El Rostro De Dios

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EL DIOS DE LOS QUE VAN AL SUPERMERCADO Este dios es mi favorito y también el de la mayoría de la gente. Es un dios a nuestra medida, que da a manos llenas y que no exige nada de nada. Es un dios que está al margen de nuestra vida, es poco lo que tiene que decir a nuestro día a día y mucho menos lo que dice a nuestro corazón, es un dios que está lejos de nuestros problemas cotidianos, de lo que pasa en lo profundo de nuestro corazón, pero que está abierto 24 horas para ir a comprar lo que haga falta. Es más parecido al Supermercado que al Dios verdadero: cuando tienes un examen y no has estudiado, pues rezas para aprobar; que tienes que colarle una mentira a tu madre, pues rezas para que se la crea; que tienes que pedir dinero, pues rezas para que te lo den. Como cuando falta el papel higiénico y gritas a mamá para que te lo traiga.... Si los deseos que has pedido, da la casualidad de que se cumplen (porque tienes suerte, o porque no era tan complicado el examen o porque tu madre ha cobrado ese día) dirás “qué bueno es dios” y seguirás con tu vida tan normal esperando que llegue otro momento para relacionarte con él. Si los deseos no se cumplen (que es lo que pasa la mayoría de las veces) entonces pensarás que, o bien dios pasa de ti, o bien has hecho algo que ha atraído sobre ti la mala suerte y ni siquiera dios ha podido luchar contra eso. Sin duda este es el mejor dios que existe de entre todos los que podemos encontrar porque da pero no cobra, claro, si dios es todo amor, ¿cómo va a cobrar? Eso iría en contra suya. Así, dios aparece como alguien que está fuera de nuestra vida, que tiene poderes especiales y que tiene todos los hilos del mundo en sus manos, puede cambiarlo todo con un soplo de varita y todo depende de la intensidad con la que seamos capaces de decirle que nos cumpla lo que pedimos. No es un mal Dios, ¿verdad? ¿Se parece tu dios a éste? ¿En qué?

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EL DIOS DE LAS ENERGÍAS SIDERALES Hoy día hay también una idea muy extendida que no está nada mal. Es la idea de un dios que es más bien una energía, un espíritu universal que lo ha creado todo y que lo envuelve todo y que lo llena todo, que está presente en la naturaleza, que nos envía energías positivas....un dios más parecido a una nebulosa que a una persona, por decir algo. Esta idea ha sido muy extendida por las nuevas espiritualidades modernas tipo “gente extraña de la new age” y ha calado profundamente en nuestras imágenes de dios. A decir verdad no es un dios malo. Para empezar es un dios más cercano que el otro que decíamos antes porque éste está presente en el sol, en las margaritas, en el viento... se le invoca con ritos extraños, y cuando digo ritos no pienses en cosas raras, un rito es poner una estampita encima de la mesa para que salga bien el examen, o ponerse los calzones de la suerte el día que uno va a ligar... Es un dios que manda sus energías positivas o negativas dependiendo de lo que hagamos, no hace falta pedirle lo que necesitamos, solo hace falta cumplir determinados rituales (como no pasar por debajo de una escalera) para no provocar su ira o para favorecer sus fuerzas. Con este dios uno no se puede relacionar personalmente, porque no es una persona, a él se accede a través de fuerzas, las fuerzas que tú seas capaz de producir con la superstición barata. En este momento no me gustaría que te ataras a los ejemplos sino que abrieras la mente y te preguntaras, cuando piensas en dios ¿en qué piensas? En una persona o en una fuerza, ¿tienes supersticiones o manías como no salir de casa sin una pulsera de la suerte? Es curioso, todo esto deja entrever también tu imagen de Dios. ¿Se parece tu dios a éste? ¿En qué?

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EL DIOS QUE PASA DE NOSOTROS Si dios existe ¿por qué se esconde? Si dios es bueno ¿por qué hay tanto sufrimiento? En definitiva, o bien dios no existe o bien dios pasa de nosotros. Esta es la reflexión de aquéllos que, o bien no creen en dios, o bien han pensado que dios ha creado el mundo, ha visto cómo le ha quedado y ha puesto tierra de por medio dejándonos abandonados a nuestra suerte... y así nos va. En el fondo esta es la idea de dios que subyace en todo el mundo, porque, poco a poco, todo el mundo ha ido echando a dios de su vida y, poco a poco también, lo hemos ido apartando del mundo. En el fondo esto no está nada mal, sería muy triste aquella persona que viera a dios en todo lo que le ocurre, viviría como acosada por lo divino. Pero de ahí a pensar que dios pasa de nosotros hay un abismo. La cuestión es que la mayoría de la gente piensa que dios no está dentro de su vida, que nuestra vida pasa, se desarrolla, al margen de dios, que él ni pincha ni corta porque si no, otro gallo cantaría. Y eso es lo que nos pasa un poco a todos en el fondo, si aceptamos la idea de un dios no podemos aceptar, porque no lo vemos, que dios esté operante en nuestras vidas. Así, poco a poco, se va pasando a la indiferencia, si dios pasa de mí yo paso de él, que es más cómodo que comerse el coco. Y uno deja de preguntarse por dios, y por la vida, y vive más en el mundo, preocupado por sus asuntos, por sus estudios, por sus relaciones, por sus problemas que son realmente importantes, y las otras cuestiones, como no interesan, ya vendrá otro que las solucione. Incluida la cuestión de Dios. ¿Se parece este dios a tu dios? ¿En qué?

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EL DIOS DE JESÚS Los cristianos creen en el Dios de Jesús y ninguno de los que hemos visto se parece a este Dios ni por asomo. Para empezar el Dios de Jesús no es una fuerza sino una persona, él lo llama Padre, con todo lo que eso conlleva, dando a entender que no es algo impersonal sino que tiene rostro. Es más, la imagen más perfecta que existe de Dios somos nosotros, el hombre, de hecho, Dios nos creó a su imagen y semejanza. Así que nada de fuerza, el Dios del Evangelio es persona. Vamos a ver, rápidamente, las diferencias entre el Dios de Jesús y los dioses que hemos presentado: El “dios supermercado” es un dios que regala siempre deseos, algunas veces, demasiado infantiles. El Dios de Jesús no trabaja así. Es un Dios que no hace trucos de magia, no mete su dedo en la historia para cambiar las cosas. Él nos ha hecho libres y nos ha regalado dones. Esta palabra es muy importante. Dios nos ha dado muchos dones: inteligencia, voluntad, cariño… para que seamos capaces de ponerlos al servicio de los otros. La tarea de Dios es darnos fuerza para que seamos capaces de hace fructificar esos dones. Al “dios energía” ya le hemos respondido arriba. El Dios de Jesús tiene un rostro, el rostro del hombre, y es una persona: es un Padre y, como todo padre, nos quiere con locura, está siempre a nuestro lado ¿alguien conoce un padre al que no le guste jugar con sus hijos? Pero hay una cosa más. Al Dios de las energías se le invocaba con extraños ritos (¿te acuerdas de la estampita?) El Dios del Evangelio, como Padre que es, nos quiere como somos, con nuestras virtudes y nuestros defectos, nos acepta y ama con nuestros fallos y nuestros aciertos y nos da sus dones por el simple hecho de que nos quiere. Nos toca el “dios que pasa de nosotros”. A veces pensamos que Dios debería demostrar más su cariño, que debería ahorrar situaciones de sufrimiento y provocar las de alegría. Pero Jesús enseña que Dios nos ha hecho libres. Somos nosotros los que decidimos lo que hacer, y no es que Dios pase de nosotros, él siempre nos está hablando en esa voz interior que llamamos conciencia. Él está a nuestro lado, llora con nuestras penas y ríe con nuestras alegrías, nos acompaña en todo momento, nos sostiene y nos ayuda. No pasa de nosotros pero siempre respeta nuestra libertad. Lo bueno es que, cuando nos equivocamos, siempre podremos contar con su hombro para llorar y con su fuerza para ponernos de nuevo en camino. Dios no abandona.