El Soldadito Rojo (Adaptación)

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El soldadito rojo Adaptación del cuento de Marcela Paz Marcela estaba en cama con Rubéola. Había amanecido llena de pintitas rosadas, que le picaban por todas partes a un tiempo. No sabía qué hacer para aliviar su soldadito picazón. Pero sólo podía rascarse… Así que comenzó a llorar. Sintió entonces como un tamborcito que sonaba a compás. ¿Será mi corazón? -pensó. Pero le pareció escuchar una vocecita en secreto. ¿Quién es?- preguntó sorprendida. -Soy el soldadito rojo -dijo la voz- Estoy muy desteñido porque han lavado tanto tu camisa. Pero si tú me ayudas puedo jugar contigo… Marcela secó sus lágrimas y buscó en su camisón los dibujos que ya apenas se notaban. Había un soldadito con tambor, muy desteñido. Lo miró y sentándose en la cama le dijo: ¿Jugamos? ¡Sí, pero tienes que darme una gotita de sangre - dijo el soldado- para volver a ser el soldadito rojo!

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Cuento tradicional adaptado

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El soldadito rojo

Adaptacin del cuento de Marcela Paz

Marcela estaba en cama con Rubola. Haba amanecido llena de pintitas rosadas, que le picaban por todas partes a un tiempo. No saba qu hacer para aliviar su soldadito picazn. Pero slo poda rascarse As que comenz a llorar.

Sinti entonces como un tamborcito que sonaba a comps.

Ser mi corazn? -pens. Pero le pareci escuchar una vocecita en secreto.

Quin es?- pregunt sorprendida.

-Soy el soldadito rojo -dijo la voz- Estoy muy desteido porque han lavado tanto tu camisa. Pero si t me ayudas puedo jugar contigo

Marcela sec sus lgrimas y busc en su camisn los dibujos que ya apenas se notaban. Haba un soldadito con tambor, muy desteido. Lo mir y sentndose en la cama le dijo:

Jugamos?

S, pero tienes que darme una gotita de sangre -dijo el soldado- para volver a ser el soldadito rojo!

Una gotita de mi sangre? -Marcela lo mir asustada. Porque la sangre le daba horror. Y movi la cabeza -No- le dijo al soldadito -Eso duele mucho.

Mir con pena al soldado y sigui rascndose.

Por qu no sera valiente?

De pronto sinti humedad en sus dedos y al mirarlos vio que sin darse cuenta se haba sacado sangre al rascarse.

Toma! -le dijo al soldadito- Aqu tienes sangre ma -y aplast el pedacito de su camisa con el soldado desteido en el puntito rojo y brillante de su pierna. El soldado se ti y comenz a hincharse como mueco. Luego se sali del gnero del camisn y con su tambor parti marchando por toda la cama. Slo qued un portillo donde estuvo antes.

Marcela, maravillada se rea feliz sin acordarse ms de la picazn.

Se abri la puerta y entr su mam a verla.

-Mam -grit Marcela alborotada- Mira qu soldadito ms lindo juega conmigo... Se ha salido de mi camisa y marcha tocando su tambor -y le mostr feliz el hoyo sin soldado en el gnero.

Has recortado tu camisa? Nunca pens que fueras tan tontita... -la mam mir enojada la camisa y pas sus dedos por el hoyo.

-Romper tu camisita -repeta, moviendo la cabeza.

-No la romp -explic Marcela- Fue el soldadito que sali a jugar conmigo. Mira qu lindo es, tan rojo!

La mam no dijo nada, y se fue pensando que su nia vea visiones con la fiebre.

Marcela suspir al verla partir enojada.

Qu te pasa ahora? -sinti la vocecita del soldado.

-Mam cree que te recort de mi camisa -explic.

-Llmala! Yo me meter en mi hueco como antes. Despus que ella se vaya volver a jugar contigo.

Diciendo esto el soldadito se acomod en el pedazo de camisa de donde haba salido y Marcela llam a su mam para mostrarle al soldadito en su lugar.

-Es muy extrao -dijo la mam-. Yo habra jurado que estaba rota hace un momento y arropando bien a Marcela en su cama, se alej tranquila.

Apenas cerr la puerta, el soldadito rojo volvi a salir de su hueco y march por la almohada y por la cama hasta que Marcela se durmi.