“EL SECTOR PRIMARIO: SITUACIÓN Y PERSPECTIVAS” · Describe los tres tipos de agricultura de...

ISSN 1988-6047 DEP. LEGAL: GR 2922/2007 Nº 15 – FEBRERO DE 2009

C/ Recogidas Nº 45 - 6ºA 18005 Granada [email protected] 1

“EL SECTOR PRIMARIO: SITUACIÓN Y PERSPECTIVAS” AUTORÍA

ANDRÉS MANUEL JIMÉNEZ BALLESTEROS TEMÁTICA

CIENCIAS SOCIALES. EDUCACIÓN MEDIOAMBIENTAL ETAPA

EI, EP, ESO…

Resumen La actividad agropecuaria es el principal fundamento de la vida rural, aunque no el único, sobre

todo en los países desarrollados. La economía agrícola proviene de una habilitación del espacio, definido según características petrográficas, biológicas y climáticas, al que se aplican determinadas técnicas y al que se destina un buen tiempo de trabajo; sin embargo, la aplicación de este trabajo debe someterse a los ciclos climáticos, que limitan la capacidad de actividad laboral de la población rural, provocando una discontinuidad, prácticamente inapreciable en algunas zonas, como el sudeste de Asia, o reducida a apenas unos meses de labor en áreas como la tropical seca.

Palabras clave RURAL, FACTORES, EXPLOTACIÓN, PRIMARIO, PERSPECTIVAS, AGRÍCOLA, AGROPECUARIO

ACTIVIDADES PARA DESARROLLAR EN CLASE

1. Explica cuáles son los condicionantes físicos de la agricultura y cómo influyen en su desarrollo.

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2. Define detalladamente los siguientes términos:

– Agricultura intensiva: ...............................................................................................................

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– Agricultura extensiva: .............................................................................................................

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– Regadío: ................................................................................................................................

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– Secano: .................................................................................................................................

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– Monocultivo: ...........................................................................................................................

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– Policultivo: .............................................................................................................................

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3. Describe los tres tipos de agricultura de subsistencia existentes en el mundo.

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4. Explica las características principales de la agricultura de mercado y los factores que intervienen en su desarrollo.

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5. Explica detalladamente las ventajas e inconveniente de los siguientes tipos de ganadería:

– Ganadería intensiva: ...............................................................................................................

– Ganadería extensiva: ..............................................................................................................

6. ¿Qué medidas se pueden adoptar para evitar la sobrepesca? ¿Qué papel puede desempeñar la piscicultura en la recuperación del medio marino?

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5.- Colorea en azul las zonas de las agricultura de subsistencia y en verde las zonas de la agricultura de mercado

7.- Colorea con distintos colores las zonas de la ganadería nómada, extensiva e intensiva.



1. EL ESPACIO NATURAL. SU DELIMITACIÓN. Al comenzar nuestro estudio, nos encontramos con tres variedades de la Geografía que lo analizan, aunque cada una de ellas desde puntos de vista diferentes, que aun así no dejan de relacionarse:

- la Geografía Agrícola, término acuñado por los geógrafos anglosajones para designar los aspectos relacionados con el empleo y la circulación de productos y que, por lo tanto, encara las actividades agropecuarias en su dimensión económica;

- la Geografía Agraria, de conformación francesa, que atiende a los resultados de la explotación agraria y ganadera sobre el paisaje;

- la Geografía Rural, definida por H.D. Clout (Geografía rural, Oikos-tau, Barcelona, 1976) como “el estudio del reciente uso social y económico de la tierra y de los cambios espaciales que han tenido lugar en áreas de menor densidad de población, las cuales, en virtud de sus componentes visuales, se reconocen como el campo”; en esta línea, el espacio rural es requerido fundamentalmente para la producción de alimentos, pero también para otros usos, como el trazado de comunicaciones o la erección de instalaciones industriales o de complejos de ocio, asentándose en él una población fundamentalmente agraria, pero también otra no relacionada con actividades agropecuarias e, incluso, una población urbana estacional.

En nuestra exposición atenderemos a todos estos aspectos, para lo que debemos tener en consideración las distinciones geográficas entre lo agrícola, lo agrario y lo rural.

El espacio agrícola, definido como la extensión explotada para recoger las cosechas de las plantas cultivadas en él o los beneficios productivos del ganado que en él se cría, ocupa, inicialmente, un tercio de las tierras del planeta, pero su uso es muy desigual según las condiciones técnicas de cada sociedad y la intensidad del esfuerzo por movilizar el potencial productivo en cada una de ellas. La mayor proporción se da en Europa, donde se cultiva el 36% de su territorio, y la menor en África, que sólo dispone de un 16% de espacio que podamos considerar fértil y que, aun así, apenas cultiva poco más de un tercio de esa extensión. Situaciones curiosas se dan en América del Norte, que sólo explota el 13% de su suelo fértil, que ocupa el 22% de su territorio y, a la inversa, en el Asia meridional, donde la extensión de suelo en cultivo es mayor que el terreno que puede considerarse especialmente productivo.

Hay dos grandes zonas en el Planeta que se sustraen al espacio agrícola, la ártica y los desiertos de las áreas tropicales y de los interiores continentales, en los que la humedad impide el crecimiento de especies vegetales productivas y el mantenimiento de una cabaña ganadera



significativa. Ya a escala regional, cuestiones hipsométricas, edafológicas o higrométricas ponen también barreras a la extensión del espacio que nos ocupa, aunque estas limitaciones no son absolutas, dependiendo del equilibrio entre las condiciones físicas y biológicas y el esfuerzo y logros de cada grupo humano para incrementar su tierra productiva. Los límites para la existencia del espacio agrario pueden establecerse según la siguiente tipología:

a) límites latitudinales, dado que por cuestiones climáticas y capacidad de supervivencia,

las especies no pueden sobrepasar una determinada latitud, aunque sus zonas de expansión natural pueden sobrepasarse en función del desarrollo de los sistemas de cultivo y de los avances genéticos; como ejemplos de lo expuesto, podemos señalar plantas como la palmera aceitera y el cocotero (localizados entre los 15º Norte y Sur), el café o el cacao (que no crecen con facilidad más allá de los 25º N y S, dado que su óptimo fisiológico se corresponde con las condiciones húmedas tropicales), el arroz o el maíz (cuya área ideal de cultivo se halla entre los 35-45º N y S, aunque en ocasiones se encuentren en latitudes inferiores o, en el caso del maíz híbrido, superiores) o los cultivos de la trilogía mediterránea, propios de las latitudes medias o subtropicales;

b) límites altitudinales, relacionados con el frío y la riqueza de los suelos, y una vez más muy diferentes según las distintas especies, aunque de modo general podemos situarlo para los cultivos agrícolas entre los 4300-4600 metros y para los pastos entre los 2800 y los 4800 metros, según las características impuestas por cada régimen climático;

c) límites de aridez, impedimento este fundamental tanto para las tareas agrícolas como las ganaderas; la frontera agronómica de la sequía la configuran espacios con agricultura de baja productividad pero adaptada a esta circunstancia, que pueden establecerse en África entre los 250 y los 500 mm. de precipitación anual o entre los 300 y 400 mm. en zonas del Próximo Oriente, como Arabia o Irán. En estas agriculturas las plantas se reducen a tipos muy tolerantes en cuanto a la humedad, como el sorgo, el mijo o el cacahuete y, en latitudes más altas, la cebada o el trigo. En general han configurado sistemas de cultivo con distintas rotaciones adaptadas a la cantidad de lluvia y a su variación estacional, entre los que destaca el “dry farming system”, que se vale de la capacidad protectora de la humedad por medio del barbecho. En cuanto a la ganadería, más allá de la frontera agronómica de la sequía es posible con carácter extensivo para las especies capaces de adaptarse a la baja pluviosidad o a la existencia de una breve estación lluviosa (entre 500-400 mm. anuales, ganadería bovina; con precipitaciones inferiores, es más frecuente el ganado ovino, más sobrio y resistente al medio árido). En casos de sequía aún más extrema, sólo cabe una ganadería migratoria en busca de abrevaderos y pastos, a la que se adaptan algunas variedades ovinas y caprinas, o la ganadería camellar;

d) límites húmedos; el exceso de las precipitaciones, unido a las elevadas temperaturas, provoca una serie de efectos negativos para la actividad agropecuaria, como son la acumulación de “malas hierbas”, de difícil control sobre todo en áreas subdesarrolladas, la formación de depósitos arcillosos sobre suelos de débil capacidad de absorción, la degradación inmediata de



la materia orgánica y la destrucción continua de la estructura del suelo y la erosión que sigue a la roza de la vegetación natural propia de los sistemas de cultivo de estas regiones;

e) límites edafológicos, pues la presencia de suelos no aptos restringe enormemente la actividad agrícola (suelos salinos, pantanosos, etc.), situación agravada en condiciones climáticas desfavorables;

f) límites económicos, ligados a la urbanización, los transportes o la comercialización. La urbanización y las actividades que conlleva suponen una limitación real del espacio agrario. La propia expansión de las infraestructuras urbanas o la descentralización industrial, la implantación de segundas viviendas, la construcción de clubs, la erección de parques y reservas naturales o las actividades cinegéticas merman el espacio rural. Al mismo tiempo, el proceso urbanizador ha supuesto la despoblación de comarcas enteras, sobre todo en zonas de economía débil y tendencia autárquica, haciendo retroceder la superficie cultivada. Los límites de transporte devienen de los costes derivados por la distancia entre producción agraria y mercado. En función de la mayor o menor apertura de las explotaciones al mercado podemos distinguir: a) de subsistencia, que no llegan a comercializar el 25% de su producción; b) poco comercializadas, entre el 25 y el 50%; c) fuertemente comercializadas, entre el 50 y el 75%; y d) totalmente comercializadas, que destinan menos del 25% de su producción para cubrir sus propias necesidades y que, por tanto, son las más dependientes del transporte.

2. LAS ACTIVIDADES AGRARIAS. DISTRIBUCIÓN DE LOS PAISAJES AGRARIOS. El paisaje agrario aparece cuando el hombre modifica el espacio natural mediante las actividades agropecuarias y forestales, o sea, cuando se humaniza el paisaje. En las sociedades más avanzadas, el empleo de la tecnología permite corregir las trabas impuestas por el medio físico para el aprovechamiento económico; por el contrario, esta labor es mucho más difícil para las sociedades menos desarrolladas, mediatizadas en gran medida por el entorno en el que se desenvuelven.

2.1.Factores condicionantes y elementos del paisaje agrario. Podemos dividirlos en factores físicos y humanos. Los factores físicos son principalmente tres:

a) el clima, básico para la posible transformación o creación del espacio agrario; b) el relieve, que condiciona el poblamiento del espacio agrario y la localización y forma

de las explotaciones agropecuarias; efectos muy evidentes se advierten en la actuación de los vientos, la ubicación de solanas y umbrías o las inclinaciones de las vertientes;

c) el suelo, pues los caracteres edafológicos inciden de forma directa en el crecimiento de los cultivos, cuyo aprovechamiento se vincula a la estructura física del suelo, su porosidad, textura, espesor, alcalinidad, acidez y nutrientes).



Entre los factores humanos destacamos: a) el crecimiento demográfico, que si es intenso puede reducir la extensión del paisaje

agrario; b) el nivel técnico y el desarrollo tecnológico, que inciden en aspectos como la roturación,

los medios de riego, el utillaje, la fertilización de los terrenos o la mecanización; c) las condiciones económicas, determinantes de las técnicas empleadas, la elección de

los cultivos y el destino de la producción hacia la subsistencia o hacia el mercado; d) la intervención estatal por medio de las políticas agropecuarias;

e) los aspectos sociales, determinantes de los regímenes de explotación y de propiedad de la tierra;

f) las circunstancias históricas y culturales.

En cuanto a los elementos constituyentes del paisaje agrario se definen principalmente tres: - la trama de las parcelas, determinada por su tamaño, sus límites –abiertos o cercados- y la

forma regular o irregular; - el hábitat rural, resultado de la ocupación y establecimiento de los seres humanos en

distintos tipos de edificaciones y en lugares determinados; de él se deriva la tipología de la casa rural, de múltiples variedades pero sujetas a dos morfologías fundamentales, casa disociada o casa-bloque;

- los sistemas de cultivo, que presentan asimismo gran diversidad en función de variables distintas, como la necesidad de agua (secano, regadío), el aprovechamiento (intensivo, extensivo), las plantas cultivadas (policultivo, monocultivo), etc.

2.2. La agricultura autárquica: itinerante y de subsistencia. La agricultura de subsistencia perdura en los países del Tercer Mundo, donde la carencia de medios económicos dificulta la transformación o la adaptación a la agricultura de mercado; por el contrario, en los países industrializados sólo la encontramos en reducidas explotaciones, situadas en zonas marginales de población envejecida y de recursos económicos insuficientes para su modernización.

La agricultura itinerante es característica de los países ecuatoriales e, incluso, tropicales, mientras que en las zonas templadas sólo se dio en una etapa inicial, aunque en áreas montañosas



centroeuropeas y de la Península Ibérica perduró hasta el XVIII. Se define por un conjunto de técnicas empleadas por agricultores que disponen sólo de un utillaje muy primitivo e imposibilitados para la inversión de capitales, que labran hasta su agotamiento un suelo de escasa fertilidad, dependiendo la superficie cultivada en buena medida de las necesidades familiares. Consiste en el talado de árboles, que después se queman con la maleza para que las cenizas fertilicen la tierra (rozas); para la siembre, se introducen las semillas o los tubérculos en agujeros realizados en un suelo no abonado, en el que no se efectúan labores de escarda, concluyendo las tareas agrícolas con la recolección. Extendida por la zona tropical húmeda de todos los continentes y practicada por millones de personas, se denomina de forma diferente en las diversas áreas (v.gr., “conucó” en Venezuela, “coamile” en México, “caiñaguin” en Filipinas o “ray” en Vietnam).

La agricultura de subsistencia es típica de sociedades tradicionales y se analiza desde variables como el nivel de vida de los campesinos, el destino de la producción o el siempre amplio margen dedicado al autoconsumo familiar, puesto que es la actividad agrícola que asegura a cada familia un mínimo vital. Fue dominante en la Europa preindustrial y hoy pervive en países subdesarrollados o en vías de desarrollo, e incluso juega un papel importante en algunas áreas más desarrolladas. Sus características fundamentales son el empleo de energía biológica –animal o humana-, el autoconsumo y autoabastecimiento y el predominio de cultivos alimenticios, como el arroz en Asia, la mandioca, el mijo, el ñame y la yuca en África o el maíz en Latinoamérica.

2.3. La agricultura de mercado: formas tradicionales y modernas. Agriculturas de plantación y

socializada. Formas tradicionales europeas. La agricultura tradicional dio lugar en Europa a tres paisajes fundamentales: openfield, bocage y mediterráneos. En todos ellos el sistema de explotación era de propiedad directa o, al menos, el agricultor usufructuaba la tierra por contratos de duración variable. Su finalidad fundamental era la producción de alimentos para seres humanos y ganados o de materias primas textiles para uso doméstico; los excedentes se ponían a la venta en los mercados locales, destinándose los ingresos a la adquisición de productos necesarios que no ofrecía la tierra. Sus características básicas eran:

a) el uso de energía biológica; b) el empleo de un utillaje muy rudimentario, como la azada o los arados romano y de

vertedera); c) la escasa inversión de capitales; d) la asociación entre agricultura y ganadería.



El openfield precisaba de una organización individual y comunal, estructurada tradicionalmente de la siguente manera: a) un anillo concéntrico alrededor de cada pueblo, que se explotaba de manera intensiva, con huertos destinados a la producción de forrajes, hortalizas y cultivos textiles, como el lino; b) un anillo excéntrico, con campos abiertos, dividido en hojas destinadas a la producción cerealística, en el que los habitantes acordaban la distribución de las zonas de sementera, barbecho y pastos; c) alrededor de las tierras de cultivo, montes o praderas de propiedad comunal, usados por los ganados o para la obtención de leña. La división en dos o tres hojas varió de unas regiones a otras; la de tres permitía la alternancia de cereales de invierno y de primavera con un barbecho corto en el que se sembraban leguminosas y subsistió hasta bien entrado el Ochocientos en la Europa del Norte y en regiones españolas como Andalucía o Castilla y León.

El bocage presentaba una estructura diferente, marcando su imposición en la Inglaterra de finales del XVIII uno de los elementos de la revolución agrícola que acompañan al proceso industrializador. En él, las parcelas se separaban por piedras o setos vivos y las explotaciones estaban delimitadas por caminos; la separación entre tierras de cultivo y monte no era tan nítida como en el openfield y la organización de los cultivos no obedecía a reglas fijas, sin que existieran acuerdos comunales. Se complementa la agricultura con una ganadería predominantemente bovina, alimentada de prados y forrajes. El sistema se extiende por la Europa atlántica, desde Galicia hasta Irlanda.

Los paisajes mediterráneos vienen determinados por la reducción de las precipitaciones y largos períodos de sequía, a los que se adaptaban bien el olivo, la vid y los cereales, mientras que en las montañas se daba la ganadería trashumante. Los campesinos crearon diversas técnicas para el mejor aprovechamiento del suelo, destacando la rectificación de las pendientes con la construcción de terrazas aprovechadas por el viñedo y los cultivos arbóreos, y la difusión de los regadíos, tanto por medio de la conducción a las parcelas de las aguas fluviales como por la obtención de las subterráneas. La agricultura mediterránea es muy variada en su grado de desarrollo, formas de explotación y estructuras agrarias; así la agricultura de subsistencia de las zonas montañosas y mal comunicadas, con técnicas arcaicas, coexiste con el latifundismo de las grandes propiedades trabajadas por jornaleros o con una agricultura de mercado, con cultivos hortícolas intensivos en propiedades medianas o pequeñas, en las que ha sido frecuente la presencia de arrendatarios o aparceros.

Formas tradicionales africanas.

Hay pueblos africanos, como los bamikelés del Camerún o los sereres senegaleses que poseen técnicas agrícolas muy productivas y que les permiten la obtención de altos rendimientos; los primeros desarrollan una especie de bocage, con parcelas cercadas y cultivadas con esmero, mientras que los segundos, que de forma excepcional en el área tropical asocian agricultura con ganadería, se



caracterizan por la servidumbre de pastos, de manera que en la estación seca, desde la recolección de las cosechas, los ganados pastan libremente por los campos.

La agricultura irrigada del Asia monzónica.

Caracterizada por el cultivo permanente del suelo, llega a producir hasta tres cosechas anuales, con rendimientos muy elevados; la superficie cultivada se divide en múltiples compartimentos de fondo plano, bordeadas de pequeños diques que cubren las necesidades de agua de los arrozales, cuya organización implica una gran transformación paisajística. El monocultivo del arroz exige una numerosísima mano de obra y permite la alimentación de una población muy densa.

La gran agricultura de mercado: Europa occidental y Estados Unidos.

Se caracteriza por la elevada capitalización, el empleo de técnicas modernas, la alta productividad tanto de los sistemas extensivos como de los intensivos, la organización familiar con libre elección del sistema de explotación, la gran demanda de su producción, la especialización regional y una importante infraestructura de transportes de cara a la comercialización. Practicada inicialmente en el dominio templado, se extendió después a otras latitudes, tanto en países desarrollados como en vías de desarrollo, aunque su presencia no significa la subsistencia de formas tradicionales.

En Europa las agriculturas de mercado se adaptan a las necesidades, renovando técnicas,

incrementando rendimientos, modificando modos de explotación y de distribución del espacio agrario y conservando o no, según su conveniencia, los paisajes tradicionales. Ejemplos significativos de la búsqueda de la máxima rentabilidad son los cultivos cerealísticos alemanes y de la cuenca parisina, los polders holandeses o, en España, la horticultura del litoral mediterráneo o los arrozales de la depresión del Ebro.

En cuanto a los Estados Unidos representan el principal ejemplo de agricultura especulativa,

abandonándose las explotaciones si éstas pierden rentabilidad; esta agricultura depende en gran medida del librecambio y el comercio internacional, por lo que pretende obtener los productos más rentables, por lo que el aumento de los rendimientos ya no se obtiene, como en las primeras décadas del siglo XX, de la extensión de la superficie de cultivo, pues esta agricultura extensiva retrocede ante la expansión de los regadíos. Se organiza de un modo muy empresarial, con grandes inversiones en tecnología cada vez más especializada, semillas, abonos e investigación científica de rápida aplicación; además son muy importantes las subvenciones federales, invirtiendo el Estado en grandes obras hidráulicas o comprando los excedentes agrícolas para mantener el equilibrio de los precios en los mercados. De todos modos, el panorama es muy diferencial según las distintas zonas, dada la



especialización de los cultivos, manteniéndose en el sur subtropical las producciones tradicionales de algodón, caña de azúcar y arroz.

Las características de la agricultura de mercado son aplicables asimismo a los denominados países nuevos, como Canadá, Argentina o Australia, grandes extensiones sobre amplias llanuras cerealísticas, de alto grado de mecanización y baja densidad de la población rural.

La agricultura de plantación.

Se desarrolla en algunos países tropicales que se especializan en la producción de café, cacao, té, caña de azúcar o caucho. Son monocultivos, generalmente en manos de grandes multinacionales que se encargan de su comercialización, empleando una mano de obra muy abundante y de bajo coste, lo que determina una forma económica dual, en la que la agricultura moderna coexiste con prácticas tradicionales de subsistencia.

La agricultura socializada.

Derivada de la revolución soviética de 1917, supone nuevos sistemas y relaciones de producción, imponiéndose la propiedad estatal de la tierra y organizándose en cooperativas populares –koljoses- o en granjas estatales –sovjoses-. El modelo, adaptándose a las mentalidades y a las estructuras preexistentes, se extendió a naciones con régimenes políticos marxistas, como Cuba, Vietnam o China (el caso chino se trata en el tema 12 ampliamente). La agricultura rusa y de los países bajo su control se ha tenido que someter a una profunda renovación, como consecuencia de la desmembración de la URSS y de la “ley de la tierra”, aprobada por la duma en 1990 y que permitió el abandono de los koljoses y sovjoses para la creación de explotaciones individuales en régimen de arrendamiento, con posibilidad de usufructo de por vida e incluso de transmisión hereditaria, aunque la propiedad continua sigue siendo colectiva. Un modelo alternativo de agricultura socializada es el israelí, país de economía liberal que curiosamente, con ocasión sobre todo de la colonización del desierto del Neguev, puso en marcha dos modelos de agricultura socializada, el kibbutz, auténtica comuna agraria, y el moshav, que responde al modelo clásico de las cooperativas. 3. DISTRIBUCIÓN DE LOS PRINCIPALES CULTIVOS Y DE LA CABAÑA GANADERA. 3.1. Sus centros originarios.



Con una propagación fundamentalmente vegetativa o asexual, y no por semillas, se conformaron los primitivos centros de domesticación vegetal, en los que la ganadería fue muy escasa: el sureste de Asia (taro, bambú, platanero, cocotero), el oeste africano (palmera aceitera, ñame) y Sudamérica. Con la difusión del Neolítico, el uso del arado y de los animales de tiro permite la extensión de la agricultura a otras áreas, como el sudoeste asiático, el Mediterráneo occidental, el norte de China y zonas de México y Perú.

Hacia el primer milenio a.C. se configuran tipos específicos en Asia sudoccidental y Europa, con cultivos básicos como la cebada, el trigo, el lino y las leguminosas y especies ganaderas como la ovina, vacuna, caprina y porcina. Sobre el 500 a.C. esta amplia zona ya es el hábitat de agricultores permanentes, que emplean el barbecho, el arado o el estiércol y que, salvo por las innovaciones en el utillaje, conocen pocas modificaciones hasta las revoluciones agrícolas; en el sudeste asiático se asiste a la sustitución de las plantas tradicionales por el arroz, decantándose la ganadería hacia la avícola y el porcino; en el norte de China el arroz no es todavía importante ante la extensión de vegetales autóctonos, como la soja o el mijo, y de otros importados, como la cebada o el trigo y en cuanto a la ganadería, aunque también se constatan la vacuna y la ovina, está dominada por la porcina; en África se advierte ya la distinción entre zonas agrícolas y ganaderas, encontrándose la agricultura itinerante; y en América sólo es importante la agricultura, con regadíos en Perú y México, y cultivos tanto de tubérculos como el maíz y los frijoles. Este panorama se mantiene hasta que en la Edad Media la expansión musulmana conlleva el intercambio de técnicas y plantas entre los centros asiáticos, africanos y europeos; las grandes aportaciones islámicas de a nuestro ámbito mediterráneo son la introducción de la oveja merina, el desarrollo de la horticultura, la difusión de técnicas de irrigación de procedencia egipcia y mesopotámica y la propagación de cultivos de origen asiático, como la caña de azúcar, los cítricos, la morera, el algodón, el arroz o la alfalfa.

3.2. Su difusión. Cuando acaba el siglo XV, los descubrimientos colombinos y la expansión ibérica abren una fase de intercambio de cultivos que se mantiene hasta el siglo XX; ya durante el XVI llegarán estos intercambios entre la América hispánica y Europa, y entre aquélla y Asia, vía Filipinas, a la vez que se produce la dispersión de cultivos indígenas por todo el continente americano. Los principales efectos en Europa son la difusión de la remolacha, el maíz, muchas plantas forrajeras y, sobre todo, la patata. Un segundo proceso importante se da en los siglos XVIII y XIX, con la introducción de plantas comerciales en los grandes espacios coloniales europeos y la expansión agropecuaria en Australia, Nueva Zelanda y los Estados Unidos.



Todos estos intercambios definen las principales características de los grandes espacios agrícolas del mundo actual, aunque las nuevas tecnologías introducen en estas últimas décadas innovaciones muy significativas, sobre todo el desarrollo de especies genéticamente superiores de alto rendimiento, como la caña de azúcar corta, el maíz híbrido o el trigo de primavera, punta de lanza de la denominada “revolución verde”, que conlleva la mejora de semillas tanto en las zonas tropicales como en los países en vías de desarrollo.

3. LA TRANSFORMACIÓN Y EL COMERCIO DE LAS MATERIAS PRIMAS AGRARIAS. El desarrollo agrícola ha sido estimulado fuertemente por la industrialización. Así, proporciona importantes capitales al medio rural –del mismo modo dinero procedente de éste ha financiado empresas industriales y comerciales-, al tiempo que impulsa la denominada agricultura comercial, integrada por los llamados cultivos industriales. Por otra parte, la revolución agrícola precisó de una infraestructura de transportes y una renovación de diversos aspectos de la comercialización. En cuanto a la industria agroalimentaria es un fenómeno propio del siglo XX, cuando el ámbito doméstico queda desbordado por las fábricas de aceite, harina, conservas o productos lácteos.

Del mismo modo, la comercialización influyó en el desarrollo de la producción y en su difusión mediante la revolución de los transportes, siendo también muy importantes los avances en las técnicas de conservación y en la transformación de los productos agrarios, así como en la organización de los mercados, clasificables en tres grupos según el nivel de desarrollo de los distintos países: a) mercados de los países subdesarrollados, dependientes económicamente de la exportación de materias primas agrícolas, preocupados por garantizar la autosuficiencia en la producción de alimentos, fomentar los cultivos comerciales en los que basan su exportación y en el logro de un precio razonable para su producción; b) mercados de países desarrollados, que pretenden el mantenimiento de las rentas agrícolas y el mantenimiento de una oferta abundante y a precios razonables para la población no agraria, como corresponde, por ejemplo, a la mayor parte de la Unión Europea; c) mercados de países muy desarrollados, como los EE.UU., con excedentes alimentarios y de capacidad productiva, que intentan mantener las rentas agrícolas con medidas de control de superficies cultivadas, garantías a los precios y subvenciones a las exportaciones.

De modo general, las peculiaridades de la comercialización agraria de cada país están en función tanto de sus mercados locales como de las políticas agropecuarias de alcance regional, nacional e internacional. 4. SITUACIÓN Y PERSPECTIVAS EN EL MUNDO Y EN ESPAÑA.



Ante el siglo XXI, la actividad agrícola está influenciada por novedades importantes de cara al nuevo milenio. Así, por ejemplo, se advierte una mutación técnico-económica, que, alejándose de modelos tradicionales, comienza a modelar la conocida como “nueva agricultura”, fenómeno propio pero no exclusivo del mundo desarrollado. Se trata de una potenciación de los sistemas de producción mediante la incorporación de avances tecnológicos, especialmente aplicados a los cultivos intensivos y al regadío, que requieren grandes inversiones en campos como la informatización de la organización y gestión del proceso productivo, la ingeniería genética, el control de plagas, la variedad y mejora de las plantas y la aparición de nuevas técnicas de producción. El coste se compensa por los beneficios obtenidos, gracias a la elevada productividad y a la obtención de cosechas extratempranas. Entre las técnicas de la nueva agricultura podemos destacar el acolchado, sobre bandas de plástico, el enarenado, ya empleado en la agricultura intensiva mediterránea, los cultivos de invernadero y los cultivos hidropónicos, en los que las plantas se cultivan sobre una solución de sales inorgánicas en recipientes adecuados, sobre un sustrato de ceniza, grava y arena. Por otra parte, debemos citar los nuevos cultivos:

a) biológicos, sobre todo hortícolas, obtenidos de forma ecológica sin abonos ni pesticidas y favorecidos por la fuerte demanda de estos productos provocada por las nuevas formas de vida y hábitos alimentarios de las sociedades avanzadas; la agroecología supone una vuelta a los sistemas tradicionales, pero sirviéndose de los adelantos tecnológicos;

b) transgénicos, productos manipulados genéticamente para hacerlos más resistentes a fenómenos climatológicos y plagas o para favorecer su cultivo en suelos más pobres, pero de los que se discute sus potenciales peligros, incluida la pérdida de la biodiversidad.

Otro fenómeno apreciable es la tendencia a la especialización de cultivos, con predominio de la agricultura especulativa y como resultado de la globalización económica. En cuanto a la pérdida de suelo cultivable y de población rural en diversas partes de la Tierra, o el fenómeno contrario en otras, en los países desarrollados es constante el retroceso de las actividades agrícolas y su inserción en una economía competitiva, orientada al mercado y que ha supuesto el abandono generalizado de las áreas rurales, fenómeno acompañado de la urbanización del medio rural. El proceso ha llevado a la aparición de la llamada “agricultura sin campesinos”, en las que las formas de producción tecnificadas e industrializadas predominantes hace que sea muy reducido el número de personas que trabaja exclusivamente en el sector agropecuario. En países subdesarrollados sucede lo contrario, ante la puesta en cultivo de nuevas tierras, muchas en zonas marginales, que acrecientan la degradación y desertización de espacios naturales como resultado de la generalización de la agricultura especulativa.

En cuanto a los límites al desarrollo agrícola, sobre todo en los EE.UU. pero extensible a otros países, pueden llevar a una destrucción progresiva de la capacidad productiva, como la pérdida de suelos por la acción de agentes erosivos y el alto consumo de fertilizantes, el agotamiento de acuíferos



por la generalización de los sistemas de irrigación o el endeudamiento de muchos agricultores por los altos costes productivos.

También son de interés los resultados de la “revolución verde”, impulsada por la FAO, y que ha permitido altos rendimientos en algunas áreas de Asia y el incremento de la agricultura de plantación, aunque con graves contrapartidas ambientales; en el fondo late la dependencia de los centros de decisión de poder, dado el intercambio desigual impuesto por los países más desarrollados en los mercados internacionales.

En cuanto a España, nuestra agricultura sigue muy condicionada por factores físicos, como el suelo, la topografía o el clima, cercano a la aridez en buena parte de su territorio con las dificultades que esto comporta para el desarrollo agropecuario, y por la desigualdad en los regímenes de propiedad. En los últimos veinticinco años se ha asistido a una auténtica revolución tecnológica, basada en la generalización de la maquinaria, el uso racional de semillas y fertilizantes y la ampliación de los regadíos. Por otra parte, es evidente la continua disminución de la población agraria –apenas un millón de personas en el 2000-, lo que no evita, dada la mecanización, el incremento de la productividad.

Traba importante, aunque en vías de solución, es la deficiencia en la red de comercialización y de producción; a disminuir sus efectos se orienta una buena parte de los fondos FEDER, recibidos de la Comunidad Europea; precisamente nuestra integración en ella condiciona en buena medida nuestros aprovechamientos tradicionales, introduciendo cambios en los tipos de cultivo y en los paisajes agrarios y obligando a la disminución, e incluso la práctica desaparición, de algunas especies; en resumen, un proceso de reconversión agraria, consecuencia de la aplicación de la Política Agraria Común (PAC), estando aún por evaluar los efectos de algunas de las OCMs más significativas para el agro hispano. En puertas del nuevo milenio, la agricultura española se enfrenta a dos retos fundamentales, la convergencia hacia los niveles de productividad y competitividad de otros países europeos y la superación de las dificultades derivadas de su actual estructura de la propiedad. 5. BIBLIOGRAFÍA.

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Nombre y Apellidos: ANDRÉS MANUEL JIMÉNEZ BALLESTEROS Centro, localidad, provincia: CABRA (CÓRDOBA) E-mail: [email protected]

“EL SECTOR PRIMARIO: SITUACIÓN Y PERSPECTIVAS” · Describe los tres tipos de agricultura de...

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