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El Protestantismo Información de carácter general El Protestantismo es un movimiento en el cristianismo occidental cuyos adherentes rechazan la noción de que la autoridad divina se canaliza a través de una institución o persona humana determinada, tal como el Papa católico. Los protestantes buscan en otra parte la autoridad de su fe; muchos de ellos enfatizan la Biblia -las Escrituras hebreas y el Nuevo Testamento- como la fuente y norma de su credo. Los católicos romanos y los cristianos ortodoxos orientales también aceptan la autoridad de la Biblia, pero además consideran la tradición, y, en el caso de católicos, al Papa como fuente de la autoridad. La Reforma Aunque los movimientos de reforma han sido una característica de la iglesia cristiana a través de su historia y eran particularmente evidentes en los siglos XIV y XV, la mayoría de los protestantes fecha el comienzo de su movimiento en 1517, cuando el monje alemán Martin Lutero clavó para discusión una serie de tesis que desafiaron la enseñanza católica. El Protestantismo tomó su nombre de la "Protestatio" publicada por los reformadores en la Dieta de Spira en 1529. En el plazo de dos décadas la Reforma se había expandido por la mayor parte del noroeste de Europa. En Inglaterra el rey Enrique VIII rechazó la autoridad papal sobre la Iglesia, y la Iglesia de Inglaterra entró en una reforma que la volvió una entidad esencialmente protestante (aunque a menudo los anglicanos, también llamados episcopalianos, se clasifican aparte). En Suiza, Francia, partes de Alemania, de Escocia, y de los Países Bajos, comenzó una segunda corriente de reforma no luterana, influenciada principalmente por el francés convertido en ginebrino, Juan Calvino y el líder suizo UlrichZwingli. Al mismo tiempo un estilo más radical de Protestantismo apareció en el ala izquierda del movimiento. Anabaptistas, Menonitas y otros rebautizaron cristianos y los iniciaron en un movimiento que rechazó drásticamente las prácticas católicas, incluso las que el Luteranismo, Calvinismo y Anglicanismo no habían rechazado.

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El Protestantismo

Información de carácter general

El Protestantismo es un movimiento en el cristianismo occidental cuyos adherentes rechazan la noción de que la autoridad divina se canaliza a través de una institución o persona humana determinada, tal como el Papa católico. Los protestantes buscan en otra parte la autoridad de su fe; muchos de ellos enfatizan la Biblia -las Escrituras hebreas y el Nuevo Testamento- como la fuente y norma de su credo. Los católicos romanos y los cristianos ortodoxos orientales también aceptan la autoridad de la Biblia, pero además consideran la tradición, y, en el caso de católicos, al Papa como fuente de la autoridad.

La Reforma

Aunque los movimientos de reforma han sido una característica de la iglesia cristiana a través de su historia y eran particularmente evidentes en los siglos XIV y XV, la mayoría de los protestantes fecha el comienzo de su movimiento en 1517, cuando el monje alemán Martin Lutero clavó para discusión una serie de tesis que desafiaron la enseñanza católica. El Protestantismo tomó su nombre de la "Protestatio" publicada por los reformadores en la Dieta de Spira en 1529.

En el plazo de dos décadas la Reforma se había expandido por la mayor parte del noroeste de Europa. En Inglaterra el rey Enrique VIII rechazó la autoridad papal sobre la Iglesia, y la Iglesia de Inglaterra entró en una reforma que la volvió una entidad esencialmente protestante (aunque a menudo los anglicanos, también llamados episcopalianos, se clasifican aparte). En Suiza, Francia, partes de Alemania, de Escocia, y de los Países Bajos, comenzó una segunda corriente de reforma no luterana, influenciada principalmente por el francés convertido en ginebrino, Juan Calvino y el líder suizo UlrichZwingli.

Al mismo tiempo un estilo más radical de Protestantismo apareció en el ala izquierda del movimiento. Anabaptistas, Menonitas y otros rebautizaron cristianos y los iniciaron en un movimiento que rechazó drásticamente las prácticas católicas, incluso las que el Luteranismo, Calvinismo y Anglicanismo no habían rechazado.

La reforma se extendió desde estas bases a Escandinavia y Europa central, pero penetró apenas en Rusia y en el sudeste de Europa, donde prevalecía la iglesia ortodoxa, o en la Europa meridional, que seguía firmemente católica. Después de una serie de guerras religiosas desde mediados del siglo XVI hasta mediados del XVII, la mayoría de los protestantes (excepto los radicales) y los católicos adoptaron el principio de que los gobernantes de una región determinarían la religión de esa provincia o Estado. La separación de la iglesia y el Estado, un principio que otros protestantes vinieron a sostener a fines del siglo XVIII, comenzó a romper la primacía protestante en el noroeste de Europa.

En la última parte del siglo XVIII y a través del siglo XIX y hasta el presente, los misionarios protestantes extendieron el movimiento en casi todo el mundo. Los

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puntos de penetración protestantes fueron muchas costas asiáticas y africanas, pero no fue sino hasta hace poco que lo fue la católica América Latina. A partir de 1607, cuando los Anglicanos llegaron a Virginia, y hasta finales del siglo XIX, luego de la inmigración en gran escala desde Europa del sur y de Irlanda, se creía que Norteamérica, menos Quebec, era territorio en gran parte protestante.

La autoridad de la Biblia

Los protestantes han otorgado siempre gran importancia a la Biblia, pero la aceptación de su autoridad no ha conducido a la unanimidad entre ellos. Las interpretaciones divergentes de la misma Biblia han producido el movimiento más dividido de cualesquiera en las grandes religiones del mundo, ya que cientos de sectas en al menos una docena de las grandes familias de iglesias protestantes (anglicanismo, congregacionalismo, metodismo, presbiterianismo, luteranismo, las iglesias Bautistas, y similares) compiten entre sí en las sociedades libres.

Las actitudes hacia la Biblia en el protestantismo contemporáneo van desde la creencia en su verdad literal, en el extremo fundamentalista del espectro (fundamentalismo), a las interpretaciones extremadamente libres de los protestantes liberales.

Justificación por la Fe

Inmediatamente después de la creencia en la Biblia como característica del protestantismo está la convicción de que los seres humanos no se salvan por sus méritos o buenas obras, como los Reformadores del siglo XVI oyeron decir a los católicos, sino sólo "por la gracia, a través de la fe". Según los protestantes, Dios tomó la iniciativa de salvar al mundo del pecado mediante su acción en Jesucristo, e incluso la fe que condujo a la gente a creer en esa acción fue un regalo, no un logro. No obstante, y sin perjuicio de lo consistente que pueda ser la enseñanza protestante al respecto, las culturas protestantes han producido a menudo honestos buscadores de Dios, personas buenas y trabajadoras que intentan probar que son Sus elegidos (predestinación), y predicadores y otros líderes que parecen tan legalistas en su enfoque de la vida de la iglesia como eran los católicos del siglo XVI.

Sacramentos

La mayoría de los protestantes cree en la Trinidad -Dios Padre, el Hijo, y el Espíritu Santo; mantiene viva la antigua afirmación del Credo, de que Jesucristo era y es divino y humano, y celebra dos sacramentos (actos sagrados que creen fueron instituidos por Cristo): bautismo y Cena del Señor. Están divididos acerca de si sumergir a los bautizados en agua o aplicar el agua de otras maneras; acerca de la edad para recibir el bautismo, aunque la mayoría practica el bautismo de infantes; sobre si el bautismo imparte gracia o es una señal de respuesta y obediencia. Algunos protestantes creen que Jesús está realmente presente de alguna manera en el pan y el vino de la Cena del Señor (Eucaristía), mientras que otros consideran este sacramento un acto del conmemoración y

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obediencia. En su servicio los protestantes, más que la mayoría de otros cristianos acentúan la predicación de la palabra de Dios como agente para la construcción de la fe.

Política eclesiástica

Los protestantes permiten muchos estilos del gobierno de la iglesia, desde el episcopal, donde son los obispos los que dirigen, al congregacional, que no reconoce más autoridad terrenal que la local. Acentuando "el sacerdocio de todos los creyentes", han asignado un importante papel al laicado, aunque en la práctica muchas iglesias protestantes tienen un aspecto bastante clerical. Cada vez más durante el último siglo y especialmente en décadas recientes, las iglesias protestantes han ordenado a mujeres al ministerio, y las han animado a tomar roles directivos laicos.

El protestantismo ha enfrentado, más que los católicos romanos y los ortodoxos, dos problemas recurrentes. El primero se relaciona con la unidad interna del movimiento. Desde la Reforma hasta hoy los protestantes han buscado los acuerdos, poro más a menudo han permanecido en conflicto. En el siglo XX, sin embargo, el movimiento ecuménico ha juntado fuerzas. Además de las fusiones orgánicas de cuerpos separados que ha habido, se han formado movimientos de federación, consejos para la cooperación y coaliciones para tareas comunes.

El segundo problema se refiere a la autoridad civil. Para los ortodoxos y católicos las alianzas con el trono fueron naturales, pero los protestantes no estaban conformes con sus anteriores decisiones de conservar tales alianzas. Los movimientos en pro de la tolerancia religiosa fueron más agresivos y exitosos en los países protestantes. El acto de separar la iglesia y el Estado (en muchos países) ha dificultado que los protestantes tengan visiones coherentes acerca de cómo deben los cristianos convivir con responsabilidades tanto espirituales como civiles. La forma más aguda de este problema se presentó en el dilema de la Iglesia Confesante en la Alemania nazi ("Confesante" es un buen sinónimo moderno de "Protestante" del siglo XVI).

Impacto cultural

El rechazo a la tradición católica y en algunos casos una tendencia iconoclasta obró en contra del desarrollo de un estilo específicamente protestante en los artes visuales, aunque muchos grandes artistas han sido protestantes. En general la contribución protestante ha sido la simplicidad, incluso la austeridad, en el diseño y la decoración. Esto es especialmente cierto en la tradición calvinista.

En música y literatura la contribución protestante ha sido enorme. Las versiones vernáculas de la Biblia, como la de Lutero y la del Rey Jaime, desempeñaron un papel formativo en el desarrollo de la literatura alemana e inglesa moderna. El énfasis en la predicación y la carencia de centros fuertes de autoridad doctrinal contribuyeron a la diversidad de opinión y de expresión, tal como se refleja, por ejemplo, en la obra de John Milton. Una fuerte tradición musical se desarrolló a

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partir del incentivo al canto de himnos y el uso del órgano y otros instrumentos, que alcanzaron su pináculo con la obra de Johann Sebastian Bach.

La carencia de una autoridad central y con ello la aceptación de enfoques divergentes también se ha manifestado en una rica tradición teológica, que en el siglo XX abarca a figuras tales como Karl Barth, Rudolf Bultmann y Paul Tillich.

Martin E Marty

BibliografíaK Barth, Teología protestante en el siglo XIX (1952); y Pensamiento protestante (1959); R. M. Brown, El espíritu del protestantismo (1961); B.A. Gerrish, El antiguo y el nuevo protestantismo: Ensayos sobre la herencia de la Reforma (1983); H.Gollwitzer, Introducción a la teología protestante (1982); P Greven, Temperamento protestante (1978); W E Hordern, Teología protestante, una guía para el lego (1968); E Leonard, Historia del protestantismo (1968); M E Marty, Protestantismo (1972) y Protestantismo en los Estados Unidos: el imperio justo (1986); R Mehl, Sociología del protestantismoo (1970); W. R. Miller, Pensamiento protestante americano contemporáneo, 1900-1970 (1973); W. Pauck, La herencia de la Reforma (1968); L. Spitz, La Reforma Protestante (1985); C. Welch, El cristianismo protestante interpretado a través de su desarrollo (1954), y El pensamiento protestante en el siglo XIX (1972-85); J. S. Whale, La tradition protestante (1955); J. F. White, El servicio protestante: Tradiciones en transition (1989).

Protestantismo

Información avanzada

En su sentido más amplio, el protestantismo es el movimiento completo dentro del cristianismo, que se originó en la Reforma del siglo XVI y luego se centró en las principales tradiciones de la vida de la iglesia reformada: Luteranos, reformados (Calvinistas/Presbiterianos), y Anglicanos-episcopalianos (aunque el Anglicanismo en especial sostiene ser a la vez católico y protestante), Bautistas, Metodistas, Pentecostales y muchos otros, hasta las modernas iglesias africanas independientes.

El término deriva de la "protesta" entregada por una minoría de luteranos y autoridades reformadas en la Dieta Imperial alemana de Speyer en 1529, por desacuerdos con una paralización de la renovación religiosa. La "protesta" fue a la vez objeción, llamado y afirmación; preguntó con urgencia "¿Cuál es la verdadera y santa iglesia?" y afirmó que "no hay más predicación o doctrina segura que la que sigue la palabra de Dios. Según el mandato de Dios, no debe predicarse ninguna otra doctrina. Cada texto de la Sagrada Escritura debe ser aclarado y explicado por otros textos. Este santo libro es más necesario que todo para el cristiano; brilla claramente con su propia luz e ilumina las tinieblas.

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Estamos destinados por la gracia y ayuda de Dios a guiarnos sólo por Su palabra, el santo evangelio contenido en los libros bíblicos del Antiguo y Nuevo Testamento. Se debe predicar sólo esta Palabra, y nada contrario a ella. Es la única verdad, la regla segura de toda la doctrina y conducta cristianas. Nunca puede fallarnos o engañarnos."

Así, los luteranos y otros partidarios de la Reforma llegaron a ser conocidos como protestantes. La palabra inglesa tenía originalmente la acepción de "confesión resuelta, declaración solemne" designando la verdad del Evangelio contra la corrupción romana. "El Protestantismo es esencialmente un clamor a Dios en Cristo, a las Sagradas Escrituras y a la iglesia primitiva, contra toda degeneración y apostasía". La delimitación de "protestante" a significar "antiromano o no-romano" ha llevado a algunos a preferir "evangélico" (aunque en Europa continental este término normalmente designa a los luteranos) y "reformado" (utilizado más comunmente por los presbiterianos calvinistas).

Principios fundamentales

Los principios fundamentales del Protestantismo del siglo XVI incluyeron el siguiente:

Soli Deo Gloria (Gloria sólo a Dios)

Justificación de la sabiduría y el poder de Dios contra la usurpación papal y la religión hecha por el hombre, honrando la soberana trascendencia de Dios y la predestinación providencial.

Sola Gratia (Sólo la gracia)

La Redención como un regalo gratuito de Dios, manifestado en la muerte salvadora y la resurrección de Cristo. En términos principalmente Paulinos, eso fue expresado como justificación sólo por la fe, como en la Confesión de Ausburgo: "No podemos lograr el perdón de los pecados y la justicia ante Dios por nuestros propios méritos, obras o satisfacciones, sino que recibimos el perdón de los pecados y nos hacemos justos ante Dios por gracia, debido a Cristo, a través de la fe, cuando creemos que Cristo sufrió por nosotros y que por Sus méritos se perdonan nuestros pecados y se nos dan la justicia y la vida eterna". La certeza de la salvación es por lo tanto una característica de la fe protestante, basada en la promesa del Evangelio y libre de toda búsqueda de mérito.

Sola Scriptura

La libertad de la Escritura para dominar como palabra de Dios en la iglesia, desligada del magisterio y la tradición papales y eclesiásticos. La Escritura es la única fuente de la revelación cristiana. Aunque la tradición puede ayudar a su interpretación, su verdadero significado (espiritual) es su sentido natural (literal), que no es alegórico.

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La Iglesia como el pueblo creyente de Dios

Está constituida no por la jerarquía, la sucesión o la institución, sino por la elección de Dios y el llamando en Cristo a través del evangelio. En palabras de la Confesión de Augsburgo, es "la asamblea de todos los creyentes, entre quienes se predica el evangelio en su pureza y los santos sacramentos se administran según el evangelio". Los sacramentos designados por Cristo son sólo dos, bautismo y Cena del Señor, y se les puede considerar "palabras visibles", reflejos de la primacía de la predicación en la convicción protestante.

Sacerdocio de todos los creyentes

Es la privilegiada libertad de todos los bautizado para estar ante Dios en Cristo "sin intermediarios humanos evidentes" y su llamar a ser portadores de juicio y gracia como "pequeños Cristos" a sus vecinos. Pastor y predicador se diferencian de otros cristianos por la función y el nombramiento, no por status espiritual. (El protestantismo reciente ha olvidado éste quizás más que cualquier otro principio fundacional).

Santidad de todos los llamados o vocaciones

Rechazo a las distinciones medievales entre secular y sagrado o "religioso" (monástico) con desprecio a lo secular, y el reconocimiento de todas las formas de vida como vocaciones divinas". A ojos de Dios, las obras del monje y del sacerdote no son de manera alguna superiores a las de un granjero que trabaja el campo o las de una mujer ocupada de su casa" (Lutero). Ninguna de ellas es intrínsecamente más cristiana que cualquier otra, consideración obscurecida por frases tales como "el santo ministerio".

Desarrollos protestantes

El protestantismo ha desarrollado los ethos distintivos en cada uno de las varias tradiciones derivadas de la Reforma y también dentro de sus variaciones históricas, culturales y geográficas. En algunos tópicos, como la manera (no la realidad) de la presencia de Cristo en la Cena, los protestantes ha discrepado muy desde el comienzo, mientras que han concordado en rechazar la transubstanciación y el sacrificio de la misa y en insistir que sólo la fe viva se alimenta de la carne y sangre de Cristo. En otros temas, tales como el orden de la iglesia, la diversidad de prácticas no siempre ha implicado desacuerdo en principio. En estas y otras áreas, el principio escritural mismo del protestantismo se ha articulado de diversas maneras, tanto para sancionar la mantención de las tradiciones (e.g., episcopalía) que no contrarían la Escritura (enfoque típicamente luterano y anglicano), como para excluir de la vida de la iglesia cualquier cosa no explícitamente autorizada en la Escritura (tendencia del protestantismo reformado puesta en marcha muy consistentemente por el Puritanismo y algunas tradiciones derivadas).

Nada ha promovido tanto la desunión del protestantismo como los ataques del racionalismo post Iluminismo y su expresión en el liberalismo y modernismo

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teológicos, que han erosionado gravemente la Reforma y sus fundamentos bíblicos.

Otra corriente de la Reforma del siglo XVI, generalmente llamada Anabaptista o radical a pesar de su diversidad, buscó restablecer la forma original del cristianismo apostólico. El Pentecostalismo tiene una meta similar, junto con otros movimientos, incluyendo algunos Bautistas y Hermanos (de Plymouth). Algunas iglesias africanas independientes han intentado incluso una restauración del Antiguo Testamento. Pese a que el Anabaptismo no originó ninguna tradición protestante importante (aunque están los Menonitas), su rechazo a la Iglesia-Estado Constantiniana y todas sus obras (respaldadas sin reservas por las tres principales tradiciones protestantes) se convirtieron en un tiempo en el rasgo común de la mayor parte del protestantismo, especialmente fuera de Europa. (E. Troeltsch ha destacado la revolucionaria significación del abandono, por parte del protestantismo posterior, de su ideal original una civilización eclesiástica comprehensiva, una cristiandad reformada.) La "protesta" anabaptista, aunque perseguida por el protestantismo autoritario, luteranos, reformados y anglicanos, se considera cada vez más como modelo paralelo de protestantismo prístino, quizá con más que contribuir a su futuro que cualquier otro modelo.

A pesar de sus divisiones, la comunidad del Protestantismo sigue siendo perceptible en los movimientos interdenominacionales, expansión misionera, traducción de la Biblia, crítica bíblica y estudio teológico moderno, agencias de bienestar y de ayuda, y el movimiento ecuménico mismo. Los protestantes también están ligados entre sí por las convicciones comunes, la principal de las cuales es la aceptación de la Reforma como parte imprescindible de su historia. Esto no excluye, para ningún protestante, un vínculo que se remonta a los apóstoles, sino que la continuidad con el cristianismo patrístico y medieval es apreciada en diversos grados por distintas tradiciones protestantes.

El principio escritural del protestantismo se expresa en el axioma Ecclesiareformata sed semperreformanda, "iglesia reformada, pero siempre en reformación". El sometimiento a la palabra de Dios significa que ninguna tradición o institución, secular o religiosa, ni siquiera las de la Reforma o las protestantes, pueden ser absolutas. Paul Tillich consideraba que "el principio protestante" era "el juicio profético contra el orgullo religioso, la arrogancia eclesiástica y la autosuficiencia secular y sus destructivas consecuencias". Esto fue noblemente ejemplificado en la Declaración de Barmen de la Iglesia Confesante en la Alemania nazi. Intelectualmente, "la co-operación de la indagación irrestricta y la fe religiosa, de la teología y de la ciencia, sólo es posible en territorio protestante, donde todas las tradiciones e instituciones humanas están abiertas al escrutinio del hombre y al de Dios" (J H Nichols).

Finalmente, el protestantismo intenta ceñir su vida del evangelio de la gracia de Dios en Cristo. Fiel a su herencia, no puede tolerar un cristiano "hágalo usted mismo", ninguna base para la autoconfianza humana ante la faz de Dios. En última instancia valorará siempre al Cristo de la fe más que la iglesia de la historia.

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D F Wright

BibliografíaH Wace, Principios de la Reforma; E.G. Leonard, Historia del Protestantismo; W Pauck, La herencia de la Reforma; J Dillenberger y C. Welch, El cristianismo protestante interpretado con su desarrollo; P Schaff, Historia de los credos del cristianismo, I, III; R N Flew y R E Davies, eds., La catolicidad del protestantismo; J H Nichols, Cartilla para Protestantes; W Niesel, Los simbolismos de la Reforma: comparación entre católicos, ortodoxos y protestantes; L Bouyer, El espíritu del protestantismo; E Troeltsch, Protestantismoo y progreso; P Tillich, La Era Protestante; C S Carter y G E Weeks, eds., Diccionario protestante; J S Whale, La Tradición Protestante.

FENOMENOLOGIA Y EXISTENCIALISMO

1. Introducción 2. Existencialismo 3. Existencialismo y teología 4. Existencialismo y literatura 5. Planteamiento del existencialismo 6. La Fenomenológica 7. La conciencia en la fenomenología 8. Solipsismo y Fenomenología 9. Fenomenología y Nihilismo 10. Fenomenólogos 11. Conclusión 12. Bibliografía

Introducción

Se denomina Existencialismo a la corriente filosófica que se desarrolló en Europa entre las dos guerras mundiales- situación cultural y política de crisis- y por ello en cierto sentido es expresión de la desorientación y desarraigo, producidos por los cambios en la cultura, valores y principios que caracterizaron esa sociedad durante una época histórica determinada. Pero, la filosofía existencialista, se halla arraigada en la tradición filosófica, sobre todo en el pensamiento de la modernidad y en el modo en que este planteó sus problemas fundamentales.

A su vez, se puede señalar que unas de las filosofías más controvertidas y de mayor difusión en le siglo XX es el existencialismo. Estas corrientes tienen sus inicios después de la primera guerra mundial, cuyas resonancias al igual que las de la segunda guerra mundial- son verdaderamente críticas.

Mientras que la fenomenológica dentro de sus estudios filosóficos sobre la conciencia del individuo y la colectividad, nos revela con cada muestranuevos vistazos a lo que sería o será el comportamiento humano ante los diferentes sucesos.

Existencialismo

Definición:

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El existencialismo es un movimiento filosófico que resalta el papel crucial de la existencia, de la libertad y la elección individual, que gozó de gran influencia en distintos escritores de los siglos XIX y XX.

Debido a la diversidad de posiciones que se asocian al existencialismo, el término no puede ser definido con precisión. Se pueden identificar, sin embargo, algunos temas comunes a todos los escritores existencialistas. El término en sí mismo sugiere un tema principal: el énfasis puesto en la existencia individual concreta y, en consecuencia, en la subjetividad, la libertad individual y los conflictos de la elección.

Individualismo moral

La mayoría de los filósofos desde Platón han mantenido que el bien ético más elevado es el mismo para todos: en la medida en que uno se acerca de la perfección moral, se parece a los demás individuos perfectos en el plano moral. El filósofo danés del siglo XIX Sören Kierkegaard, el primer escritor que se calificó de existencialista, reaccionó contra esta tradición al insistir en que el bien más elevado para el individuo es encontrar su propia y única vocación. Como escribió en su diario: "Tengo que encontrar una verdad que sea verdadera para mí… la idea por la que pueda vivir o morir". Otros escritores existencialistas se han hecho eco de la creencia de Kierkegaard de que uno ha de elegir el camino propio sin la ayuda de modelos universales,objetivos. En contra de la idea tradicional de que la elección moral implica un juicio objetivo sobre el bien y el mal, los existencialistas han afirmado que no se puede encontrar ninguna base objetiva, racional, para defender las decisiones morales. El filósofo alemán del siglo XIX Friedrich Nietzschesostuvo que el individuo tiene que decidir qué situaciones deben ser consideradas como situaciones morales.

La filosofía existencial, o existencialismo, se interesa en reflexionar sobre el sentido de la existencia y de la muerte, por encima de cuestiones abstractas que supuestamente encubren los conflictos del hombre. La preferencia por estas temáticas hace del existencialismo una filosofía de interés para todos.

Los rasgos más característicos de esta filosofía Existencial, pueden resumirse en estos tres puntos siguientes:

1) La Irreductibilidad del Individuo: El existencialismo afirma la originalidad de la existencia individual. Lo verdadero y primario no es el todo sino "el singular", especialmente el singular que es la realidad personal, la existencia humana critica el sistema dialéctico porque engulle lo singular, anulando las diferencias y la realidad individual -el yo- que no puede ser reducido a razón o pensamiento universal.

Ese "yo", ha de caracterizarse por la capacidad de "decidirse" y "elegirse a sí mismo".

2) La Existencia como Libertad: La existencia ya no se refiere a cualquier cosa o realidad, sino exclusivamente a la realidad del yo; de un "yo concreto y mundano", cuya estructura y determinación será distinta en cada caso. La existencia establece el valor de cada realidad individual, cuyo origen ya no es el

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pensamiento sino la libertad, pero una libertad absoluta que no está ligada a nada que la determine.

Cuando algún filósofo existencialista afirma que "la existencia precede a la esencia", lo que quiere decir es que el ser humano no tiene una naturaleza o esencia que oriente su libertad sino que es esa libertad la que le hace "ser".

3) La Fenomenología como Método: El análisis de la estructura de la existencia se lleva a cabo desde la fenomenología. La fenomenología es unaontología; es decir establece el sentido de lo real y de sí misma, igual que la teoría existencialista de la realidad, interpreta el ser como fenómeno que "aparece o se manifiesta" ante la existencia cuyo principio es la libertad.

Historia

El existencialismo, como movimiento filosófico y literario, pertenece a los siglos XIX y XX, pero se pueden encontrar elementos de existencialismo en el pensamiento (y vida) de Sócrates, en la Biblia y en la obra de muchos filósofos y escritores premodernos.

Pascal:

El primero que anticipó las principales inquietudes del existencialismo moderno fue el filósofo francés del siglo XVII Blaise Pascal. Pascal rechazó el vigoroso racionalismo de su contemporáneo René Descartes, afirmando en sus Pensées (Pensamientos, 1670) que una filosofía sistemática que se considera capaz de explicar a Dios y la humanidad representa una forma de orgullo. Al igual que los escritores existencialistas posteriores, contempló la vida humana en términos de paradojas: la personalidad humana, que combina mente y cuerpo, es en sí misma paradoja y contradicción.

Kierkegaard:

Kierkegaard, considerado como el fundador del existencialismo moderno, reaccionó contra el idealismo absoluto sistemático del filósofo alemán del siglo XIX Georg Wilhelm Friedrich Hegel, que afirmó haber encontrado un entendimiento racional total de la humanidad y de la historia. Kierkegaard, por el contrario, resaltó la ambigüedad y lo absurdo de la situación humana. La respuesta individual a esta situación tiene que ser vivir una existencia comprometida por completo, y este compromiso sólo puede ser entendido por el individuo que lo asume. El individuo, por lo tanto, tiene que estar siempre dispuesto para desafiar las normas de la sociedad en nombre de la mayor autoridad de un tipo de vida auténtica en el orden personal. Kierkegaard abogó por un "cambio de fe" en el modo de vida cristiano que, aunque incomprensible y lleno de riesgos, era el único compromiso que, según creía, podía salvar al individuo de la desesperación.

Nietzsche:

Nietzsche, que no conocía el trabajo de Kierkegaard, transformó el pensamiento existencialista posterior a través de su crítica de las tradicionales suposiciones metafísicas y morales, y su adopción del pesimismo trágico y de la voluntad individual afirmadora de la vida que la opone a la conformidad moral de la mayoría. En oposición a Kierkegaard, cuyo ataque a la moral convencional le llevó a defender un cristianismo radical e independiente, Nietzsche proclamó la

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"muerte de Dios" y rechazó toda la tradición moral judeocristiana en favor de los heroicos ideales paganos.

Heidegger:

Heidegger, al igual que Pascal y Kierkegaard, reaccionó en contra del intento de fundamentar la filosofía sobre una base conclusiva racionalista, en este caso la fenomenología del filósofo alemán del siglo XX Edmund Husserl. Heidegger afirmó que la humanidad se encuentra en un mundo incomprensible e indiferente. Los seres humanos no pueden esperar comprender por qué están aquí; en su lugar, cada individuo ha de elegir una meta y seguirla con apasionada convicción, consciente de la certidumbre de la muerte y del sin sentido último de la vida propia. Heidegger contribuyó al pensamiento existencialista al poner el énfasis en el ser y la ontología tanto como en el lenguaje.

Sastre:

Sartre fue el primero en dar al término Existencialismo un uso masivo al utilizarlo para identificar su propia filosofía y ser el principal representante de un movimiento distinto en Francia que fue influyente a escala internacional después de la II Guerra Mundial. La filosofía de Sartre es atea y pesimista de una forma explícita; declaró que los seres humanos necesitan una base racional para sus vidas pero son incapaces de conseguirla y, por ello, la existencia de los hombres es "pasión inútil". No obstante, Sartre insistió en que el existencialismo es una forma de humanismo y resaltó la libertad, elección y responsabilidad humana. Con gran refinamiento literario, intentó reconciliar esos conceptos existencialistas con un análisis marxista de la sociedad y de la historia.

Existencialismo y teología

A pesar de que el pensamiento existencialista engloba el ateísmo absoluto de Nietzsche y Sartre y el agnosticismo de Heidegger, su origen en las meditaciones religiosas de Pascal y Kierkegaard hizo presagiar su gran influencia en la teología del siglo XX. El filósofo alemán del siglo XX Karl Jaspers, aunque rechazó las doctrinas religiosas ortodoxas, influyó en la teología moderna con su preocupación por la trascendencia y los límites de la experiencia humana. Los teólogos protestantes alemanes Paul Tillich y Rudolf Bultmann, el teólogo católico francés Gabriel Marcel, el filósofo ortodoxo ruso NicolaiBerdiáiev y el filósofo germano-judío Martin Buber heredaron muchas de las inquietudes de Kierkegaard, en particular respecto a la creencia de que un sentido personal de la autenticidad y el compromiso resulta esencial para la fe religiosa.

Existencialismo y literatura

Algunos filósofos existencialistas hallaron en la literatura el camino idóneo para transmitir su pensamiento, y el existencialismo ha sido un movimiento tan vital y amplio en literatura como en filosofía. El novelista ruso del siglo XIX Fiódor Dostoievski es quizá el mayor representante de la literatura existencialista. En Memorias del subsuelo (1864), el enajenado antihéroe está enfadado frente a las pretensiones optimistas del humanismo racionalista. La idea de

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la naturaleza humana que surge en esta y otras novelas de Dostoievski consiste en que es imprevisible, perversa y autodestructiva; sólo el amor cristiano puede salvar a la humanidad de sí misma, pero ese amor no puede ser entendido desde la sensibilidad filosófica. Como dice el personaje de Aliosha en Los hermanos Karamazov (1879-1880): "tenemos que amar la vida más que el significado de la misma".

En el siglo XX las novelas del escritor judío checo Franz Kafka, como El proceso (1925), El castillo (1926) y América (1927), presentan hombres aislados enfrentados a burocracias inmensas, laberínticas y genocidas; los temas de Kafka de la angustia, la culpa y la soledad reflejan la influencia de Kierkegaard, Dostoievski y Nietzsche. También se puede apreciar la influencia de Nietzsche en las novelas del escritor francés André Malraux y en las obras de teatro de Sartre. La obra del escritor Albert Camus está asociada a este movimiento debido a la importancia en ella de temas como el absurdo y futilidad de la existencia, la indiferencia del universo y la necesidad del compromiso en una causa justa. También se reflejan conflictos existencialistas en el teatro del absurdo, sobre todo en las obras de Samuel Beckett y Eugène Ionesco. En Estados Unidos, la influencia del existencialismo en la literatura ha sido más indirecta y difusa, pero se pueden encontrar trazas del pensamiento de Kierkegaard en las novelas de Walker Percy y John Updike, y varios temas existencialistas son evidentes en la obra de escritores como Norman Mailer, John Barth y Arthur Miller.

Planteamiento del existencialismo

Es una tendencia filosófica (Un humanismo) que surge y se desarrolla en Europa, y debido a la diversidad de términos que se asocian, resulta difícil ser definido con precisión. Sin embargo, se pueden identificar algunos temas comunes a todos los escritores existencialistas.

Se caracteriza por centrar su análisis en la existencia, no entendía como el hecho de ser (Existir), sino como una realidad individual mundana.

Un famoso existencialista es Albert Camus, que no es propiamente un filósofo sino un literario, es uno de los más importantes escritores de la posguerra francesa, en 1957 obtuvo el premio Nobel de literatura. Algunas de sus ideas existencialistas son Camus pone de relieve los elementos absurdos de la existencia humana, y no acepta una realidad donde la gente es torturada Busca soluciones a este problema pero fuera de cualquier solución religiosa sin embargo Camus no se resignan a este absurdo si no que se puede hacer el bien por los demás sin que haya que esperar ningún premio de Dios, es una rebelión Humana contra el mal humano y sin Dios, en cuanto representa una reacción humanista ante cualquier tipo de enajenación, el existencialismo tiene una larga lista de precursores: Sócrates, San Agustín, Maine de Biran, Etc. Pero en sentido estricto el origen del existencialismo como señalamos anteriormente, se remonta a Kierkegaard quien elabora una filosofía para la cual el sujeto esta comprometido vitalmente en su reflexión y no se limita a una objetivación abstracta de la realidad. Existen dos tipos de existencialismo:

El existencialismo Ateo que dice: Que como Dios no existe, no hay fundamento de moral universal y surge una angustia y una necesidad de

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orientar la acción libre hacia una proyección individual o a un compromiso social.

Y el existencialismo cristiano: Que subraya el valor de la comunicación y el amor interpersonal.

La Fenomenológica

Definición y Etimología:

La fenomenología (del griego: fa???µe?o?: "apariencia", ?????: "estudio, tratado") es una parte o ciencia de la filosofía que estudia y analiza los fenómenos lanzados a la conciencia. Dicho de otro modo, la fenomenología es la ciencia que estudia la relación que hay entre los hechos (fenómenos) y el ámbito en que se hace presente esta realidad (psiquismo, la conciencia).

Lo que vemos no es el objeto en sí mismo, sino cómo y cuándo es dado en los actos intencionales. El conocimiento de las esencias sólo es posible obviando todas las presunciones sobre la existencia de un mundo exterior y los aspectos sin esencia (subjetivos) de cómo el objeto es dado a nosotros. Este proceso fue denominado epoché por Edmund Husserl, el padre de la fenomenología y se le caracteriza por poner entre paréntesis la existencia de las cosas; es decir, va a las cosas mismas.

Husserl introduce más tarde el método de reducción fenomenológica para eliminar la existencia de objetos extramentales. Quería concentrarse en lo ideal, en la estructura esencial de la conciencia. Lo que queda después de esto es el ego trascendental que se opone al concreto ego empírico. Ahora con esta filosofía se estudian las estructuras esenciales que hay en la pura conciencia y las relaciones entre ellos.

La fenomenología también es un método. A diferencia del método cartesiano que tomaba por "real" todo aquello que fuera primero dudado y luego pensado de manera "clara y distinta", el método fenomenológico toma por real todo aquello que es pensado de manera clara y distinta y puesto en perspectiva temporal. Así, hoy se habla de una psicología, una politología, una historiología fundamentadas explícitamente por el método fenomenológico y se trabaja en un desarrollo de las ciencias matemáticas y físicas, por poner algunos ejemplos.

La fenomenología aspira al conocimiento estricto de los fenómenos. Esta última palabra puede inducir a error pues con frecuencia la utilizamos para referirnos a las apariencias sensibles de las cosas, apariencias que no coinciden con la supuesta realidad que debajo de ellas se encuentra. La fenomenología no entiende así los fenómenos, pues para esta corriente filosófica los fenómenos son, simplemente, las cosas tal y como se muestran, tal y como se ofrecen a la conciencia.

La conciencia en la fenomenología

La fenomenología es la ciencia que estudia la relación que hay entre los hechos (fenómenos) y el ámbito en que se hace presente esta realidad (psiquismo, la conciencia).

La conciencia es intencional, la conciencia se mueve en tres tiempos (imaginación, sensación y memoria como futuro, presente y pasado). Los

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tiempos de conciencia se dan indisolublemente en estructura primando siempre el "ir hacia", la intención. En la conciencia, a diferencia del tiempo público que va desde el pasado hacia el futuro, puede estar en el pasado "recordando" algo mientras experimenta la sensación que le produce ese recuerdo. Recuerdo que no se presenta pasivamente sino que es evocado por una necesidad de futuro (intencionado).

El primado del futuro coloca a la conciencia frente al problema de la muerte (finitud), de tal manera que no hay acto en ella que en última instancia no esté relacionado.

La conciencia trabaja en estructura con el mundo, por lo cual hablar de un fenómeno es indisoluble de hablar de la conciencia y a la inversa; para hablar de la conciencia siempre tendremos que hacerlo con un fenómeno.

Entendemos por descripción fenomenológica a toda descripción que se haga de la conciencia referida a un fenómeno desde el punto de vista de la temporalidad.

Entendemos por reducción fenomenológica a la intención que pone conciencia en todo acto, en todo fenómeno. De ahí que en toda descripción fenomenológica lleve implícita en su desarrollo su correspondiente reducción fenomenológica. Y a su vez, no es posible hacer una reducción fenomenológica sin su correspondiente descripción fenomenológica.

La intención que pone conciencia en un acto, también se llama esencia y es el objeto de la reducción fenomenológica.

Solipsismo y Fenomenología

Una de las acusaciones que se le hacen a la Fenomenología es su presunta incapacidad de llegar al "objeto en sí", en cuanto independiente de la Conciencia. Autores tan importantes como José Ortega y Gasset, solamente al final de su vida, concedieron a la Fenomenología una posibilidad de ruptura con el solipsismo.

Este problema es resuelto por Heidegger apelando a un análisis de la temporalidad. Dirá que el tiempo para la conciencia que lo experimenta no es una sucesión de instantes "del pasado al futuro", sino un "ir hacia el futuro (finitud) que va cobrando conciencia de su ir. Ejemplificando: Uno va hacia su muerte, y en este ir va "siendo", de tal manera que lo que es, es "en la muerte". Una representación de conciencia, en cuanto a su temporalidad, no se entiende si no es "como acumulación del momento anterior" que va fluyendo en el tiempo, hasta su final, de momento que ya "es" en su final. En un momento dado, esa representación "conserva" los elementos añadidos en el tiempo.

Ahora bien, por la comprensión de la propia finitud, se cae en cuenta que el "mundo", en cuanto temporalidad, tiene la misma estructura. Las cosas no "desaparecen", se conservan en un "ir yendo" hacia su finitud, de tal manera que solamente son en su finitud.

De ahí que en su origen, conciencia nace del mundo, está en todo momento en el mundo y su destino es en el mundo, que como mundo, tiene una temporalidad más extendida que la conciencia. Pero tienen en común su misma estructura temporal.

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Dirá Heidegger que es la dificultad en asumir la propia finitud, la que impide ver que el tiempo no es una "sucesión de instantes hasta el infinito". No es de un pasado hasta el futuro infinito, entonces. Es de un finitismo que, en su conclusión revela la historicidad intrínseca de todo fenómeno, sea este del yo-observador, de la representación intencionada ó del objeto "en sí" en el mundo.

Por otro lado: Tenemos noticia del objeto del mundo a través de la sensación. Sensación que estructurada es dada en conciencia como percepción. Puesto que en conciencia no se puede dar ningún fenómeno que no sea "especializado", con un color y una extensión (Husserl), no cabe otra manera de entender cómo conciencia puede atrapar una sensación que no sea "especializada en sí". También, cuando dejamos un objeto, y al cabo de un rato volvemos a tocarlo, se nos revela una "acumulación temporal", en el sentido de que el objeto como percepción "no desaparece para conciencia", mantiene su historicidad intrínseca como objeto.

Sintetizando: En conciencia y en "el objeto en sí en el mundo", en esencia, todo es un "ir hacia" (futuro) y un dar "cuenta de algo"(pasado) que se da en la forma de especialización (momento presente). Esto plantea una dificultad de comprensión que se resuelve teniendo co-presente el registro de la propia finitud del que se interroga por la existencia real del mundo, que no se da a conciencia independientemente del observador, pero es comprendido por ella en el sentido de "lo que estaba, lo que está y lo que estará cuando yo no esté". Y es imposible verlo solamente desde la ingenuidad del "momento presente", en el cual toda representación siempre es para conciencia "conciencia de algo" y no una mera "fotografía" despojada de su intencionalidad. De ahí que sea una ingenuidad tratar de hacer descripciones y reducciones fenomenológicas sin tener presentemente, por parte del que las realiza, el registro de su propia finitud.

Fenomenología y Nihilismo

Parejamente a la acusación de solipsismo, a la Fenomenología se le ha acusado de proponer una actitud nihilista frente a la vida. Apurando esa actitud, llegaríamos a la conclusión de que la vida acaba con la muerte, y que no tiene sentido (en el sentido de dirección hacia el futuro), porque dicho futuro es negado por la muerte.

Será la malagueña María Zambrano en El Sueño Creador quien empiece la discusión con el nihilismo al notar que el tiempo en conciencia se da en una discontinuidad. Cuando dormimos, "desconectamos" y luego volvemos a conectar.

También conciencia al ser intencional (acto-objeto), entre objeto y acto hay discontinuidad. Las percepciones son siempre referidas a sentidos (sean internos del intracuerpo o externos referidas a la externidad del cuerpo), y se dan de manera discontinua. Las percepciones, por otro lado son "abstracciones" que se formalizan en una representación y que, necesariamente, implican un "detener" el tiempo, haciéndolo discontinuo. (Husserl, en Lecciones de Fenomenología de la Conciencia Interna del Tiempo). A su vez, el tiempo público, tiene su propio "ritmo", en el sentido de que no ocurren las cosas "en el instante", sino que tienen un proceso con una duración temporal. Ese ritmo, no

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es explicable sin una discontinuidad. Por último, no sería posible actuar sobre el mundo, si las cosas ya "son" en su finitud, sin una discontinuidad que permitiese hacer un cambio en los acontecimientos.

Esta discontinuidad, es atemporal. Y es gracias a ella que la conciencia es esencialmente abstractiva (en el sentido de que se mueve con imágenes, que siempre "detienen" la realidad) y que puede moverse y "mover" al mundo.

Conciencia no puede dar cuenta de lo atemporal. Puede caer en cuenta de lo atemporal por cotejo con la temporalidad de otras conciencias y del mundo. Y tampoco se puede hacer una descripción fenomenológica (siempre desde el punto de vista de la temporalidad) ni una reducción (pues conciencia no puede poner una intención fuera del tiempo). El análisis de lo atemporal se reduce entonces a un análisis de la inter-subjetividad y de la mundanidad para la conciencia. Podemos comprender (a modo de hipótesis) lo temporal y lo atemporal como estructurados entre sí. Pero no podemos hacer descripción fenomenológica de "lo atemporal en sí".

Ahora bien: Podemos describir los cambios en la temporalidad de la conciencia "arbitrarios" que se producen por la estructura que forma con lo atemporal. Podemos decir... "perdí el hilo" (siempre con referencia "al otro"), "no recuerdo qué pasó" (siempre con referencia "al mundo" , "me dormí". Y podemos rastrear los cambios de dirección que se dan en conciencia (inspiraciones, de las que los grandes científicos y místicos nos hablan siempre referidos "al mundo" y "a los otros"). Esta intuición-comprensión lleva a plantear las cosas también de otra manera: Puesto que el momento presente essíntesis de un futuro que todavía no es (inexistente) y un pasado que tampoco es (lo pasado fue, ya no es), el determinismo del momento presente (acompañado de su a-temporalidad en forma de discontinuidad) se revela como "lo que menos es", como lo irrelevante. Por otro lado, no podemos decir nada de esa a-temporalidad, que es la que "dona" a su vez la temporalidad, el "ser de la cosa en sí".

Veámoslo desde otro punto de vista (Ortega y Gasset, fundamentalmente). De entre todos los actos-objetos posibles, se realiza uno, y solamente uno en cada momento temporal. Los otros "posibles", son dados dentro de las posibilidades de su existencia, es decir, como "pasado posible de concretarse en el futuro", como memoria que de toda la posible, solo una parte se concreta. Y éste es el fundamento intencional. La elección de una posibilidad entre las posibles (no existentes). Y todo esto, desde una búsqueda hacia su proyección (posibilidades futuras). Dicho de otra manera: podemos concebir lo atemporal como todo aquello que no es... Esto es una frase, y no es un elefante, y no es una casa... etc. (Ortega habla largo y tendido de "lo que no es" en "Ideas y creencias"). Estamos hablando en rigor "desde la temporalidad", pero a la manera racio-vitalista.

Y la realidad es entonces lo que es (el presente) y lo que no es (el pasado en todas sus combinaciones y el posible futuro, en todas las suyas. Aquello que "no es presente"). También el "yo-observador", con su capacidad de elección "materializa" lo posible de la intención, muestra en su mismidad cómo lo atemporal no es mera posibilidad, cuando, emplazado en el presente, es capaz de "moverse" por el futuro (imaginando) y el pasado (recordando). A-

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temporalidad que puesta en perspectiva, se revela como esencia de lo temporal.

Desde estos planteos, no cabe la actitud nihilista: De la muerte nada se puede decir, puesto que por definición es "la no-existencia". Lo que habría que rastrear entonces, es porqué a esa "no-existencia" se la identifica como la nada, y no como la a-temporalidad, origen precisamente de toda temporalidad. Es decir, como lo inmortal generando la ilusión de lo mortal, lo temporal).

Sintetizando: De la muerte nada podemos decir, desde el punto de vista de la temporalidad. Pero la fé en la trascendencia es posible desde ella, así como la falta de fé. Las actitudes nihilistas surgen de un encerramiento hacia "el otro" y hacia "el mundo". Es precisamente la falta de "sentido" la que se revela en la violencia cotidiana donde el otro es cosificado y el mundo utilizado en el propio beneficio, precisamente porque son negados, y al ser negados, aparece la co-presencia de la muerte no como algo posibilitario y querido, sino como la cerrazón de todo destino. Cada uno debe examinar la postura que mejor aclare su existencia, pero acusar a la fenomenología de nihilismo es, a todas luces, un exceso.

"...Por otra parte, jamás pregunto a otro por sus particulares creencias y, en todo caso, aunque defino con claridad mi posición respecto a este punto, proclamo para todo ser humano la libertad de creer o no creer en Dios y la libertad de creer o no creer en la inmortalidad" (Silo, declaración de México, 1981)

Fenomenólogos

Aunque el término "fenomenología" fue usado muchas veces en la historia de la filosofía antes de Husserl, el uso moderno de la palabra está ligado explícitamente a su método particular. A continuación se presenta una lista cronológica de pensadores importantes en el desarrollo de la fenomenología, con comentarios breves de sus contribuciones:

Friedrich ChristophOetinger (1702–1782) pietista alemán, usó el término en el estudio del "sistema divino de relaciones".

Richard Kleiderman: Racionalista, usa el método para los problemas del conocimiento.

David Hume (1711–1776) Filósofo escocés, llamado a veces escéptico o partidario del sentido común. Aunque esta conexión es algo tendenciosa, Hume, en su Tratado sobre la Naturaleza Humana, parece tomar un enfoque fenomenológico o psicológico al describir el proceso de razonamiento de la causalidad en términos psicológicos. Esta es también la inspiración para la distinción kantiana entre la realidad numérica y la fenoménica.

Johann Heinrich Lambert (1728–1777) Matemático, físico y filósofo de la teoría de la apariencias que son la base del conocimiento empírico.

Immanuel Kant (1724–1804), en la Crítica de la razón pura, diferenció entre objetos como fenómenos, que son los objetos formados y asimilados por la sensibilidad humana y el entendimiento, de los objetos como cosas-en-sí o noumenos, que no se nos aparecen en el espacio y el tiempo y sobre los que no podemos hacer juicios legítimos.

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Conclusión

La fenomenológica y el existencialismo se relacionan a través de las conductas sociales, ya que actúan en cada una nuestras acciones por ende es importante conocer de este tema para obtener mayor sentido de cómo influye en la estética de nuestra vida cotidiana, que en realidad no es más que nuestra manera de apreciar las cosas a través de diferentes apreciaciones y experiencias.

Bibliografía

Pág. Web: http://es.wikipedia.org/wiki/Fenomenolog%C3%ADa Documento en línea, Autor desconocido

Pág. Web: http://www.e-torredebabel.com/Historia-de-la-filosofia/Filosofiacontemporanea/Sartre/Sartre-Fenomenologia.htm Documento en línea, Autor NarenRamoni

Pág. Web http://es.wikipedia.org/wiki/Existencialismo Documento en línea, Autor: Desconocido

Pág. Web: http://html.rincondelvago.com/existencialismo_3.html Documento en línea, Autor Ramón Hernández

 

PROTESTANTISMO 

SUMARIO: I. Origen y extensión del término - II. Exigencia de renovación: 1. De la ética del pauperismo al espiritualismo joaquinista; 4. De la protesta religiosa de Wyclef al profetismo apocalíptico de Savonarola - lll. Los movimientos reformadores del s. XVI y sus características: 1. Prioridad de las Sagradas Escrituras: 2. Salvación por la fe: 3. Sacerdocio universal de los creyentes: 4. Una referencia a otras características - IV. De la rebelión frente al papado de la iglesia de Inglaterra a los movimientos carismáticos de nuestros días: 1. El anglicanismo: 2. El metodismo: 3. Los movimientos caracterizados por el "bautismo de los creyentes" - V. De la teología de la crisis a la teología de la esperanza - VI. La dimensión ecuménica.

I. Origen y extensión del término

El término protestantismo indica el complejo y multiforme movimiento reformador que tuvo comienzo en el s. XVI. Su origen arranca de la solemne "protesta" que las ciudades y los príncipes evangélicos de Alemania elevaron el 19 de abril de 1529 contra la decisión de la Dieta de Spira, la cual exigía la restauración de la jerarquía y del culto romanos en los países donde habían sido suprimidos. De ahí el apelativo de "protestantes" aplicado a los estados evangélicos. Luego, se utilizó el término para indicar los movimientos reformadores de los siglos sucesivos. A este término, que conserva un tono antiromano y acentúa la actitud crítica, muchos prefieren el menos polémico de "evangélico", que subraya el elemento positivo de la

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Reforma: el retorno al mensaje evangélico originario. También se utiliza, al menos por una parte de las iglesias surgidas en la Reforma, el término "reformadas", para subrayar el propósito de continua disponibilidad a la renovación de la Iglesia: Ecclesiareformata, semperreformanda. El anglicanismo, aunque por comodidad de clasificación cae bajo el término general de protestantismo, reivindica para sí un puesto en el ámbito de los diversos movimientos reformadores, proclamando, junto con la Iglesia católica y la ortodoxa, su carácter universal 1.

II. Exigencia de renovación

La exigencia de renovación en la Iglesia, que tuvo su explosión en la reforma del s. xvi, se había manifestado también en varios sectores del episcopado católico, Son prueba de ello las discusiones que al respecto tuvieron lugar en varios concilios: Vienne (1311) Pisa (1409), Constanza (1414-1418), Basilea (1441-1449). Una clara manifestación de protesta contra los males que padecía la Iglesia se había concretizado también en el hecho de que la piedad cristiana se refugiara en el ascetismo de los claustros. Recordemos entre todas la poderosa voz contestataria contra las prevaricaciones de la Iglesia de Occidente elevada por Bernardo de Claraval (1090-1153), ferviente estudioso de san Agustín y autor del cántico titulado Rey cubierto de heridas.

1. DE LA ÉTICA DEL PAUPERISMO AL ESPIRITUALISMO JOAQUINISTA - El pauperismo (neologismo derivado depauper, igual a pobre) tuvo sus primeras manifestaciones en el movimiento de los cátaros (kátaros, igual a puro), del cual aparecen las primeras noticias en Italia, hacia el año 1030, tras la lucha contra los herejes del castillo de Monforte, junto a Alba (Cuneo, Italia). En los cátaros hay ya muchos elementos característicos de los movimientos pauperísticos del s. xii: reivindicación de un estado privilegiado de pureza doctrinal frente a la decadencia y a la corrupción del mundo y de la Iglesia, rigurosa disciplina espiritual y ética, redescubrimiento de la pobreza evangélica. Pero también se distinguió por su neto rechazo de la Iglesia jerárquicamente entendida; su condena del mundo como materia y, por lo tanto, como producto diabólico, su rechazo de la experiencia eclesiástica en cuanto sida sacramental y su contestación radical del vivir con la Iglesia (vivere cum Ecclesia). Y es precisamente junto a esta herejía de tipo dualista, que tenía elementos comunes con el antiguo movimiento maniqueo, donde surgen y se alimentan con frecuencia (como en el caso de los albigenses en Francia) ciertos movimientos populares de renovación de carácter pauperista más marcado, suscitados por hombres de diversa extracción y personalidad, pero todos deseosos de renovar la vida de la Iglesia partiendo del redescubrimiento de la pobreza evangélica. Recordemos las figuras más significativas.

Arnaldo de Brescia (1100-1155), apóstol del retorno del clero a la pobreza apostólica, acérrimo adversario del poder temporal del Papa, partidario de un ayuntamiento autónomo en Roma, y por esta causa ahorcado y quemado en dicha ciudad.

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Pedro Valdo (1140-1217), o Valdus (el nombre de Pedro se utiliza tan sólo dos siglos más tarde), mercader lionés (pobres de Lyon), que se convirtió a la pobreza evangélica. Propugnaba la exigencia de un retorno de la Iglesia a un ideal de vida apostólica y reivindicaba también para el laicado el derecho a la predicación pública del Evangelio. Sus secuaces establecieron como fundamento de su vida espiritual la práctica del sermón de la montaña, dando amplio margen al sacramento de la penitencia y afirmando que la piedad debía imponerse al legalismo. Se preocupaban de forma especial de la oración y celebraban la santa cena como alimento comunitario con el pan y con el vino 2.

Francisco de Asís (1182-1226), cuya vida y cuya acción reflejan el ansia de renovación que fermentaba en la Iglesia con un fuerte realce de la exigencia de un retorno a la pobreza evangélica [>Hombre evangélico]. La llamada que él escuchó, dirigida directamente por Cristo mientras oraba en la iglesia de san Damián: "Francisco, ve y repara mi Iglesia, que se desploma en ruinas", a pesar de que en un primer momento se interpreta en sentido material, se convierte más tarde en una apelación que se transformó en fermento de profunda renovación espiritual. Su Cánticode las criaturas, compuesto en medio de los sufrimientos de la grave enfermedad que lo llevaría a concluir su existencia terrena en la Porciúncula, es un mensaje de fe gozosa y limpia en un siglo atormentado y en muchos aspectos oscuro. Es justo advertir que la amplitud de miras de Inocencio III fue quien transformó el franciscanismo en institución clerical, impidiendo que se convirtiera en un movimiento herético.

Joaquín de Fiore (1130-1202), alma de místico y de profeta, que madura el designio de una renovación de la Iglesia partiendo de una lectura "espiritual" de la Biblia. Su visión universalista de la historia, a medio camino entre la realidad y la utopía, está carismáticamente impregnada de la visión de una iglesia activa y renovada. La visión profética que lo anima va más allá de los puntos más avanzados e incisivos de los movimientos pauperistas, que se batían por una reforma de la Iglesia, proponiendo un ideal evangélico de pobreza. Brota del soplo del Espíritu y se expresa en una métrica triádica espiritual e histórica al mismo tiempo: después del reino del Padre (bajo la ley del AT) y del reino del Hijo (bajo la ley del NT), anuncia, aunque bajo el signo de la observancia de ambas leyes, el reino del Espíritu: ante legem, sub lege, sub gratia. Su pensamiento tuvo gran resonancia en la Italia de los últimos siglos del medioevo y ejerció gran influencia en Dante, que definió al monje calabrés "de espíritu profético dotado".

2. DE LA PROTESTA RELIGIOSA DE WYCLEF AL PROFETISMO APOCALIPTICO DE SAVONAROLA - La decadencia del papado en el período aviñonense había reforzado también en Inglaterra una actitud nacionalista de independencia de la curia papal, debido incluso a las presiones fiscales, alimentando una corriente reformadora de las costumbres y de la doctrina de la Iglesia. De dicha corriente se hizo intérprete sobre todo Juan Wyclef (1322-1384), que recibió de sus secuaces el sobrenombre de "Doctor

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Evangélico". Supo transformar la protesta nacional en protesta religiosa, apoyado por el sentimiento nacionalista de la corte y tolerado por la Iglesia, a pesar de que en su obra Del dominio civil (1376) contraponía el ideal de la pobreza evangélica a la riqueza del alto clero y afirmaba que los bienes de la Iglesia habían sido concedidos por Dios en uso temporal, a fin de usarlos para su gloria, y no en propiedad para disponer de ellos a capricho. Fue, sin embargo, acusado de herejía cuando comenzó a asegurar que la única autoridad para el creyente no era la Iglesia, sino la Biblia, que los laicos tenían el derecho a conocer la Sagrada Escritura en su propia lengua (de hecho, tradujo la Vulgata al inglés) y que la concepción jerárquica de la Iglesia es contraria a las Sagradas Escrituras. Este profesor de filosofía, teología y matemáticas de la Universidad de Oxford pasó después a enseñar que la doctrina sobre la Santa Cena era contraria a la transustanciación, y que las indulgencias, las obras supererogatorias, el culto de los santos y de las imágenes, las reliquias y la confesión auditiva se oponían a los escritos neotestamentarios. Ya se manifestaban aquí de una forma inicial clara todos los temas que recogería la "protesta" que habría de brotar dos siglos más tarde. Juan Huss (ca. 1369-1415), que había estudiado en la Universidad de Praga, de la que llegó a ser rector, tuvo conocimiento de las ideas de Wyclef a través de algunos exiliados bohemios que habían vuelto de Inglaterra, leyó sus escritos y adoptó la protesta, a excepción de la negación de la transustanciación. La corriente hussita tuvo numerosos seguidores, entre los que destaca la corriente más radical, llamada de los taboritas, la cual rechazaba todo cuanto no tuviera un origen escriturístico, tanto en la práctica de la Iglesia como en la fe. Algunos de ellos formaron hacia mediados del s. xv la UnitasFratrum (o hermanos moravios), de los que se derivó la iglesia moravia, que todavía existe. Juan Huss, condenado por el concilio de Constanza (1414-1418), murió en la hoguera el 6 de julio de 1415, siendo seguido en el mismo suplicio, casi un año más tarde, por su discípulo Jerónimo de Praga (1380-1416), que había llegado a Constanza para defender a su maestro. El hussismo, aunque acogía la herencia del joaquinismo, había alimentado en amplios sectores empeñados en la renovación de la Iglesia la corriente profético-apocalíptica. También parece que estuvo animado por tales ideas el franciscano Juan Hilten, muerto en la cárcel hacia el año 1500.

La figura más importante que enlaza con esta corriente es, sin duda, la del fraile dominico Jerónimo Savonarola(1452-1498), cuya voz se levantó no sólo contra la tiranía política de los Médici y contra el papado, sino también para reclamar el retorno de la Iglesia a la sencillez apostólica. En sus predicaciones no atacaba ningún dogma de la Iglesia. sino que la llamaba con vehemencia a la renovación y revisión, instándola a un mayor amor a la Sagrada Escritura y profetizando graves calamidades en caso contrario. Algunas de sus profecías se cumplieron, con lo que aumentó su crédito entre el pueblo florentino, mientras que otras no se cumplieron. Sostenía, en todo caso, que la salvación no se obtiene mediante obras y méritos, sino solamente mediante la fe en la acción redentora de Cristo. A una persona que quería confortarlo en el día del suplicio, consumado el 23 de mayo de

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1498 en la plaza de la Señoría, de Florencia, respondió: "En la hora extrema sólo Dios nos puede confortar".

III. Los movimientos reformadores del s. xvl y sus características

El comienzo de la reforma protestante se hace coincidir con la víspera de Todoslos Santos del año 1517, en queMartín Lutero 3 clavó en las puertas del castillo de Wittenberg sus 95 tesis contra las indulgencias. Por este mismo tiempo, independientemente de Lutero, inician su predicación Ulrico Zuinglio 4 en la Suiza de habla alemana, y Juan Calvino 5 en la de habla francesa. Además, el teólogo calvinista francés Lefevred'Etaple (1455-1536) traduce a su lengua toda la Biblia. Esta simultaneidad de movimientos reformadores, surgidos espontáneamente en países distintos y en situaciones históricas particulares, presenta, dentro de algunas diferencias inevitables. una unidad fundamental. "Las diferencias sólo se pueden captar adecuadamente sobre el trasfondo de todo lo que tienen en común" (G. W. Locher). Esta unidad fundamental nace de la exigencia de un retorno a la autoridad de la Sagrada Escritura, de una recuperación del valor de la fe en contraposición a todo legalismo que pretenda asegurar la salvación del hombre, y de la negación de toda limitación o usurpación de la gracia de Dios por parte de instancias humanas. Las doctrinas comunes y fundamentales del protestantismo pueden reducirse sustancialmente, por tanto, a tres: exclusividad de la Escritura, salvación por la fe y sacerdocio universal de los fieles.

1. PRIORIDAD DE LAS ESCRITURAS - La Biblia es el documento inspirado en la revelación de Dios, que tiene su punto focal en Cristo. En el Antiguo Testamento. Cristo es aquel que debe venir y hacia el cual convergen en la esperanza tanto la ley como los profetas; el NT da testimonio de Cristo en su historicidad, en sus enseñanzas y en su ser acontecimiento redentor, en la historia y por la historia, del individuo y de la humanidad. Además, el Nuevo Testamento es el canon fundamental que debe ser siempre la norma para juzgar de nuevo todo desarrollo de la doctrina cristiana a fin de valorar su ortodoxia: "Pero aun cuando nosotros mismos o un ángel del cielo os anunciase un evangelio distinto del que os hemos anunciado, sea anatema" (Gál 1,8). De hecho, los reformadores se remiten al testimonio de la verdad cristiana original frente a los cambios y a los oscurecimientos sufridos por esta verdad cristiana en el curso de los siglos. Esto no significa considerar a la Biblia como un código estático. Por el contrario. la Reforma introdujo el principio del estudio de la palabra de Dios a la luz de una investigación crítica, lingüística, histórica y teológica. Afirmó el aspecto dinámico de la Sagrada Escritura como voz de la historia que, transmitiéndonos una palabra del pasado, nos indica un futuro abierto. Sería también un equívoco rechazar las tradiciones etiquetándolas a priori como un abuso por el hecho de estar hoy en vigor en la Iglesia (Hans von Campenhausen).

2. SALVACIÓN POR LA FE - La doctrina de la salvación por la fe, causa de la ruptura de Roma con Lutero y de Lutero con Roma, es una doctrina

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exquisitamente paulina y pretendió volver a poner de relieve el hecho de que la salvación no es una conquista del hombre mediante sus obras, sino que es el don del amor de Dios en Cristo:"Habéis sido salvados gratuitamente por la fe, y esto no por vosotros; el don es de Dios" (Ef 2,8). Esto no significa que Dios realiza aquello que el hombre podría y debería hacer. No se trata de un cómodo pretexto para no obrar, sino de una toma de conciencia de la exigencia de obtener mediante la fe el perdón y la renovación interior, sin los cuales no podemos obrar el bien. "La gracia no produce perezosos; nos sitúa en una posición de espera, pero también de movimiento" (Manfred Linz). Lo que se niega en la doctrina de la justificación por la fe no es el valor y el deber de las llamadas "obras buenas", sino su efecto meritorio y salvífico. Son signo de la fe, servicio que el hombre presta a Dios. La certeza de la salvación no depende de una valoración empírica del grado de santificación alcanzado en la vida, sino que se funda sobre la acción de Dios en Cristo, es decir, sobre la acción de la gracia. Lutero afirma que "todo es gracia" y que el hombre anula la gracia cuando quiere poner junto a ella como factor determinante sus propias obras.

3. SACERDOCIO UNIVERSAL DE LOS CREYENTES - Con esta doctrina reafirmó la Reforma que los componentes de la comunidad de los fieles son hijos adultos de Dios y, por lo tanto, directamente responsables ante él. Lo contrario de "laico" no es, por consiguiente, el concepto de "clérigo", es decir, el que está iniciado en las cosas sagradas, sino aquel que se sitúa fuera de la Iglesia. De ahí un ordenamiento eclesiástico orientado a conseguir que los miembros de la Iglesia puedan realizar los unos por los otros, en la libertad y en el amor, aquel servicio que Cristo ejecutó de forma típica y ejemplar por todos los hombres y que él quiere que lo continúen los miembros de su cuerpo: "Disponeos como piedras vivientes a ser edificados en casa espiritual y sacerdocio santo para ofrecer víctimas espirituales aceptas a Dios por mediación de Jesucristo... Sois linaje escogido, sacerdocio real, nación santa, pueblo peculiar" (1 Pe 2,5.9). La Reforma puso también de manifiesto que en el NT se habla de dones diversos (Rom 12,6; 1 Cor 7,7; 1 Pe 4,10; etc.) y de funciones diversas (He 1.20; Rom 12,4; 13,6; 1 Tim 3,1.10; etc.), sin hacer mención alguna de la jerarquía de ministerios o de una mediación sacerdotal humana: "Porque uno es Dios, único también el mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús" (1 Tim 2,5). Esto no significa que cada uno en particular sea sacerdote de sí mismo, libre y soberano en la interpretación de las Escrituras, sino más bien que la función sacerdotal compete a la comunidad cristiana en su conjunto, sin distinción entre clero y laicos, y que todo creyente está llamado a examinar la vida de la Iglesia a la luz de la palabra de Dios. Para Lutero, más que el derecho, se trataba de reivindicar el deber del laicado de participar activamente en la vida de la Iglesia. La comunidad no es, por tanto, objeto, sino sujeto del cuidado pastoral de las almas (mutua consolatiofratrum); es responsable de la predicación del evangelio, de la administración de los sacramentos, de la disciplina interna y de su gobierno. Calvino no sólo restituyó al laicado parte del gobierno de la Iglesia, sino que reconoció a cada comunidad local el derecho de nombrar como ministro suyo al hombre que ella considerase como llamado por Dios a ejercer tal oficio.

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4. UNA REFERENCIA A OTRAS CARACTERÍSTICAS - Si los reformadores representan fundamentalmente una teología concorde en los elementos esenciales, cada uno de ellos acentúa o pone énfasis en uno u otro elemento, imprimiéndole un carácter peculiar. Si Lutero subraya en su predicación y en su enseñanza al Dios misericordioso, cuya gracia llama al creyente a la libertad de los hijos de Dios, Calvino ponía el acento no en la misericordia, sino en la absoluta soberanía de Dios. Esta soberanía, que se manifiesta en la naturaleza y en la historia a través de la providencia, tiene una evidente nota polémica en la mentalidad del reformador, en contra de la concepción fatalista difundida en la mentalidad del renacimiento. De esta doctrina de la soberanía de Dios se deducía para Calvino ; al igual que para Zuinglio, la doctrina de la "predestinación". Esta doctrina, que ya estaba presente en Agustín y en Tomás de Aquino y que presenta ya atisbos en los evangelios (Mt 24,40; 25,24; 11,25-27: Mc 4,11-12; 13,20.22.27; etc.) y en el epistolario paulino (Rom 8,28-30 9,11; Ef 1,3-15; etc.), es radicalizada por el reformador ginebrino como posibilidad de predestinación a la salvación y a la perdición. La formulación clásica de esta doctrina se encuentra en la obra fundamental del reformador Christianae religionisinstitutio, que tuvo su primera edición en Basilea el año 1536: "Llamamos predestinación al eterno decreto de Dios con el que ha establecido lo que ha de suceder a cada uno de los hombres. De hecho, no todos son creados de igual condición, sino que para unos está predestinada la vida eterna y para otros la condenación eterna. Por eso, como cada uno ha sido creado para un fin o para otro, decimos que estamos predestinados a la vida o a la muerte". Esta definición tan radical vino a ser atenuada en la práctica por el mismo reformador, el cual subraya la íntima unión existente entre la fe y la vida, la salvación y la santificación. Lutero, en su obra titulada De servo arbitrio, proclama que el hombre es culpable del mal que lleva a cabo y que la predestinación y el esclavo albedrío derivan de la soberana libertad de Dios y hacen al hombre culpable en cuanto se adhiere voluntariamente al mal. Los teólogos protestantes de los siglos sucesivos prefirieron hablar de "presciencia" (es decir, que Dios sabe, pero no determina lo que tendrá lugar) y de "elección", o sea de que Dios escoge a sus elegidos para que transformen el mundo para gloria suya. Esta elección tiene lugar en Cristo y coincide con su entrega en la cruz.

Contra el riesgo de entender la Santa Cena como un mero símbolo y como sacramento meramente conmemorativo (Zuinglio y Calvino), Lutero afirma que en la Santa Cena se realiza un proceso de "consustanciación"; no en el sentido de que el pan y el vino se transformen (transustanciación) en cuerpo y sangre de Cristo, sino en el de que Cristo establece su residencia en el pan y en el vino. Según la doctrina luterana, en la Santa Cena encontramos a Cristo y él está realmente presente en este sacramento. Este encuentro siempre nuevo no es, sin embargo, obra del sacerdote o del pastor que administra el sacramento, sino solamente de Dios.

La oración, "don de Cristo y gemido del Espíritu Santo", ha asumido en el luteranismo una importancia especial como respiración comunitaria. Lutero mismo fue hombre de oración y nos ha dejado un amplio comentario

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delPadrenuestro para uso de personas sencillas, así como numerosas oraciones para uso litúrgico inspiradas en los salmos y en pasajes de la Escritura. El canto sagrado es expresión comunitaria que sirvió de inspiración, entre otras cosas, para las composiciones corales de Bach y de Crüger.

Todos los reformadores reafirmaron los dogmas trinitarios de la Iglesia antigua y subrayaron el papel del Espíritu Santo para la vida de la Iglesia y para la recta comprensión de las Sagradas Escrituras. Lutero afirmaba que el Espíritu Santo está al servicio de Jesús para mostrarnos lo que él es. En polémica contra quienes se vanagloriaban de todo tipo de inspiración de parte del Espíritu Santo, escribía: "El Espíritu Santo sabe predicar únicamente a Jesucristo, no sabe ninguna otra cosa el pobre Espíritu Santo". Bastante mayor es el margen que se concede en el protestantismo a la acción del Espíritu Santo: "De la impotencia de nuestra incapacidad extrae Dios mismo, mediante el Espíritu Santo, nuestra misma capacidad, de una forma que sólo le es posible a él: capacidad de ver, de oír, de rezar, de creer y de amar" (H. Gollwitzer).

Preocupados por dar definiciones doctrinales que pudieran servir de norma a la Iglesia, tanto los reformadores como sus sucesores formularon numerosas "confesiones de fe6. Sin embargo, para el protestantismo constituye un concepto fundamental el hecho de que las confesiones de fe, igual que los dogmas, deben medirse con el criterio de la Escritura. Todas las proposiciones dogmáticas obligan, por tanto, únicamente en el caso y en la medida en que expresen la fuerza persuasiva de la Sagrada Escritura y lleven al hombre a escuchar la invitación de la fe. Se trata de "documentos teológicos de la historia de las religiones; nada más" (ManfredMezger).

El mensaje de la Reforma fue sobre todo un mensaje de libertad cristiana: "Liberación de las leyes religiosas establecidas por los hombres, de las prácticas y de las tradiciones, liberación de la conciencia del peso y del pecado y del miedo, liberación de la meditación teológica frente a las especulaciones de la filosofía, liberación de la vida social y política frente a toda forma de clericalismo, liberación de todo el hombre para una vida al servicio de Dios"(ValdoVinay). Este desafió de libertad no podía dejar de afectar también a las formas de la piedad religiosa y del culto, haciéndolas a veces más adecuadas a las exigencias de la espiritualidad de los tiempos y lugares diversos, pero dando también lugar a formas experimentales destinadas a ser abandonadas en breve plazo [cf también Ecumenismo espiritual II, 2b].

IV. De la rebelión frente al papado de la iglesia de Inglaterra a los movimientos carismáticos de nuestros días

Si en el continente europeo la Reforma tuvo motivaciones puramente religiosas. aunque arrastrara e involucrara a más de un gobernante, en Inglaterra recorrió un camino inverso; primeramente, el poder político creó

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una iglesia independiente y después penetraron en esta iglesia los principios religiosos de la Reforma.

1. EL ANGLICANISMO - El origen de la iglesia anglicana 7 procede de la negativa del catolicísimo Enrique Vlll (1509-1547), que había sido declarado por León X como defensor fidei, a reconocer la autoridad del obispo de Roma, que le negaba la anulación de su matrimonio con Catalina de Aragón. A pesar de este gesto de distanciamiento de Roma (1531) y a pesar de los leves intentos de reforma doctrinal por parte de Cranmer (1489-1556), nombrado arzobispo de Canterbury en 1532, la iglesia de Inglaterra había permanecido doctrinalmente católica. Y así continuó incluso bajo el reinado de Eduardo VI, pese a la presencia en Inglaterra de protestantes expresamente invitados por Cranmer, que habían debido abandonar su patria de origen por motivos de fe y entre los que se contaban Juan Knox, Bernardino Ochino y Pedro Martin Vermigli. Fue bajo el reinado de Isabel I (1548-1603), sucesora de la católica María Tudor (1553-1558), cuando la reforma de carácter jurisdiccionista asumió las características de reforma religiosa. Y esto ocurrió con la aprobación en 1571 de los 39 artículos de la confesión de fe, que se inspiran claramente en las Sagradas Escrituras y que todavía hoy constituyen la base doctrinal del anglicanismo. Esto explica también que el cordón umbilical que le unía con la espiritualidad católica jamás fuera completamente roto, especialmente en la rama de la High Church. Esta espiritualidad queda expresada y encauzada en el Prayer Book,cuya primera edición, de 1549, tuvo sucesivas revisiones, entre las que destaca como más importante la del año 1662. Bajo el impulso del movimiento litúrgico de los años veinte, se introdujeron algunas modificaciones significativas en 1928: reserva de las especies eucarísticas para ser llevadas a los enfermos, uso de vestiduras especiales para la celebración de la eucaristía e introducción de algunas oraciones por los difuntos. En la fase actual de acercamiento entre anglicanismo y catolicismo no dejan de tener una importancia primordial, por lo que se refiere al tema de la piedad religiosa, el auge de la vida ascética y el reflorecimiento de las órdenes monásticas en el anglicanismo.

2. EL METODISMO - Del seno de la iglesia anglicana, de la que aceptará 25 de sus 39 artículos de fe, surge a mediados del s. xviii el movimiento de renovación religiosa suscitado por Juan Wesley (1703-1791), pastor anglicano, formado en la Universidad de Oxford 8. Este movimiento tuvo en seguida unas características espirituales muy marcadas: estudio metódico de la Biblia, horas fijas reservadas diariamente a la oración, participación cotidiana en la Santa Cena, práctica de obras de caridad. De ahí el apodo burlesco de "metodistas", que quedó para denominar a los pertenecientes a la iglesia surgida de este movimiento. Cuando la iglesia anglicana prohibió a Wesley que predicara en sus templos, emprendió su predicación itinerante al aire libre, dirigiéndose particularmente a las masas del proletariado procedentes de la incipiente sociedad industrial. Su predicación era ante todo una apelación a la conversión con un cambio radical de estilo de vida. En el ámbito de lo social, organizaba cruzadas contra la esclavitud, el alcoholismo y la prostitución, y se concretizaba en obras de asistencia en

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favor de aquellos que eran sus víctimas. Wesley no quiso jamás separarse de la iglesia anglicana, y por eso mantuvo su acción el carácter de "movimiento", que organizó en "sociedades" subdivididas en "grupos" y, seguidamente. en "clases". Estas últimas, compuestas de doce miembros, se reunían semanalmente bajo la responsabilidad de un seglar que corría con la dirección espiritual. Pero hasta después de su muerte no se constituyó este movimiento en una iglesiaseparada de la anglicana, aunque conservó de forma simplificada la riqueza litúrgica de esta última. Más que la doctrina, el metodismo acentúa la vida práctica y la experiencia religiosa. Uno de los momentos más vivos de la expresión de la fe lo constituye la himnología, que tuvo su mayor artífice en Carlos Wesley, hermano de Juan. Las características de su espiritualidad son la certeza plena de la salvación mediante el testimonio interior del Espíritu Santo y el deber del creyente de realizar su propia santificación mediante la ayuda de la gracia para tender a la perfección en el amor. Al laicado se le reconoce, después de una adecuada preparación, el derecho a la predicación y, en casos especiales, a la administración de los sacramentos.

3. LOS MOVIMIENTOS CARACTERIZADOS POR El, "BAUTISMO DE LOS CREYENTES" - También se atribuye a un antiguo pastor anglicano, llamado John Smyth (1570-1612). el origen, en Holanda, de las primeras comunidades de tipo baptista. Este hombre enlazaba idealmente con el anabaptismo, que prometía la renovación de la Iglesia hasta las consecuencias más radicales. El anabaptismo afirmando que la Iglesia debía componerse únicamente por personas creyentes, sostenía que no se entraba a formar parte de la misma por derecho de nacimiento, sino sólo por decisión personal mediante el bautismo de los adultos. Los baptistas se afianzaron sobre todo en los Estados Unidos de América en el s. xviii y en el xix se difundieron por el resto del mundo, manteniendo las características típicas del puritanismo, en cuyo seno se habían desarrollado. El bautismo de los creyentes como testimonio de fe y signo de la gracia divina; el sacerdocio universal de los fieles, que abolió toda distinción entre pastores y seglares; la organización eclesiástica de carácter congregacionalista, que sostiene la autonomía de la comunidad local, son otras tantas características que subrayan la índole propia de una religiosidad viva, que apela constantemente al compromiso personal. Siendo Dios la fuente de toda bendición temporal y espiritual, a él debemos todo lo que tenemos y somos.

Esta deuda es una llamada a la evangelización (de ahí el fuerte impulso misionero) y al amor al prójimo (obras sociales). La negación de todo ritualismo produce una espiritualidad espontánea y acaso un tanto individualista.

El bautismo de los adultos, aunque con diversas acentuaciones doctrinales, se practica por la mayor parte de las iglesias surgidas de los fermentos espirituales de la segunda mitad del s. xix y de comienzos del xx. Tienen en común un biblicismo rígido, una tendencia a separarse del "mundo" y de quien no comparte sus principios en el campo religioso, una forma de

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piedad religiosa que rehuye las tradiciones, las formulaciones teológicas y las manifestaciones litúrgicas. Entre estas iglesias recordaremos las que surgieron de los movimientos más significativos. Los darbislas, así llamados por el nombre de su más dinámico iniciador, John NehonDarby (1800-1882). oplimutistas, por la ciudad de Plymouth, donde se constituyó su núcleo más importante, o tambiénhermanos, por la característica de su organización eclesiástica, que rechaza los ministerios especializados, atribuyendo a todos los creyentes —con tal que los reconozca como tales la "asamblea"— el derecho de intervenir en el culto público según la inspiración del momento. Los adventistas del séptimo día, o sabatistas, surgidos de la predicación de un baptista llamado William Miller (1782-1849). Además de restablecer el sábado como "día del Señor", se relacionan con los movimientos milenaristas, situando en el centro de su interés religioso el retorno cercano de Cristo y practicando el principio hebreo del "diezmo". El intenso énfasis que se pone en la observancia de determinados preceptos estimula el compromiso personal más en la acción que en la espiritualidad, de la que en todo caso se destierra todo componente místico. Los pentecostales consideran como origen de su movimiento una reunión celebrada en Los Angeles (California) en abril de 1906, en la que W. J. Seymour, guía de la comunidad, levantó tal oleada de fervor religioso, que los allí presentes empezaron a hablar en lenguas, sintiéndose partícipes de un nuevo pentecostés. Practican un estricto biblicismo (Full Gospel), es decir, el "Evangelio pleno"; administran a los creyentes el bautismo de agua por inmersión e invocan el bautismo del Espíritu Santo, única fuente del don de las lenguas (glosolalia) o de su interpretación. Sostienen la curación por la fe mediante la imposición de las manos. Su espiritualidad tiene su expresión más intensa en la oración comunitaria de invocación del Espíritu, que se expresa también en el canto de la "asamblea". suscitando momentos de gran emotividad, de fervor colectivo y de arrebatos místicos. El pentecostalismo ha sido el precursor de los actuales movimientos carismáticos, suscitados en varios sectores de la cristiandad como signos de la exigencia de un despertar espiritual en la Iglesia. Son alas moderadas del pentecostalismo las asambleas de Dios y la iglesia apostólica. Esta última pretende hacer revivir en nuestro tiempo la función eclesiástica de los "apóstoles" y de los "profetas". La Church of Christ, constituida en 1832 cuando las varias ramas del "movimiento de restauración del movimiento apostólico" hallaron una cohesión unitaria, se relaciona con los movimientos fundamentalistas del s. xix. El bautismo de los adultos (creyentes-responsables) no tiene para ella valor sacramental ni de agregación a la Iglesia, sino que sólo expresa el aspecto del discipulado: seguir a Jesús.

De ninguna manera puede considerarse parte integrante del protestantismo a los movimientos para o pseudo-cristianos, como los mormones, los testigos de Jehová, la iglesia del reino de Dios, los niños de Dios, etc.

V. De la teología de la crisis a la teología de la esperanza

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Las múltiples corrientes teológicas que se manifiestan en el protestantismo son signo de una tendencia a no fosilizarlo en posiciones. que siempre son relativas, y mucho menos en su formulación: "La aventura teológica es siempre nueva y no es posible contentarse con fórmulas puestas a punto en otros tiempos o en otros lugares"(George Casalis). Su florecimiento —tanto en el caso de que pretendan iluminar ciertas peculiaridades menos atendidas del mensaje cristiano como en el de que se trate de corregir algunas desviaciones o fosilizaciones— queda siempre relativizado por la exigencia de confrontación con la Sagrada Escritura.

Algunas acentuaciones que han caracterizado a la teología de nuestro siglo estaban ya presentes en ChristophBlumhardt (1842-1919). Con su "teología del mundo", y en WijfredMonod (1867-1943), que destacó las exigencias sociales del cristianismo.

El teólogo más significativo de nuestro siglo es, sin duda, Karl Barth (1886-1963). Este autor da vida a la "teología dialéctica" o "teología de la crisis" [en contraposición al liberalismo teológico, que había tenido sus representantes más eminentes en Friedrich Schleiermacher (1768-1884) y en Ernst Troltsch (1865-1923)]. Contra la teología liberal, Barth se convierte en el heraldo de la trascendencia de Dios y afirma que Dios es el "totalmente otro", que no puede ser afirmado por el hombre a menos que Dios mismo quiera revelarse a él. Rechaza también toda "teología natural", porque la posibilidad de llegar al conocimiento de Dios no procede de la razón, ni de la naturaleza, ni de la historia, sino sólo de la revelación en Cristo Jesús. Tal conocimiento es un "acontecimiento" querido por Dios, un acto de gobierno de Dios en su Iglesia y en su pueblo. Momento de fundamental importancia del viraje teológico barthiano es la llamada "concentración cristológica", en cuya perspectiva se desarrolla su monumental obra dogmática.

Contemporáneo de Barth es Rudolf Bultmann (1884-1976), conocido como el teólogo de la "desmitologización". Este no pretende. como Hegel y Strauss, eliminar el mito, sino descubrir la verdad que esconde. para conciliar la fe con el pensamiento científico moderno. Su posición no es racionalista o reductiva, sino una hermenéutica contemplada como doctrina de la lengua y de la fe. y como interpretación dialéctica de la historia.

A la teología barthiana del "totalmente otro" se opone la del "ser" de Paul Tillich (1886-1965). Este considera que la posición barthiana entraña el peligro de deducir de ella que Dios ha abandonado a su destino el mundo y los acontecimientos terrenos. Sostiene, por el contrario. la concepción de un Dios que crea todas las cosas por medio de su Palabra, que por medio de esta Palabra está presente en la realidad creada y de este modo es el fundamento de todo el ser y de toda la estructura del ser. Considerando necesaria una colaboración y una confrontación entre teología y filosofía, afirma. por otra parte, que "la teología que podemos practicar es la del hombre `todavía ciego y, sin embargo, ya iluminado por la gracia de Dios con vistas a un conocimiento preciso... que se producirá más tarde".

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Con su crítica dirigida tanto a Barth como a Bultmann, y sobre todo con su visión de un "cristianismo no religioso" y de una "iglesia para el mundo", DietrichBonhoeffer (1906-1945), el héroe de la "iglesia confesora" en Alemania, parece abrir el camino al desarrollo de la "teología radical" multiforme: desde la teología de la "muerte de Dios" a la teología de la "revolución". Es más justo subrayar que este autor se propuso angustiosamente descubrir un vocabulario y una expresión no religiosa para decir lo que es la realidad de Dios en medio de la realidad del mundo. La ampliación del horizonte de este teólogo la ha trazado de modo incisivo EberhardBethge. amigo suyo, al que le enviaba sus cartas desde la cárcel: "Bonhoeffer cuando tenía veinte años dijo a los teólogos: vuestro tema es la Iglesia; cuando tenía treinta, dijo a la Iglesia: tu tema es el mundo: y cuando tenía casi cuarenta, dijo al mundo: tu tema es el de la confianza; es el tema propio de Dios. Con este tema no engaña a tu existencia, sino que la despeja".

Una abierta denuncia de los eslóganes desmitificadores surgidos de la teología de Bultmann y de las apresuradas teorizaciones de una ideología de la revolución la encontramos tanto en Oscar Cullmann (nacido en 1902) como en WolfhartPannenberg (nacido en 1928), los cuales niegan que el mensaje cristiano tenga que ser reformulado ante el hecho de un mundo descristianizado. En su obra fundamental Cristo y el tiempo (1946), Cullmann se opone a la concepción cíclica del tiempo, propia del pensamiento griego, y apela a la concepción bíblica, que él considera rigurosamente lineal, con su momento central en Cristo, hacia el cual todo converge y del cual todo desciende. Pannenberg rehabilita la historia como lugar de la revelación: "La revelación de Dios en la historia está abierta a cuantos tienen ojos para ver: tiene carácter universal". Su "teología de la esperanza" abre el camino a una nueva corriente teológica, que JürgenMoltmann (nacido en 1926) recoge y desarrolla presentando, en oposición a las corrientes teológicas radicales o de inspiración marxista, un Dios que actúa en la historia de los hombres para llevar a la humanidad hacia un futuro que actualice las esperanzas de todas las generaciones. Su impulso bíblico-teológico al compromiso de los creyentes en el mundo puede, sin embargo favorecer una visión escatológica en la que el concepto de redención quede de hecho limitado al plano de la historia humana.

La espiritualidad del protestantismo, que tiene su expresión más patente en el culto, ha sido notablemente influenciada en los últimos decenios por las diversas corrientes de la teología radical, superando, sin embargo, la prueba con una recuperación que ha anticipado en el campo litúrgico lo que se está realizando en el sector teológico. Efectivamente, se ha difundido la convicción de que es preciso oponerse a la tendencia de condicionar la tradición espiritual cristiana a la secularización. John Mevendorff, al afirmar la exigencia de remontarse a la fuente para devolver el culto cristiano a su función pascual primigenia, se pregunta "si la crisis de la liturgia que hoy constatamos no se deriva sobre todo, de una secularización del culto introducida y aceptada con excesiva facilidad". Y Marc Gibbard aplica el bisturí con más profundidad cuando afirma que "tras nuestra crisis de culto

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existe una crisis generalizada de fe". Si, por un lado, se insiste justamente en la necesidad de que ni el culto comunitario ni la oración personal se conformen con modelos estereotipados, con riesgo de inautenticidad o de un pietismo introvertido, otras voces recuerdan a las iglesias y a los creyentes la necesidad de entrar en el santuario del hombre interior y comunicar con Dios en la contemplación y en la adoración gozosa: "Cualquier tentativa de formas nuevas de culto no debe estar guiada por la sed de novedad. sino por la sed de dar a Dios un culto más auténtico" (J. J. von Allen). Si las crisis espirituales de nuestro tiempo impulsan a los cristianos a realizar nuevas experiencias en la adoración y en la plegaria y la renovación del culto, puede responder a exigencias ambientales y culturales, "todo cuanto hagamos puede vivificar nuestro culto" (Uppsala 1968, documento sobre "El culto rendido a Dios en una época secularizada").

VI. La dimensión ecuménica

El ecumenismo. como movimiento para la unidad de la Iglesia. comenzó a desarrollarse en el protestantismo a partir de mediados del siglo pasado. Este movimiento marcó la superación de la apologética y de la controversia, tanto frente a la responsabilidad misionera de la Iglesia como en la confrontación con las nuevas instancias sociales. Los primeros signos de esta nueva exigencia de solidaridad fueron varios organismos de carácter internacional e interconfesional: Asociación Cristiana de los Jóvenes (YMCA) (1845), Alianza Evangélica Universal (1847), Federación Universal de Estudiantes Cristianos (1895). Alianza Mundial de las Iglesias para la Amistad Internacional (1915), etc. El comienzo del movimiento ecuménico de nuestra época se remonta. sin embargo. a la Conferencia mundial misionera de Edimburgo (1910), que dio vida a los dos movimientos Faith and Order (Fe y Constitución) yLjfe and tJork (Vida y Acción). De ellos surgiría en 1948 el fJorld Council of Churches (Consejo Mundial de las Iglesias). del que originalmente formaban parte sólo las llamadas iglesias protestantes. Su primer secretario general. W. A. Visser'tHooft. expresa en las siguientes palabras sus características: "El Consejo Mundial de las Iglesias no debe pretender representar a la 'una santa': pero puede y debe proclamar que es un cuerpo en el que y por el que se manifestará la `una santa' cuando le plazca a Dios". Las sucesivas asambleas mundiales tuvieron lugar en Evanston, Illinois (1954), Nueva Delhi (1961). Uppsala (1968) y Nairobi (1975). Actualmente forman parte del Consejo también las iglesias ortodoxas, y la Iglesia católica envía, desde la asamblea de Uppsala, una delegación oficial de "observadores". Con ocasión de la asamblea de Nairobi se inició también un diálogo con las religiones no cristianas. La base de fe del Consejo Mundial de las Iglesias. revisada en Nueva Delhi. es de clara inspiración nicena: "El Consejo Mundial de las Iglesias es una asociación fraterna de iglesias que confiesan al Señor Jesucristo como Dios y Salvador según las Escrituras y se esfuerzan por responder juntas a su común vocación para gloria del único Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo".

El diálogo ecuménico, extendido ya a todos los componentes de la cristiandad, se expresa esencialmente en los encuentros celebrados a nivel

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teológico y a nivel de oración y de reflexión común sobre la palabra de Dios. Los encuentros celebrados a nivel teológico tienen numerosas comisiones de carácter nacional y sectorial. pero se llevan adelante sobre todo con el "grupo mixto de trabajo entre Iglesia católico-romana y el Consejo Ecuménico de las Iglesias", así como en las comisiones mixtas entre teólogos católicos y teólogos de las alianzas confesionales mundiales (anglicana, luterana, reformada, metodista. etc.). La "semana de oración por la unidad de los cristianos" ha superado la fase de la conversión de los unos a los otros, puesto que "ninguno tiene el derecho de rezar para que sucumba una determinada iglesia cristiana y triunfe la propia" (GunnerRosendal). La exigencia ya reconocida por todos es la de una renovada conversión de unos y otros a Cristo. De esta forma se realiza aquel >ecumenismo espiritual que llevó a escribir a Paul Couturier en 1944 el siguiente pensamiento: "Es preciso pedir al Espíritu de Dios la luz para distinguir el bien allí donde se encuentre, tanto en los demás como en nosotros, y más todavía en los demás, donde tenemos menos inclinación a verlo, que en nosotros, donde tendemos a exagerarlo como si fuera obra nuestra". El camino del ecumenismo está sostenido en la actualidad por la conciencia cada vez más clara, expresada felizmente por un obispo ortodoxo ruso. Platón de Kief, que afirmaba: "Los muros de la separación no llegan hasta el cielo".

M. Sbaffi

Notas— (1) Según las estadísticas más recientes, los protestantes en el mundo superan apenas los 300 millones: 73 millones de luteranos, 65 de anglicanos, 55 de reformados o presbiterianos, 54 de baptistas o en general congregacionalistas, 38 de metodistas; el resto pertenece a movimientos o iglesias de carácter fundamentalista. En Europa los protestantes son aproximadamente 120 millones de los que 30 son anglicanos, 32 luteranos, 19 reformados, cinco baptistas y cuatro metodistas. — (2) Los valdenses se difundieron en los ss. XIII y XIV en Francia meridional, en el norte de Italia. en Alemania, en Bohemia, en Hungría y en Polonia, siendo perseguidos por doquier como herejes. A comienzos del s. XVI quedaron sólo algunos grupos entre los cuales se cuentan los de los Alpes Cozie (llamados todavía hoy valles valdenses). Fueron estos grupos los que en un sínodo general convocado por Chanforan en el valle de Angrogna (1532) decidieron adherirse a la reforma calvinista, aceptando sus principios doctrinales. — (3) Nació en Eisleben. Turingia. el 10 de noviembre de 1483. Estudió primeramente en Magdeburgo, después en Eisenach y en Erfurt, donde en 1505 consiguió el título de magister artium. En ese mismo año. ya matriculado en la facultad de jurisprudencia, se vio sorprendido por un temporal y, aterrado por un rayo que cayó a su lado, gritó: "Santa Ana. ayúdame y me haré monje". Mantuvo su voto y entró en el convento de los agustinos el año 1507; fue ordenado sacerdote. y en 1512 consiguió el doctorada en teología. En 1515 fue nombrado vicario de distrito para los conventos de su orden en Sajonia y Turingia. Ayudado por su superior Staupitz, maduró su crisis espiritual que él mismo definió como "un combate para encontrar a un Dios misericordioso", y llegó a la intuición de la doctrina

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de la "justificación por la fe". Enlazando a través de san Pablo con las enseñanzas de san Agustín. Acusado de herejía, de la que no se retractó ni en Augusta (1518) ni ante la dieta imperial de Worms (1521), y con la protección del elector de Sajonia, fue puesto a buen recaudo en el castillo de Wartbnrg, donde entre otras cosas, tradujo a la lengua vulgar el Antiguo y Nuevo Testamento. La reforma luterana, a pesar de la postura adoptada por lanero contra la revolución de los campesinos, se difundió rápidamente en Alemania facilitada a continuación por la liga de Esmalcalda (1531). Murió Lutero el 18 de febrero de 1546, a consecuencia de un ataque cardiaco, murmurando varias veces: "En tus manos encomiendo mi espíritu".— (4) Nació en WildhausToggenburg el 1 de enero de 1484. Estudió en la universidad de Viena y de Basilea y en 1506 fue nombrado párroco de Clarona, donde permaneció hasta 1516 dedicándose a los estudios humanísticos y a la lectura en griego del Nuevo Testamento. Después fue trasladado a Einsiedeln y posteriormente a Zurich como párroco de la catedral (1519). Aquí inicia una obra de reforma, encontrando la oposición del obispo de Constanza y el apoyo del consejo ciudadano. Después de haber renunciado al cargo de párroco, aunque manteniendo la misión de predicar, prosiguió su acción reformadora, que se extendió a Berna. Basilea, San Cal. Murió en Kappel el 11 de octubre de 1531, mientras asistía como capellán a las milicias de Zurich, atacadas por las de los cantones que permanecieron católicos.— (5) Nació en Noyon. en la Picardía, el 10 de julio de 1509. Estudió en La Marche y en Montaigu y después en Orleans. donde en 1532 terminó sus estudios de jurisprudencia. Trasladado a París para iniciar los estudios humanísticos. frecuentó ambientes interesados en la Reforma. a la que se adhirió. Fue en Italia. en 1535. huésped de Renata de Este. Duquesa de Ferrara. En cuya corte se refugiaban numerosos hugonotes. Yendo de paso por Ginebra, fue casi obligado por el reformador Guillermo Farel a quedarse en aquella ciudad (1536) para dedicarse a la enseñanza de la Sagrada Escritura y a la predicación; pero dos años más tarde fue obligado por el partido hostil a la Reforma a que dejase Ginebra, adonde pudo volver en 1541. En la lucha dirigida por él para combatir las herejías aparecidas con el impulso del espíritu reformador, tuvieron lugar numerosos procesos provocados por él, entre los cuales se cuenta el de Miguel Servet, que negaba la doctrina trinitaria y acabó condenado a la hoguera (en 1903 tos protestantes de Ginebra erigieron un monumento expiatorio en el mismo lugar). Después de las victorias de sus partidarios (1555), pudo estructurar libremente la vida religiosa y civil de la ciudad y defender los principios de la Reforma en varias regiones de Europa. Murió en Ginebra.el 17 de mayo de 1564. Su tumba no ha podido ser encontrada puesto que él deseó que no quedara ningún recuerdo suyo. — (6) Recordemos las principales: Augustana (1530), leída ante Carlos V en la dieta que él habia convocado en Augusta; .Artículos de Esmalcalda (1537), redactados por Lotero para el concilio convocado por Pablo III en Mantua; Helvética posterior (1566), que sirvió a Federico III para verse descargado de la acusación de herejía: Galicana, que también se llama Confesión de la Roehelle, redactada por Calvino para el sínodo nacional de los hugonotes reelaborada por los valdenses en francés en 1655 y en italiano en 1662; de Westnunster (1647) preparada en el

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periodo de la resolución de Cromwell. Entre las recientes conviene recordar la de Barmen (1934).Adaptada por el sínodo de la iglesia confesora en Alemania.— (7) Seria más justo hablar de "comunión anglicana" ya que el anglicanismo favorecido por la expansión del colonialismo británico y acompañado por un vigoroso esfuerzo misionero. ha tenido una amplia difusión geográfica en todos los continentes dando lugar a iglesias que han acusado sus diversas influencias. Aunque los términos son hoy anticuados y no siempre adecuados a una diversificación efectiva. los de "iglesia baja" (lowChurch). "iglesia alta" (highChurch) e "iglesia ancha" (bread Church) se refieren siempre a las diversas corrientes existentes en el anglicanismo, que, precisamente por esta coexistencia de posiciones, tiene un puesto muy importante en el diálogo ecuménico.— (8) Nació en Epwort. en Lincolnshire. el 17 de junio de 1713. Estudió en Oxford filosofía y luego teología. En 1728 fue ordenado pastor anglicano. En Oxford constituyó junto con su hermano Carlos y otros estudiantes de aquella universidad, un cenáculo para la oración, el estudio del Evangelio, la asistencia a los pobres y a los enfermos, el cual recibió despectivamente el nombre de Holvelub; a sus miembros se les llamó "metodistas". Después de una estancia poco feliz en Georgia (América del Norte), mientras asistía a una reunión de hermanos moravios en la que se leía el prefacio de Lutero a la epístola a los Romanos, sucedió lo que él Ilamaria su conversión (24 de mayo de 1738), en la cual se vio invadido, como él mismo declaró, por un "fuego interior", dando inicio a su acción de renovación, recorriendo toda Inglaterra y llegando incluso a Gales, Irlanda y Escoria. Se calcula que recorrió a caballo 350.000 kilómetros, predicando 42.000 veces. Una de sus últimas frases antes de morir (2 de marzo de 1791) fue la siguiente: "Lo mejor de todo es Dios con nosotros".

BIBL. —Renunciamos a citar autores clásicos del protestantismo moderno e instituciones: Barlh, Bonhoeffer, Thurian, Tillich, Taizé, etc. Puede encontrarse una buena bibliografía protestante en castellano en "Diálogo ecuménico", n. 31-32 (1973) 575-581. —Biot, F, Comunidades protestantes. El renacimiento de lavida regular en el protestantismo continental, Eler, Barcelona 1964.--Bravo. E, El sacerdocio común de los creyentes en la teología de Lutero, Eset, Vitoria 1963. —Damboriena, P. El protestantismo en ,4mériea Latina, Madrid 1962. —Gómez tleras, J. M. G,Teología protestante...Sistetna e historia, FA. Católica. Madrid 1972. —López Aranguren, J. L. Catolicismo y protestantismo como formas de existencia, Alianza Editorial. Madrid 1980.--López Rodríguez. M, La España protestante. Crónica de una minoría marginada (1937-1975). Sedmay, Madrid 1976. —Mehl, R. Tratado de sociología del protestantismo,Studium. Madrid 1974.—risión católica de la herencia protestante. Estudios para el diálogo ecuménico, Apostolado Prensa, Madrid 1966. —Weber, M. La ética protestante y el espíritu del capitalismo, Península. Barcelona 1975.