El Testigo y El Historiador

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  • 7/29/2019 El Testigo y El Historiador

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    (El testigo y el historiador. Franois Hartog) Cul ha sido en el largo plazo la relacin entre eltestigo y el historiador? Aparentemente establecida desde hace tiempo, los problemas de la mismahan sido recientemente abiertos. Impulsada por el torrente profundo de la memoria, el testigocomprendido como portador de memoria, el testigo comprendido como portador de memoria.El artculo nos propone un rodeo historiogrfico que nos lleva hacia: 1. Desde el testigo que oye altestigo que ve (modelo griego); 2. La autoridad del testigo ocular (modelo cristiano); y 3. Del

    despido del testigo a su retorno (el testigo como fuente).

    El testigo y el historiador? La cuestin parece saldada desde hace mucho tiempo, en sentidoprctico y en sentido epistemolgico. El testigo no es un historiador y el historiador, si en algunoscasos puede ser un testigo, no debe serlo, porque no es sino tomando distancia respecto de lostestigos (de todos los testigos, incluido l mismo) que puede comenzar a ser un historiador. Sertestigo entonces no ha sido jams una condicin suficiente, ni siquiera una condicin necesaria paraser historiador.Si ahora nos desplazamos del historiador hacia su relato, el problema se convierte en: cmo contarcomo si yo lo hubiera visto (para hacrselo ver al lector) aquello que yo no he visto y que no podrahaber visto?Luego cuando la historia finalmente lleg, en el siglo XIX, a definirse como una ciencia, la ciencia

    del pasado, no conoca sino por medio de documentos. Ahora las voces enmudecan paraconvertirse en fuentes, y al final de estas mutaciones hasta los mismos testigos terminaron porcreer que deban parecerse a los historiadores. Pguy, que deploraba esto, hacia notar que siinterrogamos a un hombre, no tenemos sino un testigo. Pero si vamos a buscar a un hombreanciano, instantneamente este no ser sino un historiador.2 Habla como un libro. Y por quvolver sobre el tema? Porque los antroplogos, segn me lo imagino, pueden aqu reconocersecmodamente: el informante, es una fuente o un testigo?

    El observador no se siente a veces empujado o tentado de ocupar el sitio del testigo?Porque, regresando a la historia, considerar una vez ms, tal vez un poco mejor, esta diferencia deprincipio y la historia de su constitucin, pudiera arrojar cierta luz sobre la historiografa. Unaocasin de recorrerla, a grandes pasos, desde los griegos hasta nosotros y de recuperar algunas de

    las configuraciones epistemolgicas que le han servido de hogares organizadores. En fin, resultatambin una manera de interrogarnos sobre el papel de ese personaje banal, familiar y, sin embargoextrao, que es el historiador dentro de nuestras sociedades. Una vez evocadas estas primerasdistinciones, har falta desplazar la indagacina las relaciones entre ver y saber, ya establecidas por los mismos griegos y que se convierten en elproblema de hacer ver y de hacer saber; lo que en otros trminos quiere decir ingresar en la temticadel relato histrico y de la mmesis, temtica que tambin fuera iniciada por Aristteles acerca de lanarracin como imitacin de lo ocurrido. Adems, la coyuntura presente desde hace ms de veinteaos, se halla marcada por el aumento progresivo de la figura del testigo, la era del testigo

    Impulsado por las ondas de fondo de la memoria, el testigoentendido l mismo como portador dememoria, se fue imponiendo poco a poco en nuestro espacio pblico. Como tal son reconocidos,

    requeridos, presentes; tal vez mejor, omnipresentes. Los testigos, diversa clase de testigos, pero enprimer lugar, aquellos que son sobrevivientes. Aquellos que el latn designaba precisamente comosuperstes, que podemos traducir como aquellos que se tienen sobre la cosa misma o como aquelque subsiste ms all.

    Si los Griegos han inventado la tragedia, los Romanos la correspondencia epistolar y elRenacimiento el soneto, nuestra generacin ha inventado un nuevo gnero literario, el testimonio.La frmula le pertenece a Elie Wiesel

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    Tres libros recientes traducen esta toma de conciencia sobre la amplitud del fenmeno y proponenuna reflexin sobre el testimonio: el del socilogo Renaud Dulong, Le tmoin oculaire; el de lahistoriadora Annette Wieviorka, Lre du tmoin; y ms recientemente, el de un filsofo, GiorgioAgamben, Ce qui reste dAuschwitz. Son tres libros eruditos y que reflexionan en un escaln msarriba del testimonio. El primero es una indagacin sobre las condiciones sociales del testimonioy que incluye esta definicin: ser testigo no es solamente haber sido espectador de un evento sino

    declarar haberlo visto y comprometerse a decirlo en los mismos trminos.6 A. Wieviorka proponetambin una reflexin sobre la produccin del testimonio. Y tambin Agamben reflexiona sobrelos desfases inscriptos en la estructura misma del testimonio.7

    La Peste es considerada como un testimonio, una crnica. Como si el narrador aqu hicieratrabajo de historiador.

    En tercer lugar, la imposibilidad del atestiguar. Existe en primer lugar la distancia entre lo que se haexperimentado y lo que se puede decir. Esto ha sido puesto de manifiesto, entre otros, por RobertAntelme: Hay una desproporcin entre la experiencia que vivimos y el relato que es posible hacerde ella.Adems porque, segn la expresin difcil a manejar de D. Laub, se trata deacontecimientos sin testigos.O, como reformula R. Dulong sin la posibilidad de una atestiguacin

    compartida, de manera que la regla de los dos testigos nunca puede ser aplicada. En cuanto a PrimoLevi, l va todava ms all: Nosotros, los sobrevivientes, no somos los verdaderos testigos... Sonellos, los musulmanes, los sumergidos, los testigos completos, aquellos de cuya deposicinobtendramos una significacin general. La destruccin que lleg a su trmino, nadie podracontarla, de la misma manera que nadie ha vuelto a contarnos su propia muerte.18 Toda lareflexin de Agamben parte precisamente de esta frase de Levi. Y yo escucho como un eco directode esta frase en cinco palabras de Paul Celan: Niemand zeugt fr den Zeugen....19El testigo est slo, nadie puede testimoniar por l. No hay persona hacia quien voltearse. Entrequien ha sido testigo y los otros, no hay ms que l. El testigo se encuentra ms solo porque elverdadero testigo no puede atestiguar ante nosotros. No es entonces sino sobre un testigodelegado, de substitucin, sobre el que pesa la todava ms pesada carga de testimoniar.

    Partiendo desde el presente hacia un pasado lejano, yo ahora me propongo un rodeo por lahistoriografa, que puede valer como ejercicio de mirar a la distancia, comenzando por algo ascomo la prehistoria de las relaciones entre el historiador y el testigo.El griego antiguo una ver y saber, planteando como evidencia que para saber hace falta ver, antesque or. Los odos, dice un personaje de Herdoto, son menos crebles que los ojos. 20 Idein, ver, yoida, yo s, que como es sabido nos reenva a la raz comn wid. En la epopeya homrica apareceun personaje que es denominado histr, que deviene de la misma raz. Segn Benveniste, esteltimo sera un testigo en tanto que sabe, pero sobre todo, en tanto que ha visto.21 No obstante elhistr que interviene en dos situaciones de conflicto, ni ha visto ni ha escuchado. Interviniendo enambos casos en situaciones de diferendo, el histr no es alguien que por su sola intervencin va aponerle fin, expresando su arbitraje entre dos versiones conflictuales, sino segn me parece, queser el garante en el presente pero sobre todo para el porvenir de aquello que se conviniera

    finalmente entre las partes. Antes que tener ojos, el histr tiene que tener odos.Cul sera el papel del testigo, denominado en griego martus? La etimologa nos conduce hacia laraz de un verbo que indica acordarse, en snscrito smarati, en griego merimna, y que diera lugar allatn memor(ia).24 Siempre dentro de la epopeya,en el momento de pronunciar un juramento, los dioses son puestos por testigos, theoi marturoi, losdioses son invitados no a ver sino a or los trminos de un pacto.Se trata tambin de or y de guardar en la memoria. Tambin entonces el martusposee sobre todo odos.

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    Pero entonces cul resulta la diferencia entre histr y martus, siendo que ambos deben tener enprimer lugar (aunque no slo) odos? Lo que vara de uno a otro es el contexto de su intervencin yla respectiva relacin con el tiempo. El histr que interviene en una situacin de diferendo, esrequerido por ambas partes, escuchando a una y a otra; en tanto que el martus, no tiene quepreocuparse sino de un solo lado; ms precisamente slo le concierne or a una de las partes. Elmartus interviene en el presente, y para el porvenir, en tanto que el histr debe agregar la dimensin

    del pasado, siendo que su intervencin que ocurre en el presente, se compromete con el futuro conrespecto a una querella ocurrida en el pasado.Del martus como testigo (no-ocular), mejor decir como garante, nos hemos desplazado rpidamenteal testigo como autoridad.

    Los testigos provienen de las palabras y del pasado, del costado de lo que no hemos visto o lo queno podramos haber visto.El antiguo histr, tal como la epopeya nos lo presenta al pasar, me parece ser prximo al mnmn,ese hombre-memoria o registro viviente, como lo denominara LouisGernet, y en el cual reconoca el advenimiento en el derecho de una funcin social de lamemoria.28 No pudiendo retomar aqu el camino que nos conduce del primer historiador (ahistorein y histori), subrayo simplemente aquello que del primero subsiste o ha pasado hacia el

    segundo. Herdoto emplea el verbo historein para designar el tipo de trabajo que l ha realizado, engeneral en el contexto de una indagacin oral.

    Esta averiguacin que confronta lo que sabe, o lo que se dice, especialmente entre los Griegos, conlo que dicen sus interlocutores (que tambin hablaban griego), nos indica que de alguna maneraambos costados son tenidos en cuenta, aquello que era la razn de ser del antiguo histr.