El Príncipe_Nicolás Maquiavelo

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PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATÓLICA DEL ECUADOR FACULTAD DE ECONOMÍA PENSAMIENTO ECONÓMICO Autor: Juan Sebastián Abad Profesor: Econ. Eugenio Paladines Un análisis sobre El Príncipe de Maquiavelo

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Un análisis sobre el libro de Nicolás Maquiavelo El Príncipe

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PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATÓLICA DEL ECUADOR

FACULTAD DE ECONOMÍA

PENSAMIENTO ECONÓMICO

Autor: Juan Sebastián Abad

Profesor: Econ. Eugenio Paladines

Un análisis sobre El Príncipe de Maquiavelo

26 de marzo, 2015

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Un análisis sobre El Príncipe de Maquiavelo

“…si para conocer la naturaleza de los pueblos es preciso ser príncipe, para conocer la de los

principados, conviene estar entre el pueblo” (Maquiavelo, 1515)

La Economía es una ciencia social que busca satisfacer deseos ilimitados con recursos

limitados. Las Ciencias Políticas buscan las características y funciones del Estado ideal.

Estas dos disciplinas son diferentes, pero están íntimamente relacionadas y muy

comúnmente no se trata la primera sin tratar la segunda, ni se habla de la segunda sin

hablar de la primera. Por esta razón, el pensamiento económico está, estuvo y estará

necesariamente influido por el pensamiento político y viceversa. Por ejemplo, la

Macroeconomía, en la práctica, no puede entenderse desde una perspectiva netamente

técnica, sino que de una u otra manera se debe considerar aspectos de orden ético e

ideológico y que las decisiones muchas veces se ven restringidas por grupos de interés.

Esto explica que los primeros pensadores económicos, como el mismísimo Adam Smith,

llamaban a su estudio Economía Política (es destacable que el pensamiento político tiene

mucho más recorrido histórico, desde los clásicos griegos) y no simplemente Economía.

Este nombre paulatinamente reemplazaría al anterior a finales del siglo XIX y se

establecería hasta nuestros días. Por último, si se duda de la relación entre estas dos

disciplinas, basta con mirar al nombre que se les daba a los responsables políticos de un

país: estadistas. La ciencia Estadística tomaría su nombre por esta razón y hoy en día con

mucha frecuencia los hacedores de política utilizan conocimientos estadísticos para tomar

sus decisiones, sin contar que su lectura es obligatoria en prácticamente cualquier curso

de Economía formal. El presente artículo trata sobre El Príncipe, la obra literaria más

polémica de uno de los pensadores políticos más influyentes del Renacimiento y de la

Historia en general: Nicolás Maquiavelo.

Nicolás Maquiavelo (en italiano Niccolò Maquiavelli) fue un célebre pensador

multifacético italiano, cuyos aportes fueron mayormente de pensamiento político.

Maquiavelo es a la Ciencia Política lo que Adam Smith es para la Economía. Nació en

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Florencia en 1469 y falleció en 1512 en la misma ciudad. Entre los años 1494 y 1512

ejerció como secretario de la Segunda Cancillería de la República de Florencia. Su vida

estuvo marcada por los vaivenes en el poder de los Médici, pues su auge de influencia y de

actividad literaria coincidió con el período en que la familia volvió al poder (1512-1527).

En palabras de Guido Castillo (1986), Maquiavelo “fue, en suma, una de las

individualidades más representativas, originales y poderosas del Renacimiento

florentino”.1

Su más célebre libro El Príncipe, motivo de este artículo, lo escribió durante su retiro en

San Casciano en 1513, justamente después de su período como funcionario público, y se

lo dedicó a Lorenzo de Médici durante el exilio causado por una conspiración contra los

Médici, si bien no se la publicó hasta 1532. De este libro se piensa que está escrito de

manera imparcial y sin influencia moral o religiosa, pues para Maquiavelo no existe

hombre malo ni bueno (Castillo, 1986), sino que ha de ser juzgarlo por su eficacia

únicamente, especialmente en la política, pero eso no es completamente cierto2.

Maquiavelo escribe en su dedicatoria: “si para conocer la naturaleza de los pueblos es

preciso ser príncipe, para conocer la de los principados, conviene estar entre el pueblo”

(1513).

En el libro, Maquiavelo prácticamente detalla una guía de doctrina política sobre cómo ser

un buen gobernante en términos de un pragmatismo extremo, de ahí el término

maquiavelismo3, y la frase que se le atribuye al filósofo florentino de “el fin justifica los

medios”, que si bien no es de su autoría, sí resume muy bien su pensamiento político

cristalizado en El Príncipe. Pueden existir diferentes interpretaciones de este libro y

diferentes grados de maquiavelismo que puede tomar un gobernante, pero Maquiavelo

1 Guido Castillo, en el prólogo de la versión (referencias) en español utilizada para este artículo (1986)2 Maquiavelo hablar en ocasiones del “temor a Dios” (capítulos 12 o 18), o de ciertos límites que tiene el príncipe. Él mismo no es completamente “maquiavélico”, si bien muchos líderes han utilizado su libro como pretexto para el despotismo. 3 Modo de proceder que se caracteriza por la astucia, hipocresía y engaño para conseguir lo que se desea (The free dictionary). El concepto del maquiavelismo procede de las éticas inmorales u acciones consideradas negativas en la sociedad en general. El florentino, considerado humanista, padre de las ciencias políticas y filósofo, es el autor de esta gran polémica al desligar la política del dominio de la moral y la religión. (Wikipedia, Maquiavelismo, 2015)

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habla de cómo el poder (el principado) se adquiere, cómo se ha de mantener (o perderse)

y las características que un príncipe debe tener para gobernar, según su método.

El contexto histórico de la redacción de El Príncipe se da precisamente en los albores de la

Modernidad, en el Renacimiento italiano y del “nuevo hombre”, que se concibe como un

animal histórico y social (Castillo, 1986). Esta época estuvo marcada por cambios

ideológicos estructurales que hoy en día llegan a ser globales, especialmente en la esfera

de lo político. Por ejemplo, la separación Iglesia-Estado, o la concepción de nuevas

definiciones de conocimiento y conocimiento científico, que desencadenaría una nueva

forma de hacer ciencia, llegando a su máximo esplendor con el Método Científico

Moderno, que en la actualidad es la forma de generar conocimiento más respetada,

validada y aceptada, en contraste con las pseudociencias como la astrología o la alquimia.

Maquiavelo fue contemporáneo del fraile dominico Jerónimo Savonarola, conocido por las

hogueras de vanidad y su predicación contra el lujo, el lucro y otras realidades que

existieron en la época (Wikipedia, 2015), lo que ilustra el conflicto de ideas que existió en

la época en toda Europa y específicamente en Italia.

Al inicio del libro, Maquiavelo distingue dos “clases de principados” (formas de gobierno),

que son la república y el principado, la primera electiva y la segunda hereditaria. La

primera es el objeto de estudio del libro, pues la segunda es tratada en los Discursos. Del

poder de los dominios adquiridos Maquiavelo dicta: “el príncipe que los adquirió, lo hizo

por medio de armas ajenas, o con sus mismas armas, y fueron la fortuna y la virtú las que

lo permitieron4” (1513). También afirma que “en los Estados hereditarios que están

acostumbrados a ver reinar la familia de su príncipe, hay menos dificultad para

conservarlos” (Maquiavelo, 1513).

Maquiavelo habla de una necesidad del nuevo príncipe, que “se halla natural y

comúnmente de ofender a sus nuevos súbditos, ya con tropas, ya con una infinidad de

otros procedimientos molestos que el acto de su nueva adquisición llevaba consigo”, y así

pues el “príncipe natural”, que tiene “menos motivos y necesidad de ofender a sus

4 Virtú es entendida por Maquiavelo en sentido de energía interna y activa del hombre, la cual podía vencer a la suerte (fortuna). (Castillo, 1986)

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gobernados, está más amado por esto mismo” (1513). Aquí se refleja la manera de juzgar

de Maquiavelo, que antes que moral, es en la praxis.

De esta manera, Maquiavelo (1513) explica sobre el recién llegado al poder:

Con ello te hallas tener por enemigos todos aquellos a quienes has ofendido al ocupar este principado, y no puedes conservarte por amigos a los que te colocaron en él, a causa de que no te es posible satisfacer su ambición hasta el grado que ellos se habían lisonjeado; ni hacer uso de medios rigurosos para reprimirlos, en atención a las obligaciones que ellos te hicieron contraer con respecto a sí mismos.

dando a entender que quien quiera conservar el poder, es necesario muchas veces el

ofender, para de alguna manera ganar respeto o autoridad sobre los subordinados. Esta

mano dura ha sido aplicada mayormente por gobiernos represivos, incluyendo dictaduras

o fascismos como el de Augusto Pinochet, Adolfo Hitler, o Francisco Franco.

Maquiavelo (1513) da un ejemplo de los principados mixtos, que son nuevos pero en sólo

un miembro que se incorpora a un principado anterior:

Los romanos, en las regiones que conquistaron, observaron muy bien estas reglas: mandaron colonias, mantuvieron a raya a los menos potentes, sin permitir que crecieran en poder; debilitaron a los que ya eran poderosos; y se opusieron a que los extranjeros de gran fuerza adquirieran la menor reputación

donde toma un hecho histórico y lo convierte en doctrina deontológica (i.e. el deber ser).

Aquí advierte que no es necesario únicamente tener cuidado con los desórdenes que

puedan desencadenarse en el momento presente, sino que se deben prever los futuros y

evitarlos con destreza, para prever posibles contratiempos futuros y evitarlos al tiempo

que se previenen en el presente (Maquiavelo, 1513). También habla de la necesidad

inexorable de conocer el fallo en las “cosas del Estado”, que no debe dejar que crezcan los

males sino hacerse cargo de ello a tiempo.

Maquiavelo propone un principio político a manera de regla general:

Que quien se acusa de que otro se vuelva poderoso, obra su propia ruina; porque con su propia industria y con su fuerza ha causado aquel poderío, y uno y otro de estos dos medios resultan sospechosos a aquel que se ha vuelto poderoso.

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Además establece que “de dos modos se gobiernan los principados: o por un príncipe y

todos los demás servidores,…o por un príncipe y por barones, los cuales, no por gracia del

señor, sino por antigüedad de la familia tienen aquel puesto”. Aquí la importancia,

independientemente de si es justo o inmoral, de las relaciones en el ámbito político,

donde los puestos muchas veces se manejan por afinidades de los que poseen mayor

autoridad, en un ministerio por ejemplo, en vez de por méritos y aptitudes para ejercer los

cargos.

En el quinto capítulo, Maquiavelo (1513) establece tres maneras de mantener un Estado

que ha sido ocupado pero previamente ya se regía por leyes propias: arruinarlos, ir a vivir

personalmente con ellos, o dejarlos vivir con sus leyes, extrayendo una contribución anual

para crear allí un Estado de un reducido número que cuide de conservarlos amigos. Un

ejemplo perfecto de esta última manera es el Imperio Romano sobre el pueblo judío

(Judea) en los tiempos de Jesús, que cobraba impuestos y precisamente los mantenía a

raya, si bien respetaba su religión y sus propias leyes (todos conocen la historia con Poncio

Pilato).

Maquiavelo aconseja al prospecto de príncipe afirmando que “el hombre prudente debe

elegir únicamente los caminos trillados por algunos varones insignes, e imitar a los de ellos

que sobrepujaron a los demás, a fin de que si no consigue igualarlos, tengan sus acciones

a lo menos alguna semejanza con las suyas”, ya que más adelante dice que un príncipe no

debería apoyarse enteramente en la fortuna, pues ésta es cambiante (1513). Además

advierte que “no hay cosa más difícil de manejar, ni cuyo acierto sea más dudoso, ni se

haga con más peligro, que el obrar como jefe para introducir nuevos estatutos” (1513).

Luego de hablar de la toma del poder mediante el valor del príncipe (como Moisés,

ejemplifica) o la fortuna (la suerte), Maquiavelo examina el principado que ascendió al

poder haciendo maldades. Después de todo, Maquiavelo no resulta tan maquiavélico en

lo siguiente: “no se puede llamar valor a matar a sus conciudadanos, traicionar a los

amigos, y carecer de fe, de humanidad y de religión; estos medios pueden llevar a adquirir

el imperio, pero no la gloria” (1513). Sin embargo, al final del octavo capítulo afirma:

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Un príncipe debe, ante todas cosas, conducirse con sus gobernados de modo que ninguna casualidad, buena o mala, le haga variar, porque si acaecen tiempos penosos, no le queda ya lugar para remediar el mal; y el bien que hace entonces, no se convierte en provecho suyo. Le miran como forzoso, y no se lo agradecen.

Volviendo a su lado maquiavélico de que el príncipe debe procurar conservar el principado

aún si eso implica dejar de lado la moral y su propia virtud.

El principado civil sería aquel que se convierte en príncipe de su patria con el favor de sus

conciudadanos, mediante astucia antes que con valor o fortuna y sin violencia

(Maquiavelo, 1513). Este principado según Maquiavelo debe conservarse, conservando al

pueblo como aliado, es decir, sin oprimirle. Si el principado se logra con el favor de los

grandes, el príncipe debe procurar ganarse al pueblo, tomándole bajo su protección

(Maquiavelo, 1513). Sin embargo, él mismo advierte que si bien se debe estimar a los

grandes, el príncipe no debe hacerse odiar por el pueblo.

Maquiavelo habla también de los principados eclesiásticos, que tienen una institución tan

poderosa como la religión y se adquieren mediante valor o fortuna, pero no se conservan

mediante éstas (1513). Un ejemplo muy actual sería el Vaticano, que es un Estado aparte

de Italia, que utiliza la religión para gobernar sin necesidad una gran fuerza militar.

Adicionalmente, Maquiavelo no le resta importancia a las armas y las leyes para progresar

como repúblicas: “Los principales fundamentos que pueden tener todos los Estados, tanto

los nuevos como los antiguos o mixtos, son las buenas leyes y las buenas armas” (1513).

Advierte que un Estado no puede apoyarse con tropas mercenarias porque no son

seguras, los soldados son propensos a “no temer a Dios” y retirarse en época de guerra.

Llega hasta tal punto de afirmar que el único objeto, el arte a cultivar de un mandatario es

la guerra, el orden y la disciplina (Maquiavelo, 1513).

Existen otras ideas importantes a lo largo del libro. Por ejemplo, de la censura y alabanzas

para los príncipes, Maquiavelo (1513) indica que es necesario que el príncipe sepa evitar la

infamia de los vicios que le harían perder el Estado. Es más seguro ser temido que amado

pero es preferible ser clemente que cruel. Las dos maneras de combatir son mediante las

leyes y mediante la fuerza. Los dos temores de un príncipe deben ser el interior (súbditos)

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y en el exterior (potencias vecinas) y esto determina si se construye o no fortaleza. El

príncipe sabio, se cuestiona, ¿debe alimentar la enemistad para aumentar la grandeza al

reprimirla? Es preferible que el príncipe sea o bien enemigo o bien amigo conocido. Un

príncipe al atacar a otros no debería asociarse nunca con uno más poderoso que él si no

es necesario. La prudencia es elegir entre el menor de los males. El príncipe debe apreciar

el talento. Un príncipe que no es prudente de sí mismo no puede ser aconsejado. La

manera de huir de los aduladores es “hacer comprender a los hombres que no te ofenden

cuando te dicen la verdad” (Maquiavelo, 1513), con la particularidad de que no todos

deberían opinar sino un grupo selecto, para que no se falte al respeto al príncipe. Las

nuevas leyes e instituciones hacen honorable al príncipe. Estas son algunas de las ideas

más relevantes que se tratan en el resto del libro, que constituyen consejos a los líderes

(príncipes) para el buen gobierno y la conservación del mismo.

Finalmente, existen algunas interpretaciones a las ideas de Maquiavelo5 que se valen la

pena explorar. William Campbell (1971) entiende a Maquiavelo desde la perspectiva

económica ortodoxa, desde el racionalismo y la naturaleza humana del homo economicus,

o más bien homo homini lupus6, pues Maquiavelo exhorta al Príncipe de recordar que "se

puede decir de los hombres en general que son ingratos, volubles, simuladores, deseoso

de evitar el peligro, y codicioso de ganancias” (Campbell, pág. 23). Campbell además

establece que el particularismo7 y universalismo8 medieval de Maquiavelo es la

contraparte del mercantilismo. Está también la opinión de que la obra de Maquiavelo

puede considerarse precursora del Marketing político y Roque Favale pone de ejemplo la

campaña de Bill Clinton para su segundo mandato (2015, pág. 14). Eduardo Torres

propone algunos principios relacionados con el libro, de los cuales destacan: Utilizar los

medios disponibles y adecuados para conseguir sus intereses, La importancia de evitar ser

odiado, La ventaja de ser amado o temido y El arte de gobernar, que se debate entre la

verdad y la lisonja (Torres Maldonado, 2015). Para Rubén Dri, existe una contradicción

entre el pensamiento y la práctica, pues cuando fue funcionario antes de su destitución

5 La variedad de interpretaciones es característico de grandes pensadores. 6 “El hombre es lobo por el hombre”. En ese sentido, Maquiavelo es un pesimista7 La difusión del poder8 Una fuente de autoridad o poder superior al del Estado nacional

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por culpa de los Médici “sirvió a una república9, no a un principado”, es más, afirma que

“Maquiavelo aborrece el despotismo” (2000). En conclusión, El Príncipe es una obra que

trasciende a su contexto histórico y espacial, que ha influido en el curso de las ideas y por

ende de la praxis política, lo cual, directa o indirectamente está relacionado con el manejo

de la economía de los países y los resultados macroeconómicos.

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Referencias bibliográficas

Campbell, W. F. (1971). Economics and the Machiavellian Tradition. Association for Evolutionary Economics, 20-30.

Dri, R. (2000). La religión en la concepción política de Maquiavelo. CLACSO. Obtenido de CLACSO: http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/ar/libros/maquiavelo/dri.pdf

Favale, R. D. (Marzo de 2015). Maquiavelo y El Príncipe. El creador de la Ciencia Política. Obtenido de Editorial Histórica: http://www.edhistorica.com/pdfs/8_maquiavel.pdf

Maquiavelo, N. (1513). El Príncipe. Bogotá: Bedout.

Torres Maldonado, E. J. (Marzo de 2015). El Príncipe: reflexiones sobre el método y los principios políticos de Maquiavelo. Obtenido de Universidad Nacional de Chilecito: http://www.undec.edu.ar/compat/index.php?option=com_docman&task=doc_download&gid=1826&Itemid=182

Wikipedia. (2015). Girolamo Savonarola. Obtenido de Wikipedia: http://es.wikipedia.org/wiki/Girolamo_Savonarola

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9 No una República moderna en los términos actuales