El Suroeste español, zona de alto riesgo

1
l estudio de las desigualda- des geográficas en la morta- lidad y morbilidad constitu- ye una forma muy útil para evaluar la salud de un país. En un ar- tículo publicado en este periódico ha- ce ahora seis años (véase EL PAÍS, 11 de junio de 2002) señalábamos la presencia en España de un claro pa- trón geográfico norte-sur en el ries- go de morir, donde destacaba la peor situación de Andalucía y Extremadu- ra y, especialmente, el elevado riesgo en muchos municipios del suroeste español (véase el mapa adjunto). Huelva, Sevilla y Cádiz, con el 8% de la población española, acumulaban un tercio del exceso de muertes (cer- ca de 3.000 al año) correspondiente a las áreas con mayor riesgo. Dada la presencia de factores de riesgo como pobreza, malas condi- ciones de trabajo y una fuerte con- centración de industrias pesadas en áreas como Huelva o el Campo de Gi- braltar, la hipótesis más razonable, apuntábamos entonces, era una inte- rrelación de causas de tipo ambien- tal, laboral y social. Las preguntas clave planteadas eran las siguientes: ¿Qué investigaciones se van a reali- zar y con qué recursos? ¿Qué res- puestas van a dar las administracio- nes públicas responsables y la socie- dad? ¿Qué prioridades y estrategias políticas van a ponerse en marcha? Más de 2.000 días después, pode- mos preguntarnos de nuevo qué sa- bemos y qué se ha hecho ante este grave problema. Si bien el conoci- miento científico disponible no se ha incrementado con la necesaria ra- pidez, estudios como el reciente In- forme sobre desigualdades y salud en Andalucía (Indesan) han confir- mado la existencia de elevada morta- lidad en estos municipios, y otros trabajos han profundizado en sus posibles causas. Por ejemplo, mu- chos municipios del occidente anda- luz tienen elevadas tasas de mortali- dad por cáncer de vejiga y otros cán- ceres, y enfermedades relacionadas con exposiciones a productos tóxi- cos presentes en el medio laboral y ambiental. Presencia de contaminantes Otros estudios científicos han detec- tado niveles elevados de asma, ato- pia y alergias en el Campo de Gibral- tar y en Huelva. En el entorno de Campo de Gibraltar, se han hallado niveles altos de partículas en aire, in- cluyendo sustancias dañinas como el benceno o el níquel, así como hidro- carburos aromáticos policíclicos en suelos y en el medio acuático litoral. En la ría de Huelva se ha detecta- do la presencia de contaminantes orgánicos como el DDT y deriva- dos, en el suelo y en algunos produc- tos de origen marino; niveles eleva- dos de metales pesados y arsénico en alimentos y sedimentos, y conta- minantes en el aire. En las llama- das balsas de fosfoyesos, un espacio de unas 1.200 hectáreas, a pocos metros de la ciudad, que contiene más de 120 millones de toneladas de yesos, posee un apreciable riesgo cancerígeno para la población de áreas circundantes, como lo ha mos- trado recientemente un estudio del Centro de Investigación y de Infor- mación Independientes sobre la Ra- diactividad (Criirad) de Francia. Ante la evidencia más que funda- da de que en el suroeste de España existen problemas de salud pública y riesgos muy graves para el bienes- tar de la población y la integridad medioambiental, las administracio- nes públicas y la industria (y tam- bién algunos periodistas y científi- cos) han tendido a negar, ocultar o empequeñecer un serio problema que organizaciones no gubernamen- tales y ecologistas como la Mesa de la Ría, Verdemar, Greenpeace o el Environmental Safety Group en Gi- braltar llevan años denunciando. Las acciones de negación, dila- ción, o confusión han sido diversas. Desde apuntar que los contaminan- tes están dentro de límites legales (aunque en realidad eso no significa que sean seguros para la salud de la población) hasta restar importancia al problema señalando que se trata de un problema del pasado. Desde desautorizar o descalificar a científi- cos y estudios independientes, hasta adoptar una actitud paternalista afirmando que la población no tiene motivo para alarmarse. Desde “cul- pabilizar a las víctimas”, señalando que las causas fundamentales radi- can en los llamados “estilos de vida” de los individuos hasta, verosímil- mente, difundir en forma cocinada las conclusiones de varios estudios. Como consecuencia de ello, no es de extrañar que además de los pro- blemas ya mencionados, un elevado porcentaje de la población refiera te- ner escasa confianza en la opinión de las autoridades sanitarias, la in- dustria o, incluso, los sindicatos. Una situación como la aquí des- crita requiere adoptar varias accio- nes con carácter de urgencia en las que la Administración pública y la industria tienen una especial res- ponsabilidad. En primer lugar, es imprescindible dejar de minimizar el problema poniendo a disposición de la ciudadanía y las organizacio- nes sociales toda la información dis- ponible de forma democrática, transparente y comprensible. Hasta el momento, gran parte de la infor- mación y los procesos de toma de de- cisiones relacionados con riesgos y problemas de salud como los apun- tados han quedado supeditados a la connivencia general de diversos inte- reses cruzados entre políticos, indus- tria, medios de comunicación, aca- démicos y sindicatos. En segundo lugar, hay que desti- nar más recursos públicos para diag- nosticar y evaluar mejor la situación mediante estudios científicos. Si bien la Consejería de Salud de la Junta de Andalucía ha desarrollado actividades prometedoras como ini- ciar registros de cáncer, un observa- torio de medio ambiente y salud en Campo de Gibraltar y algunos estu- dios, estos esfuerzos no son propor- cionales al tamaño del problema que enfrentamos. Necesitamos con urgencia estu- dios transdisciplinares sobre las in- teracciones entre las condiciones so- ciales, el trabajo y el ambiente en la zona, mucho más completos y rigu- rosos que los realizados hasta la fe- cha. Éstos deben contar desde su ini- cio y en todas sus fases con la partici- pación popular, rendir cuentas tan- to a los poderes públicos como a la sociedad, y ser evaluados y discuti- dos por los científicos y también por el público en general. Vigilancia y detección En tercer lugar, con la ayuda del sis- tema sanitario y los profesionales an- daluces, debiera realizarse un progra- ma de vigilancia y detección del cán- cer, el asma, las alergias, y otras en- fermedades laborales y medioam- bientales en poblaciones afectadas o que probablemente pueden estarlo en un futuro próximo. Finalmente, aunque este diagnóstico completo aún no esté disponible, la Adminis- tración pública tiene que actuar reali- zando sin dilación un tratamiento con una acción preventiva adecuada. Como señaló Geoffrey Rose: “No es realista pedir certeza antes de ac- tuar, pedir más investigación puede sólo ser una excusa para evitar to- mar decisiones”. La reciente y positi- va decisión de la Junta de Andalucía de aumentar el perfil gubernamen- tal de la Salud Pública a Secretaria General abre la oportunidad de reali- zar un abordaje más efectivo del pro- blema en el que se realice un plan in- tegral de salud pública del suroeste basado en el principio de precaución en salud laboral y ambiental. Las administraciones públicas tienen que tomar las medidas nece- sarias para que las personas traba- jen y vivan en un medio laboral y am- biental saludable, compatible con un modelo industrial o un modelo económico alternativo a la vez soste- nible y equitativo. Joan Benach es profesor de salud pública en la Universidad Pompeu Fabra y miem- bro de Científicos por el Medio Ambiente (CiMA). Firman también este artículo los miembros de CIMA Eduard Rodríguez Fa- rré, Carlos Álvarez Dardet, Ferran Balles- ter, Fernando G. Benavides, Carles Munta- ner, Nicolás Olea y Miquel Porta, y los cien- tíficos Carme Borrell, María Buxó, Jordi Delclós, Manolis Kogevinas, José Miguel Martínez, Marisa Rebagliato, Consol Serra, Montse Vergara y Jan-Paul Zock. Diversos es- tudios han detectado muchos ca- sos de asma y alergias en el Campo de Gibraltar y en Huelva La Adminis- tración debe tomar medidas para que la gente viva y trabaje en un medio saludable Convivir E La población de la Bahía de Algeciras sufre la contaminación. JOSÉ BIENVENIDO En el suroeste español hay un exceso de mortalidad y de enfermedades relacionado con condiciones como la pobreza, los ries- gos laborales y la presencia de ciertas industrias. Los autores de este trabajo, que ya alertaron de este problema hace seis años, denuncian de nuevo que tanto la Administración pública como la industria tienen una especial responsabilidad en esta situación, y reclaman que se adopten medidas con carácter de urgencia para corregirla. Por Joan Benach El suroeste español, zona de alto riesgo 22 / EL PAÍS SALUD Sábado 12 de julio de 2008

description

En el suroeste español hay un exceso de mortalidad y de enfermedades relacionado con condiciones como la pobreza, los riesgoslaborales y la presencia de ciertas industrias. Los autores de este trabajo, que ya alertaron de este problema hace seis años,denuncian de nuevo que tanto la Administración pública como la industria tienen una especial responsabilidad en esta situación, yreclaman que se adopten medidas con carácter de urgencia para corregirla.

Transcript of El Suroeste español, zona de alto riesgo

Page 1: El Suroeste español, zona de alto riesgo

l estudio de las desigualda-des geográficas en la morta-lidad y morbilidad constitu-ye una forma muy útil para

evaluar la salud de un país. En un ar-tículo publicado en este periódico ha-ce ahora seis años (véase EL PAÍS, 11de junio de 2002) señalábamos lapresencia en España de un claro pa-trón geográfico norte-sur en el ries-go de morir, donde destacaba la peorsituación de Andalucía y Extremadu-ra y, especialmente, el elevado riesgoen muchos municipios del suroesteespañol (véase el mapa adjunto).Huelva, Sevilla y Cádiz, con el 8% dela población española, acumulabanun tercio del exceso de muertes (cer-ca de 3.000 al año) correspondientea las áreas con mayor riesgo.

Dada la presencia de factores deriesgo como pobreza, malas condi-ciones de trabajo y una fuerte con-centración de industrias pesadas enáreas como Huelva o el Campo de Gi-braltar, la hipótesis más razonable,apuntábamos entonces, era una inte-rrelación de causas de tipo ambien-tal, laboral y social. Las preguntasclave planteadas eran las siguientes:¿Qué investigaciones se van a reali-zar y con qué recursos? ¿Qué res-puestas van a dar las administracio-nes públicas responsables y la socie-dad? ¿Qué prioridades y estrategiaspolíticas van a ponerse en marcha?

Más de 2.000 días después, pode-mos preguntarnos de nuevo qué sa-bemos y qué se ha hecho ante estegrave problema. Si bien el conoci-miento científico disponible no seha incrementado con la necesaria ra-pidez, estudios como el reciente In-forme sobre desigualdades y saluden Andalucía (Indesan) han confir-mado la existencia de elevada morta-lidad en estos municipios, y otrostrabajos han profundizado en susposibles causas. Por ejemplo, mu-chos municipios del occidente anda-luz tienen elevadas tasas de mortali-dad por cáncer de vejiga y otros cán-ceres, y enfermedades relacionadascon exposiciones a productos tóxi-cos presentes en el medio laboral yambiental.

Presencia de contaminantesOtros estudios científicos han detec-tado niveles elevados de asma, ato-pia y alergias en el Campo de Gibral-tar y en Huelva. En el entorno deCampo de Gibraltar, se han halladoniveles altos de partículas en aire, in-cluyendo sustancias dañinas como elbenceno o el níquel, así como hidro-carburos aromáticos policíclicos ensuelos y en el medio acuático litoral.

En la ría de Huelva se ha detecta-do la presencia de contaminantesorgánicos como el DDT y deriva-dos, en el suelo y en algunos produc-tos de origen marino; niveles eleva-dos de metales pesados y arsénicoen alimentos y sedimentos, y conta-minantes en el aire. En las llama-das balsas de fosfoyesos, un espaciode unas 1.200 hectáreas, a pocosmetros de la ciudad, que contienemás de 120 millones de toneladasde yesos, posee un apreciable riesgocancerígeno para la población deáreas circundantes, como lo ha mos-trado recientemente un estudio delCentro de Investigación y de Infor-mación Independientes sobre la Ra-

diactividad (Criirad) de Francia.Ante la evidencia más que funda-

da de que en el suroeste de Españaexisten problemas de salud públicay riesgos muy graves para el bienes-tar de la población y la integridadmedioambiental, las administracio-nes públicas y la industria (y tam-bién algunos periodistas y científi-cos) han tendido a negar, ocultar oempequeñecer un serio problemaque organizaciones no gubernamen-tales y ecologistas como la Mesa de

la Ría, Verdemar, Greenpeace o elEnvironmental Safety Group en Gi-braltar llevan años denunciando.

Las acciones de negación, dila-ción, o confusión han sido diversas.Desde apuntar que los contaminan-tes están dentro de límites legales(aunque en realidad eso no significaque sean seguros para la salud de lapoblación) hasta restar importanciaal problema señalando que se tratade un problema del pasado. Desdedesautorizar o descalificar a científi-cos y estudios independientes, hastaadoptar una actitud paternalistaafirmando que la población no tienemotivo para alarmarse. Desde “cul-pabilizar a las víctimas”, señalandoque las causas fundamentales radi-can en los llamados “estilos de vida”de los individuos hasta, verosímil-mente, difundir en forma cocinadalas conclusiones de varios estudios.

Como consecuencia de ello, no esde extrañar que además de los pro-blemas ya mencionados, un elevadoporcentaje de la población refiera te-ner escasa confianza en la opiniónde las autoridades sanitarias, la in-dustria o, incluso, los sindicatos.

Una situación como la aquí des-crita requiere adoptar varias accio-nes con carácter de urgencia en lasque la Administración pública y laindustria tienen una especial res-ponsabilidad. En primer lugar, esimprescindible dejar de minimizarel problema poniendo a disposiciónde la ciudadanía y las organizacio-

nes sociales toda la información dis-ponible de forma democrática,transparente y comprensible. Hastael momento, gran parte de la infor-mación y los procesos de toma de de-cisiones relacionados con riesgos yproblemas de salud como los apun-tados han quedado supeditados a laconnivencia general de diversos inte-reses cruzados entre políticos, indus-tria, medios de comunicación, aca-démicos y sindicatos.

En segundo lugar, hay que desti-nar más recursos públicos para diag-nosticar y evaluar mejor la situaciónmediante estudios científicos. Sibien la Consejería de Salud de laJunta de Andalucía ha desarrolladoactividades prometedoras como ini-ciar registros de cáncer, un observa-torio de medio ambiente y salud enCampo de Gibraltar y algunos estu-dios, estos esfuerzos no son propor-cionales al tamaño del problemaque enfrentamos.

Necesitamos con urgencia estu-dios transdisciplinares sobre las in-teracciones entre las condiciones so-ciales, el trabajo y el ambiente en lazona, mucho más completos y rigu-rosos que los realizados hasta la fe-cha. Éstos deben contar desde su ini-cio y en todas sus fases con la partici-pación popular, rendir cuentas tan-to a los poderes públicos como a lasociedad, y ser evaluados y discuti-dos por los científicos y también porel público en general.

Vigilancia y detecciónEn tercer lugar, con la ayuda del sis-tema sanitario y los profesionales an-daluces, debiera realizarse un progra-ma de vigilancia y detección del cán-cer, el asma, las alergias, y otras en-fermedades laborales y medioam-bientales en poblaciones afectadas oque probablemente pueden estarloen un futuro próximo. Finalmente,aunque este diagnóstico completoaún no esté disponible, la Adminis-tración pública tiene que actuar reali-zando sin dilación un tratamientocon una acción preventiva adecuada.

Como señaló Geoffrey Rose: “Noes realista pedir certeza antes de ac-tuar, pedir más investigación puedesólo ser una excusa para evitar to-mar decisiones”. La reciente y positi-va decisión de la Junta de Andalucíade aumentar el perfil gubernamen-tal de la Salud Pública a SecretariaGeneral abre la oportunidad de reali-zar un abordaje más efectivo del pro-blema en el que se realice un plan in-tegral de salud pública del suroestebasado en el principio de precauciónen salud laboral y ambiental.

Las administraciones públicastienen que tomar las medidas nece-sarias para que las personas traba-jen y vivan en un medio laboral y am-biental saludable, compatible conun modelo industrial o un modeloeconómico alternativo a la vez soste-nible y equitativo.

Joan Benach es profesor de salud públicaen la Universidad Pompeu Fabra y miem-bro de Científicos por el Medio Ambiente(CiMA). Firman también este artículo losmiembros de CIMA Eduard Rodríguez Fa-rré, Carlos Álvarez Dardet, Ferran Balles-ter, Fernando G. Benavides, Carles Munta-ner, Nicolás Olea y Miquel Porta, y los cien-tíficos Carme Borrell, María Buxó, JordiDelclós, Manolis Kogevinas, José MiguelMartínez, Marisa Rebagliato, Consol Serra,Montse Vergara y Jan-Paul Zock.

Diversos es-tudios handetectadomuchos ca-sos de asmay alergiasen el Campode Gibraltary en Huelva

La Adminis-tracióndebe tomarmedidaspara que lagente viva ytrabaje enun mediosaludable

Convivir

E

La población de la Bahía de Algeciras sufre la contaminación. JOSÉ BIENVENIDO

En el suroeste español hay un exceso de mortalidad y de enfermedades relacionado con condiciones como la pobreza, los ries-gos laborales y la presencia de ciertas industrias. Los autores de este trabajo, que ya alertaron de este problema hace seis años,denuncian de nuevo que tanto la Administración pública como la industria tienen una especial responsabilidad en esta situación, yreclaman que se adopten medidas con carácter de urgencia para corregirla. Por Joan Benach

El suroeste español, zona de alto riesgo

22 / EL PAÍSO SALUD Sábado 12 de julio de 2008

El juguete no tiene por quéser siempre aquel objetoatractivo que se compra enlas jugueterías. Según expli-ca Imma Marín, asesora pe-dagógica de la FundaciónCrecer Jugando y presiden-ta en España de la Asocia-ción Internacional por elDerecho de Niños y Niñasa Jugar (IPA), “hay queromper el tópico que aso-cia juguete con consumo”,porque objetos efímerosusados de forma no con-vencional pueden ser exce-lentes juguetes. Una cucha-ra que se convierte en mi-crófono o una cabaña cons-truida bajo la mesa con toa-llas, pueden convertirse enherramientas muy potentespara estimular la creativi-dad infantil.

Entre los que se vendenen las tiendas especializa-das, Marín aconseja tenersiempre presente que de-ben adecuarse a las moti-vaciones y capacidadesdel niño que los recibirá.Cuanto más versátiles y me-nos conducidos sean, me-jor podrán ser moldeadospor la imaginación del pe-queño.

El pediatra Carlos Pare-des, presidente de la Ae-ped, cree que debería dise-ñarse un abanico más am-plio de juguetes para losescolares mayores destina-do a evitar el aislamientoen esas edades. Sin embar-go, Paredes insiste en quepara los niños más peque-ños, los juguetes que sevenden ahora ofrecen unasposibilidades de estimula-ción inimaginables haceunas décadas.

Especialmente enrique-cedores son los juguetescon pulsadores u otros di-seños especialmente pen-sados para la estimulaciónprecoz o para ayudar al de-sarrollo de los niños condiscapacidades.

Para saber más

Estimular laimaginación

P Fundación Crecer Jugandohttp://www.crecerjugando.org/P Alianza para la Infanciahttp://www.pangea.org/alianzainfancia/http://www.allianceforchildhood.org/P Instituto de Creatividad e InnovacionesEducativas de la Universidad de Valenciahttp://www.uv.es/icie/P Página ‘web’ especializada en juegos y jugueteseducativoshttp://www.ludomecum.com/P Asociación Internacional por el Derecho de Niñosy Niñas a Jugar (IPA)http://www.ipaspain.org/P Asociación Española de Fabricantes de Juguetes(AEFJ)http://www.aefj.es/P Proyecto Juguete Segurohttp://www.jugueteseguro.coop/P Marinva, juego y educaciónhttp://www.marinva.es/P Estudio Academia Americana de Pediatría (AAP)http://www.aap.org/pressroom/playFINAL.pdf

MARTA ESPAR

asta las cinco de la tarde, co-le. Lunes y miércoles, in-glés. Martes y jueves, fút-bol o danza. De una activi-

dad a otra, en coche. Y al llegar a ca-sa, deberes, cena y tele. Por el cami-no, muy poco tiempo para las muñe-cas, los juegos de ensamblaje o elbaúl de los disfraces. La agenda demuchos niños de hoy está tan sobre-cargada, que cada vez se parece mása la de un adulto. Pediatras y psicó-logos infantiles insisten en que losniños —mayores y menores— nece-sitan más tiempo para jugar. El jue-go libre con iguales es una herra-mienta esencial para el desarrollocognitivo, afectivo y social. Algunosespecialistas relacionan incluso es-tos cambios en los hábitos de los ni-ños, que priman el éxito académicoy relegan a un segundo plano el es-pacio y el tiempo libre para jugar,como uno de los factores que puedecontribuir al aumento de trastornosdel aprendizaje, de ansiedad o de es-trés en la infancia. Y señalan un es-

tudio de la Academia Americana dePediatría (AAP), publicado en ene-ro del año pasado en la revista Pe-diatrics, que, en esta misma direc-ción, subrayaba la importancia deljuego en el desarrollo de la salud in-fantil e instaba a los pediatras a pro-mover su recuperación desde lasconsultas.

De sobra es conocido el poten-cial para el ensayo de la motricidadfina y gruesa y la adquisición de há-bitos tan saludables en la infanciacomo el ejercicio físico, de los corre-pasillos o el pilla, pilla cuando losbebés todavía van con pañales, o delas bicis, los patines o simplementevestir muñecas en la segunda infan-cia. Pero el juego activo e imaginati-vo desarrolla, además, una serie decompetencias emocionales y socia-les que van a formar parte del baga-je del adulto, no sólo en el ámbitopersonal, sino también en el acadé-mico o profesional.

Hay muchos ejemplos: el juegode reglas enseña a esperar, algomuy útil para cuando las cosas nopueden obtenerse inmediatamente.

Por eso, estos juegos son un excelen-te entrenamiento para la acepta-ción de límites y la tolerancia a lafrustración. También permite ensa-yar estrategias en grupo, que luegovan a permitir trabajar mejor enequipo. El juego simbólico—muñecas, jugar a papás y mamás,etcétera— es un potente digestivopara los conflictos emocionales quese viven en la infancia, como los ce-los, la ausencia de la madre, etcéte-ra. Y el juego libre a partir de modastemporales como las canicas o lacomba ayuda a formar la autoesti-ma, porque da a los niños la oportu-nidad de percibir su autoeficacia, esdecir, de comprobar que tienen dife-rentes habilidades para diferentescosas. La oportunidad de saber quese es bueno en alguna cosa.

“El juego es un excelente media-dor para cualquier tipo de aprendi-zaje”, explica el presidente de la Aso-ciación Española de Pediatría (Ae-ped), Carlos Paredes. “No se tratade transmitir el mensaje de quecualquier tiempo pasado fue me-jor”, afirma, porque los juguetes

que hoy existen en el mercado sonun “vehículo extraordinario para laestimulación”, pero admite que lasobrecarga académica deja pocotiempo para el juego libre, cuando“sería aconsejable que los niños pu-dieran jugar en espacios exteriorescasi a diario”. El juego no sólo esti-mula la creatividad, el lenguaje y lainteligencia, explica Paredes, sinoque también es una forma de ejerci-cio físico que permite combatir loselevados índices de sobrepeso y obe-sidad que se ven en las consultas delos pediatras.

Pero la vida urbana trae consigoserias limitaciones para que los ni-ños puedan jugar libremente y enun espacio abierto. La catedráticade Antropología de la Educacióndel Instituto de Creatividad e Inno-vaciones Educativas de la Universi-dad de Valencia, Petra María PérezAlonso-Geta, ha estudiado el temaa fondo. Según ella, existen restric-ciones de espacio y tiempo, y mu-chas dificultades para poder reunir-se con iguales de forma espontánea.En la ciudad, los niños ya no pue-

den elegir sus compañeros de jue-go. Son sus padres los que, en todocaso, quedan con otros padres paraque puedan jugar. “Tanto los pa-dres como los hijos van sobrecarga-dos de trabajo y de actividades ex-traescolares; han desaparecido losespacios públicos de juego, comolas plazas y las calles sin coches,donde los niños podían encontrarsecon otros de su misma edad sin citaprevia, y el espacio doméstico tam-bién ha cambiado: tienen pocos her-manos, a veces son de edades muydiferentes y los primos están lejos”,añade.

¿Consecuencias? Muchas, y di-versas. Según Pérez Alonso-Geta,una de las más visibles es el acorta-miento o reducción de la infancia.“Al no estar tanto entre niños, seapropian de conductas adultas y,con nueve años, por ejemplo, ya hayniñas que quieren vestirse como sifueran jóvenes adolescentes y hacer-se mechas o comprarse productosde cosmética, que ya pueden encon-trar en las tiendas”. Los patrones dela televisión hacen el resto.

Imma Marín Santiago, directorade MARINVA, una consultoría pe-dagógica especializada en educa-ción y comunicación a través del jue-go, añade más elementos: “Hoy día,un niño de seis años ya ha vividomuchas más experiencias emociona-les (desde viajes al divorcio de lospadres) y ha recibido muchos másinputs informativos (tele, videojue-gos, ordenadores) que los de genera-ciones anteriores. Pero, en cambio,tienen mucho menos tiempo paraelaborarlas y significarlas interna-mente a través del juego”. ¿Qué pa-sa, entonces? “Se produce un empa-cho, porque copian hábitos de losadultos sin que su inteligencia emo-cional esté preparada para ello”, ase-gura Imma Marín, asesora de laFundación Crecer Jugando.

En las consultas de psiquiatras ypsicólogos, se observa con preocupa-ción el aumento de algunos trastor-nos de aprendizaje y de la personali-dad. La AAP ya relacionaba estoscambios en los hábitos infantilescon el aumento de trastornos comoestrés, ansiedad y depresión en la in-fancia, aunque faltan estudios longi-tudinales que determinen el pesode su influencia. En España, explicaCelso Arango, vicesecretario de laSociedad Española de PsiquiatríaBiológica y jefe de Psiquiatría Infan-til del hospital Gregorio Marañónde Madrid, no existen estudios epi-demiológicos a nivel nacional sobrela prevalencia de trastornos menta-les en la población infantojuvenil.Pero la realidad de las consultas cer-

tifica este aumento. “Los niños noexteriorizan sus problemas con in-terlocutores válidos, porque pasandemasiado tiempo ante las panta-llas o con personas con las que notiene un vínculo afectivo estable”, in-siste.

La psiquiatra Llúcia Viloca,miembro de la asociación Alianzapara la Infancia y profesora de laUniversidad Ramon Llull de Barce-

lona, explica de qué mane-ra el juego simbólico puedeayudar, por ejemplo, a dige-rir los conflictos emociona-les propios de la infancia.“Con el juego, el niño expre-sa sus vivencias internas ylas elabora”, aclara Viloca.“Organizar una trama o ha-cer ver que se es una mamále permite irse situando enel mundo. Le enseña a iraceptándose a sí misma ytambién la relación con losadultos que le rodean, acontener sentimientos y aaprender a gobernar losconflictos, como los celosdel hermanito”. Según Vilo-ca, ésta es su forma de “tole-rar las vicisitudes de su pro-pia vida y luchar contra to-do aquello que no le sale ala primera”.

Con casi 40 años de ex-periencia clínica y el cargode supervisora de Centrosde Desarrollo Infantil yAtención Precoz (CDIAP)de Cataluña, Llúcia Vilocaconoce muy bien el mundoinfantil y cómo la infanciadetermina la vida del adul-to: “Nuestra capacidad depensar está estrechamenteconectada con la vida emo-cional y la capacidad desimbolizar aquello que noestá presente”, afirma. Poreso insiste en que, de la mis-ma manera que la interrela-ción con otros niños “prepa-ra para la vida profesionaly social, porque enseña atrabajar en equipo de for-ma natural”, el juego conlos padres o con los adultosde referencia fortalece elvínculo emocional impres-cindible para el desarrollode la salud mental.

Los especialistas consul-tados coinciden en los con-sejos que darían a los pa-dres. Marín insiste en quelos padres atareados se re-serven al menos un ratitocada día para la lectura delcuento o el juego de mesa.

Muchos de estos padres se escudanen que no tienen mucho tiempo pa-ra sus hijos, pero el que les dedican“es de gran calidad”. Viloca pone én-fasis en que “la dedicación de los pa-dres no es sólo una cuestión de cali-dad, sino también de cantidad, por-que los niños necesitan la presenciapara poder aceptar luego la ausen-cia”. Y ambas coinciden con PérezAlonso-Geta en que las escuelas de-berían utilizar el juego creativo co-mo herramienta para el aprendiza-je también entrada la primaria, por-que es la experiencia la que solidifi-ca los conocimientos.

En cuanto a las actividades ex-traescolares, ahí sí se trata de unacuestión de cantidad, matizan, peroa la baja, y en todo caso con una elec-ción basada en las motivaciones delniño, no en las de los padres. En es-ta línea se pronunciaba la Asocia-ción Americana de Pediatría en losconsejos que incluía el informe de2007: “Los pediatras deberían re-cordar a los padres que los rasgosde carácter más útiles y valiosos enla preparación del niño para el éxitono proceden de las tareas académi-cas ni extracurriculares, sino de laconfianza firme en el amor paterno,el ejemplo y la guía”. El presidentede la Aeped está convencido del pa-pel que pueden tener los profesiona-les de ayuda a los padres: “Los pe-diatras deberían preguntar a los pa-dres sobre cómo organizan el ociode sus hijos, porque es un ámbitoque forma parte de la promoción dela salud infantil”.

En portada En portada

La mayor parte de los niños viven en pequeñas o grandes ciudades y su agenda está tan llena como la de sus padres. Ya no que-dan casi plazas, ni calles sin coches, ni siquiera descampados en los que quedar para jugar. Hasta para quedar con amigos depen-den los niños de sus padres, que llenan el tiempo de sus hijos con actividades que, en realidad, son una prolongación del aprendi-zaje escolar. Pero los niños necesitan jugar. Necesitan el juego libre y espontáneo. Jugar protege su salud física y mental.

Jugar protege la salud de los niños

Pediatría Pediatría

CONSUELO BAUTISTA

El juego dereglasenseña aesperar, aaceptar quehay límites,a tolerar lafrustracióny a cooperar

CONSUELO BAUTISTA

Jugar conlos hijosrefuerza losvínculosemocionalesy ademásde la calidadcuentatambién lacantidad

H

Sábado 12 de julio de 2008 EL PAÍS O SALUD 3