El sistema de mercado

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EL SISTEMA DE MERCADO. ¿Qué es un sistema de mercado? En primer lugar, necesitamos trazar una distinción entre sistema de mercado y mercado. Si bien no todas las sociedades adoptan o contienen un sistema de mercado, todas las sociedades existentes hacen uso de los mercados. Paseando por una calle ya fuera en la China maoísta o en la Unión Soviética, cualquier distraído visitante habría visto mercados de bienes de consumo y de servicios como los de peluquería o de reparación de bicicletas. Y es que, efectivamente, dondequiera que la gente paga de modo usual a otra gente para que haga algo —sea cantar una canción o cavar para extraer carbón— esos intercambios constituye mercados. Y sin embargo, pese a lo común de esos intercambios en la China maoísta o en la Unión Soviética, de ninguna de esas sociedades podía decirse que fuesen sistemas de mercado, puesto que un sistema de mercado existe solamente cuando los mercados proliferan y se interrelacionan unos con otros de una forma muy particular. El sistema de mercado organiza y coordina las actividades humanas no a través de la planificación estatal sino mediante las interacciones mutuas de los compradores y vendedores. No basta que la gente compre y venda para que exista un sistema de mercado, se requiere asimismo que sean sus compras y ventas las que coordinen la sociedad y no una autoridad central. Y esto nos permite dar una definición del sistema de mercado suficientemente útil para nuestros propósitos inmediatos: un sistema de mercado es un sistema de coordinación de las actividades humanas a escala de toda una sociedad que procede no mediante un sistema de órdenes centralizadas sino vía las interacciones mutuas en forma de transacciones. Tres son los tipos de mercados más habituales: los mercados de trabajo, los mercados agrícolas, y los mercados para los bienes y servicios que la industria ofrece a los consumidores. Pero para que un sistema de mercado funcione son necesarios dos tipos de mercado menos evidentes. Son, por

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EL SISTEMA DE MERCADO.¿Qué es un sistema de mercado? En primer lugar, necesitamos trazar una distinción entre sistema de mercado y mercado. Si bien no todas las sociedades adoptan o contienen un sistema de mercado, todas las sociedades existentes hacen uso de los mercados. Paseando por una calle ya fuera en la China maoísta o en la Unión Soviética, cualquier distraído visitante habría visto mercados de bienes de consumo y de servicios como los de peluquería o de reparación de bicicletas. Y es que, efectivamente, dondequiera que la gente paga de modo usual a otra gente para que haga algo —sea cantar una canción o cavar para extraer carbón— esos intercambios constituye mercados. 

Y sin embargo, pese a lo común de esos intercambios en la China maoísta o en la Unión Soviética, de ninguna de esas sociedades podía decirse que fuesen sistemas de mercado, puesto que un sistema de mercado existe solamente cuando los mercados proliferan y se interrelacionan unos con otros de una forma muy particular. El sistema de mercado organiza y coordina las actividades humanas no a través de la planificación estatal sino mediante las interacciones mutuas de los compradores y vendedores. 

No basta que la gente compre y venda para que exista un sistema de mercado, se requiere asimismo que sean sus compras y ventas las que coordinen la sociedad y no una autoridad central. Y esto nos permite dar una definición del sistema de mercado suficientemente útil para nuestros propósitos inmediatos: un sistema de mercado es un sistema de coordinación de las actividades humanas a escala de toda una sociedad que procede no mediante un sistema de órdenes centralizadas sino vía las interacciones mutuas en forma de transacciones. 

Tres son los tipos de mercados más habituales: los mercados de trabajo, los mercados agrícolas, y los mercados para los bienes y servicios que la industria ofrece a los consumidores. Pero para que un sistema de mercado funcione son necesarios dos tipos de mercado menos evidentes. Son, por un lado, los mercados de bienes y servicios intermedios producidos para el uso de otros productores; y por otro, los mercados de capital, y específicamente, los mercados de préstamos, acciones y otros tipos de activos de inversión. En estos dos tipos de mercados, los participantes ya no son gente común y corriente sino empresarios, empresas o instituciones financieras. 

Las dimensiones del sistema de mercado El sistema de mercado es, al igual que el Estado, un método para controlar y coordinar el comportamiento de la gente … Cuando un centenar de trabajadores aparecen en la puerta de una fábrica cada mañana a las 8 de modo enteramente previsible, su aparición no está ordenada por el Estado. Si están allí es porque la promesa de unos pagos monetarios los controla y coordina. 

¿Puede ser cierto que el desorden aparente de las actividades de compraventa

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sea realmente capaz de lograr algo tan profundo y complicado como el control y la coordinación de toda una sociedad? Cualquiera puede percatarse de que el Estado consigue cierta coordinación de una sociedad a escala nacional, pero es mucho más difícil ver como el sistema de mercado hace lo mismo, como en efecto lo hace, tanto a nivel nacional como a escala internacional. 

En los sistemas de mercado los individuos no siguen sus propios y particulares caminos, sino que se encuentran ligados mutuamente en la persecución de sus objetivos a través de sus interacciones en los mercados. Si realmente les hubiese sido permitido hacer lo que les viniese en gana no habrían conseguido las prodigiosas hazañas productivas que caracterizan a los sistemas de mercado. El que los participantes en los mercados se vean a sí mismos haciendo elecciones libres y voluntarias no niega en absoluto que estén controlados por los procesos de compra y venta. 

El sistema de mercado de nuestros días no es el laissez-faire de Adam Smith ni tampoco un sistema de mercado ligado a un Estado mínimo. Hoy, el sistema de mercado es un sistema dirigido en el que el Estado es el comprador más importante. De todos los agentes es el que tiene la lista de la compra más larga, incluyendo en ella al ejército, las obras públicas y los servicios de policía y de los funcionarios. También es un oferente a gran escala, aunque muchos servicios —por ejemplo, la educación elemental— no los venda sino que los "proporciona" así sin más, de modo que en vez de dejar que las fuerzas de la oferta y la demanda fijen los precios, a menudo lo hace él mismo, manteniendo por ejemplo los precios de los productos agrarios altos para ayudar a los campesinos o, por contra, bajando esos mismos precios para combatir el malestar social entre los pobres de las ciudades. 

De una forma u otra, el Estado subvenciona la mayoría de las industrias. Recoge ingentes fondos para repartirlos a través de los programas de bienestar social. Y, finalmente, es un poderoso y activo agente en la oferta de dinero y crédito vía el control que ejerce sobre el sistema bancario y su propia política fiscal. Algunas de estas actividades estatales son necesarias para que un sistema de mercado florezca, otras son menos valiosas, y las hay que son un entero derroche. Hay algunas que no son otra cosa que rapiñas de los caudales públicos. Sea como sea la evaluación que se haga de ellas, son sin duda parte de la historia de cómo funciona un sistema de mercado.

Si bien el debate acerca del sistema de mercado es interminable, vamos a establecer algunos hechos clave sobre él. Así, demostraremos que puede coordinar el comportamiento o las actividades humanas en unos ámbitos y con una precisión sin parangón en ningún otro sistema, institución o proceso social. Pero es asimismo un coordinador rudo y, a menudo, cruel. Es a la vez un aliado y un enemigo de la libertad personal; lo primero porque amplía el ámbito de elección de cada participante en él, y lo segundo, porque elimina algunas de las principales opciones por las que unos individuos libres podrían optar. Ha eliminado muchas y enormes desigualdades históricas pero luego ha introducido otras de su propia

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cosecha. Consigue unos niveles de eficiencia extraordinarios ya que permite a quienes en él participen hacer elecciones precisas y bien calculadas, pero es por otro lado notoriamente ineficiente a causa de las opciones que ha eliminado. Ha sostenido históricamente el sistema democrático, y así no hay estados democráticos que no sean sociedades de mercado, pero sin embargo ha saboteado un buen número de características ostensiblemente democráticas de esos mismos estados.

La coordinación de la sociedadUn sistema de coordinación ha de cumplir dos funciones: la primera consiste en limitar los daños y perjuicios que, en su ausencia, los individuos de infligirían entre sí. Ello requiere reprimir la violencia, el robo y las interferencias de quien sea en los movimientos de los demás. La segunda finalidad es más ambiciosa y consiste en organizar el toma y daca de la asistencia mutua. Sucede que casi todo el mundo ayuda a alguien a la vez que todo el mundo recibe ayuda de otros, si bien no necesariamente de la misma gente a quien haya prestado ayuda. Si se quiere puede llamarse a esta segunda función cooperación más que coordinación… Cuando no se dispone de la suficiente cantidad de algo deseado, la coordinación se hace difícil y mucho más necesaria.

La coordinación del sistema de mercadoEl sistema de mercado es un coordinador a gran escala que utiliza el mecanismo de los ajustes mutuos. Está especialmente adaptado para encarar las dificultades que presenta la escasez a los procesos de coordinación … Para que el sistema de mercado haya llegado a ser el gigantesco coordinador que hoy es, la esclavitud tuvo que dejar paso al trabajo asalariado, las estáticas relaciones feudales que ligaban al trabajador a la tierra tuvieron que ser reemplazadas por transacciones en los mercados de trabajo y de tierra, y en las ciudades tuvo que acabarse con el control social por parte de los gremios para permitir la libre compraventa. 

La afirmación de que el sistema de mercado articula la cooperación social seguro que se les hará difícil a aquellos que siempre han identificado el mercado con la competición entre quienes en él participan, incluyendo aquella del tipo más brutal. Y, ciertamente, los sistemas de mercado incluyen muchos escenarios donde reina la competencia, pero cada participante en el sistema de mercado se relaciona cooperativamente con millones de individuos en tanto que compite relativamente con sólo unos pocos. 

El mercado, en estos tiempos, se ha convertido en el coordinador de las actividades cooperativas de un mínimo de dos mil millones de personas. Ningún otro método de cooperación social lo iguala tanto en amplitud como en detalle … Además, en tanto que hay un sistema de mercado global no existe un Estado mundial. Y, aun dentro de cada país concreto, el sistema de mercado es capaz de organizar la cooperación a un nivel de detalle, asignando papeles muy precisamente definidos a millones de individuos, como pocos estados o gobiernos han intentado siquiera alguna vez; y en los casos en que lo han hecho, siempre

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han fracasado. 

Toda la coordinación descrita requiere, no obstante, una buena dosis de ayuda por parte del Estado. El Estado establece el marco de libertades, el sistema de derechos de propiedad y el respaldo del cumplimiento de las obligaciones contractuales, todos ellos elementos sin los que las gentes no pueden comprar y vender … Construye puertos, canales, carreteras y ferrocarriles, mantiene un sistema monetario, lo que le lleva a tener que regular a los bancos y el proceso de concesión de créditos. 

La perspectiva de las ventas puede ser suficiente incentivo como para estimular las actividades de mercado, pero ningún sistema de mercado puede sobrevivir sin la ayuda estatal. Y los gobiernos ofrecen ayuda no sólo para mantener en marcha el sistema de mercado sino para estimular el crecimiento. Si el sistema de mercado es como un baile, el Estado pone la sala y la orquesta. Los estados están en alerta constante para atender al sistema de mercado, como puede observarse en los frecuentes cambios que en cualquier país se instrumentan para enfrentarse con las nuevas y eternamente mudables situaciones socioeconómicas. 

¿Es equiparable la contribución del mercado a la consecución de un orden social pacífico, combatiendo los daños y perjuicios que las gentes se infligen entre sí, a la cooperación que logra? No se trata simplemente de que el mercado florezca en las sociedades pacíficas; es algo más: ayuda a hacer pacíficas a las sociedades que lo utilizan como mecanismo coordinador. Se trata de una idea que Montesquieu captó en su concepto del doux commerce hace ya casi trescientos años. Y, de nuevo, la precaución ya mencionada: el sistema de mercado hace a las sociedades más pacíficas, pero eso no es necesariamente ni eficiente ni equitativo o ni siquiera humano. 

La economía convencional contempla todo esto desde un ángulo diferente. Nos cuenta que la escasez plantea un problema de eficiencia. Si no hay de todo para todos, entonces la sociedad debe encontrar algún método que pondere las posibles alternativas … Pero ahora, en lo que me estoy fijando es que existe un problema más fundamental creado por la escasez: el de la violencia potencial. El primer requerimiento que plantea la escasez no es el de la elección eficiente, sino el de encontrar un método para resolver las reclamaciones conflictivas que los distintos individuos plantean respecto a unos bienes y servicios que son escasos de modo que la gente no se agreda y mate por conseguirlos. El sistema de mercado es un método de este tipo. Las alternativas, pues, a veces se presentan de forma muy nítida: o se consigue lo que se quiere quitándoselo a otro o se consigue mediante un quid pro quo, ofreciendo algo a cambio que sea aceptado. La primera es una fórmula para la violencia, la segunda para la paz.

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ESPECIALIZACION E INTERCAMBIO.1.-La especialización contribuye a la eficiencia: generalmente, losTrabajadores pueden producir más si se especializan. Pero laEspecialización exige el intercambio.a) El truequeb) El dinero2.-Características de un sistema monetario.3.-Razones para la especializacióna) Ventaja absoluta y ventaja comparativa.b) Las economías de escala. EL TRUEQUE: No requiere dinero, se intercambia directamente unBien o servicio por otro. Es ineficiente:1.-Requiere coincidencia de necesidades.2.-Existe un problema de indivisibilidad.EL DINERO:1.-Facilita los intercambios.2.-Representa un poder de compraGeneralizado.3.- Aparece una diferenciación bienDefinida entre el vendedor y el comprador.

EL SIGNIFICADO DE LOS PRECIOS EN EL MERCADO.El precio de mercado es un concepto económico de gran aplicación tanto en aspectos teóricos de la disciplina como en su uso técnico y en la vida diaria. El concepto es fácil de comprender, el precio de mercado es el precio al que un bien o serviciopuede comprarse en un mercado concreto.Sin embargo, el concepto ha dado origen a discusiones tanto técnicas como teóricas en el desarrollo de las ciencias económicas. Esas discusiones van desde la definición de que es un mercado a que se entiende por precio, dificultades que adquieren un auge particular en la microeconomía, ámbito en el cual una de las funciones más importantes de un economista es la determinación de precios que maximicen la ganancia de una empresa. Sin embargo, la problemática también se extiende al ámbito macroeconómico, en el cual cálculos acerca de precios juegan un papel central en la determinación del hipotético equilibrio económico.

tóricamente, la escuela clásica consideraba que existen dos “precios de mercado”:1 el que se debe a la competencia (oprecio natural) y el que se genera sin competencia (o precio monopólico). En las palabras de Adam Smith:

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"El precio de un monopolio es en cada ocasión el más alto que se puede conseguir. El precio natural, o el precio de la libre competencia, por el contrario, es el más bajo que se puede tomar, no de hecho en cada ocasión pero sobre un tiempo considerable. El uno es en cada ocasión el más alto que se puede exprimir de los compradores, o el que, se supone, van a consentir dar: el otro es el más bajo que los vendedores generalmente pueden permitirse aceptar, y al mismo tiempo continuar sus negocios.".2

El "precio natural" depende directamente, en esta visión, del valor de un bien, y ese valor equivale a la "cantidad de trabajo" necesario para producir el bien en cuestión. Esto es conocido como la teoría del valor-trabajo.La asunción general es que, en un mercado libre y dado que hay competencia, los precios de mercado disminuyen al límite posible: el del coste de producción. Consecuentemente, desde este punto de vista, el precio de mercado de un bien o servicio depende de la producción u oferta (ver: Ley de Say). Si, por cualquier motivo ese coste de producción cambia, el precio de mercado cambiará.3 Por ejemplo, cuando avances tecnológicos facilitan la producción, disminuyendo los costes, los precios de mercado disminuyen.Lo anterior implica que, asumiendo competencia, los productos son intercambiado por otros a una cierta "tasa de cambio" fija en el corto y/o mediano plazo,4 cualquiera sea la moneda que escojamos para expresar esa relación: la tasa está determinada por la "cantidad de trabajo" o valor de los bienes en cuestión. Eso es conocido como la neutralidad del dinero: variaciones en la cantidad del circulante sólo afectan precios nominales, sin que tengan ningún efecto sobre las variables reales (cantidad producida y consecuentemente demandada, etc.).Sin embargo esa concepción da origen a una variedad de problemas. Entre esas se encuentra el llamado problema de la transformación: básicamente, cual sería el cálculo necesario para transformar esa "cantidad de trabajo" (como sea que sea medido) en precio de mercado.5

Ese problema permaneció irresuelto por mucho tiempo.6 En la actualidad, y a pesar que el asunto permanece debatido7 8muchos consideran, a partir del análisis de Piero Sraffa9 que la solución es simplemente que no hay tal transformación: el cálculo en términos de "valor" no es traducible a cálculos en dinero: el productor (o capitalista o empresario, etc) no se interesa en producir "valor extra" ni sabe como efectuar el cálculo en esos términos. Eso significa que gran parte del cálculo y análisis económico de los clásicos necesita, por lo menos, ser re-examinado.Aun con anterioridad al análisis de Sraffa la escuela marginalista había propuesto que los precios de mercado dependen principalmente de la demanda: cualquiera que sea el costo o esfuerzo de producir un bien, este solo podrá ser vendido al precio que el consumidor este dispuesto a pagar. Y ese deseo a pagar depende de la percepción por los consumidores de lautilidad del producto.En este respecto la intención de los marginalistas era, en las palabras de Jevons: "liberarse de la “la teoría del “Fondo de salarios”, la doctrina del valor del costo de producción, la tasa natural de los salarios y otras doctrinas ricardianas erróneas o confusas”.10 Jevons -en acuerdo completo con Menger y otros - agrega: "La repetida reflexión y la investigación me han llevado a la opinión, más bien novedosa, que el valor depende por completo de la utilidad." (op, cit).

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Eje horizontal: Cantidad de bienes.- Línea azul: Utilidad decreciente.- Línea roja: Utilidad totalPara explicar las variaciones de precios, los marginalistas introdujeron el Principio de utilidad marginal decreciente (ver "Primera Ley de Gossen). En la visión de Ricardo, por ejemplo, se concibe que los diamantes tengan valor porque algunos trabajan para encontrarlos y transportarlo a grandes distancias. Y, como quiera que eso es no solo difícil y peligroso pero además requiere mucho esfuerzo en relación a los diamantes "producidos", estos cuestan mucho. En la visión marginalita, mineros buscan diamantes porque hay una demanda por ellos. Pero, en la medida que alguien los posee, disminuye lo que ese individuo esta dispuesto a pagar por ellos, consecuentemente el "precio" del diamante no es fijo, depende de cuanto los desee un potencial comprador. De la misma manera, el primer vaso de agua para un sediento vale más que los sucesivos. Y por el mismo principio, los individuos estarían dispuestos a pagar más por una casa para vivir que una para vacaciones. (verParadoja del valor)En las palabra de Jevons: "El valor depende solamente del grado final de utilidad. ¿Cómo podemos variar este grado de utilidad? Teniendo una mayor o menor cantidad de la mercancía a consumir. ¿ Y cómo tenemos una mayor o menor cantidad?" (agregando trabajo). Lo que lo lleva a la conclusión que:“Afirmo que el trabajo es esencialmente variable, de manera que su valor debe estar determinado por el valor del producto y no el valor del producto por el del trabajo.”11

Así, desde este punto de vista. el precio "estable" de mercado es el punto en el cual la utilidad marginal comienza a divergir de la "utilidad total". Ventas menores que eso dejan demanda insatisfecha e implican que la empresa no ha vendido tanto como podría. Ventas superiores a las determinadas por ese punto implican perdidas: ya sea no todo lo producido será vendido o se venderá a precios menores a los posibles.Alfred Marshall, considerado fundador de la escuela neoclásica, re-introduce a la visión marginalista, a través de la metáfora conocida como las tijeras de Marshall, la consideración del efecto de la oferta, formalizando la Ley de la oferta y la demanda.

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"Tijeras de Marshall"- P= precio.- Q+ Cantidad producida.- D (línea azul) demanda.- S (línea roja) oferta"Podríamos con la misma sensatez discutir acerca de si es la hoja superior o la inferior de una tijera la que corta un pedazo de papel que si el valor esta controlado por la utilidad o por el costo de producción".12

Marshall denomina precio natural de cualquier bien o servicio al que se encuentra en el punto en el cual las hojas de la tijera de la oferta y la demanda se cruzan. (ver op. cit).Lo anterior implica que el "precio natural" es el "precio estable" de mercado pero transformado en precio de "mercado estable": aquel en el cual el mercado se vacía, es decir, en el cual todo lo producido se vende y no queda demanda insatisfecha. Esto lleva directamente a la concepción que, a ciertos precios, niveles de producción, etc, el mercado entrara en una situación de equilibrio económico, ya sea parcial (en el mercado de un bien determinado) o general (para todos los bienes).Esta concepción todavía tiene aceptación general — especialmente en cursos introductores a la disciplina — con autores posteriores generalmente introduciendo modificaciones o adecuaciones parciales más que de fondo.En efecto, generalmente se considera que el "problema principal" de la formalización de Marshall es que asume una condición de competencia perfecta. En otras palabras, que tanto la demanda como la oferta son independientes entre si. A mayor redundancia: una situación en la cual ningún comprador ni ningún vendedor controlan, o tienen el poder para manipular, el mercado. Si ese no es el caso, no se puede decir que el precio determinado por el cruce de las líneas de la oferta y la demanda es el precio estable a largo plazo o "precio natural en un mercado libre."

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Determinación -de acuerdo a Robinson- de precio de salarios en mercado monopsonico - Eje vertical (W) salarios, Eje horizontal (L) trabajo. Supply = Línea de oferta promedio de trabajo.- Demand = demanda promedio de trabajo. El empleador monopsonio reduce la cantidad de empleos (Lm más bien que Lc) con el resultado que paga un salario (Wm) inferior al competitivo (Wc). efectivamente creando un nuevo punto de equilibrio (M) -que se encuentra en el cruce de la línea del Costo Marginal del Trabajo (MCL) y el ingreso marginal de la empresa (MRP). Eso lleva a un incremento neto (diferencia entre C y M) en la “productividad” o explotación.A partir de las primeras décadas del siglo XX se hizo evidente que esa situación no solo no es el caso sino que no será el caso: en una era de comercio incrementalmente dominado por empresas internacionales no es realista mantener la pretensión que los precios de mercado se están determinando de acuerdo a las condiciones de la competencia perfecta (ver, por ejemplo: Índice de Lerner). Y pretender volver a esa competencia perfecta es no solo "un ejercicio en futilidad" sino que tampoco produciría "una economía de gran estabilidad, crecimiento yeficiencia."13

Por otra parte tampoco es el caso que se esta una situación de control monopólico tal como el expuesto en el análisis de Jevons. La situación real es que se esta en una condición de competencia imperfecta. Autores tales como Joan Robinson14 y otros introdujeron el análisis de determinación de precios de mercado en condiciones de oligopolio y oligopsonio, con teorías y modelos tales como la Teoría de la Competencia monopolística,15 la Competencia de Stackelberg y el Teorema de la telaraña, etc.Todas esas situaciones pueden ser descritas como un fallo de mercado con la consideración que son recurrentes y posiblemente estables más que transitorias. Esto justifica la intervención del gobierno a fin de evitar que tales fallos o distorsiones ocasionen problemas mayores.Concepciones alternativas[editar]Una de las teorías alternativas más conocidas es una variante de la aproximación marginalista conocida como la teoría del conocimiento disperso, de acuerdo a la cual los precios se basan en la información sobre oferta y demanda esparcida en unmercado. En esta percepción ni existe un modo ni es relevante tratar de determinar la existencia de una competencia perfecta o imperfecta. Lo relevante para la formación de precios es simplemente que cada individuo tenga una idea aproximada — indicada ya sea por el precio histórico (es decir, aquel al cual los bienes se han estado vendiendo en el pasado reciente) de los bienes en cuestión o cualquier otra percepción de la demanda— de la suma de la valoración subjetiva de bienes y servicios entre los agentes. Desde esta perspectiva no hay un sistema o modo de calcular las variables económicas "en principio" o en abstracto (como, por ejemplo, en el cálculo neoclásico), consecuentemente la única información relevante y posible es el precio, pero -dado que ese cambia- no hay seguridad que el resultado sea correcto y/o de largo plazo: la acción económica implica un riesgo irreducible. (véase: cálculo económico). Consecuentemente, desde este punto de vista, un mercado intervenido llevaría irremediablemente a la ineficiencia, dado que falsearía la información correcta sobre los precios.

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La crítica más común a esta aproximación es similar a la que se hace al resto del marginalismo. Adicionalmente se sugiere que una escuela que abandone o desdeñe el cálculo económico no puede realmente ser llamada escuela económica.16 17 18

Otra aproximación alternativa relativamente común es la que se origina en la crítica de Sraffa.19 Sraffa argumenta que la aproximación marginalista y neoclásica al concepto de formación de precios, etc, es lógicamente inconsistente dado que han abandonado el concepto de plusvalía. Para esta la realidad es que las actividades económicas son de interés, tanto a nivel individual como general, en la medida que producen más que lo que se invierte en producir, medido no (solo) en términos de dinero, sino de producto, es decir, en la medida que producen valor. Es sobre esa base que la ganancia existe. Para Sraffa el error de los marginalistas y neoclásicos es tratar de determinar la ganancia en términos de dinero: para hacer eso necesitamos primero conocer los precios de producción. Pero no podemos determinar esos precios de producción sin establecer los precios de los factores de producción, pero los precios de esos factores a su vez dependen del precio de otros elementos utilizados en su producción, lo que nos conduce a una circularidad o un retorno al infinito. Por otra parte, el error de los clásicos en general y Marx en particular estaba en creer que los precios de mercado en general y la ganancia en particular dependían y se pueden determinar en dinero a partir únicamente del trabajo envuelto en la producción, lo que requiere de un numerario que permita resolver el problema de la transformación. La realidad, en la opinión de Sraffa, es que el numerario es un paquete de Productos o Mercaderías básicas que son fundamentales para la producción de los bienes de todo tipo. Es la relación entre un bien cualquiera y esas mercaderías básicas utilizadas en su producción y puesta en el mercado la que determina los precios de mercado, de nuevo, cualquiera sea la unidad monetaria que escojamos para expresarla. Es decir, en la opinión de Sraffa, un diamante costara usualmente el equivalente de muchos litros de agua porque en su producción y transporte al mercado se han utilizado una cierta cantidad de petróleo, maquinas, e incluso otros bienes de consumo (expresados y medidos en el salario de los trabajadores y ganancias a los empleadores, etc) que equivale a la necesaria para producir esos muchos litros de agua.(ver: La mercancía patrón como numerario)Esa posición hace sentir su presencia, aunque no siempre en forma explícita, en muchos ámbitos, desde la llamada economía heterodoxa a círculos financieros. Es común, por ejemplo, que periódicos, especialmente los dedicados a las finanzas, publiquen regularmente tanto los precios de las "mercaderías básicas" como las condiciones relevantes a su producción y disponibilidad.