El Político

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SOBRE El Político (ca. 367-360 a. C.) Platón Selección, mezcla y comentarios de textos lrcp Presentación: En el Político, Platón puso en forma definitiva todo su empeño en demostrar que lo que caracteriza y diferencia la argumentación filosófica de cualquier otro discurso es su voluntad de obtener la verdad mediante un método analítico y sistemático. Platón se propuso fijar así en el Político las bases de un método filosófico de validez universal. En este sentido, el Político debió haber sido además parte de un proyec to más amplio, consistente en confeccionar una trilogía que tratase, respectivamente; del sofista, del político y del filósofo. Además, podemos decir en forma muy general que estos tres temas están presentes a lo largo y a lo ancho de la obra platónica y claro, siempre aparecerán en forma inacabada —pero eso sí de manera muy sistémica— o bien, siendo tratada en la forma más sutil y abstracta de las ideas, pero siempre discutida en una forma profundamente reflexiva —eso creemos. Además, también toda la temática platónica viene siendo presentada a través del formidable método dialéctico al estilo de la escuela socrática; método aquél que todo lo penetra y fulmina: lo mismo a las concepciones cosmogónicas, psicológicas como ontológicas. Pero sobre todo, debemos decir que también que este método disecciona a aquellos otros conceptos de domino o interés público y privado que, debieron ser muy actuales y sujetos a toda discusión en aquella época. Así, podemos decir también que: estos temas, en particular, están presentes de manera directa, indirecta o recurrente bajo la forma acostumbrada de diálogos; como el Teeteto, la República, las Leyes, etc. Ahora bien, si consideramos a su vez esto como preceptos que también deben cumplir con la más alta misión del quehacer filosófico; diremos que entonces que estos preceptos en nada deben cumplir con lo absoluto, —así lo creemos y lo manifestamos—; sino más bien, con todo lo complejo e inabarcable de lo existente y de lo inexistente. Puesto que, interpretando a aquella máxi ma pl atónica sobre el alma de que: nada en la vi da se aprehende todo es recuerdo. Y que ese recordar es en nosotros mismos despertar de lo que ya suby ace potencialmente como saber o vi rtud; (entonces, esto es muy probablemente lo mismo que hace recordar a Platón), que: todo método analítico y métrico no es más que —para mí, yo mismo, Platón— un intento dialéctico inacabado del ser. Y que siendo al fin

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SOBREEl Político

(ca. 367-360 a. C.)Platón

Selección, mezcla y comentarios de textos lrcp

Presentación:

En el Político, Platón puso en forma definitiva todo su empeño endemostrar que lo que caracteriza y diferencia la argumentación filosófica decualquier otro discurso es su voluntad de obtener la verdad mediante unmétodo analítico y sistemático. Platón se propuso fijar así en el Político lasbases de un método filosófico de validez universal. En este sentido, elPolítico debió haber sido además parte de un proyecto más amplio,consistente en confeccionar una trilogía que tratase, respectivamente; del

sofista, del político y del filósofo.

Además, podemos decir en forma muy general que estos tres temasestán presentes a lo largo y a lo ancho de la obra platónica y claro, siempreaparecerán en forma inacabada —pero eso sí de manera muy sistémica— obien, siendo tratada en la forma más sutil y abstracta de las ideas, perosiempre discutida en una forma profundamente reflexiva —eso creemos.Además, también toda la temática platónica viene siendo presentada através del formidable método dialéctico al estilo de la escuela socrática;método aquél que todo lo penetra y fulmina: lo mismo a las concepcionescosmogónicas, psicológicas como ontológicas. Pero sobre todo, debemos

decir que también que este método disecciona a aquellos otros conceptosde domino o interés público y privado que, debieron ser muy actuales ysujetos a toda discusión en aquella época. Así, podemos decir también que:estos temas, en particular, están presentes de manera directa, indirecta orecurrente bajo la forma acostumbrada de diálogos; como el Teeteto, laRepública, las Leyes, etc.

Ahora bien, si consideramos a su vez esto como preceptos que tambiéndeben cumplir con la más alta misión del quehacer filosófico; diremos queentonces que estos preceptos en nada deben cumplir con lo absoluto, —así lo creemos y lo manifestamos—; sino más bien, con todo lo complejo e

inabarcable de lo existente y de lo inexistente. Puesto que, interpretando aaquella máxima platónica sobre el alma de que: nada en la vida seaprehende todo es recuerdo. Y que ese recordar es en nosotros mismosdespertar de lo que ya subyace potencialmente como saber o virtud;(entonces, esto es muy probablemente lo mismo que hace recordar aPlatón), que: todo método analítico y métrico no es más que —para mí, yomismo, Platón— un intento dialéctico inacabado del ser. Y que siendo al fin

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un proceso, el que resulta ser «el método» sine quanon para poder alcanzary conservar —hasta donde se pueda— a uno solo y único camino que debaconducirnos a través de la pureza y de la verdad absoluta, hasta por finpoder llegar al puerto o mixtura del ser o de la existencia. Es decir, elmétodo para poder alcanzar así la realidad más plena y posible, —la

realidad única aprehensible— para poderla vivir y finalmente poblarla. Ysobreponerse de esta manera, por fin, a la paradoja existencial (de Platón).¿E intentar, con ello, cambiar el mundo de las ideas y pero no sólo eso, sinotambién el mundo como realidad definitiva per se? —Sí, esta es laintención. Platón sabía que esta era su intención más secreta y al mismotiempo, la más manifiesta; asimismo, la más oculta y sutil, e insuperable, lamejor esbozada en sus cartas, —aunque algunas de ellas sean consideradasapócrifas por algunos. Empero, y no obstante, todo esto así lo creemos,aunque por nuestra parte constituya una muy peligrosa y nada exageradageneralización…

Por otra parte, hay que reconocer que todos nosotros como lectores dePlatón, siendo más o menos acuciosos en su obra; no importa, ya quemuy bien podríamos habernos quedado ya antes en algún momento y enalgún lugar del camino o de la ciudad de la República o de las Leyes. ¿Peroacaso, estaríamos en uso de nuestro pleno derecho de posesión ysegún las leyes de la ciudad? —Realmente no lo sabríamos a plenitud.Empero, digamos que ya antes nos hemos quedado en la ciudad y quetambién hemos abandonado ya el camino y, por tanto, hayamos hecho dela ciudad el refugio de toda nuestra seguridad y toda nuestra conservación.  Y constituida así la ciudad (es decir nuestra ciudad) digamos siendoestablecida de la manera más simple y trivial, quede no obstante como la

más Absoluta y Mundana de todas las más posibles y como InamovibleFortaleza.

Pero el camino continúa…, puede seguir siendo nuestro. Es nuestrocamino. Con la diferencia nada más de que este camino estará únicamentehecho por nuestros propios pasos… y solo ellos, invariablemente, puedendirigirse siempre hacia la otra ciudad; No obstante, que la ciudad por llegarsiga siendo hecha con las mismas ideas o bien, que la ciudad sea perenebúsqueda, o deslumbrante descubrimiento, mnémesis fortuita o laaprehensión más vivible y realizable. Empero, todo ello no importa… Porquela meta es siempre meta. Y para poderla alcanzar como un nuevo origen,

sólo nos resta continuar… Seguir, eso sí, claro, el recto camino propuestopor Platón: el camino de la mixtura de la virtud y de los saberesatemperados. Porque tal vez con esto último, estaríamos proponiendo unanueva filosofía; si no es que antes alguien anticipándose a nosotros lo hayahecho ya. Y que ahora, por simple novedad nuestra o intuición primera,creemos proponerla en exclusiva… En fin, es lo que constituiría —y denueva cuenta— la siempre y nueva filosofía neo-neoplatónica. Porque

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Platón, parece ser, siempre estará escribiendo una segunda filosofía*…Bueno, —lo que quiero decir con esto es que: los preceptos filosóficosplatónicos siempre están escribiendo las segundas filosofías…

Introducción:

La elaboración de este diálogo platónico de El  político, puede situarsecronológicamente entre los años de 367 y 360. Pero, ¿por qué estableceresta datación? Porque está ligada a toda la historia de los viajes de Platón aSicilia. Platón habría nacido en 428; y es muy probable entonces que tengaalgo menos de treinta años de edad en el momento de la condena yejecución de Sócrates (399). Tras esta muerte, Platón, como otros discípulosde Sócrates, temerosos tal vez que esa condena tuviese efectos judicialessobre el resto de los alumnos, se marcha de Atenas y en Megara funda una

escuela donde retoma ciertos aspectos de la enseñanza de Sócrates.

Hace una serie de viajes, entre ellos, con seguridad, a Egipto, entre 399 y387. Hacia 387-386 se funda la Academia en Atenas. Antes, en 388-387 —ytenemos de ello testimonios independientes en las Cartas de Platón—, hacesu primer viaje a Sicilia. Conoce al tirano Dionisio I (el viejo) y estableceamistades ahí; con Arquitas, uno de los últimos grandes pitagóricos, y conDión de Siracusa, yerno de Dionisio. Dionisio I, político muy astuto ypoderoso muere; su hijo Dionisio II sube al poder y con esto, Dión terminasiendo con e yerno de ambos. Platón lo considera capaz de llevar a lapráctica sus ideas de filósofo respecto a la política. Y, según la tradición,

Platón vuelve a Sicilia en 367, llamado por Dión, con objeto de transformaral joven Dionisio en un rey filósofo. Según esta misma tradición de lasCartas y los doxógrafos. Platón hace un tercer viaje (362). Pero Dionisiotraiciona sus promesas y lo hace prisionero. Aristóteles estaba en laAcademia tanto en 367 como en 362; en la Política, habla de Dión, perocuesta entender por qué no habría de mencionar el viaje de Platón.Cualquiera que haya sido el deseo de Platón de influir en un rey, un tirano oun dueño del poder, no se puede creer que en ese tema haya podidoengañarse una segunda vez con respecto a un individuo como Dionisio. Conesto, Platón intenta, arriesga la vida por sus ideas y luego regresa…

Pero, lo que se opone a la atétesis (apócrifo), como dicen los filólogos, alrechazo de la autenticidad de las Cartas, es con todo la calidad de laséptima, muy bella y muy profunda. Desde el comienzo, la justificación dePlatón para no mezclarse más en política tras la condena de Sócrates esabsolutamente convincente. Pero lo que aquí realmente deseamos destacarde esta carta es un pasaje extraordinario sobre la relación del lenguaje con

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el conocimiento corriente, con el conocimiento de las cosas mismas i de lasIdeas, con el famoso exaíphnes. En esta carta platón dice que todos losotros saberes son preparatorios para el verdadero saber. Hay queejercitarse en ellos, pero no son los que aportan el verdadero saber. Sonalgo así como el «frotamiento» previo que a la larga provoca en un

momento indeterminado e inesperado (exaíphnes: súbito), el surgimientode la llama que ilumina a la vez el objeto y al sujeto y permite ver. Para esosirve toda la lógica, toda la discusión, toda la matemática, toda ladialéctica. Son preparatorias. Y esto recuerda lo que dirán a continuaciónlos místicos sobre la ascesis y su objetivo de preparar un momento devidencia que no se puede forzar o arrancar. El saber, el verdadero, el saberúltimo, se describe en esa Carta séptima. Y la descripción correspondebastante bien a todo lo que dice en le Banquete, en el Fedro, en la mismaRepública sobre la relación del alma con el saber, para pensar que, si estaCarta séptima no es auténtica en el sentido literal, no lo es en lo que refierea los datos del tercer viaje, si lo es en cuanto al tratamiento filosófico que

propone de la cuestión de la relación del conocimiento con su objeto.

Entonces, el Político sólo puede ser posterior al presunto segundo viaje, ysi hubo un segundo y un tercero, tal vez entre ambos, tal vez luego en eltercero, después del Sofista, que se supone sigue al Teeteto. Y al mismotiempo se promete un cuarto diálogo, que no se escribió y que sería elFilósofo.

  Y se trata de diálogos que admiten y ponen en el centro de laspreocupaciones la mixtura y ya no las ideas puras. Para decirlo mássencillamente: ya no lo absoluto sino la mixtura, lo real, la aproximación, lo

relativo. Lo cual se traduce, en el plano político, lo que en el Político sedenomina la segunda navegación, deúteros ploús. Hay una primeranavegación que es la de la República, y que conlleva la verdad auténtica yla buena ciudad. Aunque, no podemos pretender realizar esa idea. Tenemosque conformarnos entonces, con una segunda elección, que se describiráen las Leyes, en donde se dice también que esta ciudad, con respecto a laciudad de la República, es, en las distintas lecturas de los manuscritos, yase mía deuterôs: segunda según la profunda unidad interna, ya se timíadeuterôs: segunda en dignidad. La timía deuterôs es una corrección; en fin,mía deuterôs sería la lectura que corresponde. Así, la ciudad de las Leyes essegunda en unidad, en intensidad de las articulaciones de sus partes entre

sí, con respecto a la ciudad de la República.

En este sentido, observemos la siguiente clasificación según la cual,agrupa esos diálogos según los llamados criterios externos: fechas,referencias a personajes presentes o mencionados en los diálogos; y, porotra parte, con el famoso análisis estilométrico, es decir, el ordenamientocronológico de los diálogos según los indicadores de estilo, las estadísticas

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de partículas y expresiones que utiliza Platón. Hay por tanto cuatro gruposde diálogos:

1. Están los diálogos socráticos, ophera prima de juventud. Pero, ¿quiénes Sócrates?, ¿quién es Platón? ¿Dónde termina Sócrates donde principia

Platón? Tienen sobre todo estos diálogos un afán de enseñanza socrática: Apología, Critón, el primer  Alcibíades, Eutifrón, Laques, Lisis, Cármides, losdos Hipias e Ión.

2. Tenemos los diálogos que en cierto sentido son puramentepolémicos, al contrario de los anteriores, que interrogan sin grandescontroversias. Estos y los del tercer periodo se cuentan entre los másbellos: es la madurez de Platón, la plena posesión de sus poderes poéticos.Se trata de Protágoras, Eutidemo, Menéxeno, Gorgias y el primer libro de laRepública (Trasímaco), en función del sofista que en él es el principalinterlocutor de Sócrates.

Protágoras, Eutidemo, Gorgias atacan a fondo a los sofistas. Menéxenoaporta aquí una parodia al discurso fúnebre ateniense, es una especie decarga contra los políticos o los demagogos.

3. Esta fase reúne aquellos diálogos que constituyen el descubrimiento,la afirmación y el despliegue de la teoría de las Ideas, su inicio es el Menón,el Fedón, el Fedro, el Banquete y lo esencial de la República.

4. Esta última fase reúne la obra de la madurez final y la vejez, siendoel comienza con el Crátilo, un diálogo profundamente aporético que suscitaun enorme trastorno porque interroga nuestra relación con el lenguaje y la

relación el lenguaje con las cosas, y plantea la cuestión: puesto que lo queenunciamos como verdad pasa por el lenguaje —pero para formularlo entérminos modernos diríamos—: ¿cómo debería ser el lenguaje para quepudiésemos enunciar una verdad?

Así, por tanto en esta relación tenemos el Crátilo, Teeteto y elParménides, tres diálogos sumamente aporéticos, y los resultados de estaaporía y apóresis, que se presentan en el Sofista, el Político y el Timeo, másel Critias y el Filebo, y las Leyes, que aparecen de manera muy coherentesal final. En estos últimos diálogos se plantea y se lleva lo más lejos posiblela teoría de lo mixto.

Pero realicemos justo aquí todavía una última recapitulación a estosdiálogos de este último punto:

—— El Sofista empieza por disolver el absolutismo del ser parmenídeo alimponer la verdad de que hay no-ser y el ser no es siempre, o no es entodos los aspectos.

—— Después, el Político, abre el camino al abandono del absolutismo dela república en los regímenes políticos.

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—— El Timeo establece la mixtura en el plano ontológico y cosmológico ysomete al dios mismo, el demiurgo, a no poder hacer más de lo que esposible según la naturaleza de las cosas, a saber, según la naturaleza de lamateria que él moldea, por un lado, y según la naturaleza de los númerosmediante los cuales moldea la naturaleza, porque esos números no le dejan

hacer lo que quiere.—— Y por último tenemos el Filebo, que, con el pretexto de hablar delplacer, enuncia una serie de tesis extremadamente importantes sobre elhecho de que todo lo que es es una mixtura de uno y de varios, como ladeterminación e indeterminación, de péras y ápeiron. Y las Leyes se sitúanal final de este cuarto y último periodo de manera completamentecoherente.

Objeto y estructura del Político

Su título y la discusión presentan el objeto manifiesto del diálogo. En elpárrafo 285 d, se puede leer en voz del Extranjero de Elea: es evidente queno buscamos al político por sí mismo, no tenemos gran cosa que hacer conél. Para nosotros es todo esto un ejercicio de dialéctica. Aprendamos adividir como es debido respetando las divisiones naturales que existen enlos seres y adoptando los criterios que corresponden. Pero, es muy notorioen este segundo nivel no es más que un pretexto. Y es que en un tercermomento la preocupación de Platón es aquí, sin duda el político. Y esporque Platón tiene cuentas negativas o positivas que arreglar con lacuestión del sofista y del político en general; precisamente, esto es el objeto

del diálogo.

Así de la estructura del Político, podemos decir que es un poco extraña.Pero también la del Sofista es muy extravagante, pero en él la extrañeza esmucho menor. En el Sofista tenemos la sucesión de los seis intentos dedefinición; después de la sexta. Volvemos a la quinta en forma un tantoanómala y tiende a componer un relato lo más desagradable posible de él.Hay una sola digresión importante, un tanto accidental: la del ser y el no-ser. Es bastante compleja en el desarrollo de la obra de Platón y es difícilpronunciarse con certeza. Pero en el Parménides esta misma enseñanzaque el ser es y que el no-ser no es, y que por otra parte no hay más que

uno, es sometida a una muy dura prueba. Se advierte que esa enseñanzano puede sino conducir a una serie de callejones sin salida… tal vez, yporque no sea ésa la enseñanza del Parménides; precisamente, unaconclusión negativa.

El Sofista proporciona entonces la contrapartida positiva pasando por elfamoso parricidio, el momento en que el Extranjero de Elea dice: ahora hay

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que matar a nuestro padre Parménides, hay que decir esta cosa horrible deque el ser no es y el no-ser es. Y enumera las cinco formas de génerossupremos: el ser. Lo mismo, lo otro, el reposo, el movimiento; diríamos hoycomo si fueran los transcendentales ontológicos con que está hecho todo loque es. Pero en el caso del reposo y movimiento, es obvio que hay que

tomar el término en el sentido galileano o posgalileano; pues el movimientono quiere decir únicamente movimiento local. El movimiento es en cambio,la alteración. En Aristóteles está muy claro; y en Platón también.

Cuando se dice que el reposo y el movimiento pertenecen a los génerossupremos, se alude a la inmutabilidad, por un lado, y a la posibilidad y laefectividad de la alteración, por el otro. Y esto es lo que dice el Sofista.

Esta digresión en el Sofista aparece naturalmente en referencia a ladefinición del sofista, porque hay que definirlo como un traficante de no-ser.Pero, ¿cómo puede ser traficante de no-ser si el no-ser no es? Es precisoque el no-ser sea de cierta forma y que exista la posibilidad de presentar alser como no-ser y recíprocamente. Así pues, por este camino en apariencia

trivial, por no decir irrisorio, se introduce uno de los grandes teoremas de lafilosofía, de los orígenes hasta nuestros días: que el no-ser es y el ser no es,a partir de ese fabricante de falsas imágenes, etc.

Pero Parménides dijo: lo que no es no es, punto y aparte. Ni siquierapuede ser dicho, lo cual, en el límite, reduciría al mismo Parménides alsilencio. Había que salir de todo eso. Y se sale con el Sofista, con esa únicadigresión ontológica central.

En el Político las cosas son muy diferentes. La estructura es estrafalaria:entraña dos definiciones del político, ninguna de las cuales es válida desdeel punto de vista de Platón. La definición adecuada está escondida en el

diálogo, es como una charada.

Comienza con un pequeño preámbulo (257a-258b), y luego aparece laprimera definición: el político como pastor. Esta primera definición seextiende desde 258b hasta 277c, donde es abandonada. Pero en el caminotenemos la exposición propiamente dicha (258b-267); la crítica de ladefinición, hecha en varios sitios (267c-268d; 274a-275a; 275b-c). Laexposición de la primera definición se hace mediante esa especie dedivisión descendente, de dicotomía con las diferentes especies de saber(saber teórico/saber práctico), y finalmente se llega a la idea del pastor.

Aquí tenemos dos incidentes que son muy importantes desde el punto devista filosófico. En primer lugar (262a-263b), la distinción entre especie yparte. ¿Qué es una parte y qué es una especie? ¡La especie humana formaparte de los animales! ¡Vaya! Y las piernas forman parte del hombre perono son una especie. ¿Qué pasa?

Segundo incidente, de igual importancia (263c-264e): es poner atenciónal punto de vista subjetivo en las divisiones que se realizan.

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Así, tras una primera recapitulación de la primera definición, se llega aque el político no puede ser el pastor. ¿Por qué? Porque un pastorpropiamente se ocupa de todo, mientras que el político no se ocupa detodo. Luego, a partir de aquí sigue la primera gran digresión: el

extraordinario mito del reino de Cronos.Pastor, en griego, es noméus, del verbo némein, que quiere decir almenos dos cosas: dividir, por un lado; y, por otro, apacentar, ocuparse deun rebaño o de otra cosa. El pastor es superior por esencia a los otros seresa quienes hace pacer, es superior a las cabras, a los carneros. Es de otraespecie, precisamente. Por lo tanto, si hubiera un pastor de hombres,tendría que ser un dios… ¡Y justamente, en el tiempo de Cronos, había enefecto un pastor divino! Co ese pretexto ultra débil se introduce estaextraordinaria digresión sobre el reino de Cronos, que va desde 268c hasta274.

A continuación vuelve al tema supuestamente principal, la crítica delpolítico como pastor. Por lo que queda modificada la definición parcialmentemodificada; hay que decir no sólo que es pastor sino que es agelaikomikós,esto es, el que cuida los rebaños de cierta manera (275c-276e). Y luego, enforma inexplicable, en 277a-c, El Extranjero dice: todo eso no funciona, hayque abandonar esta definición. Pero sin decir por qué.

El Extranjero introduce entonces un tercer incidente, que es un nuevoprincipio metodológico; cuando, anteriormente, en los dos incidentesanteriores fundaban metodológicamente el procedimiento diurético que seempleó en las historias del pastor, de pastor de animales, etc. No obstante

haberse introducido elementos subjetivos en la base y los criterios dedivisión; grullas y no grullas; griegos y no griegos, bárbaros. Y claro, eso nofunciona: de ese modo no se divide según la objetividad sino de acuerdocon un punto de vista subjetivo. Así, el tercer incidente concierne alparadigma y sus elementos. Se refiere a ese problema absolutamentefundamental que nos acompaña aún hoy en día: ¿cómo pensar una cosa apartir de otra?

Este incidente, desde luego, soslaya la cuestión previa: ¿cómo sé que eltejido es un buen paradigma del arte del político? Lo cual no es más queuna variante del problema ya mencionado por Platón en el Fedón y elFedro: ¿cómo sé qué es un ser humano antes de haberlo visto? ¿Y cómo

podría recoger la idea de un ser humano, decir: todos esos son sereshumanos, sino tuviera ya la idea de un ser humano? O bien, ¿cómo puedobuscar algo si no sé qué busco? La respuesta metafísica de Platón en losdiálogos anteriores era la teoría de la anamnesis: en realidad, lo sé desdesiempre, pero ese saber está enterrado, oculto, es preciso que alguien lodespierte. De allí el gnoseoanálisis de Sócrates, la mayéutica, que hacer dara luz lo que no es consciente en el ser humano, incluido el esclavo del

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Menón, a quien hace alumbrar verdades que él posee porque ya las vio enotra vida.

Así, puede verse que el Político pertenece al periodo de la mixtura en elpensamiento de Platón; ofrece, por decirlo de algún modo, un camino

humano de solución a esa aporía. O, mejor, no de solución, sino de gobiernode la aporía.

Por tanto, a partir del incidente tres, llegamos a la segunda definición delpolítico como tejedor, que va a ocupar todo el final del diálogo. Empieza conuna exposición (279b-280a). Cuando la leemos resulta obvio que Platónsabía aún más de lo dice acerca del tejido, los materiales para tejer, lasmaneras de hacerlo, etc. Ahí está, sin embargo, el incidente número cuatro,en 281d-e, que distingue —con lo que anticipa a Aristóteles— las artes decausa propia de las causas compuestas o acompañante o comitante, comoél dice.

Ahora tenemos una digresión aristotélica en relación con este cuartoincidente. La palabra griega symbaínein, palabra aristotélica por excelencia,significa «ir juntos». En Aristóteles aparece continuamente la idea delsymbaínein, el symbebekós, cosas que van junto a otras cosas. Puedenestar juntas por puro azar o juntarse con otras cosas de manera totalmenteesencial, pero sin pertenecer a la definición propiamente dicha de la cosa.

Incidente número cinco, muy importante, antes de volver a la definición:la medida de las cosas. Para Platón hay medidas relativas y medidasabsolutas. Medidas que sólo cobran sentido mediante las comparaciones y

medidas absolutas, normas de las cosas. Idea muy extraña.

El incidente número seis es un ardid de Platón sobre el verdadero objetodel diálogo: no es el político, del que hacemos poco caso, sino la dialéctica,el ejercicio dialéctico (285d). Desde hace algún rato se discute sobre elpolítico, pero, bueno, no es más que un pretexto, sólo nos interesa elbeneficio dialéctico.

Para ello, vuelve al tejido. Para definirlo. A continuación, retorno a laciudad para definir la pluralidad de las artes de la vida en común en la polis(287c-289c). Enumera siete artes de la vida en común y luego —terceraparte de esta definición— las artes auxiliares y subalternas (289-291a). Y en

un rodeo, como si estuviera enganchado al párrafo 291a, el más mago detodos los sofistas, que es el político democrático y surgen entonces dosenormes digresiones:

A. La digresión dos sobre las formas de los regímenes políticos (291d-292a), y retomada como digresión dos bis entre 300d y 303b, donde Platón

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dice que la democracia es a la vez el «menos bueno» y el «menos peor» delos regímenes.

B. La digresión tres, capital, arrinconada entre las dos partes de ladigresión dos, y en la que Platón desarrolla la idea de que sólo la ciencia

está en la base de la definición del político. Esta digresión tres se articula encinco puntos:

1. El párrafo 292 da la base de la definición.2. En 293a-e tenemos la afirmación del carácter absoluto del

poder de quien sabe.3. Luego, en 294a-c, el planteamiento sobre la deficiencia

esencial de toda ley escrita4. Aparece, la primera navegación (294e-297d), donde Platón

reafirma el poder absoluto del que sabe, y cuya mera apariciónsuprime de derecho cualquier ley.

5. Por último, desde 297d hasta 300c, la segunda navegación, enla que se dice que, a falta del verdadero político, podemosconformarnos con esas reglamentaciones deficientes einadecuadas que son las leyes escritas.

Entonces, esa segunda navegación y lo que se dice de ella, se puederetomar en la digresión dos bis, el tema de las formas, de los tipos deregímenes, porque aquí, al contrario de lo que sucedía en la República, laexistencia de un Estado de derecho o un Estado de leyes se convierte en unrasgo distintivo de los regímenes. Los regímenes menos corruptos son losque, aun cuando no sean gobernados por el político, tienen leyes y las

obedecen, se trate de monarquía, aristocracia o democracia. Y losregímenes más corruptos son aquellos en que ni siquiera hay leyes.

 Tras estas digresiones dos, tres y dos bis, se vuelve al estatus de losfalsos políticos, que se había abandonado (303d-c) y luego a las artesauxiliares y elementales (303d-305d).

Séptimo incidente: las artes servidoras de otras artes. La existencia deuna jerarquía entre las artes (304b-d). Vuelve a darse entonces unadefinición del político como tejedor (305e). Pero luego, de improviso, y conrespecto a esa historia del político como tejedor. Pero, ¿qué es lo que teje

este tejedor regio? ¿Cuáles son los materiales que tiene que combinar,entrecruzar para ejercer su función? Ahora bien, el objeto de ese tejido es,desde luego, la de las diferentes artes, las siete artes principales y ademáslas artes auxiliares que son indispensables para la vida en común. Peroaquí, de repente, tras el octavo incidente, acerca de la diversidad de lasvirtudes (306a-308c), o al mismo tiempo que él, Platón introduce un nuevoobjeto del tejido sin relación alguna con el anterior. Mientras que hasta

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aquí habríamos podido entender —y no es falso— que el político es eltejedor regio que entrelaza todas las artes necesarias para la vida de laciudad, aunque no las teje tanto en su persona sino que permite más bienla coexistencia de esas diferentes artes en la ciudad, ahora tenemos algocompletamente distinto, el hecho de que la virtud del ser humano implica

partes, que esas partes son diversas, que constituyen una diversidad y queincluso pueden, en cierta manera, oponerse unas a otras. Ese es un puntoque ya había esbozado en la República: por ejemplo, si uno es valiente ysimplemente valiente, en última instancia esa actitud puede oponerse acierta Phronesis. Uno es simplemente temerario, absurdamente valiente. YAristóteles retomará el tema en su teoría de la virtud.

La pareja de la ontología es la psicología en su gran dignidad y susgrandes dimensiones. A partir de ahí, el político entrelaza en su tejido lasdiferentes partes de la virtud, las partes de la virtud, las partes psíquicas dela virtud en los individuos y, por tanto, desde ese momento volvemos una

vez más a él, en su actitud de entretejer esos aspectos, dimensiones de lavirtud; en el rodeo, también hay algo, en efecto, que es como una especiede adición El político no entreteje tan sólo las artes y luego las partes delalma, también teje genéticamente a los habitantes de la ciudad. Tras deconseguir que haya mezcla entre las familias que son más «cabeza loca» ylas que son más prudentes, a fin de que los descendientes exhiban unacombinación de esas cualidades que constituya una buena mezcla, y así sellega, por último , a la definición final (311b-c):

b Extranjero.— A su vez, los caracteres valientes estánmás faltos que aquellos de justicia y cautela, pero se

distinguen por su vigorosidad en la acciones. Pero si amboscaracteres no colaboran, es imposible que todo, tanto privadocomo en público, resulte bien en las ciudades.

 Joven Sócrates.— ¿Cómo no?Extranjero.— Digamos, además, que este es el finde la actividad política, el entrelazado del tejido, con untrenzado uniforme, del carácter de los hombres valientes yprudentes,

c cuando la técnica regia, renunciándolos en una vida comúnen concordia y amistad, realizando el más magnífico yexcelso de todos los tejidos y abarcan a todos los demás enlas ciudades, esclavos y libres, los mantiene unidos con esta

trama y gobierna y manda sin omitir nada en absoluto decuanto conviene a la felicidad de la ciudad. Joven Sócrates.— De una manera muy bella, Extranjero, nos has

completado el hombre regio y el político.

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ooOoo

RESUMEN:Selección de textos del Político

Ahora bien, una vez que ya han sido presentados el objetivo y laestructura del Político, habremos de continuar con el análisis así propuesto

y una vez cuando también ya hemos traído a cuenta la tan buscadadefinición por Platón del político como: «tejedor regio» (311b-c).

(257a).— PREÁMBULO

Sócrates.— Realmente te agradezco mucho, Teodoro, haberconocido a Teeteto y también al Extranjero.

 Teodoro.— Y dentro de poco lo agradecerás tres veces más,cuando hayan terminado para ti el político y el filósofo.

Sóc.— ¡Vaya! ¿Así que diremos, querido Teodoro, que hemos oído

esto del mejor en cálculo y geometría?(257b).— Teo.— ¿Cómo Sócrates?Sóc.— Has concedido el mismo mérito a cada uno de estos hombres,

aunque entre sí se distinguen en valor más que según la proporciónestablecida por vuestra técnica.

[…]

(258b).— PRIMERA DEFINICIÓN: El pastor divino

Extranjero.— Parece que, por tu parte no hay inconveniente, por la

mía, igualmente, todavía debe haber menos impedimento. Pero, en miopinión, tras el sofista hay que investigar al hombre político y Dime sitambién lo hemos de considerar entre los hombres de ciencia, o no.

[…] (258c) […] Extr.—¿Por dónde se podrá encontrar el sendero de lapolítica? Pues hay que encontrarlo, y tras separarlo de los demás,imprimirle una forma única; y después de marcar las otras desviaciones con

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otra especie única, que hay que hacer que nuestra alma conciba que todaslas ciencias son de dos especies.

[…] (258e) […] Joven Sócrates.— ¿Por qué no?Extr.— Divide, por tanto, el conjunto de la ciencias de este modo,

llamando a una «práctica» y a la otra solamente «cognitiva».

 J. Sóc.— Sea contigo que éstas son las dos especies del conjunto únicode la ciencia.Extr.— ¿Consideraremos al político, al rey, al amo e incluso, al

administrador como si fuesen uno, aunque les llamaremos todos estosnombres, o diremos que hay tantas técnicas como nombres se hanmencionado? Pero sígueme más bien por aquí.

[…] (259c) Extr.— Bien, respecto a lo que ahora mismo analizamos, esevidente que existe una única ciencia acerca de todas estas cosas. Y sialguien la llama «regia». «política» o «administrativa», no discutiremos conél.

 J Sóc.— ¿Por qué tendríamos que discutir?

Extr.— Pero esto es evidente que cualquier rey, para conservar elpoder, puede hacer pocas cosas con las manos y todo su cuerpo encomparación con su inteligencia y fuerza de su alma.

[…] Extr.— A la técnica del cálculo, que conoce la diferencia entrelos números, ¿acaso le asignaremos una función mayor que juzgar susconocimientos?

(260a) […] Extr.— […] ordenar lo que convenga a cada uno […]Extr.— Por tanto, ¿son cognitivas todas las ciencias de este tipo y

cuantas acompañan a la técnica del cálculo, pero estos dos géneros sediferencian entre (260b) sí por el juicio y por el mando?

Extr.— Luego, si el conjunto de la ciencia cognitiva a una parte la

denominamos «directiva», y a la otra, «crítica», ¿diríamos que hemosdividido adecuadamente? J. Sóc.— Sí, en mi opinión.Extr.— Ahora bien, ¿para quienes hacen algo en común, es agradable

estar de acuerdo?[…] (260c) Extr.— ¡Venga, pues! ¿En cuál de estas dos técnicas se ha

de situar al que reina? ¿En la crítica, como si se tratase de un espectador, o,más bien, consideraremos que pertenece a la técnica directiva, como sifuese un amo?

[…] Extr.— ¿Entonces, qué? ¿Podremos en una misma mezcla latécnica regia con la del intérprete, con la del (260e) jefe de los

remeros, con la del adivino, con la del heraldo y con otras muchas técnicassemejantes a éstas, todas las cuales comparten el hecho de dar órdenes?¿O prefieres, como en la comparación que hemos hecho hace un momento,que también pongamos el nombre por analogía, puesto que sucede que elgénero de los que dan ordenes por sí mismos prácticamente no tienennombre, y que dividamos estas cosas de esta manera, poniendo el génerode los reyes en la técnica autodirectiva, despreocupándose de todo lo

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demás y dejando que otro cualquiera les ponga otro nombre? Porquenuestra investigación es por causa del que gobierna, no de su opuesto.

(261a) J. Sóc.— En efecto.Extr.— Por tanto, puesto que este género se ha separado

mesuradamente de aquellos, definido en función de dar órdenes propias en

lugar de ajenas, ¿hay que dividirlo de nuevo, sí es que todavía tenemosalgún corte adecuado en él?[…] Extr.— Si pensamos en todos cuantos gobiernan haciendo uso

de órdenes, ¿nos hallaremos que dan órdenes para la producción de algo? J. Soc.— ¿Cómo no?Extr.— Y no será difícil, en absoluto, dividir en dos todas las cosas

producidas.[…] Extr.— De este mismo modo si queremos cortar, cortaremos la

parte que es directiva de la cognitiva. J. Sóc.— ¿Cómo?Extr.— Asignando una parte de ella a las producciones de seres

inanimados y, otra, a la de animados. De esta manera ya todo se dividirá endos. J. Sóc.— ¿Pero cuál de estas dices que hay que tomar?Extr.— Sin duda, la «directiva» en relación con los seres vivos. Pues no

es propio de la ciencia regia dar órdenes a los seres inanimados, como laarquitectura, sino que es más noble, porque ejerce siempre l poder sobrelos seres vivos y sólo en relación con ellos.

 J. Sóc.— Correcto.[…] Extr.— Así, pues, la crianza de animales, a la que ciudad

colectivamente de muchos, ¿cómo la denominaremos, «crianza de rebaños»o «crianza colectiva»?

 J. Sóc.— Cualquiera de las dos, según convenga al razonamiento

(262a).— INCIDENTE 1: Distinción especie-parte

Extr.— ¡Bien, Sócrates! Si perseveras en no tomarte en seriolos nombres, en tu vejez, te mostrarás más rico en sabiduría1 Ahorahay que hacer esto, como sugieres: después que se ha demostrado que lacrianza de los rebaños es doble ¿cómo crees qué se podrá hacer para que loque se ha investigado ahora en dos partes sea investigado luego por sumitad?

 J. Sóc.— Me esforzaré. A mi parece que una cosa es la crianza de loshombres y otra la de los animales.

Extr.— Perfecto has establecido la división muy resuelta yvalientemente. Pero que esto, en lo posible, no nos vuelva a suceder.

1 Posible alusión irónica a los sofistas, más preocupados por el sentido de las palabras que por elconocimiento que éstas pueden transmitir. Para Platón, en cambio, la palabra representa el nivelmás bajo del proceso epistemológico. Cf. Carta VII 342a-b.

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 J. Sóc.— ¿Qué?(262b) Extr.— No separaremos una pequeña parte frente a las grandes

y numerosas, al margen de la especie, sino que la parte ha de tener almismo tiempo una especie. Pues es muy bello separar inmediatamente loinvestigado del resto, si se hace del modo correcto, como hiciste tú un poco

antes, cuando, al creer que tenías la división, precipitaste el razonamiento,porque viste que conducía a los hombres. Pero, amigo mío, no es seguroproceder con sutileza, sino es más seguro ir cortando por mitades, ya quees más fácil que uno se encuentre con las formas específicas. Esto es lo quemarca toda la diferencia en las investigaciones.

(262c) J. Sóc.— ¿Por qué, Extranjero, dices esto?Extr.— Hay que intentar explicarlo todavía con más claridad en

atención a tu carácter, Sócrates. En efecto, en la actual circunstancia no esposible demostrar nada suficientemente. Pero, en aras de la claridad, hayque procurar avanzar en esto un poco más adelante.

[…] (262e) Extr.— […] Sería mucho mejor dividir por especies y en dos, si

se cortara el número en par e impar, el género humano en macho y enhembra y si se separaran los lidios o los frigios, o algunos de nosotros,oponiéndolos a todos los demás, cada vez que no supiera encontrar, encada una de las divisiones, un género y, al mismo tiempo, una parte2.

  J. Sóc.— Correctísimo. Pero, por esto mismo, Extranjero, ¿cómo sepodría discernir con mayor claridad que el género y la parte no son lomismo, sino distintos entre sí?

[…] (263b) […] Extr.—Que especie y parte son distintas entre sí  J. Sóc.— ¿Por qué?Extr.— Porque, cuando hay una especie de algo también es necesario

que sea parte de la cosa de la cual se dice que es especie, pero no hay

ninguna necesidad de que la parte sea especie. Di siempre, Sócrates, queyo sostengo más bien esto que aquello. J. Sóc.— Así será.

(263c) INCIDENTE 2: División subjetiva

Extr.— Dime lo que viene a continuación de esto. J. Sóc.— ¿Qué?Extr.— Donde se originó el extravío que nos ha conducido hasta aquí 

pues creo que fue precisamente, cuando, al ser preguntado sobre cómo seha de dividir la cría de los rebaños, contestaste muy resueltamente que los

2 Nota del traductor: se traduce genos por «género» en la mayoría de las veces Platón no parecedistinguirlo del eidos o «especie». Genos, significa, asimismo, «raza», por lo que Platón estaríaen este contexto forzando el doble sentido de la palabra para dejar claro que la aplicacióncorrecta del método de la división o diairesis exige que cada raza, como parte o meros, secorresponda con un género o forma específica. Por esto dividir la humanidad entre raza griega yno griega, o bárbara, es incorrecta, porque este último grupo abarca muchas otras razas que,con esa división incorrecta, no son contempladas como sería el caso de los lidios y los frigios.

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géneros de los seres vivos son dos: el humano y otro y único, el de todos losdemás animales.

 J. Sóc.— Es verdad.Extr.— Y a mí me pareció entonces que, al separar una parte, creíste

que el resto de todos los demás que dejabas a un lado era un único género,

porque, al llamarlo «animales», tenías un mismo nombre para denominarlosa todos. J. Sóc.— Esto fue así.[…] (266e) […] Extr.—Así, pues, afirmo que, en este caso, hay que dividir

inmediatamente el género pedestre en bípedo frente a cuadrúpedo y, alobservar que el humano todavía coincide únicamente con el alado, cortarde nuevo el rebaño bípedo entre implume3 y el que tiene plumas y, trashaber cortado así y haberse aclarado ya la técnica de apacentar hombres,llevar hacia ella al político y al rey y, colocándolo como una auriga,entregarle las riendas de la ciudad4, porque le pertenecen y posee estaciencia.

(267a)  J. Sóc.— ¡Bien! Me has dado la explicación, como se tratara deuna deuda, añadiendo la digresión a modo de interés, para liquidarlacompletamente.

Extr.— ¡Venga! Repitamos también, volviendo al principio, y hasta elfinal, la explicación del nombre de la técnica del político.

 J. Sóc.— Muy bien.Extr.— Así, pues, de la ciencia cognitiva, teníamos al principio una

parte «directiva»; y a una parte de ésta, por comparación, se la hadenominado «autodirectiva». (267b) A su vez, de la «autodirectiva», seseparó la crianza de animales, que no es la más insignificante de losgéneros. Y de la crianza de los animales, la especie de la crianza de los

rebaños y, de la crianza de rebaños, a su vez, la especie de la crianza de losanimales pedestres se seccionó especialmente la técnica del cuidado de laclase de los animales sin cuernos. De ésta, a su vez, ha sido necesarioentrelazar una aparte, en no menos de tres, que, si alguien quisiera reuniren un único nombre, la denominaría «la ciencia de la crianza de la razapura». La sección separada de esta, la única parte que queda todavía en elrebaño de (267c) los bípedos, el de la crianza de hombres, es la misma queahora es investigada, y que ha sido denominada, a la vez, «regia» y«política».

 J. Sóc.— Es así, sin duda.Extr.— ¿Verdaderamente, Sócrates, hemos hecho eso tal como tú

ahora has dicho? J. Sóc.— ¿Qué?

3 Esta definición del hombre como animal bípedo implume fue objeto de la burla de Diógenes elcínico: «Al definir Platón, “el hombre es un animal bípedo sin plumas”, y habiendo sido alabadopor ello,, desplumando un gallo lo llevó a la escuela y dijo “este es el hombre de Platón”. Por locual se ha añadido a la definición: “Y de uñas planas”, Diógenes Laercio VI 40.4 Cf. República 566d, donde se compara el tirano con el auriga.

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Extr.— Explicar suficientemente bien la cuestión que ha sidopropuesta. ¿O quizá la investigación ha pasado por alto sobre esto, haberenunciado perfecta y completamente?

 J. Sóc.— ¿Cómo dices?Extr.— Yo ahora intentaré aclarar todavía más para nosotros dos lo

que pienso. J. Sóc.— Di.Extr.— ¿No es verdad que las numerosas técnicas de pastoreo que nos

han aparecido hace un momento, una era la política y el cuidado de unúnico rebaño?

 J. Sóc.— Sí.Extr.— Y el razonamiento ha distinguido que ésta no es la cría de

caballos ni de otros animales, sino la ciencia de la crianza colectiva dehombres.

 J. Sóc.— Así es.Extr.— Veamos la diferencia que hay entre todos los pastores y los

reyes. J. Sóc,— Así es.(267e) Extr.— Veamos la diferencia que hay entre todos los pastorees y

los reyes. J. Sóc. ¿Cuál?Extr.— Si alguno de los demás, que tenga el nombre de otra técnica,

afirma y pretende que participa en común con él en la crianza del rebaño. J. Sóc.— ¿Cómo dices?Extr.— Como, por ejemplo, todos los comerciantes, los agricultores y

panaderos y, además de éstos, los maestros de gimnasia y el género de losmédicos, ¿sabes que (268a) todos ellos, discutirían enérgicamente

con los pastores de asuntos humanos, a los que denominamos políticos, conel argumento de que ellos se cuidan de la crianza humana, no sólo la de losrebaños de hombres, sino también la de sus gobernantes?

(268d) DIGRESIÓN 1: El mito del reino de Crono

[…] Extr.— Pero presta atención a mi mito, como los niños.Ciertamente no hace mucho que has abandonado la edad infantil5.

 J. Sóc.— Dime.Extr.— Así, pues, sucedieron y todavía sucederán muchas otras cosas

de las que se contaban antiguamente, en particular el prodigio acerca de ladisputa que se contaba entre Atreo y Tiestes, pues seguramente lo hasoídos y recuerdas lo que dicen que sucedió entonces6.

5 En Protágoras 320c, también se considera el relato del mito de Prometeo como un modo deexpresión adecuado para dirigirse a los más jóvenes.6 El Extranjero está a punto de iniciar su exposición del mito de Crono, inspirado, como el mismodice, en su aspecto que relataba la rivalidad y odio entre Atreo y Tiestes. En síntesis, la historiaes la siguiente: Atreo y Tiestes eran hermanos, hijo de Pélope e Hipodamia, de acuerdo con su

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 J. Sóc.— Quizá te refieres al portento del cordero de oro.(269a) Extr.— De ningún modo. Sino al del cambio de la puesta y de la

salida del sol y de los demás astros, ya que, por donde ahora salen, antes,por esenismo lugar, se ponían y salían por el contrario, pues el dios, paradar su testimonio a favor de Atreo, lo cambió a la forma actual.

 J. Sóc.— En efecto, también se dice eso.Extr.— Además, también hemos oído hablar a muchos del reinado deCrono7.

(269b) J. Sóc.— Y a muchísimos, en efecto.Extr.— Y qué hay del hecho de que antes los hombres nacían de la

tierra y no se engendraban unos a otros8. J. Sóc.— También es ésta una de las cosas que contaban antiguamente.Extr.— Así, pues, todas las cosas proceden del mismo suceso y,

además de éstas, otras mil todavía más admirables; pero unas se hanextinguido por causa del largo tiempo transcurrido y otras se cuentandispersamente, cada una separada de las otras. Pero nadie ha (269c)

explicado el suceso que las ha causado a todas ellas, y ahora hay quehablar de él, lo expuesto convendrá a la demostración del rey. J. Sóc.— Has hablado muy bien. Cuenta sin dejar nada.Extr.— Escucha: a todo este universo el dios mismo, unas veces, lo

acompaña guiando su marcha y su rotación; otras veces, lo deja ir, cuandosus rotaciones alcanzan la media del tiempo correspondiente. Entoncesvuelve por sí mismo hacia atrás, en sentido (269d) opuesto,porque es un ser vivo y ha obtenido una inteligencia de quien lo armonizó alprincipio9. Y esto, la vuelta atrás, le resulta necesariamente innato por estemotivo.

 J. Sóc.— ¿Por cuál?

madre, mataron a su hermanastro Crisipo, que Pélope había tenido de la ninfa Axioque. Los dosfueron expulsados y se refugiaron en Micenas, donde reinaba Euristeo. Al morir Euristeo sin hijosun oráculo recomendó que un hijo de Pélope fuese su sucesor. Atreo poseía un vellón de oro quehabía encontrado en un cordero de su rebaño y que guardaba celosamente. Sin embargo, suesposa Aérope que se entendía con Tiestes, le entregó a este el prodigioso toisón. Tiestespropuso que fuese rey quien poseyese un vellón de otro, reto que fue aceptado inmediatamentepor Atreo. Al mostrar Tiestes el toisón de oro, fue proclamado rey. Zeus, sin embargo, aconsejó aAtreo que propusiera otro prodigio aún mayor; si el sol cambiaba de trayectoria de oeste a este,sería él el rey. Si no sucedía ese fenómeno extraordinario, reinaría Tiestes. El sol cambió su

órbita y se puso por el este, hecho que permitió reinar a Atreo.7 El Extranjero vincula el mito de Atreo y el prodigio del cambio del sentido de las órbitas de losastros con el reinado del dios Crono, que fue identificado por Hesiodo con la edad de oro, Trabajos y los días 109-120.8 Platón podría aludir a los mitos sobre los nacidos de la tierra, o «autóctonos», relacionados conla fundación de las ciudades, como el de Erecteo en Atenas o Cadmo en Tebas. Cf. Menéxeno237b; República 414c; Timeo 233; Critias 109c-d.9 Las ideas expresadas evocan algunos elementos de la cosmología descrita en Timeo 28a, muyespecialmente el hecho de un dios calificado como «demiurgo», hubiese ordenado el universo ylo hubiese dotado de inteligencia.

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Extr.— Permanecer siempre en la misma situación y del mismo modoy ser siempre el mismo corresponde únicamente a los demás divinos detodos lo seres10, y la naturaleza del cuerpo no participa de esta disposición.

Lo que hemos denominado cielo y cosmos11 ha recibió muchas y felicescualidades de quien lo generó, pero también participa de un cuerpo por lo

que le resulta imposible permanecer completamente exento de cambio,(269e) aunque, en el mayor grado posible, se mueve en el mismo lugar, dela misma manera, con un único movimiento. Por este motivo participa deuna circularidad reversible, que es una variación ínfima de su propiomovimiento. Girar uno mismo por sí mismo no le es posible a casi nadieexcepto a quien guía todas las cosas que se mueven. Pero a éste no le estápermitido mover una vez de una manera y después de la contraria. Portodos estos motivos no hay que decir que el cosmos gira siempre él mismopor sí mismo ni, por otra parte, que todo siempre sea movido por un diospor rotaciones dobles y opuestas ni, a su vez, que dos dioses conpensamientos opuestos entre sí lo hacen girar. Como se ha dicho hace un

momento, lo único que queda es que unas veces sea guiado por otra causadivina, adquiriendo la vida de nuevo y obteniendo del demiurgo unainmortalidad restaurada, pero otras veces, cuando se deja ir, él mismomarcha por sí mismo, dejándose llevar por el momento oportuno, de talmanera que marcha hacia atrás muchos miles y miles de rotaciones porque,al ser inmenso y muy equilibrado, se mueve sobre un pie muy pequeño12.

[…] 269b) […] Extr.— Que el movimiento del universo una veces gira enel sentido actual, otras veces en el opuesto.

 J. Sóc.— ¿Cómo?Extr.— Se debe considerar que este cambio es la mayor y más

completa alteración de todas las alteraciones que se producen en el cielo. J. Sóc— Lo parece, en efecto.Extr.— Se debe por tanto pensar que también entonces se producen

en nosotros, que habitamos dentro de él, los más grandes cambios. J. Sóc.— También eso es verosímil.Extr.— ¿Acaso no sabemos que la naturaleza de los seres vivos

soporta con dificultad, si se producen simultáneamente, los cambiosgrandes, numerosos y variados?

 J. Sóc.— ¿Cómo no?Extr..— En consecuencia, ocurren entonces por necesidad las grandes

destrucciones de los demás seres vivos y, especialmente, del género de los

10 Platón emplea una terminología parecida a la utilizada en otros diálogos para definir lascaracterísticas de las Formas divinas. C.f. Banquete 211a; Fedón 80b; Fedro 250ª-d; Timeo 28e-29a.11 Se traduce Kosmos literalmente por «cosmos», y no por «mundo», porque el término se refieremás bien al orden cósmico, relacionado directamente con la palabra ouranos, «cielo», con la quePlatón en este pasaje, la empareja. De hecho Platón, en otros pasajes, trata ambos conceptos,como si fueran sinónimos. C.f. Timeo 28b; Fedro 246b*c.12 Se ha sugerido que Platón está describiendo una esfera armilar o astrolabio, utilizado paramostrar el movimiento de los astros y que se apoyaría en un pequeño pivote o pie.

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hombres sobrevive un escaso número. A éstos les acontecen otros muchosadmirables y extraordinarios sucesos. El más grande es el que sigue almovimiento inverso, cuando se produce la alteración contraria de la queahora hay establecida.

 J. Sóc.— ¿Cuál?

Extr.— En primer lugar la edad que tenía cada uno de los seres vivos ydetuvo en todos ellos cuanto era mortal cesó en su marcha de mostrarsemás viejo y, cambiando de nuevo el sentido contrario, creció como si fueramás joven y tierno: (270e) los canos cabellos de los ancianos seennegrecieron; las mejillas de los que tenían barba, al suavizarse otra vez,devolvieron a cada uno y noche más suaves y pequeños, volvieron denuevo a la constitución natural del niño recién nacido, asemejándose a ellaen alma y cuerpo. Desde ese momento, extinguiéndose ya por entero, sedestruyeron totalmente. Por otra parte, el cuerpo del cadáver de quienesmorían violentamente en aquel tiempo, tras experimentar los mismosfenómenos, (271a) se descomponían rápidamente desapareciendo en pocos

días. J. Sóc.— ¿Cómo era entonces, Extranjero, la generación de los seresvivos? ¿De qué manera se engendraban entre ellos?

Extr.— Está claro, Sócrates, que, entonces, en la naturaleza no habíageneración entre ellos, sino que existía la raza nacida de la tierra, raza que,se ha dicho, era la que en aquella época había surgido de la tierra, y quefue recordada por nuestros primeros antepasados, que, (271b) en lasucesión del tiempo, estuvieron próximos al final de la rotación anterior ynacieron al comienzo del actual.

[…] J. Sóc.— Esto, en efecto, se sigue enteramente de lo anterior. Perola vida que dices que había en la época del poder de Crono ¿existía en

aquellas revoluciones o en éstas? Pues está claro que el cambio de losastros y del sol resulta que se produce en cada una de las revoluciones.Extr.— Ha seguido muy bien la explicación. (271d) Lo que

preguntas sobre el hecho de que todas las cosas se producíanespontáneamente para los hombres de ningún modo es propio delmovimiento actualmente establecido, sino que esto también pertenecía alanterior. Pues, entonces, en primer lugar, el dios gobernó preocupándosede todo el ciclo en su conjunto, del mismo modo que ahora13, por regiones,ya que todas las partes del cosmos habían sido repartidas entre los diosesque las gobernaban; particularmente unos démones divinos, comopastores, dividieron a los seres vivos en razas y rebaños. Cada uno, al ser

autosuficiente en todo, apacentaban él mismo a cada uno de ellos, de modoque no había ninguno salvaje, ni se devoraban unos a otros, ni existía, enabsoluto, ninguna guerra ni disputa. En cuanto a las otras consecuencias detal ordenación, podrían decirse miles de cosas. Pero, en efecto, lo que se

13 Se mantiene la lectura de los manuscritos os nun, que ha sido eliminada o alterada pordiversos editores. Creemos que el texto que ofrecen los manuscritos es suficientemente claro: elextranjero, para responder la pregunta del joven Sócrates, establece un paralelismo entre ladisposición anterior del cosmos y la actual.

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cuenta acerca de la vida espontánea de los hombres se explica así: un dioslos apacentaba cuidándolos él mismo, del mismo modo que ahora loshombres, que no una especie de ser vivo diferente, más divino, apacientana otras razas inferiores a ellos. Cuando él pastoreaba no habíaconstituciones políticas ni posesiones de mujeres ni hijos. (272a) Todos

renacían de la tierra y no tenían recuerdo de los hechos pasados. Aunquehabía carencia de todo este tipo de cosas, obtenían abundantes frutos delos árboles y de la restante y numerosa vegetación, no producidos delcultivo del campo, sino porque la tierra los ofrecía espontáneamente.Desnudos y sin lecho, vivían la mayor parte del tiempo al aire libre pero latemplanza de las estaciones le resultaba agradable y tenían blandos lechosde hierba que la tierra hacía crecer abundantemente. Has escuchadoSócrates, la vida de los hombres en la época de Crono. (272b) Peroésta, tú mismo la conoces por vivir en ella ¿Podrías y querrías juzgar cuál esla más feliz de las dos?

 J. Sóc.— De ninguna manera.

Extr.— ¿Con que quieres que, de algún modo, decida yo por ti? J. Sóc.— Sí, en efecto.Extr.— […] (272d) […] es fácil juzgar que los hombres de entonces se

distinguían en felicidad diez mil veces de ahora. Pero sí, atiborrándose decomidas y bebidas se contaban mitos entre sí y a los animales, comotambién se cuenta ahora sobre ellos mismos, también esto, por manifestarde este modo mi opinión, es muy fácil de juzgarlo. […] acerca de que si loshombres de entonces estaban deseosos de conocimientos y de la utilizaciónde razonamientos […]. (272e) Pues cuando finalizó el tiempo de todasestas cosas y era necesario o que se produjese el cambio y, en particular,desapareció ya toda la raza de los nacidos de la tierra, cumplidos todos los

nacimientos de cada alma14, tras caer a la tierra como semillas, tantascuantas veces se le había prescrito a cada una, entonces el piloto deluniverso, soltando, por decirlo así, la caña del timón, se apartó de su puestode guardia y el destino y el deseo innato volvieron a dar la vuelta atrás alcosmos.

En efecto, todos los dioses que colaboraban por regiones con la máximadivinidad, conocedores de sucedido, soltaron, a su vez, las partes delcosmos que estaban bajo su cuidado. (273a) Este tras darse la vuelta ylanzarse, precipitadamente en un impulso contrario al movimiento inicial yfinal, y producir en su seno un gran seísmo, llevó a cabo otra destrucción detoda clase de seres vivos. Después de estas cosas, transcurrido un tiempo

suficiente, al cesar el alboroto y la turbación y recuperar la calma tras lassacudidas, marchó ordenado hacia su curso acostumbrado, teniendo eldominio y el cuidado (273b) y el dominio tanto de las cosas que hay en

14 Aunque algunos estudiosos han querido ver un valor moral en esta expresión, en el sentido deque cada «alma había pagado los nacimientos», no parece la interpretación más adecuada, puesesos renacimientos se producían en la época de Crono, que era pre-moral. Para la caída dealmas con semillas, véase Timeo 41c.

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él como de sí mismo, porque recordaba, en lo posible, la enseñanza de sudemiurgo y padre.

Al principio lo realizó de una manera más exacta, al final, de una mástosca. La causa de esto se encuentra en la condición corporal de su mezcla,emparentada con su antigua naturaleza, porque participa de un gran

desorden cósmico actual15

. Pues todas las cosas hermosas las ha obtenidode quien las compuso, pero de la disposición anterior, él mismo (273c)posee cuantas cosas crueles e injustas acontecen en el cielo y las produceen los seres vivos. Así, pues, cuando, con la ayuda del piloto, criaba en suseno a los seres vivos, producía pequeños males y grandes bienes.

Pero al separarse de él, en el tiempo más próximo al abandono. Conducetodo siempre muy bien, pero con le paso del tiempo, y al sobrevenir en él elolvido, también se impone más el estado de la antigua desarmonía; al finalel tiempo, degenera y, mezclando pocas cosas buenas con una grancantidad de contrarias, corre el riesgo de destrucción, de la suya propia yde lo que hay en él. Por esto también, en ese momento, el dios que lo había

ordenado, al observar que se encontraba en dificultades, (273e)preocupado porque, sacudido por la tormenta y deshecho por la turbación,no se hundiese en el ilimitado mar de la desigualdad16, volviendo aapostarse en el timón, haciendo retornar lo que había enfermado y se habíasoltado por sí mismo en la rotación anterior, lo ordena y, tras enderezarlo,lo hace inmortal y sin vejez.

Esto que se ha dicho es el final de todo.. Para la demostración de lanaturaleza del rey es suficiente con lo mencionado en le relato anterior.Pues, en efecto, al girar hacia atrás el cosmos en su camino hacia lageneración actual, el curso de la edad se detuvo otra vez y se produjeronsituaciones nuevas, opuestas a las de antes. Aquellos seres vivos que, por

su insignificante pequeñez, debían desaparecer, aumentaron t, los cuerposrecién nacidos de la tierra, que crecían encanecidos, al morir de nuevo,descendían a la tierra. Y todas las demás cosas cambiaron, (274a) imitandoy siguiendo la condición del universo; en particular, la imitación delalumbramiento de la generación y de la crianza, acompañó por necesidadtodo lo demás. Pues todavía no era posible que un ser vivo naciese en latierra por la unión de otros distintos, sino del mismo modo que le fueprescrito al cosmos que fuese el amo absoluto de su movimiento, así, de lamisma manera, a sus partes les fue prescrito, por la acción de unainclinación parecida, en tanto que fuese posible, dar luz, engendrar y criarpor ellas mismas.

Estamos ya ahora en el punto a causa del cual ha comenzado todo elrelato. Sobre los demás animales se podrían exponer, en efecto, muchas y

15 La terminología utilizada recuerda al Timeo, muy particularmente la noción de que el cosmoses el resultado de una transición del desorden al orden, supervisada por un dios demiurgo.16 Leemos, tal que propone la edición que seguimos,  ponton, «mar», que transmiten Proclo ySimplicio, frente a topon, que aparece en los manuscritos de Platón. Optamos por la bellaimagen de un demiurgo que, como un experto marinero, se vuelve a poner al timón del mundoen medio de tempestad.

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largas explicaciones a partir de qué y por qué causas han cambiado cadauno de ellos. Sobre los hombres, en cambio, serán más breves yconvenientes. En efecto, al haber sido privados del cuidado de la divinidadque nos poseía y criaba, y haberse, además, vuelto salvajes muchosanimales, que eran feroces por naturaleza, y estar los hombres débiles y

desprotegidos, eran despedazados por ellos. También en estos primerostiempos estaban todavía (274c) desprovistos de medios y carecían detécnicas, y como les faltaba la alimentación espontánea, no sabíanprocurársela de ningún modo porque antes ninguna necesidad les habíaobligado. Por esto se encontraban en grandes dificultades.

De ahí los dones que, se cuenta desde antiguo, nos fueron entregados porlos dioses junto con la necesaria enseñanza y educación: (274d) el fuego,por Prometeo; las técnicas, por Hefesto y su compañera de oficio16; lassemillas y las plantas, a su vez, por otros dioses17. Todo cuanto ha auxiliadoa la vida humana procede de estos dones, cuando el cuidado de los dioses,el que se ha mencionado hace un momento, faltó a los hombres y éstos

debieron conducir, por ellos mismos, el curso de su vida y asumir el cuidadode sí mismos, como el cosmos en su totalidad, imitando y siguiendo al cualtodo el tiempo, vivimos y creemos, ahora de este modo. (274e) Y antes, deaquél. Y sea este el final del mito, que utilizaremos para comprobar encuánto nos hemos equivocado definiendo al rey y al político en el anteriorrazonamiento.

  J. Sóc.— ¿Cómo y cuán importante es el error que dices que hemoscometido?

Extr.— Por un lado, uno más leve, pero, por otro, uno grave, muchomás grande e importante que el de antes.

 J. Sóc.— ¿Por qué?

Extr.— Porque, por un lado, al preguntarnos por el rey y el político dela revolución y generación actual, (275a) hablamos del pastor de rebañohumano de la revolución contraria de entonces, es decir, de un dios enlugar de un mortal. En este punto nos desviamos completamente. Y, porotro, porque lo presentamos como el gobernante de la ciudad entera,aunque no explicamos de qué manera. Por esto, si bien lo dicho en estepunto es verdad, no se ha explicado ni completa ni claramente, por lo quehemos cometido un error más leve que el otro.

[…] (275b).[…] Extr.— Creo, por mi parte, Sócrates, que la figura deun pastor divino es aún mucho más grande que la de un pastor divino esaún mucho más grande que la de un rey que los políticos de aquí y ahora

son, por naturaleza mucho más parecidos a sus gobernados y participanmuy semejantemente de su educación y crianza.

 J. Sóc.— Sin duda alguna.

16 Se trata de Atenea. Rn Protágoras 321d-e. Platón alude al mismo reparto mencionando aPrometeo, Hefesto y también, por su nombre, a Atenea.17 Principalmente Deméter y Dioniso. Cf. Leyes 782b.

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[…] Extr.— Volvamos de nuevo a este punto: a la técnica que dijimosque es «autodirectiva» sobre los seres vivos, no la que tiene un cuidadoindividual, sino colectivo, la denominados entonces directamente «crianzadel rebaño». ¿Te recuerdas?

 J. Sóc.— Sí.

Extr.— Pues bien, en ésta nos equivocamos por completo porque deninguna manera hemos concebido ni nombrado al político, sino que no nosdimos cuenta de que, por causa de la denominación, se nos escabullía.

 J. Sóc.— ¿Cómo?Extr.— A todos los demás pastores les corresponde criar cada uno de

sus rebaños, pero al político, a quien no le corresponde, le hemos puestoeste nombre, cuando se debía haber puesto uno como a todos.

 J. Sóc.— Dices la verdad, si es que hay alguno.Extr.— ¿En efecto, cómo el hecho de «atender» no sería común a

todos, sin que se distinga ni la crianza ni ninguna otra actividad? Pero si sedenominase a esta técnica «la que se ocupa de los rebaños», «la que

atiende» o «la que cuida», sería posible también envolver al político juntocon todos los demás, puesto que esto es lo que el argumento señalaba quehay que hacer.

[…] (276b) […] Extr.— Ninguna otra técnica podría pretender decirque es mejor y anterior a la regia en el cuidado de la comunidad humana niser la técnica del gobierno de todos los hombres.

 J. Sóc.— Hablas correctamente.Extr.— Después de esto, Sócrates ¿no nos damos cuenta de que, al

llegar al final, se ha cometido un error importante? J. Sóc.— ¿Cuál?Extr.— Éste: que aunque estemos muy convencidos de que existe una

técnica criadora el rebaño bípedo, no deberíamos haberla llamadoinmediatamente «regia» y «política» como si hubiese sido concluida.[…] (276e) Extr.— Porque también nos equivocamos antes en

este punto más ingenuamente de lo debido al establecer que el rey y eltirano son lo mismo, cuando, tanto ellos mismos como u manera degobernar, son muy distintos.

 J. Sóc.— Muy bien.Extr.— Pero ahora rectificando, como he dicho, dividamos en dos la

técnica del cuidado humano, según sea forzado o voluntario. J. Sóc.— Muy bien.Extr.— Y si llamamos «tiránica» a la ocupación forzada, y «política», a

la voluntaria, es decir, a la técnica que se ocupa de los rebaños de animalesbípedos que la aceptan voluntariamente, ¿declararemos, a su vez, quequien posee esta técnica y cuidado verdaderamente el rey y el político?

(277a) J. Sóc.— Es posible, Extranjero, que así completemos lademostración del político.

Extr.— ¡La completaríamos bien, Sócrates! Pero esto no debeparecerte bien a ti solo, sino también a mí, en común contigo. Ahora, en mi

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opinión, no parce que hayamos completado la figura del rey, sino que,como escultores que, al precipitarse a veces más de lo conveniente, seretrasan poniendo a veces más de sus obras más y mayores cosas que lasnecesarias, también ahora nosotros, (277b) para mostrar con rapidez ygrandeza el error de la exposición anterior, al pensar que al rey le convienen grandes

 paradigmas, invocando la extraordinaria mole del mito, nos vimos obligados a utilizar una partede él más grande de lo debido. Por ello hemos realizado una exposición demasiadolarga y no le hemos puesto fin al mito en absoluto, (277c) sino quesimplemente el razonamiento, como una pintura o cualquier tipo deactividad manual, mostrar cualquier ser vivo con la palabra y elrazonamiento a quienes sean capaces de seguir, Para los demás se hará pormedio de actividades manuales.

 J. Sóc.— Esto es correcto. Pero muéstrame por qué dices que no se haexplicado suficientemente.

(277d) Incidente 3: El paradigma y los elementos

Extr.— Es difícil, admirable amigo, explicar suficientemente cualquierade los asuntos importantes sin utilizar paradigmas. Pues es posible quetodas las cosas que cada uno de nosotros sabe como en un sueño las ignoreluego despierto.

 J. Sóc.— ¿Por qué dices esto?Extr.— Parece que, de manera extraña, estoy removiendo ahora

nuestra experiencia en relación con el conocimiento. J. Sóc.— ¿Por qué?Extr.— ¡Feliz amigo! Mi propio paradigma está necesitado, a su vez, de

un paradigma. J. Sóc.— ¿Por qué? Habla, sin demorarte por mi causa.Extr.— He de hablar porque tú estás dispuesto a seguirme. Sabemos,

en efecto, que los niños, cuando hace poco se han aprendido las letras… J. Sóc.— ¿Qué?Extr.— …que distinguen suficientemente cada una de las letras en las

sílabas más breves y fáciles y son capaces de expresar verdades sobreellas.

(278a) J. Sóc.— ¿Cómo no?Extr.— Pero cuando no reconocen bien estas mismas letras en otras

sílabas se equivocan otra vez en su opinión y expresión. J. Sóc.— En efecto.Extr.— ¿Acaso no es fácil y muy bello conducirlos de este modo hacia

lo que no conocen? J. Sóc.— ¿Cómo?

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Extr.— En primer lugar, llevarlos hacia aquellos casos en los que han juzgado correctamente esas mismas letras y, una vez conducidos, ponerlosantes las que no conocen y, comparándolas, (278b) mostrarles que lasemejanza y la naturaleza es la misma en ambas combinaciones, hasta lasque se han juzgado con certeza se muestren situadas junto con las que se

desconocen y, una vez mostradas y convertidas de este modo enparadigma, hagan que, en todas las sílabas, cada una de las letras seanombrada siempre de la misma manera, (278c) la distinta como siendodistinta de las otras, y la idéntica, como idéntica.

 J. Sóc.— Completamente de acuerdo.Extr.— Por tanto, ¿hemos comprendido adecuadamente esto, que un

paradigma se origina cuando se juzga correctamente que lo mismo seencuentra en algo distinto y separado y, una vez reunido, se concluye deambos una única opinión verdadera?

[…] (278e) […] Extr.—En consecuencia, si estas cosas son así, ¿ni tú ni yonos equivocaríamos intentando primero ver la naturaleza de un paradigma

en su totalidad en otro paradigma pequeño y parcial y, después de esto,dirigimos a la misma especie del rey, que es la más grande, a partir dealgunos paradigmas más pequeños tomados de alguna parte, con laintención de intentar conoce, por medio de un paradigma, la técnica delcuidado de los asuntos de la ciudad, para que pasemos de un sueño a unestado de vigilia?

(279b) SEGUNDA DEFINICIÓN: El tejedor regio

Extr.— Así, pues, ¿qué paradigma muy pequeño, que tenga la mismaactividad que la política, se podría poner a su lado para encontrar de modo

adecuado lo que está siendo buscado? ¿Quiere, por Zeus, Sócrates, que, sino tenemos otro a mano, elijamos la técnica de tejer? Y de ésta, si teparece, no toda. Pues posiblemente bastará la que se dedica a los tejidosde la lana; en efecto, la parte elegida de esta técnica quizá nos ofrezca eltestimonio de lo que deseamos.

[…] (280a) […] Extr.— […] como antes dijimos que la política secuida de la ciudad, de la misma manera ¿no la llamaremos también ahora,a causa de su ocupación, «confección de vestidos»? ¿Y no diremos que latécnica de tejer, en cuanto que representa la parte más grande de laconfección de vestidos, en nada se diferencia, excepto en el nombre, de latécnica de confección de vestidos, como también antes la técnica regia no

se diferenciaba de la política?

(281d) Incidente 4: Causa propia / causa comitante

Extr.— ¿Acaso estará suficientemente definido nuestro discurso sobrela técnica de tejer, de la parte que hemos elegido, si ésta la consideramosla más bella y más importante de todas cuantas se ocupan del vestido de

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lana? ¿O diríamos algo verdadero, pero no claro ni completo, antes dehaber separado de ella también todas estas técnicas que la rodean?

 J. Sóc.— Correcto.Extr.— Por tanto, después de esto, ¿tenemos que hacer lo que

decimos, para que nuestro razonamiento prosiga ordenadamente?

 J. Sóc.— ¿Cómo no?Extr.— Pues bien, en primer lugar, observemos que hay dos técnicasacerca de todas las cosas que se producen.

 J. Sóc.— ¿Cuáles?Extr.— La que es concausa de la producción y la causa misma. J. Sóc.— ¿Cómo?Extr.— Cuantos no fabrican el producto mismo, pero proporcionan

instrumentos a las que lo producen, y sin cuya ayuda no se realizaría lo queestá asignado a cada una de las técnicas, estas son las concausas: lascausas son las que elaboran le producto mismo.

[…] (282e) […] Extr.—Pero a los hilos que adquieren una torsión laxa y

tienen la flexibilidad adecuada para el entrelazamiento de la urdimbre en latracción del apresto (283a) lo llamamos «hilos de trama», y la técnica quese encarga es la «fabricación de la trama»

 J. Sóc— Muy correcto.Extr.— En verdad la parte de la técnica de tejer que nos hemos

propuesto está ya clara para todo el mundo. Pues la parte de la técnica queune, que se halla en el trabajo de la lana, cuando con un buenentrelazamiento de la trama y la urdimbre, produce un tejido, a todo estetejido lo llamamos «vestido de lana», y la técnica que se encarga de éste,«técnica de tejer».

 J. Sóc.— Muy correcto.

Extr.— Sea. Pero entonces, ¿por qué no hemos contestadoinmediatamente que la técnica de tejer es el entrelazamiento de latrama y de la urdimbre, sino que hemos dado vueltas en círculohaciendo, inútilmente, muchísimas definiciones?

 J. Sóc.— Pero, Extranjero, a mí no parece que nada que lo que se hadicho se haya dicho inútilmente.

Extr.— No tiene nada de sorprendente. Aunque, quizá, feliz amigo,podría parecértelo, contra este tipo de enfermedad, que podría sobrevenirteluego muchas veces —pues no sería nada sorprendente—, escucha unrazonamiento que conviene exponer en relación con todo este tipo decuestiones.

(283c) Incidente 5: Media absoluta / media relativa

 J. Sóc.— Tú simplemente exponloExtr.— Examinemos, por tanto, el primer lugar, el exceso y el defecto

en general para que, en este tipo de discusiones, cada vez aprobemos y

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censuremos, de modo proporcionado, las exposiciones que son másextensas que lo necesario y las contrarias, las más breves18.

 J. Sóc.— Sin duda hay que hacerlo.Extr.— Si nuestro razonamiento se ocupa de todas estas cosas, creo

que podría resultar correcto.

 J. Sóc.— ¿De cuáles?Extr.— De la extensión y de la brevedad y del exceso y del defecto engeneral. (283d) Pues la técnica de la medida19 se ocupa de todas estascosas.

 J. Sóc.— Sí.Extr.— Dividámosla en dos partes. Pues es necesario para lo que

ahora nos esforzamos. J. Sóc.— Si cómo hacer la división.Extr.— De ésta manera: por un lado, según la participación, en su

relación mutua, con la grandeza y la pequeñez; por otro, según la esenciaque es necesaria para la producción.

[…] (283d) […] Extr.—Luego hay que postular estas dos esencias ycriterios de lo grande y lo pequeño, pero no hay que hacerlo sólo en surelación mutua como hemos dicho hace un momento, sino que hay queexplicarlo como se ha expuesto ahora: por un lado, en su relación mutua,pero por otro, también en su relación con la justa medida. ¿Querríamossaber por qué?

 J. Sóc.— ¿Cómo no?(284a) Extr.— Si alguien acepta que la naturaleza de lo más grande no

está en relación con otra cosa que con lo más pequeño, no habrá relacióncon la justa medida. ¿O no?

[…] (284b) […] Extr.—… la justa medida, no como algo inexistente, sino

como algo adverso a sus actividades, y de esta manera, salvaguardando lamedida, realizan obras, todas buenas y bellas.[…] (284d) Extr.— Que luego se necesitará lo que ahora se ha dicho

para la demostración de lo exacto en sí, porque en relación con lo queahora se está demostrando bien y satisfactoriamente, me parece que nonos ayudará en gran manera este razonamiento que se ha de considerarigualmente que todas las técnicas existen y que el más y el menos semiden no sólo en su relación mutua, sino en relación con la producción de la justa medida. Pues si ésta existe, existen aquéllos, y, si existen aquellotambién existe ésta; pero si alguno de estos dos no existe, tampoco existiráninguno de ellos.

(285d) Incidente 6: el ejercicio dialéctico como ejercicio deldiálogo

18 La necesidad de encontrar un punto medio en un discurso es objeto de reflexión en Protágoras387e-338b.19 Se trata de la metretike, la técnica o el arte de medir, de gran importancia para lafundamentación de la epistemología y ética platónica. Cf. Protágoras 356d-357d; Gorgias 508a-b; Filebo 55d-57a.

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Extr.— Y, a su vez, ¿qué sucede con nuestra investigación acerca delpolítico? ¿Se ha planteado en función de él mismo o, más bien, para sermejores dialécticos en todas las cuestiones?

 J. Sóc.— Está claro que esto también es para ser mejores dialécticos en

todas las cuestiones20

.[…] (286a) […]Extr.— […] Por esto hay que ejercitarse para poder dar y recibir una explicación de

cada cosa. Los seres incorpóreos, en efecto, que son los más bellos eimportantes, sólo se muestran claramente por medio del razonamiento, yde ningún otro modo21, y es por su causa por lo que se ha dicho ahora todasestas cosas. (286b) En todo, el ejercicio es más fácil en las cosas máspequeñas que en las más grandes.

[…] (286e) […]Extr.— […] tanto si se ha expuesto una manera muy extrema, sin

molestarse por su extensión, como si, por el contrario, es muy breve.

Además, todavía en relación con esto, a quien censura la extensión de losrazonamientos en este tipo de conversaciones sin aceptar las digresionesen círculo, a semejante individuo no hay que despedirlo precipitadamente einmediatamente sólo porque ha censurado que sean largos, sino que sedebe pensar que tiene que demostrar que, si hubiesen sido más breves,habrían hecho a los asistentes más dialécticos y más ingeniosos en elrazonamiento de la explicación de los seres. De los otros reproches yelogios sobre algunas otras cuestiones, no hay que preocuparse ni dar laimpresión de que se presta atención en absoluto a este tipo derazonamientos. Pero basta de estas cosas, si a ti también te parece así.(286b) Volvamos de nuevo al político trasladándole el paradigma de la

técnica de tejer anteriormente expuesta.[…] (287c) […] J. Sóc.— Sin duda es necesario hacerlo así.Extr.— Las dividiremos por miembros, como una víctima destinada al

sacrificio, pero que no podemos dividirlo en dos; pues siempre se debecortar, en lo posible, en el número más próximo22.

 J. Sóc.— ¿Cómo lo haremos ahora?Extr.— Como antes, cuando sin duda consideramos como concausas a

todas las técnicas que proporcionaban instrumentos a la técnica de tejer. J. Sóc.— Sí.

20 Platón reconoce que el fin último de la definición del político es la elaboración de un métodofilosófico de alcance universal.21 El Extranjero alude al carácter puramente intelectivo de las Formas ideales. El pasaje ha sidoconsiderado como una prueba de que Platón no abandonó, como algunos estudiosos hansostenido, la teoría de las Formas en las obras posteriores al Parménides.22 Según el método descrito en Filebo 16d. A partir de este pasaje se ha entendido que laexpresión «el número más próximo» alude al número 2. La división por miembros es aludida enFedro 265e, pasaje en el que se advierte que hay que «seguir las articulaciones naturales» yevitar ser un «mal carnicero».

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(287d) Extr.— Ahora también se ha de hacer esto, incluso más queantes. Pues a las técnicas que fabrican en la ciudad un instrumento pequeño o grande, a todasestas hay que considerarlas como concausas. Sin ellas, en efecto, no existiría nunca niciudad ni política; sin embargo, por otro lado, no consideraremos ningunade ellas un producto de la técnica regia.

 J. Sóc.— No en efecto.Extr.— Ciertamente, nos proponemos hacer algo difícil al separar estegénero de los demás, porque, en efecto, si se dice que para cada uno de los sereshay un instrumento, parece que se afirma algo verosímil. Sin embargo, de los bienesque hay en la ciudad podemos mencionar este otro.

[…] (287b) […]Extr.— […] una obra más propia de la técnica de la arquitectura y de

la técnica de tejer que de la política.[…] (287d) […]Extr.— Y a la adquisición de alimento y todo lo que mezclándose en el

cuerpo posee alguna capacidad de cuidar las partes del cuerpo con sus

propias partes, se le ha de postular como la séptima especie denominando(289a)a todo este conjunto nuestra «alimentación», si no podemosproponer un nombre mejor. Adjudicando todo esto a la agricultura, a lacaza, a la gimnasia, a la medicina y a la técnica culinaria lo atribuiremosmás correctamente que a la política.

[…] (289c) […]Extr.— Queda el de los esclavos y el de todos los servidores, entre los

cuales vaticino que se encuentran quienes disputan manifiestamente al reyla confección misma del tejido, como antes disputaban con lo tejedores losque se dedican a hilar, a cardar y a todo lo demás que hemos dicho. Perotodos los otros, que han sido llamados «concausa», se han eliminado junto con las tareas que se

acaban de mencionar  (289d) y están separados de la actividad regia y política. J. Sóc.— Eso parece, ciertamente.Extr.— Venga, examinemos a los restantes, acercándonos más, para

que los conozcamos con mayor certeza. J. Sóc.— Es necesario, sin duda.Extr.— Descubriremos, al analizarlo desde nuestra perspectiva, que el

grupo más grande de servidores posee una ocupación y una condicióncontrarias a las que sospechábamos.

 J. Sóc.— ¿Cuáles?Extr.— Los que se compran y, por este motivo, son posesiones, y que

podemos llamar, sin discusión, «esclavos». Éstos no pueden reclamar para

sí la técnica regia en absoluto. J. Sóc.— ¿Cómo podrían?Extr.— ¿Y qué? Cuánto, de entre los hombres libres, se ponen a sí 

mismos voluntariamente al servicio de los que ahora han sido mencionados,transportando y distribuyendo entre sí los productos del campo y los deotras técnicas, unos por los mercados, otros desplazándose de ciudad enciudad, por mar y por tierra, intercambiando moneda por otros productos y

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Extr.— Su género es de razas muy variadas, al menos así lo parece aprimera vista. Muchos de estos hombres se asemejan a los leones ycentauros y a otros seres semejantes y muchísimos se parecen a sátiros y aanimales débiles y versátiles23. Cambian entre sí rápidamente lasformas y su capacidad. En verdad, Sócrates, me parece que ahora

acabo de comprender a estos hombres. J. Sóc.— Habla, pues pare que estas viendo algo extraño.Extr.— SÍ. PUES LO EXTRAÑO LE ACONTECE A TODO EL MUNDO POR

IGNORANCIA. Y, EN PARTICULAR, ESTO ES LO QUE AHORA YO MISMO HEEXPERIMENTADO: DE REPENTE HE DUDADO, (291c) AL VER EL CORO QUEGIRA EN TORNO A LOS ASUNTOS DE LA CIUDAD.

 J. Sóc.— ¿Cuál?Extr.— EL DE TODOS LOS SOFISTAS, el más grande hechicero24 y el

más experimentado en esta técnica, al que, aunque es muy difícilde separar, hay que apartar de los que verdaderamente sonpolíticos y reyes, si queremos ver con claridad lo que está siendo

examinado. J. Sóc.— Esto no hay que dejarlo pasar.Extr.— En mi opinión no, ciertamente. Y dime esto. J. Sóc.— ¿Qué?

(291d) DIGRESIÓN 2: La forma de los regímenes

Extr.— ¿La monarquía no es, para nosotros, uno de los gobiernospolíticos?

 J. Sóc.— Sí.Extr.— Y después de la monarquía se podría mencionar, creo, el poder

de unos pocos. J. Sóc.— ¿Cómo no?Extr.— La tercera forma de gobierno no es el poder de la mayoría, que

se denomina por el nombre de «democracia». J. Sóc.— Muy bien.Extr.— Pero aunque son tres formas, ¿acaso no acaban siendo, de

algún modo, cinco, porque generan ellas mismas, además de los suyos,otros dos nombres?

 J. Sóc.— ¿Cuáles?(291e) Extr.— Considerando ahora la fuerza o la voluntariedad, la

pobreza y la riqueza, la ley y la ausencia de ley que se producen en

estas formas de gobierno, y dividiendo en dos cada una de las dosprimeras, designaremos a la monarquía, puesto que presenta dos especiescon dos nombres: «tiranía» y «realeza».

 J. Sóc.— ¿Cómo no?23 Versátil,  polytropos, es del mismo adjetivo utilizado por Homero para describir a Odiseo. Encualquier caso, su capacidad de cambiar de forma recuerda a Proteo, la multiforme divinidadmarina descrita en la Odisea, IV 365.24 El sofista es descrito también como un mago o hechicero en Sofista 234e. Cf. República 598d.

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Extr.— Y a la ciudad dominada por unos pocos se la denomina, encada caso, «aristocracia» y «oligarquía».

 J. Sóc.— Bien.(292a) Extr.— SIN EMBARGO, A LA DEMOCRACIA, ya sea que la

mayoría gobierne por la fuerza o voluntariamente sobre quienes

poseen las riquezas, ya sea que gobierne observandoescrupulosamente las leyes, o ya sea que no lo haga, nadie puedecambiarle de nombre.

 J. Sóc.— Es verdad.Extr.— ¿Y qué? ¿Pensamos que alguna de estas formas de gobierno es

correcta, al ser definida en estos términos: uno, pocos y muchos, riqueza ypobreza, forzado y voluntario, ya sea que suceda que es regida con leyesescritas o sin leyes?

 J. Sóc.— ¿Pues qué lo impide?(292b) Extr.— Obsérvalo con más claridad siguiendo por aquí. J. Sóc.— ¿Por dónde?

¿Estamos de acuerdo o disentimos de lo que se ha dicho al principio? J. Sóc.— ¿A qué te refieres?Extr.— A que dijimos, creo, que el gobierno regio es una de la ciencia. J. Sóc.— Sí.Extr.— Pero no de todas ellas, sino que hemos distinguido de las

demás una ciencia «crítica» y «directiva»25. J. Sóc.— Sí.Extr.— Y de la «directiva», una para lo productos inanimados y otra para los seres

vivos. (292c) Y, dividiendo siempre de este modo, hemos llegado hasta aquí, sin olvidarnosde la ciencia, aunque sin haber sido capaces de examinar adecuadamente cuál es.

 J. Sóc.— Hablas correctamente.

Extr.— Por tanto, ¿estamos de acuerdo en esto, que el términonecesario para definir estas formas de gobierno no son ni pocos ni muchos,ni la voluntariedad o la involuntariedad, ni la pobreza ni la riqueza, SINOUNA CIENCIA, si somos consecuentes con los que se ha dicho antes?

 J. Sóc.— En efecto, es imposible que no sea de este modo.Extr.— Ahora necesariamente se ha de analizar de este modo: en cuál

de estas formas de gobierno acontece que se encuentra la ciencia acercadel gobierno de los hombres, que es la casi la más difícil y la másimportante de adquirir. PUES HAY QUE OBSERVARLA, para ver a quienes hay queapartar del rey prudente, es decir, a los que pretenden ser políticos y persuaden a muchos deello, pero no lo son en absoluto.

  J. Sóc.— Hay que hacer esto, en efecto, como nos dicta elrazonamiento.

(262e) Extr.— ¿Acaso parece posible que, en una ciudad, la muchedumbre puedaadquirir esta ciencia?

 J. Sóc.— ¿Cómo podría?

25 Platón cambia la palabra epistatiken, 260c ss., por epistaktiken, aunque el significado pareceser el mismo.

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Extr.— ¿En una ciudad de mil hombres es posible que unos cien o,incluso, cincuenta la adquieran adecuadamente?

 J. Sóc.— Si fuera así, sería la más fácil de todas las técnicas. Sabemos,en efecto, que, entre mil hombres. Jamás habría tantos excelentes jugadores de damas26 en comparación con el resto de los griegos, ¡cómo no

sucederá esto en el caso del rey! (293a) Pues a quien posee la cienciaregia, gobierne o no, hay que denominarlo igualmente «regio», según elargumento anterior.

Extr.— Has hecho bien en recordarlo. De esto se sigue, creo, que hay quebuscar el gobierno correcto en uno, dos o, en todo caso, unos pocoshombres, cuando se produce un gobierno correcto.

 J. Sóc.— ¿Cómo no?Extr.—  Y se ha de considerar, como suponíamos ahora, que

estos, ya sea que gobiernen con la voluntad o contra la voluntad desus gobernados, con leyes escritas o sin leyes escritas, sean ricos opobres, ejercen su gobierno siguiendo alguna técnica. A los médicos

no los valoramos menos, ya sea que no curen voluntaria oinvoluntariamente, cortando, quemando o infligiendo algún otro tipo dedolor, ya sea con fórmulas escritas o no escritas, sean pobres o ricos; nomenospreciaremos en absoluto a los médicos, mientras dominen la técnica,cuando purgan, o bien nos hacen adelgazar o engordar, únicamente parael bien de los cuerpos, haciendo que mejoren los que se encuentran mal, y mientrasque cada uno de ellos salve a quienes son objeto de sus cuidados. De este modo, y no de otro,según creo, aceptaremos que esta es la única definición correcta de la medicina y de cualquier otro tipo de gobierno2 7.

 J. Sóc.— Sin duda.Extr.— Por tanto, según parece, es necesario que, entre las formas de

gobierno, la única correcta sea, con diferencia, aquella en la que se puedahallar que los gobernantes son verdaderamente expertos, y no sólo loparecen, (293d) ya sea que gobiernen según las leyes o sin ellas, con lavoluntad o contra la voluntad de sus gobernados, sean pobres o ricos, enningún caso se ha de tener en cuenta ninguna de estas cosas en relacióncon su rectitud.

 J. Sóc,— Bien.Extr.— Si matando o expulsando a algunos, purgan la ciudad para su

bien, o enviando colonias a otra parte, como enjambres de abejas, la hacenmás peque ñ a o, introduciendo de algún sitio de afuera algunos otros, al hacerlos ciudadanos, acrecientan la ciudad, mientras la salven utilizando la

ciencia y la justicia y, en lo posible, la mejoren de una condición pero,

26 Se trata de la petteia un juego de estrategia que consistía en mover piezas en un tablero y quese supone que era parecido a las damas. Es mencionado numerosas ocasiones por Platón. Cf.Cármides 174b;  Alcibíades I, 110e: Gorgias 450d; Fedro 274d; República 333b, 374c, 487c;Leyes 820c-d, 903d.27 La equiparación entre el médico y el gobernante es tópicamente en Platón para demostrar quetan solo pueden dirigir la ciudad aquéllos que, como los médicos, poseen el conocimientoadecuado. Cf. Cármides 170b; Gorgias 464b.

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hemos de decir, según tales términos, que éste es el único gobierno recto.(293e) De todas las otras formas de gobierno que hemos mencionado, se hade decir que no son genuinas ni verdaderas, sino que son imitaciones deésta, las que decimos que están bien legisladas la imitan para lo mejor,pero las otras, para lo peor.

  J. Sóc.— Parece, Extranjero, que los otros asuntos se han dicho conmesura. PERO ESO QUE SE HA DICHO DE QUE SE DEBE GOBERNAR SINLEYES ES MÁS DURO DE OÍR28.

(294a) Extr.— Te me has adelantado un poco al plantear la cuestión,Sócrates, pues estaba a punto de preguntarte si aceptabas esto o te hadisgustado por alguna de las cosas que he dicho. Pero ahora ya está claroque preferimos tratar la cuestión de la rectitud de quienes gobiernan sinleyes.

 J. Sóc.— ¿Cómo no?Extr.— Sin duda es evidente que, en cierto modo, la legislación forma

parte de la técnica regia. Pero lo mejor no es que prevalezcan las leyes,

sino el hombre regio dotado de inteligencia- ¿Sabes por qué motivo? J. Sóc.— ¿Por qué motivo dices?(294b) Extr.— Porque una ley nunca podría prescribir lo mejor,

abarcando al mismo tiempo exactamente lo mejor y lo más justo paratodos. Pues las desigualdades entre los hombres y sus acciones y el hechode que, por decirlo así, ninguno de los asuntos humanos permanece quietono permiten que la técnica, cualquiera que sea, se muestre en ningún cadoen su simpleza y sea válida para todos y durante todo el tiempo. ¿ Estamosde acuerdo en esto?

 J. Sóc.— ¿Cómo no?(294c) Extr.— Vemos que la ley prácticamente tiende casi a esto

mismo, como un hombre arrogante e ignorante que no permite a nadiehacer nada contra su propia orden ni que nadie pregunte nada, aunque aalguien se le ocurra algo nuevo mejor que el mandato que él mismoimpuso.

 J. Sóc.— Es verdad, porque la ley actúa simplemente sobre cada uno denosotros tal como has dicho ahora.

Extr.— ¿En consecuencia, no es imposible que lo que es siempresimple concuerde con lo que no es nunca simple?

 J. Sóc.— Es probable.(294d) Extr.— ¿Por qué entonces, es necesario legislar cuando la ley no

es lo más correcto. Hay que investigar la causa de esto.

28 Como le indica a continuación el Extranjero, el joven Sócrates se adelanta en extraer unaconclusión que se deriva de la argumentación expuesta hasta ahora. Se fuerza así una paradojacon el objetivo de demostrar que Platón es consciente de que, si el sabio, o alguien que aparenteserlo, está legitimando para gobernar por encima de las leyes, existe el riesgo de que seconvierta en tirano. Cf. Político 301c. De este modo, la intervención del joven Sócrates obliga alExtranjero a matizar su exposición.

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Extr.— ¡Venga, pues! Recordemos otra vez las instrucciones de losque, en el ejercicio de tales cargos, enseñan gimnasia mediante unatécnica.

 J. Sóc.— ¿A qué te refieres?[…] (294e) Extr.— A que consideran que no es posible trabajar

detalladamente con cada individuo en particular, prescribiendo lo queconviene a cada cuerpo, sino que creen que la instrucción de lo queconviene a los cuerpos se debe hacer más ampliamente, para la mayoría delos casos y de los cuerpos.

[…] (295a) […] Extr.—Sin embargo, en mi opinión, lo hará para la mayoríade los individuos y de los casos y así establecerá ampliamente la ley paracada uno, ya sea impartiéndola por escrito o sin escritura y legislandosegún las costumbres patrias.

Extr.— Y sin embargo, es apropiado. Pues dicen que, si alguien conocelas leyes mejores que las de los antepasados, debe legislar su ciudad trashaber persuadido a cada ciudadano, pero de otra manera no.

 J. Sóc.— ¿Y qué? ¿No es correcto?[…] (296b) Extr.— Tal vez. Pero contesta: si alguien sin persuadir,impone lo mejor por la fuerza, ¿cuál será el nombre de esta coacción? Perotodavía no contestes. Tratemos antes los casos anteriores

 J. Sóc.— ¿A qué te refieres?Extr.— Si alguien sin persuadir a su paciente, pero poseyendo la

técnica correcta, obliga a un niño, a un hombre o a una mujer, a hacer lomejor contra las prescripciones escritas, ¿cuál será el nombre de estacoacción? (296c) ¿Acaso no será cualquier nombre excepto lo que se llamaun error nocivo, contrario a la técnica. En tal caso, ¿quién ha sido objeto dela coacción no podrá decir con razón todo tipo de cosas, excepto que ha

sufrido un tratamiento nocivo, carente de técnica, por parte de los médicosque le han forzado? J. Sóc.— Lo que dices es muy cierto.Extr.— ¿Cómo hemos de llamar al error que se comete contra la

técnica política? ¿Acaso no e lo vergonzoso, malo e injusto? J. Sóc.— Sin duda.Extr.— Venga, dime: los que son forzados a hacer, contra las normas

escritas y ancestrales, otras cosas más justas, mejores y más bellas que lasanteriores, cuando se quejan por tal coacción, sino quieren que su quejasea la más ridícula de todas, ¿no podrán decir cada vez de todo, exceptoque los que han sido forzados han sufridos tratos vergonzosos, injustos y

malos por parte de quienes los han forzado? J. Sóc.— Lo que dices es muy cierto.Extr.— ¿Pero acaso las coacciones son justas si es un rico el que usa la

fuerza e injustas si es un pobre? O, por el contrario, si alguien,persuadiendo o sin persuadir, sea rico o pobre, según las leyes escritas ocontra ellas, hace cosas provechosas, ¿no debe ser éste, en estos casos, el criterio másverdadero de la correcta administración de la ciudad, con el que el hombre sabio y bueno

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administrará a los gobernados? (297a) Como el piloto que vela siempre por elprovecho de la nave y de los marineros29, sin establecer normas escritas,sino ofreciendo su técnica como ley, protege a sus compañeros denavegación, así, de este mismo modo, ¿ la forma correcta de gobierno nosurgirá de quienes pueden gobernar de esta manera, ofreciendo la fuerza

de su técnica, superior a las leyes?  NO EXISTE EL ERROR en nada de lo que ven unúnico y gran principio: (297b) proteger a los ciudadanos distribuyendo siempre, coninteligencia y técnica, el máximo grado de justicia y ser capaces, en lo posible, de convertirlosde peores en mejores.

 J. Sóc.— NO SE PUEDE CONTRADECIR LO QUE ACABAS DE DECIR.Extr.— Ni tampoco se puede contradecir esto. J. Sóc.— ¿A qué te refieres?Extr.— A que una muchedumbre, de cualquier tipo que sea, nunca

sería capaz de adquirir una ciencia semejante y de administrar la ciudadcon inteligencia, sino que (297c) hay que buscar la única y correcta formade gobierno en algo peque ñ o, escaso y único, y las demás han de ser

consideradas imitaciones, cono se ha dicho hace poco, unas imitándola paralo mejor, y otras, para lo peor. J. Sóc.— ¿Por qué has dicho esto? Pues hace un momento no entendí 

eso de las imitaciones.Extr.— Y no es un asunto de poca importancia sí, tras haber suscitado

este razonamiento, (297d) se lo deja a un lado sin proseguirlo para mostrarel error que ahora se ha introducido en relación a esto.

 J. Sóc.— ¿Cuál?Extr.— HAY QUE BUSCAR ALGO DE ESTE TIPO, NO MUY FAMILIAR NI

FÁCIL DE VER. A pesar de todo, intentemos captarlo. Venga pues: al serpara nosotros ésta la única forma de gobierno correcta, la que hemos dicho,

sabes que las demás, para salvarse, deben usar sus normas escritashaciendo lo que ahora se ha elogiado, aunque no sea lo más correcto? J. Sóc.— ¿Qué?Extr.— Que ninguno de los ciudadanos se atreva a hacer nada contra las leyes y el que

se atreva que sea condenado a muerte y a las penas más extremas. Y esto, considerando ensegundo lugar, es lo más correcto y bello, después de que ha dejado a un lado lo principal queahora mismo se ha expuesto. Pero describamos de qué manera ha surgido esto que hemos dichoque está en segundo lugar. ¿NO TE PARECE?

 J. Sóc.— Muy bien.Extr.— Volvamos otra vez a las imágenes con las que hay que

comparar siempre a los gobernantes regios.

 J. Sóc.— ¿Cuáles?Extr.— El excelente piloto y médico que «vale por otros muchos»29.

Examinémoslos, tras haber modelado una figura de ellos mismos. J. Sóc.— ¿Cuál?

29 La comparación del piloto con el gobernante es tópica en Platón. Cf. República 341c-342e.29 Cf. Íliada XI 514. El verso homérico, que alude a Macaón, el hijo de Asclepio, se citaíntegramente en Banquete 214b.

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carpintería y en cualquier tipo que sea del conjunto de la técnica de lafabricación de muebles, o también en la agricultura y en toda la técnicarelativa a las plantas; o también si viéramos una técnica de la cría decaballos producida según normas escritas, o del conjunto de la técnica de lacría de los rebaños, o de la adivinación, o toda parte comprendida en la

técnica del servicio, (299e) o el juego de damas, o el conjunto de laaritmética, ya se pura o ya sea aplicada al plano, al sólido o al movimiento,respecto de todas estas cosas realizadas de este modo, ¿QUÉ OCURRIRÍA SISE PRODUJESEN SEGÚN NORMAS ESCRITAS Y NO SEGÚN UNA TÉCNICA?

  J. Sóc.— Es evidente que todas las técnicas se nos destruiríancompletamente y que no renacerían nunca más que por culpa de esta leyque impide investigar. De esta manera la vida, que ahora ya es difícil, enaquella época resultaría totalmente invivible.

(300a) Extr.— ¿Y que te parece esto? Si forzásemos a que cada una delas actividades mencionadas se realizase según normas escritas y que, conestas normas escritas, gobernase el que de nosotros saliese votado o

elegido por sorteo, pero éste, sin preocuparse para nada de las normasescritas, intentase hacer otras cosas contrarias a éstas, por una ganancia uotro favor particular, sin saber nada, ¿acaso éste sería un mal todavíamayor que el anterior?

 J. Sóc.— Es muy cierto.(300b) Extr.— Creo, en efecto, que el que se atreva a actuar contra las leyes basadas en

una larga experiencia y en el hecho de que algunos consejeros hayan aconsejado con la buenaintención en cada asunto y hayan persuadido a la muchedumbre a que las establezca, estaríacometiendo un error mucho más grande que el otro error y arruinaría cualquier actividad muchomás, incluso, que las normas escritas.

 J. Sóc.— ¿Cómo no ha de ser así?

(300c) Extr.— Por esto, para quienes establecen las leyes y normasescritas sobre cualquier cuestión, queda una segunda navegación32 de nopermitir que ningún solo individuo ni una muchedumbre hagan nunca nada,cualquier cosa que sea, contra ellas.

 J. Sóc.— Correcto.Extr.— No es cierto que estas normas serían en cada caso imitaciones

de la verdad, escritas, en lo posible, según el criterio de los entendidos? J. Sóc.— ¿Cómo no?

32 Se traduce deuteros plous literalmente por «segunda navegación». Se ha convenido en

entender que esta expresión marinera alude a la navegación en remo, cuando por falta de vientouno no puede realizar la «primera»navegación, a vela. Así entendida, la metáfora viene asignificar el esfuerzo secundario, más lento y forzoso, aunque también más seguro, para llegar abuen puerto. En la dialéctica platónica, equivale al uso de un método alternativo al que se estáutilizando, inicialmente más rápido, pero impracticable para alcanzar el objetivo previsto. Así, enFedón 99d la expresión se utiliza para iniciar el camino indirecto que conduce al conocimiento delas Formas, y en Filebo 19c, para el método alternativo que lleva al conocimiento de sí mismo.En el caso que nos ocupa, la segunda navegación alude a la necesidad imperiosa de respetar lasleyes como garantía del buen gobierno, muy especialmente en el caso de que no se produzca laprimera condición: la presencia de un buen gobernante.

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Extr.— Además, si lo recordamos, hemos dicho que en el entendido, elque es verdaderamente político, en el ejercicio de su actividad realizará,según su técnica, muchas cosas sin preocuparse por las leyes escritas,…

(300d) DIGRESIÓN 2 Bis: La forma de los regímenes

…cuando a él le parezcan mejores que las redactadas por él mismo ypromulgadas para quienes están lejos.

[…] (301a) Extr.— Según parece, tales formas de gobierno, si tienenla intención de imitar bien, en lo posible, la verdadera forma de gobierno,en la que solamente gobierna uno mediante la técnica, no deben jamás,una vez que han sido establecidas sus leyes, hacer nada ni contra las leyesescritas ni contra las costumbres ancestrales.

 J. Sóc.— Lo has dicho muy bien.Extr.— Luego, cuando los ricos la imitan, entonces a tal forma de

gobierno la llamamos «aristocracia», pero, cuando no se preocupan por las

leyes, «oligarquía». J. Sóc.— Puede ser.Extr.— A su vez, cuando gobierna uno solo según las leyes, imitando al

entendido, lo llamaremos «rey», sin distinguir con un nombre al monarcaque, ya sea mediante ciencia u opinión, reina según las leyes.

 J. Sóc.— Puede que lo llamemos.Extr.— En consecuencia si es uno solo, que es verdaderamente un

entendido, el que gobierna, se le denominará con este mismo nombre de«rey» y ningún otro. Por este motivo, los cinco nombres de las formas degobierno que ahora han sido mencionadas llegarán a ser uno33.

 J. Sóc.— Eso parece, en efecto.

Extr.— ¿ Y qué sucederá cuando alguien, gobernando solo, no actúe ni según las leyes ni según las costumbres,  (301c) sino que pretenda, como sifuese un entendido, que hace lo mejor contra las leyes escritas, de modoque el deseo y la ignorancia sean los guías de esta imitación? ¿No habráque llamar «tiranos» a quien actúe de modo semejante?

 J. Sóc.— ¿Cómo no?Extr.— DE ESTE MODO, DECIMOS, se originan, el rey, la

oligarquía, la aristocracia y la democracia, por el desprecio que loshombres sienten por aquél monarca único y porque no confían enque nunca nadie llegue a ser digno de tal poder, de manera que,gobernando con virtud y ciencia, quiera y sea capaz de repartir

correctamente a todos la justicia y la piedad, en lugar de, en cada

33 Se mantiene la lectura de los manuscritos frente a la propuesta de algún estudioso de leer«por este motivo, todos los nombres de las formas de gobierno que ahora han sido mencionadasse convierten en sólo cinco». Y no se sigue la propuesta de la edición en que se ha tomado comobase de desplazar esta frase, con variantes a 301c 7-8. Con esta afirmación, el Extranjerosugiere que, si se da la circunstancia ideal de una monarquía regida por el entendido, lasrestantes cinco formas de gobierno se reducen a una, al ser superadas por ésta. Cf. 291d-292e;293c; 302e-303c.

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ocasión, dañar, matar y arruinar al que quiera de nosotros. Porque,si surgiese un gobernante como el que decimos, sería querido yadministraría, pilotando felizmente y con precisión, la única formade gobierno recta.

 J. Sóc.— ¿Cómo no?

Extr.— Pero ahora, puesto que, como decimos, no surge un rey en lasciudades como nace en las colmenas, uno que sea claramente superior encuerpo y en alma, es necesario reunirse para escribir las leyes, segúnparece, siguiendo las huellas de las formas de gobierno más verdaderas.

 J. Sóc.— Es posible.Extr.— Así, pues Sócrates, ¿nos vamos a sorprender de cuantos

males suceden y cuantos sucederán en tales formas de gobierno, sise basan en semejante fundamento y realizan sus actividadessegún normas escritas y costumbres, sin ciencia? ¿No es evidentepara todo el mundo que, si otra técnica hiciese lo mismo, se destruiríantodas las cosas que se produjeron de este modo? ¿O nos ha de sorprender

más que la ciudad sea, por naturaleza, algo estable? Pues, aunque ahoralas ciudades padecen tales situaciones durante una infinidad detiempo, sin embargo, algunas de ellas se mantiene firmes y no sedestruyen; pero, a veces, muchas hundiéndose como barcos,desaparecen, han desparecido y todavía desaparecerán por laperversidad de (302b) los pilotos y marineros, sumidos en la másgran ignorancia en las cuestiones más importantes, porque, noteniendo ningún conocimiento de política, creen que lo poseen entodos los asuntos con más certeza que todas las otras ciencias.

 J. Sóc.— Es muy cierto.Extr.— EN EFECTO, ¿ cuál de estas formas de gobierno incorrectas es

la menos penosa para convivir, siendo todas penosas? ¿ Y cuál la másinsoportable? ¿ Debemos considerarlo, aunque lo que se diga sea algoaccesorio respecto de lo que ahora hemos expuesto? No obstante, engeneral, quizá se por eso por lo que todos hacemos todas las cosas quehacemos.

(302d) Extr.— De la monarquía procede el gobierno regio y el tiránico;el gobierno de los que no son muchos hemos dicho que procede laaristocracia, cuyo nombre es de buen auspicio, y la oligarquía, además, a laque procede del gobierno de muchos le pusimos el nombre simple de«democracia», pero ahora también a ésta, a su vez, la podemos dividir endos.

 J. Sóc.— ¿Cómo? ¿De qué modo la dividiremos?(302e) Extr.— De un modo que no es distinto de los demás, aunque su

nombre ya no es doble. Pero tanto ésta como las demás formas de gobierno puedengobernar según las leyes y en contra de ellas.

[…] (303a) […]Extr.— Consideremos que la forma de gobierno de los que no son

muchos, del mismo modo que lo poco está en medio de la unidad y lo

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múltiple, está en medio de las dos. A su vez, a la forma de gobierno de lamuchedumbre la consideramos débil en todo e incapaz de nada grande, nibueno ni malo, en comparación con las demás, porque en ésta los poderesestán repartidos entre muchos en pequeñas porciones. POR ESTE MOTIVO,sucede que es la peor de todas las formas de gobierno que cumplen las leyes y la mejor de

todas las que las incumplen; y, si todas están descontroladas, se impone vivir en democracia,(303b) pero si están ordenadas, de ningún modo hay que vivir en ella; viviren la primera es, con mucho, lo primero y lo mejor, con la excepción de laséptima, pues a ésta, como a un dios de los hombres, hay que separarla detodas las demás formas de gobierno.

 J. Sóc.— Parece que esto sucede y resulta así y que hay que hacer comodices

(303c) Extr.— De manera que hay que apartar a los que participan de todas estasformas de gobierno, excepto al entendido, porque no son políticos, sino facciosos y cabecillasde las más grandes fantasmagorías, y ellos mismos son de tal clase, grandísimos imitadores yhechiceros, que se tornan los más grandes sofistas de entre los sofistas.

(304) INCIDENTE 7: Las artes servidoras de otras artes

Extr.— ¿Para nosotros no hay un cierto aprendizaje de la música ytambién, en general, de las ciencias relacionadas con la técnica manual?

 J. Sóc.— Lo hay.Extr.— ¿Y qué? Respecto a si debemos o no debemos aprender una

cualquiera de estas ciencias, ¿acaso no diremos, a su vez, que hay también

una ciencia sobre estas mismas cosas? ¿O qué diremos? J. Sóc.— Diremos que es así.Extr.— ¿Y seguramente estaremos de acuerdo en que ésta es

diferente de aquella? J. Sóc.— Sí.Extr.— ¿Y que ninguna de estas ciencias debe gobernar a la otra o

aquella a ésta? ¿O es ésta, por ser la que dirige, la que debe gobernar atodas las demás?

 J. Sóc.— Ésta a aquellas.Extr.— ¿Y tú declaras que, para nosotros, la ciencia que decide si hay

que aprender o no debe gobernar a la que se aprende y se enseña?

 J. Sóc.— Forzosamente.Extr.— Y la que decide si se debe persuadir o no, ¿debe gobernar a la

que puede persuadir? J. Sóc.— ¿Cómo no?Extr.— Sea. ¿A qué ciencia asignaremos la capacidad de persuadir a la

muchedumbre y a la masa por medio del relato de mitos y no por medio dela enseñanza?

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  J. Sóc.— Creo que esto es evidente que esto se ha de asignar a laretórica.

Extr.— Y sí, en cualquier asunto, se debe actuar mediante lapersuasión, o bien mediante una cierta violencia contra alguien, omantenerse absolutamente en calma, ¿a qué ciencia lo atribuiremos?

 J. Sóc.— A la que gobierna la técnica de persuadir y de hablar.Extr.— Pero ésta, según creo, no podría ser ninguna otra que lafacultad del político.

 J. Sóc.— Has hablado muy bien.Extr.— Parece que la retórica ha sido separada rápidamente de la política como una

especie distinta, pero que está a su servicio. J. Sóc.— Sí.Extr.— ¿Y qué hay que pensar de tal facultad? J. Sóc.— ¿De cuál?Extr.— De la de hacer la guerra contra todo lo que hayamos decidido

hacerla, ¿diremos que posee una técnica o que no la posee?

 J. Sóc.— ¿Y cómo podríamos pensar que no posee una técnica aquellaque es practicada por la estrategia y toda actividad guerrera?Extr.— Y la que sabe deliberar si hay que hacer la guerra o retirarse

amistosamente, ¿consideremos que es diferente o la misma que ésta? J. Sóc.— Es necesario que sea diferente, para ser consecuentes con lo

anterior.(305a) Extr.— ¿Acaso no declararemos que esta facultad gobierna sobre

aquélla, si lo consideramos del mismo modo que antes? J. Sóc.— Lo afirmo.Extr.— ¿ A qué técnica entonces intentaremos declarar se ñ ora de la

terrible e importante técnica de la guerra en su conjunto, sino es a la que es

verdaderamente regia? J. Sóc.— A ninguna otra.Extr.— Entonces no consideraremos política la ciencia de los generales, porque está a

su servicio. J. Sóc.— No es verosímil.(305b) Extr.— Venga, pues, consideremos la facultad de los jueces que

 juzgan con rectitud. J. Sóc.— Muy bien.Extr.— ¿Acaso posee la facultad de hacer lago más que, puesto que ha

recibido del rey legislador todas cuantas leyes hay establecidas en relacióncon los contratos, (305c) observarlos y juzgar los que son justos e injustos,

ofreciendo su propia virtud de no dejarse vencer ni por regalos ni portemores, ni por compensaciones, ni por ninguna otra enemistad o amistadpara que desee resolver las acusaciones de unos y otros contra ladisposición del legislador?

 J. Sóc.— No, sino que la función de esta facultad es aproximadamentelas que has dicho.

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Extr.— Descubrimos entonces que la fuerza de los jueces no es la regia, sinoque es guardiana de las leyes y está a su servicio.

 J. Sóc.— Así parece.Extr.— A quien observe el conjunto de todas las ciencias que han sido

mencionadas le ha de ser comprensible esto: que la política no ha

aparecido en absoluto entre ellas. Pues la que es verdaderamente regia nodebe actuar por sí misma, sino gobiernan a las que tienen la facultad deactuar, porque conoce el momento oportuno o inoportuno para comenzar aexpulsar los asuntos más importantes en las ciudades. Las demás, sinembargo, han de hacer lo que les ordene.

 J. Sóc.— Correcto.Extr.— Por esto, en consecuencia, las que acabamos de exponer ni se

gobiernan unas a otras, ni a sí mismas, sino que cada una de ellas tiene unaactividad propia y recibe justamente su propio nombre según laparticularidad de sus actividades.

(305e) J. Sóc.— Eso parece.

Extr.— Pero a la que gobierna todas estas y se preocupa de las leyes y de todos losasuntos de la ciudad y lo entreteje todo muy correctamente, para abarcar su capacidad con ladenominación de lo que es común, la llamaríamos muy justamente,  según parece,«política».

 J. Sóc.— Sin duda.Extr.— ¿No querríamos examinarla también según el paradigma de la

técnica de tejer, ahora que todos los géneros que hay en la ciudad se noshan mostrado con claridad?

 J. Sóc.— Muy bien.

(306a) INCIDENTE 8: La diversidad de las virtudes

Extr.— Hay que hablar, según parece, del entrelazamiento regio: cómoes, de qué modo entrelaza y qué tipo de tejido nos ofrece.

 J. Sóc.— Es evidente.Extr.— Así, pues, parece que resulta obligado explicar un asunto difícil. J. Sóc.— Pero, en cualquier caso, hay que explicarlo.Extr.— En efecto, que una parte de la virtud sea, de algún modo,

diferente de la especie de la virtud es, para los que gustan de las disputasdialécticas, algo fácil de persuadir, frente a las opiniones de la mayoría34.

 J. Sóc.— No lo comprendo.(306b) Extr.— Comencemos de nuevo así: creo, en efecto, que tú

piensas que, para nosotros, la valentía es una parte de la virtud. J. Sóc.— Si, bien.Extr.— Y que la prudencia es algo distinto de la valentía pero también

es, como ella, una parte de la virtud.

34 Se alude aquí al problemática cuestión de la unidad de la virtud tratada en otros diálogos dePlatón. Cf. Protágoras 329b-332a, 349a-350c; Menón 70a-79e; República 427d-434d; Leyes963a-968a.

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 J. Sóc.— Sí.Extr.— Sobre ellas hay que atreverse a manifestar una afirmación

sorprendente. J. Sóc.— ¿Cuál?Extr.— Que, de algún modo, en muchos de los seres hay entre ambas

una gran enemistad y una hostil disensión. J. Sóc.— ¿Cómo dices?(306c) Extr.— UN RAZONAMIENTO QUE NO ES HABITUAL EN ABSOLUTO,

pues, en efecto, se dice que todas las partes de la virtud son, en ciertomodo amigas entre sí.

 J. Sóc,— Sí.Extr.— Examinemos, fijándonos con mucho atención, si esto es así de

simple o si, más bien, algunas de ellas se diferencia en algo de las queestán emparentadas con él.

 J. Sóc.— Si. Dime cómo hay que examinarlo.Extr.— En todas las cosas hay que investigar todas cuantas decimos

que son bellas, pero que colocamos en dos especies opuestas entre sí. J. Sóc.— Habla todavía con más claridad.(306d) Extr.— La agudeza y rapidez, ya sea en cuerpos, ya sea en almas, ya se en la

emisión de la voz, ya sea en los seres mismos, ya sea en sus imágenes, todas cuantas la músicae, incluso, la pintura imitativa producen como imitaciones, ¿nunca has elogiado túmismo a alguna de ellas o has oído que otro, en tu presencia, las elogia?

 J. Sóc.— ¿Cómo son?Extr.— ¿Y recuerdas de qué modo, en cada uno de los casos, hacen el

elogio? J. Sóc.— No, en absoluto.Extr.— ¿Podría, pues, explicártelo con palabras, tal como lo pienso?

(306e) J. Sóc.— ¿Por qué no?Extr.— Parece que crees que tal asunto es fácil. Examinémoslo, enefecto, en los géneros opuestos. Pues cada vez que, con frecuencia,admiramos en muchas actividades la rapidez, la vehemencia y la agudezadel pensamiento y del cuerpo, incluso de la vos, nos expresamoselogiosamente utilizando un único nombre: el de «valentía».

 J. Sóc,— ¿Cómo?Extr.— Decimos, en primer lugar, «agudo» y «valeroso», «rápido» y

«varonil» y también «vigoroso». Y, en general, aplicando en común elnombre que he dicho a todas estas cualidades, las alabamos.

 J. Sóc.— Sí.

(307a) Extr.— ¿Y QUÉ? ¿Acaso no alabamos con frecuencia, en muchas ocasiones laespecie de la acción tranquila?

 J. Sóc.— Sí, mucho.Extr.— ¿Acaso no estamos expresando esto diciendo palabras

contrarias a las que decíamos de aquellas actividades? J. Sóc.— ¿Cómo?

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Extr.— Cada vez que los actos realizados con reflexión los llamamos,admirándolo, «tranquilos» y «prudentes» y, a las acciones «lentas» y«suaves», r, incluso, a las voces, «dulces» y «graves», y a todo movimientorítmico y a toda música (307b) en general que use oportunamente lalentitud, a todos estos casos no le aplicamos el nombre de «valentía», sino

el de «moderación». J. Sóc.— Es muy cierto.Extr.— Pero, por lo contrario, cuando ambos nos resultan inoportunos,

cambiamos y censuramos a cada uno de ellos asignándoles nombresopuestos.

 J. Sóc.— ¿Cómo?Extr.— Cuando se producen de modo más agudo y se muestran de

modo más rápido y duro de lo conveniente, los llamamos«violentos» y «alocados»;  cuando lo hacen de modo más grave,lento y blando, los llamamos «cobardes» e «indolentes». Casisiempre estos, y también al carácter sensato y valiente propio de los

contrarios, como formas que se hallan azarosamente en hostil disputa, nolos encontramos mezclados entre sí en las actividades que les conciernen.Además, silo investigamos, veremos que quienes lo poseen en sus almas sediferencian entre sí.

 J. Sóc.— ¿En dónde dices?Extr.— En todos estos caso que ahora decimos y, como es verosímil,

en muchos otros. Pues, en mí opinión, según cual sea el parentesco concada uno de estos caracteres, a unos los alaban como suyos propios, pero asus contrarios los censuran como ajenos, interponiendo, en muchosasuntos, una gran enemistad entre ellos.

 J. Sóc.— Es posible.

Extr.— Pues bien, la desavenencia de estas maneras de ser35 es unsimple juego. Sin embargo, en las cuestiones más importantes sucede quese acaba convirtiendo en una enfermedad que, para las ciudades, es la másodiosa de todas.

 J. Sóc.— ¿De cuál hablas?(307e) Extr.— Como es natural, de la organización de la vida en su

conjunto, pues los que son especialmente moderados siempre estándispuestos a vivir una vida tranquila, realizando ellos solos sus asuntos porsu cuenta, teniendo trato con todos en su patria e, igualmente, estandodispuestos a hacer la paz de cualquier modo con las ciudades extranjeras. Ypor este deseo, que es más inoportuno de lo necesario, cuando hacen lo

que quieren, no se dan cuenta de que se comportan cobardemente, de queponen a los jóvenes en la misma situación y de que están siempre a mercedde lo que les atacan, por suya causa, (308a) en pocos años, ellos mismos,sus hijos y la ciudad entera, sin darse cuenta, pasan con frecuencia delibres a esclavos.

 J. Sóc.— Te refieres a una experiencia dura y terrible.

35 La palabra es eidos, utilizada aquí en un sentido más amplio y menos técnico que «especie».

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Extr.— ¿Y qué sucede con los que son más proclives a la valentía?¿Acaso no son los que siempre lanzan sus ciudades a alguna guerra a causade su deseo, más violento de lo debido, por tal género de vida y,exponiéndolas a la enemistad de muchos y poderosos pueblos, o bien lasdestruyen completamente o bien entregan sus patrias comos esclavas y

súbditas de sus enemigos?(308b) J. Sóc.— Esto también es así.Extr.— ¿Cómo, en efecto, podremos negar que, en estos casos, estos

dos géneros mantienen siempre entre sí una fuerte y grandísima enemistady disensión?

 J. Sóc.— No, no lo negaremos en absoluto.Extr.— DE ESTA MANERA, ¿no hemos hallado lo que buscamos desde

el principio, es decir, que partes de la virtud, que no son pequeñas, son,por su naturaleza, diferentes entre sí y que también esta misma diferenciareproduce en quienes la poseen?

 J. Sóc.— Es posible.

Extr.— Por tanto abordemos esta cuestión. J. Sóc.—¿Cuál?(308c) Extr.— Si alguna de las ciencias compositivas compone

voluntariamente un objeto cualquiera de sus productos, aunquesea el más ínfimo, a partir de algunos elementos malos y buenos, obien si toda la ciencia rechaza en lo posible, en todos los caso, loselementos malos y toma los apropiados y útiles, y a partir de éstos,sean semejantes o desemejantes, reuniéndolos a todos en unaunidad, produce una única función y forma.

 J. Sóc.—¿Por qué no?(308d) Extr.— Luego la política, que es verdaderamente

conforme a la naturaleza, no nos constituirá voluntariamente unaciudad con hombre buenos y malos, sino que está claro que lospondrá a prueba en primer lugar mediante un juego36, y después dela prueba los entregará a quienes están capacitados para enseñar yservir para este mismo fin, estando ella misma al frente y dandoórdenes, como la técnica de tejer que, siguiendo de cerca, paso apaso, a los cardadores y a los que preparan las demás cosas parasu labor de trenzado, está al frente y da órdenes, (308e) indicandoa cada uno de los trabajos que considera adecuados para realizarsu propia labor de entrelazamiento.

 J. Sóc.— Si, muy bien.

Extr.— Por esto mismo me parece que la ciencia regia, que posee ellamisma la facultad de dirigir, no permitirá, a todos los que por ley sonmaestros y educadores, que se practique ningún ejercicio que, al serrealizado, no produzca un carácter conveniente para mezcla que le espropia, sino que les ordenará enseñar solamente esto. Y A LOS QUE NO SON

36 El juego desempeña un importante papel en la educación política de los niños y en suselección como filósofos gobernantes de la ciudad. Cf. República 424d-425a; 536e-537d.

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CAPACES DE PARTICIPAR DE UN CARÁCTER VALIENTE Y PRUDENTE Y D TODO LO DEMÁS QUE TIENDE A LA VIRTUD, SINO QUE, POR LA VIOLENCIADE SU MALA NATURALEZA, (309a) SE ARROJAN AL ATEÍSMO37, LA SOBERBIA  Y LA INJUSTICIA, LOS RECHAZA CASTIGÁNDOLOS CON LA MUERTE, ELEXILIO Y LAS PENAS MÁS DESHONROSAS.

 J. Sóc.— Esto es lo que se dice, en efecto.Extr.— A los que se revuelcan en una gran ignorancia y vileza lossomete al yugo del género de los esclavos.

 J. Sóc.— ES MUY CORRECTO.(309a) Extr.— Así, pues, a los restantes, cuyas naturalezas,

cuando han adquirido educación, son aptas para alcanzar lanobleza y para aceptar, con la ayuda de la técnica, la mezcla deunas con otras, a éstas, a la que son más propensas a la valentía,considerando que su carácter es fuerte como la urdimbre, y a lasque tienden hacia la moderación, haciendo uso, según nuestraimagen, de un hilo de lana pingüe y suave, estando en tensión

contraria entre si, intenta anudarlas y entrelazarlas de la siguientemanera. J. Sóc.— ¿Cómo?Extr.— EN PRIMER LUGAR ARMONIZANDO, SEGÚN EL PARENTESCO, LA

PARTE ETERNA DE SU ALMA CON UN LAZO DIVINO Y, DESPUÉS DE LA PARTEDIVINA, SU PARTE MORTAL, ESTA VEZ CON LAZOS HUMANOS38.

 J. Sóc.— ¿Qué quieres decir con esto?Extr.— Cuando se produce en las almas una opinión que es realmente

verdadera, con fundamento, sobre lo bello y lo bueno, y sobre sus opuestos,afirmo que se origina una opinión divina en un género demónico39.

 J. Sóc.— Ciertamente es verosímil que sea así.(309d) Extr.— ¿ No sabemos que al político, y al buen legislador, le

corresponde con la ayuda de la musa de la ciencia regia, ser el único capazde infundir esto mismo en quienes han participado de una educacióncorrecta y que hemos mencionado hace un momento?

 J. Sóc.— Es lo natural, en efecto.Extr.— Pero, Sócrates, a quien sea incapaz de hacer algo semejante

de ninguna manera lo denominaremos con los nombres que ahora estamosinvestigando.

 J. Sóc.— Es my correcto.(309e) Extr.— ¿Y qué? ¿Acaso no se amansa el alma valerosa que está en posesión de

semejante verdad y, por consiguiente, querría participar especialmente de lo justo, mientras que,si no participa, se inclina más bien hacia una naturaleza salvaje?

 J. Sóc.— ¿Cómo no?

37 Cf. Leyes X 554a-885b; Protágoras 322a.38 La terminología utilizada evoca el Timeo 69c-71a.39 Sobre el género demónico véase Timeo 90a.

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Extr.— ¿Y qué decir de la naturaleza moderada? ¿Acaso no es compartiendo estasopiniones como se toma verdaderamente sensata y juiciosa, al menos en la actividad política,mientras que, si no participa de la que estamos diciendo, adquiere muy justamente unavergonzosa fama de estupidez?

 J. Sóc.— No hay duda, en efecto.

Extr.— Por tanto, ¿no diremos que este entrelazamiento yatadura de los malos consigo mismos y de los buenos con los malosnunca será duradero, y que ninguna ciencia lo utilizará nunca enserio con tal tipo de gente?

 J. Sóc.— ¿Pues cómo podría?(310a) Extr.— Sin embargo, en los únicos en que, gracias a las leyes, se

produce es en los caracteres que son nobles desde un principio y criadossegún su naturaleza, y es para ellos para los que la técnica tiene a sudisposición este remedio. Como hemos dicho, ésta es la atadura más divina,la que une las partes de la virtud que son desemejantes por naturaleza ytiende hacia direcciones contrarias.

 J. Sóc.— Es muy cierto.Extr.— Pero a las restantes, que son lazos humanos, puesto que existeel divino, no hay casi ninguna dificultad en concebirlos ni, una vezconcebidos, realizarlos.

(310b) J. Sóc.— ¿Cómo y a cuáles te refieres?Extr.— A los lazos de los casamientos y de los intercambios de niños, y

a los relacionados con las peticiones de matrimonio y a las nupciasprivadas. Pues la mayoría no establece correctamente estos vínculos parala procreación de hijos40.

 J. Sóc.— ¿Por qué?Extr.— ¿POR QUÉ TAMBIÉN ALGUIEN, EN TALES CASOS, SE TOMARÍA

EN SERIO CENSURAR, COMO ALGO DIGNO DE MENCIÓN, LA PERSECUCIÓNDE RIQUEZA Y PODER? J. Sóc.— Poe nada.(310c) Extr.— Es más justo sin embargo, de hablar de quienes se

cuidan de sus familias, por si en algo no actúan del modo adecuado. J. Sóc.— Es conveniente, en efecto.Extr.— Pero no actúan a partir de un razonamiento correcto, cuando

buscan en esto la comodidad inmediata y acoge a los que son iguales aellos, pero no estiman a los desiguales, porque conceden a la aversión unagran importancia.

 J. Sóc.— ¿Cómo?

Extr.— Los moderados buscan a los que poseen su propio carácter y,en lo posible, se casan y realizan las peticiones de matrimonio entre ellos.Lo mismo hace el género de los valientes, perseguir su propia naturaleza,aunque ambos géneros deberían hacer todo lo contrario de esto.

 J. Sóc.— ¿Cómo y por qué?

40 En Leyes 773e-785b, Platón desarrolla una extensa explicación sobre la legislación que deberegir la composición de los matrimonios. Cf. República 457c-461e.

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Extr.— Porque la valentía, si se produce en muchas generaciones sinmezclarse con una naturaleza prudente, en un principio alcanza la plenitudde su fuerza, pero acaba por degenerar en todo tipo de locuras.

 J. Sóc.— Es natural.Extr.— Pero, a su vez, el alma demasiado llena de pudor y sin mezcla

con la valerosa audacia, al reproducirse así en muchas generaciones, seatolondra más de lo oportuno y acaba completamente mermada. J. Sóc.— También es natural que esto ocurra así.Extr.— Estos son los lazos que decía que no son difíciles de anudar si

ocurre que ambos géneros tienen una única opinión sobre lo bello y lobueno. ESTA ES, PUES, LA ÚNICA Y UNIVERSAL TAREA DELENTRELAZAMIENTO REGIO: no permitir nunca que los caracteresprudentes se separen de los valientes, sino, cosiéndolos mutuamente conlas mismas creencias, honores, reputaciones, opiniones y mutuosintercambios de garantías, (311a) y componiendo con ellos un tejido suavey, como se dice, bien hilado, encomendarles siempre en común las

magistraturas en las ciudades. J. Sóc.— ¿Cómo?Extr.— Donde haya necesidad de un único gobernante, eligiendo al

mandatario que tenga ambos caracteres; en cambio, donde haya necesidadde más, mezclando una parte de cada uno de estos. Pues los caracteres delos gobernantes prudentes con muy cautos, justos y conservadores peroestán faltos de viveza, de un cierto y agudo vigor y de eficacia.

 J. Sóc.— Parece, en efecto, que esto es así.(311b) Extr.— A su vez, los caracteres valientes están más faltos que

aquéllos de justicia y cautela, pero se distinguen por su vigorosidad en lasacciones. Pero si ambos caracteres no colaboran, es imposible que todo,

tanto en privado como en público, resulte bien en las ciudades. J. Sóc.— ¿Cómo no?Extr.— DIGAMOS, ADEMÁS, ESTE ES EL FIN DE LA ACTIVIDAD

POLÍTICA, el entrelazado del tejido, con un trenzado uniforme, delcarácter de los hombres valientes y prudentes, cuando la técnicaregia, (311c) reuniéndolos en una vida común en concordia yamistad, realizando el más magnifico y excelso de todos los tejidosy abarcando todos los demás en las ciudades, esclavos y libres, losmantiene unidos con esta trama y gobierna y manda sin omitirnada en absoluto de cuanto conviene a la felicidad de la ciudad.

 J. Sóc.— De una manera muy bella, Extranjero, nos has completado el

hombre regio y el político.