El pensamiento de Arturo Roig

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Arturo Roig (1923) La determinación del “nosotros” y de lo “nuestro” por el “legado” En el seno de toda sociedad, en cualquier momento de su historia o de su tiempo, ocurre una recepción y transmisión de bienes y sistemas de vida, que integran y forman su cultura y herencia, que sirven para que esta misma sociedad se autoidentifique y subsista. En Latinoamérica hemos presenciado movimientos ideológicos tales como el “americanismo”, “bolivarismo”, “latinoamericanismo” e “hispanoamericanismo”. Estas corrientes acudieron a un “legado” propio para poder reivindicarse y justificarse (raza, tierra, lengua). Su ideario consistía en hacer resaltar determinados bienes de nuestra cultura para extender su dominio sobre todo un pueblo o comunidad. La transmisión de esa herencia siempre es una transmisión en el tiempo y nunca fuera de él; además de verse afectados por los receptores mismos de ese legado. Este hecho de recepción activa se distingue de todas las visiones anteriores que propugnaron una recepción pasiva, donde el sujeto desaparece ante su tradición, y donde su influencia es minimizada. Nos encontramos ante la deshistorización del sujeto formador de la historia. Esta simplificación o ausencia del sujeto incurre en el error de la negación de la posibilidad de una acción por parte del sujeto y, por ende, de una crítica que apunte a un cambio liberador.

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Se presenta las características generales pensamiento de Arturo Roig junto con los presupuestos de la filosofía de la liberación.

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Arturo Roig (1923)

Arturo Roig (1923)

La determinacin del nosotros y de lo nuestro por el legado

En el seno de toda sociedad, en cualquier momento de su historia o de su tiempo, ocurre una recepcin y transmisin de bienes y sistemas de vida, que integran y forman su cultura y herencia, que sirven para que esta misma sociedad se autoidentifique y subsista. En Latinoamrica hemos presenciado movimientos ideolgicos tales como el americanismo, bolivarismo, latinoamericanismo e hispanoamericanismo. Estas corrientes acudieron a un legado propio para poder reivindicarse y justificarse (raza, tierra, lengua). Su ideario consista en hacer resaltar determinados bienes de nuestra cultura para extender su dominio sobre todo un pueblo o comunidad.

La transmisin de esa herencia siempre es una transmisin en el tiempo y nunca fuera de l; adems de verse afectados por los receptores mismos de ese legado. Este hecho de recepcin activa se distingue de todas las visiones anteriores que propugnaron una recepcin pasiva, donde el sujeto desaparece ante su tradicin, y donde su influencia es minimizada. Nos encontramos ante la deshistorizacin del sujeto formador de la historia. Esta simplificacin o ausencia del sujeto incurre en el error de la negacin de la posibilidad de una accin por parte del sujeto y, por ende, de una crtica que apunte a un cambio liberador.

Entonces, encontramos una interrelacin e interdependencia que se da entre el sujeto modificador-receptor y su legado o herencia.

En qu consiste esta herencia y cmo se configura? Es innegable que se compone este legado de bienes y de relaciones humanas. Estos bienes deben ser regidos y empuados, en tanto medios, por el sujeto para poder realizarse en un reino de fines. Este es el orden axiolgico (deber ser) que debe respetarse para que el sujeto no se encuentre alienado y se vea utilizado como medio, ya sea manifiesta o subrepticiamente. Y el sujeto, por su preeminencia creadora, puede jugar el papel de quien determina los roles en un juego: puede determinar el valor de los bienes (transmutacin axiolgica).

Los bienes, como ya se ha dicho, se dan en el tiempo, aunque pueden resultar distorsionados por cierta concepcin atemporal de su validez, por ejemplo, el arte o la filosofa de otras pocas y civilizaciones. Esto implica una doble ocultacin: la del resto de las manifestaciones correspondientes a la civilizacin que las alumbr y, en segundo trmino, la ocultacin de las manifestaciones de la civilizacin que las ha hecho suyas. As se observa un proceso de ocultacin de la historia y de las manifestaciones de un pueblo determinado. La cultura espiritual se totaliza (hipostacin), encubriendo el resto de las manifestaciones correspondientes a otros pueblos, tiempos y culturas.

La salida a esta apora se encuentra en la apropiacin creadora: el sujeto heredero otorga sentido a la herencia, hacindola suya y cuidndola. Desde esta posicin, la misin del sujeto es la de una re-valoracin permanente de lo recibido, afirmndose como sujeto activo pero ante una tradicin. El sujeto asiste los bienes que recibe y los vuelve a dotar de significado, esto culminar con la definicin de lo nuestro y del nosotros, pero a partir de un sujeto concreto, histrico, dinmico y con un contenido epocal determinado. El problema de la recepcin, endogenacin y pervivencia de formas culturales es, como lo hemos dicho, una cuestin que se da en relacin directa e ntima con los antagonismos sociales tal como se generaron en los pases colonizados y dependientes (p. 66).

La autoafirmacin del sujeto latinoamericano debe consistir en un olvido positivo de sistemas importados, que nos han obligado a tomarlos como propios y pertinentes, cuando en realidad eran totalmente ajenos e inservibles a nuestra propia identidad.

Si queremos adentrarnos en la determinacin del nosotros se impone un autorreconocimiento, a partir del cual surgen espontnea y naturalmente las necesidades y las soluciones a las mismas. Se trata de volver a una cotidianidad perdida y olvidada, pisoteada por los bienes ajenos que hemos sabido heredar, y donde el sujeto emprico haba dejado paso al sujeto hipostasiado e ideal de otras culturas.

La cuestin del modelo del filosofar en la llamada Filosofa Latinoamericana

Esta problemtica debe abordarse desde la relacin filosofa-cultura. Ejercitar una filosofa relacionada con una determinada cultura. Nuevamente, se presenta esta cultura como la integracin del conjunto de bienes y de relaciones a travs de los cuales un determinado hombre histrico ha puesto en ejercicio una de las funciones ms decididamente definitorias del ser humano: la de la objetivacin. Tambin cultura abarca aqu los modos funcionales histricos con los que se producen estos bienes y relaciones.

Por lo tanto, el punto de partida debe ubicarse en el meollo de esta relacin y, desde aqu, reflexionar sobre los modos de objetivacin que han dado lugar a esa relacin. Se trata de dar con una capacidad generadora de una identidad y una autenticidad. Capacidad que nicamente podr bosquejarse a travs de la propia historia acontecida. A lo largo de su historia se volver hacia las objetivaciones de los sujetos y as se ver a s misma en esos testimonios. Pero no se abocar ciegamente a estos resabios de su historia, sino que de ellos considerar el momento productivo, es decir, el instante de creacin subjetiva de estas manifestaciones objetivas. Qu se obtiene de todo esto? El reconocimiento de un sujeto creador, soberano de s mismo y de todo lo que en l se origine. Sujeto que estar cargado con todo lo caracterstico de la facticidad: pluralidad, contradicciones, etc., es decir, con su circunstancia.

Sentido y arquitectura de la universidad

Debemos ubicarnos en una experiencia plena de la universidad para poder captar el sentido total de este concepto. Consecuentemente, a partir de esta experiencia captaremos las formas ideales de este concepto. Por ende, cuando nos encontremos con la universidad, nos veremos ante su arquitectura: cada parte nos remite a otra ordenada y artsticamente.

Universitas serva para designar un todo o conjunto que, inexorablemente, deba especificarse para que adquiriese su realidad. Luego, hacia el siglo XII, se habl del todo de los alumnos y maestros, por un lado, y del todo de los estudios. Es decir, que nos encontrbamos ante un conjunto de saberes que se organiz en las facultades (en ambos sentidos del trmino: en tanto disciplina y en tanto capacidad para). Desde entonces la universidad se caracteriza por esa interrelacin entre estudios y estudiantes. Y consecuentemente, la unidad de esa Universidad estaba dada tanto por la comunidad de alumnos y profesores, tanto como la totalidad del saber.

En estos tiempos la unidad de esa Universidad se ve amenazada: es decir, se ha visto socavada la existencia de la Universidad misma, debido, principalmente a dos rasgos modernos: el profesionalismo y el cientificismo. Con el desarrollo del conocimiento y de la tcnica el principio organizador de la Universidad se ve desplazado y rechazado.

Epocalmente, la Universidad se ha configurado como la institucin que incorporaba las ideas de la poca y proporcionaba respuestas a las mismas. La Universidad brindaba y organizaba las soluciones que el hombre deba poseer ante el caos existente en el mundo, siempre, en un nivel ms alto y renovado. La Universidad sintetizaba y perfeccionaba el espritu de la poca.

Con esta posicin, el saber cientfico queda circunscripto al terreno de la poca que lo origin, es decir, que debe permanecer con sus races en la tierra aunque debe ir hacia el aire. La ciencia, autnoma como es y como debe ser, tambin es una parte de la cultura superior, junto con el pensamiento. Cultura superior que debe elaborar las respuestas que la vida plantea. En definitiva, la sntesis que la Universidad lleva adelante debe encaminarse a la formacin de hombres. La arquitectura de la Universidad, pues, se tiene que mirar hacia fuera y esto no de una forma artificiosa, sino en tanto que es el resultado de la interaccin con una realidad mucho ms amplia que ella: su mundo circundante y ms all.

Tambin la Universidad se encuentra amenazado desde sus propias entraas: hay barbarie en ella cuando encontramos al tipo de individuo que sabe mucho sobre una cosa, excesivamente profesional.

Dentro de la Universidad, para evitar estos excesos perjudiciales, debe existir lo que podramos llamar, la funcin de unidad. Labor que puede quedar en manos de las facultades de humanidades. Esta sntesis es lo que consistira en la transmisin de la cultura, de saberes clausos y ciegos.

La filosofa est llamada a ejercer esa tarea, ya que ella posee universalidad y capacidad de ordenacin de los dems saberes. El peligro se encuentra aqu en hacer, nuevamente, de la filosofa una profesionalizacin de su labor.

Por otro lado, la filosofa ha perdido es rol ordenador que la caracteriz en los albores del pensamiento occidental, llegando este estado de cosas a su cumbre en el siglo XIX. Por ende, a ala filosofa slo le queda ser ella misma: esto operar un cambio que sabr captar los momentos creativos all donde se manifiesten. La filosofa debe acompaar y responder a la tecnologa, a las artes, a las ciencias biolgicas y sociales. Para esto debe hacer hincapi, no tanto en la obra (rgon) sino en el acto productivo (enrgeia) del sujeto. Y simultneamente, contemplar el lugar y el tiempo donde el acto creativo tiene su origen y su efecto.