El pensamiento economico de jeremy bentham

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El pensamiento económico de Jeremy Bentham Carlos Ramiro Bravo «Que nadie se sorprenda o escandalice si me encuentra, en el curso de esta obra valorizando todo en dinero. De este modo, únicamente, es como podemos tener partes alícuotas para medir. Después de los sesenta años Bentham (1789), pensaba en radicarse en América Latina, escogió como países de su ideal a México y Venezuela. En particular le atraía el clima tropical, la vegetación y la posibilidad de asesorar a los nacientes estados en materia legislativa. Su actividad intelectual entre 1778 y 1785, la concentró en la producción de textos Y cartas en el orden legislativo. Comenta W. Stark en el prólogo de los escritos económicos de Bentham, que «De creyente en la monarquía, se formó un protagonista del sistema democrático, estructurado en un sistema jurídico racional, positivamente configurado. Las experiencias de la vida le enseñaron que «los reyes eran duros de corazón y sin la menor disposición para cumplir con su deber sagrado. Así mismo, afirma, que Bentham, «era el producto típico de la era del despotismo ilustrado. Bentham, nació en 1748 y había logrado alcanzar admiración y aprecio entre cierta élite de ilustrados de América Latina, quienes veían en él, al ingeniero social que contribuiría con sus obras a sacar del escolasticismo la educación y el pensamiento socioeconómico de los nacientes estados. El pragmatismo de sus concepciones jurídico- económicas mecanicistas cautivaba el entusiasmo de sus seguidores. Esta filosofía pan-mecanicista era tan característica del siglo XVIII que había moldeado la mentalidad de Bentham, de la misma manera que estaban arraigados sus planes y proyectos de legislación, según vimos, en la ideología del despotismo ilustrado. A medida que transcurrieron las décadas y se acercaba el siglo XIX, el despotismo ilustrado perdió buena parte de su influencia sobre el pensamiento europeo y fue sustituido rápidamente por una perspectiva más histórica y organológica. Bentham no cerró por completo su corazón contra los nuevos movimientos; ciertamente, su «Ensayo sobre la influencia del tiempo y del espacio en materia de legislación», que reconoce que un mismo principio legislativo no puede aplicarse automáticamente en todas las situaciones, data de una

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El pensamiento económico de Jeremy BenthamCarlos Ramiro Bravo

«Que nadie se sorprenda o escandalice si me encuentra, en el curso de esta obra valorizando todo en dinero. De este modo, únicamente, es como podemos tener partes alícuotas para medir.

Después de los sesenta años Bentham (1789), pensaba en radicarse en América Latina, escogió como países de su ideal a México y Venezuela. En particular le atraía el clima tropical, la vegetación y la posibilidad de asesorar a los nacientes estados en materia legislativa. Su actividad intelectual entre 1778 y 1785, la concentró en la producción de textos Y cartas en el orden legislativo.

Comenta W. Stark en el prólogo de los escritos económicos de Bentham, que «De creyente en la monarquía, se formó un protagonista del sistema democrático, estructurado en un sistema jurídico racional, positivamente configurado. Las experiencias de la vida le enseñaron que «los reyes eran duros de corazón y sin la menor disposición para cumplir con su deber sagrado.

Así mismo, afirma, que Bentham, «era el producto típico de la era del despotismo ilustrado.

Bentham, nació en 1748 y había logrado alcanzar admiración y aprecio entre cierta élite de ilustrados de América Latina, quienes veían en él, al ingeniero social que contribuiría con sus obras a sacar del escolasticismo la educación y el pensamiento socioeconómico de los nacientes estados. El pragmatismo de sus concepciones jurídico-económicas mecanicistas cautivaba el entusiasmo de sus seguidores.

Esta filosofía pan-mecanicista era tan característica del siglo XVIII que había moldeado la mentalidad de Bentham, de la misma manera que estaban arraigados sus planes y proyectos de legislación, según vimos, en la ideología del despotismo ilustrado. A medida que transcurrieron las décadas y se acercaba el siglo XIX, el despotismo ilustrado perdió buena parte de su influencia sobre el pensamiento europeo y fue sustituido rápidamente por una perspectiva más histórica y organológica. Bentham no cerró por completo su corazón contra los nuevos movimientos; ciertamente, su «Ensayo sobre la influencia del tiempo y del espacio en materia de legislación», que reconoce que un mismo principio legislativo no puede aplicarse automáticamente en todas las situaciones, data de una fecha relativamente reciente. Pero en el fondo, Bentham permaneció fiel a la idea de un mecanicismo congruente».

La época de Bentham, son los tiempos de la revolución industrial, de las guerras independentistas y la formación de los nacientes estados latinoamericanos. Desde el punto de vista jurídico y económico es el exponente de la mentalidad racional del estado y la ideología burguesa mercantilista, inspirado en un individualismo ilustrado económico práctico, en gran parte aquí radicó la incomprensión de su pensamiento por parte de los sectores reaccionarios de la Nueva Granada a comienzos del siglo XIX. Según Stark, quien asumió la tarea de compilar los escritos de Bentham, comenta que solamente los escritos económicos, la «Defensa de la usura y las

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observaciones sobre el sistema comercial restrictivo y prohibitivo», vieron la luz estando él vivo, y aún cuando Browring, en sus «Obras de Jeremy Bentham», proporcionaron unas cuantas más, la mayor y mejor parte del pensamiento económico del gran filósofo utilitarista, permaneció sin conocerse hasta 1952. La primera edición de los escritos económicos, se hizo en 1965 por el Fondo de Cultura Económica.

Entre los artículos y obras económicas escritas por Bentham se destacan las siguientes:

- La Psicología del hombre económico

- Defensa de la Usura. Carga a Crichoff, Rusia Blanca, Enero de 1787.

- La verdadera alarma. Un punto de vista sobre el papel moneda, sus buenos y malos efectos, sus remedios y su relación con la riqueza real (1801).

- Consideraciones preliminares. De la riqueza considerada en sus modificaciones, su valor y sus orígenes.

- Defensa de un máximo, 1801

- Las colonias y la marina

- Filosofía de la Ciencia Económica (1795-1795)

- Precógnita y pre-congnoscenda lugar de la economía política en el mapa de la Ciencia Política (1793-1795)

- El arte. Riqueza (1793-1795)

 

La Psicología del hombre económico, es un ensayo, que se desarrolla en 34 numerales romanos, unas veintisiete páginas a un solo espacio aproximadamente en la edición del Fondo de Cultura Económica. El ensayo en su encabezamiento afirma que la «noción» de hombre, es la de un ser que anhela la felicidad, tanto en el éxito como en el fracaso, y en todos sus actos continuará haciéndolo, mientras siga siendo hombre». La visión ontológica de Bentham, acerca del hombre es la mirada ética de un ser que sufre y goza, pero que fundamentalmente sus actos deben producir el placer, el bienestar y no el sufrimiento, en consecuencia la felicidad, no es la concepción aristotélica de la felicidad metafísica, sino la felicidad terrena, que se logra en la medida que se accede a la riqueza, al dinero, y en esta tarea el Estado, las leyes, la economía deben cumplir su función de velar por la seguridad del Bienestar Social. La felicidad que proclama Bentham, es la «mayor felicidad del mayor número lo que da la medida de lo justo y lo injusto».

Esta declaración utilitarista de principios choca directamente con la concepción ontológica escolástica colonial.

El principio de autopreferencia, es decir, «el interés de la propia consideración predomina sobre todos los demás en conjunto. Más brevemente; prevalece la propia

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estimación, o bien, la autopreferencia se encuentra en todas partes». La felicidad del mayor número como medida de lo justo y lo injusto, es resultante de la sumatoria individual independientemente de la solidaridad social. El principio de autopreferencia, es inherente a la naturaleza humana, como propensión en cada acto que ejecuta el hombre. Bentham afirma que la existencia de la especie humana es el mejor ejemplo de autopreferencia, y sin ella no existiría. El interés en una materia o cosa lo es para el hombre en la medida que estas le son susceptibles de placer o exención del dolor. Al respecto afirma:

«La única causa eficiente de la acción es el interés, si tomamos el término en su más amplio sentido; es decir, según la percepción que, en el momento de que se trata tenga de su interés más enérgicamente persuasivo: el interés determinado por la antipatía y simpatía sociales, incluyendo de igual modo al que es de naturaleza puramente autoestimativa. Únicamente por un sentido de interés, por la eventual expectativa de placer o dolor, es como puede ser influida la conducta humana en cualquier caso. Si es por cualquier opinión, que se supone formada por otros hombres, como puede ser influida la conducta de un hombre, en cualquier forma y cualquier grado, sólo puede producirse la influencia por medio de la acción esperada, por tanto, de la voluntad correspondiente de los individuos en cuestión; la expectativa es que, por la opinión, favorable o desfavorable, se producirá la voluntad correspondiente y, con ella, la acción respectiva en forma de buenos o malos oficios; y por esos buenos o malos oficios por una parte el placer y el dolor por la otra».

La acción es la consecuencia inmediata, del proceso sociológico que se realiza en un tiempo dado que bien puede ir desde un segundo hasta cualquier número de años.

Según el autor la sicología del hombre económico se halla animada por el interés (motivos) por la posesión de cosas o bienes y le produce la felicidad, el deseo, la esperanza, la adversión al dolor, la acción, la voluntad y la inclinación.

El interés es el impulso que mueve a la persona a la acción, quien se apoya en los medios para lograr sus objetivos.

La acción es la consecuencia inmediata, del proceso sociológico que se realiza en un tiempo dado que bien puede ir desde un segundo hasta cualquier número de años. Interés, voluntad y acción es la triada mecánica en los seres humanos para llegar a la felicidad. Sin embargo la relación no es mecánica, se requiere de los incentivos o estímulos, para alcanzar el servicio de los demás. Esto llevado al campo de trabajo, es de gran significado en la sicología laboral, al respecto afirma Bentham:

«Por el principio de propia estimación, mientras más urgente es la necesidad que siente un hombre de obtener la bondad y la buena voluntad de los demás, más enérgicos y firmes serán sus esfuerzos para conseguirlas, y si la necesidad es menor, los esfuerzos serán menos intensos. La bondad y la buena voluntad y, por ello, en ocasiones los buenos oficios, los servicios de otras personas (en los casos en los que falta el poder remunerativo), no se pueden obtener de ninguna otra manera sino por demostraciones de la misma bondad, en esfuerzo y en efecto, por parte del hombre hacia ellos. Mientras mayor es su necesidad de benevolencia efectiva de los demás, mayor es el incentivo que él tiene para manifestar benevolencia efectiva hacia ellos -estímulo que, de este modo, la prudencia autoestimativa basta para proporcionar; si la necesidad es menor, menos fuerte será este aliciente.

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De este modo, mientras un hombre se sienta generalmente más expuesto a recibir malos tratos a manos de otros, más fuerte será el aliciente que tenga para otorgarles un buen trato, con el propósito de apartar de él los efectos de sus malas voluntades»

 

El principio de propia estimación, llevado a la práctica en una sociedad colonial-esclavista, necesariamente genera resistencias por parte de los sectores esclavistas y sería bien recibida por los sectores oprimidos. El principio de la autopreferencia o de la propia estimación encierra un contenido universal válido para todos los individuos. Es claro el planteamiento de Bentham en la relación que se debe establecer entre la sicología individual y la riqueza como baluarte de la felicidad. La concepción utilitarista del autor entra en confrontación con la visión metafísica de la austeridad y la salvación que predica la iglesia. Bentham concluye:

«Los hombres que están animados por un sentimiento de consideración hacia todas las cosas menos hacia ellos mismo, son tontos; aquellos cuya consideración está circunscrita a ellos mismos, son prudentes. Yo me cuento entre el número de prudentes».

El principio de propia estimación, llevado a la práctica en una sociedad colonial-esclavista, necesariamente genera resistencias por parte de los sectores esclavistas y sería bien recibida por los sectores oprimidos.

Ser prudente, implica ser portador y defensor del principio de autopreferencia y estimación, por que me estimo me autoprefiero sobre todo lo demás, lo contrario es ser tonto.

Para ejercitar el principio de la autopreferencia base de la propia conservación es indispensable el trabajo, la laboriosidad y el amor al trabajo, por medio de los cuales se alcanza la riqueza, en este sentido Bentham rechaza el ocio improductivo en el campo material e intelectual. Para él, el sacrificio de los intereses privados en bien del interés público, es un sacrificio autosupuesto, no gratuito que generalmente se halla asociado a la reputación y el poder. Interés público e interés privado, son opuestos y contradictorios, «a tal grado que, si cualquiera de ellos se persigue exclusivamente, el otro debería ser sacrificado»

Opuestamente a Rousseau, Bentham no concibe la solidaridad social o el interés por el pueblo, como parte de la conducta del hombre, «Tal vez sí, por un momento, bajo el estímulo producido por un buen discurso; pero en algo que sea persistente, jamás ningún grupo humano está determinado por ninguna otra consideración que no sea su concepto de lo que es, en un máximo grado, beneficioso para sus intereses puramente de propia estimación». En sus comportamientos los hombres se ven obligados a hacer resistencia a los demás, con el fin de favorecer su propia estimación, de «ahí proviene la sed intensa y universal de poder, y el igualmente predominante odio a la esclavitud». «El yo lo es todo», el interés individual predomina sobre el interés social: «El propio interés particular de cada persona, sobre los intereses de todas las demás personas juntas». La virtud pública frecuentemente se torna como locura. Al leer la obra de Bentham, uno se pregunta: ¿está el autor describiendo la cotidianidad que se está viviendo en la sociedad inglesa o está predicando un nuevo catecismo del ideario burgués? Al respecto, él dice: «Parece que oigo decir a alguno de ustedes: «Vaya cuadro el que se nos está presentando de la naturaleza humana, este hombre viejo y pesimista. Como si no

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existieran tales cualidades como el desinterés, la filantropía, o la disposición hacia la abnegación, en toda la especie humana», el autor se halla convencido que «lo que prevalece entre los hombres es el hábito de la autopreferencia, cuya influencia es poderosa, constante, uniforme, permanente y más generalizada ente la humanidad».De manera contundente se declara defensor a ultranza del sistema capitalista: «El sistema de economía que se construya sobre cualquier otra base, se edifica sobre la base falsa».

La pasión por el cálculo es una de las cualidades de la psicología del hombre económico, al respecto dice:

«¿ quién hay que no calcule? Todos los hombres lo hacen, algunos con menos exactitud y otros con más; pero todos lo hacen. Yo no podría decir que hasta un loco no calcule. La pasión es calculadora más o menos, en todos los hombres; en diferentes hombres según el entusiasmo o la frialdad de su disposición; en otros de acuerdo con la serenidad o excitabilidad de su ánimo, según la naturaleza de los motivos por los que actúen».

 

La intensidad, la duración, la certidumbre o incertidumbre, la proximidad o lejanía son las circunstancias que se deben considerar al estimar el placer o el dolor. El dinero es la medida más exacta de la cantidad de dolor o de placer que cualquier hombre pueda recibir». «De su dinero es de donde procede la parte principal de los placeres del hombre, y es la única que es susceptible de cálculo». «De esto se deduce que muy probablemente un hombre rico tenga más posibilidades de ser más feliz, que un hombre más pobre». En Bentham se encuentra la exposición más cruda de apología del dinero como única fuente de felicidad. En la vida real los hombres más ricos no necesariamente son los más felices, ni los hombres que trabajan más duro, necesariamente son los que ganan más dinero. Para Bentham como se anotó anteriormente el dinero es la fuente de la mayor felicidad que es equivalente a utilidad. Su concepción es la aritmética del dinero esencial en la economía política. Para él la máxima igualdad no existe sino en la física, entre los hombres se habla únicamente de igualdad practicable, que se puede expresar en la ley. La igualdad requiere que el salario del trabajo sea elevado al máximo.

Por utilidad Bentham entiende:

«Por utilidad se entiende la propiedad, en cualquier objeto, por medio de la cual, tiende a producir beneficio, ventaja, placer, bien o felicidad (en el presente caso todas vienen a ser lo mismo), o (lo que igualmente viene a ser lo mismo) para impedir que le ocurran: el perjuicio, el dolor, el mal o la desdicha a la parte cuyos intereses se consideran; si esta parte es la comunidad en general, entonces la felicidad de la comunidad; sí la de un individuo en particular, entonces la felicidad de ese individuo.

El interés de la comunidad es una de las expresiones más generales que pueden encontrarse en la fraseología de la moral; no es extraño que su significado se pierda a menudo. Cuando tiene un significado, es éste. La comunidad es un cuerpo ficticio, compuesto de personas individuales que están consideradas como si fueran sus miembros. El interés de la comunidad ¿entonces qué es? - la suma de los intereses de distintos miembros que la componen.

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Es en vano hablar del interés de la comunidad, sin comprender lo que es el interés del individuo. Se dice de una cosas que promueve el interés, o que es por el interés del individuo, cuando tiende a aumentar la suma total de sus placeres: o, lo que viene a ser lo mismo, a disminuir la suma total de sus penas».

Bentham, compara que así como el termómetro y barómetro son los instrumentos para medir la temperatura y la presión, «el dinero es el instrumento para estimar la cantidad de dolor o de placer. Los que no estén satisfechos con la exactitud de este instrumento deben buscar algún otro que sea más exacto, o decir adiós a la política y a la moral».

En este punto, Bentham es consecuente con su concepción, a pesar del extremismo de su forma de pensar acerca de la «filosofía del dinero», según la cual, los principios morales, políticos y de justicia social se hallan descartados. El principio de la «máxima felicidad» es un principio fundamental; y el principio de la felicidad enumerativa es su principio específico: prefiérase la felicidad de la mayoría a la del menor número».

Bentham, concibe que la sociedad deba estar regida por un conjunto de leyes o Pannomio, voluntad de una persona o personas, no de la voluntad de la soberanía popular. El gobierno y las leyes deben garantizar la seguridad universal, mediante la producción de materiales, de tal manera que se garantice la seguridad, la subsistencia e igualdad. El principio providente de la seguridad tiene como objetivos, el aseguramiento de la subsistencia, la elevación al máximo de la abundancia y la mínima desigualdad. El objetivo de las leyes civiles y penales es garantizar la seguridad de las propiedades. Las leyes deben combatir los delitos contra la población y los delitos contra la riqueza nacional. El sistema jurídico está íntimamente articulado a la economía política.

La concepción positiva de Bentham con relación a la política y la moral se sustenta en la investigación basada en la experimentación y la observación, afirma al respecto que «una teoría, en verdad, no es buena hasta en tanto que sus indicaciones no reciban, en su oportunidad, la confirmación de la experiencia».

En su concepción económica utilitarista, Bentham, no solamente sustenta la filosofía del dinero, la filosofía de la ciencia económica, las colonias y la marina, la economía política, la psicología del hombre económico, sino que también hace la defensa de la usura, los seguros económicos, el papel moneda, los bancos y los monopolios.

La usura es permitida en cierta medida en especial con los pródigos que no teniendo como acceder a créditos normales tiene que acudir al usurero para poder solventar su situación.

Acerca de la usura inicia su obra haciendo la siguiente reflexión:

«Precisamente ahora me ha dado el capricho de importunarlo con mis razones, las cuales puede usted mandar imprimir si las considera dignas de servir a algún buen propósito o, de lo contrario, arrojarlas al fuego, lo que sería menos molesto. En una palabra, el razonamiento que acostumbro formularme a mí mismo sobre este tema, es el siguiente: ningún hombre de edad madura y en su sano juicio, que actúe libremente y tenga los ojos abiertos, debe ser obstaculizado para que pueda, considerarlo su propio beneficio, realizar una transacción con el objeto de obtener dinero en la forma que crea conveniente; ni que nadie le impida (como consecuencia necesaria), proporcionárselo en las condiciones que juzgue conveniente aceptar.

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Como puede usted ver, si esta proposición se aceptase, barrería de un solo golpe con todos los obstáculos que las leyes de derecho escrito o consuetudinario, con un buen criterio, han interpuesto contra el atroz pecado de la usura o contra la tan duramente calificada y poco conocida práctica de la Tercería a la que debemos agregar una parte del cambiante y casi desconocido delito de la manutención«.

 

En su reflexión Bentham, parte del planteamiento tradicional de que la usura es mala y como tal debe impedirse, los usureros son malas personas y como tal deben ser castigados y suprimidos, así piensan las personas y esta idea se ha trasmitido a sus descendientes. Si se castiga la usura es porque existe una ley que fija las tasas de interés permitida. La usura es permitida en cierta medida en especial con los pródigos que no teniendo como acceder a créditos normales tiene que acudir al usurero para poder solventar su situación. Bentham es partidario del sistema de crédito de sacar y más sacar, de vender letras de cambio a menor precio, préstamos sobre prendas, el pago de comisiones. En tanto es partidario de la usura, es partidario también de préstamos favorables a los proyectistas, o inversores empresariales, «el dinero se puede pedir prestado en cualquier condición que puedan obtenerlo». Este artículo sobre la usura fue escrito en 1787.

El pensamiento económico de Bentham, encarna el más crudo pragmatismo de la mentalidad mercantilista - capitalista, en un momento de la historia económica en que este sistema se viene desarrollando como el modelo de modernización racionalista en Inglaterra. El ideario Benthamista venía siendo asimilado por las élites ilustradas criollas de América Latina, entre los que se incluye a Simón Bolívar, Francisco de Miranda, Bernardo O´Higgins, José de San Martín, Bernardino Rivadavia y Francisco de Paula Santander.

En la Gran Colombia, por la ley del 18 de Marzo de 1826 y el Decreto 3 de Octubre del mismo año, se reglamentó el estudio de los textos de Bentham en las Universidades de Quito, Bogotá y Caracas, así como las obras de Juan Bautista Say, Montesquieu, Mably y Condillac. Bentham por su concepción utilitarista burguesa encontró la más absurda resistencia en 1826 y años posteriores, convirtiéndose en el motivo de escándalo de la educación en la Gran Colombia.

Polémica en torno a Jeremy Bentham en la Nueva Granada

El nombre de Jeremy Bentham ya era conocido por una minoría en la Nueva Granada desde 1822, desde entonces ya se citaba en La Bagatela de Nariño, de ello dan testimonio Ángel y Rufino J. Cuervo. Comenta Jaime Jaramillo, que la popularidad de Bentham entre las clases cultas era explicable en tanto: «El benthanismo, como doctrina filosófica, era solo uno de los aspectos de la tendencia del espíritu moderno hacia la investigación de la naturaleza, a la elaboración de los hechos como base de la elaboración de la ciencia», además continúa el historiador, el mayor atractivo: «Eran sus dos rasgos característicos: el racionalismo jurídico y su ética típicamente burguesa». El doctor Jaramillo no reconoce en Bentham un perfil democrático burgués, cuestión que es discutible. Además del aporte jurídico, tendiente a crear un sistema jurídico positivo que superara la casuística colonial-canónica.

«Las clases dirigentes criollas, sobre todo su naciente clase burguesa, necesitaban un orden legal simple, sin discriminaciones personales ni de grupo, que además protegiera la institución de la propiedad y reglamentase racionalmente su uso y

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circulación, y un sistema económico que permitiera la expansión de sus energías y proyectos de enriquecimiento y trabajo. Esa es la explicación que tiene el hecho de que las instituciones que primero atacarían los dirigentes de la República fuesen los monopolios fiscales y económicos, las vinculaciones y mayorazgos, los bienes de manos muertas y todo lo que entrabara la libre adquisición y circulación de riqueza, que al fijarse en unas manos dejaban inactivas las muchas que quizá querían exportarla.

Las enseñanzas jurídicas y políticas de Bentham llenaban, pues, esas ambiciones en momentos en que ninguna otra doctrina igualmente coherente y sencilla se le oponía. Pero, además, Bentham brindaba un código ético de virtudes burguesas, también racionales, que se acomodaba muy bien a los impulsos e intereses de una clase formada por abogados, comerciantes y hombres de ciudad. Orden, sobriedad, parsimonia, religiosidad individual, espíritu cívico y un concepto de bienestar y placer mantenido dentro de términos mundanos secretos, constituyeron rasgos suyos que, unidos a las necesidades y tendencias de la época, le aseguraron el favor de gran parte de las clases dirigentes neogranadinas durante los cuatro lustros siguientes a nuestra Independencia».

 

Bentham fue uno de los pensadores que más generó resistencias en el ámbito de la educación. La posición antibenthamista fue asumida por civiles y religiosos. Entre los más furibundos contradictores sobresalieron: el presbítero Doctor Francisco Margallo, sacristán de la parroquia de las nieves de Bogotá, José Eusebio Caro. Simón Bolívar por decreto del 12 de Marzo de 1828, prohibió la enseñanza de los tratados de Legislación Civil y Penal: «En ninguna de las universidades de Colombia se enseñarán los tratados de Legislación de Bentham, quedando por consiguiente reformado el artículo 168 del Plan General de Estudios». Las desavenencias entre el presidente Bolívar y el Vicepresidente Santander en 1827 habían llegado a tal punto que se generó la ruptura entre los dos protagonistas político-militares de la Gran Colombia, repercutiendo inevitablemente en la educación. La actitud y decisión de Simón Bolívar con relación a Bentham se ha interpretado como una posición conservatizante en pro de los intereses de la educación clerical.

El doctor Vicente Azuero en su Exégesis de Jeremías Bentham (1826), afirma que el presbítero Francisco Margallo: «En la iglesia de la Orden Tercera ha dirigido ejercicios espirituales a cosa de cuarenta personas en que dijo con el mayor acaloramiento que «el Colegio de San Bartolomé era un semillero de impunidad y herejía, que profetizaba que sería incendiado y que ojalá fuese aquella misma noche en que hablaba», se pronunció particularmente contra la cátedra de derecho público y contra la enseñanza por Bentham, cuyas doctrinas aseguró "ser injurias, y excomulgados los que la adoptaran; me designó particularmente como un hombre que, después de haber sido su discípulo en teología, me había pervertido con malas compañías y malos libros; y pintó al expresado colegio como una escuela de costumbres corruptas». En su Exégesis, el doctor Vicente Azuero, argumentó que la enseñanza de Bentham se reglamentó por la ley de 28 de julio del año de 1821 y por decreto del 8 de Noviembre de 1825. Además de Bentham se autoriza estudiar las obras de Constant, Lepage y Vattel. El doctor Margallo acudió a la bula In Coena Domini, publicada por el papa Paulo III, doscientos años antes de que naciese Bentham. Desde los tiempos de España, Bentham había sido estudiado por Camilo Torres, los Camachos, los Pombos y fundadores de la independencia. Nariño lo citaba en La Bagalela. Según el doctor Azuero, la obra de derecho de Bentham es.

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«El primer tratado ordenado que tenemos de la ciencia penal, y el único en que la parte civil está cimentada sobre principios y razones fundamentales. Estos tratados son un curso excelente de la lógica de la legislación, de los verdaderos elementos del arte social, y al propio tiempo de exquisitas nociones de la economía política; en ellos se aprenden a la vez los elementos del derecho público, del derecho privado, del derecho internacional y de la moral más acendrada y más conforme a los principios evangélicos. Se aprende más en esa sola obra de Bentham que en millares de volúmenes de muchas librerías y bibliotecas.