiento a los directi-

    vos de la Universidad Privada Antonio Guillermo

    Urrelo del Per y de la Universidad Autnoma

    de Guerrero, as como a los compaeros del

    Cuerpo Acadmico Problemas Sociales y Hu-

    manos y a la Ctedra Internacional Carlos Marx

    de la Universidad Autnoma de Guerrero; deigual manera a todos los colegas que hicieron

    posible la presente coedicin, y en especial al

    Dr. Camilo Valqui Cachi, de parte de la direccin

    universitaria y del Consejo de Direccin de la

    Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad

    Central Marta Abreu de Las Villas.

    Dr. Antonio Ambrosio Bermejo Santos

    Decano de la Facultad

    de Ciencias Sociales

    La Habana, Cuba

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    17JOSMART, ELPENSAMIENTOCRTICO...

    Jos Ramn Fabelo Corzo*

    JO S MA RT , E L P EN SAM I ENTO CR T I CODE NU E S TRA AM R I C A Y LO S DE SA F O S

    DEL S I G LO X X I(A MODO DE P RLOGO )

    Cuando el 30 de enero de 1891 el peridicomexicano El Partido Liberal publicara elensayo Nuestra Amrica de Jos Mart pocoshabran pensado que aquel texto y su singularttulo se convertiran en el germen de lo quellegara a considerarse todo un proyecto desiglo. Y no precisamente el del XX, para cuyoinicio entonces faltaba una dcada, sino nadamenos que el del siglo XXI,1cuya distanciatemporal en relacin con el momento en elque Mart diera a conocer su texto abarcabams de 100 aos.

    El ensayo del hroe cubano albergaba

    ciertamente una visin alternativa de lo quedeba ser no slo la Amrica Latina de nes

    del XIX, sino el planeta mismo en un futuroprevisible. Por eso su alcance normativo habra

    de rebasar por mucho el contexto regional ytemporal ms inmediato de su autor, a pesarde que el ttulo mismo del trabajo parecieraapuntar a fronteras geogrcas restringidas.

    Mart estaba profetizando (y contribuyendoa lograr todo lo que en trminos de pensamien-to y accin era posible para su momento) unlugar protagnico para esa nuestra Amricaen el reordenamiento del concierto universalde naciones. Fue capaz de captar las poten-cialidades que esta regin tena para ello. Por

    eso, para que se tuviera plena conciencia deesa capacidad propia, su primer llamado eraa conocernos mejor a nosotros mismos, a mi-rarnos con ojos autctonos, a estudiarnos conreexiones propias, utilizando para ello todo

    lo que pudiera ser aporte del pensamientouniversal, pero manteniendo el entronquecon lo nuestro porque, a n de cuentas, ni

    el libro europeo, ni el libro yanqui, daban laclave del enigma hispanoamericano.2De ahque sea necesario leer para aplicar, pero no

    para copiar;3 porque, de hecho, se imita

    *Investigador Titular del Instituto de Filosofade La Habana; Profesor-Investigador Titular dela Facultad de Filosofa y Letras de la BenemritaUniversidad Autnoma de Puebla.

    1Teniendo en cuenta las posibilidades contra-hegemnicas que con asiento en Amrica Latina yel Caribe comenzaban a emerger desde inicios dela presente centuria, Boaventura de Sousa Santos

    sugera ya en 2001 que el siglo de nuestra Amricabien puede ser el nombre del siglo que comienza(Boaventura de Sousa Santos, Nuestra Amrica.Reinventando un paradigma subalterno de reco-nocimiento y redistribucin, Chiapas, nm. 12.Recuperado de ).

    2 Jos Mart, Nuestra Amrica, Obras com-pletas, Tomo 6, Editorial de Ciencias Sociales, LaHabana, 1991, p. 20.

    3Ibidem, p. 21.

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    18 JOSRAMNFABELOCORZO

    demasiado, y [] la salvacin est en crear.4Los pueblos que no se conocen han de darseprisa por conocerse [] La universidad euro-

    pea ha de ceder a la universidad americana.La historia de Amrica, de los incas ac, ha deensearse al dedillo, aunque no se ensee lade los arcontes de Grecia. Nuestra Grecia espreferible a la Grecia que no es nuestra. Noses ms necesaria. [] Injrtese en nuestrasrepblicas el mundo; pero el tronco ha de serel de nuestras repblicas.5

    Haba sido frustrante el resultado de laprimera independencia latinoamericana. Enrealidad, el cambio no alcanz la radicalidad

    esperada y la colonia sigui viviendo en larepblica;6 cambiaron las formas, mas nolas esencias; la sociedad republicana conti-nu siendo profundamente injusta, opresoray colonial. No poda ser ese el puerto dedestino de la historia de nuestra Amrica. Senecesitaba un cambio de poca, que debaestar acompaado por un cambio del proyectode sociedad y de los intereses humanos questa ha de expresar. Ya no deban comandarlos intereses de los poderosos, sino los de los

    oprimidos o, para decirlo en palabras del poetacubano, el problema de la independencia noera el cambio de formas, sino el cambio deespritu. Con los oprimidos haba que hacercausa comn, para aanzar el sistema opuesto

    a los intereses y hbitos de mando de losopresores.7

    Y ello era concebido por Mart como nece-sario no slo para nuestra Amrica, sino parala humanidad toda, cuya interconexin connuestra regin vea como necesaria y esencial.Aqu es importante la siguiente aclaracin: aun

    cuando el hroe cubano llamaba la atencinsobre los rasgos peculiares de nuestro contex-to humano, no lo haca porque le atribuyera

    alguna cualidad racial especial. Todo lo contra-rio, Mart era un rme opositor a la idea misma

    de la divisin de la humanidad en razas y queclaramente identicaba con una construccin

    ideolgica que buscaba legitimar relacionesde opresin entre los seres humanos sobre labase de presuntas diferencias naturales entreellos que tenan mayor presencia en textospseudocientcos que en la realidad misma.

    No hay odio de razas, porque no hay razas.Los pensadores canijos, los pensadores de

    lmparas, enhebran y recalientan las razasde librera, que el viajero justo y el observadorcordial buscan en vano en la justicia de laNaturaleza [].8

    Las diferencias entre los pueblos sonde historia y de cultura, no de raza. Y esasdiferencias no niegan, sino que rearman lo

    que Mart no tiene reparos en calicar como

    identidad universal del hombre.9 Pero, almismo tiempo, esa identidad universal delhombre no es lo que tienen de comn todos

    los hombres, sino aquello que expresa suesencialidad histrica y que puede ser, segnla poca y el lugar, mejor o peor expresadapor los hombres y pueblos concretos.

    En este sentido, la postura de Mart re-cuerda bastante a la de Hegel. Recordemosque para el lsofo alemn hay siempre una

    especie de centro focalizador de la historiauniversal.10Ese lugar es ocupado por pueblosque sucesivamente se convierten en deposi-tarios fundamentales de la Idea Universal.

    4Ibidem, p. 20.5Ibidem, pp. 15, 18.6Ibidem, p. 19.7Idem.

    8Ibidem, p. 22.9Idem.10 Vase G. W. F. Hegel, Lecciones sobre la

    Filosofa de la Historia Universal. Trad. Jos MaraQuintana, Ediciones Zeus, Barcelona, 1970.

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    19JOSMART, ELPENSAMIENTOCRTICO...

    Esta nocin hegeliana, si bien desechableen sentido general por el idealismo histricoque entraa y por el conservadurismo que le

    impone la concepcin de un n para la historia,alberga, no obstante, un grano racional quedebe mantenerse. La universalidad histrica,ciertamente, no existe en abstracto, sino atravs del accionar concreto de los pueblosque componen el universo humano. En cadaetapa de la historia universal, ciertos pueblosdesempean un papel protagnico como cen-tros focalizadores de esa universalidad. En talsentido, la centralidad europea ha sido real yno slo un invento discursivo, aunque la razn

    nunca ha sido que Europa albergue la IdeaUniversal ni por ser ella el n teleolgico de la

    Historia, sino por constituirse esa regin en elsujeto prctico fundamental del proceso realde universalizacin histrica (que comienza apartir de 1492 y no desde los inicios de todahistoria, como supone Hegel) y por haberocupado un lugar central en lo que ImmanuelWallerstein llama sistema-mundo moderno,11que no es otro que el sistema-mundo capitalis-ta, en relacin con el cual el resto del mundo

    se constituy como su periferia.En ese sentido no hay dudas sobre la cen-

    tralidad europea durante una buena parte delo que llevamos de historia universal. Hoy, sinembargo, ante la crisis civilizatoria que atravie-sa la humanidad, ante la insostenibilidad delcapitalismo, ante el agotamiento de las posibi-lidades de progreso de ese sistema-mundo y lainminente necesidad de la emergencia de otroalternativo, el centro focalizador de los proce-sos histrico-universales debe ir trasladndosepaulatinamente a lo que ha sido hasta ahora

    la periferia del capitalismo, que fue histrica-mente construida como tal para ser la otracara necesaria de la modernidad capitalista,

    la cara oculta, signada por el colonialismo y elneocolonialismo, as como por la colonialidadheredada de ambos. De esa historia colonialnace nuestra Amrica y habra de hacerlo,por supuesto, con intereses contrapuestos alos de aquellos que se erigieron en sus centrosmetropolitanos y que se aprovecharon de ellaegostamente en benecio propio. En algn

    momento el despertar de nuestra Amricahabra de signicar no precisamente el n de

    la Historia a lo Hegel, sino el n de la Historia

    euro-centrada y el arranque de una nuevaHistoria. Es ah donde se da el entronqueentre el proyecto de Jos Mart y los tiemposque hoy mismo estamos viviendo.

    Mart avizoraba, casi en trminos hegelia-nos, el lugar central de nuestra Amrica en laHistoria. Sealaba el Apstol de la Indepen-dencia de Cuba:

    Interrumpida por la conquista la obra natural

    y majestuosa de la civilizacin americana,

    se cre con el advenimiento de los europeos

    [] un pueblo mestizo en la forma, que con

    la reconquista de su libertad, desenvuelve y

    restaura su alma propia. Es una verdad extraor-

    dinaria: el gran espritu universal tiene una faz

    particular en cada continente [] Toda obra

    nuestra, de nuestra Amrica robusta, tendr,

    pues, inevitablemente el sello de la civilizacin

    conquistadora; pero la mejorar, adelantar

    y asombrar con la energa y creador empuje

    de un pueblo en esencia distinto, superior en

    nobles ambiciones [].12

    11 Vase Immanuel Wallerstein, The ModernWorld-System, 3 vols., Academic Press Inc., NuevaYork, 1974-1989.

    12 Jos Mart, Cdigos Nuevos, Obras com-pletas, Tomo 7, Editorial de Ciencias Sociales, LaHabana, 1991, p. 98.

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    20 JOSRAMNFABELOCORZO

    Mas haba diferencias esenciales entre Marty Hegel, sobre todo en lo atenido a la com-prensin del lugar que uno y otro le atribuan

    a la Amrica situada al sur del Ro Bravo.Para Hegel, los americanos eran pueblos sinhistoria. Amrica cae fuera del terreno don-de, hasta ahora, ha tenido lugar la historiauniversal. Todo cuanto viene ocurriendo enella no es ms que un eco del Viejo Mundoy la expresin de una vitalidad ajena.13Losamericanos son, por tanto, inferiores de por s,con un futuro ambiguo que dependera de lamedida en que sean o no el desplazamiento

    de Europa. Si acaso, los del norte podran

    aspirar a algn futuro, siempre que ste fueraeuropeo. Pocas posibilidades en ese sentidotendran los pueblos del Caribe y de AmricaCentral y del Sur. De Amrica y su cultura,especialmente por lo que se reere a Mxico

    y Per, es cierto que poseemos noticias,pero nos dicen precisamente que esa culturatena un carcter del todo natural, destinadoa extinguirse tan pronto como el espritu sele aproximara.14

    Cun diferente es la postura de Mart,

    quien parece dirigirse a Hegel o a sus discpulosamericanos cuando enfticamente arma: Y

    calle el pedante vencido; que no hay patria enque pueda tener el hombre ms orgullo queen nuestras dolorosas repblicas americanas.15Hegel nos sacaba de la Historia, Mart nosvolva a poner en ella. Hegel inauguraba eleurocentrismo hecho losofa de la Historia.

    Mart echaba las bases de la crtica losca

    al eurocentrismo histrico.Pero Mart era consciente de las dicul-

    tades, peligros y retos que aquel proyecto

    nuestro-americano tena delante. Saba muybien desde dnde cabra esperar los prin-cipales obstculos: [] otro peligro corre,

    acaso, nuestra Amrica, que no le viene de s,sino de la diferencia de orgenes, mtodos eintereses entre los dos factores continentales,y es la hora prxima en que se le acerque,demandando relaciones ntimas, un puebloemprendedor y pujante que la desconoce yla desdea.16El desdn del vecino formida-ble, que no la conoce, es el peligro mayor denuestra Amrica; y urge, porque el da de lavisita est prximo, que el vecino la conozca,la conozca pronto, para que no la desdee. Por

    ignorancia llegara, tal vez, a poner en ella lacodicia. Por el respeto, luego que la conociese,sacara de ella las manos.17

    Y no se trataba como reitera Mart de unproblema de razas o de una especie de maliciacongnita inherente a nuestros vecinos delnorte. Se trataba, sobre todo, de diferenciashistricas, propiciadoras de papeles diversosen los acontecimientos internacionales. En esesentido seala el hroe cubano que no ha desuponerse, por antipata de aldea, una maldad

    ingnita y fatal al pueblo rubio del continente,porque no habla nuestro idioma, ni ve la casacomo nosotros la vemos, ni se nos parece ensus lacras polticas, que son diferentes de lasnuestras; ni tiene en mucho a los hombresbiliosos y trigueos, ni mira caritativo, desdesu eminencia an mal segura, a los que, conmenos favor de la Historia, suben a tramosheroicos la va de las repblicas [].18

    Esos diferentes lugares en la Historiafavoreceran un acercamiento mayor a losideales de libertad en nuestra Amrica que en

    13G. W. F. Hegel, op. cit., p. 110.14Ibidem, p. 105.15Jos Mart, Nuestra Amrica, op. cit., p. 18.

    16Ibidem, p. 21.17Ibidem, p. 22.18Idem.

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    21JOSMART, ELPENSAMIENTOCRTICO...

    la otra Amrica y lo haran en la medida enque aqulla se mantuviera a buen resguardode la codicia de la segunda. De ah que ar-

    mara Mart que en relacin estricta con susdiversos antecedentes, los pases de nuestraAmrica ascienden a la libertad segura ygenerosa en la misma proporcin en que losEstados Unidos descienden de ella. Y aadiraque los pueblos de Amrica son ms libresy prsperos a medida que ms se apartan delos Estados Unidos.19

    Pero, tal como lo tema Mart, el siglo XXel ms cercano prospectivamente al hroecubano, aunque lleg a ser ciertamente un

    siglo de Amrica, no lo fue de la nuestra, sinode la otra, de la que l con gran tino calic

    como Amrica europea.20La historia parecacaprichosamente darle la razn a Hegel y noa Mart. Era la Europa extendida a Amrica laque a la larga se convertira en el nuevo centrodel moderno sistema-mundo capitalista. Comoseala Boaventura de Sousa Santos, [] elsiglo europeo-americano conlleva poca nove-dad; no es sino otro siglo europeo, el ltimodel milenio. Despus de todo, Europa ha

    contenido siempre muchas Europas, algunasdominantes, otras dominadas. Estados Unidosde Amrica es la ltima Europa dominante;como las previas, ejerce su poder incuestio-nado sobre las Europas dominadas.21

    Y fue utilizando a nuestra Amrica comosu primera y ms cercana rea de dominio ycapitalizando en favor propio el desgaste de

    la vieja Europa en sus dos guerras mundialesque la Amrica europea logr posicionarsecomo centro del siglo XX. Haba terminado

    por suceder precisamente lo que Mart preveacomo posibilidad y l mismo haba intentadoimpedir. As lo confesara el 18 de mayo de1895, precisamente el da antes de su muerteen combate, en una misiva inconclusa a suamigo mexicano Manuel Mercado: ya estoytodos los das en peligro de dar mi vida pormi pas y por mi deber [] de impedir atiempo con la independencia de Cuba que seextiendan por las Antillas los Estados Unidosy caigan, con esa fuerza ms, sobre nuestras

    tierras de Amrica. Cuanto hice hasta hoy, yhar, es para eso.22

    No pudo Mart lograr su objetivo de impedircon la independencia de Cuba el avance deEstados Unidos. Poco menos de tres aosdespus de su cada en combate, el pujantepas del norte intervendra en la guerra quelos cubanos libraban contra Espaa la mismaque Mart haba encabezado hasta su muerte,frustrando as la independencia de la mayorde las islas del Caribe, ocupando el pas hasta

    1902 y dejando despus una repblica media-tizada. De paso, el nuevo imperio se hara de laposesin de Puerto Rico, las Filipinas y Guam,convirtindose as en potencia colonial.

    Sin descontar importantes antecedentescomo aquel mediante el cual la nacin mexi-cana perdi ms de la mitad de su territorio,el siglo del imperialismo estadounidense habacomenzado en 1898 con la intervencin enla guerra hispano-cubana, alcanzando sultimo gran xito entre 1989 y 1991 con elderrumbe del llamado socialismo real en Eu-

    19Jos Mart, Las guerras civiles en Sudamri-

    ca, Obras completas, Tomo 6, Editorial de CienciasSociales, La Habana, 1991, pp. 26-27.20Jos Mart, Una distribucin de diplomas en

    un colegio de los Estados Unidos, Obras completas,Tomo 8, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana,1991, p. 442.

    21Boaventura de Sousa Santos, op. cit.

    22Jos Mart, A Manuel Mercado, Obras com-pletas, Tomo 4, Editorial de Ciencias Sociales, LaHabana, 1991, p. 167.

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    22 JOSRAMNFABELOCORZO

    ropa del Este y la desintegracin de la UninSovitica. No resulta nada extrao que, bajoaquellas nuevas condiciones propiciadas por

    estos ltimos acontecimientos, el espritu deHegel pareciera nuevamente revolotear en lascabezas de los intrpretes victoriosos de losacontecimientos histricos y se reencarnaracon particular fuerza en un inspirado FrancisFukuyama, encargado directo de la renovadapuesta de moda del muy hegeliano n de la

    Historia.23

    El afamado politlogo estadounidense deorigen japons se apresuraba a darle sustentoterico a lo que para muchos representaba ya

    una evidencia: la cancelacin para siempre detoda posible alternativa a una Historia que nofuera la occidental. Al igual que para Hegel, el

    n de la Historia de Fukuyama representaba

    el triunfo denitivo del sistema social que le

    era contextual e ideolgicamente ms cerca-no. Ese n, que indicaba en ambos casos

    ms un destino teleolgicamente predetermi-nado que una terminacin temporal, era yslo poda ser europeo. Parecera raro que,en el segundo caso, tal certidumbre vinierade alguien cuya identidad personal uctuara

    entre Asia y Amrica, pero es que tanto Japncomo Estados Unidos pertenecen al grupo denaciones que, sin estar ubicadas geogrca-mente en Europa, bien pudieran considerarse,al decir de Noam Chomsky, pases europeoshonorarios.24

    Amrica Latina y el Caribe, la Amricanuestra de Jos Mart, pareca condenadaa continuar fuera de la Historia. Nunca fuey nunca sera centro depositario del espritu

    universal hegeliano. Y como ya la Historiahaba arribado a su reiterado nal, lo ms que

    poda hacer esta desafortunada regin del

    mundo era aproximarse tanto como le fueraposible al ya para siempre centro europeovigente, se encontrara ste en Europa mis-ma como en el pasado, en la Amrica europeacomo en el presente, o en cualquier otro paseuropeo honorario en algn futuro previsible.El neoliberalismo se presentaba como la mejorestrategia para lograr ese acercamiento. Lostratados de libre comercio eran su concrecinsocioeconmica; el rea de Libre Comerciode las Amricas (ALCA) se dibujaba como su

    futuro idlico.Sin embargo, muy pronto el renovado n

    de la Historia volvi a mostrase como lo quesiempre ha sido: una ilusin falaz. Las polticasneoliberales trajeron consecuencias nefastaspara Amrica Latina y el Caribe. La ofensivade tratados de libre comercio tuvo un francodebilitamiento, elALCAnunca se hizo realidad.Movimientos sociales y populares alternativosse abrieron paso por doquier con productos demucho impacto, como la rebelin zapatista

    de 1994 en Chiapas, Mxico, y el nacimiento delForo Social Mundial en 2001 en Porto Alegre,Brasil.

    El mundo donde quepan muchos mundosdel zapatismo o el otro mundo es posible delForo Social Mundial son frases clave que eviden-cian la esencia de uno y otro movimiento, enambos casos, en franca oposicin al decretado

    n de la Historia de Fukuyama y manifestando

    una abierta y cada vez ms masiva resistencia ala pretensin de otro siglo europeo. No parececasual que ambos movimientos, junto a otrosmuchos, hayan tenido su asiento inicial en estaparte del mundo. Sera el anuncio e inicio, porn, del siglo de nuestra Amrica?

    Muchas otras evidencias de un cambioimportante en las realidades de nuestro con-

    23Vase Francis Fukuyama, El fn de la Historia yel ltimo hombre, Planeta, Mxico, 1992, p. 474.

    24 Noam Chomsky, The New World Order,Agenda, nm. 62, 1991, p. 13.

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    23JOSMART, ELPENSAMIENTOCRTICO...

    texto regional y de su impacto internacionalcomenzaron a llegar de la mano de trascen-dentales transformaciones polticas y sociales

    de las que los propios Estados comenzaron aser protagonistas: procesos revolucionariosde nuevo tipo, aunque diversos entre s, enVenezuela, Bolivia y Ecuador; resistencia de larevolucin cubana y proceso de actualizacinde su sistema socialista; retorno al poder delFrente Sandinista de Liberacin Nacional enNicaragua; triunfos electorales reiterados departidos de izquierda en Brasil, Uruguay, ElSalvador; postura antineoliberal, nacionalistay latinoamericanista de la llamada era de los

    Kirchner en Argentina; el cada vez mayor pro-tagonismo de foros de asociacin e integracinregionales, basados en nuevos principios desolidaridad y complementariedad y focalizadosen la centralidad de los intereses comunes dela regin, como la Alianza Bolivariana para losPueblos de Nuestra Amrica (ALBA), la Uninde Naciones Suramericanas (Unasur) y laComunidad de Estados Latinoamericanos yCaribeos (CELAC), siendo esta ltima la pri-mera organizacin en la historia de la regin

    que incluye todos los pases de Amrica Latinay del Caribe (nuestra Amrica), excluyendo asu vez a Estados Unidos y Canad (Amricaeuropea).

    No de menor importancia han sido lasinstituciones y los productos culturales queesta nueva centuria ha hecho nacer o harescatado en el contexto latinoamericano ycaribeo. Entre las primeras destaca, por suimportancia e insustituible papel, la cadenatelevisiva multinacional Telesur, con un perlabiertamente pro-nuestro-americano y conuna frase de presentacin que es muestraelocuente de su compromiso social: nuestronorte es el sur. Entre los productos culturalesque se rescatan o se introducen se encuentrauna renovada ideologa bolivariana, centrada

    en su idea sobre la necesidad de la unidadde los pueblos de la regin y en la bsqueda deun camino alternativo para nuestra evolucin

    histrica, distinto al de Europa y al de EstadosUnidos. La propia actualizacin del conceptonuestra Amrica de Jos Mart y del idearioque lo acompaa es otro componente carac-terstico del nuevo imaginario que se vieneabriendo paso. A ello habra que sumarle elrescate y renovacin de importantes produc-tos genuinamente nuestro-americanos comola losofa y la teologa de la liberacin, la

    teora de la dependencia, la pedagoga deloprimido. Nuevos productos tericos se decla-

    ran herederos de ese pensamiento alternativoy le otorgan renovados impulsos; son loscasos de la que podramos identicar como

    teora de la colonialidad (descolonialidad)25o de la llamada epistemologa del sur.26Se

    25Propuesta terica desarrollada por autorescomo Anbal Quijano, Enrique Dussel, Walter Mig-nolo, Fernando Coronil, Edgardo Lander, Santiago

    Castro Gmez y otros. A pesar de la diversidad deposiciones de las que parten estos autores, todosellos tienen de comn el enfrentamiento crtico aleurocentrismo. Vase, por ejemplo, los libros colec-tivos: Edgardo Lander (comp.), La colonialidad delsaber: eurocentrismo y ciencias sociales. Perspec-

    tivas latinoamericanas, CLACSO, Buenos Aires, 2000;Santiago Castro Gmez y Ramn Grosfoguel (eds.),El giro decolonial. Reexiones para una diversidad

    epistmica ms all del capitalismo global, Ponticia

    Universidad Javeriana/Siglo del Hombre Editores,Bogot, 2007.

    26El concepto y todo el despliegue terico asu alrededor ha sido introducido y desarrollado porBoaventura de Sousa Santos quien, a pesar de serl mismo de nacionalidad portuguesa, se identica

    plenamente con el contexto nuestro-americanoy asume como propio su lugar de enunciacin.Vase, entre otros textos, su libro Refundacin del

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    24 JOSRAMNFABELOCORZO

    trata de la expresin terico-conceptual de lasexigencias de una nueva poca.

    Tal conjunto de factores slo tiene lugar

    hoy en un contexto como el latinoamericanoo caribeo. Todo ello es indicativo de que,efectivamente, podramos encontrarnos enlas primeras dcadas del siglo de nuestraAmrica; sin embargo, nada nos puede ofrecerplenas garantas de que as sea. El proyectonuestro-americano no se realiza en autom-tico. Es la obra conjunta de mltiples sujetos,mujeres, hombres, movimientos y clasessociales, naciones, asociaciones internacio-nales, todos ellos enfrentados a formidables

    retos y peligros representados precisamentepor las fuerzas del n de la historia, por las

    tendencias ms conservadoras de los sigloseuropeos, empeadas en hacer de la presentecenturia una ms para la ya inextinguibleeuro-centralidad de la historia universal. Ar-madas estas fuerzas de enormes poderes detodo tipo, econmicos, polticos, militares y,sobre todo hoy, mediticos y (des)informti-cos, los pone a todos en funcin de frustrarcualquier cambio radical.

    Golpes parlamentarios a gobiernos pro-gresistas en Honduras y Paraguay; reiteradosintentos golpistas en Venezuela, Bolivia yEcuador; permanencia del bloqueo econ-mico, comercial y nanciero contra Cuba;

    continuas campaas mediticas contra todoproceso revolucionario, nacionalista o antineo-liberal que se est dando en nuestra regin,campaas que son polticas permanentes delas transnacionales de la (des)informacin;emergente Alianza del Pacco que busca

    reeditar a la escala de lo posible el ya sepul-

    tadoALCAy servir de contrapartida alALBA, ala CELAC, a Unasur; todo ello es muestra de lacontraofensiva anti-nuestro-americana que,

    junto a los errores propios de una transicincompleja por caminos diversos hasta ahorainditos, evidencia que el proyecto actualizadode Bolvar y Mart tiene todava por delanteun espinoso camino y que, si bien es unaposibilidad real su materializacin, es tambinfactible, una vez ms, su frustracin.

    Ciertamente, el presente siglo tiene unadiferencia importante en comparacin con elque tena delante de s Jos Mart. Hoy loslmites temporales del sistema-mundo capi-

    talista moderno y de una historia universaleuro-centrada son mucho ms evidentes e in-mediatos. De hecho, resulta ya difcil pensar enla prrroga por un siglo ms de la entradaen vigor de un proyecto alternativo a estesistema sin que ello d al traste con la propiasobrevivencia humana. De no terminar siendoel siglo de nuestra Amrica, el XXIpuede seruno de los ltimos que viva la humanidad.

    Harto elocuente en este sentido es el l-timo Informe Planeta Vivo,27segn el cual los

    actuales niveles de consumo de la poblacinmundial dejan una huella ecolgica ya de pors insostenible. Segn nos comenta Jim Leapeen la presentacin del citado informe, DirectorGeneral de WWF(World Wildlife Fund for Na-ture o Fondo Mundial para la Naturaleza), esta-mos viviendo como si tuviramos un planetaextra a nuestra disposicin. Utilizamos un 50%ms de recursos de los que la Tierra puedeproveer y, a menos que cambiemos de rumbo,esa cifra crecer muy rpido: en 2030, incluso

    Estado en Amrica Latina. Perspectivas desde una

    epistemologa del Sur, Universidad de Los Andes/Siglo XXI Editores, Mxico, 2010.

    27Planeta Vivo. Informe 2012. Biodiversidad,biocapacidad y propuestas de futuro, WWF. Recu-perado de .

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    25JOSMART, ELPENSAMIENTOCRTICO...

    dos planetas no sern sucientes.28Pero, loms signicativo de todo: la nacin que centr

    la historia universal europea durante el siglo

    XX, la nacin hegemnica del sistema mundocapitalista y que por doquier se muestra comoel modelo a copiar, es la ms viva evidenciade la imposibilidad de universalizar y eternizarsu muy proclamadoAmerican way of life. Sitodo el mundo viviera como un ciudadanoestadounidense se dice en el Informe, senecesitaran 4 planetas para regenerar lademanda de la humanidad.29

    Ya no parecen posibles ms siglos euro-peos. Se van cerrando las opciones. A tono con

    la moda de los pos habra que decir que elfuturo de la humanidad tendr que ser pos-eu-ropeo y, por consiguiente, pos-capitalista, o noser. En tal sentido, no puede olvidarse que laautodestruccin de la humanidad es tambinuna opcin real a la que indefectiblementenos dirigiremos si no cambiamos el rumbo. Yslo la accin consciente y mancomunada deun cada vez mayor nmero de sujetos podrahacer evitable ese destino. Apenas si estamosa tiempo para hacerlo.

    Lo que nos demuestra lo hasta aqu ex-puesto es que el cambio necesario resulta yahoy no slo una opcin ms, sino la nica quepermitira la sobrevivencia del ser humano.Alcanzar otro mundo, ms que una posibi-lidad, es entonces una exigencia de nuestrapropia existencia como especie. En lugar devivir acorde con las demandas de la corrupta,injusta e irracional sociedad de consumo quehoy habitamos, la salvaguarda de la especieexige atendernos mejor a nosotros mismoscomo seres naturales, en nuestra propia na-turaleza de seres vivos.

    Es tambin y sobre todo en este contex-to que el proyecto de nuestra Amrica de JosMart adquiere renovada vigencia. No es nada

    casual que, al concebirlo, el revolucionariocubano lo centrara precisamente en lo natural.Se entiende que las formas de gobierno deun pas han de acomodarse a sus elementosnaturales.30 Por eso el libro importado hasido vencido en Amrica por el hombre natu-ral. Los hombres naturales han vencido a losletrados articiales. El mestizo autctono ha

    vencido al criollo extico. No hay batalla entrela civilizacin y la barbarie, sino entre la falsaerudicin y la naturaleza.31

    De esta manera, hay que acudir a la natu-raleza para vencer al libro europeo y al libroyanqui, sobre todo en la medida en que unoy otro son falsa erudicin. Entonces, no sloes necesario el desarrollo de un pensamientopropio, sino tambin que ste dirija su aten-cin a los elementos naturales que componennuestros pueblos. El autoconocimiento da laclave de lo que debemos hacer con nosotrosmismos y de nuestro posible lugar en losprocesos histricos universales. Se ponen enpie los pueblos y se saludan. Cmo somos?

    se preguntan; y unos a otros se van diciendocmo son [] Las levitas son todava deFrancia, pero el pensamiento empieza a serde Amrica.32

    Pero, adems de propiciar un pensamientopropio, atento a la naturaleza particular quenos constituye como pueblos histricos, el pro-yecto nuestro-americano entraa la exigenciade un permanente pensamiento crtico y auto-crtico. Se trata de una crtica que busque unconstante mejoramiento humano, para lo cualha de hallar su criterio en los intereses de los

    28Ibidem, p. 4.29Ibidem, p. 44.

    30Jos Mart, Nuestra Amrica, op. cit., p. 20.31Ibidem, p. 17.32Idem.

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    26 JOSRAMNFABELOCORZO

    de abajo, en los histricamente oprimidos,en los explotados de siempre. En sos, queson los que ms cerca estn de la naturaleza,

    hay que buscar la fuente de inspiracin delpensamiento crtico y de la gobernanza denuestros pueblos.

    Suenan con absoluta vigencia las ideas deMart al respecto: Los pueblos han de vivircriticndose, porque la crtica es la salud;pero con un solo pecho y una sola mente.Bajarse hasta los infelices y alzarlos en losbrazos! Con el fuego del corazn deshelarla Amrica coagulada! Echar, bullendo yrebotando, por las venas, la sangre natural

    del pas! En pie, con los ojos alegres de lostrabajadores, se saludan, de un pueblo a otro,los hombres nuevos americanos. Surgen losestadistas naturales del estudio directo de laNaturaleza [...].33

    Por qu es necesario buscar esa fuerzainspiradora del pensamiento crtico en los deabajo, en los que en el lenguaje contempo-rneo y en la nomenclatura de Boaventura deSousa Santos daran fundamento social parauna epistemologa del sur? Precisamente

    porque son ellos a quienes no les ha ido bienen este mundo irracional. Son, por tanto, losms sensibles a los cambios necesarios. Noes el caso de los privilegiados insensibles, que

    pueden estar viviendo rodeados de un mundode podredumbre de cuya existencia apenas sepercatan. A ellos tambin se reri tambin

    Mart en los siguientes trminos: Cree elaldeano vanidoso que el mundo entero essu aldea, y con tal [] de que a l le vayabien, ya da por bueno el orden universal.34Y, a rengln seguido, aade: lo que quedede aldea en Amrica ha de despertar. Estostiempos no son para acostarse con el paueloa la cabeza, sino con las armas de almohada,como los varones de Juan de Castellanos:las armas del juicio, que vencen a las otras.Trincheras de ideas valen ms que trincheras

    de piedra.35Y para la construccin de esas trincheras

    de ideas, bienvenidas sean las aportaciones deEl pensamiento crtico de nuestra Amrica

    y los desafos del siglo XXI, que contieneinvestigaciones crticas procedentes de uni-versidades, posgrados, centros de investi-gacin, organizaciones sociales, ctedras delpensamiento crtico, comunidades originarias,crculos, ncleos, destacamentos y universida-des populares de nuestra Amrica.

    La Habana, Cuba, marzo de 2014

    33Ibidem, p. 21.

    34Ibidem, p. 15.35Idem.

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    27INTRODUCCIN

    IN TRODUCC IN

    E l pensamiento crtico de nuestra Amricay los desafos del siglo XXIes una obraglobal inter y multidisciplinaria que ahora alzavuelo desde nuestra Amrica para fundirse en

    la dialctica antisistmica de los trabajadores

    y pueblos del mundo.

    Las investigaciones que la componen

    conllevan una visin crtica que posibilita la

    desmiticacin de los discursos sistmicos y del

    orden dominante del capitalismo transnacional

    del siglo XXI. Tienen adems una slida postu-

    ra emancipatoria y, por lo mismo, sus autores

    y autoras trascienden la crtica terica para

    asumir el compromiso histrico de la crticaprctica de las viejas y nuevas formas de

    explotacin y dominacin sistmica.

    En una poca gobernada por la ley del

    valor de cambio y el logro de la plusvala como

    n supremo de la humanidad, y que por ende

    ha universalizado la mercantilizacin de la

    existencia humana y de la propia naturaleza

    hasta transformarlas en capital humano y capital

    naturaleza, libros como El pensamiento crtico

    de nuestra Amrica y los desafos del siglo XXI

    no slo son necesarios sino urgentes, porqueson trincheras de las tendencias insurgentes

    de los condenados de la tierra y contribuyen

    a forjar la conciencia histrica liberadora

    para enfrentar y erradicar las devastaciones

    humanas y naturales perpetradas por los

    truculentos procesos de imperializacin de

    los dueos del planeta, cuya razn instrumen-tal intensica la barbarie en todo el mundo y

    acredita la descomposicin y decadencia de

    la civilizacin del dinero.

    Los autores y autoras que aglutina esta

    obra crtica proceden de la mayora de los pa-

    ses de nuestra Amrica, por lo mismo piensan

    y luchan con la cabeza puesta en nuestras

    circunstancias histricas y concretas, ajustando

    cuentas con las visiones y polticas euroctricas,

    as como con las actuales recolonizaciones que

    exacerban la miseria material y espiritual delos pueblos latinoamericanos y caribeos que

    luchan por su total emancipacin y la construc-

    cin de una comunidad de hombres y mujeres

    libres en armona con la naturaleza.

    El libro El pensamiento crtico de nues-

    tra Amrica y los desafos del siglo XXIest

    constituido por tres tomos que analizan una

    diversidad de problemas histricos y concretos

    de la regin con el concurso de las ciencias

    sociales y las humanidades:

    Tomo I: Poltica y poder en AmricaLatina; Resistencia y movimientos en Am-

    rica Latina; Educacin y cambios sociales en

    Amrica Latina, y Marxismo y social ismo

    en Amrica Latina.

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    28 INTRODUCCIN

    Tomo II: Esttica, arte e ideologa en Am-

    rica Latina; Sociedad, humanismo y desarrollo

    sustentable en Amrica Latina; Integracin e

    inclusin en Amrica Latina, y Pensamientoe historicismo en Amrica Latina.

    Tomo III: El sujeto y los cambios socia-

    les en Amrica Latina; Cultura e identidad

    en Amrica Latina; Pensamiento cubano, y

    Filosofa y pensamiento crtico en Amrica

    Latina.

    Los lectores tienen en sus manos una

    compleja herramienta epistmica para pensar

    con cabeza propia, abierta al debate y a todos

    los losofares de los pueblos, particularmente

    de los pueblos originarios.Bienvenida la crtica a la que nada de lo

    humano le es ajeno.

    La edicin internacional de esta obra, sin el

    apoyo incondicional y el alto compromiso con

    el presente y el porvenir de nuestra Amrica

    de la Universidad Central Marta Abreu de lasVillas de Cuba, y de la Universidad Privada

    Antonio Guillermo Urrelo del Per, no hubiese

    sido posible.

    En nombre de los autores y autoras de

    este libro sin fronteras, nuestro especial reco-

    nocimiento a sus comunidades universitarias

    y autoridades.

    CAMILOVALQUICACHI

    MIGUELROJASGMEZHOMEROBAZNZURITA

    La Tierra, octubre 2013

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    POL T I C A Y PODER EN AM R I CALAT I NA

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    31DILEMASTERICOSYFRACTURASSOCIALESENTIEMPOSDECRISIS...

    I

    Podra decir, siguiendo a Zygmunt Bauman,que estos tiempos, los nuestros, son pro-pios para el reconocimiento de un mundo en

    constante dispersin y asociacionismo libre,de ambivalencia e incesante invencin, de lapresencia de lo alternativo y lo colateral, dela correlacin de cosas e ideas de particularambigedad y oscilacin, del lenguaje denota-tivo que se ha vuelto arte musical Jazz y quese arma a travs de un comps de cadenciasmediado por la presencia de ritmos abiertos,del ritmo que libera al lenguaje de lo liso y loslido y lo vuelve esponja y simultaneidadporosa. Bien podra decirse entonces que,

    estamos asistiendo acaso al desvanecimientode los territorios cerrados por la creacin deespacios abiertos? Lo que Bauman deja en-trever entonces es la presencia de una nuevamanera de asirse en el mundo. Decir enton-ces que nuestra vida en el mundo de hoy se

    expresa de manera abierta, intersticial, lisa ynmada modo rizomtico dira GilleS Deleuzees una lectura de aproximacin correcta paraindagar las realidades sociolgicas.

    Esta extraa sinfona atraviesa hoy todo el

    orden de la vida social y, de manera particular,el trabajo y el lenguaje; sin embargo, hayuna dimensin en particular de la cual quierohablarles, hecho concreto de nuestra vidaprctica en la cual tiene sentido nuestra pre-sencia en el mundo. Este aspecto que voy atratar tiene que ver con dos realidades socio-lgicas, la cuestin de lo local o lo regionaly la cuestin de lo nacional, y cmo a travsde sus maneras de armarse se ven estas

    realidades atravesadas por las nuevas lgicas

    donde hacen presencia sujetos ambivalentesy territorios estriados.

    Qu manera tan audaz la del socilogopolaco Zygmunt Bauman para indicar hoy lacrisis del proyecto de la modernidad, y qupertinentes pistas nos da cuando tratamos de

    D I L EMA S T ER I CO S Y FRACTURASSOC I A L E S EN T I EMPOS DE CR I S I S

    DEL E S TADO -NAC I N

    Vicente Fernando Salas Salazar

    El principal sntoma del desorden es el agudo malestar que sen-timos cuando somos incapaces de interpretar correctamente la

    situacin y elegir entre las acciones alternativas.

    BERIAIN(1998, p. 541)

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    32 VICENTEFERNANDOSALASSALAZAR

    posibles y diversos en tiempos fugaces. Aslas cosas, surge una importante pregunta:la Nacin ha perdido su capacidad para de-

    nir el sentido de la vida social? Ahora bien,de manera concomitante el planteamientotambin reivindica la discusin terica sobreel concepto de autonoma regional o local.Aqu entonces viene la segunda pregunta: elproceso de globalizacin que en los sujetosestimula el principio de lo ambivalente, lo co-lateral, lo indeterminado, est acaso liberandoa las identidades locales del peso de la culturanacional? Y si esto tuviere lugar, cmo estasnuevas territorialidades, que son fragmentos

    y pliegues, que sealan el retorno de los su-jetos a las fuentes locales, a las comunidades,pueden liberar a los actores sociales del ordenesquizoide-paranoico a la vez que se arma en

    lo diverso y se le apuesta a lo moderno?Las tensiones entre lo local, lo nacional y

    lo global nos advierten presencia de lugaresde encanto y embrujo en un mundo desen-cantado. La paradoja que se suscita en estasnuevas territorialidades y los caminos queconducen a posibles salidas pueden ser dealgn modo rastreados por las reexiones

    que sobre la Odisearealizara Adorno y Hor-kheimer en dialctica del iluminismo. All sesita metafricamente el modo de constituir lasubjetividad burguesa y su manera de ejercerla dominacin. El retorno a las fuentes localesy comunales de estas nuevas subjetividadespuede resultar encantador y por su carcterindeterminado, una evocacin nostlgica defelicidad con sujetos encantados por la mo-dernidad que es el canto de sirenas. Preci-samente, cuando Odiseo va a enfrentar a lassirenas, se salva ya advertido por Cirse atravs de la astucia al tomar los recaudospara poder pasar sin desviarse. Al pasarescuchando pero no pudiendo detenerseOdiseo engaa

    indagar un aspecto tan trascendental comoel caso de lo local y lo nacional. Pliegues yre-pliegues es una manera de expresar lo ver-

    stil y frgil de la cuestin local y la cuestinnacional, es una manera de poner en juego ladicotoma entre lo slido y lo lquido. Doblez,rugosidad, arruga, rizo, surco, contraccin yplegadura contrastan hoy con el propsito delo homogneo en la globalizacin y entonces,emerge con mucha frecuencia en las actualescoyunturas polticas, econmicas y cientcas

    de los pueblos latinoamericanos o una buenamayora de ellos, la evocacin de las comu-nidades y los sujetos locales a la armacin

    y consolidacin de entidades territorialesautnomas, a partir de lo que se ha dado enllamar las autonomas locales o regionales,fundamentalmente al amparo de elementospropiamente culturales. Este proceso cobravida y signicado sociolgico en el marco

    de esta dicotoma, primeramente porqueinvolucra una discusin de actualidad, propiabsicamente de los crculos acadmicos en loque respecta a la vigencia de los nacionalismosmulticulturales entendidos como inspiracin,

    expresin y constelacin de localidades.Se advierte aqu una situacin paradojal,

    sujetos sociales que presencian y agencianel rompimiento de sus estructuras de identi-cacin, la Nacin est dejando de ser una

    comunidad imaginada y los sujetos arman

    comunidad y se imaginan comunidad por la di-versidad, por lo indeterminado, por lo mltiplede la experiencia. Julio Cortzar, con su ttuloLa vuelta al da en ochenta mundos,introduceuna metfora que me resulta apropiada pararepresentar esta paradoja, y es que en estemundo de intersticios, heterotopas e indeter-minaciones la imaginacin de los sujetos notiene como propsito la representacin de unaunidad global de identicacin como la gran

    Nacin, sino la posibilidad de imaginar mundos

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    33DILEMASTERICOSYFRACTURASSOCIALESENTIEMPOSDECRISIS...

    [...] a las sirenas pero se sacrica en relacin

    a la belleza que el canto representa. El canto

    puede ser burlado pero no eliminado y, sin

    embargo, ese ideal de nostalgia de un mundoreconciliado que representa no queda intacto, al

    contrario, es puesto a un lado de la vida (Entel,

    2005, p. 177).

    El retorno, que es producto de un re-pliegue,representa la belleza y el canto que solamentese escucha, que separa al actor de su praxisy lo sita en lugares de contemplacin, deilusiones y de consuelo. ste tal vez sea ellugar en el que podran situarse estas subjeti-

    vidades ambivalentes e indeterminadas, desdeeste lugar slo podran avizorarse escapes. Elretorno alienta una felicidad para los hombresen la era de la globalizacin que ella mismaha negado y est negando.

    Los lugares de las nuevas subjetividadesse transan entre el retorno de los sujetos a lacomunidad a travs del reconocimiento en la di-versidad y un multiculturalismo que en la era dela globalizacin los libera del peso de la culturanacional. Los escenarios por los cuales se ex-

    presan estas dicotomas son los regionalismos.Dir entonces que stos y sus construccionesdiscursivas se reeren a los procesos de au-todeterminacin que los sujetos miembrosde una comunidad instauran a travs de laarmacin de un escenario local, frente a un

    escenario global y que se expresa a travs deanidades comunales, recuerdos, tradiciones

    e historias compartidas promovidas por crite-rios econmicos, polticos y administrativos,simblicos, culturales, tnicos y territorialescomo argumento de armacin. El trmino

    de autodeterminacin es afn al de indepen-dencia y, como lo dene Alain Touraine en el

    escenario de las autonomas regionales, esun derecho poltico fundamental que al exigirsu reconocimiento se arma en nombre de la

    democracia incorporando el reconocimiento dederechos civiles, sociales y culturales.

    Se seala as la presencia de una realidad

    sociolgica central en la contemporaneidad,a saber: desde la crtica de Gellner a Durk-heim, hasta los planteamientos de Bauman yTouraine quienes evidencian como centro de

    debate las formas de solidaridad en el marcode los Estados multinacionales donde lasidentidades culturales no slo fracturan elmonopolio del poder, sino que adems seestn re-acomodando de manera propiamentecultural rearmando lo que el investigador

    mexicano Fernando Vizcano llama otros

    derechos.Las identidades colectivas como la iden-

    tidad nacional, que se denen en y por la

    modernidad y en el marco de formas desolidaridad orgnica, se enfrentan hoy alquiebre que produce la diversidad a travs delreconocimiento de lo multicultural. La organi-cidad que expresa la diversidad y que habasido oculta por el imaginario de uniformidadcultural de los nacionalismos, hoy se planteacomo reto y realidad sociolgica al reconocer

    el Re-pliegue de los sujetos modernos que ero-sionan sus formas de reconocerse en la Nacina travs de nuevas formas de vida colectiva.La pista para este proyecto viene seguida atravs de Touraine y Bauman en quienes el

    reconocimiento de la diversidad deber darlugar a nuevas formas de convivencia a partirde lo mltiple y lo indeterminado contenidoen un proyecto colectivo alternativo del cualse hace urgente identicar los portadores y

    los mecanismos de operatividad.Tratar de ser ms preciso, cmo se

    expresa entonces la cuestin de lo local y lonacional, teniendo en cuenta la tensin gene-rada en los sujetos en el mbito de lo efmero,lo slido y lo lquido, lo real y lo imaginario, enel espacio de lo ambivalente y lo colateral, en el

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    34 VICENTEFERNANDOSALASSALAZAR

    plano de un universo cultural representado porla produccin y reproduccin de signicados

    y la globalizacin expresada por la informacin,

    los capitales y el mercado?Una cita de Otto Bauer resultara dema-

    siado ilustrativa para exponer un poco msde esta dicotoma. Primero y como sabemos,porque la conciencia nacional agenciada porel capitalismo moderno atrap a las comuni-dades locales y a los sujetos aldeanos en unaespecie de celda comn o territorialidad msamplia, propiciando el desarraigo y poniendosobre sus espaldas el peso de la unicacin

    lingstica, escolar, comunicativa y simblica.

    Es decir, una especie de alma colectiva. Peroahora, asistimos a un proceso sistemticode fragmentacin y difuminacin de lo quepodra decirse lo concreto real. El estado deambivalencia hoy en el universo de lo local ylo nacional est liberando a las comunidadeslocales del peso de la conciencia nacional ycomo consecuencia de ello, asistimos a unaeclosin universal de procesos de armacin

    de lo local y/o regional. A decir de Bauer,

    [...] slo el capitalismo consigui generar una

    cultura verdaderamente nacional de todo el

    pueblo pasando por sobre los estrechos lmi-

    tes de la demarcacin aldeana. Lo consigui,

    arrancando a la poblacin de su liacin local,

    cambindola de su lugar en el proceso moderno

    de formacin de las clases y de las profesiones.

    Lo llev a cabo a travs de la democracia, que

    es su producto, y tambin a travs de la escuela

    primaria, del servicio militar obligatorio y del

    sufragio igualitario (1979, p. 103).

    II

    Como viene dicho, en las ltimas dcadas enlas ciencias sociales se ha dado un intenso

    debate sobre la problemtica y las formasde expresin de las autonomas locales y enparticular sobre la cuestin de lo local y lo

    nacional. As, desde la prctica y el estatutoterico de la geografa hasta la ciencia pol-tica, pasando por la historia, la antropologay la sociologa se ha desarrollado un discursoen torno a la cuestin regional que ha tenidocomo eje de discusin, por un lado, el sur-gimiento y armacin de las comunidades

    locales como hechos beligerantes en formade identidades ciudadanas, estas identida-des que en lo fsico reclaman y promuevennuevos procesos de territorializacin y en los

    sujetos, una profunda fragmentacin en surelacin con el carcter nacional agenciadapor el reconocimiento a sus minoras y am-parada por el derecho a la diferencia y queevidencian una tensin entre la funcin de losEstados-Nacin como propuesta homogeni-zante bajo el principio de unidad o concien-cia colectiva. Y por otro lado, la diversidadpersonal y cultural que se evidencia con laintencin unicadora y globalizante propia

    de las dinmicas posnacionales. En otras

    palabras, disociacin creciente de la expe-riencia cotidiana entre el mundo objetivadoy el espacio de la subjetividad.

    Ahora bien, es entonces el nacionalismoun artefacto que pretende destruir o en elmejor de los casos, atrapar y afectar la con-dicin de sujeto que se arma por la diversi-dad? En un primer momento s, y esto tieneque ver con la cita de Bauer cuando a travsdel sistemtico desarraigo de los sujetos desu liacin local, evidencia en la modernidad

    un momento fenomenolgico que respaldala fundacin del proyecto de Nacin y hoyde manera ms precisa revelado a travs delas dicotomas entre el mundo simblico y elmundo instrumental. Me apoyo aqu tambinen el argumento de Alain Touraine:

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    35DILEMASTERICOSYFRACTURASSOCIALESENTIEMPOSDECRISIS...

    Estamos ya reviviendo la historia de esa rup-

    tura de las sociedades nacionales en benecio,

    por un lado, de los mercados internacionales

    y, por el otro, de los nacionalismos agresivos?Esta ruptura entre el mundo instrumental y el

    mundo simblico, entre la tcnica y los valores,

    atraviesa toda nuestra experiencia, de la vida

    individual a la situacin mundial. Somos a la vez

    de aqu y de todas partes, es decir, de ninguna.

    Se debilitaron los vnculos que, a travs de las

    instituciones, la lengua y la educacin, la so-

    ciedad local o nacional estableca entre nuestra

    memoria y nuestra participacin impersonal en

    la sociedad de produccin, y nos quedamos

    con la gestin, sin mediaciones ni garantas,de dos rdenes separados de experiencias

    (2000, p. 12).

    En otras palabras, puede pensarse entoncesque el carcter ambivalente, difuso y colate-ral del sujeto es un impulso de rescate y deretorno. De rescate del sujeto del peso de lacultura nacional y de retorno del sujeto haciasus fuentes locales. En esta dicotoma de res-cate y retorno, se evidencia la tensin entre lo

    local y lo nacional y puede, en buena parte,darnos pistas para comprender los motivos dela eclosin universal de los nacionalismos pe-rifricos, en palabras de Alain Touraine, o los

    regionalismos y los movimientos alternativos.Por consiguiente, puede as indagarse la crisisde los actuales nacionalismos.

    En esta idea de rescate y retorno apareceun tercer factor, la globalizacin, que se en-carna en el corazn mismo de lo local, y deall se da a la fuga y la conquista al proyectoheterogneo, caldo de cultivo de las actualesambivalencias del sujeto poseedor de unanueva geografa donde la agencia y losvnculos espacio-temporales se desplazan atravs de los pliegues y re-pliegues, de inters-ticios y heterotopas, y slo se hace visible en

    las crestas de esta nueva geografa, para luegoser devorado por la fuerza de los pliegues yaparecer nuevamente como cosa diferente.

    Ntese aqu la fuerza que advierte un pen-samiento de orden local que nos proyecta alo global. Lo local como el mbito a partir dedonde se lleva a cabo la relacin entre el serhumano y el mundo. Es decir, desde dondese desarrolla la experiencia geogrca de

    la condicin humana, el lugar siempre es yser, el lugar de alguien como estructura deidentidad.

    La inercia que se da en estos procesossociales actuales, evidencia, ms que el

    movimiento, la manera en que cambian lossujetos a partir de un singular movimientoen direccin y en velocidad. O sea, evidenciay despliega en la modernidad lo diverso y loindeterminado respecto a sus orientaciones.

    En esta inercia indeterminada de plieguesy re-pliegues hace presencia un continuo pro-ceso de desterritorializacin de los territoriosacompaado de un lenguaje que es tambinindeterminado, que re-signica espacialidad

    neutra, sin lmites, espacialidad nmada que

    revienta la espacialidad cerrada de la repre-sentacin, de la comunidad imaginada. LaNacin se descodica constantemente, pierde

    su valor signicante cuando la diversidad

    al descodicar a la poblacin (comunidad,

    conglomerado, comuna, comarca) tambindescodica las estructuras de signicado en

    los sujetos. Entre lo local, lo nacional y lo glo-bal se advierte entonces no una relacin quedeber ser considerada a partir de una lgicade excluidos, sino a partir de entender que laexistencia es moderna porque expresa la al-ternativa; orden y caos, lo abierto y lo cerrado,lo jo y lo mutable, lo local y lo global.

    Siguiendo a Bauman, se advierte quela ambivalencia, la posibilidad de referir unobjeto o suceso a ms de una categora, no

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    es otra cosa que la expresin lingstica deldesorden, es el fracaso del lenguaje en suacepcin de nombrar y clasicar (separar).

    Como viene citado en el epgrafe, [] Elprincipal sntoma del desorden es el agudomalestar que sentimos cuando somos incapa-ces de interpretar correctamente la situacin yelegir entre las acciones alternativas (Beriain,1998, p. 541).

    En la lgica del rescate y el retorno setiene que, por denicin y sentido, la Nacin

    y los nacionalismos deslegitiman cualquierintento o expresin que atente contra laidea moderna de unidad nacional y las au-

    tonomas locales en el interior de un Estado-Nacin son un fenmeno de fragmentacin ovulneracin de lo nacional, expresin de unamodernidad ambivalente. Entonces, se derivade ello que el Estado-Nacin reprime y noreconoce como legtimas estas expresiones,este sera el caso de la comunidad Cambaen Bolivia, por ejemplo, o los sin tierra enBrasil y los grupos tnicos asentados en todoel corredor andino. Sin embargo, como estasexpresiones locales no son una expresin

    caprichosa sino que tienen un fundamentocultural e histrico, recuerdos, tradiciones,linajes, fundamento que se dene en lo que

    Touraine llama los nacionalismos perifricos,

    por tanto, y esto es central, estos naciona-lismos tambin debern denir a los sujetos

    locales como sujetos histricos reivindicadosen lo local por su derecho a la diferencia yen este sentido, ser el Estado-Nacin quienotorgue legitimidad econmica y cultural aestas expresiones identitarias. Tiene sentido

    aqu la expresin lo global se localiza y lolocal se globaliza y, adems, otorga signi-cado a la idea de relacionismo funcional

    en las dicotomas entre lo local y lo nacional.Es decir, el retorno y el rescate no suprimenel peso de la cultura, sino que al fragmentarse

    y armarse las localidades alivian el peso de

    lo cultural, lo alivian en lo heterogneo. Serevela la ruta a travs de la cual los nacio-

    nalismos por estas expresiones perifricasno se excluyen y, antes bien, lo arman en y

    por la diversidad.Mientras la cuestin de lo regional impli-

    que indagaciones de carcter cultural comoargumento de armacin, es insoslayable

    la reexin sobre lo nacional en el discurso

    de las autonomas regionales y/o locales.Veamos, pues, un poco de este argumentoinsoslayable para pensar la cuestin local.

    III

    La idea de lo nacional que se incorpora enla discusin y su relacin funcional conlas llamadas autonomas locales necesitaraexpresarse en un primer momento tomandoen consideracin la tipicacin de lo nacional

    desde el punto de vista propiamente occi-dental, como una Nacin que responde almodelo occidental, y por otro lado, como unaNacin que incorpora elementos de denicin

    del carcter tnico-cultural. Al respecto, meapoyo en Anthony Smith. El autor, en sulibro La identidad nacional, dene una Na-cin de modelo occidental por los siguienteselementos: 1. Un territorio histrico, 2. Unacomunidad poltica legal y 3. Una ideologay una cultura cvica colectiva. Ahora bien,y siguiendo al mismo autor, una Nacin decarcter tnico se caracteriza por: 1. Determi-nado linaje, ms que el Territorio, destaca la

    comunidad de nacimiento y la cultura Nativa,2. La Nacin es una sper familia imaginariaa la manera de Anderson; una comunidadimaginada que presume de pedigr y rbolgenealgico, y 3. Las regulaciones las cum-plen las costumbres y la lengua.

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    37DILEMASTERICOSYFRACTURASSOCIALESENTIEMPOSDECRISIS...

    Concomitante con lo anterior, quieroarmar que las identidades nacionales no se

    presentan en estado puro, antes bien apare-

    cen compartiendo elementos de los dos tiposde nacionalismo. Sin embargo, quiero recogerla idea central de que mientras el modelooccidental se ampara sobre elementos bsica-mente modernos y racionales, o sea cvicos, endonde los miembros que comparten la Nacintienen libertad de escoger donde pertenecer,es decir, es un modelo exible y laxo, el mode-lo tnicocultural precisamente por su marcadareferencia a la memoria atvica y la referen-cia sobre el carcter cultural y su nfasis en

    una comunidad de linaje, a los miembrosde estas comunidades no se les permiteescoger con qu Nacin deben identicarse,

    puesto que desde que nacen ya tienen sunacionalidad y ya han encarnado la heren-cia de sus antiguas liaciones y sus lejanos

    arcasmos.Este argumento, como puede verse,

    viene a ser central a la hora de sustentar lasautonomas regionales. Al respecto, Smitharma:

    La identidad cultural colectiva no alude a la

    uniformidad de elementos a travs de las ge-

    neraciones sino al sentido de continuidad que

    tienen las sucesivas generaciones de una unidad

    cultural de poblacin, a los recuerdos comparti-

    dos de acontecimientos y pocas anteriores de

    la historia de ese grupo y a las nociones que

    abriga cada generacin sobre el destino colecti-

    vo de dicho grupo y su cultura. En consecuencia,

    los cambios en la identidad cultural se reeren

    al grado en que diversos procesos traumticos

    perturban la funcin bsica de modelado de los

    elementos culturales que conguran el sentido

    de continuidad, los recuerdos compartidos y las

    nociones de destino colectivo de las unidades

    culturales de poblacin (1997, p. 23).

    Segn estos presupuestos, la Nacin se dene

    como un grupo humano designado por ungentilicio y que tiene la caracterstica de com-

    partir un territorio histrico, unos recuerdoshistricos y un conjunto de mitos colectivos.Sumado a ello, una cultura de masas pblicasustentada sobre una economa unicada y

    con un conjunto de derechos y deberes igualesy legales para el conjunto de todos sus miem-bros. La Nacin tiene que ver entonces con elespacio, donde se vive y donde se trabaja; conla economa, con el control de los recursos, ladivisin del trabajo, el comercio y la distribu-cin, pero tambin con la poltica, es decir, con

    el Estado y sus instituciones. Adems, y estoes primordial, la Nacin tiene que ver con lasocializacin, la vinculacin y la identicacin

    de los ciudadanos con la Nacin; tiene que vercon el vnculo social, es decir, con los valores,smbolos y tradiciones compartidas y, funda-mentalmente, tiene que ver con la culturacolectiva o el universo simblico en el cualnos permitimos saber quines somos a travsde un proceso de autodenicin y ubicacin.

    Estos elementos, ampliamente desarrollados

    en el fenmeno de lo nacional, son en esencialos que permitirn tambin comprender elfenmeno de lo regional y/o lo local, ya quelo nacional en la multiculturalidad no es sinouna constelacin de localidades, sntesis demltiples determinaciones. Recordemos quelos nacionalismos multiculturales son unaexpresin de identidades perifricas, soninspiraciones de stas a partir de las cualesle dan sentido, lo denen y le atribuyen valor

    existencial.Esta idea que se viene trabajando de

    rescate y retorno del sujeto imprime en laconsideracin de la cuestin de lo local y lonacional un sentido contradictorio y que al in-corporarle el ingrediente de lo global, lo matizay lo acerca al principio del relacionismo funcio-

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    nal. Veamos: como hemos dicho, las nacionestienen una connotacin adversa: por un ladoy por denicin, entraa riesgos tales como

    el aislamiento y la negacin de la diversidadcultural, pero por otro lado aparece como unproceso esperanzador y libertario, si acepta-mos que la Nacin se sustenta por el pesode su cultura, los ideales de la modernidadcomo los conocemos (igualdad, fraternidad ysolidaridad) representan an hoy la esperan-za de pueblos oprimidos que se arman en

    el derecho a la diferencia. No obstante, hoytambin, en este mundo globalizado, lo slidodel proyecto de la modernidad se ha vuelto

    lquido y ambivalen