El Pensamiento Místico Exposición

Hacia una Realidad Humana

en completitud

P. Gerardo Rosales, SJ

EL PENSAMIENTO MÍSTICO REFUGIOS Y ABERTURAS

EL PENSAMIENTO MÍSTICO

Si se realiza un somero análisis de «la mística» a lo largo de la historia de las edificaciones epistemológicas en la cultura Occidental, se puede entender cómo esta va siendo concebida en la experiencia humana, desplegada en y desde ahí, con su circunstancia y contexto propio, interrelacionada de alguna manera con el Trascendente o Dios.


Entonces se debe comprender la mística como una experiencia dada en la condición humana, en abierta relacionalidad con el misterio, en la in-finitud de la comunicabilidad-constitutiva.

De ahí que su movimiento se origina con el despliegue del pensamiento racionalista, hasta la apertura a un pensamiento propiamente místico.

EL PENSAMIENTO MÍSTICOLA ONTOLOGÍA Y SU ROCE CON EL TRASCENDENTE (O DIOS)

El ser humano, en la conciencia que iba poseyendo de que había «algo» como principio de lo real, y que cambiaba la realidad “más allá” de él, hasta llevarla a su fin, ha buscado respuestas que le ayuden a identificar qué es ese «algo» que se identifica como “principio y trascendencia”.


Para Occidente la antigua Grecia se ha señalado como el lugar de la emergencia de una razón filosófica, es decir lo racional intelectivo –teorización y método– aprehende progresivamente todo lo que se piensa y se conoce, pero ha seguido buscando en qué asir ese «algo».


HITOS:

1.- los filósofos de la naturaleza: visión del principio y trascendente denominado dioses, desplazándose hacia una razón más abstracta y dialéctica -argumentación lógica- para investigar ese principio y trascendente.


HITOS:

2.-“Posteriormente” se abre paso Parménides: Coloca la idea del ἔστιν: uno, inmutable y eterno como fundamento del principio y la trascendencia de lo real. Ser, Idea e inmutabilidad por un lado, devenir y confluir de contrarios, fueron los contrastes en las interrogantes que inaugura este filósofo.


PRIMERA ABERTURA: LA DE LA «REVELACIÓN»:

Para el judaísmo este problema del principio y trascendente tiene una respuesta muy clara: el Dios que se revela. Este Dios es uno, verdadero, innombrable.

Pero al ser comunicación –que refiere historia con su Pueblo- , ¿cómo decir quién es Él? El mismo Dios se lo comunicó a Moisés: “«Yo Soy el que Soy». Y añadió: «así dirás a los Israelitas: ´Yo Soy´ me ha enviado»” (Ex 3, 14).


EL CRISTIANISMO: FILOSOFÍA GRIEGA Y RELIGIÓN JUDÍA

La entrada de Jesús en la historia y la predicación del evangelio, junto con las revoluciones imperiales romanas y helénicas, trastocaron por completo todos los ámbitos de la vida humana, y más radicalmente las del pensamiento.


CRISTIANISMO SIGLO XIII d.C:

El Aquinate pensaba que Dios era “el fundamento último de toda realidad, que no necesita a su vez ningún otro fundamento, que todo lo sustenta y todo lo mueve”.

Esta perspectiva teológica, es decir un “hablar responsable (logos) sobre Dios (theos)”, que introducía Santo Tomás al “poner tal ser, cuya esencia es un acto puro de existencia, es decir, cuya esencia no es ser esto y lo otro, sino puro ser, es poner al Dios cristiano como causa primera del universo” (E. Gilson).


La percepción de la experiencia mística no escapó de esta perspectiva racionalista ontológica que iba separando, cada vez más, a Dios del hombre, y al «ens» del «esse».

Las prácticas de la ascesis, el apartamiento, la búsqueda de la iluminación, entre otras, fueron formas mistagógicas que, teniendo como trasfondo la separación entre lo profano y lo sagrado, entre alma y cuerpo, entre Dios y el hombre, buscaban recuperar una conexión –o de nuevo la adhesión- del ser humano con Dios.


TERCERA ABERTURA: IRRUPCIÓN MÍSTICA INESPERADA (s. XIII y XIV)

Se gesta un florecimiento de la experiencia mística en la iglesia occidental, un poco al margen de las categorías epistemológicas racionalistas de una Iglesia que está estableciendo definitivamente y radicalizando sus dogmas y “tradición”, aunque sin apartarse de ella.


TERCERA ABERTURA: IRRUPCIÓN MÍSTICA INESPERADA (s. XIII y XIV)

Figuras como: Santa Catalina de Siena (1347-1380), Juan Gerson (1363-1429) y El Maestro Eckhart, tuvieron la valentía de abrirle paso a la mística en medio de una Iglesia institucional de rigorismo normativo y moral.


IRRUPCIÓN MÍSTICA INESPERADA (s. XIII y XIV)

Se puede sintetizar la irrupción mística de estos tiempos en la propuesta oportuna y audaz de poner de nuevo (como lo hizo Jesús) a Dios como el verdadero origen y la verdadera meta de la vida del ser humano en su totalidad.


IRRUPCIÓN MÍSTICA INESPERADA (s. XIII y XIV)

Ese era primigeniamente el trasfondo de la razón intelectiva que investigaba al principio y trascendente o Dios en sus comienzos, pero resultó separando radicalmente al hombre de Dios, al traicionándose a sí misma con radicales divisionismos teóricos.


SI LA IGLESIA SE DIVIDIÓ, LA REALIDAD SE FRAGMENTÓ

El mundo conocido hasta entonces, aquel mundo jerárquico, ordenado, estable y fijo, donde cada cosa tenía su lugar bien establecido, desde Dios hasta el hombre, es trastocado en la eclosión renacentista y de la reforma.


SI LA IGLESIA SE DIVIDIÓ, LA REALIDAD SE FRAGMENTÓ

Si ya el Hombre y Dios habían sido divididos por argumentos racionales de carácter teológicos, ahora la realidad queda escindida en dos: lo mundano y lo espiritual, sin posibilidad de comunicación entre ambas, por argumentos racionales de carácter científico.

Comenzó una batalla entre el pensamiento religioso o teologal (fe) y el pensamiento científico-técnico, que sigue hasta hoy.


CUARTA ABERTURA: EL BARROCO, LA EMOCIÓN COMO MOVIMIENTO DEL PENSAMIENTO

Mientras que la “verdad de la reforma” intentaba ser precisa, clara, analítica y útil, el barroco, especialmente expresado en el arte, la literatura y la arquitectura no buscaba ser claro sino ficticio, es decir que lo que se ve y se lee puede no ser exactamente así.


EL BARROCO: LA EMOCIÓN COMO MOVIMIENTO DEL PENSAMIENTO

El barroco no posee una radical precisión, sino que su concepción es el desbordamiento de la realidad. Ella no se encuentra dividida sino mezclada, con juego de sombras, colores, trazos, sonidos, voces que desconciertan, extasían, impresionan, conmueven.



Lo que desconcierta y emociona en el pensamiento barroco, se ve en los objetos que lo producen. Pero si lo que se muestra es el desbordamiento entre las relaciones de esos objetos, sólo queda por parte del espectador sentir, gustar y conmoverse con lo que está aconteciendo, que a su vez produce unos movimientos interiores en él.



No en vano está la expresión “sentir y gustar” cuando se describe el pensamiento barroco. Los Jesuitas fueron los principales propagadores de esta forma de experiencia.

Las emociones llevan a la persona a “sentir, gustar y conmoverse”, en contraposición con lo racional. Ellas deben entenderse como un filamento fundamental en el complejo tejido de la experiencia,



porque “en cierto grado los elementos más subjetivos de la conciencia, puesto que sólo uno mismo puede decir si realmente está experimentando amor, vergüenza, gratitud o felicidad. Sin embargo, una emoción es también el contenido más objetivo de la mente, porque la visceralidad de nuestro sentimiento cuando estamos enamorados, avergonzados, asustados o felices es generalmente más real para nosotros que lo que observamos en el mundo externo o cualquier cosa que aprendamos de la ciencia o de la lógica”. (Csikszentmihalyi)


LA EPISTEMOLOGÍA Y SU ROCE CON EL TRASCENDENTE

La modernidad agregó a esta racionalidad intelectiva ontologizante un ingrediente explosivo: la razón como ciencia tecnificada.

Para demostrar la realidad, era necesario el estudio profundo de los objetos de forma muy particularísima. Esto trajo como consecuencia una minuciosa especialización. Un área del saber científico, se puede subdividir, a su vez en áreas mucho más específicas, según la complejidad del objeto a investigar.


LA EPISTEMOLOGÍA Y SU ROCE CON EL TRASCENDENTE

La explicación del fenómeno místico o su posibilidad discursiva al no poder ser demostrado, entra en la clasificación de lo anormal o paranormal, de tal modo que “el éxtasis, la levitación, los estigmas, la ausencia de alimento, la insensibilidad, las visiones, los tactos, los olores, etc., suministran a una música del sentido la gama de un lenguaje propio” (de Certau).


LA FENOMENOLOGÍA Y SU ROCE CON EL TRASCENDENTE

La fenomenología trata “del mundo tal como se alza frente a nosotros, de la conciencia tal como se ofrece en la experiencia psicológica” (Husserl), o como decía Heidegger, “lo‐que‐se‐muestra‐en‐sí‐mismo, lo patente”.



La gran dificultad de la estructura cognoscitiva de la fenomenología hermenéutica con respecto al conocimiento místico es que en la fenomenología

“no ha podido describir el aparecer del aparecer mismo. El problema fenomenológico no es qué aparece, ni el aparecer, sino cómo el aparecer aparece a sí mismo (…) la manifestación de las cosas en sí mismas respecto a toda nuestra actividad subjetiva». Si así están las cosas, en fenomenología no basta pasar del demostrar (metafísico) al mostrar; un procedimiento en el cual el sujeto mantendría siempre la iniciativa” (Arboleda).



Según Arboleda, Marion lo expresa así: «ese primer paso

debe completarse con un segundo paso: pasar del mostrar al dejar mostrarse, de la manifestación a la manifestación de sí a partir de aquello que, entonces, se muestra


PENSAMIENTO MÍSTICO: REALIDAD HUMANA EN COMPLETITUD

El pensamiento místico se manifiesta como palabra verdaderamente humana, porque surge “del fondo del hombre y no de un paradigma artificial, todo referente es inseparable del referenciante”.

Para Panikkar “el Ser habita en la palabra y la palabra es habitada por el pensar (…) Los tres, (Ser, Palabra, Pensar) son inseparables, aunque los podemos distinguir con el pensar”.



A la experiencia mística le es acordado un pensamiento místico. Porque si la experiencia mística es “la experiencia humana en su plenitud” entonces puede reconocerse un referente que es formal pero de necesario raigambre categorial concreto en el propio ser humano, a saber, el pensamiento místico, definido como

la capacidad interna de ubicar el «sí mismo» con el «otro de-semejante», desde encuentro particular en la realidad, que se va tejiendo y comprendiendo en la comunicabilidad y relación constitutiva del todo.



En el pensamiento místico, aunque todo se entiende según sus delimitaciones espacio-temporales (de forma categorial), nada se comprende radicalmente separado (como condición trascendental). Durante muchos siglos la cristiandad usó los términos de «divino», «trascendente» y «sagrado» para presentar la experiencia de fe, las estructuras religiosas y eclesiales, cuestión que hizo mucho daño a la relación Dios-hombre-mundo.



El juicio completo e inseparable –aunque necesariamente distinguible para el hombre- que aporta el pensamiento místico no es inmutable, sino que va cambiando en la medida en que los encuentros se van haciendo más cercanos o más íntimos, y en la historia (los autorrelatos) van adquiriendo significación en el proceso vital inter-personal.


ENTENDER

Conocimiento, Emoción, Razonamiento

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La Realidad que transforma el Hombre

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