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EL POLVORíN AFGANO (1) Leopoldo García García GB de la Escuela Superior del Ejército. El factor físico El complejo aspecto orográfico de la región ha condicionado, en el transcurso de los siglos su historia y, no es posible prescindir de este elemento natural para la comprensión y la racionalización de los acontecimientos. País enclavado, sin acceso al mar, tiene fronteras con China, Pakistán, Irán, Turkmenistán, Uzbekistán y Tayikistán. El país afgano está dividido desde el sudeste al nordeste por la muy alta cadena monta- ñosa de Hindu-Kush y los montes de Pamir. Pequeños valles fértiles por irrigación y arro- yos de montaña se entremezclan con zonas montañosas y desiertos. El clima del país es esencialmente seco, típico de las altas regiones del Asia Central con inviernos fríos y veranos calurosos. Característica de este clima es la oscilación de los cambios de temperatura en cortos periodos de tiempo, según las estaciones y los lugares. Por ejemplo, en verano y a mediodía, en Kabul el termómetro puede alcanzar los 40 OC, mientras que en pleno invierno -mes de enero- la temperatura media es de 0 OC.La estación de las lluvias discurre entre octubre y abril y no son muy copiosas. Afganistán representa un paso obligado para alcanzar desde el altiplano iraní las tierras bajas del norte del subcontinente indio y unir esta área con las llanuras con centro en el lago Aral. Atravesado por unas poderosas cadenas montañosas, entre las principales el Hindu- Kush que parte de la extremidad occidental del Himalaya; el Koh-e-Baba que van desde el oeste hasta la ciudad de Herat y el monte Sulaimán que forma la osatura de las altas tierras del Beluchistán afgano. Este relieve presenta muy pocos pasos y unas gargantas estrechí- simas, a lo largo de las cuales corren unas vías de comunicación vulnerables, especial- mente en la zona oriental del país, difícilmente controlable por una autoridad central. Este relieve ha condicionado la historia del país caracterizada por una continua lucha por conseguir el control de los puntos estratégicos para las comunicaciones. En resumen, un territorio que presenta unas características apropiadas para la táctica de guerrillas, con rápidas incursiones contra guarniciones, emboscadas a los convoyes en movimiento, ata- que con misiles contra medios aéreos en vuelo a baja cota, o en momentos de despegue o de aterrizaje. Esta <<Polonia de Oriente)), en expresión de Karl Marx ha servido de teatro principal al <<gran juego>) al que se entregaron Rusia y Gran Bretaña en el Asia Media, en el siglo XIX, antes de ser sustituidos por la Unión Soviética y el mundo libre durante la mayor parte de este siglo. - 81 -

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Leopoldo García García GB de la Escuela Superior del Ejército.

El factor físico

El complejo aspecto orográfico de la región ha condicionado, en el transcurso de los siglos su historia y, no es posible prescindir de este elemento natural para la comprensión y la racionalización de los acontecimientos.

País enclavado, sin acceso al mar, tiene fronteras con China, Pakistán, Irán, Turkmenistán, Uzbekistán y Tayikistán.

El país afgano está dividido desde el sudeste al nordeste por la muy alta cadena monta- ñosa de Hindu-Kush y los montes de Pamir. Pequeños valles fértiles por irrigación y arro- yos de montaña se entremezclan con zonas montañosas y desiertos.

El clima del país es esencialmente seco, típico de las altas regiones del Asia Central con inviernos fríos y veranos calurosos. Característica de este clima es la oscilación de los cambios de temperatura en cortos periodos de tiempo, según las estaciones y los lugares. Por ejemplo, en verano y a mediodía, en Kabul el termómetro puede alcanzar los 40 OC, mientras que en pleno invierno -mes de enero- la temperatura media es de 0 OC. La estación de las lluvias discurre entre octubre y abril y no son muy copiosas.

Afganistán representa un paso obligado para alcanzar desde el altiplano iraní las tierras bajas del norte del subcontinente indio y unir esta área con las llanuras con centro en el lago Aral. Atravesado por unas poderosas cadenas montañosas, entre las principales el Hindu- Kush que parte de la extremidad occidental del Himalaya; el Koh-e-Baba que van desde el oeste hasta la ciudad de Herat y el monte Sulaimán que forma la osatura de las altas tierras del Beluchistán afgano. Este relieve presenta muy pocos pasos y unas gargantas estrechí- simas, a lo largo de las cuales corren unas vías de comunicación vulnerables, especial- mente en la zona oriental del país, difícilmente controlable por una autoridad central.

Este relieve ha condicionado la historia del país caracterizada por una continua lucha por conseguir el control de los puntos estratégicos para las comunicaciones. En resumen, un territorio que presenta unas características apropiadas para la táctica de guerrillas, con rápidas incursiones contra guarniciones, emboscadas a los convoyes en movimiento, ata- que con misiles contra medios aéreos en vuelo a baja cota, o en momentos de despegue o de aterrizaje.

Esta <<Polonia de Oriente)), en expresión de Karl Marx ha servido de teatro principal al <<gran juego>) al que se entregaron Rusia y Gran Bretaña en el Asia Media, en el siglo XIX, antes de ser sustituidos por la Unión Soviética y el mundo libre durante la mayor parte de este siglo.

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Constituye un espacio de comunicación entre Asia Central y el oceano Indico, configurando una zona de contacto entre cuatro grandes conjuntos geopolíticas; el subcontinente indio, Oriente Medio, la Comunidad de Estados Independientes y China, teniendo en común el hecho de estar agitados por múltiples factores de inestabilidad y de comprender una media docena de Estados que disponen de una capacidad nuclear o de países que están en lo que se llama <sel umbral>>, figura 1.

El factor humano

La población afgana presenta una mezcla étnica y lingüística que no es más que el reflejo de la situación del país a horcajadas sobre las rutas históricas del comercio y de las inva- siones, que han llevado desde el Asia Central hacia el sur y el suroeste del continente.

La mayor parte de la población afgana está formada por los grupos étnicos de los pakhtu- nes -también llamados pushtunes y pathanes- tayíkos, uzbekos, hazaras, baluchíes, y otros grupos minoritarios como los nuristaníes, brahuíes y algunas tribus turkomanas, como los kirghises y los karakalpachíes.

El grupo dominante es el pakhtun con algo más del 40% de la población. El afgano persa -dar¡- lo habla un tercio de la población, mientras que el pakhtun lo habla la mitad de ésta. Otras lenguas habladas son el turkomano y el uzbeko. Por otra parte, están censa- dos más de 70 lenguas y dialectos, hablados por pequeños grupos a través del país.

Los pakhtunes son un pueblo con una fuerte y compleja estructura tribal, con grandes tra- diciones nómadas, con unas notables aptitudes militares, que han sido fundamentales para un dominio del área y de la población en la zona.

La etnia pakhtun ha sido dividida continuamente por las luchas y rivalidades entre los dos más potentes grupos, los durraníes y los ghilzaíes y además por el control del territorio.

Los tayikos, también llamados farsiban -gente de lengua persa- constituyen el segundo grupo étnico, por su número. Son de origen iraní, se dedican a la agricultura y son seden- tarios. Presentan una estructura social débilmente influenciada por el modelo tribal y más bien están organizados, en pueblos agrícolas.

Están ubicados en la faja septentrional del país y en la zona de Herat -próximos a la fron- tera con Irán- y en su mayoría son suníes, aunque existen fuertes minorías shiíes en la zona de influencia iraní.

Los hazaras están situados al sur del Hindu-Kush, en el macizo central de Afganistán -y en Pakistán- entre el norte de la provincia de Baluchistán y el sur de la frontera noroeste.

Es una etnia de lengua persa, sus rasgos somáticos son mogoles, por lo que durante mucho tiempo se creyó que eran descendientes de los guerreros del ejército de Genghis Khan, hipótesis que ha sido definitivamente desechada, figura 2, p. 85.

Los baluchíes, habitantes de la región de Baluchistán no son el grupo étnico dominante cuantitativamente, y, en la actualidad están repartidos entre Irán, Pakistán y Afganistán.

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Son de origen indoeuropeo, que emigraron de la región meridional, en torno al mar Caspio hacia el Este, estableciéndose en el actual Baluchistán hace siglos. Las numerosas inva- siones y migraciones, que ha sufrido esta zona, a lo largo de la Historia, han dejado trazas culturales, lin&iísticas y étnicas.

Especialmente en la zona meridional de Baluchistán +?I Makrán paquistaní- la etnia se ha mezclado mucho con el elemento árabe, descendientes del ejército que, durante los siglos VII y VIII, conquistaron el fertil valle de Kech, la zona costera y se extendieron hasta el Sind, durante muchos años disputado a los indios. En la costa, el elemento negroide, descendientes de los esclavos del África Oriental, importados por los mercaderes de es- clavos, también fueron asimilados al grupo étnico principal, pero esta integración fue en realidad en la costa, ya que en el interior el negro siempre fue considerado de una raza inferior,

En la zona de Kalat, después de la conquista por parle de los brahuíes, se llevó a cabo una fusión entre los dos grupos por medio de matrimonios mixtos.

La etnia baluchi tienen una tradición guerrera muy fuerte, de modo que hoy podemos encontrar miembros de esta etnia, prestando servicio como soldados regulares, en los Ejércitos de Ornan y de los Emiratos Árabes Unidos. No obstante en su tradición guerrera, los baluchíes no llegarán a componer una estructura estatal, en razón de su carácter nómada.

En duro enfrentamiento con los baluchíes se encuentra en la etnia de los brahuíes, que habi- tan la misma área. Esta etnia es de origen incierto, pero de acuerdo con su tradición, des- cenderían de las poblaciones que habitaban la zona de Alepo, que emigraron hacia el Este. Parece más probable la pertenencia de los brahuíes al grupo de poblaciones indo-europeo. Organizados sobre una base semimilitar, consiguieron en los siglos XVIII-XIX extender su auto- ridad, reforzando el khanato de Kalat. Después extendieron su influencia hacia el Sur, donde fueron detenidos por los gichkíes, contra los que mantuvieron enconadas luchas.

Los brahuíes no consiguieron dar vida a un Estado centralizado. Desde el punto de vista étnico no se puede considerar a los brahuíes como un grupo homogéneo, estando muy interrelacionados con los baluchíes, como consecuencia de una serie de políticas de alian- zas, acompañada de matrimonios mixtos.

Hay otras etnias minoritarias en la región que habitan en zonas de mayoría pakhtun. Estas etnias son los nuristaníes, los brahuíes de los que ya hemos hecho referencia, y algunas tribus turkomanas, como los kirghises y los karakalpachíes.

De ellos tiene particular importancia la historia de los nuristaníes, quienes hasta finales del siglo pasado eran llamados kafiri-infieles- porque eran de religión pagana y vivían en la zona llamada del Kafiristán, entre el actual Pakistán y las provincias afganas de Laghman y Nangarhar, especialmente en Konar, ex provincia autónoma, en este momento englo- bada en la de Nangarhar.

A finales del siglo pasado, el intransigente emir de Kabul, Abd al-Rahman (1880-1909) lanzó contra ellos una serie de ataques militares, especialmente sangrientos, con la finali- dad de imponerles el islam y someterlos. Una vez derrotados, convertidos y sometidos, fueron rebautizados con el nombre de nuristaníes y su tierra Nuristán (tierra de luz).

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La etnia pakhtun, la más importante y que por razones históricas se encuentra dividida entre Pakistán y Afganistán presenta una estructura sociopolítica compleja, que puede extenderse al conjunto del territorio. La sociedad tribal, en su dinámica histórica, se articula en una serie de conjuntos como tribu, clan, confederación, sección, etc.

La confederación es la unión, o más precisamente la federación de varias tribus, que pue- den tener unas ciertas diferencias en cuanto a cultura, composición y estructuración interna, pero que se consideran ramificaciones de un mismo tronco, con un jefe en común, pero de poderes muy limitados.

Entre las confederaciones más importantes del grupo étnico pakhtun hay que citar la de los durraníes, la de los ghilzaíes, la de los yusufzaíes de Swat, la de los afridíes, ubicados al sur del paso de Khayber en el territorio paquistaní de la provincia fronteriza del noroeste, y sus vecinos los orazkaíes. De cualquier manera es difícil establecer si un grupo tribal es una verdadera confederación o por el contrario se trata de un subgrupo de un agrupa- miento mucho mayor. Hay en los diferentes grupos, por otra parte, una apropiación de los antepasados, basados en unas razones dudosas o incluso inventada. Así todos los pakh- tunes descenderían del mítico Qais Abd al-Rashid. Según la mitología pakhtun, Qais era descendiente directo del rey Saúl de Israel, a través de 36 generaciones que cubrirían los 1.700 años de distancia entre ambos (!!!). Qais habría sido llamado Abd al-Rashid por el mismo Mohammed, como recompensa por su participación en la batalla contra los habi- tantes de la Meca; el Profeta habría predicho, a continuación, un porvenir floreciente para su descendencia; le autorizó a utilizar la lengua pakhtu y le dio el apodo de 43atan>> (Pat- han), indicando la madera utilizada como estructura de base para las naves y como ale- goría para la nave del islam. Qais tuvo tres hijos: Sarban, que a su vez tuvo dos hijos, Sharkhbun y Kharshbun, de cuyos descendientes nacerían respectivamente las confede- raciones de los durraníes y la de los yusufzaíes; Batan, uno de sus descendientes será el origen de la confederación de los ghilzaíes, y el tercer hijo fue Gurghusht.

La tribu constituye la unidad de base. Con esto no se pretende afirmar que ella represente la más pequeña unidad social, sino que ella viene a’ser un término de referencia con res- pecto al núcleo central de una unidad mayor.

Hay en la tribu un lazo de pertenencia a un mismo grupo de descendencia, común, que los distingue de los miembros de otro grupo social. Esta descendencia permite desde un miembro remontarse por la línea ascendente de hijos a padres, por una línea masculina.

No obstante sería erróneo considerar la descendencia como completamente absorbida en el interior de la organización tribal, porque dentro de ella subsisten grupos portadores de intereses particulares, que podríamos llamar subtribus. Estas fracciones subtribales cons- tituyen centros de poder del grupo, que se manifiestan en situaciones determinadas y que permiten que algunos individuos adquieran una cierta relevancia, no tanto por sí, sino por su pertenencia a un grupo parental.

Así la tribu pakhtun, está lejos de representar un grupo monolítico, bien por su estructura segmentada, bien por la división social debida a la diferencia de estatuto y de condición económica. También esta etnia, aunque presenta unos fuertes vínculos con la estructura tribal, se ha enfrentado a la estructura feudal, la cual tiene en sí la suficiente potencialidad para que produzca una alteración de la ideología tribal.

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El término clan puede considerarse como definitorio de un grupo de poder interno a la con- federación, más consolidado que ésta, pero cuyo nexo interno hay que buscarlo en las luchas internas. El clan no presenta una homogeneidad de las otras subdivisiones, sino más bien resulta de una unión de hombres, en torno a una descendencia central, realizada con una finalidad de obstentar el poder y conseguir y mantener unos recursos económicos. El clan entrecruza las diferentes estructuras e instituciones sociales y no puede conside- rarse como un determinado nivel de la subdivisión del grupo étnico,

Hablar hoy de estructura económica, social y de poder en el área pakhtun es extremada- mente difícil. El larguísimo conflicto que ha opuesto a los diferentes actores con las di- ferentes facciones de muyahidin ha trastornado no sólo a Afganistán sino también al área paquistaní de mayoría pakhtun, con la instalación de millones de refugiados, la Ile- gada de financiación y de ayuda de todo tipo, y la ruptura y disgregación de la vieja estruc- tura tribal.

El área pakhtun es un área basada en el ((modelo tribal)>, que ha impedido el desarrollo de una autoridad central. Asi en Afganistán, el poder de Kabul y aún antes de Kandahar, cuando era la capital del reino, no consiguió nunca dirigir concretamente el gobierno de la propia zona periférica, ni desarrollar un sistema económico, aunque fuera atrasado, basado en una agricultura, de todo punto marginal, o en un pastoreo nómada y transhu- mante.

Pero, no todos los grupos étnicos responden a este esquema. Los tayikos afganos y en general la mayor parte de la población del área rural no puede considerarse que presen- ten una estructura que privilegie las relaciones étnicas y tribales en su relación social. No obstante lo anterior, hay ciertos elementos distintivos -relativizados y limitados- del sis- tema tribal y que son: - Descendencia de un antepasado ancestral, al que normalmente se le adorna de cuali-

dades y del que se cantan las hazañas, tan antiguas que no se ponen en duda. - Sociedad tribal, políticamente acéfala y subdividida en organizaciones segmentadas por

descendencia trilineal. - Fuerte presencia nómada y marcada resistencia a la sedentarización, que por cierto la

autoridad central ha favorecido, principalmente en Pakistán e Irán, como medida de control político. La comunidad nómada -muy extendida en Afganistán- presenta una relación muy fuerte con los ciclos migratorios, sin tener en cuenta divisiones adminis- trativas o fronteras, lo que encuentra la oposición de las repúblicas ex soviéticas de Asia Central, Irán y Pakistán y también de China. La actividad primaria de estas tribus es el pastoreo y una agricultura de subsistencia basada en la lluvia.

- Insuficiencia de cualquier sistema de tasación y de imposición fiscal. Kabul siempre ha carecido de un sistema eficiente de imposición fiscal. Esto no quiere decir que estas tri- bus no estuvieran sujetas a gravámenes, pero éstos normalmente terminaban en manos de las autoridades provinciales y locales. Por otra parte, la población de la etnia pakhtun consideraba indigno de los hombres libres pagar tributos, extremo que nunca facilitó la tarea del Gobierno central.

- El pakhtunwalio código del comportamiento de la etnia pakhtun. Se trata de un conjunto de reglas, normas y preceptos que el hombre libre y guerrero pakhtun deberá observar. Sus aspectos esenciales son:

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- La obligación de hospitalidad hacia cualquier visitante. Esta obligación es más fuerte que en Occidente, por cuanto incluía el deber de protección del huésped, incluso a costa de la propia vida. De hecho, el huésped, durante su permanencia pasa a ser uno más de la tribu.

- El deber de venganza, no tanto en sentido privado sino a toda la descendencia, y, en ocasiones, a toda la tribu.

- El derecho de asilo, no aplicable de forma indiscriminada. - El nang o mantenimiento de la pureza del honor, a nivel industrial y del grupo de perte-

nencia; imponiendo al individuo toda una serie de deberes, prohibiciones, etc., figura 3.

El factor político-religioso

La difusión del islamismo reside en su capacidad de movilización popular y de creación de un centro carismático y de práctica contestataria del orden social y político interno e inter- nacional establecido. Es también importante subrayar otro aspecto: la formación de una contraélite islamista, que se diferencia, por una parte, de la élite occidentalizada, pero tam- bién de la élite tradicional.

La radicalización del islamismo, por esta razón, y la movilización de los creyentes se con- vierte en la respuesta a las situaciones de crisis o de cambio del equilibrio social. De esta manera, el líder religioso puede introducirse en el juego político, facilitado también por la actuación en una sociedad -orno la suní- donde no existe el clero y por esta razón, la delimitación entre poder espiritual y secular no está bien definida.

Aunque en el área pakhtun, en periodo de crisis religiosa o políticosocial y en caso de fric- ciones con elementos extraños a la sociedad de la región -y especialmente cuando se trata de elementos con una religión diferente- siempre hay la posibilidad de que emerjan unos líderes religiosos, que se perciben como personas de gran carisma, con frecuencia llamados pir Literalmente, pi significa anciano, pero esta circunstancia lleva unido, con frecuencia, el concepto de santidad. Son personas que, por su edad y sabiduría, por su conocimiento de la tradición, son considerados como excepcionales.

La religión islámica asume un papel importante en el área pakhtun, tanto en situaciones de crisis internas o de invasiones externas, como elemento ideológico en el juego del poder. Así, aparecer como un buen musulmán -aunque no se sea- aumenta el crédito del gobernante ante el pueblo: al adversario político -individuo o tribu- siempre se le pre- senta como un impío, como un mal musulmán. Esto podría llevarnos a sobrevalorar el peso de la religión, cuando en realidad presenta unos límites muy claros cuando la crisis pierde su efecto polarizante. En la práctica, este nexo islár&o no llega a superar la natural dis- posición acéfala y fragmentaria de la tribu pakhtun, como ha quedado demostrado cuando las rivalidades entre muyahidin han llevado a la inactividad.

Cuando se contemplan los movimientos islamistas en Afganistán se observan unas carac- terísticas determinantes. Así, tanto los movimientos suníes como los shiíes son herméticos unos de los otros, controlan territorios diferentes y normalmente bien delimitados, consti- tuyen alianzas separadas y dependen de redes in?ernacionales estancas: Irán para los shiíes y los Hermanos Musulmanes y los wahhabíes para los suníes.

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Los movimientos del islam político, tanto shiíes como suníes, son hegemónicos en la resis- tencia afgana y han perdido una parte de su aspecto contestarlo, debido a que deben asu- mir una función de administración en las zonas bajo control de la resistencia y además ase- gurarse el apoyo de elementos tradicionalistas en el interior y de países más o menos consevadores en el exterior.

Los partidos islamistas que nacieron antes del golpe de Estado comunista contra un régi- men considerado demasiado-occidentalizado, representan la contestación islámica, no sólo contra el comunismo ateo sino también contra una potencia extranjera.

La formaciones «nordistas>>

En este apartado vamos a ocuparnos de las formaciones de composición no pakhtun -tayikos, uzbekos e ismailitas- que inicialmente estuvieron ancladas en el norte del país.

JAMAAT-I ISLAMI (ASOClAClbN ISLÁMICA)

Formación fundamentalista moderada. Se extendió por el norte de Afganistán gracias a la hermandad sufí de los naqshbandíes y alrededor de las medersas (escuelas coránicas) del Estado. Se inicia con la organización de unos círculos de estudio, hacia los años sesenta, de intelectuales islamistas alrededor del profesor Ghulam Muhammad Niazi. Este realizó unos cursos en la Universidad egipcia de Al-Azhar y volvió hacia el año 1958. En el Cairo había conocido a los Hermanos Musulmanes y las ideas de Sayyed Qotb, el principal ideó- logo del islamismo radical. La Jama& reúne, en sus inicios, en una semiclandestinidad, a profesores, teólogos y universitarios afganos, que habían hecho un periodo de formación similar al de Niazi.

A partir de este núcleo, aparecen varios movimientos estudiantiles durante los años sesenta, como Sazman-/, Jawanan-/ Musulman-1, Afganisfan -organización de la juven- tud musulmana de Afganistán- o Al-lkhwan A/-Ahs/imi, los Hermanos Musulmanes.

Estos movimientos atraen a los jóvenes profesores de teología como Burhanuddin Rab- bani, tayiko, nacido el año 1940, teólogo, con ampliación de estudios en la Universidad cai- rota de Al-Azhar, de donde regresa en 1968. Traduce a la lengua dari una parte de las obras de Qotb. Se hace cargo de la Jamaat en 1974 y se exilia a Peshawar. Dirige políti- camente la Jamaata lo largo de los años ochenta y en junio de 1992 llega a la jefatura del Estado.

Otros atraídos por las nuevas ideas son Rasul Sayyaf, futuro jefe de la Iffihao: estudiantes de más o menos edad, pero inscritos en carreras científicas o técnicas, como Gulbuddin Hekmatyar, futuro jefe del Hezb, Ahmed Shah MassUd o militares como Ismail Khan, que llegará a ser general del régimen monárquico y posteriormente gobernador de Herat, hasta su conquista por los talibanes.

Minoritarios en un principio en el seno del islam afgano, ampliamente dominado por los medios tradicionalistas que estaban estructurados en cofradías muy enraizadas en el campo y en las estructuras tribales.

A finales de los años sesenta, estos círculos fundamentalistas de la Jamaat se lanzan a la agitación política condenando la deriva occidental de la monarquía y posteriormente del

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régimen republicano de Daud, así como contra la aparición de fuerzas progresistas, de obediencia marxista o maoísta, con las que se enfrentan, con frecuencia, con las armas en la mano. A principio de los setenta, las milicias fundamentalistas son víctimas de una severa represión -más de 600 morirán entre los años 1973 y 1978-, Niazi es ejecutado en 1972 y la Jamaat pasa a la clandestinidad y desde 1974 una parte de sus dirigentes se exilian a Pakistán.

En el año 1975 se preparó un levantamiento de amplitud nacional, que fue anulado en el último momento, salvo en el valle de Panshir. Hekmatyar que debía haber transmitido la orden de anulación a Massud, al parecer deliberadamente no lo hizo, dejándolo en situa- ción crítica.

Durante el verano del año 1975 se produce una escisión entre moderados persáfonos, diri- gidos por Rabbani -que reconstituye la Jamaat en Peshawar en 1978- y los radicales, sobre todo pakhtunes, dirigidos por Hekmatyar, que funda el Hezb. A partir de este momento los dos partidos -Jamaat y Hezb- pueden considerarse como los peores ene- migos, a semejanza de sus líderes -Massud y Hekmatyar- que se profesan un odio a muerte.

Relanzada por Rabbani, la Jamaat se transforma en movimiento político clandestino, para combatir al régimen comunista instalado en Kabul en abril de 1978 y por supuesto, contra los soviéticos que apoyan y sostienen al régimen afgano. El movimiento se declara, ini- cialmente fundamentalista, pero, poco a poco, va abandonando las referencias proiraníes o prolibias. En el año 1983 adopta una línea más moderada que la que profesaba el Hezb.

La Jamaat, aunque abierta a todos, recluta esencialmente entre los persáfonos suníes, por 10 que se le atribuye la etiqueta de c(tayiko,s. Aún cuando sus principales líderes -Rabbani, Massud e Ismail Khan -pertenecen a ese conjunto étnico- linguístico, hay una serie de jefes pakhtunes afiliados a la Jammat, como Aref, Mohamed Anwar, etc. Sus cuadros diri- gentes son antiguos estudiantes, o intelectuales islamistas, influenciados por los Herma- nos Musulmanes o por los ulemas pertenecientes a las cofradías sufíes, implantadas prin- cipalmente en el nordeste o en la región de Herat. A la caída del gobierno de Najibullah, numerosos cuadros tayikos de la Administración y del Ejército gubernamental, como el general Baba Jan, gobernador militar de Kabul, se pasan a la Jamaat, atraídos, más por la fama de Massud, que por las ideas del partido.

La Jamaar ha dado siempre pruebas de ser uno de los partidos mejor organizados y uno de los más combativos. A la caída de Najibullah cuenta con unos 20.000 combatientes y controla gran parte de las provincias de Kunat, Badakhshan, Takhar y Baghlar en el nor- deste, y Herat, Farah, Helmand y Nimroz, en el sudoeste. Esto es en gran parte por la cali- dad de sus jefes de guerra: Ismail Khan, emir de Herat, Mullah Najibullah, activo en la región de Kandahar; Mohamed Alam controlador en la región de Mazar-i-Sharif. Y sobre todos ellos, el comandante Massud.

Durante estos años el armamento de este movimiento ha estado constituido por presas de guerra y compras a los traficantes, gracias a los subsidios obtenidos de la explotación de las minas de esmeralda y de lapis-lazuli, situadas en el Panshir. La Jamaat, contrariamente a los otros protagonistas actuales del conflicto afgano, no se han beneficiado nunca del apoyo de las potencias extranjeras. No obstante, al parecer, hay indicios de que ha reci-

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bido una discreta ayuda de Rusia y de la India, para las que constituye una barrera eficaz a las intrigas integristas de Hekmatyar. A señalar que la Jamaat recibió carburante de Turk- menistán.

La caída de Najibullah y el nombramiento de Rabbani como jefe de Estado y de Massud como ministro de Defensa, marca el momento de gloria de la Jamaaf. Máxime cuando con- trola la (<máquina del dinero» y la puesta en circulación del afgani, que, por cierto, ha per- manecido relativamente estable, durante los 16 años de guerra. Este dinero va a permitir lograr el apoyo o la neutralidad.de algunos jefes locales entre los años 1992-1995. Pero en la Jamaaf se distinguen varias sensibilidades: - Los fundamentalistas, fieles a la ideología de los Hermanos Musulmanes y muy influ-

yentes en el entorno del presidente Rabbani. - El ala modernista, prooccidental y liberal, reagrupada en torno al comandante Massud

y de su Shura-i Nazar (Consejo de Supervisión del Norte). - La coalición presidencial en la que se mezclan fuerzas del antiguo ejército comunista,

mandadas por el general Baba Jan; la Iffihad, el Harakat-i Islam¡, la facción moderada del Wabbhat (shiíes) y ciertas pequeñas formaciones moderadas pakhtunes.

Esta segmentación produjo ciertas divergencias en el seno de la Jamaat. A principios del año 1996 la Jamaatdisponia de unos 60.000 hombre, dirigidos por Massud desde su cuar- tel general en Djebel Saraj, a unos 60 kilómetros al norte de Kabul.

Partido minoritario estaba condenado, para conservar el poder, a compartirlo de alguna manera, con una parte de la comunidad pakhtun. Esto explica el acuerdo con Hekmatyar, en la primavera de 1996, que llevó a éste al puesto de primer ministro. El polo nordista debió recomponerse a la llegada de los falibanes, produciéndose una espectacular recon- ciliación con el general Dostom.

JUMBISH-E-MILL/ ISLAMI (MOVIMIENTO NACIONAL ISLÁMICO)

Este movimiento es el único que no salió de las filas de la resistencia. Encuentra su origen en las milicias creadas en la segunda mitad de los años ochenta por el presidente Najibu- Ilah con la finalidad de suplir al Ejército regular.

Las provincias del norte fueron mantenidas por un puñado de jefes de guerra como, Ras- hid Dostom en el Jowzjan; Rasul Pahlawan en el Faryab; Gaffar Palhawan en el Sar-e-Pol; el clan Naderi en el Baghlan. Otras milicias de la época comunista continúan jugando un papel en la escena afgana, como la de los llamados Sepah-e Serna, implantada en el Farah, al suroeste de Herat. Dirigida por Abdul Djabbar, fue rearmada por Teherán, en los años 1993-I 994, para desestabilizar a Ismail Khan.

La acción de estas milicias fue muy eficaz contra los muyahidin, especialmente la capita- neada por Dostom y formada por uzbekos. Apodados los juzjanis se distinguieron por las violaciones, robos, muertes y exacciones, se les dio el sobrenombre de gilim jamis (los ladrones de alfombras). Dostom dio pruebas de un notable oportunismo político y en el pri- mer trimestre de 1992 se alió con el comandante Massud.

Con su alianza, Dostom entregó las ciudades del norte y abrió el camino de Kabul. Ayudó a Massud en su enfrentamiento con Hezb-i islami. La presencia de los uzbekos al lado de

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la Jamaat, vivamente criticada por los muyahidin, fue el pretexto para que se desencade- nara una lucha fraticida que duró tres años.

A principios del año 1994, temiendo ser liquidado por Massud, se alía con Hekmatyar y cuando éste es derrotado, a principios de 1995, coquetea con los talibanes. A finales del año 1996 nuevo cambio que le lleva al campo presidencial, bajo la égida del nuevo primer ministro, Hekmatyar, confirmando así su reputación de c+eletaaa.

La coalición de milicias dirigida por Dostom tomó la denominación de Jumbish a finales de 1992, para parecerse a los demás movimientos. Por su parte, Dostom, comunista en sus principios, inició una serie de acciones para mejorar su look. Así, peregrinó a la Meca, viajó al extranjero y se presentó como el <<protector natural>> de las minorías turkmenas, ismaili- tas y hazaras.

El Jumbish recluta entre los miembros de las comunidades turkofonas del norte del país -uzbekos y turkmenos- así como en la comunidad ismailita. Igualmente recuperó anti- guos cuadros pakhtunes del régimen comunista, facción Parcharn, así como oficiales comu- nistas de origen tayiko, como el general Abdul Mohmen, quien mandaba una brigada aco- razada en la frontera uzbeka y fue el primer jefe comunista que se alió con Massud en enero de 1992, muriendo en un misterioso accidente de helicóptero, cuando se dirigía a Masar-i- Sharif, días después de que se iniciara la quinta batalla de Kabul (enero 1994-febrero 1995).

Los ismailitas en Afganistán no son más que algunas decenas de millares, viviendo en las provincias de Baghlan y de Badakhshan. A partir del año 1984, Najibullah organizó una milicia con ismailitas de las regiones de Kayyan y de Doshí, la LXXX División del Ejército regular afgano, bajo el mando del clan Naderi. Los ismailitas recibieron como misión defender el túnel de Salang, posición estratégica vital en la comunicación de Kabul con la Unión Soviética. En la primavera del año 1992, la División se une a las fuerzas de Massud, y su jefe Jaffar Naderi, hijo del líder espiritual de la comunidad, Mansur Naderi, fue nom- brado gobernador de la provincia de Baghlan. Cuando se inicia la quinta batalla de Kabul, la División permanece neutral hasta febrero de 1994, momento en que los Naderi toman partido por Dostom, llevando la guerra a la provincia de Baghlan. Desde ese momento, las fuerzas de la Shura-Nazar han intentado sin éxito, desalojarlos de su feudo de Pol-e Khomri, figura 4, p. 94.

El Jumbish preconiza la necesidad de instaurar en Afganistán un federalismo, como única solución viable para tener en cuenta la diversidad del país. Dostom y sus aliados ocupan varias provincias del norte, Jowzjan, Balkl, Samangan, Faryab, Sar-e Pol y Baghlan. Mazar-i-Sharif, la segunda ciudad del país, muy poco dañada por los años de guerra civil, sirve de capital a esta mini República, potencialmente rica -yacimientos de gas de Sher- bagan- y que lleva ya una política exterior muy activa, figura 5, p. 95.

El Jumbish dispone de unos 30.000 hombres y de un importante stocks de armas, que han pertenecido al antiguo ejército de Najibullah y, en particular, de una treintena de aviones y de otros tantos helicópteros.

El esfuerzo de guerra de Jumbish está regularmente mantenido por Uzbekistán y más dis- cretamente por Rusia, que lo considera una barrera contra las penetraciones islamistas. Políticamente su posición es frágil, pero dispone de una considerable potencia militar, que

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hace que las otras facciones busquen su apoyo, pero en el fondo verían con buenos ojos liquidar su posición de fuerza, porque es un aliado molesto.

El Jumbish se aprovecha de la situación de inestabilidad existente en el país para mante- nerse. Si se llegara a una paz duradera, con reconciliación entre las facciones y restaura- ción de un poder central fuerte, el Jumbish sufriría un proceso de marginalización que podría llevara su desaparición.

Las formaciones pakhtunes tradicionales

HEZB-I ISLAM (PARTIDO ISLÁMICO)

Formación extremista, predicando un islamismo radical. Su historia es la de su fundador, Gulbuddin Hekmatyar. Disputa sus raíces -los círculos islamistas fundamentalistas apa- recidos en los medios universitarios del país durante los años sesenta-a la Jamaat. A raíz de la insurrección fallida del año 1975, los partidarios de un islam radical, dirigidos por Hek-

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matyar fundan el Hezb en 1976. En un principio no son más que un grupúsculo instalado en Peshawar, bajo la influencia de los servicios paquistaníes, que se infiltran en Afganistán para ejecutar a personalidades (cde izquierdas>>. Así, en abril de 1978, asesinos del Hezb ejecutan a Mir Akhbar Khybar, ideólogo de la facción Parcharn del Partido Democrático del Pueblo Afgano (PDPA) dando lugar a un encadenamiento de circunstancias que culminan con el derrocamiento del régimen Daud. A partir del año 1979 se lanza a la lucha contra los soviéticos.

El Hezb es ante todo un partido bien estructurado y centralizado, cuya organización recuerda el modelo leninista. El papel primordial corresponde a Hekmatyar y ocupa un lugar preponderante la ideología. Sobre los mitos de «revolución islámica)> y de la <<lucha antimperialista~~, se mezclan anticomunismo virulento y antioccidentalismo sectario. El Hezb ha rechazado siempre con intransigencia todo tipo de negociación con los 4nfielesa>.

Siendo Hekmatyar un oportunista político, en ocasiones, ha actuado en contra de los pos- tulados políticos del Hezb. Así, aliado con elementos comunistas, participó en la tentativa

y linea

de fibra

IRAN óptica

Figura Li.- Gasoducto confktivo.

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de golpe de Estado, fomentada por el general Tanai, en marzo de 1990, contra el régimen de Najibullah o la alianza (contra natura», realizada a finales de 1993 con Rashid Dostom, para apoderarse de Kabul en enero de 1994.

El Hezb se presenta como un partido de vocación nacional, pero la realidad es que, como las otras formaciones afganas, se autolimita étnicamente en su núcleo fuerte y en realidad aparece como un movimiento de esencia pakhtun ghilzay.

El Hezb ha reclutado sus efectivos en los medios con pocas ataduras tribales -intelec- tuales laicos y de entornos urbanizados-, los enclaves pakhtunes implantados en medios no -pakhtunes- tribus ghilzay viviendo en zonas turcofonas o persófonas, y grupos minoritarios ghilzay viviendo en medios durraníes. De esta manera general se opone a la unión con el entorno del régimen realista, así como con los notables tribales e incluso con el clero tradicionalista.

A la caída del régimen de Najibullah, los efectivos del Hezb aumentan considerablemente con la afiliación de numerosos dirigentes comunistas, de origen ghilzay, afiliados hasta entonces a la tendencia Kbalq del PDPA. Pero nunca supo utilizar la carta étnica, reagru- pando a las minorías pakhtunes, para constituir un polo poderoso frente al poder tayiko de Rabbani y Massud.

Cuando cae el régimen de Najibullah, el Hezb disponía de unos 15.000 combatientes, distri- buidos por las provincias de Nangarhar, Kandahar, Ghazni, Zabul, Laghman y Paktia. El Hezb era la segunda fuerza militar de la resistencia detrás de la Jamaat, pero su potencia de fuego era muy superior, por cuanto en la segunda mitad de años ochenta había recibido la mayor parte de la ayuda militar entregada por Estados Unidos. a la resistencia. La razón está en que la distribución de esta ayuda correspondía al Interservicios de Inteligencia (ISI) y éste la distribuía de acuerdo con las intenciones político-estratégicas de los dirigentes paquista- níes, que consideraban al Hezb el mejor defensor de los intereses paquistaníes en Afganis- tán y el menos inclinado a reconsiderar la línea Durand que, en su momento dividió el Pakh- tunistán, dejando parte dependiente de Islamabad. Ala caída de Kabul, el Hezb disponía de un importante stock de armas, incluido un centenar de misiles Stinger, que los americanos intentaron recuperar, antes de que el Hezb no los revendiera a algún grupo terrorista.

La verdad es que el Hezb empleó Ia? armas y el dinero recibido para comprar la adhesión de los jefes locales y dotar al partido de una implantación territorial que no podía conseguir con las armas. El Hezb no se puede jactar de hechos de armas por cuanto combatió, en su provecho, a las otras facciones de la resistencia, más que a las fuerzas soviéticas, sin olvidar sus fallidos intentos, desde el año 1992, para apoderarse de Kabul y su derrota ante los talibanes a principios de 1995.

El Hezb es el único partido afgano en invocar la lógica revolucionaria panislámica. Desde los años setenta, Hekmatyar estuvo en contacto, en Peshawar, con representantes iraníes, libios y saudíes. El Hezb, patrocinado por Islamabad, conectó con las diferentes redes transnacionales islámicas, que enviaron a batirse en sus filas a millares de voluntarios, apodados los <<afganos)). Después del año noventa el flujo de combatientes se ha inver- tido y el Hezb ha enviado a los afganos a combatir a Cachemira, Tayikistán, Azerbaiyán, Bosnia y más recientemente a Chechenia, incitando, además, a estos «veteranos)) para que volvieran a su país -Argelia, Egipto, etc.- para que realizaran su propia yihad.

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El tema de los afganos merece una consideración especial.

La yihad contra el invasor soviético <cateo)> tuvo una resonancia extraordinaria en todo el Mundo Musulmán. A partir del año 1983, voluntarios extranjeros fueron animados, recluta- dos, equipados, adiestrados y financiados por algunas organizaciones panislámicas, como la Liga Islámica Mundial con base en la Meca, y algunos servicios secretos, como la CIA y sus homólogos egipcio y saudí.

A finales de los años ochenta su número se elevaría a cerca de 4.000, combatiendo en Afganistán o en reposo en Peshawar. Si se tiene en cuenta los relevos y las idas y venidas de estos voluntarios se estima que en diez años, de 10.000 a 20.000 (<voluntarios islamis- tas» habrían participado en la yihad, principalmente en el seno de tres movimientos: la Jamaat de Massud -que contó con gran número de argelinos- la Mhad-apoyado por los servicios saudíes- y el Hezb apoyado por los paquistaníes.

El origen de los combatientes era de lo más variado: -Arabes: egipcios, palestinos, jordanos, sirios, iraquíes, saudíes, bahreiníes y yemenitas. - Magrebíes: argelinos, tunecinos, marroquíes, libios y algunos beuríes, de doble

nacionalidad. -Africanos: sudaneses, somalíes y nigerianos. -Asiáticos: moros de Filipinas, rohingyas, birmanos y chinos wighuríes. - ((Vecinos)]: tayikos y cachemiríes. -Americanos: black muslims.

Cuando cae el régimen de Najibullah y especialmente antes cuando se retiran los soviéti- cos, se da por terminada la yihadcontra los 4nfieles>b y la mayor parte de los afganos vuel- ven a su país, llevándose con ellos un fervor revolucionario, que va a extenderse particu- larmente en Egipto, Argelia, Cachemira y Yemen.

Otros afganos con una fibra más internacionalista buscan su suerte en Tayikistán, Bosnia y en el Cáucaso.

Un núcleo duro -unos 3.000- se quedan en Pakistán, de forma clandestina o camufla- dos en las Organizaciones No Gubernamentales (ONG) árabes, como la Maktabul Khid- maat(Oficina de Servicios). Peshawar se convierte en el punto de reunión de varias redes terroristas transnacionales, como la red responsable del atentado contra el World Trade Center, así como la base retrasada de algunos movimientos islamistas que buscan el derrocamiento de sus gobiernos.

Ante el laxismo del Gobierno paquistaní, algunas capitales -El Cairo y Argel- incitados por Washington presionan a Islamabad para conseguir la neutralización de los afganos. A partir de abril de 1993, el Gobierno paquistaní comienza a detenerlos y empiezan las expul- siones. En el verano del año 1994 las autoridades paquistaníes encomiendan a las tribus pakthunes la tarea de meter en cintura a los más irreductibles, que se ven obligados a vol- ver a Afganistán, y en su mayoría, se unen a Hekmatyar en lucha contra Massud. Cuando el Hezb se hunde ante la progresión de los talibanes, los más radicales buscan un nuevo santuario en el Yemen.

En el verano de 1996, bajo la capa de las ONG islámicas o de facciones afganas, más de un millar de afganos residirían en las fronteras afgano-paquistaníes. Entre ellos, una de las

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grandes figuras de esas redes islamistas trasnacionales, el millonario saudí Ussama Ben Laden, obligado a abandonar Sudán a principios de 1996.

A principios de los años noventa los americanos y sus aliados paquistaníes despiertan bru- talmente ante la actitud de Hekmatyar: que va sucesivamente a: -Tomar partido por Saddam Hussein en la crisis de Kuwait y en la guerra del Golfo. - Estar en relación con las redes islamistas que iban a perpetrar el atentado contra el

World Trade Center en Nueva York. - Convertirse en uno de los principales barones de la droga.

En estas condiciones, los americanos y los saudíes suspenden sus entregas de armas y dinero. Pakistán, por su parte, reduce sus aportaciones, aunque no del todo, debido a la independencia del ISI y a los medios de que dispone. No obstante la llegada de Benazir Bhulto a Islamabad da una nueva orientacion a la diplomacia paquistaní en lo referente a Afganistán, sustituyendo al tríptico ISI -Jamaaf paquistaní-Hezb por un nuevo montaje, organizado por el actual ministro del Interior, el general Babar, combinando la Jamaat paquistaní y el movimiento político-religioso de los falibanes.

A principios del año 1995 el Hezb es barrido por los falibanes y Hekmatyar, perdido gran parle del territorio que controlaba, debe retirarse con algunos de sus jefes, todavía fieles y menos de un millar de hombres a la región de Sarabi.

Hekmatyar es un animal político, por lo que no ha dudado en hacer un ~~reposicionamiento estratégico>>, aliándose con sus antiguos enemigos, Rabbani-Massud y firmando un acuerdo el día 24 de mayo de 1996, que le permite acceder al puesto de primer ministro el 26 de junio siguiente y volver a Kabul, después de 16 años de exilio y de luchas incesantes.

HEZB-/-ISLAM/ (FACCIÓN KHALES) l

Movimiento nacido de una escisión regional del Hezb, provocada en el año 1979, por Yunus Khales, por razones ideológicas -Khales predica un islam menos radical y más tra- dicionalista- y personales al ser de más edad que Hekmatyar consideraba que le corres- pondía la presidencia del movimiento.

Yunus Khales es un pakhtun khogiani, nacido en el año 1919 en el Nangarhar. Hizo estu- dios de teología y obtuvo el título de doctor en ley coránica, dedicándose posteriormente a las publicaciones religiosas.

A partir del año 1973 se une a la tendencia de Hekmityar, contra el régimen de Daud y se exilia en Peshawar. A raíz del golpe de Estado comunista de 1978, organiza un grupo gue- rrillero en la región de Jalalabad, separándose del Hezb.

Durante los años de lucha contra los soviéticos, da pruebas de un gran coraje físico, pasando a Afganistán en varias ocasiones para dirigir las operaciones militares a pesar de su edad. A finales de los años ochenta es nombrado presidente de la alianza de siete movi- mientos de la resistencia creada en mayo de 1985 en Peshawar. Después de 1992 da pruebas de una relativa neutralidad en la lucha que opone a Hekmatyar y a Massud.

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Esta facción es una formación pakhtun, suní, conservadora y animada por un sentimiento antishii. Ontrariamente al movimiento de Hekmatyar, cuenta con numerosos ulemas en sus filas. Etnicamente recluta sus combatientes entre las tribus que viven en las provincias del este de Afganistán, próximas a las zonas tribales paquistaníes. Su implantación militar cubre las provincias de Nangarhar, Pakrya, Wardak y Logar, existiendo grupos en las pro- ximidades de Kabul.

A principios del año 1992 sus fuerzas se estimaban en unos 10.000 combatientes ((profe- sionales>) y el triple, sin duda, de «ocasionales~~. A finales de los años ochenta libraron duros combates en las cercanías de Khost y de Jalalabad, consiguiendo controlar la comu- nicación que une Kabul a Pakistán.

Menos importante militarmente que la Jamaat o que el He& la facción Khales ha tenido prestigiosos jefes de guerra como, Abdul Haq que se mantuvo en la región de Kabul; Jala- luddin Haq, con base en la Pakrya y vencedor de la batalla de Khost en 1991; Amin War- dak, activo en las provincias de Ghazni y Haji Qadir que mantiene la región de Jalalabad, plataforma de numerosos tráficos. El Hezb-Khales, por las zonas que controla consigue importantes recursos del control de los diferentes flujos de comunicaciones que unen a Pakistán con Kabul. A este respecto el Hezb-Khales dispone de una flota de más de 200 camiones que garantizan el tráfico de mercancias con Peshawar. Algunos de sus coman- dantes estarían implicados en el tráfico de drogas.

En el enfrentamiento Massud-Hekmatyar, el Hezb-Khales ha dado pruebas de una relativa neutralidad, consiguiendo mantener los territorios, excepto en periodos de turbulencias excepcionales.

La relativa tranquilidad que reinaba en los territorios que controlaba se vio turbada por la aparición de los falibanes, a los que se unieron algunos de sus jefes locales. Cuando los talibanes se vieron detenidos en Kabul, se fijaron como objetivo las regiones controladas por la shura de Jalalabad y se apoderaron de ellas en septiembre de 1996.

ITTIHAD-E-ISLAM/ (ALIANZA ISLÁMICA)

Movimiento fundamentalista pakhtun, de esencia wahhabita. Se fundó en el año 1980, a instigación de Arabia Saudí por Abdul Rasul Sayyaf, por escisión del Harakat-e Enqelab-e islami.

Abdul Rasul Sayyaf es un pakhtun, nacido en 1940. Hace estudios de teología en la Uni- versidad de Kabul, después en Egipto y en Arabia Saudí, donde establece una serie de relaciones que le permitirán, a principios de los años ochenta crear su propio movimiento. A finales de los años sesenta, milita en las organizaciones islamistas de estudiantes al lado de Rabbani y de Hekmatyar. Es encarcelado bajo el régimen de Daud y amnistiado en 1980, refugiándose en Peshawar, donde funda la ktihacf. En febrero de 1989 es nombrado primer ministro del Gobierno interino afgano, y después se une a Rabbani y a Massud en la primavera de 1992.

Predica un islam austero, muy estricto sobre las cuestiones de las costumbres y sobre el lugar de las mujeres en la sociedad. Como ejemplo, ha amenazado en varias ocasiones con destruir los edificios de la televisión, si veía una mujer aparecer en la pantalla. Denun- cia las cofradías sufíes y profesa un odio visceral contra los shiíes. La Ittihadcuenta con

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algo menos de 10.000 hombres, instalados en algunos centros urbanos, como Kabul y Kunduz desde esta ciudad y en colaboración con el Hezb proporcionan ayuda financiera y militar a los oponentes islamistas tayikos- y en las provincias de Kapisa, Baghlan y Kunar.

El reclutamiento no tiene una filiación tribal precisa. Es sobre todo una formación de tráns- fugas o de oportunistas, del Hezb y Harakat, atraídos por la generosidad del padrino saudí. El cuartel general del movimiento está instalado en Paghman, 15 kilómetros al oeste de Kabul.

El combate de la Itthadha estado dirigido contra el Wahhbat, por motivaciones a la vez reli- giosas -suníes contra shiíes-. Étnicas -pakhtunes contra hazaras- y políticas, en razón de los padrinos respectivos, Arabia Saudí e Irán. Este antagonismo ha sido uno de los principales componentes de la media docena de batallas que han ensangrentado Kabul, desde la primavera de 1992.

Este conflicto, dentro del conflicto general se ha detenido a raíz de la irrupción de los tali- banes en el avispero afgano. Éstos han actuado contra la Wahhbaten Kabul, en marzo de 1995, llegando incluso a eliminar físicamente a su jefe, Ali Mazari, en condiciones oscuras. Con su actitud, los talibanes han brindado una clara victoria a la Ittihad. Sin adversarios, los wahhabitas han permanecido fieles al presidente Rabbani, a pesar de su pakhtunidad, de su radicalismo y de su antioccidentalismo. Rasul Sayyaf ha ocupado el cargo de minis- tro del Interior. Se puede augurar la constitución alrededor de Fiabbani de un polo funda- mentalista conservador, reagrupando a los partidarios del efímero primer ministro, los de la Iftihady los simpatizantes de los Hermanos Musulmanes, numerosos en el entorno del pre- sidente Rabbani.

HARAKAT-E ENOELAB-E ISLAM (MOVIMIENTO DE LA REVOLUCIÓN ISLÁMICA)

Este movimiento ha aparecido a principios del año 1979. Está dirigido por Mohammad Nabi Mohammedi, un pakhtun ghilzay, nacido en el año 1920, en el Logar, en el seno de una familia eminente. Siguió estudios de teología en las medersas y obtiene el título de doctor. Nombrado diputado por Logar, a finales de los años sesenta, se opone al régimen de Daud y tiene que refugiarse en Peshawar, a raíz del golpe de Estado de 1979. En ese año funda el Harakat, pero se muestra incapaz, a pesar de sus bazas, de convertirse en el jefe de fila de los pakhtunes moderados.

El Harakaf es un movimiento pakhtun, moderado, tradicionalista y nacionalista. Se apoya sobre las redes de solidaridad: tribal, reclutando casi exclusivamente entre los ghilzaíes, y clerical, figurando como el <<partido de los ulemas>>, constituyendo estos lo esencial de sus cuadros dirigentes. Por esta razón se beneficia de estrechas conexiones con las cofradías sufíes -en particular la Naqshbandi- y las redes de medersas donde se han formado los talibanes.

El Harakat es de alguna manera el precursor del actual movimiento político-militar de los falibanes, cuyos principales dirigentes han realizado la yihad contra los soviéticos en su seno. En razón del apoyo aportado por los ulemas y del ascendiente de estos entre las poblaciones rurales, el Harakatha sido considerado, al principio de los años ochenta, como

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el principal movimiento de los muyahidin, disponiendo de una implantación nacional y plu- riétnica.

EI Harakaf, no obstante, presenta un hándicap serio: la mayor parte de sus jefes son doc- tores en teología, socialmente influyentes, pero de cierta edad y poco dinámicos. A partir del año 1983, el movimiento sufre una fase de decadencia, que contrasta con un aumento de la importancia de la Jamaat -que compite con él en las provincias de Takhar, de Balkh y de Herat- y del He&, que capta lo esencial de la ayuda paquistaní. Además, la debili- dad de la organización favorece una sucesión de escisiones internas, como la de Rasul Sayyal que creó la Ittihad. Sus efectivos, estimados en los 10.000 en el año 1983, no pasa- rían en el año 1992, de algunos millares, implantados en las provincias del suroeste de Afganistán, tales como Nimroz, Helmand, Kandahar, Ghazni, Logar, Paktya... Sus jefes más célebres son Nasrulla Mansur, implantado en Paktya; Qari Baba, activo en Ghazni y Rasul Akhundzadeh, poderoso señor de la guerra y famoso traficante de drogas en Hemand, muerto en el año 1994 y cuya <(herencia)> es administrada por la familia.

Cuando cae el régimen de Najibullah, Mohammed es nombrado primer vicepresidente del gobierno interino -año 1992-adoptando una postura neutral en el conflicto Massud-Hek- matyar. En otoño del año 1994, la aparición del movimiento de los talibanes afecta profun- damente al Harakat, por los lazos tradicionales que mantenía con la red de las medersas afgano-paquistaníes, de las que han salido <<los estudiantes en teología>>. Numerosos jefes de guerra de Harakaf, entre los cuales Qari Babar, se han unido a esta nueva fuerza que parece estar en camino de fagocitar, relativamente, a la chita callando, al Harakat.

MAHAZ-E MELL/-YE ISLAM/-E (FRENTE NACIONAL ISLÁMICO)

Creado en el mes de marzo de 1979 en Peshawar por pir Sayyed Ahmad Gaylani, nacido en 1933 en el seno de una familia de grandes terratenientes, goza de gran prestigio reli- gioso en razón de sus títulos de pirvenerable de la cofradía sufí de los Qadiri y de Sayyed descendiente del Profeta. Como paradoja su movimiento está considerado como el más secular y occidentalizado. De 1965 a 1970 ha ocupado el cargo de asesor para aSuntOS religiosos del rey Zaher Shah, antes de dedicarse a los negocios. Se exilia en Peshawar a finales del año 1978 y a principios de 1979 funda el Mahaz. Sus sentimientos proociden- tales le valen un relativo apoyo por parle de Estados Unidos.

El Mahaz es un movimiento de mayoría pakhtun, monárquico, consefvador, tradicionalista en lo religioso y políticamente prooccidental. Recluta esencialmente entre los antiguos altos funcionarios y miembros del entorno realista -principalmente pakhtunes de la tribu durrani-, en el seno de las grandes familias kabulis y notables locales, así como en la cofradía sufí de los Qadiri, de la que Gaylani es el jefe. El núcleo esencial de sus miem- bros se han exiliado a Pakistán o han emprendido el camino de Occidente o de los países del Golfo.

El Mahaz, ((partido de los exiliados>> no ha estado muy presente en la guerra contra los soviéticos, por falta de jefes de calidad -el más celebre Amin Wardack, cansado por la falta de eficacia del movimiento se pasó en el año 1986 al Hezb-Khales- y por las lagu- nas estructurales, a causa de la corrupción y del nepotismo. La familia Gaylani se reparte la mayor parte de los puestos de responsabilidad del partido. El principal jefe militar del Mahaz 9s Sayyed Isart Gaylani, sobrino del pir Sayyed Ahmed Gaylani.

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En la primavera de 1992, el Mahaz contaba con unos 7.000 hombres implantados en las provincias de Nangarhar, be Paktyka y de Kandahar. En el enfrentamiento Massud-Hek- matyar ha dado pruebas de una cierta neutralidad en diversas ocasiones.

La irrupción de los falibanes en el escenario afgano ha afectado profundamente al movi- miento, que ha perdido su única plaza fuerte, la ciudad de Kandahar, cuyo gobernador, hasta el fin del año 1994, era uno de sus miembros, GUI Agha.

Disminuido por la debilidad de su organización y su débil implantación local, el Mahaz ha sido arrastrado por el «tornado talibanés)) y perdido su propia identidad.

JAEHA-YE NEJA%E MELL/ (FRENTE DE LIBERACIÓN NACIONAL)

El Jabha ha sido creado en 1978 por Sibghatullah Mojaddedi. Es el más débil de las fac- ciones político-militares afganas. Se trata de una formación pakhtun, monárquica y con- servadora, cuyo reclutamiento recuerda al del Mahaz: antiguos responsables del entorno real, notables locales, jefes de tribu y miembros de la cofradía sufí Naqshbandi, dirigida por la familia Mojaddedi.

Los partidarios del Jabha han sido más activos en Peshawar que sobre el terreno durante la guerra contra los soviéticos, tanto más por cuanto la ayuda paquistaní fue muy reducida.

A la caída del régimen de Najibullah, el Jabha no contaba con más de un millar de com- batientes, localizados en las provincias de Kunar, Paktya y en Kabul. En razón de la debi- lidad de su movimiento, Mojaddedi fue nombrado primer ministro del Gobierno interino afgano, en febrero de 1989 y después en abril de 1992, fue designado jefe de Estado pro- visional por una duración de dos meses, antes de que fuera sustituido por Burhanuddin Rabbani.

Después de dar prueba de una relativa neutralidad en el enfrentamiento Massud-Hekmat- yar, tomó partido abiertamente, a primeros del año 1994, por la coalición Hekmatyar-Dos- tom. Después, a raiz del revés registrado por el Hezb, a manos de los talibanes, se apro- ximó a Dostom. En el año 1995 Mojaddedi ha sido nombrado presidente del Shurabam Abangui (Consejo Supremo de la Concordia), que reagrupó a la oposición, excepto a los falibanes. Con la alianza de Hekmatyar al campo presidencial y los éxitos de los talibanes, esta estructura parece en suspenso. Una eventual alianza de Dostom y el dúo Massud- Rabbani debería incitar a Mojaddedi a’seguir la misma marcha.

Los shiíes

La presencia shií, según las fuentes, oscila entre el 20 y el 25% de la población. Étnica- mente son, en su mayor parte, hazaras -etnia de origen mongol, que poblaba las regio- nes montañosas de Hazarajat, en el centro del país-, pero se encuentran también peque- ñas comunidades de kizilbashs -minoría constituida por descendientes del personal administrativo y militar dejados por el sha de Persia, Nader Shah en el siglo XVIII-Y pakh- tunes shiíes viviendo en los centros urbanos de Kabul, Kandahay, Mazar-i-Sharif, etc.

Socialmente, los hazaras han sido tradicionalmente despreciad& y durante largo tiempo han sido considerados como ciudadanos de segunda clase, víctimas de sucesivas tentati- vas de una pakhtunización forzada. Como reacción, se han acercado a Irán, al que consi-

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deran como su protector natural, que se trate del Irán imperial o del revolucionario, según las épocas.

A raíz del golpe de Estado de 1978 y de la intervención soviética de 1979, los shiíes en razón de sus especificidades religiosas y étnicas, se han reagrupado en movimientos pro- pios, sólidamente implantados en el Hazarajat y cubriendo un amplio espectro ideológico: moderados tradicionalistas de la Shura-ye fnqelab-e Eftefaq-e Islami (Consejo Revolucio- nario de la Unión Islámica), Ettehad-ye Mujahiddine-e Islami (Unión de Combatientes Islá- micos) o Harakat-i Islami (Movimiento Islamista) a los revolucionarios proiraníes del Saz- man-e-Nasr (Partido de la Victoria), de Pasdaran-e-Jehad (Los Guardianes de la Guerra Santa) o del Sepah-e-Pasdaran.

La lucha armada llevada a cabo por estos diferentes movimientos se diferencia de la rea- lizada por las otras facciones afganas, por el hecho de que tanto los soviéticos como las tropas gubernamentales han abandonado el Hazarajat. Esta región montañosa, completa- mente desolada, sin interés estratégico y totalmente enclavada, se ha convertido rápida- mente en una zona liberada, inicialmente controlada por los moderados de la Shura-ye fnqelab. Esta dominación por los tradiciolalistas ha sido severamente contestada, a partir de los años 1982-1983, por los movimientos radicales de inspiración khomeynista, más o menos apoyados por Irán, que en razón de la guerra contra Irak, no ha podido proporcio- narles una ayuda limitada.

A lo largo de los años ochenta, a pesar de la ausencia de las tropas soviéticas, el Haza- rajat ha sido desvastado por una guerra civil intershii. Esta ha desencadenado una fuerte migración de los hazaras hacia Kabul, considerado como un islote de estabilidad, pro- duciéndose una hazarasación progresiva de la población de la capital. A la caida del régi- men de Najibullah, los shiíes representaban entre el 30% y el 40% de la población de Kabul.

Los movimientos shiíes

HARAKAT-I ISLAM/ (MOVIMIENTO ISLAMITA)

Partido shií moderado, fundado a finales de los años ochenta, está dirigido por el ayatolá Ashef Mosheni. Reagrupa shiíes de todas las etnias: hazaras, pero sobre todo kizilbashs y pakhtunes shiíes que viven principalmente en los centros urbanos. El mismo Mosheni es un pakhtunofono, originario de Kandahar. Esta formación ha rechazado unirse al Wahhbat, durante la constitución de este último en el año 1990, por el hecho de su hostilidad hacia el régimen islamista gobernando Teherán.

De todos los movimientos shiíes activos en los años ochenta, ha sido el único a haberse batido verdaderamente contra los soviéticos al tener su sede en Peshawar. Por esta razón, mantiene buenas relaciones con los partidos suniíes moderados como la Jamaato el Hara- kat-e Enqelab.

Sus combatientes, estimados en unos 2.000 a la caída del régimen de Najibullah, estaban presentes en las regiones de Kandahar en el límite oriental de Hazarajat, alrededor de Mazar-i-Sharif y al sur de Kabul. En el enfrentamiento Massud-Hekmatyar, el Harakat ha optado de forma ostensible por el general Massud. Las fuerzas del Harakat se integraron

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en las fuerzas presidenciales y han participado activamente en las diferentes batallas de Kabul.

Los principales jefes de guerra de Harakat son Sayyed Hussein Anwari -de etnia kizilbash e instalado en Kabul- y Azimi, personalidad próxima a Ismaif Khan. El porvenir de Hara- kaf parece ligado al del dúo Massud-Rabbani.

HEZB-E WAHDAT-E ISLAMI (PARTIDO DE LA UNIDAD ISLÁMICA)

Formación fundada a instigación de Teherán durante el verano de 1990, que reagrupa ocho de las nueve formaciones político-militares específicamente shiíes aparecidas durante los años ochenta, ya que el Harakaf-i Islami rechazó unirse a una formación instrumentalizada desde Teherán.

Su organización tiene lugar inmediatamente cuando termina la guerra contra Irak, que coin- cidió prácticamente con la retirada del Ejército soviético. Cuando terminan las hostilidades en el Golfo, Teherán está más libre para practicar una política afgana más ambiciosa, bus- cando constituir un polo shií militarmente eficaz y susceptible de actuar de forma duradera en la evolución del país afgano.

Inicialmente, el Wahhbat ha sido dirigido de forma colegial, relativamente, incluso si ofi- cialmenre el ayatolá Fanzil figuraba como jefe. En el partido se reagrupan personalidades muy diferentes, desde los más moderados hasta los más radicales, cuyo grado de auto- nomía en relación con Teherán varía. El movimiento tiene desde su fundación un carácter reivindicativo, en defensa de la comunidad shií, para la que exige una mayor representa- ción política. Considera que si la comunidad shií es aproximadamente el 25% de la pobla- ción afgana, le deben corresponder un cuarto de los puestos ministeriales y de la repre- sentación parlamentaria, asi como la autonomía de las zonas con mayoría de población shií y una mejora en el estatuto del culto shií.

El Wahhbaf recluta esencialmente entre los hazaras y por esta razón, está sólidamente implantado en el Hazarajat.

A la caída del régimen de Najibullah sus efectivos se estimaban entre 10.000 y 12.000 hombres, encuadrados por pasdaranes iraníes y abastecidos en armas por Teherán. Las fuerzas de Wahhbaf estaban localizadas en las provincias de Bamyan, Urozgan, Wardak, Logar y en Kabul. Hasta el mes de marzo de 1995, el Wahhbaf controlaba varios barrios situados al oeste de la capital, como Kahir, Khana, Waznabad, y en la ciudad propiamente dicha, en Kart-e-Se y Kart-e-Sahar.

Después de la toma de Kabul, el Wahhbafse ha mostrado reticente contra el poder tayiko, alternando neutralidad crítica y beligerancia activa. Ha mantenido una verdadera guerra de religión con las fuerzas de Iffihad wahhabifa, que no ha sido más que una ilustración del duelo, por clientes interpuestos, al que se libran Teherán y Riyad. De forma ocasional, el Wahhbaf ha tomado tácticamente partido en favor de Hekmatyar, después, del dúo Hek- matyar-Dostom, empleando sus hombres contra las fuerzas de Massud.

En el año 1993, el número uno del Wahhbaf es Abdul Ali Mazari, quien actúa por un aban- dono de la neutralidad, lo que suscita una contestación interna creciente que divide al par- tido entre una tendencia liderada por Mazari e influenciada por Teherán de ir hasta el fin y

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otra tendencia menos radical, dirigida por Mohammed Azem Akbari, favorable a un acer- camiento a los moderados de Harakat-i Islam¡. Estas dos tendencias se han enfrentado a finales del verano de 1994 y los moderados de Akbari se unieron al campo presidencial.

En el mes de marzo de 1995 -sexta batalla de Kabul- la fracción dura del Wahhbat ha sufrido ataques violentos tanto por las fuerzas de Massud como por los talibanes, per- diendo su cuartel general de Taj Beg y capturando a Mazan, que perdió la vida en cir- cunstancias extrañas.

La fracción dura del Wahbbaffue expulsada de Kabul, contestada en el seno de la comu- nidad por el Harakat y por la facción Akbari, sufriendo un declive rápido que le llevó a la pérdida de Bamyan, su feudo, ocupado por las fuerzas presidenciales a finales de junio de 1995. Durante el verano de 1995, el Wahhbat deja pasar la tormenta y dirigido por Karim Khalili, aprovechando las dificultades de las fuerzas presidenciales, recuperó Bamyan, a mediados de octubre y se lanzó a la recuperación de Hazarajat.

El Wahhbatse ha integrado en el Consejo Supremo de Concordia, que reagrupa a las prin- cipales formaciones de oposición, excepto los talibanes. A finales del año 1955, se cele- braron unas negociaciones entre Khalili y el régimen de Kabul, que han llevado al cese de las hostilidades en el Hazarajat. El temor de Teherán al expansionismo de los talibanes suníes y propaquistaníes, ha impulsado un acercamiento progresivo del Wahhbat al dúo Massud-Robbani.

Los talibanes

Durante el año 1994 un nuevo tipo de ejército empieza a formarse entre los refugiados afganos en la provincia paquistaní de Beluchistán y en la frontera noroeste. Sus organiza- dores fueron oficiales retirados del ISI del Pakistán, que habían apoyado a la Resistencia, tanto como británicos y estadounidenses, que habían suministrado material durante la gue- rra contra los soviéticos. Estos oficiales y otros poderosos paquistaníes habían apoyado antes a Hekmatyar pero se habían dado cuenta de que gran parte de la violencia conti- nuada se debía a su gran intransigencia. Los paquistaníes querían el fin de la guerra por- que solamente la paz podía hacer realidad el viejo sueño de abrir las rutas comerciales desde sus puertos en el mar de Arabia hasta las continentales repúblicas del Asia Central. Irán también deseaba hacer esto y a finales del año 1994, sus líderes advirtieron a Pakis- tán y a Arabia Saudí que no permitiría los ataques contra las minorías musulmanas shiíes de Afganistán. La Inteligencia iraní supo de la formación de un nuevo ejercito a primeros de 1994 aunque es dudoso que las Inteligencias americana, británica y soviética tuvieran conocimiento.

Se les llamó taliban farsi (estudiantes en religión) -según otros =buscadores de la ver- dad))-, que pudo haber sido un anodino nombre religioso con el que disfrazar sus inten- ciones militares.

Esta nueva fuerza había salido de las medersas repartidas de una parte y otra de la fron- tera afgano-paquistaní. Depende de la tendencia tradicionalista del islám afgano, influen- ciada por el sufismo, que fueron duramente combatidos a partir de los años sesenta por las formaciones islamistas ~~modernistas~~, como el Hezb-i islami y la Jamaat.

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Estas medersas, implantadas por lo general, en zonas rurales han constituido los centros de oposición al régimen comunista. Muchos de sus ulemas y de los falibanes tomaron parte en la guerra contra los soviéticos, uniéndose en gran número, a título personal, al Harakat-e Engelab de Mohammad. A raíz de la retirada de los soviéticos y de la caída del régimen de Najibullah, la mayor parte de ellos volvieron a sus actividades de oración y de estudio. Pero la incapacidad de los diferentes jefes de las facciones para instaurar una paz duradera, la persistencia de una inseguridad patente y las exacciones producidas por los muyahidin que llegaron a deslegitimizarlos, incitaron en en año 1993 a algunos tal&anes a realizar el oficio de desfacedores de entuertos como reacción a tos patinazos de algunos jefes de guerra.

El movimiento, en su configuración actual, apareció durante el año 1994, bajo el impulso del mollah Mohammad Omar Akhund, del cual se ignora casi todo. Su edad puede oscilar entre los 35 y 40 años, Se le anuncia en todas partes, cuando no ha abandonado Kanda- har, cuna del movimiento talibanés. Nada se hace en el reino de los clmonjes-soldados>> sin la aprobación de Omar, elevado a la categoría de «comendador de los creyentes- por un maj/is formado por mollahs y estrategas militares. Él es quien ha proclamado el esta- blecimiento de un &stema islámico total>> en los territorios conquistados. Él nombra los ministros y los cargos directivos.

Austero, amante del secreto, cultiva su misterio. No hay ningún retrato de él, pero esto no le hace perder prestigio. Durante la guerra contra los soviéticos, Mohammad Omarhabría destruido con un lanzacohetes varios carros soviéticos. Herido cuatro veces, habría per- dido el ojo derecho en el campo de batalla. La leyenda, que se ha tejido en torno a él, cuenta que en el verano del año 1994, el profeta Mohammed se le apareció en sueños, en su aldea de Singesar para ordenarle que <<reuniera a los religiosos del país para perseguir el crimen, la anarquía y la inmoralidad>>. Fue por esto por lo que Mohammad habría dejado su casa de adobes y su medersa rural para levantar el estandarte de la revuelta. Fue por esto por lo que ondeó varias veces, ante los ojos de una multitud petrificada, la túnica del Profeta, reliquia piadosamente conservada en Kandahar desde 1761. En alguna ocasión se ha oido decir que no se podía permanecer pasivos ante los malos tratos que reciben nuestros pobres y nuestras hermanas.

La nebulosa de los talibanes se presenta como un movimiento de origen esencialmente durrani, incluso aunque haya sabido ampliar su base de reclutamiento, acogiendo a los ghilzay, a pakhtunes paquistaníes, a tayikos, a uzbekos, a balutchíes y más recientemente a los hazaras, lo que les ha dado una connotación transétnica. Es un movimiento suni, que se reclama de la escuela deobandi (Deoband es el nombre de una célebre Facultad de Teología musulmana), situada en la India. cerca de Delhi y de la que depende una impor- tante red de medersas en Pakistán y en Afganistán, de donde salen la mayor parte de los ulemas afganos, que está encarnado en Pakistán por el partido Jamaat Ulema i Islami, diri- gido por el maulana Fazulr Rahman.

Los objetivos generales de los falibanes son restablecer la paz en Afganistán, instaurar un gobierno de <(buenos musulmanes* e imponer la sharia. Manifiestan una voluntad firme de dejar atrás las barreras territoriales, étnicas y políticas y para ello pretenden desarmar a las distintas facciones y prohibir el cultivo de la amapola, recurriendo para ello a la per- suasión, y si fuera necesario a la fuerza. Predican una visión arcaica y puritana del islam

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y en particular en relación con el papel de la mujer, la educación y la cultura. Como ejem- plo, señalar que en Kandahar está prohibida la televisión y el fútbol, se han cerrado las escuelas, obligación de llevar velo, etc. Su acción de pacificación Aetención de los bom- bardeos, desmovilización de grupos guerrilleros, levantamiento de los bloqueos, suspen- sión de las extorsiones-y sus efectos inducidos -vuelta a la estabilidad, libre circulación de las mercancías, caída de los precios- les han valido una cierta popularidad, reforzada por una reputación de integridad absoluta y en razón de la amplitud de sus éxitos, una cierta aureola de invencibles.

El movimiento, lejos de ser homogéneo, presenta en su seno diferentes corrientes, cuya sensibilidad y aspiraciones son divergentes, lo cual nos hace pensar que no hay que des- cartar enfrentamientos internos e incluso escisiones. Compartiendo la visión común de un islam rigorista y arcaico, estas corrientes se posicionan en torno a unas discrepancias fun- damentales, que oponen a los propaquistaníes, violentamente antiranies, es decir anti- siíes, a los wacionalistas afganos>), opuestos a la predominancia paquistaní y que, por pragmatismo, no aceptan la ayuda de Islamabad. Esa esta última corriente a la que se vin- cula el mollah Mohammad Omar, el fundador y actual líder del movimiento.

La aparición del movimiento de los talibanes se explica, en primer lugar por factores inter- nos a la sociedad afgana, comenzando por el descrédito en el que habían caído tanto el gobierno, como los jefes de guerra, salidos de la resistencia a la intervención soviética. Pero su expansión rápida y la toma de Kabul el dia 26 de septiembre del año 1996, no pue- den comprenderse sin el apoyo directo de los Servicios paquistaníes, con el acuerdo de Estados Unidos y de Arabia Saudí, en el marco de un gran proyecto, que pretende expor- tar los hidrocarburos del Asia Central, a través de Afganistán y de Pakistán, en detrimiento de Irán y de Rusia.

La primera acción de los talibanes se remonta al verano de 1994 cuando liberaron un con- voy de camiones retenidos en la carretera de Kandahar por un jefe local. A partir de ahí, en menos de dos meses, el movimiento se apoderó de cerca de un tercio del país, es decir de una docena de provincias. Simultáneamente, sus efectivos armados han pasado de 2.000 hombres -en otoño de 1994- a cerca de 25.000 -a principios de 1995-, equi- pados con armas pesadas, carros y una decena de aviones de combate.

Este aumento espectacular de su potencial militar y humano hay que atribuirlo a la impor- tancia de los recursos financieros puestos a su disposición por sus mentores. El núcleo ini- cial compuesto de falibanes propiamente dichos y de antiguos muyahidin simpatizantes, removilizados para la circunstancia, se ha beneficiado de la adhesión de números peque- ños de jefes locales, que se unieron al movimiento con sus tropas, <convencidos>> por la prodigalidad de los talibanes. Parece igualmente que el movimiento haya reclutado, como mercenarios, a antiguos militares del régimen de Najibullah, de etnia pakhtun, para que pilotaran sus aviones, condujeran sus carros y sirvieran como artilleros.

La abundancia de medios financieros y militares excluye la hipótesis de un desarrollo espontáneo del fenómeno talibanés. Es verdad que una parte del dinero puede proceder de los comerciantes del bazar, deseosos de que la situación volviera a una relativa estabi- lidad que les facilitara sus negocios. Pero que hay que sospechar la ayuda de otros men- tores. Es cierto que Islamabad ha instruido militarmente el núcleo de los falibanes y ha

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aportado combatientes procedentes de organizaciones paramilitares del ISI. De igual manera les ha entregado armamento, inicialmente, completándolo con compras efectua- das a los jefes locales, y otros proceden de capturas. Cuando la última semana de febrero de 1995, los falibanes se apoderaron del cuartel general de Hekmatyar, en Charasiab, 30 kilómetros al sur de Kabul, recuperaron carros, vehículos acorazados, camiones y heli- cópteros. Los paquistaníes actuaron también sobre tas formaciones pakhtunes moderadas -Harakat-e Enqelab, Mahaz, Jebha- para que se unieran al nuevo movimiento, no haciendo lo propio con Hezb-i Islami, en razón de que este partido estaba acusado de trá- fico de drogas y de terrorismo islámico.

Uno de los más significativos factores para justificar el avance de los talibanes es que muchas de las guerrillas opositoras no hicieron ni un sólo disparo contra los <<monjes-sol- dados». La guarnición del cuartel general de Hekmatyar, en Charasiab, no dispararon un sólo disparo y los 6.000 uzbekos, famosos por su valor, huyeron a las montañas.

El Consejo de Seguridad de Naciones Unidas mandó a Kabul un enviado especial, el tune- cino Mahmud Mestiri, ex ministro de Asuntos Exteriores, para tratar de establecer un cese- el-fuego y organizar la transferencia del poder del gobierno de Rabbani a un Consejo for- mado por representantes de cada una de las facciones en lucha. La misión no tuvo éxito por cuanto los líderes de los talibanes se negaron a participar en el proceso de paz. Ellos consideraban a los líderes de los muyahidin como criminales y profanadores del islam. De acuerdo con las manifestaciones de Mestiri, los talibanes no están interesados en la con- quista militar en sí misma, sino con fines de justicia social y de distribución de la riqueza. En el informe al secretario general de las Naciones Unidas, Mestiri escribió:

<<Los líderes de los talibanes saben exactamente lo que quieren y están determina- dos absolutamente a conseguirlo.~~

Es evidente que el islam ocupa un lugar preeminente en las tácticas que los talibanes emplean sobre el terreno. Los mollahs, actuando desarmados como avanzadilla, se ade- lantan a las fuerzas con, únicamente, una copia del Corán en la mano. Su función es nego- ciar con los jefes de los muyahidin y, si es posible, conseguir que abandonen las armas y quedarse aparte o, si lo prefieren, retirarse. Si este pacífico pero intencionado intento de persuasión no llega a convencer, el mollah regresa para informar a su líder, quien ordena el asalto.

Los falibanes se esfuerzan en terminar con los controles de los muyahidin y varias guarni- ciones han sido suprimidas por tener mala reputación, tales como recaudar tasas contra la ley a los comerciantes y robar en los convoyes de abastecimiento. Los hombres saben que agredir sexualmente a las mujeres o a los niños de las medersas no merece su compasión.

Ocupando una zona tras otra, los talibanes establecen shuras o consejos de gobierno para administrar pueblos y ciudades. Sus normas de gobierno son estrictas y sus métodos algu- nas veces discutibles, pero consiguen la cooperación. En Kandahar, recorrieron la ciudad con dos carros de combate con los cuerpos de dos jefes de los muyahidin colgando de los cañones de sus armas. Fue una advertencia para los traficantes de drogas, bandidos, aca- paradores y ladrones.

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Mientras los talibanes han traído con ellos la paz y la esperanza, en cierto modo, su orto- doxia religiosa está molestando, de la misma manera que sucede en Pakistán e Irán. Las mujeres no pueden salir de sus casas si no van acompañadas por un hombre y a los niños no se les permite ira la escuela. Los ((pasatiempos frívolo+ están prohibidos, uno de ellos el ajedrez.

No obstante, para conseguir sus aspiraciones los falibanes deben todavía empeñarse en batallas más senas que las que han librado hasta ahora. Más pronto o más tarde deberán enfrentarse a uzbekos, tayikos y otras minorías, todos unidos. El liderazgo de los talibanes no puede correr el riesgo de verse envuelto en una batalla por un centro urbano importante, dadas las bajas que podrían producirse. El recuerdo de las siete batallas de Kabul no se debe pasar por alto.

Los talibanes pueden confiar en su habilidad para buscar alianzas con otros grupos para terminar con el caos, la sangría y la ruina que el pueblo está soportando desde 1979. El pueblo llano, cansado de la situación, pagaría cualquier precio por esto. Las ONG extranjeras dicen que es ya mucho más seguro trabajar en las zonas controladas por los talibanes.

La influencia de los paquistaníes sobre los talibanes no debe ser sobrestimada, ya que estos últimos han dado pruebas, en los últimos arios y en varias ocasiones, de un naciona- lismo receloso frente a sus ((padrinos*. Si se afirmara en Afganistán un poderoso movi- miento pakhtun podría relanzar la cuestión pakhtun en el Pakistán y ocasionar in extfemis una reconsideración de la línea Durand y del trazado de las fronteras.

En el espacio de poco más de un año el movimiento de los talibanes ha conocido una serie de altos y bajos: - Una fase de progresión fulgurante desde el otoño de 1994 hasta marzo de 1995, que

debía llevarlos a las puertas de Kabul. En esta fase, los talibanes, además de haber sometido a su autoridad, <cde grado o por fuerza>,, a buen número de jefes de guerra, de mayor o menor importancia, del sur del país, han inflingido severas pérdidas a dos de las grandes facciones de la escena afgana: el Hezb-i Islami de Hekmatyar y sobre todo al Wahhbat shii de Mazad, habiendo capturado a este último, que fue ejecutado en condiciones dudosas.

- Una fase de retroceso durante la primavera y el verano de 1995, marcada por su fra- caso ante las puertas de Kabul, frente a las fuerzas de Massud, después de su tenta- tiva de progresión en dirección a Herat. Rebajados a la categoría de simple facción, acu- mulan varias derrotas espectaculares, marcados por grandes pérdidas. A finales del verano, cuando las fuerzas gubernamentales se acercaban peligrosamente a su <(capi- talw, Kandahar, los talibanesdaban la impresión de no haber sido más que un fenómeno fugaz del drama afgano, que había tenido un desarrollo tan rápido como lo fue su caída.

- Una ~~resurrecciórw espectacular experimentada a finales del verano de 1995, debido, esencialmente, a un apoyo muy activo de sus padrinos paquistaníes. Durante los meses de septiembre y octubre de 1995, los talibanes recibieron refuerzos por parte de mili- tantes del partido paquistaní JUI y de forma más discreta, por parte de pakhtunes per- tenecientes a las fuerzas paramilitares paquistaníes.

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En pocas semanas se apoderaron de Herat reconquistaron todo el terreno perdido en el sur del país y volvieron a amenazar seriamente a Kabul. Después el fracaso de una pri- mera tentativa en otoño de 1995, se apoderaron de Kabul el 27 de septiembre de 1996. Pero este éxito puso al descubierto numerosas incertidumbres.

En efecto, los talibanes tienen muchas dificultades para implantarse de forma duradera fuera de las zonas pakhtunes.

La muerte entre sus manos del líder shií Ali Mazari hace improbable una alianza de los hazaras a su causa. Este «pasivo» hacia los shiíes, la débil adhesión que suscita su pro- selitismo en favor de un islam arcaico ante las poblaciones suníes y la exasperación, cada vez más perceptible de los habitantes de Herat y también de Kandahar, ante la desastrosa gestión de estas dos ciudades, llevan a pensar que los talibanes no pueden constituir una alternativa verdaderamente creíble. Esto puede explicar las dificultades que tienen para conseguir la cooperación de las diferentes facciones ~clásicas~~ de la escena político-mili- tar, espantadas por su discurso radical.

No obstante, los falibanes son unos actores a tener en cuenta sobre el tablero afgano. Bajo el impulso de sus <<mentores>> paquistaníes, han intentado acercarse al Hezhb-i Islami, al Jumbish de Dostom y a otras pequeñas formaciones pakhtunes. Pero esta alianza era poco creíble y se ha disgregado rápidamente a raíz de la unión de Hekmatyar al campo presidencial.

Como consecuencia del proceso de aislamiento que les acecha, los talibanes podrían replegarse sobre las provincias que controlan y formar una entidad pakhtun centrada sobre Kandahar, llevando inexorablemente a una partición del país sobre bases político-étnicas. De esta división se deduciría una nueva lógica de guerra que opondría al norte no pakhtun con un islam moderado, incluso modernista, frente a un sur pakhtun, con un islam funda- mentalista y puritano, desprovisto de un verdadero proyecto político.

ANEXO 1

Babrak Karmal

Nació en Babrami una aldea a pocos kilómetros de Kabul en el año 1929. Aristócrata, de la etnia pakhtun, era hijo de un general, que llegó a ser gobernador de la provincia de Paktia.

De formación selecta. Estudió en el Liceo alemán de Kabul y de ahí pasó a la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas, donde obtuvo su licenciatura. En la universidad se sintió atra- ído por las ideologías modernistas que circulaban entre los estudiantes. Militó en el ala izquierda del kWh-e Zalmaya, movimiento laico y progresista, hasta su detención en 1953. Fue a prisión, donde pasó tres años -según otras versiones fueron cinco años- donde se inicia en el marxismo, ideología de la que hace obstentación sin complejos, haciéndose llamar Karmal (amigo de los trabajadores). También se le dieron los calificativos de <cateo>> y «comunista». En el año 1965, aprovechando la liberalización política del rey Zaher Shah, entra en el Parlamento como diputado por una circunscripción de Kabul. En este mismo año participa en la creación del PDPA, el partido comunista, que aprovecha la liberaliza-

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ción de la vida política para orquestar la contestación. No escatima medios para lograr una ascensión que desata las envidias dentro del PPPA, que se escinde en dos facciones: el parcham (la bandera), de la que es el jefe, y el khalq (el pueblo), animado por sus rivales Hafizullah Amin y Nur Mohammad Taraki, que te reprochan sus benevolencia hacia la monarquía en 1967.

Apodado por sus enemigos como el «comunista real*, Babrak es partidario del ~~entrisrno~~ en el seno de la Administración, una estrategia que da sus frutos, cuando se produce el golpe de Estado republicano del príncipe Daud, primo del rey Zaher Shah. Los parchamis acceden a los puestos clave, en el seno del nuevo aparato del Estado. La alianza entre Babrak y el príincipe republicano Daud que fomenta la reivindicación pakhtun antipaquis- taní no durará mucho. Con ocasión de una insurrección islamista abortada en el año 1975, Daud considera que ha ido muy lejos en sus flirteos con los comunistas, da un golpe de timón a su política exterior, poniendo en sordina la hostilidad hacia Pakistán, aliado de Estados Unidos.

Esta evolución precipita la reconciliación de las dos facciones del PDPA, que preparan el golpe de Estado comunista de abril de 1978, con la finalidad de preservar las ventajas estratégicas de Moscú en la zona. Logrado el triunfo, Babrak no fue el más beneficiado. Minoritario en el nuevo gobierno prosoviético, resentido, se enfrenta de nuevo a sus tcher- manos>> enemigos del Khalq, quienes para alejarlo, le nombran embajador en Praga, lo que le salvó de las purgas que tuvieron lugar en agosto de 1978. De hecho Moscú lo pro- tegió y lo guardó en reserva.

En el mes de diciembre de 1979 se produce la invasión soviética y Amin, a la sazón presi- dente de la República, es asesinado en el palacio presidencia por los spetsnaz soviéticos. Babrak regresa al país montado en los camiones del Ejército Rojo. El día 27 de diciembre Babrak es investido con los cargos de primer ministro, presidente del Consejo de la Revo- lución, secretario general del PDPA, comandante en jefe de las Fuerzas Armadas y miem- bro del Politburó. Durante su mandato trató de reparar los destrozos, reconociendo al islam como religión oficial y moderando la reforma agraria, pero su imagen permanecerá irre- mediablemente manchada por sus inicios comunistas.

Babrak pasará a la historia por su impresionante ambición y por ser el hombre que permi- tió a la Unión Soviética tener un satélite comunista en el corazón del Asia Central, en un país fundamentalmente islámico y además feudal. Las ideas de orden social, con las que soñaba nunca cuajaron en una sociedad tribal como la afgana.

En el año 1986, cuando la Unión Soviética de Gorbachov empieza a pensar en el aban- dono de Afganistán y necesita cambiar de dirigentes, Moscú lo abandona. Babrak Karmal murió en Moscú el 1 de diciembre de 1996, a consecuencia de un cáncer de hígado. De él dijo Gorbachov, el hombre que le dio y le cortó las alas, cuando conoció su muerte:

<<Este hombre intentó con mucha dificultad reflejar los intereses de la Unión Soviética en Afganistán pero, como político, demostró que estaba fuera de lugar.=

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ANEXO 2

Ahmed Shah Massud

Nació en 1953 en el valle del Panshir. Es hijo de un oficial del Ejército real afgano.

Estudios secundarios en el Liceo francés /sfig/a/ de Kabul. Formación universitaria en el Instituto Politécnico de Kabul, pero no acabará sus estudios.

A partir de los años setenta empieza a militar en los grupos islamistas, en los que se codea con Burhanuddin Rabbani y Gulbuddin Hekmatyar. En el año 1974 se va a Pakistán, pero vuelve en ocasiones a Afganistán para realizar diversas misiones clandestinas y participa activamente en la tentativa de insurrección del Panshir en 1975. El fracaso le obliga a exi- liarse en Peshawar.

En el ario 1978 se alía a la Jamaat de Rabbani y vuelve a Afganistán, donde organiza un maquis islamista, primero en Nuristán y después en su valle natal del Panshir. Implantado cerca de la via de comunicación que une la Unión Soviética con Kabul, vía el túnel de Salang, ha sido el objetivo privilegiado de las fuerzas soviéticas.

En quince años de guerra, ha aparecido a la vez como: - Un gran jefe de guerra, apodado el c(león de Panshinj por haber resistido una media

docena de ofensivas soviéticas, contra este valle, en los años ochenta, antes de dirigir las fuerzas presidenciales, con éxito, durante las siete batallas de Kabul, desde la pri- mavera de 1992.

- Un excelente organizador, él fue el instigador a partir de 1984 de la Sbura-/-Nazar (Con- sejo de Supervisión del Norte), a la vez alianza militar, que federaba a una red de jefes locales, y embrión de Administración civil para administrar los territorios. Creador a finales de los ochenta de un <<ejército islámico~~, de más de 10.000 hombres, que le permitió pasar de la guerra de guerrillas a la guerra convencional. Refundador del nuevo Ejército afgano, después de su nombramiento como ministro de Defensa, en la primavera de 1992.

- Un político fino, no dudando en dar pruebas de pragmatismo -firmando, a partir del año 1984 varias treguas con los soviéticos y aliándose, a principios de 1992, con las milicias nordistas procomunistas-, con la finalidad de hacer caer el régimen de Najibullah o más todavía, en la primavera de 1996, aceptando aliarse con Hekmatyar, hasta el momento considerado como su peor enemigo, con la finalidad de hacer frente a los tali- banes.

- Paradójicamente Massud ha sido incapaz de conseguir la paz, cuando ha llegado al poder. Su incapacidad político y un consenso interétnico ha hecho palidecer bastante su imagen de marca, en los últimos tiempos.

Lector de Clausewitz, de Mao, de Napoleón, de Guevara y de Giap, ha empleado sus cono- cimientos en desarrollar la guerra de guerrillas.

No aceptará el veredicto o el poder de los takbanes, por cuanto no admite su islam revo- lucionario, ni por supuesto el hecho de que sean los pakhtunes, la etnia mayoritaria en Afganistán.

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ANEXO 3

Gulbuddin Hekmatyar

Nace en 1948 en Iman Sahib en una región en la que los pakhtunes son minoritarios y sufren las discriminaciones étnicas. El es de etnia pakhtun, tribu ghilzay. Su infancia en un ambiente adverso puede explicar su pakhtunidadvirulenta y su comportamiento radical.

En los años sesenta se va a Kabul y comienza, sin éxito, sus estudios de ingeniería en la Universidad Técnica, de donde será expulsado por sus ausencias y por su activismo polí- tico. Empieza a ejercer responsabilidades en movimientos políticos. Desde 1969 conoce la cárcel. Al principio por pocas semanas, después, en el año 1972, por más tiempo como consecuencia de la muerte de un estudiante maoísta.

En los años 1973 1974 se va a Pakistán y toma contacto con los servicios secretos paquis- taníes, y organiza, a pesar de las reticencias de Rabbani, la insurrección fallida de 1975, en la cual participa activamente el comandante Massud en el Panshir.

En el año 1976, funda el Herzb-l-lslami y comienza la lucha contra los soviéticos. Al con- trario que otros dirigentes afganos, no participa activamente en la guerra y permanecerá en Peshawar, aprovechando su posición ((retrasada>> para realizar un eficaz trabajo de pro- paganda ante los proveedores extranjeros de ayuda -principalmente americanos y ára- bes- con la finalidad de figurar como uno de los principales líderes de la resistencia. A pesar de los rumores de sus lazos con los servicios secretos del régimen y de los soviéti- cos, será el principal beneficiario de la ayuda americana y en 1989 llegará a ser nombrado ministro de Asuntos Exteriores del Gobierno afgano interino.

Ganado por la mano en la recomposición política-militar, que tiene lugar en la primavera de 1992, en beneficio de Massud, intenta, sin éxito, apoderarse de Kabul en varias ocasiones durante los años 1993-l 994. En marzo de 1993, es nombrado primer ministro, a raíz del acuerdo de Islamabad, de un gobierno que se atasca durante largos meses a las puertas de Kabul. Siendo incapaz de imponerse, cuando el contexto general le parecía favorable, es uno de las principales víctimas de la irrupción en la escena afgana de los tafibanes.

A primeros del año 1995 sus fuerzas son aplastadas por los ~~estudiantes~~. Empieza para él un verdadero «descenso a los infiernos)) y se ve obligado a replegarse con sus fieles a la región de Sarabi. Pero, esta retirada dura poco tiempo. Oportunista, amante del poder, salta al primer plano de la actualidad afgana aliándose con sus enemigos de ayer, Rabbani y Massud. En mayo de 1996 vuelve a ser nombrado, otra vez, primer ministro, iniciando una campaña de amplio espectro, para recuperar a los antiguos opositores al régimen e incorporarlos al campo presidencial, con la finalidad de marginalizar a los talibanes.

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