El problema del etnocentrismo

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    EL PROBLEMA DEL ETNOCENTRISMOEN EL DEBATE ANTROPOLGICO ENTRE CLIFFORD GEERTZ, RICHARD RORTY Y LVI-STRAUSS

    Por: Rafael Aguilera Portales. Doctor en Filosofa por la Universidad de Mlaga.Profesor de filosofa en el Instiuto de Enseanza Secundaria "Ramn y Cajal", Fuengirola (Mlaga)[email protected]

    En: http://www.ugr.es/~pwlac/G18_11Rafael_Aguilera_Portales.html

    La globalizacin econmica, cultural y tecnolgica trae consigo el resurgir de problemas como el racismo, elnacionalismo, el fundamentalismo que hunden su raz en el etnocentrismo. El presente artculo expone unainteresante discusin entre el antroplogo Clifford Geertz y Richard Rorty, junto con Lvi-Strauss, sobre elproblema de la interculturalidad. Estos defienden un etnocentrismo dbil y moderado, que nos aleje de todouniversalismo vaco, abstracto y caduco, mientras Geertz critica fuertemente el relativismo cultural en el queincurren. Esta discusin se enmarca dentro de un debate de mayor envergadura entre posilustrados yposmodernos.

    El problema de la interculturalidad en la discusin actual

    El problema de la interculturalidad, las diferencias culturales y de la justicia tiene su centro de gravedad en lapolmica entre posmodernos y posilustrados. La versin posmoderna de este debate se debe quizs a Jean-Franois Lyotard (1). El disenso, la activacin de las diferencias, los islotes culturales sin comunicacin mutua yla diversidad cultural son los elementos definidores de la situacin. Existe un aislamiento cultural.

    Las ideas de dilogo o comunicacin intercultural pertenecen al universo moderno de las que habra quedesprenderse. Segn l no existe metalenguaje (Habermas), ni ningn consenso superpuesto (Ralws), ni ningnmnimo comn denominador entre las diversas culturas (Michael Walzer).

    Habermas considera a Deleuze, Foucault y Lyotard neoconservadores, por no ofrecer ninguna razn tericapara tomar una direccin social mejor que otra. Les falta capacidad crtica y transformadora de la sociedad.Para Habermas habra que conservar al menos un eje seguro para no abandonar la "crtica racional de lasinstituciones existentes". De tal modo que considera que todo el que abandone tal enfoque es irracionalista,porque desecha las nociones que se han utilizado para justificar las diversas reformas de la historia de lasdemocracias occidentales desde la Ilustracin. Abandonar esta perspectiva "universalista" es traicionar lasesperanzas sociales, que han sido nucleares en la poltica liberal.

    Rorty, al igual que Lyotard, desecha y huye de las "metanarrativas". Pero, a diferencia de ste, Rorty siguedefendiendo la necesidad de narrativas de primer orden edificantes. En este sentido, sigue los pasos de Deweyal pensar que podemos tener una narrativa histrica moralmente edificante sin levantar un teln (fundamento)metafsico.

    Lyotard ataca radicalmente la nocin de una historia universal del progreso humano y se pregunta: Frente a ladiversidad cultural, podemos seguir hablando de un historia universal? Frente a la barbarie nazi de los camposde exterminio, podemos seguir hablando de una racionalidad moderna y de un pueblo como rey y hroe de lahistoria? Y Rorty, como buen deweyano, plantea que podemos contar un relato sobre el progreso de nuestraespecie, un relato cuyos episodios ltimos subrayan cmo las cosas han ido yendo mejor en Occidente en losltimos siglos. Aunque muchos son los pensadores posmodernos que contemplan la sociedad liberal comofatalmente defectuosa. Sin embargo, Rorty contempla la sociedad liberal occidental como aquella en que latecnologa y las instituciones democrticas pueden, con suerte, colaborar para producir un incremento en laigualdad y un decremento de sufrimiento. Desde esta perspectiva, Rorty piensa que "los 'posmodernos' estn

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    en lo cierto filosficamente, pero son polticamente insensatos, mientas que los 'ortodoxos' estnfilosficamente equivocados y son polticamente peligrosos" (Rorty 1999: 88).

    Polmica entre Clifford Geertz y Richard Rorty sobre el etnocentrismo

    El etnocentrismo descansa en una actitud psicolgica antigua, que aparece en nosotros ante una situacininesperada; consiste en repudiar las formas culturales que son diferentes y alejadas de otras ms cercanas ycon las cuales nos identificamos. Los griegos hablaban de "brbaro" a todo el que fuese extranjero, mientrasque nuestra civilizacin occidental utiliz el trmino "salvaje".

    Cuando nos enfrentamos al problema del etnocentrismo, estamos obligados a partir del hecho histrico de queel hombre occidental se ha lanzado a la conquista de las culturas, dejando tras de s un reguero de violencia yde muerte: de la aniquilacin de las civilizaciones pre-colombinas a la eliminacin sistemtica de los indios deNorteamrica; de la trata de negros al exterminio, an vigente, de los indios del Amazonas y del Mato Grosso.Occidente, por tanto, se est imponiendo como una locomotora dirigida a homogeneizar todas las diferenciasculturales. Y como ha advertido Lvi-Strauss, la humanidad actualmente parece cristalizarse en una

    monocultura.

    El peso del etnocentrismo se puede ver de forma patente, tambin en la construccin intelectual de la historia.El historiador europeo antepone la historia de Occidente a la del resto del mundo, la historia de Europa a lahistoria de Occidente, y la historia nacional a la historia de los vecinos. Ante esta visin eurocentrista surgiuna nueva ciencia social, como la antropologa, que pretende conocer la historia no desde la visin de losvencedores, sino desde el conocimiento etnogrfico de los vencidos. En este sentido, la etnografa pretenderesistir y superar el discurso eurocntrico del colonizador para dar prioridad a la visin de los vencidos.

    Desde esta perspectiva, la antropologa se ha ocupado de la variedad de formas de vida de los humanos,captando la particularidad, la idiosincrasia, la inconmensurabilidad de cada cultura. Sin embargo,

    recientemente, el antroplogo Clifford Geertz ha vislumbrado que la variedad (diversidad cultural) se estdifuminando y se est convirtiendo en un plido y reducido espectro. Existe un proceso de difuminacin decontrastes culturales, "vivimos cada vez ms en medio de un enorme collage (...) el mundo est empezando aparecerse ms en cada uno de sus puntos locales a un bazar kuwait que a un club de gentleman ingls" (Geertz1996: 56).

    La diversidad cultural, por tanto, no se encuentra en espacios lejanos, sino en nuestra propia aldea, nosencontramos inmersos en una poca de mestizaje y mezcla de diversidades, somos el resultado y producto deun enorme collage.

    Ante este proceso de difuminacin, surge un problema de gran transcendencia sobre el futuro deletnocentrismo, cuestin amplia a la vez moral, esttica, y cognitiva. Normalmente, entendemos poretnocentrismo aquella actitud de un grupo, que consiste en atribuirse un puesto central con respecto a losotros grupos, en valorar positivamente sus propias realizaciones y particularidades, frente a los otros, losdiferentes. Podemos decir, en cierto grado, que todos los grupos sociales y culturales son etnocntricos. Por loque el etnocentrismo es un sociocentrismo cultural, referido a un grupo humano en cuanto definido por sucultura, o bien a un rea cultural (por ejemplo, Europa, o el islam). Formamos parte de una subjetividad social,etnocntrica, mayor que nuestra propia subjetividad. As pues, el etnocentrismo tiene dos vertientes, por unlado es positivo, porque mantiene la cohesin social del grupo y la lealtad de los miembros a ciertos principios.Y en segundo lugar, un cierto etnocentrismo radical puede conducirnos a actitudes y fenmenos como elnacionalismo, el racismo o clasismo social.

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    El etnocentrismo de Lvi-Strauss no defiende la superioridad de nuestra cultura y civilizacin tecnocientficasobre otras, y califica esta posicin de "canibalismo intelectual", consistente en que fuera de la propia culturano hay ms que "barbarie". Para l, ste es precisamente el punto de vista de los brbaros.

    "El brbaro es sobre todo el hombre que cree en la barbarie (...) y cree poder hacer legtimamente violencia alprjimo basndose en sus propias justas creencias" (Lvi-Strauss 1993: 165).

    Rousseau haba puesto los cimientos de la etnologa contempornea, mediante su consideracin del hombrecivilizado como "desnaturalizado". Y Lvi-Strauss, como etngrafo o etnlogo, estudia las civilizaciones salvajes,defendiendo que el progreso y la supuesta superioridad de la civilizacin occidental se relativiza y muestra suscontradicciones, ambivalencias y su verdadero antiprogreso (destruccin ecolgica). Generalmente, juzgamosal resto de sociedades desde criterios de nuestra civilizacin occidental; llamamos salvaje al que no compartenuestras civilizacin, y primitivo al que no sigue nuestras pautas culturales, pero esto es un etnocentrismo queno reconoce la enorme riqueza de la pluralidad y la diversidad cultural. En este sentido, cuestiona elevolucionismo cultural que valora la civilizacin occidental como "ms avanzada", frente a los gruposprimitivos; y piensa que el pensamiento salvaje posee la misma complejidad estructural que nuestropensamiento civilizado, o sea que un mito primitivo no es menos lgico que las ciencias del siglo XX. Esteantievolucionismo le condujo a negar cualquier posibilidad de explicacin unificada de la historia.

    En 1971, la UNESCO le invit para inaugurar el "Ao Internacional de la lucha contra el racismo y ladiscriminacin racial". En dicha ocasin, Lvi-Strauss defendi un etnocentrismo natural y consustancial anuestra propia dinmica como especie, un cierto etnocentrismo tenue y moderado.De esta forma, eletnocentrismo, para Lvi-Strauss, no es algo malo en s mismo, sino que, al menos en la medida en que no senos vaya de las manos, es ms bien bueno. Incluso, piensa que no es del todo reprochable colocar una manerade vivir o de pensar por encima de todas las dems o el sentirse poco atrados por otros valores.

    "Esta diversidad resulta del deseo de cada cultura de resistirse a las culturas que la rodean, de distinguirse deellas. Las culturas para no perecer frente a los otros deben permanecer de alguna manera impermeables" (Lvi-Strauss 1971: 67) (2).

    Lvi-Strauss trata de algn modo de prevenirnos de que la globalizacin y la intensidad de las comunicacionespueden ir destruyendo progresivamente las identidades culturales de cada pueblo.Caminamos hacia uncivilizacin mundial, destructora de esos viejos particularismos en los que reside el valor de cada cultura. Desdeesta perspectiva, necesitamos un cierto grado de aislamiento para las culturas y un derecho a la diferencia.

    Lvi-Strauss no est negando un cierto grado de acercamiento, pero tambin la necesidad de poner barreras ydistancias interculturales, si queremos mantener la diversidad cultural. Por tanto, son tan perjudiciales laausencia como el exceso de comunicacin. Cuando se pasa un cierto lmite, la comunicacin puede convertirseen homogeneizacin o uniformidad.

    Todorov, igualmente, nos advierte de este peligro potencial que conlleva la globalizacin:

    "Una humanidad que ha descubierto la comunicacin universal va a ser ms homognea que una humanidadque no saba de ella; esto no quiere decir que se suprimirn todas las diferencias. Suponerlo as implica que lassociedades sean simplemente el fruto de la ignorancia mutua (Todorov 1991: 95).

    La antropologa sociocultural es particularmente sensible a las diferencias culturales, aunque tiene queplantearse tambin cmo defender y desarrollar la igualdad tica entre este nuevo pluralismo. El problema quese plantea, por tanto, es cmo conciliar la diversidad cultural con un marco mnimo comn tico, quepromueva y respete los derechos humanos. El objetivo, por tanto, de la antropologa no es ofrecer relatos

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    autocomplacientes y ombliguistas, sino ayudar a "vernos, tanto a nosotros mismos, como a cualquier otro,arrojados en medio de un mundo lleno de indelebles extraezas de las que no podemos librarnos" (Geertz1996: 56).

    Para Clifford Geertz, esta postura nos conduce inexorablemente a un relativismo cultural radical difcilmentesuperable, por lo que se situara en una posicin moderada entre el particularismo y el universalismo. Elrelativismo cultural, segn l, nos lleva a un narcisismo autocomplaciente y una cierta autocentricidad culturalque conducen a una entropa moral.

    "No todo el mundo -sijs, socialistas, positivistas, irlandeses- va a acabar concordando respecto a qu esdecente y qu no es decente, qu es justo y qu no es justo, qu es razonable y qu no los es; ni pronto, ni talvez nunca" (Geertz 1996: 89).

    Clifford Geertz defiende la idea de que el mundo se encamina hacia un acuerdo universal sobre asuntosfundamentales. Sin embargo, para Richard Rorty, es preferible ser "francamente etnocntrico" y asumir que no"podemos salir de nuestra piel" para acceder al mundo de la razn y la universalidad. Admitir que somos comosomos en virtud de resultados de ciertas evoluciones contingentes, pero que creemos que nuestras formas devida son preferibles a otras formas de vida alternativas. En lugar de "venderles" la idea de que nosotros nos

    hallamos ms cerca de la racionalidad y de la justicia y ellos se hallan "retrasados" respecto de nosotros o lesfalta algo esencial que nosotros poseemos.

    Clifford Geertz califica la posicin de Rorty de "una rendicin apresurada al bienestar de ser simplementenosotros mismos, cultivando la sordera y maximizando nuestra gratitud por no haber nacido vndalo, o ik"(Geertz 1996: 45). (Esta visin etnocentrista del relativismo cultural esconde la afirmacin implcita de decir:Qu suerte he tenido de no ser un hitita!)

    Y ve en ambas posiciones, de Rorty y Lvi-Strauss, como caras de una misma moneda. Ambas opiniones acercade la diversidad cultural llegan a la misma conclusin.

    Para Clifford Geertz el mundo social no se divide en perspicuos "nosotros" con los que podemos simpatizar apesar de las diferencias que tengamos con ellos, y enigmticos "ellos" con los que no podeos simpatizar, pormucho que defendamos hasta la muerte su derecho a diferenciarse de nosotros.

    Geertz ser situara en una posicin intermedia entre el universalismo procedimental vaco (cosmopolitismo sincontenido de la UNESCO) y un relativismo cultural radical (que nos conduce al etnocentrismo provinciano ypaleto). Y defiende un relativismo moderado que no concluye en un escepticismo de la comprensin, ni en unpirronismo moral que imposibilitara el desafo moral actual.

    Muy a menudo, aprecia Rorty, los liberales pecamos de etnocentrismo cuando reaccionamos a los nazis, o a losfundamentalistas con indignacin o desprecio. Y con ello estamos ejemplificando la actitud que afirmamosdetestar. Preferiramos morir a ser etnocntrico, pero el etnocentrismo es precisamente la conviccin de quepreferiramos morir antes que compartir determinadas creencias. Entonces, debemos preguntarnos: no esslo nuestro liberalismo un sesgo cultural?

    Nuestra comunidad no es una "mnada sin ventanas", antes bien nuestra cultura liberal burguesa seenorgullece en agregar constantemente nuevas ventanas, de ampliar constantemente simpatas. Su sentido devala moral se funda en su tolerancia de la diversidad. Entre los hroes que exalta figuran quienes hanextendido su capacidad de tolerancia y simpata.

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    El etnocentrismo que Rorty defiende es un etnocentrismo moral y poltico, que niega todo universalismometafsico. Un etnocentrismo que aspira a ser fundamentalmente abierto a las alteridades. Un etnocentrismoinclusivo, cosmopolita, no exclusivo.

    Este etnocentrismo moral, poltico y cultural nos lleva a ser solidarios con nuestros semejantes, con los queestn dentro de unas estructuras socioculturales anlogas. La solidaridad es, pues, la tarea de ampliar cada vezms el mbito del "nosotros", aunque estos ltimos no sean de nuestra cultura y utilicen un vocabulario finaldiferente al nuestro.

    Pero, para Rorty, esta tarea de inclusin en el nosotros tiene una base ms emocional que racional, lo que laalejara de planteamientos ms racionalistas como los de Rawls y Habermas.

    En este sentido, Rorty se aleja del planteamiento platnico y kantiano que fundamenta la moralidad en laracionalidad humana y descarta el fundamento material de la sentimentalidad. Para ello, sugiere quepensemos en la confianza y no en la obligacin como la nocin moral fundamental. Esto supone que la difusinde la cultura de los derechos humanos y de la solidaridad responde ms a un "progreso de los sentimientos",que a un mayor conocimiento de las exigencias de los principios morales.

    La tarea de ampliacin de nuestras lealtades supondra un transformacin sentimental (basada en emociones,amor, amistad, confianza, empata o solidaridad) destinada a posibilitar un verdadero encuentro de lasdiferencias culturales.

    Rorty niega y se defiende de la acusacin de que su posicin sea tachada de relativismo cultural. l entiendepor relativismo que cualquier perspectiva moral y poltica es tan buena como cualquier otra. Pero creefirmemente que nuestro punto de vista moral es mucho mejor que ninguna visin alternativa. Califica supostura de etnocentrista; pero nunca de relativista.

    La idea importante es que, pese a la diversidad cultural, podemos encontrar atractivo el ideal liberal occidentalde justicia procedimental. La ventaja del liberalismo posmoderno es que, al recomendar este ideal, no se est

    recomendando una concepcin filosfica, ni una concepcin de la naturaleza humana, o del significado de lavida humana, a los representantes de otras culturas. Geertz tiene miedo de que, si la reaccin etnocentrista vademasiado lejos, nos limitaremos a concebir las comunidades humanas como "mnadas semnticas casi sinventanas".

    Segn Rorty, el instrumento de nuestra sociedad para resolver lo que Geertz denomina "cuestiones socialescrticas, centradas alrededor de la diversidad cultural" consiste en tener a mano muchos especialistas del amory especialistas de la diversidad. Nuestra sociedad ha renunciado tcitamente a la idea de que la teologa o lafilosofa vayan a proporcionar reglas para resolver estas cuestiones. En los ltimos siglos, el progreso moral sedebe a los especialistas de la particularidad, no de la generalidad (filsofos, telogos, etc.). Especialistas de loconcreto y lo local, como historiadores, novelistas, etngrafos, periodistas, etc. Los especialistas de launiversalidad, como filsofos y telogos, en la formulacin de principios morales generales han sido menostiles para el desarrollo de las instituciones liberales que la expansin de la imaginacin.

    Rorty realiza una terapia filosfica cultural. Esta terapia insta al liberal a tomarse en serio el hecho de que losideales de justicia procedimental y de igualdad humana son valores locales y ligados a nuestra cultura. Sonrealizaciones culturales de carcter grupal, reciente, excntrico. Y reconocer que no por ello pierden valor. Lademocracia liberal occidental es fruto y producto de azares de nuestra historia. Es el cdigo moral, quenosotros, miembros de una sociedad liberal, tenemos que reformar paulatinamente.

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    Rorty parte de la premisa de que hemos sido aculturados. Nuestra aculturacin es lo que hace ciertas opcionesvivas, importantes o forzosas, volviendo otras muertas, triviales o opcionales. Nuestra mejor oportunidad parasuperar nuestra aculturacin es educarnos en una cultura que se enorgullezca de no ser monoltica, de sutolerancia a la pluralidad de subculturas y de su disposicin a escuchar a las culturas vecinas. De aqu, suetnocntrico "nosotros". Rorty se identifica plenamente con la cultura sociopoltica del liberalismo, diciendocosas como "nuestra cultura", "nosotros los liberales"

    No obstante, Rorty, afirma que en pocas de cataclismo, como Auschwitz, qu otra cosa puede ser, sino lasolidaridad humana, nuestro reconocimiento de una humanidad que nos es comn?

    Su etnocentrismo parte de la doctrina de Williams Sellars, de la obligacin moral en trminos de "intenciones-nosotros" (we-intentions). La expresin explicativa fundamental es la de "uno de nosotros" equivale a "gentecomo nosotros", "un camarada del movimiento radical", "un andaluz como nosotros". La nocin e idea de "unode nosotros" tiene ms fuerza y contraste que la expresin "uno de nosotros, los seres humanos". El "nosotros"(3) significa algo ms restringido y local que la raza humana.

    Rorty critica el enorme grado de abstraccin del cristianismo trasladado al universalismo tico secular . ParaKant, no debemos sentirnos obligados hacia alguien porque es milans o norteamericano, sino porque es un

    ser racional. Rorty critica esta actitud universalista tanto en su versin secular como en su versin religiosa.Para Rorty existe un progreso moral, y ese progreso se orienta, en realidad, en direccin de una mayorsolidaridad humana.

    Pero la solidaridad humana no consiste en el reconocimiento de un yo nuclear -la esencia humana - en todoslos seres humanos. Se la concibe como la capacidad de percibir cada vez con mayor claridad que las diferenciastradicionales (de tribu, de raza, de costumbres) carecen de importancia cuando se las compara con lassimilitudes referentes al dolor y la humillacin. Y aqu, el intelectual moderno puede realizar una contribucinal progreso moral a travs de descripciones detalladas de variedades particulares del dolor y la humillacin(contenidos en novelas e informes etnogrficos ), ms que tratados filosficos y teolgicos.

    De aqu, que las principales contribuciones del intelectual moderno al progreso moral son las descripcionesdetalladas de variedades de dolor y humillacin, ms que los tratados filosficos y religiosos. La concepcin quepresenta Rorty sustenta que existe un progreso moral, y que ese progreso se orienta en realidad en direccinde una mayor solidaridad humana. Este progreso moral es ms til pensarlo desde una moral etnocntrica,pragmtica y sentimental, que no desde una moral universalista, abstracta y racionalista, como la de Kant.Estos trminos abstractos, como "hijo de Dios" o de "humanidad", o "ser racional" han ayudado a hacer mejorla sociedad y han propiciado el camino para el cambio poltico y cultural en nuestras sociedades; pero adolecende una excesiva dosis filosfica abstracta y de una cierta artificialidad. E invitan a cuestionar y dudar acerca dela nocin de solidaridad humana, como as lo hizo Nietzsche con su escepticismo moral.

    Si continuamos ampliando nuestro sentimiento de "nosotros", tanto como podamos, al resto de los sereshumanos, entonces la pregunta intilmente escptica "es real la solidaridad? " dejara de tener sentido.

    De esta forma, Rorty esta planteando una nueva concepcin de solidaridad como el intento de ampliar elmbito del nosotros tanto como podamos, viendo similitudes entre el "ellos" y el "nosotros". No podemospartir del lugar en el que no estamos, como hacen las ticas universalistas, cuando hablan de entes abstractoscomo "la humanidad", "todos los seres racionales", porque nadie puede llegar a una identificacin con estasabstracciones.

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    Para Rorty, "nosotros" los occidentales de finales del siglo XX tenemos suerte. Nada -ni Dios, ni la Historia, ni laRazn - garantiza esta sociedad nuestra, a la aventura humana la ha conducido a travs del azar y de lasenseanzas de la experiencia. Lo mejor que podemos hacer es cuidar esta suerte.

    Hacia una utopa liberal cosmopolita

    Y cuando se pregunta sobre las diferencias culturales Rorty defiende que un dilogo con estos pueblos puedeayudarnos a ir transformando mejor nuestras instituciones liberales.

    De tal forma, que esas culturas formen o lleguen a formar una comunidad democrtica social cosmopolita. Lautopa rortiana consistira en facilitar encuentros libres y abiertos de todas las culturas, para crear una sociedaduniversal. Rorty defiende la necesidad de narrativas de un cosmopolitismo mayor, aunque no narrativas deemancipacin, porque piensa que no hay nada de lo que emanciparse. Hay que desechar la retricarevolucionaria de la emancipacin y del desenmascaramiento, en favor de la retrica reformista sobre unamayor tolerancia y un menor sufrimiento.

    "Si tenemos presente una Idea (en el sentido kantiano, con maysculas) es la de Tolerancia ms que de laemancipacin" (Rorty 1996: 288).

    Segn Rorty hay que dejar de soar en el "hombre nuevo" del socialismo, puesto que las virtudes pblicas (lademocracia) seguirn siendo parasitarias de los vicios privados (la tica egosta del capitalismo); e iniciar unareflexin guiada por un cierta banalidad (la gente debera ser menos egosta...) que contribuya a hacerdisminuir la injusticia y la crueldad en concreto. Tenemos que abandonar la pretensin de bsqueda de unavisin unitaria, capaz de fundir teora y prctica con propsitos emancipadores. Son preferibles campaas conobjetivos modestos, plurales, descoordinados, y no siempre coherentes, fundamentados en la rebelda(campaas ecologistas, contra la violencia sexista, aumentar el apoyo pblico a la enseanza, etc.).

    "No vemos razn por la que las realizaciones sociales y polticas recientes o el pensamiento filosfico recientenos impidan intentar crear una sociedad universal cosmopolita -una sociedad que encarne el mismo tipo de

    utopa con que terminaron las metanarrativas de emancipacin cristiana, ilustrada y marxista-" (Rorty 1996:178).

    En la Conferencia Tanner, Rorty particip en un dilogo abierto con las feministas (Feminism y pragmatism). Eneste texto, se puede visualizar la idea de progreso moral y social a la que Rorty aspira. Los tres objetivos queRorty busca para la sociedad son: que la crueldad y el sufrimiento disminuyan, que la libertad se "maximice"(en el sentido rawlsiano), y que las oportunidades para que los individuos desarrollen su fantasa e imaginacinsean iguales para todos.

    Rorty cree que las instituciones liberales son, como mecanismo, idneas a la vez que moldeables y revisables,para alcanzar las transformaciones sociales necesarias y suficientes de su utopa liberal irenista, en donde lacrueldad se aminora, la libertad se expande, y nuestras oportunidades de autocreacin y autorrealizacin semultiplican. Sin esas instituciones liberales no podran realizarse estas tres esperanzas o deseos. Tambin estfirmemente convencido de que estas instituciones tienen los propios e idneos mecanismos internos paracorregir insuficiencias y errores. Y la suficiente flexibilidad para permitir que la sociedad mejore. Y que noexiste, hoy por hoy, mejor alternativa.

    Rorty piensa que los cambios importantes para una vida mejor han ocurrido, fundamentalmente, a travs delas diversas narrativas y de los grupos "separatistas" o marginales que han entrado en la escena poltica. Bajo elconcepto de narrativa, Rorty engloba las novelas, los descripciones etnogrficas, los reportajes periodsticos, endefinitiva, cualquier documento que nos provea de un recuento amplio y preciso del sufrimiento y las

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    Walzer, Michael1996 Moralidad en el mbito local e internacional. Madrid, Alianza.

    Resumen

    Este artculo es una pequea aproximacin al debate que tuvieron Clifford Geertz y Richard Rorty sobre el problema de la

    interculturalidad y el etnocentrismo en la globalizacin actual. Nuestras sociedades posmodernas se enfrentan a nuevosretos y problemas que solucionar, como el racismo, el nacionalismo, el fundamentalismo, que tienen su raz en el

    etnocentrismo. Richard Rorty defiende un etnocentrismo leve y moderado para salir del universalismo vaco, abstracto ycaduco, mientras Geertz critica duramente a ambos por incurrir en un relativismo radical.

    etnocentrismo | relativismo cultural | interculturalidad | globalizacin

    2002-05