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    Colección dirigida por: Manuel Hernández González

    Directora de arte: Rosa Cigala GarcíaControl de edición: Ricardo A. Guerra PalmeroMaquetación: Vanessa Rodríguez Breijo

    Manuel Hernández GonzálezEl primer teatro de La Habana. El Coliseo (1775-1793)

    Primera edición en Ediciones Idea: 2008© De la edición:

    Ediciones Idea, 2008Instituto de Estudios Hispánicos de Canarias, 2008

    © Del texto:Manuel Hernández González

    Ediciones Idea

    San Clemente, 24, Edificio El Pilar38002 Santa Cruz de Tenerife.Tel.: 922 532150Fax: 922 286062

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    Fotomecánica e impresión: PublidisaImpreso en España - Printed in SpainISBN:Depósito legal:

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    INTRODUCCIÓN 

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    En el año 2001, a través de nuestro común amigo elantropólogo e historiador norteamericano WilliamChristian, conecté con el investigador cubano, origi-nario de Holguín, José Juan Arrom, sin duda el mayor

    especialista sobre el teatro de la Perla de las Antillas yuno de los mayores conocedores del hispanoameri-cano colonial y le planteé mi proyecto sobre el Coli-seo de La Habana teniendo como base esencial unadocumentación inédita conservada en el Archivo His-tórico Nacional de Madrid sobre su primera compa-ñía, entre la que se encontraban numerosos informesy pleitos, el libro de su fábrica y el de su gestión em- presarial entre 1776 y 1780 con la relación de las co-medias y otros espectáculos en él realizados. Arromexpresó su interés porque viese plasmada la edición deesta obra. Sin embargo, compromisos posteriores di-lataron hasta la actualidad su finalización. Lamenta-

     blemente, el historiador de la literatura hispanoameri-cana de la Universidad de Yale, ya jubilado y como profesor emérito de ese centro, falleció en abril de

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    2007, a los 97 años de edad, en New Haven (Conne-ticut) y no la pudo ver culminada, como era su de-seo. A él se la dedico por su constante y decidida la- bor en pro de la investigación y la preservación del patrimonio cultural de su isla natal.

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    Los orígenes del teatro en La Habana.La aparición del Coliseo

    Hasta la creación del Coliseo en 1775, el teatro

    cuya vida vamos a estudiar en estas páginas, LaHabana no contó con un local estable, con unas ins-talaciones que pudieran caracterizarse como tales.Hasta esas fechas las representaciones teatrales sereservaban únicamente a los autos del Día del Cor- pus o restringían su interpretación a algunas come-

    dias con fines benéficos o festivos ejecutadas en lo-cales cerrados.Sólo a partir de la década de 1750 contará con un

    teatro elemental destinado a la obtención de fondos para el hospital de San Lázaro, cuyos actores eran pardos, por el carácter socialmente denigrante con elque por entonces era vista esa profesión. Se vio fa-vorecido por el apoyo del capitán general Cagigal dela Vega, pero que fue clausurado por el siguientegobernador y finalmente desaprobado por el Consejo

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    una casa en que se representasen comedias, habili-

    tada de parquetes, gradas y plateas, con la separa-ción que corresponde para que las mujeres no sóloestuviesen a un lado y los hombres a otro, sino que por una puerta entrasen aquéllas y éstos por otra, ylo mismo a la salida.

    Gastó en la obra 5.834 pesos y 5 reales de su propiocaudal

    con el sumo trabajo de hacer que los pardos repre-sentantes se juntasen a ensayar dichas comedias;hacer componer el teatro según lo pedía lo que se

    había de representar; poner cobradores para las en-tradas, llevar lista de los que tomaban parquets, procurar el cobro de éstos, ajustar las cuentas de loque en cada comedia se sacaba; rebajar sus gastosy de lo que quedaba neto, dar a los representantessu parte; llevar la cuenta que por esta razón le per-tenecía a los pobres del Hospital en el libro, segúncorrespondía a los datos de su representación, co-mo también de los gastos

    y de la composición de la casa que «suele con losvientos maltratarse su techado por ser de guano».

    Si bien su aceptación fue mayor entre las clases

    acomodadas habaneras que el de las corridas de to-ros, sin embargo se experimentaron problemas porhaberse levantado la voz de que se había de hundir,

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    que sólo se aliviaron con la presencia del goberna-dor. Sin embargo desde que éste fue destinado al Vi-rreinato de México y fue reemplazado interinamente por el teniente del Rey Pedro Alonso, las representa-ciones fueron suspendidas, a pesar de los lamentosde López de Aguirre sobre la pérdida de aquel edifi-cio por ser techado de guano, posición que fue re-

    frendada finalmente por el Consejo de Indias2

    .Sería ya en pleno auge de la Ilustración, bajo el

    mandato del Marqués de la Torre, cuando se volvióa plantear la necesidad de La Habana de contar conun teatro estable bajo las máximas de las concepcio-nes dramáticas vigentes en su tiempo, conforme a

    los cánones neoclásicos. Una edificación que se de- bía efectuar en un área de la ciudad remodelada con-forme a tales principios estéticos, en la antigua callede Oficios, al comienzo de la recién inauguradaAlameda de Paula.

    Mientras que Santiago contaba ya desde 1765 conrepresentaciones teatrales en la plaza de armas aus- piciadas por el gobernador Marqués de Casa Cagi-gal, no acontecía lo mismo en La Habana hasta laarribada a ella del Marqués de la Torre. El historia-dor Pezuela, un siglo después, escribió en su elogio:

    En una población privada hasta entonces de locali-

    dad para representarlas, sólo por los pocos que las

    2 Ibídem,  pp. 228-229.

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    leían podían las bellezas del teatro español ser cono-

    cidas. La masa de su vecindario, cuya apasionadatendencia a las distracciones cultas se desarrolló contanta fuerza luego, ignoraba hasta lo que fuese unacomedia. El pueblo de Santiago en este punto másfavorecido en tiempo de Casa Cagigal había pre-senciado funciones teatrales en un almacén habili-

    tado para coliseo. Pero no había trascendido al deLa Habana más que alguna representación de Cal-derón, de Lope o de Moreto, ejecutada por aficio-nados en el domicilio particular de algún notable3.

    Con anterioridad a la apertura del Coliseo fue

    inaugurado uno de carácter provisional en una casa particular del callejón de Justiz por concesión delMarqués de la Torre. Ese edificio fue posteriormente propiedad del señor Mazorra, en cuyo escritorio,existente en la época de José María de la Torre(1857), se realizaban las funciones4. Esa callejuelaalbergaba cuatro casas distribuidas en dos cuadras.La primera era de una sola, que era propiedad delMarqués de Casa Justiz y Santa Ana, la que le dionombre, una de las más añejas de la ciudad. En la

    3 Pezuela, J.:  Diccionario geográfico, estadístico, histórico

    de la Isla de Cuba, tomo III, La Habana, 1863, p. 177.4  Torre, J. M. de la:  Lo que fuimos y lo que somos o La Habana antigua y moderna, edición de Fernando Ortiz con bio-grafía de De la Torre por Vidal Morales, La Habana, 1913, p.

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    restante se encontraba el teatro de comedias5. La au-torización le fue conferida el 1 de mayo de 1773 a laempresa del catalán Bernardo Llagostera, de la queera socio su paisano el blanense Juan Agustí, paraque la ciudad contase con representaciones teatraleshasta tanto se concluyese la obra del nuevo coliseo.El primero presentó las correspondientes relaciones

    de ingresos y gastos de las representaciones de esosmeses. Sin embargo, en la nueva temporada (1773-1774), Agustí ya se encargó en exclusiva de la com- pañía. Éste hizo patente en octubre de 1773 las obli-gaciones a las que se comprometía6. Ese empresariohabía aludido en el proceso judicial sobre la empresa

    su petición al Marqués de la Torre en 1773 de hacer-se cargo de un establecimiento de esas característi-cas que, al aprobársele, le llevó a buscar una casa para hacer representaciones. Pero pronto advirtióque, aunque se llenaba, por ser pequeña, no sufraga- ban las entradas sus costos, por lo que era precisoedificar un coliseo capaz cuyo arrendamiento rindie-ra beneficios a la casa de recogidas. El propio Pe-zuela reafirmó lo señalado por éste al referir que

    5 Pérez Beato, M.:  Habana antigua. Apuntes históricos, LaHabana, 1936, p. 92.

    6 A.G.I. Papeles de Cuba, 1.201. 16 de octubre de 1773. Cit.

    en Gembero Ustárroz, M. C.: «Aportaciones a la historia musi-cal de Cuba, Santo Domingo y Puerto Rico a partir de fuentesespañolas (siglos XVI-XIX)», en Boletín de Música de Casa delas Américas, nº 10, La Habana, 1983.

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    de una de sus primeras cuentas que tenemos a la

    vista resulta que los productos líquidos mensualesde aquel primer teatro apenas pasaban de 4.000 pe-sos fuertes en sus representaciones semanales deldomingo7.

    Agustí hizo patentes en octubre de 1773 las obli-

    gaciones a que se había comprometido. Desarrollótal en ese Coliseo provisional hasta la inauguracióndel nuevo, que tuvo lugar el 20 de febrero de 1775,como subrayó el Marqués de la Torre y consta en ellibro de la construcción de la obra. Precisamente, alestar casado en España, el 18 de octubre de 1773 so-

    licitó permiso para que su esposa viajara a La Haba-na para reunirse con él. En la carta con la que se so-licitó ese favor, dirigida al Marqués del Real Tesoroy sin firma, se dice que su permanencia en La Haba-na era beneficiosa para la ciudad8.

    José de la Cámara Martínez, en nombre de Agus-tí, alegó que quedaba comprobado que su parte

    arriesgó su dinero para establecer las representacio-nes provisionales y que tenía caudal para costear lamás difícil que era el juntar y llevar cómicos y suplirlos gastos de vestidos. En el Coliseo provisional no

    7 Pezuela, J., op. cit., tomo III, p.171.8 A.G.I. Papeles de Cuba, 1020. Cit. en Gembero Ustarroz,

    M.C., op. cit.

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    le obstaba la cualidad de sastre que con injuria se

    le atribuye para manifestarle estimaciones, dispen-sarle protección y auxilios para el fomento de estadiversión pública, no se le tenía por destituido demedios no se reparaba que era casado en España yno tenía allí su mujer ni se acordaba el gobernadordel exacto cumplimiento de las leyes que hablan en

    este particular, no tampoco al tiempo de celebrar lacontrata dela representación del nuevo Coliseo por5 o 7 años9.

    Por su parte, Félix Rodríguez, apoderado sustituto delos herederos de Gaspar Vidal, sostuvo en 1792 que

    todo el capital de Agustí en la compañía de Llagos-tera no fue otro que sus arbitrios, proyectos y per-sonal agencia en el trabajo y decoraciones del Coli-seo, el mismo que en realidad trajo y puso en la deVidal según deja conocer de su insolvencia, empe-ños y necesidades y que con los 6.000 recibidos de parte de aquél satisfizo a la que le tocó a Llagoste-ra cuando se alzó con la empresa del Coliseo10.

    En una declaración de este último, aducida por losherederos de Vidal, que demuestra que sus relacioneseran bien malas desde esa ruptura, expuso, matizando

    9 A.H.N. Consejos. Leg. 20.792.10 Ibídem.

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    la pregunta que subrayaba el carácter del blanensecomo un hombre de pobres recursos, que lo

    conoció de antemano no en miserable constitución pero si sin caudal conocido ni oficio. Sin duda ca-recía de caudal con que poder entrar en el asuntoen tanto es poco y notorio que la formación del Co-

    liseo fue del peculio del que declara. El desarre-glado manejo de Agustí era público11.

    Los representantes de Vidal insistirán en esa esti-mación para justificar la elección de «persona tan mi-serable» por el capitán general por espacio de siete años

     para gestionar el nuevo Coliseo. Manuel Esteban deSan Vicente, en nombre del hermano de Gaspar y desu heredero Juan Vidal, en agosto de 1795 sostendríaque el blanense en las anteriores representaciones

    que se habían ofrecido al público y servido como de preludio a las que se habían de hacerse en este teatrohabía sido en compañía de don Bernardo Llagosterael promotor principal, facilitando representantes, de-claraciones, piezas y demás artes facilitarios a estaespecie de diversión, desde luego se le admitió al en-cargo de empresario del Coliseo y más cuando se supoquería asociársele en el asunto don Gaspar Vidal12.

    11 Ibídem.12 Ibídem.

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    Mas, no le interesaba tener en cuenta la ruptura yemancipación de Agustí desde el primer año y laaprobación de su compañía por siete años con ante-rioridad a la incorporación a la empresa de Vidal. Eraun solar contiguo a la casa del regidor José Ciprianode la Luz, que se hallaba situado en el extremo de laAlameda de Paula, entre la bahía y la casa de ofi-

    cios. Se había obtenido la propiedad de él en 177313

    .Bachiller y Morales reseñó que esa parcela, fre-

    cuentada

    hoy por la  gente de tono, por la aristocracia desangre y de dinero, fue el humilde albergue de un

    hombre que vivía con el sudor de su frente y lo quees ahora un teatro fue antes un molinillo. Las escri-turas antiguas todavía designan con el nombre delMolinillo la localidad que hoy ocupa el teatro en lacalle que cruza del convento de nuestro padre y se-ñor San Francisco hasta la hospitalidad de mujeresenfermas, como decían los devotos escribanos yhabitantes de La Habana.

    Precisamente, como señaló el intelectual habanerodecimonónico, el Coliseo nació estrechamente vin-culado a la nueva filosofía ilustrada que se trataba deimplantar bajo el mandato del Marqués de la Torre

    13 Arrom, J. J.:  Historia de la literatura dramática cubana, New Haven, 1944, p. 14. 

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    en La Habana, pues derivó del carácter de la casa derecogidas como su empresario. De ahí que éste seña-lase que

    las mujeres reclusas eran interesadas de esta mane-ra en los progresos del teatro y no faltaría algúnanciano de balandrán de saraza, senda peluca y pa-

    triarcales costumbres, que viese también el teatrofomentando la casa de reclusas14.

    El primer centro teatral propiamente caracteriza-do como tal de La Habana nació, pues, afín a una delas propuestas de regeneración moral consustancia-

    les a la filosofía del catolicismo ilustrado, la de lacasa de recogidas. La fundación de esa instituciónderivó de la iniciativa del prelado criollo de la dióce-sis de Cuba Santiago José de Hechevarría y Elgue-sua, originario de Santiago de Cuba. Ya desde 1746el gobernador Juan Antonio Tineo había manifesta-do al Monarca que tenía proyectado construir uncentro de reclusión en donde las mujeres calificadasde vida incorregible fuesen recogidas en la ciudad yseparadas al mismo tiempo de su convivencia conlos presos de la cárcel. Estos establecimientos res- pondían, por un lado, a su concepción rigorista de

    14 En AA.VV.: Paseo pintoresco por la Isla de Cuba, Mia-mi, 1999, p. 38. (Primera edición en cuadernillos en La Haba-na, 1841-1842.)

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    radical disgregación de sexos consustancial a talmovimiento, para evitar los desórdenes y tentacionesde promiscuidad derivados de su convivencia, y, porotro, al énfasis en la regeneración moral de su con-ducta disoluta, generalmente vinculada con el robo,la prostitución o el adulterio público y contumaz,que se trataba de conducir hacia una vida adusta, en

    la que se le formaría conforme a los parámetros exis-tentes de educación de la mujer, con el aprendizajede un oficio «propio de su sexo», las primeras letrasy la asimilación de la doctrina cristiana. Su obra fueaprobada el 18 del siguiente octubre después de lamuerte de su promotor. Pero, como en tantas ocasio-

    nes, en los proyectos ilustrados, no se llevó a la práctica por inexistencia de financiación. Aunque sele había señalado un auxilio de 2.000 pesos sobre elfondo de las vacantes eclesiásticas, ni se encontraronarbitrios para emprenderla, ni se consiguió más ade-lanto en su edificación que cerrar con empalizadas y paredes bajas los solares destinados para su edificio,que eran los mismos que al final de la calle Sol die-ron más tarde cobijo a las ursulinas. Nuevos auxilioshabían contribuido a que en 1771 se contase con5.879 pesos, que fueron aplicados por el gobierno aotras atenciones.

    Fue el prelado Hechevarría quien quiso convertir

    en realidad ese proyecto. Con el apoyo del Marquésde la Torre, había formulado un presupuesto de71.319 pesos y 50 maravedíes para su realización.

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    La máxima autoridad militar planteó entonces unmedio que le podía posibilitar la conjunción, almismo tiempo de dos necesidades que considerabainaplazables para una ciudad como la de La Habana.Esa vía era la construcción del Teatro principal.

    Fue convocada para ese fin una junta extraordina-ria conformada por el ayuntamiento, los hacendados

    y los comerciantes. Con gran facilidad de palabralogró convencerles para que contribuyesen a su fá- brica, cuyo arriendo serviría para el sostenimiento dela casa de recogidas15. El discurso del Marqués de laTorre solicitando el auxilio de las clases acomodadases una pieza maestra del filantropismo ilustrado. En

    él invoca «la caridad de muchos honrados vecinos» para que se construya la casa de recogidas, «unaobra tan agradable a Dios y tan conveniente a la re- pública». Para ella destinó el Monarca 1.500 pesosde las temporalidades jesuitas, de las que se dispon-drían cuando esos fondos se hubieran liberado deotras cargas más urgentes, y el terreno para su fábri-ca. Pero, para su sostenimiento, era necesario garan-tizarle unas rentas, en lo que debían implicarse «unvecindario tan amante del bien común y del buen or-den como el de La Habana», que «no debe mirar contal indiferencia este asunto, que no pretenda tomarsealguna parte en su perfección». Él creía que «a toda

    15 Le Roy y Cassá, J.:  Historia del hospital San Franciscode Paula, La Habana, 1958, pp. 219-220.

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    con una reglas que aparten de ella cuanto sea noci-

    vo, sino también con unas comodidades corporalesque la pongan en la clase de verdadero entreteni-miento público y libre en cuanto sea posible demolestias y pensiones.

    Esto último no era posible sino por medio de un teatro

    capaz de mantener mucha gente sin opresión, dis-tribuido con las debidas separaciones de las distin-tas clases del vecindario, expuesto a los vientosque le den una frescura, tan necesaria en este tem- peramento, suficientemente desahogada para que

    los actores hagan con propiedad la representacióny adornado con la decencia que corresponde a la brillantez de este pueblo y a la vista17.

    Al no poder ser factible como fundación munici- pal, por no disponer la ciudad de fondos para su fa- bricación, estimaba que era mejor el hacerla porcuenta de una obra pía. Se apoyaba en la costumbreespañola, en la que por lo general estos estableci-mientos eran propiedad de hospitales u otras funda-ciones sagradas. Con este socorro la casa de recogi-das recibiría una pensión fija de cuando menos 1.200 pesos anuales. Sin embargo, para hacerlo factible,

    era imprescindible anticiparle el costo del Coliseo,

    17 Ibídem,  pp. 166-167.

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     prestando cada uno «lo que sus facultades permitany su caridad le dicte». Él se ofreció como el primero,«no para dar ejemplo, porque sé que nadie ha me-nester más impulsos que su propio deseo, sino paraadelantarme a ser participante en una obra tan agra-dable los ojos de Dios y de los hombres». En pocotiempo reintegraría la casa de recogidas este préstamo

     porque los alquileres del Coliseo no le redituaríanhasta que no hubiese pagado las anticipaciones. Fina-lizó su discurso con una exaltación de las ventajas públicas derivadas de esta proposición, cuya finalidad

    se encamina directamente a fomentar los medios

    de corregir vicios, evitar escándalos, conservar las buenas costumbres, socorrer a miserables, entrete-ner honestamente al público, hermosear la ciudad yaumentar la policía; doy por cumplidas mis espe-ranzas y por logradas mis sanas intenciones18.

    Según Pezuela

    hubo pudientes que bajo esa garantía (la de lasrentas proporcionadas por el teatro) anticiparonlos fondos necesarios, y, a los dos años, quedólevantado el edificio de la Casa de recogidas po-co más o menos con la misma forma exterior que

    hoy presenta (1865) y con más amplitud aún que

    18 Ibídem,  p. 168.

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    la que exigiera su instituto cuando la población

    se triplicase.

    El obispado se hizo cargo de su patronato y direc-ción y redactó un reglamento que se mantenía toda-vía vigente a mediados del siglo XIX. En él se afir-maba que se destinaba el establecimiento a tres

    clases de mujeres:

     para doncellas pobres y expuestas a relajación, pa-ra depositadas con destino a matrimonio, para lasdivorciadas y para las delincuentes y escandalosasincorregibles, no debiéndose admitir ni permitir la

    entrada de ninguna sin precisa orden escrita de lostribunales19.

    Cada uno de estos grupos de mujeres aparecía radi-calmente segregado en su compartimiento respectivodentro de la casa, obedeciendo a su procedencia ysus características complemente diferenciadas dentrode la concepción educativa ilustrada, de las que de-rivaba un régimen y tratamiento totalmente diver-gente. Si en las primeras la amenaza era el amance- bamiento al que estaban expuestos por su condiciónsocial, por lo que su convivencia allí debía orientar-se a educarse en un oficio y orientarse hacia el ma-

    trimonio, en las divorciadas debía garantizarse su

    19 Pezuela, J., op. cit., tomo III, pp.173-174.

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    subsistencia por haber sido recluidas allí por deci-sión judicial eclesiástica tras el grave riesgo que paraella representaba su marido, que debía sufragarle losalimentos. Finalmente, en las mujeres «disolutas» elrégimen era mucho más severo, con características pro- piamente carcelarias, con el objetivo al mismo tiempode castigarlas y regenerarlas moralmente según las

    ideas educativas por entonces vigentes, lo que eraobviamente bien difícil y de escasos resultados.

    El presupuesto de la casa de recogidas se fijó en2.000 pesos sobre el fondo de vacantes, las rentas dealgunas mandas pías, a las que se añadirían los al-quileres del teatro y el producto de algunas funcio-

    nes de carácter benéfico. A principios del siglo XIXya pasaban de 6.000 los ingresos anuales. La casa derecogidas mantuvo tal disposición en su edificio has-ta mayo de 1803 que con la cesión de la Luisiana aFrancia y su posterior venta a los Estados Unidos, lacomunidad ursulina de Nueva Orleáns, establecidaen esa ciudad desde 1727, decidió pasar a La Haba-na con permiso regio. Sus 16 religiosas serían aloja-das por disposición episcopal primero en las diferen-tes comunidades femeninas habaneras y, más tarde,en la casa de recogidas, para cuya atención seríandestinadas. Ocuparon la parte baja del edificio quedaba a la calle del Sol en un departamento separado

    del otro por paredes, hasta que a fines de 1803 sedecidió finalmente trasladar a las reclusas a la resi-dencia que ocupaban en el siglo XIX en el lugar

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    donde estaban los baños inmediatos al antiguo mata-dero, cerca del baluarte de la Tenaza20.

    Por su parte, en el caso del edificio del Coliseo,Pezuela precisó que tal proposición, «hábilmente di-rigida a hombres de mucho amor propio y de cau-dal», obtuvo tan buen éxito que, cuatro meses des- pués de expuesta, es decir, en septiembre, ya estaba

    levantado y funcionando un modesto, pero capazteatro de mampostería y tabla en un punto descubier-to llamado el Molinillo, donde termina hoy la callede los Oficios, fronterizo a la playa donde se forma- ba entonces a toda prisa la primitiva alameda dePaula, dispuesta y trazada por el mismo Marqués de

    la Torre»

    21

    . Con ello se completarían los fondos ne-cesarios para su sostenimiento, ya que se unirían alos 1.500 procedentes de las temporalidades de laCompañía de Jesús. Bachiller y Morales expuso queen breve tiempo se recaudaron 3.289 pesos, que seentregó concluida solemnemente en 1776 a Luis Pe-ñalver, director de la Casa.

    La construcción del Coliseo

    El testimonio de las cuentas de cargo y data delColiseo nos permite estudiar los avatares de su

    20 Ibídem,  p. 174.21 Ibídem,  p.171.

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    construcción. En la de cargo, elaborada por JuanManuel de Aguirre, comisionado por el capitán ge-neral a partir del 14 de julio de 1773, fecha de sunombramiento, y que llegó hasta el 29 de febrero de1776, constan las cantidades aportadas procedentestanto de contribuciones, las menos, como de multasy gravámenes y muy especialmente de recaudacio-

    nes en ferias populares de La Habana y los pueblosinmediatos. Desde el 20 de enero de 1775, fecha dela inauguración de la actividad teatral en él, se refle- jan los alquileres de 300 pesos mensuales abonados por la compañía instalada en el Coliseo22.

    La primera cantidad consignada en el presupuesto

    fue de 10.289 pesos recibidos el 11 de julio de 1773 por el Marqués de Villa Alta de orden del goberna-dor del 14 de ese mes. Procedían de las aportacionesde las élites habaneras, incluida la del propio capitángeneral, cuya lista detallada reproducimos en elapéndice. En agosto se recibieron 49 pesos del capi-tán del partido de los Güines Agustín Díaz, 219 delcitado Marqués y 16 donados por Santiago de Cas-tro. En octubre sólo se reflejaron 16 pesos de suertesde mano de Domingo Carreto. En noviembre los in-gresos fueron procedentes de los 40 impuestos demulta a José Mongiote y Pedro Rivas, de los 20 deMelchor Hernández, 8 pesos del indulto de Antonio

    22 A.H.N. Consejos. Leg. 20.792. Testimonio de la cuenta ycargo de la construcción del Coliseo de La Habana.

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    entregaron de otras fiestas y 100 dio el asentista delos botes de la bahía Pedro José Rodríguez. En fe- brero el director de la Casa de recogidas aportó 725y llegaron 50 y cuatro reales de una multa a doñaÁngela Bello. En abril se comenzaron a recaudar losalquileres del Coliseo a los empresarios Juan Agustíy Gaspar Vidal. Se recibieron 400, 100 de los diez

    últimos días de enero y 300 correspondientes a mar-zo. En junio la feria de Jesús del Monte representó200 y 1.050 en julio el arrendamiento del Coliseodesde el 16 de abril hasta el 31 de ese mes. En agos-to se recibieron 300 pesos del empresario JuanAgustí, de los que 200 se emplearon en la obra y

    otros 100 se destinaron a la manutención diaria delas mujeres que subsistían en la casa de recogidas, procedimiento que se repetirá en el mes de septiem- bre y en los siguientes. En ese último volvieron lasrecaudaciones de las ferias, recibiéndose la cantidadde 600 en cada una en las de Nuestra Señora de Re-gla y de Monserrate. José Ignacio Rodríguez, elasentista de los botes de la bahía, consignó otros100. En noviembre se depositaron 50 procedentes deuna feria concedida a Juan del Junco en Nueva Fili- pina y otros 50 dados por Luis Tristán en virtud deun decreto del Gobernador. En diciembre la recau-dación fue nimia, además del arrendamiento del Co-

    liseo, sólo se ingresaron dos pesos de una multa deJuan Bautista Gómez por dos tosas labradas sin permiso. En enero de 1776 Luis Peñalver recolectó

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    289 para la obra como único incremento, excepto lasaportaciones de los alquileres. Todo ello representóhasta febrero de ese año unos ingresos de 31.490 pe-sos y tres reales, frente a los gastos, que pasaremosseguidamente a analizar, que se situaban en 35.803 pesos, lo que representaba un déficit de 1.312 pesosy cinco reales y medio23. A pesar de ello Pezuela re-

    flejó que tal costo fue un éxito económico por habersido tasada en 4.920 pesos y cinco reales24.

    La simple relación de estas sumas nos dibuja un panorama más ajustado a la realidad frente a la su- puesta irradiación de la llama de la filantropía de lasacarocracia capitalina, cuyas gruesas sumas aporta-

    das para hacer posible la obra no aparecen por nin-guna parte, salvo en la contribución inicial reseñada.La única aportación significativa, y que parece noser precisamente voluntaria, fue la del gremio demercaderes. No se ve ningún donativo de esos lina- jes de relumbrón que figuradamente serían los pro-motores del teatro, con la excepción de las cantida-des preliminares. Sólo se registraron posteriormentelos 29 pesos del célebre clérigo e historiador José deRibera. El grueso de las entradas procedió de los gra-vámenes impuestos a los festejos populares desarro-llados en los barrios y pueblos colindantes con la ca- pital. Con esta documentación quedan desmentidas

    23 Ibídem.24 Pezuela, J., op. cit., tomo III, p. 177.

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    las referidas expresiones de Pezuela de atribuir laobra a esas clases dirigentes «de mucho amor propio yde caudal» que la sufragaron en apenas cuatro meses25.

    El cargo nos explicita que los planos y diseño delColiseo corrieron a cargo de Luis Bertucat, a quiense le encomendó la dirección de obras de su edifica-ción, pese a que un auto del 18 de mayo de 1776 del

    Marqués de la Torre señaló que el 14 de febrero de1775 el ingeniero don Mariano de la Roque, encar-gado de las obras del Coliseo, hiciera inventario ge-neral de él y de todas las partes de que se componía para cederlo a su empresario arrendatario Juan Agus-tí26. El 25 de julio de 1773 recibió por ello unos 200

     pesos y en agosto otra cantidad similar. Otros 200fueron sufragados para la compra de 29 varas defondo y 31 de frente del terreno baldío posterior a lacasa del regidor José Cipriano de la Luz, que fue ad- judicado por la Intendencia el 28 de julio a la casa derecogidas. La mano de obra utilizada en su construc-ción era la de presidiarios negros artilleros. Sus gas-tos oscilaban entre los 87 pesos y un real y los 53 pesos y un real semanales. Su sobrestante, a cuyocargo se encontraban, era Lorenzo Ramírez. Apare-cen registradas en las cuentas las deserciones y cap-turas de algunos de ellos como la de Juan de la Cruzo Bonifacio Vázquez en septiembre o las de Miguel

    25 Ibídem.26 A.H.N. Consejos. Leg. 20.792

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    Guzmán y Francisco Martínez en octubre. Cadaaprehensión representaba un costo de cuatro reales.Entre 3 y 9 de octubre se abonaron 83 pesos y medio por los gastos realizados por los presidiarios negrosartilleros, gratificaciones a otros esclavos y alquilerde almacén, que representaron 76 y medio en la se-mana del 10 a 16, 66 y un real y medio en la de 17 a

    23 de ese mes y 67 y cinco reales en la de 24 a 30.Luis Bertucat percibió 200 pesos por la primera quin-cena y otros 200 en la segunda. En esta última sehacen constar que se incluían los desembolsos de «las pinturas de telones y carpintería correspondiente»27,incluyendo los jornales de los carpinteros. Como ve-

    remos seguidamente, el ingeniero era sumamenteexperto y habilidoso en la realización de cuadros y planos, hasta el punto que fue nombrado académicode mérito de la de Bellas Artes de Madrid.

    Los gastos abonados por el trabajo de los presi-diarios negros artilleros entre el 31 de octubre y el 6de noviembre supusieron 61 pesos y medio, que au-mentaron a 70 y un real entre el 7 y el 13 de no-viembre, disminuyeron a 51 en la del 14 al 20 y seincrementaron hasta 111 y seis medios reales en lade 21 a 27, si bien en esta última se incluyeron tam- bién jornales de carpinteros, canteros, sobrestantes yherramientas. Se condujeron para la obra de 14 a 22

    27 Ibídem. Testimonio de la cuenta y cargo de la construc-ción del Coliseo de La Habana.

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     proseguir la obra de los telones entre el 10 y el 16 deese mes29.

    Las obras prosiguieron en enero de 1774 con elgasto de 96 pesos seis reales en negros artilleros, jor-nales de tornero, cantero y clavos el 1 de ese mes, alos que se añadieron 66 y dos reales entre el 2 y el 8,88 y uno en la de 9 al 15, 160 y dos reales y medio

    en la de 16 al 22 de 124 y cinco reales en la del 23 al29. A Bertucat se le abonaron 200 pesos el 14 paragastos y otros 300 el 28. En febrero los gastos em- prendidos en presos, jornales de torneros, canteros,clavos, aserradores y alquiler de casa supusieron 61 pesos seis reales en la primera semana, 79 en la se-

    gunda, 80 pesos tres reales en la tercera y 73 pesos ycinco reales en la cuarta. Por su parte, el ingeniero percibió por sus haberes y gastos otros 50030.

    Las obras en marzo continuaron con la misma di-námica. Mientras que los negros artilleros esclavos ydemás operarios percibían 66 pesos y seis reales, 73,77 y 68 en sus cuatros semanas, le serían abonados66 al ingeniero. En abril los gastos de presidiarios, jornales de tornero y cantero, clavos y candado seríande 62 pesos y siete reales, 72 t 2, 82 y cinco pesos ymedio y 91 y uno, mientras que lo cobrado por LuisBertucat ascendió a 400. En mayo se le dio la mayorcantidad al ingeniero, porque recibió 800 pesos,

    29 Ibídem.30 Ibídem.

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    mientras que el capítulo de operarios sería en lascuatro semanas, respectivamente, de 90 y cuatro re-ales, 92 y siete, 67 y 128. En junio estos últimos se-rían de 54 y tres reales, 568 y dos, 67 y seis y 48 yseis. Por su parte, al arquitecto se le concedieron 600 pesos. Desertó uno de los negros artilleros, Bonifa-cio Vázquez, pero fue capturado, por lo que se le

     pagaron cuatro reales a su captor 31

    .En julio los honorarios de Luis Bertucat aumenta-

    ron a 900 pesos, mientras los de los operarios seríansemanalmente, respectivamente, de 62 y siete reales,78 y cinco, 70 y seis, 63 y cinco y 59 y seis. Enagosto, los gastos de los negros artilleros serían de

    56 y cuatro, 59 y cinco y 62 y siete y medio, todoello hasta el 24 de ese mes. Los trabajos ya se hicie-ron más intensivos en el interior del Coliseo, pues elingeniero presentó una factura por 23 pesos de jor-nales de sastres, carpintero y aparejador. Los jorna-les de 11 carpinteros y el maestro suponían unos 69 pesos, mientras que se detalló otro desembolso porel ingeniero que incluía 106 y medio real por los decarpinteros, pintor y aparejador. El torneo de cincocolumnas de acana supuso siete y cuatro reales.

    La necesidad de apurar y finalizar las obras lleva-ron en la última semana de agosto a una nueva con-trata de destajo firmada por Luis Bertucat para el

    remate de la carpintería del Coliseo, que según ella

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    debía de quedar concluida en 14 semanas. Por la pri-mera de ellas, a partir del 21, recibió 177 pesos y cua-tro reales. Lo abonado a los presidiarios y demás ope-rarios fue en ella de 44 pesos. En la segunda, se leabonaría la misma cantidad de 177 pesos y cuatro re-ales. En septiembre, cobrarían los trabajadores de laobra semanalmente 45 y uno y medio, 33 y seis, 40 y

    dos y medio y 57 y cuatro, mientras que el arquitectose embolsaría cada siete días 177 y cuatro. Por su par-te, Vicente Torres obtendría por su contrata de herraje50 pesos. En octubre proseguiría una evolución simi-lar. Los pagos semanales de operarios serían de 46 pesos y cinco y medio reales, 40 y uno, 103 y siete, 106

    y uno y 126. Bertucat seguiría recibiendo la misma su-ma semanal. El costo de 14 quintales de clavazón de va-rios tamaños, de 10 de tillado, a 18 pesos el quintal,dos de escora a 14 pesos y dos de media escora a 16representaron 240 pesos. Vicente Torres por la obra deherrería y el maestro carpintero Antonio Martínez porla de carpintería alcanzaron cada uno 40 pesos. En no-viembre se repitió la misma tónica con abono de losmismos salarios para el ingeniero y las cantidades se-manales para los operarios de 79 pesos, dos reales, 88y uno y medio, 65 y tres y medio y 77 y siete pesos. AMartínez, por su parte, por sus trabajos de carpinteríase le abonaron 100, a Jerónimo del Toro 120 pesos

     por 100 cien mil tejas a 20 pesos el millar 32.

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    En diciembre prosiguieron los trabajos de Bertu-cat y de los presidiarios negros artilleros y demásoperarios. Por éstos se abonaron semanalmente 123 pesos y un real, 77 y dos, 88 y cuatro y 100 y seis.Las labores emprendidas por el ingeniero no sólofueron ese mes las correspondientes a su trabajo co-mo arquitecto en el remate de las obras de carpinte-

    ría, sino como pintor, porque, además de la enuncia-da cantidad semanal de 17 pesos y cuatro reales, sele concedieron 100 por la pintura del Coliseo, 17 ycuatro reales para 40 varas de bramante a tres y me-dio reales cada una para dos bambalinas anejas de laobra, 683 para una nueva contrata para pintura de

     puertas, ventanas y rejas, 390 de la clavazón y otros150 de la contrata de pintura. Por su parte, el maes-tro Juan Navarro percibió 38 por las canales, elmaestro carpintero Antonio Martínez 100 por suobra y 160 el maestro herrero Vicente de Torres33.

    En enero de 1775 Bertucat siguió cobrando 177 pesos cuatro reales de la contrata para el remate delas obras de carpintería. El costo de los presidiariosnegros y demás operarios sería, respectivamente, ensus distintas semanas de 136 y tres y medio reales,164 y dos, 185 y cinco y 154 y medio real. En esemes prosiguieron las obras interiores. El ingenierocompró 60 varas de rúan por un valor de 33 pesos y

    cinco reales y medio a tres reales y medio cada una

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     para añadir al teatro los telones de decoraciones yotras 37 de bramante al mismo precio para el delfrente. Por la contrata de pintura recibió 150 pesosdel importe total de 1.300 en que se valoró su con-trata de pintura. Por su parte, en lo referente a arte-sanos especializados, el maestro pintor FernandoPimienta recibió 12 a cuenta de los canales y pescan-

    tes que había pintado, el maestro tornero Pedro Guil-llemet otros 10 por los remates para el tejado del Co-liseo, los herreros Diego de Torres 101 y seis reales por el valor de 143 bisagras de cinco y medio realcada una y 272 por el resto del importe del hierroque había procesado para el Coliseo y Vicente 200

     por su trabajo, y los de carpintería Juan Navarro 43 por los canales para el frente principal y AntonioMartínez 100. La clavazón de escora y de otros ta-maños supuso un coste de 77 y los 4.000 ladrillos a16 pesos millar 64 pesos34.

    En febrero el gasto en operarios representaba,respectivamente, 69 pesos y dos reales, 153, 32 ycuatro, 37 y uno, 36 y seis y 29 y seis. En ese mes seabonaron 91 pesos por 728 libras de plomo en plan-cha. El maestro farolero Juan Navarro cobró 38 pe-sos y medio real por 121 hojas de canal a dos y cuar-tillo de reales cada una y 16 a dos reales para jarro delcajón del apuntador. 701 y cuatro reales recibieron el

    maestro herrero Nicolás de Torres por el finiquito de

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    la obra de su oficio, 207 el maestro carpintero Anto-nio Martínez por el resto de la obra de su oficio con-tratada, mientras que al pintor Fernando Pimienta sele dieron 42 por cuenta de los pescantes y canales pintados. Bertucat recibió 602 por resto de la obra decarpintería y 100 por la de la de la mano de obra de pintura del exterior del Coliseo. Luis Martínez per-

    cibió 75 por 30 carretadas de piedra a 20 reales cadauna y tres pesos cuatro reales José Carrillo por dos pipas para el servicio del teatro a 14 reales cada una.En marzo, el capítulo de retribuciones de peones se-ría semanalmente de 36 y seis reales, 29 y cuatro, 40y tres. Se pagaron seis pesos por la pieza de madera

    torneada del centro de la araña del Coliseo. El inge-niero recibiría finalmente 25 pesos como resto de lacontrata de carpintería y 101 por de la pintura35.

    En abril los trabajos de los operarios originaronsemanalmente de 42 pesos y un real, 45, 39 y siete ymedio y 71 y uno, siendo el único gasto que figuróen ese mes. En mayo tales salarios representaron 34y cinco, 45 y uno y medio, 22 y cuatro y medio y53. El farolero Juan Navarro cobró 44 por el trabajode las Y griegas para los cuatro comunes del Coli-seo. Las obras se encontraban ya muy avanzadas.Bertucat cobró 53 pesos, el último resto de la manode obra de pintura. Hasta septiembre no figuraron

    nuevas cantidades registradas, por lo que entendemos

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    que la obra se paralizó durante la estación veraniega.En ese mes y en el de octubre los salarios de los ope-rarios fueron de 31 pesos tres reales, 40 y cuatro, 27,28 y tres, 28 y siete y 28 y cuatro, con lo que se dio por concluida la obra. Se pagaron 4.023 pesos almaestro de albañil Cristóbal de Herrera por 4.023varas cúbicas de mampostería por la contrata que

    efectuó para la obra del Coliseo y otros 623 por1.246 varas cuadraras de rejado por otra contrata.Finalmente, Alejandro Suvervilla recibió 6.981 pe-sos cuatro reales por las maderas, herrajes y otrosgéneros consumidos en su fábrica. Todo ello supusoun gasto total de 35.803 pesos36.

    Esta obra fue calificada por el habanero VenturaFerrer «de una arquitectura majestuosa, y, aunque lointerior era de madera, estaba bien pintado y con buenas decoraciones». Por su parte, su paisano JoséMaría de la Torre, lo distinguió, quizás exagerada-mente, pero, haciendo prevalecer sus valores artísti-cos, como «el más hermoso y bello teatro de la mo-narquía» en su época37. El testimonio de un foráneo,el francés Joseph Thiery de Menonville, incidiótambién en sus valores estéticos y acústicos. Habíahecho escala en La Habana en un viaje entre CaboFrancés (actual Cabo Haitiano), en Saint Domingue,

    36 Ibídem.37 Ferrer, V. P.: El viajero universal , Madrid, 1798, XX, p. 31.

    Torre, J. M. de la, op. cit.,  p. 119.

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    la falta de recursos por la muerte de su padre, seempleó como ingeniero en Venecia, desde donde pa-só a Madrid en 1763, solicitado por el Conde Ro-senberg, bajo la recomendación del Duque de Mon-tealegre al de Losada para su destino en uno de loscuerpos de artillería o de ingenieros. El citado Condele retó a mostrar su pericia en el retrato en sortija a

    la Infanta de España Doña Luisa, futura gran duque-sa de Toscana, cuya efigie, por la satisfacción quecausó en la corte, fue remitida a Viena. Pero, al nohaberse verificado su colocación, pasó a América en1766 con el Marqués de Croix, virrey de México,gracias a las recomendaciones del Duque de Losada.

    Durante su gobierno se dedicó a perfeccionar las Ar-tes en beneficio del público con la proyección en al-gunos ramos de policía de medios económicos, úti-les y ventajosos, como también con la realización deuna máquina para moler metales en el ramo de laminería que fue aprobada por la superioridad39.

    Gracias a la recomendación del virrey de México,y más tarde del Perú, Teodoro de Croix, marqués deCroix, pasó a La Habana, donde el capitán generalAntonio Bucareli, lo detuvo, «considerando sus talen-tos útiles en ella». Durante el gobierno de su sucesor,

    39

     Archivo General Militar de Simancas (A.G.M.S.). Secre-taría de Guerra 7.239, 23. Relación de méritos y servicios dedon Luis de Bertucat, teniente del regimiento de infantería fijode la provincia de Luisiana.

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    el Marqués de la Torre, fue recibido con el mismoaprecio y estimación, acreditándole en varias comi-siones relativas tanto a la arquitectura civil y militar,como de agricultura. Gracias a su protección colabo-ró en la construcción de colmenas y en las primerasfábricas de cera, con lo que este ramo, hasta enton-ces desconocido y que había sido impulsado por las

    familias canarias llevadas a la isla desde la Penínsulade Florida y establecidas en la nueva localidad deSan Agustín de la Florida a raíz de la pérdida porEspaña de ese territorio por la derrota en la guerra delos Siete Años, derivó en su mayor aumento y per-fección. De la Torre le designó también teniente y

     juez del partido habanero de Luyanó, «desempeñan-do estos empleos y otras comisiones con la mayoractividad, celo y desinterés»40. Fue la época en laque emprendió la construcción del Coliseo, colabo-rando más tarde en el diseño de su escenografía has-ta su marcha en 1777 a tierras mexicanas, como se puede apreciar en la carta de Miguel Antonio deHerrera a Francisco Agustí en la que éste hace cons-tar el 23 de mayo de 1775 que «haga V.M. prepararalgo bien para esta pascua, que todo imponga V.M. adon Luis Bertucat con tiempo»41.

    40

     Ibídem.41 A.H.N. Consejos. Leg. 20.792 Carta de Miguel Antoniode Herrera de 23 de mayo de 1775 a Francisco Agustí presen-tada como prueba en el proceso.

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    Al tener constancia de la debilidad y poca resis-tencia de los cueros de que se valían los soldadosespañoles que reprimían las rebeliones indígenas enlas provincias internas de la Nueva España, inventóuna nueva coraza de menor peso y mayor resisten-cia. Para probarla en ese escenario bélico obtuvo laautorización del capitán general de La Habana, Die-

    go Navarro, en 1777, para viajar a las citadas pro-vincias, para cuyos gastos vendió su hacienda y bie-nes raíces, y se trasladó hacia Chihuahua en unalarga travesía marina y de más de 600 leguas terres-tres. En dicha Villa se presentó delante del coman-dante, mostrándole su invención. Tras una junta de

    guerra constituida por los oficiales de mayor gradua-ción, entre ellos el brigadier Pedro Fermín de Men-dinueta, el teniente coronel y gobernador Pedro Ba-rri, el coronel Jacobo de Ugarte y Loyola, el tenientecoronel Juan Bautista de Anza y algunos capitanes yoficiales del presidio, se acordó que Bertucat «eraverdadero inventor en la materia y mejor forma delas corazas, su notoria utilidad y ventajas». Se apro- bó su uso, recomendando su mérito y juzgándoledigno del privilegio exclusivo, por lo que se mandóa expedir los correspondientes despachos»42.

    Ofreció al Rey el donativo de dos mil pesos, porlo que en atención a ello fue destinado como teniente

    42  A.G.M.S. Secretaría de Guerra 7.239, 23. Relación deméritos y servicios de don Luis de Bertucat…

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    de dragones de Arispe y ayudante mayor de esa pla-za. Durante los seis meses que permaneció en Chi-huahua, fue ingeniero voluntario, haciendo varios planos y proyectos de orden del comandante general,que le comisionó al mismo tiempo para la construc-ción de 300 corazas, expidiéndole licencia y pasapor-te para que en virtud de él pasase a México, La Haba-

    na y España a practicar las diligencias conducentes aese fin. Habiéndose confirmado por el Virrey el privi-legio exclusivo de su fábrica, construyó en México untaller en el que se construyeron 133 que se pusieron adisposición del comandante general sin interés algu-no. Separadamente dio un donativo al Monarca de 53

    de ellas, valor de los 2.040 pesos, en cumplimiento desu anterior oferta. Al dificultarse su ejecución por es-casez de materiales de buena calidad, para allanar lasdificultades, hizo viaje a la Corte a sus expensas,donde hizo cesión del privilegio exclusivo al Rey a beneficio del erario público y alivio de las tropas43.

    El 4 de junio de 1780 fue designado académicode mérito de la Real Academia de Bellas Artes deSan Fernando con todos sus honores y prerrogativas.En un catálogo de pinturas de los últimos años delsiglo XVIII constaba que en el citado centro se en-contraba su autorretrato en el que se especificaba su participación en la batalla de Pensacola. En efecto,

    el 7 de julio de ese año fue designado teniente del

    43 Ibídem.

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    segundo nuevo batallón fijo de Luisiana, con orden dededicarse, antes de su marcha, a la instrucción de losoperarios en la construcción de corazas, misión quedesempeñó, como se reflejó en su relación de méritosfechada en Madrid el 2 de septiembre del citado año.

    Con el estallido de la Guerra de Independencianorteamericana Bertucat sirvió de ingeniero volunta-

    rio en el ejército de operaciones de América bajo lasórdenes del Conde de Gálvez. Su jefe administrati-vo, el que fuera intendente de Caracas y ministro dela Monarquía, Francisco de Saavedra, en sus memo-rias relató su convivencia con él en Cabo Francés(actual Cabo Haitiano, en Haití), a donde había arri-

     bado procedente de Martinica con varios enfermosde la escuadra al mando de Solano. En su compañíay, junto con la de otros militares, visitó sus «rededo-res y vi cuanto había de notable»44.

    Una vez finalizada la contienda fue comisionado por el gobernador de Luisiana Esteban Mitre comoingeniero voluntario para levantar nuevamente elmapa general de todas las sendas o bocas del río SanLuis o Missisipi, como asimismo de los parajesapropiados para constituir un nuevo establecimiento,su defensa y vigía, lo que ejecutó a satisfacción desu capitán general Bernardo de Gálvez y del citado

    44 Saavedra, F.:  Los decenios (Autobiografía de un sevilla-no dela Ilustración). Transcripción, introd. y notas de Francis-co Morales Padrón. Sevilla, 1995, p. 158.

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    gobernador. En 1785, a raíz de las amenazas efec-tuadas por los norteamericanos a las áreas limítrofesde esa extensa provincia, en especial a Natchez, bajolas órdenes del coronel Francisco Bouligny, levantótambién los planos de ese distrito, lo reconoció y pro-yectó su defensa arreglada a su situación. Dos añosmás tarde, en 1787, exigiendo las circunstancias rees-

    tablecer el muy deteriorado fuerte de San Marcos deApalache, se le encargó su reedificación y se le nom- bró comandante civil y militar de él. El gobernador dePensacola Arturo O´Neill estimó sumamente «dificul-tosa, cuanto no imposible» tal obra en esa coyuntura, por ignorarse la disposición en que se encontraban los

    indios de la Florida Occidental, que eran circunveci-nos del fortín. Para paliarlo se construyó un fortín provisional en un islote próximo para garantizar sudefensa. No obstante, al no juzgarlo apropiado, mar-chó a Tierra Firme y fortificó aceleradamente el anti-guo antes de que tuvieran noticia de él los indígenas.Una vez concluido, comunicó a los indios colindantessu llegada. Al arribar sus jefes les expuso de un modo persuasivo lo ventajoso que era ese establecimiento para su defensa y protección, por lo que no se opusie-ron a él, consolidándose como tal. De esa forma aho-rró al erario público las sumas que se hubieran deri-vado del levantamiento de una fortaleza en el lugar

    inapropiado en que se le había señalado.Más adelante se le encargó por segunda vez otra mi-

    sión en la zona ante las amenazas de guerra «esparcidas

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    entre aquellos indios sin duda por algunos america-nos intrusos en sus aldeas». Los rumores de conflic-to bélico con Inglaterra llevaron a algunas tribus atomar partido y atacar a la guarnición del fuerte deSan Marcos, haciendo fuego sobre él. Sin embargo, bajo su mando fue reprimida la sublevación y, de esemodo, «cortada de raíz la fermentación que había

     principiado a ocasionar la indicada noticia de próximaguerra y la armonía entablada como antes», Planteóque, para «inspirarles mayor respeto y veneración enlo sucesivo a las católicas armas», era imprescindi- ble la construcción en la alameda de San Marcos deuna pirámide de piedra en la que colocó su escudo,

    la que levantó a sus expensas y que «permanece enel día venerada por aquellos bárbaros». Asimismoapresó las armas del capitán Bowles, presidente deProvidencia, que había arribado a la zona para turbarla armonía entre españoles e indios, contra el queefectuó tres incursiones y alzó un mapa detallado deaquella área del Golfo de México que comprendíadesde El Apalache hasta el caño de San Blas, «obraque hasta aquí no se hallo ejecutada por ningún geó-grafo y que ha entregado a este gobierno con el obje-to de facilitar la navegación tan importante de aque-lla costa a los pequeños buques despachados alsocorro de sus establecimientos»45.

    45 A.G.M.S. SGU 7.239 nº 23. Informe de Luis Bertucat alGobierno fechado al Gobierno el 15 de marzo de 1792.

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    En el Archivo General de Indias se conservannumerosos planos levantados por Luis Bertucat refe-rentes al fuerte de San Marcos de Apalache, fechadosentre el 18 de julio de 1787 y el 5 de febrero de 1791.Eran concernientes tanto a su topografía como sobreel estado en que lo recibió, sobre lo construido bajosu dirección, sus alojamientos, su hospital y reedifi-

    cación general de todas sus fortificaciones46

    .En marzo de 1792 Bertucat solicitó, acompañado

    de certificados médicos, la concesión del título deinspector general de Puertos, calzadas y malecones dela Provincia de Luisiana con el sueldo que actualmen-te gozaba y agregado a la plaza de Nueva Orleáns,

     por la enfermedad que padecía y que le quitaba la agi-lidad necesaria para el servicio de infantería47. Aúnasí en 11 de ese mes se ofreció construir una iglesia para el destacamento de 50 hombres que había erigi-do en San Marcos de Apalache, para la que solicitóoperarios y la designación de un capellán. El Monarcaaprobó esa petición y le concedió la construcción asus expensas del citado templo franqueándole el nú-mero de peones de cuenta de la Real Hacienda, nom- brándole a su tiempo con posterioridad un capellán48.

    46 A.G.I. MP Florida-Luisiana, 135, 151, 141, 139 y 116.47

     A.G.M.S. SGU 7.239 nº 23. Informe de Luis Bertucat…48  A.G.M.S. SGU 6.916 nº35 y 7.237 nº49. Propuesta deLuis Bertucat de 11 de marzo de 1792 de construir a sus expen-sas una iglesia en San Marcos de Apalache.

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    Con el informe favorable del capitán general deLuisiana Luis de las Casas de 1 de septiembre de1792 se tramitó su nombramiento como Inspector deFuertes, Calzadas y malecones de esa provincia consu sueldo de capitán y residencia en Nueva Orleans.Ese gobernador lo consideraba muy útil y ventajoso por la inexistencia de ingenieros en la región desde

    la muerte de Joaquín Peramás, que nunca fue reem- plazado. La necesidad de construir un fuerte en Los Nogales, aprobado por el Rey, la reparación de la plaza de Natchez, la fortificación de la capital y eltorno de Placaminas sobre el Missisipi a ocho le-guas de su desembocadura eran trabajos que se de-

    mandaban y para los que valió de Bertucat, que fuereconocido como «coronel y sub-inspector de aque-lla provincia» por lo que sería «útil en ella» con laclase que solicita hasta que no se dispusiese de una plaza de oficial49. Sin embargo, falleció pocos mesesdespués en Nueva Orleans, porque en 1793 ya sehabía procedido en esa ciudad a la evacuación de sutestamentaria50.

    49 A.G.M.S. SGU 7.239 nº23. Informe de Luis Bertucat…50 A.G.I. Papeles de Cuba 173 B

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    La trayectoria posterior de la fábrica hastasu desmantelamiento y construcción en

    su solar de un nuevo teatro

    Hasta la liquidación de la compañía de GasparVidal en 1780 pocos fueron los cambios originadosen la estructura del Coliseo. Tan sólo los apuntados por Francisco Agustí, tras el éxito de público del primer año. Manifestó que por la demanda se vioVidal en la necesidad desde el segundo año «de mul-tiplicar asientos y trabajar más acomodamientos paralas gentes del patio y cazuela aumento bancos hastadeshacer para llenarlos de gradas los aposentos junto

    a la entrada»51. A mediados de 1787 su ruina físicaera algo evidente, por lo que se aconsejó su cierre.En esa coyuntura el regidor habanero Gabriel de Pe-ñalver y Calvo, interesado en hacer méritos paraconseguir un título de Castilla, propuso derribar «elantiguo y arruinado Coliseo», para fabricar en su so-

    lar una nueva cárcel pública52

    .En el Cabildo de La Habana del 26 de noviembrede 1787 se expuso que

    la cárcel pública que nuevamente se ha construidoestá muy húmeda, oscura y sin la correspondiente

    51 A.H.N. Consejos. Leg. 20.792.52 Amores Carredano, J. B.: Cuba en la época de Ezpeleta

    (1785-1790), Pamplona, 2000, p. 114.

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    ventilación, para que los aires puedan comunicar sus

     piezas, y dar algún refrigerio a los miserables pre-sos... también se reconoce que el ámbito de la cárcelno es tan extenso y capaz como requiere la multitudde hombres y mujeres que en ella están arrestados, y por eso falta la comodidad para ser curados y asisti-dos los que enferman, no se les puede hacer la co-

    mida dentro porque no hay pieza que destinar a es-te fin, y están siempre mezclados los blancos conlos negros, chinos y mulatos, sin poderse hacer se- paraciones de clases porque no hay lugar en queedificar algunas piezas de distinción.

    Se expresaba que, además de tales incomodidades yde la ausencia de distinción de clase y etnia entrelos encarcelados, derivado de su concepción ob-viamente racista, se precisaba que la proximidadentre la prisión y las demás oficinas y dependenciasde la Casa de Gobierno derivaba en mal olor y vo-cerío en las últimas53.

    Como solución al problema, el regidor GabrielPeñalver y Calvo presentó en esa misma sesión un proyecto para construir una nueva cárcel en el lugarocupado por el Coliseo que «está amenazando ruina, por cuyo accidente se han suspendido éstas». Propu-so que el espacio liberado en la Casa de Gobierno

    53 Sánchez Agustí, M.: Edificios públicos de La Habana enel siglo XVIII , Valladolid, 1984, p. 71.

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    sería la vía por la que los presidiarios accederían al«desahogo, claridad y más ventilación». En torno aél se distribuirían las dependencias. En su parte bajaun lateral sería empleado para calabozos individua-les para los presos más peligrosos, mientras que enal alta, con un muro de separación y entrada inde- pendiente, serían colocadas las mujeres con la fina-

    lidad de evitar los inconvenientes derivados de larelación entre ambos sexos. Al disponerse de unnúmero respetable de salas se podría clasificar a losdetenidos no sólo por la naturaleza de sus delitos, si-no lo que era más importante en una sociedad comola habanera que estaba girando hacia la trata masiva

    y la economía de plantación, codificando más níti-damente a sus componentes en función de su proce-dencia étnica, de acuerdo con su origen, que era lamáxima preocupación del reputado miembro de lasacarocracia, al hablar del anterior recinto carcelario.Finalmente contaría con una pequeña capilla en lacabecera del patio para la celebración de la santa mi-sa y la asistencia espiritual. Era, en definitiva, unexponente de la mentalidad ilustrada que inspiraba aTrevejo la realización del proyecto conforme a losmás estrictos cánones neoclásicos.

    Sin embargo, la obra, que planteaba ser realizadaen el plazo de un año, nunca se llevó a cabo. El re-

    cinto de la Casa de Gobierno será su residencia hasta1834, año en que el general Tacón ubicó a los presi-diarios en un edificio de mayores dimensiones en un

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    solar en las proximidades del Castillo de la Punta55.El tema se dilató y se mostró inviable, probablemen-te por falta de recursos. En 1792 se volvió a pensaren el cabildo habanero en sus sesiones 21 de enero,7 de febrero y 24 de mayo la reedificación del Coli-seo como alternativa menos costosa y viable. La Co-rona la aprobó, pero la entidad local, tras largas deli-

     beraciones, estimó que existían obras más urgentesen las que estaba comprometida la ciudad, comoeran las de la terminación de la Casa de Gobierno yel empedrado de las calles. Se propuso que el dinero,unos 26.400 pesos, se tomase a préstamo de los co-merciantes a un cinco o seis por ciento de interés.

    Sin embargo otros alegan que no se podía obligar asu realización «sin atropellar las leyes». El goberna-dor se mostró también favorable a la preferencia delas citadas obras, que originaban cuantiosos dispen-dios. Propuso la solicitud de un real permiso para lacesión a censo redimible de cualquier forma que fue-ra de su real agrado, con cuyo capital se obtuviese lasuma necesaria para la reedificación del teatro «con-forme al plano y cálculo presentado por el ingenierocomandante», que sería el anteriormente citado Fer-nández Trevejos56.

    55 Ibídem,  pp. 73-75.56  Weiss, J. E.:  La arquitectura colonial cubana, Sevilla,

    1996, p. 274.

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    Arrom refleja que en 1792 se hicieron ligeras re-formas del edificio. Mas, debieron ser tan reducidasque se puede decir que prácticamente se puso puntoy final ese año a los espectáculos en él. Como se puede constatar en El   Papel Periódico de La Habanalas noticias sobre representaciones teatrales son prácticamente nulas a partir de ese año hasta desapa-

    recer por completo en los restantes de la centuria57

    .Según el informe de Manuel Zayas y José Eusebiode la Luz en el expediente promovido ese año parasu rehabilitación, se pretendía gastar en ella 26.500 pesos, pero el proyecto nunca se llevó a efecto. Al parecer parecía preocupar a los gobernantes el fraca-

    so del teatro de Puebla de los Ángeles y temían gas-tar en vano ese presupuesto. No obstante, tales co-misarios estimaban que eso no acontecería en LaHabana por

    no ser comprable el genio tétrico y carácter melan-cólico de los poblanos con el sociable, festivo, bi-zarro y marcial de los habaneros; ni aquella pobla-ción con ésta, cuyo puerto es la llave de las Indiasy el Emporio Americano, donde no sólo existesiempre una marina real, sino otra mercantil gene-rosa, en que es continua la avenida de extranjeros y peninsulanos españoles, y su detención; en él se

    57  AA.VV.:  La literatura en el Papel Periódico de La Habana, La Habana, 1990, p. 285. 

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    reúnen las naves que entran y salen de unos por

    otros destinos, sin faltar jamás una respetableguarnición en la plaza, por cuyas razones no es detemer el evento de que se cierre, como aquél, esteColiseo, ni que la ciudad sea deudora de cosa algu-na, antes bien adelantará muchos pesos con buenascomedias, tragedias, bailarines, pequeñas óperas,

    zarzuelas, maromeros, sombras chinescas, autóma-tas, conciertos y otros recreos que frecuentementese proporcionan en este tránsito”58.

    Como evidenció Ventura Pascual Ferrer en 1831en  El Nuevo Regañón con ironía, «abandonose al fin

    el teatro de la alameda a causa de amenazar ruina,echáronlo abajo, dispersose el resto de actores y quedóLa Habana por más de diez años sin ver comedias ysin que nadie las extrañara»59. Este escritor refirió queel Coliseo tuvo que ser abandonado en tiempos delgobernador Ezpeleta a causa de tal estado calamito-so, señalando que se echó «abajo lo interior del edi-ficio para construirlo de nuevo, lo que no llegó atener efecto por entonces, aunque se emplearon mu-chos medios para ello». Sin embargo, se equivocacronológicamente Ferrer porque sería a partir de

    58

     Cit. en Arrom, J. J., 1944, op. cit., p. 19.59  FALTA AUTOR O EDITOR:  El Regañón y el Nuevo Regañón, prólogo de José Lezama Lima, La Habana, 1965, p.444.

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    1792 la fecha de su cierre, y, obviamente, la gober-nación de Ezpeleta finalizó en 1790. Pero lo ciertoera que, ante tal estado de cosas, «por espacio de do-ce años no hubo en La Habana más representacionescómicas que algunas de aficionados en casas particu-lares»60 El propio Ferrer subrayó que se hacían poresas fechas las representaciones «en el arrabal, en

    una choza harto indecente». Los actores que trabaja- ban en ella cruzaban a Guanabacoa, al otro lado dela bahía, donde representaban algunas comedias enla fiesta de la Candelaria «en un corral harto inde-cente»61. El bohío al que probablemente se referíaera el teatrito que por ese tiempo se había levantado

    al fin de la calle de Jesús María, al que con ironía serefería en El Regañón de la Habana en 1800:

    Sólo hay una cosa sensible, según mis observacio-nes, y es que las comedias se van marchando por la posta de esta ciudad, porque el primer estableci-miento de Coliseo en la Habana fue en el callejónde Justiz, después pasó a la alameda interior, des- pués al fin de la calle Jesús María y ahora están enel Campo de Marte (lugar del que luego nos referi-remos). Yo desearía que no se tratase de quitarlasde aquí porque temo y con razón que la primeramudanza que se haga va a parar el Coliseo a Jesús

    60 Ibídem,  p. 487.61 Ferrer, V.P., op. cit.,  pp. 31-32 y 65.

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    del Monte, o cuando menos más allá del Horcón,

    según el paso que lleva62.

    En 1794 se instaló en La Habana un teatro mecá-nico. Se anunció el 27 de marzo en  El Papel perió-dico con notable estrépito. Consistía en una instala-ción sobre una gran plataforma de 36 pies de largo

    en la que se movían más de 35.000 figuras, evidenteexageración, por medio de «una mecánica complica-da y sabia que presenta al a vista del espectador unaimagen viva de todo lo que la naturaleza contiene dehermoso y maravilloso». Sus decoraciones habíansido pintadas por Pedro Algiero, pintor de la Aca-

    demia de Roma. Sus dueños eran Eugenio Flórez yLuis Ardaxo, artistas mecánicos de Nueva Orleans.Las sesiones correrían los martes, jueves y domingosde la semana y los días festivos. Se decía que yahabía sido vista en Madrid, Barcelona y otras ciuda-des españolas. El 30 de marzo se anunciaba su aper-tura. Su representación tendría lugar en la casa deBlas Vázquez, esquina opuesta a la del Monasteriode Santa Clara. Mostraba un pórtico corintio con co-lumnas torcidas o salomónicas guarnecidas de folla- jes de oro. Bajo sus pedestales se colocaban cuatrofiguras alegóricas en medio de las armas de San Juande Jerusalén. Mantuvo funciones por espacio de cua-

    tro meses, desde el 30 de marzo hasta el 3 de agosto,

    62 FALTA AUTOR O EDITOR, op. cit., p. 68.

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    lo que se suponía que era un éxito, teniendo en cuen-ta que la función era igual todos los días y que el re- pertorio no variaba, por lo que mucho tenía que gus-tarles a los habaneros para haberse sostenido tantotiempo. Pero debió de presentar suspensión de pagosel último día de los citados porque en  El   Papel pe-riódico de ese día constaba que el director del espec-

    táculo avisaba a las personas que tuviesen que re-clamar contra él su presentación para ser satisfechas.A partir de entonces no se volvió a saber de los se-ñores Flórez y Ardaxo y su teatro mecánico63.

    La cuestión de la construcción de un nuevo teatrose dilató en el tiempo por falta de recursos y de reso-

    luciones efectivas hasta 1800, fecha en la que el Co-liseo todavía no sido levantado de nueva planta. El 13de marzo de ese año el Cabildo elevó al gobernadorun presupuesto de las obras presentado por el ingenie-ro Fernández Trevejos el 1 de enero de anterior, quesería tal vez su última tarea al frente de las obras de laciudad, ya que falleció en octubre de ese año64. El 20

    63 Tolón, E. T. y González, J. A.:  Historia del teatro en La Habana, tomo I, La Habana, 1961, pp. 35-38.

    64 Según Pezuela, Antonio Fernández Trevejos era origina-rio de La Habana «de familia acomodada e hidalga, pero en suhoja de servicios del año 1777 constaba que poseía 44 años de

    edad. Tras ejercer como cadete y subteniente en el regimientofijo de la ciudad fue habilitado como ingeniero voluntario en1762 durante el asedio de la ciudad por los británicos, siendohecho prisionero en el asalto al Morro. Tras la restitución de la

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    de junio Antonio Baños efectuó proposiciones parala contratación de las obras, propuesta que hizo suyaEustaquio Fuentes y el 18 de enero de 1801 JuanPablo Lamoto, que se comprometió a ejecutarlas porla suma de 90.000 pesos, aunque solicitando antici- pos y otros privilegios que el Cabildo consideró one-rosos, por lo que el 26 de marzo dio curso a la de

    Fuentes, todo ello ya bajo el mandato del Marquésde Someruelos (1799-1812), el cual «muy inclinadoa promover las diversiones públicas» halló arbitrios para derribar la obra primitiva y edificar en su mis-mo solar otro de mampostería «bajo un plan muy pa-recido en extensión y distribución al teatro principal

    de Madrid»

    65

    . Su arquitecto fue el señor Hallet, tal ycomo se recoge en El Papel Periódico de 9 de febrero

     plaza siguió prestando servicios con tal consideración hasta queascendió a la de delineador el 13 de febrero de 1767. Participóen la expedición a Nueva Orleans bajo el mando de O’Reilly.El 25 de febrero de 1772 alcanzó la categoría de ingeniero ex-

    traordinario con grado de teniente. En 1780 participó en la to-ma de La Movila y al año siguiente en la de Penzacola, tras laque fue designado con categoría de ordinario con grado de ca-

     pitán y pocos meses después, por los méritos contraídos. En1792 se le confirió el de ingeniero en segundo y seis años mástarde en jefe con grado de coronel. Dirigió las obras de la Casade Gobierno, no descartándose ser el autor de su traza. Murió

    en 1800 justo en el momento en que había sido promovido a brigadier con destino en el Nuevo Reino de Granada. SánchezAgustí, M., op. cit.,  pp.83-84.

    65 Pezuela, J., op. cit., tomo III, p.171. 

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    de 1804, fecha en la que se anunció una función a beneficio de éste como «arquitecto y director de lafábrica del Coliseo». El diseño de su fachada imitabaa los teatros parisinos de la época.

    En 1800 se había presentado Eustaquio Fuentesante el Marqués de Someruelos, calificado por Fe-rrer como «especulador resuelto y sin dinero». Le

     propuso reedificar el Coliseo, por entonces reducidoa solar, con la condición de establecer uno provisio-nal. Deseosa la máxima autoridad de la isla de «pro- porcionar diversiones honestas a una población desesenta mil almas», accedió a su propuesta. Fuentesescogió el Campo de Marte

     por aprovechar una especie de circo de tablas quecompró muy barato a un inglés, el cual lo habíaconstruido para hacer juegos de equitación en queganó buen dinero, y cuya habitación para el objetoa que lo destinaba había de costarle casi tanto co-mo si lo hiciese de nuevo.

    Con tal panorama, un coliseo sin techo era inviableen los frecuentes días de lluvia. Otro obstáculo era elhecho de que en las funciones de la tarde, «se bajabael telón en cualquier estado que estuviese la come-dia». Para colmo de males su compañía estaba cons-

    tituida por personas que jamás habían representado yque «toda su instrucción en este ramo la habían ad-quirido leyendo las viejas comedias y los disparatados

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    romances y entremeses que se vendían en la libreríade la plaza. Dirigida por un empresario incapaz y noducho en la materia todo vino a parar, en frase e Fe-rrer «en merienda de gitanos». Se arruinaron los quelo habilitaron y los cómicos, ante la falta de abonode sus salarios, dejaron de trabajar, siendo el circodesmantelado para sacar algún producto de él.

    Finalmente, otro nuevo proyecto sí tuvo éxito.Durante su reedificación se construyó por una em- presa privada uno provisional en medio de la Ala-meda de Paula. Era pequeño y de tablas, pero segúnFerrer, «gracioso, decente y acomodado». En él serefugió la dispersa compañía del circo. Sin embargo,

    los actores seguían sin adelantar, pues

    seguían el sistema de dar gritos, hacer ridículascontorsiones, mover los brazos en todas direccio-nes a cada palabra, no dar inflexiones a la voz yexpresar en un mismo tono y con cierto fastidiososonsonete todos los afectos que estaba entoncesen toda su fuerza y hoy no falta quien lo practi-que, pero eran dóciles, y algunos, valiéndose delas advertencias que les hacían, corrigieron mu-chos de sus defectos. Sin embargo, a pesar deellos, había bastante concurrencia, porque al finse pasaba el rato66.

    66 FALTA AUTOR O EDITOR, pp. 487-488.

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     En 1846 fue ampliamente hermoseado y ampliadocon un costo de 30.000 pesos fuertes tomados delfondo de emancipados. Las obras fueron dirigidas porel general de ingenieros Mariano Carrillo de Albor-noz. Estas reformas consistieron esencialmente en larenovación en piedra de sillería de la fachada princi- pal y la lateral que miraba a la bahía». Pero, cuando,

    tras su finalización, se hallaban a la espera de unacompañía italiana para su inauguración, se produjo unviolento huracán el 10 de octubre de ese año que loafectó de tal manera que hubo de ser abandonado67.

    En esta segunda etapa, a partir de 1803, estuvoalquilado por un empresario que abonaba 250 pesos

    mensuales por él. A continuación, una sociedad deindividuos de la nobleza

    se propuso ocurrir a su conservación reparándoleen los términos correspondientes y por esta razón ylos considerables gastos que tuvieron que hacer, seles concedió el uso del edificio por cinco años, re-nunciando el ayuntamiento la pensión. Mas, advir-tiose la necesidad de construir una pared costosa yse aumentó el plazo a siete años.

    Finalmente, en su última etapa, le correspondió sugestión al empresario Francisco Marty, que sucedió

    67 Pezuela, J., op. cit., tomo III, p. 171. Weiss, J. E., op. cit.,  pp. 272-273.

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    a ésta en sus derechos y acciones. El teatro estabagravado con una pensión mensual de 20 pesos a fa-vor de la casa de recogidas. En él «se dan sesionesde ópera con especialidad y es fama que la asistenciade concurso es siempre muy escogida». Sus benefi-cios eran muy diversos. La noche que tuvo más pro-ducto fue de 700 pesos de entrada y 400 de aforo68.

    La estructura del Coliseo y su ligera reformaulterior para adaptarlo a la ópera

    En la entrada, en la puerta principal, se encontra- ba un hueco que era ocupado por tres palcos. Conta-

     ba con un banco corrido para colocar en él la ropa deguardar y con un vestuario de cómicas con dos puer-tas. Su exterior era de cuatro muros divididos en dosórdenes. En el primero se encontraban seis huecosde puertas y 11 de ventanas, todos ellos con susmarcos y hojas. Las ventanas albergaban sus rejas de

    cinco luces de madera de acina. En el segundo piso,se hallaban divididas por una faja que corría a su al-rededor, rematada en una cornisa que cubría todo eledificio. Comprendía quince huecos de ventana conmarcos y antepechos con balaustre y hojas de pino.En su interior albergaba once escaleras interiores,seis de mampostería, tres con sus puertas, dos para

    68 AA.VV., 1999, op. cit., p. 39.

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    entrar y salir y otra para el apuntador con su porta-ñuela en el piso de dicho teatro. Los aposentos delcapitán general se encontraban a la derecha e iz-quierda de la entrada a la cazuela, que se componíade dos tramos, con columnas en todos ellos. El totalde aposentos era de 53, siendo doble el del goberna-dor. En la cazuela se encontraba un graderío de tres

    escalones con sus pisos y cuatro entradas. El forroque dividía la cazuela del corredor era de tabla deciprés y en él había cuatro ventanas para desahogode las gentes con sus respectivos corredores. En la puerta número cuatro se localizaban dos cuartos paracafé. Finalmente, el patio albergaba 24 bancos com-

     pletos, seis de lunetas y tres más pequeños

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    . Al res- pecto le llamó la atención al francés Thiery tal abun-dancia de asientos que le proporcionaba «la ventajade que puede uno sentarse en la luneta»70.

    Gracias al testimonio de este último viajero pode-mos conocer datos precisos, amén del ambiente tea-tral y operístico de los primeros años del Coliseo, so- bre unas reformas efectuadas en su interior parahacerlo factible para la representación en él de óperas.El galo, que había desembarcado en su puerto el 4 defebrero de 1777, tras recibir la autorización del capi-tán general marqués de la Torre para permanecer en

    69 A.H.N. Consejos. Leg. 20.792. Inventario de las puertas yventanas del Coliseo.

    70 Thiery de Menonville, J., op. cit.,  p. 96.

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    la ciudad y en su entorno próximo, con la limitaciónde no adentrarse más de diez leguas en el interior dela isla, fue invitado a tomar café en su residencia eincluso a cenar. Entre las personas que conoció en sucasa se le presentó especialmente a Luis Huet, direc-tor general de ingeniería y de fortificaciones, indi-cándole que era francés. Le hizo pasar a su gabinete

     para hablarle sobre Francia. Menonville afirmó que«por sus preguntas y sus maneras nobles y fáciles, juzgué que era un verdadero hombre de corte». Elingeniero le mostró su interés por el Coliseo y por laintroducción en él de la ópera. Le mostró «un dibujode una tela para la sala de ópera que iba a ser cons-

    truida, donde ya había conseguido la presentación dela Didón de Metastacio». Le indicó que

    esa tela era un regalo muy especial de los habi-tantes de la ciudad. Representa a Phoeus sobresu carro saliendo del palacio de las Horas a ilu-minar con sus rayos a la ciudad de La Habana.Representa una mujer sentada al pie de un árbol,en la costa frente al fuerte Maure, coronado detorres y de aspilleras, que reposa la mano dere-cha sobre su escudo de armas y con la otra acari-cia a sus genios.

    Lo estimó como un invento «feliz para una ciudadde América», pero calificó su ejecución de «muy pobre». Precisó que

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    el palacio del sol, en alusión sin duda al nombre de

    la torre muy pequeña, negra y ahumada, cuya puer-ta, aún más pequeña, parece más bien la de un ca-labozo que la de un pórtico destinado al pasaje delos carros radiantes del sol, tirado por cuatro caba-llos. Hice notar esta falta al gobernador, diciéndoleque aparentemente el pintor conocía poco sobre La

     Metamorfosis y que no había visto nunca la pom- posa descripción de Ovidio que comienza con estas palabras: « Regia folis erat...». Sin embargo, el go- bernador trató de disculpar al pintor y me reco-mendó que fuera a ver su ópera. Quedé muy satis-fecho de haberlo conocido y a partir de ese

    momento estuve tranquil