El pensamiento positivo en la toma de decisiones

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1 Toni Aragón Rebollo [email protected] Introducción El pensamiento positivo incluye conocer nuestras emociones, ser más eficientes, mejorar nuestra calidad de vida y profundizar en cómo ser felices. Cuando hablamos de estas cuestiones solemos tener una serie de ideas preconcebidas de las que es muy difícil salir y que en muchos casos se convierten en creencias limitantes. Dicha situación se puede reconducir para superar los límites que nos imponen los prejuicios y así, mejorar nuestra capacidad para crear y desarrollar proyectos más exitosos tanto vitales como profesionales. Cuando nos encontramos frente a un proyecto que tiene el apellido “sostenible” se activan en nuestra mente una serie de mecanismos que varían, según la persona, desde la absoluta devoción hasta el rechazo más visceral. Esta disparidad de emociones que suscita el vocablo “sostenible” es entendible si tenemos en cuenta el uso, mal-uso y sobre- uso que se ha hecho de este término a lo largo de los últimos años. En general, ha sido tratada como palabra-comodín capaz de “enverdecer” cualquier cosa, desde un coche a un proyecto, lo cual ha provocado un progresivo vaciamiento y desinterés por su contenido. Pese a todo, “sostenible” posee un significado que originariamente surgió en 1987 con el informe socio-económico Brundtland elaborado para la ONU. Éste sigue siendo hoy en día muy potente, y nos puede servir para priorizar y elegir entre diferentes objetivos. En dicho informe el desarrollo sostenible quedaba definido como aquél capaz de satisfacer las necesidades de las generaciones presentes sin comprometer las posibilidades para atender sus propias necesidades de las generaciones del futuro. Esta idea se basaba en la intersección de tres pilares: lo social, lo económico y lo ambiental. De tal manera que un proyecto que sólo considera los aspectos naturales de un territorio y ninguno referente a la ESCUELA DE ALCALDES 2013 El pensamiento positivo en la toma de decisiones Cómo lograr objetivos exitosos en proyectos de sostenibilidad

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Toni Aragón Rebollo [email protected]  

 

Introducción    El pensamiento positivo incluye conocer

nuestras emociones, ser más eficientes, mejorar

nuestra calidad de vida y profundizar en cómo ser

felices. Cuando hablamos de estas cuestiones solemos tener una serie de ideas

preconcebidas de las que es muy difícil salir y que en muchos casos se convierten en

creencias limitantes. Dicha situación se puede reconducir para superar los límites que nos

imponen los prejuicios y así, mejorar nuestra capacidad para crear y desarrollar proyectos

más exitosos tanto vitales como profesionales.

 Cuando nos encontramos frente a un proyecto que tiene el apellido “sostenible” se

activan en nuestra mente una serie de mecanismos que varían, según la persona, desde la

absoluta devoción hasta el rechazo más visceral. Esta disparidad de emociones que

suscita el vocablo “sostenible” es entendible si tenemos en cuenta el uso, mal-uso y sobre-

uso que se ha hecho de este término a lo largo de los últimos años. En general, ha sido

tratada como palabra-comodín capaz de “enverdecer” cualquier cosa, desde un coche a un

proyecto, lo cual ha provocado un progresivo vaciamiento y desinterés por su contenido.

 Pese a todo, “sostenible” posee un significado que originariamente surgió en 1987 con

el informe socio-económico Brundtland elaborado para la ONU. Éste sigue siendo hoy en

día muy potente, y nos puede servir para priorizar y elegir entre diferentes objetivos. En

dicho informe el desarrollo sostenible quedaba definido como aquél capaz de satisfacer las

necesidades de las generaciones presentes sin comprometer las posibilidades para

atender sus propias necesidades de las generaciones del futuro. Esta idea se basaba en la

intersección de tres pilares: lo social, lo económico y lo ambiental. De tal manera que un

proyecto que sólo considera los aspectos naturales de un territorio y ninguno referente a la

ESCUELA DE ALCALDES 2013

El  pensamiento  positivo  en  la  toma  de  decisiones  Cómo  lograr  objetivos  exitosos  en  proyectos  de  sostenibilidad  

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calidad de vida de las personas que allí viven es tan poco sostenible como uno que sólo

prima los aspectos económicos.

 Por este motivo es muy importante saber qué es y qué no es calidad de vida y cómo

debe ser incluida en nuestros proyectos para que sean realmente sostenibles. Encauzar

esta cuestión pasa inevitablemente por preguntarse a uno mismo qué necesita realmente

para ser feliz. Antes de analizar esta cuestión es importante profundizar en cómo podemos

lograr un mayor éxito en nuestros proyectos en general, ya que se vincula estrechamente

con cómo alcanzar nuestra felicidad.

Ser  exitoso  en  un  proyecto  es  todo  un  proyecto    

En nuestra vida, constantemente estamos tomando decisiones. Algunas son triviales

(por ejemplo: qué me apetece comer) y no empleamos mucho tiempo en elegir entre las

diversas opciones que tenemos. Sin embargo, en ciertas ocasiones nos encontramos en

una posición en la que tenemos que pararnos a decidir para lograr alguna meta, ya sea

conseguir un sueño, resolver algún tipo de problema o conflicto, o suplir una necesidad.

Dependiendo de cual sea nuestra misión y nuestra posición, puede incluso que las

decisiones que tomemos tengan consecuencias e influyan directa o indirectamente en la

vida de otras personas, lo cual nos lleva a embarcarnos en delicados y largos procesos de

deliberación para maximizar nuestro éxito y minimizar los riesgos.

 Teniendo en cuenta estas premisas, podemos describir grosso modo un proyecto como

una estrategia compuesta por diversas etapas sucesivas, en cada una de las cuales

seleccionamos los mejores medios para alcanzar nuestros objetivos. Por consiguiente,

cuando nos planteamos desarrollar un proyecto debemos elegir previamente entre

diferentes opciones relativas a dos cuestiones y en el siguiente orden: qué quiero

conseguir (Objetivos) y cómo lo voy a lograr (Estrategia).

 Objetivos y Estrategias tienen en común un elemento: la elección. Tradicionalmente se

ha supuesto que actuamos y decidimos mejor cuando calculamos los pros y contras de las

diferentes opciones de forma racional, es decir, en base a la fórmula económica genérica

de balance “coste/beneficio”. Aplicar esta fórmula no es una garantía de éxito; en nuestra

experiencia vital y profesional todos tenemos presente algún proyecto excelente,

perfectamente diseñado, con objetivos concretos y con los mejores recursos a nuestra

disposición que, sin embargo, no ha salido tan bien como habíamos pensado. Cuando

sucede esto, lo normal es recoger las diferentes evaluaciones que hayamos realizado, ver

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en qué se ha fallado, y corregir los errores que han puesto de manifiesto que nuestro

razonamiento previo no había sido tan bueno como originariamente habíamos calculado.

 Al margen de contingencias ajenas a nosotros, lo que en realidad ocurre en muchas de

estas ocasiones es que la culpa no es nuestra ni de nuestro razonamiento, sino que

simplemente se debe a que no hemos tenido en cuenta cómo funcionan las personas

realmente y eso ha evitado el éxito de nuestro magnífico proyecto. Esta idea se basa en la

multitud de estudios en neurociencia, psicología y economía conductual (relacionadas con

cómo nos comportamos realmente) que demuestran que nuestras actuaciones y

decisiones son menos racionales de lo que creíamos ya que están influenciadas

directamente por el contexto y por nuestras emociones.

 En primer lugar, nuestra racionalidad puede verse mermada por una simple cuestión de

debilidad de la voluntad: querer hacer algo pero no hacerlo aunque tengamos todas las

razones a su favor (por ejemplo, dejar de fumar), o porque a veces pensamos de manera

desiderativa, es decir, construimos una serie de fantasías inconscientes para no querer

creernos las noticias malas (por ejemplo, “esa persona está loca por mí”, pero en realidad

no lo está). A esta cuestión se le añade que somos tremendamente irracionales, más de lo

que nos podemos imaginar. Hay que dejar claro que el hecho de que nos comportemos de

manera irracional no implica que seamos reducidos a simples animales instintivos, o que

nuestras elecciones carezcan de sentido, sino todo lo contrario: en muchos casos somos

irracionalmente previsibles. De esto último, dan buena cuenta por ejemplo los expertos en

marketing cuando diseñan sus productos y los lanzan en las campañas publicitarias.

Esta idea tiene una de sus bases principales en que somos incapaces de tomar

decisiones si no tenemos elementos para comparar. Así, la mayoría de las personas no

sabe lo que quiere si no lo ve en un contexto, y esto nos influye hasta tal punto que el

propio contexto puede llega a modificar incluso nuestras decisiones.

 Dan Ariely, economista conductual, lleva muchos años investigando nuestro

comportamiento irracional. Algunas de las conclusiones de sus experimentos pueden ser

de utilidad a la hora de diseñar y ejecutar proyectos en pequeños municipios. En primer

lugar hay que tener en cuenta, como ya hemos apuntado, que raramente elegimos en

términos absolutos, sino que siempre observamos las cosas en relación con lo que las

rodea. Esto se debe a que, por cómo funciona nuestro cerebro, nos resulta más fácil

basarnos en comparaciones. Preguntémosle a alguien si su sueldo es elevado, la mayoría

dirá: “Depende de con cual se compare”. A veces obtenemos información más relevante y

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valiosa si reformulamos la pregunta de tal manera que se adecúe mejor a nuestros

intereses reales, por ejemplo: “¿es suficiente tu sueldo para la calidad de vida que quieres

tener?”. El mismo sueldo puede dar como resultado una sensación muy satisfactoria si se

responde positivamente a este segundo ejemplo; pero puede crear cierto desaliento o

disgusto si resulta que ese mismo sueldo está muy por debajo de la media de tu entorno

de conocidos. La reflexión personal pasa por preguntarse a uno mismo si lo que le importa

realmente es estar lo más arriba de un ranking o tener la calidad de vida que uno quiere.

 En publicidad se utiliza el llamado “efecto señuelo” y es explicado por Dan Ariely de una

manera muy sencilla. En primer lugar, se puede definir como “la introducción de –A (el

señuelo) crea una comparación relativamente simple con A, y, por lo tanto, hace que ésta

parezca mejor no sólo en relación con –A, sino también en general”.

El siguiente ejemplo nos puede ayudar a entender como funciona este efecto:

Partiremos de un hecho racionalmente incuestionable: 6 euros son 6 euros. Aunque se

trate de una verdad de Perogrullo a continuación veremos como a veces es más relativa

para nosotros de lo que creíamos. Imaginemos que vamos a comprar un bolígrafo a una

papelería y el vendedor nos dice que vale 8 euros, el precio nos parece excesivo porque

recordamos que hay otra tienda relativamente cerca donde un mes antes compramos el

mismo bolígrafo por 2 euros. Lo que hacemos es salir de la tienda y desplazarnos para

ahorrarnos 6 euros y nos sentimos muy a gusto con nuestra decisión. Esa misma tarde

vamos a una tienda de imagen y sonido para comprar una televisión, vemos un modelo

que nos gusta por 559 euros. En ese momento recordamos que en otra tienda estaba a un

precio de 553 euros. Lo que hacemos normalmente es comprar la tele en ese mismo lugar,

total, por 6 euros nos ahorramos el paseo.

¿Por qué razonamos así? Lo que ha ocurrido en el primer caso del bolígrafo es que

nuestra mente ha comparado 2 y 8 euros, por lo que un precio 4 veces superior era

motivación suficiente como para hacer el esfuerzo de acercarnos a otra tienda. En el caso

de la tele, la diferencia de precio suponía sólo un escaso 1 % del valor total, una cantidad

más que asumible si con eso obtenemos la tele al instante y nos evitamos un paseo. Este

es un ejemplo clásico de nuestro comportamiento irracional, ya que en términos racionales

en ambos casos suponía exactamente un mismo ahorro de 6 euros.

 Ariely nos propone que, para salir de este problema de la relatividad, podemos cambiar

nuestro foco de atención y ampliar nuestras miras ya que nuestra forma natural de pensar

consiste en hacer juicios relativos. Esta actitud nos puede resultar de gran ayuda a la hora

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de revisar nuestras partidas presupuestarias, ya que solemos reducir costes en recursos

necesarios cuyos gastos son menores y no ser tan austeros en términos globales cuando

hablamos de cantidades mayores.

Por otro lado, el contexto físico también nos influye a la hora de tomar decisiones. Es

decir, las decisiones que tomemos en un ambiente agradable, limpio y ordenado son más

positivas que las que tomamos en ambientes desordenados, sucios, ruidosos, etc. Tener

en cuenta esta realidad es importante, ya que si tenemos que tomar alguna decisión

importante lo mejor será buscar un lugar adecuado. Una iniciativa a nivel empresarial en

este sentido fue la iniciada por Toyota en los años 60 denominada “método de las 5S”1 que

tenía por objetivo lograr lugares de trabajo mejor organizados, más ordenados y más

limpios para generar una mayor productividad y un mejor entorno laboral. Esta idea se

puede ampliar a nuestro municipio, si las calles están limpias y el ambiente es agradable

contribuirán a que los vecinos tomen decisiones más positivas en su día a día y se

impliquen emocionalmente más en su pueblo. Un ejemplo maravilloso de cómo mejorar la

cohesión a través de iniciativas comunitarias originales y efectivas sobre el patrimonio

común es el proyecto de Juzbado libro abierto: un viaje a través de las emociones, el

paisaje y las emociones 2 que está desarrollando el Ayuntamiento de Juzbado

(Salamanca).

 Otro estudio interesante desarrollado por Ariely está relacionado con el coste cero.

Cualquier transacción tiene sus ventajas y sus inconvenientes, pero cuando algo es gratis

nos olvidamos de las desventajas. Esto puede tener consecuencias positivas y negativas,

ya que por ejemplo cuando planteamos un voluntariado completamente gratuito puede

suceder que participen personas que no son un objetivo directo de nuestro voluntariado,

con muy poco interés por desarrollar dicho proyecto y que sólo vienen porque es gratis,

con lo que la inversión y el esfuerzo que hemos realizado en nuestro proyecto pueden no

dar los frutos que esperábamos.

Frente a esto, hay alternativas, como puede ser que los participantes se tengan que

costear al menos el viaje, poner una fianza, rellenar una hoja de inscripción de cierta

extensión, etc. Es decir, se trata de establecer un primer filtro pasivo a través de algún

                                                                                                               1  Cada  una  de  las  5S  se  corresponde  con  la  inicial  en  japonés  de  las  cinco  etapas  que  componen  dicho  método:  Clasificación  (Seiri),  Orden  (Seiton),  Limpieza  (Seisō),  Normalización  (Seiketsu)  y  Mantener  la  disciplina  (Shitsuke).  2  Para  ver  una  presentación  de  este  proyecto  pulse  el  siguiente  enlace  web:  http://www.jcyl.es/web/jcyl/binarios/893/19/Juzbado.pdf?blobheader=application%2Fpdf%3Bcharset%3DUTF-­‐8&blobheadername1=Cache-­‐Control&blobheadername2=Expires&blobheadername3=Site&blobheadervalue1=no-­‐store%2Cno-­‐cache%2Cmust-­‐revalidate&blobheadervalue2=0&blobheadervalue3=JCYL_MedioAmbiente&blobnocache=true      

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mecanismo que suponga algún tipo de coste o esfuerzo mínimo con el objeto de frenar el

acceso a quienes su única motivación es: “total es gratis”. Otra alternativa complementaria,

a mi juicio más provechosa e interesante, es tratar de organizar voluntariados técnicos

donde exista una motivación previa de tipo profesional. El voluntariado técnico tiene el plus

de que los proyectos que se pueden desarrollar son más interesantes, profundos y de

mayor alcance.

 La duda que a uno le puede surgir es cómo atraer a un profesional cualificado para que

trabaje gratis para nosotros. La clave de esto reside en el mismo concepto gratis y en el

que se conoce como coste de las normas sociales. Ambas ideas se traducen en: “¿por qué

nos gusta más hacer cosas cuando no nos pagan por ello?”. Cuando nos pagan por algo

tenemos la sensación de que lo que hacemos es un trabajo remunerado, y como tal

estamos dentro de las normas del mercado. Es decir, vivimos en un mundo caracterizado

por los intercambios mercantiles que convive con otro mundo, el los intercambios sociales.

Ambos tienen sus propias normas y mezclarlos puede resultar problemático. Imaginemos

que vamos a cenar a casa de la familia de un amigo, y cuando termina la cena sacamos la

cartera, preguntamos por quién ha cocinado, y le damos 70 euros diciendo, “la cena fue

excelente”. Seguramente esa persona se sienta confundida y en cierta medida ofendida

pese a que habíamos pagado un buen precio por el cubierto, con lo que es muy difícil que

se nos vuelva a invitar en esa casa. En cambio, si llevamos un detalle –cuyo coste es

incluso inferior a 70 euros- dicha persona se sentirá muy alagada y tendrá una opinión muy

positiva de nosotros.

 En nuestros pequeños municipios podemos utilizar la existencia de las normas sociales

cuando queramos contar con un profesional cualificado y dispongamos de un presupuesto

reducido. En primer lugar nos tenemos que olvidar de intentar pagar su salario, ya que no

podemos pedir a nadie que trabaje por una cantidad inferior a su valor de mercado.

Pongamos que le pedimos a cualquier profesional que trabaje ocho horas al día para

nosotros durante dos semanas por un bruto de 150 euros. Sería mejor emplear ese dinero

para costear su manutención, y motivarle a que participe en nuestro proyecto.

Para ello, es necesario plantear proyectos interesantes, serios y con proyección, en los

que establezcamos relacionales sociales con los participantes. Ello nos puede permitir

contar con excelentes profesionales que, de otro manera, sería imposible, ya que no

tendríamos presupuesto para pagar por sus servicios. El límite y la clave están en llegar a

un equilibrio entre los intereses de ambas partes, y evitar en todo momento aprovecharnos

de la buena voluntad y la predisposición de las personas, incluidas las que tenemos a

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nuestro cargo. Una vez roto el vínculo de las relaciones sociales es muy difícil recuperarlo,

y el boca a boca es muy poderoso.

Un ejemplo de este es el voluntariado que mantiene la Fundación Charles Darwin en las

Islas Galápagos en Ecuador que ha contado con más de 2.000 voluntarios desde 1971. Su

objetivo principal es “apoyar la educación local y nacional brindando oportunidades a los

estudiantes y profesionales –de todo el mundo- para colaborar, a través de la investigación

y la conservación en un medio ambiente excepcional como es Galápagos”3.

 Cuando incluimos en nuestros proyectos las relaciones sociales podemos potenciar que

las personas que trabajen con nosotros sean más apasionadas, esforzadas, flexibles y

preocupadas. Esto requiere el cuidado de esas personas a través de sentimientos

positivos, algo que veremos más adelante con el concepto de “empoderamiento”. Por

tanto, el dinero puede ser una gran motivación, pero las normas sociales pueden ser la

fuerza necesaria que nos lleve al éxito y que mejore nuestro día a día.

Elegir  tomar  una  decisión  es  toda  una  decisión    

Cuando tomamos una decisión operan tres elementos: el contexto que rodea a dicha

decisión, nos comportamos de manera irracional y necesitamos de nuestras emociones

para decidir. Todos ellos son ingredientes irracionales pero fundamentales para lograr

nuestros objetivos de manera exitosa si los utilizamos de forma positiva, un hecho que

pocas veces se tienen en cuenta a la hora de diseñar un proyecto. Hemos profundizado un

poco en la cuestión del contexto y de nuestro previsible comportamiento irracional, ahora

nos centraremos en la otra cara de la moneda: las emociones y su implicación necesaria

en la toma de buenas decisiones.

 El primer caso que llamó la atención sobre la relación entre las emociones y la toma de

decisiones fue el de Phineas Gage. Gage era un trabajador modélico y responsable de las

vías del ferrocarril que consiguió sobrevivir milagrosamente a un aparatoso accidente con

una barra de acero que le atravesó la región frontal de cerebro. La cuestión fue que, pese

a que tras el suceso mantenía intactas sus habilidades cognitivas y sus capacidades

racionales (hablar, realizar cálculos matemáticos, etc.), sus familiares y amigos empezaron

a manifestar que se trataba de otra persona. Su carácter había cambiado por completo, se

volvió alguien maleducado, irregular, irreverente, impaciente y agresivo, perdió a su mujer

                                                                                                               3  Para  ver  el  programa  completo  de  la  Fundación  Charles  Darwin  consulte  el  siguiente  enlace  web:  http://www.darwinfoundation.org/espanol/pages/interna.php?txtCodiInfo=63    

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y su trabajo. En definitiva, era incapaz de pensar y llevar a cabo planes de futuro porque

tenía afectadas las funciones ejecutivas que nos permiten dirigir nuestra conducta hacia un

fin y la capacidad para planificar, realizar y corregir nuestra conducta. El neurólogo Antonio

Damasio estudió su caso y concluyó que existía una relación entre los lóbulos frontales, la

emoción y la toma de decisiones.

De este extraordinario suceso y otros estudios posteriores de personas que sufrieron

lesiones en la misma región del cerebro podemos extraer un aprendizaje muy interesante:

las emociones (el miedo, la alegría, el asco, la tristeza, la sorpresa, el amor o la ira) son

un proceso que implica la presencia de estímulos relevantes, una interpretación subjetiva

(experiencias o sentimientos), procesos valorativos (amplían los niveles de procesamiento

cognitivo), provocan cambios fisiológicos que se expresan de tal manera que hay patrones

expresivos y de comunicación, tienen efectos motivadores y permiten que nos adaptemos

a un entorno en continuo cambio. Por ejemplo, algunos sentimientos facilitan el

aprendizaje y el recuerdo mientras que otros lo reprimen. Además, como hemos visto, son

fundamentales en la toma de decisiones por su función adaptativa (nos permiten

reaccionar y responder adecuadamente a los estímulos del medio, lo cual está relacionado

con la calidad de vivir), motivadora (mueven a la acción), informadora y valorativa

(ofrecen información del exterior en relación al sujeto y nos dan perspectiva), y social

(permiten la comunicación y la empatía).

Este conocimiento que tenemos sobre las emociones lo podemos utilizar

positivamente a nivel personal. Como señala Seligman: el entretenimiento, la

satisfacción, el entusiasmo, el gozo y la alegría, son emociones positivas que desarrollan

nuestras “fortalezas personales”, características estables e intrínsecamente motivantes

entre las que se encontrarían la curiosidad, la inteligencia práctica, la perseverancia, el

autocontrol o el disfrute de la belleza. Pero, además, también nos son útiles para lograr el

éxito en nuestros proyectos a través de dos conceptos: el empoderamiento y las alianzas

entre diferentes organizaciones. Para ello es muy importante tener claro la función social

de las emociones, y, en concreto, nuestra capacidad de tener empatía con otras personas.  

La empatía es, en un primer estadio, una identificación emocional con el otro (por

ejemplo, el contagio emocional de un bebé que llora en presencia de otro bebé que está

llorando), pero un nivel superior y más útil de empatía, que se consigue con la edad y se

puede entrenar (por ejemplo con los juegos de roles de situación), nos permite reconocer y

comprender lo que sufre o siente otro individuo como alguien diferente y con ideas e

intereses distintos. Este tipo de empatía tiene su efecto en la tolerancia positiva descrita

por Carlos Thiebaut, es decir, la empatía me permite tratar de comprender al otro para

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admitir que él puede tener razones que yo no tengo, lo cual me permite aprender de él y

no sólo rechazarle, reprenderle o infravalorarle sin más.  

Casi siempre se ha utilizado el temor como motivación, pues nos ayuda a evitar los

riesgos. Pero esta capacidad de ponernos en lo peor de cualquier circunstancia, puede

traer consecuencias negativas, como el estrés, o el agobio, ya que hay personas que

reaccionan de diferente manera ante el temor.  

La tolerancia positiva nos ayuda a mejorar la convivencia dentro de una organización,

una asociación, un ayuntamiento, etc. Es por tanto la base emocional del concepto de

“empoderamiento” que tiene que ver con “dar poder” a otros miembros de mi grupo de

trabajo, tanto para opinar, tomar decisiones y ejecutarlas, y que a la vez permite

desarrollar las “fortalezas personales” del otro. Por tanto, no es un simple delegar pasivo,

sino que este tipo de actitud nos permite volver sobre nuestras opiniones, ampliar nuestras

miras y criterios a la hora de elegir objetivos y estrategias en nuestros proyectos, y, en

definitiva, ser más autocríticos, además de mejorar el clima de trabajo, los niveles de

creatividad dentro nuestra organización, y el grado de implicación de cada uno de sus

miembros.  

Un ejemplo de empresa que funciona bajo estos criterios es la multinacional Apple Inc.,

inventora de productos tan revolucionarios en los últimos años como el Iphone o el Ipad.

En una entrevista a su co-fundador Steve Jobs4, elegido por la revista Fortune en 2012

como el mejor emprendedor de la historia moderna, afirma cómo una de las claves del

éxito de Apple es que se trata de una “empresa colaborativa”, en la que según él, el

secreto de que trabajen tan eficientemente en equipo es confiar en que los demás hacen

su parte sin requerir supervisión todo el tiempo. El otro punto clave que resalta Jobs es el

de hacer reuniones donde se escuchan y aceptan las críticas y se trabaja en ideas, y en

resolver problemas, y aceptar que los otros pueden tener razón aunque su opinión sea

diferente de la propia. Una frase que resume este carácter es la siguiente: “Si quieres

contratar a gente maravillosa que quiera trabajar contigo, tienes que dejarlos que tomen

muchas decisiones y tienes que equivocarte con tus ideas”.

Otro ejemplo de empoderamiento es el de los voluntariados técnicos de la Fundación

Charles Darwin que ya hemos mencionado. Contar con una persona motivada

positivamente nos permite enriquecernos más fácilmente de su experiencia vital,

profesional, y de sus ideas. El proyecto se empapará también de dicho espíritu, y no sólo

aumentarán las probabilidades de éxito del proyecto, sino que dicho espíritu se contagiará

a todo el equipo y mejorará la calidad y las posibilidades de todo el conjunto.                                                                                                                4  Puedes  encontrar  la  entrevista  completa  en:  http://www.youtube.com/watch?v=NO7QFnGK3qs    

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Esta manera de trabajar se puede implementar a la hora de establecer y cuidar las

relaciones y las alianzas con otro tipo de entidades, lo cual produce sinergias muy

interesantes donde el resultado es siempre mayor que la suma de las partes. Así, es

muy productivo tener una actitud de tolerancia positiva y empoderamiento con otras

instituciones y sus miembros. Ello nos permite evitar que se produzcan dobles esfuerzos,

nos hace más eficientes, mejora el clima de trabajo, nos ayuda a minimizar y resolver los

conflictos que suelen darse cuando trabajan varias entidades en un proyecto común.  

Como estamos viendo somos más irracionales de lo que pensábamos y en ocasiones

nuestro comportamiento es como el descrito en el “dilema del prisionero” o puede derivar

en la “tragedia de los comunes”. El “dilema del prisionero” se basa en la confianza y en la

cooperación mutua. Cuando todos los actores implicados actúan con esta actitud positiva

se obtiene el mejor resultado global, aunque pareciera a corto plazo que lo mejor es

pensar en uno mismo. En realidad este dilema demuestra que, si no se confía en el otro y

se actúa de manera auto-interesada, todos sufren las peores consecuencias, incluido uno

mismo. La “tragedia de los comunes”, descrita por Hardin, se resume en que cuando

estamos compartiendo recursos limitados, si todos tomamos más de lo que nos

corresponde porque aparentemente no se nota dentro del grupo (en un trabajo puede ser

escaquearse de sus responsabilidades) puede ocasionar que el recurso se agote (o que

nuestro proyecto fracase). Tiene una difícil solución técnica porque no sirve con apelar a la

buena conciencia. Por un lado, si no hacemos lo que se nos pide, actuamos como un

ciudadano irresponsable; y por otro lado, si uno se comporta como se le pide, puede

sentirse y ser considerado como un tonto ya que no se aprovecha de una situación de la

que el resto saca provecho y sufrirá las mismas consecuencias, por lo que sus actos no

servirían para nada.  

Para el caso que nos ocupa de las relaciones dentro o entre asociaciones que tienen un

proyecto común, las posibles soluciones son tres: 1) la coerción mutuamente acordada,

entendiendo la libertad como una necesidad, 2) la separación estricta del trabajo, y 3) que

todos reconozcamos que existen intereses compartidos que debemos respetar. Esta última

solución nos permite aprovecharnos de todas las ventajas que estamos viendo que nos

ofrece el pensamiento positivo.  

Un modelo de trabajo en el que se reflejan todas estas ideas es el proyecto “Pobreza y

cambio climático a través de la participación total” desarrollado en el Complejo PRAE de la

Junta de Castilla y León durante el año 2011 y que fue seleccionado para el Congreso

Nacional del Medio Ambiente (CONAMA) de 2012 dentro de la categoría de Innovación y

creatividad en la educación ambiental. El resultado último de esta experiencia fue la de

trabajar la problemática de la pobreza y su relación con el cambio climático desde el arte

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urbano, la música y la reflexión ética que surgió de una secuencia de actividades cuya

metodología tenían como eje principal la participación. En su realización intervinieron

activa y conjuntamente instituciones públicas, universidades, colegios, institutos,

asociaciones y ONG’s , artistas, educadores ambientales, medios de comunicación, y

demás personas de “a pie”5.  

Por consiguiente, si seguimos una actitud positiva que tenga en cuenta las emociones y

que somos previsiblemente irracionales a hora de tomar decisiones, mejorando la

convivencia gracias al “empoderamiento” dentro de nuestra organización, y aumentando el

grado de cooperación y confianza en nuestras relaciones con otras instituciones podemos

ser más exitosos a la hora de establecer las estrategias mejores para alcanzar de una

manera más efectiva nuestros objetivos comunes, e incluso abrir nuevos caminos

productivos que posibiliten nuevas sinergias, con la consecuente ampliación de nuestro

poder de acción.

La  felicidad:  el  bien-­‐vivir  más  allá  del  bienestar      

Hasta ahora hemos dado una serie de pinceladas para mejorar nuestro criterio a la hora

de elegir los mejores medios para llevar a buen fin nuestros proyectos. Es el momento de

ampliar nuestro criterio cuando queremos plantear los objetivos de un proyecto

“sostenible”.

A estas alturas de siglo XXI no es necesario justificar más la necesidad de la

sostenibilidad, pero sí cabe resaltar la presencia de la calidad de vida para que dicho

proyecto pueda ser catalogado como tal. Además, la calidad de vida es uno de los

elementos necesarios para lograr una vida feliz. Por definición, un proyecto “sostenible”

debe incluir en sus objetivos criterios relacionados con la calidad de vida, pero además, es

importante incluirlos porque también contribuyen a nuestra felicidad.

La felicidad es otro de esos términos que posee muchas ideas previas, entre las cuales

destaca que se trata de algo tan subjetivo que no se puede decir nada sobre ella. Sin

embargo, no hay nadie en el mundo que no desee ser feliz, por lo que merece la pena

                                                                                                               5  Algunos  enlaces  para  ver  las  diferentes  etapas  de  este  proyecto  son  los  siguientes:  http://www.praecyl.es/ver_noticia.php?id_not=591;  http://www.praecyl.es/exposiciones.php?exposicion_id=4;  http://www.praecyl.es/ver_noticia.php?id_not=585;  http://www.praecyl.es/exposiciones.php?exposicion_id=6.    

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detenernos en qué significa eso de ser feliz6.

En una primera aproximación pudiera parecer que la felicidad está directamente

relacionada con nuestro poder adquisitivo, pero un estudio realizado por Richard Easterlin

en EE.UU. durante más de cincuenta años demostró que, una vez cubiertas ciertas

necesidades, no existe una relación directa entre el nivel de felicidad o satisfacción con la

vida de una población y su P.I.B. Un ejemplo lo podemos tener en nuestro país donde

nuestro P.I.B. es mayor que en los 50s, pero no somos proporcionalmente más felices que

entonces. Es decir, una vez cubiertos unos bienes básicos, más ingresos no implican

directamente una mayor felicidad7.  

Si estudiamos la etimología de la palabra en distintos idiomas y la evolución de su

significado nos encontramos con la felicidad es como una “pirámide de cristal” cuyos lados

tienen que ver respectivamente con la fortuna, el desarrollo espiritual, la sabiduría y la

calidad de vida. El hecho de ser una pirámide transparente implica que cuando miramos

por una de sus caras no podemos dejar de ver el resto de caras.  

Esta división no nos aclara nada sobre el contenido concreto ni sobre su condición

subjetiva. Pero en referencia a la calidad de vida resulta que, si preguntamos a cada uno

de manera concisa qué es para esa persona calidad de vida, y luego le pedimos que en

grupo se pongan de acuerdo sobre cuáles son las cuestiones mínimas, resulta que los

habitantes de las Islas Galápagos tienen unas inquietudes muy parecidas a un grupo de

funcionarios de la Junta de Castilla y León. Los puntos mínimos que comparten ambos

grupos sobre lo que si es calidad de vida eran: tener suficientes alimentos y de calidad,

vivir sin contaminación, utilizar la tecnología correctamente, estabilidad económica y

respeto dentro de la sociedad; y los cinco puntos que no es son: la contaminación del

agua y el aire, estar en un entorno sin plantas ni animales, el ruido y la intranquilidad, la

falta de fuentes de trabajo estable y la baja calidad de la enseñanza8.  

                                                                                                               6  Una  emotiva  introducción  a  la  felicidad  es  el  anuncio  titulado  “Estás  aquí  para  ser  feliz”  de  una  marca  de  refrescos  donde  un  anciano  de  102  años  habla  sobre  las  cosas  realmente  importantes  de  la  vida  a  su  nieto  recién  nacido.  Puedes  ver  el  anuncio  en  http://www.youtube.com/watch?v=7uv3-­‐1PQYtI.    7  Un  estudio  muy  completo  sobre  por  qué  creemos  que  con  más  dinero  se  puede  comprar  más  felicidad  es  “Con  más  dinero,  ¿se  puede  comprar  más  felicidad?”  realizado  por  Manel  Baucells  y  Rakesh  Sarin  en  2007  para  el  IESE  Business  School  de  la  universidad  de  Navarra.  Puedes  encontrar  el  documento  completo  en  http://www.ieseinsight.com/doc.aspx?id=630&ar=11&idioma=1.    8  Un  proyecto  muy  interesante  y  sugerente  es  el  documental  de  Nuria  Cabezas  “Tu  futuro  en  su  pasado”  basado  en  20  testimonios  de  personas  de  diferentes  puntos  del  planeta  y  condición  social  que  en  los  últimos  años  de  su  vida  responden  “esas  preguntan  que  sólo  pueden  ser  respondidas  al  final  de  nuestras  vidas:  ¿Me  arriesgo?  ¿Qué  importancia  tiene  realmente  el  dinero?  ¿Y  el  éxito?  ¿Cómo  afronto  la  decepción?  ¿Existe  la  suerte?  ¿El  destino  quizás?  ¿Y  un  amor  para  toda  la  vida?  o  ¿Cómo  puedo  alcanzar  la  felicidad?”.    La  web  oficial  es:  http://www.tufuturoensupasado.com.    

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Se puede estar más o menos de acuerdo con esta lista; pero estos puntos en común

pueden ser un buen inicio para incluirlos en los objetivos de nuestros proyectos que

persigan la “sostenibilidad”, no porque sean los puntos a seguir por todos, sino porque es

un ejercicio muy necesario e interesante preguntar, directamente a quienes va dirigido

nuestro proyecto, en qué consiste ser feliz, debido a que nuestro objetivo último es ser

felices. Esta actividad se puede plantear como una metodología previa en un

ayuntamiento, en el grupo de destinatarios de nuestros programas, o como la base misma

de ciertos proyectos.  

Por ejemplo, René Ramírez hizo un estudio solicitado sobre la felicidad como medida

del buen vivir en Ecuador en el que llegó a representar una mapa de los diversos grados

de felicidad dentro del territorio ecuatoriano. Esto es de gran utilidad para un gobierno

preocupado por sus habitantes y le puede servir para plantear nuevas estrategias y

optimizar la elección de objetivos. Esta experiencia se puede extender a cualquier

municipio. Entendemos como normal que se conserve el patrimonio, pero muchas veces

dejamos que se pierdan los lugares emocionales donde cada uno, y nuestros familiares y

amigos han sido felices.  

Como señala la filósofa Carmen Velayos: la felicidad es un punto importante a

considerar en la elección, debido a que puede ayudar a movilizar la voluntad en la toma de

decisiones responsables e, incluso, a impulsarla por la vía de la racionalidad.  

A lo largo de esta ponencia se ha pretendido mostrar que el pensamiento positivo

aumenta nuestras miras y posibilidades, llegando a ser un elemento crucial en el éxito de

nuestros proyectos, sobre todo con los que tienen que ver con la “sostenibilidad”, y que,

además, contribuye a nuestra felicidad.  

Sirva para concluir la idea de Damasio según la cual “los sentimientos son relevantes

en el proceso de resolución de problemas, mejoran y amplían el proceso de manejo de la

vida”; y añadir que, por tanto, se trata de una gran herramienta a nuestro alcance para

lograr el éxito en nuestra vida.

Toni Aragón Rebollo Almenara de Tormes, 28 de Febrero de 2013

 

 

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Principales  referencias  bibliográficas    

Ariely,  D.  Las  trampas  del  deseo.  Ed.  Ariel.    Barcelona.  2008.  Pp.  282.    Damasio,  A.  El  error  de  Descartes,  Barcelona,  Crítica,  2006.  Pp.  344.  

Damasio,  A.  En  busca  de  Spinoza.  Neurobiología  de  la  emoción  y  los  sentimientos  ,  Barcelona,  Crítica,  2005.  Pp.  336.

Easterlin,  R.  A.  Does  Economic  Growth  Improve  the  Human  Lot?  University  of  Pennylvania.  1974.  Pp.  89-­‐125.  [ref.  web  del  28  de  febrero  de  2013]:  http://graphics8.nytimes.com/images/2008/04/16/business/Easterlin1974.pdf    McMahon,  D.  M.  Una  Historia  de  la  Felicidad  ,  Barcelona,  Taurus,  2005.  Pp.  459.

Orsi,  R.:  "Emociones  y  moralidad",  en  Ideas  y  Valores,  Vol.  55,  Nº  131.  Universidad  de  Colombia.  2006.  Pp.  33-­‐49.  [ref.  web  del  28  de  febrero  de  2013]:  http://redalyc.uaemex.mx/src/inicio/ArtPdfRed.jsp?iCve=80915454002  

Ramírez  Gallegos,  R.  La  Felicidad  como  Medida  del  Buen  Vivir  en  Ecuador,    Senplades.  2009.  [ref.  web  del  28  de  febrero  de  2013]:  http://pydlos.ucuenca.edu.ec/buen_vivir/index.php?option=com_content&view=article&id=18:la-­‐felicidad-­‐como-­‐medida-­‐del-­‐buen-­‐vivir-­‐en-­‐ecuador&catid=5:ecuatoriano&Itemid=13      Seligman,  M.  La  auténtica  felicidad,  Zeta  Bolsillo,  2011.  Pp.  448.    Velayos,  C.  Ética  y  cambio  climático,  Bilbao,  Desclée,  2008.  Pp.  164.