El Señor de La Vida

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EL SEÑOR DE LA VIDA 0. Introducción-presentación El Ap es el último libro canónico de la Biblia el más concentrado y densamente elaborado. Es el libro más misterioso de la literatura cristiana: un prodigio de simbolismos exuberantes, tachonado de colores encendidos, habitado por hombres renovados, los vivientes, los ancianos, los vencedores; poblado de personajes fabulosos y figuras siniestras de animales; jalonado de cantos brillantes y liturgias celestiales; erizado de encarnizados combates donde toman parte activa el cielo y la tierra, el bien y el mal... y en medio, el libro está cruzado por un protagonista absoluto el Cordero del Apocalipsis. La humanidad derramó lágrimas copiosas, porque no encontraba la salida a su dolor ni la clave que explicase el sentido de la historia (Ap 5,4). Hasta que vino el Cordero, Cristo, el revelador de Dios y de sus insondables designios mediante su misterio pascual; fue proclamado dentro de la Iglesia como el Señor de la vida, restañó el llanto de la humanidad y le devolvió la esperanza. El tomó el libro, desató sus siete sellos, y leyó públicamente el contenido íntegro de sus páginas. Dio un sentido a la humanidad errante, hizo de los confusos avatares del mundo una historia, cuya conclusión se revela rotundamente feliz para todos los hombres (Ap 5,7-9; 6,1). El Cordero apareció en pie, pero como degollado (Ap 5,6). Ha venido a nuestro mundo y ha participado de lleno en la condición humana, ha vivido y ha muerto (degollado), como es propio de los hombres, pero ha resucitado y está lleno de vida (en pie). Posee la plenitud del poder mesiánico (siete cuernos) y tiene la totalidad del Espíritu Santo (los siete espíritus de Dios son los ojos del Cordero). Y derrama sobre la tierra de manera incesante el don de la vida, que es el Espíritu. 1

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El amor de Dios

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EL SEÑOR DE LA VIDA

0. Introducción-presentación

El Ap es el último libro canónico de la Biblia el más concentrado y densamente elaborado.

Es el libro más misterioso de la literatura cristiana: un prodigio de simbolismos exuberantes, tachonado de colores encendidos, habitado por hombres renovados, los vivientes, los ancianos, los vencedores; poblado de personajes fabulosos y figuras siniestras de animales; jalonado de cantos brillantes y liturgias celestiales; erizado de encarnizados combates donde toman parte activa el cielo y la tierra, el bien y el mal... y en medio, el libro está cruzado por un protagonista absoluto el Cordero del Apocalipsis.

La humanidad derramó lágrimas copiosas, porque no encontraba la salida a su dolor ni la clave que explicase el sentido de la historia (Ap 5,4). Hasta que vino el Cordero, Cristo, el revelador de Dios y de sus insondables designios mediante su misterio pascual; fue proclamado dentro de la Iglesia como el Señor de la vida, restañó el llanto de la humanidad y le devolvió la esperanza. El tomó el libro, desató sus siete sellos, y leyó públicamente el contenido íntegro de sus páginas. Dio un sentido a la humanidad errante, hizo de los confusos avatares del mundo una historia, cuya conclusión se revela rotundamente feliz para todos los hombres (Ap 5,7-9; 6,1).

El Cordero apareció en pie, pero como degollado (Ap 5,6). Ha venido a nuestro mundo y ha participado de lleno en la condición humana, ha vivido y ha muerto (degollado), como es propio de los hombres, pero ha resucitado y está lleno de vida (en pie). Posee la plenitud del poder mesiánico (siete cuernos) y tiene la totalidad del Espíritu Santo (los siete espíritus de Dios son los ojos del Cordero). Y derrama sobre la tierra de manera incesante el don de la vida, que es el Espíritu.

El Señor de la vida es la clave del Ap. Ésta parece ser la óptica fundamental de las visiones que ha podido contemplar Jn, el autor del Ap.

El Ap. un libro escrito. Dificultad del texto.

Algunos autores explican las Aanomalías@1 de la versión original griega como resultado de una traducción Adefectuosa@ de un original arameo o hebreo al griego; o bien debido a que el autor piensa con mentalidad hebrea y redacta en estilo griego; o bien porque es un inculto sin más. Son sobre todo los verbos, sus modos y tiempos, los que causan dificultad.

1 Este fenómeno lingüístico ha sido catalogado como solecismos: forma típica de escribir del autor del Ap, que raya la incoherencia e ignorancia.

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Contreras, sin embargo, indica que el griego del Ap es único y original, deliberadamente pretendido por el autor en función de su mensaje teológico.

En el caso citado de los verbos (continua rotación del presente, pasado y futuro), el autor tendría una pretensión Ametahistórica@: liberar del determinismo del tiempo y expresar que lo que una vez fue pasado puede anticiparse y acontecer en el hoy de la Iglesia.

Si el autor violenta la gramática y la sintaxis es con el fin de resultar expresivo y vigoroso, no porque sea un ignorante del griego.

El Ap y el símbolo

La profusión de símbolos responde a la pretensión de crear un mundo nuevo con el fin de poder hablar con asombro del Dios que se revela en Cristo y de lo que, por esencia, es inefable. El autor, con el símbolo, consigue un efecto evocador y provocador, que abre a una dimensión nueva.

El Ap no es un tratado de dogmas, una ficción literaria, sino un libro misterioso que dice su mensaje teológico con el lenguaje de los símbolos. Este es su género literario, y a él consecuentemente debe el lector atenerse.

El lenguaje simbólico exige la tarea de descifrar, descubrir los influjos, sobre todo del Al, la apocalíptica y la propia inspiración del autor, con el instrumental exegético.

Finalmente, desde la historia de la comunidad, que lee el Ap, se debe encontrar la respuesta a las inacabables sugerencias que plantea el libro.

El Ap y la liturgia

El libro del Ap comienza con un diálogo litúrgico entre un lector y la comunidad (1,4-8) y acaba con otro dialogo igualmente litúrgico entre Juan, el ángel, Jesús y la asamblea (22, 6-21).

Ya es acuerdo, unánimemente aceptado, la importancia de la liturgia en el Ap, no sólo como marco ambiental, sino como realización eclesial: la Iglesia descubre su misterio durante la celebración de la liturgia, entra en comunión con la asamblea celeste, alcanza su meta escatológica.

En el Adía del Señor@ (expresión acuñada por el Ap) (1,10) sucedió la teofanía de Cristo a Juan en la isla de Patmos. El Señor, que se revela, es sumo Sacerdote que preside la función litúrgica de la Iglesia (1,13). Dios, el sentado en el Trono, (4,8-11) y el Cordero (5,8-10.12) serán aclamados dentro del marco celebrativo de la liturgia. El Espíritu aparece en la imagen cultual de siete lámparas de fuego, que arden perpetuamente frente al trono de Dios (4,5). Todo el libro se desarrolla a través de grandes doxologías. Esta liturgia sirve de lazo de profunda unión entre el cielo y la tierra. Todo cuanto hace de positivo la comunidad eclesial (persecución) encuentra

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su eco en el templo de la trascendencia (11,15-18; 12,10-12; 15,3-4; 16,5-7; 19, 1-7) y es elevado, como oración agradable, hasta el trono de Dios y del Cordero.

El Ap, un libro profético-apocalíptico

Aunque el Ap posea ropaje apocalíptico, su esencia más profunda no pertenece al género apocalíptico judío, sino profético.

APOCALÍPTICA JUDÍA APOCALÍPTICA CRISTIANA

pesimismo soteriológico y dualismodeterminismo fatal

secretos guardados hasta el fin de los tiempos

libro de consuelo, jalonado, por siete bienaventuranzas /1,3; 14,13; 16,15; 19,19; 20,6; 22,7.14)libro abierto por el Cordero que representa, no para el eón futuro, sino ya para la Iglesia, la gran profecía.

La profecía cristiana del Ap aparece con sus notas de verdadera profecía bíblica:

revelación, predicción y exhortación.

Con todo, el Ap también guarda alguna relación con la apocalíptica judía.

El Ap y la historia

Es un libro que refleja con fidelidad los avatares del tiempo, particularmente la acometida del Imperio Romano contra la Iglesia naciente (v.gr. persecución del emperador Domiciano).

El libro invita al lector cristiano a tomar una opción fundamental: o se es seguidor del Cordero, o se es irrenunciablemente esclavo de la Bestia (=emperador romano). Las doxologías de confesión creyente en Cristo aparecen también como una repulsa pública de la adoración al emperador.

El Ap y el AT

El Ap está saturado de citas textuales y contextuales (tomadas más bien del TM). Con el fin de confortar a los cristianos perseguidos, acude a las categorías bíblicas de la providencia de Dios, visibilizadas en las narraciones del AT.

Algunas expresiones son originales del Ap en relación a los escritos canónicos, pero no a la literatura intertestamentaria: v.gr. Ael árbol de la vida@, Ala muerte segunda@, Ael maná escondido@, Ala estrella radiante de la mañana@.

El Ap y su teología

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El Espíritu (24x): es el Espíritu de profecía, que ayuda a la Iglesia a entender sabiamente, a interiorizar la palabra del Señor y a ser capaz de proclamarla ante el mundo.

La Iglesia: es fundamentalmente el grupo de los que creen y escuchan las palabras de este libro. En Ap 1-3 constituye una Aecclesia ad intra@, que se purifica mediante la escucha de la palabra y la conversión al Señor; en Ap 4-22 es una comunidad de testigos, que hace proclamación de su fe, y trata de vencer, como su Señor ha vencido.

Cristología: es el aspecto central.

1. Origen y significado teológico del Cordero

Introducción

La original expresión τo αρvιov2 aparece 28x designando claramente a Cristo. Sólo 1x sirve para calificar al falso profeta o segunda Bestia Aque tiene dos cuernos semejantes a los de un cordero@ (13,11).

El uso bíblico de esta palabra es más bien escaso (Jer 11,19; 27,45; Ps 114, 4.6.; Jn 21,15: es la comunidad cristiana) más original resulta entonces su frecuencia en Ap.

El Cordero aparece como sujeto verdaderamente protagonista de acciones irrepetibles de las que se beneficiará toda la creación (Ap 5,2.7.12). Su figura es original, no hay nada semejante en otras literaturas. Este carácter inédito se manifiesta debido a algunos motivos de relevancia:

! por su extraña lexicografía, respecto a toda la producción escrita de la biblia.! por su rara silueta: el Cordero apocalíptico rompe la imagen estereotipada del Cordero.! por su imponente protagonismo: está presente y activo en las tres dimensiones del tiempo salvífico; él es quien desencadena el arranque inicial, empuja con decisión el dinamismo de la historia de la salvación y consumará los plazos temporales en la escatología de la Jerusalén celestial.! por su paradoja: la rica simbología del Cordero distorsiona los esquemas de una comprensión uniforme y fácil. V.gr. está degollado, pero está de pie (5,6); a los hombres les atemoriza la ira del Cordero (6,15-17); el Cordero también es pastor y conduce a los rescatados hacia fuentes de aguas vivas (7,17); el Cordero posee una esposa radiante (21,9).

)Cuál es el origen de la formulación? Tres posibles explicaciones:

a) El siervo de Yahweh

2Es diminutivo de αρηv, pero en la época del NT no tiene ese sentido.

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En el cuarto canto del siervo (Is 52,13-53,12) se habla de un inocente que sufre de manera arbitraria y desmesurada. La visión del cordero, silencioso, cuando es conducido al matadero, evoca la enorme injusticia de la pasión y muerte del siervo. Pero su sufrimiento será misteriosamente un medio para que triunfe el plan del Señor, causa de rehabilitación y de salvación para todos. Finalmente, el siervo verá la luz.

Jeremías habla de su persecución en términos semejantes.

Las profecías del Siervo, de modo particular el verso que contenía la imagen del cordero inmolado, fue objeto de una interpretación cristológica en la Iglesia naciente (Hch 8,26-38).

Existen dos aspectos teológicos referentes al Cordero que parecerían3 no admitir otra explicación si no es a partir de la figura del siervo de Yahweh: la inmolación y el binomio muerte-vida.

Contreras alega en contra:

! que la significación mesiánica de la figura del Siervo es compleja.! que la pasión, como dimensión intrínseca del mesías, es ajena al AT.! diferencias formales:

* en Is 53,7 se usa αμvoζ y en Ap siempre es τo αρvιov.* en ningún pasaje donde sale el vocablo Acordero@ aparece la palabra

Asiervo@.* tampoco junto al término Acordero@ aparece el genitivo Ade Dios@ (salvo

en Jn).! diferencias de contenido:

* el cordero, según se desprende del mensaje de los textos bíblicos citados, aparece como un animal de degüello. Desde esta más obvia realidad se ha dado un salto interpretativo y se ha convertido en paradigma habitual, utilizado para designar el sufrimiento y la muerte injusta de una víctima inocente.

Esta explicación se queda corta: no explica dos dimensiones de acusado relieve: la sangre y la fuerza del Cordero.

b) El Cordero pascual

Esta figura es clave en la historia bíblica debido fundamentalmente al valor de su sangre, que asegura la liberación de Israel (Ex 12,12-13). Este rito del cordero pascual con el derramamiento de su sangre debe conservarse para siempre (Ex 12,27). La sangre ratifica también la alianza sellada (Ex 24,8). El rito de la sangre se celebraba en conexión con la liberación de la esclavitud de Egipto, que era, a su vez, figura de la liberación de la esclavitud del pecado.

3Así piensa Comblin.

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La sangre del Cordero-Cristo en el Ap comporta estos profundos elementos de salvación:! liberación de los pecados (1,5).! adquisición de un nuevo pueblo para Dios (5,9).! purificación y configuración con Jesús (7,14).! energía de victoria (12,11).

La simbología del cordero pascual en la Iglesia primitiva se hace presente en estos textos:! 1 Cor 5,7: Apurificaos de la levadura vieja..., porque ha sido inmolado nuestro cordero pascual, Cristo@: llamada urgente y parenética.! 1 Pe 1,18-19: Ahabéis sido rescatados.., no con algo caduco, oro o plata, sino con la sangre preciosa, como de un cordero sin mancha y sin contaminación, Cristo A: sólo la sangre de Cristo se ha mostrado en la historia de la salvación digna y eficaz de rescate. Cristo es el nuevo cordero pascual que ha redimido a la humanidad de la esclavitud.! Jn 1,29: Ahe aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo@: en el evangelio es probable que la expresión tenga doble sentido: el del siervo de Yahweh (que lleva y quita al mismo tiempo el pecado) y el de cordero pascual (que liberta con su sangre al pueblo; liberación que es anticipo de la del pecado). Este verso forma inclusión semítica con 19,36: como al cordero pascual, no le quebraron un hueso y derrama su sangre, junto con agua, al traspasarle el costado. Jesús quita el pecado del mundo dando su sangre y su agua, efundiendo el Espíritu Santo y haciendo de la humanidad un pueblo rescatado.

Los autores reconocen en la mención del Cordero según el Ap una lectura superpuesta del siervo de Yahweh y del cordero pascual. El siervo indica predominantemente la inmolación; el cordero pascual, la sangre redentora. Jesús muriendo en la cruz, derramando la sangre como el cordero pascual, ha dado al Padre, no su sangre, sino la humanidad entera.

Esta interpretación, con todo, también se queda corta. )Qué hay del protagonismo del Cordero, capaz de acciones decisivas a partir de un animal pasivo? )De dónde su fuerza?

El sacrificio de Isaac -interpretado en la tradición judía- ha podido influir en la concepción cristiana del cordero del Ap.

c) El Cordero apocalíptico

La literatura judía apocalíptica conoce la temática del cordero, pero presenta este símbolo de otra manera: como un animal prodigioso al que le es connatural la fuerza, la fiereza y la arrogancia. Se le denomina como: αρηv, κριoζ, αρvιov, αμvoζ.

En 1 Henoc 89-90 se narra la historia de Israel. Sus líderes son llamados κριoζ (carnero). Al tratar de los macabeos, se habla de los fieles judíos como de Aovejas@, a las que les salieron Acuernos@ (los cinco hermanos macabeos). Los

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Acuernos@ son símbolo de fuerza y califican a la figura simbólica que los lleva como un rey poderoso e invencible. 1 Henoc lo aplica también al mesías.

Facetas características del Cordero comunes a la apocalíptica judía y al Ap:

! Cordero potente, con cuernos (5,6; 13,11).! Metamorfosis del Cordero (que antes fue león): 5,5.6.! Cordero que es guía (7,17).! Cordero vencedor (17,14).! Cordero que es rey (17,14).

Conclusión

Las tres lecturas están perfectamente fundidas en la imagen del Cordero del Ap, creación inédita de su autor, de gran carga significativa. Proyectada sobre Cristo obtenemos esto:

! Es el Señor, que acepta voluntariamente el sacrificio de su vida, ofrecida como don supremo de si, en expiación perfecta en favor de los hombres, por los pecados de la humanidad.! Es el Señor, que derrama generosamente su sangre y su agua, como precio valiosísimo, para rescatar a los hombres de la esclavitud del pecado, y poder, así, devolver a Dios Padre una humanidad de seres libres, transformada y santificada por el Espíritu.! Es el Señor, rey poderoso y dueño soberano de la historia, que rige los destinos de la Iglesia, que combate contra las fuerzas del mal, y que, al final del tiempo, resultará vencedor con los elegidos y fieles.

2. Presentación solemne y dignidad del Cordero (caps. 4-5)

Estos capítulos están intencionalmente colocados al comienzo de la segunda parte para inculcar la certidumbre de que todo el desarrollo, aunque ondeante, de la historia de la salvación está previsto por la sabiduría divina y es guiado providencialmente por Dios y el Cordero.

a) Capítulo IV del Ap

! El cielo: el contenido narrativo del cap. 4 se sitúa en la zona de la trascendencia (vv.1-2). El cielo significa el lugar de la gloria de Dios. Aquí no hay la complejidad de cielos que en la apocalíptica judía. En cambio, la Apuerta abierta@ es un elemento descriptivo recurrente en la literatura apocalíptica.

! El trono (14x): es el motivo literario aglutinante y de más calidad del relato. Todo el cap. se cierra perfectamente, como un círculo, alrededor del trono y del sentado sobre él (esta postura indica el perfecto dominio de Dios sobre todo lo creado). La visión del trono parece inspirarse en Ez 1 (la Merkabah).

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! Una visión de luz: las tres piedras citadas (jaspe, sardio y esmeralda) son las incrustadas en el pectoral del sumo sacerdote (Éx 28,13) y se encuentran entre los fundamentos de la nueva Jerusalén (21,19). El autor pretende subrayar la luminosidad que emana del trono de Dios.

! Y un arco iris como una esmeralda (cfr. Ez 1.28): más allá de la referencia al resplandor, el arco iris evoca la alianza universal y perpetua que Dios hizo con la humanidad, tras el diluvio universal (Gén 9,13-15). El agua amenazadora se convierte en un mar sereno y transparente a los pies del trono. Un arco iris aparece al comienzo de la historia (Gén 9) y al final de ella (Ap 4,3): toda la historia de la humanidad, a pesar del diluvio y del pecado, queda envuelta en esta promesa de paz.

! Relámpagos. voces y truenos: estos fenómenos atmosféricos aparecen habitualmente unidos a manifestaciones de Dios. En Ap aparecen en 8,5; 11,19; 16,18. Se subraya la potencia divina, pronta a intervenir en la historia.

! El mar: evocado por el autor del Ap, no es opaco, sino transparente, como de cristal. El cristal es un artículo de lujo (21,18.21). Dos veces se menciona en la Jerusalén celestial, calificando a la shekiná divina y al río que brota del trono de Dios y del Cordero (22,1). En el Ap el mar es un símbolo de la potencia hostil, que ahora, a los pies del trono, se manifiesta como un mar tranquilo. Dios se reveló en el AT como el dominador de las fuerzas del mar (Ps 74). Igualmente Cristo apacigua las aguas encrespadas (Mc 5,39).

! Los veinticuatro ancianos: )corte de ángeles? )hombres ya salvados? A partir de los datos internos (21,12.14) es la resultante numérica de las doce tribus de Israel (sinónimo del AT) más los doce apóstoles del Cordero (emblema del NT): representa cualitativamente la totalidad de los santos, la suma universal de aquellas personas que han participado activamente en la historia de la salvación y ya están glorificadas y alaban a Dios. Están adornados de tres características: vestiduras blancas, que muestran su configuración con Cristo en la plenitud de su misterio pascual; coronas de oro, que aluden a su capacidad regia y litúrgica. Ésta última se manifiesta en gestos de postración y ofrenda (portan copas de oro llenas de perfumes, que son las oraciones de los santos = solidaridad de los ancianos con los cristianos que aún viven en la tierra). Es expresión de la Iglesia triunfante, gloriosa, victoriosa, adoradora, intercesora y oferente.

! Los cuatro vivientes: el autor del Ap parece inspirarse en algunos textos proféticos. Aparecen descritos por: su situación: están entre el Cordero (Aen medio@) y los ancianos (Aalrededor@), tan cerca de Dios como nadie puede estar; sus ojos: son todo ojos, ciencia perfecta y penetrante, atentos y vigilantes. Existe en estos vivientes una participación del Espíritu (Alos siete ojos son los siete espíritus de Dios@); descripción teriomórfica: el león, el toro, el hombre, el águila. Se alude a toda la creación, representada en sus cuatro puntos cardinales; seis alas: suprema movilidad y agilidad de los cuatro vivientes; actividad litúrgica incesante: repiten el trisagion a Dios, están destinados a adorar a Dios por siempre; actuación salvífica:

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intervienen decisivamente en la historia de la salvación (apertura de los sellos) y sostienen el ritmo positivo de la historia, intercediendo ante Dios. En resumen, son

! la irradiación de la acción y de la gloria de Dios, que aparece como perfectamente lúcida, atenta, ágil, ininterrumpida. A la vez son la respuesta de la creación a la acción divina, adoración incesante, animada por la presencia del Espíritu. Cuando el Ap sitúa a cuatro vivientes tan cerca del trono está indicando que el primer proyecto manifestado de Dios sobre la creación y la historia es de vida.

Conclusión: Así contempla Juan a Dios en su trascendencia (luz, paz, bonanza, vida...).

Todo está preparado para que la salvación se realice en la historia de la humanidad. Del trono emerge una mano en son de paz con un libro, como una invitación a entrar en comunión con los hombres. Pero nadie es digno de tomar el libro, lo que produce tristeza, hasta que aparece el Cordero degollado y en pie.

b) Capítulo V del Ap

! El libro: es un libro escrito por dentro y por fuera, es decir, todo él es un mensaje (γεγραμμεvov), posee un carácter de acabamiento, de escrito para siempre; es un libro sellado con siete sellos, completamente (el siete expresa totalidad) hermético; está en la mano del que se sienta en el trono: pertenece a Dios, se encuentra en la esfera divina. Su mano todopoderosa, la derecha, lo sostiene. Este libro es paradójicamente el mismo libro del Ap, pero ya leído e interpretado por el Cordero. El Ap es siempre un libro abierto; existe para ser leído, proclamado y discernido en el marco viviente de una comunidad eclesial. Este libro representa el proyecto misterioso de Dios sobre la historia. Existe una graduación en torno a la acción de abrir.

! AHa vencido el león de Judá. el retoño de David@: existe una razón suficiente que justifica la esperanza : alguien Aha vencido@ (acción pretérita: presumiblemente su inmolación; y sin complemento directo: victoria absoluta). Se trata del Aleón de la tribu de Judá@, expresión que proviene de la bendición de Jacob sobre Judá y tiene carácter mesiánico. El título Aretoño de David@ se encuentra en una profecía mesiánica pronunciada por Isaías. Cristo se presenta como la continuación de aquella profecía veterotestamentaria (la raíz es David), él es el que da sentido a toda la historia y colma sus esperanzas.

! Visión del Cordero. Sus atributos:

* Cordero que está en medio: las dos expresiones reiterativas Aen medio@ (Adel trono y de los cuatro vivientes@ y Ade los ancianos@) quieren acentuar la centralidad que ocupa el Cordero, un lugar de la máxima proximidad al trono de la divinidad.

* Cordero de pie: hace referencia a la resurrección de Jesús. Iστημι en Ap indica el estado glorioso y triunfante (de Jesús, de los rescatados, de los vencedores de la

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Bestia). Así es como Esteban (cfr. Hch 7,55-56) contempló la gloria del Hijo del hombre.

* Cordero como degollado: el verbo σφαζειv aparece referido a Cristo, los mártires, los hombres y la Bestia. Indica el sacrificio cruento de Jesús.

* Cordero con siete cuernos: el símbolo del cuerno (bíblico) denota poder y fuerza y es un símbolo cargado de significación mesiánica (Ps 132; Dan 7,7-8; Lc 1,69). Cristo recapitula todas las promesas de la dinastía mesiánica. Está dotado de la plenitud de la fuerza mesiánica, gracias a su resurrección (cfr. Rom 1,4).

* Cordero con siete ojos: se está significando que Cristo posee la perfección de la ciencia y de la providencia, de la sabiduría y del cuidado (cfr. significado bíblico). Estos siete ojos son Alos siete espíritus de Dios enviados a toda la tierra@: se trata de la abundancia del Espíritu que, Cristo, merced a su muerte y resurrección, posee de manera personal y pletórica, y que puede irradiar. El Cordero realiza la función de dador permanente del Espíritu a la Iglesia

Resumiendo, en un versículo (5,6) está descrito todo el misterio de Cristo: su rango divino (en medio del trono), su muerte (como degollado), su resurrección (de pie), la totalidad del poder mesiánico (siete cuernos) y su capacidad de dar al mundo la plenitud del Espíritu Santo (siete ojos que son los siete espíritus de Dios enviados a la tierra).

! Entronización regia del Cordero: Ael Cordero vino (aonsto) y tomó (perfecto) [no se dice qué tomó] de la mano derecha del sentado en el trono@: ha tomado no el libro, sino el poder y la realeza que le hace capaz de abrir el libro (cfr. Dan 7,13-14). El ceremonial de la investidura asume la forma expresiva de tomar el libro de la mano de Dios. El Ap no habla de sentarse a la derecha de Dios, sino de compartir el único trono (22,2.3). La entronización del Cordero pone en movimiento circular las distintas doxologías:

* los vivientes y los ancianos (vv. 8-10): se ensalza la justicia por haber sido capaz de abrir el libro. El Cordero es digno porque Aha sido degollado@, Aha comprado@ (obra de la redención: negativamente, acción de quitar la esclavitud; positivamente, la adquisición. Destinatario: para Dios. Universalidad de la redención. El precio del rescate: la sangre del Cordero), Aha hecho un reino sacerdotal@ (meta del proceso de salvación; cfr. Ex 19,6: pueblo de propiedad exclusiva divina).

* los ángeles (vv. 11-12): los cuatro primeros describen la actividad salvífica del Cordero: llena de poder, riqueza, sabiduría y fuerza. Por ello recibe el homenaje angélico en forma de honor, gloria y alabanza.

* las criaturas (v. 13): clímax de la doxología. Absoluta y manifiesta universalidad. Aun desde aquellos lugares donde tradicionalmente no se podía alabar a Dios, brota un canto de alabanza.

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* los vivientes y los ancianos (v.14): los primeros con un Amén de recapitulación a todo cuanto ha sucedido. Los segundos con un gesto de adoración profunda.

Conclusión. Contenido teológico de la visión del Cordero

1. La muerte redentora: designada con la palabra inmolación, en progresiva caracterización (Acomo inmolado@, Afuiste inmolado@, Ael inmolado@). El valor salvífico de su inmolación continúa para siempre. La inmolación del Cordero es un signo vivo de la permanencia del amor redentor de Cristo en favor de la humanidad.

2. La egregia resurrección: el Cordero está en pie y así se quedará perdurablemente, como un señal de victoria sobre la muerte. Es lo primero (teológicamente) que el vidente ve.

3. La fuerza mesiánica: toda la expectativa mesiánica del AT, con sus altibajos, se realiza en Cristo resucitado. Sólo él da sentido y cumplimiento a la historia de la salvación.

4. La posesión y el don permanente del Espíritu: esta fuerza del Espíritu, que lo anega, es su señal identificadora. El Espíritu es sus propios ojos. Y porque lo tiene, lo da sin medida, de manera ininterrumpida, a la Iglesia. El Señor vela continuamente sobre los hombres.

5. La entronización regia: presentado ante el trono de Dios, es por él aprobado y encumbrado a su estado más alto de gloria y majestad divina. Hecho rey para siempre. Se le da todo poder. Es digno de abrir el libro de la historia y empujarla eficazmente a su mcta de salvación.

6. El Cordero es título litúrgico: aclamado así en las doxologías que representan todo el arco de la creación viviente, humana, angélica y cósmica. El acontecimiento histórico de la redención de Cristo, sucedido en el tiempo, está presente permanentemente en el cielo y desde allí, a través de la liturgia de la Iglesia, incide eficazmente en la historia de los hombres.

7. Título soteriológico: el Cordero está ya ligado indisolublemente a toda la humanidad. Su sangre derramada muestra la calidad del amor de Cristo por esa humanidad.

8. Título eclesial: el inicio y el despliegue de la historia se consuma en la constitución de un nuevo pueblo de Areyes y sacerdotes para Dios@. La Iglesia es el ámbito natural donde se puede reconocer y alabar a Jesús como el Señor, pues para este fin ha sido constituida.

9. Título divino: el Cordero se sitúa en la esfera de lo divino (el trono). A través de la representación de los siete ojos, el Ap indica también la gran unidad entre Dios y el Cordero: los siete ojos de Yahweh (Zac 4,10) son ahora los del Cordero. La plenitud del Espíritu (siete espíritus) pertenece tanto al Padre (Ap 4,5) como al Hijo (Ap 5,6). Comparten asimismo los motivos de alabanza y reciben la misma adoración (5,13).

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10. Título de constelación simbólica: es león (fiereza) y cordero (mansedumbre).

11. El Cordero. plenitud del misterio del Señor: con esta formulación brevísima, el Ap está señalando los rasgos esenciales de la figura de Jesús (cfr. resumen Visión del Cordero. Sus atributos).

3. Conclusión: Cristología del Apocalipsis

Existe una continuidad fundamental entre la cristología del Ap y la del NT. Pero, el Ap, como obra profético-litúrgica original, tiene sus propios rasgos peculiares: se subraya la intervención de Cristo glorioso en la Iglesia, la figura de Cristo aparece fuertemente concentrada, las citas explícitas e implícitas del AT son muchísimas, a la luz de la cristología se iluminan también otras realidades (hermeneuta del Padre, Señor de la Iglesia, Dueño del tiempo y la eternidad, Vencedor absoluto del mal). El Ap no es un tratado dogmático que ofrece, de manera atemporal, enunciados sistemáticos acerca de Cristo; este libro narra unos hechos, crea su propio tiempo, mantiene interiormente un ritmo creciente. El Ap es un libro misterioso que intenta hablar de la intervención decisiva de Cristo en el mundo con el balbuceante lenguaje de las imágenes.

a) Cristo se revela en la plenitud de su misterio pascual

El Ap muestra su fidelidad al núcleo vivo de la fe de la Iglesia. Las dos principales visiones de Cristo, situadas estratégicamente al comienzo de cada parte, revelan su misterio de muerte y de vida.

! Misterio de muerte: el binomio muerto-sepultado del kerygma es manifiesto en el Ap con la pregnante expresión Aestuve muerto@. El misterio de la muerte de Jesús se revela en la visión central del Cordero Adegollado@ (sacrificio cruento de Jesús). Cfr. progresiva caracterización (pto. 1 de la conclusión en pág. 10). El Cordero es alguien permanentemente sacrificado. Esta imagen de Jesús se encuentra en continuidad con los relatos evangélicos, donde se le identifica como el ACrucificado@, donde Jesús muestra sus estigmas. Jesús resucitado es el mismo que murió en la cruz. El valor salvífico de su muerte continúa. Las heridas cicatrizadas o el deguello del Cordero hablan de su amor en favor de los hombres. La mención del Cordero evidencia, además, la ofrenda voluntaria de Jesús a la muerte (relación con el Siervo de Yahweh). Existe en el libro profusión de sangre, que posee para los cristianos valor redentor y testimoniante: libera de los pecados (1,5), ayuda a formar parte de un pueblo nuevo y universal (5,9), configura hondamente con Jesús (7,14), se transforma en capacidad de victoria sobre el mal (12,11). Con esta imagen de la sangre vertida, Jesús da cumplimiento a la figura del cordero pascual.

! Misterio de vida o resurrección: el Ap no usa un léxico de resurrección, aunque sí su significación. Se vale para expresar la realidad de Cristo resucitado de unos giros literarios característicos: Ael primer nacido de los muertos@(1,5), indicando que con su resurrección instaura un pueblo nuevo de seres resucitados; Ael

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Viviente@, Ael que vive por los siglos de los siglos@(1,18) , en contexto de muerte, subrayan su capacidad de dominio sobre ella; Atengo las llaves de la muerte y del infierno@(1,18): sólo Dios todopoderoso podía obtener estas llaves; comparte la vida inmortal de Dios. Finalmente, el vidente ve al Cordero Aen pie@ (lcrrUlxt): Cristo está resucitado y permanece en la Iglesia εστηκoζ; como Señor y Juez.

! Misterio de entronización o glorificación: equivale a la expresión NT de Aestar sentado a la derecha del Padre@. El Ap describe esta entronización como un proceso dinámico: Aestá en medio del trono@ [proximidad a la divinidad] (5,5) Ael Cordero que está, justamente, en medio del trono@[está aquí por la obra de redención que ha realizado] (7, 17) Ael trono de Dios y del Cordero@[ocupa el mismo trono, la divinidad: unidad divina y meta del camino glorioso de Jesús] (22,2.3.).

b) Divinidad de Cristo

! Cristo se revela como Dios: el objetivo primario del Ap es confesar a Cristo como Dios, no de modo dogmático, sino a través de su presentación con los atributos de Yahweh en el AT (v.gr. Ap 1,14 [Dan 7,9]; Ap 1,15 [Ez 1,24]; 2,23 [Ps 62,13]). Con frecuencia esta mutua atribución se realiza dentro del libro, aplicando las mismas cosas a Dios o a Cristo (cfr. 1,8 y 22,13). Pero donde esa atribución se hace más densa es en el título del Cordero, que tiene las mismas funciones que Dios (v.gr. monta en cólera como Yahweh: Ap 6,16 [Sof 1,15]).

! Cristo se revela como el único Dios: no es una afirmación cristológica pronunciada en condiciones pacíficas, sino polémicas: la Iglesia es perseguida por ello. Cfr. contexto polémico de la afirmación AYo soy el Primero y el Último@, Ael Viviente@ o ASeñor de señores y Rey de reyes@.

! Aclamación divina compartida: Cristo, igual que Dios, recibe los mismos elementos de alabanza, que la creación rescatada tributa (cfr. especialmente la doxología cósmica. 5,8-14).

El Ap, proveniente de la escuela joánica, se sitúa en la misma línea que el IV Evangelio en lo concerniente a la divinidad de Jesús. En medio de un mundo pagano la Iglesia confiesa valientemente el señorío de Jesús.

c) Cristo, sumo Sacerdote

Jesús resucitado se aparece durante el Adía del Señor@, el día de la celebración pascual dentro de la Iglesia. Está, además, en medio de los siete candelabros de oro, esto es, de la universalidad de la Iglesia. Jesús se revela como el sumo Sacerdote que en ella preside toda función celebrativa. El Ap no reconoce otro sumo Sacerdote que él, aunque no lo diga expresamente (coherencia de fondo con Hb). Sus vestiduras resplandecientes significan su definitivo sacerdocio (1,13). En la nueva Jerusalén no hay templo; sólo la presencia del Cordero une eficazmente a Dios y a los hombres; él es el verdadero lugar de culto y adoración (21,22). La

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liturgia que se realiza en el cielo es el modelo ejemplar de toda celebración terrestre. Existe comunión ininterrumpida. El libro tiene un prólogo y epílogo claramente litúrgicos. El ministerio sacerdotal de Cristo no ha finalizado con su muerte.

d) Cristo. Testigo-Palabra de Dios

Sólo el Ap llama a Jesús Atestigo@ (1,5). Con su vida de lealtad mantenida, culminada finalmente en la muerte, y continuada en su glorificación, ha expresado perfectamente el designio completo de Dios. Llamándose el AAmén@, indica que su palabra tiene garantía divina. En el combate escatológico (19, 11-21), el símbolo de la espada aguda representa la Palabra de Dios.

El Ap conoce una expresión típica: Ala palabra de Dios y el testimonio de Jesús@ (1, 2.9; 6,9), que es una hendíadis para expresar que la palabra eterna de Dios está fielmente testimoniada por Jesús (con su pasión y muerte). Para mantener su testimonio, Cristo se vale de los cristianos.

e) Cristo y el Espíritu

A fin de que su testimonio sea eficaz, vivo y perenne, en la Iglesia y en el murido, Jesucristo, el testigo fiel, actúa con la presencia del Espíritu, quien se manifiesta a lo largo del Ap como preferentemente profético. Cfr. 19, 10.

El Espíritu invade a Juan capacitándolo para ser profeta, para contemplar y saber comunicar realidades sobrenaturales, que, de otro modo, le serian totalmente herméticas: la teofanía inicial de Cristo y su orden de escribir el libro (1,10); el designio de Dios y del Cordero en el templo de la trascendencia (4,2); la destrucción completa del mal [ruina de Babilonia] (17,3) y el triunfo del bien [apoteosis de la nueva Jerusalén] (21,10).

En cada una de las siete cartas resuena la llamada sapiencial Ael que tenga oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias@. La Iglesia descifra la historia según la óptica de Dios y predica con valentía con la ayuda del Espíritu.

A nivel de la trascendencia se le denomina Asiete espíritus@ (1,4) = plenitud del Espíritu que posee Cristo (3,1).

Este Espíritu llena proféticamente a la Iglesia y purificada como la esposa del Cordero, al unísono con el Espíritu, prorrumpe, inspirada por él, en la súplica: (Ven, Señor! (22,17).

Esta visión teológica del Espíritu en relación siempre a Jesús, está acorde con el IV evangelio, del que aparece como continuidad y culminación pneumatológica. Jesús es el portador del Espíritu y su donante a la Iglesia. La única diferencia es que lo

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que en el evangelio aparecía como una promesa del Paráclito, ahora se realiza con la actuación plena del Espíritu en la Iglesia.

f) Cristo. Hijo de hombre

En la teofanía inicial el vidente ve a alguien, cuyo primer rasgo característico se relaciona con esta figura apocalíptica (Dn). Pero Jn es preciso: no vale una equiparación plena (a modo de... ). La figura del Hijo de hombre está relacionada directamente con la esperanza de la escatología final. El AT ha deseado con ardor esta venida. El juicio divino estaba asociado a ella. En el Ap el juicio y la condena de los poderes hostiles, se atribuye con propiedad a Dios mismo (6,10; 11, 17-18). El Hijo de hombre, Cristo, tiene un ámbito de realización: él juzga a su Iglesia con su palabra profética (cc. 2-3). El Ap es un libro que representa la venida del Señor y siempre en contexto eclesial, asamblea de los que escuchan las palabras de la profecía (1,3). Unas veces amenaza con una venida punitiva (2,5). En el último capitulo, esta venida cobra una frecuencia inusitada: AVengo pronto@ (22, 7.12). Aquella figura misteriosa del Hijo de hombre que aparecía al inicio del libro entre nubes y como una sombría amenaza, pues Apor él se hará duelo@, es reconocido ahora por la Iglesia, adorado como su Señor. La Iglesia, purificada por la escucha de su palabra, no teme su venida, sino que la desea (22,20). Jesús ya no se presenta como aquella figura apocalíptica para realizar con su hoz afilada el juicio de la tierra (14,14). La Iglesia, durante la celebración de la liturgia, alimenta la esperanza de su presencia. El Señor está viniendo cada vez más hasta que venga en su Parusía, encuentro definitivo.

El Ap ha realizado una labor teológica original: ha desescatologizado la figura del hijo de hombre, cuya venida no se reserva para los últimos tiempos; predomina la dimensión de presente, lo identifica con Cristo muerto y resucitado, que ha adelantado la parusía y lo contempla, ya anticipadamente, viviente y victorioso en la Iglesia.

g) La figura de Cristo en la constelación simbólica de animales

Los animales por los que Cristo ha ido pasando en su metamorfosis (león, cordero, caballo blanco) son todos símbolos de poderío mesiánico.

h) Cristo, vencedor

Su victoria se fundamenta en su muerte redentora: cristologización del mesianismo regio. En su caballo blanco, es vencedor frente a otros caballos desbocados (violencia, injusticia social, muerte). También es vencedor absoluto frente a la Bestia, que tiene aspiraciones divinas (diez cuernos, que simbólicamente son menos que los siete=plenitud).

i) Cristo vence el mal

El Ap constata la presencia del mal en el mundo y sus ramificaciones: violencia, injusticia social, muerte, lúgubre simbolismo de la plaga de langostas, caballería

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infernal, fuerzas demoníacas (el Gran Dragón u origen del mal; la primera Bestia o violencia del estado opresor, la segunda Bestia o fuerza destructiva de la propaganda idolátrica, la gran cortesana y la gran Babilonia), los reyes de la tierra o centros de poder absoluto.

Frente a esto, la imagen del Cordero degollado de pie evoca la actitud cristiana de la no violencia y su capacidad de resistencia para no dejar de luchar por el bien. La victoria de Cristo está calcada en la de Cristo (triunfo pascual: muerte resurrección).

El Ap supone una maduración teológica respecto al IV evangelio, en el que sólo una vez Cristo aparece como vencedor (Jn 16,33).

j) Cristo. Señor de la historia

En el Ap debería hablarse de metahistoria, pues su original escritura gramatical muestra que los verbos están en continua rotación respecto al pasado, presente y futuro. Es algo que siempre está sucediendo. Cristo ha puesto en marcha la historia de salvación, la empuja incesantemente y la conducirá con eficacia hasta el final de la escatología. Cristo no es figura celeste, sino que está presente dentro de la historia. El Señor conduce a los suyos por el desierto (7,17), atraviesa victorioso el mar encrespado de la historia, le quita su maldad, convirtiéndolo en balsa de cristal (15,2). Sus pies son firmes y resistentes. Comunica su plenitud de poder a la Iglesia, la que lucha a su lado y será con él vencedora. El Cordero pelea a favor de la humanidad. Para rescatar a los hombres derrama su sangre; hace de la humanidad todo un reino sacerdotal; llama a sus elegidos para que le sigan en el combate y sean sus primicias; está de pie con ellos, haciéndoles participes de su victoria.

k) La figura de Cristo en la constelación simbólica de la luz

Es algo muy propio del Ap este simbolismo cromático-cristológico: Cristo investido de luz divina por la resurrección; la potencia de su luz invade este mundo y lo transfigura. Cristo es la luz única y, su color, el blanco. Los elementos simbólicos pueden ser agrupados atendiendo a su mundo de origen:

! Área del cielo: recoge realidades astrales (sol, luna, arco-iris, estrella radiante de la mañana, siete estrellas, nube blanca). El rostro de Cristo brilla como un sol en su apogeo (1,16): fuerza esplendorosa de su resurrección, intimidad perfecta entre el Padre y el Hijo, y la belleza del Señor que se manifiesta en la obra de salvación. AEstrella radiante@ señala a Cristo como el único Mesías y Rey esperado, nacido en la mañana de Pascua como una creatura completamente renovada. Estos elementos no califican al Señor como un ser celestial, sino que se refieren a Jesús, el Mesías prometido.

! Área de la tierra: del subsuelo, trabajadas por la mano del hombre, provienen el oro, metales y piedras preciosas, el electro incadescente, el fuego, el cristal, el mar y el río de cristal. El electro es palabra-imagen misteriosa en la antiguedad: brillo del

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oro y plata, resistencia del bronce, color amarillo del ámbar perfumado del Líbano. Los ojos de Cristo son como llamas de fuego, esto es, mirada penetrante. Los siete espíritus son siete lámparas que arden perpetuamente. El oro y las piedras preciosas es lo que más se destaca en la visión de la nueva Jerusalén. Pero la única luz que ilumina la ciudad es la luz de Dios y del Cordero. Esta ciudad es el lugar de la luz escatológica. Los hombres viven ya en la luz de Dios. Cuando Cristo aconseja a Laodicea que se enriquezca, le pide compra de mí oro acrisolado al fuego@. Cristo es el oro genuino que la Iglesia tiene que buscar y con él será siempre rica. En metales dorados la Iglesia celebra su liturgia. Frente a esta significación positiva del oro, aparece su uso idolátrico: la gran cortesana está enjoyada con oro. La riqueza de Babilonia ha sido amasada por medio de injusticia social y sangre. La gran ramera y Babilonia con la contrapartida grotesca de la Iglesia.

! Área divino-humana: viene del cielo como regalo para que los hombres la habiten: la ciudad (muro, cimientos, plaza, templo).

El color blanco tiene dos referentes principales: Cristo y la Iglesia. La cabeza de Cristo y sus cabellos son blancos, monta un caballo blanco, aparece en una nube blanca. Dios aparecen en un trono blanco para juzgar. Los 24 ancianos están vestidos de blanco, la muchedumbre también; a los mártires se les da la vestidura blanca. Los que siguen a Cristo cabalgan sobre corceles blancos.Cristo Resucitado es el origen del color blanco. La Iglesia debe blanquear sus túnicas en sangre para participar de su misterio de muerte y resurrección. Frente a esta realidad radiante de la humanidad, subyace un mundo subterráneo, tenebroso. La luz viene al mundo y la oscuridad intenta sofocarla (densa humareda que viene del fondo del abismo). Con este simbolismo de la luz y tinieblas, que dramatiza el combate entre Cristo y el mal, el Ap sigue fiel al IV evangelio.

l) A la luz del Señor de la vida. se nos revela la imagen de Dios

! Dios no aparece como lejano e inaccesible. El ha extendido su mano abierta a la humanidad, en señal de comunión. Sólo el Cordero ha tomado el libro y ha desvelado el destino de la humanidad y revelado el rostro de Dios (cfr. Jn 1,18).

! Dios es absolutamente poderoso. Sólo Él se sienta en el trono. Pero no es un trono solitario. De él parte la salvación, Dios está solícito por la humanidad (cfr. las siete lámparas perpetuamente frente al trono). Dios está presto a intervenir (cfr. relámpagos, truenos) y su actividad es irradiación de vida (cfr. los cuatro vivientes).

! Dios está lleno de paz (nimbo del arco iris).

! Dios es inefable: no existe en Él ningún antropomorfismo que pretenda rebajar su trascendencia, salvo la aparición de la mano. Ante su presencia, la humanidad rescatada cae rostro en tierra y lo adora en silencio respetuoso. ADios de Dios@.

! Dios está lleno de hermosura sobrenatural (cf brillo de las piedras preciosas más famosas de la antiguedad). Su resplandor ilumina la nueva Jerusalén. Es un Dios

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luminoso, pletórico de vida. ALuz de luz@.

! Es Dios de la liturgia. La Iglesia celeste y terrestre no puede menos que reconocer que sus juicios son santos. Dios aparece siempre aclamado y celebrado (juntamente con el Cordero). Cfr. canto ininterrumpido de los 24 ancianos.

! Dios es creador. Por su voluntad lo que no existía fue hecho (4,11). Continúa su obra: hace nuevas todas las cosas (21,5). De su trono está brotando un río impetuoso de agua de vida (22,1).

! Dios es destructor del mal. Ante su trono descansa el mar sereno.

! Es Dios lleno de santidad y de misericordia. Con su designio de amor empieza la historia. Es su mano la que ofrece el libro. La Iglesia, en sus doxologías, reconoce que Él es el único Santo.

! Es el Dios de Jesús. Jesús lo llama Ami Dios@ (3,12) y Ami Padre@ (3,21).

ll) A la luz del Señor de la vida. cobra relieve la imagen de la Iglesia

! Iglesia que es la comunidad cristiana: grupo que se reúne en torno a la palabra de Dios, convocada para leer las palabras de profecía de este libro y cumplirlas. Este grupo cristiano es el protagonista constante del Ap.

! Iglesia en estado permanente de conversión. Este es el objetivo de las cartas a las iglesias. La Palabra del Señor, con sus variados registros de ánimo o amenaza, busca la purificación de la Iglesia.

! Iglesia que reconoce y confiesa el único señorío de Cristo sobre ella. El Señor glorificado le habla (único caso en el NT) con autoridad divina, como Yahweh a su pueblo. Nada de la Iglesia le es ajeno al Señor. En su palabra consoladora a la Iglesia culmina todo lo mejor del AT:

Gn: promete el árbol de la vida, ofrece el río del agua de la vidaEx: da el maná escondido, Cordero-Pastor que guía, renueva el cántico de

MoisésSab: educa y corrige continuamente a la Iglesia; es el esposo definitivo (3,20)Profetas: la palabra de Dios es la palabra de Jesús glorificado

! Iglesia universal. El Ap subraya la dimensión ecuménica (cfr. el siete), comunión y corporalidad visible. La peor condena que el Señor puede imponer es amenazar a una Iglesia-candelabro a ser removida de su lugar = apartarla de la comunión eclesial (2,5).

! Iglesia misterio. Es la primera palabra con que Cristo llama a su Iglesia (1,20). El designio de salvación, tanto tiempo oculto, se revela de forma visible.

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! La Iglesia es candelabro con vocación de estrella. La Iglesia anhela realizar su destino escatológico. La imagen de los siete candelabros de oro aspira a convertirse en las siete estrellas que Cristo tiene en su mano. Esta Iglesia llegará a la nueva Jerusalén. Dios en su plenitud y la humanidad renovada, habitando juntos, por fin y para siempre.

! Iglesia. misterio trinitario. De Dios Padre brota la iniciativa de su realización histórica (10,7) y a su alabanza eterna está dirigida. Cristo la crea, mediante su redención, la hace regia y sacerdotal (5,10). Con su palabra la renueva y purifica. Con su mano poderosa sujeta su destino glorioso. Le da la plenitud del Espíritu. Éste interpreta proféticamente su palabra y guía sabiamente a la Iglesia hasta su Señor.

! Iglesia. misterio de comunión. A doble nivel: comunión entre Iglesia local y universal, comunión de arriba y abajo.

! Iglesia en misión permanente. Para inculcar esta misión, el Ap recoge varios registros simbólicos: Iglesia testimoniante y profética (los dos testigos-profetas); Iglesia que con su palabra y entre la persecución, da a luz históricamente a Cristo (la mujer); Iglesia que es luz del Señor ante la humanidad (los candelabros, los dos testigos-profetas, la nueva Jerusalén).

! Iglesia perseguida y olvidada. Los testigos mueren como su Señor. La mujer es amenazada y perseguida por el Dragón. En Babilonia se halló la sangre de los profetas y santos cristianos.

! Iglesia que es vencedora. La recompensa futura del premio fortalece la lucha presente de la Iglesia, que sabe que Cristo ya ha vencido. Es una Iglesia combatiente, que lucha contra las plagas esclavizantes del mundo. El mal posee dimensiones demoniacas y luego, la injusticia social de los hombres y la ambición del mundo colaboran. La victoria está ya decidida, pero la lucha aún no ha terminado. Ser vencedora para la Iglesia significa participar en la muerte y resurrección de Jesús. Y así tener derecho a entrar en la nueva Jerusalén.

! Iglesia misterio de amor. La Iglesia experimenta en su vida el amor pleno de su Señor (1,5). La Iglesia es el fruto más logrado del amor del Señor.

! Iglesia esposa de belleza radiante. pero impaciente. Animada por el Espíritu suplica la venida del Señor. Ya no puede concebirse a Cristo sin los cristianos, ni viceversa.

m) El Señor de la vida

Es un título que recoge atributos diversos. La cristología del Ap aparece conectada con la más fiel tradición del NT y supone una profunda maduración. El Señor tiene la vida divina en sí mismo y la da.

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